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Sobre el cine cubano

E L e 1 N E

UNIVERSIDAD DE MÉXICO

nas interesantes y bellas. Pero esas p~gi- .nas zozobran en la producción total y Sil

mérito queda rebajado por representarellas una mínima parte de las que escri­bieron esos autores. El que da en el blan­co con una [lecha o con una pistola tie­ne infinitamente más mérito que el queemplea una ametralladora. Y Milhaudy Villa-Lobos son, musicalmente, hom­bres de ametralladora.

Vemos, pues, que la realidad es, pre­cisamente, todo lo contrario de lo quela gente se imagina ante el autor muyprolífico. El exceso de producción, lejosde ser un mérito, es un defecto que dañaincluso a los méritos o aciertos esporá­dicos del autor, pues tiende a que losconsideremos como fruto del azar. Afuerza de resoplar en torno a una flau­ta, el asno del célebre dicho hizo figurade flautista por un instante. Sería elcolmo que un compositor que escribemúsica todos los días del ailo no acertasea pergeñar alguna página interesante,por poco dotado que esté para la pro­fesión.

El caso de Bach, de Vivaldi o de Mo­zart es un tanto diferente del de Villa­Lobos y Milhaud, empezando porqueninguno de estos dos se puede compararen cuanto a genio creador con aquellos

Por Emilio GARCÍA RIERA

He tenido la oportunidad de pasar unosdías en La Habana invitado, junto aotras cuatro personas, por el ICAIC (Ins­tituto Cubano de Arte e Industria Cine­matogníficas) . El objeto fundamental denuestro viaje era el de ver el cine quese está haciendo hoy en Cuba. Por lotanto, creo que puedo prescindir de lasobservaciones turísticas con las que mu­chos periodistas especializados pretenden"amenizar" sus escritos. Y por otra parte,no creo necesario tampoco extendermeen consideraciones de tipo político y so­cial. Entre otras cosas, por lealtad allCAIC, que no me invitó sino en calidadde crítico de cine.

El cine que vimos ha surgido prácti­camente de la nada. Quiere esto decirque en Cuba no había ni una industriani una tradición cinematográfica, no sési por desgracia o por suerte. Los inten­tos aislados que representan cada unade las películas que se hadan antes enCuba no alcanzaron nunca ni siquierael índice técnico necesario para sentarlas bases de una industria. Y es muy cu­rioso y, sobre todo, muy sintomático, queuna de las primeras decisiones del go­bierno revolucionario de Fidel Castrofuera la de crear esa industria. Así na­ció el ICAIC, que controla casi toda laactividad cinematográfica del país en susdi.ferentes aspectos: producción, distribu­ción, etcétera.

Creo que no es éste el momento de re­sucitar viejas polémicas, pero, por mu­cho que rechacemos la idea de un cineconcebido únicamente como medio deagitación y propaganda, entiendo que

cl<Ísicos. Milhaud y Villa-Lobos se lan­zan a escribir de espaldas a las discipli­nas tradicionales, sin estar en posesiónde un estilo determinado, saltándose ala torera las formas preestablecidas. Mi­lagro sería que en esas circunstancias,y sin ser auténticos genios produjesenmúsica de primer orden. Por el contra­rio, Bach, Vivaldi y Mozart, además deestar dotados de cualidades geniales, res­petaron y aprovecharon los principios le­gados por sus antecesores inmediatos, envez de darles la espalda y pretender in­novar radicalmente la música. Así, cuan­d~ escribían a vuela pluma, lo hadanencauzados en aquellos principios, aga­rrados a las recetas formales bien com­probadas por sus contemporáneos y ma­yores, sin peligro de caer en el absurdo.El terreno que pisaban era firme, no dearenas movedizas. Por eso muchas de susobras pueden ser anodinas, imitaciónunas de otras, pero nunca podremos ca­lificarlas de disparatadas. De modo quesi nada afiaden a la gloria conquistadapor sus autores con otras auténticamentegeniales, tampoco la afectan eriamente,al contrario de lo que sucede en la obrade un Milhaud o un Villa-Lobos, con losmúltiples desaciertos que empañan elbrillo de unas cuantas páginas afortuna­das.

estaremos de acuerdo en que, dada la si­tuación revolucionaria, era muy leRítimopor parte del ICAIC tener en cuenta lacondi.ción propagandística que, quiéraseo no, es propia del cine. El problemadespués sería el de no perder de "istala justa valoración ,e?tétic~ de una eri~de films cuyo proposllo pnmero (y repi­to, muy legítimo) era el de ayudar a lamovilización popular en favor de la re­volución.

Pero vayamos por partes. Para ello.nada mejor que referirse a los films delargo metraje, que, por representar unesfuerzo financiero mayor, van marcan­do la tónica del cine cubano.

