este volumen de las obras completas de ramón del valle-inclán,
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Este volumen de las Obras Completas de Ramón del Valle-Inclán,primerode losqueacogen laprosanarrativayensayísticadelescritor,estáintegradoporlasobrasqueconformanlanarrativabrevedelautor,en las ediciones que se indican a continuación: Femeninas (Seishistorias amorosas),Epitalamio (Historia de amores), Corte de Amor:Florilegio de honestas y nobles damas, Jardín Umbrío. Historias desantos: dealmasenpena: deduendes y ladrones yLaCara deDios,noveladefolletínbasadaenelcélebredramadeDonCarlosArniches.
RamónMaríadelValle-Inclán
Obrascompletas,INarrativa
ePubr1.0Titivillus24.08.17
RamónMaríadelValle-Inclán,2017
Editordigital:TitivillusePubbaser1.2
INTRODUCCIÓN
EDITARAVALLE-INCLÁN:HACIASUSOBRASCOMPLETAS
SibienesverdadqueenlasdosúltimasdécadassehanproducidoavancesrelacionadosconladifusióndelaobraliterariadeRamóndelValle-Inclán,noloesmenosqueunasimpleaproximacióncuantitativaalatrayectorialiterariadelescritor nos revela lagunas en una tarea editorial que requieremayor empeñoparaalcanzarlapublicacióndeedicionesfiablesdelaobradelescritor[1].Dichoenotrostérminos,entre1895y1936Valle-Inclánpublicóenformatolibroalgomás de 60 títulos originales (SerranoAlonso y JuanBolufer, 1995; J. y J delValle-Inclán,1995),deloscualescasilamitaddeelloshacumplidoelsiglodevida[2]:Femeninas(1895),Epitalamio(1897),Cenizas(1899),LaCaradeDios[1900],Cortedeamor(1903),Jardínumbrío/Jardínnovelesco(1903-1905),lascuatroSonatas(1902-1905),FlordeSantidad(1904),ElMarquésdeBradomín(1907), Aromas de leyenda (1907), la trilogía de La Guerra Carlista (1908-1909),dosdesustresComediasBárbaras(ÁguiladeBlasón,1907yRomancedeLobos,1908),UnaTertuliadeAntaño(1909),CuentodeAbril(1910),Vocesde Gesta (1912), La Marquesa Rosalinda (1913), El Embrujado (1913), LaCabezadelDragón(1914),LaLámparaMaravillosa(1916)yLaMediaNoche(1917).
Estaprolijaenumeraciónpretendemostrarunasituaciónqueresultauntantoparadójicadesdeelpuntodevistaeditorial,sipensamosquesolamentediezdelas veintiséis obras nombradas han sido objeto de una edición crítica conposterioridad a 1936, proporción que se incrementa ligeramente si hacemosextensivalaevaluaciónalatotalidaddelasobrasqueValle-Incláneditósueltas,agrupadasentrilogíasotetralogíasorecogióselectivamenteensuOperaomnia(1913-1933).Yentodosloscasosllevanelmismoselloeditorial—laantiguaydesde1990renovadacolecciónClásicosCastellanosdeEspasa-Calpe—,cuyos
títulos y editores vale la pena recordar:TiranoBanderas yLuces de Bohemia(Zamora Vicente), La Guerra Carlista (Alonso Seoane), Divinas Palabras(Iglesias Feijoo),Martes de Carnaval (Ricardo Senabre), Águila de Blasón,RomancedeLobosyCaradePlata (AntónRisco),Retablode laAvaricia, laLujuriaylaMuerte(RubioJiménez),TabladodeMarionetasparaEducacióndePríncipes (JorgeUrrutia)ySonatadePrimavera (ElianeLavaud),a lasquesesumalaedicióndeFemeninas,deJoaquíndelValle-InclányFlordeSantidad,deDíezTaboada(Ed.Cátedra).
Aestasedicionescríticashayqueañadir lasdivulgativasencoleccionesdeamplia tirada: entre 1937 y 1943, la edición de la obra valleinclaniana corrióesencialmente a cargo de la veterana colecciónAustral, que publica el primertítulodelescritoren1937(TiranoBanderas),ylaargentinaLosada,quedioalaestampa en 1938 Sonata de Otoño y Sonata de Invierno, que continuaríahaciéndolo hasta finales de los años 50, en que a ellas se sumaría la españolaRúa Nueva, a la que me voy a referir en seguida. Asimismo, contamos conalgunas ediciones sueltas en otras editoriales (vgr. Alianza Editorial, Taurus,Cátedra,PlazayJanésoCarismaLibros…).Enningúncasosehaconseguidoalcanzar lacifraquehemosestimadocorresponderíaa la totalidaddelasobrasoriginalesdeValle-Inclánpublicadasenlibreríaoencoleccionespopulares.
Reservo el último lugar de nuestro repaso a los intentos de reunir la obracompleta del escritor, cuyo precedente más lejano es el propio proyectovalleinclaniano,quesematerializóenunaselectivaOperaomnia,editadaentre1913 y 1933 (ver infra). Por otra parte, los primeros intentos de compilar elconjunto de la obra de Valle post mortem los inicia la editorial Rúa Nova-Rivadeneyra (1944), con un diseño que es una réplica de la Opera omniavalleinclaniana, y que tuvo continuidad—con un corpus más amplio— en laeditorial Plenitud (1952, 2ª ed. y 1954, 3ª ed.), si bien en ningún caso soncompletas.Muyposteriorhasidoel intentodela«BibliotecaValle-Inclán»delCírculo de Lectores, dirigida por Zamora Vicente, que reunió en 25 tomos(1990-1992)buenapartedelaobravalleinclaniana.
El proyecto más reciente (2002) acoge las obras del escritor en dos vols.Prosa(I)yTeatro.Poesía.Varia(II),elprimerodeloscualessereeditódespuéscomo Narrativa completa (2010). Ninguna de estas amplias compilacionespretende ser una edición crítica, tarea que es inabarcable individualmente porrazones que se harán patentes al completar este panorama, que rescato
parcialmentedeuntrabajoprevio(SantosZas,2013:271-308).Se han apuntado como justificación de esta situación editorial factores de
carácterextraliterarioyotrospropiamenteliterarios.Esunhechobienconocidoque la publicación de la obra del escritor gallego se ha vinculado a Espasa-Calpe, que ha tenido prácticamente la exclusiva, lo que explicaría la prácticaausencia hasta la fecha de las obras valleinclanianas en otras empresas. Sinembargo,esnecesarioseñalarquelaeditorialmadrileñaemprendióen1990unencomiable proyecto de ediciones críticas, que se frustró 10 años después deiniciarse, conun saldoque, pese a la excelenciade algunosde sus resultados,sigue siendo insuficiente, si pensamos queValle-Inclán es un escritor a quienhoy nadie niega la categoría de «clásico», ni se le regatea su innovadoraaportaciónliterarianilavigenciadesuobra,sindudalamásvigorosadecuantasprodujeronsuscompañerosdeandaduraliteraria.
Ello nos induce a pensar que existen otros factores, de orden propiamenteliterario, que podrían explicar en cierta medida el fracaso de ese proyectoeditorial.Merefiero,enconcreto,alcomplejosistemadeescrituraypublicacióndeValle,másdeunavezseñaladoporlacrítica,quedificultaconsiderablementepoder alcanzar lameta de estas ediciones críticas, si necesarias en el caso decualquierautor,imprescindibleseneldeValle-Inclánparaelestudiorigurosodesu obra, precisamente porque su propio sistema de escritura y publicacióndeterminalaexistenciadecomplejasgénesistextualesyedicionessucesivasdeuna misma obra, que presentan notables variantes entre sí, que tienensignificativasrepercusionesestilísticas,semánticasoestructurales.
Abordar, pues, la particular problemática editorial del escritor, que integraunacomplejaydispersasumadetestimoniosimpresos,yapuntarsusestrategiasde escritura y publicación comporta, como paso previo, realizar una rápidaaproximación al corpus valleinclaniano, ciñéndonos a la obra de creaciónpropiamente dicha (se prescinde aquí de prólogos a obras propias y ajenas,artículos, conferencias, etc.), de cuya edición él mismo fue a menudo gestor(Joaquín del Valle-Inclán, 2006), papel que no es soslayable a nuestros fines.Excluimos de este somero balance el recientemente recuperadoLegado Valle-InclánAlsina,depositadoenlaUSCdesde2009,quecontiene,ademásdeotrosdocumentos, los «borradores» autógrafos de don Ramón conservados endistintos estados redaccionales de obras editadas en vida y de títulosdesconocidosquenollegaronaalcanzarlafasedeimpresa(parasudescripciónvéaseSantosZas,2008,2012y2013).
ELCORPUSIMPRESOVALLEINCLANIANO
Desde 1888 (su primer relato, «Babel») y hasta 1902, en que se publicaSonatadeotoño,Valle-Inclánesesencialmenteautordenarrativabreve,quevelaluzinicialmenteenlaprensay/oenantologíassucesivasentre1895y1936.Ala narrativa breve se suman las novelas:LaCara deDios, la tetralogía de lasSonatas,Flor de Santidad, la trilogía deLaGuerraCarlista,Una Tertulia deAntaño,LaMediaNoche,TiranoBanderasylaseriehistóricaeinconclusadeElRuedoIbérico. En paraleloValle-Inclán desarrolla su obra dramática: no hacefaltainsistirenello,fue,antetodo,«unhombredeteatro»:actor,director,asesor,adaptador y desde 1899, fecha de publicación de Cenizas, también autordramático. De su obra teatral es destacable la diversidad de modalidadesgenéricas: comedia, tragedia, tragicomedia, autos, farsas, esperpentos,denominaciones a las que habitualmente añade modificadores (vgr. Comediasbárbaras, Tragicomedia de aldea, Tragedia de ensueño, Tragedia pastoril,MelodramaparamarionetasoAutosparasiluetas,entreotras),enundeseodeexplicitarlasubversióndeloscódigosgenéricosconvencionales.Porotraparte,esautordeunaobrapoética,comparativamentemásescueta,lamásdesatendidadesuproducción:trespoemariospublicadosentre1907y1920,queagrupaen1930 enClaves líricas y poemas sueltos que nunca incluyó en aquellos libros(Mascato, 2013). Finalmente, como autor de ensayos, hay que mencionar LaLámpara Maravillosa, su tratado de estética y su obra más hermética. Estarelacióndetextos—prosanarrativayensayística, teatroypoesía—conformanelproyectoeditorialquenosocupa,alquevoyareferirmeenbreve.
Pocodice,sinembargo,estesomerorepasodelaobradelescritorvillanovés,sinobosquejamosalmenossuhistoriatextual,queafrontaremosendosniveles,prensay libro.Enprimer lugar, pues, la prensa, cuyopapel es esencial en losprocesoseditorialesdelautorysucasuísticaresultareveladoradelacomplejidadque,comodecíamos,conllevaeditaraValle-Inclán,tareaque,adelantémosloya,constituye una de las principales líneas de trabajo delGrupo de InvestigaciónValle-Inclán-USC,quelapresenteediciónejemplifica.
LAPRENSA—ELCORPUSMEDIÁTICO—(1888-1936)
Hasta que se produjo la aparición del hasta entonces desconocido corpusmanuscritodeValle-Inclán,laprensanosolohasidounafuenteimprescindiblepara la reconstrucción del proceso de creación de lamayoría de las obras delescritor, sinoqueperiódicosy revistashan constituidouna suertedebancodepruebas,unmedioidóneoparaejercersuobsesivoafándeperfecciónliteraria—la«fiebredelestilo»,ensayandotodotipodemodificacionesantesdedarasustextossuformadefinitiva,aunqueenelcasodeValleeseestadio«definitivo»esmuy relativo, porque todas sus obras posteriores a la editio princeps han sidosometidasaprocesosderevisión,quelosconviertenennuevasversiones.
LafirmadeValle-Inclánesunaconstanteenlaprensaperiódicadesde1888,en que publica «Babel» y el poema «En Molinares…», ambos en la revistaestudiantilcompostelanaCaféconGotas(SantosZasyGrupodeInvestigaciónValle-Inclán, 1999), hasta poco antes de su muerte, con sus últimascolaboracionesenelperiódicoAhora.Sustextosaparecenimpresosendiversosrotativosgallegos,nacionalesy/olatinoamericanos,designopolíticomuydispar,ygeneralmente, se reeditan conmodificacionesdemayoromenor calado.Unmismocuento,«Amedianoche»(1889)o«Uncabecilla»(1895),pongamosporcaso, superan la decena de versiones, no siempre autorizadas, que constituyenotros tantos testimonios,queconforman la tradición impresadecada texto.Laprensa, además de banco de pruebas en el que forja su estilo, supone unaimprescindible fuente de ingresos, si bien a diferencia de la mayoría de suscoetáneos, Valle-Inclán raras veces publicó en los periódicos textos que nofuesen propiamente literarios, excepción hecha de sus colaboraciones en laprensa mexicana (Fichter, 1952) durante su estancia en el país azteca (1892-1893).
Pero, además, Valle-Inclán suele reunir sus relatos en colecciones, cuyoscontenidos tampoco permanecen inalterables. Tal es el caso de Femeninas(1895),quereeditacomoHistoriasPerversas (1907);olassucesivasedicionesdeCortedeAmor(1903,1908y1922),CofredeSándalo(1909)oHistoriasdeAmor (1909), entre las que se advierte un trasvase de sus contenidos, con lasconsiguientes modificaciones. ¿Cuál de estas versiones si, por ejemplo,pensamosenFemeninas,tendríaprioridadalahoradedecidireltextobaseparasu edición crítica? Si, como suele ocurrir, se optase por la última edición«autorizada», habría que elegir Historias Perversas (1907), en cuyo caso laeditioprincepsdeestasSeishistoriasamorosas—esdecir,nadamenosque laopera prima del escritor— quedaría relegada al aparato crítico. De hecho,
SerranoAlonso(1993),Lavaud(1991:91-111),yespecialmenteNúñezSabarís(2005ay2005b)ponendemanifiestolarelevanciadeestaprimeraobra,apesardesulimitadadifusión,comoparteesencialdelanarrativabrevedelescritor.
Enelmismoterrenodelanarrativabreve,lamayoríadelosrelatosdeJardínUmbrío/Jardín Novelesco (alterna los dos títulos, con un subtítulo común:Historias de santos, de almas en pena, de duendes y ladrones, con ligerasmodificacionesentrelasvariasediciones)aparecieronenlaprensaenparaleloalproceso de incorporación a las sucesivas ediciones (1903, 1905, 1908, 1914 y1920),enlasqueelescritorvaincrementandoelnúmerodelosrelatosquelasconforman (de los 5 iniciales a los 17 de la edición de 1920), sin dejar deretocarlos.
Editar lanarrativabrevedeValleexige,pues, tenerencuenta lasversionesperiodísticas dispersas ennumerosos rotativosy las sucesivas edicionesde lascompilacionesdelautor,atendiendoatodassusvariantes,deorigennosiempreautorial, que forman parte de la historia textual de dichas colecciones, que nosonunarareza,sinoelmecanismohabitualdelescritor,quediversosestudiososse han ocupado de examinar (Lavaud, 1991, Serrano Alonso, 1996; o NúñezSabarís,2005a),aligualquesehahechoconlosvariostestimoniosdeunmismotexto(poemasyrelatos,sobretodo)dispersosenlosperiódicos.
El mundo de la prensa es inagotable, y en ella Valle da a conocer losprimerísimospasosdebuenapartedesusnovelasytextosteatrales,amododerelatos autónomos o breves piezas dramáticas, que incorpora posteriormente adichasobrasmedianteunprocesodereelaboración,queenocasiones,ademásdesu reestructuración, implica el fenómeno de la transmodalización. Es decir, laconversióndeunrelatoentextodramáticooviceversa.Asíconstruye,yessolounamuestra,ÁguiladeBlasón (SerranoAlonso,1990:83-121)quecuentaconunalargaycomplejaprehistoria—pretextosyfolletín—,quenoessoslayablealahoradeelaborarunaedicióncrítica.
Enestamismalíneaseinscribelapublicaciónporentregasenperiódicosyrevistasespañolesylatinoamericanosdelaprácticatotalidaddesusobras,comoEl Imparcial, El Mundo, Relieves, España Nueva, El Estudiante, España,HeraldodeMadrid,MundialMagazine,LaPluma,LaNación(BuenosAires)…En estos o en otros rotativos da a la estampa Sonata de Invierno, Águila deBlasón,RomancedeLobos,lasnovelasdeLaGuerraCarlista,VocesdeGesta,LaMediaNoche,LucesdeBohemia,LaHijadelCapitányunlargoetcétera.Sinexcepción,elpasodelaprensaallibrosuponeconfrecuenciaunaconcienzuda
reescritura del texto original, con cambios estructurales, semánticos yestilísticos.
Veamosunejemplo:lastresnovelasdeLaGuerraCarlistasepublicanporentregas en El Mundo, a lo largo de un año (entre noviembre de 1908 ynoviembrede1909).Aleditarlasenlibro(1908-1909),Vallealteralaordenacióndeloscapítulosoriginales,desglosaalgunosylosredistribuye,suprimeotrosyañade algunos nuevos. Esta reestructuración enfatiza el fragmentarismoconstructivodeesasnovelas,tendenteaconseguirelefectodelasimultaneidadtemporal. Para ello presta atención a los dos bandos beligerantes—carlista yliberal— en bloques alternantes, que, mediante un juego contrapuntístico,adquieren una carga ideológica adicional, que evidencia las preferencias haciauno de los contendientes. Pero esa reestructuración determina asimismomodificaciones en comienzo y final de capítulo orientadas a mantener lacoherenciainterna.Aestoscambiossesumanlosestilísticos:adiciónosupresióndepalabras,frasesopárrafos,quecomportancambiossemánticos(SantosZas,1993:215yss.).
Esdecir,elpasodelaprensaallibro—rarasvecessucedealainversa(vgr.Los Cruzados de la Causa)— no se puede ignorar a la hora de preparar unaedición crítica de cualquiera de las obras mencionadas. Pero el proceso noconcluye aquí. A los pretextos y ediciones por entregas en prensa—algunasinconclusas—hayqueañadirlacasuísticadelasedicionesenlibro,elsegundode los niveles antes enunciados, que ha sido nuestra auténtica base deoperacionesparalapresenteedición.
EDICIONESENLIBROANTERIORESA1936
Es sabido que Valle-Inclán a la hora de publicar sus libros raras veces seresignaasupapeldeautor,sinoquedesempeñalafuncióndeeditoryseasignaundoblerol:eseditordesusobrasynopocasvecesresponsabletambiéndesudiseñográfico.Estedoblepapelnosepuedeperderdevistaalahoradeafrontarlasmodificaciones que incorpora a sus textos, porque, comobien ha señaladoJoaquíndelValle-Inclán(2006),nosiempreobedecenamotivos literariossinoque en muchas ocasiones se deben a ese papel de editor que asume confrecuencia. Por otra parte, en la producción de un libro intervienen distintasmanos (impresor, tipógrafo, cajista, corrector de pruebas…) y no siempre las
erratas o errores que se observan son atribuibles al autor sino a quienesintervienenenelproceso,máximecuandolosoriginalesqueseentregabanenlaimprentaeranmanuscritos,fuesenautógrafosuhológrafos(enelcasodeVallenosconstaquesuesposa,JosefinaBlanco,seencargabadeponerenlimpiolosautógrafosdesumaridoydehacerlostrasladosparalaimprenta).Teniendoestasituación presente, veamos cuál es la problemática general de las edicionesvalleinclanianasenlibroanterioresa1936.
SoncontadaslasobrasqueValle-Incláneditóunaúnicavezenformatolibro—LaCaradeDios,LaMediaNoche.Visiónestelardeunmomentodeguerra,oLucesdebohemia.Esperpento—;lohabitualeslaexistenciadeobraspublicadaspor diferentes impresores o casas editoriales (Andrés Landín,AntonioMarzo,Fernando Fe,Ambrosio Pérez yCía., Sucesores deHernando, Imp.Alemana,Pueyo,PrimitivoFernández,CIAP…),quereeditaenesasmismasoenotrasy,apartir de 1913, reúne además en su Opera omnia, proyecto que no llegó acompletar.
Lasedicionesquesiguenalaprincepspresentancasisinexcepciónvariantestextuales.ResultaelocuentealrespectolatetralogíadelasSonatas(1902-1905),nosoloporquesehancontabilizado37edicionesenvidadelautor (aunquesunúmerodifiereencadaunadeellas),sinoporqueloscambiosqueseconstatanentre la primera y la última de cada Sonata acusan la evolución estético-estilística de las tres décadas quemedian entre su editio princeps y la últimaautorizada.Estelapsotemporalnosepuedeminimizarsopenadecalificarcomopre-esperpénticos rasgos de las primeras Sonatas, que Valle incorpora en lasediciones posteriores a 1924, fecha en que ha definido el esperpento en laversióndefinitivadeLucesdeBohemia.LocualsignificaquelasvariantesqueseadviertenenlasversionestardíasdelasSonatas,potencialmentedeudorasdelaestéticaesperpéntica,nosonextrapolablesalasprimeras.Sintenerencuentaestacircunstancia,lasconclusionespodríanser—dehechoasíhaocurridomásde una vez— equivocadas. Esta situación vuelve a plantear el problema de laeleccióndeltextobase,yaquelaúltimaediciónenvidadelautornoresponde—pongamosporcasolaSonatadeOtoño(1933)—almomentoestéticoenquefueconcebidaypublicada(1902).Puessiendo,comoes,unaobraemblemáticadelmodernismo literario hispánico, deudor de Rubén Darío, se desvirtúa en suúltimaversión.Bienesciertoquelasvariantes—recordemoslodichorespectodeFemeninas—seconsignaríanenelaparatocríticode laedición,encasodehacerloexplícito,peroaunsiendoasí¿noseríamáscoherenteofrecerallectorla
editio princeps, que, dada su rareza —es prácticamente inencontrable—, notendráocasióndeleertalcomoValle-Inclánlaconcibióen1902,sinoescomotexto base de una edición crítica? De hecho, en el plan de trabajo que aquíacometemos,adoptamos,comoexplicaréenloscriterioseditoriales,comotextobase de cada obra su editio princeps, si bien contemplamos excepciones a lanormageneralquecreemosjustificadas.
En la casuística editorial valleinclaniana hay que contar también concoediciones realizadas por varios libreros, que dan origen a variantes encubiertasyportadasdeunamismaimpresióntipográfica,eselcasodelascuatroqueconocemosdeCuentodeAbril (1910), lasdosdeLaPipadeKifoelmáscomplicadodelatrilogíadeLaGuerraCarlista(1908-1909),editadaporcuatrolibreros—Pueyo,VictorianoSuárez,PrimitivoFernándezyPerladoPáezyCía—,quesemultiplicanenElResplandordelaHoguera,uncasoparticularmentecomplejo y elocuente (SantosZas, 1993: 241-242; Iglesias Feijoo, 2015: 103-142),queabordaremosendetalleenelvolumenIIdelanarrativadelautor.Peroademás, la tirada de una edición puede contener variantes, derivadas de laintervencióndelautor-editor,comohemospodidocomprobaralcotejardiversosejemplares de El Resplandor de la Hoguera (1909), en el que de nuevo severifican pequeños cambios en el último cuadernillo. La trilogía carlista fuereeditada, sin mencionar las colecciones populares, en 1920/1927 (salvoGerifaltesdeAntaño)yen1929y1930enlaCIAP.
Igualmente, Valle-Inclán ha dado a la estampa como textos autónomoscapítulos o partes de Tirano Banderas y El Ruedo Ibérico en coleccionespopulares—LosNovelistas,LaNoveladeHoy,LaNovelaSemanal,LaNovelaMundial…—, que integra en la serie isabelina (Cartel de ferias, 1925, encubierta:Carteldeferia;EcosdeAsmodeo,1926;Estampasisabelinas.LaRosadeOro,1927;Teatrillo de enredo, 1928;oLas reales antecámaras, 1928, sonalgunasdeellas),mecanismoquevale,aunqueengradodemenorcomplejidad,para la pionera novela de dictador,TiranoBanderas (vgr. Agüero nigromante,1926/Agüeronigromántico,enlacubierta).Perotambiénacudealareutilizaciónde materiales previos: Una Tertulia de Antaño (1909), que transforma alincorporarlaaElTruenoDorado(publicadaenAhora:19demarzoa23deabrilde1936).
Agreguemosaloexpuestoqueapartirde1913yhasta1933Valle-InclánseocupadelaedicióndesuOperaomnia,vols.IalXXX,aunquenollegaronaver
laluzlostomosXXIValXXIX(noincluyeCenizas,LaCaradeDios,ElMarquésdeBradomín.UnaTertuliadeAntañooLaMediaNoche),yotrosseanunciaronconunnúmerodevolumenque,obiencambió(elcasodeDivinasPalabras)oseconsignaroncomoobrasdepróximapublicación,peronuncaseeditaron,talsucede con Un día de guerra (visión estelar), que apareció en 1926, en laportadilladelTiranoBanderascomovol.XVIIIde laOperaomnia, y en la delRetablodelaAvaricia,laLujuriaylaMuerte,comovol.XX.NoeslaúnicavezqueValleanunciatítulosque,hastadondesabemos,nollegóapublicar:HernánCortés, Las Banderas del Rey, La Guerra en las Montañas y todos los queconforman las dos últimas series de El Ruedo Ibérico, distribuidos en trestrilogías(véaseelvol.IIIdelapresenteedición).Porotraparte,dejóreservadoelvol. I de este proyecto de obras completas para La LámparaMaravillosa, sutratadodeestética,queincorporóalacolecciónen1916.
CoetáneasalaOperaomniaseconstatanotrasedicionessueltasdesusobrasenempresaseditorialesyencoleccionespopulares,queyaheidomencionandoa lo largo de esta exposición (queden citadas de pasada dos antologías, Lasmieles del rosal, 1910, vol. I de la Biblioteca de Autores Galegos; y unaselección de prosa y poesía realizada por G. Jiménez, Cuentos, estética ypoemas,1919).
Por último, son ediciones póstumas: el ya citado El Trueno Dorado,publicadocomolibroen1976;yFloresdeAlmendro, antologíade relatosqueviolaluzel31demarzode1936,aunquenohayconstanciadequefueseValle-Inclánsuresponsable.
Enestecomplejoprocesodedifusióndelaobravalleinclanianaseaprecianademásfrecuentescambiosdetítulosysubtítulos:Cenizas.Dramaentresactos(1899),sereescribebajoelnombre:ElYermodelasAlmas.Escenasdelavidaíntima(1908);ElTernodelDifunto(1926)seconvierte,alincorporarloaMartesde Carnaval (1930), en Las Galas del Difunto, que supone siempre unareelaboración del texto original hasta el punto de constituir auténticasreescrituras. Igualmente, empleadiferentesdenominacionesgenéricasparaunamisma obra, que subrayan el fenómeno de la interdiscursividad (Águila deBlasón.Novelaencincojornadas,ensupasodelaprensaallibrosetransformaen Águila de Blasón. Comedia bárbara en cinco jornadas; La Cabeza delBautista y La Rosa de Papel. Novelas macabras (1924) se subtitulan«Melodramas para marionetas» al reeditarlas en Retablo de la Avaricia, la
LujuriaylaMuerte,1927).Porúltimo,Valleagrupatardíamenteobras,editadasinicialmente sueltas, a las que confiere un título general (vgr. Martes deCarnaval, Tablado de Marionetas para Educación de Príncipes, el citadoRetablode laAvaricia, laLujuriay laMuerteoClavesLíricas),agrupacionesquecomportansiemprelaexistenciadevariantes,másdeunavezsignificativasmodificacionesestructuralesycambios semánticosderivadosde sus relacionesconlostextosquecompartensunuevodestino.
Losdatosexpuestostansolopermitenvislumbrar—noeraotrasufinalidad—elcomplejosistemadeescrituraypublicacióndeValle-Inclán,quienconcibesu obra no como definitivamente fijada sino como «obra en marcha» —utilizando la expresión juanramoniana, afín a la valleinclaniana por muchosconceptos—,queelinvestigadorhadeafrontaralahoradeeditarcualquieradesus textos. Por ardua que resulte la tarea, la crítica textual nos ofrece lametodología e instrumentos para resolver los problemas que plantean losdiversos testimonios—desde laeditioprinceps y sucesivas versiones, hasta laúltimaediciónenvidadelautor—,laintrincadahistoriatextualdecadaobra,suscomplejas génesis, con largas y dispersas prehistorias en la prensa, queconformanlahistoriatextualdecadaobra,sinolvidarqueeldiseñoeilustraciónde lasobrasdelescritorsoncondicionantes—yaveceshastadeterminantes—devariantes textuales,comohademostradoJoaquíndelValle-Inclán(2006).Aestacasuística,querequiereunapacienteindagaciónhemerográfica,disponerdelasediciones/emisionesdecadaobraeinclusodelmayornúmerodeejemplaresposible de cada tirada, ha venido a sumarse ahora el Legado manuscrito delescritor, que responde, en términos generales a otra tradición con sus propioscódigosdeanálisis,ediciónydifusión.
NUESTROPROYECTOEDITORIAL
Se han mencionado ya los antecedentes del presente proyecto editorial,cuyos criterios generales y específicos relego a la nota que cierra estaintroducción. Sin embargo, acaso convenga adelantar dos de sus supuestosbásicos,asaber:quenuestroproyectoestáconcebidocomounacompilacióndelatotalidaddelaobradelautoreditadaenlibrería,yenestonodiscrepadeotroseditores que han asumido similar tarea, pero difiere de sus predecesores en laelección del texto base —editio princeps—, una decisión que contempla
contadas excepciones, que creemos poder justificar. Dicho esto, de los cincovolúmenes de que consta esta edición, tres de ellos se destinan a la prosa decreación deValle-Inclán, narrativa de ficción (relato corto y novela) y ensayo(23títulosoriginalesdelautor);ylosdosvolúmenessiguientesasuproducciónteatral(22títulosmás)ypoética(3títulos).Entérminosgeneralesyentodosloscasos,secombinandoscriterios:genérico(prosaficcionalyensayística,teatroypoesía),que,asuvez,seordenasiguiendounordencronológicodepublicación.
La distribución original de nuestro proyecto, modificada por razoneseditoriales,organizabalanarrativaendosgrandesbloques,cuyafronteraeraLaMedia Noche. Visión estelar de un momento de guerra (1917), obra quecomporta la formulación de una poética narrativa que adscribe al autor en elámbitodelavanguardialiteraria.Laorganizaciónentresvolúmenesaconsejóunreajusteeneseinicialplanteamiento,demaneraqueesteprimervolumenagrupala narrativa breve del autor: Femeninas (1895), Epitalamio (1897), Corte deAmor (1903/1922)yJardínUmbrío/JardínNovelesco (1903-1920), yLaCaradeDios(1900).ElvolumenIIcontienelascuatroSonatas(1902-1905),FlordeSantidad(1904),latrilogíadeLaGuerraCarlista (LosCruzadosde laCausa,ElResplandordelaHoguerayGerifaltesdeAntaño,1908-1909),UnaTertuliadeAntaño(1909),LaMediaNoche(1917)yTiranoBanderas(1926).
El volumen III y último de prosa narrativa se dedica casi íntegramente alciclo incompleto de El Ruedo Ibérico. Recordemos que Valle-Inclán llegó aanunciar,bienenlaprensaoenlasportadillasdesuslibros,todoslostítulosqueconformabanlastresseriesdeElRuedoIbérico,concebidocomotrestrilogías,delasquesepublicarondosnovelascompletasdelaprimeraserie,LaCortedelosMilagros(1927/1931)yVivamiDueño(1928);yenlaprensalatercera,quedejóincompleta,BazadeEspadas(1932).Losrestantestextosqueserelacionandirectamente con el ciclo de los «Amenes del reinado isabelino», incluidosasimismoendichovolumen,son:FindeunRevolucionario(1928),UnBastardodeNarizotas(1929),yElTruenoDorado(1936).
PeroademásdelostextosqueconformanElRuedoIbérico,estetercertomose cierra con la prosa ensayística del escritor, incorporando La LámparaMaravillosa.Ejerciciosespirituales(1916),unlibroalqueValle-InclánreservóelvolumeninicialdesuOperaomnia,confiriéndoleelvalorde«obertura»delapartitura que despliega ante el lector. Sin embargo, en la presente edición haydos secciones: narrativa y ensayo, donde se aloja el tratado de estética del
escritor, siguiendo un criterio condicionado por las características de lacolección.Noobstante,comosediceenunanotaeditorialalvol.III,elcarácterexcepcional de La Lámpara Maravillosa en la producción y trayectoria delescritor gallego (mirada integradora de pasado y futuro), permite adjudicarlesimbólicamenteelpapeldealfauomegadesuitinerarioliterario.
El teatro y la poesía valleinclanianos, por su parte, se distribuyen en dostomos(IVyV de lasObras completas), el primero reúne laspiezasdramáticasqueabarcanlosquinceprimerosañosdesulabordramatúrgica(1899-1914),quesecierranconlallamada«crisisteatral»,queloapartadeloscircuitosteatralescomerciales, a raíz de su ruptura conMaría Guerrero y Díaz deMendoza, lacompañía,juntoconladeIreneLópezHeredia,máspotentedelpaís,quecierransuspuertasalosestrenosdeValle-Inclán.Añosdesilencioteatral,queserompea partir de 1919 con una serie de obras que marcan la etapa más creativa yrevolucionariadeldramaturgo,queinauguraelesperpento.
Así,elvolumenIVdacabidaapiezasdispares:desdeelconvencionaldramaentresactos,Cenizas(1899),hastalafarsaLaCabezadelDragón(1914).Entreambos extremos se hallan:ElMarqués de Bradomín (1907),El Yermo de lasalmas(1908),lasComediasBárbaras(CaradePlata,1923;ÁguiladeBlasón,1907; y Romance de Lobos, 1908);Cuento de Abril (1910), Voces de Gesta(1911),LaMarquesaRosalinda(1913)yElEmbrujado(1913).ObrasqueensumayoríaValle-Inclántuvoocasióndeestrenar,antesodespuésdeeditarlas.
SucedelocontrarioenlasobrasqueintegranelvolumenV,querespondenaun período de libertad y madurez creativas y sin embargo apenas fueronrepresentadas, a resultas, entre otras razones, del enfrentamiento que Vallemantuvoconlasprincipalesempresasteatrales,loquesignificósuexclusióndeloscircuitoscomercialesduranteladécadadelosaños20.Enestevolumenseagrupan Divinas Palabras (1920), las tres farsas que reunió en Tablado deMarionetas para Educación de Príncipes: Farsa Infantil de la Cabeza delDragón (1914), Farsa Italiana de la Enamorada del Rey (1920), y Farsa yLicencia de la Reina Castiza (1922). A ellas se suman el primer esperpento,Luces de Bohemia (1924), dos melodramas: La Rosa de Papel (1924) y LaCabezadelBautista(1924),delosqueseconservanlosmanuscritosenunafaseredaccional que se podría considerar acabada; Ligazón (1926), Sacrilegio(1927),LosCuernos de don Friolera (1925),El Terno/LasGalas delDifunto(1926)yLaHijadelCapitán (1927).Buenapartedeestos títulosValle-Inclán
los reagrupa de acuerdo con afinidades temáticas o estético-estilísticas y losdesignaconunnuevo títuloqueconfiereunnuevosignificadoacada textoeneseconjunto.Eselcaso,porponerunejemplo,delostresúltimoscitados,quereunióbajoladesignacióndeMartesdeCarnaval.Aestarelaciónsesumacomobroche final lapoesía—tantasveces relegadao sencillamenteolvidada—,quetardíamente Valle reunió, reestructurando sus tres poemarios: Aromas deLeyenda(1907),LaPipadeKif(1919)yElPasajero(1920),enClavesLíricas(1930),peroqueaquíseeditanensuscorrespondientesprimerasediciones.
EstasobrasconformanlaedicióndesignadacomoObrascompletasdeValle-Inclán,sabiendoqueloesconlarestriccióninicialmenteseñalada,queexcluyelas publicaciones periodísticas, los textos sueltos, los prólogos a obras ajenas,etc.,comorecordaréenloscriterioseditoriales.
ELTEXTOENSUCONTEXTO:LAOBRAVALLEINCLANIANAAVISTADEPÁJARO(1895-1936)
Conelmarcoeditorialpreviamentedescrito,nosacercamosahoradesdeesteprismaalprimervolumendelanarrativadelescritor,queestambiénelinicialdeestasObras completas. Reunimos aquí las colecciones y ediciones sueltas denarrativabrevedelautorpublicadasentre1895y1920, juntocon lanoveladefolletín,raraavisenlaproducciónvalleinclaniana,comoexplicarédespués,LaCara de Dios [1900], que ha tenido una única edición anterior a 1936, unanovelasobrelaquepesaladudadelapaternidaddedonRamón,comoveremosensulugar.
Al contemplar la trayectoria literaria y, en concreto, narrativa de Valle-Inclán,desdesuoperaprima,Femeninas.Seishistoriasamorosas(1895),hastalainconclusaBazadeespadas, terceranovelade la inacabadaprimeraseriedeElRuedoIbéricoo,parasermásprecisa,ElTruenoDorado(marzo-abril,1936),han transcurrido más de cuatro décadas, que suponen profundos cambioshistórico-políticos,sociales,científicos,culturales…y,desdeluego,biográficos.YelArtenosolonoescapóaesasradicalestransformaciones,sinoqueelartedelaescriturafueadaliddeesecambioderumboestético,quedejabaatrás—conel positivismo filosófico— el realismo y el naturalismo para interpelar elconceptomismodeartehastaentoncesvigenteyelpapeldelartista,ydarorigena nuevas formas literarias, que se acogen a la bandera del llamado
Modernismo/Modernism. «RamóndelValle-Inclán fue de entre los nuestros elescritor al que alcanzó más directamente esa ola de fecundidad creativa quealumbró la renovaciónmodernista de la literatura en el primer terciodel sigloXX»(Villanueva,2010:XI).
LavidaylaobradeValle-Inclán,históricayliterariamentehablando,caedellenoenesteprocesodetransformaciones.Labiografíadelautorgallego,quenoesestelugardetrazarnisiquieraenunasomerasíntesis(verJoaquíndelValle-Inclán, 2015), ha empezado a emerger con nuevos perfiles, tras la suma deesfuerzosrealizadosenlosúltimosveinteañospordocumentarlayconferirleelrigorqueeldescomunaly espurio anecdotario,que suscitó supersonalidad, lehabíarestado,hastaelpuntodeocultar—comoseñalósuamigoManuelAzaña— su verdadero rostro. Bien es cierto que no ha favorecido su nitidez elhermetismo del escritor, celoso defensor de su intimidad, poco proclive a laconfidencia, incluso a la expresiónde sus afectos, queha llevadoaparejada latendenciadelacríticaabuscarrespuestasenlascriaturasdeficcióndelescritor,en lasquecreenhallar sualterego (vgr. elMarquésdeBradomínodon JuanManuel Montenegro). Con ellas se han establecido afinidades ideológicas,rasgos parejos de personalidad o preocupaciones e intereses comunes, unconstantetrasvaseentresurostroysumáscara,quehadadocomoresultadouncúmulodecontradiccionesrespectodesupersonalidad,carácterypensamiento:estetayhombrecomprometido,carlistaybolchevique,religiosoyateo,bohemioy dandi, pobre y derrochador, asceta y sibarita, iracundo y tierno, escritorreconocido y fracasado dramaturgo…Dualidades que, no debemos ignorar, elpropioescritorcontribuyóaconstruirconalgunosdesus textos, susanécdotasingeniosas, sus comportamientos excéntricos… que en ningún caso songratuitos,porquedetrásdeesasactitudesiconoclastasnoseescondeunhombrecismáticoyestrafalario,sinounindividuoinconformista,independienteylúcido,que en lo personal fue capaz de dimitir de puestos no poco golosos, comoConservador General del Tesoro Artístico o la dirección de la Academia deBellas Artes en Roma, porque no le dejaron poner en práctica su renovadorproyecto (y sabemos de sus intentos frustrados, por ejemplo, en la Academiaromana).Eldesempeñodeestoscargos,consuslucesysombras,hablandeunhombrequesetomabasutrabajomuyenserioycuyosobjetivosnadiesetomórealmenteenserio.Enestamismalíneaseinscribesudesconocidopapelcomogestor de sus libros, cuyo proceso editorial controlaba personalmente desde el
diseño hasta sus ventas, una imagen que distamucho de la del bohemio, quetambién ha calado en el imaginario popular y siempre va acompañada de unaretahíladetópicos,quepesancomolosassobrelapersonalidadyvidadelautor,ysiguenresultandotodavíahoydifícilesdedesterrar.
Igualmente,donRamón fueunhombrecomprometidocon su tiempo,y lofue incluso cuanto parecía ser ajeno a cualquier preocupación que no fuese laobraliteraria,porquesudeclaradoesteticismo—elarteporelarte—noeraunaevasiónenabstracto,sinolaformademanifestarsudesacuerdoconlarealidadhistóricaqueletocóvivir,sembradadeacontecimientosdegrantrascendenciaanivel internacional, como la Guerra de 1914, que el escritor conoció comocoyunturalcorresponsaldeprensaeinvitadoporelgobiernofrancésparavisitarel frente aliado en 1916. De esta experiencia da fe un cuaderno de notasmanuscritas (SantosZas, 2016), que constituye la raíz de un libro posterior, atodaslucesfrancófilo,LaMediaNoche,editadoenelvolumenIIdeestasObrascompletas. La incidencia literaria de una experiencia biográfica de tamañaimportanciaserepiteensuestanciaenMéxico(1921),quetieneunprecedentelejanodenomenorimportancia,puesenconfesióndelautor,suprimeraestanciaen el país azteca (1892-1893) fue el crisol de su vocación literaria. En lasegunda, escritor ya consagrado, fue invitado como huésped de honor delGobierno del Presidente Obregón. Valle-Inclán, al margen de la Delegaciónoficial, «llevaba al Centenario de parte de ciertos intelectuales españoles, unmensajede solidaridadconelespíritu revolucionariodeMéxico,adhesiónquetraía consigo una protesta ante la falta de ese espíritu en “la España oficial”»(Dougherty,1979:138).Méxicoofrecíaunpanoramadecambiosprofundosdesus estructuras económico-sociales, que bajo la presidencia de Obregón habíacobrado un gran impulso, y cuyos ecos resuenan en Tirano Banderas. Losefectosdeotrarevolución,larusa,también,sedejaronsentirsobreelautor,quefirmó dosmanifiestos de losAmigos de laUnión Soviética, uno en 1933, decarácter nacional; y al año siguiente, el segundo, esta vez internacional(«ManifiestodelComité Internacionalde losAmigosde laURSS»).Dosañosantes,en1932,habíafirmadootra—eralaúnicaadhesiónespañola,alladodelas de Gorki, John Dos Passos o Einstein—, para promover un congreso deescritores contra la guerra; y en 1935 su nombre figura en el presidium delCongresodeEscritorespara laDefensade laCultura, juntoaThomasMann,AldousHuxley,BernardShaw,etc.(verAmparodeJuan2013:94-95).
En el ámbito de la política española nacional e internacional, Valle-InclánvivedesdeelllamadoDesastredel98,hastalasangríaeconómicayhumanadela guerra con Marruecos, que precisamente en julio de 1921 sufrió su peorderrotaenAnnual;fuetestigodeldeteriorodelsistemadelaRestauración,pasópor la dictadura de Primo de Rivera («Eximio escritor y extravaganteciudadano»,llamóadonRamón)yviviólaRepública,etapaenlaquepresentósucandidaturaadiputadoenlasConstituyentesde1931,porelPartidoRadicalde Alejandro Lerroux, aunque no obtuvo el acta (Serrano y De Juan, 2007;Dougherty, 1986). Fue precisamente durante la República cuando sus piezasdramáticasvolvieronalosescenarios(DivinasPalabras,ElEmbrujado,FarsayLicencia de la Reina Castiza), después de un larguísimo período de silencioescénico,araízdelarupturaconlasprincipalescompañíasteatralesdeMadrid,que le cerraron sus puertas desde 1912-1913; y cuando desempeña cargosimportantesybienremuneradoscomolosarribacitados,altiempoquecoincidecon el contrato con la CIAP que, aunque por poco tiempo, dejaría pingüesbeneficios a su autor. En estos años firma cartas colectivas contra la pena demuerte,ladictaduradeMachadooenapoyodelosminerosdeRíoTinto…En1935retornadesdeRomaaMadridydesdeallíaSantiagoparasertratadodeuncáncerdevejiga,quelellevaríaalamuerteel5deenerode1936.
EnestecontextoValle-Inclándesenvuelvesuitinerarioliterario,ylohaceunhombre consciente de su arte, obsesionado por perfeccionarlo constantemente,capazderenunciarasuslectores—comoseñalóPíoBaroja,quenoleprofesabaparticular simpatía—:«Sihubiesevislumbradoun sistema literario, una formanueva, aunque no la hubiesen estimadomás de diez o doce personas, hubieseabandonadosusviejasrecetasyhubieseidoalonuevo,aunariesgodequedarenlamiseria»(Baroja,1944:61).
Fueuntrabajadorincansable,apesardealardeardeunaescriturafácilysincorrecciones. Una declaración repetida, que el Legado Valle-Inclán Alsina,integrado pormás de 5000 páginas autógrafas (además de otros documentos),desmiente categóricamente, puesmuestra a un hombre que corrige, enmienda,tacha, reescribe palabras, frases, párrafos, páginas enteras… búsquedainfatigabledeesaperfecciónnuncahallada.En1916escribía:
Ambicionéquemiverbofuesecomounclarocristal,misterio,luzyfortaleza.Enestapalabracristalyo ponía aquel prestigio simbólico que tenían en los libros cabalísticos las letras sagradas de lospentáculos[…].Yañosenterostrabajéconlavoluntaddelasceta,dolorygozo,pordarlesemocióndeestrellas,defontanasydehierbasfrescas(LaLámparaMaravillosa,170).
Valle,sinembargo,nofueunescritordetorredemarfil,sinounautorlúcido,sabedoreintérpretedeloqueocurríaenelmundoyenelmundodelartedesutiempo,sinembargosonescasossustextosteóricos(«fueunescritordegrandesatisbosteóricosperonofueungranteórico»,señalóconaciertoBueroVallejo,1966:140),bienquesignificativos:desdesu tempranoartículo«Modernismo»(1902),declaracióndeprincipiosdesufiliaciónmodernista,quedesarrollaenelprólogo a Corte de Amor (1908), hasta La Lámpara Maravillosa (1916), su«hermético» tratadodeestética,elúnico texto teóricoquecobra«la fisonomíasistemática de una doctrina cerrada» (Blasco Pascual, 1995: 9); o la «BreveNoticia», el prologuillo—tan breve como trascendente— aLaMediaNoche.Visión estelar de unmomento de guerra (1917), que condensa su innovadorapoética narrativa, cuya praxis adquiere su plenitud en Tirano Banderas y ElRuedoIbérico;pasandoporunaseriedeconsideracionescríticassobreliteraturayarte,realizadasconmotivodelasExposicionesNacionalesdeBellasArtesde1908y1912olasreferidasaRomerodeTorres,recogidasenelCatálogodelaExposición de Buenos Aires de 1922, reveladoras de su concepción estética«anti-realista»(Schiavo,1991).Sinolvidar,desdeluego,susconferenciasosusdeclaraciones sobre su teatro y el esperpento en entrevistas numerosas vecesglosadas, así como las frecuentes formulaciones teóricasquepueden espigarseensus textos,enparticular lascontenidasenLucesdeBohemia (1920/1924) yLos Cuernos de don Friolera (1925), sobre las que descansa de maneraprimordial la interpretación del esperpento.No estamos hablando, pues, de unhechoaislado,sinodeunareflexióncondiversasmanifestaciones,queconviertelalaborcreativadelescritorenuntrabajoplenamenteconsciente.
Frente a esta actitud creativa del escritor de constante indagación, larespuestade lacríticaante sumagnaobracondemasiada frecuenciahaestadomuypordebajodesusméritos.Comoseñalóa finalesde losaños60RicardoGullón,unodeloserroresmáspersistentesalahoradeevaluarsuobra,quehallegadoacontaminarlaapreciacióndominantedesufigurayobra,hasidoverloen el contexto español, como partícipe peninsular del modernismohispanoamericanoo—enafortunadaexpresióndePedroSalinas—como«hijopródigodel98».Esta tempranareivindicacióndeunValle-Incláninscritoenelámbitodelarenovacióndeloslenguajesartísticos,queseproduceenelperíododeentreguerras,tieneunaformulaciónmásdecididaenDaríoVillanueva,quiendestacó,yaen1978,elcarácterinnovadordesuobra,cuyopuntodeinflexiónesLa Media Noche (1917), que asocia al «vasto movimiento internacional y
cosmopolitaquesedesarrollófundamentalmenteenelprimerterciodelsigloXXydiosusmejoresfrutosenlosañosveintedeentreguerras»(Villanueva,2010).Y en este marco, hay que situar la obra de Valle-Inclán para comprender suimportanciaydarlelacategoríaquemerece.
VALLE-INCLÁN,AUTORDERELATOBREVE
Sinoscentramosenlostextosqueconformanlapresenteedición,saltaalavistaquelaprimeraproduccióndelautorgallegoestáformadamayoritariamentepor relatos breves: por una parte, los que integran Femeninas, Epitalamio yCorte de Amor, que abren este volumen; por otra, los cuentos de JardínUmbrío/Jardín Novelesco (1903-1920), que se modifican y amplían en lassucesivasedicionesdeestacolección,quealternaambostítulos.
Las tres primeras colecciones son deudoras de la lectura de escritoresfranceses e italianos, conocidos a través de la biblioteca pontevedresa quealbergabalaCasadelArco,deJesúsMuruais,enlaquealternabanclásicosdelaliteraturagallegaconlasúltimasnovedadesdelaeuropea(J.M.Lavaud,1972:257-401):prerrafaelistas,parnasianos,simbolistas,decadentistas…ocupabanlosanaquelesdeaquellacosmopolitabiblioteca,enlaquefigurabantítulosyautorestansignificativoscomoGautier,Banville,VictorHugo,juntoaShakespeareyelteatro clásico francés o los tres primeros dramas simbolistas de Maeterlink,siendolanarrativadeficciónelbloquemásamplio,enelquecomparteespacioconD’Annunzio,Manzoni,elFaustoyWertherdeGoethe,Dostoievski,Gogol,Gorki, Tolstoi, Turgueniev… todos traducidos al francés; siendo los autoresgaloslosmejorrepresentadosconnombrestansignificativoscomoloshermanosGoncourt,Maupassant,Zola,Flaubert,Huysmans,Barbeyd’Aurevilly,VilliersdeL’Isle-Adam…quesecodeabancondiversasmuestrasdeliteraturasicalípticaolasfamosas«reglesd’amour»delKamaSutra.Aestesucintosumariohayqueañadir revistas literarias y gráficas, a las queMuruais estaba suscrito (más deciento cincuenta se han contabilizado), que llegaban puntualmente de París, ymuyposiblementefamiliarizaronaValle-InclánconlaiconografíaArtNouveau.Todoelloresultareveladordelacuriosidadycosmopolitismodesupropietario(recibía numerosos catálogos de librerías londinenses y parisinas, además demadrileñas),cuyainfluenciasehaseñaladocomounodelosfactoresinfluyentesen la formación de la personalidad artística del jovenRamónValle Peña, que
asimilaaquellaslecturasdeldecadentismofinisecular(LedaSchiavo,1991),unahuella que se advierte sin necesidad de pesquisas en estas primeras obras,Femeninas, Epitalamio y Corte de Amor, que tienden un puente con elmodernismo rubendariano, que hallamos en las «Memorias del Marqués deBradomín», protagonista de las cuatro Sonatas. Este mundo cosmopolita seconciliaconeluniversogallego,quehabía tenidoasualcanceenlabibliotecapaterna, en el que se han visto concomitancias con el de escritores irlandeses,comoYeatsoJoyce(verVillanueva,2005).Unarealidad,ladesuGalicianatal,que se reconoce como esencial componente de los relatos que conforman los«Jardines».
Para completar este boceto del joven Valle en su etapa de formación,señalaríaotrosdosdatos significativos:porunparte,eldespertardesu interésporlascienciasocultas,ensudoblevertientepopular—Galiciavolvíaaserenestecasounafuenteinagotable—yculta,quefue,además,unaaficiónextendidaen los ambientes intelectuales finiseculares, que fomentó su posterior amistadcon Rafael Urbano o Roso de Luna, que va a adquirir pleno sentido en LaLámparaMaravillosa(1916).Porotra,hayqueseñalarelbagajeadquiridoensuprimerviajeyestanciaenMéxico(1892-1893),paísqueledeslumbróydondeconoció a los escritores del modernismo, que trató en las redacciones de losperiódicosenlosquecolaboró,tantoenlacapitalaztecacomoenlaciudaddeVeracruz.Sushuellas, con las de su fugazpasoporCuba en el viaje de idayregresoaMéxico, sepercibenen lanarrativabrevedeValle-Inclán.Conestosmimbres,pues,escribesusprimerasobras.
Femeninas. Seis historias amorosas, Epitalamio y Corte de Amor: vasoscomunicantes
En 1895 la imprenta Landín, de Pontevedra, publica Femeninas. Seishistorias amorosas[3], gracias también a una subvención de 500 pesetasconcedida por la Diputación de la ciudad. Valle se había instalado en estailustradaciudaden1890,alabandonarsusestudiosdeDerecho.
La obra, dedicada a Pedro Seoane, amigo y contertulio en los añoscompostelanos, contiene seis historias galantes (CastroDelgado, 2003: 33-52)que llevan por título otros tantos nombres de mujer: «La Condesa de Cela»,«Tula Varona», «Octavia Santino», «La Niña Chole», «La Generala» y
«Rosarito». Estas novelitas acusan de forma nítida el bagaje de lecturas quedefinen el decadentismo Fin de Siècle —en la línea de Les Diaboliques deBarbeyD’Aurevilly—yrespondenalprincipioestéticodeL’artpour l’art.Dehecho,yaensutiemposeconsideróestelibro(asílovaloraronTorcuatoUlloaySaid Armesto, sus primeros reseñadores; ver Santos Zas, 2015: 423-464) unmodélico ejemplo del modernismo literario, considerado, desde la perspectivaactual, manifestación hispana del complejo fenómeno de la modernidad(Villanueva,2005).
Estacolecciónrecogíaasimismo,debidamentereformulados,algunosdelosrelatosquedemododispersodonRamónhabíapublicadopreviamenteenprensa(Núñez Sabarís, 2005a y 2005b). Sucede con «Octavia Santino» y «LaGenerala», que con los títulos de «La confesión» y «El canario», ambospresentadoscomo«novelacorta»,habíanaparecidoenelperiódicomexicanoElUniversal, durante su significativa estancia enMéxico (1892-1893), endonde,segúnconfesiónpropia,sedecantósuvocacióndeescritorysudeterminacióndeserlo.Aquelañopublicóenlaprensamexicanayveracruzanamediocentenardetrabajosdemuyvariadoasunto(Fichter,1952).
Femeninasnovolveríaaeditarsecomolibro;encambio,lohicieronsueltoscadaunode los relatosque lo integran, algunos enpublicacionesperiódicasytodosellosenlasdiferentescoleccionesdenarrativabreve.HistoriasPerversas(1907), publicada en Barcelona, merced a las relaciones del escritor con laeditorialMaucci(tradujolasobrasdeEçadeQueirós),serían,juntoalaediciónpirata,Historias de Amor (1909), las últimas en recoger la totalidad de losrelatosde1895,ademásdeEpitalamio.
En 1909,Valle-Inclán, tras haber dado a la estampa varias colecciones denovelascortas (CortedeAmor, 1903,1908)y cuentos (JardínUmbrío 1903yJardín Novelesco, 1905), reorganiza y agrupa sus relatos conforme a ambasmodalidades genéricas, lo cual determinará, en adelante, la integración de lostextos deFemeninas en diferentes colecciones. Así, la primera modalidad seintegraenCortedeAmor (1914y1922)yCofredeSándalo (1909y1922); lasegunda en Jardín Umbrío (1914 y 1920). De esta manera: «La condesa deCela»,«LaGenerala»,«TulaVarona»y«OctaviaSantino»seincorporarían,casisin excepción, aCofre de Sándalo (1909 y a la pirata de 1922) y en los dosprimeroscasostambiénaCortedeAmor(1922).Asuvez,latemáticafantástica,misteriosa y rural de «Rosarito» casaba mejor con la ambientación de loscuentos«desantos:dealmasenpena:deduendesydeladrones»,demodoque,
apartirde1905,formarápartesucesivamentedelaserieJardínUmbrío/JardínNovelesco.(SerranoAlonso,1996;NúñezSabarís,2005a).
Mención aparte merece «La Niña Chole», una vez que se incorpora, casiliteralmente, a los ocho primeros capítulos de Sonata de Estío (1903),desaparececomorelatobreve,modalidadquemantuvosolamenteenlascitadascoleccionesdeHistoriasPerversas(1907)eHistoriasdeAmor(1909).
Este juego de trasvases, que se puede hacer extensivo a toda la narrativabrevedeValle-Inclán(SerranoAlonso,1996),suponemodificacionesdedistintocalado,quecorroboranesaexplícitainsatisfaccióndelautorconsupropiaobraycomportapara sus editores laobligaciónde tener encuenta los testimoniosdecada texto. Piénsese, a modo de ejemplo, en la compleja historia textual de«OctaviaSantino»(NúñezSabarís,2005a),queponeelacentoenelfenómenodelaintertextualidadtancaracterísticodelaobradeValle-Inclán.
SiahoracontemplamosFemeninascomoproductoartístico(NúñezSabarís,2005b;SantosZas,2004y2015),lasSeishistoriasamorosassondeudorasdeunmodernismotodavíaincipiente,quepretenderecogerlaatmósferadecadente—depravadaysutil,sediceen«LaNiñaChole»—quedefinela literatura findesiècle, asumida como estética combativa por la juventud modernista delnovecientos,que importaba las formasmásestridentesde lacontemporaneidadliterariaparisinaparaderribar—renovar,insistían—lasanquilosadasformasdelpatrónrealistaylasconvencionesacadémicasdeescritoresconsagrados.Resultaa este respecto significativo que Valle vaya reduciendo paulatinamente en sureescrituradelosrelatoslasreferenciasexplícitasalospréstamosliterarios,quese vislumbraban en Femeninas, probablemente porque no necesitaba ya dereferentesconsagradosquediesenlustreaunaobraquenuncadejódereeditar,excepciónhechade layamencionada«LaNiñaChole», acasopor fidelidad aaquellos susprimerospasos todavíavacilantes,o talvezporuna razónmenosnostálgicaymáspoderosa,puestienequeverconelexcelentecomportamientoeditorial que la narrativa breve tenía en unmomento de expansión de revistasliterariasyprensaperiódica,comopruebaelhechodequecasitodoslosrelatosdeFemeninas se publicaron en rotativos en los años posteriores a 1895. Lasposibilidades editoriales que se abrían en 1900 van a favorecer los génerosbreves,quevivieronsuépocadoradaenelmodernismo.
Lanaturalezagalantedeestaliteratura findesiècle (CastroDelgado,2003:33-52) tienesuprimerpuntodeapoyoen las tormentosas relacionesamorosasque se desarrollan en cada uno de los relatos de Femeninas y en los que
incorporaposteriormenteaEpitalamio(1897)yCortedeAmor(1903).Las seis historias reproducen las relaciones amorosas de las seis damas,
muchomenosdiabólicasconsuspretendientes,queelprecedentedaurevillescoqueelpropioValleevoca,yreflejan,conlabrevedadqueimponeelgénero,elinstante final de unas relaciones eróticas. En este marco se inscriben los dosprototiposfemeninosfiniseculares—lafemmefatalyladonnaangelicata—,queencarnan las protagonistas de las Seis historias amorosas (Litvak, 1979;Hinterhaüser, 1980). En todas ellas se advierte un premeditado deseo deescandalizar, de épater le bourgeois, de ahí el cultivo intencionado de lomorboso:eladulterio,elincesto,laseducción,el¿suicidio/asesinato?…,perolasmásdelasvecesdominauntoquemásfrívoloquedramático,conunesteticismoartificioso, que apunta ya en la dirección de las Sonatas. Si los personajesfemeninosactualizanfigurascomoSaloméolaperversaLilith,nosofrecenunavariedad de comportamientos en el instante final de sus relaciones: desde elsentimiento de culpa deOctavia, yamoribunda, por «vivir en pecado» con sujovenamante,hastaeljuegosádicoynarcisistadeTulaconelsuyo,pasandoporla actitud desenfadada e intrascendente de Currita —la Generala—, quecontrastaconelfinaltrágicodeRosarito.Porsuparte,lospersonajesmasculinossontiposdonjuanescos,seductores,bohemiosodandis,forjadossobremodelosdelaliteraturagalantecontemporánea(CastroDelgado,2003),queoscilanentreel joven romántico arrebatado por la pasión y el maduro seductor de ribetessatánicos: Pedro Pondal, amante de Octavia y Juan Manuel Montenegro,seductor y ¿asesino? —el final es ambiguo— de la adolescente Rosarito,respectivamente.Entre ambosextremos sedibujan: elhermosocriolloAquilesCalderón, amante de la condesa de Cela, el frívolo y petulante duquesito deOrdax, pretendiente de la maligna Tula, el rendido admirador de la cruel yexuberantecriolla,NiñaChole,queejerceabsolutafascinaciónsobreelnarrador(antecedente del marqués de Bradomín); y Sandoval, el joven ayudante delGeneral Rojas, que juega a seducir a la irreflexiva Currita Jimeno. Todas lashistoriasestáncontadaspornarradoresexternos,conlaexcepciónde«LaNiñaChole»,queesunaautobiografíaficticia,ysusprotagonistas,caracterizadosporsus poses artificiosas y sus estudiados —estereotipados muchas veces—movimientos,sedesenvuelvenenambientesrefinadosyexquisitos,mientrasloscasos excepcionales—la modesta buhardilla de Pondal o la casa de AquilesCalderón— se dignifican al asociarse con el escritor bohemio y el estudianteuniversitariode la imaginariaBrumosa, convertida enversionesposteriores en
Santiago de Compostela. Por otra parte, hay una preferencia por ambientesurbanos, con la salvedad de «Rosarito», que se desarrolla en el mundo ruralgallego, concretamente en el señorial pazo de la anciana condesa de Cela(personaje que nada tiene que ver con el cuento homónimo de esta mismacolección);excepcióntambiéna lareglageneraldedesenfadoyfrivolidadquepreside los restantes relatos,quizáporelloValle-Inclán, comoquedadicho, loincorporó a las sucesivas ediciones de las colecciones de cuentos de JardínUmbríoyJardínNovelesco(1903,1905,1914y1920),conlasqueestabamásen consonancia tanto por la ambientación gallega, que reitera comomarco demuchasficcionesposteriores,comoporlaatmósferademisterioquepresideestanovela corta. En «Rosarito» la inesperada aparición de don Juan ManuelMontenegro —exiliado en Portugal por razones políticas— en el pazo de lacondesadeCelaprovocaelencuentroconlajovencísimanietadelaseñoradelpazoydeahínaceunadesigualrelaciónenlaqueelviejoMontenegro,dueñodetodaslasartesdelaseducción,lasejercesobrelainocenteRosarito,subyugadapor elmagnetismo erótico que sobre ella proyecta el hombremaduro, y cuyadramáticamuerte—apareceensulechoconelalfilerónquesujetabasucabelloclavado en el pecho— se convierte en un enigma, porque el autorvoluntariamenteescamoteaallectorlosdatospararesolverlo.Todosesosrasgosjustifican su antes comentada supresión en posteriores reagrupaciones de losrelatosgalantes,CortedeAmor(1903,1908y1922)yCofredeSándalo(1909),aunquelomantieneenHistoriasPerversas(1907)eHistoriasdeAmor(1909).
Lassucesivasversionesdelosseisrelatospermiten,noobstante,observarlapreocupación de Valle-Inclán hasta 1909 —año en que fija prácticamente laversióndefinitivadeestasnovelascortas—,poriradecuandoestasnarracionesde juventud a su evolución estética. Como se puede observar también en losrelatos deEpitalamio yCorte de Amor, las transformaciones principales sonacometidaseneseañode1909,enqueVallepublicasuúltimanovelacorta,«Mihermana Antonia», cerrando de este modo el ciclo de las «honestas y noblesdamas»,aunquecontinuaríareeditándolas.
En dichas alteraciones acomete también correcciones de calado pararectificar las numerosas vacilaciones del texto de 1895: incorreccionesortográficas,morfológicasysintácticas,unapuntuacióninestable(vgr.elusodecoma entre sujeto y predicado) o el excesivo uso de interjecciones yexclamaciones, de evidente coloquialismo, que son eliminadas en lasreediciones.
Estascaracterísticasdeescriturapermanecen,aunqueenmenormedida,ensusegundolibro,Epitalamio(1897),elprimeropublicadoenMadrid,conescasafortunadeventasycríticas,siexceptuamoselconocido«Palique»deClarín,quecensuraba elmodernismo amoral, provocador y ramplón del texto. En efecto,Epitalamio profundiza en un decadentismo consciente, que desarrollará añosdespués —si bien no se puede omitir la clave paródica e irónica— en latetralogíadelasSonatas.
Epitalamio, como Femeninas, carece de recorrido como publicaciónindependiente, pero va a incorporarse también a las diferentes colecciones denovela corta, en concreto se integra, a partir de 1903, en las sucesivasreedicionesdeCortedeamor.
LahistoriarelatadaenEpitalamioseconstruye,igualmente,sobreelejedeunarelaciónamorosa.LaambientaciónpaganaydecadentedecoralarelacióndeAugusta,queaúnatodoslostópicosdelabellafemmefatale,consuamante,elpoeta y aristócrata Attilio Bonaparte. Aparece, como novedad —creando unperversotriánguloamoroso—,Beatriz,lahijadeAugusta,que,asuvez,encarnalos tópicos finiseculares de la niña angelical, de belleza dulce e inocente (verLitvak,1979,Hinterhaüser,1980,Dijkstra,1994).
LahistoriatextualdeEpitalamiosigueprocesosanálogosalosdescritosparalosrelatosdeFemeninas(LópezMellayNúñezSabarís,2006).EnlaversióndeCortedeAmor(1903)enlaqueseincluye,seacometeunaimportanterevisióndel texto. En primer lugar se modifica el título de la novelita, que pasará allamarse «Augusta», en conformidad con los demás textos de la colección,titulados con el nombre de su protagonista femenina. También, por dotar decoherencia su universo literario, el nombre de la niña ya no será Beatriz—coincidentecon laprotagonistadel relatohomónimoe integrado tambiénen lacolecciónde1903—sinoNelly.
Resultasignificativa,aligualquesucedíaenFemeninas, ladesaparicióndelas referencias explícitas a los préstamos literarios (vgr. D’Annunzio) y laomisión de términos gallegos, que impregnan las narraciones de un localismoqueresultaincompatibleconsupretendidocosmopolitismo;oenestecasoconla atmósfera italianizante, en consonancia con su temática; tal sucede con losgalleguismos «pazo» o «patín», o con la onomástica y, en concreto, con lasustituciónde«Maruxa»por«Foscarina»,uncambioquenoesinocente,sobretodoporqueseaplicaaunavaca.
Ahorabien,lasvariantesmásnotablesseregistranen1909yenlasegunda
edicióndeCortedeAmor,ytienensignificativasconsecuenciasestilísticas,puespuleexpresionesquepecabandeunexcesodecoloquialismo.
LaantologíaCortedeAmor(1903)presentacuatronarracionesenlasqueeltítuloresaltaasuprotagonistafemenina,comenzandopor«Augusta»,unrelatocuyo carácter libertino adquiere irónica relevancia a la luz del subtítulo de lacompilación:Florilegiodehonestasynoblesdamas;«Rosita»reproduceeltonodesenfadado y juguetón de «La Generala», también con un duquesito comopartenaire. Más sombríos resultan los equilibrios de Eulalia entre susremordimientos de madre y esposa adúltera y el amor por su joven amanteJacobo.Elúltimorelato«Beatriz»vaaseguirunatrayectoriasemejantealade«Rosarito». Por razones análogas, su temática se aproxima más al mundomisteriosodeloscuentos,antesquealmundanodelasnovelascortas,demodoquepasaráen1920aintegrarlaversióndefinitivadeJardínUmbrío.
Para terminareste juegodevasoscomunicantesentrenovelitasdedistintascolecciones, la génesis de los relatos de Corte de Amor también sigue unrecorridocomplejo,conversionesquetransitandelaprensaallibroyviceversa.«Rosita»tieneunpre-textoenprensatitulado«LareinadeDalicam»,publicadoen1899enLaVidaLiterariaenMadrid.«Eulalia»tambiénsehabíaeditadounaño antes en el periódico El Imparcial, con el mismo título. Ambas, como«Augusta»,continuaríanformandopartedelascontinuasedicionesdeCortedeamor,de lasquecabedestacar lade1908queincluyeunode lospocos textosquepodríamosconsiderardoctrinalesdelescritor.Merefieroala«Brevenoticiaacercademiestéticacuandoescribíestelibro»,culminacióndeesaintermitentereflexión estética que inicia con su artículo «Modernismo» (IlustraciónEspañola y Americana, 22-02-1902), primer esbozo del prólogo al libro deMelchorAlmagro,Sombrasdevida (1903),queprecisamenteampliadoseráelpórticoaesasegundaedicióndeCortedeAmor,aligualquealade1914.
Comentario aparte merece «Beatriz». Por la temática—una inocente niñaexpuestaaabusosexplícitosdelcorruptofrayÁngel,enunclimademisterioyconjuros (Speratti Piñero, 1974; Garlitz, 1990)— forma, como ha señalado lacrítica, una especie de trilogía con «Rosarito» y «Mi hermana Antonia». Sinembargo,adiferenciadelanovelacortadeFemeninas,tardaenintegrarseenlascolecciones de cuentos recogidos en la serie JardínUmbrío/JardínNovelesco,incorporándoseúnicamentealaedicióndeJardínUmbrío,de1920,quesetienepor la definitiva. Este cuento tiene también una historia textual previa a suprimera publicación en libro en 1903. Con el título «Satanás» se presentó al
concurso del periódico El Liberal, cuyo jurado lo excluyó por considerarloinmoral, pero como contrapartida, mereció un comentario elogioso de JuanValera en la prensa, que le otorgó cierta notoriedad. En 1901 se publicaba yacomo «Beatriz» en la revistaElectra, aunqueValle lo integró enLa Cara deDioscomopartedelabiografíadeVíctorRey.Todavíareapareceenlaediciónde1908deCortedeAmor,antesdepasaraJardínUmbrío(1920).
Las redacciones iniciales de estas obritas diseminaban menciones más omenosexplícitasaescritores,textosliterarios,tópicosuniversalesquepermitíanentreverlasfuentesliterariasdelaetapadeformación.Peroelanálisisyestudiocríticodelasprimerasnarracionesdelescritortambiénhadejadoaldescubiertointertextualidadesevidentesenlacreacióndeestashistorias,comprometiendodealgúnmodosuoriginalidad.SaidArmestofueelprimeroenadvertirlasimilituddeargumentoydetallesdescriptivo-narrativosentre«OctaviaSantino»ylaobradeMaupassant,Fort comme lamort, que en efecto se puede verificar (SantosZas, 2015); o como la historia de «La Generala» que tenía un antecedentebastanteexplícitoenunanoticiatitulada«Elcadeteyelcanario»,publicadaenelHeraldo de Madrid (1891), el mismo día en que aparecía también en elrotativoelcuento«Elmendigo»deValle.
Laslecturas(ytraducciones)queVallerealizódeEçadeQueirósdejaronunahuella importante en el estilo narrativo de estos primeros años, pero tambiénapropiaciones prácticamente literales de breves fragmentos y episodios de lasnovelasdelescritorportugués.MelimitoaquíaseñalarqueValletomaprestada—yno es el único préstamo— la historia del cadete y el canario para idear aCurritaySandoval;en«LaGenerala» tambiénhaymuchode laqueirosianaOMandarim, merced a las similitudes explícitas en ambos relatos entre losdiálogosycoqueteosentreSandoval/Teodoroyambasgeneralas(NúñezSabarís,2011).
EditarlascoleccionesdenovelacortadeValle-Inclán:Femeninas,EpitalamioyCortedeAmor
Elmencionadojuegodetrasvasesdetextos,seplasmaenestaocasiónenlatendenciaareeditarsusescritossiempreconmodificaciones,quenoshablaconelocuenciadesusistemadecreación.Porquetodasesasversionesrevelanelafánde perfección literaria que guía al escritor y le lleva a revisar sus textos
infatigablemente.Múltiplescambios—adiciones,supresiones,modificaciones—queelautorincorporacadavezqueeditasustextossueltosoencolectáneas:sonvariantes morfológicas, sintácticas y semánticas, que afectan a la estructura,estilo y significado de los textos: cambia una palabra, un topónimo, pule unafrase,suprimeunadescripción,amplíaunretrato,depuralapáginaoelpárrafode todo aquello que considera superfluo o redundante en procura de laesencialización y la condensación, en busca de una prosa melódica, elige eladjetivocuidadosamenteyconfierealapalabralacapacidaddesugerirnosoloporsusignificadoosuvalorsimbólico,sinoporsusonidoosucolocaciónenlafrase.
La edición que aquí presentamos reproduce las únicas ediciones deFemeninas (1895)yEpitalamio (1897)y laprimeradeCortedeAmor (1903),con loscriteriosqueseexplicanen lanotaeditorial,aquímaterializadoscomocorreccionesortográficasylingüísticas.
Por otra parte, por su interés «doctrinal» no hemos querido renunciar aofrecerlareproduccióndelprólogo«Brevenoticiaacercademiestéticacuandoescribíeste libro» (1908),comoapéndiceanuestraedicióndeCortedeAmor,sobreelquevolveremosalabordarlasSonatas(volumenII).
Estas ediciones quieren ofrecer al lector la posibilidad de adentrarse en lalecturadelostextosquecorrespondenalosañosinicialesdelacarreraliterariadeRamóndelValle-Inclán,portanto,fielesalcontextoenqueseescribieronypublicaron, coherentesconuna larga trayectoriaqueevolucionaenposdeunaconstanterenovacióndesupropiolenguajeartístico.Valle-Inclánnuncarechazóestosprimerostextos,dehecholosevocaenelprólogoaCortedeAmor(1908)conciertanostalgiaexpresandosuamorporaquellaliteraturajuvenilyatrevidaconlaquesehabía iniciado,desmarcándosede losya trilladoscaminosde losviejosprematuros:
Heaquíunlibrodejuventud,unlibroescritoenesaedaddichosadesueñosydeesperanzas.¡Hoyesaedadsemeapareceyacasi lejana!Al releerestaspáginas,quedespuésde tantosaños teníacasiolvidadas, he sentido en ellas no sé qué alegre palpitar de vida, qué abrileña lozanía, qué graciosoborboteodeimágenesdesusadas,ingenuas,atrevidas,detonantes.Yoconfiesomiamordeotrotiempoporestaliteratura(véaseapéndiceaCortedeAmor).
Ensuma,elinterésdeestosrelatosdeiniciaciónradica,enconsecuencia,enquenospermiteapreciarelestadodelaescrituradeValle-Inclánaprincipiosde1900 y poder adentrarnos en las particularidades que van definiendo sutrayectorialiteraria,enlaquesepuedenconstatarlaslecturasqueincidieronen
su formación, sus limitaciones y vacilaciones o los hallazgos que permitenadvertirrecurrenciasenobrasposteriores.
LACOLECCIÓNDEJARDÍNUMBRÍO/JARDÍNNOVELESCO:GALICIAALFONDO
Si Femeninas representa estéticamente el cosmopolitismo literario y elmundocultural europeo, conelqueel inquietoValle-Inclánhabía conectadoatravésdelcírculopontevedrésdeJesúsMuruais,quefrecuentóhastasumarchaaMadrid; no se puede dejar pasar por alto el hecho de que la opera primavalleinclanianaestéprologadaporManuelMurguía,cuyonombreestáunidoadestacadas personalidades de la época y del llamado «RexurdimentoGalego»,entonces en plena efervescencia. Murguía encarna de manera emblemática lareivindicacióndelasseñasdeidentidadpropiasdeGaliciayestabarelacionadoestrechamenteconelmundo localy familiardeValle-Inclán,pueselviudodeRosalía deCastro era amigo deRamónValleBermúdez, padre del escritor enciernes.
DelacuriosidadeinterésdeRamónValleportodologallegodacuentasuproyectada,nuncallevadaacabo,HistoriadeGalicia,sustempranaslecturasdela literatura gallega en la biblioteca paterna, en la que figuraban los escritoresmás relevantes de la época, que merecieron su admiración. Tal sucede conVicetto, cuya famosa novela histórica,Los hidalgos deMonforte, recuerda entérminos elogiosos en la primera de sus «Cartas Galicianas», pues en ellaencontrabadescritaunarealidadfamiliar—«elmundoqueconocíderapaz»—,queélmismollegaríaarecrearensuobray,particularmente,enloscuentosque,en un constante juegode trasvases, van conformando las colecciones tituladasJardínUmbrío y JardínNovelesco entre 1903 y 1920 (véase su relaciónmásadelante),aunquealgunosdesusrelatosno llegaranaformarpartedeningunadeestascolecciones.
Pero todos los cuentos que en ellas se integraron a lo largo de los años,aparecieronen laprensagallega,nacionaly/o latinoamericanaantesydespuésdesupublicaciónendichascoleccionesysiempre,comosideunasuertedeteladePenélopesetratase,escribeyreescribesustextosinfatigablemente.Esdecir,enlaprensa,delaqueVallefueasiduocolaboradordesdesusañosdeestudianteuniversitario,afilósuplumayensayósusprimerostextosnarrativos,suspoemasosusensayos…laprensafueunasuertede«forja»paraelescritor,queutilizó
tambiéncomofuentedeingresos.De hecho, Ramón del Valle-Inclán inició su andadura como narrador de
cuentosensuetapacompostelana,en losaños80,consideradosunánimementela Edad de Oro de la prensa gallega, que registra más de 250 periódicos,portavoces de sectores sociales, grupos políticos y organismos varios conperiodicidad diaria, semanal o quincenal y una vida por lo común bastanteefímera.ElSantiagodeaquellostiemposes,desdeestaóptica,muestrapatentedel vigor de la prensa local. Una ciudad, no cabe olvidarlo, que fue centroneurálgicodelmovimiento regionalista,que tanta resonancia tuvoenelcampoideológico-políticoycultural.
EnestemarcoseinscribelarevistaCaféconGotas,quenaceen1886yviveasaltosladécadadeorodelaprensagallegaensupropiaeintermitentehistoria(BouzaBrey,1966;SantosZasyGrupodeInvestigaciónValle-Inclán,1999).Setratadeunarevistaestudiantil,cuyocarácterilustradoytalantehumorísticosonsusnotasdefinitorias,perceptiblesambasdesdesumismísimaportada.Esalíneadominante incorporaCafé con Gotas a una tradición de prensa satírica, quecuentaconnumerososantecedentes.
NoshemosextendidoenestapublicaciónporqueenellaRamóndelValledela Peña, tal era su firma entonces, publicó sus dos primerísimos textos decreación (Bouza Brey, 1966): un cuento, «Babel», y un poema, cuyo primerverso reza «EnMolinares es verdad notoria» (4 y 11 de noviembre de 1888,respectivamente), que evidencian en ambos casos su carácter iniciático y suescuálidovalorliterario.Noobstante,cabeseñalarqueelcuento,enelmarcodela exaltación de las lenguas autóctonas, bromea desde su propio título con laconfusión plurilingüística. Valle no recogió este relato en ninguna de susantologías.Datocurioso,enestasmismasfechasestampatambiénsufirmaenlarevistasuhermanomayor,ylohacecomoCarlosValle-Inclán.
No sucede así con el que sería su segundo relato, «A media noche»,aparecidoenElGlobo tansolounañodespués,peroquerepresentanosoloelsaltoa laprensanacional(seeditarámásdeunadecenadeveces),sinoqueseconvierte en paradigma del trabajo de reelaboración al que Valle somete sustextos en sus sucesivas reediciones, con correcciones, supresiones o adicionessiendo, además, unode los cuatro textosqueValle-Inclán incluye en todas lasversiones de sus «Jardines», en tanto pionero de las líneas maestras quecaracterizanestascompilaciones.
JardínUmbrío(1920)
Sondiecisiete los relatosquecontieneensuúltimaversiónJardínUmbrío(1920),todosellospublicadosenunouotrodelosanteriores«Jardines»(verlarelación comparada infra), a excepción de dos, «Beatriz» y «Mi hermanaAntonia», que solo se recogieron en 1920 (González delValle, 1990; SerranoAlonso,1993).Estasdospresencias,quetampocosonunanovedad(laprimeraviolaluzenlarevistaElectra,en1901,yyahabíasidoutilizadaenLaCaradeDios para desvelar elmisterioso pasadodel atormentadoVíctorRey;mientrasque la segunda se publicó por vez primera en Cofre de Sándalo, 1909), sinembargo desempeñan en esta compilación un papel relevante, si se tiene encuentalaorganizacióndellibro.
Apesardeldilatadoprocesodeconfiguracióndeestaantologíadecuentos,no estamos ante una recopilación ocasional o fortuita—en Valle-Inclán nadanuncaloes—,sinoqueseadvierteunaunidaddeconcepción,queseapoyaenrasgos temáticos,constructivosyestilísticosafines,másdeunavezapuntados.Añadiríapormiparte,sinosatenemosaladistribucióndelosrelatos,que«MihermanaAntonia»ocupaexactamenteelcentro,flanqueadoporochorelatosencadacaso,quesumanlosdieciséisrestantes.Estaposicióncentralconfiereaestanovelitacortaunafunciónaxial,queValle-Incláncreaparaarticularentornoaeseejeundiálogoqueseestablececonotroscuentos,quevancreandolazos,querefuerzanasociacionestemáticas,estructuralesyrecursosnarrativo-descriptivosbastanteevidentes.
Estos diecisiete relatos están enmarcados por un breve texto, a modo deprólogo,queenlasprimerascoleccionessedesignaenelíndicecomoelpropiolibro;ysecierraconotrotexto,quetitula«Oración».Dostextosqueserepitenentodaslasedicionesdelos«Jardines»,aunqueconvariantes.
EmpecemosporlacodadeesteJardínUmbrío(1920),quereza:
Fueunaamigayamuerta,quienconamorosocuidadoreunióestoscuentos,escritosalaventurayentantossitios,paramorirolvidados.Cuandoundíamelosentregó,despuésdemuchosaños,yocreíhallar en ellos el perfume ideal de sus manos. ¡Pobres manos frías, ojalá pudieseis ahora volver aperfumarestaspáginas!
Estamosanteunreconocibleartificioretóricodelargatradiciónliteraria,queenestecasoevocade inmediato la figurade la«pobreConcha»cuyoperfumetambién impregnaba la carta que,moribunda enviara almarqués deBradomínsolicitando su presencia. Una evocación que, como en la Sonata de Otoño,
también aquí se tiñe demodernismo. Pero además esta «Oración» justifica lacolección, al confiarle a la voz de la enunciación los relatos de Micaela laGalana,conservadoscelosamentehastaentonces.
Por lo que se refiere al prólogo, en 1920 hallamos una voz en primerapersona que presenta la fuente de estas narraciones y explica el título de lacompilación, pero adviértase desde ahora que no solo tiene una funciónpresentativasinoquecreaunaatmósfera,unclimaqueconfiereunidadalaobra:
TeníamiabuelaunadoncellamuyviejaquesellamabaMicaelalaGalana:Muriósiendoyotodavíaniño:Recuerdoquepasabalashorashilandoenelhuecodeunaventana,yquesabíamuchashistoriasde santos, de almas en pena, de duendes y de ladrones. Ahora yo cuento las que ella me contaba,mientras sus dedos arrugados daban vueltas al huso. Aquellas historias de un misterio candoroso ytrágico,measustarondenochedurantelosañosdemiinfanciayporesonolasheolvidado.Detiempoentiempotodavíaselevantanenmimemoria,ycomosiunvientosilenciosoyfríopasasesobreellas,tienenellargomurmullodelashojassecas.¡Elmurmullodeunviejojardínabandonado!
Esdecir, enelpreámbulo lashistoriaspresentadasporunavozenprimerapersona son relatos que tienen su origen en «una vieja criada», que se loscontabaaunniñoquedeadultoseconvierteensutransmisor.Estapresenciaenla nota preliminar de un narrador testigo y la evocación de su propia infanciaconecta con varios relatos de esta antología, que están narrados desde lasubjetividaddeunyoadulto,querecuerda—evocacióndemiedosinfantiles—una experiencia vivida de niño o adolescente («El Miedo», «Mi hermanaAntonia»,«Delmisterio»,«MilóndelaArnoya»y«Nochebuena»),adiferenciadelosrestantesrelatos,contadosporunnarradorentercerapersona,despojadodelcomponentebiográficoficcional.
Peroesepreámbuloproporcionaotrainformaciónfundamental:elsentidodesu título, que remite a los temas dominantes, sintetizados en esta fórmula:«historias de santos, de almas enpena, deduendesy ladrones».Apesar de lavariedad temática y argumental de estos diecisiete relatos, todos ellos searticulan en torno a los motivos enunciados, que protagonizan personajesbásicamentedelámbitoruralgallego—raramenteurbano,comoelcasode«Mihermana Antonia»—, del que se vale el escritor para recrear tradiciones ycreencias populares de endemoniados, almas en pena, pecadores arrepentidos,santospuestos aprueba… temasque, amodode teselas, vancreandoungranmosaico demundo gallego tópico pero poético, marcado por el misterio y latragedia, lomágicomaravilloso,quesemanifiesta tantoenelcontenidode losrelatoscomoenlastécnicasyrecursosartísticosutilizados.Unmundodeficción
en el que se oyen los ecos de la toponimia y la onomástica gallega (Arnoya,Cela,Brandeso,Santiago,Bretal…),máspatenteensusversionesprimeras;unaGalicia de saludadoras, mendigos, curas de aldea, señores de pazo, criadossumisos,bandolerosyladrones,guerrilleros…
Porúltimo,convienealudir alusodel términohistoriaspara referirsea lasque se cobijan en este JardínUmbrío, que abarcan formas distintas: desde elcuento breve, casi una estampa de gusto arcaizante e ingenuo y sin apenasargumento(«Nochebuena»,«LaadoracióndelosReyes»),hastaelrelatolargoqueadmiteladivisiónencapítulos,como«Rosarito»,«Beatriz»o«MihermanaAntonia»,cuyocarácteraxialenelconjuntodelosrelatossereflejatambiénensu capacidad de síntesis de motivos y recursos de esta colección. Es «Mihermana Antonia» una de las pocas historias que se localiza en un espaciourbano,ytienecomponentesdemisterioenlaórbitadelanarrativagótica,segúnha mostrado Luisa Castro (2011: 5-29), siendo su principal característica lamencionada focalizacióny enunciacióndeldiscursopormediodeunnarradortestigo,queseremontaasuinfanciaparareferirlosfunestoshechosfamiliaresrelacionados con la supuesta posesión diabólica de un seminarista que leimpartió clases de latín a domicilio, y estableció relaciones con su hermanamayor,Antonia.Laatmósfera, lospersonajes, laambigüedadde loshechos, lafinuradeladescripciónhacendeesterelatoextensounapequeñaobramaestra.Porúltimo,esnecesariomencionardoshistoriasdelacolección,queadoptandolas formas propias del género dramático y sus títulos de raigambre teatral(«Tragedia de ensueño» y «Comedia de ensueño»), sin embargo el propioescritornunca losconsiderócomo tales;dehechoambosconstituyenmuestrastempranas(sepublicaronporvezprimeraen1901y1906,respectivamente)delhibridismogenéricodelquehizogalaValle-Inclán.
Paracerrarestepanoramaavistadepájarodelatrayectoriadelescritorcomoautorprimordialmentedecuentos,añadiríadosrasgospropiosdesusistemadeescrituraypublicaciónquetienesupuntodepartidaenestosmismosrelatos,yseproyectanhaciaotrasobras.
Me refiero, por una parte, al citado fenómeno de la transmodalización, esdecir, laconversiónde textosnarrativosendramáticos(vgr.sinirmáslejos,eldrama de Arniches transformado en novela extensa; el cuento «Un bautizo»,1906,reconvertidoenescenadramáticadeÁguiladeBlasón).Unfenómenoestequenoesajenoalhibridismogenérico,quecomosignodeépoca,Vallellevaasus últimas consecuencias, al difuminar las fronteras genéricas y propiciar la
interdiscursividad (la novela se hace dialogada o lírica, el teatro tieneacotacionesdescriptivo-narrativascercanasa lanovelay tan literarias comoelpropio diálogo teatral, etc.) y ofrecer obras que no encajan en las categoríasgenéricasconvencionales.Casostempranosdeestehibridismogenéricosonlostextoscitadosde«Tragediadeensueño»y«Comediadeensueño»,quepreludianel de textos como Águila de Blasón, que en su versión periodística (1906)figurabacomo«Novelaencincojornadas»;oLaRosadepapelyLaCabezadelBautista.Novelasmacabras.
Porotraparte,esnecesariosubrayarelricodiálogointertextualquelasobrasdeValle-Inclánentablanalolargodeltiempo,unrasgopropiodesusistemadeescritura que se asienta en el uso de la recurrencia. En la obra del escritorencontramostemastransversales,comoelcarlismoylaguerraentrecarlistasyliberales,queseatisbaensusprimerísimoscuentos(«Amedianoche»,1889),yalcanza su plenitud en el ciclo histórico de La Guerra Carlista (1908-1909),pero está presente en otras obras, como las Sonatas o El Ruedo Ibérico.Asociadosalostemasaparecenpersonajes-tipoquetambiénserepiten,comoelcaso del bandido, que representa el cuento «Juan Quinto», o la cuadrilla debandolerosde«Comediadeensueño»;peroesta figura (conelantecedentedelartículosobreelbandidohistórico«MamedCasanova.Unretrato»)lahallamosnuevamenteenSacrilegioyenElRuedoIbérico.Otro tipoquesereiteraenlaobradeValle-Incláneseldelguerrillero,queadquierecategoríadeprotagonistaenelcuento«Uncabecilla»(1895),que,porsuparte,tieneversionesdistintas,yalcanzasuformamáslogradaenlafiguradelCuraSantaCruz,protagonistadeGerifaltes deAntaño (1909) y entre ambas obras se registra una larga lista depersonajesrepresentativosdelaspartidascarlistas,queremitenalleitmotivdelaguerra. Algo similar sucede con la figura del emigrado político, que tiene suprimeraimagenenelMontenegrodelrelato«Rosarito»(1895)ysufiguramásemblemáticaenelMarquésdeBradomín.EsprecisamenteXavierdeBradomínuno de esos personajes cuyas sucesivas apariciones perfilan un individuo conbiografía propia, pues transita la obra de Valle desde sus primeros cuentos(inclusoaparececomotopónimo:Bradamín/Bradomín)hastaElRuedoIbérico,pasando por las cuatro Sonatas que además protagoniza; reaparece en lasnovelas deLaGuerraCarlista,Una tertulia de antaño e incluso enLuces deBohemia,encompañíadeRubénDarío,altiempoqueestepersonajeenlaza,porsucategoríadeemigradopolítico,conladeltambiénseductorDonJuanManuelMontenegro,delanovela«Rosarito»deFemeninas.
Valleigualmentereiteraespaciosytiemposhistóricosqueactúancomotelóndefondodesusficciones.Así,enlosprimerosrelatoshallamoslaformaenquedesignaráhabitualmenteelmundodelTrópico,«TierraCaliente».Estesintagma,queacuñaenunprimer relato,«PáginasdeTierraCaliente. Impresionesdeunviaje», es, a su vez, un pre-texto de «La Niña Chole» (1895). Más tarde lointegra, con la consiguiente reelaboración, en Sonata de Estío (1903),respondiendo al gusto por lo exótico de la literatura finisecular y, por fin,reaparece para designar el emblemático espacio en el que se desarrolla nadamenos que Tirano Banderas. Novela de Tierra Caliente (1926), espaciosasociados a una doble experiencia biográfica: sus viajes aMéxico en 1892 y1921.Porotraparte,esas«impresionesdeunviaje»sugierenelpuntodepartidadelgéneromemorias, queparecequerer adelantar las famosasdelMarquésdeBradomín.
Sus temas, personajes y ambientes van perfilándose poco a poco,amplificándoseymodificándose;demodoqueunapeculiaridaddelconjuntodesu producción artística es el diálogo que crea entre sus obras, aunque estasresultendistantesenel tiempo.Este juegode trasvases,peseaserunamínimamuestradeldiálogointertextualarribamencionado,estambiénreveladordelosprocesos de gestación en Valle-Inclán, a veces muy largos, de manera quemuchos de los hallazgos que singularizan su obra están en sus primerísimostextosyelloconfiereaestosrelatosnosoloelvalorintrínsecoqueposeen,sinotambién,uncarácterdecanteradeobrasfuturas.
Ytodoellonoshabladesupropioypeculiarsistemadeescritura,procesoslentosymadurados,quevancreciendodemanerapaulatinahastaalcanzarunadefiniciónacabadayunapraxisperfectaañosdespuésdehaberlasensayadoporvez primera, siendo esta una de las constantes de su trayectoria, cuyas clavesprimerasnosbrindansunarrativabreve.
EditarloscuentosdeValle-Inclán:lateladePenélope
Si el trasvase de textos entre las colecciones de relatos «galantes» esfrecuente,otrotantosepuededecirdeloscuentosqueconformanlassucesivasedicionesdeJardínUmbrío/JardínNovelesco, en las que ademáshanbuscadoacomodo,porrazonesexplicadas,algunasnarracionesoriginalmentepublicadasen las colecciones protagonizadas pormujeres, comoocurre con «Rosarito» y
«Beatriz»,yacomentadas.Como excepción a la norma, hemos optado en este caso por editar Jardín
Umbrío.Historiasdesantos:dealmasenpena:deduendesyladrones(Madrid:Sociedad General de Librería Española, Tip. Europa,Opera omnia, XII, 1920[colofón: «Este libro acabose de imprimir en la Villa de Madrid por laTipográficaEuropaaochodíasdelmesdeoctubreyañodeMCMXX»]).
Si se analizan las cinco compilaciones, que relacionamos después, seadvierte que todas sin excepción comparten, además del prologuillo y la«Oración»final,cuatrocuentos(«Elmiedo»,«Tragediadeensueño»,«ElReydelamáscara» y «Un cabecilla»); por otra parte, excepto JardínUmbrío (1903)todas repitensiete títulosmás («Laadoraciónde losReyes»,«LamisadeSanElectus», «Un ejemplo», «Del misterio», «A media noche», «Comedia deensueño» y «Nochebuena»), lo que, significa que, con la salvedad de JardínUmbrío(1903),lascoleccionesdelos«Jardines»(1905-1920)tienenencomúnoncetítulos.Lassemejanzassevanestrechandoapartirdeesacifra,demaneraquesolamentedoscolecciones,JardínUmbrío1914y1920,tienennuevamenteen común otros cuatro relatos («Juan Quinto», «Milón de la Arnoya», «Mibisabuelo»y«Rosarito»,queprocededeFemeninas).Sonquince—latotalidaden el primer caso— los que comparten ambas antologías, pero la edición de1920,porsuparte,contienedosnarracionesmásenexclusiva(«Beatriz»y«MiHermanaAntonia»). Estas dos novelitas cortas, sin embargo, no la conviertennuméricamenteenlacolecciónquereúnemayornúmerodehistorias,recordquetieneJardínNovelesco(1908),querelacionaensuíndicedieciochorelatos.Sinembargo,laprelacióndadaalaediciónde1920,quecuentaconunrelatomenos,sefundamentaenotroscriterios:porunaparte,lasnarracionesquecontieneenexclusivalaediciónde1908sontodasellaspre-textosdenovelas,alasqueseasimilarontrasunprocesodereelaboración;mientrasquelosdosrelatos,quenocomparte laediciónde1920con los restantes«Jardines», sonnovelitascortas,quehantenidoantesydespuéssupropiatrayectoriaysupresenciaproporcionaadicha colecciónun equilibrio estructural del que careceJardínNovelesco de1908,pues«MihermanaAntonia»ocupaelcentrodeunadistribuciónsimétricaderelatos(8+1+8),equilibriocaroaValle-Inclán,queademáseselvérticedeuntriángulo que ocupan otras dos novelas con nombre de mujeres, «Beatriz» y«Rosarito»,quecompartentemas,motivosyambientes.Porúltimo,laelecciónde JardínUmbrío (1920) como texto base de nuestra edición se justifica, no
tanto por ser la última edición autorizada (criterio que no ha regido laconcepción de estasObras completas), con la importancia que sin duda ellocomporta, sino porque se podría considerar la compilación más completa derelatospropiamenteautónomosdetodaslaspublicadasporelescritor,yestoleotorgaunasingularidadquenoshaparecidoimportanteponerderelieve.
Porotraparte,lostextosqueintegranestaediciónhansufridoalolargodesu propia trayectoria (prensa y libro) transformaciones que incluso hanmodificado la propia estructura del relato (caso más notable es el citado «Amedia noche», cuento que ha tenido más de una decena de ediciones) o hancambiado su título (valga elmismo ejemplo que en 1905 pasó a denominarse«Delcamino»).Frenteaesoscasosextremos,quepuedenllegaratransformaruntextodemanoinexpertaenuncuentologrado,lohabitualenestosrelatoseslapresenciadevariantes textualesdemuydiversoalcance.Enelcasodenuestraedición, hemosquerido ser fieles al texto de cada cuento tal comoaparece en1920, aplicándole los criterios que se explicitan en la nota final de estaintroducción, siempre que no contradigan elususescribendi del autor, criterioantepuestoinclusoalanormaactual.
Ediciones sucesivas y sus contenidos de Jardín Umbrío/Jardín Novelesco(1903-1920),consultadasparaestaedición:
1903: Jardín Umbrío, Madrid, Casa Editorial Viuda de Rodríguez Serra,Biblioteca Mignon, vol. XXXIII [1903]. [Contiene: «Jardín umbrío»,«Malpocado»,«Elmiedo»,«Tragediadeensueño»,«Elreydelamáscara»,«Uncabecilla»,«Oración»].Adviértasequeeltítulo«Jardínumbrío»,queapareceenelíndice,noesuncuentosinounbreveprólogo,enelqueseexplicaelorigendelos cuentos antologados; de lamisma formaque se cierra con un breve texto,titulado«Oración»,quetampocoesunrelato.
1905:JardínNovelesco.Historiasdesantos:dealmasenpena:deduendesyde ladrones, Madrid, Tip. de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,1905. [Contiene: «Jardín novelesco», «¡Malpocado!», «La adoración de losReyes»,«Elmiedo»,«Tragediadeensueño»,«Uncabecilla»,«LamisadeSanElectus», «El rey de la máscara», «Don Juan Manuel», «Un ejemplo», «Delmisterio», «A media noche», «Comedia de ensueño», «Nochebuena»,«Geórgicas», «Oración»]. Adviértase que el título «Jardín novelesco», queapareceenelíndice,noesuncuentosinoquecorrespondealprólogoenelqueseexplicaelorigendeloscuentosantologados;delamismaformaquesecierra
conunbrevetexto,titulado«Oración»,quetampocoesunrelato.1908:JardínNovelesco.Historiasdesantos:dealmasenpena:deduendesy
ladrones, Barcelona,Maucci, 1908. [Contiene: «¡Malpocado!», «La adoracióndelosReyes»,«Elmiedo»,«Tragediadeensueño»,«Uncabecilla»,«LamisadeSanElectus»,«Elreydelamáscara»,«Unejemplo»,«Delmisterio»,«Amedianoche», «Comedia de ensueño», «Nochebuena», «Geórgicas», «Fue Satanás»,«La hueste», «Égloga», «Una desconocida», «Hierbas olorosas», «Oración»].Véaselaadvertenciasupra.
1914:JardínUmbrío.Historiasdesantos:dealmasenpena:deduendesyladrones,Madrid,Perlado,PáezyCía., Imp.de José Izquierdo,Opera omnia,XII, 1914 [colofón: «Acabose de imprimir este libro en la Imprenta de JoséIzquierdoenMadridaXII díasdelmesde juliodeMCMXIV años»]. [Contiene:«Jardín umbrío», «Juan Quinto», «La adoración de los Reyes», «El miedo»,«Tragediadeensueño»,«Uncabecilla»,«LamisadeSanElectus»,«Elreydelamáscara», «Rosarito», «Del misterio», «A media noche», «Mi bisabuelo»,«Comediadeensueño»,«Milónde laArnoya»,«Unejemplo»,«Nochebuena»,«Oración»].Véaselaadvertenciasupra.
1920:JardínUmbrío.Historiasdesantos:dealmasenpena:deduendesyladrones,Madrid,SociedadGeneral deLibreríaEspañola,Tip.Europa,Operaomnia,XII,1920[colofón:«EstelibroacabosedeimprimirenlaVilladeMadridpor laTipográficaEuropa a ochodías delmesdeoctubrey añodeMCMXX»].[Contiene:«Jardínumbrío»,«JuanQuinto»,«Laadoraciónde losReyes»,«Elmiedo», «Tragedia de ensueño», «Beatriz», «Un cabecilla», «Lamisa de SanElectus», «El rey de lamáscara», «MihermanaAntonia», «Delmisterio», «Amedianoche»,«Mibisabuelo»,«Rosarito»,«Comediadeensueño»,«Milóndela Arnoya», «Un ejemplo», «Nochebuena», «Oración»]. Véase la advertenciasupra.
LaCaradeDios(1900),modelodenovelapopular
En el conjunto de la producción literaria deValle-InclánLaCara deDioscobra importancia por varias razones. En primer lugar, constituye la primeranovela extensa del autor. En segundo lugar, la singularidad del producto finalrespondealmoldedelanovelapopularydeesteaprendeelescritor,aligualqueGaldós u otros novelistas, recursos que luego rentabiliza en otras de sus
creaciones. Posee, pues, no solo interés literario sino valor histórico ysociológicointrínseco.
Además es un texto polémico por cuanto se sospecha, no sin fundamento,unaposibleautoríacompartida—obradevariosautores(ZamoraVicente,1973:67) o colectiva (CabañasVacas, 1987: 57-67)—, sospecha que ha inclinado acuantoshanafrontadounaedicióndeobracompleta(Valle-Inclán,2002y2010)o escogida a ni siquiera contemplar la inclusión de este texto, que el escritornuncavolvióapublicarniareclamar,unarazónmásparaexcluirlodecualquiertrabajocompilatorio.Asuhistoriatextualmereferirédespués.
A finales de 1899 Valle-Inclán acepta el encargo editorial de escribir unanovela por entregas a partir del drama homónimo deArniches, estrenado conéxitolisonjeroenelTeatroParischdeMadridel28denoviembredeesemismoaño.Resultaevidentequesutriunfoinmediatamentefueaprovechadoparahacerunbuennegociodeventas:yael27dediciembre,apenasunmesdespuésdelestreno,ArnichesescribeunacartaaValle-Inclánconcediendosupermisoparatransformar el drama en novela, carta que puede verse reproducida en nuestraedición.
Esta saldría por entregas, hasta el momento ilocalizables, probablementedesdeeneroofebrerode1900,destinadaaunpúblicolectorpocoexigenteconla calidad literaria de este producto, pero ávido de un argumento que lomantuvieseatrapadohastaeldesenlaceapaciguador.
Fueron56lasentregasdelanovelaquesevendieronasussuscriptores;noobstantecontradiceestedatoelapuntadoporJoaquíndelValle-Inclán(2009:5-13), quehabla de 29 entregas y aporta el precio de venta de cada entrega (25céntimos) y los recibos de 28 pesetas abonados a Valle-Inclán por cadacuadernillo;porotraparte,LópezdelArco,hijodeleditordeclaróen1973queVallehabíacobrado1000pesetasentotal.Estosdatos,siendodelmayorinterés,nonospermiten,sinembargo,dirimirelnúmerodeentregascorrecto.Sesabe,sinembargo,quelasentregasnofuerondistribuidasporunúnicoeditorsinopordos a través de un proceso de compra-venta: el primer editor, quizá el queformulóelencargoaValle-Inclán, fueTomásQ.deAlarcónquien,despuésderepartirlasseisprimerasentregas,vendiólanovelaaotroeditor,AntonioLópezdel Arco. Este segundo editor publicó las cincuenta entregas restantes connuevasilustracionesycontodaprobabilidadVallelasvendiódeacuerdoconlopreceptuadoenelcontrato.EstacircunstanciadelacesiónexplicaríaqueValle-Inclándejasedeserdueñodelaobrayperdiesesusderechosdeautorunavez
finalizadoeltrabajo(MíguezVilas,1998:78-79).Puesbien,lanovelaconocióconposterioridadaladifusiónporentregas,que
almenossemantuvohastaelmesdeagostode1901,unanuevaedición,ahoraen libro, realizadapor lamadrileña«LaNuevaEditorial»,deJ.García,que ladio a la estampa con ilustraciones en blanco y negro y en color. Esta ediciónconstade688páginas,perocarecedecolofóny fue impresapor laTipografíaModerna. En la cubierta del ejemplar consultado figura el nombre del autor,RamóndelValleYnclán[sic].Estaapariciónconjuntadeentregasyediciónenlibro era práctica bastante habitual en la época y ponede relieve que la ventaseriada de La Cara de Dios debió de constituir un éxito comercial notable.Teniendo en cuenta, además, que la difusión de 50 entregas necesitabaaproximadamentedeunañoparasercompletada,sepuedecolegirqueenelcasodelanoveladeValle-Inclánsudifusiónenlibronodebióhacerseefectivahasta1901. Las entregas, cuadernillos o pliegos independientes que semanalmentedistribuían el texto de una obra, presentaban una impresión muy descuidada,numerososerrorestipográficosylacalidaddelpapeleramuybaja.Peroposeíanlaventajadefacilitar lacompraprogresivadelproductoaprecioasequibleporpartedeloslectoressuscritos.
TodaestainformaciónsobreLaCaradeDioseradesconocida—dehecholoeralapropiaobra—hastaqueen1972DomingoGarcía-Sabelllapublicaenlaeditorial madrileña Taurus con un prólogo, que proporciona esos datos. Suaparición destapó la caja de Pandora y no solo arreciaron los comentarios enprensaacusandoaValle-Inclándeplagio,sinoquesecuestionósuautoría.
AestasalturasdesucarreraliterariaValle-Inclányatieneclarosumétododetrabajo, pues el procesodegénesis de susobrasmayorespasapor la escrituraprevia de textos independientes, dados a conocer a través de periódicos yrevistas, que potencia el rico diálogo intertextual entre sus creaciones. En LaCaradeDios el procedimiento de asimilar por vías distintas textos propios yajenosparticipadeesemismométodocreativosegúnelcuallostextosliterariosen símismos poseen autonomía, pero pueden llegar a formar parte de nuevasobrasgraciasalaoportunacontextualización.Además,conLaCaradeDiosenconcreto se ve obligado a escribir espoleado por la obligación de vender unnúmerofijodepáginascadasemanaaleditorconquienhafirmadouncontrato.Este círculo vicioso mercantilista en que crea el autor de novelas popularescondicionalaescrituradelaobra,concebidasiemprebajopresióneditorialydelpúblicolector,eimpidelarevisióndelamisma.
EnlatrayectoriadeValle-InclánLaCaradeDios,ademásdesersuprimeranovela extensa, es una obra singular, tanto por la distancia estética quemediacon el resto de la producción valleinclaniana como por su amplia recepcióncontemporánea.Pero,sobretodo,cobrainterésporelmétodocreativoutilizadoquepartedelreciclajedematerialespropiosyajenos,estrategiaqueelescritorensayamásdeunavezalolargodesucarrera,paramostrarcómounahistoriaenotrocontextoliterario,siestábienintegrada,funcionademododistinto.Eneste sentido, La Cara de Dios constituye un buen ejemplo de prácticastranstextuales, en el sentido genettiano, que responden a la concepciónvalleinclanianade la literatura, combinando la libertadcreativay la recreaciónlibresca.
Eneste sentido, esconocida lapolémicaqueacompañó laprimeraediciónmodernadeLaCara deDios (1972), asociada a los «plagios» del escritor—cuyas pistas él mismo facilitó—, que en este caso se relacionaron con unatraducciónfrancesadelanoveladeDostoievski,NiétoschkaNezvánova (1849),publicada bajo el título deÂme d’enfant (MíguezVilas, 1998: 53). Pero si el«plagio»remitealasrelacionesintertextuales,hayquesubrayarqueLaCaradeDiosesdesdesumismotítulodeudoraexplícitadeldramadeArniches,comoseha indicado, y cuya reescritura supuso, ante todo, un ejercicio detransmodalización, al convertir en novela un texto originalmente teatral. A laampliadaversióndeldramaarnichescoylostextosdesuadmiradoDostoievski,que integradeformadiscontinuaentre loscaps,XalXIX, se suma la inserciónliteraldedoscuentosdeBaroja(«Eltrasgo»y«Médium»)enloscapítulosVyIX; otros dos relatos breves del propio Valle-Inclán: «Satanás» y «Ádega(Historiamilenaria)», en los capítulosVII yVIII. Por último, se han detectadotambiénecos,reminiscencias—siguiendolaterminologíadeGenette—dePoe,BalzacydelDostoievskideCrimenycastigo (MíguezVilas,1998:31-65).Ensuma,elescritorsesirviódeunconjuntodemateriales literariosmuydiversosconlosqueconfiguraunmundodeficciónapartirde textospre-existentes,esdecir: hace literatura sobre literatura y esto apunta inequívocamente hacia unaconcepción antirrealista de la misma, ya apuntada, que es una las señas deidentidaddesuobra,seacualsealaetapadesutrayectoria.
SiValle-Inclánbuscaconlapresenciadetodosestosmaterialesaumentarlasentregas, no es su único objetivo. El autor intenta dotar a su novela de lasuficiente coherencia en cuanto a desarrollo argumental, por eso incorpora
cambiosqueafectanalafiliaciónentrepersonajes,sufunciónysusignificado.Hay un empeño denodado por situar convenientemente los textos reutilizados,aunque la integración de estos materiales llegue a resultar artificiosa y losvínculostemáticosyargumentalesnoseansuficientesparadotardetrabazónalconjunto.Noobstante,estanovelapopulargustóalpúblico lectorde laépoca,ávidodetramaslaberínticasydehistoriasquealimentenalmáximosuinterés.
Almargendesucomplejagénesisliterariaylosproblemasquehasuscitadolareelaboracióndeeseconjuntodematerialespropiosyajenos,desdeelpuntodevistadelasestrategiasgenéricasynarrativas,LaCaradeDiosesunalardedelconocimientoqueValleposeíadelasconvencionesytécnicaspropiasdeungéneroespecífico,lanovelapopulardecrímenes(MíguezVilas,1998:12y77-83),encuyoanálisiscabedestacarlahabilidaddelescritorparaadaptarseaunaestructura compositiva y a unas estrategias deudoras del subgénero literariomencionado,incrustandoesadiversidaddematerialesconunatécnicasimilaralcollage, sin soslayar los condicionantes derivados del tipo de destinatario y lasujeción a un ritmo de publicación preestablecido, que imponía además unnúmerodepáginascadasemana.
Pues bien, de la novela popular retomaValle-Inclán estrategias y recursosvarios como pueden ser el origenmisterioso del protagonistaVíctorRey, queValle-Inclánrentabilizaalmáximo;lapresenciadeelementosmelodramáticosenel desarrollo de la trama tales como la convivencia de víctimas y traidores, larecompensa de la virtud y el castigo del vicio; las reiteradas intrusiones delnarradorexterno,quellegaadialogarconundestinatarioficticioalqueguía;lahistoria contada por el propio protagonista para conmover a los lectores; lospersonajesestereotipadosdelfolletín—excepciónhechadelpersonajeprincipal—, hasta el punto de que el personaje arnichesco de Ramón pierde lacomplejidadadquiridaeneldrama;eldesenlaceenquedemanerasatisfactoriapara el lector de folletín se restablece el orden perdido, y muy alejado de latragedia con laque concluye el dramadeArniches; la repeticiónde esquemasconocidos y de tópicos manidos; una intriga convencional pero cargada deefectismos; la presencia del misterio, los crímenes y las desapariciones; elmanejo de la sorpresa y la tensión expectante; la existencia de enigmaspendientesderesoluciónhastaelfinal;laestructuratemporalretrospectivapueslanoveladecrímenesseorganizadesdeeldesenlaceycaminahaciaeliniciodela historia; el truco del suspense para despertar la curiosidad del lector eincesantespreguntas;loscambiosbruscosdefortuna;lasucesiónlaberínticade
peripecias; el maniqueísmo y el enfoque didáctico-moralizante dado aldesarrollodelahistoria,encuyodesenlacetriunfanelbienylavirtud…
Desdeelpuntodevistadesudiseño, laobraestáorganizadaendos libroscon25y19capítulosrespectivamente,numeradosenromanos(salvoelprimeroyúltimodecadalibro),cuyaextensiónesdesigual.
Los capítulos están titulados (exc. XIX de la primera parte, y XVIII de lasegunda), pero solo los primeros van sistemáticamente acompañados de unailustración,quesirvecomocartadepresentacióndelepisodiocorrespondiente.En otros casos, aparecen ilustraciones a inicio, mitad o final de página. Lasilustraciones intercaladas a página completa (recto, con ilustración; verso, enblanco) no siguen la paginación correlativa del folletín. Esto es, carecen denumeración,por loquepodríanaparecer insertadasencualquierotropuntodelcapítulo.
La influencia de la entrega, unidad de creación y de consumo, de esatransmisiónseñalizadaydelasnormasgenéricaseneldiseñodeloscapítulos,lamanera de distribuirlos, sus divisiones internas, sus títulos y el diseño de susfinales, interrumpidos de manera inesperada, es más que notable. Pero otrosaspectos estructurales deLaCara deDios también quedan condicionados porese mecanismo de difusión y por el deseo de mantener atrapado al lectormientrasduralaventadelasentregas.Típicosdelgéneroson,porejemplo,losmotivosdelatraición,laenfermedad,laenvidiaoelcrimen.Eltratamientodelos temas centrales de la novela (amor, muerte, miseria y destino) respondeasimismo a los gustos de los lectores de folletines. En cuanto a los espacios,estos solo interesancomomarcode las acciones,de ahíqueapenas aparezcandescritos, salvoaquellospertenecientes a los textosvalleinclanianos insertadosdentro de la novela. La contraposición entre ámbitos rurales galaicos y losurbanosnoparececasual,sinoquerefuerzalaideadequeMadridescentrodelvicioydelpeligro,ensuma,unlaberintoamenazador.
NoserásoloestaúltimacaracterísticadeLaCaradeDios,enloquerespectaalavisióndelaciudad-monstruodeMadrid,laquevuelvaareaparecerenobrasposteriores de Valle-Inclán, notablemente en Luces de Bohemia. En este suprimer esperpento también acude el autor a la ficcionalización de personasreales,almotivodelaventadelacapa,aundiálogoentreMaxyelpresocatalánen el que podemos advertir concomitancias con el mantenido entre Víctor yPalomero sobre el anarquismo.Y no olvidemos que los diálogos deLuces de
Bohemia adeudan al género chicobuenaparte de losmodismosy expresionesqueeldramaturgodepura.UntrabajodeestiloenparteyarealizadoporValle-Inclán cuando en 1900 adapta y aumenta el drama homónimo de CarlosArniches.Enfin,elentramadodelfolletínyvariosdesusmotivosafloranenlosotrosesperpentos,todosellosdeambientaciónurbanayvariospresididosporelpersonajecolectivo.
EDITARLACARADEDIOS
LlegadosaestepuntoyantesdeclarificarenquémedidaValle-Inclánsiguelos parámetros de la novela popular de crímenes, conviene hacer variaspuntualizaciones acerca de la apuntada hipótesis de una autoría compartida ocolectiva deLa Cara de Dios, razón que ha llevado a excluirla de proyectossimilaresalnuestro.Ciertamentenadaesdescartablemientrasnosedemuestrelo contrario y, sobre todo, porque las colaboraciones entre escritores y elintercambio de los mismos dentro del proceso de escritura de una novela defolletín eranusuales en la época.Pero igual de frecuente lo eraqueproyectosinicialmentepactadosentreellos,alapostrelosresolvieseunúnicoescritor(porejemplo,RamirodeMaeztu).
Acasoante lamera sospecha,bastaría seguir el argumentoque frayBenitoJerónimoFeijooadujoparajustificarelusodelcastellanoenlugardellatínensuTeatroCríticoUniversalantequienesseloreprochaban:hemosdecididoeditarLaCaradeDiosporconsiderar,comoprincipalrazón,quenotenemosningunaen contra. Pero siendo esta un buenmotivo, creemos estar en condiciones deofrecerargumentosnuevosalosconocidos.
Ya Catalina Míguez Vilas había aportado en una de las poquísimasmonografíasdedicasaestanovela(1998:19-22)razonesdeordenextraliterarioyliterario,quenosinclinanaconsideraraValle-IncláncomoartíficedeLaCaradeDios.
EmpecemosporrecordarlaspalabrasdelpropiodonRamónenelprólogoaSonatadePrimavera (1904), reproducido en el volumen II: «No hace todavíatresañosvivíayoescribiendonovelasporentregas,quefirmabaorgullosamente,no sé si por desdén, si por despecho». Palabras que —¿por qué dudarlo?—reconocenmalgréluilapaternidaddeuntipodenovelas,alaqueseadscribeLaCaradeDios.ParececorroborarlolasiguientedeclaracióndeRicardoBaroja:
Aquella época era ingrata para los jóvenes literatos […]. Valle-Inclán, como todos —recuerdaRicardoBarojaenLaPluma,1923—,seresentíadelacrisis[…].Uneditordenovelasporentregasleencargóqueconvirtieraennarraciónnovelescaunaobraestrenadaconéxito,yValle-Inclánsatisfizoeldeseo del escritor, hinchando aquel perro melodramático de modo que diera muchas entregas (verEsteban,1973:58).
Peroa lasdeclaracionesseagregan losdatos:porunaparte, los recibosdecobroconservadosestánfirmadosporValle-Inclán—quienllegaríaaganarunas1000pesetasde laépocapor lasentregasdeLaCaradeDios—;porotra, lacarta de autorización de Arniches va dirigida al autor gallego (ver sureproducción en edición); en la cubierta de la novela figura su nombre comoautor: «Don Ramón del Valle-Inclán», y la huella del escritor se aprecia eninfinidad de detalles, sobre todo, rasgos de estilo reconocibles, cuandojustamentebrillanporsuausenciaenestetipodenovelasquerepitenfórmulas.
Yaquíesnecesarioexplicarqueelestudiocomparadoconotros textosdelautor, cotejo que facilita el trabajo en equipo, nos ha permitido observar lapresenciadevocablosyexpresionesqueVallereiteraenotrasobras,perosobretodo se aprecia el uso de galleguismos, construcciones sintácticas y tiemposverbales típicamente gallegos (vgr. el uso del imperfecto de subjuntivo, queequivale al pluscuamperfecto español). Si hubo varias manos colaboradorasdurante la escritura de las entregas de la novela, la dificultad estriba endeterminarelgradodeintervencióndecada«ayudante»entantolaescrituradeestetipodenovelaspopularesrespondeatópicosyestereotiposmuymarcados.Existen,además,testimoniosdeamigosyliteratosdelmomento,como«Azorín»oRicardoBaroja,cuyasdeclaraciones juegana favoroencontrade laautoríavalleinclanianaexclusivaodelacolectiva.ApesardelmomentovitaldifícilporelquedebíaatravesarValle-Inclán,debierondisfrutarquienescongransentidodel humor tuvieron implicación directa o indirecta en este juego literario, altiempo que resolvían los apuros monetarios del autor gallego. En la novelaValle-Inclán pone en práctica elmismo procedimiento que luego reaparece enLucesdeBohemia: el de ficcionalizar entes reales hasta verlos convertidos enpersonajes literarios. Lo llamativo de este guiño de complicidad es que entreesosentesdeficción,queenmascaranalosamigosyconocidosrealesdeValle-Inclán (Cornuty,Bargiela,Baroja,Palomero…), no figuranunca el nombrededonRamón.
Por otra parte, el hecho de que Valle-Inclán no la incluyera en suOperaomnia no obedece necesariamente a la voluntad de olvidarla sino, como he
apuntado,alcontratofirmado,uncontratodecesiónquesuponía lapérdidadelosderechossobrelaobraunavezfinalizadaslasentregas(MíguezVilas,1998:78-79).
Ensuma,apesarde laexclusiónde losvarios intentosdeobracompletayescogidadelescritorysobretododelamásrecienteedicióndelaObracompletay de laNarrativa completa (Valle-Inclán, 2002 y 2010, respectivamente), quenos disuadían de su edición, creemos haber dado razones que justifican supresencia en estas páginas y desde luego no hemos encontrado otra máspoderosaquenosdesaconsejasehacerlo.
Enestaedición,delos44capítulosnumeradosenromanos(salvoelprimeroyelúltimodecadalibro),hemosenmendadodoserroresenlanumeración.Porotra parte, nuestro texto base ha sido el publicado por la editorial J. García[1900], que a diferencia de otros, que nos constan autorizados por el autor,hemosintervenidoconmayorlibertadparaenmendarerratasyerroresderivadosdeuntipodepublicación,cuyascaracterísticaspropicianlosdescuidos.Losmáscomunes en esta obra son: guiones, signos de interrogación o admiraciónolvidados, que se han restablecido, al igual que son frecuentes la falta deconcordanciadegénero,númeroydetiempoverbal.Ennombrespropiossehaoptadoporlaformamayoritariaenel texto,cuandoestepresentafluctuaciones(encursivalaopciónelegida):Baroja/Baraja;Morucho/Moruno;Bradomín/Bradamín;conunaexcepción:eltopónimogallegoCéltigos,queeltextoregistramayoritariamente sin acento, como tantas veces sucede con topónimos ovocablos gallegos, muy usados por el autor, que los tipógrafos, cajistas, noidentifican. Unificamos también en mayúscula laGenerala, Condesa oMisiaCarlota y se enmienda la minúscula de Hermana de la Caridad por ser elnombreabreviadodeunacongregaciónreligiosa,aligualqueCárcelModeloyCuarteldelosDocks,porreferirseaespaciosconcretoslocalizadosenMadrid.
Hemos mantenido, finalmente, el ideolecto propio de los personajes, deacuerdoconloscriteriosgeneralesestablecidos,expuestosenlanotafinal.
MARGARITASANTOSZAS
NOTAAESTAEDICIÓN
Editar la obra deValle-Inclán es tarea de equipo y así ha sido en nuestrocaso. Un equipo formado por integrantes del Grupo de Investigación Valle-Inclán (Javier SerranoAlonso,XaquínNúñez Sabarís, CatalinaMíguezVilas,RosarioMascatoRey,FranciscaMartínezRodríguezyCarmenVílchezRuiz),bajo la dirección deMargaritaSantosZas.Un equipo, asociado a laCÁTEDRAVALLE-INCLÁN de la Universidad de Santiago de Compostela, que cuenta conunalargaycompartidatrayectoriavalleinclaniana,desdelacualhanafrontadoelreto de editar la extensa y compleja obra de Valle-Inclán con las siguientesprecisiones, que son también los principios básicos que fundamentan estaedición.
HemosdesignadoObrascompletasdeValle-Inclánalatotalidaddelasobrasdelescritorpublicadasenformadelibro,unarestricciónquesuponelaexclusiónaprioridelaspublicacionesperiodísticas(conlassiguientesexcepcionesquesejustificanensulugar:«Undíadeguerra.PrimeraParte.Enlaluzeldía»[1917],relacionadoconLaMediaNoche;«UnBastardodeNarizotas»(1929),VísperasSetembrinas,Primerapartede«BazadeEspadas» (1932)yElTruenoDorado[1936], relacionados con la serie deEl Ruedo Ibérico, justificados por ser uncicloinconclusoqueinvitabaasupublicacióníntegra).
Por otra parte, y a diferencia de cualquiera de las ediciones de obrascompletasquenospreceden,hemosincluidoLaCaradeDios[1900],textocuyapaternidadsehapuestoenteladejuicio.
Eltipodeediciónqueofrecemosrespondeaunmodeloeditorialqueexcluyea priori la presencia de un aparato crítico, que corresponde a la metodologíapropiadelacríticatextualvigenteenelámbitodelasletrashispánicasenelquenosmovemos.Ahorabien,todaslasdecisionestomadaslohansidoenfunciónde unos criterios que se explican a continuación, de manera que podemosjustificarlasentérminosgenerales,aunqueenausenciadelcitadoaparatocríticose hace inviable señalar de forma precisa y concreta los lugares objeto deenmendatioylaexplicacióndecadaintervención,seandebidasaerrordeautor,decopiaomecánico,quenuestraediciónnopuede reflejarexplícitamente.Noobstante, se ha sopesado el posible origen de cada enmienda realizada en lostextoseditados,queenmuchoscasoshemospodidoatribuiraunauotracausa,
en virtud del cotejo llevado a cabo entre ediciones e, incluso, emisionessucesivasdeunamismaobraanterioresa1936,queenelcasodeValle-Inclánson,comohemosvisto,numerosas,peroquehemospodidorecorrerantedudasodiscrepancias,puesenel«ArchivoDigitalValle-Inclán»—depróximapuestaenabierto—disponemosensoportedigitaldelaobraimpresadelautoranteriora1936 (pre-textos en la prensa, folletines, ediciones sucesivas, etc.). Por otraparte, se han tenido en cuenta las ediciones críticas existentes de las obras deValle,aligualquelaedicióndeObracompleta(2002).Hemospodidoconsultar,asimismo, galeradas de obras, que se conservan en el Legado Valle-InclánAlsina,quepresentancorreccionesmanuscritasdeValle,muyreveladorasdelainsistencia en ciertosusosquedefiende ante las correccionesdemanos ajenas(vgr.mayúsculasdespuésdedospuntos).
Hagamosunparéntesisaquípara referirnosa lamonografíadeJoaquíndelValle-Inclán,RamóndelValle-Inclánylaimprenta(2006),reveladoradelpapeldeterminante de la imprenta y el diseño gráfico en la presencia de variantestextualesenlaobradeValle-Inclán,quenopodemosignorar.Decíaelnietodelescritor,tresañosantesdequesehiciesepúblicalaexistenciadelLegadoValle-InclánAlsina,losiguiente:
Apesardecarecerdemanuscritos,pruebasocapillas,esperfectamenteposiblerastrearlasenormeshuellasdelatipografíaylaimprenta,yapartirdeahínosoloesfactible,sinoimprescindible,explicarlos cambios de texto […]. Con este objetivo partimos de la base de establecer una tipología de lasvariantes, comenzando por definir lo que es achacable a las normas tipográficas, al proceso deimpresiónyalasconsideracionesmercantilespropiasdelaactividadeditorial(J.delValle-Inclán,2006:19).
Yproporcionaejemplosdediversasobrasdelautorgallego,quemuestranalasclarasquehemosatribuidoelcienporciendelasmodificacionestextualesdela obra valleinclaniana a la «fiebre del estilo» del escritor, sin advertir que laacumulación de variantes que se observan, por ejemplo, en «los principios yfinales de capítulo en determinadas obras en prosa», tiene que ver con una«drásticavariacióneneldiseñodellibro»,alqueValle-Inclándedicabatodasuatención.Lodicho,sinembargo,nominimizaelvalorestilísticodecadacambio,enelqueValleponíaigualempeño.
Almargende esas iniciales condiciones/condicionantes, nosgustaríapoderdecirquehemoshechounaedicióndefinitiva,quenoha faltadoniempeñonirecursoshumanosymateriales,perolarealidadnosdicequeconValle-Inclánlodefinitivosiempreeslapenúltimafase.
•Lostextosbasedelapresenteedición(tomo I):Esobligadopreguntarseal editar aValle-Inclán ¿qué edición tomar como textobase?Ennuestro caso,contrariamentea la tendenciageneralizadadedarcartadeciudaníaa laúltimaediciónenvidadelautor,comoediciónautorizada,hemosoptadoporlaeditioprincepsdecadaobra,condosúnicasexcepciones(JardínUmbríoyElRuedoIbérico),quejustificamosencadacaso.
LarazónprimordialdeestaelecciónesmostrarlostextosdeValle-Inclánenel contexto estético-estilístico en que nacieron, en un intento de ofrecer laevolución artística de su autor, cada palabra, cada frase, cada secuencia en sucontexto preciso… Si, como se ha comentado en el primer apartado de laintroducción(yvalgacomoelocuenteejemplo), leemos laSonatadeOtoñoensuprimeraedición (1902), laestamossituandoenplenoModernismo literario,delqueValleessuprincipalreferenteymodelo.SieditásemoslaúltimaedicióndeSonatadeOtoño (1933),quehasidohastaahoralohabitual,observaríamosrasgosesperpénticos,quenoexistenenlaeditioprinceps.EsunerrorfrecuenteconcluirquelaSonatadeOtoñotienerasgospre-esperpénticos,sinoseadvierteque la edición de 1933 es posterior aLuces de bohemia (1920-1924), primeresperpento de Valle-Inclán, de modo que estos rasgos no son aplicablesretroactivamente a 1902. Las excepciones se justificarán en cada caso. Estadecisiónexige,mássicabe,elmantenimientodelaspeculiaridadesautorialesdeescritura.
Estadecisión,queenelcasodeValle-Inclánnotieneprecedentes,seamparatambiénenreflexionesajenas.Alrespecto,señalaIglesiasFeijoo(2013):
lanormamásextendida,quecasitienefuerzadeley,aconsejaseguiresaúltima,puesrepresentalavoluntaddefinitivadel escritor y se suponeque en ella alcanza el gradomás alto deperfección.Sinembargo, no es seguro que este deba ser un principio de aplicación general e indiscutida. En rigor,suponeaceptardospremisasquedistandeestarprobadas.Laprimeraimplicaqueunautoreselmejorcríticode símismo, alguienquenunca se equivoca al opinarydecidir acercade sus textos, peronosiempre debemos asumir a ciegas sus decisiones. En segundo lugar, creer en el perfeccionamientoincesantedeunescritorconformepasanlosañosdistadeserunarealidadverificableyderivadeunaconcepcióndeprogresoindefinidountantoingenua.Pero[…]lomásimportanteradicaprecisamenteeneselapso,puesesmuyposiblequesuscriteriosestéticos,ideológicos,moralesydetodotipohayanvariado,conlocualestaríamosayudandoatergiversarlarealidaddeunaobradeterminada,queportauntítulobienconocido.
Estevolumende lasObrasCompletas deRamóndelValle-Inclán, primerodelosqueacogenlaprosanarrativayensayísticadelescritor,estáintegradoporlas obras que conforman la narrativa breve del autor, en las ediciones que se
indicanacontinuación,yporlanoveladefolletínLaCaradeDios:— Femeninas. Seis historias amorosas. Pontevedra: Imprenta de Andrés
Landín,XXII,1895.— Epitalamio (Historia de amores). Madrid: Imprenta de A. Marzo
(ColecciónFlirt,núm.1),1897.—CortedeAmor:Florilegiodehonestasynoblesdamas.Madrid:Imp.de
AntonioMarzo,1903.— Jardín Umbrío. Historias de santos: de almas en pena: de duendes y
ladrones.Madrid:SociedadGeneral deLibreríaEspañola,Tip.Europa.Operaomnia,XII,1920(colofón:08-10-1920).
—La Cara de Dios. Novela basada en el célebre drama de Don CarlosArniches.Madrid:LaNuevaEditorialdeJ.García,[1900],TomoI.
•Prioridadalususescribendi del autor: nuestra edición es filológicamenteconservadora,porquecomopuntodepartidarespetamoselususescribendidelautor,aunquecontraríelanormaacadémicaactual,conlassalvedadesqueestasdecisiones,quenoson reglasmatemáticas, requieren.Estadecisiónsebasaenun principio fundamental: la peculiar relación que un escritor entabla con lapalabra escrita, que genera particularidades que hay que respetar, tal comopostulaBlecua (1983), y en este sentido es igualmente elocuente el trabajodeJauraldePou(2015),queabogaporelrespetoalususescribendideunautorporencima de normativas, que también son susceptibles de modificaciones. LamismaideadefiendeIglesiasFeijoo(1990),evitandoel«fetichismodelaletra».Ahorabien,Valle ha ido cambiando, por ejemplo, su sistemadepuntuaciónyusodemayúsculas.Despuésdellargorepasohecho,sepuedeninclusofecharloscambios, pero el problema estriba sobre todo en las etapas intermedias, confluctuaciones evidentes, que es preciso contemplar (vgr. Sonatas, trilogíaCarlista): imponerunanormatardíaatextostempranos,esunahipercorreccióntergiversadora,peromantenerlafluctuaciónenunmismotextosineloportunoaparato crítico, resulta desconcertante. Así que la norma establecida (quecontemplaexcepciones)esqueenlostextosenlosqueconvivendossolucionesdistintas (uso de mayúsculas y minúsculas para el tratamiento de cortesía,don/doña o títulos nobiliarios), hemos optado por la dominante. Y si estepredominionofueseclaro,nosdecantamosporlaformamáscomúndelaetapavalleinclanianaalaquepertenecelaobra.Estosignificaquenocabeaplicarun
sistemacorrectorautomáticoqueanulelasdiferenciasentretextos.Duranteeltrabajodeedición,losintegrantesdelGrupoValle-Inclán,quehan
afrontadoconmigoestasObrascompletas,hemoscomparadolacasuísticadelaobravalleinclanianaensucesivaspuestasencomún.Este trabajoenequipohapermitidocotejaredicionesensimultaneidad,ynosoloadvertir lasabundantesvariantes existentes entre unas y otras, sino constatar su propia evolución,perceptibleendiversosniveles(vgr.desdelasortográficas,hastalassemánticase incluso estructurales), que de otro modo resultaría harto difícil. Pero esaconstatación nos ha permitido igualmente extraer algunas de las conclusionesquehemosconvertidoendecisioneseditoriales,avaladasporelususescribendideValle-Inclán,quetiendeadesviarsedelanorma,sí,perosiendofielalaqueélmismoestablece;demaneraquehemosdiferenciadolosusosdeépocadelospropios, y hemos comprobado que no siempre la arbitrariedad achacada alescritorestal;hemosaprendidoquenosedebenestablecernormasqueabarquenla totalidad de su obra, so pena de ignorar su evolución, demanera que estoexplica, por ejemplo, que el uso demayúsculas después de dos puntos no seasistemático en nuestra edición, pues proceder a unificar sería caer en laultracorreccióny,dehecho,«traicionar»esaevolución,quesepercibetantoenusos ortográficos propios del autor (vgr. el abundante uso de los dos puntosmuchomenosperceptibleen lasanterioresa1907-1908;elempleodeguionesparentéticos, que se multiplican en sus últimas obras: Tirano Banderas y ElRuedo Ibérico), que a estas alturas podríamos incluso temporalizar, como enrecursosestilísticos,quetambiénnoshapermitidoconunmargendeerror,desdeluego,afrontarLaCaradeDioscomountextodelautor,sinnegarlaposibilidadde que otras manos hubiesen intervenido en él, como se ha dicho en sucorrespondienteapartado.
Demaneraque,insisto,nuestraediciónesfilológicamenteconservadora,loque significa que nuestra intervención en los textos está muy medida, que laactualizaciónllevadaacabosoloserefiereausosdeépoca,quehemossometidoa losdictadosde laRAE,acuyosutilísimosrecursoson linehemosacudidoamenudo; enparticular a esearsenal léxicoquenoshademostradomásdeunavez que, cuando creemos haber encontrado un lapsus calami, los diccionarioshistóricos, «Nuevo Tesoro lexicográfico», el «CORDE», incluso el antiguoficheromanuscrito,querecogevocesolvidadasorarasconsusdefiniciones,másde una vez clarificadoras (verBibliografía final), algunas de estas fuentes noshan dicho que Valle-Inclán tiene razón, que ese significado o esa forma, que
estábamosdispuestosadescartar,existe.DonRamón,ahorasabemos,graciasalLegadoValle-InclánAlsina,utilizabaglosariosycomparabavocesconcretasenelespañoldedistintospaísesdehablahispana,locualsignificaqueenmendarlelaplananoesbaladí.
Aplicamos a los textos aquí reunidos los criterios establecidos para lapresente edición de las Obras completas que se exponen a continuación endetalle y que servirán de guía para los cuatro volúmenes siguientes con lassalvedadesque,desernecesario,seindicaránensulugar:
•Comonormageneral: respetoestrictoa laspeculiaridadesde laobradedon Ramón, que pueden contrariar normas actuales de la Academia, porqueentendemosqueformanpartedelaespecíficarelacióndelescritorconlalengualiteraria(buscasiempreefectostonalesyrítmicos,eufónicos,yexpresivos).Esesteuncriterioqueavalan,entreotros,Blecua(1983),IglesiasFeijoo(1990)oJauralde(2015).EnaquellascuestionesortográficasenlasquelaRAEpermitala alternativa, optamospor la formamás compatible conValle-Inclán (vgr. losgrupos cultos) y se unifica a favor de la formamayoritariamente usada en unmismotexto,cuandoestepresentafluctuacionesentredosformasaceptadas.
En el caso de parlamentos de personajes, con mayor razón, mantenemosvulgarismos, giros lingüísticos particulares, indicativos del habla coloquial ocualquierrasgojergalodeargotqueValleponeenbocadesuspersonajes,querecurrenaexpresionesenotraslenguas,incorrectaslamayoríadelasveces.Soloseacudealacursivasisepuedeinterpretarcomoerrordelectura.
•Acentuación: como norma general, modernizamos los usos propios deépoca de acuerdo con la RAE (supresión del acento en preposición á; ladisyuntiva ó, y los monosílabos; en verbos con pronombres enclíticos, muyutilizados por Valle: cumplióse, quedóse, quedéme, mostróse, acerquéme…,pronombresdemostrativos,etc.).
•Mayúsculas: se mantiene el empleo de mayúsculas para los títulos decortesía (Don/Doña), los nobiliarios (Marqués, Duquesa, Conde…), lasinstitucionesyorganismos,etc,alosqueValle-Inclánconfiereunvalorenfáticooexpresivo,rasgo,porotraparte,queelModernismoylaVanguardiaartísticapropicianconesamismafunciónexpresiva(enelcasodeDonJuanManuel,elusodelDon[dominus] le confiere la categoría que ninguno de los personajesquelerodeatiene).Otroscasosenqueseconservaelusodemayúsculascontralanorma:eniniciodecadaverso;despuésdedospuntosyseguido(Valle-Inclánen sus galeradas recupera en estos casos la mayúscula siempre que los
correctores lo rectifican). Es este un caso que todos los editores coinciden enmantener.
NoobstanteesnecesarioseñalarqueenlaobradeValle-Inclánhayunaclaraevoluciónhaciaelusosistemáticodemayúsculas,quesehacepredominanteapartirdelasSonatas.Enlostextospreviosesmenosestableomásfluctuante(notenemos la certeza en estos casos de queValle sea el responsable, porque uneditorcomoLandín,cabepreguntarse¿quéintervenciónteníaeneltextoycuálera la del autor?). En estos casos, unificamos de acuerdo con la tendenciadominante en cada obra, en lugar de mantener la oscilación, pero evitamosuniformizarretrospectivamenteparaevitarcaerenlahipercorrección.Así,enlosprimerostextos(porej.enEpitalamio)usaminúsculas,preferentemente,peroenlaversiónde«Augusta»deCortedeAmor (1903),Valleempleamayúsculaenlosmismoscasosque anteshacíausode laminúscula (vgr. elPríncipeAttilioaparece en minúsculas siempre en 1897, excepto cuanto se le interpeladirectamenteporeltítulo:«¡Príncipe,Príncipe!»;mientrasqueenCortedeAmorutilizasiempremayúsculasenlosmismoscasos).
Exceptuamosdeestecriteriogeneral,elusodelasmayúsculasparamesesyestacionesdelaño,porserunrasgodeépoca.
Convienerecordarquelasmuestrasdegaleradascorregidasdepuñoyletradel escritor, confirman esa tendencia del autor, aunque se advierten tambiénalgunoscasosduales(vgr.MarquésdeBradomín/marquésdeBradomín;Guardiacivil/GuardiaCivil),quenosiempresecorrigen.
• Puntuación: la propuesta que parece más coherente y que tambiénpermitiría una mejor justificación, es mantener el poco ortodoxo sistema depuntuación de Valle-Inclán, porque obedece a razones tonales, rítmicas,expresivas.CabríadecirqueValle«nosoporta»lasfrasesmuylargasyrecurrealapausa tonal/respiratoriaquehacecoincidir concomas.Enestecaso,nuestrapropuestaesmantenerlapuntuaciónoriginalconunaexcepción:sujeto+coma.Larevisióndegaleradasymanuscritos,laconfrontaciónsistemáticadesuusoenlostextosimpresos…noshallevadoalaconclusióndequeloscasossonmenosfrecuentes de lo que suele afirmarse. Pero no es esta la razón de nuestracorrección,sinoquenopareceobedecerauncriterio(posiblementese tratadeuna«pausarespiratoria»)niexisteunasistemáticacomoenotrasdivergenciasdelanormaporpartedelescritor,que,paradójicamente,sonenélregulares.
Semantiene la peculiar construcción: frase+ coma+ y copulativa+ frase(sonpausastonales).
Seconservantodassusparticularidades,inclusocuandoelsujetovaseguidode una oración de relativo especificativa se mantiene la puntuaciónvalleinclaniana.Soloenmendamoscuandodelempleode lapuntuación resulteunaincoherenciaoambigüedadsemántica,quereclamaaclaración.
Serestablecenlossignosdeinterrogaciónoadmiraciónsiemprequefalten.Valle suele olvidar el de apertura. Se respeta igualmente el uso de apertura ycierre con signo de admiración e interrogación, respectivamente, o viceversa.RasgoquenoesexclusivodeValle-Inclán.
Mantenemos los puntos suspensivos después del signo de cierre deadmiración(!…)ydeinterrogación(?…).
• Guiones largos incorporados al discurso, que suelen tener valorexplicativo,parentético,aposicional.Suusoseincrementaenobrastardíasyloutiliza esporádicamente en las primeras. Quizá es este uno de los usos enaparienciamás«caprichosos»,porpartedelautor(loempleaamenudodespuésdedospuntos),perosusupresióncomportaenlamayoríadeloscasoslapérdidadematicesy tonalidadesde la prosavalleinclaniana.Salvo en casos contados,hemosmantenidosuusosiemprequetieneunvalorexplicativo.
Seeliminanguionesenpalabrascompuestas(vgr.guarda-joyas),deacuerdoconortografíaactual,salvoenlosnombrescompuestos(CondesadePorta-Dei).
•Uso de cursivas o entrecomillados: Valle usa pocas veces las cursivas(posiblementeporrazonestipográficas)yapelamásregularmentealascomillas:su revisión en obras distintas y a lo largo del tiempo no permite concluir queexistan razones distintas para uno u otro uso. De modo que mantener taldistinción carecería de justificación. Hemos optado por esta norma general:cursiva a todos aquellos casos en que Valle-Inclán utiliza comillas, con lasalvedaddeaquellostérminosenquesuusopuedaresultarambiguo(ej.títulosde obras inexistentes, como «Pastorela Mundana» en Epitalamio). Se aplicacursivaenelcasodeextranjerismosylatinismos(sinacentos).Igualmente,enelcasodeotrasmodalidadesprosísticasenelcuerpodeunanovela(pasajesdeundiario,vgr.LaCaradeDios).
•Otroscriterios:—Mantenemosloísmoylaísmocomorasgodeautor.— Se conservan: dedicatorias, prólogos y poemas, que actúan como
prólogos/pórticosenalgunostextos.— El formato que hemos adoptado de capítulos, partes, libros o blancos
tipográficosquemarcancualquierade las separacionesconvencionales, sehanintentadorespetarentodosycadaunodeloscasos.
QueremosexpresaraquínuestroreconocimientoadoñaMaríaPeñaAlonsoporsumeticulosacorreccióndepruebas.IgualmenteadoñaCeciliaFríasporsuconstanteatención.GraciastambiénaAdrianaAbaloGómezporsusrevisionesbibliográficas.
M.S.Z.
BIBLIOGRAFÍA
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FEMENINAS(SEISHISTORIASAMOROSAS)
APEDROSEOANE
¡Cuántotiempoqueninosvemosninosescribimos,miqueridoSeoane!A pesar de este aparente olvido, si hoy, cual en aquellos días de locuras
quijotescasvolvieseanecesitardeunamigo—unhombre,era lapalabraquenosotros empleábamos entonces— el corazón guiaríame como siempre a tupuerta.Aunqueconalgunascanasdemás,estoysegurodequevolveríamosaser los antiguos camaradas que tantas veces bebieron juntos en el vaso de lafraternidad estudiantil. Por eso, mi querido Pedro Seoane, al dedicarte estelibro —el primero que escribo—, me siento alegre, como el padre que albautizarsuprimogénito,puedeponerleunnombrebienamado.
¡Es tan dulce, enmedio del pesimismo que la ciencia de la vida exprimepocoapocoenelalma,tenerunamigo,ysaberlo!…
RAMÓNDELVALLE-INCLÁN.
VillanuevadeArosa,20deabrilde1894.
PRÓLOGO
Eselpresente,un libro,quepuededecirseporentero juvenil.Loespor laíndoledelosasuntos,porquesuautorloescribeenlomejordelavida,porqueha de tenérsele por un dichoso comienzo, y en fin, porque todo en él resultanuevoytienesuencantoysuoriginalidad.Conélgozamosdeunplaceryaqueno raro, almenos nomuy común, cual es el de leer unas páginas que se nospresentan como iluminadas por clara luzmatinal, y en las cuales la poesía, lagraciayelamor,esastresdiosaspropiciasalajuventud,dejaronlaimborrablehuelladesupaso.
Primiciasdeunamusa,ecoapenasapagadodelassensacionesdeuncorazónabierto a las primeras emociones y a los primeros desengaños, tienen cuantonecesitanparahacerlasamablesalosojosdelosquecomoellassonjóvenesygozan y sienten las mismas pasiones y sus veleidades, con alma pronta acomprenderlas en toda su intensidad. Tal es sumérito, y que nos hable de losiempreeternoysiempre joven,enunanueva forma,bajounnuevoaspectoyconunencantooriginal,entrefácilyrisueñoaunqueuntantomalicioso,propiodelamaneradeserdesupueblo.Masaquíhadehacerseunasalvedad;alhablardecuantonuevoencierraestelibrolomismoenelfondoqueenlaforma,claroes que se hace por modo relativo y no dando a entender que su autor se haabiertounasendadesconocida:dícesetansolamentequeesnuevoenelpaísenquevelaluz.Estalimitacióneneljuicio,ennadaleperjudicaporqueasíytodo,elautordeFEMENINAS,senospresentaconpersonalidadpropia,yaporlogenialde sus facultades, yaporque le hallamos siempre fiel a su razay sentimientosquelesonpropios.
Bajo tan importante punto de vista ha de considerársele principalmente.Porquehijodesutiempo,peroasímismohijodeGalicia,sonenélmanifiestaslascondicionesespecialesde losescritoresdelpaís.El sentimiento ledomina,conocelaarmoníadelaprosaqueaquíseacostumbraynoesfácilfuera:prosa
encadenada,blanda,cadenciosa,llenadeluz;prosaporesenciadescriptivayalacual solo falta la rima. Y no es esto solo, sino que conforme con el espírituensoñador del celta, despunta los asuntos, no los lleva a sus últimos límites;levantaelvelo,nolodescorredeltodo,dejandoelfinal—comoquientemeabrirheridasdemasiadoprofundasenloscorazonesdoloridos—enunapenumbraquepermiteallectorprolongarsuemociónygozaralgomásdeloqueelautorindicaydejaenlovago,yelqueleetienedentrodelalma.Esesta,condiciónespecialque en nuestro amigo deriva de su raza, porque de su tiempo tiene lo quellamamosmodernismo, y la nota de color viva, ardiente, sentida, puesta en ellienzo de un solo golpe. En cambio es suya, la frase elegante, armoniosa, untanto lírica, llena de luz, que se desliza con gracia femenil, serpentina casi, yhacedelautordeestelibrounprosistaquenonecesitamásquecastigarsuestilo,paraserungranprosista.Contodolocual,conloquedebealasangreyloqueleespersonal,hartoclaramentepruebaqueesdelosnuestros.Aunquequisieraocultarlo no podría.A todos dice que ha nacido bajo el cielo deGalicia.Hijosuyo, criado al pie de unos mares que tienen la eterna placidez de las aguastranquilas,lareflejatodaensuspáginas,dondecreeunopercibir,desdeelacreperfumede lospatriospinaresyde lasondasque losbañan,hasta losblandosrumoresdelariberanatal;desdelasoledaddelasciudadesdeprovincia,hastalaclaridaddeloscielostropicalesylascosasquelesonpropias.
Estoporloqueserefierealoexterior,porqueencuantoasuinterior,oseaelalma del libro, no es menos nuestro por la manera de tratarlo, y por la granverdad de los cuadros que lo forman.Aparentemente parecen invención, peroprontosevequesonrealidades.Nosenecesitamuchoparacomprenderqueelautorselimitóadejarquehablasensucorazónysusrecuerdos,permitiendoquedesbordase—enlaplenituddesusañosjuvenilesydesushorasdepasión—loqueelacasodelavidahicierasuyo.
Eraimposibleotracosa.Elayerestáparaéltancercano,queledomina.Notienemásqueabrirloslabiosyestosbalbuceanlosnombresqueridos:loslazosqueleunieronalasmujeresamadasyalasqueelazarpusoensucamino,aúnnoestánrotosdeltodo.Deaquellascuyorecuerdoduralavidaentera,odelasqueapenasdejanimpresiónenelalma,guardatodavíaconelreflejodelaúltimamirada,lasuavepresióndelosbrazosamados.Lasquefueroncomoescollo,ylas que igual a la hoja de una rosa se dejaron llevar al soplo de los vientosmatinales,siguenteniendoparaéllosmismosdesdenes,olasmismassonrisas.Diríamosque lassombras invocadasaúnnosehandesvanecido,yquepueden
volveratomarcuerpoyllenarlashorassolitariasquesiguensiemprealashorasllenasdepasióndeunavidaensucomienzo.
Por de pronto y por lo que de sus heroínas nos refiere, las mujeres querecuerdafueronfácilesycrueles.Eranecesarioqueasísucediese,yqueresultaseentre amables burguesas ycocottes exigentes, conquienes nopodíamenos detropezar en los primeros pasos de la vida. Hembras y esfinges, tal nos lasdescribe,yasídebieronapareceralosojosdelqueapenassisabíadelamor,másque lo que va conociendo sucesivamente, y de las mujeres lo que le ibanenseñandoaquellasconquienes tropezaba. ¡Yelcielo sabecuáles,quenosonlaspeoreslasqueladesgraciaarrojaalavíapública!
Partiendodeestehecho,secomprendequeelautordeFEMENINAS,habiendoreunidosusdocumentoshumanos—loslancesquenoscuentaylasheroínasquenospresenta—seanloquesediceproductodelaexperimentación,enlacualvamezcladomuchodeloqueélconocedepropioconocimientoyalgotambiéndeloquevioyoyóporelmundo:loqueessuyoyloquefuedelosdemás,todoello animado por los recuerdos de las pasiones sufridas, lomismo que de loslugaresrecorridos.Entalmanera,queaunfueayer,comoquiendice,cuandolaCondesadeCela le despertó pasándole por la cara el suave y tibiomanguito,cuandoTulaVaronaleazotólamejillaconunflorete,cuandoOctavialehizoverporexperienciacuándifícilmentellenaunhombresolo,elcorazóndeunamujer,asísealamásenamorada.
¿Cómoextrañarseporlotanto,delaespeciedeunidaddepensamientoydeinterés que domina en todo este volumen? Páginas arrancadas al libro de susConfesionesjuveniles,unlazomásqueestrecholasuneyhaceiguales.Comositantonobastase, es una lamismapasiónque anima todos los cuadros; pasiónviva, juvenil,un tanto libidinosa—hayqueconfesarlo—pero siemprepoéticatantoen la fábulacomoensu trama,en laexpresiónde losafectosdelmismomodoqueenlaarmoníadelafraseyenlaaureolaquelosenvuelveigualqueuninmenso nimbo.Aunque no fuesemás que por eso, FEMENINAS sería un libromoderno, hijo de la hora actual y de las pasiones que asaltan al joven en susprimeros pasos asediando su corazón con ímpetu diario. Sentimental, porquesuenaavecescomounaqueja,sabeDiosdequédolores;romántico,aunquepormodo novísimo; y femenino puesto que no nos habla de otra cosa que de loslances a queda lugar el amorde lasmujeres y de los afectos que inspiran.Ycomonielmásbreveespaciohaqueridosuautorquemediaseentreelsuceder
ayer y el contarlo hoy, de ahí que el relato conserve el calor de las cosas queacabandepasaranuestravista,odentrodenosotrosmismos.Asíespatente,enlarapidezdelaacciónyenlosdetalles,claros,precisos,movidos.
Dirasequeasí es forzosoque sucedaencomposicionesde la índolede lasqueformanestelibroyenlascualestododebeserconcisoeirdirectamenteasufin;peronoescierto.Loscuentostalescomohoyseconcibenyescriben—hijosde lamoderna inquietudy tambiénde laescasaatenciónqueelhombreactualquiereponerensemejantescosas—sonrápidos,convulsivoscasi;másnerviosque sangre ymúsculos y en los cuales es visible la pretensión de encerrar enbreve espacio todo un drama; no valen lo que aparentan sino cuando estánescritos por almas agitadas y que apenas tienen tiempo para dar cuerpo a sussueños,vidaasuscreaciones,formaalopasajeroqueacabadeconmoverles.Ental suerte que se equivocaría quien creyese que FEMENINAS, es uno de losinfinitostrabajosdesuíndole,aquesololamodaactualpuededarimportancia.Todo lo contrario. Los que encierra este libro, son como pequeños poemas,breves,alados, llenosdesentimiento;cosasdehombresymujeresquepasanacadamomento,peroquesolotienenvida,fuerzayrelieve,cuandofiltrancomoquiendiceatravésdeunalmadepoeta.Poresonoresultanobradelquesigueun feliz ejemplo, sino cosa propia, hijos de un temperamento. Los hubieseescritoasí,sinqueanteshubieseconocidootros.Soncosasuya,ysolamenteporsus cortas dimensiones se parecen a los que nos da, con tan desdichadaprodigalidad el actual momento literario. En tal manera que en cuestión decuentos,apesardeser tantosy tandistintos losqueseconocen,nuestroautorinventó un nouveau frisson, como dicen los que más usan y abusan de loscuentos,losfranceses,nuestrosmaestrosenesteydemásgénerosliterarios.
Dicho esto, consignado que el presente libro no es tan solo un dichosocomienzoyunasegurapromesa,sinoelfrutodeunainspiracióndueñayadelascondicionesnecesariasparaalcanzardegolpeunprimerpuestoen la literaturadel país, parece como que nada queda que añadir y que debemos levantar lapluma.Asíloharíamossinuestrocorazónnoslopermitiera.Mas¿cómocallarenlíneasescritasalfrentedel librodelhijo, lagrande, laestrechaamistadquenosunióasupadre?¿Cómonorecordaralescritorypoetaintachable,alalmapura, al íntegro carácter, a aquel que llevó el mismo nombre y apellido quenuestroautoryfuetandignodelaestimaciónenqueletuvimossiempreyconlaquenoscorrespondía?Aúnfueayer,cuandoconelpieenelsepulcro,nostendió
porúltimavezsumanoyhablamosdelascosasquedetantotiempoatrás,noseran queridas —la patria gallega y la poesía que había encantado sus horassolitarias—.Sabíaélquelamuertelehabíayatocadoconsudedo,masnoporeso secreíadel tododesligadode la tierra,quenopensaseen supaísyno sedoliesedelosinfortuniosajenos;¡élqueloshabíaconocidotangrandes!
Duerme,duermeenpazmibuenamigo,tuhijosiguelasendaqueletrazastecon el ejemplo de una vida honrada como pocas. Tu hijo recoge para ti loslaurelesquepudisteceñirteydesdeñastecontentocontudichosamedianía.¡Sitúpudierasverlo!
Nobleza obliga. El autor deFEMENINAS lo sabe bien.Descendiente de unagloriosafamilia,enlacual loilustredelasangre,nofueestorbo,antesacicateque les llevaba a las grandes empresas, tiene un doble deber que cumplir.Deantiguo contó su casa grandes capitanes, y notables hombres de ciencia yliteratura,gloriayorgullodeestapobreGalicia.Senecesitapues,quecontinúelanointerrumpidatradición,yquecomolossuyosañadaunahojamásdelaurelalacoronadelapatria.Yyoennombredesupadre,lodigo:¡Hijomío,cumpletusdestinosyquelashorasqueteesperan,teseanpropicias!
M.MURGUÍA.
Coruña,noviembrede1894.
«ELACONDESADECELA
SPÉRAME esta tarde». No decía más el fragante y blasonadoplieguecillo.
Aquiles, de muy buen humor, empezó a pasearse canturreando una jotazarzuelesca, popularizada por todos los organillos de España; luego quedoserepentinamenteserio,mientrasseatusabaelbigoteanteelespejorotodeungranarmariodenogal.¿Porqué leescribiríaella tan lacónicamente?Hacíaalgunosdías que Aquiles tenía el presentimiento de una gran desgracia; creía habernotado cierta frialdad, cierto retraimiento.Quizá todo ello fuesen figuracionessuyas: pero él no podía vivir tranquilo. Aquiles Calderón era un muchachoamericano,quehabíasalidomuyjovendesupatriaconobjetodeestudiarenlauniversidadespañoladeBrumosa,dondealcabodelosañosmil,continuabasinhaber terminadoningunacarrera.Enlosprimeros tiemposderrocharacomounpríncipe, mas parece ser que su familia se arruinara años después en unarevolución,yahoravivíadelagraciadeDios.Peroalverlehacereltenorioenlasesquinas,ypasear lascallesdesde lamañanahasta lanocherequebrandoalasniñeras,ypidiéndolesnuevasdesusseñoras,nadieadivinaría las torturasaque se hallaba sometido su ingenio de estudiante tronado y calavera que cadamañanaycadanoche,teníaqueinventarunnuevoarbitrioparapoderbandearse.AquilesCalderónteníalaalegríadesesperadayelgracejoamargodelosartistasbohemios;porlodemáseraentodounsimpáticomuchacho.Sucabezaairosaeinquietamáscorrespondíaaltipocriolloquealespañol;elpeloeraindómitoyrizoso;losojosnegrísimos;latezjuvenilymelada;todaslasfaccionessensualesymovibles;lasmejillascongrandesplanos,comoesosidolillosaztecastalladosenobsidiana.Erahermoso,conhermosuramagníficadecachorrodeTerranova;una de esas caras expresivas ymorenas que se ven en losmuelles, y parecenaculotadas en largas navegaciones trasatlánticas, por regiones de sol. Estabaimpaciente,yparadistraerse,tamborileabaconlosdedoselhimnomexicano,en
los cristales de la ventana que le servía de atalaya. De pronto enderezoseexaminandoconavidez lacalle,arrojóelcigarroy fueaecharsesobreel sofáaparentandodormir.
Tardópocoenoírseel rocedeunacoladesedadesplegadaenelcorredor.Pulsaron desde fuera ligeramente y no contestó. Entonces la puerta se abrióapenas,yunacabecitademujer,deesascabezasrubiasydelicadasenquehaceluzysombraelvelillomoteadodeunsombrero,asomósonriendo,escudriñandoel interiorconalegresojosdepajarilloparlero. Juzgódormidoalestudiante,yacercóseleandandodepuntillas,mordiéndoseloslabiosderisa.
—¡Asíseesperaaunaseñora,borricote!Ylepasólapieldelmanguitoporlacara,contanfino,tanintensocosquilleo
que le obligó a levantarse riendo nerviosamente. Entonces la gentil visitantesentósele con estudiada monería en las rodillas, y empezó a atusarle con suslindosdedos,lasguíasdelbigotejuvenilyfanfarrón.
—¡ConquenoharecibidomiepístolaelseñorDonAquiles!—¡Cómono!¡Puessiteesperaba!—¡Durmiendo! ¡Ay,hijo, loquevade tiempos!…Mira tú,yo tambiénme
habíaolvidadodevenir,meacordéenlacatedral.—¿Rezando?—Sí,rezando;metentóeldiablo.Hizounmohín;yconarrumacosdegatitamimadaselevantódelasrodillas
delestudiante.—¡Carambola!Notienesmásquehuesos;laatraviesasauna.—Esraro,conesabalumbadecosasquetraesencima,nodebíapasarteun
cañón.—Cállateembustero;biensabesquetodoesmío;antesyononecesito…Hablabacolocadadelantedelespejo,ahuecándoselosplieguesdelafalda.—Venacágalante:quítameelsombrero,ycolócaloahídondenosemanche,
porqueaquíhaypolvodecienaños.Aquilesacercoseconaquelladejadezdeperdido,queélexagerabaunpoco,
yledesatólasbridasdelacapotitadeterciopeloverde,anudadasgraciosamentebajolabarbetadeesculturaclásica,pulida,redondayhastaunpocofríacomoelmármol.Laotra,siempresonriendo,levantólafaz,yjuntandoloslabios,rojosyapeteciblescomolasprimerascerezas,alzoseenlapuntadelospies.
—Beseusted,caballero.El estudiante besó, con un beso largo, sensual y alegre, como prenda de
amorosajuventud.Erapordemásextrañoelcontrastequehacíanlacondesayelestudiante.Ella
llena de gracia, vestida con natural sencillez; trascendiendo de sus cabellosrubios, y de su carne fresca y rosada como manzana sanjuanera, grato yvoluptuosoolorde esencias elegantes; deshilachandocon esa inconscienciadelas damas ricas los encajes de un pañolito de batista; Aquiles envuelto en ungabancillo blanquizco, que se caía de puro viejo; las manos hundidas en losbolsillos;ylacolillaadheridaallabiocomomolusco.Lotronadodesupergeño;laexpresiónensoñadoradesusojos;yelnegroyluengocabello,quepeinabaentrova,dábanlegransemejanzaconaquellosartistasapasionadosybohemiosdelageneraciónromántica.PeroenBrumosanadieparabamientesencontrastetal.DelmismojaezhabíansidotodoslosamoresdelacondesadeCela.¡LapobreJuliateníalacabezaacomponeryuncorazóndecofradía!Antesqueconaquelestudiante diera mucho que hablar con el hermano de su doncella; unmuchachote toscoyencogido,queacababadeordenarsedemisa,yera lamásraravisióndeclérigoquepudosalirdeseminarioalguno.Habíaqueverle,conelmanteo amedia pierna; la sotana verdosa enredándosele al andar; los zapatosclaveteados;elsombrerodecanalmetidohastalasorejas;sentándoseenelbordedelassillas;caminandoagrandestrancosconmovimientodesmañadoytorpe.Ysin embargo la condesa le había amadoalgún tiempo, con ese amor curiosoyávidoqueinspiranaciertasmujereslasjóvenescabezastonsuradas.Nopodían,pues,causarextrañezasusrelacionesconAquilesCalderón,lascuales,sintenerlarga fecha,habíancomenzadoen los tiemposprósperosdel joven.Más tarde,cuando llegaron los días sin sol, Aquiles, que era muy orgulloso, quisoterminarlasbruscamente,perolacondesaseopuso;lloróabrazadaaél,jurandoque taldesgracia losuníaconnuevo lazomás fuertequeningúnotro.Durantealgún tiempo, tomó ella en serio su papel. A pesar de ser casada creía haberrecibido de Dios la dulce misión de consolar al estudiante. Entonces hizomuchaslocurasydioquehablaratodaBrumosa,perosecansópronto.
Traveseando como chicuela aturdida, rodea la cintura de su amante, y leobligaadarunavueltadevalspor la sala.Sin soltarse, sedejancaer sobreelsofá: Aquiles, haciéndose el sentimental, empieza a reprocharle sus largasausenciasqueniauntienenladisculpadequererguardarelsecretodeaquellosamores.¡Ay,eranveleidadesdecoquetaúnicamente!Ellasehabíaencasquetadounfezargelinoqueestabasobreelsofá,ysonríecomomujerdecarácterplácido
que entiende la vida y sabe tomar las cosas cual se debe. Aquiles habla y sequeja con simulada frialdad; con ese acento extraño de los enamorados quesienten muy honda la pasión y procuran ocultarla como vergonzosa laceria;resabio casi siempre de toda infancia pobre de caricias, amargada por unasensibilidadexquisita,queeslamásfunestadelasprecocidades.Lacondesaleescuchadistraída,ajustándoseelgorro,poniéndoselounasvecesdefrente,otrasde soslayo, sinestarsequieta jamás;porúltimo, cansadadeoírle se levanta,ycomienzaapasearseporlasalaconlasmanoscruzadasalaespaldayelairedecolegialaburrido.Aquilesseindigna:¡Paraeso,soloparaesosehapasadotodalatardeesperándola!Ellasevuelvesonriente.
—¡Y acaso yo he venido a oírte sermonear! No comprendes que bastantedisgustadaestoy…
—¡Tú!—Sí,yo,quesientolaspenasdelosdos;lastuyasylasmías…Perocomo
mevesamableyrisueñacontodoelmundo,tefiguras…Ylomismoquetúlosdemás…
Deja de hablar, contrariada por la sonrisa incrédula de su amante; luegoclavando en él los ojos claros, y unpocodescaradillos como toda su persona,añadeirónicamente:
—Desengáñate,rapaz,lasaparienciasengañanmucho.¿Quiénviéndoteatipodrásospecharniremotamentelaspenuriasquepasas?
—Pues, hija, el que tenga ojos. Esta vitola no creo que pueda engañar anadie.
Aunque herido en su orgullo, el bohemio sonríe atusándose el bigote,mostrandolosdientesblancoscomolosdeunnegro.Lacondesaríetambién.
—¡Cállate sinvergüenza! La verdad, yo no sé cómo he podido quererte,porqueeres¡feo,feo,feo!…
YsemejanteaFlirt,sulindogalguilloinglés,muerdejugueteandounadelasmanos del estudiante,mano de hombre, fina,morena, y varonilmente velluda.Deprontoselevantaexclamando:
—¿Ymimanguito?Búscanlepor todos los rincones sin resultado,hastaqueAquilesda con él
bajounasillacargadadelibros;quierelimpiarlo,ylacondesaseloarrebatadelasmanos.
—Trae,trae.Aquítienesloquemehahechovenir.Ysacaunpapeldobladodeentreeltibioyperfumadoaforrodelapiel.
—¿Quéesello?—Unacartaevangélica;cartademimarido.Dicequeperdonacontaldeno
darescándaloalmundo,ymalejemploanuestroshijos.Por el tono de la condesa es difícil saber qué impresión le ha causado la
carta.Aquiles,sindejardeatusarseelbigote,hacíarodarsusnegrasybrillantespupilasdecriollo.
—Puesdecididamente,Julia,tumaridonomoriráatorado.—¿Porqué?—Phs…Porquesetienelasgrandestragaderas.Y ríe, con aquella risa silbada que rebosa amarga burlería. La condesa un
poco colorada hace dobleces al papel. El estudiante, aparentando indiferencia,pregunta:
—¿Ybien,túquehasresuelto?—Ya sabesqueyono tengovoluntad.Consulté conmihermano Jacoboy
dicequedebo…—¿Perobueno,tú?LaactituddeAquilesestranquila;elgestoentreirónicoydesdeñoso;perola
voz,loqueeslavoztiemblaunpoco.Atodoesto,lacondesabajalacabezayparecedudosa.Alláensuhogartodolainstaaromper;lasamonestacionesdesumadre,elamordeloshijos,y,sinqueellasedécuenta,ciertosrecuerdosdelavida conyugal, que tras dos años de separación la arrastran otra vez hacia sumarido, un buenmozo que la hiciera feliz en los albores del noviazgo.Y sinembargo,duda.Sientesuánimoysuresoluciónflaquearenpresenciadelpobremuchacho que tan enamorado se muestra. Pero si a un momento duélese deabandonarle, y comomujer le compadece, a otromomento hácese cargos a símisma, pensando que es realmente absurdo sentirse conmovida y arrastradahacia aquel bohemio, precisamente cuando va a reunirse con el conde. Piensaque si es débil, y no se decide a romper deunavez, hallarasemásquenuncaligada a Aquiles, sujeta a sus tiranías, y expuesta a sus atolondramientos. Yentonceselúnicoafándelacondesaesdejaralestudianteenlavagacreenciadequesusamoresseinterrumpenperonoacaban.Obraasíllevadadeciertaseñorilrepugnancia que siente por todos los sentimentalismos ruidosos, los cualesjuzgabasiempreplebeyos;ysuinstintodecoquetanolemuestramejorcaminopara huir la dolorosa explicaciónquepresiente.Ella no aventura nada: apenaslleguesumarido,iraseaMadrid,pueselcondeaborrecelaprovincia,yalvolverporBrumosa,despuésdeseisosietemeses,quizádeunaño,AquilesCalderón,
siaúnnohaolvidado,loaparentaráalmenos.No diera nunca la condesa gran importancia a los negocios del corazón.
Desdemuchoantesdelosquinceaños,comenzaraladinastíadesusnoviosqueerandestronadosalosochodías,sinlágrimasnisuspiros,verdaderosnoviosdequita y pon. Aquella cabecita rubia, aborrecía la tristeza, con un epicureísmogracioso y distinguido que apenas se cuidaba de ocultar. No quería que laslágrimasborrasenlapintadasombradelosojos.Eraelegoísmopaganodeunanaturalezafemeninaypococristianaqueseabroquelacontralasnegrastristezasdelavida.Momentosantes,mientrassubíalosochentaescalonesdelcuartodeAquiles, no podía menos de cavilar en lo que ella llamaba «la rotura de lavajilla».Conformeibahaciéndosevieja,aborrecíaestasescenas,tantocomolashabía amado en otro tiempo.Tenía raro placer en conservar la amistad de susamantes antiguos, y guardarles un rinconcito en el corazón. No lo hacía pormiedo ni coquetería, sino por gustar el calor singular de estas afecciones deseducción extraña, cuyo origen vedado la encantaba, y en torno de las cualespercibía algo de la galantería íntima y familiar, de aquellos linajudosprovincianos,queaunalcanzaraaconocerdeniña.Lacondesaaspirabatodaslasnochesensutertulia,alladodealgúnexadoradorquehabíaenvejecidomuchomásaprisaqueella,esteperfumelejanoysuave,comoelqueexhalanlasfloressecas—reliquiasdeamorosodevaneo,conservadaslargosañosentrelaspáginasdealgúnlibrodeversos—.Ysinembargo,enaquelmomentosupremo,cuandounnuevoamantecaíaen la fosa,no sevio libredeese sentimiento femenino,que trueca la caricia en arañazo; esa crueldad, de que aun las mujeres máspiadosassuelendarmuestraenlosrompimientosamorosos.Fruncidoelarcodesulindoceño;contemplandolasuñasrosadasymenudasdesumano,dejócaerlentamenteestaspalabras:
—No te incomodes Aquiles: considera que a la pobre mamá le doy unverdaderoalegrón:Yotampocohedichoqueatinotequiera;lapruebaestáenquehevenidoaconsultarte;peropartiendodemimaridolainsinuación,nohayyaningúnmotivodedelicadezaquemeimpida…¿Atiquéteparece?
Aquiles, que en ocasiones llegaba a grandes extremos de violencia, selevantópálidoytrémulo,lavozembargadaporlacólera.
—¿Quémepareceamí?¡Amí!¡Amí!¿Ymelopreguntas?¡Esoespropiodeunamujerzuela!
Lacondesahumillólafrenteconsumisióndemártirenamorada.—¡Ahorainsúltame,Aquiles!
—Todavíanotedigoloquemereces.¿Quéhaspensadoqueerayo?El estudiante estaba hermoso. Los ojos vibrantes de despecho; la mejilla
pálida; la ojera ahondada; el cabello revuelto sobre la frente, que una venaabultadaynegradividíaamododetiznesatánico.
Aquiles Calderón, que era un poco loco, sentía por la condesa esa pasiónvehemente,conresabiosgrandesdeanimalidad,queexperimentanloshombresfuertes,lasnaturalezasprimitivascuandolleganaamar;pasióncombinadaenelbohemioconotrosentimientomuysutil,desensualismopsíquicosatisfecho.Lasatisfaccióndelasnaturalezasfinascondenadasavivirentrelaplebe,yconocerúnicamentehembrasdegermanía,cuando,poracaso,labuenasuertelesdeparauna dama de honradez relativa. El bohemio había tenido esta rara fortuna. Lacondesa de Cela, aunque liviana, era una señora; tenía viveza de ingenio; ysentíaelamorenlosnervios,yunpocotambiénenelalma.
Helaallí,lacabezaobstinadamentebaja,yellabioinferiorentrelosdientes.La condesa juega con una de sus pulseras y parece dudosa entre hablar ocallarse.No pasan inadvertidas paraAquiles vacilaciones tales, pero guárdasebiendehacerleningunapregunta.Suvidriosasusceptibilidaddepobreleimpideser el primero en hablar.Nada, nada que sea humillante. ¡Aquel bohemio quedebedineroatodaBrumosasinpensarnuncaenpagarlo;aquelgranarrancadohechoabatirsecontodolinajedeusureros,yaimplorarplazosymásplazosatruequedehumillacionessincuento,considerahartovergonzoso,implorardelacondesaunpocodeamor!
Ella, más débil o más artera, fue quien primero rompió el silencio,preguntandoenmuydulcevoz:
—¿Hashecholoquetepedí,Aquiles?¿Tienesaquímiscartas?Aquiles la miró con dureza, sin dignarse responder; pero como su amiga
siguieseinterrogándoleconlaactitudyconelgesto,gritósinpodercontenerse:—¡Donosaocurrencia!¿Puesdóndehabíadetenerlas?Lacondesaenderézaseensuasiento,ofendidaporeltonodelestudiante:por
unmomento,parecióqueibaareplicarconigualaltanería;peroenvezdeesto,sonríeechando lacabeza sobreelhombro,enunaactitud llenadegracia.Así,medio de soslayo, estúvose buen rato contemplando al bohemio, guiñados losojos,yderramadaportodaslasfaccionesunaexpresióndefinísimapicardía.
—Puesmira,Aquiles,nodebíasincomodarte.Hizo una pausamuy intencionada; y sin dejar de dar a la voz inflexiones
dulcesañadió:—Bien podían estarmis cartas en Peñaranda. ¡Nada tendría de particular!
Vamosaver¿endóndeestánelrelojylassortijas?SieldíamenospensadovasasercapazdecitarmeenelMontedePiedad.Peroyonoiré,¡quia!,correríaelpeligrodequedarmeallí.
Aquilestuvoelbuengustodenocontestar:abrióelcajóndeunacómoda,ysacó varios manojos de cartas atados con listones de seda. Estaba tanemocionado que sus manos temblaban al desatarlos; hizo entre los dedos unovilloconaquelloscintajos,ylostirólejosaunrincón.
—Aquítienes.Lacondesaseacercóunpococonmovida.—Debíassermásrazonable,Aquiles;enlavidahayexigenciasalascuales
es preciso doblegarse. Yo no quisiera que concluyéramos así; esperaba quefuésemos siemprebuenos amigos;mehacía la ilusióndeque aun cuandoestoacabase…
Seenjugóunalágrima,yenvozmuchomásbajaañadió:—¡Haytantascosasquenoesposibleolvidar!Calló,esperandoenvanoalgunarespuesta:Aquilesnotuvoparaella,niuna
mirada,niunapalabra,niungesto.La condesa se quitó los guantesmuy lentamente, y comenzó a repasar las
cartas que su amante había conservado en los sobres con religioso cuidado.Después de unmomento, sin levantar los ojos, y con visible esfuerzo llegó adecir:
—Yoaquienquieroesati,ynunca,nunca,teabandonaríaporotrohombre;perocuandounamujeresmadre,precisoesquesepasacrificarseporsushijos.Elreunirmeconmimaridoeraunacosaqueteníaqueser.Yonomeatrevíaadecírtelo; te hacía indicaciones, y me desesperaba al ver que no mecomprendías…Hoymimadrelosabetodo,¿voyadejarlamorirdepena?
Cada palabra de la condesa era una nueva herida que inferían al pobreamanteaquelloslabiosadorados,pero,¡ay!,tanimprudentes;llenosdedulzurasparaelplacer;hojasderosaalbesarlacarne,yamargoscomolahiel,durosyfríos como los de una estatua, para aquel triste corazón, tan lleno de neblinasdelicadasypoéticas.Habíaseellaaproximadoalalumbre,yquemabalascartasunaauna, congran lentitud,viéndolas retorcerseenel fuego, cual si aquellosrenglonesdeletradesigualyfelina,apretadosdepalabrasexpresivas,ardorosas,palpitantes, que prometían amor eterno, fuesen capaces de sentir dolor. Con
ciertamelancolíavaga,inconsciente,parecidaalaqueproduceelatardecerdeldía,observabacómoalgunaschispas,brillantesytenues,cualesaslucecitasqueen las leyendas místicas son ánimas en pena, iban a posarse en el pelo delestudiante,dondetardabanunmomentoenapagarse.Consideraba,conalgoderemordimiento, que nunca debiera haber quemado las cartas en presencia delpobremuchacho,quetanapenadosemostraba.¿Peroquéhacer?¿Cómovolvercon ellas a su casa, al lado de sumadre, que esperaba ansiosa el término deentrevistatal?Parecíalequeaquellosplieguecillos,perfumadoscomoelcuerpodeunamujergalante,mancharíanlapurezadelaachacosaviejecita,cualsifueseunavirgendequinceaños.
Aquiles, mudo, insensible a todo, miraba fijamente ante sí con ojosextraviados. Y allá, en el fondo de las pupilas cargadas de tristeza, bailabanalegremente las llamitas deoro, que, poco a poco, iban consumiendo el únicotesoro del bohemio. La condesa se enjugó los ojos; y afanosa por ahogar loslatidosdesucorazóndemujercompasiva,arrojódeunaveztodaslascartasalfuego.
Aquilesselevantótemblando.—¿Porquémelasarrebatas?¡Déjamesiquieraalgoqueterecuerde!Surostroteníaenaquelinstanteunaexpresióndesufrimientoaterradora.Los
ojos se conservaban secos, pero el labio temblaba bajo el retorcido bigotejo,comoeldeunniñoquevaaestallarensollozos.Desatalentado, loco,sacódelfuegolascartas,quelevantaronunallamatristeenmediodelavagaobscuridadqueempezabaainvadirlasala.
Lacondesalanzóungrito:—¡Ay!¿Tehabrásquemado?¡Diosmío,quélocura!Yleexaminabalasmanossindejarderepetir:—¡Quélocura!¡Quélocura!Aquiles,cadavezmássombrío,inclinosepararecogerlascartas,que,caídas
alospiesdeladamasehabíansalvadodelfuego.Ellalemiróhacer,muypáliday con los ojos húmedos.La inesperada resistencia del estudiante, todavíamásadivinadaquesentida,conmovíalahondamente;faltábalevalorparaabriraquellaherida,paraproduciraqueldolordesconocido.Suegoísmofaltoderesolución,sumíalaengravesvacilacionessindejarlasercruelnigenerosa.Apoyadaenlachimenea retorciendo una punta del pañolito de encajes, murmuró en vozafectuosayconciliadora:
—Yo te dejaría esas cartas…Sí, te las dejaría… Pero, ¡ay!, reflexiona de
cuántosdisgustospuedenserorigensisepierden.¿Dime,dimetúmismosinoesunalocura?
La condesa no ponía en duda la caballerosidad deAquiles, ¡muy lejos deeso!Perotampocopodíamenosdereconocerqueeraunacabezasinatadero;unverdaderobohemio.¿Cuántasvecesnohabíaellaintentadohacerleentrarenunavida de orden? Y todo inútil. Aquel muchacho era una especie de salvajecivilizado; se reía de los consejos, enseñando unos dientes muy blancos, ycontestababromeando,sosteniendoqueteníasangrearaucanaenlasvenas.
Élinsistíaconpalabrasmuytiernasyunpocopoéticas.—Esascartas,Julia,sonunperfumedetualma;elúnicoconsueloquetendré
cuando te hayas ido. Me estremezco al pensar en la soledad que me espera.¡Soledaddelalmaqueeslamáshorrible!Hacemuchotiempoquemisideassonnegrascomosimehubiesenpasadoporelcerebrograndesbrochazosde tinta.Todoamiladosederrumba,todomefalta…
Susurraba estas quejas al oído de la condesa, inclinado sobre el sillón,besándole loscabellosconapasionamiento infinito.Sentíaen todasucarneunestremecimientosuavealposarloslabiosydeslizarlossobrelashebrasrubiasysedeñas.
—¡Déjamelas!¡Sonyatanpocaslasquequedan!Haréconellasunlibro,yleeréunacartatodoslosdíascomosifuesenoraciones.
La condesa suspira y calla. Había ido allí dispuesta a rescatar sus cartas,cediendoenelloaajenassugestiones;creyendoquelascosassearreglaríanmuyde otro modo, conforme a la experiencia que de parecidos lances tenía. NosospecharanuncatantoamorporpartedeAquiles;yalverlaheridaabiertadepronto en aquel corazón que era todo suyo, permanecía sorprendida yacobardada,sinosarinsistir;trémulacomosiviesesangreensuspropiasmanos.Ante dolor tan sincero, sentía el respeto supersticioso que inspiran las cosassagradas,aunaloscorazonesmásfaltosdefe.
Por demás es advertir que no estaba la condesa locamente enamorada deAquiles Calderón; pero queríale a su modo, con esa atractiva simpatía deltemperamento,que tantasmujeres experimentanpor loshombres fuertes—losbuenosmozosquenoempalagan,delañejodecirfemenino—.Noleabandonabanihastiada,niarrepentida.Perolacondesadeseabavivirenpazconsumadre:unabuenaseñoraderigidezfranciscanaquehablabaatodashorasdelinfierno,yteníaporcosanefandalosamoresdesuhija,conaquelestudiantesincreencias,
libertinoymasón,aquienDios,parahumillartantasoberbia,teníasumidoenlamiseria.
Eralagentilcondesa,decondicióntornadizaydébil,sinambicionesdeamorromántico,nivehemenciaspasionales;pormaneraqueenlosafectosdelhogar,impuestos por la educación y la costumbre, había hallado siempre cuantonecesitar podía su sensibilidad reposada y plebeya. El corazón de la dama nohabíasufridoesaprofundametamorfosisqueenlasnaturalezasapasionadas,seobraconelprimeramor.Desconocíalastristesvaguedadesdelaadolescencia.Apesar de frecuentar la catedral como todas las damas linajudas de Brumosa,jamáshabíagustadoelencantodelosrinconesobscurosymisteriosos,dondeelalma tan fácilmente se envuelve en ondas de ternura, y languidece de amormístico.Eternaysacrílegapreparaciónparacaermástardeenbrazosdelhombretentador, y hacer del amor humano, y de la forma plástica del amante, cultogentílicoyúnicodestinodelavida.Mercedanohabersentidoestascrisisdelapasión,quesolodejanescombrosenelalma,pudolacondesadeCelaconservarsiempre por sumadre igual veneración que de niña; afección cristiana, tierna,sumisa, y hasta un poco supersticiosa. Para ella, todos los amantes habíanmerecidopuestoinferioralcariñotradicional,yuntantoficticio,quesesuponenacidodeocultoslazosdelasangre.
Peroeralacondesa,sinosentimental,mujerdecorazónfrancoyburgués,yno podíamenos de hallar hermosa la actitud de su amante, implorando comosupremofavorlaposesióndeaquellascartas.Olvidabacómolashabíaescritoenlastardeslluviosasdeuninviernoinacabable,pereciendodetedio,mordiendoelmangodelapluma,ypreguntándoseacadainstantequélediría.Cartasdeunafraseologíatrivialygárrula;dondetodoeraoropel,comoelheráldicotimbredelos plieguecillos embusteros, henchidos de zalamerías livianas; sin nadaverdaderamente tierno, vívido, de alma a alma. Pero entonces, contagiada delromanticismo de Aquiles, hacíase la ilusión de que todas aquellas patas demoscalastrazarasuspirandodeamor.
Condoslágrimasdetenidasenelbordedelospárpados,ybelloymajestuosoelgesto,quelahabitual ligerezadeladamahacíaunpocoteatral,sevolvióalestudiante:
—Sea, ¡yono tengovalorparanegártelas! ¡Guarda,Aquiles,esascartas,yconellas,elrecuerdodeestapobremujerquetehaqueridotanto!
Aquiles, que hasta entonces las había conservado,movió la cabeza e hizoademán de devolvérselas. Con los ojos fijos miraba la nieve que azotaba los
cristales,enloquecido,peroresueltoanoescuchar.Yella,aquienelsilencioerapenoso, se cubrió el rostro llorando, con el llanto nervioso de las actrices.Lágrimasestéticasquecarecendeamargura,ysondeliciosascomoesedelicadotemblorcilloquesobrecogealespectadorenlatragedia.
Aquiles inclinó la cabeza, hasta apoyarla en las rodillas, y así permaneciólargotiempo;laespaldasacudidaporlossollozos.Ella,vacilando,contimidezdemujerenamorada,fueasentarseasuladoenelbrazodelcanapéylepasólamano por los cabellos negros y rizosos. Enderezose élmuy poco a poco y lerodeóel tallesuspirando,atrayéndolaasí,buscandoelhombroparareclinarlafrente.La condesa siguió acariciando aquellos hermosos cabellos, sin cuidarsede enjugar las lágrimas que, lentas y silenciosas como gotas de lluvia que sedeslizanporlasmejillasdeunaestatua,rodabanporsupálidafazycaíansobrela cabeza del estudiante, el cual abatido y comoolvidado de sí propio apenasentendíalasfrasesquelacondesasuspiraba.
—Nomehascomprendido,Aquilesmío.Siunmomentoquiseponer finanuestrosamores,nofueporquehubiesedejadodequererte;quizátequeríamásquenunca;peroyameconoces…Yonotengocarácter:túmismodicesqueseme gobierna por un cabello. Ya sé que debí haberme defendido; pero estabacelosa,¡mehabíandichotantascosas!…
Hablaba animada por la pasión. Su acento era insinuante; sus cariciascargadasdefluido,comolapieldeungatonegro.SentíalatentacióncaprichosayenervantedecansarelplacerenbrazosdeAquiles.Enaquelladesesperaciónhallaba promesas de nuevos y desconocidos transportes pasionales; de unconvulsivo languidecer, epiléptico como el del león, y suave como el de latórtola. Colocó sobre su seno la cabeza de Aquiles, ciñola con las manosenlazadasymurmuróenvozimperceptible:
—¿Nomecrees,verdad?¡Esmuycruelquelomismolaquemiente,quelaquehablacontodaelalma,hayandeemplearlasmismaspalabras,losmismosjuramentos!…
Y le besaba prodigándole cuantas caricias apasionadas conocía:refinamientosque,unavezgustados,hacenaborrecibleladoncellaignorante.
Sin fuerza para resistir el poder de aquellos halagos, Aquiles la besócobardemente en el cuello blanco y terso comoplumaje de cisne.Entonces lacondesaselevantóysonriendoatravésdesuslágrimasconsonrisadebacante,arrastroleporunamanohastalaalcoba.Élintentóresistirperonopudo.Quisieravengarse despreciándola, ahora, que tan humilde se le ofrecía; pero era
demasiado joven para no sentir la tentación, y poco cristiano su espíritu paratriunfarentalescombates;yhubodeseguirla,bienqueaparentandounafrialdaddesdeñosa,enquelacondesacreíamuypoco.Actitudfalsayllenadesoberbia,conqueaspirabaaencubrirloqueasímismosereprochabacomounacobardía,ynoeramásqueelencantomisteriosodelossentidos.
Alencontrarseenbrazosdesuamante,lacondesatuvootracrisisdellanto;perollantoseco,nervioso,cuyossollozosteníannotasextrañasderisahistérica.SiAquilesCalderón tuviese ladolorosamanía analista, quepuso lapistola enmanos de su gran amigo Pedro Pondal, hubiese comprendido con horror queaquellas lágrimas que en su exaltación ansiaba beber en las mejillas de lacondesa,noerandearrepentimiento,sinodeamorososensualismo,ysabríaqueentalesmomentosnofaltananingunamujer.
En la vaga obscuridad de la alcoba, unidas sus cabezas sobre la blancaalmohada,sehablabanenvozbaja,coneseacentosugestivoymisteriosodelasconfesiones, que establece entre las almas, corrientes de intimidad y amor.Lacondesa suspiraba, presentándose como víctima de la tiranía del hogar. Ellahabía cedido a las sugestiones maternales; faltárale entereza para desoír losconsejosdeaquellos labiosque labesabanconamor; cuyaspalabrasmanabandulces, suaves, persuasivas, conperfumede virtud, como aguas de una fuentemilagrosa. Pero ahora no habría poder humano capaz de separarlos;morirían,así,elunoenbrazosdelotro.Ycomoelrecuerdodesumadrenolaabandonase,añadióconzalamería,poniendosobreelpechodesnudo,unamanodeAquiles:
—Guardaremosaquínuestrosecreto,ynadiesabránada,¿verdad?Aquileslamiróintensamente.—¡Perotumadre!—Mimadretampoco.Elbigotejoretorcidoygalándelestudianteesbozóunasonrisacruel.Aquiles aborrecía con todo su ser a la madre de la condesa. En aquel
momentoparecíaleverla recostadaenelmonumentalcanapédedamasco rojo,conestampadoschinescos;unodeesosmueblesarcaicos,quetodavíasevenenlascasasdeabolengo,yparecenconservarensusedalabradayensusmolduraslustrosas,algodelrespetoydelaseveridadengoladadelosantiguoslinajes.Sela imaginaba hablando con espíritu mundano, de rezos, de canónigos y deprelados; luciendolosrestosdesuhermosuradeshecha;unagordurablancadevieja enamoradiza. Creía notar elmovimiento de los labios, todavía frescos ysensualesqueofrecían rarocontrastecon laspupilas inmóviles,casiciegas,de
un verde neutro y sospechoso de mar revuelto. Encontraba antipática aquellavejezsinarrugas,queaúnparecíaquererhablaralossentidos.
Elestudiante recordó lasmurmuracionesdeBrumosay tuvodeprontounaintuicióncruel.Paraquelacondesanohuyesedesulado,bastaríalederribaralaanciana del dorado camarín donde el respeto y la credulidad de su hija lamiraban;yarrastradoporundobleanhelodeamorydevenganza,noretrocedióantelaideadedescubrirtodoelpasadodelamadrealahijaqueadorabaenella.
—¡Parecesunaniña, Julia!Nocomprendo, ni ese respeto fanático, ni esostemores.Tumadre aparentará que se horroriza, ¡es natural!Pero seguramente,cuando tuvo tus años, haría lo mismo que tú haces. ¡Solo que las mujeresolvidáistanfácilmente!…
—¡Aquiles!¡Aquiles,noseascanallita!…¡Paraquetúpuedashablardemimadrenecesitasvolveranacer!¡Sihaysantas,ellaesuna!…
—Noriñamoshija.Perotambiéntúpuedessercanonizada.Figúratequeyomemuero;quetútearrepientes…¿NohayenElAñoCristianoalgunahistoriaparecida?Atumadrequeloleetodoslosdíasdebespreguntárselo.
Lacondesaleinterrumpió:—Notienesparaquénombraramimadre.—¡Bueno!Cuandolacanonicenaellayahabrálahistoriaquebuscamos.La condesa medio enloquecida se arrojó del lecho; pero él no sintió
compasión ni aun viéndola en medio de la estancia; los rubios cabellosdestrenzados, lívidas las mejillas que humedecía el llanto; recogiendo, conexpresión de suprema angustia, la camisa sobre los senos desnudos. Aquilessentíaesacólerabrutal,queenalgunoshombressedespiertaantelasdesnudecesfemeninas.Conclarividenciasatánica,veíacuáleralapartemásdolorosadelainfelizmujer,yallí,heríasinpiedad,consañudosarcasmo.
