evolución iarse nº 38 - edición octubre 2015
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El Estado del Arte*de la RS&S** en las
Organizaciones Educativas (*) Su origen se le atribuye a Aristóteles en su primer libro de Metafísica. Hace referencia al nivel más alto de desarrollo
conseguido en un momento determinado sobre cualquier aparato, técnica o campo científico plural.
(**) Responsabilidad Social y Sustentabilidad.
SUMARIO
01 ESPECIALES
La Universidad: Una Institución con Responsabilidad Social
Tridimensional Por Luis Manuel Martínez Domínguez, Profesor de la Universidad Rey Juan
Carlos y Miembro del Observatorio de Responsabilidad Social Educativa de
Cooperación Internacional ONG
Responsabilidad Social Organizacional, Imperativo Ético para las
Instituciones de Educación Superior Por María Antonieta Rebeil, Directora del Centro de Investigación para la
Comunicación Aplicada de la Facultad de Comunicación de la
Universidad Anáhuac
¿Se ha transformado la Sociedad?
Por Baltazar Caravedo, Director del Centro de Liderazgo de la Universidad
del Pacífico de Perú
Responsabilidad-Deber Social Por Humberto Grimaldo Durán, Coordinador del Observatorio de
Responsabilidad Social para América Latina y el Caribe (ORSALC) – UNESCO
02 GESTIÓN “Buscamos potenciar una Formación Ciudadana y Profesional
Responsable” Por Josefina Fernández, Responsable del Área de Agenda 21
(Responsabilidad Social Escolar) de Academia Argüello
02 GESTIÓN
Hacia Allá, Desde Aquí
Por José Pérez Gaudio, Director del Colegio Universitario de Periodismo (CUP)
Educar para el Desarrollo Sostenible Por Patricia Cucco, Presidenta de Fundación Cervantes
La Ética y la Sustentabilidad en la Educación de los Jóvenes
Universitarios Por Damián Arturo Hernández, Coordinador de la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad FASTA en Bariloche
03 ESCENARIOS Y TENDENCIAS
RESPONSABILIDAD SOCIAL: De las Empresas a las Universidades Por Francisco Gerardo Barroso Tanoira, Profesor e Investigador en la División
de Negocios de la Universidad Anáhuac Mayab de México
04 DESTACADOS
La Gerencia Responsable de las Organizaciones: Un Factor
Estratégico para el Desarrollo Sostenible Por Nicolás Fernando Molina Sáenz, Profesor e Investigador de la Facultad
de Administración de la Universidad Pontificia Bolivariana de Colombia
05 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Referencias bibliográficas sobre RSE & Sustentabilidad
identificadas por el Programa de Capacitación Ejecutiva en
Responsabilidad Social y Sustentabilidad Empresaria de la
Universidad de San Andrés:
“Guía de Inversión Social Privada en Educación”. Pinkasz, Daniel (Coordinación).
Buenos Aires: Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE). Año 2012.
“Responsabilidad Social: 7 materias fundamentales”. Internacional Standard
Organization (ISO). Folleto en edición española: Centro Vincular de Responsabilidad
Social y Desarrollo Sustentable, Universidad Católica de Valparaíso. Año 2011.
06 DOCUMENTOS RECOMENDADOS
07 SITIOS DE INTERÉS
COMITÉ EDITORIAL
Alejandro Roca
Director Ejecutivo IARSE
Luis Ulla
Director de Investigación + Desarrollo IARSE
Jimena Mercado
Directora Editorial IARSE
Laura Massari
Directora de Relaciones Institucionales IARSE
Alicia Rolando
Colaboradora Externa – Experta en Reportes y Fundadora del IARSE
Los artículos y opiniones vertidas en esta publicación son de absoluta y exclusiva responsabilidad
de los autores. Las opiniones expresadas no reflejan necesariamente la visión y el espíritu del IARSE.
LA UNIVERSIDAD: Una Institución con
Responsabilidad Social
Tridimensional
La Universidad tiene una especial Responsabilidad Social que entraría
dentro de lo que algunos denominamos, Responsabilidad Social
Educativa (RSEdu), que es una forma de Responsabilidad Social
Corporativa que despliega su impacto en tres dimensiones donde se
vincula la Responsabilidad Social con la Educación (Martínez, 2014):
ESPECIALES
Ser un modelo atractivo de institución socialmente responsable, que sin
pretenderlo, se convierte a los ojos del resto de organizaciones en una
referencia de organización que sabe vivir, con creatividad y eficacia, la
propia RSC. Desde esta perspectiva, la Universidad como institución
puede ser un ejemplo inspirador para el resto de organizaciones con
respecto al modo de vivir la RSC de acuerdo con la propia visión, misión
y valores.
Mostrar un compromiso operativo para formar a los estudiantes en
competencias y valores para la Responsabilidad Social. Estas
competencias con valores quedan explicitadas en los diversos planes
de estudio que deben ser cursados con una dedicación concreta y
medible de tiempos, contenidos propios sobre RSC en todas las
titulaciones con resultados observables y evaluables.
Promover de forma prioritaria la dimensión educativa que la RSC tiene
de suyo y que toda organización debería favorecer, pero más si cabe,
la universidad que tiene en la “universalización de la educación y los
avances científicos” uno de los fundamentos de su origen.
Por Luis Manuel Martínez Domínguez,
Profesor de la Universidad Rey Juan
Carlos y Miembro del Observatorio de
Responsabilidad Social Educativa de
Cooperación Internacional ONG
www.urjc.es
luismanuel.martinez@urjc.es
Desde esta triple manifestación de Responsabilidad Social, los
promotores, los equipos de gobiernos, rectores y decanos, los docentes,
los demás trabajadores de la universidad y los estudiantes pueden vivir
su responsabilidad social de dos formas diversas:
Como Responsabilidad Social Ordinaria. Es la directamente
vinculada con las funciones y tareas que cada cual tiene
encomendadas como obligaciones y que lleva a desempeñarlas de
la mejor manera posible. Este tipo de responsabilidad está asociada
a lo que suele denominarse como “buenas prácticas” y tiene como
consecuencia la formación integral de los estudiantes, una
investigación puntera y la creación de un clima de servicio
educativo e investigador abierta a la comunidad.
Todos tenemos obligación de cumplir las funciones y tareas que nos
son encomendadas. Pero para hacerlo con Responsabilidad Social
no basta “cumplir” de cualquier modo “de forma que no se pueda
decir nada”, sino que, el sujeto con responsabilidad social, lo hace
con la mayor perfección, procurando alcanzar el mejor impacto
social; poniendo iniciativa, creatividad y cuidando los detalles.
Como Responsabilidad Social Extraordinaria. Extraordinaria no
significa que sea esporádica. Puede ser todo lo cotidiana que se
pueda pero como tareas y funciones asumidas de forma voluntaria,
no exigibles por ley. El hecho de que sean voluntarias no quiere decir
que se hagan con menos profesionalidad. Estas funciones, una vez
asumidas libremente, conllevan la responsabilidad de realizarlas con
la mayor calidad y equidad.
RSEdu de la
Universidad Ordinaria Extraordinaria
Ejemplaridad
Plan de RSC en todas las
dimensiones:
Gobierno del centro.
Derechos humanos.
Prácticas laborales.
Medio ambiente.
Prácticas justas de
operación.
Asuntos de
consumidores.
Participación activa y
desarrollo de la
comunidad.
Innovación en el propio
plan de RSC.
La universidad debe
presentar soluciones
creativas y eficaces,
porque investiga sobre
sus propios desafíos de
RSC.
La universidad como
institución especializada
en investigación puede ir
por delante con
propuestas piloto para su
propio plan de RSC.
Acciones formativas
voluntarias y gratuitas
abiertas a ciudadanos
que cuentan con las
disposiciones personales
para aprovechar la
formación pero no
cuentan con los recursos
económicos para
costearla.
Responsabilidad hacia el
propio entorno
aportando los propios
avances en investigación
y los conocimientos al
servicio de la
comunidad.
Capacitación
en RSC
Dentro de todos los
estudios incorporar una
materia común de
Responsabilidad Social.
Complementos formativos
voluntarios orientados a la
acción social y ambiental
universitaria y el aprendizaje
servicio.
Impacto
educativo
investigador
Tender a la excelencia
educativa e investigadora.
Desarrollar una acción
formativa e investigadora
de máxima calidad,
procurando la igualdad
de oportunidades.
Promover la equidad
educativa acercando la
calidad formativa y la
investigación a las
personas, instituciones o
sectores sociales que tienen
limitado el acceso por
razones socioeconómicas.
Promover investigación
directa sobre cuestiones de
Responsabilidad Social.
La Responsabilidad Social en la gestión cotidiana de una universidad, se
hace factible cuando la institución dispone de un brazo ejecutivo que
realiza proyectos concretos, tanto en la esfera organizativa como en el
ámbito académico. Pero esto no sería suficiente, pues de ser sólo
cuestión de un servicio específico, la RSC quedaría relegada a una
función social complementaria, cuando debe estar presente en la base
de la acción cotidiana de la universidad. Es decir, la RSC no es la
guinda del pastel docente e investigador, sino la base de la tarta
universitaria.
Desde mi punto de vista, la RSC no es un modelo de organización, es
decir, no se identifica con un determinado sistema de funcionamiento,
sino que pluralidad de modelos y sistemas pueden ser manifestaciones
efectivas de responsabilidad social.
