brading, un viajero científico, orbe indiano
Post on 05-Jul-2018
240 Views
Preview:
TRANSCRIPT
-
8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano
1/14
I
DAVID.BRADING
t-..-
ORBEINDIANODe
la
monarqufa
católiu
a
la
Repúbl¡á
cr¡otta
1.492_1.867
Traductión
de
|u4N
JosÉ
Urn¡ru
I
I-albgdade
bsapñobs
a
Méxia
FONDO
DE
CUT]TURA
ECONÓMICA
uExco
-
8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano
2/14
RECo\QUISIA
Y REVOI,UCICI.J
órdmes religiosas
habian
sido
el
primer
blanco
de
la
reforrna
durante
los
prirsos
años
del
reingdo
de carlos
III, para
el
dectnio
de
lzg0
los
privile
sig:
I
h riquezas
det
cte¡o secr¡rar
tuiir¡n
er
principar
áui.t"
aá áiuq"".
y^i"1 1que
solórzano había
considerado
una
socieaáa
coÉnia
gouernáaa
po.r
qo:
sistemas
paralelos
de
derecho,
cada
uno
cpn
sus
pr,opios-tribunale
y
rurisdiciones,
some{do-
cada
uno
aI
rey
católico
corno'ücário
de
Dos
y
d$ega{o-.dg
la
Santa
Sede, por
cpntrastá
Campomanes
y
otros
ministros
lPt
9:tu:"n
la Igtesia.corrio
qoryryció
pr"ilegiaaa
atntro-á"i
Ert"ao,
Syos
derechos
y
propiedad
se
derivaban
de
una
óncesión
de
la
c-orona.
y
lo que-et
Estado
o
el soberano
conferiaru
también
podían
¡etira¡Io.
En
18(X,
el
arzobispo
de Mráxico,
Franciscp
|airier
de Uzarra-v
Beaumont
[r^Y_1s]1,-=
qy."ló;f
rgglenre
?
ta
Corona?ei;i"rrr*bü&.G"o
q,r"
ha
lt-eg.
ado
en
-qtos
países
el abuso
de
introducir
recursos
de
fuerza,,.
cuan'do
un
obrspo
emitía
un
juicio
contra
cualquier
indiüduo,
los
abogados
inrredia_
l"TS"§
presentaban
apelación
a
la
Audiencia,
que
ahora
ca-"da
ue, más
se
rncrrnaba
en
contra
de
los
decretos
de
la
ierarquíá.
Hasta
en
el
caso
de
una
ordmacióry
cuando un
candidato
había
áid;
E;Ira;;;pr.
ir-il-"Já.n_
denciales,
intervenían
los
magistrados
reales.
Lizana
también larnentó
la cre.
ciente
tendencia
de
las
securárizaciones
indiüdualer;
Po'_h;
qr;ror
ñ"il*
obtenían
de
Roma
licencia
para
abjurar
de
sus
votos
ir¡mo
reir$osos y
sin
g"b*g.
continuaban
oficiañdo
coáo
sacerdotes,
para
gr"
es",íñdul;d'u
i;
Iegos.
Todo
intento
de im@ir
que
celebraran
iriiru
p%uo"uu"-i-iuáiut"-
Tfj:
yT
apelación
a
la
Audiencia.
,,Si
la comrpciOri de
las
costumbie,
el
lllluJo
del
paÍs
o Ia
sangre
de
infieleí
era Io
que
tlplicaba
este abandono
del
=l§tro,
no
era seguro,
pero
obüamente
't[aeseó
de
Ia
libertad
reina
aquí
T.Ychg
má.s que
en
Es-paña".
Concluía
advirtiendo
a los
ministros
que
lbs
"lrbertinos"
trataban
de
destruir
todas
Ias "jerarquías', y que
si la
ieresia
se.guía
debilitándose,
se
yerÍa
el.peligro
la
auior¡aáa
a"
É
iáro"u. r.iaos,
Lizana
volüó
al
mismo
tenn,
diáenáo
q.ru
,,*
han
puesto
muchas
r,.rlrru,
sucesivas.habas
al
ejercicio
de la
iurisdictión
eclesi¿áshc"
á"rau
i"
*itua
aur
IRo
xvry
.
Recordó
a Madrid.que
,,los
americanos
han
sido y
son
fieles
a
H::
y3
-Y
TI
*Sio_
plncifrhrente
der
clero
secutry
y
*iirh"..
;i q""
uene
los
curas
üene
las
Indias".
pero
el ministerio,
encabrLado
por
Manüel
9:§9dq,
pa{
por
alto.esas
advertencias
y
;
;};rzopo;;"íár
iü*,o,
3g1?:^o::I?I.?,t"r
ta
riqueza.de
la.Iglesia
americana.§
En
t8t0
Miguel
ruoal8o
y
Lost¡rla,
cura
de
Dolores,
llamó
a su
grey
indígpna
a
la
rebeiíóru
encendiendo
así
una
insurgencia
en que
el
cle"ro
áriolb"a;empen".il
ulpapel
principal.
xxrr.
uN
vrAIERo
crENTÍFrCO
§.{G[
MpOg
t892,
el
arzobi:99
a
-C-orona,24
de
octubre
de
180]
AGL
México
2256, et
arzobispo
a
la C-orona
10 de
abril
de
tg(D.
I
EN
1802,
Alexander
von
Humboldt
$769-185»
subió
al monte Chimborazo,
Ilegando
a
-una
alti-tud
de
5'90
metros,
sólo unos
300
metros
por debaio
de
su
cumbre cubierta
de
nieve.
Tal fue
una
hazaña
que
siempÉ recordáría
con
oryullo,
llegando
a
exclamar más
tarde
'Toda
ini üda
he
imaginado
que
entre todos los
rnortale
yo
fui
aquel que más
alto
subió en el muñdo:
quiéro
decir, a
las
laderas
del Chimborazo."
Aunque
él
y
sus compa.ñeros
sufiieron
el
frío paralizante
y
el aire
enrarecido,
hicieron
óbservacioñes
baronrrétricas,
ry99r9*-"
muestras
de
rocas,
verificaron los límites
de
la
vegetación
y de
Ia
üda
de
los
insectos
y
demostraron que
las
mediciones
de-La
Condamine
eran
imprecisas.
Sólo
dos
semanas
antes,
Humboldt
había
subido al
pichin-
cha, volcán
aún
en actividad, cercano
a
la
ciudad
de
Quito,
asomándose
audazrnente
a
su
cráter
{rorlar,
donde
aún podían verse
las
llamaq
y
los
temblores
de
üerra sacudían
sus instrumentos.
Mientras
que antes los-con-
quistadores
y mendicantes
españoles,
habían
sacrificado
süs
üdas
en bura
9u
pl"?
y de almas,
ahora
un naturalista
alemán
dedicaba
sus energías
a la
busca
del
conocimientol
-agnllu.e
conriente
de que su
conquista
inlebctual
del
Nuevo
Mundo le
valdría
la fama
en Eurooa.t
En7799,
Humboldt
llegó
a
Cumaná, parl
emperar allí
una estancia
de
cinco años
en la
América
española, en un
üa¡e qüe lo
llevó
de Venezuela
a
Lima, incluyendo
üsitas a Cuba,
y
que
terminó
óon una
permanencia
de
1I
meses
en
la
Nueva
España.
En
su Vaje
a las regiotrcs equiircciala
itel
Nueao
Co_ntinente
(1g14-1g19);describió
s.,
rriáp
d
intórior
en
Lra
prnada
de
2
s00
kilómetros
por
el
Orinoco,
en
que
atravesó
los llanos
sofocántes
para
entrar
después
en
los
bosques
tropicalés
de la
Guayana y
llegar
finalmente
a
las
sel-
vas
pantano-sas,
llenas
de mosquitos,
en que
las
aguas
del
río
Negro,
el
mayor
de todos los
tributarios del Amazonai,
desemúcaban
en
el
Oriáoco
a
través
del
canal
de Casiquiare.
Con
condiciones
cada vez más hosüles,
era
lna ?ory
fabulosa,
desolada,
que
en
un
tiempo
se creyo
que
era
la
ubicación
de El
Dorado
de
Raleigh, y
hue
seguía
siándo
obíeto'de disputas
entre
España
y
Portugal por
la frontera. En una prosa cuidádosamenté
modulada,
Humboldt
se
esforzó
por
evocar'1as
pintorescas
bellezaq abiertas
a
quienes
sieltgr-r la
rnjestad
de
la
naturaleza".Hasta
nuestra
época
hay
pocas
éscenas
e¡r
la
literatura
de üajes que puedan
compararse
mn
la
errpáóh de su
llegp-
da
a-
los
trópicos
-o
su primera
vista de-la
selva
tropical, los
majestuosos
árboles
cargados
de
gigántescas
trepadoras,
qrre
aparüan
en
la
hiáía
como
_1
Dougles_Botting
Hyrrtbolilte¡il
the
Cosmos
(l,ond¡es,
1y731,W.142-l6l;HelmutdeTerr+
Thelife ,,ulTiñes of
Abxandet
oon Hu7/,ü(,l¡1t,1769-lBS9
Nueva
yá;k,
1955), p.
