biblioteca juan de valdés 50 aniversario
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Dicen que “El tiempo pasa volando,” que
“Veinte años no es nada,” que “Más vale tarde
que nunca,” y que “A su tiempo maduran las
uvas.” Si es así, entonces afirmamos que este es
nuestro tiempo, tiempo de celebrar los
cincuenta años en los que nuestra Biblioteca
Juan de Valdés ha madurado en excelencia de
servicios, en su capacidad tecnológica e
interactiva y en el valor de sus colecciones –
algunas como la Colección Puertorriqueña de
Teología y el Archivo Histórico del
Protestantismo únicas en su clase.
Nos enorgullece compartir con ustedes esta
publicación de celebración del Cincuentenario
de nuestra Biblioteca. Si, el tiempo ha pasado
volando y con él, la Biblioteca Juan de Valdés
que ha sido por 50 años lugar de estudio de
cientos de personas. Este espacio construido
con ofrendas y donativos de organizaciones,
iglesias y amigos; ha sido lugar de reflexiones y
coloquios, de encuentros y desencuentros del
saber y la experiencia; y si también de
corazones, de vidas y amistades a quienes
veinte años han sido nada.
En este caminar del tiempo entre el Cronos y el
Kairós, el espacio del Reino ha quedado
manifiesto en las múltiples experiencias vividas
en y por esta Biblioteca. El tiempo no se detiene
y siendo hoy no más tarde, sino en el tiempo
perfecto de Dios; hoy contamos con un edificio
remozado, con un extraordinario cuerpo de
servidores bibliotecarios, con mejoras
tecnológicas y con alianzas estratégicas que nos
impulsan al futuro digitalizado donde
seguiremos siendo espacio de encuentro para el
saber y para el Reino.
Les invitamos a leer esta publicación y a
atesorar el tiempo que en ellas se asoma;
tímido y desconocido para algunos, pero para
otros, es aquel tiempo completamente amigo y
memorado.
Paz,
Rvda. Dra. Doris García Rivera
Presidenta
Seminario Evangélico de Puerto Rico
Presentación
Prof. Milka T. Vigo Verestín
Un nombre y espacio propio para la Biblioteca
Hace cincuenta años, en una ceremonia
especial celebrada el 14 de marzo de 1965 se
dedicó el edificio de la Biblioteca del Seminario
Evangélico de Puerto Rico, a la memoria de los
reformadores españoles del siglo XVI. Se
escogió darle el nombre “Juan de Valdés”,
autor del primer libro evangélico en castellano
que salió a la luz en 1528. El homenaje a los
reformadores españoles respondía a una
iniciativa de la iglesia evangélica
latinoamericana en reivindicar el esfuerzo y
coraje de estos hombres al oponerse a los
distintos poderes que regían en la España del
siglo XVI: “al poder de la iglesia, al poder del
trono, y al poder del sentimiento nacional.”1
Según el Dr. Justo L. González, era la primera
vez que se erigía un monumento a la memoria
de los reformadores españoles, siendo esta una
forma de hacerles justicia.
Sobre la selección del nombre para la
biblioteca, afirma, por un lado, el Lic. William
Fred Santiago que fue el Dr. Ángel Mergal Llera
el responsable de que la biblioteca lleve el
nombre “Juan de Valdés”. Una de las pruebas
1 Justo L. González, “Apuntes sobre los
reformadores españoles”, El Boletín, año 27, no. 4 (octubre-diciembre 1962): 3.
que pudiesen evidenciar tal afirmación fue que
Mergal hizo su tesis para el grado de Maestría
en Teología, en el Seminario Teológico Unión,
de Nueva York (1942-43) sobre Juan de Valdés.
Además, al asumir la cátedra en el Seminario en
1943, Mergal promueve la vida y obra de Juan
de Valdés a través de la publicación de varios
artículos sobre el mencionado personaje. Otro
detalle es que Mergal asume la responsabilidad
de bibliotecario de la institución en 1945, pues
era costumbre en los inicios del Seminario que
algún miembro de la facultad se hiciera cargo
de la biblioteca. Así que es posible que sus
estudios sobre Juan de Valdés hayan
influenciado el proceso de darle nombre a
nuestra biblioteca.
No obstante, el Dr. Justo González, quien para
la fecha fungía como profesor, nos dice, según
recuerda, que “fue la facultad del Seminario
Evangélico de Puerto Rico [quien] sugirió
dedicar la biblioteca a los reformadores
españoles. Pero eso hubiera sido demasiado
largo, y fue el Dr. Liggett quien sugirió a Juan de
Valdés. Por eso la tarja en el interior le dedica la
biblioteca a varios más.”2
2 Justo L. González, entrevistado por autora,
plataforma de mensajes de Facebook, 19 de febrero de 2015.
BIBLIOTECA JUAN DE VALDÉS: 50 años como importante centro de investigación
teológica y custodio de la cultura cristiana puertorriqueña
Importancia de la Biblioteca “Juan de Valdés”
La Biblioteca del Seminario goza de ser una de
las bibliotecas en América Latina con una
amplia e importante colección especializada en
teología (la primera lo es la biblioteca teológica
del ISEDET, en Argentina). Cuenta actualmente
con más de 75,000 volúmenes, una colección de
sobre 300 títulos de revistas (activas e
inactivas), una colección Puertorriqueña
dedicada al quehacer teológico en Puerto Rico,
y, uno de nuestros más grades tesoros, un
Archivo Histórico dedicado al protestantismo en
Puerto Rico. La Biblioteca alberga colecciones
de distinguidos académicos, pastores y pastoras
como: Rev. Harry Emerson Fosdick, Rev.
Robert J. McCracken, Albert S. Morris, Ángel M.
Mergal, Domingo Marrero, Dr. Vaughn Danney,
Rvdo. Warren Grafton, Dr. Ivan M. Gould, Dr.
Gene Tucker, Paul A. Kress, Dr. Samuel Pagán,
Prof. Lester McGrath, Lic. Adolfo Fortier, Rvda.
Margarita Sánchez de León, entre otros. A su
vez, se fue desarrollando la colección con
donativos de la Fundación Ángel Ramos, la
Fundación Luis A. Ferré, la Lilly Endownment, el
Fondo de Educación Teológica, así como por
donativos de varias bibliotecas, iglesias,
organizaciones e individuos de distintas partes
de los Estados Unidos, Puerto Rico y América
Latina.
Si entre los cerca de 75,000 volúmenes con los
que cuenta actualmente este edificio, se
hicieran escuchar algunos de los libros antiguos,
nos dejarían saber que ellos llevan más de
cincuenta años (95 años para ser más exacta)
en la colección de libros del Seminario, pues
cientos de estos ya eran parte de la biblioteca
de la institución desde que abrió sus puertas en
septiembre de 1919. Da fe de esto, un registro
de libros de la biblioteca llevado por el primer
presidente del Seminario, el Dr. James
McAllister entre 1919 y 1920 y una selección de
libros que llevan el sello de Grace Conaway
Institute, uno de los centros educativos que se
unió para formar lo que es hoy el Seminario
Evangélico de Puerto Rico. En la actualidad,
estos libros forman parte de la colección de
libros antiguos de nuestra Biblioteca.3
Visualizando el futuro de la biblioteca que sería
construida y finalizada en 1965, el presidente
del Seminario en aquel entonces Thomas J.
Liggett (presidió el Seminario entre 1957-1965)
comentó que la Biblioteca Juan de Valdés: “será
una de las mejores en toda América Latina,
contribuyendo a que la educación teológica
obtenida en el Seminario aumente con
profundidad y valor… una de las más
importantes instituciones culturales en la isla de
Puerto Rico. Cuanto más mejore, más valor
3 El registro de títulos de 1919-20 se
encuentra en el Archivo Histórico, sección del Seminario Evangélico.
Fachada del Edificio Biblioteca Juan de Valdés 1965 - 2015
cultural tendrá el Seminario.”4 Hoy día damos fe
de que sus palabras son una realidad. Como
toda biblioteca teológica es el “corazón” del
programa académico del Seminario, en palabras
de Liggett.5
El Seminario, desde que abrió sus puertas en
1919, estuvo ubicado en un antiguo edificio
frente a la Universidad de Puerto Rico. Luego,
en 1934 muda todas sus operaciones al solar
que tiene en la actualidad, ubicando sus
oficinas, salones, capilla, comedor y biblioteca
en una casa de madera o “casona” como se le
conocía en aquel tiempo. En una nota que
aparece en el primer ejemplar que publica el
Seminario como institución, nos dice que para
1935 la biblioteca contaba con unos 3,000
volúmenes.
Con el tiempo las condiciones en esta vieja casa
no fueron las más adecuadas, lo que provocó el
deterioro de muchos libros debido a la polilla.
En el informe que publica el presidente Dr.
Florencio Sáez en 1953 señala que las
“condiciones demandan una inmediata
atención. A pesar de todas las medidas que se
toman para defender los libros, la polilla
continúa haciendo sus estragos”.6 Para los años
50, el Seminario, consciente de sus necesidades
de espacio y de mejores condiciones, tanto para
4 Seminario Evangélico de Puerto Rico,
Seminario, año 7, núm 3 (mayo de 1964). 5 En la edición en inglés del boletín
Seminario, año 5, no. 2 (abril 1962) el Dr. Thomas Liggett dice lo siguiente: “the library is the heart of any university or seminary, and the quality of library facilities usually determines the quality of the work the institution is able to do. Thus the faculty and board of trustees are intensely interested in this new project. The quality of the work done by the Protestant church in this area in the next century will be affected by the success or failure of this Project. It is hoped the friends of the Seminary will respond to this critical and far-reaching endeavor of the Latin American church”.
6 Seminario Evangélico de Puerto Rico, El
Boletín, año 19, no. 2, (abril-junio 1954).
el estudiantado, como para su colección de
libros, comenzó una campaña para la
construcción de un nuevo edificio que
acomodaría, entre otras oficinas y salones, la
biblioteca. Para 1955 la Biblioteca contaba con
unos 6,000 volúmenes, pero las pésimas
condiciones, llevaron a decir que esta era “una
de las cosas que menos” les llenaba de orgullo.
El nuevo edificio de administración fue
inaugurado en 1958, ubicándose la biblioteca
en este nuevo espacio con capacidad para
23,000 volúmenes. En marzo de 1958 se
anuncia que por primera vez el Seminario
contará con los servicios de un bibliotecario
profesional, el profesor Roscoe Pierson quien
llega en disfrute de una licencia sabática del
Bible College de Kentucky. Pierson estaría
ayudando a organizar la Biblioteca y trabajar en
la clasificación de los libros que se habían
comprado. Se esperaba que éste ayudara “a
sentar el fundamento de una Biblioteca que
además de servir a las necesidades de la
enseñanza en el Seminario venga a ser el centro
de investigación para la obra evangélica. La
tarea no es para realizarla en un año. Pero la
seriedad y solidez de los comienzos son muy
importantes si se va a hacer algo valioso como
lo necesitamos.”7 El Prof. Pierson, sugirió la
posibilidad de que el Seminario fuese sede de
un “Centro Latinoamericano del
Protestantismo”, el cual reuniría todo tipo de
material de las denominaciones protestantes en
América Latina con el fin de que funcione como
centro de investigación y agente para la
cooperación interdenominacional.8 Aunque tal
centro no fue establecido, nos atrevemos a
afirmar que sus ideas fueron precursoras para
7 Seminario Evangélico de Puerto Rico,
“Profesor Roscoe Pierson nombrado bibliotecario”, Seminario , año 1, no. 1 (abril 1958): 1.
8 Seminario Evangélico de Puerto Rico,
“Prof. Roscoe Pierson sugiere centro protestante de América Latina en SEPR”, Seminario, año 1, no.3 (julio 1958): 3.
que más adelante fuera establecido el Archivo
Histórico del Protestantismo en Puerto Rico.
Ya en el marco de los años 60, los cambios
sociales, culturales, políticos, tanto en Puerto
Rico como en el resto de la América Latina,
representaban retos para la pastoral. La iglesia
evangélica en América Latina estaba en
continuo crecimiento y “recaía la
responsabilidad sobre los hombros” de
directivos de los seminarios en contar con las
herramientas y recursos necesarios para
preparar líderes aptos para enfrentar estos
cambios.9
Muy acertadamente señalaba Liggett, que “las
Iglesias no existen en un vacío, sino en el
contexto muy real de una sociedad dada”. El
ambiente de la educación teológica debía
adelantarse y estar orientado a los cambios
que se estaban desarrollando en la sociedad de
la época. Esto redundaría además, en contar
con una biblioteca que respondiera a esas
necesidades de investigación y formación
teológica de los seminaristas. El Dr. Thomas J.
Liggett, teniendo en mente dichos procesos
sociales, y siendo un hombre de mucha visión y
gran liderazgo, con su mirada puesta en
América Latina, promovió la campaña de
9 Thomas J. Liggett, “Hacia una educación
teológica superior en la América Latina”, El Boletín, núm 4 (octubre a diciembre 1963): 4.
recaudación de fondos para la construcción de
una nueva biblioteca teológica adecuada “que
represente la herencia cristiana de los siglos”.
La construcción e inicios de la biblioteca
nombrada “Juan de Valdés” (1962-1965)
El proceso de diseño y construcción de la
biblioteca “Juan de Valdés” se inicia en 1962,
bajo un plan de desarrollo lanzado por la Junta
de Síndicos del Seminario en 1961. Se escoge la
firma de arquitectos Horacio Díaz y Enrique
Soler, quienes fueron responsables de otros
trabajos arquitectónicos en el “campus” como
el nuevo edificio dormitorio de varones, la
capilla y algunas residencias. Estos trabajaron
mano a mano con el presidente Liggett para
proponer una biblioteca que cumpliera con las
expectativas que se tenía de la misma. Como
elemento de diseño de la biblioteca, se
utilizaron los cimientos y paredes del antiguo
dormitorio de varones (1938-1958), espacio que
sería remodelado y serviría de sala de lectura,
ya que previamente (en 1961) se quería utilizar
para centro de estudiantes. A esta estructura
se añadiría “la torre” de cuatro pisos, con
espacio para depósito de libros y capacidad
para 75,000 volúmenes. Además, el primer piso
o sótano tendría espacio para una librería,
correo y sala de recreo.
Fachada del Edificio Biblioteca Juan de Valdés 1965 - 2015
El edificio fue terminado en marzo de 1965. El
diseño estructural de la biblioteca le mereció a
la firma de arquitectos el premio Urbe de
diseño arquitectónico otorgado a un “edificio
público dedicado a la enseñanza”. El costo
aproximado del proyecto fue de unos 150,000
dólares, siendo un gran porciento de las
contribuciones producto de fuentes externas
(Estados Unidos) como el Fondo para la
Educación Teológica (Theological Education
Fund), la Lilly Endownment, las juntas
misioneras y el Presbiterio de Nueva York . Del
total de la obra, unos 25,000 dólares debían
proceder de fuentes locales.
En medio de la construcción de la nueva
biblioteca, se nombró en mayo de 1963 a
Wilma Mosholder como bibliotecaria de la
institución. Esta tenía estudios profesionales en
bibliotecología a nivel de maestría y en estudios
hispánicos. Desde su nombramiento hasta los
primeros años de la Biblioteca Juan de Valdés,
esta contó con la ayuda de la señora Virginia
Liggett. Según quienes tuvieron el privilegio de
conocer a Mosholder afirman que fue una
bibliotecaria muy dedicada. Bajo su
administración se creó lo que hoy conocemos
como el Archivo Histórico del Protestantismo en
Puerto Rico. Además, se establecieron acuerdos
colaborativos con el Seminario Episcopal del
Caribe, y el recién establecido Centro de los
Dominicos (1966) para intercambiar recursos
duplicados, así como contactos con pastores y
líderes, mayormente norteamericanos, quienes
donaron sus colecciones personales a la
biblioteca.
El viernes, 12 de marzo de 1965, con la ayuda
de estudiantes y miembros de la facultad,
quienes hicieron una cadena humana desde el
edificio de administración hasta la biblioteca, se
terminó la mudanza de libros. La biblioteca se
inicia con cerca de 10,000 volúmenes. El
domingo, 14 de marzo, a las tres de la tarde, se
realizó el acto de dedicación, siendo el orador
principal del acto el pastor español Dr. Manuel
Gutiérrez Marín, quien era además director de
estudios del Centro Evangélico de Formación
Teológica en Barcelona. El discurso giró en
torno a los reformadores españoles. Como
parte del acto, la clase graduanda de 196510,
donó a la biblioteca una placa de bronce en
honor a los reformadores de la España del siglo
XVI: Juan Pérez de Pineda, Constantino Ponce
de la Fuente, Juan de Valdés, Casiodoro de
Reina, Valera.
Cabe señalar que, desde 1962-1968 se había
establecido el proyecto conocido como
“Ecumenical Library Project”, siendo un
importante colaborador, el bibliotecario jefe de
la Escuela de Divinidades de la Universidad de
Yale, Raymond P. Morris. Bajo este proyecto se
organiza, a su vez, en la ciudad de Nueva York,
el Comité Pro-Biblioteca del Seminario
Evangélico con el fin de establecer un fondo
permanente, así como motivar y solicitar a
distintos líderes y pastores que hicieran
donativos de libros.11 Fueron parte de este
comité: el Dr. Stanley Stuber, Samuel McCrea
Cavert, Raymond P. Morris, Henry P. Vand
Deusen, J. Edward Carothers, Merlyn A. Chapel,
el Obispo F.P. Corson, Pablo Cotto, Truman B.
Douglass, R.H. Edwin Spy, Eugene Exman y
Francis S. Harmon.
Otra de las actividades del Proyecto de
Biblioteca Ecuménica era recaudar los fondos
necesarios para cumplir con los requerimientos
de presupuesto para bibliotecas, según
estipulado por la Asociación de Escuelas
Teológicas Americanas. Es a través de estos
esfuerzos que la biblioteca del Seminario recibe
unos pocos miles de libros donados, así como
donativos monetarios para continuar
10
La clase graduanda de 1965 estuvo compuesta por: Juan Antonio Franco Medina, Ramón Irizarry Torres, Alejandro Lafontaine, Sadrach Montalvo, Amílcar Soto y Felix M. Thomas.
11
Seminario, año 10, no. 7, (noviembre 1967); Seminario, año 11, no. 1, (febrero 1968).
desarrollando la colección de recursos. La
cantidad de libros para 1967 había aumentado
a cerca de 15,000 volúmenes, unos 5,000 libros
adicionales desde que está en el nuevo edificio.
Esa tendencia seguirá hasta nuestros días,
donde la mayor parte de nuestra colección se
nutre de las donaciones.
El resto es historia
Una vez Wilma Mosholder culmina su trabajo
en el Seminario en 1974 para embarcarse a
otros lares, le siguieron el paso hombres y
mujeres comprometidos y comprometidas con
mantener, desarrollar y custodiar este gran
tesoro del Seminario. La labor de los
bibliotecarios y bibliotecarias que trabajaron en
las décadas subsiguientes lograron distintos
proyectos como: el desarrollo de una colección
puertorriqueña, el seguimiento al desarrollo y
organización del Archivo Histórico, la
automatización de la catalogación de libros y el
proceso de catalogación retrospectiva, el hacer
de la biblioteca un espacio para charlas y
conferencias, y el establecimiento de un centro
de tecnología adecuado a las nuevas
necesidades de los y las seminaristas. Todos
estos proyectos se gestaron bajo la dirección,
en sus respectivos años de servicio por: el Prof.
Héctor Rubén Sánchez, la Prof. Gloria Mercado,
la Prof. Celsa Garrastegui, la Dra. Jeanene
Coleson, la Rvda. Dra. Maricarmen Laureano y
la Prof. Sonia Arrillaga.
De igual forma, la ayuda de estudiantes
asistentes, tanto seminaristas, como
universitarios y universitarias que se hospedan
en el campus, ha sido determinante para
expandir y continuar con distintos servicios. Con
su colaboración y esfuerzo se ha logrado ofrecer
servicio nocturno y sabatino, así como apoyar la
biblioteca en labores técnicas, en la
responsabilidad de anaquelar y mantener en
orden los libros, continuar seleccionando
material para los archivos verticales, entre otras
muchas tareas.