Si observamos las tendencias más eficaces de RSC de las universitarias
de todo el mundo, puede verse que no existe una fórmula institucional
como solución exportable al resto de organizaciones, ni siguiera
depende del acierto personal de los rectores y decanos; sino que cada
universidad que avanza por la senda de la responsabilidad social lo
hace por medio de todos los trabajadores y estudiantes concretos, que
componen el cuerpo institucional en cada momento.
Más que una estrategia organizativa, se trata de “una forma de ser
universidad”, que sin duda se alimenta por las decisiones estratégicas y
las acciones académicas y de investigación. Pero la motivación que las
mantiene no sólo son motivaciones periféricas (calificaciones,
remuneración, reconocimiento profesional, acreditación como docente
e investigador, sexenios de investigación, etc.) o no solamente
personales (competencia personal, desarrollo profesional,
autorrealización, prestigio) sino también trascendentes: anhelos de
servicio a los demás, de cuidar y cultivar la naturaleza, y abrirse al
sentido de la realidad y a los valores.
Desde esta perspectiva, la universidad no limita su RSC a mera “función
social” “poniendo su granito de arena” en el desarrollo sostenible, sino
que es vida social de las personas que integran la institución y se abren
a los demás y al medio “haciéndose ellos mismos granitos de arena”.
“MÁS QUE UNA ESTRATEGIA ORGANIZATIVA, SE TRATA DE ‘UNA
FORMA DE SER UNIVERSIDAD’, QUE SIN DUDA SE ALIMENTA
POR LAS DECISIONES ESTRATÉGICAS Y LAS ACCIONES
ACADÉMICAS Y DE INVESTIGACIÓN”.
Considero que ésta es la clave de la universidad con respecto a la RSC;
no practicarla como una mera “función social” que deben realizar
como organización, sino ser un espacio, en todas sus manifestaciones,
que dispone a todas sus partes interesadas para que vivan con
responsabilidad social como opción personal, como estilo de vida
libremente asumido.
Para muchas universidades, el desafío es descubrir el valor de la RSC.
Pero para aquellas que ya muestran sensibilidad hacia esto, el reto no
pasa por incorporar la RSC como un añadido a lo que ya se hace de
ordinario, sino que lo ordinario se viva con más y mejor responsabilidad
social. Algunas manifestaciones podrían ser las siguientes:
Buen clima humano en la universidad:
o Cohesión entre trabajadores: gerentes, equipos de gobierno,
docentes, investigadores, personal de administración y
servicios y padres porque se promueve la comprensión y la
ayuda mutua.
o Cohesión entre docentes e investigadores. Se promueve la
cooperación más que el aislamiento.
o Cohesión entre estudiantes. Se promueve la solidaridad más
que la competitividad.
Desarrollo de la universidad desde la inclusión:
o Promotores y equipos de gobierno comprometidos en el
desarrollo de la institución.
o Docentes, investigadores y personal de administración y
servicios solidarizados con los intereses de la institución.
o Estudiantes identificados con su universidad y solidarios unos
con otros.
Incentivar la competencia social:
o Cultivar la atención en la consecuencia social de la práctica
educativa de la institución.
o Formar en un estilo de vida hacia los demás, dentro y fuera de
la universidad.
o Ejercitar la competencia social mediante servicios concretos.
Clima de servicio, justicia social y ayuda mutua.
o Dentro-dentro. Entre las áreas y departamentos de la
universidad
o De arriba hacia abajo y de abajo a arriba. Respeto y
deferencia a las funciones de gobierno y gestión. Gestores y
dirigentes orientados al servicio justo.
o De dentro hacia fuera. Una universidad abierta a su entorno
para el desarrollo sostenible y la transformación creativa del
contexto global.
Para cultivar esta forma de ser universidad socialmente responsable es
imprescindible ir más allá del pragmatismo de los resultados y abrirse a
los valores. Para concretar, resulta buena experiencia la creación de un
vicerrectorado centrado en la Responsabilidad Social Educativa. En mi
universidad, la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid), tiene el nombre de
Vicerrectorado de Cooperación al Desarrollo y Relaciones
Institucionales, y como vengo diciendo, es importante que no sea un
vicerrectorado accesorio o una pieza aislada dedicada a la función
social de la universidad, sino un hilo de unión que trabaja
conjuntamente con el resto de vicerrectorados para fomentar la
responsabilidad social en todas las parcelas con autoridad moral y
potestad con prestigio, por la confianza que la institución deposita en
este servicio, la calidad de sus realizaciones y la eficacia de las medidas
adoptadas.
Apostar por la RSC en la universidad no es un lujo, sino una necesidad
que repercute en el desarrollo sostenible de la sociedad de una manera
directa y muy significativa.
Luis Manuel Martínez Domínguez
Profesor Titular Interino de la Universidad Rey Juan Carlos
(Madrid). Doctor en Pedagogía. Coordina una línea de
investigación en Responsabilidad Social Educativa dentro
del Departamento de Ciencias de la Educación de esta
universidad con publicaciones como: Martínez Domínguez, L.
M. (2013). “Responsabilidad social y comunicación
institucional en los centros educativos”. Derecom, (15), 7.
Martínez Domínguez, L. M (2014). La Responsabilidad Social
Corporativa en las instituciones educativas. Estudios Sobre
Educación, 27. Entre otras asignaturas, imparte la asignatura
de “Responsabilidad Social Educativa” del Máster
Universitario en Competencias Docentes Avanzadas de la
URJC. Es miembro del Observatorio de Responsabilidad
Social Educativa de Cooperación Internacional ONG.
RESPONSABILIDAD SOCIAL
ORGANIZACIONAL, IMPERATIVO
ÉTICO PARA LAS INSTITUCIONES DE
EDUCACIÓN SUPERIOR
El tema de la Responsabilidad Social en las
Organizaciones (RSO) es un reto cuyo eje
central es la ética. Esta afirmación es válida
para cualquier tipo de organización, sean
éstas instituciones públicas, organismos,
empresas privadas o sociedades del tercer
sector. En este caso, merecen especial
atención aquellas instituciones (privadas o
públicas) cuyo quehacer prioritario es la
responsabilidad de formar a los hombres y
mujeres del hoy y que habrán de ser los
líderes de las próximas generaciones. Desde
luego, se trata de Instituciones de Educación
Superior (IES).
Algunas IES han argumentado que la RSO no es un tema que les
compete ni del que se deben ocupar, precisamente debido a que el
centro y núcleo de su labor en la vida social, la educación, es sustantivo
o constitutivo de servicio del más al alto nivel a la sociedad. “La
sabiduría convencional había dado por hecho que las instituciones
gubernamentales así como las organizaciones no lucrativas eran
socialmente responsables de manera espontánea y automática debido
a los fundamentos y razones de su creación”, dice Krishnamurthy
Sriramesh (2012: 6). No obstante, a lo largo de la historia de la
humanidad, se ha visto que ello no corresponde a la realidad debido al
sinnúmero de descuidos, escándalos, malos manejos y corrupción de los
cuales se ha sido testigo.
Por María Antonieta Rebeil, Directora del
Centro de Investigación para la
Comunicación Aplicada de la Facultad
de Comunicación de la Universidad
Anáhuac
www.anahuac.mx
arebeil@anahuac.mx
Considerando que la RSO es un proceso que se desarrolla en la
totalidad de la organización, que va más allá de la filantropía pura
(donativos) y de la filantropía interesada (marketing social). La RSO es
un proceso que involucra a todos los grupos de interés de la
organización, tanto personas como grupos, así mismo, las acciones y los
procesos que se generan en estos sistemas sociales con el fin de
impactar positivamente en los aspectos laborales, económicos,
sustentables y sociales de la misma y de la sociedad y el ambiente, a
través de la toma de decisiones con base en la racionalidad ética
(Vallaeys, 2008).
De manera particular, las IES, por la naturaleza propia de la delicada
labor que tienen en sus manos que consiste en la formación de
conocimientos, competencias, aptitudes y valores de los hombres y las
mujeres del hoy y del mañana; pueden y deben ser las primeras en
esforzarse por ser socialmente responsables y sustentables. Además, que
ello se lleve a cabo nítidamente y de manera evidente a la luz pública.
Una vía ya puesta en blanco y negro y probada nacional e
internacionalmente es la de los “consejos acreditadores”, que en la
búsqueda de elevar la calidad de los procesos educativos han tenido
importantes aportaciones y logros en la Responsabilidad Social de las IES
y en sus programas educativos que se someten a sus estándares y a sus
procesos de evaluación. No obstante, respecto a la Responsabilidad
Social Universitaria (RSU), se puede decir que éstas (las universidades)
aún se quedan cortas en algunos aspectos con el tema de la misma
responsabilidad social. Los consejos acreditadores tienen como metas
claras el avance de la calidad educativa y la producción del
conocimiento. En todo caso solicitan de sus IES acreditadas el que
tengan procesos de transparencia en las finanzas y desde luego, que
lleven a cabo programas de extensión y vinculación con la sociedad,
sin que ello necesariamente cuente con aquellos indicadores que
soporten la complejidad y la amplitud que requiere el imperativo ético
de la RSU.
