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El SWING CRIOLLO
Recopilación e investigación Walter Borbón Picado 2009
INTRODUCCIÓN
"El swing criollo es parte del folclor urbano costarricense". "Esta forma de baile de
salón nace entre las décadas del 40 y el 50, como una forma muy tergiversada de
lo que fue el swing de las grandes bandas, con un poquito de picardía e
improvisación. Se sabe que fueron los traileros los encargados de traer el baile a
Costa Rica y de ahí que se considere un baile cuyo origen social es muy
popular".(tomado de http://www.nacion.com/viva/2006/agosto/14/espectaculos14.html)
Qué interesante y valiosa se vuelve la vida cuando encontramos en nuestro
camino y alrededores, personas decididas a continuar luchando cada día por
nuestra cultura y por nuestras tradiciones.
Tal vez si miramos hacia atrás y hacemos un recorrido por nuestra historia, nos
damos cuenta del gran aporte que nos han heredado tantos, a través de muchos,
muchos años.
Al hablar de cultura popular, nos referimos a un lenguaje propio de cada pueblo y
por supuesto que, hay que cuidarlo y estudiarlo todos los días, para poderlo
comprender mejor.
Que se considera baile popular?
Lo que conocemos como baile popular en nuestro país tiene sus raíces en los
ritmos cubanos. Cuando hablamos de baile popular nos referimos a bolero, salsa,
merengue, cha-cha-cha y swing criollo que es el baile original de Costa Rica.
El bolero por su parte es un ritmo que se baila en pareja, es uno de los más
románticos entre estos géneros. La salsa es un ritmo que se baila en parejas o
solos, es muy alegre, rítmico y transmite mucha energía, es originario de Cuba
aunque posee influencia europeas y africanas.
Otro de los ritmos es el merengue, el cual es original de República Dominicana,
ritmo que con su sabor y su estilo de baile ha cruzado fronteras contagiando a
diferente culturas no importando el idioma.
El cha-cha-cha ritmo afro-cubano antiguo que con su estilo y sabor, a pesar de ser
tan antiguo, hoy es uno de los bailes más gustados y practicados en el mundo
entero.
El swing criollo, baile que se originó en San José, capital de Costa Rica, en el
tiempo en el que el swing de las grandes bandas tuvo su máximo apogeo por
cuestiones de moda, se fue alejando de nuestro país, quedando todos aquellos
grandes bailarines con una gran soledad y necesidad de seguirlo practicando.
Cuando escuchaban la música cumbia, empezaban a introducir el movimiento de
las bases el swing, hasta que se fue formando un nuevo género en nuestra nación
llamado Swing Criollo que hoy todos los ticos disfrutamos bailando o viéndolo
bailar.
Justificación.
El baile como actividad recreativa forma parte de la cultura popular de los pueblos,
caracterizándose por diversas manifestaciones. En nuestro país, Nos recuerda el
etnomusicólogo Rodrigo Salazar Salvatierra que:
“Para los indígenas, la música y la danza representan varios aspectos
considerables dentro de su relación con la naturaleza.... sus danzas son de
carácter sagrado, lo que conlleva un temor respetuoso a su profanación; por
eso es que su transmisión es secreta e inviolable... “
No obstante, la invasión desmedida que sufrieron por parte de los españoles,
afecto profundamente la transmisión por generaciones de estas manifestaciones
propias, ocurriendo que con la consolidación de la conquista y el período de
colonización todas las actividades se han visto afectadas hasta nuestros días por
la inserción de otros bailes o danzas y con otros fines.
Lo popular nace del pueblo, es del pueblo y el pueblo su destinatario. Quien
configura esta realidad ó estilo podrá hacerlo desde dentro del mismo pueblo,
viviendo en el interior toda la trama de sus tragedias y esperanzas, dolores y
alegrías, penas y consuelos.
Importancia.
Disponer de un documento que aborde esta temática tan de moda en nuestra
sociedad. Además, significa un intento por recoger la información más cercana a
los actores y que sirva a la vez de insumo para aquellas agrupaciones de baile
popular con el fin de que justifiquen su trabajo.
Por lo tanto, este documento servirá para el abordaje educativo e informativo de
esta manifestación cultural tan costarricense y que ha emergido con identidad
propia, apropiándose de un lugar muy importante dentro del escenario artístico
costarricense.
OBJETIVOS
GENERAL
Identificar cultores que promuevan el baile “suin criollo” como manifestación
popular en Costa Rica.