A cincuenta años de que la Biblioteca del
Seminario cuente con su propio espacio, nos
lleva a reflexionar sobre lo mucho que hemos
logrado con varias importantes colecciones,
como el Archivo Histórico y la Colección
Puertorriqueña, y los nuevos retos que se
presentan con las nuevas necesidades de la
comunidad a la que servimos en medio de los
continuos y acelerados cambios tecnológicos,
las limitaciones de espacio, mantener las
condiciones adecuadas para el mejor manejo y
conservación de los libros, entre otros retos.
Nos llena de satisfacción ser parte de las líneas
que se escribirán sobre la historia de esa
importante biblioteca. ¡A Dios sea la gloria!
Escribe tú estas
palabras:
Consejos prácticos
para entrar al mundo
de las publicaciones
cristianas Dr. Pablo A. Jiménez www.drpablojimenez.com “Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas
palabras; porque conforme a estas palabras he
hecho pacto contigo y con Israel."
Éxodo 34.27
I. Introducción
Somos el pueblo del libro. La Iglesia
Cristiana tiene como base de su fe las
enseñanzas sobre Dios y sobre su hijo Jesucristo
que encontramos en la Biblia, nuestro
documento fundamental. No debe extrañarnos,
pues, que a través de los siglos el liderazgo de la
iglesia no solo haya estudiado la Biblia sino que
también haya producido otros materiales
religiosos para la comunidad de creyentes. Los
temas varían: formación espiritual, estudios
bíblicos, sermones, órdenes de adoración e
himnos espirituales, entre otros. Y todos esos
materiales tienen algo en común: deben ser
escritos.
Por lo tanto, desde sus comienzos la Iglesia
ha estado interesada en escribir y publicar
materiales religiosos que avancen su misión. Al
principio, el proceso de escribir y redactar
documentos era sumamente difícil, ya que la
mayor parte de la gente era analfabeta y las
técnicas de escritura eran rudimentarias. Por
ejemplo, era común que las personas que
fueran a escribir en papiros o en tiras de cuero
hicieran su propia tinta mezclando aceite con
pétalos de flores y ceniza. Todo esto fue
transformado con la invención de la imprenta
que marcó una nueva era en el proceso de
producción y redacción de documentos. La
imprenta también revolucionó la Iglesia,
permitiendo que cada creyente tuviera una
copia de la Biblia en su propio idioma y en su
propio hogar.
Hoy la llegada del Internet y la revolución
electrónica ha provocado cambios dramáticos
en el proceso de producción de redacción de
documentos. Estos cambios son tan o más
dramáticos que los provocados poner invención
de la imprenta. Si la imprenta permitió que cada
persona tuviera su propia copia de la Biblia, hoy
en Internet nos da acceso a centenares de
traducciones y versiones de las Sagradas
Escrituras, como a cientos de miles de libros. El
Internet los pone tan cerca como la palma de
nuestras manos donde tenemos nuestro
teléfono inteligente o nuestra tableta
electrónica.
En este breve artículo exploramos algunas
perspectivas sobre el desafío de escribir,
Dr.Pablo A. Jiménez, durante el conversatorio.
publicar y mercadear materiales religiosos. El
enfoque de nuestro artículo es práctico,
ofreciendo consejos claros y ejemplos concretos
sobre el arte de escribir lo sagrado.
II. Dos elementos cruciales
El proceso de escribir comienza mucho
antes de poner el lápiz sobre el papel o las
manos sobre el teclado. Debe quedar claro que
quien desee escribir necesita dos elementos
que sólo da el tiempo y la preparación.
1. El nivel educativo
El primero es el nivel educativo necesario
para escribir de manera coherente sobre un
tema. Por un lado, usted necesita la educación
necesaria para manejar el lenguaje de manera
efectiva. Si usted no conoce adecuadamente la
gramática de un idioma, es prácticamente
imposible escribir en él. Por otro lado, usted
necesita la educación necesaria para presentar
el contenido de su escrito de manera efectiva.
Si usted desea publicar un estudio bíblico sobre
el Evangelio según San Mateo, usted debe tener
la educación teológica necesaria para hacer un
trabajo exegético sólido y formular perspectivas
hermenéuticas pertinentes a la comunidad de
fe actual.
Nótese que la educación requerida para
escribir adecuadamente sobre un tema
depende del nivel al cual usted quiera escribir.
En el mundo de las publicaciones se manejan
tres niveles: los escritos generales, los
profesionales y los académicos. La diferencia
entre estos tres niveles es evidente.
Los escritos generales deben ser
presentados en lenguaje y formatos sencillos,
de manera que puedan ser entendidos por la
inmensa mayoría de quienes los alcancen a leer.
En el caso de los escritos religiosos, las
publicaciones generales aspiran a ser leídas y
entendidas por cualquier personas que asista a
una Iglesia.
Los escritos profesionales están dirigidos a
las personas que trabajan en áreas relacionadas
al tema de estudio y que, por lo tanto, tienen
cierto conocimiento del asunto. En el caso de
los escritos religiosos, las publicaciones
profesionales se dirigen al liderazgo religioso,
particularmente a las personas que sirven en el
pastorado o que dirigen programas en la Iglesia.
Estas publicaciones deben ofrecer consejos
prácticos sobre los temas que tocan.
Los escritos académicos están dirigidos a
quienes estudian un tema a nivel de educación
superior y a quienes enseñan en esos
programas. En el caso de los escritos religiosos,
las publicaciones académicas se dirigen a
quienes estudian hoy enseñan en escuelas
teológicas, particularmente a niveles de
bachillerato, licenciatura, maestría o doctorado.
En términos prácticos, podemos decir que
una meditación devocional basada en el Salmo
1 es un escrito general, un sermón es un escrito
profesional y un ensayo exegético es un escrito
académico.
Usted debe, pues, discernir qué tipo de
escrito desea publicar —general, profesional o
académico— y tener el nivel educativo
necesario para alcanzar a su público. Por
ejemplo, si usted no tiene estudios teológicos
formales, será prácticamente imposible escribir
ensayos o libros religiosos al nivel académico.
2. La pasión por el tema
El otro elemento que usted necesita para
escribir, redactar y publicar materiales
religiosos es pasión por el tema que desea
explorar. El mundo de los estudios teológicos es
muy amplio, abarcando toda una serie de
disciplinas tales como la Teología (el estudio de
las doctrinas cristianas sobre Dios), la
Cristología (el estudio de Jesucristo), la
Pneumatología (el estudio del Espíritu Santo), la
Soteriología (el estudio de la salvación), la
Eclesiología (el estudio de la Iglesia), la
Misiología (el estudio de la misión cristiana) y la
Escatología (estudio de las doctrinas sobre los
últimos tiempos), entre muchas otras. A esto se
añade el estudio de la Biblia, tanto de sus
componentes principales (Antiguo y Nuevo
Testamento), como de los distintos libros que la
componen y los idiomas en los cuales fueron
escritos. No podemos olvidar la Historia de la
Iglesia y la Teología Pastoral en sus diversas
expresiones (educación cristiana, homilética,
adoración, consejo pastoral y administración de
la Iglesia, entre otros).
Especializarse en solo uno de estos campos
es tarea de toda la vida, pues es necesario
mantenerse estudiando para conocer las
nuevas publicaciones que presentan los avances
en el estudio de la disciplina.
La pasión es necesaria para estudiar el tema
general del cual usted desea escribir. Más
importante aún, usted debe trasmitir esa pasión
en su escrito, de manera que sus lectores y sus
lectoras puedan apreciar la importancia de este
tema. Quien escribe con pasión, logra
conectarse con la audiencia. Por eso, es crucial
que sus escritos demuestren su interés y, por
qué no, su pasión por lo que está escribiendo.
III. Antes de comenzar a escribir
Dando por sentado que usted tiene tanto la
preparación como la pasión para escribir, ha
llegado el momento de comenzar el proceso de
producir su escrito. Comience determinando
que quiere decir, a quién quiere decirlo y cómo
debe decirlo.
1. Escoja un tema pertinente
La selección del tema es el primer y más
importante paso que usted debe dar. El tema
seleccionado debe ser pertinente para la
comunidad de fe y para la sociedad. Su tema
debe ser tan importante que pueda mover a
una persona a adquirir su artículo, su ensayo o
su libro y a dedicar tiempo para leerlo. A menos
que una lectura sea requerida para una clase,
nadie va invertir cuatro o cinco horas de su vida
en la lectura de un escrito aburrido que no tiene
conexión alguna con su vida.
Recuerde que sus intereses no son
necesariamente los de su audiencia. Quizás
usted ama tanto el Antiguo Testamento que
encuentra apasionante el estudio de las tribus
cananeas. Sin embargo, la inmensa mayoría de
las personas que asisten regularmente a la
Iglesia tiene muy poco interés en conocer la
diferencia entre los heveos y los ferezeos.
Por lo tanto, usted debe escoger un tema
que sea importante para las personas que
desea alcanzar.
2. Defina el tipo de escrito que desea producir
Escogido el tema, ahora debe definir qué
tipo de escrito desea producir. ¿Desea usted
escribir un artículo corto o un libro? ¿Le
interesa a producir un ensayo académico o un
libro de poemas? ¿Es su interés redactar una
colección de lecciones para la escuela bíblica
dominical o escribir su autobiografía, a manera
de testimonio?
Este paso es importantísimo, dado que hay
personas que sencillamente comienzan a
escribir y terminan con material que es muy
largo para un artículo, pero muy corto para
libro. Otras personas comienzan a narrar su
testimonio de fe, pero terminan escribiendo un
estudio bíblico.
Tenga usted claro, pues, el tipo descrito que
desea producir.
3. Determine el nivel de su escrito
Ya usted tiene su tema y ha decidido como
desea presentarlo. Ahora es necesario
determinar si su escrito va a ser general,
profesional o académico. Esto quiere decir que
usted debe tomar una decisión clara. ¿Va a
escribir usted para el público en general, para el
liderazgo de la iglesia o para personas que
estudian o trabajan en escuelas teológicas o
seminarios?
Un error común de los escritores noveles es
afirmar que su artículo o libro está escrito para
“todo el mundo”. Si usted quiere alcanzar a
todo el mundo con un sólo escrito,
probablemente no va alcanzar a nadie. Un libro
mal escrito es aquel cuyo primer capítulo está
escrito para la academia, el segundo para el
público general, el tercero para personas que
predican regularmente y el último para
personas que nunca vienen a la iglesia. Un libro
así es sencillamente incoherente; no puede ser
entendido con claridad.
Así que es importante escoger y mantener
un nivel para todo su escrito.
4. Bosqueje su manuscrito detalladamente
Antes de comenzar a escribir es necesario
hacer un bosquejo detallado de su escrito. No
importa si va escribir una columna de 500
palabras o un libro de 500 páginas, el bosquejo
debe estar claro. Un escrito mal bosquejado es
como un cuerpo que no tiene columna
vertebral, por más que usted trate es muy difícil
que se sostenga sobre sus propios pies.
Si usted ya tiene el bosquejo de un sermón
o de una conferencia, particularmente en una
presentación electrónica en un formato similar
a PowerPoint, probablemente ya usted tiene
todos los elementos necesarios para comenzar
a escribir.
Un detalle importante es determinar la
longitud de cada sección. Si va a escribir un
ensayo, debe tener una idea de cuantos
párrafos o páginas tendrá cada sección. Si va
escribir un libro, debe determinar cuántas
páginas y cuantas secciones tendrá cada
capítulo.
5. Investigue sólo lo necesario
Otro de los errores comunes de las
personas que comienzan su carrera como
escritoras, es investigar tanto que jamás llegan
a escribir el manuscrito deseado. En realidad,
usted sólo tiene que investigar lo necesario para
escribir la sección asignada en su bosquejo.
Por ejemplo, si usted sólo desea escribir dos
o tres párrafos sobre el tema de la gracia,
probablemente baste la lectura de dos o tres
artículos sobre el tema en diccionarios bíblicos
o enciclopedias teológicas. Ahora bien, si usted
va escribir todo un capítulo sobre el tema de la
gracia, también debe leer algunos artículos y
libros sobre el tema. Si su deseo es escribir todo
un libro sobre la gracia, deberá leer, como
mínimo, unos diez libros sobre el tema y hacer
una investigación bíblica exhaustiva.
6. Conozca su competencia
La persona que investiga su tema
correctamente conoce lo que sea escrito sobre
el mismo. Es como que los escritores noveles
afirmen que nadie nunca he escrito un libro
sobre el tema que están estudiando. Empero,
por lo regular esto es falso. Aquellas personas
que hemos trabajado editando libros
conocemos bastante sobre publicaciones y, por
lo regular, podemos nombrar de memoria cinco
o seis libros sobre el tema. Si usted no conoce
libro alguno sobre el tema que desea tratar,
probablemente usted no ha estudiado el tema
correctamente.
Es importante, pues, conocer los otros
libros que hay en el mercado sobre su tema y
poder indicar con claridad en qué se diferencia
su libro de los recursos existentes.
IV. Mientras escribe
Todo el trabajo preliminar explicado arriba
nos lleva al proceso de escribir. Es importante
que usted aparte tiempo para escribir, de otro
modo nunca terminará su ensayo o su libro.
Mejor es tener una rutina que le permita
escribir, como mínimo, una hora diaria.
Recuerde que la fecha de entrega del
manuscrito no debe ser el momento en el cual
usted empieza a investigar el tema. A veces las
editoriales prefieren utilizar a un escritor de
menor calidad que entrega sus trabajos a
tiempo que a una gran escritora que siempre
entrega sus manuscritos tarde.
1. Sobre el proceso de escribir
El proceso de escribir se concretiza cuando
se pone el lápiz sobre el papel y las manos
sobre el teclado. A la hora de escribir, tenga
presente los siguientes puntos.
A. Use la voz activa
En términos generales, su manuscrito debe
estar escrito en la voz activa. A continuación
ofrezco un ejemplo sencillo que puede
ayudarnos a diferenciar la voz activa de la voz
pasiva. “Juan tira la piedra” está escrito en voz
activa. Por el contrario, “La piedra es tirada por
Juan” está escrito en voz pasiva. Los escritos
que están mayormente en voz pasiva son
mucho más difíciles de entender y más tediosos
de leer que aquellos que están en la voz activa.
Es común encontrar escritos religiosos que
abusan de la voz pasiva. En parte, esto se debe
a que la voz pasiva es común en la Biblia. En el
judaísmo se usa la voz pasiva para evitar decir el
sagrado nombre de Dios. Por ejemplo, una frase
como “Jesús fue levantado de los muertos” en
realidad quiere decir “Dios levantó a Jesús de
los muertos”.
No abuse usted de la voz pasiva. Siempre
que sea posible, escriba en la voz activa.
B. Privilegie el verbo (limitando el uso de
adjetivos y adverbios)
Así como la voz activa facilita la lectura del
texto, el uso apropiado del verbo la agiliza. Es
mucho más fácil leer una oración que diga
“Jesús recibió, aceptó y bendijo a la niñez” que
una oración que lea “El maravilloso maestro
Galileo, de manera magnánima, demostró su
inmenso amor por la curiosa niñez que se
acercó temerosa para ser receptora gratuita de
la tierna bendición divina”.
Por lo tanto, limite el uso de los adjetivos y
adverbios, ya que el uso correcto del verbo
facilita la lectura.
C. Escriba oraciones sencillas
Recalcamos la importancia de redactar
oraciones sencillas donde el sujeto, verbo y
predicado sean fáciles de comprender. Evite las
oraciones larguísimas y complejas, llenas de
cláusulas subordinadas. Del mismo modo, evite
las oraciones que toman todo un párrafo.
Escribir oraciones demasiado largas y
complejas es un vicio que debemos evitar, ya
que dificulta la lectura y la comprensión del
escrito.
D. Evite las listas
Uno de los peligros de utilizar un bosquejo
existente como base para un escrito más largo
es transcribir las notas sin desarrollarlas. Para
decirlo con más claridad, ni los ensayos ni los
libros deben tener secciones que solo
contengan listas de ideas o conceptos. Si bien es
válido hacer una lista de cosas o de puntos de
cotejo, nadie desea leer una lista que tome dos
o tres páginas.
He leído más de un libro donde es evidente
que el autor no encontró el tiempo, el espacio o
la energía para desarrollar una sección y, por
pereza, en lugar de desarrollar sus ideas
debidamente las coloca una larga lista. Este es
otro vicio que debemos evitar.
E. Defina claramente los conceptos que usa
Recuerde que en los tiempos postmodernos
los conceptos están vacíos de contenido. Dos
personas pueden usar la misma palabra con
sentidos diametralmente opuestos. Solo
considere los cambios radicales que el concepto
“matrimonio” ha tenido durante los últimos 20
años.
Por lo tanto, mi mejor consejo es que usted
defina con claridad todos los conceptos básicos
de su escrito. Esto abona a la comprensión y
facilita la lectura del ensayo o del libro.
F. Limite el vocabulario técnico
Las personas que han estudiado teología a
nivel graduado deben aprender a escribir de
manera sencilla, dejando atrás el vocabulario
técnico que aprendieron en el seminario.
Recuerde que en una escuela de teología usted
escribe para su profesora o profesor. Sin
embargo, a menos que usted vaya a escribir
materiales académicos, la audiencia de su
manuscrito será muy distinta. Si bien en el
seminario es importante utilizar el vocabulario
técnico para demostrar el conocimiento
adquirido, en un escrito de nivel general o
profesional es importante limitar el uso de los
términos técnicos y definir con claridad aquellos
que utilicemos.
2. Sobre su escrito
Mi interés es que usted produzca un
manuscrito claro, conciso y pertinente. En unión
a los consejos enumerados arriba, le ruego que
también preste atención a los siguientes
puntos.
A. Escriba solamente lo necesario
En lo posible, manténgase fiel a su bosquejo
y solo escriba aquello que se relaciona con su
tema, avanzando así el propósito de su libro. No
lo llene de apéndices y de notas adicionales que
puedan distraer al lector o a la lectora. Escriba
sólo aquello que se relaciona directamente a su
tema.
En caso de que escriba un capítulo adicional
que no tenga relación directa con su libro,
guárdelo para publicarlo como un ensayo o
como parte de otro libro.
B. Preste atención al tamaño de su escrito
La mayor parte de la gente no lee libros
generales ni profesionales mayores de 150
páginas. Los tamaños tradicionales de los libros
se miden en múltiplos de 16 páginas, lo que
explica por qué la mayor parte de los libros
tienen 80, 96, 112, 128, 144, 160, 176 o 192
páginas. Aunque la publicación de libros
electrónicos está cambiando esto, es
importante que usted preste atención al
tamaño de un escrito.
En particular, es importante que usted
cumpla con lo estipulado en contratos. Si le
piden un escrito de 3,000 palabras, no envíe
uno de 1,500 ni de 5,600. Del mismo modo, si
su contrato es para un libro de 96 páginas, no
envíe 200. ¿Por qué? Porque el libro de 96
páginas se venderá en aproximadamente 10
dólares y el de 200 en 20 dólares o más. La
editorial comienza a mercadear el libro desde
que el contrato está firmado. Si han anunciado
que su libro tendrá un costo de 10 dólares y han
comenzado la preventa, es sencillamente
imposible publicar y vender un libro de 200
páginas por ese precio sin perder una gran
cantidad de dinero.
Por eso, manténgase fiel a lo acordado.
C. Documente las citas bibliográficas
El plagio es un problema real. En el 2002
escribí un capítulo para un libro de sermones
sobre el ataque a las Torres Gemelas en New
York. Poco tiempo después, el libro tuvo que ser
retirado del mercado porque uno de los autores
publicó como suyo un sermón escrito por otra
persona. Eso tuvo un costo enorme tanto al
nivel moral como financiero para la editorial.
Así que acostúmbrese a colocar notas al pie
de la página o al final del escrito indicando
claramente la fuente de las ideas que ha
tomado de otros escritos. Por lo regular, las
editoriales tienen un formato de notas
preferido que usted debe seguir. Si va a publicar
el libro por su cuenta, escoja un formato y
utilícelo consistentemente en todo el escrito.