“…LAS IES, POR LA NATURALEZA PROPIA DE LA DELICADA
LABOR QUE TIENEN EN SUS MANOS QUE CONSISTE EN LA
FORMACIÓN DE CONOCIMIENTOS, COMPETENCIAS, APTITUDES
Y VALORES DE LOS HOMBRES Y LAS MUJERES DEL HOY Y DEL
MAÑANA; PUEDEN Y DEBEN SER LAS PRIMERAS EN ESFORZARSE
POR SER SOCIALMENTE RESPONSABLES Y SUSTENTABLES”.
Las tareas clásicas que se revisan en toda Universidad tienen que ver
con su cuerpo docente, el plan de estudios, los estudiantes (ingreso,
proceso, egreso y obtención del grado) y los resultados e impactos en la
sociedad. Una IE puede ser socialmente responsable y sustentable en la
medida en que enfoque sus esfuerzos hacia: dentro de sí, en su
ambiente y condiciones laborales, la formación de sus estudiantes, su
productividad y su contribución al desarrollo de la sociedad. Todo ello
tiene que ver con sus procesos de gestión y transparencia, incluyendo
las condiciones laborales de todos sus integrantes; la docencia y los
procesos de enseñanza-aprendizaje encaminados a la adquisición de
conocimientos al desarrollo de las capacidades para el pensamiento
crítico e independiente; la producción del conocimiento de cara al
rigor científico y a las necesidades del desarrollo nacional en que
operan y, desde luego, su amplia difusión, incluyendo formas de acceso
abierto; las acciones y el alcance de sus procesos de vinculación en
cuanto al desarrollo de la tecnología e innovación, el impacto en el
desarrollo económico, político y social, así como la protección de la
naturaleza.
Cada uno de los integrantes o grupos de interés en las IES, así como los
procesos que éstas llevan adelante (docencia, investigación, difusión,
vinculación) pueden y deben ser conducidos a la luz de la racionalidad
ética misma que supone la transparencia, el rigor científico, la
formación de alta calidad, la investigación y la mirada fija en la
sociedad a la que se debe servir y redituar.
Nos parece significativo concluir con la siguiente cita de Vallaeys: "Tú,
Sociedad, me garantizas autonomía y recursos, y yo, Universidad, te
doy: (1) más Democracia a través de la formación de estudiantes y
ciudadanos responsables, (2) más Ciencia responsable, lúcida y abierta
a la solución de los problemas sociales de la humanidad, y (3) mejor
Desarrollo equitativo, innovador y sostenible, con profesionales
competentes y comprometidos". (2008: p. 18) Referencias:
Sriramesh, K. (2012). “Prólogo” en Rebeil, M.A. (Coord.) Responsabilidad Social
Organizacional, México, Trillas.
Vallaeys, F. (2008) ¿Qué es responsabilidad social universitaria?, recuperado el 29 de
septiembre de
https://www.url.edu.gt/PortalURL/Archivos/09/Archivos/Responsabilidad_Social_Universi
taria.pdf
María Antonieta Rebeil
Directora del Centro de Investigación para la Comunicación
Aplicada (CICA) y Coordinadora Académica del Doctorado
en Investigación de la Comunicación, Facultad de
Comunicación, Universidad Anáhuac México Norte.
Presidenta de la Red Internacional de Investigación y
Consultoría en Comunicación (RIICC). Coordinadora de más
de diez libros entre los que se encuentran: Ética, Medios y
Democracia (2014); Responsabilidad Social Organizacional
(2012).
¿SE HA TRANSFORMADO LA
SOCIEDAD?
Las sociedades se fragmentan cuando
se produce una disociación profunda
entre los mensajes que se anuncian y los
que se actúan. En una sociedad
fragmentada el otro no existe, la
diversidad no es reconocida, el
autoritarismo se plasma en el quehacer
de la vida cotidiana, el proceso de
representación se vicia, se agiganta la
ausencia de los que no tienen voz, la
violencia se convierte en una práctica
habitual. En una sociedad así, los
conflictos se transforman en
confrontaciones, el diálogo languidece y la atmósfera subjetiva da paso
a la intolerancia, al hartazgo y, también, a la huida; la esperanza se
esfuma, el futuro se hace gris y el compromiso se disuelve. Una dinámica
social basada en una rutina que contiene todos estos componentes
debe ser transformada.
Nutridas por una interacción constante con otros, las sociedades
humanas habitan en las personas. Cuando los vínculos que ellas
establecen se cargan de resentimiento, la sociedad toda se tiñe de
aspereza y aleja a sus integrantes. Una sociedad así, es una sociedad
dividida en la que nadie le reconoce autoridad a nadie o en la que una
palabra divergente destruye lo que se avanza. Una sociedad dividida
no es equivalente a una sociedad diversa. Mientras que la primera
transmite una cultura cínica y camina hacia su desfallecimiento, la
segunda alberga un sentimiento transformador y enfrenta una
oportunidad de florecimiento. A la sociedad dividida le espera la ruina o
el estancamiento; a la sociedad diversa se le abre un futuro.
América Latina es una sociedad signada por la contradicción; estamos
divididos y somos diversos. Nos movemos entre el marasmo y la ilusión
benévola; entre la exclusión y la integración; entre la confrontación
destructiva y el diálogo edificante. No todos pensamos igual, no todos
queremos lo mismo, no todos tenemos el mismo origen, no todos
Por Baltazar Caravedo, Director del
Centro de Liderazgo de la Universidad
del Pacífico
www.up.edu.pe/liderazgo
practicamos un mismo estilo de vida. Pero el problema no es que
nuestra sociedad esté compuesta por esta contradicción o por esta
diversidad sino que no la admitamos y que siempre mantengamos una
dosis de cinismo e incredulidad que socavan sus posibilidades.
¿Cómo hacer para crear un clima social que integre? ¿Cómo hacer
para que se reconozca la diversidad? En otras palabras, ¿cómo
producir la transformación de nuestra sociedad? Este es un desafío que
tenemos por delante. Es necesario quebrar la rutina perversa, acercar a
los diferentes, a los antagónicos, a los que no se reconocen, a los que
no se hablan, a los que no se miran o lo hacen con desprecio. Para
lograrlo se necesita crear un nuevo contexto subjetivo y cultural. A partir
de la aceptación de nuestra diversidad será posible la integración. Sin
esta condición, lo que se impone, como ha ocurrido hasta ahora, es la
fragmentación.
La transformación social es la modificación del sentido de nuestra
existencia, individual y colectiva. Desde un punto de vista humano, los
vínculos se mantienen a través de las prácticas porque tienen una
significación o cumplen con un sentido. La transformación es un cambio
de significación. En la sociedad humana el sentido de una época está
expresado por la información y la emoción dominantes que construyen
una racionalidad. Dada la velocidad con la que actualmente se
produce y difunde nueva información, es decir, debido a la inmensa y
vertiginosa conectividad es factible pensar que los cambios de sentido
no sólo ocurrirán con mayor rapidez, sino que podrán originarse desde
los más minúsculos universos sociales.
Los significados que impactan sobre nuestra práctica proceden de
distintos sistemas y sub sistemas dentro de los cuales actuamos y de los
cuales recibimos mensajes, aunque no lo advirtamos. Si bien hay un
número muy variado de universos, podemos decir que algunos juegan
un papel predominante. Éstos son la escuela (las universidades), nuestros
lugares de trabajo (las empresas), nuestros espacios de relación no
laboral de la vida cotidiana (familia) y los medios de comunicación.
Estos espacios son los mundos referentes que inadvertidamente nos
guían.
“…LOS CAMBIOS DE SENTIDO NO SÓLO OCURRIRÁN CON
MAYOR RAPIDEZ, SINO QUE PODRÁN ORIGINARSE DESDE LOS
MÁS MINÚSCULOS UNIVERSOS SOCIALES”.
Si admitimos que la re-significación es un proceso afectivo en el que
nuestras emociones están comprometidas; si estamos de acuerdo en
que no hay interacción si no hay comunicación; si aceptamos que la
comunicación más efectiva es la que actuamos, y si sostenemos que lo
más cerca que tenemos para transformar somos nosotros mismos, una
cuestión fundamental tiene que ver con la posibilidad de la
transformación personal, de nuestra propia existencia, en el entorno y
en el contexto en el que vivimos. Vale la pena saber de qué modo
están conectados todos estos elementos.
Dado que nuestras sociedades son un continuo tejer vínculos y que
todas esas relaciones persiguen un objetivo, se puede decir que,
finalmente, la transformación consiste en dar nuevos sentidos a lo que
hacemos, a nuestras relaciones. Cuando varía el sentido todo se
modifica.
“…LA TRANSFORMACIÓN CONSISTE EN DAR NUEVOS SENTIDOS
A LO QUE HACEMOS, A NUESTRAS RELACIONES”.
Preguntarse sobre la transformación de la sociedad significa establecer
si su sentido se ha modificado. La sociedad y sus organizaciones ¿sólo
son espacios para satisfacer nuestros intereses particulares? Cuando no
hay sentido, las organizaciones languidecen porque no tienen límites.
Las personas transgreden lo que se acuerda, se desvinculan del interés
de los demás, de lo público, del bien común. Hoy América Latina ¿es
menos desigual? ¿Es más respetuosa de todos sus integrantes?
¿Colaboramos más entre nosotros? ¿Somos menos corruptos, menos
violentos?
De una sociedad frágilmente cohesionada emerge una cultura informal
cuyas prácticas sociales no se modifican sólo por la dación de normas y
leyes. Se requiere de una nueva afectividad que se exprese en el
comportamiento de las organizaciones y de las personas, que se
manifieste en el nuevo sentido que debe adquirir la humanidad.