125.
-
8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano
3/14
RECONQUISTA Y REVOLUCIÓT{
algrin
inmenso
tapete
que
cubriera
la
tierra.
¿Qué
podría
superar el relato
de
su entrada
en
la
vasta caverna
de Caripe, vibrantes
sus ünieblas
con
las
alas
de irurumerables
aves
y
murciélagos
que nunca
habian üsto
la luz del
día? [a
repercusión de su
libro
puede
iuzgane
por este reconocimi,ento de
Charles
Darwin:'Todo
el curso de
mi
üda
se dcbe
a
haber leído y releído,
siendo
pven
su Viaie."z
De
regreso
en Euiop+ Humboldt
se
estableció
en
París, para
dcdicar
altí
las
dos
siguientes décadas a
la
formidable labor de
publicar
Ia masa
de material
que
había
reunido durante
sus viaps. Los
3O volúmenes
(20
en
ediciones
en
folio)
que
surgieron de su pluma, mostraron una
garrur
sin paralelo
de
intere-
se+
ya
que
eshrdios
ricamente ilustrados
de
la
flora,
la fauna y la
geología
americarras van
al
lado
de
vastos
ensayos sobre
la historia
azt*ay
la
economía
políüca
de
Cuba
y la
Nueva
España.
Mientras que
antes
había
reinado
la es-'
peculación
acerca
del Nuevo
Mundo,
Humboldt
aportaba ahora
una
copiosa
masa
de
datos
precisos. De
un solo
plumazo,
quedaba colmada
Ia
fisura que
se
había
abrerto
ente la
Ilustración europea
y
la realidad americana,
gracias
a la
intervención
de un solo obseryador
críticrc y
calificado.
Sin embargo, nada
de
toda esta realización habría
sido
posible
sin
una
gran
riqueza, privilegios y
un
talento
notable.
Humboldt pertenecía
a Ia
nobleza
de
Prusia y
se
había
preparado para
el servicio
público,
asisüendo
primero
a
una
academia
comer-
cial en
Hambu¡go,
donde
aprendió
a maneiar las
estadísticas oficiales,
y
luep
inscribiéndose
en la escuela
de minas de
Friburgo, donde estudió
a las
órdenes
del
célebre
geologo Abraham
Werner,
formación que
después
le
valdría
su
nombramiento
de director
de
Minas
en
Franconia. Pero
Humboldt
también
llegó
a la madurez
durante
el apogeo
dela Auftlarung,
florescencia
polifacética
de
la
filosofía
y la literatura alemanas,
que
superó
a la
Ilustración
de
Francia
y de Esmcia
y que
dio
a
Alemania la preeminencia académica
en
Ia
Europa del
siglo
xx. Después
de
renunciar
al servicio
del
Estado para dedicarse
a
la
inves-
tigación científica,
Humboldt
conoció a Goethe
y
asistió
a
las
conferencias
de
Schiller en
]ena.
Su hermano Wilhelm
von Humboldt tambien
figuraba
como
joven
estrella
en
el
firmamento intelectual
y
después conquistaría
la
fama
como
esladista
con
espíritu de
reforma,
y
como
profundo filólogo.3 Por
su
partg
Alexander
üa ó extensamenE,
examinando estratos
geológicos
y visitó
el
París
revolucionario
m compañía de zu
amigo
íntimo
Geo¡ge
Forster,
cuyo
relato de
üaps
con
el
capitán Cook
por
el
Pacífico
despertó su ambición de
üajar m.ás
allá
de
los
confines
de
Europa.a
Señalar
el carácter irxlividual
de la
empresa
de
Humboldt
es
lugar
común;
2
Alexander von
Hr:mboldt y
Aimé Bonpland,
Pasrul
Narntiw
olTruoets
to the
Equinoctíal
ReSions
of
the
New Contíflent
ilwing
the yars
1799-18U
,
frad. Helen
Maria Witliams, facslmil de la
edición
de 181&1829,
7
vo1s
en
6
(Nueva
York,
196f,),1il,
%,
12G1M;N,2y3,
464465;V,
Z9O, 4W
497; véase
también
GerEude Himmelfaü
Dart¡í¡ anil ilu Darwi¡ian Rmlutiot
(Nueva
York,
1,9§),p.46.
3
Hánno
Beck,
Alanndz¡ oon
Humüotd,
O¡Iéxio,
1971),yp.25'1,371; Charle
Minguet, Alanilre
de
Humblilt: historbnet
gbgnpfu
de
l'AncriqueespydelT99-18M(PaÁs,l969l,Wssim.
a
George
Forster,
A
ooyage
mu¡d
the
l{orlil
in his
BritccmiC
lvbiesty's
fup Rcxlution
connwtil¿tt
by C-aptah
lanw
bú.
duriag thc yars
1772-7775,2
vols.
(I,qrd¡es,
1777); Alqand*it von
Humbddt,
As;rys of Nature
in
Diffuent lands anil Difrmrt
Clittutes,
2
vols.
(londres,
18$),
II, 30f .
uNVrAJEROCrrnrrfnco
Abxanderoon Humbolilt
555
tf¡''
{lh.d
&;:"
#
qha*.
-
8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano
4/14
RECOT\¡QI.IS,TA
Y
REVOI,UCIÓñ¡
es
eminenterrente
psto,
y
sin
emba¡go, profundarnente
engañoso.
Cierto
es
que,
mientras
las
grandes
erpediciorres
científicas
de esta época generalrnen-
te
eran
financiadas por-los
gobiemos,
el
barónprusiano
gaitó
una
gran
parte
cle
zu propio patrimonio
m
un
viaie
e-n
que
sólo fue acompañado-por
fumé
Bonpland,
botánico franoés.
I,os resultados
publicadosde
süs
via¡e='puaieron
compararge
favorablemente
con los rcgistios
de las
exploracioneé navales
británicas
del
Paclfico
y
de
las
descrilpciones franceüs
de
Efrpto.
pero
Humboldt
atravesó un Imperio ya
es-tabteciao
hrgo
tierrpo
ádás;
fue
a
América
por
recomerxlación
ile
h
eorona
espa.ñola;
eicontnó'una
entusiasta
bienvmida
de
los
funcionarios
reales
y
de É
élite
cnollr..
Adernrás,
üsitó
el
Nuevo
Mundo
en
un
momento
prop:icio
de su historia:
50
años
antes
o
9*p,"fr
"g.hub"?
Iogrado
recabaf
taritos
datos en
bruto
de todos
los aspec-
tos de Ia
üda
en América.
como
salieron
las
cosas, er
efecto
simurtánm
de
Ia
revolución
borbónica
del gobierno y
de
la
llustración
espa.ñola había
creado
condiciones.ideales
para
zu empresá.
Ya
en
el
último
decénio
del sigto
xvur,
la
corona
había
enüado
a unos
eipertos
mineros
alemanes
a
Mexico"y
ar
perú,
y
muchos
de
estos
hombres
aúñ
se
encontraban
en el Nuevo üríndo,
dis.
puestos
a
ayudar a
su
brillante
compatriota. Asimismo,
Humboldt puso
sus
üalentos
al
servicio
del
Estado
borbónico, y
Ia
facilidad
misma
con
{ue
cola-
boró
con los
funcionarios
locales
es
"n
nóríena¡e
a
su
experiencia
de-servidor
de
una-monarquía
absoluta.
cuanrco exploró los
úlümos'e¡rtrcmos
del
orino-
co,
recibió toda
Ia
ayuda.posible
de
misio¡eros y
ftmcionarios
de los
lugares,
y
a_
cambio
él
comunico
los
resultados
de sus
óbservaciones
sobre
la iongi-
tud
y
la latitud
(que
mostraban
que
Portugal
había
avanzado
mucho
mZs
allá
de las
fronteras
aceptadas)
al-gobernadlor
de
caracas, para enüarlos
a
Madrid.
En
la
Nueva-España,
e-l
virrey
|osé
de
Iturrigaray
encargó
a
Humboldt
trazar un
mapapreciso
del reino y
compilar
cuad"ros
átaaistiós
de
la
población
y la a«iüilad
económica,
lo
qie
dedpués
Humboldt
publica-
ría
en
forma
amplificada
en
París.s
En
todo, ülro
eli
sus obras
estrictarnente
científicas,
Humboldt
actuó
como portavoz
de
Ia Ilustración
borbónica,
el
*rlilf
aprobado,
por
decirlo
así,
a través
del
cual
las investigaciones
colecüvas
de toda
una
generación
de funcionarios
reales
y
sabioícriollos
fueron
transmiüdas
al
prlbtico
europeo,
estando
asegurada
íu
recepclon
poi
el
prestigio
del
compila-tor.
t¡
En
s:tviaie,
Humboldt
atestiguó que
la América
española
ya rn
consistía
en
Ios.dos
grandm
reircs
dePeñ
y dé
Ia Nueva
Españá:
para
íat0nabia
surgido
todo.un
circulo
de
proüncias,
¡ue
en
un
tiempó
fuerán
simpres asentañen-
tos
de
frontera,
corrn
zo-nas
añora
importantbs
de
pobración
y producción
para
las
e-x-portaciones.
con respecto
á
venezuela,
Érangois
dé
Éons,
en
su
rela-to
publicado
en 1806,
ya
liabía
descrito
con
considerable
deialle
el
establecimiento
de la
c-apitanía
General
de
c-aracas
aTTZZ y
la
consiguiente
5
Hurnboldt,
N¿natíoe,Y,
473;
B*.,
Hunrbldt,
p.