D. Preste atención a los permisos
Lamentablemente, hay que pagar por usar
algunos materiales. Particularmente si cita
poemas y canciones, debe pedir permiso y estar
dispuesto a pagar una cuota. En ocasiones, la
cuota es módica, entre 25 a 50 dólares. Empero,
si desea citar una canción famosa la disquera le
pedirá miles de dólares. ¿Por qué? Porque citar
un párrafo de una canción que tiene cuatro
párrafos es equivalente a citar el 25% del
trabajo. Para que usted pueda compararlo
adecuadamente, es como citar 50 páginas de un
libro de 200.
Si está trabajando con una editorial
establecida, el personal le ayudará en estos
procesos. De otro modo, debe hacerlo por
usted mismo.
V. Terminado el manuscrito
Si ha seguido el proceso hasta aquí, se
supone que ha terminado el borrador del
manuscrito. Es importante que lo lea, lo relea y
preste atención a las inconsistencias comunes a
su estilo (por ejemplo, escribir una palabra
como “Evangelio” a veces en minúscula y otras
comenzando con mayúscula). Siéntase en
libertad de usar los sistemas de corrección de
su programa para procesar palabras, pero tenga
claro que estos no sustituyen la lectura
detallada del escrito.
Exploremos algunas opciones para la
publicación de su escrito.
1. Si su escrito es corto
¿Cuán largo es su escrito? Si tiene de 200 a
600 palabras, es suficiente para una columna. Si
es más largo, puede tener en sus manos un
artículo. Y si es aún más largo, con rigurosidad
académica, bien puede ser un ensayo.
Si desea publicar en formato electrónico,
hoy las revistas teológicas se hacen de manera
virtual. Puede buscar un sitio en el Internet, es
decir, un “website” dedicado a temas de fe para
publicar su escrito. Una de las revistas
teológicas más conocidos hoy es Lupa
Protestante, que se origina en España.
Otra opción es producir su propio “blog”
(apócope de la palabra “weblog”, que quiere
decir “bitácora cibernética”). Si usted tiene una
cuenta en Google o en algunos de sus
servicios—como YouTube o Gmail—ya usted
tiene acceso a Blogger, un servicio gratuito de
bitácoras cibernéticas. El sistema es
relativamente fácil de usar. Otros servicios
populares son Wordpress y Webbly. Recuerde
que estos servicios que comienzan de manera
gratuita tienen límites de espacio y colocan
anuncios en su página. Para eliminar los
anuncios y obtener más espacio debe pagar una
cuota anual por el servicio “premium”.
Agraciadamente, todavía existen revistas
religiosas que se publican en papel. Existen a
todos los niveles: generales, profesionales y
académicas. Si usted desea publicar sus escritos
en alguna de esas revistas, debe contactar al
equipo editorial —cuya información parece
impresa en la revista— y seguir sus
instrucciones. Recuerde que la editorial tiene la
prerrogativa de publicar lo que desee, por lo
que las posibilidades de que rechacen su
artículo o ensayo son muy altas. Sus
posibilidades mejoran si usted tiene alguna
relación con las personas o instituciones que
publican la revista.
2. Si su escrito es largo
Si su manuscrito tiene tanto material que
bien puede ser publicado en forma de libro,
usted tiene dos opciones: buscar una editorial
reconocida que lo publique o publicarlo por su
cuenta (“self-publishing”).
A. Publicar con una editorial reconocida
El proceso de publicar un manuscrito con
una editorial reconocida puede ser muy largo y
hasta tedioso. Comienza cuando usted contacta
a una compañía editorial esperando desarrollar
una relación de trabajo con ella. Esto se facilita
si usted está en la academia, enseñando en una
escuela teológica. También se facilita si usted
tiene acceso a los medios de comunicación
masiva y el personal de la editorial ya conoce su
nombre. En algunas ocasiones, las compañías
editoriales contactan a personas que tienen
programas de radio y de televisión para pedirles
que escriban libros. También pueden contactar
a quienes pastorean congregación de gran
tamaño.
El advenimiento del Internet también ha
traído otro cambio importante. Tanto
periódicos como editoriales ahora esperan que
sus autores y autoras tengan blogs actualizados
y mantengan una presencia en el Internet por
medio de las redes sociales. Antes de publicar
un libro, la editorial hace una búsqueda en
Internet para determinar cuán popular es el
autor o la autora, explorando dónde la persona
es más conocida. Esto le ayuda a determinar si
ha de comprometerse a publicar un libro o si
declina la oportunidad.
A la hora de escoger una editorial, busque
compañías que publiquen materiales parecidos
al suyo. Por ejemplo, si usted ha escrito una
novela cristiana, no la envíe a una editorial que
se caracteriza por publicar material de escuela
bíblica dominical. Aunque su novela sea
excelente, la editorial no está con
acostumbrada a trabajar ese tipo de material y,
por lo tanto, no sabe cómo producirlo ni
mercadearlo. Lo mejor es, pues, que usted
busque una editorial que tenga otros libros
parecidos al que usted ha producido.
Envíe a la editorial una carta de una o dos
páginas que presente su libro y explique las
cualidades que le capacitan a usted para
escribirlo. Si sabe hacerlo, también puede
enviar una propuesta formal. Anejo a su carta,
envíe un capítulo del libro u otro escrito que
demuestre tanto su estilo literario como su
manejo del tema. Tenga presente que algunas
editoriales solo consideran propuestas que
incluyan el manuscrito completo.
Otra opción es contratar una persona
experta en el campo de publicaciones que sirva
como agente literaria. Estos profesionales
conocen las editoriales y saben a quién
presentar su material. Por ser profesionales,
estas personas cobran por su trabajo y, en
ocasiones, pueden exigir un porcentaje de las
regalías de su obra.
Si una editorial decide publicar su libro,
usted deberá firmar un contrato que estipule
los pagos o las regalías que recibirá por su
trabajo. Una vez firmado el contrato, la editorial
puede cambiar el contenido del libro, alterar el
orden y escoger el título. La mayor parte de los
contratos también indican que la compañía
tiene derecho a publicar el libro tanto en papel
como en formatos electrónicos. También tienen
derecho a traducirlo, de producir versiones en
audio y hasta de hacer una película basada en
su libro.
Las mejores editoriales religiosas tienen dos
tipos de personas en su equipo editorial:
quienes editan contenido y quienes corrigen el
texto.
El editor o la editora de contenido es
alguien que tiene amplia preparación en el
campo de la teología y que conoce muy bien el
campo de las publicaciones cristianas. Esta
persona lee detalladamente su manuscrito para
asegurarse que su contenido teológico sea
sólido y que el orden tenga sentido. Quien edita
contenido puede añadir o quitar material,
reescribir parte del manuscrito y alterar el
orden de las secciones o capítulos del libro.
También puede pedirle al autor o a la autora
que haga estas tareas.
Por su parte, el corrector o la correctora de
estilo vela por la buena ortografía, el uso
correcto de la gramática y la elegancia en el
decir. Trabaja junto a la persona que corrige el
contenido para producir el mejor libro posible,
siguiendo las guías de redacción de la
compañía.
Finalmente, la editorial también se encarga
de escoger el título final de la obra y de hacer la
tapa del libro. Por eso, las editoriales tienen
artistas gráficos en su personal, trabajando a
tiempo completo o a tiempo parcial.
B. Publicar usted mismo
La otra opción que tiene en sus manos es
publicar el libro por su cuenta. Esto se conoce
como publicación “por el autor” o, en inglés,
como “self-publishing”.
Hoy puede encontrar varias compañías
dispuestas a ayudarle a publicar sus materiales.
En ocasiones, son divisiones de editoriales
establecidas. La diferencia es que ahora usted
tiene que pagar por los servicios que haría la
editorial como parte del proceso de publicación
en un libro por contrato. Es decir, si usted
quiere que alguien corrija el estilo, examine el
contenido o diseñe la tapa, tiene que pagar
aparte por eso.
En cada gran ciudad hay varias “editoriales”
que, aunque se anuncian como tales, en
realidad son compañías dedicadas a imprimir
libros publicados por sus autores o autoras. En
realidad, estos no son editoriales sino
imprentas grandes. Estas compañías le van a
cobrar por todos los servicios indicados arriba,
pero no le van a ayudar a mercadear su libro.
Entre las compañías más populares se
encuentran Amazon, Lulu, CreateSpace,
Smashwords y BookBaby, entre otras. Estas
compañías ofrecen tanto como usted necesite.
Si desea publicar el libro exactamente como
usted lo envió, con una tapa diseñada por
usted, bien puede hacerlo. Pero si necesita
ayuda en algún área del proceso, las compañías
tienen profesionales que pueden darle la mano
a cambio de una buena compensación.
Estas compañías publican tanto en papel
como en formato electrónico. De hecho,
ninguna editorial establecida desea que usted
envíe material en papel. Todo el proceso de
producción se hace de manera electrónica. La
ventaja del papel es que usted tiene un objeto
en las manos que puede manipular. La ventaja
del formato electrónico es que puede llegar a
mucha más gente, en distintas partes del
mundo.
Tenga en cuenta que los costos de
publicación pueden llegar a ser muy altos.
Explore bien sus opciones y examine los
contratos con las compañías, comparando sus
servicios.
Finalmente, si usted escoge hacer todo el
proceso por su cuenta, publicando un libro en
papel en una imprenta local, recuerde que el
mismo no existe oficialmente si no tiene un
número de identificación conocido como
“ISBN”. Estas siglas se refieren al “International
Standard Book Number” y son el localizado
universal para ubicar un libro.
VI. Publicaciones gratuitas, donadas y
remuneradas
Aunque algunas personas escriben sin
esperar compensación alguna, quien produce
un escrito tiene derecho a recibir alguna
remuneración por su trabajo. Si usted desea
donar su trabajo, esa es su opción. Hágalo por
una causa noble, no por obligación. Sin
embargo, recuerde que si alguien está
vendiendo su escrito, alguien está ganando
algún dinero a cuenta de su trabajo.
Existen dos formas básicas de
compensación por escribir. La primera es
cuando la compañía le paga una cantidad fija a
cambio del escrito y de todos los derechos
sobre el mismo. En inglés, esto se conoce como
“work-for-hire”. Quien compra su manuscrito,
se reserva el derecho a identificarle a usted
como autor o autora del escrito.
La otra es recibir regalías que, por lo
regular, se cobran solo una vez al año. Se
cobran sobre las estipulaciones del contrato,
donde se incluyen unos porcentajes fijos. Lea
bien el contrato, porque algunas ventas pueden
quedar excluidas del sistema de regalías. Por
ejemplo, la editorial puede negarse a pagarle
regalías por libros donados a otras entidades,
vendidos al costo o dados a pérdida,
particularmente a instituciones sin fines de
lucro.
Las compañías que publican libros
electrónicos tienen otros sistemas de
remuneración. Algunas hasta le permiten
escoger si desea recibir las regalías cada mes,
cada trimestre, cada semestre o una vez al año.
Debe tener una cuenta de banco donde recibir
estas regalías, que se pagan de manera
electrónica.
VII. Escribir currículo
Una de las actividades más amenas,
satisfactorias y rentables que puede llevar a
cabo quien produce materiales religiosos es
escribir lecciones para la escuela bíblica, ya sea
dominical o de verano.
Si escribe lecciones para una publicación
producida por una editorial o una
denominación, recibirá guías para la redacción.
Usted debe seguirlas de manera estricta, ya que
la lección ya tiene un formato dado. Si usted
escribe muy poco o demasiado, el personal
editorial se verá obligado a reescribir o a
recortar su trabajo.
La editorial le dará el título, el tema y el
texto bíblico que usted debe utilizar. También le
dirá el tamaño y tipo de letra —la fuente o
“font”— que debe usar. Las guías también
indican cuántas líneas debe escribir para cada
sección. Por ejemplo, puede pedirle 20 líneas
para la introducción, 5 para el tema, 60 para la
parte exegética, 60 para la contextualización, 15
para el resumen y 5 para la oración final.
También le pedirán una guía para el personal
docente sobre cómo usar el material de manera
adecuada. En ocasiones la guía es tan breve que
se incluye en la lección, en otras se coloca al
final del libro y en aun otras se publica como
una lección aparte para maestros y maestras.
Es crucial que cumpla con las fechas de
entrega, dado que este material tiene que
producirse para una fecha dada. La buena
noticia es que su trabajo puede ser bien
remunerado, ya que puede recibir más dinero
por un trimestre de lecciones que por la
publicación de un libro.
Espero que esta información haya sido de
ayuda para usted. Si desea más información al
respecto o si necesita ayuda para publicar un
libro, no dude en contactarnos.
Concluyo pidiéndole a Dios que le bendiga
en todos sus caminos y que le permita escribir
materiales que eduquen, inspiren y bendigan al
pueblo de Dios.
Para más información
González, Justo L. El ministerio de la palabra
escrita. Nashville: Abingdon Press,
2009.
King, Carla. Self-Publishing Boot Camp:
Guide for Authors. 3rd ed. San Diego, CA:
Carla King Misadventurs Media, 2015.
Participantes del conversatorio
Apéndice 1
Guías para escribir propuestas de libros
La propuesta debe incluir la siguiente
información:
1. Información sobre el autor o
autora: Indique su nombre y su
dirección postal, residencial y
electrónica. Indique sus números
de teléfonos celulares,
residenciales y fax. Incluya un
curriculum vitae actualizado que
detalle su posición actual, sus
logros académicos y sus
publicaciones previas. Recalque las
experiencias que le califican para
escribir el libro propuesto.
2. Título sugerido del libro. Indique el
título tentativo del libro. Si lo
desea, puede incluir un subtítulo.
3. Descripción del libro. Describa el
libro propuesto en no más de 250
palabras. ¿Cuál es el argumento
principal del libro? ¿Cuál es su idea
central?
4. Tabla de contenido/Bosquejo.
Indique el título de cada capítulo y
de sus secciones principales.
Resuma brevemente el contenido
de cada capítulo.
5. Competencia. Indique si existen
otros libros disponibles en español
o en inglés sobre este tema. ¿Cómo
se diferencia su libro de esos
recursos?
6. Audiencia/Mercado: ¿Para qué
tipo de público estará escrito el
material? ¿Será un libro general,
profesional o académico? ¿Quién
debe comprarlo y leerlo? ¿Por qué?
7. Fecha de entrega. Indique cuanto
tiempo necesitaría para terminar el
manuscrito, en caso de que la
editorial acepte su propuesta.
8. Ejemplo. Incluya un ensayo que
resuma el argumento que desea
desarrollar en el libro. O, si ya ha
comenzado a escribir el libro,
incluya el borrador de un capítulo.
El escrito no debe tener más de 15
páginas.
9. Formato electrónico. Deberá
entregar su manuscrito en formato
electrónico, en un programa
reconocido para procesar palabras
tal como MS Word® o Pages®,
entre otros. El manuscrito final
debe ser enviado por correo
electrónico o entregado en CD.
Guarde copia de todos los
materiales que envíe a la editorial.
Dr. Ediberto López Rodríguez
Quiero agradecer a la Biblioteca y su directora,
Sra. Milka Vigo por esta invitación a reflexionar
sobre el ministerio de la escritura como una
tarea del ministerio y la formación teológica.
Me parece que esta celebración de cincuenta
años desde que se inauguró la Biblioteca Juan
de Valdés se celebran bien con una serie de
conferencias y actividades académicas y
pastorales que apunten al objetivo principal de
nuestra escuela que es educar pastores y
pastoras para el mejor servicio de calidad a
nuestras iglesias y nuestro pueblo y equipar
laicos para la comprensión del fenómeno
religioso para dar servicios teológicos de
excelencia a nuestro pueblo. Qué mejor forma
de legar una tradición teológica que pasando la
tradición oral a la tradición escrita en que
nuestra formación teológica se lega al presente
y al futuro a través del medio de la escritura
material.
La escritura como imperativo de las Escrituras
La Biblia es la base para que el quehacer
teológico sea uno que tenga una modalidad de
naturaleza escrita, siendo que la Biblia es una
antología de las tradiciones del antiguo Israel y
de los cristianismos originarios. Los que
creemos que la Biblia es para los cristianos uno
de los criterios para el quehacer teológico,
estamos obligados a reconocer que el texto es
modelo de lo que debe ser nuestra tarea
también: escribir.
Tanto el Antiguo Testamento (Biblia hebrea)
como el Nuevo Testamento tienen una
tradición donde hay un imperativo teológico
sobre la obligación de escribir. Así, el libro de
Éxodo pone en boca de la revelación lo
siguiente: “[e]ntonces Jehová dijo a Moisés: —
Escribe esto para que sea recordado en un
libro… (Ex 17.4). Cuando está terminando el
discurso de “Moisés”, en Deuteronomio, el
texto señala que Dios le ordena “escribe este
cántico y enséñalo a los hijos de Israel …" (Dt
31.19).
El libro de Isaías presenta una de las razones
por las que es una tarea imprescindible la
escritura teológica, para que sea un memorial
de la ética de la palabra que denuncia y
anuncia: “[v]e, pues, ahora, y escribe esta
visión en una tabla en presencia de ellos, y
regístrala en un libro, para que quede hasta el
día postrero, eternamente y para siempre” (Is
La escritura como tarea teológica
Dr. Ediberto López Rodríguez, durante el conversatorio.
30.8). Siendo la teología un discurso
profundamente ético de denuncia y anuncio,
escribir es una forma de mantener un
testimonio de las denuncias que se hacen desde
la fe a la destrucción del medioambiente, la
opresión de personas marginadas, las luchas
por la justicia social y personal.
En el Nuevo Testamento la situación es similar.
Fuera por imperativo misional, necesidad
canónica, o imperativo de la revelación a una
generación de los eventos relacionados a Jesús
de Nazaret, se comenzó a utilizar la escritura
como el medio para cristalizar la fe y la reflexión
sobre ésta. El primer escritor del Nuevo
Testamento es san Pablo. Una de sus técnicas
para dar autoridad a lo que escribe a sus iglesias
es aludir al texto bíblico de su tiempo con la
frase “como está escrito” (Rom 1.17; 2.24;
3.4,10; etc.). No obstante, la misión del apóstol
le obligó a escribir una multiplicidad de cartas
que dieron inicio al canon del Nuevo
Testamento. Estas cartas de ocasión, fueron
una forma del apóstol estar presente en sus
iglesias a pesar de que físicamente estaba en
otro lugar. Así, en Romanos dice: “… os he
escrito, hermanos, en parte con atrevimiento,
como para haceros recordar…” (Rom 15.15).
San Pablo ha continuado hablando con sus
iglesias a través de los siglos a través de estas
cartas que son un legado a través del cual
nosotros podemos seguir escuchando en la
distancia su palabra que no ayuda a
comprender nuestra fe.
La carta a Filemón es un testamento de la
importancia de la tarea de escribir,
especialmente, cuando hay asuntos éticos de
relieve como el que se involucra en la misma, si
es posible que dos hermanos sean amo y
esclavo uno del otro. Aunque el cristianismo
originario estaba dividido entre Cristo y la
cultura, san Pablo dejó en Filemón un legado
que aún hoy es meritorio al tratar de persuadir
al amo de que debía recibir al esclavo como
algo más que un esclavo, como un hermano
amado, “tanto en la carne como en el Señor”,
esto es, socialmente (Flm 1.16).12 Con gran
capacidad de persuasión, el apóstol dice “[t]e
he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo
que harás aun más de lo que te digo” (Flm
1.21). Las Naciones Unidas ha determinado que
ésta es la década de los afrodescendientes.13
Una lectura de Filemón muestra la lucha y
agonía de la gente de fe con la esclavitud a la
que se sometió a los africanos traídos a nuestra
América (norte y sur). El Tribunal Supremo de
Estados Unidos, en 1857, hizo una lectura
conveniente de Filemón en el caso de Dred
Scott para justificar la esclavitud, a pesar de que
la letra de la carta era contraria a la misma. Para
vergüenza de dicha decisión, dicho tribunal
determinó que los afrodescendientes no eran
ciudadanos y por lo tanto no podían reclamar
derechos constitucionales (Dred Scott v.
Sandford, 60 US 393).
En la crisis de la destrucción de Jerusalén y la
muerte de la primera generación de los que
conocieron a Jesús, Lucas comienza su obra
señalando la vitalidad de escribir: “me ha
parecido también a mí, después de haber
investigado con diligencia todas las cosas desde
su origen, escribírtelas por orden, excelentísimo
Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las
cosas en las cuales has sido instruido”(Lc 1.3,4).
