cartilla nuestra identidad y programa modep
Post on 03-Apr-2016
217 Views
Preview:
DESCRIPTION
TRANSCRIPT
2
Hemos recogido en este documento, los
criterios y posiciones que hoy hacen parte
de lo que identifica a nuestro Modep co-
mo proyecto político y que hace parte de
nuestra manera de pensar, actuar y sentir
durante estos doce años de existencia. Al
dejar sentados estos once puntos de
nuestra identidad, serán el soporte para
avanzar de manera colectiva en nuevos
acuerdos y fortalecer y aplicar cotidiana-
mente los construidos.
1. Somos parte del
movimiento democrático y
revolucionario colombiano,
asumimos las banderas y las
experiencias de nuestros
antecesores, como parte de
ellas. Nos consideramos parte integrante del
movimiento democrático y revolucionario
colombiano, retomamos las banderas y
experiencias históricas de la lucha, y con-
sideramos como aliadas en nuestros pro-
pósitos a las organizaciones populares,
sociales y políticas que resisten la domina-
ción del régimen y proponen su transfor-
mación.
Hacemos parte de la nueva generación de
las organizaciones políticas y sociales de
principios del siglo XXI, tenemos nuestras
sus raíces en la década de 1990, surgimos
como tendencia política de varios sectores
de la población y somos hoy orgullosa-
mente descendientes de los que luchan
contra el imperialismo, el fascismo, por un
gobierno democrático, patriótico y antiim-
perialista, y por el socialismo.
En nuestro seno mantenemos las luchas:
Programática y la necesidad del poder
para el pueblo de las décadas de 1960 y
1970; por la consecución de reformas y
alternativas para la solución de los proble-
mas inmediatos de las masas y la cons-
trucción de alianzas políticas del pueblo
para la lucha regional y nacional de los 80;
la emancipación de la mujer, contra la
violencia de género, así como el reconoci-
miento de los pueblos por la diversidad
pluriénica y pluricultural de los 90; por ser
opción y alternativa de poder para el pue-
blo dentro de la corriente latinoamericana
y mundial de inicios del siglo XXI.
2. Nos consideramos
parte de los pueblos del mundo
que luchan contra el capitalis-
mo, imperialismo, el neolibera-
lismo y la opresión nacional,
patriarcal, de género y de cla-
se.
Nuestra lucha aporta al torrente de la
resistencia y la revolución, que se expresa
en tantos idiomas y múltiples formas de
resistencia como culturas y sociedades
hay en el mundo. La coordinación y
NUESTRA IDENTIDAD
3
cooperación práctica potencia este torren-
te. Somos internacionalistas y afirmamos
que: los países quieren la independencia,
las naciones, la soberanía y los pueblos, la
revolución.
El imperialismo profundiza la explotación
de unas naciones sobre otras y la opresión
de los pueblos, fortalece las clases domi-
nantes que los apoyan, intensifica la discri-
minación social, de género, raza e ideolo-
gía, rompe la relación hombre-naturaleza,
concentra la riqueza y los medios de vida
en grandes monopolios.
Los países imperialistas se unen para pre-
servar su sistema, condenan y persiguen a
los grupos, pueblos y países que se rebe-
lan de manera revolucionaria e incluso de
aquellos que pretenden solo reformar el
rol asignado por el sistema, tildan a sus
opositores como “terroristas”, promueven
o utilizan a su favor las contradicciones
internas de los regímenes que se vuelven
incómodos para la acumulación capitalis-
ta, cuando no logran controlar los levanta-
mientos populares intervienen militar-
mente para sofocar al pueblo e implantar
nuevos regímenes a su favor.
Por tal razón, promovemos y divulgamos
la lucha, la solidaridad y la unión de los
pueblos, las naciones y países, para que el
sistema imperialista con su puñado de
dirigentes y monopolios sea barrido y
sepultado, y la vida en todas sus formas
pueda continuar
3. Para nosotros la lu-
cha por la Tierra, el Territorio
y la Soberanía son la expresión
práctica de la aplicación de
que: “O la revolución destruye el imperialismo O el imperialis-mo destruye las fuentes de vi-da”. Un aspecto que refleja lo caduco del siste-
ma capitalista imperialista es la alta vulne-
rabilidad de las sociedades a las amenazas
naturales como los sismos, tornados, ci-
clones, huracanes y a la generación de
nuevas amenazas de origen humano, co-
mo los derrames de crudos, la contamina-
ción del suelo, el agua y el aire.
Los desastres son el resultado del anárqui-
co crecimiento de la producción capitalis-
ta imperialista, de su voracidad y avaricia,
que lleva a la ocupación de áreas no ap-
tas, a la destrucción de agua y suelo en la
extracción de recursos minero energético,
y demás prácticas que solo consultan el
bolsillo de los grandes monopolios.
El imperialismo requiere del control de
recursos naturales y de mano de obra
barata para reproducirse, eso lo obliga a
agredir y subordinar a los pueblos donde
la riqueza del suelo, subsuelo, agua, aire y
fuerzas productivas puedan brindarle las
condiciones de competencia y mayor ga-
nancia.
Defender la tierra, el territorio y la Sobera-
nía para la conservación de la vida, la se-
guridad alimentaria, la adecuada y perti-
nente explotación de recursos naturales,
la ordenación del territorio para sus po-
bladores y no para un puñado de empre-
sas que usando su alianza con el Estado
genera destrucción y desequilibrios, es un
punto esencial de nuestra identidad.
4
Promovemos la lucha por la autonomía y
autodeterminación para que los diferentes
sectores del pueblo construyan sus formas
de vida material. Nuestra lucha es por una
relación armónica entre los seres huma-
nos y el medio ambiente rescatando sabe-
res ancestrales y creando nuevos conoci-
mientos que propicien por mantener este
equilibrio, de forma que se plasmen los
principios de transformación y reutiliza-
ción de la materia, se respeten las fuentes
de agua y se utilice sólo lo necesario para
el desarrollo de la humanidad presente y
se garantice lo suficiente para las siguien-
tes generaciones.
4. Promovemos en el
seno del movimiento democráti-
co y revolucionario, que la
Otra Colombia Posible sea la
Colombia Socialista.
Compartimos el anhelo de muchas gene-
raciones colombianas, de que nuestra
nación se levante en pie de igualdad y se
reclame soberana, libre, digna y orgullosa
de sí misma. Y esto será realidad cuando
la imposición de otras naciones, que alia-
dos con unos pocos colombianos, sea
asunto del pasado y cese el saqueo de
nuestros recursos, la opresión política y el
sometimiento de nuestra soberanía.