ESPECÍFICOS.
Identificar las raíces del “suin criollo” como baile popular costarricense.
Determinar el interés de los bailarines de salón por aprender el baile “el suin
criollo”.
Reconocer las iniciativas que se han realizado para promover el “suin criollo”
como manifestación popular costarricense.
MARCO TEÓRICO
A continuación se presenta los postulados teóricos referentes al “SUIN CRIOLLO”
Universidad de Costa Rica
Sistema de Estudios de Postgrado
Maestría en Antropología
SP-6004 Laboratorio de técnicas I
Propuesta de tema de investigación
Tema
La identidad y el baile popular en Costa Rica durante la 2da. mitad del S.XX: un
análisis simbólico.
Objetivos
Los objetivos de esta investigación son el determinar cuales son los elementos
simbólicos del baile popular que aportan un componente significativo a la identidad
del tico.
Estado de la cuestión
Se ha visto que la música y el baile son elementos de identidad inclusive en el
ámbito nacional o regional. Para cada país o sector se manifiesta en forma, con un
valor simbólico diferente. Como ejemplo, a continuación se presenta una visión,
desde EE.UU., del papel que juega el movimiento salsa en Puerto Rico. “A
diferencia de otros medios artísticos, la salsa a forjado un común denominador
entre diferentes tendencias políticas y culturales de Puerto Rico. Una justificación
de partidos políticos opuestos es que la salsa es la única expresión artística que
no se intimida ante la compleja realidad política y social de la isla. Los
puertorriqueños nacionalistas extremos ven la salsa como una forma de
resistencia ante el imperialismo de los EE.UU., los asimilacionistas conspicuos
glorifican la salsa por que la perciben como otra manifestación del sueño
americano, mientras que otros la usan simplemente como una herramienta de
catarsis para arreglar sus corazones rotos. Mientras tanto, las metáforas, las
imágenes y las situaciones que la mayoría de las canciones del género tienen se
han convertido en parte integral de la cultura del país; los nacionalistas, los
asimilacionistas y el cantinero local comparten un destino común con las
canciones para las que cada uno tiene una interpretación diferente. Por tanto,
salsa es una perfecta metáfora para Puerto Rico, una cultura híbrida que
legalmente es norteamericana, culturalmente latinoamericana, con una identidad
que yace en algún lugar entre ambas o en cualquier otro lugar”. (Matosantos,
1996)
Reflexiones teóricas
La música y el baile popular son actividades cargadas de elementos simbólicos
que ayudan a determinar una identidad. Esta puede ser de tipo nacionalista,
etaria, de género, étnica u de otro tipo.
En Latinoamérica son muchos los casos de países que presentan una identidad
en la cual uno de los factores más importantes es la música y el baile popular.
Este es el caso de países como Puerto Rica, Cuba, República Dominicana y
Colombia. Cada uno de estos países ha desarrollado sus propios géneros
musicales populares que se escuchan en el ámbito mundial y además que los
identifica. A la par de los géneros musicales, también se han desarrollado, en el
ámbito popular, formas de bailar estos géneros que son parte de la identidad
nacional. Ejemplos de esto son la salsa en Cuba y Puerto Rico, el merengue
dominicano y el vallenato y la cumbia en Colombia.
Costa Rica no ha estado ajena a esta evolución. Aunque aquí no se ha
desarrollado una producción musical propia, se han adoptado los géneros
producidos por otros países. Después de la I Guerra Mundial se introdujo el bolero
y después de la II Guerra Mundial llegaron las cumbias colombianas, las
rancheras mexicanas y el swing norteamericano. Ya en las últimas tres décadas,
igual que en toda Latinoamérica, llego el movimiento salsa para establecerse con
fuerza.
A pesar de la debilidad en la producción musical, nuestro país se ha caracterizado
por una gran riqueza en la adaptación de las diversas formas de baile popular a
las características propias de nuestra cultura. Podemos citar cuatro ejemplos de
esto:
1. Liliana del Valle, coreógrafa y directora de la Academia de Baile Merecumbé
dice: “Costa Rica es el país de todo el mundo en que se han producido más
diversidad de pasos en el baile del bolero”.
2. El llamado “swing criollo” es una adaptación del género musical cumbia de
Colombia y el estilo popular de baile “swing” de los EE.UU., a las
características culturales del tico. Se inicio después de los años 50 y todavía
mantiene una gran vitalidad, especialmente en los estratos populares de las
principales ciudades. Es un estilo de baile típico costarricense, y no se baila en
ninguna otra parte del mundo.
