garcía montero lee a góngora- aguilucho
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7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho
1/14
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Revista anadiense de Estudios Hispnicos
El Aguilucho y el carpe diem posmoderno: Garca Montero lee a GngoraAuthor(s): PATRICIA SALDARRIAGASource: Revista Canadiense de Estudios Hispnicos, Vol. 31, No. 2 (Invierno 2007), pp. 359-371Published by: Revista Canadiense de Estudios HispnicosStable URL: http://www.jstor.org/stable/27764118
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7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho
2/14
PATRICIA
SALDARRIAGA
El
Aguilucho
y
el
carpe
diem
posmoderno:
Garc?a
Montero
lee
a
G?ngora
Este art?culo compara el soneto Mientraspor
competir
con tu cabello de Luis
de
G?ngora,
con
El
Aguilucho,
del
poeta
contempor?neo
Luis
Garc?a
Montero.
Despu?s
de
una
breve
revisi?n
hist?rica
del
carpe
diem,
el
estudio
se
enfoca
en
la
alegor?a
del
tiempo.
En
el
primero
la
competencia
se
realiza
entre
la
belleza
feme
nina
y
la
naturaleza,
pero
es
el
tiempo
el
vencedor de la
contienda. El
soneto
de
Garc?a
Montero
recontextualiza el
topus
dentro
de
un
ambiente
urbano
y
la
competencia
se
manifiesta
en una
persecuci?n
entre
polic?a
y
h?roe.
Se
consideran
las
im?genes
barrocas de la
poes?a
y
de la
pintura
de la
vanitas
y
se
muestran
las
trasformaciones logradas
por
Garc?a
Montero:
el
coche
alado
que
representa
al
tiempo
se
convierte
en
un carro
polic?aco,
el
rojo
de las
rosas se
muestra
en
los
se
m?foros
urbanos,
las
im?genes
de
guerra aparecen
condensadas
en
un
arma o
el
cristal del
cat?logo
de belleza
se
convierte
en
una
insinuante
botella de cocacola.
Si
bien
el
texto
de
Garc?a
Montero
puede
considerarse
una
s?tira
o
una
parodia
gongorina,
ambos
poseen
una
caracter?stica com?n:
la
angustia
existencial
por
la
fugacidad
de la
vida. Se
reflexiona
entonces
sobre las
coincidencias
entre
la
posmodernidad
y
el
desenga?o
barroco.
La
poes?a
para
m?
es
un
g?nero
de
ficci?n
Garc?a
Montero
La
g?nesis
grecolatina
del
tema
del
carpe
diem
nos
remite
inexorablemente
a
una
doble
visi?n de
este
topus.
Por
un
lado
se
apela
a
gozar
del
d?a
y por
el
otro
se
incluye
la
hermosura de
la
rosa.
Gonz?lez de Escand?n
remite esta
dualidad
tem?tica
no
s?lo
a
los
textos
de
Anacreonte
traducidos
por
Quevedo,1
sino
tam
bi?n
a un
epigrama
de Rufino
(345-410
d.C)
que
reza:
Te
env?o,
Rodoclesia,
es
ta
corona
que
mis
propias
manos
han
tejido
con
hermosas flores.
Cor?nate
con
ella
y
abandona
tu
soberbia:
en
breve
tiempo
florec?is
y
os
marchit?is
t?
y
la
co
rona
(24).
Por
otro
lado,
Garc?a Berrio
(246)
menciona
el
texto
De rosis
nas
centibus2
atribuido
a
Ausonio
como
el
punto
de
materializaci?n de
esta
dua
lidad: Recoge, doncella, las rosasmientras la flor est? lozana y la juventud fres
ca,
/
y
acu?rdate
de
que
as?
se
apresura
tambi?n
tu edad.
La
idea de
que
la belle
za
de
las
flores
est?
espec?ficamente
relacionada
con
la
preocupaci?n
por
la
revista
canadiense
de
estudios
hisp?nicos
31.2
(invierno
2007)
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7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho
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360
fugacidad
de la vida
queda
corroborada
no
s?lo
en
los
textos
de la
antig?edad
cl?sica,
como
la oda de
Horacio3
y
los arriba
ya
mencionados,
sino
que
tambi?n
est?
presente
en
la
poes?a
espa?ola
del
Siglo
de
Oro,
espec?ficamente
en
el
sone
to XXIII
de Garcilaso
y
en
el
texto
gongor?no
Mientras
por
competir
por
tu
cabello.
Es
a
partir
de
esta
doble
perspectiva
que
a
continuaci?n
nos
aproximare
mos
al
soneto
barroco de
Luis
de
G?ngora
para
desde
all?
trazar
conexiones
con
el
texto
El
Aguilucho,
del
contempor?neo
Luis
Garc?a
Montero.
Mientras
que
el
primero
se
adec?a
a
la
doble
visi?n
del
carpe
diem,
el
texto
de
Garc?a
Monte
ro recontextualiza el tema dentro de un ambiente urbano en el cual la ansiedad
por
la transitoriedad de la vida
sigue
estando latente.
Veremos asimismo
algu
nas
caracter?sticas
de
un
carpe
diem
situado
en
el umbral de lamodernidad
y
la
posmodernidad.
El
texto
de
G?ngora
ha sido
ampliamente
tratado
por
la
cr?tica,
pero
la
cuesti?n
de
la
autor?a
sigue
siendo debatida
pues
no se
puede
afirmar
a
ciencia
cierta si
este texto
fue
escrito
como
imitaci?n del
soneto
Mientras
por
compe
tir
con
tu
cabello,
de
Antonio
V?zquez,
el
poeta
soldado del
siglo
XVI-XVII,
o
si
es
que,
por
el
contrario,
V?zquez copi?
a
G?ngora
(Chaffee-Sorace
42).