—¡Julia!¡Julita!Tambiéntushijosdiránmañanaquetúhassidounasanta.Reconozcoquetumadresupoelegirmejorquetúsusamantes.¿Sabescómolallamabanhaceveinteaños?¡Lacanóniga,hija!¡Lacanóniga!
Lacondesahorrorizadahuyódelaalcoba.AuncuandoAquilestardómuchoen seguirla, la halló todavía desnuda, gimiendo monótonamente, con la caraentrelasmanos.Alsentirle,incorporosevivamenteyempezóavestirse,serenayestoica ya. Cuando estuvo dispuesta para marcharse, el estudiante trató dedetenerla.Ellaretrocedióconhorror,mirándoledefrente.
—¡Déjemeusted!Y con el brazo siempre extendido, como para impedir el contacto del
hombre,pronunciólentamente:—¡Ahoratodo,todohaconcluidoentrenosotros!Hahechousteddemíuna
mujerhonrada.¡Loseré!¡Loseré!¡Pobreshijasmíassimañanalasavergüenzandiciéndolesdesumadre,loqueustedacabadedecirmedelamía!…
Elacentodeaquellamujereraalaveztantristeytansincero,queAquilesCalderón,nodudóque laperdía. ¡Ysinembargo, lamiradaqueella ledirigiódesdelapuerta,alalejarseparasiempre,nofuedeodio,sinodeamor!…
Veracruz,enerode1893.
LTULAVARONA
OSperrosdecazaibanyveníanconcarreraslocas,avizorandolasmatas,horadando los huecos zarzales, ymetiéndose por los campos de centeno
conalegríaruidosademuchachos.RamiroMendoza,cansadodehaberandadotodoeldíaporcuetosyvericuetos,apenasponíacuidadoentalesretozos:conlaescopetaalhombro,laspolainasblancasdepolvo,yelanchosombrerazoenlamano,paraqueelaire lerefrescaselaasoleadacabeza,regresabaaVilla-Julia,dedondehabíasalidomuydemañana.Elduquesito,comollamabanaMendozaenelForeignerClub,eracuartooquintohijodeaquelcélebreDuquedeOrdaxquemurióhacealgunosañosenParíscompletamentearruinado.Afaltadeotropatrimonio,heredaralagentilpresenciadesupadre,unverdaderonobleespañol,quijotesco e ignorante, a quien las liviandades de una reina, dieron pasajeracelebridad.Aúnhoy,ciertamarquesadecabellosplateados—queuntiempolostuvodeoro,yfuemuybella—suelereferiralosíntimosqueacudenasutertulialoslancesdeaquellaamorosaypalatinajornada.
El duquesito caminaba despacio y con fatiga. A mitad de una cuestecillapedregosa,comooyeserodaralgunosguijarrostrassí,hubodevolverlacabeza.TulaVarona bajaba corriendo, encendidas lasmejillas, y los rizos de la frentealborotados.
—¡Eh!¡Duque!¡Duque!…¡Espereustedhombre!Yañadióalacercarse:—¡Hepasadounratohorrible!¡Figúreseusted,queunosindígenasmedicen
queandaporlosalrededoresunperrorabioso!!!Ramiroprocurótranquilizarla:—¡Bah!Noserácierto.Silofuese,creaustedqueleviviríareconocidoaese
señorperro.Altiempoquehablaba,sonreíadeesemodofatuoycortés,queesfrecuente
enlabiosaristocráticos.Quisoluegoponersugalanteríaalalcancedetodaslas
inteligencias,yañadió:—Digoestoporquedeotromodoquizánotuviese…Ellainterrumpiolesaludandoconunacortesíaburlona:—Sí, ya sé: de otro modo, quizá no tuviese usted el alto honor de
acompañarme.Sereíaconrisahombruna,quesonabadeunmodoextrañoensupálidaboca
decriolla.Llevabapuestounsombreretedepaja,sinvelonicintajos,parecidoalosqueusanloshombres,guantesdeperfumadagamuza,yborceguíesblancos,llenos de polvo. Su cabeza era pequeña y rizada; el rostro gracioso, el talleencantador. Gastaba corto el cabello, lo cual le daba cierto aspecto alegre yjuguetón. Rehízo en elmolde de su lindo dedo los ricillos rebeldes que se leentrabanporlosojos,yañadió:
—Vengaacálaescopeta,duque.Siapareceporahíeseperro,ustednodebetirarle,escuestióndeagradecimiento.¡Antesmorir!
Riendoy loqueando tomó laescopetademanosdelduquesito,y sepusoamarcarelpaso.Susmovimientoseranmuygraciosos,perosualegría,demasiadonerviosa,resultabainquietantecomolascariciasdelosgatos.Elduquesito,quesehabíaquedadoatrás, ladesnudabacon losojos. ¡Vayaunamujer!Tenía loscontornos redondos, la líneade lascaderasondulanteyprovocativa…Elbuenmozo tuvo intenciones de cogerla por la cintura y hacer una atrocidad;afortunadamente,suentusiasmohallóabiertalaválvuladelosrequiebros:
—¡EncantadoraTula!¡Admirable!¡PareceustedDianacazadora!Tula,mediosevolvióamirarle.—¡Ay! ¡Cuantísima erudición! Yo estaba en que usted no conocía
íntimamenteotraDianaquelaartistadeParish.Eratanmalignalasonrisaqueguiñabasusnegrosojos,queelduquesito,un
pocomortificado, quiso contestar a su vez algo terriblemente irónico; pero envano escudriñó los arcanos de su magín. La frase cruel, aquella de tres filosenvenenadosquedebía clavarse en el corazónde la linda criolla, no apareció.¡Oh!¡Pobresmostachos,quéfuriosamenteosretorcieronentonceslosdedosdelduquesito!
Comocienpasos llevaríanandados,yTula,quecaminabasiempredelante,sedetuvoesperandoaMendoza:
—¡Ay!Tengoestehombromediodeshecho.Tomeustedlaescopeta.¡Esmáspesadaquesudueño!
El otro lamiró, sin abandonar la sonrisilla fatua y cortés. ¡La ironía! ¡La
terribleironíaacababadeocurrírsele!—¡Eso!…¡Quiénsabe,Tula!Ustedaúnnomehatomadoalpeso.Yseriosonoramente,segurodequeteníaingenio.TulaVaronalecontemplóunmomentoatravésdelaspestañasentornadas.—¡Perohombre,quesolohadetenerustedcontestacionesdealmanaque!Le
he oído eso mismo cientos de veces. ¡Y la gracia está en que tiene usted lamismarespuestaparalosdossexos!
Como ibadelante,alhablarvolvía lacabeza,yamirandoalduquesito,porencimadeunhombro,yadelotro,conesosmovimientosvivosygentilesdelospájarosquebebenalsolenlosarroyos.
Deaquellamujer,desustrajesydesutrensemurmurabamuchoenVilla-Julia: Sabíase que vivía separada de su marido, y se contaba una historiaescandalosa. Cuando su doncella, una rubia inglesa, muy al cabo de ciertasintimidades,deslizóenlaorejitanacaradaymonísimadelaseñora,algo,comouneco,detalesmurmuraciones,Tulaselimitóasonreír,almismotiempoquesemiraba losdientes enel lindoespejillodemanoque tenía sobre la falda—unespejillo conmarcode oro cincelado, que también tenía su historia galante—.TulaVarona,reuníatodaslasexcentricidadesytodaslasaudaciasmundanasdelascriollasquevivenenParís:jugaba,bebíaytirabadelcigarrilloturco,conlainsinuante fanfarronería de un colegial.Al verla apoyada en el taco del billar,discutiendoenmediodeuncorrodecaballeroselefectodeunacarambola,olascondicionesdeuncaballodecarreras,nosesabíasieraunadamagenialounaaventureramuyexperta.
Delsombríocaminejodelamontaña,salieronaungranrasodecésped,enmitaddelcualhabíaunafuentecilla:rodeábanlamacizosdefloresybancosdehierro,colocadosencírculo,alafestoneadasombradealgunosálamos.Gruposdeturistasveníanosealejabanpor lacarretera.Dosjovencitas,sentadascercadelafuente,leían,comentándola,lacartadeunaamiga;algunasseñoras,pálidasydetrabajosoandar,llamabanasusmaridoscongritoslánguidos;yunaniñeraque tenía la frente llena de rizos, contestaba haciendo dengues, las bromasverdes de tres elegantes caballeretes. Se veían muchos trajes claros, muchassombrillas rojas, blancas y tornasoladas. Tula llenó en la fuente su vaso debolsillo,unamoneríadecristaldeBohemia,yloalzódesbordante:
—¡Duque,brindoporusted!
Bebióentreloscuchicheosdelasdosjovencitasqueleíanlacarta.Alacabarestrellóelvasocontralasrocas,yseechóareírdemodoprovocativo.
—Vámonos,duque;noescandalicemos.Estabamuylinda:elsollaheríadesoslayo,elvientoleplegabalafalda.Desde laexplanada,dominábaseelvastopanoramade la ríaguarnecidade
rizos.LostilosdelpaseodeParísylastorresdelaciudad,destacábansesobrelafajarojaquemarcabaelocaso.Despuésdeuncentenardepasosempezabanlospalacetesmodernos.Tulasedetuvoantelaverjadeunjardinillo.Tiróconfuerzadelacadena,quecolgabaalladodelapuerta;ydespués,dijo,introduciendoelenguantadobrazoporentrelosbarrotes:
—¡Heaquíminido!Losrayosdelsol,queseponíaenunhorizontemarino,cabrilleabanenlos
cristales.Eraunhermosonido,rodeadodefollaje,conescalinatademármol,ybalconesverdes,tapizadosdeenredaderas.Tulatendiócongallardíalamanoalduquesito,ymirándolealosojos,pronuncióconsuacariciadoracentodecriolla:
—¿Noquiereustedhacermecompañíaunmomento?…TomaríamosmateaestilodeAmérica.
Elotrotuvoalgúntitubeo,y,alapostre,concluyóporanimarse.Suamigalehizo pasar a un saloncito sumido en amorosa penumbra. El ambiente estabaimpregnadodelaromameridionalymoriscodelosjazminesqueseenroscabanalos hierros del balcón.Tula indicole asiento con una graciosa reverencia, y seausentóvelozmente,nosin tornaralgunavez lacabezaparamirary sonreíralbuenmozo.
—¡Vuelvoduque!¡Vuelvo!¡Noseasusteusted!Elduquesitolasiguióconlavista.TulaVaronateníaeseandarcadenciosoy
elástico que deja adivinar unas piernas largas y esbeltas de venus griega. Notardó en aparecer envuelta en una bata de seda azul celeste, guarnecida deencajes.Posadoenelhombro,traíaunlorito,quesalmodiabaelestribillodeun«fado» brasileño, y balanceaba a compás su verde caperuza.De aquella traza,recordabaesosminiadosdeloscódicesantiguos,querepresentanemperatricesyprincesas, aficionadas a la cetrería, con rico brial de brocado, y un hermosogavilán en el puño. Dejó el loro sobre la cabeza de una estatuilla de bronce,capricho artístico de Pradier, y se puso a preparar elmate sobre unamesa debambú, en un rincón del saloncito.De tiempo en tiempo, volvíase, con gentilescorzo de todo el busto, para lanzar al duque unamirada luminosa y rápida.Conocíasequequeríahacerlaconquistadelbuenmozo;yadoptabaconél,aires
de coquetería afectuosa; pero en el fondo de sus negras pupilas, temblaba decontinuo una risita burlona, que simulaba contenida por elmarco de aquellaspestañas, rizas y luengas que, al mirar, se entornaban con voluptuosidadamericana.
Dejabapasarpocosmomentossindirigirlapalabraasuamigo,ycuandolohacíaerasiempredeunmodopicadoyrápido.Colocabalayerbaenelfondodelmate,ysevolvíasonriente.
—Aestollamanallácebar…Echabaagua,tomabaunsorboyañadía:—Esoperaciónquehacenlasnegritas.Ydespuésdeotromomento,alponerazúcar:—Nocreausted;tienesusdificultades.Cuandohubo terminado, llamóaRamiroMendoza,queenelotroextremo
delsaloncito,pasabarevistaaunalegióndeidolillosindiosesparcidosaguisadebibelots, sobre unmueble japonés. El buenmozo la felicitó campanudamenteporaquellaencantadoragenialidad.Tulaentornósusaterciopeladosojos:
—¡Oh!¡Muchasgracias!Los elogios de un hombre tan elegante no podían menos de serle muy
agradables, pero, ¡ay!, resistíase a creer que fuesen sinceros. Ramiro protestóconmuchocalor,yaquellaprotesta levalióunadeesasmiradasfemeninasdeparpadeoapasionadoyrápido.
Paraexplicarlecómosetomabaelmate,Tulallevosealoslabioslaboquilladeplataysorbiólentamente.Amenudoalzabalospárpadosysonreía.Losrizoscaíanle sobre losojos, elcuellomórbidoydesnudo,graciosamenteencorvado,parecíasalirdeunacascadadeencajes; laazulyondulanteentreaberturade lamanga dejaba ver, en incitante claroscuro, un brazo de tonos algo velados ydibujo intachable, que sostenía el mate de plata cincelada. Tula levantó lacabeza,ymurmuróenvozbajaeíntima.
—PruebeustedRamiro:perotieneustedqueponer los labiosdondeyoloshepuesto…Taleslacostumbre.¡Laboquillanosecambia!…
Ramiro la interrumpió: aquello era precisamente lo que él encontrabamásagradable. Callose a lo mejor, viendo entrar un lacayo mulato, que traía unabandeja con pastas y licores. ¡Hay que imaginarse a Trinito! Una figurillarenegrida,manchadadehollín;unalibreaextravagante;unatestallenaderizosnegros y apretados, como virutas de ébano; unos ojos vivos, asomando pordebajodelascejas,crespasycaídas,deenanilloencantadoryburlón.
Tulallenódoscopasmuypequeñas.—Vausteda tomarLicordeConstantinopla regalodelembajador turcoen
París.Conungesto lepidióelmateparaponerlemásagua.Antesdevolvérselo,
dio algunos sorbos, al mismo tiempo que, de soslayo, lanzaba miraditaspicarescasaMendoza.
—Ahorasupongoquelegustaráaustedmás…—¡Naturalmente,Tula!—Noseaustedmalicioso.Dígoloporqueestarámenosamargo.Despuésdelmatelapláticatomacaráctermásíntimo.Elduquesitocuentasu
génerodevidaenMadrid:Suaficióna los toros, susantohorrora lapolítica;recuerdalasagradablesveladasmusicalesenlashabitacionesdelaInfanta, lossaraosdelacondesadeCela.SentíaélnecesidaddehablarconTula,decontarlecuantopensabayhacía.¡Loescuchaellacontantointerés!Avecesleinterrumpedirigiéndole alguna frase de magistral coquetería y le da golpecitos en lasrodillasconunlargoabanicodepalma,quehatomadodeencimadelpiano.Elduquesitoseacaricialabarbamaquinalmente,sinserdueñodeapartarlosojosun momento de aquel rostro picaresco y riente, que aún parece adquirirgentileza,bajoeltricornio,hechoconunnúmeroantiguodeLeFígaro,queentreburlaycoqueteo,lacriollaacabaporencasquetarsesobrelosrizos,contanbuendonaire,quenuncaestudiantinodelatunalotuvoigual.
—¿Quétal,Duque?—¡Sublime!¡Encantadora!¡Deliciosísima!
Enelvestíbulo,traslapuertadecristalesdelsaloncito,sedibujóelperfildeuna señoraanciana, lacual,despuésdehaberobservadoun instante, asomó lacabezasonriendocándidamente.
—¿NohavenidoelseñorPopolasca?—No,tiita.¿Peroquéhacequenopasa?Ándele,tomarámate.Latiitadiolasgracias.Eraunaseñoraqueteníasiempregrandesquehaceres;
ysealejóasaltitos,haciendocortesíasaRamiroMendoza,queretorcíaentresusdedosfuribundoslasguíasdelbigotealomatón.Cuandohubodesaparecidolaanciana,elduquesitotomólacopa,vacioladeunsorbo,yatiempodeponerlasobrelamesa,preguntó:
—Diga usted, Tula, se puede saber quién es ese Popolasca que al parecervienetodoslosdías.
Lacriollanoseinmutó.—Unitalianoquemedaleccionesdeesgrima.¡Oh!¡Aquídondeustedme
ve,soygranespadachina!Atodoesto,habíasepuestoenpie,ysealisabaloscabellos.—¡Vamos! ¿Quiere usted que le dé unos cuantos botonazos? ¿De verdad,
quiereusted?Yseñalándoleel juegode floretesquehabíaenun rincón,esparcido sobre
variassillas,añadió:—Allítieneusted.¡Yahoraveremoscuántasveceslomato!Sepusieronenguardia,riendodeantemano,comosifuesenarepresentarun
pasomuydivertido.Tula,conlamanoizquierda,recogíalacolahastamostrarelprincipiodelaredondayaltapantorrilla.Elduquesitodejosetocarporcortesía,yluegoemprendióunodeesosjuegossocarronesdelosmaestros,envolviendo,ligando, descubriéndose, retrocediendo con la punta del florete en el suelo.Sonreíacomounhércules,quehacejuegosdefuerzaanteunpúblicodeniñerasybebés.Tulaacabóporenfadarse,ysedejócaersobreelconfidente,jadeante,casisinpoderhablar:
—¡Ay!…Constequeesustedungrantirador,Ramiro,peroconstetambién,queesustedmuypocogalante.
Acabódequitarseelguanteyloarrojólejosdesí.—Mehadadoustedunterriblebotonazo.Yseñalabaelsenodearmoniosodibujooprimiéndoselosuavementeconlas
dosmanos.Elduquesitopreguntósonriendo:—¿Mepermiteustedver?…—¡Hombreno!Puedeusteddesmayarse.Tula,recostadaenelconfidente,suspirabadeesemodohondo,quelevanta
el seno con aleteo voluptuoso. Lasmanos, que conservaba cruzadas, parecíandos palomas blancas, ocultas entre los encajes del regazo azul, en cuyapenumbradenido, el rubídeuna sortija lanzaba reflejos sangrientos sobre losdedospálidosyfinos.AlgunospájarosdeAméricamodulabanapenasungorjeoensusjaulasdoradas,quependíaninmóvilesentreloscortinajesdelosabiertosbalcones; y en los ángulos, trípodes de bambú, sostenían tibores con enormeshelechosdelostrópicos.
Ramiro Mendoza miraba a Tula de hito en hito; y atusábase el bigote,sonriendo,conaquellasonrisafatuaycortés,quejamásselecaíadeloslabios.Asupesar,elbuenmozosentíasefascinado,ytemíaperdereldominioquehasta
entoncesconservarasobresí.Instintivamentesellevóunamanoalcorazón,cuyaceleridadlehacíadaño.Lacriollamordioseloslabiosdisimulandounasonrisa,almismotiempoquecon layemade losdedosseregistraba laoladeencajes,queparecíaencresparsesobresupecho;peronohallandoloquebuscabaalzólosojoshastaelduquesito.
—Echeustedacáuncigarrillo,maestroCuchillada.Ramiro sacó la petaca, de la queno faltaba el hípico trofeode lamontura
inglesa,yselapresentóabiertaalacriolla.—No hay más que un cigarro, Tula, ¿le parece a usted que lo fumemos
juntos?…Susonrisateníaunaexpresiónextraña;suvozsonabasecayvelada.Extrajo
elcigarroconexquisitaeleganciaycontinuó:—¿Acepta usted, Tula? Lo fumaremos como hemos tomado el mate…
FigúreseustedqueahorasepaganenesamonedalosderechosalEstado,yqueelEstadoenestecasosoyyo,comoaquelreydeFrancia.
Lacriollareplicóconvivezaymalicia:—Pero esta personita no acostumbra a pagar derechos… Ya que para
figuracionesestamos,¡figúreseustedquesoycontrabandista!Sus ojos brillaban con cierto fuego interior y maligno: toda su persona
parecíaanimadadelascivoencanto,comosisehallasemediodesnuda,ennidode seda y encajes, tenuemente iluminado por una lámpara de porcelana colorrosa.Miróalduquesitodeunmodoacariciadorytierno,yseechóareírcontalabandono,quesetiróhaciaatrásenelconfidente.Comolarisaledurómuchotiempo, los ojos del buen mozo pudieron pasar, desde la garganta blanca ytornátil,sacudidaporelcorodecarcajadascristalinas,hastalaspantuflasturcas,ylasmediasdesedanegra,salpicadasdemariposillasazulyplatayextendidassinunaarrugasobrelapierna…Tulaseincorporóhaciendoalduquesitolugarasu lado en el confidente, envolviéndole al mismo tiempo en una miradasostenidaconlosojosmediocerrados.
—¡Diosmío!¡Vaustedacreerquesoyunaloca!Élseinclinócongallardía.—Loque creo es que el loco acabaría por serlo yo, si tuviese la dicha de
permanecermuchotiempoalladodemujertanadorable.—Puessiustedtieneesemiedo,otravezlecerrarélapuerta.Sabíaelladecirtodasestastrivialidadesconcoqueteríainsinuanteygraciosa.
Su charla, alegre y burbujeante, parecía libada en una copa llena de vino de
Falernoyhojasderosa;peroelhechizoincomparabledeaquellamujerhallábaseenelmovimientoprovocativoypicarescodeloslabios,que,encadafrasecilla,engastabanungranodesalquecristalizabaenformadediamante.
La criolla habla, ríe, semueve, gesticula todo a un tiempo, con coqueteríavivazeinquietante.Comoaldescuido,supiedelicadoynervioso,entretenidoenhacer saltar la babucha turca, roza el pie y la polaina del duquesito, el cual,espoleadopor aquellos rápidos contactos se aventura a rodear con su brazo eltalledelacriolla,bienquesinosarestrechárselo.Aprovechandounmomentoenqueella torna la cabeza, se inclinay labesaen loscabellos furtivamente, conternuratímida.Lacriollalanzaungritotrágico.
—¡Mehabesadousted,caballero!…—¡Tula!¡Tula!…¡Perdoneusted!¿Noveustedqueestoyloco?…¡Déjeme
ustedquelaadore!…Habíalecogidolasmanos,ylebesabalapuntadelosdedossuspirando.Tula
leveíatemblar,sentíaelrocedesuslabios,oíasuspalabrasllenasdeardimiento,yexperimentabaunplacercruelalrechazarletrasdehaberletentado.Arrastradapor esa coquetería peligrosa y sutil de lasmujeres galantes, placíale despertardeseosquenocompartía.Pérfidaydesenamorada,heríaconeláspiddeldeseo,comohiereelindiosanguinario,paraprobarlapuntadesusflechas.
RamiroMendozanopudocontenersemás,y la estrechóconardor.Ella sedesasiórechazándole:
—¡Déjemeusted,canalla!Cogió uno de los floretes y le cruzó la cara. El duquesito dio un paso,
apretandolosdientes:ella,envezdehuirle,acerada,erguida,conlacabezaaltaylosojosbrillantes,comoviborillaaquienpisanlacola,leazotóelrostro,unayotra vez, sintiendo a cada golpe, esa alegría depravada de las malas mujerescuandocierranlapuertaalqueridoquemueredeamorydecelos.
—¡Salgausted!¡Salgausted!Al ruido acudió Trinito; su faz de diablillo ahumado dibujaba una sonrisa
grotesca.Paraél,todoaquelloeraunjuegodelosseñores.—Miamita,¿mandaalgunacosa?Tulasevolvióblandiendoelflorete:—Sí;enseñalapuertaaesecaballero.Elduquesito,lívidodecoraje,salióatropellandoalcriado.Lacriolla,apenas
le vio desaparecer, hizo una mueca de burla, y se encasquetó el tricornio de
papel; luego saltando sobre un pie, pues en la defensa escurriérasele unapantufla,seaproximóalespejo.Susojosbrillaban,suslabiossonreían,hastasusdientecillos blancos y menudos parecían burlarse alineados en el rojo yperfumadonidodelaboca;sentíaensusangreelcosquilleonerviosodeunarisaalegre y sin fin que, sin asomar a los labios, deshacíase en la garganta y seextendíaporelterciopelodesucarnecomounlargobeso.Todoenaquellamujercantabaeldiabólicopoderdesuhermosuratriunfante.Insensiblementeempezóadesnudarseanteelespejo,recreándoselargamenteenlacontemplacióndelosencantosquedescubría:experimentabauna languidezsensualalpasar lamanosobre la piel fina y nacarada del cuerpo.Habíansele encendido lasmejillas, ysuspiraba voluptuosamente entornando los ojos, enamorada de su propiablancura,blancuradediosa,tentadorayesquiva…
¡Diana cazadora la llamara el duquesito, bien ajeno al símbolo de aquelnombre!
Pontevedra,septiembrede1893.
EOCTAVIASANTINO
Lpobremozopermanecíaenlaactituddeunhombresinconsuelo,sentadodelantedelamesadondehabíaescritolasCartasaunaquerida,aquellos
versos eróticos, inspirados en la historia de sus amores con Octavia Santino.Conservabalaabatidacabezaentrelasmanos,ysusdedosflacosydescoloridosdesaparecíanbajolaalborotadayobscuracabellera,alacualseasían,detiempoen tiempo, coléricos y nerviosos. Cuando se levantó para entrar en la alcoba,donde la enferma se quejaba débilmente, pudo verse que tenía los ojosescaldadospor las lágrimas.Hacíaunañoquevivíaconaquellamujer.Noeraellaunaniña,perosítodavíahermosa;deregularestaturayformasesbeltas;conesamorbidez frescaysanaquecomunicaa lacarne femeninaelaterciopeladodel albérchigo,y ledagrato sabordemadurez.Supierahacerse amar, conesetalentodelaqueridaquesesienteenvejecer,yconservaelcorazónjoven,comoalosveinteaños;poníaellaalgodematernalenaquelamordesudecadencia;eraelúltimo,selodecíanbienclaroloshilillosdeplataqueasomabanentresuscabelloscastaños,loscualesaúnconservabanlagraciajuvenil.
UnmomentosedetuvoPericoPondalenlapuertadelaalcoba.Eratristedeverasaquellahabitaciónsilenciosa,solemne,medioaobscuras;envueltaenunvahotibio,conolordemedicinasydefiebre.
Lallamavivadelachimeneaarrojabaclaridadestrémulasytornadizassobreel contorno suave y lleno de gracia, que el cuerpo de la enferma dibujaba atravésde las ropasdel lecho.Loprimeroque seveía al entrar erauna cabezalívida,demujerhermosa,reposandosobrelablancaalmohada.Pondalsintióquesusojosvolvíana llenarsede lágrimas,anteaquel rostro,queparecíano tenergota de sangre, y en el cual las tintas trágicas de la muerte empezaban aextenderse;perovioqueOctavialemiraba,llamándoleasuladoconunatristesonrisa, y trató de sonreír también para tranquilizarla. Llegose al lecho; ytomandodulcementelamanoquelaenfermadejabacolgarfuera,laretuvoentre
lassuyas,besándolaensilencio,porquelaemociónapenasledejabahablar.Ellaleacariciólamejillacomoaunniño,murmurando:
—¡Pobrepequeño!…¡Cuántosientodejarte!…—¡No,no!¡Túnomedejas,porqueyomeirécontigo!…Enelrostrodeljovensereflejabanlassacudidasnerviosasquelecostabano
estallarensollozos.Octavialemiróunmomento,yatrayéndoleasí,prodigolelas palabras más tiernas. Después, devorándole con sus ojos febriles yoprimiéndolelamanomurmuró:
—¿Sabesquédíaesmañana,Pedro?Élcontestóconlavozllenadelágrimas:—No,¿quédíaes?—¡Mañanahacedosañosquenoshemosconocido!¿Teacuerdas?¡Quiénte
habíadedecirentoncesquetendríasquecuidarme,mipobrepequeño!…¡Peropor Dios no te aflijas! ¡Háblame! ¡Háblame!… ¡Dime que te acuerdas detodo!…
Enelsilencioylaobscuridaddelaalcoba,elmurmullodelavozteníaalgodelasolemnidaddeunrezo.Pericomuyconmovidogritó:
—¡Sí,meacuerdo!¡Meacordarétodalavida!!!Fueaquelungritosalidode lomáshondodelalma.Desdeentoncesyano
pudocontenersepormástiempo,ysepusoasollozarcomounniño.—¡Octavia!¡Octavia!…¡Almamía!…¡Queriditamía!…¡Nomedejessolo
enelmundo!Y sellaba con pasión sus labios sobre la mano de la enferma, una mano
hermosayblanca,húmedayaporlossudoresdelaagonía.Ellacerrabalosojos,suplicándolequecallase.—Mira,encanto;sinodebessentirmedeesemodo.¿Quéerayoparatimás
que una carga? ¿No lo comprendes? Tú tienes por delante un gran porvenir.Ahora,luegoqueyomemuera,debesvivirsólito;nocreasquedigoestoporqueestécelosa;yaséqueamuertosyaidos…Tehabloasí,porqueconozcoloqueataunamujer.Tú,sinoteabandonas,¡tienesquesubirmuyalto!Créemeamí.PeroDiosquedalasalas,lasdaparavolarunosolo.¿Sí,mihijito?Despuésdequehayastriunfado,tedoypermisoparaenamorarte…
Intentósonreírparaquitarasuspalabraslaamarguraquerebosaban.Pondallepusounamanoenlaboca.
—No hables así, Octavia, porque me desgarras el corazón. Tú vivirás yvolveremosaserfelices.
—¡Aunqueviviese,noloseríamosya!Suvozeratandébilquenoparecíasinoqueyahablabadesdeelsepulcro.En
aquella conversación agónica, que podía ser la última, todo el pasado de susrelacionesvolvía a sumemoria,y apesarde la sonrisa resignadaquecontraíasuslabiosdescoloridos,conocíasecuántolahacíasufrirestelinajederecuerdos.Perico,sentadoalbordedelacama,conlacabezaentrelasmanos,suspirabaensilencio.Éltambiénrecordabaotrosdías,díasdeprimavera,azulesyluminosos;mañanas perfumadas; tardes melancólicas; horas queridas: paseos deenamorados que se extravían en las avenidas de los bosquecillos, cuando losinsectoszumbanlaardientecancióndelverano,florecenlasrosas,ylastórtolassearrullansobrelasreverdecidasramasdelosrobles.Recordabalosalboresdesu amor, y todas las venturas que debía a lamoribunda. Sobre aquel seno dematrona, perfumado y opulento, ¡había reclinado tantas veces en deliciosoéxtasissutestaorladaderizos,comoladeundiosadolescente!¡Aquellaspobresmanos, que ahora se enclavijaban sobre la sábana, tenían jugado tanto conellos!…Y al pensar en que iba a verse solo en elmundo; que ya no tendríaregazo donde descansar la cabeza, ni labios que le besasen, ni brazos que leciñesen, nimanos que le halagasen; tropel de gemidos y sollozos subíale a lagarganta,yseretorcíaenella,comorabiosajauría.
—¡Señor!¡Señor!…¡Nomelalleves!¡Sébueno!…YPerico,conteniendotrabajosamentelaslágrimas,sepusoarezar,comoun
niño que era. ¿Por qué no había de hacerDios unmilagro?Y esta esperanzapostrera, tan incierta, tan lejana, apoderándose de su pobre corazón, le trajo,como un perfume de incienso, el recuerdo de la infancia en el hogar paterno,dondetodaslasnochesserezabaelrosario…¡Ay,fuealdeshacerseaquelhogar,cuandoconocieraaOctaviaSantino!…
Aunquemozodeveinteaños,PericoPondalnopasabadeserunniñotristeyromántico, en quien el sentimiento adquiría sensibilidad verdaderamenteenfermiza.Deestaturanomásquemediana,ademánfrío,ycontinentetímidoyretraído,difícilmenteagradabalaprimeravezqueseleconocía—élmismosolíadolersedeello,exagerándolocomohacíacontodo—.Apuntábalenegrabarba,que encerraba, amododemarcode ébano, un rostropálidoyquevedesco.Lafrente era más altiva que despejada; los ojos más ensoñadores que brillantes.Aquellacabezaprematuramentepensativaparecíainclinarseimpregnadadeunatristeza misteriosa y lejana. Su mirar melancólico era el mirar de esosadolescentes, que, enmedio de una gran ignorancia de la vida, parecen tener
comolavisióndesusdolores,ydesusmiserias.Octaviaparecíadormitar; inmóvil,pálidacomo lamuerte, con loscabellos
sueltossobre laalmohada.En los labiosdePerico,vagabaelmosqueo igualycontinuadodeunrezo.Pocoapocosuamigaabriólosojos,ylosfijóenélconvagoespanto.
—¿Quéhaces?…¡Rezas?Pericodijoqueno;ylaenfermaprocurandosonreír,lehizoseñadequese
acercase:—Estamañana,pocodespuésdehabersalidotú,hetenidounavisita…Las
hijasdelgeneralRojas;dosniñasdequienesfuiinstitutriz.Aquítuvoquehacerunapausayluegoañadió:—Unadeellas, Isabelita,viendo tu retrato,mepreguntósieraminovio…
Las inocentes no saben que vivo contigo… Venía con ellas un sacerdote: elcapellán de la casa según creo… Se sentó ahí, donde tú estás, y me estuvohablandolargorato.¡Sivierasquétrabajospaséparaengañarle!…¡Luegotemíaquetúllegasesyteviesen!…
Hubo de interrumpirse nuevamente. Suspirando, clavó los ojos en uncrucifijoquehabíaalospiesdellecho,ysindesviarlosya,acabóenvozmuchomásapagada:
—¡Ah!¡Esunsantoesesacerdote!¡Contantocariñomeindicabaquedebíaconfesarme!…Decíaquenosedebeesperaralúltimomomento;queconvienehacerloauncuandoelmalnoseagrave…¡Tedigoqueesunsanto!…
Perico,encorvándosesobreella,preguntoleconafán:—¿Entonces,quieresquevengaunconfesor?Yotambiénhabíapensadoen
ello…Gravedadnolahay,esono…La enferma vaciló un momento; luego volviendo a él los hermosos ojos,
nubladosporlacalentura,exclamócondolorosaresolución:—¡No,no!…Prefierocondenarmeasí…¡Anda,dameunbeso!Yexhalandoungemido,avanzabaelrostro,ylepresentabalaboca.Pericola
miróasombrado.—¿Peroporquénoquieres?Octaviasollozó:—¡Ay! Cuando entrase el sacerdote, tú tendrías que irte; que salir de esta
casa;quenovolverya…Diríaqueespecado…¡Novesquesoytuquerida!…Yyoquieroverte,tenertesiempreamilado…¡Pedirteperdón!¡Lodemásnomeimportanada!
Quiso arrojarse del lecho y Perico la sujetó suplicándole que se calmase.Sollozabaprometiendocasarseconella.
—¿Ves? Este es el resultado… ¡Ya me lo temía! ¿Pero qué tienes? ¿Nocomprendesqueasíteponespeor?¡Diosmío!¡Diosmío!Yotengolaculpa.
Octavia,exánimeyjadeante,habíacaídosobrelaalmohada.Sintióunahogoquelaprivóderespiraciónuninstante,yocultandolafrenteenlasalmohadas,rompió a llorar amargamente. En vano su amante trató de consolarla. Ellasentíase conmovida ante el afecto de aquel niño; y la conciencia le remordía,como si no le hubiese amado bastante. Cediendo a sus ruegos descubrió elrostro,ylaslágrimassiguieroncayendodeaquellosojosdetanpuroazul,perosilenciosas, sin gemidos ni sollozos. Se miraron inmóviles los dos, con lasmanos enlazadas, como si fuesen a hacerse un juramento. La mirada quecambiaroneraladespedidamuda,solemne,angustiosaquesedandosalmasalsepararse; era la evocaciónde sus recuerdos; todoelpasadodeaquel amor, alcualibaaponertérminolamuerte.LaslágrimascorrieronmásabundantesdelosojosdeOctavia,yalgointolerableymortificantesintióenelcorazón:
—¡Quénoharíayoparaquenomellorasemipobrepequeño!Habíavueltoaesconder la cabezaen lasalmohadas, sollozando tanbajito,
queapenasselaoía.Pondal se inclinóypuso sus labios en los cabellosdeOctavia,besándolos
suavemente, recorriendo toda la trenza.Estuvo así larguísimo rato, susurrandopalabrascariñosasqueproducíanenlaenfermaestremecimientosconvulsivosydolorosos.Seinclinóunpocomás,ylevantandoconcuidado,comounareliquia,aquella adorada cabeza, la obligó a que le mirase. Ella clavó en él conextraordinaria tristeza las pupilas, que parecíanmás grandes ymás bellas porefectodelademacracióndelrostro,ylosdospermanecieronmudos,tratandodeleerselosmásescondidospensamientos:Pericofueelprimeroenhablar.
—¿Quétienes?¿Nomedices?Loslabiosdelaenfermaseagitaronapenas.—Pedro…—¿Qué,mipobrecita?—¡Quieroquemeprometasunacosa!—Cuantasquieras.—Queenningúncasomedejarásmorirsola.—¿QuédicesOctavia?—¿Lojuras?
—¡Lojuro!…¡Peroesoesunalocuraqueanadaviene!—¡Cállate,porDios!Mehacesundañohorrible…¡Calla!Secubriólosojos,comosilallamadelachimenealemolestase,yañadió:—Despuéstediréeso…Noquieroquemimuertetehagasufrir.CreyóPondalquelaenfermadeliraba,ynadadijo.Ellasiguiómusitando:—¡Sinembargo,teheamadomucho,Pedro!…¡Mucho!¡Mucho!…¡Bienlo
sabeDios!…—¡Yyotambiénlosé!…—¡No!¡No!…¡Túnolosabes!…Experimentóunarápidaconmoción,ysequedólívidaydistendida,comosi
fueseamorir.Cuandohubocobradoánimo,añadió:—¡Hubiesesidoyotanfelizsinestetorcedor!No;noquieroquemellores;
noquiero…—PeroOctavia,¿quétienes?¡Túdeliras!Tesuplicoquecalles,¿nomeoyes,
Octaviaquerida?Telosuplico…Sedejócaerenel sillónquehabíaarrimadoal lecho,y tomó lamanoque
Octaviateníasobreelarrugadodoblezdelasábana.—Ahorateprohíbohablar,ysinomeobedeces,yalosabes,mevoy.Octaviaoprimiósuavementelamanodesuamigoprocurandosonreír,pero
lamueca que hizo en la tentativa, resultó espantable. Después quedose comodormida, pero solo fue un momento; en seguida abrió los ojos sobresaltada,comosi saliesedeunapesadilla,yextendió lasmanospalpandoconavidez lacabezadesuamante.
—¿EstásahíPerico?¡Noteveo!—Sí,¡aquíestoymivida!Pericoseparóloscabellosempapadosdesudorqueobscurecíanlafrentede
la enferma, y depositó en ellos un largo beso, lleno de amor y de tristeza.Después,volviendoasentarse,empezóadecir:
—EstamañanaencontréaCorsino Infantequemepreguntópor ti:Ledijequenoestabasbien,yprometióveniraverte.
Octaviagimiósordamente.—¡No,no!¡Quenovenga!—¿Pero por qué, hija? ¡Vamos, no seas así! Si no quieres hacer lo que él
recetenolohaces…Verdaderamentenovienemásquecomoamigo…Yo,sinembargo,entreCorsinoy tudoctorCuevas,novacilaría…Yahasvisto loquepasóenmienfermedad;Corsinofueelúnicoqueestuvounpocoacertado…El
doctorCuevasesunpracticón,nadamás;¡eInfantehaestudiadomucho!…YPericoendulzabalavozparanodisgustaralaenferma.—Perotúnolequieresbien,yeresingrata;deverdadquesí.Octavia,queparecíasufrirmucho,balbuceóconcrecienteanhelo:—¡Calla!…¡Calla!¡PorlaVirgenMaría,nomeacongojes!!!Unenormegatodepelambrechamuscadayamarillentaquedormíadelante
delachimenea,despertose,enarcóellomoerizado,sacólasuñas,giróentornocon diabólico maleficio, los ojos fosforescentes y fantásticos, y huyó conmenudo trotecillo. Octavia estremeciose, poseída de uno de esos terroressupersticiosos que experimentan las imaginaciones enfermas, y se incorporó,apoyadaenelbordedellecho,mirandoanhelante;fuemenesterquePondal,alafuerza,laobligaseaacostarse,colocándolesuavementelacabezaenelcentrodelaalmohada;ellaparecíanoverle;teníalamiradavaga,yrespirabafatigosaconel semblante contraído. Su amante la miraba, sin ser dueño de contener laslágrimas;porunformidableesfuerzodelavoluntadseserenó,parapreguntarlequétenía;nocontestóOctavia,yélinsistió:
—¿Sufresmucho?La enferma abrió los ojos, que se fijaron con extravío en los objetos;
agitáronse sus labios, pero fueron tan apagadas y confusas las palabras quesalierondeellos,quecasinorozósualientoelrostrodePerico,queseinclinabasobreella,paraoírmejor;sinembargo,aélleparecióqueOctaviadecía:
—¡Nopuedo!¡Nopuedo!…Meremuerde…Ylavio temblarenel lecho;el rostrodemudadoyconvulso.Luegoquedó
estirada, rígida, indiferente; la cabeza torcida; entreabierta la boca por larespiración,elpechoagitado.Pondalpermanecíaenpie;irresoluto,sinatreverseni a llamarla, ni amoverse, por no turbar aquel reposo que le causaba horror.Entenebrecidoysuspirantevolvióasentarse juntoal lecho, labarbetaapoyadaen la mano, el oído atento al más leve rumor. Allá abajo, se oía el perpetuosollozo de la fuentecilla del patio, unas niñas jugaban a la rueda; y losvendedorcillos de periódicos pasaban pregonando las últimas noticias de uncrimen misterioso. La habitación empezaba a quedarse completamente aobscuras,yPondalselevantóparaentornarlospostigosdelbalcónqueestabancerrados.Eralatardedeesasadustaseinvernales,debarroydellovizna,quetantriste aspecto prestan a la vieja ciudad. Siniestras ráfagas plomizas y lechosaspasaban lentamente ante los cristales que la ventisca azotaba con furia. Dosaguadoressentadossobresuscubas,aguardabanlavez,entonandounacanción
de su país. Perico no entendía la letra, que tenía una cadencia lánguida ynostálgica, pero, con aquella música, sentía poco a poco penetrar en su almasupersticiosoterror.CreyóoírlavozdeOctavia,yvolvióvivamentelacabeza.Laenfermasehabíaincorporadoenlasalmohadas,ylellamabaconlaangustiapintadaenelsemblante.Élcorrióalladodeella.
—¿Quétienes?…—Creoquevoyamorirme.Escucha,nodebesllorarme,porque…Calló temblando; la huella de sus ojeras se difundió por toda la mejilla;
agitáronsesuslabioscomosifueseallorar,susfaccionesacentuáronsecadavezmáscadavéricasy losdientesseentrechocaron;pero luego, levantándose loca,gritó:
—¡No;nodebesquererme!¡Teheengañado!¡Hesidomala!Pondallamiróestúpidamente,mientrasensuslabios,trémulosysincolor,se
dibujaba esa sonrisa tirante y angustiosa que algunos reos tienen sobre elcadalso;peroaquellonodurómásqueunmomento,porqueenseguida,comosivolvieseensí,gritó:
—¿QuédicesOctavia?¡Esonopuedeser!¡Esimposible!—No,no;¡peroespera!¡Tequiero!…¡Melohasprometido!…Pondal, encorvado sobre la moribunda, la sacudía brutalmente por los
hombros,repitiendo:—¡Habla!¡Habla!¡Dimequenoesverdad!¡Dimequiénesél!¡Habla!Octavia lemiró con expresión sobrehumana, dolorida, suplicante, agónica;
quisohablar,ysubocasumidayresecaporlafiebresecontrajohorriblemente;giraron en las cuencas, que parecían hundirse por momentos, las pupilasdilatadas y vidriosas; volviósele azulenca la faz; espumajaron los labios, elcuerpo enflaquecido estremeciose, como si un soplo helado lo recorriese, yquedótranquilo,insensibleatodo,indiferente,llenodelreposodelamuerte.
Pedro Pondal, clavándose las uñas en la carne, y sacudiendo furioso lamelena de león, sin apartar los ojos del cuerpo de su querida, repetíaenloquecido:
—¿Porqué?¿Porquéquisisteahoraserbuena?Nublose la luna, cuya luz blanquecina entraba por el balcón; agonizó el
fuegodelachimenea,yellecho,queerademadera,crujió…
México,juliode1892.
H
LANIÑACHOLE
(DELLIBROIMPRESIONESDETIERRACALIENTE,PORANDRÉSHIDALGO)
ACE bastantes años, como final a unos amores desgraciados, meembarqué para México en un puerto de las Antillas españolas. Era yo
entoncesmozo y algo poeta, con ninguna experiencia y harta novelería en lacabeza;perocreíadebuena feenmuchascosasdequedudoahora;y libredeescepticismos, dábame buena prisa a gozar de la existencia. Aunque no loconfesase,yacasosinsaberlo,erafeliz,conesafelicidadindefinible,quedaelpoderamaratodaslasmujeres.Sinserundonjuanista,hevividounajuventudamorosayapasionada;perodeamorjuvenilybullente,depasiónequilibradaysanguínea.Losdecadentismosde lageneraciónnuevano loshesentido jamás;todavíahoy,despuésdehaberpecadotanto,tengolasmañanastriunfantes,comodijoelpoetafrancés.
ElvaporquemellevabaaMéxicoeraelDalila,hermosobarcoquedespuésnaufragó en las costas de Galicia. Aun cuando toda la navegación tuvimostiempo de bonanza, como yo iba herido demal de amores, los primeros días,apenassalídelcamarotenihabléconnadie.Ciertoqueviajabaparaolvidar,perohallaba tannovelescasmiscuitas,quenomeresolvíaaponerlasenolvido.Entodomeayudabaaquellodeseryankeeelpasaje,ynoparecermetampocomuydivertidaslasconversacionesporseñas.¡CuándiferentemiprimerviajeabordodelMasniello que conducía viajeros de todas las partes delmundo!Recuerdoque al segundo día, ya tuteaba a un príncipe napolitano. No hubo entoncesdamiselamareada, a cuya pálida y despeinada frente, no sirviesemimano dereclinatorio. Érame divertido entrar en los corrillos que se formaban sobrecubierta,alasombradegrandestoldosdelona,yaquíchapurrearelitalianoconlos mercaderes griegos, de rojo fez y fino bigote negro; y allá, encender el
cigarroenlapipadelosmisionerosmormones.Habíagentedetodalaya:tahúresque parecían diplomáticos; cantantes con los dedos cubiertos de sortijas;comisionistas barbilindos, que dejaban un rastro de almizcle, y generalesamericanos,ytorerosespañoles,yjudíosrusos,ygrandesseñoresingleses.¡Unafarándulaexóticaypintoresca,cuyaalgarabíacausabavértigoymareo!…
El amanecer de las selvas tropicales cuando susmacacos aulladores, y susverdes bandadas de loritos saludan al sol, me ha recordado muchas veces lacubiertadeaquelgrantrasatlántico,consuferiababélicadetipos,detrajesydelenguas;peromás,muchomás,melorecordaronlashorasuntadasdeopioqueconstituíanlavidaabordodelDalila.
Portodaspartesasomabanrostrospecososybermejos,cabellosazafranados,y ojos perjuros. ¡Yankees en el comedor; yankees en el puente; yankees en lacámara!¡Cualquieratendríaparadesesperarse!Puesbien,yolollevabamuyenpaciencia.Mi corazónestabamuerto ¡tanmuerto, quenodigo la trompetadeljuicio;nisiquieraunascastañuelasleresucitarían!Desdequeelpobrecillodieralasboqueadas,yoparecíaotrohombre:habíamevestidodeluto;yenpresenciadelasmujeres,apocolindosquetuviesenlosojos,adoptabaunaactitudlúgubre,de poeta sepulturero y doliente, actitud que no estaba reñida con ciertossoliloquios y discursos quemehacía harto frecuentemente, considerando cuánpocoshombrestienenlasuertedellorarunainfidelidadalosveinteaños…
Pornoveraquella taifadeusurerosyankees, apenas salíademi camarote;solamente cuando el sol declinaba iba a sentarme a popa, y allí, libre deimportunos,pasábamelashorasviendoborrarselaesteladelDalila.ElmardelasAntillas, cuyo trémulo senodeesmeraldapenetraba lavista,meatraía,mefascinaba,comofascinanlosojosverdesytraicionerosdelashadasquehabitanpalaciosdecristalenelfondodeloslagos.Pensabasiempreenmiprimerviaje.Allá,muylejos,enlalontananzaazuldondesedisipanlashorasfelices,percibíacomo en esbozo fantástico, las viejas placenterías. El lamento informe ysinfónico de las olas despertaba en mí un mundo de recuerdos: perfilesdesvanecidos;ecosderisas;murmullodelenguasextranjeras,ylosaplausos,yelaleteodelosabanicosmezclándosealasnotasdelatirolesaqueenlacámaradelosespejoscantabaLilí.Eraunaresurreccióndesensaciones;unaesfumaciónluminosadelpasado;algoetéreo,brillante,cubiertodepolvodeoro,comoesasreminiscenciasquelossueñosnosdanavecesdelavida…
A los tres días de viaje, el Dalila hizo escala en un puerto de Yucatán.
Recuerdo que fue a media mañana, bajo un sol abrasador que resecaba lasmaderas y derretía la brea, cuando dimos fondo en aquellas aguas de bruñidaplata.Los barqueros indios, verdosos como antiguos bronces, asaltan el vaporporamboscostados,ydelfondodesuscanoas,sacanexóticasmercancías:cocosesculpidos, abanicos de palma, y bastones de carey, que muestran, sonriendocomomendigos,a lospasajerosqueseacodansobre laborda.Cuando levantolosojoshastalospeñascosdelaribera,queasomanlatostadacabezaentrelasolas,distingogruposdemuchachosdesnudosquesearrojandesdeellos,ynadangrandesdistancias,hablándoseamedidaqueseseparanylanzandogritos;otrosdescansan sentados en las rocas con lospies enel agua,o se encaraman,parasecarsealsolqueyadecae,ylosiluminadesoslayo,grácilesydesnudoscomofigurasdeun frisodelParthenon.Vistoconayudade losgemelosdelcapitán,Progreso recuerda esos paisajes de caserío inverosímil que dibujan los niñosprecoces; esblanco, azul, encarnado;de todos los coloresdel iris.Unaciudadquesonríe,comoseñoritavestidacontraposdeprimavera,quesumergelapuntade los piececillos lindos en la orilla del puerto. Algo extraña resulta con susazoteas enchapadas de brillantes azulejos y sus lejanías límpidas, donde lapalmera recorta sugallardasiluetaqueparecehablardeldesierto remoto,ydecaravanasfatigadasquesesteanalasombrapropicia.
Por huir el enojo queme causaba la compañía de losyankees, decidime adesembarcar.NoolvidarénuncalastreshorasmortalesqueduróelpasajedesdeelDalilaalaplaya.Aletargadoporelcalor,voytodoestetiempoechadoenelfondo de la canoa de un negro africano, que mueve los remos con lentituddesesperante.Atravésdelospárpadosentornadosveíaerguirseydoblarsesobremí,guardandoelmareantecompásdelabogada,aquellafiguradecarbón,queunasvecesmesonríeconsusabultadoslabiosdegigante,yotrassilbaesosairescargadosdehipnóticoyreligiososopor,unatonatacompuestasolamentedetresnotastristes,conquelosmagnetizadoresdealgunastribussalvajesadormecenalasgrandesculebras.AsídebíaserelviajeinfernaldelosantiguosenlabarcadeCarón: sol abrasador; horizontesblanquecinosy calcinados;mar en calma, sinbrisasnimurmullos;yenelairetodoelcalordelasfraguasdeVulcano.
AunariesgodeperderelvapormeaventuréhastaMérida.Deesteviajealaciudadmayaconservouna impresiónsomnolientayconfusa,parecidaa laquedeja un libro de grabados hojeado perezosamente en la hamaca, durante elbochornodelasiesta;hastameparecequecerrandolosojoselrecuerdoseavivay cobra relieve; vuelvo a sentir la angustia de la sed y el polvo; atiendo el
despacioso ir y venir de aquellos indios ensabanados como fantasmas; oigo lavozmelosade aquellas criollas, ataviadas congraciosa ingenuidadde estatuasclásicas,el cabello suelto, loshombrosdesnudos,veladosapenaspor rebocillodetransparenteseda.
Almorcéenel«HotelCuahutemoc»quetieneporcomedorfrescoclaustrodemármol, sombreado por toldos de lona, a los cuales la fuerte luz cenital,comunica tenue tintedorado,demarinasvelas.Loscínifeszumbabanen tornode un surtidor que gallardeaba al sol su airón de plata, y llovía, en menudasirisadas gotas, sobre el tazón de alabastro. En medio de aquel ambienteencendido,bajoaquelcieloazul,dondelapalmeraabresurumorosoparasol,lafresca música del agua, recordábame de un modo sensacional y remoto, lasfatigasdeldesierto,yeldeleitososestearenlosoasis.
Allí,enelcomedordelHotelhevisto,porvezprimera,unasingularmujer,especiedeSalambó,aquiensuscriadosindios,casiestoypordecirsussiervos,llamabandulcementelaniñaChole.Almorzabaenunamesapróximaalamía,conuninglés jovenybuenmozo,alcual tuveporsumarido.Elcontrastequeofrecíaaquellapareja,erapordemásextraño:él,atlético,deojosazulesyrubioceño, de mejillas bermejas y frente blanquísima; ella, una belleza bronceada,exótica, con esa gracia extraña y ondulante de las razas nómadas; una figurahierática y serpentina, cuya contemplación evocaba el recuerdo de aquellasprincesas hijas del sol, que en los poemas indios resplandecen con el dobleencantosacerdotalyvoluptuoso.Vestía,comotodaslascriollasyucatecas,albohipil, recamado con sedas de colores —vestidura indígena semejante a unatunicela antigua—y zagalejo andaluz, que en aquellas tierras, ayer españolas,llaman todavía con el castizo y jacaresco nombre de fustán. El negro cabellocaíalesuelto,elhipiljugabasobreelclásicoseno.Pordesgracia,desdedondeyoestaba,solamentepodíaverlaelrostroaquellasrarasvecesquelotomabaamí:Y la niña Chole tenía esas bellas actitudes de ídolo; esa quietud estática ysagradadelarazamaya;razatanantigua,tannoble,tanmisteriosa,queparecehaberemigradodelfondodelaindia.Peroacambiodelrostro,desquitábameenloquenoalcanzabaavelarelrebocillo,admirando,comosemerecía,latornátilmorbidezde loshombros,yelcontornodelcuello. ¡VálgameDios!Parecíameque de aquel cuerpo, bruñido por el ardiente sol de Yucatán, se exhalabanlánguidos efluvios, y que yo los aspiraba, los bebía, que me embriagaba conellos…
Uncriadoseacercaalevantarlosmanteles;laniñaCholesealejasonriendo.
Entonces, al verla de frente, el corazón me dio un vuelco. ¡Tenía la mismasonrisadeLilí!¡AquellaLilínosésiamada,siaborrecida!…
Mientrasel trencorríahaciaProgreso,pordilatadosllanosqueempezabaainvadir la sombra, yo pensaba en la desconocida del «Hotel Cuahutemoc»;aquellaSalambódelospalaciosdeMixtla.
Verdaderamentelahoraerapropiciaparatallinajedememorias.Elcamposehundía lentamente en el silencio amoroso y lleno de suspiros de un atardecerardiente;porlasventanillasabiertas,penetrabalabrisaaromadayfecundadeloscrepúsculostropicales;lacampiñatodaseestremecía,cualsiacercarsesintieselahoradesusnupcias,yexhalabadesusentrañasvírgenesunvahocalientedenegraenamorada,potenteydeseosa.Aquíyallá,enlafaldadelascolinas,yenlohondodelosvallesinmensos,sedivisabanalgunosjacalesqueentrevalladosde enormes cactus, asomaban sus agudas techumbres de cáñamo gris mediopodrido. Mujeres de tez cobriza y mirar dulce salían a los umbrales, eindiferentes y silenciosas, contemplaban el tren que pasaba silbando yestremeciendo la tierra. La actitud de aquellas figuras broncíneas revelaba esatristeza transmitida, vetusta, de las razas vencidas. Su rostro era humilde ysimpático,condientesmuyblancos,ygrandesojosnegros,selváticos,poderososyvelados.Parecíannacidasparavivireternamenteenlosaduares,y,descansaralpiedelaspalmerasydelosahuehuetes.
El calor era insoportable. El tren, que traza curvas rapidísimas, recorríaextensasllanurasdetierracaliente;plantíosquenoacabannunca,dehenequénycañadulce.Enla líneadelhorizonteseperfilabanlascolinasdeconfiguraciónvolcánica,montecilloschatos, revestidosdemalezaespesayverdinegra.En lallanura los chaparros tendían sus ramas formando una a modo de sombrillagigantesca, a cuya sombra, algunos indios, vestidos con zaragüelles de lienzo,devoraban la miserable ración de tamales. En el coche las conversacioneshacíansecadavezmásraras.Secerraronalgunasventanillas,seabrieronotras;pasóelrevisorpidiendolosbilletes;apeáronseenunaestacióndenombreindiolosúltimosviajeros,ytodofuesilencioenelvagón.Adormecidoporelajetreo,el calor y el polvo, soñé como un árabe que imaginase haber traspasado losumbralesdelparaíso.¿Necesitarédecirquelassietehuríesconquemeregalóelprofeta,eransieteyucatecasvestidasdefustánehipil,yquetodassieteteníanlasonrisa de Lilí, y el mirar de la niña Chole? ¡Verdaderamente, aquelladesconocidaempezabaapreocuparmedemasiado!Estoysegurodequeacabaría
porenamorarmelocamentedesuslindosojossituvieseladesgraciadevolveraverlos;pero,afortunadamente,lasmujeresqueasítansúbitonoscautivansuelennoaparecersemásqueunavezenlavida.Pasancomosombras,envueltasenelmisterio de un crepúsculo ideal. Si volviesen a pasar, quizá desvaneceríase elencanto. ¿Y a qué volver si una mirada suya basta a comunicarnos todas lassecretasmelancolíasdelamor?…
Bien puede presumirse que no me detuve entonces a analizar missensaciones. Recuerdo vagamente haberme sorprendido murmurando dosestrofasdeciertacanciónamericana,queNievesAgar, laamigaqueridademimadre,meenseñabahacemuchosaños,alláentiemposqueyoerarubiocomoun tesoro,y solíadormirmeenel regazode las señorasque ibanamicasadetertulia.Estaaficiónadormirenunregazofemeninolaconservotodavía.¡PobreNievesAgar, cuántasvecesmehasmecidoen tus rodillas al compásde aqueldanzóncriollo!:
Alparqueenlafalda,reposaunamano,Conlaotraabanicaselrostrogentil,Arrullalahamaca,yelcuerpoliviano,Dibujaentremallas,tuairosoperfil.
Songriegastusformas,tutezafricana,Tusojoshebreos,tuacentoespañol,Laarenatualfombra,lapalmatuhermana,Tehicieronmorena,losbesosdelsol.
¡Oh románticos enamoramientos! ¡Pobres hijos del ideal!, nacidos durantealgunas horas de ferrocarril, o en torno de la mesa de una fonda; ¿quién hallegadoaviejo,ynohasentidoestremecerseelcorazón,alacariciadevuestraala blanca? ¡Yo guardo en el alma tantos de estos amores! Aun hoy, con lacabeza llena de canas, viejo prematuro, no puedo recordar sin melancolía unrostro de mujer, entrevisto cierta madrugada, entre Cádiz y Sevilla, a cuyaUniversidadme enviabami padre; una figura de ensueño, pálida y suspirante,que flotaen lopasado,yesparce sobre todosmis recuerdosdeadolescente, elperfume ideal de esas flores secas, que, entre cartas y rizos, guardan losenamorados, y, en el fondo de algún cofrecillo, parecen exhalar el cándidosecretodelosprimerosamores.¡LosojosdelaniñaCholehabíanremovidoenmialmatan lejanasmemorias!, tenuescomofantasmas;blancascomobañadasporluzdeluna.Aquellasonrisa,evocadoradelasonrisadeLilí,habíaencendidoen mi sangre tumultuosos deseos, y en mi espíritu ansia vaga de amar.
Rejuvenecidoyfeliz,conciertafelicidadmelancólica,suspirabaporlosamoresya vividos, al mismo tiempo que me embriagaba con el perfume de aquellasrosas abrileñas, que tornaban a engalanar el viejo tronco. El corazón, tantotiempomuerto,sentíaconlaoladesaviajuvenilqueloinundabanuevamente,lanostalgiadeviejassensaciones:sumergíaseenlaniebladelpasado,ysaboreabaelplacerdelosrecuerdos—placerdemoribundoqueamómucho,yenformasmuy diversas—. ¡Ay, era delicioso aquel delicado temblorcillo que laimaginaciónexcitadacomunicabaalosnervios!…
Yentantolanochedetendíaporlagranllanurasusombrallenadepromesasapasionadas;unvagoolormarino,olordealgasybrea,mezclábaseporvecesalmareantedelacampiña;yallámuylejos,enelfondoobscurodelhorizonte,sedivisabael resplandor rojizode la selva,queardía…Lanaturaleza lujuriosaysalvaje,aúnpalpitantedelcalordelatarde,semejabadormirelsueñoprofundoyjadeante de una fiera fecundada. En aquellas tinieblas pobladas de susurrosmisteriosos nupciales, y demoscas de luz que danzan, entre las altas hierbas,raudasyquiméricas,parecíamerespirarunaesenciasuave,deliciosa,divina:laesencia que la primavera vierte, al nacer, en el cáliz de las flores, y en loscorazones.
La locomotora silba, ruge, jadea, retrocede. Por las válvulas abiertasescápaselavidadelmonstruo,conestertorentrecortadoyasmático.HenosyaenProgreso.Unindioensabanadoabrelaportezueladelcoche,yasomalaobscuracabeza.
—¿No tienemi amito alguna cosita que llevá?…De un salto estoy en elandén.
—Nada,nada…Elindiohaceademándealejarse.—¿Niprecisaqueleguíe,niño?—Noprecisonada.Mal contento ymusitando, embózasemejor con la sábana que le sirve de
clámide,yseva…Éramos tanpocos losviajerosqueenel trenveníamos,que lapuertade la
estación hallábase desierta. Vime, pues, fuera sin apreturas ni trabajos, y aldarmeenrostrolabrisadelmaravizoreme,pensandosielvaporhabríazarpado.Enestasdudasibacaminodelaplaya,cuandolavozmansayhumildedelmayalleganuevamenteamioído:
—CuatropormedioYechoporunreal,MirandoqueeltiempoEstátanfatal.
Vuelvolacabeza,yledescubroapocospasos.Veníaalacarrera,ycantaba,pregonandolasgolosinasalineadasenunabanastaquellevababajoelbrazo.
—¡Mialmalosalfajores!Parapobreypararico,Delechedemantequilla:Lastraigodeamedio,Ytambiéndeacuartilla.
Enestetiempomedioalcance,ymurmuróemparejándose:—¿De verdad, niño, no me lleva un realito de gelatinas, de alfajores, de
charamuscas?¡Ándelemijefe,unrealito!Elhombreempiezaacansarmeymeresuelvoanocontestarle.Estosinduda
le anima, porque sigue renuente acosándome buen rato de camino. Calla unmomento,yluegoentonomisteriosoañade:
—¿No quiere que le lleve junto a una chinita mi jefe?… Una tapatía dequinseaño¡muychula!queviveaquímérito.Ándeleniñoverábailareljarabe.Todavía no hase un mes que la perdió el amo del ranchita de Huaxila, niñoNacho¿nosabe?…
Depronto se interrumpe,yconun saltode salvaje,plántasemedelante, enánimoyactituddecerrarmeelpaso:Encorvado,labanastaenunamano,aguisade broquel, la otra echada fieramente atrás, armada de una faca ancha yreluciente,¡siniestramentereluciente!Confiesoquemesobrecogí.Elparajeeraapropósitoparatallinajedeasechanzas:médanospantanososcercadosdenegroscharcosdondesereflejabalaluna;yallálejos,unabarracadesiniestroaspecto,cuyos resquicios iluminaba la luz de dentro.Quizámedejo robar entonces, sillega a ser menos cortés el ladrón, y me habla torvo y amenazante, jurandoarrancarmelasentrañas,yprometiendobebersetodamisangre.Peroenvezdela intimación breve e imperiosa que esperaba, le escucho murmurar con sueternavozdeesclavo:
—¡Noselleguemiamito,quepuedeclavarse!…Oírleyrecobrarme,fueobradeuninstante.Elindioyaserecogía,comoun
gatomontés,dispuestoasaltarsobremí.Pareciomesentiren lamédulael fríodelacero;tuvehorroramorirapuñalado;ydeprontomesentífuerteyvaleroso.
Con ligero estremecimiento en la voz, grité al truhán adelantando un pasoapercibidoaresistirle:
—¡Andandootedejoseco!Elindionosemovió.Suvozdesiervopareciomellenadeironía.—¡No se arrugue valedor!…Si quiere pasar, ahímérito, sobre esa piedra,
arríelaplata:ándeleluego,luego.Otravezvolvíatenermiedo;asíytodomurmuréentredientes:—¡Ahoravamosaverlo,bandido!No tenía armas; pero en Mérida, a una india joven que vendía pieles de
jaguar, cocosdelicadamente esculpidos, idolillosmarinos, y qué sé yo cuántascosasrarasyexóticas,habíatenidoelcaprichodecomprarleunbastóndeébanoqueme encantó por la rareza de sus labores. Téngolo sobre lamesamientrasescribo:pareceelcetrodeunreynegro—¡tanoriental,yalmismotiempotaningenua y primitiva, es la fantasía con que está labrado!—. Me afirmé losquevedos,requeríelpalo,ycongentilcompásdepies,comodiríaunbravodehadossiglos,adelantéhaciael ladrónquediounsalto,procurandoherirmedesoslayo.Porventuramía,lalunadábaledelleno,yadvertíelataqueensazóndeevitarlo.Recuerdoconfusamentequeintentéundesarmeconamagoalacabezaygolpealbrazo,yqueelindioloevitójugándomelaluzcondestrezadesalvaje.Despuésno sé.Solo conservouna impresiónangustiosa comodepesadilla.Elmédanoiluminadoporlaluna;laarenanegraymovediza,dondeseentierranlospies;elbrazoquesecansa;lavistaqueseturba;elindioquedesaparece,vuelve,meacosa,seencorvaysaltaconfuriafantásticadegatoembrujadoymacabro;ycuandoelpalovaadesprendersedemimano,unbultoquehuye,yelbrillodelafaca que pasa sobre mi cabeza, y queda temblando, como víbora de plata,clavada en el árbol negro y retorcido de una cruz hecha de dos troncoschamuscados…
Quedemeunmomentoazorado,ysindarmecuentacabaldelsuceso.Comoatravésdenieblamuyespesa,viabrirsesigilosamente lapuertade labarraca,ysalirdoshombresacatear laplaya.Receléalgúnencuentrocomoelpasado,ytomé a buen paso camino delmuelle: llegué a punto que largaba un bote delDaliladondeibanelsegundodeabordoyeldoctor:gríteles,meconocieron,ymandaronvirarpararecogerme.Yaconelpiesobrelabordaexclamé:
—¡Buensusto!…Acontar iba laaventuraconel indio,cuandosinsaberporqué,cambiéde
propósito;ymelimitéadecir:
—¡Buensustoafe!¡Creíqueelvaporhabríazarpado!…Yelsegundo,queerabrusco,comobuenescocés,tornandoacolocarlacaña
deltimón,repusoenmalespañolysinvolverse:—Hastamañanaalanoche…Arrastróunaalfombrilla,ydoblandoelcuerpo,comoeljinetequequieredar
ayudasalcaballo,gritó:—¡Avante!Seisremoscayeronenelmar,yelbotearrancócomounaflecha.
Llegadoque fui al vapor, recogimeami camarote, y, comoestuviesemuyfatigado, me acosté en seguida. Cátate que no bien apago la luz, empiezan aremoverse las víboras mal dormidas del deseo que desde todo el día llevabaenroscadas al corazón, apercibidas a morderle. Al mismo tiempo, sentíameinvadido por una gran melancolía, llena de confusión y de misterio, lamelancolíadelsexo,germendelagrantristezahumana.ElrecuerdodelaniñaChole,perseguíameconmariposeoingrávidoyterco.Subellezaíndica,yaquelencanto sacerdotal, aquella gracia serpentina; y elmirar sibilino, y las caderasondulosas, la sonrisa inquietante, lospiesdeniña, loshombrosdesnudos, todocuantolamenteadivinaba,cuantolosojosvieran,todo,todoerahogueravorazen que mi carne ardía. Me figuraba que las formas juveniles y gloriosas deaquella Venus de bronce florecían entre céfiros, y que veladas primero seentreabríanturgentes,frescas,lujuriosas,fragantes,comorosasdeAlejandríaenlosjardinesdetierracaliente.Yeratalelpodersugestivodelrecuerdo,que,enalgunosmomentos,creí respirarelperfumevoluptuoso,que,alandar,esparcíasufalda,conondulacionessuaves.
Pocoapoco,cerromelosojoslafatiga,yelarrullomonótonoyregulardelagua,acabódesumirmeenunsueñoamoroso,febrileinquieto,representaciónysímbolodemivida.Despertemealamanecercon losnerviosvibrantes,cualsihubiese pasado la noche en un invernadero entre plantas exóticas, de aromasraros,afroditasypenetrantes.Sobremicabezasonabanvocesconfusasyblandopataleo de pies descalzos, todo ello acompañado demucho chapoteo y trajín.Empezabalafaenadelbaldeo.Melevantéysubíalpuente.Hemeyarespirandola ventolina que huele a brea y algas. En aquella hora el calor es deleitante.Percíbense en el aire estremecimientos voluptuosos; el horizonte ríe bajo unhermososol;ráfagasvenidasdelasselvasvírgenes,tibiasyacariciadorascomoalientosdemujeresardientes,jueganenlasjarcias,ypenetra,yenlanguideceel
alma, el perfumeque se elevadel oleaje casimuerto.Dijérase que el dilatadogolfo mexicano, sentía en sus verdosas profundidades la pereza de aquelamanecercargadodepólenesmisteriososy fecundos,comosi fueseel serrallodeluniverso.
Envueltoenel rosadovaporque laclaridaddelalbaextendíasobreelmarazul adelantaba un esquife. ¡Y era tan esbelto, ligero y blanco, que la clásicacomparaciónconlagaviotayconelcisneveníaledeperlas!Enlasbancastraíahastaseisremeros.Bajounpaliodelonalevantadoapopaseguarecíandelsoldosbultosvestidosdeblanco.CuandoelesquifetocólaescaleradelDalila,yaestaba yo allí, en confusa espera de no sé qué gran ventura.Unamujer veníasentadaaltimón.Eltoldosolamentemedejaverelbordedelafalda,ylospiesdereinacalzadosconchapinesderasoblanco,peromialmalaadivina.¡Esella!¡LaniñaChole!¡LaSalambódelospalaciosdeMixtla!…Sí,eraella,másgentilquenunca,consublusademarinero,ylagorrilladesoslayo.Helaenpiesobreunadelasbancas,apoyadaenloshercúleoshombrosdesumarido,aquelinglésquelaacompañabaenMérida;ellabioabultadoyrojodelayucatecasonríeconla gracia inquietante de una egipcia, de una turania; sus ojos, envueltos en lasombrade laspestañas, tienenalgodemisterioso,dequiméricoy lejano, algoquehacerecordar lasantiguasynoblesrazasqueenremotasedades, fundarongrandesimperiosenlospaísesdelsol…Elesquifecabeceaalcostadodelvapor.Lacriolla,entreasustadaydivertidaseagarraalosblondoscabellosdelgigante,que impensadamente la tomaalvuelo,yse lanzaconellaa laescala.Losdosríenenvueltosenunsalseroquelesmojalacara.Yasobrecubierta,elinglésladejasolaunmomento,yseapartasecreteandoconelcontramaestre.
Yoganolacámarapordondenecesariamentehandepasar.Nuncaelcorazónmelatieraconmásviolencia.Recuerdoperfectamentequeelgransalónestabadesiertoyunpocoobscuro;laslucesdelamanecercabrilleabanenloscristales.Tomé una revista inglesa que estaba sobre el piano, y me situé en la puertaaparentandoleer.
Pasaunmomento.Oigovocesygorjeos;unrayodesolmásjuguetón,másvivo,más alegre, ilumina la cámara, y en el fondode los espejos se refleja laimagen de la niñaChole.Majestuosa y altiva se acercaba con lentitud, dandoórdenes a una india joven que escuchaba con los ojos bajos, y respondía enlengua yucateca, esa vieja lengua que tiene la dulzura del italiano y laingenuidad pintoresca de los idiomas primitivos. Yo me hice vivamente a unlado plegando el periódico. Ella pasó. Creo que me miró un momento como
queriendo hacer memoria, y que su boca fresca y sana, insinuó una sonrisa.¡AquellasonrisaconquemeenloquecíaLilí!
Laesperanzadeverenalgunapartea layucateca, trájome toda lamañanaavizorado y errabundo: fue vana esperanza. En cambio sumarido no cesó depasearsealolargodelpuente.Vistoconespacio,pareciomeunhombrerecioyaltivo:peinábasecomoelpríncipedeGales,ynousababarbanibigote:teníalosojosdeunazuldescoloridoyneutro;yalmirarentornabalospárpados.Sindudaalguna, presumía de aristócrata. Recorría el puente a grandes trancos, con losbrazoscaídos,yunapipacortaentre losdientes:avecessedeteníaparaechartabacooescupirenelmar.Entodalamañana,nolevisonreírsenihablarconnadie.
A las diez, una campana anunció el almuerzo. Bajé a mi camarote, y mepeinéconmáscuidadoydetenimientoque suelo: en seguidapaséal comedor.Aunquenobajaríande cien las personasque se sentaban en tornode aquellasdos largas mesas cubiertas por blanquísimos manteles, y adornadas de florescomoparaunfestín,nielmurmullodeunaconversaciónseescuchaba.Reinabaallíunsilenciodeiglesia,soloturbadoporelruidodelostenedores,ylastácitaspisadasde loscamarerosqueconelpechoechado fueradesus fraques,dabanvueltaspordetrásdeloscomensales.Todosaquelloscriadoseranbuenosmozos,rubiosypatilludos,comopríncipesalemanes.Toméasiento;ymisojosbuscaronalaniñaChole.Allíestaba,alotroextremodelamesa,sonriendoaunseñorónyankee con cuello de toro, y grandes barbazas rojas, barbas de banquero, quecaían llenas de gravedad sobre los brillantes de la pechera. Almismo tiemporeparéqueelblondogigantemirabaasumujerysonreíatambién.¡Cuántomepreocupó aquella sonrisa, tan extraña, tan enigmática en labios de unmarido!Ellavolviólacabeza,hizoungestoimperceptible,ysusojos,sushermososojosde mirar hipnótico y sagrado, continuaron acariciando al banquero. Tuve tanvivo impulso de celos y de ira, queme sentí palidecer. Despechado arrojé laservilletasobreelplatoydejélamesa.Nocomprendíaqueunmaridotolerasetal.¿Dequéestofaeraaquelcolosoquedejabaasumujerel libreejerciciodelosojos?¡Ydeunosojostanlindos!…
Desde la puerta volvimepara lanzarles unamirada de desprecio. ¡Oh, si atener llegoentonceselpoderdelbasilisco,allí sequedanhechospolvo!No lotenía,yelseñorónyankeepudoseguiracariciándoselasbarbazascolordebuey;yresoplardentrodesuchalecoblanco,poniendoenconmociónlosdijesdeuna
gran cadena, que, tendida de bolsillo a bolsillo, le ceñía la panza; y ella, laSalambó de los palacios de Mixtla, pudo dirigirle aquella sonrisa de reinaindulgentequeyohabíavistoyamadoenotroslabios…
Tresdíasdespués,¡díastediososeinterminables,duranteloscualesnosaliódesucamarotelayucateca!diofondoelDalilaenlasaguasdelaVillaRicadelaVeracruz.
Presa el alma de religiosa emoción, contemplé la abrasada playa, dondedesembarcaron antes que pueblo alguno de la vieja Europa, los aventurerosespañoles, hijos de Alarico el bárbaro y de Tarik el moro. Vi la ciudad quefundaron,yalaquedieronabolengodevalentía,espejarseenelmarquietoydeplomo,comosimirasefascinadalarutaquetrajeronloshombresblancos:aunlado,sobredesiertoislotedegranito,bañasuspiesenlasolas,elcastillodeSanJuandeUlúa,sombrarománticaqueevocabaunpasadofeudalqueallínohubo,y a lo lejos, la cordillera del Orizaba, blanca como la cabeza de un abuelo,dibújase con indecisión fantástica sobre un cielo clásico, un cielo de azul tanlímpido y tan profundo como el cielo de Grecia. Y recordé lecturas casiolvidadasque,niñoaún,mehabíanhechosoñarconaquella tierrahijadelsol,narraciones medio históricas, medio novelescas, en que siempre se dibujabanhombresdetezcobriza,tristesysilenciosos,comocumplealoshéroesvencidos,yselvasvírgenes,pobladasdepájarosdebrillanteplumaje,ymujerescomolaniña Chole, ardientes y morenas, símbolo de la pasión, que dijo el poeta. Laimaginaciónexaltadame fingía al aventurero extremeñoponiendo fuegoa susnaves, y a sus hombres esparcidos por la arena, atisbándole de través losmostachos enhiestos al antiguo usomarcial, y sombríos los rostros varoniles,curtidosyconpátina,comolasfigurasdeloscuadrosmuyviejos.Ycomonoesposible renunciar a la patria, yo, español, sentía el corazón henchido deentusiasmo, y poblada de visiones gloriosas la mente, y la memoria llena derecuerdos históricos. ¡Era verdad que iba a desembarcar en aquella playasagrada!Obscuroaventurero,sinpazysinhogar,siguiendolosimpulsosdeunavidaerrante,ibaaperderme,quizáparasiempre,enlavastedaddelviejoimperioazteca,imperiodehistoriadesconocida,sepultadaparasiempreconlasmomiasdesusreyes,perocuyosrestosciclópeos,quehablandecivilizaciones,decultosyderazasquefueron,solotienenparenesemisteriosocuantoremotooriente.
¡Oh!¡Cuánbellossonesospaísestropicales!Elqueunavezloshavisto,nolosolvidarájamás.Aquellacalmaazuldelmarydelcielo;aquelsol,queciegay
quema;aquellabrisacargadade todos losaromasde la«tierracaliente»comociertas queridas muy amadas, dejan en la carne, en los sentidos, en el alma,reminiscenciastanvoluptuosas,queeldeseodehacerlasrevivir,soloseapagaenla vejez. Mi pensamiento rejuvenece hoy, recordando la inmensa extensiónplateada de ese Golfo mexicano, que no he vuelto a surcar. Por mi memoriadesfilanlastorresdeVeracruz;losbosquesdeCampeche;lasarenasdeYucatán;los palacios de Palenque; las palmeras de Tuxpan y Laguna… ¡Y siempre,siempreunidoalrecuerdodeaquelhermosopaíslejano,elrecuerdodelaniñaChole,talcomolaviporvezprimera,sueltoelcabello,yvestidoelblancohipildelasantiguassacerdotisasmayas!…
Apenasanclamos,saleentropeldelaplayaunagentilflotillacompuestadeesquifes y canoas. Desde muy lejos, se oye el son monótono del remo.Centenares de cabezas asoman sobre la borda del Dalila, y abigarradamuchedumbrehormiguea,seagitaysedesataenelentrepuente.Háblaseagritoselespañol,elinglés,elchino.Lospasajeroshacenseñasalosbarquerosindiosparaqueseaproximen:ajustan,disputan,regatean,yalcabo,comorosarioquese desgrana, van cayendo en el fondo de las canoas que rodean la escalera, yesperan ya con los remos armados. La flotilla se dispersa. Todavía a largadistanciaveseunadiminutafigura,moverseygesticularcomopolichinela,yseoyensusvocesquedestacayagranda laquietudsolemnedeaquellas regionesabrasadas. Ni una sola cabeza se ha vuelto hacia el vapor, para mandarle unadiósdedespedida.Allávan,sinotrodeseoquetocarcuantoanteslaorilla.Sonlosconquistadoresdeloro.
Lanoche se avecina.Enestahoradel crepúsculo, el deseoardienteque laniñaCholemeproduce,seaquilataypurifica,hastaconvertirseenansiavagadeamoridealypoético.Todoobscurecelentamente:gimelabrisa;rielalaluna;elcielo azul turquí se torna negro, de un negro solemne, donde las estrellasadquierenunalimpidezprofunda.
Eslanocheamericanadelospoetas.
Acababadebajaramicamarote,yhallábame tendidoen la litera fumandouna pipa, y quizá soñando con la niñaChole, cuando se abre la puerta y veoaparecer a Julio César —un rapazuelo mulato que el año anterior habíameregaladoenJamaicaciertoaventureroportuguésque,andandoeltiempo,llegóageneralyministroen laRepúblicaDominicana—.JulioCésarsedetieneen lapuerta,bajoelpabellónqueformanlascortinas.
—¡Miamito!Abordovieneunmorenoquematalotiburoneenelagua,coneltrinchete.¡Suba,miamito,nosedilate!…
Ydesaparecevelozmente,comoesosetíopes,carcelerosdeprincesas,enloscastillos encantados.Yo espoleado por la curiosidad salgo tras él.Heme en elpuente,queiluminalaplácidaclaridaddelplenilunio.Unnegrocolosal,coneltrajedetelachorreandoagua,sesacudecomoungorila,enmediodelcorroqueasurededorhanformadolospasajeros,ysonríe,mostrandosusblancosdientesdeanimalfamiliar.Apocospasos,dosmarinerosencorvadossobrelabordadeestribor halan un tiburónmedio degollado, que se balancea fuera del agua, alcostado delDalila. Mas, he ahí que de pronto rompe el cable, y el enormecetáceo desaparece en medio de un remolino de espumas. El negrazo musitaapretandoloslabioselefancíacos:
—¡Pendejos!Y se va, dejando, como un rastro, en la cubierta del navío, las huellas
húmedasdesuspiesdescalzos.Unavozfemenillegritadesdelejos:—¡Che!¡Moreno!…—¡Voyhorita,niña!…Nomedilato.Laformadeunamujerblanqueaenelnegrofondodelapuertadelacámara.
¡Nohayduda,esella!¿Perocómonolaheadivinado?¿Quéhacíastú,corazónburgués, corazón prosaico, que no me anunciabas su presencia? ¡Oh! ¡Concuántogustohubiérateentoncespuestobajosuslindospiesparacastigo!
Elmarineroseacerca.—¿MandabaalgunacosalaniñaChole?—Quierovertemataruntiburón.El negro sonríe, con esa sonrisa blanca de los salvajes, y pronuncia
lentamente,sinapartarlosojosdelasolas,queargentalaluna:—Nopuedeser,miamita:sehajuntadounapuntadetiburones¿sabe?—¿Ytienesmiedo?—¡Qué va!…Aunque fácilmente, como la sazón está peligrosa…Vea su
mercednomás…LaniñaCholenoledejóconcluir.—¿Cuántotehandadoesosseñores?—Veintetostone:doscentine,¿sabe?Oyó la respuesta el contramaestre, que pasaba ordenando unamaniobra, y
conesaconcisiónrudayfrancadelosmarinoscurtidos,sinapartarelpitodeloslabiosnivolverlacabeza,apuntole.
—¡Cuatromonedasynoseasguaje!…El negro pareció dudar. Asomose al barandal de estribor y observó un
instante el fondo delmar donde temblaban amortiguadas las estrellas.Veíansecruzarargentadosyfantásticospecesquedejabantrassí,esteladefosforescenteschispasydesaparecíanconfundidosenlosrielesdelaluna,mientrasenlazonade sombra que sobre el azul de las olas proyectaba el costado del Dalila,esbozábase la informe mancha de una cuadrilla de tiburones. El marinero seapartó reflexionando. Todavía volviose una o dos veces a mirar las dormidasolas,comopenetradodelaquejaquelanzabanenelsilenciodelanoche.Picóuncigarroconlasuñas,yseacercóalacriolla.
—Cuatrocentenes¿leapeteceamiamita?LaniñaChole,conesedesdénpatricioquelasamericanasopulentassienten
porlosnegros,volvióaélsuhermosacabezadereinaindia;yentonotal,quelas palabras parecían dormirse cargadas de tedio en el borde de los labios,murmuró:
—¿Acabarás?…¡Seanloscuatrocentenes!…Los labios hidrópicos del negro, esbozaron una sonrisa de ogro avaro y
sensual: seguidamente, despojose de la camiseta, desenvainó el cuchillo quellevabaenlacintura,ycomounperrodeTerranovatomoleentrelosdientes,yseencaramósobre laborda.El aguadelmar relucía aúnenaquel torsodesnudo,queparecíadebarnizadoébano. Inclinoseelnegrazosondandocon losojoselabismo,yluegosevolvióamí.
—¿Nomedasumerséalgunacosita,parahasésubiresosguachinango?Dileyo,porno tenerotracosaamano,migorradeviaje,queél cuidóde
ahuecar,afindequenadase;ycuandolostiburonessalieronalasuperficie,levierguirsenegroymitológicosobreelbarandalque iluminaba la luna;ycon losbrazos extendidos, echarse de cabeza, y desaparecer buceando. Tripulación ypasajeros, cuantos se hallaban sobre la cubierta delDalila agolpáronse a lasbordas. Sumiéronse los tiburones en busca del negro; y todas las miradasquedaronfijasenunremolinodeespumasquenotuvotiempoaborrarse,porquecasi incontinenti,unamanchadeburbujas rojascoloreóelmar;yenmediodelos hurras de lamarinería, y el vigoroso aplaudir de lasmanos coloradotas yburguesasdelosyankees,salióaflotelatestachataylanudadelmarinero,quiennadaba,ayudándosedeunsolobrazo,mientrasconelotrososteníaentreaguasuntiburóndegolladoporlagargantadondeaúntraíaclavadoelcuchillo.Tratoseen tropel de izar al negro; arrojáronse cuerdas, ya para el caso prevenidas, y
cuandolevantabamediocuerpofueradelagua,rasgóelaireunalaridohorrible,ylevimosabrirlosbrazos,ydesaparecer,sorbidoporlostiburones…
No tuvierayo lugar a recobrarme, cuando sonó ami espalda, unavozquedecíaeninglés:
—Sir,préstemeustedcuatrolibras.Almismotiempo,alguientocósuavementeenmihombro.Volvílacabezay
hállemeconlaniñaChole.Vagabacualsiempreporsulabioinquietantesonrisa;yabríaycerrabavelozmenteunadesusmanos,encuyapalma,vi lucirvariasmonedasdeoro.Rogomeconciertomisterioqueladejasesitio;y,doblándosesobrelaborda,arrojolasalocéanolomáslejosquepudo.Enseguida,volvioseamícongentilescorzodetodoelbusto.
—¡YatieneparaelfletedeCarón!…Yo debía estar pálido como la muerte; pero como ella fijaba en mí sus
hermososojosysonreía,venciomeelencantodelossentidos,ymislabiosaúntrémulos pagaron aquella sonrisa cínica, con la risa humilde del esclavo, queapruebacuantohacesuseñor.Lairónicacrueldaddelacriollamehorrorizabaymeatraía:nuncacomoentoncesmeparecieratentadoraybella.Delmarobscuroymisterioso subíanmurmullosyaromas, aqueelblanco lunarprestabano séqué rara voluptuosidad. La trágica muerte de aquel coloso negro; el mudoespantoquesepintabaaúnentodoslosrostros;unviolínquellorabaenelgransalón, todo en aquella noche, bajo aquella luna, era para mí objeto devoluptuosidaddepravadaysutil…
Alejoselayucateca,coneseandarrítmicoyondulantequerecuerdaaltigre;yaldesaparecer,unadudacruelmordiomeelcorazón.Hastaentoncesnohabíareparadoqueamilado,casihombroconhombro,estabaeljudíoyankee,de labarba roja y perjura. ¿Sería a él a quien mirasen los ojos de la Salambó deMixtla;aquellosojos,encuyofondoparecíadormirelenigmadealgúnantiguocultolicencioso,cruelydiabólico?…
¡Decualquiersuertequefueseyonodebíaverlosmás!Aldíasiguiente,con lasprimeras lucesdelalbadesembarquéenVeracruz.
Tuvemiedodeaquellasonrisa, lasonrisadeLilí,queahorasemeaparecíaenbocadeotramujer.Tuvemiedode aquellos labios, los labiosdeLilí, frescos,rojos y fragantes como las cerezas de nuestro huerto, que ella gustaba deofrecerme en ellos. ¡Ay! Aun cuando el corazón tenga veinte años, si elpobrecilloesliberal;ydiohospedajealamormásdeunaydedosveces;ygustósuscontadasalegrías,ysusinnumerablestristezas,nopuedenmenosdecausarle
temblores,miradasysonrisas,cuandolosojosyloslabiosquelasprodigansoncomo los de la niñaChole. ¡Yohe temblado entonces, y temblaría hoyque lanievedetantosinviernoscayósindeshelarsesobremicabeza!…
París,abrilde1893.
CLAGENERALA
UANDO el general Don Miguel Rojas hizo el disparate de casarse, yadebía pasar mucho de los sesenta. Era un veterano muy simpático, con
grandesmostachosblancos,unpocotostadosporelcigarro;alto,enjutoybienparecido, aun cuando se encorvaba un tanto al peso de los años. Crecidas yespesas tenía lascejas;garzosyhundidos losojos;cetrinayarrugada la tez,ycana casi que del todo la escasa guedeja que peinaba con sin igual arte paraencubrir la calva.La expresión amable de aquella hermosa figura de veteranoatraíaamorosamente.Lagravedaddesumirar,noexentodeplacidez;elreposode susmovimientos; la nieve de sus canas, en suma, toda su persona, estabadotadadeuncaráctermarcialyaristocráticoqueseimponíaenformadeamistadfranca y noble. Su cabeza de santo guerrero, parecía desprendida de algúnantiguoretablo.TaleraenfinenrostroytalleelsantovarónquediosunombreaCurritaJimeno,lahijamenordeloscondesdeCasa-Jimeno.
Curritaeraunamuchachadelgada,morena,muyelegante,muyalegre,muynerviosa;rompíalosabanicos,desgarrabalospañuelos,consusdientesblancosy menudos, de gatita de leche, insultaba a las gentes… ¡Oh! aquello no eramujer,eraunmanojodenervios,comodecíasumamá;losamigosdecíanalgomásduroylahabíanpuesto«monainquieta».Nadiealverla,creeríaqueaquelelegantediablillo sehubiese educado entre rejas, sin sol y sin aire, obligada arezarsieterosarioscadadía,oyendomisasdesdeelamanecer,ydurmiéndoseenlosmaitinesconlasrodillasdoloridas,ylatocadacabecitaapoyadaenlasrejasdelcoro.Noparecía,enverdad,haberpasadodiezañosdeeducandaalladodeunatíasuya,encopetadaabadesadeunconventodenobles,alláenelriñóndeCastillalaNueva.
CuandoloscondesfueronporCurrita,parasacarladefinitivamentedeaquelencierro y presentarla al mundo, la muchacha creyó volverse loca. Llenó deflores el altar deSantaRita—tutelar del convento y fundadora de la orden—
casualmenteacababadehacerleunanovenapidiéndoleaquellomismo,ylasanta¡tanbuena!queseloconcedíasinhacerlaesperarmástiempo.Nobienllególaparentela,Curritaselanzófueradellocutorio,gritandoalegremente,sincurarsedelasmadresquesequedabanllorandolapartidadesuperiquito:
—¡VivaSantaRita!Y se arrancó la toca, descubriendo la cabeza pelona, que le daba cierto
aspecto de muchacho; acrecentado por la esbeltez, un tanto macabra, de suscatorceaños.
Esteamoralalibertad,tandesenfadadamenteexpresadoconelvivadadoalaSantadeCasia,loconservóCurritahastalamuerte.Mientrasloshombresdela República pasaban a la Monarquía, ella, lanzando carcajadas y diciendodonairespicarescoscaminabaresueltahacialademagogia,¡peroquédemagogialasuya!Llenadeparadojasydeatrevimientosinconcebibles;elaboradaenunacabecitainquietayparlanchina,dondeapenasseasentabauncerebrodecolibrípintoresco y brillante borracho de sol y de alegría. Era desarreglada y genialcomo un bohemio; tenía supersticiones de gitana ¡y unas ideas sobre laemancipaciónfemenina!¡VálganosDios!Sinofueseporquesalíandeaquelloslabiosquederramabanlasalylagraciacomogotasdeagualosbotijosmoriscos,sería cosa de echarse a temblar, y vivir en triste soltería, esperando el fin delmundo.
Peroyase sabeque losmilitaresespañoles son losmásvalientesdelorbe.Currita y el general Rojas se casaron, y desde aquel día lamuchacha cambiócompletamente,ycobróunosademanestanseñorilesyseverosqueparecíatodaunaseñoragenerala.Bastabaverla,paracomprenderquenohabíasalidode laclasedetropa;llevabalostresentorchadoscomolagentedecolegio.Losquealleer enLaÉpoca el notición de aquella boda habían exclamado: ¡Pobre DonMiguel!,casiestuvieronporachacaramilagrolamudanzadelaniñadeCasa-Jimeno.Laverdadesquefácilexplicaciónnotenía,ycomolacondesasecomíalossantos,ylatíaabadesaestabaenolordesantidad,¡velay!
Tenía por ayudante el general a cierto ahijado suyo, recién salido de uncolegiomilitar.Erauncaballeretedemiembrosdelicados,ynomuycumplidodeestatura:parecieraunniño,anodesmentirlapresunciónelbozoquesepicabadebigote,yelpliegueavecesenérgicoyavecesseverodesurubioentrecejodedamisela. Este tal llegó a ser comensal casi diario en lamesa deDonMiguelRojas.Lacosapasódeunmodoalgoraro.Curritanodejabafumarasumarido;
decía, haciendo aspavientos, que el cigarro irritaba el catarro crónico quepadecíaelbuenseñor;únicamentecuandohabíaconvidados,sehumanizaba lagenerala. Habíase vuelto tan cortés desde que entrara en la milicia, que,naturalmente, deponía parte de su enojo, y la furibunda oposición de cuandocomía a solas con su marido, reducíase a un gracioso gestecillo de enfado.SonreíasesocarronamenteDonMiguel,ycomonopodíapasarsesinhumearunhabano,despuésdelcafé,concluyóporinvitartodoslosdíasasuayudante.
Currita,queenunprincipiohabíatenidoaloficialitoporunquídam—erasufrasepredilecta—acabópordescubrirenéltansoberbiasprendas,ylecayótanengraciaelmuchacho,que,últimamente,nosesabíasieraayudantedeórdenesdeDonMiguelodeladama;atodasparteslaacompañaba,dedíaydenoche,yhastaunavezllególageneralaaimponerleunarresto,segúnellamismacontabariendoasusamigas.
Unatarde,yalevantadoslosmanteles,dijolageneralaalayudante:—¡Si supiese usted cuánto me aburro, Sandoval! ¿No tendría usted una
novelaquemeprestase?Sandoval,hechoalmíbar,leprometiónouna,sinociento;yaldíasiguiente
llevóaCurritaunlibrodelcualhizograndeselogios.EraLoquenomueredelcélebreBarbeyd’Aurevilly.
Curritaabrióellibroalazar,yfijólosojosdistraídaenlaspáginassatinadas,pulcras, elegantes, como para ser vueltas pormanos blancas y perfumadas deduquesasymundanas.
—¿Perodequétrataesanovela?¿Quéesloquenomuere?—Lacompasiónenlamujer…Unaideaoriginalísima:figúreseusted…—No;nomelocuente.¿YnotieneustedningunanoveladeDaudet?Esmi
autor predilecto; dicen que es realista, de la escuela de Zola, a mí no me loparece.¿Usted leyóJack? ¡Qué libro tansentido!Nopuedeunapormenosdellorar, leyéndolo. ¡QuédiferentedeGerminal yde todas lasnovelasdeLópezBago!
Sandoval,queteníaunamigajadegustoliterario,y,además,habíaleídolosPaliquesdeClarín,repusoescandalizando:
—¡Oh!¡Oh,generala!,esquenopuedencompararseZolayLópezBago.Currita, sonriendoconelgraciosodesenfadode las señoras,quehablande
literaturacomodemodas,contestó:—Puesseparecenmucho;nomelonegaráusted.
Aquellasherejías,producíanunverdaderodoloralayudante;élquisieraquelageneralanopronunciasemásquesentencias;quetuvieseelgustotandelicadoy elegante como el talle. Aquella carencia de esteticismo recordábale lasmodistillas pizperetas, apasionadas de los folletines, con quienes había tenidoalgoquever; criaturas risueñasy cantarinas, cabecitas llenasde claveles, pero¡ay!horriblementevacías; sinmásmeolloque los canariosy los jilguerosquealegrabansusguardillas.
Currita,queestabahojeandolanovela,exclamódepronto:—¡Quélástima!…Sandovallamiróconextrañeza.—¡Lástimadequé,generala?—Yalehedichoaustedquenoquieroquemellameasí.¡Habrámajadero!
LlámemeustedCurrita.Ylediouncapirotazoconellibro;luegoponiéndoseseria:—¿Sabe usted, Sandoval?Me parece este un francésmuy difícil, y yo he
sidosiempredelomástorpequeDiospudohabercriado,paraestodeidiomas.Y le alargaba el libro, mirándole al mismo tiempo con aquellos ojos
chiquitos como cuentas, vivos y negros, los cuales bien pudieran recibirse dedoctoresentodasuertedeguiñosycoqueteos.
—¿Siustedquisiese?…Éllamiraba,sinacertarconloquehabíadequerer.Lageneralasiguió:—Esunfavorquelepido.—Ustednopide,manda,yseconcluyó.—Puesentoncesvendráusteda leermeun rato todos losdías, ¿verdad?El
generalsealegrarámuchocuandolosepa.Colgóseledelbrazo,comounachiquilla,ylearrastróhastaelsofá,dondele
hizosentarasulado.—Empieceusted.Aprovechemoseltiempo.
Aldíasiguiente,yalotro,yalotro,fueSandovalaleerLoquenomuerealagenerala.ElpobremuchachonosabíaquépensardeCurrita,ydelmodocomoletrataba.Habíamomentosenqueladamaadoptabaparahablarleunacorrecciónyformalidadexcesivas,quecontrastabanconlallanezayconfianzaantiguas;entalesocasiones,jamás,niaunpordescuido,lemirabaalacara.Auncuandolaideadepasarplazadetímidomortificabaatrozmentealayudante,loscambiosdehumorqueobservabaenlagenerala,manteníanleenloslinderosdelaprudencia.
De las fragilidades de ciertas hembras, algo se le alcanzaba, pero de lasseñoras,delasverdaderasseñoras,estabaaobscurascompletamente.Creíaqueparaenamoraraunadamaencopetada,loprimeroquesenecesitabaeranpelosenlacaraenformadebigoteobarbacorrida,ytocanteaesto,elayudanteestabamuynecesitado.Tantasfueronsuscavilacionessobrepuntotal,quecayóenlaflaquezadeobscurecerse,contintesymenjurjesdeuncómicosuamigo,elbellocasiincolorodelincipientebozo.
Lascosasasí, leíauna tardea lagenerala lasúltimaspáginasde lanovela.Curritaestabacercadeél,sentadaenunasillabaja;avecessusrodillasrozabanlasdellector,queseestremecía;perocualsiningunodelosdosadvirtieseaquelcontacto permanecían largo rato con ellas unidas. La generala escuchabamuyconmovida; de tiempo en tiempo su seno se alzaba para suspirar; con ojosinmóviles,ycomoanegadosenllanto,contemplabaaljoven,quesentíaelpesodeaquellamiradafijaypoderosacomoladeunsonámbulo,yseguía leyendo,sinatreversealevantarlacabeza.
Las últimas páginas del libro eran terriblemente dolorosas; exhalábase deellaselperfumedeunossentimientosextraños,alaparpecaminososymísticos.Era hondamente sugestivo aquel sacrificio de la condesa Iseult; aquella sucompasión impúdica, pagana como diosa desnuda; aquella renunciación de símisma, que la arrastraba hasta dar su hermosura de limosna, y sacrificarse enarasdelapasiónydelpecadodeotro.
La generala con las rodillas unidas a las del ayudante, y la garganta secaescuchaba conmovida la novela del anciano dandy. Sandoval con voz a cadainstantemásvelada,leíaaquellapáginaquedice:
…«LacondesaIseulthallótodavíafuerzasparamurmurar:—Puesbien,sirevivieseestapiedad,dosvecesmaldita,inútilparaaquellos
enquienfueempleada,yvacíadelmássimpledeberparalosquelahansentido,esta piedad nome abandonaría, y volvería a seguir sus impulsos, a riesgo devolveraincurrirenmidesprecio.SiDiosmedijese:Heahíelfinqueignoras;yensumisericordiainfinita,pusiesealalcancedemimanoelconseguirlo,yo,noleescucharíayprecipitaríamecomounalocaenesapiedad,quenoessiquieraunavirtud,yquesinembargoeslaúnicaqueyohetenido…».
Lagenerala,sinserdueñadesípormástiempo,empezóasollozar,conesaestentoreidad que los sentimientos contenidos adquieren al desatarse en lasmujeresnerviosas.
—¡QuécriaturatanraraesacondesaIseult!¿Habrámujeresasí?
El ayudante, conmovido por la lectura, y animado, casi irritado, por elcontactodelasrodillasdelagenerala,contestó:
—¡Qué!¿UstednoseríacapazdehacerloqueellahizoporAllán,aldárseleporcompasión?
Ysusojosbayos,transparentescomotopaciosquemados,tuvieronalfijarseenCurritaelmirarinsistente,osadoymagnéticodelcelo.
Lageneralapúsosemuyseria,ycontestóconladignidadreposada,deunadeaquellas ricas hembras castellanas que criaron a sus pechos losmás gloriososjayanesdelahistoria:
—Yo, señor ayudante, no puedo ponerme en ese caso. La principalcompasiónenunamujercasada,debeserparasumarido.
Sandoval calló, arrepentidode suatrevimiento.Lageneralaeraunavirtud.AlrededordelcuellodeCurrita,envezdelosencajesqueadornabanelpeinadorazulceleste,veíaelalférez—conlosojosdelaimaginaciónporsupuesto—lostresentorchados,sugestivos,inflexibles,imponiendoelrespetoalaordenanza.
Despuésdeunmomento,todavíaconsombradeenojo,lageneralasevolvióalayudante:
—¿Quiereustedseguirleyendo,señorSandoval?Yél,sinosarmirarla:—Seimpresionaustedmucho.¿Noseríamejordejarlo?Lageneralasuspirando,sepasóelpañueloporlosojos.—Casitieneustedrazón.Ellos se miraban en silencio. De pronto Currita, con la impresionabilidad
infantildetantasmujeres,lanzóunaalegrecarcajada.—¡Cómolehacrecidoaustedelbigote! ¡Perosise loha teñido! ¡Ja! ¡Ja!
¡Ja!¡Selohateñido!Sandovalunpocoavergonzadoreíatambién.—Medaráustedlarecetaparacuandotengacanas.¡Ja!¡Ja!¡Ja!Lageneralamordíaelpañuelo.Luegoadoptandounairedeseñora formal,
quelecaíamuygraciosamente,exclamó:—Eso,hijomío,esuna…Vamosnoquierodecirle loquees;peroyaverá
comoenelpecadosellevalapenitencia.Salió velozmente para volver a poco con una aljofaina, que dejó sobre el
primermueblequehallóamano.—Vengaustedaquí,caballerito.Eramuydivertidaaquellacomediaenlacualélhacíadechiquitíntravieso,y
elladeabuelaregañona.Curritaselevantóunpocolasmangasparanomojarse,y empezó a lavar los labios al presumido ayudante, quien no pudomenos debesaraquellasmanosblancasquetanlindamentelerefregabanlajeta.
—Tengaustedformalidad,osino…Yledioenlamejillaungolpecitoquequedódudosoentrebofetadaycaricia.
Se enjugó Sandoval atropelladamente, y asiendo otra vez las manos de lagenerala,cubriolasdebesosvoraces,frenéticos,delirantes.Ellagritaba:
—¡Déjemeusted!¡Déjemeusted!¡Nuncalocreería!—¡Curra!¡Currita!¡Yolaadoro!…La…Susojosseencontraron,suslabiossebuscarongolosos,yseunieronconun
beso.—¡Mivida!—¡Payaso!Los tres entorchados ya no le inspirabanmás respeto que unos galones de
cabo.
Desdefueradierondosgolpecitosdiscretosenlapuerta.Sandoval, mordiendo la orejita menuda y sonrosada de la generala,
murmuró:—¡Nocontestesalmamía!…Losgolpesserepitieronmásfuertes.—¡Curra!¡Curra!¿Quéesesto?¡Abre!Alagenerala,tocolesuspiraraloídodelayudante:—¡Diossanto!¡Mimarido!Losgolpeseranyafuriosos.—¡Curra!¡Sandoval!¡Abranustedesotirolapuertaabajo!Yatodoestolosporrazosibanenaumento.Curritaseretorcíalasmanos;de
pronto,corrióalapuerta,ydijohablandoatravésdelacerradura,contraídoelrostroporlaangustia,peroprocurandoquelavozapareciesealegre:
—¡Migeneral!Esquesehasoltadoelcanario,ysiabrimosseescapacontodaseguridad…AhoracreoqueyaloalcanzaSandoval.
Cuando lapuerta fueabierta,elayudanteaúnpermanecíaenpiesobreunasilla,debajode la jaula,mientraselpájarocantabaalegrementebalanceándoseenladoradaanilladesucárcel.
AbordodelvaporHavre,abrilde1892.
SROSARITO
ENTADAanteunode esos arcaicosveladores con tablerodedamas, quetanta boga conquistaron en los comienzos del siglo, cabecea el sueño la
ancianacondesadeCela: losmechonesplateadosdesuscabellos,escapándosede la tocade encajes, rozancon intermitenciasdesiguales losnaipes alineadospara un solitario. En el otro extremo del canapé, su nieta Rosarito mueve ensilenciocuatroagujasdeacero,delascuales,antesquelaveladatermine,esperaver salir un botinín blanco con borlas azules, igual en todo a otro que la niñatienesobreelregazo,ysoloaguardaalcompañeroparairacalzarlosdiminutospies del futuro conde de Cela. Aunquemuy piadosas entrambas damas, es lociertoqueningunaprestaatenciónalavidadelsantodeldía,queelcapellándelPazo lee en voz alta, encorvado sobre el velador, y calados los espejuelos derecia armazóndorada.DeprontoRosarito levanta la cabeza, y sequeda comoabstraída, fijos los ojos en la puerta del jardín que se abre sobre un fondo deramajesobscurosymisteriosos:¡Nomásmisteriosos,enverdad,quelamiradadeaquellaniñapensativayblanca!Vistaalatenueclaridaddelalámpara,conlarubiacabezaendivinoescorzo;lasombradelaspestañastemblandoenelmarfildelamejilla;yelbustodelicadoygentildestacándoseenlapenumbrainciertasobre ladorada talla,yeldamascoazulcelestedelcanapé,Rosarito recordabaesas ingenuas madonas, pintadas sobre fondo de estrellas y luceros. La niñaentorna los ojos, palidece, y sus labios agitados por temblor extraño dejanescaparungrito:
—¡Jesús!…¡Quémiedo!…Interrumpesu lecturaelclérigo;ymirándolaporencimade losespejuelos,
carraspea:—¿Algunaaraña,eh,señorita?…Rosaritomuevelacabeza.—¡Noseñor,no!
Estabamuypálida. Su voz, un poco velada, tenía esa inseguridad delatoradelmiedoydelaangustia.Envanoporaparecerserenaquisocontinuarlalaborqueyacía en su regazo; las agujas temblabandemasiado entre aquellasmanospálidas, transparentes, como las de una santa;manosmísticas y ardientes, queparecíanadelgazadasenlaoración,porelsuaverocedelascuentasdelrosario.
Profundamente abstraída clavó las agujas en el brazo del canapé.Despuésconvozbajaeíntima,cualsihablaseconsigomismabalbuceó:
—¡Jesús!¡Quécosatanextraña!Almismotiempo,entornólospárpadosycruzólasmanossobreelsenode
cándidasygloriosaslíneas:parecíasoñar.Elcapellánlamiróconextrañeza.—¿QuélepasaseñoritaRosario?Laniñaentreabriólosojosylanzóunsuspiro:—¿DigaDonBenicio,seráalgúnavisodelotromundo?…—¡Unavisodelotromundo!…¿Quéquiereusteddecir?Antes de contestar Rosarito dirigió una nueva mirada al misterioso y
dormido jardín, a través de cuyos ramajes se filtraba la blanca luz de la luna;luegoenvozdébilytemblorosamurmuró:
—Hace unmomento juraría haber visto entrar por esa puerta a Don JuanManuel…
—¿DonJuanManuel,señorita?…¿Estáustedsegura?—Sí;eraél,ymesaludabasonriendo…—¿PeroustedrecuerdaaD.JuanManuel?Si lomenoshacediezañosque
estáenlaemigración.—MeacuerdoDonBeniciocomosilehubiesevistoayer.Erayomuyniña,y
fuiconelabueloavisitarleenlacárceldeSantiago,dondeleteníanpresoporliberal.Elabuelolellamabaprimo.DonJuanManueleramuyalto;conelbigotemuyretorcido;yelpeloblancoyrizo.
Elcapellánasintió:—Justamente,justamente.Alostreintaañosteníalacabezamásblancaque
yoahora.Sinduda,ustedhabráoídoreferirlahistoria…Rosaritojuntólasmanos.—¡Oh!¡Cuántasveces!Elabuelolacontabasiempre.Seinterrumpióviendoenderezarsealacondesa.Laancianaseñoramiróasu
nietaconseveridad,ytodavíamaldespiertamurmuró:—¿Quétantotienesquehablarniña?DejaleeraDonBenicio.Rosarito,rojadevergüenza,inclinólacabeza,ysepusoamoverlaslargas
agujasdesulabor.PeroDonBenicio,quenoestabaenánimodeseguirleyendo,cerróellibroybajólosanteojoshastalapuntadelanariz.
—Hablábamos del famoso Don Juan Manuel, señora condesa. Don JuanManuelMontenegro, emparentado si nome engaño con la ilustre casa de loscondesdeCela…
Laancianaleinterrumpió.—¿Yadóndehanidoustedesabuscaresaconversación?¿Tambiénustedha
tenidonoticiadelherejedemiprimo?Yoséqueestáenelpaís,yqueconspira.El cura deCela, que le conociómucho enPortugal, le ha visto en la feria deBarbanzón,disfrazadodechalán.
DonBeniciosequitólosanteojosvivamente.—¡Hum!Heahíunanoticia.Yunanoticiadelasmásextraordinarias.¿Pero
noseequivocaríaelcuradeCela?…Lacondesaseencogiódehombros.—¡Qué!¿Lodudausted?Puesyono.¡Conozcohartobienamiseñorprimo!—Losañosquebrantanlaspeñas,señoracondesa:cuatroanduveyoporlas
montañasdeNavarraconelfusilalhombro,yhoy,mientrasotrosbatenelcobre,tengoquecontentarmeconpediraDiosenlamisaeltriunfodelasantacausa.
Unasonrisadesdeñosaasomóenladesdentadabocadelalinajudaseñora.—¿Pero quiere usted compararse Don Benicio?… Ciertamente que en el
casodemiprimo,cualquierasemiraríaantesdeatravesarlafrontera;peroesaramadelosMontenegrosesdelocos.LocoeramitíoDonJosé;locoeselhijo;ylocosseránlosnietos.UstedhabráoídomilvecesencasadeloscurashablardeDonJuanManuel,puesbien,todoloquesecuentanoesnadacomparadoconloqueesehombrehahecho.
Elclérigorepitióamediavoz.—Yasé,yasé…Tengooídomucho.¡Esunhombreterrible,unlibertino,un
masón!Lacondesaalzólosojosalcieloysuspiró.—¿Vendráanuestracasa?¿Quélepareceausted?—¿Quiénsabe?Conoceelbuencorazóndelaseñoracondesa.Elcapellánsacódelpechodesulevitónungranpañueloacuadrosazules,y
losacudióenelaireconsumaparsimonia:despuésselimpiólacalva.—¡Sería una verdadera desgracia! Si la señora atendiese mi consejo, le
cerraríalapuerta.Rosarito lanzó un suspiro. Su abuela la miró severamente, y se puso a
repiquetearconlosdedosenelbrazodelcanapé.—Esosedicepronto,DonBenicio.Estávistoqueustednoleconoce.Yole
cerraríalapuerta,yéllaecharíaabajo.Porlodemástampocodeboolvidarqueesmiprimo.
Rosaritoalzólacabeza.Ensubocadeniña,temblabalasonrisapálidadeloscorazones tristes,yenel fondomisteriosodesuspupilas,brillabauna lágrimarota.Deprontolanzóungrito.Paradoenelumbraldelapuertadeljardín,estabaun hombre de cabellos blancos; estatura gentil y talle todavía arrogante yerguido.
Don JuanManuelMontenegro podría frisar en los sesenta años. Tenía esehermoso y varonil tipo suevo tan frecuente en los hidalgos de la montañagallega.Eraelmayorazgodeunafamiliaantiguay linajuda,cuyoblasón lucíadiezyseiscuartelesdenobleza,yunacoronarealeneljefe.DonJuanManuel,congranescándalodesusdeudosyallegados,alvolverdelaemigraciónhicierapicarlasarmasquecampeabansobrelapuertadesuPazosolariego,uncaserónantiguoyruinoso,mandadoedificarporelmariscalMontenegro,quefiguróenlas guerras de Felipe V, y fue el más notable de los de su linaje. Todavía seconserva en el país memoria de aquel señorón excéntrico, déspota y cazador,beodoyhospitalario.DonJuanManuelalostreintaañoshabíamalbaratadosupatrimonio.Solamente conservó las rentasy tierrasdevínculo, elPazo, yunacapellanía,todolocualapenasledadaparacomer.Entoncesempezósuvidadeconspiradoryaventurero;vidatanllenaderiesgosyazares,comoladeaquellossegundones hidalgos, que se enganchaban en los tercios de Italia por buscarlancesdeamor,deespadaydefortuna.Liberalaforradoenmasón,fingíagranmenosprecioportodasuertedetimbresnobiliarios,loquenoimpedíaquefuesealtivo y cruel como un árabe noble. Interiormente sentíase orgulloso de suabolengo, y pese a su despreocupación dantoniana, placíale referir la leyendaheráldica, que hace descender a losMontenegros de una emperatriz alemana.CreíaseemparentadoconlasmásnoblescasasdeGalicia,ydesdeelcondedeCela,aldeAltamira,contodosseigualaba,yatodosllamabaprimos,comosellamanentresílosreyes.Encambiodespreciabaaloshidalgossusvecinosyseburlabadeellossentándolosasumesa,yhaciendosentarasuscriados.Eracosade ver a Don Juan Manuel erguirse cuan alto era, con el vaso desbordante,gritando con aquella engolada voz de gran señor, que ponía asombro en sushuéspedes:
—Enmicasa,señores,todosloshombressoniguales.AquíesleyladoctrinadelfilósofodeJudea.
DonJuanManueleraunodeesoslocosdebuenavena,conmanerasdegranseñor, ingenio de coplero, y alientos de pirata. Bullía de continuo en él unadesesperaciónsincausaniobjeto, tanprontoarrebatadacomoburlona;ruidosacomo sombría. Atribuíansele cosas verdaderamente extraordinarias. Cuandovolvió de su primera emigración, encontrose hecha la leyenda. Los viejosliberalespartidariosdeRiegocontabanquelehabíablanqueadoelcabellodesdequeunasentenciademuertetuviéraletresdíasencapilla,delacualconsiguierafugarseporunmilagrodeaudacia:pero lasdamiselasdesuprovincia,abuelashoyquetodavíasuspiran,cuandorecitanasusnietaslosversosdeElTrovador,referían algo mucho más hermoso… Pasaba esto en los buenos tiempos delromanticismo, y fue preciso suponerle víctima de trágicos amores. ¡CuántasvecesoyeraRosaritoenlatertuliadesusabueloslahistoriadeaquelloscabellosblancos!Contábalasiempresu tía ladeCamarasa,—unaseñoritacincuentona,queleíanovelasconelardordeunacolegiala;ytodavíacantabaenlosestradosaristocráticos de Brumosa melancólicas tonadas del año treinta—. Amada deCamarasaconocieraaDonJuanManuelenLisboa,cuandolasbodasdelinfanteDon Miguel. Era ella una niña, y habíale quedado muy presente la sombríafiguradeaquelemigradoespañoldeerguidotalleyademánaltivo,quetodaslasmañanassepaseabaconelpoetaEsproncedaenelatriodelacatedral,ynodabaun paso sin golpear fieramente el suelo, con la contera de su caña de Indias.AmadadeCamarasanopodíamenosdesuspirarsiemprequehacíamemoriadelos alegres años pasados en Lisboa. ¡Quizá volvía a ver con los ojos de laimaginaciónlafiguradeciertohidalgolusitanodemorenorostroyamantelabia,quehabíasidolaúnicapasióndesujuventud!…
¡Pero esta es otra historia, que nada tiene que ver con la de Don JuanManuel!
Elmayorazgo sehabíadetenido enmediode la espaciosa sala, y saludabaencorvandosuaventajadotalle,aprisionadoenlargolevitón.
—Buenas noches condesa de Cela. ¡He aquí a tu primoMontenegro quevienedePortugal!
Su voz, al sonar enmedio del silencio de la anchurosa y obscura sala delPazo,parecíamáspoderosaymáshueca.Lacondesa,sinmanifestarextrañeza,repusocondesabrimiento:
—Buenasnochesseñormío.
DonJuanManuelseatusóelbigote,ysonrió,comohombreacostumbradoatalesdesvíosyque los tieneenpoco.Deantiguorecibíaselede igualmodoencasa de todos sus deudos y allegados, sin que nunca se le antojara tomarlo apecho:contentábaseconhacerseobedecerdeloscriados,ymanifestarhacialosamosciertodesdéndegranseñor.Eradevercómoaquelloshidalgoscampesinosque nunca habían salido de sus madrigueras concluían por humillarse ante laapostura caballeresca y la engolada voz del viejo libertino, cuya vida deconspirador,llenadeazaresdesconocidos,ejercíasobreelloselpodersugestivodelotenebroso.
DonJuanManuel,acercoserápidoalacondesaytomolelamano,conaireauntiempocortésyfamiliar:
—Espero,prima,quemedaráshospitalidadporunanoche.Asídiciendo,conempaquedeviejogentilhombre,arrastróunpesadosillón
de moscovia, y tomó asiento al lado del canapé. En seguida, y sin esperarrespuesta, volviose a Rosarito. —¡Acaso había sentido el peso magnético deaquellamiradaque tenía lacuriosidadde lavirgeny lapasiónde lamujer!—.Puso el emigrado una mano sobre la rubia cabeza de la niña, obligándola alevantarlosojos,yconesacortesaníaexquisitaysimpáticadelosviejosquehanamado y galanteadomucho en su juventud, pronunció amedia voz—¡la vozhondaytriste,conqueserecuerdaelpasado!—:
—¿Tú no me reconoces, verdad, hija mía? Pero yo sí; te reconocería encualquier parte… ¡Te pareces tanto a una tía tuya, hermana de tu abuelo, a lacualyanohaspodidoconocer!…¿TútellamasRosarito,verdad?
—Síseñor…DonJuanManuelsevolvióalacondesa.—¿Sabes,prima,queesmuylindalapequeña?Ymoviendo laplateadayvaronil cabeza, continuócual sihablaseconsigo
mismo:—¡Demasiadolindaquizáparaquepuedaserfeliz!…La condesa, halagada en su vanidad de abuela, repuso con benignidad,
mirandoysonriendoasunieta:—Nomelatrastornesprimo.¡Seaellabuena,queelquesealindaescosade
bienpoco!…El emigrado asintió conungesto sombríoy teatral.Quedose algún tiempo
contemplando a la niña, y luego enderezándose en el sillón preguntó a lacondesa:
—¿Eslamayorazga?—No.AúltimahoraocurrióseleasumamáencargaruninfantitoaPekín…Y la noble señora, señalaba sonriendo el botinín de estambre en que
trabajabasunieta.Laniña,conlasmejillasencendidasylosojosbajos,movíalas agujas temblorosa y torpe. ¿Adivinó el viejo libertino lo que pasaba enaquella alma tan pura? ¿Tenía él, como todos los grandes seductores, esaintuiciónmisteriosa que lee en lo íntimo de los corazones y conoce las horaspropicias al amor? Ello es que una sonrisa de increíble audacia tembló unmomentobajoelmostachoblancodelhidalgoyquesusojosverdes—soberbiosydesdeñososcomo losdeun tiranoodeunpirata—seposaroncongallardíadonjuanesca sobre aquella cabeza melancólicamente inclinada que con sucrenchadeoro,partidaporestrecharaya,teníaciertacastidadprerrafaélica.Perolasonrisaylamiradadelemigradofueronrelámpagosporlosiniestrasyporlofugaces.Recobrada incontinenti suactituddegran señor,DonJuanManuel seinclinóantelacondesa.
—Perdona,prima,quetodavíanotehayapreguntadoporelconde.Laancianasuspirólevantandolosojosalcielo.—¡Ay!¡ElcondeloesdesdehacemuchotiempomihijoPedro!…Elmayorazgoseenderezóenelsillón,dandoconlaconteradesucañaenel
suelo.—¡Vive Dios! En la emigración nunca se sabe nada. Apenas llega una
noticia…¡Pobreamigo!¡Pobreamigo!…¡Nosomosmásquepolvo!…Frunciólascejasimperceptiblemente;yapoyándoseadosmanosenelpuño
deorodesubastón,añadióconfanfarronería:—Sianteslohubiesesabido,créemequenotendríaelhonordehospedarme
entupalacio.—¿Porqué?—Porquetúnuncamehasqueridobien.¡Enesoeresdelafamilia!Lanobleseñorasonriótristemente.—Túeres el quehas renegadode todos. ¿Pero aquéviene recordar ahora
eso?CuentahasdedaraDiosdetuvida,yentonces…DonJuanManuelseinclinóconsarcasmo:—Tejuro,condesa,que,comotengatiempo,hedearrepentirme.El capellán que no había desplegado los labios repuso afablemente —
afabilidadqueleimponíaelmiedoalacóleradelhidalgo—:—Volterianismos, Don Juan Manuel… Volterianismos, que después en la
horadelamuerte…Don JuanManuel no contestó.En losojosdeRosarito acababade leer un
ruegotímidoyardientealavez.Elviejolibertinomiróalclérigodealtoabajo,yvolviéndosealaniña,quetemblaba,contestó,sonriendo:
—¡Notemas,hijamía!SinocreoenDios,amoalosángeles…Elclérigo,enelmismotonoconciliadoryfrancote,volvióarepetir:—¡Volterianismos,DonJuanManuel!…¡VolterianismosdelaFrancia!…Intervino con alguna brusquedad la condesa, a quien lo mismo las
impiedadesquelasgalanteríasdelemigradoinspirabanvagoterror.—¡DejémosleDonBenicio!Niélhadeconvencernosninosotrosaél…DonJuanManuelsonrióconexquisitaironía.—¡Gracias,prima,porlaejecutoriadefirmezaquedasamisideas,puesya
hevistocuántaeslaelocuenciadetucapellán!Lacondesasonriófríamenteconelbordedeloslabios;ydirigióunamirada
autoritaria al clérigo para imponerle silencio. Después, adoptando esa actitudseriayun tantomelancólicaconque lasdamasdelaño treintase retrataban,yrecibíanenelestradoaloscaballeros,murmuró:
—¡Cuando pienso en el tiempo que hace que no nos hemos visto!… ¿Dedónde sales ahora? ¿Qué nueva locura te trae? ¡Los emigrados no descansáisnunca!…
—Pasaron ya mis años de pelea, condesa… Ya no soy aquel que tú hasconocido.Siheatravesadolafrontera,hasidoúnicamenteparatraersocorrosala huérfana de un pobre emigrado, a quien asesinaron los estudiantes deCoímbra.Cumplidoestedeber,mevuelvoaPortugal.
—¡Siesasí,queDiosteacompañe!…Unantiguorelojdesobremesadiolasdiez.Eradeplatadorada,ydegusto
pesadoybarroco,comoobradelsigloXVIII.RepresentabaaBacocoronadodepámpanosydormidosobreuntonel.Lacondesacontólashorasenvozalta,yvolvióalasuntodesuconversación.
YosabíaquehabíaspasadoporBrumosa,yquedespuésestuvierasenlaferiadeBarbanzónvestidodechalán.Misnoticiaserandequeconspirabas.
—Yaséqueesosehadicho.Atisetejuzgacapazdetodo,menosdeejercerlacaridadcomounapóstol…Ylanobleseñorasonreíaconalgunaincredulidad.Despuésdeunmomento
añadióbajandoinsensiblementelavoz:
¡Eselcasoquenodebestenerlacabezamuysegurasobreloshombros!Ytraslamáscaradefrialdadconquequisorevestirsuspalabras,asomaban
el interésyelafecto.DonJuanManuel repusoenelmismotonoconfidencial,paseandolamiradaporlasala:
—¡Ya habrás comprendido que vengo huyendo! Necesito un caballo pararepasarmañanamismolafrontera.
—¿Mañana?—Mañana.Lacondesareflexionóunmomento.¡EselcasoquenotenemosenelPazoniunamalamontura!…Ycomoobservasequeelemigradofruncíaelceño,añadió:Hacesmalendudarlo.Túmismopuedesbajaralacuadrayverlo.Harácosa
deunmespasópor aquí haciendouna requisa la partida de «ElManco»y sellevólasdosyeguasqueteníamos.Nohequeridovolveracomprar,porquemeexponíaaqueserepitieseelcasoelmejordía.
DonJuanManuellainterrumpió:¿YnohayenlaaldeaquienpresteuncaballoalacondesadeCela?A la pregunta del mayorazgo siguió un momento de silencio. Todas las
cabezasseinclinabanyparecíanmeditar.Rosarito,queconlasmanosencruzyla labor caída en el regazo, estaba sentada en el canapé al ladode la anciana,suspirótímidamente:
—Abuelita,elSumillertieneuncaballoquenoseatreveamontar.Yconelrostrocubiertoderubor;entreabiertalabocademadona;yelfondo
de losojosmisteriosoycambiante,Rosaritoseestrechabaa lacondesacualsibuscase amparo en un peligro. Don JuanManuel la infundía miedo; pero unmiedosugestivoyfascinador.Quisieranohaberleconocido,yelpensarenquepudiera irse laentristecía.Aparecíaselecomoelhéroedeuncuentomedrosoybellocuyorelatoseescuchatemblando,ysinembargocautivaelánimohastaelfinal,con la fuerzadeunsortilegio.Oyendoa laniña,elemigradosonrióconcaballeresco desdén, y aun hubo de atusarse el bigote suelto, y bizarramentelevantadosobreellabio.Suactituderaligeramenteburlona.
—¡ViveDios!UncaballoqueelSumillernoseatreveamontarcasidebeserunBucéfalo.¡Heahí,queridasmías,elcorcelquemeconviene!
Lacondesamoviódistraídamentealgunosnaipesdelsolitario,yalcabodeunmomento,comosielpensamientoy lapalabra leviniesendemuy lejos,sedirigióalcapellán.
—Don Benicio, será preciso que vaya usted a la rectoral y hable con elSumiller.
DonBeniciorepusovolviendolashojasdeElAñoCristiano.—Yoharéloquedispongalaseñoracondesa,pero,salvosumejorparecer,el
míoesquemásatendidahabíadeserunacartadevuecencia.Aquí levantó el clérigo la tonsurada cabeza, y al observar el gesto de
contrariedadconqueladamaleescuchabaseapresuróadecir:—Permítame la señora condesa que me explique. El día de San Miguel
fuimosjuntosdecaza.EntreelSumilleryelabaddeCelaquesenosreunióenelmonte,hiciéronmeunajugarretadeldemonio.Todoeldíaestuviéronseriendo.¡Consussesentaañosacuestaslosdostienenelhumordeunosrapaces!Simepresentoahoraenlarectoralpidiendoelcaballo,porseguroquelotomaaburla.¡EsunraposomuyviejoelseñorSumiller!
Rosaritomurmuróconanheloaloídodelaanciana:—Abuelita,escríbaleusted…Lamanotrémuladelacondesaacariciólarubiacabezadesunieta.—¡Yahijamía!…¡Y la condesa deCela, que hacía tantos años estaba amagada de parálisis,
irguiose sin ayuda, y, precedida del capellán, atravesó la sala, noblementeinclinadasobresumuleta!—unadeesasmuletascomosevenenlossantuarios,concojíndeterciopelocarmesíguarnecidoporclavosdeplata.
Del fondo obscuro del jardín, donde los grillos daban serenata, llegabanmurmullosyaromas.Elvientecillogentilquelostraía,estremecíalosarbustos,sin despertar los pájaros que dormían en ellos. A veces el follaje, misteriosocomolatúnicadeunadiosa,seabríasusurrando,ypenetrabaelblancorayodela luna, que se quebraba en algún asiento de piedra, oculto hasta entonces ensombraclandestina.El jardíncargadodearomas,yaquellasnotasde lanoche,impregnadas de voluptuosidad y de pereza, y aquel rayo de luna, y aquellasoledad,yaquelmisterio,traíancomounaevocaciónrománticadecitasdeamor,ensiglosdetrovadores.
Don Juan Manuel se levantó del sillón, y, vencido por una distracciónextraña,comenzóapasearseentenebrecidoytaciturno.Temblabaelpisobajosuandarmarcial, y temblaban las arcaicas consolas, que parecían altares con sucargarococódeefigies,fanalesyfloreros.Losojosdelaniña,seguíanmiedosose inconscientes el ir y venir de aquella sombría figura. Si el emigrado seacercabaa la luz,noseatrevíanamirarle; si sedesvanecíaen lapenumbra le
buscaban con ansia. Don Juan Manuel se detuvo en medio de la estancia.Rosarito bajó los párpados presurosa. Sonriose el mayorazgo contemplandoaquellarubiaydelicadacabeza,queseinclinabacomoliriodeoro,ydespuésdeunmomentollegóadecir:
—¡Mírame, hija mía! ¡Tus ojos me recuerdan otros ojos que han lloradomuchopormí!
TeníaDonJuanManuellosgestostrágicos,ylasfrasessiniestrasydolientesdelosseductoresrománticos.EnsujuventudhabíaconocidoalordByronylainfluenciadelpoetainglésfueraenéldecisiva.
Las pestañas de Rosarito rozaron la mejilla con tímido aleteo, ypermanecieron inclinadas como las de una novicia. El emigrado sacudió lablanca cabellera, ¡aquella cabellera cuya novelesca historia tantas vecesrecordaralaniñaaquellanoche!yfueasentarseenelcanapé.
—Siviniesenaprenderme,¿túquéharías?¿Teatreveríasaocultarmeentualcoba?¡UnaabadesadeSanPayosalvóasílavidaatuabuelo!…
Rosaritonocontestó.Ella,taninocente,sentíaelfuegodelruborentodasucarne.Elviejolibertinolamirabaintensamente,cualsisolobuscaseelturbarlamás. La expresión de aquellos ojos verdes era a un tiempo sombría yfascinadora, inquietante y audaz: dijérase que infiltraban el amor como unveneno,queviolabanlasalmas,yquerobabanlosbesosalasbocasmáspuras.Despuésdeunmomento,añadióconamargasonrisa:
—Escuchaloquevoyadecirte.Siviniesenaprenderme,yomeharíamatar.¡Mi vida ya no puede ser, ni larga ni feliz, y aquí tus manos piadosas meamortajarían!…
Cual si quisiese alejar sombríos pensamientos, agitó la cabeza conmovimientovaronilyhermoso,yechóhaciaatrásloscabellosqueobscurecíansu frente, una frente altanera y desguarnida, que parecía encerrar todas lasexageracionesytodaslasdemencias,lomismolasdelamorquelasdelodio,lascelestesquelasdiabólicas…
Rosaritomurmurócasisinvoz:—¡Yoharé una novena a laVirgen para que lo saque a usted con bien de
tantospeligros!…Unaondadeindeciblecompasiónlaahogaba,conahogodulcísimo.Sentíase
presadeconfusiónextraña:prontaallorar,nosabíasideansiedad,sidepena,side ternura; conmovida hasta lomás hondo de su ser, por conmoción obscura,hasta entonces, ni gustada ni presentida. El fuego del rubor quemábale las
mejillas; el corazón quería saltársele del pecho; un nudo de divina angustiaoprimía su garganta y escalofríos misteriosos recorrían su carne. Temblorosa,coneltemblorquelaproximidaddelhombreinfundeenlasvírgenes,quisohuirde aquellos ojos hipnóticos y dominadores que la miraban siempre, pero elsortilegioresistió.Elemigradolaretuvoconunextrañogesto,tiránicoyamante,y ella, llorosa, vencida, cubriose el rostro con las manos ¡aquellas hermosasmanosdenovicia,pálidas,místicas,ardientes!
Casi en elmismo instante, la condesa apareció en la puertade la estancia,dondesedetuvojadeanteysinfuerzas.
—¡Rosarito,hijamía,venadarmeelbrazo!…Conlamuletaapartabaelblasonadoportier.Rosaritoselimpiólosojos,yacudióvelozmente.Lanobleseñoraapoyóla
diestra, blanca y temblona, en el hombro de su nieta, y cobró aliento en unsuspiro:
—¡AllávaenlarectoralesebienaventuradodeDonBenicio!…Después,susojosbuscaronalemigrado.—¿Tú, supongo que hasta mañana no te pondrás en camino? Aquí estás
seguro,comonoloestaríasenparteninguna.EnloslabiosdeDonJuanManuelasomóunasonrisadehermosodesdén.La
boca de aquel hidalgo aventurero reproducía el gesto con que los grandesseñores de otros tiempos desafiaban la muerte. Don Rodrigo Calderón debiósonreírasísobreelcadalso.
Lacondesadejándosecaerenelcanapéañadióconsuaveironía:—Hemandadodisponerlahabitación,enque,segúnlascrónicas,vivióFray
Diego de Cádiz cuando estuvo en el Pazo. Paréceme que la habitación de unsantoeslaquemejorconvieneavuesamercé…
Y terminó la frase con una sonrisa. El mayorazgo se inclinó mostrandoasentimientoburlón.Pasadounmomentoexclamóconciertaviolencia:
—¡Diezleguasheandadoporcuetosyvericuetos,yestoymásquemolido,condesa!
Don Juan Manuel se había puesto en pie. La condesa le interrumpiómurmurando:
—¡VálgateDiosconlavidaquetraes!Puesesmenesterrecogerse,ycobrarfuerzasparamañana.
Después,volviéndoseasunieta,añadió:—Túlealumbrarás,yenseñaráselcamino,pequeña.
Rosarito asintió con la cabeza, como hacen los niños tímidos, y fue aencender uno de los candelabros que había sobre la gran consola situada enfrente del estrado. Trémula como una desposada se adelantó hasta la puerta,donde hubo de esperar a que terminase el coloquio que el mayorazgo y lacondesa sostenían en voz baja. Rosarito apenas percibía un vago murmullo.Suspirandoapoyólacabezaenelmarco,yentornólospárpados.Sentíasepresade una turbación llena de palpitaciones tumultuosas y confusas. En aquellaactitud de cariátide parecía figura ideal, detenida en el lindar de la otra vida.Estaba tanpálida y tan triste, que no era posible contemplarla un instante, sinsentiranegadoelcorazónporlaideadelamuerte…
Suabuelalallamó:—¿Quétepasapequeña?Rosaritoportodarespuestaabriólosojos,sonriendotristemente.Laanciana
moviólacabezaconmuestradedisgusto,ysevolvióaDonJuanManuel:—Atiaúnesperovertemañana.Elcapellánnosdirá lamisadealbaen la
capilla,yquieroquelaoigas…Elmayorazgoseinclinó,comopudierahacerloanteunareina.Después,con
aquelandaraltivoysoberano,quetanenconsonanciaestabaconlaíndoledesualma, atravesó la sala.Cuandoelportier cayó tras él, la condesadeCela tuvoqueenjugarsealgunaslágrimas.
—¡Quévida,Diosmío!¡Quévida!…
LasaladelPazo—aquellagransalaadornadaconcornucopiasyretratosdegenerales, de damas y de obispos—, yace sumida en trémula penumbra. Laanciana condesa dormita en el canapé.Encima del velador parecen hacer otrotanto el bastón delmayorazgo, y la labor deRosarito. Tropel de fantasmas seagitaentre loscortinonesespesos. ¡Tododuerme!Masheahíquedepronto lacondesaabrelosojos,ylosfijaconsobresaltoenlapuertadeljardín.Imagínasehaberoídoungritoensueños,unodeesosgritosde lanoche, inarticulados,ypordemásmedrosos.Conlacabezaechadahaciadelante,yelánimoacobardadoy suspenso, permanece breves instantes en escucha… ¡Nada! El silencio esprofundo. Solamente turba la quietud de la estancia, el latir acompasado ymenudodeunreloj,quebrillaenelfondoapenasesclarecido…
Lacondesahavueltoadormirse.Unratónsaledesuescondite,yatraviesalasalacongentilyvivaztrotecillo.
Las cornucopias le contemplan desde lo alto: parecen pupilas de monstruos
ocultosenlosrinconesobscuros.Elreflejodelalunapenetrahastaelcentrodelsalón:losdaguerrotiposcentelleansobrelasconsolas,apoyadosenlosjarronesllenosderosas.Porintervalosseescuchalavozaflautadaydolientedeunsapoquecantaeneljardín.Eslamedianoche,ylaluzdelalámparaagoniza.
Lacondesasedespierta,yhacelaseñaldelacruz.Denuevoha oído un grito, pero esta vez tan claro, tan distinto que ya no
duda.Requierelamuleta,yenactituddeincorporarseescucha.Ungatazonegro,encaramadoenelrespaldodeunasilla,acéchalaconojoslucientes.Lacondesasiente el escalofrío delmiedo. Por escapar a esta obsesión de sus sentidos, selevanta, y sale de la estancia. El gatazo negro la sigue maullandolastimeramente:sucolafosca,sulomoenarcado,susojosfosforescentes,ledantodoelaspectodeunanimalembrujadoymacabro.Elcorredoresobscuro.Elgolpedelamuletaresuenacomoenladesiertanavedeunaiglesia.Alláalfinal,unapuertaentornadadejaescaparunrayodeluz…
LacondesadeCelallegatemblando.Lacámaraestádesierta,pareceabandonada.Porunaventanaabierta,quecae
aljardín,alcánzanseaverenesbozofantásticomasasdeárbolesqueserecortansobre el cielo negro y estrellado: la brisa nocturna estremece las bujías de uncandelabro de plata, que lloran sin consuelo en las doradas arandelas: aquellaventana abierta sobre el jardínmisterioso y obscuro tiene algo de evocador ysugestivo.¡Parecequealgunoacabadehuirporella!…
Lacondesasedetiene,paralizadadeespanto.Enelfondodelaestancia,ellechodepalosanto,dondedurmieracienaños
antes Fray Diego de Cádiz, dibuja sus líneas rígidas y severas a través deluengos cortinajes de damasco antiguo, ese damasco carmesí que parece teneralgodelitúrgico¡tantorecuerdalosviejospendonesparroquiales!Avecesunamanchanegrapasa corriendo sobre elmuro:Tomaríaselapor la sombradeunpájarogigantesco:
Selaveposarseenel techoydeformarseenlosángulos:arrastrarseporelsuelo y esconderse bajo las sillas: de improviso, presa de un vértigofunambulesco,otravezsaltaalmuro,ygalopaporélcomounaaraña…
Lacondesacreemorir.Enaquellahora,enmediodeaquelsilencio,elrumormásleveacrecientasu
alucinación. Un mueble que cruje; un gusano que carcome en la madera; elviento que se retuerce en el mainel de las ventanas, todo tiene para ellaentonacionestrágicasopavorosas.Encorvadasobrelamuleta,tiemblacontodos
sus miembros. Se acerca al lecho; separa las cortinas, y mira. ¡Rosarito estáallí!… ¡Inanimada, yerta, blanca! Dos lágrimas humedecen sus mejillas. Losojos tienen lamirada fija y aterradora de losmuertos. ¡Por su corpiño blancocorreunhilodesangre!…Elalfileróndeoroquemomentosantesaúnsujetabalatrenzadelaniña,estábárbaramenteclavadoensupecho,sobreelcorazón.
Larubiacabelleraextiéndeseporlaalmohada,trágica,magdalénica…
VillanuevadeArosa,abrilde1894.
EPITALAMIO(HISTORIADEAMORES)
Madrid,7demarzode1897
DEDICATORIA
ParamimaestroymiamigoJesúsMuruais.
R.delValle-Inclán
–¡OI
H,siempreapareceentielpoeta,granseñor!Y Augusta, verdaderamente encantada, volvió a leer la
dedicatoria,untantodorevillesca,queelpríncipeAttilioBonaparteacababadeescribirparaellaenlaúltimapáginadelosSalmosPaganos—¡aquellosversosdeamoryvoluptuosidadqueprimerohabíansidosalmosdebesosenloslabiosdelagentilamiga!
—¡Eres encantador!… ¡Eres el único!… ¡Nadie como tú sabe decir lascosas!¿Deverassonestos tusversos?¡Yoquieroqueseaselprimerpoetadelmundo!¡Tómalos!¡Tómalos!¡Tómalos!…
YAugusta le besaba con gracioso aturdimiento, entre frescas y cristalinasrisas. Era su amor, alegría erótica y victoriosa, sin caricias lánguidas, sindecadentismos anémicos, pálidas flores delboulevard. Ella sentía por el poetaesapasiónquearomalasegundajuventud,confraganciasdegenerosayturgentemadurez.Comoelcalordeunvinoañejo,asícorríaporsusangreaquelamordematronalozanayardiente,amorvoluptuosoyrobustocomolosflancosdeunaVenus,amorpagano,limpioderebeldíascastas,impolutodelosescrúpulosqueentristecenlasensualidad,sindomeñarla.Amabaconelcultoolímpicoypotentedelasdiosasdesnudas,sinqueelciliciodelamoralatarazasesucarneblanca,de blanca realeza, que cumplía la divina ley del sexo, soberana y triunfante,comolosleonesylaspanterasenlosbosquesdeTierraCaliente.
Augustasusurróaloídodelpoeta:—Mañanallegamimarido,ytendremosquevernosdeotramanera,Attilio.Unasonrisadesdeñosatemblóbajoelenhiestomostachodelgalán.—Dejémoslellegar,madona.HartosabíaelpríncipequeelbuencaballeroD.JuandelAlcázar,académico
rancioypoetacortesano,eraelmássesudodespreciadordeOtelo.SielpríncipeadmirabaaleruditotraductordeHoracioydeVirgilio,noeraciertamenteporlos
sonetos fríos y engolados con que Don Juan lamentaba todos los años en laIlustración lamuertede los ideales;sinoporaquella filosofíacínica,queasermásconscienteyhaberrevestidoformaliteraria,hubiéralelabradounsitialentreCarlosBaudelaireyEnriqueHeine.
Augustahizoundeliciosomohíndeenfado.—¿Demaneraqueparatinoesunacontrariedadquelleguemañanamicasto
esposo?Ycambiandorepentinamentedevozydeademanes,seechóareír,conrisa
picarescayalocada.—Pues,hijo,paramítampoco.¡Sihastacreoquetendremosmáslibertad!Él
esmuyaficionadoadarpaseoslargos;leharemosquesellevealachiquilla,ynosotrosquedaremosdueñosabsolutosdehacercuantoqueramos.
—¿Yquédiablostenemosquehacernosotros,madona?—Yatelodiréyo…Y alzando las holgadasmangas de su traje, enlazó al cuello del poeta los
brazosdesnudos,tibios,perfumados,blancos.Las relaciones de Augusta con el príncipe Bonaparte habían nacido aquel
invierno en un banquete con que los duques de Lantana—título de las DosSiciliascelebraranlallegadaaMadriddesudeudoelpríncipeAttilioBonaparte,queacababadesernombradosecretariodelaembajadaitaliana.Desdeelprimermomento,Augusta sintió la seduccióndelpoeta,y el caprichodeamarleydeposeerle.Conlagallardainsolenciadesutemperamento,fueellaquienlebuscó.Nohuboeselargoysutilflirteoquepreparalacaída;comotodaslasadúlterassinremordimientos,deseabaentregarseyseentregó.Estabalocaporaquelpoetagalanteygranseñor,quecincelabasusversosconelmismoburilquecincelaraBenvenuto las ricas y floreadas copas de oro, donde el magnífico Duque deMédicis bebía el século y el falerno, ¡los vinos clásicos que amaba el viejoHoracio!Fueunprimeramor,porquefuedistintodesusotrosamores.Todosloshombres que Augusta conociera hasta entonces, aun aquellos más escépticos,hubieran querido convertirla en una madona prerrafaélica. El príncipe fue elúnicoquesupocelebrarelcandorcínicoylujurianteconqueladamaencantabasus amores. ¡Aquellas divinas inmoralidades de que Augusta solamente hacíacumplidoalardeenlasconfidenciasconlasamigas,porquehayciertascosasquesoloellasylosconfesoressabenoírlassinasustarse!
ElpríncipeveíaenAugustalamusadelosSalmosPaganos:laamabaconelamor del arte y el amor del libertinaje; dualismo comprensible en quien se
E
mostrabacomopoeta,griegoybizantino,romanoybárbaro;almaextraña,quesirezasebuscaríaaCristoenelOlimpo,yaJúpiterenelCielo.TanoriginalmododeserconstituyeelmayorencantodelosSalmosPaganos;elpoetaseretrataenellos;leyendociertasestrofas,setienecomounavisióndeaquellafrenteclásicaycoronadaderizos,deaquellabocasensualquesonríecondesdén,deaquellosojosdoradosyvalientes,ojosdearistócrataydelibertino.Mercedaestadoblenaturaleza de artista y de patricio, el príncipe Bonaparte es de todos losmodernospoetasitalianoselquemejorencarnalatradicióneróticaycortesanadel renacimiento florentino: los Salmos Paganos y las LetaníasGalantes sonlibros que parecen escritos sobre la espalda blanca y tornátil de una princesaapasionada y artista, envenenadora y cruel. La musa del poeta es libertina ysensual, sardónica y desdeñosa: la sonrisa de Mefistófeles bajo el mostachoretorcido y fanfarrón deD. Juan.El príncipeAttilio parece haber respirado elaromavoluptuosodesusestrofasenlosorientalescamerinosdelPalacioBorgia,en los verdes y floridos laberintos del Jardín de Bóboli. El poeta deshoja lasrosasdeAlejandríasobrelanievededivinasdesnudeces;ebriocomoundios,ycoronadodepámpanos,bebeenlacopablancadelasmagnolias,elvinoalegreydoradoqueluegoenrepetidosbesosvierteenlabocarojayhúmedadeVenusTurbulenta.
II
LprínciperodeóeltalledeAugusta;Augustasecolgódesushombros:concalentura de amor, fueron a caer sobre un diván morisco. De pronto la
damaseincorporójadeante.—¡Ahorano,Attilio!…¡Ahorano!…Se negaba y resistía con ese instinto de las hembras que quieren ser
brutalizadascadavezquesonposeídas.Eraunabacantequeadorabaelplacerconlaepopeyaprimitivade laviolaciónyde lafuerza.Elpríncipesepusoenpie: clavó la mirada en Augusta, y tornó a sentarse, mostrando solamente sudespechoenunasonrisapatricia.
—¡Gracias,madona!…¡Gracias!—¿Tehasenojado?…¡Quéchiquilloeres!Silohagoporlailusiónqueme
produceelverteasí.¡Todaslaspruebasdequetegustomeparecenpocas!Ygraciosaydesenvueltacorrióalosbrazosdelgalán.
—Caballero,bésemeustedparaqueleperdone.Quiso el príncipe obedecerla, y ella, huyendo velozmente la cabeza,
exclamó:—Hadeser tresveces: laprimeraen la frente, lasegundaen laboca,y la
terceradelibreelección.—Todasdelibreelección.Lavozdelpoetateníaesetrémoloenronquecido,donde,aunlasmujeresmás
castas, adivinan el pecado fecundo, hermoso comoun dios.Brevesmomentospermanecieron silenciosos los dos amantes. Augusta, viendo las pupilas delpríncipequeseabríansobrelassuyas,tuvounapasionadodespertar:
—¡Quéojostanbonitostienes!Avecesparecennegros,ysondorados,muydorados.¡Cuántomegustamirarmeenellos!
Yconlosbrazosenlazadosalcuellodelpoeta,echabaatrás lacabezaparacontemplarle.
—¡Oh traidorcillos, a cuántos miraréis! ¡Ojos míos queridos!… ¡Quisierarobártelosytenerlosguardadosenuncofredeplataconmisjoyas!
ElpríncipeAttiliosonrió.—¡Róbamelos,madona!Veréconlostuyos.—¡Embusterísimo!—¡Preciosa!Inclinose el príncipe, y la dama juntó los labios esperando… Después
entornólaspestañasconfelizdesmayo,ypronunciósindesuniryalasbocas:—¡Hoynohasdehacermesufrir!¿No?Elprínciperespondióenvozmuybajaconardientesusurro:—¡No,miamorquerido!Augustaparpadeabaestremecidaydichosa;cobróalientoenlargosuspiroy
apoyólafrenteenelhombrodelpoeta.—¡Ay!… ¡Cuantísimo nos queremos!… ¿Sabes lo que estoy pensando,
Attilio?CuandovolvamosaMadridquieroquetodoscuantosmehanhecholacorte,sinconseguirnada,sepanquesoytuquerida.
Elpríncipelamirósincontestar.Ellaentoncesinsistiómimosa:—¡Jamástehalaganadadeloquetedigo!—¡Quélocaeres,Augusta!—¡No,no,perotequierotanto!Envezdeserunaseñoracasada,¡quisiera
serunaprójimacualquiera,paracometerportimuchas,muchísimaslocuras!…Noviviríacontigo,esono.Meapañaríaconunviejorico…¿Túsabesdealgún
D
senadorinválidodelapolíticaydelootro?…—¿Paraqué,madona?—Paraquenossostengaatiyamí.EstavezelpríncipeacabóporcelebrarlosdeliriosplebeyosdeaquellaVenus
Bulevardista,quereíatendiéndosesobreeldiván,mostrandoendivinoescorzolagargantadesnuda,yelblancoyperfumadonidodelescote.Sobrelaalfombrayacían los Salmos Paganos —¡aquellos versos de amor y voluptuosidad queprimerohabíansidosalmosdebesosenlaalcoba!…
III
Epronto,Augusta se incorporó sobresaltada.Unamanoen cuyosdedosblancosbrillabanlassortijas,alzabaelcortinajequecaíaenmajestuosos
plieguessobre lapuertadelsalón.Augustase inclinópararecogerel libroqueyacíaalpiedeldiván:heladayprudente,murmuróenvozbaja:
—¡Ahíestámihija!Arréglateelbigote.Beatriz entró riendo, tirando de las orejas a un perrillo enano que traía en
brazos.Sumadrelamiróconojosvibrantesdeinquietudydespecho.—Beatriz,nomartiricesaNinón.—Sinolomartirizo,mamá.YasabeNinónqueesdebroma.Y como el lindo gozquejo se desmandase con un ladrido, le hizo callar
besuqueándole.Silenciosayrisueña,fueasentarseenunsillónantiguodealtoydoradorespaldo.Elpríncipelacontemplóensilencio.Ella,sindejardesonreír,inclinó los párpados; quedaron en la sombra sus ojos verdes, sumirada verdecomoladeMinerva,ysibilinaymisteriosacomoaquellasonrisaquenollegabaa entreabrir el divino broche formado por los labios. El príncipe, mirándolaintensamente, cual si buscase el turbarla, pronunció en voz que simulabadistraída:
—¡ParecelaGiocondadeLeonardo!EraunaGiocondatanpálidaytanblanca,quesufazbrillababajolacrencha
rubia,comobrillalanieveenlacumbredelosmontesbajolosdoradosrayosdelsol poniente. Oyendo al poeta inclinó los ojos, en cuyo fondo temblaba unamiosotisazul;Augustalevantólossuyos,dondereíandosamorcillostraviesos:reclinadaenlamecedora,agitabaungranabanicodeblancasyrizadasplumas;mecíase la dama, y su indolente movimiento dejaba ver en incitante claro-
obscuro la redonda y torneada pierna; Beatriz se levantó celerosa y le puso aNinón en el regazo. Con gracia de niña arrodillose para arreglarle la falda;después le echó los brazos al cuello, dejando un beso en aquella boca,estremecida aún por los besos del amante. Lamano de Augusta—unamanocarnosayblancadeabadesajoveneinfanzona—acaricióloscabellosdeBeatrizconlentitudllenadeamorydeternura.
—¡Esencantadoraestapequeñamía!Al mismo tiempo sus miradas buscaban las del poeta; al encontrarse
sonrieron.—Yusted,sátiro,¿porquénocerrabalosojos?—Hubiera sido un sacrilegio. ¿Sabe usted de algún santo que los haya
cerradoalaentradadelcielo?—¡Peroloquenohacenlossantos,lohacenlosdiablos!Y con el más provocativo gesto en los labios, estrechaba maternalmente
contra el seno la rubia y espiritual cabeza de su hija. Augusta tenía unincomparable candor en la inmoralidad. Su ironía de entonces no eradiletantismosádicoyliterariocomoladelpríncipeAttilio;casinoeraironía,enfuerzadesuinconsciencia.Felizeindiferente,ofrecíaunamejillaalosbesosdelahijayotraalosdelamante.
Se levantó con perezosa languidez apoyándose en ambos hombros deBeatriz.
—Pasaremos un momento al ladder, ¡cuando se pone el sol aquello estádelicioso!
Thiladder,comodecíaAugusta,eraunaescalinatadepiedra,conantiguoylabradobalconajeentreverdesenredaderasprisionero.Duranteelestío,cuandolosseñorestrocabanelhoteldelaCastellanaporelsolariegopazo,aquelpoéticorincón cambiaba de aspecto, y aun de nombre. Era muy bella la boca deAugusta,ymuyaristocráticoelmovimientodesuslabiosparallamarleelpatíncomohacíanelseñorcapellányloscriados.Suesnobismodecondesapontificiasugeríale siempre alguna palabreja inglesa sorprendida en las crónicas de LaGrand Dame y pronunciada como Dios quería. En tales empeños la damaconsultabalairrecusableautoridaddesudoncella,unaandaluzadelPerchel,quehabíaestadohastadosmesesenLondresconladuquesadeOrdax, lahermosaembajadora española. Pero llegaban las primeras nieblas de octubre, y losseñoresregresabanalacorte;entonceselpatínrecobrabasuaspectogeórgicoycampesino; las enredaderas que lo entoldaban sacudían alegremente sus
L
campanillasblancasyazules;volvíaaoírseelcantodedostórtolasqueelpastorteníaprisionerasenunajaulademimbres;aspirábaseelaromadelasmanzanasquemadurabansobrelasanchaslosas;ylaviejacriada,quehabíaconocidoalosotrosseñores,hilabasentadaalsolconelgatosobrelafalda.
IV
Adama,conelabanicoextendido,señalabaelhorizonte.—¡Loscelajesdelatarde,enestepaís,sonencantadores!Estabamuy
bella,detenidaenlapuertadelpatín,bajoelarcodefloresquelasenredaderashacían;enelfondodesusojosnegrosreíaelsolponienteconunarisadorada;aureolaban su frente las campanillas blancas y azules, y las palomas torcacesvenían a picotear en ellas, deshojándolas sobre los hombros deAugusta comouna lluvia de gloria. El príncipe Attilio, olvidándose de Beatriz, pronuncióentusiasmado:
—¡Nosabestútodolobellaqueestás!Beatrizsevolvióamirarleconojos llenosdeasombro;peroyaAugusta le
interrumpíariendomuyenaltoconsureírsonoroyclaro.—¡Príncipe!¡Príncipe!…Esetuteoconqueustedmehonraahora,debeser
unalicenciapoética,¿verdad?Elpríncipeseinclinóanteaquellaactrizadmirableyaudaz.—Ciertamente, señora, una licencia involuntaria; pero el ingenio de usted
todolosalvaytodoloperdona.LoslabiosdeAugustaseplegaronmaliciosos.—¡Quéhedehacer!¿Ofenderme?…¡Ah!¡Esustedtancapazdeachacarloa
coquetería!Si se tratasedeBeatriz, dudaría si representabanustedes laDivinaComedia.
Lasmejillasdeaquellapáliday silenciosaGioconda se tiñeronde rosa.Elpoeta,sinponercuidadoenello,repusoirónicoydesenfadado.
—Harto sabe usted, Augusta, que en la divina y en la diabólica comedia,todosmisparlamentoslostengoconFrancesca.
Ladama,haciendoungraciosomohíndehorror,ocultóelrostroylarisaenelpañolitodeencajes.
—¡Conquécinismoloconfiesaeladúltero!Atendía Beatriz estas gentiles burlerías con una sonrisa casi dolorosa.
Apoyada en el alféizar delpatín, poseídadenerviosa inquietud, deshojaba lasyedras que alegraban la vejez de los balaustres. Augusta vio la ansiedad quecontraía las facciones de aquella hija tan cruelmente olvidada, y tuvo unaintuicióndolorosa.Vagosyobscurosdespertáronselosremordimientos,peronofuemás que un instante, allí estaba el poeta para adormecerlos. Los ojos delhombreledecíanamores,mientrassusmanos,aquellasmanosungidasparalasturbulentasysilenciosascaricias,leofrecíanunramodejazmines;lamiradadeAugustaseperdíaenelfondodelaspupilasdesuamante,inmóvil,intensa,enéxtasisescandaloso.Laangustiosaexpresión, lapalidezcasi trágicaquecubríala faz de Beatriz habían sido olvidadas. Feliz y sonriente la dama recibe lasfloresqueleofreceelpoeta.Conloslabiosarrancaunjazmín,yentornalosojosy suspira para beber su aroma. La fragante campanilla engarzada en la frescabocadeAugusta,parecíaunbesodelAbrilgalán.ElpríncipeAttilioselapidiócon un gesto; ella se la negó con otro gesto lleno demalicia.Contemplaba alpoeta y le sonreía con los ojos a través del velo eléctrico y sedeño de laspestañas;almismotiemposacabalalenguatentadoraydivinaparahumedecerloslabiosylaflor.AlgunasvecessevolvíaaBeatriz,ylasaludabaconunguiñopicaresco que parecía decir: «¡Ya ves, hija mía, cómo todo ello es un juegoinocente,enelcualnomeolvidodeti,corazón!».BeatrizclavabaensumadreaquellosojosdeGioconda,misteriososyprofundos,yseruborizaba;peroenelfondo de sus pupilas dijérase que temblaban entonces dos llamas de inocentealegría.Augusta se puso en pie y llamó aNinón; luego inclinándose sobre elhombrodelpríncipe,pronuncióenvozbaja:
—¡Tomalaflor,ingrato!Enderezosevelozmente,yconungritodecircolanzóporaltoeljazmínque
Ninónatrapóenelaire.Ladama,sindejardereír,diounavueltaporelpatín,arrancandopuñadosdehojasyfloresqueechósobrelafrentedelpoeta,cualsipormodo tan gentil quisiese borrar su ceño.Beatriz no semovió: conmiradasupersticiosa seguía losmacabros aleteos de unmurciélagoquedanzaba en lamedialuzdelcrepúsculo.Augusta,conunamanoapoyadaeneltalledesuhija,descansaba,cobrandoaliento,yreía,reíasiempre…Larespiraciónlevantabasuseno en ola perfumada de juventud fecunda. Al mismo tiempo, con los ojos,Augusta implorabadelgalánunodeesosperdonesfácilesy ligerosque,comotodoslosescarceosdelamor,hacenelencantodelasmujeres.Pormomentossucabezadesaparecía entre losverdespenachosde las yedrasque columpiaba labrisa…En el recogimiento silenciosode la tarde resonaba el corogloriosode
V
sus risas: ¡Numen sagrado de las bacanales! ¡Canto de amor en el jardín deVenus! ¡Salmo Pagano en aquella boca roja, en aquella garganta desnuda ybíblicadeDalilatentadora!…
V
OLVIÓAugustaalladodelpoeta,einclinándose,pronuncióvelozmente:—¿Notehasenojado?¿Verdadqueno?
Larespuestadelpríncipefueesamiradateatral,intensa,sinparpadeos,queparecederitoentodaamorosalid.Augustabuscóenlasombralamanodesuamanteyselaestrechófurtivamente.
—Estanoche,¿quieresquenosveamos?El príncipe Attilio dudó un momento. Aquella pregunta, rica de
voluptuosidad, perfumada de locura ardiente, deparábale ocasión dondemostrarse cruel y desdeñoso. ¡Placer amargo cuyas hieles sonmás gratas quetodas las dulzuras del amor! Pero Augusta estaba tan bella, tales venturasprometía, que triunfó el encantode los sentidos: unaola degalantería sensualenvolvióalpoeta:
—¡Oh,miAugusta!…¡MiAugustaquerida,estanocheytodas!…Ylosdosamantes,sonriendo,tornaronaestrecharselasmanos,ysedieron
lamiradabesándose,poseyéndose,conposesión impalpable,enformamística,intensa y feliz como el arrobo. Fue un momento no más. Beatriz volvió lacabeza,yellossesoltaronvivamente.Laniñaencaminosealapuertadelpatín;yaallí,dirigiéndosealpoeta,preguntócontimidezadorable:
—Príncipe,¿quiereustedque,comoayer,ordeñemoslavaca,yquedespuésbajemosaprobarlamieldelascolmenas?
Augustalosmirósincomprender.—¡PorDios,estánustedeslocos!¡Vayaunameriendadepastores!Beatrizyelpríncipecambiabansonrisas,comodoscamaradasquerecuerdan
juntosalgunatravesura.Laniña,sintiéndosefeliz,exclamó:—¡Túnosabes,mamá!…Ayerlohemoshechoasí;¿verdad,Príncipe?Susmejillas,antestanpálidas,teníanahoraesmaltesderosa;sealegrabael
misteriodesusojos;ysusonrisadeGiocondaadquiríaexpresióntansensualytentadora,queparecía reflejodeaquellaotra sonrisaque jugabaen labocadeAugusta.Elpoeta,apoyadoenelalféizar,seatusabaelmostachocongallardía
A
donjuanesca.AtodocuantohablabaBeatrizasentíainclinándosecomoanteunareina;perosusojosdegranseñorpermanecíanfijosenella,siempreaudacesysiempredominadores.TodavíaquisoinsistirAugusta;perosuhija,echándolelosbrazosalcuello,lahizocallarsofocadaporlosbesos.
—¡Nodigasqueno,mamá!YaveráscomoyomismaordeñolaMaruxa.ElPríncipe me prometió ayer que con ese asunto escribiría unos versos, una«PastorelaMundana»,¿nodijoustedeso,Príncipe?
YBeatriz,conaturdimientodesusadoenella,entróen lacasadandogritosparaquesacasendelestabloalaMaruxa.Augustaquedóuninstantepensativa;luego,volviéndoseasuamante,pronuncióentremelancólicayrisueña:
—¡Pobrehijamía!Elpríncipehizoungestoenigmático; tomóambasmanosdeAugusta,y la
llevóalotroextremodelpatín,allí,dondelayedraentrelazabasuscelosíasmásespesas.Caíalatarde,quedabaenamorosasombraelnidoverdeyfraganteque,recamando el patín, tejieran las enredaderas; el follaje temblaba con largosestremecimientosnupcialesalsentirsebesadopor lasauras;eldoradorayodelocasopenetraba triunfante, luminosoy ardiente como la lanzadeun arcángel.Aquella antigua escalinata, con su ornamentación mitológica cubierta deseculares y dorados líquenes, y su airosa balaustrada de granito donde laspalomassearrullabanalsol,ysurumorosodoselquedescendíaencascadadepenachosverdeshastatocarelsuelo,recordabaesosparajesencantadosquehayenelfondodelosbosques;camarinesdebullenteshojasdonderubiasprincesashilanenruecasdecristal…
VI
UGUSTAmurmurósuspirando:—¡Qué tristeza tener que separarnos!… ¡Oh! ¡Qué bien dices tú en
aquellosversos:«Nohaydíasfelices,haysolamentehorasfelices»!ElpríncipeAttiliointerrumpióvivamente:—¡Augusta!…¡Augusta,porlosmanesdeHomero!…¡Niesossonversos,
niesoesmío!…Augustarepusoconligerezaencantadora:—Lomismoda,corazón…Yoloheaprendidodetuslabios,yparamíserá
siempretuyo…
Seestrechóaél,cubriéndoledebesos,ymurmuróenvozmuybaja:—¿Tehedichoquemimarido llegamañana? ¿No te contraría a ti eso?…
Paramíeslamuerte.¡Sitúsupiesescómoyodeseotenertesiempreamilado!…¡Ypensarquesitúquisieses!…Di,¿porquénoquieres?
Elpoetasonrió:—¡Siyoquiero,Augusta!Yatrayéndola,murmuróquedo,muyquedo, rozandoconelbigote laoreja
nacaradaymonísimadeladama:—¡Perotemoquetú,tancelosa,tearrepientasluegoysufrashorriblemente!Augustaquedoseunmomentocontemplandoasuamanteconexpresiónde
alegreasombro.—¡Estás loco, hijo de mi alma! ¿Por qué había yo de arrepentirme ni de
sufrir?Alcasarteconella,meparecequetecasasconmigo…Sobretodo,podrétenertesiempreami lado…¡Ah!Peroesassondisculpas; tú temesqueyomeconviertaenunasuegradesaineteyquetearañe.
Y riendo como una loca, hundía sus dedos blancos en la ola negra queformaba la barba del poeta, una barba asiria y perfumada como la del SârPeladan.
Elpríncipepronuncióconligeraironía:—¿Ysilamoralllamaatupuerta,madona?—Nollamará.Lamoraleslapalmadeloseunucos.Elpríncipequisocelebrarlafrase,besandoalamadonaenaquellabocaque
talesgentilezasdecía.Ellacontinuó:—¡Puessieslaverdad,corazón!…Cuandosesabequerer,esaviejatísicay
asquerosaseestámuyencerradaensucasa…Elpríncipereíaalegremente.Augustaeraunamujerencantadoraconaquella
travesura,a lavez ingenuaydepravada,yaquellasensualidadalegreypaganacomoguirnaldadeyedra.
—Este verano se arregla todo…Os casáis en el oratorio de casa… Si espreciso,yomismaosecholasbendiciones,digo lamisaypredico laplática…Encuantolleguemiseñormarido,haceslademandaoficial…
Habíase sentado en las rodillas de su amante, y hablaba con el ceñograciosamentefruncido.
—Silanovianotegusta,mejor; tegustoyo,ybasta;comoqueporeso tecasas.
—No;silanoviamegusta.
—¡Embustero!Quieresdarmecelos.¡Quientegustasoyyo!—Puesporlomismoquemegustastú.¡Esunaderivación!…—Noseascínico,Attilio.¡Mehacedañooírteesascosas!—¡Eresencantadora,madona!…¡Yaestáscelosa!—¡No tal!…Comprendeque eso sería unhorror.Peronodebías jugar así
conmisafectosmáscaros.—Nojugaréniharélaconquistadeeseinocentecorazón.—¡Siyalotienesconquistado,ingrato!…¡Eslaherencia!…Yreían, el unoenbrazosdelotro.DespuésAugustamusitaba con susurro
ansioso,calienteyblando:—¿Verdadqueesodequetegustalodicespordesesperarme?EntrabaBeatrizenaquelmomento,yAugusta,sindartiempoalarespuesta
delpoeta,continuóenvozalta,conese incomparable fingimiento,esaaudaciadel corazón, esa soberanía de lo imprevisto que hace de todas las adúlteras,actricesdivinasymujeresadorables:
—¿No preguntaba usted por Beatriz, Príncipe? Pues aquí la tiene usted.Digo,ustednolatiene;todavíaesdesumadre…
Elpoetaseinclinóburlonamente.—Augusta,quepormilañossea,comodicenenestatierra.—¡Príncipe,Príncipe!¡Estáustedloco!…Beatrizmirabaalpríncipe,ysonreía;elenigmadesubocadeGiocondaera
alegreyperfumadodepasióncomoelcapulloentreabiertodeunarosa.Augustamurmurómaliciosamentemientrasacariciabaloscabellosdesuhija:
—Oiga usted un secreto, Príncipe… Tengo prometidos a la virgen lospendientesquellevopuestos,simeconcedeloquelehepedido.
—¡Oh,québiensabeustedllegaralcorazóndelasvírgenes!Augustainterrumpióvivamente:—¡Calleusted,hereje!…Búrleseusteddemí,perorespetemoslascosasdel
Cielo.Yhablabasantiguándose,paraarredraraldemonio.Afuerdemujerelegante,
eramuypiadosa,nocon lapiedad trágicaymaceradaque inspira la fazdeunNazarenobizantino,sinoconaquelladevociónfrívolaymundanadelasdamasaristocráticas;eraelsuyouncristianismoplacenteroygraciosocomolafazdelNiño Jesús. El príncipe, sin apartar la mirada de Beatriz, pero hablando conAugusta,pronunciólentaeintencionadamente:
—¿SepuedesaberloquelehapedidoustedalaVirgen?
U
—Nosepuedesaber,perosepuedeadivinar.—Tengoparamí,queprontocambiarándedueñolospendientes.Ycallaronlosdos,mirándoseysonriéndose.
VII
NA zagala pelirroja entró en el huerto conduciendo del ronzal a laMaruxa, la res destinada para celebrar la «Pastorela Mundana»; aquel
nuevo rito de ese nuevo paganismo, donde las diosas son Evas pervertidas, ydondelossacerdotessonpoetasqueseembriaganconajenjolibadoenelegantevasogriego.Beatrizdescendiócorriendolosescalonesdelpatín,yacercándosealavaca,comenzóporacariciarleelcuello.
—¡Príncipe,mireustedquémansaeslaMaruxiña!…LavacaseestremecíabajolamanodeBeatriz—unamanomuyblancaque
seposabaconinfantilrecelosobreellucienteypoderosolomodelaMaruxa.Beatrizlevantólacabeza:—¿Peronobajanustedes?EntoncesAugustahubodeinterrumpirelcoloquioqueamediavozsostenía
conelpoeta.—¡Hijamía,aquécosasobligastúaestecaballero!Y sonreíaburlonamentedesignando al príncipe conun ademándegentil y
extremadacortesía.ElpríncipeAttilioinclinoseasuvez,yofrecióelbrazoaladamaparadescenderalhuerto.Enloaltodelaescalinata,bajoelarcodefollajequeentretejíanlasenredaderas,sedetuvieroncontemplandolosdoradoscelajesdel ocaso. El poeta arrancó un airón de yedras que se columpiaba sobre suscabezas.
—¡SalveBeatriz!…YatenemosconquécoronaralaMaruxa.Almismotiempouníalosdosextremosdelarama,temblorosaensualegre
ysensualverdor.Augustaselaquitódelasmanos.—YoserélavestalencargadadeadornareltestuzdelaMaruxa…Miróalpoeta,ysacudiólacabezaalborotándoselosrizos,yriendo.—Usted,Príncipe,nodudaráquesabréhacerlo.Por recatarse de Beatriz, adoptaba un acento de alocado candor, que, aun
velando la intención, realzaba aquella gracia cínica, ¡delicioso perfume queAugustasabíaponerencadafrase!
Elpoetaclavólosojosenladama,ymurmuróintencionadamente:—¡Peroustednopuedeservestal,Augusta!—¡Quésabeustedloqueyopuedoser!…Elpríncipesonrió.—YolacreíaaustedTurrisEburnea;peronoVirgoVeneranda.—¡Príncipe!¡Príncipe!…Yleamenazabaconelabanico.Elpríncipehizoungestodeirónicasorpresa.—¡Mipalabradehonor,Augusta!…Ellalemiróconexpresióndeburla.—¡Hijodemialma,estavezseacreditóusteddeinocente!Olvidaustedque
hayprecedentes:lamamádeRómuloyRemo…¡Siséyomáshistoriaromanaquemiseñormarido;yesoquenotengotraducidosaHoracioyaMarcial!
Atodoestohabíahechounacoronaconelramodeyedras,ylacolocósobrelasastasdelaMaruxa.DespuéssevolvióaBeatriz:
—¿Notienemáslancesla«PastorelaMundana»,chiquitina?…Beatriz permaneció silenciosa. Sus ojos verdes, de unmisterio doloroso y
trágico,sefijabanconextravíoenel rostrodeAugusta,quesupoconservarsuexpresión de placentera travesura. La sonrisa deGioconda agonizaba doloridasobreloscastoslabiosdelaniña.Augustacambióunamiradaconelpoeta.Almismotiempofueasentarseenelbancodepiedraquehabíaalpiedeuncastañosecular.ElpríncipeseacercóaBeatriz.
—¿Quiereustedquebajemosalcolmenar?…Beatrizpronuncióconunasombrademelancolía:—¡Yo quería ordeñar laMaruxa para que usted probase la leche, como
ayer!…Augustamurmuróreclinándoseenelbanco:—¡Puesordéñala,hijamía,laprobaremostodos!Beatrizsearrodillóalpiede lavaca.Sumanopálida,dondeponíareflejos
sangrientoselrubídeunasortija,aprisionótemblorosalascalientesubresdelaMaruxa.Unchorrode lechesalpicóel rostrode laniña,que levantó riendo lacabeza:
—¡Míremeusted,Príncipe!Estaba muy bella con las blancas gotas resbalando sobre el rubor de las
mejillas.Elpoetaselamostróaladama.—¡HeahíelbautizodelasantaypaganaNaturaleza!…Comosiunestremecimientovoluptuosopasase sobre la fazdelmundo, se
U
besaronlashojasdelosárbolesconlargoyperezosomurmullo.Lavacalevantóarroganteelmitológicotestuz,coronadodeyedras,ymiródehitoenhitoalsolqueseocultaba.Heridaporlosdestellosdelocaso,laMaruxaparecíadecobrebruñido; recordaba esos ídolos que esculpió la antigüedad clásica; divinidadesrobustas,benignasyfecundasquecantaronlospoetas.
VIII
NmomentosedistrajoBeatriz,yelpríncipemurmuróaloídodeAugusta:—¿Quieresquedartehoysinlospendientes?
Augustacontestóconaquellarisasonorayclara,quesemejababorboteodeaguaencopadeoro.
—¡Príncipe!¡Príncipe!…Nometienteusted.Luego, volviéndose a Beatriz, quedose un momento contemplándola con
alegreexpresióndeamorydeternura.—Venaquí,hijamía.Estecaballero…Y señalaba al príncipe con ademán gracioso y desenvuelto. El príncipe
saludó.—Ya lo ves cómo se inclina… ¡Jesús, qué poco oradorame siento!…En
suma,hijamía,quemeacabadepedirmetumano…Beatriz dudó un momento; después, abrazándose a su madre, empezó a
sollozarnerviosayangustiada…—¡Aymamá!¡Mamádemialma!…¡Perdóname!—¿Quéhedeperdonarteyo,corazón?YAugusta,unpococonmovida,posóloslabiosenlafrentedesuhija.—¿Túnolequieres?Beatriz ocultaba la faz en el hombro de sumadre, y repetía cada vez con
mayorduelo:—¡Mamádemialma,perdóname!…¡Perdóname!—¿Perotúnolequieres?EnlavozdeAugustadescubríaseunaansiedadoculta.Pero,depronto, adivinando loquepasaba enel almade suhija,murmuró
conaquelcinismocandorosoqueeratodasufuerza:—¡Pobreángelmío!…¿Túhaspensadoque lasgalanteríasdelpríncipese
dirigíanatumadre,verdad?
Beatrizsecubrióelrostroconlasmanos.—¡Mamá!¡Mamá!…¡Soymuymala!…—¡No,corazón!AugustaapoyabacontrasusenolacabezadeBeatriz.Sobreaquellaaurora
decabellosrubios,susojosnegrosdemujerardienteseentregabanalosojosdelpoeta.Augustasonreía,viendologradossusensueñosdematronaadúltera.
—¡Pobreángel!…¡QuieraDios,Príncipe,quesepaustedhacerlafeliz!El príncipe no contestó.Acariciábase la barba, y dejaba vagar distraído la
mirada. Pensaba si no había en todo aquello un poemetto libertino y sensual,comopudieradesearlosumusa.
Augustaletocóconelabanicoenelhombro.—¡Hijosmíos,daoslasmanos!…Debimoshaberesperadoaquellegasemi
marido;peroquédiablo,lafelicidadnoesbuenoretardarla…Ahoravamosalascolmenasparacelebraresa«PastorelaMundana»quehadichoBeatriz.Príncipe,ustedmeservirádecaballero.
Yapoyándoseenelpoeta,murmuróemocionada,convozqueapenasseoía:—¡Yaveráslodichosoquetehagoestanoche!…Se detuvo enjugándose dos lágrimas que abrillantaban el iris negro y
apasionadodesusojos.¡Despuésdehaberlabradolaventuradetodos,sentíaseprofundamente conmovida! Y como Beatriz tornaba la cabeza con graciosomovimiento,ysedeteníaesperándolos,suspirómirándoseenellaconmaternalarrobo.
—¡Hijademialma,tútambiéneresmuyfeliz!LaspupilasdeBeatrizrespondieronconalegrellamear.Augusta,reclinando
conlánguidavoluptuosidadtodoelpesodeliciosodesucuerpoenaquelbrazoamantequelasostenía,exclamóconíntimoconvencimiento:
—¡Qué verdad es que las madres, las verdaderas madres nunca nosequivocamos!…
LACARADEDIOS
Sr.D.RamóndelValle-Inclán
Midistinguidoamigo
DesdeluegopuedeUd.contarconmiautorizaciónparahacerunanovelademimodestaobraLaCaradeDios.
Yhonrándomemuchoconelloaprovechoestaocasiónparareiterarlelaseguridaddemiafecto.CarlosArniches
el27deDbre.de1899
H
LIBROPRIMERO
CAPÍTULOPRIMERO
ENLAOBRA
ACIA el final de la calle de Serrano, una de las más aristocráticas deMadrid,habíanohamuchounasoberbiacasaenconstrucción.
EralacasapropiedaddelDuquedeOrdaxyhacíaesquinaaotracallemásmodesta.
Unavallademaderasinpintarcerrabalaobra.En el momento de dar comienzo nuestra historia, la casa cuyosmuros se
levantabanyaentodasualtura,aparecíaalosojosdeltranseúnte,cubiertacasiporcompletodeandamiajesymaderamen,grúasygarruchasbienprovistasdecuerdas, por lasque subíanybajaban sindescanso en lashorasde trabajo losmaterialesdelaobra.
Eran las dos de la tarde. Los obreros dormían la siesta a la sombra de lavalla.
Peronodormíantodos.Aprovechandoelsueñodesuscompañeros,EleuterioyEustaquio,hablabanenvozbaja,sentadosenunrincóndelatabernavecina.
Eustaquio apuró un vaso de vino; y como si prosiguiese una conversaciónanterior,preguntó:
—DemodoquevistealaSoledáanoche.—¡Yalocreo!Yaquellofueelacabose.—¿Yella?…—Sigueenlasmismas.—Enqueno.—Emperradaenqueno.Peroesoseráunpuebloyloquequieraestecura,
¿sabes?
—¿Sabesloquetedigo?…—Di.—Quedebesdejarla.Notemetasenesoslíos.LaSoleestámuyamartelada
consumarido,yRamónesunhombrequeencuantohuelaun tantoasí…¡eldestroce!—yEustaquiomarcóconsupulgarsobreelíndiceelnacimientodelauña.
—Teagradezcoel consejoy el interésque te tomas.Meaprecias.Peronosabesloquehayentrelosdosynopuésaconsejarmená.Además,eldejarlahoyporhoyesponermesobreloimposible…
—Eslomejor.—¿Notedigoquenopuedeser?Mira.Yonomefranqueosobreesteasunto
connadie.Cuandotúsepaslamisaenteraentoncestendrásmásfundamentoparadecirme:Eleuteriodebesseguirconesasocia,onosigasconellaporquetevaatraerlanegra.¿Estamos?…
—Sí.Perounamujercasada…—¡Unamujercasada!…Vamos,queestásenayunas.—¿Peronoes?…—Comocasada,síloestá.Perohaengañadoaesepobrehombre,porquees
untonto.Escucha.Cogióunacopayvaciándoladeuntragocontinuóconvozrecogidamirando
misteriosamenteentorno.—SoledáantesdecasarseconRamón,estuvocoladaconVíctor.—¿Elpintor?—Elmismo.—¡Demonio!—¿Quéquieres?Todoslosdíasnosacostamossabiendoalgonuevo.Ellosse
veíanenmicasayentoncesyovivíaconlaEncarna.—YRamón¿nosabenadadeeso?—Todavía no. Por eso se casó con ella.Víctor semarchó aBuenosAires
escapadoymediounretratoquelehabíadedicadolaSoledá,conpalabrasquehablan solas. Ese retrato lo tengo yo porque entonces empecé a mirarla conalgúncariño,ycomolaEncarnayaibahaciendodelassuyas,puesfigúrate…
—Pero…—Aguarda,hombre.EsteretratoyolohedeentregaraRamónoaella.Yase
lodijebienclaro.—¡Rediez!Sabestúquenoeresnadie.
—Hadeelegir.—Esoespeorquedarunapuñalá.—¿Qué quieres? ¿Soy yo por ventura dueño de mi alma? ¿No tiene esa
mujerlaculpadeloaperreadaquearrastrolavida?Mira.Lohejuradomuchasveces;oesmíaodeninguno.
EustaquiomirabadehitoenhitoyllenodeasombroaEleuterio.Eleuterio tenía en su rostro ese brillo irradiante de los posesos y de los
enérgicos.Guardaronsilenciounrato.De pronto Eleuterio se levantó y dando una palmada en el hombro de su
camaradadijo:—Vete.AhoravieneSoledá.—Oye…—Vete.Séloquetengoquehacer.Eustaquioobedeció.Eleuteriosaliódespuésdelatabernayfuealencuentrodelamujer.Soledadveníaconlacestaalbrazotrayendolacomidadesumarido.Cuandovioasuperseguidorretrocedióasustada:—¡Tú!—Elmismo.Ellasedirigióalaobraygritódesesperadamente:—¡Ramón!—Notemolestes—dijoEleuteriocogiéndolaporunbrazo.—Déjame—replicóelladeshaciéndosedeél.—Perooye,oye…Tútehasolvidaoyaparaquéhevenido.¿Hasperdióla
memoria?—Tehedichoquemedejes.—Espérate.Ycogiéndolafuertementedenuevo:—Mira.Noseamosniños.Estotienequetenersufin.¿Lohaspensaobien?—Eleuterio —dijo ella con cierto aire de segura decisión—, haz lo que
quieras,arráncamelahonra,latranquilidad,elsosiego,quemequedesinpanysincariño,quemetirenalacalleyquemeescupan,todo,menossertuya.
—¿Esloúltimo?Eleuterioestabapálidoy temblabade ira.Vibrabasu figuracomo ladeun
alcoholizado.
—Loúltimo—replicóella—.Lodesiempre.Yosoyhonradaaunquehayasidoantescualquiercosa.
—Piénsalobien.Miraquelopierdestodo.—Comoquieras.Eresunmiserable.Túteescondesdetrásdelapuertacomo
unladrónparadarmeunapuñalada,pararobaraRamón.Eleuteriobalbuceabaalgunaspalabras.Sumiradaadquiríafulgoresdeiray
derabia.—Piénsalo.Piénsalobien.—Calla. No me digas eso porque mujer y todo soy capaz de abofetearte
aunquemedestrocesdespués.¡Ladrón!—Bien.Entonceshoymismoprocurarécomplacerte.EltonoconqueEleuteriopronuncióestaspalabras,fingiendounacalmaque
estabamuylejosdedisfrutar,acabódesacardequicioalamujer.Estaseacercóaélyledijoechándolelasmanosalacara:—Anda,ahora,enseguida.Cuandovengaledaselretrato,selodicestodo.
Yo te ayudaré. Yo descargaré mi conciencia, podré llorar delante de todo elmundo,delantedeél.Anda.
—¡Soledad!…Mira…—Vete.IbaellaadejarlocuandoaparecióRamónenlapuertadelaobra.Veníadespacioyveníasonriendo.SoledadvolvioserápidamenteaEleuterioyconairedetriunfoledijo:—Anda.Ahora.Allíletienes…Díselo.Eleuterio lamiró con rabia,metió lamano en el pecho como acariciando
algunacosaydespuésmurmuróconira.—¡Quia!Espronto.Ramónseacercaba.Eleuteriosealejó.Elmaridoylamujerquedaronsolos.
***
Ramón,aquelmodelodeobreroshonradosytrabajadores,mirabaasumujercomoembelesado:
—Tardehasvenido.
YSoledadrepuso,procurandomostrarsecontenta:—Tienesquedispensarme,Ramón.Perolasonrisadelapobremujernoengañóalobrero,que,comotodoslos
hombresenamorados,erareceloso.Mirófijamenteasumujer,comosiquisieseleerlelospensamientos:Depronto,cambiandodegestoexclamó:—Oye…tú…Soledad.¡Rediez!Soledadpalideció.—¿Qué?—¿Quétienes?—¿Yo?¡Nada!Soledadvolvíalacabezaparadisimularsuemoción.Ramónpronuncióconansiedad:—Soledadnodesaparteslacara.¿Quétienes?Túhasllorado.—¡Yo!No,hombre.Sonfiguracionestuyas.Siempreestásconesetema.—Hoy no son figuraciones, Soledad. Tú has llorado. Di, ¿está el chico
enfermo?Yenlavozdelobrero,seadvertíauntristeycalurosoafán.Soledadprotestó:—Nodigaslocuras,Ramón.¿Quéhadeestarelchicoenfermo?—¿Yporquénolehastraído?—PorqueselollevólatíaJesusaalpuesto,ydijoquecomoamediodíatenía
queveniraveraltíoDoroteo,quelotraeríaaquí,paraqueyomelollevase…Yanotardarán.
Ramóninsistióconcariño:—¿Entoncesquéesloquetienes?Dímelo.—¿Peroquévoyatener?…¡Quéniñoeres!Soledadprocurabasonreír,peroelllantoseleveníaalosojos.Ramónlainterrumpió:—EscuchaSole.Hacetresocuatrodíasqueatitepasaalgoquetecallas.Yo
no sé qué, pero algo. Ni hablas ni te ríes ni estás contenta… ¿Qué es esoSoledad?¡Dímelo!¿Quétepasaqueyonopuedasaberlo?
Soledadseveíaforzadaaresponderconnegativas.Bajabalafrente,ytorcíaentrelosdedostemblorososunapuntadesudelantalazul:
—Sinoesnada,hombre.—Luegoesalgo.
—No…Esquetengoasícomo…pena…,tristeza…Sumaridolamiróconasombro:—¿Tú?¿Dequé?Antesderesponder,Soledadsepusocoloradahastaelblancodelosojos:—Denada…¡Quéséyo!…Yañadióprocurandoecharloabroma:—Dequenomequierasloquehacefalta.Sumaridolaamenazócongestoplacentero:—¡Ay,ay,ay!…¡Nena,túestásloca!Estecariñitoquetengoaquí,yquees
paratisola,enseisvidasnologastaríamos.Conqueyavessimesobracariñoparatodoloquetehagafalta.
AntesdequeSoledadhubieratenidotiempoacontestar,asomólatíaJesusa.Veníarenqueando,conelchicodesussobrinosenbrazos;muertadefatiga,peroasíytodohablandoagritos.
—¡Hija,tedigoqueaestechicohayquetraerleamarrado!…¡Loquemehahechoderabiar!
Lospadresdelmuchachoserieron,comosilatíaJesusahubiesereferidolamayordetodaslasgraciasqueelmuñecopodíahacerytener.
Ramónpreguntó:—¿Traegazuza?Elchicoabriólabocaconungestodepayaso.—¡Mucha,papá!¡Mucha!Lamadretomoleenbrazos,cubriéndoleelrostrodebesos.Después,volviéndosealaexcelenteanciana,ledijo:—Lehabrádadoaustedmuchaguerra,¿verdad,tía?—No,esono…¡Peromehavolcadotresveceselcapazodelosdátiles!…
¡Ysehapuestodechufas!MientraslaseñoraJesusahablaba,Soledadsacódelacestaunaollatodavía
humeante y la volcó en una fuente honda. El matrimonio se sentó a comer.Ramóncolocóelchicoalladosuyo.Dándolepalmaditasenloscarrillosledecía:
—Vamosaengullir,migeneral…LuegovolviéndosealaseñoraJesusa:—¿Ustedgusta?Laancianarespondió:—Gracias.Acabodehacerlo.Se interrumpió para dirigir una mirada curiosa entorno suyo. Después
preguntó:—Oye,Ramón,¿dóndesehametidomimaridoquenodoyconél?—Ahíestarátumbadoalasombra.—Puesdilequecomaenlataberna.Hoyhetenidomuchoquehacerynohe
podidosiquieraarrimarunpucheroalalumbre.Soledadinterrumpió:—MirepordóndeasomaeltíoDoroteo.En efecto, el marido de la señora Jesusa salía de la taberna, donde había
decididocomer.Elbuenhombre,envistadelatardanzadesumujer,yasehabíasospechadoqueaqueldíalaseñoraJesusa,onoapareceríaporlaobra,ocasodeaparecervendríasinlacomida,yasíhabíadecididohacerporlavidatomandounossoldadosdepavíaenlatascavecina.
Doroteoeraunancianodecabellosblancosyrostrobondadoso.Apesardelosañosconservábaseerguido.Tenía la frente angosta; el corvamiento de la nariz enérgico; las mejillas
asoleadas,ycurtidaspor todas las inclemenciasaque suoficiodecontinuo leteníaexpuesto.
Losojoserannegros,ojosdehombrejoven.Todalapersonaerarecia,valiente.Ensujuventudaquelhombredebierahabersidouncoloso.Terminólafrugalcomidadelotromatrimonio,yRamónsepusovivamente
enpie:—Conque,adiós,hastalanoche.Diounbesoalniño,yañadiódirigiéndoseasumujer:—Irseacasaenseguida,¿eh?Soledadpreguntó:—¿Yatevas?—Sí,quemeesperaarribaelmaestro.Conquehastaluego.Ramónrecogiólachaquetaquehabíadejadosobreunsillaramediolabrar,y
subióalaobra.Soledadvolvióameterenlacestalaolla,lafuenteylabotellavacías.DespuésvolviéndosealaseñoraJesusamurmuró:—Tía, ¿quiere usted irse con el pequeño, y esperarme ahí en la tienda de
cintas,quetengoquehablarunmomentoconeltíoDoroteo?Doroteolamirómuysorprendido:—¿Conmigo,muchacha?
—Sí,señor.LatíaJesusasealejabaconelchicoenbrazos.Soledad murmuró enjugándose dos lágrimas que se desprendieron de sus
pestañas:—¡GraciasaDiosqueestamossolos,tíoDoroteo!Unahorallevofingiendo
ynopuedomás.Estabadeseandoquehablásemos.Y laspalabras se ahogaron en sugarganta, y los sollozos reprimidoshasta
entoncesestallaronenella.Elbuenancianolamiróconsternado:—Pero,oyetú,¿tehasvueltolocaenunrepente?¿Quétepasa?—TíoDoroteo,ustedmerecogiódechicaymediosucariñoysupan…¡No
medejeustedahorasola,porlaVirgenSantísima!…¡Notengoanadie,anadiequemeampare!…
Doroteonovolvíadesuasombro.—¡Cómosola!…¡Sola tú!…¿Peroquéestásdiciendo?Si te entiendoque
mecuelguen.Nolloresyhabla.¿Quétepasa?Soledadhizounesfuerzoparaserenarse:—TíoDoroteo,ustedsabemidesgraciaantesdecasarmeconRamón…Elancianolainterrumpió,almismotiempoquedirigíaunarecelosamirada
entornosuyo:—Calla, por Dios. A qué recordar eso. Aquello lo sabemos Dios, aquel
malvado,túyyo.Aquelloestáenunpozo.Soledadgimiósordamente:—No,señor.Aquellolosabeotro.—¡Cómo!¿Quién?—Eleuterio.—¿Eleuteriodices?—Sí.—¿Estássegura?—Sí.—¿Noserántemorestuyos?—No.—¡Malditasea!…—Losabeytienepruebas.—¿Comprometedoras?—Demihonraydelapazdemicasa.