3. La coreógrafa mexicana Cora Flores, montó con gran éxito la coreografía
Bolero, con bailarines (as) salidas de los sectores populares costarricenses.
Esta fue presentada en varios países latinoamericanos. Era un decir de ella:
“México es un país que canta, Costa Rica es un país que baila”.
4. El sociólogo y musicólogo puertorriqueño, Ángel Quintero, dice: “Uno de los
lugares donde se vive la democracia costarricense es en los salones de baile,
a los cuales llegan personas de todos los niveles”.
Para el estudio de la evolución de la música y el baile popular en los países
latinoamericanos durante el S.XX, es necesario tomar en cuenta el desarrollo
técnico de los sistemas de reproducción y radio fusión. La aparición de disco y
la radio fusión, determinan el desarrollo y consolidación del bolero como
música latinoamericana. “Va conformándose entonces [1920] una música
latinoamericana, en la cual el bolero va ser un genero fundamental. El bolero
combinó el protagonismo de la canción (fortalecido tanto por el formato inicial
del disco, como por los marineros, y exhibiendo considerable desarrollo entre
los migrantes italianos en Buenos Aires), el ritmo afro caribeño (popularizado
sobre todo desde Cuba) y el acompañamiento guitarrero de toda la ruralía
latinoamericana, logrando niveles de expresión intima personal en un genero a
la vez lírico y bailable”. (Quintero, 1998).
El swing tico
Los pasos “prohibidos” del swing criollo ganan terreno: el grupo de baile liderado por Ligia Torijano
María Montero (periódico LaNación) mmontero@nacion.com
¿Olvidarla? Imposible. Fue tan famosa que incluso Gustavo Santaolalla decidió
incluirla como parte del soundtrack de la película Amores Perros. Su letra no era
alta literatura, por supuesto, y su estribillo hubiera podido aprendérselo un loro con
problemas de aprendizaje. Sin embargo, aquella canción que decía garrote,
garrote, garrote; garrote chiquito y grandote le dio la bienvenida definitiva al swing
criollo al gusto de las nuevas generaciones. Al menos en Costa Rica. Al menos
según la opinión de una experta: Ligia Torijano.
“Es una pieza de doble sentido, un poco fuerte; incluso la radio tenía prohibido
ponerla antes de las 9 de la noche”, cuenta Torijano, una veterana bailarina de
salón, fundadora –entre otras cosas– del grupo de baile La cuna del swing.
“Según mi criterio –no sé si por la malicia de los chiquillos o por su rítmica
sabrosísima– esta cumbia marca un antes y un después en la apertura del swing
hacia nuevos públicos, con la aceptación de la juventud y las diferentes clases
sociales: a partir del 2000, todo el mundo quería aprender a bailarlo”.
(Foto de Marvin Caravaca)
Con 47 años de edad y 30 dedicados al swing tico –esa variante original nacida de
la mezcla entre la cumbia colombiana y el swing de las grandes bandas–, Ligia
Torijano se ha convertido, a fuerza de ensayos y trasnochadas, en una de las
voces más autorizadas para hablar del tema pero, sobre todo, en uno de los
cuerpos más curtidos para bailarlo. “La alegría, la música, la cumbia, los pasos, la
complejidad de las estructuras, todo”, enumera ella, tratando de organizar las
razones de su apego.
Desde el año pasado, la proyección internacional de La cuna del swing viene en
aumento. Tras una segunda gira internacional a México (donde participó en el
Festival Internacional de las Artes, en Tamaulipas), el grupo está a punto de viajar
a Taiwán para participar en el Festival Centroamericano que organiza la Embajada
costarricense y el Grupo Sica (Sistema de Integración Centroamericana), y que se
celebrará del 15 al 24 de setiembre. Solo en la primera semana de la gira, el grupo
ofrecerá 21 presentaciones: tres por día.
Clase popular. El swing exige todo: el espíritu de la cumbia; la ansiedad del
tango; la agilidad del foxtrot. En general, los argumentos corporales del
desenfreno.
“La improvisación de los bailarines tiene mucho que ver con su estado de ánimo,
por eso, para mí, es un escape. Si no lo hiciera, estaría loca; toda llena de tics”,
asegura Torijano quien, además de dar clases de baile y atender a sus cuatro
hijos, ha asesorado montajes de la Compañía Nacional de Danza y documentales
como Prohibido bailar suin, de Gabriela Hernández.
