julia james - dos vidas diferentes
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DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 1-99
DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES
ARGUMENTO:
DOS VIDAS DIFERENTES El millonario Rafaello di Viscenti estaba furioso por el ultimtum de su padre, por eso
prometi casarse con la primera mujer que viera... que result ser Magda, una madre
soltera a la que le costaba llegar a fin de mes.
La proposicin de matrimonio de Rafaello iba acompaada de una importante
compensacin econmica, as que Magda no tena eleccin. Slo tena que pasar seis
meses siendo la esposa de Rafaello, despus podra marcharse. Pero los planes no
siempre salan como uno quera...
El magnate italiano necesitaba una esposa,,, y estaba dispuesto a pagar por ella
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Captulo 1 CMO que no vas a firmar?
Rafaello di Viscenti mir a la mujer tumbada en su cama. Era una rubia voluptuosa, con
el cabello rizado y unos ojos azules celestiales. Su cuerpo desnudo estaba ligeramente
cubierto por el edredn.
Amanda Bonham cruz las piernas sobre el edredn y lo mir fijamente.
-Ese acuerdo prenupcial es de mal gusto -le dijo con un mirada llena de coquetera.
Rafaello se puso serio.
-Tu abogado y t estabais de acuerdo en todo, repasamos las condiciones juntos . Por
qu has cambiado de opinin?
Amanda sonri.
-Raf, cario, ese contrato no es necesario. Acaso lo de anoche no fue suficiente para
que te dieras cuenta? -su tono se haba vuelto seductor-. Puedo hacer que sea tan bueno
como anoche... Todas las noches.
Amanda se volvi a recostar mientras dejaba que el edredn se deslizara para destapar
un pecho.
-Puedo hacerlo incluso ahora mismo -lo mir de arriba abajo con unos ojos llenos de
deseo. Aquella mirada pareca desnudarlo por completo.
Rafaello la mir molesto; se haba vuelto inmune a los encantos de Amanda; ya haba
disfrutado de ellos durante aquella noche y haba tenido bastante.
-No tengo tiempo para esto, Amanda. T limtate a firmar el contrato como prometiste -
cuando se enfadaba el acento italiano era mayor.
La seductora mirada de Amanda desapareci.
-No -replic ella muy seria mientras se destapaba con brusquedad-. Si quieres casarte
conmigo hazlo sin ese ridculo acuerdo prenupcial.
Rafaello maldijo en voz baja, aquella situacin lo estaba enfadando mucho.
-Amanda, cara -comenz a decir con toda la paciencia de la que era capaz-. Ya te he
explicado cmo son las cosas. Slo quiero una mujer temporalmente. T accediste a ello
sin ningn tipo de presin, nunca he pretendido engaarte. Quiero una mujer durante
seis meses y despus un divorcio tranquilo. A cambio me har cargo generosamente de
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tus gastos durante medio ao, despus de un breve viaje a Italia, y en el divorcio te dar
una generosa cantidad ya acordada. Capisce?
-Por supuesto que te capisce! -el tono de Amanda se haba vuelto duro-. Pero ahora
entindeme t a m! Slo firmar si me das el doble de lo acordado!
Rafaello se qued estupefacto. Todo estaba claro ya: Amanda Bonham era una mujer
encantadora, pero el dinero era su debilidad.
Sin embargo l no permita que nadie lo manipulara, ni aquella avariciosa mujer, ni su
predittione padre. Nadie.
La cara de Rafaello se volvi impasible.
-Peor para ti -su tono tambin permaneca impasible. Cualquier persona que conociera a
Rafaello en los negocios habra sabido que aqul era el momento de ceder si segua
interesado en llegar a un acuerdo con l. Sin embargo Amanda no era tan lista.
-Me parece que no tienes opcin, Rafaello, cara -le dijo mientras lo miraba con astucia-.
Necesitas una mujer rpidamente, y lo entiendo, pero no me obligars a firmar un
absurdo contrato prenupcial.
El se encogi de hombros.
-T decides -despus la mir-. Pedir un taxi.
Atraves a habitacin y busc el mvil. Amanda se levant de la cama y se acerc a l.
-Espera un momento... -empez a decir.
Rafaello no le hizo caso y sigui marcando.
-Ya no hay acuerdo posible, cara. Ser mejor que te vistas.
Ella lo agarr del brazo.
-No puedes hacerme esto, me necesitas.
Rafaello se solt como si ella fuera una mosca molesta.
-Te equivocas -su tono era categrico-. Joe? Puedes pedir un taxi? Que est listo
dentro de diez minutos.
Cuando termin de hablar mir a la mujer rubia, que permaneca desnuda y de pie junto
a l. Despus guard el mvil en el bolsillo con naturalidad.
-Puedes darte una ducha si quieres, pero date prisa.
l se gir y se dirigi a la puerta de la habitacin. -Y cmo pretendes conseguir a una
mujer en tan poco tiempo? -le espet ella.
-Me casar con la primera mujer que vea le contest impasible antes de abandonar el
apartamento.
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Magda se ajust los guantes de goma y se dispuso a limpiar el bao. Estaba agotada.
Benji se haba pasado dos horas despierto, todava no dorma ni una sola noche del
tirn. Por lo menos dorma, pens ella mientras limpiaba las baldosas de porcelana y se
apartaba un mechn de pelo de la cara.
De repente frunci el ceo. No iba a poder mantener aquel trabajo durante mucho
tiempo. Cuando su hijo era un beb fue fcil trabajar llevndolo consigo, pero desde que
haba empezado a gatear era ms difcil vigilarlo. Al nio le gustaba moverse y
explorar, pero en los apartamentos donde limpiaba Magda todo era tan caro y delicado
que no poda dejarlo corretear.
Pens en el tipo de trabajo que podra hacer con un nio de aquella edad a su cargo. No
tena sentido contratar a nadie para que lo cuidara ya que el dinero que ella ganara
tendra que gastrselo en pagar a esa persona. Tambin haba pensado en cuidar de su
hijo y de otros nios en su casa, pero vivan en un lugar oscuro, pequeo y hmedo
donde ella intentaba permanecer lo menos posible.
Sonri con ternura. Benji era la luz de su vida, la alegra de su corazn, su hijo...
l se mereca todo, todo lo mejor. Era lo ms importante de su vida, pero no poda hacer
nada ms por l, no poda darle nada ms de lo poco que le daba.
Rafaello atraves el saln y se dirigi a las escaleras del dplex. Estaba furioso con
Amanda por fallarle de aquella manera, y estaba tambin furioso con su padre por
ponerlo en una situacin tan complicada.
Por qu su padre no poda aceptar que no poda obligarlo a casarse con su prima Lucia
para que ella consiguiera por fin el marido rico que tanto anhelaba? Era una mujer muy
bella, s, pero era ambiciosa, egosta y tena muy mal genio, aunque el padre de Rafaello
no conoca aquella parte de ella. Lucia haba sabido mostrarse ante el padre de Rafaello
como la mujer perfecta para su hijo. Cuando las rdenes y las lamentaciones de su padre
no dieron fruto, apareci el chantaje. Su padre lo amenaz con vender su parte de la
empresa Viscenti AG. Dio, Lucia saba cules eran los puntos dbiles de un hombre.
Ella saba que su padre deseaba que su hijo heredara la empresa y que Rafaello quera
que la empresa siguiera siendo de la familia. Lucia era una gran estratega.
Las ltimas palabras que su padre le haba dicho antes de partir eran imposibles de
olvidar.
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-Quiero que te cases o vendo mi parte de la empresa. Y no pienses que no lo har
porque sabes que soy capaz. Pero... -el tono de su padre se haba vuelto malicioso-.
Presntame a tu futura esposa antes de que cumplas treinta aos y te dar la empresa ese
mismo da.
Rafaello le presentara a su padre a su futura esposa el da de su cumpleaos. Pero no
sera la esposa que su padre estara esperando...
Sera una esposa que hara que su padre tuviera que cumplir su palabra, pero nada ms.
Se enfureci an ms. Amanda Bonham era la mujer perfecta para presentar a su padre,
hubiera sido un castigo ideal para el injusto chantaje de su padre. Ella habra hecho que
la tensin arterial de su padre aumentara varios puntos. Una mujer despampanante,
educada, elegante y a la que slo le preocupaba su aspecto y el dinero.
Pero ella haba dado marcha atrs y l tena que volver a empezar de cero. Tena que
buscar a una mujer que fuera capaz de enfurecer a su padre y borrara la maliciosa
sonrisa de la cara de Lucia. Frunci el ceo. No se arrepenta de haberse negado a
aceptar el trato con Amanda, pero conseguir una mujer en tan slo unas semanas iba a
resultarle muy difcil incluso a l.
Baj las escaleras mientras pensaba en la forma de solucionar todo aquello y cuando
lleg al piso inferior se detuvo en seco.
Haba un nio dormido en el pasillo.
Magda termin con el lavabo y se dispuso a limpiar la baera. Los baos de los pisos de
lujo eran fciles de limpiar, siempre estaban inmaculados aunque haba siempre
muchos.
Se distrajo durante unos segundos pensando en cmo sera vivir en un lugar como
aqul. Tener tanto dinero como para tener un piso de dos plantas con vistas al Tmesis y
con un balcn tan grande como un jardn. Magda pens que la gente rica era realmente
diferente.
Aunque ella no sola ver a los que vivan all: a la gente de la limpieza slo les dejaban
entrar cuando los que vivan all no estaban.
-Qu est haciendo aqu? -Aquella repentina voz asust a Magda e hizo que derramara
parte del lquido viscoso que usaba para limpiar el bao. Magda solt un leve grito y se
dispuso a limpiarlo rpidamente-. Le estoy hablando, contsteme!
La persona que se diriga a ella pareca cada vez ms enfadada y Magda se gir.
En la puerta haba un hombre que la miraba fijamente, Magda lo mir, pero no poda
dejar de pestaear. Estaba horrorizada. Se supona que el piso estaba vaco, el portero se
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lo haba dicho. Sin embargo frente a ella haba un hombre que no pareca nada cercano
a un empleado.
Y aquel hombre estaba furioso. Ella se limit a seguir limpiando.
-Lo lamento mucho, seor -logr decir. Saba que ante una persona como aqulla su
tono deba ser servicial, aunque no era culpa suya que el portero estuviera mal
informado-. Me dijeron que poda limpiar aqu esta maana.
El hombre se puso an ms serio.
-Hay un nio en el pasillo -le inform l.
Magda observ a aquel hombre y se dio cuenta de que no era britnico. Era demasiado
moreno para serlo, y adems tena un leve acento extranjero. Espaol quiz? Italiano?
-Y bien? -insisti l.
Magda se levant como pudo del suelo. No poda seguir hablando desde all abajo.
-Es mi hijo -logr decir.
Algo parecido a un arranque de furia pareci recorrer la mirada de aquel hombre.