No solo tenemos las tradiciones de Jesús por
medio de la escuela de Lucas, sino que el
Evangelio nos ha legado variadas tradiciones
sobre Jesús mostrándonos que la escritura de
12 Para una buena discusión sobre Filemón
vea a R. Brown, Introducción al NT, Madrid: Sígueme, 2002.
13 La década de los afrodescendientes ha
sido proclamado por la Organización de las Naciones Unidas de 2015 a 2024. Vea www.un.org.
estas tradiciones es medular al quehacer
teológico. La necesidad misionera de las
comunidades de fe corren a través de la
escritura de las tradiciones orales sobre Jesús:
“… estas se han escrito para que creáis que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que,
creyendo, tengáis vida en su nombre” (Jn
20.31).
La única excepción a la tarea de escritura que
hoy nos imponemos es la de Jesús de Nazaret.
Lo único que es registrado como escritura de
parte de Jesús es en el relato de los dos
prendidos en pleno acto de adulterio (Jn 7.59-
8.10). Este relato no se encuentra en los
mejores manuscritos de los primeros siglos ni
fue citado por los padres del periodo canónico,
porque no lo conocían. Posiblemente fue parte
del Pastor de Hermas, que Tertuliano difamó
como el pastor de los adúlteros por este relato
de Jesús con la mujer adúltera. Como justicia
poética, la iglesia lo añadió a Juan como un
modelo de una persona que recibió a Jesús
como la luz del mundo (Jn 8.12). 14
La fe de la iglesia ha sido nutrida y marcada con
márgenes claros de lo que es el evangelio de
Jesucristo con esta colección diversa de los
cuatro evangelios. Ha sido en la lectura orante
de estos evangelios que la iglesia ha podido
encontrar su fe, rumbo y una espiritualidad
para la vida. La iglesia en el Caribe tiene como
uno de sus testimonios de fe la historia del
fundador de la Iglesia Metodista cubana. Fue
leyendo el evangelio de Mateo que sintió la
presencia de Dios y se comprometió con el
evangelio. Así, miles de otras personas, han
encontrado sentido a sus vida, han sido
orientadas en momentos difíciles de la vida, han
14 Para la discusión sobre el problema
textual vea a Bruce M. Metzger, Un Comentario Textual al Nuevo Testamento, Nueva York: Sociedades Bíblicas Unidas, 2006.
podido discernir situaciones de crisis a la luz de
aquellas palabras de Jesús que son la “verdad
de las cosas en las cuales han sido instruidos”
(Lc 1.3). No es la verdad como adecuación de la
mente a la realidad, sino la verdad como la
autenticidad humana frente a la vida y la
sociedad.
Al vidente de Patmos, el Cristo Vivo le ordena
que escriba las visiones que ha de recibir:
“…[e]scribe en un libro lo que ves y envíalo a las
siete iglesias” (Apoc 1.11). En este caso, se
presenta la escritura como una orden divina o
un imperativo. Hoy para nosotros, es un
imperativo poner por escrito nuestros
sermones, estudios bíblicos, conferencias,
testimonios, en ánimo de creer que también
nuestro estudio orante de las tradiciones de fe
son palabra de Dios para nuestro tiempo, y
nuestro testimonio de fe.
Fundamento ético para la escritura
Uno de los criterios para verificar la teología son
sus frutos, “por sus frutos los conoceréis”
(Mt7.15). Cuando hablamos de la ética de la
escritura, nos referimos a qué persona, iglesia,
sociedad, mundo, ecología se producirá por
nuestra escritura y por la ausencia de la misma.
Generalmente, el concepto ética se ha
entendido como moral, del concepto griego
“etos" con "e corta". 15 Esa es una posibilidad,
pero es tremendamente conservadora, porque
lo que trata es de justificar los valores del
presente que pueden ser parte del problema de
la opresión. Contra el concepto “etos" con e
minúscula (épsilon), el mundo helenístico nos
legó otro concepto de la ética “etos” con "e
larga" (eta). En este caso significa “casa,
morada, establo”. La idea es que sea un lugar
donde haya vida y quepan todas las personas,
15 Estoy siguiendo a L. Boff, Ética y Moral,
Santander: Sal Terrae, 2004.
cosas y animales. Incluimos la creación en el
espacio de la vida, porque los seres humanos
estamos matando la bio-esfera, y no tenemos
otro planeta donde vivir. Con este detalle, nos
parece que la tarea de escribir es necesaria que
esté arropada bajo este concepto de la ética,
que vela porque haya una sociedad inclusiva,
afirmadora de la vida y la pluralidad, con
derechos humanos, sociales y personales. Así
que a mis lectores, les planteo como un
elemento que me parece fundamental, que
escribir es una gran responsabilidad, porque la
escritura puede ser “letra que mata”(II Cor 3.6)
o podría ser “espíritu que vivifica.” En los
debates sobre los derechos humanos y los
derechos de la creación ha habido una gran
dialéctica entre los y las escritoras de fe.
El problema de la ética en la escritura se percibe
en las grandes crisis de la humanidad y en los
lugares en que se ha articulado posiciones
sobre la crisis. Así, por ejemplo, Nicolás
Copérnico, científico polaco del siglo 16, quien
no se atrevió publicar su obra magna sobre la
revolución de las esferas celestes, por miedo a
la violencia que podría venir sobre él, negar
una posición teológica de la tradición de la
iglesia. Hasta ese momento, la teología
planteaba que la tierra no se movía y que los
cuerpos celestes le daban vuelta a la tierra. Con
esto explicaban la percepción del cielo. Claro
está, esto se basó en una lectura literal de la
tradición bíblica en Génesis 1 y otros relatos
que presentaban la cosmología de los antiguos.
Copérnico descubrió que realmente la tierra era
la que se movía y daba vueltas alrededor del
sol. No obstante, esto lo mandó a publicar en su
cama de muerte, en 1543. Tenía razón al temer
por su seguridad porque su libro fue mantenido
en el Índice de Libros Prohibidos desde 1616
hasta 1835. Cómo evidencia del juicio de la
historia tenemos la obra escrita de Giovanni
María Tolosani, De veritate Sacrae Escritura, en
1546, quien a nombre de la Biblia denunció a
Copérnico. 16
Otro ejemplo de la importancia de la ética en la
escritura lo podemos ver en el asunto de la
conquista de América y el derecho indiano. Así,
en la corte de Carlos V se presentó la
producción y enseñanza del padre de los
derechos humanos de los indígenas y las demás
minorías, Fray Bartolomé de las Casas. Pero
también se presentó la tradición de los que
creían que la conquista de América y el
gobierno sobre los indígenas estaban
justificados, Juan de Ginés Sepúlveda.17
La ética ha sido un asunto medular en la historia
de la escritura. Las personas que escriben han
de ser juzgadas por la veracidad y justicia de sus
escritos. De ahí que en la búsqueda de un
mundo justo y donde quepan todas las
personas oprimidas y la creación haga falta
preguntarse sobre la ética de lo que se ha de
escribir.
Contexto determina la forma del discurso
El contexto del discurso escrito u oral determina
la forma que se ha de utilizar. Hace algunos
años murió una persona de noventa años en mi
congregación. Había sido pastoreada por un
ministro que era poeta. Así que recientemente
había publicado un poemario. En el culto
funeral le pidió a los hijos leer algunos poemas.
Creíamos que eran poemas sobre la vida, la
16 Para una buena discusión sobre el
Renacimiento, y Nicolás Copérnico como agente de
éste periodo vea a R. Tarnass, The Passion of the
Western Mind, Nueva York: Ballantine Books, 1991.
17
Un trabajo que muestra una gran cantidad de información revisionista sobre este periodo es el de A. M. Sánchez, “Todas las gentes del mundo. El gran debate entre Fray Bartolomé de las Casas (1474-1566) y Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573)”, Anales, vol. 21, 91-134, Madrid: Universidad Complutense, 2004.
muerte, la presencia de Dios. ¡Qué error! ¡Qué
horror! El poeta leyó tres poemas de besos
apasionados y asuntos similares. Uno de los
hijos estaba a mi diestra y se molestó. El
problema fue que la forma literaria sigue el
contexto y el declamador se equivocó de forma
en el contexto de un funeral. Las personas que
escribimos como parte de nuestro ministerio
tenemos que aclarar qué es lo que escribimos, a
quién y cómo escribiremos. Generalmente
escribimos estudios bíblicos, sermones, ensayos
teológicos y artículos de revista y de periódico.
Cada uno de estos formatos implican muchos
asuntos tales como la cantidad de páginas, el
formato literario, la estructura, si fuera un libro,
la cantidad de capítulos y páginas que son
pertinentes.
La mayor parte de los trabajos pastorales que
van por escrito son artículos en el periódico de
la iglesia. Estos artículos tienen entre 400 y 600
palabras. Deben dirigirse a personas que hayan
terminado la escuela elemental. De vez en
cuando escribimos sermones y estudios
bíblicos. El público promedio generalmente son
las personas que han llegado a noveno grado.
Si escribimos en los periódicos de la comunidad
el público que hay en mente tiene escuela
superior, pero si escribimos un libro, por lo
menos tenemos personas que tienen algún tipo
de formación universitaria. Hay que añadir a
esto la cantidad de páginas. Un estudio bíblico
no debe pasar de diez páginas a doble espacio.
Un sermón no debe pasar de seis páginas a
doble espacio o veinte minutos de exposición.
Más allá de ahí muchas personas pierden la
atención del mensaje. Un libro, generalmente,
dependiendo de qué audiencia tenga, así se
construirá. Si es una obra de énfasis confesional
y pastoral, una buena regla es que tenga siete a
quince capítulos de diez a quince páginas cada
uno. Un libro para reflexión debe tener
alrededor de 200 páginas. Más allá de esto es
una obra de mayor envergadura.
La estructura y lógica de lo que se escribirá
Una mirada a todo escrito nos muestra que las
palabras no funcionan aleatoriamente. No es un
montón de palabras puestas unas al lado de
otras en un texto. Todo lo contrario, es una
cadena de palabras que reflejan un
pensamiento claro y evidente (F. Sausurre18).
Esta cadena que proyecta el pensamiento
también refleja al arte de la palabra, esto es su
capacidad para ayudar a transformar a la
persona que lee a través de sus figuras del
lenguaje, la retórica y el contenido.
Un primer asunto que hay que considerar es la
pertinencia de lo que se escribirá. La
pertinencia proviene de que el texto esté
tratando algún asunto que le interese a las
personas. Así que no es cuestión de presentar
una serie de conocimientos inútiles, sino
dialogar con los fenómenos fundamentales de
nuestro tiempo. Asuntos como la ecología, la
sexualidad, la marginación económica, cultural,
racial, política, los pleitos por acaparar bienes o
por ideologías son temas que le interesan a las
personas. Cualquier producción que vaya a ser
leída requiere que responda a las inquietudes
del contexto en que se escribe. De otra manera,
serán palabras perdidas en el viento.
Una vez se determina el tema que se trabajará,
el próximo paso es la investigación que hará la
persona que escribe sobre el asunto. Para que
la palabra escrita sea clara y evidente hay que
hacer una asignación previa: la investigación. La
investigación para producir un texto requiere
que se puedan localizar los escritos
18 P. Innes, “Ferdinand de Sausurre”, en A
Dictionary of Cultural and Critical Theory, ed. Michael Payne, 484-485 (Manden, MA: Blackwell Publisher, 1997).
fundamentales sobre el tema y conocer las
teorías sobre el asunto del que se producirá un
texto. Es deber de las personas que escriben
poner al día, en el estado actual del
conocimiento sobre el tema tratado, a la
audiencia. La idea de escribir es enriquecer con
conocimiento que ayude a la comprensión del
tema y de la vida a la audiencia. Para esto, las
personas que escriben deben tener un manejo
de las fuentes primarias y secundarias del tema
que abordan.
Fue Aristóteles19, en su obra La Poética, quien
nos planteo la necesidad de tener un esquema
mental y retórico del discurso humano. Desde
luego, el discurso lo mismo podía ser oral que
escrito. Para Aristóteles, los componentes de
una obra escrita u oral consistían en (1) la
inventiva, (2) el arreglo de los materiales o
taxis, (3) el estilo, (4) la memoria y (5) la
entrega del discurso20.
Nótese que la inventiva es la forma de captar la
imaginación de la audiencia con algún recurso
literario u oral que a su vez capta la atención
sobre el asunto a discutir. La inventiva tiene
que presumir problemas que vienen de la
sociedad.
El elemento del taxis, de donde viene la palabra
sintaxis, lo que plantea es la necesidad de
organizar la estructura del discurso de manera
que se tenga claro cómo se van a presentar las
proposiciones de manera que se construya un
todo armónico, consistente y que lleve a las
conclusiones que se quieren. El estilo señala
19 Vea T. Honderich, ed., “Aristotle” pág. 56-
58 en The Oxford Guide to Philosophy, 56-58 (Oxford: OUP, 2005).
20 Para una buena discusión sobre la
retórica en la filosofía antigua vea a José Javier Rodríguez, “Retórica”, en Diccionario de Hermenéutica, ed. H. G. Gádamer, et.al., 492-495 (Bilbao: Universidad de Deusto, 2004).
que los discursos escritos deben responder a la
realidad. Las situaciones de la vida harán que
cada discurso requiera un estilo. No es lo mismo
un discurso sobre situaciones de emociones
humanas que un discurso sobre la razón, que un
discurso sobre algo del diario vivir. Así cada
situación en vida requerirá unas figuras del
lenguaje que son parte de los géneros literarios
que tiene una cultura para poder comunicar
efectivamente. De ahí que un uso indebido de
un género literario pueda desembocar en una
crisis comunicativa. Roman Jakobson21, el gran
lingüista ruso se planteaba esta situación en lo
que él llamaba el discurso fáctico. Ejemplo del
cual él daba el saludo entre las partes. Una
parte le pregunta al otro cómo está. Pero
realmente no espera que el otro le conteste con
todos los asuntos de su vida privada, sino con
un mero, bien gracias, y usted. Para Jakobson,
el lenguaje tenía una estructura y una función
que había que comprender. La comunicación
corría sobre estos elementos del lenguaje. Las
personas que pongan sus manos en un teclado
para escribir hacen bien en reconocer el
contexto del discurso, la estructura necesaria y
la función que tendrá dicha estructura para que
la comunicación funcione apropiadamente.
Este asunto de la estructura de un escrito tiene
que ver con qué va con qué y por qué, y con
pedagogía. Depende de a quien queramos
comunicar para así escoger el lenguaje, la
estructura, la información que vamos a
comunicar. Los años me han mostrado que la
sencillez y la profundidad no se riñen. Es
cuestión de tener el tema pertinente, la
organización clara y sencilla y el lenguaje que
apele a la audiencia. Claro está, cualquiera de
21 Para un resumen del pensamiento de
Jakobson, vea P. Innes, “Roman Jakobson”, en A Dictionary of Cultural and Critical Theory, ed. Michael Payne, 271-272 (Manden, MA: Blackwell Publisher, 1997).
estos elementos que falte, puede hacer o
impertinente un trabajo, porque no trate
ningún asunto que pueda atraer a la audiencia,
o muy complicado, de manera que vaya más
arriba de la capacidad de la audiencia, o falto de
la organización para que pueda constituir
enseñanza para la vida.
Algunos modelos de escritura
Los que hemos escrito lecciones de escuela
bíblica conocemos la estructura: (1) el pasaje
que se discutirá, (2) el texto clave, (3) el tema
de la lección, (4) propósito de la lección (5)
introducción a la lección, ahí aprovechamos
para presentar las preguntas medulares y
formas de presentar la lección, (6) análisis del
pasaje bíblico (7) aplicación a la vida del pasaje
bíblico, (8) resumen, (9) oración de la clase, (10)
lecturas para la semana. Les recomiendo que
tomen el libro de donde vienen las lecciones y
sigan las otras lecturas que no se discutirán en
la clase bíblica.
Un libro de Sermones es una producción
bastante común entre las personas relacionadas
al ministerio. Les recomiendo que escriban un
bosquejo del sermón en el formato de una
presentación de Power Point. En una ocasión
un joven candidato al ministerio fue invitado
por nuestra iglesia a predicar en varias
ocasiones. Fue un desastre homilético. Así que
le pregunté si había tomado clases de
predicación o alguien le había explicado. Me
dijo que no tenía ningún adiestramiento, lo que
se notaba en su entrega del sermón. Así que le
explique con la metáfora de la mano. Primero
es la introducción, ahí pones el tema que vas a
presentar de forma amena, con un cuento, un
himno o un testimonio de la tradición de la
iglesia. Luego vas a entrar en la estructura del
sermón. Es del texto a la vida en tres ocasiones.
No es que el texto sea más importante que la
vida, es que el texto es la base para la analogía
teológica. Así que se tomará un segmento del
texto, un personaje, un asunto en la trama, se
explicará y luego se aplicará. Luego nos
moveremos a un segundo elemento y al tercer
elemento. Luego de todo esto, en un sermón
temático, pasaremos al cierre que incluirá un
resumen y el cierre pedagógico. En el cierre
pedagógico se invitará la audiencia a tomar una
decisión sobre la vida en la pregunta
fundamental del mensaje. Desde luego, todo
esto se puede poner por escrito y luego de
tener quince sermones, se tendrá un buen libro.
Un libro sobre la teología o la escritura requiere
tener claro cuál es el tema y tener un bosquejo
amplio sobre el tema que incluirá los capítulos y
muchos bosquejos por cada capítulo. En estos
casos, yo siempre me he guido por los días del
mes. Un libro debe tener siete, catorce, treinta
capítulos. Estos capítulos deben ser de diez a
veinte páginas cada uno, de manera que se
puedan leer uno cada noche. Las mismas reglas
que he explicado arriba sobre contenido,
investigación, estado actual del conocimiento,
inventiva, etc. son aún más pertinentes a un
libro. La idea es educar y edificar, esto es
construir la presencia de lo sagrado en la vida
humana a través de la escritura.
El trabajo editorial
Luego que has escrito tu trabajo, llega el
momento de soltarlo en manos de pares que
puedan criticar y corregir el trabajo. El primer
paso que yo recomiendo es tener alguna
persona que sea maestro del español y que
pueda corregir tu trabajo. La idea es que
cualquier error ortográfico que ya tu no vez, lo
vea un par que tiene destrezas en el idioma.
Luego de esta fase de corrección de la
morfología y la sintaxis, vale la pena darle a leer
el trabajo a una persona con pericia teológica.
Recuerdo mi primer libro, se lo di a leer a dos
teólogos, Jorge Pixley y Eliseo Pérez. El primero
me advirtió que faltaban los escritores de
Latinoamérica para que el libro fuera de un
latino. El riesgo es que el libro fuera de un latino
del norte, colonizado. Esto me atrasó dos años
en los que yo fui bendecido por la lectura de
mis pares en Latinoamérica y Brasil. La verdad
es que luego de esto yo no era la misma
persona. Eliseo Pérez me planteó que en el
capítulo del feminismo había dejado a Sor Juana
Inés de la Cruz y que era imperdonable. Así que
tuve que volver a la biblioteca a leer el diálogo
entre Juana y Sor Filotea. ¡Qué mucho aprendí!
La tercera fase es volver a corregir el español y
suavizar la entrega con algunos cuentos,
ilustraciones, poemas y otros recursos que
hacen ameno los libros. Los pares teológicos o
pastorales ven lo que el cerebro ciego nuestro
ya no ve. Justo González me hizo escribir
cuentos para todos mis libros y lecciones que
hicieran que don Juan Rodríguez en Managua
simpatizara con lo que yo escribía. Luego, yo,
leyendo el contenido con los cuentos, en
aquellos capítulos sobre la historia del canon,
me di cuenta que, gracia a ese proceso editorial,
el trabajo era humano.
En este ensayo hemos abordado el tema del
ministerio teológico de la escritura. Hemos
anotado que constantemente la tradición
bíblica ve la tarea de escribir como un
imperativo teológico y pastoral de las personas
que contestan el llamamiento de escribir.