Y ese país, la Otra Colombia, ha sido pen-
sando desde las más diversas corrientes
de ideas y pensamientos, siendo lo común
entre todos estos anhelos:
Un país, donde se ejerza una demo-
cracia que avance en la construc-
ción de una base económica centra-
da en el bienestar común; promue-
va una relación adecuada entre la
naturaleza y los seres humanos;
donde el individuo se pueda realizar
en consonancia con los intereses de
la comunidad; en la que el conoci-
miento, la diversidad cultural y cien-
tífica pueda ser apropiada por to-
dos; en donde el desarrollo social,
económico y político se fundamente
en diversas formas asociativas ba-
sadas en la solidaridad, la coopera-
ción y la sana competencia; en la
que se supere las diferencias entre
el campo y la ciudad, el trabajo
manual e intelectual y entre el hom-
bre y la mujer.
Nosotros apoyamos este anhelo, que para
nosotros se acerca a lo que entendemos
por socialismo, que no es solo un deseo
sino una necesidad para los pueblos. Por
que un mundo convulsionado y hastiado
de tanta injusticia, reclama y exige un
cambio radical en las relaciones sociales
entre los hombres en la producción, la
propiedad y la distribución, so pena de la
destrucción entre los seres humanos en la
producción, la propiedad y la distribución,
so pena de la destrucción de los seres
humanos y de todas las formas de vida.
5. Luchamos por la de-
mocracia para el pueblo, que
abarca desde la lucha por las
libertades políticas, los dere-
chos sociales, económicos, cul-
turales y ambientales y el de-
recho a decidir sobre su des-
tino
La lucha de pueblo por democracia ante el
actual régimen burgués capitalista neoli-
5
beral se centra en la resistencia contra las
políticas opresoras, preparar una propues-
ta popular al capitalismo, para abrirle paso
a la lucha por el poder, el gobierno demo-
crático popular y el socialismo.
Fortalecer las organizaciones populares y
democráticas revolucionarias es una tarea
principal en este periodo de lucha, para
que la organización, la educación política y
la lucha de clases restablezcan la confian-
za y capacidad del pueblo colombiano en
construir su destino. Transitar del senti-
miento de frustración paralizante ante las
injusticias a la confianza de que la organi-
zación y las metas comunes son más fuer-
tes que la astucia, la represión y la mani-
pulación de los que detentan el poder.
6. Defendemos el de-
recho de nuestro pueblo a re-
belarse y decimos que este se
concreta en la lucha: Por
Poder, la Democracia Popular y
el Socialismo. Somos conscientes que luchar por la de-
mocracia para el pueblo y alcanzar la Re-
pública Democrática Popular y la Colom-
bia Socialista, es la expresión del gran
derecho de los pueblos a rebelarse contra
los detentores del poder actual.
Nos atrevemos a rebelarnos ante el tipo
de sociedad existente, luchando por avan-
zar hacia la construcción de la República
Democrático Popular y el Socialismo y, en
consecuencia, en el ejercicio de su dere-
cho a la rebelión, como defensa de la vida
y garantía de continuidad de su proyecto
emancipatorio, para enfrentar la domina-
ción y la represión implementada por las
clases dominantes.
Aún más planteamos que el poder para el
pueblo, debe ser conquistado para lograr
avanzar en su camino. Y decimos, que no
basta con que el pueblo luche y conquiste
el poder sino que debe mantenerlo para
transformar los males que aquejan la na-
ción, esa es la razón de su lucha. Por ello
decimos que nuestra consigna que traza
nuestro camino es el “Poder, la democra-
cia popular y el socialismo”.
En tal sentido, decimos que utilizaremos
los espacios del estado y el gobierno para
plantear propuestas a favor del pueblo y
denunciar aquellas que le perjudican.
También utilizamos la calle, los espacios
culturales y sociales creados por el pueblo
para educar y educarnos, organizar y orga-
nizarnos y defender lo que se nos arrebata
y arrebatar lo que fue quitado y usurpado.
No le pedimos permiso al régimen para
actuar, no nos disculpamos por querer
luchar… pero comprendemos la necesidad
de emplear todas las formas de expresión,
de organización y de lucha. El parlamen-
to, los estrados judiciales, las leyes, los
espacios institucionales a todo nivel se
cierran, no permiten nuestra participación
y hacen oídos sordos a nuestros dere-
chos, y si la lucha en la calle y la resisten-
cia de masas es enfrentada con la fuerza
de las balas y la cárcel, defenderemos
nuestros derechos a través de la organiza-
ción y movilización por la defensa de la
vida y la continuidad de nuestro proyecto
político, y la conquista del poder, ejercien-
do el derecho a rebelarnos.
7. Luchamos porque la
defensa y consecución de los
derechos y aspiraciones del
6
pueblo colombiano se basen en
la independencia y autonomía
hacia los opresores, y aporten
al avance de la Otra Colombia:
La Colombia Socialista.
Consideramos que sin una división clara
entre el campo del pueblo y de sus enemi-
gos, no es posible alcanzar la democracia
para el pueblo y con mayor razón el go-
bierno democrático popular y el socialis-
mo. La aplicación concreta y flexible de
nuestras ideas y políticas en los diferentes
aspectos de debate, confrontación y
acuerdos, va hasta que estas no distorsio-
nen esta identidad en nuestras acciones
futuras.
El fascismo enquistado en las estructuras
de poder, en el modo de pensar del co-
lombiano y en la cultura es un obstáculo
para la lucha por la democracia para el
pueblo ya que dificulta la organización,
señala la lucha por una nueva sociedad
como “terrorismo”, promueve el enfrenta-
miento entre el pueblo, validando solo las
organizaciones tuteladas y controladas por
el régimen o a su servicio.
La lucha contra el fascismo no puede lle-
var al pueblo a su cooptación política por
los eficientistas y pragmáticos gran bur-
gueses – tercera vía- , es decir dejar y/o
restringir el alcance de sus pequeñas y
grandes luchas para apoyar al mal menor
entre las clases dominantes.
8. Consideramos que sin
la participación de amplios sec-
tores del pueblo en los proce-
sos de transformación no es
posible avanzar en la lucha por
una sociedad diferente. Nuestra fuerza como pueblo es el recono-
cernos para andar juntos, construir una
identidad como pueblo, entender nues-
tras formas de pensar, sentir y actuar,
para encontrar caminos conjuntos y que el
proceso de transformación exprese nues-
tra identidad como colombianos, promue-
va lo que nos impulsa al cambio y deseche
lo que nos impide ata al pasado.
Requerimos transformar los aspectos de
nuestra identidad construida en el proce-
so de la historia de opresión nacional e
imperialista que fortalecen la visión del
oprimido y colonizado. Tantos años de
opresión y resistencia ha mellado nuestra
voluntad para construirnos como país,
como nación, como pueblo soberano.