No han pasado ni dos canciones sobre la pista cuando las gotas de sudor
comienzan a premiar el esfuerzo. Numa Chacón hace pareja con Christian Prado
mientras que Daniel “Tito” Hernández rodea a Torijano a tal velocidad que,
finalmente, consigue atravesarla.
La juventud de su compañía es otro argumento que Torijano esboza para explicar
el actual fenómeno del swing y cómo éste se multiplica con la fiebre de las nuevas
generaciones: Numa tiene 26 años y baila desde los 15. Christian y Daniel, ambos
de 27, tienen historias parecidas: su relación con el baile es parte de su biografía.
Pies en tierra. “El grupo es permanente pero su formación es aleatoria”, dice su
fundadora, quien se ha encargado de mantenerlo activo desde su creación, en
1997. Con raíces históricas en el salón Karymar, en Guadalupe, La cuna del swing
es una pequeña compañía independiente de bailarines profesionales que logran
mantenerse unidos a fuerza de entusiasmo, más que de salario. Actualmente son
cuatro bailarines pero podrían ser más, e incluso, otros. La actual perspectiva del
viaje a Taiwán ha redoblado su esfuerzo y el ensayo de esa noche, por ejemplo,
comenzó pasadas las 9 p. m.
“Hace 13 años, cuando decidí dedicarme de lleno al swing, el ambiente era difícil
de penetrar. Este tipo de baile y la gente que lo baila estuvieron marginados
durante mucho tiempo”, narra la bailarina. “Para ellos, la que entraba ahí era su
gente; era una cuestión de sangre: si no eras del ambiente, ellos lo notaban y te lo
hacían saber”.
“Mi idea principal era aprender a bailar swing pero como realmente se baila: el
popular; el criollo; el subterráneo; el que arrastra el sentir de la gente y sus
vivencias. Sin embargo, además de bailarlo, también quería que la gente me
aceptara, por eso hice todo para rozarme, oír sus experiencias y ser parte del
ambiente de los bailarines del salón. Así me convertí en una de las mejores
bailarinas del lugar. ¡Todos me sacaban a bailar! Hoy, ellos son mi gente”,
concluye Torijano.
La cuna del swing, en pocos pasos
Grupo: La cuna del swing.
Directora: Ligia Torijano.
Integrantes: Numa Chacón, Christian
Prado, Daniel Hernández y Ligia
Torijano.
El Suin vivido (por Gabriela Hernández* cineasta costarricense).
“Hay culturas más literarias, otras son más plásticas, otras más musicales.
En Costa Rica la gente baila. La cultura del baile está presente todos los días
en la manera de caminar de la gente, de jugar fútbol, de marchar en un desfile, en
cualquier reunión familiar o de amigos, pero, sobre todo, en los espacios
reservados para el placer puro de bailar: los salones de baile.”
Proyecto “Se prohíbe bailar Suin”
Sinopsis
SE PROHIBE BAILAR SUIN es un documental que aborda una de las más claras
y vivas expresiones de la cultura popular urbana costarricense: el swing criollo o
cumbia. Lo hace desde la perspectiva de un grupo de bailarines -un ?hombre de
Criollo.”La gente del ambiente más
popular tiene su encanto”, comenta la
bailarina Ligia Torijano, una de las
mejores alumnas y maestras del salón
Karymar.Jose Díaz
negocios?, una profesora de baile, un taxista, un disc jockey, un
odontólogo/músico, una obrera de fábrica y un joven travesti- que tienen en común
su pasión por el swing y se encuentran con frecuencia en un salón, Karymar,
conocido como ?La Cuna del Swing?.
SE PROHIBE BAILAR SUIN es un reconocimiento a esa cultura descalificada,
subordinada: la cultura de los sectores populares, su gusto, su estética, sus
valores, su visión del mundo? y a su papel en la definición de nuestra identidad.
¿Por qué el swing criollo?
Por qué no, sería más bien la pregunta, viniendo de donde vengo. Les cuento:
para empezar, mi papá y mi mamá se conocieron en un salón de baile. Ellos
pertenecían a las barras de muchachas y muchachos que a principios de los años
60 asistían religiosamente a bailar al “Náutico”, los sábados y domingos por la
noche (porque los viernes en la noche era en el Centro Social “El Tibaseño” y los
domingos por la tarde en el “Sámara”, en Santo Domingo de Heredia). “El Náutico”
estaba en el puro centro de San José, como a 150 metros al este de la entrada
principal del Hospital San Juan de Dios, sobre la Avenida Central. Ahí se bailaba
bolero (pirateado), merengue, paso doble, la música de Ray Coniff.