Baltazar Caravedo Molinari
Doctor en Sociología. Magister en Ciencias Sociales y
Economista. Actualmente dirige el Centro de Liderazgo de la
Universidad del Pacífico. Ha publicado 25 libros sobre temas
de historia económica, descentralización, responsabilidad
social y liderazgo. Promotor y Pionero de la Responsabilidad
Social en América Latina y el Perú.
RESPONSABILIDAD-DEBER SOCIAL
El Observatorio Regional de
Responsabilidad Social para América
Latina y el Caribe (ORSALC) fue
inaugurado el 2 de febrero de 2012 en el
Palacio de San Carlos, Sede de la
Cancillería de Colombia y fue avalado por
el Ministerio de Relaciones Exteriores y el
Ministerio de Educación Nacional. EL
ORSALC, con sólo tres años de
funcionamiento cuenta ya con un
Declaración, sedes subregionales, grupos
de trabajo, estudios de variada índole, factores e indicadores regionales
de análisis y una participación en más de 220 eventos anuales con una
cooperación de 700 instituciones en dos idiomas oficiales (español y
portugués). Hemos venido trabajando en la construcción de una
Responsabilidad Social que, superando cualquier visión de mercado,
denuncie las injusticias y permita desde la reflexión y las buenas
prácticas encaminar las comunidades de personas a la inclusión, la
equidad, la oportunidad y la educación para todos. Una de esas
instituciones comprometidas con lo expuesto es la Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en Morelia, México.
La Responsabilidad Social desde su concepción general, y universitaria,
en particular, no es tarea baladí, ni sencilla. Convoca los mejores
esfuerzos, las mejores capacidades intelectuales y volitivas del ser
humano y de los grupos sociales, las naciones. Es un proceso personal y
social que requiere capacidad de adaptación a la realidad para
dialogar con ella, sin derrotismos y sin miedos, negando que solamente
lo arduo y acuciante presenta la agenda, sino también la capacidad
de hacer del hombre en esa misma realidad que asedia.
Desde este estadio, discurriendo la ruta de desarrollo de
Responsabilidad Social, se accede a la asociación, esa capacidad de
construir redes para buscar respuestas convincentes a la compleja
realidad de la persona, desde una consideración completa de la misma
(la persona), que no la reduzca solamente a una de sus dimensiones. Así
se realizan los demás movimientos de la dinámica circular: la
Por Humberto Grimaldo Durán,
Coordinador del Observatorio de
Responsabilidad Social para América
Latina y el Caribe (ORSALC) – UNESCO.
transformación, la capacidad de cambio para mejor, para devolver
dignidad vital o para consolidarla; medio propicio en que la persona
pueda ahondar en su propia identidad, extender la mano hacia la
mano que se nos da (en petición o en gracia), y reconocer en el otro el
rostro del otro-yo.
Hemos sido engendrados para la sociedad, como afirmaba Seneca Ad
coetum geniti sumus y el útero de esa vida social creciente es siempre el
territorio. Hablamos de Responsabilidad Social en clave de territorio, es
decir, Responsabilidad Territorial ya que la hoguera, el fogón social
crece en el territorio y se alimenta de él. NO existe territorio sin debate,
sin sana y propositiva discusión. Además hemos querido hablar de
territorio y no de entorno y buscamos incluir las nociones de tiempo y
espacio, tan queridas a la filosofía pero tan polisémicas y difusas en
cuanto a interpretaciones. En este sentido, desde este Observatorio que
tengo el reto de coordinar, hemos querido proponer un espacio abierto
para definir y delimitar el tema de la “Responsabilidad”, llámese ésta
personal y social, a partir del concepto de territorio, ya que entendemos
que toda responsabilidad está anclada y se debe a una tierra, léase
“territorio”, en la cual crece y se desarrolla su vida social, la vida común
con otros seres humanos.
El hecho de ser engendrados para la sociedad, como afirmaba
Seneca, es decir para la vida en común, conlleva necesariamente que
nos hagamos responsables de nuestros derechos pero también de
nuestros deberes. Somos sujetos de derechos por ser humanos, pero
precisamente por ser humanos estamos llamados y obligados a deberes
hacia nosotros y hacia los otros seres humanos. “Onus Probandi”, decían
los romanos y esa obligación de demostrar incumbe a las personas en
cuanto a sus derechos pero también en cuanto a sus deberes. Proliferan
discursos sobre los derechos y sobreabundan interpretaciones. Sin
embargo, sobre el deber, tenemos un discurso poco menos que
elaborado, quizás más incipiente.
“HABLAMOS DE RESPONSABILIDAD SOCIAL EN CLAVE DE
TERRITORIO, ES DECIR, RESPONSABILIDAD TERRITORIAL YA QUE
LA HOGUERA, EL FOGÓN SOCIAL CRECE EN EL TERRITORIO Y SE
ALIMENTA DE ÉL”.
Desde el siglo XVIII, de la mano de las revoluciones inglesa, americana y
francesa hablamos de derechos del hombre y del ciudadano. Las
Constituciones modernas están prioritariamente llenas de derechos y
pocas de deberes. En todas partes se hablan de derecho, derecho de
gentes, de individuo, internacional, nacional, derechos de minorías,
incluso llegamos a hablar de derechos de animales, cuando
irónicamente otras personas no tienen incluso derecho a vivir. En
cambio no hablamos con el mismo ahínco del deber de gentes o el
deber internacional o los deberes nacionales o los deberes de las
minorías. El discurso de los Deberes Humanos, parece más dúctil, incluso
más efímero. Y mientras el reino de los derechos es más imperativo e
impositivo, el de los deberes es superficial y poco cohersitivo; con el
reino de los deberes olvidamos aquella máxima latina que sentenciaba
ID FACERE LAUS EST, QUOD DECET, NON QUOD LICET, (lo loable está en
hacer lo que se debe no lo que se puede), dicho en forma coloquial
AGE QUOD AGIS, (lo que haces hazlo bien).
Todo esto porque en la actualidad, muchos pretenden pensar y actuar
como si no le debieran nada a nadie, sino a sí mismos. Piensan y actúan
como titulares de derechos y con frecuencia les cuesta madurar en su
responsabilidad respecto al desarrollo integral propio y ajeno y por lo
tanto a sus propias responsabilidades. En este sentido, la exacerbación
de los derechos abre aún más la brecha entre ricos y pobres, ignorantes
e ilustrados y dicha brecha no solo es una brecha regional sino mundial.
La exacerbación de los derechos conduce al olvido de los deberes, y
los deberes, son responsabilidades.
Humberto Grimaldo Durán
Coordinador del Observatorio de Responsabilidad Social
para América Latina y el Caribe (ORSALC) – UNESCO.
“BUSCAMOS POTENCIAR UNA
FORMACIÓN CIUDADANA Y
PROFESIONAL RESPONSABLE”
¿Por qué hablar de Responsabilidad Social y
Sustentabilidad en una Comunidad
Educativa? ¿Cómo se puede abordar este
concepto empresarial desde la dinámica de
un centro educativo? Y en todo caso, ¿con
qué objetivo?
En base a estas inquietudes surge desde
Academia Argüello la idea de encarar un
programa de Responsabilidad Social
Educativa, denominado “Agenda 21”.
Convencidos que la necesidad de un
cambio de paradigma es inminente, creemos
que la escuela debe buscar y otorgar
herramientas para responder a las diversas demandas de nuestra
sociedad. Así, la implementación en Academia Argüello de este
proyecto en particular significa considerar a la organización escolar
como comunidad de aprendizaje de la que participan no sólo
docentes y alumnos, sino todos los stakeholders o grupos de interés,
tanto internos como externos (familias, personal no docente,
comunidad mediata e inmediata, gobierno, etc.) con el objetivo de
generar una mayor conciencia sobre la imperiosa necesidad de
modificar hábitos y costumbres que no contribuyen al diseño de un
futuro sustentable. En palabras de Carlos Días, se trata de “un cambio
de actitud hacia la institución, es un proceso gradual que debe
construirse desde la casa, desde la escuela y desde el entorno… para la
GESTIÓN
Por Josefina Fernández, Responsable
del Área de Agenda 21
(Responsabilidad Social Escolar) de
Academia Argüello
www.aa.edu.ar
generación de una conciencia sólida en toda la comunidad”. (Carlos
Díaz, 2008).
Desde lo práctico, “Agenda 21” introduce en Academia Argüello un
concepto de escuela más moderno y activo, el cual la sitúa como actor
protagonista del desarrollo sustentable de su comunidad local. “Una
escuela socialmente responsable será el motor de una comunidad
ampliada, que comparta las razones, los fines y las motivaciones de la
tarea común” (Yepes, 2003).
La noción que contempla este proyecto de Responsabilidad Social es
innovadora pero a la vez se suma a la apuesta que desde hace ya
varios años se trabaja en la institución con el programa “Academia
Piensa y Actúa Verde”. La inquietud y compromiso por el cuidado del
medio ambiente sigue y seguirá siendo un eje de trabajo a conciencia
en la escuela pero, a su vez, con esta nueva iniciativa, vamos más allá
de lo netamente ambiental, sumando diversos proyectos en esa misma
lógica de trabajo.