Por eso necesitamos que en el seno de
nuestras expresiones organizativas erradi-
car las herencias que no permiten avan-
zar en la construcción de una sociedad
diferente como: el arribismo, el caudillis-
mo, el oportunismo. Retomar las mejores
tradiciones populares, basados en la idea
de que “ser revolucionario es servir al
pueblo.
Trabajar por superar en el pueblo y sus
organizaciones, la mentalidad del coloni-
zado, el autoritarismo, el hegemonismo y
el patriarcalismo, para que el pueblo co-
lombiano se levante en pie de lucha no
solo para reclamar sino para tomar su
destino. Fortalecer la confianza de que el
pueblo unido es capaz de derrocar gobier-
nos, de construir alternativas en beneficio
del colectivo, de escucharse y hacerse
escuchar, de abrir caminos a una nueva
Colombia.
7
9. Afirmamos que un
aspecto central en la lucha por
la transformación de la socie-
dad es bregar cotidianamente
contra el patriarcalismo, las
diferentes formas de opresión
de la mujer y de género. La opresión de la mujer, antecede a la
existencia de las clases, hace parte de una
estructura social y económica que ha ge-
nerado una sociedad patriarcal de larga
duración, opresión que contribuye a la
dominación de la nación, de las clases
opresoras y de los mismos hombres, pro-
duciendo relaciones laborales, políticas,
familiares, sexuales y afectivas opresoras
y alienadas, que son naturalizadas en los
espacios públicos, privados o domésticos.
Para la mujer es una doble explotación en
la producción y reproducción de la vida
inmediata, en donde vive y actúa.
La lucha contra la opresión de la mujer y
de género debe ser parte de la vida practi-
ca de las organizaciones sociales y políti-
cas, y del pueblo en general. Para ello es
importante comprender cómo se configu-
ra la masculinidad patriarcal y la estructu-
ra de privilegios de género que portan los
hombres en la sociedad de clases y que en
muchas ocasiones es llevada acríticamen-
te a la cotidianidad política de las relacio-
nes sociales, en general y entre compañe-
ros y compañeras del proyecto político.
Asumir una nueva construcción social de
las relaciones afectivas entre los seres
humanos para desnaturalizar la masculini-
dad y feminidad patriarcal en la sociedad
y en especial en las organizaciones políti-
cas democráticas y revolucionarias, hace
parte del proyecto político; es un asunto
crucial entre el pensar y actuar, y una
revolución profunda de nuestras ideas
sobre cómo nos concebimos todas y to-
dos, y que tanto estamos dispuestos a
transformar y a transformarnos.
Reconocer que la libertad de orientación
sexual hace parte de la construcción de
una sociedad democrática y revoluciona-
ria, y que cualquier tipo de discriminación
por sexo u orientación sexual o de género,
reivindicando el derecho a decidir sobre
nuestros cuerpos sin restringir o coartar el
derecho de los otros.
10. Reconocemos la diversi-dad étnica y cultural del pueblo co-lombiano y nos oponemos a la discri-minación racial, cultural y regional. La diversidad cultural, racial y regional es
parte del proceso de formación del pueblo
y la nación colombiana. Ha estado ligado a
los procesos de resistencia y sometimien-
to a las pueblos originarios, a un amplio
proceso de mestizaje, a la utilización de
mano de obra esclava en las grandes plan-
taciones y la minería; el coraje del pueblo
colombiano, su resistencia y creatividad
han sido ejemplo en la lucha por la subsis-
tencia y la intención de mantener viva su
tradición combativa.
La variedad de paisajes, climas y procesos
de construcción histórica han dado lugar a
una gran variedad de relaciones sociales,
económicas, culturales y política que han
construido identidades regionales.
Sin embargo, esta característica del pue-
blo colombiano, multiétnico y pluricultu-
ral, construida sobre relaciones de poder
discriminatorias ha permanecido en la
sociedad y debe ser transformada pues
constituye la opresión de raza y culturas,
8
imponiéndose como criterio discriminato-
rio y de presión sobre ciertos sectores y
regiones en el país. El proceso de transfor-
mación en Colombia debe superar todas
las relaciones de opresión contra los pue-
blos originarios y afrodescendientes, las
formas de discriminación geográfica, cul-
tural, social y económica y las ideas que
menosprecian su papel y el aporte para la
construcción de la nación colombiana.
Reconociendo, defendiendo y promovien-
do su aporte a la cultura, al conocimiento
y su cosmovisión del mundo.
11. Asumimos que
nuestra práctica social debe
estar al servicio del pueblo y
no de intereses egoístas de
grupo o individuales.
Los colombianos que pertenecemos al
Modep, asumimos como criterio de nues-
tra práctica política y comportamiento
personal cotidiano, “servir al pueblo”, con
este punto de vista abordamos los diferen-
tes aspectos de nuestra vida política, so-
cial, académica, económica, investigativa y
personal.
Partimos de la visión de que es necesario
organizar la fuerza desorganizada del pue-
blo, para que él logre liberarse de sus ca-
denas y no continúe como excluido sobre
la tierra. Como parte del pueblo, no pre-
tendemos solucionar todos sus proble-
mas, sino que aportamos en la organiza-
ción, educación y movilización del pueblo
por nuestro derecho a vivir dignamente y
por el derecho de construir otra sociedad.
Combatir la indiferencia y la negligencia
frente a las ideas, normas, costumbres,
relaciones económicas y políticas que
mantiene atado al pueblo, y que justifican
su lugar en la sociedad, es una expresión
de Servir al Pueblo, no solo en la denuncia
con las clases dominantes sino en nues-
tros propios comportamientos y opinio-
nes.
12. Estamos convencidos
de que en todas nuestras ac-
ciones debemos “buscar la ver-
dad en los hechos” y la
“coherencia entre nuestro pen-
sar, sentir y actuar”.
No buscamos que la vida se acomode a
nuestros deseos, sino que nuestros plan-
teamientos reflejen la realidad y la trans-
formen. Consideramos que son los hechos
los que nos permiten evaluar el carácter y
el móvil de las personas, grupos y clases,
es allí donde se demuestra la coherencia
con lo que se dice de sí mismo.
Cuando hacemos análisis de los diferentes
aspectos de la sociedad, del pensamiento
y de la naturaleza, los miramos en prime-
ra instancia en los hechos observables y
tangibles, evaluamos su naturaleza, defini-
mos que es lo que lo hace diferente de los
demás hechos o fenómenos, como se
relaciona con otros, en que circunstancia
se producen, buscamos cuales son los
principales aspectos que le dan sus carac-
terísticas y como pueden evolucionar. Es
a lo que llamamos la verdad en los he-
chos, porque cada fenómeno social o de la
naturaleza representa una verdad que
requiere ser analizada desde su movi-
miento (dialéctica) y desde su expresión
(materialista). Esta posición no riñe con la
universalidad en las diferentes expresio-
nes científicas, artísticas y religiosas.