-Ya me he imaginado pero, qu est haciendo aqu? ste no es un buen lugar para un
nio.
Para Rafaello estaba claro que un nio de aquella edad deba estar en casa y no
acompaando a su madre a aquella hora del da. Estaba claro que aquella mujer era una
madre irresponsable.
-Lo lamento mucho -repiti ella. Deseaba calmar el enfado de aquel hombre. Estaba
claro que le desagradaba ver a un nio en su piso inmaculado. Recogi su material de
limpieza, mir a su alrededor para asegurarse de que el bao estaba bien y se dirigi a
aquel hombre-. Me voy ahora mismo, seor. Lamento haberlo molestado.
Ella se acerc a la puerta y pas muy cerca de l. Aquello la hizo sentirse incmoda ya
que l era todo elegancia y estaba claro que acababa de salir de la ducha. Ella sin
embargo llevaba varias horas limpiando y estaba sudada. Deba de oler mal, y se
apresur a tomar a Benji en brazos y dio gracias a Dios de que siguiera dormido.
-Espere! -le grit l.
Aquello pareca una orden y ella se detuvo y se gir para mirarlo.
Aquel hombre la miraba fijamente.
Magda se qued inmvil, como si fuera un animal que acababa de caer en una trampa.
Dese que Dios la ayudara. Qu querra aqul hombre?
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Rafaello mir detenidamente a aquella mujer.
Era una mujer corriente, con facciones normales y pelo de color marrn oscuro.
Adems, estaba algo sucia y sudada. Pareca tener cerca de veinte aos.
Se fijo en sus manos. Llevaba guantes de goma puestos y l frunci el ceo y volvi a
fijarse en su cara. Lo estaba mirando fijamente y pareca muy preocupada.
-No hay razn para que te escondas -le dijo suavizando su tono a propsito, aunque sus
palabras no parecieron calmarla demasiado. l se acerc un poco a ella-. Ests casada?
El tono de sus palabras recuper su brusquedad habitual: l no quera que fuera as, pero
no poda controlarlo. La idea que se le acababa de ocurrir era de locos, pero se le haba
ocurrido...
Ella lo mir estupefacta, como si le hubiera preguntado algo difcil de entender.
-Y bien? -volvi a preguntar.
Aquella mujer neg con la cabeza, aunque segua mirndolo perpleja. l la mir con
ms atencin. No estaba casada... l ya lo haba intuido, a pesar del beb.
Rafaello mir al nio. No era muy bueno calculando la edad de los nios, pero ste
pareca bastante grande, demasiado grande para la sillita. El nio tena el pelo negro y
segua durmiendo plcidamente.
Un nio era algo bueno, a pesar de lo irresponsable que pareca la madre. Y el aspecto
de ella tambin estaba bien, se dijo Rafaello mientras la volva a observar
detenidamente. Ella segua asustada.
-Novio? -pregunt l de nuevo.
Ella lo mir an ms sorprendida y neg con la cabeza. Rafaello se dio cuenta de que la
mujer se estaba acercando a la puerta cada vez ms. El frunci el ceo. Por qu estaba
tan asustada?
-Quiero hacerle una oferta de trabajo.
Ella lo mir an muy asustada y Rafaello se dirigi a la puerta de la cocina y la mantuvo
abierta.
-Pasemos a la cocina -le indic.
-Tengo que irme! -dijo ella con un tono tembloroso-. Lo lamento mucho.
Rafaello volvi a fruncir el ceo. En aquel preciso momento se oy un portazo
procedente de la segunda planta. Segundos despus vieron a Amanda bajar por las
escaleras. Baj con rapidez, a pesar de los tacones de aguja y la minifalda que llevaba.
Cuando los vio a los dos se le ilumin la cara y sonri.
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-Raf, cario -dijo muy complacida-. Ya veo que cumples tus amenazas, as que la
primera mujer que veas, no? Y esto es lo que has conseguido, qu mala suerte...
El hombre se puso rojo de furia y se dirigi a aquella mujer.
-En efecto, Amanda, cara, y es perfecta para m.
Ella lo mir con una mezcla de furia e incredibilidad.
-No lo dirs en serio...
Rafaello se limit a mirarla fijamente con una expresin burlona.
-El taxi te espera en la puerta, cara, es hora de que te vayas.
La mujer se qued all durante unos segundos. Pareca muy enfadada. Despus apart a
Magda de su camino y se dirigi a la puerta muy decidida.
-Espere! -grit Magda. Despus se apresur detrs de ella. Por qu querra aquel
hombre saber si tena marido o novio? Las posibles respuestas la asustaban, no haba
ninguna buena razn posible. Conoca muchas historias de hombres a los que les
gustaba forzar a mujeres aprovechndose de su precaria situacin laboral.
-Aprtate de m, ser asqueroso -replic la mujer mientras abandonaba la casa muy
enfadada. Magda intent salir tambin, pero alguien le cort el paso.
-Le he dicho que quiero hacerle una oferta de trabajo. Tenga la amabilidad de
escucharme por lo menos. Tal vez le interese.
Magda lo mir aterrorizada. Sus sospechas parecan ciertas: aquel hombre pareca
querer hacerle un proposicin indecente.
-No, gracias, no hago ese tipo de trabajos.
El hombre volvi a fruncir el ceo.
-No sabe qu le voy a proponer -le contest con brusquedad.
-Sea lo que sea, yo no hago ese tipo de trabajos. Yo me dedico a limpiar, es lo nico que
hago su tono era tembloroso-. Por favor, djeme marchar. Yo slo limpio. Es lo nico
que hago.
La expresin del hombre se suaviz, como si de repente hubiera entendido por qu ella
estaba asustada.
-Creo que me ha malinterpretado -su tono era fro-. La oferta de trabajo no tiene nada
que ver con el sexo.
Magda se qued mirndolo fijamente. Era un hombre muy atractivo y ella se dio cuenta
de que alguien como l nunca le propondra algo as a una mujer como ella. Al verse a
travs de los despectivos ojos de l, se sinti repentinamente muy pequea.
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De repente sinti cmo alguien le quitaba el material de limpieza de las manos. -Entre
en la cocina y le explicar todo -dijo l.
Magda se sent en una de las banquetas de la barra de la cocina. Segua muy asustada.
Pareca un milagro, pero Benji segua dormido en su sillita.
-Podra... repetirme su proposicin? -se atrevi a preguntar Magda.
-Le pagar cien mil libras si acepta casarse conmigo durante seis meses, y cuando
termine ese periodo de tiempo nos divorciaremos por acuerdo mutuo. Tendr que hacer
un viaje conmigo a Italia por razones... legales. Despus regresar aqu y yo la
mantendr. El da de nuestro divorcio recibir cien mil libras, ni un penique ms. Lo ha
entendido?
Lo nico que Magda poda entender era que aquel hombre estaba loco.
Pero no era el momento de decirle algo as a aquel hombre. Se senta muy incmoda en
la cocina con l. Y no slo por la absurda proposicin que l le acababa de hacer.
Tambin se senta incmoda porque aquel hombre era el hombre ms atractivo y
sensual que haba visto en su vida. Incluso los de las revistas parecan hombres
corrientes comparados con el hombre que estaba delante de ella. Tena rasgos suaves y
elegantes, muy italianos, y algo en su cara que haca que su hermosa cara no pareciera
tan dura. Era un hombre terriblemente atractivo.
-No me cree, verdad?
Aquella pregunta interrumpi sus observaciones. No poda dejar de mirarlo y abri la
boca para hablar y despus la volvi a cerrar.
l sonri ligeramente: era una sonrisa desprovista de humor, pero aun as provoc algo
extrao en Magda. Ella no tuvo tiempo de descubrir de qu se trataba porque enseguida
l volvi a hablar.
-Yo mismo entiendo que esta situacin puede resultar extraa pero... -Rafaello apoy
las manos en la barra de la cocina y Magda se dio cuenta de lo bellas que eran-. En
realidad necesito una esposa con urgencia por un motivo muy concreto. Quiz debera
sealar que el matrimonio ser tan slo aparente. Tiene usted pasaporte?
Magda neg con la cabeza. l pareci ligeramente molesto, pero despus hizo un gesto
como para quitarle importancia.
-No importa, eso es fcil de arreglar. Y qu hay del padre del nio? Est presente en
sus vidas?
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Magda intent buscar una respuesta para aquella pregunta, pero no la encontr.
-Ya me imaginaba yo -volvi a hablar l-. Pero es casi mejor, as no interferir -aquel
hombre pareca estar tomando una decisin definitiva-. No veo ningn obstculo
posible a mi proposicin, est claro que es la persona ideal.
Magda se qued estupefacta. Aquel hombre estaba decidiendo por ella, estaba
arrastrndola a hacer algo como si ella no tuviera ni voz ni voto. Tena que detener
aquella situacin de inmediato, todo era demasiado absurdo.
-Por favor -logr finalmente decir-. No soy la persona que est buscando, y lo lamento
pero me tengo que ir ahora mismo. Tengo que limpiar otros pisos y ya voy retrasada.
En realidad aqul era el ltimo piso que tena que limpiar, pero l no tena por qu saber
aquello.
-Si acepta mi proposicin no volver a limpiar pisos nunca ms. Podr vivir con cierta
holgura econmica durante varios aos si acta con prudencia y sabe administrarse lo
que le voy a dar.
Magda se senta muy ofendida. Aquel hombre pareca despreciarla, era como si pensara
que era de otra especie. Aunque aquel sentimiento se mezclaba con otro an ms
poderoso.
La idea le tentaba.
La idea de tener cierta estabilidad econmica era muy atrayente.
De repente pens en la proposicin. Cunto haba dicho aquel hombre? Cien mil
libras? Era demasiado dinero para su imaginacin. Con aquel dinero podra mudarse a
Londres, comprarse un piso, incluso una pequea casa, y dejar de depender de las
ayudas del gobierno, podra dejar de trabajar y cuidar de Benji, podra hacer planes para
el futuro.
Durante unos segundos se imagin a s misma y a Benji viviendo en una pequea casa
con jardn y vecinos encantadores. Un lugar decente donde podra darle una infancia
feliz y tranquila.
Sinti un enorme deseo de darle todo eso a su hijo: estabilidad, un lugar donde jugar
tranquilo... Un hogar de verdad.
Rafaello la miraba atentamente y se dio cuenta del cambio de expresin. Haba sido
duro convencerla, pero iba por buen camino, lo notaba en la mirada de ella. Cuanto ms
esfuerzo le costaba convencerla ms se daba cuanta de que aquella mujer era la mujer
adecuada.
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Dio, pero a su padre seguramente le dara un infarto cuando le presentara a aquella
mujer que se ganaba la vida limpiando baos y que era madre soltera. Una mujer tan
corriente como cualquier otra. Aquello le enseara a no inmiscuirse en su vida...