13g,
1Sg,
Tg3ilgi, 222-22g.
r;N
v¡AIERo
clshnfnco
intoducción
de una Audiencia, un
conzulado,
un
intendente
y regimientos
de
milicia.6 En
lugar
de
repetir
esta
gama
de
inbrmación,
ffuniUolát
decidió
no
inserüar
ninguna
descripción
de
C-aracas
sino
que
en
cambio
conrená
cpn
zus impresiones
del
circundante
valh
del Aragua,
Értil
distrito en
que
se
cul-
tirnban
la
caña de azÍrear,
el
caf4 el cacao
yel
algodón. Para
entbnces,
Las
ocportaciones
que pardan
de Venczuela
estaban
valuadas
en cinco
millones
de
peos
anuales,
y
la
población
comprendía rmos
750
0(X)
habitantes,
ciáIqrlo
un
tanto
balr,
pues
otsos
observadores habían hablado
de cerca
de
900
0([.
Humboldt
se
sorprendió
al descubrir
que
muchas de las grandes ptanta-
ciones
arrendaban
o(tensas
parcelas
a
una
nurrcrosa
clase dé
mulatos
libmes
y
blancos pobres,
muchos
de
los
cuales
trabafrban
por
una
temporada
para
sus
terratenientes.
Estos_campesinos
pobres
generalmente
plantaban algodón
yañil
delando
las
cosechas rirás
lucrátivas,
ól
cacao
y
la ceina de
azúcaí
a
hs
pla-ntaciones,
cuyos
propietarios
habían
importado
grandes
números
de
esclavos del
Africa. Para
el primer decenio
de
1800,
estos
esclavos
eran
por
lo
me-1os
60
ffi
y,
segrln las estimaciones,
fornuban
ent¡re el 6 y
el lSVo-
de
la
población:
su subsistencia
dependía de que
cosecharan
planÉs
alimenticias
en
parcelas
que
se
les
habían
cedido
con
ese propósito.
eon mucho, la
cose.
cha
nuás lucraüva
era
el
cacao:
dos
terceras
partes
de
lo
que
se consumía en
Eurcpa p,rocedían
de
Venezuela,
y
este
comercio
había
formado
la
base
de
la
prcsperidad
de la
aristocracia
local.T
Tanto en
sus relatos
de
üaies
corrro
en
ans
,Aspatos
de
Natumlan
(1W7),
Humboldt
planteó
e
concepto
de
unas
regiones
geográficas
claramente
definidaq
contrastando los fértiles
valles
altos de
Aráguá
con
los
Llanos, las
vastas llanuras
del
interior
de
Venezuela,
que él
compáró
con
las
llanuras de
la
América
del
Norte, las
pampas de
Argentina y las
éstepas
del Asia
central,
comentando
la
extraña semeianza que
existía entre
estas üeras de pastoreo y
log
graldes
desiertos
del mundo.
los
Llanos
servían de
refugio
a
bandidoá,
habitualmente
mulatos y
negros,
"que
asesinaban
a
los blancos
que
caían en
sus
manos". Allí
podÍan encontrarse
grandcs hatos
de ganado,
oiyos
propie.
tarios rara
vez
conocían
sus
números
con alguna
precisióu
especiaimente
porque
muchos
de
ellos
eran
analfabetos
y
üvíanen
las condiciones
más
primitivag
dependiendo
de
unos
cuantos-esclavos
o
mulatos libertos
que
cuidaran sus
reses.
En
realidad, Humboldt
conoció
a un
estancicro,
poseedor
de
unos
100
900
pesos,
que aún
rnontaba dcscalzo
a
caballo.
Io
que
clara-
Trente
surge
$e
su
descripción
es
el
grado
en
que
los
Llanos
habíanempeza-
{o
1
ser o
-
8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano
5/14
558
RECONQUTSTA
Y
REVOLUCTÓi.¡
formaban
una
vásta llanura cubierta de
dcnsa
vegetación alimeartada por
el
fllú
superabundante
de las aguas que
bairban de los Andes,
le
pareciáon
a
Humboldt
una zona
económicarEnte
inerte.
Allí
el
problerna
en
la
autori-
dad que
ejercían
las misiones
de
mendicantes.
Aunque
tuvo
cuidado
de
reconocs
la ayuda
que
había
rc{ibido de estos
frailes
españoles, deploró
el
durc
trato que
daban a
los
indiog
observando
que
a
nrnudo apaleaban a
los
natu¡ales
por
delitos insigniñcantes.
El
efe$o
de
las
misio¡res
era
robar
todo
espíritu
o independencia
a los
indios que, una vez convertidos,
caían
en una
inercia
total.
Ademiás,
afirmó
Humboldt,
los frailes
exduían
a
otros.olonos
y
conrerciantes
de
los
considerables territorios
qu€
dominaban, y
sin embargo
no alentaban
a
sus
neófitos
a
dcdicars€
a
la
agricultura.
Aí, su monopoüo
y
despoüsrio
obstruían
todo
progreso
económim,
lo que llevó
a
Humboldt
á
concluir que
"la
débil ciülización introducida
en nuestros días
por
los
moñ-
jes
españoles
sigue un
curso retrógrado".9
Erribiendo
en rehosp€ctiva,
en
una
época en
que
Venezuela estaba
diüdida
por
una
guerra
civil, Humboldt
confeso
sin
ambages gue no habia
¡eco¡rocklo
lo
profundo
y
difundido que
estaba
el
desÉ'o
de
independencia,
especialrnen-
te porque
durante su visita
las clases acaudaladas
habían
expresado
sus
temores
de
que
alguna
rebclión
pudiese
provocar
un levántamiento
de
erlavos
o un
conflicto
étnico entre los
blanms y los sector€s 'tolo¡eados"
de la población.
La cruel matanza
de
plantadores
ftanceses
en Santo Domin-
go,
qle
siguió a la
liberación
de
sus esclavos,
aún los
obsesionaba. [^o
que
rniás
impresionó
a Humboldt
fue
el
espíritu
de
igualdad que
reinaba
entrc ios
criollos,
observando
que los
blancoi pobres
se considéraban socialmente
iguales
a los ricos
y
educados,
pues
"el las colonias
el
ve¡dadero
timbrc
de
nobleza
es el
color de Ia
piel".
Al misrno
tiempo,
obEervó lo difícil
que
era
Para
los
españoles
que üvían
en los
trópims conservar alguna idea;Éral
de
Europa,
de modo que
aunque
Caracas
y-La Habana
parecñn
más
enteradas
de los
¿L'ontecimientos
de Europa
que
México
o
Lima, las incongnrencias
a
menudo
eran asombrosas,
corro
en una ocasión
en
que
üo a
un
propietario
de
plantaciones
con el
Raynal
en
la
mano, ordenar qúe
un
esclavri fuese
azo-
tado- por
algún
delito insignificante.
Para los
españóles de ArÉrica
solo ha-
bÍa dos
acontecimientos
en
su historia:
la conquüta,
que
condenaban
por
sus
crueldades, y
la lucha por
la
independencia.
Pero
ál
rechazar
su
harencia
española,
los criollos
estaban
en peligro
de
perder
su
identidad cultural, ya
que'1as
colonias no
tienen
ni historia
ni Iiterátura
nacional"
v
de
hecho
,tán
ierdido
su individualidad
nacional".r0
Si Humboldt
ofreció un
vivo
retrato
de
Venezuela,
solo
erribió
unas
cuan-
tas letras
acerca
de su
experiencia
en Nueva Granada,
Quito
y Perú.
Su
mayor
sorpresa
fue la
difusión del
conocimiento
científico, eartonces invaria-
blemente
llamado
"la
nueva
filoso6a".
Tal
era su
rcputación
que
al llegar a
Bogotá,
el virrry,
arzobispo
Caballero
y
Góngora,
ie
envió
slu
carroá,
de
e
Humboldr,
N¿r,¿ri*,
Iv,
s32-534
V, 7
4,
1
61,
2?+238.
r0
lbid.,l, 292-294;
IIl, 472-478;
Alexander
von HumboldL
Ct ts eñaicrnos, ed.
c]¡ta¡]l€x.
MingueL
BA
74
(Caracas
,1,W),
pp.69,275-
rjN
vtArERo
oE\¡TfFrco
559
mdo
que
él
y Bonpland
pudieron
ser escoltados a
la
ciudad €ri
la forrna
apropiada.
Allí fue recibido
por
lose
Celestino Mutis,
distinguido
botánico
español,
quien pese
a su
avanzada dad se dedicaba todavh a
p¡eparar una
edición
ilustrada
de su
extensa colección
de
especímenes
de
pla¡tas,
que
libremente
permitió
cons¡ltar
a
Humboldt.