—¿Túsabesenquéconsisten?—Unretratomío…—¿Algunacartatambién?—No;solounretrato.—¿Yaunretratollamaspruebacomprometedora?—Estádedicado…—¡Ah!Nodigasmás.—EleuteriomeamenazacondecírseloaRamón.—Nolohará.—Lohará.Lohajurado.—¿Cuándo?—Todavíanohaceunmomento.—¿Aquí?—Aquí…—¿Noseríaposiblehacercallaraesegranuja?—Porcallarhapuestounprecio…—¿Quéprecio?—¡Mihonra!…—Debísospecharlo.¿Ytúquéhashecho?Soledadlevantóelrostrollenodelágrimas.Sushermososojosbrillabanconlaarroganciadelamujerqueestádispuesta
alsacrificio.Conlavozprofundamenteemocionadamurmuró:—¿Quéqueríaustéquehiciese?Volvermelocadevergüenzaysentirquelas
palabrasderabiaydedolornoseanrayosquematen…Lohedespreciao…Loheinsultao…Peroahoratengomiedo,¡unmiedodemuerte!Nopormí,quedetantosufrircallando,de tantoesconder lapena, tengoansiasde lloraragritos;no,noespormí;esporél,pormiRamón;porelcariñoquemetiene;espormihijo, tío Doroteo, por mi hijo…Queme lo quitarán…Y ¡eso no! Eso no lopuedeustéconsentirnipuedeconsentirlonadie;porquemicariñoesdeRamón,mihonraesdelmundo,peromihijoesdemisentrañas,ymihijomeloquitaránconlavida,nadamásqueconlavida.
Unalágrimarodóporlaatezadamejilladelanciano.—Tenunpocodeconfianzaenmí,Soledad.—¡HagaustedalgoporDios!…¡Sálvemeusted!…La pobre mujer se arrojó sollozando en brazos del viejo, que murmuró
conmovido:—¡Calla,Soledá!¡Nomedigasmás!Yohablaréconese…Aversiamíme
vendeelsilenciomásbarato.—¡Sí,porDios!—Ysinopuedo,ysiseempeña,ysitepierde…Sitepierde…—¿Qué?—Yosoyunabuelo,pero…—¡PorDios!…—¡Tú calla y oye!…Te quiero como a una hija. El día queDiosme tiró
desdearribaelcariñoquemetocaba,mediocontraelcorazónysemehizoendospedazos:¡unopamimujer,elotropati!¡Conqueyaves!¡Quémásmedaquedenunapuñaladaaquíoquemeladenahí…siloquevaacaeralsueloessangremía!¡Déjameloamí!…Tú,calla,veteyespera,quevoyallamarlo.
—¡Sí,pronto!—¡Ahoramismo!—¡PorDios!—¡Calla!DoroteohizoquesealejaseSoledad.Reflexionó unmomento. Después, como si resolviese lo que hacer debía,
sacóelcuchilloquellevabaenlacintura,yloguardóenlamanga,alamaneraque los bravos y gente del bronce suele llamar empalmarse. Luego, gritó confuerza:
—¡Eleuterio!¡Eleuterio!…¡Baja!Lavozdelviejoeradura,terrible,categórica.Eleuteriorespondiódesdedentro:—¿Quéhay?Doroteoreplicótodavíaconmayorimperioqueantes:—¡Baja!¡Aquítebuscan!Eleuterionosehizorepetirlaadvertenciaybajó.Alaparecerenlapuertade
la casa,miró a uno y otro lado: el ceño adusto, la pupila recelosa, enfoscada,inquietacomodeavederapiñaprisionera.
Conacentodesabridopreguntó:—¿Quiénmellama?Doroteoadelantóunpaso,ymirándoledespreciativamentecontestó:—¡Yo!…—¿Aquémehahechoustedbajar,parapedirmeuncigarro?
Doroteorepusoconfingidacalma:—Tengotabacodecuarterónysimeaprietastedoyunpurodeaquince,te
loenciendoyteloescupoparaquenotengasmásquechupar…Conquenoescuestióndepetaca.
—¿Entoncesquétripaseleharotoausté?—¡Decirtecuatropalabras,solosyenserio!—¿Quéesello?—Túquieresperderamisobrina,Eleuterio.Eleuteriorepusoaudazmente:—¡Más!Doroteotemblódecólera.Congranesfuerzosecontuvo…—Túquieresperderlaporquetehasengañado…—Creoqueno…Doroteoadelantóunpaso:—Creoquesí…—¡Puede!—Túquieresperderla,ytúnosabesqueyoladefiendo.Eleuteriomiróalhonradoviejo,escupióporelcolmillo,ycontestótodavía
conmayorcinismoquelohicierahastaentonces:—¿Yquémás?Doroteo fueaarrojarsesobreEleuterio;perodepronto,comosiunamano
invisibleledetuvieseenelcamino,sequedóparado,cruzólosbrazos,yconvozsorda, muy baja, muy lenta, con un reposo glacial, midiendo cada palabra,pronunció:
—¡Pocomás! Si te vas y dejas a Soledad y callas,Dios te lo pague; si tequedasyhablasaRamónypierdesaesachica,túverásloquehaces…Hazlo…Quesitútiesunalenguaquepareceunpuñal,yotengounpuñalquepareceunalengua. Cada uno pelea con lo que puede… ¿Que tú tiras al corazón?…Ahítiraréyo…Conqueyalosabes,Eleuterio;sihablastemato.
Eleuterio,aunqueunpocopálido,quisoechar lacosaabroma,yfingióunestornudo:
—¡Atchís!—¡Jesús!Porlodemás,tanamigos.—Estábien.¿Esustéelguapoqueladefiende?Enlavoz,yenlamiradadeEleuterio,habíaunaburlaprovocativa.Doroteosinperderunpuntosuterribleyjusticieracalina,repuso:
—No.Elviejoquelaampara…Yañadiósonriendodeunamaneraterrible:—¡Yaves,casinada!Ylevolviólaespaldadespreciativamente.Eleuterionosemoviódesusitio.YaibalejosDoroteocuandoseleocurriógritar:—Yaquemedejaustedvivirunratitomás,voyaseguirtrabajando.Doroteosevolvió:—SiRamónllegaaenterarseestateprevenido.Tomaunpapel,hazunacruz,
yponestodebajo,sihablastemato…¡yo!—¡Malditasea!Elviejorepitióamenazador:—¡Yo!Ysealejólentamente.Eleuterio entró en la obra. Sus labios se contraían con una risa nerviosa;
mientrasrepetíaenvozbaja:—¡Porvidadelabuelo!…¡Tienegracia!
***
Dieronlascinco.Delaobrafueronsaliendolosalbañiles.Terminabalafaenadeaqueldía.RamónyEleuteriosalierondelosúltimos.Caminabanjuntosyensilencio.Elgeniodeladesgraciahabíaqueridoreunirlos.¡Elsilencioesunmonólogodelalma!El silencio de dos, el de dos individuos que se hallan juntos, es un doble
diálogoíntimo,enelquecadaunohacedeciralotroensuconversacióníntima,loquenohadecircuandoelsilencioserompa.
Y las primeras palabras que siguen al silencio son las débiles y las peormoduladas.
Sonpalabras,porquesellamanasí;perosiempresonalgomás.Eleuterio y Ramón espiábanse sin inquirirse con la vista. En secreto es
probablequedesearanalejarseymarcharcadaunoporsusenda;peroensecreto
tambiénsequedabanporqueteníanquerealizaralgo.—Anoche—dijoEleuteriosinmirarlefrancamente,comohablandoconsigo
—noshicistelapascua.—No sería tanto—contestó Ramón alzando la cabeza como si tratara de
sincerarseanteunsuperior.—¡Casinada!Y continuó animado por el movimiento manso, tranquilo, sin ánimo de
lucharquesorprendiera:—¡Figúratequetodalanocheestuvimosesperándoteenlatabernadelaseñá
Justa!—Nopudeir.—¡No pude! ¡No pude! Y lo dices así resignado. Parecementira a dónde
lleganloshombres.—¡Eleuterio!—Bueno,nohayqueenfadarse.Ramón,despuésdeunalargapausa,comosiquisiesesatisfacerasuamigo,
murmuró:—Hombre,ibaasalir,peroloquepasa;empezólaSoledadconque«¡sino
salgas, que si luego vienes tarde y no puedes madrugar!…». Total, que mequedé.
—Yalovimos…—Pornoandarconcamorras.—Yporqueeresunbragazas,dilodeunavez.—¡Nodigasburrás!—¿Qué burrás? ¡He dicho el evangelio! Tú, que eras de soltero el primer
gachóparalasjuergas,yelprimertíotrayéndosealegríasychirigotasycosas…Tehas casado, ¿yqué?Puesque tumujer te tasa el tabaco, y te acuesta a lasnueve,ynotemandaalaobraconbarberopormilagro…Peroquisierayovercómotellevapordentro.
—Notienesrazón.—Latengo.Ytelodigoporqueteaprecio,yporquesientoqueunhombre
comotú,estéhaciendodereíralosamigos…—Hombre,eso…—Esoes lapuraverdad. ¡Haciendode reír!Y tedirémás; tediréqueme
chocaqueuntíoconquinqué,quehacorríomásqueelviento,yquesehametíohastaenlasrendijas,ignoreaestashorasquenohayningunamujerquevalgala
penadequeunhombreseesclaviceporella.¿Looyesbien?¡Ninguna!…Ramónlemiró,convulsoporlacóleraquepocoapocoseibaapoderandode
él.—Hombre,algunasíhabrá…Eleuteriosonrióburlonamente:—Ninguna.—Puedequelamía…RamónasiódeunbrazoaEleuterioyseloapretóconfuerza.Eleuteriosedesasiócontrabajo.Hizounademánparacontestar,ysedetuvo
cambiandodegesto.Despuésmurmurósocarronamente:—¿TúleeselHeraldoporlasnoches?—¡Yosí!…RamónnoapartabalosojosdelrostrocontraídodeEleuterio:—Puesallívienenlamardenoticias…Ramónsedetuvoamenazador:—Oye,tú,¿quéquieresdecirconeso?—Quemedan lachaciertoshombres…Ymeatufaverteaborregado…¡Y
quenada!Andacontumujer…Yallátú,ynosalgasdenochequehayrelente.Peronohagasreíralosamigos.¡Esunconsejo,créemelo!…
Quisoalejarse,peroRamónlecortóelpasocongranenergía:—Oye,tú…Esque…Aguarda…Hablaclaroque…En la voz del albañil se advertía una gran ansiedad. El otro lemiraba sin
contestar.Ramónrugió:—Vasahablarahoramismo,otearrancolalengua…Eleuteriorepusoconfingidacalma:—¡Peronoseasniño,señor!…Teazarasdetodo.Ramónleinterrumpióconnobleentereza,laenterezadeloshombresfuertes:—Notemolestes.Estoydecididoaquehables.Vengaloquesea.Ycambiandorepentinamentedetonoydemaneras,añadióamenazadorya:—Deaquínotemuevessinquedesembuches.¡Habla!Todavía Eleuterio quiso excusarse. No lo hacía por generosidad, sino por
cobardía.Eleuteriosedisculpaba:—Peronoseasprimo.Todohasidounabroma.
DenuevoRamón le interrumpió.La cóleradel albañil iba en aumento.SuvoztemblabaaldirigirseaEleuterio:
—¡Mentira!Te conozco.Túeresde losqueusan labromacomo tanteo,ycuando das con el sitio en que puedes hacer más daño, allí arreas…Conquevenga,¿porquésoyunbragazas?¿Porquéhagodereíralagente?¿Porquémimujer—y esto es lo queme interesa—no vale la pena de que yo la quiera?¡Dilo,sobretodoestoúltimo,dilopronto;siesbromaparaescupirtealacara!…
—¡Ramón!—Paraescupirte a la caraypagarte así toda laguasaconquem’asestado
haciendo servir de mono delante de la gente…Y si no es broma… Si no esbroma, tienequeseruna infamia:yyoquierosaberqué infamiaesesaqueosafilaatodoslalenguaconquemepincháisatodashoras…Habla,Eleuterio.
Eleuterioestabapálidocomolamuerte.Tartamudeabasusdisculpas:—Mira,chico,túeresunescamónyhastomadomispalabrasenunsentido
queyonoquería…—No sigas. Vas mal. Las excusas para los tontos, aquí la verdá. Tú has
habladoyportipasojuntoalagenteyoigounrunrunquemetienesinsosiego;mevuelvoylagenteseríe,ysimirodisimulan,comosimevierancolgadaalaespaldaunamaulaquenadiequierequitarme…Hazmetúese favor…Yaverquémaulaesestaqueyonoveo…
—¡Esonoesnada!…¡Escamatuya!Nosotrosnosreímosde…—¡Demí! Y eso no lo tolero. Tú no sabes nada y eres un canalla ruin y
envidioso.Ahorateasustasdehablarporquemetienesmiedo…—¡Ramón!…No sé quiénme dejó la paciencia pa oírte porque no seme
acabaylamíaesmuypoca…—Pues yo te la acabaré; dices lo que dices, porque envidioso de verme
contento,picascomounavíboraenmialegríaaversilaenvenenas.Eleuteriointerrumpióconrabiosadecisión:—¡Mentira!¿Loquieres?…¡Ahíva!¡Mentira!¡Habloporquepuedo!…—¿Quédices?—Poramistadteheadvertido.Poramistadhecallado.—¿Quécallas?¡Diloclaro!¿Quépuedescallartúdemí?—¡Noesdeti!…Esde…Ramónlemiróaterradoytrémulo:—¡Ay!Eleuterio,aguarda…Oye…Esdemimujer.Eleuteriobajólacabezasolapadamente:
—¡Mira… desagradecido, yo te quiero como tu mejor amigo! Te veoarreado,trabajando,pegadoalacarasindisfrutardelmundo…hechounazacán:¿paraquién?…Paraquiennolomerece…
Ramónmurmuróconlavozangustiadadelnáufragoquepideauxilio:—¿Quédices?…¡CallaEleuterio!…PeroEleuterioyahabíahundidoelpuñalenlaherida,y lorevolvíaenella
concruelensañamiento:—Paraquienno lomerece,porque fuea tusmanosaengañarte,cuando la
habíatiradodelassuyasotroqueyanolaquiso.—¡Mentira, ladrón! ¡Di que es mentira! ¡Di que ella no ha sido de otro
hombreporquetemato!RamónseabalanzóalcuellodeEleuterioqueriendoahogarle.Eleuterioescabullosecomounreptildeentreaquellasmanosdehierro:—¡Tengolaprueba…aquí!…Ramónlepersiguió:—¡Ladrón,diqueesmentira!…Ungritopartiódedetrásdelacerca:EraSoledad,quelohabíaoídotodo:—¡No!…¡No,Ramón,noesmentira!…Ycomosiaquellaspalabraslehubiesencostadounesfuerzosupremo,cayó
desmayada.
C
CAPÍTULOII
SOLEDAD
OMOsueleacontecerconcasitodosloshijosúnicos,Soledadhabíasidocriada con extraordinario mimo. Su padre Jacinto Narváez, o el señor
Narváez como le llamaban en la oficina donde desempeñaba el cargo deconserje,eraunhombredehábitosregulares.
Treinta años largos, pasados en una antesala del antiguo Ministerio deFomento,habíanporcompletometodizadosuvida.SecasarasiendoAyudadeCámaradeunimportantehombrepolítico.Cuandosuantiguoamofueelevadoalministerio,elseñorJacintosepusoenlasmangaslosgalonesdeOrdenanza.
Esefueelaccidentemásserioymásfelizdesuvida.Para casarse y organizar su casa, tuviera, como él decía frecuentemente,
necesidaddeempeñarhastaelnombreyelapellido,contrayendounempréstitobajolafianzadeunantiguoamigo.
Eseempréstitoconstituyódurantemuchosaños suexclusivapreocupación,hasta que el encumbramiento de su antiguo le elevara a las altas regionesoficiales donde halló resuelto el problema de la vida, sin más trabajo queencenderlosbraseroseninvierno,ytenerenveranoaguafrescaenlosbotijos;améndeestardispuestoentodaslasestaciones,parallevarrecadosalcafémáspróximo.
Con la prebenda en el ministerio coincidieron otras mil gracias que laProvidenciatuvoabienotorgarle.
FueentretodaslamásimportanteelnacimientodeSoledad.Laniña trajoalhogarunaventuranueva.ConelnacimientodeSoledad la
alegría parecía haber cristalizado en aquella casa. Huyeron los días negros,huyeronlashorastristesyaburridasdelosmatrimoniossinhijos;lafelicidadseinstalara allí, como una buena y fiel ama de casa.Marido ymujer gozaban apartirdeentoncesladeliciamonótonadelvivir.
ElseñorJacintoengordó,echópanza,ytodoéladormecioseenelperezosoquietismodesubienestardoméstico.
Enlaoficina,leíalosperiódicosydormíalasiesta.
Noteníadeudasnienfermedadesniopinionespolíticas.Eracatalánderazaydenacimiento,yteníaenellogranvanidad,comosuele
aconteceramuchosespañolesnacidosenelantiguoyheroicoPrincipado.LaseñoraSole,sumujer,eracomoél,unacriaturadócil,sintemperamento,
ycasisincarácter.Dios habíale dado la felicidad en la proporción de sus ideales de ventura
doméstica.Nocreíaquesepudiesesermásfeliz,anoserporeldinero.Como el común de las gentes, atribuía a la fortuna el origen de toda
felicidad.Asídecíafrecuentemente:¡Sinosotrosfuésemosmuyricos!Yesteeraelúnicoarrobodesuimaginación,cuandosemetíaadivagarsobrelafelicidadajena.
ElseñorJacinto,enlosprimerostiemposdecasado,llamaraasumujerSole.Despuésqueseinstalaraenlapazdomésticaqueleproporcionaraelministerio,había dado en llamarla la Patrona con una punta de gracia chabacana comosuelenhacerlosindividuossatisfechosdelavida.
Entrelosdos,laniñavinoaconstituirelobjetodeuncultocomún,ajenoatodosentimientopaternoomaternoyvecinodelareligiosaadmiraciónquelasalmassencillasconsagranatodoloqueselesfigurasuperior.
Aquellaniña,tanbella,taninteligente,queerasuhija,lesparecíadeotros,deotragente,deotracasta,deotracondición.Diríasequereconocíanconunaextrañahumildadquenoerandignosdeella.
Sueledecirsequeelmalnodura toda lavida,yesverdad.De la felicidadpudieradecirselomismo,yquizásconmásrazón.
UndíaelseñorJacintosefuealaoficinamáscontentoquedeordinario.Enla antesala delministerio, donde ejercía sus funciones, leyóElImparcial y sedurmiósobreelbrasero.
Nodebíadespertarsemás.Unataquecerebralcortóelhilodesuvida.Entrecuatrolecondujeronasu
casa.LaseñoraSole recibióungolpe terrible.Fuecomounamazadescargadasobresucabezaporelbrazopoderosodeuntitán.
Como dice la locución vulgar, el muerto se había llevado las llaves de ladespensa.Elhadade ladicha,durante tanto tiemposentadaenaquelhogar,sealejólentamente,sinvolverlacabezaatrás.
Empezaron los días tristes, los días sin sol. Se agotaron los recursos. LaseñoraSole tuvoqueafanarsea trabajar.Durante lasausenciasdesumadre laniñaquedabaencomendadaalcuidadoyvigilanciadelasvecinas.
Secriabaenfermiza,comounaplantaenlaobscuridad.LaseñoraSole,notardóeninclinarlacabeza.Losafanesylosdisgustosla
vencieron.¡Soledad,muyniña todavía,quedóhuérfana!Su tío, el señorDoroteo, con
unodeesosarranquesdecorazóntanpropiosdelagentedelpueblo,larecogióensuhogar,ylamirócomoahija.Asíllegóalosveinteaños.
EnaquellaedadSoleeraunamujercomosuelenseralostreinta,cuandolavidaimprimealtipohumanosusellodefinitivo.
Altayesbelta,lasmanosdelgadasynerviosas,elbustollenodenobleza,elrostroradiante,lacabezamodeladacomoladeunaDianaantigua.
Teníalosojosnegroseintensos,hechosparamirarsinperturbaciones,ysincuriosidades,ojosfrancosqueseabríancomodosventanossobreelalma.
Labocaeradeundiseñopurísimo,elmentónfuertecomoeldeunapatriciaromana,lafrenteluminosa,bombeadadeinocencia…
Detodasupersonaemanabaunagranserenidadyunagranpureza.¿Eraalegre?¿Eratriste?Enrigornadiepodíaalabarsedeconocernisutemperamentonisucorazón.Sus tíos la tenían por una muchacha muy seria y muy formal, de una
formalidadavasalladoraquelosdominabacomounacosasuperior.Cuandoniñahablabapoco:eraconcisa,lomismoenloquedecía,queenlo
queejecutaba.Hastasuscariciasysusbesosparecíannítidos,comoexpresióndesupensamiento.
Llegóalapubertadsinquesucaráctersufrieseperturbaciónalguna.Sehizomujer,comosiyaanteslofuera,yaparecíasesúbitamentedesarrolladaalosojosdesustíos,yasíselesentraseporlaspuertasadentro.
—¿Has reparado cómo ha crecido la pequeña? —dijera un día el buenDoroteoasumujer:
—Esverdad.Parecequedeundíaparaotro.Yasífuera.Deundíaparaotro.
SOLEDADSEENAMORÓ
Las relaciones de Soledad con Víctor, el pintor, fueron en sus comienzosobjetodealgunaperturbaciónencasadelseñorDoroteo.
¿Cómonacieraaquello?Losmismosinteresadosnolosabían.Eslociertoqueunatarde,hallándosesentadosalapuertadesucasaelseñor
Doroteoysumujer,estereparóenVíctor,queatisbabadesdeunaesquina,comosiespiaselacasa.
—¿Quiénesaquelprójimoqueestámirandoparaaquí?—inquirióDoroteo.Pero la señora Jesusa, que ya llevaba algunos días observando aVíctor, y
además tenía sorprendidaaSoledad siguiéndole con lavista,pordetrásde losvisillosde lasventanas, fingió sorpresa, paranodescubrir a lamuchacha, quesospechabacomprometida,ydijoenrespuestaalapreguntadeDoroteo:
—¡Nosé!Doroteomirabadereojo,hacialaesquinadondeVíctorestabaapostado:—EsprecisodiquelarmuchoJesusa.Lachicaestáenunaedadpeligrosa,y
Madridestállenodegalopines…LaseñoraJesusanorespondió.Laconversacióntomónuevosrumbos.Únicamentedenoche,antesderecogerse,labuenamujerentróenelcuarto
deSoledad,yprocurósondearladiscretamente.—Miraque tu tíoha reparadoenungachíquehacedíasanda rondando la
puerta.Tencuidado.Piensaloquehaces.Soledad,queeradeunagranlealtaddecarácter,quenomentíanunca,yque
ademásposeíaesaintrepidezdeacciónpropiadelasalmasnobles,respondiósinturbación:
—Noseapure.Siesquienmefiguro,esunchicoformal.SellamaVíctor,espintor.
La señora Jesusa no quiso hacerle objeciones. Sin embargo, retirose muypreocupadamurmurandoapenas:
—¡Miraloquehaces!¡Miraloquehaces!AlcabodealgúntiempoelseñorDoroteocomprendióquehabíanoviazgo,
perotampocopasóacensurarabiertamenteasusobrina.Comenzó,sí,atratarlaconmenosfamiliaridadqueantes,yporúltimoencerroseenunsilencioferoz.
Soledad, por su parte, no quiso prolongar esta situación, y una nochemientras cenaban resolvió provocar las necesarias explicaciones para ponerletérmino.
—Eltíoestáquetrinaconmigo—dijolevantandohaciaDoroteosusgrandesojos,llenosdeunaserenidadperturbadora.
Doroteo no respondió. Poseído de un súbito acceso de cólera, arrojó laservilletasobrelamesa,selevantó,eibaasalirconviolencia.
Antesdequepudieserealizarsupropósito,Soledad, levantándose también,lepusodulcementeunamanosobreelhombro,yhaciéndolesentardenuevo,ledijoasí:
—Tío,hagaelfavordeoírme.Nomeparecequelemerezcaesosmodos.Doroteo guardó silencio sin mirar a Soledad, y pareció dispuesto a oírla,
comosicedieseaunaviolencia.—Vamosaver,tíoDoroteo,¿porquéseincomodadeesamaneraconmigo?Doroteo no contestó. La señora Jesusa miraba a Soledad con gran
azoramiento.Sipudiesetaparlelaboca,loharíadebuenagana.Perolamuchacha,sinrepararennada,continuócongranresolución:—¿Tiene algodeparticular queme interesepor unhombre? ¿Noestoy en
edaddecasarme?ElbuenDoroteonosecontuvomásydijo,omejorgruñó:—Enlaedaddehacergansadas.—Bueno,serángansadas…YdespuésdeunmomentoSoledadañadiósonriendo:—Peroelsergansadas,comodice,noimpidequelomismoustedquelatía
lashayanhechoamiedad.LaseñoraJesusainterrumpióentonodecensura:—¡Muchacha!¡Muchacha!…—Perdone, tía Jesusa; pero si el tío Doroteo entiende que es gansada el
casarse,¿porquésecasóél?Lascosashayquedecirlastalcomoson.Doroteointerrumpió:—La gansada no es casarse. La gansada, por no decir otra cosa peor, es
buscarnoviosenlacalle.Unamujer,comodebenserlasmujeres,nosecasaconelprimeroquepasa.
Soledadcallóllenaderubor.Reinóunlargosilencio.LaseñoraJesusatemiendoquesurgieseunconflictoentretíoysobrina,dijo
amododeamigablecomponedora:—Lomejoresnohablarmásdeeso.PeroSoledadseopuso:—No;esprecisohablar.
Yprosiguió:—TíoDoroteotienerazón.¿Peroquélevamosahacer?Yonosalgodecasa
si no es para ir al obrador, y en el obrador no hay puesto de novios. ¿Dóndeelegirleentonces?
Doroteoinsistiómoviendolacabeza:—Tedigoquenoesen lacalledondeseeligen.Túmisma teconvencerás
coneltiempo.Soledadcontinuótodavía:—Yo creo que lo mismo en casa que en la calle se puede encontrar un
hombrequenosseasimpático.Doroteolainterrumpió,peroestavezdeunamaneradefinitiva:—Enfin,noquierosabermásdeeseasunto.¡Tualma,tupalma!Selevantóysalió.DeestavezSoledadnoledetuvo.Miróasutía,yesta,acabandoderebañar
elplatoconunacortezadepan,dijotranquilamente:—Déjale,muchacha.Yalepasará.Peronolepasó.Durantemuchotiemposemanifestóserioconsusobrina.Al fin, un día decidió aceptar la situación con aquella filosofía cachazuda
queeraelfondodesucarácter:—Enfin,¿quiénesesediosApolo?—preguntóasumujer.LaseñoraJesusa,satisfechaalverdisipadoelnublo,dioexplicaciones.El pretendiente de la Sole era un buen muchacho, serio, muy trabajador.
Dineronotenía,perotambiénesverdadqueempezabaavivirelpobrecillo.LaideadequelaSolesecasaseconaquelprójimodetanescasosrecursos,
todavíasublevóalbuenDoroteo.—Conbuengalopínseemplea.Podíahaberescogidomejor…PerolabondaddeSoledadtornabaasusojoslegítimostodossuscaprichos.
Ademásdeeso,noqueríadisgustos.Estabaviejo,ylavidahayquetomarlatalcomoes.
Acabópordecirse:—¡Dejarla!¡Quehagasugusto!Yluego,irritado:—Peroquenomeanderondandolapuerta.Noquieroamordeventaneo.La
vecindadmurmuraenseguida.Queentre.Esmásdecente.LaseñoraJesusa,queeralaconfidentadelamuchacha,corrióaanunciarle
laresolucióndesutío.PocosdíasdespuésVíctorentrabaenlacasa,comonovioadmitidoyformal.Decirquelorecibieronfríamente,esinútil.Doroteoapenasledirigiólapalabra.Sesalióalpatioysepusoafumarun
cigarro,hablandoconlosporterosqueeransuscompadres.La señora Jesusa por su parte, a pesar de su carácter expansivo y su
condicióndemujercharlatana,experimentabatambiénunagrancontrariedadenpresenciadeaquelindividuoaquienapenasconocía.
Porlanoche,tomóunrasgodefranqueza:aellanoselequedabadentroloquesentía.¡Quédiablo!Aquelindividuonoleerasimpático.
—Noséquéleencuentro,novayasaincomodarte,peromepareceviejo.Soledad se reía. ¡Viejo su Víctor! Cuando estaba en lo mejor de la edad.
Teníaveintisieteaños.Aúnnoloscumpliera.LabuenaseñoraJesusanosedabaporconvencida.—Notealabesdetenerbuengusto,muchacha,pareceunestoque.Soledadreplicaba:—Porqueestáenfermo.SoledadhablabadeVíctorcomosileconociesedetodalavida.Hablabaenvirtuddeesasimpatíaqueparececonfundirlasindividualidades
delhombreydelamujerenunasolaindividualidad.Casi indignadaprotestabadequeVíctor,sunovio,eraungallardomozo,y
quehabíamuypocosquepudieranigualarseconél.—Tienesufridomucho,pobrecillo.Sufrimientosdelalma,penas,tristezas.LaseñoraJesusanadadecíaencontrario,peropersistíaennohallarnibello
nisimpáticoalnoviodesusobrina.Puededecirsequejamásunextrañopenetróencasaajenaencondicionesde
tanfrancahostilidad.Poco a poco, volvió la tranquilidad a reinar en aquel honrado hogar de
burgueses, hasta que acontecimientos ulteriores hubieron de perturbarla porcompleto.
Víctorsolíahacersuvisitaunavezanochecido.Hablabacomocosadeunahora,encuchicheosconSoledad,yseretirabapretextandograndesquehaceres.
Algunas veces se pasaba cuatro o cinco días sin aparecer por casa de sunovia.
Estas ausencias, si bien causaban disgusto a Soledad, no le infundíansospechas.
ConfiabaenVíctorconlafeilusadelasmujeresenamoradas.Creíaensuspalabras,comosifuesenlaexpresiónmásnítidadelaverdad.AquientodoaquelloleparecíaextrañoeraalaseñoraJesusa,queafirmaba
nohabervistounenamoradosemejante.Labuenaviejateníarazón.Pero lo que ni ella ni nadie sospechaba en aquella casa, era queVíctor el
pintorestuviesecomprometidoconotramujer.¡Yquémujer!
L
CAPÍTULOIII
CRIMENMISTERIOSO
OSvendedoresdeperiódicos,pregonabanavocesElLiberalconlanoticiadelcrimenmisterioso.
ElImparcialsiemprepeorenterado,nodecíanada.LaseñoraJesusa,queporserdomingosepermitíahacerhuelgoenelpatio
conotrasvecinas,compróElLiberalllenadecuriosidad.Labuenamujerperecíaporloscrímenes.Elportero—unguardiamunicipalpartidariodeSagasta—leyóelperiódico
enaltavoz.Lasvecinasoíanconreligiososilencio.Solodetiempoentiemposelevantabanráfagasdemurmullosquecubríanla
vozdellector.Cuandoelporteroterminólalectura,lasvecinassedespacharonasugusto.Todoerancomentariosydeducciones.LaseñoraJesusarecogióelperiódicoyentróensucasatremolándolecomo
unabandera.Doroteoaúndormía.Eraunlujoquesolamentepodíapermitirselosdomingos.Pero entonces se desquitaba.Hasta las doce era imposible arrancarle de la
cama.Sentadaalacabecera,laseñoraJesusa,lerefirióelcrimendequehablabaEl
Liberalconabundanciadepormenores.Después,siempreagitada,atravesóelcorredor,empujó lapuertadelcuarto
deSoledadyentró.Elcuartoestabaaobscuras.LaseñoraJesusapronuncióenvozbaja.—Soledad.—¿Quéhay,tía?—¿Sabesquéhoraes,muchacha?Soledadnorespondió.
—Lasnueve.¡Seráposiblequeaúnestésdurmiendo!Almismotiemposedirigíaalaventana,yabrióunacontra.Soledadbalbuceó:—Noabratanto,tía.—Sisonlasnueve.—Noimporta.Sinresponder,laseñoraJesusaseacercóallechodesusobrinataninquietay
afanosa,queSoledadpareciódespertardefinitivamente.Incorporándoseamedias,preguntó:—¿Quépasa?LaseñoraJesusa,recelandohaberlaasustado,seapresuróadecir.—Cálmate.Novanadaconnosotros.Soledadinsistióconmuestrasdeimpaciencia:—¿Quéesentonces?LaseñoraJesusaleenseñóElLiberal.—Uncrimen.Soledad se puso extremadamente pálida, y dejó caer su cabeza sobre las
almohadas.Rápidamente la señora Jesusa contó el crimen, toda palpitante como si
hubieseacudidoaél.Soledadnosemovía,parecíamuerta.—¿Quéteparece?¡EnplenoMadrid!¡Matarasídosmujeresdedía!…Soledadnorespondió.LaseñoraJesusamurmuródemalhumor:—¿Estástodavíadurmiendo?CasiimperceptiblementeSoledaddijo:—¡No!LaseñoraJesusaprosiguiómuyanimada:—¡Yseráncapacesdenoecharlelamano!Soledadpareciósalirdesuestuporypreguntó:—¿Aquién?—¡Aquienhayasido!…Enestotocaronlacampanillaconviolencia.Lasdosmujeresmurmuraronauntiempo:—¿Quiénserá?La señora Jesusa, que fuera a abrir, volvió diciendo que era un bruto, que
veníapreguntandosivivíaallíunafamiliadePalencia.Soledad, que aquella mañana parecía estar excesivamente nerviosa, no se
repusodelsustoy,dejándosecaerparaatrás,rompióenunllantoconvulsivo.LaseñoraJesusamurmuró,inclinándosesobreella:—¿Quétienes,muchacha?¿Quéeseso?Soledadnorespondió,llorandoagobiada,todasacudidaporviolentacrisis.LaseñoraJesusavolvióarepetir:—¿Peroquétienes?Responde…Soledadmurmuróentrelágrimas:—Nada.LaseñoraJesusaledijoquesesosegase,quedurmiese.Selamentabadehaberidoadespertarla.Cuandopareciómástranquilacorrió
alaventana,lacerróconcuidado,ysaliódiciendomuyquedo:—Voyaversitutíosehalevantado.AlentrarenlaalcobadeDoroteo,laseñoraJesusallamóenlaobscuridad:—Doroteo…—¿Quéhay?—¿Cuándotelevantas,hombre?—Ahora.Déjamedormir.—¿Sabes?—No.—MatarondosmujeresenMadridModerno.—¿Cuándo?—Ayertarde.—¿Sesabeporqué?—Nosesabenada.—Seríapararobarlas.—Talvez.—Dameelperiódico.—Toma.Lotraetodoexplicado.—¿Dicesquedosseñoras?—Una señora de edad y la criada… Degolladas… ¿Has visto? A aquella
hora…—¿Quéhora?—Lassiete.—Senecesitaatrevimiento.
YDoroteodesdoblandoelperiódicosedispusoaleer.Como el marido parecía interesarse la señora Jesusa corrió a abrir las
ventanas de la sala para dar luz a la alcoba que era interior. Le decía que eratarde, que se levantase, toda impaciente como si el drama de las dosmujeresdegolladas,vinieseatraerunanuevadiversiónalacasa.
Despuéssalió, fuea lacocina, fregoteóalgunoscacharrosyatizóel fogón.Porúltimobajóalpatioendondeaúnseguíandepláticaalgunasvecinas.Perosúbitamente se acordó de su sobrinaSoledad y volvió a la casa, y entró en laalcobadelamuchacha.
Alempujarlapuertapreguntó:—¿Estásmássosegada?—Sí,estoy.Mehizoimpresiónaquellahistoria.—Peroquémelindrosaeres,criatura.Fueaabrir laventana,dar luz,aairear.Quesaliesede lacama.Estabaun
domingoespléndido.YsinrepararenlaextremapalidezdeSoledad,nienladurarigidezdesus
faccionesniensumiradasombríanientodoaqueldolorosoairedeconmocióncontenido,lecontóeldramadelasdosmujeresdegolladas,aqueldramadequehablabantodoslosperiódicosdelamañana.
—Imagínate,cuandoestamañanamelocontólaportera.SumaridoleyólanoticiaenElLiberal.Ahoraloestáleyendotutío.Tedigoqueponelospelosdepunta.Dosmujeressolasenunacasayunmalvadodelapeorley.Lacriadaaúnnomurió.Lallevaronalhospitalgeneral.Tienelacabezacasicortadaperovive.Lo que debe sufrir la pobre criatura. Calcula con qué fuerza le cortarían elpescuezo,quelanavajaquehallaronenelsueloestabarota.¿Peroquétienestú?¡Soledad!…¡Soledad!…
Soledad dejara caer la cabeza pesadamente sobre las almohadas y helada,inmóvil,rígidaparecíaunamuerta.
—¡Soledad!¡Soledad!Soledadnorespondía.¿Desmayada?¿Muerta?Sediríaquemuerta.—¡Soledad!—gritóaúnlatíasacudiéndola.Peroellanorespondía.Pálidaymudaparecíacomosilavidahubiesesúbitamenteparadoenaquel
corazón.Entonces, haciendo un esfuerzo sin abandonarla ni separarse de su lado,
llamándolasiempre,sacudiéndolasiempre,laseñoraJesusagritó:—¡Doroteo,Doroteo!Y era tan aflictiva su voz, tan angustiada que como por encanto Doroteo
aparecióenlapuerta.—¿Quépasa?YlaseñoraJesusa,respondiósinabandonarlacabeceradesusobrina:—Nosé,parecemuerta.Sin decir palabra, Doroteo, presuroso y alarmado, tomó las manos de
Soledad, le palpó la cabeza, observó si respiraba, humedeció el rostro, leaproximóa lanarizun frascodecoloniaque fuera abuscar todopalpitante alfondo de un armario mientras la señora Jesusa continuaba entre lágrimasllamándola:
—¡Soledad!¡Soledad!Doroteoleadvirtió:—No la asustesmujer. Esto no debe ser nada. La portera que vaya por el
médicodelasociedad.Queledigaquevengaencuantopueda.Ydespués,recapacitandounmomento,añadió:—No,yomismoiré.Ycorrióavestirseporquesololoestabaamedias.LaseñoraJesusalegritóangustiada:—¡Notardes!—Enunvuelo.YsalióDoroteoacabandotodavíadeabrocharseelchaleco.LaseñoraJesusacorrióalapuertayechóelcerrojo.Entre tantoSoledad, inmóvil,noparecíarespirarsiquiera.Ensusfacciones
no había alteración grande, había solamente dureza. Diríase que su rostro sehabíapetrificado.Si estabamuerta, lamuerte sorprendiéralapensandoen algoterriblementetrágico.
Lacrudaclaridaddeldíaentrabaampliamenteporlaventanadelaalcoba.
***
DelcrimendeMadridModernohablaronlargamentelosperiódicos.
Durantemuchosdíassirviódepastoatodaslasconversaciones.Fue uno de esos crímenesmisteriosos que tienen el privilegio de atraer la
curiosidadpopular.Uncrimensoloexplicableenelmediotormentosodeunagrancivilizacióny
deunagranciudad.La noticia de un crimen como el de que vamos a ocuparnos, revestido de
circunstancias tan pavorosas, debía necesariamente producir una impresión deespantoenunbarriotanpacíficoyburguéscomoeldeMadridModerno.
Al principio las gentes se negaban a creerlo.Muchos dudaban, afirmandoqueMadridModernonoerabarrioparatragediasdeaqueljaez.Supúsosequesetrataba de una invención periodística y alegábase entre risas que dosmujereseranmuchagenteparaunasesinosolo.
Así cuando se confirmó que el crimen se practicara en las condicionesreferidasenlosperiódicos,experimentoseungrantemoryungranpasmo,comosiunaplagadesconocidaynuevaacabasedeinvadiraquelpacíficovecindario.
Durantemuchosdíasno sehablódeotra cosa en las tertulias caseras.Laspuertassecerrabanconexcepcionalesprecauciones.
Elquemásyelquemenostemíaencontrarensucasa,debajodelacama,enelinteriordeunarmario,alhombrematadordelasdosmujeres,ysinoaesteaalgúncompañerosuyo,porqueluegosehablódelaexistenciadeunacuadrillaytoda la gente se dispuso a estar precavida en virtud de ese fenómeno desobresalto que nos hace imaginar siempre que las desgracias tienden areproducirse.
¿Cómoseefectuóelhecho?Alanochecerdeundíade abril, losvecinosde la calledeCastelar fueron
sorprendidos por los gritos desesperados de unamujer que desde una ventanapedíasocorro.
Cuandoacudieronlasprimeraspersonas,yalosgritoshabíancesado.Losvecinosquehacíancorroenlacallesemiraban,preguntándosededónde
habíansalido.Enestounaviejaqueestabaenunbalcónindicóconeldedo,pueselsusto
apenasladejabahablar,laventanadelsegundopisodondevivíanlosseñoresdeNeira.
Inmediatamente, dos transeúntes decididos entraron en el portal y echaronescaleraarriba,seguidosporalgunasotraspersonasdelavecindad.
Llegabanalprimerdescanso,cuandounindividuoquesalíalesdijo:
—Enelsegundopisopedíansocorro.Subanustedesaverquépasa…Nadiereparóenaquelhombre.Eradenocheyenlaescaleraapenasseveía.Lagentequeentrabasubióentropelhastaelsegundopiso.Ibanatirardelacampanilla,cuandoconsorpresayterrorvieronentornada
lapuerta.Todosretrocedieron.Unodelosqueibadelanteexclamó:—¡Estáabierta!Hubounsilencio.Luegootropreguntóenvozbaja:—¿Seráaquí?Unvecino advirtió que debía tocarse la campanilla, no fuese a entrar toda
aquellagentederondónenunacasadondelapuertahubiesequedadoabiertapordescuido.
Otrasmuchasvocesrepitieron:—¡Toquenlacampanilla!Unodelosqueibandelantetiródelcordóndelacampanillatímidamente.Losdeatrásgritaron:—¡Conmásfuerza,hombre,conmásfuerza!Elotrotiróentoncesviolentamentedelcordónylacampanillavibróentoda
lacasa.Por un momento esperaron en la obscuridad de la escalera que saliese
alguien.Unomásresueltoexclamó:—Nadieresponde.Entraremos.Entre tanto, agujereando por entre la multitud que se aglomeraba en el
primertramodelaescalera,aparecióunpolicía.Lallegadadelguardiatrajolaseguridadylaconfianza.Losqueestabanenlosprimerosescalonesanunciarondesdeabajo:—Aquíestáunpolicía,aquíestáunpolicía.Comolacasaestabaaobscurassepidióluz.Algunosencendieronfósforos.Aentrarnoseatrevíaninguno.Delpisoprincipaltrajeronuncandelera.Soloentonces,yconelguardiamunicipalalfrente,fuecuandolosvecinos
sedecidieronaentrar.Unosqueríanirdelante,perolosmássehacíanlosreacioseibanquedándoseatrásposeídosdeunvagorecelo.
Unavozpreguntó:—¿Dequiéneslacasa?—¿Lafinca?—No.Elpiso.Unavieja replicóentoncesqueenelpisovivían los señoresdeNeirapero
queelmaridosehallabaausentedeMadridhacíaunosdías.Cuandoelpolicíaseguidoporlosvecinosentróenelpasillolacasaestabaa
obscuras. Un vecino alumbraba con el candelera levantado a la altura de lacabeza.
El policía, poseído de un recelo invencible y repentino, gritó dirigiendo lavozhaciaelinterior:
—¡Eh!¡Lagentedelacasa!Eldelcandeleraleatajó:—Excusausteddellamar.Yasevequenoresponden.ElagentedeOrdenPúblicoy losvecinosque le seguíanpenetraronporel
corredorpavorosamenteyensilencio.Haciaelfinalunapuertaentreabiertaquedabaaungabinete,lesllamólaatención.
Elhombrequellevabaelcandelerailuminórápidamenteelaposentoycomonadaviesesiguióalpolicíaporelpasillo.
Elpasilloterminabaenotrovolviendoalaizquierda.Losqueavanzabanporélsedetuvieronparavermejor.Elagentemurmuró:—Aquídebeser.Bruscamenteelhombredelcandeleravolviólacabeza.Linacorrientedeairepasóconviolencia.Seoyóungrito.Elcandeleraseapagaba.Unavozroncaexclamóenlaobscuridad:—¡Luz!¡Luz!Otrasmuchasvocesrepitieron:—Quetraiganluz.Fueaquelunmomentodeansiedad.—¿Quéserá?—¿Quéhabráaquí?
—¿Quiéngritará?—¡Eranvocesdesocorro!—¡Vozdemujer!Deesta suertemurmuraban todosen laobscuridad, apretándose losunosa
losotros,sintiendotodoselescalofríodelmiedo.Unbuenhombrequepasabacuandoseoyeron losgritosyquesubierapor
casualidadqueríaretroceder,perolosdeatrásseloimpedíanempujándolehaciaadelante.
Elpobrehombrerepetía:—¡Déjenmesalir!¡Déjenmesalir!Peronadielecontestabanisemovía.Todosrecelabanmoversedesulugar.Cuandollegóotrocandelerayvelas,hubounmovimientodesatisfacción.El
buen hombre que a todo trance quería salir pudo escabullirse, limpiándose elsudorquelecorríaporlafrente.
Entre tanto,habían llegadovariosagentesyun inspector,elcualpusocasitoda lagenteen lacalleydosguardiasen lapuerta.Soloentonces sepenetródecididamenteenlacasa.
Alolargodelcorredordeunoydeotroladolapolicíafueabriendopuertasyregistrandohabitaciones.
Diríasequelacasaestabadeshabitada.Primeroregistraronunaespeciedecuartodevestirtodoocupadoporungran
armario de tres espejos.Después una vasta alcoba con dos lechos demadera,luegouncuartodebaño;todoestoaladerecha.
A la izquierda registraron un aposento desocupado, un cuarto que parecíadestinadoaunacriada,unespaciosocomedor,adornadoconenormechinero,ydosmajestuososaparadoresderoble.
Porúltimoentraronenlacocina.Loquedesdeluegollamólaatencióndelinspector fue el hecho de estar encendido el fogón, sobre el cual hervía unacalderallenadeagua.
Elinspectordijovolviéndoseasusubordinado:—Necesariamentedebehabergenteenlacasa.Deentreelgrupodelospocosvecinosquehabíanquedadosalióunavoz:—Faltaregistrarlashabitacionesinteriores.—¿Haciadóndecaen?—Alfinaldelpasillo.—Noreparé.Vamosaregistrarahora.Estoesmuyraro.
Enestooyéronsevocesenlapuertadelaescalera,yunodelospolicíasqueelinspectorhabíadejadodeguardiagritóenviandolavozhaciadentro:
—Aquíestáunamuchacha;dicequedesdelacasadeenfrentelovierontodo.Esunacriada.
Elinspectorsalióalpasillo:—Queentre.Perolacriada—unamozaalcarreña—noquisoentrar,ydijorápidamentea
loquevenía.Suseñoritaeraquien lohabíavisto todo.Estabacasualmentea laventana,
cuandoenladelacasadeenfrentevieraapareceralacriadadelosseñoresdeNeira,gritandollenadesangre.
Laseñoritasehabíadesmayado,peroacababadevolverensí,ycontaríaloquehabíavisto.
Eraloqueelseñoritolemandabaadecir.El inspector, impaciente, invadió entonces las habitaciones interiores.
Atravesó un aposento, después otro, mirando a derecha e izquierda. Cuandopenetróeneltercero,súbitamentesedetuvo:
—¡Jesús!Hayespectáculosqueparalizan.Elhorrorparecequetullelosmovimientos.
Losmiembrospierdensuenergía, lavozdesapareceenlagarganta, laspupilassedilatan.
Los ocho o diez hombres que habían llegado hasta el umbral de la puertaquedaronunmomentoparalizados.
¿Quéesloquehabíanvisto?¿Quéeraloquetantolesturbara?Comounmontóndeharapos,confuso,vago,inexplicable,yacíaenelsuelo
sobrelaalfombraelcuerpodeunamujer.¡Detalle extraño!Degollada con tal violencia, con tan grande furia que su
cabezanoparecíapertenecerle.Luego,aunlado,envueltoensombra,juntoaunaventanadelacualgoteaba
lasangre,comodeuncepodondeacabasedeinmolarseaalguien,otrocuerpodemujer,queaúnparecíapalpitar.
Los primeros pasos que, transcurrido el natural movimiento de asombro,dieralapolicíaenaquellaestancia,fueronendirecciónalcuerpoqueyacíaalpiedelaventana.
Elinspectorseinclinó.
Aproximaronluces.Todosdeseabanver.Lamujerporsutipoyporsutraje,parecíaserlacriadadelacasa;teníaenel
pescuezo una profunda cuchillada, asestada de través. La sangre manabalentamenteyporigual.Surostroparecíacontraídoporungestodeespanto.Susojosparecíancerradosalafuerza.
Elinspectorlaobservóunmomento,todoinclinadosobreella.Losotrosseinclinabantambiéncuriosamentequeriendoadivinarelmisterio
deloocurridoallí.¿Quéhabíasido?Deprontoelinspectorsepusoenpie,yvolviéndoseaunodelosagentesle
ordenóbrevemente:—Vayaustedinmediatamenteabuscarunacamilla.Estamujeraúnvive.Fueunmovimientodepánico.Diríase que el hecho de que la mujer estuviese viva, parecía aumentar el
horrordeaqueldobleasesinato.Conefecto:ver lamuerteante losojosysobreviviraella,esmáshorrible
quemorir.Uncadáverasusta;unsobrevivienteasombra.Pareceuncadáversinserlo,yponelospelosenpie.Volveralavidadesdelosumbralesdelamuerte,esvolverdelmisterio.Elagentequerecibieralaordendelinspectorsealejócorriendo.Ningunode los individuospresentesaestaescenadesplegó los labiospara
pronunciarpalabra.Silenciosamente, como en una cámara mortuoria, se trajeron luces, y la
mujer,queaúnparecíarespirar,fueconducidaenbrazoshastaelsofá.Alaotranosele tocó,esperandolallegadadel juzgado:Todosmirabanel
cadáverconrecelo.Losmuertosinspiransiempreelterrordelaresurrección.Setemealamuertecomosetemealodesconocido.¡Lamuertetriunfadetodo,hastadelaresurrección!Elinspectorhizoloqueenlenguajejudicialsellamaunreconocimiento.El aposento era espacioso, y estaba lujosamente amueblado. Comunicaba
conlosdossalonesdeentradaporsendaspuertas,cerradasporampliosylujososcortinajesdeterciopeloverde.
Elsueloestabaalfombradoporricaymullidamoquetaqueapagabaelrumordelospasos.
En los rinconeshabíagrandes tibores japoneses.Entre lasdosventanasunburó de palo santo, con incrustaciones de bronce antiguo. En el centro, unvelador cubierto por un amplio tapete de terciopelo, del mismo color que lascortinas.
Junto al velador, y tendida por tierra, en la confusión de sus ropasensangrentadas,estabaelcuerpodelainfortunadaseñoradeNeira.
Elcuerpoylacabeza,porqueunoyotranoparecíanpertenecerse.Enelumbraldelapuertadeentrada,estabacaídoyderramadouncandelero
deplata.Loscajonesdelburódenunciabanhabersidoregistrados.Al ladodeestemueble, seencontrabaenel suelo,unguardajoyas también
abierto.Ya se había registrado toda la casa minuciosamente, cuando uno de los
vecinos, señalando hacia debajo de una silla en el aposento donde estaban lasdosvíctimas,murmuró:
—¡Allíhayunanavaja!Otrovecinoseprecipitóparacogerla,peroelinspectorlegritó:—¡Nolatoque!Yélmismoseacercóparaver.Eraenefectounanavaja.¡Lanavajaconlacualsegúntodaslaspresunciones
seefectuaraeldobleasesinato!NavajadecriminaldelasllamadasdeAlbaceteytirada,sinduda,enaquel
sitioporelasesino,despuésdecometidoelcrimen.Después de haber examinado el arma y observado con asombro y estupor
que la hoja semovía en elmango, a consecuencia de la fuerza conquehabíasidoblandida,elinspectorlavolvióadejarcautelosamenteenelmismositio.
Atodoestohabíallegadolacamillayunmédico.El doctor, un hombre todavía joven, de anteojos y barba rubia dirigió la
operacióndecolocarenlacamillaelcuerpodelacriada.Congrandesprecaucionesselabajóporlaescalera,quedosagenteshicieran
desalojaralgentíodecuriososqueseaglomerabanenellahaciendocomentariosdelsuceso.
Lagenteentoncesformógruposenmediodelacallehablandoenvozalta,queriendoentrar,queriendover.
Cuandoapareciólacamillaqueconducíandosmozosdelacasadesocorro,sehizosilencio.
Enestemomentouncarruajeconcocherodelibreasedeteníaalapuerta;seapearondoscaballeros;unodeedadyelotromuchomásjoven.
EranelGobernadorysusecretario.Casi inmediatamente llegóotrococheconduciendoal juezdeguardiayun
actuario.Poco después fueron llegando varios simones con periodistas. Todos se
apeabanmuyapresurados.—¿Paradóndevaesacamilla?—Paraelhospital.Rápidamente, en la misma puerta de la casa, el inspector informó a las
autoridadesdetodoloocurrido.Unnuevogruposubiólasescaleras.La camilla se alejó lentamente calle arriba, al paso acompasado de los
mozos.Entre los grupos que invadían la calle se levantó de pronto un confuso
murmullo,comosiacabasedesaberseodeadivinarsetodo.Losvecinosdabannoticiasalosperiodistas:—ElseñordeNeiranoestaba.—HacíadíasquesalieraparaGaliciaacompañandoasuhija.—Sí,eranunosseñoresgallegos.—Apenasrecibíanvisitas.Estoeraloqueseoíaentodoslosgrupos.¿Cómoentraríaelasesino?Nosesabía.¿Entraríafurtivamente?¿Eraunodelospocosconocidosdelacasa?Milconjeturas.¿Robara?¿Norobara?¿EranricoslosseñoresdeNeira?Ytodo,todosevolvíancomentariosyversionesacuálmásdiferentes.
E
CAPÍTULOIV
BUSCANDOALASESINO
RANlascuatrodelatarde.Don Máximo Baroja, juez encargado de instruir el proceso en
averiguación del crimen cometido en Madrid Moderno, se hallaba en sudespacho.
Un guardia de Orden Público asomó en la puerta y saludando desde elumbralmurmuróconciertomisterio:
—Señorjuez,ahífueraestálapersonaqueesperabausía.—Queentre.Yel juez,contrasucostumbre,se levantóysepusoapaseardeunaaotra
cabeceradesudespacho.Elguardiasalió.Poco después volvía a abrirse la puerta, y entraba apresuradamente en el
despachounaseñoravestidadeluto.Erajoven,alta,rubiaymuyelegante,lomismodetrajequedeademanes.DonMáximoBaroja que, a pesar de sus cincuenta y cinco años, eramuy
aficionadoalasfaldas,larecibióconexquisitacortesía:—Siento en el alma haber tenido quemolestar a usted; pero sin usted no
podemosadelantarunpaso.Laseñorarespondióinclinandolacabeza:—Estoyalasórdenesdeusted,señorjuez.DonMáximovolvióaocuparsusillóndetrásdelagranmesacubiertacasi
porcompletodelegajos,yladamatomóasientoenunasilla.Eljuezobservóconextrañezaqueenlosojosazulesdelaenlutadanohabía
señalesdelágrimas;peroerahombreacostumbradoaocultarsusimpresionesynodejótraslucirnada.
Se caló los anteojos, tomó una plegadera que había encima de lamesa, ymanejándolacomounabatuta,empezóadecir:
—Tieneustedquedisculparme,señora.Lascircunstanciassonpenosasparamí.
Ladamaleinterrumpió:—Yahedichoalseñorjuezqueestoycompletamenteasusórdenes.DonMáximoBarojalamirófijamente,cualsisolobuscaseelturbarla,pero
ladamasonrióybajólosojoscondulzura.Eljuezseasegurólosanteojosypreguntóafablemente:—¿UstedeslaúnicahijadelosseñoresdeNeira?—No,señor.—¿Cuántoshermanossonustedes?—Dos.—¿Dónderesidesuotrohermano?—EnAmérica.—¿Hacemuchotiempo?—Diezaños.—¿Ustedvivíaconsuspadres?—Sí, señor. Cuando quedé viuda volví a su lado.Mimaridomurió en la
guerradeCuba.El juez guardó silencio.Después de una larga pausa, dejando la plegadera
sobreelpupitre,ycruzandolasmanos,prosiguió:—SupadredeustedestáenfermoenGalicia,¿verdad?—Sí,señor.Alsaberlanoticiaseafectótantoelpobre…—Aquíhaycertificadosde tresmédicosdiciendoquenopuedeponerseen
camino. Verdaderamente es una lástima; él podría darnos detalles muynecesarios…
DonMáximoBarojahizootrapausa,luegocontinuó:—¿Cuánto tiempo llevaban usted y su señor padre ausentes de Madrid
cuandoocurrióelcrimen?—Seisdías.—¿Dóndetuvoustedconocimientodelhecho?—EnLaCoruña.—¿Enquéforma?—Poruntelegrama.—¿Expedidoausted?—No,señor.—¿Aquiénentonces?—Aunperiódico.—¿DeLaCoruña?
—Sí,señor.—¿Quiénfirmabaesetelegrama?—Norecuerdo.—EseperiódicocoruñéstienecorresponsalaquíenMadrid.—Sí,señor.—¿Creeustedqueeltelegramaseríadelcorresponsal?—Creoquesí…—¿Elcorresponsaldeeseperiódicolesconocíaaustedes?—Nosé.Mimadreteníamuchosamigosaquienesyonotrataba.—¿Ustedleyóeltelegramapublicadoenelperiódicodereferencia?—No,señor.—Tendríaustedlabondaddeexplicarme…—Conmucho gusto.El director del periódico al recibir el telegrama se lo
envióaunapersonademifamilia.—¿Yesapersonahasidoquienlehacomunicadoaustedyasuseñorpadre
latristenoticia?—Sí,señor.Eljuezpermaneciópensativo.Despuésvolvióareanudarelinterrogatorio:—¿Demanera que cuando el crimen ocurrió hacía seis días que usted se
hallabaausentedesucasa?—Sí,señor.—¿Quiénquedabaenella?—Mipobremadre.—¿Sola?—Conunacriada.—¿Lacriadaeraantiguaenlacasa?—No,señor.Solamentellevabaunmessirviéndonos.—¿Nohabíanadiemásenlacasa?—Nadiemás.—¿Criadonohabía?—No,señor.—¿Ustedesrecibiríanmuchasvisitas?—Alcontrario,muypocas.Mispadresvivíanbastanteretirados.Mimadre
estabacasisiempreenferma.Recibíamosalgunasvisitas,peroamigosíntimosnoteníamos.
—¿Puedeusteddecirmequiéneseranesasvisitas?
Lahijade losseñoresdeNeira—aquiendesdeahora llamaremosCarlota,puestalerasunombre—pareciósorprendersemucho:
—¿Porqué?¿Sospechadealguna?…Eljuezsonriódeunamaneraextraña:—No sospecho, investigo.En primer lugar, todavía ignoro quiénes son las
personasquefrecuentabanlacasadeustedes…Peroseanellasquienesfuerenesprecisoconocerlas.
—Como usted quiera. Pero debo decirle que me parece imposible que elcrimende quemimadre fue víctimapudiese ser cometido por ninguna de laspersonas que nos visitaban. Como usted comprenderá no manteníamosrelacionesconasesinos.
—¡Quiénsabe!—¡Señorjuez!…—Perdoneusted,señora,peromideberesinvestigar.—Seapues.Visitashabitualesyahedichoaustedquenoteníamos;perode
tardeentardenosvisitabanentreotraspersonas…DonMáximolainterrumpió:—Necesitotodas,señora.CarlotaNeiracontinuósinalterarlafrase:—Entreotraspersonas,elgeneralCánovas,quefuecompañerodearmasde
mipadre.Eljuezasintióconlacabeza.—Esmiamigo.Carlotaprosiguió:—Don Juan Martínez Bande, empleado en el ministerio de Fomento. El
doctorMendoza,médicodelaInfanta.LasseñorasdelafamiliadeSepúlveda.—¿Nadiemás?—Queahorarecuerdenadiemás…—¿Gentedeunacategoríainferior?¿Pararecados?—Lacriadalohacíatodo…Eljuezinquirió:—¿Demaneraqueustednosospechaquiénhayapodidoserelautor?…Carlotarespondió:—No;notengolamenorsospecha.—¿Nisiquierasospechasvagas?—Niesas.
Hubounapausa.Eljuezparecíareflexionar.Carlota, impasible, esperaba que la interrogasen, tan fríamente como si se
tratasedeunasuntoquelefueseextraño.DonMáximoBarojadijoalfin:—Comousted sabe, lapuertade sucasanoofrecía señalesde fractura.El
asesino o asesinos —porque existe la sospecha de que hayan sido varios—debieron entrar, o aprovechando un descuido de la criada que hubiese dejadoabierta lapuerta, locualnomepareceadmisible,ohabiendosidoadmitidosapresencia de la infortunada víctima. ¿Cree usted que su desgraciada madrerecibiríaapersonasquenoconociese?
—No lo creo.Mimadre era muymiedosa, y solo recibía a las gentes dequienesnopodíatemernada.
—En ese caso, si el individuo que entró en casa de ustedes con ánimodecidido de cometer el crimen no lo hizo con violencia, necesariamente eseindividuoeradelconocimientodelavíctima.
CarlotaNeirarespondióapenas.—Nolocreo.—¿Cómoentróentonces?—Esoaustedcorrespondeaveriguarlo,señorjuez.El juez frunció el ceño, almismo tiempo que doblaba entre susmanos la
plegaderademarfil:—¡Es un caso intrincado! La declaración de su señor padre podría hacer
muchaluz.¡Eslástimaqueelestadodesusaludnolepermita!…Ustedafirmaque la víctima era muy precavida y que no recibía sino a personas de suconocimiento;yesaspersonassondemasiadorespetablesparaquepuedarecaersobre ellas lamenor sospecha.Peropor otra parte, aparecedemostradoque elasesinooasesinosentraronporlapuertadelacalle,sinnecesidaddeviolentarla,y lo que todavía es más extraño, entraron en una hora en que los asesinosprofesionales no acostumbran a asesinar; porque el crimen también tiene sushoras. La hipótesis de que ama y criada fuesen sorprendidas debemosdesecharla;porquesihubiesehabidosorpresa,eranaturalque tambiénhubiesehabido alarma, pánico, gritos. Pues bien, según resulta de la declaración devariosvecinosnadaseoyó,anoserlosgritosdelacriada,yaherida,pidiendosocorro desde la ventana.Por lo demás, asaltar una casa navaja enmanoparaasesinaryrobarenplenodía,yenunacallellenadegente,meparecemuypocoverosímil. En Madrid, donde el crimen pasional es muy frecuente, no hay
malhechores de ese jaez. Lo que hubo, a mi modo de ver, es una celada. Elcriminal o criminales que se introdujeron en casa de la víctima la conocían yeran conocidos de ella. Queda todavía la suposición de que el malhechor omalhechoreshubiesenpenetradosubrepticiamenteenelinteriordelacasa;peroustedafirmaquelavíctimalomismoquelacriadaeranmuycautelosas…
Laenlutadanorespondió.Reinóunnuevosilencio.Evidentementeeljuezesperabaqueladamadijese
algunacosa.Peroenvistadesusilencioprosiguió:—Elmóvildelcrimendebióhabersidoelrobo,puesloscajonesdelburóse
hallabanabiertos.Acercadeestepuntoquizáustedpudieseenterarnos…—Sí,señor.Eleadvertidolafaltadetresmilpesetasquemipadreguardaba
enelburó.—¿Yenelguardajoyasnohabíaalhajas?—No,señor.Únicamenteseguardabanallípapelessinimportancia.—¿Cree usted que los asesinos se hayan llevado solamente las tres mil
pesetas?—Creoquesí;auncuandonoséconcertezaeldineroquemispadrestenían
encasa.Unguardiaaparecióenlapuerta.Eljuezpreguntóconseveridad:—¿Quéseofrece?—DelhospitalmandanadecirquelacriadadelacalledeCastelar…Eljuezinterrumpióvivamente:—¿Hamuerto?—No,señor.—¿Entonces?—Hahablado.Eljuezselevantódelsillón.—Vayaustedinmediatamenteenbuscadeuncoche.Salió el guardia a cumplir la orden, y el juez volviéndose a la hija de los
señoresdeNeiramurmuró:—Ustedtendrálabondaddeacompañaraljuzgado.
***
DonMáximoBarojateníalafisonomíaenérgicaylealdeaquellosantiguosAlcaldesdeCasayCortequeretrataronelGrecoyPantoja.
¡Lafisonomíadelhombrequeadministrajusticia,ylaadministrasindolor!Podríafrisarenloscincuentaycincoaños.Surostrollevabaimpresoelsello
deunabondadmelancólicaygrave.Lagravedad leproveníade las funcionesqueejercíalamelancolíadelamuertedesuhija.
Secomprendíaqueaúnnosehabíaconsolado,yquelaincesantesombradelhumanopesarluchabaensumenteconlaconsoladoraclaridaddelasesperanzascristianas.
Lo único que lograba, en ciertomodo, distraerle, era el desempeño de sucargo.
Seapasionabapor losasuntosdifíciles,por loscrímenesmisteriosos,comoelnovelistaporlaintrigadelanovelaenquetrabaja.
Cuandovinieronadecirleque lacriadaheridahabíahablado,donMáximoexperimentóunadelasmayoressatisfaccionesdesuvidadejuezydesuvidadehombre.
Elsentimientodeltriunforealzabaasusojoselprestigiodesutogadejuez.Asífuequecuandoelcochesedetuvofrentealhospital,seapeógravemente,
y, volviendo a Carlota Neira, le dio la mano para ayudarla a bajar al mismotiempoquesinsonreír,conausteracortesía,ledecía:
—Yahemosllegado.Tengalabondaddeseguirme.Yentróenlamansióndelapena,comollamóunpoetaalhospital.Losquenuncahanentradoenelhospitalnopuedencomprenderlaimpresión
dehorrorqueinspira.Elhospitaleslamuerte.Pasarjuntoaél,espasarjuntoaella.Susparedessoncárcelesdeldolor.Sussalas,templosdelaagonía.Elhospitalparecelamurallalevantadaentreelseryelnoser.Cuando alguien entra en el hospital involuntariamente, nos parece que no
debevolverasalir,comosiaquellugarfueselaantecámaradelaeternidad.Pasarjuntoaunhospitalesrecibirenelrostroelalientodelamuerte.Penetrar en sus patios, en sus corredores, en sus salas, es penetrar en los
propiosdominiosdelamuerte.Nosepenetraenelhospital,sinsentirfríoenlacarne.Diríasequetodoel
sufrimiento está allí acumulado: gritos y blasfemias, quejas y lamentos, os
oprimenelcorazón.Lavisióndeldolorescasieldolormismo.
***
Rápidamente el juez atravesó el patio del edificio, y dejó a Carlota NeiraesperandoeneldespachodelDirector.
DonMáximodesaparecióporunapuertainterior.Pocodespuésvolvióacompañadodedosindividuos,alparecermédicos.Rápidamente,dijo,volviéndosehacialahijadelosseñoresdeNeira:—Tengalabondad.Carlotalesiguió.Sin pronunciar una sola palabra atravesaron salas y corredores; hasta que
delantedeunapuertaunodelosmédicos,eldemásedad,murmuró:—Aquíes.Todossedetuvieron.Elmédicoquehabíahabladoempujólapuertaque,al
girar sobre sus goznes, dejó ver una larga enfermería, instalada en un salóniluminadoporampliasventanas.
Aderechaeizquierda,paralelamenteseextendíandoslargasfilasdelechosde hierro numerados, en los cuales descansaban mujeres pálidas y ojerosas,rostrosmarcadosporlamuerte,figurasderesucitadasrecuperandolentamentelavida.
Bajolascolchasblancassedibujabanloscuerposflacosypadecidos.De pie, en el hueco de una ventana, una enferma parecía abstraída en la
contemplacióndelacalle.Porentrelasdoshilerasdelechos,adelantábaseunaHermanadelaCaridad,
conmedianobultodesábanasyalmohadasplanchadasenlasmanos;sedetuvoviendoaloscuatroreciénllegados.
Lasenfermasseincorporabanensuslechosyvolvíanhaciaellossusrostrospálidos.
UnodelosmédicosdijoindicandoaCarlotaNeira:—Esconvenientequeestaseñoranoselepresentedeimproviso.Eljuezpareciócontrariado.Elmédicoprosiguió:—Es necesario evitarle toda suerte de impresiones. Por ahora nada de
personasconocidas…
CarlotaNeiramurmuró:—Enesecaso,yomeretiro…Eljuezintervino:—No,¿siustedtuvieselabondaddeesperarunpoco?…Carlota asintió con la cabeza, y se dirigió lentamente al hueco de una
ventana, entre dos lechos, desde los cuales dos enfermas la mirabansorprendidas.
Eljuezylosmédicossedirigieronalfondodelasala.Elúltimolechodeladerechaestabaresguardadoporunbiombo.
Unodelosmédicosdijo:—Tengalabondaddeesperar,señorjuez.Ydesapareciópordetrásdelbiombo.Notardóenaparecerdiciendo:—Puedepasar.Eljuezpasó.Elotromédicoestabaalacabeceradelainfelizcriadadelos
señoresdeNeira.Elbiombohacíaunapenumbraenaquelángulodelaenfermería.Lacriadaparecíadormitar.Susbrazosyacíaninertesalolargodelcuerpo.Tenía la cabeza vendada, descansando sobre la nuca en una estrecha
almohada,ynosemovía.Detiempoentiempomovíaloslabiosyabríalosojosconunmovimientomeníngeoyfebril.Podríafrisarenlostreintaaños.
Unodelosmédicosseacercóaella, le tomóelpulso,yjepusolevementeunamanoenlacabezacomoparacolocárselaenmejorposición:
—¿Cómosevaencontrando?Laenfermanorespondió.Volviéndosehaciaeljuez,elmédicodijoentonoconfidencial:—Laencuentropeorqueestamañana.DonMáximoBarojapalideció.—¿Creeustedquenopodráhablar?—Estamañanahabló;estoes,pronuncióalgunaspalabras.Y,volviéndoseparalaHermanadelaCaridadqueestabaalospiesdellecho
mudaeinmóvil,preguntó:—¿Havueltoadeciralgo?—Mepidióagua.Eljuezinterrogó:—¿Ylaheridacómoestá?
Intervinoelotromédico:—Laheridanotienemalaspecto.—¿Creenustedesquepodrásalvarse?Losdosmédicossemiraronsinatreverseaafirmarnada.Enestolaenfermamovióunadelasmanoscomoqueriendojuntarlaconla
otra.Eljuez,impaciente,seinclinósobreellechoobservándola.Laenfermaabriólosojosypareciómiraraljuezconinteligencia.Don Máximo Baroja, no pudiendo resistir al deseo de oírla hablar, le
preguntónosabiendoquédecirle:—¿Ustedmeve?¿Oyeloqueledigo?Lamujerpareciósonreír,peronorespondió.Aquellasonrisa,sinembargo,eraunaesperanza.DonMáximosesintióanimadoyquisoproseguir.—Deseohacerlealgunaspreguntas.¿Serácapazderesponderme?Claramente,enunsuspiro,laenfermadijo:—¡Sí!DonMáximoestabaradiante;perounodelosmédicosintervinoyledijoal
oído:—Nolafatigue,señorjuez.Laenfermamoviólacabezaprotestandodulcemente.Eljuezcontinuó:—¿Seacuerdabiendeloquelesucedió?Lamujerrespondióconunavozdébil,peroclara:—Sí;meacuerdo…—Unapreguntanadamás.¿Sabequiénfue?…¿Conoceráalhombreque…?Laenfermacerrósúbitamentelosojosynorespondió.DonMáximoagitado,nervioso,sevolvióhacialosmédicos:—Esprecisoquepaseesaseñora…Ensupresenciaquizáshable.Losmédicosvacilaban:—¡Esarriesgado!—¡Puedeimpresionarse!El juez insistió con gran interés. ¡La enferma estaba lúcida!Hablaba, oía,
veía.¿Quépeligropodíahaber?En realidad donMáximo no quería irse del hospital sin llevar aclarado el
misterio.Después de haber hecho hablar a una de las víctimas; después de haber
llegadoaaquel imprevistoresultadodeevocar todoelcrimencomosihubieseasistido a él, don Máximo se resistía a todo lo que no fuese llegar aldescubrimientodecisivoyrápidodelasesino.
Ademástemíaquelamuertesellevaseelterriblesecreto.Finalmente,seacordóllamaraCarlotaNeira.LaHermanadelaCaridadfueabuscarla.Carlotaentrómuypálida.Eljuezledijoamediavoz:—Leexplicarédeloquesetrata.Laenfermavabien,queesloesencial,y
respondea loque lepreguntan,quees lo importantísimo.Contodo,noparecedispuestaaconversarconmigo.¿Quiereustedhacerunapequeñatentativa?
Carlotaobjetó:—Simipresenciahadeimpresionarle,seríamejoresperar…DonMáximoBaroja,unpococontrariado,interrumpió:—Lasbuenasocasionesnodebendesperdiciarse;yestaesunadeellas.La
justicia tieneeldebery,naturalmente,elderechode levantarhasta lasmismaspiedrasdelassepulturas.
Carlotadijoapenas:—Comoustedquiera.El juez se acercó de nuevo a la cabecera de la cama, inclinose sobre la
enfermaymurmuróenvozbaja:—¿Hayánimo?Lamujerabriólosojos,ydonMáximo,aprovechandolaocasión,continuó:—Tieneaquíunavisita.¿Aversiadivinaquiénes?Ycomolaenfermanoapartaselosojosypareciesecuriosa,todavíaañadió:—¡Espersonaquelaconocemucho!Después,inclinándosemás,pronunciólentamente,desgranandolassílabas:—¡DoñaCarlota!¡Lahijadelaseñora!…Al contrario de lo que recelaban losmédicos, la enferma nomanifestó la
menoralteraciónaloíraquellaspalabras.Permanecióconlosojosabiertos,yparecióquererlevantarlacabezadelas
almohadas.EnestemomentoCarlotaseacercó,ytomándoleunamanomurmuró:—¡PobreCatalina!Hubounlargosilencio.Todosobservabanalaenferma.Desusojosabiertos
vieroncorrerlentamentedosgruesaslágrimas.
DonMáximointervino,alavezautoritarioyafable:—Calma,calma…Nosealtere.Ya tieneaquíadoñaCarlota.Respóndale,
dígalequiénfue…¿Quiénatentócontrasuvida?Carlotadijoconsolicitud.—Responda,Catalina.Laenferma,casisinmoverloslabios,convozmuyapagada,murmuró:—¡Nosé!…DonMáximoseinclinóbruscamente:—¿Cómonosabe?Laenferma,todavíaconvozmásdébil,repitió:—Nosé.DonMáximo,sorprendidoycontrariado,volvióainsistir.—¿Peroentoncesnoleconocía?—¡No!—¿Nolehabíavistonunca?—¡Nunca!…—¿Silevolvieseaverlereconocería?Fatigada,respirandotrabajosamente,laenfermacontestó:—¡Talvez!…Ytornóacerrarlosojos.Losmédicosintervinieron.—Perdoneusted,señorjuez;peroporhoybasta.Yelmásjovenañadió,mirandoasucompañero.—¡Quiénsabesihabrásidodemasiado!Elgrupodeaquellascuatropersonasseapartólentamentedellechodondela
infortunadacriadadelosseñoresdeNeiraagonizaba.
–¡L
CAPÍTULOV
UNAPISTA
Aporteratienellavesdoblesdetodosloscuartos!Estadeclaraciónhechaporvariosinquilinosdelacasadelcrimen,
y plenamente confirmada por un registro practicado posteriormente en lashabitacionesdelaportera,pusoaljuezsobreunanuevapista.
Don Máximo Baroja creía haber encontrado un cabo de aquellaembrolladísimamadeja.
Eraevidentequeparaentraren lacasa,elculpable,oculpables,nohabíanpracticadofracturaalguna.
En su prudencia renunciaron a herramientas de todo género, sirviéndoseevidentementedeunallave.
Labrevedeclaracióndelacriadaheridaparecíaconfirmarlo.¡Ellanohabíaabiertolapuerta!Pero actualmente, la criada sufría un retroceso en su curación y no era
posibleinterrogarla.Losmédicosempezabanadesconfiardeverlacurada.La llave correspondiente al piso que habitaban los señores de Neira, y
encontrada en la portería, tenía las guardas llenas de aceite.Un examen de lapuertapusodemanifiestolaexistenciadelmismolíquidoenlosgoznesyenlacerradura. Era una prueba de las precauciones que habían adoptado loscriminales.
Sehizocomparecera laporterayse lapreguntósi lacerradurahabía sidountadadeaceitealoquerespondióqueno.
DonMáximoBarojalasometióaunlargointerrogatorio.—¿Cuántasllaveshabíaparaabrirlapuerta?—Dos,señorjuez.—Ladeustedyladelosinquilinos,¿noesesto?—Sí,señor.—¿Usteddóndedejabalasuya?—Enlaportería,pendientedeunclavo.
—¿Porquéteníaustedesadoblellave?—Porquelastengodetodoslospisos.Esoescosadelcasero.El juez tomó una llave que había encima de la mesa y se la enseñó a la
portera.—¿Esestalallavequeustedguardaba?—Sí,señor.—¿Lareconoceusted?—Sí,señor.—¿Ustedhacíausodeesallaveconfrecuencia?—No,señor;¡nunca!Eljuezlamirófijamente:—Pues esta llave está impregnada de aceite lomismoque la cerradura; lo
cualindicaquesehahechousodeella.Procureustedrecordar.—¡No, señor, jamás hice uso de esa llave!… ¡No comprendo cómo eso
puedeser!El juez examinaba detenidamente la llave, encontrandomanchas de aceite
hasta en su asa. Desde luego opinó que la simple cerradura no podía haberlamanchadotanto;perodecidiónoinsistirsobreelloconlaportera.
Importabaquenosospechasedelasdudasqueacababadedespertaraquellamancha.
Obrandocongranhabilidad,habíaresueltodejaralaporteraenlibertad,paraobservarlayversideesemodopodíandescubrirsesuscómplices.
Eljueznodudabaquelostuviese.Apenas laporterasaliódeldespacho,donMáximohizo llamaral inspector
Bargiela,conocidogeneralmenteporBigotes,y lepidió informesde laporteradelacasadelcrimen.
Bargielaestabayaperfectamenteenterado.LaseñoraGavina,laportera,eraviuda.Teníabuenareputaciónenelbarrio;
pasaba por trabajadora excelente, y antes de entrar en la portería de la casadonde vivían los señores deNeira, había sido asistenta de aquella familia, sinquesuconductahubiesedadoocasiónalamenorqueja.
DonMáximooyóensilenciolosinformesqueledabaelinspector.Cuandoesteterminódehablar,donMáximodijoasí:
—Sealoquequiera,amigoBargiela,encargueustedaunodelasecretaquelavigile.Esamujer,aunsiendomuyhonrada,puedesercómplice involuntariadel asesinato. Nada tendría tampoco de extraño que alguno haya seguido sus
pasos,yhayaaprovechadounmomentodedescuidoparaentrarenlaporteríayrobarlelallave.
Elinspectormoviólacabeza.—Sifueseasí,nolahubierandevueltodespuésdelcrimen.—¿Porquéno?Todoslosindiciosquetenemossonparahacersospecharque
eseasesinatoha sidocometidoporcriminalesmuyhábilesymuyaudaces.Sí,amigo Bargiela, los autores de ese doble asesinato han debido emplear todogénerodeastuciasparaintroducirseenlacasa.Enlavisitaocularqueeldíadelcrimenhiceal lugardelsucesohepodidoobservarqueenlaescaleranohabíamanchasdebarro,quenecesariamentedebía estar adheridoa las suelasde loszapatosdespuésdehaberpasadoporlacalleque,comoustedrecordará,eraunlodazal.
Elinspectorcontestó:—Lamismaobservaciónhiceyo,señorjuez.—¿Yquéhasupuestousted?—Dos cosas: que los asesinos viven en la misma casa o que llegaron en
cochehastaelmismolugardelsuceso.—Esomismohesupuestoyo.Y don Máximo se levantó dando a entender que la conferencia había
terminado.ElinspectorBargielasalió.Después de algunos paseos, el juez volvió a engolfarse en el estudio del
proceso.DonMáximo Baroja no era de los hombres que no dudan de nada; tenía
confianzaensuméritoyensuvoluntad;perounaconfianzalimitadacomoladetodosloshombresdeverdaderovaler.
***
Treshorasdespués,cuandoeljuezsedisponíaasalirdesudespacho,volvióaentrarelinspectordepolicía.
DonMáximolevantólacabezaaloírelruidodesuspasos:—¿Quéhaydenuevo,donCamilo?Elinspectorsonrió:—Algo,aunquenomucho,señorjuez.—Veamos.Peroantestomeustedasiento.
Elinspectorarrastróunasillayempezó:—Siemprehecreídoqueerandosloscómplices;peroahorapersistoenello,
tanto más señor juez, cuanto que uno de mis agentes repartidos por MadridModernohavenidoahoraa informarmequedurante la tardedelcrimenvariosvecinoshanvistounhombreinquietoyagitadoquesepaseabaalaentradadelacalledeCastelar.
—¿Ysereunió,sinduda,conalgunaotrapersona?—No en aquel sitio; pero se le vio pasar más tarde en compañía de otro
individuopordelantedelParquedeRusia.Yaveustedquenosacercamospocoapocoalteatrodelcrimen.
—¿Y de la portera ha tenido usted nuevas noticias? ¿Se la ha visto conalgunapersonadesconocidaosospechosa?
—Acerca de eso, todavía no he recibido nuevos informes. Pero ya estávigilada,ysivuelveaverseconlosasesinos,todoscaeránennuestrasmanos.
—¿Notieneustednadamásquecomunicarme?Elinspectorcontestósuspirando:—¡Nadamás!…DonMáximolemirósonriendo:—Poco es, pero confiemos en que otro día será más. Voy a recibir al
confesordelaseñoradeNeiraquehasidocitadoparadeclararhoy.Quizásnosiluminealgoenestegraveasunto.
DonMáximoBarojaantesdesepararsedelinspectorBargielalediocitaparaeldíasiguientealasoncedelamañana.
Un instante después, el juez y el Padre Orera departían sentados frente afrente.
DonMáximoBaroja, dando en el vade pequeños golpes con la plegadera,decía:
—Yahesidoinformadoqueusted,algunashorasantesdelcrimen,haestadodevisitaencasadelainfortunadaseñoradeNeira.
ElPadreOreraasintió:—Perfectamenteexacto,señorjuez.Yoeradirectorespiritualdelaseñorade
Neira.No puede usted figurarse qué trastornome produjo esa terrible noticia,quesupeporlosperiódicos.
—Melofiguro.¡Espantoso!Elsacerdoterepitió:—¡Espantoso!…
—¿SabeustedsilaseñoradeNeiraesperabaaquellatardeaalgunapersona?—Sí,señor.—¿Puedeusteddecirmeloquesepaacercadeesepunto?ElPadreOrerainclinólacabezaymeditóunmomento.—¡Puedodecirleloquemepermitamiconciencia!—¡Sea!ElPadreOreramurmurócomosihablaseconsigomismo:—¡Aquellatarde,lapobreseñoradeNeiraesperabaaunjovengallegoque
letraíaunavisitadesuesposoydesuhija,residentesenLaCoruña!—¿Sabeustedelnombredeesevisitante?—No,señor.Peroseráfácilsaberlopreguntandoalafamilia.Eljueznorespondió;despuésdeunalargameditaciónllegóadecir:—¿Podría usted facilitarme algunos detalles respecto al carácter y
costumbresdelavíctima?Elsacerdoteseinclinó:—Conmuchogusto.
***
Es un error suponer en absoluto que los jueces hacen sufrir al testigo quellaman a declarar en su presencia, con palabras estudiadas, con miradassospechosasqueleabruman;colocadoenplenaluzparasorprendersusmenoresgestosyverlepalidecer,enrojecerotemblar.
Sucede muy a menudo todo lo contrario; pues cuando el juez da con unhombrebieneducado,yhonrado,tieneconélmiramientos,ymásbienlehacehablarqueleinterroga.
Esmásconveniente,yavecestambiénmáshábil.Eltestigo,disgustadosiempredelasmolestiasqueleocasionaunasuntoque
las más de las veces no le interesa ni afecta, suele entrar prevenido en eldespacho del magistrado, y resuelto a no responder sino estrictamente a laspreguntasqueselehagan.
Perocuandoel juezsabecumplirconsudeber,ycomienzapordisculparsede haber hecho esperar al testigo, el hielo se rompe, y desaparecen lasprevencioneshaciaelrepresentantedelaley.
El testigoolvidael tiempoperdido, laspunzadasdelamorpropioherido,y
tratadecorresponderdelmejormodoalaspruebasdecortesíayfinuradequeesobjeto.
Entonceshablay revelaciertosdetallesque sehabíapropuestocallar,y seentrega,siguiendounaexpresióngráfica.
Eljuezescuchaconatención,yelescribano,silencioso,casiinvisible,tomanotasyredactasudeclaración.
Cuandoestá terminaday se tratade firmar, el testigoqueda asombradodehaberdicho tantascosas;pero lashadicho, lasreconoce,nopuedenegarlas,yfirmasinreparo.
ElPadreOrerahablaba,pues,conelseñorBarojacomosiestuvieranenunsalón;pero,dichoseaenelogiodeambos,lohacíandebuenafe,yallínoexistíapreparacióndeningunaespecie.
En cuanto al Padre Orera, no deseaba otra cosa, por simpatía hacia lavíctima,yporamoralaverdad,quedecirloquesabía.
Heaquíunresumendeloquedijoaljuez,enaquellaprimeraentrevista:—LaseñoradeNeiraeramujerintranquila,nerviosa,muynerviosa.Algunos
creían que estaba loca, pero no es cierto.Yohe querido conocer aquella almaextraña,penetrarenella:nomefueposible.
Eljuezinterrumpió:—¿Noeraustedsuconfesor?—Loera, y sin embargo, esadamaasesinada, ha sido siempreunmisterio
paramí.Vivíasiempreintranquila.¿Porqué?Nolohesabidojamás.Susnerviosestabanvibrandosiempre,susojosparecíanestarcontemplando
siempreunacosadesconocidaqueseagitaseconritmoalcompásdeloslatidosde su corazón. Sus labios se movían frecuentemente sin pronunciar palabras.Ellaentoncesnosdecíaquehablabaconunespíritu.
Sumarido,donRománNeira,uncaballeroyuncristianoacartacabal,meconsultaba frecuentemente sobre estas cosas de su señora. Es muy piadoso ytemía que el demonio anduviese en todo aquello.Yo le tranquilizaba siempre.«Sonlosnervios,Román».Porquesomosamigosdesdelainfancia.Leconocíenel Instituto.Eraunchicoexcelente,muyamable,muybueno;yoerahurañoybrusco.
A pesar de estas diferencias llegamos a hacer amistades y andábamossiemprejuntos.
Terminados los estudios en el Instituto, nos separamos y pasamosmuchosañossinsaberelunodelotro.
AquíenMadridvolvimosavernos.Élyaestabacasado,yoyaerasacerdote.Se alegró mucho al verme, se empeñó en llevarme a su casa y en
presentarmeasumujeryasuhija.EntoncesaúnnovivíanenMadridModerno.LacasadeRománeragrande,yestaba juntoa laPlazadelCallao,enuna
callejuelaestrecha,cercadeotracasadondehaceañossecometióuncrimendelcualsehablómuchoenMadrid,yentodaEspaña.
Lacasaeratriste,muytriste,todolotristequepuedeserunacasa,yteníaenla parte de atrás unhuertomiserable con las paredes llenas de enredaderas decampanillasblancasymoradas.
Elprimerdíaque,cediendoalascariñosasdemostracionesdeRomán,fuiaverle,sentíunaextrañaimpresión.
Me introdujeron en una sala grande y obscura. Junto al balcón estabansentadaslaesposaylahijademiamigo.
Lamadreleía,lahijabordaba.Noséporquémedieronmiedo.Las dos se levantaron al verme llegar con Román. Me saludaron muy
amables.Mientrashablaba lamadre, lahijasesonreía;perodeunamanera tanrara,
tanrara…Cuandohablabalahija,lamadresesonreíadelmismomodo…Románmeparecióunpococontrariado.Sindudacomprendíaquesufamilia
nomehabíasidocompletamentesimpática.Medespedípronto,ymemarchéamicasa.Entodalatardeytodalanochenohicemásquepensarenlasdosmujeres.ResolvínovolveracasadeRomán.Undíaviasumujeryasuhijaquesalíandeunaiglesia,lasdosenlutadas,y
memiraronysentífríoalverlas.PasómuchotiemposinhallarmeconRománenningunaparte;peroundía
me avisaron de su casa diciéndome que mi amigo estaba enfermo. Fui y leencontré en la cama. Parecíamemuy cambiado; en voz baja y contristadamedijoquedeseabaverselejosdesumujerydesuhija.
Quedeme asombrado, porque las dos mujeres le atendían con cariño y lecuidabanconesmero;peroteníanunasonrisatanrara,tanrara.
Unavez,allevantaraRománcadaunaporsubrazo,estehizounamuecadedolor.
Lepregunté:—¿Quétienes?
Yme enseñó dos cardenales inmensos que rodeaban sus brazos como unanillo.Luegomurmuróenvozbaja:
—Hansidoellas.—¡Ah!Ellas…—No sabes la fuerza que tienen. Son iguales, rompen un cristal con los
dedos,yhayunacosamásextraña,quemuevenunobjetocualquieradeunladoaotrosintocarlo.
Días después, ya repuesto de su dolencia, Román se presentó enmi casa.Estabamuypreocupado.
Mecontó,temblandodeterror,quealasdocedelanoche,hacíayacercadeunasemana,sonaba lacampanilladesucasa,seabría lapuertaynoseveíaanadie…
Meobligóairasucasa,yrociarlaconaguabendita.Noeracosadenegarmeyfui;perolacampanillasiguiósonandoenlosdíassucesivos.
Románvolvióabuscarme.Denuevotuvequeacompañarleasucasa.Allíhicimosungrannúmerodepruebas.Nosapostábamosjuntoalapuerta…¡Llamaban!…Abríamos…¡Nadie!…Dejábamos la puerta abierta para poder abrir en seguida. Llamaban…
¡Nadie!…Porfin,quitamoselllamadoralacampanilla,ylacampanillasonó,sonó…Rományyonosmiramosestremecidosdeterror.Románmedijoenvozbajaymisteriosa:—¡Sonellas!—¿Quiénes?—Mimujerymihija.—¿Estásseguro?—Sí.Lacampanillasonóconestrépito,ynosmiramossinatrevernosahablar.Convencidodequeeranellas,Román,sinoírmisconsejosenestepunto,fue
aconsultarelcasoconunagitana,quelevendióalgunosamuletosqueRománcolocó detrás de todas las puertas; pero al día siguiente los amuletos habíandesaparecido.
CediendoalosmegosdeRomán,volvíabendecirlacasa.Inútil,todoinútil;las cosas saltaban de sus sitios y en las paredes se dibujaban sombras sincontornosysinrostro.
ElPadreOrerahizounapausa;luegoañadiósonriendo:
—Antes de ponerle a usted al corriente de otros hechos, mi señor donMáximo,debodecirlequeyotengolachifladuradelafotografía.
DonMáximosonrióasuvez,ydijo:—Yotambién,PadreOrera.—Pues ya somos dos. Con el permiso de usted, continúo. Tenía yo una
hermosa máquina fotográfica. Desde que llegara la primavera, todos los díasRomán y yo íbamos a pasear juntos, y llevábamos la máquina en nuestrasexpediciones.
ARománacabaráporpegárselemichifladura.Perovoyalcaso.UndíaantojóselealaseñoradeNeiraquelosretratarayoa
lostresengrupo,paramandarelretratoasusparientesdeGalicia.Rományyocolocamosuntoldodelonaenlaazotea,ybajoélsepusolafamilia.Enfoqué,yporsiacasomesalíamal,impresionédosplacas.
EnseguidaRományyofuimosarevelarlas.Habíansalidobien;perosobrelacabezadelamadreydelahijaseveíaunamanchaobscura.
Dejamossecarlasplacas,yaldíasiguientelaspusimosenlaprensa,alsol,parasacarlaspositivas.
Carlota,lahijadeRomán,vinoconnosotrosalaazotea.Almirarlaprimeraprueba, Román y yo nos contemplamos sin decirnos una palabra. Sobre lacabeza de las dos señoras se veía una sombra blanca, demujer también, y defaccionesparecidasalassuyas.
En la segunda prueba se veía la misma sombra; pero en distinta actitud,inclinándosesobreellas,comohablándolesaloído.
Nuestro terror fue tan grande, que Román y yo nos quedamos mudos,paralizados…
Carlotamirólasfotografíasysonrió,sonrió…Estoeralograve.Yosalídelacasaperseguidoporelrecuerdodeaquellasonrisa.Todavíaalentrarenmihabitación,alpasarjuntoaunespejo,meparecióver
alasdosmujeresenelfondodelaluna,sonriendo,sonriendosiempre.CallóelPadreOrera,ydonMáximoBarojalevantándose,murmuró:—Todo eso es muy curioso, muy curioso. Si no le sirviese a usted de
molestia,reanudaríamosestaconversaciónotrodía.ElPadreOreraselevantóasuvez:
—Conmuchogusto,miseñordonMáximo.Sedespidió,yeljuezleacompañóhastalapuerta.Poco después entraba un alguacil con un pliego cerrado y lacrado. Don
MáximoBarojarasgóelsobreyleyó.¿Quédecíaelpliego,queantesdeacabarsulecturael juezpulsóel timbre
conmanoaceleradayfebril?
L
CAPÍTULOVI
VÍCTORREY
Apolicíaacababadedeteneraunindividuosospechoso…Lacausaaparentedeladetencióneraembriaguezyblasfemia;perola
verdaderaeraotra.Helaaquí:ElGerente delCréditoArgentino había denunciado particularmente, como
autor de la sustracciónde cincomil francos enbilletes delBancoBelga, a unempleadodelacasa.
Lapolicía,obedeciendoinstruccionesdelGobernador,lehabíadetenidoconunpretextoespecioso,queanadacomprometía,dadocasoqueeldesfalconoseprobasesuficientemente.
En el interrogatorio a que fue sometido, respondiera confesandoquehabíaretiradode la caja cincomil francos endiferentesveces, y que apesar de susdeseos y sus esfuerzos por reembolsarlos no le fuera posible, por absolutacarenciaderecursos.
El detenido dijo llamarse Víctor Rey, de treinta años de edad, natural deSantiagodeGalicia.
Eraaltoydelgado,casiflaco,deaspectofatigado.Vestía con relativo esmero, pero sus ropas muy raídas, revelaban haber
pasadoportodaslasalternativasdelamiseriadisimulada.Teníaunafiguradolorida.Losojosgrandes,profundos,demilexpresiones;
labocadesdeñosa,lafrentealtiva.Sufisonomíadecíasufrimiento,dolor,angustia;perodecíaalmismotiempo
astuciayfuerza.¿Quiéneraaquelhombre?Lapolicíaapenasrepararaenél.Parecíainsignificante.Ademásde loscriminalesquepracticanelcrimencomoprofesión,hay los
criminalesdelacaso,ylapolicíatambiénestáfamiliarizadaconellos.Loscriminalesdeocasiónsonlosdelincuentesquecometenunafaltadela
categoríadelasfaltasreparables.Alhechodecometerfaltasdeestanaturalezasellamaresbalar.Paraunjuez,ysobretodoparaunjurado,resbalarnoescaer.Entre la policía, el pequeño falsario, el prevaricador cogido en flagrante
delitodefraude,ensuma,todoaquelquenohasufridocondenayquelainiciaconunafaltaleve,pertenecealgranmontónanónimodelosqueresbalan.
VíctorReyfueincluidoenesenúmero.Suaspecto, suporte, sumododevestir yde explicarse, le conquistaronel
derechodeserincluidoentrelosdelincuentesqueresbalan,paraquienelfiscal,apesardesucarácterdeacusador,tienesiempreunapalabrabenévola.
El desfalco realizado por Víctor era un hecho que había pasado casiinadvertido. Los periódicos no hablaron de él. Aquello no interesaba a laopinión.
ElmismodonMáximoBaroja, juez en aquella causa, apenashabíapuestoatenciónenella.
Víctorestabaenlibertadbajofianza,yelexpedientedormía.Y quizás durmiese mucho tiempo si una mañana Carlota Neira no se
presentaseeneldespachodeljuez.DonMáximoBarojalesalióalencuentro,interrogando:—¿Algunanovedad,señora?—Creoquesí.—Puesusteddirá.Soytodoatenciónyoídos.Carlotaempezó:—Porcasualidad,ayertuvenoticiadeundesfalcocometidoporuntalVíctor
Rey.Eljuezinterrumpió:—Efectivamente;yoentiendoenesacausa.—Puesbien;eseVíctorReyeraconocidodemimadre,yalgunasvecesibaa
verla.DonMáximoBaroja,visiblementepreocupado,repitióporlobajo:—¡Ibaaverla!Carlotainterrumpió:—El otro día me olvidé de decírselo a usted. A no haber mediado la
coincidenciadesuprisión,creoquenomehabríaacordadodesunombre.Eljuezinterrogó:—¿Ustedconocelosantecedentesdeesehombre?
—Poco.—¿Cómolehanconocidoustedes?—Cuando vino aMadrid trajo una carta de recomendación parami pobre
madre.—¿Dequiéneraesacarta?—Deunamoribunda.El juez miró con sorpresa a Carlota Neira. Después de la declaración del
PadreOrera,aquellamujerleparecíaenvueltaenunmisteriomalsano.Carlotaañadióconprofundorespeto:—LaCondesadePorta-Dei,amigademimadredesde la infancia, firmaba
esacarta.—¿YlaCondesahamuerto?—Antesdequemimadrerecibierasucarta,habíadejadodeexistir.Don Máximo Baroja reflexionaba. Carlota Neira, con los ojos fijos en el
vacío,movíaloslabios.Parecíaquehablabaconunespíritu.Despuésdeunapausa,donMáximoBarojaarguyó:—Según mis informes, ese Víctor Rey es hombre humilde. ¿Cómo pudo
conseguirunacartadelaCondesa?—Nosé.Elnacimientoylavidadeesemuchachoesunmisterio.—¿Quiénessonsuspadres?—Notienepadresconocidos.Hubootrapausa,alcabodelacualeljuezinterrogódenuevo:—¿Sabe usted por qué medios se hizo con la carta en que la Condesa le
recomendaba?—SehacriadoenelpalaciodePorta-Dei.—¿Decaridad?—Creoquesí.—¿LaCondesaledistinguíamucho?—Mucho.—¿ErasolteralaCondesa?—No;eraviuda.—¿Joven?—No;muyanciana.—¿Teníahijos?—Unahijaqueprofesóenunconventoalosquinceaños.—¿Vive?
—Loignoroenabsoluto.—¿Tieneustedalgún rasgo importantequepodercomunicarme respectoal
carácterycostumbresdelinterfectoVíctorRey?—Muypocomás,señorjuez.—Veamos.—Hará como unos tres años que está en Madrid, y vivió siempre muy
irregularmente. Malas compañías. Creo que también el juego y el vino. Alprincipiomispadres leprotegieron.Senospresentóalgunasvecesencasa,deahídatan susvisitas, pero luegocesaron…Enunapalabra, comousted, señorjuez,habíamanifestado interéspor saberquiéneseran laspersonasque ibananuestra casa, creí que no debía ocultarle esta, de la cual el otro díame habíaolvidado.
DonMáximoBarojaaprobóconlacabeza.—Perfectamente.Laindicaciónpuedetenergranutilidad.Sequitólosanteojosdeguarnicióndeoro,losdejósobreelvade,ysepuso
enpie.Almismotiempodecía,dirigiéndoseaCarlotaNeira:—Perdone usted que la haya retenido y molestado tanto tiempo. Perdone
usted.Ylaacompañóhastalapuerta.Apenas salióCarlotaNeira, el juez tocó el timbre con fuerza, como hacía
siempre que tenía que transmitir alguna orden a la cual concedía verdaderaimportancia.
Unalguacilapareció.Eljuezllenórápidamenteunahojadepapelqueentregóalalguacil:—Esto al inspector Bargiela. Es una orden de prisión que hay que
cumplimentarinmediatamente.Elalguacilsaludóysalió.
***
DoshorasdespuéselinspectorBargielaentrabaeneldespachodeljuez.—Ahíestáeldetenido,señordonMáximo.DonMáximo,queestabaentretenidoenhojearunacausa,ladejóvivamente
sobrelamesaycontestó:
—Hágaleentrar,Bargiela.Bargielasedirigióalapuerta,yeljuezañadió:—Yqueentrentambiénlosguardias.Salióelinspector,ymomentosdespuésdosguardiasintroducíanalpresoen
eldespachodeljuez.DonMáximo,dirigiéndosealosguardias,indicóbrevemente:—Siéntenselosdos.Yvolviéndosealdetenidoañadiódesignándoleunlugar:—Ustedahí.Elpresoocupóunasilla, colocadadelantedelbancodondese sentaran los
guardias.Durantealgúntiemponosepronuncióunapalabra.DonMáximo,quehabíacogidosuplegaderaydabagolpesconellasobreel
vade,mirabadistraídamentealpresocomopreparándoseainterrogarle.VíctorReynoparecía ni perturbadoni conmovido, antes al contrariomuy
dueñodesí.Éldiocomienzoalinterrogatorioenestaforma:—¿CuántotiempollevabaustedempleadoenelCréditoArgentino?—Comounosseismeses.—¿Quéhacíaustedantes?VíctorReysonriócomoquiensedisculpa.Despuésmurmuró:—Nada.DonMáximoBarojaexclamósorprendido:—¿Nada?¿Puesdequévivía?—Demipropiamiseria.Yagrególuego:—Lamiseriaesunmododevivir.Eljuezseenderezóensusillón,ydijoseveramente:—No estamos aquí para hacer frases. Responda sencillamente a lo que le
pregunto.Víctorinsistió:—¿Ycómoquiereelseñorjuezqueleresponda?Almismotiemposonreíaburlonamente.Hubounalargapausa.Don Máximo Baroja dudaba entre encolerizarse, o tomar a broma las
audacesréplicasdelpreso.
Por un lado le parecía que su autoridad sufría ciertomenoscabo; pero porotro su espíritu amplio y curioso no dejaba de hallar interesante la actitud delacusado.
VíctorReyeralaencarnacióndeltrabajadoractual,quetieneelcorazónylainteligenciarebosantedelecturasypredicacionessocialistas.
DonMáximoBarojaprosiguióelinterrogatoriocongrancautela.—Ustednoignoraquehasidoacusadodeundesfalco…Víctor,sininmutarse,hizoconlacabezaungestodeaquiescencia.DonMáximoBarojacontinuó:—¿Quémotivoslellevaronacometeresedesfalcoodesfalcos,porquesegún
parecesonvarios?Víctorsonrió:—Preguntar al hombre por quédelinque, señor juez, es comopreguntar al
enfermoporquésufre…DonMáximoBarojaparecióimpacientarse:—Advierto al acusado que no estamos aquí para hacer socialismo. Le
preguntocuálesfueronlascausasdeterminantesqueleindujeronalrobo.¿Fuelanecesidad?
—¡No!—¿Fuealgúnviciodispendioso?NuevamenteVíctorrespondióconfirmeza:—¡No!—¿Quéfueentonces?Fríamente,comoquienmonologuea,Víctorempezóadecir:—Es inútil interrogarme sobre ese punto, señor juez. Losmotivos queme
impulsaronacometerlosactosdequesemeacusanopertenecenaldominiodelacuriosidadjudicial.
Hizounalargapausa,yviendoqueeljueznodecíanada,continuócongrandesenfado:
—En los hechos que se reputan como ofensivos de la moral social, haysiempredosaspectosdiferentes:elaspectopúblicoyelaspectoprivado.Loqueespúblicoeselactoensuesencia,loqueesprivadoeselactoensuorigen.
Callóelacusado,sinqueeljuezlehubieseinterrumpidounsolomomento.Lo que al principio juzgara desfachatez, ahora le parecía curioso y raro. Poralgúntiempotuvolaimpresióndequesehallabaenpresenciadeunlocoodeunmaniático, y creyóqueparano exacerbarle, lomejor, o cuandomenos lomás
prudente,seríatratarlecondeferencia.—¡Bien!¡Bien,dejemoseso!…Y donMáximo Baroja se quitó los anteojos y se los limpió prolijamente.
Después, como buscando manera hábil de empezar un nuevo interrogatorio,preguntó:
—¿Puedeelacusadoreferirme loquehizoeldíaenquecometióelúltimodesfalcoenlacajadelCréditoArgentino?
Alformularestapreguntaeljueznoapartabalosojosdelpreso,quecontestósinhuirlavista:
—¡Quéséyo!…¡Tantascosas!DonMáximoBarojanodejabadeobservarleconatención.—¿Quieredecirsequenoseacuerda?Víctor,sinalterarse,inmóvilenlasilla,losojosfijosenlosojosdeljuezque
lomirabasiempre,repusovagamente:—¿Deloquehiceesedía?—Sí;deloquehizoenesedía…Hubounsilencio.Eljuez,impasible,seguíaobservandoalacusado,esperandosorprenderensu
rostroalgúngestodelator.Asuvezelacusadolemiraba,parecíaquererinvestigartambién.Unrelojdeparedhacíaoírelmonótonolatidodesupéndulo.Enelbancocolocadodetrásdelacusadolosdosguardiasparecíandormitar.Alláfueracaíalatarde.Don Máximo Baroja sin dejar adivinar su intención murmuró
solapadamente:—¡Eslástimaquetengatanmalamemoria!…Elacusadonorespondió.Entonceseljuezvolvióainsistir:—¿Norecuerdadóndeestuvo?¿Enquépasóeltiempo?VíctorReycerrólos
ojoscomosiquisieserecordarypronuncióvagamente:—Creoquefuiacasa…—¿Yvolvióasalir?—Creoquesí…—¿Quéhorasería?—Nopuedoprecisar…—¿Seríaanochecido?—Creoquesí…
—¿Estahora,pocomásomenos?—Sí,pocomásomenos.—¿Yadóndefue?—Nosé…Anduveporlascalles…—¿Porquécalles?—Norecuerdo.—Veasirecapacitando.—Nosé…Anduvesinrumbo…—¿Noencontróalgúnconocido,algúnamigo?¿Nohablóconalguien?—No…Anduvesolo…—De manera que no puede indicarme a nadie que lo haya visto en esa
ocasión.—Anadie.Eljuez,quedurantetodoesteinterrogatorionodesviaralosojosdelrostrode
Víctor,mudóentoncesdeposición,Ydijo:—¡Esdelamentar!¡Muydelamentar!Víctorpreguntósininmutarse:—¿Porqué?—Yalosabrámástarde.—La verdad, no comprendo qué interés pueda tener saber lo que hice esa
tarde…DonMáximoBarojacontestó:—Pues sepa el acusado que tiene un interés muy grande. Víctor,
encogiéndosedehombros,murmuró:—Puesmeextraña.Eljuez,reclinándoseenelsillón,prosiguió:—¿Ydurantelasprimerashorasdelanoche,quéhizo?—Volvíacasa.—¿Acomer?—No;nocomí.—¿Nocomióentoncesenesedía?—Nocomíencasa.—¿Entoncesporquéfueaella?—Nosé…Estabacomoatontado…—¿Volvióasalir?—Volví.—¿Adóndefue?
—Auncafé.—¿Comióallí?—Sí,señor.—¿Aquéhoraserecogió?—Nomerecogí.—¿Durmióentoncesesanochefueradecasa?—Dormí.—¿Dónde?—Encasadeunamujer.—¿Puededecirmeelacusadoquiénesesamujer?Víctortardóunmomentoencontestar.Luegoconestudiadacalmamurmuró:—Puestoqueelseñorjuezlodesea,notengoinconveniente.—Digaentonces.—Esunamujerperdida.—Sunombre.—MeparecequesellamaAdela.—¿Hacemuchotiempoqueustedlaconoce?—Esanocheporprimeravez.—¿Sudomicilio?—Norecuerdo.—¿Cómoseexplicaeso?—Eradenocheyfuimosencoche.Elladiolasseñasalcochero.—¿Peroalsalirveríaustedlacalle?Víctorsonrió.—Alsalirnoveíanada.—¿Cómo?—Creoquesalícompletamenteborracho,y,francamente,nomeacuerdode
nada.Elacusadoquisoañadiralgunasotrasexplicaciones,peroeljueznoledejó
proseguir.DonMáximoBarojayateníaformadosujuiciodefinitivo.Volviéndosealos
guardias,quesentadosdetrásdelpresodormitaban,dijo:—Llévenseaesehombre.AlmismotiempoalargabaalinspectorBargielaunaordenescritaysellada.Eraelmandamientodeprisión.Eldetenidolocomprendióasí,ysevolvióinterrogando:
—¿Nosigoenlibertadbajofianza?—No,señor.Yeljuez,conungesto,ordenóalosguardiasqueselollevasen.
***
Una cosa, especialmente, llamó la atención del juez en la declaración deVíctorRey;yfueestaaseveracióndelacusado:«Nopasélanocheenmicasa,sinoencasadeunamujer».
El juez recordaba la voz y el gesto con que estas palabras fueranpronunciadas,ylesconcedíaenterocrédito.
PerodonMáximoBarojadudabaqueVíctorReynoconociesealamujerencuestión.
Leparecíaextrañoquenorecordaselacasanilacalle.DecidióaveriguarquéclasederelacionesteníaVíctor,yconfióestamisión
alinspectorBargiela,queinmediatamentesepusosobrelapista.Aldíasiguiente,alasdiezdelamañana,elinspectorsosteníaunaanimada
conferenciaconeljuezacercadeaquelinteresantepunto.DonMáximo,sentadodelantedelbuenfuegoqueardíaensudespachooía
ensilencio,ydecuandoencuandoformulabaalgunapregunta.ElinspectorBargieladecía:—Segúnmisinformes,eseVíctorRey,amásdeunanoviahonrada,llamada
Soledad,sostienerelacionesconunaantiguacantadoradelcafédelBrillante.DonMáximoBarojasonrió.—Vamos,untenorio.—Casi,señorjuez.—Yesacantadora,¿tieneustedinformesdeella?—Algunoshepodidorecoger,sí,señor.—Veamos.—SellamaPacalaGallarda.Eljuezinterrumpió:—¡Paca la Gallarda! Yo creo que he entendido en una causa contra esa
prójima.—Efectivamente,estuvoprocesada.—¿Sabeustedporquédelito?
—Porinfanticidio.—Eljuradolaabsolvió,¿verdad?—Sí,señor.Elhechonopudoprobarse.—Ahora recuerdo. Veamos, amigo Bargiela, qué ha sabido usted de esa
señora…—Yahedichoquemisinformesnosontodavíacompletos,señorjuez.Eljuezhizoungesto.—Dejeustedlasdisculpas,amigoBargiela.Adelante,adelante.El inspector Bargiela se atusó el negro y frondosísimo bigote. Sacó del
bolsillointeriordesulevitaunacarterallenadenotas,yempezó:—SielseñorjuezpreguntaraalprimerparroquianodelcafédelBrillanteque
aquísepresentase,acercadelaconductadePacalaGallarda,leresponderíaenelacto,ysintitubear,queeraunacantadoraconvistasalamorlibre.
ElseñorBarojasonrió,aprobandodeestamaneralapintorescaformaqueelinspectorteníadeexpresarse.
—Sepamosahoracuáleslaopiniónparticulardeusted,amigoBargiela.—Sihedeserfranco,todavíanolatengoseñorjuez.EsaPacalaGallardaha
cantadounañoodosenelcafédelBrillante;perohacebastantetiempoquelohadejado;ycomono tienemediosdeexistenciaconocidosycomoviveentregentedelbroncequegastaytriunfa,sesospechanaturalmentequeunaomuchaspersonasatiendenasusgastos.
DonMáximoBarojaasintió:—Yasídebeser.Ahoraempiezoaverclaro.EseVíctorReyharobadopara
ella.—Lamismasospechatuveyo,señorjuez.—Puesmealegrodequehayamoscoincidido.—Sinembargo,concertezanohepodidoaveriguarnada.Hepreguntadoa
muchagentesinconseguirmásquedetallesvagos.Losinformesrecogidosnolesonsiempredesfavorables.
—¿Cómoentoncesseexplicaqueesamujervivaenlaholganzayvivabien?—Nadieseloexplica.LaexistenciadePacalaGallardaesunmisterio;uno
deesosmisteriosqueocupanduranteunmesalasgentesdelbarrio,yqueluegoolvidanparaocuparsedeotros.
DonMáximoBarojamurmurócomosihablaseconsigomismo:—Pues yome encargo de aclarar esemisterio que puede hoy tener cierta
importancia.
—Escasiseguro,señorjuez.HubounsilencioquedonMáximoBarojafueelprimeroenromper.—Espreciso,amigoBargiela,queustedtomealgunosinformesdelorigende
esamujer.¿Dedóndeviene?¿Dóndehanacido?¿Quiénessonsuspadres?UnagransonrisadesatisfacciónerizólosbigotesdelinspectorBargiela.—Tengoyaesosinformes,señorjuez.PacalaGallardaesandaluza,hijade
madregitanaydepadrefrancés.—¿Yesospadresdóndeseencuentran?—El padre, un comisionista francés, debió haber vuelto a Francia; la
Gallardaeshijanatural,lamadrecreoquehamuerto.—¿CómoPacalaGallardafijósuresidenciaenMadrid?—Vinoconunafamiliadenovillerosandaluces.Siendomuychicatodavía,
formópartedelacuadrilladeNiñasCordobesas.—¿EnquéépocaconocióaVíctorRey?—CuandoestellegóaMadrid.Hacetresañospróximamente.—El procesamiento por infanticidio a que la Paca estuvo sujeta debió
empezarpocodespués…—Sí,señor.—¿SabeustedsiVíctorReyhafiguradoenlacausa?—Creoqueno.—Decualquiermanera,seráprecisorevisarla.Elasunto,alaverdad,nosési
seaclaraosecomplica.YdonMáximoBaroja,despuésdepronunciadaslasanterioresfrases,quedó
sumidoenhondasreflexiones.El inspector no se atrevía a turbarlas. Retorciéndose los bigotes, esperaba
queeljuezleinterrogasedenuevo.Elrelojdiolasonce.Un alguacil entró a anunciar que esperaban algunos testigos citados para
aqueldía.Eljuezlevantólafrente,cargadadepensamientos.—Queesperenuninstante.Yaavisaréyo…Luego,volviéndosehaciaelinspector,añadió:—Para concluir, amigo Bargiela, ¿se ha enterado usted de la vida de esa
mujer después del desfalco cometido por Rey, y sobre todo, de su actituddespuésdelaprisióndeeste?
—Sí,señor.
—¿Ycuáles?—Tranquila.Ayernocheestuvo,comodecostumbre,enelcafédelBrillante
conunaamigaydostoreros.DonMáximoBaroja frunció las cejas,ydandoenelvadeungolpecon la
plegadera,queesgrimíahacíarato,exclamó:—¡Pues,señor,nocreoenesatranquilidad!Y tocó el timbre para avisar que podían ir entrando los testigos que
esperabanenlospasillos.
E
CAPÍTULOVII
HISTORIAANTIGUA
LnacimientodeVíctorReyestabaenvueltoenelmisterio.Suinfanciasedeslizaraalasombradelviejopalaciodeloscondesde
Porta-Dei, en una de las calles más tristes y silenciosas de la ciudadcompostelana.
LapresenciadeVíctorenelpalacionofuenuncaexplicadapornadie.Nosesabíasiestabaallíencalidaddedeudo,defamiliarodeasilado.Enelpalacioapenasentrabaalmaviviente.LaCondesa,viudaysoladesdehacíamuchosaños,solamenteabandonaba
sunobleretiroparairamisaalacatedral.Unjardínseñorial,llenodenoblerecogimiento,cercabaelpalacio.Entre mirtos seculares, blanqueaban estatuas de dioses, ¡pobres estatuas
mutiladas!Los cedros y los laureles cimbreaban con augusta melancolía sobre las
fuentesabandonadas.Algúntritóncubiertodehojasborboteabaaintervalossurisaquimérica,yel
aguatemblabaenlasombraconunlatidodevidamisteriosayencantada.La Condesa casi nunca salía del palacio. Contemplaba el jardín desde el
balcónplaterescodesualcoba,yconlasonrisaamabledelasdamaslinajudas,lepedíaaFrayÁngel,sucapellán,quecortaselasrosasparaelaltardelacapilla.
¡EramuypiadosalaCondesa!Aristócrata a lausanza antigua, vivía con losojosvueltoshacia el pasado,
¡esepasadoquelosreyesdearmaspoblarondegentilesleyendasheráldicas!CarlotaElenaAguiaryBolaño,CondesadePorta-Dei,lasaprendieracuando
niña,deletreandolosranciosnobiliarios.DescendíadelacasadeBradamín;unadelasmásantiguasyesclarecidas,segúnafirmanejecutoriasdenoblezaycartasdehidalguía,signadasporelseñorreydonCarlosI.
LaCondesaguardabacomoreliquiasaquellaspáginas infanzonasaferradasenvelludocarmesí,quedelossiglospasadoshacíangallardaremembranza,consus grandes letras floridas, sus orlas historiadas, sus grifos heráldicos, sus
emblemascaballerescos,suscimerasempenachadas,ysusescudosdedieciséiscuarteles miniados con paciencia monástica, de gules y de azur, de oro y deplata.
LaCondesaerahijaúnicadelcélebremarquésdeBradamín,quetantofiguróenlaprimeraguerracarlista.
HechalapazdespuésdelatraicióndeVergara—nuncaloslealesllamarondeotrasuertealconvenio—,elmarquésemigróaRoma.
Aquellos tiempos eran los hermosos tiempos del Papa Rey, y el caballeroespañol fue uno de los gentiles hombres extranjeros con cargo palatino en elVaticano.
Durantemuchosañosllevósobresushombroselmantoazuldelosguardiasnobles,yluciólabizarraropillaacuchilladadeterciopeloyraso:elmismoarreogalánconqueeldivinoSanzioretratóaldivinoCésarBorgia.
Los títulos de Marqués de Bradamín, Conde de Barbanzán y Conde deLantañoextinguiéronseconelbuencaballerodonPedroAguiaryMendoza,quemaldijo en su testamento con arrogancias de castellano leal a toda sudescendencia,sientreellahabíaunosoloquetraidorovanidosopagaselanzasyanatasacualquierSeñorReyquenolofueseporlagraciadeDios.
Suhijaadmiró lasoberanagallardíadeaquellamaldiciónquese levantabadel fondo de un sepulcro, y acatando la voluntad paterna, dejó perderse lostítulos que honraran veinte de sus abuelos; pero suspiró siempre por elmarquesado de Bradamín: para consolarse leía el nobiliario del monje deArmentárizdondesecuentaelorigendeaquelesclarecidolinaje.
SimástardetitulódeCondesa,fueporgraciapontificia.
***
FrayÁngel,elcapellándelaCondesa,eraunaespeciedemayordomodelacasa.Eraunatardedeinvierno,yFrayÁngelconpasodeloboatravesóeljardínyentróenelpalacio.
La mano atezada y flaca de capellán levantó la blasonada cortina deterciopeloquecubríalapuertadelsalón.
—¿DasupermisolaseñoraCondesa?—Adelante,FrayÁngel.Elcapellánentrósinhacerruido.
Allá en el fondo del estrado suspiraba la noble señora tendida sobre elcanapédedamascocarmesí.Apenasseveíadentrodelsalón.LaCondesarezabaenvozbaja y sus dedos, lirios blancos aprisionados en losmitones de encaje,pasabanlentamentelascuentasdelrosariotraídodeJerusalén.
Largosypenetrantesalaridosllegabanalsalóndesdeelfondomisteriosodelpalacio, agitaban la obscuridad, palpitaban en el silencio, como las alas delmurciélagoSatán…
FrayÁngelsesantiguóalentrar.—¡VálgameDios!¿Sindudaeldemoniocontinúamartirizandoalaseñorita
Beatriz?…LaCondesapusofinasurezosantiguándoseconelcrucifijodelrosario,y
murmuró:—¡Pobrehijamía!El demonio la tieneposeída.Amímeda espantooírla
gritar,verlaretorcersecomounasalamandraenelfuego…MehanhabladodeunasaludadoraquehayenCéltigos.Seránecesariollamarla.Cuentanquehaceverdaderosmilagros.
FrayÁngelmovíalatonsuradacabeza.—Síqueloshace,perollevaveinteañosencamada.—Semandaelcoche.—Imposibleporesoscaminos.—Selatraeensillademanos.—Únicamente.Peroesdifícil,muydifícil…Lasaludadorapasadelsiglo,es
unareliquia…Viendo pensativa a la Condesa, el capellán guardó silencio. Era un viejo
astutoymontaraz,deojosenfoscadosyperfilinmóvil,comotalladoengranito.Recordabaesosobisposguerrerosqueenlasviejascatedralesduermenorezanalasombradeunarcosepulcral.
Ladama,conlasmanosencruz,suspiraba.LosgritosdeBeatrizllegabanalsalón en ráfagas de loco y rabioso ulular. El rosario temblaba entre los dedospálidosdelaCondesa,quesollozabacasisinvoz:
—¡Pobrehija!¡Pobrehija!FrayÁngelmurmuró:—¿Acasoestarásola?LaCondesasevolviólevemente,almismotiempoque,conunademánlleno
decansancio,reclinabasucabezaenloscojinesdelcanapé.—Estáconmitía,laGenerala,yconelseñorpenitenciario,queibaadecirle
losexorcismos.—¡Ah!¿Peroestáaquíelseñorpenitenciario?LaCondesarespondiótristemente:—Mitíalehatraído.FrayÁngelsepusoenpie,conextrañosobresalto.—SeñoraCondesa,voyamandarensillarlamula,yestanochemepongoen
Céltigos. Si se consigue traer a la saludadora, debe hacerse con gran sigilo.Sobrelamadrugadayapodemosestaraquí.
LaCondesajuntólasmanos.—¡Dioslohaga!Ylanobleseñoraselevantótambiénparavolveralladodesuhija.Ungato
quedormitabasobreelcanapésaltóalsueloenarcandoelespinazo,ylasiguiómaullando…
LaCondesaentróenlaalcobadesuhija.Beatriz parecía unamuerta: con los párpados entornados, lasmejillasmuy
pálidasylosbrazostendidosalolargodelcuerpo,yacíasobreelantiguolechodemaderalegadoalaCondesaporFrayDiegoJiménez,unobispodelanoblecasadeBradamín,tenidoenopinióndesanto.
La alcoba de Beatriz era una gran sala entarimada de castaño, obscura ytriste. Tenía angostas ventanas de mainel, donde arrullaban las palomas, ypuertas monásticas, de paciente y arcaica ensambladura, con los clavosdanzarinesenlosfloreadosherrajes.
Elseñorpenitenciarioy laancianaGenerala, retiradosenunextremode laalcoba,hablabanmuybajo.
Entró la Condesa procurando aparecer serena; llegó hasta la cabecera deBeatriz,inclinoseensilencioybesólafrenteyertadelaniña.Conlasmanosencruz, semejante a una Dolorosa, y los ojos fijos, estuvo largo tiempocontemplandoaquelrostroquerido.EralaCondesatodavíahermosa:prócerdeestaturaymuyblancaderostro;conlosojosazulesylaspestañasrubias,deunrubio dorado, que tendía leve ala de sombra en aquellas mejillas tristes yaltaneras.
Elseñorpenitenciarioseacercó:—Condesa,necesitohablarconeseFrayÁngel…Lavozdelprebendado,acariciadoraysusurrantedeordinario,estaba llena
deseveridad.LaCondesasevolviósorprendida.
—FrayÁngelnoestáahoraenelpalacio.Ylosazulesojosdeladama,aúnempañadosdelágrimas,interrogabancon
afán,almismotiempoquesobreloslabiosmarchitostemblabalasonrisaamableyprudentedeunadamadevota.
LaancianaGenerala,queestabaalacabeceradeBeatriz,seaproximómuyquedo:
—Nohablenustedesaquí…Carlota,esprecisoquetengasvalor.—¡Diosmío!¿Quépasa?—Calla, que tu hija no advierta nada. El señor penitenciario te dirá…
¡Calla!…YalmismotiempollevabaalaCondesafueradelaestancia:LaancianaseñoravolviósolaalladodeBeatriz;posóunmomentosumano
llenadearrugassobrelafrentetersadelaniña,ymurmuró:—¡Hijamía,notiembles!…¡Notemas!…LaCondesayelpenitenciariosedirigieronalsalón.Los ojos del gato, que hacía centinela al pie del brasero lucían en la
obscuridad. La gran copa de cobre adornada con dos medallones llenos deabolladurasaúnguardabaentrelacenizaalgunasascuasmortecinas.
En el fondo apenas esclarecido del salón, sobre las cortinas de terciopelo,brillabaelmetaldelosblasonesbordados:elpuentedeplataylosnueveróelesdeoro,quedonEnriqueIIIdieraporarmasalseñordeBradamín,PedroAguiardeTor,llamadoelChivoytambiénelViejo.
Lasrosasmarchitasperfumabanlaobscuridadyelsilencio,deshojándoseenlosantiguosflorerosdeporcelanaqueimitabanmanosabiertas…
Uncriadoencendióloscandelabrosdeplataquehabíasobrelasconsolas,yseretiróensilencio.Pocodespués,laCondesayelpenitenciarioentrabanenelsalón.Ladama,conademánresignadoynoble,ofrecióaleclesiásticoasientoenel canapé, y trémula, abatida por obscuro presentimiento, se dejó caer en unsillón.
Eleclesiástico,conlavozungidadesolemnidad,empezóadecir:—Esunterriblegolpe,Condesa.Haceveinteañosquesoypenitenciarioen
nuestraCatedral,yuncasodeconcienciatandoloroso,tanextraño,nolohabíavisto…Laconfesióndeesaniñaenfermatodavíameestremece.
LaCondesalevantólosojos.—¿Se ha confesado?… ¡Sin duda Dios Nuestro Señor quiere volverle su
gracia! He sufrido tanto viendo a mi pobre hija aborrecer de todas las cosas
santas.Eldemoniolateníaposeída…LaCondesase inclinóbuscandosupañuelo,queacababadeperdérsele.El
penitenciario lo recogió de la alfombra: era blanco, perfumado de incienso yestoraquecomoloscorporalesdeuncáliz.
—Aquíestá,Condesa.—Gracias,señorpenitenciario.Elseñorpenitenciarioparecíamuy joven;eraaltoyencorvado,conmanos
deobispoyrostrodejesuita.Teníalafrentedesguarnida,lasmejillastristes,elmirar amable, la boca sumida, llena de sagacidad. Recordaba el retrato delcardenalCosmedeFerraraquepintóelPerugino.
Traslevepausacontinuó:—En este palacio, Condesa, se hospeda un sacerdote impuro, hijo de
Satanás…LaCondesalemiróhorrorizada:—¿FrayÁngel?El penitenciario afirmó, inclinando tristemente la cabeza cubierta por el
solideo rojo, privilegio de aquel cabildo. La llama de las bujías brilló en susanteojosdeoro;conlavozunpocotrémula,murmuró:
—Esa ha sido la confesión de Beatriz… Por el terror y por la fuerza hanabusadodeella…
LaCondesasecubrióelrostroconlasmanos,queparecíandecera;perosuslabiosnoexhalaronungrito.
Elpenitenciariolacontemplabaensilencio;despuéscontinuó:—Beatrizhaqueridoquefueseyoquienadvirtieseasumadre…Mideber
era cumplir su ruego: ¡triste deber, Condesa! La pobre criatura, de pena y devergüenzajamássehubieraatrevido.Sudesesperaciónalconfesarmesufaltaeratan grande, que llegó a infundirme miedo. ¡Ella creía su alma condenada,perdidaparasiempre!…
La Condesa levantó el rostro y con la voz ronca, cubierta por el llanto,exclamó:
—Yoharémataralcapellán.¡Leharématar!…Yamihijanolaverémás…Elpenitenciariolainterrumpiólevantándosellenodeseveridad:—Condesa, el castigodebedejarse aDios.Yen cuanto a esaniña, ni una
palabraquepuedaherirlaniunamiradaquepuedaavergonzarla…Agoniada,yerta,laCondesavolvióacubrirseelrostroconlasmanos.Allá fuera, las campanas de un convento que había en la misma calle
volteaban alegremente anunciando la novena que todos los años hacían lasmonjas a la seráfica fundadora. En el salón, las bujías lloraban sobre lasarandelasdoradas;yenelbordedelbraseroapagadodormíaelgato.
***
LosgritosdeBeatrizresonabanentodoelpalacio…Con los ojos extraviados y el cabello destrenzándose sobre los hombros
pálidos, de una blancura lilial, se retorcía a los pies del antiguo lechosalomónico.LaCondesaestremecioseoyendoaquelplañirquehacíamiedoenelsilenciodelanoche,yacudiópresurosa.
Sobreelentarimadogolpeaba la rubiacabezadeBeatriz; su frente,yertayangustiada,manabaunhilodesangre.RetorcíasebajolamiradamuertaeintensadelCristo.¡UnCristodeébanoymarfil,concabellerahumana;losdivinospiesiluminadospor agonizante lamparilladeplata; el rostro envuelto en la sombradeldoselquebordaronlasmanosdeunaabadesanoble!Beatrizhacíarecordaraquellas blondas princesas, ¡santas de trece años!, que martirizaban su carne,tentadaporSatán.AlentrarlaCondesa,seincorporóconextravío,lafazlívida,loslabiostrémulos,comorosasquevanadeshojarse.Sucabelleramagdalénicaencubríalacandidezdelossenos.
—¡Mamá!¡Mamá,perdóname!…Y le tendía las manos, que parecían dos blancas palomas azoradas. La
Condesaquisoalzarlaensusbrazos:—¡Sí,hija!¡Sí!…¡Acuéstateahora,pobrecitamía!…Beatrizretrocedió,losojoshorrorizados,fijosenelrevueltolecho:—¡AhíestáSatanás! ¡AhíduermeSatanás! ¡Viene todas lasnoches!Ahora
vinoysellevómiescapulario…Mehamordidoenelpecho.¡Yogrité,grité!…Peronadiemeoía.Memuerdesiempreenestepecho…
BeatrizmostrábaleasumadreelsenodeblancuraeucarísticadondeseveíalahuellanegraquedejanloslabiosdeLucifercuandobesan.LaCondesa,pálidacomolamuerte,descolgóelcrucifijo,ylopusosobrelasalmohadas:
—Notemas,hijamía.NuestroSeñorJesucristovelaahoraporti.—¡No!¡No!…YBeatrizseestrechabaalcuellodesumadre.Temerosas lasdos, fuerona
refugiarseenelfondodelaalcoba,sobreelantiguosofádedamascoazul,con
pájarosquiméricos;unodeesosmuebles arcaicosque todavía sehallanen lascasas de abolengo y parecen conservar, en su seda labrada y en susmolduraslustrosas,elrespetoylaseveridadengoladadelosantiguoslinajes.LaCondesaarrodilloseenelsuelo.
Entre susmanos guardó los pies descalzos de la niña como si fuesen dospájaros enfermos y ateridos. Beatriz, ocultando la frente en el hombro de sumadre,musitó:
—Mamáquerida,fueunatardequebajéalacapillaparaconfesarme…Yotellamé gritando, tú nome oíste…Después quería venir todas las noches, y yoestabacondenada…
—¡Calla,hijamía,norecuerdes!…Y las dos lloraron juntas, en silencio; mientras sobre la puerta de arcaica
ensambladurayfloreadosherrajes,arrullabandostórtolasqueFrayÁngelhabíacriadoparaBeatriz.
***
AmedianochellególasaludadoradeCéltigos:hicieraelcaminoenuncarrodebueyes,tendidasobrepaja.LaCondesadispusoquedoscriadoslasubiesen.Entró salmodiando saludos y oraciones. Era vieja, muy vieja, con el rostrodesgastadocomolasmedallasantiguas,ylosojosverdes,delverdemaléficoquetienenlasfuentesabandonadasdondesereúnenlasbrujas.Salióhastalapuertalanobleseñora,ytemblándolelavozpreguntóaloscriados:
—¿VisteissihavenidotambiénFrayÁngel?En vez de los criados, respondió la saludadora con el rendimiento de las
viejasqueacuerdanlosmayorazgos:—SeñoramiCondesa,yosolahevenidosinmáscompañaqueladeDios.Loscriadosdejaronalasaludadoraenunsillón.Beatrizlacontemplaba:los
ojos temerosos y sombríos, abiertos como sobre un abismo. Estaba la niñaacostadaenel sofá,cubiertacon lacapaqueelmarquéssuabuelousaraen laguardia noble pontificia.La saludadora sonrió con la sonrisa yerta de su bocadesdentada.
—¡Mirenconcuántaatenciónestálablancarosa!Nomeapartalosojos.La Condesa, que permanecía de pie en medio de la alcoba, volvió a
preguntar:
—¿Novioaunfraile?¿Quiénllevóelaviso?—No fuepersonade estemundo.Ayer de tarde quedemedormiday en el
sueñotuveunarevelación.MellamabalabuenaCondesamoviendosupañueloblanco,queeradespuésunapalomavolando,volandoparaelcielo.
Ladamapreguntótemblando:—¿Esbuenagüeroeso?—No hay otro mejor, mi Condesa. Díjeme entonces entre mí: vamos al
palaciodetangranseñora.LaCondesacallabapensativa.Despuésdealgúntiempo,lasaludadora,que
teníalosojosclavadosenBeatrizpronunciólentamente:—Aestarosagalanalehanhechomaldeojo.Enunespejopuedoverlo,sia
manolotienemiseñora.LaCondesaleentregóunespejoguarnecidodeplataantigua.Levantoleen
alto la saludadora, igual que hace el sacerdote con la hostia consagrada, loempañódespuésechándolesualiento,yconundedotemblorosotrazóelcírculodelreySalomón.
Hastaqueseborróporcompleto,tuvofijoslosojosenelcristal.—Lacondesitaestáembrujada.Paraserbienrotoelembrujo,handedecirse
lasdocepalabrasquetienelaoracióndelBeatoElectusconformedanlasdocecampanadasdelmediodía,queescuandoelPadreSanto se sientaa lamesaybendiceatodalacristiandad.
LaCondesaseacercóalasaludadora;elrostrodeladamaparecíaeldeunamuerta;susojosazulesteníanelvenenosocolordelasturquesas.
—¿Sabehacermaldeojo?—¡Ay!¡SeñoramiCondesa,esmuygrandepecado!—¿Sabehacerlo?Yomandarédecirmisas.Lasaludadorameditóunmomento:—Séhacerlo,miCondesa.—Pueshágalo.—¿Aquién,miseñora?—Auncapellándemicasa.Lasaludadorainclinólacabeza.—Paraesoesmenesterquemarlashojasdelbreviariosobreesteespejo.La Condesa salió y trajo el breviario de Fray Ángel. Al entregárselo a la
saludadora cerró los ojos: sus manos temblaban. La saludadora arrancó sietehojasylaspusosobreelespejo.
Después,conlasmanosjuntascomoparaunrezo,salmodió:—¡Satanás! ¡Satanás! ¡Yo te conjuro por mis malos pensamientos! ¡Yo te
conjuropormismalasobras! ¡Yo teconjuropor todosmispecados! ¡Satanás!¡Satanás! ¡Te conjuro por el aliento de la culebra! ¡Por la ponzoña de losalacranes! ¡Por el ojo de la salamántiga! Te conjuro para que vengas sintardanza,yenlagravedaddeaquestecírculodelreySalomón,teencierresyenél te estés, hasta poder llevarte a las cárceles tristes y obscuras del infierno elalma que en este espejo ahora vieres. ¡Satanás! ¡Satanás! ¡Te conjuro por elpoderdeesterosario,queyoséprofanadoportiymordidoportiencadaunadesuscuentas!¡Satanás!¡Satanás!¡Unayotravezteconjuro!…
Callólasaludadora,yelcristaldelespejoserompióconunlargogemidodealmaencarcelada.
Lastresmujeressemirarontemblando.Noseatrevíanahablar.Elvientosoplabalúgubrementeenelmaineldelaventana.Esperabaneldíatemblandodemiedo.Sobrelamadrugadallamaronalapuertadelpalaciocongrandesgolpes.EranunosaldeanosdeCéltigos.Conducían el cadáver de Fray Ángel, que de noche, al claro de la luna,
hallaronflotandoenelrío…
***
PocosdíasdespuéslaCondesadePorta-DeiysuhijaBeatrizabandonabansupalacioy la histórica ciudaddeCompostela, para ir amorar en su torredeBradamín,alláenelfondodelamontañagallega.
¿Enaquelrincón,cuálfuesuvida?
L
CAPÍTULOVIII
VÍCTORAPARECEPORPRIMERAVEZ
AtorredeBradamínestabasituadaenmitaddeundescampado,dondesoloseerguíanalgunospinosdesmedradosysecos.
Elpaisajedemontaña,entodasazónausteroysilencioso,parecíalomuchomásbajoelcieloencapotadodeaquellatardedeinvierno.
Ladraban los perros de la aldea vecina, y como eco simbólico de lasborrascasdelmundoseoíaeltumbarciclópeoyopacodeunmardecostamuylejano.
Era centenaria la torre, y en medio de la eterna tristeza gris de la sierra,aquellas rejas fortísimas, aquellos escudos nobiliarios y aquellas puertas deencina que girabanpenosamente sobre los viejos goznes producían indefiniblesensacióndeantipatíaydeterror.
Rostroa la torreadelantabaunodeesospordioserosquevanen romeríaatodos los santuarios, y recorren los caminos salmodiandounahistoria sombríaforjadacon reminiscenciasdeotrascien,yapropósitoparaconmoverel almadelpueblo,sencilla,milagreraytrágica.
Aquelmendicante desgreñado, con su esclavina adornada de conchas y elbordónde los caminantes en la diestra, parecía resucitar la devociónpenitentedeltiempoantiguoenquetodalacristiandadcreyóverdibujadaconestrellasenlacelestealturaelCaminodeSantiago.
¡La ruta poblada de riesgos y trabajos, que la sandalia del peregrino ibalabrandolentamenteenelpolvo!…
Anochecía, y la luz del crepúsculo daba al yermo y riscoso parajeentonacionesanacoréticasquedestacabanconsombríaidealidadlanegrafiguradelromero.
Ráfagas heladas de la sierra, que imitan el aullido del lobo, sacudíanleimplacables lanegraysuciaguedeja,yarrebataban, llevándoladelunoalotrohombro, la ola de la barba que, al amenguar el viento, caía estremecida yrevueltasobreelpechodondesezarandeabancrucesyrosarios.
Elperegrinosedetuvoenloaltodeunacuestablanquecina.
Apoyadoadosmanosenelbordóncontemplólaaldeaquesobresaleentrelamasafoscadeunpinarallálejos,lejos,enlafaldadeunmonte.
Sinánimosparallegaralatorrecerrólosojosnubladosporlafatiga,cobróalientoenunsuspiroysiguióadelante.
AntesdellegaralatorredeBradamín,sehallaunviejomolino.Sentadaalapuertahilabaunapastora.Lasovejasrebullíanentorno.Sobreellinderodelcaminopacíanlasvacasdetrémulasyrosadasubres.Elmastín, amododeviejoadusto, ladrabaal recental,que le importunaba
coninfantilesretozos.Inmóvilenmediodelamanchamovedizadelhato, laruecaenlacinturay
las puntas de la esclavina de grana vueltas sobre los hombros, rubia yensimismadaestabalazagala.
Su frente, dorada como la miel, tenía la expresión casta de las antiguasmadonaspintadassobrefondodeoro;suboca,lasonrisapálidadeloscorazonestristes.
Lascejaseranrubiasydelicadas.Losojos,encuyofondolucíaunavioletaazul,místicosyardientescomopreces.
Movidaporlapresenciadelperegrino,selevantódelsuelo.Elperegrinosedetuvoechandobendicionesdesdeelcamino.Luegoseacercó.Lapastorayelperegrinosesaludaronconcristianahumildad.—¡BenditoyalabadoseaelSantísimoSacramento!—¡Benditoyalabadoélsea,hermano!El peregrino preguntó a la zagala con la plañidera solemnidad de los
pordioseros,siporacasoservíaenlatorre.Ella,conhartaprolijidad,perosinalzarlacabeza,contestóqueeralarapaza
delganado,yqueservíaallíporlacomidayelvestido.Lavozdelapastoraeramonótonaycantarina.Hablabaelgallegoarcaico,casivisigododelamontaña.Elperegrinoparecíadeluengastierras.Trasunapausarenovóelpregunteo:—¿Queríasaber,almadelSeñor,silosamosdelatorreerangentecristiana,
capazdedarhospitalidadauntristepecadorqueibaenperegrinaciónaSantiagodeGalicia?
Ádegamurmurólevantandolosojos:—¡Jesús!¡Comocristianosson,sí,señor!
Seinterrumpióparaacuciarlasvacas,que,paradasdetravésenelsendero,alargabanelyugosobrelostojosbuscandobrotesnuevos.
Noanudóningunodelosdoslaconversaciónyensilenciocontinuaronhastalaspuertasdelatorre.
Mientraslapastoraencerrabaelganadoypreveníaenlospesebresrecadodehúmeda y olorosa yerba, el peregrino salmodiaba padre nuestros ante la granpuertadelatorrequepermanecíacerrada.
Ádega, cada vez que entraba o salía en los establos, se paraba acontemplarle.
El sayal andrajoso del peregrino encendía en su corazón la llama decristianossentimientos.
Elperegrinosalmodiabaanteelportalóndelatorre:—¡BuenasalmasdelSeñor,hacedalpobreperegrinounbiendecaridad!¡La
Santísima VirgenMaría y el Apóstol Bendito os conserven la amable vida ysaludenelmundoparaganarlo!Diososdéquédaryquétener,saludysuerteenelmundopara ganarlo. ¡Buenas almasdelSeñor, haced al pobreperegrinounbiendecaridad!
Apoyólafrenteenelbordón,ylaguedejanegra,polvorientaysombríacayósobresufaz.
Unacriadaviejaasomóenloaltodeunaventana:—¡VayaconDios,hermano!Laviejallevabalaruecaenlacintura,ysusdedosdemomiadabanvueltasal
huso.Elperegrinolevantólafrente,voluntariosayceñudacomoladeunprofeta:—¿Yadóndequierequevayaperdidoenelmonte?—AdondeleguíeDios,hermano.—Aquemecomanloslobos.—¡Jesús!Nohaylobos.Ylaviejacriada,compadecidadelperegrino,añadióamaneradedisculpa.—Mire,hermano,otrodía,congrandeycristianavoluntad,seledaríaaquí
camaycomidaycuantohubiesemenester;perohoynoesposible.—¿Porqué?Lacriadasequedóconfusa.Luegoañadió…—Porquenopuedeser…Ycerrólaventana.Elperegrino se alejó tristemente.La llovizna sehabía convertidoen lluvia
furiosa.Sobrelaesclavinadelperegrinotemblabanlascruces,lasmedallas,losrosariosdeJerusalén.Lasgreñaslaciasytristesleacotabanlasmejillas…Yporelcaminoveníanmontañasdepolvo,yenloaltodelospeñascalesbalabaunacabranegra.
Lasnubesibanacongregarseenelhorizonte,unhorizontedeagua.Lasovejasvolvíanalestablo.Apenasturbabanelreposodelcampo,ateridoporlainvernada,lasesquilas
lentasysoñolientas.En el fondo de una hondonada verde y umbrosa se veía el santuario de
NuestraSeñora,rodeadodenogalescentenariosquecabeceabantristemente.Susbrazossecossacudíanelaguaconestremecimientosllenosdefrío.Semejabanviejosparalíticosabandonadosalbordedelcamino,patriarcassin
prole,desnudosyolvidados.Lapastorallamóenvozbajaalperegrinodesdelacanceladelestablo:—¡Oiga,hermano!¡Oiga!Comoelperegrinonolaescuchaba,seacercótímidamente:—¿Quieredormirenelestablo,señor?Elperegrinolamiróconojosdereconocimientoygratitud.Lapastora,cadavezmáscompadecida,añadió:—Mire,elestablodelasvacaslotenemosllenodelinoypodrádescansara
gusto.El peregrino miró instintivamente a la ventana donde antes asomara la
criada,yfueaguarecerseenelestablo,andandoconpasodelobo.Ádegalesiguió.Apenas se veía dentro del establo: el aire era tibio y aldeano; sentíase el
alientodelasvacas.El recental, que andaba suelto, se revolvía juguetón entre las patas de la
yunta,hocicabaenlasubresyerguíaelpicarescotestuzdandobalidos.La Marela y la Vermella, graves como dos viejas abadesas, rumiaban la
yerbafrescayolorosa,cabeceandosobrelospesebres.EnelfondodelestablohabíaunmontóndelinoyÁdegacondujoalromero
delamano.Losdoscaminabanatientas.El mendicante dejose caer sobre el lino, y sin soltar la mano de Ádega
pronuncióamediavoz:—Ahorafaltaquevengalaviejaquemehadespedido.
—Nuncaviene.—¿Erestúquienacomodaelganado?—Sí,señor.—¿Duermesenelestablo?—Sí,señor.Después de una pausa, Ádega, con apagada y religiosa voz, preguntó al
romero:—Yatraerámuchoandadoporelmundo,¿verdad?—DesdelamismaJerusalén.—¿Esodeberásermuydesviadodeaquí?…—¡Másdecienleguas!—¡GloriosoSanBerísimo!¿Ytodopormonte?—Todopormonteymaloscaminos.—¡Ay,santo!,bienganadotieneelcielo.Llenadesantorespetobesóelrosariodelperegrino.Despuésinterrogó:—¿Diga,estátocadoesterosarioenelsepulcrodeNuestroSeñor?—EnelsepulcrodeNuestroSeñoryeneldelosdoceApóstoles.Ádegavolvióaverlo.Entonceselperegrino,conademánpontifical,lecolgóelrosarioalcuello:—Guárdalo,rapaza.Enaquelmomentoseoyerongritosy lamentosdesgarradoresqueparecían
salirdelcentrodelatorre.Elperegrinosepusovivamenteenpieysaliófueradelestablo.Losgritosyloslamentosseoíancadavezmásdistintos.La luna iluminaba la negra silueta de la torre que se erguía solitaria y
siniestra.Guardadoradeunmedrosomisterio.Elperegrinoylapastora,detenidosenelumbraldelestablo,escuchabancon
pavorosasorpresa.Elvientosilbabalúgubrementesobresuscabezas.De entre losmuros de la torre salían aquellos lamentos de alma en pena,
aquellosgritosdeprisioneramartirizada.Elperegrinointerrogóalapastora:—¿Seoyenesosgritosfrecuentemente?Ádegarepusotemblando:—Noseñor,eslaprimeravez.Elperegrinomurmuróunaoraciónenvozbaja.Terminadosurezosevolvió
alapastoramisteriosamente:—¡Rapaza,ahímatanaalguno!Ádegajuntólasmanosconespanto:—¡Diosnoslibre,señor!—Síquelomatan,yesaunamujer.Seoyóunnuevogritomásdesgarradorypenetrante,yluegotodoquedóen
silencio.Ádegayelperegrinopermanecíanenelumbraldelestablo,sinatreversenia
moverseniahablar.Elmastínladrabaenmediodelcorralconlúgubreladrido.Elcieloestabatanlóbregoytenebrosocomolatierra.Las densas nubes que corrían velozmente, impulsadas por el violento
huracán, parecían un océano invertido que amenazase al mundo con nuevodiluvio.
Nadahaytanterriblecomoungrito,ungemido,un¡ay!quesuenaenmediodelas tinieblas.Cuandolavistanopuedecalcularelpeligro,parececomoqueeste crece, y entonces la imaginación aterrada traspone todos los límites de loposible.
Taleralasituaciónenqueelperegrinoylapastoraseencontraban.Pasadoalgúntiempo,vieronconasombroymiedo,alaluzdeunrelámpago,
que lagranpuertade la torre se abría sigilosamenteyunbultodemujerodehombre —que la obscuridad no permitía distinguir tanto— apresuradoatravesabaelcorral,descorríaelcerrojodelacancelaysealejabaporelcaminoqueconducíaalmolino.
¿Quiéneraaquelbulto?¿Adóndeiba?¡Quizálosepamosmuypronto!¡Quizánolosepamosjamás!
***
El peregrino no quiso permanecer más tiempo en aquellos lugares y sedespidiódelapastoraque,ateridadefríoydemiedo,quedoseacurrucadaenlapuertadelestablo.
Elperegrinocaminabaatientas,cegadoporlalluviayelviento.
Empezóanevarylosblancoscoposcaíanconstelandosuesclavina.Lasramasdelosárboles,desprovistasdehojas,gemíanlúgubremente,ylos
blancoscoposentregábansealocasdanzas.Apesardelaturbaciónqueexperimentabaydelasituacióndesuánimo,el
peregrinocaminabadeprisa,sindejarderezar.¿Quéibaaserdeélsiseextraviabayandabaerrantetodalanoche?Quiso explorar el horizonte con la mirada, pero los torbellinos de nieve
impedíanverlosobjetosatrespasosdedistancia.Irresolutoysinsaberquéhacer,sedetuvoenmediodelcaminogolpeándose
lasmanosparaestablecerenellaslacirculación,porqueapesardelarapidezdesumarchaelfríoleentorpecíalosmiembrosylepicabalacara.
Deprontoyamuypocadistancia,oyóungemidoquelehelólasangreenlasvenas.
Noerasinembargoelalaridodesgarradorquehabíaoídomomentosantesalpie de la torre; era un gemido apagado, mortecino, más bien de niño que demujer.
Al mismo tiempo, una forma sombría desgarró bruscamente la cortina deniebla,ypasóa su ladocon la rapidezdelviento,pero tuvo tiemposuficienteparareconocerla.
¡Eralaviejacriadaquelehabíanegadohospedajeenlatorre!Elterrorylasorpresahicieronqueelperegrinosedetuvieseunmomentoen
mediodelcamino.Lamujerdesaparecióenlaobscuridad.Elperegrinoserehízoyselanzóensuseguimiento.Prontoconsiguióalgunaventaja.Apesardelaobscuridaddelanoche,yadistinguíasusombra,queadquiría
entrelanieblaaspectodefantasma.Ibaaalcanzarla,cuandotropezóconunapiedraycayóanhelanteyaturdido,
pasándosealgunosminutosantesdequepudieselevantarse.La ventaja que esto proporcionó a la mujer hizo imposible la pudiese
alcanzar.Lasombrahuía.¿Adóndeiba?¡Quizánolosabíaellamisma!Elperegrino experimentaba ese terrorde lodesconocidoque lleva en sí la
noche.El peregrino se contemplaba solo, completamente solo, perdido en un
caminotristeysiniestro,sinsaberadóndeir.Deprontoviounaluzquebrillabaentrelosárbolesyparecíaindicarqueallí
existíaunacasa.Guiándose por ella, llegó a un gran raso de césped atravesado por dos
caminos,unoderuedasyotrodeherradura.En la encrucijada de los dos se levantaba una gran casa con cobertizos y
aspectodeventaodemesón.Elperegrinollamóenlapuertaconelhierrodesubordón.Noabrían,yvolvióallamar.Entoncesseabriólapuerta,yunhombrequellevabauncandilenlamano
asomóenelumbral.Elperegrinosuplicó:—¡Considere la noche que hace, hermano, y la situación en que me
encuentro!Demehospedajeporestanoche.Elhombrelevantóelcandilhastailuminarelrostrodelperegrinoycontestó:—Entre.Entróelperegrinoylapuertadelaventasecerrótrasél.
U
CAPÍTULOIX
ENLAVENTA
Nbuen fuego de sarmientos y encina ardía en el hogar iluminando concalientestonosrojizoslaanchurosacocinadelaventa.
Deltecho,cruzadoporlargasvigasnegruzcas,colgabauncandildeesosdecocina,queauncuandodabamáshumoqueluz,servíalobastanteaungrupodearrierosquejugabanalosnaipesenunrincón.
Elventeroylaventera—dosfigurassecasyavellanadas—conversabanalamordelalumbreconelrestodesushuéspedes,quesecomponíaalasazóndeunfamosocaciqueelectoral,untratanteenganado,yelcabodelaGuardiacivilyalgunosotrosdemenorcategoríayrepresentaciónsocial.
Eravísperadeferia,yconestemotivohabíamásgentequedeordinarioenlaventa.
Unviejoaldeanoquesecalentabaalpiedelfuego,preguntóalaventera:—Oiga,comadre,¿sabecómosiguelacondesita?—¿LadelatorredeBradamín?Nosé.Yañadiódespuésdeunmomento:—CreoquehanllamadoalasaludadoradeCéltigos…Elventeroañadió:—Haceunmesqueestáviviendoenlatorre.Intervinoelcaciqueelectoral:—Bueno, pero eso es una caridadde la señoraCondesa; nohayquedarle
otroalcance.ElcabodelaGuardiacivilfuedelamismaopinión:—Claroestá.Unacaridaddeesaseñora.Porlodemás,comolasaludadora
es una loca, les ha dicho que en la torre hay un duende, y ha sacado enconsecuencia que ese duende es un gato negro que se presenta allí de vez encuando.
Elcaciqueasintiómoviendolacabeza:—¡Parecementiraquetodavíahayaquiencreaensemejantesbrujerías!Selevantóuncorodeprotestas:
—¡Nosonbrujerías!¡Nodigaeso!…Elduendesepresentamuchasvecesenlascasas…
Elcaciqueyelguardiacivilsereíanguiñándoseunojo.Elguardiacivildijoliandouncigarro:—Aquí podrá encontrarse quien no crea en Dios, pero en el trasgo,
imposible.Mimujertuvounacriadaque,cuandosequemabaunguisooechabamucha sal al puchero, decía que había sido el trasgo, ymientrasmimujer leregañabaporsudescuido,elladecíaqueestabaoyendoaltrasgoquesereíaenunrincón.
ElcabodelaGuardiacivilterminósurelatoconunacarcajada.Elventeroledijoamododeconsejo:—¡Noseburle!¡Noseburle!Ymuyconvencido,empezóahacerunalargayeruditaenumeracióndelos
trasgos:—Loshaydetodasclases.Unossonbuenosyllevanacasaeltrigoyelmaíz
querobanenlosgraneros;otrossonperversosydesentierrancadáveresdeniñosenloscementerios;otrossonburlonesysebebenbotellasdevinoenladespensaoquitanlastajadasdelpuchero,sustituyéndolasconpiedras…
ElcabodelaGuardiacivilnoledejócontinuar:—¡Calle,hombre! ¡Calle!Nodigadisparates.Enesode los trasgossucede
comoentodo.Selepreguntaauno:—¿Ustedlovio?—.Ydicen:—Yo,no;peroel hijo de la tía Fulana, que estaba de pastor en tal parte, sí que lo vio—.Yresultaquetodosaseguranunacosaquenadiehavisto.
—¡Quizáseaesomuchodecir,señor!…Lavozdelqueasíhabíahabladoerahumilde:parecíallenademansedumbre
yderespeto.Todossevolvieronaverquiénhablaba.Eraelperegrino,quesilenciosohastaentoncesestabamascullandorezosen
unrincón.Laventerapreguntóconcuriosidad:—Puesqué,¿ustedhavistotrasgosdeesos?Elperegrinocontestó:—Sí,loshevisto.—¿Ycómofue?Cuente.Elperegrinoselevantóydijoacercándosealalumbre:—Pues verán ustedes.Había salido por la tarde de un pueblo, yme había
obscurecidoenelcamino.Elparajeinfundíarespeto.YoeralaprimeravezqueviajabaporestapartedelamontañadeGalicia,ylaverdad,teníamiedo.Estabamuy cansado de tanto andar, pero no me atrevía a detenerme. Me daba elcorazónqueporlossitiosquerecorríanoestabaseguro.
Elperegrinoinclinólafrente,yguardósilenciodurantealgúntiempo.Después, conunaprofunda impresiónde terror en lavoz, refirió cuanto le
habíaocurridoaquellanochehastallegaralaventa.Paraél,losgritosoídosalpiedelatorredeBradamínerancosadeltrasgo.Unaviejaquehabíaoídoatentamentelarelacióndelperegrinodijoentonces
conprofundoconvencimiento:—Queen la torredeBradamínhayun trasgo,no tienedudaninguna.Esta
tarde,yaanochecido,paséyoporallí.Derepente,sinsaberdedóndenicómo,veoamiladounperroencanijado,tododeunmismocolorobscuro,queseponeaseguirme.¿Dedóndepuedehabersalidoesteanimaltanfeo?Medijeentremí.Seguí adelante, ¡hala!, ¡hala!, y el perro detrás, primero gruñendo y luegoaullando,aunqueporlobajo.Laverdad,losaullidosdelosperrosnomegustan.Para librarme de aquella compañía pensé tirarle un cantazo; pero cuando mebajabaparaagarrarunodelcamino,una ráfagadevientome llenó losojosdetierraymecegóporcompleto.Almismotiempoelcondenadoperroempezóareírsedetrásdemí;desdeentoncesyanopudehacercosaaderechas; tropecé,mecaí,rodéporunacuesta,yelperroríequeríeamilado.YoempecéarezarymeencomendéaSanRafael,abogadodetodanecesidad,ySanRafaelmesacódeaquellosparajesyguiohastaaquí.Alsalirdelasinmediacionesdelatorre,elperroyanomesiguióysequedódetrásladrandoconfuria.
Laventerapreguntóenvozbaja:—¿Elperrosehaquedadoaullandodelantedelatorre?—Sí,delantedelatorre…—Eraeltrasgoqueanunciabalamuerte.Algunasvocesinterrogaron:—¿Lamuertedequién?—Delacondesita…Estámuyenferma.A lamedia tardepasóporaquíun
criado,entróatomarunvasoydijoqueibaenbuscadelmédico.Siguieronhablandoyapocollamaronalapuerta.Abrióelventeroyentróelmédicoconuncriadoquetraíaunfarol.Todospreguntaron:—¿Ylacondesita,señormédico?
El médico respondió al mismo tiempo que se despojaba de su capote,completamenteempapadoporlalluvia:
—¡Pobrecilla!¡Hamuerto!Hubo entonces en todos los presentes un movimiento de superstición y
asombro.Laventeracogióunpalo,ymarcóenelsuelodelantedelapuertaunafigura
comoladelosochavosmorunos,unaestrelladecincopuntas.Despuéssevolvióhacialosqueestabanagrupadosentornodelhogar.—Esparalibrarsedelostrasgos.Todosmostraronasentimientocongravecabeceo.Elmédico,despuésdebeberseunvasodevinoypedirunparaguasqueel
venteroletrajopresuroso,sedespidióysalió,siempreacompañadoporelcriadoquellevabaelfarol.
Yahabíaamanecidocuandoseoyeronapagadosquejidosqueparecíansalirdelpajar.
Lasbuenasgentesquesehallabanenlacocinadelaventaprestaronoídoyatendieronconzozobra.
Eranbalidostristes,quedetiempoentiempodejabandeoírse.Algunoshuéspedeshacíancomentariosenvozbaja.El peregrino se santiguó devotamente. Después, volviéndose al concurso,
dijoconvoztrémulayapagada:—¡Han de saber que esos son los mismos quejidos que yo he oído en el
camino!…Todoslosojossealzaronparamirarle.Elperegrinorepitió:—¡Sonlosmismosqueoídenoche,bajolatormenta!…ElcabodelaGuardiacivilleinterrumpió:—¡Ahoravamosaverlo,buenhombre!Apuróelúltimosorboqueteníaensuvasoysepusoenpiearrogantemente.Algunasvocessusurraronconsusto:—¡Novaya!¡Novaya!ElcabodelaGuardiacivilsonriódesdeñosamente,ysaliódelacocina.Laventera,queeraunamujerresueltaparatodo,lesiguió.Cundióconesto
elejemplo,yseaventuraronalgunasotraspersonasenaquellaempresaqueselesimaginabaarriesgadayheroica.
Enelpajarlosbalidossepercibíanclaros,distintos.
Elserqueloslanzaba,nocabíadudaquesehallabaallíoculto.Laventeraexplorabalosrinconesayudadadeunfarolquearrojabasobreel
muromoviblesmanchasdeclaridadysombra.De pronto la buena mujer lanzó un grito; pero aquel grito más fue de
sorpresaquedeespanto.Pusoelfarolenelsueloylevantóenbrazosunbultoqueyacíasobrelapaja.¡Eraunniñoreciénnacido!Todosrodearonalaventera.En torno del recién nacido se levantó un coro demurmullos placenteros y
curiosos.Comoentriunfo,lecondujeronalacocina.La ventera se sentó en un banco de roble cerca del hogar, porque el niño
parecíahallarseaterido.Dosmujeres,queporcasualidadseencontrabanenlaventa,hablabanyade
prohijarle.Conlosrostrosresplandecientesdecuriosidadseinclinabansobreelrecién
nacido,quelaventerahabíaempezadoadesnudar.Eraunniñovarón.Alparecersolocontabaalgunashoras.Estabaenvueltoenpañalesdebatista.Enelfajadortraíametidounpapeldobladoencuatrodobleces.Laventera,quenosabíaleer,seloalargóalcabodelaGuardiacivil.Elpapeldecíaasí:«Esteniñosehallabautizadoconaguadesocorro.SelehapuestoVíctor».Lasmujerespreguntaron:—¿Nodicemás?—Nadamás.Sehicieronmildiferentescomentarios.Sobretodolariquezadelospañalesfuemotivodegrandescontroversias.ElniñoVíctorempezóa llorardenuevoyhuboquepensarendarlealgún
alimento.Setrajolechereciénordeñada,queelniñogustóconafán.Después,laventeraacabódefajarle.Leenvolvióbienensupañolóndelanaymeciéndoleamorosamenteacabó
pordormirle.Ibaadejarlesobreelbancoderobleparaacudiraserviraunosarrierosque
acababan de llegar en tropel, cuando asomó en la puerta de la venta la noble
figuradeunancianosacerdote.Era el cura párroco de San Juan deBradamín, que volvía de decirmisa y
entrabaallíconelpretextodeguarecersedelnublado.El eclesiástico contestó con afable sonrisa al saludo de todos y dirigió en
tornounamiradacuriosa,inquiridora.Susojossedetuvieronenelniñodormidosobreelbanco.—Mehandichoque estamadrugada os habéis encontrado un tesoro en el
pajar.YconungestollenodebondadseñalabaalpequeñoVíctor.Seacercóalaimprovisadacunadelniñoylotomóenbrazos.Lecontemplólargoratoconexpresióndelástimaydeternura.—¡VálgameDios!Pobrecriatura…Sevolvióalaventerainterrogando:—¿Ytúquépiensashacerconestepobreniño,MaríaRosa?Laventerarepusoconunarranquegeneroso,saltándoselelaslágrimas:—¿Quépiensohacer?¡Criarlecomoahijopropio!Sersumadre.Elcuraaprobó:—Hacesbien,MaríaRosa.Eresunabuenamujer…Ydespuésdeunapausacontinuó,dirigiéndoseatodosengeneral:A vuestro lado, como al mío, este niño nunca podrá ser más que un
pobrecillo.¿Quépodemoshacernosotrosporél?¡Nada!…Conservarlelavida.¡Yesoestanpoco!
Laventerapreguntóconasombro:—¿Quéestádiciendo,señorcura?¿Porqueseamospobres,vamosaecharlo
alainclusa?Elsacerdotesonrióbondadosamente.—Todo lo contrario, María Rosa. Lo que yo he querido decir es que ese
pobreniñoestaríamejorqueatulado,alladodeunapersonaquepudiesedarletantocariñocomotúymuchasmáscomodidades.
MaríaRosainterrogócelosaeincrédulaalapar:—¿Ydóndeestáesapersona,señorcura?Elcurahizocomosireflexionaseunmomento;despuésrespondió:—Mujer, dónde está, no sé… ¿Pero no te parece que podría ser la señora
CondesadePorta-Dei?—¿LadelatorredeBradamín?—Lamisma.Esunaseñoratodacaridad.¡Túbienlosabes!Digo, todoslo
sabéis…Hubouncorodeexclamacioneslaudatorias:—¡Sí,señor!…—¡Unasanta!—¡Lamadredelospobres!—¡Dioslabendiga!—¡ElSeñorledémuchasalud!—¡Cienañosviva,amén!—¡Dios Nuestro Señor conserve siempre su casa tan alta como ahora la
vemos!—¡Yledéfuerzasparallevarconpaciencialamuertedelacondesita!…Cuandosehizoelsilencio,laventeraarguyó:—Ahora,dígameunacosaelseñorcura.¿SabesilaseñoraCondesaquerrá
ampararaestepobreniño?Elcurarepusoconcalurosaconvicción:—Seguro,seguro…Pero se interrumpió de pronto, y procurando dar cierta frialdad a sus
palabras,continuó:—Yo, ya comprenderéis que nada sé de cierto…Hablo únicamente por lo
que conozco de los sentimientos de esa señora. Pero, en fin, en cuanto hayaocasiónyolahablaré…VioqueMaríaRosaseenjugabalosojos,yañadióconbondad:
—No te disgustes,mujer; para ti era una cargamuy pesada. ¡No lo sabesbien!
MaríaRosa,estrechandoalniñocontrasupecho,murmuró:—¡BiensabeDiosquelohagosoloporelbiendeesteángel!
E
CAPÍTULOX
MANUSCRITODEVÍCTOR
L juzgado se apoderó de los papeles de Víctor Rey en un registropracticadoensudomicilio.
Entrelospapeleshabíaungrancuadernomanuscrito.Eraundiariodesuvida.Heaquíalgunosfragmentos:
Medespertéenunlechoblancoytibio,yadvertíentomomíoenlaalcoba,ricoscortinajesymueblesantiguos.
Lamedialuzquesefiltrabaentrelascortinas,dabaatodoslosobjetosunairefantásticoymisterioso.
¿Estabasoñandotodavía?No,eralarealidad;yaquellaalcobasuntuosaaumentabaelsentimientode
miabandono.Yoeraunhuérfanoyestabasoloenunacasaextraña.Porprimeravez,echédemenoslapobrecasaenquemecrie.¡Lahumilde
aldeanaquemesirviódenodriza!ElmobiliarioderobledelpalaciodelaCondesanopodíahacermeolvidar
elviejobancoylasdossillascojas,familiaresamiprimerainfancia.Prontome hallé restablecido, y pude hacer conocimiento con el palacio y
conmimadrina,laCondesadePorta-Dei,aquiennoconocía.Solounavezlahabíavistoanteriormente,cuandoenfermo,casimoribundo
mehabíantrasladadodelaaldeadeBradamínasupalaciodeCompostela.Enmideliriocreoquetambiénlahabíavisto,peronopuedoasegurarlo.Ahora, en mi recuerdo, la fisonomía dulce y grave de la Condesa, se me
aparecíacongranintensidad.Desdelosprimerosdías,tratédefamiliarizarmeconlasgentesdelpalacio.Todoallímeparecíaextraordinario.Sicierrolosojos,creoveraquellashabitacionesinmensasysuntuosas,las
salastanlargasqueyoteníamiedodeatravesartemerosodeperdermeenellas.
Yo no estaba curado todavía y mi estado de espíritu era como aquellashabitaciones,solemnementetriste.
Unaangustiadesconocidallenabamicorazóndeniño.A veces me detenía pasmado delante de un espejo, de un cuadro, de una
chimeneaantiguaodeuna imagenqueparecíaacecharmedesde suprofundahornacina,yseguirmeconsumirada,quemecausabafrío.
Durantemienfermedadhabíavistomuypocaspersonas.Solamenteunviejocriadodeojosazulesydulcesmehacíacompañía.
Yohubieraqueridohablarle,peromereteníaunagrantimidez.Elcriadoeraunhombremuytriste,ynomehablaba,sinomuyrarasveces.Un díame anunció que iba a tenermuy pronto un amigo demi edad. El
señoritoCarlos,hijodelprimogénitodelaCondesa.Estofueparamíunaalegríamuygrande,porquefueradelaCondesanadie
hastaentoncesmehabíademostradointerésenelpalacio.Pero laCondesa vivíamuy retirada, y se pasabanmuchosdías sin que la
viese.Unamañanamevistieronymepeinaronconmáscuidadoquedecostumbre.
Mepusierontambiénuntrajenuevo,loquemepasmómucho.Terminados estos preparativos, me condujeron a las habitaciones de la
Condesa,quemebesóconmuchocariño.Apesardeesterecibimiento,cuandomehacíaalgunapreguntalaCondesa,
yonosabíarespondersinopormonosílabosymi timidezeraacadamomentomayor.
En aquel momento yo hubiera dado cualquier cosa por aparecer amable,perolapenamesubíaalagarganta.Despuésdetodo,yoeraunniñodeochoaños.
Nopodíaolvidaramipobrenodriza,quemehabíadejadoundíaensucasavacía,parairsehacialamuerte.
Recordabamipasado, lavida felizde laaldea,mis juegosenelgraneroybajolaparra:entonceslossollozosmesubíanalagarganta.
Hubieraqueridoocultarmebajotierra.¡Empezabaaconocerlavidaydeseabalamuerte!
***
CuandolaCondesamedespidió,sentíunagranalegría.Mellevaronamialcoba.Teníafiebreymedormí.Misueñofueintranquilo,turbadoporpesadillas.Pasé algunos días sin ver a la Condesa. Con la intuición de los niños
precoces adivinaba que la Condesame quenamucho y que, sin embargo, mipresencialaentristecíayhastalehacíadaño.
Yo, en el fondo, me sentía feliz en la soledad.Me gustaba correr por loscorredores,yocultarmeenlosrinconesydetrásdelosmueblesparaobservaralasgentesdelpalaciosintemorasuenojo.
Aquellaexistencianueva teníaparamímuchosatractivos,alpuntodequeluegoolvidélaterriblecatástrofequelahabíaprecedido.
Perolaideadequeeraunhuérfanopobreyabandonadomehacíallorar.Acostumbradoa lavida librede laaldea,encasademipobrenodriza, la
vigilanciadelviejocriadodelosojosazulesmeinquietabamucho.No comprendía por qué causa se conducían así conmigo.Me parecía que
teníanacercademíalgúnproyectoobscuro.Miafánconstanteerabuscar losrinconesmásapartadosdelpalaciopara
ocultarmeamigusto.Un día llegué hasta una gran escalera de granito, toda alfombrada y
adornadaconestatuasyjarrones.Estospaseossolitariosmeencantabansobremanera.Enelpisosuperiordelpalacio,sobrelacapilla,habitabaMisiaCarlota,la
Generala. Una anciana tía de la Condesa, que no salía casi nunca de sushabitaciones.Yocreoqueellaeralapersonamásimportantedelpalacio.Ensusrelaciones con Misia Carlota, todo el mundo observaba un respeto casitemeroso.
LaCondesayotraseñoraancianalehacíanlatertuliatodaslanoches.Eraunatertuliasilenciosaytriste.Las señoras de la aristocracia habían hecho un deber el visitar a Misia
Carlota,comoalaúltimaguardianadelasgrandestradicionesnobiliarias.Eraunareliquiavivadeltiempodelosmayorazgos.InvariablementevestidaconunhábitodelNazareno,MisiaCarlotallevaba
unacofiadeencajesqueledabaelaspectodeunanobleabadesa.Comoentoncesenelpalacionohabíacapellán,MisiaCarlotaibaamisaa
la catedral, regularmente en coche. Fuera de eso, nunca salía del palacio.Recibíaaalgunoscanónigos,leíaelAñoCristiano,yhacíacalceta.
Enlashabitacionesqueellaocupaba,reinabasiempreprofundosilencio.Elmenorruidoleerainsoportable.
Quincedíasdespuésdemillegadaalpalacio,MisiaCarlotalaGeneralasedignóordenarquemellevasenasupresencia.
El viejocriado,despuésdehaberme lavado,peinado, rizadoyperfumado,quiso enseñarme a saludar y hacer cortesías como un diplomático; pero yomanifestétantatorpeza,quedesistiódesuempeñodandounprofundosuspiro.
FuipresentadoaMisiaCarlota.Laencontrésentadaenungransillón.Eraunaviejapequeña,encorvaday
rugosa.Sinhablarme,solamenteconlamano,unamanodemomia,mehizoseñade
queme acercase. Para vermemejor se cabalgó en la nariz sus quevedos conguarnicióndeconcha.
Meparecióqueunalágrimatemblabaensussecospárpados.Mipresencia,aMisiaCarlota,comoalaCondesa,lescausabapena.Pero
yonopodíaexplicarmeporquécausa.MisiaCarlotamehizoalgunaspreguntas,peroyolerespondíapenaslleno
detimidez.Ycuandoellameinterrogósobreminodrizameechéallorar.MisiaCarlotame enjugó las lágrimas yme dijo que tuviese confianza en
Dios.Despuésmepreguntósirezabaporlasnochesalacostarme,ycuándohabía
idoalaiglesialaúltimavez.Ycomoyo lamirasesincomprender;porquemieducaciónreligiosahabía
sidomuydescuidada,MisiaCarlotamostrócontrariedadydisgusto.Mandó llamar a la Condesa, y hubo conciliábulo entre ellas. Al fin
acordaronquesemellevaríaalaiglesiaeldomingosiguiente.MisiaCarlotamedijodeunamaneraextrañaquerezaríapormí.Después
me besó en la frente y ordenó que me llevasen, porque mi presencia leimpresionabamucho.
MecausómuchaextrañezaverquelaCondesasollozabayquesecubríalosojos con un pañuelo bordado, que estrechaba nerviosamente entre sus dedosblancos,muyblancos.
Aquellatarde,hallándomesoloenunodelossalones,ocultéelrostroentrelasmanos,ypermanecíenestaactitudsoñando…
Yopensaba,pensaba…Miinteligenciadeniñonopodíacomprenderlapenaquemipresenciacausabaenmisdosprotectoras.
Deprontounavozdulcemurmuróamiespalda:—¿Quétienes,pobrecitomío?Yolevantélacabeza.LaCondesaestabaallí,amilado.Memirabaconun
airedoloroso,afectado.Laslágrimashumedecíansusmejillas.Acariciabamiscabellosynocesabaderepetir:—¡Pobrehuerfanito!Yomeabracéaellagimiendo.—¡No,no!…¡Huerfanito,no!Así sus manos, y las besé locamente, mojándolas con mis lágrimas… Y
continuéconvozsuplicante:—¡No,no!…¡Huerfanito,no!…—¡Hijomío!¿Quétienes?¿Quétepasa?—¡Yoquierounamamá!¡Yoquierounamamá!Ysinpodercontenermecaíderodillas.LaCondesa,todatrémula,meabrazóestrechamente.—¡Yosoytumamá!¿Quieresqueseatumamá?Miemocióneratangrande,quenopudecontestar.LaCondesametomódelamano,ysalimos.La Condesa estaba muy pálida. Bajamos la gran escalera de granito y
entramosenunaestancia,comoyonohabíavistootrahastaentonces.Era lacapilladelpalacio.Estabaobscura.Lallamadeunalámparasereflejabaenelaltardorado,yenlascoronasdelossantos.
Todoeramisteriosoysolemne.LaCondesamehizoarrodillardelantedeunaimagendelaVirgen,yellase
arrodillóamilado.Envozbajameadvirtió:—¡Vasarezarconmigo!Peroyonopuderezar.Teníamiedo.LaCondesameviotemblar.Tocómifrentepálida,ymetomóensusbrazos
sacándomedeallí…Fueprecisoacostarme.
***
Volví a estar enfermo. Ya me hallaba convaleciente, cuando una mañana
oigo pronunciar el nombre de mi nodriza. Era la voz de la Condesa. Estabadandoórdenesasumayordomoparaquesedijesenalgunasmisasporelalmadelapobrealdeana.
Me cubrí la cabeza con las sábanas para apagar mis sollozos, y poco apoco,mequedédormido.Misueñofueturbadoporpesadillas.
Medespertémuytarde.Enmialcobatodoeraobscuridadysilencio.Denuevomeasaltóelrecuerdodelpasado.Todamividatranscurridaenla
aldeadeBradamín,dondeencrudanochedeinviernomedejaronenelpajardelaventaunasmanosdesconocidas.¡Quizálasmanosdemimadre!Yrecordabalosrelatosdeminodrizacuandomehablabadesunobleseñor.LaCondesa,queen aquel tiempo se hallaba en su torre, apiadada de mi desgracia, fue mimadrina,ymedioacriar…Yluegomiinfancialibre,huraña,casisalvaje,enaquella casa de aldeanos, al lado demi nodriza, queme amaba tiernamente;protegido desde lejos por la Condesa, a quien no había visto nunca hasta lanoche en que murió la pobre mujer que me criara a su seno. Y después laCondesa que me sacaba de aquella casa, y me llevaba de la mano hasta uncarruaje que esperaba en la carretera…Y despuésmis noches de fiebre y dedelirioymidespertarenelpalacio.
¡Quécontrasteentremividaenlaaldeaylosesplendoresdemividaenelpalacio!
¡Ycómo,sinembargo,echabademenosaquella!Undía,enelsegundoyúltimoperíododemienfermedad,alabrirlosojos,
apercibí lacabezadeunniño inclinadosobremí.Eraunniñodemiedad:suprimermovimientofuetendermelamano.
Alposarenéllamirada,mialmatuvoundulcepresentimientodefelicidad.Imaginaosun rostroalegrementebello,deunabellezaaristocrática,un rostroante el cual os detienen confusos, como en éxtasis, reconocido porque existe,porquesumiradasedirigesobrenosotros,osolamenteporqueélpasaavuestrolado.TaleraCarlos,elnietodelaCondesa,quellegabadeMadrid.
Carlossonreía,ymisnerviosenfermoserandeliciosamenteimpresionados.Viéndomedespierto llamóa laCondesa,queestabaen lapuertade laalcobahablandoconelmédico.
LaCondesallegóapresurada.Y la Condesa se inclinaba sobremí, tocándome la frente, y sus hermosos
ojosseanimabanconluzdeesperanza.
Despuésdeunmomento,comosihablaseconsigomisma,murmuró:—Cómomehashechosufrir,hijomío.Yañadióconmenosvaguedad:—Aquí tienes a mi nieto Carlos. Es preciso que seáis buenos amigos…
Tienesqueponerteprontobueno.Mirestablecimientofuemuyrápido.Alcabodepocosdíasyame levantabaypodíadaralgunospaseospor la
alcoba.Todaslasmañanas,Carlosseaproximabaamilechosonriente:yoesperaba
sullegadacomounafelicidad.Hubiese querido abrazarle, peroCarlos era tan vivo que jamás se estaba
quietoenunsitio.Correr, saltar y hacer ruido en toda la casa, parecía serle absolutamente
indispensable.Asífuequedesdeelprimerdíameconfesóquemialcobaleaburríamucho,
y que vendría a verme pocas veces; pero que en cuantome pusiese bueno yaseríaotracosa.Ycadamañanasuprimerapreguntaera:
—¿Yaestásbueno?¿Puedesjugar?Y viendo mi rostro pálido y mi tímida sonrisa, Carlos fruncía el ceño, y
sacudiendoobstinadamentelacabeza,medecía:—¿Esquenotedanbastantedecomer,verdad?—Sí,medanpoco.Ymeponíacolorado.Empezabayaentoncesasentirmevergonzosodelante
deCarlos.Deseabaardientementeserleagradable,medíacadaunadelaspalabrasque
pronunciabaensupresencia.Suvistacadadíameeramásconsoladora.Cuandosehallabaausentemecomplacíaimaginandolargasconversaciones
conél.YodeseabaardientementeponermebuenoloantesposiblecomoCarlosme
recomendaba.Cuando entraba en mi cuarto por las mañanas, su primera pregunta era
siemprelamisma:—¿Cuándoteponesbueno?¡Aúnestásmuypálido!Yotemblabacomounculpable.ElpasmodeCarloseramuchoalechardeverqueveintehorasnohabían
bastado a mi restablecimiento, y acababa por mostrarse seriamente enojadoconmigo.
Todaslasmañanas,despuésdeenterarsedemisalud,Carlossesentabaenunasillafrenteamicama,ymemirabaconsusojosnegros.
Yadesdeelprincipio,cuandohicimosconocimiento,memirabaconextrañoeinocentepasmo.
Yonuncasabíaquédecirle.LasbruscaspreguntasdeCarlosmeintimidabansobremanera:Despuésde
unlargosilencio,Carlosmedecía:—¿Túporquénohablas?¡Nuncadicesnada!…Yo,felizporencontraralgunacosaquedecir,lepregunté:—¿Quéhacetuabuelita?—¡Nada!…Estábuena…Estuvollorandomuchoporti…Yosentíaunaextrañaimpresiónaloíraquello.Carloscontinuó:—¿Nosabes?¡Rigolhaqueridomorderme!—¿Esunperro?…—Sí.¿Nolohasvistotodavía?—¡No!¡Sí!¡Creoquesí!…Y como no sabía ya más que decirle, Carlos me miró de nuevo todo
pasmado.—¿Tedistraequehablecontigo?—Sí…¡Mucho!¿Porquénovienesmásamenudo?—Yavendré,peroesprecisoquetelevantespronto…¿Porquéestássiempre
tancallado?—Pornada.—¿Esquereflexionas?—Sí…Eseso…—Amímedicenquehablomuchoyquenoreflexiononada.¿Esquehago
malenhablar?—¡No!Amímegustamuchooírte.—¿Ytúenquépiensascuandonohablas?—Ennada…—¿Piensasencuandoestésbueno?—Sí.—¿Entoncesquerrásjugarconmigo?
—Sí.—Tienesquecomermucho.Ahoraestásmuyflaco.Voyatraerteunacosa.YCarlossealejóvelozmente.Despuésdelacomidareapareciómuyalegreysonriente.—Miraloquetetraigo.Sonunospastelesmuyricos.Paratraértelosnohe
tomadopostre.Ahoraadiós.Yotravezsefuecorriendo.
***
Alfinelmédicomediopermisoparasalirdelaalcoba.EntoncesmiprimeraideafuenosepararmedeCarlos.Habíaalgoquemeatraíahaciaélinvenciblemente.Congranpasmoporsuparte,yonopodíadejardecontemplarle.Mi simpatíaporél era tancalurosa, ymeabsorbía tantoeste sentimiento,
queCarlosnopodíacomprenderlo,yleparecíamuyextraño.Meacuerdoqueunavez,estandojugando,nopudedominarmeyleabracé.Carlosmepreguntómuysorprendido:—¿Porquémeabrazas?Yonosupequéresponder.Mequedéconfusocomounculpable.Carlosalzóloshombrosensignodeperplejidadprofunda.Despuéscesódejugaryfueasentarseenunángulodeldiván,reflexionando
ycomoqueriendoresolverunanuevadudaquesurgíaensuespíritu.Erasucostumbrecuandoalgunacosalepreocupaba.Amímecostabamucho trabajohabituarmea lasbruscasmanifestaciones
delcarácterdeCarlos.¿Porquénopodíayosertododeseguidasuamigoíntimo?¡Ysinembargo,apesardemideseo,nopodía!…Algunosdíasmástarde,pudecomprobarqueCarlos,nosolonomequería,
sinoqueexperimentabapormíunaespeciederepulsión.TodoenCarloserasúbito,yaunpudieradecirsebrutal,silosmovimientos
desucarácterjusto,espontáneo,deunasinceridadingenua,nolediesenciertagracianoble.
Yo creo que siCarlosmedespreciaba era porque no sabía jugar con él aningúnjuego.
ACarloslegustabadivertirseycorrer:erafuerteyágil,mientrasqueyoeratodo lo contrario. Débil todavía de resultas de mi enfermedad, calmoso ypensativo,eljugarnomedivertía.
TodomefaltabaparaserleagradableaCarlos.Además,laideadeserledesagradablemeeramuydoloroso,ycadaveziba
enaumentomitimidez.Nisiquieramequedabaánimoparaenmendarmifaltaymodificarlamala
impresiónquehabíaproducido.Mesentíaperdidoenteramente.Carlosnopodíacomprenderlo;perocomoyonoocultabamipena,hastael
punto de que las lágrimas arrasaban mis ojos, me miró pensativo dos o tresvecessindecirmenadaysepusoajugarsolo…
En muchos días no volvió a decirme que jugase con él ni a dirigirme lapalabra.
Estedesdénmeerainsoportable.Mevimássoloquenunca.Latristezavolvióaenseñorearsedemí.Lospensamientosnegrosensombrecieronnuevamentemialma.
***
AquíterminabaelcuadernodelasmemoriasdeVíctor.DonMáximoBarojacreyóqueentrelospapelesdelprocesadoquizápudierahallarselacontinuación,yjuzgándolodeinterésparalacausa,ordenóalinspectorBargielaquehicieseenellosunnuevoymásdetenidoregistro.
D
CAPÍTULOXI
VACILACIONES
ESPUÉSdemuchasdeclaraciones,ydemuchashojasdepapelañadidasalacausa,donMáximoBarojaempezabaaperdertodaesperanzadehallar
alautordeldobleasesinatodeMadridModerno.Hastaentonces,habíaconfiadoenquelacriadaheridapudiesehablar;pero
losmédicosforensesmandadosporel juzgadoalhospitalparainformaracercadelestadodelavíctimaacababandeemitirunaopiniónmuygraverespectoalasfacultadesmentalesdelainfortunadacriadadelosseñoresdeNeira.
Enopinióndelosmédicos,lamujerheridaestabaloca.Elmiedoexperimentadoalverseenpresenciadelasesinohabíaalteradosu
razón.A pesar de todo, donMáximo Baroja hubiera intentado un careo entre la
criadayVíctorRey,aquienCarlotaNeiradenunciaracomosospechoso,perolosmédicossenegaronaautorizarlo.
Enaquellascircunstancias,elcareopodíadeterminarlamuertedelacriadaherida.
El juez, a pesar suyo, tuvo que conformarse por entonces con el dictamenfacultativo,yesperaraquelaenfermaestuviesefueradepeligro.
Duranteaquellosdíasdeforzadainactividad,donMáximoBarojaacabódeformarsuopiniónacercadelcrimenydesusautores.
En concepto del juez, el autor del espantoso asesinato no podía serVíctorRey.
Nada,niensuactitudniensuportele indicabancomoautorprobable.Unsegundo interrogatorio a que sometiera al acusado confirmara al juez en estaopinión. A las preguntas que le dirigiera, había respondido con seguridad ycalma,sinperturbación,sintimidez,sinsusto.
Aquelpobrediablomedio loconoparecíacapazdeplanear,depremeditar,deejecutaruncrimende tantacrueldadyaudacia.Paraaquellosenecesitabanasesinosveteranosydiestros,doctoradosenlacátedradelpresidio.
VíctorRey,enopinióndeljuez,eraabsurdocomohipótesiscriminal.Fiela
laescuelacriminalistaitaliana,paradonMáximoBarojaelasesinoesuntipodedegeneración,ytieneuntipoantropológico,yeljuezbuscabaesetipo.
Noloencontraba,yeraforzosoencontrarlo.¿Dónde?Todoslosdíaslapolicíapracticabaregistrosydeteníasospechosos,peroel
sumario no por eso adelantaba un paso. Los detenidos, una vez interrogados,acababan por explicarse en forma tan satisfactoria para ellos, cuantodesesperanteparaeljuez.
Sehabíantransmitidoórdenesalasautoridadesdeprovincias,perocomonoera posible transmitirles también indicaciones sobre la identidad del criminal,todoslosesfuerzosresultabaninfructuosos.
Laopinióncomenzabaapreocuparseconelasunto.Los periódicos se extrañaban en largos artículos que la policía no hubiese
aún conseguido la captura de los criminales, porque entre la prensa habíaarraigado la especie de que se trataba de una cuadrilla de criminalesadmirablementeorganizada.
Yasíestabanlascosas,cuandoeljuzgadotuvounaconfidenciaanónima,enlacualseacusabaalaporteradelacasadelcrimen.
DonMáximoBarojadecidió interrogarladenuevo,y ampliar los informesque teníaacercadeella;auncuandoel juezsabíaporexperiencia lopocoquepuedefiarsedelasdelacionesanónimas,inspiradasfrecuentementeenelrencordeunenemigocobarde.
Con esta delación, coincidió la declaración de un cochero de punto que,puestoalcorrientedelcrimenporlosperiódicos,habíaidoespontáneamentealjuzgado, dondemanifestó que elmismodía del crimen, a las seis de la tarde,había conducido a un hombre de extraño aspecto desde la estatua del generalEspartero hasta la entrada de la calle de Castelar, donde el hombre se apeó,diciéndolealpagarlelacarrera:
—Ledespido austedporque los coches cuestanmuycaros cuando se saledelradio,yesoquetodavíatengoqueandarbastante.
Elcocheronohubieradadoninguna importanciaa semejantes frases,ni sehubieravueltoaacordardeellas,sialpocotiemponoselepresentaseocasióndecomprobarqueeranfalsas.
Enefecto,comosedetuvoaecharunvasoenlatabernamáspróxima,enelactodesubiralpescantevioqueelindividuoaquienhabíaconducido,entrabaapresuradamenteenunacasadelamismacalledeCastelar.
¡Aquellacasafuemástardelacasadelcrimen!Las señas dadas por el cochero no convenían en ningún punto con las de
VíctorRey.Dosconsecuenciaspodíanderivarsedeesto.QueVíctorReynoeraculpable.QueVíctorReyhabíatenidouncómplice.De laprimeraopinióneradonMáximoBatoja;de la segunda, el inspector
Bargiela.Esta diversidad de opiniones, lejos de embrollar los asuntos, suele ser de
granutilidadparaeldescubrimientodelosasesinos,porqueimpidequesesigaunasolapista.
Eran apenas las diezde lamañana, y yadonMáximoBaroja estaba en sudespachoojeandolosúltimospliegosdelsumarioycomentandoconelinspectorlasdeclaracionesmásimportantes:
—Estamos aún muy distantes de tener al asesino, amigo Bargiela. Nosabemossunombreniquiénes,peroyaconocemossufisonomía.¿Haenviadousted telegramas reservados a los puertos de embarque, y las provinciasfronterizas?
—Sí, señor. Pormás que nome fíomucho de la eficacia de esasmedidastratándosedeunretratotanincompleto.Además,apostaríaaqueesehombrenosehamovidodeMadrid.Nosecombinatanprontounnegocioparaemprenderinmediatamente la fuga. No se expone nadie a ser detenido en los caminos,donde es necesario caminar siempre con la cara descubierta, cuando se puedeocultarcómodamenteenlosmuchosrinconesquepordesgraciatieneMadrid.
—Soytambiéndeesaopinión,amigoBargiela;perohayejemplosdehaberurdido un asesino con gran habilidad un crimen, y perder la cabeza en elmomentoenquemás falta lehacía la tranquilidad.Peroobservoque solonosfijamosenunindividuo,siendoasíquecadavezmeafirmomásenlacreenciadequeexisteotrocómplice.
—Tambiénheadquiridonoticiasdeél.UnvecinodeMadridModernoqueregresabaasucasahacialasseisdelatardeseencontróalaporteradelacasadel crimen, al principio de la calle de Castelar. Vio que iba seguida de unindividuoquemástardelahabló,desapareciendoambosenelportaldelacasa.
