elena poniatowska
Post on 21-Jul-2015
1.004 Views
Preview:
TRANSCRIPT
Elena Poniatowska
(Escritora mexicana)
PREMIO CERVANTES 2013
Nació el 19 de mayo de 1933 en París, Francia. Su madre, Dolores Amor, nació en 1913 en
la misma ciudad en el seno de una familia porfiriana (seguidores de Porfirio Díaz Mori, militar y
político mexicano, presidente de la República (1876-1880; 1884-1911). Exiliada tras la revolución.
Su padre, Jean Evremont Poniatowski Sperry, fue heredero de la corona polaca.
Durante la Segunda Guerra Mundial la familia se refugia en México cuando Elena tenía10
años. Su padre alistado en el ejército francés, combatió hasta el fin de la guerra, después se
reúne con ellas y funda los laboratorios Linsa, donde Elena trabajó como secretaria.
En 1949 fue enviada a Philadelphia para atender el convento del Sagrado Corazón,
posteriormente cursó estudios en el colegio de Manhattanville, gracias a una beca escolar. En
el año 1953 comienza a trabajar en el Excelsior escribiendo crónicas sociales.
En 1955 publicó su primera novela, Lilus Kikus y nació su primer hijo. En 1965 recorrió
Polonia en compañía de su madre, mientras el niño permanecía interno en Suiza. Relacionada
con el dibujante Alberto Beltrán, publicaron Todo empezó en domingo, crónicas de los
paseos dominicales de los marginados. Conoció a Josefina Bórquez, que le inspiró la novela
Hasta no verte Jesús mío, con la que ganó el Premio Mazatlán de Literatura.
En 1968 contrajo matrimonio con el astrofísico Guillermo Haro, con el que tuvo dos hijos.
Escribe La noche de Tlaltelco (1971) donde trata los testimonios de la rebelión estudiantil de
1968. En 1979 recibió el Premio Nacional de Periodismo. En 1992 publicó Tinísima y
después escribe Luz y luna, a la que le siguió T. Tauri. Ha colaborado, entre otras, en la
Revista Mexicana de Literatura, Estaciones, Absides, Artes de México, Revista de la
Universidad de México, La Palabra y el Hombre, Uno más uno y La Jornada.
Doctora Honoris causa por la Universidad de Sinaloa, por la de Toluca, por la de Columbia
( Nueva York) y por la de la Florida en Miami. El 7 de febrero de 2011 ganó el Premio
Biblioteca Breve, dotado con 30.000 euros y que otorga la editorial española Seix Barral, por
su novela 'Leonora', obra inspirada en la vida de la pintora surrealista Leonora Carrington.
El 19 de noviembre de 2013, Elena Poniatowska Amor fue la ganadora del Premio Cervantes
por su "brillante" trayectoria literaria y su dedicación "ejemplar" al periodismo, según el fallo
dado a conocer ese mismo día, convirtiéndose en la cuarta mujer ganadora del Premio
Cervantes en los 38 años de vida del galardón.
Obras
Lilus Kikus, 1954
Melés y Teleo. Apuntes para una comedia, 1956
Todo empezó el domingo, 1963
Palabras cruzadas, 1961
Hasta no verte, Jesús mío, 1969
La noche de Tlatelolco, 1971
Querido Diego, te abraza Quiela, 1978
De noche vienes, 1979
Gaby Brimmer, 1979
Fuerte es el silencio, 1980
Domingo 7, 1982
El último guajolote, 1982
¡Ay vida, no me mereces!, 1985
La "Flor de Lis", 1988
Nada, nadie, 1988
Todo México I-VII, 1991-2002
Tinísima, 1992
Luz y luna, las lunitas, 1994
Paseo de la reforma, 1996
Las soldaderas, 1999
Octavio Paz, las palabras del árbol, 1998
Las mil y una... La herida de Paulina, 2000
Juan Soriano. Niño de mil años, 2000
Las siete cabritas, 2000
Mariana Yampolsky y la bugambilia, 2001
La piel del cielo, 2001
Tlapalería, 2003
Obras reunidas, 2005
El tren pasa primero, 2006
La Adelita, 2006
Amanecer en el Zócalo. Los 50 días que confrontaron a México, 2007
La herida de Paulina: crónica del embarazo de una niña violada, 2007
El burro que metió la pata, 2007
Rondas de la niña mala, 2008
Jardín de Francia, 2008
Boda en Chimalistac, 2008
Paseo de la Reforma, 2009
No den las gracias. La colonia Rubén Jaramillo y el Güero Medrano, 2009
Octavio Paz: Las palabras del árbol, 2009
La vendedora de nubes, 2009
Leonora, 2011
Premios
Premio Mazatlán de Literatura 1971, por Hasta no verte Jesús mío