Si
et
viaiero
prusiano ericontró
muy
de
su
gusto
la sociedad de
Bogotá y
de
Q{¡ito,
pasando varios m€ses en
esta
última
ciudad,
por
conúaste
le
diqgustó
rnarcadamente
Uma,
y lleSó
a
cúmentar que
poseía
poca
üda
cultural digna
de
ÍEnción.
Mientras
que en
Caracas
los ricos terratenientes a
menudo
di$rutaban de
rm ingreso de 3O 000
pesos,
en
la
capital
peruana
era
raro
errconEar alguic'n con
nriis de
l2 00
Pesos
anuales,
y
en
realidad muchas familias
estaban
completamente
amrinadas.
Además,
el desierto
que
rodeaba
la
ciudad
la
aislaba
del pals del
que
era
osteraible͡ente
la
capital,
hasta
tal
grado
que
Humboldt exda¡ró:
"I-irna
est¿i
rnás leirs
de
Peni que Londres... no puedo estudiar el Perú en Lima."
En
efecto,
la
Ciudad
de
los Reyes había
perdido
su anterior
pr€eminencia
en
la
América del
Sur, y
capitales
mmo Caracas
y
Buenos
Aires rnostraban
mayor
ütalidad.rl
En
su
rí,ltimo
volumen de
üap,
publicado
en 1821
Humboldt
presentó
un
"ensayo
polÍtico"
sobre
Cuba, en
que
acumuló una
gran masa
de datos sobr€
la
industria
del azúca¡,
y
la
esclaütud.
Gracias en
gran parte a
sus
florecien-
tes
exportaciones,
la
población de
la isla
había aumentado,
de
170
00
per-
sonas en 1775 a miís de 600 m0
m
1811. Para
entonces,
[¡
Habana tenía
96 000
habitantes,
casi
el doble de
Ia población
de Lima,
y
en la ArÉrica
española úlo era segunda
de
la ciudad de
México.
[¿ causa de este súbiio
desarrollo fue
la re 'uelta
de esclavos
de
Sant¡o.
Ebmingo que intern¡mpió
la
producción azvcai¡era
en
esa
isla, haciendo que huyeran los
pLantadores,
muchos
de los cuales
se
habían
refugiado
en
Cuba.
Era
esa
isla
española,
más
que las posesiones briuánicas de
las Indias
Occiderrtales,
la que había apro-
vechado
la oportunidad del
mercado:
sus
plantadores
importaban números
sin
precedente
de
esclavos
de
Africa,
introducían nuevas
cepa.s de azricar
de
Tahití
e
invertían
grandes
cantidades en maquinaria
para ¡efinar azúcar,
incluyendo
miáquinas de
vapor.
El
resultado habfa
sido
uru rápida
o(pansión
de la
producción.
Humboldt
se
tomó trabaps para observar
que
nada
de este
desarrollo
habrÍa sido
posible
sin
un
súbito auge de
la importación
de
escla-
vos,
que para
1810
integraban una terc€ra parte
de
la población de Cuba. Las
condiciones
variaban de
una
estancia a
oha,
pe¡o
en
general
los erlavos
varones
superaban a las
mujeres
en
proporción
de cuatro
a uno, y "hay
plantaciones en
que quince
a dieciocho
por
ciento
perecen
anualmente":
prueba
de su brutal explotación.
Humboldt
comentó
que
era un sofisma
cúmparar
la
condición
de un esclavo con la de un siervo o
un
campesino,
afirmando
que
'1a
erlaütud es sin
duda el
rnayor
de
todos
los rnales
que
afligen a
la
humanidad". Al
mismo
tiempo, descubrió
que
Cuba
difurfa
pro-
frmdamente de las Indias Occidentales británicas en
que
dos te¡c€ras
partes
fl
Hr¡mboldt, C¡rlas
¿r,ríc¿rus,
W.8lt07;
l,¡cn tiu,l,23}?34; Bn,¡¡ing, HuñWlt¡,
W.712-
lU; Rɧk, I
li.''tboldt,
W.
191206,
218-219.
-
8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano
6/14
560
RECOi¡QTJISTA
Y REVOLUCTów
de
¡u
potla$$
consistían
en
criollos, mulatos
y
negros libr€s,
mientras
que
gn
Jamaica
los
libertos sólo intqgraban
una quinta parte
de sus hatitantes
Conr
en
Vmezuela,
eran los
pcdeños
campeims tós
que
ct
ltivaban
tabac§
y
producían
alimmtos para las
ciudades,
arm
si
Ia isla
riependh
de los
Esta-
dos
Unidos para
obhrier
harim
barata.
Aunque
Humboldt
obsernó
que
.en
Iá
Flabana
la
g€nte
er¿
la mepr
informada
de b
política
de
Eu¡of¡aL',
fue
claro para
él que
el hecho de que los plantadores
oiollos d€pendieán
de
la
esclaüh.¡d
les
impedía
mantener
algrÍn proyecto
de
independencia.l2
m
Para
disipar
la niebla
de la especulación
buffoniaru
que
aún envolvía
el estu-
dio de
América,
Humboldt
adquirió
y üati
con naila
nrenos que
36
de los
últimos
inshumentos
hechos
cliL t aríí, qud
le
permitieran
hacri
observacio-
nes
sobre
latitud,
longitud,
altitud,
temperatur¿
p,resiOn
ae aire
y
variaciones
magnéü_Gs.
Sus
gráficas
que
muestran las
líneaa isotérmicas
y'sus
r€gistros
de las
fluctuaciones
magiréticas
constituyeron nuevos
comiénzos
de
estas
nacientes
ramas
de
la
ciencia.l3
Asimismo,
r€cabó
muestras
de
rocas
de los
diversos
te 'renos
que
üsitó,
anotando
cuidadosamente
su ubicación
estrati-
gráfica._Por -su
parte, Bonpland
analiá
los
recursos botánicos
y
acaM por
enüar
45 caias
a
Pa¡ís,
que
contenían
6 00
especies de
plantas.
MedianÉ
h
combinación
de medición
pr«isa
e
ilustraciói
exacta, basado
todo
ello en
observación
personal,
Humboldt
conquistó
su
r?utación
de naturalista.rl
[a
gran
cosecha
de hechos
verificados, y
no
el
planteamiento
de
alguna teoría,
constítuyó
su
principal
mntribución
al
conocimimto,
realización
derivada
dütctarnente
de
su concepto
del método
científico
como
,,el
arte de ¡eunir
una gran profusión
de
hechog
de
ordenarlos
y
de elevarlos
por
¡nedio
de la
inducción,
a ideas
generales'.
En
realidad,
en
ún mornento
eri
que
aún
estaba
en
pie
la
dirusión
entre nE)tunistas
y vulcanistas
sobre
si
la inkuhridad
de
Ia'l'ier¡a
había
sido causada
por
el
lerto
estancamierto
de
las
aguas primor-
diales
o por una
erupción
voicánica,
Humboldt
decidió eütar
tdáa aiirusión
de-
"el
origen de
las
cosas", arguyendo gue
la tar€a
del científico
era des-
q¡brir
'1as
leye+e
la
naturaleza"
que
goúemaban
la
operaeión
uníforrne de
los fenó¡nenos.
Como
homerraie
a
eite
frirripio
newtoniano,
declaró que
,,la
filosofia,
nalural...
no
se ocupa
en
la investigación
del origen
de
los
seres,
sino de
las
leyes
segin las
cualcs
están
distribuidos por
el
g1obo,,.
Al
mismo
tiempo,
acEptó
la tesis
de su época
de
que
eran el
clima
y
el nredio
fsico
los
12
Hr¡mboldi,
tüz¿riDa, Vll,
25.8, 9)
116, 14+1*,
261-265.
.-1r
Pará u¡a
listá
de tnstlú'|entoé, véase
Huthbol di,
N,''{rtiü,L3+/f/;
ámbiár
)ullÁn
Adem,
ll_rllnbold
y
la
geofieica",
en
Márirrnne O
de
8([rE,.t
el, En§,4Jos
ebt¿ Hl¿rnboldt
o,érd(r,,
1962),
pp.
r&55;
Bottin&
Huñbidt,W.2ú,2 A.
-
t'.BÉfI,_
Hurnddt,
pp.
235-237;
Humbotdt,
Ctrbs arncr¡canes,
pp_
39-4t;
Bá¡bara
Maria
Slefrord,
We$
into sybstancr.
Art,
ki.ncc,
Natuft
.nd úe nrctrar¿C'iúú
Ac(r/unt
1760-1?140
(Cáribridge,
Mass.,
1984»
pp.
9-93.
uN
vtAJEno ctE{rfFlco
5ót
gue
deEnninaban
qué forrnas de vüa
PrúsP€rában
o o¡á¡es
* fnarchitaban
á
cl¡alquier ftAión"
irdu¡,endo
bair
esb nrbro
el
su¡gimie'nto
y
la
decadm-
cia de la sociedad
hurnana.s
F-¡ stt Etlr¡aw
¡rrbre h
g@Srsfía
.le las
pbrúG
(186»
Humboldt
Pr€sen6
una
maSnífica
pláca
dd monE
Chimbo¡azo,
culr¿s eetribaciones
estaban diüdi-
das
en cinco estrabo
ascendienE
En
cada
nir¡el,
of¡eció funraciones
de
altitu4
temp€mtura,
hur¡edad
y
p¡esi6n
del aire,
y
cuidadcarnente
enu-
meró
los
divetsos tipos
de vetetaci¿tn
y
la
vida anirnal
que
se
€ricontraban
m
aquellas
alturas.