—¿Yquédeduceusteddeeso?—Que aquel es el cómplice, y que debió ser el encargado de recibir de
manosdelaporteralallavedelpisoquehabitabalaseñoradeNeira.Porqueel
señor juez recordará que la portera, en su primera declaración, ha dicho queposeíadoblesllavesdetodoslospisos.
—Cabalmente:¿peronopodríaserqueesehombreseapoderasedelallave,bienporengaños,obienrobándoselaalaporteradellugarenquelaguardaba?Heahíloquetenemosqueaveriguar,amigoBargiela.
Elinspectorreflexionóunmomento:—Miopinión,señorjuez,esquelaporteraesculpable,cuandomenoscomo
encubridora.DonMáximoBatojaasintióconlacabeza:—Esa es también mi opinión; pero ahora necesitamos hechos que lo
confirmen.—Lostendremos,señorjuez.Yomeencargodeello.Eljuezsonrió:—Yyoconfíoenusted,amigoBargiela.Después,cambiandodetono,añadió:—¿Tieneustedlasseñasexactasdelindividuoqueacompañabaalaportera?—Exactas,no,peroesunhombredeunossesentaaños,altoyfuerteapesar
de su edad, con el pelo blanco y los ojos negros ymuy vivos. Lleva toda labarba, y su traje se componía de blusa blanca de albañil, pantalón de pana yboinaazul.
DonMáximoBaroja,quehabíaescuchadoatentamente,interrogó:—Laporteraestásujetaaunaescrupulosavigilancia,¿noesverdad?—Sí,señor.Hepuestodevigilanteaunagentevestidodepaisano.—¿Eshombrehábil?—Mucho.—¿Disponeusteddealgúnotroagentebastanteinteligente?—Sí,señor.—Pues he aquí de qué se trata. Paca la Gallarda, mujer de malos
antecedentespenales,gastaytriunfa,sinquesesepadedóndelevieneeldinero.EsamujeresactualmentelaamantedeVíctorRey.¿Nopodíaserlainstigadoradelcrimen?
Elinspectordabatormentoasubigote.—Podríaserlo…Cosasigualeshemosvisto.—Veoqueparticipausteddemissospechas.—Yasabeelseñorjuezquedesdeelprimerdíaquehablamosdeeso…Pero
apesardetodosmisesfuerzos,precisoesconfesarquenosfaltanindicios.
Eljuezinterrumpió:—¡No tan en absoluto! ¡No tan en absoluto! Y si no, establezcamos la
verdadera situación de las cosas. Un hombre se introduce en la casa de losseñores de Neira para robar y matar, según hemos podido deducir de lainspecciónocularqueel juzgadohizoenel lugardel suceso.Ahorabien,¿esehombreeselmismoquesehizoconducirencochehastalaentradadelacalledeCastelar?Yocreoquesí,ydeesehombreesdequiendebemosocuparnossindescanso. ¿Es Víctor Rey el hombre del coche? ¿Es un cómplice suyo? Elmisterioestáahí,amigoBargiela,yparadescubrirlecuentoconusted.
Elinspectorasintióconunmovimientodecabeza.DonMáximoBarojaañadiósonriendo:—Cuentoconusted,ycon lacasualidad también,queesprecisoreconocer
nossirvemuyamenudo.ElinspectorBargielarepusogravemente:—Asíloreconozco,señorjuez.DonMáximoBarojacontinuó:—Estos son los únicos indiciosmateriales que poseemos; pero nos restan
algunosdeunordenmoral,loscualesnodejandetenerimportancia.Todohacecreer que la portera ha entregado su llave para que los criminales pudiesenpenetrarenlacasa.¿Lahadado,oselahanquitado?Loignoro;perocomoaldíasiguienteobrabalallaveensupoder,eslógicoopinarqueestáenrelacionesconelasesino,yqueenunmomentoconvenidosevieronparahacerleentregadeella.
ElinspectorBargiela,queoíaatentamente,dijoentonces:—Todoesosesabrá,señorjuez.—Asíloespero.PasemosahoraaesaPacalaGallarda.Susantecedentes,y
más que nada nuestra imaginación, nos la designan como la instigadora delcrimen.Nolaperdamospuesdevista.Sihayuncómplice,comosuponemos,esehombre, después de la prisión de Víctor, procurará avistarse con la Paca; siconseguimossorprenderlecercadeella,todoshabráncaídoenlared.Tratemostodosconlamayoractividadycelodebuscaraloscriminales,ypongámonosdeacuerdocuantasveceshagafalta,asícomonoscomunicaremosrecíprocamentecuantasnoticiasrecibamosacercadetantristeasunto.
Enelmomentoquesedisponíaaretirarse,elinspectorBargielasevolvióydijoaljuez:
—¿Demodoquealaporteradelacasadelcrimen,lomismoqueaPacala
Gallarda,debemosponerleguardiasdevista?—Sí, amigo Bargiela; y cuide usted de elegir para esa misión a los dos
agentesmásinteligentesdequedisponga.
***
Muchos días, y aun semanas, habían transcurrido desde que ocurriera elcrimendeMadridModerno,yelsumariopermanecíaestacionado.
Losperiódicoshacíanconestemotivounaterriblecampañacontralapolicía.Algunos de ellos acusaban a la llamada justicia histórica, de inactividad y
torpeza;yotrosdabanmisteriosasnoticiasparaburlarsedelasautoridades.DonMáximoBaroja,apesardetener laconcienciadehabercumplidocon
sudeber,yciertafilosofíaanejaasucargo,comenzabaainquietarseyasufrir,puesnoadquiríanuevosdetalles.
Elprocesosehacíacadavezmáslento.En el sumario lo único que existía de alguna importancia eran las
declaracionestomadasalostestigosqueyaconocemos.Las sospechas que el juez había tenido un día acerca de Paca la Gallarda
habíandesaparecido,ocuandomenosnosehabíanconfirmado.Losinformesdelagenteencargadodevigilarlaleeranentodofavorables.Paca la Gallarda no había dejado entrever en todo aquel tiempo nada
sospechosoenloquealcrimenserefería.Ningúnacto,ningunapalabraquefuesedignaporsuimportanciadefigurar
enelsumario,queparecíadormidomuyapesardedonMáximoBaroja.Perosielsumariodormía,lapolicíadistabamuchodepermanecerinactiva.El inspector Bargiela ordenaba visitas a todos los sitios sospechosos de
Madrid.En cuanto se tenía noticia de algún individuo que en tales lugares de
corrupción se entregaba a gastos exagerados, se le sometía a una estrechavigilancia.
Enprovincias,enlosgrandescentrosdepoblación,todoslosinspectoresdepolicíateníanencargodedesplegarigualceloeigualactividad.
Pero donde se desplegaba una vigilancia grande, incesante, inteligente yocultaenloposibleeraenelbarriodeMadridModerno.
Tres agentes, con disfraces diversos, recorrían constantemente el trayecto
entreLasVentasylacalledeCastelar.Procuraban crearse relaciones en todas las tabernas, y hablaban para hacer
hablar.Deestemodosupieronquelaporteradelacasadelcrimen,delacualenun
principio habíanse recogido excelentes referencias, tenía en su vida y en susrelacionesalgoobscuroymisterioso.
Según se decía, venía sosteniendo relaciones hacía mucho tiempo con unhombredeunoscincuentaañosyalpareceralbañil,elcualsolodetardeentardeaparecíaporMadridModerno.
Estasvisitaseranmuylargas,ysesabíaqueelhombredesconocidotuteabaalaportera,tratándolacongranintimidad.
Nadieconocíaaeste individuo,ynadiesabía tampocodedóndeveníaniadóndevenía.
Poco a poco, también personas que al principio habían guardado silencioabsoluto,sindudaparaquesusnombresnofigurasenenelsumariodelacausa,semostrabanahoramásconfiadas.
Unmuchacho dependiente de una taberna de la calle deCastelar se habíaatrevido a referir que la misma tarde del crimen, y casi a la misma hora, laporteradelacasayelindividuodesconocidohabíanestadojuntosenlataberna,dondemerendaron.
Auncuandohablabanenvozbaja,elmuchachohabíaoídoalgunaspalabrasdesuconversación,lascualesdesdeluegoleextrañaron.
Laspalabraseranestas,pronunciadasporelhombre,amododeadvertencia:—Nosetevayalalengua,yluegodigasqueestuveaquícontigo.Noquiero
disgustos.Yatehedicholoquehay…Elmuchachonohabíaoídomás,perocomoelcrimenseverificóalospocos
minutos, aquellas palabras no se olvidaron; antes bien, las había recordadomuchasvecescomounasospecha.
Unvecinodelacalledeclarabatambiénque,habiendosidodelosprimerosen acudir al lugar del crimen, había notado que en la alfombra de la escalerahabíacaídaunallave.
Elsustoyazoramientonaturalesenlosprimerosinstanteshabíanimpedidoquelarecogiese.
Cuandomástardequisohacerlo,lallavehabíadesaparecido.Estarevelaciónpodíatenergranimportancia.Aljuezlesirvióparahacerdosdeducciones,queparecíanllenasdelógica.
Primera:quelosasesinosentraronenlacasavaliéndosedeunallave,yqueestallaveeraladelaportera.
Segunda:quelasdosvíctimashabíansidosorprendidas.
U
CAPÍTULOXII
CONTINUACIÓNDELMANUSCRITODEVÍCTOR
NAmañana,alentrarensudespachodonMáximoBarojasehallósobrelamesaunabultadosobre.
Deunaojeadareconociólaletra,queeradelinspectorBargiela.Rasgóelsobreysacódeélunabultadocuaderno.Loexaminóconcuriosidad.Suexamen,sinembargo,nofuelargo.Alcabodeunminuto,donMáximoBarojalevantólacabeza,yunasonrisa
desatisfacciónentreabriósuslabios.Aquellospapelesletraíanunagranalegría.Las alegrías del oficio, que en hombres de la edad y condición de don
MáximoBarojasonlasmásgrandesylasmásintensas.AquelcuadernoconteníalacontinuacióndelmanuscritodeVíctor.Como el juez había supuesto, entre los papeles del acusado estaba la
continuacióndeloquepodríamosllamarsusmemorias.El inspector Bargiela, después de un nuevo y más detenido registro
practicado en el domicilio de Víctor Rey, había encontrado aquel segundocuaderno,continuacióndelprimeroyaexaminadoporeljuez.
ElsegundomanuscritodeVíctorempezabaasí:
Con Carlos había venido de Madrid una institutriz francesa, la señoritaCornuty.
Puesbien,laseñoritaCornuty,apesardelgraciosobizcamientodesusojos,echómuyprontodeverelcambiodenuestrasrelaciones,ycomoeraunapobremujer,llenadebondad,miaislamientolaconmovió.
La señorita Cornuty se dirigió a Carlos y le reprendió por no ser másamableconmigo.
Carlos al oírla se alzó de hombros y declaró que no sabía qué hacer conrespecto a mí, porque yo no sabía jugar a ningún juego, y además estabasiemprepensandoenotracosa.
Carlos declaró francamente que prefería esperar a su hermano Rafaelito,que de un día a otro debía llegar del Escorial, en cuyo colegio estaba comoalumnointerno.VeríaentoncessiyoqueríajugarconélyconRafaelito.
LaseñoritaCornuty,quemehabíatomadobajosuprotección,nosedioporsatisfecha con las explicaciones deCarlos, y le hizo observar que yo todavíaestabaconvalecienteyquenopodíaservivoyalegrecomoél,queademás loerademasiado.
Y la señoritaCornuty le recordóenun largodiscursoquehabía cometidoconmigo tal y tal falta—y las enumeraba con ayuda de sus dedos, largos yhuesudos.
En fin, la señorita Cornuty le amonestó sin piedad, y acabó por enviarlehaciamí,conordendereconciliamossintardanza.
Carloshabíaescuchadoalainstitutrizatentamente,comosireconocieselajusticiadesudiscurso.
Dejósobreunasillalapelotaqueteníaenlasmanos.Serioyformalseacercóamíymepreguntó:—¿Túquieresjugarconmigo?Yorespondíaconunatímidasonrisa:Nopuedojugartodavía.Estoymuydébil.—¿Quéquieres,entonces?—Yoquieroestarsentado;peronoestésincomodadoconmigo.Carlos, agradablemente sorprendido de no encontrarse culpable, me
respondiódulcemente.—Yonoestoyincomodadocontigo.Adiós,mevoyajugar.Yomurmurébajandotristementelacabeza:—¡Adiós!Habiendo cumplido así la orden de la señorita Cornuty, Carlos se alejó
corriendo.Sus gritos y sus risas no tardaron en llenar los grandes y silenciosos
corredoresdelpalacio.Alfin,fatigadoyanhelante,vinoaarrojarsesobreundivándelahabitación
dondeyoestaba.Todalaveladamemiróconunaespeciededuda.Yocomprendíaqueélqueríadecirmealgunacosaparadescifrarelenigma;
peroporentoncestodavíasecontuvo.OrdinariamentelasleccionesdeCarloscomenzabanporlamañana.
LaseñoritaCornutyleenseñabafrancés.Esteestudioconsistíaenunpocodegramática,seguidodeunalecturaenlasfábulasdeLaFontaine.
A la verdad, no eragrancosa, peroCarlos era tan inquietoque esopococostabatrabajoconseguirlo.
La señorita Cornuty necesitaba apelar a toda su elocuencia y a toda suseveridadparahacerleestudiardoshorasaldía.
AvecesnobastabanlosdiscursosdelaseñoritaCornuty,yeranprecisoslosdelaCondesa.
Carlos, sin embargo, como era muy inteligente y comprendía en seguida,reteníatodoloqueleenseñaban.
Peroenesto,comoentodo,Carlosteníatambiénsuspequeñasrarezas.Cuandonocomprendíaalgunacosa,reflexionabaseriamente,noqueriendo
pedirunaexplicaciónqueledabavergüenza.Solamenteenloscasosextremossedecidíaasometersusdudasalaseñorita
Cornuty.Carloseraasíparatodaslascosas.Aun cuando a primera vista su carácter vivo e inquieto hiciese sospechar
otracosa,habíamuchascosasquelehacíanreflexionarlargamente.Quizáenestasreflexioneshabíaunpocodecuriosidadmalsana.Pasadasalgunassemanas,comoyomehallabayamuyrepuesto,laseñorita
Cornutydecidióempezaraocuparsedemieducación.Unatardemellamóasuhabitaciónymehizosufrirunexamenparasaber
enquépuntodemisestudiosestaba.LaseñoritaCornuty,congransorpresasuya,vioqueyosabíaleerbastante
bien.Deescribir,auncuandomeseavergonzosoconfesorio,nosabíahacermásquepalotes.
Laseñorita,queeraunagranpatriota,juzgódespuésdemiexamenqueeraparamídeunaurgentísimanecesidadelaprenderfrancés.
Asísehizo.UnamañanayomesentéalladodeCarlosenlamesadelaslecciones.Aquel día, como si lo hiciese a propósito, Carlos se mostró estúpido y
distraído.LaseñoritaCornutylemiraballenadeasombro.Noloreconocía.Yo,encambio,enunasolalecciónmehabíaaprendidoelalfabetofrancés.Meaplicabacontodasmisfuerzasparaserleagradablealainstitutriz.Haciaelfinaldelalección,laseñoritaCornutyseincomodóseriamentecon
Carlos.Señalándomeamí,conunademánsolemneledijo:—Mireustedaesteniñoenfermoquedasuprimeralección,yyaestádiez
vecesmásadelantadoqueusted.¿Noledaaustedvergüenza?Carlosmiróestupefactoalainstitutriz:—¿Másadelantadoqueyo?¡Sitodavíanosabemásqueelalfabeto!—¿Perocuántotiempohatardadoustedenaprenderelalfabeto?—Treslecciones.—Pues bien, ya ha visto usted que Víctor la ha aprendido en una sola
lección.Entonces,élaprendetriplequeusted,yenpocotiempoosadelantará.¿Noesesto?
Carlos bajó la cabeza y se puso colorado, comprendiendo que laobservacióndelaseñoritaCornutyerajusta.
LosojosdeCarlossellenarondelágrimas,queprocuróocultamos.Carlosteníaunorgulloyunamorpropioextremados.
Cuandoterminamoslalección,ysefuelaseñoritaCornuty,yoquisehablara Carlos, deseando demostrarle que no era responsable del enojo y de lareprensióndelainstitutriz.
PeroCarloshizocomosinomeoyeseynomerespondiónada.Unahoramás tarde, Carlos entró en la habitación donde con el libro abierto antemisojos,yopensabaenélyen laseñoritaCornuty.Yosentípenay timidezalverqueCarlosnoqueríahablarme.Comodecostumbre,élseechósobreeldiván.
Permanecióasícomounamediahora.Nopudiendocontenersemás,mepreguntó:—¿Túsabesdibujar?—No,yonosé.Unapausa.—¿Sabestocarelpiano?—No.Tampoco.—Puesyosé.Esmuydifícilaprender.Yonorespondí.—LaseñoritaCornutypretendequetúsabesmásqueyo.—Esporqueestabaenojadacontigo.—¿Ylaabuelasabessiestáenojadaconmigo?—Nosé.Unanuevapausa.
Carlosfrunciósurubioentrecejodeniño,ysepusoencendido.—Túteburlasdemí.—¡Oh!No…LavozdelaseñoritaCornutyvinoainterrumpirnuestrocoloquio.—¡Noseavergüenzausteddehablardeesamanera!La institutriz, que nos vigilaba hacía cinco minutos, escuchara nuestra
conversación.—Usted, caballerito, está celoso de este niño, y se vanagloria usted en su
presenciadesaberdibujarytocarelpiano.¡Quévergüenza!YocontaréesoalaCondesa.
Carlosbajabalacabezasinresponder.—Esunmalsentimiento.SuspreguntashanofendidoaVíctor,cuyospadres,
pobresaldeanos,nohantenidomediosparaeducarlo.Loquehaaprendido,loha aprendido casi solo, porque es aplicado y formal. Usted debía quererle yjugarconélenvezdehacerleesaspreguntasllenasdevanidad.¡Esvergonzoso!¡Esvergonzoso!Ustedsabequeéleshuérfano.Quenotieneanadie.Enfin,lesdejoaustedessolos.Usted,caballerito,pienseenloquelehedichoytratedecorregirse.
***
Carlosreflexionódurantedosdías.Durantedosdíassuspendiórisasygritos.Yohastacreoqueenflaquecióunpocoyqueloscoloresdesusmejillasno
erantanvivoscomoantes.Enfin,altercerdíanosencontramosenuncorredor.CarlossalíadelashabitacionesdelaCondesa.Alvermesedetuvoesperándome.Yoseguíandandohaciaél,tímidamente.Carlosmepreguntó:—¿Oyetú,porquémeriñenporcausatuya?Yotratédedisculparme.—Noesporcausamía,Carlos.—LaseñoritaCornutydicequeyoteheofendido.—No,Carlos,no.Túnomehasofendido.
Carlosalzóloshombrosenseñaldeperplejidad.Despuésdeunmomentomurmuró:—¿Entoncestú,porquélloras?Yorespondíatravésdemislágrimas,ahogándome.—Sitúnoquieresquellore,nolloraré.Carlosvolvióaalzarsedehombros.Luegointerrogó:—¿Entucasatambiénllorabas?Yonorespondí.Despuésdeunapausa,Carlosmeinterrogódenuevo:—¿Porquévivesennuestracasa?Yo le miré estupefacto, como si alguna cosa acabase de herirme en el
corazón.Reuniendotodasmisfuerzas,murmuré:—Porquesoyhuérfano.—¿Esquetúnotienespadres?—Sí.—¿Sehanmuerto?—Sí.—¿Eranpobres?—Sí.—¿Muypobres?—Sí.—¿Tequeríanmucho?—Sí.—¿Teníasmuchosregalos?—No.—¿Yjuguetes?—No.—Lacasadetuspadres¿eramuygrande?—No.—¿Teníasmuchoscriados?—Noteníamoscriados.—Entonces,¿quiénosservía?—Nosservíamosnosotros.LaspreguntasdeCarlosmehacíansufrirhorriblemente.
Los recuerdos que despertaban enmí, y el pasmo deCarlos, todo esomelastimabaelcorazón.
Yotemblaba,ylossollozos,trabajosamentereprimidos,casimeahogaban.Carlosinsistió:—¿Tú,entonces,estaráscontentodehabervenidoaviviraquí?Yoguardésilencio.—¿Eranbonitoslostrajesquellevabasentucasa?—No.—¿Eranfeos?—Sí.—Vitutraje.Melohanenseñado.Yoexperimentéunasensaciónnuevadeindignaciónydevergüenza,ygrité
rojodecólera:—¿Por qué me preguntas eso? ¿Por qué me preguntas eso? ¿Por qué te
burlasdemí?Carlosenrojeciótambién.—Nomeburlodeti…Queríasolamentesabersituspadreseranpobres.Misojossearrasarondelágrimas.—¿Yporquémepreguntaseso?¿Quétehicieronmispadres?Carlospermanecióconfuso,nosabiendoquéresponder.EnestemomentoapareciólaCondesa.—¿Quétienestú,Víctor?¿Porquélloras?YmirandoseveramenteaCarlos,insistió:—¿Dequéhablabaisvosotros?YonorespondíTomélamanodelaCondesayselacubrídelágrimas,yde
besos.LaCondesaacariciómismejillas; y sin apartar lamiradadeCarlos, que
parecíallenodeconfusión,volvióainterrogar:—¿Carlos,dimetúquéhapasado?Carloseraincapazdementir.—Ledijequehevistoeltrajequetraíaencasadesuspadres.—¿Quiéntelohamostrado?¿Quién?Carlosrespondiócongranfirmeza:—Soyyoquelohevisto.—¡Estábien!Túnodenunciarásanadie.Teconozco,hijomío.LaCondesasedirigióamí:
—¿Nohubomás,Víctor?Carlosnomediotiempoacontestar,porqueinterrumpióvivamente.—Después él se ha puesto a llorar, diciendo que yo me burlaba de sus
padres.—¡Entoncesesquetúteburlabas!…LaCondesaestabapálida;ysuvozeratansevera,queyotemblé.Bienque
Carlosnosehubieseburlado;suintencióneraesa,yyolahabíacomprendido.CarlosnorespondiónadaalasúltimaspalabrasdelaCondesa,loquequeríadecirquereconocíasufalta.
La Condesa se pasó la mano por el rostro, y pronunció de una maneraapagada:
—Carlos,hijomío,pídeleperdónaVíctor.Carlos,pálidocomolacera,nosemovió.LaCondesainsistió:—Anda…Carlos,envozbaja,peromuydecididacontestó.—¡Noquieropedirleperdón!—¡Carlos!…—¡Yonolepidoperdón!¡No!¡No!…LaCondesaleasiódelamanocongranseveridad.—Venconmigo.Víctor,vetealladodelaseñoritaCornuty.YlaCondesaentróconCarlosensuhabitación.Yohubieraqueridoarrojarmeasuspies,pedirleperdónparaCarlos,perola
Condesarepitiósuordentanseveramente,queyomealejéheladodeterror.
***
Sentadoantelamesadeestudio,conlacabezaentrelasmanos,contabalosminutosesperandoaCarlos.
Carlosllegóalfin.Sinpronunciarunapalabrapasócercademí,ysesentóenunrincón.Susojosestabanrojos,susmejillashúmedasporlaslágrimas.Yolemiréahurtadillas.Yomeacusabacon todasmis fuerzas, tratabadepersuadirmeamímismo
queyoeraelresponsabledetodo.
Mil veces quise acercarme a Carlos, y mil veces me detuve no sabiendocómoseríarecibido.
Asísepasótodoeldía.Alotro,Carlosmepareciómásalegre.Porlatardesepusoa jugar,haciendocorrerunaropor los largoscorredoresdelpalacio,obscurosysilenciosos.
Depronto,ysincausajustificada,cesóensusjuegosyvinoaecharsesobreeldiván.
Por la noche, antes de acostarse, se volvió violentamente hacia mí; suslabiosseentreabrieronparahablarme,perosecontuvoyseacostóensilencio.
Pasóotrodía,ylaseñoritaCornuty,quenosvigilaba,secreyóenelcasodeinterveniryamonestardulcementeaCarlos.
Carlosrespondióevasivamente,peroencuantosealejólainstitutriz,sepusorojocomolagrana,yempezóallorar.
Paraqueyonoloviese,sefuedelahabitación.En fin, tres días después de nuestra querella, él vino haciamí, y me dijo
tímidamente:—Laabuelamemandaquetepidaperdón.¿Quieresperdonarme?Yoletomévivamentelasmanos,ysofocadodeemociónledije:—¡Sí!¡Sí!—Ademásmemandaquenosabracemos.¿Túquieres?Sinresponder,yoleabracéylebesé.Levantando los ojos hacia Carlos, yo observé en él movimientos
extraordinarios. Su labios estaban agitados de un ligero temblor, sus ojos sehumedecían,perodominóenseguidasuemoción,ylasonrisailuminósurostro.
—Voy decirle a la abuela que nos hemos abrazado, y que te he pedidoperdón.
Hablabacomosipensasealto.Sedetuvo,ymirándomesonriendoyconfusoalavez,añadió:
—Hacetresdíasquenoveoalaabuela.Mehaprohibidolaentradaensushabitacionesmientrasnolaobedecía.
Diciendo esto se alejó trémulo, pensativo, no sabiendo qué acogida ledispensaríalaCondesa.
Pero poco después se oían en los corredores del palacio los gritos y lascarreraslocasdeCarlosjugandoconelperro.
Yocomprendíquehabíahecholaspacesconsuabuela.Micorazónpalpitódealegría.
Sinembargo,contraloqueyoesperaba,Carlosnoseacercóamí.Huíalasocasionesdehablarme.
Encambio,teníaelhonordeexcitarsucuriosidad,almásaltopunto.Carlos se sentaba delante de mí, y me observaba con sus grandes ojos
negros.Estasinspeccionesdemipersonaeranmuyextrañas.YocreoqueCarlos,niñomimadoyconsentido,nocomprendíabienporqué
yomeatravesabaensucamino,cuandoélnomequería.Peroerauncorazónbuenoydulce,quevolvíasiemprealcaminorecto,por
elsoloimpulsodesunaturalezagenerosa.Lapersonaqueteníamásinfluenciasobreélerasuabuela,queleadoraba.Yonopodíaexplicarmeloquepasabaenmí.Todounmundodesensacionesindefiniblesmeagitabainteriormente.En fin, después demuchas dudas ymuchas reflexiones, yo comprendí que
queríaaCarloscomoaunhermanomuyquerido.¿Quéeraloquemeatraíahaciaél?¿Quéeraloquehabíahechonacerenmíaquelsentimiento?Loignoro.
***
Nuestrasleccionescontinuaroncomoanteriormente.Carlosprocurabanorepararenmí.Los cumplidos que la señorita Cornuty me hacía algunas veces sobre mi
dulzuraymiinteligencia,yanoparecíaquehiriesensuamorpropio.Élbuscabalascompensaciones,esosí.Cuando la señorita Cornuty me dirigía algún elogio, Carlos le tiraba
caramelosal perro, unanimalote calmosoy flemático, loqueno impedíaquefuesemalocomountigresiunosepermitíamolestarle.
Moruchonoagradecíalascariciasdenadie,ytodoelmundoparecíaserleindiferente.
En el palacio, amos y criados le trataban con un especie de temorrespetuoso.
Aestocontribuía,aunmásqueelcarácterdeMorucho,suleyendadehéroe.Undía,lamadredeCarlos,sepaseabaconesteyconsuhijomáspequeño,
Rafael,aorillasdelestanquedelRetiro.EstopasabaalláenMadrid.Rafaelresbalójugando,ycayóenelagua.Lamadre,locadedolor,quisoseguirasuhijo.Ladetuvierondifícilmente.Rafael,arrastradoporlasaguas,flotabatodavíamercedasusvestidos,pero
parecíaquedeunmomentoaotroibaahundirseparasiempre…Deprontounporrazoseprecipitóalagua,asióelcuerpodelniñopor las
ropasyletrajotriunfantehastalaorilla.La pobre madre, loca de alegría, cubrió de besos el cuerpo del animal,
todavíacubiertodeaguaydecieno.Morucho, que ya entonces no soportaba ninguna caricia, pagó aquellas
expansionesclavandosusdientesenlaespaldadeladama,quedurantetodasuvidaguardóseñalesdeaquellaherida,loquenoimpedíaquetuvieseaMoruchoungrancariño.
Elperrofuedesdeentoncesunaespeciedetiranoenlacasa.Selecuidabaymanteníaacuerpoderey,yhastaseleproveyódeunapiel
deosoparatenderseyreposar.Moruchohabíavenidoaser,sinduda,elperromásfelizdelacreación.Perosucarácter,naturalmentetaciturno,nocambióensunuevaposición.Permanecíaindiferentealosmismos,yhastaparecíadespreciarsucollarde
plata.Eraunperrofilósofo.Carlos le buscaba algunas veces para distraerse, cuando no hallaba cosa
mejoramano.Sinembargo,laindiferenciadeMorucholeexasperaba;leerainsoportable
que existiese en la casa un ser que no reconociese su autoridad, que no seindignasedelantedeél.
Morucho, tendido sobre su piel de oso, permanecía inflexible en suarrogancia.
Undía,estandoCarlosyyoenlasaladeestudio,entróMoruchoarrogantey desdeñoso como un sultán y se tendió enmedio de la estancia para digerirperezosamentesucopiosacomida.
Este fue el momento terrible que se le antojó elegir a Carlos parasupeditarleasuobediencia.
Carlosdejódejugar,yprodigandoaMorucholosnombresmásdulces,tratódeacercársele.
Moruchodesdelejosmostrabalosdientes.Carlossedetuvo.Suproyectoeraacercarsealperroyacariciarleunpoco,loqueMoruchono
permitíamásquealaCondesa.Esta tentativa ofrecía un peligro serio, porque Morucho no se dejaba
imponer fácilmente; podía muy bien morderle la mano, y hasta destrozárselaentresusdientes,siloencontrabaoportuno.
Moruchoerafuertecomountigre.Yo, llenodeinquietudydeterror,seguíadelejostodoslosmovimientosde
Carlos.Inútilmentelesuplicabaquedejasealperrotranquilo;peronimisruegosni
los fuertesyblancoscolmillosqueelanimal leenseñaba ledisuadierondesulocaidea.
Comprendiendoquedefrentenopodíaasaltaralenemigo,decidióhacerlodeflanco.
Moruchonosemovió.Carlosseacercabaenlapuntadelospies.CuandollegóaladistanciaqueMoruchojuzgabarespetuosaysagrada,este
lemostródenuevolosdientes.Carlos,unpocoasustado,vinoasentarsesobreeldivánparareflexionar.Cincominutosdespuéshabíainventadounaseducciónnueva.Salióyvolvióconunaprovisióndecaramelosybizcochos.Cambiabadetáctica.Morucho permaneció indiferente. La fiera probablemente estaba harta: ni
siquiera se dignó volver la cabeza hacia el bizcocho que Carlos le habíaarrojado.
CuandoCarlosllegódenuevoallímitequeMoruchojuzgabainfranqueable,elperromanifestóunaoposiciónmásvivaquelaprimeravez.
Levantó la cabeza, enderezó las orejas, descubrió los colmillos, gruñósordamenteehizounmovimientocomosifuesealanzarse.
Carlos palideció, arrojó el bizcocho que llevaba en susmanos, y volvió asentarse.
Estabamuyagitado.Suspequeñospiesgolpeabanelsueloconrabia.Desgraciadamentememiró,ylasangretodavíaselesubiómásalacabeza.Dejó el diván, y con un paso firme se dirigió rectamente hacia el terrible
perro.
LaestupefacciónprodujosindudaunefectoextraordinariosobreMorucho.ElperrodejóaCarlosaproximarse.Solamentecuandoestequisoponerla
manoensucabeza,Moruchogruñósordamente.Carlos se detuvo un instante, nada más que un instante; después, con
decisión,acaricióalafiera.Yocerrélosojos,llenodeasombroymiedo.AlabrirlosviaCarlosqueme
contemplabadeunamaneraextraña.Moruchoselevantó.Yocreíqueibaadevorarle.Carlostodavíaosópasarlelamanoporellomodosotresveces.Morucho
gruñóamenazador.Enseñólosdientes.Despuéssealejótranquilamente,desdeñosamente.Carlosquedódueñodelcampo.Aladvertirmipalidezsonrió.Sin embargo, bien pronto una palidez mortal cubrió sus mejillas.
Trabajosamentepudollegarhastaelcanapéyecharseenél.
***
Llegandoaestepunto,donMáximoBarojavioseobligadoainterrumpirporaqueldía la lecturadelmanuscritodeVíctor.El inspectorBargielaacababadeentrareneldespachodeljuez,ylasnoticiasquetraíaerandesumaimportancia.
E
CAPÍTULOXIII
ENELHOSPITAL
N veinticuatro horas, la criada de los señores de Neira había mejoradonotablemente.
Sinosobreveníaalgunacomplicación,estabasalvada.DonMáximoBaroja,antes de llevar adelante el sumario y darlo por concluso, había de antemanoresueltoesperaraquelaenfermaseencontraseenperfectoestadodesoportarunlargointerrogatorio.
Así fue que, apenas del hospital le participaron la noticia referente a lamejoríadelacriada,allásefueacompañadodeunescribanoytodoalborozadodeesperanzasnuevas.
Laenfermahallábaseaúnenaquelangosto lechodehierrodonde lavimosporvezprimera,perosuaspectohabíacambiadonotablemente.
Una gran venda blanca ligábale y envolvía completamente el pescuezo,heridoporlafacadelasesino,locualdabaasucabezaunaspectoextraño.
Sus facciones,profundamente fatigadas,denunciabanquehabíapasadopormortalpeligro.
Sutezteníalamatelividezdelacera,ysusojos,sinbrillo,parecíanhaberperdidolavida.
Ensufisonomía,aúnestabanimpresoslasorpresayelterror.Contodo,notábasequeresurgíaalavida.Lavidatieneunsello,comolamuerte.Enel rostrodeaquellamujer,el sellode lavidaaparecía impresosobreel
sellodelamuerte,comodoscuñosconfusos.¡Hablaba!Hablaba,yenelhospitalnohabíanadiequenolahubiesevisitado.Sudesgraciainspirabaunaextraordinariacuriosidad.Todosqueríanverlayoírla.Silosmédicosyeladministradordelhospitalnolohubiesenimpedido,todo
elvecindariodeMadridModernohabríapasadoporlacabeceradesulecho.Conefecto,eldramaaquelaenfermaasistiera,justificababienlacuriosidad
quedespertaba.CuandollegódonMáximoBaroja,larodeabanalgunasenfermas,quealver
apareceraljuzgadoseretiraronalfondodelasalahablandoenvozbaja.Eraundomingo,ylosdomingosenloshospitalestambiénsondíadefiesta.Las enfermeras y los practicantes tienen otro aspecto, y hasta losmismos
enfermosparecenmejorar.Losconvalecienteshacensutoalésentadosensuslechos.Serecibenvisitas.Porloscorredores,enlassalasyalbordedeloslechos,se
encuentranpersonasvenidasdefueraavisitaralgúnparienteoalgúnamigo,yllevarle simuladamente alguna de esas golosinas que los enfermos tantoaprecian.
Eraaqueldíaundíaespléndidodeprimaveramadrileña.Lascallesibanllenasdegente.Alhospitalllegabadesdelascallesunrumordevida.DonMáximoBarojaarrastróunasillaal ladodelacamadelacriada,dejó
sobre la cama el sombrero, y empezó la conversación sobre cosas extrañas alasuntodelcrimen.
Paradisponerbienalaenferma,laanimóconpalabrasfamiliares.Cuandolacreyórepuestadelasorpresadesuvisita,habiéndoledichoquién
erayaloqueiba,añadió:Ahorasinasustarse,procurandoconservarsetranquila,vaareferirmeloque
pasó…Ycomolaenfermaparecíaimpresionarse,ehizoungestodesufrimiento,el
jueztodavíamurmuró:—Yalehedichoquenoseasuste.Tengacalma.Laenfermacerrólosojos,ycruzólasmanos:—Vamos,tengacalma.Lacriadapronuncióconvozapagada,vozdedolorydesaliento:—¿Quéquierequelediga,señor?Eljuezinsistió:Loquehapasadoaquellatarde…Ydespuésdeunapausa,viendoquelaenfermanocontestaba:Enotraocasión,mehadichoquenoconocíaalasesinodesuama.¿Erauno?
¿Eranmás?—Erauno.—¿Cómopenetróenlacasa?¿Aquéhora?Procurerecordar.
Laenferma,pareciendohacerunesfuerzodoloroso,dijoentonces:Yaanochecidollamarondelacampanilla.—¿Quéhorasería?—Debíanserlassiete.—Bien.Llamaronalacampanilla…—Yoentoncesfuiaverquiénera.Miréporlarejilla.Eraunhombrequeme
preguntósiestabalaseñoradeNeira.Ledijequesí…Enestemismomomento,la señora, quepasabapor el pasillo, preguntó: «¿Quién es,Margarita?».Yo lerespondí:«Esunsujetoaquiennoconozco:quierehablarconusted».Entonceslaseñoraseacercóalapuertaymiróporlarejilla.Debióconocerle,porqueseretiróparadentroymedijo:«Hazentraraeseseñor».Abrí lapuertaylohicepasaralasala,dondeledejé.
DonMáximointerrogó:—¿Quéaspectotenía?—¿Quéaspectotenía?…—Sí.¿Cómoibavestido?—Noreparébien.—¿Quéfiguratenía?—Tampocoreparé.—¿Eraalto?¿Erabajo?—Másbienalto.—¿Eradelgadoogrueso?—Muydelgado…Esloquerecuerdomejor.Esta declaración debió parecerle al juez de gran importancia, porque
aproximandolasillaallechodelaenfermadijo:—Aversiseacuerdabien.¿Eraalto?Laenfermaexhalóunlargogemido.—Yalohedicho.—¿Alto,noesverdad?—Alto,sí,señor.Másaltoquebajo.—¿Labarbacrecida,noeseso?—Sí,señor.—¿Quéedadrepresentaba?¿Erajovenoviejo?—Alentrarmehabíaparecido joven;perodespuéscuando lovi en la sala
conlafacaenlamano,meparecióviejo.DonMáximoBarojainterrumpió:
—No se precipite, no se precipite. Procedamos con calma.Veamos lo quepasódespuésdehaberhechoentraralasesinoenlasala.
Laenfermaprosiguióconvozcansada.—Yomefuiatrabajaralacocina.Pasóasíalgúntiempo.—¿Comocuántosería?—Comounamediahora.Comenzóaobscurecer.Encendíuncandeleroylo
llevéalasala,porquecalculéqueestabahaciendofaltaluz.Aquí, la mujer hizo una pausa, llevose las manos al pecho, y abundantes
lágrimascorrierondesusojos.DonMáximoBaroja,muycontrariado,murmuraba:—Sosiéguese,sosiéguese.Pero diríase que las palabras del juez, lejos de producir el efecto deseado,
provocaban en la sobreviviente del dramauna crisis de conmoción, porque sullantosehizoconvulsivo,entrecortadoporsollozos.
Fueunmomentodealarma.Algunasenfermasseaproximaban.Una Hermana de la Caridad entró apresurada, y luego salió en busca del
médicodeguardia.Esteacudiómuyapresurado.Entretantolacriadanocesabadellorar:yanoeranayes,erangritos.DonMáximoBaroja,profundamentepreocupado,seapartódellecho.ElmédicoylaHermanadelaCaridad,reunidosalacabeceradelaenferma,
seesforzabanporcalmarla.Deprontoelmédicosevolvióhaciaeljuezeindicó:—Esconvenientenocontinuar.Pocoapoco laenfermase fuecalmandohastacaerenunsoporcomatoso,
cortadoporlargossuspiros.
***
Losmédicossonseñoressoberanosdelosenfermos.Esquizáelúnicodominioabsolutoenelcualhaylógicayhumanidad.En esta tiranía del médico, el único bien que se persigue es el del ser
tiranizado.Por eso la civilización actual, que ha destruido todas las tiranías, tiene
afirmadaestamásymás.
Enelhospitalnoconsintieronqueeljuzgadocontinuaseelinterrogatoriodela enferma,y adespechode losdeseosmanifestadospor el juez, la ciencia seinterpusoentrelaenfermaylajusticia.
DonMáximoBarojahuboderetirarseacompañadodelactuario.DonMáximoexperimentabaunagrancontrariedad.Sudecepcióneratantomayor,cuantoqueeralaprimeravezquepenetrabael
íntimoarcanodeaquelcrimen,hastaentoncesllenodeobscuridadydemisterio.La crisis que había cortado la palabra de la enferma surgiera en el punto
culminantedesudeclaración;sinembargo,lodichoporlavíctimasobrevivientedelcrimenhabíabastadoparaconfirmaraljuezenlaideadequeelautornoeraotroqueVíctorRey.
LasanalogíasentrelafiguradeVíctoryladelasesinodescritoporlavíctimaprestabaapoyoaestaopinión.
Sin embargo, don Máximo Baroja no permaneció muchas horas en estepuntodecerteza.
La incertidumbreprimero, ladudadespués,volvieronaenseñorearsedesuánimo.
Como hombre de inteligencia y de juicio, procuraba estudiar en todos losasuntoselproyelcontra.
De este estudio, don Máximo Baroja había sacado en consecuencia queVíctorRey,sieraelasesino,noloerasolo.
Losdatosreferentesalallavellenademanchasdeaceitelodemostraban.Pues bien, si en la casa había entrado una segunda persona, ¿no podía ser
estaelasesino?Ylaexistenciadeesasegundapersonaparecíacasicomprobada.DonMáximoBaroja lamentó entoncesmás que nunca la inesperada crisis
queinterrumpieraladeclaracióndelaenferma,poniendoenpeligrosuvida.Sindudaenaquelladeclaraciónfaltabalapartemásimportante.Otrasmuchasdudasleocurríanaljuez.Pensaba,ynosinrazón,quesiVíctoreraelasesinodelaseñoradeNeira,y
si Víctor había asesinado para robarla, no se explicaba que Víctor se dejaseprenderpormotivodeunrobo.
Cuandolahipótesisdeestenuevopersonajeaparecieraenvueltaeneldrama,donMáximoBarojahabíahechounainvestigaciónespecial,ysupoqueVíctorRey, siendo empleado en una casa de banca, había robado dinero de la caja,dejadaabiertadepropósito.
Anteriormentehabíasecomprobadolasustraccióndevariascantidades,ylassospechashabíanrecaídosobreVíctor.
Cogidoenflagrantedelito,Víctorhabíaconseguidoqueelcajeroyeljefedelacasadebancalediesenunplazoparareembolsarlassumasrobadas.
Movidos de lástima accedieron a ello librándole de la vergüenza de serconducidoalacárcel.
Víctorprometióreembolsarlasenveinticuatrohoras.El jefe de la casa de banca sabía que era huérfano, y reconocía en él
facultadessuperioresasusituación.DesgraciadamenteparaVíctor, transcurrióelplazosinque le fueseposible
pagar.Sospechandoquetratasedehuirparaesquivarlaaccióndelajusticia,eljefe
delacasadebancahabíadadopartealapolicía,lacualdetuvoaVíctorcuandoestesalíadesucasa.
¿Acuántoascendíaeldesfalco?Segúnlaquejapresentadaalapolicía,adosmilpesetas.Combinando esta circunstancia con la circunstancia de haber Víctor
asesinadoalaseñoradeNeirapararobar,diríaseaprimeravistaqueesterobofuerapracticadoconelfinaparentedeocultarlosvestigiosdelotro.
Perosiasífuera,¿cómoseexplicabaqueVíctornohubiesepagadoeldinerorobadoprimeramente?
Cercadecuatromilpesetasera lacantidad robadaencasade la señoradeNeira.
Eldesfalcodelacasadebancanopasabadedosmil.Aúnlesobrabadinero.Supuestoelcrimen,¿quécausalehabíaimpedidopagar?¿Quiénsabe?¿Talvezelrecelodequesucrimenfuesedescubierto?Peroporotrolado,sielcrimennosepracticaraparaevitarlasconsecuencias
delprimerrobo,¿cuálfuerasumóvil?Talvezpracticáraseconeseobjeto,yelasesinorecapacitaraluego.Pero en ese caso hubiera recapacitado antes y no se lanzaría a cometer el
crimen.Parecíalológico.Todavíallevabaunanuevadudaalánimodeljuez:elhechodequeVíctorno
hubiese podido decir con rigurosa exactitud dónde estuviera entre las siete y
ochodelatardedeldíaenquesecometieraelcrimen.Estepuntoparecíalevagamentesospechoso.¡Sinembargo,larespuestadeVíctorquizáfueselamásnatural!Paseabaporlascallesalacaso,sindestino,sindarsecuentadesuspasos.Y a este propósito, donMáximoBaroja hubo de recordar que a él propio,
másdeunavez,habíalesucedidolomismo.Además, Víctor Rey en aquella ocasión debía hallarse excesivamente
perturbado.Hallábasebajolaamenazadelavergüenzaydelacárcel,yteníaveinticuatro
horasparasalvarseoperderse.Enestasituaciónelestadodesuespíritunodebíapermitirlefijarseenhechos
extrañosasusufrimiento.Después, al ser interrogado sobre este pormenor —que caso de hallarse
culpado le denunciaría inmediatamente la sospecha que pesaba sobre él, ylógicamente le perturbaría—, Víctor Rey no había manifestado la menoralteración.Permanecieratranquilo,casiindiferente.
DonMáximoBaroja,queenlasospechadequeVíctorfueseelasesinonolehabíaperdidodevistaduranteelinterrogatorio,confesábaseasípropioqueenlafisonomía de aquel hombre no había observado ni temor ni sorpresa ni susto,nadaenfinquepudieserevelarelconflictoíntimo,lacrisisdelaconciencia.
Alcontrario,todoenél,lomismosurostro,quesuactitud,quesuspalabras,parecíanfrancas,espontáneas,llenasdeunasupremaindiferencia.
Nosepresentabacomoreo,sinocomotestigo.Eraalmismotiempotanextrañocomotipo,queadonMáximoBarojasele
antojómedioloco,consuexcesivaimpasibilidadysuspalabrassentenciosas.Después del largo y detenido estudio que donMáximo hizo del sumario,
acabópordeducirestaconclusión.—Supuesta la intervención de Víctor Rey en la historia tenebrosa del
asesinatodelaseñoradeNeira,debemossuponertambiénlaintervencióndeuncómplicequeentróposteriormenteenlacasavaliéndosedelallavedelaportera.Ycomolaexistenciadeesesegundoindividuoapareceplenamenteconfirmada,aéldebemosbuscarante todo.EncuantoaVíctorRey, loúnicoquepodemosafirmarhastaahoraesquefísicamenteseparecealhombrequepenetróencasadelavíctima,yalcualabriólapuertalacriada.
Serparecidoesyaunindicio.¿Cómocomprobarlo?
Haciéndolereconocer.¿Porquién?Porlavíctimasobreviviente.¡Eraunaidea!LosojosdedonMáximoBarojabrillarondetrásdelasgafasdeoro.Sinembargo,pocodespuésvolvióasusdudas.¿Perosinoloreconoce?¿Sinoesél?¿Siesotro?¿Dóndeencontrareseotro?DonMáximoBarojaeraunhombremetódico.Asíque,cansadodearribaraltérminodetantasdeduccionescontradictorias
yestériles, resolvióadoptaruna, fuesecual fuese,con talquehubiese lógicaysencillez.
EstadeducciónadoptadaprovisionalmentefuesuponeraVíctorcriminal.¿Loreconocíalacriada?¿Noloreconocía?Admitamosqueloreconociese.Sucumbe,confiesa.Estádescubierto.¿Noloreconoce?¿DebemosenesecasoconsideraraVíctorReyinocente?¿Nopodíaserque
lavíctimasobrevivientedelcrimensufriesealgunaalteraciónensumentalidadporefectodelsustorecibido?
DonMáximoBarojanoresolvióestaúltimaduda.Acordó, sin embargo, el careo deVíctorRey y la víctima que yacía en el
hospital.
E
CAPÍTULOXIV
UNADETENCIÓNPREVENTIVA
Lagenteencargadodevigilaralaporteradelacasadelcrimen,comunicóporteléfonoalinspectorBargielaqueunsujetodesconocidohabíaentrado
enelcuartodelaportera,dondeseencerróconella.ElinspectorsepusoinmediatamenteencaminodeMadridModerno.Sehizoconduciralaalcaldíadebarrioyallíllamóalagenteparapreguntarle
algunos detalles, y concertar con él la manera de obrar, dado caso de poderhacerlo.
Sus primeras preguntas fueron acerca del aspecto físico del hombre queacabadeentrarenlaportería.
El retratoqueel agentehizodeldesconocidocoincidía en todas suspartescon el que conocía el inspector. Cincuenta y cinco años próximamente, barbacanosa, pelo blanco, mirada expresiva, la estatura muy aventajada, el cuerporecioyfuerte.Ibavestidocontrajedeobreroendíadefiesta.
Esteeraelretratodelhombredesignadoporelchicodelataberna.ElinspectorBargielanopudodisimularunasonrisadesatisfacción.Sussospechasylasdeljuezseconfirmaban.Nosehabíanengañadoalafirmardesdeunprincipioqueerandospersonas
lasquehabíanperpetradoaquelcrimen.Nohabíapuesquedudar.El individuoquesehallabaencasade laportera
debíaserdetenidoenelacto.Todoconcurríaparadesignarlecomounodelosautoresdelasesinatodela
señoradeNeira.El inspector hizo llamar a una pareja de la Guardia civil, y les comunicó
órdenesreservadassobreesteasunto.Pero la pareja se negó a efectuar prisión alguna sinmandamiento judicial
parapenetrareneldomiciliodelaportera.La experiencia de otros casos les había hecho conocer cómo el Código
establecepenasporelallanamientodemoradayviolacióndedomicilio.Elagenteencargadodevigilara laportera,deseosodeganarse lavoluntad
del inspector, se ofreció a hacer por sí solo la detención del individuosospechoso.
Era el agente una especie de Hércules que no tenía necesidad de ningúnauxilioparadeteneracualquierhombre,porforzudoquefuese.
Elinspectornotuvoelmenorreparoenaceptarlaoferta.Enelmomentodealejarse,lellamóparahacerleunasolaadvertencia:—Sobretodo,cuidedellamarlomenosposiblelaatención.Siemprequese
pueda,hayqueevitarelescándalo.Elagentesedirigiódesdeluegoaunaparadadecochesdealquilerytomó
unodeellos,quedebíaservirlemástardeparaconduciralprisioneroaljuzgado,donde esperabadonMáximoBaroja, a quien el inspectorBargiela acababadeavisarporteléfono.
Cuandoelagente sedirigíaa lacasadelcrimen,vioa laporteraquesalíaacompañadadelindividuosospechoso.
Dudó un momento el agente si detenerle en el acto, pero recapacitó, ydecidiose conmejor acuerdo a seguirle y espiarlemientras esto fuese posible;despuésvendríaladetención.
LaporterayeldesconocidoentraronenlatabernaquehabíaenlaesquinadelacalledeCastelar.Elagenteentrótrasellos.Losviosentadosaunamesa,yélloverificóenunainmediata.
La portera y el desconocido tomaron un plato de caracoles remojado conalgunostragosdevino,pagaronysalieron.
Elagentesaliótrasellos.Seadelantótranquilamentehaciaelindividuoqueacompañabaalaportera,y
ledijoenvozbaja:—Deseustedpreso,amigo.El hombre retrocedió un paso con los ojos espantados, pero el agente
cogiéndoleporunbrazoañadió:—Es inútil toda resistencia; así, pues, procure usted no promover ningún
escándalo.El hombre se soltó tranquilamente el brazo que el agente le sujetaba,
diciendoalmismotiempo:—Notieneustedporquéemplearlafuerza.Elagentelemirabasorprendido.TeníaquehabérselasconotroHérculesde
sumismaespecie.Elhombredesconocidoañadió:
—Siquisieseresistir,podríahacerlo.Elpolicíamurmuró:—Talvezno.Yopodríareclamarelauxiliodeotrocompañero.Eldesconocidoseencogiódehombros.—Auncuandoasí fuese.Peronoesmiobjeto resistir a la justicia.Soyun
hombrehonradoynolatemo,larespeto.Elagentedepolicíaleobservabaconrecelo:—Enesecasono tendráusted inconveniente en subir conmigoauncoche
quetengoahícerca.Eldesconocidoinclinólacabezamuyafectadoydijo:—Sea…Yvolviéndosealaporteraquellorabaensilenciomurmuró:—Noteaflijas.Estotienequeserunaequivocación.Acompañadodelagentecomosifueseunamigomontóenelcoche,dondese
hallabayaelinspectorBargiela.Porordendelinspectorlaporterapermanecíalibre,perovigilada,yestaban
prevenidosparadetenerlaalprimeravisoque se tuviesedel juezdonMáximoBaroja.
DuranteellargotrayectodeMadridModernoalasSalesas,elinspectortratódeinterrogaraldetenido;perolasrespuestasqueobtuvonodabanningunaluzsobreelcrimen.Elhombrenegabaenabsoluto,haciendograndesprotestasdesuinocencia.
SeríanlastresdelatardecuandoelcarruajesedetuvoanteeledificiodelasSalesas.
Elinspectorbajóelprimero,luegoeldetenido,yporúltimoelagente.Sin permitir al detenido cambiar una palabra con nadie fue conducido al
despachodedonMáximoBaroja,cuyapuertasecerrótrasél.Despuésdehaberexaminadoalgunospapeles,eljuezlevantólacabeza,miró
aldetenidoyleinterrogóasí:—¿Cómosellamausted?—DoroteoFernández.—¿Edad?—Cincuentaysieteaños.—¿Estado?—Casado.—¿Profesión?
—Albañil.Hubounapausa.Despuéseljuezcontinuó:—¿Dóndehanacidousted?—EnMadrid,enlacalledeLeganitos.—¿Dóndeviveustedactualmente?—EnlacalledeCalvoAsensio,4.—¿Viveustedsolo?—Noseñor,conmifamilia.—¿Quiéneslaconstituyen?—Mimujeryunasobrinahuérfanaquehemosrecogidodeniña.—¿Quéclasedeamistadoparentescotieneustedconlaporteradelacallede
Castelar,encuyacompañíaestabaustedestamañana?—Estambiénmimujer,señor.Eljuezseincorporóllenodeseveridad:—Conteste usted dignamente o de lo contrario le haré comprender con un
enérgicocorrectivoqueconlajusticianopuedenpermitirseciertasbromas.Eldetenidoparecióllenodeturbación:—Sí,esmimujer,señor.—¿Puesnohadichoustedquevivíaensucompañía?—Ciertoquelodijepero…—Procureustedexplicarseconclaridad.Eldetenidopronunciócongrandesconsuelo:—Yosoyunhombremuydesgraciado.¡Tengodosmujeres!—¿Esustedbígamo?Elhombreabriólosojosmuyasombrado.—Noséloqueeseso,señorjuez.—Noimporta.Sírvaseustedexplicarcómotienedosmujeres.—Porquemecasédosveces.—Vuelvoaadvertirlequenotolerociertasbromas.—Sieslapuraverdad,señorjuez.—¿Porquésehacasadousteddosveces?¿Nosabeustedqueesundelito
penadoporlaley?—Sí,señor.—¿Ylohacometidoustedasabiendas?—No,señor.—Explíqueseusted.
Eldetenidoreflexionóunmomentoantesderesponder.Despuésempezó:—Cuandoteníaveinteaños,mecaséconlaqueahoraesporteraenlacalle
de Castelar. Ella era viuda, al menos todos lo creímos así. Se había casadosiendo una niña, y a los pocos días sumarido, un granuja que debía estar enpresidiolaabandonómarchándoseaAmérica.Endoceañosnosesuponadadeél.Todoslesdabanpormuerto.Entoncesfuecuandolaconocíymeenamorédeella.Comolaley—yesoelseñorjuezlosabemejorqueyo—laautorizabaparavolverseacasar,noscasamos.
DonMáximoBarojainterrumpió:—Cierto que la ley autoriza esos matrimonios, pero es mediante una
informaciónquedebehacersedelaausenciadelmarido,delafaltaabsolutadenoticias,paradeducirdeunayotracosa,lamuertedelcónyugeausente.
—Sehizoesainformación,señorjuez.El buen don Máximo Baroja dejó la plegadera sobre el vade con un
movimientomaquinalqueeraenélunhábito.Eljuezacababadecomprenderaquelmisteriodelosdosmatrimonios.Quitándoselasgafas,ylimpiándolascuidadosamente,murmuró:—Me figuro lo que ha pasado. ¿El primermarido se presentó después de
celebradoelmatrimonio?—Sí,señor.—¿Yustedquéhizo?Doroteodudóunmomento.Después,comositomaseunaresoluciónexclamó:—Para hablar con verdad, señor juez, yo le di algún dinero que tenía
ahorrado…—¿Porqué?—PorquesevolvieseaAméricaymedejasevivirtranquiloconmimujer.Eljuezsonrió:—Conladeél,querráusteddecir.Doroteohizoungestoneutro,sinatreversearespondernada.DonMáximoBarojacontinuó:—¿Yelprimermaridoaccedióalosdeseosdeusted?—Enparte,sí,señor.—¿Cómoenparte?—Recibió el dineroy se fue, perono tardó envolver a presentarse.Había
acabadoloscuartosyveníapormás.—¿Ustedselosdio?—No,señor.Yoyanoteníanada.—¿Quéhizoelmaridoantelanegativadeusted?—Darunescándalo,deresultasdelcualelmatrimoniomíofueanulado.—¿Lamujerhizovidaconsuprimermarido?—Por algún tiempo; hasta que le malgastó la poca hacienda que tenía la
infeliz.—¿DespuéssevolvióaAmérica?—Sí,señor.—¿Quéhizoustedentonces?—Puesnada…—¿Notratóusteddevolveraversecon laquedurantealgún tiempohabía
sidosumujer?—Entoncesno,señor.—¿Temíaustedqueelmaridovolvieseapresentarse?—Sí,señor.—¿Cuándovolvióustedaverla?—Muchosañosdespués,estandoyacasadoconlaJesusa.—¿LaJesusaessumujeractual?—Sí,señor.—¿Conocelahistoriadelprimermatrimoniodeusted?—Sí,señor.—¿Sabequeustedvisitaasuprimeramujer?—No,señor.Melotieneprohibido.—¿Porquélavisitausted?—Paradarlealgunapequeñacantidad.Lapobreestámuymal.—¿Laveustedconfrecuencia?—Unaodosvecesalmes.LavozdeDoroteoparecíallenadesinceridad;ydonMáximoBarojaaunque
prevenido en su contra, se dijo que la actitud de aquel detenido era la de unhombrehonrado.
Perocomo los jueces estánacostumbradosa tener en supresenciagrandescómicos,aquellafavorableimpresióndesaparecióenelacto.
DonMáximoBarojainterrogódepronto:—¿Cuándolahavistolaúltimavez?
—Hoy,señorjuez.Mehandetenidoalsalirdesucasa.—Lavezanterior…Eldetenidotitubeóalgunosinstantes.Eljuezlemirabafijamente.Don Máximo Baroja, sin apartar de él los ojos inquiridores y sagaces,
pronunciólentamente:—Hagaustedmemoria;esundatomuyimportante.Eldetenidomurmuróconnaturalidad:—LahevistolamismatardeenqueasesinaronalaseñoradeNeira.Esono
semepuedeolvidar.Eljuezlemiróasombrado.Aquel hombre debía estar dotado de notable aplomo y mucha sangre fría
para anticiparse a hablar de aquel crimen cuando nadie le había preguntadoacercadeél.
DonMáximoBarojanopudomenosdedecirse:—Esnecesarioandarseconcuidadoconestehombre.Despuésañadióenvozalta:—¿Estaba usted con su antigua mujer en el momento de cometerse el
crimen?—No,señor,yamehabíamarchado.—¿Porquiéntuvoustedprimeronoticiadelcrimen?—Porunperiódico.—¿Cuándo?—Alamañanasiguiente.—Notemióustedversecomplicadoeneseasunto.—No,señor.¿Porquéhabíademataryoaunaseñoratanbuena?—Porlamismarazónqueelasesino.—¡Esqueyonoséporquélamataron!Eljuezpronuncióbruscamente,comoquienformulaunaacusación:—¡Porrobarla!Eldetenidopalidecióintensamente.Luegoexclamóconprofundaconsternación:—¡Esqueyonosoyunladrón,señorjuez!DonMáximoBarojanorespondió.Abandonósusillón,ysepaseóuninstanteensilencioporsudespacho.Deprontointerrumpiósupaseo,yparándoseanteeldetenidoledijo:
—¿Desdeeldíadelcrimenhastahoy,nohabíaustedvistoalaportera?—No,señor.Mimujerlegal,laJesusa,habíaentradoensospechas.—¿Cómosehadecididoustedaverlahoy?—Porunacartaqueherecibidoayer.—¿Dequiéneraesacarta?Demiantiguamujer.Meescribíadiciéndomequeelsustorecibidolehabía
costado una enfermedad. Añadía que deseaba que yo la aconsejase acerca deciertospormenores.
—¿Conservaustedesacarta?Hacealgunashorasalserdetenidoyregistrado,semerecogió,señorjuez.DonMáximoBarojaexaminóalgunospapelesquehabíaencimadelamesa:—Esverdad.Aquíestá.Tómelaustedyléala.Doroteoobedeció.Tuvoquehacerungranesfuerzoporquesuvozapareciesetranquila.Lacartadecíaasí:
«Queridoesposo:Yaestarásenteradoporlospapeles,deladesgraciaqueocurrióenestacasa
lamismatardequetúestuvistesavisitarme.Estoyconcalenturasdesdeesedía.Yallevodadasdosdeclaraciones,peroyonoséunapalabra.Quisieraverteyhablarte.LallavequeyoteníadelpisodelaseñoradeNeira
nomeexplicocómohallegadoapoderdeloscriminales.Nomeatrevoaescribirtemás,perotengomuchaprecisióndehablarte.Sipuedesveniraverme,mealegrarémucho.Laqueestumujerapesardetodo».
***
Despuésdelalecturadelacarta,donMáximoBarojaquedósumidoenlargoyreflexivosilencio.
Aquella carta podía haber sido escrita conmucho cuidado y con profundahabilidad.
Era muy juicioso hablar de la llave, puesto que acerca de ella había sidointerrogadalaportera,ysusrespuestashechoconcebiralgunasdudas.
Perosilacuestiónsemirababajootropuntodevista,aquellacartapodíaserhijadeunsentimientonaturalysencillo.
DonMáximoBarojaalzólentamentelacabeza,queconservaralargotiempoinclinadasobreelpecho,ypreguntóaldetenido.
—¿Enlaentrevistaquehoy tuvoustedconsumujerellahabráhabladodeesallave?
—Sí,señor.—¿Cómoexplicasudesaparición?—Noselaexplica.—¿Quédice,pues?Doroteolevantólosojos,ymirandoaljuezsinpestañeardijo:—Debodecirtodalaverdad,¿noesesto?—Naturalmente.Yeljuezcruzólasmanossobreelvadecontemplandoaldetenidosinperder
devistaningunodesusgestosnielmenordesusmovimientos.Doroteoempezóadecir:—Hadesaberelseñor juezquela llavedelpisode laseñoradeNeirafue
robadadelaportería.—¿Porquién?—Esloquenosesabe.—¿Y cómo si ha sido robada esa llave, ha vuelto a poder de la portera?
¿Quiénselahaentregado?—Nadie,señorjuez.—¿Cómoseexplica,pues?—Lo que sucedió es que al subir a casa de la señora deNeira, cuando la
criadapedíasocorro,seencontrólallavecaídaenlaalfombradelrecibimiento.¿Y cómo me ha ocultado un detalle tan importante, cuantas veces le he
preguntadoacercadelallave,puestoqueeratanesencialparaelsumarioyparamisulterioresinvestigaciones?
Es una pobremujer falta de luces, y no ha comprendido la importancia ygravedaddeaquelladeclaración.
Eljuezmiróestavezmásfijamentequenuncaalacusadoyledijo:—¿Nocomprendeustedquehubierasidomejorparasuantiguamujerhacer
esadeclaraciónpuestoqueun testigoasegurahabervisto la llave, al entrar encasadelaseñoraasesinada?Sinhaberdichonadaustedniella,yaveustedqueotroslohanhecho,paradarmásfacilidadalaaccióndelajusticia.
Doroteo,queempezabaasentirseunpocointranquilo,murmuró:Pero,señorjuez,¿quémotivostenemosparacallar,yosobretodo?DonMáximoBarojapronunciócongranseveridad.—Eldenoaparecersospechosos.—¿Sospechososdequé?—Laportera,antiguamujerdeusted,dehaberentregadolallave,yustedde
haberhechoqueselaentregaraodehabérselaquitado.—¿Habérselaquitado?¿Sesospechademíeso?Puessimelahubieradado,
siyolahubiesetomado,selahabríadevuelto.¿Quiénmeimpedíahacerlo?Estareflexiónerainstintivayhacíadisiparlasospecha.Fue,sinembargo,malcomprendidaporeljuez,quesolovioenellaunafrase
calculadadeantemano,unaespeciededefensapreparada.Asíesquerespondióvivamente:
—Elquecometióelcrimensalióhuyendoydeteniéndoseaentregarlallavecorríaelriesgodeservisto.
Eldetenidosepusolívido,ymurmuróestaspalabras:—¡Semeacusaseriamente!¡Semeacusa!El juezcreyóhábildejarlebajoaquelladolorosa impresión,y suspendióel
interrogatorio.
A
CAPÍTULOXV
CONTINÚAELMANUSCRITODEVÍCTOR
QUELLA tarde donMáximo Baroja se encerró en su despacho y pudocontinuarlainteresantelecturadelasmemoriasdeVíctor.
Buscólapáginaenquelasdejarainterrumpidas,yarrellanándoseenelsillónsedispusoaleer.
Elmanuscritocontinuabaasí:
Cadadíaexperimentabaconmayor fuerza laatracciónqueCarlosejercíasobremí.
Pero a partir de aquella tarde en que por causa suya sentí unmiedo tangrande,yanofuidueñodedominarme.
Milvecesestuveapuntodearrojarmeasucuello,perounaextraordinariatimidezmedetenía.
Paraquenoseburlasedemiagitaciónprocurabanoverle.Él vino un día a la habitación en que yo estaba. Me miró muy serio sin
decirmenada.Aqueldía,sinembargo,yoexperimentéunasatisfacción.Comprendíqueel
silencioobstinadodeCarlosnoencubríaolvidoniindiferencia,sinosolamenteunareservaincomprensibleenunniño,auncuandobiendeterminada.
Algúntiempodespués,Carlos,quenuncahabíaestadoenfermo,experimentóaccesos de fiebres intermitentes, y fue instalado en las habitaciones de laCondesa.
Lanobleseñoraseafectómuchoporlaindisposicióndesunieto.CreoquefueentoncescuandolaCondesatuvoporprimeravezlaideadeseparamos.
Afortunadamente la enfermedad de Carlos no pasó de ser una ligerísimaindisposición.
Unamañanavinoasorprendermealahoradelalección.Yojamáslehabíavistotanalegreylocuaz.Eldíaenterosepasóengritos,enrisasyenjuegos,peroalllegarlanoche
latristezareapareciósobresufrente.
Cuando la Condesa entró a vernos en la habitación donde jugábamos,Carlos hizo grandes extremos por aparecer alegre; pero apenas su abuela sehuboidocomenzóallorar.
Nofuedueñodecontenersepormás tiempo,yentre lágrimasmereprochóquesuabuelamequeríamásqueaél.
Yoprotestétratandodeconvencerlequenoeraasí.Carlosseenjugólaslágrimasysefuesindecirnada.Yocreíqueseibatristeyabatido,peronofueasí.Carloscambiabadehumorconlamayorfacilidad.Arrastradoporyonoséquécapricho,seleocurriósubiralashabitaciones
delaancianaGenerala.Esta,queordinariamenterehusabarecibirasusobrinoyhastaledetestabaunpococordialmente,estavezconsintióenverley,contrasucostumbre,semostróamableconél.
Enunprincipiotodomarchóadmirablemente.Carlos pidió perdón por todas sus faltas, y misericordia por todos sus
pecados.Se acusó de su turbulencia, de sus gritos, de sus travesuras, con una
gravedad y un candor que la anciana Generala se sintió verdaderamenteconmovida.
La buena señora se disponía a concederle solemnemente la absolución,cuandoatravésdesusgafascreyóadvertirqueCarlosseburlabadeellaconlamayortranquilidaddelmundo.
Carlos tuvo la audacia de reconocerlo así.Había tenido la intención—laintención solamente, es verdad— de ocultar aMorucho bajo la cama de laancianaseñora,ydejugarletodavíaalgunasotrasburlasdeestejaez.
LanobleGeneralaenrojeciódecólera.Carlosseechóareírysealejócorriendo.Perolascosasnoquedaronahí.Cincominutosdespués,laancianaenviabaunrecadoalaCondesaparaque
sedignasesubirasushabitaciones.Durante dos horas tuvo lugar entre las dos señoras una escena terrible a
propósitodelúltimoescándalodeCarlos.
***
Laancianaseñora,nohabiendoobtenidolareparaciónqueexigía,resolvióabandonarlacasaaldíasiguientesinremisión.
FueprecisoquelaCondesa,debuenodemalgrado,hiciesesusexcusasala tía,prometiéndolaalmismotiempoqueCarlosseríaseveramentecastigadoencuantosusaludlopermitiese.
Esto produjo a Carlos una gran contrariedad, aun cuando sabía deantemanoqueelcastigonosellevaríaacabo.
Aldíasiguiente,yoleencontréenlaescaleradespuésdecomer.CarlossedisponíaaabrirlapuertallamandoaMorucho.Yocomprendíqueéltramabaunaterriblevenganzaalacualqueríaasociar
elperro,enemigonaturaldelaancianaGenerala.SiMorucho detestaba a la noble señora, es lo cierto del caso que no le
faltabarazón.DesdequelaGeneralahabíavenidoahabitarenelpalacio,Moruchosufría
grandes vejaciones, siendo la más humillante para su dignidad perruna nopermitirle franquearlaescaleradelpisosuperiordondelaGeneralateníasushabitaciones.
Toda una semana permanecióMorucho al pie de la escalera, aullandodelantedelaspuertas.
Perocomolaconsignaerasevera,susquejasresultaroninútiles.Morucho no tardó en comprender la razón por que se le arrojaba de su
domiciliopredilecto.UndomingoenquelaancianaGeneralabajabalaescaleraparaoírmisaen
lacapillasegúnsucostumbre,Moruchosearrojósobreellahaciéndolacaer.Lahubiera, sin duda, atarazado amordiscos, a no llegar un criado a tiempo deimpedirlo.
Lanobleseñoraestuvoenfermaaconsecuenciadelsustorecibido.¡CarlosyMoruchojuntoserandemasiado!TambiénenaquellaocasiónlaGeneralapresentósuultimátum.Elperrooellasaldríaninmediatamentedelacasa.Como sucedía siempre en parecidos casos, la Condesa intervino para
arreglarlascosas.Ellahizocomprenderasutíaquenopodíaarrojardelpalacioalsalvador
desunietecillo,peroañadióquedaríaórdenesmuyseverasparaquelaanciananohallasejamásaMoruchoensucamino.
***
Carlosllamabadulcementeenlaescalera:—¡Morucho!¡Morucho!Elperroacudióagitandolacola.Viendoabiertalapuertatuvointenciones
delanzarseporella,perosedetuvoindeciso.Laaccióneratangrave,elllamamientoqueCarloslehacíataninverosímil,
quenopodíancreerlosusojosdeperro.Pasó,sinembargo,perolentamente,comoquienreflexionaysabeloqueva
ahacer.AtodoestoCarlosleexcitaba,lemostrabalaescaleraanimándole.Aquelloerademasiado.Moruchodescubrióloscolmillosconungruñidodecólera,yselanzócomo
unaflecha.Ensucarreralocavolcabalassillas.La señoritaCornuty le apercibió y gritó pidiendo socorro.Era demasiado
tarde.MoruchoentróenlaalcobadelaGenerala,comounabaladecañón.Un criado llegó tras él. Pero esta vez la Generala no estaba dispuesta a
perdonar.Sinembargo,¿aquiéncastigar?Laancianahabíacomprendidoinmediatamente.Sumiradairacundaestaba
fijaenCarlos.Enefecto,Carlos,trémuloypálido,teníatodalaexpresióndeunculpable.Comprendía solamente entonces que las consecuencias de su travesura
pudieranhabersidoterribles.Las suposiciones podían caer sobre los criados, acusados de descuido, y
Carlosseadelantóaconfesartodalaverdad.DiounpasohacialaCondesaypronuncióconlavistabaja:—¡Abuela!LaCondesalemiróseveramente.—¡Erestúelculpable?ViendolapalidezdeCarlos,yomeadelantéydijeconunavozfirme:—SoyyoquienhadejadopasaraMorucho,por…,por…Ymedetuvebalbuciente.Todomivalorhabíadesaparecidobajolamirada
conquemefulminólaGenerala.La noble señora se levantó y volviéndose a la institutriz pronunció
secamente.—SeñoritaCornuty,castigúeleusteddeunamaneraejemplar.YolevantélosojoshaciaCarlos,queparecíaavergonzado.Susmanosinertescaíanalosladosdelcuerpo;surostropálidoseinclinaba
sobreelpecho.El único castigo usado con Carlos era el encierro en una habitación
obscura;yesafuetambiénlapenaqueamísemeimpuso.Permanecerdurantedoshorasenuncuartodesiertonoesciertamenteun
castigomuy cruel, pero cuando al niño se le encierra por fuerza, la condenapareceterrible.
Ordinariamente, Carlos y su otro hermano, Rafaelito, eran encerradosdurante dos horas; pero a mí se me condenó a cuatro en vista de lamonstruosidaddemicrimen.
Pero en lugar de cuatro, permanecí encerrado hasta las tres de lamadrugada.
Heaquíporqué.Dos horas después de mi prisión, la señorita Cornuty tuvo que acostarse
enfermaconunfuertedolordecabeza.Especiedeneuralgiasquepadecíaconalgunafrecuencia,ycasiladejabansinsentido.Estohizoqueseolvidasedemí.
ElviejocriadoquealgunasvecescuidabadeCarlosydemísupusoqueyoyaestabalibre.
EncuantoaCarlos,habíasidollamadoalashabitacionesdelaCondesasuabuela;permanecióenellashastalasoncedelanoche.
Cuandoelcriadoledesnudóyacostó,noseatrevióapreguntarpormí.Teníasusrazonesparaello.
***
Alastresdelamañanaoíquellamabanalapuertademiencierro.Yodormíaechadoenelsuelo.Aldespertarmelancéungritodesorpresa,perobienprontoreconocílavoz
deCarlosquedominaba lasotrasydespués lade laseñoritaCornutyy ladeunadoncella.
Seabriólapuertaylainstitutrizabrazándomemedijoquelaperdonaseelhabermeolvidado.
Yomecolguéasucuellollorando.Estabaheladodefrío,ytodoelcuerpomedolíaporefectodelaincómoda
posiciónquehabíatenidoaldormirsobreelsuelodurísimo.Mis ojos buscaron a Carlos: pero Carlos había huido a la alcoba donde
nosotrosdormíamosysehabíametidovivamenteenellecho.Cuandoyoentréenlaalcobasinodormía,losimulaba.Sinembargo,aéldebíamilibertad.Desvelado e intranquilo toda la noche, acabó por poner en pie a todo el
mundoafindequesemesoltase.Enelpalacio,parecíaquetodos,menosCarlos,sehubiesenolvidadodemí.Porlamañanatodosloshabitantesdelpalaciosupieronmiaventura.La misma Generala se lamentó por haberme tratado con tan grande
severidad.EncuantoalaCondesa,yonolavijamástanirritada.—¿Quélepareceausted,señoritaCornuty?¿Creeustedqueesestamanera
de trataraunniño?Eso,permítameustedquese lodiga,esbárbaroycruel,todo junto. ¡Un niño delicado y nervioso encerrado toda la noche en unahabitaciónobscura!¡Esquererlomatar!¡Esquererlomatar!
LapobreseñoritaCornutybajabalosojosllenosdelágrimas,leexplicabalos hechos, le contaba que había estado enferma, con una gran neuralgia detodalacabeza.¡LaseñoraCondesayasabíalofuertesqueledaban!
LaCondesasindudatuvolástimadelainstitutriz,porquepareciócalmarse.Seacercóamíymeabrazóconefusión.Consusdedospálidosyblancos,
trazósobremifrenteelsignodelacruzysaliósolemnementedelaestancia.LaseñoritaCornutysuspiróporlobajo:—¡PobreCondesa!¡Québuenaes!…Nosotros empezamos a repasar las lecciones que tocaban aquel día, pero
Carlosestudiabadistraídamente.Antesdecomerseacercóamí,sonriendotímidamente.Comoparadisimular
suvergüenzamediouncariñosoempujónymedijovivamente:—¿Hassufridomuchopormí?…¿Quieresquedespuésdecomerjuguemos
enelsalón?Alguienabrióunapuertadetrásdenosotrosyasomólacabeza.Yocreoque
fuelaCondesa.Peronopuedoasegurarlo.
Alcaerlatardebajamosjuntosalsalón.Carlos,profundamenteemocionado,respirabacondificultad.Yomesentíafelizyalegre,comonolohabíaestadojamás:Carlosmedijo:—Vamosajugaralapelota,¿quieres?—Bueno.Carlosseseparódemíalgunospasos;memiró,enrojecióysearrojósobre
eldiván,ocultandoelrostroentrelasmanos.Yohiceunmovimientohaciaél,peroCarlosvioquemeibaymedijo:—Notevayas,Víctor.Quédateaquí.Almismotiemposelevantóvivamenteysearrojóamicuello.Sus mejillas estaban húmedas. Los bucles de sus cabellos flotaban en
desorden.AsíhicimoslaspacesCarlosyyo.
***
Pocotiempopudimosgozardenuestraamistad.CarlostuvoquevolveraMadridalladodesuspadres.Elviajefuedecididoenpocosdías.Al separarme deCarlos, comprendí que todavía algo queme era querido
huíademí.Mividadebíaproseguirsiempreasí,sinesperanzas,sinamistades.Carlospartióporlargotiempo.Yoquedésoloenelpalacio,quecadadíaseme figurabamás tristeymás
severo.ConCarlossehabíaidotodoelbelloensueñodemiinfanciadesgraciada.Mehallémássolo,ymáshuérfanoquenunca.Entré,apesarmío,enotraexistenciamuydiversa.Comoelesquifequeelmarbalancea,yoseguíalaolaquequeríallevarme.Todavíame aguardaba otra pena, quizámayor parami espíritu, ymucho
másterribleparamiporvenir.Undíayomedespertémuytarde.Todoerasilencioysombraentomomío.Seoíaelsongravemelodiosodeunamúsicalejana.
Porveces,cesaba.Luegocomenzabadepronto.Unaemociónextraordinariaseapoderódemí.Melevantéatientasymevestíaobscuras.Salídelaalcoba.Atravesédossalasdesiertas.Lleguéalcorredor:tambiénestabadesierto.Lamúsicaerayamásdistinta.Unavozcantaba.Otrasrespondían.Sinsaberporquésentímiedo.Medetuve.Cesólamúsica.Yopenetréenunsegundocorredor.Unaescaleramuyalumbradamecondujoalacapilla.Unfuerteolordeceraseextendíaportodoelpalacio.Delacapilla,casisiempresilenciosa,llegabaunsordoycálidomurmullode
rezos,comosihubieseallímuchaspersonasreunidas.Unadoblecortinadeterciopelorojocubríalapuerta.Yolevantéunodelosportieresymeocultédetrás.Micorazónlatíatanfuerte,queapenaspodíasostenermedepie.Pasaronalgunosinstantes.Yo pude dominar un poco mi turbación, y levanté un poco la segunda
cortina.¡Diosmío!Enelcentrodelacapillahabíauntúmulo,ycolocadoenélun
ataúd.Dosfilasdeciriossostenidosengrandescandelerosrodeabanelcatafalco.Misojoshabituadosalaobscuridadnopodíansostenertantaluz.Unaráfagadeairecalienteperfumadodeinciensomedioenelrostro.Unaporcióndeseñorasycaballerosenlutadosllenabalacapilla.Yoestabaasustado.Creíahabervistoanteriormentetodoaquelloenunsueño.Meacordéalmismotiempodelaiglesiademialdeaeldíadelosfunerales
deminodriza.¡UnaiglesianomásgrandequelacapilladelpalaciodelaCondesa!¡Tambiénteníauncatafalcoenelcentro,rodeadodeciriosamarillentosque
ardíanconfúnebrechisporroteo!Yosentíqueelalientomefaltaba.Cesólamúsica,yunavoz,cantósolaenmediodelsilencio…
—«Deprofundisclamavit!…».Respondieronotrasvocesgravesysolemnes.Elcantofuneralparecíaagrandarsebajolabóvedadelacapilla.Unsacerdotealtoygrueso,revestidoconmagníficosornamentosbordados
deoro,atravesólacapillayseacercóaltúmulo.Unacólitoleseguía.El sacerdote levantó el brazo con ademán solemne y sacudió sobre el
catafalcoelhisopodelaguabendita.Luegoentonóunresponsoquelosdiáconosacompañarondesdeelaltar.Mi imaginaciónsobrexcitadaeraunvolcán.Enuntransporte inexplicable,
meechéallorar.Elsilenciosehizoprofundo,casireligioso.Cadaunodelosasistentesparecíaretenerunsuspiro.Volvióasonarlamúsicayloscánticos.Unaangustiahorribleseapoderódemí.Paranocaertuvequeapoyarmeenlascortinas.Deungolpehabíacomprendido.Secelebrabaunfuneral.¿Dequién,Diosmío?Unlúgubreydolorosopresentimientohiriómiespíritu.
***
Cuandovolvíenmítuveconocimientodemidesgracia.¡LaCondesa,miprotectora,habíamuertoderepentelanocheanterior!Sucadáver,amortajadoconhábitodelosDolores,ocupabaelataúdqueyo
habíavistoenlacapilla.Consumuerteyoquedabahuérfanodosveces.Seguíviviendotodavíaunmesenelpalacio,hastaquedeMadridvinieron
órdenesdecerrarelpalacioydespediraloscriados.Elhijode ladifuntaCondesaescribíaa laseñoritaCornutyque,mientras
resolvía lo que debía hacerse en definitiva, se trasladase con la ancianaGeneralayconmigoacasadeunahermanadesumujerquevivíaretiradaenelcampo.
Aquellaseñorateníadoshijos,ylaseñoritaCornutyleseríamuyútilpara
educarlos.ElpadredeCarlosyahabíaescritosobreesteasuntoasucuñada,lacualse
mostrabaentodoconforme,ysoloesperabanuestrallegada.Fue en una triste y lluviosa tarde de invierno cuando nos apeamos de un
antiguo coche de familia a la puerta de la quinta deAndrade, donde vivía laseñoraencuyohogaríbamosahabitar.
EraahijadadelaCondesa,ysellamaba,comolahijadeaquella,Beatriz.Teníaentoncestreintaycincoaños.Eradeuncarácterdulceyamable.Seadivinabaenellaunagran tristeza
oculta.Sus facciones, nobles y encantadoras, estaban revestidas de una expresión
graveyextrañaquedejabatraslucirunsufrimientoíntimo.Desdeelprimermomentoinspirabaunasimpatíaprofunda.Estabasiemprepálida.Parecíaunlirioquesedoblasobreunsepulcro.Habiendo vivido mucho tiempo en la soledad, el trato de las gentes le
disgustaba.Noolvidarénuncasuacogida,llenadecariño,aquellatardeenqueporvez
primerallegamosasucasa.Ellaseacercóamíymeabrazóconunagranternura.Despuésmedijosiqueríavivirensucasaysersuhijo.Mi corazón se oprimió con dolor. Llorando besé las manos de mi nueva
protectora.Meparecíaoírunavezmásestapalabra:¡Huérfano!He ahí cómo entré en una nueva familia, en una nueva casa, después de
haberperdidoporsegundavezcuantomeeraquerido,yyameparecíasermío.Lleguéconelalmafatigada,muerta.En la quinta de Andrade mi nueva existencia se desenvolvía monótona y
tranquilacomoenunconvento.Durante todo el tiempo que viví en aquella casa, no recuerdo una sola
velada,unasolacomidaconparientesoconamigos.Dosotrespersonasveníanalgunasveces,ademásdelasgentesquetenían
negociosconelmaridodeBeatriz.Era esteunhombrepreocupadopor losnegocios, quededicabamuypoco
tiempoalafamilia.Relacionesynegociosquenopodíaabandonarleobligabanapasarlargas
temporadasausentedesucasa.Sehablabamuchodesuambición,perogozaba,sinembargo,reputaciónde
hombrehonrado.Comosufortunaeragrandeysólida,contribuíaaquelaopiniónpúblicano
lefuesedesfavorable.Lasgentesseocupabanmuchodeél,ymuypocodesumujer,quevivíaen
unasoledadprofunda,enlacualparecíasatisfecha.Aquellaseñoramequisocomosifuerasuhijo,yyo,todavíaentristecidopor
laseparacióndeCarlosylamuertedelaCondesa,mearrojéardientementeensusbrazos,queseabrieronparaconsolarme.
Despuéslaquisesiemprecomoaunamadre,aunahermanayaunaamiga.A pesar de las apariencias, que podían hacer pensar otra cosa, yo
comprendíbienprontoqueminuevaprotectoradistabamuchodeserfeliz.Elcursotranquilodesuexistenciaeracomounlechodenievequecubreun
volcáncasiextinguido.Sudulcesonrisanoconseguíaocultarlapenaquellevabaenelalma.Yo adivinaba esta pena enterrada tan hondo, con tan heroico esfuerzo
disimulada,ylaqueríamástodavía.Parecíaquemiprotectoradesconfiabadesímisma,sediríaquevigilabasu
corazóncomosevigilaunenemigotraidor.Aveces,cuandoparecíamástranquilaymásserenadosgruesaslágrimasse
desprendíandesusojos.Se pudiera creer que la conciencia de alguna cosa se despertaba en ella
paratorturarla.Su marido parecía quererla, y ella también le testimoniaba un verdadero
afecto.Pero a pesar de ser un niño, yo comprendía que entre aquellos dos
corazonesseinterponíaunabismodehieloqueningúnsolpodíafundir.Desde el primer momento, yo experimenté una profunda antipatía por el
maridodeBeatriz.Era un hombre alto, delgado, frío; con los ojos siempre ocultos por unos
quevedosahumados.Eraunhombrepococomunicativo,yhastaconsumujerteníalasmaneras
fríasdeuninglés.Eramuysilencioso,yencontrabararavezunasuntosobreelcual le fuese
gratohablar.
Teníaalgunosdíasenloscualeslasociedadleerainsoportable.Cuandoyolleguéalaquinta,casinoreparóenmí.Sialgunavez sucedíaque los tresnoshallásemosreunidosenel salón,yo
volvíaasentirmitimidezantiguaybuscabadóndeocultarme.Simiraba ami protectora, la veía observar ansiosamente los gestos y las
actitudesdesumarido, temiendosiempredesplacerle,comosienlaspalabrasdeaquelhombrehallasealusionesqueyonopodíacomprender.
Empleabatodasugraciaysuvoluntadporseragradableasumarido,auncuandodesesperabadeconseguirlo.
La menor sonrisa que podía arrancar a aquel hombre apático y frío lallenabadesatisfacción.
Pero aquella misma alegría era incompleta, y no podía ocultar lacontrariedadylatristezaquereinabanentreaquellosdosseres.
Erasolamenteenlastemporadasenquesumaridoestabaausente,cuandomiprotectorasemostrabaverdaderamenteexpansivayamable.
Entoncesellahablabaconmigodetodaslascosascomoconunamiguitodemenosedad.
Algunas veces conversábamos acerca de su marido, pero nuestrasconversaciones no pasaban de ciertas preguntas que ella me hacía a esterespecto:
—¿Vistesihacomido?—¿Parecíasatisfecho?Yestoeratodo.Perosobreestollegabahastaelpuntodeinterrogaraloscriados.Estascosasproducíanenmíunaimpresiónextraña.Era un niño, pero, sin embargo, comprendía perfectamente que no debían
seresaslasrelacionesentreesposos.Yomeperdíaenconjeturas,sinhallarnadaquemeexplicaseaquelmisterio,
ydejabadeslizarselosdíashabituándomepocoapocoalatristezasolemnequehabitabalaquinta.
Apenassialgúnalegrerayodesolpenetrabaenestavidamonótona.Por veces aquel hombre semostrabamásatentoquede costumbre con su
mujer.Respondíaalasamabilidadesdeellaconunasonrisayunapalabraamable
y le pedía que se sentase al piano. Entonces ella nos tocaba algunas piezasescogidas,yasísehacíamásllevaderalavelada.
Pero eso no sucedía sino muy raramente. Nuestra vida casi monacal sedeslizabauniforme,sinunsoloaccidente.
Yoacabéporacostumbrarmeyhastahallarentodoelloalgunadulzura.Minuevaprotectorafueparamíobjetodeuncariñoprofundo.Por discreción, no osé nunca profundizar demasiado en la razón de su
eternapena.Ellaadivinabamiafecciónysemostrabareconocida.Cuandoleíaunavivainquietudsobremirostrodeniño,mesonreíaatravés
desuslágrimasyseburlabadesupropiatristeza.Hasta intentabapersuadirmedequevivía feliz y contenta,queencontraba
unagransatisfacciónenlaamistadybondadquetodoslemostrábamos,yquesolamente laentristecíaunpocoelcarácterdesumarido.Peroqueapartedeesoseencontrabafeliz,muyfeliz…
Sin embargo, cuandomi bienhechora pronunciaba estas últimas palabras,nopodíaimpedirquelaslágrimasempañasensusojos.
Aquellaseñoramemostrabaunaafecciónmuygrandeconsagrándometodoslosmomentosqueledejabalibressuhijo,unniñodeunañoapenas.
Quizá buscando manera de distraerse en algo de sus penas, se habíaempeñado en hacer por sí misma mi educación, sin admitir la ayuda de laseñoritaCornuty,quesonreíaunpocodesusesfuerzos.
Ellaqueríaenefectoenseñarmetodaslascienciasalavez,demaneraqueyonocomprendíanada.
LaseñoritaCornutynocesabaderepetirqueenaquellasleccionesfaltabaelmétodo;peroestafaltalasustituíaconcreceslabuenavoluntad,queeramuygrande,ylamutuaafecciónqueeramayor.
Miprotectorasepreocupabapocoonadadelapedagogía.Habíaobservadoqueparainstruirmebastabacomprendermicarácterysolicitarmiatención.
Loshechosdemostraronquenoestabaequivocada.Desde el primer momento, desaparecieron las relaciones jerárquicas de
maestroydiscípulo.Nosotrosaprendíamoscomodosamigos.Yo vivía reconocido al sacrificio que mi protectora me hada de una gran
partedesutiempo.Despuésdecadalecciónnopodíamenosdeabrazarla.Miexcesivasensibilidadlapasmabaylaconmovía.Me interrogaba sobremipasado,deseosadeoír el relatodemis labios, y
cuando yo le refería algún hecho de mi infancia, se mostraba conmigo mástiernaymásseria—másseriaporquemiinfanciadesgraciadaleinspirabaunagranpiedadyalmismotiempounaespeciederespeto.
Estasconfidenciasmíasteníanlugarenmediodelargasconversaciones.Yolasveíaentoncesbajounnuevoaspectoysacabadeellasgrandesenseñanzasparaelporvenir.
La señorita Cornuty encontraba estas conversaciones demasiado largas ydemasiadoserias.
Alverquemuchasveceselrelatodemisdesgraciasmellenabalosojosdelágrimas,nopodíacontenerseymurmurabapor lobajoque todoaquello erainoportuno.
Peroyonoeradesuopinión.Latristezaylaslágrimasenocasioneshacenungranbienalespíritu,yen
laedadenqueyoestaba,muchomás.Después de cada lección, yo me sentía tierno y afectable como si mi
existenciahubiesesidosiempreladeunniñofeliz.Por otra parte, mi gratitud hacia mi bondadosa protectora era cada día
mayor.Losdíassesucedían,sinqueunsolosucesodeimportanciaocurrieseenmi
vida.El estudio de las lecciones, los juegos en el jardín de la quinta, las
conversacionesconmiprotectorayelpianoqueellasolíatocarcasitodaslastardes,tejíanentoncesmitranquilaexistenciadeniño.
¡Yaúnlatejierondurantemuchotiempo!
T
CAPÍTULOXVI
HABLALACRIADA
RANSCURRIDOS bastantes días, la víctima superviviente del dobleasesinatopudodeclararsinpeligro.
DonMáximoBarojahizounavisitaalhospitalsinaparatodealguacilesniescribano.
Parecíaunsimplevisitante.Acompañadodelmédicodeguardiasedirigióallechodelaenferma.Tomó asiento en una silla colocada a la cabecera, y afablemente, como
personaquesolicitaun favor, le rogóque terminase la relacióndelcrimen.Ladeclaracióncomenzadae interrumpidadesgraciadamente enunaanteriorvisitadeljuzgado.
La enferma se enjugó una lágrima que resbalaba por su pálida mejilla yatendiólaobservacióndeljuez.
DonMáximoBarojatuvoqueacercarmássuasientoalacabeceradellecho,porquelavozdelaenfermaeraaúnmuydébil.
Elrelatodelacriadaherida,hechocongrandespausas,fueasíensuesencia.
***
Eraelcaerdelatarde.Anochecía.HaríatalvezmediahoraqueeldesconocidoamigodelaseñoradeNeirase
hallabaconestadevisita,cuandolacriadatuvonecesidaddebajaralcomerciodeultramarinosquehabíaenlaesquinadelacalle.
Bajócorriendo.Enelportaldelacasaestabaunhombrequeleimpresionóporsuaspecto.Parecíaunindividuosospechoso.Lacriadaseentretendríaenelcomerciocomounosdiezminutos.Alsubirlaescaleraoyóungrito.Sinsaberporqué, sintióunestremecimientodemiedoalverque lapuerta
estabaabierta.Ellarecordabaperfectamentehaberlacerrado.Entró.Lacasaestabaensilencio.Lacriadasedirigióalacocinayencendióuncandelero.Conlaluzenlamanoatravesóelcorredor.Sedirigíaalasala,quesuponíaaobscuras.Altrasponerlapuerta,ungritoseexhalaradesugarganta.Elcandeleroseescaparadesusmanosapagándoseenlaalfombra.Loquesintiónolosabíaexplicar.LaseñoradeNeirayacíasobrelaalfombra.Sinembargo,alprincipionolasupusomuerta.Lapenumbraque invadíaelaposentonopermitíadistinguirclaramente los
objetos.Almismotiempoviodepie,descerrajandounmueble,adoshombresquea
suentradasevolvieronbruscamente.Elprimerpensamientodelacriadanofuehuir,sinocorreralbalcónypedir
socorro.Yahabíadadoalgunospasosconesteintento,cuandosúbitamenteunodelos
doshombresselanzóaelladeunsalto,comogatomontés.Quisocorrer,ynopudo.Quisogritarylavozseextinguióensugarganta.Sevolvióparahuir,perosesintióagarradaporunamanodehierro.Cayósobreuncostado.Elmalhechor la sujetó fuertemente con lamano izquierda,mientras con la
derecha,armadadeunafaca, ledabaungolpeen lagargantayhuíadejándolapormuerta.
Sucómplicelesiguiócomounasombra.Alversesolayheridalacriadasellevaraambasmanosalcuello.Enaquelsupremoinstantedeangustiacobraraunaenergíanueva.Irguiosevacilante.Tropezandoconlosmueblescorrióalaventana.La abrió rápidamente. Sosteniéndose en el alféizar, gritó con roncas voces
pidiendosocorro.Ysusgritos fueroncon tanviolentaangustiaarrancadosa lagarganta,que
conellossintióírselelavida.
Lefaltaroncompletamentelasenergías.Todavíaluchóporsostenerseyasirsealantepechodelaventana.Vanoesfuerzo.Susojossenublaron:seaflojaronsusmanos,yelcuerpocayóinertesobrela
alfombra.
***
Alterminarsurelatolaenfermasufrióundesmayo.Habíahecholanarracióndelcrimencongrantrabajo.Eljuezlaescucharaconsumointerés.Después de las últimas palabras de la criada quedó sumido en grave
meditación.Laexistenciadeuncómpliceaparecíademostrada.Otracosadeducíaseclaramentedeladeclaracióndelacriada.UnodelosautoresdelcrimennoeraundesconocidoparalaseñoradeNeira.Noseríaunvisitantehabitual,peroera,sinduda,alguiendelasrelacionesde
lavíctima,puestoqueellaeraquienlohabíahechoentraryvoluntariamentelorecibiera.
Estehecho,perfectamentedemostrado,vinoa iluminarel espíritudel juez,dándole la evidencia de que Víctor Rey era uno de los autores del dobleasesinatodeMadridModerno.Unasolacosanoseexplicaba.Lanecesidaddelallavedelaportera.
EncuantoaquiénfueseelcómplicedeVíctor,paradonMáximoBarojanocabíadudaalgunaqueeraDoroteo.
Perolasconjeturasnosonbastantesparacastigaralosasesinos.Senecesitanpruebas;ydonMáximoBarojanolastenía.La culpabilidadde aquellosdoshombres le parecía cosa evidente, perono
podíaprobarla.Silacriadanolosreconocíatendríaqueponerlosenlibertad.Estaluchadesuconcienciadejuezlesugirióunaidea.Seacercóallechodelaenferma,lacualyahabíavueltoensí,yledijo:—Voy a traerla al hombre que quiso matarla, y que mató a la señora de
Neira.Voyatraérseloyaenseñárseloparaquelereconozca.Yahorafíjesebienen esto. Supongamos que no lo reconoce. En ese caso, en el caso de no
reconocerlo,nolodiga,nolomanifieste.Alcontrario.Desígneleusted,comosifueseélasesino,ycomosirealmenteestuvieseensupresencia.Digaqueesél,yasegureeneso.
Conestaarguciajudicial,seproponíadonMáximoBarajadesenmascararalosdosculpables,ocuandomenosaunodeellos.
Entodocaso,reconocidoonoporlavíctima,elcriminalsedelataría.Probadalaculpabilidaddeunodeellos,fácilmenteseprobaríaladelotro.Despuésdehaberhabladoconlaenferma,donMáximoBarajaconferenció
con elmédico y el director del hospital.Hizo trasladar a la enferma para unahabitaciónaislada,yconvocóunciertonúmerodeespectadorespara laescenaquepremeditaba.
Al ser prevenida de que iba a encontrarse en presencia del asesino de laseñoradeNeira,laenfermasintioseposeídadeungranmalestar,yseguramentedesfallecería si por mil formas no procurasen calmarla con la presencia demuchaspersonas.
DonMáximoBarajasalióapresuradamentedelhospital,montóenuncocheysehizoconduciralacárceldondeVíctorReypermanecíaincomunicado.
Despuésdeunabreveentrevistaconelpreso,ensumismococheyescoltadopordosagenteslecondujoalhospital.
Una vez allí, lo hizo entrar en el despacho del director, y salió dejando aVíctor vigilado por los dos agentes. Después se dirigió precipitadamente a lahabitaciónadonde la criadahabía sido trasladada,y en la cual sehallabanyaentoncesreunidasvariaspersonas.
Seacercóallecho,ymurmuróengraveyreposadavoz:—Elhombreeseyaestáabajo.Esprecisoqueustedtengaserenidad.Yobservandoquelaenfermalemirabaconunairedesustoysufrimiento,
añadió:—Noseimpresione,quenolevaasucedernadamalo.Acuérdesedeloque
antesleherecomendado.Sinoloreconoceusted,aparentelocontrario.Esmuyimportante.
Yluegoañadió:—Nohayquedesmayar.Energía,muchaenergía…Entretanto,alláabajo,en
eldespachodeldirector,Víctorpreguntabadistraídamentea losagentesque lecustodiaban.
—¿Paraquédemoniomehantraídoustedesaquí?¿Nosepuedesaber?Enestollegóunenfermeroconordendeljuezparaquesubiesealpreso.
Escoltado por los agentes, salía del despacho del director, y subía a lahabitacióndondesehallabalacriada.
Elenfermerolesprecedíaguiándoles.Enunlargopasillo,sedetuvoenfrentedeunapuertanumerada.Indicóalosagentesqueesperasen,empujólapuertayentró.MomentosdespuéssalíadonMáximoBaraja.DirigiéndoseaVíctorRey,que
parecíarevestidodelamayorserenidad,yhastaciertopuntosorprendidoconloqueestabapasando,dijo:
—Entreusted.Cuando Víctor entró en el cuarto del hospital acompañado del juez, las
personasquerodeabanellechodelaenfermaseapartaronunpoco.Lacriadaestabasentadaenunasillacolocadaalacabeceradelacama.Lapobremujeraguardabaconansiedadlaescenadelreconocimientoparala
cuallaveníanpreparando.Al ver entrar a Víctor sintió miedo como si en realidad estuviese en
presenciadelmalhechorqueintentaraasesinarla,peroalmirarlenolereconoció.Noseacordabadehabervistoaquellacara.Podía ser el cómplice, pero de ninguna manera el hombre que la había
herido,dejándolapormuerta.LafisonomíadeVíctornolerecordabaniporunmomentoalhombredela
faca.Aquel hombre a quien había visto apenas en la penumbra de la sala de la
señoradeNeira,trastornadaporlaescenatrágicadelcrimen.Teníaunaideadequeelasesinoeramásviejo,másalto,máscorpulento;y
sobretodofigurábasequesufisonomíareflejaba,alcontrariodeladeVíctorqueeradulce,unaextrañaferocidad.
Víctorleparecióenteramenteotrohombre.Así experimentó una indecible repulsión en acceder a los deseos del juez,
que,comohemosvistoanteriormente, leordenarael reconocimientodeVíctorcomoasesino,fuéseloonolofuese.
Tuvoremordimientosdeserasuvezculpabledeuncrimen,denunciandouninocente y, sin comprender el pensamiento del juez, persistió en negarse y noacceder.
Aquelhombre,elhombrequeteníadelante,noeraelasesinodelaseñoradeNeira.
¡Noerasuasesino!
Pero don Máximo Baroja, que no apartaba los ojos de ella, pareciendocomprenderlelospensamientos,apresuroseadecirleenuntonodevozqueeraalavezdepersuasiónydeimperio.Lavozyeltonoqueempleanlosmagistradosy los funcionarios de policía cuando quieren infundir ánimo a los testigos:Acuérdese de lo que le dije. ¿Reconoce a este hombre como al asesino de laseñoradeNeira?
Lacriadanorespondiósinoconunsuspiro,ybajólosojoshundidosporlafiebre.
—Mire bien para él. No tiene nada que temer. Está aquí en lugar seguro.Entrepersonasdeabsolutaconfianza.¿Loreconoce?
Laenfermaalzólosojos,yatraídaporextrañacuriosidadmiróatentamenteaVíctor.No,noeraaquelelasesino.Positivamentenoera.
Pero encontró la mirada del juez severa, autoritaria, imponiéndola, ymurmuróenvozbaja:
—¡Esél!Almismotiempoque,paradarmásimportanciaasuafirmación,leseñalaba
consumanopálidaydescarnada.Hubounvagosusurro.LaspersonasquepresenciabanlaescenasevolvierontodashaciaVíctoren
elapogeodeunagrancuriosidadydeunagranconmoción.Víctorpermanecíaimpasible.Nosemovió,nohizoungesto,nosecontrajounsolomúsculodesurostro.Aloíralaenfermadecir:—¡Esél!Replicósinexaltación,sinairedeprotesta,fríamente,comoquienhaceuna
observación:—Esamujerseequivoca.Meconfundeconotro.El juez, que desde que la criada había hablado, no dejara unmomento de
observar a Víctor con mirada inquiridora y penetrante, puso término a lasituaciónconestaspalabrassolemnes:
—Eljuzgadonosehabíaequivocado.EntoncesVíctor,cuyapalidezaumentaba,dijo:—¡Esfalso!Seequivocó,comoseequivocasiempre.Huboungranmovimientoentrelagentequepresenciabalaescena.Laenfermasellevóambasmanosalcuello,ysequejódébilmente.Algunaspersonaslarodearon.
El médico de guardia, que estaba presente, dijo al mismo tiempo que lapulsaba:
—Tenganlabondadderetirarse.Esprecisodejarlasosegar.El juez se aproximó a la puerta, y llamó a los dos agentes que esperaban
paseándoseenelcorredor.Después,indicandoaVíctorquesaliese,dijoalosdospolicías:—Acompañenaestehombrealláabajo,sinpermitirlehablarconnadie.Víctorsalió.Parecíaextrañoatodoloquepasabaenderredorsuyo.¿Eraindiferencia?¿Eraexcesodeemoción?ParadonMáximoBarojalaactituddelprocesadoeraunaduda.CuandoVíctorhubosalido,eljuezcerrólapuerta,yhaciendoapartarsealas
dosotrespersonasquerodeabanalaenferma,dijoaestaenvozbaja:—¿Noesél,verdad?Lacriadarespondió:—No,señor.Eljuezinsistió:—¿Estáustedsegura?—Sí,señor.Esehombrenolohevistonunca.—¿Ustedsehafijadobien?—Sí,señor.Eljuezpermanecióunmomentosilenciosoalladodelaenferma.No osaba separarse de ella, porque después de aquella escena de tan
concluyente apariencia, se figuraba que dejar de ver a la superviviente delcrimendeMadridModernoerarenunciaralaesperanzadeaclararelmisterio.
Asífuequetodavíaunavezmásinsistióinterrogandoalaenferma:—¿Quétipoteníaentonceselhombrequelahirió?—Nome acuerdo bien. ¡Como era casi de noche!…En la sala apenas se
veía.Deloquemeacuerdoesdequeerauntipomuydiferentealdeese…Eramásgruesoymásfuerte.
—¿Usabatambiénlabarbacrecida?—Eso,sí,señor.—¿Siustedviesealverdaderoautordelcrimen,loreconocería?—Creoquesí,señor.Eljuezmeditóunmomento.
Acababa de ocurrírsele la idea de celebrar un careo entre la enferma yDoroteo.
DonMáximoBarojaselevantó.Despidiosedelaenferma.Estrechólamanodelmédicoysalió.
Nohabíadesistidode supropósitodemantener aVíctor en la creenciadequelacriadaledenunciaracomoautordeldobleasesinatodeMadridModerno.
Llevaríalapruebahastaelabsurdo.¿Quiénsabe?Talvezlacriadanolereconociesepornohaberlevistobienyfueseaquelel
verdaderoculpable.¡Quiénsabe!Elcrimenfuerapracticadoencircunstanciastanextrañas,contantarapidez,
y a unahora tanpropicia, quenadamásnatural que la criadade la señoradeNeiranohubiesepodidoconoceralasesino.
Adecirverdad,ellacasinolehabíavisto.Peroporotrolado,elacusadoVíctorReynomanifestaralamenoremoción
alserconducidoapresenciadelavíctimanialseraparentementereconocidoporella.
Lejosdeeso,habíamanifestadounaserenidadtangrande,quealmismojuezllegóaparecerleafectada.
Aunsiendoinocente,yquizámásquenadaporesomismo,eranaturalquedemostrasemayorsorpresa.
Conefecto,seracusadodeuncrimenquenosehacometido,escosaquenosucedetodoslosdías.
¿Porquémotivoaquelhombrehabíasidoindiferentealaacusaciónhechaentansingularescircunstancias?
Durantetodalaescena,el jueznohabíadejadodemirarle,observándolelafisonomía,enlacreenciadequeellarevelasealgunacosa…
Peronadahabíaconseguidosorprender.Nada,nisiquieraemoción.Diríasequeaquelhombreeradepiedra.
C
CAPÍTULOXVII
CRÍTICOSMOMENTOS
UANDO bajó al despacho del director donde esperaba el preso, donMáximoBarojaintentóunanuevaexperiencia.
Ordenó a los guardias que se retirasen, y quedó solo con el acusado. Leinterrogó:
—¿Está usted dispuesto a decir toda la verdad? Ya ha visto usted que lapruebaesconcluyente.Restatodavíalaconfesióndeustedcomoatenuante.Noquiere esto decir que la justicia necesita de ella para proceder…Si le hablo austeddeestoesensuinterésparticular,porquelaconfesiónmitigalapena.
Sinmiraraljuez,Víctorreplicó:—Yahedichoalseñor juezqueesamujerseequivocó.Meconfundiócon
otro…Estoyinocente…Eljuezagitólacabeza:—Hacemal…Hacemal.Leveoconesanegativacompletamenteperdido.
Laconfesiónnolesalvaría,claroestá,peroatenúaconsiderablementeelcastigo.Víctorpreguntóenuntonovagamenteinquieto:—¿Vaentoncesacondenársemeporladeclaracióndeesamujer?El juezsorprendióeste indiciodecapitulaciónyseanimójuzgándoleenel
declive.—¡Claroestáquevanacondenarloporeso!¿Acasosenecesitamás?YcomoVíctornole interrumpiese,pareciendoconsiderar todalagravedad
delhecho,eljuezcontinuó:—De una manera terminante, ha sido usted reconocido por la víctima
superviviente. Una declaración de esa índole hace fe en todos los juicios.Después de ella, es inútil persistir en negar. El tribunal no dará crédito a suspalabras.
Después,mudandodetono,másbajo,convincente,casifamiliar,añadió:—¿Ycómonoqueríaustedquefueseasí?¿Acasoelhechodeserreconocido
por lavíctima supervivientedel crimenque le imputanno será suficienteparacondenar?
Y subrayando las palabras almismo tiempo que observaba atentamente alacusadocontinuó.
—¿Cómo la víctima iba a reconocerle si usted no fuese realmente elcriminal?
Víctor,queoíaal juezsinmirarle,hizoademánde interrumpirle,perodonMáximoBarojaleobjetó:
—¡Yasé!Ya sé loqueustedvaadecirme,que lacriada loconfundióconotro.¿Ylepareceausted,sinduda,creíblequeelautordelcrimendeMadridModerno se parezca a usted hasta el extremo de que se confundan los dos?¿Acasoesesoverosímil?
Enunarrebato,Víctorexclamó:—¿Ysilehavistomal?Enuntonodevozhelado,donMáximoBarojapreguntóconintención:—¿Cómosabeeso?Víctorempezabaaperturbarsedeunamaneravisible.Unsegundodevacilaciónyestabaperdido.Élmismolosentía.Peroserepusoatiempo:—¿Peronoesverdadqueesecrimensepracticódenoche?—Esinútilqueelacusadopretendaengañaralajusticia.Élsabemejorque
nadiequenohasidodenoche…Hubounlargosilencio.DeprontoVíctorselevantódelasillaenquesehallabasentado,ydijocomo
quientomaunaresolución:—¡Puesbien!…Elmomentoeradecisivo.Víctorsedisponíaaconfesar.DonMáximoBarojaestabapálido.Víctorsacudiólacabezaconunmovimientollenodeenergía:—Estabadecididoanohablar,perohablaré.Eljuezleanimóconunademán:—Hable,hable.—Setratademividayhedesalvarla.DonMáximoBarojalemiróllenodesorpresa:—¡Cómo!—Probandoquesoyinocente.
Eljuezparecíacadavezmásasombrado:—¿Ypuedeelacusadoprobareso?Víctorafirmóresueltamente:—¡Puedo!EnaquelmomentodonMáximoBaroja tuvoimpresiónabrumadoradeque
su argucia al hacer que la enferma reconociese a Víctor como culpable iba aresultarestéril.
Sesintióposeídodeunagranirritacióncontraaquelhombre.Asífueque,dandounpuñetazosobrelamesa,exclamó:—¡Elacusadopretendeburlarsesinduda!Víctorreplicófríamente:—Lajusticiaeslaquehapretendidoburlarsedemí.Apesardehaberpronunciadoestaspalabrasconaparentefrialdad,conocíase
sinembargoqueVíctorcomenzabaaexcitarse,loquelesucedíasiemprequeloprovocaban.
La cólera, en aquel hombre víctima de fatalidades de nacimiento yeducación,teníaaspectossingulares.
Cuandoseapoderabadeél,suprimersíntomaeraunapalidezdecera.Luegotodossusrasgossealteraban.Diríasequeotrafisonomíasemarcabaymodelabasobreellos.Seleahondabanamoratadaslasojerasylatezparecíaestibárseledeazul.Despuéssumiradallameabayparecíadespedirsiniestrosrelámpagos.Dilatábanse sus pupilas, y su boca tomaba una expresión de extraña
ferocidad,ytodasupersonaparecíaagitadaporunespasmoepiléptico.Aestollamabaélsuscrisis,yconefectoeranterriblescrisismorbosas,que
apenasdisipadaslorestituíanasuhabitualindividualidad.Enaquelmomentocrítico,unadeesascrisisparecíaquererposeerlo.Yanoconsiderabalagravesituaciónmoralenqueseencontraba.Dejara de ver en su presencia al juez, para ver al hombre que le vejaba
privándoledelalibertad.Así,cuandodonMáximoBaroja,descargandounsegundopuñetazosobrela
mesa, le ordenó que se callase,Víctor, avanzando un paso hacia él, le replicótodotrémulo:
—¿Tambiénsemequieredespojardelderechodedefensa?DonMáximoBarojaleinterrumpiócongranseveridad:—¿Quéacusaciónintentaustedformular?
Víctorreplicóenuntonodeformidableenergía:—Quiero decir que se me está violentando para que declare contra mi
voluntad,yquenoloconsiento.¿Lohaentendidoelseñorjuez?DonMáximoBaroja,verdaderamenteintimidado,sedirigióa lapuertacon
objetodellamaralosdosagentesquehabíanquedadoenelcorredor.Víctorleadivinólaintenciónyledetuvointerponiéndose.Peroenaquelmomentoyaeradueñodesí.Lacrisisdefurorqueunmomentoantesleamagarahabíaabortado.Eljuezsedetuvoexclamando:—¿Quéintentaustedhacer?—Intentohacermeoír.—¡Déjemeustedpasaropidosocorro!Víctormurmuróconunacalmaextraña:—¡Elcasonoespara tanto,señor juez!Además,pareceríaextraño,ysería
perjudicialparasuprestigioqueleoyesenpedirsocorro.¿Quémal,despuésdetodo,puedoyocausarle?¡Soyundesgraciado!Semeatribuyeuncrimenquenocometí,porelhechofataldehaberanteriormentecometidootro:eldesfalco,quenopuedonegar,yquemeavergüenzayquemepierde…
Hizounapausa,yluegomurmuró:—¿Estáelseñorjuezsinceramenteconvencidodequehesidoyoquienmató
alaseñoradeNeira?DonMáximoBaroja,nuevamenteinteresado,respondió:—¡Absolutamente!—¡Puesestáequivocado!Yañadió:—Lajusticiatienelamaníadevercriminalesentodaspartes.—Adviertoalacusadoquenolepermitoformularesaclasedejuicios.—Nocreohaberfaltadoalseñorjuez.—Esunaadvertencia.—Puesbien.Elcasoeseste:elseñorjuezaúnnohaconseguidosaberquién
eraelasesinodelaseñoradeNeira…—¿Puesnoacabaelacusadodeserreconocidoporlacriadaherida?—No,señor.—¿Negaráustedlaevidencia?—Niegoquehayasidoreconocido.—Esoesunaburla.
—No, señor. ¿Acaso piensa el señor juez que yo estoy convencido de lasinceridaddelreconocimientodeesamujer?
—Suafirmaciónhasidocategórica.—¿Perosuponeporventuraelseñorjuezquenovi,quenocomprendíquese
tratabadeunapuracomedia,expresamenteforjadaparaarrancarmelaconfesióndel crimen?Claramente reparé en la turbación, en la perplejidad de esa pobremujer enel actode reconocerme.Evidentemente, ellanome reconoció.Si asífuese, lo habría dicho desde luego, sin dudas ni vacilaciones… ¿No es estoverdad?
DonMáximoBarojanocontestó.Superturbacióneravisible.Paraocultarlacompusounafisonomíaausteraydijo:—No intente usted hacer de mí su juguete. Acuérdese usted de que está
hablandoconeljuez.Sinotieneotroselementosdedefensasinopalabras,puedeconsiderarseperdido.Yase lohedichoal acusado: ladeclaraciónde lacriadabastaparahacerlecondenarirremediablemente.
Víctorinsistióensusanterioresafirmaciones:—Tengootroselementosdedefensa…—¿Cuáles?—Unosoloyconcluyente.—¿Porquélocallóhastaahora?—Pordelicadeza.—¿Yahoraestádispuestoadecirlo?—Estoy.—Veamoscuálesesapruebadesuinocencia.—Esta.Alahoraenquefuecometidoelcrimendequesemeacusayome
hallabaenotraparte.—Bien,sí,yaséloquemedice.Aesahoraalegaelacusadoquepaseabapor
las calles… ¿Y a eso llama elemento de defensa? ¿Quién nos asegura que elacusadopaseabaaesahoraporlascalles?¿Recuerdaque,interrogadopormíaeserespecto,declarónohabertropezadoconpersonasaquienconocieseyquepudiesendeclararlo?…
Víctorreplicóconasombrosaserenidad:—Meacuerdoperfectamente.Peronofueesoloquepasó.DonMáximoBarojarepitiósorprendido:—¿Nofueeso?
—Yahedichoqueno.—Puessírvaseelacusadoexplicarseconmayorclaridad.—A la hora en que se cometió el crimen no vagaba yo por las calles.Me
hallabaenunacasa.—¿Ensucasa?—No,señor.Enunacasaajena…DonMáximoBarojapronunciódesdeñosamente:—Esoesmuyviejo.Unamujer.¿Noesverdad?¡Unamujerdequiennose
puede decir el nombre!… Una mujer casada seguramente. ¡Es viejo, muyviejo!…
Víctorreplicó:—Seengañaelseñorjuez.Esdelomásnuevo.Alahoraenquesecometió
elcrimendeMadridModerno,yomehallabaenunacasaconunamujer.Habíadecidido ocultar su nombre, pero puesto queme va en ello la vida, no puedomenosderevelarlo.EsamujersellamaSoledad.Eshuérfana.Viveconunostíossuyos.DoroteoFuentesysumujer.
Eljuezlemiróllenodesorpresa.EnsuopiniónVíctorReyacababadevenderse.Doroteoestabapreso.Desde el primer momento el juez le había considerado como uno de los
autoresdelcrimen.SindudaDoroteoeraelhombrequehabíaheridoalacriada.Lacriada,quenohabíareconocidoaVíctor,reconoceríaaDoroteo.Peroeranecesarioesperaraldíasiguiente.Selevantóyllamóalosguardiasqueesperabanfuera.Cuandolaparejasellevabaalreo,donMáximoBarojadijosentándoseenun
sillón y como si hablase consigo mismo, pero de una manera que Víctor leoyese:
—NomehabíaequivocadoalmandardeteneraeseDoroteo.Víctorsevolvió.Estabapálidocomolamuerte.Quisopronunciaralgunaspalabras,peronopudo.Losdosguardiasleempujaronrudamenteparaquesaliese.
C
CAPÍTULOXVIII
ELMANUSCRITODEVÍCTORCONTINÚA
UANDO cumplí doce años, pensaron en hacer de mí un hombre deprovecho,útilparasímismoyparalosdemás.
Meacuerdomuybiendeaquellaépoca.LaseñoritaCornutyseafanabapreparándomea findequepudieseentrar
enuncolegio.Detodoslosestudiosqueentoncesmehicieronemprender,lahistoriallegóa
infundirmeunaverdaderapasión.Mi protectora solía leerme por las noches, a fin de hacer la velada más
llevadera,trozosescogidosdeunagranhistoriaenmuchostomos.Cadaunodeaquellosrelatosmeentusiasmaba,ymeconmovíacomosiyo
hubiesesidohéroeenaquellasluchasdereyesygrandesseñores.Miprotectoraleíatanbien,quelaspalabrasparecíanfluirnaturalmentede
sus labios con el calor de la improvisación que pudieran tener en los de untestigopresencialdelossucesosquemedabaaconocer.
Quizá parezca ridícula esta pasión de las lecturas históricas que a miprotectora y a minos distraía durante las largas y melancólicas veladas delinvierno.
Peroaquientengaencuentaqueyonoeramásqueunniñoyqueaquellaseñoraerauncorazónheridoquesoportabadifícilmenteelfardodelavida,nopodráextrañarle.
Miprotectoraparecíacadadíamástriste.Seirritabamásfácilmente.Suscrisisdedesesperacióneranmásviolentas.Encambiosumandocadadíaparecíamástranquiloymásglacial.Lasaludylatranquilidaddemiprotectorameinquietabanmucho.Yoyanoeraunniño.Observabayadivinabamuchascosas.Sinembargo,elmisterio,quecomoavedemalagüerosecerníaenaquella
casa,meobsesionabasinquepudiesellegarapenetrarlo.
Habíamomentosenquemeparecíacomprender,peroluegovolvíanparamílasdudas.
Otras veces permanecía indiferente, apático, casi irritado, y olvidaba micuriosidadenvistademiimpotenciaparasatisfacerla.
Muy frecuentemente, me sucedía experimentar un extraño deseo de estarsoloafindepensar,¡depensarsiempre!
Estosmomentosmerecordabanmuchomisprimeros tiemposenelpalaciodelaCondesa,antesdellegaraserelamigodeCarlos.
La diferencia demi estado actual semanifestaba enmis impaciencias, enmis angustias, en un afán desconocido y en una sed de movimiento que mehacíanmásdifícilqueanteslaconcentracióndemisideas.
Porsuparte,miprotectoraparecíaevitarme.Amiedad,casiyanopodíaserconsideradocomounniño.Mi protectora adivinaba mi curiosidad, y muchas veces mis preguntas la
turbaban y mis miradas llenas de interrogaciones la obligaban a inclinar lafrente.Teníaunsecretoynoqueríadejarloadivinar.
Loguardabacuidadosamente.¿Loguardaríaasísiempre?
***
Haciaestaépocamiestadomoralsufrióunarudasacudida.Heaquícómo:Elcomedor—habitaciónenlacualsolíamosmuchasnocheshacertertulia—
teníatrespuertas.Daba la una al salón; la otra al interior de la casa, y la tercera a la
biblioteca.La biblioteca a su vez tenía una puertecilla que daba paso a un gabinete
vecinodemialcoba.Enestegabineteysobreunveladorsolíanestarlasllavesdelabibliotecay
delosarmarios.Undía,despuésdecomer,lacuriosidadseapoderódemi,tomelasllavesy
penetréenlabiblioteca.Eraunaestanciavasta,guarnecidadegrandesarmariosllenosdelibros.La
mayorpartehabíansidodejadosenherenciaaldueñode laquintaporun tíosuyocanónigodelacatedralcompostelana.Laotrapartesecomponíadelibros
compradosporsuactualposeedor.Hasta este día, mis lecturas habían sido cuidadosamente elegidas por mi
protectorayporlaseñoritaCornuty.Yocomprendíaquesemeocultabanmuchascosas.Asífueque,poseídodeunacuriosidadirresistible,temblandodemiedoyde
alegría abrí el primer armario y tomé el primer libro que se ofreció a mismanos.
Eraunanovela.Volvime ami habitación, cerré la puerta, abrí el libro, pero no pude leer.
Tuve en seguida una preocupación. Encontrar un medio para disponer de labibliotecasininspirarsospechas.
Remití la lectura a un momento más propicio, llevé el libro a su sitio yguardélallave.
¡Sí,guardélallave!Eralaprimeramalaaccióndemivida.Yoesperélosacontecimientos.Todopasódelamejormanera.LaseñoritaCornuty,despuésdehaberbuscadolallavetodalamañanadel
díasiguiente,sedecidióallamaruncerrajeroparaquehicieseotra.Elincidentenopasódeahí,ybienprontoseleolvidóporcompleto.Yo tuve la precaución de no ir a la biblioteca sino ocho días mas tarde,
despuésdehabermeaseguradoquenohabíaningunasospecha.Desdeentoncesmeentreguéalalecturaconverdaderapasión.Todasmis aspiraciones, todos los anhelos demi adolescencia que habían
contribuidoadesenvolvermiespíritutomaronunadirecciónnueva.Bienprontosentimefascinado.Mi fantasía se interesaba de tal suerte en la lectura y tomaba parte tan
importanteenella,quelleguéaolvidarcompletamenteelmundoexterior.Yoleíalazar,yelazarmesirvióamaravillaenlosdosprimerosvolúmenes.Después,comomiexistenciahabíasidotannoble,tanaustera,yonopodía
sersolicitadoporunalecturamalsana.Miinstintodeniño,mieducaciónytodomipasadomeguardaban.Laconcienciamehabíailuminadocomodeungolpetodalavida.Elefectodecadapáginaeracomolarepeticióndeunacosayaleída.¿Ycómonosentirelolvidodelpresente,aisladocomoyoestabaenaquella
especiederealidad?
Delantedemí,encadalibroseencarnabanlasleyesdeunmismodestino,¡elmismoespíritudeaventurascerniéndosesobrelavidadeloshombres!
Esta leyqueyosuponía, tratabacon todas las facultades sobrexcitadasdemiimaginacióndeadivinarla.
Cada día la esperanza se fortalecía en mi alma y los anhelos de unaexistencianovelescaeranmásfuertes.
¡Pobreniño,mejorabaaúnlatrágicanovelademinacimiento!Yo ansiaba vivir la vida que descubría en mis lecturas y que me parecía
revestidadetodaslasgalasdelarte,detodoslosesplendoresdelapoesía.Peroyonoeranovelescosinoenmissueños:elporvenirmeespantaba.Porunararaconformidadconmiconciencia,yodecidieracontentarmecon
ladescripcióndeestasbellasquimeras,hastaeldíadondepudieserealizarlasenelmundomentidoynovelescodondeyoúnicamenteentreveíasublimesgocesdelespírituydelafantasía.
La desgracia, aun cuando yo la admitía, no jugaba sino un papel muysecundario, pasivo y pasajero, papel necesario únicamente para los dulces ytiernoscontrastes.
Estavidadeensueño,quememanteníacompletamenteextrañoalavidadelaspersonasquemerodeaban,duróalgunosmeses.
Cuandoencontrófin,yodudabasidebíavolveradarlevida.¡Miexistenciaduranteaquellosmeseshabíasidotaninteriorytanintensa!Entodoestetiemponadahabíacambiadoentomomío.Lamismatristezauniformeenelinteriordeaquellafamilia.Elmismopenosomisteriocerniéndosesobreaquelhogar.Yo creo que si no hubiese podido escapar a este círculo de laxitud y de
tristezapormiactividadintelectual,eldisgustoyladesesperaciónmehubiesentalvezllevadoauntérminofatal.
La señorita Cornuty envejecía, y llevaba una vida muy retirada, dedevociones, rezosyayunos.Eldueñode laquinta, siempreelmismo,severoyfrío,meinspirabaunrespetomiedoso.
El misterioso abismo que le separaba de su mujer parecía cada día masterrible ymás infranqueable.Mi protectora seme figuraba una flormarchitaquesedeshojalentamente.
Sufría de una tristeza desconocida, sin causa aparente, como unremordimientolejanoquelatorturase.
Los sufrimientosdemiprotectorame inclinabanaquererlamásdedíaen
día.Yonopuedorecordarsinunaemociónprofundacómoseimpusoelpapelde
madreparaconmigo,pobrehuérfano.Unatarde,pocoantesdeanochecer,yoleíadistraídamenteenelgabinetede
miprotectora.Ella,sentadaalpiano,tocabaunasonataitaliana.Laestanciaestabailuminadaporlosrayosoblicuosdelsolponiente.Unaondaluminosapenetrabaporlaaltaventana,ydejabaunreflejoáureo
enelpisoencerado.Miprotectoradejóelpianoysalióaljardín.Elsilencioeracompleto.Niunalmaseencontrabaenlashabitacionesvecinas.Yosentíadentrodemíunapenaextraña,comoelpresentimientoobscurode
unapróximadesgracia.Habiendoabiertolasegundapartedellibro,lehojeédistraídamente.Meparecíabuscarunaprediccióndesuerte,comosehaceabriendounlibro
alazar.En ciertos momentos todas las fuerzas intelectuales y morales se tienden
morbosamentecomosiunavivaluziluminasederepentelaconciencia.Comosiunavisiónproféticaseimpusieseanuestraalmaturbada,quesufreylanguideceen espera de un algo misterioso. Nuestra alma, animada de una calienteesperanza,seinclinaparaaspirarlavidacomounperfume.
Mialmaestabaenestaextrañadisposición.Cerréellibroparavolveraabrirloalazarybuscarmihoróscopo:perohe
aquíquealhacerlodescubrounacartaqueparecíallevarencerradaenellibromuchosaños.
Examinéconcuriosidadmezcladadesorpresamihallazgo.Eraunacartasindirección,firmadaconestasdosiniciales:S.O.Yolaleíllenodegrancuriosidad.Secomprendíaenlosdoblecesdelpapelquehabíasidoleídamuchasveces,
ycuidadosamenteconservada.Sufechadebíasermuylejana.Las primeras palabras llamaron poderosamente mi atención, mi corazón
latióviolentamente.Permanecíalgúntiempoconelpapelentremismanoscomosidudaseantes
deleerlo.
Meacerquéalaventana.¡Sí! Las lágrimas habían dejado su huella sobre las palabras medio
borradas.¿Dequiéneranaquellaslágrimas?Ansiosoleílaprimerapágina.Ungritodesorpresaseescapódemislabios.Dejé el libro sobre el velador y ocultando la carta en el bolsillo fui a
encerrarmeenmihabitación.Allíquisereanudarlalectura.Mi corazón latía tan fuerte que las letras saltaban y huíandelante demis
ojos.Durante algunos minutos me fue imposible comprender nada. Al fin
comprendíelmisterio,alcomprenderaquiénlacartaestabadirigida.Yocomprendíqueerauncrimenleeraquellas líneas,pero la tentación fue
másviolentaquemivoluntad.Lacartahabíasidoescritaamiprotectora.Eranalgunaspalabrasdeadiós.¡Deunadióseterno!Después de haber leído aquella carta, yo sentí como si me hubiesen
arrancadoparasiempremisilusionesymisesperanzas.¿Quiéneraelautordeaquellacarta?¿Cuálhabíasidolaexistenciademiprotectoraantesdehaberseretiradoa
laquinta?Aquellaslíneasconteníandetallesyalusionesanteloscualesnohabíalugar
aduda.Elmisteriodeaquelhogardejabadeserlo.La lectura de aquella cartame sugiriómultitud de ideas almismo tiempo
que me revelaba el carácter de unas relaciones cuya rotura había roto doscorazones.
Unaprofundapenaseadivinabaenlaslíneasdeaquellacarta.Laconservotodavíayvoyacopiarla.Helaaquí:
«¡Túnomeolvidarás!¡Lohasdichoyyolocreo!Despuésdelaúltimavezenquetehevisto,todamividaseencarnaenesas
palabras.
Esprecisoquenosseparemos.¡Lahorahallegado!…Laesperabahaceyamucho,midulce,mitristeamiga.Durante todo nuestro tiempo, ¡el tiempo de nuestro amor!, mi corazón se
oprimíaysangrabapensandoenelporvenir.¿Mecreerástú?Tododebíaterminarseasí:eranuestrodestino,¡yolosabía!Túeresdeunanobleyaristocráticafamilia,yodenacimientohumilde.Esta
diferenciayolahesentidosiempre.Sentíaquenoeradignodeti.Peroyosolodebíasoportarelcastigodemifelicidad.¿Quéerayohastaeldíaenquetúmehascomprendido?Dosañoshanpasadoytodavíahoynocomprendoporquétúmeamaste.¿Cómohemosllegadoaunalocuratangrande?¿Teacuerdasdeloqueyoeraencomparacióntuya?¿Porquétehasfijadoenmícuandonadamedistinguíadelosotros?Antes de que tu mirada y tu sonrisa hubiesen iluminado mi vida, yo era
humildeyvulgar;todomefatigabaenlavida,yconsiderabamilabordetodoslosdíascomolacosamásimportantedelmundo.
Sabía, yme había resignado a ello, que nunca un sol de paz se levantaríaparamí.
Deantemanoestabaconvencido,ynomelamentabaporquedebíaserasí.Entonces tú me apareciste. Yo no sospeché que algún día me atrevería a
levantarlosojoshastati.Yoestabadelantedeticomounesclavo.Peromi corazón no temblaba, no languidecía: mi corazón no te presentía
aún.Dormíatodavía.Auncuandomialmaencontraba laserenidadcercadesu radiosahermana,
noadivinabalatuya.¿Teacuerdascuandolocomprendítodo?Despuésdeaquellavelada,despuésdeaquellaspalabrasquetrastornaronmi
alma,meencontréperdido.En lugar de sentir una íntima satisfacción, experimenté una profunda
angustia.Noteníaconfianzaenmí,nocomprendíatampoco…Yojamásteheconfesadoeso.
Perohoysoytodotuyo.Hoyteloconfiesotodoparaquenoteavergüencesdemirecuerdo,paraquesepasdequéhombretealejas,amormío.
¿Sabescómotehevistolavezprimera?La pasión me había invadido como una llama, había entrado en mi alma
como un veneno, había confundido todos mis sentimientos y todos mispensamientos,hallábameenervadoy respondíaa tuamorpiadosonocomounserquelomereciese,sinocomounmendigoquerecibieseunalimosna.
Yonorespondíaatuamorcomoaunamujercaídahastamí,sinocomoaunamujerquemelevantabahastaella.
¿Sabestúloquequieredecircaídahastamí?No;yonoteofenderéexplicándotelo.¡Tedirésolamentequemiamortehaconsideradosiempredemasiado!¡Jamás,jamás,yohabríapodidoelevarmehastati!Yo te hubiera contemplado de lejos con una adoración infinita, cuando
llegaseaconocertusnoblessentimientos.Tuternuraytupiedadalgunasvecesmehansidodolorosas.Cuando tú me abrazaste —¡eso no sucedió más que una vez, y yo me
acordarétodalavida!—,unanieblapasóantemisojos,mialmasefundióatuscariciascomolanievealosrayosdelsol.
¿Porquéenaquelinstantenocaímuertoatuspies?¡Oh!Yosoyculpabledehabersidoindignodeti.Dehaberatraídoelridículoylavergüenzasobretucabeza.¡Adiós,adiós!…Alpresentequetodoesdescubierto,esprecisoquemevaya,quehuyaportu
reposoytutranquilidad…Túyanomeverásmás.¡Espreciso!Todami alma es como un perfume de la tuya. ¡Y sin embargo es preciso
hacerdeunaexistenciadosexistencias!…¡Deunavidadosvidas!¡Oh!Cuandopiensoquenoteveréjamás,jamás,jamás…¿Diosmío,esposiblelavidasinmásleyqueladelsufrimiento?Denuevohevistoatumarido.Losdossomosindignosdeél,auncuandono
seamosculpables.Tumaridosehapuestoheroicamentedetuladoytesalvaraytedefenderá
contralosclamoresylascalumniasdelasociedad.Tumando teestima,será tusalvador,peroesprecisoqueyomealeje,que
huya…¡Adiós!¡Adiós!¡Adiósparasiempre!
S.O».
Despuésdeleerestacarta,yoquedéaturdido,sincomprenderloquepasabaenmí.
Larealidadveníaasorprendermeenmediodelaexistenciasonadoraqueyollevabahacíadiezmeses.
Elmisterioqueyoteníaentrelasmanosoprimíamicorazónyletorturabacruelmentecomolahojadeunpuñalclavadoporlamanociegadeldestino.
Aquella carta todavía no podía explicármela completamente pero yocomprendíaqueunanuevaexistenciacomenzabaparamí.
Desdeaqueldíayocomprendícosasque,porefectodemieducaciónydelmedioenquevivía,habíanpodidopermanecercuidadosamenteocultasparami,niñollenodecandorescomounadoncella.
¿Quénuevaperturbaciónibayoallevarenlaexistenciademisprotectores?¿Adónde me arrastraría el azar que había puesto en mis manos aquel
secreto?¿Quésabíayo?Quizá cualquier cosa que hiciese resultaría insoportable, tanto para ellos
comoparamí.¡Ysinembargomeerainsoportablecallarmeyocultarparasiempreenmi
cerrazónelsecretoqueacababadedescubrir!Mil y mil preguntas confusas surgían en el fondo de mi cerebro,
oprimiéndomeelcorazóndolorosamente.Impresionesnuncasentidassedespertabanenmícomodeunlargosueño.Meparecíaqueexperimentabauna intensayesencial transformación;que
misantiguosanhelosdesaparecíanyeranremplazadosporunalgoindefinible,delcualnomeeradadoapenarmenientristecerme.
Aquellanochemeacostéconfiebre.Muchos días se pasaron antes de que pudiese recobrar la calma y darme
cuentademisituación.Enestaépocavivíamosenlaquintamiprotectorayyoenunasoledadcasi
absoluta.
ElmaridodemiprotectoraestabaenMadridhacíaunasemana,yaúndebíapermanecerallíunmesalomenos.
Bienqueesta separaciónnopudiese llamarsemuy larga,miprotectora seentristecíamucho.
Enlosmomentosenquesesentíamásatormentada,seencerrabaasolasensushabitacionescomosimipresencialefueseinoportuna.
Pormiparteyotambiénbuscabalasoledad.Micerebrotrabajabaenunaconstantetensiónmalsana.Había conservado la carta, en vez de arrojarla al fuego, y analizaba sus
frasesenlasoledaddemialcoba,aquellasfrasesdeunsupremoydesesperadoadiós.
Procurabaadivinarelsentidoinquietantedeestaspalabras:«yonoeraunigualtuyo».
Constantementereleíaaquellacarta.Yo estaba casi enfermo, cuando vi una tarde que un mozo entraba en la
quintaconlasmaletasdeldueño,queregresabadeMadrid.Miprotectoraselanzóalencuentrodesumaridoconungritodealegría.Yopermanecíclavadoenmisitio,sinserdueñodedisimularmiagitación.Nopudiendodominarmecorríaescondermeenmialcoba.Nocomprendíaelmiedosúbitoquesehabíaapoderadodemí, ¡porqueyo
teníamiedo!Una tarde, después de comer, me hallaba yo en un salón adornado con
algunoscuadrosantiguosyretratosdefamilia.Elretratodeldueñoestabafrenteporfrenteallugarqueyoocupaba.Meparecióquememiraba.Yo,unpocoinquieto,tambiénmepuseamirarlefijamente.Elretratoestabasituadomuyalto,ycomoelsalóneraobscuro,paraverle
mejoryoarrastréunsillónymesubísobreél.Buscabaalgocomounasolucióndemisdudas.Recuerdoquelosojosdelretratomehirierondepronto.La ideame vino, inopinadamente, de que los ojos del dueño de la quinta
estaban siempre ocultos por las gafas ahumadas y que yo no los había vistojamás.
Aquellamiradaocultamehabíasidosiempreantipáticaeinsoportable;eracomounaprevenciónquesejustificabaenaquelmomento.
Miimaginaciónestabamuysobrexcitada.Meparecíaquelosojoselretrato
seapartabandelosmíosybuscabanmaneradeevitarlos.Sevolvíanaotroladoparanodejarpenetrarlamentiraylafalsedad.Yo creí haber adivinado alguna cosa, y experimenté una íntima y secreta
alegría.Undébilgritoseescapódemipecho.Almismoinstanteoídetrásdemíunligerorumor.Mevolví,yhállemefrentealmaridodemiprotectora,frentealoriginaldel
retrato,quemecontemplabaatentamente.Meparecióqueenrojecía.Yo,llenodevergüenzamebajédelsillón.Eldueñodelaquintamepreguntóseveramente:—¿Quéhacestúaquí?¿Quiéntehadadopermiso?…Yonosupequéresponder.Élvolvióareprendermeconmayorenojo,yyosalídelsalónconlacabeza
baja.Quisolacasualidadquemeencontraseconmiprotectora,quealvermeno
pudomenosdeexclamar:—¿Quétepasa,Víctor?¿Quétesucede?¡Túestássofocado!Yobalbuceéaguisadedisculpa:—Esquevinecorriendo.Peroellamemiróconsusgrandesojosprofundos,llenosdesinceridad,yyo
inclinélafrentellenodeembarazo.Miprotectoraentoncesvolvióainterrogarme:—¿Vienesdelsalón?—Sí,señora.—¿Hasencontradoamimarido?—Sí,señora.—¿Tehareprendidoporalgunacosa?Yoguardésilencio.Enestemomentoseoyeron lospasosdeldueñode laquintayyomealejé
velozmente.Meretiréamicuarto,dondepermanecíunahoraencerrado,hastaqueun
criadovinoadecirmequelaseñorameesperaba.Yolaencontrésilenciosa,elaspectoinquieto.Ami entradamemiró viva y fijamente pero bien pronto apartó demí las
pupilas.
Parecíaconfusa.Desdeelprimermomentoadvertíquesehallabaenunamaladisposiciónde
espíritu.Pero contra lo que en un principio había esperado, estuvo conmigo más
cariñosa que nunca, como si quisiese borrar la mala impresión que debierahabermedejadoelencuentroconsumarido.
Aquellanochelaveladafuemuytriste.Yomeretirémuytempranoymeacostéllenodeinquietud.
***
Don Máximo Baroja llegaba a este punto del manuscrito de Víctor Rey,cuandoentróensudespachoelinspectorBargielaparacomunicarlequelasdosmujeresdeDoroteo,elalbañildetenido,estabanyaadisposicióndeljuzgado.
TCAPÍTULOXIX
ERMINADOsu interrogatorio,Doroteohabíasidoconducidoa laCárcelModelo, donde quedó incomunicado. DonMáximoBaroja era partidario
delsistemacelular,esdecir,delaislamientocompletoparadecidira losreosaconfesarsusdelitos.
LaculpabilidaddeDoroteoleparecíaevidente,sobretododesdeelmomentoen que tuviera noticia de los amores de Víctor con Soledad, la sobrina delalbañil.
DonMáximoBarajacreyódescubiertoelcrimen.Los dos autores que desde un principio había sospechado eran Víctor y
Doroteo.Víctor,acompañadodeDoroteo,eraunahipótesisprobable.SinDoroteoinadmisible.DonMáximoBaraja había tenido algunosmomentos de vacilación y duda
cuandoDoroteoseencontrabaensupresencia.Laexpresivaysimpática fisonomíadelalbañil, suactitud, la sinceridadde
susrespuestas,sumismoabatimiento,quemásbienparecíalaresignacióndeundesesperado,deunvencido,que la turbacióndeunverdaderoculpable,habíanhechonaceralgunasdudasenelánimodeljuez.
Pero una vez a solas, entregado a sus reflexiones, rodeado de notas yantecedentesy teniendoasuvistael interrogatorioque leparecíaconcluyente,yanodudaba:creía.
AlinterrogatoriodeDoroteosucedióeldesusdosmujeres.Laporteradelacasadelcrimen,ylaseñoraJesusa.Laporteranohizomásquerepetirsusanterioresdeclaraciones,envistadelo
cualdonMáximoBarajaordenóquequedasedetenida.EncuantoalaseñoraJesusa,sudeclaraciónfueenextremocuriosa.ElinspectorBargielalacondujohastaeldespachodeljuez.Aterrada,anonadada,desdequelavísperasedetuvoasumarido,nodejóde
oírniunaprotestaniunaquejaniungrito;perobienprontoseprodujoenellaunanotablereacción.
Alestuporsucediólacólera.
Se revolvía contra la desgracia que acababa de ocurrirle, se quejaba de sudestinoypedíaauxilioalcielo.
Eljuezlacontemplabaimpasible,porquelosjuecesnoseconmuevennunca.Estánacostumbradosalasirasdelagentequedetienen.
Vivenenunmundoenquelaspalabrasgroseras,laamenazaylainjuriasonmonedacorriente.
Pero los juecesquehan recibidoeducaciónmuydistintaysonhombresdeestudio, de costumbres pacíficas y que inspiran respeto; fríos, al menos enaparienciapordeberprofesional,sesientenpredispuestoscontraelquesedejaarrastrarporlaviolencia.
Doroteoimpresionóbienaljuezporsuactitudpacíficayresignada;sumujeribaadisgustarleporsuexaltación.
Antes de que se le interrogara protestó de que su marido hubiese sidodetenido.
No había hecho nada, decía. Era un hombre honrado. La que era unaintriganteeralaportera.Aesadebíanahorcarla.
DonMáximoBarojalaescuchabaconmuchacalma.ComolaseñoraJesusaseindignase,porhaberlaconducidoaljuzgado,don
MáximoBaroja tuvo que advertirle que no estaba arrestada, sino solo ante eljuez, en virtud de orden superior, para practicar ciertas indispensablesaveriguaciones,yquesolodependíadeellarecobrarsulibertad,paralocualnodebíahacermásqueresponderlaverdadalaspreguntasqueseledirigieran.
Las observaciones del juez parecieron calmarla, y don Máximo Barojacomenzóelinterrogatorio.
Cuando la preguntó acerca del primermatrimonio de sumarido, la señoraJesusasedesatóenimproperioscontralaportera.
EljuezquisoaprovecharaquellacircunstanciaparaconoceralgunosdetallesobscurosrelativosalaprobidaddelaporteradelacasadeMadridModerno,yformulóestaamaneradepregunta:
—¿Demanera que usted cree a la portera de la casa donde se cometió elcrimencapazdehabersidocoautora?
LaseñoraJesusamiróaljuezconexpresióndeasombro.DonMáximoBarojacreyóquenohabíacomprendidolapreguntaytratóde
explicársela.—¿Quierodecirsicreeustedalaporteracapazdeayudarvoluntariamentea
losasesinosensuinfameobra?
LaseñoraJesusaprotestóindignada:—¡Cómovoyacreerlo,señorjuez!Ellamerobamimarido,cierto,peroeso
noquieredecirquerobedineroyquemate.—¿De modo que de ninguna manera sospecha usted que haya sido
cómplice?—Deningunamanera.Sihedehablarlaverdad,comoanteDios,honradaes
muyhonrada.—¿Ni a Doroteo, su marido de usted, le entregaría la llave del piso que
habitabalaseñoradeNeira?LaJesusamiróaljuezconindignación:—¡Amimarido! ¿Ymimaridoparaqué laquería?¿También se le acusa?
¡Mi marido es más honrado que todos los jueces y todos los escribanos deEspaña! ¡Mimaridoesunhombredebien,yporesoquierenperderle!Sihayalguienqueleacuse,yolediréquemiente.
Despuésdel tiempoquehacíaque estaba tranquila la señora Jesusa, yanopudocontenerse,dabavueltasdeunladoaotroporeldespachodeljuez,furiosa,nerviosa,casiloca.
DonMáximoBarojatratódecalmarla.Noloconsiguió,yresolvióesperaraqueseapaciguasesucólera.Avecesladesesperacióndeuntestigoodeundetenidoesútilalasumaria.Elindividuoqueyanoesdueñodesíllegaconfacilidadadeclarar.Siempre impasible, donMáximo Baroja continuaba sentado delante de su
mesaycontemplabaalaencolerizadaseñoraJesusasininterrogar.La sangre fríadel juez exasperaba a labuenamujer, queno cesabadedar
vocesprotestandodelaprisióndesumarido.Volvíasefuriosaydabagolpesconelpuñosobreelbufetedeljuez,comosi
quisieseañadirmásvalorasuspalabras.Ylacóleraqueleenrojecíalafrenteylasmejillas,dabaasusojos,todavía
llenosdefuegojuvenil,unaextrañaenergía,ciertotintevirilaaquelrostroantestanagradableyalasazónajadoymarchito.
Sedetuvounmomentoconobjetoderespirar,ydonMáximoBarojadijoasuvezestaspalabras:
—Antesdedespedirla austed,ode tomarencontra suyamedidasquemerepugnan, quiero hacerle una advertencia que puede serle muy útil, pues esprobablequetengaustedquevolvervariasvecesaljuzgado…
LaseñoraJesusainterrumpióbruscamente:
—¿Qué advertencia tiene que hacerme usía? ¿Que me reporte? Ya iba asuplicarlealseñor juezquemeexcusase. ¡Yaveusía,se tratademimarido,ynadatienedeparticularquemeexalte!¡Esinocente!
Eljuezreflexionóunpoco,yluegomurmuró:—Voyadarordenquesepractiqueunregistroeneldomiciliodeusted.Side
esta diligencia no resultase nada en contra, quedará usted inmediatamente enlibertad.Entanto,tendráustedqueesperareneljuzgado.
DonMáximoBaroja hizo una seña al escribano, y este abriendo la puertallamóalinspectorBargielaqueseencontrabafuera.
En elmomento en que entró, el juez le entregó una orden de registro queacababadefirmar,yleindicóquehicieseesperarenunahabitacióndeljuzgadoalaseñoraJesusa.
***
Mientras el inspector iba a ejecutar las órdenes del juez, y a practicar elregistroencasadelaseñoraJesusa,donMáximoBarojatomóelmanuscritodeVíctorqueteníaencimadelamesa,yreanudósulectura.
***
Al despertarme al día siguiente por lamañana, recordé la escena del díaanteriorymeparecióunamistificación,undisgustosincausanimotivo.
Peroalsalirdemicuartosentíunextrañosobresalto,aloírlavozdeldueñodelacasa,elcualatravesabaelpasillo.
Lasensacióndesagradablequeseapoderódemiespíritufuetanfuerte,yelrecuerdodeldíaanteriormeacudiótanvivo,quenopudeocultarmiembarazo.
Alpasarpordelantede él, le saludéconun ligeromovimientode cabeza,pero mi rostro debía tener una expresión tan extraña, que aquel hombre sedetuvodelantedemísorprendido.
Alobservaraquelmovimiento,yomeapresuréypasédelargo.Élpronuncióalgunacosaqueyonopudeoírycontinuósucamino.Yonopudecomprenderloqueexperimenté.Lágrimasdedespechoobscurecíanmisojos.
Entoncescomprendíqueaborrecíaalmaridodemiprotectora.Estaperpetuaagitaciónmeponíaverdaderamenteenfermo.Yoyanoeradueñodemí.Estabairritadocontratodoelmundoypermanecíhorasenterasencerrado
enmicuarto.Miprotectoravinoaverme.Alcontemplarmisemblantelanzóungritodesorpresa.Yoestabatanpálidoquealvermeenelespejoexperimentémiedo.Miprotectorapasóunahoramimándomeyconsolándomecomoaunniño
pequeño.Pero sus cuidados me entristecían, sus caricias me eran penosas; y bien
prontotuvequerogarlamedejasesolo.Ellamemirómuysorprendidaysefue.Alfinmipenasedisipóenuntorrentedelágrimasymeencontrémejor.Me encontré mejor, porque yo había resuelto buscar a mi protectora,
arrojarme a sus pies, y devolverle la carta perdida; aquella carta que mequemabalasmanos.
Yodeseabapoderdecírselotodo,mistorturas,misdudas.Queríabesar lasmanosde lapobremártir.Repetirlequeyoerasuhijo,y
quemicorazónseabríadelantedeella,quesipudiese leerenel fondodemipecho,sabríacuántohabíaallídeamorardienteeinquebrantablehaciaella.
Yosabía,yosentía,queeraelúnicoserconquienellapodíadesahogarsucorazón.
Yo comprendía supena comomis propias penas, peromi corazón latía deindignaciónalpensarqueella,miprotectora,podíaenrojecerdelantedemí.
¡No,no;ellanoeraunapecadora,eraunamártir!…Heahíloqueyohubieraqueridodecirlellorandoasuspies.Un inmenso deseo de justiciame poseía, y una especie de fiebre animaba
misresoluciones.Unaccidenteinesperadoimpidiólaexplicaciónqueproyectaba.Heaquíloquesucedió:Cuandomedirigíaalcuartodemiprotectora,encontréalmaridodeesta,el
cualpasópormiladosinfijarseenmí.Élibatambiénalcuartodesumujer.Yomedetuveclavadosobreelsuelo.Era la última persona que yo hubiese pensado encontrar en parecido
momento.Yoibaaretirarme,perolacuriosidadmedetuvo.Aquelhombresedetuvounmomentodelantedelespejo,arregloselacorbata
yelcabello,ycongranpasmodemiparte,leoítararearunacanción.Almismoinstantemeacudióunrecuerdoobscurodemisprimerostiempos
enaquellacasa.Paracomprender laextrañasensaciónqueyosentí,esprecisorelatareste
recuerdo.El primer año de mi estancia en la quinta, un acontecimiento casi
insignificantemehabíaproducidounagranimpresión.Yjustamente;aquelsucesosereproducíacasienlasmismascircunstancias.Tengocontadoyaqueelaspectofríoyseriodeldueñodelaquintamehabía
producidounagranimpresióndedesagradodesdeelprimerdíaenquelehabíavisto.
Yomeacordéquemehabíasucedidohaberloencontradoyacomoaqueldía,enlamismahabitaciónyalamismahora.
Losdosnosdirigíamosalgabinetedelapobremártir.A lavistadeaquelhombreyohabíasentidounagran timidez,ymehabía
ocultadoenunrincóncomounculpable.Aquellavez lomismoquelaúltima,sehabíadetenidodelantedelespejoy
unasensaciónindefiniblemehabíahechotemblar.Mehabíaparecidoqueélcambiabaderostro.Almenosyohabíavistoensuslabiosunaextrañísimasonrisaenelmomento
enqueseacercabaalespejo.Yo no le conocía aquella sonrisa, porque él permanecía siempre serio y
malhumoradoenpresenciadesuinfelizmujer.Surostrosehabíatransformadocompletamentedesdeelmomentoenqueél
lohabíavistoenelespejo.La sonrisa había hecho lugar a un aire desdeñoso y hosco que parecía
invencibleynatural.Loslabioshabíancambiadodecolor.Aquelhombreextrañohabía fruncido las cejas y volvíaa ser elpersonaje
desagradabledetodoslosdías.Enfin,despuésdeunarápidaobservacióndetodasupersona,habíabajado
lacabezaconunairesombrío.Sualtaestaturaparecíahaberseencorvado.
Despuésdeestaúltima transformaciónél sedirigióal cuartode sumujer,andandocasienlapuntadelospies.
En una y en otra ocasión al detenerse delante del espejo se había creídocompletamentesolo.
Cuandoleoítararearlacanción,quedéestupefacto.Misnerviostirantesestallaronenunarisanerviosa.Aquelhombresevolviópálidodecólera.Como un criminal cogido en flagrante delito, experimentó una gran
turbación.Yocontinuabariendonerviosamente.Yopaséasídelantedeél,yentréenelcuartodesumujer.Élsequedóenelmismositiodondeyolehabíasorprendido.Yodeseabaardientementequenotraspasaselosumbralesdeaquellapuerta.Confiesoqueteníamiedo.Afortunadamentenoentró.Al verme aparecer, mi protectora me miró largamente con un aire de
estupefacción,ymepreguntóquémesucedía.Yonosupequéresponder.Ella comprendió al fin la alteración de mis nervios y me examinó con
inquietud.Yoasísusmanosyselascubrídebesos.Entoncescomprendítodoelmalquelarevelacióndelhallazgodelacartale
hubierahecho.Felizmente el encuentro con su marido había cambiado por completo la
disposicióndemiespíritu.Elmaridodemiprotectoraentróalospocosmomentos.Yolemiré.Estabagraveysombríocomodecostumbreyparecíanoacordarsedeloque
acababadepasar.Pero en su palidez y en el ligero temblor de sus labios, se advertía el
esfuerzoconquedisimulabasuenojoconmigo.Saludóasumujerconlamismafrialdadqueacostumbrabaysesentó.Cuandotendiólamanoparatomarunlibrodeencimadelamesa,yovique
sumanotemblaba.Temíunaexplosión.Yotuveelpensamientodesalir,peronohalléenmífuerzasparallevarloa
término.Miprotectoramedirigíamiradasllenasdeangustiayturbación.Ellaesperabaytemíaalgunacosadeanormalyterrible.Alfinlatormentaestalló.Enmediodeunprofundosilenciomisojosencontráronseporcasualidadcon
lasgafasdeaquelhombre,fijasenmí.Yotembléybajélacabeza.Entonceseldueñodelacasamepreguntóbrutalmente,conuntonobrevee
imperioso:—¿Porquéseponeustedcolorado?Yoguardésilencio.Micorazónlatíatanfuerte,quenopudepronunciarpalabra.Entonces dirigiéndose a su mujer, y designándome con un gesto de
desprecio,murmuró:—¿Quélepasaaesemuñeco?Laindignaciónmeoprimiólagarganta.Solamentepudedirigirunamiradasuplicanteamiprotectora,dequienlas
mejillaspálidasseinflamaron.Conunavozfirmemedijo:—Víctor,hijomío,déjanosahora.Mástardetemandaréallamar.Sumaridointerrumpió:—Primero óigame usted a mí, caballerito. ¿No ha oído usted que le he
preguntadoporquéenrojecíacuandomeencontraba?Mi protectora, con la voz entrecortada por la emoción, se adelantó a
contestar.—Porquetúleobligasaenrojecer;yamítambién.Yomiréconpasmoalapobremártir,nocomprendíaelheroísmodeaquella
respuesta.Sumaridosepusoenpieyrespondióconunacentoderencorprofundo.—¿Soyyoquientehaceenrojecerati?¿Soyyo?¿Esacausamíaporloque
túenrojeces?¡Creíqueseríatodolocontrario!…Estafraseeratanclaraparamí.Habíasidoacompañadadeunasonrisatanirónica,ydichaenuntonotan
rudo,queyolancéungritoymeprecipitéhaciamiprotectora.Elpasmo,laestupefacción,elreproche,elterror,pasaronalternativamente
sobreelrostrodelapobremujer.
Yomiréaaquelhombre,juntandolasmanosconademánsuplicante.Élpareciócomprenderquehabíaidodemasiadolejos.Sin embargo, la rabia que le había dictado aquella frase, no era todavía
desvanecida; pero mi gesto debió decirle claramente que yo comprendía elsentidoocultodesuspalabras,ysequedóconfusoengradosumo.
Miprotectoraconvozdébil,perosegura,sedirigióamímurmurando:—Víctor,veteatucuarto,hijomío.Necesitohablarconmimarido.Mi protectora parecía calmada; pero yo temía más aquella tranquilidad
aparentequeunaviolentaagitación.Yohicesemblantedenocomprender,ypermanecíenmisitio.Meesforzabapor leerenel rostrode lapobremártir loquepasabaensu
interior.Meparecíaqueellanocomprendieranimiexclamaciónnimimovimiento.Perosumaridocogiéndomedeunbrazo,exclamó:—Miraaloquehasdadolugar.Ymedesignabaasumujer.¡Dios mío! Yo jamás había leído una desesperación semejante a la que
entoncesleísobreaquelrostroabatido.Melevantéysalídelahabitación.Desdelapuertaledirigíunapostreramirada.Miprotectoraapoyóamboscodosenelvelador,yocultóelrostroentrelas
manos.Yomealejésinseryadueñodesofocarlossollozospormástiempo.Meretiréamicuartoymearrojésobreellecho.Asípermanecícercade treshoras, sufriendo las torturasdeuna terribley
cruelincertidumbre.Nopudiendocontenermeyamástiempo,hicepreguntarsimeerapermitido
veramiprotectora.LaseñoritaCornutymetrajolarespuesta.Eldueñodelacasamehacíasaberquelacrisishabíadesaparecido,ycon
ellatodagravedad,peroqueelestadodelaenfermaexigíaunreposoabsoluto.Yopermanecísinacostarmehastalas tresdelamadrugada,dandovueltas
enmialcoba,agitadoeinquietoconelpresentimientodeunagrandesgracia.Misituaciónsepresentabamáscríticaquenunca.Perosentíaenmiconcienciaunagrantranquilidadalnosentirmeculpable.La fatiga acabó por vencer mis nervios, y me acosté, esperando el día
siguientecongranimpaciencia.Yllegóeldíasiguiente,yconverdaderopasmoobservéenmiprotectorauna
granfrialdadparaconmigo.Yocreíenunprincipioqueaquelnobleypurocorazónexperimentabacierta
molestia, al recibirme después de la escena de que yo había sido testigoinvoluntario.
Pero no tardé en reconocer en ella los rastros de otro gran afán y otrodespecho.
Miprotectorasiempretanbuenaycariñosaconmigo,ahorarespondíaamispreguntas bien secamente, o bien con palabras que tenían un doble sentidoofensivoparamí.
Sinembargo,enalgunosmomentossemostrabacariñosacomoantes.Parecíaarrepentidaypesarosadelmalqueacababadehacerme.Yonopudereprimirme,ylepreguntéconlágrimasenlosojosyenlavozsi
estabaofendidaconmigo.Estapreguntaalprontolaembarazómucho.Levantó hacia mí sus grandes y serenos ojos llenos de tristeza, y me
respondióconunatiernasonrisa.—Nada tengo;nadamepasa,Víctor.Pero, sabes tú, lapreguntaalpronto
mehaproducidociertaimpresiónporquemelahasdirigidotanbruscamente,yyoestabadistraídacompletamente.
Despuésdeunapausa,añadió:—Dimelaverdad,hijomío.¿Tienestúenelcorazónalgunacosadelacual
teseríadifícildarexplicaciónsitelapidiesenenunaformainesperada?Yotuveserenidadbastantepararesponder:—No,señora.Ellamemiróuninstanteensilencio,yluegomurmuró:—¡Tantomejor!Seenjugóunalágrimaqueresbalabaporsumejilla,ycontinuó:—Perdónamelapreguntaqueacabodehacerte.Estoytannerviosa,queno
sésiquieraloquedigo.Peronodudesnuncadequetequiero,dequetequierocomoaunhijo.
Yomeabracéasucuellosollozando:—Ustedesparamímásqueunamadre.—No llores, Víctor. Abrázamemás fuerte, hijomío. ¡Me parece que es la
últimavez!
—¡No, no!…Usted serámuy feliz. No diga usted eso… ¡Madremía! ¡Miqueridamadre!
—¡Cuánto te agradezco quemequieras así! ¡Tú eres elmismoqueme lotestimoniacuandotodosmeabandonan!…
—¿Quiénlaabandonaausted?¿Quién?—Yohe sido en otro tiempomuymimada,muy cuidada…Tú no lo sabes,
hijomío. ¡Aquellos días eranmás alegres que los de ahora!Mis afectos,misamistadesdeentonces,sehandesvanecidocomofantasmas.Yoesperésiemprequevolverían; losesperé todalavida.¡QueDiosmeperdone!…Mira,Víctor,miraaljardín.Yanohayfloresenél;esqueelinviernollega.Lashojasvanacaerdelosárboles;¡entoncesyomoriré!…
Su rostro estaba intensamente pálido y contraído. Sus labios marchitos,secosporunafiebredecoradora,temblabanconstantementecomoagitadosporunúltimoestremecimiento.
Para ocultar su emoción se aproximó al piano y pulsó algunas teclas. Enaquel momento, una cuerda se rompió, y el son expiró lentamente como unsuspirodesesperado.
Miprotectora,señalándomeelpiano,pronuncióconacentodeinspirada:—¿Has oído? Esa cuerda estaba demasiado tirante y ha roto. ¡Esa esmi
vida!…Hablabacongrandificultad.Sus dolores íntimos se reflejaban en su rostro, y sus ojos se velaban de
lágrimas.Yomecubríelrostroconlasmanos,llorandoamargamente.Ellaalvermeasí,seacercó,yacariciándomeloscabellos,medijo:—No llores, que todo es una broma. ¡La verdad es que no sé cuál de
nosotrosdosesmásniño!…Sesentóamiladoenunabutacabajaypermaneciósilenciosa.Uninstantedespuéssequejódeunagranlaxitud;ymerogóqueladejase
porquedeseabadescansar.
***
¡Pobremujer!¿Quécruelessospechaslaacompañabanalbordedelsepulcro?
¿Quénuevapenamartirizabayheríasucorazón?Yonolosabríajamássiellanoseaventurabaahablar.¿Perocómopodríaconfiarmeamí,aunniño,losterriblessufrimientosde
sualmademujer?¡Diosmío!¿Quiénalcanzaríaaexplicarel terrible sufrimientodeaquella
vida sin luz y sin amor, de aquella existencia tímida y encarceladaque jamásosabapedirnada?
Aunalpresente,casiensulechodemuerte,conelcorazóndesgarradodeangustia, ella estaba allí como una culpable, evitando el menor ruido,prohibiéndose a sí misma toda queja, inventándose un dolor nuevo parasometerseypararesignarse.
Alacaídadelatarde,yoentréenlabiblioteca.Abríunarmarioymepuseabuscarunlibroqueyopudieseleerenvozaltaamiprotectora.
Deseabaparadistraerladesusnegrasideasalgunacosaligera.Largotiempobusquédistraídamente.Amedidaquelaobscuridadaumentaba,mitristezaeramayor…Sindarmecuentadeello,mehalléentrelasmanosellibromismo,abiertoen
lamismapágina,dondeestabaaquellacartaquenosalíademimemoria.¡Aquella misteriosa carta que había cortado mi vida en dos partes,
terminandolaunaycomenzandolaotra!¡Quémundodeocultadesolación,aquellacartamehabíarevelado!Yonopodíamenosdepreguntarme:¿quéseremosnosotrosenloporvenir?Elrincóndondehabíasidofeliznotardaríaensermeextraño.Elespíritupuroyserenoqueprotegíamijuventudmeabandonaba.¿Quémeteníareservadoelporvenir?Ymeolvidédemímismopensandoenelpasadoquemeeratanquerido,y
enelporvenirquemeespantaba,yenvanoprocurabaadivinar.Yo recuerdo aquel instante, como si todavía estuviese viviendo aquella
mismahora.¡Contalfuerzaestágrabadoenmimemoria!Yoteníaellibroabiertoporlapáginadondeestabalacarta.Deprontotemblé,ydiungritodehorror.Unamanoadelantándoseporencimademihombromearrebatabalacarta.Mevolvírápidamente.¡Eldueñodelacasaestabadelantedemí!…Measióunbrazoymelooprimiófuertementeparamantenermeenelmismo
sitio.
Conlamanoquelequedabalibreaproximólacartaalaluzyseesforzóporleerlasprimeraslíneas.
Yomepuseagritar.Hubierapreferidolamuerteadejarleaquellacarta.Vi la sonrisa burlona que plegara sus labios al leer las primeras frases y
perdílacabeza.Sinsaberloquehacía,mearrojésobreélylearranquélacarta.Todo esto había sido tan rápido, tan impensado, que yo mismo no me
explicabacómoestabadenuevoenposesióndelfatalpapel.Viendo que él quería recobrarlo, me lo oculté velozmente en el pecho y
retrocedítrespasos.Brevesmomentosnosmiramossinhablar.Aquel hombre, con los labios temblorosos y azulencos de cólera, rompió
primeroelsilencio:—¡Esacarta!…Vengaesacarta,otelaharéentregar…Secontuvo,peroyoleílaamenazaensusojos.Calienteslágrimascorríanpormismejillas.Miagitacióneratanviolenta,quealprontonopuderesponder.Aquelhombreadelantandounpasohaciamí,repitióenelmismotono:—¿Hasoído?Entrégameesacarta.Yogritéllenoderabiaalverqueseacercaba:—¡Déjemeusted!¡Déjemeusted!Él adelantó un paso todavía; pero sin duda leyó en mis ojos una firme
decisión,porquesedetuvoyparecióreflexionar.Después,comosiacabasedeadoptarunpartido,murmuró:—¡Estábien!…Ypaseandolamiradaentornosuyo,exclamó:—¿Con qué permiso has entrado en la biblioteca? ¿Quién te ha dado la
llavedeesearmario?Yonosabiendoquécontestarseguígritando:—¡Déjemeustedsalir!¡Déjemeustedsalir!…Elsolsehabíaocultadoporcompleto.Dentrodelabibliotecalaobscuridaderaprofunda.Yoestabasindefensa,solo,delantedeunhombrequemeinfundíamiedo.Sin responderle, loco de terror, salí de la biblioteca y sin saber cómome
halléantelapuertadelgabinetedemiprotectora.Medetuveparatomaraliento.
Enaquelmismomomentooí lospasosdeldueñode lacasa.Quiseentrar,perobruscamentemedetuveheridoporunpensamientoquemeasaltó.
¿Quéibaasuceder?¡Aquellacarta!…No,no; todoerapreferibleaaquelgolpeasestadoenelcorazóndelapobremadre.
Quiseretroceder,peroerayademasiadotarde.Eldueñode lacasaestabayacercademí.
Envozbaja,cogiéndoleunamano,murmuré:—Vamosadondeustedquiera,peroaquíno…Aquíno…Lamataríamos.Aquelhombrerechazándome,contestó:—Túeresquienlamatas…Tú,únicamente.Todasmisesperanzassedesvanecieron.Aquelhombrequeríaprecisamentecontinuarlaquerellaenpresenciadesu
mujer.Yotratédedetenerlecontodasmisfuerzas.—¡PorDios!¡PorDios,nohagaustedeso!…Enaquelmomento,unamanopálidaalzóelportierymiprotectoraasomó
enelumbral.Surostroestabamáspálidoquedecostumbre.Ellasesosteníaenpiecondificultad.Seconocíaqueellateníaquehacerunviolentoesfuerzoparaaproximarseanosotrosaloírnuestravoz.
Observándonosconunaespeciedevagoterror,preguntó:—¿Quéocurre?¿Dequéhabláis?Hubounmomentodesilencio.Ellapalideciótodavíamás.Yomeacerquéaellaycogiéndoladelasmanoslallevéconfuerzahastael
fondodelgabinete.Sumaridonossiguió.Yolaabracémásfuerte,cadavezmásfuerte,trémulo
dezozobra.Ellaentoncespreguntóporsegundavez:—¿Peroquétienestú?¿Quétienes?Sumaridocontestóadelantándose:—Dile que te enseñe una carta que acaba de esconder en el pecho. ¿Qué
secretospuedetenereseniñoquenopodamosconocernosotros?Yopermanecíaabrazadoamiprotectora,cadavezmásestrechamente.Ella
nocesabaderepetirconverdaderoespanto.—¿Peroquépasa,Diosmío,quépasa?Después,dirigiéndoseasumarido,preguntó:
—¿Porquéestástanirritado?—Víctorllora…—Víctor,¿dimetúloquehapasado?Yocallaba,sinatrevermearesponder.Eldueñodelacasaavanzóalgunospasos,yseparándomebruscamentede
sumujer,dijo:—Quieroquelaquetehaservidodemadretejuzgue.Yllevandoasumujerhaciaunsillónyhaciéndolasentar,añadió:—Túdebesprocurar tranquilizarte.Meespenosonopoderdispensartede
unaexplicaciónnecesaria.Miprotectoranosmirabaalternativamenteasumaridoyamí.Yometorcíalasmanosbajolaesperadelmomentofatal.Conocíalobastanteaaquelhombreparasaberquenoharíagracia.Ibaahablar.Yono le dejé.Leasí violentamentede lamano y le arrastré
haciaunlado.Misfuerzasdeniñoseagotaban.Unmomentomásytodoestabaperdido.Envozbajaysofocada,murmuré.—Nohableusteddelacarta…Ustedlamataría…¡Yolosétodo!Élmemirófijamente,conunacuriosidadardiente,yparecióconfuso.Lasangrelesubióalrostroyenrojecióhastasufrente.Yotodavíarepetíunavezmás.—¡Losétodo!…Aquelhombredudóunmomento.Yomeadelantéadecir.—He aquí lo que ha sucedido y de lo cual me reconozco culpable. Hace
algúntiempohetomadolallavedelabibliotecayleoloslibrosaescondidas.Sumaridodeustedmehasorprendidoconunlibroquesindudanodebíaserentremismanos.Yonomedefiendo,reconozcomifalta…
Miprotectorameescuchabaconunaatenciónprofunda.Ensurostrosereflejabaladuda.Nosmiradaalternativamenteasumaridoyamí.Hubounlargosilencio.Yorespirabacondificultad.Inclinó la cabeza sobre el pecho y se cubrió los ojos con unamano para
mejormeditar,paramejorpensarcadaunadelaspalabrasqueyoacababade
pronunciar.Levantóalfinlacabezaymemiróintensamente.Porúltimo,murmuró:—Víctor,hijomío,yoséquetúeresincapazdementir.Dimelaverdad:¿es
esotodo?,¿absolutamentetodo?Yotuveserenidadbastantepararesponder:—Todo.Volviéndoseasumaridotornóarepetirlapregunta:—¿Esesotodo?Él,haciendounpoderosoesfuerzo,contestó:—Sí,todo.—Metranquilizáis.¿Túmedastupalabra,Víctor?Yorespondísinvacilar:—Sí,señora.Peronopudemenosdedirigirunamiradasobreaquelhombre.Élhabíareídodeunamaneraantipáticayburlonaquemehizoenrojecer;
miconfusiónfueobservadapormiprotectora.Unprofundodisgustosereflejósobresurostro.Almismo tiempo sus labios descoloridosmurmuraron, como quien exhala
unaqueja:—Antestecreía…¡Ahoranopuedocreerte!Sumarido,entonces,dijobruscamente:—Setehadicholaverdad.¿Quémásquieres?Lapobremártirnorespondió.Laescenaeracadavezmáspenosa.Eldueñodelacasacontinuó:—Mañanamismoyoexaminaré todos los libros.Todavíano sé loquehay
allí.Miprotectorapreguntó:—¿Ycuállibroleíaél?—¿Quélibro?¡Ah!…Norecuerdo.Yvolviéndoseamíañadióconbajayrastreraintención:—¿Quélibroleías?Túsabesexplicarmejorelasunto.Yonoencontréunapalabraqueresponder.Lapobremártirmirabaconansiedadasumarido,esperandounarespuesta.Él,queobservabamiconfusiónyladesumujer,parecíagozarseenello.
Miprotectoravolvióapreguntarme:—¿Quélibroleías,Víctor?Miconfusióneratangrande,quesinsaberloquehacía,confesélaverdady
dijeellibroenqueleía.Almismotiempoaquelhombremedirigióestaotrapregunta:—¿Quécartaguardasteenelpecho?Enaquelmomentolapobremártirdioungritoycayóalsuelodesvanecida.¡Habíaadivinadolaverdad!
***
Todalanochefuepresadeunviolentodelirio.Sus manos ardían, sus ojos aparecían extraviados, su pecho se levantaba
convulsivamente,suexaltaciónllegabaalparoxismo.Los cuidados más activos y los remedios más enérgicos no produjeron
ningúnefectosobrelaenferma.El médico, en cuya busca había salido un criado, declaró que no había
esperanzasdesalvarla.Doshorasdespuésdejódeexistir.Aldíasiguienteporlamañana,yo,todotembloroso,medirigíalgabinetede
aquelhombrefunesto.Estabapálido,desfigurado;ibadeunladoaotrodelahabitación,comoun
hombrequehaperdidolarazónyestácompletamentetrastornado.Yojamáslehabíavistoasí.Alvermesedetuvoyconunavozrudaybrutalmeinterrogó:—¿Quéquierestú?¿Quéhacesaúnenestacasa?Yosentílabajezadeaquelinsultoymepuserojo:Conlavoztrémularespondí:—Tengoqueentregaraustedlacarta…Élmemiróconindignación.—¡Despuésdelmalquehasocasionado!…Yotuveelvalorderesponder:—Nosoyyoelmásculpable.Aquelhombrecallóyhubounpenososilencio.Élfueelprimeroenromperlo.
Alargandohaciamísumano,quetemblaba,murmuró:—Dameesacarta.Yosaquélacartadelbolsilloyselaalargué:Él la tomó con cierta desconfianza, como si dudase que yo la hubiese
sustituido:Yocomprendísusospechayledije:—¿Nolareconoceusted?Eldueñodelacasarepusosecamente:—Sí…—Tómelausted.La tomóensilencioydioalgunospasoshacia laventanapara leerlaa la
tristeluzdeaquellamañanadeinvierno.Yoleobservabaatentamente.Bienprontoélvolviólahojayleyólafirma.Lasangrelesubióalrostro,momentosantespálidocomoeldeuncadáver.Levantólosojosymemiróestupefacto:—¿Quéesesto?Yo,haciendounviolentoesfuerzosobremímismo,perosin lograr serenar
mivoz,quetemblaba,niocultarlaslágrimasqueempañabanmisojos,contesté:—Hacealgúntiempoencontréesacartaenunlibro.Hepensadoquehabía
sidoolvidadaallí.Laheleídoyhecomprendidotodo.Despuéslaheguardado,nosabiendoaquiéndevolvérsela.
Dichasestaspalabrassalídelgabinete.Aldíasiguienteseverificóelentierrodemiprotectora.Aquellaalmamártirquehabíatenidoparamíelamordeunamadre.Desdelaiglesia,ysindespedirmedenadie,medirigíapieaSantiago.Noquisevolveraentrarenlaquinta.Anduvecuatro leguaspor la carretera,bajouna lluvia tenaz enundíade
invierno.EnSantiagodormíenlosporchesdeunaiglesia.Aldíasiguientetuvequepedirlimosna.Durantemuchosdíasmemantuvolacaridadpública.Alfinpudeentrardeaprendizenuntaller.Entoncesempezómividadetrabajos,deprivacionesydeangustias.Unañodespuésmehallécasualmenteenlacalleconelmaridodelapobre
mártir.
Aúnibavestidodeluto.Quisetorcerdecamino,peroélmellamó:—¡Víctor!…¡Víctor!Meacerquétembloroso…Alvermesonrióconsumalayantipáticasonrisa,ymedijo:—Mealegrodeverte,Víctor.Cuandosalistedelaquintateníaquerevelarte
unsecretoreferenteatunacimiento.¿Túnohassabidonuncaquiéneshansidotuspadres?…
Yobajélacabezaavergonzado.Élcontinuó:—Quizás hayas oído —ciertas cosas nunca permanecen completamente
ocultas—quetumadrehasidounahijadelaCondesamuertamuyjoven.Lavergüenzanomedejabaresponder.Aquelhombreprosiguióimplacable.—Eneseerrorpermanecimosmipobremujeryyo.Hizounapausa,yconsumalignasonrisa,continuó:—No hace mucho he sabido toda la verdad. Hela aquí. El nieto de la
Condesa se criaba en la aldea de Bradamín. La Condesa pagabaespléndidamentealospobreslabriegosquelecuidaban.Murióelniño,yellospornoperderlasgananciasylaproteccióndelaCondesa,ocultaronlamuerte,ysustituyeronalniño.Elsustitutofuistetú.Elmaridodetunodriza,próximayaamorir,hizoestadeclaraciónantevariostestigos.ElpárrocodeBradamínfueelencargadodetransmitírmela.
Todavía aquel hombre, el verdugo de mi desgraciada protectora, siguióhablandoalgunosmomentos.Creoquequisoofrecermeprotecciónensunombrey en nombre del hijo de la Condesa, del padre de Carlos, a quien, como esnatural,habíaenteradodetodoloocurrido.Peroyonoquiseoírleymealejécorriendodesulado.
Entoncesempecéaaborrecerysentíeldespreciodelasociedad.
***
AsíterminabaelmanuscritodeVíctorRey.D.MáximoBaroja cerró el cuaderno, loguardó enun cajónde sumesay
quedópensativo.
E
CAPÍTULOXX
VÍCTORENMADRID
SPOLEADOporlanecesidad,VíctorReytrabajabaenuntallerdepintordecorador,establecidoenlaciudaddeSantiago.
PeroundíaabandonóeltallerysedirigióaMadridenbuscadefortuna.Suscompañerosdetaller,habituadosasugenioexcéntricoysombrío—pues
convieneadvertirqueelcarácterdeVíctorhabíasufridouncambiomuyesencial—,noleecharondemenos,niextrañaronsuresolución.
Sinembargo,eneltallerprofesabanporélunaciertaadmiración,porqueleatribuíanunainteligenciasuperioryunasuperiorcultura.
Pasabaporno tenergran juicio,noporquehubiesedadopruebasdenoserjuicioso, sino porque parecía distinto del común de las gentes, y tenerapariencias de originalidad suele ser para muchas buenas personas no tenerjuicio.
Víctor,agriadoporsusdesgracias,sehabíahechoanarquista.Losqueleoíanexponersusideasleaugurabanunmalfin,porquesumodo
depensarysulenguajeofendíanlasideasdelosburgueses.Cuando discurría, hablaba con excesiva exaltación o fríamente, casi con
crueldad.Élfuequienprimerolevantóenloscenáculosdesutierraciertascuestiones
irritantes de política local, luego derivadas por una acentuada tendencia degeneralización,paralosproblemasdeorganizaciónsocialqueélparecíablandir,comobanderas.
Uncompañerodetaller—anarquistacomoélyquelehabíaprecedidoenelabandono de su ciudad natal por la villa y corte— le enviaba de Madridopúsculosyperiódicoslibrepensadores,queélleíadenochealaluzdequinquéhumoso.
Elentusiasmoqueaquellosescritos leproducíanera tangrandequeVíctornopodíamenosde anotar lasmárgenes con comentariosde asentimientoydeaplauso.
En aquellos opúsculos y en aquellos periódicos todo era novedad para su
espíritu,perounanovedadembriagadoraynociva,comoelvino.Saboreabalalecturadetalespublicacionesconplacerdeviciosocultos,ya
medidaquesedejabapenetrardesusignificaciónibaadquiriendounacrecienteexaltacióndeapóstol.
Porúltimo, reputándoseposeedordeconocimientossuperioresa losdesuscompañeros de taller adquirió también el sentimiento de una manifiestasuperioridad,ymirabaconojosdedesdéna todo loque le rodeabaenaquellaciudadultramontana.
Amedidaquefueconociendoelcredodelanarquismoyelsocialismo,fueseconvenciendodequesehallabaenposesióndenocionescasimisteriosasde lavida,ypocoapoco,dándoseasímismounamisióndentrodelasociedadydesutiempo.
De ahí su extraño porte, su actitud agresiva y sus palabras siempre eninsurrección.
Lesobrevinounacrisisdeproselitismo.Apropósitodetodo,establecióteoríasyquisoconvencer.Lagenteque looíaparecía sorprendida, yhuboquien lo tuvopor locode
remate.Eldueñodeltallerenquetrabajaba,hombremásenriquecidoconeltrabajo
ajenoqueconelpropio,afirmabacongranconvencimientoqueVíctoracabaríamal.
Estaafirmación,sinduda,enmuchapartesedebíaaquedecuantaspersonasVíctorconocíaytrataba,eldueñodeltallereraelmásofendido.
Víctor lehabíadichovariasveces,batiéndolesolemnementeenelhombro,queélosusnietosaúnhabíandeexpiarundíaeldelitodeserricos.
Esta opinión, complicada de una tan insolente amenaza, pareció al buenhombreenteramentecriminal.
AsícuandoVíctorabandonóeltaller,dejóenposdesíunavagaimpresióndebienestar.
Lapresenciadeaquel jovenobrero,de ideas tanradicalesydeespíritu tanaudaz,parecíaamenazarlaseguridaddelaviejaylevíticaciudad.
***
CuandosehallóenMadrid,VíctorReyexperimentóungranaturdimiento,
mezcladoconunagranexcitación.Pasó la primera noche en la Posada del Peine y al día siguiente, por la
mañana, se dirigió al domicilio del compañero con quien manteníacorrespondencia desde Santiago, y el cual solía enviarle a la vieja ciudad delApóstoltodasuertedeopúsculosyperiódicosdemagogos.
LlamábaseaquelcompañeroAntonioPalomero,yaunqueejercíaelhumildeoficiodealbañil,noeraestoparteaimpedirleredactar,conotrosamigosdesucuerda,unperiódicosocialistaparalosobreros.
Era el tal Palomero mozo de mucha verbosidad y alguna cultura para suclase.
VíctorReytuvolasuertedeencontrarleencasa,porseraqueldíadomingo.Palomerovivíaenunacasadehuéspedesdelosbarriosbajos.CuandoVíctorllamóalapuerta,salióaabrirleunamozaalcarreña,llamada
Patrocinio,yalacualtodosloshuéspedesllamabanPatro.Patro hizo entrar al visitante, y guiándole por el laberinto de un pasillo
estrecho y obscuro, que olía a guisado, llegó hasta la puerta de la alcoba dePalomero.
Llamandoconelrabodelaescoba,lacriadagritóalmismotiempo:—¡Señor Antonio! ¡Señor Antonio! Aquí está un señor de su tierra que
preguntaporusted.LavozdePalomerorespondiódesdedentro:—¿Quédices,muchacha?—Unodesutierraquepreguntaporusted.—¿Quiénes?PatrosevolvióhaciaVíctor,queesperabaenlaobscuridaddelcorredor:—¿Haceelfavordedecirmequiénes?Peroeste,enlugarderesponderalapreguntadelaalcarreña,seacercóala
puertaygritóasuvez:—¡Abre,Antonio!¡Soyyo!¡Víctor!Elotrocontestó:—¡Espera!Ysaltandodelacama,abriólaventanayvinoendoszancadas,descalzo,a
darvueltaalallavedelapuerta.Despuésvolviendoachapuzarseenlacama,gritó:—¡Abre!¡Estáabierta!Víctorlevantóelpestillo,abriólapuertayentró.
Palomeroexclamóalverle:—¡AlfintehasdecididoaveniraMadrid!Ylosdosseabrazaron.Luego sobrevino un torbellino de preguntas y respuestas, de estas que los
amigoscambiancuandosonjóvenesyquierenconaquellaefusiónqueespropiadelosprimerosafectos.
Víctor se veía al fin enMadrid, y conseguido este ideal, parecía gozar suposesiónconbeatitud.
Subocahabitualmenteseria,sonreía,susojosbrillaban.Palomero,queparecíaparticipardesusatisfacción,exclamaba:—Esqueyanosalesdeaquí.Víctor,transportadodejúbilo,respondió:—¡Nosalgo!Estaba un crudo tiempo de invierno, venteaba con violencia y llovía a
cántaros.Hacíafrío.Laperspectivadetejadosqueseofrecíaalavistadesdelaventanadelcuarto
dePalomero,aparecíablancaporlanieve.A aquella hora, en aquel cuarto de la casa de huéspedes, diríase que
amanecía.Oíaseelaguabatiendoabajoenlaspiedrasdelacalle.Elcielo,deceniza,aparecíamanchadoporgrandesnubesalgodonáceas.Lalloviznaperennehacíacomounacortinadeniebla.¡Ysinembargo,paraVíctorReyningúndíahabíaamanecidomásalegre!Ahora en el cuarto de Antonio Palomero, su confidente, su inspirador, su
amigo, sentíase completamente feliz y se figuraba que nunca volvería a serlotanto.
Enaqueldeliciosoprimerencuentroenquetodosequeríadecirdeunavezyaun tiempo, lospensamientosy laspalabras seatropellaban,ymil agradablesbanalidadesacudíanborboteantesaloslabios.
Losdosamigossehablabancomodosenamorados.EnlaamistadyenelcorazóndeVíctor,Palomero,elobrerosocialista,había
sustituidoaCarloselnietodelainfortunadaCondesadePorta-Dei.Fueobjetoprimerodesuconversaciónlascosasqueseveníandiciendoen
suscartasyqueenunmomentorecapitularon;despuéslosproyectosdeVíctor,y,porúltimo,losdetallesdomésticosdelainstalación.
Palomero,sonriendoconsubocadevieja,leinformabadetodo:—Mira,estacasadehuéspedesesdelopeordeMadrid,peroporlomismo
esdelomáseconómica.Loshuéspedessonobrerosyestudiantesdeveterinaria.En general, buena gente.Debo advertirte que no se puede vivir peor, pero encompensación no se puede vivir más barato. Doña Lola, a quien luego tepresentaré,encontrarámododeatenderatusubsistenciamedianteunasumatanmódica,quemuchosdesushuéspedes,sindudaavergonzados,sehandeclaradoenhuelgaynoselapagan,loquenoimpidequeellacontinúealimentándolos.PretendelaexcelentedoñaLolaquevivimosenfamiliayescierto.Nohayparahermanar a los hombres como obligarlos a comer en la misma mesa. Por lodemás,yatúverás…
Seincorporóenlacamayllamócongrandesvoces:—¡Patro!¡Patro!Laalcarreñarespondiódesdelacocina:—¡Voy,señorAntonio!Notardaronenoírsesuspasosalolargodelpasillo;yunmomentodespués
Patroasomabaen lapuertade la alcoba, secándose lasmanosaunapuntadelmandil.
—¿Quéseofrecía?—Esteseñoresunnuevohuésped.—Pormuchosaños.—DiadoñaLolaqueledenelcuartopequeño.—Noestálaseñora.—¿Dóndeva?—Haidoamisa.—Puescuandoregrese…YPalomero,volviéndoseasuamigo,añadió:—Vasaver.Probablementetedaránelcuartopequeño.Cabelacama.Tiene
unaventanaquedaalpatio.Túnoconocesestospatiosdevecindad.Yaverás.Unajauladefierasdetodasclases.
Víctorreía,encontrandotodoaquelloadmirable:—Túexageras.—¿Exagero? Ya tendrás ocasión de convencerte, por tus propios ojos. Tu
cuarto,sinembargo,eselcuartoqueconvieneaunhombrecomotú,quevienedelfondodeunaprovinciaaconocerlavida.Eselcuartodelosiniciados.Eslaceldaquetodohombretieneensupasado.Esestrechocomoconvieneaquien
precisa encerrarse en sí mismo, concentrarse, meditar, reflexionar. Tú tienesimaginación,locualesunafacultadterribleparalavida.Enunaalcobaestrechacomo una sepultura, tu imaginación ha de sentirse más sujeta, menos a suvoluntadytútendrástalvezqueoptarporelfríoymetódicoraciocinio,locualessiempremuchomásconveniente.
VíctoroíacasiencantadoasuamigoPalomero.Elobrero intelectualcomosellamabapomposamenteasímismo.
Víctorexclamóenunraptodeentusiasmo:—¡Túeresfenomenal!—¡Fenomenal!EseesunodelosadjetivosdeSantiago.Ydespuésbruscamente:—¿Túquieresdormir?PeroVíctornoqueríadormir,noteníasueño.EnlaPosadadelPeinesedescansabaadmirablementeyallíhabíapasadola
noche.¡ComonoconocíaMadrid!Lo único que Víctor deseaba entonces era tomar alguna cosa caliente, un
sorbodecaféysalirconPalomeroaveralgodelavillaycorte.Perosuamigonopareciómuydispuesto:—¡Conestetiempo!—¡Quéimporta!Palomerodirigióunamiradaalaventana,cuyosvidriosgoteabanelagua.Eraabsurdo.Con todo, Víctor insistió, y como Palomero se negase, decidió salir solo
hastalahoradelalmuerzo.
***
Enlapuertade lacalle,Víctorsedetuvounmomento,mirandoa laacera,dondelalluviacaíaconviolencia.
Unmomentodudóentresaliryvolverasubirlaescalera.Perounaextraordinariacuriosidad,undeseoinfantildeencontrarsesoloen
eldédalodelagranciudaddesconocidaacabópordecidirlo.Abrió el paraguas que Palomero le había prestado y echó por la calle de
Toledoarriba,endireccióndelaPlazaMayor,quenolepareciónitangrandenitanmonumentalcomolaplazadelhospitaldelaviejaCompostela.
Después de detenerse algunosminutos bajo los soportales o porches de laplaza,continuósuexcursión,caminandoalaventura.
Ni él mismo podía comprender el sentimiento que le dominaba en aquelmomento,hastaelpuntodearrastrarloaunaexcursióntanpocoagradable.
Eraunalborozo,unafiebreinfantil,quelellevabaaexperimentarplacerendejarsemojar,enchapotearenelaguaconsusgruesoszapatosdeobrero.
Conocerunaciudadquenuncasevio,tienesiempreinterés.YparaVíctor, que llegabadel fondodeunaprovincia sinhabervistootro
puebloqueSantiago,elinterésseconvertíaeninvenciblecuriosidad.HabitarMadridparasiempreerasusueño.La capital ejerce sobre la juventud de las provincias una permanente
fascinación.Parísatraelamitaddelajuventud.En la calle Mayor, un individuo que como él parecía no tener destino ni
rumbodeterminado,lepreguntólahora.Víctorsacósureloj—unantiguorelojdeplatarecuerdodelaCondesa—,y
consultólaesfera.Eranlasonce.Elindividuosaludó,llevándoselamanoalagorraysealejóconlasmanos
enlosbolsillos,sincurarsedelalluvia.¿Quéharíaaquelhombreenaquellugar?Víctorunmomentolojuzgósospechoso,peroluegopensóqueseríatalvez
undesgraciadodeesosqueenlasgrandesciudadesduermenalairelibre,enlosbancosdelospaseosoenlaspuertasdelasiglesias.