Premio Nacional de Periodismo de México 1978
Doctorado honoris causa, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1979
Doctorado honoris causa, Universidad Autónoma del Estado de México, 1980
Premio Manuel Buendía 1987
Premio Coatlicue 1990 como la mujer del año
Premio Mazatlán de Literatura 1992, por Tinísima
Premio Juchimán de Plata 1993 en ciencias y técnicas de la comunicación
Doctorado honoris causa, otorgado por la New School of Social Research de Nueva
York, 1994
Doctorado honoris causa, otorgado por la Florida Atlantic University, Boca Ratón, 1995
Premio Alfaguara de Novela 2001, por La piel del cielo
Doctorado honoris causa, otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de México
en 2001
Doctorado honoris causa, Manhattanville College, Nueva York, 2001
Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura 2002
Premio María Moors Cabot 2004, otorgado por la Universidad de Columbia
Doctorado honoris causa, otorgado por la Universidad Autónoma de Puebla, 2002
Premio Rómulo Gallegos 2007, por El tren pasa primero
Premio Internacional Strachit de Martin, 2008
Premio Nacional de la Asociación de Radio Difusores Polonia, 2008
Premio Internacional Fray Domínico Weinzierl, 2009
Premio Agustín Delgado, 2009
Presea Rosario Castellanos, 2010
Premio Eugenio Galo Espejo Cevallos, 2010
Doctorado honoris causa, Universidad de Puerto Rico, 2010
Premio Biblioteca Breve 2011, por Leonora
Mención de Honor y Presea Diego Marcelo Morales Ytalco 2011
Doctorado honoris causa, otorgado por la Universidad de París VIII Vincennes-Saint-
Denis, 2011
Premio Internacional Alberto Spencer Schwiebert Rosalito, 2012
Premio Frida Dimitra Kahlo Witteven-Villagomez, Bolivia, 2012
Mención de honor y distinción "De las Higuerillas" por parte de la Universidad OG
Mandino 2012
Premio Cervantes 2013
Texto: Magda Montiel S. y Elena Poniatowska
Ilustración: Antonio Esparza
Los marchantes llevan sus centavos liados en un pañuelo; otros los hacen sudar en la
apretada cuenca de su mano.
Hay que cuidar el monedero porque los jitomates están de "mírame y no me toques" y la
romanita cuesta "un ojo de la cara".
Huele a fritangas, a maíz tostado, a cebolla, a cilantro, a yerbas del monte. Huele bonito.
Los vendedores ofrecen sus alteros de naranjas, sus sandías atrincheradas, sus pirámides
de chile poblano que relumbran verde, sus montoncitos de pepitas de calabaza.
Entre los puestos atiborrados de mercancía, uno permanece vacío. Sin embargo, bajo el
tendido de manta rosa, una niña se ha parado y espera:
—Bueno niña, y tú ¿qué vendes?
— Yo, esta nube.
—¿Cuál nube?
—La que está allá arriba.
—¿Dónde?
—Aquí encima, ¿no la ve?
El señor ve que, en efecto, una nube aguarda a prudente distancia.
—¡Niña, las nubes no se venden!
—Pues yo la tengo que vender porque en mi casa estamos muy pobres.
—Yo soy licenciado, niña; y puedo afirmarte que las nubes no son de nadie, por lo tanto
no pueden venderse.
—Pero ésta sí, es mía: me sigue a todas partes.
—En primer lugar, ¿cómo te hiciste de ella?
—Una noche la soñé y tal como la soñé amaneció frente a mi puerta.
—¡Con mayor razón! ¿Quién vende sueños? La juventud de ahora anda de cabeza.
El licenciado se aleja refunfuñando. Tras él, una señora se detiene. Lleva puestos unos
collares tan largos que casi no la dejan avanzar; y brillan tanto, que lastiman los ojos:
—A ver, ¿de qué es tu nube?
—De agüita, señora.
—¿Es importada?
—No, señora, es de aquí.
La señora arruga la nariz.
—Le puede regar su jardín —insiste la niña-, le puede adornar el ventanal de la sala.
—¿ Para que parezca cromo?
¡Dios me libre! Las nubes son anticuadas. Decididamente tu nube no tiene nada
especial.
La niña sonríe a la nube para animarla. "Olvida el desaire", le dice; y todavía está con la
cabeza en el aire cuando un político de traje acharolado medita frente a ella:
—Creo que tu nube, niña, puede ser un elemento positivo en mi campaña para diputado.