En
es,lÉ
m€dio la altihrd
y
la calidad del suelo
su¡gírn corno
determinanEs
ctave
de
la
distribución
de
las
formas de üda.
Aquf
Pu6,
€ncsntranos
rm
audaz
intenQ
para
oftscer
una descdPción total
de
ún
Para-
ie
particular,
un adelantado msayo
de análisis ecol6gico, cu¡ra
importarcia
iro serla captada
plenanrnte
por
los geógrafoo
hasa
hace poco ti€mPo.
Perc
en eserri4
fue rm
acto de
coE€la€ión
descriptiva
que ro
lngrÚ dar
una exPli-
cación causal a
los ferúmmos
que
describh.l6
Aqul,
el
pmbhrna
se d€rivaba
de
los
principiog
mismos de
la
cierria
natural,
F¡eg
Humboldt ciqtarrEnte
logró dernosüar
que
el rrgistro
geológico
dd
Nuero Mundo
npstraba casi
la§ misrnas
forrnaciones rocosas
y la
efatigrafü
que
se enaontraban
€ri
e¡
\lteF
Mundo.
Adernás,
una vez
bmado
err
crre
a d
caráct€r
clirnáüco
de
regiones
particulares,
mtonc€s
podfan obs€rrarse similitude
notables con
r€specto á la
distribución
de la
fbn
y
de
la
far¡na en ambos
hemisfurios.
I¡opiri*
d"
tur mesetas
y las
palmeraé
tmpicales se encontrab.n
Por
todo el
globo.
Sin eriüargo
pe€e
a su insistencia €n
que
'1a
foñu de
la vida oEani-
-zúa
varla de acuerilo
cnn
el clirna",
Humboldt hubo
de
reconocer
que la
"ar6lo8l,a
de los dimas a
rrrrrudo
se ericu€ntra efi
los dos conün€rih
sin
idmüdád de
productión",
es
decir
que
hs
plantae
y
los animales del Nuevo
Mundo
con
fnruencia diferlan nrarcadarnente
de
los
que
se
encontraban en
rcgiorrs similares del
Viep Mundo. Al
no poder
€nconha¡
una exPlicación a
estas
difurencias
llegó
a
la conclusión de
que
"las
€ausas
de la distribudón
de
las
espeqies...
se
ericuent¡an
enht el
nllíso de
mist€rios
que
no
Pude
$ri-
dea¡ h
filosofía natu¡a1."17
En
efec'b,
la ac?tación
por
Humboldt del
Para-
digru
newtoniano de
que
el
p,ropósito
de
la
ciemia
era
descr¡brir
la op€ración
uúforme
de
leyes
ruhrrales,
le impidió
toda
apliGción
dd método
hist&ico
al
pmblerrra
de
la
distribución
Sólo con
la
pubücaciln
de
El
oigen
de las a-
wii6
(18591de Cha¡les
Darwin,
firalmente
llegó
la percaución de que las
varirciones
de
hs
species
se
deüi¡n a
la
deaeridemia
y
a la selecc in
natu-
ral.
Si
las
plantas
y
los ani¡rrales del
Nuevo
Mundo
diferían
a ¡rEnudo de s
equivalmtes
de
ohas
paftes
del
globo,
ello
era
debido
al gran
"hecho
his6ri-
co".de
la
deriva cpntinental
y la
operación
de la shcción natural a tsavés
de
ts
W,H,,t úoldt,
p,396;
Hümboldt, N¡''diE,lll ü6;
v,
f
80
W
392.
16
Alen¡det
vqr Hr¡¡rbotdl 'Es¡l sur l.
géoar.phl¿
d€.
plÍrtes', publtcado
cúlo
lóy¡8.
de
lt,,,tthdü
a P,ay',r,tt- P¡arj,'¿ Púli.
(Púli,l8O7),
F in;
Éóe t flbtéñ M.¡g¡rit¡
Eo$,Ee
F,Aii*n
aa ag@ti,lTlorth,ltur,
P',,,tcb
bn
b
Ale¡uL"
út l:Id4r,ú,trta
(Crñü,rld8e,
t%t),W./21W.
u
Huñboldt EÁr4i
sr,r b
gbgnÍti., p.
79:-
Núlrtiú,
W
193195;V, 1§-189; Asl.cat
of
N.ú¡tr,
L
I&15.
-
8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano
7/14
562
RECOT¡QUISTA Y
REVOLUCIÓ
r
los
siguientes
milenios.
Como
Humboldt
trató
de
hechos y no
de
teoías y
se
basó
en un paradigma
de explicación científica que pronto quedaría
caduco
en
geología,
zoología y
botínica,
rara
vez
se le
encuentra en alguna
historia
gmeral
de la ciencia.lE
El
grado
en
que
la
aceptación por Humboldt
del determinismo
clirruitico
influyó
sobre
su
mterpretación
de
los
fenómoms
puede
verse
con
la
mayor
da¡idad
en su anáüsis
de
la naturaleza
y las realiáciones
de
los
habitantes
aborígenes del
Nuevo
Mundo.
Partiendo
de
la
pr€misa de
que
"la
civiliza-
ción
de
los pueblos
esÉ
casi constantemente
en
Éroporción
inversa a la ferti-
lidad
de
los suelos que
habitan",
arguyó
que
la
ariilez
misma
de las tierras
altas
de
América
había
¡mpelido
el itésarrollo de
las facultades morale
de
los
indios
andinos
y
mesoamericanos,
que
llqiaron a formar "una
cidtura
similar a la de
China
y
JaÉn";
por
contraste,
"la
fuerza
de
la
vegctación
y
la
naturaleza
del
suelo
y
el
clima dcntro de la zona tórrida... perpeñian
la núse-
ria
y- la-
barbarie
de
liordas
solitarias". En efecto,
el surgirñie;to
dc¡ salvaiis-
mo de la
selva y
de la
civilización
de
la
meseta, basadosá
uno
en
la
caza
y
la
otra
en la
agricultura,
era
determinado
por la
respuesta de
los
indios
a su
medio
nah.Úal.
Aquí, la
diñcultad
consisth
en ubicár el mecanismo
del
cam-
bio
cultu,ral,
pues
como Robertson lo
había notado de tiempo
atrás, ta
etapa
interrnedia
entrc la
cazá
y el pastoreo ---€l
cuidado del
ganaito-
brillaba
pbr
su ausencia.
Esta
deficiencia
llevó
a
Humboldt
a
concluir
que
"en
el Nuevo
Mundo
en
vano buscamos
este
progresivo desarrollo
de'la
civilización...
estas
etapas en la
üda de las ¡raciones".
En
cambio, todo
lo
que podía
obser-
var
era un rnarcado
contraste entre la
ciülización y
el salvaiismo.l9
?ese-a s]'
anror
a
Pablo
y Virginia,
de Bernardi¡io
de St.
Pierre
novela que
gelebraba
11
benigru
influencia
de los
kópicos
sobre
el
carácter
moral
de- la
humanidad,
Humboldt
üo pocas
cosas
qúe
admirar
entre
los indios que
en-
contró
en
su viaje
a
través
de la
Guayan4
y
en
un punto
exclarú:
"Cuán
difícil
e
reconocór
en esta infancia
deia
socíedad, en'esta reunión
de
indios
embotados,
silencioGos,
inanimadog
el carácter
primiüvo
de
nuestra
especie.',
En realidad
confeso que
los en€ontraba
físicainente
horribles y
que
iir,
,*.
mordimiento
podía
caracterizarlos
como "naciones
sucias
y
Épúgnantes,,,
o¡gullosas
de
'su
"salvaje
independencia",
estado
que
no débía toñfundirse
con la
autártica libertad, pues
á
rncrrudo
a¡raleaban a sus mutres
y
sus crías
y
atacaban
a
sus vecinos
err
busca
de muleres
y
de
came
hurirana.
,Tal
es
la
franqueza
y
simplicidad
de
los rnodales. ial
esia
elogiada
felicidad
del
hom-
bre
en estado
de nah¡raleza."
Iá irnagen
del noble sal-r¡aie
de
Rousseau
no
era
más
.que
una
.fábula.
Evidentemente incómodo
con
ia
suposición
de
que
aquellos
aborígenes pudiesen
asemeprse
al
hombre primitivo,
Humboidt
especuló audazmente,
diciendo que
los
indios
contemfoÉneos
,1eps
de ser
el tipo primitivo
de
nuestra
espócie son
una raza
dégererada, lós
débiles
r8
Para
el hasfondo
cimúfico vé6e
Charl€s
Cou¡ston Gill€spie, C¿ñ¿sir ¿nd
C@Wy
Garn-
bridge,
M¡lss.,
1951); Stqhen
Jay
Gould,
lirr.t .Ánw,Tím/s
Cych. Myth
l,td
M.¡opi;
in
ú¿
Dts@Érf
o Cf{r'.ogürlTi;r
(Penárin
Bo"kr,
Lond¡€s,
1988).