9
Pero esta necesidad, de conocer o acer-
carnos a la realidad de la sociedad, el pen-
samiento y la naturaleza, la hacemos des-
de la perspectiva de conocer para trans-
formar, no basta quedarnos en la denun-
cia, consideramos que es necesario que
este conocimiento (independientemente
del nivel y grado) guíe nuestro actuar.
Sin este ejercicio cotidiano de entender
pequeños y grandes fenómenos individua-
les y colectivos, y el esforzarnos en real-
zar acciones que lleven a trasformar, no
sabríamos si nuestro pensamiento es ob-
jetivo, pero aún más no llevaría a un cam-
bio real.
Partimos de interpretar y analizar los fe-
nómenos para volver a estos de manera
activa incidir y nuevamente analizar los
resultados, ajustar – corregir, paso a paso
para encontrar la verdad en los hechos y a
la coherencia entre nuestro pensar, sentir
y actuar.
El programa que el MODEP le presenta al
pueblo y a las organizaciones democráti-
cas y revolucionarias colombianas para
este periodo, lo denominamos “Programa
de Lucha por la Democracia para el Pueblo
y la Vigencia del Socialismo”, hace parte y
sirve a la acumulación de fuerzas para una
lucha mayor: la conquista del poder y la
Democracia Popular hacia el socialismo.
Esto hace parte de la experiencia y prácti-
ca histórica de los demócratas, socialistas,
comunistas y revolucionarios, que durante
el siglo XX han bregado por la transforma-
ción profunda de la sociedad colombina.
No obstante, la reconstrucción de las fuer-
zas populares y el alcance de sus luchas,
se da en un contexto en que las fuerzas
populares debemos avanzar, superar el
repliegue y la iniciativa contrarrevolucio-
naria de las clases dominantes, que han
dejado una sociedad y estado fascistiza-
dos, un modelo neoliberal extractivista y
el proyecto de convertir a Colombia en
plataforma de inversión imperialista. Por
eso, el programa debe dotar a los obreros,
semiproletarios, campesinos pobres y
medios y pequeña burguesía urbana y
rural, para dar luchas por libertades y
derechos, por la democracia popular y por
mantener la vigencia del socialismo, bus-
cando unidad en estas tres tareas para el
actual periodo.
En este nuevo periodo, en el que las clases
dominantes tienen unidad y lucha en con-
vertir a Colombia en una plataforma de
inversión imperialista, están reorganizan-
do el territorio en función de los proyec-
tos extractivistas minero energéticos, lo
que ha conllevado despojo de los dere-
chos fundamentales del pueblo colom-
LUCHA POR LA DEMOCRACIA PARA EL
PUEBLO Y LA VIGENCIA DEL SOCIALISMO
10
biano como son los recursos naturales, las
fuentes de vida, la movilidad y las condi-
ciones básicas como ciudadanos (salud,
educación, vivienda) que llama a la lucha
por la soberanía, la libertad y los derechos
democráticos. En un contexto político
donde el régimen requiere modernizar la
sociedad colombiana, integrarla y colocar
a su favor los conflictos generados por el
régimen fascista y sus antecesores, mos-
trándose de manera engañosa como la
vanguardia por la restitución de las tierras
y la defensa de los derechos fundamenta-
les.
En este periodo las clases dominantes
aspiran a que no se levante en el país un
movimiento popular que vuelva a cuestio-
nar sus privilegios, dejando algunos espa-
cios para ejercer un tipo de oposición, en
el marco de la institucionalidad burguesa,
mientras se condena a quienes enarbolen
el derecho a tomar el destino en sus pro-
pias manos, como enemigos de la demo-
cracia y la paz, terroristas y apátridas.
Para enfrentar estos retos, el MODEP
requiere impulsar en alianza con otros
sectores políticos, sociales y gremiales la
corriente democrático popular, con la que
potenciemos la acumulación y prepara-
ción de las fuerzas que logren cambiar las
condiciones políticas e ideológicas en las
que el pueblo colombiano pueda asumir
con mejores posibilidades la lucha por el
Poder y la democracia popular hacia el
Socialismo.
NUESTRO PROGRA-
MA DE LUCHA Para este periodo de lucha, el Movimiento
por la Defensa de los Derechos del Pueblo
propone el siguiente programa, cuyo obje-
tivo es fortalecer la perspectiva de las
fuerzas políticas y sociales de la transfor-
mación social, luchando por objetivos que
defiendan la vida del pueblo, sus derechos
democráticos y la soberanía de la nación,
de tal manera que en ese proceso este-
mos en condiciones de avanzar hacia me-
tas de más largo aliento.
I. VIDA DIGNA PARA
EL PUEBLO COLOMBIANO Cuando hablamos de vida digna para el
pueblo queremos que se entienda que
hablamos de garantizar la satisfacción de
las necesidades fundamentales para el
ejercicio de una vida individual y colectiva,
es decir: vivienda, alimentación, vestido,
salud, trabajo, educación, recreación,
cultura, servicios públicos domiciliarios,
ambiente sano y convivencia social, dig-
nos, disponibles, accesibles, que reduzcan
la segregación, desigualdad, precariedad,
que hacen que la vida de la gente no sea
digna.
Vivienda Digna
Según las cifras de población, en Colombia
hay 10 millones de familias con un prome-
dio de cuatro integrantes, lo que implica
la necesidad de un número similar de
unidades de vivienda. Pero desde que en
Colombia son los monopolios inmobilia-
rios los que determinan y se benefician de
la renta de la tierra urbana, los sectores
populares se enfrentan a la segregación
espacial, económica y ambiental, puesto
que están condenados a vivir en zonas
urbanas de difícil acceso, lejanas de sus
centros de educación y trabajo, y más
expuestas a las condiciones de vulnerabili-
dad, llevando a la ocupación de zonas
urbanas y rurales en condición de riesgo
11
por remoción en masa, inundación o fallas
estructurales exponiendo sus vidas y bie-
nes; las mejores tierras urbanas, las más
costosas, quedan acaparadas para las
clases sociales con mejores ingresos. Así
que no solo se trata de acceder a una
unidad de vivienda económica, sino tener
garantías ambientales, espaciales y de
materiales de construcción.