Lemiróconcuriosidad,procurandodescubrirensusemblante lahuelladelosgrandessufrimientosquelamiseriaimprimesiempreenelrostrohumano.
Elindividuosesintióobservadoehizoaccióndeacercarse.Víctordesviórápidamentelosojos.Sealejó.Peronotardóenoírunavozsofocada:—¡Caballero!¡Caballero!Sevolvióyhallóalhombredesconocidoquemurmurabaasuespalda.Conunasonrisademendigolepreguntósiporacasonoteníauncigarroque
lediese.Unpocomolestadoporestapetición,Víctorse llevó lamanoalbolsillo,y
sin decir palabra, alargó un cigarro al pobre diablo, que dio las gracias al
recibirlo,ysepusoaliarledenuevosinapartarsedeVíctor.Alcabodealgunosmomentos,llevándoseelcigarroalaboca,preguntó:—¿ElseñoritonoesdeMadrid?Víctorrespondiótímidamente:—No.Elhombretornóadecir:—Luegoseconoce.Ydespuésdeunapausa:—AmílagentedeMadridnosemedespinta.Yyafamiliar,acercándosemásaVíctor,interrogó:—¿Yunfósforo?¿Tendráporacasounfósforo?PeroVíctornoteníafósforos.Pasóenestounobreroyelindividuodesconocidosedirigióaél,pidiéndole
fuego.VolvióalladodeVíctorconelcigarroencendido.Ysepusoaenterarledelascostumbresdelavillaycorte.—AquíenMadridesasí.Sepidelumbrealprimeroquepasa.YcomoVíctornorespondiese,añadió:—¿ElseñoritotampococonoceMadrid?Víctorunpocomolestado,ydisponiéndoseasepararse,contestó:—No.YVíctorsealejóporlacalleMayorendireccióndelaPuertadelSol.La compañía rápida de aquel sospechoso desconocido de plaza pública le
habíadejadoenelespírituunaimpresióndevagorecelo.Elhechodehabertropezadoconunpersonajedetanequívocaaparienciale
hizoapresurarelpasoparallegaracasacuantoantesyencontrarsealabrigodelaamistadydelaexperienciadesucompañeroPalomero.
En aquel hombre mal vestido y demacrado que pedía cigarros a lostranseúntes,Madrid se le aparecía como una ciudad de acechanzas y celadas,llenademiseriaastuta,ofreciendoalreciénllegadocomoélpeligrosdenovela.
Unmomentolepasóporlacabezaqueelhombredesconocidoleseguiríayalvolverunaesquinamiróparaatrás.
Ya en casa, de nuevo en el cuarto de Palomero, que continuaba en cama,encontróquécontar,comosiregresasedeunalargaexcursión.
Aúnseguíaelrelatodesusaventurasporlascallesdelacorte,cuandoentrólacriadaapreguntarlessiqueríanalmorzar.
Aloírlapregunta,Palomeroincorporándoseenellecho,exclamó:—Túdebesestarmuriendodehambre.¿Quéhoratienes?—Voyaverlo.Víctor se llevó la mano al bolsillo del chaleco. Después al bolsillo del
pantalón.Yacabópalpándosetodoconsorpresayangustia.Palomeropreguntó:—¿Quées?¿Quétefalta?—Elreloj.—¿Lohabrásperdidoenelviaje?—No. Esta mañana lo tenía. Sería capaz de jurar que fue el hombre del
cigarro.Víctorrepitióconpesarosaconformidad:—Fueelhombredelcigarro.Palomeroalverlatristefiguradesuamigo,soltólacarcajada.—Te has dejado timar como un Isidro. Llegas aMadrid y lo primero que
hacesesdejarenélelrelojentrelasuñasdelprimergolfoqueseteacerca.¿Yquétaleraelreloj?¿Valíaalmenosalgo?
Víctoralmismotiempovejadoycontristado,seencogiódehombros.—Nosientoelrelojporsuvalor,peroeraunregalodelaCondesa.—Déjatederomanticismos.¿Elrelojvalíaonovalía?—Novalíagrancosa.—Puesenesecasopermítemequetedigaqueeltimadonoerestú,sinoel
timador.—¿Él?—Sí.—¿Tehasvueltoloco?—Comotúquieras.—¿Peronobromeas?—No,porcierto.—¡Puestenlabondaddeexplicarte!—Esehombreliquidóunapartedesuscuentascontigo,oporlomenoscon
laporcióndelasociedadquetúrepresentas tanlastimosamente.Loquetúhashecho abandonándole tu reloj ha sido una simple restitución.Tú le debías esereloj como cada uno de tus semejantes le debe un reloj igual, que él,probablemente,seencargarádeapropiarse.
Víctorprotestó:
—Esassonteoríasdisolventes.Yonovoytanlejos.Palomerorepusocongranseriedad:—Esquetú,auncuandocreasotracosa,eresunreaccionario.—¡Reaccionarioyo!¡Estásloco!—Alcontrario,nuncamesentímásenmijuicio.—Parasostenerparadojas.—Noloson.Digoyrepitoqueloquetúhashecho,oloqueteobligarona
hacer,fueunasimplerestitución.YcomoVíctorpareciesequerersinceramentecomprender,añadió:—Vasahacermeel favorderesponderme.¿Reparasteenelprójimoque te
limpióelreloj?Víctorrespondióobediente:—Reparé.—¿Eraungolfo,noesverdad?—Sí,esoparecía.—Lo encontraste en mitad de la calle Mayor, arrostrando impávido un
aguacerocuandotodoelmundobuscabadóndecobijarse.—Sí.—Segúntodaslasapariencias,esepobrediabloestabaallí,porquenopodía
estarenotraparte,porquenoteníacomotúycomoyountechoqueloabrigase.¿Noesesolomásverosímil?
—Quizás.—Ese hombre habría pasado la noche en claro, embutido en el quicio de
algunapuerta.Tendría fríoyhambre.Segúnmehasdicho tepidióuncigarro,eserefugiodelosquenotienenquehacerydelosquenotienenquecomer.¡Ysinembargoesepobrediabloteníatuapariencia;eraunhombrecomotú,conlasmismasfuncionesylasmismasnecesidades!Enlaescalaanimalyenlaescalasocialera,segúntodaslasapariencias,tuhermano.Corazón,cabezayestómago:lostresángulosdeltriángulo.Esehombreeraentodocomotúterepito.¿Siendoesto así, por qué motivo vagaba sin albergue del Viaducto a la calle Mayor,cuandotú,reciénllegadoaMadrid,yateníastuhospedajeaseguradoencasadedoñaLola?¿Porquémotivo?
Víctor seguía con extraordinaria atención el raciocinio de Palomero comoprocurandoapoderarsecompletamentedeél.
Palomeromuysatisfechodelamaneracomoelotroatendía,prosiguió:—Sí,¿porquémotivo?¿Porquérazóndelordensocialaquelhombreeraun
desgraciado,ytú,comparadoconél,erescasiunfavorecidodelafortuna?¿Quérazónhayparaesasdiferenciasentreunhombreyotrohombre?¿Nosontodosiguales?¡Porquetúeresmásdichosoqueaqueldesgraciado!
Víctorinterrumpió:—¿Quiéntehadichoatiqueyosoymásdichoso?Palomerorepusoconautoridad:—Noseaspanoli.Tenerhoyelalmuerzoaseguradoessermásfeliz.—Confelicidadmaterial.¿Perolosdoloresmorales?—Noexisten.Sonsombrasquenosotrosinventamosparaimaginarnosseres
superiores.Elhombreviveparacomer.Eldesiderátumdelahumanidadesllenarelestómago.Dadoesteideal,¿cómocomprendestúqueunosloalcancenyotrosno,queunosmuerandehambreyotrosdeindigestión?
Víctorbalbuceó:—Eselordendelascosas…—Precisamente;pueseseordendecosasesabominable.Yprosiguióferozmente:—Con arreglo a ese orden de cosas la iniquidad más injusta reina
perpetuamente en la humanidad. La vida es una serie de monopolios. Unostienen el monopolio del poder y otros el monopolio de la fortuna. Entre unmillóndehombres,unadocenasecomelaracióndetodos,mientraslosdemásse muerden las uñas. En las sociedades modernas no hay ley ni hay justicia.Sueledecirsequelosquetriunfansonlosmásfuertes,ynoesverdad.Elacaso,solamenteelacasodaoquitael triunfo.Asícomo la sociedadesunaseriedemonopolios, la vida es una serie de casualidades, una lotería en que lamayorparte de los billetes no tienen nunca premio. Ahora considera si todo eso esjusto.¿Esjustoqueelderechoalavidanoseadetodos?¿Esjustoquelosbienesdelatierra,al igualdelaire,noseanrepartidosentretodos?¿Envirtuddequéprincipio,envirtuddequémoralestálahumanidaddistribuidaengrupos:unosdestinados a vivir sufriendo, otros destinados a vivir sin sufrimiento?¿Sostendrásaúnquetodoestonoesmonstruoso?
Víctornorespondió.Conlamiradaperdidaenelvacíobuscabaunasoluciónalproblema.Palomero prosiguió implacable, como quien procura demostrar una verdad
deunordensuperior:—Ahora ponme al hombre dentro de la sociedad así constituida, dale un
lugaraparteenelgrangrupodelosdesvalidos,estimulasusinstintosyleverás
necesariamente,robar,incendiar,matar.Yahoratepregunto.¿Esuncriminalesehombre?
—Sí.—No.—¿Puesentonces?—Esunavíctima.Eslavíctimadetodos,lavíctimadelasociedad.Cuando
roba no comete un delito. Procura rescatar lo que es suyo. Roba en legítimadefensa. Pero el robo no basta, y muchas veces el asesinato es su legítimaconsecuencia.Unaconsecuenciajusta.
AquíVíctorselevantóprotestando:—¡Nodigasatrocidades;lavidahumanaesinviolable!Perosuamigo,conunalógicadehierro,noledejóproseguir:—Silavidahumanaesinviolable,¿porquérazónsemueredehambreyde
frío?¿Noesatentar contra lavidahumanacondenaraunapartede lagenteamorirse, por efecto de la miseria? ¡Ah, la vida está llena de hipocresías! Escrimen matar derramando sangre y no es crimen matar sin derramarla. Lasiniquidadesdelaorganizaciónsocialpesandosobreciertasclasesdelasociedadson causa constante del desquiciamiento y de la extinción de generacionesenteras.Haymadrescuyalechenoalimentaasushijos,porqueellasmismasnosealimentan.Loshijosmueren,sinoinmediatamente,alcabodealgúntiempo.¿Mueren? ¿Qué digo yo? ¡Son asesinados! Es la sociedad quien losmata. ¡Ycómo los mata! Los asesinos de profesión tienen puñales, la sociedad tienearsenales enteros. Los asesinos descargan un golpe, la sociedad descarga unmillóndegolpes.Lamiseriahacemásvíctimasenunmesqueelcrimenenunaño.Yaquítienestúcómolafamosadoctrinadelainviolabilidaddelavidaesunamentiraconlaagravantedequeesunamentiraimprudente.Estahumanidadque tanto cela la vida humana incluye en cambio entre sus distraccionesperiódicaslaguerra,lacualconsisteenqueunoshombresexterminenaotrosennombredeunaambición.Lavidahumanaesinviolable,loquenoimpidequesuviolaciónseapermanente.
Calló un momento Palomero, y Víctor que había escuchado con granatención,murmuróenvozbaja:
—¡Tienesrazón!Palomerosonrióconsonrisadetriunfo:—¡Ah!Medaslarazón.¿Comprendesentoncesporquétedecíahacepoco
queelhombrequeterobóelrelojnohizomásquecobrarseporsusmanosde
unacuentaquetúledebías?YcomoVíctornopareciesecompletamentedeacuerdo,Palomerosiguió:—Estáclaro.Apoderándosedetureloj,esehombresecobródeunapequeña
partedeloquelasociedadledebe.Pero,segúntúmismoconfiesas,elrelojnovalíacosa,porlocuallaamortizaciónnohasidogrande.Poresotedecíaantesqueelrobadohasidoelladrón.¿Cuántovaldríaelreloj?
—Ochoodiezduros.—¡Valientecosa!¡Ochoodiezduros!¿Ycreestúhaberindemnizadoaese
hombredelasinjusticiasdequeesvíctima,conochoodiezduros?¡Ochoodiezdurosacambiodeunainiquidadsocial,esvergonzoso!
Víctorarguyóentonces.—¿Peroporquérazónhedeseryolavíctimaexpiatoriadeloscrímenesde
lasociedad?—Laexpiaciónnoelijesusvíctimas,eselquecae.Caístetú.Túhasexpiado
elcrimendelasociedad.—¡Peroesoesinjusto!—Nolocreas.—¿Sitehubiesesucedidoati?—Meconformaría.—¿Ysipudiesesecharlelamano?—¿Aquién?¿Alreloj?—No,alladrón.—Procuraríaquenosemeescapase.—¿Yentoncestufilosofía?—Mifilosofíapermanecíaintacta…—¿Cómo?—Muysencillamente.—Puesnoloentiendo.—Mi filosofía, como tú la llamas, tiene por base el instinto y por ideal la
conservación. O en otros términos, el principio de legítima defensaextendiéndose a todos.Midogmaes la justicia.Loshombres están todavía enestado de barbarie. Se defienden. Se defienden los que están debajo y sedefiendenlosqueestánencima.Quientienehambre,roba;quientieneunreloj,lo sujeta con una cadena a un ojal del chaleco. Y así sucederá hasta que loshombreslleguenaunacuerdoycadaunotengasurelojyningunotengahambre.Apropósitodehambre,túdebesestarconelestómagopegadoalespinazo.
Llamócongrandesvocesalacriada:—¡Patro!¡Pairo!LaPatroacudiópresurosa:—¿Quéseofrecía?—Sabersipodemosalmorzar.—Cuandoquieran.—Puesahora.LaPatrosealejócorriendo.Enlaestrechayobscuracocinaselasintiótrajinarmoviendogranestrépito
deplatosycacerolas.Pocodespuésveníaaavisarqueelalmuerzoesperabaenlamesa.
L
CAPÍTULOXXI
LACASADEDOÑALOLA
AcasadehuéspedesdedoñaLolaocupabaeltercerpisodeundestartaladocaserón,cuyafechaseremontabaalostiemposdelReyFelipeIV.
Tresgrandesbalconesdepiedra,resguardadospormohosobarandal,dabanalacalle.
Alpatiocaíanhastaochoventanasaltasyangostas.Todolocualnoimpedíaqueelcaserónfuesepordemástristeyobscuro,mercedalascasasdeenfrente,que prolongaban sobre la calle sus grandes aleros negruzcos y eran nomenosviejasyantiguas.
En la escalera apenas se veía, y algunas veces para subir era necesarioencenderfósforosamitaddeldía.
La puerta de la calle nunca se cerraba, lo cual daba ocasión a que losindividuos encontrasenmás de una vez en el portal vagabundos durmiendo oabrigándosedelmaltiempo.Losaposentosdeloshuéspedeseranmezquinos.
Unacamadehierro,unlavabodepinoyunamesadelamismamadera,conmásunasilladeanea,componíantodoelajuar.
LamejorhabitacióndelacasalahabíareservadodoñaLolaparasí.Era una sala grande, ocupada por pesados muebles, una enorme cama de
caoba y un aparador cargado de loza y traído para allí, por no caber en elcomedor.
Unacómodayunretablo,anteelcualardíanocheydía,unalamparilladeaceiteenhomenajepiadosoaunSanAntoniodeboj.
EraallídondelarozagantedoñaLolaalojabasuajamonadapersona.Eraallí,alladodelmonumentallechodecaoba,sentadaenampliapoltrona
degutaperchaverdosayresquebrajada,dondedabaaudienciaasushuéspedes.A aquel santuario los llamaba para reprenderlos o pedirles las cuentas
atrasadas.EraallídondedoñaLolaproponíaydisponía.Determinabalacomidaylos
almuerzos,dabaórdenes,hacíaleyes.Apesardequesumesaeraexcesivamentefrugal,estabaconvencidadeque
sushuéspedeslopasabanensucasamejorqueencualquierotraparte,ycuandoseenterabadequealgunodeelloscomíafuera,seofendíacomosileinfiriesenunagraviopersonal.
Sialgunoseausentabaporalgúntiempo,cuandovolvíaalacasa,doñaLolale recibía siempre con grandes aspavientos, asegurando que se hallabamuchomásflaco.Locuallabuenaseñoraatribuíaalaausencia,ysobretodoalafaltadesuscuidados.
Eramuycariñosayfrancota.Tratabaaloshuéspedescomoahijos.Cadaunoqueseibalecostabaundisgusto.Doña Lola parecía creer que todo aquel que no se hallase bajo su ala
protectoraseríainfinitamentedesgraciado.DoñaLolaerauntipo.Nosesabíabiensieracasada,viudaosoltera.Ensuálbumdeviejosretratos,mostrabafrecuentementelafotografíadeun
sargentazodegastadores,alcualllamabasuhombre.Enlostiemposdenuestrahistoriasosteníaíntimasrelacionesconunodesus
huéspedes,llamadoelseñorTrillo,EleuterioTrillo,elcualnoeraotroqueaquelpersonaje que hubimos de presentar al lector en el comienzo de esta verídicahistoria,enamoradodeSoledad,lamujerdeRamón.
Pero volvamos a doña Lola, que no es bien adelantemos sucesos tanimportantes,yqueenelcursodenuestrorelatohabrándetenerampliolugar.
DoñaLola,sinserjoven,eraaúnunamujerdebuenver.LoshuéspedesdedoñaLolaerantantoscuantoscabíanenlacasa,quecomo
ellaufanamentedecía,estaballenacomounhuevo.Con excepción del cuarto que vacara a la llegada de Víctor, los demás
estabanocupados.Elmejordelacasasellamabaelcuartodelasventanas,portenerdosala
calleyunaalpatio,yestabaocupadoporEleuterio.Eleuterio Trillo, merced a sus relaciones con doña Lola, era un huésped
distinguidoydecategoríasuperioralosdemás.LascriadaslellamabanseñorTrillo,contodorespeto.Loscompañerosdecasaleteníantambiénengranconsideración.Palomeroeraelúnicoqueaparentabadespreciarlo.No se reservaba de nadie para decir que Eleuterio era un canalla, y que
estabaviviendoaexpensasdedoñaLola.
NadadeestoignorabaEleuterio,peroaparentabanosaberlo.Eleuterioeracobarde.DesdeeldíaqueVíctorllegóacasadedoñaLola,Eleuteriofuesuamigo.En vano Palomero le puso al corriente de quién era aquel hombre. ¡Un
albañilquehabíadejadoeloficioparaviviracuentadelainfelizdoñaLola!Unhombredespreciable.
Todofueinútil.Desde el primermomento,Eleuterio tuvounagran influencia sobreVíctor
Rey.Aquella influencia era inexplicable, porque Eleuterio era un obrero sin
cultura,faltodecorazónydeinteligencia.
***
Los primeros días de su estancia en Madrid transcurrieron para Víctorinsensiblemente,comolosdeunanuevayfelizexistencia.
ComoPalomeroteníacasitodoeldíaocupado,EleuteriofuequiencuidódeenseñarleMadrid.
Lollevóalastabernas,alasVentasyalaBombilla.Seacostabatarde,yentreelbandodeamigosdeEleuterio,pasabalashoras
alegrementejugandoalmusenunatabernadelacalledeToledo.Así,pocoapoco,fuetomandoelgustoalavidaalegreyociosa.Frecuentóloscafésdelachulería.Conocióelflamenquismoysintiósuinfluencia.Tuvotodaslastentacionesdelajuventud.Amóconelpensamiento.Bebióyseemborrachó.Enesaespeciedesueñoqueríavivirsiempre.Losdíasdesuexistenciaactualleparecíanmuchomásbellosquelosvividos
ensupaísnatal,durantetodasuinfanciaysujuventud.¡Allátodoeramonotonía,aquítodoeraimprevisto!Hastalaluzleparecíamásintensa,másvibrante.Cuandoporlasmañanassedespertaba,suprimerpensamientoerasaltardel
lecho y salir a la calle a ver gente, caras nuevas, hombres atareados,mujereshermosas,multitud,bullicio,ruido…
Lacalle leatraíacomoun teatrodondeelespectáculoessiemprenuevo,yparaéllavidaeraelespectáculosiemprenuevodelacalle.
CuandosalíallamabaenlapuertadelcuartodeEleuterio,todavíaencama:—¡Buenosdías!—¡Adiós!—¡Hastaluego!—¿Adóndevas?—Adarunavuelta.—¡Adiós!Ytodalamañanavagabundeabaporlaciudad.CuandovolvíaentrabatriunfanteenelcuartodeEleuterio.—¡Estáunamañanaespléndida!¡Ytútodavíaencama!Eleuterio no se sorprendía.Decía que todo aquello le había de pasar.Que
habíaderenegardeMadridydesusmañanas,yqueacabaríaporquedarseencamacomoélagozardeldulcesueñodeldía.
PeroVíctorafirmabaqueno,quenuncadejaríadelevantarsetemprano.Queeralomássaludable.
Oyéndolehablarasí,Eleuteriosonreíasocarronamente.Eleuteriojamásllevabaanadielacontraria.Lafuerzadesucarácterestribabaeneso,precisamente.Eleuterio Trillo, aunque hijo de padres valencianos, había nacido en la
capitaldelprincipado,laindustriosaycultaBarcelona.EramuyniñocuandosuspadressetrasladaronconélaZaragoza,conpoco
másqueunhatilloderopayalgunaspesetas.Suestanciaenlaciudadheroicanofuelarga.El padre fue contratado para servir en una fábrica de Santander, y allá se
trasladótodalafamilia.Durantedosañosllevaronlavidamezquinadelsalario,hastaqueundíase
cerrólafábrica.Entoncesalamezquindadsiguiólamiseria.Elpadrenotardóeninclinarlacabezayexhalarelúltimoaliento.Leenterrarondelimosna.Lamadre,viejayenferma,fueconducidaalhospital.Eleuterio,quesiemprehabíamostradomalaíndole,solamenteunavezfuea
verlaenlamansióndelacaridad.Eraunmozalbetedíscoloydemalascostumbres.
Sepasabalavidaenlaplayaconotrosmozalbetes.Cuando por casualidad reunía algún dinero, lo primero que hacía era
jugárselooemborracharse.Lapobremadrepresentíaundesastrosofinparasuhijo.Lavidaqueaquelllevabanoeraparamenos.El médico que asistía a la desventurada anciana, viéndola de continuo
afligida y llorosa en su lecho del hospital, hubo de sentir una profundacompasión.
Comoalapobremadreloquemáslaasustabaeraverasuhijoentregadoalaspeorescompañíasy faltodesujeciónyguía,elmédico leofrecióponerenjuegosuinfluenciaparahacerentraraEleuterioenelHospicio.
Allíviviríabajounasaludablevigilanciayaprenderíaunoficio.Lapobreenfermabesóllorandolasmanosdelmédico.PocosdíasdespuésEleuterioentrabaenelHospicio.Allípasócuatroaños.Undía,enunióndeotrocompañero,logróescaparse.AquelcompañerosellamabaEustaquio.Elprimercuidadodelosdosmozalbetesfuetomarelcaminodelacorte.Despuésde tresañosdemiseriayvagancia,Eleuterioentródehuéspeden
casadedoñaLoladondenotardóenhacerlaconquistadelaajamonadapatrona.YallívivíacomodueñoyseñorenelmomentoenqueVíctorReyllegóde
Galicia.Ya hemos dicho que Eleuterio hizo desde el primer momento grandes
amistades con Víctor, y que él fue quien tomó a su cargo iniciarle en losmisteriosdelavidamadrileña.
La tardedelprimerdomingoqueVíctorpasóenMadridfueron juntosa laBombilla.
Eranlosprimerosdíasdeabril.Enelcielo,deunhermosoazul,parecíaestallarunaalegríagloriosa.Lamultituddominguerallenabaelcamino.Lostranvíassedeteníancargadosdegente.Enuncorro,unorganillotocabaeltangodeunazarzuelillaenboga.A la puerta de los merenderos algunos juerguistas sentados en bancos
conversabanybebíanpeleón,viendopasarlagente.En medio de toda aquella alegría los árboles todavía sin hojas tenían un
aspectotriste.
Unambientesecodepolvollenabaelaire.Por toda la carretera venía comoun largo susurro de risas y voces, con el
constanterestallardelaarenapisada.Latardeeradelasmáshermosasdelaestación.Unatardeserenaydecalma,
propiaparapasearseylucirelgarbo.Porlacarreteraveníanfilasdeniñerasasidasdelbrazo,flanqueadaspordos
soldados.Avecespasabaalgunachulapaconsuhombre.Elsocio,untipejo;lasoda,
una barbiana de primera que dejaba por donde iba un rastro de ¡olés! ychicoleos.
Losorganillos,aunquedestemplados,atraíanmuchagente.Se empezaba formando corro en torno del golfo rey del manubrio y se
concluía improvisando un baile, allí mismo, a la orilla de la carreterapolvorienta.
En el cercado de un merendero bebían al aire libre y tomaban caracolesVíctorysunuevoamigoEleuterio.
Víctor,unpocomareadoporelvinoylabullanga,mirabahacialacarreteraconmiradadeaburrimiento.
Víctorteníaentoncesveinteaños.Estabaenesaedaddondeeltipodelhombresedeterminayfija.Losrasgosdelaadolescenciasefundíanarmoniosamenteconlagraciaviril
delmozo, que ya se picaba de bigote, y de la barba que le apuntaba negra yrizosa.
Enaquelladichosaedad,lafisonomíadeVíctorrespirabaalmismotiempoqueunaenergíaungrancandor.
Tenía un aire triste, como de aparente resignación, pero debajo de aquellanieblamelancólica,losrasgosdesurostroguardabanunsingularvigor.
Eraaltoymoreno,delgadoyfuerte.Elqueunavezloviese,lerecordaríasiempre.Quien reparase en él no dejaría de encontrar en aquel rostro algo de
vagamenteextraño.Yesatalvezseríalarazóndehabervueltodosveceslacabezaparamirarle
unapreciosamuchachaqueacompañadadeotrasdospaseabaporlacarretera.¿Sería por haber reparado en él entre tantos hombres, entre tantas
fisonomías?Víctortambiénreparóenellaylasiguióconlavista.
Pocodespuésvolvióapasarlamuchacha.Susdosamigaslaconducíanenmedio.Alcruzarpordelantedelmerenderonuevamente,miróaVíctor.Diríase que con los ojos le había buscado al aproximarse al punto donde
antesledejara.Eraciertamenteunamuchachamuygentil,conunpalmitollenodegracia.Nada,sinembargo,niensuporteniensusademanesdenunciabaeldeseode
sernotadaydeagradar.Lejos de eso aparecía llena de modestia, lo mismo en su aire que en su
vestido.Yquizásesomismodabaasulindacabezadeestatuaunnuevovigor.Pasóyrepasó,yniunasolavezdejódemiraraVíctor.Había en aquellamirada interés, pero sin intención femenil y provocativa,
tantoqueVíctor,alprincipio,seimaginóobjetodeunacuriosidadmolesta.
***
Los habitantes de la villa y corte han sido siempre esencialmenteenamoradizos.
Enamoraresunhábito,casiunvicio.Lasniñasarrojanaunrincónlacombaparatenernovio,ylosmozalbetesse
mareanconelcigarroporpresumirdelantedeellas.Peronotodoslosenamoramientossoniguales.Hayvariascategorías.Lasprincipalessondos:Amoresdeventana.Amoresdeescalera.Lasniñasquevivenenpisosinterioresomuyaltos,sonlasheroínasdeestos
últimos.Víctor,envistadelainsistenciaconqueladesconocidadelosojosgarzosle
miraba,decidióhacerlaelamor.Nodejabadeagradarlelaideadetenerunanoviaqueleiniciaraenlavida,
paraélignorada,delamor.Entoncesdecidióseguirla.Laocasiónseleofrecíapropicia.
EnaquelmomentoEleuterioabandonabalamesaconestaspalabras:—¡Chico,voyaestirarlaspiernasenelbaile!Hastaluego.—Adiós.Víctorselevantóysalióalacarretera.Un poco a distancia siguió a su desconocida que iba muy entretenida,
charlandoconsusamigas.Esta,alprincipio,nopareciórepararenVíctor.Unadelasamigasfuelaprimeraquelevioycomunicólanoticiaalasotras
dos,entrerisasybromas.Víctorparecióunpocoazorado,peronodesistiódeloxeo.Siguiódetráshastaelúltimomerendero,perocomoladesconocidanohabía
vuelto ni una sola vez la cabeza, figurose que estaba perdiendo el tiempo yvolvióareunirseconEleuterio,queyaadvirtierasuausencia.
Eleuterioalverlellegar,lepreguntó:—¿Adóndehasido?Víctor,fingiendoindiferencia,contestó:—Fuiadarunavuelta.Anochecíaya.Lagenteempezabaaretirarse.Losbaileseranmenosfrecuentes.Losorganillosenmudecían.Acompañada de otra de más edad, salió del merendero una chulapa de
ademánbriosoyrozagante.AlpasarsaludóaEleuterioconlamano.Víctorpreguntó:—¿Quiénes?Eleuterio no contestó al pronto.Quedaradistraído, siguiendo a la barbiana
conlavista.Deungrupopróximo,selevantóunmurmullodechicoleosalpasodelareal
moza:—¡Olé!—¡Vivatumadre!—¡Vivaelgarbo!Víctorllenodecuriosidadinterrogóotravez:—¿Quiénes?Eleuteriosindejardemiraralachulapa,respondió:
—¿Peronolaconoces?…Víctorquedóunpocoperplejoycomomolestopornoconoceraquellareal
mozaaquientodosparecíanconocer,exceptoél.Peronotardóencomprenderqueeraunaprójimadetrueno.Ynoseequivocara.Todoaqueltrapíoyaquellagraciaeranprendasqueandabanenferia.Pero nada de todo esto impidió que aquella mujer le hubiese parecido a
Víctorportodoextremocodiciable.Unodelosdelotrogrupodondehabíanjaleadoalachulapadijo,sacudiendo
losdedosenelaire:—¡Esunamujerdeprimera!Losdelcorroafirmaron.Por un momento todos miraron a Pepe el Extremeño, un mozo alto y
agitanadoquesesentabaconellos.Fue unamirada de admiración, porque entre todos aquellos bigardones, el
Extremeñoeraelfavorecido.Unodelosamigosexclamó:—¡Cuidadoquetienesombraestegachó!PepeelExtremeño,quehumeabatranquilamenteunacolilla,repusodándose
tono:—Escuestióndecoba.Víctor,queoíacuantohablabanenelotrogrupo,miróaPepeelExtremeño
conrencor.Desde aquelmomento, el agitanadoDon Juan se le hizo antipático por el
hechodeserelamantedelailustreprójima.Allevantarseparairse,dijotomandoelbrazodeEleuterio:—EsePepeelExtremeñomeesinsoportable.—¿Porqué?—¡Porquesí!Eleuteriodijosonriendo:—Oye,¿quieresqueselodiga?Elotro,muyserio,respondió:—¡Díselo!Y tuvo intenciones de liquidar en aquel instante a puñetazo limpio aquella
bruscayviolentaantipatía.Comenzabaaobscurecer.
Losárboles,sinhojas,tomaronsúbitamentesuaspectomástriste.Losmerenderos,tanalegresmomentosantes,sequedabandesiertos.ElgrupodondeestabaelExtremeñosaliótambién.ElDonJuan,gitano,preguntóaEleuterio:—Oye,compadre,¿pordóndepiensascaerestanoche?Peroelotronoteníanadapensado.—Nilosé.—EntoncespásateporelCafédelGallo.Ahoratodaslasnochesvamospor
allíunosamigos.Buenatrinca.—¿Dóndeossentáis?—Alladodelmostrador.—Puesalláiremos.Estetambién.YseñalabaaVíctor.PeroVíctorleinterrumpió,fríamente:—Yonopodré…Eleuterioechándoloabaratoleobligóaaceptar.—Noseasmajadero.¿Dóndedemoniosquierestúpasarlanoche?Y Víctor, que obedecía a Eleuterio como a un tutor, no quiso replicar,
contentándoseconencogersedehombros.
***
Muytardeseretiraronacasaaquellamadrugada,despuésdehaberpasadolamayorparteencharlaydiscusiónhastalasaltashorasenelCafédelGallo.
Larealhembradelmerenderohabíaestadoenelcafé.Sehabíasentadoenlamismamesaqueellos,alladodePepeelExtremeño.AllífueunaseriedeincidentesqueirritaronaVíctor,enquienlabellezade
lamagníficabarbianahabíaproducidounaimpresiónprofunda.PepeelExtremeñonocesaradehacerdemostracionesdesufamiliaridadcon
la chulapa, hasta el punto de causar escándalo en el café, lleno aquel día defamiliasburguesasyhonradosindustrialesdelacalledeToledo.
Enunodelosintervalos,comoelExtremeñoselevantaseparairasaludaraunosamigotesqueestabanenotramesa,VíctordijoaEleuterioenvozbaja:
—¡Merevientaesetío!Eleuterioseechóareír:—¿Quédemoniostienestúhoy?
Y Víctor, como el hombre que hace esfuerzo por dominar una granexaltación,dijo:
—¡Tengoganasdearmarla!—¿PeroquétehahechoelExtremeño?—Nada.Únicamentequemerevienta.—Puesmira,vámonos.Yonotengoganasdegresca.—Vamos.Peroningunodelosdossemovió.La chulapa, ocupada en charlar con otra prójima, no había oído nada del
anterior diálogo, que por otra parte había sido sostenido en voz casiimperceptible.
AEleuterio le llamódesde luego laatenciónqueVíctornoseapresuraseadejarlacompañíadelExtremeño,cuandotanantipáticoleera.
¿Quémotivoledetenía?ElmotivoquedeteníaaVíctor,auncuandoélnoosaseconfesárselo,eraun
motivoreal,dominador,imperioso.Estemotivoeraella,lailustreprójima,liadaconelDonjuángitano.¿Quéextrañosentimientoeraelsuyo?¿Quésentíaélporaquellamujeraquiennoconocía,ycuyaexistencianiaun
sospechabaalgunashorasantes?Víctor no sabía decirlo, pero aquel sentimiento estúpido, imprevisto, lo
sentíadeunamanerasubyugadora.Yahora,enaquelrincóndelcafé,entornodeaquellamesallenadecopasy
terrones de azúcar, al mismo tiempo que una súbita y múltiple inquietud loasaltaba, experimentaba una extraña e incomprensible felicidad, en lacontemplacióndeaquellamujer, enverlacercade sí, en sentirsea su lado,entenerlacertezadesuexistencia.
AsícuandoEleuteriolepropusoretirarse,nosemovió,porquesudeseoerapodermiraralaprójima,poderverlatodalanochehastaqueellasefuese.
Poresofuerondelosúltimosensalirdelcafé.Yaenlacasadehuéspedes,cuandoEleuterioabriócautelosamentelapuerta
desucuartoyencendióelcandeleroquehabíasobrelamesadenoche,Víctor,quehastaentonceshabíavenidodiscutiendoacrementemilcosasextrañasasupreocupación,exclamódepronto:
—¡HubierahechobienendarledospatadasalExtremeño!Eleuteriointerrogó:
—¿Peroporqué?¿Quétehahechoesehombre?Hubounapausa,ycomoVíctornorespondiese,Eleuteriosiguió:—NohasidoelExtremeñoquientellevóaeseestadodeirritación.—¿Puesquiénentonces?—¿Quién?Laprójimaqueestabaconél.Víctorsiguióguardandosilencio.Eleuterioinsistió:—¿Fueonofue?Víctorsevolvióbruscamente:—Puesbien,figúratequefueella.EntoncesEleuteriomudandode tonoy sentándoseenelbordede lacama,
dijo:—¿DemaneraquetehaschaladoporPacalaGallarda?Víctormurmuróencendiendouncigarro:—Tantocomochalado,no.—Sí, chalado. Pero la conquista no me parece muy difícil. Porque la
Gallarda, ya habrás comprendido que no es una virtud. Lo que debes esguardartedelExtremeño.Tíomásbrutoesdifícilhallarlo.
Víctor,humeandotranquilamenteelcigarro,respondió:—PuestenporseguroquelabrutalidaddelExtremeñoesloquemenosme
preocupa.Cuandollegaelcaso,yosoymásbrutoqueél.Hasta el amanecer, fue una larga peroración entre las cuatro paredes del
cuarto,enunaatmósferacalientedetabaco.CuandoVíctorseacostóeradedía.Hasta que el sueño vino a cerrarle los ojos, no viomás que el gracioso y
picaresco rostro de la Gallarda. Sonreía la chulapa, y aquella sonrisa queparecían asomar los claveles de su boca fresca y aromada, era para él, paraVíctor.
¿Q
CAPÍTULOXXII
AMORYFATALIDAD
UÉeselamor?Elhombrenolosabe.
Pormásqueprocurepenetrarelmisterio,noloconsigue.Elamortienesuorigenenlasrelacionesdelhombreydelamujer,yresulta
delaconjuncióndelosdos.Sumisterio,sinembargo,permaneceimpenetrable.Enaparienciaesunestadomorboso.Lapatologíalohaclasificadoya,comohaclasificadotodo,porquehoytodo
esmorboso.Elgenioesunaenfermedadyelcrimenlomismo.Elbienyelmaldejaránsus limbostranscendentalesparaserfabricadosen
loslaboratorios.Elamoresesto:unaenfermedad.Víctorestabaenfermo.Laprimeramanifestacióndelamoreslaobsesión.Elhombrequeamatieneunaideafija.¡Elamor!Elamorquesiescontrariadolohacesufrir,ysiesfavorecidoledalamayor
sumadeventuras.Enamboscasosloabsorbe.Elamorprende,avasalla,invade.Nodejalugaraotrosentimiento.Esseñorabsoluto.Amaresvivirparaelamor.Elhombrequeamayesamadoolvidatodoporsuamor,yporéllosacrifica
todo.Entoncespuededecirsequenoessolounsentimiento,estambiénunvicio.Siencuentraobstáculos,enloquece.Elamornosatisfechoesunapasióntorturante.
Lossíntomasdelamorsonenamboscasoslossíntomasdeunaenfermedad.Loquecaracterizaelamoreslamisantropía.Lamisantropíadelamorfelizesdiscreta.Lamisantropíadelamorinfelizesalucinada.Elhombrequeamayesfelizcaeconfrecuenciaenéxtasisprolongados.En
silenciosospasmosbeatíficos.Todoélsueña.Ningunacompañíaleesgrataanoser ladelseramadoycuandoestáasu
ladotieneunsolopensamientoyunsolodeseo:hacerunodelosdos,fundirse,compenetrarse.
Esepensamientoloabsorbeporcompleto.Sufreenlaausenciayvive,nosecalma.Enamor,lapresenciaesindispensablealavida.Lamujeramadaestannecesariacomoelaire.Elamorcontrariadoesunaagonía.Losobstáculos,lejosdecalmarle,loexacerbanmás.Nodesiste,norenuncia.Seobstina,seexalta,seagarraconambasmanosa
laesperanzadelafelicidadycuandonolaalcanzaandasombríamenteasaltadodemilangustiasymilsospechastenebrosas.
Víctor hallábase en ese período amoroso que no se define y que escaracterizadoporunvagoanhelo.
Yalaideafijaleatormentaba.No lograbadesviarsupensamientode laespléndidavisiónde lachulapay
sobrelainvasióndeesesentimientonuevobordabaexaltadamentesupersticiosasconjeturas.
Porunanaturaltendenciadetodoslosenamorados,procurabaengrandecerydarmayorrelieveasupasión.
Así atribuíaleunorigenmisterioso, una comopreexistencia, ydecíase a sípropioqueantesdeconocerla,aquellamujer fueraadivinadaporél;porque lamayorpartedelosamantessuponenasuselegidaspredestinadasparaellos.
Creía,o simulabacreer,queaquellaera lamujerentre todasescogidapararevelarle el amor, y ya en su espíritu la distinguía, diputándola superior a sucondiciónyasuimpureza.
La ideade ser amadopor aquellamagníficaydeseadamujer lo invadía almismotiempoqueleperturbabalossentidos.
Loquemásloexaltabaeraelpensamientotorturantedequeellaeradeotros
yeldeseodehacerlasuya,solosuya.Almismotiempoquelaamótuvocelosdeella,yporlaprimeravezensu
vidasufrió,viéndosepobre,soloyabandonado…Sufríaalnopoderconquistarlafelicidadagolpesdefortuna,comprandoala
gentilbarbiana.Sinembargo,estacontingencianolodesanimóytuvolainocentevanidadde
creerposibleconquistarlaporelamor,interesándolaelcorazóny,pordecirloasí,redimiéndola.
Elamorcuandoesgrandesecreecapazdetodaslasvictorias.Así procuróverla con frecuencia en elCafédelGallo adonde elDonjuán
gitanosolíallevarlatodaslasnoches.Eleuterioleacompañabafrecuentemente.Víctorlebuscaba.Elamortienesiempreunconfidente.PerolaarrogantechulapanoparecíarepararenVíctor.Eleuterioalgunasvecesnopodíamenosdereírsedelalocuradesuamigo.
Otras veces le recriminaba. Decía que era absurdo estar así haciendoplatónicamentelacorteaunaprójimadelacalañadePacalaGallarda.Quelomás sencillo y lo más rápido era esperar una ausencia del Extremeño yaprovecharlaconvidándolaamerendarenlasVentasoenlaBombilla.
Víctorescuchabaconelceñofruncidoyconcluíasiemprerogándolequesecallase.
PeroEleuteriososteníaquecuandomenosdebíachicolearla,pues todas lasmujeresgustandeoírlisonjas.
Víctor, sinembargo,noqueríadirigirle lapalabrae invocabamilpretextosparaocultarsutimidez,porqueelamorescasisiempretímidoyreceloso.
Enunadeestasconversacionesquetanfrecuentementesostenían,Eleuterioexclamó:
—YomismoselodiréalaGallarda.Asísaldrásdelpaso.Víctorsepusorojo:—¡Nohagaseso!—Pueschico,estáshaciendoelprimo.—Mejor…Túnotemetasennada.Víctor sedisculpabade sus incertidumbres,diciendoquedeseabaproceder
sinprecipitaciónysinimprudencias.Eleuterioconcluíainvariablemente:—¡Quéestúpidososvolvéislosenamorados!
Pero Víctor no quería oírlo. Se irritaba y acababa por pedirle que no lehablasemásdelasunto.
¡Y, sin embargo, lo que él quería y buscaba, como todos los hombresapasionadosdeunamujer,erauncómplice!
Eleuterioledecíafrecuentemente:—Séalmenosrazonable.Confiesaqueeresundoctrino.Víctorseencogíadehombros:—Loquetúquieras.—Pues es claro; te enamoras de la Gallarda como si fuese una princesa,
cuandotodoelmundosabecómoseabrelapuertadesucasa.Víctorinterrumpióbruscamente:—¡Cállate!Yaestoyhartodeoírtedecireso.—Puessiestáshartodeoírmelodecir,¿porquénosiguesmiconsejo?—¡Porquenoquiero!—Di la verdad: porque no puedes. Y porque no puedes, andas viendo de
conquistarlaporelfísico…Malcaminoconprójimastancorridasytanlagartas,comolaGallarda.
—Yaloveremos.—No seas inocente.El amor en esas gachís es unmododevida y nouna
distracciónniuncaprichoniunapasión…Yluegodejándosellevardesuafándedisertar—afánfrecuenteentodoslos
obrerosquevanalosclubs—,Eleuteriocontinuaba:—Tú, aun cuando no lo confieses, tienes la manía de redimirla. Quieres
salvar a aquella alma perdida, ymás fácil es que ella te pierda a ti…Paca laGallarda,comootrasmuchasPacas,esunaprofesional.Norepresentasiquieraun caso doloroso de la vida… Está dentro de su situación de una maneraconscienteydeliberada.Nosecreeunainfortunada.Todolocontrario,esfeliz.VeadecirleaPacalaGallardaqueesunavíctimadelnacimientoodelasuerte,o de la sociedad. Se reirá de ti. Ella está muy a gusto con su vida y con elExtremeño.
Víctorseestremeció:—Nomerecuerdesaesehombre.—Bueno.Eleuterioliouncigarrodepapelycontinuó:—En las condiciones de Paca la Gallarda, irle a proponer un cambio de
situaciónsolemnemente,conventajasmorales,eselcolmodelainocencia.
—Túpretendesquenoesunamujercomolasdemás.—Alcontrario,pretendoqueesigual.—Tusideassobrelamujerylasmíassoncompletamenteopuestas.—Puesveremosquiéntienerazón.Yconestaspalabraslosdosamigossedespidieronparairaacostarse.
***
EntretantolasituacióntornábasedifícilparaVíctor.Noteníacolocaciónnipensaraenbuscarla.¿Adecirverdadenquépodríaocuparse?DeestohablóunamañanalargamenteconPalomero.Palomero,elobrerooradorysocialista,eraparaVíctoralmismotiempoque
unamigounaespeciedetutor.PalomeroempezóporllevarmuyamalelenamoramientodeVíctor.Paca laGallardano eramujerquepudiese convenir aningúnhombre.Era
unamujerfatal.PalomerocreíaquelomejoreraqueVíctornovolvieseaverla.PeroVíctor
protestaba:—¡Imposible!Meseríaimposible.—Bueno.Allá tú.Casi todos loshombresde tu temperamento tienenen la
vidaunamujerasí.Lamujerfataleslaqueseveunavezyserecuerdasiempre.Esasmujeressondesastres,deloscualesquedansiemprevestigiosenelcuerpoy en el alma.Hay hombres que sematan por ellas, otros que se extravían, túserásdeestosúltimos.
—¡Deliras!—Leoelporvenir.Esamujerhadetenerunainfluenciaseriasobretuvida.—¿Perohablasenserio?—Desgraciadamenteparati.Cuandounhombrecomotúsufreladentellada
delamujer,esehombreestáenvenenado.Víctorseencogíadehombrossonriendo.Palomerocontinuó:—¿Túteríes?Haycasos,enefecto,enqueesasmujeressoncompletamente
inofensivas, como tú quieres dar a entender. En el caso, por ejemplo, delExtremeño, que ya está completamente encanallado, y es un candidato al
presidio.Perotucasonoeselmismo.Paranaturalezasmoralescomolatuya,lasmujerescomoPacalaGallardasonterribles.
Víctorunpocoemocionado,preguntó:—¿Yporqué?—Porque Paca la Gallarda no es unamujer, es un problema social. Es el
problemadellupanar,quetúquieresresolverporelamor.Esosproblemasnuncaseresuelven,ycuandoelhombrellegaaconvencersedequeesimpotentepararesolverlos,estáestropeado,sinoestámuertomoralmente.Cuandounapasióncuestadineroarruinaelcuerpoyelalma…Peronohablemosmás.Veoquenohasdeconvencerteyvamosaotracosa.Esprecisopensarenaclararunpocotusituación.
Víctorbajólacabezaysepusocolorado.—Sí,yahepensadoeneso…LociertoesquelasituacióndeVíctoreracasiprecaria.Palomero,apesardesusmenguadosrecursos,casilomantenía.Le daba dinero para sus pequeños gastos, y le garantizaba el cuarto y la
comidaencasadedoñaLola.Lo hacía con un gran tacto y una gran delicadeza; peroVíctor comenzó a
comprenderquenodebíaprolongaraquelladependencia.De comúnacuerdo trataronde arbitrar unmediodecorosoparaqueVíctor
pudiesevivir.Palomeroprometióhablarconalgunospersonajesdelpartidorepublicano,a
loscualesconocía.Apartirdeentonces todofuerancorreríaspor lascasasde los individuosa
quienPalomerobuscabadejandoaVíctorenlapuerta.De aquellas visitas Palomero no llevaba trazas de obtener otra cosa que
buenaspalabras.Undía,yacansado,ledijoaVíctor:—¿Perotúnoconocesanadie?Víctornoconocía.Derepentesepusocoloradoyparecióconfuso.Almismo
tiemporeflexionaba.Palomerovolvióainterrogarle:—¿Conocesaalguien?—Sí.—¿Aquién?Víctorenvezdecontestarsepasólamanoporlafrenteymurmuró:
—En otra ocasión creo haberte contado la historia de mi vida… ¿Larecuerdas?
—Perfectamente.—YasabesquemecrieenelpalaciodelaCondesadePorta-Dei.—Tuabuela.—Eseesunmisterioquenuncahepodidoaclarar…Puesbien; laCondesa
dePorta-Deiteníaunnieto,Carlos…—¿YestáenMadrid?—Sí.—¿Cómolosabes?—Lehevisto.—¿Cuándo?—Haceunmomento.—Lehashablado.—No.—¿Porqué?—Carlosnisiquierahareparadoenmí.—Haberledetenido.—Imposible.—¿Porqué?—Carlos era ese joven que hace un momento cruzó la calle guiando un
cochemagníficodedoscaballos.—¿EseseelhijodelCondedePorta-Dei?—No,eselmismoConde.—¿Cómo?—Supadrehamuertohaceunaño.—¿YhastaahoranoteacordastedequeCarlos,tuprimootuamigo,podía
servirtedemuchoaquí?—¡Meacordémuchasveces!—¿Porquéentoncesnohasprocuradoverle?—Untemorextrañomehadetenidosiempre.—¿Temordequé?—Yomismonoaciertoaexplicármelo.—Pues es preciso que le veas inmediatamente y que le digas cuál es tu
situación.Aélleseráfácilremediarla.ComoVíctorbajabalacabezasinresponder,Palomeroinsistió:
—¿Quédices?—Nada.Temoundesengaño…—Detodosmodos,esprecisoprobar.—Probaré.—Siteatiendeyprotege,esoteencuentras.—Créemequeabrigograndesdudas…—Yo también abrigo algunas. Pero si nada hace por ti ese aristócrata,
tampocohabrásperdidoeltiempo.—Notecomprendo.—Lo digo porque habrás recibido una enseñanza que puede serte muy
provechosa.AsíhablandollegaronhastalaPuertadelSol.HabíanresueltoqueVíctorbuscasealjovenCondedePorta-Deiparapedirle
queseinteresaseporél.Víctor recordaba perfectamente que el nieto de su protectora la Condesa
vivía enMadridenunhermosohotelde laCastellana,y allá sedirigióconelalmallenadezozobra.
Enlapuertadelhotel,unimponenteporterodelibrealecerróelpaso.—¿Quéseofrecía?—VeralseñorConde.—ElseñorCondenorecibeenestemomento.—¿Cuándopodríaverle?—No sé. Estos días está muy ocupado. El mejor sitio para verle es el
Congreso.ElseñorCondeesdiputado.VíctordecidióiraldíasiguientealCongreso,ysinopodíaverle,dejarleuna
carta.Sevolvióalacasadehuéspedes,yencomponerlacartaycopiarladespués,
selepasóelrestodelatarde.Acababademeterlaenelsobrecuandollamaronparacomer.Palomero no estaba y Víctor no pudo comunicarle el resultado de sus
gestiones.Comiópocoycondesgana.Antesdellegarelfinaldelacomida,abandonólamesa.Deseabaestarsolo.Fueseasuhabitación,echóelcerrojoysetendióvestidosobrelacama.
***
Eran las tres de la tarde del día siguiente cuando Víctor entraba en elCongreso.
Allí, comoen casadelConde, unportero le salió al paso.Víctor, unpocointimidado,lepreguntóporelseñorCondedePorta-Dei.
Elportero,mirándoledesdeñosamente,interrogóasuvez:—¿Esdiputado?—Sí,señor.DiputadoporBradamín.—¡Ah!,sí…Nosésihabrávenido.Ysealejólentamente.Víctorlesiguió:—¿Nopodríaustedenterarse?Elporterosevolvióaunujierquepasaba.—Trigueros,¿sabeustedsihavenidoeldiputadoporBradamín?Triguerossedetuvo,reflexionando.—Sí,havenido.Víctorseadelantótímidamente:—¿Podríaustedhacerleentregarestacarta?Yfueconhumildad,llevándoselamanoalaladelsombrero,comoformuló
lademanda.El ujier tomó la carta demala voluntad,murmurando que el señor Conde
estabaenconferenciaconunimportantepersonaje.Pero, en fin, llevose la carta que era lo más importante. Víctor quedó
esperanzado.Pasóbastantetiempo,elujiervolvióapasar.Víctorleinterrogó:—¿Entrególacarta?Elotrocontestósindetenerse:—Alláqueda.—¿QuédijoelseñorConde?—Nada…Nosé…Y el ujier desapareció detrás de una mampara de paño verde que batió
sordamente.Víctorpermanecióparadoenelsitioenqueestaba.
Lacartaasíentregadaleparecíaperdida.Seoíauncontinuocampanilleodetimbres.Losujierespasabanpresurosos.UncaballerodesombrerodecopaentródelacalleypasóalladodeVíctor,
quelemiróllenodesorpresa.EraelCondedePorta-Dei.CuandopasadoelprimermomentodetimidezyconfusiónVíctorpensóen
acercarse, el Conde, que no había reparado en él, desaparecía tras la batientemamparadepañoverde.
Víctorquedósumidoengrandesdudas.—¿Aquiénhabríanentregadosucarta?Víctorcorrióhaciaunujierquepasaba,yrápidamenteleexplicóelcaso.Elotroencogiéndosedehombrosmurmuróalejándose:—EsodebesercosadeTrigueros.Víctor, muy preocupado con el destino de su carta, preguntaba por el tal
Triguerosatodoslosujieresquepasaban,peroningunolesabíadarnoticia.AlfinelporteroledijoqueTriguerosdebíahabersalido.
Parecíaqueaquellasgentesseburlabandeél.Nosabiendoquéresolucióntomar,resolvióesperaraqueelCondesaliese.Conefecto, treshorasdespuéselCondesalía,perosalíaentreungrupode
diputadosyVíctornoseatrevióaacercarse.ElConde,comodecostumbre,noreparóenél.Al día siguiente por lamañana, Víctor volvió al hotel del Conde; pero el
imponenteporteroquelereconocióledijo:—ElseñorCondesalióanocheparaParís.
U
CAPÍTULOXXIII
UNPERIÓDICOSOCIALISTA
NAmañanaPalomeroentróenelcuartodeVíctoryledespertócongranalgazara.
Víctor,mediodormido,seincorporóenlacama:—¿Quéhay?—¡Haycolocación!—¡Cómo!—Loqueoyes.—¿Quéclasedecolocación?—Muymodesta.—Noimporta.—Habráquetrabajarmucho.—Atodoestoydispuesto.—¡Veoquetienesadmirablespropósitos!—Túlohasdicho:¡admirables!Perodime,¿quéesello?—Lafundacióndeunperiódico.—¡Peroyoquésédeeso!—Lomismoqueyo.—Locualequivaleanosabernada.—Notanto.Equivaleasaberpoco.—Bueno;peroexplícate.—Setratadeunperiódicosocialista,redactadoporobreros.—Magníficaidea.—Yotehepropuestoatipararedactorycorrectordepruebas.¿Aceptas?—¿Ytodavíalopreguntas?—Elsueldoyatehedichoqueesmuymodesto.Quinceduros.Víctorseechóareír:—Yosoymásmodestoqueelsueldo.Palomeroselevantóparairse.—Bueno, pues te dejo. Vístete pronto. Tenemos que ver a los nuevos
compañeros.Adiós.—Hastaluego.—Notardes.—Notardo.La entrada de Víctor en la Redacción de El Socialista fue un verdadero
acontecimientoensuvida.Adespechodelasituaciónsubalternaqueibaaocupar,secreyódesdeluego
iniciado en una religión nueva, y por primera vez en su vida tuvo pruritos depublicidadyconfusasambicionespolíticasyliterarias.
ElSocialistasepublicabatodoslossábadosyteníaunnúmerolimitadísimodelectores.
La Redacción era en la calle del Ave María, una de esas calles viejas ycorcovadasdelantiguoMadrid.
Ocupaba el piso principal y estaba instalada en aposentos estrechos, queanteshabíanservidodedomicilioaunafamiliapobre.
En la mejor sala había una mesa habitualmente cubierta de papeles oiluminada por dos grandes lámparas de petróleo, donde los redactoresgarrapateabanencomún.
Lasparedes forradasconpapelpintado, a trechos rasgadoen tiras, estabancubiertasdealtoabajodeperiódicospendientesdeganchosdehierro.
A esta sala seguía el despacho del director—el compañeroFajardo—; losmuebles consistían en una mesa de despacho, en bastante mal estado, y enalgunassillasdepaja.
Elcorrectordepruebastrabajabaenunaalcobainterior.Elperiódicosehacíadenoche.A lasnueve llegabaelmáspuntualde todos,queeraLópez,elcompañero
López, siempre cargado con un paquete de periódicos y siempre cayendo enprofundosaccesosdesueño.
ElcompañeroLópezabríalosperiódicosyleíaconrecogimientohastaquellegabaelsegundo,elcompañeroRubau.
Despuésveníanlosotros.Víctorcayóllenodeaturdimientoydealegríaenaquelmedionuevo.Fue para él una verdadera iniciación la primera noche que pasó en el
cuartuchointeriordelaredaccióncorrigiendolaspruebasdelperiódico.Cuandoserecogióalacasadehuéspedes,cercadelascuatrodelamañana,
estabacontento,porqueleparecíaquehabíaencontradosuverdaderavocación.
Unasolacosa lamentaba:nohaberpodido iraquellanocheporelCafédelGallo para ver a Paca la Gallarda, cuya imagen no se le apartaba de laimaginación.
Enlacasadehuéspedes,lanoticiadequeVíctorentraraenunperiódicolediociertaimportancia.
DoñaLolaloreferíaconorgulloalasvecinas.Alahoradelacomida,enlamesa,loshuéspedesfelicitaronaVíctor,como
sihubiesealcanzadounaaltasituaciónsocial.Eleuteriodijoqueeranecesariocelebrarloconunajuerga,peroPalomerono
estuvoconforme.Aquelobrerosocialistaeraunprofundoaborrecedordelvino.Según él, era únicamente el agua la que hacía a los hombres fuertes y
honrados.Elvinoeselhermanomayordelpresidio,solíadecir.Queda,pues,lajuergaaplazada,sinodesechadaporcompleto.
***
Algunas semanas después, Palomero resolvió súbitamente trasladarse aBarcelona,dondesehacíaalasazónunagranpropagandasocialista.
CuandocomunicóaVíctorestaresolución,contándolealmismotiempolasexcelencias de la rica y floreciente capital del principado,Víctor quedó comoanonadado.
Palomeroeraparaélalgomásqueunamigo,eraunpuntodeapoyoen lavida.
Sinélleparecíaquedarsecompletamenteabandonado.Así,alsaberquePalomerolodejabaportiempo,quizáparasiempre,Víctor
tuvolaimpresióndequelefaltabaelsuelodebajodelospies:—¿Perodeveras,tevas?—Sí.—¿Perocómotehadadoesecapricho?—Noescapricho.—Lohasresueltodepronto.—No.—¿No?
—Hacemuchoqueabrigabaeseproyecto.—¿Cómonomehabíasdichonada?—Nodebíadecírtelo.—PerotanactivaeslapropagandasocialistaenBarcelona.—Mucho;peronoesesosolo.¡Hayotrapropagandamayor!…—¿Larepublicana?—No.Laanarquista.—¿Creestúeso?—Sí.—¿Perolocreessolamenteotienespruebas?—Tengopruebas.—¡Me dejas sorprendido! Yo hubiera creído siempre que esas ideas no
arraigaríannuncaenEspaña.—Yotambién.Peroesaeslaobradelosmalosgobiernos.Elanarquismono
esunaidea,esunremedio.—Unremediobrutal.—Túlohasdicho.Brutalcomolasamputaciones.—¿Yacasocura?—Yonolosétodavía.—Elanarquismohacevíctimasinocentes.—Sí,comoelmarycomoel fuego.Comotodo logrande.Comolacólera
divina.—¿Túeresanarquista?—Lomismopudieraspreguntarmesierapartidariode losnaufragios,yde
los incendios y de las guerras. Son cosas ante las cuales hay que inclinar lacabeza y reconocerlas necesarias. Es la leyenda de Sodoma y Gomorra, laleyendadeldiluvioqueserepite.
Víctor callaba y oía pensativo. Después de un largo silencio, interrogó denuevo:
—¿Ytúpartesinmediatamente?—No.Aúntendréquedetenermealgunosdíasaquí.Palomerohabía escrito a algunos amigos deBarcelona, preguntando cómo
andaba el trabajo en la industriosa capital, y tenía que esperar la respuesta enMadrid.Teníaaúnparaunaodossemanas.
Las dos semanas, que para Víctor fueron de verdadera angustia,transcurrieron, y cuando llegó el momento de separarse de Palomero, sufrió
tanto,quepasóunanocheenterallorandocomounniñoensucuarto.La víspera estuviera ayudándole a empaquetar libros, papeles y ropas;
silencioso,conelcorazónoprimido,comprendiendoqueahoraalversesolosinaquelapoyoibaaserinmensamenteinfeliz.
Palomero le dejaba mil pequeños recuerdos y le daba aquellos grandesconsejosqueensubocaparecíansolemnesmáximas.
Una gran superioridad emanaba de la persona de aquel obrerometódico ysocialista.
AsíVíctorlooíaconuncasirecogimiento,comounhijooyeasupadre.Si no fuese por el afán de aparecer fuerte, se echaría sollozando en sus
brazos.Palomerodebíapartiraqueldíaenelexpreso.Muy temprano doñaLola vino ellamisma a despertarlo, lo que solamente
hacíacuandosetratabadealgunadespedidadeimportancia.YaPalomeroestabaenpiecuidandodelosúltimospreparativos.DoñaLolalerecomendóquenoseleolvidasenada;peroañadióquesialgo
seleolvidabaellalorecogeríaytendríaguardadohastaqueéllomandasepedirodeterminaseloqueconellosehacía.
Se informó con interés de la hora de la salida del tren, insistiendo conPalomeroenquecomieseantesdepartir,apesardequeélafirmabaquenoteníaapetito.
Víctoryavestido, fúnebre, sepresentóaPalomero todopreocupadocon laideadeaquelviaje.
Palomeroledijoalverlo:—Ayúdameacerrarestamaleta.YsinpronunciarunapalabraVíctoryél,respirandoconesfuerzo,trataronde
cerrarlamaleta.—Hazmeelfavordeversiquedaalgoenesoscajones.Silenciosamente Víctor abrió los cajones de la mesa y respondió con
abatimiento:—No,noquedanada.Palomeroestabaradiante.IbaaBarcelona,dondepensabatrabajarenlapropagandasocialistayaquello
leponíacontento,comopocasvecessolíaestarlo.En mangas de camisa, en medio de la habitación, se frotaba las manos
alegremente,mirandolosobjetosquelorodeaban.
Fue solamente después de haber terminado todos los preparativos y dehabersesentadosobreunamaleta,cuandomirandojubilosamenteaVíctor,dijo:
—¿Quécuentas?—¡Quéhedecontar!—¡Tienesrazón!Ynoqueriendopronunciarvanaspalabrasdeamistadyafecto,selevantóy
estrechó la mano, como si en aquel apretón le agradeciese el pesar que lecausabasupartida.
Despuésdeunalargapausa,Palomeromiró.—Yateescribirémillegada.—Sí,nodejesdehacerlo.—QuiénsabesitodavíatúirásadarenBarcelona.ElrostrodeVíctortuvounasonrisadedesaliento;sinembargo,murmuró:—¡Quiénsabe!Palomeroañadió:—¡Elmundodatantasvueltas!—Sí,porcierto.—SolotemoquePacalaGallardateseafatal.Sisupieraquehabíasdeseguir
misconsejostediría:noveasmásaesamujer.Víctor, sentado en el borde de la cama revuelta, escuchaba con la cabeza
inclinadasobreelpecho,sinresponder.Palomero,poniéndolecariñosamenteunamanoenelhombro,añadió:—Otracosateaconsejaría.QuehuyeseslacompañíadeEleuterio.Antes de queVíctor tuviese tiempode responder, llamaron a la puerta del
cuarto.Eraelmozodecuerdaqueveníaporelbaúlylamaletaparaconducirambos
bultosalaestación.Eratiempodepartir.—Vamos,Víctor.—Vamos.
***
Eltrensalíaalasocho.Era el mes de julio y la tarde, después de un caluroso día, por extremo
apacible.VíctoryPalomerocaminabanjuntos.Ningunodelosdoshablaba.Lascallesibanllenasdegente.Loscomerciosempezabanailuminarse.Palomeroapresurandoelpaso,exclamó:—¡Quéhermosatarde!Víctormurmuróapenas:—Sí,muyhermosa.Era,enefecto,bellayapaciblelatarde.Unatardedepartida,unatardedeviaje.Ellucerovespertinoparpadeabaenelcielolímpidoyazul,comoelcielode
Grecia.Tododecíaalegría,expansión,fuerza,estímulo,esperanza.Sinembargo,Víctoraparecíaanonadado.Elmismoaspectodelatardesonriente,parecíaabatirle.Palomeroibaapartiryenaquelmomentodecisivodelaseparación,Víctor
experimentóporélunsentimientoextraño.Algoqueeramuydistintodelaamistadydelafecto.Sintióunvagoyobscurorencor.Unaantipatíaindefinible.Palomeropartíaatrabajarenunacausaqueaélselepresentabacomolamás
nobleylamásalta.Elsocialismo,quehabíadecambiarlafazdelmundo.Yél,Víctor,quedabaallíentregadoaunatareaobscura.Cerradoelporvenir,
todomásnegroyfluctuantequenunca.¿PorquésufríaVíctor?¿PorverpartiraPalomero?¡No!¿Porverlopartirfeliz?¡Talvez!Elsuyoeraelpesardelaajenaventura,unaventuraqueaélleeranegada.Caminando al lado de Palomero por las calles llenas de gente iba
premeditandounodeesosodiosferocescontratodobienquenofuesesupropiobien,contratodafelicidadquenofuesesupropiafelicidad.
Ytanabsortoibaenestospensamientos,quenooyóaPalomeroqueledecía:
—¿Elmozodecuerdavadelante,verdad?LlegabanentoncesalfinaldelacalledeAtochayyadescubríanlaestación
delMediodía,rodeadadesimones,carrosyómnibus.Víctor recordabaaquellamañana triste, invernaly lluviosa enqueélhabía
llegadoaMadrid.Recordabaaquelpaseoporlascallesdesiertas,llenasdefango.Recordabacómounhombremojadoyharaposo, lehabíarobadoelreloj,y
después,enlacasadehuéspedes,lasalegresexclamacionesdePalomeroaltenernoticiadelsucesoysuteoríadeclamatoriadequeelroboesunarestitución.
El hombre mojado y haraposo se le aparecía entonces como si fuese elpropioVíctor,reducidoalextremoderobarrelojes.
Ylojustificóplenamentegraciasalacasuísticadesudespechoqueenaquelmomentolojustificabatodo.
Sedecíaa símismo,profundamenteconvencidodequeél también robaríarelojes,yrobaríatodocuantofuerapreciso,pararecuperarconsusmanosloquelasociedadlerobaba.
Yseafirmóensuespírituconunaespeciedeaisladaconvicción,elderechoalrobo,comounaprerrogativalegítimadeloshijosdelainjusticia.
Palomerovolvieraarepetirsuanteriorpregunta:—¿Sabessielmozodecuerdavadelanteconelequipaje?Víctornoseacordabayrespondiófríamente:—Noestoyseguro.—¡Veremossiestáenlaestación!Y con paso rápido Palomero atravesó la plaza seguido de Víctor que le
seguíacomosilecostasetrabajoandar.Elmozonoestabaenlaestación.Palomerolobuscóportodaspartes,ycomonoloencontrase,regresóallado
deVíctor.—¡Nohalloporningunaparteaesecondenado!—¿Idasmiradoenlacantina?—No.—Pueseslomásprobablequehayaentradoabeberseunascopas.—Puedoser.—¡Ytanto!—Ven,vamoshastaallá.—Vamos.
Entraronenlacantina.Con efecto, el mozo estaba allí apurando tranquilamente una copa de
aguardiente.Elmozosevolvióalverlos:—Elequipajeestáenlaestación.Palomerosinpasardelapuertarespondió:—Bueno.Yañadiósecamente:—¿Cuántoleadeudocompañero?—Loquetengavoluntad.—No;deningunamanera.—Pues una peseta. ¿Le parece a usted mucho? Palomero hizo un
movimientodeindiferenciaylediolapeseta.Sealejaban,ylamujeronaqueestabaenlacantinalosllamó.—¿Estacopaquiénlapaga?Palomerosevolvió.—Elquelahayapedido.YsalióacompañadodeVíctor.Palomeroledijodepronto:—Ahí tienes una cosa que no haré nunca, pagar copas. Pero Víctor no
respondió. Entonces, dado el estado de su ánimo, la conducta de Palomero leparecíamezquinayaquelincidentedelacopaleirritaba.
Palomero le miró, y sorprendiendo algo de amargo y contraído en lafisonomíadeVíctorledijo:
—¿Quétepasa?Víctorrespondió:—Nada.—¿Estásdemalhumorporquemevoy?—No.—¿Entoncesquétienes?—Murria.—No,túestásirritado.Ydespuésdeunapausa,añadió:—Porlodemás,esnatural.Estabanenelandén.Lalocomotorasilba,ruge,jadea,retrocede.
Losviajerosempiezanamontarenloscoches.Unempleadogritaba:—¡Señoresviajeros,altren!…Palomeroabrió laportezueladeun cochede tercera, y conel pieya en el
estribo estrechó afectuosamente la mano de Víctor, que en aquel momentovolvió a sentir un verdadero desconsuelo al verle alejarse, partir quizá parasiempre.
—¡Adiós!—¡Adiós!Ysesepararonverdaderamenteconmovidos.Noparecíandosamigos,sinodoshermanos.
C
CAPÍTULOXXIV
LAMALASOMBRA
UANDOVíctorseencontrósoloenelandéndelaestación,despuésqueeltrenpartióllevándoseaPalomeroparaBarcelona,dudósobreloquedebía
hacerenMadrid.LaausenciadePalomerodejabaalrededordesupersonaungranvacío.Ahoraqueleparecíahaberloperdido,Víctorseconsiderabaabandonado.Seconsolaba,sinembargo,deaquelsentimientoqueeratambiéndespecho,
pensando en Paca laGallarda, y en que aquella noche la vería en elCafé delGallo.
Apesardeircasitodaslasnoches,Víctorerapococonocidoenelcafé.Comocasinohacíagastonimetíaruido,losmozosleconocíanvagamente.
Los parroquianosmuy pocos eran los que sabían quién era aquel amigote deEleuterio.
Víctoraúnnomostrabaunaindividualidadsalienteydefinida.Solamentesufigura,almismotiempodoloridayenérgica,llamabaporveces
laatencióndealgunodelosparroquianosdelcafé.El único con quien solía hablar largos ratos era un tal Cardama, pintor,
bebedorynoctámbulo,queleencontrabaunbuentipo.Por lo demás, su presencia tampoco era atrayente, porque parecía
extremadamentereservado,teniendolaaparienciaalaveztímidayhostil.IbaallíconEleuterio,que,porelcontrario,eradicharacheroy trivial,ysu
situaciónnolepreocupaba.El consejo de Palomero, respecto a dejar prudentemente la amistad de
Eleuterio,leparecíallenodeunfríoegoísmo.No,Eleuterioerasuamigoyloseríasiempre.Sevolvióunmomentomirandoa lo lejosyvio lacolumnadehumode la
locomotoraquesealejaba.Permanecióunmomentoaturdido.Después, tomando una súbita resolución, se encaminó para la casa de
huéspedes.
Al subir las escaleras inclinaba la cabeza, como bajo el peso de un grandolor.
Sucorazónlatíaconfuerza.Abriósinllamar,pasópordelantedelapuertadelcuartodePalomero,como
si alguien hubiese muerto allí, y corrió a echarse vestido sobre la cama,conteniendounaformidableexpansióndeamargura.
Peroalguienlehabíasentido,sinduda,porquellamaronalapuerta.Víctorpreguntóconmalhumor:—¿Quiénes?Lamaritornesrespondiódesdefuera:—Laseñoratienequedecirleunapalabra.Sevolvióenlacamaynorespondió;peroalpocoratolacriadavolvióconel
mismorecado:—¿Quecuándopuede?Víctorcontestó:—Yavoy.Yselevantóconmaltalante.¿QuédiablospodíaquererledoñaLola?DoñaLolaestabasentadaenelsofádesualcoba,enfrentedelagrancama
decaoba.DoñaLolaloesperabaparadecirlequeahoraquePalomerohabíapartido,no
podíacontinuardejándoleatrasarse.Víctoryasehabíaatrasadounoodosmeses,quePalomerosolventaraantes
departir.DoñaLola,quehabíacomprendidodesdeelprimermomentolasituaciónde
losdosamigos,hizoloqueellallamabameticulosamenteponerlospuntossobrelasíes.
Víctor le merecía muy escasa consideración y su plaza de corrector yredactordeElSocialista,estabalejosdedeslumbrarla.
Aun cuando parezca extraño, la amistad de Víctor con Eleuterio era unpoderosomotivoquehacíadesconfiaradoñaLola.
AlapobreseñoralesalíanhartocarassuscomplacenciasconEleuterio,yyaquenotuviesevalorparadesprendersedeaquelhombre,noqueríaalmenosquesusamigoteslecostasentambiéndinero.
CuandounhuéspedintimabaconEleuterio,procurabaquesefuese.Porlodemás,sabíaqueVíctornoteníarecursosyqueríaadvertirlo.
—Nosedejeatrasar.Arreglesuvida,peronosedejeatrasar.Víctorsintiosehumilladoeirritado.EnaquelmomentoexperimentóunagranantipatíapordoñaLola.PeronosabiendoquéresponderalasobservacionesdedoñaLola,sevolvió
asucuarto,diciendo:—¿Noeramásqueeso?Lapatronarespondióconaltanería:—¡Nadamás!Corriófuriosoaecharsenuevamentesobrelacama,ycuandoanochecidole
llamaranparacomer,respondiódedentroconferocidad:—Nocomo.DoñaLolaalenterarse,pronuncióconmalhumor:—Bueno.¡Queayune!
***
Cuando aquella noche entró, como de costumbre, en la redacción de ElSocialista,recibióunnuevogolpe.
¡Elúltimoyelmásterribledetodos!¡ElGobiernohabíasuprimidoelperiódico!Entró entoncesVíctor en un largo período de infortunio, del cual conoció
todaslasfasesdolorosas.Fueantetodolacasadehuéspedes.Elprimermesdeatrasoaúnpudopasarloconpromesas.Alsegundomes,doñaLolasepusoinaguantable,constantementellamándole
paraquejarseymandándolerecadosporlacriada.Víctor llegóa temerla,ysolamenteeloírsuvozya lecausaba inquietudy
desasosiego.Teníaagotadotodosurepertoriodepromesasque,adecirverdad,nuncale
sirvierandemuchocondoñaLola.Ella veía la angustiosa situación de Víctor y comprendía que no había ni
trazasniesperanzademejoramiento.UnadelascosasqueVíctortemíamáseraquedoñaLolasenegaseadarle
decomer,porqueentoncesesperabaelhambre,queaúnnoconocía.Para serle menos gravoso a la patrona dejaba de almorzar, pasándose las
mañanasenlacama,procurandodormir,paranopensar.PeroestoirritabamásadoñaLola,quesequejabaaloshuéspedesqueVíctoreraunvago.
Despuésdemediodía,cuandotodalacasacaíaenungransosiego,Víctorsevestíasinhacerruido,paraquenoconociesenqueélseestabapreparandoparasalir,yescapabaahurtadillasdedoñaLola.
Lahoradecomereraunsuplicio.Esperabaqueestuviesentodosalamesaparaaparecerydecía:—¡Buenasnoches!Y se sentaba lúgubremente en medio de un silencio que le parecía
significativo, porque sospechaba, y así era en efecto, que todos los huéspedesconocíansusituación.
La criada volvía demal humor con la sopa que ya había sido recogida yVíctor seponía a comer conangustia aquellapobrepitanza,que leparecíaunveneno.
PerolaestratagemadevenirdespuésdelosotrosdisgustóadoñaLola,quenoperdíaocasióndeserledesagradable.
Asífuequeundíadespuésdellegarysentarsealamesa,comolacomidayaiba un poco adelantada, doña Lola gritó desde su cuarto en un tono de vozirritado:
—Lahoradecomeresalassiete.Estonoesunafonda.Todos loshuéspedes callaronymiraron aVíctor que sepuso rojohasta el
blancodelosojos.Lavidaallíselevolvióuninfierno.Denochenodormía.Pasabahoras y horas dandovueltas en la cama, y cuando al fin, postrado,
podíacerrarlosojos,eradedía.Tomóentonceselhábitodelevantarsealahoradecomer,pálidoymolido,
yéndosedelamesaantesdeterminarlacomidaparaquedoñaLolanotuviesetiempodellamarlo,yescabullándosehastalapuertadelacalle.
Solamenteallírespiraba,fueradelacasadehuéspedes.AsísepasóunasemanasinquedoñaLolalemolestase,cuandounatardeal
sentarse a la mesa y en presencia de todos los huéspedes, la criada le dijosolemnemente:
—¡Laseñoradeseahablarle!—¿Ahoramismo?—Sí,señor,ahora.
Víctorsintióunagranopresión.Selevantóenmediodelaatencióndetodosysedirigióalgabinetededoña
Lola, que al verle entrar puso un gesto de vinagre, y le recibió con estaspalabras:
—Ya usted comprende que esto no puede continuar. Así, pues, busquecasa…
Víctorsintióqueunaondadesangrelesubíaalacabeza,yporunmomentotuvotentacionesdeestrangularalapatrona.
Sedetuvoybalbuceó.—¿Quiereustedquemevayaahora?DoñaLolarespondióimplacable:—Sí,señor.Hacemuchoquedebíahaberseido.Encualquierotracasa…Víctornoladejóproseguir:—Bueno.Basta.Ylevolvióbruscamentelaespalda.DoñaLolalellamó:—Siquierepuedecontinuarconelcuarto.Comeresloquenopuedeser.Víctorqueestabaenelumbraldelapuertamuypálido,dijoapenas:—¡Bueno!Yseretiró.En el comedor se cuchicheaba. Cuando Víctor pasó rápidamente para su
cuarto,todossecallaronylesiguieronconlosojos.Hubolargosilencio.Unodeloshuéspedes,tomándoselaúltimacucharadadesopa,exclamó:—¡Pobremuchacho!UncabodeOrdenPúblico,queestabadehuéspeddesdehacíapocosdías,
intervino:—No.DoñaLolatienerazón.Aloírestotodosloshuéspedesclavaronenélunamiradadesdeñosa.Otrohuéspedafirmó:—Noquierasparaotrosaquelloquenoquierasparati.Algunosconfirmaron:—¡Cierto!—¡Cierto!Despuésdeunapausa,unviejoquecopiabamúsicapreguntó:—¿YEleuterio?¿QuéesdeEleuterio?
—Eleuterio,voló.—¿NoestáenMadrid?—Sí,está.—¿Cómodejólacasa?Otrohuéspedindicósonriendo:—DigaustedcómodejóadoñaLola.—¿Ladejó?—Parecequesí.¡TienesuerteeseEleuterio!—Conlasviejas.—¡Notanto!—¿CómodejóadoñaLola?—Porotra…Unaestanquera.—¿Tambiénlesostiene?—Puesesclaro.—¡YacomprendoelmalhumordedoñaLola!—¡Ymireustedquiénlopaga!—¿Quién?—¡Esepobremuchacho!—¡Ah!Víctor…Sintieron toser a doña Lola, que andaba en la despensa, y callaron,
aplicándoseacomer.Hasta el fin de la comida no hubo medio de romper el frío glacial de la
situación.Entretanto,Víctoresperóquetodoshubiesensalidoparasalir,ycuandoabrió
lapuerta,seencontrócondoñaLolaquelevigilabaelcuarto.
***
Al salir aquella noche de casa, el pensamiento de Víctor fue buscar aEleuterio,quecontinuabasiendosumejoramigo.
Informadode loquepasaba,Eleuterio sedesfogóenvociferaciones contradoñaLola.
Concluyóafirmandoqueeraprecisocomer.Noteníadinero,perolacosasearreglaría.Fueron los dos juntos al estanco donde Eleuterio tenía su apaño, pero la
estanquerahabíasalido.Entoncesseacordódeunmaestrodeobrasamigo.Pensabapedirleunduro
prestado.Fueronaverleytampocoleencontraron.¡Eraunahoraterrible!Todoshabíanacabadodecomer,menosVíctor.Este, resignado, acompañaba a Eleuterio, casi se dejaba guiar, no osando
pronunciarunapalabra.Ya fatigado por los dos inútiles pasos que diera, Eleuterio propuso,
finalmente, empeñar alguna cosa que, cuandomenos, diese unas pesetas paracomeraquellanoche.
ConvinieronentoncesenqueVíctoriríaalacasadehuéspedesenbuscadelacapaparaempeñarla,yqueEleuterioleesperaríaenlapuerta.
Víctordudóantesdesubirlaescalera.¡NofueseaverledoñaLola!Eleuterioleanimó.—¡Yaellaquéleimporta!—Temoquemearmeunescándalo.—Sitegrita,túlegritasmás.—Teconfiesoqueletengomiedoaesamujer.—Malhecho.Loquedebeshaceresnoirtedelacasasinromperleprimero
unhueso.Anda,sube.Víctorentróenelportal.Subiólaescaleracorriendo.Casisinalientosedetuvodelantedelapuerta.Tiródelallavequedejabansiempredebajo,yabrió.Lapuertagiróconestridorylehizoestremecer.Enelcorredorardíacolgadadelapared,unacandilejadepetróleo.Víctorentró,procurandodarasupasociertanaturalidad.Al atravesar el comedor, se encontró con doña Lola, que tenía el aire de
vigilarlacasa.Víctorpasódeprisamurmurando:—¡Buenasnoches!EnsuazoramientoleparecióquedoñaLolanolehabíarespondido.Penetróenelcuartoaobscurasydioluegoconlacapacolgadadetrásdela
puerta;peronoosósalirinmediatamente.Parecíaunladrón.
Estuvolargotiempoconlacapaalbrazo,dudando,coneloídoatentoalosrumoresdelacasa.
Deprontocomprendióquelomássencilloeraponerselacapaysalir.Deesamaneranollamaríalaatención.Enelcomedor,doñaLolasimulabaarreglarlatorcidadelquinqué,peroen
realidadespiaba.Alpasar,Víctordijonuevamente:—¡Buenasnoches!EstavezpercibióclaramentequedoñaLolanolehabíarespondido.Bajólasescalerasdedosendos.EnlapuertacontóaEleuterioquedoñaLolalehabíaestadoespiando.—¡Quesevayaaldiablo!Yprecipitadamenteecharoncalleabajo.En la esquina Víctor se quitó la capa, que un golfillo que ellos dejaran
esperandollevóalaCasadePréstamos.Entretanto Eleuterio se deshacía en lamentaciones sobre la avidez de los
empeñistas que cada vez robaban más a los desgraciados que caían en susmanos,yhacíacálculossobreloquedaríanporlacapa.
Víctor esperaba que tal vez diesen dos duros, pero Eleuterio no creía quediesenmásdeuno,yefectivamente,asífue.
Elgolfillovinoconcincopesetasylapapeleta.Era tarde, cerca de las diez, y Víctor no había comido en todo el día.
Entraron en una casa de comidas con honores de taberna, y los dos comieronjuntos.
Víctor, disipado ya el primer peligro, quiso a todo trance que Eleuterio lehiciesecompañía.
Víctor teniendo asegurada la compañía de alguien en la primera noche demiseriasesintiócasifeliz.
Lasmalassituacionestienenesodebueno:concualquiercosasealivian.Al terminar la comida, los dos amigos entraran en el terreno de las
confidencias.Víctor,medioembriagado,sequejabadePalomeroqueendosmesesapenas
lemandaradeBarcelonaunacartaescritadeprisa,sindarseporenteradodelasalusionesqueVíctorteníahechasensuscartasdeprecariasituación.
Eleuteriodescargandounpuñetazosobrelamesaledijo:—Paraqueconozcasloqueesesehipócrita.Socialistadecamama.
—¡Yaloconozco!—Palomero es socialista para comer. Pero en el fondo está vendido a los
jesuitas.Víctorexclamódepronto:—¡Loquesonlascosas!¡Yohabíatenidoesasospecha!—¿Hasobservadoalgoenesetío?—No,nada.Peroteníasospechas…—Delhombrequenobebevino,notefíesnunca.—¡Esverdad!—Buenosenapariencia,yenelfondodeunegoísmoferoz.EsePalomeroes
así.Contigosehaportadocomouncanalla.—¡Nolosabesbien!Al fin de cuentas,Víctor viniera aMadrid por causa de Palomero, que le
estimulara a ello. Que le tranquilizara garantizándole que todo se había dearreglar,yloquesucedióesqueledejabaabandonadoenMadrid,largándoseélaBarcelona.
¿ParaquéloobligaraadejarCompostela?¿Paraquéloincitara?Entonces se entretenía escribiéndole largas cartas, tal vez para pasar el
tiempo.Después que saliera de Madrid, ni una palabra más, y sabiéndole sin
recursos,casienlamiseria,lemandabacuatrolíneasalcorrerdelapluma.VíctordecíamuyirritadoquesiPalomeroalgunavezlehabíafavorecido,lo
hicierasolamentepordarseairesdeapóstol,ynoporimpulsosdelaamistad.Eleuterio,dándoleentodolarazón,añadía:—Yasabesqueyonoaguardoadecírteloahora.Telohedichohacemucho
tiempo. Palomero se ocupaba de ti por fantasía. Tú tenías la debilidad deadmirarle,noséloqué…¡laspalabras!Leservíasdeinterlocutor,decomparsa.Precisabaaalguienqueleacompañase,queleoyese.Ytúnosolamenteleoías,leadmirabas.
Víctorinterrumpiósecamente:—Lomejoresnohablardeeso…Bébeteesacopaydemosunavuelta.Aquí
hacemuchocalor.Eleuteriosebebiólacopaendossorbosysalieronalacallemalalumbraday
solitaria.Eranlosúltimosdíasdeotoño,ylasnochescomenzabanasermuyfrías.
Sinembargo,losdosamigosnoparecíansentirelfrío.Víctor hasta llegó a quitarse el sombrero y desabrocharse los botones del
chaleco,porqueardía.Caminaronalgúntiempoensilencio.DeprontoVíctor,encarándoseconEleuterio,murmuróconvozsorda:—¿Sabesloquemedantentacionesdehacercuandoveociertascosas?Elotrolemirósonriendo.Víctorprosiguióconenergíacasiferoz:—Medantentacionesdesaltaralpescuezodelprimeroquepasayahogarlo.—No digas disparates. Ni tienes razones para hacerlo ni eres capaz de
hacerlo.—¿Quenosoycapaz?YVíctortuvounaextrañasonrisadedesafío.—¡Quieresverlo!Meechoalprimeroquepaseyloestrangulo.EleuterionotandoqueVíctorestababorracho,intervino:—No seas loco. Vamos hasta la Plaza de Oriente para tomar un poco el
fresco.PeroVíctornoabandonabasuidea.—Talveznolocreas,perohayocasionesenquesientounaceguedadcapaz
detodo.Se detuvo, y sujetándole con fuerza del brazo, sintiendo las palabras,
murmuró:—Ahoraeracapazdeahogarteatimismo.Eleuterio,queeracobarde,nopudomenosdedarunpasoatrás.—Puesnolointentesquesonbromaspesadas.—CuandofuiaacompañaraPalomeroy loviami lado,paseándoseenel
andén de la estación, sonriente, contento, cuando yo moría de tristeza, tuveintencionesdearrojarmeaél,yallímismo…
Eleuterio inquieto y comenzando a dar al diablo la compañía de Víctor,exclamó:
—Túnoestásbuenodelacabeza.YVíctordeteniéndoseyapoyándoseenelquiciodeunapuerta,murmuró:—Esverdad,noestoybuenodelacabeza.—¿Seríalomejorirnoshaciacasa?—No,paseémonos.Elairemehacebien.Entonces Eleuterio empezó a canturrear tangos y jotas zarzuelescas para
distraeralotro.AsíllegaronhastaelfinaldelacalledeFerraz.EnunatabernaVíctorquisoentrar,peroEleuterioseopuso.—¿Aquésantobebermás?Víctorinsistióyacabaronporentrarlosdos,bebiendosobriamenteunacopa
deaguardiente,depie,delantedelmostrador.Despuésdepagar,VíctorsevolvióaEleuterio:—¿Vaotra?—No;nadamás.—Sí,otra.—No,no.Víctor terminó la discusión, encarándose con el tabernero, y diciéndole
imperativamente:—Echedoscopasmás.Eleuterioseencogiódehombrosyconaireresignadobebió.PeroVíctorno
quisobeber.Despuésdehabersellevadolacopaalaboca,loarrojótodofuera,diciendo
queeraunapeste.Latabernasealarmó,yeltaberneroexigióquelepagasenlacopa.Víctorledijotorvoyprovocador:—Sepagalacopa.¿Cuántoes?Lacopaeracincocéntimos.Víctor arrojó la moneda encima del mostrador y salió empujado por
Eleuterio,queledecíaaloídoquetuviesejuicio.Enlacallelaborracherapareciórecrudecérsele.Cantó laMarchadeCádiz, insultó a unamujeruca que pasabay quehuyó
despavorida y quiso interpelar al sereno, lo que no hizo, porque Eleuterioagarradoaéllepidióquenolocomprometiese.
Despuéslesobrevinounacrisisnueva.EmpezóahablardePacalaGallarda,de su amor delExtremeño, y comoEleuterio le confiase para calmarle que éltambién anduviera enamorado de la Gallarda, Víctor le echó los brazos ycomenzóasollozar.
HabíanvueltosobresuspasosyEleuterioloencaminabadulcementeparalacasadehuéspedes.
Yaenlapuertacostógrandestrabajosobligarloasubiryrecogerse,peroalfinEleuteriopudodejarlo.
Víctor,enloobscurodelaescalera,sintióquelacabezaledabavueltas.Encendió fósforos y subió contando los escalones, porque se reconocía
embriagado.Abrió la puerta y entró encendiendo sucesivamente fósforos que le
quemabanlasyemasdelosdedos.Buscósucuarto.Lacasaestabaensilencio.Tododormía.En el cuarto quiso encender la palmatoria, pero la palmatoria había
desaparecido.Ensutrastornoseimaginabaobjetodeunailusión.Lapalmatoriadebíaestarallí.Sinembargo,noeraasí.Lapalmatorianoestaba.¿Quedaríaenelcomedor?Fuealcomedor.Mirósobrelamesa:¡Nada!¡Talvezenlacocina!Lacriadasehabríaolvidado.Peroelfósforoseleapagóentrelosdedos.Dejócaerlacaja.Sebajóparacogerlapalpandoenelsuelo,peronolaencontró.Enestoseoyóunruido.Deencimadeunamesahabíacaídoalgunacosaconestruendo.Unavozdijodedentro:—¿Quiénandaahí?Víctornocontestóycontinuóbuscandoenelsuelo.—¿Quiénandaahí?Nuevo silencio, apenas interrumpido por la respiración jadeante deVíctor,
inclinadosobreelsuelo,palpandoaciegas.EnestolacocinaseiluminóydoñaLolaaparecióenlapuerta.—¿Quéestáustedhaciendoahí?Víctor,sinincorporarse,echandoalfinmanoalacajadefósforos,repitióen
untonoquenodejabadudasacercadesuestado.—¿Quéestoyhaciendo?—Sí,señor.¿Quéhaceaquí?
—¿Noloveusted?Buscabalosfósforosquesemehabíancaído.—¡Buenamaneradeveniracasa!—¡Qué!¡Qué!¡Qué!YVíctorseirguiólentamente.MirandofieroadoñaLolacontinuó:—Sepaustedquenotengoganasdeconversación.Digaustedalacriadaque
mepongalapalmatoriapuesnohedeacostarmeaobscuras.DoñaLolarespondiódemalhumor:—Nohaypalmatoria.Siquiereluzcomprevelas.Víctorenuntonodevozcadavezmásirritadorepitió:—¿Quecomprevelas?—Sí,señor.—¡Ysinomedalagana!—Seacuestaaobscuras.—¿Ysinomedalagana?DoñaLoladejólaluzsobrelamesayvolviéndoseaVíctor,puestasambas
manosenlascaderas,replicó:—Sinoledaaustedlagana,sevademicasa.Yoaquínoquieroborrachos.Víctorposeídodeunextrañofuror,exclamó:—Usted es la que va a salir, tía bruja. Pero no por la puerta, sino por la
ventana.—¡Nomefalteusted,desvergonzado!—¡Tíabruja!—¡Quenomefalte!—¡Viejaloca!—Queestoyenmicasa.—Yaveráustedsiestáensucasa…Yhaciendoungestodeamenaza,adelantóhaciadoñaLola,queretrocedió
asustada.Enaquelmomentoapareciólacriada:—¿Quépasa,señora?—¡Esteborracho!Noconcluyó.Víctorsearrojósobreella.Lacriadagritó:—¡Socorro!¡Socorro!DoñaLolanodabaseñaldedefenderseconlasuñas.Lamesa,empujadaporlosdos,rodaraconestrépitohastalapared.
Lacriadaseguíagritando:—¡Acudan!¡Acudan!ElcabodeOrdenPúblicoaparecióencalzoncillos.—¿Quésucede?¿Quépasa?YluegoviendoaVíctoryadoñaLolasearrojóasepararlos.Lacriadanocesabadellamar:—¡Acudan!¡Acudan!Llenademiedo,noseatrevíaaacercarse.Aparecióelcopistademúsicaquecorrióaprestarapoyoalcabo,asegurando
aVíctorconambasmanos.DoñaLolapudoverselibredelasgarrasdeVíctor.Todatrémulasuplicó:
—PorDios,asegurarlobien.Elcabo,sujetandoaVíctorquerugía,murmuróconarrogancia:—¡Estáseguro!EntoncesdoñaLolarecobróunpocodeánimo:—¡Canalla!¡Insolente!¿Hanvistoustedes?PeroVíctor,denuevo,arremetiócontraella.DoñaLolahuyóhastalapuertadelacocina.Fue preciso hacer nuevos esfuerzos para sujetar a Víctor. Al cabo de un
momentoparecióceder.EntoncesdoñaLola,desgreñadaytrémula,gritódesdelapuertadelacocina:—¡Quesevayaesehombre!¡Quesevaya!Hubounlargosilencio.DoñaLola,siempredispuestaaocultarseenlacocina,volvióarepetir:—¡Quesevayaesehombre!Víctor, enquien aquella escenaparecíahaberdisipado la embriaguez, solo
entoncescomprendióloquepasaba.Sedesprendiódelosdoshombresquelesujetaban,ydijosombríamente:—¡Estábien!Sebajóparacogerelsombreroquelecayeraalsuelo.Dio lasgraciasa losdoshuéspedesque lesujetaran, impidiéndolecometer
undisparate,ysalió.Nadieosópronunciarunapalabra.Seoyó el ruidode sus pasos todo a lo largodel pasillo, el estallidodeun
fósforo,ylapuertaqueseabríaysecerrabaconfuria.Elcabofueacerciorarsedequehabíasalido.
Volvióalcomedormurmurando:—¡VayaconDios!DoñaLolachilló:—¡Vayacontodoslosdemoniosyquenovuelva!Lacriadacorrióacerrarlapuertaconcerrojoyllave.DoñaLola,dejándosecaerenunasilla,dioexpansiónasussentimientos.—¡Nuncamesucedieraunacosasemejante!…¡Québorracho,señor!¡Todo
aquellolepasabaportenerbuencorazón!Hacíalomenosdosmesesquedebíahaberleechadodecasa.¡Quémaneradeagradecerloquehabíahechoporél!…¡Noteníadineroparapagarlacasadehuéspedes,yloteníaparaemborracharse!
Lacriada,ayudadaporunodesushuéspedesquehabíaaparecidoaúltimahora,pusolamesaensusitio.
Elcabopidióunvasodeagua,perodoñaLola,agradecidaasuintervención,hizoabrirunabotelladevinoblancoydistribuyócopas.
La cuestióny el alboroto terminóasí; y a la luzdel amanecerque entrabamortecina por las ventanas del comedor, los huéspedes de doña Lola, encalzoncillosymangasdecamisa,apurabantranquilamentelabotelladevinoconquelapatronalesregalara.
E
CAPÍTULOXXV
UNSOCORRO
RAcasidíaclaro,cuandoVíctor,completamenteatolondrado,seencontróalapuertadelacalle.
¿Adóndeirenaquellahora?Permanecíaparadoenlaacera,ydudando,sinsaberquéresoluciónadoptar.Ynocesabadepreguntarseasímismo.¿Adóndeir?Porunmomentoocurriósele irenbuscadeEleuterio,quevivíaen laCava
Baja,peroreflexionóqueerademasiadotemprano.Seguramentenoleabrirían.¿Quéhacer?Laembriaguezseledisipaba;quedárale,sinembargo,ungranaturdimiento
queaúnlehacíatambalear.Teníased.Labocaleardía.Lepesabanlospárpados.Sesentíallenodefatiga,comodespuésdeungrantrabajo.Teníasueño,peroenaquellahoraeradifícilencontrardóndedormir.Lo mejor era esperar que llegase la mañana y fuese hora de buscar a
Eleuterio.Aúnlequedabancincorealesdelduroqueledieranporlacapa.Aqueldinero,porpocoquefuese,dioleciertaseguridad.Cuandomenos le
aseguraban el almuerzo, y un lugar donde poder esperar la hora de ver aEleuterio.
EchóporlacalledeToledoarribayllegóalaPlazaMayor.Estabadesierta,ytodavíaenvueltaenunavagasombra.¿Quéhorasería?
En esto un hombre que marchaba muy de prisa con el cuello del gabánlevantadosecruzóconVíctor,quecasimaquinalmenteledetuvo,preguntándoleconbrusquedad:
—¿Quéhoraes?
Eldelgabánparecióasustarseyretrocedióexclamando.—¡Noseacerqueollamo!Víctorunpocosorprendido,sinmoversereplicó:—¿Estáustedloco?¡Metomaustedporunladrón!El otro muy excitado, separándose más a cada movimiento de Víctor, no
cesabaderepetir:—¡Noseacerque!…¡Ledigoquenoseacerque!—¡Vayaaldiablo!YVíctorsiguióadelante.El del gabán, que poco a poco se apartara casi andando para atrás,
súbitamentesedesatóacorrercomounloco.EsteincidenteprodujoenelespíritudeVíctorunaimpresiónsingular.Sinserunladrónpasóporserlo,yestaconfusión,lejosdealarmarle,ledio
unaimpresióndefuerza.El hecho de haber asustado a un transeúnte le hizo sonreír con un vago
orgullodesípropio.Siguióandando,sindestinonirumbo,porlascallesdesiertas.Nopensabayaenelalborotodelacasadehuéspedes.Nopensabaennada.Nopodíapensar.HastacercadelasnueveestuvodandovueltasporlaPuertadelSol.A esa hora, fatigado ymuerto de sueño, se dirigió a la Cava Baja, donde
vivíaEleuterio.Lehallótodavíaencama.Eleuterio, un poco sorprendido, casi sin acabar de despertarse, le dijo al
verle:—¿Quétepasa?Víctorcerrólapuertadelaalcoba,yacercándoseallecho,murmuró:—Hasdeperdonar.Peromesucedeesto.YcontóloquelehabíapasadoencasadedoñaLola.Eleuteriopareciódespertarsedeltodoyseechóareír.—¿Demaneraquehasqueridomataramiantiguaprenda?—¡Casi!—¡Perotútieneseldiabloenelcuerpo!—Loqueyoteníaeravino.—¿YhasllegadoasacudirelpolvoalaLola?—Notedigo,quefaltópocoparaquelaestrangulase.
—Pueslamujerdebeestardeoír.—¡Figúrate!—¿Cuáldeloshuéspedesfueelprimeroqueintervino?—Elcabo.—¡Eseserámisustitutoenelcorazóndelapatronal!—Puedeser.—Ahíestáunaplazaquetúdebistehaberocupado.—¡Hombre,porDios!—¡Perdona, hermano! Pues no eres tú poco fino… Confiesa que si no
seguistemishuellas,hasidopormiedoalgravecensorymentor…—¿Aquién?¿APalomero?—Naturalmente.Mira qué bien pudiste haber arreglado tu vida.Otra cosa
másquetienesqueagradecerlealApóstol.Ycambiandodetono,exclamó:—Peroatodoesto,¿quéhoraes?—Lasnueve.—¡EreselDemonio!Ydespuésdeunapausa.—¿Yahora,quévasahacer?Víctorhizoungesto.—¡Nolosé!Eleuterioreflexionó:—¿Quieresdescabezarunsueño?Víctoraceptó.Ydesocupóunsofádestartaladoquehabíaenlaalcobaconel
findetenderseenél.Eleuterio,volviéndoseenel lechodel ladodelapared,murmurócasientre
dientes:—Siteeslomismo,cierralaventana.Víctorobedecióyseacostóenelsofá,buscandounaposicióncómodapara
dormirse.Estabafatigadísimo.Elsueñonotardóencerrarsuspárpados.Allá afuera hacía un sol magnífico, y toda la calle de la Cava Baja, se
henchíadepregonesmatinales.Cercadelasdocesedespertócontodoelcuerpodolorido.Buscóunanueva
posiciónparareanudarelinterrumpidosueño,perolefueimposible.
Supielardía.Parecíaqueteníafiebre.Mezcladosllegabanhastaéllosruidosdelacalleylosruidosdomésticos.Unavozcascadahablabaenelpatio,yenlabuhardillacantabaconalegres
trinosuncanarioprisioneroensujaula.Todo tenía una apariencia de paz, de estabilidad y de ventura, que
contrastabaconsusituación.¡Estaba allí, sin domicilio, sin lecho, sin abrigo, huérfanode todo amparo,
refugiadocomounmalhechor!Tuvounmomentodeprofundapostración.Fue uno de esosmomentos en que el hombre vencido quita de pormedio
todoelpensamientoderesistenciaalavida,y,pordecirloasí,capitula.Ungranvacío sehizoen sucerebro,y tomandoal acasoun librocaídoal
suelo,sepusoaleerindiferentemente,forcejeandopordistraerse.EnaquelmomentosedespertóEleuterio.—¡Ah!¡Esverdadqueestabastúahí!¿Quéhoraes?—Lasdoce.—¡Diablo!¡Cuántohedormido!…¿Ytúhasdormidoalgo?—¡Pocacosa!Eleuterioserestrególosojos,exclamando:—¡Bueno!¡Voyalevantarme!Ysepusoenpie,mientrasVíctormirabadistraídamenteporlaventanaque
caíaalpatio.Cuandoacabódevestirse,Eleuteriodijoasuamigo:—Vamos a salir. Yo como ahí a la vuelta en una taberna que hay en la
esquina.Túcomerásconmigo,tengocrédito.—¡Gracias!—Despuésnospasaremosporelestancode lasocia,paraquenosregalea
cadaunounpuro,ylepediréademásunapesetaparacafé.Conarregloa esteprograma se realizaron loshechos. ¡Cosaextrañayque
rarasvecessucede!Queesyaapodícticaaquellafrase:«ElhombreproponeyDiosdispone».DespuésdetomarcaféeneldeGallo,VíctoryEleuteriosalieronhumeando
loscigarroscomodoshombresfelices.Soloentoncesvolvióconunaalusióna lanocheanterior el recuerdode la
situación.
¿QuépensabahacerVíctor?¡Víctormismonolosabía!…Eleuterioledijo:—¿Porquénotevuelvesatutierra?—¿ASantiago?¡Jamás!—¿Porqué?—Porqueespreferiblelamiseriaaquí.—¿Notienesfamilia?—No.—¿Ninguna?—¡Ninguna!—¿Yamigos?—Tampoco.Losquetengonopuedenvalerme.—Mehabíandichoquetútehabíascriadoenunpalacio.—¡Esverdad!—Quetuabuelaeraunacondesa.—Nosésieramiabuela…Soloséqueeslapersonaquemásmehaquerido
enelmundo…YVíctorcallónoqueriendodejaradivinarsuemoción,unaemociónsincera
yprofunda.Despuésdeunlargosilencio,Eleuteriovolvióadecir:—Ysinoarreglasalgo,¿quévasahacer?—Yatehedichoquenolosé.Buscarésindescanso.—¿Dónde?—Veré…Laverdadesqueeraaquellaunasituaciónterrible.AlsalirdelcaféhabíanechadohacialaPuertadelSol,ydespuésporlacalle
deAlcalá,depaseo,sindestino.Víctorasegurabaqueteníatodoslosnerviostirantesyquenecesitabaandar,
andarmucho,sindescanso.Eleuterioyaempezabaacansarse.Enunataberna,próximaalaplazadeToros,tomarancervezaconlimón.Pagó Víctor con los cinco reales que le quedaban, y se empeñó en que
continuasenelpaseo.Deprontoexclamó:—YaqueestamoscercadeMadridModerno,vamosallá.
Eleuterioseopuso.—¡Perotehasvueltoloco!Yoyanopuedoconmialma.—Noseasperezosonitumbón.—¿Peroaquévamosallá?—Tengounaidea.—¿Dequéclase?—Nomepreguntesnada.Anda,acompáñame.Eleuteriocedió.CuandollegaronaMadridModerno,Víctorseorientóbuscandolacallede
Castelar.Anteunacasanuevaysinnúmerosedetuvo.—¿Quieresesperarmeaquí?—Contalquenotardes.—Notardaré.AquívivelaseñoradeNeira.UnaseñoradeSantiago,amiga
deladifuntaCondesa.—Puesandaynotardes.Víctorentróenelportal.Eleuterioquedosepaseandoenlaacera.Notuvoqueesperarmuchotiempo.Antesdeuncuartodehora,Víctoraparecióradiante.—¿Notelodije?¡Fueunaexcelenteidea!YmostrabaaEleuteriounbilletedecienpesetas.Elotroparecíaasombrado.—¿Quiéntehadadoeso?—LaseñoradeNeira.—¡Puesesmejorquemiestanquera!—¡Noseasbruto!—Yatienesparaunatemporada.—Sí;volvamosaMadrid.Entodoelcaminonodejarondehacercomentariosacercadelsuceso.
***
EllectoryasabecómollegóamanosdeVíctoraquelsocorrotanoportunodeunbilletedecienpesetas,peroignoralosdetallesdelhecho.
Al encontrarse cerca del barrio donde moraban los señores de Neira, seacordórepentinamentedeellos,yrepentinamentetomólaideadeverlos.
Suintenciónnoerapedirlesdinero,sinoindicarlesdeunamaneraindirectaqueatendiesenamejorarsuaflictivaydesesperadasituación.
Al pronto, cuando le acudió la idea de que los señores de Neira podríanayudarle,pensóenvisitarlesaldíasiguiente;perocomolascircunstanciaseranimperiosas,prontoreflexionóquepuesteníaqueverlos,cuantoantesmejor.
¿Porquéretardarlo?AsífuecomolevimosproponersúbitamenteaEleuterioqueleacompañase
aMadridModerno.DoñaCarlotaSaco,casadaenlaactualidadcondonFelipeNeira,eranatural
deSantiagodeGalicia.Enprimerasnupcias,y siendomuy joven,habíaestadocasadaconun rico
propietario,quealmorirladejaraporherederadetodasufortuna.Mantúvosedurantemuchotiempoviuda,conesanaturaldesconfianzadelas
mujeresricas,queentodosvenpretendientesinteresados.PerohabiendodecididotrasladarsuresidenciaaMadrid,ypuéstoloenacto,
susituacióndeviudaempezóapreocuparla.Decidiócasarse.ConocióentoncesaD.FelipeNeira,comandantedeartillería,yalgunosaños
másjovenqueella.El Sr. de Neira casi la sedujo. La viuda experimentó por él una de esas
pasionestardías.Másquebellolehallóhombredemundo,distinguido,atrayente.Casi fue ella quien le solicitó, porque él, sabiéndose preferido, tuvo el
cuidadodenomanifestarimpaciencia.De sumatrimonio conservaba a su lado una hija, que, como sumadre, se
llamabaCarlota.ElcomandanteD.FelipeNeira,quedesolteroeraunhabitualfrecuentador
declubsydecasinos,conservósiemprelacostumbre.Así,cuandolosasuntosdesuhaciendayladesumujer,ensumayorparte
consistenteentierrasaforadas,noleobligabanapermanecerenGalicia,sucedíaquecasisiempreestabaenelCasino.
SuhijaCarlotahabíasecasadoconunjovenoficialdelEjército,quealmesde matrimonio había tenido que embarcarse para Cuba, donde encontrara lamuerte,yvivíaellaenGalicia,retiradaenuncaseróndefamilia.
CuandoVíctorsepresentóencasadelosseñoresdeNeira,laancianadamaestabasola.
Don Felipe hacía algunos días que se hallaba fuera deMadrid; pero estacircunstancia,lejosdeinquietarle,vinoainfundirlemásánimo.
Al comandante apenas le conocía, mientras que a sumujer la había vistodesdeniñoenelpalaciodelaCondesadeCela,adondesolíairtodaslastardes.
La señora de Neira le recibió bien, con cierta sorpresa casi familiar,informándosedelasparticularidadesdesuvida.
Despuésdeunapenosapausaenlaconversación,Víctorseresolvióadeciralaseñoraloquepretendía.
Ellaquedóunpocosorprendida,porquenaturalmentesuponíaqueVíctorlavisitabapormeracortesía,peroleoyósininterrumpirle.
Víctor, que tenía la facultad de referir las cosas con cierta elocuencia, lecontólascircunstanciasenquevinieraparaMadridyunapartedesuvidadesdelamuertedelaCondesa.
Viniera a Madrid en la esperanza de poder trabajar y vivir; pero hastaentoncestodossusesfuerzoshabíanresultadoinfructuosos.
No aludió a su paso por la redacción de El Socialista, y sombríamente,encogiéndosedehombros,repitióvariasveces:
—¡Noséquéhacer!¡Noséquéhacer!La señora de Neira le oía con atención, y no parecía comprender las
relacionesquehubieseentreaquelloquelecontabaysuvisita.Como todas las personas que oyen referir infortunios a los cuales son
indiferentes,esperabaqueélconcluyese.Víctorcomprendiólasituación,yprocuróhacerlamásclara.Noteníarelaciones.EstabasoloenMadrid.Nadiepodíaayudarlo.Las únicas personas de algún valimiento a quien conocía eran ellos, los
señoresdeNeira.Laanciana,enuntonodedesaliento,comosianticipadamenteafirmaseque
ennadapodíaayudarle,murmuró:—¿Peronosotrosenquépodemosayudarle?—Yomismonolosé,señora.Hevenidoaquíporqueenresumidascuentasel
deberdelhombrequesesienteperdidoesprocurarsalvarse.Laanciana,pareciendoorientarse,preguntó:
—¿Peroustedquéhaceahora?—¡Nada!—¡Esonopuedecontinuar!—¡Desgraciadamentecontinúahacemuchotiempo!—Ustedesjoven.—¡Denadamesirve!—Ustedesfuerte.—Yaseencargaráladesgraciadehacermedébil.—Ustedesinteligente.—Puesacabaréporvolvermeloco.Hubounpenososilencio.LaseñoradeNeira,sentadaenfrentedeVíctor,parecíareflexionar.Víctorcomprendióqueseocupabadeélynolainterrumpió.Derepentela
ancianaexclamó:—¡SimimaridoestuvieseenMadrid!PeroayermismosalióparaGalicia,y
tardarásieteuochodíasenvolver.Ydespuésdeotrapausa.—¿Quierepasarseparaentoncesporaquí?EsteplazoaVíctorlepareciótanlargo,quedijosuspirando:—¡Dentrodeochodías!—¿Lepareceaustedmucho?—¡Mucho,señora!—Ochodíassepasanenseguida.—¡Avecessonsiglos!—Ochodíassoncomounsoplo.—Aveces,señora,soncomounhuracán…Y advirtiendo que la anciana estaba conmovida, le contó toda su miseria,
todasudesgracia…Sinembargo,recelandoherirlaconunanarracióndemasiadocruda,omitióla
circunstanciadeencontrarsesindomicilio,limitándoseareferiralaancianaqueestabaamenazadodeperderlo.
Contóqueaquelmismodíahabíasido intimadoparamarcharseopagar;yporunahábilmaniobra transformóesta intimaciónen la causaprincipal de suvisita.
LaseñoradeNeiraseconmovió.Víctorcreyódistinguirenlosojosdelaancianaunligerovapordelágrimas.
Laseñorapreguntódespuésdeunapausa:—¿Ycuántodebeenlacasadehuéspedes?—Niyomismolosé.Lentamente, sin decir una palabra, la anciana tiró del cordón de la
campanilla.Sepresentóuncriado.—Busqueustedelllaverodelasllavespequeñas,queestásobreeltocador.Elcriadosalióyvolvióapococonelllavero.—Abraelsegundocajóndeaquellamesa.Demelacarteragrande.Elcriadolediolacartera.—Váyase.Salióelcriado.Laancianaselevantótrabajosamente.Abriólacarterasobre
unmueble.Todocongranlentitud.Víctortambiénsehabíalevantado.Comprendiendolaintencióndelaancianaestabatrémulodesorpresa.¿Cuántoledaría?Laancianacerrólacartera,metióunbilleteenunsobreyvolviéndosehacia
Víctorledijo:—Tomeustedesto.Cuandomimaridovuelvadesuviaje,veremosloquese
puedehacer.Víctor extendió la mano, y en un tono compungido para disimular su
contento,exclamó:—¡Oh!,señora,¿cómoagradecerle?¿Cómopodréyodecirle?…Laancianainterrumpióconbondad.—Nodiganada.Ande,arreglesuvida…Arreglesuvida…Víctorpensóenretirarseinmediatamente,perolepareciógrosero.Alfin,pasadosalgunosminutos,sedespidió.Estaba impaciente por verse en la calle, por respirar el aire libre y dar
expansiónasualegría.—Señora,conelpermisodeustedmeretiro…Yovolveré…Perolaancianaseopusoaquevolviese.—No,mimaridolebuscará.Novenga…Yaséloqueespreciso…Dejelas
señasdesucasa…Aquí,enunpapel.Víctorprotestó.Volveríaélmismo.Laancianaterqueaba:—No,no.
Y tuvoque ceder; que dejar escrito en una hoja de papel el número de suantiguacasa.
Sedespidióporsegundavez.Laanciana,queeramuysencilla,fueellamismaaabrirlelapuerta.—Alasórdenesdeusted.Noolvidarénuncaelbeneficio…Laseñoraleinterrumpió:—Nohabledeeso.Póngaseelsombrero.¡Adiós!Cuando se halló en la calle y atravesó a la otra acera, donde Eleuterio
esperaba paseándose, rasgó rápidamente el sobre que la señora le diera, y seencontróconunbilletedecienpesetas.
Sonrió,seencogiódehombrosydijoenvozalta:—Hayparaunosdías.Como veremos más tarde, esta entrevista que acabamos de narrar con
absolutaverdad,tuvounainfluenciadecisivaenlavidadeaquelhombre.¡Unavidaaccidentadayextraña!
D
LIBROSEGUNDO
CAPÍTULOPRIMERO
UNAÑODEMISERIA
OCEmesestranscurrieron.¡DocemesesdemiseriaydepenalidadesparaVíctorRey!
Doce meses, durante los cuales había caído en todos los abismos de lamiseriayconocidotodoslosdolores.
Después de algunas cartas a Palomero, que complicado en una cuestiónanarquista había tenido que emigrar a Francia, Víctor, como no obtuvieraninguna respuesta, quedó en la duda de si su antiguo amigo habría muerto osimplementedejadodeexistirparaél.
Eleuterio, cuya amistad le alentara en sus primeros tiempos de Madrid,estabaenlacárcelporescándaloylesiones;aúnestaríaalgunosmesesmás.
Víctorsehallabasolo,completamentesolo.LaproteccióndelosseñoresdeNeiratambiénlahabíaperdido,opormejor
decir,solamenteenlaocasiónqueconocemoshabíadisfrutadodeella.La había perdido después que el comandante le buscara en la casa de
huéspedesdedoñaLolayhabíaoídodelabiosdelaobesapatronaelrelatodelaescenaquenosotrosyahemosnarradoenotrolugar.
Habiendo vuelto a recurrir a la anciana en un día de extrema miseria, lerecibióelcomandante,yaludiendoasuprocedimientoenlacasadehuéspedes,lepusosecamentealapuerta,cerrándoselaparatodoyparasiempre.
Varias veces llegó a pensar en el suicidio como en un supremo y únicorecurso.
Enunañohizotodoelaprendizajedelavidaamarga.Supoloqueeranotenercasanilecho.
Supo lo que era pasar las noches al aire libre, vagando por las calles odurmiendoenlosbancosdelospaseos.
Conocióelhambre,loslargosdíassincomer.Tuvotodaslasalucinacionesdelamiseria,desdelasquehacencreerquees
fácil encontrar dinero en las calles, hasta las que llevan el espíritu febril yalucinadoaplanearhipotéticoscrímenes.
Entró en la intimidad de los miserables como él; en la taberna y en lasesquinassolitarias;enlaspuertasdelasiglesiasyenlossolaresabandonados.
Encompañíadeaquellosmiserablessupoloqueeratenerfrío,ysupoloqueerapartirconellosunacortezadepan.
Lesinspiróconfianza;recibiósusconfidenciasyoyóellenguajemonótonodelsufrimientolentodelamiseria.
Acabóporfamiliarizarseconsudesgracia.Todoenlavidaesasí.Elhombretransformatodoenhábitos,yasícomoseacostumbraaserfeliz,
asísehabitúaaserdesgraciado.La felicidad tan deseada, cuando se obtiene por largo tiempo, se torna
monótonaeinsípida.Ladesventura,tantemida,igualmentesehacemonótona,ypierdesucarácter
temerosocuandosesufrelargosdías.Elhombresehabitúaalamiseriacomosehabitúaallujo.Víctorsehabituaraalamiseria.Sus vestidos hechos harapos, sus botas agujereadas, sus largos cabellos,
revueltos y enmarañados, y su barba inculta no le avergonzaban ya como alprincipio, cuando comenzó a luchar contra las primeras invasiones de laadversidad.
Habíatenidopudoresquepocoapocofuerondesapareciendo.Noseavergonzabademostrarseenlascallesmáscéntricasalaluzdeldía,y,
pocoapoco,fueperdiendoladignidad,quesetransformóenunrevolucionariodesprecioparatodoelmundo.
Ciertosescrúpulosfueronporcompletobarridosdesuespíritu.Dejó de reflexionar, de discutir consigomismo sus propios actos antes de
practicarlos.Seentregócompletamenteasuinstinto.Se ligó con un extraño personaje, hombre misterioso, perseguido por la
policía,yelcualhabíarecorridomediomundo.
Aquelhombrehabiéndoleenseñadounanocheporbromacómoserobabancarteras y relojes,Víctor intentó una noche, aprovechando la confusión de unincendioenlasAméricas,robaraunhombrequeestababoquiabiertoadmirandolasllamasycómolasbombasarrojabanelagua.
Lesacódelbolsillodelachaquetaunacartera;perocuandolaabrióparaverlo que contenía, la arrojó lejos de sí con rabia, porque la cartera era vieja yestabacasivacía.
Pensóentoncesque,poraquelmiserablechirimbolo,podíahabersidopreso,y mentalmente resolvió que era estúpido buscar la fortuna en aquellascondicioneshipotéticas,yque,atenerdecorrerriesgos,erapreferiblecorrerlosconmássegurasprobabilidadesdebuenéxito.
Entretantoocurrióestehecho:Víctorseligósinamorysininterésconunapobremujer,miserableyabandonadacomoél,ydeellatuvounahija.
Elnacimientodeaquellaniñanodespertó,sinembargo,ningúnsentimientonuevo.
No le inquietó, siquiera, lanociónde sus responsabilidadesparaconaquelserdébilyenfermizoquenacíaalmundo.
Serpadreenlascondicionesenqueélloera,yenlascircunstanciasenqueélseencontraba,leparecíaabsurdo,ymercedalacasuísticaferozdesumiseria,abandonó a la hija y a la madre, sin remordimientos y sin preocuparse deningunodeaquellosdosseresqueyacíanenlamayordelasdesesperaciones.
Como veremos más tarde en el transcurso de esta historia, aquella hija,nacidaentancruelescircunstancias,vinoaexpiardolorosamentelasfaltasdesupadre,o,paraexplicarnosmejor,lafaltademoralidaddesupadre.
Transcurrióunaño,dijimos.¡Unsigloparaeldesgraciado!Víctor teníaveintisiete.Loscabellos empezabanablanquearen sucabeza;
los rasgos de su rostro parecían ahondados; la boca contraíase enmelancólicopliegue,ylosojos,hundidosyapagados,teníandecontinuounaexpresióntriste.
ElalmadeVíctornoeravieja,eracaduca.EntalesmomentosreaparecióPalomero.¿Cómo?Una mañana Víctor se paseaba por la calle de Sevilla, desesperado y sin
saberquéhacerdesí.DeprontoviodoshombresquesalíandelCaféInglés,enunodeellosrápidamentereconocióaPalomero.
Alverasuantiguoamigo,Víctorcorrióhaciaél;ibaahablarle,allamarle,perosúbitamente,ysinsaberporqué,sedetuvo.
Porlaprimeravezdespuésdemuchotiempo,sesentíaavergonzadodesusharapos.
DelosdosquesalíandelCafé,ningunoreparóenél.Víctorlossiguióadistancia,espiándolos.NohablarainmediatamenteaPalomero,peropensabahablarle,saberdónde
vivía,verseconél.PalomeroysuamigoecharonporlacalledeAlcalá.Víctor lossiguió,pegadoa lasparedes,sinperderlosdevista, todoagitado
deconmoción.LlegaronalaPuertadelSol.El compañero de Palomero miró la hora en el reloj del Ministerio de la
Gobernación, y después, hablando a Palomero con animación, apresuraron elpaso.
TomaronporlacalledelArenal,yentraronenungranportal.Víctorpermanecióenlacallesinsaberquépartidotomar.Pensóinterrogaralportero,peronoseatrevió.Paseándoseenlaaceradeenfrente,sedecía:—¿Viviráaquíovendríaconobjetodevisitaraalguno?Lomejoreraesperar.Esperódurantedoshoraslargas,llenodeimpaciencia.Alfinsedecidióainterrogaralportero:—¿EstáaquíhospedadoD.AntonioPalomero?Elporterorespondiósecamente:—Está.¿Quéseleofrece?Víctorsealejósinresponder.Deallíapocosmomentos,Palomerorecibíalasiguientecarta:
«Amigomío:Siaúnteacuerdasdeestenombre,¡Víctor!,acudehoy,alasdosdelatarde,alaPlazadeOriente.Quenotesorprendanilacitanielsitio.Todoesmuysencillo,comoteexplicarásalverme.Tuyo
Víctor».
***
Alasdosenpunto,PalomeroacudióalaPlazadeOriente.Durantealgunosminutos,pormásquebuscó,nodescubrióporningunaparte
nivestigiosdeVíctor.Sedisponíaaretirarse,cuandooyópronunciardiscretamentesunombre.Se volvió, y vio ante él un hombre pálido, sonriente y andrajoso, que era
Víctor.AntesdequePalomerohubiesevueltodesusorpresa,Víctormurmuró:—¡Yavesquenopodíabuscarte!Palomero,comosiacabasedeveralgunacosaincreíble,exclamó:—¿Perocómoesposiblequetúhayasllegadoaesteestado?Víctorrespondiótristemente:—¡Ladesgraciaquenodejadeperseguirme!Palomero le estrechó la mano, le miró intensamente, y, pareciendo en un
momentohabercomprendidotodo,ledijoconresolución:—¡Ven!Hayqueponerfinaesto.Afortunadamenteestoyyoaquí.Ahorase
acabóelpeligro.¡Seacabó!¡Nopiensesmáseneso!…Positivamenteseacabó.Yluego,sindarletiempodepronunciarunasolapalabra,añadió:—Vamosaver.¿Dóndevives?Probablementeenalgunacovacha…Víctormurmuró:—¡Nieso!…Palomerorepitióestupefacto:—¡Nieso!…Yvolvióainterrogarle:—¿Perocómohasllegadoaeseestado?Víctorseencogiódehombros,yrepusotristemente:—Pocoapoco…Pocoapocosellegaatodo,yyolleguéaestoqueves…Palomeronocontestó.Lasituaciónenquesehallabasuamigo,almismotiempoqueleapenaba,le
producíaciertamolestia.Instintivamenteleparecíavergonzosoteneramigosasí.Lamiseria,cuandoalcanzaciertasproporciones,noseperdona.Se supone que el hombre que desciende hasta el andrajo capitula ante su
dignidad.A los ojos de Palomero, Víctor apareció, por primera vez, como un ser
sospechosoyesquivo.Noteníaelaspectorespetabledeunhombreenelinfortunio,teníaelaspecto
deungolfo.Sialguienlevieseconél,necesariamentesospecharíadetalacompañante.Yaunguardiaquecruzabaporeljardínsolitariolosobservabaconsorpresa.Palomero,deseandoborrarlasdiferenciasdeaspectoqueexistíanentreellos,
ofreció inmediatamente a Víctor cuanto le fuese preciso para vestirse condecoro.
Allímismo, en el jardín de la Plaza, le dio un portamonedas con algunosduros,pidiéndoleconurgenciaquesevistiese,sebañase,y,pretextandogravesocupaciones,sealejórápidamente,diciéndolequealanochelebuscase.
O porque hubiese comprendido la naturaleza exacta del sentimiento queinspirabaaPalomero,oporquesuferozhostilidadcontra todoelbienajeno lehubiese una vez más irritado, Víctor vio partir a su antiguo amigo conindiferencia,ycuandoseencontrósolo,enderezándose,comorobustecidoporelcontactodeldinero,sealejórumiandonuevospensamientos,proyectos,planes,sueños…
PordosvecesescribióaPalomero,preguntándolecuándopartía, fríamente,comoquien trataunnegocio,y seisdíasdespuésdel encuentro en laPlazadeOrientese lepresentóensuhospedaje,vestidodenuevoyrecortadasbarbasycabellos.
Alverlonuevamente,Palomeroexclamóconjovialidad:—¡Cualquierateconoce!Víctorsonriódeunamaneraforzada.Al observarle rápidamente, Palomero creyó observar que aquel año de
miserialehabíacambiadoprofundamente.Ahorasusrasgoseranmásduros.Lavagatristezaqueantesvelabasurostro,parecíatenerciertaferocidad.Ensusojosmelancólicosbrillabansúbitosrelámpagosdeaudacia.Todasupersonateníaunaexpresiónnueva.Unaexpresiónrastrerayfelina.Palomero,llenodesorpresa,noleapartabalosojos.Como,sinembargo,teníaunserioempeñoenservirle,ledijo,desdeluego,
queyahabíapensadoenél,yque,segúntodaslasprobabilidades,lecolocaríaenunacasadeBanca.Unasociedadfundadaporgrandescapitalesamericanos.
Palomero no conocía a ninguno de los accionistas.Él vivía en esferamuyhumilde,nohabíapasadodeserelcompañeroPalomero;perounamigosuyo,unsocialistainglés,corresponsaldeunperiódicodeLondres,teníagranamistadcon elGerente de la nueva sociedad, y le había ofrecido recomendar aVíctor
congraneficacia.Con efecto, pocos días después Víctor entraba empleado en el Crédito
Argentino.PorprimeravezdesdequellegaraaMadrid,teníalavidamaterialgarantida.PalomeroregresóaBarcelona,dejándolecolocado.Llevara,sinembargo,consigounalevesospechadesuamigo.Sospecha que se traslucía en esta recomendación, casi tímida, hecha en el
momentodepartir:—Pórtatebien,Víctor.Esperoquenomedejarásquedarmal.Víctorprotestó:—¡No!¡Jamás!…Víctor, esta segunda vez, vio partir a Palomero sin pena, y entrevió una
existencianueva.YenestanuevafasedelavidadeVíctoresdondevamosaintroduciralpío
lector.
C
CAPÍTULOII
DOSAMORES
ONlaimprevistamudanzadesituacióntodomudóenlavidadeVíctor.FuearesidirenunacasadehuéspedesdelacalledeValverde,donde
ocupabaunlindocuartoconbalcónalacalledelDesengaño.Almudardeposición,mudódeaspectoydehábitos.Leacudióentonceselcuerdoynaturaldeseodevivirbienyconcomodidad,
ycomohabíaconocidotodaslasinclemenciasdelamiseria,saboreócondobleplaceraquellosprimerosmesesdequietudydepaz.
Comoerainteligenteyposeíavariasactitudes,susituaciónmejorómuchoenlaCasadeBanca,dondecomenzabaasermuyestimado.
Familiarizose pronto con los asuntos de comercio, adquiriendo en pocotiempoloqueloshombresdenegociosllamanpráctica.
Comenzabaainspirarconfianza,asernecesario.ElGerenteletratabaconesaseveridaddemanerasqueeselaspectoexterior
de la disciplina, del comercio; pero ya le atribuían facultades y le concedíanprerrogativas.
AsíVíctorseocupabadeiralosBancosydeentregarorecibirdinero.Erapuntualymetódico.Selevantabatempranoyserecogíalomismo.Su espíritu, turbado por dos años de agitación, tornábase nuevamente
cristalinoyclaro,comounvinoañejoqueseasentase.Elprovincianoqueestabadentrodelaventurero,recuperabasulugar.Pero en el camino de los hombres predestinados la suerte levanta siempre
nuevosobstáculos.Cuandounoestávencido,otrosurge.Jovenyfuerte,Víctorsolamenteconocíadelavidaloqueellateníademás
cruel.Lafelicidadaúnnolehabíasidoreveladaenningunodesusaspectos.Sualmaestabavirgen.Restituidoalapazdeunaexistenciatranquila,elamorvinodefinitivamente
aturbarlo.De su período de iniciación enMadrid, quedárale un recuerdo doloroso y
profundo.Haberconocidoyamadoaunamujerparaélimposible.Aquelsentimiento,quefue,comotodoamordirigidoalasmujeresimpuras,
a un mismo tiempo amor y crimen, le hiciera, sin embargo, vislumbrar lafelicidad.
Perosuexistenciadeentonces,llenadevicisitudesytrastornos,fuecausadequeaquelsentimientofuertecediesesulugaraotrosmásimperativos.
Mas ahora que al igual su cuerpo que su alma parecía reposar el amor,renacíalento,peroavasallador.
Lascircunstanciasmisteriosasqueparecendirigireldestinodeloshombres,lepusieronencontactoconPacalaGallarda,queestabaentoncesenlaplenituddesubelleza.
PacalaGallardanoteníaedad,almenosnoseríaposiblefijársela.Peroerajoven.EnMadridyensubarriolaencontrabanbonita.Noerabonitasolamente,eraextraña.Surostronoteníalaexpresióncomúnalabellezafemenina,antesbien,tenía
comounsellomasculino.Eraunmixtodehombreydemujer,poseyendocon toda lagraciade esta
todalavaronildecisióndeaquel.Sumirar era claroy franco; sunariz, levemente insolente; suboca, fresca;
suscejas,negrasyenérgicas.Vestíasucuerpo,altoyarrogante,contrajesllamativosylucíadeordinario
ricosyfloreadospañolonesdeManila,quellevabacongraciosadesenvoltura.Erarozaganteybriosaymuysueltademanoparacastigarenlacallealos
granujasqueledecíanchicoleosgroseros.EsteaspectoyestasmanerasladabannuevagraciaalosojosdeVíctor.Elhechodemurmurarsequesu incógnitopadreeraun títulodeCastilla la
hacíatambiénmásinteresante.PacalaGallardaeramuyconocidaenlosteatrosllamadosdelgénerochico.¿Fue todo esto, a más de la belleza de aquella barbiana, lo que sedujo a
Víctor?¿TuvierontantoqueverenaquelamorlosnegrosojosdelaGallardaylos
sucesosextrañosynovelescosdesuvida?
¡Quiénsabe!ElloesquedecuantasmujeresconocióenMadridfueaquellalaúnicaque
contanirresistiblefuerzalaatrajo.SeencontraronunanocheenelteatrodeNovedades,dondeserepresentaba
unmelodrama.Teníanlasbutacascontiguas,ysehablaronduranteelespectáculo.Unpretextocualquierabastóparaqueseentendiesen.Lasprimeraspalabras,comosuelesuceder,fueronbanales,sinimportancia.PacalaGallardarespondíadistraída,reclinadaenelrespaldodesubutaca.EnunprincipioVíctorleparecióvulgaryhastaunpocoridículo.Con todo, no le trató con la desenvoltura que solía, porque halló en la
fisonomíadelhombrealgodeausteroaquenoestabaacostumbrada.PeropocoapocoVíctorfuediciéndolealoídopalabrasdeunvagosentido.Ellalasescuchabasonriendo,unpococuriosa,porquetalesfrasesleerande
todoentododesconocidas.Estehecho, sinembargo,no fuebastanteparapresentarleaVíctorbajoun
aspectointeresante.Másdeunavez,aloírlo, lemiróconespanto,ymomentoshuboenque le
considerócomounverdaderomaniático.Entre tanto Víctor proseguía hablándole en voz baja casi al oído, y
hablándole así, experimentaba un placer tal, que nunca se sintiera tancompletamentefeliz.¿Quéleestabadiciendo?
Élmismonolosabía.Loqueeraciertoesquelehablabadecosasperturbadoras,porqueélmismo
sesentíaperturbado.A media noche, cuando concluyó la representación, Paca la Gallarda se
levantó,murmurandosencillamente:—Buenasnoches.Y se alejó, al parecer, tan indiferente para aquel hombre como antes de
conocerlo.
***
Conaquellamujercoincidióotra.Otraaquienunañoanteshabíavistoenlatardedeundomingo.
Elencuentrofuetambiénobradelacasoenunaverbena.Lavioynotardóenreconocerla.Ella le reconoció también, porque volvió amirarle con lamisma afable y
tímidacuriosidaddelaprimeravez.Durante algún tiempo no hicieron sino mirarse con miradas largas y
sostenidas.Víctor, ansioso por saber quién era aquella muchacha, la siguió
discretamentehastasucasa.Unviejoyunaancianalaacompañaban.Debíansersuspadres.Suaparienciaeradeobrerosendíadefiesta.De aquel encuentro en la verbena resultaron unas relaciones largas,
delicadas, interesantes,que,comoveremosenel transcursodeestahistoria, serelacionanenmuchospuntoscapitalesconsusmásimportantespersonajes.
Aquellamujerlahemosconocidoenelcomienzodeestahistoria.SellamabaSoledad.Algún tiempo después en la Plaza Mayor, que atravesaba viniendo de la
oficina,VíctorencontrónuevamenteaPacalaGallarda.Sevieronysesaludaronlevemente.PeroVíctor,queibaendirecciónopuesta,volviósobresuspasosylasiguió.Ella, que se volviera, tal vez para verle, notó que él la seguía y entró
rápidamenteenunportal.Víctorlasiguió.Paca la Gallarda, que entrara allí para hablarle, se sonrió. Sorprendido y
encantadoVíctor,alcualsemejanteaventurallenabadefelicidad,perodudandotodavíaquelachulapasehubiesedetenidoporél,oqueriendooírlodesuboca,interrogó:
—¿Porquéentróustedaquí?—¡Yaloestáustedviendo!Yseechóareírcondesgaire.Víctormurmuró:—¿Queyoloestoyviendo?—Meparece.—Puesseráquenoséloqueveo.—Enesecasocómpreseustedantiparras.—¿Demuchoaumento?
—Paramirarelsoldetamañonatural.Losdosseecharonareír.Víctorpreguntó,mirandoaPacaenelfondodelosojos:—¿Esustedelsol?Labarbianamurmuró,haciendoungestodegraciosodesdén:—¡Puede!Deprontolosdossepusieronserios.Víctormurmuró,bajandolavoz:—Contéstemeusted.—¿Peroquéquierequeleconteste,criatura?—¿Porquéentróustedaquí?—Porhablarle.YcomoVíctortardaseenresponder,laGallardaañadió:—Tengoquedarleunconsejo.—¿Cuál?—Uno.Hagaustedporverme.—¿Paraoírelconsejo?—No.Elconsejoeseso…Víctor,sintiéndosecompletamentefeliz,interrogó:—¿Cuándoquiereustedquelavea?—Cuandoustedquiera.—¿Ahora?—¡Vaustedenferrocarril!—¿Entonces,cuándo?—Mañana.—¿Aquéhora?—Alamañana.Deonceadoce.¡Yasífue!Al día siguiente, pocodespués de las once,VíctorRey entraba en casa de
PacalaGallarda.Fueintroducidoporunacriadaviejayexperta.Mientras esperó a que Paca se presentase tembló físicamente, como no
temblaríaaltenerquearrostrarunverdaderopeligro.Semiróenunespejo.Estabapálido.Parecíaunenfermo.
PacalaGallardaentró.Venía dando órdenes a la criada, que respondía desde las habitaciones
interiores.Alentrarcerrólapuerta,ydeungolpecorrióelportier.Dirigiéndose a Víctor, que esperaba de pie, le estrechó lamano y le hizo
sentarenelsofá.Ella,tomandoasientoasuvezenunsillóncercano,murmuró:—Veoquenosehaolvidadousteddeloquehablamos.Yreíapicarescamente.Sinotrasexplicaciones,PacalaGallardalepreguntótodoloqueunamujer
preguntacuandoseinteresaporunhombre.Lepreguntósuedad,suprofesión,supasado.Enunmomentolosupotodo,quedóenteradadetodo;porquenohaymejor
confesorqueunamujer.Después,haciéndole lentamente levantaryestrechándoleambasmanoscon
fuerza,murmuró:—¡Unbeso!…Tímidamente,Víctorlabesóenlafrente.—¡No!…¡Ahíno!Víctorlaestrechóapasionadamente,yconunbesoardientepareciósellarsu
destino.DuranteunmesVíctorviviócompletamentefeliz.Elamor,tanplenamenterecompensado,lediounasensibilidadnueva.Viotodaslascosasbajounaspectodiferente.Diríasequelanubenegradesuexistenciasehabíadisipadoalprimerbeso
dePacalaGallardayquecelajesdeópaloycarmínvinieranasustituirla,dandounaspectorisueñoaloquehastaentoncesfueratristeysombrío.
Podíanaplicárselelosversosinmortales:
Alaire,alcampo,alasfragantesflores,Leprestabaesplendor,vida,colores.
Sualma,antesdesnuda,vestíaahoraunatúnicadeesperanza.Aquelamorerasuprimerapasión.Como sucede frecuentemente a los hombres que se enamoran de mujeres
mundanas y pecadoras, vino la idealización y el redentorismo a dar nuevocombustibleparalahoguera.
Paca la Gallarda apareció a sus ojos como una criatura rara, sufriendo lainfluenciafataldelaeducación.
Víctorhizodelachulapaunavíctimaconmovedorayheroica.Creíaensuspalabrascomoenunevangelio,y laoíacon lamismaunción
queelcreyentefervorosooyealsacerdote.Paca la Gallarda le había confesado que su padre había sido un título de
Castilla,queundíatuvieraunpasajerocaprichoporsumadre;yestepormenortomóalosojosdeVíctortodoelaspectomisteriosodeunapredestinación.
¿Noeraéltambiénunbastardo?¿Nollevabatambiénensusvenassangrenoble?¿Noerasumadredelamásaltanobleza?Unlazoinvisiblelosunía.Unamanomisteriosalosjuntara.Así no tuvo reparo enmostrarse con ella públicamente, aprovechando una
larga ausencia del Extremeño que estaba de apoderado de una cuadrilla detorerosenPortugal.
PacalaGallarda,queparecíaconocerporprimeravezelplacerdelicadodeamaryseramada,lehacíarepetiracadainstante:
—Di,diquemequieres.Di«tequieromucho».Él,sinembargo,noseatrevía.Callabasonriendo.Eratímido.Sentíaquerealmentelaqueríamucho,peronoseatrevíaadecirlo.¿Porqué?Porque tenía el pudor, tan frecuente en ciertas almas, de las cosas del
corazón.—Di,di:«Tequieromucho».Ysolamenteinstadorepetíatímidamentecomounniño:—Tequieromucho.Ellareplicaba:—Noquieroquedigasasí.Quieroquedigasdeotramanera.—¿Dequémanera?—Así.Yañadíaenfáticamente:—Tequieromucho.Peroélrehusabaobedecer.
—¡Tonta!Pacacontestabariendo:—¡Payaso!SolamenteentoncesVíctor,dulcemente,lecogíalacabezaentrelasmanos,
comoquientomaunaflordelacualsequiereaspirarelperfumesinarrancarladeltallo,ylabesabaconlentitud.
Para huir de estas escenas que lo perturbaban y le robaban la alegría,haciéndolecaerenunavagamelancolía, secomplacíaestimulandoa suamigaparaquemásdeunavezledijesecómofueraquetansúbitamentecomenzaraaquererle.
Peroellamismanolosabía.Confesabaquelaprimeravezquelevieraenelteatrolehabíaimpresionado:—¿Porqué?—¡Quiénsabe!Después,cuandoenlacalle levieranuevamente,sintieraunaimpresiónde
curiosidadextraña.Desearaconocerlemejor.Másdecerca.Lehabíadadoenelcorazón,comoelladecía.Víctornoseconformabaconaquellaexplicación.Ledisgustabalasospechadehabersidoparaellacomouncapricho.Ydeahí,talvezparaqueleamaseconmásfundadasrazones,lecontabalo
queunavezPalomeroledijerahablandodeella.Él,Palomero,estabaconvencidodequeelamoreraunatributodelavirtud.Pacaseindignaba:—Eseamigotuyoesuncompletogilí.Víctornolacontradecía.Alcontrario,yundíalecontómuyalegrequehabíaescritoaPalomerouna
cartacapazdedarleunverdaderoberrinche,contándolecómoerafelizycómoPacaerabuenaydesinteresada.
Con efecto, Paca era desinteresada, lo que no impedía que el culto de suamorcomenzaseapreocuparseriamenteaVíctor.
Unamujercuestasiempremucho,auncuandonadacueste.TaleraelcasodePacalaGallarda.Víctor se hallaba en ese período de alucinación en que el hombre se deja
apoderardelespíritufemeninoyseentregaaélencuerpoyalma.
Yaenaqueltiempocomenzabaateneraprensiones,tristezas,cuidadosquelesobreveníanenlosmomentosmásdulcesdesuintimidad.
Ellapreguntabainvariablemente:—¿Quétienes?Yél,invariablementerespondía:—Nada.Pero ya en la calle, lejos de aquella mujer que le enloquecía, lejos de su
contacto,caminodesuescritorio,lanubenegravolvíaaenvolversuespíritu,yporesfuerzosquehacíaparadisiparlanoloconseguía.
¿Quélepasaba?¿Quélesucedía?Algomuyvulgarymuyterriblealavez.Víctor, que desde hacía algunos meses estaba empleado en la caja del
Crédito Argentino, un puesto de verdadera confianza, comenzaba acomprometerse.
Lasprimerassumasquehabíasustraídodelacajahabíapodidoreintegrarlascontrayendodeudasyfirmandopagarés.
Peroahorasucréditoestabaagotado,ylasnecesidadesaumentaban.Eranlosteatros,eranlascenasenloscafés,eranlasjuergasenlasVentasy
enlosmerenderosdelaBombilla,llevándosecuantoganaba.Al principio tomara el dinero de la caja con el pensamiento sincero que
tienentodoslospecadoresensuprimerpecadodereembolsarlo.Durante algún tiempo pudo hacerlo, pero ahora le era completamente
imposible,yseconsiderabacompletamenteperdido.Muchasvecesenelescritorio,considerandolacajaabierta,pensaba:—Imposiblequepuedareintegrareldineroquefalta.¿Dóndebuscarlo?Pero llegaba la hora de cerrar el escritorio, y luego la perspectiva de
encontrarsedenuevoconPaca,ysustemoresysusangustiassedesvanecían.Paca la Gallarda no sospechaba siquiera la crisis en que le estaba
precipitando.Elamoresunsentimientoirracionalquenodejaversinodentrodesuesfera
resplandeciente.DelasituacióndeVíctorsolamenteteníaunaideaimperfecta.SabíaqueestabaempleadoenunacasadeBanca,ynosabíamás.Como le quería desinteresadamente, no había tenido la curiosidad de
enterarsedesufortunaydecuáleseranendetallesusmediosdevida.
Porlodemás,estabaconvencidadequenocostabaaVíctorotracosaqueeltiempo que le consagraba; porque las mujeres de vida airada únicamente sejuzgandispendiosascuandoloshombreslasmantienenysearruinanporellas.
Por su parte, Víctor también era incapaz de darle a entender que ellacomenzabaaserdesastrosaensuexistencia.
¡Aquella existencia inaugurada con tan metódicos y honrados recursosdespuésquePalomerolehabíadejadoenlascircunstanciasqueconocemos!
Teníacomounpeligro lassospechasdePacaaeste respecto,y,comoparadisiparlas,tirabaeldinero,haciendogastosridículosenhomenajeasuamor.
Comonocomíacasinuncaensucasa,yporunescrúpulodeamantedignonoqueríaparticipardelamesadeella,mandabatraerdefondasyrestaurantesaparatososmanjares,acompañadosdeexquisitosvinos.
Ellahallabatodoaquelloencantador.Víctor sonreía viéndola contenta, y durante algún tiempo olvidaba sus
preocupacionesytristezas.Peronoerasinoporbreveplazo.Elrecuerdodesucríticayangustiosasituaciónresurgíaconmayorpujanza
amenazador,penetrantecomolahojadeunpuñal.Enmedio de las más embriagadoras intimidades, se nublaba su frente, se
fruncíasuceño.Unaagoníasúbitaparecíainvadirleelalma.Procurabadisimular.Imposible.Suangustiaeraevidente.Pacaledecía:—¿Quétienes?¿Estásincomodado?Para ocultar la verdadera causa de su mal, inventaba entonces vértigos,
doloresdecabeza,malesimaginarios.Paca le rodeaba de cuidados y solicitudes; pero tales desvelos, lejos de
calmarle,agravabansuangustiaporquelaprolongaban.Entonces,comobálsamoúnicoparaaqueldoloríntimo,Víctorseentregaba
alamordePacacomoquienseembriagaparaolvidar.Pero con el tiempo, aquel amor comenzó a ser para él un sufrimiento
también,comounanestésicoquenoadormececompletamenteydejaeldolordelaoperación.
AVíctorlesobreveníangrandescrisisnerviosas.
Paca,alverleenaquellosmomentos,seasustaba.Nocomprendíaloquelepasabaasuamigo.
Hablabadellamaraunmédico.Peroélseoponía.—Sinoesnada.Cosasdelosnervios.Unanoche,enunahoradeardientepasión,asegurándoleconfuerzalasdos
manosentrelassuyas,lepropuso,conlosojosllameantes,morirjuntos.Pacaserio,exclamando:—¡Estásloco!Perocomovieseluegoqueélhablabaenserio,comprendióqueelestadode
Víctoreraanormal.Besándoleenlafrenteyhundiendolosdedosentresuscabellos,lepreguntó
cariñosamenteloquetenía.¿Porquénoerafranco?¿Noeraellaporventurasuamiga?Por un momento, Víctor, penetrado de la confortación de aquel efecto de
mujer,estuvoporconfesarlotodo.Perosecontuvo.Confesareracondenarlaycondenarsealaseparación.¿Quéharíaellasiélledijesequeestabacomprometidoporsucausa?No,noselodiríanunca.Eraestúpido.Decidiócallar.Disculpóyexplicósuestadodenerviosconpalabrasvagas:Habíasidosiempreasí,impresionable.Eraellaquien,consuamor,leponíadeaquellasuerte.¿Aquellaideademorirlosdosjuntosnoeralaexpresiónmásintensadesu
amor?¡LaMuerteeshermanagemeladelAmor!Pacanopodíacomprenderlo;asífuequerepetíaconcariñosasonrisa:—¡Peroestásloco!Y,sinembargo,Víctornoestabaloco,sentíasolamentepesarsobresuvida
laFatalidad.Fueentoncescuando,buscandoelolvidodesusdolores,creyóqueconotro
amorpodríaborrareldePacalaGallarda,ysepusoenrelacionesconSoledad,lacriaturahonradaaquienhemosvistoenlasprimeraspáginasdeestahistoria.
PeroelamordeSoledadnopudoneutralizareldePaca.Sino renuncióa las relacionesdeSoledaddesdeelprimerdía, fueporque
revestían a sus ojos el carácter de una interesante aventura que enmás de unpuntoleenorgullecía.
Un día, en un momento de irreprimible vanidad, no resistió al deseo decontárselotodoaPaca.
Pacasintió,oaparentósentirporelhechodeconocerVíctorotramujer,unvivodespecho;peroéllatranquilizóriendo.
¡Aquelloeraunsimplepasatiempo!¡Nopodíatenerconsecuencias!Élqueríaaellasolamente.Nopodíaquereraotra.PacalaGallardatuvoentonceselcaprichodeconoceraSoledad.Queríaverla.Leinterrogabaconcuriosidad:—¿Erabonita?Víctorseencogíadehombros:—Novalíacosa.—Puesquisieraconocerla.—Yalaconocerás.Y quedó acordado que, un domingo en el Retiro, él se lamostraría; pues
solíairlosdíasdefiestaconotrasamigas.Pasaronunatardecombinandocómoseharía.VíctorleindicaríaporseñascuáleraSoledad.NopodíaacompañaraPacalaGallardadondeestuvieseSoledad,quealfiny
alcaboerasunovia.Peroleharíaunaseñaysucuriosidadpodríaquedarsatisfecha.Pacanoseaveníaconesto.Quería que Víctor la acompañase a paseo aquella tarde. Víctor movía la
cabezayhacíaobjeciones.No,nopodíaser.Pacaseenfureció,declarandoqueleharíaunaescenaenelpaseo.Porfinseapaciguó,yVíctorleenseñódoscartasdeSoledad,enqueestase
quejabadelorarasquesusvisitaseran.Pacaexclamó,riendoconunasombradedespecho:
—¡Valientetonta!Y arrancando las cartas de la mano de Víctor las rompió en menudos
pedacitos.Víctorlamirabahacersonriente,casisatisfecho.Despuésseabrazaronehicieronlaspaces.
U
CAPÍTULOIII
ALTERNATIVASCRUELES
NAtardedeinvierno,Víctorsaliódelescritoriotiritando,casiconfiebre.Sentíaseenfermo,sinpoderprecisarsuenfermedad.Hacíayaalgunos
díasquenoestabanadabien.Perdíaelapetito;teníaaccesosdefrío.Peroahoraelmalparecíaagravarse.Le flaqueaban las piernas; perdía la energía vital. Cerraba lasmanos, y le
parecíanotenerfuerzasparaapretarlas.PacalaGallardanoloesperaba.Eldíaanteriorlehabíadichoqueiríaacomerencasadeunaamiga,Concha
Juárez,unajamonaretirada.VíctorhabíapensadoenalargarsehastacasadeSoledad.Casualmenteeldía
anteriorlehabíaescritodoliéndosedesusausencias.Peroenlacallesesintiótanmal,quetomóuncocheparaquelecondujesea
sucasa.Necesitabaacostarse,dormir.Enelcamino,sinembargo,pensódesfallecido.—¿Quévoyahacerencasa?Aburrirmeentreaquellascuatroparedes.Leacometióunagrancobardía.¡Siestuvieserealmenteenfermo!EncasadePacaestaríamejor.Másconfortado,másprotegido.Decidió ir a esperarla. Mientras ella llegaba la esperaría echado sobre su
lechooenunsofá.Eratemprano.Tendríaqueesperar.¡Noimportaba!En casa de una querida el tiempopasa de prisa, aun cuando se espere por
ella.Decidiosedepronto.Asomó la cabeza por la ventanilla, y dio al cochero las señas de casa de
Paca.Duranteelcaminocasiseadormeció.Cuandoelcochesedetuvoantelapuerta,pareciósorprenderse.Seapeócontrabajo.Enelprimerdescansillodelaescalerasedetuvoparacobraraliento.Subíaconfatiga.Llegóantelapuerta.Delinteriordelacasanollegabaruidoalguno.Tiródelacampanillayesperó,apoyadoenelmarcodelapuerta.Pasaronalgunossegundos.Noveníanaabrir.¿Habríasalidolacriada?Peroenestemomentoleparecióoírpasosenelpasillo.Volvióallamar.Alcabodeuninstantelavozdelacriadapreguntó:—¿Quiénes?Víctorrespondió:—Yosoy,abre.Hubounapausayunaespera.Lacriadanoabrió.Víctor,impaciente,repitió:—Abre,soyyo.Lacriada,sinabrir,respondió:—Hasalidolaseñora.—Noimporta,abre.Lacriadareplicó:—Comefueradecasa,conunaamiga.—Estúpida.Yalosé.Abre.Lapuertaseabrió.Lacriadamurmuró:—¡Noleesperaba!Unpocoperpleja,estabaenmediodelpasillosinapartarseparadejarpasoa
Víctor.Deprontoexclamó:—Si va de prisa aún la alcanza. El ama acaba de salir. Debió haberla
encontradoenlaesquina.Víctordudó.
—Hevenidoencoche.—Mirequécasualidad.Puesaúnlaalcanza.—¿AquéhorasvolveráPaca?—Quiénsabe.Pensabairdeteatro.Víctor,despuésdealgunasvacilaciones,pareciódecidirse:—Noimporta.Laesperaré.Cuandovenga,aquímeencontrará.Y,separandounpocoalacriada,tratódeentrar.Estasepusocolorada,y,cogiéndoledelamanga,ledetuvo.Víctorsevolviódemaltalanteysorprendido.—¿Quéhay?—Porahíno.SorprendidoVíctor,interrogó:—¿Porqué?—Tengapaciencia.Estáahíunsujetoesperandoalama.Víctorpalideció.—¿Quiénes?Lacriadaseencogiódehombros,y,tomándoleblandamenteporlamangade
lachaqueta,ledijoenvozbaja:—Vengaporaquí.Pasealcomedor.Víctor,cadavezmáspálido,interrogódenuevo.—¿Peroquésujetoesese?Lacriada,arrastrándolesiempreparaelinteriordelacasa,contestó:—Yonoleconozco.Queríaesperaralaseñoraylemandéentrar.Víctorexclamó:—¿Cómoesesoposible,silaseñoraacabadesalirdeaquí?Lacriada,unpococonfundida,balbuceó:—Yahaceunratoquehasalido.—¿Cómomedijoantesqueacababadesalir?Enesto,VíctorcreyóoírunvagomurmullodevocesenlaalcobadePaca.Sintiose impelido, sin tener concienciade loquehacía, como si unamano
invisiblelearrastrase.Sacudióalacriada,quefueabatircontralapared,yabriendoviolentamente
lapuertadelasalaentró.Lasalaestabadesierta.Lacruzóagrandespasosypenetróenlaalcoba.Lo primero que vio fue a Paca, envuelta en una bata blanca y las pupilas
destellandocólera.
Víctornopudopronunciarunapalabra.Nocomprendíaaúntodo.Losamantesdifícilmentecomprenden.Paca,alzandolacabezaconungestodedesafío,preguntó:—¿Quéquieres?Víctor,todopalpitante,comoposeídodesorpresa,murmuró:—¿Quéhacías?—¿Teimportaacaso?—¿Porquénomerecibiste?¿Porquémehasdichoquecomíasfuera?—Porquemehadadolagana.Víctorrepitió,conesevagodesvaríoqueprecedíaenélalasgrandescrisis:—¿Porquetehadadolagana?—Sí.¿Seteofrecealgo?Enaquelmomentounapuerta rechinó en la alcoba, despuésotra, yVíctor
tuvolaimpresióndequesalíaalguien.ConunmovimientodetigreechólasmanosalasmuñecasdePaca,ytrató
desepararlaparaabrirsecamino.Pacaresistió.Víctorgritó:—Déjamepasar.—No.—Sepárate.—No.—Sepárate.Yconunviolentoesfuerzolaarrojóalsuelo.Entró.¡Nadie!Laalcobaestabavacía.Lacamadesierta.Abrióconviolencialapuertadeescape.Dioalgunospasosporelcorredor.Lorecorriótodoconunafuriadeanimalquepersiguesupresa.Noeraunhombre,eraunhuracán.Todoenélaparecíasacudidoporlacólera.Enlacocinadiounviolentoempujealacriada,ydespuésderevolverlotodo
volvióalasala.
PacalaGallardalepreguntóconinsolencia:—¿Líasacabado?Víctorrugió:—¡No!Quierosaberquiénestabaaquí.Pacarespondiófríamente:—Unhombre…Noconcluyó.SonóunabofetadayPacasellevólasmanosalacabeza.Setambaleócomo
sifueseacaerse.Pero en elmismo instante, tomadade una furia loca, cogió unquinquéde
encimadelamesayloarrojóalacabezadeVíctor.Esteseapartórápidamente,yelquinquéseestrellócontralapared.InmediatamenteVíctorsearrojósobrePaca,golpeándolaconfuria.Al fin lamujer pudo escaparse de entre lasmanos del hombre y corrió a
refugiarseenlaalcoba.Peroluegovolvió,cegadaporunasúbitaytrágicaresolución.Lanzandorápidasmiradasaderechaeizquierda,conlosdientescerrados,sin
pronunciarunasolapalabra,comoquienbuscaalgunacosa,corrióaunmueble.¿Québuscaba?¿Unpuñal?¿Unrevólver?PeroVíctor,quenolaperdíadevista,cayósobreella.Asegurándolaporambosbrazosdosveceslasacudióconfuerza.—¿Quéintentas?Pacasedoblócomounahiena,procurandomorderlelasmanos.—¡Canalla!Yleclavólosdientes.Víctorsintióundoloragudo,ylasoltó,derribándolaasuspies.Peroella,levantándoseprontamente,quisoreanudarlaescenabrutal.Ya Víctor había llevado las manos a una silla como en un pugilato de
taberna, cuando ella, dominándose y pareciendo súbitamente serena, abrió labocaypronuncióestaspalabrasestridentes:
—¡Saldeaquí!Comosilehubiesenheridoenelcorazón,ylasangre,saliendoaborbotones,
ledejaseexánime,Víctorsintioseposeídodeunsúbitodesfallecimiento.Todasucólerasedesvaneció.
Borrosedesumemoriatodolosucedidomomentosantes.Olvidó la traición de Paca, su perfidia, el hombre puesto en fuga, dueño
todavíadellechoqueélsuponíasersolamentesuyo,lainfamiadesaberqueerauna mercenaria, querida de muchos, la indignidad, la humillación, la íntimavergüenza.
Loolvidó todoanteaquellamujerqueparecíaarrojarleparasiempredesucorazón.
Privarledesucontacto.Pacarepitiócolérica:—Salgausted.Víctornosemovió.Sentíaentodosuserlafuerzadelarebelión.No,nosaldría.Paca,señalándolelapuerta,repitiónuevamente:—Salgausted.Víctor,soltandolasillaqueagarraramomentosantes,balbuceó:—No,nosalgo.—Llamaré.—Llamaaquienquieras.¡Nosalgo!YcomoPacasedispusieseasalirparallamar,élcorriócomoantesatomarle
lasmanos;peroestavezcobarde,suplicante.Lasujetó.Laestrechócontrasupecho.Elalientodeaquellabocahúmeda,elaromaperturbadordeaquelcuerpolo
agitaronyperturbaroncomounveneno.Casisuplicantemurmuró:—¡Paca!¡Paca!Elladijoenojada:—¡Eraloquefaltaba!Ydesligándosedesusbrazos,añadió:—Lomejoresqueterminemosdeunavezestasituación.—¡No!¡No!—Sí.Víctor,siempresuplicante,repitió:—¡Paca,porfavor!Peroellacontestóinflexible:—Niyoleconvengoaustedniustedmeconvieneamí.Víctorpreguntócon
desaliento:—¿Porquédiceseso,Paca?Pacarespondióconcrueldad:—Porqueustedquiere tener amantes exclusivamente suyas,yyonopuedo
tener amantes exclusivamente míos. No soy bastante rica para pagarme esecapricho.
Víctoribaareplicarconunafraseultrajante,perosedetuvo.Reflexionóunmomentoydijo:—Tienesrazón.Fueunalocura.Tienesrazón.Ydespuésconacritud,suponiendoherirlaprofundamente,añadió:—Elquequiereteneramantesexclusivamentesuyaslaspaga.Cínicamente,PacalaGallardarespondió:—¡Claroestá!
***
Las relaciones de Víctor con Paca no terminaron, como pudiera creerse,despuésdelaescenaqueacabamosdenarrar.
Quedaronensuspensoporalgunosdías,alcabodeloscualesvinoelarregloconsiguiente.
HaciaelCarnaval,Víctor,quecadadíacontinuabamásenamorado,propusoaPacalasituaciónqueellareclamabaparapertenecerleexclusivamente.
Apartirdeentoncesdejódeserelamantedelcorazónparaserelamantedeldinero.
Fuera, al cabo de largos días de tortura, cuando el infortunado amanteresolvieradaraquelpasoenelresbaladizocaminodesuperdición.
¡CómounpobreempleadocomoélpodríamanteneraunamujercomoPacalaGallarda!
¡Y,sinembargo,novacilabaencargarsecontamañaobligación!¿Cómopodríacumplirla?Élmismoloignoraba.LoúnicoquesabíaeraquecuandoenelCréditoArgentinosedescubriesen
lassustraccionesclandestinasverificadasenlacaja,losengañosenelbalanceolas cuentas que todos suponían pagadas y que estaban por pagar, los recibosfalsos,losdocumentosfalsos,lavidaleseríaimposible.
Cuandosedesciende,sedesciendehastaelfin.
Víctorprocuródescenderhasta lomáshondodesudestino.Sus relacionesconPacamudaron,desdeluego,decarácter.
Pacaleparecióotradesdequelepertenecíamediantelacompradesuamor.Hasta allí había sido la querida ideal, apasionada, romántica, como las
heroínas de las novelas, de amor fácil, pero delicado, jovial compañera de lajuventud.¡Avecantandosiempre!
Ahorasetransformaba.Eralaamantepagada.Eraunmueblequesealquilayseprestapasivamenteaserutilizado.Enella,diríasequelapasiónhabíadetodoentododesaparecido.En cuanto a él, ¡cruel contraste!, diríase que se había acrecentado, no ya
comounintensodolordelalma,sinocomounulcerantedolorfísico.Víctornoamaba.Sufría.¡Yquésufrimiento!Comprendía la situaciónconuna lucidez tantomayor cuantomayor era su
angustia.Sabíaconentera seguridad,porque loveía,porque lo sentía,quedejarade
inspirarinterésasuamante.Pacaestabacansadadeél,nocabíadudarlo.Sucaprichodisipárasebajoelprimermomentodecansancio.Lohabíadeseado,lohabíaamado.¡Estabaahíta!Yél,entanto,nolaamabayaconaquelcariñoquefueraelsentimientomás
dulcificadordesuvida;ladeseabamásymás,comounsedientoaquienningunaaguaapagalased.
Sentíaqueleeraimposiblepasarsinsucontacto,ylohallabatannecesarioasuvidacomoelaire.
Estaba,enunapalabra,poseídodeellacomodeldemonio.Paca laGallarda comenzaba a justificar las palabras y las prevenciones de
Palomero.Eralamujerfatal,lafunestacriaturaaquientodohombredetemperamento
apasionadoencuentra,desdeluego,enlavida.Entre tantosobreveníale,coneldolordehaberperdidoelamordePaca, la
brujuleanteesperanzadeparticipardelamordefelicidad.Alladodelamujerimpura,lamujerhonradaaparecíaleporprimeravezen
unluminosocontraste.
La una tomó a sus ojos las proporciones simbólicamentemonstruosas delVicio,mientrasquelaotraadquiríalaáureaglorificacióndelaVirtud.
Entonces dio en frecuentar con más asiduidad la casa de Soledad, con elpropósitoegoístadequienintentaunacuración.
Pero, ¡singular fenómeno!, al mismo tiempo que en su corazón Soledadaquistabapocoapocounlugar,Pacamanteníatriunfanteelsuyo.
Víctor reconoció, con espanto, que podía amar a las dos a un tiempo sinhacerlasincompatibles.
DeaqueldualismodelcorazóndeVíctor,Pacanotardóendarsecuenta.Sin embargo, como le era indiferente que Víctor, a quien ya no amaba,
tuviesenuevaspreferencias,lejosdeinquietarseriodelaaventura.Undíanopudoresistiraldeseodepreguntarle:—¿Conquealfinesverdadquetecasas?—¿Quiéntelohadicho?—Nadie.—¿Porquéentoncesmehacesesapregunta?—Porsospechas.—Puesnoesverdad.Pacaexclamóconironía:—¿Deveras?—Sí.Nopiensocasarme.—Pueshacesmal.—¿Porqué?Pacalemiróburlonamente.—Estabastalladoparamarido.Víctor,quesehabituaraasoportarlasimpertinenciasdesuamante,selimitó
acontestar:—¡Puedeser!Pacainsistió:—Nolodudes.Ylosdosguardaronsilencio.
***
Las relacionesdeVíctorconSoledaderan todo loopuestoa las relaciones
conPacalaGallarda.Revestíanunagranserenidad.Soledad,adespechodelvivointerésqueVíctorleinspiraba,noparecíasufrir
laperturbadorainfluenciadelamoreirlasdoncellas.Lerecibíacondignidad.Lehablabasinconmoción.Leoíasinalborozo.Cuandosucedíaestartresocuatrodíassinverle,ledecíaapenassecamente:—Creíaquenopensabasvolver.Víctorsedisculpaba.Alegabaocupaciones,indisposicionesdesalud.Soledadsesonreíasinreplicar,yluegoentrabaenotroasunto.Al contrario de lo que suele acontecer con todas las mujeres, estaba en
presencia de Víctor como podría estar en presencia de alguien que le fuesecompletamenteextraño.
Contodo,apesardeestasapariencias,Soledadposeíaunalmaapasionadayuncorazónardiente.
Susactitudes,suapariencia,todoeracomounatúnicaseveraydensa,bajolacualpalpitabalamujerllenadejuventudydefuerza.
AsíseexplicabaqueenpresenciadeVíctor,aquienamabaconelcandordeuna niña, pareciese tan fría y tan indiferente, sufriendo, sin embargo, lainfluenciadesuamor.
Víctor le decía muchas veces, realmente sorprendido de verla tan pocoexpansiva,tanpocomujerasulado:
—¿Porquéerestanindiferente?Ellaselimitabaasonreír.Cuandoelamanteinsistíabajabalosojosyllenaderuborrespondía:—Nosoyindiferente.Loparezco,peronolosoy.Yconefecto,noloera.Quienlaobservasebienduranteaquellascortasentrevistas,notaríacómoella
envolvíaaVíctorenunamiradaconstante,fijayprofunda.Yloqueaquellamiradadecíanoeraamorsolamente,erafascinación.PorqueenrealidadSoledadestabafascinada.¿Quéhabíaencontradodeparticularenaquelhombreparaasídejarseposeer
desuamortansúbitamenteydemaneratanextraña?Ellamismanolosabía.
¿Peroacasohayalguienquesepaloqueeselamorylosmisteriososcaminosquerecorre?
Lo único que Soledad sabía es que jamás, en su vida, había sidoimpresionadaenunaformatanprofundaytanimprevista.
ElprimerdíaquevieraaVíctorhabíareparadoenél.NoporqueVíctor fueseunhombredearrogantebelleza,sinoporquehabía
ensufisonomíaalgunacosaalmismotiempomisteriosaeinsinuante.LasonrisatorturadadeVíctorlahabíaheridocomounaaparición.Leamóconinteréscasimaternal.Tuvoporélunadeesasafeccionesqueparecenllenarlavidayalascuales
todaausenciadedeseoimprimeuncarácterdesuperiorelevación.Como amaba con todas las virginidades del pensamiento, nunca tuvo de
Víctorlamenorsospecha.Lejuzgóbueno,deunabondadrara,yconociéndoleapenas,leconsagróun
cultoensucorazón.
C
CAPÍTULOIV
LASHORASDELINFORTUNIO
UANDOenelCréditoArgentinosedescubrióqueciertacuentadealgunosmilesdepesetasnohabíasidopagada,pensoseinmediatamenteenexigira
Víctorlaresponsabilidadcorrespondiente.Fue entonces el Gerente de la casa quien intervino, prohibiendo que se
hablase con Víctor de semejante asunto. Antes quería practicar ciertasaveriguaciones.
El Gerente sospechaba, y con motivo, que siendo Víctor el autor de lairregularidad, habría practicado algunas otras, las cuales aún no habían sidodescubiertas.
El Gerente del Crédito Argentino, con un feroz instinto de negociante, seproponíadescubrirlas.
ParaestefinorganizóentornodeVíctorunverdaderoespionaje.Hizoqueselevigilasecomoquienvigilaauncriminal.El ladrón, como la mujer adúltera, descuida frecuentemente el adoptar
precauciones.Nielunonilaotraacostumbranprocederconlacautelanecesariaparavivir
acubiertodepeligro.Elladrónylamujeradúlteradejansiempreunapuertaabierta.Víctorestabacondenado.Yahacíamuchotiempoquetemíaserdescubierto.Deundíaaotroesperabalacatástrofe.¿Cuándosería?Loignoraba.¡Podíaserhoy!¡Podíasermañana!Elpeligroeradetodaslashoras,detodoslosmomentos.Estaba en capilla, como el reo que espera su hora, y había perdido la
esperanzadesalvarse.Cuandosehallómuycomprometido,intentópormilcaminoslafortuna.
CompróbilletesdeLotería.Jugó…Contodoestosusituaciónseagravómás.Elazarúnicamentesirveaquiennolobusca.AlreconocerseVíctorpresoporlascircunstancias,sujetoaellas,víctimade
ellas,pensóenhuir.¿Perohuiradónde?¿Cómo?¿Conquérecursos?Sin embargo, ante aquella hipótesis de salvación todos los medios le
parecieranbuenos,perotodoslefaltaban.Llegó a pensar en la fuga sin recursos de fortuna, caminando a pie, al
acaso…Perolefaltabaelvalordelasresolucionesextremas.¡Tuvomiedo!Seasustóantelaideadeserdetenidoenunacarreteracomounladrón.Susituacióneramala,perolafugalatornabapeor.Porlodemás,huireradenunciarse.No dejaba también de ocurrírsele que no huir y esperar la catástrofe era
entregarsealapolicía.Eraeldeshonorylacárcel.Víctorpasabalasnochesenclarorumiandosoluciones.Cuandosedirigíaasuoficinasepreguntabaasímismoconangustia:—¿Quéhabrápasado?Temíallegaryquetodoestuvieseyadescubierto.Alentrarsedeteníaenlapuerta,trémulo,presadeunaterribleangustia.Empujabalamamparayeltimbresonaba,yaquelsonvibranteleparecíaque
lodelataba,anunciandosuentradacomoladeunmalhechorqueesacechadoycogidodesorpresa.
En el escritorio, donde ya trabajaba alguno que otro empleado, daba losbuenos días desconfiado, y cuando no le respondían en el tono jovial decostumbre,pensabaconunpavorquelecausabafrío:
—¿Habrándescubiertoalgunacosa?Unavez,comounodelosporterosledijesealentrarqueelGerenteteníaque
hablarle,palidecióhorriblemente,yalentrareneldespachotuvoqueapoyarseenlaparedparanocaer.
MientraselGerente,ocupadoenponerlafirmaaunascartas,nodijoloquequería,sufrióenunminutounalargatortura.
Cuando el Gerente, dejando la pluma, se volvió para darle una orden sinimportanciaquenada teníaqueverconsu temor,unsudorhelado lecubría lafrente,sedejócaersobreunasillaydoblólacabezasobreelpecho.
Lepreguntaronquétenía.Sequejódelestómago,ypidióquelediesenunvasodeaguaconginebra,
quefueronabuscar.Durante las horas de trabajo, una voz, un campanillazo, una interpelación
imprevista,leproducíanunaagitaciónquedifícilmenteconseguíadominar.Aveceslellamaban:—VíctorRey.Yestehechosencillísimobastabaaconmoverlohorriblemente.Deesteestadodenerviosismomorboso,comenzóaresentirsesuespíritu.Sufríaolvidos,distracciones.Por la tarde, cuando dejaba el escritorio y veía salir al Gerente con su
fisonomíadetodoslosdías,experimentabaunagrantranquilidad.Tenía ante sí unas pocas horas, libres del peso abrumador de su terrible
cuidado,ylasaprovechabacomosifuesenlasúltimasdesuvida.Corría a casa de Paca la Gallarda, y allí, cerca de ella, señor de ella,
procurabaafanosamenteolvidar.Conocióentoncesesacosahorrible:lamujerentregándosesinpasión.Conocióesehorroryesainmundicia.Supoloqueeselbesoqueseda,ydelcualnosesienteeleco.Elabrazoqueseda,ydelcualnosesienteelestremecimiento.¡Sufrióelmáshorribledelosdolores!
***
UnahermosamañanaVíctorsedirigíaasuoficinacomoquiensedirigeaunsuplicio.
Nuncasehabíasentidotansobresaltado.Pordosvecestuvieraquedetenerse,llevándoselamanoalcorazón,comosi
tratasedecontenersuslatidos.Pordosvecessedijoasímismo:
—¿Quéseráesto?¿Quétengoyohoy?Estabaexacerbado,nervioso,inquieto.Sentíasesinfuerzas.Unavagacobardíalerobabatodaenergía.Ocupósupuestoenelescritorioysepasólamanoporlafrente.Unsudorfríolehumedecíalassienes.Había tal expresiónde sufrimientoen su rostro,queunode los empleados
quetrabajabanasuladolepreguntó:—¿Estáustedenfermo?Víctorrespondió:—Unpoco.Elempleadoreplicó:—Hacetiempoquenoandaustedbien.Poco después llegaron algunos empleados de la casa, y Víctor intentó
ponersealtrabajo.Fueunsuplicio.Laplumalecaíadelasmanos.Altomarunlibroalgopesadodeencimadeunestantelodejócaer.Losdedosseleabrían.Sinembargo,noqueríaretirarse.Yanoeralaprimeravezquebajoelpretextodehallarseenfermoabandonara
laoficina,yleparecíaqueestoerademalefectoentrelosdemásempleadosy,sobretodoentrelossuperiores.
Efectivamente,undíaque lehabíapedidopermisoalCajeropara retirarse,pretextandohallarseenfermo,elCajeroledijeraenuntonoqueaVíctorlehabíaparecidodecensura:
—Sí,señor,puedeirse.Perocuídese.Elqueestáenfermosecuida.Así fue que no quiso solicitar un nuevo permiso, y decidió llevar la cruz
hastalacumbredelCalvarioenaqueldíadeperturbación.Cercade lasdiez,elCajeropasócon lasmanosen losbolsillosyelgorro
puesto.Todosselevantaron.Éldijo:—Buenosdías.Yentróensudespacho.Enaqueldíatodofueronidasyvenidas,queacabaronporaumentareltemor
deVíctor.Lamenorcosalesobresaltaba.Alasonce,unempleado,llegandocercadelamesadeVíctor,ledijo:—ElseñorGerentetienequehablarle.Víctorsepusointensamentepálido,yexclamódejandocaerlapluma:—¡Amí!Elempleadohizoungestoambiguo,comoelqueignoraelasuntodequese
trata,ysealejó.Víctor temblaba. Todo su cuerpo parecía conmovido por un terrible
escalofrío.AntesdeveralGerenteprocuróserenarse.—¿Quéserá?¿Quéhabrápasado?Enlapuertadeldespachopidiólicenciatímidamente:LavozdelGerenterespondiódedentro:—Adelante.Víctorentró.El Gerente, que estaba solo, le dijo rápidamente lo que deseaba, casi sin
mirarle.Un observador perspicaz notaría, sin embargo, que el Gerente procuraba
disimular,fueseloquefuese,yquesuaparenteindiferenciaeraelresultadodeunaestratagema.
PeroVíctornolonotó.Todasulucidezdeotrasvecesdesaparecíabajoeltorbellinodesusalarmas.ElGerenteibaapartirparaInglaterraaverseconunodelosmásimportantes
sociosdelCréditoArgentino.DentrodealgunashorastomaríaeltrenparaBarcelona,dondeseembarcaría
paraLondres.Víctorseatrevióapreguntar:—¿Pormuchotiempo?—No,unosquincedías.Talvezunmes.Nocuentodetenermemás.Entretanto,Víctortendríaqueencargarsedeciertostrabajosextraordinarios
enlacasa.Después le dio instrucciones, notas, papeles, disposiciones de hombre de
negociosqueseausentayquieredejartodaslascosasenorden.PorfinelGerentelealargólamano,diciéndole:—Hastalavuelta.
Y sin soltarle la mano, con gran afabilidad, le repitió algunas de lasrecomendaciones que antes le había hecho. Nunca el Gerente había sido tanafectuosoconVíctor.
Alsalirdeldespacho,Víctorsonreíasatisfecho.De repente su mal y su angustia se disiparan, dando lugar a una alegría
expansiva.Lo que acababa de pasarle, parecía haber disipado por mucho tiempo los
peligrosdesusituación.Elhechode ausentarse elGerentedejándole enunpuestode confianza, le
dabalailusióndelaimpunidad.Abrigóporunmomento en su espíritu el absurdodeque el desfalcode la
caja,losfalsosdocumentos,losfalsosrecibos,nuncaseríanreconocidos.A pesar de ser esta una suposición inaceptable, la aceptó voluntariamente
para su sosiego, como quien se burla voluntariamente para embeberse en lasfuentesdelailusión.
Enfin,lapartidadelGerenteparaLondreseraunatregua.Ibaapodervivirsinagonía,amarsinsobresalto,dormirsincuidados.Sus días correrían tranquilos, sus sueños no serían turbados por horribles
pesadillas.Sus amores, sus horas de pasión, no serían turbadas por la interposición
constantedesuscruelesafanes.Sevolvióasumesaysesentó;perosianteseltemor,ahoralaalegríanole
dejabantrabajar.AlaunaelGerentevolvióapasarporlasoficinas.SeacercóalamesadeVíctor,ypusosobreelvadeunpequeñomanojode
llaves.—Aquítieneusted.Adiós.Eltrensalealastres,yaúntengoalgunascosas
quehacer.Salióapresuradamente.EsteincidentecontribuyóaexaltarmásaVíctor.Sentíase dueño de la casa, de la caja, casi de la considerable fortuna del
CréditoArgentino.Tuvolaimpresióndequetodoaquelloerasuyo,solamentesuyo.Fueunaembriaguez.¡Quéfelicidadlavidaasí!¡Lavida,conaquellafuentederiquezas!
Peroeraunsueño.Loquenoeraunsueñoeraqueélpodríaencontrarsedentrodepocosoloen
elescritorioconlacajaasudisposición,conlacajallenadeoro.Entonces se puso a meditar una serie de noches radiosas con Paca la
Gallarda.Nochesdeamorfelizycolmado.Ylaideavanidosa,abrigadadurantemuchotiempo,defundirelhielodela
cruel indiferencia de Paca la Gallarda, ofreciéndole en un beso aquel lindobrillantequetantolatentaraundíaenelescaparatedeunjoyero.
Seríarealmentedeunefectoencantador.Yagustabaelplacerdeverlaintrigadacuandoél,mostrándoleelestuchede
terciopeloenvueltoenvelludocarmesí,ledijese:—¡Vamos!¿Aquenoadivinasloquehayaquídentro?Yella,todavíaindiferente,peroyacuriosa,lerespondería:—Nosé.Cualquiercosa.PorquePacasospecharía,primeramente,queeraalgúnregalillosinvalor.Despuéséldesenvolveríaelestucheyloabriría.Yella,alverrutilarelbrillante,nopodríamenosdeexclamar:—¡Ah!¿Cómohascompradoeso?Ylemiraríaconternura,conlaternuradelosprimerosdías.¡Y después cuántos placeres no le aguardaban en los brazos de la mujer
querida!¿Porquénohabíadeproporcionárselosaquellanochemismo?¿Porquéretrasarunplacerqueatanpocacostapodríalograrse?Eracuestióndetomaralgúndinerodelacaja.¡Delacajaquerebosabadeoroybilletesdebanco!Víctorsentíaseposeídodeunaimpacienciafebril.Quería correr inmediatamente a casa del joyero, comprar la sortija que
ostentabaelhermosodiamante.Presentarse en casa de Paca, ávido de sus caricias, las caricias del
reconocimiento.Eranlasdos,yelescritorionosecerrabahastalascinco.¡Todavíatreshorasdeespera!¿Peroporqué?¿Quiénleimpedíasalir?ElGerentehabíapartido,yelserviciodelescritorionourgía.
Selevantó,cerróloscajonesdesumesa,ydijoaunodelosempleados:—VoyalBanco.Nosésimeentretendré.Después, entrando en el despacho, donde estaba el pesado cofre de hierro,
sacólasllavesdelbolsilloysedispusoaabrirlo.Enaquelmomentoleparecióoírunleveruido,ysevolvióbruscamente.Eldespachoestabavacío.Aquelloletranquilizó.Sinembargo,almeterlallaveenlacerraduradelcofresumanotemblaba.Precipitadamente abrió la puerta de hierro, y sacó un abultado fajo de
billetes.Erandequinientaspesetas.Losojeóconafányseparóalgunos.¿Cuántos?Noloscontó.¿Porqué?Elmismonolosabía.Siempretrémulo,agitado,casifebril,guardoselosbilletesenelpechocomo
unladrónquetemesercogidoantesdehaberseapoderadodelrobo.Despuésdejóelfajodebilletesenelfondodelcofre.Enaquelinstante,¡tac!Unestallidosúbito.Víctorsevolviórápidamente,teniendoaúnlosbilletesenlamano.EnlapuertadeldespachoestabaelGerenteconlosojosclavadosenél.ElGerentenopronuncióunapalabra,nohizoungesto.Estabaenlapuerta.Inmóvil,mirando,conunamiradaterrible.Diríasequenoeraél,sinosuestatua.Víctor, que no pensara un solo momento en disimular, se volvió
bruscamente,haciendofrentea laamenazadoraaparición,comoelhombrequesesienteacometido.
Enaquelmomentosufisonomíanoexpresabadebilidadnimiedo,sinounacosaúnica,resuelta,feroz:defensa.
Noeraelhombre,eralafierasorprendida.¿Quéibaapasar?Impasible,conelsombrerodecopaenlacabezaylasmanoscruzadasala
espalda,elGerentedijoenuntonodevozqueaVíctorleparecióqueveníadeunmundodiferente:
—Noseasuste.Yoyalosabía.
Víctornosemovió.
P
CAPÍTULOV
UNAMIGOANTIGUO
ERDÓNENOS el lector que, antes de pasar adelante, nos detengamos apresentarleunnuevopersonaje.Supapelenestahistoriahadeser tan importante,quenopodemosdejarle
pormástiempoenlaobscuridad.TrátasedeunamigodeVíctor.Amistadselladaenundíadenegramiseria.Sehabíanconocidoenunbancodeunpaseounanocheenqueningunode
losdosteníaasilo.Desdeentoncesfuerongrandesamigos.Ladesgraciaunesiempremásqueladicha.Apesar de su amistad, solíanpasar grandes temporadas sin verse, hasta el
momentoenqueVíctorsepusoenrelacionesconPacalaGallarda,porquedesdeentoncessevierancasidiariamente.
Aquel hombre conocía a Paca, y hasta podía decirse que tenía una graninfluenciasobreella.
InfluenciamisteriosaypormuchotiempoincomprensibleparaVíctor.Decimospormuchotiempo,porqueenelmomentoenquepresentamoseste
personajeanuestroslectores,acabadecontarsuhistoriaaVíctor.SalíanjuntosdecasadePaca.De pronto Vicente Vellido, que caminaba al lado de Víctor, exclamó,
poniendounamanoenelhombrodesuamigo:—Hallegadolahoradelasconfidenciasíntimas.Víctorlemiróconextrañeza.Elotrocontinuó:—Convienequemeconozcastalcualsoy,sinqueignoreslomásmínimo.Víctorinsistióconlacabeza.VicenteVellido,despuésdeunapausa,dijoasí:—Desdequenosconocimosjamáshubosecretosentrenosotros;perotefalta
conoceralgunosdetallesdemivida,yquierorevelártelos.
Dichasestaspalabras,sacóuncigarroyloencendió.Después, cogiéndose del brazo deVíctor, se puso a hablarmuy despacio,
comosiquisieragrabarleensumenteunaporunatodassuspalabras.Nosotros haremos gracia al lector de estas confidencias, que en sumayor
parte carecen de importancia, y nos limitaremos a dar a conocer la partemásimportante.
Aquelhombre,comohemosdichopocoantes,sellamabaVicenteVellido.EranaturaldeCastellón,enelreinodeValencia.Había recibido una educación bastante esmerada, y sus padres eran tan
honradosquenadiepodíaecharlelamenorcosaencara.Cuando llegaba a la juventud,Vellido había tenido la desgracia de quedar
huérfano.Entoncessededicóacorrerelmundocomoviajantedecomercio.Teníaveinteaños,ysehallabaenParíscuandoseencontróenelBosquede
Boloniaunajovenhermosísimadelacualseenamoróperdidamente.Aquelcasualencuentrodecidiósuexistencia.En efecto; siguió a la joven, averiguó dónde vivía y no tardó en hallar
maneradeserintroducidoensucasa.Lajovenerahuérfana,yvivíaconunaparientesuyamuyanciana.Vellidosupohacersequererdelajoven,yenpocosmesessecasóconella.Entoncesfuefeliz.¡Soloentonces!Perosudichanofuelarga.Lamujerquesucorazónhabíaelegidoporcompañeramurióaldaraluzuna
niña.¡Quédesesperacióntanhorribleladeaquelhombre!Hubounmomentoenquecuantoslerodeabantemieronquesevolvieseloco.A la primera exaltación sucedió una postración completa, con sombrío
abatimiento.Aquelestadodurómuchotiempo.Incapazdehacernada,deocuparsedenada,descuidótodossusnegocios.Sehallóenlamiseria.Ylamiseriayelhambrevolvieronadespertarsuinteligencia.Miróenderredoryviounatiernaniñaqueletendíalosbrazos.Teníalasmismasfaccionesdesumadre.Alosdosañosseleparecíamucho.
Y aquella encantadora criatura, su hija, su sangre, volvió a darle laconcienciadelavidaydeldeber.
Eranecesariovenceraquelabatimiento,sacudiraquelidiotismo,cesardeserestúpidoyvolveraserhombreparaalimentarla.
Peroerademasiadotarde.Lascasasdecomercioqueantesleayudabanyleconfiabansucrédito,ahora
lecerrabanfríamentesuspuertas.Lashabíadescuidadodurantemuchotiempoyotroocupabasupuesto.Encuantoalosclientes,huíandeaqueldesgraciadocuyosservicioshabían
buscadoantescontantoempeño.Confundíanladesesperaciónconlalocura.Loshombresnodeseanlacompañíadeotroquenosepaahogarsudolor.Se le tilda a uno de loco por haber querido mucho a una mujer, a una
compañeracariñosa.Aquel desgraciado no encontraba destino en ninguna parte, ni pan para su
hija,solamenteporestacausa.Entodaspartesrecibíalamismacontestación:—Debeustedvolverasupaís.Comosipudierahacerloapie,sinuncéntimoyconunaniñaenbrazos.Hubiera,talvez,mendigadoporelladuranteelviaje.Pero en Francia a los mendigos les aprisionan y les quitan sus hijos los
gendarmes.Decidió,pues,quedarseenParís,o,pormejordecir,sevioforzadoaello.Entoncesconociólamiseria.La espantosa y horriblemiseria en un país extraño, donde le consideraban
comounparia,comounapestado.Enaqueltiempoaprendióaodiarasussemejantes.Sintió nacer en su corazón odios implacables y una terrible necesidad de
vengarsedelasociedadquetanmalletrataba.
***
VíctoroíaensilencioelrelatodeVicenteVellido.Lasemejanzadeaquellahistoriaydelasuyaleatraíaycasileespantaba.
Elotro,mirándolefijamenteydeteniéndose,exclamó:
—Túhaspasadoporsituaciónmuysemejantealamía.Losé.Poresoeresmiamigo.¡Perotúnoteníasunahija!
Víctorbajólacabezaynodijonada.VicenteVellido,volviendoacogersedelbrazodeVíctor,hablóasí.—Almismotiempoqueestossentimientosdeodioydevenganzacontrala
especiehumana,micariñopormihijaaumentabacadadía.Sientoncesnoapeléalsuicidioparaponertérminoamismales,fuepormihija.Porellayparaellateníalaobligacióndevivir.
Callóunmomento,encendióotrocigarroycontinuó:—Al fin hallé un compatriota que, apiadadodemi situación,me costeó el
viajedeParísaMadrid.AquelcaballerosellamabaelDuquedeOrdax.—¿ElpadredePaca?—No.—Ellamehadichosiempre…—Puesellatehaengañado.—¿Quéinterésteníaenello?—Nodecirtequiénerasuverdaderopadre.—¿Leconoceentonces?—Sí.—¿AcasoPaca…?—Esmihija.—¡Tuhija!—¿Tesorprende?—¡Ynohadesorprenderme!¿PeroporquélavozpopulardicequePacaes
hijadelDuquedeOrdax?—PorquecuandoregresamosaMadridveníamosentrelaservidumbre,yala
gente le pareciómejor que la niña fuese un lío del amo, que no una hija delcriado.
Despuésdeestaspalabras,losdoshombresguardaronsilencio.Parecíanagobiados,elunoporlosrecuerdos,elotroporlasrevelacionesque
acababadeoír.Caminaronmuchotiempoensilencio,elunoalladodelotro.Depronto,Víctorpreguntóasuamigo:—¿Cuálhasidotuvidadespués?—Unavidallenadeaventuras.ElDuquedeOrdaxfuenombradoministrode
España enChina, y yo le acompañé allí.Megustan los países cálidos, soyde
naturalezaaventurera.Confié,pues,amihijaaunapobremujer,parientademimadre,ymeprometíhacerrápidamentefortuna,decualquiermaneraquefuese.EnChinanotardéendejarelserviciodelDuque.Comencéatrabajarporcuentapropia en el comercio de negros, hombres y niños, los cuales se vendenmuycaros a los persas.Conducía numerosos rebaños de bestias humanas de uno aotro país. Oficio duro y hasta terrible bajo un cielo implacable, en medio deáridos desiertos, en los que mi escolta y mi tropa de esclavos morían comomoscas.
Sedetuvoparacobraraliento,ydespuéscontinuóelrelatodesusaventuras.Eralasuyaunahistoriadeluchadorllenadeincidentesdramáticos.Todoeldineroqueenaquelrudooficiohabíaganado,yfueramucho,Vellido
locambiabaalllegaralacosta,enunacasadecomercio,porbuenaslibranzas,queremitíainmediatamenteaMadrid.
Detardeentardeteníanoticiasdesuhija.Siempremuyraras.Nopodíamenosdesucederasí,dadalavidaerrantequellevaba.Perounañodejóderecibircartasuya.Seapoderódeélunmiedohorrible.¿Sehabríaperdidolacarta?Con esta duda, que le partía el alma, vendió los últimos valores que le
quedabanysehizoalavelaparaEuropa.LlegóaTriesteconcincomesesderetraso,despuésdeunatravesíahorrible
conabordaje,naufragioeincendio.DeTriestepasóaEspaña.LlegóaMadrid.Fueacasadelaparientaaquienhabíaconfiadosuhija.Lapobremujernoestaba.Habíamuerto.Preguntóalosvecinosporsuhija.Laancianahacíacercadedosañosquehabíamuerto,ylaniñaestabasolaen
Madridsinrecursos.Lassumasenormesque leenviabasupadrese lasdirigíaa ladifunta,y la
niña,despuésdesumuerte,nohabíapodidocobrarlas,porsermenordeedad.Alaspreguntasafanosasdelpobrepadre,losvecinosledijeronquelaniña
habíaabandonadolacasayquecreíanquesehallabaenSevillaconunafamiliaquelahabíarecogido.