Muchas de mis vivencias y recuerdos de infancia -y de mi vida entera- tienen una
banda sonora muy musical. Chiquiticos, a mis hermanos y a mí nos cuidaban
algunas vecinas y primas por las noches porque mis papás seguían yendo a
bailar.
Recuerdo claramente a mi papá cantando mientras se hacía la barba: “Río
Manzanares, déjame pasar, que mi madre enferma, me mandó a llamar…”.
Recuerdo también las fiestas de matrimonio de tías y primas: después de la misa
todo el mundo al salón. Los chiquillos y chiquillas bailábamos en parejas
disparejas o hacíamos rueda: “Reynalda, Reynalda, quítate esa minifalda, que
cuando bailas a gogo, se te mira hasta la espalda...”. Yo bailaba con maxifalda,
pantaloncitos calientes y botas de bastonera blancas. Eso pudo haber sido en el
salón “Los Pinares“ (San Antonio de Desamparados) y en el “Versalles” (frente al
parque de Sabanilla).
En mi adolescencia seguí bailando… hasta new wave!. Improvisábamos
bailonguillos en las casas de las amigas y amigos del barrio o íbamos en grupo a
los bailes de los colegios. Después llegó la universidad y después me fui a Cuba,
a estudiar cine, pero en el cuarto de la escuela monté un bar: “Bolero Bar”,
célebre, más que por las bebidas o las “bocas”, por su repertorio musical. Se abría
los viernes de moda.
De vuelta en Costa Rica, dónde más iba a conocer a Wouter, mi compañero, sino
en una discoteca: “Dynasty”, en el Centro Comercial del Sur. Allí se bailaba sobre
todo reggae. Conocí a Wouter, un holandés, en una discoteca de bailarines y
música afrodescendientes…
“En medio de dos grandes masas continentales -América del Norte y
América del Sur- se ubica el puente geográfico que es América Central. Por
ahí transitaron y se encontraron muchas especies y culturas. La privilegiada
biodiversidad de Costa Rica es producto de esa historia de confluencias, y
seguro que también lo es la versatilidad de los costarricenses a la hora de
bailar: “…esa capacidad que tenemos de apropiarnos de movimientos
dancísticos de otros países sin ningún problema” (Eduardo Torijano).”
Proyecto “Se prohíbe bailar Suin”
De distancias y pesares emergió la cumbia…
Y entonces viajé a Holanda (1998), para reunirme con Wouter. Llevaba a nuestro
hijo de apenas tres meses de edad y algunos proyectos de documentales en
mente, entre ellos el de los salones de baile de San José.
Durante los cuatro años siguientes lidié con los idiomas y me aferré a mis temas.
Venía a Costa Rica cada año y aprovechaba para hacer entrevistas y avanzar en
las investigaciones. Conocí a Eduardo Torijano (cofundador de “Merecumbé”, la
academia de baile popular) quien me habló de Ligia, su hermana, la profesora de
baile. También me habló de “Karymar”, el salón. Me encantó Ligia, una mujer
descasada, madre de cuatro hijos, adentrándose en los salones contra todos los
prejuicios y empecé a escribir:
“Porque si hay algo que hace brillar los ojos de Ligia, es el baile. Ella ha
emprendido su propia búsqueda del origen y desenvolvimiento del swing
criollo pero desde adentro, desde los salones y desde su facilidad para
relacionarse con la gente que los frecuenta. Ella es una de ellos. En sus
salidas a „salonear‟ es la profesora tras los hallazgos que nutran su trabajo,
pero también es la amiga de muchos y muchas y esta condición de
penetrar, de involucrarse y distanciarse para aportar, es lo que la convierte
en la clave de la película.” Proyecto “Se prohíbe bailar Suin”
Siguiéndole los pasos a Ligia y a su novio Jose, bailarín y disc jockey, fui a parar
al “Andaluz” (San Juan de Dios de Desamparados) y a “Los Barriles” (Guadalupe),
hasta llegar a “Karymar” (también en Guadalupe). Ahí conocí a Lourdes, quien
para mí era la reina del lugar (aunque de día trabajaba en una fábrica de tártaras
de coco).