“DESDE LO PRÁCTICO, ‘AGENDA 21’ INTRODUCE EN
ACADEMIA ARGÜELLO UN CONCEPTO DE ESCUELA MÁS
MODERNO Y ACTIVO, EL CUAL LA SITÚA COMO ACTOR
PROTAGONISTA DEL DESARROLLO SUSTENTABLE DE SU
COMUNIDAD LOCAL”.
Si bien el programa “Agenda 21” se viene implementado desde 2014, es
notable ver el impacto que ya va generando en los alumnos y, por
proyección, hacia el seno de las familias. Los alumnos manifiestan
sentirse proactivos, protagonistas del cambio, agentes modificadores de
la sociedad que integran.
La noción más novedosa y desafiante de esta propuesta viene de la
mano de un trabajo en comunidad concreto y directo por parte de los
alumnos y docentes. Desde el trabajo en espacios curriculares
específicos, se diseñan proyectos que involucran a los alumnos como
“voluntarios” en acciones de impacto socio-comunitario. Dichos
proyectos surgen en primera medida desde propuestas docentes, pero
de a poco se van involucrando los demás grupos de interés -alumnos y
familias- como partes activas de este proceso, respondiendo, sin dudas,
a una lógica constructivista.
Más allá de la enseñanza de contenidos y destrezas específicas, con
“Agenda 21”, se busca el desarrollo integral del alumno, enfatizando en
la necesidad de potenciar actitudes que lo comprometan con el
progreso, desde la esfera vecinal a la global. De esta forma, buscamos
potenciar en el perfil de nuestros alumnos y egresados una formación
ciudadana y profesional responsable, desde una actitud crítica y
reflexiva. Esta búsqueda de apertura y de reconocimiento propone una
mirada inclusiva de nuestra sociedad y por lo tanto, contribuir a
promover ciudadanos socialmente responsables, capaces de convivir
en sociedades marcadas por la diversidad; una convivencia basada en
el respeto y la tolerancia. Asimismo, el programa contribuye a la
formación de personas que respondan a los nuevos requerimientos
sociales y a las formas de organización del trabajo, resultante de la
revolución tecnológica, que permitan transformarla en instrumentos que
mejoren la calidad de vida de las personas y de la sociedad (Puiggrós,
1990).
Sin lugar a dudas, los puntos mencionados comprenden un desafío que
encaramos todos los miembros activos de la sociedad. Y en Academia
Argüello estamos trabajando para que nuestros alumnos sean
protagonistas en este cambio de paradigma que nuestro planeta
necesita.
Referencias Bibliográficas:
BRUNNER, José. (1998). Globalización cultural y posmodernidad. México: FCE
BRUNNER, José. (2000). Globalización y el futuro de la educación: tendencias, desafíos
y estrategias. Seminario [en línea] < http://www.schwartzman.org.br/simon/delphi/pdf/
brunner.pdf> [fecha de consulta: 15 de octubre 2014]
DÍAZ, Carlos Alberto (2008). Educar, Hacer escuela. Tesis de grado Universidad Austral. [
en línea] < http://web.austral.edu.ar/descargas/escuela-educacion/tesis-Carlos-Albert
o-Diaz.pdf> [fecha de consulta: 20 de octubre 2014]
PUIGROSS, Adriana. (1990). América Latina. Crisis y prospectiva de la educación. Buen
os Aires: Editorial Galerna.
YEPES STORK, Ricardo. (2001) Entender el mundo de hoy: cartas a un joven estudiante.
Madrid: RIALP
Josefina Fernández
Lic. en Relaciones Internacionales (Universidad Siglo 21).
Máster en Gestión Sostenible: Medio Ambiente,
Responsabilidad Social Corporativa y Agenda 21 – Escuela
Europea de Dirección y Empresas (EUDE - Madrid).
Responsable del Área de Agenda 21 (Responsabilidad Social
Escolar) de Academia Argüello.
HACIA ALLÁ, DESDE AQUÍ
“La esperanza, como necesidad ontológica, necesita de la práctica para
volverse historia concreta”.
“Nadie llega allá partiendo de allá, sino de algún aquí”.
“La imaginación no es ejercicio de gente desconectada de la realidad, que
vive en el aire (…) por el contrario, al imaginar alguna cosa lo hacemos
condicionados por la falta de lo concreto”.
Estas tres citas son del pedagogo
brasileño Paulo Freire. Las elijo para
expresar que como personas
precisamos, quizá como nunca, de
prácticas imaginativas que nos
ayuden a promover la dignidad
humana en los tiempos que corren
y se avecinan.
Amitai Etzioni, en su libro La tercera
vía hacia una buena sociedad, plantea que “una buena sociedad es
aquella en que las personas se tratan como fines en sí mismas y no
como meros instrumentos; como totalidades personales y no como
fragmentos; como miembros de una comunidad, unidos por lazos de
afecto y compromiso mutuo, y no como empleados, comerciantes,
consumidores o, incluso, conciudadanos”. Una buena sociedad
equilibra el Estado, el mercado y la comunidad.
¿Las ideas que actualmente empujan la evolución del mundo tienen en
mente una buena sociedad? ¿Velan por la progresiva inclusión del ser
humano? ¿Consideran proteger la armonía del medio ambiente que
cobija a cualquier sociedad? Son preguntas para las que no tengo
respuestas definitivas, sólo provisorias. Y según los días, fluctuantes.
Lo que sí tengo claro es la necesidad de esperanza. De creer que
podemos ir hacia allá. Sin embargo, diría Freire, la pura espera, sin
embate, sin práctica, se vuelve espera vana. Por lo tanto, hay que
embatir.
Por José Pérez Gaudio, Director del
Colegio Universitario de Periodismo
(CUP)
www.cup.edu.ar
El Colegio Universitario de Periodismo (CUP) tiene como misión Educar
para el Bien Común. Aspiramos a que nuestras prácticas educativas se
modernicen y adapten para que siga siendo posible, en lo concreto,
caminar hacia una buena sociedad.
“En el mundo actual, casi nadie está a salvo de las innovaciones que
avanzan a ritmo desenfrenado ni de las fuerzas agresivas del mercado”,
sostienen H. Gardner, M. Csikszentmihalyi y W. Damon, en su libro Buen
trabajo, cuando ética y excelencia convergen. Gracias a los avances
de la ciencia y la tecnología, las personas hoy se vinculan de una
manera diferente con los medios de comunicación y han re-significado
su manera de informarse y entretenerse. Ello repercute en la forma de
los medios, en sus beneficios, en la cantidad de puestos de trabajo
disponibles y en los roles profesionales que hay que desempeñar. Son
épocas en que las fuerzas relevantes del campo sacuden la profesión.
Dos grupos de interés, que antes tenían un papel mínimo, ahora tienen
un papel sobresaliente. Por un lado, los propietarios de las empresas de
comunicación. Por el otro, las audiencias, que ahora indican
pujantemente cuáles son sus preferencias. “Ningún reino profesional
(por ejemplo el periodismo) puede funcionar indefinidamente si se
opone a las exigencias de esos grupos de interés”, sostienen Gardner,
Csikszentmihalyi y Damon.
Simultáneamente, las personas que hoy formamos están cambiando.
Aprenden de una manera diferente. Están presentes de una manera
diferente. Como predican dos creativos economistas suecos, Jonas
Ridderstrale y Kjell Nordstrom, en su libro Funky Business: “Lo que es, es. La
diversidad no es buena ni mala, simplemente es”. Tenemos que asumir y
trabajar desde esta diversidad. Tenemos que amarla si aspiramos a
seguir siendo útiles en nuestra función social.
Es desde todos “estos aquí” que podremos caminar hacia “allá”.
Por eso, desde nuestra perspectiva como Escuela, una gestión
responsable orientada a la sustentabilidad amerita, primero, defender el
propósito de re-crearnos, más que nunca en los tiempos de hoy, hacia
una buena sociedad. También amerita no quejarnos sobre si algunos
hábitos, usos y costumbres ya no son lo que fueron. Si la nostalgia nos
inunda, nos detiene. Precisamos innovar, diseñar formas de saltar
obstáculos.
Para ello estamos revisando nuestras prácticas pedagógicas. Y estamos
procurando movilizar el talento de nuestros profesores a través de
espacios sistemáticos de discusión y formación. Explorando
posibilidades, por ejemplo, hemos creado un grupo en Facebook que
se llama “CUP APRENDE”. Lo pensamos para pensar con los profesores.
Aspiramos a dialogar y generar con ellos un flujo y colección de ideas.
Con curiosidad de aprendices estamos probando a través de este
canal.
“… UNA GESTIÓN RESPONSABLE ORIENTADA A LA
SUSTENTABILIDAD AMERITA, PRIMERO, DEFENDER EL PROPÓSITO
DE RE-CREARNOS, MÁS QUE NUNCA EN LOS TIEMPOS DE HOY,
HACIA UNA BUENA SOCIEDAD”.
También estamos re-pensando y promoviendo nuevas prácticas
profesionalizantes las que, a través de vínculos con organizaciones de
trayectoria y testimonio, nos aproximen como profesores y estudiantes a
realidades complejas, difíciles, estructurales, como por ejemplo, las de la
pobreza y la discapacidad. Así, estamos trabajando con TECHO, LA
LUCIERNAGA, MANOS ABIERTAS y APADIM, entre otras; y estamos
aprendiendo a co-crear con ellas prácticas audiovisuales, radiales,
gráficas, digitales, de comunicación institucional, e incluso de gestión
intra-institucional, que pretenden aproximarnos, re-significarnos,
desarrollar empatía y construir puentes hacia círculos virtuosos.