La
versi?n
de
uno
integra
a
la
otra
casi
en su
totalidad,
con
la clara
excepci?n
del
verso d?cimocuarto. Tem?ticamente, estos dos textos difieren en la dimensi?n
metaf?sica
presente
en
el
texto
del
cordob?s.4
La
composici?n
gongorina,
por
otro
lado,
ha
provocado
numerosas
respuestas
dentro de la literatura
hisp?nica,
como es
el
caso
del Este
que
ves
enga?o
colorido,
de
sor
Juana
In?s de
la
Cruz,5
o
incluso
de
textos
contempor?neos
como
el
Soneto
a
la
guirnalda
de
rosas,
de
Federico
Garc?a
Lorca,6
y
el
poema
El
Aguilucho,
de Garc?a
Monte
ro,
a
estudiar
aqu?.
El
soneto
de
G?ngora
parte
de
una
comparaci?n
bastante
sencilla: la
be
lleza humana
y
la
de la
naturaleza. La
rosa
ha sido
sustituida
sinecd?quicamente
por
la
naturaleza,
y
?sta, asimismo,
est?
representada
no
s?lo
por
las
flores
sino
tambi?n
por
im?genes
de
espacios
geogr?ficos
y
piedras preciosas.
Se tratam?s
bien
de
un
concurso
de belleza
en
el
cual el
sujeto
aparece
fragmentado
en
si
n?cdoques
corporales:
el
cabello
compite
con
el
sol,
la
blanca
frente
on
el
llano,
los
labios
con
el
clavel
y
el cuello
con
el
cristal.
Aparentemente,
la
belleza
cor
poral
triunfa,
ero
al
final del
poema
este
enunciado
se
revela
como un
enga?o.
La
funci?n
apelativa
del
carpe
diem
se
manifiesta
a
trav?s del
famoso
primer
verso
del
primer
terceto
que
reza
Goza
cuello,
cabello,
labio
y
frente.
Se incita
al
goce,
al
placer,
antes
de
que
el
sujeto
entre
en
la
senectud
y
la belleza
llegue
al
punto
m?ximo
del climax
decreciente.
Lo
fascinante
en
G?ngora
es
que
el
?nfasis
del
desenga?o
coincide
con
el
desarrollo
de la
representaci?n
pict?rica
del
memento
mon o
el
recuerda
que
morir?s
de la
vanitas,7
pues
ambos
ponen
el
acento
en
el
inexorable
tiempo
que
trasformar?
la
belleza
en
polvo
o
nada.
Recordemos
que
desde
comienzos
del
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siglo
XVII
la
vanitas
de
la
pintura
adquiere
cierta
independencia
de
las
represen
taciones
de
retratos
de
siglos
anteriores.8
En
el
siglo
XVII
el
cuerpo
humano
em
pieza
a
desaparecer
de
este
g?nero
de
pintura
y
la
calavera
pod?a
ser
la
protago
nista
del
cuadro
e
ir
acompa?ada
por
una
serie
de
objetos
de
significaci?n
ale
g?rica:
una
vela,
un
reloj
de
arena,
un
globo
terr?queo,
un
libro,
una
flor,9
unas
alas,
etc.
A
diferencia
del
soneto
XXIII
de
Garcilaso,
el
texto
de
G?ngora
anun
cia
este
proceso
de
independencia
presente
en
la
vanitas
pict?rica,
pues,
prime
ro,
la belleza de la
mujer
est?
en
competencia
no
s?lo
con
la
rosa
sino
con
la
na
turaleza
en
general,
y,
segundo,
el
cuerpo
femenino
se va
desintegrando
en
frag
mentos corporales para finalmente dejar de estar visible y darle paso a lo que
aleg?ricamente
representar?
l
tiempo.10
El
contempor?neo
Garc?a Montero
utiliza el
soneto
gongorino
como
punto
de
partida
para
uno
de
los
cinco textos
que
forman la serie
de
El
Aguilucho,
un
conjunto
de
composiciones
que
apareci?
por
primera
vez como
parte
del
poemario
Rimado de
ciudad,
de
1983,
y
que
posteriormente
se
ha
incluido
en su
totalidad
en
el volumen
Adem?s,
de
1994.
?Qu?
es
o
qui?n
es
el
Aguilucho?
El
t?tulo de
esta serie
de
poemas
nos
remite
a
la novela
juvenil
de
aventuras
del
mismo
nombre,
un
texto
popular
de Raf
Segrram
(Rafael
Segovia
Ramos)
escrito
a
comienzos
de
los
a?os
sesenta
y
que
bien
puede
clasificarse
como
una
novela
polic?aca,
o incluso como una novela
negra.11
En este texto el
protago
nista
Max
Grey,
un
pac?fico
hacendado,
amigo
personal
y
posteriormente
cu?a
do
del
sheriff,
rea
al
personaje
del
Aguilucho
y
lo
convierte
en un
h?roe.
?ste
se
revela
como
el
mismo Max
Grey
disfrazado,
quien
sale
en su
caballo
a
luchar
por
la
justicia.
Al
hacerlo,
esta
figura
entra
en
competencia
con
el sheriff
espec
to
de
su
popularidad
y
eficacia.
En
forma similar
a
la
figura
de Robin
Hood,
el
Aguilucho
distribuye
dinero
a
los
necesitados,
asesina
a
los
traidores
e
incluso
salva
al
propio
sheriff
uando
?ste
es
enga?ado
por
uno
de
sus
hombres.
La fi
gura
inc?gnita
del
superh?roe
es
admirada
secretamente
por
la
hermana del
sheriff.
Si
consideramos
el
hecho
de
que
el
primer
libro de
Garc?a
Montero,
Y
ya
eres
due?o del
puente
de
Brooklyn,
est?
literalmente basado
en
citas
de
novela
negra
norteamericana,
sobre
todo de
Raymond
Chandler
y
de
Dashiell
Hammett,
no es
sorprendente
que
el
poeta
y
profesor
granadino
utilice
este
texto
popular
para
darle
t?tulo
a su
serie
de
poemas.