Ligia convocó en su casa a algunos bailarines amigos para que yo pudiera hacer
una entrevista colectiva. Esa fue una noche de hallazgos: Gringo, el polivalente
“hombre de negocios”; Elías, el taxista (ambos bailarines de la “vieja guardia”) y
don Francisco, el profesor-odontólogo-músico. Más tarde, en la barra de “Karymar”
-ya cuando Ligia y Jose habían tomado la administración del salón- ésta me
presentaría a Tito, el joven travesti, talentoso bailarín y coreógrafo. Tenía siete
personajes maravillosos que coincidían en un espacio -“Karymar”- y le daban una
perspectiva generacional -tiempo- al tema.
Yo ya había presentado el proyecto ante algunos fondos en Holanda y Alemania
sin resultados alentadores. Decidí entonces afinarlo; delimité todavía más el tema
(de los salones de baile) y aposté por el swing criollo:
“Entre los bailes de salón surge una forma que es la que mejor nos muestra
cómo se las ingenia la cultura popular para sobrevivir, para “reinventarse” a
partir de lo propio y de lo que viene de afuera, lo ajeno. Esa forma es el
“swing criollo”. No se sabe quién dio el primer paso, si fueron los obreros
bananeros en algún salón perdido del Pacífico sur, o las prostitutas de los
salones josefinos de “mala muerte”, la cuestión es que a quienes se les
ocurrió tomar algunos pasos del swing de las grandes bandas
estadounidenses para bailar la cumbia colombiana, pertenecían a las
clases bajas. Esto hizo que tanto el nuevo género como las pistas donde
era bailado, quedaran estigmatizados.” Proyecto “Se prohíbe bailar Suin”
Envié la propuesta reajustada a la convocatoria de las Ayudas a la Creación
Audiovisual de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) en
España y a Aportes de la Florida Ice and Farm Co. en Costa Rica. Esto fue en el
2001. Al final del año la AECI me anunció que me concedía la Ayuda: $4200 US
dólares. Con ese monto podía arrancar.
Fue un proceso difícil porque, por un lado, estaba feliz de regresar a Costa Rica y
disponer de fondos para empezar a trabajar en un proyecto tan anhelado, pero por
otro, volvía con mi hijo y sin mi compañero, o sea, con el corazón “partío”. Wouter
debía continuar con su trabajo en Holanda. Pensamos que se trataría de tres o
cuatro meses, pero la búsqueda de otros recursos consumió mucho más tiempo
del previsto. Toqué muchas puertas y de todas se abrió UNA: el Programa
Identidad Cultural, Arte y Tecnología (ICAT) de la Universidad Nacional. A través
de un convenio con la Escuela de Arte de Utrecht (la ciudad holandesa donde
había vivido) el ICAT aportó equipo de sonido e iluminación durante la grabación.
Opté entonces por aplicar la fórmula “guerrillera” de grabación (a la que estaba de
por sí acostumbrada): compactar un equipo con gente calurosa y apuntada -Vania,
Haymo y Jon- y asumir yo el papel de directora-camarógrafa con cámara de video
liviana en mano. El dinero de la AECI debía ser suficiente. Grabamos a lo largo de
tres meses (de agosto a noviembre de 2002), no continuamente. A mitad de la
producción me di cuenta de que ni el dinero ni mis fuerzas iban a alcanzar y que
tenía que acortar la duración del documental a media hora (había pensado
originalmente en una hora).
Después vino un proceso de edición muy enriquecedor, con la participación de
Juan Manuel Fernández. Replanteamos la estructura: el lugar del personaje-eje lo
tomarían Gringo y su socio Elías, en su recorrido por los salones de San José. Era
claro que Gringo se robaría el show.
La noche del estreno en el Centro Cultural Español (el 20 de marzo del 2003) fue
muy lindo, a pesar de que la guerra contra Irak había comenzado el día anterior y
yo andaba con unas ganas tremendas de llorar. Pero ahí estaban reunidos mis
personajes queridos con sus familias, mis compañeros de equipo, mi hijo, mi
familia, mis amigas y amigos, colegas, tanta gente con una sonrisa en la cara,
tanto entusiasmo. Me faltaba Wouter... pero tuve la certeza de que todo lo que
habíamos pasado valió las penas...
“...porque el swing criollo es un baile bandido que crece subterráneamente
con el desenfado de los que no tienen nada que perder y terminan
ganando.