Ante esta situación, el MODEP propone
que la vivienda digna urbana y rural sea
un derecho del pueblo y tenga prioridad
en los planes de ordenamiento territorial,
orientados a suprimir la segregación espa-
cial, la injusticia ambiental y el déficit ha-
bitacional. Para esto se debe restringir la
tenencia de la tierra urbana y rural para
garantizar la regulación de su valor, sien-
do un derecho del pueblo acceder a pre-
dios que garanticen el acceso a la ciudad
(servicios públicos, equipamientos, infra-
estructura vial, así como los servicios so-
ciales, entre otros). No debe ser el merca-
do inmobiliario el que controle la política
de vivienda, sino los planes estatales con
participación comunitaria, quienes a partir
de un Banco de Tierras para Vivienda,
diseñen los mecanismos de acceso a este
derecho. Este banco de tierras para vivien-
da, tendrá la potestad de expropiar las
tierras ociosas y las propiedades de co-
rruptos, mafiosos, empresarios y terrate-
nientes que hayan participado en contra
del pueblo.
Alimentación para el pueblo
Seguridad alimentaria garantizar el acceso
a la canasta básica con un mínimo de con-
sumo que garantice unas condiciones
nutricionales y de calidad en los alimen-
tos. Soberanía alimentaria como la posibi-
lidad de decidir qué se produce y cómo se
produce y diversidad alimentaria propen-
diendo por garantizar el acceso a los pro-
ductos autóctonos, garantizando romper
la homogenización de oferta de productos
de las grandes superficies.
Salud digna
En nuestro país el haber convertido la
salud en una mercancía ha estratificado el
acceso a la salud, acorde a la capacidad de
ingreso, debilitando el sector público esta-
tal y precarizando los servicios de salud
(hospitales, clínicas, sistemas de preven-
ción). Además el desmonte y debilita-
miento del sector público de la salud ha
generado el regreso de enfermedades y
pandemias que habían sido erradicadas.
Ante esta deplorable situación el Modep
propone construir un sistema nacional de
salud garante de este derecho del pueblo,
que tenga como eje el fortalecimiento del
sector público estatal, una elevación signi-
ficativa del presupuesto, una mejora sus-
tantiva en la profesionalización de enfer-
meras y enfermeros, médicos y especialis-
tas. Es necesario que el Estado, con parti-
cipación popular, intervenga en este sec-
tor y regule el funcionamiento de los in-
termediarios, de tal manera que la mayo-
ría de hombres y mujeres del pueblo
cuenten con una entidad de salud popular
de alta calidad y solo existan EPS y ARL
para quienes quieran pagar por estos
servicios. Simultáneamente es importante
apoyar la lucha nacional contra la inter-
mediación, el aseguramiento y la integra-
ción vertical, que debilitan el carácter
público y limitan el financiamiento estatal
del sistema.
12
La salud para el pueblo debe garantizar
que se trabaje sobre los determinantes
sociales, ambientales y económicos vincu-
lados a la enfermedad, trabajar sobre la
salud preventiva y garantizar un trata-
miento de calidad sobre la enfermedad,
con acceso a los desarrollos tecnológicos y
científicos de punta (equipos, medicamen-
tos, actualización en procedimientos).
Salud integral que reconozca el desarrollo
holístico del cuerpo, la mente, la salud
física y la salud mental y emocional, dialo-
go de saberes con nuestros saberes ances-
trales, defensa de nuestras semillas y pro-
piedades curativas de nuestras plantas.
Educación para el pueblo
El Estado busca instrumentalizar la educa-
ción, centrándola en el cumplimiento a
estándares internacionales y competen-
cias ciudadanas para garantizar estudian-
tes funcionales al modelo económico,
restándole el carácter de formación crítica
y transformadora. La educación, a nivel
preescolar, básica y media, centra sus
principales problemas en las condiciones
de permanencia, caracterizadas por el
hacinamiento y los bajos niveles de logro y
poca satisfacción con el acceso a la cien-
cia, la cultura, el deporte, para formar
sujetos cultos, conscientes y sanos.
Mientras que en la educación superior, se
mantienen problemas de acceso, perma-
nencia y la concentración de la oferta en
las principales zonas urbanas, también el
problema de la calidad teniendo en cuen-
ta la restricción de la autonomía universi-
taria, buscando quitar el carácter a la uni-
versidad de centro de debate y lucha de
ideas que impiden que la ciencia, la tecno-
logía y las distintas corrientes y disciplinas
se desarrollen en función de crear, trans-
formar, cuestionar y construir nuevas
ideas en pos de la transformación de la
sociedad, las fuerzas productivas y los
medios de producción.
El MODEP, por consiguiente, plantea la
educación como un derecho fundamental
y como bien común con acceso al conoci-
miento universal, cuyo eje es el fortaleci-
miento del sector público estatal en lo
financiero, mientras es la comunidad edu-
cativa dirige lo académico y lo administra-
tivo, para retirar del sistema las lógicas
empresariales neoliberales y garantizar
que sea la función docente, pedagógica, la
investigación y la proyección social la que
determine los enfoques administrativos y
pedagógicos con que se orienten los dife-
rentes componentes del sistema, el que
además debe desconcentrarse en el nivel
de educación superior, y llegar a las regio-
nes en las que hoy no existen oportunida-
des y condiciones.
Trabajo digno
La imposición del neoliberalismo ha signi-
ficado para los trabajadores y trabajado-
ras la pérdida de derechos y libertades y el
empeoramiento de las condiciones labo-
rales. Restricción de las libertades sindica-
les de asociación, negociación colectiva y
huelga de una parte, y flexibilización labo-
ral, mayor control en los puestos de traba-
jo y endurecimiento de la supervisión
empresarial, por otra parte. Sumado a
esto, las diferencias de género en el ámbi-
to salarial y laboral, que pone en desven-
taja a la mujer. Todo esto convierte el
trabajo en una condición muy dura para
el trabajador y en una oportunidad de
maximizar las ganancias para los patrones.
13
Esto a su vez con la complicidad del Esta-
do que tiene como objetivo atraer y pro-
teger las ganancias de los inversionistas.