Hemos anotado la gran responsabilidad ética
que tienen las personas que escriben, en sus
palabras puede estar la vida o la muerte. La
historia siempre juzgará. Lo peor de todo es la
vergüenza de haberse puesto de parte de los
opresores con nuestra escritura, porque se
quedará para la historia como textos de terror.
Una próxima fase es a quién le escribimos y qué
formato literario utilizaremos. El punto es que
el contexto requiere un formato en el que
equivocarse es fatal.
Una próxima fase es el contenido, estructura,
lógica y estado actual del conocimiento en
nuestros trabajos escritos. No debe escribirse
para repetir tonterías o errores. Luego hemos
presentado algunos modelos de escritura de
estudios bíblicos, sermones y libros breves. Lo
último que hemos planteado es la necesidad de
que haya un trabajo editorial para que no pasen
los errores y horrores ortográficos, lógicos y
retóricos sin que alguna persona crítica los
pueda corregir. Estos pasos nos pueden ayudar
a ser escritores eficientes que colaboren con la
formación pastoral, teológica y humana de
nuestras audiencias.
El judaísmo nos muestra el poder de lo escrito
en un cuento sobre Moisés. Éste estaba muy
asombrado por los mandamientos del Señor
escritos en tabla por lo cual le pidió al Señor
que pudiera entenderlos. El Señor le dejó ver
su espalda (Ex 33), esto es, lo envió en el tiempo
a uno de los grandes maestros de
interpretación bíblica del segundo siglo, Akiva.
Akiva estaba con sus estudiantes explicándoles
la ley. Moisés llegó y se sentó para escuchar las
explicaciones. Su asombro fue tal ante las
explicaciones de Akiva que alzó su mano y
preguntó al maestro quien le había enseñado
tal sabiduría y comprensión. Akiva le señaló
con humildad que todo eso se lo había
enseñado Moisés. Así, será, escribiremos pero
la palabra de Dios no será atada por nuestra
persona, circunstancias, ideología, sino que
saltará libremente a decir nuevas cosas de lo
dicho. ¡Qué así sea!
Bibliografía
Boff, L. Ética y Moral. Santander: Sal Terrae, 2004.
Brown, R. Introducción al NT. Madrid: Sígueme, 2002.
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Metzger, B. M. Un comentario textual al Nuevo Testamento. Nueva York: Sociedades Bíblicas Unidas, 2006. Rodríguez, J.J. “Retórica”, en Diccionario de Hermenéutica. Editado por H. G. Gádamer, et.al., 492-495. Bilbao: Universidad de Deusto, 2004. Sánchez, A.M. “Todas las gentes del mundo. El gran debate entre Fray Bartolomé de las Casas (1474-1566) y Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573)”, Anales, Vol. 21, 91-134, Madrid: Universidad Complutense, 2004.
Tarnass, R. The Passion of the Western Mind. Nueva York: Ballantine Books, 1991.
Rvdo. Alexander Fontánez Rivera
En el mismo centro de la historia del siglo xx se
abre el espacio que hoy nos convoca, medio
siglo después, para celebrar y reflexionar. El
nombre que se escogió para este espacio, que
se ha convertido en el principal custodio de la
herencia protestante en Puerto Rico y el Caribe,
un personaje como este tiene una
intencionalidad muy particular. En él mismo se
puede ver una figura icónica, no deslumbrante
sino alumbrante del camino y puente entre la
protesta, la persecución y la unidad. En este
personaje del mismo siglo de la reforma, pero
en el mismo seno del catolicismo español,
encontramos elementos de cohesión con el
humanismo y el misticismo del Espíritu22, que
son esenciales para salvaguardar el proyecto de
Dios a través de Su Iglesia, encarnada en el
mundo.
22 Justo González, Historia del Cristianismo,
tomo 2, (Editorial Unilit: Miami, Fl, 2009), 125.
La cuna de nacimiento de este espacio fue
precisamente en la protesta, la crisis y la lucha
por los derechos civiles, que tuvo a su principal
protagonista aquí y entre otras, el
replanteamiento de lo que significa la justica del
Reino de los Cielos en medio nuestro. ¡Qué
décadas estas, de los 60 al 70! Décadas en las
que se comenzaron a ver las implicaciones de la
transformación política, demográfica, social y
económica más abrupta de la historia de este
archipiélago caribeño.23 Décadas en las que este
escenario, estas paredes, pasillos y salones,
(bueno las del edificio viejo) fueron la
plataforma protagónica de la crisis generacional
más violenta de la historia del protestantismo
puertorriqueño.24
23 James L. Dietz, Economic History of
Puerto Rico: Institutional Change and Capitalist Development, (New Jersey: Princeton University Press, 1987).
24 Véase Florencio Sáez, Jr., Entre Cristo y
Che Guevara: historia de la sublevación política en las iglesias evangélicas de Puerto Rico, (San Juan, Puerto Rico: Editorial Palma Real, 1972). En este libro se evidencia la persepción que se construyó en contra de un nutrido grupo de pastores y profesores evangélicos en las década del 60 y el lugar que el
Introducción al
conversatorio:
“La iglesia evangélica
puertorriqueña y el
Seminario Evangélico
en los 60 y 70”
Rvdo. Alexander Fontánez Rivera, durante el conversatorio.
Hoy medio siglo después, de alguna forma u
otra, seguimos enmarcados en una pausa que
no ha resuelto lo que en esencia provocó
aquella crisis. De hecho la crisis se ha
agudizado y ahora cosechamos lo que se
preveía “IVAamos” a cosechar.
Hoy tenemos las computadoras, con sus arrugas
y verrugas, el internet, el facebook, el skype y
otras chucherías como estas. Pero utilizando un
término de este contexto tecnológico seguimos
en un “lagueo” que no se ha acabado.
Hoy medio siglo después de la fundación de la
Biblioteca, cuyo nombre es el de alguien
perseguido por la inquisición hace precisamente
medio milenio atrás, seguimos con la
incertidumbre de las persecuciones y luchas
que fueron el escenario en el que se fraguó este
espacio. Hoy medio siglo después de todo esto,
¿qué se puede decir? Pues para esto estamos
aquí. Y han sido seleccionados para abrir cauce,
en este proceso reflexivo, la Dra. Helen
Santiago, el candidato doctoral y egresado de
este Seminario el Prof. Luis M Figueroa y una
digna representación que se convierten en
fuente primaria del contexto en cuestión.
Seminario Evangélico ocupaba en dicho conflicto. Evidentemente hacen falta estudios que abonen más perspectiva a este importantísimo periodo histórico.
Tradiciones en
conflicto:
La mujer en el
Seminario Evangélico
de Puerto Rico
Dra. Helen Santiago
En el transcurso de diez años, de 1968 a
1978, seis mujeres se graduaron del Seminario
Evangélico de Puerto Rico.25 Cuando la primera
de ellas se graduó —la peruana Luz Rosa Coz
Sedano— el Seminario estaba a un año de
cumplir su aniversario cincuenta. La institución
abrió en 1919, ofreciendo un grado asociado de
tres años. Desde 1926 ofreció un bachillerato
(bajo un acuerdo con la Universidad de Puerto
Rico) y en 1961 empezó el programa de
maestría, exigiendo un bachillerato como
requisito de ingreso. En 1965 el Seminario tuvo
la primera mujer profesora (Lilliam Strong) y
tomó unos 95 años que el Seminario tuviera
una mujer presidenta (Doris García).
Por estar excluidas las mujeres del
Seminario y de las instituciones educativas
denominacionales que le precedieron, dos
escuelas fueron abiertas exclusivamente para
ellas con el objetivo de prepararlas para el
servicio en las congregaciones. En 1917 la
Iglesia Congregacional abrió una en Santurce y
en 1922 la Iglesia Bautista abrió otra en
Barranquitas.26 Ambas fueron expansiones de
escuelas regulares ya existentes.
25 Juan Bek, “Seminario Evangélico de Puerto
Rico (1919-1994): Perfil estudiantil, perfil institucional”, El Boletín, (1994), pp. 18-23.
26 ¡Error! Sólo el documento principal.Archivo
Histórico del Protestantismo (AHP), Unión de Iglesias Evangélicas, United¡Error! Sólo el documento principal. for Kingdom Service in Puerto Rico (Ponce: Puerto Rico Evangélico,1928), p. 12.
Dra. Hellen Santiago, durante el conversatorio.
Eventualmente, el objetivo educativo de estas
escuelas fue adaptado a los roles que la
sociedad le asignaba a la mujer. Sin descartar
que “la Biblia era el centro de la escuela”, entre
los cursos añadidos a la escuela bautista estuvo
uno considerado “extremadamente
importante”: el de “homemaking” (o
quehaceres domésticos).27
A primera vista, la tardanza del
Seminario en dar a la mujer igual acceso a la
educación bíblica y teológica, resulta una
incógnita. Una de las observaciones del ministro
americano Donald Moore al publicar su historia
del protestantismo en Puerto Rico en 1969 fue
que la mujer tenía mayor participación en la
iglesia que en los Estados Unidos.28 Moore
estaba en óptima posición para percatarse del
detalle. Miraba desde el lente de extranjero y
de ministro de la Convención Bautista del Sur,
denominación americana conservadora, donde
la participación de la mujer es limitada a ciertas
áreas, y no recibe credenciales ministeriales.
Esa presencia femenina en el
protestantismo, no reflejada en la historia del
Seminario, tiene sus profundas raíces en la
antigua concepción cultural hispana de que la
religión era un “asunto de mujeres”.29 Aunque a
la mujer le estaba vedada participación en la
estructura eclesiástica católica, el campo de la
devoción era casi exclusivamente suyo. Una y
otra vez, las historias sobre religión en América
Latina realizadas por protestantes, y las
memorias de misioneros anglosajones, resaltan
el hecho de que los hombres no tenían
27 AHP, Serie Denominaciones, Iglesias Bautistas,
Caja: memorias y reseñas, “Report for the year: 1929-1930".
28 Donald Moore, Puerto Rico para Cristo
(México: CIDOC, 1969), p. 6/22.
29 W. StanleyRycroff, Sobre este fundamento:
cimientos cristianos de la cultura latinoamericana (Buenos Aires: La Aurora, 1944), p. 77.
preocupación alguna por lo religioso y no
asistían a la iglesia.30
A la menor hojeada al pasado, la
relación entre religión y mujer salta ante el ojo
avizor. Cuando el pueblo de San Sebastián se
aprestaba a celebrar la inauguración de su
templo católico en 1897, el más connotado
poeta e intelectual del pueblo de San Sebastián,
Ramón María Torres, escribió un festivo poema
para la ocasión. Entre sus versos fue inevitable
que surgiera el tradicional vínculo mujer-
religión: “Ya era tiempo, caracoles/ de que
tuvieran mis bellas paisanas/ un templo digno
de ellas;/ de ellas, que son tan cristianas.”31
Para ofrecer a sus mujeres un lugar de
adoración seguro y estético, y siendo el
catolicismo la religión del Estado, el municipio
consintió en tomar por primera vez un oneroso
préstamo, y el gobernador español alteró una
arraigada política pública al nombrar un alcalde
residente que pudiera comprometer el crédito
de sus habitantes.
Con la llegada del protestantismo en
1898, se abrieron importantes oportunidades
de participación para la mujer. En 1907 el
pastor presbiteriano José A. López dijo sobre la
lectora bíblica (Bible Woman:) “[Es] la pieza más
importante en el mecanismo de la obra
misionera”.32 La misión de Los Hermanos
Unidos incluyó en su informe de 1908 los
pormenores del método de evangelización: “Las
misioneras laicas y las esposas de los pastores
tienen un campo de cultivo fructífero en Puerto
Rico. La única forma de alcanzar la inmensa
30 Webster E. Browning, Roman Christianity in
Latin America (New York: Fleming H. Revell Co., 1924), pp. 16-19, 40.
31
Ramón Vargas Pérez, Ramón María Torres: su vida y su obra (San Sebastián: 1989), p. 149.
32 ¡Error! Sólo el documento principal.Sarah
González López. Mujeres que hicieron el bien: cien años de vida y ministerio femenino en Puerto Rico. (Seminario Evangélico de Puerto Rico: inédito, 2000), p. 99. Es una cita de “La lectora bíblica” La Voz Evangélica, Año 2 #8 (8/agosto/1907), p. 59.
mayoría de las mujeres es a través de una visita
personal a su hogar. Usualmente, se lee una
porción de la Palabra y se hace una oración.
Antes de terminar ya hay reunidas un número
de mujeres en la puerta de la casa.
Conversamos con ellas, les distribuimos
tratados y las invitamos a los servicios de la
iglesia.”33
Las sociedades misioneras adaptaron
sus recursos a la realidad cultural y social
puertorriqueña. De un total de 57 misioneros
bautistas que llegaron a Puerto Rico en las
primeras cuatro décadas del siglo 20, el 68.5%
fueron mujeres; dos de cada tres misioneros. El
tiempo promedio que estuvieron las mujeres
fue de 4.9 años y los hombres 7.4 años.34 A las
misioneras se les prohibía casarse mientras
servían y se esperaba de ellas que sirvieran por
corto tiempo para que así pudieran formar
familias.
Muy temprano esas sociedades
misioneras también reclutaron puertorriqueñas
para el cargo de mujer-lectora, especialmente
para laborar en la zona rural. Y tal parece que
hubo un corto trecho entre leer a mujeres y
dirigirse a una audiencia. El día que la Iglesia
Presbiteriana de San Sebastián reunió un grupo
para iniciar una escuela bíblica en el barrio
Piedras Blancas en 1914, primero habló el
pastor José Luis Rodríguez Cabrera y luego la
lectora Marcela Reyes.35 De haberse dado las
oportunidades, las mujeres hubieran estado en
el liderazgo de las nacientes iglesias.
33 J.S. Mills, et. al. Our Foreign Mission Enterprice
(Dayton, Ohio: United Brethen Publising House, 1908), p. 201.
34 G.A. Riggs, Baptists in Puerto Rico. Brief
Historical Notes of Forty Years of Baptist Work in Puerto Rico (Río Piedras), c.1939.
35
“Labor evangélica en la Isla. San Sebastián”, Puerto Rico Evangélico (en adelante, PRE) (25/marzo/1914), p. 15.
La tardanza del protestantismo
histórico en integrar a la mujer a su principal
institución educativa contrasta con la apertura
del pentecostalismo a la educación de la mujer.
El pentecostalismo llegó a la isla en 1916 y su
primera institución educativa pentecostal, el
Instituto Bíblico Mizpa (hoy, Universidad
Pentecostal Mizpa), fue establecida en 1937. La
primera clase del Mizpa tuvo quince
estudiantes, de los cuales siete fueron mujeres.
Su primera facultad incluyó dos mujeres, Julia
Camacho, traída desde California al graduarse
del Instituto Bíblico Latinoamericano de
California (de las Asambleas de Dios), e Isabel
Lecaroz de Ortiz, esposa del director y
superintendente de la Iglesia de Dios
Pentecostal.36 A diez años de establecido el
instituto, fue presidido por Matilde Ortiz de
Román, graduada de la primera clase. El concilio
pentecostal cumplió con la formalidad de darle
al esposo de Ortiz el nombramiento de
“administrador” (él era comerciante), mientras
ella recibió el nombramiento de directora.37
Matilde Ortiz era considerada la mejor
predicadora pentecostal de su tiempo,
incluyendo los varones.
La sede del instituto era el templo de
Santurce, iglesia fundada por la misionera Lena
Smith-Howe en 1918 y pastoreada por ella por
quince años, hasta 1933.38 Para la década del
ʹ30 era la congregación más numerosa de
36 ¡Error! Sólo el documento principal.Juan L.
Lugo, “New Bible School, Puerto Rico”, The Pentecostal Evangel, (15/enero/1938), p. 9; Samuel Díaz, La nave pentecostal. Crónica desde el inicio de las Asambleas de Dios y su travesía por el noroeste hispano de los Estados Unidos. (Florida; Editorial Vida, 1995), p. 42¡Error! Sólo el documento principal.; “Mizpa”, El Evangelista Pentecostal (julio, 1951): p. 10.
37
El Evangelista Pentecostal (Sept./1949).
38 La autora está cerca de publicar un libro sobre
historia del pentecostalismo en Puerto Rico. En ella aparecen los detalles sobre el ministerio de Lena Smith-Howe desde su llegada a la isla en 1918 y hasta que fue nombrado un pastor que asumió las riendas de la congregación de Santurce.
Puerto Rico. La lista de iglesias y pastores de la
Iglesia de Dios Pentecostal de 1940 incluía
nueve pastoras, un 22% del total.39 El Mizpa
nació con el expreso objetivo de preparar
misioneros para América Latina. Por lo menos
tres mujeres solteras fueron pioneras en la
evangelización pentecostal de Cuba en las
décadas de 1930 y 1940, emulando lo realizado
por Lena Smith-Howe en Puerto Rico: Belén
Nieves, Ángela García y Felicidad Andrade.40 La
destacada participación de la mujer en una
iglesia autóctona revela el natural desarrollo de
la relación cultural mujer-religión. Tratándose
de una iglesia pentecostal, donde la plenitud del
Espíritu iguala, la mujer encontró óptimas
condiciones para florecer. (Lamentablemente,
el pentecostalismo tardó en otorgarle a la mujer
los derechos y privilegios del ministerio.)
El Instituto Bíblico Mizpa siguió el
modelo de una institución educativa nacida en
los Estados Unidos en la década de 1880. En
medio de un movimiento de renovación de la
iglesia el pastor presbiteriano y fundador de la
Alianza Cristiana y Misionera, Albert Benjamin
Simpson, y el evangelista congregacionalista
Dwight Moody fundaron institutos con el
objetivo de preparar laicos de ambos sexos en
el estudio de la Biblia y en el servicio práctico.
No tuvieron la intención de competir con la
rigurosidad intelectual del seminario teológico.
Al respecto Simpson declaró: “La meta del
instituto será cualificar hombres y mujeres
consagrados que no han recibido y no desean
recibir una educación intelectual regular …” Por
su parte, Moody expresó: “Creo que debemos
tener ‘hombres-brechas’, entrenados para
llenar el vacío entre la gente común y los
39 Assemblies of God, Flower Pentecostal
Heritage Center, Foreign Missions Department, Puerto Rico District Council, [Lista de trabajadores], 11/Sept./1940).
40
Díaz, La nave, p. 39, Iglesia de Dios Pentecostal, Reglamento y constitución, 1937, p. 45; Francisco Báez, “Allende los mares”, El Evangelista Pentecostal (Dic./1949), p. 2.
ministros. Levantaremos hombres y mujeres
dispuestos a ofrendar sus vidas junto a los
laborantes.”41
Fundar un instituto o un seminario fue
una disyuntiva a la que se enfrentaron las
misiones protestantes en Puerto Rico cuando
decidieron unir sus esfuerzos y recursos en una
sola entidad educativa. El asunto se debatió
ampliamente. Manuel Andújar, misionero
superintendente metodista de origen español,
abogó por una educación más a tono con la
realidad latinoamericana: “Ha sido un error
común en América del Sur intentar sobre-
educar a los líderes y como consecuencia la
obra evangélica se ha fosilizado.”42 Triunfó la
idea de que la institución debería tener el
estándar educativo de los seminarios
americanos. El misionero general bautista,
Charles S. Detweiler escribió: “Prefiero no abrir
nuevas misiones que tener que llamar a un
hombre sin preparación intelectual, que más
tarde tendría que ser retirado.”43 De hecho,
veintiuna congregaciones bautistas habían sido
disueltas antes de 1913; 19 de ellas, rurales.44
Las expresiones del misionero
presbiteriano, James A. McAllister, graduado
del Seminario Teológico de Princeton y quien
habría de presidir el naciente seminario por 24
41 Gordon Gray Talbot, The Bible Institute
Movement in the Christian and Missionary Alliance (Tesis de maestría: Wheaton College,1956), pp17-18 y Lenice F. Reed, The Bible Institute Movement in America (Tesis sin publicar: Wheaton College, 1947), p. 24, fuentes citadas en Jonathan N. Thigpen, “A Brief History of the Bible Institute Movement in America”, https://www.etaworld.org/?bibleinstitute [Evangelical Training Association]; recuperado 25/marzo/2015.