Su brinquito característico logra sortear las barreras sociales impuestas.
Hoy muchos recurren a las academias para aprender a bailarlo, seducidos
por su halo marginal o por sus pasillos osados y en los salones donde
pendía un rótulo terminante: “SE PROHIBE BAILAR SUIN”, la gente hace
rueda para admirarlo.”.
© Gabriela Hernández
“SE PROHIBE BAILAR SWING"
Licda.Vania Alvarado,
Licda. Gabriela Hernández
Esta es una propuesta de producción de un documental sobre un tema que nos
replantea el sentido del término “cultura”. Es el tema de la “cultura popular”. En
general los costarricenses estamos convencidos de que la cultura es algo que
vamos a encontrar en un teatro, en una galería de arte o en un concierto de la
orquesta sinfónica. Nunca se nos ocurrirá pensar en un salón de baile. “SE
PROHIBE BAILAR SUIN” Es un reconocimiento a la cultura descalificada,
subordinada: la cultura de los sectores populares, su gusto, su estética, sus
valores, su visión del mundo...y de su papel en la definición de nuestra identidad.
Partimos de la tesis de que la más importante manifestación de cultura popular
urbana costarricense es la cultura del baile. En Costa Rica la gente baila. La
cultura del baile esta presente todos los días en la manera de caminar de la gente,
de jugar fútbol, de marchar en un desfile, en cualquier reunión familiar o de
amigos, pero, sobre todo, en los espacios reservados para el placer puro de bailar:
los salones de baile. La existencia de cientos de salones –saloncitos, salonsuchos
–repartidos por todo el país, revela que el baile es una práctica cultural fuerte y
viva.
En Costa Rica además se ha bailado de todo, pero entre los bailes de salón surge
una forma que es la que mejor nos muestra cómo se ingenia la cultura popular
para sobrevivir, para “reinventarse” a partir de lo propio y de lo que viene de
afuera, lo ajeno. Esa forma es el “swing criollo”. No se sabe quién dio el primer
paso; si fueron los obreros bananeros en algún salón perdido del Pacífico sur o las
prostitutas de los salones josefinos de mala muerte, la cuestión es que a quienes
se les ocurrió tomar algunos pasos de swing de las grandes bandas
estadounidense para bailara la cumbia colombiana, pertenecían a las clases
bajas. Esto hizo que tanto el nuevo género como pistas donde era bailado,
quedaran estigmatizados.
Pero el swing criollo es un baile bandido que crece subterráneamente con el
desenfado de los que no tienen nada que perder y terminan ganando. Su brinquito
característico logra sortear las barreras sociales impuestas. Hoy muchos recurren
a las academias para aprender a bailarlo, seducidos por su halo marginal o sus
pasillos osados, y en los salones donde pendía un rótulo terminante: “SE
PROHIBE BAILAR SUIN”, la gente hace rueda para admirarlo.
Y por eso su alegría contagiosa, su aire de hazaña: es el triunfo de la voluntad
popular. El despliegue de los anhelos y el talento de quienes se ganan la vida
como empleadas domésticas, taxistas, obreras de fábrica, mecánicos, oficinistas,
agentes de ventas, maestras de escuela...y se convierten en estrellas los fines de
semana en los salones, cuando lucen sus pasos nuevos y sus mejores galas. Un
movimiento que engrandece las vidas pequeñitas, al volverlas más auténticas,
más ellas mismas. Una autenticidad compartida que es la base de la cultura.
Pero no nos damos cuenta de todo esto. La motivación de la película es evidenciar
el poder y la permanencia del baile popular en la cultura y como cultura. El
lenguaje documental tiene la propiedad de dejarnos ver o descubrir nuevas
significaciones en aquello que nos resulta familiar o conocido, para que sea
reconocido y, en este caso, valorado. El documental está concebido como material
de sensibilización para validar las culturas populares principalmente entre los
diferentes sectores sociales y culturales costarricenses.
.
MARCO METODOLÓGICO
FUENTES DE INFORMACIÓN
Las fuentes de información utilizadas han sido de distinta índole.
Se ha recopilado información escrita por periodistas, así como la elaborada por el
autor, con base en su propia experiencia con visitas en este campo.
Además se ha extraído información mediante observación, entrevistas, tanto a
bailarines como a dueño de salón de baile.
Entre los tipos de entrevistas podemos citar la no estructurada (utilizada en esta
investigación), en profundidad o etnográfica, como la denominan diferentes
autores. (Barrantes: 1999.208.)