Los jóvenes estudiantes de hoy son los adultos profesionales de mañana.
Muchos tendrán influencia directa en la opinión pública y podrán
movilizar un pensamiento crítico. Su sensibilidad ética está intacta. Y a
través de nuevas pedagogías, nuevos entornos de aprendizaje y
prácticas más significativas, dará fruto. Esa es nuestra esperanza. Y
también la de ellos.
“La educación no cambia el mundo,
cambia a las personas que van a cambiar el mundo”.
(Paulo Freire)
José Pérez Gaudio
Director del Colegio Universitario de Periodismo (CUP). EMBA,
IAE Business School.
EDUCAR PARA EL DESARROLLO
SOSTENIBLE
Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible (DEDS)
Ante la grave situación de pobreza, violencia, inequidad y agotamiento de los recursos naturales, la ONU proclamó el Decenio de la Educación para el Desarrollo
Sostenible, 2005-2014 (DEDS). Su objetivo es integrar los principios, valores y prácticas
del Desarrollo Sostenible en todos los aspectos de la educación y el aprendizaje, con
el objetivo de fomentar cambios de comportamiento necesarios para preservar en el
futuro la integridad del medio ambiente y la viabilidad de la economía, y para que las
generaciones actuales y venideras gocen de justicia social. La educación por sí sola
no será suficiente para lograr un futuro más sostenible, sin embargo, sin la educación y
el aprendizaje para el desarrollo sostenible, no podremos lograr esta meta.
Culminada la década destinada a
impulsar el Desarrollo Sostenible en la
Educación y el Aprendizaje; se
advierten algunas fisuras importantes
en los objetivos que mediarían para
su logro, determinando la fidelidad
en el alcance del mismo, de acuerdo
a tales principios.
Es justo y honesto expresar que todo
proyecto comprometido y
responsable es alcanzable en la medida que se vinculen
conscientemente las diferentes dimensiones que lo involucran,
facilitando y otorgándole su propia forma y dirección.
Por Patricia Cucco, Presidenta de
Fundación Cervantes
www.cervantes.edu.ar
Édgar G. Gaudiano1 sostiene que tanto en la educación ambiental
como en la educación para el desarrollo sustentable, en el campo
pedagógico, coexisten diversos discursos y opiniones de especialistas de
las ciencias sociales, humanas, naturales y exactas, al igual que una
diversidad de sujetos con actividades y creencias distintas.
Siguiendo su formulación, es impensable imaginar las instituciones
generadoras de conocimientos aisladas del contexto donde éstas
interactúan. En ellas es donde principalmente se hace propicia la
simultaneidad de espacios comprometidos hacia el logro de una
“educación equitativa y justa”: académicos, de investigación,
ambientales, económicos, filosóficos–políticos y sociales, entre tantos
otros.
Asimismo, la “Educación Sustentable” es y será posible si a través de ella
se permiten germinar espacios de conocimientos dinámicos y abiertos,
propiciando la reflexión y el desarrollo del pensamiento crítico. De este
modo la sustentabilidad será un hábito, integrado a las costumbres, la
cultura y se transmitirá como tal, de manera natural, no como un tema
excepcional y entre comillas.
Esta mirada analítica ante la reciente proclamación hecha por la
UNESCO, no pretende ser desesperanzadora ni fatídica, si bien no
satisfizo totalmente las expectativas planteadas. Es reconocible que
brindó el espacio suficiente para discutir y poner sobre el tapete algunos
de los aspectos que motorizaron dicha declaratoria, al mismo tiempo
que cuestionaron ciertos fundamentos y viabilidad, calificando el
escenario general de los problemas y condición social en los que se
encuentran gran parte de la población mundial.
Esto puede entenderse desde la perspectiva que es muy poco viable
avanzar en aspectos de prosperidad, garantizando el desarrollo
humano y permitiendo su exploración desde sus diversas magnitudes,
olvidándonos de la propia libertad y dignidad del mismo.
“(…) LA ‘EDUCACIÓN SUSTENTABLE’ ES Y SERÁ POSIBLE SI A
TRAVÉS DE ELLA SE PERMITEN GERMINAR ESPACIOS DE
CONOCIMIENTOS DINÁMICOS Y ABIERTOS, PROPICIANDO LA
REFLEXIÓN Y EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO CRÍTICO”.
El advenimiento de la globalización vinculado a este tema no ha
colaborado fortuitamente, si bien ha sido favorecedor en determinados
1 (2010) Con Esthela Gutiérrez Garza. De las teorías del desarrollo al desarrollo
sustentable. Construcción de un enfoque multidisciplinario. México, Siglo XXI-UANL.
ISBN: 978-607-03-0143-8.
aspectos económicos, y para ciertas regiones del mundo, esto no ha
resultado ni distributivo ni mucho menos equitativo.
En la era del conocimiento, la educación, la transmisión y su
producción, sufrieron modificaciones paradigmáticas fundamentales;
comprendamos que el movimiento e impacto de una agenda
económica global y el de una agenda educativa se producen a
destiempo creando por segundos brechas insoslayables. Graficándolo,
se hace difícil imaginar un contexto altamente globalizado, dinamizado
y mercantilizado, impactando de manera determinante en todas las
áreas educativas posibles y viables, como la de las instituciones, los
docentes, no docentes, alumnado y familias, todos debiéndose
aggiornar a ritmo y consecuencia de esta vertiginosa corrida.
¿Existe una Educación Sustentable?
Es el momento más apropiado para que la educación examine con
especial atención el modo de contribuir a mejorar las perspectivas de
equidad y paz en el mundo. La educación desempeña un papel clave
en el desarrollo social y humano de los países.
En este punto, es urgente recobrar la identidad, por lo tanto es
necesario retomar la concepción de aldeas globales, en una insistencia
de conservación de lo individual, lo regional, lo socio-cultural legado.
Allí como asidero de pertenencia y revalorización del ser.
Un hacer colaborativo, de ejecución transversal y esfuerzos
incorporados. La educación puede ser naturalmente la cuna de una
red responsable, garantizando su perdurabilidad en el tiempo, sólo
conservando sus más íntimos rasgos identitarios, no todos somos iguales,
ni deberíamos serlo, esa es la mayor riqueza que tiene el mundo.
El desafío, como en todos los sectores, es establecer discretamente un
orden social mayor, olvidando los individuales.
“LA EDUCACIÓN DESEMPEÑA UN PAPEL CLAVE EN EL
DESARROLLO SOCIAL Y HUMANO DE LOS PAÍSES”.
Si la educación transforma, acerca y se distribuye equitativamente,
siempre será “deseada y preciada”, incorporándose a todos los
ciudadanos por el sólo hecho de otorgarle a los mismos la capacidad
de conservar el valor de la dignidad, la autonomía de pensamiento, y
la libertad de decisión. Todas virtudes que sólo germinan con el
conocimiento.
El concepto del desarrollo sostenible y de educación para el desarrollo
sostenible varía de un lugar a otro del planeta y de una cultura a otra,
dependiendo de las características propias de cada región y de cada
comunidad, de sus procesos históricos y de las particularidades de su
ambiente. De manera que este concepto deberá surgir desde los
rasgos de cada lugar, que se fundará en la insatisfacción de
necesidades básicas como la salud, la educación, el desempleo, la
pobreza, entre otros, desde los saberes ancestrales y desde la propia
heterogeneidad entre los países y entre los pueblos al interior de los
países.
El reto, como dice María Novo2,”es trabajar en un enfoque educativo
que ayude a las personas a entender las interacciones globales del
planeta, orientado a un compromiso de acción directa en su entorno”.
Una Educación para un Desarrollo Sostenible que permita a todos
integrarse feliz y eficazmente a las sociedades en que vivan y que
permita tomar clara conciencia de los problemas que aquejan al
mundo, como la pobreza, la desigualdad, la inequidad y la violencia.
No habrá paz mientras haya excluidos, sometidos, discriminados y habrá
excluidos mientras no logremos una EDUCACIÓN DE CALIDAD PARA
TODOS.
2 NOVO M. 1998. Educación ambiental. Bases éticas, conceptuales y metodológicas.
Patricia Cucco
Presidente de Fundación Cervantes, Miembro del Instituto
Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE)
“Promoción y difusión del concepto y la práctica de la
Responsabilidad Social Empresaria”, impulsando el desarrollo
sustentable de Argentina. Licenciada en Administradora de
Empresas. Autora de artículos relacionados a la RSE-RSU,
buenas prácticas y desarrollo sustentable.
LA ÉTICA Y LA SUSTENTABILIDAD EN
LA EDUCACIÓN DE LOS JÓVENES
UNIVERSITARIOS
En distintos momentos, todos los
profesores nos hacemos la pregunta
sobre qué temas son los más importantes
para compartir, analizar y reflexionar con
nuestros alumnos en función a su
formación profesional y a lo que a ellos y
a otros les va a servir; buscando ayudar
a construir una vida íntegra, donde no
prime una dicotomía entre lo personal y
lo laboral, como si hablásemos de dos
personas en una.
¿Pueden la ética y la sustentabilidad
integrarse? Creemos que sí y que son dos temas esenciales a la hora de
pensar los planes de estudio de los alumnos universitarios. ¿Existe alguna
decisión de la persona que pueda aislarse del campo de la ética?