Así, Cuba baila, la primera películalarga de argu!nento que ~e hace despuésdel derrocanllento de BatIsta, es el resul­tado de una etapa todavía un tanto im­precisa. Manuel Barbachano Ponce escoproductor ~e~ fil~ y el ~uión es e.leCesare Zavattllll. El Joven dnector JuhoCarda Espinosa ha de enfrentarse a unahistoria que pretende dar cuenta de lapobreza espiritual de la clase media pre­revolucionaria en contraste con la ale­gría espontánea y bull!ciosa del pu~blo,de la Cuba que canaliza sus emoCIOnespor el baile: c~mo se ve, el.lo da fe d~ltriste esquematIsmo, de la Irresponsabi­lidad pequeño-burguesa característica enel papa de~ neorrealisn~o; Cal:cí~ Esp~­nosa, muy mseguro, qlllza cohibido, ch­rige torpemente un film que quiZ<i nole interesa profundamente, como no pue­de interesar a nadie.

Pero el cine cubano de largo metrajeem pieza su verdadera historia. eua ndo el

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ICAIC emprende la realización de cincofilms corto, tres de Cutiérrez Alea ydos de Carda Ascot, que, unidos, ha­brán de formar la película Historias dela. Revolución. A fin de cuentas, los dosfilm.s de Ascot quedan excluidos (paraser IOcorporados después a otra película,como veremos) y así, Historias de la Re­volución es por entero la obra personalde Cutiérrez Alea. En mi opinión, elfilm es el más logrado de todos los quehasta hoy se han hecho en Cuba. Lostres episodios que lo componen (El he­rido, Rebeldes, y La batalla de SantaClam) tienen en común una virtud fun·damental: la audacia. Porque CutiérrezAlea no se concreta a alir del pa o con­fiando en la nobleza de la hi toriaen su adecuación a un e píritu revolu­cionario, sino que e enfrenta a proble­ma serio de la realización cinemato­gráfica e, inclu o, puede decir e que loresuelve g .Icia a su indudable voca iónde cinea ta y a la pa i6n y 1 int ré queen él despiertan us per onaje . Ha entodo el film un aliento de in eridad,un compromi o efectivo, no ólo c nlo temas tra tado, ino, 1 que s t­ticamente más important. n el inemi mo. En re umen, Hi tol"Ías de la Rr·volllción e un auténti o buen film épi­co al margen de la a litud b n vola quirr mediablemente uno u le 3d pt,"·ante obra d su naturaleza ondi ión.

C n Realellgu I ,la igui ni p Ií u·la que produce el IC IC qu dirigÓ al' Torr , habría qu l' mu b '.névolo para dono l' u vident fa·Ila y, en general, el car:kt r primitivode su r alización. D nucvo, ab apr.ciar la vieja tend n ia ti l ille o ¡al-el film r lata un epi lio <1 la lu hacampe ina de lo' ailO 30 n 'uba- d'protegerse y jU'tifi al' en ara d' une quemati mo no sólo de ontenido inotambién formal. Pe e a 11, Ó al' ()­rre logra alguno' mom nt m ionan­te', particularm'ntc aqu 110 en lo qu'una ex dente actriz. T t· ergara, hagala de u'en ibilidad.

El juvell r belde, la segunda películaque dirige Cal' ía E pino a, r ulta ncierta medida orpr 'ndent . El dir ciardebe enfrentarse a otro guión de CesarZavattini en el que e in urre en todolos lugare comunes previ ibl que tá evident ment marcado por un di­dactismo elemental. sí, un film que esupone debe ser exaltado emo ¡onan­te, se tran forma en un frío ejerci io deestilo por el que Carda E pino a dacuenta, cuando meno, de u clarí imoprogre os técnicos como cinea tao Lasorpresa está preci amente en e to, enun tal prurito por lo problema deforma. Del director habrá que e peral'cosa mucho mejore en el futuro, Y3sin el handica.p desfavorable que repre­senta la adopción de la óptica 7.<1vatti­niana.

De pué pude ver otra vez lo do cuen­tos de Carda A cot, 11 dia de trabajoy Los novios (de. lo que .a h~blé enun número antenor de lIIversldad deMéxico) incluido en un nuevo film delargo metraje, CI~ba 5 , ju~t? a unatercera historia, A 110 nuevo, dmglda porel que fuera asi ten te de A cot, JorgeFraga. Este joven realiza?or, autor ~Iedos excelente corto-metraje (Y me Ilteema.estro y La monta'-ia no une) tieneen común con Cutiérrez lea la virtudde no rehuir lo probl ma má erio dela expre ión cinematográfica. i bien la

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La pro/agonista de El joven rebelde

Carta de Guanajuato

T E A T R O

tir una gran simpatía por un cine na­cido en tales condiciones, me he encon­trado con algo que no esperaba fueratan manifiesto: una amplitud de pers­pectivas, un ánimo abierto a la experi­mentación, un amor auténtico al cineque, en última instancia, garantizan elmejor de los futuros.

"En un salón muy elegante ..."