42
Christian Work in Latin America. Vol. 3: Report of Commission VIII on Cooperation and the Promotion of Unity (New York: Missionary Education Movements, 1917).
43
“Rev. C.S. Detweiler y su obra en Puerto Rico”
PRE (10/junio/1919), p 2,8.
44 Tomás Rosario Ramos, Historia de los Bautistas en
Puerto Rico (Santo Domingo: Editorial Dominicana, 1979), pp 136-138.
años, resumieron el sentir que prevaleció:
“[P]ara tener buen éxito, el ministro debe ser
guía, esto es, debe ir al frente de su pueblo,
trazar el sendero, indicar las señales de peligro,
y dar la mano firme a quienes la necesitan. Un
ministro nativo sin preparación, sin instrucción,
sería una catástrofe tan grande como la falta
completa de un ministro nativo, y el resultado
sería aún más triste. La norma para el ministerio
puertorriqueño no debería ser inferior a la de
los Estados Unidos y los demás países.”45 No se
vislumbró que la mujer fuera parte de ese
exclusivo Seminario.
Tras la decisión de preparar un
ministerio nativo con un alto estándar
académico, estaba la evasiva aspiración de
alcanzar las clases acomodadas, pues se
pensaba que de esa manera se ganaba
eventualmente el resto de la población para el
evangelio protestante, y en el proceso se
transformaba y se elevaba la sociedad y la
cultura (según las concepciones americanas). El
primer intento en esa dirección fue realizado a
la llegada de las misiones, con el
establecimiento de escuelas primarias y
secundarias diseñadas para las clases
acomodadas, como el Washington Institute de
la Iglesia Metodista y el Colegio Americano de la
Iglesia Presbiteriana.46 Este tipo de escuela
gozaba de un enorme prestigio en América
Latina. En Puerto Rico fueron repudiadas por
representar asimilación cultural a los Estados
Unidos. Además, dada la espectacular recepción
que tuvo el protestantismo, las misiones
eligieron invertir en imponentes templos. El
costoso diseño de estos templos también
obedeció a la misma aspiración de atraer a las
45 J. A. McAllister, “Un ministerio nativo bien
preparado” PRE (25/julio/1914), p. 4.
46 AHP, Serie Denominaciones, Iglesia Metodista,
Anuario, 1902-1910; actas 1902: p. 9; actas 1903: p.20-21. Edward A.¡Error! Sólo el documento principal.Odell, It Came to Pass (New York: Board of National Missions, 1952), p.34.
clases acomodadas, y de paso afirmar la
permanencia de la nueva corriente religiosa.
La exclusión de mujeres del Seminario
no obedeció a la falta de interés de ellas en la
educación. De los 158 estudiantes que se
matricularon en el programa por
correspondencia de 1920 a 1922, 47 eran
mujeres, un 30%. Del total de matriculados solo
21 estudiantes obtuvieron la certificación, un
13%. Entre ellos solo hubo dos mujeres; una de
ellas cubana.47 Sería especulativo tratar de
señalar los posibles factores que contribuyeron
a tan pobres resultados, pero lo que parece ser
cierto es que hubo una gran brecha entre
seminario e iglesia.
A pesar de la oposición que siempre
hubo al estándar americano, aún entre los
propios misioneros, McAllister nunca titubeó en
mantenerlo. A los diez años de fundado el
Seminario, lo defendió frente al congreso de
misiones latinoamericanas reunidas en La
Habana: “Es innegable que una experiencia
[educativa] como esta colocará a nuestros
graduados en condiciones de realizar un trabajo
más efectivo, no solo entre la clases
impreparadas [sic], sino entre el elemento culto
de nuestra sociedad.”48 Durante la siguiente
década, para alarma de McAllister, escasearon
los ministros y aumentaron los pastores sin
preparación.49
La exclusión de la mujer del Seminario
no estuvo reñida con las posturas asumidas por
líderes puertorriqueños, que demostraron ser
liberales en muchos otros asuntos, pero no en
lo que concerniente a la mujer. Los máximos
47 Bek, “Seminario”, pp. 19-20.
48
Florencio Sáez y James A. McAllister, El Comité, Congreso Evangélico Hispanoamericano, Habana, Cuba, (1929), pp. 8-9.
49 AHP, Denominaciones, Iglesia Metodista
Episcopal, Anuario 1911-1920, Informe del presidente del SEPR, 1939: p. 58.
líderes de las tres denominaciones a cargo de
las más importantes cátedras del Seminario —
Abelardo Díaz Morales (baustista), Domingo
Marrero (metodista), y Ángel Archilla
(presbiteriano)— argumentaron a favor de
preservar el rol tradicional de la mujer en
diferentes instancias, entre ellas, cuando se
discutía si aprobar el sufragio femenino.50
Archilla llegó hasta pronosticar la formación de
un partido católico, debido a la influencia que
los sacerdotes ejercían sobre las devotas
mujeres.51 Los líderes parecían seguir el punto
de vista de Jenaro Vázquez al tocar la influencia
de las misioneras americanas: “[H]ay mucha
diferencia entre la raza sajona y latina.
Nuestras mujeres no deben imitar nunca a otras
de otra raza.”52 La asimilación aceptada por los
protestantes, por razones de fe y mal entendida
gratitud, se detuvo en el umbral del hogar, un
espacio de absoluta soberanía del hombre.
La filosofía educativa del Seminario creó
un currículo desvinculado de la realidad
puertorriqueña, pues el 73% de la población era
rural. El resultado fue un cuerpo ministerial
adiestrado para atender una clase media
educada apenas existente. El pastor Discípulos
José Fidel Castro escribió sobre el efecto que
tuvo esa educación sobre él. Recordó haberse
hablado introspectivamente a sí mismo para
aquellos años:
Pasado algún tiempo, y desde tus
conocimientos teológicos
preliminares en el Seminario
50 Carmen Margarita Sánchez de León, Apuntes
para una investigación sobre las porturas protestantes en Puerto Rico ante el reclamo del sufragio para y por las mujeres puertorriqueñas (Río Piedras, Puerto Rico: Seminario Evangélico de Puerto Rico, 1992), pp. 22, 17, 28 y 30.
51
Ángel Archilla, “La mujer y el voto. III:
Amenaza de partidos”, PRE 6 #7 (10/Oct./1917), p. 9.
52 Jenaro Vázquez, “El valor del beso ha bajado
considerablemente en el mercado de Puerto Rico”, PRE (16/julio/1926), p. 11.
Evangélico, comenzaste a asumir
una actitud arrogante de ‘sábelo
todo’, y de un vano orgullo de tipo
intelectual. No había sermón en el
que no ‘injertaras’ pensamientos o
ideas de escuelas teológicas o
filosóficas.
¿Recuerdas a Sonadora de
Guaynabo? Te creías muy grande
para que te llevaran a la casa toda
destartalada y casi en ruinas de una
familia pobre de la congregación
rural, y que estaba situada en la
hondanada de un camino. Sala
pequeña, las tablas del piso rotas y
el dueño sumido casi por completo
dentro de un antiguo y enorme pilón
de pilar café, ubicado en un rincón
de la sala. Dos lamparitas de gas que
regaban humo por todas partes,
semialumbraban todo.
“¿A qué me han traído aquí?”, te
preguntaste y no dejaste de traslucir
con tu rostro y las palabras de tu
predicación, tu inconformidad y
desagrado. Para colmo de todo, el
hermano director del culto mandó al
hermano del pilón a dar la oración
final y la bendición. ¿Recuerdas lo
que pensaste?: ¿Qué entiende esta
gente de lo que uno es y de lo que
uno representa por sus
conocimientos religiosos?”
El hermano salió del pilón como Dios
lo ayudó. Su forma de articular las
palabras informaban un
analfabetismo marcado. Bajaste la
cabeza —menos mal— y quisiste
escuchar al hermano en su oración
final. Su oración tenía la fuerza
espiritual que desde hacía tiempo tú
habías perdido. Cada palabra del
hermano en su oración, era como un
dardo de fuego que te hería y
quemaba entrañas adentro.
Mientras caminabas de regreso al
pueblo de Guaynabo, ya no eran sólo
tus entrañas, sino que todo tu ser,
espiritualmente, se quemaba en la
desesperación.
La escasez de seminaristas y de
ministros se prolongó a la década del ʹ40, aun
cuando el gran desarrollo económico debió
haber impulsado un cambio (como sucedió en
el Instituto Bíblico Mizpa). Florencio Sáez
Oliveras, profesor desde 1926 y quien sería el
primer presidente puertorriqueño del
Seminario (1950-1955), mencionó frecuentes
huelgas de seminaristas, daños a la propiedad, y
atribuyó la indiferencia generalizada a que
estudiantes, ministros e iglesias consideraban al
Seminario una institución americana.
Candidatos al ministerio eran enviados por sus
pastores a otras escuelas del Caribe, bajo el
pretexto de que no reunían los requisitos de
admisión del Seminario.53
Bajo estas circunstancias se puede
entender por qué no se dio un clamor general a
favor de la admisión de mujeres. Cuando Elba
Luz Cardona fue admitida como estudiante
especial en el año académico 1954-55, la
matrícula femenina de la Universidad de Puerto
Rico había sobrepasado cómodamente la
masculina con un 59% en 1952.54 La admisión
de Cardona pudo haber presagiado una
estampida femenina, pero el Seminario se
53 Florencio Saéz Oliveras, La democratización
del Seminario Evangélico de Puerto Rico (San Juan: 1946), pp. 16, 38 y 57.
54
Loída M. Martínez Ramos, et al., Informe de investigación proyecto participación y representación por género en educación superior (San Juan: Consejo de Educación Superior de Puerto Rico, 2007), p. 31.
encontraba en la crisis más profunda desde su
fundación. Al siguiente año la junta de síndicos
despidió al presidente (Florencio Sáez) y a dos
profesores (Ángel Mergal y Hugh Williams).
Entre las razones dadas, la junta declaró que el
Seminario estaba en su punto espiritual más
bajo y que estudiantes, profesores y junta no se
relacionaban.55
En la década del ʹ60 la filosofía
educativa del Seminario finalmente se
conformó a la realidad social. Al empezar la
década 44% de la población vivía en la zona
urbana pero al terminar la década la población
urbana había superado a la rural con un 58%.56
La cantidad de gente haciéndose profesional
explica la exigencia de bachillerato como
requisito de ingreso al Seminario.
En 1968 se graduó la primera mujer en
el Seminario. Quizás no fue pura coincidencia
que fuera una extranjera. Tres de las seis
mujeres graduadas entre 1968 y 1978 fueron de
la iglesia bautista, una denominación que
ofreció oportunidades educativas a la mujer
hasta 1961 (fecha en que cerró la escuela de
Barranquitas) y con mayores oportunidades de
participación dado su gobierno congregacional.
En los años 1977 y 1978 ingresaron al Seminario
23 y 48 mujeres. Una vez se abrieron las
puertas, en doce años las mujeres eran la mitad
del estudiantado.57
Todavía no se ha explicado la entrada
masiva de la mujer en los años 77 y 78. Esa
apertura coincidió con la segunda gran crisis
55 AHP, Colección Ángel Mergal, Exp. SEPR, carta
de Ralph Cook, secretario de la junta de síndicos, 27/enero/1959.
56
Elviro Borrero y José L. Vázquez, La población
de Puerto Rico,
http://soph.md.rcm.upr.edu/demo/images/VazquezCalzad
a/Vazques-trabajos/Vazquez-1965- [...] pdf ; recuperado
7/marzo/2015.
57 Bek, “Seminario”, p. 22-23.
que atravesaba la institución por la polarización
política entre facciones liberales-socialistas y
conservadoras. Muchos seminaristas y pastores
fueron expulsados o abandonaron la carrera
ministerial bajo presión. Las denominaciones
reconocieron el ministerio de la mujer
otorgándoles credenciales.
El accidentado desarrollo del Seminario
en sus primeras décadas apenas puede ser
esbozado. Su historia solo puede ser contada
adecuadamente en el contexto de la iglesia, y
esa historia apenas se está tejiendo. Lo que sí
puede afirmarse es que los intentos de
asimilación cultural de las misiones
protestantes tuvieron perdurables efectos
sobre la iglesia que establecieron y el Seminario
estuvo en el centro mismo de ese cometido. A
ello se debió la tardía inclusión de la mujer,
hecho que le robó a la iglesia un sólido pilar.
Rol de la “FRATE”
(MEC) durante la
década de los
años 60
Prof. Luis M. Figueroa López
¡Que vivan los Estudiantes! Violeta Parra
Para el año 1969 Don McLean, cantautor
norteamericano, escribiría la canción que se
convertiría, en el año 1971, en uno de los
grandes éxitos musicales en mucho tiempo,
grabado en múltiples ocasiones en años
posteriores con el mismo éxito, y encabezando
las listas en tres décadas diferentes. Esa canción
se tituló “American Pie”. En ella McLean mira
con nostalgia esa década “idílica” e inocente de
los 50, pero desde el filtro de los
acontecimientos surgidos durante la década del
60. En la pieza el autor desarrollará una mirada
pesimista sobre los eventos suscitados en esa
época, y parece aceptar la pérdida de esa
inocencia en la sociedad norteamericana en esa
etapa histórica. El coro lo expresa de la
siguiente forma:
Bye, bye, Miss American Pie. Drove my Chevy to
the levee, but the levee was dry. And good old
boys were drinking whiskey and rye singing
“This will be the day that I die, this will be the
day that I die”
(Adiós, Adiós, Miss tarta de manzana. Conduje
mi Chevy hasta el dique, pero el dique estaba
seco. Y unos buenos chicos viejos, tomando
whiskey de centeno cantan “Este será el día en
que moriré. Este será el día en que moriré”).
“Perder la inocencia”. Es durante este periodo
que la masa ciudadana del primer mundo
comienza a percatarse de que no
necesariamente sus gobiernos procuran
garantizar sus derechos esenciales, y que los
intereses particulares del sistema determinarán
las acciones a seguir. Durante la década del 60
la guerra de Vietnam se encuentra en todo su
apogeo provocando su repudio a nivel mundial.
Para el año 1962 surge “La crisis de octubre”, o
“La crisis de los misiles”, que puso en jaque al
mundo por un periodo de trece días ante la
amenaza de una guerra nuclear entre la Unión
Soviética y Estados Unidos, teniendo a Cuba
Prof. Luis M. Figueroa López, durante el conversatorio.
como epicentro del conflicto. En el mes de
noviembre de 1963 el Presidente John F.
Kennedy es asesinado en Dallas. Para el año
1965 es asesinado uno de los líderes del
movimiento por los derechos civiles de los
negros en los E.U. Malcom X, y en ese mismo
año los Estados Unidos le propinan un golpe de
Estado al Profesor Juan Bosch, electo
presidente de la República Dominicana. Durante
el año 1968 el pre-candidato a la presidencia de
los E.U. por el partido demócrata Robert
Kennedy y el profeta Martin Luther King Junior,
ven cegadas sus vidas. Para ese mismo año
Francia se paraliza gracias a la huelga estudiantil
que tiene su origen en la Universidad de la
Sorbona en Paris y en México ocurre “La
Masacre de Tlatelolco”, donde el gobierno
asesinó a cientos de estudiantes y
manifestantes pacíficos.
En Puerto Rico el ambiente político y social es
altamente polarizante. Las décadas de los años
60 y 70 serán periodos de alta criminalización,
tanto de la opción, como de los movimientos de
independencia en el país. No debemos olvidar
que la revolución cubana sirvió de ejemplo para
estimular otras luchas revolucionarias en el
resto de la región caribeña y latinoamericana58.
Cabe destacar que durante esta época toda la
región latinoamericana experimentaba una gran
efervescencia política hacia el socialismo y las
luchas de liberación. Es en esta década que el
proyecto revolucionario cubano se insertó en el
clima de bipolaridad mundial y transportó la
58 José Laboy Gómez, "Practica Pastoral de
la Teología Católica de la Liberación en Puerto Rico y su persecución durante los años 1960-1970". Este trabajo se encuentra en vías de publicarse y fue presentado como requisito para la obtención del grado doctoral en historia de Puerto Rico y el Caribe, en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe para el año 2013 p.81.
guerra fría al Caribe59. El espacio de la
Universidad de Puerto Rico recinto de Rio
Piedras se convierte en “micro mundo” de esa
polarización, teniendo como telón de fondo la
guerra de Vietnam, el servicio militar
obligatorio, la presencia del ROTC en el campus
y su enseñanza militar60. Sin embargo, es
importante enfatizar que es para el 28 de
octubre de 1964, un año antes que se
inaugurara esta biblioteca, que se produce un
enfrentamiento significativo entre estudiantes y
policías motivados por la reforma universitaria
que se deseaba impulsar. De acuerdo al Dr.
Samuel Silva Gotay, en su artículo titulado: “El
historiador se asoma a las huelgas y protestas”,
la reforma que se buscaba implantar procuraba
el establecimiento de un senado académico, el
nombramiento de un nuevo rector y la creación
de un nuevo reglamento de estudiantes.
También se pedía la derogación del artículo que
prohibía la invitación de conferenciantes
“controversiales” al campus, liberando el
derecho a escuchar61. El impacto de tal evento
parece confirmarse cuando el Dr. Florencio Sáez
hijo, en su libro “Entre Cristo y Che Guevara”
hace alusión a él, acusando algunas de las
figuras que representaba el pensamiento
teológico liberacionista en Puerto Rico, de
organizar a los estudiantes del Seminario
Evangélico de Puerto Rico para participar en lo
que él llamó: “Los desórdenes del 28 de
octubre”62. Durante la década del 60 la
59 Ibid. 60
Samuel Silva Gotay titulado:“El historiador
se asoma a las huelgas y protestas”, publicado en www.reformaestudiantes.files.wordpress.com. Consultado el 8 de diciembre de 2014.
61 Ibid.
62
Florencio Sáez jr. Entre Cristo y Che Guevara: Historia de la subversión política en las Iglesias Evangélicas de Puerto Rico. 1era Ed. (San Juan, Editorial Palma Real), 1972. P.49. Florencio Sáez ubica el suceso para el año 1966, pero
situación en el movimiento obrero fue una
tormentosa, manifestada en numerosas huelgas
que se llevaron a cabo. Se estima que fueron
más de 300 las huelgas desarrolladas en este
periodo con una participación de 75,000
trabajadores63. Y es precisamente en el año
1965 donde se inicia la controversia de la
explotación minera en Puerto Rico, que
provocará de forma eventual el surgimiento de
“Misión Industrial” en el año 196864.
Por todo lo anterior, no debe causarnos
dificultad entender la dimensión altamente
efervescente y conflictiva de la época. La
generación de los 60 y 70 pierde la inocencia
para reclamar lo que por dignidad les
pertenece: un modelo de coexistencia justo y
pacífico. Una utilización humanizante del poder
político. Las iglesias protestantes y el Seminario
Evangélico de Puerto Rico no lograron escapar
ante los desafíos que su tiempo les presentara.
Los reclamos para la posibilidad de una utopía
también se dejaron sentir en templos y aulas.
Ese reclamo para encarnar la esperanza vino de
la mano del movimiento estudiantil cristiano
manifestado en la FRATE (Fraternidad de
Estudiantes Universitarios Evangélicos).
Es importante enfatizar que las primeras
reflexiones teológicas liberacionistas llegan a
nuestro país de la mano de este movimiento
estudiantil universitario65. Este tipo de
entendemos que es un error y que el evento al que hace referencia es al conflicto del 1964.
63 Juan Ángel Silén, La nueva lucha de la
independencia. 1era Ed. (Rio Piedras, Edil) 1973, pp. 96, 102, 147. En: Che Paralitici, La represión contra el independentismo puertorriqueño: 1960-2010. 1era Ed. (Rio Piedras, Publicaciones Gaviota) 2011, p.123.
