el libro del libro
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1
Los escritores que participamos en el taller de minificciones de
Ficticia, La Marina, nos unimos este 2013 a la celebración del día
del libro con una recopilación de minificciones que hemos ido
aportando a lo largo de una semana.
Todos movemos nuestra escritura detrás de un alter ego,
salvo en uno o dos casos, dado que es el origen y actual
funcionamiento de este taller literario: escribir desde el
anonimato, aunque muchas de estas identidades son más que
conocidas dentro de nuestra comunidad.
Este año el entusiasmo ha crecido y el número de minis es
mayor en cantidad y calidad, y se respira un aire de fiesta entre las
letras de nosotros.
Conocidos y amigos encontraremos aquí varias sorpresas, y
diferentes ópticas y materiales que pueden encerrarse y abrirse en
un libro.
Cerramos nuestra presentación con las palabras que Gata
Blues le dedica a su compañera y amiga de letras, y que es muy
querida por todos nosotros.
2
Homenaje
Esta vez quiero hablar de Miriam Chespy. Chespy es una buena
amiga. Es Chepsy, pero yo digo Chespy porque tiene chispa. Vive
en A Coruña, pero es de la Argentina. Miriam ha plantado un
árbol de aguacate, o un árbol de otra cosa y otro de aguacate.
Ha tenido un hijo, y solo la faltaba el libro. Me lo dijo en una de
sus llamadas, yo pochaba patata para unas tortillas. Chespy es
buena mujer, me acogió muy bien en su casa. El libro que publica
es de relatos y cuentos, o de cuentos o solo de relatos. Lo publica
en el Pai-buk ese, que no sé cómo se escribe, y tampoco sé ni
pronunciarlo siquiera. También lo publica en el Punto Rojo, eso
me pareció oírle por el móvil.
Por favor, si esto se publica que alguien me lo corrija, la
gramática del texto, claro. Una quiere quedar bien, sobre todo
con una persona tan estupenda como Miriam Chespy.
3
Referencia bibliográfica
eneas
La vida y obra de Donatien Alphonse François de Sade, más
conocido como marqués de Sade o Divino Marqués, fue recogida
en los tomos XVIII y XIX de Anales del sexo, autor anónimo,
páginas 1740 a 1814, Ediciones D. C., París, Francia.
4
Memorias
gremlin
Para E
Lo escribió cuando joven, y ahora me lo ha dado a leer. Su alma
dañada, rota, asoma entre las páginas. Lágrimas de sol, lluvia,
luna, arcoiris y viento brotan del texto.
La tarea es extenuante, pero la acometo con amor: todas las
noches me robo algunas estrellas para ir corrigiendo letra por
letra.
5
Las mil y una veces
Haziel Cusi
Para ella
Somos cómplices. Me empiezas a leer y me liberas. Y cual
lámpara de Aladino te cumplo los deseos más profundos.
6
Tiempos modernos
Efecto Mariposa
Tiro su iPad al suelo —tenía ahí setecientos libros— y lo pisoteó
hasta que quedó hecho añicos; agarró su Amazon Kindle y lo
estrelló contra la pared; luego la emprendió a machetazos contra
la lapitopi y defenestró su PC.
Entró a su biblioteca y respiró aliviado, quince mil libros lo
contemplaban. Con afecto, empezó a recorrer los estantes, apenas
tocando los lomos con la yema de los dedos. Nunca supo del
terremoto, quedó sepultado bajo treinta toneladas de escombros,
finas maderas y papel de primera.
7
El libro
eneas
Emocionado, lo despojó de su empaque. Era el primer humano
que le regalaban para leer.
8
Terrible desgracia
Efecto Mariposa
Las pesadillas no permiten que olvide el incendio de la Biblioteca
Nacional, tragedia de la que fui testigo mudo e impotente. Aún
veo como huyen —a pie, volando, a caballo— millones de
personajes diminutos intentando salvar sus perfiles psicológicos,
sus valiosos argumentos y aquellas queridas descripciones.
¡Nunca olvidaré los alaridos de espanto!
Una imagen regresa a mí, una y otra vez: Entre los últimos
seres que alcanzaron a escapar del siniestro, pude distinguir a
Lady Chatterley corriendo de la mano de su amante, mientras que
su esposo —la silla de ruedas fuera de control— se despeñaba
envuelto en llamas por la escalinata principal.
9
Pp. 34 y sigs.
Efecto Mariposa
La trampa está en la página treinta y cuatro. Después, nadie puede
dejar el libro.
10
Apocalipsis
Efecto Mariposa
El holocausto nuclear ha dejado pocos sobrevivientes en la
Ciudad de México, que desde el amanecer miran al cielo con
esperanza. Están todos flacos y quemados, pero viven, y se
conforman con lo que puedan escarbar de las ruinas de los centros
comerciales, se adaptan.