Magda vio la mirada triunfante en los ojos de aquel hombre y se arrepinti de haber
considerado la oferta. Deba de estar loca si contemplaba la posibilidad de aceptar una
proposicin tan absurda. Era una idea ridcula, absurda...
-Tengo que irme -se apresur a decir mientras se pona de pe. De repente Benji se
despert y comenz a lloriquear. Magda se acerc a l y le acarici la mejilla y el nio
dej de llorar-. Todo va bien, Benji, mam est aqu.
El nio dej de llorar y alz la mano para acariciar la mejilla de su madre. Despus
empez a moverse nervioso para intentar librarse de las ataduras que lo mantenan
sentado en la silla.
-Todo va bien, cario, ya nos vamos -Magda lo tom en brazos con una mano y con la
otra recogi el material de limpieza-. Yo misma cerrar la puerta -le dijo al hombre que
acababa de proponerle matrimonio y que la miraba enfadado desde el otro lado de la
barra americana.
-Cien mil libras y no tendr ni que limpiar ni que llevar a su hijo consigo de esta forma.
No es forma de criar a un nio.
-Esto no es real -dijo ella de repente-. No puede serlo, es una idea absurda.
-Si le ayuda de algo, yo tambin pienso que es una idea absurda, pero... -Rafaello tom
aire-. Si no aparezco el mes que viene con una mujer perder todo por lo que he
trabajado y no permitir que eso ocurra.
Aquellas palabras hicieron que Magda se estremeciera pero, qu poda decir?
Nada. Lo nico que poda hacer era marcharse. Benji se mova nervioso y comenz a
lloriquear de nuevo.
-Lo lamento -Magda no saba muy bien si le estaba hablando a Benji o a aquel increble
hombre que le acababa de hacer una proposicin tan absurda.
Despus se apresur a salir de aquel apartamento.
La msica del piso de al lado atravesaba las finas paredes con facilidad. Magda llevaba
con dolor de cabeza desde que haba llegado all.
Pero la msica no era lo nico que le provocaba aquel dolor; no poda dejar pensar en lo
que el hombre del piso de lujo le haba propuesto. Las palabras de aquel hombre se
repetan en su cabeza una y otra vez con la misma monotona y dureza que la batera de
la msica del vecino.
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Tendra algn da una casa decente? La lista de espera del ayuntamiento era
interminable y hasta que no le concedieran una casa seguira atrapada en aquel horrible
lugar. Cuando Benji era un beb, aquello no haba estado tan mal, pero el nio
empezaba a gatear y a querer explorar y aquel espacio era ya muy limitado para l. El
nio necesitaba ms espacio, necesitaba un hogar en condiciones y aquel lugar nunca
servira.
Pero estaba agradecida: despus de todo all alguien le proporcionaba un techo, no como
en otros pases del mundo. Por lo menos le haban dado un lugar donde vivir, aunque
tambin la haban presionado para que diera a Benji en adopcin.
-La vida de una madre soltera es muy dura, seorita Jones -le haba dicho la trabajadora
social-. Incluso con la ayuda del Estado, tendr una mayor oportunidad de labrarse un
futuro sin un estorbo como se.
La trabajadora social haba llamado a su hijo estorbo y Magda no haba podido
continuar escuchndola y se haba levantado de la silla muy enfadada.
-Benji se queda conmigo!
Ella saba mucho de la palabra estorbo. Ella haba sido un estorbo tan grande para su
madre que tras darle la vida la haba abandonado en un pasillo.
Estaba decidida: nadie, nadie, le iba a arrebatar a su hijo.
La msica de los vecinos estaba muy alta, pero nadie se atreva a protestar. El hombre
que viva en aquel piso era drogadicto, todos lo saban, y nadie se atreva a protestar
porque tena tendencia a ponerse violento. Terminara apagando la msica, pero muchas
veces no lo haca hasta muy tarde por la noche, no era de extraar que a Benji le costara
dormir.
Magda saba que a pesar de ser las ocho de las noche nunca podra dormirle con aquel
escndalo, as que lo dej jugar. El nio jugaba alegremente encima de la cama con un
juguete que ella haba conseguido en una tienda de segunda mano. Todos los juguetes y
la ropa de Benji provenan de tiendas as.
Magda se dispuso a jugar con el nio. No poda dejar de pensar en lo que haba pasado
aquella maana.
Haba sucedido de verdad? Le haba propuesto un hombre de ensueo que se casara
con l? Era algo tan absurdo que seguramente no habra pasado.
De repente alguien llam a la puerta.
-Seorita Jones? -pregunt alguien desde el otro lado de la puerta.
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A Magda le result imposible reconocer la voz a causa del ruido del vecino. Sera el
casero? Sola pasarse a menudo para asegurarse de que su casa segua en buen estado:
no se fiaba de sus inquilinos. Magda se dirigi a la puerta y puso la cadena de seguridad
que ella misma haba colocado en la puerta.
Entreabri la puerta.
-Quin es?
-Soy Rafaello Viscenti. Hablamos esta maana. Por favor, djeme pasar.
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Captulo 2 MAGDA obedeci. Se haba quedado estupefacta. Mientras ella abra la puerta Rafaello
se pregunt si podra seguir adelante con aquello. Podra realmente hacerlo? Podra
casarse con esta mujer tan mediocre por lo que estaba en juego? Verla de nuevo le hizo
recordar lo espantoso que era su aspecto. Llevaba una sudadera y unos pantalones
anchos, el pelo recogido y tena enormes ojeras bajo los ojos. Era la mujer ms horrible
que haba visto en su vida.
Pero aquello era lo que la haca tan perfecta. Era todo lo contrario de Amanda, una
mujer despampanante; en su lugar llevara a Italia a una mujer soltera muy sencilla.
Sera igual de impactante que el plan anterior, o quiz mejor an.
-Qu est haciendo aqu? Cmo me ha encontrado?
La mujer estaba temblando, estaba claro que la haba dejado muy sorprendida. Rafaello
entr en la casa y cerr la puerta. Ella se apart y se coloc entre el nio y l.
Rafaello frunci el ceo. Acaso esa mujer pensaba que iba a hacerle dao al nio?
-No se asuste. Consegu su direccin a travs de la empresa de limpieza. Llevo todo el
da queriendo hablar con usted. Acaba de llegar a casa, dnde ha estado todo este
tiempo?
-Fuera -replic ella acercndose a la cama por si tena que tomar a Benji en brazos
repentinamente-. No suelo pasar mucho tiempo aqu.
El hombre mir a su alrededor.
-Lo entiendo. De dnde viene esa msica?
-Del vecino, le gusta la msica alta.
-Es insoportable! -afirm Rafaello.
Magda estaba de acuerdo con l, pero aun as tena que aguantarse, como hacan
tambin el resto de los vecinos. Ella segua estupefacta: haba estado a punto de
convencerse a s misma de que lo que le haba sucedido aquella maana no haba sido
real, y de repente, como si se tratara de un sueo, aquel hombre haba aparecido en su
casa.
Rafaello di Viscenti... El nombre era como una caricia y era perfecto para aquel
multimillonario italiano tan elegante...
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Magda cerr los ojos durante un segundo al darse cuanta de que lo estaba mirando
fijamente. l se acerc a la mesa del piso y coloc un maletn de cuero sobre ella. De l
sac unos papeles.
-He mandado redactar unos papeles con nuestro acuerdo -le dijo l-. Por favor, lalos
antes de firmarlos.
Magda tom aire.
-No... No voy a firmar nada, seor Viscenti...
-Di Viscenti -le corrigi l-. Usted ser la signora Di Viscenti, debe aprender la forma
correcta de dirigirse a m.
Magda se frot las manos nerviosa.
-... Seor Di Viscenti... Yo... Yo creo que no voy a poder ayudarle, en serio. Todo esto
me resulta demasiado... extrao...
Magda intent encontrar la forma de decirle que aquella idea era de locos, que no tena
ningn sentido y que no se la poda tomar en serio.
-Extraa? -repiti l-. S, es extraa, seorita Jones, pero como le dije esta maana, no
tengo otra salida. La empresa Viscenti AG est en juego, y no hace falta que le d ms
detalles sobre este asunto. Pero es lo que me obliga a casarme durante un tiempo para
cumplir ciertas condiciones que me han impuesto. Es tan slo un pacto que me obliga a
casarme, aunque tan slo temporalmente.
-Pero por qu quiere casarse conmigo? -le pregunt ella-. Un hombre como usted
podra casarse con cualquier mujer que deseara.
Rafaello se tom aquel cumplido como algo obvio.
-No piense en mi proposicin como un matrimonio sino como un trabajo, seorita
Jones. Un trabajo temporal -el tono de su voz se volvi grave-. Esto es algo que la
candidata anterior no quiso entender... La mujer que usted vio esta maana.
-Iba a casarse con ella?
-S. Desgraciadamente ella cambi de opinin en el ltimo momento. De ah mi
urgencia por encontrar a otra mujer.
-Pero por qu yo? -Magda insisti. Todo le segua pareciendo absurdo. El hecho de
que l hubiese planeado casarse con aquella vaca medio desnuda que haba salido
enfurecida del piso aquella maana haca su proposicin ms verdica. Despus de todo
si era capaz de proponerle a una mujer como aqulla un plan tan descabellado... Aun as
ella no poda entender por qu la haba elegido a ella. Despus de todo un hombre como
aqul deba de conocer a muchas mujeres como la de aquella maana.
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-Porque hay una diferencia importante entre usted y las mujeres como Amanda. Ella
quera el dinero que yo le ofreca y usted... -l la mir fijamente y ella sinti como si
aquella mirada fuera capaz de atravesarla-. Usted necesita el dinero de verdad, lo que
hace que tenga ms confianza en usted -Ella se qued inmvil y l continu-. Necesita
el dinero, seorita Jones, lo necesita desesperadamente para salvarse y para salvar a su
hijo. No puede seguir viviendo en un lugar como ste, sabe que no puede, debe salir de
aqu. Mi dinero le permitir hacer eso, es una oportunidad para usted y para su hijo. No
la desperdicie, acepte mi dinero -ella se qued plida, l poda ver que aquello le haba
llegado al alma y, como si se tratara de un negocio, decidi aprovecharse del momento
para lograr convencerla. La msica pareca sonar cada vez ms alto-. Le ofrezco una
vida nueva, un futuro a cambio de cuatro semanas de su vida. Es todo lo que pido a
cambio. Un mes conmigo y despus ser libre... Libre y con el dinero suficiente como
para salir de este lugar para siempre...
l la miraba fijamente y ella se senta incapaz de pensar, incluso le costaba respirar...
-Pero yo... Yo no lo conozco, cmo puedo fiarme de usted? -le costaba hablar.
l alzo la cabeza con arrogancia, una arrogancia que pareca correrle por las venas.