¡'
Hunboldt,
Ess¡i
s¡¿r L
g¿ognphi¿,
W.139-l40i
Na,, ti'r,l\
l+l'tv,1fl,nl-m.
UN
VIA¡EROC¡E¡IÍFTCO
563
rcstos
de
nacionc
que, habiendo sido
dispersados
de tiempo aHs en
¡os
bosques,
han recaído en h b6rbarie... diryensos cp¡no los rcsbs de
un
gran
naufragio".
Así
como
J.
R.
Forster
había
sugerido
que
los habitantes
más
meridionales del
Pacífico habían
podito
hundirse
en
d
salvaiisrno
por
los
efu6
dd aislamiento
y
de su nredio hostil, así también
Humboldt poctuló
que
los indios
arnazónicos
bien
haMan
podido
originarse m
las
rreseias
andinas, abandonando
la práctica
de
la
agricültu¡a
por la presión
de
los
bosques
de lluvias trcpicales.r Siguiardo
esta
lfnea dé
especr¡lación,
Hum-
boldt
estuvo
más c€rca de Robertson y
de
P.aynal que
de
Rorsseau, de
crrya
visión
del noble salvaie abertamente
fíizo
moía.
La
más
sorprerdente afi¡ñación de lcs
determinantes
arüientales de la
cultura aparcce en sus llsf¿s de hs cadillens
y
ñonunenfu de lre
pueblos
irulígnos
de
Anhiu
(1810),
en
que
Humboldt
pr€sentó
una
s€rie
de
ilustra-
ciones,
acompañadas
de
comentarios,
que
muestran montes
volcánicot
ruiras
mefcanas
e incas
y
dicrs
mesoamericano§,
cpmunación
iustificada
por la
tesis
de
que
la
bátara
grandeza
de
los
Ardes
y
de
la
sierra
Madre
había ejercido una
poderosa
influencia sobrc las forrnas de Ia
ciülización
aborigen. El
propósib
del
libro
era
disipar
"el
absoluto
esoepticism"
de
pre-
üos
historiadores
de AnÉrica,
dando a
los lectorcs
pnEbas
tangibles a
la vez
de
los
antecEdentes
geológicss y
de
los
artefac-tos
humanos.2l
Una
mirada
a
las
ilustraciones de
trabaios en
piedra
de
los
Incas
o
de
escr¡ltu¡as
r¡rexicanas
de
Xochicalm
y
de
Mit¡a
bastaba
para refutar
las
dederlosas
afirmacioneg
de
Raynal y de Robertson.
No rrcnos importante
fue la
decisión de
Humboldt
de
p¡€sentar
una
muestsa geneml
de cúdices
n¡exicarns,
torr¡ados
de colec-
ciones de Viena,
Roma y
Madrid,
a los que
añadi5 un
cüdadoso
dibup de la
Piedra
del
Sol,
que
él
inspeccionó personalmente
estando €n
México.
$¡
efec-
to
pretendía
demostrar la existencia de fuentes
aborígenes
que podían
emplearse
para
reconstrui¡ la historia
prehispánie,
posibilidad
de
la
que
Robertson abiertamente
había
dudado.
Dorde mepr reveló
Hurnbo¡dt
su estatura
de
sabio fue en
sr¡
conrentario
soh€
los
códic€6.
Rindioulo horenale
a
Antonb Pkturdo, albacea literario
de
Antonio León y Garna,
sacerdot€
oratoriano
que
lo había irutruido
sobr€
la interp,etación
de
estos documentoo, ac€ptó sin rcservas
la
Esis
del
sabio
criollo,
de
que
la
ctorologh
rExicana
podla
remontarse
al
establecimiento
det Imperio
tolteca en
d
siglo
x.
Aunque elogkl la historia de
Cavii¡o,
se
basó
en la
obra
de
León
y
Garna
cuando se
Fa6
de expon€r
las
complei-
dades del calmda¡io medcano. Sin embgrgo, lo
que
llamó su aEnción fuemn
las
"asombrosas
anak8ías"
que
existlan ent¡e
el
shtema mexicano
y
los ca-
lendarios
empleadm
m China, d
Tíbet
y
tapón.
Mimtras
que
Oavii'ro
se
había
ümitado
a reforza¡ la comparación lascashru,
con
la
Grccia
y
la Rorna
de
la
Antigüedad,
HuÍüoldt
se basó m
las ¡€cieriB
inve§igaciones eu¡c,
r
HuúrboEt, N.rñ¡tior, III, 2(8209;
IV,
5f l-5¡2;
V,11,
§, WP,117;W,3q Ah¡¡rder voñ
Huñbo¡dt, Co§,nor, 3 vob.
(7r-
ed., L.nd¡er, t El9, lll, *73;
Fatu,
lhgqc rotot¿, th¿
$Ltru,llr
287-31E.
a
Alei¡mdro de H¡¡mboldt,
t¿¡/as de lcs andillctc.t y
@tiyñ.nt(É d. lot
p.blos atut0.ntí
dc
Á,ñáic¡,
ed.
,aime
L¡ba3dtü
(M&@,19741,
W.69.
-
8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano
8/14
564
RE@Xr¡QtrXSrA Y nEVOLUqói\¡
peas
sob,re
la
historia y
la
rcligión orimtale3
par¡ dernostr¿r
las
notables
simütudes
que
habla
en
la nomenclatura
dd
dcb
de
los
nrses
y
lc
sibs
y
€n
d
oonoepb de époos Tan afirs emn €sbs SsEnas
que podh hacerse
un
firrE
argurneno
ya fuese
m
favor
de
un
csntacto
dir€cb
e¡te Asla
y
México, ya
soü,rc
Ia
o
-
8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano
9/14
RECONIQUSIA Y
REVOLUOói.¡
nal,
de
10 rnetros
de
diáIIEt¡o,
crn
ocho
rna¡acates
tirados
por mulas
para
subir el minerat a la
superñcig
se esperaba
que
cooarfa
un
millón
de
pesos
completarlo.
[á
inv€lrsión era
tanto
más nec6aria
cüanto
que
sólo
una cuarta
parte
de los 3
332
obÉros de
la rrúna
trabai¡ban en
r€alidad en
la
veta con
picos
o dinamita,
mieÍrtras que
otra cuarta
parte
servh
de
portadores,
lhvan-
do
costales de
mineral
sobre
los hombros hasta el
pie
dd
tiro
nuás
certano.
Humboldt
quedó impresionado
por el ügor
ffsico
de estos
homb¡es,
o¡yos
salarios
podían
compararse con
los que
se
pagaban a
los min€ros de
Alema-
nia.
De
hecho,
puáto que
los
ingresos anuales
de
la
fuerza de traba¡)
asctridían a
unos
E0
00
pesos, los proPetarios sólo ¡eñr¡aban
una parte
del
mineral
en sus
haciendas
de beneñcio,
vendiendo el rcsto
frente
al tiro a res-
catadores independienies,
con obieto
de obtener
un
efuctivo
semanal pára cu-
brir los
costos
de operación.
En los alros
buerio6,
la
mtra
produch
más
de
tslee
millones
de
pesos
en
plata y
deiaba a
sus
propietarios un millón de
p€sos
de
uülidades.E
De
este
modo, la
Valmciana figuraba
enh€
las
más
grarvles
emprcsas industriales
del mundo occidental.
En d
Enxyo
político
sbre el
reino
de
la
Nuan
Wña
$ffin,
obra
monurnen-
tal impresa
en dos
gnresos volúÍEnes, Humboldt pr€sento
un
rctrato
impre.
sionante de México,
como
un
gritn
lmperio
que
se
extendía
de Guate¡nala a
Caüfomia, habitado por una muy diversa
población
de
más
de cinco
millo-
nes
de alrnas.
Era
un
reino que
comprendia
unas
118
0O
Ieguas
cuadradas de
territorio,
estimación comparable a
las 136
0m
leguas
ocupadas
por
los
tur-
cos otorunot
aunque
muy
inferior
a las
260 00
leguas
cubiertas
por
los
Estados
Unidos después de
la
compra de
ta
Luisiana.
En 1803,
la
ciudad
de
Méico aún
era [a m¡ás
populosa
del
hemisferio,
y
zus
13O 000
habitantes
casi
duplicaban el núrnero que se
encontraba en
Río de
Ianeiro
o en
lá Habana.
Y
tampoco podían
ciudades
como Frladelfia, Nueva
York
y
Boston
comlxfarse
con México
con rcspecto a
la
monumental
grandeza
de sus
iglesias,
conven-
ios
y palacios.
Dado
el
estado
florcciente
de
sus
minas y de
su
co¡nercio de
ultsamar,
¿quién
podía
dudar
de
que la
Nueva
España estuüese destinada
a
ocupar
un
papel rector m
el
comercio del
globo,
especialmente
porque
com-
prerrlía
las
rutas
que
vi¡rulaban
los
ocranos
Pacíñco
y
Adánüco?