El grito de una niña atrae la atención de todos, en el oriente,
a lo lejos, se distingue una mancha que se acerca volando. Al
acercarse, se escucha un zumbido de aleteos que se hacen cada
vez más fuertes. Todos comienzan a abrazarse y a dar de brincos,
¡son los primeros libros que regresan al Valle de Anáhuac!
11
Exitus letalis
manlyf
El libro cayó de la estantería. Sus letras, signos.., se esparcieron
por el suelo donde, a modo de “sopa de letras”, se pudo descifrar:
“No soportaba más, que nadie me leyera”
12
Necesidad
JORDAN RAMOS
De tanto leer, agoté los ojos. De tanto escribir, acabé el papel. Mi
última historia la tatuaré en tu piel.
13
Venganza
SAPO
Hartos ya de la necedad humana echaron a volar desplegando sus
hojas, cada vez eran más los que salían de lugares olvidados y así,
lenta pero inexorablemente cubrieron la luz del sol; la tierra
sumió en oscuridad total y la vida se fue apagando, incluso toda la
creación tecnológica que había dictaminado: “Ya no volverán a
imprimirse libros, pues no son necesarios”.
14
El libro del libro
Tejedor de libélulas
En realidad tenía sus hojas en blanco. Leía las páginas de sus
lectores, y escribía en ellas su lectura. Nadie dudaba de su
grandeza: por fin se había editado el libro que a todo mundo
gustaba, y en todos los idiomas. También causó las mayores
controversias. Se resolvieron con relecturas subsiguientes.
Murió con la aparición de los libros electrónicos. La
convulsión de los mercados bursátiles, indicador de lo ocurrido,
propagó con rapidez el hecho. Pasamos de la crisis y la
indignación a la sed y el hambre. Quienes guardamos un
ejemplar, no pudimos leerlo más. Descubrimos que sus páginas
físicas siempre estuvieron en blanco.
15
Midas
Homless
Su última producción es un ejemplar con portada en relieve, a
cuatro tintas y 600 páginas en blanco, circunstancia ésta última
que no ha impedido a sus fieles agotar todas las ediciones que se
han puesto a la venta. Y tampoco ha sido obstáculo para que se
anunciara la inminente adaptación de la historia a la gran pantalla.
Para la próxima primavera ya ha informado de la publicación de
la tercera parte, con la que cerrará su exitosa trilogía “Nada es lo
que parece”.
Será, sin duda, un largo invierno de espera para sus
seguidores.
16
Desperdicio de una literata servidora
Gata Blues
Una tiene su propia dignidad; a saber, que me es
contraproducente, que se publiquen libros como churros menos el
mío.
17
Desmaterializar
Miriam Chepsy
—Yo soy en cualquier lugar.
—Pero yo estoy aquí para siempre.
Desde la pantalla, el libro se sentía universal y no entendía
por qué esa arquitectura de piedra le hablaba de mensajes eternos.
18
Lost
Versículo Seculórum
Luego del avionazo, los sobrevivientes se pusieron a buscar entre
los restos del siniestro. Entre otras cosas, encontraron una caja y
se arrojaron sobre ella, que tenía un letrero que rezaba: «Libros de
superación personal». —Ni modo—, dijo uno de ellos —¡vamos a
tener que leer pura mierda!
19
Concentrado
Telares
Abrí un libro en plena tormenta. Acurrucado en mi sillón percibí
cómo el viento sacudía los árboles y la lluvia azotaba las
ventanas. Los postigos se abrieron y punzantes gotas me helaron
el alma. Un rayo descargó su furia sobre el más añejo roble hasta
que... ¡Qué pena!, un apagón me obligó a cerrar mi libro y salir al
patio aquella apacible noche de verano.
20
Libro de cabecera
Zaz
No todos son iguales, él los prefiere con una lectura pausada y
constante, pero ávidos y firmemente concentrados.
Una vez abierto, se entrega y se deja horadar por los
profundos ojos del lector. Solo así llega al orgasmo varias veces
durante la deliciosa lectura.
21
Incertidumbre
manlyf
Dos libros y no sabía si comprar uno, los dos o ninguno.
Demasiadas opciones para él. Resolvió comprando toda la tienda.
En su casa comprendió que había cometido una torpeza: se había
convertido en propietario de 5.000 libros y ahora no sabía cuál
leer primero, cuál segundo, cuál tercero…
22
EX LIBRIS II
Jorge Oropeza
Durante quince años busqué en toda librería, puesto, tianguis y
catálogo el mismo libro, uno que perdí por extrañas razones.
Ansiaba volver a leer sus magníficas historias, que encendieron
en mí la pasión por la lectura y el escribir. Ahora descansa ese
libro en mi anaquel, y no me atrevo a leerlo. Temo que no sea tal
y como lo recuerdo. Incluso algo peor: temo que desaparezca mi
pasión.
23
Furtiva
Elisa A.
Llega los viernes, media hora antes de cerrar, y se demora
eligiendo los cuatro títulos que está permitido retirar en préstamo.