LA OBSERVACIÓN.
La observación permite obtener información sobre los fenómenos o
acontecimientos tal y cómo se producen.
Cuando se sospecha de una posible distorsión en el recuerdo que afecta los
datos, se recomienda utilizar la observación antes que otras técnicas. Algunas
personas o grupos no conceden importancia a sus propias conductas o no son
capaces de traducirlas en palabras, entonces éstas deben ser observadas si se
desea descubrir algunas características al respecto.
La observación es además, un proceso sistemático por el que un especialista
recoge por sí mismo información relacionada con ciertos problemas.
Este es un proceso deliberado y sistemático que debe estar orientado por una
pregunta o propósito y al igual que en el enfoque cuantitativo, es necesario
conocer el qué, el quién, el cómo, y el cuándo se observa. Además, en este
enfoque es importante agregar el dónde observar. (Barrantes:1999.202.).
La observación participante, es uno de los procedimientos más utilizados en la
investigación cualitativa y, a veces, su uso es sinónimo de ésta.
No aporta diferencias significativas con los otros tipos de observación: la definición
del contexto, la selección de muestras o estrategias de registro, no son diferentes
a las utilizadas en la observación no participante.
EL CUESTIONARIO.
Como ya sabemos, el cuestionario está íntimamente ligado al enfoque cuantitativo,
pero puede ser una técnica de recolección de datos que preste un importante
servicio en la investigación cualitativa. Para que esto ocurra, hay varias exigencias
que deben cumplirse:
Es un procedimiento para explorar ideas y creencias generales sobre algún
aspecto de la realidad.
Es una técnica más no la única ni la fundamental.
Es parte de un esquema de referencia teórico y de experiencias que se
originan en un colectivo determinado y en relación con el contexto al que se
pretende investigar.
Es mayoritariamente aceptado, y no puede producir rechazo entre los
participantes. Se le considera una técnica útil en el proceso de acercamiento a
la realidad por estudiar. (Barrantes:1999:215).
Como trabajo de observación se visitó el Salón de Baile Típico Latino Ubicado en
Miraflores de Heredia.
El Sr. Francisco Espinoza Badilla propietario de dicho centro bailable nos atendió
con la amabilidad que suele tratar a sus clientes que en realidad se convierten en
amigos, por cuanto la mayoría de estos frecuentan varios días a la semana este
centro de baile para distraerse y aprender algún paso nuevo o repasar otro.
Según don Francisco quien ha tenido este centro bailable por los últimos treinta
años, su mayor preocupación como administrador y programador de los eventos
es ofrecerle al público una oferta de agrupaciones musicales que le asegure el
disfrute de los bailarines.
Hay bailarines y bailarinas tan populares que muchos quieren tener la oportunidad
de “tirarse a pista” con ellos y dejarse llevar con el ritmo.
Foto Walter Borbón Picado
Esa noche tuvimos la oportunidad de disfrutar del contagioso ritmo y repertorio del
Grupo Azteca, mismo que se presenta todos los lunes y que junto a los bailarines
se fusionan y provocan un encuentro músico-bailable que es propio de centros
como el mencionado.
Foto Walter Borbón Picado
Los bailarines y las bailarinas desde que llegan al baile no se detienen durante la
noche, no solo porque su pasión es el baile, sino también porque sus parejas
disfrutan aprendiendo esos “pasos” tan complejos.
Los espectadores cada día son más ya que el auge que ha tomado el baile es un
valor agregado que tiene cualquier persona, por cuanto son admirados aquellos
que dominan sobre todo este ritmo tan autóctono.
Cuando yo empecé a bailar nos cuenta don “Julio”, la gente me decía polo y era
muy difícil encontrar parejas que se apuntaran, sin embargo hoy día le sobran a
uno, todas quieren bailar. Ya que se divierten y así aprenden.
Foto Walter Borbón Picado
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
http://collaborations.denison.edu/istmo/n09/articulos/suin.html
http://www.nacion.com/viva/2006/agosto/14/espectaculos14.html)
http://www.nacion.com/viva/2009/septiembre/23/viva2098833.html
Rodríguez, Luis Fdo. (2006). Heredia, su folclor y algo más. Folleto.
Universidad de Costa Rica Sistema de Estudios de Postgrado Maestría en
Antropología, La identidad y el baile popular en Costa Rica durante la 2da.
mitad del S.XX: un análisis simbólico.
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