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El paredón
Uno de los mitos más populares de la carretera Yurimaguas—Tarapoto—Yurimaguas
en la cumbre de la amazonía, es el famoso paredón. Un lugar geográfico que se
caracteriza por sus verdes colinas gigantes y despejadas hacia el abismo y cima del
cerro. Este alucinante lugar —según versión de los chóferes antiguos, testimonio de
pasajeros que viajó muchos años el sector y comerciantes de la zona— tiene múltiples
historias. El más impresionante de las historias es la del señor Santos Medina.
Las alucinantes visiones del paredón viene desde antaño, cuenta los testimonios de
choferes y pasajeros que vieron cruzar una manada de cerdos negros, otros dijeron ver
cruzar una boa gigante con ojos brillantes, algunos dijeron ver aves con plumas de oro y
hasta guapas mujeres presentarse en este sitio encantado; bajo todas estas alucinaciones
nocturnas el paredón supuestamente tiene su madre y podría ser una de estos animales
raros o una simpática señorita.
El señor Santos era conductor de vehículos pesados por muchos años, viajaba desde la
ciudad costeña de Chiclayo hasta la turística ciudad amazónica de Yurimaguas, llegando
allí, embarcaba su carga en motonaves para ser transportado por los ríos Huallaga,
Marañón y Amazonas a la ciudad de Iquitos.
Según los testimonios, el paredón es la ruta más silencio que existe desde la costa hasta
la selva. Es decir no hay habitantes que tienen una finca y duerman allí. Don santos en
sus múltiples viajes que realizó nunca imaginó que iba tener la gran oportunidad de
encontrar a la madre del paredón. Siempre al acercarse a este sitio pensaba en los
supuestos fantasmas. Pero aquel día se olvidó totalmente.
Estuvo pasando tranquilamente aquel sector tan silencio y oscuro. No sospechaba
completamente nada. Conducía lúcidamente su pesado vehículo; cuando de un
momento a otro ve en medio de la carretera a una bellísima dama, vestido de color
negro. Don Santos al apreciar una guapa señorita bajó de velocidad y apagó sus luces
para no cegarle, la señorita alzaba los brazos en señal de pedir pasaje o auxilio; Santos
hizo detener su pesado vehículo y se preguntó en sí, “Hoy dormiré con esta chica aquí
en la carretera, no llegaré al Pongo, por algo esta mujer no se quedó sola aquí. Tendré
que preguntarle muchas cosas antes de dormir”. Santos Medina abrió su puerta y le
dijo a la guapa mujer:
—Señorita suba en confianza. Serás mi compañera de viaje. Estaba pensando que hora
llego al Pongo y ni me acordaba del paredón. Mis compañeros cuentan que este sector
es peligroso porque es silencio, nos da mucho sueño, salen fantasmas, animales y te
cruzan. Al final ninguno de los supuestos animalitos o fantasmas no veo aparecer en la
ruta, más bien apareciste tú y mejor para mí ya que serás mi compañía. Pero no
llegaremos hoy de noche sino mañana tempranito, descansaremos más adelante.
Muchas otras cosas más iba contándole don Santos a su compañera de viaje que recogió
en el paredón.
Santos y su nueva compañía pasaban sin ningún problema las peligrosas curvas del
paredón.
Según Santos; durante el diálogo, la preciosa pasajera sólo decía sí o a veces no, en
ningún momento daba la cara hacia él y tenía un aspecto muy seria.
Cuando terminaba de pasar el paredón, don Santos presentía que alguien está atrás de
su camión, miró a su espejo izquierdo y constatar si le está siguiendo otro vehículo y no
vio ninguna luz. Al no ver nada, gira de nuevo su cabeza y continuar la charla con su
acompañante; se encuentra con la sorpresa que la guapa mujer no está en su costado, el
asiento vacío.
Se recuerda don Santos que sólo giró el volante hacia la izquierda y se fue el camión a
chocar en el mismo chorro de agua que caía del cerro y Santos se desmayó perdiendo el
conocimiento.