Pareciera ser, que hasta la más técnica de todas las decisiones, tiene
siempre una implicancia ética: otras personas, el medio ambiente, la
sociedad… siempre serán los receptores de lo que decidimos hacer o
no hacer, obrando bien u obrando mal.
Ahora bien, muchas veces hay acuerdo en lo anterior, pero surgen
nuevas preguntas: ¿Qué es la ética y qué relación tiene con la
Responsabilidad Social y la Sustentabilidad? ¿Podemos pensar en
principios que sean comprendidos y aceptados por una gran mayoría
que acuerdan en la construcción del bien común?
Quizás encontremos una oportunidad al desempolvar un principio que
se origina más allá de la era cristiana y que nos llega a nuestros días
como la “Regla de Oro de la Ética”: Hacer y no hacer a los demás, lo
que deseamos que ellos hagan y no hagan por nosotros.
Por Damián Arturo Hernández,
Coordinador de la Facultad de
Ciencias Económicas de la Universidad
FASTA en Bariloche
www.ufasta.edu.ar
“¿PUEDEN LA ÉTICA Y LA SUSTENTABILIDAD INTEGRARSE?
CREEMOS QUE SÍ Y QUE SON DOS TEMAS ESENCIALES A LA
HORA DE PENSAR LOS PLANES DE ESTUDIO DE LOS ALUMNOS
UNIVERSITARIOS”.
Seguramente lo habíamos escuchado y tal vez muchos se hayan
detenido a tratar de entender y vivir esta regla de oro. ¿Podemos
repensarla y tratar de aplicarla en nuestra red de relaciones? ¿Qué nos
implicaría desarrollar nuestros programas de Responsabilidad Social y
Sustentabilidad desde esta cosmovisión? ¿Cuál sería el impacto en
todos aquellos con los cuales nos vinculamos?
Ya Peter Drucker nos decía en su libro La Gerencia: “En una sociedad
enferma no pueden existir empresas, universidades y hospitales sanos. La
existencia de una sociedad sana concuerda con el interés propio de la
administración, incluso si la causa de la enfermedad social nada tiene
que ver con las actividades de la empresa”.3
Queriendo hacer un aporte que nos permita aproximarnos a la sabiduría
que contiene la regla de oro, la Universidad FASTA tiene en todos sus
planes de estudio la asignatura Ética y Deontología Profesional, en la
cual se incluyen los temas de Responsabilidad Social y Sustentabilidad,
entendiendo que éstos, son una expresión de una ética aplicada y una
actual y necesaria herramienta para un desarrollo profesional empático
y solidario.
3 P. Drucker, La Gerencia, Cap. 25, Ed. El Ateneo, 1975.
Damián Arturo Hernández
Licenciado en Administración. Prof. Superior en Ciencias
Económicas. Estudios de posgrado en Responsabilidad
Social Empresarial (UBA-Programa Iberoamericano de
Formación de Formadores en RSE); Ética, Capital Social y
Desarrollo en la Universidad (Departamento de Desarrollo
Humano– OEA-); Doctrina Social de la Iglesia (UCA -
Universidad Lateranense). Coordinador de la Facultad de
Ciencias Económicas de la Universidad FASTA en Bariloche.
Coordinador del Certamen Juvenil de Gestión “Esperanza
de Desarrollo”. Profesor universitario en la Universidad FASTA,
en el Instituto Universitario de GNA y en la Universidad
Nacional de Río Negro.
RESPONSABILIDAD SOCIAL: De las
Empresas a las Universidades
Cada día se habla más sobre la
Responsabilidad Social Empresarial
(RSE), también conocida como
Responsabilidad Social Corporativa
(RSC). Sin embargo, al parecer, aún no
se ha llegado a un acuerdo sobre su
significado en el sentido amplio. Así
como hay quienes la confunden con
filantropía, la cual tiene en sí su valor
pero no es responsabilidad social,
también escuchamos el caso de
quienes piensan que con cumplir la ley ya han hecho lo que les
corresponde. ¿Y si las leyes son injustas? Es como aceptar que lo legal es
lo justo.
La RSE puede concebirse, según el Libro Verde de la Unión Europea,
como la contribución activa y voluntaria en el mejoramiento
económico, social y ambiental. Esto abarca un conjunto de prácticas,
estrategias y sistemas de gestión para alinear el comportamiento
económico, social y medioambiental de las empresas y organizaciones
en general. Ser socialmente responsable es ir más allá de meramente
cumplir las leyes, invirtiendo más en el capital humano, preservar el
entorno y tener mejores tratos con los interlocutores. La responsabilidad
social es la base del desarrollo sustentable. No hay otra manera de ser,
que ser socialmente responsable.
En mis investigaciones en empresas mexicanas he observado que ser
socialmente responsable no lleva directamente a tener más ventas, por
ESCENARIOS Y TENDENCIAS
Por Francisco Gerardo Barroso Tanoira,
Profesor investigador en la División de
Negocios de la Universidad Anáhuac
Mayab
www.anahuacmayab.mx
lo que no debe verse como una estrategia de mercadotecnia o de
publicidad. Y aunque los clientes compran por diversas razones (no
precisamente porque el negocio sea socialmente responsable), el no
ser socialmente responsable sí aleja a los clientes. Desde este punto de
vista, ser socialmente responsable no necesariamente incrementa las
ganancias, pero no serlo garantiza una salida rápida del mercado. Es un
deber ser de las empresas y de cualquier organización, por lo que debe
provenir de la misión de la empresa.
En la educación superior, la responsabilidad social es uno de los pilares
que hacen de la universidad una organización sustentable, más ética y
transparente, lo que incluye ir más allá del cumplimiento de leyes
laborales, manuales didácticos y programas de estudio. Los cuatro
ámbitos del CEMEFI para las empresas son aplicables a las instituciones
educativas, pero con las consecuentes adaptaciones:
1) Mejorar la calidad de vida del personal, con prestaciones justas,
planes de desarrollo, ambiente adecuado y condiciones de trabajo
adecuadas;
2) Preservar el entorno a través del fomento de una cultura de cuidado
ambiental comenzando desde las autoridades escolares, pasando por
los profesores, el personal y continuando en los alumnos y la comunidad;
3) Trato ético con todos los involucrados, lo que implica un manejo
transparente de las finanzas, ascensos justos y distribución equitativa del
poder, y
4) Contribuir con el mejoramiento de la localidad en que opere la
institución más allá de la filantropía y de proyectos sociales asistenciales.
La universidad debe cumplir los cuatro ámbitos al mismo tiempo, ya que
de otra manera solo estará realizando acciones de compromiso social,
pero no será socialmente responsable en el sentido amplio del
concepto.
“EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR, LA RESPONSABILIDAD SOCIAL
ES UNO DE LOS PILARES QUE HACEN DE LA UNIVERSIDAD UNA
ORGANIZACIÓN SUSTENTABLE, MÁS ÉTICA Y TRANSPARENTE…”
Cabe mencionar que estos cuatro ámbitos se relacionan con los cuatro
ejes de Vallaeys, De la Cruz y Sasia: (1) campus responsable, que
abarca los cuatro ámbitos del CEMEFI de manera general; (2) formación
profesional y ciudadana, que es la respuesta educativa específica al
ámbito 3 del CEMEFI; (3) gestión social del conocimiento, que
específicamente se refiere a poner la investigación y extensión para
transferir el conocimiento y mejorar el desarrollo de la región, y (4)
participación social, que se refiere a formar profesionales no en
cantidad, sino con calidad para ser agentes de cambio social. Todo
esto contribuye a lograr la misión que deben tener las universidades:
formar líderes de acción positiva que, a través de un profundo
compromiso social basado en la dignidad de la persona y el auténtico
desarrollo humano, transformen la sociedad. Las universidades, por
consiguiente, no deben ser vistas como lugares de enseñanza sino
como centros de desarrollo, es decir, como lugares en que el
conocimiento y la oportunidad se encuentren. Sin embargo, la única
forma para lograrlo de manera sustentable es a través de la
responsabilidad social. La responsabilidad social es un deber de cada
institución y, por supuesto, un actuar en valores, es decir, una filosofía. Si
no está conectada al corazón de la universidad, no será
responsabilidad social.
En mis estudios he observado que las principales razones por las que los
alumnos no se involucran en acciones de responsabilidad social es por
la falta de ejemplo de las autoridades y del personal de la institución, la
falta de acciones conjuntas con otras instituciones, la inexistencia de
planes para cuidado ambiental, la falta de proyectos y actividades
para el mejoramiento de la sociedad, así como una poco productiva
relación con el Gobierno. Esto sucede de manera similar en las
empresas.
“LA RESPONSABILIDAD SOCIAL ES UN DEBER DE CADA
INSTITUCIÓN Y, POR SUPUESTO, UN ACTUAR EN VALORES, ES
DECIR, UNA FILOSOFÍA. SI NO ESTÁ CONECTADA AL CORAZÓN
DE LA UNIVERSIDAD, NO SERÁ RESPONSABILIDAD SOCIAL”.
Como último punto, quisiera comentar que la tendencia actual de la
responsabilidad social es que sea rentable. ¡Si!...como lo está leyendo.
Se trata de ayudar a otros a ayudarse a sí mismos, como en el caso de
diversas empresas que desarrollan proyectos para producción de café
en regiones pobres en que ayudan al campesino a organizarse, lo
capacitan y le compran sus cosechas, ayudándole a reinvertir su dinero
en el aumento de la eficiencia a través del uso de nuevas tecnologías.