-Soy Rafaello di Viscenti. Mi familia goza de buena fama y es respetada y admirada por
todos los que la conocen. Soy el director de la empresa Viscenti AG, una empresa cuyo
valor estimado es de ms de cuatrocientos millones de euros. No suelo tener que...
demostrar mis credenciales.
Magda tom aire.
-S, pero yo... No me muevo en esos crculos...
-Y la oferta que le acabo de hacer -Rafaello sigui hablando con arrogancia- es tan slo
lo que le dicho; no hay clusulas ocultas, ni trucos. Puede hablar del tema con mis
abogados si lo desea. Lo que est escrito en estos papeles es lo que obtendr. Y ahora
dgame: por qu no quiere firmarlos?
Magda sinti ganas de decirle que era l, que l era la razn por la que no quera firmar.
Lo mir fijamente. Ella no poda casarse con un hombre tan rico, tan guapo... No poda
casarse con un hombre, aunque fuera tan slo temporalmente, que pareca sacado de un
cuento de hadas. Era algo absurdo, de locos, algo...
De repente Benji comenz a llorar y Magda se dej caer en la cama y lo tom en brazos
automticamente. Le dio un abrazo y lo coloc sobre su regazo. El nio dej de llorar y
mir al extrao que estaba junto a la mesa. Magda lo abraz con fuerza y sinti el latido
de su diminuto corazn.
-
DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 17-99
-Cien mil libras -le dijo Rafaello suavemente-.
Piense en todo lo que podra hacer con ese dinero -Magda empez a balancearse y dese
que aquel hombre se marchara, que se fuera antes de que ella aceptara, antes de que l
terminara de tentarla como si fuera el diablo Si no lo hace por usted, hgalo por su hijo.
Magda cerr los ojos e intent olvidarse de aquel tono seductor.
-Si me voy ahora y no vuelvo nunca ms, cmo se sentir despus al saber que
desperdici la oportunidad de sacar a su hijo de aqu para siempre? -Rafaello volvi a
hablar. Ella sigui acunando al pequeo-. Tan slo sern cuatro semanas, nada ms, en
la casa de mi familia en Italia, que es una casa muy respetable, seorita Jones, se lo
aseguro. Y despus ser libre de hacer lo que quiera.
-Benji viene conmigo -afirm ella.
Rafaello asinti con la cabeza.
-Por supuesto que el nio viene con usted, es esencial que venga -Rafaello pens que no
era necesario aclararle por qu era tan importante que ella fuera una madre soltera-. Lo
nico que tiene que hacer es firmar estos papeles, eso es todo -sac un bolgrafo del
bolsillo de su chaqueta-. Acrquese...
Haba algo en el tono de voz de aquel hombre que haca que a Magda le resultara
imposible resistirse. Dej a su hijo en la cama lentamente y se levant. No era real, todo
aquello era un sueo y en un momento u otro ella se despertara.
l le ofreci el bolgrafo y ella lo acept. Mir los papeles y el espacio en blanco que l
le sealaba para que firmara.
Firm, y de repente, sinti como si acabara de sellar un pacto con el diablo y la tinta
fuera roja como la sangre.
Qu he hecho? Dios mo, qu he hecho! se dijo Magda a s misma. Pero fuera lo que
fuera, ya era demasiado tarde para dar marcha atrs.
Magda estaba sentada mirando por la pequea ventana. El cielo estaba nublado. Benji
dorma en su regazo. El nio se haba puesto algo nervioso durante el despegue, pero
media hora despus haba conseguido dormirlo.
Ella mir al otro lado del pasillo. All estaba Rafaello Viscenti: trabajaba en unos
papeles que tena desperdigados en una mesa frente a l. Viajar con l era casi como
viajar sola.
-
DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 18-99
Estaban solos en el lujoso jet privado que les llevaba a Italia, y para Magda, que no
haba volado en su vida, era una experiencia que nunca podra olvidar.
Aunque la verdad era que nunca podra olvidar lo que le haba pasado desde que firm
aquellos papeles. Saba que si lo hubiera pensado detenidamente nunca lo habra hecho,
as que se haba dejado llevar, haba dejado que Rafaello di Viscenti la montara en su
lujoso deportivo y la llevara all adonde quisiera.
En realidad tampoco lo haba visto mucho. Aquel hombre pareca haber perdido el
inters en ella en cuanto haba firmado los papeles. Estaba claro que para l aquello era
tan slo un trabajo y ella era su empleada. Haba mandado a otro de sus empleados a
que se encargara de arreglar los papeles del matrimonio y los pasaportes del nio y de
ella.
Aquella misma maana la haba recogido en casa y la haban llevado al registro civil
donde haba tenido lugar la ceremonia. Todo haba pasado muy rpidamente, y aunque
ella deba de haber cumplido bien con su papel, ya no se acordaba de nada, tan slo de
la imponente presencia que haba sentido detrs de ella en todo momento, y aquella voz
grave con acento.
Tan slo recordaba un gesto con nitidez: el de l ponindole el anillo. Magda haba
sentido como si una corriente elctrica recorriera su cuerpo en aquel momento. Debi de
ser a causa de la frialdad con que l la haba tocado. Y cuando le toc el turno a ella,
not sorprendida que su cuerpo no responda y que no paraba de temblar.
Finalmente, lo haba logrado; un segundo despus, oy a Benji llorar. Otro de los
empleados de Rafaello lo tena en brazos y ella tan slo haba podido pensar en estar
cerca del nio, as que el resto de la ceremonia era algo difuso para ella.
En cuanto pudo Magda se haba acercado al nio y lo haba tomado en brazos.
Momentos despus Rafaello se haba acercado a ella; tocndola suavemente el codo le
haba dicho que tenan que marcharse.
Despus una limusina los haba recogido para llevarlos a Heathrow, y aparte de
preguntarle si estaba bien y cmoda de una forma muy impersonal, su nuevo marido no
le haba vuelto a dirigir la palabra. No pareca querer implicarse mucho en todo aquello,
y ella tampoco.
Magda se dijo a s misma que deba dejarse llevar mientras acariciaba suavemente el
cabello de Benji. Segua estupefacta con todo aquello, pero tambin algo emocionada ,
ya que, a pesar de las extraas circunstancias en las que se haba visto envuelta, era la
primera vez que viajaba al extranjero.
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DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 19-99
Acaso era real que iba a conocer Italia? Desde el momento en que haba firmado los
papeles haba buscado el mximo nmero de libros posibles sobre el pas. Siempre le
haba gustado mucho leer, y ms desde que haba descubierto que era una buena forma
de apartarse de la realidad, la realidad de una infancia en hogares de acogida rodeada de
nios infelices, de adultos amargados.
Mientras miraba aquel cielo cubierto se acord de Kaz. Todo se nubl. Ella haba tenido
que vivir con el abandono de sus padres, pero Kaz haba tenido que afrontar algo mucho
peor. Su padre le pegaba y su madre era una alcohlica. Kaz siempre se haba sentido
tan apartada de los dems como ella y era natural que finalmente se hubieran encontrado
para crear una amistad real y duradera.
De repente sinti una inmensa pena y mir al cielo mientras se preguntaba si Kaz estara
all fuera.
Benji se movi y Magda le dio un beso suave y dulce. Amaba a su hijo. Levant la
mirada y volvi a mirar por la ventana. Haba hecho lo correcto al aceptar aquel absurdo
trato, saba que s. Aunque resultara extrao estaba convencida de que haba hecho lo
correcto.Lo haba hecho por Benji.
Por primera vez desde que haba firmado los papeles se sinti en paz consigo misma.
Haba hecho lo correcto y se enorgulleca de ello.
La paz dur hasta que el avin aterriz y Magda se vio rodeada de gente en el
aeropuerto y con un nio en brazos que no paraba de llorar. En aquel momento volvi a
sentir que era una pelota arrastrada por la corriente.
Alguien le toco insistentemente el hombro.
-Por aqu -era Rafaello que le indicaba el lugar donde estaba esperndolos la limusina.
Momentos despus estaban dentro y a salvo de la multitud.
El viaje en coche dur ms de una hora, y la ltima parte, en la que salieron de la
autostrada, fue la que ms fascin a Magda. No poda apartarse de la ventana: estaba
prendada de aquel paisaje de la Toscana, tan diferente de Londres y sus alrededores.
Magda iba sealndole cosas a Benji mientras Rafaello trabajaba con su porttil. Pareca
que quera que lo dejaran en paz y ella no tena ningn problema en complacerle, ya que
si tuvieran que hablar no sabra qu decirle, y prefera dedicarse a saborear aquel
maravilloso paisaje.
-
DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 20-99
De repente la calle se volvi ms estrecha y la limusina se detuvo delante de una
inmensa puerta de hierro forjado. Rafaello apag el porttil.
-Ya hemos llegado -dijo en voz alta.
Ella lo mir durante unos segundos. Su gesto era fro y estaba desprovisto de cualquier
tipo de emocin, pareca incluso algo tenso. De repente ella tambin se puso tensa,
acababa de darse cuanta de que el viaje tan slo haba sido la antesala de lo que le
esperaba de verdad. Desde aquel momento ella tendra que interpretar su papel, el de la
signora di Viscenti.
-Tranquila -le dijo Rafaello como si pudiera leer su mente-. No debes estar nerviosa por
nada. Para ti esto es tan slo un trabajo. Te ruego que no lo olvides.
Su mirada pareca estar llena de furia y ella sinti que no tena nada que ver con ella.
Estaba enfadado, s, pero aquel enfado estaba provocado por la obligacin de casarse.
Magda pens que aquello no era asunto suyo sino de l: ella tan slo estaba haciendo lo
que l le pagaba por hacer. Haba cumplido con la ceremonia, pero aquello era una
formalidad. Era la signora di Viscenti slo de nombre, y nunca lo sera de verdad.
Durante unos segundos y mientras se acercaban a la casa haba pensado que quiz aquel
cuento de hadas era real....
Pero los cuentos de hadas nunca eran reales. No haba nada que hacer.
El coche se detuvo delante de una casa parecida a un castillo. Magda se qued
mirndola maravillada. Era una casa muy antigua y muy bella. Las paredes eran de
piedra y la puerta de madera. Los terrenos se extendan ms all de la vista y en ellos
haba numerosos montes y bosques. Magda tom a Benji en brazos y sali del coche.
Era un caluroso da y los rayos del sol calentaron su piel a travs del fino vestido de
algodn que llevaba. Era el mejor vestido que tena. Le quedaba grande y estaba pasado
de moda pero, acaso importaba? Rafaello di Viscenti no le haba dicho nada al respecto
as que no deba disgustarle demasiado.
-Ven -el hombre con el que acababa de casarse la haba agarrado del codo. Segua tenso.
Magda lo mir un instante. Pereca abstrado y se dio cuenta de que probablemente lo
que menos le preocupaba a aquel hombre en aquellos momentos eran Benji y ella.