A
diferencia de
las
versiones anteriores
del
carpe
diem
(incluso
de
la de
Garc?a
Lorca),
en
las
cuales
la
ubicaci?n
de
la
Arcadia
paradis?aca
no se
menciona
sino
que
se
sugiere,
en
este texto
la
acci?n
se
sit?a e? el ambiente
urbano. Abundan
los
paneles
de
cocacola,
el ruido de
sirenas,
hay
se?ales
de
stop,
letreros
luminosos,
sem?foros,
etc.:
Por las altas miradas de
la
espera
se
vio
salir
a
punta
de
pistola,
irrumpiendo
feroz,
como una
ola,
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sobre la orilla
calma
de la
acera.
Conquista
el
coche,
arranca
y
acelera
cuando
hist?rica
estalla, loca, sola,
por
detr?s de
un
panel
de
Cocacola
la
sirena
precoz
de
una
lechera.
Cruces,
Stop,
portales,
en
cornisas
letreros
luminosos, calles,
rojos
sem?foros
que
quedan
de
pasada.
Y
la velocidad de
parabrisas
que
la ciudad convierte
ante
sus
ojos
en
tierra,
en
polvo,
en
humo,
en
sombra,
en
nada.
Como
se
puede
observar,
Garc?a Montero
incluye
en su
propio
texto
el
?ltimo
verso
del
soneto
gongorino:
Mientras
por
competir
con
tu
cabello
oro
bru?ido al sol relumbra
en
vano:
mientras con
menosprecio
enmedio el llano
mira
tu
blanca
frente
el
lilio
bello;
Mientras
a
cada
labio,
por
cogello
siguen
m?s
ojos
que
al
clavel
temprano:
y
mientras
triunfa
con
desd?n
lozano
del luciente
cristal
tu
gentil
cuello:
Goza
cuello,
cabello,
labio
y
frente,
antes
de lo
que
fue
en
tu
edad
dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
No
s?lo
en
plata
o
viola troncada
se
vuelva,
mas
t?
y
ello
juntamente
en
tierra,
en
humo,
en
polvo,
en
sombra,
en
nada.
En
la
versi?n
de
G?ngora,
el
estado
presente
de los
dos
primeros
cuartetos
se
prolonga
a
trav?s
de la
an?fora
de
Tasso
mientras :
mientras
por
competir
y
mientras
a
cada labio. El instante
se
dilata,
y
se
retrasa
la
conversi?n
final
hacia
la
inmaterialidad.
El
primer
terceto
es
la
apelaci?n
directa del
carpe
diem
(Goza cuello) y el ?ltimo, el desenga?o, el reconocimiento de lamuerte (en
tierra,
en
polvo).
En
este soneto
Garc?a
Montero
rompe
la
estructura
gongorina
en
la
medida
en
que
s?lo
se?ala el
presente
por
medio
de
un
gerundio
en
el
primer
cuarteto:
irrumpiendo.
Si
en
G?ngora
la
trasformaci?n
hacia la
nada
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sucede
en
el
?ltimo
verso,
en
El
Aguilucho
la
espera
del
primer
verso se re
duce
a
un
instante
y
el
cambio
de
estado
o
la
muerte,
por
lo
tanto,
se
hacen
m?s
pr?ximos.
Como
en
G?ngora,
la
descripci?n
del
sujeto
es
ambigua.
Si
bien
en
el
primero
podemos
suponer que
se
trata
de
una
mujer
fragmentada,
impersonal,
en
Garc?a Montero
se
evita sistem?ticamente
cualquier
menci?n
que
d?
indicio
del
g?nero
sexual.
El se
vio
salir
(2)
o
conquista
del
verso
5
no se
refieren
a
ning?n
g?nero
en
espec?fico.
Muy
por
el
contrario,
ambos
t?rminos
son
confu
sos
y
contribuyen
a
la
ambig?edad
del
texto. La
mujer
bella
que
compite
con
la
naturaleza se ha convertido en un sujeto an?nimo que, a punta de pistola,
irrumpe
a
grandes
velocidades
sobre la
acera.
Las
reminiscencias
de
la
tradici?n
del
carpe
diem
en
este
soneto
de
Garc?a Montero
van
m?s
all?
de
la intertextua
lidad
gongorina.
Si
en
el
texto
del
cordob?s
el
atributo
es
la
belleza,
aqu?
tam
bi?n
se
trata
de
la
posesi?n
de la
pistola
y
del
poder
que
?sta
le concede. Resaltar
la
posesi?n
del
arma
y
la
implicaci?n
meton?mica
de
guerra
coinciden
con
esta
tradici?n
en
la
medida
que
en
la
vanitas
barroca las
im?genes
de
guerra
resalta
ban
la
fragilidad
de la vida
y
el triunfode la
muerte.
Lo
mismo
se
puede
afirmar
respecto
de
la
dualidad
tem?tica
del
carpe
diem. Tanto la
fugacidad
de
la
vida
como
la
presencia
de
la
rosa se
sugieren
a
trav?s
de las
im?genes
de sem?foros
rojos que quedan de pasada. As? como la rosa, la vela o una pompa de
jab?n
suger?an
un
brev?simo
instante
en
la
larga
trayectoria
de
la vida
humana,
el
rojo
de los
sem?foros cambiar?
y
se
renovar?
en un
ambiente alumbrado
por
emblemas modernos
de anuncios
publicitarios.
Ya
no
se
trata
de
una
emblem?
tica
que
apela
al
lector
a
seguir
cierto
orden moral
o
religioso.
En
este
ambiente
urbano
el
emblema
contempor?neo
est?
dirigido
al
consumo.
Si
en
G?ngora
o
incluso
en
Garcilaso
y
Petrarca
el cristal
era
una
met?fora
t?pica
del
cat?logo
de
belleza
femenina,
aqu?
el
cristal
se
ha convertido
en una
botella
de cocacola
con
cualidades
femeninas.
La
forma
ondulada de
la
botella
se
asemeja
a
la
t?pica
si
lueta de
una
mujer
de
cintura
estrecha.
Este
emblema
tiene
como
funci?n
con
vencer
al
espectador
para
primero
llevar
a
cabo
un
intercambio
monetario
y
luego
vaciar el
l?quido
oscuro
y gaseoso
de
ese
cuerpo
cristalizado
sugerido
por
medio
del
envase.