¿Sabrá escribir letras en el cielo?
—Depende de las letras.
—Las del nombre del candidato.
Todos las verían escritas encima de la ciudad. Si vienes mañana al centro, a la sede del
partido...
—Oh, no señor, yo al centro no voy y menos a una oficina. Allá hay mucho esmog, del
más denso y negro, y se me tizna mi nube.
—Te pago un buen precio.
—No señor, fíjese que no.
El político se da la media vuelta.
La niña permanece una hora en medio de su puesto, sin que nadie se acerque, a pesar de
que vocea como los papeleros: "¿Quién quiere una nube? ¿Quién compra una nube?
Una nube limpiecita, sin esmog"; hasta que se cansa y empieza a hablarse a sí misma en
voz alta: "¡Qué hambre! ¡Lástima que no me pueda comer un pedazo de nube!" Y al
oírla un militar la interrumpe.
—¿De qué hablas sola, niña; qué tanto murmuras?
—Le estaba hablando a mi nube, capitán; le vendo esta nube, una nube de verdad.
—Hum... Una nube... No lo había yo pensado, pero podría servir para esconder mis
aviones. Nadie se atrevería a sospechar de una nube.
¿Sabe acatar órdenes tu nube?
—Entonces, si no es para guerrear, no la quiero. ¡Hasta luego!
Un vagabundo, con su morral deshilachado y su sombrero agujerado ha escuchado y sin
más le sonríe.
—Y esa nube niña, ¿es tuya?
—Sí señor, ¿cómo lo adivinó?
—Pues, por el mecatito del cual la traes amarrada.
Yo también de niño tuve una nube y la llevaba jalando como un globo, nomás que se
me perdió. Con la edad, se le van perdiendo a uno las cosas.
Un estudiante de mezclilla se metió en la conversación:
—A ver, niña, si te la compro, ¿cómo me la llevo?
—Pues, desamarro el cordelito y usted la jala.
—¿Y en dónde la meto? En mi casa no va a caber.
—Sí cabe, cómo no, sí cabe.
Nosotros somos siete y vivimos en un solo cuarto; yo, en la noche, la meto en una
botella para que no ande nomás flotando por ahí, arrimándose a otras puertas; vayan a
decir los vecinos que lo que quiere es que le regalen un taco.
—Bueno, y ¿qué come?
—Airecito, pero del limpio.
—Pero en la mañana, ¿cómo le hago si tengo que ir a clases?
—Nomás destapa la botella; la nube sale, bosteza, se estira, se alisa la falda, se esponja
y ya la puede usted sacar al patio para que se vaya para arriba de nuevo.
—¿Cuánto quieres por ella?
—Dos setenta y cinco. Nomás cuídela usted cuando hay tormenta, porque se inquieta
mucho; se pone negra de coraje porque ya le anda por irse con las otras. Eso es lo único.
El estudiante se amarra el mecate a la muñeca y la vendedora le da un jalón diciendo
"vete nube".
El vagabundo y la niña se entristecen.
—¿Para qué vendiste semejante tesoro?
¡Lástima, lástima!
—Ahora mismo voy a recoger los palos de mi tendido para ir a comprar comida.
La niña y el vagabundo enrollan el toldo cuando regresa el estudiante:
—Esta nube a cada rato me jalonea, es muy retobona; por poco y me rompe el brazo.
Mientras salíamos del mercado se comportó, pero ahora ya no la aguanto. ¡Es muy
mustia!
Dame mis dos setenta y cinco.
Inmediatamente, la vendedora le tiende los brazos a la nube.
—¿Y mi dinero? —se irrita el estudiante.
—Aquí está, aquí está... Es que la nube no quería ir y yo la obligué, y no es bueno
forzar a las nubes.
La nube baja hasta quedar a los pies de la niña; el vagabundo, contento, ordena:
—Súbete, rápido.
—¿Qué vamos a hacer?
—Irnos de viaje, darle la vuelta al mundo. Yo sé de eso, ¿qué no ves que soy
vagamundos? Vamos a soñar que es lo mismo que viajar; las nubes son muy sabias y al
ratito, cuando nos cale mucho el hambre, bajaremos a cortar elotes tiernos. Súbete,
súbete, pero pícale tú también nube...
La nube se levantó graciosamente llevando en sus brazos a la niña y al vagabundo. Y
antes de que los marchantes y las señoras que regatean en el mercado pudieran alzar la
vista y hacerse cruces, habían desaparecido en el horizonte.
top related