Mientras se acercaban a la puerta principal un hombre la abri y sali de la casa. Era un
hombre mayor y llevaba una camisa de manga corta y una chaqueta. Magda pens que
deba de tratarse del mayordomo. Salud a Rafaello, y a pesar de que ella no entendi la
conversacin, se dio cuenta de que su llegada le haba sorprendido.
Y ms la de ella.
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DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 21-99
Siguieron hablando unos momentos y Magda capt la mirada de desaprobacin en la
cara del mayordomo y el espanto con el que luego los mir a Benji y a ella. Rafaello
estaba poco hablador y pareca disgustado por algo que le haba dicho aquel hombre.
Una vez dentro Rafaello se acerc a ella.
-T y el nio debis de estar cansados, probablemente querris descansar un rato.
Sgueme -l segua hablndole con un tono impersonal.
Subieron al segundo piso y Magda no poda creerse lo bello que era todo aquello. Todo
pareca muy antiguo y muy caro. Y ella iba a vivir all durante las siguientes dos
semanas? No se lo poda creer.
Rafaello la condujo a un dormitorio donde haba una hermosa cama de madera repujada,
una alfombra persa bellsima en el suelo y, frente a la cama, una chimenea de piedra.
-El bao de la habitacin est ah -l segua hablndole de una forma muy impersonal-.
Tienes todo lo que necesitas para el nio y para ti. Si no Giuseppe se encargar de
conseguirte cualquier cosa que necesites.
Ella logr asentir con la cabeza. Se senta extraa. El hombre los haba seguido y
acababa de entrar con la maleta de ella. Su equipaje pareca tan fuera de lugar como ella
misma.
-Muy bien -dijo Rafaello-. Descansa un rato. Quieres un caf?
Ella asinti.
-S, gracias.
-Muy bien -volvi a hablar l-. Giuseppe te acompaar abajo cuando hayas
descansado. Ah... Y no hace falta que te cambies de ropa.
Tras aquellas palabras se fue y Giuseppe lo sigui.
Magda mir a su alrededor de nuevo, estaba claro que la estaba apartando hasta que la
necesitara, aunque no poda quejarse del lugar que le haban dado para apartarse. La
habitacin era preciosa. Lo nico que le preocupaba era que todo pareca demasiado
valioso para gente como Benji y ella.
Aun as Benji estaba deseando explorar aquello, y ella se apresur a dejarlo en el suelo.
El nio se dirigi a la enorme cama. Magda pens que no hara falta pedir una cuna. La
cama era lo suficientemente grande para su hijo y para ella.
Y su marido?
Se apresur a apartar aquella idea de su cabeza. Rafaello di Viscenti era su marido tan
slo legalmente. No era de su incumbencia dnde durmiera.
-
DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 22-99
Rafaello baj las escaleras. Segua tenso. No tena ganas de enfrentarse a su padre, pero
hacerlo era tan inevitable como esencial. Tena que ensearle a su padre, de una vez por
todas, que no era su marioneta.
Para su padre la empresa Vicenti AG, que haba sido fundada haca cien aos, era tan
slo un negocio que permita que la familia mantuviera un cmodo estilo de vida.
Pero Rafaello no pensaba igual. El mundo haba cambiado y ahora todo estaba
globalizado. Viscenti AG tena que moverse con los nuevos tiempos y para conseguirlo
tena que entrar en el juego de la globalizacin. La competencia era cada vez mayor y el
mercado exiga cambios importantes. Un negocio familiar no poda sobrevivir en aquel
ambiente.
Hasta el momento Rafaello haba tenido que luchar con su padre para realizar cada
cambio, cada paso para modernizar la empresa. l era el director, pero su padre era el
Presidente del Consejo y la mayora de las acciones le pertenecan. Su padre haba
desaprobado los numerosos pasos que Rafaello haba dado para abrirse un hueco en el
mercado europeo; l saba que su padre en el fondo deseaba que la empresa
permaneciera activa a escala nacional nicamente.
Pero Rafaello haba trabajado muy duro para hacer que la empresa creciera, y no iba a
permitir que su trabajo se malgastara o que su padre vendiera la empresa a extranjeros.
Para evitar que algo as sucediera estaba dispuesto a hacer cualquier cosa. Y lo haba
hecho.
Atraves el pasillo de suelo de mrmol y se dirigi a la biblioteca que l sola usar como
despacho. Se acerc a la ventana desde la que se vea la piscina y mir por ella. Era muy
tpico de su padre no estar en casa cuando l quera que estuviera. Giuseppe le haba
dicho que tanto su padre como su prima haban salido a comer y no volveran hasta la
tarde. Despus, el mayordomo le haba preguntado quines eran aquella mujer y el nio.
Rafaello le haba contestado que la identidad de sus acompaantes era una sorpresa.
Sonri. Sera una verdadera sorpresa para todos... Como l haba previsto, aquella mujer
era ideal para sus planes. Haba entrado en la casa y no haba parado de mirar a su
alrededor boquiabierta, y con aquel horrible vestido que le quedaba tan grande y el pelo
torpemente recogido.
Sonri an ms. Su padre se pondra furioso no slo por ver cmo se burlaba de l al
no casarse con su prima, sino adems por saber que una mujer como aqulla llevaba su
mismo nombre.
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DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 23-99
De repente Rafaello frunci el ceo y despus se calm. La chica nunca se dara cuenta
de por qu ella era perfecta para conseguir lo que se propona; adems, le pagaba una
cantidad que para ella era mucho dinero. Hasta el momento ella haba cumplido muy
bien con su papel, que bsicamente consista en obedecer, no hacer preguntas y quitarse
de en medio cuando as se le peda.
Se apart de la ventana y se sent a trabajar un rato: quiz aquello lograra distraerle y
hacerle olvidar lo que le esperaba cuando apareciera su padre.
Rafaello no entenda por qu las cosas tenan que ser as. Era imposible imaginarse una
conversacin normal con su padre, siempre tena que enfrentarse a l.
Suspir. La verdad era que haba hablado ms veces con Giuseppe y su mujer Mara que
con su padre. Ellos haban sido los que lo haban visto crecer, los que lo haban cuidado
y se haban preocupado por l como verdaderos padres.
Saba que su padre lo vea como un caso perdido, y de ah vena su deseo de obligarlo a
casarse Rafaello se puso serio: si realmente hubiera podido hablar con su padre
tranquilamente, no tendra que haber hecho lo que se haba visto forzado a hacer aquella
maana. De repente, record la muerte de su madre en un accidente de trfico cuando l
tena quince aos. Aquello le entristeci. La relacin entre padre e hijo nunca haba
vuelto a ser la misma desde entonces. Su padre, muy triste por la muerte de su mujer, se
haba apartado de todo el mundo, y entre ellos de su hijo. El saba que haba sido un
adolescente rebelde en un desesperado intento por llamar la atencin de su padre, por
pedirle ayuda, por suplicarle que se acercara a l cuando ms lo necesitaba.
Pero ya era demasiado tarde. La distancia entre padre e hijo era cada vez mayor. Ya slo
saban hablarse discutiendo.
De repente oy cmo un coche se aproximaba a la casa y levant la mirada. El sonido
de los frenos del deportivo de Lucia era inconfundible. Para ella era muy importante que
siempre la vieran con el coche adecuado, en el lugar adecuado, con la compaa
adecuada y con la ropa de los diseadores ms famosos. De ah vena su deseo de
casarse con alguien muy rico.
Cuando oy las voces en el pasillo Rafaello sali de la biblioteca, no sin antes obligarse
a s mismo a fingir estar tranquilo.
-Rafaello? -exclam su padre al verlo. Luego se detuvo.
-Pap -le dijo l mientras se acercaba a su padre.
-Cundo has llegado? -le pregunt Enrico di Viscenti sorprendido de verlo all.
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DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 24-99
-Esta tarde -le contest l con aparente normalidad mientras se acercaba a su prima, que
tambin pareca muy sorprendida.
-Luca -le dijo con un tono fro y educado mientras la besaba en ambas mejillas. Iba
demasiado perfumada y maquillada, pero era una mujer hermosa.
-Rafaello -afirm ella-. Qu sorpresa tan inesperada.
-Como puedes ver, el hijo prdigo regresa a casa -dijo l-. Habis pasado un da
agradable?
-Muy agradable -contest Lucia-. El to Enrico me acompa a la inauguracin de una
exposicin en Florencia. Es un artista nuevo que me gusta mucho.
Rafaello sonri.
-Y t tambin le gustas a l?
Luca se puso seria inmediatamente.
-Me ofendes, Rafaello!
l se encogi de hombros con elegancia. l saba que no deba enfadarla, pero saba
tambin que la mayora de los amantes de Luca Foscesca eran artistas. Hombres
jvenes que la soportaban a cambio de que ella les diera un poco de fama. Aqulla era
una de las muchas razones por las que Rafaello no quera casarse con ella. Luca le
deca que era un hombre muy conservador, pero l prefera que su prometida no tuviera
tantos amantes.
Se qued quieto. La idea de que una mujer inglesa tan corriente fuera su mujer desde
haca menos de doce horas le pareci completamente increble de repente. Lo haba
hecho realmente? Todo pareca absurdo, cosa de locos en aquellos momentos. Despus
volvi a ponerse firme.
S, lo haba hecho, haba firmado los papeles. Se haba casado con ella. No haba tenido
alternativa. Un fuerte resentimiento lo invadi, pero logr controlarse. Iba a vengarse de
lo que su tozudo padre lo haba obligado a hacer en aquel preciso momento.
Su padre volvi a hablar.
-Y a qu se debe esta inesperada visita?
Los ojos de Rafaello brillaron momentneamente.
-Pero, pap, maana es mi cumpleaos, no te imaginaste que vendra? -Enrico di
Viscenti lo mir sorprendido-. Pues aqu estoy -le dijo con una sonrisa-. Ven conmigo a
la terraza, creo que tenemos algo que celebrar.
Rafaello not cmo Lucia lo miraba atentamente y con furia. Despus mir a su padre y
sonri.
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-Por supuesto, Luca, t tambin puedes acompaarnos.
Ella pareci complacida y los sigui.
-Muy bien -dijo Rafaello y volvi a sonrer.
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Captulo 3 Y BIEN? -le pregunt Enrico mientras se sentaba en una silla de la terraza-. Acaso
por fin has cambiado de opinin? -despus mir a su hijo con una mezcla de dureza e
intriga.
-Acaso dudaste de ello, pap? -le contest manteniendo un tono de voz cordial.
Su padre tosi.
-S que eres ms tozudo y egosta que lo que cualquier padre se merece. Siempre has
sido as.
-Bien... -dijo Rafaello con cautela-. Por una vez voy a convertirme en el hijo modelo.
Pero antes de hacerlo querra que me confirmaras, pap, que si hago lo que me pides y
me caso antes de cumplir treinta aos, me dars tu parte de la empresa. Es as? -le
pregunt con un tono serio y de trabajo.