64 Ibid. 121.
65Luis M. Figueroa López, Un Dios
Incomprendido: Impacto y Desafíos de la Teología de la Liberación en Cuba y Puerto Rico durante los años
organización estudiantil universitaria surge
inicialmente en Suramérica y Brasil, y se había
establecido en varias universidades a través de
toda la región sur del continente donde
coloquialmente se le llamaba el “MEC”
(Movimiento Estudiantil Cristiano). Debemos
subrayar que durante este periodo existió una
gran cooperación entre los grupos cristianos
universitarios a través de toda la región
latinoamericana y Puerto Rico. El MEC
coordinaba encuentros donde se abrían
espacios de diálogo y discusión sobre temas
sociales, políticos y económicos, compartiendo
así los mismos conferencistas y recursos. Estas
conferencias y encuentros se llevaban a cabo en
las universidades a través de toda
Latinoamérica. Fue en la Universidad de Puerto
Rico, recinto de Rio Piedras, donde el MEC,
manifestado en la FRATE, encuentra su espacio
para desarrollar esa visión teológica
liberacionista que ya estaba en desarrollo66. Lo
mismo estará pasando en Cuba en estos años,
cuando el MEC acompañará a muchos
estudiantes cristianos en este hermano país
caribeño para afirmar una teología que asuma,
entienda y afirme el proceso revolucionario67.
De igual manera es importante consignar que
muchos estudiantes del Seminario Evangélico
formaban parte de este grupo estudiantil y
participaban activamente en las diversas
actividades que la FRATE coordinaba. Como
ejemplos de lo anterior podemos mencionar al
Dr. Carmelo Álvarez Santos y al Rvdo. Juan
Antonio Franco.
1964-1975”. Trabajo de investigación presentado como requisito de evaluación para el curso: “Historia General del Caribe”, dictado por el Dr. Jorge Rodríguez Beruff durante el semestre de agosto-diciembre del año 2014. p. 17.
66 Ibid. 17, 18.
67
Ibid. 9.
Es importante señalar que el Rvdo. Franco fue
fruto de la función y gestión del MEC/FRATE en
la Universidad de Puerto Rico. Es gracias a las
aportaciones de este movimiento estudiantil
que Juan Antonio comienza a desarrollar una
conciencia teológica liberacionista. Fue tal la
influencia de esta comunidad, que su primer
viaje misionero a Ecuador es gracias a la
organización estudiantil68. El MEC/FRATE fue
determinante para definir y reorientar su
vocación. Gracias a esto, decide renunciar a sus
estudios en medicina para ingresar al Seminario
Evangélico de Puerto Rico y realizar estudios
conducentes a una maestría en Teología.
Eventualmente fue escogido como uno de los
cuatro secretarios para Latinoamérica y el
Caribe del FUMEC (Federación Universal del
Movimiento Estudiantil Cristiano), encargado
del programa educativo para toda la región,
llevándolo a permanecer por tres años en Perú.
Lo mismo ocurrirá con el Dr. Aron Gamaliel
Ramos, quien gracias a la influencia de la FRATE
decide continuar estudios conducentes a un
grado de maestría en Teología en la Facultad
Evangélica de Teología (hoy ISEDET) en
Argentina, y a ocupar posiciones importantes
tanto en la FRATE como en los movimientos
estudiantiles cristianos en Latinoamérica69. De
acuerdo al Dr. Germán Díaz, lo que
eventualmente se va a constituir como la
FRATE, tiene su inicio como producto de
tertulias informales en el hospedaje
universitario en Santa Rita, Rio Piedras70. En
68 Ibid.
69 Entrevista al Dr. Aron Gamaliel Ramos el
Viernes 27 de febrero de 2015 en la Biblioteca Juan
de Valdez ubicada en el Seminario Evangélico de
Puerto Rico a las 10:00 a.m.
70
Entrevista al Dr. German Díaz el Viernes 5 de marzo de 2015 en la Biblioteca Juan de Valdez ubicada en el Seminario Evangélico de Puerto Rico a las 10:30 a.m.
esas tertulias se problematizaba el evangelio a
la luz de los problemas sociales y políticos que
vivía el país. Así como en el caso del Rvdo.
Franco, el Dr. Germán Díaz decide ingresar al
Seminario Evangélico de Puerto Rico motivado
por estas reflexiones, alentadas en gran medida
por el Dr. Samuel Silva Gotay71. Para tener una
idea más clara de estas actividades, y de
acuerdo al Dr. Aron Gamaliel Ramos; cuando
acontece la invasión norteamericana a la
República Dominicana en el 1965, el Dr. Silva
Gotay realiza una visita como observador de los
sucesos, y a su regreso, rinde un informe a la
FRATE provocando todo un proceso de análisis y
discusión sobre lo acontecido.
Jorge Pixley parece confirmar ese sentido de
análisis crítico de la realidad en la generación de
estudiantes seminaristas de aquella época, al
plantearnos en el libro “Panorama de la
Teología Latinoamericana”, que fue esta
generación de estudiantes la que terminó
convenciéndolo del carácter imperial
norteamericano en la invasión dominicana.
Según él mismo nos relata, la ingenuidad
todavía adormecía a muchos profesores, pero
no a muchos estudiantes72. Fueron éstos los
que mantenían su visión clara sobre la lucha de
Puerto Rico y el resto de Latinoamérica con el
imperialismo norteamericano en esta etapa del
siglo XX73. En ese sentido, el movimiento
estudiantil cristiano provocó que muchos de
estos estudiantes tornaran su mirada hacia
Latinoamérica.
Es importante resaltar que la FRATE no fue un
mero movimiento religioso. Existía una
71 Ibid.
72
Juan José Tamayo, Juan Bosch, Panorama de la Teología Latinoamericana: Cuando Vida y pensamiento son Inseparables. 2da Ed. (Navarra, Verbo Divino), 2002, p. 453.
73 Ibid.
intención clara de que fuese igualmente un
movimiento intelectual. Los estudiantes
organizados bajo la FRATE tomaron muy en
serio esto último, provocando el surgimiento de
la revista “Instante”. Fue esta revista el
instrumento para ingresar en el espacio
intelectual de la Universidad de Puerto Rico e
iniciar un diálogo con su comunidad estudiantil
y académica74. Sobre este proyecto fueron
claves las participaciones del Dr. Aron Gamaliel
Ramos y el Dr. Germán Díaz. Ambos fueron los
creadores de la revista “Instante”, persiguiendo
con esto otorgarle racionalidad a la reflexión
teológica puertorriqueña y combatir un
prejuicio religioso en el seno de la Universidad.
Por otro lado, la FRATE de igual forma
desarrollaba sus espacios devocionales y el
cultivo de la espiritualidad. Muchas de sus
actividades fueron celebradas en la capilla de
este seminario. Sin embargo, es importante
destacar que el cultivo de su espiritualidad
nunca se divorció de las problemáticas sociales
y políticas que vivía el país. En el libro Entre
Cristo y Che Guevara el Dr. Sáez adjunta varios
boletines y artículos producidos por el
movimiento estudiantil. Entre ese material
adjuntado se encuentra un programa de uno de
los cultos de capilla celebrado por la FRATE75.
Aunque es evidente que el contenido y énfasis
de la capilla no es neutral en el aspecto
ideológico, si es claro la armonización y
desarrollo de una espiritualidad social. Sobre
esto, el teólogo cubano Sergio Arce dirá que
una teología sin una opción ideológica, es algo
imposible76.
74 Entrevista, Dr. Aron Gamaliel Ramos.
75
Florencio Sáez, “Entre Cristo y Che Guevara”, Pág. 181.
76 Tamayo, Bosch, “Panorama de la Teología
Latinoamericana”, Pág. 130.
Precisamente, la FRATE no rehuyó al debate
ideológico que se desarrollaba en esta época.
Según lo investigado hasta el momento, los
años que comprenden desde 1963-1967
estuvieron marcados por crudos debates
ideológicos al interior de Seminario Evangélico
de Puerto Rico. Pixley nos confirma lo anterior
al plantear que muchos de los estudiantes
seminaristas estaban involucrados en las luchas
por la independencia de Puerto Rico77. Es
durante este periodo de tiempo que el Dr.
Florencio Sáez se encuentra muy activo en sus
actividades en contra de los incipientes
teólogos de la liberación boricua78. Estos serán
tiempos donde se hablará de “infiltración
comunista en el Seminario”, de hojas sueltas
lanzadas desde helicópteros con propaganda en
contra de estudiantes y profesores que asumían
posturas de izquierda y a favor de la libre
determinación de los Puertorriqueños.
Serán tiempos donde expulsarán de este
seminario al hoy doctor y otrora presidente del
consejo de estudiantes, Germán Díaz, por su
militancia y posturas políticas79. Como cuestión
de hecho, en la carpeta del Dr. Díaz preparada
por las agencias de inteligencia del estado,
aparecerá todo lo relacionado a su expulsión
del Seminario, y será caricaturizado como un
infiltrado terrorista para crear un cuadro de
desestabilización política en la institución80.
Durante la presidencia del Dr. Raymond Strong
el Seminario Evangélico no escapará a la
infiltración del FBI con el propósito de tener
acceso a los expedientes de aquellos
77 Ibid. 452.
78
Entrevista, Dr. Aron Gamaliel Ramos
79 Entrevista, Dr. Germán Diaz. Ver también
“Entre Cristo y Che Guevara”, págs.113-116.
80 Entrevista, Dr. Germán Díaz.
estudiantes con ideas progresistas81. Esto
último es confirmado por el propio Dr. Sáez en
su libro, al mostrar una de las hojas sueltas que
repartiera y que hace referencia a tal operativo.
De igual forma, esta información será
compartida al Lcdo. Samuel Polanco en una
carta que el Dr. Sáez le enviara donde dice:
“¿Cómo te explicas que la mayoría de estos
“renovadores” están fichados por el FBI como
agentes subversivos?”82.
Como podemos ver, esa convulsión socio-
política había tocado las puertas del Seminario,
y eventualmente tocará en años posteriores a
las congregaciones protestantes en Puerto Rico.
Fueron tiempos difíciles para nuestra muy
amada “alma mater”. Como nos dirá el Rvdo.
Luis Del Pilar en el libro “Los Discípulos de Cristo
en Puerto Rico: Nuestro Perfil Histórico”, serán
“tiempos de luz y sombra”83. Sin embargo, es
importante aclarar que aunque en efecto, parte
del problema responde a cierto choque
generacional, el mismo no tendrá su génesis en
un deseo desmedido y poco ponderado por
parte de las generaciones jóvenes en ocupar
posiciones de poder eclesial e institucional.
Reducir el conflicto acontecido durante este
periodo a una mera lucha de poder entre el
liderato establecido y aquellos que se
encontraban en vías de formarse, es negarnos
la liberadora oportunidad de contarnos esta
historia en todos sus detalles.
81 Entrevista realizada al Dr. Samuel Silva
Gotay el martes 23 de septiembre del 2014, en su residencia en Cupey a las 7:00 P.M.
82 Florencio Sáez, “Entre Cristo y Che
Guevara”, Págs. 50 y 180.
83 Luis F. Del Pilar, “Tiempos de Luz y
Sombra”. En: Juan Figueroa, Luis F. Del Pilar, “Los
Discípulos de Cristo en Puerto Rico: Nuestro Perfil
Histórico”. 1era ED. (Bayamón, Iglesia Cristiana
(Discípulos de Cristo) en Puerto Rico).2008. p.243.
Ciertamente, las historias poseen un valor
pedagógico enorme. Mirando a ellas asumimos
nuestro presente y aspiramos elevar nuestro
futuro. De la generación de estudiantes del 60 y
70 tenemos mucho que aprender. Creo que se
nos hace urgente rescatar de ellos el sentido de
pertinencia en el desarrollo de nuestra reflexión
teológica. La generación de estudiantes del 60
nos enseña que la fe cristiana sí posee potencial
para insertarse en la dimensión pública y
acompañar activamente a nuestro pueblo en
medio de esos dolores que agobian a nuestra
patria. Como bien diría el Dr. Samuel Silva
Gotay en una de sus obras más importantes:
“Independientemente de si Dios existe o no, los
cristianos sí existen y pueden “legitimar” un
modo de producción en una formación social
dada, o pueden “deslegitimarlo” y unir su
fuerza ideológica a la lucha por su
transformación”84.
Fallaría malamente a mi responsabilidad esta
noche, si en medio de la celebración del
cincuentenario de nuestra biblioteca, y en el
mes donde se conmemora las luchas y victorias
de la mujer, no hiciera mención de alguien que
permanece en la mente y corazón de muchos
miembros de aquel grupo de estudiantes que
conformó la FRATE. Esa persona lo fue la Srta.
Wilma Mosholder, y quien fuese la Bibliotecaria
encargada una vez se inauguró nuestra
Biblioteca Juan de Valdés. La Srta. Mosholder, al
pertenecer a la tradición cuáquera, mantenía
sus ideas pacifistas y una sensibilidad a las
causas de justicia. Fue ella quien hizo posible
que el Dr. Aron Gamaliel Ramos, siendo muy
joven y estudiante, viajara a la República
Dominicana como observador de los procesos
84 Samuel Silva Gotay, El Pensamiento
Cristiano Revolucionario En América Latina y El Caribe: Implicaciones de la Teología de la Liberación para la sociología de la religión. 3era Ed. (Rio Piedras, Ediciones Huracán), 1989, p. 18.
electorales que se llevaban a cabo en el
hermano país.
Inclusive, al tener la oportunidad de entrevistar
al Dr. Germán Díaz en esta biblioteca, lo
primero que salió de sus labios al entrar a ella
fue, y con fuerza: “¡Este fue el lugar de Wilma
Mosholder!”. El recuerdo que se transformó en
legado, es el de una mujer dedicada a su labor
en esta biblioteca, y su empatía con las causas
estudiantiles85. Para culminar mi participación
esta noche deseo dejar sobre esta mesa algunas
preguntas que nos pueden ayudar a seguir
ampliando la reflexión. ¿Cómo podemos
clarificar la dimensión de lo político, en aras de
desarrollar una reflexión y praxis teológica que
sea consistentemente profética? ¿Cómo lograr
que las nuevas generaciones de estudiantes de
teología logren hacer una transición
hermenéutica con proyecciones sociales?
¿Cómo lograr en esta coyuntura histórica, el
ocupar un espacio que provoque un diálogo y
cooperación fecunda entre los estudiantes del
Seminario Evangélico y los estudiantes de la
Universidad de Puerto Rico? ¿Cómo vencer la
inclinación del desarrollo constante de una
visión privatizada de la fe?
La generación del 60 y 70 nos enseñó que se
atenta contra el modelo encarnacional de Jesús
si nuestra reflexión y praxis cristiana no
comparte su pan y no se inserta en nuestro
contexto histórico-social y político. Citando a
Edward Said en su libro “Cultura e
Imperialismo”, esta generación nos recordó lo
que en ocasiones queremos obviar y es
necesario aceptar: “Que los textos están ligados
a las macro y micro políticas, y estas necesitan
atención y crítica”.
85
Entrevista, Dr. Aron Gamaliel Ramos.
Conversatorio sobre
la época de los 60,
en el Seminario
Evangélico de Puerto
Rico en celebración
del 50 aniversario de
la Biblioteca Juan de
Valdés y los
Reformadores
Españoles
Dr. Alejandro LaFontaine Rodríguez
Gracias por la invitación a este conversatorio en
tan importante momento. De los miembros de
éste panel soy el único que vivió esta época, y
me gradué el mismo año en que se inauguró la
Biblioteca.
Soy de la clase graduada en el 1965, quienes
este año celebramos los 50 años de nuestra
graduación. Permítanme reconocer a los
componentes de mi clase: Juan Antonio Franco,
de la Iglesia Evangélica Unida; Ramón Irizarry,
bautista (ambos están en la iglesia triunfante);
Amílcar Soto, de la Iglesia Presbiteriana,
Sadrach Montalvo y Félix Thomas, ambos de la
Iglesia Evangélica Dominicana. También se
graduó con nosotros Tomás Vázquez de la
Iglesia Presbiteriana, quien había comenzado
sus estudios previamente.
Dirigiré mi conversatorio en dos aspectos: la
convivencia en el Seminario y la época de los
60s, sus retos y sus oportunidades.
Sobre el primer aspecto, en la época de los 60s
ocurrieron varios cambios en las edificaciones
del Seminario. Se construyó el edificio de
dormitorios eliminando dos edificaciones que
albergaban a los estudiantes; una casa de
madera ubicada donde se encuentra hoy el
estacionamiento, la otra era una edificación en
cemento, en donde hoy está la Biblioteca.
Recordamos muy bien cuando se inauguró el
hermoso edificio de la Biblioteca que hoy
cumple 50 años, ya que nuestra clase regaló la
placa de bronce que contiene los nombres de
los Reformadores Españoles y que se conserva
en la sala de computadoras. Previo a este
edificio, la Biblioteca estaba ubicada en un
sótano, en el edificio de Administración, debajo
de lo que hoy es la oficina de la presidencia.
Además de estas construcciones, esta época se
caracterizó porque el presidente de la
institución y los profesores de jornada completa
residían en las casas que se encuentran dentro
del Seminario. Esta realidad propiciaba un
encuentro continuo entre estudiantes, facultad
y sus familias, creando un sentido de
comunidad, que se concretaba en adoración y
otras actividades sociales, recreativas, así como
de diálogos constante en el campus.
Acerca del segundo aspecto, la época del 60
representó un tiempo de retos y oportunidades
para el desarrollo de principios y conceptos
importantes de la justicia social; para el mundo
estudiantil, tanto en nuestro Seminario como
en las universidades. Era una época de cambios
en Puerto Rico, en Latinoamérica, y en
particular el Caribe, con Cuba y la República
Dominicana. Los estudiantes comenzamos a
entender y asumir la responsabilidad de no
ignorar esos cambios y hacernos partícipes de
los mismos.
Respecto a nuestro Seminario participamos,
activamente, junto a los estudiantes de la
Universidad de Puerto Rico por medio de la
contribución de la Fraternidad de Estudiantes
Evangélicos (FRATE). Sentíamos responsabilidad
de una participación activa, en luchar por lo
correcto y lo justo y, como cristianos, no ser
meros observadores. Esto nos llevó a ser parte
de los reclamos públicos, tales como protestas,
proclamas escritas, piquetes y apoyos a otras
actividades públicas por las situaciones sufridas
en la Universidad de Puerto Rico, R.O.T.C., y las
situaciones de la República Dominicana, al ser
derrocado el gobierno constitucional del Dr.
Juan Bosch.
Esta toma de conciencia y posición por la
justicia social llevó a sectores conservadores de
la iglesia, motivados por diversas razones, al
desarrollo de una campaña contra el Seminario
y sus estudiantes. Esta campaña fue liderada
por Dr. Florencio Sáez. El mismo distribuía hojas
sueltas, tiradas por aviones en la zona de Rio
Piedras, en donde se acusaba al Seminario y los
seminaristas de ser comunistas. Además,
publicó el libro: Entre Cristo y Che Guevara, en
donde recogía comunicaciones que hacíamos
en protesta sobre las injusticias del R.O.T.C. de
Dr. Alejando LaFontaine Rodríguez, durante el conversatorio.
la UPR, y en contra de la actuación del gobierno
de los Estados Unidos contra la República
Dominicana y de Bosch. Así mismo, existe una
publicación sobre el debate de este asunto, que
presentó el Canal 4, en el programa de Tommy
Muñiz, hijo. Ambos libros se encuentran en
nuestra Biblioteca.
Toda esta época de cambios y retos ideológicos
creó una generación de pastores con un mayor
compromiso y nueva visión hacia un ministerio
que sobrepasaba su iglesia local, y que lo
ubicaba en una mirada hacia entender lo injusto
en toda la sociedad puertorriqueña, caribeña y
latinoamericana. Posiblemente, esta misma
visión y compromiso hizo que muchos de
nosotros continuáramos estudios posteriores
en diversos campos, pero manteniéndonos
firmes en lo que creíamos y en nuestro llamado
para servir a Cristo y a su Iglesia.
Agradezco la participación en este
conversatorio y espero que las experiencias
narradas, no solo nos sirvan para recordar una
época, sino para afirmarnos en el presente a la
continuidad de nuestro compromiso y llamado
con Cristo, su Iglesia y la sociedad.
¿Cómo era la vida
en el Seminario
durante la década
de 1970-80?
Vilma M. Machín Vázquez
Cuando llegamos las mujeres al SEPR
¡Buenas noches! Para mí es un placer inmenso
estar entre ustedes esta noche. Agradezco a
Milka Vigo, bibliotecaria, su invitación para
compartir un poco sobre la vida en nuestro
Seminario durante los años 70. Debo decir que
soy miembro de la IEUPR de la calle Arzuaga en
Río Piedras.