El
cuerpo
femenino,
por
lo
tanto,
sigue
siendo utilizado
para
visualizar la
sugerencia
hedonista
de
placer
y
satisfacci?n de deseos
corporales.
Obs?rvese
la
inclusi?n
de la sirena
y
la lechera
en
este
mismo
contexto.
Si
bien,
como
lo
veremos
a
continuaci?n,
?stas
se
refieren
a
una
alarma
espec?fica
y
un
autom?vil
respectivamente,
tambi?n
se
sugiere
el
busto
femenino
t?pico
de
la
ninfa
marina
y
de la
maternidad.
El
segundo
cuarteto
del
soneto
de
Garc?a Montero
nos
da la clave
para
el
reconocimiento
del
topus
del
carpe
diem
(conquista,
arranca,
acelera), y
desde
all?
se
amplifica
y
se
describe el climax
que
va a
desembocar
en
la
nada
del
?lti
mo verso.
El ?ltimo
verso
de
este
cuarteto:
la
sirena
precoz
de
una
lechera
nos
da
un
indicio
importante
a
considerar.
El
t?rmino
lechera
es
la
denominaci?n
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7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho
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364
que
se
le da
en
Espa?a
a
los
coches
patrullas
de
la
Polic?a
Nacional.
Lo
que
en
la
poes?a
barroca,
espec?ficamente
en
el
caso
de
Andrew Marvell
(1621-1678),
se
represent?
en
la
tradici?n
del
carpe
diem
por
medio
de
un
carruaje
alado
( But
at
my
back
I
always
hear/
Time's
winged
chariot
hurrying
near ),
aqu?, gracias
a
la
modernizaci?n,
la
carroza
del
tiempo
ha
trasformado
sus
alas
en
un
potente
motor
mec?nico,
la
lechera.12
Y
es
justamente
esta
met?fora automovil?stica
la
que
permitir?
leer el
texto
de Garc?a
Montero
como una
alegor?a
del
tiempo.
As?,
el
verbo
conquista
tiene
m?ltiples
acepciones.
Primero,
puede
conside
rarse como
descripci?n
de las actividades del
sujeto,
es
decir,
est?
dominando el
coche, lo est? arrancando y acelerando. Segundo, si tomamos en cuenta la
alegor?a impl?cita,podemos
hablar
de
una
conquista
del
tiempo,
aunque
?sta
sea
temporal.
Recu?rdese
que
en
G?ngora
tambi?n
se
logra
un
triunfo
momen
t?neo
sobre el
tiempo,
por
lo
menos en
los dos
primeros
cuartetos.
El
uso
del
presente
de indicativo
en
tercera
persona
(?l/ella
conquista)
tam
bi?n coincide
con
el
modo
y
la
forma
del
imperativo
en
la
segunda
([t?]
con
quista,
arranca),
es
decir
que
este
verso
puede
interpretarse
como
la
apelaci?n
hedonista
impl?cita
en
el
carpe
diem:
conquista
...
arranca,
acelera.
Lo
impre
ciso
de la
situaci?n
pragm?tica impide
definir
a
qu?
sujeto
o
sujetos
est?
dirigi
da
esta
apelaci?n.
Si
en
G?ngora
la
muerte
es
destructora de
la
belleza,
aqu?
se
motiva al
sujeto
a gozar de la libertady lavelocidad antes de que sea
atrapado
o
incluso
antes
de
que
perseguidos
y
perseguidores
coincidan
en
la
misma
ubica
ci?n. Esta
idea
acercar?a
incluso m?s el
texto
de
Garc?a
Montero
al
tema
de
la
vanitas,
pues
la
pintura
barroca tambi?n
ha
resaltado la velocidad
que
acerca
al
hombre
a su
extinci?n.
Pensemos,
por
ejemplo,
en
el cuadro
El
sue?o
del
caba
llero,
de
Francisco
Palacios
(1615-1650).
La
cartela sostenida
por
el
?ngel
lleva
la
imagen
de
una
flecha
y
su
inscripci?n
reza:
Aeterna
pungit,
cito
vol?t
et
occidit
Como
lo
sugiere
Valdivieso
(45),
la
flecha
se
convierte
en
una
alegor?a
de
la
muerte,
pues,
como
ella,
amenaza,
vuela
r?pidamente
y
finalmente
mata.
El atributo
de
sirena
precoz
en
el
soneto
de
Garc?a Montero refuerza
esta
inter
pretaci?n
en
la
medida
que
implica
velocidad
r?pida,
apuro,
anacronismo. Si
se
lee
como
una
trasgresi?n
del
tiempo, puesto
que
la
sirena
sale
o suena
antes
de
lo
debido,
se
acent?a
incluso
m?s el sentido
de
competencia
entre
ambas
partes,
los
que
huyen
y
los
que
persiguen.
Con la
sirena
polic?aca
al
fondo,
las
pistolas
y
el
coche
en
movimiento,
po
demos resaltar
entonces
una
isotop?a
de la
persecuci?n. ?C?mo
podemos
com
parar
esta
situaci?n
de
persecuci?n
policial
con
el
carpe
diem
gongorino?
Pro
pongo
que
primero
lo
hagamos
incluyendo
las
referencias
intertextuales
que
nos
brinda
el
hipotexto13
de El
Aguilucho,
es
decir la novela de
Segrram.
Si
a un
nivel figurativo el tiempo perseguir? y destruir? todo lohumano,
a un
nivel lite
ral
la
competencia
gongorina
entre
la
belleza de la
mujer
y
la naturaleza
se con
vierte
en
una
persecuci?n
entre
el
h?roe
y
polic?a,
Max
Grey
o
el
Aguilucho
frente
l
sheriff.
en
el
soneto
no
sabemos
en
realidad
qui?n
persigue
a
qui?n,
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7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho
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si la
polic?a persigue
al
Aguilucho,
si
el
Aguilucho
y
la
polic?a
persiguen
a
un
tercero,
o
si
ambos
compiten
por
llegar
primero
a
la
escena
del
crimen.