Ya
poseía
muchas
de
las
caracterlsticas
de
un
Estado ind€pendiente,
pues
adonís
del
vireinato,
la
Audiencia, los
intenlentes
y
la
tesoreria,
posela
un
eiército de
10 000 soldados regulares,
apoyados
por
una
extensa
red
de
regimientos
milicianog
que
comprendían 20 0m almas: toda esta fuerza, bier armada, era
rcclutada
en
México
y
financiada con
impuestos
locales.
Al
llarr¡a¡ la
atención
hacia
la
riqueza
y la
simple extensión de la Nueva España,
Humboldt
com-
paró
explícitamente
sus
perspectivas
cln el extraordinario
progreso
rccién
logrado por los Estados
Unidos.ñ
.lhl
vez
el
rasgo más
notable de
la
derripción
de
la
ciudad
de
México
hecha
por H¡¡mboldt
fuese
su
insistencia
en
su
modemidad.
Desde luego,
¡
Alexander
de Huñboldl, E.sayo
polfrico
ilbn
.l flino ¡12 le NsrE Esp¡ti¡, ed.
Juan
A.
OrteSa
y
Medina
(México,
1966), pp. 352-352
Huñboldt,
C.rt¿s
.it ri.anas,
W.
279-220;
B¡ediIJ&
Minas
and
M¿rdtortí,
pp.284?9l
fhry
€dtdón
en
€Fñd
eñ
Fcl.
26
Humboldt, Eñs¡yo
po¡lrriro,
pp.
4351,
lB, I
l&121,27O, §,5*557.
uN
vtArERo
cIEI\rrfFICO
567
Humboldt cita
a Claüiero,
hablando
de su
fundacón
en
1325, y
había
inser-
tado material
tocante a su
historia
azteca.
Pero
lo
que
llamó
su atención
fueron institucion€s
cofm
la
Acadeñia
de
San C-arlos
(furrlada
en
1782
para
prorroyer los principios
del arte
y
el
dibup
neoclásico»
que para
Ia
época de
su
üsita
había
foÍrudo a
toda
una
generación
de
ilvenes
artistas,
imporlan-
do
¡noldes
de la eslatuaria clásica de Europa.
Le
parecieron
imp¡€sionantes
las
lírEas
henef,ianas
de
Ia
catedral
y
elogió la
nugnlfica
estatuá ecuestrE
de
C-a¡tos
IV,
obra
de Manuel de
Tolsií, que adomabá
la
plaza
principal
de
la
capital.
Ante
todo, elogió
al
magnífico
palacio
neocláSico que Tolsá
habla
diseñado
para
albe¡gar al
recién
establecido
triburral
y
colegio de minería,
edificio digno
de engalanar
las calles
de
Nápoles
o
de
Rorna.
Asimismo,
ci6
Ias
carreras
de sabios
criollos,
hombres
como
Josrá
de
Alzate,
Miguel
\éliázquez de l,eón,
y Antonio
de
t€ón
y
Gama,
fiiándose
m
particular
en
las
distinguidas
aportaciones astronómicas y mineralógicas
de
Velázquez
de
LeóI promotor
del tribu¡nl
de
minería.
Lá existencia
de estas
instituciones
y
estos sabios demostraba, fuera
de toda duda,
que
México participaba
en
Ia
cultura
uñversal
de
la
Ilustración.z
Si
Humboldt
quedó
tan impresionado por
los efectos
de
la revolución
borMnica
del gobiemo,
ello
fue
en
parte porque
estas
instituciones
ysus
fun-
cionarios
generaban
muchos
de
los
datos en
que
se basó
para
redactar
el
Ensayo
político.
Comisionado
por
el
ürrey
para hacer
un
mapa
preciso
del
rcino
y
para compilar
cuadros estadísticos
de
población
y
produccióry
se
basó
libremente
en
los informes
compilados por
intendentet
oficiales
milita-
res, los
consulados, el
tribunal
de
minería,
los
oficiales
reales,
el scrretariado
virreinal.
Gran
pa.rte
de
este
material
había sido
recabado por
instancias
del
virrgr, conde de Revillagigedo
(1789-1794't,
que
había
ordenado hacer un
censo
general
de
la
población
e
investigado
e¡
efecto
del
edicto
de
'1ibre
comercio"
en
1778.
Además
de
estos datós
estadísticot Humboldt
induyó
sus
propias
impresiones,
ciertas consideraciones
históricas
tomadas de
Claüjero y
de
Robertson, materiales que
trataban
del
Pení
y,
ante
todo, los
memoriales
de Manuel Abad y
Queipo
('|75'l-'1825'),
canónigo
liberal
de
la
diócesis de Michoacán,
cuya crítica de la
sociedad de
la
Nueva España
estaba
en
armonía
con
sus
propias
observaciones.
El resultado
de
trodo esto
fue
una
obra que
trataba sucesivamente
de
la
geq¡rafía
física
de
la Nueva España,
de
su
poblaciór¡
sus
ciudades
y
proüncias,
su
agricultura, minería,
comercio,
industria,
ingreso
del
Estado
y
defensa. De
un plurnazq
la
vaga
y
dispersa
información
dada
por
Robertson
y
Raynal quedó remplazada
por
una vasta
masa
de
datos
precisot que por
razón
dc
su
origen oficial
expresaban las
realizaciones
indiscutidas
del
r(gimen
borbónico,r
Con mucho,
la
parte meior informada
del libro
trataba
de las minas
de
plata. Aparte
de su
propia
experiencia,
Humboldt
tambien se
basó en
Fausto
27
Ibid.,
pp.
79
-E2,
t21.122.
23
Los
fundamentG intelectual6
en
que
repo6á
el
Erryo
potftioo
soñ
$rs
"Iablas
ge ráBcas
polftic¿s del
reino de Nueva Españá"
(1804),
para
lo cl¡al vé6e En¡ique
Flor€saano
e
Isabel Cil
@4.)
D¿sctipcioics econóñi.rs
gcnetul¿s d¿ Nucú
Espatu 178¿-7817
M&6,
19731,
W.
12&tm.
-
8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano
10/14
RECOñ¡Qr.JrsrA
Y
REVOLUSÓI¡
UN VIAJERO CIENÍFICO
g9
comprar
vastas
üerras.
Humboldt
presentó
de este
modo una
¡magen
deslumbrante de
üna
gran
industria
colonial,
por
enton(Es
€n
la cumb,re de
su
prosperidad, favorecida
por
un
gobi€rm
ilustrado
e
impulsada
por
habili-
dad
ernpresarial,
exhrsa
inversión
en
capital
y
uná
abundane
y
bim
pagada
fuerza de trabap.s
Al
éxito de
la
indusEia minera
pudo
atribuirce
en
gran
pafie
el ribib
auge
del €omercio entre
España
y
el
Nuevo
Mundo
que
oorrri,
F6 la
promulga-
ción
del
edicto de
co¡rscb
Iibrc de
178.
Para
México,
Humboldt
r
basó
en
los
balances
de comercio
publicadoe
por
el
corsulado
de
Veracruz,
los
orales
demostsaban
que
la
Nueva
España
ogortaba
plata y
alto de
grana
a
camtrio
de textiles,
papel, hiero y
ünos
de
Europa: pauta
de
intercambio
con¡ercial
que
no se habh modificado
granderrEnte
dede el siglo xvr. Extendie¡do su
ámbito
para
abarcar todo
el
Imperio americano, Hurnboldt observó
que
Cuba
y Venezuela habían prosperado mediante la
qportación
de produtos
bopicales
y la
importación
de
esclavos
africano§,
mimtras
que Peni,
Chile
y
la Nueva
Granada
aún seguían dependimdo dd ernbanque de
rfEtales pre
ciosos
para
cubrir el
costo de sus
iñportaciones.
Aunque
Buenos
Aires
exportaba
crecientes
cantidades de o¡eros, $¡s
coE¡er€iant€s
aún
dependlan
de la
plab
enüada desde Potosí y otros
reales
de
rninas
del A¡to Peni
para
pagar
los textiles europeos
que
distribuían a Eaves
del üreinato de tá Pláta.
El
auge de
la
plata
h¡vo
uria
cons€cuencia
que había
de tener
r€p€rcu-
siones
políticas: el aumento del ingr€so
de
la Corona,
que
en la Nueva Espa-
ña
paso
de
solo
tres
millones
y
rnedio
de
pesos
anuales
m
el decedo
de 1700
a
¡¡uís
de 20
millones
de
pesos
al
llegar 1800.
En este t€rrerio, la
Visitación de
Gálvez
había
constituido
un
nuevo punto
de
partida, gracias
al
estable-
cimiento del real rnonopolio del tábao y
el
nombramiento
de aduaneros
y
oficiales
asalariados
de
la
alcabala. Para 1803,
los ingresos
su¡rrvisados
mostraban
que
las ventas
del tabaco
deiaban
a
la
Corona
más
de
trۤ mi-
llones netos de ingreso, cifra que
se
equiparaba a los impuestos
combinados
de la
producción
de la
plata y
del
flup
del
comercio,
y
rnás
del triple del
millón de
pesos
recabados en tributios de indios
y
mulatos. U¡a vez dduci-
dos los
gastos
de
materiales
y
production
del monopolio, la
Corona
quedaba
con
145 millones
de
pesos,
de
los
cuales
45
millones se
gastaban
en el
propio
país
par,a
cubrir
los costos de
adminbtración,
iusticia
y
defersa.