Desde el mostrador observo cómo procura apurar el tiempo,
esperanzada en que, con mis prisas por acabar la jornada, su
acción pase desapercibida. Cuando sale por fin, la bolsa de libros
en bandolera, me dirijo al tercer anaquel de la derecha donde,
entre Los tres mosqueteros y El cuarteto de Alejandría, ha
depositado la novela impresa y encuadernada artesanalmente —
Las sombras del enigma, por Ángela Duque— que yo, como cada
semana, arrojo al contenedor de la basura.
24
Historias, historias, historias
Elisa A.
El día en que murió don Álvaro no llovió en Mondoñedo. En la
portería del paraíso lo aguardaba Pedro, con un libro antiguo lleno
de páginas en blanco y una pluma de ave del año mil y pico.
Rápido corrió el rumor de que el gallego lo llenaría con relatos de
magos, damas melancólicas y sirenas griegas; semblanzas de
campesinos, curanderos y boticarios; travesías marineras de
mozos que aprendían a vivir y de viejos comerciantes llenos de
nostalgia; vagabundeos de ánimas y sochantres y fugas de rubios
condotieros. Tanto fue el alboroto entre ángeles y
bienaventurados que las nubes, impacientes por comenzar la
lectura, no se acordaron de llorar.
25
451ºF
Elisa A.
El dragón fue destinado a la brigada quemalibros. Cuando
comprendió que así firmaba su sentencia de muerte, en vez de
fuego escupió agua.
26
Celestina de libre albedrío
JOSÉ M. NUÉVALOS
La vieja pelleja se siente ya muy mayor para andar trasteando con
sus potingues arriba y abajo por la tragicomedia del bachiller
Fernando de Rojas. Le ha plañido mil veces de los muchos actos
que tiene la obra y de ir trotando de página en página con su
carromato cargado de peines, perfumes y hierbas para el mal de
amores. Sobre todo para que se lleven la fama un par de
descerebrados que ni tan siquiera atinan a dominar sus apetitos y
calenturas. ¡No, ella no tiene ya cuerpo para tanto galope!
Necesita algo que esté más a su altura. Por contactos de aquí y
allá, le han llegado noticias de una obrilla en una estantería
superior donde, a buen seguro, bien podría mercadear sus
servicios con mayores holguras. Conforme se va acercando,
escucha una doliente voz que surge del abismo interior del libro:
“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas”. Su olfato de
alcahueta dice que para este menester no le harán falta andadores.
Y mientras golpea en el portal de la comitragedia, va hincando
sus colmillos entre aquellas palabras que anticipan los banquetes
que la esperan a libro abierto.
27
Los tejemanejes de Penélope
JOSÉ M. NUÉVALOS
Ulises era seguido en cada uno de sus viajes por un investigador
privado, bajo bandera y sospecha de su desconfiada esposa.
Después del bochinche de la Odisea, y al llegar la factura a Ítaca,
la producción del telar en turnos de mañana, tarde y noche no
alcanzó para satisfacer el monto de aquel colosal océano de
informes. No hubo más remedio que cederle el copyright y los
derechos de publicación al experto detective, señor Homero.
28
Vuelta a la página
eneas
Como prueba acusatoria, el fiscal abrió el libro y leyó en voz alta
una docena de cuentos fabulados. El defensor de oficio destacó la
libertad creativa de su cliente: Dueño de una mente brillante e
innovadora, sin lugar a dudas. Tras una breve deliberación, el
jurado —reconocidos críticos literarios— emitió su veredicto:
Encontramos al autor culpable de asesinar a la moraleja, señoría.
29
Estudio
eneas
Entre las placenteras marejadas del orgasmo abrió los ojos y
alcanzó a ver una mano que asomaba del viejo y despastado libro
de anatomía.
30
Pubescencias
El Vico Escarlata
—Ese que usted quiere es un libro prohibido —te dijo el
vendedor—. Yo guardo uno. Apareció en un lote que le compré
hace muchos años a un jovenzuelo ignorante. Ahora no sé qué
hacer. No puedo ni mencionar el mamotreto por miedo a que me
arresten. Pero eso sí, es rarísimo. ¿Sea arriesga a comprarlo? El
precio es alto, pero justo por el peligro que corro… Cincuenta mil
pesos. Además si consigue un coleccionista audaz le puede sacar
el triple.
Pagas, tomas el libro, abandonas el bazar y te reprendes.
—¿Jovenzuelo ignorante? ¡Idiota absoluto! De haber sabido
no vendo los libros del abuelo para comprar un cartón de
cervezas.
31
Seducción
JOSÉ M. NUÉVALOS
Todas las noches para poder dormir, necesita engañar a su esposa
con uno u otro. La puentea a oscuras sobre la cama; merodea
descalzo hasta el piso de arriba y se desliza por la pieza donde
esperan todos aquellos atletas que pueden saciarlo y a los que no
sabe resistirse.
Los mira uno a uno, los roza, los palpa, acaricia sus cuerpos
con la mente suspensa en el tiempo...
—Esta noche serás tú, Raymond —susurra, mientras toma
en sus manos “El sueño eterno”.
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