S?lo
po
demos afirmar
que
se
trata
de
una
escena
de
persecuci?n
entre
la
polic?a
y
un
coche conducido
por
un
sujeto inc?gnito.
Por
otro
lado,
no se
compite
por
belleza
ni
popularidad,
sino
m?s
bien
por
velocidad.
En esta
carrera se
incurre
en
una
serie
de
quebrantamientos
de la
ley,
su
gerida
ya
por
la
persecuci?n
polic?aca
en
s?,
as?
como
por
la
menci?n de los
se
m?foros
en
rojo,
las
se?ales de
stop,
etc.
Como
lo
podemos
ver en
los dos ?lti
mos
tercetos
del
soneto,
la
velocidad
nos
lleva
a un
climax
durante
el
cual
la
ciu
dad y todos sus signos se trasformanen tierra,polvo, humo, sombra y nada. Si
bien
es
cierto
que
la
alabanza de la velocidad
es un
fen?meno
t?pico
de la
van
guardia,14
quisiera
proponer
aqu?
que
este soneto
presenta
la
angustia
de
un su
jeto posmoderno.
Lo
que
se
resalta
no es
la
utilizaci?n del autom?vil
como
veh?culo
para
expresar
la falta de
temor
o
falta de
verg?enza
del
conductor,
co
mo
lo
proponen
los
manifiestos futuristas.
Tampoco
se
trata
del coche
como
objeto
en
s?.
Lidiamos
m?s bien
con
la
significaci?n
del
uso
del
autom?vil: el
poder
de
dominio,
de
control,
de mando
y
la
trasformaci?n del
sujeto/objeto
desde
la
perspectiva
de
quien
lo
conduce. Como lo ha
resaltado
Baudrillard
en
El
?xtasis de
la
comunicaci?n
(Foster 188),
e
incluso Barthes
(154),
en
nuestra
era posmoderna la l?gica de conducir un coche ha sido substituida por una
l?gica
muy
subjetiva
de
posesi?n
y
proyecci?n
(Foster 188).
En
el
texto
de
Garc?a Montero
la
instancia
represiva
est?
constituida meton?micamente
por
otro
autom?vil,
la lechera
y
su
sirena,
y
el
sujeto,
desde
su
propio
coche,
domina
y
posee
el
poder
de
quebrantar
la
ley
o
incluso de
sustituirla. Subversi?n
que
por
otro
lado
adquiere
una
lectura diferente al
considerar la
significaci?n
ale
g?rica
del
carro
polic?aco.
No
s?lo
se
implica
un
dominio de
la
tecnolog?a
o
de
la instancia
oficial
represiva
en
s?,
sino
que,
como
en
el
poema
de
Marvell,
aqu?
el
sujeto
tambi?n
pretende
conquistar
el
tiempo,
la
vida,
la
mortalidad.
Los
estudios
de Frederick
Jameson
sobre la
posmodernidad
nos
remiten
a
un
sujeto
que
ha
perdido
su
capacidad
de ubicaci?n
y
que,
fragmentado,
se ve
forzado
a
identificarsedentro de
un
mapa
cognitivo,
mental,
que
lo
ayude
a
si
tuarse en
la
sociedad.15
Aqu?,
el
sujeto,
al
ritmo
cada
vez
m?s
veloz del
auto
m?vil,
va
perdiendo
gradualmente
la
capacidad
para
leer
la
ciudad,
para
leer
sus
textos
y
sus
c?digos.
La
facultad
para
ubicarse
de?cticamente,
por
lo
tanto,
se
hace
vana
en
la
medida
que
la ciudad
misma
se
desintegra.
Pero
es
s?lo
una
des
trucci?n
aparente
que
se
manifiesta
en
la
imposibilidad
de
representar
la
ciudad
como
un
todo.
El
sujeto,
por
lo
tanto,
necesita
del
mapa
cognitivo
para
ubicarse
en
el
movimiento
urbano.
El
paralelo
con
G?ngora
ahora
se
puede
visualizar desde
otra
perspectiva.
El
cuerpo
femenino
y
su
belleza
han
sido
sustituidos
por
el
cuerpo
de la
ciudad.
Las
isotop?as
del
cuerpo
a
trav?s de las
sin?cdoques
como
cuello
o
labio
se
vuelven
urbanas:
sirena,
cruces,
acera
o
paneles.
Lo
que
en
G?ngora
es
corpo
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7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho
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366
reidad
femenina
y
su
consecuente
pudrimiento,
aqu?
la
ciudad
se
concibe
como
un
cuerpo
cuyos
miembros
son
signos,
los mismos
que,
como
en
G?ngora,
perder?n
su
valor,
su
significaci?n.
Si
en
G?ngora,
como
lo
afirma
Betty
Sasaki
(12),
la belleza
femenina
ha sido
construida
por
la
mirada masculina
y
el
superar
a
la
naturaleza conlleva la
remortalizaci?n
y
la
muerte,
aqu?
superar
la velocidad
de
la
instancia
polic?aca implica
una
trasgresi?n
que
trae
como
consecuencia
una
posible
p?rdida
de
la
libertad
e
incluso
la
muerte.
Ambos
textos
comparten
al
vencedor de la contienda:
el
tiempo.
Mientras
que
en
el
soneto
gongorino
?ste
destruye
la belleza
y
se
cumple
el
verso
eclesi?s
ticode polvo eresy en polvo te convertir?s, en el soneto de Garc?aMontero es
la
velocidad
(que
depende
del
tiempo
y
del
espacio)
la
que
destruir?
nuestra vi
si?n
de
la
ciudad
y
que
a
la
vez nos
llevar?
a
la
muerte,
a
la
nada.
En
el
soneto
de
G?ngora
al
sujeto
se
le advierte del
memento
mori,
es
decir,
se
le
recuerda
que
alg?n
d?a
ir?
a
morir. En
el
texto
de
Garc?a
Montero
el
sujeto
provoca
sumuer
te,
se acerca a
ella
en
un
trance
o
?xtasis
espectacular
y
crea
su
propia
muerte
como en un
espect?culo,
un
simulacro.