-Por supuesto que s! Y t lo sabes perfectamente! -exclam su padre.
-Y me das tu palabra?
-Por supuesto -pereca ofenderle que su hijo dudara de ello.
Rafaello sonri.
-En ese caso, pap, deberas darme la enhorabuena y cumplir tu palabra.
Su padre se movi incmodo en la silla y se qued callado. Sin embargo Luca
reaccion rpidamente.
-Rafaello, eres un hombre horrible. Cmo puedes pedirme matrimonio de una forma
tan abominable? -se ri un poco-. Pero no te preocupes: te castigar por tu falta de tacto,
de eso has de estar seguro -despus mir a su to-. Enrico, cmo he de castigar a este
hijo tuyo por comportarse de esta manera con su prometida?
Volvi a rerse con coquetera y mir al que ella crea que se convertira en su futuro
marido.
l la mir sin decir nada y antes de continuar levant una mano.
-Antes de seguir creo que es hora de brindar con champn, no creis?
En aquel momento apareci Giusepppe con la botella de champn y las copas. Mientras
dejaba la bandeja sobre la mesa, Rafaello le susurr algo al odo. Giuseppe asinti y se
fue. Rafaello abri la botella y empez a servir lentamente.
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-Giuseppe ha trado una copa de ms -dijo con -un tono burln-. Quiz es hora de que se
jubile.
Rafaello le ofreci una copa de champn.
-Cuando seas la seora de esta casa, podrs decrselo t misma.
Un gesto de satisfaccin se dibuj en la cara de Luca, y Rafaello la mir sin que su
gesto delatara nada de lo que saba que iba a acontecer.
Su padre tom la copa y se levant.
-Propongo un brindis -dijo con evidente satisfaccin-. Un brindis por la futura signora
di Viscenti...
-Qu amable -dijo Rafaello alzando su copa-. Y en el momento adecuado -dijo al ver
cmo la puerta se abra.
Al abrirse apareci Magda, y Giuseppe detrs de ella. La chica tena el aspecto con el
que tanto Rafaello haba soado: era perfecta. Mientras los dems se giraban para
mirarla ella estaba all, ante la puerta, vestida con un vestido horrible, con el pelo
recogido con una goma y un nio en sus brazos.
Rafaello se levant y se acerc a ella. Ella estaba paralizada como una estatua; l la
agarr de la mano y se asegur de que los dems pudieran ver el anillo.
-Permitidme que os presente a mi mujer, la signora di Viscenti.
Durante unos segundos en los que Magda permaneci inmvil y deseando que se la
tragara la tierra, se hizo un interminable silencio. Despus empez la tormenta.
El que gritaba ms alto era el padre, que pareca un len terriblemente enfadado. Ella no
entenda nada de lo que decan, pero aquel len estaba muy enfurecido, eso era
evidente. Rafaello di Viscenti permaneca a su lado y le agarraba con fuerza el brazo
izquierdo.
A Magda le costaba respirar. El padre de Rafaello no paraba de gritar, el mayordomo
pareca haber sido golpeado en la cabeza y la mujer que estaba junto al padre tena una
expresin de incredulidad que pareca paralizarla.
El padre de Rafaello estuvo gritando durante un buen rato y, cuando termin, Benji
empez a llorar aterrorizado.
Magda se solt y acun a su hijo para tranquilizarlo mientras se daba la vuelta y se
diriga al saln.
-
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Qu estaba pasando? Una nueva voz haba interrumpido los gritos: era la de Rafaello.
Su voz era ms grave, ms calmada, pero pareca igual de enfadada. Magda se apart lo
mximo posible de ellos mientras estrechaba a Benji entre sus brazos para
tranquilizarlo, algo que resultaba imposible con aquellos interminables gritos.
De repente, alguien la agarr del brazo. Sinti un fuerte olor a perfume mientras alguien
le hablaba en italiano con un tono que hizo que Magda se estremeciera.
-Por favor... -dijo ella como pudo-. No la entiendo...
La mujer tom aire y la mir fijamente.
-Inglese? -despus la volvi a agarrar del brazo-. Quin es usted? A qu est jugando
fingiendo ser la mujer de Rafaello? -aquella mujer intent tocar el anillo de compromiso
para ver si era autntico, pero Magda se gir y le dio la espalda para interponerse entre
aquella mujer y su hijo, que an estaba llorando.
Se apart del todo y se dirigi a la puerta y despus a la escalera. Quera volver a su
habitacin. Benji no paraba de llorar y Magda corri, y hasta que no estuvieron a salvo
en la habitacin no descans.
Lo primero que le preocupaba era Benji, que segua aterrorizado y le cost mucho
calmarlo. Pero poco a poco dej de llorar mientras ella lo sentaba en su regazo y lo
acunaba con dulzura. Luego empez a chuparse el dedo y por fin se tranquiliz del todo.
Magda estaba tambin muy afectada. Tal vez no haba entendido nada de lo que se
haba dicho, pero all haba habido una verdadera tormenta.
De repente se pregunt a s misma por qu haba aceptado, y dese poder levantarse y
descubrir que todo aquello era un sueo...
Pero no era un sueo: estaba all, en aquella enorme casa de la Toscana, casada con un
hombre cuya familia se haba enfurecido con la noticia.
Magda poda escuchar cmo seguan gritando en el piso de abajo. Se recost y agarr a
Benji con fuerza. El nio pareca haber sentido la intranquilidad de su madre porque
empez a lloriquear de nuevo.
Pudo or pisadas en la entrada y varios portazos. Despus se oyeron gritos de nuevo y
finalmente un portazo ms fuerte que los anteriores. Pareca haber estallado un temblor
en toda la casa; luego se hizo el silencio. Un rato despus pudo or cmo se pona en
marcha un motor muy potente cuyo sonido termin desapareciendo en la distancia.
Haba un silencio total y ste era casi tan hostil como los gritos de antes.
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DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 29-99
Magda saba que lo nico que poda hacer era mantenerse bien escondida en su refugio.
Con el tiempo Benji empez a animarse, pero poco despus algo evidente se convirti
en urgente. Benji tena hambre.
Busco en su equipaje y le dio unos trozos de galletas y un poco de zumo. Despus
intent distraerlo un rato, pero no pudo mantener aquello mucho tiempo. Benji
necesitaba comer de verdad y no haba nada que hacer. Tendra que salir de la
habitacin a buscar comida.
Abri lentamente la puerta de su habitacin y baj las escaleras sigilosamente. Entr en
lo que pareca una puerta para el servicio en busca de Giuseppe y vio que al final del
pasillo haba una puerta abierta de par en par; se dirigi hacia all. Si hubiera sido por
ella, se habra acostado sin cenar. Pero no poda permitir que el pobre Benji pasara
hambre.
Al entrar se dio cuenta de que aquello era una enorme y antigua cocina con una
chimenea inmensa al fondo. En medio de la cocina haba una gran mesa de madera. A
un lado, y junto a la ventana, una mujer mayor estaba fregando con fuerza una sartn en
un lavabo de piedra.
Magda se movi nerviosa en la entrada y la mujer se gir para mirarla.
-Si? -le dijo con un tono poco amistoso. Tena las facciones muy marcadas y no
pareca muy simptica. Mir a Magda fijamente.
Magda tom aire.
-Mi dispiace -intent repetir lo que haba ledo en uno de sus libros de frases en italiano-
. Ma...
este posible...?
-Hablo ingls -le replic la mujer-. Qu es lo que quiere?
Magda estuvo a punto de regresar a su habitacin, pero mir a Benji y volvi a
intentarlo.
-Lo lamento mucho -hablaba muy bajo-. Pero,... podra darme por favor, algo de
comida... y de leche... para mi hijo?
La mujer de ojos negros la mir fijamente y Magda palideci. Aquella mujer la miraba
de arriba abajo y examinaba su delgada figura, el curioso atuendo que llevaba y el nio
que llevaba en brazos. De repente la expresin de aquella mujer cambi, dijo algo en
italiano y se acerc a ella.
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-Venga, venga. Sintese -la agarr del brazo y la llev hasta la mesa. Aquella mujer era
sorprendentemente fuerte-. Tiene hambre no? Chica tonta, por qu no ha avisado
desde su habitacin?
-No quera causar ninguna molestia... -contest Magda.
La mujer hizo un ruido como de desaprobacin.
-Un nio no debe pasar hambre, y una madre, tampoco.
Se acerc a la chimenea, donde estaban los fuegos. All haba varias cazuelas y la mujer
le sirvi un generoso plato de espaguetis con tomate. Despus le puso un trapo a Benji.
La boca de Benji se abri de inmediato y a Magda casi no le dio tiempo a comprobar
que no estaban muy calientes ya que el pequeo no tard en agarrarle del brazo para que
le diera de comer.
Se lo comi todo con placer y rpidamente y, en cuanto termin, la mujer le sirvi un
plato an ms generoso a Magda.
-Coma -le orden la mujer, que tom a Benji y lo coloc con gran maestra sobre su
cadera. Despus llen un vaso de agua y le dio a beber al pequeo. A Benji pareci
gustarle tanto que empez a hacer ruiditos con el agua.
La mujer sonri y le dijo algo en italiano de lo que Magda slo entendi bambino.
Despus le dio una enorme cuchara de madera y se sent delante de Magda.
-Coma - le dijo una vez ms. Estaba delicioso, y ella estaba comiendo con tantas ganas
como haba comido Benji haca un rato.
-Gracias -le dijo sintindose incmoda a la vez que agradecida.
La mujer la dej terminar mientras jugaba un poco con Benji. Pareca saber mucho de
nios.
Cuando Magda termin de comer, la mujer la mir.
-Muy bien, ahora hablaremos un rato. Dgame, es Rafaello el padre de la criatura?
Magda se qued estupefacta y con la boca abierta. Aquella reaccin pareci complacer a
la mujer.
-Bueno, es un alivio -volvi a hablar la mujer-. As que se ha casado con usted tan slo
para enfadar a su padre. Idiota!
Magda se qued mirando a aquella mujer: no saba qu decir aunque era evidente que
todo aquello no sorprenda a aquella mujer, que deba de ser el ama de llaves.
-Se ha vuelto loco, cmo puede hacerle algo as a su padre? -sigui hablando la mujer-.
Siempre hace lo mismo, siempre. Y siempre terminan discutiendo como animales
enfurecidos... Es lo peor que podra pasar.
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DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 31-99
-Lo lamento -dijo Magda sin saber muy bien qu otra cosa poda decir.
La mujer dijo algo en italiano.
-Bueno, bueno, nada puede hacerse ya. As que si Rafaello no es el padre de su hijo,
por qu se cas con l?
Magda no se esperaba una pregunta tan directa y se qued paralizada.
-El signor di Viscenti me dijo que tena que estar casado cuando cumpliera los treinta
por razones legales... Yo acced porque...
Se qued callada; de repente, le avergonzaba admitir que se haba casado con un
extrao por dinero.