La propuesta que el MODEP le hace al
pueblo en materia de derecho al trabajo,
gira en torno a cuatro aspectos: universa-
lización de los derechos sindicales
(asociación, negociación y huelga, inclui-
da la protección de la vida de las personas
sindicalizadas); alza general de salarios
que garanticen a cada persona empleada
la autonomía económica y las condiciones
para participar políticamente con inde-
pendencia, y la democratización de las
relaciones laborales para que el despotis-
mo burgués que las rige, sea reemplazado
por el aumento de la autorregulación y el
autocontrol de trabajadores y superviso-
res, y equidad de género que mejore las
condiciones salariales, laborales y de reco-
nocimiento y promoción laboral de las
mujeres
Recreación para la vida del pueblo
Las condiciones socio económicas del
pueblo y las políticas estatales que privile-
gian la ganancia de los capitalistas, restrin-
gen y reducen el disfrute de los espacios
de recreación y los mercantilizan. La re-
creación, el tiempo de ocio creativo, el
deporte, son parte esencial de la buena
vida para las personas en todas sus eta-
pas. El MODEP considera que debe ser
una preocupación del Estado y la sociedad
brindar condiciones, escenarios, recursos
financieros y personal idóneo para gene-
ralizar y universalizar el derecho a la re-
creación y cultura, con espacios adecua-
dos cerca a los lugares de vivienda, en los
lugares de trabajo y educación, de acceso
libre y con personal que oriente las posibi-
lidades y aprovechamiento.
Las prácticas deportivas y de la educación
física son un elemento de bienestar y
salud deben ser una preocupación del
Estado y la sociedad, por lo tanto, la pro-
moción masiva de la formación deportiva
y su práctica, para todos las personas, son
un derecho del pueblo, cuyo núcleo es la
escuela pública y relacionado con la pro-
moción de la salud. Los clubes privados de
promoción del deporte se deben transfor-
mar en asociaciones comunitarias con
financiamiento social y estatal que los
promueven.
Derechos ambientales para el pueblo
El modelo económico neoliberal y el ca-
rácter extractivista que tiene la economía
colombiana, están poniendo en riesgo las
condiciones ambientales del país, las
fuentes de la vida están en riesgo. En las
ciudades la privatización de los servicios
ambientales y el poco apoyo que reciben,
afectan los entornos de vida de las perso-
nas, los animales y las especies vegetales.
De ahí que sea prioritario la lucha por la
defensa de los ecosistemas, de los que
hace parte también el ser humano, y de
políticas e instituciones públicas con capa-
cidad, autoridad y recursos para imple-
mentar el cuidado de los entornos natura-
les y sociales, de tal manera que se reduz-
can los impactos negativos sobre las fuen-
tes de vida, se disminuya la producción de
desechos, se generalice la conciencia am-
biental y el cuidado de las especies vege-
tales y animales, como habitantes del
planeta junto a los humanos.
Servicios públicos dignos
14
Los servicios públicos domiciliarios (agua,
energía eléctrica, gas, telecomunicacio-
nes, recolección y tratamiento de resi-
duos) son indispensables para tener una
vida digna, por esta razón no deben guiar-
se por el criterio de negocios con grandes
ganancias, controlados cada vez más por
un puñado de monopolios internaciona-
les, sino que deben estar principalmente a
cargo del Estado, con control ciudadano y
popular, garantes de su existencia. El pue-
blo debe participar en la definición de
políticas, tarifas, extensión de redes, entre
otras. Para que haya un funcionamiento
de servicios domiciliarios permanente,
público, de calidad y bajo costo para el
pueblo, se deben implementar los básicos
vitales, la reformulación de la estratifica-
ción y el no corte abrupto que afecte la
calidad de vida. Se debe democratizar el
acceso a la información, por tal motivo el
internet debe estar sin costo, al alcance
de toda la población.
II. CULTURA NACIONAL
Y POPULAR: PLURIÉTNICA,
PLURICULTURAL, DIVERSA
Y CIENTÍFICA La formación social colombiana en térmi-
nos culturales ha sido producto de las
relaciones de mestizaje, diversidad y pluri-
culturalidad, dialécticamente relaciona-
das, con otras culturas y pueblos forá-
neos, a lo largo de su historia, y no como
elementos culturales aislados, estáticos y
conservadores. Además la cultura popular
y nacional plasmada en el patrimonio
nacional que es tanto vivo y visible, mate-
rial e inmaterial, presente en la vida coti-
diana, pero también consignado en mu-
seos, parques, e incluso el patrimonio
nacional sumergido en mares, lagos y
lagunas, o inscrito en el espacio aéreo y el
espectro electromagnético, se enfrenta
hoy a criterios y prácticas sociales y esta-
tales que, por una parte niegan lo popular
y su diversidad y han buscado imponer
unos rasgos culturales dominantes marca-
dos por la sumisión al imperialismo, el
elitismo y el atraso, que ha llevado a sec-
tores del pueblo a la anomia y a la indife-
rencia e insolidaridad con los problemas
propios y ajenos; y por otra parte busca
mercantililzarla y enajenarla a los pueblos
indígenas, raizales, afros, mestizos, y en-
tregárselo a los monopolios de la “cultura
y el turismo”.
Están en peligro espacios urbanos y rura-
les de importancia para el pueblo, zonas
sagradas, territorios simbólicos, espacios
de encuentro popular, vistos como geo-
grafías “desperdiciadas”, que los monopo-
lios minero – energéticos codician.
El gobierno neoliberal está promoviendo
leyes para quitar la categoría de patrimo-
nio a bienes culturales materiales e inma-
teriales: saberes ancestrales, espacios
urbanos y rurales de importancia arqueo-
lógica o social, al patrimonio subacuático,
entre otros, dándoles un valor comercial y
autorizando la mercantilización de parte
de este patrimonio, dándole el mismo
tratamiento que se le da al petróleo y a la
minería e ignorando que el patrimonio no
tiene precio y no puede ser comercializa-
do.
La extracción de bienes materiales cultu-
rales para su comercialización afectan los
contextos en los que se encuentran res-
tringen el derecho del pueblo a su cultura
y su patrimonio.
15
Los gobiernos neoliberales buscan que los
medios y fuentes de difusión cultural pa-
sen al control de los monopolios y se con-
vierten en mercancías para la exportación
y el turismo, sin que los sectores popula-
res, que son quienes crean la cultura ten-
gan el control y los derechos sobre sus
prácticas, saberes, artes, artesanías, técni-
cas, tecnologías, lugares, monumentos,
reservorios culturales, entre otros y los
mantenga como patrimonio cultural popu-
lar no mercantilizable.
El MODEP propone desarrollar un sistema
nacional de promoción del patrimonio
material e inmaterial cultural, como crea-
ción nacional y popular, pluriétnica, garan-
te de la diversidad, de la libertad de pen-
samiento y creencia, que propenda que el
pueblo, como creador de la cultura, acce-
da a las herramientas de la ciencia, la
tecnología y la información para investigar
su realidad y sus problemas y transformar-
los, reafirmando el carácter plural y diver-
so de su cultura y sobre todo contribuyen-
do a la dignificación cultural popular y
nacional, para continuar intercambiando
en pie de igualdad, con las tradiciones
culturales de otros pueblos del mundo.