No
en
vano
el
primer
verso
del
primer
cuarteto
nos
recuerda al
espectador:
Por
las altas miradas de
la
espera.
Se
trata
de
un
observador
que
probablemente
tiene
una
visi?n
panor?mica,
casi
un
voyeur
a
lo
Michel de
Certeau,
que
puede
observar
y
juzgar
toda
la
escena.
El
otro espectador es el sujeto que est?manejando el auto. Desde laperspectiva del
parabrisas
del coche
a
velocidad,
la ciudad
se
ha convertido
en
nada,
en
muerte,
pero
es un
mero
simulacro
pues
la
ciudad
existe,
con
letreros
simb?licos
y
sem?foros
que
pueden
o
no
funcionar.
Recordemos
que
en
1983,
a?o
cuando
aparece
publicado
el
texto
Rimado
de
ciudad,
Garc?a
Montero,
junto
con
?lvaro
Salvador
y
Javier
gea,
publica
La
otra
sentiment
lidad,
una
especie
de
manifiesto
con
planteamientos
est?ticos
que
algunos
a?os
despu?s
configurar?an
la
poes?a
de la
experiencia.
Seg?n
Anthony
Geist,
la l?nea de
La otra
sentimentalidad
est?
marcada
por
la
his
toricidad
de
los
sentimientos,
el
arte
como
simulacro
y
la
preferencia
por
un
lenguaje
cotidiano
(276).
En El
Aguilucho
coexisten estos
principios
presen
tes
en
la
poes?a
de
la
experiencia,
pues
los
sentimientos
est?n construidos ideo
l?gicamente.
Las instancias de
poder
han
asumido
el
rol atribuido
por
la
socie
dad
y
un
aguilucho
que
pretende
subvertir
dichos roles
sufrir? las
consecuen
cias.
Asimismo,
se
acent?a
el
simulacro
del
arte
en
la
medida
que
la
poes?a
se
vuelve
escenario
urbano de
una
persecuci?n
polic?aca
cuyos
espectadores
esperan
la
resoluci?n del
caso.
Se simula la
muerte,
se
apela
al
lenguaje
coti
diano
y
se
incorpora
incluso la
jerga
(lechera)
y
el
g?nero
de novela
polic?aca
en
la
forma
cl?sica
de
un
soneto.
En
su
estudio
sobre
la
desconstrucci?n
Jonathan Culler,
utilizando
a
Zen?n,
ha
se?alado
una
de las
grandes
paradojas
sobre
la
metaf?sica
de
la
pre
sencia.
Tomando
una
flecha
como
punto
de
partida,
se
pregunta
hasta
qu?
pun
to
la flecha
puede
estar
presente
en
cada
lugar
espec?fico
por
el
que pasa
si
a
la
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7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho
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vez
?sta
debe
estar
y
est?
en
permanente
movimiento.
En
su
estudio Culler
con
cluye
que
la
presencia
del
movimiento
s?lo
se
puede
aprehender
cuando
cada
instante
se
concibe
marcado
por
la huella del
pasado
o
del
futuro.
Es
decir
que
el
instante
no se
concibe
como
un
producto
dado,
sino
m?s
bien
como
la
rela
ci?n
entre
pasado
y
futuro,
como un
efecto de
la
diferencia
entre
ambos.
En
otras
palabras
y
siguiendo
a
Derrida,
Culler
propone
que
dejemos
de considerar
la
ausencia
como
la
negaci?n
de la
presencia.
Se
trata
m?s
bien de
ver
la
pre
sencia
como un
efecto de
una
ausencia
generalizada.
Siguiendo
esta
l?nea
propuesta
por
Culler,
podemos
ver
que
el
soneto
de
Garc?a Montero juega dial?cticamente entre la presencia y la ausencia, ya no
utilizando la
flecha,
sino
m?s bien
un
autom?vil
en
movimiento. La
presencia
del
auto,
por
lo
tanto,
podemos
verla
como
una
construcci?n,
como
el
efecto
del
pasado
y
el futuro.
Por
ejemplo,
?qu?
reglas
se
respetaron
y
se
respetar?n,
cu?les
eran
los
c?digos
permitidos
o no
permitidos, qu?
accidentes
automovi
l?sticos sucedieron
y
suceder?n,
c?mo
se
ha descrito el
?xtasis de
velocidad
en
la
tradici?n
literaria,
?mo
se
describir?
ahora
en
el ?ltimo
verso
del
soneto
que
ya
fue
a su vez
dicho
por
G?ngora,
qu?
l?mite
de velocidad
se
alcanz?
o se
alcan
zar??
Lo
mismo
con
la
ciudad.
Si
el
sujeto
conductor
puede
ver
la ciudad
con
vertida
en
la
nada,
esta
ausencia
no
es
la
negaci?n
de
la
presencia.
La
ciudad si
gue
estando
presente,
pero
gracias
al movimiento su
presencia
es una ausencia
generalizada:
es
tierra,
polvo,
humo,
sombra,
nada.
La
incorporaci?n
del
texto
gongorino
en
un
ambiente de
angustia
posmo
derna
puede
leerse tambi?n
como una
parodia,
incluso de la
angustia
existencial
del
sujeto
o
tal
vez
de
su
condici?n de
habitante
urbano,
pero
en
?ltima
instan
cia
una
parodia
del mismo
texto
gongorino.
Si
a
un
nivel
literal el
soneto
deli
nea
la
carrera
del
polic?a
tras
el
delincuente,
en
una
lectura
figurativa
esta
per
secuci?n
implica
la
angustia
por
la
muerte,
por
la
destrucci?n
impl?cita
en
las
referencias intertextualesdel
memento
mori
de
G?ngora.
El
tiempo
que
tras
curre
lentamente
y que poco
a
poco
va
debilitando
y
marchitando
la
belleza fe
menina
aqu?
cambia de
carruaje
alado
a un
concepto
movilizado,
r?pido,
an
gustioso,
apocal?ptico,
que
no
s?lo destruir? al
sujeto,
sino
tambi?n la civili
zaci?n,
la
ciudad.