O bien, empresas que ayudan a micro y pequeños empresarios a formar
cadenas productivas que vendan productos o den servicio a otras. Esto
es avalado por los diversos estudios de C.K. Prahalad, así como los de
Mutis y Ricart, entre otros.
Los desafíos son muchos. Desde la cultura tradicional en la que se busca
la ganancia máxima, inclusive a costo de la dignidad humana, hasta
aquellos casos en que simplemente se toma la responsabilidad social
como una estrategia mercadológica. Sin embargo, los beneficios por
ser socialmente responsable sobrepasan en mucho los problemas. Pero
recuerde… no es una receta. Ser socialmente responsable no es una
estrategia de marketing… es una filosofía de vida. No ser socialmente
responsable es el camino más corto al fracaso educativo y, por ende, al
empresarial. ¿Qué opina al respecto?
Francisco Gerardo Barroso Tanoira
Doctor en Ciencias Administrativas. Máster en Gestión
Socioeconómica y Maestro en Filosofía por la Universidad del
Mayab (Universidad Anáhuac Mayab). Maestro en
Administración, Especialista en Docencia e Ingeniero Civil
por la Universidad Autónoma de Yucatán, México. Profesor
investigador en la División de Negocios de la Universidad
Anáhuac Mayab. Es miembro del Sistema Nacional de
Investigadores del CONACYT en México. Académico
certificado por la ANFECA. Obtuvo diversos premios
internacionales como el International Best of Regions (2015) y
el Teaching Excellence Award (2012), Región América
Latina, de la Accreditation Council for Business Schools and
Programs (ACBSP) y el Moment of the Truth Award (1997),
otorgado por ACE Hardware Corporation, y premios
nacionales como el Reconocimiento Arturo Elizundia Charles
al Mérito Académico (ANFECA, 2014) y el Premio Gestión
Pública Campeche 2013. Publicó libros, artículos científicos y
de divulgación en revistas internacionales y nacionales.
LA GERENCIA RESPONSABLE DE LAS
ORGANIZACIONES: Un factor
Estratégico para el Desarrollo
Sostenible
En el mundo académico y social, se
ha posicionado el debate en torno
a la responsabilidad social que le
compete a las organizaciones, lo
que es plenamente explicable, ya
que ellas no pueden desconocer su
papel en las soluciones de las
grandes problemáticas que se
presentan en las dimensiones
locales y globales. Para entender a
cabalidad el punto de vista que se
defiende en esta columna, es necesario aclarar que se empleará el
concepto de “gerencia responsable” y no el de “responsabilidad
social”, ya que este último invisibiliza el concepto que se desea
enfatizar: el de gerencia. Igualmente se critica que los ciudadanos le
suelan exigir a las organizaciones empresariales que demuestren una
gerencia responsable con todos sus grupos de interés, pero esta
exigencia no se la hacen con igual fuerza a las organizaciones sociales,
educativas o sectoriales, abriendo de esta manera una peligrosa puerta
para que éstas incurran en algunas irresponsabilidades.
Es fundamental que todas las organizaciones, independientemente de
su naturaleza, entiendan que la gerencia actual tiene dos escenarios
legitimadores: el primero, el de lograr la sostenibilidad organizacional
pero en sintonía con la sostenibilidad social, ambiental, económica y
cultural. De no hacerlo así, sería un suicidio para las propias
DESTACADOS
Por Nicolás Fernando Molina Sáenz,
Profesor e investigador de la Facultad de
Administración de la Universidad Pontificia
Bolivariana
www.upb.edu.co
nicolas.molina@upb.edu.co
organizaciones el lograr sus propios objetivos atentando contra
cualquiera de las cuatro últimas; y el segundo, el de implementar la
innovación en cada uno de sus procesos como medio para asegurar
productos y servicios sostenibles y que además lleguen a un creciente
número de clientes y usuarios.
Al momento de reflexionar sobre la gerencia responsable que deben
realizar las organizaciones no se debe perder de vista las siguientes
consideraciones: Un gran número de ellas están generando grandes
expectativas en sus grupos de interés, puesto que están declarando
libremente que tienen como uno de sus objetivos misionales el contribuir
al bienestar integral colectivo. En un acto de justicia, no se puede
desconocer que gracias a la innovación que ellas han realizado, la
humanidad cuenta con una serie de productos y servicios que han
mejorado nuestra calidad de vida; pero para que el acto de justicia sea
completo, también hay consignar que algunas de sus acciones han
generado unos impactos negativos, lo que hace que ellas sean
cuestionadas y evaluadas por toda la sociedad.
¿Cuál es el retorno para las organizaciones que evidencien una
gerencia responsable?: Asegurar la legitimidad que las muestra como
necesarias para el territorio en el que hacen presencia; impactar su
reputación, en el sentido más integral del concepto, frente a los grupos
de interés; ser merecedoras de la confianza por parte de las
organizaciones que han implementado programas de gestión de
proveedores y desde los cuales se busca relacionarse con las
organizaciones que también evidencien un comportamiento
responsable; ser coherentes, ya que si desde sus misiones están
declarando objetivos de sostenibilidad, los deben cumplir plenamente;
blindarse frente a múltiples riesgos como multas, sanciones sociales,
pérdida de usuarios o clientes, y un alto número de rotaciones o
ausentismo de sus empleados debido a pésimos ambientes sociales y
físicos.
Después de las anteriores consideraciones, es obligada la pregunta de
cuáles deben ser los impactos últimos de las gerencias responsables de
todas las organizaciones que hacen presencia en un territorio. Son dos
los impactos: el primero, contribuir a la generación y fortalecimiento de
las libertades y capacidades que hacen posible el desarrollo humano y
sostenible; y el segundo, que en el ejercicio de sus gerencias cuiden a
las personas, al planeta, a las cosas, a la ciudad y por supuesto, a las
propias organizaciones. Cuando logran estos dos impactos, están
garantizando su propia sostenibilidad, puesto que un aprendizaje valioso
es que las organizaciones están amenazadas cuando en sus territorios se
presentan problemas sociales y ambientales graves. En consecuencia,
implementar gerencias responsables garantiza la viabilidad social,
ambiental y económica que a su vez garantiza la viabilidad
organizacional.
Las organizaciones pueden fortalecer sus gerencias responsables con
acciones como las siguientes: desde un acto de humildad, comprender
que la tarea de generar y cuidar el desarrollo sostenible desborda a una
sola organización, que cada una de manera individual no lo podrá
hacer. Por lo tanto, desde un trabajo en red, se deben convocar para
que en un clima de confianza generen alianzas que les permita alinear
esfuerzos para iniciar y consolidar territorios socialmente responsables en
los que sea posible todas las formas de sostenibilidad; que diseñen e
implementen estrategias sostenibles que estén enmarcadas en los
cambios y exigencias sociales, económicas, ambientales y tecnológicas
que caracterizan al mundo actual; que establezcan una comunicación
permanente con sus grupos de interés para conocer sus expectativas y
reclamos sobre su ejercicio gerencial; que participen en la construcción
y realización de una visión compartida de territorio en el que el
desarrollo sostenible sea un derecho y una vivencia cotidiana.
“…IMPLEMENTAR GERENCIAS RESPONSABLES GARANTIZA LA
VIABILIDAD SOCIAL, AMBIENTAL Y ECONÓMICA QUE A SU VEZ
GARANTIZA LA VIABILIDAD ORGANIZACIONAL”.
Es oportuno aclarar que son muchas las organizaciones que en todos los
sectores ya implementan una gerencia responsable y en consecuencia
desencadenan impactos positivos en lo social, económico y ambiental,
pero incomprensiblemente no realizan algunas de las acciones mínimas
que deben hacer: elaborar las memorias de sostenibilidad o reportes de
responsabilidad social según indicadores reconocidos como los del
Global Reporting Initiative (GRI); adherirse formalmente a iniciativas
mundiales como el Pacto Global liderado por las Naciones Unidas;
alinear su gestión con referentes internacionales como la ISO 26000 o la
Agenda de desarrollo post 2015 que hizo su aparición en el mes de
septiembre de este año.
Las organizaciones deben comprender que las anteriores acciones no
son un lujo, sino acciones estratégicas que se convierten en una
ventana a través de las cuales pueden ser reconocidas y valoradas por
parte de la sociedad en general. Además, que si ellas no comunican el
bien que hacen desde una gerencia responsable corren el riesgo que
otros lo comuniquen por ella y no de la mejor manera.
Si hoy no somos responsables, no habrá un mañana.
Nicolás Fernando Molina Sáenz
Ph.D. del Programa de Paz, Conflictos y Democracia del
Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad
de Granada, España. Profesor e investigador de la Facultad
de Administración adscrita a la Escuela de Economía,
Administración y Negocios de la Universidad Pontificia
Bolivariana de la ciudad de Medellín, Colombia. Es
integrante del Comité Técnico del Centro de Pensamiento
Social (Andi, Comfama, Sura, Isa y Proantioquia).
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Responsabilidad Social Empresarial como Plataforma del
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La Responsabilidad Social Universitaria (RSU). Consejo Social de la
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UNESCO
Instituto para la Educación Superior en América Latina y el
Caribe (IESALC)
Observatorio de Responsabilidad Social para América Latina y
el Caribe (ORSALC)
Responsabilidad Social Universitaria. Consejos Sociales de
Universidades Públicas
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