Sin detenerse a arreglar sus asuntos, Vicente Vellido tomó el camino deSevilla.
Recorrió la hermosa ciudad delGuadalquivir buscando a la familia, cuyasseñaslehabíandado.
Peroapesardesustrabajosexploratorios,noconsiguiódarconsupista.Tuvoentoncesdíasnegrosdedesesperación.¿Dóndeencontrarla?Despuésdetantosañoshabríacambiado,yauncuandolaviesequizánola
reconoceríaya.Buscóportodaspartes,avizorado,afanoso,comounperroquehaperdidoa
suamo.Corrióatodoslossitiospúblicosdondesereúnenmujeres.¡Quéséyocuálessuvida,despuésdetantosañossinverla!¡Quizásfuesebeata!Yanteestaidea,registrótodaslasiglesias.Quizásseaaficionadaalteatro,ylosrecorriótodos.AsípasédosmesesenSevilla,hastaquedesesperadodilavueltaaMadrid.¿Habríamuertodealgunaenfermedad?Ideashorriblescruzabanpormicabeza.UnanochesemeocurrióiracenaralCafédelGallo.Acababadeservirmeelmozounaraciónderiñones,cuandounaparejavino
asentarseenlamesapróximaalamía.Levantólacabeza.¡Eraella!¡Eramihija!¿Peroquiéneraaquelhombrequelaacompañaba?Sentíqueunamanodehierromeoprimíaelcorazón.Aquelhombretúlohasconocido.EraelExtremeño.Vellidocallóuninstanteparavencersuemociónyreanudarsusrecuerdos.CuandorecobrólacalmadijoaVíctor:—Sí,eraPaca,hermosa,alta,encantadora,admirable.Paca,aquientodosllamabanlaGallarda.Presintieraquehabíadeserhermosaalgúndía,puesseparecíaasumadre,la
únicamujeraquienhequerido,yasíeraenefecto.EnAsia, durantemis largos viajes, y por la noche bajomi tienda de lona
levantada sobre lamovible arena, pensaba enmi hija, en aquella hija adoradaquehabíadejadoenMadrid.
La veía crecer y desarrollarse, y hasta seguía cuidadosamente los cambiosqueeltiempoimprimíaensusemblante.
¡Siempremicariñomelapintabahermosayencantadora!Pero nunca había soñado que fuese tan bella como se apareció amis ojos
aquellanocheenelCafédelGallo.¡Erasumadre!¡Sumadreperfeccionada,idealizada!¿Cómohepodidoserpadredeunacriaturatanhermosa,yoquesoytanfeo?Lanaturalezatienecosasbienraras.Cobró aliento, y después, apoyando su mano sobre el hombro de Víctor,
exclamó:—Túcreerás, tal vez, quemeacerqué amihija; que la estreché entremis
brazos,quelacubrídebesoslasmejillas.Puesnadadeeso.Nomeconoceríassilohubiesespensado.Yatehedicho,yvuelvoarepetírtelo,quenoesesemicarácter.Soymuyespecial.Sientoysufro,quieroyaborrezcosindarloaconocer.Hayenmíunavoluntaddehierro.Teníaciertosproyectosacercadelporvenirdemihijaynoqueríaecharlosa
perder.—No,yonoquería llamar laatenciónsobre lapersonadeVicenteVellido,
afortunadamenteolvidadodetodos,ymuchomenossobreelhombrenuevoquemeproponíaserdesdeaquelinstante.
Melevantéysalíalacalle.EsperéenlapuertadelCafé.Despuésdeunahora,Pacaysuacompañantesalieron.Meocultéparaquenomeviesenylosseguíadistancia.Averigüé de esta manera dónde vivía mi hija, y al día siguiente, por la
mañana,mepresentéensucasa.Pacaalprontonoparecióreconocerme.Memiróindecisa.DiezañosenAsia,enaquellasselvasdesiertas,cambiancompletamenteaun
hombre.
Ademásllevabatodalabarba,ynolateníacuandomeseparédeella.Sindejardeobservarla,ledije:—¿Nomeconoces?¡Soytupadre!Nosedesilusionómucho,almenos.Esbastantedueñadesíparavenderse.
Lanzóungritodesorpresaymeabrazó.Vellidobajólavozycontinuó:—No estoy seguro de quemi hija me quiera.Mi vidamisteriosa, que no
conocerá jamás, le inspiraciertaespeciederespeto.Adivina tambiénenmíunserterrible,ymeteme.¡Quémeimporta,despuésdetodo!Yolaquiero,yesomebasta.¿Notesucedeatilomismo?
Víctorbajólacabezasincontestar.Elotrocontinuó:—Sehaqueridoestablecercategoríasdentrodelamor:elamorpaternal,el
amor maternal, el amor filial, el amor de esposo y el de amante o querida.Denominaciones tontas. La palabra amor no admite adjetivos. Por sí sola, sinaditamentos, dice todo cuanto tiene que decir: abnegación, sacrificio,renunciacióndesímismo…
LavozdeVicenteVellido,deordinarioásperaygutural,teníaentonacionesmuydulcescuandohablabadesuhija.
Sefatigabayseveíaacadaratoobligadoainterrumpirsunarración.Estavez,despuésdealgunosinstantesdereposo,añadió:—ExcusodecirtequeenaquellaprimeravisitaPacamerefiriósuvida.La
muertedelaparientaconquienvivía,suorfandad,sumiseria,ylanecesidadenque se viera de echarse en brazos de unprotector. Ella le llamaba así. Aquelprotectortúlehasconocido,eraelExtremeño.Eldolormásgrandedemividalo experimenté entonces, al oír de labios de mi hija esta confesión, que mellenaba de vergüenza. Además, yo había soñado, y aún sueño para Paca unporvenirmuchomejor,ynomeencontrabaendisposicióndecambiarderepentemisproyectos,tanlargaymaduramentemeditados.Entreguéamihijaeldineroqueaúnmequedaba,yleencarguéalmismotiempoquenohablaseanadiedemipresentación.Sialguienaúnseacordabademí,debíacreermemuerto.Estomeimportabamucho.Hayenmividamásdeunmisterio,ymeimportamuchoqueseme tengapormuerto.Perodeestomepropongohablartemásadelante.Lo importanteesque todosmecreanmuerto.Elantiguoviajante,elmiserableque recorría las callesdeParísydeMadridmendigandounpedazodepan, elaventurero que más tarde se había dedicado a la trata de negros, habíadesaparecidoenmediodelaarenadeldesierto.
Hizounapausaycontinuó:—Después, tú has venido a mezclarte en la vida de mi hija. Cómo eso
sucedió, no he de contártelo, tú lo sabesmejor que yo. Tú te has enamoradociegamentedePacaytehasarruinadoporella.
Víctorsedetuvosorprendido:—¿Cómosabes?—Noteimporta.—¿Peroquiénhapodidodecirte?…—Nadie.¿Acasosoyyoimbécil?Mehabastadoverteparacomprender.Víctorbajólacabezaymurmuróconabatimiento:—Sí,estoyperdido.VicenteVellidoleasiódelbrazoylesacudióconfuerza:—No,noestásperdido.—¿Porquémediceseso?—Porqueesnecesarioquetedispongasaluchar.—Imposible.—Paraunhombreresueltonohaynadaimposible.Víctor,queempezabaaentreverunaesperanza,murmuró:—Puesbien,¿quédebohacer?—VolveralacajadelCréditoArgentinoeldineroquehastomadodeella.—¡Perosinolotengo!—Lobuscas.—¿Ysinolohallo?—Lorobas.Yalpronunciarestaspalabras,VicenteVellidoestabaterrible.Eleuropeohabíadesaparecidoparadarpasoalsalvaje,alhombre-bestia.Eltratantedeesclavossepresentabaderepenteentodasubrutalidad,entoda
subarbarie,entodosuhorror.Se le veía a través de los desiertos y de las selvas, defendiéndose con los
dientesyconlasuñasdelosreptilesydelasbestiasferoces,yestrangulandoalesclavoque,hartodesufrir,serebelaba.
Víctor caminaba al lado de aquel hombre con la cabeza baja, sumido engravesmeditaciones.
Las palabras de Vicente Vellido le producían un extraño efecto al pensarsobreellas.
¡Volvereldineroalacaja!
¡Robar!¡Siemprerobar!Despuésdeunmomento,VíctordijoaVellido,queguardabasilencio:—Teconozcolobastanteparasaberloqueentuslabiossignificaelconsejo
quehaceunmomentoacabasdedarme,referenteaqueintegreenlacajadeelCréditoArgentinolascantidadesqueenmalhorasustraje.
Víctor hizo una pausa, esperando, sin duda, que el otro dijese algo; peroviendoquecontinuabacallando,prosiguióasí:
—Notepreguntarétampococómohasllegadoaposeermisecreto.Perosítepreguntaréloquehasimaginadoencuantoalosmediosparahacersedueñodeesedinero.
Vellidosonriódeunamaneraextraña.—Veoquemehascomprendido.Víctorcontestó:—Sí, tehecomprendido;peroelque tehayacomprendidonoquieredecir
queteobedezca.—¿Quétemes?Víctorvacilóantesdecontestar:—Queseademasiadoterribleloquevasaproponerme.—Por muy terrible que sea creo que no debes vacilar. Ya lo sabes, si no
devuelvesesacantidadteesperaelpresidio.Víctorcalló.Vellido,cogiéndoledelbrazo,lehizoentrarenunataberna.Sesentaronaunamesa,yenvozbajaVellidoempezóaexponerlesuplan.AjuzgarporelgestodeVíctor,debíaserterrible.
H
CAPÍTULOVI
CONAGUAHASTAELCUELLO
EMOS suspendido nuestro relato en elmomento en que el Gerente delCréditoArgentinosorprendíaaVíctorsustrayendounanuevacantidadde
lacaja.Fueaquelunmomentoterrible.Sehizounalargapausa.VíctormirabaalGerentecomomagnetizado,yeste,asuvez,noapartabalos
ojosdeVíctor.¿Quéibaasucederallí?¿Quépasaría?Cerrandolentamentelapuertadeldespacho,elGerenteadelantódospasos.Conlavozdura,fríayhostil,preguntó:—¿Cuántodineroharobadoustedahora?Víctornorespondió.Nopodía.Unnudoleapretabalagarganta.Losesfuerzosquehizoparahablarfueroninútiles.Todasuenergíaparecíahaberseconcentradoenlosojos,sombríos,feroces.Eraelsuyoelmirardeltigreacosado.ElGerenteinsistió,frío,imperativo:—¿Cuántoharobadoahoradelacaja?Dejandocaerlosbrazosenunaactituddeabandono,Víctorbalbuceó:—¡Nosé!PeroelGerentenoparecióoírle,porqueyaimpacienteexclamó:—Vamos,liquidemosesteasunto.Nomehagaustedperdereltiempo…AnsiosamenteacudióestafrasealoslabiosdeVíctor,comosieltemordelo
queibaapasarlerestituyesesuenergíaparadefenderse.—¡Peroquéintentaustedhacerconmigo!ElGerente,implacable,respondió:—Loqueyointentohacer,austednoleinteresa.¿Cuántodineroharobado
ustedahora?
Víctorbajólacabezaanonadado:—Nosé;yahedichoquenolosé.—Bueno;puesyolosé.Ysacandolentamentedelbolsillounpapel,ypasándoleunarápidamirada,
añadió:—Hastahoy tieneustedrobadoa lacaja,segúnelúltimobalance,seismil
pesetas.Ydespuésdeunapausa,conserenidad,comoquienexponeunnegocio,el
Gerentecontinuó:—Vacomprendidaenesta suma lacuentadeAntónVázquezyCompañía,
queusteddijoquehabíapagadoynopagó.Víctornorespondió.ElGerente,acercándosemás,prosiguió:—¡Vamos!¿Cuántohasustraídoahora?Restituyaalmenosespontáneamente
eseresto.Conunmovimientobrusco,dealucinado,Víctorhundiólamanoderechaen
elbolsillo,ysacóunfajodebilletesquearrojósobrelamesa.Despuéssequedóinmóvil.ElGerente,conuntonodeamenazadoraironía,ledijo:—¿Esesotodo?Mireustedbien.Busqueustedenelfondodelosbolsillos.Víctor obedeció, y sacó algunos billetes más envueltos con papeles y
monedasdecobre.ElGerentemurmuró:—¡Cienpesetasmás!Todoesdinero.¿Yen losotrosbolsillos?Mireusted
enlosotrosbolsillos.ConlavozalteradaVíctorrespondió:—¡Notengomás!—Mireustedbien.—Notengomás.ElGerentesonriócruelmente:—Vamos,tendréquellamaraalguien…Víctorsellevólasmanosalacabezasuplicando:—¡PoramordeDios!¡PoramordeDios!—Perfectamente,enseñeusted losbolsillos.Rápidamente,Víctor seacercó
alGerente,comoquienseentrega,ydijosuplicante:—¡Mireusted!¡Vea!Notengomás.
ElGerentenoreplicó.Sinalterarse,tanlentaytranquilamentecomoloharíaencualquiersituación
normal,sepusoacontarlosbilletesqueVíctordepositarasobrelamesa.Elsilencioeratrágico.EntrelosdedosdelGerente,losbilletescorríanrápidos.Después de haberlos contado, elGerente tomó una pluma y trazó algunos
números.Luego,dejandolaplumayvolviéndoseaVíctor,ledijoconfrialdad:—Conlasseismilanteriores,sonochomilpesetassustraídasalacaja.YmirandoaVíctor,queapenasalentaba,añadió:—¿Cómopretendíapagaresto?FueunrayodeluzparaVíctor.Porunmomentosecreyósalvado.Elpeligroseconjuraba.Pagaría.¿Porquéno?Pagaría,costaseloquecostase.¡Pagaría!Haríasacrificios,viviríaconloestrictamentenecesario.CortaríasusrelacionesconPaca.Pondríatérminoaaquellalocura.¿No había ejemplos de hombres que, después de haber cometido grandes
faltas,consiguieranrepararlasyhacerlasolvidar?Por otra parte, elGerente parecía estar dispuesto a tener tolerancia con la
faltadeVíctor.Él,almenos,locreíaasí.Sinoestuviesepredispuestoalatolerancia,nohabríaesperadoacogerlein
fraganti.Anteriormentelehabríadenunciadoalapolicía.ElGerenteera,sinduda,unbuenhombre.Noquerríaciertamenteperderle.Así, animado por estos pensamientos apaciguadores, contestó con una voz
alborozadadeesperanzas:—Pagaré como usted quiera. ¡Como usted quiera!…Dígame usted lo que
debohacer…Obedeceréciegamente.ElGerentereplicó:—Yaveoquenomecomprende.
Víctorquedóaterrado.—¡Cómo!ElGerenterepitió:—Sí,nomehacomprendido.Víctorexclamóconangustia:—¿Perocómoquiereustedqueyopague?—Esomeesindiferente.Loindispensableesquepague.Después dijo estas palabras, que cayeron en el oído de Víctor como una
sentenciademuerte:—Ylehacemosaustedestaconcesiónporhonranuestra.Solamenteenun
casoextremoharemospúblicoquesomosrobadospornuestrosempleados.Perotenga usted presente que si no integra en la caja el dinero robado, leentregaremosalapolicía.
EnaquelmomentolafisonomíadeVíctorsufrióunaalteraciónprofunda.Estabalívido,teníalasojerasprofundasymaceradas.Ellabiotrémulo.Desvariadomurmuró:—¡Lapolicía!ElGerenterepitiófríamente:—Sí,lapolicía.Yañadióconfríacrueldad:—Todosearreglapagando.Víctorcerrólospuños.Porsusojospasóunrelámpago.Unafuriasalvajeempezabaaapoderarsedeél.Noveía.Estabaciego.Lavozseextinguíaensugarganta.Enestoseabriólapuerta,yunempleadodijodesdeelumbral.—AhíestáunapersonaquedeseahablarconelseñorGerente.EsteincidentesalvóaVíctor.Unmomentobastóparaquedejasedecometeruncrimen.Unapuertaqueseabría,unavoz,bastaron.Losimpulsossonasí.Lamenorcosalosarrebata.Lamenorcosalosdetiene,loscalma.VíctorcomprendióqueestuvieraapuntodelanzarsesobreelGerente.
Queestuvieraapuntodeestrangularloconsusdedosnerviosos.Mástranquilomurmuró:—Notengoesperanzasalgunasdepoderrepararestafaltaenlascondiciones
que se me imponen. Pero voy a intentarlo. Pagar inmediatamente me esimposible.No tengo recursos, no tengo amigos, no tengo relaciones. ¿Cuándoquierequelepague?
—Enveinticuatrohoras.—¿Mañana?—Mañana.—Tengaustedpiedaddemí.Mañanameesimposible.ElGerentenorespondió.Sufisonomíatomóunaexpresióndeduraferocidad.Empujólapuertayabrió.Almismotiempomurmurabaconunavozfría,helada:—Puede salir. Está libre. Puede hasta huir, si quiere. Tiene veinticuatro
horas. Si al cabo de ese tiempo no ha aparecido, ya sabe…Le entregaré a lapolicía.
Víctordiounpasohacialapuerta.Saludóacobardadoyvergonzoso,ysalió.Lapuertaquedóbatiendotrasél.
***
Víctorsalióloco.Eranlascincodelatarde.Eldíaerahermoso,ylagentellenabalascalles.Latemperaturaerasuave.Losrostrosdelostranseúntesexpresabanalegría.Todalagentequepasabaparecíafelizycontentaenaqueldíaespléndido.Víctornosabíabienadóndeiba.Parecíaebrio.Setambaleaba,noveía,nooía.AlsalirdelCréditoArgentinovagóporlascalles.¿Porcuáles?Nopodríadecirlo.
Deprontosintiólanecesidaddehuir,derefugiarseenalgunapartedondenohubieseimportunos,genteextrañaasudoloryasudesgracia.
Entonces corrió a su casa. Al tercer piso en que vivía, allá por lasproximidadesdelacalleMayor.
Alllegarseencerróensucuarto.Seechósobrelacama,desfallecido,inerte,sinvoluntad.Sedecíaenvozalta,apretándoselacabezaconlasmanos:—¿Quéhacer?¿Diosmío,quéhacer?Nopudiendopermaneceracostado,tantaerasuexcitación,saltódelacamay
sepaseóporlahabitación.Denuevo,asiéndoselacabezaconlasmanos,sedecía:—¿Quéhacer?Aflictivasituación.Lefaltabaelaire.Abriólaventanadeparenpar.Miróalacalle.Sintióunvértigo.Eraunagranaltura.Considerólacalleinmensayvacía,llenadeluz.Laslosasigualesdelaaceraquebrillabanalsol.Porunmomentolepasóporlacabeza,comounrelámpagoqueiluminaun
momentoyluegoseapaga,laideadesuicidarse.Sí;elsuicidioera,talvez,elúnicomedioderesolverlacuestión.Lamuerteliquidatodaslascuentas.Volvióamirarhaciabajo:lacallesolitaria,laaceralisa,igual,ylaideadel
suicidiolevolvióalamente.¡Eraelúnicomedio!¡Elúnico!¿Teníaporventuraalgúnotro?¿Acasopodíaesperarquealguienlesalvase?¿Ydóndeestabaesealguien?¿Dónde?Nopodíahacerseilusiones.Elúnicomedioeramatarse,acabarconsigo,ponerunpuntofinalasuvida
conunpocodesangre.¿Aquéseguirconpasoacongojadodelafortunalamudablerueda?
Habíadelinquidoynovalíalapenavivir.Delinquiríasiempre.Sudestinoestabaescrito.Lainiquidadsociallehabíaelegidoporunadesusvíctimas.Vivirbajoelpesodeestacondenaeraimposible.Mejorseríamorirprotestando.Peroentornosuyotodoeracomounnuevoestímuloalavida.Elcieloeraazul,elaireperfumado,laspalomassearrullabanenelalerode
unacasacercana.Alolejos,unacharangamilitarpasabatocando.Sintióelhorrordelamuerte,yseapartódelaventanamurmurando:—¡No!¡Morirno!¡Todomenosmorir!Todo:ladeshonra,lacárcel,laexpiación,todomenosmorir.Queríaconocerlavida,gozardeella.¿Comenzabamal?¡Tantopeor!Lavidaestállenadevariedad.¡Quiénsabeloquetodavíaleteníareservadolavida!Se pasó la mano por la frente, y, más sereno, se puso a pensar en su
situación.Loprimeroqueseleocurriófuehuir.Perohuirnoerapráctico.¿Huiradónde?Huireraserencontrado.Entoncespensóenbuscaralguienquelepudieseayudar.Buscóentodalaescaladesusrelacionesdesdesuinfancia.Conocíapocagente,ycasitodasinrecursos.DeprontoleacudióalespírituelnombredeCarlos,elCondedePorta-Dei,
suamigodelainfancia.Salióapresuradamente,ysedirigióalhoteldelaCastellanadondehabitaba
eljovenconde.Lavozletemblabaaldirigirsealmajestuosoportero:—¿EstáelseñorConde?Elportero,antesdecontestar,lemiródealtoabajo.—No,señor,noestá.—¿Sabeustedcuándoestará?
—Nosé.Yañadió,despuésdeunmomento:—ElseñorCondeestáviajandoporItalia.Víctorpalidecióintensamente.Sepasólamanoporlafrente,ysaliótambaleándose.Elporterolemirócondesconfianza.Volvióasucasa,perdidoelánimoporcompleto.Denuevoseencerróensucuarto,yseechósobrelacama.Leparecíaquedentrodesucabezahabíaungranvacío,comosilehubiesen
extraídolossesos.Nopodíapensar.Pocoapocoanocheció.Lellamaronparacomer.Seincorporósobresaltado.Al enterarse de lo que era, respondió volviendo a dejarse caer sobre las
almohadas:—¡Nocomo!Notengogana.Selevantóysepusoarecorrerlahabitación.De pronto sintió dentro de sí como un rayo de esperanza. Acababa de
ocurrírseleelnombredelaseñoradeNeira.Aquelladamaselehabíamostradosiemprebuenaysensible.Laúltimavez
que le había visto, sorprendiera en los ojos de aquella señora una niebla delágrimascuandoéllecontabasuscuitas.
¿Quiénsabe?Talvezexponiéndolesentidamentelasituación…Tal vez, ante la idea de salvar a un hombre de la cárcel, la señora se
impresionase, y en uno de esos impulsos generosos, tan frecuentes en lasmujeres,resolviesegenerosamenteelconflicto…
¿Quiénsabe?Peroluegoseclavóensuespíritulaconviccióncrueldequenoseríaasí.Eraabsurdo.Pormuy poderosas y sentidas que fuesen las razones que él le presentase,
nunca la señora de Neira, educada en el culto de la fortuna, consentiría enentregarle generosamente una suma que excedía del cómputo de todas lasnecesidadesvulgares.
¡Nunca!Erainútilpensarenello.
Poreseladonadahabíaquehacer.BuscaralaseñoradeNeiraerainútil.Aquella anciana le respondería evasivamente, alegaría cualquier pretexto
paranodarleeldinero,yélvolveríapeordeaquellatentativa,porquetraeríaundesengañomás.
¿Peroaquiéndirigirse?¿Aquién?¡Inútilesesfuerzos!Estabavencido.Tendríaqueentregarse.BuscaríaalGerentedelCréditoArgentino,ylediría:—¡Aquímetiene!Hagausteddemíloqueguste.Pero hacer esto era condenarse anticipadamente, y con esta idea no le era
posiblereconciliarse.Laideadelsuicidiovolvióaapoderarsedesuespíritu.Entonces, por huir de aquel pensamiento atenazador, que como un
remordimientoleperseguía,selevantóysalió.Unavezenlacallesepreguntó:—¿Adóndeiré?YsedirigióacasadePaca.Queríagozarporúltimavezlasdulzurasdesuamor.Deaquelamorfatalqueleponíaalbordedelabismo.
P
CAPÍTULOVII
PREMEDITACIÓN
ACAlaGallardanoestabaencasa.Lacriadaledijoqueacababadesalir.
Víctor ya se disponía a dar la vuelta cuando una voz fuerte le gritó desdedentro:
—¡Pasa,Víctor!Tengoquehablarte.VíctorreconociólavozdeVicenteVellidoyentró.Vellidoselevantóalverle.—Vamos a la calle; puede llegar Paca y tenemos que hablar. Te estaba
esperando.Salieron.Laconversaciónquemedióentreellosyalaconocemos.Leshemosdejadoconversandoenunataberna,yallícontinuabantodavía,a
horamuyavanzadadelanoche.Pasaba de las doce cuando se separaron, prometiendo reunirse al día
siguiente.Víctorregresóasucasa.Parecíamásanimado.¿Quéproyectaba?¿QuéideadiabólicalehabíasugeridoVicenteVellido?¿Erasalvadora?¡Talvez!Erauncrimen.Elcrimencomoideayaceenelfondodetodaslasconciencias.Enunasduerme,enotrasvela.Enelespíritudelhombrecriminal,elcrimenexisteantesdeserconcebido.Suadvenimientoesprecedidodeunaconmoción,ycuandoellasurge,surge
elhecho.Unavezensucuarto,Víctorseacostó,peronopudodormirse.A cada momento se llevaba las manos a la cabeza, y murmuraba
sombríamente:—Vellidotienerazón.Eselmedioúnico.Adoptadaunaresolucióncriminal,esdifícildesistirdeella.Ysienelcrimensecreeencontrar lasalvación,entonceselcrimenparece
inevitable.EstolesucedíaaVíctor.ConvencidoporVellidodelanecesidaddelcrimen,yasolamentelefaltaba
ejecutarlo.¿Cómo?AquíVíctorvacilaba;perocontabaconlavaliosaayudadeVellido.Vellidolodecidiríatodo.Víctornoqueríadeliberaraesterespecto.PerosinquererpensabaenelasuntoqueVellidolehabíapropuesto.Eralacosamássencilla.SetratabaderobaralaseñoradeNeira.Elmarido,D.Román,estabaausente.Vellidoasegurabasaberlo.LaseñoradeNeirasehallabasola,sinotracompañíaniotradefensaqueuna
criada.¡Sola!YsinsaberporquéestaideafijabalacalenturientaatencióndeVíctor,como
unpuntoluminosolavistadeunsonámbulo.¡Sola!¿Quédebíahacer?Nolosabíabien.Deprontolepasóporlaimaginaciónunaextrañasospecha.¿PorquéVellidoestabatanenteradodeladisposicióndelpisoquehabitaban
losseñoresdeNeira?Éllehabíadichoqueloconocíaperfectamente.¡Yloraroeraeso!¿CómoVicenteVellidohabíapodidointroducirseenaquellacasa,tancerrada
atodoelmundo?Yquesehabíaintroducidonoteníaduda.VicenteVellido había llegado hasta el extremo de decir que podía hacerse
conunallave.¡Tanfácilysegurahabíapresentadoaquelhombrelaejecucióndesuplan!
Víctornodurmióentodalanoche,nipudoarrojardesuespíritulaspalabrastentadorasysombríasdelqueacababadepresentárselecomoelpadredePaca.
Alantiguonegrero,encambio,lehabíasucedidotodolocontrario.Durmieraconelsueñotranquilodetodaslasnoches.Alamañana,cuandosedespertó,sepusoacombinarfríamenteelgolpe.Hacíayamuchotiempoqueélmeditabaporsucuentauntientoalaviejade
Neira.Nohabíaexplicadolasrazonesporlascualespreferíaaquelnegocioaotros,
perodebíanserpoderosas.Eraunasuntoqueveníaestudiando.TodaslasdificultadesqueVíctorlehabíapresentado,VicenteVellidoparecía
tenerlasyaresueltasdeantemano.Decíamosquealamañanasiguientesuprimerpensamientofueparaelgolpe
alavieja…Pensóenlamaneradeasegurarlobien.Por regla general, el hombre criminal no elige libremente la forma de
cometersucrimen.Laimponeeltemperamento.En el crimen, aun en hombres como Vicente Vellido, todos los actos
obedecenalosimpulsos.Almismotiempoquecombinabasucrimen,Vellidoveíaantesusojosuna
manchadesangre,yfueensangredondeamasópocoapocounaforma.Loprimeroeraarmarse.¿Peroconquéarma?Vellidoconcedióaestepuntolargameditación.Unarmadefuego,unrevólver,eracomprometedor.Lasarmasdefuegosonescandalosas.En la laboriosa ideación de su crimen estaba comprendida la impunidad,
pensamientoqueacompañaatodosloscrímenescomounestímulo,yelarmadefuegoeraunadenuncia.
¡Unafaca!Enaquelinstante,susmanosparecíanasirelpomodeunafaca,yVellidovio
asombradosobresumesaunafaca.¿Quiénlahabíapuestoallí?¿Estaríasoñando?Aquellafacaparecíacosadepesadilla.
Seaproximócomoquienseaproximaaunasombra.Lafacanosedisipócomovisióndeensueño.Existía,erareal,estabaallísobrelamesa,auténtica,verdadera,consuhoja
resplandecienteysumangodecuerno,húmedaaúndelcontactodelasmanosdealguien.
Unmillóndeideasperturbadorasleasaltaronelcerebro.Laaparicióndeaquellafaca,coincidiendotanlógicamenteconlanecesidad
queVellidoteníadeellaparapracticarelcrimenquemeditaba,loaterrócomolaaparicióndeunespectro.
Nadadeaquelloeranatural.Peroporotroladolafacaestabaallí,existía,conlasproporcionesnormales
deungrancuchillodecocinaysinningunaaparienciamentirosa.Vellidonopudomenosdedecirse:—¿Perocómovinoestafacaaquí?Entonces,restituidoalarealidadporlaevidencia,pensóquehabríandejado
lafacaallíolvidada.Talvezlacriadaquearreglabaelcuartoladejaríaallíalvenirdelacocina,
queeraadospasos,otalvezsehubieseservidodeellaparacualquierusoyladejaríaolvidadasobrelamesa,entrelospapelesyloslibros.
Debíaserunadeesascosas.La faca no había caído del cielo, no fuera traída por ningún mensajero
misterioso.Lacoincidencia,sinembargo,aúnlesobresaltaba.Era extraño que aquella arma se le apareciese precisamente cuando él la
necesitaba.Sediríaquecircunstanciasfatales lahabíantraídoallí,comoparaayudara
cometerelcrimen.En presencia de aquella singular casualidad creyó en la intervención del
Destino, disponiendo las cosasmisteriosamente para guiar a un punto fatal lavidadeloshombres.
¡Erainconcebible!Tomólafacaylaexaminódetenidamentecomosifueseobjetoparaélnunca
visto.Perocomoalfinaldecuentas,aquellafacaeracomotodaslasfacas,desechó
desuespíritutemoresysuspicacias,ylaaceptócomoinstrumentodesucrimenfríayreflexivamente.
Lafacateníaelmangodecuerno,sujetoportresgruesosclavosdecobre.Cuandoblandíaelarma,lahojavacilabaunpoco.Taldefectolohabíaadquirido,sinduda,porefectodeunlargoservicio.Serenamente,VicenteVellidoprobóelfilodelafacaenelbordedelamesa.Despuéslablandióenelairefierayfuertemente.Convencido de que la faca era capaz y resistente para el objeto a que la
destinaba, la guardó en el bolsillo de su chaqueta, la cual se abrochócuidadosamente.
Unrelojcercanodiolasdiez.Lamañanaerahermosa.Unsolyaespléndidobrillabaen loscristalesalláen lospisosmásaltosde
lascasas.AutomáticamenteVellidocerrólaventana,tomóelsombreroysalió.Su mano febril palpaba frecuentemente el pecho, sobre el cual sentía la
durezadelarma.Cuandosalía,unavozdemujerlegritódesdeelfondoobscurodelpasillo:—¿Noalmuerzaencasa?Vellidocavilóunmomento.Porúltimorespondió:—No,nocomoencasa.Ylentamente,comohombrequesalealacallesinotroobjetoquetomarel
sol,abriólapuertaybajólaescalera.
***
Losdoscómplices,llamémoslesyaasí,VicenteVellidoyVíctorRey,habíanacordadonovolverareunirseenMadrid,afindeevitarsospechas.
Novolveríanaversehastaelmomentodecometerelcrimenquemeditaban.ElpuntodereuniónseríaunsolarpróximoalacalledeCastelar.Víctor había escrito al Gerente del Crédito Argentino pidiéndole que
ampliaseporotrasveinticuatrohoraselplazoconcedidoparareintegrareldineroalacaja,yelGerentehabíaaccedidoaello.
HastalascincodelatardeVíctorpermanecióencasa.AlascincosalióysedirigióapieaMadridModerno.Eldíaestabanublado.
Parecíaquealgunacosaagonizabaenlatarde.Eracomosienelairepalpitaseelalmaenfermaymelancólicadeldía.LacalleenqueVíctorvivíaparecíalacalledeunpoblachóndeCastilla.Enlavillaycortehaymuchasasí.Losniñosjugabanalapuertadelascasas.Enlasventanas,algunaqueotramujermirabatristementehacialacalle.Víctor echó rápidamente calle arriba como quien lleva ocupación muy
urgente.Enlaesquinadelacalleunciego,rodeadodegente,tocabalaguitarra.Víctorcambiómaquinalmentedeaceraparanotenerquedetenerse.Ibadeprisa.Teníafiebre.Sentíaelcorazónopreso,ysiquisiesehablar,articularunasolapalabra,nolo
conseguiríatalvez.EnloaltodelacalledeAlcaláoyóllamar.—¡Oyetú!¡Oye!Temiendoquefueseporél,nomiróparaatrásyapresuróelpaso.Cuando distinguió a lo lejos los primeros hoteles de Madrid Moderno,
sintiosetomadodeunasúbitacobardía.LaideadeconmoveralaancianaseñoradeNeiraydenopracticarelcrimen
seleaparecíacomounaesperanza.¿Quiénsabe?Talvezlaancianaseapiadasedeél.Todoeraposible.¡Yquégrande,qué inmensoaliviosentiríasucorazónsipudiesevolverde
aquellaexcursiónsombría, libre, inocentedelasangrequeibaaverter,ydelacualyaleparecíavermanchadassusmanos!
EntoncesseacordódeVellido,ytuvomiedo.Leparecióqueelcrimenerainevitable.Vellidonodesistiríadecometersupropósito.¡Eraunhombreterrible!Y Víctor comprendía que no tendría fuerzas ni voluntad para oponerse al
padredePaca.Caminóalgúntiempoconlacabezabaja,profundamenteabatido.Sedetuvounmomentoparaorientarse,ydistinguióelsolardondeVellidole
esperaba.Sintióunestremecimiento.¡Eraallí!
Allídebíanacordarlosúltimosdetallesdelcrimen.YVíctor, reaccionandosobresímismo,sepropusooponersecon todassus
fuerzas.No,élnoseríanuncauncriminalcomoVellido.Habíasidounladrón,peronoseríaunasesino.Susojossellenaríandelágrimas.DenuevotuvomiedoalpadredePaca.¿Seríatantasudesgraciaque,despuésdehaberrobadoporelamordelahija,
tuviesequematarporlaimposicióndelpadre?Penetrótemblandoenelsolar.Duranteunmomentonovionada.Unanieblaleobscurecíalosojos.Ya,másdueñodesí,distinguióaunhombreechadobocaarribatomandoel
sol.AquelhombrenoseparecíaennadaaVellido.Estabavestidodeharapos.Parecíaunvagabundo.Teníaunagorranegraymugrientaechadasobrelosojos.Los dedos de sus pies asomaban por entre los rotos de sus botas, y sus
pantalonesnoestabanenmejorestado.VíctorsintióungranalivioalverqueVellidonohabíaacudidoalacita,yya
sedisponíaasalirdelsolar,cuandoelvagabundolehizoconlamanoseñadequesedetuviese.
Víctorsintiótodasusangreagolparsealcorazón.Tuvomiedodeaquelhombre.Peronosemovióniparahuirniparaacercarse.Elotroseaproximabasonriendo.Víctorquisorecordar.Aquellamiradayaquellasonrisaleeranconocidas.¿Perodóndelashabíavisto?ElvagabundollegóalladodeVíctorylepusounamanoenelhombro.Víctordiounsalto,comosiunaserpientelehubiesemordido.Elotroseechóareír.AquellarisahizopalideceraVíctor.¡Acababadereconoceralvagabundo!¡EraVellido!AntesdequeVíctorhubiesetenidotiempodeprofereúnapalabra,elpadre
dePacaledijoconironía:—¿Deverasnomehabíasreconocido?Víctorcontestófríamente:—No.—¡Yaseve;ignorabasestahabilidadmía!…Víctorguardósilencio.Vellidocontinuó:—Porestosbarriosnopuedoandaracaradescubierta.Víctormurmurócon
desdén:—Ya veo que sabes tomar precauciones. El caso es que a ti no puedan
reconocerte.Alosdemásquenospartaunrayo.—¡Noseasimbécil!—Nolosoy,auncuandotúmetomesportal.—Te repitoqueno seas imbécil.A lapolicíano se ladesorientaconestos
disfraces.—¿Porquélosadoptasentonces?—Porquenoesalapolicíaaquientengoqueengañar.—¿Aquiénentonces?—Aunamujer.—¿Yesamujeres?…Vellidomurmuróconunaextrañasonrisa:—¡Lamía!—¡Latuya!—Sí,lamía.—¿LamadredePaca?—No.—¿No?¡Puesnocomprendo!—¿Acasoloshombressolosecasanunavez?—¿Tútehascasadodos?—Sí.—¿Yvivetusegundamujer?—Sí.—¿Ytemesquetereconozca?—Naturalmente.—¿Perocómohassabidoqueresideaquí,enMadridModerno?—Porquelahevisto.Esnadamenosquelaporteradelacasadelaseñorade
Neira.Peronoperdamoseltiempo.Vamosallá.YVicenteVellidoechóaandardelante.Víctorledetuvo.—Escucha.Elotrosevolvió.—¿Quéquieres?—Lohepensado,yyonohenacidoparaasesino.Vellidopalideciódecólera.—Hasnacidoentoncessolamenteparaladrón.—¡Vellido!—¿Teofendelaverdad?Víctorenrojeciódecóleraycerrólospuños.Vellidocontinuóimpasible:—Nocomprendoquedespuésdehabersedejadocogerenlatrampacomoun
inocente ratoncillo, que después de haberse abierto torpemente la puerta delpresidio,todavíaseempeñeunoenentrar…Laverdad,notecomprendo.
Hizo una pausa, y atajando la palabra a Víctor, que iba a contestarle,continuó:
—¿Estásdispuestoapudrirteenlacárcel?Enesecasonohablemosmás.Víctorcontestóimpaciente:—No estoy dispuesto a pudrirme en la cárcel; pero antes demancharmis
manosensangrequierointentartodoslosmediosdecorososyhonrados…Vellidoleinterrumpióconenergía:—Noloshay.—¡Quiénsabe!—Eresuniluso.—LaseñoradeNeiraesmujerdegrancorazón;puedeconmoverse.Enotra
ocasiónyalohizo…—Lasocasionesnoserepiten.—Nadasepierdeconintentarlo.—Sí,sepierdeeltiempo.—Semehaconcedidootroplazodeveinticuatrohoras.—¿Yconesoyacreeshabersolucionadolacuestión?—No; pero ya te he dicho que quiero apurar todos los medios antes que
cometeruncrimen.—¿Cuálesentoncestuidea?¿Quétepropones?
—VeralaseñoradeNeiraypedirleeldinero.—¿Ysinoteloda,comoesnatural?—Entoncesbuscaréenotraparte.—¿Ysitampocoencuentras?—Mepegaréuntiro.¿Creesquelavidaestáparamítanllenadeatractivos,
quesientadejarla?Vellidolemirófijamente,ypronunciócongranlentitudestaspalabras:—Creoquesí.TúamasaPaca,ycuandoseamasesientesiempredejarla
vida.Víctorbajólacabeza,mordiéndoseelbigote.Vellidocontinuó:—Pero vamos a nuestro asunto. Yo no te digo que mates a la señora de
Neira.Tedigosimplementequelarobes.Elmatarlapuedeserunmedio,nuncaunfin.Queesemedioterepugna,puesbusquemosotro.Peroelcasoesqueeldinerodeesaviejaricapaseanuestrosbolsillos.¿Estásconforme?
Víctormurmurósombríamente:—Sí,estoyconforme.
V
CAPÍTULOVIII
BORDEANDOELABISMO
ICENTE Vellido y Víctor Rey se separaron, no sin antes habercuidadosamente combinado la manera de dar el golpe en casa de los
señoresdeNeira.Víctordebíaentrarprimero,y,puestoqueeraconocidodelacasa,nohabía
dificultadesparaello.EncuantoaVellido,lacuestiónyacambiaba.Perotampocoofrecíagrandesdificultades.Vellidoteníaunallave.La llave que había en la portería, y de la cual ya se había apoderado,
aprovechandoundescuidodelaportera.Cómo Vellido llevó a cabo esta hazaña, habremos de narrarlo en otro
capítulo.Porahorabastaráconlodicho.YvolvamosaVíctor.AlsepararsedeVellidovolvióasentirqueelánimolefaltaba.HubounmomentoenquepensóvolverseaMadridytirarsedecabezaporel
Viaducto.AlentrarenlacalledeCastelarsintiófríoenelcorazónyleflaquearonlas
piernas.Unsudorfríolehumedecíalafrente.Sin embargo, logró hacerse dueño de sí por uno de esos movimientos de
energíapropiosdelosindividuosque,entregadosalatiraníadeunaresolución,procuranvencerlaingénitaflaqueza.
Subiólacallelentamente.Amediocaminoreflexionóquenoeraconvenientesubirporallí,mostrarse,
dejarse ver por los vecinos ociosos, que, naturalmente, repararían en él, y sevolvióbruscamenteparaesperaraquefuesemástardeyhubiesemenosluz.
Apartirdeentonces,todofueronprecauciones.LavistadeunagentedeOrdenPúblicolealarmó.
Después,comoelagentenohabíareparadoenél,creyóhaberescapadodeunpeligro.
Cuandohuboanochecidosubiópegadoalasparedes.Seocultabaenlasombradelascasas.Elsentimientodedefensalehacíaprudente.Al mismo tiempo que su conmoción cedía, comprendía que se hallaba
completamentedueñodesímismo.Señordesuvoluntad.Elpeligroarrostradoconpremeditacióntransformaalhombreenunafuerza.Víctorcaminaba lentamente,con lacabezabaja,paraque los transeúnteso
losvecinosqueestabanenlasventanasnolepudiesendistinguirclaramentelacara.
Como estaba seguro de reconocer el portal de casa de la señora deNeira,caminabaconseguridad.
Auncuandoelcorazónlatíaconfuerzaensupecho,suresolucióneracadavezmayor.
Desde que había acordado con Vellido que no habría derramamiento desangre,quelavidadelaancianaseñoraseríarespetada,suresolucióneramuchomásfirme,ymuchomayorsutranquilidad.
Diríasequeelrobarnoloconsiderabacomodelito.Reconocióelportal,yentró.Todavíanohabíanencendido.Atravesóelportalconpasodelobo.Subiólasescalerassindetenerse.Enelprimerdescansillosedetuvoaescuchar.Entodalacasareinabaunprofundosilencio.Resueltamentetiródelcordón
de la campanilla, que resonó en el interior conun sonidovibrante quepoco apocosefueapagando.
Respirandoconfuerza,Víctorsedijoasímismo,casienvozalta:—¡Valor!Pasóalgúntiemposinqueviniesenaabrir.Víctorpensó:—Sihubiesensalido.Perocasienelmismomomentoseoyóunruidodepasos,yunamanocorrió
larejilla.Unrostrodemujerasomódetrásdelapuerta.
Víctorpreguntó:—¿Laseñoraestá?Elrostroqueasomabapordetrásdelarejillamurmuró:—Hagaelfavordedecirmesunombre.—VíctorRey.—Gracias.Voyaversiestálaseñora…Peronisiquieratuvotiempoasepararsedelapuerta.Lavozdelaseñorade
Neirainquiriódesdeelfondodelpasillo.—¿Quiénes,muchacha?—Unseñorquepreguntaporusted.Laancianaseacercóalapuerta,ymiróporlarejilla.Sindudareconocióa
Víctor,porqueseapartóyabriólapuerta.Víctorsequitóelsombrero,ysaludóunpocoturbado.Laancianalecontestó
conafabilidad:—¡Pase!¡Pase!Yleguiohastalasala,dondelehizosentarenunsillónalladodelsofá.Víctor,quehabíadejadoelsombreroenlaantesala,sesentócontimidezy
resoluciónalmismotiempo.Llegaraelmomentodecisivo.Nopodíasalirdeallísinhaberliquidadosudestino.Estosehallabafirmementegrabadoensuespíritu.Susituacióneraladeuncondenado.Aquella sala, en que estaba de visita con la anciana señora, le parecía la
antecámaradealgodesconocidoysombrío.Más allá de aquella sala estaba la vida, pero estaba también la muerte, o
quizásalgopeorquelamuerte:¡Lodesconocido!En aquella estancia, llena de bienestar y de riqueza, había una sombra
fúnebre.Antes de queVíctor le hablase, fue la anciana quien primero le dirigió la
palabra:—Afortunadamente mi marido no está en Madrid. Si estuviese,
probablemente no le recibiría, porque ha quedado muy mal impresionadodespuésquelehabuscadoenlacasadehuéspedesdondeustedvivía.
Víctor no contaba con aquella interpelación, aun hecha así, en un tonofamiliar.
Balbuceóalgunaspalabras:—Laverdadesque…Yoleexplicaré…Perolaanciananoledejóproseguir:—Yasé…Yasé…Cuestionesdedinero.Essiempredolorosotenerquevivir
endependencia…Perousteddebióhaberdadootrasseñas.Excusabadesaberseeso,yexcusabaprincipalmentemimaridodesaberlo.
Víctoraprovechóelmomentoparareferirlanotaconmovedoradesupenuriadeentonces,ydijo:
—Cómoqueríaustedquedieseotrasseñas,sinoteníacasa…La anciana lemiró fijamente, con unamirada de dolor y de sorpresa a un
mismotiempo.Despuéssuspiró:—¡VálgameDios!Esteincidente,sinembargo,solosirvióparadesviarelasunto.LoqueVíctorqueríaeraencaminarlerápidayrectamente.Laimprevistainterpelacióndelaancianaloalejaraporunmomento.Así fue que, para no prolongar su incertidumbre, abordó resueltamente la
cuestión:—Permítameusted…Perosedetuvo.Realofingidamenteapareciódominadoporunaprofundaconmoción.Cruzó las manos, y bajando la cabeza pareció que iba a hablar, pero no
pronuncióunasolapalabra.Laancianaleanimóconbondad:—¡Diga!¡Diga!Estaspalabraslereanimaron,ymurmuró:—¡Oh!Señora,ustedtendráqueperdonarme.Ytomandoaliento,comoelqueselanzaaungranpeligro,añadió:—Estoyenunasituaciónmuycrítica…Sufisonomíarevelaba,conefecto,unaprofundaangustia.—Es, ciertamente, la situación más crítica de mi vida… Se da en mí un
hechoquemeavergüenzodecontarausted;peroesforzosoqueselocuente.Laanciana,siempreconsuanimadoraybondadosasonrisa,murmuró:—¿Porquéhadeavergonzarse?Dígameloquetengaquedecirme.Víctorbajólacabeza.—Esunasituacióntallamía,quenopuedomenosdesonrojarme.
—¿Peropor qué?Ustednohamatado…Noha robado…Ser pobre no esvergüenza.
—¡PorDios,señora,nodigaustedeso!¡Perderétodaesperanzasiustednoquiere ser benévola conmigo!… Yo le suplico toda su benevolencia, toda subondadtodosuperdón.
—¿Miperdón?—¡Sí,señora!Porqueyocometíuncrimen.Mealuciné,perdílarazón.¡Hice
mal!Mecomprometí,medesacredité…Comolaanciananocomprendiese,preguntó:—¿Perodigaquélehapasado?Yonocomprendo.—Pues bien, señora, voy a decírselo; tanto más que he venido aquí a
confesarmeyapedirlealmismotiempoquemesalve;porqueestoyperdido…Perdido,sinoencuentroquienmesalve.
Laancianaexclamó:—Jesús,Diosmío,¿quélepasa?Entonces pausada, pero angustiosamente, como un gran pecador que se
confiesa,Víctordijo:—HacepocomásomenosunañoquemecoloquéenelCréditoArgentino.Laanciana,alavezinquietaycuriosa,murmuró:—¡Haceunaño!Víctorconfirmóconunlargosuspiro:—Sí,haceunaño.Después,enuntonomonótonodenarración,prosigue:—No quiero colocarme, a los ojos de usted, en una situación simpática.
Lejosdeeso.Quieroqueveaustedqueheprocedidomal,yquierotambiénuntestimoniosincerodemiarrepentimiento.
Hizounapausaycontinuó:—MisituaciónenelCréditoArgentinoerabuena.LaseñoradeNeirainterrumpió:—Erabuena.Entoncesyanoloes.—Meexplicaré,señora.AdquirírápidamentelaconfianzadelGerentedela
casa,yconcluyeronporconfiarmelasllavesdelacaja.Aldeciresto,Víctormiróalaanciana;peroenlafisonomíadeestanohabía
sinocuriosidad.Evidentementenohabíacomprendido.Tanta sencillez, tanto candor, perturbaron a Víctor, que súbitamente,
temiendo producir en el espíritu de la señora de Neira una impresión funestapara sus propósitos, decidió ocultarle la verdad y dar a su caso un aspectodiferente.
DecirlequehabíarobadolacajadelCréditoArgentinoleparecióarriesgadosobremanera.
La señora de Neira podía recibir mal aquella noticia y cortarleinmediatamentetodaesperanza.
En esta disposición de espíritu prosiguió su narración, inventándolaconformelahacía.
—Diré a usted, señora; entre tanto, y este es el punto grave, conocí unamujer, la cual tuvo de mí una hija, una niña que vive y a quien quiero conextremos del que es padre por primera vez. No son amores que yo puedaconfesar a todo el mundo, porque no todo el mundo los comprendería; perousted,queestállenadebondad,loscomprenderáylosperdonaráciertamente.
Esta revelación de Víctor produjo un singular efecto en el espíritu de laanciana, que, lejos de impresionarse de una manera desagradable, sintióimpensadamenteporVíctorunanuevasimpatía.
Las mujeres, aun aquellas que ya están fuera de la edad del amor, seinteresansiempreporlosamoresajenos.
Elamorescomounapalabradepaseenmasoneríafemenina.Todaslasmujereslocomprenden,ysediríaqueelamarsirveparaevocarun
espíritudesolidaridad.Aquella aventura amorosa, resolviéndose en un hijo, interesó
extraordinariamentealaancianaseñoradeNeira.Loqueellanocomprendíaeralarelaciónquepodíaexistirentreaquelhecho
ylasprimeraspalabrasdeVíctor.Sinembargo,laanciananohizoningunapregunta,yVíctorpudocontinuar:—Deaquellasrelacionesresultóparamividaunaperturbaciónenorme;me
creénecesidadesnuevasalascualesnopodíahacersefrenteconloqueganaba.Adquiridoelcompromisofuenecesariomanteneralamadreyalahija…Hicesacrificios,meprivédetodo.Perolasexigenciasdelasituaciónerangrandes…Me encontré solo, sin un amigo, sin un guía, sin un protector, y un día,alucinado,impulsadoporlascircunstancias,perdílacabezaycometílaprimerafalta…
Miróalaanciana.Sin duda la señora deNeira esperabaque él concluyese su relato, perono
pronuncióunasolapalabra,nohizounsologestoporelcualdieseaconocerqueseguíasupensamiento,queconocía lasignificaciónde laspalabrasqueVíctoracababadepronunciar.
Víctor,cadavezconmayorembarazo,continuó:—Frecuentemente me acontecía tener que pagar cuentas del Crédito
Argentino.Estascasasdenegocios tienensiemprecuentasquesatisfacer…Deuna de estas veces dejé de pagar… Simulé un recibo y guardé el dinero…¿Comprendeustedahoramisituación?
La anciana repitió automáticamente, como si en realidad no comprendiesetodavía.
—Sí,comprendo.Víctor, observando atentamente las diferentes expresiones del rostro de la
señoradeNeira,continuó:—Mis necesidades eran muchas… Una enfermedad de mi hija acabó de
aniquilarme.Médicos…Medicinas…¡Loquetodoestomecostó!Despuéshizofaltaunama…Lamadreylahija.¡Oh!…
Víctoryanoexpresabapensamientos.Decíapalabrasmecánicamente.Continuó:—Tuvequeinstalarlasalasdos.Arrendéunacasamodesta;perounacasa,
aunquemodesta,esparaelhombresinrecursosungastoenorme.Además,yonoqueríaquepasasennecesidades.¿Quéculpateníanellas,pobrecillas,delmalqueyoleshabíahecho?¿Quéculpateníaaquelserinocentedehabernacido?
Víctorsedetuvounmomento.Enlosojosdeladamabrillabanalgunaslágrimas.HizosignoaVíctordequecontinuase,yesteprosiguióasí:—Yoadoroamipequeñuela.Pormihijasoycapazdetodo.¡Pormihijame
echéundogalalcuello!Tuvequepagarotracuenta,y,comolaprimera,nolapagué. Pasómucho tiempo sin que en el Crédito Argentino se descubriese elabuso. Para que allí se supiese era necesario que alguien se quejase.Vinieronotras cuentas, todas pequeñas, de poca importancia, y yo, arrastrado por elprimerimpulsoysiempreesperandoenpoderporcualquiercaprichodelasuertereparareldañoantesdequefuesedescubierto,nopudeyadetenerme.Cuandosecomienzaadescender,sedesciendehastaelfondo.
LaseñoradeNeiracomprendieraalfin.Ensurostromásbienserevelabalasorpresaquelaacusación.
Susojoshundidosytodavíahermososparecíanllenosdepiedad.Víctor,animadoporeléxitosatisfactoriodesuspalabras,procurabaatraerse
porcompleto lassimpatíasde laanciana,conquistarplenamenteaquelcorazónquetansensiblesemostraba.
Conlavozunpocotrémula,porque,enciertomodo,élmismonodejabadeestaralgoemocionado,continuó:
—Ahora, señora, imagíneseusted el horrordemivida.Apartir deldía enque cometí la primera falta comenzó para mí una horrible tortura. Yodesconfiabadetodoyde todos;veíaentodosyentodoladenunciadelhechoabusivoqueyopracticara.Misesperanzasdereparacióneran ilusorias.¿Cómohabíayoderemediareldaño?¿Porquémedios?¿Conquérecursos?Mesentíperdido y esperé, entre angustias, el día fatal en que mi primera falta fuesedescubierta.¡Esedíallegó!
LaseñoradeNeirapreguntóconciertadolorosaturbación:—¿Cuándo?¿Cómopasóeso?Víctordijo,conlavoznubladaytemblorosa:—Ayer,señora.Hubounlargosilencio.Lasalahabíaquedadopocoapocoaobscuras.Enlacalleeracasidenoche.Lacriadaasomóenlapuertadelasala.Antesdequetuviesetiempodehablar,laancianaleinterrogó:—¿Quéhay?¿Estáalguienahí?—No,señora.Esquevoyalcomercio,quenohaypetróleoencasaparalas
luces,yseloveníaadecir.—Bueno.Vayaynotarde.Lacriadasalió.La señora de Neira cruzó las manos y permaneció silenciosa, sentada en
frentedeVíctor.A pesar de haber comprendido que se trataba de una situación horrible, la
anciananomedíaconexactitudsualcance.ElcasodeVíctoreraparaellatandesusado,quedifícilmentepodíaabarcarlo
porentero.Laimpresiónqueteníaeradeunpeligroprofundoyanormal.Tananormalytanprofundo,queVíctornoleinspirabaantipatía,sinopiedad
porestarexpuestoaél.
Lapiedadenlamujereselsentimientopreponderante,ymercedalapiedadlamujerperdonatodoloquepuedeconmoversucorazón,asíseaelmayordeloscrímenes.
Engenerallamujereslacriaturaquemásseapiadadelcriminal.Y en el caso deVíctor, debemos añadir que este se le presentaba bajo un
aspecto conmovedor de padre y de amante sacrificado, y esa circunstanciacontribuíagrandementeensufavor.
LaseñoradeNeira,levantandolacabeza,repitió:—¿Demaneraquehasidoayer?Víctorafirmódenuevo,enelmismotonosombrío:—Sí,señora,ayer.Ysúbitamente,exaltándose,consincerapasión,dijo:—Ahora, señora, considere usted lo queme pasa.Descubiertami falta fui
llamadoapresenciadelGerentedelCréditoArgentino.Yaquelhombre,fríoyegoísta, como casi todos los hombres de negocios, me dijo fríamente: «Lehacemos a usted la concesiónde no denunciarle a la policía si reembolsa a lacaja en veinticuatro horas el dinero de que se apropió. Si no paga leentregaremosalostribunales».Aloírestocreívolvermeloco.Locodedolorydevergüenza.Salíalacallecomoebrio.Noveía,noveía.Corroamicasaparaestarsolo,parareflexionar,pararesolver.Todoerainútil.¡Yoestabaperdido!Deprontomeacuerdodeusted.Semeocurreelnombredeustedcomoeldeunasanta…Soycomounnáufrago.Apeloatodo.LoshombressoloseacuerdandequeDiosexistecuandoprecisandeÉl.YomeacordédeustedcomodeDios.Medijeamímismo:¿quiénsabe?Vineaquícomoquienvaaunaiglesiaaimplorarlaproteccióndivina.
Dijoestoycalló.Estabaverdaderamenteconmovido.LaseñoradeNeiraloestabatambién.Víctorlahabíatocadoenelcorazón,enellugardelicadoquedecidedelas
resolucioneshumanas.Lasensibilidadesunsistemamecánicoquefácilmentesemaneja.Víctor,poruninstante,sejuzgósalvado.Laancianaestabasinceramenteconmovida.LasdesgraciasdeVíctorlehabían,efectivamente,tocadoenelcorazón.Sinembargonosedecidiera,porqueellamismanosabíaaquédecidirse.Víctoracudíaaella.
¿Paraqué?¿Quédeseabaaqueldesgraciado?Quelosalvase.¿Cómo?Paranoserentregadoalapolicíaleeranecesariopagareldinerodequese
apropiara.¿Acuántoascendíaestedinero?Laancianaseperdíaenundédalodeconjeturas.Unsentimientoqueacompañabaenellaatodoslosimpulsosdelapiedad,la
dominó,comodeteniéndolaenlapendienteresbaladizadelapiedad.LaseñoradeNeira,comotodas laspersonasqueatesoran,eracelosade la
integridaddesufortuna.En el llamamiento de Víctor a su bondad, vio, desde luego, un largo
llamamientoasufortuna.¿Cuántonecesitaría?Calculómilomilquinientaspesetas,yyaleparecióexcesivo.Tuvomiedo.Sesintiócontrariada.Laideadeaminorarsusahorros,tanmetódicamenteacumulados,laasustó,y
esta poderosa razón material hizo por un momento cesar todas lasconsideracionessentimentalesdesucorazón.
Sinembargo,sehallabadispuestaasalvaraaquelpobremuchacho.¿Enfin,cuántonecesitaba?Ellanecesitabasaberlo.Víctorsintióquesucorazónlegolpeabaelpecho.Murmurócontimidez:—Esmucho,señora.Muchomásdeloquedeboesperardesubondad…¡Y,
sinembargo,esmisalvación,esmivida!LaseñoradeNeirapronunció,casiconsequedad:—Bueno.Digaustedcuántoes.Víctor,aladvertireltonodelaanciana,sintiófrío.Haciendounpoderosollamamientoasuvoluntadmurmuró:—Sonmásdetresmilpesetas,señora.Laancianaestabalejosdeesperarsemejantesuma.¡Tresmilpesetas!Erademasiado.
Casiseirritó.Leparecíaunactodelamayorosadíavenirasí,sinmásnimás,apedirtres
milpesetas.¡Tresmilpesetas!¡Quélocura!Sinembargo,nopodíamenosde infundirle lástimaaquelpobremuchacho,
sentadodelantedeella,pálido,tembloroso,comounreodemuerte.La señora de Neira no se atrevía a arrancarle con una sola palabra las
esperanzasquecontantaslehabíahechoconcebir.Laancianaseñorasentíalatimidezpropiadelosquerehúsan.Latimidezdelosquepormotivosdeegoísmosenieganaserútilesyaser
buenos.Buscando trabajosamente las palabras y sin atreverse a mirar a Víctor,
empezóadecir:—Usted,hijomío,creeráquelevoyadarunadisculpa…Quenoesverdad
loquevoyadecirle…Sedetuvoy,cruzandolasmanos,continuó:—Voyahablarleconabsolutaverdad.Yonopuedo,así,deunavez,disponer
deesacantidad;ynopuedoporquemimaridoesquienadministramisbienes…YcomoVíctorsedemudasehorriblemente,añadióconciertainquietud:—Pero espere…Sosiéguese…Tal vez pueda arreglarse todo…Deje usted
quevengamimarido…Aversipuedeustedconseguirqueesagenteespere…Mimaridodebellegarestasemana…
LaspalabrasdelaanciananoconsiguieroninfundirunanuevaesperanzaenelánimodeVíctor.
Conelmayorabatimientomurmuró:—Ustedacabadepronunciarmisentencia.Laancianasesobrecogióunpoco.—¿Peroporqué?¿Nopuedeesperaraquelleguemimarido?Víctorlevantólacabezay,mirandoalaseñoradeNeiraconmalcontenido
enojo,contestó:—Pero señora, si usted misma acaba de decirme que su marido había
quedado mal impresionado respecto a mí, y que tal vez no me recibiría siestuvieseaquí.
Así,cogidadesorpresa,laancianabalbuceó:—Sí…Esverdad…Élnoquedóbienimpresionado,no.
—Enesecaso…—Peroquiénsabe…—Es inútil. Si usted no lo hace, menos lo hará su marido. Los hombres
tienenelcorazónmuchomásduro.LaseñoradeNeiranosabíaquéresponder.Estabaaturdida,comprometida.Enaquelmomentosumásardientedeseoera
queVíctorsealejase.Supresencialeeraenextremomolesta.Víctor, sin embargo,nodesistió, y al verlavacilante se animóahaceruna
nuevatentativa.Sehabíaolvidadoporcompletodesusproyectoscriminales.Loque ansiaba a todo trance era salvarse, persuadiendo a la ancianade la
gravedadydelaurgenciadesusituación.Entonceslehablódeotramanera,suplicándoleennombredecosasdelicadas
ysentidas.Seanimó.Derramólágrimasverdaderas,yacabóporpostrarseasuspies.LaseñoradeNeira,obligándolealevantarse,ledijoasí:—Voyaprobarlequedeseosinceramentesalvarledelapuroenqueseve.UnasonrisadesupremaesperanzailuminóelrostropálidodeVíctor.Laanciana,volviéndosehaciaunpequeñoescritoriodenogalquehabíaen
unángulodelasala,añadió:—Enaquelmuebletengo,pocomásomenos,lacantidadqueustedprecisa.Víctormurmuró,sinserdueñodedominarse:—¡Allí!Laanciana,sinmirarle,unpocoinquieta,repitió:—Sí,allí.Esedinerolorecibíayer,yestáallíparaserentregadoamimarido
cuandollegue…Voyaescribirle,acontarleloqueaustedlesucede,ysiélestádeacuerdoconmigoenprestarleeseservicio…Perohayqueesperarunosdías.Arreglesuscosas.Dígaleaesagentequetengapaciencia.
Víctortuvounainspiración:—¿Y usted me autoriza para hacer uso del nombre de su marido en el
CréditoArgentino?—¡No!Esono.Yonopuedoresolverporél.Yaustedcomprendequeesmuy
grave.Víctorvolvióasentirunimpulsodecólera:
—¡Enesecasotodoestáperdido!Laancianaalzóloshombrosconunmovimientoqueeraalavezexpresión
defrialdad,deimpotenciaydedisgusto.Víctorcomprendió.¡Estabaperdido!Aquellamujernoseconmovíaantesudesgracia.Encuantoalmarido,seconmoveríamuchomenos.Entoncessintióqueerallegadoelmomentoculminantedesudrama.SeacordódeVellido.VicenteVellidodebíaestarocultoenlacasa.Élposeíaunallavequelepermitíaentrarconrelativafacilidad.Laausenciadelacriadaacababadeallanarleelcamino.Sinduda,Vellidohabríaaprovechadoaquellafavorablecoyunturaparaentrar
enlacasayocultarse.InstintivamenteVíctormiróalapuerta.Sintióunestremecimiento.Lascortinasacababandemoverse.Vellidoestáallí.Eraeltigrequeacechasupresa.VicenteVellidosolamenteesperabaunmomentopropicio.EsperabaqueVíctorlellamase.PeroVíctorvolvióasentirmiedoantelaideadeuncrimen.Quisointentarunúltimomediodesalvaciónhonrosa.Suplicódenuevo.Pusoantelosojosdelaancianalaperspectivadesuirremisibleperdiciónsi
ellanolesalvaba.Despuésdehablarlealsentimiento,lehablóalarazón.Procuró conmoverla, haciéndole ver que después de la confesión que él
acababa de hacerle, las responsabilidades morales que ella contraía eranconsiderables,porcuantoconociendounmalnoloevitaba.
¿Sabíaellaloqueibaaserdeaqueldesgraciadoquelesuplicaba?¿Nolosabía?¿Noseloimaginabasiquiera?Loqueibaasucedereraesto:La cárcel, la honra perdida, el abandono de su hija, ¡una pobre niña
inocente!, lamuertemoral del padre y de la hija, a la cual iba a herir con un
golpedeirreparableinfortunio.Negándoseasalvarlo,laseñoradeNeiranohacíaunavíctima.¡Hacíatres!La anciana, abroquelada con el pretexto que encontraramás fácil y rápido
para esquivar un acto de generosa largueza que no estaba en sus hábitos depropietaria,respondió:
—¡Peroquiénledicequeyomeniego!…Yonomeniego.Nopuedo…Noestáenmimano…
Víctorseirguió.Estabaresuelto.Miródenuevoalapuerta.Denuevosemovieronlascortinas.LacabezadeVicenteVellidoasomóentreellas.
V
CAPÍTULOIX
¡LASANGRE!
ÍCTORlanzóunarápidamiradaentorno.Laestanciaestabacasiaobscuras.
PerolamiradadeVíctorparecíaescudriñarenlasombra.LaseñoradeNeiratuvoinstintivamentemiedo.
Víctorsusurróconlosdientescerrados:—Demaneraqueeldineroestáallí.Laancianasintióunestremecimientoqueagitótodosucuerpocaduco.Convozdébilmurmuró:—Sí,allí.LaseñoradeNeiraquisolevantarsedelsillónenqueestaba.¡Imposible!Estabaparalizada.Susojos,desencajados,vidriosos,sefijabanenlapuertaconespanto.Unhombreseparabalascortinas,yadelantabaamenazador.¡EraVicenteVellido!La anciana quiso gritar, llamar, porque comprendía que corría un gran
peligroasolasconaquellosdoshombres.Quisogritar,peronopudo.Unnudoleoprimíalagarganta.Todoestopasóenunrelámpagodetiempo.VicenteVellidosearrojóentreelgrupoqueformabanlaancianayVíctor.LaseñoradeNeiraquisolevantarse,perosesintiócogidaporelrostro.Solamentepudodecir:—¡Jesús!Suvozeradolorida,suplicante,agónica.Derepente,poseídadeunanuevaenergía,sedejóescurrirporelsillónabajo
parahuiralaprisiónyalcontactodeaquellamanoqueleatenazabaelrostro.Lamanolasiguió.Laderribóenelsuelobrutalmente.Yanoeralafrenteylosojosúnicamenteloquelamanocubría:eralabocay
el mentón, como si tuviese las formidables proporciones de la mano de ungigante.
Pesaba como si fuese de plomo, y la tenía fuertemente sujeta sobre laalfombra.
Elrestodesucuerposeagitabaaún,perolacabezapermanecíainmóvil.Lanzóungrito,peroaquelgritonoseoyó,quedóahogadoentrelasmanos
deVellido.Víctorpermanecíainmóvil,llenodeestupor.Conlavozunpocoronca,murmuró:—Vellido,matarno.Vellidosevolvió,lanzándoleunamiradadecólera:—¡Calla!Yacompañólapalabraimperiosaconunaterriblemaldición.AlmismotiempoVicenteVellidohundíalamanoquelequedabalibreenel
bolsillointeriordesuchaqueta,ylasacabaarmadadeuncuchilloquebrillóconaceradossiniestrosresplandores.
¡Era la faca que aquel hombre, en su cinismo criminal, había llegado allamar:Providencial!
Encorvado sobre el cuerpo de la anciana, como el tigre sobre su presa,Vellidolesegóelcuellodesnudodeunsologolpedefaca.
Víctornoprotestó;perotuvoqueapoyarseenunasillaparanocaerse.Unahondadesangrebullentemanóde laherida,yempapólaalfombraen
brevísimotiempo.ElcuerpodelaseñoradeNeirasemovióunpoco.Después quedó inerte, rígido, lleno del reposo de la muerte, indiferente a
todo:lomismoalamorquealodio.VicenteVellidoseincorporó,sinsoltarlafaca.¡Estabaterrible!SevolvióaVíctor,conademánairado:—¿Quéhacesahí?¿Porquénohasdescerrajadoesemueble?Víctorseacercócomounautómataalescritoriodondelainfortunadaseñora
habíadicho,momentosantes,queguardabaeldinero.Intentóabrirlo.Inútilempeño.Elescritorioestabacerradoconllave,ylacerraduraeramuyresistente.NodijonadanireclamóelauxiliodeVellido.
ElcuerposinvidadelaseñoradeNeiraleinspirabamenosterror.Seacercóalcadáverylevantóunextremodelvestidosacudiéndole.Algunacosasonó.Eranlasllaves.Enmenostiempodelquesetardaencontarlo,selevantóconlasllavesenla
mano.Cuatrollaves.Probóaabrircontodas.Alfinunasirvió.Laspuertasdelescritorioseabrieron.En aquelmomento un gran reloj antiguo que había en el recibimiento dio
horas.AVíctorleparecióoírpasos.Sevolvió,mirandoafanosoentornosuyo.Estabalívido.VioaVicenteVellidoquedeunsaltoseponíaenlapuerta,dispuestoaherir,
conelcuchilloenalto.VellidosevolvióhaciaelángulodelahabitaciónenqueestabaVíctor,ydijo
envozbaja,peroimperiosa:—¡Anda!Dateprisa.Víctorobedeció,metiólasmanosylosbrazosenloscajonesdelescritorio.Cuentas, recibos, cartas, legajos, todo menos dinero. ¿Habría mentido la
anciana?UnsudorfríocorríaporlafrentedeVíctor.Denuevosevolvió,mirandoalapuertadondeVellidoestabaenacecho.Leparecióquealguienandabaenelpasillo.Entonces,lejosdeasustarse,seguro,porqueVellidodefendíalapuerta,hizo
unnuevoymásdetenidoregistroenloscajones.Enunodeelloshabíaunpequeñocofredehierro.Víctorlearrastróhaciasí.Elcofreerapesado.Lealzóconlasmanosylepusoenelsuelo.Elcofreestabaabierto.Alzólatapatodotembloroso,murmurandopalabrasvagas.—¡Esaquí!…¡Aquí!…Conefecto,eldineroestabaallí.
Un montón de cartuchos en oro, colocados en un rincón entre rosarios ypapeletasdeunacongregaciónreligiosa.
Elsudorsesecósúbitamenteensurostro.Se apoderó furiosamente de aquel oro, con las manos ávidas, ansiosas,
abiertascomogarras,yloocultóensusbolsillos.Vellidopermanecíaguardandolapuerta.Unsegundomásyestabansalvados.Víctorbuscósusombrero.¿Dóndelodejara?Nopodíaacordarse.Alargospasosrecorriólasala.Investigó,palpóenlapenumbratodoslosrincones,todoslosmuebles.Renegóentredientes.Maldijo.—¡Malrayomeparta!¡Malditosea!Pensóquetalvezhabríadejadoelsombreroenlaantesala.SelodijoaVellido.Losdosibanasalir.Enesto,alláenelfondodelpasillo,aparecióunaluz.Laluzseaproximaba.VellidosevolvióaVíctor,haciéndoleseñadequeseocultase.Víctorobedeciórápidamente,replegándoseenunángulo,detrásdeunsillón.EnaquelmomentolacriadadelaseñoradeNeiraaparecióenlapuerta.Traíaunaluzenlamano.VíctorvioaVellidoque,comounapantera,selanzabasobrelacriada.Esta,queconelsustodejócaerelcandelera,queseapagósobrelaalfombra,
pudoescaparhastalaventana.Vellidolapersiguió.Ladioalcanceylaaseguróporloscabellos.Como la criada hiciese esfuerzos para desasirse, le puso una rodilla en el
pechoylahizocaerpesadamente.Entonces,ciegodefuria,ladescargóungolpeenelcuello,conintenciónde
degollarla,comohabíahechoconlaseñoradeNeira.Pero la criada era joven y podía defenderse más enérgicamente que la
anciana,sacrificadamomentosantes.Lacriadahablaba,implorandocompasión:—¡Déjeme!¡Porsumadre!¡Suélteme!
Después lanzó un profundo suspiro, tuvo algunos estremecimientosconvulsivosyquedóinerte.
Pasóunsegundo.Víctorseacercópálidoytrémulo.Vellidonisiquierasevolvióamirarle.Teníalosojosfijosenelcuerpodelacriada.Laobservaba.Lavíctimanosemovía.VicenteVellidoteníalafacaenlasmanos,húmedadesangre.Suspropiasmanosestabantambiénmanchadas.Víctorletocóenelhombro:—¡Vamos!Vellidosevolvióyrepitiósordamente:—¡Vamos!Víctorsolamenteteníaunpensamiento.¡Huir!Entretanto,Vellidotuvounmomentodeolvidoydejócaerlafaca.Seinclinóparabuscarla,peronolahalló.Lasalaestabacompletamenteaobscuras.Palpósobrelaalfombra.Todoinútil.Noquisoseguirbuscandolafaca.Comprendíaqueeranecesariosalircuantoantesdeallí.Víctorvolvióadecirle:—¡Vamos!—Sí,vamos.Semejantesadossombrassiniestrasatravesaronlasala.Víctortropezabacomoebrio.Deprontoexclamó:—¡Misombrero!¿Dóndehedejadoyomisombrero?Vellidoledijosordamente:—Enlaantesala.Salieron.Efectivamente,elsombreroestabaenlaantesala.Víctorlocogióconlasmanostemblorosas.Estabanlibres.
Élmismoseadelantóparaabrirlapuerta.Estabasolamenteentornada.Ibanasalircuandooyeronpasosdealguienquesubíalaescalera.Sepusieronenescucha.Vellidodijoenvozmuybaja:—Sehandetenidoeneldescanso.Víctormurmuró:—¿Quéserá?Enestooyeronungrito:—¡Socorro!¡Socorro!Semiraronenlaobscuridadsinpoderverse.Víctor,llenodeespanto,abriólapuertayselanzóalaescalera.Seoyóotrogrito:—¡Socorro!Abajoseoíanvoces.VicenteVellido,siempremásdueñodesí,pensósubir laescalerahasta los
últimospisos.Losgritosdesocorrocontinuabansaliendodelinteriordelacasa.Víctorbajólaescaleradecidido,resuelto.Tenía la serenidad que en los grandes peligros suelen demostrar aun los
hombresmáscobardes.Vellido,envezdedescenderlaescalera,lasubió.Losdoscriminalessesepararon.¿Quéibaaserdeellos?¿Lograríanburlarlapersecucióndelajusticia?¡Quiénsabe!¡Talvezconsiganburlarlajusticiadeloshombres,peronoladeDios!
V
CAPÍTULOX
LACOARTADA
ÍCTORbajabalaescalera.Ahora oía distintamente las voces y el ruido de pasos. Estuvo un
momentovacilante.Elpeligroestabaallí.Veníadeabajo.Estaidealediofuerzas.Eraprecisotenerserenidad.¡Ylatuvo!Sedijoasímismo,comoelhombrequeseresuelveatodo:—¡Sea!Ybajólaescalerasimulandounporteindiferente,llenodenaturalidad.Elrumordelasvocesaumentaba.Seencontrócon trespersonasquesubíanatropelladamente,yno repararon
enélporefectodelagranobscuridaddelaescalera.Abajo había más gente, que también se disponía a subir. Víctor dijo con
naturalidadalgrupodevecinosquesubía:—Debeserenelprincipal…Ycontinuóhastaelportal.Enlacalletambiénempezabaajuntarsegente.Víctorsaliósinquehubiesenreparadoenél.Alpisarlaaceratuvoquehacerunviolentoesfuerzoparanoecharacorrer.Devezencuandosedecíaasímismo:—Despacio,despacio.Automáticamente,comoimpelido,seguíahaciaadelante,siempredefrente.¿Adóndeiba?Élmismonolosabía.Estabaaúnbajolainfluenciadelterror,comoalguienquehubiesetenidouna
sombríapesadillaynoestuviesebiendespiertotodavía.AlllegaraloúltimodelacalledeCastelarsedetuvounmomento.
Vacilaba,necesitabareflexionar.Tuvomiedodeinspirarsospechasycontinuóandandosiempredefrente.TodaaquellabarriadadeMadridModernoleasustaba.Se figurabaquemientrasestuviesedentrodeella, tanpróximoal lugardel
crimen,eradenunciarse.Deprontosecreyóperseguidoyrápidamentevolviólacabeza.Deseaba encontrarse en Madrid entre mucha gente. En un lugar donde
hubieseruido,perderse,confundirse.El criminal, después de cometido el delito, rara vez tiene el valor y la
prudenciadeaislarse.De pronto sintió una extraña curiosidad por saber lo que había sido de
VicenteVellido,yunidoaestouninsaciableylocodeseodevolverallugardelcrimenyenterarseysaberporsímismoloscomentariosquedelsucesohacíanlosvecinos.
Y no pudiendo resistir este deseo, que le atraía con atracciónmalsana delabismo,volviósobresuspasos.
Denuevoseacercóa lacasa,de lacualantessalieracon tantoempeñoenhuir.
¿Porquéseacercaba?¿Quéqueríaver?¿Quéansiabaoír?Nolosabía.Eratalvezlafatalidadqueleimpulsaba.Unafuerzadesconocidaguiabasuspasos.Llegó.A la puerta de la casa había reunida mucha gente: vecinos, policías,
transeúntescuriosos.AquelpedazodelacalledeCastelarteníaunaspectoanormal.Sehablaba,sediscutía,sedabanpormenoresdelcrimen.Loquemáspreocupabaalagenteeraelasesino.Nadiesospechabaquiénpudieseser.Laversióngeneraleraquesetratabadeunacuadrillademalhechores.Sinembargo,nadieseexplicabacómohabíanpodidoescaparse,puestoque
la gente había acudido desde los primeros gritos de auxilio lanzados por lacriada.
Unvecinoemitiósuopinión.
—Talvezhayanhuidoporeltejado.Perootrovecino,queconocíalacasa,explicóqueporeltejadonopodíaser.ElpisodelaseñoradeNeiranoteníacomunicaciónconlasbuhardillas.Solamente se explicaba en el caso de que los inquilinos del último piso
fuesencómplicesdeloscriminales.Estahipótesiseraabsurda.Todosconocíanalosinquilinosdeltercerpiso,genteseriayhonradaacarta
cabal.EntoncesfuetambiéncuandoVíctorsupoquelacriadadelaseñoradeNeira
habíasidotransportadaalhospitaltodavíaconvida.Nopudoresistiraldeseodepedirpormenores.Algunosvecinosseapresuraronadárselos.Llegóhastaformarseungrupo.Adecirverdad,concertezanosesabíanadadelcaso.Nadiepodíaasegurarquelacriadaviviese.Apenashacíacincominutosquefueseconducidaalhospital.Lomásprobableeraquenosesalvase.Nocesabandeoírseexclamacionescomoesta:—¡Pobremujer!—¡Quécrimenmáshorrible!—¡Ysedicequeelmóvilhasidoelrobo!—¿Cuántolehanrobado?Yestapregunta,quehizounodelosvecinosqueformabanelgrupo,volvió
lalucidezalturbadoespíritudeVíctor.Comprendióquecorríaunpeligroenorme.Sileregistraban,lehallaríanencimaeldinerodelcrimen.Otropeligrocorríatambién.Silacriadahablaseestabaperdido.Daríapormenores,haríaindicaciones.Segúntodaslasprobabilidadesseríadescubierto.Cuandopensóestoseapartódelgrupoydescendiórápidamentelacalle.Hizoelcaminoenpocotiempo.LlegóaMadridsudorosoymuertodecansancio.Sedirigióasucasa.Apenasmurmuróun«buenasnoches»alacriadaqueabriólapuertayentró
ensucuarto.
Lecostótrabajoencenderluz,porquelasmanosletemblaban.Suprimeraadvertenciafueexaminarsecuidadosamente.Eranecesarioocultartodoslosvestigiosdelcrimen.Sedesnudóyalaluzdelabujíaexaminósuropa.Laexaminóprendaporprenda.Nohabíanadaquepudieradelatarle.Solamenteenlasbotassentíaunahumedadviscosa.Palpóenlosdedosylosexaminóalaluzdelcandelero.¡Erasangre!Organizóentoncesfríamenteunmeticulososistemadelimpieza,comoquien
llegadeunviaje.Lavólasbotasconmilprecauciones.Volvióaexaminarelpantalónylachaquetayelchalecoyhastaelsombrero.Segurodequenoguardabaensívestigioalgunodelcrimen,vertióelagua
suciadelasangresobreeltejadodeunacasavecina.Soloentonces,máscalmadoydueñodesí,comosientreaquellahoray la
horadelcrimenmediasenmilaños,sepreocupóconlaexistenciadeldinero,quealentrardejarasobrelamesa.
Y solo entonces, como a la luz de un relámpago, vio y comprendió queacababadecometerseuncrimenestúpidoeinútil.
Vellidolehabíaengañado.Vellidolehabíatomadocomocómplicefríamente,deunamaneraegoístay
sabiendodeantemanoqueeldinerorobadonopodía,enmaneraalguna,salvaraVíctor del apuro en que estaba por el desfalco hecho en la caja del CréditoArgentino.
Yvolvióarepetirseasímismoyenvozalta:—Estedineronomesirveparapagar;hacerloseríadelatarme.Parapodermostrar,parapoderhacerusodeél,eraindispensableexplicarde
dóndeprovenía.Si por casualidad encontrasen aquel dinero en su poder, vendría a ser una
pruebadelcrimen,untestigomudoque,sinembargo,hablaríaencontradeél.¿Dónde podría él ir a buscar tanto dinero, quién se prestaría a ser su
cómplice,afirmandoqueseloprestara?¡Seguramentenadie!Aqueldineroeraundelatorimplacable.Pesabasobresudestino.
Urgía, por tanto, deshacerse de él, ocultarlo demanera que no pudiese serdescubiertoporlajusticia.
Peroaqueldineroqueasílecomprometíasinquepudiesesalvarle,¿porquélohabíaadquiridoalpreciodedoscrímenes?
Por la primera vez este hecho se levantaba ante él como una muralla degranitocortándoleelpaso.
Elcrimenyelrobohabíansidoparasalvarse,ynosesalvaba.Estabairremediablementeperdido.Con efecto, si era cierto que una de las víctimas había quedado con vida,
¿cómopodíaél,sinimprudencia,sinriesgo,sinpeligro,hacerusodeundineroqueatestiguabasucrimen?
¿PodíaracionalmentepresentarsealdíasiguienteenelCréditoArgentinoydecirlealGerente:«Aquítieneustedelimportedeldesfalco»?
¿Podíahacerestoracionalmente?Yreflexionandosobreestepunto,llegóasuponerquepodíahacerlo.ElGerentenolepreguntaríaciertamentededóndeaqueldineroprovenía.Podríaretirarsesinobstáculo,casiconlacabezalevantada.Elpeligrodeserentregadoalapolicíaporladróncasileparecióinverosímil.Peroporotroladosurgíaunpeligromayor,másasustador,másterrible.Si la criada de la señora deNeira, sobreviviendo, ponía a la policía en la
pistadelverdaderocriminal,élestabadescubierto.QuizásVellidosesalvase,porquelacriadanolehabíavisto;peroél,Víctor,
nosesalvaría.YestaideadespertóenélunairasordacontraVellido.Enlaincertidumbredesupensamiento,volvióacreerquelomejorseríano
reintegrareldineroalacajadelCréditoArgentino.Corríaunriesgomuchomenor.Comoladrón,comofalsario,podríaestarenlacárcelunañoodos.Como asesino estaría toda la vida, y no era solamente la cárcel lo que le
esperaba.¡Erapeor!EraelpresidioenÁfrica.Lamuertelenta,sinunapalabradeconsuelo.Entonces la perspectiva de todos estos males trágicos le hizo ver el
descubrimientodesucrimencomocosaindudable,exacta,cierta.Parasuespírituyanohabíaduda.
LacriadadelaseñoradeNeirasobreviviríaparaperderlo.Acasoenaquelmomentoestuviesedenunciándole.YvolvíaVíctoraindignarsecontraVicenteVellido,quelahabíadejadocon
vida.Clavó los ojos en el dinero amontonado encima de la mesa, y sintió un
estremecimientodemiedo.Loimportante,lourgente,eraocultareldinero,yconeldineroocultartodo
vestigiodelcrimen.Eraprecisourdirfinamenteunsistemadedefensa.Suponiendoquefuesedescubierto,todasubasededefensadebíaconsistiren
negar.Peronegarnobastaba.Enmuchasocasiones,negaresestúpido.Era,portanto,indispensablequeloshechosnoestuviesenenoposicióncon
suspalabras.Recordó entonces algunas historias de crímenes que conocía por haberlas
leídoyrecapacitósobreestedetalleparticular.Engeneral loscriminalesqueniegansonpuestospor losmagistradosenel
casodejustificarelempleodesutiempo,eneldíaoenlahoradelcrimen.Ypuestosenesteapuro,severificamuchasvecesqueelcriminalnopueda
justificarelempleodesutiempo.Entalcasoestánperdidos.Paraquetodadefensaseasólida,esprecisoquenohayaenellalagunas.Unadefensamalhechaesuncaminollenodebarrancosdondeacadapaso
secae.Víctorpensóenaltavoz:¿Dóndepodríayohaberestado?Peroafirmarquehabíaestadoenotrapartetampocobastaba.Losjuecesnosecontentanconmerasafirmaciones.Esindispensableprobar.Senecesitaeltestimoniodealguienquecompruebelaafirmación.Para despistar a la policía se necesita deslumbrarla con la verdad o con
aparienciasdeverdad.Sielcrimenfuesedescubierto.Silacriadahablase.¿QuéalegaríaVíctor?
Estuvounmomentobuscandoensuespírituunasolución.Nolaencontraba.¿Cómohallarla?Para que alguien afirmase haberlo visto a la hora en que se practicó el
crimen, era necesario que ese alguien se decidiese a ser su cómplice, porquehabíaquereferirleelhecho.
Perotodoestoeraabsurdo.Paraobteneruncómplice,seríanecesariodecirle:entaldía,yatalhora,he
sidocoautorenelasesinatodedosmujerespararobarlas,ypractiquéuncrimencobarde, repugnante, infame. Es preciso salvarse, y para esto, reclamo tucomplicidad. Si fuese necesario decir ante el juez que me has visto, que mehablaste,queestuvecontigoentaldíayentalhora,decláraloconenergía.
¿Eraestoposible?Evidentementeno.¡Ysinembargo,eraabsolutamenteprecisoencontrarunasolución!Desdequeconcibieraensuespírituelpropósitodedefenderseatodotrance,
seapoderódeél,yaesteinnatosentimientodelapropiaconservaciónseasía,comoelhombreque,suspensoenelairesobreunabismo,puedeasirsealaramadeunárbol.
Instantánea;comounrelámpago,tuvounainspiración.—¡SiSoledadseprestase!Perodespuésdeunmomentodereflexión,tambiénestoleparecióabsurdo.Pensó entonces en Eleuterio, el obrero que había conocido a su llegada a
Madrid; pero hacía mucho tiempo que dejara de verle y no sabía dóndeencontrarle.
AdemásEleuterionoeraningunagarantíadeseguridadparalajusticia.Sospecharíandelosdos.Otracosaledeteníatambién.Eleuterioquerríaunapartedeldinero.Desechóenabsolutotodaideadelaayudadeunamigo.Llegóaunaconclusión.Sihabíaalguienquepudiesesersucómplicenuncaseríaunhombre.Solamenteunamujer,consuinmensabondad,seríacapazdeprestarseaun
sacrificiodeaquellanaturaleza.Pacanoestabaencondicionesdepoderhacerlo.¿QuévaldríasutestimoniosisedescubríaqueVicenteVellidoerasupadrey
unodelosacusados?Además Paca era vulgar, no tenía suficiente pureza para comprender la
situación.Senecesitabaunaniñacontodosucandorounamujercontodasubondad.La ideadequeSoledadpodría salvarlovolvióa suespíritudeunamanera
pertinaz.Alcabodecidióverlaaquellamismanoche.Soledadleamabalocamente.Susrelacionesconellahabíantenidoenpocotiempouncambioradical.¿Cómo?Soledadsehabíaentregado.Eralamujerqueama,ylamujerqueamaresisteraravez.Undía,alsalirdeltaller,Víctorlaesperó.Ellasesorprendióysealegrómuchoalverle.Caminabaasuladoconpasomenudo,sonriente.Lamenorpalabraqueélledecíaeraunacorrientedulcequelesubíaporlas
venas.Soledadnosecuidabadeocultar la satisfacciónqueexperimentabaal lado
deVíctor.Eraunajovenllenadesinceridad.Sufranquezaysucandorlaperdieron.Víctor,consúplicasyruegos,lepidióparaaquellanochelallavedelacasa
para entrar a las altas horas, cuando los ancianos tíos de Soledad estuviesendormidos.
Lajovensenegóalprincipio,peroacabóporconcederloqueselepedía.Después quiso volverse atrás, y pidió la llave; quería que Víctor se la
devolviese.Víctorsonreíaysenegaba.Alfinconvinieronlosdosenquenoharíausodelallave.LehizoaVíctorquelojurase.Éllojuró.Sesepararon.Soledadestuvotodalanochemuypreocupada.LaseñoraJesusalepreguntóvariasveces:—¿Peroquétienes,muchacha?¿Quétepasa?—Nada,tía.Unpocodedolordecabeza.
—Puesacuéstate.—No,sinovalenada.Serecogieronalasdiez.UnavezensucuartoSoledad,tardómuchoenacostarse.Abriólaventanay
seasomó.Necesitabarespirarelairefrescodelanoche.DabanlasdoceenelrelojdelBuenSucesocuandoseretiró.Susmanos,alcerrarlaventana,temblaban.Teníafiebre.Sedesnudólentamente.Ibaameterseenellechocuandooyóunrumorapagado,ylapuertaseabrió
casisinruido.VíctorcayóalospiesdeSoledadpidiéndoleperdón.Estabamuymalloquehacía;peroélnohabíapodidoresistirasupasión.Víctorlaasíaporeltalle,laestrechabacontrasí.Soledadapenasresistía.¿Quépodíaellatemer?¿Noibanellosacasarse?¿Noestabaseguradelamorprofundo,eterno,queélsentíaporella?Soledadleescuchabatemblando…Sinvoluntadpararesistir,porqueellaleadoraba.
***
ConvencidodeesteamorfueporloquemástardeVíctorpensóenSoledadcomoencubridoradesucrimen.Aquellaeraunasolución.
Perourgíasalirdeallí,dejaraquelcuarto,ocultarcuantoantesaqueldinerocomprometedoryfunesto.
Unrelojdiohoras.¿Cuántas?Nolosabía.Empezóameterseeldineroenelbolsillo.Enestollamaronalapuerta.Víctor,súbitamenteaterrado,frío,pálido,preguntó:—¿Quiénes?Unavozdemujerrespondiódesdefuera:
—Sonlassiete.¿Noquiereustedcomer?Víctor, sin abrir la puerta y haciendo esfuerzos por que su voz apareciese
serena,contestó:—No;hoycomofuera.—Puesusteddispense.Yseoyócomounospasosligerosquesealejabanporelcorredor.Víctoracabódeguardarseeldineroen losbolsillos,sepusoelsombreroy
salió,dejandolaluzencendida.Desdeelpasillodijoalacriada,queestabaenelcomedorponiendolamesa:—Dejoelquinquéencendido;hagaelfavordeapagarlo.—Estábien.Cuandoseencontróenlacalle,VíctorsedirigióacasadeSoledad.Durante el trayecto varias veces le acometió la tentación de arrojar en
cualquiercalledesiertaaqueldineroquelequemabalasmanosyparecíaatraerlealfondodeuninsondableymisteriosoabismo.
Renunciar al dinero, hacerlo desaparecer, era apagar el único vestigiopalpabledesucrimen.
Peronosedecidió.Enloúltimodesuconciencia,laidea,queaúnpodíaserleútil,lesonreía.Fue entonces cuando tuvo la inspiración diabólica de confiar a Soledad la
custodiadeldineroquerobaraalainfortunadaseñoradeNeira.
***
Doroteocabeceabacuandounviolentotoquedecampanillaledespertó.—¿Quiénes?Soledaddejólacosturayselevantóparaacudiralapuerta.LecostótrabajoreconoceraVíctor.Sonriendo,consatisfaccióndeverle,ledijo:—Yanoteesperaba.—¿Porqué?¿Tantardees?—No; pero como tu costumbre es venir más temprano calculé que ya no
vendríasestanoche.Entra…LaseñoraJesusapreguntódesdedentro:—¿Quiénes?
Soledadrespondió:—EsVíctor,tía.—¡Ah!VíctorentróenlahabitacióndondeestabanreunidoslostíosdeSoledad.Saludó con cierto embarazo, y, como de costumbre, se sentó en una silla
juntoalamesa.Huboun silencio, que siemprehabía cuandoVíctor entrabayqueSoledad
erainvariablementelaprimeraenromper.—¿Pordóndehasandado?Teencuentropálido.Víctor,queriendosimularindiferencia,contestó:—Hetenidomuchoquehacer.Despuéssehablódebanalidades:deltiempo,deunahuelgadealbañiles,de
loquedecíaunperiódicorepublicano.ViendoaDoroteocabecear,Soledadledijo:—Tío,¿porquénosevaustedaacostar?—Tienesrazón.¡Yquemañanatengoquemadrugar!Ydandolasbuenasnochesatodos,paranotenerquedárselasdirectamentea
Víctor,seretiródelasala.Despuésdequesalió,VíctordijoaSoledad:—¿Quélepasaatutío?Soledadrepusosonriendo:—Esquecuestamástrabajoconquistaralostíosquealassobrinas.Víctorsonrió.Oyoseunruidoenlacocina,comodecacharrosrotos,ylaseñoraJesusase
pusoenpie.—Yaestáahíelgatodelaportera.Condenadoanimal.Soledadpreguntó:—¿Peropordóndeentra?—Porlaventanatienequeser.YlaseñoraJesusasedirigióalacocinaconamenazadorademán.Viendosalirasutía,SoledadseacercómásaVíctor:—¿Qué tienes? Dime alguna cosa. Parece que es necesario arrancarte las
palabras.¿Estásadisgustoamilado?—¿Porquédiceseso?¿Notehedadomilpruebasdelocontrario?—Yocreoquetelashedadomayores.Yaldeciresto,Soledadsepusoencendidacomolagrana.
—Túmelashasdadomuygrandes,y,sinembargo,estoyseguroquenomequierescomoyoati.
Soledadsonreíaynegaba,moviendolacabeza.Víctorprosiguió,animándose:—Tú no sabes cómo yo concibo el amor. Es la renuncia de la propia
personalidad. La persona que quiere a otra con intensidad debe dejar depertenecerse.Porejemplo…
AquíVíctorsedetuvocomositemieseirdemasiadolejos.Soledadrepitió:—¿Porejemplo?…Víctor,poseídodeciertaexcitaciónnerviosa,continuó:—Porejemplo.Suponteunmomentoqueamasaunhombresusceptiblede
haber practicado un crimen. El hecho de haber practicado ese crimen loinutilizaba para tu amor. ¿No es verdad? Pues bien: yo sostengo que el amordebe ser indestructible, sin que ninguna circunstancia, ni lamás fuerte, puedacombatirlo,anoserelolvido,suúnicoyverdaderoenemigo.
Hubounalargapausa,alcabodelacualdijoSoledad:—Yocreocomotú.Elamordebesersuperioratodo.—¿Hastaalcrimen?—Hastaalcrimen…—Vamosaver.Imagínatequeyopracticouncrimen.Supontambiénquemi
salvaciónestáentusmanos.¿Túmesalvarías?Soledadrespondióresuelta:—Tesalvaría.—¿Túsabesloquedices?—Losé.—Imagínateporunmomentoqueyo…—¡Quéabsurdo,Diosmío!—Yasesabequesonsuposiciones;peroescucha.Y Víctor, encendiendo un cigarro, continuó en el mismo tono de
demostración:—Imagínatequeyosoypresoporasesino.Quemeacusandehabermatadoa
un hombre o dos hombres, a unamujer o dos, por fatalidad o por ambición.Imagínate que, instado por un juez a confesar mi crimen, yo niego parasalvarme.Demi delito no quedan vestigios: una arma, ni unamoneda ni unagotadesangre.Unsolohechomepodíacomprometeryperder.Elhechodeno
serme posible decir a la justicia y a la policía: «No soy autor de ese crimen;porquecuando se cometió estabaenotraparte conalguien». ¿Conquién?,mepreguntaríalajusticia.
Yliandootrocigarro,Víctorconcluyó,cambiandodetono:—Ahoraescúchame. ¿Túasegurasqueyopodríadecir: cuando secometió
esecrimen,yoestabaconmimujer,conmiqueridaoconminovia,sincorrerelriesgodequemujer,amanteonoviamedesmintiesenyperdiesen?
Soledad,conlosojosbrillantes,contestó:—Siyofuesealgunadeellas,loaseguro.Víctorinterrogóconfingidoasombro:—¿Cómo?¿Túseríascapazdehacerlo?—Yosí.—¿Peronocomprendesqueenelcasoqueacabodepresentartesetratade
unacomplicidad?…—Sí,locomprendo.Víctormurmuró:—Turespuestamevence.Ydespuésdeunmomento:—Sin embargo, ya se dio el caso. Hace tiempo en París se descubrió un
crimenhorrible.Dosmujeres aparecieron asesinadas en una casa. Se buscó elasesino, y se encontró un hombre que parecía serlo. Pero no había más quesospechas. Nada lo acusaba de una manera definitiva. Un solo hecho lecomprometía:elhechodenopoderdeciralajusticiadóndeestuviera,yloquehiciera a la hora en que se perpetrara el crimen. Interrogado a este respecto,respondíaapenas:«Nopuedodecirdóndeestuve».Perolajusticiahizodeestehechobasedeacusación,yelhombresesintióperdido.Entoncesseacordódeunamujeraquienamaba,yqueasuvezleamabamucho.Apelandoasuamorledijo:«Solotúpuedessalvarme».¿Cómo?«Consintiendoendecirqueeneldíay en la hora en que el crimen se cometió yo estaba contigo, en tu casa en tucompañía.¿Quieressalvarme?».
Soledadinterrumpió,preguntandocuriosa:—¿Quérespondiólamujer?—¡Nada!…Elpobrediablocayóenlatonteríadecitarlacomotestigoensu
descargo; pero en pleno tribunal ella le desmintió, pretextando que no podíasoportarelpesodesemejantecomplicidad.Yaquítienesloquefueelamordeaquella mujer para aquel hombre. Presenté el caso en mí para hacerlo más
elocuente.Sielcasosedieseconmigo,túdicesquemesalvarías…Soledadrespondióconfirmeza:—Sí,tesalvaría.—¡Júramelo!…Soledadexclamó,riendodeldisparate:—¡Jesús,quéloco!Víctor,sinembargo,insistió:—¡Júramelo!—Puesbien…¡Telojuro!…—No,asíno.Dilodeotramanera.Diasí:«Juroquetesalvaría».—Juroquetesalvaría.Víctorserioconrisaforzada:—Ahoraséquemequieresverdaderamente.Elrelojdelacasadiohoras.Soledadlascontó:—Lasnueve.Hoyhasvenidomástardequedecostumbre.Víctorrepusoenuntonoligero:—Ahítienesprecisamenteelcaso.Sonlasnueve.Puesbien;imagínateque
eranecesarioparasalvarmedecirqueyohabíaestadocontigoalassiete,delassietealasocho.¿Quéharías?
—Diríaquehabíasestadoconmigodesdelassietealasocho.—FigúratequeaesahorasepracticabaenMadriduncrimen,yqueyoerael
autordeesecrimen.Soledadselevantó:—¿Perotúquétieneshoy?—Responde.—Ya respondí. En cualquier circunstancia en que te viese perdido y
dependiesedemíelsalvarte,tesalvaría.—¿Ycontinuaríasqueriéndome?—Esonosé…VolviólaseñoraJesusa,ylaconversacióncambiócompletamentederumbo.Víctorseanimara,yparecíademejorhumorquenunca.MirabaaSoledad
conojosdepasión.Alasnueveymediaselevantóparairse.Soledadlepreguntó:—¿Vienesmañana?
—Mañananosé.—Esdomingo.—¡Ah!Sí.SedespidiódelaseñoraJesusa.MientrasenelpasilloseponíaelsombreroySoledadalumbraba,murmuró:—Mecontraríaandarconestoenelbolsillo.Ysetentabaelpechodelachaqueta.Soledadinterrogó:—¿Quétepasa?—Nada.Undineroquetraigoconmigoparaentregarporlamañana…Ypor
notenerqueiralescritorioyvolverasalir,loherecogidohoy.—Puestencuidado;noteroben.—Ytienesrazón.Ademásesunasumarelativamentegrande.Soledaddijoriendo:—Dámelo;yoteloguardaré.Víctorrepusoradiante:—Y por qué no. Es una excelente idea… Mañana pasaré a buscarlo. Es
ademásunamaneradeverte.—Puesenesecasoyanotedejo…Vengaeldinero.Víctorsacódelbolsillo
unabultadofajodebilletesyseloentregóaSoledad.Lamuchacha,unpocoperplejaconeldineroenlamano,murmuró:—Silatíasabequetenemosestedineroencasanoduerme.—¿Porqué?—Porquetienemuchomiedoalosladrones.—Lomejor,entonces,seránodecírselo.—Sí;yoleesconderé.Víctorsedespidiónuevamente,ysalió.Lacalleestabaobscura.Adelantóalgunospasos.Notransitabanadie.De pronto sintió un quejido triste, que le pareció haber sonado casi a su
espalda.Sevolvió.Horrorizadocreyóverenlas tinieblas lavagafiguradelaseñoradeNeira,
agitandofuriosamente,porunhilodecarne,lacabezadegollada.Sealejócorriendo.
E
CAPÍTULOXI
¡UNDÍAMÁS!
N uno de los primeros capítulos de este libro dejamos a Soledaddesfallecida en su lecho al tener noticia del doble asesinato realizado en
MadridModerno.El lector habrá, sin duda alguna, comprendido que la pobre muchacha
sucumbiera a la sospecha fulminante de que el hecho se relacionaba con laspalabras que Víctor pronunciara la noche anterior, y con el juramento que learrancaradequelesalvaríasilevieseperdido.
CuandolaseñoraJesusaentróensucuartoylehizorelatodelcrimen,sintióunescalofrío,comosilehubiesendadounanoticiapersonaldehorriblealcance.
SedurmierarecordandolaspalabrasdeVíctorysuinfantilsospechadequeellanoleamababastanteysudoctrinadelamorindestructible,y,finalmente,suproposición monstruosa de un crimen y de un criminal a quien es necesariosalvar…
Se despertó con la noticia de un crimen, semejante en todo al queVíctorhabíasupuesto.
Entonces, en una instantánea evocación de la escena de la víspera, vio aVíctorenunaspectonuevo,ydioasuspalabrasunamuydistintasignificación.
Le pareció verle sobresaltado, inquieto, poseído de una preocupaciónextraña.
Recordóque la expresiónde su rostro no era la habitual, y que en toda lapersonadeVíctorseadvertíaunaprofundaagitación.
Todoesto,comoenconfusotorbellino,acudióenunmomentoasuespíritu.Sintioseposeídadeunsúbitopavor,ysinpoderdominarseprorrumpióenun
llantoinexplicable.Logró,sinembargo,serenarse,yasolas,ensualcoba,reflexionóquequizás
eraabsurdotodocuantoestabapensando.Su alma, honraday buena, nopodía admitir la idea de queVíctor hubiese
cometidouncrimen.Uncrimenlopracticauncriminal,yVíctornoerauncriminal.
Noteníaeseaspecto.Noteníalasactitudesqueelsercriminalrequiere.¿EraacasoposiblequeVíctor,elamordesuvida,practicaseuncrimen?No,noeraposible.¿Yparaquéuncrimen?¿Conquéobjeto?Había,portanto,disipadoesamonstruosaaprensión,cuandosutíaentróde
nuevo en la alcoba, y en pocas palabras la puso enfrente del crimen tal comoVíctor lo había supuesto, tan rigurosamente como ella se lo oyera contar lanocheanterior.
¡Dos mujeres asesinadas al caer de la tarde, el asesino en fuga; en unapalabra,elcrimenreal,auténtico,inconfundible!
Tuvo la impresiónrealyabrumadoradequeelcrimenfueraefectivamentecometido por Víctor, el cual la había hecho su cómplice arrancándole eljuramentodequelesalvaríasilevieseperdido.
Estaimpresiónfuerápidayprecisa.Sintióentoncestalhorrorqueperdióelsentidocomoantelaluzfulgurante
deunrayo.Cuandoentróelmédico,quehabíasidollamadoatodaprisa,Soledadaúnno
habíarecuperadoelsentido.LaseñoraJesusa,muyasustada,llorabaasulado.Elmédicoseacercó,acompañadodeDoroteo,quenodecíaunasolapalabra,
peroencuyafisonomíaseadvertíaunagraninquietud.Elmédicoseinformóminuciosamentedelascircunstanciasenquelehabía
dadoelsíncope.Quedómuysorprendidocuando laseñoraJesusa lecontóentre lágrimas lo
quehabíapasado.Despuésdeuninstanteelmédicomurmuró:—Escurioso.Unamuchachatanfuerte.¡Nuncalehabíasucedidoeso!—Nunca.Hasidosiempremuyrobusta.Elmédico recetó rápidamenteenunahojadepapelqueDoroteo llevóa la
botica, y mientras esperaba que volviese con los medicamentos, procuróreanimaraSoledadhaciéndolerespirarsalesymojándolalassienesconagua.
Perosuscuidadosysusesfuerzosfueroninútiles.Soledadparecíamuerta.LaseñoraJesusaestabamuyasustada.Elmédiconocesabademurmurar:
—Escuriosoquelanoticiadelcrimenlehayacausadotantaimpresión.LaseñoraJesusamusitó:—Sí.Ellanuncafuenerviosa.Perodesdequeestáenamoreshacambiado
mucho.Elmédicoasintió:—Esverdad.Parecemásflaca.¿Ibaacasarse?LaseñoraJesusanorespondió.Soledadacababademoverseenellecho.Seaproximaron.LaseñoraJesusa,encorvándosesobrelasalmohadasyacercandosurostroal
rostrodeSoledad,murmuró:—¡Soledad!¡Hijamía!Laenfermanorespondió.Elmédicolatomóelpulso.—Estámuyagitada.Esprecisocalmarla.Soledadabriólosojosyvolvióacerrarlos,comosiquisiesedormir.Detiempoentiemposufríaunestremecimientoyexhalabaunlargosuspiro.LlegóDoroteoconlosremedios.LaseñoraJesusaintentabadespertaraSoledaddeaquellargoeinexplicable
desmayo:Lallamabaangustiadayllorosa:—¡Soledad!¡Hijamía!¿Nomeoyes?¡Despierta!¿Nomeves?Soledadparecíahabercaídoenunprofundosueño.ElmédicosaliódelcuartoconDoroteo,dejandoalaseñoraJesusaalladode
laenferma.AntesdequeDoroteoleinterrogase,elmédicodijo:—No es cosa de cuidado. Está en una edad crítica. ¿Por qué no la casan
ustedes?—Vaacasarse.—¿Conquién?¿Puedesaberse?—ConunmuchachoempleadoenelCréditoArgentino.Quedaronlosdossilenciososuninstante.Elmédicoerajoven,reciénsalidodelaUniversidad;peroyahabíaadquirido
unaexcelentereputación.Apenashacíaunañoquevivíaenelbarrio,locualnoimpedíaquegozaseya
deunaclientelanumerosa.
Eraunhombredemedianaestatura,quepodíafrisarenlostreintaaños.Hacíapocosmesesqueeraelmédicodelafamilia.Hacía pocosmomentos que permanecía en la sala con Doroteo cuando la
señoraJesusagritódesdelaalcoba:—¡Doroteo!¡Doroteo!Elmédicodijo:—Vamosallá.Sindudahavueltoyaensí.VolvieronalaalcobadeSoledad.Con efecto, la enferma había vuelto en sí y lloraba en silencio, sin querer
responderaningunadelaspreguntasqueledirigían.
***
AhoraveamosloquehabíasidodeVíctoralsalirdecasadeSoledad.Acobardadoyllenoderecelossedirigieraasudomicilioyseacostara,pero
entodalanochenohabíapodidohacersueñodeprovecho.Solamentehacialamañanalogróquedartraspuesto.Sedespertóhaciaelmediodía.Elsolentrabaatorrentesporlaventanaquepordescuidoquedaraabierta.—¡Mediodíaya!—pensóVíctor.Comojustificandosupensamientounrelojlejanodiolasdoce.ApenasfaltabanalgunashorasparaquefinalizaseelplazoqueelGerentedel
CréditoArgentinolemarcaraparaelreembolsodelasumarobada.¡Doshoras!¡Quéhacer!¿Salir?El espíritu, de nuevo desordenado, inquieto y conturbado, necesitaba
subordinarsealfríoraciocinio,alaresoluciónprácticaquelesugiriesesumenteenelmomentocrítico,enaquelmomentoqueseacercabarabiosoeinexorable.
Inquieto,perodeseosodehallarunfinasusinquietudes,Víctorselevantó.Estabavistiéndosecuandounsonagudo,vibrante,fino,llegóasuoído.Seestremeció.Eralacampanilladelapuerta.Alguienlahacíasonarconviolencia.Víctorpensópalideciendo:
—¡Sindudalapolicía!Elcrimenestabadescubierto.Talvezlacriadaheridalehabíaindicadocomounodelosasesinos.Conprofundoestuporcomprendiólainutilidaddesucrimen.Unavezmássintiósuhorror.Así se sucedían de tropel los temores, las suposiciones y las dudas en el
espíritudelcriminal,cogidodesorpresaal levantarsedel lecho.Acorraladoensualcoba,y como fieraperseguida, acorraladoen lomáshondode la cavernaquelesirvedeabrigo.
Aplicóeloído.Abríanlapuerta.Pasospesadosresonabanenelcorredor.Una voz pausada, cavernosa, con marcado acento gallego, saludaba a la
sirvienta.Eraelaguadorqueascendíaconsupesadacuba.¡Noeratodavíalapolicía!Respiró.Supechoquedólibredelaopresiónnerviosaqueleimpedíarespirar.¿Porquétemer?Todavíanoestabaperdido.Eraprecisoconservarlaserenidad.Eraprecisoreflexionar.A merced del acaso preparaba ya el medio de defenderse hasta el último
extremo.SindudaqueSoledadjustificaríaanteeljuezloqueél,Víctor,hicieraentre
sieteyochode lanocheaqueldíafatalenquesusino le lanzaraeneldeclivequedebíaconducirlealaignominiadelpresidiosilefaltabaserenidadyastuciaparaladefensa.
Unavezmásserepitióasímismo.—¡Serenidad!¡Serenidad!Esprecisoserenidadparadefenderse.Resuelto a vivir, acabó por decidirse y afrontar fríamente la pena que le
impusiesenlostribunalesporelroboenlacajadelCréditoArgentino.Aquietadosuespíritupudoraciocinarfríamente.Necesitaba estar calmado, sereno, con absoluta consciencia de que la
responsabilidad exigida por los tribunales no pasaría de la consecuente a undesfalcodelaCaja.
Necesitaba convencersepara sudefensaquenohabía cometido el horribleasesinatoquelosperiódicospregonabancongrandesletras.
ElterribleasesinatodeMadridModerno,queservíadepastoalterroryalalocuacidad de las mujeres inactivas, reunidas en el patio de esas colmenashumanasquesellamancasasdevecindad.
Eraprecisoestartranquilo.Latranquilidaderalavictoria.¿Cómoconseguirla?Convenciéndose de que sus manos no estaban teñidas de la sangre de la
ancianaseñoradeNeiraydesuimprudentecriada.ElasesinoeraVicenteVellido.Para conseguir llegar a este fin se paseaba pausadamente a lo largo del
cuarto, gesticulando, sugestionándose la extraña convicción de que no era uncriminal.
Necesitaba la convicción, urgía proveerse de ella, armarse con ella, comoconunacorazainvulnerablequeresisteatodoslosgolpes.
Víctorladrón,eraunhechopositivo,auténtico,indiscutible.Víctor asesino, era una acusación infame, que debía rechazar por absurda,
injustificada.¡Eralacalumnia!AlahoradelcrimenVíctorestabaalladodeSoledad.Siselopreguntasenellalodeclararíaasí.A las sospechas de la policía o las acusaciones de los jueces respondería
serenoyalafuerzadelaconvicción.Él, Víctor, procedía en aquel momento al tenaz trabajo de expulsar de su
cerebrolaverdad,sustituyéndolaporlanecesidad.Enelinteriordelacasadenuevoelrelojvibróagudoyrápidotresveces.Lastresdelatarde.EnbreveelGerentedelCréditoArgentinocumpliríasupalabraentregándole
alapolicía.Instintivamentemiró hacia la puerta en espera que un ruido denunciase la
proximidaddelosagentes.¡Nada!Latranquilidadquelerodeabaseuníaalatranquilidaddeldía,llenodeluz.Seaproximóalaventanaymiróhacialacalle.Laideadeunpeligrocercano,inminente,lepreocupaba.
Conrápidaojeadarecorriótodoeltrayectoquedesdelaventanaseabarcaba.Lacalleestabadesierta.Unrelámpagodealegríabrillóensusojos.Brillóypasórápidamente.TalvezelGerentenocumplieselaamenazadeentregarlealostribunalestan
prontoelplazodelas48horastranscurriese.Peroestaesperanzaquiméricanoarraigóensuespíritu.LaSociedaddelCréditoArgentinovivíaporeldineroyparaeldinero.Nodebíaesperarclemencia.Seríaimplacablecomoeldestino.Y,¿porquétemer?El peligro que la víspera lo llevara a ser el cómplice de Vicente Vellido
impulsadoporunexageradosentimientodedefensa,erahoymiradoporVíctorfríamenteysinsusto.
Ayer,porhuirdelrobo,presencióunasesinatoenelcualeracómplice;hoy,porhuirdelasesinato,secomplacíaenserladrón.
Así,obligadoaafirmaryreconocerelrobopracticado,seconcentrabaensímismoyvivíaúnicamenteparaelcastigoy lapenadeundelito relativamentepequeño,insignificante.
Deese,únicamentedeese,responderíaantelajusticiadeloshombres.Elrestonoexistía.Erafalso.Víctor, que al abandonar la ventana reanudara sus paseos a lo largo de la
habitación,acabódecompletarsuplandedefensa.Yanotemíaalapolicíacomoantes.Preparadoarecibirlasesentíafuerte.Tomóelsombreroysedispusoasalir.¿Lapolicíanolobuscaba?Éliríaasuencuentro.Bajólaescaleralentamente.Alpisarlacalleseestremeció.Enlaaceradeenfrentesepaseabandoshombresvestidoscondescuido.Parecíandisfrazadosaquellosdoshombres.Víctorsedetuvoypensó:—¡Sonellos!Reconocíaadosindividuosdelapolicíasecreta.
LlegadalahoraelGerentelehabíadenunciado.En la satisfacción mal contenida que los agentes dejaban adivinar en la
mirada,Víctorcomprendiólasupresióndesulibertad.Comprendióquedeallíenadelantepasaríansusdíasenuncalabozoinfecto.Aquella sonrisa de satisfacción que brilló en los labios de los agentes
denunciabalamisióncumplida.Lasórdenessuperioressatisfechas.Unodelospolicíasavanzó.Automáticamenteelotrohizolomismo.Interceptaronelpasoapoyadosenelbastóncaracterístico.Elmásviejodelosdosagentesinterrogó:—¿DedóndevieneVd.?—Vengodemicasa.—¿EnquépisohabitaVd.?—Eneltercero.—¿EstáVd.empleadoenunacasadeBanca?—Sí.¿PeroconquéderechomeinterrogaVd.?—Soyagentedepolicía.—¡Depolicía!—Sí.Víctorquedóindeciso.Elagentecontinuó:—¿EnquécasaestáVd.empleado?—EnelCréditoArgentino.—¿SunombredeVd.?—VíctorRey.Elagentesevolvióasucompañeromurmurando:—¡Esél!Elotrohizoungestodeasentimiento.Víctorpreguntóconciertaarrogancia.—Enfin,¿quédesean?—Quenosacompañe.—¿Adónde?—Apresenciadeljuez.—¿Porqué?—Nosabemos.Tienequeacompañarnos.
Víctorsintiófríoenlasvenas.DudabasileprendíanporelroboenlacajadelCréditoArgentino,oporel
asesinatodeMadridModerno.Hizounpoderosoesfuerzosobresímismo,ylogróserenarse.Volviéndosealosagentesdijo,afectandofrialdad:—¡Vamos!Estoyalasórdenesdeustedes.Lostresecharoncalleabajo.Víctorcaminabaentrelosdosagentes.LlegaronalasSalesas.En el edificio de juzgados se notaba un gran movimiento. El crimen de
MadridModernoeraeltemaobligadodetodaslasconversaciones.Víctorentróconelsombreroechadosobrelosojos.Deseabaocultarseenlo
posiblealasmiradasdeloscuriosos.Unporteromurmuróalverle:—¿SerácosadelasuntodeMadridModerno?Víctorsintióunescalofrío.Unalguacilrepuso:—Nomeloparece.Víctorylosagentesseinternaronporloslargoscorredores.Notardóenser
introducidoeneldespachodeljuezdeguardia.Eljuezeraunhombretodavíajoven.Elinterrogatoriofuecorto.SetratabadelrobodelacajadelCréditoArgentino.El preso no huía las responsabilidades de la acusación. Era él quien había
robadolacaja.Suconfesiónfueespontánea,fría,precisa.El juez hizo un gesto, y los dos agentes condujeron a Víctor a la Cárcel
Modelo.Unavezallíseleencerróenunobscurocalabozo.Eraobscuroysórdido.Víctor,alencontrarsesolo,sedejócaerenunaesteraquehabíaenunrincón.Latardecomenzabaadeclinar.Losrayosdoradosdelsolpenetrabanporunalto tragaluz.Víctormirócon
profundatristezaaquelsolquehabíailuminadosuúltimodíadelibertad.Cerrólosojosypensó…Nopodíadudardelasuertequeleesperaba.
Lasentenciasereduciríaaunañodeprisión.Talvezseismeses.Después,rehabilitadoporlaexpiación,emprenderíaunavidanueva.Elmundoeragrande.Miróaltragaluz.Elsolhabíadesaparecido.Elcalabozoestabaobscuro.Pasólanocheenunagranagitacióntendidosobrelaestera.Aldíasiguiente,unguardiadeuniformeentróallamarle:—Acompáñeme.Víctorsepusoenpie.Todoelcuerpoledolía.Estabaentumecido.Dirigiéndosealguardia,interrogó:—¿Quiénmellama?—Elseñorjuez.—Yamehainterrogado…—Hasidoelseñorjuezdeguardia.—¿Quiénesahora?—DonMáximoBaroja.Víctorsalióconducidoporelguardia.Fuellevadoapresenciadeljuez.DonMáximoBarojaestabasentadoenunsillón,yselimpiabalasgafascon
elpañuelo.Alentrarelreoselaspuso.Ibaaempezarelinterrogatorio.
P
CAPÍTULOXII
LACASADEDOROTEO
ARECÍA un hogar visitado por la desgracia aquel honrado hogar deobreros.Enlacasareinabaunsilenciosombríoydemalagüero.Doroteo, sentado en un extremo de la sala, parecía abatido por una gran
tristeza.LaseñoraJesusaibadeunladoalotro,trajinandoporlacasa.Teníalosojosllorosos.Soledad, aquella sobrina a quien querían como a una hija, se había
enamoradodeunladrón.El Liberal de aquellamañana traía la noticia de la prisión deVíctor Rey,
acompañada de pormenores referentes a la captura y al robo en la casa delCréditoArgentino.
Noera infundada,pues, la instintivaysecretadesconfianzaqueelhonradoDoroteohabíasentidoporVíctordesdeelprimermomento.
MentalmenterecordabalamalaimpresiónqueVíctorlecausara.Decircunstanciaencircunstanciarecordabahechos,frasessueltasqueVíctor
másdeunavezhabíapronunciadoyquelequedarangrabadasenlamemoria.LaseñoraJesusaentróagobiadabajoelpesodesupenaypreguntó:—¿Quieresquecenemos?Doroteorepusodistraídamente:—Bueno.Peronosemovió.Alcabodeunmomentomurmuró,dirigiéndoseasumujer:—¿YSoledad?La señora Jesusa,por toda respuesta, se enjugó losojosconunpicode su
delantalysuspiró:—¡Pobrehija!¡Pobrehija!Quiénpodríasuponer.Doroteoexclamóconcólera.—Puesamínomehaengañadonuncaeseladrón.
Callaronlosdos.Lasalavolvióalsilencio,cortadobrevesmomentosporeldiálogoentrelosdosesposos.
EntróSoledad.Estabamuypálidaperoparecíaresignadayserena.Al violento desmayo del primer momento sobrevenía la serenidad de las
grandesresoluciones.Víctorestabapreso.Elhombrepérfidoque la envolviera enel secreto sangrientodeuncrimen
acudiríaaellaparasalvarse.¡Yellaprometierasalvarle!¡Lohabíajurado!¡Eraprecisocumpliraqueljuramento!Nohabríanidudasnivacilacionesnitemoresqueladetuviesen.Su carácter honrado, puro e íntegro le indicaba no la complicidad en una
tragedia horrible, en la cual se transforma en delito la solidaridad, sino elcumplimientodeundeberquesehabíaimpuestoporunapromesa.
¿HabíajuradoaVíctorarrancarledeaquelabismodeeternaperdición?Puesdebíacumplireljuramentoempeñado.Después,enloporvenir,procuraríaolvidaralhombrequeeldestinocruzara
ensuexistenciaparaperturbarlayherirla.PorelpresenteurgíapatentizarconhechoslaafirmaciónsinceraqueVíctor
learrancaraennombredelmáspuroyelevadosentimientoquepuedecobijarseenunalmafemenina.
Había pasadomuchas horasmeditando en la posibilidad de queVíctor nofueseelasesino.
Dolorosameditación.Soledadnopodíatenerdudasacercadeaquelpuntotandoloroso.¿Porquéforjarsetodavíaesahipótesissalvadora?ConlacertezadelainfamiadeVíctor,sudolorseríamásgrande.Víctor,elhombrealqueellahabíajuzgadocomounsersuperior.¿Qué fuera aquella discusión sobre el amor que con ella, con Soledad,
sostuvieseaquellamismanochedelcrimen?Unahábilycobardemaniobraparaengañaralosjuecessieraacusado.HabíasorprendidolabuenafedeSoledadconduciéndolaaunaceladaruin.Erasunoviaylahabíahechosucómplice.YunarepugnanciainvencibleasaltabaelespíritudeSoledad.Las dos víctimas del crimen estaban condenadas a no encontrar venganza
porqueSoledadsalvaríaalcriminal.¿Quéhacer?Víctor, sinduda, invocaríaanteel juez,a findedemostrar su inocencia,el
testimoniodelahonradamuchachaquelehabíadadoelcorazónylahonra.Atodos los instantesaplicabaeloídoconvencidadequeno tardaríaenser
reclamada su declaración, y cada vez que la campanilla vibraba creía ver lafiguradeunpolicíaqueveníaabuscarla.
Cuandollegaseelmomentodecisivo,¿tendríaelvalordepresentarseanteeljuezy,cumpliendolapromesaempeñada,declararenfalso?
¿Sedejaríaenvolverenunaemboscadasentimental?¿Debíaaceptarenteralaresponsabilidadcontraída?Unadificultadseimponíatemerosa.¿Cómoprevenirasustíosdequeprometieraafirmarfalsamenteanteeljuez
queVíctorRey,de lassietea lasochode lanocheestuviera juntoaellaen lamismacasaquehabitaban?
Soledad,nosoloseobligaraadeclararenfalso,sinoquearrastrabatambiénasustíos.
¡Erademasiado!Podía jugar con su felicidad, podía jugar con la tranquilidad de su
conciencia.Pero,¿teníaderechoparaarrastrartambiénasustíos?YSoledadnohallabasoluciónaldolorosoconflicto.Lasituaciónnopodíasermodificada.Eraunfantasmaqueseerguíainexorable.Nosepodíahuirdeldestino.Podríahablarasustíos,decirlestodalaverdadquelequemabaelalma.Podría arrojarse a suspiesydemostrarles con lapersuasiva elocuenciadel
llantolaviolenciadeldolorquelatorturaba.Firmementeresuelta,arrostraríaelpeligro;queríaconjurarlatempestadpara
debilitarsusefectosinmediatos.Seirguiódellechopálidayserenacualestatua.La ironía del destino produjo en sus labios una dolorosa contracción de
sonrisa.—¡Vamosallá!Soledad,erguida,encaminosehaciaellugardondeestabansustíos.Pasaronunosmomentos.
LostíosesperabancabizbajosysilenciososqueSoledadhablase.Adivinabanquesetratabadealgunacosaterrible.LaactitudserenadeSoledadconfirmabaaúnmássussospechas.—¿Porquétehaslevantado?—preguntóDoroteo.—Tengoquehacerlesunaconfesión.—Habla.—Víctorestápreso.LaseñoraJesusabajóaúnmáslacabeza.Doroteomurmurósombrío:—Sí,robólacajaquelefueraconfiada.Soledad,conelespantoylasorpresapintadoensurostrorepitió:—¿Robólacaja?Doroteoexplicóentoncesgravemente:—Sí, hija mía. Después del desmayo que has sufrido juzgué prudente
ocultártelo.Soledadlanzóungrito.—¡Ah!Locomprendotodo,todo…Ysinpoderproferirmáspalabrascayódesvanecida.Doroteoysumujersiguieronpormuchotiempoignorandoelterriblesecreto
queuníaasusobrinaconelasesino.
***
Cuando volvió de su desmayo Soledad se encontró en su lechocuidadosamenteasistidaporsutía.
Despuésdeadministrarlaunatazadetila,laseñoraJesusaledijoconcariño,entregándoleunacarta:
—Toma, Soledad, hace una hora la han traído; el mozo todavía espera larespuesta.
Soledadrasgóelsobreconmanotemblorosa.LaseñoraJesusaseapartóparalevantarlosvisillosdelaventanaySoledad,
así, tuviese luz para leer. Pero viendo que Soledad palidecía y dejaba caer lacabezadelaalmohada,acudiócorriendo.
Curiosayanhelanteinterrogó:—¿Quétienes,quédiceesacarta?
AntesdequeSoledadhubiesetenidotiempodecontestar,entróDoroteo.SeacercópresurosoycogiólacartaqueSoledadhabíadejadoresbalarhasta
elsuelo.Soledadmurmuróconvozdébil:—LéalaVd.Doroteocomenzólalecturaconlavozemocionada:
«Soledad,estoypreso.Lostribunalesmeacusandeunsingulardelito:lapolicíamejuzgaautordeldobleasesinatodelMadridModerno.
Comoseve,lasituaciónenquemeencuentroesdifícilydolorosa.Conducido al hospital fui careado con la criada de la infeliz señora de Neira, que, sin duda
aconsejadapor la justiciao llevadadeunerrordeplorable,afirmóseryoel individuoquecometióelcrimen.
Excusadoesencarecerconpalabraslogravedelasituación.Porlalecturadelosperiódicosjuzgoquetú,Soledad,debesaestahoraconocerqueelcrimenfue
cometidoentrelassieteyochodelatarde.Mejorquenadiesabenenesacasaqueesimposiblepuedayoserautordelcrimenquemeimputan.Entresieteyochodelatardeyomehallabaallí.¿Noesverdad?
—Sí.
Nopudiendoprobardóndemeencontrabaalashorasdichas,estaréirremediablementeperdido.Sinembargo,dudéenafirmarquehabíaestadoenesacasa,loquetanfácilseríadeprobar.
Eranaturalladuda.Noqueríaevocarunnombrepuroymancharloconladeshonraquesobremípesa.Perohoymilibertadymividadependendeesaprueba.SiundesgraciadoquesellamaVíctoraúnencuentraunecopiadosoenelcorazóndeSoledad,no
serácondenadocomoasesino.Esloúltimoquequizátengaderechoapedirdespuésdemifalta.
VíctorRey.CárcelModelo,tresdelatarde».
Doroteoterminólalecturadelacarta,seenjugólafrentehúmedadesudor.LaseñoraJesusamiróaSoledadypreguntócontimidez:—¿Túteacuerdasaquéhoravinoesedía?Soledadmurmuróapenas.—Sí,señora.—¿Vinoefectivamenteentresieteyocho?—Sí,señora.Laancianacallóunmomentoyluegoconcluyó:—Meparecíaquehabíavenidomástarde.Peroyaquetúdicesqueno…Yo
tengotanmalamemoria.Denuevoguardaronsilencio.Soledad,haciéndosesuperiorasuangustia,seincorporóenellecho.—Tía,demeVd.papelparacontestaresacarta.LaseñoraJesusafueahacerloquesusobrinalepedía.Doroteo, retirado en un extremo de la estancia, parecía irritado y confuso,
abatidoydespechado.Lalecturadeaquellacartaleindignara.ElsingulardocumentoqueVíctorenviaradesdeelcalabozoveníafatídicoy
brutalacompletarlaobradestructoradeaquellosamores.Pasaronalgunosmomentos.Soledaddoblólacartaquehabíaescritorápidamente.Elmozoaúnesperaba
larespuesta.DoroteoysumujerseacercaronaSoledad.La sobrina leyóenvozbajay ronca la respuestaqueenviabaa su antiguo
novio.Soledad respondía que el deseo manifestado por Víctor en su carta sería
satisfecho.SalióDoroteocontorvoaspectoaentregaralmozolarespuesta.Cuandosalióelanciano,laseñoraJesusaySoledadseabrazaronllorando.
D
CAPÍTULOXIII
UNAPRUEBAINÚTIL
ESPUÉSde la escenadel reconocimiento llevada a cabo entre la criadaheridayVíctor,estefueconducidodenuevoalacárcel.
DonMáximoBarojasesentíacontrariado.Suardidjudicialnohabíadadoresultado.El crimen deMadridModerno continuaba envuelto en las sombras de un
impenetrablemisterio.Víctorasomólacabezaporelventanillodesucalabozoyllamóalcarcelero.Esteacudióconunmanojodellavesenlamano.Lapuertaseabriórechinandosobresusgoznes.Elcarceleropreguntóconvozadusta:—¿Quéseofrece?Víctorrespondió:—Necesitohablarconelseñorjuez.—¿Quierehablarle?—Sí.—Tendráqueesperarunahora.—¿Porqué?—Porquenoestáeneledificio.Aquínosonlosjuzgados.Víctorrepusode
maltalante,retirándosealfondodelcalabozo:—Yalosé.Elcarcelerodijoenelmismotonoásperoybrutal:—Puespareceolvidarlo.Elcarcelerohizosonarlasllavesycerródenuevolapuerta.Después llamó a un agente de Orden Público para que llevase al juez el
recadocomunicándoleeldeseodelpreso.ElnombredeSoledadibaaentrarenelenmarañadoprocesodelasesinatode
laseñoradeNeira.Víctor,solicitandocompareceranteeljuez,intentabautilizarunaprueba.Él escribiría a Soledad pidiéndole una declaración que sería sin duda el
cumplimientodeloquelajovenjurara.El juez, D.MáximoBatoja, se hallaba en su despacho cuando llegó a las
SalesaselagenteencargadodecomunicarlelosdeseosdelacusadodelcrimendeMadridModerno.
El juez se perdía en cavilaciones cuando el guardia abrió la cortina deterciopelorojopreguntando:
—¿Dasulicenciaelseñorjuez?Eljuezcontestódistraído:—Entre.Elguardiaentrósaludando.—EldetenidoporelcrimendeMadridModernodeseahablarconelseñor
juez.DonMáximoBarojalevantólacabezasorprendido.Antesdepronunciarpalabra,sequitólosanteojosylosdejósobrelamesa.Todoensurostroparecíainterrogar.Perodominándosemurmuróconfrialdad:—¿QuédecíaVd.?Elagenterepitió:—EldetenidoporelcrimendeMadridModernodeseahablarconelseñor
juez.—¿Nohamanifestadoloquetienequedecirme?—No,señor.—¿Perosesabesiesunadeclaraciónloquequierehacer?—Sí,señor.Unadeclaración.—VayaVd. a decir al actuario quenos trasladamos a la cárcel para tomar
unadeclaración.Elagentesalió.Pocodespuésentrabaelactuario.Sepusoalasórdenesdelseñorjuez.DonMáximoBarojapidiósuabrigoaunujier,queselotrajovelozmente,y
congranrespetoleayudóaponérselo.EljuzgadosetrasladóalaCárcelModelo.Llegaronenbreverato.Elcarceleroacudióaponersealasórdenesdeljuzgado.Guiadoporundédalodecorredorescondujoaljuezyalactuarioalcalabozo
delpreso.
DonMáximoBaroja,quecreíaconocer las intencionespacíficasdeVíctor,mandóretirarasusacompañantesconungestoymurmuróalmismotiempo:
—Esperenahífuera.Siesnecesariolesllamaré.Yentrótranquilamenteenelcalabozo.Víctor,queestabaechadosobreelcamastro,selevantóalverlo.DonMáximoBarojaleinterrogó.—¿HamanifestadoVd.deseosdeverme?—Sí,señor.—¿QuiereVd.ampliarsudeclaración?—Sí,señor.DonMáximoBarojasonrió.Después,conciertasatisfaccióndijoalreo:—¿AlfinsedecideVd.aauxiliaraljuzgado?—EstáVd.equivocado,señorjuez.—¿Cómo?—Sí,señor.Yonosoypolicía.DonMáximoBarojafruncióelceño.—Adviertoalreoqueestoydispuestoacastigarsuinsolencia.Víctorrepusocongranserenidad:—Nosoninsolencias,señorjuez.—Sí;Vd.procuradeprimirmiautoridad.Despuésdeunapausacontinuóeljuez:—¿Por qué ha solicitado Vd. ampliar su declaración? ¿Desea Vd.
confesarmealgúnhechoomitidoyquejuzgaimportante?—Sí,señor.—PuedeVd.comenzar.—Elseñorjuezsehamolestadocuandodijequenoerapolicía…DonMáximoBarojaleinterrumpió:—Procureelpresoevitardigresiones.—Indispensables,sinembargo…—ContinúeVd.—Cuandoafirméquenoerapolicíaeramiintentodemostrarquesihablono
es para auxiliar al juzgado, sino para defenderme de la injusta acusación quepesasobremí.
—Enelúltimointerrogatorionohaconseguidousteddestruirla.—Perdón;elseñorjuezseolvida…—Noolvidonada.
—Sí,señor;hedichoquealahoradelcrimenmehallabaenotrolugar.—¡Ah!¡Sí!Esanoveladeunamujer…—Elseñor juezpuedeclasificarlacomomejor leparezca,peroyo también
podréprobarlaverdaddeloquedigo.DonMáximoBarojasecruzódebrazosydijoconironía:—Veamosesapruebamagna.Yañadiódespuésdeunapausa.—Mucho más útil sería para el reo una confesión franca que todas esas
arguciasy coartadas, con las cualesno logradespistar al juzgadoniprobar suinocencia.
Don Máximo Baroja sabía emplear la suavidad y la dulzura como unaganzúaparaabrirclandestinamenteelcorazóndelosreos.
Pero Víctor no era un reo vulgar y aquel procedimiento no dio el menorresultado.
Encarándoseconeljuez,dijoconlamayorsangrefría:—El señor juez pretende de mí una franca confesión y yo propongo una
prueba. Discretamente, el señor juez procura insinuarse, sorprenderme,obligándomeaconfesarloquerechazo…
DonMáximoBarojaleinterrumpió:—Diga el acusado lo que tiene que decir y suprima los comentarios y las
consideraciones.—Procurarécomplaceralseñorjuez.—Seríadedesearlo.—Movidos por sentimientos opuestos, estamos empeñados en un fin
idéntico.—Procureelreoaclararmáslosconceptos.—El señor juez quiere castigar; yo quiero defenderme. No somos
adversarios,somossocios.D.MáximoBarojamiróestupefactoaVíctor.Dudósisehabíavueltoloco.Víctor, que observó la sorpresa de D. Máximo, dijo con la mayor
naturalidad:—Veoqueelseñorjuezsesorprende.D.MáximoBaroja,aparentandoindiferencia,dijo:—Esperoqueelreoconcluyadeexplicarse.—Esmuyfácil.Elseñorjuezbuscauncriminal.—Ciertamente.
—Puesporesoanunciéunacomunicaciónimportante.—Quetodavíanohahecho.—Peroqueharé.—Veamos.—Continuarpersiguiendounapistafalsaesperjudicialparalajusticia.—¿Cómo?—Garantiza la impunidad del criminal y yo deseo probar de una manera
concluyentequeeljuzgadosigueunapistafalsa.Prestoconestounservicioalajusticiaypruebomiinocencia.Taleselraciocinioquehacepocomehizodecircongranextrañezaporpartedelseñorjuezqueéramossocios.
—¿Ycreeelreoquepodráprobarsuinocencia?—Asíloespero.—Siesasí,antesdebióhaberlohecho.—Olvidaelseñorjuezqueafirméhaberestadoalahoradelcrimenencasa
de una mujer. Recordará el señor juez que dudé en citarla como testigo, sinpreviaautorizaciónporpartedeellaparapoderunirsunombreamideshonra.Asíquecuandomeretiréalcalabozofueelmeditaryresolver.
—¿Resolverqué?—Escribirle.DonMáximoBarojamiró fijamente al reo como si con losojos tratasede
penetrarensuconciencia,ydespuésinterrogó:—¿Demaneraqueestádispuestoaescribirle?—Sí,señor.EntoncesD.MáximoBarojaabriólapuertayllamó.Entraronelactuario,elcarceleroydosguardias.DonMáximoBarojadispusoquetrajesenalreorecadodeescribir.Fue obedecido y Víctor borrajeó en pocos momentos la carta dirigida a
Soledad.Concluida la tareamiróal juez,queen todoaquel tiempohabía tenido los
ojosclavadosenél.Doblólacartayselaentregó.—Elseñorjueztendrálabondaddehacerllegarestacartaasudestino.—Ahoralallevarán.—Unruegotengoquehaceralseñorjuez:queelnombredeesamujernosea
dadoalosperiodistas.Esunamujerhonesta,solteraynoquieroenvolverlaenmideshonra.
Víctor, aludiendo a Soledad en aquella forma, tenía como mira principalavalorarenlaopinióndeljuezladeclaracióndelajoven.
DonMáximoBarojapronuncióconciertahonradasequedad.—Tengaelacusadolaseguridaddequeelnombredeesamujernoserádel
dominiopúblico.Víctormurmuró,bajandolacabeza:—Gracias.Don Máximo Baroja desdobló la carta, la leyó detenidamente y pareció
satisfecho.Después,volviéndosealcarcelero,dijo:—DéVd.estacartaaunhombredeconfianzaquevaya inmediatamentea
entregarla.—¿Tienerespuesta?—Sí.Elcarcelerosalióacumplirlasórdenesdeljuez.Enelcalabozoreinóunsilenciosombrío.Volvióapocoelcarcelerohaciendosonarsusllavesyeljuzgadosalió.LapuertadelcalabozosecerródenuevoyVíctorquedósolo,entregadoa
susdolorosospensamientos.Unadudacruelleasaltaba.¿CuálseríaladeclaracióndeSoledad?¿Cumpliríaeljuramentohecho?¿No habría sido un error y una audacia imperdonable llamarla a declarar
comotestigo?¿Noeralocurafiarenlaspalabrasdeunamujer,aunqueesamujerfuesesu
noviayestuvieseligadaaélporvínculostaníntimos?Talespensamientos,talesdudasytalessospechas,hubierondeproducirleun
estadomorbosodesobreexcitaciónnerviosa.Lo más probable era que Soledad temiese comprometerse con una
declaraciónquelaharíacómpliceenunterribleasesinato.Yentonces,¿quéharía?Seguramenteloconfesaríatodo.Referiría ante el juez la conversación sostenida con Víctor pocas noches
antes.Referiría cómo, sin saberlo, se había comprometido. Cómo su novio le
arrancaraeljuramentodesalvarle.VíctoryanodudabaquehabíasidounatorpezaincalificablecitaraSoledad
comotestigoensudefensa.Peroningunadesussospechasserealizó.Soledadnopudodeclararanteeljuzgado.Enferma y retenida en el lecho, la prueba propuesta por Víctor, fuera
necesariamenteaplazada.Luego,ladetencióndeDoroteovinoahacerlacompletamenteinútil.¿Quéimportanciapodíatenercomopruebadedescargoladeclaracióndela
jovenenfavordesunovioydesutío,quehacíaconellalasvecesdepadre?¡Ninguna!
***
EnotrocapítulodeestelibrohemosdejadoaDoroteo,elhonradoalbañilqueconocimos al principio de esta historia, acusado y preso, como uno de losautoresdeldobleasesinatodeMadridModerno.
Su prisión, sin embargo, no fue larga.Bien que los autores del crimen nofuesendescubiertos,Doroteopudoprobarplenamentesuinocencia.
D. Máximo Baroja era un juez lleno de sagacidad, y, si equivocado alprincipio, no tardó en advertir su error y subsanarlo, ordenando la libertad deDoroteo.
De aquella diligencia de registro que el mismo día de la detención deDoroteomandarapracticarencasadeeste,nohabíaresultadoningúnindiciodeculpabilidadcontraelbuenhombre.
Soledad,queguardaba,comonuestroslectoressaben,losbilletesqueVíctorle entregara —dinero que la pobre muchacha ignoraba que procedía de uncrimenydeunrobo—,acababadequemarlo.
SussospechasdelaculpabilidaddeVíctorerantangrandes,y tal trastornoprodujeronensusfacultadesmentales,quearrojóalfuegoaqueldepósito.
Otramujermenos leal ymenos noble que Soledad quizá hubiera pensadosolamente en ocultarmejor aquel dinero, pero Soledad solo pensó en hacerlodesaparecerpormediodelfuego.
¡Elfuegolopurificatodo!Y el fuego hizo inútil la obra criminal de Víctor y de Vicente Vellido. A
veceseldestinotieneestasvenganzashorribles.
N
CAPÍTULOXIV
¡LAHIJA!
O hallando la policía rastro de Vicente Vellido ni pruebas de laculpabilidaddeVíctor,elcrimendeMadridModernoquedóporentonces
enlassombrasdelmisterio.Víctor cumplió solamente condena por el robo cometido en la caja del
CréditoArgentino.Eralamañanadeunhermosodíadeverano.En ella debíamos encontrarnos de nuevo con un personaje, a quien hemos
conocido—siquieramuyrápidamente—enelcomienzodeestahistoria.Lentamente subía por la calle de la Princesa, que conduce a la Cárcel
Modelo,unamujerjovenydehumildeaspecto,quedabalamanoaunaniña.La mujer decía a la pequeña, que forcejeaba por detenerse ante todos los
puestosdecachivachesyjuguetes.—Vamos,Luisita,anda.Esallídelante;mira,yafaltapoquito.Lapequeña,aquienllamabanLuisita,erahijadeVíctor.ElsoliluminabalafachadadelaCárcelModelo.En el patio central algunos golfos desharrapados, de mirar equívoco y
aspectotorpe,conversabansobrelosmotivosdesuprisión.Eradíadevisita.Lospresosllenabanlospatios.Otrosesperabandetrásdelasrejasconlosojosinterrogadores,aguardandola
visitaprobabledealgúnamigooparienteportadordealgúnauxiliodeviandasodedinero.
Los miserables, solos en el mundo sin amparo de padres y de amigos,esperabantambiénlavisitadealgúncompañerodecárcel.
Los desgraciados, solidarios por el infortunio, se unenmás fácilmente quelosfelicesllenosdeventuras.
Enlacárceltodossoniguales.Elfinaldelacondenaesloquelosseparaydiferencia.Convencidosdeque sonvíctimasdeuna injustificadavenganza se prestan
mutuoauxilioenlaluchacontralasociedadqueloscondena.¿Cuálfuesufalta?¿Robar?También muchos hombres de la política y de la alta banca robaban y no
estabanenlacárcel.¿HabíanburladoelCódigo?¿Habíandespreciadolaley?Puesbien:¿cuántosdelosquevivíanenmediodellujoyllenosdehonores
nohabíanhecholomismo?¡Laley!¡ElCódigo!¡Lasociedad!Mentiras.Loqueenelmundosenecesitaestenerprotectores.Ligadosporelraciocinioquelosinducíaalarebelión,planeabanyalaforma
más hábil de escapar a la ley cuando reentrasen en la vida social, y poderprevaricaralamparodelcódigo.
Lospatiosdelacárcelempezabanallenarsedepresos.Enloslargosyhúmedoscorredoresserespirabaunaatmósferadecrimen.Alasrejasseasomabannuevasfigurasdepresos.Víctornoesperabaanadie.Pertenecía a la categoría de losmiserables entregados al aislamiento de la
suertequeloshería.Desesperabadeencontrarprotecciónenloshombres.Estabapresoporautodeljuez,quelehabíamandadoalacárcelenvistade
quenopodíapresentarfiadorparalalibertadprovisional.Perofaltabatodavíalasentenciadefinitivaquedebíadictarunjurado.EratodoloqueVíctorsabía.Tampocoqueríasabermás.Parasuavizaryendulzarsusituaciónlebastabasaberqueelasesinatodela
señoradeNeirapermanecíaenelmisterio.DeVicenteVellidonohabíavueltoatenernoticia.Parecíaquelatierraselohabíatragado.VíctornodejabadepensarmuchasvecesenPacalaGallarda.PeroPacanoparecíarecordarlesiquiera.DesdequeVíctorestabapresoniunasolavezfueraaverle.Eranatural.ElVíctorReyque tenía dinero y pagaba trajes, y cenas y billetes para las
corridasdetoros,yanoexistía.Elempleado,quedisponíadelacajadelCréditoArgentino,habíamuerto.Quedabaensulugarunladrónsinrecursos,amerceddeunacondenaqueno
debíahacerseesperar.Víctorreflexionabafríamentesobresusituacióncuandofuesorprendidopor
lanoticiaqueuncompañerodecárcelvinoatransmitirle.¡Preguntabanporél!¿Quién?Unamujertodavíajoven,peroconindeleblesseñalesensurostromarchito
deunavidadesufrimiento.Conlamujerveníaunaniñadecortaedad.¿Eraposiblequeaúnexistiesealguienquenolehubieseolvidado?Sindudalaindiferenciaquelerodeabanoeratanespesaqueunrayodeluz
novinieseainfundirlealientosparaproseguirlavida.Sorprendidoporlanoticiapensaraenlasmujeresquehabíaconocidocuando
estabaenlibertad.¿SeríaSoledad?¡Imposible!¿PacalaGallarda?Tampocoeraprobable.Sacudido por la sorpresa,Víctor caminó rápidamente a encontrarse con la
visita,ansiosodepenetrarelmisterio.
***
NuestroslectoresrecordaránqueVíctor,despuésdelamarchadePalomero,había tenido que dejar la casa de huéspedes, y que de degradación endegradaciónhabíallegadoaconfundirseenlasúltimascapassociales.
Durante un añodemiseria conoció en las tabernas sórdidas y sospechosasuna sociedad ignorable, con la cual se identificara y de la cual solamente elencuentroimprevistoconPalomero,devueltaenMadrid,habíapodidosalvarloempleándoleenelCréditoArgentino.
Rara vez Víctor recordaba esa fase de la accidentada existencia que eldestinolereservara.
Noesdeextrañar.
Elhombreolvidafácilmente losduelosde lamiseriacuandoseve libredesusquebrantos.
Víctornoconstituíaunaexcepción.Durante su empleo en el Crédito Argentino gozaba de una existencia
holgada.Le fue por esto, quizás, más fácil apagar en su espíritu los recuerdos de
aquellosdías enquevagabapor las calles comounmendigo, ydormía en losbancosdelospaseos.
LasorpresadeVíctor,avisadodequelollamaban,ibaadarlugaranuevossentimientos que constituirían la orientación de su vida futura, todavía noentrevista.
Enmedio de la sala, que el sol inundaba pasando por entre las rejas quedefendíanlasventanas,unamujeresperaba.
Asidaporlamanoteníaaunaniñaqueforcejeabapordesprenderse.Víctormiróalgrupoynoreconocióalosvisitantes.Lamujerseacercó.Vestíapobremente,peroconaseo.Llevabalacabezacubiertaconunveloquealacercarseselevantó.Su aspecto, pálido y dolorido, tenía la indeleble huella que denuncia esas
existenciasa lascualesel sufrimientoprestaesas tintas sombríasque jamásseborran.
Estabaallíeltipoinconfundibledelamujerdelpueblosufridaypacífica.Lamujerprontaalsacrificioydispuestaasobrellevarlasmayorespenurias
contaldeserútilalaspersonasquelesonqueridas.LadesconocidaalzólosojoshaciaVíctor,preguntando:—¿Noseacuerdademí?Víctorunpococonfuso,murmuró:—Sí,meparece…Lamujerinterrumpiórápidamente:—SoyLuisa.—¿Luisa?—Sí.Víctor,ahora,reconocíaalavisitante.Eralacompañeradelperíododemiseria.Desuuniónefímerahabíanacidounaniña.Instintivamente,Víctormiróalaniñaylareconoció.
Luisa, indicandoa laniñaquecuriosamirabaaaquelhombre,alcualveíaporprimeravez,murmuróenjugándoseunalágrima:
—¡Eslahija!…Movidodeunimpulsoirresistible,Víctorseinclinó,tomóenbrazosalaniña
ylabesó.Susmejillasenflaquecidastambiénsehumedecierondelágrimas.¡Unahija!Eraelprimerrayodeluzsuavequeloacariciabadespuésdelanegranoche
enquevivía.Sinduda,habíahechobienenluchar,salvándose.Su vida, que hasta entonces no había tenido norte, tenía ahora un fin, un
objetivonoble:¡suhija!Hacíapocosmomentos seencontraba solo.Ahora invocabaunapaternidad
queenotrotiempodesdeñaraypusieraenolvido.Sentíaseinvadidoporunsentimientonuevohastaentoncesdesconocido.Erapadre.Enaquellaniñademirarvivoycabellosrubios,encontrabaelrenacimiento
desusensibilidadcasiembotada.Luisaysuhijaveníanaencontrarledenuevoenlasituaciónmiserableque
determinaralauniónyelnacimiento.Víctor,poseídodeunsentimientodeternura,mirabaalaniñayleagradecía
laventuraqueleproporcionaba.SobrePacalaGallardaysobrelosamigos,surgíalamujerdelpueblodejada
enelmáscruelabandono.¡Yeraellalaúnicaquenoleolvidabaenlacárcel!Conlavozmuyconmovida,VíctorpreguntóaLuisa:—¿Supistequeestabapreso?—Melodijounavecinaqueleelosperiódicos.—¿Meconocíaamí?—No.Perocomoyoalgunasveceslenombraba…Cuandoleyóelperiódico
melodijo.—¿Yresolvisteveniraquí?—Naturalmente…Nohevenido la semanapasadaporqueLuisitano tenía
unvestidodecente.Víctorsesintióhumillado.Su hija no tenía vestido. Tal vez pasase hambre mientras él gastaba
alegrementeconPacaelfrutodelrobodelacaja.Ahoramedíatodoelabismodelaindignidadquecometiera;Víctormeditaba
conlaniñaenbrazos.Aúnpodíarepararlosefectosdelcrimenpracticado.Librando almismo tiempo a Soledad de la dolorosa responsabilidad de la
custodiadeldineroquelehabíaconfiado.PorqueVíctor, incomunicadocomoestuviera losprimerosdías,no tenía la
menor noticia de lamomentánea detención deDoroteo, ni de la diligencia deregistro practicada en su casa ni de la resolución adoptada por Soledad dequemarlosbilletes.
¡Elproductodelroboyanoeramásquecenizas!PeroVíctorloignoraba,asíqueresolvióinterrogaraLuisa.—¿Estásprontaaservirme?—Estoy.—¿Sabesqueeljuradomecondenarádentrodepocosdías?—Sí…Melohandicho.—Puesbien:yonecesitodetuauxilio.—Puedemandarmecomoantes,ycomosiempre.—Cuandosalgasdeaquí,vasalasSalesaseindagaseldíamarcadoparala
vista.—Nodudequeasíloharé.—Ymemandasadecir.—Yomismavendré.—Bueno…Todavíatienesotroservicioquehacerme.—Diga.—Esprecisoqueguardeselmayorsecreto.—¡Selojuro!—¿Porlamuertedemihija?—¡Sí!—Fíjateenloquevoyadecirte.Vasatenerentusmanoselporvenirdeesta
niña.Luisainterrogóllenaderesolución.—¿Quéesprecisohacer?Víctor había tocado la cuerda más sensible del corazón de aquella pobre
mujer.Sacóunatarjetadelbolsillo,yescribióalgunaspalabrasconlápiz.AlmismotiempoqueleentregabaaLuisalatarjeta,ledijo:
—Aquítienes…—¿Dóndehayqueentregarlo?—Ahí lleva escrita la dirección. Dentro de unos días vas a esa casa de
cambiodeesatarjeta,tedaránciertodineroqueguardaráscuidadosamentehastaqueyorecobrelalibertad.Situviesesnecesidad,puedesgastardeél.
Luisainterrogórecelosa:—¿Yesedinero?…Víctoratajórápidamente:—Esmío.—No;sinodudo…—No puedes dudar. Es un depósito hecho por un amigo de familia para
evitarmelaprisión;desgraciadamentellegótarde.Peroyaquenopuedelibrarmedelaprisión,quieroaplicarloenfavordemihija.
Luisamurmuróenternecida:—¿Deseaalgunacosamás?—¡No!…¿Yaquieresretirarte?—Lahoradevisitadebeestaracabando.—Esperaunpoco,Luisa.Yestrechandoalaniñaqueselecolgabadelcuello,lepreguntóconcariño:—¿Cómotellamas?La pequeña risueña, pero recelosa, miró a su madre como solicitando
permiso.—Vamos,diatupapácómotellamas.Laniñavolvióareírse.Después,instadaporVíctor,murmuró:—Luisita,comomimamá.Lamadremurmuró:—Esunencanto.¿Estámuycrecida,verdad?—Dentrodepocoesunamujer…¿Dime,cómohasvivido?—¡Yomismanolosé!Despuésdedaraluzenelhospital,vivíalacaso.Una
noche, tandesesperada estaba, que resolvímatarme.Medirigí conminiña enbrazos hacia el Viaducto. Ya iba a arrojarme cuando me sentí asida por laespalda.Mevolvítemblando.Antemisojosestabaunsacerdote.
Luisa se interrumpió. Estaba muy emocionada, y tenía los ojos llenos delágrimas.
Aquel ministro del Señor, alzando los ojos al cielo, me dijo con solemne
acento:—¡SoloDiospuededisponerdenuestravida!Suspalabrasllegabanamialma,comopalabrasbajadasdelcielo.EnaquelmomentoLuisitarompióallorar.Lapobrecitaseabrazabaamicuelloyentregemidos,medecía:—¡Mamá,damepan!¡Damepan!Oyendolosquejidosdeminiña,yollorabatambién.Llorabasinconsuelo.Aquel bondadoso sacerdote, compadecido de nuestra miseria y abandono,
medijoenternecido:—«Hijamía,acompáñameamicasa.Vivoaquícerca,en lacuestadeSan
Vicente». Se interrumpió viendo el ademán de sorpresa y de disgusto que yohice.
Añadiósonriendocondulzura:—«Mimadreymihermanavivenconmigo,nadatienesquetemer».Aseguradasobreestepunto,leseguíconmihijaenbrazos,quenodejabade
llorar.Encasadeaquelhonradosacerdoteestuvimosunmes,hastaquemebuscó
unacasadondeasistircomomandadera.Unacasaricadeunaseñoracondesa.Víctorpreguntóconmalreprimidacuriosidad:—¿Condesa?—Sí,CondesadePorta-Dei.Víctorsepusointensamentepálido.Después,conlavozunpocotrémula,interrogó.—¿Siguestodavíaencasadeesaseñora?—No,hacealgunosmesesquesehaidoaParíscontodasuservidumbre.—¿Ytú,quéhacesahora?—Trabajoenlaquemesale.Hoyaquí,mañanaallá…Yasívamosganando
elpandecadadía.—¿Nohassentidoalgunavezodiocontramí?—¿Porqué?—Te dejé abandonada, entregada al acaso, con una hija… ¿No es eso lo
bastante?—Al pronto sentí rabia, por qué negarlo, pero después pensé que usted
tambiéneraundesgraciadocomoyo.Víctorbajólacabezaconmovido.
Luisacontinuó:—Apesardeno ser instruidacomprendíquepertenecíaabuena familia,y
queúnicamenteladesgracialepudohaberllevadoaencontrarme.Luisasedetuvoparaenjugarseunalágrimaquetemblabaensuspárpados.Luego,conlavoztrémula,prosiguió:—En caso de quejarme, debía hacerlo de la suerte que con tanta sañame
perseguía.Víctor tuvoun impulsoy laabrazómuyconmovido,almismo tiempoque
decía:—Enestemomentomehacesolvidarelegoísmodelasociedad…Luisa, estupefacta,miraba aVíctor sinpoder comprender el sentidode las
palabrasqueacababadepronunciar.Víctorentoncesledijo,conunaamargasonrisa:—¿Teadmiras?—No,peronocomprendo.—Nidebescomprender…Eresfelizasí.Cuantomássesabe,mássesufre.Yañadiódespuésdeunapausa:—Ahora,dime:¿cuándovolveremosavernos?—Eldomingo.—¿Nofaltarás?—Únicamenteporenfermedad.—Esperoquesemejantecosanosuceda.NoteolvidesdeiralasSalesasy
preguntarquédíaeselseñaladoparalavistadelacausa,yeldomingovienesadecírmelo.
—Nosepreocupequeasíloharé.Cuandovuelvatraerétodosabido.Lahoradevisitaterminaba.Luisa se anudó el pañuelo debajo de la barbeta, asegurando uno de los
extremosentrelosdientes,comoescostumbreentrelasmujeresdelpueblo.Víctordijounpocoemocionado:—¡Adiós,Luisa,hastaeldomingo!Luisamurmuróenvozbaja:—¡Adiós!—No teolvides.La tarjetavas a entregarla dentrodeunosdías. ¿Sabes el
nombredelapersonaporquiendebespreguntar?Luisa,queyasealejaba,volvioseparacontestar:—Sí,Soledad…
—¿Ylacalle?—Sí,CalvoAsensio,4.—Terecomiendoelmayorsecreto…Setratadelporvenirdenuestrahija.—Confíeenmí.Harétodocomolodesea.Víctordiounúltimobesoasuhija.Luisa, poniéndose colorada y toda confusa, le alargó aVíctor un pequeño
envoltorio,almismotiempoquemurmuraba:—Hadedisculpar…—¿Quées?—Nada…Unainsignificancia…Tabaco.Yaldeciresto,sealejópresurosaconlaniñaenbrazos.Víctor,sorprendido
anteaquelladelicadeza,permanecióunmomentoinmóvil.Después,conlacabezabajaylentoandar,sedirigióasucalabozoysearrojó
sobreelmiserablecamastro.Necesitabareconcentrarseensímismo.La aparición de la generosa mujer y de su hija se le ofrecía como una
consoladoraesperanza,dejándoleentreverunporvenirhonradocapazdeborrarlosrecuerdosdelterriblepasado.
E
CAPÍTULOXV
ENLIBERTAD
L asesinato de la señora deNeira en su casa deMadridModerno estabadestinado a permanecer en el misterio después de haber alarmado por
muchotiempoalaopiniónpública.Eraasuntoterminadoelcélebrecrimenquetantascavilacionesinútileshabía
costadoaljuezdeinstrucciónD.MáximoBaroja.Perdida en absoluto la pista de Vicente Vellido, y probada la pretendida
inocenciadeVíctor,fueprecisosobreseerlacausa.Lajusticiahumanasedeclarabaimpotenteparaelcastigodeaquelcrimen.Habíanyatranscurridoalgunosmeses.Los periódicos dieron la noticia en la «Crónica de Tribunales» de que el
empleado en la caja del Crédito Argentino, llamado Víctor Rey, había sidocondenadoporeltribunaldeljuradoaunapenacasiinsignificante.
Víctorhabíaseconducidoenlaaudienciaentalformaanteeljurado,queestehabía reconocido todasuertedeatenuantesmovidode lamayorpiedadparaelhombrejovenyapasionadoquehabíasidoamantedePacalaGallarda.
Había sido la ceguera producida por la pasión amorosa quien condujera aVíctorReyalbancodelosreos.
Esta consideración era bastante para obtener la benevolencia de un juradocompuesto de ciudadanos españoles siempre dispuestos a la indulgencia paratodosloscasospasionales.
FueasícomoVíctorpasódelaaudienciaalaCárcelModeloacumplirunacondenainsignificante.
Lajusticiadeloshombresestabasatisfecha.Víctorpodríavolveralavidasocial,cumplidalaexpiaciónimpuestaporla
ley.PerolavidaenMadridyaleseríapocomenosqueimposible.Víctoreraelprimeroencomprenderloasí.De antemano conocía que la sociedad, convencida de la inutilidad de la
prisión para el fin de regenerar al hombre criminal, negaba a quien una vez
prevaricagarantíasdevidadespuésdelaexpiación.«La ocasión hace al ladrón», filosofa benévolamente la sociedad cuando
quiere disculpar una falta, pero tampoco olvida la fórmula pesimista: «el quehaceuncestohaceciento»yasí,conlamoraldeunsimpleadagiodestruyelaesperanzaalreodepoderencontraralcabodelacondenaelementosparaseguirunavidahonrada.
Siemprecontradictoria,incoherente,superficial,lasociedadhacedelhombrequeunavezrobóimpulsadoporirresistiblealucinación,elfuturoladrónoficial.
Se comienza por irreflexión y apasionamiento, y se acaba por undeterminismojustificado.
La irreflexión se transforma en necesidad, y el hombre, impelido por lasociedadqueleniegaelderechoalavida,completalaobradeperdición.
DeestasuertereflexionabaVíctor,reclusoenlaCárcelModelo,ycercanoyaacumplirel tiempode lacondenaquelehabíasidoimpuestaennombredelaleyofendida.
Luisacontinuabavisitándolotodoslosdíasqueelreglamentodelacárcelloconsentía.
Llevaba siempre consigo a la pequeña, que poco a poco se apoderaba delcorazóndeVíctor.
Muchasveces,mirandoasuhija,selellenabanlosojosdelágrimas.Diríase queVíctor tenía la intuición de las futuras desgracias que pesaban
sobre el destino de la pobre niña, ahora inocente, y feliz agarrándose con susmanecitasalasrejasdeunacárcel.
¡Pero aquella criatura había nacido en un hospital, y en su infanciafrecuentabaunacárcel!
Coincidenciaysolocoincidencia,concluíamentalmenteVíctor,deseosodepenetrar la leymisteriosa del destino, y deseoso de tranquilizar su espíritu, loquenoconseguía.
Laniñaqueelacasohabíahechosuhija,yalacualseentregabaahoraconla esperanza de arrancar una víctima al abismo de la fatalidad, le parecíacontener el germende lógicas torturas que lo aniquilarían expiando así elmalmoralqueconlaherencialehabíatransmitido.
Mirandoasuhija,Víctorpermanecíaabsorto.Queríapenetrarelporvenirynopodía.Luisa,cumpliendolasórdenesdeVíctor,habíaidoacasadeSoledad.SorprendidaestaaloírasutíaJesusaqueunamujerdeseabahablarla,salióa
lapuerta.Allíesperabaladesconocida,portadoradelrecadoydelacartadeVíctor.Terminadalarápidalectura,Soledadsepusorojadevergüenza.El dinero que Víctor le pedía, el depósito sangriento que abusando de su
inocenciaVíctorlehabíahecholanochemismadelcrimen,habíasidopastodelasllamas.
Soledad,quemandolosbilletesquelehabíansidoconfiados,liquidaradeunsologolpelatremendaresponsabilidadquelaligabaalcrimenpracticadoenelbarriodeMadridModerno.
¿PerocómodecírseloaVíctor?Meditóunmomento.Después, en la misma carta de Víctor, y cuidando de desfigurar la letra,
escribió:
«Quizásusteddesconfíedemí,peromiconcienciaestátranquila.Eldepósitoqueustedreclamafuequemadoelmismodíaqueeljuzgadoordenóunregistroenestacasa».
Dobló la carta y la metió en un sobre en el cual no escribió ningunadirección.
AntesdeentregárseleaLuisa,lepreguntó:—¿Sabeustedleer?Luisarespondióponiéndosecolorada:—¡No!…Leentrególacartayladespidió.CuandoVíctorlaleyó,tuvounmomentoderabiadolorosa.No dudaba de Soledad, pero maldecía de aquel crimen que cada vez le
resultabamásinútil.Unadudaleasaltaba.¿Quéseríadeélalrecobrarlalibertad?¿Adóndeiría,deshonrado,sinamigosysindinero?¿Adónde?Perosusdudasrespectoaestepuntoduraronpocashoras.Al día siguiente por lamañana el cartero de la cárcel le entregó una carta
certificada.Víctorlaabrióconmanotrémula.No reconocía la letra ni sospechabadequiénpodía ser.Los sellos erande
París.¿QuiénleescribiríaaéldesdeParís?Abierto el sobre, lo primero que sacó fue una letra de cambio, la leyó
estupefacto.¡Eradecincomilfrancos!Miróelsobre.Alaletranoacompañabacartaalguna,sinounatarjeta.Enlatarjetanohabíaescritomásqueunnombre.¡Peroaquelnombreselo
revelótodoaVíctor!Latarjetadecía:«ElCondedePorta-Dei».Víctoralprontonoseexplicabaaquelsocorroprovidencial.Después,dededucciónendeducción,acabópordarseasímismoexplicación
dequeelCondehabíaleídoenlosperiódicosdeMadridlanoticiadesuprisiónyqueveníaensuauxilio.
Poseedordeaqueldinero,Víctorsesintióllenodeánimos.Losdíastranscurríanserenos.Elmomentodelalibertadseacercaba.En la primera quincena de octubre, que comenzara hacía pocos días,
terminabasucondena.Lacárcelleabriríasuspuertasdevolviéndolealasociedad.Víctor pensaba en abandonar España emigrando a América, donde
trabajandopodríaasegurarelporvenirdesuhija.Apesardelasfatigasycontratiemposdesuvidaaventurerayapasionada,se
reconocíavigorosoparaluchar.¡Elmundoeragrande!Expatriado,confiaríalaniñaaloscuidadosdelamadre,yéltrabajaríapara
todos.Entregadoalospensamientosquedebíanencarrilarsuvidafutura,Víctorse
paseabadistraídoenunodelospatiosdelacárcel.Eralahoradeasueto.Aqueldíaelreglamentoautorizabavisita,yVíctoresperabaaLuisayasu
hija.Yatardabanmásdeloacostumbrado.Víctorempezabaapreocuparse.Buscabaunamanera tranquilizadorade explicarse aquella tardanza cuando
seleacercóunpresoquedesempeñabaenlacárcellosoficiosdemandadero.Víctor,alverle,nopudoreprimirunestremecimientodezozobra.
Elpresoledijo:—Ahífueraestáungolfoquepreguntaporti.—Dilequepase.Elpresonosemovió.ConelmayorcinismodijoaVíctor:—Oye,¿tienestabaco?—Sí,tengoalguno.Puesdameunpardecigarros.Víctorhundiólamanoenelbolsillointeriordesuchaquetayselosdio.Despuésañadió:—Anda,dileaesequepase.Elpresosealejó.Pocodespuésentrabaunrapazuelocomodedoceañosdeedad.SeacercóaVíctorunpocosofocado,peromuydespiertoyvivaz.Víctor,alverle,leinterrogósindejarletiempodehablar:—¿Quéhay?¿Traesalgúnrecadoparamí?—Sí,señor.—¿Dequién?—DelaseñoraLuisa.—¿Dóndehaquedado?—Ensucasa.—¿Cómoteenvíaati?—Porqueellanopuedevenir,ymedijoquemellegaseadecírselo.—¿Tú,quiéneres?—Yo,soyelchicodelaportera.¿YporquénopuedevenirlaseñoraLuisa?—Porquetienealaniñaenferma.Víctorpreguntómuyinquieto:—¿Quétienelaniña?Elgolfoserascólacabeza,sinsaberloquedebíacontestar.Despuésdereflexionarloexclamóalzandoloshombros:—Puestienequeestáenferma.—¿Ynosabesdesdecuándo?—Meparecequedesdeayer.—¿Estásseguro?Sí,señor.Ayeralamañanatodavíaestabajugandoenelpatio.¿YlaseñoraLuisanotehadichosilaniñaestabadepeligro?
—No,señor.—¿Peroalgomástediría?—Sí,señor.Mehadichoquenoseasustaseusted.Víctorquedósilencioso.Pasadounrato,elchicodelaporteramurmuró:—Sinotienealgunacosaquemandarme,meiré.—Sí,vete…El chico se alejaba lentamente, volviendo la cabeza y rozándose contra la
pared.Víctor,comprendiendoloquesignificabatodoaquello,lellamó:—Toma…Paraeltranvía—yledioalgunasperras.Losojosdelgolfillobrillarondealegría.—Muchasgracias.YalediréalaseñoraLuisaquequedabueno.Ysealejócorriendo.ElrecadodeLuisafueparaVíctormotivodecontrariedadydedisgusto.Aquel hombre, poseedor de una tan singular organización moral, frío y
escéptico,semodificabapocoapocomedianteelamordeaquellaniñaqueerasuhija,yaquiennohabíavistonuncaantesdesuentradaenlaCárcelModelo.
Pero desde entonces, aquella criatura rubia y risueña había constituido elúnicoobjetivoquedebíaorientarleeneltranscursodesuexistencia.
La imposibilidad de salir le obligaba a resignarse con una resignaciónsombríaydolorosa.
Se consolaba únicamente pensando que ya poco tiempo permaneceríaalejadodesuhija.
Luisaenviabadeunamaneraregularnoticiassobre lasaludde laniñaqueempezabaamejorar.
LlegóporfineldíaenqueVíctordebíarecobrarlalibertad.LapenaimpuestaporlostribunalesdejusticiaalempleadoinfieldelCrédito
Argentinoestabacumplida.Víctornohabíadormidoaquellaúltimanochedeprisión.Unaaunahabíapodidocontartodaslaslúgubrescampanadasdelrelojdela
cárcel.TodavíalamañananodespuntaraporcompletoyyaVíctorsepaseabaensu
calabozo.Unaagitaciónnerviosaledevoraba.Esperaba con ansia el momento en que, cumplidas las formalidades
impuestasporlaley,pudiesetrasponerlapuertadelacárcelyrespiraraplenospulmoneselairedelacalle.
AlasdosdelatardeVíctorfueconsideradolibre.Lasociedad,satisfecha,volvíaaconsiderarleciudadano;hastaallísolamente
habíasidounreo.RápidamenteVíctorsemudóeltrajesórdidoymugrientoquellevabaenla
cárcel, y gracias a la previsión de Luisa que no descuidara enviarle un trajemodesto, pudo salir a la calle ofreciendo el aspecto vulgar de un transeúntedesocupado.
AlasalidamiróporúltimavezlarojafachadadelaCárcelModelo.Después,conelandarunpocotrémulo,bajóporlacalledelaPrincesa.TomóluegoporelpaseodeAreneroshastalaglorietadeQuevedo.AllítomóeltranvíaquelecondujohastalosCuatroCaminos,encuyobarrio
vivíaLuisa.En la terriblepartida jugada en contrade la justicia de loshombres, había
salidovencedor a despechode los rudosy terribles contratiemposquemásdeunavezestuvieranapuntodehacerlesucumbir.
¡Estabalibre!ComounrelámpagoleatravesóelespírituelrecuerdodePacalaGallarda.Peronofuemásqueunmomento.Habíamuertoparatodoloqueantesconstituyerasuvidaafectiva.Empezabaahoraavivirparasuhija.Dominadopor la imagen risueñade laniña,que sedibujabaen suespíritu
claraydistintacomoenvueltaenamorosonimbo,cerrólosojos.Deprontoeltranvíasedetuvo.Desenganchabaneltiro.Víctorsebajó.Paradoenmediodelcaminoprocuróorientarse.Al fin, susojos repararonenuna casademodesta aparienciaquehabía en
mediodeunsolarguardadoconunavalla.Eraallí.
P
CAPÍTULOXVI
¿QUÉFUEDEVELLIDO?
ASADOSlosprimerosmomentosdealegría,Luisa,observandolanerviosaagitacióndeVíctor,lehizoacostarytomarunatazadetila,porlacualtuvo
queirellamismaalabotica.Despuéscerrólasventanas,ysalióllevándosealaniña.Pocoapoco,Víctor
logróconciliarelsueño.Erayadenocheyaúnnosehabíadespertado.Luisa,unpocoalarmada,habíaentradodosvecesenelcuarto,peroVíctor
dormíaconunsueñotansosegadoyprofundoquenoseatrevieraadespertarle.Luisa entró en la cocina y empezó a preparar la cena. Cuando la cena
estuviese lista, llamaría a Víctor. Hallábase ocupada en esta tarea cuandosonarondosgolpesenlapuerta.
Sinsaberporqué,Luisasintiómiedo.Tomóunpequeñoquinquéenlamanoyfueaverquiénllamaba.Precavidayrecelosaquisoprimeroenterarsemirandoporlarejilla.Conlavozunpocoinsegura,preguntó:—¿Quiénes?¿Porquiénpregunta?Unavozbroncarespondiódesdefuera:—¿VíctorRey?¿NoestáaquíVíctorRey?ElprimerimpulsodeLuisafuenegarle.Contestarquenoestabaallí.Después reflexionóque talvez fueseunamigodeVíctor.¿Quédeextraño
tenía?Sindudaeraalgúnamigo.Lavozdesconocidavolvióapreguntardesdefuera:—¿VíctorRey?¿Noestáaquí?Luisa,temblandosinsaberporqué,respondió:—Sí,señor,peroestádescansando.¿Quédeseaba?—Verle.Soyunamigo.Luisa,siempresinabrirlapuerta,indicótímidamente:—¿Nopodríavolvermañana?
Lavozdesconocidarespondió:—Esabsolutamenteprecisoquelehablehoy.—Voyallamarle.AlpocoratoLuisavolviópreguntando:—¿Haceelfavordedecirmesunombre?—Eleuterio.Víctor,quelehabíaoído,gritódesdedentro:—¡Ah!¡Eleuterio!…Ábrele,Luisa.Efectivamenteesunamigo.Luisaabrió.EntróEleuterioconlagorrapuestaymurmurandoapenas:—¡Buenasnoches!Luisa,queteníaelquinquéenlamano,leexaminóllenadecuriosidad.Aqueldesconocidolefueantipáticodesdeelprimermomento.Eleuterioestabamuydesfigurado.AVíctorlecostótrabajoreconocerle.HacíatresañosquelosdosantiguoshuéspedesdedoñaLolanoseveían.Eleuterioparecíavenirdecamino.Traíaunamantaamarillentaechadaalhombro.Enlacabeza,completamente
rasurada,unaboinaazul,yenlospiesunosalpargatesblancosllenosdebarro.Víctor,alverle,sintióunaextrañaimpresión.Sesaludaronfríamente.Luisadejóelquinquéencimadelamesaysalióconlaniñaadarunavuelta
alacocina.Alquedarsesolos,losdosamigossemiraron.Aquellamiradaeraenambosunamiradainterrogadora.Eleuteriofueelprimeroenromperelsilencio.Bajandolavoz,yponiendounamanoenelhombrodeVíctor,murmuró:—Tenemosquehablarlargamente.Víctor,sacandotabacodelbolsillo,contestóalmismotiempoquealargabaa
Eleuteriolapetaca:—Cuandoquierasempezar,puedes.—Aquí,no.—¿Porqué?—Noconvienequenosoigan.Víctordijosonriendo:—¿Tanimportanteesloquetienesquedecirme?
—¡Mucho!Aldeciresto,Eleuteriosehabíapuestoenpie.Víctorledijo:—Hablaaquíynofastidies.—Si pongo reparos es por ti.No conviene que nos oigan.Víctor un poco
alarmado,preguntó:—¿Perodequésetrata?Antesdecontestar,Eleuteriodirigióunamiradaentornosuyo.Después,bajandomucholavoz,murmuró:—SetratadeVicenteVellido…Víctorpalidecióintensamente.Haciendounpoderosoesfuerzopordominarse,selevantó,ysinpronunciar
unasolapalabrasalióacompañadodeEleuterio.Aloírlesalir,Luisaacudiópresurosaalapuerta:—¿Qué?¿Noesperaacenar?—Nomeesposible.Peroluegovolveré.—Comoquiera.Salieronalacalle.Anduvieronalgúntiempoensilencio.Ningunodelosdosqueríaserelprimeroenhablar.DeprontoVíctor,deteniéndose,preguntóconlavoztrémula:—¿DóndehasvistoaVicenteVellido?—EnelpenaldeZaragoza.—¿VienesdeZaragoza?—Sí…Allímehepasadotresaños.—¿Cumpliendocondena?—Sí.—¿Quéhabíashecho?Eleuteriorepusoconuncinismorepugnanteycruel,quelehelólasangreen
lasvenas:—Muchomenosquetú…Pintarleaungachócuatrochirlosenlacara.Víctorquisodisimularyexclamóconfingidasonrisa:—¡Diablo!¡Aesolellamastúmenos!…Eleuteriosedetuvoenseco:—Oye,conmigoahórrateevasivas.TodavíaVíctorquisoseguirdisimulando.
—¿Demaneraque túconsiderasmásgrave laapropiacióndeunascuantaspesetas,conánimodedevolverlas,queunaspuñaladas?
—NomereferíaalasuntodelCréditoArgentino,sinoalotro…Víctorsintiócorrerporsusvenasunfríomortal.Sequedóparalizadosinsaberquéresponder.Eleuterioprosiguió:—ElcompadreVellidomelohadichotodo.—¿Esposible?—¡Ytanto!—¿DóndeestáVellido?—EnZaragoza.—¿Quéhaceallí?—¿Quéquieresquehaga?—¿PerocómolehadadolaideadeirseaZaragoza?Eleuteriorepusoriendo:—Laideanohasidoprecisamentesuya.—¿Cómo?—¡Puesesclaro!Túdebessaberlo…Vellidoeraunescapadodepresidio…Víctormurmuróanonadado:—¡Nolosabía!Eleuteriocontinuó:—Hacealgunosañosfuecondenadoacadenaperpetua.—¿Porqué?—Uncasocomoeldeahora…Roboconasesinato…Víctor interrogócasi
sinvoz:—¿Cómolehanechadomano?—UncumplidodecondenalehaconocidoylehadenunciadoalaGuardia
civil.Aquímetienes,pues,alamigoVellidopuestoalasombra.Calló Eleuterio, y siguieron los dos antiguos amigos brevesmomentos en
silencio.Alfin,Víctorsedecidióapreguntar:—¿CómoVellido,tanladinoytanprudente,tehaconfiadoelasuntode…?Víctorsedetuvovacilante.Eleuteriopronunciócongrannaturalidad:—¿ElasuntodelaviejadeNeira?Víctormurmuróconlavozroncaytemblorosa:
—Sí.—Puesmuy sencillo. Porque ya no tiene nada que temer. ¿No ves que la
condenaanterior espresidioperpetuo?Yenel casode laviejadeNeira, casoquehubieradeaplicarselaúltimapena,seríaparatiynoparaél.
—¡Siélhasidoquienlamató!—Yalosé…Perodiríaquefuistetú.Ycomotúeraselamigodelacasa,y
comotútehasllevadoeldinero…Víctorbajólacabezaanonadado.—¡Yoapareceríasiemprecomoelprincipalautor!…—Naturalmente.¡Poresoelotronotienereparoencontarlo!…—¡Yteamenaza!…—¿Cómo?¿Meamenaza?…—Sí,chico…—¿Atitehadichoalgo?—Amímehadichoquetevieraencuantollegase.Víctormurmurósombríamente:—¡Yyalohashecho!—Sí;peromáshasidoporservirteati,porprevenirte…—Gracias.—¿Parecequelodudas?—No,nolodudo.¡Nada!¿YquétehadichoVellido?—Queviesesdemandarleeldinero.Quenosecontentaconlamitad,quelo
quieretodo.Ahoratúverásloquehaces.Víctormurmurósombríamente:—Yonotengoningúndineroquemandarle.—Eso es asunto vuestro. Yo cumplo diciéndote lo que él me dijo. Sus
palabras fueron estas: «Busca a Víctor. Dile que si antes de tres días no herecibidoeldinerodelavieja,ledenuncio».
Víctorrepitiócomosihablaseconsigomismo:—¡Ledenuncio!…¡Ylohará!…¡Sí,lohará!…Eleuterioledijoamododeconsejo,poniéndoleunamanoenelhombro:—Mira, chico: para ahorrarte disgustos, lo mejor que puedes hacer es
enviarleesedinero.—¡Nolotengo!…—¿Cómonolotienes?—¡No!
—Vamos,hombre,noquierashacermecreerquelossaposvuelan.Entonces Víctor contó a Eleuterio cómo había confiado aquel dinero a
Soledadycómoestalohabíaarrojadoalasllamas.Alterminarpreguntó:—¿TúdudasdeSoledad?—¡Yono!Eslaúnicamujerdequiennodudo…PeroVicenteVellidodudará
deti,ydudarádeella,ydudarádetodos…Yloqueespeor,cumplirásupalabradedenunciarte.
Víctorsemordíaelbigotecondesesperación.—¿Quéhacer?Eleuterioexclamódepronto:—Tengounaidea.LediréaVellidoqueestásenlaenfermeríadelacárcel
conunafiebreyquenopodrássalirhastadentrodeseisosietedías…Víctormurmurócondesaliento:—¿Yquéseconsigueconeso?—Ganar tiempo. Hoy es 15; el 20 sale vapor para Buenos Aires; tienes
tiempodearreglartodoydemarcharte.Víctortuvounasospecha.Creyóqueaqueleraunlazoqueseletendíaycontestó:—¿Perocómopagoelbillete?—Vascomoemigrante,sinquetecuestenada.—¿Puedeirsedeesamanera?—Sí.—¿Estásseguro?—Segurísimo. Hace algún tiempo yo pensé en hacer ese mismo viaje y
estuveenelconsuladoaenterarme.Víctoraparentóconvencerse.Supropósitoeraocultarqueposeíadinero.Los cinco mil francos del Conde de Porta-Dei le parecían un depósito
sagrado.Conelloseraprecisolabrarelporvenirdesuhija.Eleuterio, que no sospechabanada, continuó explicándole las diligencias y
requisitosqueeraprecisocumplirparaembarcarcomoemigrante.Cuandohuboconcluidoexclamó:—Yacomprenderásquetodoestoalgovaleyalgocuesta.—Yatehedichoqueestoymáspobre…
—Nosetratadedinero.—Hablaentonces.¿Dequésetrata?—DeSoledad.—¿DeSoledad?—Sí.¿Teextraña?—Yesnatural.—¡Túcontinúasenrelacionesconella!—No.—Confranqueza,¿tehadejadoella?—Sí…Soledadnoesmujerparamantenerrelacionesconunladrón.—Sinembargo,ellaparecíaquererte.—¡Mucho!—¿Yhabíasllegadolejos?—Sí.—¿Entodaregla?—Entodaregla.—¿Tútendráscartasquelacomprometan?—Lashequemado.Eleuteriomurmurócínicamente:—Losiento,porqueeralaúnicamaneradearreglarelotroasunto.—Explícate.—YotengomismirasrespectoaSoledad.Esunamujerquemetieneloco.
Esas cartasme hubieran servido demucho; pero ya que las has quemado, nohablemosmás…Eleuteriohizoademándealejarse.
Víctorledetuvo.—¿Túnocreesqueyohayaquemadoesascartas?—No.—¡Ysinembargoeslaverdad!Eleuteriodijobrutalmente:—También es verdad que has robado a la vieja de Neira y que Vicente
VellidoestáalláenelpenaldeZaragozadispuestoacantarlahistoriaesa…DenuevoEleuteriohizoademándealejarseydenuevoVíctorledetuvo.—Oye, Eleuterio, ¿tú quieres una prueba que ponga a Soledad en tus
manos?…—Sí.Víctormurmuróconundolorosoesfuerzo:
—Yo tengo esa prueba. No son sus cartas… Como antes te dije, las hequemado…Esunretrato…Yopensabadevolvérselo…Mimalasuertenomelopermite…Eseretratotieneunadedicatoria.
Eleuterioleinterrumpió:—¿Yesadedicatoriaesbastante?…—¡Estodo!…—¿Yeseretratocuándomelodas?—Ahoramismo.Mañanaquizásmearrepentiría…YVíctor,almismotiempoquehablabaasí,sacabaelretratodelbolsillo.AntesdedárseloaEleuteriolebesóconrespeto,murmurando:—Alentregaresteretratocometolaacciónmásvildemivida.Yse lodioaEleuterioconunamirada llenadeodio,acompañadadeestas
palabras:—¡Toma,canalla!Yvolviéndolelaespalda,sealejócasicorriendo.CuandoVíctorvolvióacasadeLuisa,encontroseaestamuyalarmadapor
suausencia.Laniñasalióalapuerta,recibiéndolecongritosllenosdealborozo.Víctorlatomóenbrazosyentróconellaenlacasa.Luisa vio sobre su frente una nube de tristeza, pero no se atrevió a
interrogarle.Víctorsesentóconlaniñaenbrazos.Unalágrimacorríaporsumejilla.DespuésdeuninstantellamóaLuisa.Luisa,queestabaenlacocina,acudiópresurosa.Consuhabitualdulzurainterrogó:—¿Mellamabas?—Sí,Luisa.Hazelfavordesentarte.Lapobremujerobedeció.Muypálida,yconlavozunpocotrémula,interrogó:—¡Diosmío!¿Quépasa?Víctorletomóunamanoconcariño:—¡Nada!…Noteasustes.—¿Quiéneraesehombre?Víctorcontestóevasivamente:—Unantiguoamigo.
—Mehabíaparecidounmalhombre.Víctorrepusosombríamente:—Notehasequivocado,Luisa.Yañadióanimándose:—Losconsejosdeeseydeotroscomoesesonlosquemehanllevadoala
cárcel.Luisalemiróintensamente.Víctoralhablarasíerasincero.Despuésdeunapausa,Víctorexclamóconeltonodeunhombrequeadopta
unaresolución:—Unasolapregunta,Luisa.¿Estásdispuestaaacompañarmecon laniñaa
cualquierpartequevaya?Luisarespondiócongranvehemencia:—¡Adondesea!—¿AuncuandotengasquesalirdeEspaña?—¡Aunqueseaalfindelmundo!Víctorrepusoconmovido:—¡Gracias,Luisa!Ybesóalaniña,quesehabíadormidosobresusrodillas.—¡Hijademialma,yanuncatesepararásdemí!Laniñasonrióensueños.Suspadresguardabansilencio.Después de un momento, Víctor interrogó en voz baja, con miedo de
despertaralaniña:—¿Demanera,Luisa,quenohaynadaquetedetengaaquí?—¡Nada!¿Ysiyotedijesequehoymismonospusiésemosencamino?—Obedeceríamuygustosa.Víctorconcluyólevantándose.—Estodocuantoqueríasaber,Luisa…Dioalgunospaseospor lahabitaciónyañadió luego:Puestoqueno tienes
inconveniente,hoymismonospondremosencamino.—¿Hoy?—Sí.Luisanoprotestó.AntesbienparecíaquelaresolucióndeVíctorlallenabadejúbilo.
Pero pasado algún tiempo tuvo una objeción que revelaba su corazónmaternal:
—Esteviaje,así tanprecipitado,¿noleharádañoa laniña,delicadacomoestátodavía?
VíctorseapresuróadisiparlostemoresdeLuisa,exclamando:—¡Haremoselviajecontodasuertedeprecauciones!…Víctorsepusosusombreroysedirigióalapuerta.Luisaledetuvoconungesto:¿Peroadóndevas?¿Nocenas?No…Apenasquedatiempo…Unrelojcercanodiolasocho.Víctorlascontóenvozalta.Después,dirigiéndoseaLuisa,exclamó:—¡Yaves!Sonlasocho.Elúltimotrensalealasochoytreintaycincopara
Cádiz…Hoyestamosa15,el18salevaporparaelBrasil.Luisainterrogó:—¿Peroadóndevasahora?Víctorrepusoyadesdelapuerta:—Voyenbuscadeuncoche.Dentrodeunosminutosestaréaquídevuelta.Salióapresuradamente.Notardóenvolverconuncoche.Luisaesperabaconlaniñaenvueltaenunpañolóndeabrigo.Laniñanosehabíadespertado.VíctorlatomóensusbrazosdelosdeLuisaehizomontaralamadreenel
cochelaprimera.Despuésleentregóalahija.Luisalaestrechócontrasupechosollozando.Víctormontóenelcoche,ycerrandolaportezueladegolpe,gritóalcochero:—AlaestacióndelMediodía…Aescape,queteganarásbuenapropina.Elcocherofustigóalcaballo,quepartióaltrotelargo.Víctormiró instintivamentepor laventanilla;peroal cabodeunmomento
retiróconrapidezlacabezaytratódeocultarseenelinteriordelcoche.¿Quéhabíavisto?Eleuterioestabaenpieaunladodelcamino.Víctornodudóquelehabíaespiado.EleuterioobservóelmovimientodeVíctorparaocultarse,yalpasarelcoche
porsuladolegritóburlonamente:
—¡Buenviaje!Víctorsentíaunainquietudextraña.Leparecíaqueaquelcoche,envezdeconducirleaunaestaciónparatomar
eltren,leconducíanuevamentealacárcel.LuisaobservabalainquietuddeVíctor,peronoseatrevíaainterrogarle.Al pasar por una calle llena de gente y de comercios iluminados le tocó
suavementeenelhombro.Víctorvolvióhaciaellasurostropálido,sonriendotristemente:—¿Quéquieres?Luisamurmuróunpococohibida:—¿Quieresquepareunmomentoelcoche?—¿Paraqué?—Para comprar una manta de viaje… ¡Tengo miedo que la niña se me
constipe!Víctor,olvidadodesustemores,hizodetenerelcoche.Sebajóapresuradamenteyentróenuncomercio,dondecomprótresmantas
deviaje.Unmomentodespuéselcochevolvíaarodarporlascalles,llenasdebarro.CuandollegaronalaestacióndelMediodíaaúnfaltabansieteminutospara
lasalidadeltren.Víctortomólosbilletes.Enaquelmomentocreíaqueibanadetenerleparaconducirledenuevoala
cárcel.Enel anchurosoandén reinaba esa animacióncaracterísticaque anuncia la
próximasalidadelostrenes.El ir y venir de viajeros, mozos y empleados; el áspero chirrido de las
carretillasqueconducenlosequipajes; lamonótonacanturíade losvendedoresde guías y periódicos; el murmullo de cien conversaciones; los golpes de lasportezuelas,ydominandolosmúltiplesrumoreselsordoyprofundodelhervirdelaguaenlasentrañasdelalocomotora.Todoelloformaunconjuntoarmónicodemovimientoyruidoreveladoresdeunaverdaderaexuberanciadevida.