III. SOBERANIA ESTA-
TAL Y POPULAR Las condiciones de dominación y subordi-
nación del Estado colombiano ante las
potencias imperialistas y los grandes mo-
nopolios internacionales han socavado la
soberanía, independencia y autodecisión
del Estado sobre el territorio, es decir, el
suelo y subsuelo continental, mar territo-
rial, la zona contigua, regiones ribereñas,
plataforma continental, la zona económi-
ca exclusiva, el espacio aéreo, el segmen-
to de la órbita geoestacionaria y el espec-
tro electromagnético.
La implementación del modelo neoliberal
busca poner fin a la soberanía nacional,
poniendo en riesgo sus expresiones con-
cretas: la soberanía territorial, alimenta-
ria, minero-energética, hídrica, ecosisté-
mica, ambiental y cultural. Los depredado-
res imperialistas y las clases dominantes
pretenden no solo apropiar la dimensión
física del suelo y el subsuelo, destruir eco-
sistemas, poner fin a los territorios cons-
truidos histórica y socialmente por el pue-
blo, transformando a las comunidades
indígenas, campesinas y afrodescendien-
tes, e incluso a los empresarios capitalis-
tas pequeños y medianos, en desposeídos
en proceso de proletarización, con otra
cultura, otras costumbres, articuladas al
mercado capitalista global.
La actual arremetida contra los territorios
urbanos y rurales, contra las fuentes de la
vida en el mundo y en Colombia, nos po-
nen un gigantesco reto a los sectores po-
pulares: liderar el tema de la lucha por la
tierra, la defensa de los territorios y la
soberanía nacional.
Reforma agraria y ordenamiento territo-rial democrático popular
El espacio de lo rural está siendo conside-
rado desde el punto de vista de las clases
dominantes como necesario para los agro-
negocios y monocultivos extensivos en
beneficio de materias primas para merca-
dos internacionales y las necesidades de
los tratados de libre comercio. La presen-
cia de los consorcios minero-energéticos,
de producción de alimentos, madereros,
el capital financiero, interesados en copar
todo el suelo y el subsuelo a costa de las
16
poblaciones de esos territorios afros, indí-
genas, campesinos, palenqueros, es decir,
el proceso de buscar la acumulación por
desposesión.
El modelo de desarrollo rural guiado por
la lógica de la “acumulación por despose-
sión” exige del campesinado, las comuni-
dades indígenas y afrodescendientes,
junto con los obreros, trabajadores, inte-
lectuales, y habitantes de los barrios po-
pulares, buscar mecanismos de articula-
ción de las luchas para frenar las políticas
de los imperialistas y clases dominantes
colombianas para el sector rural, en don-
de se coloque al frente la defensa de la
soberanía nacional y agroalimentaria, los
derechos democráticos, el derecho a la
vida, el derecho a la tierra y al territorio, la
defensa de la economía campesina, la
protección del medio ambiente. Necesita-
mos que en lo inmediato se ponga fin a la
reforma que favorece la mayor extranjeri-
zación de la tierra, la venta de títulos mi-
neros y petroleros en nuestros territorios.
No necesitamos más “revolución verde”
que concentra e intoxica la tierra, por el
contrario hoy es posible poner la ciencia y
la tecnología al servicio de las necesidades
reales de la sociedad y no del capital, arti-
culando los saberes y las técnicas popula-
res en materia agropecuaria y sobre el
territorio.
El problema agrario, en una perspectiva
democrática hoy pasa por una amplia
discusión en la que el pueblo y sus organi-
zaciones decidamos que tipo de ordena-
miento territorial urbano-rural se requie-
re, como se deben integrar las regiones y
el carácter de las relaciones entre nues-
tros territorios y los demás países y Esta-
dos del mundo, y una verdadera restitu-
ción de tierras que devuelva los territorios
y el control social sobre lo que se produz-
ca y construya socialmente en ellos. Re-
conociendo la relación campo ciudad,
proponemos el reconocimiento de la justi-
cia espacial, ambiental, la defensa del
patrimonio, un ordenamiento territorial
que preserve las fuentes de vida, que
permita la unidad cultural de las poblacio-
nes, garantías sociales y de seguridad y no
un ordenamiento territorial en función del
mercado.
El desarrollo del agro requiere de condi-
ciones para la producción como la distri-
bución de la tierra, la regulación de insu-
mos, créditos, semillas, transporte y pre-
cios de comercialización, que permitan la
supervivencia del campesinado y superar
la quiebra actual del campo.
El proceso de despojo que se ha manteni-
do, también se ha expresado en que la
restitución de tierras ha llevado a que
algunos campesinos puedan retornar
enfrentándose a la lucha por la permanen-
cia, dado que aquellos que los despojaron
aún permanecen en el territorio, sumado
a esto, hay una presión de los megamono-
polios para que los campesinos arrienden
o vendan sus tierras, quedándose el gran
capital con ellas, es decir, la tierra se in-
corpora a la dinámica del mercado. Se
constituye en una reivindicación la repara-
ción integral, en donde se garantice la
entrega de las tierras, el retorno, y la per-
manencia para poder seguir con sus pro-
yectos de vida.
La solución de los problemas actuales del
campo debe llevar a que la propiedad
sobre la tierra pase a manos del pueblo y
17
al servicio de la soberanía agroalimentaria
e impida que esté en función del mercado
imperialista. Ésta puede adquirir diversas
formas (pro-piedad individual, colectiva o
estatal) dependiendo del avance de las
luchas y del grado de desarrollo del capi-
talismo en el campo. Deben ser incluidos
en la solución del problema agrario, la
soberanía nacional y sus expresiones co-
mo la soberanía y la seguridad alimenta-
ria, la defensa de las semillas, la proble-
mática de los transgénicos, la defensa de
los recursos renovables y no renovables,
como las fuentes hídricas, eólicas, energé-
ticas diversas, la biodiversidad y la sobera-
nía sobre recursos como radiación solar.
Para las poblaciones afrodescendientes e
indígenas el ejercicio de la autonomía y
soberanía sobre su territorio es importan-
te, como parte de la construcción de la
identidad nacional. Se hace necesario
avanzar en el proceso de reconocimiento
de estos territorios, su georreferenciación
límites y definición. En estos debe garanti-
zarse la no injerencia de los monopolios
internacionales y nacionales en el uso de
sus recursos. .
Por último la defensa de la conservación
de la tierra y de sus recursos que garanti-
cen la alimentación y la vida del pueblo
que viene en camino.
Política exterior independiente
Para garantizar la independencia estatal,
se deben restringir la intromisión de go-
biernos y agencias imperialistas en los
asuntos económicos y políticos de la na-
ción, sometiendo a discusión popular
todos los tratados, pactos y acuerdos
internacionales que socaven la soberanía
nacional y el bienestar del pueblo colom-
biano. Además se debe prohibir la presen-
cia de tropas y asesores militares y de
policía en el territorio colombiano. En el
plano internacional se propenderá por
unas relaciones internacionales basadas
en la autodeterminación y la independen-
cia nacional.