La mujer la mir detenidamente.
-Te ofreci dinero a cambio, no?
Magda se sonroj y baj la mirada.
-Con el dinero que el signor di Viscenti ha prometido pagarme podr comprar una casita
para mi hijo y para m.
-Y el padre de tu bambino? No, no, no me lo diga -la voz pareca vieja y cansada-. Ha
desaparecido, no? Siempre pasa lo mismo, a los hombres les da igual y las mujeres
hacen tonteras -la mujer recogi los platos y le entreg su hijo a Magda-. Bueno, nada
se puede hacer ya. Pero le dir una cosa: el padre de Rafaello nunca le perdonar a su
hijo lo que acaba de hacer.
Rafaello sinti el sol en los ojos y se despert poco a poco. Una vez despierto dese
haber seguido durmiendo. Haba salido de la casa el da anterior con los insultos de su
padre repitindose en su cabeza una y otra vez. Mientras conduca a toda velocidad por
el valle, recordaba la furia en los ojos de su padre cuando le dijo que, gracias a su
insistencia por que su hijo se casara, en aquellos momentos tena una nuera con un hijo
sin padre que se dedicaba a limpiar baos.
Durante unos segundos Rafaello pens que a su padre le iba a dar un ataque al corazn,
pero poco despus empez a insultarlo por deshonrar de aquella forma el buen nombre
de la familia. Luca se haba mantenido todo el rato con una expresin parecida a la
madrastra de Blancanieves.
Rafaello haba terminado el da bebindose una botella de Grapa l solo y maldiciendo a
todo el mundo.
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DOS VIDAS DIFERENTES JULIA JAMES 32-99
Se dio una ducha fra para acabar de despertarse. Era casi medioda del da de su
cumpleaos, aunque no tena ganas de celebrar nada. Se acerc a la ventana de su
habitacin y mir al jardn. Pero las vistas no lograron tranquilizarlo, deba pensar en
cosas ms importantes. Deba ir a Roma y convocar una reunin del Consejo para tomar
el mando y as poder hacer las reformas necesarias para que la empresa se adentrara en
el mercado norteamericano y australiano.
De repente algo le llam la atencin en el jardn. La chica y su hijo estaban paseando
por el exterior de la casa. Ella caminaba muy despacio mientras le daba la mano a su
hijo, que gateaba torpemente. Dio, se haba olvidado completamente de ella.
Qu poda hacer con ella? Ya haba hecho lo que l quera de ella y no la necesitaba
ms, pero no poda mandarla de regreso a Londres y permitir que la gente sospechara
del matrimonio. Se encogi de hombros y se apart de la ventana. Le dira a Mara que
se ocupara de ella, y as podra disfrutar de unas vacaciones en la casa mientras l estaba
en Roma.
Estaba a punto de girarse cuando vio aparecer a otra persona.
Luca.
Estaba claro que se la tena jurada a la chica.
Magda se detuvo. La mujer se diriga muy decidida hacia ella, y la esper con
impaciencia.
El da anterior Magda haba estado demasiado nerviosa como para fijarse en ella, y en
aquel momento la observ detenidamente. Era una mujer morena muy elegante, que iba
inmaculadamente peinada, maquillada y que llevaba ropa ajustada que pareca de
diseo.
Sus ojos estaban llenos de furia y Magda le apret la mano a Benji.
Pero aquella mujer no tuvo tiempo de decirle nada porque en aquel momento apareci
Rafaello. Llevaba un traje de verano gris claro; Magda tuvo que reconocer que estaba
increblemente guapo.
Rafaello se dirigi a Lucia y le habl en italiano.
-Deberas irte, Luca. No tienes nada que hacer aqu, nunca lo has hecho. Deberas
haberte dado cuenta de que nunca me casara contigo.
Luca lo mir muy enfadada.
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-As que te casaste con esta putana en lugar de casarte conmigo! Mrala, parece una
gallina esqueltica:
La despectiva forma con que Luca mir a Magd hizo que Rafaello se enfadara an
ms.
-Basta -le dijo a su prima mientras miraba a la chica, que de repente pareca disgustada.
Rafaello dese que no hubiera entendido lo que su prima la haba llamado, aunque a
pesar de ello estaba claro que el tono despectivo de las palabras de Lucia era evidente-.
Creo que lo mejor ser que regreses a tu casa de Florencia. No has ayudado mucho a mi
padre al convencerlo de que eras una candidata perfecta para convertirte en su nuera.
Luca lo mir con odio.
-Y t qu ayuda le has dado al traer aqu a esta chica? Espero que ests orgulloso de lo
que has hecho, Rafaello.
Luca se gir y se fue muy indignada. Magda pudo respirar tranquila cuando la mujer se
hubo alejado. Benji le agarraba la mano con fuerza: estaba claro que haba notado la
furia que haba en el ambiente y estaba asustado.
-Todo va bien , cario -le dijo Magda mientras lo tomaba en brazos. Pero no era verdad-
. Debera habrmelo dicho.
Magda no saba de dnde le venan las palabras, como se haba atrevido a decir aquello,
pero ya estaba hecho, y se limit a mirar a su supuesto marido fijamente.
Aquella tarea era algo ms que un trabajo. Lo que haba pasado a su alrededor el da
anterior y aquella maana no pareca tener nada que ver con la empresa. Eran asuntos de
familia, una familia llena de rencores, de odios, de intensas emociones.
-Decirle qu? -el tono era ms duro de lo que l haba pretendido. La discusin con
Luca lo haba dejado malhumorado.
-Que esto iba a ser as: todo el mundo est furioso porque se ha casado conmigo. Su
padre, esa mujer, quienquiera que sea; incluso el ama de llaves y el mayordomo. Yo no
saba que todo el mundo estara enfadado conmigo -Magda no pudo evitar un ligero
temblor en la voz.
-No estn enfadados con usted -se limit a decir Rafaello-. Estn enfadados conmigo. Y
yo con el nico con el que estoy enfadado es con mi padre, ya es hora de que lo sepa -se
detuvo un momento y tom aire-. El quera que yo me casara con Luca. Ella es mi
prima y quiere convertirse en la signora di Viscenti para gastar toda la fortuna de la
familia. Ella convenci a mi padre de que sera la mujer perfecta para m, y la madre
ideal para los nietos que l est deseando tener. Quiso obligarme a hacerlo
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amenazndome con vender su parte de la empresa. Yo nunca permitir que haga algo
as: he trabajado muy duro durante los ltimos diez aos como para dejarlo todo, y no
estaba dispuesto a que me obligaran a casarme con una mujer con la que no quiero
casarme. As que plane esto y le hice caer en su propia trampa al aparecer el da antes
de mi cumpleaos ya casado.
-Casado con una putana -Rafaello la mir fijamente, acaso sabra lo que quera decir
aquella palabra?-. Una prostituta, no significa eso, seor di Viscenti?
Magda pas a su lado y comenz a alejarse; tan slo tena ganas de irse de aquel lugar.
l la agarr del brazo.
-No debe hacer caso a Lucia. Es una mujer perversa y est muy enfadada y lo paga con
usted, eso es todo.
-Gracias, pero prefiero que nadie la pague conmigo. Usted y su prima no saben nada
sobre m ni sobre mi hijo.
l se puso serio.
-S que cualquier chica joven con un hijo y sin un hombre a su lado que la mantenga
significa que ha sido, por lo menos, algo inconsciente al elegir con quin se acostaba.
Ella se puso an ms seria.
-Creo que he sido an ms inconsciente al decidir casarme con usted esta maana.
Debera haber averiguado algo acerca de su encantadora relacin con su familia.
Magda se solt y se apresur a alejarse de l. Rafaello maldijo y despus la alcanz.
-Lamento que haya tenido que vivir algo as, pero le recuerdo que le voy a pagar una
generosa cantidad de dinero por cumplir su cometido hasta el final.
Magda se detuvo al instante y reconoci que tena razn y que ella no deba olvidarlo, a
pesar de lo poco honesto que haba sido al explicarle los motivos por los que quera
casarse con ella.
-Lo he hecho lo mejor que he sabido, seor di Viscenti -le contest mientras alzaba la
mirada y lo miraba-. He hecho todo lo que quera que hiciera, pero no saba que una de
mis obligaciones sera servir como arma arrojadiza.
Rafaello frunci el ceo.
-Me est pidiendo ms dinero?
Ella pareci palidecer ante una pregunta como aquella.
-No, seor di Viscenti, no quiero ms dinero; lo nico que quiero es no ser el objeto de
los enfados de su familia o de sus empleados. Esto est afectando mucho a Benji. Y
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ahora, si no le importa, me gustara que me indicara cules han de ser mis obligaciones
de hoy para llevarlas a cabo lo mejor que -pueda. Quiere que regrese a mi habitacin?
-Puede hacer lo que le plazca -Rafaello estaba extraamente enfadado ante la respuesta
de Magda-. La casa y sus terrenos estn a su entera disposicin. Yo no soy ningn
ogro... Y ya me he disculpado por el comportamiento de mi prima. Tanto ella como yo
abandonaremos esta casa pronto. Por favor, sintase como en casa.
l se alej dejando a Magda bastante enfadada. Pero poco a poco aquel sentimiento fue
desapareciendo. Por qu iba a enfadarse por algo as? La gente rica era muy diferente
al resto de la gente. Para Rafaello di Viscenti ella era tan slo una herramienta para usar
y tirar, una empleada, y cuando no la necesitara deba estar callada y no decir nada,
independientemente de lo que estuviera pasando a su alrededor.
Magda volvi a dejar a Benji en el suelo, que se dispuso a jugar con la gravilla del
camino. Cuando el nio se cans, Magda le agarr la mano.
-Venga, volvamos dentro -le dijo a su hijo.
Magda se dirigi a la entrada de la servidumbre, en la parte trasera de la casa. El ama de
llaves, cuyo nombre haba averiguado aquella maana durante el desayuno, Mara,
pareca haber decidido ser un poco amable con ella. Estaba siendo bastante amable, de
una forma un tanto ruda, pero pareca ser una mujer muy cariosa en el fondo.
-Leche -le dijo Mara en cuanto la vio entrar en la cocina-. Leche para el bambino.
Benji gate hasta ella alegremente y Mara, que no paraba de hablar al nio en italiano,
lo sent en una silla y le dio un tazn de leche.
-Latte -le dijo al nio mientras Benji beba con ganas.
-La -dijo Benji y sonri expectante-. Ma?
-Quiere decir ms -aclar Magda-.Piu quiz?
-Ancora -le corrigi Mara y despus mir a Magda-. Es un buen nio, incluso a pesar
de no tener padre -despus mir a Magda y su expresin se suaviz-. Y usted quiere a
su bambino, eso se nota. Y eso hace que sea una buena mujer.
La ternura de las palabras del ama de llaves hizo que los ojos de Magda se
humedecieran. Mara rellen el tazn de Benji y le sirvi uno a Magda.