A media hora llegó otro camión, al ver el vehículo de don Santos atravesado en la
carretera, su compañero pensó que le venció el sueño o que se atravesó por gusto para
descansar y al momento que llegara otro camión lo despertaran para continuar juntos el
viaje. Resultando otro el motivo de la atravesada del pesado camión.
El camión aparcó y el chofer salió para ir a ver a su colega Santos que pasaba con él. El
amigo caminaba con un poco de timidez, miraba de un costado a otro; la potente luz de
su camión apoyaba la visión para llegar al camión atravesado y ver a su compañero
Santos Medina. Llegó y abrió la puerta del camión, encontró a su amigo Santos
apoyado en el volante con abundante espuma y flema en su boca, sus manos colgadas y
todo su cuerpo frío.
El solidario compañero le sacó de allí y le puso en la cabina de su camión. Le frotó con
mentol en el pecho y frente, le hizo oler alcohol, a poco tiempo Santos reaccionó pero
no habló; se quedó dormido. El compañero enderezó el camión y dejó las puertas con
llave, aseguró la carga y continuó su viaje con dirección al Pongo de Caynarachi.
Llegó al Pongo y lo llevó al Centro de Salud; el compañero narró a los enfermeros lo
sucedido con su amigo. Lo dejó allí dejándolo una carta para leer cuando se despierte.
Santos recibió los auxilios respectivos despertándose más adelante, Santos recobró
completamente la conciencia y leyó la carta de su amigo que había dejado en mano de
una enfermera. Preguntó a los enfermeros cuánto tiempo está en el centro de salud,
agradeciéndoles por la gentil atención y apoyo. Santos al sentirse bien y recuperado sus
energías emocionales salió de su pasajero internamiento y cogió un auto de ruta para ir a
su camión y reconducir a su destino. Después se trató con un psicólogo en su ciudad
natal.
Don Santos contó al chofer que lo transportaba de regreso el paredón todo lo que se
acordaba de lo sucedido en la noche con la guapa señorita recogida en la carretera,
incluso se acordaba lo que soñó durante el viaje hacia el pongo cuando le trasladaba su
amigo quien lo rescató. Según narró don Santos, en el sueño conversaba plácidamente
con la chica que había recogido en la noche. En mi sueño conversaba lo siguiente:
“La señorita que recogí es la madre del paredón por lo tanto es quien cuida esa bella
vegetación de las colinas y faldas que se encuentran a lo largo de la carretera y que
está enojada con las autoridades del gobierno central y regional desde hace muchos
años, jamás habrá un pueblo en esa parte de la carretera. En su sueño además, según
don Santos; le dijo que seguirá enojada porque de aquí a pocos años destruirán esta
majestuosa montaña virgen, con árboles y aves en la cima y cumbre del cerro; con
preciosos chorros de agua cristalina. Toda la preciosura que nos regaló Dios a
nosotros, para vivir tranquilo y feliz.
Al construir esta carretera perturbará nuestro futuro; los vivientes antiguos viajaban
tranquilos a pie hasta Lamas, Tarapoto o Yurimaguas. Por eso te digo Santos no
vuelvas a pasar solo por mi sector, gracias por recogerme de la carretera y cuenta a la
gente que estoy enojada porque destruyeron nuestra selva sanmartinense, puerta de
entrada a la gran llanura amazónica.
Y es más, escúchame Santos. Seguirán destruyendo porque esta carretera será
asfaltada de aquí a muchos años, ahí descargaré todo mi ira que tengo porque pediré
mínimamente doscientas almas a la nueva carretera, empezando del jefe de la empresa
que hará el trabajo”
Eso fue el testimonio de Santos Medina, según le hizo soñar la madre del paredón quien
llegó a conocerle personalmente.
Para coincidencia del mito popular, el primer fallecido durante el asfaltado de la
carretera fue el ingeniero quien transportó hasta El Pongo los cien ataúdes que
supuestamente lo utilizarían durante las obras, él fue el primero.
Mito que hace reflexionar en no destruir el bosque sanmartinense, no solo el paredón
sino toda la región amazónica.
Dios nos presenta su benevolencia con nosotros y la naturaleza; revela de cualquier
forma las malas actitudes contra ella y ante esa actitud, pensar en defensa de nuestras
tierras y bosques que él nos regaló.
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