Democratización de las Fuerzas Armadas para la defensa de la soberanía
Es fundamental que se impulse una refor-
ma al carácter de las fuerzas militares y de
policía, consagrando como su deber fun-
damental la defensa de la soberanía na-
cional y el respeto a los derechos del pue-
blo. Para esto es necesario devolver a la
policía su carácter cívico comunitario,
separándola del Ministerio de la Defensa.
Así mismo se debe abolir la doctrina anti-
comunista y fascista que orienta la forma-
ción ideológica de las tropas, promovien-
do la objeción de conciencia y la libertad
de opinión y expresión política a los inte-
grantes de las fuerzas militares y de poli-
cía. El pie de fuerza de las fuerzas armadas
se debe disminuir, al igual que se deben
restringir las abismales diferencias de
orden económico y de estatus que existe
entre oficiales, suboficiales y soldados.
Es necesario depurar las fuerzas armadas
de aquellos oficiales, suboficiales y solda-
dos que hayan participado de manera
deliberante en la guerra paramilitar y
fascista contra el pueblo.
IV. DEMOCRACIA PARA
EL PUEBLO Y DERECHO A
REBELARSE Sobre la base del proceso de fascitización
de la sociedad y el Estado, las clases domi-
nantes buscan imponer a partir de sus
18
leyes la criminalización de la protesta
social y asimilar la lucha por los derechos
como terrorismo. A esto apuntan la Ley de
Seguridad Ciudadana (represión de la
protesta social, criminalización de expre-
siones básicas de inconformismo social
como terrorismo, restricción de la movili-
zación y su penalización, individualización
y despolitización de las penas por protesta
social), las reformas al Código Penal, el
Código de Infancia y Adolescencia, así
como la extensión de los mecanismos
represivos de vigilancia electrónica, el
aumento de penas por delitos menores y,
fundamentalmente, penalizando la pro-
testa social y criminalizando a los meno-
res.
El objetivo de este proceso de fascitiza-
ción es la supresión del derecho del pue-
blo a crear organizaciones y proyectos
revolucionarios, e imponer que solo se
aceptará la oposición “democrática” que
no busque cambios profundos en la eco-
nomía, la política y la sociedad.
La lucha por la democracia para el pueblo
y por la defensa de sus derechos se va
construyendo paso a paso, tiene en cada
periodo un límite en la lucha y un carácter
dependiendo de la correlación de fuerzas.
La lucha por la democracia para el pueblo
incluye:
Aprender a difundir la necesidad de orga-
nizarse y actuar en busca de otra Colom-
bia posible: una Colombia socialista,
uniéndonos con quienes compartamos
esta visión, y dando luchas concretas con
aquellos sectores democráticos que no
tienen como objetivo los procesos que
trasciendan la lucha inmediata, que son
reticentes a compartir las posiciones que
propongan la transformación revoluciona-
ria de la sociedad colombiana.
Las reformas son importantes, las luchas
por las libertades democráticas en sentido
pleno son urgentes y es necesario el tra-
bajo para conquistarlas, con la perspectiva
de atraer a los sectores vacilantes y teme-
rosos a la posibilidad de llevar adelante
este gran sueño, la posibilidad de pensar-
nos y actuar por avanzar en una alternati-
va al capitalismo.
No es suficiente contar con las personas
organizadas y politizadas, necesitamos al
pueblo colombiano en su conjunto.
Derecho de los revolucionarios a existir y
a participar en la transformación de la
sociedad:
- Establecer redes de apoyo y denuncia
contra la persecución de líderes popula-
res y fortalecer los comités y asociacio-
nes de familiares de desaparecidos y la
defensa de los derechos de los presos
políticos.
- Fortalecer, proteger y ampliar los co-
mités de derechos humanos y de Vícti-
mas.
- Impulsar las escuelas de formación de
dirigentes que eduquen y concienticen a
las nuevas generaciones.
- Apoyar, defender y masificar los me-
dios de comunicación alternativa que
velen y propugnen por la difusión de los
puntos de vista democráticos y revolu-
cionarios.
- Promover la solidaridad con los pue-
blos y gobiernos en su lucha contra el
19
imperialismo y los gobiernos contrarios
a los intereses del pueblo, y por el po-
der.
- Defender los procesos de reagrupa-
miento del campo popular y proponer
una política de construcción de la uni-
dad, que supere las tradiciones de hege-
monismo y sectarismo.
V. ESTADO SIN CORRUP-
CION, CLIENTELISMO NI
BUROCRATISMO Uno de los problemas más sentidos del
pueblo colombiano es la existencia de un
sistema de gobierno basado en tres gran-
des males sociales: la corrupción, el clien-
telismo y el burocratismo, que hacen de la
gestión pública un recurso a favor de in-
tereses minoritarios, de favores y contra-
prestaciones, que para nada contribuyen
a la resolución de problemas de la socie-
dad y al saqueo permanente del erario
público y la subordinación de la adminis-
tración pública a los intereses particula-
res.
La corrupción estatal es resultante de un
Estado que ha sido fuente de acumulación
de capital para sectores de la burguesía,
que hacen uso de elementos como la
contratación, los trámites públicos, o la
designación de cargos para favorecer sus
propios intereses, los de sus allegados o
para pagar favores.
A su vez el clientelismo, que es una de las
derivaciones de la corrupción, es el con-
trol que los partidos que aceden a cargos
de poder ejercen de los cargos y favores
derivados de la función pública.
Sumado a esto, el burocratismo, que es la
ineficiencia con que numerosos servidores
públicos atienden a las demandas y exi-
gencias del pueblo, mientras son diligen-
tes y eficientes con las clases dominantes
o con quienes pagan favores. Estas tres
lacras afectan al pueblo, muestran el lado
más oscuro del ejercicio de poder en el
gobierno y por ende reclaman su supera-
ción.
Corrupción, clientelismo y burocratismo,
en sus modalidades de dilapidación de
recursos públicos, robo y apropiación
indebida del erario público llega a casi el
2% del PIB que pasa a manos privadas.
El MODEP propone la construcción de un
sistema de gobierno que fundamente la
autoridad y la legitimidad de su accionar
en la efectividad de su gestión orientada
por el principio de servir al pueblo y de
respetar y defender el interés y el bien
común. La lucha contra el burocratismo
implica la formación del servidor público,
como un administrador de bienes del
pueblo.
Ejecutivo Nacional 18 de agosto
20
top related