-Beban -les orden a los dos.
Magda disfrut mucho del resto del da. Tanto ella como Benji se acomodaron en la
cocina y estuvieron con Mara. Giuseppe se asom un momento para anunciar que
Luca se haba marchado. No pareca ser muy querida entre la servidumbre por la forma
en que hablaban de ella. Rafaello tambin se haba marchado. Mara se haba puesto
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algo tensa al or el sonido del motor de su deportivo. Magda, sin embargo, se haba
sentido muy aliviada.
Le resultaba ms fcil estar con los empleados.
Despus de servir la comida, Mara las llev a la piscina de la casa. A Benji se le
ilumin la cara al ver el agua.
-No le molestar al signor di Viscenti que usemos la piscina? -pregunt Magda algo
preocupada.
Mara se puso seria.
-Usted es la signora di Viscenti, y no me diga que es tan slo una farsa, l se ha casado
con usted. Usted es su mujer; si quiere nadar, nade.
Magda no se pudo resistir y, aunque el agua pareca un poco fra, al ver a su hijo jugar
feliz con el flotador y los manguitos puestos, no pudo resistirse.
Despus del bao, Benji se qued agotado y no tard en dormirse y Magda tom un
poco el sol.
A pesar de la tormenta que su llegada haba desatado, una cosa estaba clara: nunca en su
vida volvera a tener la oportunidad de disfrutar de un lugar como aqul. En ese
momento decidi aprovechar al mximo aquello y apartar lo dems de su cabeza. Las
disputas familiares de Rafaello no eran asunto suyo.
El resto del da lo pas con Giuseppe y Mara en la cocina. Nadie la mando llamar y
Rafaello no regres a la casa.
-Ha ido a Roma -dijo Mara con tono de desaprobacin.
Por la noche Magda estaba sentada en la cama mientras Benji dorma leyendo y
bebiendo la leche que Mara le haba llevado a la habitacin.
Magda pens que era su segunda noche en Italia, aunque le resultara difcil de creer.
Tengo mucha suerte de estar aqu. El mero hecho de poder vivir algo como esto es
algo que nunca me hubiera imaginado se dijo a s misma.
De repente record una cara de ojos oscuros, piel morena, facciones marcadas, fina
boca... El hombre ms bello que haba visto nunca. Sinti cmo su pulso se aceleraba
sin control. Era el tipo de hombre por el que cualquier mujer se desmayara.
Pero Rafaello di Viscenti estaba tan lejos de ella que parecan separados por galaxias
enteras.
Se asom a la ventana y contempl la bella noche toscana. Despus se fue a la cama.
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Captulo 4 RAFAELLO conduca muy deprisa por la utopista en direccin a Florencia. Deba estar
contento ya que Vicenti AG estaba en sus manos finalmente. Pero no era as. Estaba de
malhumor. No quera volver a ver a su padre, ni tampoco a la chica con la que se haba
casado.
Ella le haca sentirse incmodo.
Y no haba razn para ello, se dijo a s mismo en un intento por tranquilizarse., Le iba a
resolver la vida y ella no tena nada de qu quejarse.
Excepto por estar en un lugar extrao, lleno de gente extraa que no hablaba su mismo
idioma y que no paraban de gritarse los unos a los otros.
Frunci el ceo y aceler an ms.
Y, adems, l la haba dejado en la casa sola.
Adelant a un coche y regres a su carril. Qu otra cosa podra haber hecho? Despus
de todo haba planeado todo aquello para tomar el mando de la empresa, no tena
sentido quedarse a cuidar de la chica como si fuera su niera. l se lo haba dejado claro
desde el principio.
Pero aquello no era verdad.
Era verdad que ella no saba el alboroto que se iba a armar.
Pero l no tena por qu sentirse culpable por ello. Aquella chica era tan slo una pobre
londinense que probablemente se haba quedado embarazada a propsito para cobrar la
ayuda del estado; nunca habra entendido la conversacin que haba tenido lugar el da
anterior. Adems, ella podra disfrutar de un da de vacaciones en una casa de un
millonario. Rafaello saba que su padre nunca se acercara a ella, probablemente se
quedara encerrado en la biblioteca. Adems, haba hablado con Mara y con Giuseppe
para que se ocuparan un poco de ella.
Rafaello pis el acelerador con fuerza y sinti una agradable sensacin.
Pero aquel sentimiento de culpa regres cuando detuvo el coche delante de la casa
media hora despus. Haba un coche familiar aparcado en la entrada. Su padre pareca
haber pedido refuerzos.
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Aquello no deba sorprenderlo. Su padre siempre llamaba a su hermana cuando estaba
enfadado con su hijo. Ta Elizavetta poda decir lo que quisiera, y lo hara porque
siempre deca lo que pensaba sin importarle quin estuviera escuchando, pero ya era
demasiado tarde para dar marcha atrs. Se haba aprovechado del chantaje de su padre y
as eran las cosas.
Giuseppe sali a su encuentro en la entrada. No tena buena cara, y Rafaello se dio
cuenta de que no deba de estar contento. En cuanto abri la boca Rafaello supo con
quin estaba molesto.
-Ya veo que mis tos estn aqu -le dijo sin prestar atencin al malhumor de Giuseppe,
que lo conoca mejor que su propio padre.
-Si, signor. Llegaron hace una hora. Estn con su padre.
Rafaello asinti.
-Bueno, lo mejor ser que lo haga cuanto antes. Estn en la biblioteca? -le pregunt.
Giuseppe asinti-. Muy bien.
De repente, Giuseppe tosi y Rafaello se gir interrogante.
-La signora di Viscenti est en el jardn con el nio -le inform Giuseppe-. Tal vez
quiera saludarla antes de ir a ver a sus tos.
-Ms tarde -dijo mientras se alejaba. La mirada de desaprobacin de Giuseppe era
evidente.
Cuando entr en la habitacin supo de inmediato que su padre le haba estado
enumerando a su ta sus innumerables defectos. Su ta, sin embargo, tena la mirada
habitual en aquellos casos: la de estar lejos, muy lejos de todo aquello.
-As que por fin te atreves a regresar -le dijo su padre cuando lo vio entrar-. Primero me
atacas y despus me abandonas, pero cmo puedo esperar otra cosa de ti?
Rafaello sinti cmo la exasperacin apareca una vez ms.
-Necesitaba ir a Roma, pap. Tena que convocar el Consejo para anunciarles que de
ahora en adelante yo dirigir la empresa.
Su padre lo mir con odio.
-Ya ests insultndome de nuevo. Muy bien, espero que cuando la empresa se arruine a
causa de tu desmedida ambicin t recuerdes que me la quitaste engandome.
-Me lo prometiste, pap, me prometiste darme la empresa si cuando cumpliera treinta
estaba casado, y yo lo he cumplido. Eso es todo -Rafaello intent controlarse, pero no lo
logr-. Ya no soy un nio, lo que intentaste hacer conmigo es un crimen. Es mi vida, no
tienes derecho a manejarla a tu antojo.
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Rafaello haba comenzado a gritar y a malhumorarse.
Su ta se interpuso entre los dos.
-Ya est bien, Rafaello. Y t tambin, Enrico. Podis por lo menos intentar ser un poco
civilizados?
-Civilizados? Cmo puedes decir algo as despus de lo que ha hecho? -replic
Enrico.
Su hermana suspir.
-Me sorprende, Enrico, que despus de todos estos aos no sepas que tu hijo es igual de
tozudo que t. Por Dios, de quin si no podra haber heredado algo as? T intentaste
obligarle a casarse y l te ha engaado, qu esperabas? Ya te lo advert! Si hubiera
querido casarse con Luca lo hubiera hecho sin que t le dijeras nada -a Enrico
parecieron afectarle las crticas de su hermana, pero ella no le dio la oportunidad de
replicar y se dirigi a Rafaello-. Y menos mal que no te casaste con Luca. Un da,
espero... te casars por amor. Pero antes de eso debes librarte de este matrimonio
absurdo que has llevado a cabo. No apruebo lo que has hecho, Rafaello, te lo dir con
sinceridad. Sin embargo, todava tengo esperanzas de que me demuestres que eres algo
ms que un chico guapo que sabe llevar un negocio familiar. Podras incluso acercarte y
saludar a tu ta.
Extendi los brazos expectante y Rafaello se acerc a ella y la salud con un beso.
-S -volvi a hablar ella-. Eso est mejor -l la mir durante unos instantes. A pesar de
ser tan sincera, Rafaello se llevaba bien con su ta-. T y yo vamos a hablar, jovencito, e
intentar arreglar este feo asunto. Pero antes quisiera lavarme un poco. El viaje desde
Bolonia ha sido agotador y tu to ha estado trabajando mucho ltimamente.. Deberais
planear estos conflictos con ms tiempo. Vamos, Bernardo.
Su ta se llev a su marido sin darle casi tiempo a saludar a su sobrino. Durante unos
segundos Rafaello permaneci de pie mirando a su padre, que no paraba de maldecir en
voz baja. Por qu eran las cosas con l siempre tan difciles?
De repente sinti pena. Su padre era un desconocido para l, un completo desconocido.
Enrico lo mir de repente con furia.
-Y t aprtate de mi vista.
No necesit que se lo dijeran dos veces: de inmediato se gir y se fue.
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Rafaello pens que necesitaba nadar un rato, que refrescarse en la piscina le vendra
bien para calmar un poco su enfado. Pero cuando un rato despus, ya en baador y con
una toalla, se acerc a la piscina, se detuvo en seco.
Haba alguien en la piscina. En realidad haba dos personas: Magda y el nio.
Los mir durante unos instantes. Ella estaba jugando con el nio en la parte menos
profunda de la piscina y ambos rean sin parar. Rafaello se acerc y en aquel momento
Magda lo vio y dej de jugar. El nio comenz a llorar al ver que el juego no
continuaba.
Aquella mujer lo estaba mirando fijamente y estaba asustada. Rafaello se enfad: no
haca falta que ella lo mirara como si fuera Frankestein. Ella ya estaba dirigindose
hacia las escaleras con el nio en brazos.
-Lo lamento mucho, no saba que no pudiera estar aqu -dijo ella disculpndose con
torpeza y visiblemente nerviosa. Rafaello se sinti an ms monstruoso.
-No hace falta que salga de la piscina. Yo slo necesito un trocito de piscina: siga
jugando con el nio.
Pero ella termin de salir de la piscina.
-No, no, ya hemos terminado.
A juzgar por la forma en que el nio lloraba, l no apreciaba dar el bao por concluido.
-Qudense en el agua -el tono era ms duro de lo que l haba pretendido. Pero no le
gustaba que la chica lo mirara de aquella forma. Se senta como un ogro.
-No, no importa -murmur ella mientras dejaba de mirarlo y se diriga hacia sus cosas
con Benji en brazos. El nio no dejaba de patal
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