Víctornoteníatiempoqueperder.Losviajeros,ensumayorparte,ocupabansuscoches.Algunosesperabanlaseñaldelapartidaalpiedelasportezuelas.Ylosrezagadoscorríandeunladoaotrobuscandoasiento.—¡Señoresviajeros,altren!—gritabanlosempleados.
Enestemomento losojosdeVíctor se fijaronenunaparejade laGuardiacivilqueacababadeentrarenuncochedetercera.
Yalveralosguardiasseestremeció.Detuvosupasoyquedóinmóvil.Soloentoncesse formulóensucerebrouna ideaclaradelpeligroaquese
exponíaconaquelimpremeditadoviaje.Recordóel tonozumbónconqueEleuterio le saludaraalverlepasar enel
coche.Enaquelsaludoibaenvueltaunaterribleamenaza.EraposiblequeEleuterioformulara ladenunciacontraélsinesperaraque
VicenteVellidolohicieradesdeZaragoza.Sabiendoquepensabaemigrar,seguramentenoledaríatiempo.Porotraparte,noeraposiblequeendosdíaspudieraarreglarenCádiztodos
losrequisitosquealosemigrantesseexigen.Élnoteníaningúndocumento.Nuncasehabíacuidadodelpadrónnidelaquinta.Yestabasujetoaestaresponsabilidad.Nohabíaentradoensorteo.Realmenteeraunprófugo.Iba,pues,aencontrarseriosinconvenientesparaelembarque.Y si perdía el vapor que estaba próximo a salir, tendría que esperar al
siguiente,contiemposobradoparaquelapolicíalebuscara.Además,lasalidadelosvaporesdebíaestarmuyvigilada,precisamentepara
evitarlafugadelosprófugosydeloscriminales.Y Víctor pensó con horror que él estaba comprendido dentro de las dos
categorías.Ensuma,quesiEleuteriolehacíatraiciónseríadetenidoalllegaraCádiz.Ydetodosmodos,antesdequepudieraembarcar,sielpresidiariocumplía
suamenaza,severíaperdido.Aquellafugaprecipitadaeraunatorpeza.En Madrid estaba más seguro, sobre todo creyendo Eleuterio que había
partido.Entonces se felicitó de aquel encuentro que tanto sobrecogió su ánimo,
cuandosuantiguocamaradalegritó:—¡Buenviaje!Envueltosuespírituenestasdudas,Víctorpermanecíainmóvil,sindecidirse
anada.Luisalecontemplabaconpena,aunquenopodíaadivinaraquellaespantosa
luchadeideasqueproducíavértigosenelcerebrodeVíctor.Porfinseatrevióadecirtímidamente:—¿Vamos?—No,espera—contestóVíctorconvoztemblorosa.Enaquelmomentodiolaseñaleljefedeestación.Lalocomotoradejóescaparunsilbidoestridente.Cerráronse las últimas portezuelas con ruidosos golpes, y con paso
majestuososepusoeltrenenmovimiento.YVíctorquedóallí,depieenelandén,inmóvil,casirígido.Luisaseguíacontemplándole,cadavezmásapenada.SuinstintodemujeramanteledecíaqueVíctorsufríamucho.Porfineste,quehabíainclinadolacabezasobreelpecho,parecióreaccionar.Irguiose con cierta altivez, como hombre dispuesto a sostener la lucha, y
dijo:—VolvamosaMadrid.—Comoquieras—contestóLuisa,quenodiscutíanunca lavoluntaddesu
amante.Salierondel andén,yen la explanadade la estación tuvieron la fortunade
encontraruncoche.Víctor hizo entrar aLuisa y la niña, y antes de subir él dio al cochero las
señasdelacasa.—Porestanoche—dijoaLuisa—estamosallíseguros,puestoqueEleuterio
mecreecaminodeCádiz.Mañananosmudaremosaotrobarrio.Luisa,aunquenadacomprendía,asintióatodo.Duranteeltrayecto,Víctorvolvióaencerrarseensusmeditaciones.EntoncescalculóqueeramásfácilsalvarlafronteradeFranciaqueembarcar
enunpuertodeEspañacomoemigrante.De este modo, mientras la policía le buscaba en Cádiz, él podría llegar a
Paríssinelmenorpeligro.AllíbuscaríaaCarlos;consuprotecciónencontraríamaneradevivir,yen
último caso, saldría para América: pero ya sin los riesgos que ofrecía elembarqueenunpuertodeEspaña.
Estasnuevassolucionesllevaronalgunacalmaasuespíritu.Elcochesedetuvo.
Habíanllegado.Víctorpagóydespidió al cochero,y antesde entrar en la casadirigióuna
miradainvestigadoraentornosuyo.Nohabíanadie.Estoletranquilizó.Luisacolocóalaniñaenlacuna.Víctor se acercó, y después de contemplar largo rato a su hija con infinita
ternura,depositóunbesoensufrente,murmurando:—Esteángelmesalvará.Luisa, que contemplaba la escena, que veía la incertidumbre de Víctor y
adivinabasusterrores,noseatrevíaapedirunaexplicación.YmenospudoentenderlasúltimasfrasesdeVíctoralrecogerse,quefueron
estas:—Despuésdetodo,buenoessaberdóndeestáVicenteVellido.
T
CAPÍTULOXVII
DESASOSIEGOS
ERRIBLEfueaquellanocheparaVíctor.Nipudoconciliarelsueñonilointentósiquiera.
La inquietud de su espíritu tenía que reflejarse en una tensión nerviosaextraordinaria.
Y en la excitación de su cerebro, se sucedían en él las ideas en rápidotorbellino, confundiéndose unas con otras; pero presentándose con lucidez lospeligrosdelpresente,losrecuerdosdelpasadoylasincertidumbresdelporvenir.
La aspiración a la felicidad es innata en el hombre; la persigue siempre,comoobjetoycomoidealdelavida.
Víctorlahabíaperseguidotambién,buscandoprimeroelbienestarmaterial,despuéslasatisfaccióndesuspasiones,quevinoaencarnarenPacalaGallarda.
Estofueelprincipiodesuperdición.Selanzóalasendadelcrimen.Yhabíarodadohastaelabismo.Yenelabismodelcrimennopuedeencontrarselafelicidad.Después,como
todos los desgraciados y como todos los criminales, creyó posible suregeneración.
Libre de responsabilidad por el crimen de asesinato y robo, cumplida sucondena por el desfalco, podría emprender nuevos derroteros, dar nuevosrumbosasuvida,rehabilitarseensociedad.
Paraemprenderestecaminoteníadinero:aquelloscincomilfrancosqueleenviósucompañerodelaniñez.
Además,noestabasolo.Había encontrado en su camino una mujer que con su abnegación
consiguiera despertar en su alma sentimientos íntimos de gratitud que setransformabanenunamorplácidoyverdadero.
Noeraelsacudimientopasional,laceguedaddelossentidos,comoelqueleinspiróundíaPacalaGallarda,nielmerocaprichoopasatiempocomoelquelellevó al lado de Soledad para hacerla su víctima. Era algo más dulce y más
tranquilo,peromásprofundo.Aquella mujer, aquella pobre Luisa, a la que un día encontró en la calle,
pobreharapo social, barridodeun ladoaotro, como lahoja caídadel árbolyarrastrada por el viento; flor marchita y deshojada antes de que abriera sucapullo;lapobreLuisa,alcabodelosaños,habíavenidoabuscarle,ycuandotodosleabandonaban,ellaletendíasumanogenerosa,perdonándolotodopararecordarúnicamenteaquelsentimientodeatracciónquelosunieraundía.
TresmujereshabíanejercidoinfluenciaenlavidadeVíctor:Paca,SoledadyLuisa.
PorPaca laGallarda,hijadeunasesino,yque lehabía lanzadoalcrimen,sentíaunarepulsiónparecidaalodio.
DeSoledad,quehabíasidosuvíctima,sesentíaolvidado.Luisa,soloLuisaleamaba.Ydeaquellamujerteníaunahija.Y aquella niña despertaba en él sentimientos desconocidos, de una ternura
infinita.Alpensarenellaseestremecíatodosuser.¿Habríavenidoalmundoaquellacriaturaparaservíctimadelasfaltasdesu
padre?Eraprecisoimpedirlo.Eraprecisohacersufelicidad.Por esoVíctor perseguía ahora la felicidad, con anhelo inmenso, casi con
rabia.Laperseguíaparasuhija.Porunmomentocreyófácilrealizarla.Huir lejos,muy lejos, con aquellamujer y con aquella niña. El problema,
contandoconrecursos,erasencillísimo.Y de repente, sin darle tiempo para su solución, le salían al paso las
consecuenciasdesucrimen.Sucómpliceseinterponíaensucamino.Ylaamenazaeraterrible.¿Lacumpliría?ElterrordeVíctorestabajustificado.Aunque Vicente Vellido fuera, cuando cometió el crimen, un fugado del
presidio, un reincidente, y preso entonces no hubiera escapado del patíbulo,ahora, denunciado el crimen por él, se aminoraría la pena. Y no podían
imponerlemásdelaqueyasufría.Nadaarriesgaba;nadateníaqueperder.Yaúnhabíaotropeligro.Eleuterioconocíaelsecreto.Víctorquedabaamerceddeaquellosdoshombres.Laúnicamaneradeconjurarlospeligrosdelmomentoeradespistarlos.Después,conmástiempoymáscalma,prepararíalafuga.Todasestasideas,recuerdosypropósitosseamontonaban,seatropellabanen
suimaginación.Y al cabo demuchas horas de esta torturamoral, cuando ya los primeros
alboresdeldía,penetrandoporlasrendijasdelaventana,disipabanlastinieblas,sintió Víctor la reacción de aplanamiento que era forzoso siguiera a tanprolongadatensiónnerviosa.
Entonces vino a caer en una especie de sopor que, sin hacerle perder laconciencia,anulabasuvoluntad.
EnestasituaciónloencontróLuisaalabandonarellecho.Noseatrevióamolestarle,ysededicóapreparareldesayunoyavestirasu
hija.Víctor, enmedio de su postración profunda, oía, como se oye unamúsica
lejana,eliryvenirdeaquellapobremujerylosbalbuceosdelaniña.Entoncessintióimpulsosdellorar.Moralmente,Víctorestabaregenerado.Sentíahorrordesímismo.Conunpoderosoesfuerzodevoluntad,consiguióincorporarse.Luisitacorrióhaciaél,tendiéndolelosbrazosybalbuceando:—Papá,papá.Víctorsintióalgoasícomoelsacudimientodeunadescargaeléctrica.Tomó a su hija en brazos, la apretó contra su corazón y besó con frenesí
aquelrostrodeángel,aquellacabecitarubia,cubiertadesedososyenmarañadosbucles.
Luisaseacercótambién,ytambiénVíctorbesósusmanos,diciendo:—Todo,todoporvosotras.Ycomosisehubierandespertadoensualmanuevasenergías,selanzófuera
dellecho.Su aspecto era el de un hombre decidido a no dejarse abatir, resuelto a
sostenerlaluchayatriunfar.Luisasirvióeldesayuno.—Óyemebien—dijoVíctor.
—Soy toda oídos—contestó Luisa sonriendo, como para dar ánimos a suamante.
—Vasasalirinmediatamenteconlaniña:buscasunacasalejos,muylejosdeaquí,alláporlosbarriosbajos.Hacesestoporlamañana:porlatardetrasladaslosmuebles,yalasnuevedelanochevasabuscarmealaPlazadelProgresoalatabernadelosAndaluces.
—Allícaeréalasnueve,ytodoestaráarreglado.—Enticonfío.¿Quédineronecesitas?—Nolosé.—Tomaveinteduros.Conesto,Víctorsepusoenpie,besódenuevoalamadreyalahija,ysalió.Suprimercuidadofuehacerseafeitarenunabarbería,haciendodesaparecer
subigote.EnseguidasedirigióaMadrid.CalculandoquesivolvíaaencontrarseconEleuteriopodríaconvenirleestar
prevenido,compróenunacasadepréstamosunbuenrevólver,queguardóenelbolsillodesucazadora.
Después,comosisecomplacieraenbuscarlospeligros,ocomosiquisieraadquirir la convicción de que no corría ninguno, se dirigió a la Plaza de lasSalesasyentróenlacasallamadadeCanónigos.
Allíestánestablecidoslosjuzgadosdeinstrucción.Allíestánlosjueces,losescribanos,losalguaciles,losperseguidoresdelos
criminales.Víctorpasómediahorarecorriendolasgalerías.Nadiesefijóenél.Recordaba aquellos tiempos de su primera juventud, cuando sin casa, sin
hogar, sin recursos, amerced del acaso, veía también transcurrir las horas sinotra ocupación que recorrer calles y plazas, sufriendo el hambre, el frío, lasinclemenciastodasdelaNaturalezaylastorturasdesupropioorganismo.
EntoncesfuecuandoconocióaLuisa,pobreniña,arrojadatambiénalavíapúblicaporobradelabrutalidad.
Conestoreconstituyótodosupasado,todalahistoriadesusamorescasualesconaquellamujer.
Ysehorrorizódequesuhijapudieracorreraquellasvicisitudes,pudieracaeren el fango, en la ciénaga social donde se agitan los desgraciados y loscriminalessinesperanzasderedención.
—No—sedijo—.Hesidoladrón,hesidocómplicedeunasesinato,peronoseré parricida…Yabandonar a un hijo es criminal,más repugnante que darlemuerte.
Suespírituhabíareaccionado.Sentíaseconfuerzas.Yestabasegurodetriunfar.Élborraríasupasadoyprepararíaunnuevoporvenir.Poco antes de las nueve se dirigió a la Plaza del Progreso y entró en una
tienda llamada de losAndaluces,modesto colmado, que viene a ser algomásqueunatabernayalgomenosqueunrestaurante.
Aladerechahayunahabitacióncuadrada,conrejaalacalle.Algunas mesas de pino pintado y las necesarias banquetas componen el
ajuar.AlentrarVíctornohabíamásparroquianosquecincooseiscigarreras,que
comían chicharrones, bromeaban, cantaban y palmoteaban con el clásico buenhumordelashijasdelpueblodeMadrid.
Luisanohabíallegadoaún.Peronosehizoesperarmuchosminutos.Entrópocodespués,llevandoalaniñadelamano.Ni la madre ni la hija conocieron a Víctor, tan desfigurado estaba sin el
bigote.Víctorlasllamó,sonriendosatisfecho.Podíaestarsegurodenoserconocidosilacasualidadlehacíatropezarcon
algunadesusantiguasrelaciones.—Parecesotro—dijoLuisa.—Esoesloquedeseo.¿Habéiscenado?—No.—Cenaremosaquí.—Comoquieras.—¿Quéhashecho?—Loquemedijiste.Todoestáarreglado.—¿Dóndevivimos?—Muycerca.EnlacalledeJuanelo.Tranquilamentecenaban,hablandoenvozmuybaja,yteniendoVíctorasu
hijasobresus rodillas,cuandoresonóen la tiendaunavozdemujerquedecíaconacentoimperioso:
—Chico,unabotellademanzanillayunasruedasdesalchichón.Víctor, al oír aquella voz, se estremeció violentamente y miró con terror
hacialapuerta.Tresmujeresentraronconrisasyalboroto.UnadeellaseraPacalaGallarda,frescaaúnycomosiemprearrogante.Dirigióunamiradaalosconcurrentes,hizoungestodesdeñosoyfueatomar
asientoconsusamigasenunamesainmediataalaqueocupabanlascigarreras.VíctornosabíacómointerpretarelgestodePaca.¿Eraquelehabíareconocidoyqueríamanifestarlesudesdén?¿Era, por el contrario, que no había encontrado allí la gente que tal vez
esperaba?Detodosmodos,lapresenciadeaquellamujerdesasosegabaaVíctor.EstaimpresiónnopasódesapercibidaparaLuisa.—¿Laconoces?—preguntóaVíctor.—Sí,pordesgracia.—Yotambién.—¡Tú!—EsmuyconocidaenMadrid.—¿Porqué?—Porsusescándalos.—Esverdad.—¿Hastenidoalgoqueverconella?—Luisa,noquierassaberhistoriasdelpasado.—Contesta;nohedetenercelos.—Te diré solo que esa mujer ha ejercido en mi vida una influencia
perniciosa.Convienequenomevea,quenomeconozca.—Vámonos.—Yosaldréprimero.Tútequedasaobservar.—Muybien.Y Víctor, sin terminar su cena, se levantó y salió, tal vez con más
apresuramientodelqueconvenía.Pacasefijóenélylesiguióconlamirada.Despuésdijocondescaro,dirigiéndoseaLuisa:—Oigausted,señora,¿essuhombredeusted?—Esmimarido—contestólajovenconaltivez—.¿Porquéeslapregunta?—Pornada,creíconocerle;perono temausted,hija,quenose lovamosa
robar.—Muchasgracias.Pacaseencogiódehombros,ypalmoteandoconfuerza,llamóalchico,que
aúnnoleshabíaservido.Luisacontinuóensupuestoalgunosminutos;sepusoenpie lentamente,y
cogiendoalaniña,salió.DesdelatiendaoyóreíraPaca.LuisasereunióenlaplazaconVíctor,quelaesperabaimpaciente,yledio
cuentadeloocurrido.AVíctorledisgustóaquelencuentro.QuedabaenladudadesilehabíaonoconocidoPacalaGallarda.Le tranquilizaba que no hubiera intentado acercarse a él, ni detenerle ni
seguirle.Perosiaquellamujer,comoeraprobable,veíaaEleuterio,lediríaqueVíctor
estabaenMadrid.Yaesteleconveníaqueaquellecreyeramuylejos.Víctor delante, y Luisa detrás guardándole las espaldas, se dirigieron a su
nuevavivienda.AllíVíctorsejuzgóseguroporelmomento.Y aunque le preocupaba su encuentro con Paca la Gallarda, acabó por
convencerse de que no tendría ulteriores consecuencias, y rendido por elinsomnio de la noche anterior, acabó por conciliar un sueño relativamentetranquilo.
SCAPÍTULOXVIII
IGAMOS los pasos de Eleuterio para reanudar el drama que pendientequedó en los comienzos de esta historia, y que había de complicar la
situacióndetodoslospersonajes.Digamos,ante todo,queniporunmomentopensaraEleuterioendelatara
Víctor.Nadaganabaconello.CreíaqueVíctorestabaexhaustoderecursos.Deotromodohubieraprocuradoexplotarle.Cuandoleviopasarenelcoche,caminodelaestación,legritóconsorna:—¡Buenviaje!Ydespuésmurmuró:—AlláseentiendanélyVicenteVellido.Nientronisalgo.Yoheconseguido
loquedeseaba.YaldecirestoacariciabaconsumanoenelbolsilloelretratodeSoledad.Continuósucamino,entróenMadridypasóaquellanocheenunaposada.Aldíasiguiente fuesuprimercuidadocompraren laPlazaMayorun traje
másdecorosoqueelquellevaba.Eleuterioestabaenfondos.Ya transformado, y resuelto a buscar a Soledad, cuyo recuerdo constituía
paraélunaespeciedeobsesión,sedirigióacasadeDoroteo.Pero este hacíamucho tiempo que se trasladara de domicilio, y no daban
razóndeél.LosvecinosdeMadridsonmuydadosacambiardecasas.Sonlosmenoslosquevivenalgunosañosenunmismositio.PeroEleuterionosedesanimó.Teníatrazadosuplan.Conviene recordar queVicenteVellido era el primer esposo deGabina, la
porteradelacasadeMadridModerno.ElsegundomaridoeraDoroteo,eltíodeSoledad.
Eleuterioconocíaestahistoria.SabíaqueDoroteovisitabaconfrecuenciaasuprimeramujer.Estaledaríanoticias.
Dirigiose,pues,aMadridModerno,hablóconGabinaysupoqueDoroteohabitabaenelbarriodelPacífico,acortadistanciadelCuarteldelosDocks.
Por la calle de Atocha bajaba Eleuterio al caer la tarde, pensando en lamanera de encontrarse a solas conSoledad, cuando un encuentro no esperadovinoatorcersucamino,ytalvezaretrasarsusproyectos.
Fueelcasoqueunavozdemujerexclamóconalegría:—¡SiesEleuterio!Yalmismotiemposintióestequeunamanoseposabasobresuhombro.Tenía delante a una mujer de unos veinticinco años, bastante agraciada,
aunquedemanerassobradodesenvueltas,quealasclarasrevelabanunavidayunascostumbreshartolibres.
—¡Encarna!—exclamóEleuterio.Eranantiguosconocidos.—¿Dedóndesales?—preguntólamujer—.¡Tantotiemposinverte!—Heviajado.—¿PorCeutayporMelilla?—No,hija;nohepasadodeZaragoza.—Másvaleasí.¿Vienesenfondos?—¿Porquélopreguntas?—Paraqueconvidesyhablemos.—Andando.—Pues,mira, aquí está el cafédeZaragoza.Figúratequenohas salidode
allí.Y,enefecto,estabanadospasosdelcaféquellevaelnombredelainvicta
ciudad,yenélentraron.—¿Hastadóndetecorres?—preguntóEncarna.—Hastadondequieras.Vamosacenar.—Noerestúnadiecuandoquieresserrumboso.Porlargoratolaconversaciónfueindiferente,hastaqueEncarnapreguntó:—Yahora,¿cómovives?¿Quépiensashacer?—No lo he pensado aún. Estoy en una posada; tengo dinero para algún
tiempo,ydespuésbuscarétrabajo.—¿Enquéoficio?—Enelquesalga.—ContalquenovuelvasaZaragoza.—Noquisiera.
—¿Sabesloquetedigo?—Di.—Que necesitas casa ymujer, que vas siendomayor de edad y no has de
vivirhechoungolfo.—¿Ydóndeestátodoeso?—Casa,lamía…Ymujer…—Gracias,Encarna.Acepto.Cerrarontrato.Alosdoslesconvenía.AEncarna,porqueEleuterioestabaenfondos,yaeste,pornoviviraislado.—Vaya—dijo—,nopuedoquejarme.EntréenMadridconbuenpie.Enotrostiempos,EncarnayEleuteriosehabíanamado,sipuededarseeste
nombre a la unión de dos seres que junta un día la casualidad y otro día lossepara.
—¿Adóndetedirigíascuandoteencontré?—preguntóEncarna.—AlbarriodelPacífico,enbuscadeDoroteo.—¿LebuscabasaéloaSoledad?—Queríareanudaramistades.—PuesladeSoledadnolareanudas.—Nuncahetenidorelacionesconella.—Noporfaltadedeseos.—Siyohubieraquerido…—Noquierasmás.—¿Teoponestú?—Puedeser;pero,enfin,noesporeso.—¿Porquéentonces?—PorqueSoledadsehacasado.—¡Imposible!¿Quiénibaarecogerloqueotrodesperdicia?—Ahíverás;hayhombresparatodo.—¿Yquiénhasidoesemandria?—Ramón.—¿Elalbañil?—Elmismo.—Pero,¿sabelahistoriadeSoledadyVíctor?—Digoyoquenodebesabernada.—¡Tantomejor!—exclamóEleuterio.
Encarnanopudocomprendereldoblesentidodeestasfrases,yprosiguió:—Cuando Víctor estaba en la cárcel y todas creíamos que Soledad iría a
verle,porqueparalasocasionessonlosamigos,ylasamigas,ella,comosi talcosa, y si te hevistonome acuerdo.Mira tú, paraque a ti, sabiéndoloyo, tehubierafaltadonuncaunacajetilla.
—Esquetúerestú.—Yquelodigas.Enfin,quedelanochealamañana,Ramón,queesmuy
amigo de Doroteo, empieza a entrar, y que en un dos por tres arreglan lospapelesysecasanporlaiglesiayporlocivil.
Haciendo comentarios sobre este tema pasaron algún tiempo, hasta quesalieron del café, dirigiéndose a la calle del Fúcar, donde Encarna tenía sudomicilio.
LasintencionesdeEleuterionopodíansermástraidoras.LejosdesentirelcasamientodeSoledad,seregocijabadeél.Ella,libre,hubierapodidoresistir.Ante el temor de que su marido llegara a conocer el secreto, tendría que
ceder.Eleuterioteníaensusmanosunarmaterribleparaamenazarlayvencerla.Sinembargo,decidióesperaralgúntiempo.Encarna, que se había interpuesto en su camino, podía crearle
complicacionesydesbaratarlesuplan.Algunosdíastranscurrieron.Aquellaimprovisadaparejasellevabaenlamejorarmonía.Eleuteriopasabalamitaddelavidaenlatabernajugandoalmus.Vidadeliciosaparaél.UnanocheledijoEncarna:—VamosalCafédelGallo,dondeaúnencontrarásantiguosamigos.Yasílohicieron.AllíestabanPacalaGallardayPepeelExtremeño,que,acostumbradosunaa
otro, cien veces se habían separado y otras tantas se habían vuelto a reunir, ygastabany triunfabanconotrosconocidosdeEleuterio,que fue recibidoen lareunión,despuésdeunalargaausencia,congrandesmuestrasderegocijo.
—Oye, Pepe—dijoEleuterio, después de haber apurado algunas copas decognac—.NecesitohablarconPaca.¿Lopermites?
—¿Porquéno?—Pues,oyetú,quehaycosasquenodebendecirseenvozalta.
PacayEleuterioseretiraronaotramesa.—¿Quésignificaestemisterio?—preguntólaGallarda.—Tengoquedartenoticiasdepersonasdetuaprecio.—¿DeVíctortalvez?Juraríahaberlevistolaotranoche.—Noesposible.—¿Porqué?—PorquehasalidoparaAmérica.—Habrá sido después, porque era él, no tengo duda.Va afeitado, como si
quisieranoserconocido;peroamínosemedespinta.—Puesbien,nosondeVíctorlasnoticiasquetetraigo.—¿Dequiénentonces?—Detupadre.Pacapalidecióligeramente.—¿Ytúsabesquiénesmipadre?—preguntóconextrañeza.—LohesabidoenelpresidiodeZaragoza.—¿Quiéntelohacontado?—Elmismo.Pacaparecióunmomentoconmovida.Unanubedetristezaempañósusojos.Peroserepuso,ymurmuró:—Hahechomal.—¿Esqueteavergüenzasersuhija?—Porlomenosnohaymotivosparasentirseorgullosa.—VicenteVellidovalemucho.—Bien,nohablemosdeeso.¿Cómoestá?—Mejorquenunca.Solotediréqueeselamodelestablecimiento.Todosle
temenylerespetan.—Sitanconsideradoestáallí…—¿Qué?—Convienequenosalga.—Nodigaseso.Lalibertadesmuyhermosa.Desgraciadamente,tupadreno
volveráadisfrutardeella.—Teengañas—dijounavozroncaaespaldasdeEleuterio.Pacadejóescaparungritodesorpresa.Eleuteriosevolvióyquedósorprendidotambién.VicenteVellidoestabaallí.
***
VivíaSoledadenunamodestacasita,apocadistanciadelaqueocupabasutío, y era tan dichosa cuanto puede serlo lamujer que tiene que ocultar a sumaridounsecretovergonzoso.
SentíaseamadaporRamónconamorvehemente,profundo,casiidolátrico.Yellalecorrespondíaconlamismasinceridad.Había arrancado de su alma hasta las reminiscencias de aquella primera
ilusióndesuvidaquelallevóacaerenbrazosdeVíctor.Unamañana,Ramónhabíasalidotemprano,comodecostumbre,parairasu
trabajo.Soledad había hecho su compra, y se ocupaba en preparar la comida que
habíadellevaraRamón,cuandooyóquellamabanalapuerta.—Adelantequiensea—dijo,suponiendoquenopodía tratarsemásquede
algunavecina.Unhombreentróenlapequeñaestancia,amuebladaconsencillez,perocon
ciertogusto.Soledad reconoció a Eleuterio, y no pudo reprimir un movimiento de
sorpresayungestodedesagrado.—Soledad—dijoEleuterio—,¿asírecibesaunamigo?—Comohacetantotiempoquenonosvemos,esposiblequeignores…—Séquetehascasado.Ramónyyonosapreciamos,hemoscorridojuntos
muchasjuergasypuedovenirasucasa.—Venentoncescuandoélesté.—Peroeselcasoquetengoquehablarcontigo,ypuedenoconvenirtequeél
seentere.—¿Quépuedesdecirmequeélnopuedaoír?—TodoloqueserefiereaVíctor.—¡Ah!Soledadpalideció.—Ahora,eligetú—añadióEleuterio—.¿Prefieresquehablemosasolasoen
supresencia?—Siéntateyhabla—dijoSoledad.—Túsabes,Soledad,queyoeraelconfidentedeVíctor.
—Pordesgraciasuya.—Sin embargo, el único asunto que le salió mal fue aquel que no me
consultó.Conmiconsejonuncahubierallegadoalcrimen.—¡Ah!…¿Sabes?…—Losé todo,ycomohaquedadopendienteunasuntode importanciaque
aún puede dar con tu antiguo amante en el patíbulo, y tú puedes vertecomprometida,vengoaprevenirte.Yavescómodebesagradecérmelo.
—Explícate—dijoSoledad,queestabapálidacomounamuerta.—Víctortehizodepositariadelacantidadqueélyotrorobaronalaseñora
deNeiradespuésdeasesinarla.—Escierto.—Hoy su cómplice le reclama su parte. Si no se la entrega, delatará el
crimen.Esprecisoquetúdevuelvasesedepósito.—Imposible.Loarrojéalfuego.—EsocreeVíctor;perosucómpliceno.—Esaeslaverdad.—No habrá manera de convencer de esa verdad a Vicente Vellido; este
cumplirásuamenaza,ytú,comodepositaría,teverásenvueltaporcomplicidadenlasresponsabilidadesdelcrimen.
—¡Esoeshorrible!—Puesbien,yovengoasalvarteati.—¿Cómo?—Si no consigo convencer a Vicente Vellido, por lo menos conseguiré
detenerle.—¡Quiénsabe!—Tengo suficiente influencia sobre él. Y en último caso, le quitaré de en
medio.—¡Unnuevocrimen!—Mira,loscrímenesseenredanunosconotros,lomismoquelascerezas.—Nunca,nunca.Yonopuedoconsentirlo.—Siesehombrenocede,mientrasviva,Víctorpuedeiralpatíbuloytúala
galeradeAlcalá.—¡Quéhorror!¡Quéhorror!—Pero,enfin,noteapures.Yointentaréqueceda.—Eleuterio,siloconsigues…—¿Qué?
—Puedescontarconmigratitudparatodalavida.—¿Contugratitudnadamás?—¿Quémásdeseas?—Quemequieras,así,comoquisisteaVíctor.—Esoesimposible,Eleuterio.—¿Porqué?—Yo entonces era soltera, disponía de mi persona. Hoy pertenezco a mi
marido.—¿Eresfelizconél?—Muyfeliz.—Engañándole.—¡Yo!—Sí,porqueseguramenteleocultaselsecretodetuvida.—Porsupropiatranquilidad.—Por eso mismo debes ceder a mi súplica. De otro modo se aclarará el
misterio si eres denunciada a los tribunales como cómplice de Víctor. HasengañadoaRamónunavez,leengañasotra…Todoporsufelicidad.
Fuerondichasestasfrasescontantocinismo,queSoledad,ensuindignación,sintióafluirasurostrounaoleadadesangre.
Supalidezfuesustituidaporelrojocolordelavergüenza.—Infamia por infamia—exclamó—; prefiero el desprecio de Ramón y la
galeradeAlcalá.Hemosconcluido,Eleuterio.Yaldecirestosepusoenpie.—¿Medespides?—Sí.—Quierosergeneroso.Tresdíastedoydetiempoparapensarlo.—Esinútil.Veoclarotujuego.Pretendesamenazarmeyvencermeconuna
mentira,ynoloconseguirás.Eleuteriodesplegóunasonrisadedemonio,ydijosacandodesubolsilloel
retratodeSoledad:—Yesteretrato,portidedicadoaVíctor,¿esmentiratambién?Soledadquedóanonadada.—Yaves—continuóEleuterio—quetengopruebassobradasparaperderte.—Eresuninfame.—Yalosé;peronoesmíalaculpadequetúseastanhermosa.Yalosabes,
tienestresdías.
Eleuteriollegóhastalapuerta,ydesdeallí,mirandoaSoledad,dijoconvozamenazadora:
—Volveré.Soledadquedópresadeunprofundoterror.Por unmomento, cuando vio claras las infames pretensiones de Eleuterio,
creyóquetodalahistoriadelareclamacióndeldepósitoeraunamentira.Pero al ver su retrato enmanosde aquel hombre tuvoque convencersede
quetenía,enverdad,pruebasacusadorascontraella.Transcurrieron los tres días fatales del plazo concedido por Eleuterio a
Soledad.Ladesdichadajovenvivíaenperpetuazozobra.Sinembargo,hubounmomentoenquellegóaalimentarunaesperanza.TranscurrióunasemanasinquevolvieraaveraEleuterio.Conestollegóacreerqueelmiserablehabríadesistidodesuspretensiones.Y era que Eleuterio, firme en su propósito de perseguir a Soledad,
aprovechando la amistad que le unía con Ramón y Doroteo, que juntostrabajabanenlaconstruccióndeunhermosoedificioenelbarriodeSalamanca,consiguióqueenaquellaobraleproporcionarantrabajo.
Llegó por fin el día en que aquella situación violenta había de tener sudesenlace.
Eleuterio salióal encuentrodeSoledad, comodijimosal comienzodeestahistoria,ysusinstanciasfueronmásvivas,susamenazasmásviolentas.
LaintervencióndeDoroteo,aquienlajovenparticipósusangustias,nodioresultado.
Eleuteriodespreciósusamenazas,yporsupartecumpliólasuya,haciendoqueRamóndesconfiaradeSoledad.
Y cuando aquel consiguió escapar de entre sus manos, y Ramón intentóperseguirle, gritando: —Canalla, di que es mentira—, presentose Soledad,diciendo:
—No,noesmentira,Ramón.Y como si esta confesión terrible hubiera agotado sus fuerzas, cayó
desplomada.Inmóvil,perplejo,anonadado,Ramónnosabíaquédeterminación tomar,si
perseguir al malvado o socorrer a Soledad, que estaba allí en el suelo, sinmovimiento,sinvoz,pálidacomounamuerta.
Doroteosepresentó.
—Vieneustedabuenahora—dijoRamónconvozreconcentrada—.Socorraasusobrina.
—Deber es tuyomás quemío—replicó Doroteo, asiendo por un brazo aRamón,queintentabaalejarse.
—Esamujermehaengañado,noesdignademí.—Cuandolahayasoído,podrásjuzgarla.—Déjemeusted,Sr.Doroteo.Sihoylaoyera,lamataría.—¿Quépiensashacer?—Reclamarlanuestrohijoydejarlaen libertadparanovolveraverla.Esa
serámiresolución.Ahora,déjemeusted,ledigo;noquierooírnada.YrechazandobruscamenteaDoroteo,sealejópresuroso.—Estoteníaquellegar—murmuróelviejo.Yalinclinarseparareconoceralajoven,estaseincorporó.—¿Hasoído?—preguntóDoroteo.—Todo,todo—contestóSoledadconamargura—.Perdílasfuerzas,perono
el conocimiento… Tiene razón; procede como lo que es, como un nombrehonrado;perosiyoloconsintiera,mipobrehijovendríaapagarlasculpasdesumadre.
—¿Quépiensashacer?—Nada.IracasayesperaraRamón.—Yoirécontigo.—Deningúnmodo.Laexplicaciónhadeserasolas.—Pero…—Nadatemausted.Ramónesincapazdeunatropello.InsistióDoroteo;peroSoledadsemantuvofirme.Noqueríatestigos.Ycomo sihubiera reaccionadode su abatimiento, sedirigió a su casa con
pasofirme,despuésderecogerasuhijo,queestaba,segúncostumbre,encasadeDoroteo.
Una vez en su casa, quitose elmantón, los pendientes, el vestido de lana,todoloquepudierarepresentaralgúnvalor,murmurando:
—Todoestoleperteneceaél.Despuéssevistiónoyahumilde,sinopobremente,coneltrajequesolíausar
paralasfaenasdelacasa,ycogiendoenbrazosasuhijo,volvióasaliralacalle.Brillabaensusojosunextrañofuego.Seadivinabaensusmovimientosnerviososyensusactitudesunaresolución
irrevocable.Enefecto,sinunsoloinstantedevacilaciónnideduda,atravesandoplazasy
calles,sinfijarsuatenciónennada,llegóhastaelViaducto.Detúvoseensucentro,encimadelacalledeSegovia.Miróentoncesasuhijo,quedormíaensusbrazos,ymurmuró:—Morirjuntosyabrazados,estaesmiúltimafelicidad.Yconánimoresueltoavanzóhacialabarandilla.Sugestoentoncesysuactituderanlosdeunaloca.De pronto, Soledad se sintió asida por un brazo. Volvió la cabeza y se
encontrófrenteafrentedeunsacerdote,queledijoconvozsolemne:—¡SoloDiospuededisponerdenuestravida!Una nueva reacción se operó en el espíritu de Soledad y rompió a llorar
amargamente.A este tiempo llegaron presurosos los guardias: pero el sacerdote les
convenciódequenodebíandeteneraaquellainfeliz.Don Benigno, que así se llamaba el sacerdote, se alejó con Soledad,
haciéndolaentrarenlapróximaiglesiadelSacramento.Y allí la oyó no en confesión vulgar, sino en una verdadera expansión del
alma.—Esaconfesión—dijoD.Benigno—debeshacérselaatuesposo.Yoestaré
presente.DirigiéronseacasadeSoledad.AllíestabaRamón.—Creíquenovolverías—dijoconseveridad—,yhubierashechobien.—Antes de que esta señora conteste —interrumpió el sacerdote—, ¿me
dispensaráustedlahonradeconcedermeunabreveconferencia?—Notengoinconveniente—contestóRamónsorprendido.Salieronalacalle.Soledaddejosecaersobreunasilla,ybesandounaymilveceslafrentedesu
hijo,sedispusoaesperar.Mediahoratardaronenvolver.Ramónparecíaprofundamenteemocionado.Soledad,alverle,cayóderodillas,diciendo:—Mátameoperdóname;peronomedesprecies,nomeseparesdelhijode
misentrañas.—¡Pobre mártir! —exclamó Ramón besándola en la frente—; lo que has
sufrido te redime.Queríasmorir pormíyyoquieroquevivasparamíyparanuestrohijo.
Yaldecirestoconfundióenunsoloabrazoalhijoyalamadre.Elgrupoeraconmovedor.—¡QueDiososbendiga!—dijoelpadreBenigno.
P
CAPÍTULOÚLTIMO
LACARADEDIOS
OCOSdíasdespués laprensadeMadriddaba cuentadeungrave sucesoocurridoenunlujosocomerciodeunacallecéntrica.Elserenooyóruidossospechososadeshoradelanoche,al tiempoquepor
allípasabacasualmenteunaparejadelaGuardiacivil.Serenoyguardiasentraronporelportalyvieronentornadaunapuertaque
allíhabíadecomunicaciónconlatienda.Penetraronenesta resueltamenteysorprendieronados ladrones,que, lejos
derendirse,intentaronresistir,abriéndosepasoconsusnavajas.Unodelosguardiasfueheridoligeramente.Entonceslosguardiashicieronfuego.Unodelosladronesmurióenelacto,y
elotropocodespuésenlacasadesocorro.Este era el suceso de que daban cuenta los periódicos, añadiendo que los
muertos se llamaban Eleuterio F. de Incógnito y Vicente Vellido, licenciadoaqueldepresidioyfugadoeste.
La sociedad no se preocupó ni poco ni mucho con la pérdida de taleselementos.
Ynuestros lectores comprenderánque alguienhabíade alegrarse:VíctoryRamón.
***
EraeldíadeViernesSanto.ElpueblodeMadridcelebrabalaromeríadelaCaradeDios.Y allá fueron en las primeras horas de la mañana Víctor, que ya vivía
tranquilo,Luisaylaniña.Laanimacióneraextraordinaria.LaschulasdeMadrid,envueltasensusvistosospañolonesdeManila,consu
graciainimitabledabananimaciónalafiesta.En un grupo Víctor vio a Paca la Gallarda, que, sin duda, no creyó
convenienteguardareldueloporlamuertedesupadre.—Aunque solo fuera por esta mujer —pensó Víctor—, quiero salir de
España.PocodespuéssentoseVíctorconLuisayLuisitaenunadeesasbuñolerías
improvisadas al aire libre, cuando en lamesa inmediata vio aDoroteo con sumujer,Ramón,Soledadyelniño.
Soledadsepusopálida.Ramónfruncióelceño,ydirigiéndoseaVíctor,exclamó:—Porfinteencuentro.Tenemosquehablar.—Yolodeseotambién—contestóVíctor.Yretirándosealgunospasos,hablaronlargamente.Todosestabanpendientesde aquella conferencia,de laquenooyeronmás
quelasúltimasfrasesdeRamón,quefueronestas:—Pormihijoyportuhija,teperdono.AhoravamosalaCaradeDios.Reuniéronsetodos,yentrelaapiñadamuchedumbreentraronenlacapilla.CuandollegarondelantedelaltarmayordondeseveneralaSagradareligión
que, según la tradiciónpopular,esunode los trespañosde laVerónicaen losque quedó impresa la Santa Faz, Víctor, cogiendo una mano de Ramón, dijosolemnemente:
—AntelaCaradeDiosjurohabertedicholaverdad,yrenuevomipromesadehuirdeEspaña.
—YyoteperdonoantelaCaradeDios.
***
AlláenAmérica,Víctorencontrólaredencióneneltrabajo.Soloeltrabajoylahonradezpuedenalcanzarlaredencióndelculpable.
Aquí,enMadrid,RamónySoledad,despuésdedarelpasadoalolvido,ensuvirtudyensuamorencontraronlaventura.
YtodoslosañoseldíadeViernesSantovanalacapilladelPríncipePíoadargraciasalaCaradeDios.
FIN
CORTEDEAMORFLORILEGIODEHONESTASYNOBLESDAMAS
ENVÍO
Gentilesdamasdela«CortedeAmor»:Rosa,Eulalia,Augusta,llevadmihomenajedeadmiraciónydeafectoalamablenarradordeLaCigarra.
Z
ROSITA
I
UMBADORenjambredeabejorrosytábanosrondabalosgrandesglobosde luz eléctrica que inundaban en parpadeante claridad el pórtico del
Foreing Club: un pórtico de mármol blanco y estilo pompeyano, donde laacicalada turba de gomosos y clubmanes humeaba cigarrillos turcos y bebíacóctelesencompañíadealgunasdamasgalantes.Oyendoaloscaballeros,reíanaquellas señoras, y sus risas locas, gorjeadas congentil coquetería, besaban ladorada fimbria de los abanicos que, flirteadores y mundanos, aleteaban entrearomas de amable feminismo.A lo lejos, bajo laAvenida de losTilos, iban yvenían del brazo Colombina y Fausto, Pierrot y la señora de Pompadour.También acertó a pasar, pero solo y melancólico, el Duquesito de Ordax,agregadoentoncesalaEmbajadaEspañola.ApenasledivisóRositaZegri,unapreciosaquelucíadoslunaresenlamejilla,quitándoseelcigarrodelaboca,lececeóconandaluzgracejo.
—¡Espérame,mamarracho!Puestaenpieapuróelúltimosorbodelcóctelysaliópresurosaalencuentro
del caballero, que con ademán de rebuscada elegancia, se ponía el monóculopara ver quién le llamaba. Al pronto el Duquesito tuvo un movimiento deincertidumbreydesorpresa.Súbitamenterecordó:
—¡Peroerestú,Rosita!—¡Lamisma,hijodemialma!…¡Puesnohacepocoquehe llegadode la
India!ElDuquesitoarqueólascejas,ydejócaerelmonóculo:fueungestocómico
y exquisito de polichinela aristocrático. Después exclamó atusándose el rubiobigotejoconelpuñocinceladodesubastón:
—¡Verdaderamentetieneslocurasdislocantes,encantadoras,admirables!
RositaZegri entornaba los ojos condesgaire alegre y apasionado, como siquisieseevocarlavisiónluminosadelaIndia.
—¡Quétierraaquella!¡MáscalorqueenSevilla!YcomoelDuquesitoinsinuaseunasonrisaalgoburlona,Rositaaseguró:—¡MáscalorqueenSevilla!¡Noponderolomenos!ElDuquesitoseguíasonriendo:—Bueno,muchocalor…Perocuéntamecómohashechoelviaje.—ConlordSalvurry.Túleconociste.AquelinglésquemesacódeSevilla…
¡Tíomásborracho!—¿Ahoraestásaquíconél?—¡Quitaallá!—¿Estássola?—Tampoco.Yatecontaré.¿Túqueríasqueestuviesesola?Elcaballeroseinclinóburlonamente.—Yoquierotodoloquetúquieres,Rosita.Semiraronalegrementeenlosojos.—¡Cuidadoqueestásencantadora!—¡Vaya,quedeseabaencontrarmeconalgunodeSevilla!Rosita Zegri no podía olvidarse de su tierra. Aquella andaluza, con ojos
tristes,dereinamora,teníalosrecuerdosalegres,comoeltaconeogloriosodelboleroydelfandango.Sinembargo,suspiró:
—Dimeunacosa:¿EstabastúenSevillacuandomurióelpobreManolillo?—¿QuéManolillo?—¡Puescuálvaaser!ManoloelEspartero.ElDuquesitohizoungestoindiferente.—Yohacediezañosquenocaigoporallá.Rositapusolosojostristes.—¡PobreManolo!…Ahí tienes un hombre a quien he querido de verdad.
¿Túlerecuerdas?—Desdequeempezó.—¡Miraqueteníaguapezaenlaplaza!—Peronosabíadetoros.—¡PobreManolillo! Cuando leí la noticia me pasé llorando cerca de una
hora.La sonrisadelDuquesito,queparecía subir enroscándosepor lasguíasdel
bigote,comunicabaalmonóculounligeroestremecimientoburlón:
T
—Noseríatantotiempo,Rosita.Rositaseabanicógravemente.—¡Sí,hijo!…Haycosasquenopuedenolvidarse.—¿Fuetuprimeramor,sinduda?—Unodelosprimeros.Elmonóculodelgomosotuvountemblorelocuente.—¡Ya!…Tuprimeramorentrelostoreros,comoyoentrelosaristócratas.—¡Cabal!…¡Cuidadoquetienestalento!YRositasereíaguiñandolosojosyluciendolosdientesblancosymenudos.
Después,ajustándoseunbrazalete,volvióasuspirar.¡EratodavíaelrecuerdodeManolillo!Aquel suspiro hondoy perfumado, levantó el senodeRositaZegricomounaoladejuventudfecunda.Paraendulzarsupenasedispusoasaborearlosconfitesquellevabadentrodeunhuevodeoro.
—Anda,hijo,tenmeunmomentoelabanico.Daremosunavueltaallago,yluegovolveremosalForeingClub.
Metioseunconfiteenlaboca,ytomandootroconlasyemasdelosdedos,brindóseloalDuquesito.
—Ten.¡Nohaymás!Elgalán,conunodesusgestosdepolichinela,solicitóelqueladamatenía
enlaboca.Ladamasacólealaireenlapuntadelalengua:—¡Vamos,hombre,noteencalabrines!
II
UVIERON que apartarse para dejar paso a una calesa con potros a lajerezana:reclinadasenelfondo,riendoyabanicándose, ibandosmujeres
jóvenes y casquivanas, ataviadas manolescamente con peinetas de teja, ypañolonesdecrespónqueparecíanjardines.Cuandopasaron,RositamurmuróaloídodelDuquesito:
—¿Lasconoces?—Sí…Tambiénsonespañolas…—YdeSevilla.—¿Noeraisamigas?—Muyamigas…Peronoestábienquemesaludenalafazdelmundo.Ati
mismotepermitoquemehablescomoennuestrosbuenostiempos,porqueaquí
estoydeincógnito…Deotramaneratendríasquedarmetratamiento.—¿Cuál,Rosita?—DeMajestad.—SuGraciosaMajestad.—¡Naturalmente!Desde la orilla lejana, un largo cortejo de bufones y de azafatas, de
chambelanespatizambosydeprincesaslocas,parecíasaludaraRositaagitandolas hachas de viento que se reflejaban en el agua.Era un séquito real.Cuatroenanoscabezudosconducíanenandasaunviejodeluengasbarbas,quereíaconlarisahuecadelospayasos,yagitabaenelairelasmanosungidasdealbayaldepara las bofetadas chabacanas. Princesas, bufones, azafatas, chambelanes, searremolinaban saltando en torno de las andas ebrias y bamboleantes. Todo elséquitocantabaacoro:uncoroburlescodevocesroncas.
Ladamacogióelbrazodelgalán.—Demosvuelta.Noquierolucirmecontigo.Ylevantándoseunpocolafalda,learrastróhaciaunpaseosolitario.Laorilla
del agua fue iluminándose lentamente con las antorchas del cortejo. Bajo laAvenidadelosTilos,lasombraeraamableypropicia.Enlosviejosbancosdepiedra, parejas de enamorados hablaban en voz baja. El Duquesito de OrdaxintentórodeareltalledeRositaZegri,queledioconelabanicoenlasmanos.
—Vamos,hijo,queatentasamipudor.Conlavozunpocotrémula,elDuquesitomurmuró:—¿Porquénoquieres?—Porquenomegustanlasunionesmorganáticas.—¿Yunbeso?—¿Unonadamás?—Nadamás.—Sea…Peroenlamanocomoalasreinas.Yhaciendounmohín,lealargóladiestra,cubiertadesortijashastalapunta
de losdedos.ElDuquesitoposóapenas los labios.Despuésseatusóelbigote,porqueunbeso,auncuandoseamuyceremonioso, siempre lodescomponeunpoco.
—¡Verdaderamenteeresunamujerpeligrosa,Rosita!Rosita se detuvo riendo con carcajadas de descoco, que sonaban bajo el
ramajedelaAvenida,comogoqeosdeunpájaroburlón.—¿Perooye,mamarracho,hascreídoquepretendoseducirte?
—Meseducessinpretenderlo.¡Ahíestáelmal!—¿Deveras?…Pueshijo,separémonos.Ladamaapresuróelpaso.Elgalánlasiguió.—¡Oye!—Nooigo.—Enserio.—Meaburreloserio.—TienesquecontarmetuodiseadelaIndia.RositaZegrisedetuvoyvolvióa tomarelbrazodelDuquesito.Mirándole
maliciosamentesuspiró:—¡Ay!…Estávistoquenosuneelpasado.—Debíamosrenovarlo.—¿Ymireputación?—¿Cuálreputación?—Mi reputacióndemujer demundo. ¡Nique fueseyounaprójimade las
que tienenun amantediez años, y hacen las paces todos los domingos!Esdemuymalísimotonorestauraramoresviejos.
ElDuquesitopusolosojosenblanco,yalzólosbrazosalcielo.Enunamanoteníaelbastóndebambú,enlaotralosguantesamarillos.
—¡Yaestamosenello,Rosita!…Ytúmeconoceslobastanteparasaberquesoy incapaz de proponerte nada comono sea absolutamente correcto. ¡Pero lanoche,laocasión!
Rositainclinólacabezasobreunhombro,congraciapicarescaygentil:—¡Yacaigo!Deshojemosunaflorsobresusepultura,yavivir…ElDuquesitosedetuvo,ymiróentorno:—Sentémonosenaquelbanco.Rositanohizocaso,ysiguióadelante.—Mehacedañoelrocío.—Sinembargo,enotrotiempo,Rosita…—¡Ah!…EnotrotiempoaúnnohabíaestadoenlaIndia.Elgalánalcanzóaladamayvolvióarodearleeltalle,yquisobesarlaenla
boca.Ellasepusoseria.—¡Vamos,quieresestartequieto!—¿Decididamente,tesientesLucrecia?—NomesientoLucrecia,chalado…¡Peroloquepretendesnotienesentido
común!…¡Aquí,alairelibre,sobrelahierba!…Ciertascosasosehacenbieno
E
nosehacen…—¡PeroRositademialma,lahierbanoimpidequelascosassehaganbien!RositaZegri,unpocopensativa,paseósusojosmorunosyvelados,todoalo
largodelaorillaqueblanqueabaelclarodelaluna.Losremosdeunagóndolatripuladapordiablosrojosbatíanacompáseneldormidolagodondetemblabanamortiguadaslasestrellas,yalgunadama,conlacabezaempolvada,talvezunaduquesa de la Fronda, cruzaba en carretela por la orilla. Rosita se apoyólánguidamenteenelbrazodelDuquesito.
—Cómoseconocequeereshombre.¡Todossois iguales!Asíoyeunaesastonteríasdequevenimosdelmono.¡Vosotros tenéis laculpa,mamarrachos!Alosmonostambiénlespareceadmirable lahierbaparahacersecarocas.LoshevistoconmisbellosojosenlaIndia.
YlarisavolvióaretozarenloslabiosdeRositaZegri.
III
LDuquesitoagitabaenelairesusguantesamarillos.Parecíadesesperado:—Enotrotiemponoerastanmirada,Rosita.
—¡Comoqueenotrotiempoaúnnohabíaestadoenlastierrasdelsol,ynomehacíadañoelrocío!
—Tedesconozco.—Achaque viejo, chiquillo. ¿Cuándo has sabido leer en mi corazón?
¡Nunca!…Tediosiemprelaventolerapordecirqueteengañaba.—¿Ynoeraverdad?Rositasedetuvorehaciendoensusdedoslosrizoslaciosyhúmedosderocío
queselemetíanporlosojos.—Como verdad, sí… Pero yo te engañaba solamente con algún amigo,
mientras que Leré te ha engañado con todo el mundo. ¡Suerte que tienenalgunas!Esatehabíapuestounavendaenlosojos.
ElDuquesitodeOrdaxalzóloshombros,comopudieraalzarloselmássabiodelosestoicos.
—No creas… Únicamente que con el tiempo cambia uno mucho. Hecomprendidoqueloscelossonplebeyos.
—Todosloshombrescomprendéislomismocuandonoestáisenamorados.—¡Hoyquiénseenamora!
—¿Tambiénesplebeyo?—Anticuadonadamás.Rosita sedetuvo recogiéndose la falda, ymiró alDuquesito con expresión
burlona.Surisadefaunesa,alegreyborboteante,iluminabaconunaclaridaddenievelarosadesuboca.
—Oye,ennuestrosbuenos tiempos lapasiónvolcánicadebióserelúltimogrito.¡Miraquehashechotonteríaspormí!
—¿Estássegura?—¿Dequeerantonterías?¡Vaya!La sonrisa del Duquesito hacía temblar el monóculo, que brillaba en la
sombracomolapupiladeuncíclope.Rositasepusoseria.—¿Vasanegarlo?Simeescribíasunascartasinflamadas…Aúnhacepoco
lashequemado.Todoerahablardemisojos,adondeseasomabaelalmadeunasultana,ydelasestrellasnegras…¿Teacuerdasdetuscartas?
ElDuquesitodejócaerelmonóculoque,prendidoalextremodelacintadeseda,quedómeciéndosecomounpéndulosobreelchalecoblanco.
—¡Ay, Rosita!… ¡Si te dijese que todo eso lo copiaba de los dramas deEchegaray!¡Lasmujeressoistansugestionables!
LamiradadeRositaZegrivolvióavagarperdidaa lo lejos,contemplandolasondasquerielaban.Sobresucabeza,labrisanocturnaestremecíalasramasdelostilosconamorososusurro.
Caminaronalgún tiempoensilencio.Después,Rosita fijó largamenteenelDuquesito sus ojos negros, poderosos y velados: ¡aquellos ojos a donde seasomabaelalmadeunasultana!
—Oye,¿cómonoestandoenamoradoerastanceloso?—Pororgullo.Aúnnosabíaqueenamora todos loshombresnosocurren
losmismoscontratiempos.—¡Eseconsuelonolotengas,hijo!—¿Qué,nosomostodosengañados,Rosita?—No.—¿Túhassidofielalgunavez?—Norecuerdo.—¡Puesentonces!Rositalemirómaliciosamente,humedeciéndoseloslabiosconlapuntadela
lengua.—Qué trabajo para que comprendas. ¿A cuántos engañé contigo? ¡A
U
ninguno!…¡YamipobreDuquesitocontantos!…Ahítienesladiferencia.ElDuquesitocogióunamanodeRosita.—Anda,déjamequetebeselagarra.—Noseaspayaso…Dime,¿ylosversosqueescribisteenmiabanico?—DeBécquer.—¡Habrá farsante!…¡Yoquecasi riñoconCarolinaOteroporquemedijo
queyaloshabíaleído!—¡Tienegracia!—Nopuedesfigurártelo.Porquealfinmeconfesóquenoloshabíaleído…
ÚnicamentequeCarolinanotecreíacapaz…ElDuquesitosonriódesdeñosamente,sepusoelmonóculoycontemplólas
estrellasqueparpadeabanenelhorizonte.Rositalomirabadesoslayo:—¡Yonosabíaquefueses tantemible!…¿Demaneraquela tardeaquella,
cuando me enseñaste un revólver jurando matarte, también copiabas deEchegaray?
—LafrasedeEchegaray,elgestodeRafaelCalvo.—Porlovisto,enlaaristocraciaúnicamenteservimosparacómicos.El Duquesito se atusó el rubio bigotejo con toda la impertinencia de un
dandy.—Y para cómicos malos. Desgraciadamente ciertos desplantes solo
conmuevenaloscorazonesvirginales.Rositaleamenazóconelabanico.—¡Calla,chalado!…Esonolodiráspormí.
IV
Ngrupodemuchachasalegresyligeraspasócorriendoypersiguiéndoseconrisasygritos.Entresuscabellossueltosysusfaldascrujientes,traían
unabrisadejardín.Erauntropelairosoyblancoquesedesvanecióenelfondoapenasesclarecido,dondelalunadejabacaersublancaluz.Ladamasedetuvoyalargósumanoalgalán:
—Aquíterminanuestropaseo.Encantadadetucompañía.Y Rosita Zegri despedía al Duquesito de Ordax haciendo una cortesía
principesca.ElDuquesitoaparentósorprenderse:—¿Quétehadado,Rosita?
—Nada.VeolailuminacióndelForeingClub,ynoquierolucirmecontigo.—¿Tehasenojadoporloquedije?—No,porcierto.Siempremehabíafiguradoeso…—¿Entonces,qué?—¡Entonces,nada!Quemeaburrelaconversaciónyprefieroterminarsola
elpaseo.Quierovercómolalunasereflejaenellago.—¿Tehasvueltopoética?—Nosé…—Luna,lago,nocturnidad.—¡Quéquieres!Esomerecuerda lasverbenasdelGuadalquivir.Enciertos
días me entra un aquel de Sevilla, que siento tentaciones de arrancarme porsoledades.Telodigoyo:elúnicoamordeverdadeselamorpatrio.
ElDuquesitonotuvolaosadíadereírse.HabíaoídolomismoinfinitasvecesatodoslosgrandesoradoresdeEspaña.Sinembargo,moviólacabezaenseñaldeduda.
—¿Ydóndedejaselamormaternal,Rosita?Rositasuspiró:—Por ahí nome preguntes, hijo.Yo no he conocido a la pobrecita demi
madre.Tengooídoquehasidounamujerdeaquellasquedanelole.Y Rosita Zegri permaneció un momento con las manos en cruz, como si
rezase por aquellamadre desconocida que daba el ole. Bajo la luz de la lunafulgurabalapedreríadesusanillosenlosdedospálidos.Elalientodelondulantelagolealborotabalasplumasdelsombrero.Distinguióunbancoenlaorilladelcamino,yandandoconfatigafueasentarse.
—¡Quéhermosanoche!…—¡Yquémallaaprovechamos!Elgalánquiso sentarse enelbancoal ladode ladama,peroella tendió la
sombrillaparaimpedírselo.—¡Lejos,lejos!…Notequieroamilado.ElDuquesitoseapoyóeneltroncodeunárbol.—Meresignoatodo.La luna, arrebujada en nubes, dejaba caer su luz lejana y blanca sobre el
negro ramajede los tilos.Parecía la fazdeuna religiosaamortajadacon tocasnegras.Rositaentornólosojosyrespiróconlánguidodesmayo.
—¡Qué agradable aroma!Ya empiezan a florecer las acacias.Me gustaríapasaraquílanoche.
—¿Ylahumedad,Rosita?RecuerdaquehasestadoenlaIndia.Rositasiguióabanicándoseensilencioymirandoondularellago.Alolejos
cantabaunpescadorconlosremoslevantados,goteandoenelagua,y labarcadeslizábase sola impulsada por la corriente. El pescador cantaba los amorestristesquerimanlospoetasconlaluna.Elpescadorqueríamorir.Rositasuspiróarreglándoselosrizos:
—¡Ah!…Yotambién.DespuésvolviosehaciaelDuquesito.—Medapenaverteahícomounaestatua.Siéntatesiquieres.Y la dama hizo sitio al galán. En aquelmomento tenía los ojos llenos de
lágrimas que permanecían temblando en las pestañas. El Duquesito parecióconsternado:
—¡Túlloras!Rositaparpadeósonriendoconmelancolía.—Medanestascosas.Túquizánolocomprenderás.ElDuquesitosedejóganarelcorazónporaquellavozacariciadora,vozde
mujerinteresanteybellaquelehablabaalclarodelaluna,anteelrielardeunlago,enelsilenciodelanoche.
—Sí, lo comprendo,Rosita.Yomismo, lloromuchasveces elvacíodemivida.¡Eslapenitenciapordivertirsedemasiado,chiquilla!
—¡Ah!…¡Sicuandoyomelancéhubieseencontradounhombredecorazónenmicamino!
—Tehubierasdivertidomenos.—Pero hubiera sido más feliz. Créeme: yo no había nacido para ciertas
cosas.Lavidahasidomuyduraconmigo.¿Túsabeslahistoriadeaquelclown,que se moría de tristeza haciendo reír a la gente?… ¡Ah! ¡Si yo hubieseencontradounhombreenmicamino!
El monóculo del Duquesito permanecía inmóvil, incrustado bajo la cejarubia.Yanosonreía.
—¿Ysiencontrases,todavía,algunoentudiapasón,Rosita?—Puedeserquehicieseunalocura.—¿Una nadamás?Para ti esmuy poco. ¿De tus amantes antiguos no has
queridoaninguno?—Deestamaneraquesueño,no.YRosita volvió a seguir con los ojos el cabrilleo de las ondas.Allá en el
fondomisterioso,balanceábaselabarcanegradondecantabaelpescador.
—¿Quéexigiríasdeeseamanteideal?—Nosé.—¿SeríaunAbelardo,unRomeoounAlfonso?—Loqueélquisiese.—¿Ysipretendíaserelúnico?RositaZegrisevolviógentilmente.—¿Tienesalgunoqueproponerme?¿Quiéneselgachó?ElDuquesito no respondió, pero sumano buscó en la sombra lamano de
Rosita,unamanomenudaqueíntimaytibiaseenlazóconlasuya.Ladamayelgalánguardaronsilencio,mirandoa lo lejoscómola lunacrestabadeplata lasolasnegras.ElDuquesitomurmuróenvozbaja,conciertotrémoloapasionadoyronco.
—Hace unmomento, cuando tú me has llamado, iba pensando en dar unpaseo solitario. También estaba triste sin motivo. Cruzaba por la avenidaremoviendoenmipensamientorecuerdoscasiapagados.Aventandocenizas.
—¿Pensabasenmí?—También pensaba en ti… ¡Y cuánta verdad, quemuchas veces basta un
soploparaencenderel fuego!Tuvoz, tusojos, tudeseodeunamor ideal,esedeseoquenuncamehabíanconfesadotuslabios…¡Siyolohubieseadivinado!Pero qué importa, si aun ignorándolo, te quise como a ninguna otra mujer,porque yo no he querido a nadiemás que a ti, y te quiero aún…Cuandomehablabashaceunmomento,veíaentusojoslaclaridaddetualma.
Rositaleinterrumpióriendo:—¡Calla!¡Calla!…Loquetúquieras,peronadadecitas.—¿Decitas?—Sí…¡DeEchegaray,supongo!…DelosdramasdeEchegaray.El galán agitó los guantes, y miró a la dama para ver si en realidad se
burlaba. Ella se puso en pie, y echándole los brazos al cuello, le besóalegremente:
—¡Embustero!Yahasvistocómosévengarme.Ahoranonegarás…Sereía,yenaquelloslabiosdeclavelandaluz,larisaerafragante,elairese
aromaba.
V
ROSITAtomóelbrazodelDuquesito,y learrastróhaciaelForeingClub.Caminaron unmomento en silencio cambiandomiradas.Rosita volvió areírse.
—Parecequejugamosalesconditeconlosojos.El galán se detuvo estrechando amorosamente en la sombra el talle de la
dama,ybuscandosuslabios.—Esprecisoquevolvamosavernos.Rositarompiósuavementeelcercodeaquellosbrazos,ycontinuóandando.—¡Elijo, no me tientes! El viaje a la India ha decidido para siempre mi
destino.Yo,conmilamores,vendríaaquítodaslasnoches,soloparaoírte.—¿Apesardelahierba?—A pesar de la hierba. Tú no sabes cómo camelan el oído esas frases
poéticas,apasionadas,tiernas…LosparlamentosdeEchegaray…Peronopuedeser:¡Nopuedeser!…¡Nopuedeser!
—¿TodoporeseviajealaIndia?—Todo…¡Ay,chiquillo, si tú supieses loqueverdaderamentemeanimóa
embarcarmeparaesefindelmundo!…Yoquehastaentierramemareo.Y naturalmente, como el Duquesito no sabía nada, Rosita se apresuró a
contárselo:—Pues, hijo, únicamente ver leones y panteras en libertad. ¡Es de aquello
quelasfierasmeencantan!—Amítambién…Yalosabes.—¡Quitaallágracioso!—¿Nohuboalgúnpríncipenegrooamarilloquediesecaceríasentuhonor?—¡Todoslosdías!Losquenuncasedieronenmihonorhansidolosleones
ylostigres.Solamentehevistounelefante,yel infelizsearrodillabaparaqueyomontase.¡Calcúlatelofieroquesería!
YRositaZegricruzaba lasmanoscon trágicoabatimiento. ¡ParaesohabíadejadosuescenariodeElMolinoRojoylosamigosdeParísyaquellasalegrescenasdelamanecer, lasadorablescenasqueRositaterminabasiempresaltandosobrelamesadelfestínybailándosesevillanasentrelascopasrotasylasfloresmarchitas! ¡Qué tiempos! En Londres dijeron los lores que aquel cuerpo deandaluzaera lacunadeldonaire:enParísdijeron lospoetasque lasgraciasseagrupabanentornodesufalda,cantandoyriendoalsondecascabelesdeoro.Rosita,aloírlosseburlaba.Solo llevabanrazón losnovillerosdeSevilla: ¡ellaeramuygitana!Todassuspalabrasteníanunaleteogracioso,comolosdecires
de las manolas. En el misterio de su tez morena, en la nostalgia de sus ojosnegros,enlaflorardientedesubocabohemia,vivíaaquellaquimeradeadmirarenlibertadtigresyleones:lasfierasrampantesybebedorasdesangrequehacetantos siglos emigraron hacia las selvas lejanas ymisteriosas donde están lostemplosdelsol.
—¡Ay,chiquillo!…¡Lascosasquetengoquecontarte!Cansada de corrermundo al son de sus castañuelas, volvía de la India sin
habervisto,porpartealguna,ni tigresni leones.Rosita,al recordarlo,cruzabalasmanosysedesconsolabaconmuchagracia:
—A mí ya me parecía que esos animalitos no podían andar sueltos porningunaparte. ¡Infundiosquenos tragamosaquí!Todosesos tíosde loscircosdicen que cazan los leones en las selvas vírgenes de la India. ¡Guasones!Chiquillo,estoyconvencidadequesonhistorias.
Hablabaconadorablealocamiento,entornandolosojosdeprincesaegipcia.Bajo suspestañasparecíamecerseydormitar lavisiónmaravillosadel tiempoantiguo, con las serpientes dóciles al mandato de las sibilas, con los leonesfavoritos de cortesanas y emperatrices. Siempre riendo, riendo, proseguía elcuentocascabeleantedesusaventuras:
—Yo, para decirte la verdad, no pasé deKilakua.Allí tuve que firmar lospasaportesami lord.Yameteníahastamásalláde lapuntade lospelos.Contodo,elviajemetrajolagransuerte.CreoqueDiosquisopremiarmiresolucióndemandarapaseountíoprotestante.EstasortijadelaesmeraldamelaregalóelemperadordelJapóncuandomecasé.
Aquelloeratanextraordinario,queelDuquesitodejócaerelmonóculo.—¡Diabloquécosas!Nada,nilamenornoticia.—¿De veras?… ¡Pero si es imposible que no sepas!… Todas las
Ilustracioneshantraídomiretrato.DeEspañatambiénmelopidieron,peronomequedabayaninguno.MeescribióaqueltíoquevendíaenSevillaelaguadeazahar.PuedeserquequisiesedarmecomoMadamaSoponcio.Elhombredecíaqueeradueñodeunperiódicoymemandabaunnúmeroquetraíaalafamiliareal.¡Dabapenaverla,pobrecilla!
—¿Espreferiblesalirenlascajasdefósforos,verdad?—¡Ybien!Siquieraahísolosalenmujeresdeaquellasquedanelole.—Deaquellasquelodantodo,Rosita.—¡Quierescallar!…Deotramanerarenuncioacontartemisaventuras.RositaZegrisedioaireconelabanico.Sonreíarecordandosuhistoria.¡Una
E
historiamaravillosaybella!—Puesverás…Y se detuvo de pronto, soltando el brazo del galán. Por laAvenida de los
Tilos adelantaba un hombre con ropaje oriental: era negro y gigantesco,admirabledegallardíaydenobleza.Llegose a ellosy saludóal caballero conlevesonrisa,alparamableysoberana.RositaZegrilospresentó:
—UnamigodeSevilla.Mimarido…YanteelgestodeasombroquehizoelDuquesito,seinterrumpióriendo,con
sureírsonoroyclaro.Mordiéndoseloslabios,añadió:—Mimarido,elReydelasIslasdeDalicam.SuMajestad,despuésdedudarunmomento,dignoseatenderalDuquesito
una mano cubierta de anillos: parecía la mano de un Rey Mago. Sonrió elDuquesito y con alarde de ironía, se inclinó para besarla, pero la Reina deDalicaminterpusosusombrillallenadeencajes.
—¿Quéhaces,resalado?¿Nosabesqueviajamosdeincógnito?Ybajoaquellamiradapicarescayriente,elReydeDalicamyelDuquesito
de Ordax se estrecharon las manos vigorosamente, muy a la inglesa. Rosita,comosilasombrillafueseunaalabarda,dioconelregatónungolpeentierra:
—¡Alpelo,hijos!
VI
N los jardines del Foreing Club, Pierrot y la Señora de Pompadour,Colombina y Fausto bebían cócteles y humeaban cigarrillos turcos. La
bella Cardinal y la bella Otero, como dos favoritas reales, se apeaban de suscarrozasdoradas, luciendoelzapatode tacónrojoy lamediadeseda.Unloromexicanogritabaenelminaretedelpalacioárabe;yunaviejaenlutada,contodoelcabelloblanco,acechabatrasloscristalesesperandoalgalándesuseñoralaprincesa,paradecirle,porseñas,quenopodíasubir.Elenjambredeabejorrosytábanos zumbaba en torno de los globos de luz eléctrica que iluminaban elpórtico del Foreing Club; y sobre la terraza de mármol blanco, colgada deenredaderasenflor, laorquestadezíngarospreludiabaensusviolinesunviejominuédeAndrésBelino.
ElDuquesitodeOrdaxquisodespedirse.LaReinadeDalicamleretuvo.—Quédatehijo.Quieroqueintimesconmimarido.
Yalmismotiempo,losdedosenguantadosdeRositaZegri—primeradesunombreen lahistoriadeDalicam—buscabanalgunos luises,prisionerosentrelasmallasdeunbolsilloconcierredeturquesas.
—¡Todo mi caudal!… Vamos a jugarnos estos tres luises. Asocio vuestrasuertealamía.¡Noolvidéisquecadaunomeadeudaunluis!…
AdivinandoelsentidodeaquellaspalabrasSuMajestadelReydeDalicammostró la nieve de los dientes bajo el belfo opulento, y alargó una manoflorecidadepiedraspreciosas.Rositadepositóenellasustresluisesdeoro.
—Duquesito,ledejaremosquelosjuegue.ElDuquesitoseinclinó.—Lavoluntaddeunreyessagrada.—Sicontinúasasíserásnuestroprimerministro.Yconunmohínpicarescode los labiosyde losojos,SuMajestadRosita
Zegritomóasientoalpiedeunárboliluminadoconfarolesdecolores.DespuéslevantólacabezaysonrióalRey:
—Aquíesperamos.ElRey le envió un beso con las yemas de los dedos que unidos, imitaron
apretado racimo demoras, y se alejó reposado y solemne.Rosita se volvió alDuquesito:
—¿Quécorazonadatienes?—Ninguna.—¿Perdemosoganamos?—Nosé…Debisteadvertirlequejugaselosreyes.—¡Puestienesrazón!Por lacarreraenarenada,siempreriendo tras losabanicos, llegaban lasdos
andaluzas de los pañolones de crespón y las peinetas de teja. Viendo todavíajuntos a la Reina de Dalicam y al Duquesito de Ordax se hicieron un guiñopicaresco.¡QuénobleindignaciónladeRosita!
—¿Hasvisto?Sefiguranqueestamosencaminodeponerleotracoronaamimarido.
—Nodebeshacercaso.—Naturalmente.ElReydeDalicamaparecióbajo el pórticodelForeingClub. Desde lejos
levantó losbrazosyabrió lasmanos indicandoquehabíaperdido.Rositapusolosojostristes.
—No tenía feninguna.Yohubieraqueridoque jugases tú.Noolvidesque
medebesunluis.—Voyatenerelhonordedevolvértelo.—¡Ahorano!Puedenverteycreerquesetratadeotracosa.Telorecuerdo
porqueestoycompletamentearrancada.Noshemosjugadolacorona,yestamoscaminodejugarnoselcetro.
ElReydeDalicamseacercabalentamente,yelDuquesitodeOrdaxsepusoenpie,esperandoaquellegasepararetirarseconlaveniareal.EragentilhombreenlacortedeEspaña,yconocíaelceremonialpalatino.SuMajestad,despuésdedudarbrevesmomentos,leretuvoconungestoy,deentrelafajaconqueceñíasutúnicadesedaazulturquí,sacóvariasfotografíashechasasupasoporParísencasadeNadar.Tomóasientobajoelárboliluminadoconfarolesdecolores,alladodelaReina,yconungestoexpresivoquedescubríaelblancodelosojosyelblancodelosdientes,ofrecióunodeaquellosretratosalDuquesito;antesdeentregárselo,sinduda,parahacerlemáshonor,descolgóellapicerodeoroquecolgabaentrelostresmildijesdesurelojy,silenciosoysolemne,lodepositóenmanosdeRositacomosifueseelcetrodesureino.Laandaluza,conellapicerodeoroentreloslabios,alzólosojoshacialasestrellas:lasconsultaba.Deprontosacóalairelarojapuntadelalengua.Habíasentidoelaleteodelainspiración,bajolamiradaamorosadesudueño.¡AquelmagníficoreynegrodelasIslasdeDalicam,quecomolosreyesdelasedadesheroicasnosabíaescribir!…
L
EULALIA
I
ARGA hilera de álamos asomaba por encima de la veija su follaje queplateabaalsol.Alláenelfondoalbeabaunpalacetemodernoconpersianas
verdes y balcones cubiertos de enredaderas. Las puertas, áticas y blancas,tambiénteníanfloridoyrumorosotoldo:dabansobrelacarreteraysobreelrío.CuandoEulaliaaparecióenloaltodelaescalinata,sushijas,trasloscristalesdelmirador, lemandabanbesos.Ladama levantósonriente lacabezay las saludóconlamano.Despuéspermanecióunmomentoindecisa.Estabamuybella,conunasombradevagatristezaenlosojos.Suspirandoabriólasombrillaybajóaljardín, alejose por un sendero entre rosales, enarenado y ondulante. El ayaentoncesretiróalasniñas.
Eulalia salió al campo. Su sombrilla pequeña, blanca y gentil, tan prontoaparecía entre los maizales como tornaba a ocultarse, y ligera y juguetona,volteabasobreelhombrodeEulalia,clareandoentrelosmaizalescomounaflorcortesana.Acadamovimiento, laorlade encajesmecíasey acariciaba aquellacabezarubiaquepermanecíaindecisaentresombrayluz.Eulaliadandounlargorodeo,llegóalembarcaderodelrío.Tuvoquecruzaralegresveredasyumbríastrochas,dondeacadamomentoseasustabadelruidoquehacíanloslagartosalesconderseentreloszarzalesydelosperrosqueasomabansobrelasbardas,ydelos rapaces pedigüeños que pasaban desgreñados, lastimeros, con los labiosnegrosdemoras…
Eulaliadesdelariberallamó:—¡Barquero!…¡Barquero!…Unviejosealzódelfondodelajunqueradondeadormecíaalsol.Miróhacia
elcamino,ycuandoreconocióaladama,comenzóarezongar:—Quedemeenseco…Apenasllevaaguaelrío…Dehaberlosabido…
Arremangose hasta la rodilla, y empujó la barca medio oculta entre losjuncales.Eulaliainterrogóconafán:
—¿Hayagua?Elviejosedetuvo,conelrostrolucientedesudor,ycobróaliento.—Parécemequehabrá.Restregose las manos, y empujó de nuevo la barca, que resbaló hasta la
orilla,yquedómeciéndose.Saltóabordoyprevinolosremos.—Yapuedeembarcarmiseñora.Eulalia alzose levemente la falda, y quedó un momento indecisa, como
queriendopenetrarconlosojoslaprofundidaddelrío.Unaondalamiósuspiesentenadosenlaarenadelaribera.Elbarqueroatracóhincandounremo.
—Notengamiedodemojarse,miseñora.Elaguadelríonohacemal.Eulalia, trémula y sonriente, le alargó unamano y saltó a bordo. Sentíase
mojada,yaquelloletraíaelrecuerdodeinfantilesalegríasllenasdejuegosyderisas.Suspirandoporeltiempopasado,sentoseaproaenfrentedelbarquero.
—¡Oh!…¡Quépaisajetanencantador!Enlatardeazul,llenadepaz,volabanlasgolondrinassobreelrío,rozando
un pico del ala, y losmimbrales de la orilla se espejaban en el fondo de losremansos, con vaguedad de ensueño. Eulaliamiraba el remolino que hacía elagua en la proa de la barca, y sentía una larga delicia sensual al sumergir sumano.El ríodormíacristalinoyverdeante.Elbarquerobogabacon lentitud,ylosremos,alromperelespejodelagua,parecíacomosirompiesenunencanto.Era el barquero un aldeano viejo, con guedejas blancas y perfilmonástico.Elviento, entrándole por el pecho, hinchaba su camisa y dejaba ver un islote decanosoycrespovello.Susojosglaucosparecíandosgotasdeaguacaídasenlahundidacuenca.
Cuandolabarcatocólaorilla,elviejodesarmólosremos,ymetioseenelríohastamediapierna.Unzagal,que llevabasusvacasporel fondodeunprado,quedosemirando a la blanca dama que venía sentada a proa. Eulalia puso laenguantadamano en el hombro sudorosodel barquero, y saltó sobre la hierbalanzandoungrito femenil.Alprontoquedó indecisa,buscandocon losojoselcamino.Luegoabriólasombrilla,ydecidioseaseguirunaveredatrilladaporloszuecos de los pastores que, anochecido, bajaban a la ribera para abrevar susganados.Erahúmedayhondaaquellavereda,perdidaentresetosdelaurel,conturbios charcos y pasaderas bailoteantes. Una cuadrilla de segadores pasóllenándola con los gritos de su lengua visigoda. Eulalia sintió espanto de
aquelloshombrescurtidos,sudorosos,polvorientos,quevolvíanenhordasdelatierra castellana, con la hoz al hombro. Se apartó para dejarles paso, y quedóinmóvil sobre la orilla del camino hasta que se perdieron a lo lejos. Entoncesinterrogóaunzagalquesegabahierba:
—¿ElmolinodelaMadreCruces,sabesdóndequeda?Elzagallevantólacabezaysequitólamontera:—¿Elmolinode laMadreCruces?…Alláabajo, conformesevaparaSan
Amedio…Ladamasonriólevemente.—¿YparaSanAmedio,escaminoporaquí?—Escamino,sí,señora.Eulalia siguió adelante. Ya iba lejos, cuando el zagal salió al camino
llamándolaavoces:—¡Señora!…¡Miseñora!¿Quierequelemuestreelmolino?Ladamasevolvió:—Bueno.—¿Yquémedará?DenuevoasomóunasonrisaenloslabiostristesdeEulalia:—Tedaréloquequieras.Elzagalcargóelhazdehierbayechódelante.—HadesabermiseñoraqueelmolinodelaMadreCrucescasinomuele.
Nollevaagualapresa.Eulaliasuspiró,distraídaensuspensamientos:—Hijo,yotengopocogranoquemoler.Elzagallamiróconsusojosdealdeano,llenosdemalicias.—Esosemealcanza.Laseñoravaavisitaralcaballeroquevinopocohace.
UncaballeroenfermoquetomalosairesenelmolinodelaMadreCruces.Eulaliaquedósonrienteypensativa.Despuéspreguntóalzagal:—¿Túleconoces?—Conozco,sí,señora.Tambiénletengomostradolasveredas.—¿Yquéhaceenelmolino?—Puestomalosaires.—¿Noandaalrededordelasrapazas?—Porsabidoqueandará.¡Andantodosloscaballeros!…Soltóelhazdehierbaenmediodelcaminoytrepóaunbardal.—¡Allítieneelmolino!¡Míreleallí!
E
Eulalia se detuvo, llevándose ambasmanos al corazón, que latía como unpájaroprisionero.
II
S alegre y geórgica la paz de aquel molino aldeano, con sus muroscubiertos de húmeda hiedra, con su puerta siempre franca gozando la
sombraregaladadeuncerezo.Felizybenigna,lapiedragiramoliendoelgranoyelaguaverdeaenlapresa,llenadevidainquietaymurmurante.Sentadaantelapuerta,bajolasombraamiga,hilaunaviejaquetienetodoelcabelloblanco.Laspalomas torcacespicoteanen laera llenadesol.Elperrodormitaatadoalcerezo.Hállasefrancalacancela,yEulaliaentrallamando:
—¡MadreCruces!…¡MadreCruces!…Laviejaconlaruecaenlacinturasaleaencontrarla.—¡Mireina!…¡Todoslosdíasesperándola!—¡Hastahoyestuveprisionera!—¡Pobrepaloma!Ladamasedetiene recelosa,mirandoalperro,quehacesonar lacadenay
enderezalasorejas.—¿Muerde,MadreCruces?Aquellaviejarecuerdaotrostiempos,yparecellenadefeudatariorespeto.—Notengatemor,mireina…Letenemosatado.—Puederomperlacadena.—Notengatemor.¡Quieto,Solimán!Elperroagachalasorejasyvuelveaecharseenelhoyopolvorientodonde
antesdormitaba.Lasmoscasacudendenuevo,yconlasmoscasandamezcladountábanorojoyzumbador.Laviejaexclama:
—¡Algobuenoanuncia!—Yocreíaqueeramalagüero,MadreCruces.—Malagüerosifuesenegro…Esemismolovideantes.Eulalia sonríe con incrédula tristeza, sentada en uno de los poyos que
flanqueanlapuerta.—¿Estástúsola,MadreCruces?—Sola,mireina…Yallegaráelgalánqueconsueleesecorazón.—¿Dóndehaido?
—Recorriendoesoscampos,paloma.—Cuéntame,MadreCruces…¿Estátriste?—Menosloestaríasitantonorecordaseaquienlequiere.—¿Túcomprendesquemerecuerda?—¡Claramente!Porveceséntramepenacuandoleoigosuspirar.—Nosuspirarámástristementequesuspiroyo.LosojosdeEulaliabrillanarrasadosdelágrimas.Lamolineradejaquietoel
huso entre sus dedos arrugados, y con ademán de abuela consejera se inclinahacialadama:
—Pues hace mal mi señora. Siempre vale mejor que pene uno solo. Porveces,viendotristealbuencaballerodigoentremí:¡suspira,enamoradogalán,suspira,quetodolomereceaquellapalomablanca!
Laviejahabíase levantadoparaentrar enelmolino.Eulalia alquedar solavuelvelosojosconafánhaciaaquelcaminodeverdesorillas, largoydesierto,queaparecedoradobajoelsoldelatarde.Enelfondodeloshierbalespacenlasvacas,ysobrelosoterostriscanlasovejas.Lalejaníasonmontesazulesconelcaserío sinuoso, cándido y humilde de los nacimientos. La barca de Gondarcomienzasulentopasajeentrelasdosriberas,ylagentedelasaldeasdesciendepor medio de los maizales dando voces al barquero para que espere. El río,paternal y augusto como una divinidad antigua, se derrama en holganza,esmaltandoelfondodelosprados.LaMadreCrucesreapareceenlapuertadelmolino,conlafaldallenadeolorosasmanzanas.
—¿Noquieremiseñorahonrarestapobreza?Ycolmaelregazodeladamaquesonríeencantada.—¡Quéhermosasson!—¡Unaregalía!Todasdelmismoárbol,mireina.LaMadreCrucesvuelvea sentarsey, en silencio,hila sucopo,porque los
ojosdeEulaliamiransiemprealolejos.Ladamasuspira:—¡Cuántotarda!¡Cómonolediceelcorazónqueyoestoyaquí!…—¡Elcorazónesporvecestantraidor!—¡Elmíoestanleal!…—¡Cuitadopajarillo!—¡Hoyanochecemástemprano,MadreCruces!—Noanochece…Sonlosárbolesqueaquíhacenoscuro,miseñora.—Esemismolovideantes.Sitardanoleveré.—Mía fe no tardará. A esta hora ordeñamos la vaca y toma la leche
conformesaledelasubres.Laviejahabíadejadolaruecaparadescolgar lasmadejasdelinopuestasa
secarenuna ramadelcerezo. ¡Aquellasmadejasdeantañoolorosas,morenas,campesinas,quelasabuelasdevanabanenlosviejossarillosdenogal!DespuéslaMadreCrucesvuelveasentarseenelpoyodelapuerta:entresusmanoscreceunovillo.Eulalia,distraída,lomiradarvueltasbajoaquellosdedosarrugadosyseniles.Larosapálidadesubocatiemblaconunasonrisademelancolías.
—¡Déjame,MadreCruces!LaMadreCruceslecedeelovillocomplacida.—Antañoalgunasmadejasmetieneenredado.Apenassirecordará.—¡Meacuerdotanto!Veníaconmiabuelo.¿Eratupadrino,verdad,Madre
Cruces?—Sí, mi reina… Padrino como cumple, de bautizo y de boda…Un gran
caballero.¡Deaquelloscualnoquedan!…—¡Pobreabuelo!—Mejorestáquenosotrosalláenelmundodelaverdad.—¡Siviviesenoseríayotandesgraciada!—Nuestras tribulaciones son obra de Dios, y nadie en este mundo tiene
poderparahacerlascesar.—Porquenosotrossomoscobardes…Porquetememoslamuerte.—Yo,miseñora,no la temo.Tengoya tantosañosque laespero todos los
días,porquemicorazónsabequenopuedetardar.—Yotambiénlallamo,MadreCruces.—Mi señora, yo, llamarla, jamás. Podría llegar cuandomi alma estuviese
negradepecados.—Yolallamo,peroletengomiedo…Sinoletuviesemiedolabuscaría…LaMadreCrucessuspira:—¡Nodigatal,mireina!¡Nodigatal!…Y quedan las dos silenciosas y tristes, con la vaga tristeza de la tarde.
Anochece y las palomas torcaces vuelan en parejas buscando el nido, y en laorilla del río canta un ruiseñor. El cerezo de la puerta deja caer un velo desombra, y allá sobre el camino solitario, tiembla el rosado vapor de la puestasolar. Rostro al molino viene un pordiosero. Torna de recorrer las ventas, lasrectoralesy lospazosdonde ledan limosnacadadisanto.Esviejo,zainoysinpiernas.Desde hacemuchos años va en un caballo blanco por aquellas viejasfeligresías de Cela, de Gondar y de Cardeña. Su rocín pace la hierba de las
E
veredas.Antelacanceladelmolinoelpordioserosedetieneysalmodialaletaníade sus penas. La Madre Cruces se levanta y le pone en las alforjas algunasespigas demaíz.El viejo, inclinado sobre el cuello de su caballo, reza.Es unrezohumildeylastimeroporlasbuenasalmascaritativasyporsusdifuntos.
III
Lgalánasomabaenloaltodelcamino,yEulalia,conamorososobresalto,lavozahogándoseenlágrimas,gritó:
—¡Jacobo!¡Jacobo!Y sintiendo cómo las fuerzas le fallecían de amor, tuvo que sentarse. La
MadreCrucessalióalacancela,dandovocesregocijada:—¡Señor!…¡Lleguepresuroso,señor!…¡Malsabequiénleespera!…El galán aún venía lejos. Delante correteaban sus perros: un galgo y un
perdigueroconlujososcollares.JacoboPontevolvíadetiraralascodornicesenlosAgrosdelPriorato.Caminabadespacio,conlaspolainasblancasdepolvoyelanchosombrerodecazadorderribadosobrelascejaspararesguardarsedelsolponiente.Loscañonesdesuescopetabrillaban.Eulalia,conlosojosarrasados,miraba hacia el camino, y temblaban sus lágrimas en una sonrisa. LaMadreCrucesseguíaclamandoenelumbraldelacancela:
—¡Supiera el enamorado galán la buena ventura que le aguarda!… ¡Talsupieramíafe,quealasdeseara!…
Jacobo Ponte entró silbando a los perros que se quedaban en el camino yhoradabanloszarzales,dedondesalíanalgunospájarosasustados.VioaEulaliabajolasombradelcerezo,ysonriendosedetuvoparaentregarsuescopetaalaMadre Cruces, porque eramuymedrosa la dama y se asustaba de las armas.Entoncesellasuspirandovinoasuencuentro:
—¡Llegascuandotengoqueirme!…Yechándolelosbrazosalcuellodescansólacabezasobresuhombro.Jacobo
murmuró:—¡Temíquenoviniesesyanunca!Eulalialevantólosojos:—¿Hascreídoeso?—Sí.—¡Túnosabescómotequiero!
Caminaban enlazados como esos amantes de pastorela en los tapicesantiguos.Losdoseranrubios,menudosygentiles.Anteunaescaleradepiedraque tenía frondoso emparrado se detuvieron. Jacobo oprimió dulcemente lamanodeEulalia:
—¿Subimos?Eulaliainclinólacabeza:—¡Estarde!…¡Tengoqueirme!…Jacobosuplicóenvozbaja,conardientesusurro:—¡Unmomento!¡Solounmomento!Semirabanenelfondodelosojos,indecisosysonrientes.Después,cogidos
delamanosubieronensilenciolaescalera,yentraronaunasalaentarimadadenogal,contrespuertassobrelasolana,yruinosabalconadasobreelrío.Lalunaesclarecía débilmente la estancia. En la sombra del techo, grandes racimos deuvasmadurabancolgadosde lasoscurasvigas.Sobre la rústica traceríade laspuertas,estabanclaveteadaspielesdezorro.Alláenelfondo,bajolatardecinaclaridadquecaíadedosventanas,guarnidasporsendospoyosdepiedra,brillabalamadera lustrosa de una cama antigua. El aire traía gratos aromas aldeanos.QuisoEulaliaasomarsealbalcón,yJacobolasiguió.
—Espera…Puedescaerte…Y se asomaron los dos dándose de nuevo la mano. Estaba derruida la
balaustrada,yarriesgaronunpasotímido,paramirarelfondodelapresadondetemblaba amortiguadoel lucerode la tarde.El agua salpicabahasta el balcón.QuisoEulaliaacercarsemás,yJacobolaretuvo:
—Entremos.Eulaliasevolvióunpocopálida:—¡Quéfelicesviviríamoslosdossolosaquí!Jacobolecogiólasmanos:—¡Sitúquisieses!…Yellasuspiróinclinandolafrente.—¡Quéseríademispobreshijas!…Jacoboapartosesilenciosoysombrío.Después,alláenelfondo,sentadoen
elpoyodeunaventana,murmuróconlacabezaocultaentrelasmanos:—¡Siempretushijas!…¡Lasaborrezco!LosojosdeEulalia lebuscaronen lamortecinaclaridad, llenosdeamory
resignados.—¿Amítambiénmeaborreces?
Yseacercabalentaylánguida,conandardesombra.Jacoboalzólacabezaysonriólevemente:
—También.—¿Comoamishijas?—Igual.Eulalialeforzóaquelamirase,posándolelasmanosenloshombros.—¡Quéogro tan salado eres!…Déjameque te vea. ¡Hace tanoscuro aquí
dentro!Yabriólaventana,dedondevolarondosgolondrinas.Jacoboseincorporó.
Tenía un aire de grave cansancio, casi de abatimiento. Sobre su frente pálidatemblaban algunos rizos húmedos de sudor: la sonrisa de su boca era triste ypensativa:susojosdeniño,azulesycalenturientos,sefijabanenEulalia.
—¿Cuándovasavolver?Ellalemiróintensamente.—Nosé.Ahoraestoymáspresaquenunca.Mimaridolosabetodo.—¡Tumarido!…¿Quiénhapodidodecírselo?—Yomisma,Jacobo.¡Yomisma!—¿Yporqué?¿Estabasloca?¿Tumaridoquéhahecho?—¡Llorar!…Esunhombresinvalorparanada.Jamáslehubieraconfesado
laverdadsicreyesequepodíahabertebuscado.Los labios de Jacobo perdieron el color, quedaron de una altanera lividez.
Aquellosojosinfantilescobrabandeprontoelfríoazuldedosturquesas.Bajoelrubio entrecejo asestaban lamirada, duros y crueles, como los ojos de un reyjoven.
—¿Cuándomehasvistotemblar,Eulalia?Y su voz velada, tenía nobles acentos de cólera y de tristeza. Eulalia se
apresuróabesarle,desagraviándole.—¡Nunca!…¡Nunca!…Peropodíahabertematadoporlaespalda.Jacobo sonrió bajo los besos deEulalia, dejándose acariciar comounniño
dócilysilencioso.Permanecieronenlaventanaconlasmanosunidasylasalmaspresasenlamelancolíacrepuscular.Gorjeabanlospájarosocultosenlascopasoscurasdelosárboles.Seoyólejanoelmugirdeunbuey,yluegoelpasodeunrebaño y la flauta de un zagal. Después todo se hundía en ese silenciocampesino, llenodepaz, con fogatasdepastoresyolordeestablos.Enmediodel silencio, resonaba la rueda del molino, que como un acompañamientorecordabalasvocescaducasytemblonasdelasabuelassabedoras,querefieren
H
consejasydecires,dandovueltasalhuso,sentadasbajoelcandilquealumbralavelada,mientrascaeelgranoymuelelapiedra.
IV
ABLABAN con lasmanos juntas, apoyados en el borde de la ventana,bajo el claro de la luna. Se contaban su vida durante aquellos días que
estuvieransinverse.Eraunsusurroardiente,entrecortadodesuspiros.Teníalamelancolíadelamorylamelancolíadelanoche.Avecesquedabanensilencioyoíanlasvocesdelospastoresquecruzabanelcamino.Eulaliadijo:
—¡Qué tarde debe ser!… ¿Dejas queme vaya, Jacobo? Jacobo inclinó lacabezabesándolelasmanos:
—¿Ycuándovolveremosavernos?—¡Quiénsabe,amormío!…Cuandopuedaescaparmeotravez.—¿Allásabenquehasvenido?—Losospecharán.—¿Notemesnada?—Nada.—¿Quéharátumaridocuandovuelvas?—Metendrámáspresa.Aquella venganza indecisa y lejana transfiguraba su amor, dándole un
encantodolorosoypoético.Seapartarondelaventanaconunasonrisatristelosdos.Andabansinsoltarse lasmanos,ysussombrassedesvanecían lentamenteenlaoscuridaddelaestancia.Jacobodijo:
—Eulalia,novuelvasallá.—¿Porqué?—Porquetepierdoparasiempre…Melodiceelcorazón…—¡Esojamás!…Tendríaquemorirme.—Quédate,Eulalia…—¡Nopuedo,Jacobo!…¡Nopuedo!—Robaréatushijas…Lastendrástú.—¡Nopuedo,Jacobo!¡Nopuedo!—¡Eulalia,yquehayassidotúmismanuestradelatora!Eulaliasuspiró:—¡Estabaloca!…Nopodíaseguirtejiendomividaconhilodementiras.Se
lodijetodo…¿Recuerdaslaúltimatardequenosvimos?Aquellatardefue.Yoesperabaquealsaberlonoquerríavermemás.Creíquenuestracasasedesharíapara siempre.Muchasnoches, desvelada, ya tenía caviladoen ello…¡Cuántasvecesmehabíaconsoladoesaesperanza,almismotiempoquemehacía llorarpormipobrecasadeshecha!…Yoviviríaretiradaconmishijas.Teveríaatisinrecelos,sintemores.¡Pobreamormío!Situvevalorparadecírselo,fueporeso.¡Jacobo,cómonosequivocamosalpensarloquepasaenloscorazones!Aquelhombre tan frío, que aparentaba desdeñarme como a una niña sin juicio, mequiere hasta la locura, Jacobo. ¡Me quieremás que a sus hijas,más que a sumadre,másqueatodoenelmundo!
En el misterio de la sombra, la voz de Eulalia empañada de lágrimas,temblaba.Alfinlossollozoscubrieronsusquerellas.Pasóenelclarodelalunacomo un fantasma, y tornose lenta a la ventana y quedó allí silenciosa ysuspirante, apoyada en el alféizar. Jacobo la siguió. Volvieron a mirarse ensilencio. La brisa pasaba murmuradora. El perro, atado a la puerta del pajar,ladrabaalasestrellasquepalidecíanenelcielo.Jacobodijotemblándolelavoz:
—Eulalia,eslaúltimavezquenosvemos.—No digas eso… Yo vendré siempre… Te juro que volveré… ¿No se
escapanlospresosdelascárceles?…EnloslabiosdeJacobohabíaunasonrisadoliente.—¿Ysabesacasosicuandovuelvasmehallarás?Eulalialeasiólasmanos.—Tehallaré,sí…¿Porquédicesquenotehallaré?Yquedómirándoledolorida,contímidoafán.—Porqueesteamornuestroesimposibleya.Ellamurmurótemblando:—¿Yquéquieres?—Quieroquetermineporbientuyoyporbiendetumarido.—¡Erescruel!…¡Erescruel!…Ysollozabaconangustia,losojospuestosenJacobo,quepermanecíamudo
yesquivo.Depronto,Eulaliaserenose,enjugósuslágrimasconfierezayvolvióacogerlelasmanoshablándoledesesperadayronca:
—Jacobo, túquieresqueyovivaa tu lado.Túnosabesqueseríamosmuydesgraciados… No debes sacrificarme lo mejor de tu vida. Eres un niño ytendríasdemasiadosañosparaarrepentirte…Yotampocomerezcoesesacrificio.
Jacobolamiróconamargura:
—¡Noquierasmostrartegenerosa!Ellarepitióconduelo:—¡No,nomerezcoesesacrificio!…Estabapálida,temblabansusmanosysollozabaconlosojossecos.—Voyacausarteunagranpena.Yoambicionéquetúmequisiesescomoa
esasnoviasdelosquinceaños…¡Pobreloca!…Yteocultémividaytodoteloneguécuandomehaspreguntado,yahora,ahora…Túmeadivinas,Jacobo,túmeadivinasynomedicesquemeperdonas.
Jacobomurmurósordamente,temblándolelavozcomositemieseadivinar:—¿Hasqueridoaotros?…Eulaliainclinólacabeza,Jacobolasacudiórudamenteporloshombros:—¿Quiénesfuerontusamantes?—Sehamuertoya.—¿Unonadamás?—Nadamás.—¡Yconmigodos!…Se apartó violentamente, rechazando los brazos que Eulalia le tendía,
llamándolecondesesperadoafán:—¡Óyeme!…¡Óyeme!¡Miamorquerido,óyeme!Jacobodesdeelfondodelaestanciagritóconfiereza:—¡Calla!Los ojos de Eulalia le buscaron en la oscuridad, con anhelo amoroso y
cobarde.—¡Jacobo!Ylossollozosvelabansuvoz.Jacobovolvióagritar:—¡Calla!Ellaseacercólentamente.—Jacobo,ahorasoytuesclava…Ahoraharécuantotúquieras…Háblame,
mírame.¡Jacobo!¡Jacobo!…—¡Déjame!…Veteparasiempre…Vete.Eulaliaquedómirándoleenéxtasisdoloroso:—¡Niño!…¡Niñoadorado!…YllorabadeternuracomprendiendoqueJacobolahabíaqueridocomoauna
colegialadequinceaños.Anteaquelladesesperacióncandorosayjuvenil,sentíaennoblecidossusamores,yeldolordeJacoboledabaestremecimientos,comounanuevacariciaapasionadaycasta.Jacobolamiróconrencoryconduelo:
—¡Teparezcounniño!Tienesrazón:comounniñocreítodastusmentiras.—Jacobo,nomerezcosertratadaasí.Entoncesnoteconocía.Jacoboseguíacontemplándolafijamente.—¿Hacemuchosaños?—Sí.—¿Tumaridolosupo?—Sí.—¿Yquéhizo?Eulaliacalló.Jacoboacercoseaella,ysacudiéndolarudamenterepitió:—¿Quéhizo?Eulalialevantólacabeza:—¿Paraquéquieressaberlo?—Dilo.—Mimaridonolosupo,Jacobo.Tedijeantesquesí,peronoesverdad.Jacoboseapartófieramente,conlosbrazosenalto.—¡Todavíaesehombreesmásfelizqueyo!Eulaliaquisoretenerle.—Jacobo,¿quieresqueselodiga?…Selodiré.Jacobolamiróconsombríoabatimiento.—¡Eresdespreciable,Eulalia!Ellasollozó:—Mátamesiquieres,peronomeinsultesasí.YsearrodillóabrazándosealasrodillasdeJacobo.—¡Mátamesiquieres!Jacobosonreíaconesasonrisatristeyagónicadelosdesesperados.—Nointentesconmoverme…Ypálido,trémulo,abatido,sepasólamanoporlosojos,yafaltodevoluntad
ydecólera.—Nosématar,Eulalia,ya losabes.Yosolo tedigoadiós.Sientoquea tu
ladoyanuncapodríaserfeliz…Tengotodastuscartas,voyadártelas.Eulalia,sentadaenelsuelo,sollozaba.Jacobo,desdeelfondosombríodela
estancia,learrojólascartas,ysinpronunciarunasolapalabra,salió.Ellaalzose,llamándole:
—¡Jacobo!…¡Jacobo!…Desolada, retorciéndose las manos, corrió de la puerta al balcón. Le vio
alejarseseguidodelosperrosquesaltaban,acosándoleconretozos.Atravesaba
E
por medio de un linar ondulante, y las sombras negras de aquellos perrosinquietosyladradores,alclarodelaluna,parecíanllenasdemaleficio.
V
L rumor de unas pisadas sobre el empedrado de la solana sobresaltó aEulalia.Pocodespués,laMadreCrucesaparecíaenlapuertaalumbrándose
conunfarol.—Mireina,quemástardenotendrábarca.Eulaliasuspiróenjugándoselosojos.—¿DóndehaidoJacobo?—¡Yquiénlosabe!—¡Quédesgraciadasoy,MadreCruces!Laviejaintentóconsolarla:—Miseñoraverácómolaspenasdelquererluegosetornanalegrías.Entre
enamoradostodoesansí.Delasquerellassalenlasfiestas.Laviejacontinuabaenlapuerta,yEulaliaselevantó.Salieronensilencio.LaMadreCruces iba delante alumbrando.Era ya noche cerrada, y bajo el
follajedelosárboleshacíacompletamenteoscuro.Eulaliamurmuró:—¿Quédecíasdelabarca,MadreCruces?—Queprestoseirá.—¿Aúnlaalcanzaremos?—Talpresumo,mireina.Yollevelealbarqueroavisodeesperar.Notenga
zozobra.Cruzaron presurosas el huerto susurrante y húmedo del rocío. La Madre
Crucesdejóel farol sobre lahierbaparaabrir lacancela.Eulalia, con losojosllorosos, contemplaba lasventanas: lesmandabaun adiós.Después salieron alcamino:
—¿Cuándovolverámiseñora?—¡Yanunca!YEulaliasellevóelpañueloalosojos.Laangustiaentrecortabasuvoz,yal
mismotiempoquecombatíaporserenarla,pasabanporsualmacomoráfagasdehuracánlocosimpulsosdellorar,demesarseloscabellos,degritar,decorreratravésdelcampo,debuscarunprecipiciodondemorir.Sentíaen lassienesunlatido doloroso y febril que le hacía entornar los párpados. Caminaba sin
conciencia, viendo apenas cómo el camino blanqueaba al claro de la luna,ondulandoentrelosmaizalesqueseinclinabanalpasodelvientoconunlargosusurro:
—¡Diosmío,noleverémás!…¡Noleverémás!…Yelcaminoselofigurabainsuperableasusfuerzas,ysucasaysushijasse
leaparecíanenunalontananzatristeyfría.Todasuvidaseríayacomounlargodíasinsol.CaminabaencorvadaalladodelaMadreCruces.
—¡No le veré más! ¡Todo acabó para siempre!… ¡No ha querido niconservarmiscartas,mispobrescartasqueyoescribícontantoamor!…
Al cruzar losAgros del Priorato, las dosmujeres se detuvieron asustadas.Rompiendoporentrelosmaizalesveníanhaciaellasunosperrosnegros.
—¿Estaránrabiosos.MadreCruces?—Noparece,miseñora.Los perros llegaban con alegre zalagarda, y la Madre Cruces creyó
reconocerlos.Losllamó,todavíainsegura,conlevesustoenlavoz:—¡Morito!¡Solimán!Losperrosacudierondandocorcovosyladridos.Laviejaacaricioles:—¿Dóndequedaelbuenamo,Morito?Eulaliasollozó:—¿SonlosperrosdeJacobo?—Ellosson,mireina.—¿Ydóndeestáél?—Puesnoestarálejos.Eulalia volviose y, comoperdida en la noche,miró en torno, gritando con
vozdesfallecida,querepitióelecoenuncastañar:—¡Jacobo!…¡Jacobo!…Los perros la rodeaban retozones, queriendo lamerle las manos, que ella
retirabaasustada:—¡Jacobo!…¡Jacobo!…Saltandolascercasunhombrecruzóalolejoselcaminoymetioseentrelos
maizales.Eulaliagimió:—¡Esél!Desesperada quiso detener a los perros, que avizorados tomaban vientos.
Lloraba intentando sujetarlos por los collares, y los perros lanzaban alegresladridos.Oyoselejosunsilbidoysepartieroncorriendo,dejándolaenabandono.
Roncayangustiadavolvióagritar:
—¡Jacobo!…¡Jacobo!…Y volvió a responderle el eco desde el temeroso castañar. Desfallecida se
detuvo, asiéndose a laMadreCruces, porque apenas podía tenerse.Estaba tanpálidaquelaviejacreyóverlamorir.Lallamóasustada:
—¡Mireina!…¡Mipaloma!Y dejó el farol en medio del camino para poder llevarla hasta un ribazo,
dondelahizosentar.Eulaliaabriólosojos,dandounlargosuspiro,yreclinólafrentesobreelhombrodelavieja:
—MadreCruces,túlehablarássiempredemí.—Porsabido,mireina.—Auncuandonoquieraoírte.—Sí,paloma.Por el camino pasaban dos arrieros a caballo. LaMadre Cruces acudió a
recoger su farol y tornose adonde estaba Eulalia, que al verla llegar se alzólánguidamente.Continuaronandando.Lanocheeracalmayserena.Perdidaenel silencio oíase la esquila de una cabra descarriada que buscaba su redil: lasluciérnagasbrillabaninmóvilesentreloszarzalesdelcamino.AlbajarlacuestadeSanAmediocomenzabael lentomarrullarde lasaguasdelrío.Unruiseñorcantaba en losmimbrales de la orilla, y las ranas cantaban en el fango de lasjunqueras, al borde de las charcas. El río brillaba bajo el cielo estrellado. LaMadreCrucesllamó:
—¡Barquero!…¡Barquero!…Elviejosaltóalaribera.—¿Qué hay? Es la señora. Si llego a presumir que sería tan luenga la
tardanza,tiendounared…¡Mialmasillegoapresumirlo!LaMadreCrucesmurmuró:—¿Acasosonhorasdepesca?—Conlalunaquehay,lasmejores.Eulalia tenía el pañuelo sobre los ojos.Muda y pálida adelantose hacia la
barca.DejoseabrazarporlaMadreCrucesysinunapalabra,sinungemido,enmediodeunsilenciomortal,embarcó.LaMadreCrucespermanecióenlaribera.Elbarqueroempuñó los remosybogó.Labarcasealejabay laMadreCrucestornose al molino con la zozobra de mirar si estaban recogidas las gallinas,porquehacíanochesqueelraposoandabaalacecho.Caminandoalolargodelaorilla,gritó:
—¡Adiós,mireina!
Sentadaenlaproadelabarca,Eulaliallorabaensilencio,yesparcidasensuregazocontemplaba las cartasque Jacobo lehabíadevuelto.La luzde la lunacaíasobresusmanoscruzadas, inmóvilesyblancascomolasdeunamuerta,ymás lejos temblaba sobre las aguas del río. Eulalia besó con amor todas suscartas,ysollozandolasarrojóenlacorriente.Enlaesteladelabarcaquedaronflotando como una bandada de místicas aves blancas. Eulalia entonces seinclinó,ysuslágrimascayeronenelrío.Elviejobarquero,doblándosesobrelosremos,legritó:
—¡Cuidado,miseñora!Yalerguirsedelabogadaoyóunsollozo,yvioapenasunasombraindecisa
yblancaquecaíaenelrío.Presurosoacudióaunayotraborda,sondandoconlosojosenelagua.Arrastradoporlacorriente,enmediodelaindecisabandadadesuscartas,ibaelcuerpodeEulalia.Lalunamarcabauncaminodeluzsobrelasaguas,ylacabelleradeEulalia,deshechaya,apareciódosvecesflotando.Enelsilenciooíasecadavezmásdistantelavozdeunmozoaldeanoquecruzabaporlaorilla,cantandoenlanocheparaarredrarelmiedo,yelcaminopordondese alejaba aparecía blanco entre una siembra oscura. Y era el del mozo estealegrecantar:
¡Eivenotempodemazaroliño!¡Eivenotempodoliñomazar!¡EivenotemporapazasdoMiño,Eivenotempodeseespreguizar!
–¡E
AUGUSTA
I
RES encantador!… ¡Eres el único!…Nadie como tú sabe decir lascosas.¿Deverassonestostusversos?…Yoquieroqueseaselprimer
poetadelmundo…¡Tómalos!…¡Tómalos!…¡Tómalos!…Y la gentil Augusta del Fede besaba al Príncipe Attilio Bonaparte con el
gracioso aturdimiento, entre frescas risas de cristal. Después, rendida y feliz,volvíaaleerladedicatoria,untantodorevillesca,conqueelPríncipeleofrecíalos Salmos Paganos. Aquellos versos de amor y voluptuosidad, que primerohabíansidosalmosdebesosenloslabiosdelagentilamiga.
Era el amordeAugusta alegría eróticayvictoriosa, sin caricias lánguidas,sin decadentismos anémicos, pálidas flores del bulevar. Ella sentía por aquelpoeta galante y gran señor esa pasión que aroma la segunda juventud confraganciasdegenerosayturgentemadurez.Comoelcalordeunvinoañejo,asícorríaporsusangreaquelamordematronalozanayardiente,amorvoluptuosoyrobustocomolosflancosdeunaVenus,amorpagano,limpioderebeldíascastas,impoluto de los escrúpulos cristianos que entristecen la sensualidad sindomeñarla.Amabaconlapasiónolímpicaypotentedelasdiosasdesnudas,sinque el cilicio de la moral atarazase su carne blanca, de blanca realeza, quecumplía la divina ley del sexo, soberana y triunfante, como los leones y laspanterasenlosbosquesdeTierraCaliente.
Bajo las frondas de un jardín real había sentidoAugusta la seducción delPríncipeAttilio,yelcaprichodeamarleyderendirle.Nohuboesalargaysutilseducción que prepara la caída. Como una princesa del Renacimiento, se leofreció desnuda. Deseaba entregarse, y se entregó. Después, aquellos amoresllenaronconsuperfumegalanteysensualelsombríopalaciodeunareinaviuda.Fueroncomolasfrescasyfragantesrosaspompadur,quecrecíanenelfondode
A
los jardines realengos, bajo las enramadas melancólicas. Augusta parecíahechizadaporaquelPríncipepoeta,quecincelabasusversosconelmismoburilquecincelabaBenvenutolasricasyfloreadascopasdeoro,dondeelMagníficoDuquedeMédicisbebíalosvinosclásicos,loadosporelviejoHoracio.
En los Salmos Paganos queda el recuerdo ardiente de aquella locura. ElPríncipe Attilio Bonaparte admiraba la tradición erótica y galante delRenacimiento florentino, y quiso continuarla. Sus estrofas tienen el aromavoluptuoso de los orientales camerinos del Palacio Borgia, de los verdes yfloridoslaberintosdelJardíndeBóboli.ComounnuevoAretino,supocelebrarla pasión cínica y lujuriante con queAugusta del Fede encantaba sus amores.LosSalmosPaganosparecenescritossobre laespaldablancay tornátildeunaprincesa apasionada y artista, envenenadora y cruel. Galante y gran señor, elpoeta deshoja las rosas deAlejandría sobre la nieve de divinas desnudeces, yebrio como un dios, y coronado de pámpanos, bebe en la copa blanca de lasmagnoliaselvinoalegreydorado,queluegoenrepetidosbesosvierteenlabocarojayhúmedadeVenusTurbulenta.
II
UGUSTAmiróalPríncipeysuspiró:—¡Mañanallegamimarido!
—Dejémoslellegar,madona.Ladamahizoundeliciosomohíndeenfado.—¿Desuertequenotecontraría?UnasonrisadesdeñosatemblóbajoelenhiestomostachodelPríncipeAttilio.—TumaridoeselmássesudodespreciadordeOtelo.Augusta lemiró unmomento fingiendo enojo.Después se levantó, riendo
conrisapicarescayalocada.—DeOteloydeti…Yalzandolasholgadasmangasdesutraje,enlazóalcuellodelPríncipelos
brazos desnudos, tibios, perfumados, blancos. El Príncipe rodeó el talle deAugusta,yellasecolgódesushombros.Concalenturadeamorfueronacaersobreundivánmorisco.Deprontoladamaseincorporójadeante:
—¡Ahorano,Attilio!…¡Ahorano!…Se negaba y resistía con ese instinto de las hembras que quieren ser
brutalizadascadavezquesonposeídas.Eraunabacantequeadorabaelplacerconlaepopeyaprimitivade laviolaciónyde lafuerza.ElPríncipesepusoenpie: clavó la mirada en Augusta, y tornó a sentarse, mostrando solamente sudespechoenunasonrisa.
—¡Gracias,madona!…¡Gracias!—¿Tehasenojado?…¡Quéchiquilloeres!Silohagoporlailusiónqueme
produceelverteasí.¡Todaslaspruebasdequetegustomeparecenpocas!Ygraciosaydesenvueltacorrióalosbrazosdelgalán.—Caballero,bésemeustedparaqueleperdone.Quiso el Príncipe obedecerla, y ella, huyendo velozmente la cabeza,
exclamó:—Hadeser tresveces: laprimeraen la frente, lasegundaen laboca,y la
terceradelibreelección.—Todasdelibreelección.LavozdelPríncipeteníaesetrémuloenronquecido,donde,aunlasmujeres
más castas, adivinan el pecado fecundo, hermoso como un dios. Brevesmomentos permanecieron silenciosos los dos amantes. Augusta, viendo laspupilasdelPríncipequeseabríansobrelassuyas,tuvounapasionadodespertar:
—¡Quéojostanbonitostienes!Avecesparecennegros,ysondorados,muydorados.¡Cuántomegustamirarmeenellos!
Y con los brazos enlazados al cuello de su amante, echaba atrás la cabezaparacontemplarle.
—¡Oh!…¡Traidorcillos,acuántasmiraréis!¡Ojosmíosqueridos!…Quisierarobártelosytenerlosguardadosenuncofredeplataconmisjoyas.
ElPríncipeAttiliosonrió:—¡Róbamelos!Veréconlostuyos.—¡Embusterísimo!—¡Preciosa!InclinoseelPríncipe,yladamajuntóloslabiosesperando.Despuésentornó
laspestañasconfelizdesmayo,ypronunciósindesuniryalasbocas:—¡Hoynohasdehacermesufrir!ElPrínciperespondióenvozmuybaja,conardientesusurro:—¡No,miamorquerido!Augusta, que parpadeaba estremecida y dichosa, cobró aliento en largo
suspiro.—¡Ay!… ¡Cuantísimo nos gustamos!… ¿Sabes lo que estoy pensando,
D
Attilio?… Quisiera que cuantos me han hecho la corte, sin conseguir nada,supiesenquesoytuquerida.
ElPríncipesonriólevemente,yAugustainsistiómimosa.—¡Jamás te halaga nada de lo que te digo!… Te quiero tanto, que me
gustaría cometer por timuchas,muchísimas locuras. ¡Ay!…Nohallo ningunanueva.Yalashicetodas…
Augusta reía, tendiéndose sobre el diván, mostrando en divino escorzo lagargantadesnuda,y elblancoyperfumadonidodel escote.Sobre la alfombrayacían los Salmos Paganos. ¡Aquellos versos de amor y voluptuosidad queprimerohabíansidosalmosdebesosenloslabiosdelagentilamiga!…
III
E pronto Augusta se incorporó sobresaltada. Una mano blanca dondelucían las sortijas, alzaba el cortinaje que caía en majestuosos pliegues
sobrelapuertadelsalón.Augustaseinclinópararecogerellibrocaídoalpiedeldiván.Azoradayprudentemurmuróenvozbaja:
—¡Ahíestámihija!Arréglateelbigote.Nelly entró riendo, tirando de las orejas a un perrillo enano que traía en
brazos.Sumadrelamiróconojosvibrantesdeinquietudydespecho:—Nelly,nomartiricesaNinón.—YasabeNinónqueesbroma.¿Verdadqueesbroma,Ninón?Y como el lindo gozquejo se desmandase con un ladrido, le hizo callar
besuqueándole.Silenciosayrisueñafueasentarseenunsillónantiguodealtoydoradorespaldo.ElPríncipelacontemplóensilencio.Ella,sindejardesonreír,inclinó lospárpados,yquedaronen lasombrasusojossibilinosymisteriosos,comoaquellasonrisaqueno llegabaaentreabrireldivinobrocheformadoporlos labios. El Príncipe, mirándola intensamente como si buscase el turbarla,pronuncióenvozbaja,quesimulabadistraída:
—¡ParecelaGioconda!EraunaGiocondatanpálidaytanblanca,quesufazbrillababajolacrencha
rubia,comobrillalanieveenlacumbredelosmontesbajolosdoradosrayosdelsolponiente.OyendoalPríncipebajólosojos,dondetemblabaunmiosotisazul.Augustalevantólossuyos,dondereíandosamorcillostraviesos:reclinadaenlamecedora, agitaba un gran abanico de blancas y rizadas plumas: mecíase la
–¡D
dama,ysuindolentemovimientodejabaverenincitantepenumbralaredondaytorneadapierna.NellyselevantócelerosaylepusoaNinónenelregazo.Congraciadeniñaarrodilloseparaarreglarlelafalda.Despuésleechólosbrazosalcuello, dejando un beso en aquella boca, estremecida aún por los besos delamante.LamanodeAugusta, unamano carnosa y blanca de abadesa joven einfanzona,acaricióloscabellosdeNellyconlentitudllenadeamorydeternura.
—¡Esencantadoraestapequeñamía!¿Yusted,Príncipe,porquénocerrabalosojos?
—Hubiera sido un sacrilegio. ¿Sabe usted de algún santo que los hayacerradoalaentradadelcielo?
—Peroloquenohacenlossantoslohacenlosdiablos.YAugusta estrechabamaternalmente contra el seno la rubia cabeza de su
hija,almismotiempoquesonreíaalPríncipeconlosojos.Despuésse levantóllenadeperezosalanguidez,apoyándoseenamboshombrosdeNelly.
—Pasaremosunmomentoalaterraza.¡Cuandoseponeelsolestádeliciosa!La terraza, como decía Augusta, era un largo balcón con dos viejas
escalinatas y gentiles arcos empenachados de hiedra. Durante los estíoscambiabadeaspectoyaundenombre,porqueeramuybellalabocadeAugustaparadecirlasolana,comohacíanelseñorcapellányloscriados.Perollegadaslasprimerasnieblasdeoctubre,losseñorestornábanseasupalaciodelacorteyel balcón recobraba su aspecto geórgico y campesino: las enredaderas que loentoldabansacudíanalegrementesuscampanillasblancasyazules;volvíaaoírseelcantodedostórtolasqueelpastorteníaprisionerasenunajaulademimbres;aspirábaseelaromadelasmanzanasquemadurabansobrelasanchaslosas,ylaviejacriada,quehabíaconocidoalosotrosseñores,hilabasentadaalsolconelgatosobrelafalda.
IV
ESDEaquí,loscelajesdelatardesonencantadores!…Ladama,conelabanicoextendido,señalabaelhorizonte.Estaba
muy bella, detenida en la puerta del balcón, bajo el arco de flores que lasenredaderas hacían: en el fondo de sus ojos reía el sol poniente con una risadorada, aureolaban su frente las campanillas blancas, y las palomas torcacesvenían a picotear en ellas, deshojándolas sobre los hombros deAugusta como
unalluviadegloria.ElPríncipe,olvidándosedeNelly,murmuróconlíricoentusiasmo:—¡Madona,nosabestodolobellaqueestás!Nelly se volvió amirarle con ojos llenos de asombro; pero yaAugusta le
interrumpíariendo,consureírsonoroyclaro:—¡Príncipe!…¡Príncipe!…Esetuteodebeserunalicenciapoética.ElPríncipeseinclinó:—Ciertamente,señora,una licencia involuntaria.Por fortuna,el ingeniode
ustedtodolosalvaytodoloperdona.LoslabiosdeAugustaseplegaronmaliciosos.—¡Qué hacer! ¿Ofenderme?… ¡Es usted tan capaz de achacarlo a
coquetería! Si se tratase deNelly, tal vez dudase si representaban ustedes unacomedia.
—Seríalamásdeliciosacomediamodernista.Las mejillas de aquella pálida y silenciosa Gioconda se tiñeron de rosa.
Augusta,haciendoundeliciosomohíndehorror,ocultóelrostroylarisaenelpañolitodeencajes.
—¡Conquécinismoconfiesa!…—¿Quéconfieso?—Susintencionesperversas.Atendía Nelly con una sonrisa casi dolorosa, deshojando las hiedras que
alegrabanlavejezdelosbalaustres.Augustamiróasuhijayleenvióunbeso.Después,olvidadizayrisueña,comenzóadesnudardefloreslaviejaenredaderaqueentoldabalasolana.Susmanos,aquellasmanosungidasparalassilenciosasyturbulentascaricias,formabanunramodejazmines.Felizysonriente,arrancóconloslabiosuncapulloysuspiró,entornandolosojosparabebersuaroma.LafragantecampanillaenlabocadeAugusta,parecíaunbesodelAbrilgalán.
MirabaalPríncipeatravésdelveloinquietodelaspestañas,ydetiempoentiemposacabalalenguatentadoraydivina,parahumedecerloslabiosylaflor.NellyclavabaensumadreaquellosojosdeGiocondamisteriososyprofundosyse ruborizaba. En el fondo de sus pupilas brillaban dos lágrimas indecisas.Augusta se puso en pie y llamó a Ninón. El lindo gozquejo enderezosevelozmenteyAugusta,inclinándosesobreelhombrodelPríncipe,lanzóporaltoel jazmín, queNinón atrapó en el aire. Sin dejar de reír dio una vuelta por lasolana,arrancandopuñadosdehojasydeflores,quearrojabasobreelPríncipe.LlegóalladodeNellyysedetuvo.Nellynosemovió:conmiradasupersticiosa
V
seguíalosaleteosdeunmurciélagoquedanzabaenlamedialuzdelcrepúsculo.Augusta,apoyadaenelhombrodesuhija,descansócobrandoaliento:reía,reíasiempre. La respiración levantaba su seno en ola perfumada de juventudfecunda.Pormomentossucabezadesaparecíaentrelosverdespenachosdelasenredaderas que columpiaba el aire. En el recogimiento silencioso de la tarderesonabaelcorogloriosodesus risas. ¡Salmopaganoenaquellaboca roja,enaquellagargantadesnudaybíblicadeDalilatentadora!…
V
OLVIÓ Augusta al lado del Príncipe, e inclinándose pronuncióvelozmente:
—¿Estástriste?La respuesta fue esa mirada sin parpadeos, intensa, que parece de rito en
todoamorosoescarceo.Augustabuscóenlasombralamanodesuamanteyselaestrechófurtivamente.
—Estanoche,¿quieresquenosveamos?El Príncipe dudó un momento. Aquella pregunta, rica de voluptuosidad
perfumada de locura ardiente, deparábale ocasión donde mostrarse cruel ydesdeñoso. ¡Placer amargo más grato que todas las dulzuras del amor! PeroAugustaestabatanbella, talesventurasprometía,quetriunfóelencantodelossentidosyunaoladegalanteríasensualenvolvióalpoeta:
—¡Madona,estanocheytodas!…Ylosdosamantes,sonriendo,tornaronaestrecharselasmanos,ysedieron
lamiradabesándose,poseyéndose,conposesión impalpable,enformamística,intensayfelizcomoelarrobo.Fueunmomentonomás.Nellyvolviólacabeza,yellos se soltaronvivamente.Laniña se encaminóa lapuertade la solana,yallí,dirigiéndosealpoeta,preguntócontimidezadorable:
—Príncipe,¿quiereustedque,comoayer,ordeñemoslavaca,yquedespuésbajemosaprobarlamieldelascolmenas?
Augustalosmirósincomprender.—¿Peroquélocuraesesa?¡Vayaunameriendadepastores!NellyyelPríncipecambiabansonrisas,comodoscamaradasquerecuerdan
juntosalgunatravesura.Laniña,sintiéndosefeliz,exclamó:—¡Túnosabes,mamá!…Ayerlohemoshechoasí.¿Verdad,Príncipe?
A
Susmejillas,antestanpálidas,teníanahoraesmaltesderosa;sealegrabaelmisteriodesusojos,ysusonrisadeGiocondaadquiríaexpresióntansensualytentadora,queparecía reflejodeaquellaotra sonrisaque jugabaen labocadeAugusta.ElPríncipeAttilio,apoyadoenelalféizar,seatusabaelmostachocongallardíadonjuanesca.A todocuantohablabaNellyasentía inclinándosecomoanteuna reina, pero susojosdegran señorpermanecían fijos en ella, siempreaudaces y siempre dominadores. Todavía quiso insistir Augusta; pero su hija,echándolelosbrazosalcuello,lahizocallarsofocadaporlosbesos.
—¡Nodigasqueno,mamá!Yaveráscomoyomismaordeñoa lavaca.ElPríncipemeprometióayerqueconeseasuntoescribiríauna«EglogaMundana».¿Nodijoustedeso,Príncipe?
YNelly,conaturdimientodesusadoenella,bajóaljardíndandogritosparaque sacasen a la vaca del establo. Augusta quedó un momento pensativa.Después,volviéndoseasuamante,pronuncióentremelancólicayrisueña:
—¡Pobrehijamía!ElPríncipeAttiliohizoungestoenigmático,tomóambasmanosdeAugusta
y la llevó al otro extremo, allí, donde la hiedra entrelazaba sus celosías másespesas.Caíalatarde,quedabaenamorosasombraelnidoverdeyfraganteque,recamando el balcón, habían tejido las enredaderas. El follaje temblaba conlargosestremecimientosnupcialesal sentirsebesadopor lasauras,yeldoradorayo del ocaso penetraba triunfante, luminoso y ardiente como la lanza de unarcángel.Aquellaantiguasolana,consuornamentaciónmitológica,cubiertadeseculares y dorados líquenes, y su airosa balaustrada de granito donde laspalomassearrullabanalsol,ysurumorosodoselquedescendíaencascadadepenachosverdeshastatocarelsuelo,recordabaesosparajesencantadosquehayenelfondodelosparquesfeudales:camarinesdebullenteshojasdonderubiasprincesashilanenruecasdecristal…
VI
UGUSTAmurmurósuspirando:—¡Qué tristeza tener que separarnos!… ¡Oh! ¡Qué bien dices tú en
aquellosversos!:¡Nohaydíasfelices,haysolamentehorasfelices!ElPríncipeAttiliointerrumpióvivamente:—¡Augusta,nomecalumnies!
Augustarepusoconligerezaencantadora:—Yoloheaprendidodetuslabios,yparamíserásiempretuyo…Seestrechóaél,cubriéndoledebesos,ymurmuróenvozmuybaja:—¿Tehedichoquemimaridollegamañana?¿Notecontraríaatieso?Para
mí es lamuerte. ¡Si tú supieses cómoyodeseo tenerte siempre ami lado! ¡Ypensarquesitúquisieses!…¿Di,porquénoquieres?
—¡Siyoquiero,Augusta!Ymurmuróquedo,muyquedo,rozandolaorejanacaradaymonísimadela
dama:—¡Perotemoquetú,tancelosa,tearrepientasluegoysufrashorriblemente!Augustaquedoseunmomentocontemplandoasuamanteconexpresiónde
alegreasombro.—¡Estás loco, hijo de mi alma! ¿Por qué había yo de arrepentirme ni de
sufrir?Alcasarteconellameparecequetecasasconmigo…Y riendo como una loca, hundía sus dedos blancos en la ola negra que
formaba la barba del poeta, una barba asiria y perfumada como la del SârPeladan.ElPríncipepronuncióconligeraironía:
—¿Ysilamoralllamaatupuerta,madona?—Nollamará.Lamoraleslapalmadeloseunucos.ElPríncipequisocelebrarlafrasebesandoalamadonaenaquellabocaque
talesgentilezasdecía.Ellacontinuó:—¡Puessieslaverdad,corazón!…Cuandosesabequerer,esaviejaseestá
muyencerradaensuconvento…ElPríncipereíaalegremente.Hallabaencantadoraaquellatravesuraingenua
y depravada de Colombina, y aquella sensualidad apasionada y noble deDogaresa.
—Esteveranosearregla todo…Oscasáisenmioratorio.Siespreciso,yomismaosecholasbendiciones,cantolamisaydigolaplática.
Habíase sentado en las rodillas de su amante, y hablaba con el ceñograciosamentefruncido.
—Silanovianotegusta,mejor.Tegustoyo,ybasta.¡Comoqueporesotecasas!
—No,silanoviamegusta.—¡Embustero!Quieresdarmecelos.¡Quientegustasoyyo!—Puesporlomismoquemegustastú.¡Esunaderivación!…—Noseascínico,Attilio.¡Mehacedañooírteesascosas!
—¡Eresencantadora,madona!…¡Yaestáscelosa!—¡No tal!…Comprendeque eso sería unhorror.Peronodebías jugar así
conmisafectosmáscaros.—Nojugaréniharélaconquistadeeseinocentecorazón.—¡Siyalotienesconquistado,ingrato!…¡Eslaherencia!…Yreían, el unoenbrazosdelotro.DespuésAugustamusitaba con susurro
ansioso,calienteyblando:—¿Verdadqueesodequetegustalodicespordesesperarme?EntrabaNellyenaquelmomento,yAugusta, sindar tiempoa la respuesta
delpoeta,continuóenvozalta,conese incomparable fingimientoquehacedetodaslasadúlterasactricesadorables:
—¿No preguntaba usted porNelly?Aquí la tiene usted.Digo, usted no latiene,todavíaesdesumadre…
NellymirabaalPríncipe,ysonreía:elenigmadesubocadeGiocondaeraalegreyperfumadodepasióncomoelcapulloentreabiertodeunarosa.Augustamurmurómaliciosamentemientrasacariciabaloscabellosdesuhija:
—Oiga usted un secreto, Príncipe… Tengo prometidos a la Virgen lospendientesquellevopuestos,simeconcedeloquelehepedido.
—¡Oh,québiensabeustedllegaralcorazóndelasVírgenes!Augustainterrumpióvivamente:—¡Calleusted,hereje!…Búrleseusteddemí,perorespetemoslascosasdel
cielo.Yhablabasantiguándoseparaarredraraldemonio.Afuerdemujerelegante,
era muy piadosa, con aquella devoción frívola y mundana de las damasaristocráticas:eraelsuyouncristianismoplacenteroygraciosocomolafazdelNiño Jesús. El Príncipe, sin apartar la mirada de Nelly, pero hablando conAugusta,pronunciólentaeintencionadamente:
—¿SepuedesaberloquelehapedidoustedalaVirgen?—Nosepuedesaber,perosepuedeadivinar.—Tengoparamíqueprontocambiarándedueñolospendientes.Ycallaronlosdos,mirándoseysonriéndose.
VII
NAzagalapelirrojaentróenelhuertoconduciendodelronzalalaFoscarina,la
U resdestinadaparacelebrarla«ÉglogaMundana»,aquelnuevoritodeunnuevopaganismo.Nellydescendiócorriendolosescalonesdelasolana,y
acercándosealavaca,comenzóporacariciarleelcuello.—¡Príncipe,mireustedquémansaes!LavacaseestremecíabajolamanodeNelly,unamanomuyblancaquese
posaba con infantil recelo sobre el luciente y poderoso lomo.Nelly levantó lacabeza:
—¿Peronobajanustedes?EntoncesAugusta interrumpióelcoloquioqueamediavozsosteníaconel
Príncipe.—¡Hijamía,aquécosasobligastúaestecaballero!Ysonreíaburlonamente,designándoleconunademándegentilyextremada
cortesía.ElPríncipeAttilioinclinoseasuvezyofrecióelbrazoaladamaparadescender al huerto. En lo alto de la escalinata, bajo el arco de follaje queentretejían lasenredaderas,sedetuvieroncontemplandolosdoradoscelajesdelocaso. El Príncipe arrancó un airón de hiedra que se columpiaba sobre suscabezas.
—¡SalveNelly!…YatenemosconquécoronaralaFoscarina.Almismotiempouníalosdosextremosdelarama,temblorosaensualegre
ysensualverdor.Augustaselaquitódelasmanos.—Yoserélavestalencargadadeadornareltestuzsagrado.MiróalPríncipe,ysacudiólacabeza,alborotándoselosrizosyriendo.—Ustednodudaráquesabréhacerlo.PorrecatarsedeNellyadoptabaunacentodealocadocandor,que,velandola
intención, realzaba aquella gracia cínica, delicioso perfume queAugusta sabíaponerentodassuspalabras.Habíahechounacoronaconelramodehiedra,ylacolocósobrelasastasdelaFoscarina.DespuéssevolvióaNelly:
—¿Notienemáslancesla«ÉglogaMundana»?Nelly permaneció silenciosa. Sus ojos verdes, de un misterio doloroso y
trágico,sefijabanconextravíoenel rostrodeAugusta,quesupoconservarsuexpresión de placentera travesura. La sonrisa deGioconda agonizaba doloridasobreloscastos labiosdelaniña.AugustacambióunamiradaconelPríncipe.Almismo tiempo fue a sentarse en el bancode piedra que había al pie de uncastañosecular.ElPríncipeseacercóaNelly:
—¿Quiereustedquebajemosalcolmenar?…Nellypronuncióconunasombrademelancolía:
U
—¡Yoqueríaordeñarlavacaparaqueustedprobaselalechecomoayer!…Augustamurmuró,reclinándoseenelbanco:—¡Puesordéñala,hijamía;laprobaremostodos!Nelly se arrodilló al pie de la vaca. Sumano pálida, donde ponía reflejos
sangrientos el rubídeuna sortija, aprisionó temblorosa las calientesubres.Unchorrodelechesalpicóelrostrodelaniña,quelevantóriendolacabeza.
—¡Míremeusted,Príncipe!Estaba muy bella, con las blancas gotas resbalando sobre el rubor de las
mejillas.ElPríncipeselamostróaladama.—¡Augusta:eselbautizopaganodelanaturaleza!…Comosiunestremecimientovoluptuosopasase sobre la fazdelmundo, se
besaronlashojasdelosárbolesconlargoyperezosomurmullo.Lavacalevantóarroganteelmitológicotestuz,coronadodehiedra,ymiró,dehitoenhito,alsolqueseocultaba.Heridaporlosdestellosdelocaso,laFoscarinaparecíadecobrebruñido, recordabaesos ídolosqueesculpió laAntigüedadclásica;divinidadesrobustas,benignasyfecundasquecantaronlospoetas.
VIII
NmomentosedistrajoNelly,yelPríncipemurmuróaloídodeAugusta:—¿Quieresquedartehoysinlospendientes?
Augustacontestóconaquellarisasonorayclara,quesemejababorboteodeaguaencopadeoro.
—¡Príncipe!¡Príncipe!…Nometienteusted.Luego, volviéndose a Nelly, quedose un momento contemplándola con
alegreexpresióndeamorydeternura.—Venaquí,hijamía.Estecaballero…Y señalaba al Príncipe con ademán gracioso y desenvuelto. El Príncipe
saludó.—Ya lo ves cómo se inclina… ¡Jesús, qué poco oradorame siento!…En
suma,hijamía,queacabadepedirmetumano…Nelly dudó un momento. Después, abrazándose a su madre, empezó a
sollozarnerviosayangustiada…—¡Ay,mamá!¡Mamádemialma!…¡Perdóname!—¿Quéhedeperdonarteyo,corazón?
YAugusta,unpococonmovida,posóloslabiosenlafrentedesuhija.—¿Túnolequieres?Nellyocultabalasmejillasenelhombrodesumadre,yrepetíacadavezcon
mayorduelo:—¡Mamádemialma,perdóname!…¡Perdóname!—¿Perotúnolequieres?En la voz de Augusta descubríase una ansiedad oculta. Pero de pronto,
adivinando lo que pasaba en el alma de su hija, murmuró con aquel cinismocandoroso,queeraelmayordesusencantos:
—¡Pobreángelmío!…¿Túhaspensadoque lasgalanteríasdelPríncipesedirigíanatumadre,verdad?
Nellysecubrióelrostroconlasmanos.—¡Mamá!¡Mamá!…¡Soymuymala!…—¡No,corazón!AugustaapoyabacontrasusenolacabezadeNelly.Sobreaquellaaurorade
cabellos rubios, susojosnegrosdemujerardiente seentregabana losojosdelPríncipe.Augustasonreía,viendologradossusensueños.
—¡Pobreángel!…¡QuieraDios,Príncipe,quesepaustedhacerlafeliz!El Príncipe no contestó. Acariciábase la barba y dejaba vagar distraído la
mirada.Pensabasinohabíaentodoaquellounpoemalibertinoysensual,comopudieradesearlosumusa.Augustaletocóconelabanicoenelhombro.
—¡Hijosmíos,daoslasmanos!…Debimoshaberesperadoaquellegasemimarido; pero —¡qué diablo!— la felicidad no es bueno retardarla… Ahoravamosalascolmenasparacelebraresa«ÉglogaMundana»quehadichoNelly.Príncipe,ustedmeservirádecaballero.
Y apoyándose en el brazo del PríncipeAttilio,murmuró emocionada, convozqueapenasseoía:
—¡Yaveráslodichosoquetehagoestanoche!…Se detuvo, enjugándose dos lágrimas que abrillantaban el iris negro y
apasionadodesusojos.¡Despuésdehaberlabradolaventuradetodos,sentíaseprofundamente conmovida! Y como Nelly tornaba la cabeza con graciosomovimiento,ysedeteníaesperándolos,suspiró,mirándoseenellaconmaternalarrobo.
—¡Hijademialma,tútambiéneresmuyfeliz!Las pupilas deNelly respondieron con alegre llamear.Augusta, reclinando
conlánguidavoluptuosidadtodoelpesodeliciosodesucuerpoenaquelbrazo
amantequelasostenía,exclamóconíntimoconvencimiento:—¡Qué verdad es que las madres, las verdaderas madres, nunca nos
equivocamosalhacerlafelicidaddenuestrashijas!…
U
BEATRIZ
I
N jardín señorial, llenodenoble recogimiento, cercabaelPalacio.Entremirtos seculares, blanqueaban estatuas de dioses: ¡pobres estatuas
mutiladas!Loscedrosy los laureles cimbreabanconaugustamelancolía sobrelasfuentesabandonadas;algúntritón,cubiertodehojas,borboteabaaintervalossu risa quimérica, y el agua temblaba en la sombra, con un latido de vidamisteriosayencantada.
La Condesa casi nunca salía del Palacio: contemplaba el jardín desde elbalcónplaterescodesualcoba,yconlasonrisaamabledelasdevotaslinajudas,le pedía a Fray Ángel, su capellán, que cortase las rosas para el altar de lacapilla.EramuypiadosalaCondesa.VivíacomounaprioranobleretiradaenlasestanciastristesysilenciosasdesuPalacio,conlosojosvueltoshaciaelpasado:¡ese pasado que los reyes de armas poblaron de leyendas heráldicas! CarlotaElena Aguiar y Bolaño, Condesa de Porta-Dei, las aprendiera cuando niñadeletreando los ranciosnobiliarios.Descendíade laCasadeBradomín,unadelasmásantiguasyesclarecidas,segúnafirmanejecutoriasdenoblezaycartasdehidalguíasignadasporelseñorReyDonCarlos I.LaCondesaguardabacomoreliquias aquellas páginas infanzonas aforradas en velludo carmesí, que de lossiglospasadoshacíangallardaremembranzaconsusgrandesletrasfloridas,susorlashistoriadas,susgrifosheráldicos,susemblemascaballerescos,suscimerasempenachadas y sus escudos de diez y seis cuartelesminiados, con pacienciamonástica,degulesydeazur,deoroydeplata,desableydesinople.
LaCondesaeraunigénitadelcélebreMarquésdeBradomín,quetantofiguróenlaprimeraguerracarlista.Hechalapaz,despuésdelatraicióndeVergara—nuncaloslealesllamarondeotrasuertealconvenio—,elMarquésdeBradomínemigróaRoma.Ycomoaquellos tiemposeranloshermosostiemposdelPapa
L
Rey,elcaballeroespañolfueunodelosgentileshombresextranjerosconcargopalatinoenelVaticano.Durantemuchosañosllevósobresushombroselmantoazuldelosguardiasnobles,yluciólabizarraropillaacuchilladadeterciopeloyraso. ¡Elmismo arreo galán con que el divino Sanzio retrató al divino CésarBorgia!
Los títulos de Marqués de Bradomín, Conde de Barbazán y Conde deLantaño, extinguiéronse con el buen caballeroDon PedroAguiar yMendoza,que maldijo en su testamento, con arrogancias de castellano leal, a toda sudescendencia,sientreellahabíaunosoloque,traidoryvanidoso,pagaselanzasyanatas a cualquierSeñorReyqueno lo fuesepor lagraciadeDios.Suhijaadmiró llorosa la soberanagallardíadeaquellamaldiciónque se levantabadelfondodeun sepulcro,yacatando lavoluntadpaterna,dejóperderse los títulosquehonraranveintedesusabuelos;perosuspirósiempreporelMarquesadodeBradomín.Paraconsolarsesolíaleer,cuandosusojosestabanmenoscansados,elnobiliariodelmonjedeArmentáriz,donde secuentan losorígenesdeaquelesclarecidolinaje.
SimástardetitulódeCondesa,fueporgraciapontificia.
II
Amanoatenazadayflacadelcapellánlevantóelblasonadocortinón.—¿DasupermisolaseñoraCondesa?
—Adelante,FrayÁngel.Elcapellánentró.Eraunviejoaltoyseco,conelandardominadorymarcial.
Llegaba de Bradomín, donde estuviera cobrando los forales del mayorazgo.Acababadeapearseenlapuertadelpalacio,yaúnnosedescalzaralasespuelas.Alláenelfondodelestrado,lanobleCondesasuspirabatendidasobreelcanapéde damasco carmesí. Apenas se veía dentro del salón. Caía la tarde adusta einvernal.LaCondesarezabaenvozbaja,ysusdedos,liriosblancosaprisionadosenlosmitonesdeencaje,pasabanlentamentelascuentasdeunrosariotraídodeJerusalén. Largos y penetrantes alaridos llegaban al salón desde el fondomisteriosodelPalacio:agitabanlaoscuridad,palpitabanenelsilencio,comolasalasdelmurciélagoLucifer…
FrayÁngelsesantiguó:—¡VálgameDios!¿Sindudaeldemoniocontinúamartirizandoalaseñorita
Beatriz?LaCondesapusofinasurezo,santiguándoseconelcrucifijodelrosario,y
suspiró:—¡Pobrehijamía!El demonio la tieneposeída.Amímeda espantooírla
gritar,verlaretorcersecomounasalamandraenelfuego…MehanhabladodeunasaludadoraquehayenCéltigos.Seránecesariollamarla.Cuentanquehaceverdaderosmilagros.
FrayÁngel,indeciso,movíalatonsuradacabeza.—Síqueloshace;perollevaveinteañosencamada.—Semandaelcoche,FrayÁngel.—Imposibleporesoscaminos,señora.—Selatraeensillademanos.—Únicamente.¡Peroesdifícil,muydifícil!LaSaludadorapasadelsiglo…
Esunareliquia.ViendopensativaalaCondesa,elcapellánguardósilencio.Eraunviejode
ojosenfoscadosyperfilaguileño,inmóvil,comotalladoengranito.Recordabaaesosobisposguerrerosqueenlascatedralesduermenorezanalasombradeunarcosepulcral.FrayÁngelhabíasidounodeaquelloscabecillastonsurados,querobaban la plata de sus iglesias para acudir en socorro de la facción. Añosdespués, ya terminada la guerra, aún seguía aplicando sumisa por el alma deZumalacárregui. La dama, con las manos en cruz, suspiraba. Los gritos deBeatrizllegabanalsalónenráfagasdelocoyrabiosoulular.ElrosariotemblabaentrelosdedospálidosdelaCondesaque,sollozante,musitabacasisinvoz:
—¡Pobrehija!¡Pobrehija!FrayÁngelpreguntó:—¿Noestarásola?LaCondesacerrólosojoslentamentealmismotiempoque,conunademán
llenodecansancio,reclinabalacabezaenloscojinesdelcanapé.—EstáconmitíalageneralayconelseñorPenitenciario,queibaadecirle
losexorcismos.—¡Ah!¿PeroestáaquíelseñorPenitenciario?LaCondesarespondiótristemente:—Mitíalehatraído.FrayÁngelhabíasepuestoenpieconextrañosobresalto.—¿QuéhadichoelseñorPenitenciario?—Yonolehevistoaún.
B
—¿Hacemuchoqueestáahí?—Tampocolosé,FrayÁngel.—¿NolosabelaseñoraCondesa?—No…Hepasadotodalatardeenlacapilla.Hoycomencéunanovenaala
Virgen de Bradomín. Si sana a mi hija, le regalaré el collar de perlas y lospendientesquefuerondemiabuela,laCondesadeBarbazán.
Fray Ángel escuchaba con torva inquietud. Sus ojos, enfoscados bajo lascejas, parecían dos alimañas monteses azoradas. Calló la dama suspirante. Elcapellánpermanecióenpie.
—SeñoraCondesa,voyamandarensillarlamula,yestanochemepongoenCéltigos. Si se consigue traer a la Saludadora, debe hacerse con gran sigilo.Sobrelamadrugadayapodemosestaraquí.
LaCondesavolvióalcielolosojosqueteníanuncercoamoratado.—¡Dioslohaga!Y la noble señora, arrollando el rosario entre sus dedos pálidos, levantose
paravolveral ladodesuhija.Ungatoquedormitabasobreelcanapé,saltóalsuelo, enarcó el espinazo y la siguiómaullando…FrayÁngel se adelantó: lamano atezada y flaca del capellán sostuvo el blasonado cortinón. LaCondesapasóconlosojosbajosynopudoverquetemblaba…
III
EATRIZ parecía una muerta: con los párpados entornados, las mejillasmuy pálidas y los brazos tendidos a lo largo del cuerpo, yacía sobre el
antiguolechodemaderalegadoalaCondesaporFrayDiegoAguiar,unobispodelanoblecasadeBradomín,tenidoenopinióndesanto.LaalcobadeBeatrizeraunagransalaentarimadadecastaño,oscuraytriste.Teníaangostasventanasdemontante,dondearrullabanlaspalomas,ypuertasmonásticas,depacienteyarcaicaensambladura,conclavosdanzarinesenlosfloreadosherrajes.
ElseñorPenitenciarioyMisiaCarlota, laancianagenerala, retiradosenunextremodelaalcoba,hablabanmuybajo.Elcanónigohacíaplieguesalmanteo.Sussienescalvas,sufrentemarfileña,brillabanenlaoscuridad.Rebuscabalaspalabras, como si estuviese en el confesonario, poniendo sumo cuidado encuanto decía y empleando largos rodeos para ello.MisiaCarlota le escuchabaatenta,yentresusdedos,secoscomolosdeunamomia,temblabanlasagujasde
madera y el ligero estambre de su calceta. Estaba pálida, y sin interrumpir alseñorPenitenciario,detiempoentiempo,repetíaanonadada.
—¡Pobreniña!¡Pobreniña!ComoBeatrizllorabasuspirando,selevantóparaconsolarla.Despuésvolvió
al lado del canónigo, que con las manos cruzadas y casi ocultas entre lospliegues del manteo, parecía sumido en gravemeditación.Misia Carlota, quehabíasidosiempredamadegranentereza,seenjugabalosojosynoeradueñadeocultarsupena.ElseñorPenitenciariolepreguntóenvozbaja:
—¿Cuándollegaráesefraile?—Talvezhayallegado.—¡PobreCondesa!¿Quéhará?—¡Quiénsabe!—¿Ellanosospechanada?—¡Nopodíasospechar!…—Estandolorosotenerquedecírselo…Callaron los dos. Beatriz seguía llorando. Poco después entró la Condesa,
que procuraba parecer serena: llegó hasta la cabecera deBeatriz, inclinose ensilencioybesólafrenteyertadelaniña.Conlasmanosencruz,semejanteaunadolorosa, y los ojos fijos, estuvo largo tiempo contemplando aquel rostroquerido.Era laCondesa todavía hermosa; prócer de estatura ymuy blanca derostro,conlosojosazulesylaspestañasrubias,deunrubiodoradoquetendíalevealadesombraenaquellasmejillastristesyaltaneras.ElseñorPenitenciarioseacercó:
—Condesa,necesitohablarconeseFrayÁngel.Lavozdelcanónigo,deordinarioacariciadoraysusurrante,estaballenade
severidad.LaCondesasevolviósorprendida.—FrayÁngelnoestáenelPalacio,señorPenitenciario.Y sus ojos azules, aún empañados de lágrimas, interrogaban con afán, al
mismo tiempo que sobre los labiosmarchitos temblaba una sonrisa amable yprudente de dama devota. La anciana generala, que estaba a la cabecera deBeatriz,seaproximómuyquedo:
—Nohablenustedesaquí…Carlota,esprecisoquetengasvalor.—¡Diosmío!¿Quépasa?—¡Calla!Al mismo tiempo llevaba a la Condesa fuera de la estancia. El señor
PenitenciariobendijoensilencioaBeatrizysinrecogersushábitostalaressalió
L
detrás. Misia Carlota quedó en el umbral. Inmóvil y enjugándose los ojos,contemplódesdeallícómolaCondesayelPenitenciariosealejabanporellargocorredor.Después,santiguándosevolviósolaalladodeBeatriz,yposósumanollenadearrugassobrelafrentetersadelaniña:
—¡Hijamía,notiembles!…¡Notemas!…Cabalgóenlanarizlosquevedosconguarnicióndeconcha,abrióunlibrode
oraciones, por donde marcaba el registro de seda azul ya desvanecida, ycomenzóaleerenaltavoz.
ORACIÓN
«¡OhTristísimayDolorosísimaVirgenMaría,miSeñora,quesiguiendolashuellasdevuestro amantísimoHijo, ymi señor Jesucristo, llegasteis alMonteCalvario,dondeelEspírituSantoquisoregalaroscomoenmontedemirra,yosungió Madre del linaje humano! Concededme, Virgen María, con la DivinaGracia,elperdóndelospecados,yapartaddemialmalosmalosespíritusquelacercan,puessoispoderosaparaarrojara losdemoniosde loscuerposyde lasalmas.Yoespero,VirgenMaría,quemeconcedáis loqueospido,sihadeserparavuestramayorgloria,ymisalvacióneterna.Amén».
Beatrizrepitió:—¡Amén!
IV
OS ojos del gato, que hacía de centinela al pie del brasero, lucían en laoscuridad. La gran copa de cobre bermejo aún guardaba entre la ceniza
algunasascuasmortecinas.Enel fondoapenasesclarecidodel salón, sobre loscortinajesdeterciopelo,brillabaelmetaldelosblasonesbordados:lafuentedeplataylosnueveróelesdeoroqueDonEnriqueIIIdieraporarmasalSeñordeBradomín,PedroAguiardeTor,llamadoel«Chivo»ytambiénel«Viejo».Lasrosas marchitas perfumaban la oscuridad, deshojándose misteriosas en losantiguosflorerosdeporcelana,queimitabanmanosabiertas.Uncriadoencendíaloscandelabrosdeplataquehabíasobrelasconsolas.DespuéslaCondesayelPenitenciarioentrabanenelsalón.
Ladama,conademánresignadoynoble,ofrecióaleclesiásticoasientoenelcanapé, y trémula y abatida por oscuros presentimientos, se dejó caer en unsillón.Elcanónigo,conlavozungidadesolemnidad,empezóadecir:
—Esunterriblegolpe,Condesa…Ladamasuspiró:—¡Terrible,señorPenitenciario!Quedaronsilenciosos.LaCondesaseenjugabalaslágrimasquehumedecían
elfondoazuldesuspupilas.Alcabodeunmomentomurmuró,cubiertalavozporunanheloqueapenaspodíaocultar:
—¡Temotantoloqueustedvaadecirme!El canónigo inclinó con lentitud su frente pálida y desnuda, que parecía
maceradaporlasgravesmeditacionesteológicas:—¡EsprecisoacatarlavoluntaddeDios!—¡Espreciso!…¿Peroquéhiceyoparamerecerunapruebatandura?—¡Quién sabe hasta dónde llegan sus culpas! Y los designios de Dios,
nosotrosnolosconocemos.LaCondesacruzólasmanosdolorida:—VeramiBeatrizprivadadelaGracia,poseídadeSatanás.Elcanónigolainterrumpió:—No,esaniñanoestáposeída…HaceveinteañosquesoyPenitenciarioen
nuestracatedral,yuncasodeconcienciatandoloroso,tanextraño,nolohabíavisto.¡Laconfesióndeesaniñaenfermatodavíameestremece!…
LaCondesalevantólosojosalcielo.—¡Sehaconfesado!SindudaDiosNuestroSeñorquierevolverlesuGracia.
¡He sufrido tanto viendo ami pobre hija aborrecer de todas las cosas santas!Porqueantesestuvoposeída,señorPenitenciario.
—No,Condesa;noloestuvojamás.La Condesa sonrió tristemente, inclinándose para buscar su pañuelo, que
acababa de perdérsele. El señor Penitenciario lo recogió de la alfombra: erablanco, mundano y tibio, perfumado de incienso y estoraque, como loscorporalesdeuncáliz.
—Aquíestá,Condesa.—Gracias,señorPenitenciario.Elcanónigosonriólevemente:lallamadelasbujíasbrillabaensusanteojos
deoro.Eraaltoyencorvado,conmanosdeobispoyrostrode jesuita: tenía lafrentedesguarnida,lasmejillastristes,elmiraramable,labocasumida,llenade
L
sagacidad. Recordaba el retrato del cardenal Cosme de Ferrara que pintó elPerugino.Traslevepausacontinuó:
—En este Palacio, señora, se hospeda un sacerdote impuro, hijo deSatanás…
LaCondesalemiróhorrorizada.El Penitenciario afirmó inclinando tristemente la cabeza, cubierta por el
solideorojo,privilegiodeaquelcabildo.—¿FrayÁngel?—Esa ha sido la confesión de Beatriz. ¡Por el terror y por la fuerza han
abusadodeella!…La Condesa se cubrió el rostro con las manos, que parecían de cera: sus
labios no exhalaron un grito. El Penitenciario la contemplaba en silencio.Despuéscontinuó:
—Beatrizhaqueridoquefueseyoquienadvirtieseasumadre.Midebereracumplir su ruego. ¡Triste deber, Condesa! La pobre criatura, de pena y devergüenza, jamás se hubiera atrevido. Su desesperación al confesarme su faltaera tan grande, que llegó a infundirmemiedo. ¡Ella creía su alma condenada,perdidaparasiempre!
LaCondesa,sindescubrirelrostro,conlavozroncaporelllanto,exclamó:—¡Yoharémataralcapellán!¡Leharématar!¡Yamihijanolaverémás!Elcanónigosepusoenpiellenodeseveridad:—Condesa, el castigodebedejarse aDios.Yen cuanto a esaniña, ni una
palabraquepuedaherirla,niunamiradaquepuedaavergonzarla.Agobiada, yerta, la Condesa sollozaba como una madre ante la sepultura
abierta de sus hijos. Allá fuera, las campanas de un convento volteabanalegremente, anunciando la novena que todos los años hacían lasmonjas a laseráficafundadora.Enelsalónlasbujíasllorabansobrelasarandelasdoradas,yenelbordedelbraseroapagado,dormíaelgato.
V
OS gritos de Beatriz resonaron en todo el Palacio… La Condesaestremeciose oyendo aquel plañir que hacía miedo en el silencio de la
noche, y acudió presurosa. La niña, con los ojos extraviados y el cabellodestrenzándose sobre los hombros, se retorcía: su rubia ymagdalénica cabeza
golpeabacontraelentarimado,ydelafrenteyertayangustiadamanabaunhilode sangre.Retorcíasebajo lamiradamuerta e intensadelCristo: unCristodeébano y marfil, con cabellera humana, los divinos pies iluminados poragonizante lamparilla de plata, el rostro envuelto en la sombra del dosel quehabíanbordadolasmanosdeunaabadesanoble.Beatrizevocabaelrecuerdodeaquellas blandas y legendarias princesas santas de trece años ya tentadas porSatán.Al entrar laCondesa se incorporó conextravío, la faz lívida, los labiostrémulos, como rosas que van a deshojarse. Su cabellera apenas cubría lacandidezdelossenos:
—¡Mamá!¡Mamá!¡Perdóname!Y le tendía las manos, que parecían dos blancas palomas azoradas. La
Condesaquisoalzarlaensusbrazos.—¡Sí,hija,sí!Acuéstateahora,pobrecitamía.Beatrizretrocedióconlosojoshorrorizados,fijosenelrevueltolecho.—¡Ahí está Satanás! ¡Ahí duermeSatanás!Viene todas las noches.Ahora
vinoysellevómiescapulario.Mehamordidoenelpecho.¡Yogrité,grité!Peronadiemeoía.Memuerdesiempreenestepecho…
YBeatrizmostrábale a sumadre el senodeblancura eucarística, donde seveíalahuellanegraquedejanloslabiosdeLucifercuandobesan.LaCondesa,pálidacomolamuerte,descolgóelcrucifijoylopusosobrelasalmohadas:
—¡Notemas,hijamía!¡NuestroSeñorJesucristovelaahoraporti!—¡No!¡No!YBeatrizseestrechabaalcuellodesumadre.Temerosas lasdos, fuerona
refugiarse en el fondo de la alcoba, sobre el antiguo sofá de seda azul conpájarosquiméricos,unodeesosmuebles arcaicosque todavía sehallanen lascasasdeabolengo.LaCondesaarrodilloseenelsuelo:entresusmanosguardólospies descalzosde la niña, como si fuesendospájaros enfermosy ateridos.Beatriz,ocultandolafrenteenelhombrodesumadre,sollozó:
—Mamáquerida,fueunatardequebajéalacapillaparaconfesarme…Yotellamé gritando; tú nome oíste…Después quería venir todas las noches y yoestabacondenada…
—¡Calla,hijamía!¡Norecuerdes!…Y las dos lloraron juntas en silencio, mientras sobre la puerta de arcaica
ensambladurayfloreadosherrajesarrullabandostórtolas,queFrayÁngelhabíacriadoparaBeatriz…Laniña,conlacabezaapoyadaenelhombrodesumadre,trémulaysuspirante,adormeciosepocoapoco.Lalunadeinviernobrillabaen
A
elmontantedelasventanasysuluzblancasedifundíaporlaestancia.Fueraseoíaelviento,quesacudíalosárbolesdeljardín,yelrumordeunafuente.
La Condesa acostó a Beatriz en el canapé, y silenciosa, llena de amorosocuidado,lacubrióconunacolchadedamascocarmesí,esedamascoantiguo,queparece tener algo de litúrgico. Beatriz suspiró sin abrir los ojos. Sus manosquedaronsobre lacolcha:eranpálidas,blancas, ideales, transparentesa la luz:lasvenasazulesdibujabanunaflordeensueño.Conlosojosllenosdelágrimas,laCondesaocupóunsillónquehabíacercano.Estabatanabrumadaquecasinopodíapensar,yrezabaconfusamente,adormeciéndoseconelresplandordelaluzque ardía a los pies delCristo en unvaso de plata.Yamuy tarde entróMisiaCarlotaapoyadaensumuleta,conlosquevedostemblantessobrelacorvanariz.LaCondesase llevóundedoa los labios indicándolequeBeatrizdormía,y laancianaseacercósinruido,andandocontrabajosalentitud.
—¡Alfindescansa!—Sí.—¡Pobrealmablanca!Sentose y arrimó lamuleta a uno de los brazos del sillón. Las dos damas
guardaron silencio.Sobre elmontantede lapuerta laparejade tórtolas seguíaarrullando.
VI
media noche llegó la Saludadora de Céltigos. Hiciera el camino en uncarrodebueyestendidasobrepaja.LaCondesadispusoquedoscriadosla
subiesen.Entró salmodiando saludos y oraciones.Era vieja,muyvieja, con elrostro desgastado, como las medallas antiguas, y los ojos verdes, del verdemaléfico que tienen las fuentes abandonadas, donde se reúnen las brujas. Lanobleseñorasalióa recibirlahasta lapuerta,y temblándole lavoz,preguntóaloscriados:
—¿VisteissihavenidotambiénFrayÁngel?En vez de los criados respondió la Saludadora con el rendimiento de las
viejasqueacuerdaneltiempodelosmayorazgos:—SeñoramiCondesa,yosolahevenido,sinmáscompañaqueladeDios.—¿PeronofueaCéltigosunfraileconelaviso?…—Estostristesojosanadievieron,miseñora.
LoscriadosdejaronalaSaludadoraenunsillón.Beatrizlacontemplaba:losojos, temerosos y sombríos, abiertos como sobre un abismo. La Saludadorasonrióconlasonrisayertadesubocadesdentada:
—¡Mirenconcuántaatenciónestálablancarosa!Nomeapartalavista.LaCondesa,quepermanecíadepieenmediodelaestancia,interrogó:—¿Peronovioaunfraile?—Anadie,miseñora.—¿Quiénllevóelaviso?—Nofuepersonadeestemundo.Ayerde tardequedemedormida,yenel
sueñotuveunarevelación.MellamabalabuenaCondesamoviendosupañueloblanco,queeradespuésunapalomavolando,volandoparaelcielo.
Ladamapreguntótemblando:—¿Esbuenagüeroeso?…—¡No hay otro mejor, mi Condesa! Díjeme entonces entre mí: vamos al
Palaciodetangranseñora.LaCondesacallabapensativa.Despuésdealgúntiempo,laSaludadora,que
teníalosojosclavadosenBeatriz,pronunciólentamente:—Aestarosagalanalehanhechomaldeojo.Enunespejopuedeverse,sia
manolotienemiseñora.LaCondesaleentregóunespejoguarnecidodeplataantigua.Levantoleen
alto la Saludadora, igual que hace el sacerdote con la hostia consagrada, loempañóechándoleelaliento,yconundedotemblorosotrazóelcírculodelReySalomón.Hastaqueseborróporcompletotuvolosojosfijosenelcristal:
—LaCondesitaestáembrujada.Paraserbienrotoelembrujohandedecirselas doce palabras que tiene la oración del Beato Electus al dar las docecampanadasdelmediodía,queescuandoelPadreSanto se sientaa lamesaybendiceatodalacristiandad.
LaCondesaseacercóalaSaludadora;elrostrodeladamaparecíaeldeunamuerta;susojosazulesteníanelvenenosocolordelasturquesas:
—¿Sabehacercondenaciones?—¡Ay,señoramiCondesa,esmuygrandepecado!—¿Sabehacerlas?YomandarédecirmisasyDiosseloperdonará.LaSaludadorameditóunmomento.—Séhacerlas,miCondesa.—Pueshágalas…—¿Aquién,miseñora?
—Auncapellándemicasa.LaSaludadorainclinólacabeza.—Paraesohacemenesterdelbreviario.LaCondesasalióytrajoelbreviariodeFrayÁngel.LaSaludadoraarrancó
sietehojasylaspusosobreelespejo.Despuésconlasmanosjuntas,comoparaunrezo,salmodió:—¡Satanás!¡Satanás!Teconjuropormismalospensamientos,pormismalas
obras, por todos mis pecados. Te conjuro por el aliento de la culebra, por laponzoña de los alacranes, por el ojo de la salamantiga. Te conjuro para quevengas sin tardanza y en la gravedad de aqueste círculo del Rey Salomón teencierres, y en él te estés sin unmomento te partir, hasta poder llevarte a lascárcelestristesyescurasdelinfierno,elalmaqueenesteespejoahoravieres.Teconjuroporeste rosarioqueyoséprofanadopor tiymordidoencadacuenta.¡Satanás!¡Satanás!Unayotravezteconjuro.
Entonceselespejoserompiócontristegemidodealmaencarcelada.Lastresmujeres, mirándose silenciosas, conmiedo de hablar, conmiedo de moverse,esperan el día. Puestas las manos en cruz esperan y esperan… Ya amanecíacuando sonaron grandes golpes en la puerta del Palacio. Unos aldeanos deCéltigos traían a hombros el cuerpo de Fray Ángel, que al claro de la lunadescubrieranflotandoenelrío…
¡Lacabezayerta,tonsurada,pendíafueradelasandas!
H
APÉNDICE
BREVENOTICIAACERCADEMIESTÉTICACUANDOESCRIBÍESTELIBRO
Prólogo a la edición deCorte de Amor: Florilegio de Honestas y NoblesDamas(Madrid:ImprentadeBalgañónyMoreno,1908,13-30).
Eaquíunlibrodejuventud,unlibroescritoenesaedaddichosadesueñosy de esperanzas. ¡Hoy esa edad seme aparece ya casi lejana!Al releer
estaspáginas,quedespuésdetantosañosteníacasiolvidadas,hesentidoenellasnoséquéalegrepalpitardevida,quéabrileñalozanía,quégraciosoborboteodeimágenes desusadas, ingenuas, atrevidas, detonantes. Yo confiesomi amor deotrotiempoporestaliteratura:Laamétantocomoaborrecí,esaotra,timoratayprudente,dealgunosantiguosjóvenes,quenuncasupieronayuntardospalabraspor primera vez, y de quienes su ruta fue siempre la eterna ruta, trillada portodos los carneros dePanurgo.Comoaquellos viejos e ignorantes doctores deSalamanca,nisiquieraosanpresumirquehayatierrasdesconocidas,adondeselleguesurcandomaresnuncanavegados.Amparándoseen lagloriosa tradicióndelsigloXVII, se juzgangrandessoloporque imitana losgrandes,ypresumenquehicieroncomoelloseldivinoLopeyelhumanoCervantes.Cuandoalgunosespíritusjuvenilesbuscannuevasorientaciones,revuélvenseinvocandoranciosyestérilespreceptos.Incapacesdecomprenderquelavidayelartesonunaeternarenovación,tienenporherejíatodoaquelloquenohayanconsagradotressiglosde rutina.Predican el respetopara ser respetados, pero la juventuddesoye susclamores, y hace bien. La juventud debe ser arrogante, violenta, apasionada,iconoclasta.
Nohayadeentenderseporestoqueproclamoyoladesapariciónymuertedelas letras clásicas,y lahoguerapara sus libros inmortales,no.Han sido tantasveces mis maestros, que como a nobles y viejos progenitores los reverencio.
Estudio siempre en ellos y procuro imitarlos, pero hasta ahora jamás se meocurrió tenerlospor inviolablese infalibles,acasoporquelosbuenoscristianossolo reconocemos como dogmática la doctrina de nuestro padre el SumoRomano Pontífice. Pero hay en el mundo muchos desgraciados, víctimas delDemonio, que discuten las parábolas de Jesús, y no osan discutir una malacomedia de Echegaray, ni un lamentable soneto deGrilo. Estas idolatrías hanprovocado la cólera divina. El Señor derribó a los ídolos y maldijo a lossacerdotes,secándoleselsesoyalargándoleslasorejas,comoaNabucodonosor.Esa adulación por todo lo consagrado, esa admiración por todo lo que tienepolvo de vejez, son siempre una muestra de servidumbre intelectual,desgraciadamentemuyextendidaenestatierra.Sinembargo,talesrespetoshansido, en cierto modo, provechosos, porque sirvieron para encender la furiaiconoclastaquehoyposeeatodaslasalmasjóvenes.Enelartecomoenlavida,destruirescrear.Elanarquismoessiempreunanheloderegeneración,y,entrenosotros,laúnicaregeneraciónposible.Yohepreferidolucharparahacermeunestilo personal, a buscarlo hecho, imitando a los escritores del siglo XVIII.Leyendoalosantiguosaprendídóndesehurtanesospostizosclásicos,conquedisfrazan su miseria literaria todos los desventurados que van a segar en losfértilescamposdeCervantesydeQuevedo,comolosvillanosgallegosvanalasCastillasparasegarespigasenelcampodelrico,perohallomejorhacermeunhuertoytrabajarenél,soloyvoluntarioso.Deestamanerahicemiprofesióndefemodernista: Buscarme enmímismo y no en los otros. Porque esa escuelaliteraria tan combatida no es otra cosa. Si han caído sobre ella toda suerte deanatemas, es tan solo porque le falta la tradición. Las obras que los críticosadmitensinprotesta,yquetodosloshombresadmiran,sonaquellasquecuentancientosdeaños,yquenadieexamina,porqueyatienenlasanciónuniversal.
Sienlaliteraturadehoyexistealgonuevoquepuedarecibirconjusticiaelnombredemodernismo,es,ciertamente,unvivoanhelodepersonalidad,yporeso sin duda advertimos en los escritores jóvenes más empeño por expresarsensaciones que ideas. Las ideas jamás han sido patrimonio exclusivo de unhombre,ylassensacionessí.Lasideasestánenelambienteintelectual,tienensuórbita de desarrollo, y el escritor lomás que alcanza es a perpetuarlas por elhálito de personalidad o por la belleza de expresión.Ocurre casi siempre quecuandounnuevo torrentede ideasyde sentimientos transforma las almas, lasobrasliterariasaquedaorigensonbárbarasypersonalesenelprimerperíodo,
serenasyarmónicasenelsegundo,retóricasyartificiosasenel tercero.Podrá,aislada,lapersonalidaddeunpoeta,adelantaroretrocederenlaevolución,perola obra literaria en general sigue su órbita con absoluto fatalismo, hasta quegerminannuevasideasoseformannuevosidiomas.
Por todo esto no puede afirmarse, sin notoria injusticia, que sean lascontorsiones gramaticales y retóricas achaque exclusivo de algunos escritoresllamadosmodernistas. En todas las literaturas—si no en todos los tiempos—hubo espíritus culteranos, y todos nuestros poetas decadentes y simbolistas dehoy, tienenen loantiguoquien lesaventaje.Queyosepa,noha llegadonadieentrelosvivosalasextravaganciasdeljesuitaGracián,yacitadoaestepropósitoporD.JuanValera.Gracián,ensupoema«LasselvasdelAño»,nospresentaalsol como picador o caballero en plaza, que torea y rejonea al Toro celeste,aplaudiendo sus suertes las estrellas, que son las damas que miran la corridadesdelospalcosobalcones.Elsolseconvierteluegoengallo,
ContalonesdeplumaYconcrestadefuego.
ylasestrellas,convertidasengallinas,sonpresididasporelsol,
EntrelospollosdelTindariohuevo;
locualsignificaqueelsolllegaalsignodelosGemelos,
PueslagranLedaportraicióndivina,Empollócluecayconcibiógallina.
Sien la literaturaactualexistealgonuevoquepuedarecibircon justiciaelnombredemodernismo,noson,seguramente,lasextravaganciasgramaticalesyretóricas, comocreenalgunos críticos candorosos, tal vezporque estapalabra,modernismo, como todas las que son muy repetidas, ha llegado a tener unasignificación tan amplia como dudosa. Por eso no creo que huelgue fijar, enciertomodo, lo que ella indicaopuede indicar.La condición característica detodoelartemoderno,ymuyparticularmentedelaliteratura,esunatendenciaarefinar las sensaciones y acrecentarlas en el número y en la intensidad. Haypoetasquesueñancondarasusestrofaselritmodeladanza, lamelodíadelamúsica y la majestad de la estatua. Teófilo Gautier, autor de la Sinfonía enblanco mayor, afirma en el prefacio a las Flores del mal que el estilo deTertulianotieneelnegroesplendordelébano.
Según Gautier, las palabras alcanzan por el sonido un valor que losdiccionarios no pueden determinar. Por el sonido, unas palabras son comodiamantes, otras fosforecen, otras flotan como una neblina. Cuando Gautierhabla de Baudelaire, dice que ha sabido recoger en sus estrofas la leveesfumaciónqueestá indecisaentreel sonidoyelcolor;aquellospensamientosque semejan motivos de arabescos y temas de frases musicales. El mismoBaudelairedicequesualmagozaconlosperfumes,comootrasalmasgozanconlamúsica. Para este poeta, los aromas no solamente equivalen al sonido, sinotambiénalcolor:
Ilestdesparfumsfraiscommedeschairsd’enfants,Douxcommeleshautbois,vertscommelesprairies
PerosiBaudelairehabladeperfumesverdes,Carduccihallamadoverdealsilencio,yGabrield’Annunziohadichoconhermosoritmo:
Cantalanotaverdeunbellimoneinfiore.
Hayquienconsideracomoextravaganciastodaslasimágenesdeestaíndole,cuando en realidad, no son otra cosa que una consecuencia lógica de laevolución progresiva de los sentidos. Hoy percibimos gradaciones de color,gradaciones de sonido y relaciones lejanas, entre las cosas que hace algunoscientosdeañosnofueronseguramentepercibidaspornuestrosantepasados.Enlos idiomas primitivos, apenas existen vocablos para dar idea del color. Envascuence,elpelodealgunasvacasyelcolordelcieloseindicanconlamismapalabra:Artuña.Ysabidoesquelapobrezadevocablosessiempreresultadodelapobrezadesensaciones.
Existen hoy artistas que pretenden encontrar una extraña correspondenciaentreelsonidoyelcolor.DeestenúmerohasidoelgranpoetaArturoRimbaud,quedefinióelcolordelasvocalesenuncélebresoneto:
A-noir,E-blanc,I-rouge,U-vert,O-bleu:
YmásmodernamenteRenatoGhil,queenotrosonetoasignaalasvocales,nosolamentecolor,sinotambién,valororquestal.
«A»claironnevainqueurenrougeflamboiement
Esta analogía y equivalencia de las sensaciones es lo que constituye elmodernismo en literatura. Su origen debe buscarse en el desenvolvimiento
progresivodelossentidos,quetiendenamultiplicarsusdiferentespercepcionesycorresponderíasentresí, formandounsolosentido,comounosoloformabanyaparaBaudelaire:
ÔmétamorphosemystiqueDetousmessensfondusenun!Sonhaleinefaitlamusique,Commesavoixfaitleparfum!
Las historias que hallaréis en este libro tienen ese aire que los críticosespañolessuelenllamardecadente,sindudaporquenoeslasensibilidaddelosjayanes.A ese gesto un poco desusado debieron sumala ventura, cuando porprimeravezquisehacerlasconocer.Siexceptuáis«Eulalia», todasellas fueroncondenadas a la hoguera, en alguna de esas redacciones donde toda necedadtienesuasiento.Yestahistoriaquierorecordarlaahoracomoenseñanzaqueossirva de aliento a vosotros, jóvenes amigos, los que sufrís desengaños en estepícaromundodelas letras.«Augusta»noparecióbienalgranrastacuerodelaEspañaModerna;«Rosita»escandalizóalpobrediabloquedirigeLaLectura,y«Beatriz», cayó en un concurso de El Liberal, aquel Liberal de antaño, tanapestosoaloscosméticosyaceitesdepeluqueríabarata,conqueseacicalabaunneciopresumidoypedante,quetuvociertanotoriedadliterariaconelnombredeFernanflor.
Salvose«Eulalia»porqueaquellahojadeLosLunesdeElImparcial,cuandoladirigióD.JoséOrtegaMunilla,fuealgodesusadoenestatierra.Yoencontréallíunahospitalidadquenohalléenpartealguna,nientoncesquecomenzabamivida literaria, ni tampoco después. Don José Ortega Munilla, a mí y a otrosmuchos que comenzaron conmigo, fue el único que en aquellos tiempos nostendióunamanogenerosa,cordialyamical.
V-I.
JARDÍNUMBRÍOHISTORIASDESANTOS:DEALMASENPENA:DEDUENDES
YLADRONES
TeníamiabuelaunadoncellamuyviejaquesellamabaMicaelalaGalana:Muriósiendoyotodavíaniño:Recuerdoquepasabalashorashilandoenelhuecodeunaventana,yquesabíamuchashistoriasdesantos,dealmasenpena,deduendesydeladrones.Ahorayocuentolasqueellamecontaba,mientrassusdedos arrugados daban vueltas al huso. Aquellas historias de un misterio candoroso y trágico, measustarondenochedurante losañosdemi infancia ypor esono lasheolvidado.De tiempoen tiempotodavíaselevantanenmimemoria,ycomosiunvientosilenciosoyfríopasasesobreellas,tienenellargomurmullodelashojassecas.¡Elmurmullodeunviejojardínabandonado!JardínUmbrío.
M
JARDÍNUMBRÍO:
JUANQUINTO
ICAELA la Galana contaba muchas historias de Juan Quinto, aquelbigardo que, cuando ella eramoza, tenía estremecida toda laTierra de
Salnés.Contabacómounanoche,afavordeloscuro,entróarobarenlaRectoralde Santa Baya de Cristamilde. La Rectoral de Santa Baya está vecina de laiglesia, en el fondo verde de un atrio cubierto de sepulturas y sombreado deolivos. En este tiempo de que hablaba Micaela, el rector era un viejoexclaustrado,buenlatinoybuenteólogo.Teníafamadesermuyadinerado,yseleveíapor las feriaschalaneandocaballeroenunayegua tordilla, siempreconlas alforjas llenas de quesos. Juan Quinto, para robarle, había escalado laventana, que en tiempode calores solía dejar abierta el exclaustrado.Trepó elbigardogateandoporelmuro,ycuandoseencaramabasobreelalféizarconuncuchillo sujeto entre los dientes, vio al abad incorporado en la cama ybostezando.JuanQuintosaltódentrodelasalaconungritofiero,yaelcuchilloempuñado. Crujieron las tablas de la tarima con ese pavoroso prestigio quecomunicalanocheatodoslosruidos.JuanQuintoseacercóalacama,yhallólosojosdelviejofrailucoabiertosysosegadosqueleestabanmirando:
—¿Quémalaideatraes,rapaz?Elbigardolevantóelcuchillo:—Laideaquetraigoesquemeentregueeldineroquetieneescondido,señor
abad.Elfrailucoriojocundamente:—¡TúeresJuanQuinto!—Prontomehareconocido.JuanQuintoeraalto,fuerte,airoso,cenceño.Tenía labarbadecobre,y las
pupilasverdescomodosesmeraldas,audacesyexaltadas.Porloscaminos,entre
chalanes y feriantes, prosperaba la voz de que era muy valeroso, y elexclaustrado conocía todas las hazañas de aquel bigardo que ahora le mirabafijamente,conelcuchillolevantadoparaaterrorizarle:
—Traigopriesa,señorabad.¡Labolsaolavida!Elabadsesantiguó:—Perotúvienestrastornado.¿Cuántosvasosapuraste,perdulario?Sabíatu
malaconducta,aquívienenmuchosfeligresesadolerse…¡Pero,hombre,nomehabíandichoquefuesesborracho!
JuanQuintogritóconrepentinaviolencia:—¡Señorabad,receelYoPecador!—Rézalotú,quemásfaltatehace.—¡Que le siego la garganta! ¡Que le pico la lengua! ¡Que le como los
hígados!Elabad,siempresosegado,seincorporóenlasalmohadas:—¡Noseasbárbaro,rapaz!¡Quéprovechoibaahacertetantacarnecruda!—¡Nomejuegueaburlas,señorabad!¡Labolsaolavida!—Yonotengodinero,ysilotuviesetampocoibaaserparati.¡Andaacavar
latierra!JuanQuintolevantóelcuchillosobrelacabezadelexclaustrado:—Señorabad,receelYoPecador.Elabadacabóporfruncirelásperoentrecejo:—Nomeda la gana.Si estás borracho, anda a dormirla.Y en lo sucesivo
aprendeque amí semedebeotro respetopormis añosypormi dignidaddeeclesiástico.
Aquel bigardo atrevido y violento quedó callado un instante, y luegomurmuróconlavozasombradaycubiertadeunvelo:
—¡UstednosabequiénesJuanQuinto!Antes de responderle, el exclaustrado le miró de alto a bajo con grave
indulgencia:—Mejorloséquetúmismo,malcristiano.Insistióelotroconimpotenterabia:—¡Unleón!—¡Ungato!—¡Losdineros!—Nolostengo.—¡Quenomevoysinellos!
—Puesdehuéspednoterecibo.En laventana rayabaeldía,y losgallos cantabanquebrandoalbores. Juan
Quinto miró a la redonda, por la ancha sala donde el tonsurado dormía, ydescubrióunagaveta:
—Meparecequeyadiconelnido.Tosióelfrailuco:—Malosvientostienes.Ycomenzóavestirsemuyreposadamenteya rezaren latín.De tiempoen
tiempo,aparquesesantiguaba,dirigíalosojosalbandolero,queibadeunladoalotrocateando.Sonreíasocarrónelfrailucoymurmurabaamediavoz,unavozgraveyborbollona:
—Busca,busca. ¡Noencuentroyoconelclarodía,yhasdeencontrar túatentones!…
Cuandoacabódevestirsesalióalasolanaporvercómoamanecía.Cantabanlospájaros,estremecíanselasyerbas,todotornabaanacerconelalbadeldía:Elabadgritolealbigardo,queseguíacateandoenlagaveta:
—Tráemeelbreviario,rapaz.Juan Quinto apareció con el breviario, y al tomárselo de las manos, el
exclaustradolereconvinollenodeindulgencia:—¿Pero quién te aconsejó para haber tomado este mal camino? ¡Ponte a
cavarlatierra,rapaz!—Yononacíparacavarlatierra.¡Tengosangredeseñores!—Puescompraunacuerdayahórcate,porquepararobartampocosirves.Conestaspalabrasbajóel frailuco las escalerasde la solana,yentróen la
iglesia para celebrar sumisa. Juan Quinto huyó galgueando a través de unosmaizales,puesseveníaporlosmonteslamañanayenlafrescadeldíamuchoscampanariossaludabanaDios.YfueenestamismamañanaingenuayfragantecuandorobóymatóaunchalánenelcaminodeSantaMaríadeMeis.MicaelalaGalana,enelfinaldelcuento,bajabalavozsantiguándose,yconmurmullodesubocasindientesrecordabalagenealogíadeJuanQuinto:
—Era de buenas familias.Hijo deRemigio deBealo, nieto de Pedro, queacompañó al difunto señor en la batalla del Puente San Payo. Recemos unPadrenuestroporlosmuertosyporlosvivos.
D
JARDÍNUMBRÍO:
LAADORACIÓNDELOSREYES
Vinde,vinde,SantosReyesVereil,ajoyamillor,UnmeniñoComounbrinquiño,Tanbunitiño,Qu’áonacernublouosol!
ESDElapuestadelsolsealzabaelcánticodelospastoresentornodelashogueras, y desde la puesta del sol, guiados por aquella otra luz que
aparecióinmóvilsobreunacolina,caminabanlostresSantosReyes.Jinetesencamellosblancos,ibanlostresenlafrescuraapacibledelanocheatravesandoeldesierto.Lasestrellasfulgurabanenelcielo,ylapedreríadelascoronasrealesfulgurabaensusfrentes.Unabrisasuavehacíaflamear losrecamadosmantos:EldeGaspareradepúrpuradeCorinto:EldeMelchoreradepúrpuradeTiro:Elde Baltasar era de púrpura deMenfis. Esclavos negros, que caminaban a pieenterrandosussandaliasenlaarena,guiabanloscamellosconunamanopuestaenelcabezaldecueroescarlata.Ondulabansueltos loscorvosrendajesyentresus flecos de seda temblaban cascabeles de oro. Los tres Reyes Magoscabalgaban en fila: Baltasar el Egipcio iba delante, y su barba luenga, quedescendía sobre el pecho, era a veces esparcida sobre los hombros…Cuandoestuvieronalaspuertasdelaciudadarrodilláronseloscamellos,ylostresReyesseapearonydespojándosedelascoronashicieronoraciónsobrelasarenas.
YBaltasardijo:—¡Esllegadoeltérminodenuestrajornada!…YMelchordijo:—¡AdoremosalquenacióReydeIsrael!…YGaspardijo:—¡Losojosleveránytodoserápurificadoennosotros!…
EntoncesvolvieronamontarensuscamellosyentraronenlaciudadporlaPuertaRomana,yguiadosporlaestrellallegaronalestablodondehabíanacidoel Niño. Allí los esclavos negros, como eran idólatras y nada comprendían,llamaronconrudasvoces:
—¡Abrid!…¡Abridlapuertaanuestrosseñores!Entonces los tres Reyes se inclinaron sobre los arzones y hablaron a sus
esclavos.YsucedióquelostresReyeslesdecíanenvozbaja:—¡CuidaddenodespertaralNiño!Y aquellos esclavos, llenos de temeroso respeto, quedaron mudos, y los
camellos,quepermanecían inmóvilesante lapuerta llamaronblandamenteconla pezuña, y casi almismo tiempo aquella puerta de viejo y oloroso cedro seabriósin ruido.Unancianodecalvasienynevadabarbaasomóenelumbral.Sobre el armiño de su cabellera luenga y nazarena temblaba el arco de unaaureola:SutúnicaeraazulybordadadeestrellascomoelcielodeArabiaenlasnochesserenas,yelmantoerarojo,comoelmardeEgipto,yelbáculoenqueseapoyabaeradeoro,florecidoenloaltocontresliriosblancosdeplata.AlverseensupresencialostresReyesseinclinaron.Elancianosonrióconelcandordeunniñoyfranqueándoleslaentradadijoconsantaalegría:
—¡Pasad!Y aquellos tres Reyes, que llegaban de Oriente en sus camellos blancos,
volvieronainclinarlasfrentescoronadas,yarrastrandosusmantosdepúrpuraycruzadas las manos sobre el pecho, penetraron en el establo. Sus sandaliasbordadas de oro producían un armonioso rumor. El niño, que dormía en elpesebresobrerubiapajacentena,sonrióensueños.AsuladohallábaselaMadre,quelecontemplabaderodillasconlasmanosjuntas:Suropajeparecíadenubes,susarracadasparecíandefuego,ycomoenellagoazuldeGenezaretrielabanenelmantoloslucerosdelaaureola.Unángeltendíasobrelacunasusalasdeluz,y laspestañasdelNiño temblabancomomariposas rubias,y los tresReyes sepostraron para adorarle, y luego besaron los pies del Niño. Para que no sedespertase, con las manos apartaban las luengas barbas que eran graves ysolemnescomooraciones.Despuésselevantaron,yvolviéndoseasuscamellosletrajeronsusdones:Oro,Incienso,Mirra.
YGaspardijoalofrecerleelOro:—ParaadorartevenimosdeOriente.YMelchordijoalofrecerleelIncienso:—¡HemosencontradoalSalvador!
YBaltasardijoalofrecerlelaMirra:—¡Bienaventuradospodemosllamarnosentretodoslosnacidos!Y los tres Reyes Magos despojándose de sus coronas las dejaron en el
pesebrealospiesdelNiño.Entoncessusfrentestostadasporelsolylosvientosdeldesiertosecubrierondeluz,ylahuellaquehabíadejadoelcercobordadodepedreríaeraunacoronamásbellaquesuscoronaslabradasenOriente…YlostresReyesMagosrepitieroncomouncántico:
—¡Estees!…¡Nosotroshemosvistosuestrella!Después se levantaron para irse, porque ya rayaba el alba. La campiña de
Belén, verde y húmeda, sonreía en la paz de lamañana con el caserío de susaldeasdisperso,y losmolinoslejanosdesapareciendobajoelemparradodelaspuertas,ylasmontañasazulesylanieveenlascumbres.Bajoaquelsolamablequelucíasobrelosmontesibaporloscaminoslagentedelasaldeas:UnpastorguiabasuscarneroshacialaspraderasdeGamalea;mujerescantandovolvíandelpozodeEfraíncon lasánforas llenas;unviejocansadopicaba layuntadesusvacas,quesedeteníanmordisqueandoenlosvallados,yelhumoblancoparecíasalirdeentrelashigueras…Losesclavosnegroshicieronarrodillarloscamellosy cabalgaron los tres Reyes Magos. Ajenos a todo temor se tornaban a sustierras, cuando fueronadvertidosporel cántico lejanodeunaviejayunaniñaque,sentadasalapuertadeunmolino,estabandesgranandoespigasdemaíz.Yeraesteelcantarremotodelasdosvoces:
CamiñadeSantosReyesPorcaminosdesviados,Quepol’oscamiñosreásHerodesmandousoldados.
