el rechazo de las minorías
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El rechazo de las minorías. Ensayo sobre la geografía de la furia.El autor de esta obra es Arjan Appadurai, antropólogo y doctor por la Universidad de Chicago.
Su libro va orientado a tratar de explicar los conflictos bélicos a gran escala que se han dado en
el mundo desde comienzos de los años 90, cuando tras la desaparición de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, se suponía que el mundo entraría en una fase de progreso a
todos los niveles.
Sin embargo, lo primero que llama la atención del autor y del lector, es que es precisamente
tras este suceso, cuando el mundo atraviesa una época de enorme violencia contra colectivos
minoritarios.
Es por ello que el libro se divide, además de los diversos capítulos, en dos partes diferenciadas.
La primera nos habla de la violencia en algunas zonas del mundo en las últimas décadas del
siglo XX, un tipo de violencia que masacraba a algunas minorías por diferencias religiosas y
otro tipo de creencias. Aunque en ocasiones simplemente era una violencia salvaje desatada
contra algún colectivo minoritario, que era justificada bajo la apariencia de que esa minoría
vulneraba la cohesión de la nación.
La segunda nos relata este tipo de violencia tras los atentados del 11 de Septiembre del 2001.
Tras la cual Estados Unidos comienza a tratar de acabar con los denominados como terroristas,
que en muchas ocasiones solo utiliza para tratar de mantener su hegemonía en el mundo. Esta
violencia que lleva a cabo la realiza para instaurar regímenes democráticos y con ellos una
supuesta paz, aunque en realidad le han movido motivos económicos de las grandes
corporaciones. Frente a esto se ha encontrado con el problema de que por todo el planeta ha
ido generando un cierto antiamericanismo, que le ha granjeado serios problemas en el exterior
y una gran sensación de inseguridad en el interior.
En gran parte se debe a que el antiamericanismo que se ha extendido desde entonces por todo
el mundo, ha creado una minoría de ciudadanos americanos que lo único que buscan son las
oportunidades que depara este país. Odiándolo en lo más profundo de su corazón y
rechazando su incursión en asuntos de su país de origen, pero aprovechándose de las ventajas
de vivir en la primera potencia del planeta.
Es por ello que el autor considera que la violencia, a partir de esta época, no la podemos
considerar ni internacional, ni intranacional, sino ambas cosas. Es decir, ya no se combate a un
enemigo distante al que se puede derrumbar con el potencial armamentístico, sino que gracias
a esa violencia ejercida de manera no centralizada, nunca se puede estar a salvo, ni siquiera en
tu propia nación. Ya que puedes ser atacado por cualquiera, en cualquier momento, sin previo
aviso y sin que medie una provocación.
Otro punto fundamental que toca el autor es el de definir que es una minoría, y la importancia
de estas para que haya una supuesta identidad nacional que se debe preservar, según los
miembros más conservadores de esa sociedad. Para ello se muestra a las minorías como gente
inadaptada, de la que no se puede fiar uno debido a que pueden traicionarte en favor de sus
creencias.
Además, las élites a las que les interesa definir esas minorías y ponerlas como blanco de las
críticas de la sociedad (e incluso de la violencia), deben definir que se conoce como identidad
nacional. Es decir, qué individuos son considerados como auténticos ciudadanos de ese lugar.
Esto les obliga irremediablemente a construir fronteras entre los auténticos ciudadanos y las
minorías que supuestamente los amenazan, colocando esas fronteras en el lugar que ellos
consideran oportuno. Manipulando libremente y sin oposición alguna, mostrándose ante el
pueblo como adalides de las tradiciones y las buenas costumbres. Llegando en ocasiones a
permitírseles llevar a cabo formas de violencia muy extrema en favor de la unidad nacional.
Estos procesos se agravan ante la globalización, que se ve como una amenaza ante la cual hay
que reaccionar. Y en muchas ocasiones se recurre a la eliminación sistemática de esas minorías
con la excusa de salvaguardar las tradiciones y modos de vida de un lugar. Tratando de este
modo de eliminar al supuesto enemigo interno para poder protegerse mejor frente al enemigo
externo que representa la globalización.
El autor hace referencia a la diferencia entre el Estado-nación que conocemos
tradicionalmente, centralizado y altamente burocratizado, es decir, una estructura vertebrada
como los denomina el autor. Frente a las estructuras celulares de gobiernos que se
caracterizan por no poseer el carácter centralizado y la burocracia de los Estados-nación
tradicionales.
Estas estructuras vertebradas conformarían los estados que conocemos en occidente, y las
estructuras celulares representarían a otros tipos de gobierno presentes en algunos países del
golfo pérsico. De este modo, muchos estados nación han tratado de luchar contra estas
estructuras celulares que no se ajustan a su modelo de gobierno, y a las que acusan de
promover el desgobierno y el descontrol del estado.
Pese a ello el autor, defiende que estas estructuras no son tan malvadas como afirman, entre
otros, los Estados Unidos. Cree que demonizarlas para tratar de acabar con ellas no favorece
en nada los objetivos del Estado-nación, sea cual sea. Además pone como ejemplos a seguir el
hecho de que existan organizaciones sin ánimo de lucro a través de todo el globo y que con
una estructura celular, funcionan correctamente y pueden desempeñar sus funciones de un
modo preciso allí donde se necesita. Estas organizaciones no gubernamentales son algunas
muy conocidas como Greenpeace o Médicos sin fronteras.
En definitiva el autor nos trata de mostrar la cruel realidad de las últimas décadas, los
problemas que existen, que muchas veces han sido provocados por aquellos que afirman que
tienen la solución para solventarlos, y las posibles soluciones o alternativas que podemos
plantear como ciudadanos de un mundo en el que las fronteras cada vez son menos nítidas.
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