Para 1
8G,
[a
Nueva
España
unos
10
millones de
pesos
al
año
como
tribub
-
fiscal,
dinero
ernpleado
para
rnantener la
flota
real, fondeada
er¡
ta Habana,
para
subsidiar la administración imperial en las Filipinas y en el Caribe,
y
para
ayudar eri los
tastos
de Estado en la PenÍnsula.r Humboldt citó
documentos
que r€velaban que la parte
de
plata
de
la
Corona
enüada
desde
la
Nueva España había
secido constantemenle desde
la
Visitación de Gálvez
y
que
México
era,
con
mucho, la
colonia
más
lucrativa
de
España. Il
que
estas
estadísticas
tarüién dernostraron
fue
el
carácEr
tradicional
del
resurgi-
miento
borMnico: en efecto, Gálvez
habfa
emulado el
papel
del
viney
14
hid.,
W.
3&371, 352-371;
gt
ü¡trt& MitÚs
end
Md.hont'
W.
129-Xn,
261 -?f2.
3r
Humboldt,
E¡sayo
polaico, pp.
472-497.
5&5ú.
de
Ehu)r¿r,
dirrcror
gaual
del
Tribunal
de Minería,
que
se
habfa educado
m
Friburgo;
ar
AndrÉs dd Rb, distinguHo
geólogo que por
enbncEs er¿
p'rofe-
sor
del
Colegio
de
Minerh,
y
en varios
o(pertos
min€ros
alemanes
que
h¡blan Uegado
a México en el
decenio
de
1790.
Todos
sr¡s
r€gistros
e
investi-
tacigneB
fu€ron
puestos
a sr dispcición,
y
E¡aciai
a dlos tuvo
acceo a
las
cue
as
privadas
de
la Vab¡riana de Guaruiuab.
too lcchc
que
rcrmió no
@rían
is nrás impresbnantes.
t¡6
r€gisüos de
la
Casa
de Moneda
rcvela-
ban que desde el
deenio
de
1690,
la
produ¿eión
de
plata
en la
Nwva
Espaila
habh
aunrntado,
pasando
de
un promedio
anual de
poco rnás de
cinco
mi-
llones de
pesoo,
a
cuca
de
24
millones
de
pesoo
lm años después
la
tasa
de
ar¡m€riüo
se
habñ
acelerado súbitarn€nte
m el
decenio
de
170,
cuando la
producción
casi se duplicó. Para colocar
estas cifras
en su aonto(to hist6rico,
Huñboldt
imprimió
el
r€ndimiento ftucal
para
Potosf,
lo
quc
denostraba
que
la producción
r€gisirada
del Cerro
Rico
no
había
e¡
-
8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano
11/14
570
RECOT\¡QUISTA
Y
REVOLUqO
¡
Toledo,
del Peni de los Habeburgo, y había
financiado el rcsurgimiento
del
poder
español en Europa mcdiante
una
explotación
¡¡rás
eficiente
de
los
rccursos
rs)dcanos depe¡diendo,
cor¡rc antcs, del embarque
dc
monedas
de
plata
a Europa.
Muy
poco de
esta
renovada
actividad
económica
habría
sido
posible
si
la
población
de
la
América
española
no
hubiesc
crecido al
mismo riimo.
Basán-
dose
en
el
c€nso
imperial
ef&tuado durante
el dcrcenio de 1790,
Humboldt
calculó que
el Imperio
arnericano
albergaba unos
14.5
millons
de habitan-
tes. Una vez más,
el ra{;o
sorp¡endcnte era
el sufgimiento del
Cono
Sur, el
Caribe y el ürreinato
de la Nueva
Granada. Por
coñtraste,la
población
com-
binada
del Alto
y
del
Bap Pcru
no
pasaba
de dos
millones.
Para
la Nueva
España,
el censo
de 1793
podía
ser conplcnrentado
por
registros
de
parro-
quias
sobre
bautizos y entierros,
y
por
el
registrador
del
tributo.
[,
que
estos
documentos
mostraban
era que
sólo 6O%
dc la
población aún
paiaba por
india,
pues
los
demás
estabai
ahora anotados
cómo espanoles,'mestDds y
mulatos,
distinciones
que para
entonces
expr€saban tanto
las
obligacionei
cívicas
y fiscales
como
la
realidad
genética.
Para 1803,
Ia
Nueva España
rnan-
teña
lo que
se ca¡culaba
en 5.3 millones de habitantes,
y el exceso-registrado
de
bauhámos
sobre enheros prornetía
un rápido
auÁento dcmogiáfico.a
Itro
el
censo también reveló
una fuerte
concentración
de asentamientos
en el
cfitro
de Mexico,
deja:rdo las
proünCias
que
se extendían desdc
Zacatecas
y
San
Luis
Potosí
hasta Tejas
y
Cálifomia
apónas
habitadat
en
un
mor€nto
en
que rusos
y angloamericanos
habían llcgado
a amenazar
la
seguridad
de
las
fronteras
del Norte.
No
contentándose
con hacer
e¡o a la
celcbración de la
expansión económi-
ca, implícita
en las
estadísticas
oficiales,
Humboldt
citó
Iós memoriales
de
Abad
y
Queipo
en sus
comentarios sobre
el indio mexicano y
el estado
de
la
agriculhrra.
Así,
declaró
rotundamente
que
,,México
es
el
paí¡
de
la
desigual-
dad.,.
monstruosa
desigualdad
dc dercchos
y fortunast,. Pcse
a
recie-ntes
meilras,
aún
sufrh
todos
los
cfcrtos nocivos
del
feudalismo,
la
intolerancia
religiosa,
y
el atsaso
cultural
del campesinado indio.
Se necesitarían
más
de
unas
cuantas
decadas
de
reforma para
erradicar
aquel
legado
del
pasado.
Pues
aunque
Humboldt
generosar;EnE
invocara
lis
,,sabÍas
invesligacio-
nes"
que
Claviiero
había
hecho
del
f,asado
indio,
también
aceptó
la
carácteri-
zación
de
Robertson de
Ia
entidad
iolítica
azteca
como
un
'd'cspotismo
ciül
y religioso"
y llamó
a
Moctezuma
"cl
sultán
de Tenochtitlan,-'.s
También
si8uió al
historiador
escocés
al
pintar
la
encomienda
corno
una institución
feudal
que,
en
forma
de gran
hácienda,
dominaba
los
campos. Además,
la
conquisJa
había
expueto
al
país
al
fanatis¡no
de los r¡rendicántes que
habían
enseñado
a los
üdios una
religión
s(terna,
en
que
los üeix ídolos
hábían
sido
remplazados
por
imágenes
católicas
sin ningrin
verdaderc
cambio
de
fu,
de
modo,quc
los indios
contemporáneos
dcdicában todos
sus exiguos recursos
a
las fiGtas
y
procesiones
religiosas.
A
todo
esto debían
añadirse los
efectos
12
Ib
., pp.3t
-51,2M-2A7.
"
Ibid., pp.
5.6, 5676,95,316318
uN
vtAlERo
cIEI\rrfFICO
571
nocivos
del
monopolio
comercial eic"rcido
por
España, y
la
sistemática
dis-
criminación
contra los
criollos.
Como
casi todos los otrcs
viai'ros,
Humboldt
notó la mala voluntad que
separaba a
los
españoles europeos de los ameri-
canos,
comentando
gue
desde
1789
había
una tendencia clara
dc
los
criollos
a
llarnarse
simplemente
"americanos".
Su exclusión de los altos cargos causaba
constante
irritación
y
profu
ndo
resentimiento.s
Fue
el
estado degradado de los indios mexicanos
el
que
movió
a
Hum-
boldt
a
expresar
sus
nuís enérgicas
reservas acerca
de
la
capacidad de
progr€so
del
país.
Reproduciendo fielmente la
sustancia
del memorial de
Abad
y
Queipo
de
1799,
escrito
para
el
obispo
Antonio
de San Miguel,
Humboldt
los
describió
como
una
raza
de
parias,
atrapados
dentro de
sus
propias
comu-
nidades
por
razón de sus
diversas
lenguat
costumbres
y tenetria
colectiva
de
la
tierra,
que
eran
incapaces
de pedir prGtado
dinero, de
poseer
tierras o
de
avanzar de
a§una
manera. Las l,eyes
de
lndias,
destinadas
a
profegerlos,
se
habían
convertido en
sus cadcnas.
El remcdio, ya
zugerido
por
Jovellanos
para
España,
era
abolir
todas
las restricciones
puestas
a
la
actividad
económica indígena, dividir
sus tierras sobre una
base
individual, y
conmu-
tar
su
tributo
por
alguna
otra
forma
de
impuesto.
Unas medidas liberales
bien
podrían
desatar las mergías de los
campesinos indios. En armonía
con
estas esperaruilE
Humboldt
rcrhaá el
preiuicio
étnico de LIlloa, afirmando
que los indios
eran una
raza
vigorosa,
bien
formada, que
no se embriagaban
como
había
afirmado
el viajero
español,
y que en México no
estaban
someti-
dos
al
trabaio forzado.
En
realidad,
con la
top related