Pero si
el
texto
de Garc?a
Montero
puede
considerarse
una
parodia
del
carpe
diem
gongorino,
s?lo
lo
es en
el
sentido de
Linda
Hutcheon,
en
la
medida
que
este
concepto
implica
una
repetici?n
con
diferencias cr?ticas
y
no
necesariamente
una
ridiculizaci?n
(Hutcheon
36).
Uno
podr?a
tambi?n
preguntarse
hasta
qu?
punto
esta
persecuci?n
poli
c?aca
podr?a
considerarse
una
s?tira
pues, para
Brummack
(275-377),
?sta
im
plica
un
acto
de
agresi?n.
Por
lo
general,
el
objeto
agredido
est? excluido del
sis
temanormativo de
una
comunidad y la agresi?n
no es
inmediata, sinom?s bien
en
forma indirecta
y
de acuerdo
a
ciertas
convenciones
est?ticas. La
agresi?n
en
el
soneto
de Garc?a
Montero
se
da
a
varios
niveles:
la instancia
oficial
contra
la
subversiva,
esto
es
la
polic?a
contra
el
Aguilucho,
as?
como
tambi?n
el
Agui
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7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho
11/14
368
lucho
y
la
polic?a
contra
los
asesinos
o
viceversa,
o
incluso
agresi?n
contra
el
propio
sujeto.
Esta
agresi?n
se
convierte
en
una
cr?tica
la condici?n
urbana,
al
crimen
presente
en
las
novelas
polic?acas,
pero
tambi?n
a
la
modernizaci?n,
a
la
velocidad
con
que
nos
impulsamos
hacia la
propia
destrucci?n. Como
lo
sugie
re
Rodr?guez
G?mez
(177),
la
palabra po?tica
se
convierte
en
el
arma
afilada
pa
ra
las
luchas culturales
e
ideol?gicas.
Los
versos
de
G?ngora,
utilizados
a
modo
de
ep?grafe
y
tambi?n
incluidos
en
el
texto
po?tico,
no se
escapan
del
contexto
de
agresi?n. Muy
por
el
contrario,
el
yo
l?rico
gongorino
va
despedazando
el
cuerpo
femenino
fragmento
por
fragmento,
va
aniquilando
su
belleza
y,
al
ha
cerlo, traspone a lamujer dentro de un contexto de angustia existencial com?n
a
la
del
sujeto
urbano.
Apropiarse
de la
ret?rica
gongorina
ser?a,
pues,
una
t?c
tica
para
resaltar las coincidencias
entre
ambas
?pocas
y
mostrar
as?
una
alego
r?a
del
tiempo
de
caracter?sticas
comunes
al
barroco
y
a
la
posmodernidad.
Middlebury College
NOTAS
1
G?ngora
le dedica un
poema
a
Quevedo
en el cual le
atribuye
el
adjetivo
de
Anacreonte
espa?ol. Seg?n Ciplijauskait?
(275),
G?ngora
alude
no
s?lo al
poeta
latino
sino
tambi?n
a
la
lascivia de la
poes?a quevediana.
2
De rosis
nascentibus :
Recoge,
doncella,
las
rosas
mientras
la flor
est?
lozana
y
la
juventud
fresca,
/
y
acu?rdate
de
que
as?
se
apresura
tambi?n
tu
edad
( collige,
virgo,
rosas
sumflos
novus
et
nova
pubes,
/
et
memor
esto
aevum
sicproperare
tuum )
(Gonz?lez
de
Escand?n
24).
3
sapias,
vina
liques,
etspatio
brevi
spem
longam
reseces.
Dum
loquimur, fuger
it
invida
aetas:
carpe
diem
quam
minimum
cr?dula
postero
( S?
lista,
escancia vino
y,
en
nuestra
breve
vida,
ata corto
largas
esperanzas.
Mientras
hablamos,
habr? huido
el
tiempo
envidioso:
corta
la
flor
del
d?a,
sin
fiarte lo
m?s m?nimo
del ma?ana
(Odfl5l.n. 6-8).
4
Incluyo
aqu?
la versi?n
de
V?zquez:
Del
Sargento
mayor,
Antonio
Vazquez,
a
la
edad
que passa
/
Mientras
por
competir
con
tu
cabello
/
relumbra
el
oro
de
la
Arabia
en vano
/
y
mientras
conuencido
en
medio
el
llano
/
mira
tu
blanca
frente,
el
lirio
bello.
/
ientras
a
cada
labio
por
cojello,
/
siguen
mas
ojos
que
a
clauel
temprano
/
mientras tu
hermosa,
larga
y
blanca
mano
/
en
competencia
da
parias
al
cuello.
/
Goza
cabello, cuello,
labio
y
frente,
/
antes
que
el
tiempo
te
resuelua
en
nada,
/
lo
di?fano,
claro
y
transparente.
/
Porque
la
flor
de
juuentud
passada,
/
el
que
alabare la
vejez,
o
miente,/
o
es
falto de
juicio,
si
le
agrada (Caffee-Sorace 42-43).
El
soneto
de
V?zquez
circul?
en
forma de manuscrito
antes
de la
aprobaci?n
de
1604.
El
texto
se
public?
en
1605
en
la edici?n
zaragozana
de
Discursos,
ep?stolas
y
epigramas
e
Artimidoro,
e Andr?s
Rey
de Artieda.
Birute
Ciplijauskait?
230)
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7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho
12/14
369
afirma
que
en
la edici?n
de
1605
el
soneto
gongorino
fue
publicado
bajo
el nombre
de
V?zquez,
mientras
que para
Chaffee-Sorace
(46-47)
el
texto
de
G?ngora
fue
una
imitaci?n
del
texto
de
V?zquez,
poeta
que
a
su vez
se
inspir?
en
Garcilaso.
5
En
1627
a
Inquisici?n
prohibi?
la
venta
de la
primera
dici?n
comercial
e
la
poes?a
de
G?ngora.