Decidí caminar hasta el pueblo paraque no me cobraran las Perlas de la Vir­gen, y resultaron ser cuatro kilómetros,con cielo estrellado, luciérnagas, luces alo lejos, ladridos de perros, y de repente,a medio cerro, un niño recitando a vozen cuello unos versos que empezaban:

y luego, al entrar en la población, losborrachos y los enamorados de costum­bre.

En la plaza estaba la banda sonandomuy bonito, y en el comedor del hotelunas americanas vestidas de chinacos. Enmi cuarto de baño no había ni jabón,ni toallas, ni foco.

cluso del nivel de calidad que le con­cedamos, un cine así, ligado y determi­nado íntimamente por una situaciónnueva, representa la experiencia ¡?;lobalmás interesante y prometedora dentrode la historia de la cinematografía dehabla castellana. Yo debo reconocer quesi ya a priol'i no podía menos que sen-

Por Jorge IBARGüENGOITIA

El autovía salió de México completo,con un cargamento de ancianas que ibana estudiar Arts & Cratts en San MiguelAllende, tres jovencitas que iban a unaboda en Comonfort, un americano bar­bón y apoplético de alcoholismo, un mis­terioso personaje con pinta de jesuitaque fue leyendo un libro cuyo título noalcancé a distinguir, y varios represen­tantes de un nuevo fenómeno: turistasargentinos. En Querétaro se subió uncojo que no se atrevió a sentarse juntoal americano por considerarlo semidiós,y prefirió viajar de pie (en su único pie)hasta Empalme Escobedo. Al llegar a laestación de San Miguel, un enjambrede chiquillos, al grito de "¡Vienen grin­gos''', se lanzó contra la puerta del va­gón y un policía tuvo que retirarlos abastonazos.

historia de su film -tres policías de'Batista que se quedan encerrados den­tro de la misma mazmorra donde hantorturado a un joven, cuando Fidel Cas­tro y sus hombres toman La Habana­presenta ciertas facilidades dramáticasinevitables, Fraga trata de lograr unatensión que no deba todo a la situaciónmisma, sino a implicaciones psicológicasmenos inmediatas. Es decir: Fraga nodescarta un último punto de interroga­ción por lo que a la naturaleza de suspersonajes se _refiere y, por ello, da a sufilm un sustrato dialéctico que puedeasegurar su valor trascendente.

Estamos ya en la más reciente etapadel cine cubano. Liberados ya de ciertasexigencias propagandísticas elementales.gracias a la producción sistemática decortos y noticieros didácticos e informa­tivos, los jóvenes realizadores dan rien­da suelta a las inquietudes propias delauténtico cineasta, como lo erueban al­gunos cortos (La ciudad desnuda, deRaúl Malina, 10. de Mayo socialista,de Roberto Fandiño, l\1."ade in USA, deJoe Massot, Colina Lenin, de AlbertoRoldán, Guacanabayo, de Octavio Gó­mez, Hemingway, de Fausto Canel, Car­naval, también de Roldán) en los quese advierte junto a la usual referencia aproblemas políticos y sociales, un espíritude exploración formal, una búsqueda denuevas vías de expresión que permitenaugurar el surgimiento de una magníficageneración de realizadores. En muchosde ellos es dado notar la clara influen­cia de Resnais y de Chris Marker, quepor cierto ha realizado un film de unahora de duración, Cuba sí, que mereceríapor sí solo un comentario extenso.

En tales condiciones el ICAIC acome­te la realización de un film de largometraje que rebasa por primera vez loslímites del cine de crónica objetiva. Setrata de una comedia, Las doce sillas,basada en la célebre novela humorísticade los autores soviéticos llya llf y Eu­gene Petrov. Tomás Gutiérrez Alea, es­pecialista en plantearse problemas difí­ciles, traslada la acción de la obra lite­raria a la Cuba de nuestros días y así elfilm se convierte en una sátira contralos deshechos de la vieja sociedad ba­tistiana. Pero importa decir que, dejan­do aparte toda solemnidad, sabe imbuiral film de un sano espíritu de ironíapor el que incluso se hace una suaveburla de algunos aspectos de la Cubarevolucionaria. Ello refleja el claro es­píritu antidogmático que se advierte entodos los órdenes de la vida cubana dehoy, como reacción contra los inevita­bles excesos anteriores del sectarismo.Pero hay que decir que si Las doce sillases un film simpático y honesto, que sihay en él una media docena de gagsverdaderamente buenos, ello no signifi­ca que sea una comedia lograda. Bienes sabido que el género, uno de los másdifíciles de abordar, presenta exigenciaspor lo que se refiere al ritmo, a la es­pontaneidad rigurosamente concertadaque es su mejor virtud. Gutiérrez Alea,por esta vez, quizá no haya sabido darcon el tono necesario. De cualquier ma­nera, Las doce sillas representa una ex­periencia interesante, necesaria y alec­cionadora.

Bien. Creo que ha sido muy bueno elpoder ver todos estos films en el mediomismo que los ha producido. En defi­pitiva, puede decirse que, al margen in-.---------

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