E
JARDÍNUMBRÍO:
ELMIEDO
SE largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte, elverdadero escalofrío del miedo, solo lo he sentido una vez. Fue hace
muchos años, en aquel hermoso tiempo de los mayorazgos, cuando se hacíainformacióndenoblezaparasermilitar.YoacababadeobtenerloscordonesdeCaballero Cadete. Hubiera preferido entrar en la Guardia de la Real Persona;peromimadreseoponía,ysiguiendo la tradiciónfamiliar, fuigranaderoenelRegimientodelRey.Norecuerdoconcertezalosañosquehace,peroentoncesapenasmeapuntabaelbozoyhoyandocercadeserunviejocaduco.AntesdeentrarenelRegimientomimadrequisoecharmesubendición.Lapobreseñoravivíaretiradaenel fondodeunaaldea,dondeestabanuestropazosolariego,yalláfuisumisoyobediente.LamismatardequelleguémandóenbuscadelPriordeBrandesoparaquevinieseaconfesarmeenlacapilladelpazo.MishermanasMaría Isabel yMaría Fernanda, que eran unas niñas, bajaron a coger rosas aljardín,ymimadrellenóconellaslosflorerosdelaltar.Despuésmellamóenvozbajaparadarmesudevocionarioydecirmequehicieseexamendeconciencia:
—Vetealatribuna,hijomío.Allíestarásmejor…La tribuna señorial estaba al lado del Evangelio y comunicaba con la
biblioteca. La capilla era húmeda, tenebrosa, resonante. Sobre el retablocampeabaelescudoconcedidoporejecutoriasdelosReyesCatólicosalseñordeBradomín, PedroAguiar de Tor, llamado el Chivo y también el Viejo. Aquelcaballero estaba enterrado a la derecha del altar: El sepulcro tenía la estatuaorantedeunguerrero.Lalámparadelpresbiterioalumbrabadíaynocheanteelretablo, labradocomo joyelde reyes:Losáureos racimosde lavid evangélicaparecían ofrecerse cargados de fruto. El santo tutelar era aquel piadoso ReyMagoqueofreciómirraalNiñoDios:Sutúnicadesedabordadadeorobrillaba
conelresplandordevotodeunmilagrooriental.Laluzdelalámpara,entrelascadenasdeplata,teníatímidoaleteodepájaroprisionerocomosiseafanaseporvolar hacia el Santo. Mi madre quiso que fuesen sus manos las que dejasenaquella tarde a los pies del Rey Mago los floreros cargados de rosas, comoofrendadesualmadevota.Después,acompañadademishermanas,searrodillóante el altar: Yo desde la tribuna solamente oía el murmullo de su voz, queguiabamoribunda lasavemarías;perocuandoa lasniñas les tocabaresponder,oía todas las palabras rituales de la oración. La tarde agonizaba y los rezosresonaban en la silenciosa oscuridad de la capilla, hondos, tristes y augustos,comounecode laPasión.Yomeadormecíaen la tribuna.Lasniñas fueronasentarseenlasgradasdelaltar:Susvestidoseranalboscomoellinodelospañoslitúrgicos. Ya solo distinguía una sombra que rezaba bajo la lámpara delpresbiterio:Eramimadre,quesosteníaentresusmanosun libroabiertoy leíaconlacabezainclinada.Detardeentarde,elvientomecíalacortinadeunaltoventanal: Yo entonces veía en el cielo, ya oscuro, la faz de la luna, pálida ysobrenaturalcomounadiosaquetienesualtarenlosbosquesyenloslagos…
Mimadrecerróel librodandounsuspiro,ydenuevollamóalasniñas.Vipasarsussombrasblancasatravésdelpresbiterioycolumbréquesearrodillabanalosladosdemimadre.Laluzdelalámparatemblabaconundébilresplandorsobrelasmanosquevolvíanasostenerabiertoellibro.Enelsilenciolavozleíapiadosaylenta.Lasniñasescuchaban,yadivinésuscabellerassueltassobrelaalbura del ropaje y cayendo a los lados del rostro iguales, tristes, nazarenas.Habíameadormecido,ydeprontomesobresaltaronlosgritosdemishermanas.Miré y las vi en medio del presbiterio abrazadas a mi madre. Gritabandespavoridas.Mimadrelasasiódelamanoyhuyeronlastres.Bajépresuroso.Iba a seguirlas y quedé sobrecogido de terror. En el sepulcro del guerrero seentrechocabanloshuesosdelesqueleto.Loscabellosseerizaronenmifrente.Lacapilla había quedado en el mayor silencio, y oíase distintamente el hueco ymedrosorodardelacalaverasobresualmohadadepiedra.Tuvemiedocomonolo he tenido jamás, pero no quise quemimadre ymis hermanasme creyesencobarde,ypermanecí inmóvilenmediodelpresbiterio,conlosojosfijosenlapuertaentreabierta.Laluzdelalámparaoscilaba.Enloaltomecíaselacortinadeunventanal,ylasnubespasabansobrelaluna,ylasestrellasseencendíanyseapagabancomonuestrasvidas.Depronto,allálejos,resonófestivoladrardeperrosymúsicadecascabeles.Unavozgraveyeclesiásticallamaba:
—¡Aquí,Carabel!¡Aquí,Capitán!…
EraelPriordeBrandesoquellegabaparaconfesarme.Despuésoílavozdemimadretrémulayasustada,ypercibídistintamentelacarreraretozonadelosperros. La voz grave y eclesiástica se elevaba lentamente, como un cantogregoriano:
—Ahora veremos qué ha sido ello… Cosa del otro mundo no lo es,seguramente…¡Aquí,Carabel!¡Aquí,Capitán!…
YelPriordeBrandeso,precedidodesuslebreles,aparecióenlapuertadelacapilla:
—¿Quésucede,señorGranaderodelRey?Yorepuseconvozahogada:—¡SeñorPrior,heoídotemblarelesqueletodentrodelsepulcro!…ElPrioratravesólentamentelacapilla:Eraunhombrearroganteyerguido.
EnsusañosjuvenilestambiénhabíasidoGranaderodelRey:Llegóhastamí,sinrecogerelvuelodesushábitosblancos,yafirmándomeunamanoenelhombroymirándomelafazdescolorida,pronunciógravemente:
—¡Quenunca pueda decir el Prior deBrandeso que ha visto temblar a unGranaderodelRey!…
No levantó la mano de mi hombro, y permanecimos inmóviles,contemplándonos sin hablar. En aquel silencio oímos rodar la calavera delguerrero.LamanodelPriorno tembló.Anuestro lado losperrosenderezabanlasorejasconelcuelloespeluznado.Denuevooímosrodarlacalaverasobresualmohadadepiedra.ElPriorsesacudió:
—¡SeñorGranaderodelRey,hayquesabersisontrasgosobrujas!…Yseacercóalsepulcroyasiólasdosanillasdebronceempotradasenunade
laslosas,aquellaqueteníaelepitafio.Meacerquétemblando.ElPriormemirósin despegar los labios. Yo puse mi mano sobre la suya en una anilla y tiré.Lentamentealzamoslapiedra.Elhueco,negroyfrío,quedóantenosotros.Yoviquelaáridayamarillentacalaveraaúnsemovía.ElPrioralargóunbrazodentrodelsepulcroparacogerla.Después,sinunapalabraysinungesto,melaentregó.Larecibí temblando.Yoestabaenmediodelpresbiterioy la luzde la lámparacaíasobremismanos.Alfijarlosojoslassacudíconhorror.Teníaentreellasunnidodeculebrasquesedesanillaronsilbando,mientras lacalavera rodabaconhuecoy liviano son todas lasgradasdelpresbiterio.ElPriormemirócon susojosdeguerreroquefulgurabanbajolacapuchacomobajolaviseradeuncasco:
—Señor Granadero del Rey, no hay absolución… ¡Yo no absuelvo a loscobardes!
Yconrudoempaquesaliósinrecogerelvuelodesusblancoshábitostalares.Las palabras del Prior de Brandeso resonaron mucho tiempo en mis oídos:Resuenanaún.¡Talvezporellashesabidomástardesonreíralamuertecomoaunamujer!
H
JARDÍNUMBRÍO:
TRAGEDIADEENSUEÑO
ANdejadoabiertalacasaypareceabandonada…Elniñoduermefuera,enlapazdelatardequeagoniza, bajo el emparradode la vid. Sentada en el umbral, una viejamueve la cuna con el pie,
mientrassusdedosarrugadoshacengirarelhusodelarueca.Hilalavieja,copotrascopo,ellinomorenodesucampo.Tienecienaños,elcabelloplateado,losojosfaltosdevista,labarbetatemblorosa.
LAABUELA
¡Cuántostrabajosnosaguardanenestemundo!Sietehijostuve,ymismanostuvieron que coser siete mortajas… Los hijos me fueron dados para queconociese las penas de criarlos, y luego, uno a uno, me los quitó la muertecuando podían ser ayuda demis años. Estos tristes ojos aún no se cansan dellorarlos.¡Eransietereyes,mozosygentiles!…Susviudasvolvieronacasarse,y por delante de mi puerta vi pasar el cortejo de sus segundas bodas, y pordelantedemipuertavipasardespuéslosalegresbautizos…¡Ah!Solamenteelcorrodemisnietossedeshojócomounarosademayo…¡Yerantantos,quemisdedossecansabanhilandodíaynochesuspañales!…Atodoslosllevaronporesecaminodondecantanlossaposyelruiseñor.¡Cuántohanlloradomisojos!Quedéciegaviendopasarsusblancascajasdeángeles.¡Cuántohanlloradomisojosycuántotienentodavíaquellorar!Hacetresnochesqueaúllanlosperrosamipuerta.Yoesperabaque lamuertemedejaseestenietopequeño,y tambiénllega por él… ¡Era, entre todos, el quemás quería!…Cuando enterraron a supadreaúnnoeranacido:Cuandoenterraronasumadreaúnnoerabautizado…¡Por eso era, entre todos, el que más quería!… Íbale criando con cientos detrabajos.Tuveunaovejablancaque le servíadenodriza,pero lacomieron loslobosenelmonte…¡Yelnietomíosemarchitacomounaflor!¡Yelnietomíosemuerelenta,lentamente,comolaspobresestrellas,quenopuedencontemplarelamanecer!
La vieja llora y el niño se despierta. La vieja se inclina sollozando sobre la cuna, y con lasmanostemblorosas la recorre a tientas, buscando dónde está la cabecera. Al fin se incorpora con el niño enbrazos: Le oprime contra el seno, árido ymuerto, lloran hilo a hilo sus ojos ciegos:Con las lágrimasdetenidasenelsurcovenerablede lasarrugas,cantaporverdeacallarle.Canta laabuelaunaantiguatonadilla.Aloírlasedetienenenelcaminotresdoncellasquevuelvendelrío,cansadasdelavarytender,desola sol, las ricasambasdehilodeArabia.Son treshermanasazafatasen lospalaciosdelRey:LamayorsellamaAndara,lamedianaIsabela,lapequeñaAladina.
LAMAYOR
¡Pobreabuela,cantaparamatarsupena!
LAMEDIANA
¡Cantasiemprequelloraelniño!
LAPEQUEÑA¿Sabéisvosotrasporquélloraelniño?…Aquellaovejablancaquelecriaba
seextravióenelmonte,yporesolloraelniño…
LASDOSHERMANAS
¿Túlehasvisto?…¿Cuándofuequelehasvisto?
LAPEQUEÑAAlamanecerlevidormidoenlacuna.Estámásblancoquelaespumadelrío
dondenosotraslavamos.Meparecíaquemismanosaltocarlesellevabanalgodesuvida,comosifueseunaromaquelassantificase.
LASDOSHERMANAS
Ahoraalpasarnosdetendremosabesarle.
LAPEQUEÑA¿Yquédiremos cuandonos interrogue la abuela?…Amímedio una tela
hilada y tejida por sus manos para que la lavase, y al mojarla se la llevó lacorriente…
LAMEDIANA
A mí me dio un lenzuelo de la cuna, y al tenderlo al sol se lo llevó elviento…
LAMAYOR
Amíme dio unamadeja de lino, y al recogerla del zarzal donde la habíapuestoasecar,unpájaronegroselallevóenelpico…
LAPEQUEÑA¡Yonoséquélediremos!…
LAMEDIANA
Yotampoco,hermanamía.
LAMAYOR
Pasaremosensilencio.Comoestácieganopuedevernos.
LAMEDIANA
Suoídoconocelaspisadas.
LAMAYOR
Lasapagaremosenlahierba.
LAPEQUEÑASusojosadivinanlassombras.
LAMAYOR
Hoyestáncansadosdellorar.
LAMEDIANA
Vamos, pues, todo por la orilla del camino, que es donde la yerba estácrecida.
Las treshermanas,Andara, IsabelayAladina, vanen silencioandandopor laorilladel camino.Lavieja levanta un momento los ojos sin vista: Después sigue meciendo y cantando al niño. Las treshermanas,cuandohanpasado,vuelvenlacabeza:Sealejanydesaparecen,unatrasotra,enlarevuelta.Allá,porlafaldadelacolina,asomaunpastor.Caminadespacio,yalandarseapoyaenelcayado:Esmuy anciano, vestido todo de pieles, con la barba nevada y solemne: Parece uno de aquellos piadosospastoresqueadoraronalNiñoJesúsenelEstablodeBelén.
ELPASTORYaseponeelsol.¿Porquénoentrasenlacasacontunieto?
LAABUELA
Dentrodelacasaandalamuerte…¿Nolasientesbatirlaspuertas?
ELPASTOREselvientoquevieneconlanoche…
LAABUELA
¡Ah!…¡Túpiensasqueeselviento!…¡Eslamuerte!…
ELPASTOR¿Laovejanohaparecido?
LAABUELA
Laovejanohaparecido,niparecerá…
ELPASTORMis zagales la buscaron dos días enteros… Se han cansado ellos y los
canes…
LAABUELA
¡Yelloboríeensucubil!…
ELPASTORYotambiénmecansébuscándola.
LAABUELA
¡Y todos nos cansaremos!… Solamente el niño seguirá llamándola en sulloro,yseguirá,yseguirá…
ELPASTORYoescogeréenmirebañounaovejamansa.
LAABUELA
Nolahallarás.Lasovejasmansaslascomenloslobos.
ELPASTORMi rebaño tiene tres canes vigilantes. Cuando yo vuelva del monte, le
ofreceréalniñounaovejaconsucorderoblanco.
LAABUELA
¡Ah! ¡Cuánto temía que la esperanza llegase y se cobijara en mi corazóncomounnidoviejoabandonadobajoelalar!…
ELPASTORLaesperanzaesunpájaroquevacantandoportodosloscorazones.
LAABUELA
Soy una pobre desvalida, pero mientras conservasen tiento mis dedos,hilaríanparaturegalocuantalanadierelaoveja.¡Peronoviviráelnietomío!…Haceyatresdías,desdequeaúllanlosperros,cuandolealzodelacunasientobatirsusalasdeángelcomosiquisieseaprenderavolar…
Vuelvea llorar el niño, pero conun vagido cada vezmásdébil y desconsolado:Vuelve suabuelaamecerle con la antigua tonadilla. El pastor se aleja lentamente, pasa por un campo verde, donde estánjugandoalarueda…Cantaelcorroinfantillamismatonadillaquelaabuela.Aldeshacerse,unasniñasconlafaldallenadefloresseacercanalavieja,quenolassiente,ysiguemeciendoasunieto.Lasniñassemiranensilencioysesonríen.Laabueladejadecantaryacuestaalnietoenlacuna.
LASNIÑAS¿Sehadormido,abuela?
LAABUELA
Sí,sehadormido.
LASNIÑAS¡Qué blanco está!… ¡Pero no duerme, abuela!…Tiene los ojos abiertos…
Parecequemiraunacosaquenoseve…
LAABUELA
¡Unacosaquenoseve!…¡Eslaotravida!…
LASNIÑASSesonríeycierralosojos…
LAABUELA
Con ellos cerrados seguirá viendo lo mismo que antes veía. Es su almablancalaquemira.
LASNIÑAS¡Sesonríe!…¿Porquésesonríeconlosojoscerrados?…
LAABUELA
Sonríealosángeles.
Unaráfagadevientopasasobrelassueltascabelleras,sinondularlas.Esunvientofríoquehacellorarlos ojos de la abuela. El nieto permanece inmóvil en la cuna. Las niñas se alejan pálidas ymiedosas,lentamente,ensilencio,cogidasdelamano.
LAABUELA
¿Dóndeestáis?…Decidme:¿Sesonríeaún?
LASNIÑASNo,yanosesonríe…
LAABUELA
¿Dóndeestáis?
LASNIÑASNosvamosya…
Sesueltanlasmanosyhuyen.Alolejossuenaunaesquila.Laabuelaseencorvaescuchando…Eslaovejafamiliar,quevuelveparaquemameelniño:LlegacomoeldondeunReyMago,conlasubresllenasdebien.Reconoceloslugaresyseacercacondulcebalido:Traeelvellónpeinadoporlostojosylaszarzasdel monte. La vieja extiende sobre la cuna las manos para levantar al niño. ¡Pero las pobres manosarrugadas,temblonasyseniles,hallanqueelniñoestáyerto!
LAABUELA
¡Yamehasdejado,nietomío! ¡Qué solamehasdejado! ¡Oh!¿Porqué tualma de ángel no puso un beso en mi boca y se llevó mi alma cargada depenas?…Eras tú como un ramo de blancas rosas en esta capilla triste demivida…Sime tendías los brazos eran las alas inocentes de los ruiseñores queencantan en el Cielo a los Santos Patriarcas: Si me besaba tu boca, era unaventana llena de sol que se abría sobre la noche… ¡Eras tú como un cirio deblancaceraenestacapillaoscurademialma!…¡Vuélvemealnietomío,muertenegra!…¡Vuélvemealnietomío!…
Conlosbrazosextendidos,entraenlacasadesiertaseguidadelaoveja.Bajoeltechadoresuenansusgritos.Yelvientoandaabatirlaspuertas.
C
JARDÍNUMBRÍO:
BEATRIZ
CAP.I
ERCABAelpalaciounjardínseñorial,llenodenoblerecogimiento.Entremirtos seculares, blanqueaban estatuas de dioses: ¡Pobres estatuas
mutiladas!Loscedrosy los laureles cimbreabanconaugustamelancolía sobrelasfuentesabandonadas:Algúntritón,cubiertodehojas,borboteabaaintervalossurisaquimérica,yelaguatemblabaenlasombra,conlatidodevidamisteriosayencantada.
La Condesa casi nunca salía del palacio: Contemplaba el jardín desde elbalcónplaterescodesualcoba,yconlasonrisaamabledelasdevotaslinajudas,le pedía a Fray Ángel, su capellán, que cortase las rosas para el altar de lacapilla.EramuypiadosalaCondesa.Vivíacomounaprioranobleretiradaenlasestanciastristesysilenciosasdesupalacio,conlosojosvueltoshaciaelpasado:¡Ese pasado que los reyes de armas poblaron de leyendas heráldicas! CarlotaElena Aguiar y Bolaño, Condesa de Porta-Dei, las aprendiera cuando niñadeletreandolosranciosnobiliarios.DescendíadelacasadeBarbanzón,unadelasmásantiguasyesclarecidas,segúnafirmanejecutoriasdenoblezaycartasdehidalguíasignadasporelSeñorReydonCarlos I.LaCondesaguardabacomoreliquias aquellas páginas infanzonas aforradas en velludo carmesí, que de lossiglospasadoshacíangallardaremembranzaconsusgrandesletrasfloridas,susorlashistoriadas,susgrifosheráldicos,susemblemascaballerescos,suscimerasempenachadas y sus escudos de diez y seis cuarteles,miniados con pacienciamonástica,degulesydeazur,deoroydeplata,desableydesinople.
La Condesa era unigénita del célebre Marqués de Barbanzón, que tantofiguróenlasguerrascarlistas.HechalapazdespuésdelatraicióndeVergara—
L
nuncaloslealesllamarondeotrasuertealconvenio—,elMarquésdeBarbanzónemigróaRoma.YcomoaquellostiemposeranloshermosostiemposdelPapa-Rey,elcaballeroespañolfueunodelosgentileshombresextranjerosconcargopalatinoenelVaticano.Durantemuchosañosllevósobresushombroselmantoazuldelosguardiasnobles,yluciólabizarraropillaacuchilladadeterciopeloyraso. ¡Elmismo arreo galán con que el divino Sanzio retrató al divino CésarBorgia!
Los títulosdeMarquésdeBarbanzón,CondedeGondarínySeñordeGoaextinguiéronse conel buencaballerodonFranciscoXavierAguiaryBendaña,que maldijo en su testamento, con arrogancias de castellano leal, a toda sudescendencia,sientreellahabíaunosoloque,traidoryvanidoso,pagaselanzasyanatasacualquierSeñorReyqueno lo fuesepor laGraciadeDios.Suhijaadmiró llorosa la soberanagallardíadeaquellamaldiciónque se levantabadelfondodeun sepulcro,yacatando lavoluntadpaterna,dejóperderse los títulosquehonraranveintedesusabuelos,perosuspirósiempreporaquelMarquesadode Barbanzón. Para consolarse solía leer, cuando sus ojos estaban menoscansados,elnobiliariodelMonjedeArmentáriz,dondesecuentanlosorígenesdetanesclarecidolinaje.
CAP.II
A mano atezada y flaca del capellán levantó el blasonado cortinón dedamascocarmesí:
—¿DasupermisolaSeñoraCondesa?—Adelante,FrayÁngel.Elcapellánentró.Eraunviejoaltoyseco,conelandardominadorymarcial.
LlegabadeBarbanzón,dondehabíaestadocobrandolosfloralesdelmayorazgo.Acababadeapearseenlapuertadelpalacio,yaúnnosedescalzaralasespuelas.Alláenelfondodelestrado,lasuaveCondesasuspirabatendidasobreelcanapéde damasco carmesí. Apenas se veía dentro del salón. Caía la tarde adusta einvernal.LaCondesarezabaenvozbaja,ysusdedos,liriosblancosaprisionadosenlosmitonesdeencaje,pasabanlentamentelascuentasdeunrosariotraídodeJerusalén. Largos y penetrantes alaridos llegaban al salón desde el fondomisteriosodelpalacio:Agitabanlaoscuridad,palpitabanenelsilenciocomolasalasdelmurciélagoLucifer…FrayÁngelsesantiguó:
—¡VálgameDios!¿SindudaelDemoniocontinúamartirizandoalaseñoritaBeatriz?
LaCondesapusofinasurezo,santiguándoseconelcrucifijodelrosario,ysuspiró:
—¡Pobrehijamía!ElDemonio la tieneposeída.Amímedaespantooírlagritar,verlaretorcersecomounasalamandraenelfuego…MehanhabladodeunasaludadoraquehayenCéltigos.Seránecesariollamarla.Cuentanquehaceverdaderosmilagros.
FrayÁngel,indeciso,movíalatonsuradacabeza:—Síqueloshace,perollevaveinteañosencamada.—Semandaelcoche,FrayÁngel.—Imposibleporesoscaminos,señora.—Selatraeensillademanos.—Únicamente. ¡Peroesdifícil,muydifícil!Lasaludadorapasadelsiglo…
Esunareliquia…ViendopensativaalaCondesa,elcapellánguardósilencio:Eraunviejode
ojosenfoscadosyperfil aguileño, inmóvil como talladoengranito.Recordabaesosobisposguerrerosqueenlascatedralesduermenorezanalasombradeunarcosepulcral.FrayÁngelhabíasidounodeaquelloscabecillastonsurados,querobaban la plata de sus iglesias para acudir en socorro de la facción. Añosdespués, ya terminada la guerra, aún seguía aplicando sumisa por el alma deZumalacárregui. La dama, con las manos en cruz, suspiraba. Los gritos deBeatrizllegabanalsalónenráfagasdelocoyrabiosoulular.ElrosariotemblabaentrelosdedospálidosdelaCondesa,que,sollozante,musitabacasisinvoz:
—¡Pobrehija!¡Pobrehija!FrayÁngelpreguntó:—¿Noestarásola?LaCondesacerrólosojoslentamentealmismotiempoque,conunademán
llenodecansancio,reclinabalacabezaenloscojinesdelcanapé:—EstáconmitíalaGeneralayconelseñorPenitenciario,queibaadecirle
losexorcismos.—¡Ah!¿PeroestáaquíelseñorPenitenciario?LaCondesarespondiótristemente:—Mitíalehatraído.FrayÁngelhabíasepuestoenpieconextrañosobresalto:—¿QuéhadichoelseñorPenitenciario?
B
—Yonolehevistoaún.—¿Hacemuchoqueestáahí?—Tampocolosé,FrayÁngel.—¿NolosabelaseñoraCondesa?—No…Hepasadotodalatardeenlacapilla.Hoycomencéunanovenaala
Virgen de Bradomín. Si sana mi hija, le regalaré el collar de perlas y lospendientesquefuerondemiabuelalaMarquesadeBarbanzón.
Fray Ángel escuchaba con torva inquietud. Sus ojos, enfoscados bajo lascejas, parecían dos alimañas monteses azoradas. Calló la dama suspirante. Elcapellánpermanecióenpie:
—SeñoraCondesa,voyamandarensillarlamula,yestanochemepongoenCéltigos.Siseconsigue traera lasaludadora,debehacerseconungransigilo.Sobrelamadrugadayapodemosestaraquí.
LaCondesavolvióalcielolosojos,queteníanuncercoamoratado:—¡Dioslohaga!Y la noble señora, arrollando el rosario entre sus dedos pálidos, levantose
paravolveral ladode suhija.Ungatoquedormitaba sobreel canapé saltóalsuelo, enarcó el espinazoy la siguiómaullando…FrayÁngel se adelantó:Lamano atezada y flaca del capellán sostuvo el blasonado cortinón. LaCondesapasóconlosojosbajosynopudovercómoaquellamanotemblaba.
CAP.III
EATRIZ parecía una muerta: Con los párpados entornados, las mejillasmuy pálidas y los brazos tendidos a lo largo del cuerpo, yacía sobre el
antiguolechodemaderalegadoalaCondesaporFrayDiegoAguiar,unObispodelanoblecasadeBarbanzóntenidoenopinióndesanto.LaalcobadeBeatrizeraunagransalaentarimadadecastaño,oscuraytriste.Teníaangostasventanasdemontantedondearrullabanlaspalomas,ypuertasmonásticas,depacienteyarcaicaensambladura,conclavosdanzarinesenlosfloreadosherrajes.
ElseñorPenitenciarioyMisiaCarlota,laGenerala,retiradosenunextremode la alcoba, hablaban muy bajo. El canónigo hacía pliegues al manteo. Sussienes calvas, su frente marfileña, brillaban en la oscuridad. Rebuscaba laspalabras como si estuviese en el confesionario, poniendo sumo cuidado encuanto decía y empleando largos rodeos para ello.MisiaCarlota le escuchaba
atenta,yentresusdedos,secoscomolosdeunamomia,temblabanlasagujasdemadera y el ligero estambre de su calceta. Estaba pálida, y sin interrumpir alseñorPenitenciario,detiempoentiemporepetíaanonadada:
—¡Pobreniña!¡Pobreniña!ComoBeatrizllorabasuspirando,selevantóparaconsolarla.Despuésvolvió
al lado del canónigo, que con las manos cruzadas y casi ocultas entre lospliegues del manteo, parecía sumido en gravemeditación.Misia Carlota, quehabíasidosiempredamadegranentereza,seenjugabalosojosynoeradueñadeocultarsupena.ElseñorPenitenciariolepreguntóenvozbaja:
—¿Cuándollegaráesefraile?—Talvezhayallegado.—¡PobreCondesa!¿Quéhará?—¡Quiénsabe!—¿Ellanosospechanada?—¡Nopodíasospechar!…—Estandolorosotenerquedecírselo.Callaron los dos. Beatriz seguía llorando. Poco después entró la Condesa,
queprocurabaparecer serena:Llegóhasta la cabeceradeBeatriz, inclinose ensilencioybesólafrenteyertadelaniña.Conlasmanosencruz,semejanteaunadolorosa, y los ojos fijos, estuvo largo tiempo contemplando aquel rostroquerido.Era laCondesa todavía hermosa, prócer de estatura ymuy blanca derostro,conlosojosazulesylaspestañasrubias,deunrubiodoradoquetendíalevealadesombraenaquellasmejillastristesyaltaneras.ElseñorPenitenciarioseacercó:
—Condesa,necesitohablarconeseFrayÁngel.Lavozdelcanónigo,deordinarioacariciadoraysusurrante,estaballenade
severidad.LaCondesasevolviósorprendida:—FrayÁngelnoestáenelpalacio,señorPenitenciario.Y sus ojos azules, aún empañados de lágrimas, interrogaban con afán, al
mismo tiempo que sobre los labiosmarchitos temblaba una sonrisa amable yprudentededamadevota.MisiaCarlota,queestabaalacabeceradeBeatriz,seaproximómuyquedamente:
—Nohablenustedesaquí…Carlota,esprecisoquetengasvalor.—¡Diosmío!¿Quépasa?—¡Calla!Al mismo tiempo llevaba a la Condesa fuera de la estancia. El señor
L
PenitenciariobendijoensilencioaBeatriz,ysinrecogersushábitostalaressaliódetrás. Misia Carlota quedó en el umbral: Inmóvil y enjugándose los ojos,contemplódesdeallícómolaCondesayelPenitenciariosealejabanporellargocorredor:Después,santiguándose,volviósolaalladodeBeatriz,yposósumanodearrugassobrelafrentetersadelaniña:
—¡Hijitamía,notiembles!…¡Notemas!…Cabalgóenlanarizlosquevedosconguarnicióndeconcha,abrióunlibrode
oraciones, por donde marcaba el registro de seda azul ya desvanecida, ycomenzóaleerenvozalta:
ORACIÓN
«¡Oh,TristísimayDolorosísimaVirgenMaría,miSeñora,quesiguiendolashuellasdevuestroamantísimoHijo,ymiSeñor Jesucristo, llegasteisalMonteCalvario,dondeelEspírituSantoquisoregalaroscomoenmontedemirra,yosungió Madre del linaje humano! Concededme, Virgen María, con la DivinaGracia,elperdóndelospecadosyapartaddemialmalosmalosespíritusquelacercan, pues sois poderosa para arrojar a los demonios de los cuerpos y lasalmas.Yoespero,VirgenMaría,quemeconcedáis loqueospido,sihadeserparavuestramayorgloriaymisalvacióneterna.Amén».
Beatrizrepitió:—¡Amén!
CAP.IV
OS ojos del gato, que hacía centinela al pie del brasero, lucían en laoscuridad. La gran copa de cobre bermejo aún guardaba entre la ceniza
algunasascuasmortecinas.Enel fondoapenasesclarecidodel salón, sobre loscortinajesdeterciopelo,brillabaelmetaldelosblasonesbordados:LafuentedeplataylosnueveróelesdeoroquedonEnriqueIIIdieraporarmasalSeñordeBarbanzón,PedroAguiardeTor,llamadoelChivoytambiénelViejo.Lasrosasmarchitas perfumaban la oscuridad, deshojándose misteriosas en antiguosfloreros de porcelana que imitaban manos abiertas. Un criado encendía loscandelabros de plata que había sobre las consolas. Después la Condesa y el
Penitenciario entraban en el salón. La dama, con ademán resignado y noble,ofreció al eclesiástico asiento en el canapé, y trémula y abatida por oscurospresentimientos, se dejó caer en un sillón. El canónigo, con la voz ungida desolemnidad,empezóadecir:
—Esunterriblegolpe,Condesa…Ladamasuspiró:—¡Terrible,señorPenitenciario!Quedaronsilenciosos.LaCondesaseenjugabalaslágrimasquehumedecían
elfondoazuldesuspupilas.Alcabodeunmomentomurmuró,cubiertalavozporunanheloqueapenaspodíaocultar:
—¡Temotantoloqueustedvaadecirme!El canónigo inclinó con lentitud su frente pálida y desnuda, que parecía
maceradaporlasgravesmeditacionesteológicas:—¡EsprecisoacatarlavoluntaddeDios!—¡Espreciso!…¿Peroquéhiceyoparamerecerunapruebatandura?—¡Quién sabe hasta dónde llegan sus culpas! Y los designios de Dios,
nosotrosnolosconocemos.LaCondesacruzólasmanosdolorida:—VeramiBeatrizprivadadelagracia,poseídadeSatanás.Elcanónigolainterrumpió:—¡No,esaniñanoestáposeída!…HaceveinteañosquesoyPenitenciario
en nuestra catedral, y un caso de conciencia tan doloroso, tan extraño, no lohabíavisto.¡Laconfesióndeesaniñaenfermatodavíameestremece!…
LaCondesalevantólosojosalcielo:—¡Sehaconfesado!SindudaDiosNuestroSeñorquierevolverlesugracia.
¡He sufrido tanto viendo ami pobre hija aborrecer de todas las cosas santas!Porqueantesestuvoposeída,señorPenitenciario.
—No,Condesa,noloestuvojamás.La Condesa sonrió tristemente, inclinándose para buscar su pañuelo, que
acababa de perdérsele. El señor Penitenciario lo recogió de la alfombra: Eramenudo, mundano y tibio, perfumado de incienso y estoraque, como loscorporalesdeuncáliz:
—Aquíestá,Condesa.—Gracias,señorPenitenciario.Elcanónigosonriólevemente.Lallamadelasbujíasbrillabaensusanteojos
deoro.Eraaltoyencorvado,conmanosdeobispoyrostrodejesuita:Teníala
L
frentedesguarnida,lasmejillastristes,elmiraramable,labocasumida,llenadesagacidad. Recordaba el retrato del cardenal Cosme de Ferrara que pintó elPerugino.Traslevepausacontinuó:
—Enestepalacio,señora,sehospedaunsacerdoteimpuro,hijodeSatanás…LaCondesalemiróhorrorizada:—¿FrayÁngel?El Penitenciario afirmó inclinando tristemente la cabeza, cubierta por el
solideorojo,privilegiodeaquelCabildo:—Esa ha sido la confesión de Beatriz. ¡Por el terror y por la fuerza han
abusadodeella!…La Condesa se cubrió el rostro con las manos, que parecían de cera: Sus
labios no exhalaron un grito. El Penitenciario la contemplaba en silencio.Despuéscontinuó:
—Beatrizhaqueridoquefueseyoquienadvirtieseasumadre.Midebereracumplir su ruego. ¡Triste deber, Condesa! La pobre criatura, de pena y devergüenza, jamás se hubiera atrevido. Su desesperación al confesarme su faltaera tan grande, que llegó a infundirmemiedo. ¡Ella creía su alma condenada,perdidaparasiempre!
LaCondesa,sindescubrirelrostro,conlavozroncaporelllanto,exclamó:—¡Yoharémataralcapellán!¡Leharématar!¡Yamihijanolaverémás!Elcanónigosepusoenpiellenodeseveridad:—Condesa, el castigodebedejarse aDios.Yen cuanto a esaniña, ni una
palabraquepuedaherirla,niunamiradaquepuedaavergonzarla.Agobiada, yerta, la Condesa sollozaba como una madre ante la sepultura
abierta de sus hijos. Allá fuera, las campanas de un convento volteabanalegremente, anunciando la novena que todos los años hacían lasmonjas a laseráficafundadora.Enelsalón,lasbujíasllorabansobrelasarandelasdoradas,yenelbordedelbraseroapagadodormía,roncando,elgato.
CAP.V
OS gritos de Beatriz resonaron en todo el palacio… La Condesaestremeciose oyendo aquel plañir, que hacía miedo en el silencio de la
noche, y acudió presurosa. La niña, con los ojos extraviados y el cabellodestrenzándose sobre los hombros, se retorcía:Su rubia ymagdalénica cabeza
golpeabacontraelentarimado,ydelafrente,yertayangustiadamanabaunhilodesangre.Retorcíasebajo lamiradamuertae intensadelCristo:UnCristodeébano y marfil, con cabellera humana, los divinos pies iluminados poragonizantelamparilladeplata.Beatrizevocabaelrecuerdodeaquellasblancasylegendariasprincesas,santasdetreceañosyatentadasporSatanás.AlentrarlaCondesa,seincorporóconextravío,lafazlívida,loslabiostrémuloscomorosasquevanadeshojarse.Sucabelleraapenascubríalacandidezdelossenos:
—¡Mamá!¡Mamá!¡Perdóname!Y le tendía las manos, que parecían dos blancas palomas azoradas. La
Condesaquisoalzarlaenlosbrazos:—¡Sí,hija,sí!Acuéstateahora.Beatrizretrocedióconlosojoshorrorizados,fijosenelrevueltolecho:—¡Ahí está Satanás! ¡Ahí duermeSatanás!Viene todas las noches.Ahora
vinoysellevómiescapulario.Mehamordidoenelpecho.¡Yogrité,grité!Peronadiemeoía.Memuerdesiempreenlospechosymelosquema.
YBeatrizmostrábaleasumadreelsenodeblancuralívida,dondeseveíalahuellanegraquedejan los labiosdeLucifercuandobesan.LaCondesa,pálidacomolamuerte,descolgóelcrucifijoylepusosobrelasalmohadas:
—¡Notemas,hijamía!¡NuestroSeñorJesucristovelaahoraporti!—¡No!¡No!YBeatrizseestrechabaalcuellodesumadre.LaCondesaarrodilloseenel
suelo:Entresusmanosguardólospiesdescalzosdelaniña,comosifuesendospájaros enfermos y ateridos. Beatriz, ocultando la frente en el hombro de sumadre,sollozó:
—Mamáquerida,fueunatardequebajéalacapillaparaconfesarme…Yotellamégritando…Túnomeoíste…Despuésqueríavenirtodaslasnoches,yyoestabacondenada…
—¡Calla,hijamía!¡Norecuerdes!…Y las dos lloraron juntas, en silencio, mientras sobre la puerta de arcaica
ensambladurayfloreadosherrajes,arrullabandostórtolasqueFrayÁngelhabíacriadoparaBeatriz…Laniña,conlacabezaapoyadaenelhombrodesumadre,trémulaysuspirante,adormeciosepocoapoco.Lalunadeinviernobrillabaenelmontantedelasventanasysuluzblancasedifundíaporlaestancia.Fueraseoíaelviento,quesacudíalosárbolesdeljardín,yelrumordeunafuente.
La Condesa acostó a Beatriz en el canapé, y silenciosa, llena de amorosocuidado,lacubrióconunacolchadedamascocarmesí,esedamascoantiguo,que
A
parece tener algo de litúrgico. Beatriz suspiró sin abrir los ojos. Sus manosquedaronsobre lacolcha:Eranpálidas,blancas, ideales, transparentesa la luz:Lasvenasazulesdibujabanunaflordeensueño.Conlosojosllenosdelágrimas,laCondesaocupóunsillónquehabíacercano.Estabatanabrumada,quecasinopodíapensar,yrezabaconfusamente,adormeciéndoseconelresplandordelaluzqueardíaa lospiesdelCristo, enunvasodeplata.Yamuy tardeentróMisiaCarlota,apoyadaensumuleta,conlosquevedostemblantessobrelacorvanariz.LaCondesase llevóundedoa los labios indicándolequeBeatrizdormía,y laancianaseacercósinruido,andandocontrabajosalentitud:
—¡Alfindescansa!—Sí.—¡Pobrealmablanca!Sentose y arrimó lamuleta a uno de los brazos del sillón. Las dos damas
guardaron silencio:Sobre elmontantede lapuerta laparejade tórtolas seguíaarrullando.
CAP.VI
medianochellególasaludadoradeCéltigos.Laconducíandosnietosyaviejos,enuncarrodebueyes,tendidasobrepaja.LaCondesadispusoque
doscriadoslasubiesen.Entrósalmodiandosaludosyoraciones.Eravieja,muyvieja,conelrostrodesgastadocomolasmedallasantiguas,ylosojosverdes,delverdemaléficoquetienenlasfuentesabandonadas,dondesereúnenlasbrujas.Lanobleseñorasalióarecibirlahastalapuerta,ytemblándolelavoz,preguntóaloscriados:
—¿VisteissihavenidotambiénFrayÁngel?En vez de los criados respondió la saludadora con el rendimiento de las
viejasqueacuerdaneltiempodelosmayorazgos:—SeñoramiCondesa,yosolahevenido,sinmáscompañaqueladeDios.—¿PeronofueaCéltigosunfraileconelaviso?…—Estostristesojosanadievieron.Loscriadosdejaronalasaludadoraenunsillón.Beatrizlacontemplaba:Los
ojos, sombríos, abiertos como sobre un abismo de terror y de esperanza. Lasaludadorasonrióconlasonrisayertadesubocadesdentada:
—¡Mirenconcuántaatenciónestálablancarosa!Nomeapartalavista.
LaCondesa,quepermanecíadepieenmediodelaestancia,interrogó:—¿Peronovioaunfraile?—Anadie,miseñora.—¿Quiénllevóelaviso?—Nofuepersonadeestemundo.Ayerde tardequedemedormida,yenel
sueñotuveunarevelación.MellamabalabuenaCondesamoviendosupañueloblanco,queeradespuésunapalomavolando,volandoparaelCielo.
Ladamapreguntótemblando:—¿Esbuenagüeroeso?…—¡No hay otro mejor, mi Condesa! Díjeme entonces entre mí: Vamos al
palaciodetangranseñora.LaCondesacallaba.Despuésdealgún tiempo, la saludadora,que tenía los
ojosclavadosenBeatriz,pronunciólentamente:—Aestarosagalanalehanhechomaldeojo.Enunespejopuedeverse,sia
manolotiene,miseñora.LaCondesaleentregóunespejoguarnecidodeplataantigua.Levantoleen
alto la saludadora, igual que hace el sacerdote con la hostia consagrada, loempañóechándoleelaliento,yconundedotemblorosotrazóelcírculodelReySalomón.Hastaqueseborróporcompletotuvolosojosfijosenelcristal:
—LaCondesitaestáembrujada.Paraserbienrotoelembrujo,handedecirselas doce palabras que tiene la oración del Beato Electus, al dar las docecampanadasdelmediodía,queescuandoelPadreSanto se sientaa lamesaybendiceatodalaCristiandad.
LaCondesaseacercóalasaludadora:Elrostrodeladamaparecíaeldeunamuerta,ysusojosazulesteníanelvenenosocolordelasturquesas:
—¿Sabehacercondenaciones?—¡Ay,miCondesa,esmuygrandepecado!—¿Sabehacerlas?YomandarédecirmisasyDiosseloperdonará.Lasaludadorameditóunmomento:—Séhacerlas,miCondesa.—Pueshágalas…—¿Aquién,miseñora?—Auncapellándemicasa.Lasaludadorainclinólacabeza:—Paraesohacemenesterdelbreviario.LaCondesasalióytrajoelbreviariodeFrayÁngel.Lasaludadoraarrancó
sietehojasylaspusosobreelespejo.Después,conlasmanosjuntas,comoparaunrezo,salmodió:
—¡Satanás!¡Satanás!Teconjuropormismalospensamientos,pormismalasobras, por todos mis pecados. Te conjuro por el aliento de la culebra, por laponzoña de los alacranes, por el ojo de la salamántiga. Te conjuro para quevengas sin tardanza y en la gravedad de aqueste círculo del Rey Salomón teencierres, y en él te estés sin unmomento te partir, hasta poder llevarte a lascárcelestristesyescurasdelInfiernoelalmaqueenesteespejoagoravieres.Teconjuroporesterosarioqueyoséprofanadoportiymordidoencadaunadesuscuentas.¡Satanás!¡Satanás!Unayotravezteconjuro.
Entonceselespejoserompiócontristegemidodealmaencarcelada.Lastresmujeres, mirándose silenciosas, conmiedo de hablar, conmiedo de moverse,esperan el día, puestas lasmanos en cruz. Amanecía cuando sonaron grandesgolpesen lapuertadelpalacio.UnosaldeanosdeCéltigos traíanahombroselcuerpodeFrayÁngel,quealclarodelunadescubrieranflotandoenelrío…¡Lacabezayerta,tonsurada,pendíafueradelasandas!
D
JARDÍNUMBRÍO:
UNCABECILLA
EaquelmolineroviejoysilenciosoquemesirviódeguíaparavisitarlaspiedrascélticasdelMonteRourizguardounrecuerdoduro,fríoycortante
como la nieve que coronaba la cumbre. Quizá más que sus facciones, queparecíantalladasendurísimogranito,suhistoriatrágicahizoquecontalenergíahubiéseme quedado en el pensamiento aquella cara tabacosa que apenas sedistinguíadelpañodelamontera.Sicierrolosojos,creoverle:Eranudoso,secoy fuerte, como el tronco centenario de una vid: Los mechones grises ydesmedradosdesubarbarecordabanesasmanchasdemusgoqueostentanenlasocacidades de los pómulos las estatuas de los claustros desmantelados: Suslabiosdecorchoseplegabanconausteraindiferencia:Teníaunperfilinmóvilypensativo,unacabezainexpresivaderelieveegipcio.¡No,noloolvidarénunca!
Habíasidounterribleguerrillero.Cuandolasegundaguerracivil,echosealcampoconsuscincohijos,yenpocosdíaslogrólevantarunafaccióndegenteaguerridaydispuestaabatirelcobre.AlgunasvecesfiabaelmandodelapartidaasuhijoJuanMaríayseinternabaenlamontaña,seguro,comoloboquetieneen ella su cubil. Cuando menos se le esperaba, reaparecía cargado con suescopeta llena de ataduras y remiendos, trayendo en su compañía algúnmozoaldeanodeaspectotorpeyasustadizoque,defuerzaodegrado,veníaaengrosarlasfilas.Alaidayalavueltasolíarecaerporelmolinoparaenterarsedecómoibanlasfamilias,queeranlosnietos,ydelaspiedrasquemolían.Ciertatardedeverano llegó y hallolo todo en desorden. Atada a un poste de la parra, lamolineradesdichábaseyllamabainútilmenteasusnietos,quehabíanhuidoalaaldea:Elgalgoaullaba,conunapatamaltrechaenelaire:Lapuertaestabarotaaculatazos,yelgranoylaharinaalfombrabanelsuelo:Sobrelaartesaseveíanaún residuos del yantar interrumpido, y en el corral la vieja hucha de castaño
revuelta y destripada… El cabecilla contempló tal desastre sin proferir unaqueja.Despuésdebienenterarse,acercoseasumujermurmurando,conaquellavozdesentonadaycaóticadeviejosordo:
—¿Vinieronlosnegros?—¡Arrastradossevean!—¿Aquéhorasvinieron?—Podríanserlashorasdeyantar.¡Tantomesobresalté,quesemedesvanece
elacuerdo!—¿Cuántoseran?¿Quéleshasdicho?Lamolinerasollozómásfuerte.Envezdecontestar,desatoseendenuestos
contraaquellosenemigosmalosque tangrandestrozohacíanen lacasadeunpobrequeconnadiedelmundosemetía.Elmaridolamiróconsusojoscobrizosdegallegodesconfiado:
—¡Ay,demonio!¡Noerestúlagrancondenadaqueamímeengaña!Túleshasdichodóndeestálapartida.
Ellaseguíallorandosinconsuelo:—¡Arrepara, hombre, de qué hechura esos verdugos de Jerusalén me
pusieron!¡AtadamismamentecomoNuestroSeñor!Elguerrillerorepitióblandiendofuriosolaescopeta:—¡Avercómorespondes,puñela!¿Quéleshasdicho?—¡Peroconsidera,hombre!Callódandoungransuspiro,sinatreverseacontinuar,tantolaimponíalafaz
arrugadadelviejo.Élnovolvióa insistir.Sacóelcuchillo,ycuandoellacreíaque iba a matarla, cortó las ligaduras, y sin proferir una palabra, la empujóobligándolaaquelesiguiese.Lamolineranocesabadegimotear:
—¡Ay!¡Hijosdemisentrañas!¿Porquénohabíadedejarmequemarenunasparrillasantesdedecirdóndeestábades?Vos,comosoles.Yo,unaviejaconlospies para la cueva. Precisaba de andar mil años peregrinando por caminos yveredasparatenerperdóndeDios.¡Aymishijos!¡Mishijos!
La pobre mujer caminaba angustiada, enredados los toscos dedos delabradora en lamata cenicientade sus cabellos.Si sedetenía,mesándoselosygimiendo, el marido, cada vez más sombrío, la empujaba con la culata de laescopeta, pero sin brusquedad, sin ira, como a vaca mansísima nacida en lapropiacuadra,queporacasocerdea.Salierondelaeraabrasadaporelsoldeundía de agosto, y después de atravesar los prados del Pazo de Melías, seinternaronenelhondocaminodelamontaña.Lamujersuspiraba:
—¡VirgenSantísima,nomedesamparesenestahora!Anduvieron sin detenerse hasta llegar a una revuelta donde se alzaba un
retablo de ánimas. El cabecilla encaramose sobre un bardal y oteó recelosocuanto de allí alcanzaba a verse del camino. Amartilló la escopeta, y tras deasegurarelpistón,sesantiguóconlentitudrespetuosadecristianoviejo:
—Sabela,arrodíllatejuntoalRetablodelasBenditas.Lamujerobedeciótemblando.Elviejoseenjugóunalágrima:—EncomiéndateaDios,Sabela.—¡Ay,hombre,nomemates!¡Esperatansiquieraasabersiaquellasprendas
padecieronmalalguno!Elguerrillerovolvióapasarselamanoporlosojos,luegodescolgódelcinto
el clásico rosario de cuentas de madera, con engaste de alambrillo dorado, ydióselealavieja,quelorecibiósollozando.Asegurosemejorsobreelbardal,ymurmuróaustero:
—EstábenditoporelseñorobispodeOrense,conindulgenciaparalahoradelamuerte.
Élmismosepusoarezarconmonótonoyfríobisbiseo.Detiempoentiempoechaba una inquieta ojeada al camino. La molinera se fue poco a pocoserenando.Enelvenerablesurcodesusarrugasquedabantrémulaslaslágrimas:Susmanosagitadasportemblequeteosenil,hacíanoscilarlacruzylasmedallasdel rosario: Inclinosegolpeandoel pechoybesó la tierra conunción.Elviejomurmuró:
—¿Hasacabado?Ellajuntólasmanosconexaltacióncristiana:—¡Hágase,Jesús,tudivinavoluntad!Perocuandovioal terribleviejoecharse laescopetaa lacarayapuntar,se
levantódespavoridaycorrióhaciaélconlosbrazosabiertos:—¡Nomemates!¡Nomemates,porelalmade!…Sonó el tiro, y cayó en medio del camino con la frente agujereada. El
cabecillaalzódelaarenaensangrentadasurosariodefaccioso,besóelcrucifijodebronce,ysindetenerseacargarlaescopetahuyóendireccióndelamontaña.Había columbrado hacía un momento, en lo alto de la trocha, los tricorniosenfundadosdelosguardiasciviles.
Confieso que cuando el buen Urbino Pimentel me contó en Viana estahistoriaterrible,temblérecordandolamaneraviolentayfeudalconquedespedíenlaVentadeBrandesoalantiguofaccioso,hartodeacatarlavoluntadsolapada
ygraníticadeaquellaesfingetalladaenviejoylustrosoroble.
L
JARDÍNUMBRÍO:
LAMISADESANELECTUS
ASmujerucasque llenabansuscántarosen la fuentecomentabanaquelladesgraciaconlavozasustada.Éransetresmozosquevolvíancantandodel
molino,yalostreshabíalesmordidoelloborabiosoquebajabatodaslasnochesal casal. Los tres mozos, que antes eran encendidos como manzanas, ahoraíbansequedandomásamarillosquelacera.Perdidotodocontento,pasabanlosdíassentadosalsol,enlazadas lasflacasmanosen tornode lasrodillas,con labarbeta hincada en ellas.Y aquellasmujerucas que se reunían a platicar en lafuentecuandopasabananteellossolíaninterrogarles:
—¿HabéisvistoalsaludadordeCela?—Alláhemosidotodostres.—¿Novoshadadoremedio?—Vos engañáis, rapaces. Remedio lo hay para todas las cosas queriendo
Dios.Y se alejaban lasmujerucas encorvadasbajo sus cántaros,quegoteabanel
agua,yquedábanse los tresmozosmirándolasconojos tristesyabatidos,esosojos de los enfermos a quienes les están cavando la hoya. Ya llevaban asímuchos días, cuando con el aliento de tina última esperanza se reanimaron yfueron juntos por los caminos pidiendo limosna para decirle una misa a SanElectus. Cuando llegaban a la puerta de las casas hidalgas, las viejas señorasmandabansocorrerlos,y losniños,asomadosa losgrandesbalconesdepiedra,losinterrogábamos:
—¿Hacemuchoquefuisteismordidos?—CumpliéronsetressemanaseldíadeSanAmaro.—¿Esverdadqueveníaisdelmolino?—Esverdad,señorines.
—¿Eramuydenoche?—Comomuyde noche no era, pero iba cubierta la luna y todo el camino
hacíaoscuro.Ylostresmozos, luegoderecibir lalimosna,seguíanadelante.Tornabana
recorrerloscaminosyacontarentodaslaspuertaslahistoriadecómoelloboles había mordido. Cuando juntaron la bastante limosna para la misa,volviéronse a su aldea. Era el caer de la tarde, y caminaban en silencio poraquellaveredadelmolinodonde lessalierael lobo.Los tresmozossentíanunvago terror. No se había puesto el sol y el borroso creciente de la luna yaasomabaenelcielo.Latardeteníaesaclaridadtristeyotoñalqueparecellenadealma.Elarcoiriscubríalaaldea,yloscipresesoscurosylosálamosdeplataparecían temblar en un rayo de anaranjada luz. Los tresmozos caminaban enhilera,ysoloseoíaelchocleardesusmadreñas.Antesdeentrarenlaaldeasedetuvieronenlarectoralqueeraunacasonaviejasituadaenlaorilladelcamino.El abad se paseaba en la solana, y ellos subieron humildes, quitándose lasmonteras:
—¡AlapazdeDios,señorabad!—¡AlapazdeDios!—AquívenimosparaqueledigaunamisaalGloriosoSanElectus.—¿Habéisjuntadobuenalimosna?—Sonmuchosapedirypocosadar,señorabad.—¿Cuándoqueréisquesedigalamisa?—Comoquerer,queríamosmañana.—Mañanasedirá,perohadeserconelalba,porquetengopensadoira la
feria…Después los tresmozos se despedían agradecidos, conuna salmodia triste.
Siempreensilencio,caminandoenhilera,entraronenlaaldea,yguarecidosenunpajarpasaronlanoche.Alamanecer,elquesedespertóprimerollamóalosotrosdos:
—¡Alzarse,rapaces!Se incorporaron penosamente, con los ojos llenos de angustia y la boca
hilandobabas.Losdosgimieron:Elunodijo:—¡Nopuedomoverme!Yelotro:—¡Porcompasión,ayudadme!Ysollozaronmediosepultadosenlapaja,fijossusojostristesyclavadosen
elcompañeroqueestabadepie,ysequejaronalternativamente:Eluno:—¡Sácamealsol,queaquímuerodefrío!Yelotro:—¡Porelalmadetusdifuntosnonosdejesenestedesamparo!Susvocessonabaniguales.Elcompañerolesinterrogabaasustado:—¿Quévossucede?Ylasvocesestranguladasgemían:—¡Porcaridad,sácanosalsol!Elcompañeroacudióavalerles,perocomoteníanlaspiernasbaldadas,fue
precisodejarlosallíconlapuertadelpajarabierta,paraquelasalmascaritativasquepasasenpudiesensocorrerlos.Aldespedirsedeellosllorabaelcompañero:
—Yatocanparalamisa:Yolaoiréporvosotros.Nodesesperéis,queatodosquerrásanarnoselGloriosoSanElectus.
Salió, y por el camino seguía oyendo las dos voces estranguladas queparecíanunasola:
—¡Líbramedepenar,GloriosoSanElectus!—¡GloriosoSanElectus,nomedejesmorirenestaspajascomouncan!Alapuertadelaiglesiaunniñoaldeanotocabaamisatirandodeunacadena.
Estaba abierta la puerta, y el abad, todavía por revestir, arrodillado en elpresbiterio.Algunasviejasen la sombradelmuro rezaban.Tenían tocadas suscabezas con los mantelos, y de tiempo en tiempo resonaba una tos. El mozoatravesó la iglesia procurando amortiguar el ruido de sus madreñas, y en lasgradasdelaltarsearrodillóhaciendolaseñalde lacruz.Elniñoquetocabalacampana vino a encender las velas. Poco después el abad salía revestido ycomenzaba lamisa. Elmozo, acurrucado en las gradas del presbiterio, rezabadevoto:Caído en tierra recibió la bendición.Cuandovolvió al pajar caminabaarrastrándose,ydurantetodoaqueldíaelquejidodetresvoces,queparecíanunasola,llenólaaldea,yenlapuertadelpajarhubosiemprealgunamujerucaqueasomabacuriosa.Murieronenlamismanochelostresmozos,yenunasandas,cubiertas con sábanas de lino, los llevaron a enterrar en el verde y olorosocementeriodeSanClementedeBrandeso.
E
JARDÍNUMBRÍO:
ELREYDELAMÁSCARA
L cura de San Rosendo de Gondar, un viejo magro y astuto, de perfilmonástico y ojos enfoscados y parduscos como de alimaña montés,
regresaba a su rectoral a la caída de la tarde, después del rosario. Apenasinterrumpían la soledad del campo, aterido por la invernada, algunos álamosdesnudos.Elcamino,cubiertodehojas secas, flotabaenel rosadovaporde lapuesta solar.Allá, en la revuelta, alzábase un retablo de ánimas, y la alcancíadestinadaa la limosnamostraba,descerrajaday rota,elvacío fondo.Estaba larectoral aislada en medio del campo, no muy distante de unos molinos: Eranegra, decrépita y arrugada, como esas viejas mendigas que piden limosna,arrostrandosolesy lluvias,apostadasa laverade loscaminosreales.Comolanoche se venía encima, con negros barruntos de ventisca y agua, el curacaminaba de prisa, mostrando su condición de cazador. Era uno de aquelloscabecillas tonsurados que, después de machacar la plata de sus iglesias ysantuarios para acudir en socorro de la facción, dijeronmisas gratuitas por elalma de Zumalacárregui. A pesar de sus años conservábase erguido: Llevabaambasmanosmetidas en los bolsillos de unmontecristo azul, sombrerazo dealas e inmenso paraguas rojo bajo el brazo. Halagando el cuello de undesdentadoperdiguero,quehacíacentinelaen la solana,entróelpárrocoen lacocinaatiempoqueunamozaaldeana,deademánbriosoyrozagante,poníalamesaparalacena:
—¿Quésetrajina,Sabel?—Vea,señortío…YSabel,sonriente,unpocosofocadaporel fuego,conel floreadopañuelo
anudadoen lanucaparacontener lacopiosamadejacastaña,con lacamisadeestopa arremangada,mostrando hastamás arriba del codo los brazos blancos,
blanquísimos,rubiacomounaespiga,mohínacomounrecental,frondosacomouna rama verde y florida,mostraba sobre la boca del pote la fuente de rubiasfilloas, el plato clásico y tradicional con que enGalicia se festeja el antruejo.Catolas el cura con golosina de viejo regalón, y después, sentándose en unbanquilloalcalordelalumbre,sacódelafaltriquerauntrenzadodenegrísimotabaco,quepicóconlauña,restregandoelpolvoentrelaspalmas,procediendosiempre con mucha parsimonia. Hallábase todavía en esta tarea cuando lostenacesladridosdelperro,quecorríaventeandodeunladoaotro,parándoseaarañar con lasmanos en la puerta, le obligaron a levantarse para averiguar lacausadesemejantealboroto:
—¡Condenadoanimal!Sabelmurmuróunpocoinmutada:—¿Estarárabioso?—¡Rabioso,buenagana!Siestuvieserabiosonoladrabaasí.Aestasazónrompióatocarenlaveredatanestentóreaydesapaciblemurga,
que parecía escapada del infierno: Repique de conchas y panderos, lúgubresmugidosdebocina, sonesestridentesdeguitarrosdestemplados,de triángulos,decalderos.AbrióSabellaventana,escudriñandoenlaoscuridad:
—¡Puessiesunamascarada!Apenasdivisaronalamozalosmurguistas,empezaronaaullardandosaltos
yhaciendopiruetas,penetrandoenlacasaconelvoceríoyllanezadequienllevalacaratapada.Eranhastaseishombres,tiznadoscomodiablos,disfrazadosconprendas de mujer, de soldado y de mendigo: Antiparras negras, larguísimasbarbas de estopa, sombrerones viejos, manteos remendados, todos guiñapossórdidos, húmedos, asquerosos, que les hacían de repugnante agüero. En unasangarillastraíanunespantajo,vestidodereyoemperador,concoronadepapelycetrodecaña:Porrostropusiéranlegroserísimacaretadecartón,yelrestodeldisfrazlocompletabaunasábanablanca.
Instoleselcuracontoscacortesíaaquesedescubriesenybebieranuntrago,mas ellos lo rehusaron farfullando cumplimientos, acompañados de visajes,genuflexiones y cabeceos grotescos. Habían posado las angarillas en tierra yasordabanlacocina,embullandomuyzafiamentealeclesiásticoyalamoza,queno por eso dejaban de celebrarlo con risa franca y placentera: Solamente elperro,guarecidobajoelhogar,enseñabalosdientesysedesatabaenladridos.Elpárroco insistía en que habían de probar el vino de su cosecha, y acabó porincomodarse:Mejornosehacíaendiezleguasalaredonda:Erapurocomolo
daba Dios, sin porquerías de aguardientes, ni de azúcares, ni de campeche…Encendió un farolillo, descolgó una llave mohosa de entre otras muchas quecolgaban de la ennegrecida viga, y descendió la escalerilla que conducía a labodega.Desdeabajoseleoyógritar:
—¡Sabel!Traeeljarrogrande.—¡Voy,señortío!Sabelapartódelfuegolasartén,descolgóeljarroydesaparecióporlaoscura
boca, que la tragó, como unmonstruo. Entonces, uno de los enmascarados seacercóalaventanaylaabriólentamente,procurandonohacerruido.Unaráfagadevientoapagóelcandil,dejandolahabitaciónaoscuras.Solosedistinguíaelfulgor rojo, sangrientode labrasa,y ladiabólica fosforescenciade laspupilasdelgato,quebalanceabadulcementelacolaadormiladosobrelacaldeadapiedradelhogar.Derepentereinóunprofundosilencio.Unavozmurmurómuybajo:
—¡Nopasaunalma!—Puesandando…Buscaronatientaslapuertaydesaparecieroncomosombras.Enlaescalerilla
delabodegaresonabanyalaspisadasdeloshuéspedes.Sabelveníadelanteysedetuvo,sinatreverseaandarenlaoscuridad.Porlaventanaquelosotroshabíandejado abierta alcanzaba a ver el cielo anubarrado y el camino blanco por lanieve,sobreelcualcaíatrémuloymelancólicoellunar:
—¡Sehanido!Y Sabel tuvo miedo sin saber por qué. El cura, que venía detrás con el
farolillo,repusojovial:—¡Quégranujas!Yavolverán.¿Cómo no habían de volver? Allí en medio de la cocina estaba el rey,
grotesco en su inmóvil gravedad, con su coronadepapel, su cetrode caña, elblanco manto de estopa, la bufonesca faz de cartón… Sabel, ya repuesta,adelantóalgunospasosyleacercóeljarroaloslabios:
—¿Quieresbeber,señorrey?Al separarlo, después de un segundo, la careta se corrió hacia abajo,
descubriendounafrenteamarilla,unosojosvidriados,pavorosos,horribles:—¡MaríaSantísima!Y lamoza, horrorizada, retrocedió hasta tropezar con la pared. El cura la
increpó:—¡Quédamitaerestú!—No…,no…señortío…¡Peroesundifunto!
Y,estrechándosecontraelviejo,seaproximabapalpitante,conesemiedodelasmujeresaldeanasque las impulsaamirar, aacercarse, envezdecerrar losojosydehuir.Elpárroco tiróde lacaretaconresolución.Luegoalzóel farol,proyectando la luz sobre el inmóvil y blanco enmascarado. Le contemplóatentamente, dilatados los ojos por ávida mirada de estupor, y bajando elfarolillo,que temblabaensumanoagitadaporbailoteosenil,murmuróenvozdemudadayronca:
—¿Túleconoces,muchacha?Ellarespondió:—EselseñorabaddeBradomín.—Sí…Mañanaleaplicaremoslamisaporelalma.Sabel temblaba con todos susmiembros, ygemíapreguntandoquéhacían,
lamentandosumalaestrella,loqueibaaserdeellossilajusticiaseenteraba:—¡Tío…,señortío!Podemosavisarenelmolino.Elcurameditóunmomento:—No;ahímenosqueenningunaparte.Meparecequeconocíalosdoshijos
delmolinero.Peropodemosenterrarloenelcorral,juntoalosnaranjos.—¿YsilodescubrenlosperroscomoalcriadodelvinculerodeSobran?¿No
serecuerda?—Puesconélaquínohemosdeestarnos.¿Haytojo?—Algunohay.Entonces el párroco fue a la ventana y la cerró, poniendo la tranca, y lo
mismohizoconlapuerta.—Ahoracumplehacercallaraeseperro.Alquellamenoselecontesta.¡Así
sehundalacasa!¿Entiendes?Quitose el levitón, y empuñando una horquilla bajó a la bodega. A poco
volvióconuninmensohazdetojoyotrodepaja:LosdejócaerdegolpedelantedeSabel,queestabaacurrucadajuntoalalumbre,gimiendoconlacarapegadaalas rodillas, y la ordenó que pusiese fuego al horno. La rapaza se enderezósumisa,sindejardetemblar,pálidacomounespectro…Notardaronlasllamas,conmúsicadechisporroteosycrujidosdeleñaseca,encubrirlachataynegraboca del horno: Se alargaban llegando hasta elmedio de la cocina, comounabocanadadealientoinflamado:Susencendidosreflejosdabanalalívidafazdelmuertoaparienciadevida.Elcuraledesatódelasangarillas,yhaciendoaSabelque se apartase, metiole de cabeza en el horno; pero como estaba rígido, fueprecisoesperaraquesecarbonizaseel troncoparaqueel restopudieseentrar.
Cuandodesaparecieronlospies,empujadosporlahorquillaconqueelpárrocoatizabalalumbre,Sabel,casiexánime,sedejócaerenelbanco:
—¡Ay!¡NuestroSeñor,quécosatanhorrible!El cura le dijo que si bebía un vaso de vino cobraría ánimo, y para darle
ejemplo, se llevó el jarro a la boca, donde lo tuvobuen espacio. Sabel seguíalloriqueando:
—¡De por fuerza lo mataron para robarlo! Otra cosa no pudo ser. ¡UnbenditodeDiosqueconnadiesemetía!¡Buenocomoelpan!¡Respetuosocomounalcaldemayor!¡Caritativocomonoquedaotroninguno!¡VirgenSantísima,quéentrañastannegras!¡MadreBenditadelSeñor!
Deprontocesóensullanto,selevantó,yconesaprevisiónquenacedetodorecelo,barriólacenizaytapólanegrabocadelhorno,conlasmanostrémulas.Elcura, sentadoenelbanco,picabaotrocigarrillo,ymurmurabaconsombríacalma:
—¡PobreBradomín!…¡VálateDioslahornada!
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JARDÍNUMBRÍO:
MIHERMANAANTONIA
I
ANTIAGOdeGaliciahasidounodelossantuariosdelOmundo,ylasalmastodavíaguardanallílosojosatentosparaelmilagro!…
II
NA tarde,mi hermanaAntoniame tomó de lamano para llevarme a lacatedral.Antoniateníamuchosañosmásqueyo:Eraaltaypálida,conlos
ojos negros y la sonrisa un poco triste. Murió siendo yo niño. ¡Pero cómorecuerdosuvozysusonrisayelhielodesumanocuandome llevabapor lastardes a la catedral!… Sobre todo, recuerdo sus ojos y la llama luminosa ytrágicaconquemirabanaunestudiantequepaseabaenel atrio, embozadoenunacapaazul.Aquelestudianteamímedabamiedo:Eraaltoycenceño,concarademuertoyojosdetigre,unosojosterriblesbajoelentrecejofinoyduro.Para que fuese mayor su semejanza con los muertos, al andar le crujían loshuesos de la rodilla. Mi madre le odiaba, y por no verle, tenía cerradas lasventanas de nuestra casa, que daban al atrio de las Platerías. Aquella tarderecuerdo que paseaba, como todas las tardes, embozado en su capa azul.Nosalcanzóenlapuertadelacatedral,ysacandopordebajodelembozosumanodeesqueleto, tomó agua bendita y se la ofreció a mi hermana, que temblaba.Antonialedirigióunamiradadesúplica,yélmurmuróconunasonrisa:
—¡Estoydesesperado!
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L
III
NTRAMOS en una capilla, donde algunas viejas rezaban las Cruces. Esunacapillagrandeyoscura,consu tarimallenaderuidosbajo labóveda
románica.Cuando yo era niño, aquella capilla tenía paramí una sensación depazcampesina.Medabaungocedesombracomolacopadeunviejocastaño,comolasparrasdelantedealgunaspuertas,comounacuevadeermitañoenelmonte. Por las tardes siempre había corro de viejas rezando las Cruces. Lasvoces,fundidasenunmurmullodefervor,abríansebajolasbóvedasyparecíaniluminar las rosas de la vidriera como el sol poniente. Sentíase un vuelo deoraciones glorioso y gangoso, y un sordo arrastrarse sobre la tarima, y unacampanilla de plata agitada por el niño acólito, mientras levanta su velaencendida,sobreelhombrodelcapellán,quedeletreaensubreviariolaPasión.¡Oh, Capilla de la Corticela, cuándo esta alma mía, tan vieja y tan cansada,volveráasumergirseentusombrabalsámica!
IV
LOVIZNABA, anochecido, cuando atravesábamos el atrio de la catedralparavolveracasa.Enelzaguán,comoeragrandeyoscuro,mihermana
debiódetenermiedo,porquecorríaalsubirlasescaleras,sinsoltarmelamano.Alentrarvimosanuestramadrequecruzabalaantesalaysedesvanecíaporunapuerta.Yo, sin saber por qué, llenode curiosidadyde temor, levanté los ojosmirandoamihermana,yella,sindecirnada,seinclinóymebesó.Enmediodeunagran ignorancia de la vida, adiviné el secreto demi hermanaAntonia.Losentí pesar sobre mí como pecado mortal, al cruzar aquella antesala dondeahumaba un quinqué de petróleo que tenía el tubo roto. La llama hacía doscuernos, y me recordaba al Diablo. Por la noche, acostado y a oscuras, estasemejanzaseagrandódentrodemísindejarmedormir,yvolvióaturbarmeotrasmuchasnoches.
V
IGUIERON algunas tardes de lluvia. El estudiante paseaba en el atrio de la
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N
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catedral durante los escampos, pero mi hermana no salía para rezar lasCruces.Yo, algunas veces,mientras estudiabami lección en la sala llena
conelaromadelasrosasmarchitas,entornabaunaventanaparaverle:Paseabasolo,conunasonrisacrispada,yalanochecersuaspectodemuertoeratal,quedabamiedo.Yomeretirabatemblandodelaventana,peroseguíaviéndole,sinpoderaprendermelalección.Enlasalagrande,cerradaysonora,sentíasuandarconcrujirdecanillasychoquezuelas…Maullabaelgatotrasdelapuerta,ymeparecíaqueconformabasumaullidosobreelnombredelestudiante:
¡MáximoBretal!
VI
RETALesuncaseríoenlamontaña,cercadeSantiago.Los viejos llevan allímontera picuda y sayo de estameña, las viejas
hilan en los establos por sermás abrigados que las casas, y el sacristán poneescuela en el atrio de la iglesia: Bajo su palmeta, los niños aprenden la letraprocesaldealcaldesyescribanos,salmodiandolasescriturasforalesdeunacasademayorazgosyadeshecha.MáximoBretaleradeaquellacasa.VinoaSantiagoparaestudiarTeología,ylosprimerostiempos,unaviejaquevendíamiel,traíalede su aldea el pan de borona para la semana, y el tocino. Vivía con otrosestudiantesdeclérigoenunaposadadondesolopagabanlacama.Sonestoslosseminaristaspobresaquienes llamancódeos.MáximoBretalya teníaÓrdenesMenorescuandoentróennuestracasaparasermipasantedeGramáticaLatina.A mi madre se lo había recomendado como una obra de caridad el cura deBretal.Vinounaviejaconcofiaadarlelasgracias,ytrajoderegalounazafatedemanzanas reinetas.EnunadeaquellasmanzanasdijerondespuésquedebíadeestarelhechizoquehechizóamihermanaAntonia.
VII
UESTRAmadreeramuypiadosaynocreíaenagüerosnibrujerías,peroalgunavezloaparentabapordisculpar lapasiónqueconsumíaasuhija.
Antonia,por entonces,yacomenzabaa tenerunairedelotromundo, comoelestudiantedeBretal.Larecuerdobordandoenelfondodelasala,desvanecida
V
como si la viese en el fondo de un espejo, toda desvanecida, con susmovimientos lentos que parecían responder al ritmo de otra vida, y la vozapagada, y la sonrisa lejana de nosotros: Toda blanca y triste, flotante en unmisteriocrepuscular,ytanpálida,queparecíatenercercocomolaluna…¡Ymimadre, que levanta la cortina de una puerta, y lamira, y otra vez se aleja sinruido!
VIII
OLVÍANlas tardesdesolconsus tenuesoros,ymihermana, igualqueantes,me llevabaa rezarcon lasviejasen laCapillade laCorticela.Yo
temblabadequeotravezseaparecieseelestudianteyalargaseanuestropasosumanodefantasma,goteandoaguabendita.Conelsustomirabaamihermana,yveíatemblarsuboca.MáximoBretal,queestabatodaslastardesenelatrio,alacercarnos nosotros desaparecía, y luego, al cruzar las naves de la catedral, leveíamos surgir en la sombra de los arcos. Entrábamos en la capilla, y él searrodillabaenlasgradasdelapuertabesandolaslosasdondeacababadepisarmihermanaAntonia.Quedabaallíarrodilladocomoelbultodeunsepulcro,conlacapasobreloshombrosylasmanosjuntas.Unatarde,cuandosalíamos,visubrazodesombraalargarsepordelantedemí,yenclavijarentrelosdedosunpicodelafaldadeAntonia:
—¡Estoydesesperado!…Tienesqueoírme,tienesquesabercuántosufro…¿Yanoquieresmirarme?…
Antoniamurmuró,blancacomounaflor:—¡Déjemeusted,donMáximo!—No te dejo. Tú eres mía, tu alma es mía… El cuerpo no lo quiero, ya
vendrá por él la muerte. Mírame, que tus ojos se confiesen con los míos.¡Mírame!
Ylamanodecera tiraba tantode la faldademihermana,que ladesgarró.Pero los ojos inocentes se confesaron con aquellos ojos claros y terribles.Yo,recordándolo, lloré aquella noche en la oscuridad, como si mi hermana sehubieraescapadodenuestracasa.
IX
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Oseguíaestudiandomileccióndelatínenaquellasala,llenaconelaromade las rosas marchitas. Algunas tardes, mi madre entraba como una
sombraysedesvanecíaenelestrado.Yolasentíasuspirarhundidaenunrincóndelgransofádedamascocarmesí,ypercibíaelrumordesurosario.Mimadreeramuybella,blancayrubia,siemprevestidadeseda,conguantenegroenunamano, por la falta de dos dedos, y la otra, que era como una camelia, todacubiertadesortijas.Estafuesiemprelaquebesamosnosotrosylamanoconqueella nos acariciaba. La otra, la del guante negro, solía disimularla entre elpañolito de encaje, y solo al santiguarse la mostraba entera, tan triste y tansombríasobrelaalburadesufrente,sobrelarosadesuboca,sobresusenodeMadona Litta. Mi madre rezaba sumida en el sofá del estrado, y yo, paraaprovecharlarayadeluzqueentrabaporlosbalconesentornados,estudiabamilatín en el otro extremo, abierta la Gramática sobre uno de esos antiguosveladores con tablero de damas. Apenas se veía en aquella sala de respeto,grande,cerradaysonora.Algunavez,mimadre,saliendodesusrezos,medecíaque abriesemás el balcón.Yoobedecía en silencio, y aprovechaba el permisopara mirar al atrio, donde seguía paseando el estudiante, entre la bruma delcrepúsculo. De pronto, aquella tarde, estandomirándolo, desapareció. Volví asalmodiarmilatín,yllamaronenlapuertadelasala.Eraunfrailefranciscano,hacíapocollegadodeTierraSanta.
X
LPadreBernardo en otro tiempo había sido confesor demimadre, y alvolverdesuperegrinaciónnoolvidótraerleunrosariohechoconhuesosde
olivas del Monte Oliveto. Era viejo, pequeño, con la cabeza grande y calva;recordaba los santos románicosdel pórticode la catedral.Aquella tarde era lasegundavezquevisitabanuestracasa,desdequeestabadevueltoasuconventodeSantiago.Yo, al verle entrar, dejémiGramática y corrí a besarle lamano.Quedéarrodilladomirándoleyesperandosubendición,ymeparecióquehacíaloscuernos.¡Ay,cerrélosojos,espantadodeaquellaburladelDemonio!Conunescalofrío comprendí que era asechanza suya, y como aquellas que traían lashistoriasdesantosqueyocomenzabaaleerenvozaltadelantedemimadreydeAntonia.Eraunaasechanzaparahacermepecar,parecidaaotraquesecuentaen
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la vida de SanAntonio de Padua. El PadreBernardo, quemi abuela diría unsanto sobre la tierra, se distrajo saludando a la oveja deotro tiempo, y olvidóformular subendición sobremicabeza trasquiladay triste, con lasorejasmuyseparadas, como para volar. Cabeza de niño sobre quien pesan las lúgubrescadenasde la infancia:El latíndedía,yelmiedoa losmuertos,denoche.Elfrailehablóenvozbajaconmimadre,ymimadrelevantósumanodelguante:
—¡Saldeaquí,niño!
XI
ASILISA la Galinda, una vieja que había sido nodriza demimadre, seagachabatrasdelapuerta.Laviymeretuvodelvestido,poniéndomeen
labocasupalmaarrugada:—Nogrites,picarito.Yolamiréfijamenteporquelehallabaunextrañoparecidoconlasgárgolas
delacatedral.Ella,despuésdeunmomento,meempujóconblandura:—¡Vete,neno!Sacudí los hombros para desprenderme de sumano, que tenía las arrugas
negrascomotiznes,yquedéasulado.Oíaselavozdelfranciscano:—Setratadesalvarunalma…Basilisavolvióaempujarme:—Vete,quetúnopuedesoír…Ytodaencorvadametíalosojosporlarendijadelapuerta.Meagachécerca
deella.Yasolomedijoestaspalabras:—¡Norecuerdesmásloqueoigas,picarito!Yome puse a reír. Era verdad que parecía una gárgola.No podía saber si
perro, si gato, si lobo. Pero tenía un extraño parecido con aquellas figuras depiedra,asomadasotendidassobreelatrio,enlacornisadelacatedral.
XII
Eoíaconversarenlasala.Untiempolargolavozdelfranciscano:—EstamañanafueanuestroconventounjovententadoporelDiablo.
Mecontóquehabíatenidoladesgraciadeenamorarse,yquedesesperado,quiso
tenerlacienciainfernal…SiendolamedianochehabíaimpetradoelpoderdelDemonio.Elángelmalose leaparecióenunvastoarenaldeceniza, llenocongranrumordeviento,quelocausabansusalasdemurciélago,alagitarsebajolasestrellas.
Seoyóunsuspirodemimadre:—¡Ay,Dios!Proseguíaelfraile:—Satanásledijoquelefirmaseunpactoyqueleharíafelizensusamores.
Dudóeljoven,porquetieneelaguadelbautismoquehacealoscristianos,ylealejóconlacruz.Estamañana,amaneciendo,llegóanuestroconvento,yenelsecreto del confesonario me hizo su confesión. Le dije que renunciase a susprácticasdiabólicas,ysenegó.Misconsejosnobastaronapersuadirle. ¡Esunalmaquesecondenará!…
Otravezgimiómimadre:—¡Preferíamuertaamihija!Ylavozdelfraile,enunmisteriodeterror,proseguía:—Muerta ella, acaso él triunfase del Infierno. Viva, quizá se pierdan los
dos… No basta el poder de una pobre mujer como tú para luchar contra lacienciainfernal…
Sollozómimadre:—¡YlagraciadeDios!Hubo un largo silencio. El fraile debía de estar en oración meditando su
respuesta:BasilisalaCalindameteníaapretadocontrasupecho.Seoyeronlassandaliasdelfraile,ylaviejameaflojóunpocolosbrazosparaincorporarseyhuir.Peroquedóinmóvil,retenidaporaquellavozqueluegosonó:
—LaGracianoestásiempreconnosotros,hijamía.Manacomounafuenteysesecacomoella.Hayalmasquesolopiensanensusalvación,ynuncasintieronamorporlasotrascriaturas:Sonlasfuentessecas.Dime:¿Quécuidadosintiótucorazónalanunciodeestarenriesgodeperderseuncristiano?¿Quéhacestúporevitaresenegroconciertoconlospoderesinfernales?¡NegarletuhijaparaquelatengademanosdeSatanás!
Gritómimadre:—¡MáspuedeelDivinoJesús!Yelfrailereplicóconunavozdevenganza:—Elamordebeserporigualparatodaslascriaturas.Amaralpadre,alhijoo
al marido, es amar figuras de lodo. Sin saberlo, con tu mano negra también
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azotaslacruzcomoelestudiantedeBretal.Debíatenerlosbrazosextendidoshaciamimadre.Despuésseoyóunrumor
como si se alejase.Basilisa escapó conmigo, y vimos pasar a nuestro lado ungato negro.Al PadreBernardo nadie le vio salir. Basilisa fue aquella tarde alconvento,yvinocontandoqueestabaenunamisión,amuchasleguas.
XIII
ÓMO la lluvia azotaba los cristales y cómo era tristeVA la luz de latardeentodaslasestancias!…
Antoniabordacercadelbalcón,ynuestramadre,recostadaenelcanapé,lamirafijamente,conesamiradafascinantedelasimágenesquetienenlosojosdecristal.Eraungransilencioentornodenuestrasalmas,ysoloseoíaelpéndulodelreloj.Antoniaquedóunavezsoñandoconlaagujaenalto.Alláenelestradosuspiró nuestra madre, y mi hermana agitó los párpados como si despertase.Tocaban entonces todas las campanas de muchas iglesias. Basilisa entró conluces,miródetrásdelaspuertasypusolostranquerosenlasventanas.Antoniavolvióasoñar inclinadasobreelbordado.Mimadreme llamócon lamano,yme retuvo.Basilisa trajo su rueca, y sentose en el suelo, cercadel canapé.Yosentíaquelosdientesdemimadrehacíanelruidodeunacastañeta.Basilisasepusoderodillasmirándola,ymimadregimió:
—Echaelgatoquearañabajoelcanapé.Basilisaseinclinó:—¿Dóndeestáelgato?Yonoloveo.—¿Ytampocolosientes?Replicólavieja,golpeandoconlarueca:—¡Tampocolosiento!Gritómimadre:—¡Antonia!¡Antonia!—¡Ay,diga,señora!—¿Enquépiensas?—¡Ennada,señora!—¿Túoyescómoarañaelgato?Antoniaescuchóunmomento:—¡Yanoaraña!
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Mimadreseestremeciótoda:—Arañadelantedemispies,perotampocoloveo.Crispabalosdedossobremishombros.Basilisaquisoacercarunaluz,ysele
apagó en lamano bajo una ráfaga que hizo batir todas las puertas. Entonces,mientras nuestra madre gritaba, sujetando a mi hermana por los cabellos, lavieja, provista de una rama de olivo, se puso a rociar agua bendita por losrincones.
XIV
I madre se retiró a su alcoba, sonó la campanilla y acudió corriendoBasilisa.Después,Antoniaabrióelbalcónymiróalaplazaconojosde
sonámbula.Seretiróandandohaciaatrás,yluegoescapó.Yoquedésolo,conlafrente pegada a los cristales del balcón, donde moría la luz de la tarde. Mepareció oír gritos en el interior de la casa, y no osé moverme, con la vagaimpresióndequeeranaquellosgritosalgoqueyodebíaignorarporserniño.Ynomemovíadelhuecodelbalcón,devanandounrazonarmedrosoypueril,todoconfusoconaquelnebulosorecordardereprensionesbruscasydeencierrosenunasalaoscura.Eracomoenvolturademialma,esamemoriadolorosade losniños precoces, que con los ojos agrandados oyen las conversaciones de lasviejasydejanlosjuegosporoírlas.Pocoapococesaronlosgritos,ycuandolacasaquedóensilencioescapédelasala.SaliendoporunapuertaencontréalaGalinda:
—¡Nobarulles,picarito!Medetuve sobre lapuntade lospies ante la alcobademimadre.Tenía la
puerta entornada,y llegabadedentrounmurmullo apenadoyungranolordevinagre.Entré por el entorno de la puerta, sinmoverla y sin ruido.Mimadreestaba acostada, con muchos pañuelos a la cabeza. Sobre la blancura de lasábanadestacabaelperfildesumanoenelguantenegro.Teníalosojosabiertos,yalentraryolosgiróhacialapuerta,sinremoverlacabeza:
—¡Hijomío,espántameesegatoquetengoalospies!Meacerqué,ysaltóalsueloungatonegro,que salió corriendo.Basilisa laGalinda,queestaba en lapuerta, también lo vio, y dijo que yo había podido espantarlo porque era uninocente.
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D
XV
recuerdoamimadreundíamuylargo,enlaluztristedeunahabitaciónsinsol,que tiene lasventanasentornadas.Está inmóvilensusillón,con
lasmanosencruz,conmuchospañuelosalacabezaylacarablanca.Nohabla,yvuelvelosojoscuandootroshablan,ymirafija,imponiendosilencio.Esaquelun día sin horas, todo en penumbra de media tarde. Y este día se acaba derepente,porqueentranconlucesenlaalcoba.Mimadreestádandogritos:
—¡Esegato!…¡Esegato!…¡Arrancármelo,quesemecuelgaalaespalda!Basilisa laGalinda vino amí, y conmuchomisteriome empujó haciami
madre. Se agachó ymehabló al oído, con la barbeta temblona, rozándome lacaraconsuslunaresdepelo.
—¡Cruzalasmanos!Yocrucélasmanos,yBasilisamelasimpusosobrelaespaldademimadre.
Meacosódespuésenvozbaja:—¿Quésientes,neno?Respondíasustado,enelmismotonoquelavieja:—¡Nada!…Nosientonada,Basilisa.—¿Nosientescomolumbre?—Nosientonada,Basilisa.—¿Nilospelosdelgato?—¡Nada!Yrompíallorar,asustadoporlosgritosdemimadre.Basilisametomóen
brazosymesacóalcorredor:—¡Ay,picarito,túhascometidoalgúnpecado,poresonopudisteespantaral
enemigomalo!Sevolvióa laalcoba.Quedéenelcorredor, llenodemiedoydeangustia,
pensando enmis pecados de niño. Seguían los gritos en la alcoba, e iban conlucesportodalacasa.
XVI
ESPUÉS de aquel día tan largo, es una noche también muy larga, conluces encendidas delante de las imágenes y conversaciones en voz baja,
sostenidasenelhuecodelaspuertasquerechinanalabrirse.Yomesentéenel
N
corredor,cercadeunamesadondehabíauncandeleracondosvelas,ymepuseapensarenlahistoriadelGiganteGoliat.Antonia,quepasóconelpañuelosobrelosojos,medijoconunavozdesombra:
—¿Quéhacesahí?—Nada.—¿Porquénoestudias?La miré asombrado de que me preguntase por qué no estudiaba, estando
enfermanuestramadre.Antoniasealejóporelcorredor,yvolvíapensarenlahistoriadeaquelgigantepaganoquepudomorirdeuntirodepiedra.Poraqueltiempo,nadaadmirabatantocomoladestrezaconquemanejólahondaelniñoDavid: Hacía propósito de ejercitarme en ella cuando saliese de paseo por laorilladelrío.Teníacomounvagoynovelescopresentimientodeponermistirosen la frente pálida del estudiante de Bretal. Y volvió a pasarAntonia con unbraserillodondesequemabaespliego:
—¿Porquénoteacuestas,niño?Yotravezsefuecorriendoporelcorredor.Nomeacosté,peromedormícon
lacabezaapoyadaenlamesa.
XVII
Osé si fue unanoche, si fueronmuchas, porque la casa estaba siempreoscura y las luces encendidas ante las imágenes. Recuerdo que entre
sueñosoíalosgritosdemimadre,lasconversacionesmisteriosasdeloscriados,el rechinarde laspuertasyunacampanillaquepasabapor lacalle.Basilisa laGalindaveníaporelcandelera,selollevabaunmomentoylotraíacondosvelasnuevas, que apenas alumbraban. Una de estas veces, al levantar la sien deencimade lamesa,viaunhombreenmangasdecamisaqueestabacosiendo,sentado al otro lado: Era muy pequeño, con la frente calva y un chalecoencarnado.Mesaludósonriendo:
—¿Sedormía,estudiosopuer?Basilisaespabilólasvelas:—¿Noterecuerdasdemihermano,picarito?Entrelasnieblasdelsueño,recordéalseñorJuandeAlberte.Lehabíavisto
algunas tardesqueme llevó laviejaa las torresde lacatedral.ElhermanodeBasilisacosíabajounabóveda,remendandosotanas.SuspirólaGalinda:
L
—EstáaquíparaavisarlosóleosenlaCorticela.Yoempecéallorar,ylosdosviejosmedijeronquenohicieseruido.Seoía
lavozdemimadre:—¡Espantarmeesegato!¡Espantaresegato!Basilisa laGalindaentraenaquellaalcoba,queestabaalpiedelaescalera
del fayado, y sale con una cruz de madera negra. Murmura unas palabrasoscuras,ymesantiguaporelpecho,porlaespaldayporloscostados.Después,meentregalacruz,yellatomalastijerasdesuhermano,esastijerasdesastre,grandesymohosas,quetienenunsondehierroalabrirse:
—Habernosdelibertarla,comopide…Mecondujoporlamanoalaalcobademimadre,queseguíagritando:—¡Espantarmeesegato!¡Espantarmeesegato!Sobreelumbralmeaconsejóenvozbaja:—Llegamuypasoyponlacruzsobrelaalmohada…Yoquedoaquí,enla
puerta.Entré en la alcoba.Mimadre estaba incorporada, con el pelo revuelto, las
manos tendidasy losdedosabiertos comogarfios.Unamanoeranegrayotrablanca.Antonialamiraba,pálidaysuplicante.Yopasérodeando,yvidefrentelosojosdemihermana,negros,profundosysinlágrimas.Mesubíalacamasinruido,ypuselacruzsobrelasalmohadas.Alláenlapuerta,todaencogidasobreelumbral,estabaBasilisalaGalinda.Sololaviunmomento,mientrastrepéalacama, porque apenas puse la cruz en las almohadas, mi madre empezó aretorcerse,yungatonegroescapódeentre las ropashacia lapuerta.Cerré losojos, y con ellos cerrados, oí sonar las tijeras de Basilisa: Después la viejallegosealacamadondemimadreseretorcía,ymesacóenbrazosdelaalcoba:Enelcorredorcercadelamesaqueteníadetráslasombraenanadelsastre,alaluzde lasvelas,enseñabados recortesnegrosque lemanchaban lasmanosdesangre, y decía que eran las orejas del gato.Y el viejo se ponía la capa, paraavisarlossantosóleos.
XVIII
LENOSElacasadeolordeceraymurmullodegentequerezaenconfusoson…Entróunclérigorevestido,andandodeprisa,conunamanodeperfil
sobrelaboca.SemetíaporlaspuertasguiadoporJuandeAlberte:Elsastre,con
L
lacabezavuelta, corretea tiesoyenano,arrastra lacapaymeceendosdedos,muy gentil, la gorra por la visera, como hacen los menestrales en lasprocesiones.Detrásseguíaungrupooscuroylento,rezandoenvozbaja.Ibaporel centro de las estancias, de una puerta a otra puerta, sin extenderse. En elcorredorsearrodillaronalgunosbultos,ycomenzaronadesgranarselascabezas.Sehizouna filaque llegóhasta laspuertasabiertasde laalcobademimadre.Dentro,conmantillasyunavelaenlamano,estabanarrodilladasAntoniay laCalinda.Me fueron empujando hacia delante algunasmanos que salían de losmanteos oscuros, y volvían prestamente a juntarse sobre las cruces de losrosarios:Eran lasmanos sarmentosasde lasviejasque rezabanenel corredor,alineadasalolargodelapared,conelperfildelasombrapegadoalcuerpo.Enlaalcobademimadre,unaseñorallorosaqueteníaunpañueloperfumado,ymepareciótodamoradacomounadaliaconelhábitonazareno,metomódelamanoysearrodillóconmigo,ayudándomeatenerunavela.Elclérigoanduvoentornodelacama,conunmurmullolatino,leyendoensulibro…
Despuésalzaronlascoberturasydescubrieronlospiesdemimadrerígidosyamarillentos. Yo comprendí que estaba muerta, y quedé aterrado y silenciosoentre los brazos tibios de aquella señora tan hermosa, toda blanca y morada.Sentía un terror de gritar, una prudencia helada, una aridez sutil, un recatoperversodemovermeentrelosbrazosyelsenodeaquelladamatodablancaymorada,que inclinabaelperfildel rostroalpardemimejillaymeayudabaasostenerlavelafuneraria.
XIX
AGalindavinoaretirarmedelosbrazosdeaquellaseñora,ymecondujoalbordede lacamadondemimadreestabayertayamarilla,con lasmanos
arrebujadasentrelosplieguesdelasábana.Basilisamealzódelsueloparaqueviesebienaquelrostrodecera:
—Dileadiós,neno.Dile:Adiós,madremía,másnoteveré.Mepusoenelsuelolavieja,porquesecansaba,ydespuésderespirar,volvió
alevantarmemetiendobajomisbrazossusmanossarmentosas:—¡Míralabien!Guardaelrecuerdoparacuandoseasmayor…Bésala,neno.Yme dobló sobre el rostro de lamuerta. Casi rozando aquellos párpados
inmóviles, empecé a gritar, revolviéndome entre los brazos de la Calinda. De
Y
R
pronto, con el pelo suelto, al otro lado de la cama apareciose Antonia. Mearrebatóalaviejacriadaymeapretócontraelpechosollozandoyahogándose.Bajo los besos acongojados de mi hermana, bajo la mirada de sus ojosenrojecidos, sentí ungrandesconsuelo…Antonia estabayerta, y llevabaen lacaraunaexpresióndedolorextrañoyobstinado.Yaenotraestancia,sentadaenunasillabaja,metienesobresufalda,meacaricia,vuelveabesarmesollozando,y luego, retorciéndome unamano, ríe, ríe, ríe…Una señora le da aire con supañolito;otra,conlosojosasustados,destapaunpomo;otraentraporunapuertaconunvasodeagua,temblorosoenlabandejademetal.
XX
Oestabaenunrincón,sumidoenunapenaconfusa,quemehacíadolerlassienescomolaangustiadelmareo.Llorabaaratosyaratosmedistraía
oyendootroslloros.Debíasercercademedianochecuandoabrierondeparenpar una puerta, y temblaron en el fondo las luces de cuatro velas.Mi madreestabaamortajadaensucajanegra.Yoentréenlaalcobasinruido,ymesentéenelhuecodelaventana.AlrededordelacajavelabantresmujeresyelhermanodeBasilisa.De tiempoen tiempoelsastrese levantabayescupíaen losdedospara espabilar las velas.Aquel sastre enanoygarboso, del chaleco encarnado,tenía no sé qué destreza bufonesca al arrancar el pabilo e inflar los carrillossoplándoselosdedos.
Oyendoloscuentosdelasmujeres,pocoapocofuidejandodellorar:Eranrelatosdeaparecidosydepersonasenterradasvivas.
XXI
AYANDO el día, entró en la alcoba una señora muy alta, con los ojosnegrosyelcabelloblanco.Aquellaseñorabesóamimadreenlosojosmal
cerrados, sinmiedo al frío de lamuerte y casi sin llorar.Después se arrodillóentredoscirios,ymojabaenaguabenditaunaramadeolivoylasacudíasobreelcuerpodelamuerta.EntróBasilisabuscándomeconlamirada,yalzólamanollamándome:
—¡Miralaabuela,picarito!
A
¡Eralaabuela!Habíavenidoenunamuladesdesucasadelamontaña,queestaba a siete leguas de Santiago. Yo sentía en aquel momento un golpe deherradurassobrelaslosasdelzaguándondelamulahabíaquedadoatada.Eraungolpe que parecía resonar en el vacío de la casa llena de lloros. Yme llamódesdelapuertamihermanaAntonia:
—¡Niño!¡Niño!Salí muy despacio, bajo la recomendación de la vieja criada. Antonia me
tomódelamanoymellevóaunrincón:—¡Esaseñoraeslaabuela!Enadelanteviviremosconella.Yosuspiré:—¿Yporquénomebesa?Antoniaquedóunmomentopensativa,mientrasseenjugabalosojos:—¡Erestonto!Primerotienequerezarpormamá.Rezómuchotiempo.Alfinselevantópreguntandopornosotros,yAntonia
mearrastródelamano.Laabuelayallevabaunpañuelodelutosobreelcrespocabello,tododeplata,queparecíarealzarelnegrofuegodelosojos.Susdedosrozaronlevementemimejilla,y todavíarecuerdola impresiónquemeprodujoaquellamanodealdeana,ásperaysinternura.Noshablóendialecto:
—Murió la vuestramadre y ahora lamadre lo seré yo…Otro amparo notenéis en el mundo…Os llevo conmigo porque esta casa se cierra. Mañana,despuésdelasmisas,nospondremosalcamino.
XXII
Ldíasiguientemiabuelacerrólacasa,ynospusimosencaminoparaSanClementedeBrandeso.Yaestabayoenlacallemontadoenlamuladeun
montañésquemellevabadelanteenelarzón,yoíaenlacasabatirlaspuertas,ygritar buscando a mi hermana Antonia. No la encontraban, y con los rostrosdemudadossalíana losbalcones,y tornabanaentrarseyacorrer lasestanciasvacías,dondeandabaelvientoabatir laspuertas,y lasvocesgritandopormihermana.Desdelapuertadelacatedralunabeataladescubriódesmayadaeneltejado. La llamamos y abrió los ojos bajo el sol matinal, asustada como sidespertasedeunmalsueño.Parabajarladeltejado,unsacristánconsotanayenmangasdecamisasacaunalargaescalera.Ycuandopartíamos,seaparecióenelatrio,conlacaparevueltaporelviento,elestudiantedeBretal.Llevabaalacara
E
unavendanegraybajoellacreíverelrecortesangrientodelasorejasrebanadasacercén.
XXIII
NSantiagodeGalicia,comohasidounodelossantuariosdelmundo,lasalmastodavíaconservanlosojosabiertosparaelmilagro.
¡H
JARDÍNUMBRÍO:
DELMISTERIO
AYtambiénundemoniofamiliar!Yorecuerdoque,cuandoeraniño,ibatodas las noches a la tertulia de mi abuela una vieja que sabía estas
cosasmedrosas y terribles delmisterio. Era una señora linajuda y devota quehabitabauncaserónenlaRúadelosPlateros.Recuerdoquesepasabalashorashaciendo calceta tras los cristales de su balcón, con el gato en la falda.DoñaSoledadAmaranteeraalta,consumida,conelcabellosiemprefosco,manchadopor grandes mechones blancos, y las mejillas descarnadas, esas mejillas dedoloridaexpresiónqueparecenvivirhuérfanasdebesosydecaricias.Aquellaseñorameinfundíaunvagoterror,porquecontabaqueenelsilenciodelasaltashoras oía el vuelo de las almas que se van, y que evocaba en el fondode losespejoslosrostroslívidosquemiranconojosagónicos.No,noolvidarénuncalaimpresiónquemecausabaverlallegaralcomienzodelanocheysentarseenelsofádelestradoalpardemiabuela.DoñaSoledadextendíaunmomentosobreel brasero las manos sarmentosas, luego sacaba la calceta de una bolsa deterciopelocarmesíycomenzabalatarea.Detiempoentiemposolíalamentarse:
—¡Ay,Jesús!Unanochellegó.Yoestabamediodormidoenelregazodemimadre,y,sin
embargo, sentí el peso magnético de sus ojos que me miraban. Mi madretambién debió de advertir el maleficio de aquellas pupilas, que tenían elvenenosocolorde las turquesas,porque susbrazosmeestrecharonmás.DoñaSoledad tomó asiento en el sofá, y en voz baja hablaron ella ymi abuela.Yosentíalarespiraciónanhelosademimadre,quelasobservabaqueriendoadivinarsuspalabras.Unrelojdiolassiete.Miabuelasepasóelpañueloporlosojos,yconlavozunpocoinseguraledijoamimadre:
—¿Porquénoacuestasaeseniño?
Mi madre se levantó conmigo en brazos, y me llevó al estrado para quebesasealasdosseñoras.YojamássentítanvivoelterrordeDoñaSoledad.Mepasóunamanodemomiaporlacaraymedijo:
—¡Cómotelepareces!Ymiabuelamurmuróalbesarme:—¡Rezaporél,hijomío!Hablaban de mi padre, que estaba preso por legitimista en la cárcel de
Santiago.Yo,conmovido,escondílacabezaenelhombrodemimadre,quemeestrechóconangustia:
—¡Pobresdenosotros,hijo!Despuésmesofocóconsusbesos,mientrassusojos,aquellosojostanbellos,
seabríansobremíenloquecidos,trágicos:—¡Hijodemialma,otranuevadesgracianosamenaza!DoñaSoledaddejóunmomentolacalcetaymurmuróconlavozlejanade
unasibila:—Atumaridonoleocurreningunadesgracia.Ymiabuelasuspiró:—Acuestaalniño.Yolloréaferrandolosbrazosalcuellodemimadre:—¡Noquieroquemeacuesten!Tengomiedodequedarmesolo.¡Noquiero
quemeacuesten!…Mimadreme acarició con unamano nerviosa, que casime hacía daño, y
luego,volviéndosealasdosseñoras,suplicósollozante:—¡Nomeatormenten!Díganmequélesucedeamimarido.Tengovalorpara
saberlotodo.Doña Soledad alzó sobre nosotros la mirada, aquella mirada que tenía el
colormaléficode las turquesas,yhablócon lavoz llenademisterio,mientrassusdedosdemomiamovíanlasagujasdelacalceta:
—¡Ay, Jesús!… A tu marido nada le sucede. Tiene un demonio que ledefiende.Perohaderramadosangre…
Mimadrerepitióenvozbajaymonótona,comosielalmaestuvieseausente:—¿Haderramadosangre?—Esta noche huyó de la cárcel matando al carcelero. Lo he visto en mi
sueño.Mimadrereprimióungritoytuvoquesentarseparanocaer.Estabapálida,
pero en sus ojos había fuego de una esperanza trágica. Con lasmanos juntas
interrogó:—¿Sehasalvado?—Nosé.—¿Ynopuedeustedsaberlo?—Puedointentarlo.Hubo un largo silencio.Yo temblaba en el regazomimadre, con los ojos
asustados puestos enDoñaSoledad.La sala estaba casi a oscuras:En la callecantabaelviolíndeunciego,yelesquilóndelasmonjasvolteabaanunciandolanovena.DoñaSoledadselevantódelsofáyandandosinruidolavimosalejarsehaciaelfondodelasala,dondesusombracasisedesvaneció.Advertíaseapenaslafiguranegraylablancuradelasmanosinmóviles,enalto.Alpococomenzóagemir débilmente, como si soñase. Yo, lleno de terror, lloraba quedo, y mimadre,oprimiéndomelaboca,medecíaroncaytrastornada:
—Calla,quevamosasaberdetupadre.Yome limpiaba las lágrimas para seguir viendo en la sombra la figura de
DoñaSoledad.Mimadreinterrogóconlavozresueltaysombría:—¿Puedeverle?—Sí…Corre por un camino lleno de riesgos, ahora solitario.Va solo por
él…Nadielesigue.Sehadetenidoenlaorilladeunríoytemepasarlo.Esunríocomounmar…
—¡Virgenmía,quenolopase!—Enlaotraorillahayunbandodepalomasblancas.—¿Estáensalvo?—Sí…Tiene un demonio que le protege.La sombra delmuerto no puede
nadacontraél.Lasangrequederramósumano,yalaveocaergotaagotasobreunacabezainocente…
Unapuertabatió lejos.Todos sentimosquealguienentrabaen la sala.Miscabellosseerizaron.Unalientofríomerozólafrente,ylosbrazosinvisiblesdeun fantasma quisieron arrebatarme del regazo de mi madre. Me incorporéasustado,sinpodergritar,yenelfondonebulosodeunespejovilosojosdelamuerteysurgirpocoapocolamatelividezdelrostro,ylafiguraconsudarioyunpuñal en la garganta sangrienta.Mimadre, asustadaviéndome temblar,meestrechabacontrasupecho.Yolemostréelespejo,peroellanovionada:DoñaSoledaddejócaer losbrazos,hastaentonces inmóvilesenalto,ydesdeelotroextremo de la sala, saliendo de las tinieblas como de un sueño, vino hacianosotros.Suvozdesibilaparecíavenirtambiéndemuylejos:
—¡Ay,Jesús!Sololosojosdelniñolehanvisto.Lasangrecaegotaagotasobre la cabeza inocente.Vaga en torno suyo la sombravengativadelmuerto.Toda la vida irá tras él.Hallábase en pecado cuando dejó elmundo, y es unasombrainfernal.Nopuedeperdonar.Undíadesclavaráelpuñalquellevaenlagargantaparaheriralinocente.
Misojosdeniñoconservaronmucho tiempoelespantode loqueentoncesvieron,ymisoídoshanvuelto a sentirmuchasveces laspisadasdel fantasmaquecaminaamiladoimplacableyfunesto,sindejarquemialma,todallenadeangustia,todarendidaalpesodetorvaspasionesyanhelospurísimos,seasomefuera de la torre, donde sueña cautiva hace treinta años. ¡Ahoramismo estoyoyendolassilenciosaspisadasdelAlcaideCarcelero!
C
JARDÍNUMBRÍO:
AMEDIANOCHE
ORREN jinete y espolique entre una nube de polvo: En la lejanía sonapenasdosbultosquesedestacanporoscurosobreelfondosangrientodel
ocaso.Lahora,elsitioylosolitariodelcamino,ayudanalmisteriodeaquellassombrasfugitivas.Enunaencrucijadaeljinetetiródelasriendasalcaballoyloparó,dudandoentre tomarelcaminoderuedasoeldeherradura.Elespoliquequecorríadelante,parándoseasuvezymirandoalternativamenteaunayotrasenda,interrogó:
—¿Pordóndeechamos,miamo?Eljinetedudóuninstanteantesdedecidirse,ydespuéscontestó:—Pordondeseamáscorto.—Comomáscortoesporelmonte.Peroporelcaminorealseevitapasarde
nochelarobledadelmolino…¡Tieneunafama!…Volvió a sus dudas el de a caballo, y tras un momento de silencio a
preguntar:—¿Quédistanciahayporelmonte?—Habrácomocosadeunastresleguas.—¿Yporelcaminoreal?—Pueshabrácomocosadecinco.Eljinetedejóderefrenarelcaballo:—¡Porelmonte!Y sin detenerse echó por el viejo camino que serpentea a través del
descampado,dondeapenascreceunayerbadesmedradayamarillenta.Alolejos,confusasbandadasdevencejosrevoloteabansobrelalagunapantanosa.Elmozo,quesehabíaquedadountantoatrás,observandoelaspectodelcieloyeldilatadohorizonte, donde aparecíanyamuydesvaídos los arrebolesdel ocaso, corrió a
emparejarseconeljinete:—¡Piquebien,miamo!Sipicapuedeserqueaúntengamoslunaparapasar
larobleda.Pronto se perdieron en una revuelta, entre los álamos quemarcan la línea
irregular del río. Cerró la noche y comenzó a ventar en ráfagas que pasabanvelocesyroncas,inclinandolosárbolessobreelcamino,conunlargomurmullode todas sushojas. Jinetey espoliquecorrieronmucho tiempoen laoscuridadprofundadeunanochesinestrellas.Yasepercibíaelrumordelacorrientequealimentaelmolinoylamasaoscuradelrobledal,cuandoelmozoadvirtióenvozbaja:
—Miamo,vayaprevenidoporloquepuedasaltar.—Nohaycuidado.—Ybienquelehay.Unavez,eraunoasídelamayorconformidad,porque
tampocoteníatemor,yenlamismapuentelesalierondoshombresyrobáronle,ynolomataronpormilagrodivino.
—Esossoncuentos.—¡Tanciertocomoquetodosnoshemosdemorir!El jinete guardó silencio. Percibíase más cerca el rumor de la corriente
aprisionadaenlosviejosdornajosdelmolino;eraunrumorllenodevaguedadydemisterioquetanprontofingíaalaridodecanqueventealamuerte,comoungemido de hombre a quien quitan la vida. El espolique corría al flanco delcaballo. Allá en la hondonada recortaba su oscura silueta una iglesia, cuyascampanassonabanlentamenteconeltoquedelnublado.Eljinetemurmuró:
—Yaestamoscercadelarectoral.Yrespondióelespolique:—Engañamucholaluna,miamo.De pronto moviéronse las zarzas de un seto separadas con fuerza, y una
sombrasaltóenmitaddelcamino:—¡Alto!Labolsaolavida.Encabritoseelcaballo,yelresplandordeunfogonazoiluminóconazulada
vislumbreelrostrozainoybarbinegrodeunhombrequeteníaasidaslasriendasyquesetambaleóycayópesadamente.Elespoliqueinclinoseamirarle,ycreyóreconocerle.
—Miamo,parécemeelChipén.—¿Quiéndices?—Elhijodelmolinero.
—¡Dioslehayaperdonado!—¡Amén!—¿Túleconocías?—¡EramismamenteunSatanás!Estaba tendido en medio del camino. Tenía una hoz asida con la diestra,
descalzoslospiesqueparecíandecera,labocallenadetierraychamuscadalabarba.Unhilodesangrelecorríadelafrente.Eljinete,afirmándoseenlasilla,le hincó las espuelas al caballo, que temblaba, y le hizo saltar por encima.Elespoliquelesiguió.Chispearonbajoloscascoslaspiedrasdelcamino,yamoycriadoseperdieronen laoscuridad.Prontodescubrieronelmolinoenunclarodelramajequeiluminabalaluna.Eradeaspectosospechosoyestabasituadoenunarevuelta.Sentadaenelumbraldormitabaunavieja,tocadaconelmantelo.Parecíahallarseenespera.Elespoliquelainterrogóazorado:
—¿Llevaagualapresa?Laviejaseincorporósobresaltada:—Aguanofalta,hijo.—¿Aquiénaguarda?—Anadie…Salimeunmomentohace,por tomar la luna.Tengomolienda
paratodalanocheyhayquevelar.—¿Noestáelpariente?—No está. Fuese a la villa para cumplir con la señora, mi ama, a quien
pagamosunforodedoceferradosdetrigoydocedecenteno.—¿Yelrapaz?—Marchoseanochecido.¡Cosasderapaces!Pidiolerelaciónaunamozade
laaldeaytieneconellaparrafeotodaslasnoches.—Biendice:¡Cosasderapaces!—Aquíestoyesperándole.—Espérelemuydichosa.Y el espolique se alejó corriendo para dar alcance al jinete. Emparejose y
siguiójadeantealflancodelcaballo:—¡Nomeandabaengañado,miamo!—Parecequeno.—¡Eraaquelquedije!…—¡Ylamadreesperándole!…Callaronconlasalmassobresaltadasycubiertasdemisterio.Habíandejado
elcaminodeherraduraporotroderuedas,cuandosecruzaronconunarrieroque
ibamediodormidosobresumula,arrebujadoenunamanta.Apartadossobrelaorilladelcaminosecretearonamoycriado:
—Madrugalagentedelaferia…—Nosexponemosaunmalencuentro.—Esopensaba,miamo.—Tú,ahoratevuelvesconelcaballo.Yotomolabarca.—¿Ysinoseatopanallílosmozosdelapartida?—Estará, cuando menos, don Ramón María. ¿No te ha dicho que me
esperaba?—Esodíjome,sí,señor.—¿Quéhoraserá?—Cuandocruzamoslaaldea,yacantabanlosgallos.—Aúnhaytreshorasdenoche.—Esohabrá.¿Conoceelcamino?—Creoquesí.—Másmejor,salvosuparecer,seríaquellegásemosalapuente,yluegoyo
volveríameporlavereda,queescaminomásseguro.—Norepliques,rapaz.—¡Damepavorelmuerto!—Aúnalcanzascompañía.Yseñalabaalarrieroquesubíaelcaminollenodecharcos,dondesereflejaba
laluna.—¡Puederecelarse!—Disimulas.Montasiquieres…Obedeció el espolique, y unavez sobre la silla se inclinópara escuchar al
caballero,queleintimóenvozbaja:—¡Tevalavidaencallar!Yconestoarrendoseelencubierto,paradejarlespaso,undedopuestosobre
los labios:Alversesolo, sesantiguódevotamente.¿Adónde iba?¿Quiénera?Talvezfueseunemigrado.TalvezuncabecillaquevolvíadePortugal.Perodelasviejashistorias,delosviejoscaminos,nuncasesabeelfin.
D
JARDÍNUMBRÍO:
MIBISABUELO
ONManuelBermúdezyBolaño,mibisabuelo,fueuncaballeroalto,seco,conlosojosverdesyelperfilpurísimo:Hablabapoco,paseabasolo,era
orgulloso, violento ymuy justiciero. Recuerdo que algunos días en lamejilladerechateníaunaroséola,casiunallaga:Deaquellaroséolalagentedelpueblomurmurabaqueeraunbesodelasbrujas,yamediaspalabrasveníanadecirlomismomistíaslasPedrayes.Laimagenqueconservodemibisabueloesladeunviejocaducoytemblónquepaseabaalabrigodelaiglesiaenlastardeslargasydoradas. ¡Quéamorosaevocación tieneparamíaquel tiempo! ¡Doradoes tunombre, SantaMaría de Louro! ¡Dorada tu iglesia con nidos de golondrinas!¡Doradastuspiedras!¡Todatúdorada,villadeSeñorío!
Delacasaquetuvoallímibisabuelosoloquedaunaparraviejaquenodauvas,ydeaquellafamiliatanantiguaunecoenloslibrosparroquiales;peroentornodelasombrademibisabueloflotatodavíaunaleyenda.Recuerdoquetodalaparentela le teníaporun locoatrabiliario.Yoeraunniñoy se recatabandehablarenmipresencia;sinembargo,porpalabrasvagaslleguéadescubrirquemibisabuelohabíaestadopresoenlacárceldeSantiago.Enmediodeunagranangustia presentía que era culpado de algún crimen lejano, y que había salidolibrepordinero.Muchasnochesnopodíadormir,cavilandoenaquelmisterio,ysemeoprimíaelcorazónsien lasaltashorasoía lavozembarulladadelviejocaballeroquesoñabaagritos:Dormíamibisabueloenunagransaladelatorre,conuncriadoa lapuerta,yyo lesuponía llenoderemordimientos, turbadosusueñopor fantasmasyaparecidos.Aquelviejo tanadustomequeríamucho,ycorrespondíale mi candor de niño rezando para que le fuese perdonado sucrimen.Yaestabanfríaslasmanosdemibisabuelocuandosupecómosehabíancubiertodesangre.
Unanochecido escuché el relato a la vieja aldeana que ha sido siempre lacrónicadelafamilia:Micaelahilabasucopoenlaantesalaredonda,ycontabaalosotroscriadoslasgrandezasdelacasaylashistoriasdelosmayores.Demibisabuelorecordabaqueeraungrancazador,yqueunatarde,cuandovolvíadetiraralasperdices,salióaesperarleenelcaminodelmonteelcabezalerodeunforalqueteníaenJuno.Eraunhombreciegoaquienunahijasuyaguiabadelamano:Ibaconlacabezadescubiertaalencuentrodelcaballero:
—¡Unángellotraeporestoscaminos,miamo!Hablabaconlavozveladadelágrimas.DonManuelBermúdezleinterrogó
breveymuyadusto:—¿Hamuertotumadre?—¡NolopermitaDios!—¿Puesquéteocurre?—Porunfalsotestimonioestánenlacárceldosdemishijos.¡Quiereacabar
con todosnosotroselescribanoMalvido!Andapor laspuertasconunaobligaescrita,yvatomandolasfirmasparaqueningunovuelvaameterlosganadosenlasBrañasdelRey.
Suspirólamocinaqueguiabaasupadre:—YolovidealapuertadetíoPedrodeVermo.Se acercaron otrasmujeres y unos niños que volvían delmonte agobiados
bajograndeshacesdecarrascas.TodosrodearonaDonManuelBermúdez:—Yalospobresnopodemosvivir.Elmontedonderozábamosnosloquita
unladróndelavilla.Clamóelciego:—Másosvalenohablaryarrancaroslalengua.Porpalabrascomoesasestán
enlacárceldosdemishijos.Alcallarelciegogimiólamocina:—PorestarencamadanosellevaronlosalcaldesamimadreÁgueda.Cuentanquemibisabueloaloírestodiounavozmuyenojado,imponiendo
silencio:—¡Hablatú,Serenín!¡Queyomeentere!Todos seapartaron,yel ciego labradorquedóenmediodel caminocon la
cabezadescubierta, lacalvadoradabajoelsolponiente:LlamábaseSereníndeBretal,ysumadre,unalabradoradecienaños,ÁguedaladelMonte.Estamujerhabía sido nodriza de mi bisabuelo, quien le guardaba amor tan grande, quealgunasvecescuandoandabadecaceríallegábaseavisitarla,ysentábasebajoel
emparradoamerendarensucompañíauncuencode lechepresa.DonManuelBermúdez, amparado en una sombra del camino, silencioso y adusto, oía laquerelladeSereníndeBretal:
—¡Acabanconnos!¡Nosabemosyadóndeirarozarlascarrascas,nidóndellevar los ganados! Por puertas nos deja a todos los labradores el escribanoMalvido. Los montes, que eran nuestros, nos los roban con papeles falsos ytestimonios de lenguas pagadas, y porque reclamaron contra este fuero, tengodoshijos en la cárcel. ¡Ya solamentenosquedaa los labradoresponernosunapiedraalcuelloyecharnosdecabezaalrío!
Selevantóunmurmullopopular:—¿Adóndeirásquenopenares?—¡Lasuertedelpobreespasartrabajos!—¡Paraelpobrenuncahaysol!—¡Sufrirypenar!¡Sufrirypenar!Eslaleydelpobre.Las mujeres que portaban los haces de carrascas, juntas con otras que
volvíandelosmercados,formabancorroentornodelciegolabrador,yalolejosuna cuadrilla de cavadores escuchaba en la linde de la heredad descansandosobrelasazadas.DonManuelBermúdezlosmiróatodosmuydespacio,yluegolesdijo:
—Enlamanotenéiselremedio.¿Porquénomatáisaeseperrorabioso?Alprontotodoscallaron,peroderepenteunamujergritódejandocaersuhaz
decarrascasymesándose:—¡Porquenohayhombres,señor!¡Porquenohayhombres!Desdelejosdejóoírsuvozunodeloscavadores:—Hayhombres,perotienenlasmanosatadas.Serevolviólamujer:—¿Quiénvos las ata? ¡Elmiedo! ¡Callad, castrados! ¿Québocahabló por
mí, cuando enunamisma levame llevaron tres hijos, ymedejaron comomeveo,sinmásamparoqueelcieloquemecubre?¡Callad,castrados!
Unaviejaqueveníahaciaelcaminoatravesandoporlosmaizales,respondióconotrasvoces:
—¡Hayqueacabarconlosverdugos!¡Hayqueacabarconellos!EraÁguedaladelMonte.Caminabaapoyándoseenunpalo,alta,encorvada,
vestidadeluto.Elcaballerolamiróllenodepiedad:—¿Porquétehasmovidodetupuerta,Águeda?—¡Paramirarte,soldeoro!
Serenín deBretal volvió los ojos velados hacia donde sonaba la voz de lacentenaria,ygritóalosvientos:
—¡Yadepusimosnuestropleitoalamo!ÁguedaladelMontesehabíasentadoenunapiedradelcamino:—Puessuconsejonostocaseguir.¿Quévoshadicho?RepusoSerenínenmediodelmurmullodemuchasvoces:—Elquenaciódenoblezatieneunsentir,yotroquenaciódelatierra.ÁguedaladelMonteselevantóapoyándoseenelpalo:Habíasidounamujer
gigantesca, y aun encorvada parecía muy alta, tenía los ojos negros, y eramorena,delcolordelcenteno:
—¡Sin escucharlas, sé las palabras demi rey! ¡El rey que yo crie tuvo elmismodictadoqueestabocadetierra!¡Acabarconlosverdugos!¡Acabarconellos!¡Sinescucharlas,sélaspalabrasdemirey!
ClamóSerenín:—¡Yonadapuedohacersinluzenlosojosyconloshijosenlacárcel!Comenzaronagritarlasmujeres:—¡Estascarrascashabíandeserparaquemarvivoeseladróndepobres!Selevantósobrelaolaunavozyaronca:—¿Dóndeestánloshombres?¡Todossoncastrados!Ydeprontoseaplacóelvocerío.Unalenguamelosarecomendó:—Hayquecallarysufrir.Cadavidatienesucruz.¡Miradquiénviene!Porloaltodelacuesta, trotandosobreunasno,asomabaunjinete,ytodos
reconocieronalescribanoMalvido.Cuentanqueentoncesmibisabuelosevolvióaloscavadoresqueestabanenlalindedelaheredad:
—Tengo laescopetacargadaconpostas.¿Algunodevosotrosquierehacerunbuenblanco?
Alprontotodoscallaron.Luegodestacoseunoentrelosmásviejos:—Elgavilánvuelasiempresobreelpalomar.Unosematayotroviene.—¿Noqueréisaprovecharlacargademiescopeta?Respondieronvariasvocesconahínco:—¡Somos unos pobres, señor mayorazgo! ¡Cativos de nos! ¡Hijos de la
tierra!ÁguedaladelMonteselevantóconelregazollenodepiedras:—¡Lasmujereshemosdesepultaralosverdugos!El escribano,mirando tanta gente en el camino, iba a torcer por un atajo,
peromibisabuelopareceserquelellamócongrandesvoces:
—SeñorMalvido,acáleestamosesperandoparahacerunabuenajusticia.Respondióelotromuyalegre:—¡Faltahace,señormayorazgo!¡Estagenteescontumaz!Seacercótrotando.Mibisabuelo,muydespacio,echoselaescopetaalacara:
Cuandoletuvoencañonadolegritó:—¡Estaesmijusticia,señorMalvido!Ydeun tiro ledoblóen tierracon lacabezaensangrentada.Águeda ladel
Montesearrodillóconlosbrazosabiertos,alpiedemibisabuelo,queposósumanoblancasobrelacabezadelacentenaria,yledijo:
—¡Buenalechemehasdado,madreÁgueda!Todos habían huido, y eran los dos solos en medio del camino, frente al
muerto. Contaba Micaela la Galana que a raíz de aquel suceso mi bisabuelohabíaestadoalgúntiempoenlacárceldeSantiago.Elhechoescierto,perofueotro el motivo. Muchos años después, para una información genealógica, hetenidoque revolverpapelesviejos, ypude averiguarque aquella prisiónhabíasidoporperteneceralpartidodelosapostólicoselseñorCoroneldeMiliciasdonManuelBermúdezyBolaño.Erayoestudiante,cuandolleguéaformarmecabalideademibisabuelo.Creoquehasidouncarácterextraordinario,yasíestimosobre todas mis sangres la herencia suya. Aún ahora, vencido por tantosdesengaños, recuerdo con orgullo aquel tiempo de mi mocedad, cuando,despechada conmigo todami parentela, decían las viejas santiguándose: ¡OtroDonManuelBermúdez!¡BenditoDios!
S
L
JARDÍNUMBRÍO:
ROSARITO
CAP.I
ENTADAanteunode esos arcaicosveladores con tablerodedamas, quetanta boga conquistaron en los comienzos del siglo, cabecea el sueño la
ancianaCondesadeCela:Losmechonesplateadosdesuscabellos,escapándosede la toca de encajes, rozan con intermitencias los naipes alineados para unsolitario. En el otro extremo del canapé, está su nieta Rosarito. Aunquemuypiadosasentrambasdamas,eslociertoqueningunaprestaatenciónalavidadelsanto del día, que el capellán del Pazo lee en alta voz, encorvado sobre elvelador,ycalados losespejuelosde reciaarmazóndorada.DeprontoRosaritolevantalacabeza,ysequedacomoabstraída,fijoslosojosenlapuertadeljardínque se abre sobre un fondo de ramajes oscuros y misteriosos. ¡No másmisteriosos,enverdad,quelamiradadeaquellaniñapensativayblanca!Vistaalatenueclaridaddelalámpara,conlarubiacabezaendivinoescorzo;lasombradelaspestañastemblandoenelmarfildelamejilla;yelbustodelicadoygentildestacándose en penumbra incierta sobre la dorada talla, y el damasco azulceleste del canapé, Rosarito recordaba esas ingenuasmadonas, pintadas sobrefondodeestrellasyluceros.
CAP.II
Aniñaentornalosojos,palidece,ysuslabiosagitadosportemblorextrañodejanescaparungrito:
—¡Jesús…!¡Quémiedo!…Interrumpesu lecturaelclérigo;ymirándolaporencimade losespejuelos,
carraspea:—¿Algunaaraña,eh,señorita?…Rosaritomuevelacabeza:—¡No,señor,no!Rosarito estabamuypálida. Su voz, un poco velada, tenía esa inseguridad
delatoradelmiedoydeangustia.Envanoporaparecerserenaquisocontinuarlalaborqueyacíaensuregazo.Temblabademasiadoentreaquellasmanospálidas,transparentes como lasdeuna santa;manosmísticasy ardientes, queparecíanadelgazadas en la oración, por el suave roce de las cuentas del rosario.Profundamenteabstraídaclavó lasagujasenelbrazodelcanapé.Despuésconvozbajaeíntima,cualsihablasecontigomisma,balbuceó:
—¡Jesús!…¡Quécosatanextraña!Almismotiempoentornólospárpados,ycruzólasmanossobreelsenode
cándidasygloriosaslíneas:Parecíasoñar.Elcapellánlamiróconextrañeza:—¿Quélepasa,señoritaRosario?Laniñaentreabriólosojosylanzóunsuspiro:—¿Diga,donBenicio,seráalgúnavisodelotromundo?…—¡Unavisodelotromundo!…¿Quéquiereusteddecir?Antes de contestar, Rosarito dirigió una nueva mirada al misterioso y
dormido jardín a través de cuyos ramajes se filtraba la blanca luz de la luna,luegoenvozdébilytemblorosamurmuró:
—HaceunmomentojuraríahabervistoentrarporesapuertaadonMiguelMontenegro…
—¿DonMiguel,señorita?…¿Estáustedsegura?—Sí;eraél,ymesaludabasonriendo…—¿Pero usted recuerda a donMiguelMontenegro? Si lomenos hace diez
añosqueestáenlaemigración.—Meacuerdo,donBenicio,comosilehubiesevistoayer.Erayomuyniña,
yfuiconelabueloavisitarleenlacárceldeSantiago,dondeleteníanpresoporliberal.Elabuelolellamabaprimo.DonMigueleramuyalto,conelbigotemuyretorcidoyelpeloblancoyrizoso.
Elcapellánasintió:—Justamente,justamente.Alostreintaañosteníalacabezamásblancaque
yoahora.Sinduda,ustedhabráoídoreferirlahistoria…Rosaritojuntólasmanos:—¡Oh!¡Cuántasveces!Elabuelolacontabasiempre.
SeinterrumpióviendoenderezarsealaCondesa.Laancianaseñoramiróasunietaconseveridad,ytodavíamaldespiertamurmuró:
—¿Quétantotienesquehablar,niña?DejaleeradonBenicio.Rosaritoinclinólacabeza,ysepusoamoverlasagujasdesulabor.Perodon
Benicio, que no estaba en ánimo de seguir leyendo, cerró el libro y bajó losanteojoshastalapuntadelanariz.
—Hablábamos del famoso don Miguel, señora Condesa. Don MiguelMontenegro,emparentado,sinomeengaño,conlailustrecasadelosCondesdeCela…
Laancianaleinterrumpió:—¿Yadóndehanidoustedesabuscaresaconversación?¿Tambiénustedha
tenidonoticiadelherejedemiprimo?Yoséqueestáenelpaís,yqueconspira.El cura deCela, que le conociómucho enPortugal, le ha visto en la feria deBarbanzón,disfrazadodechalán.
DonBeniciosequitólosanteojosvivamente:—¡Hum!Heahíunanoticia,yunanoticiadelasmásextraordinarias.¿Pero
noseequivocaríaelcuradeCela?…LaCondesaseencogiódehombros:—¡Qué!¿Lodudausted?Puesyono.¡Conozcohartobienamiseñorprimo!—Losañosquebrantanlaspeñas,señoraCondesa:Cuatroanduveyoporlas
montañasdeNavarraconelfusilalhombro,yhoy,mientrasotrosbatenelcobre,tengoquecontentarmeconpediraDiosenlamisaeltriunfodelasantacausa.
Unasonrisadesdeñosaasomóenladesdentadabocadelalinajudaseñora:—¿Pero quiere usted compararse, don Benicio?… Ciertamente que en el
casodemiprimo,cualquierasemiraríaantesdeatravesarlafrontera;peroesaramadelosMontenegrosesdelocos.LocoeramitíodonJosé,locoeselhijoylocosseránlosnietos.UstedhabráoídomilvecesencasadeloscurashablardedonMiguel;puesbien,todoloquesecuentanoesnadacomparadoconloqueesehombrehahecho.
Elclérigorepitióamediavoz:—Yasé,yasé…Tengooídomucho.¡Esunhombreterrible,unlibertino,un
masón!LaCondesaalzólosojosalcieloysuspiró:—¿Vendráanuestracasa?¿Quélepareceausted?—¿Quiénsabe?ConoceelbuencorazóndelaseñoraCondesa.Elcapellánsacódelpechodesulevitónungranpañueloacuadrosazules,y
D
losacudióenelaireconsumaparsimonia:Despuésselimpiólacalva:—¡Sería una verdadera desgracia! Si la señora atendiese mi consejo, le
cerraríalapuerta.Rosarito lanzó un suspiro. Su abuela la miró severamente y se puso a
repiquetearconlosdedosenelbrazodelcanapé:—Esosedicepronto,donBenicio.Estávistoqueustednoleconoce.Yole
cerraríalapuertayéllaecharíaabajo.Porlodemás,tampocodeboolvidarqueesmiprimo.
Rosaritoalzólacabeza.Ensubocadeniñatemblabalasonrisapálidadeloscorazones tristes, y en el fondomisteriosode sus pupilas brillabauna lágrimarota.Deprontolanzóungrito.Paradoenelumbraldelapuertadeljardínestabaun hombre de cabellos blancos, estatura gentil y talle todavía arrogante yerguido.
CAP.III
ONMiguel deMontenegro podría frisar en los sesenta años. Tenía esehermosoyvaroniltiposuevotanfrecuenteenloshidalgosdelamontaña
gallega.Eraelmayorazgodeunafamiliaantiguay linajuda,cuyoblasón lucíadieciséiscuartelesdenobleza,yunacoronarealeneljefe.DonMiguel,congranescándalode sus deudosy allegados, al volver de suprimera emigraciónhizopicarlasarmasquecampeabansobrelapuertadesuPazosolariego,uncaserónantiguoyruinoso,mandadoedificarporelMariscalMontenegro,quefiguróenlas guerras de Felipe V y fue el más notable de los de su linaje. Todavía seconserva en el país memoria de aquel señorón excéntrico, déspota y cazador,beodo y hospitalario. Don Miguel a los treinta años había malbaratado supatrimonio: Solamente conservó las rentas y tierras de vínculo, el Pazo y unacapellanía,todolocualapenasledabaparacomer.Entoncesempezósuvidadeconspiradoryaventurero,vidatanllenaderiesgosyazarescomoladeaquellossegundones hidalgos que se enganchaban en los tercios de Italia por buscarlancesdeamor,deespadaydefortuna.Liberalaforradoenmasón,fingíagranmenosprecioportodasuertedetimbresnobiliarios,loquenoimpedíaquefuesealtivo y cruel como un árabe noble. Interiormente sentíase orgulloso de suabolengo, y pese a su despreocupación dantoniana, placíale referir la leyendaheráldica que hace descender a los Montenegros de una emperatriz alemana.
CreíaseemparentadoconlasmásnoblescasasdeGalicia,ydesdeelCondedeCelaaldeAltamira,con todosse igualabaya todos llamabaprimos,comosellamanentresílosreyes.Encambio,despreciabaaloshidalgossusvecinosyseburlabadeellossentándolosasumesayhaciendosentarasuscriados.EracosadeveradonMiguelerguirsecuanaltoera,conelvasodesbordante,gritandoconaquellaengoladavozdegranseñorqueponíaasombroensushuéspedes:
—Enmicasa,señores,todosloshombressoniguales.AquíesleyladoctrinadelfilósofodeJudea.
DonMigueleraunodeesoslocosdebuenavena,conmanerasdegranseñor,ingenio de coplero y alientos de pirata. Bullía de continuo en él unadesesperaciónsincausaniobjeto, tanprontoarrebatadacomoburlona, ruidosacomo sombría. Atribuíansele cosas verdaderamente extraordinarias. Cuandovolvió de su primera emigración encontrose hecha la leyenda. Los viejosliberalespartidariosdeRiegocontabanquelehabíablanqueadoelcabellodesdequeunasentenciademuertetuviéraletresdíasencapilla,delacualconsiguierafugarseporunmilagrodeaudacia.Perolasdamiselasdesuprovincia,abuelashoyque todas suspiran cuando recitan a sus nietas los versos deEl Trovador,referían algo mucho más hermoso… Pasaba esto en los buenos tiempos delromanticismo, y fue preciso suponerle víctima de trágicos amores. ¡CuántasvecesoyeraRosaritoenlatertuliadesusabueloslahistoriadeaquelloscabellosblancos!Contábala siempre su tía la deCamarasa—una señorita cincuentonaqueleíanovelasconelardordeunacolegiala,ytodavíacantabaenlosestradosaristocráticosdeCompostelamelancólicastonadasdelañotreinta—.AmadadeCamarasa conoció a donMiguel en Lisboa, cuando las bodas del Infante donMiguel.Eraellaunaniña,yhabíalequedadomuypresentelasombríafiguradeaquelemigradoespañoldeerguidotalleyademánaltivo,quetodaslasmañanassepaseabaconelpoetaEsproncedaenelatriodelacatedral,ynodabaunpasosingolpear fieramenteel suelocon laconteradesucañade Indias.AmadadeCamarasanopodíamenosdesuspirarsiemprequehacíamemoriadelosalegresañospasadosenLisboa. ¡Quizávolvíaavercon losojosde la imaginación lafiguradeciertohidalgolusitanodemorenorostroyamantelabia,quehabíasidolaúnicapasióndesu juventud!…Peroestaesotrahistoriaquenada tienequeverconladedonMigueldeMontenegro.
CAP.IV
E Lmayorazgosehabíadetenidoenmediodelaespaciosasala,ysaludabaencorvandosuaventajadotalle,aprisionadoenlargolevitón.
—Buenas noches, Condesa deCela. ¡He aquí a tu primoMontenegro quevienedePortugal!
Suvoz,alsonarenmediodelsilenciodelaanchurayoscurasaladelPazo,parecíamáspoderosaymáshueca.LaCondesa,sinmanifestarextrañeza,repusocondesabrimiento:
—Buenasnoches,señormío.DonMiguelseatusóelbigote,ysonrió,comohombreacostumbradoatales
desvíosyquelostieneenpoco.Deantiguorecibíaseledeigualmodoencasadetodos sus deudos y allegados, sin que nunca se le antojara tomarlo a pecho:Contentábaseconhacerseobedecerdeloscriados,ymanifestarhacialosamosciertodesdéndegranseñor.Eradevercómoaquelloshidalgoscampesinosquenunca habían salido de sus madrigueras concluían por humillarse ante laapostura caballeresca y la engolada voz del viejo libertino, cuya vida deconspirador,llenadeazaresdesconocidos,ejercíasobreelloselpodersugestivodelotenebroso.DonMiguelacercoserápidoalaCondesaytomolelamanoconaireauntiempocortésyfamiliar:
—Espero,prima,quemedaráshospitalidadporunanoche.Asídiciendo,conempaquedeviejogentilhombre,arrastróunpesadosillón
de moscovia, y tomó asiento al lado del canapé. En seguida, y sin esperarrespuesta, volviose a Rosarito. ¡Acaso había sentido el peso magnético deaquellamiradaqueteníalacuriosidaddelavirgenylapasióndelamujer!Pusoelemigradounamanosobre la rubiacabezade laniña,obligándolaa levantarlosojos,yconesacortesaníaexquisitaysimpáticadelosviejosquehanamadoygalanteadomuchoensu juventud,pronuncióamediavoz—¡lavozhondaytristeconqueserecuerdaelpasado!:
—¿Tú no me reconoces, verdad, hija mía? Pero yo sí, te reconocería encualquier parte… ¡Te pareces tanto a una tía tuya, hermana de tu abuelo, a lacualyanohaspodidoconocer!…¿TútellamasRosarito,verdad?
—Sí,señor.DonMiguelsevolvióalaCondesa:—¿Sabes,prima,queesmuylindalapequeña?Ymoviendo la plateada y varonil cabeza continuó cual si hablase consigo
mismo:
—¡Demasiadolindaparaquepuedaserfeliz!La Condesa, halagada en su vanidad de abuela, repuso con benignidad,
sonriendoasunieta:—Nomelatrastornes,primo.¡Seaellabuena,queelquesealindaescosade
bienpoco!…Elemigradoasintióconungestosombríoyteatralyquedócontemplandoa
laniña,queconlosojosbajos,movíalasagujasdesulabor,temblorosaytorpe.¿Adivinó el viejo libertino loquepasaba en aquella alma tanpura? ¿Tenía él,comotodoslosgrandesseductores,esaintuiciónmisteriosaqueleeenloíntimodeloscorazonesyconocelashoraspropiciasalamor?Elloesqueunasonrisadeincreíbleaudaciatemblóunmomentobajoelmostachoblancodelhidalgoyquesusojosverdes—soberbiosydesdeñososcomolosdeuntiranoolosdeunpirata— se posaron con gallardía donjuanesca sobre aquella cabezamelancólicamente inclinadaqueconcrenchadeoro,partidaporestrecha raya,tenía cierta castidad prerrafaélica. Pero la sonrisa y la mirada del emigradofueronrelámpagosporlosiniestrasyporlofugaces.Recobradaincontinentisuactituddegranseñor,donMiguelseinclinóantelaCondesa:
—Perdona,prima,quetodavíanotehayapreguntadopormiprimoelCondedeCela.
Laancianasuspiró,levantandolosojosalcielo:—¡Ay!¡ElCondedeCela,loesdesdehacemuchotiempomihijoPedro!…Elmayorazgoseenderezóenelsillón,dandoconlaconteradesucañaenel
suelo:—¡Vive Dios! En la emigración nunca se sabe nada. Apenas llega una
noticia…¡Pobreamigo!¡Pobreamigo!…¡Nosomosmásquepolvo!…Frunció las cejas, y apoyadoadosmanos en el puñodeorode subastón,
añadióconfanfarronería:—Sianteslohubiesesabido,créemequenotendríaelhonordehospedarme
entupalacio.—¿Porqué?—Porquetúnuncamehasqueridobien.¡Enesoeresdelafamilia!Lanobleseñorasonriótristemente:—Túeres el quehas renegadode todos. ¿Pero aquéviene recordar ahora
eso?CuentahasdedaraDiosdetuvida,yentonces…DonMiguelseinclinóconsarcasmo:—Tejuro,prima,que,comotengatiempo,hedearrepentirme.
U
El capellán, que no había desplegado los labios, repuso afablemente —afabilidadqueleimponíaelmiedoalacóleradelhidalgo:
—Volterianismos,donMiguel…Volterianismosquedespués,en lahoradelamuerte…
DonMiguelnocontestó.En losojosdeRosaritoacababade leerunruegotímido y ardiente a la vez. El viejo libertino miró al clérigo de alto abajo, yvolviéndosealaniña,quetemblaba,contestósonriendo:
—¡Notemas,hijamía!SinocreoenDios,amoalosángeles…Elclérigo,enelmismotonoconciliadoryfrancote,volvióarepetir:—¡Volterianismos,donMiguel!¡VolterianismosdelaFrancia!…Intervino con alguna brusquedad la Condesa, a quien lo mismo las
impiedadesquelasgalanteríasdelemigradoinspirabanvagoterror:—¡Dejémosle,donBenicio!Niélhadeconvencernosninosotrosaél…DonMiguelsonrióconexquisitaironía:—¡Gracias,prima,porlaejecutoriadefirmezaquedasamisideas,puesya
hevistocuántaeslaelocuenciadetucapellán!LaCondesasonriófríamenteconelbordedeloslabios,ydirigióunamirada
autoritaria al clérigo para imponerle silencio. Después, adoptando esa actitudseriayun tantomelancólicaconque lasdamasdelaño treintase retrataban,yrecibíanenelestradoaloscaballeros,murmuró:
—¡Cuando pienso en el tiempo que hace que no nos hemos visto!… ¿Dedónde sales ahora? ¿Qué nueva locura te trae? ¡Los emigrados no descansáisnunca!…
—Pasaronyamisañosdepelea…Yanosoyaquelquetúhasconocido.Siheatravesadolafrontera,hasidoúnicamenteparatraersocorrosalahuérfanadeun pobre emigrado, a quien asesinaron los estudiantes deCoímbra. Cumplidoestedeber,mevuelvoaPortugal.
—¡Siesasí,queDiosteacompañe!…
CAP.V
Nantiguorelojdesobremesadiolasdiez.Eradeplatadoradaydegustopesado y barroco, como obra del siglo XVIII. Representaba a Baco
coronadodepámpanosydormidosobreuntonel.LaCondesacontólashorasenvozalta,yvolvióalasuntodesuconversación:
—Yo sabía que habías pasado por Santiago, y que después estuviste en laferiadeBarbanzóndisfrazadodechalán.Misnoticiaserandequeconspirabas.
—Yaséqueesosehadicho.—A ti se te juzga capaz de todo, menos de ejercer la caridad como un
apóstol…Ylanobleseñorasonreíaconalgunaincredulidad.Despuésdeunmomento
añadió,bajandoinsensiblementelavoz:—¡Eselcasoquenodebestenerlacabezamuysegurasobreloshombros!Ytraslamáscaradefrialdadconquequisorevestirsuspalabras,asomaban
el interés y el afecto. Don Miguel repuso en el mismo tono confidencial,paseandolamiradaporlasala:
—¡Ya habrás comprendido que vengo huyendo! Necesito un caballo pararepasarmañanamismolafrontera.
—¿Mañana?—Mañana.LaCondesareflexionóunmomento:—¡EselcasoquenotenemosenelPazoniunamalamontura!…Ycomoobservasequeelemigradofruncíaelceño,añadió:—Hacesmalendudarlo.Túmismopuedesbajaralascuadrasyverlo.Hará
cosadeunmespasóporaquíhaciendounarequisalapartidadeElManco,ysellevólasdosyeguasqueteníamos.Nohequeridovolveracomprar,porquemeexponíaaqueserepitieseelcasoelmejordía.
DonMigueldeMontenegrolainterrumpió:—¿YnohayenlaaldeaquienpresteuncaballoalaCondesadeCela?A la pregunta del mayorazgo siguió un momento de silencio. Todas las
cabezasseinclinaban,yparecíanmeditar.Rosarito,queconlasmanosencruzyla labor caída en el regazo estaba sentada en el canapé al lado de la anciana,suspirótímidamente:
—Abuelita,elSumillertieneuncaballoquenoseatreveamontar.Yconelrostrocubiertoderubor,entreabiertalabocademadona,yelfondo
de losojosmisteriososycambiante,Rosaritoseestrechabaasuabuelacualsibuscase amparo en un peligro.DonMiguel la infundíamiedo, pero unmiedosugestivoyfascinador.Quisieranohaberleconocido,yelpensarenquepudierairse la entristecía. Aparecíasele como el héroe de un cuento medroso y bellocuyorelatoseescuchatemblando,y,sinembargo,cautivaelánimohastaelfinal,con la fuerza de un sortilegio. Oyendo a la niña, el emigrado sonrió con
D
caballeresco desdén, y aun hubo de atusarse el bigote suelto y bizarramentelevantadosobreellabio.Suactituderaligeramenteburlona:
—¡ViveDios!UncaballoqueelSumillernoseatreveamontarcasidebeserunBucéfalo.¡Heahí,queridasmías,elcorcelquemeconviene!
LaCondesamoviódistraídamentealgunosnaipesdelsolitario,yalcabodeunmomento,comosielpensamientoy lapalabra leviniesendemuy lejos,sedirigióalcapellán:
—Don Benicio, será preciso que vaya usted a la rectoral y hable con elSumiller.
DonBeniciorepuso,volviendolashojasdeElAñoCristiano:—YoharéloquedispongalaseñoraCondesa;pero,salvosumejorparecer,
elmíoesquemásatendidahabíadeserunacartadevuecencia.Aquí levantó el clérigo la tonsurada cabeza, y al observar el gesto de
contrariedadconqueladamaleescuchaba,seapresuróadecir:—Permítame, señora Condesa, que me explique. El día de San Cidrán
fuimosjuntosdecaza.EntreelSumilleryelabaddeCela,quesenosreunióenelmonte,hiciéronmeunajugarretadeldemonio.Todoeldíaestuviéronseriendo.
¡Consussesentaañosacuestas,losdostienenelhumordeunosrapaces!Simepresentoahoraenlarectoralpidiendoelcaballo,porseguroquelotomanaburla.¡EsunraposomuyviejoelseñorSumiller!
Rosaritomurmuróconanheloaloídodelaanciana:—Abuelita,escríbaleusted…LamanotrémuladelaCondesaacariciólarubiacabezadesunieta:—¡Ya,hijamía!…Y laCondesa deCela, que hacía tantos años estaba amagada de parálisis,
irguiose sin ayuda, y, precedida del capellán, atravesó la sala, noblementeinclinadasobre sumuleta,unadeesasmuletascomosevenen los santuarios,concojíndeterciopelocarmesíguarnecidoporclavosdeplata.
CAP.VI
EL fondo oscuro del jardín, donde los grillos daban serenata, llegabanmurmullos y aromas. El vientecillo gentil que los traía estremecía los
arbustos, sin despertar los pájaros quedormían en ellos.Aveces, el follaje seabríasusurrandoypenetrabaelblancorayodelaluna,quesequebrabaenalgún
asientodepiedra,ocultohastaentoncesensombraclandestina.Eljardíncargadode aromas, y aquellas notas de la noche, impregnadas de voluptuosidad y depereza, y aquel rayode luna, y aquella soledad, y aquelmisterio, traían comounaevocaciónrománticadecitasdeamor,ensiglosdetrovadores.DonMiguelselevantódelsillón,y,vencidoporunadistracciónextraña,comenzóapasearseentenebrecidoytaciturno.Temblabaelpisobajosuandarmarcial,ytemblabanlasarcaicasconsolas,queparecíanaltaresconsucargarococódeefigies,fanalesyfloreros.Losojosdelaniñaseguíanmiedososeinconscienteseliryvenirdeaquella sombría figura: Si el emigrado se acercaba a la luz, no se atrevía amirarle;sisedesvanecíaenlapenumbra, lebuscabaconansia.DonMiguelsedetuvoenmediodelaestancia.Rosaritobajólospárpadospresurosa.Sonrioseelmayorazgo contemplando aquella rubia y delicada cabeza, que se inclinabacomoliriodeoro,ydespuésdeunmomentollegóadecir:
—¡Mírame, hija mía! ¡Tus ojos me recuerdan otros ojos que han lloradomuchopormí!
TeníadonMiguellosgestostrágicosylasfrasessiniestrasydolientesdelosseductores románticos. En su juventud había conocido a lord Byron y lainfluenciadelpoetainglésfueraenéldecisiva.LaspestañasdeRosaritorozaronlamejillacontímidoaleteoypermanecieroninclinadascomolasdeunanovicia.El emigrado sacudió la blanca cabellera, aquella cabellera cuya novelescahistoria tantasveces recordara laniñadurante lavelada,y fuea sentarseenelcanapé:
—Siviniesenaprenderme,¿túquéharías?¿Teatreveríasaocultarmeentualcoba?¡UnaabadesadeSanPayosalvóasílavidaatuabuelo!…
Rosaritonocontestó.Ella,taninocente,sentíaelfuegodelruborentodasucarne.Elviejolibertinolamirabaintensamente,cualsisolobuscaseelturbarlamás.Lapresióndeaquellosojosverdeseraauntiemposombríayfascinadora,inquietante y audaz: Dijérase que infiltraban el amor como un veneno, queviolabanlasalmasyquerobabanlosbesosalasbocasmáspuras.Despuésdeunmomento,añadióconamargasonrisa:
—Escuchaloquevoyadecirte.Siviniesenaprenderme,yomeharíamatar.¡Mi vida ya no puede ser ni larga ni feliz, y aquí tus manos piadosas meamortajarían!…
Cual si quisiera alejar sombríos pensamientos agitó la cabeza conmovimientovaronilyhermoso,yechóhaciaatrásloscabellosqueoscurecíansufrente, una frente altanera y desguarnecida, que parecía encerrar todas las
L
exageracionesytodaslasdemencias,lomismolasdelamorquelasdelodio,lascelestesquelasdiabólicas…Rosaritomurmurócasisinvoz:
—¡Yo haré una novena a laVirgen para que le saque a usted con bien detantospeligros!…
Unaondadeindeciblecompasiónlaahogabaconahogodulcísimo.Sentíasepresadeconfusiónextraña,prontaallorar,nosabíasideansiedad,sidepena,side ternura; conmovida hasta lo más hondo de su ser, por conmoción oscura,hasta entonces ni gustada ni presentida. El fuego del rubor quemábale lasmejillas; el corazón quería saltársele del pecho; un nudo de divina angustiaoprimíasugarganta,escalofríosmisteriososrecorríansucarne.Temblorosa,coneltemblorquelaproximidaddelhombreinfundeenlasvírgenes,quisohuirdeaquellosojosdominadoresquelamirabansiempre,peroelsortilegioresistió.Elemigrado la retuvo con un extraño gesto, tiránico y amante, y ella llorosa,vencida,cubrioseelrostroconlasmanosdenovicia,pálidas,místicas,ardientes.
CAP.VII
ACondesaaparecióenlapuertadelaestancia,dondesedetuvojadeanteysinfuerza:
—¡Rosarito,hijamía,venadarmeelbrazo!…Con lamuleta apartaba el blasonado portier.Rosarito se limpió los ojos y
acudió velozmente. La noble señora apoyó la diestra blanca y temblona en elhombrodesunieta,ycobróalientoenunsuspiro:
—¡AllávacaminodelarectoralesebienaventuradodonBenicio!…Despuéssusojosbuscaronalemigrado:—¿Tú, supongo que hasta mañana no te pondrás en camino? Aquí estás
segurocomonoloestaríasenparteninguna.EnloslabiosdedonMiguelasomóunasonrisadehermosodesdén.Laboca
deaquelhidalgoaventureroreproducíaelgestoconquelosgrandesseñoresdeotrostiemposdesafiabanlamuerte.DonRodrigoCalderóndebiódesonreírasísobre el cadalso. La Condesa, dejándose caer en el canapé, añadió con suaveironía:
—Hemandadodisponerlahabitaciónenque,segúnlascrónicas,vivióFrayDiego de Cádiz cuando estuvo en el Pazo. Paréceme que la habitación de unSantoeslaquemejorconvieneavuesamercé…
Y terminó la frase con una sonrisa. El mayorazgo se inclinó mostrandoasentimientoburlón.
—Santoshuboquecomenzaronsiendograndespecadores.—¡SiFrayDiegoquisiesehacercontigounmilagro!—Esperémoslo,prima.—¡Yoloespero!El viejo conspirador, cambiando repentinamente de talante, exclamó con
ciertaviolencia:—¡Diez leguas he andado por cuetos y vericuetos, estoymás quemolido,
prima!DonMiguelsehabíapuestoenpie.LaCondesaleinterrumpiómurmurando:—¡VálgateDiosconlavidaquetraes!Puesesmenesterrecogerseycobrar
fuerzasparamañana.Después,volviéndoseasunieta,añadió:—Túlealumbrarásyenseñaráselcamino,pequeña.Rosarito asintió con la cabeza, como hacen los niños tímidos, y fue a
encenderunodeloscandelabrosquehabíasobrelagranconsolasituadaenfrentedel estrado. Trémula como una desposada se adelantó hasta la puerta, dondehubo de esperar a que terminase el coloquio que el mayorazgo y la Condesasosteníanenvozbaja.Rosaritoapenaspercibíaunvagomurmullo.Suspirandoapoyó la cabeza en la pared, y entornó los párpados. Sentíase presa de unaturbación llena de palpitaciones tumultuosas y confusas.En aquella actitud decariátide parecía figura ideal detenida en el lindar de la otra vida. Estaba tanpálidaytantristequenoeraposiblecontemplarlauninstantesinsentiranegadoelcorazónporlaideadelamuerte…Suabuelalallamó:
—¿Quétepasapequeña?Rosaritoportodarespuestaabriólosojos,sonriendotristemente.Laanciana
moviólacabezaconmuestradedisgusto,ysevolvióadonMiguel:—Atiaúnesperovertemañana.Elcapellánnosdirá lamisadealbaen la
capilla,yquieroquelaoigas…Elmayorazgoseinclinó,comopudierahacerloanteunareina.Después,con
aquelandaraltivoysoberano,quetanenconsonanciaestabaconlaíndoledesualma,atravesó lasala.Cuandoelportiercayó trasél, laCondesadeCela tuvoqueenjugarsealgunaslágrimas.
—¡Quévida,Diosmío!¡Quévida!
LCAP.VIII
AsaladelPazo—aquellagransalaadornadaconcornucopiasyretratosdegenerales, de damas y obispos— yace sumida en trémula penumbra. La
ancianaCondesadormita en el canapé.Encimadelveladorparecenhacerotrotanto el bastón delmayorazgo y la labor de Rosarito. Tropel de fantasmas seagitaentreloscortinajesespesos.¡Tododuerme!MasheaquíquedeprontolaCondesaabrelosojosylosfijaconsobresaltoenlapuertadeljardín.Imagínasehaberoídoungritoensueños,unodeesosgritosdelanoche,inarticuladosypordemásmedrosos.Conlacabezaechadahaciadelante,yelánimoacobardadoysuspenso, permanece breves instantes en escucha… ¡Nada! El silencio esprofundo. Solamente turba la quietud de la estancia el latir acompasado ymenudodeunrelojquebrillaenelfondoapenasesclarecido…
LaCondesahavueltoadormirse.Unratónsaledesuesconditeyatraviesalasalacongentilyvivaztrotecillo.
Las cornucopias le contemplan desde lo alto: Parecen pupilas de monstruosocultosenlosrinconesoscuros.Elreflejodelalunapenetrahastaelcentrodelsalón:Losdaguerrotiposcentelleansobrelasconsolas,apoyadosenlosjarronesllenosderosas.Porintervalosseescuchalavozaflautadaydolientedeunsapoque canta en el jardín. Es lamedianoche, y la luz de la lámpara agoniza. LaCondesasedespierta,yhacelaseñaldelacruz.
Denuevohaoídoungrito,peroestavez tanclaro, tandistinto,queyanoduda.Requierelamuleta,yenactituddeincorporarseescucha.Ungatazonegro,encaramadoenelrespaldodeunasilla,acéchalaconojoslucientes.LaCondesasiente el escalofrío delmiedo. Por escapar a esta obsesión de sus sentidos, selevanta, y sale de la estancia. El gatazo negro la sigue maullandolastimeramente.Sucolafosca,sulomoenarcado,susojosfosforescentes,ledantodoelaspectodeunanimalembrujado.Elcorredoresoscuro.Elgolpede lamuletaresuenacomoenladesiertanavedeunaiglesia.Alláalfinal,unapuertaentornadadejaescaparunrayodeluz…
LaCondesadeCelallegatemblando.Lacámaraestádesierta,pareceabandonada.Porunaventanaabierta,quecae
aljardín,alcánzaseaverenesbozofantásticomasasdeárbolesqueserecortansobre el cielonegroy estrellado:Labrisanocturna estremece lasbujíasdeuncandelabrodeplata, que lloran sin consuelo en las doradas arandelas:Aquellaventana abierta sobre el jardín misterioso y oscuro tiene algo de evocador y
sugestivo.¡Parecequealgunoacabadehuirporella!…LaCondesasedetiene,paralizadadeterror.Enelfondodelaestancia,ellechodepalosantodondehabíadormidoFray
DiegodeCádiz,dibujasuslíneasrígidasyseverasatravésdeluengoscortinajesde antiguo damasco carmesí que parece tener algo de litúrgico. A veces unamanchanegrapasa corriendo sobre elmuro:Tomaríaselapor la sombradeunpájaro gigantesco: Se la ve posarse en el techo y deformarse en los ángulos,arrastrarseporel sueloyescondersebajo lassillas:De improviso,presadeunvértigofunambulesco,otravezsaltaalmuro,ygalopaporélcomounaaraña…
LaCondesacreemorir.Enaquellahora,enmediodeaquelsilencio,elrumormásleveacrecientasu
alucinación. Un mueble que cruje, un gusano que carcome en la madera, elviento que se retuerce en el mainel de las ventanas, todo tiene para ellaentonacionestrágicasopavorosas.Encorvadasobrelamuleta,tiemblacontodossusmiembros.Seacercaallecho,separalascortinas,ymira…¡Rosaritoestáallíinanimada,yerta,blanca!Doslágrimashumedecensusmejillas.Losojostienenlamiradafijayaterradoradelosmuertos.¡Porsucorpiñoblancocorreunhilodesangre!…Elalfileróndeoroquemomentosantesaúnsujetabalatrenzadelaniña, está bárbaramente clavado en su pecho, sobre el corazón. La rubiacabelleraextiéndeseporlaalmohada,trágica,magdalénica…
U
JARDÍNUMBRÍO:
COMEDIADEENSUEÑO
NA cueva en el monte, sobre la encrucijada de dos caminos de herradura. Algunos hombres, acaballo,lleganentropel,yunaviejaasomaenlabocadelacueva.Sufigurasedestacaporoscuro
sobreelfondorojizodondellameaelfuegodelhogar.Eslahoradelanochecer,ylaságuilasquetienensunidoenlospeñascales,seciernenconunvuelopesadoquedejaoírelgolpedelasalas.
LAVIEJA¡Con cuánto afán os esperaba, hijosmíos!Desde ayer tengo encendido un
buenfuegoparaquepodáiscalentaros.¿Vendréisdesfallecidos?
La vieja éntrase en la cueva, y los hombres descabalgan. Tienen los rostros cetrinos, y sus pupilasdestellanenelblancodelosojosconextrañaferocidad.Unodeellosquedaalcuidadodeloscaballos,ylos otros, con las alforjas al hombro, penetran en la cueva y se sientan al amor del fuego. Son doceladronesyelCapitán.
LAVIEJA¿Habéistenidosuerte,mishijos?
ELCAPITÁN¡Ahoraloveréis,MadreSilvia!Muchachos,juntadelbotínparaquepuedan
hacerselasparticiones.
LAVIEJANuncahabéishechotanlargaausencia.
ELCAPITÁNNorequeríamenosellance,MadreSilvia.
LaMadre Silvia tiende un paño sobre el hogar, y sus ojos acechan avarientos cómo las manos deaquellosdocehombresdesaparecenen lohondode lasalforjasysacanenredadas las joyasdeoro,quedestellanaltemblordelasllamas.
LAVIEJA¡Jamáshevistotanricapedrería!
ELCAPITÁN¿Noquedanadaentusalforjas,Ferragut?
FERRAGUT¡Nada,Capitán!
ELCAPITÁN¿Yenlastuyas,Galaor?
GALAOR
¡Nada,Capitán!
ELCAPITÁN¿Yenlastuyas,Fierabrás?
FIERABRÁS¡Nada!…
ELCAPITÁNEstá bien.Tenedpor cierto, hijosmíos, quepagaréis con la vida cualquier
engaño.Alumbradaquí,MadreSilvia.
LaMadre Silvia descuelga el candil. El Capitán requiere sus alforjas, que al entrar dejó sobre unescaño que hay delante del fuego, y los ladrones se acercan. Sobre aquel grupo de cabezas cetrinas ycuriosasflameaelreflejosangrientodelahoguera.ElCapitánsacadelasalforjasunlenzuelobordadodeoro,yaldesplegarlosevequesirvedemortajaaunamanocercenada.Unamanodemujerconlosdedosllenosdeanillosyblancuradeflor.
LAVIEJA¡Qué anillos! Cada uno vale una fortuna. No los hay nimás ricos nimás
bellos.Aprended,hijos…
ELCAPITÁN¡Bellatambiéneslamano,ymuchodebíadeserlosudueña!
LAVIEJA¿Nolahasvisto?
ELCAPITÁNNo…Lamanoasomabafueradeunareja,ylahicerodarconungolpedemi
yatagán.Eraunarejaceladadejazmines,ysinelfulgordelosanilloslamanohubieraparecidootraflor.Yopasabaalgalopedemicaballo,ysinrefrenarlolahice caer entre las flores, salpicándolas de sangre: Apenas tuve tiempo paracogerlayhuir…¡Ay,sihubierapodidoimaginarlatanbella!
ElCapitánquedapensativo:Unanubedetristezaempañasurostro,yenlosojosnegrosyviolentosquecontemplanelfuegotiemblaeláureoreflejodelasllamasydelossueños.Unodelosladronesalcanzalamano,queyace sobre elpañode tisú, e intentadespojarlade losanillos,queparecenengastadosa losdedosyertos.ElCapitánlevantalacabezayfulminaunamiradaterrible.
ELCAPITÁNDeja loquenopuedes tocar,hijodeunaperra.Dejaesamanoqueenmal
horacortómiyatagán.¡Asíhubierancegadomisojoscuandolavi!¡Pobremanoblancaqueprontohabrádemarchitarsecomolasflores!¡Dieratodosmistesorosporunirlaotravezalbrazodedondelacorté!…
LAVIEJA¡Yacasohallaríasuntesoromayor!
ELCAPITÁNY por ver el rostro de aquella mujer diera la vida. Madre Silvia, tú que
entiendeslosmisteriosdelaquiromancia,dimequiénera.
ElCapitánsuspiraylosladronescallanasombradosdevercómodoslágrimaslecorrenporlasfierasmejillas.LaMadreSilviatomaentresusmanosdebrujaaquellamanoblanca,ysinesfuerzoladespojadelosanillos.Luegofrotalayertapalmaparalimpiarladelasangreypoderleerensusrayas.Losladronescallanyatienden.
LAVIEJA¡Desdeelnacer,estamanohallábasedestinadaadeshojarenelvientolaflor
que dicen de la buenaventura! Es la mano de una doncella encantada que,cuandodormía el enano su carcelero, asomaba fuerade la reja llamandoa loscaminantes.
ELCAPITÁN¡Conquétiernomisterioaúnmellamaamí!…
LAVIEJAOjos humanos no la habían visto hasta que la vieron los tuyos, porque el
poderdelenanoaunosselafingíacomopalomablancayaotroscomoflordelarejaflorida.
ELCAPITÁN¡Porquémisojoslavieronsinaquelfingimiento!
LAVIEJAPorquesehabíapuestolosanillosparaquemásnolacreyesennipalomani
flor.Ypasastetú,ydenohaberlahechorodartuyatagán,tehabríasdesposadoconlaencantadadoncella,queeshijadeunrey.
ElCapitáncallapensativo.LaMadreSilvia,alaluzdelcandil,cuentayprecialosanillos.Ferragut,Galaor,Fierabrásylosotrosladroneshacenladivisióndelbotín.
FERRAGUTDadmeacáesosanillos,MadreSilvia.
GALAOR
Dejadquelosvea.
FIERABRÁS¡BuengolpehadadoelCapitán!
ARGILAO
¿Noseránesosanilloscosadeencanto,quedesaparezca?
SOLIMÁN
Siesotemes,tecomproelquetecaigaensuerte.
BARBARROJAYotelocompro,telocambiootelojuego.
LAVIEJA
Esplenden tanta luz,quehastamismanosarrugadasparecenhermosasconellos.
Despuésdeestaspalabrashayunsilencio:Sehaoídoelcantode la lechuza,y todosatienden.Aúnduraelsilenciocuandoen labocade lacuevaapareceunasombraconsayalpenitentey luengabarba.Entra encapuchada y doblándose sobre el bordón. Enmedio de la cueva se endereza y se arranca lasbarbasvenerables,quearrojaenelhogar,dondelevantanunallamaleveyvolandera.Losladronesríenconalgazara.ElCapitánpaseasobreellossumirada.
ELERMITAÑO
Unanuevaostraigoquenoesparafruncirelceño,Capitán.
ELCAPITÁNDilapronto,yvete.
ELERMITAÑO
Antesdeamanecerpasaráporelmonteunacaravanadericosmercaderes.
Losladronessealborozanconrisadeloboquemuestralosdientes.Ferragutafilasupuñalenlapiedradelhogar,ylaviejaechaotrohazenelfuego.
ELCAPITÁN¿Sonmuchoslosmercaderes?
ELERMITAÑO
SonloshijosylosnietosdeElivánelRojo.
ELCAPITÁN¿Yadóndecaminan?
ELERMITAÑO
Atierraslejanas,consedasybrocados.
ElCapitáncallacontemplandoel fuego,yvuelveasumirseen laniebladesuensueño.En lacuevapenetracautelosounperro,unodeesosperrosvagabundosquedenoche,alclarodelaluna,correnporlaorilladelasveredassolitarias.Searrimaalmuroyconlasorejasgachasrastreaenlasombra.Algunavezlevantalacabezayolfateaelaire:Losojoslerelucen:Esunperroblancoyespectral.Seoyeungrito.Elperrohuye,yenlosdientesllevalamanocercenada,flordealburaydemisterio,queyacíasobreelpañodeoro.Losladronessalenentropelalabocadelacueva.Elperrohadesaparecidoenlanoche.
ELCAPITÁN
¡Seguidle!
FERRAGUTParecequelassombrasselohayantragado.
SOLIMÁN
Entróenlacuevasinservistodenadie.
GALAOR
Esunperroembrujado.
BARBARROJAPorsuerte,sellevasolamentelamano,quedelosanillosyahabíacuidadode
despojarlaMadreSilvia.
ELCAPITÁN¡Seguidle! ¡La mitad de mis tesoros daré al que me devuelva esa mano!
¡Seguidle! Ferragut, Galaor, Solimán, batid el monte sin dejar una mata.Barbarroja,Gaiferos,Cifer,vosotroscorredloscaminos.¡Pronto,acaballo!Lamitaddemistesorostieneelquemedevuelvaesamano,lamitaddemistesorosytodoslosanillosquehabéisvistolucirensusdedosyertos.¡Pronto,pronto,acaballo!¿Nohabéisoído?¿Quiéndesoyemisórdenes?Abatirelmonte,acorrerloscaminos,orodaránvuestrascabezas.
Elgrupode los ladronespermanece inmóvil en la encrucijada, ymásal fondo, los caballos con lassillaspuestas,muerdenlayerbaásperadelmonte.Lalunailuminaelparajerocoso,batidoportodoslosvientos.Seoyequepasaalolejoslacaravanalentaysoñolienta.LaMadreSilvia,desdelaentradadelacueva,dejaoírsuvoz.
LAVIEJAHijosmíos, no corráis el mundo inútilmente, quemoriríais de viejos a lo
largo de los caminos sin hallar lamano de la Princesa…La caravana pasa, yaprovechadelbienqueosdeparalasuerte.
ELCAPITÁNCalla,viejamaldita,sinoquieresqueteclavelalenguaconmipuñal.
FERRAGUT
¡Nolopermitierayo!
SOLIMÁN
¡Niyo!
BARBARROJALaMadreSilviahablaenrazón.
GALAOR
ElCapitánhasidohechizadoporaquellamanoquecortó.
CIFERYopornadadelmundomepondríaunosolodeesosanillos.
GAIFEROS
Yo,sialgunometocaensuertealrepartirelbotín,desdeahoralorenuncio.
ELCAPITÁN¡Callad,hijosdeunaperra!Yoirésolo,puesdeningunonecesito.Vosotros
quedadaquíesperandolasogadelverdugo.
Adelanta un paso hacia el grupo de su gente, y quedamirándolos con altivo desdeño. Los ladronesesperan torvos y airados, prevenidas las manos sobre los puñales. Se oye más cerca el rumor de lacaravanaquecruzaporelmonte.ElCapitán,conunagranvozllamaasucaballo,montaysealeja.
LAVIEJA¡Aguardaunconsejo!
GAIFEROS
Nolellaméis,quenohabrádeescucharos.
ARGILAO
Yanuncavolverá.
FERRAGUTDesdeahora,yoserévuestroCapitán.
BARBARROJA
Yoloseré.
SOLIMÁN
Vedquetodospudiéramosdecirlomismo.
GALAOR
Loecharemosasuertes.
CIFERQuelosdadoslodecidan.
LaMadreSilviatieneenelsueloelpañodeoroquefuemortajadelamanoblanca,ylosladronesfíansusuertealosdados,mientras,porelcaminoqueiluminalaluna,correunjineteenbuscadelamanodelaPrincesaQuimera.
U
JARDÍNUMBRÍO:
MILÓNDELAARNOYA
NA tarde, en tiempodevendimias, sepresentó en el cercadodenuestracasaunamozaalta,flaca,renegrida,conelpelofoscoylosojosardientes,
cavadosenelcercodelasojeras.Veníaclamorosayanhelando:—¡Dadmeamparocontraunreydemorosquemetienepresa!¡Soycautiva
deunIscariote!Sentosealasombradeuncarrodesuncidoycomenzóarecogerselagreña.
Despuésllegsealdornajodondeabrevabanlosganadosyselavóunaheridaqueteníaenlasien.SereníndeBretal,unviejoquepisabalauvaenunatinaja,sedetuvolimpiándoseelsudorconlamanorojadelmosto:
—¡Cativosdenos!Sihasmenesteramparoclamaalajusticia.¿Quéamparopodemosdarteacá?¡Cativosdenos!
Suplicólamujer:—¡Vedme cercada de llamas! ¿No hay una boca cristiana queme diga las
palabrasbenditasquemelibertendelEnemigo?Interrogóunavieja:—¿Túnoeresdeestatierra?Sollozólarenegrida:—Soy cuatro leguas arriba de Santiago.Vine a esta tierra porme poner a
servir, y cuando estaba buscando amo caí con el alma en el cautiverio deSatanás. Fue un embrujo que me hicieron en una manzana reineta. Vivo enpecadoconunmozoquemearrastrapor las trenzas.Cautivametiene,queyonunca le quise, y solodeseoverlemuerto. ¡Cautivame tiene con sabiduría deSatanás!
Lasmujeresy losviejossesantiguaronconunmurmullopiadoso,pero losmozos relincharon como chivos barbudos, saltando en las tinajas, sobre los
carrosdelavendimia,rojos,desnudosyfuertes.GritóPedroelAmelo,deLugardeCondes:
—¡Jujurujú!No tedejesapalparyhacer lascosquillas,yveráscómose tevuelaelEnemigo.
Resonaron las risas alegres y bárbaras. Las mozas, un poco encendidas,bajabanlafrenteymordíanelnudodesuspañuelos.Losmozos,enloaltodeloscarros,renovabanlosbrincosylosaturujos,pisandolauva.Perodeprontocesólafiesta.Miabuelaacababadeasomarenelpatín,arrastrandosupiernagotosayapoyadaenelbrazodeMicaela laGalana.EraDoñaDoloresSaco,miabuelamaterna,unaseñoracaritativayorgullosa,alta,secaymuyalaantigua.Lamozarenegridasevolvióhaciaelpatínconlosbrazosenalto:
—¡Concédamesuamparo,nobleseñora!Amiabuelaletemblabalabarbeta.Conundejoautoritariointerrogó:—¡Quéamparopides,moza?—¡Contraun reydemoros!Vengoescapadade lacuevadelmonte,donde
meteníapresa.MicaelalaGalanamurmuróaloídodemiabuela:—¡Pareceprivada,MisiaDolores!Ymi abuela levantó su lente de concha y tornó a interrogar,mirando a la
moza:—¿Aquiénllamastúreydemoros?—¡Reydemorostalmente,miseñora!—Hablasinvoces.Gimiólarenegrida:—¡MetienecautivaconsabiduríadeSatanás!IntervinoelviejoSereníndeBretal:—Laseñoraquieresabercómosellamaelmozoquetetieneensudominio,
ydedóndeesnativo.Larenegridalevantabalosbrazos,temblorosayronca:—MilóndelaArnoya.¿Nuncatenéisoídodeél?MilóndelaArnoya.Milón de la Arnoya era un jayán perseguido por la justicia, que vivía
enfoscadoenelmonte,robandoporsiembrasymajadas.Encasademiabuela,cuandoloscriadossejuntabanalanochecidoparadesgranarmazorcas,siempresalía el cuento deMilónde laArnoya.Unas veces había sido visto en algunaferia,otrasporcaminos,otras,comoelraposo,rondandoalrededordelaaldea.YSereníndeBretal,queteníaunrebañodeovejas,solíacontarcómorobabalos
corderosenlasGándarasdeBarbanza.Elnombredeaquelbigardoperseguidoporlajusticiahabíapuestounasombraentodoslosrostros.Solamentemiabuelatuvounasonrisadesdeñosa:
—Esemalvado,sivieneporti,nohabrádellevarte.¡Quedasrecibidaenmicasa,moza!
Se levantó unmurmullo en loa demi abuela.La renegrida dio las graciashumildementeyfueasentarsealarrimodelpatín,conlacabezacubierta.Alolejosresonabanlasvocesdelavendimia.Unalargahileradecarrosveníaporlacalzada.Mozasdescalzasyencendidascaminabandelante,animandolayuntadelosbueyesdorados:Otrasveníanenlastinajas, lasbocasllenasdecantosyderisas,teñidasdelzumodelasuvas.Loscarrosentraronlentamenteenelcercado:Detrás del último apareció un mendigo en harapos. Era velludo y fuerte. Larenegrida,queteníalacabezacubierta,selevantócomosilehubieseadivinado.Temblabalívidaysombría.
—¡Perverso,cienciadebrujos teencaminóaestapuerta!¡Norías,bocadeSatanás!
El hombre no se movió del umbral. Furtivo, tendió la vista en torno, yvolviéndolaalatierrasuspiró:
—Unaseddeaguaparaunpobrequevadecamino.Larenegridagritó:—EsequevoshablaesMilóndelaArnoya.¡Ahíletenéis!¡Desedperezcas
comouncanrabioso,MilóndelaArnoya!Sehabíanacalladotodas lasvoces.Lasmujeresmirabanalmendigo llenas
decuriososobresaltoyloshombresconrecelo.Algunosempuñabanlaspicasdeacuciarlasyuntas.Enloaltodelpatín,miabuela,abandonandoelbrazoenqueseapoyaba,habíaseerguido,secayenérgica,conlabarbetasiempretemblona.Seoyósuvozautoritaria:
—Socorredaesehombre,yquesevaya.MilóndelaArnoyaapenaslevantólafrenteobstinada:—MisiaDolores,esamujeresmiperdición.Ningúnmalpuedecontardemí.
Hablalaverdaddetodacosa,Gaitana.Larenegridaseretorciólosbrazos:—¡Arrenegadoseas,tentador!¡Arrenegadoseas!Los ojos hundidos y apagados demi abuela se avivaron con una llamade
cólera:—Mozos,echadaesemalvadodemipuerta.RemigiodeBealoyPedroelAmelosedirigierona lacanceladelcercado,
peroelotrolescontuvohablandotorvoyplañidero:—¡Aguardad,queyamevoy!Máshermandadseveentreloslobosqueentre
loshombres.Sealejó.Larenegrida,derribadaentierra,seretorcíaconlabocaespumante,
ylasvendimiadoraslarodeaban,sujetándolaparaquenosedesgarraselasropas.SereníndeBretaltrajoaguadelpozo.MicaelalaGalanabajóconunrosario,yenaquelmomentooyéronsegrandesvocesquedabaen lacalzadaMilónde laArnoya. Eran unas voces como alaridos de alimañamontés, y la renegrida aloírlas se levantó enmedio del corro de lasmujeres, antes de que la hubiesentocado con el rosario bendito.Espumante, ululante,mostrando entre jirones lacarne convulsa, rompió por entre los carros de la vendimia y desapareció.Acudieron todos a la cancela y la vieron juntarse con Milón de la Arnoya.Después contaron que el forajido prendiéndola de las trenzas, se la llevóarrastrandoasucuevadelmonte,yalgunosdijeronquesehabíansentidoenelaire lasalasdeSatanás.Yosolamentevi,cuandoanochecióysalió la luna,unbúhosobreunciprés.
A
JARDÍNUMBRÍO:
UNEJEMPLO
MAROeraunsantoermitañoqueporaqueltiempovivíaenelmontevidapenitente.Cierta tarde,hallándoseenoración,viopasara lo lejosporel
camino real aunhombre todocubiertodepolvo.El santoermitaño, comoeraviejo, tenía lavistacansadaynopudoreconocerle,perosucorazónleadvirtióquiéneraaquelcaminantequeibaporelmundoenvueltoenlosorosdelapuestasolar,yalzándosedelatierracorrióhaciaélimplorando:
—¡Maestro,dejaquellegueuntristepecador!El caminante, aun cuando iba lejos, escuchó aquellas voces y se detuvo
esperando.Amarollegófaltodealiento,yllegando,arrodilloseylebesólaorladelmanto, porque su corazón lehabíadichoque aquel caminante eraNuestroSeñorJesucristo.
—¡Maestro,déjameirentucompañía!ElSeñorJesucristosonrió:—Amaro,unavezhasvenidoconmigoymeabandonaste.Elsantoermitaño,sintiéndoseculpable,inclinólafrente:—¡Maestro,perdóname!ElSeñorJesucristoalzóladiestratraspasadaporelclavodelacruz:—Perdonadoestás:Sígueme.Ycontinuósurutaporelcaminoqueparecíaalargarsehastadondeelsolse
ponía,yenelmismoinstantesintiódesfallecersuánimoaquelsantoermitaño:—¿Estámuylejosellugaradondecaminas,Maestro?—Ellugaradondecamino,tantoestácerca,tantolejos…—¡Nocomprendo,Maestro!—¿Ycómodecirteque todas lascosas,oestánallídondenuncase llegao
estánenelcorazón?
Amarodiounlargosuspiro.Habíapasadoenoraciónlanocheytemíaquelefaltasen fuerzas para la jornada, que comenzaba a presentir largaypenosa.Elcaminoacadainstantesehacíamásestrecho,ynopudiendocaminarunidos,elsantoermitañoibaenposdelMaestro.Eratiempodeverano,ylospájaros,yarecogidosasusnidos,cantabanentrelosramajes,ylospastoresdescendíandelmontetrayendopordelanteelhatodelasovejas.Amaro,comoeraviejoypocopaciente, no tardó en dolerse del polvo, de la fatiga y de la sed. El SeñorJesucristo le oía con aquella sonrisa que parece entreabrir los Cielos a lospecadores:
—Amaro,elquevieneconmigodebellevarelpesodemicruz.Yelsantoermitañosedisculpabaydolía:—Maestro,avertetanviejoyacabadocomoyo,habíasdequejarteasina.El Señor Jesucristo le mostró los divinos pies que, desgarrados por las
espinasdelcamino,sangrabanenlassandalias,ysiguióadelante.Amarolanzóunsuspirodefatiga:
—¡Maestro,yanopuedomás!Yviendo a un zagal que llegaba pormedio de una gándara donde crecían
amarillasretamas,sentoseaesperarle.ElSeñorJesucristosedetuvotambién:—Amaro,unpocodeánimoyllegamosalaaldea.—¡Maestro,déjameaquí!Miraquehecumplidocienañosyquenopuedo
caminar.Aquelzagalqueporallívienetendrácercalamajada,ylepediréquemedejepasarenellalanoche.Yonadatengoquehacerenlaaldea.
ElSeñorJesucristolemirómuyseveramente:—Amaro,enlaaldeaunamujerendemoniadaesperasucuraciónhaceaños.Calló, y en el silencio del anochecer sintiéronse unos alaridos que ponían
espanto.Amaro,sobrecogido,selevantódelapiedradondedescansaba,ysiguióandando tras el Señor Jesucristo. Antes de llegar a la aldea salió la lunaplateando la cima de unos cipreses donde cantaba escondido aquel ruiseñorcelestial que otro santo ermitaño oyó trescientos años embelesado. A lo lejostemblabaapenaselcristaldeunrío,queparecíallevardormidasensufondolasestrellasdelcielo.Amarosuspiró:
—Maestro,damelicenciaparadescansarenesteparaje.YotravezcontestómuyseveramenteelSeñorJesucristo:—Cuentalosdíasquellevasindescansolamujerquegritaenlaaldea.Conestaspalabrascesóelcantodelruiseñor,yenunaráfagadeairequese
alzó de repente pasó el grito de la endemoniada y el ladrido de los perros
vigilantesenlaseras.Habíacerradolanocheylosmurciélagosvolabansobreelcamino,unasvecesenelclarodelalunayotrasenlaoscuridaddelosramajes.Algún tiempo caminaron en silencio. Estaban llegando a la aldea cuando lascampanascomenzaronatocarporsísolas,yeraaquelelanunciodequellegabaelSeñorJesucristo.Lasnubesquecubríanlalunasedesvanecieronylosrayosdeplataalpenetrarporentrelosramajesiluminaronelcamino,ylospájarosquedormían en los nidos despertáronse con un cántico, y en el polvo, bajo lasdivinassandalias,florecieronlasrosasyloslirios,ytodoelairesellenóconsuaroma.Andadosmuypocospasos,recostadaalaveradelcamino,hallaronalamujerqueestabaposeídadelDemonio.ElSeñorJesucristosedetuvoylaluzdesusojoscayócomolagraciadeunmilagrosobreaquellaqueseretorcíaenelpolvoyescupíahaciaelcamino.Tendiéndolelasmanostraspasadas,ledijo:
—Mujer,levántateyvuelveatucasa.Lamujer se levantó, y ululando, con los dedos enredados en los cabellos,
corrióhacialaaldea.Viéndoladesapareceralolargodelcamino,selamentabaelsantoermitaño:
—Maestro,¿porquénohaberledevueltoaquímismolasalud?¿Aquéirmáslejos?
—¡Amaro,queelmilagroedifiquetambiénaloshombressinfequeenesteparajeladejaronabandonada!Sígueme.
—¡Maestro, tenduelodemí! ¿Porquénohaces conotromilagroquemisviejaspiernasdejendesentirelcansancio?
UnmomentoquedótristeypensativoelMaestro.Despuésmurmuró:—¡Sea!…Veycúrala,pueshascobradolasfuerzas.Y el santo ermitaño, que caminaba encorvado desde luengos años,
enderezosegozoso,libredetodafatiga:—¡Gracias,Maestro!Ytomándoleunextremodelmantoselobesó.Ycomoalinclinarsevieselos
divinospies,queensangrentabanelpolvodondepisaba,murmuróavergonzadoyenternecido:
—¡Maestro,dejaquerestañetusheridas!ElSeñorJesucristolesonrió:—Nopuedo,Amaro.Deboenseñaraloshombresqueeldoloresmiley.Luego de estas palabras se arrodilló a un lado del camino, y quedó en
oraciónmientras se alejaba el santo ermitaño. La endemoniada, enredados losdedosen loscabellos,corríaanteél:Eraunaviejavestidadeharapos,con los
senosvelludosycolgantes:Enlaorilladelrío,queparecíadeplatabajoelclarode la luna, se detuvo acezando: Dejose caer sobre la yerba y comenzó aretorcerseyaplañir.Elsantoermitañonotardóenverseasulado,ycomosentíalos bríos generosos de un mancebo, intentó sujetarla. Pero apenas sus manostocaron aquella carne de pecado le acudió una gran turbación. Miró a laendemoniadaylaviobajolaluzdelaluna,bellacomounaprincesayvestidadesedasorientales,quelasmanosperversasdesgarrabanpordescubrirlasblancasfloresdelossenos.Amarotuvomiedo:Volvíaasentirconelfuegojuvenildelasangre las tentaciones de la lujuria, y lloró recordando la paz del sendero, lasantafatigadelosquecaminanporelmundoconelSeñorJesucristo.Elalma,entonces,lloróacongojada,sintiendoquelacarneseencendía.Lamujerhabíasedesgarradoporcompletolatúnicayselemostrabadesnuda.Amaro,próximoadesfallecer,miróangustiadoentornosuyoysolovioenlavastedaddelallanuradesierta el rescoldo de una hoguera abandonada por los pastores. EntoncesrecordólaspalabrasdelMaestro:¡Eldoloresmiley!
Yarrastrándosellegóhastalahoguera,yfortalecidoescondióunamanoenlabrasa, mientras con la otra hacía la señal de la cruz. La mujer endemoniadadesapareció.Albeabaeldía.Elsantoermitañoalzólamanodelabrasa,yenlapalmallagadavionacerleunarosayasuladoalSeñorJesucristo.
E
JARDÍNUMBRÍO:
NOCHEBUENA
RAen lamontañagallega.Yoestudiabaentoncesgramática latinaconelseñorArciprestedeCéltigos,yvivíacastigadoenlarectoral.Aúnmeveo
enelhuecodeunaventana,llorosoysuspirante.Mislágrimascaíansilenciosassobre la gramática de Nebrija, abierta encima del alféizar. Era el día deNochebuena, y elArciprestehabíamecondenado ano cenarhastaque supieseaquellaterribleconjugación:Fero,fers,tuli,latum.
Yo, perdida toda esperanza de conseguirlo, y dispuesto al ayuno como unsanto ermitaño, me distraía mirando al huerto, donde cantaba un mirlo querecorría a saltos las ramas de un nogal centenario. Las nubes, pesadas yplomizas,ibanacongregarsesobrelaSierradeCéltigosenunhorizontedeagua,ylospastores,dandovocesasusrebaños,bajabanpresurososporloscaminos,encapuchadosensuscapasdejunco.Elarcoiriscubríaelhuerto,ylosnogalesoscuros y los mirtos verdes y húmedos parecían temblar en un rayo deanaranjadaluz.Alcaerlatarde,elseñorArcipresteatravesóelhuerto:Andabaencorvadobajoungranparaguasazul:Sevolviódesdelacancela,yviéndomeenlaventanamellamóconlamano.Yobajétembloroso.Élmedijo:
—¿Hasaprendidoeso?—No,señor.—¿Porqué?—Porqueesmuydifícil.ElseñorArciprestesonrióbondadoso.—Estábien:Mañanaloaprenderás.Ahoraacompáñamealaiglesia.Mecogiódelamanopararesguardarmeconelparaguas,puescomenzabaa
caer una ligera llovizna, y echamos camino adelante. La iglesia estaba cerca.Teníaunapuertachatadeestilorománico,y,segúndecíaelseñorArcipreste,era
fundacióndelaReinaDoñaUrraca.Entramos.Yoquedésoloenelpresbiterio,yelseñorArciprestepasóalasacristíahablandoconelmonago,recomendándolequelotuviesetododispuestoparalamisadelgallo.Pocodespuésvolvíamosasalir.Yanollovía,yelpálidocrecientedelalunacomenzabaalucirenelcielotriste e invernal. El camino estaba oscuro, era un camino de herradura,pedregoso y con grandes charcos. De largo en largo hallábamos algún rapazaldeanoquedejababeberpacíficamentea layuntacansadadesusbueyes.Lospastoresquevolvíandelmontetrayendolosrebañospordelante,sedeteníanenlas revueltas y arreaban a un lado sus ovejas para dejarnos paso. Todossaludabancristianamente:
—¡AlabadoseaDios!—¡Alabadosea!—VayamuydichosoelseñorArcipresteylasucompaña.—¡Amén!Cuando llegamos a la rectoral era noche cerrada. Micaela, la sobrina del
señorArcipreste, trajinaba disponiendo la cena.Nos sentamos en la cocina alamordelalumbre:Micaelamemirósonriendo:
—¿Hoynohayestudio,verdad?—Hoy,no.—Arrenegadoslatines,¿verdad?—¡Verdad!ElseñorArciprestenosinterrumpióseveramente:—NosabéisqueellatíneslalenguadelaIglesia…Y cuando ya cobraba aliento el señor Arcipreste para edificarnos con una
largapláticallenadecienciateológica,sonaronbajolaventanaalegresconchasybulliciosospanderos.Unavozcantóenlastinieblasdelanoche:
¡Nosaquívenimos,Nosaquíllegamos,SinosdanlicenciaNosaquícantamos!
El señor Arcipreste les franqueó por sí mismo la puerta, y un corro dezagalesinvadióaquellacocinasiemprehospitalaria.Veníandeunaaldealejana:Alsondelospanderoscantaron:
Faladevenbaixo,Andadespasiño,PorquenondesparteOnosomeniño.
Onosomeniño,OnosoJesús,QuedurmenaspallasSenverceesenluz.
Callaron unmomento, y entre el júbilo de las conchas y de los panderosvolvieronacantar:
SinonforaporqueteñoEstacaradealdeán,DérallecatrobiquiñosN’esacarademazán.
Vamosdeaquípar’aaldeaQuexavimosderuar,EstáJesúsadormirEpodémoloespertar.
Tras de haber cantado, bebieron largamente de aquel vino agrio, fresco ysano que el señor Arcipreste cosechaba, y refocilados y calientes, fuéronsehaciendo sonar las conchas y los panderos. Aún oíamos el chocleo de susmadreñasenlasescalerasdelpatín,cuandounavozentonó:
EstacasaédepedraOdiañoergueunaaxiña,ParaquedurmixenxuntosOAlcipresteesuasobriña.
Al oír la copla, el señor Arcipreste frunció el ceño. Micaela enderezosecolérica,yabandonandoelperoldondehervíalaclásicacompotademanzanas,corrióalaventanadandovoces:
—¡Mal hablados!… ¡Mal enseñados!… ¡Así vos salgan al camino lobosrabiosos!
ElseñorArcipreste,sindesplegarloslabios,sepaseabapicandouncigarroconlauñayrestregandoelpolvoentrelaspalmas.Alterminarllegosealfuegoyretiróuntizón,quelesirviódecandela.Entoncesfijóenmísusojosenfoscadosbajolascejascanasycrecidas.Yotemblé.ElseñorArciprestemedijo:
—¿Quéhaces?AndaabuscarelNebrija.Salísuspirando.AsíterminómiNochebuenaencasadelseñorArciprestede
Céltigos.Q.E.S.G.H.
ORACIÓN
Fueunaamigayamuerta,quienconamorosocuidadoreunióestoscuentos,escritosalaventurayentantossitios,paramorirolvidados.Cuandoundíamelosentregó,despuésdemuchosaños,yocreíhallarenelloselperfumeidealdesusmanos.¡Pobresmanosfrías,ojalápudieseisahoravolveraperfumarestaspáginas!
Éstequeveisaquí,derostroespañolyquevedesco,denegraguedejayluengabarba,soyyo:donRamóndelValle-Inclán.
Estuvoelcomienzodemividallenoderiesgosyazares.FuihermanoconversoenunmonasteriodecartujosysoldadoentierrasdeNuevaEspaña.UnavidacomoladeaquellossegundoneshidalgosqueseengancharonenlosterciosdeItaliaporbuscarlancesdeamor,deespadaydefortuna(…)
Hoy marchitas ya las juveniles flores y moribundos todos los entusiasmos,diviertopenasydesengañoscomentandolasmemoriasamables,queempezóaescribiren laemigraciónminoble tíoelmarquésdeBradomín (…)Todos losaños,eldíadedifuntos,mandodecirmisasporelalmadeaquelgranseñor,queerafeo,católicoysentimental.Cabalmenteyotambiénlosoyyestasemejanzatodavíalehacemáscaroamicorazón(…)
Así se presentaba Valle-Inclán en 1903 en las páginas de la revista AlmaEspañola.Asícomenzabatambiénacrearselaleyendaquehaidovelandohastadesfigurar, casi borrar, la auténtica personalidad del escritor, que con lucidezafirmaba: Llevo sobre mi rostro cien máscaras de ficción (…) Acaso miverdaderogestonosehareveladotodavía.Acasonopuedarevelarsenuncabajotantosvelosacumuladosdíaadíay tejidospor todasmishoras (LaLámpara
Maravillosa,OC.,III)
Notas
[1]Esta ediciónde lasObras completasdeRamóndelValle-Inclán, financiadaporlaFundaciónJoséAntoniodeCastro,seinscribeenelmarcodelProyectodeInvestigación: «La obra y el legado manuscrito de Valle-Inclán: estudios yediciones»(MECFFI2015-70845-R;asimismoenelProgramadelPlanGalegodeIDTdelaXuntadeGalicia:PC2014/039).<<
[2]Secitalaediciónenlibrería,aunquealgunosdeestostítulosseestrenaronosepublicaronpreviamenteenedicionesperiodísticas.Seomitenlossubtítulosdeestasobras,queseexplicitaránalexaminarensulugarlasqueconformancadavolumen.<<
[3]VéanseenlabibliografíafinallosestudiossiguientesquesehanocupadodeestasprimerasobrasdeValle-Inclán:GonzálezdelValle,1990;Lavaud,1991;Serrano Alonso, 1993; Iglesias Feijoo et alii, 1997; De Juan Bolufer, 2000;Castro Delgado, 2003; Santos Zas [2004] y 2015; Núñez Sabarís, 2005a y2005b.<<
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