Este
hecho
est?
en
contraposici?n
con
las
leyes
de la
colonia,
pues
en
el
continente americano
el estilo
gongorino
se
institucionaliz?
como
la
expresi?n
est?tica
permitida
e
impuesta.
6
N?tese la
coincidencia
tem?tica
entre
el
soneto
lorquiano
y
el
epigrama
de Rufino
mencionado
en
el
primer
p?rrafo
de
este
art?culo.
Como
en
el
texto
de
Ausonio,
el
poema de Garc?a Lorca constituye un ep?tome de la dualidad tem?tica del carpe
diem,
esta
vez
desde
la
modernidad.
Para
un
estudio del
soneto
lorquiano
desde la
perspectiva
del
carpe
diem
homosexual,
v?ase
Horst
Weich.
7
V?ase
Vittoria
Bors?.
El
memento
mori
se
refiere
al
g?nero
pict?rico.
Surge
de las
pinturas
de
san
Jer?nimo
en
las
cuales
se
le
representa
con una
calavera.
8
Comp?rese
la
conexi?n
con
el
retrato
en,
por
ejemplo,
La
muerte
y
la
vida
y
El
joven
y
la
muerte
(1487),
de
Hans
Memling,
as?
como
en
La
mujer
y
la
muerte,
del
retrato an?nimo
de colecci?n
particular
de
Jerez
de la
Frontera
(siglo
xvii).
La
versi?n del memento mori de
Juan
de
Juanes
es,
seg?n
Valdivieso
(66),
una
de las
primeras
manifestaciones de
esta
independencia
de
la
vanitas. Esta
tendencia
se
agudiza
en el
siglo
XVII. V?anse las obras de Andr?s Deleito, Antonio de Pereda
y
Juan
de
Vald?s
Leal.
9
V?ase el cuadro
Retrato de Isabel
Malcampo,
de Bartolom? Esteban Murillo.
En
dicho
retrato
la vida
es
comparada
con
la
rosa
a
trav?s
del vers?culo de
Job
Quasi
flos
egreditur
et
conteritur
( Como
una
flor
brota
y
se
marchita )
(Valdivieso
131).
10
Esta
separaci?n
incipiente
se
agudiza
en
sor
Juana,
pues
para
la
jer?nima
la
prosopograf?a
se
hace
in?til,
cad?ver,
polvo,
sombra,
nada.
Betty
Sasaki
(12)
compara
ambos
sonetos
y
afirma
que,
en
el
caso
de
G?ngora,
la
superioridad
de la
belleza femenina frente
a
la naturaleza
trae
como
consecuencia
la
remortalizaci?n
de
la
mujer.
Es
la naturaleza
quien
le
impone
la
muerte,
y
es
el
poeta
quien
construye
culturalmente
esta
belleza
para
deshacerla
nuevamente
al
final del
soneto.
11
T?rmino
que
remite
sus
or?genes
a
la s?rie
noire de
la editorial
Gallimard,
Francia.
A
partir
de
1968,
este
g?nero
entra
en
auge,
sobre
todo
gracias
a
la obra
del
franc?s
Jean-Patrick
Manchette.
A
diferencia
de
la
novela
polic?aca,
la novela
negra
discurre
sobre los
motivos
y
razones
de los
cr?menes,
a
la
vez
que
pretende
explicarlos
e
incluso
hasta
justificarlos.
12
La
figura
del
tiempo
tambi?n
ha sido
representada
emblem?ticamente
sin
carruaje.
Para resaltar la transitoriedad
y
la destrucci?n
impl?cita
en
el
tiempo
con
relaci?n
a
todo lo
humano,
Corrozet
(1510-1568)
muestra
a un
Cronos
alado
en
cuyos
pies
lleva ruedas
en vez
de calzado
(Henkel y
Sch?ne
1813).
13
Sigo aqu?
la
terminolog?a
propuesta
por
G?rard
Genette. El
hipotexto
ser?a
el
texto
de
base
de la relaci?n
de
intertextualidad
en
la
que
se
basa la
nueva
versi?n
o
el
hipertexto.
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7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho
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370
14
Pensemos
en
los
cuadros futuristas
de
un
Humberto
Boccioni
o
de
un
Giacomo
Baila,
por
nombrar
algunos.
15
Confusi?n
ya presente
en
el
primero
de los
cinco
sonetos
de
la serie:
Domicilio
no
s?.Me
desoriento.
OBRAS CITADAS
barthes,
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Mitolog?as.
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H?ctor
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7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho
14/14
371
Gonz?lez
de
esc
and?n,
blanc a.
Los
temas
del
carpe
diem
y
la brevedad de
la
rosa
en
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sobre
La
otra
sen
timen
talidad
y
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Hiperi?n,
1999.
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betty.
Seizing
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Gaze:
The
Carpe
Diem
Topos
in
Sor
Juana
In?s
de
la
Cruz's
'A
su
retrato.'
Caliope
3.1
(1997):
5-17.
segovia
ramos,
rafael
raf
s eg
rr am.
ElAguilucho.
Barcelona:
Bruguera,
1959.
terracini,
lore.
Cristal,
no
marfil,
en
'Mientras
por
competir
con
tu
cabello.'
Homenaje
a
Ana
Mar?a
Barrenechea. Ed.
Lia
Schwartz
Lerner
e
Isa?as
Lerner.
Dedicatoria
Jorge
Guill?n.
Madrid:
Castalia,
1984.
341-53.
valdivieso, Enrique. Vanidades y desenga?os en lapin tura espa?ola del Siglo de
Oro. Madrid: Fundaci?n
de
Apoyo
a
la
Historia
del
Arte
Hisp?nico,
2002.
weich,
h?rst.
Obskure
Begierden.
Blumenmetaphorik
und kodierte
K?rperlichkeit
in Lorcas
Sonetos
del
amor
oscuro. Iberische
K?rperbilder
im
Dialog
der Medien
und
Kulturen. Ed.
Bernhard Teuber und
Horst
Weich.
Frankfurt
am
Main:
Vervuert,
2002.187-200.
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