Comenzaré diciendo que el SEPR para mí no es
sólo un agente de cambio social, sino que
además, es un agente de transformación
espiritual positivo. Jamás pensé que llegaría a
estudiar en el SEPR por cuanto ni era
protestante ni mujer de mucha iglesia; a pesar
de que me consideraba cristiana. Descubrí en el
SEPR un mundo maravilloso que cambió mi vida
para siempre. El ser humano identifica los
momentos en la vida que llamamos momentos
importantes o trascendentales. En la mía,
puedo afirmar que el SEPR ocupa un lugar
prominente.
Don Jaime Benítez, un día expresó que el
estudiante universitario siempre es
universitario. Antes que él, Martín Lutero
concluyó que la “Iglesia reformada siempre está
reformándose.” En mi vida puedo decir que
siempre he sido seminarista, aunque no esté Vilma M. Machín Vázquez, durante el conversatorio.
presente en las aulas de la enseñanza. Lo que
quiero decir, es que esta Institución caló y aún
cala muy profundo en mí. Soy una estudiosa
constante de la Biblia y la teología.
El SEPR y la Biblioteca
Si fuese a resumir cuál fue mi hogar durante los
años del 1978-1981, tendría que reconocer que
fue el SEPR. Durante estos tres años viví aquí.
Llegué durante el verano de 1978 a tomar
clases con el Dr. Nicandro González, profesor de
Educación Cristiana y de Comunicaciones. Tomé
con él durante ese verano los cursos de
Comunicaciones e Investigación. Allí conocí a
varias mujeres que se convertirían en
condiscípulas y amigas. Noté inmediatamente
que estaba dentro de la bendición de Dios mi
llamamiento y el estar estudiando en esta
Institución. Decidí que era mi lugar.
En agosto de ese mismo año ocurrió un
maravilloso “fenómeno”, las mujeres llegamos.
Ya no eran cinco o seis, éramos un total de 48
mujeres; casi paralelo al número de hombres
estudiantes que estaba entre 49-50. Llegamos
de todas las regiones de Puerto Rico y de todas
las denominaciones protestantes del país.
Éramos un grupo muy heterogéneo en edad,
perspectivas de vida, interpretación de la
experiencia cristiana, status civil, etc. Además,
había una estudiante que descollaba entre
todas porque no era cristiana, era budista. Más
tarde ella se convirtió en una gran amiga para
mí, y de quien además, aprendí mucho. Si mi
pensamiento ecuménico es muy amplio hoy,
Lydia Fragosa fue una de esas personas que
influyó en este cambio más tolerante y amplio;
más pluralista como ser espiritual.
No todo fue miel sobre hojuelas cuando las
mujeres llegamos en 1978 como grupo
numeroso. Nuestros compañeros varones creo
que se intimidaron. "Habíamos invadido su
territorio y hegemonía”. Al principio esto
constituyó un problema, a tal punto que
algunos profesores se convirtieron en
defensores de nosotras. Recuerdo que en una
ocasión el Dr. Jorge Bardeguez, profesor de
teología sistemática, dijo que “las mujeres
estábamos demostrando más inteligencia y
compromiso que los varones”. Por supuesto,
esto no gustó, pero no tuvo mayor
trascendencia.” Estas actitudes de los
compañeros se prolongaron por poco tiempo.
Creo que los compañeros comprendieron que
las mujeres teníamos igualdad de derechos,
deberes y responsabilidades con ellos y que
estábamos aquí por derecho propio,
llamamiento de Dios y deseábamos no competir
con ellos, sino colaborar con ellos. Luego,
pasamos a ser aliados.
Sentido de comunidad
Había sentido de comunidad en el SEPR.
Identificamos un lugar en el Seminario donde
nos reuníamos al filo de la noche, cuando
concluíamos las clases con el Dr. Juan Beck,
nuestro psicólogo y profesor de NT favorito, con
el Dr. N. González y la clase de Educación
Cristiana. Después de cinco horas en un salón
nos íbamos al “palito”. No sé si este célebre
lugar ha sobrevivido los embates del tiempo o si
este sobrenombre perdura. Allí nos reuníamos
las seminaristas que vivíamos aquí: esta
servidora, Elba Irizarry, Betsy Vélez, Betty
González, Zaida Pérez, Sandra Mangual, Alba
Pérez, Yolanda Ortiz, Carmen Gaud y Carmen
Cotto; al lado de compañeros como el finado
Alberto Casillas, el Dr. Ediberto López, entonces
estudiante, Alberto Barreto, el Rvdo. Elier
Rodríguez (Iglesia Menonita) Rvdo. Juan Vera
(Hoy Obispo Emeritus de la Iglesia Metodista
Unida de P.R.) y otros compañeros cuyos
nombres no llegan a mi memoria. Nunca
estábamos solos; algunos profesores que vivían
en el SEPR también se unían, como el Dr. Jorge
Bardeguez, cuya casa era prácticamente la casa
de todos porque allí llegaban los tristes y
cansados, los hambrientos y sedientos, los que
no tenían cómo llegar a su casa por falta de
dinero o los necesitados de apoyo y estímulo.
También se unían a nosotros los profesores Dr.
Luis Arturo Olivieri y su esposala Dra. Evelyn
Roberts y el entonces bibliotecario, Rubén
Sánchez.
Durante el Día, algunas veces estaban también
el Dr. Juan Beck y el Dr. Wade Eaton, finado.
Bajo las estrellas y el cántico de algunos coquíes
nosotros resolvíamos los problemas del país,
del mundo, del SEPR, de las denominaciones y
congregaciones. Allí contábamos nuestras
cuitas de amor correspondido y no
correspondido. Allí “hacíamos teología” y nos
afincábamos en nuestras ideologías. Fungíamos
como confidentes y psicólogos. También
comíamos y tomábamos, en muchas ocasiones,
lo que Evelyn Roberts nos traía.
La casa de las seminaristas permanecía abierta
durante el día por si alguien necesitaba
descansar o comer algo.
Algo sobre la vida en los salones de clase
Con Jorge Bardeguez aprendimos entre mil y
una cosa que en el SEPR se caía el “ranchito de
la fe”. A través de la lectura y el análisis del libro
del filósofo alemán, Ludwig Feuerbach: La
esencia del cristianismo, aquellos de nosotros
inseguros en nuestra fe y nuestro llamamiento
ministerial nos caeríamos del caballo y
dejaríamos el SEPR y así ocurrió.
Con Wade Eaton aprendimos que a veces
podemos ser profeta de Dios y otras del
demonio. De Juan Bek aprendimos que un
teólogo católico romano es igual a uno
protestante en su análisis bíblico. De Luis
Olivieri aprendimos a distinguir entre lo que es
un cántico o himno con buena teología y otro
que se debemos desechar. Del Dr. Luis Fidel
Mercado, presidente del SEPR a la sazón,
aprendimos que nunca es bueno ir a las
congregaciones con nuestra “sabiduría” a echar
por tierra las convicciones de fe de los feligreses
de un golpe. Que hay que tener misericordia si
deseamos transformar el pensamiento sencillo
de nuestra gente.
La Biblioteca fue nuestro centro de estudios
después del salón de clases y nuestro centro de
tertulias teológicas.
Sí, de todos aprendimos, pero no hay tiempo
para más.
Hubo una nota que medró mucho la vida en
comunidad, esta fue la huelga estudiantil, y
que pagamos con creces la noche de nuestra
graduación. Quiero puntualizar que esta huelga
fue justa ante una injusticia de la
Administración del SEPR.
Anécdotas:
Se convertía en un momento especial cuando el
grupo de estudiantes y facultad episcopal tenía
a cargo el culto en capilla. Todos íbamos en
estampida, pues la Santa Cena se celebraba con
vino genuino.
Un estudiante, una mañana llego y nos dijo que
cada vez que oraba por un enfermo, este moría.
Le hicimos la cruz y la raya y le pedimos que no
orara por nosotros cuando estuviéramos
enfermos.
Un estudiante después de la media noche salía
al patio y emitía un grito desgarrador, que se
convirtió en el “grito de la bruja”. El Presidente
salió a buscar quien rompía la paz del SEPR,
pero nunca dio con él.
Dr. Luis N. Rivera Pagán
Historia inicial
En 1957 se nombró a Thomas J. Liggett
presidente del Seminario Evangélico de Puerto
Rico. Liggett venía de Argentina, donde formaba
parte de la Facultad Evangélica de Teología.
Uno de sus objetivos centrales al asumir la
presidencia fue fortalecer la excelencia
académica del Seminario. Esa meta conllevó las
siguientes medidas:
Reclutar profesores jóvenes cuya preparación
universitaria permitía entrever excelencia en la
docencia y la creatividad teológicas. Aquí
debemos resaltar dos nombres que han hecho
historia: en 1961 Justo L. González, doctorado
en la Universidad de Yale y en 1963 Jorge V.
Pixley, culminando su tesis doctoral en la
Universidad de Chicago. Liggett, por su parte,
asumió con mucho rigor académico la cátedra
de historia eclesiástica.
Convertir al Seminario en escenario de
múltiples conferencias, coloquios,
conversatorios y diálogos, enriquecidos
ocasionalmente por visitantes del extranjero
como José Míguez Bonino, Martin Luther King,
Jr y Juan Bosch, entre otros.
Promover la publicación de libros y ensayos de
calidad. Aquí Justo González y Jorge Pixley
publicaron sus primeros libros y artículos, como
antes, a fines de los cuarenta y principios de los
Por la renovación del entendimiento:
Conmemorando los cincuenta años de la
Biblioteca Juan de Valdés
cincuenta, habían publicado valiosos libros y
ensayos dos renombrados teólogos
puertorriqueños: Domingo Marrero Navarro y
Ángel Mergal Llera.
Erigir una biblioteca de primera calidad, como
centro indispensable para el estudio, la
reflexión y la creatividad teológica. Para cumplir
esa encomienda, y de nuevo dando muestras de
acertado juicio administrativo, Liggett contrató
a Wilma Mosholder, quien se consagró, en
alma, cuerpo y corazón, a la formación de una
biblioteca que no tuviese nada que envidiar a
ninguna otra en el mundo teológico protestante
latinoamericano.
Thomas Liggett, Justo González, Jorge Pixley y
Wilma Mosholder pronto desplazaron sus
esfuerzos académicos a otros lares: Liggett, en
1965, al Christian Theological Seminary, en
Indianápolis; Justo González, en 1969, a Emory
University, en Atlanta; Jorge Pixley, en 1975, al
Seminario Bautista y la Comunidad Teológica de
México; y Wilma Mosholder, también en 1975,
a Swarthmore College Peace Collection, en
Pennsylvania. Lo que prevaleció de esos años
tan fructíferos fue la biblioteca Juan de Valdés,
como centro de estudio, investigación y
productividad teológica. Es el legado
permanente de esa inolvidable época.
Muy atinado, para describir ese período tan
fértil en la vida del Seminario es el título del
libro editado en 1965 por Justo González en
honor a Thomas Liggett: Por la renovación del
entendimiento. Una facultad agraciada, un
ambiente de desafíos continuos al
pensamiento, una biblioteca excelente. Todo
ello con plena conciencia de que una institución
como ésta es ante todo un centro de estudio,
investigación, reflexión y creatividad intelectual,
en conversación con las diversas corrientes
teóricas y teológicas del pasado y de la
actualidad. El Seminario tiene que ser
justamente eso: un lugar dedicado a la
renovación del entendimiento.
La teología es una empresa intelectual rigurosa
y transdisciplinaria. No ha sido nunca, no es, ni
puede ser una ínsula aislada. Se ha nutrido
siempre de dos fuentes cuya conjunción nunca
ha carecido de riesgos: la piedad religiosa y los
sistemas conceptuales contemporáneos. Por
algo, los monasterios, con su honda devoción, y
las universidades, con su rigurosidad
intelectual, fueron, en la edad media, las
instituciones que albergaron la creatividad
teológica. Karl Barth, crítico de la aridez
religiosa de la teología liberal, insiste sin
embargo, al introducir su Dogmática
eclesiástica, en el carácter rigurosamente
académico del pensamiento teológico y su lugar
por derecho propio en el ámbito intelectual de
la universidad moderna. Lo que pretendía Barth
era, ante todo, evitar el posible declinar de la
teología en mediocre superficialidad.
Fue sabia la decisión de los fundadores del
Seminario Evangélico al ubicarlo contiguo a la
Universidad de Puerto Rico. Reconocían que la
calidad del pensamiento teológico exige el
diálogo multidisciplinario y transdisciplinario
con las corrientes teóricas e investigativas
predominantes en el mundo académico. Fue
algo que siempre, dicho sea de paso, tuvieron
presente en su docencia y su escritura esos dos
teólogos puertorriqueños que antes mencioné y
que en los años cuarenta y cincuenta del siglo
pasado honraron las aulas de este Seminario:
Domingo Marrero Navarro y Ángel Mergal Llera.
Nombrar la biblioteca
Naturalmente tras decidir establecer una
biblioteca de excelencia surge la pregunta:
¿cómo llamarla? ¿qué nombre ponerle? Y aquí
viene una paradoja interesante: el
estadounidense Thomas J. Liggett sugiere
dedicarla a Juan de Valdés, un español de la
primera mitad del siglo dieciséis.
Hubo una razón que pocos recuerdan o
conocen. Liggett venía de la Facultad Evangélica
de Teología, ubicada en Buenos Aires. Esa
institución colaboraba estrechamente con una
editorial llamada Aurora que en la segunda
mitad de la década de los cuarenta publicó, en
una colección titulada “Obras clásicas de la
Reforma”, dos escritos de Juan de Valdés,
Diálogo de doctrina cristiana (1529/1946) y
Alfabeto cristiano (1537, publicado en italiano
en 1545/1948), seguidas por ese brillante libro
del puertorriqueño Ángel Mergal Llera,
Reformismo cristiano y alma española (1949).
Fue una gestión, para proseguir las paradojas,
de otro estadounidense – Bowman Foster
Stockwell, a la sazón rector de la porteña
Facultad Evangélica de Teología. Dos
estadounidenses, Foster Stockwell y Liggett,
incitaban a hispanoamericanos a estudiar con
detenimiento la producción teológica e
intelectual de la España del siglo dieciséis. No
debe olvidarse, sin embargo, la contribución de
Ángel Mergal en dar a conocer en círculos
teológicos no ibéricos la obra de Valdés. En
1957 la prestigiosa colección The Library of
Christian Classics publicó el libro Spiritual and
Anabaptist Writers, el cual incluye un ensayo de
Mergal sobre Juan de Valdés y traducciones
suyas de los principales escritos de ese gran
autor español renacentista.
Examinar la totalidad de los escritos de Juan de
Valdés me tomaría mucho tiempo, así que me
circunscribo a algunos elementos claves de la
que muchos consideran su obra principal:
Diálogo de doctrina cristiana (1529). Es como el
título lo indica, un diálogo, estilo literario de
egregia estirpe platónica, estructural y
conceptualmente influido por el ilustre
humanista renacentista Desiderio Erasmo. Su
trama se articula a manera de una conversación
entre tres clérigos: un arzobispo, Fray Pedro de
Alba, jerarca máximo de la diócesis de Granada,
recientemente fallecido, un cura algo torpe e
iletrado, Antronio, y un fraile, Eusebio. El tema:
los matices esenciales de la fe y la doctrina
cristiana.
Esta obra es de un valor literario excepcional.
Juan de Valdés fue un escritor brillante, una
genuina luminaria literaria. Tan importante fue
para él la renovación de la escritura castellana
que en 1535 escribe Diálogo de la Lengua,
dedicada a la defensa del buen escribir.
Marcelino Menéndez y Pelayo, inquisidor
intelectual de todo lo que de lejos parezca
heterodoxo o herético, tiene que admitir que
Valdés “comunicó a nuestra lengua singular
facilidad, ligereza y gracia” y añade “a Juan de
Valdés debió la prosa castellana sus mayores
acrecentamientos en el reinado de Carlos V”.
Más allá de su valor literario, nos interesa
recalcar la importancia teológica del Diálogo de
doctrina cristiana. Es un tratado de teología
sistemática cuidosamente concebido. Pretende
analizar las principales dimensiones doctrinales,
espirituales, éticas y eclesiales del cristianismo,
prestando atención a las tendencias
intelectuales del renacimiento. Nace este libro
en un contexto académico: la Universidad de
Alcalá de Henares, fundada a fines del siglo
quince por el eminente y en su época
poderosísimo cardenal Francisco Jiménez de
Cisneros. Durante las primeras décadas del siglo
dieciséis la Universidad de Alcalá se destacó por
su afán de propugnar nuevos esquemas
teóricos, a fin de renovar los paradigmas
epistemológicos algo anquilosados que a la
sazón pululaban en las universidades ibéricas y
a la vez servir de caldo de cultivo a posibles
perspectivas reformadoras de la iglesia
española. Se trata, por consiguiente, de renovar
de manera abarcadora los estudios académicos
y de reformar íntegramente la iglesia, su praxis,
su teología, su liturgia y su sacerdocio.
Diálogo de doctrina cristiana expresa
nítidamente ese espíritu renovador y
reformista. Se percibe esa intención en sus
continuas alusiones a los escritos de Erasmo. Es
un erasmismo que ha sido magistralmente
estudiado por el hispanista francés Marcel
Bataillon en su magna obra Erasmo y España.
Erasmo inspira a Valdés y a muchos de sus
coetáneos a dejar atrás los atavismos
conceptuales escolásticos y acceder a la
inspiración de las nuevas corrientes teóricas,
artísticas y culturales renacentistas. El objetivo
es forjar una nueva España, la que cuatro siglos
después muy poéticamente evocaría Antonio
Machado en varios de sus versos.
No se trata, empero, de una empresa
exclusivamente universitaria. Son tres
miembros del clero los que dialogan y el tema
central es la doctrina cristiana. Objetivo
primario es, por consiguiente, forjar senderos
que conduzcan a la renovación del pensamiento
teológico y la reforma integral de la iglesia en
España. Encaminada a esa finalidad, la obra se
apresta a tocar temas que van desde el credo
apostólico hasta la importancia, o escasez de
ella, de asuntos como los ayunos, rezar el Ave
María, los diezmos, la confesión, la asistencia a
misa, la conducta no siempre apropiada de
sacerdotes y prelados, entre otros. Pero
cuidado, las alusiones a los intensos debates
allende las fronteras de España – Wittenberg,
Ginebra – no son muy difíciles de percibir o
detectar.
Se formula también en esa obra un imperativo
imprescindible que en esos momentos
resonaba por toda la cristiandad: traducir las
sagradas escrituras a las lenguas nacionales.
Será un reto, dicho sea de paso, que Juan de
Valdés, sin poder culminarlo, asumirá
traduciendo los salmos desde el hebreo y
diversas secciones del evangelio según Mateo y
de las epístolas de Pablo, desde el griego.
Parece una tarea obvia y necesaria: poner las
sagradas escrituras a la disposición del pueblo
en su propio idioma. Será, sin embargo, una
difícil encomienda que, al avanzar los años,
suscitará el recelo, el encono y la abierta
hostilidad de esa poderosa institución forjada,
bajo la tutela de los Reyes Católicos, por Tomás
de Torquemada, la Inquisición española.
Durante todo el siglo XVI, los intentos de dotar
al pueblo español una versión castellana de la
Biblia provocaron, en reiteradas ocasiones,
enconada persecución contra quienes
asumieron ese reto. Los más afortunados se
percataron a tiempo y huyeron al extranjero:
Juan Pérez de Pineda, Francisco de Enzinas,
Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera.
También Juan de Valdés, tras su primer
contratiempo con la Inquisición se decidió por
el destierro, primero en Roma, buscando
protección de alguien que tenía sobradas
razones para cultivar honda animadversión
hacia la corona española, el papa Clemente VII,
y luego en la lejana y relativamente segura
Nápoles. Incluso el nada heterodoxo o luterano
fray Luis de León padeció durante casi cinco
años encarcelamiento por atreverse a traducir
el Cantar de los Cantares.
Hay temas en Diálogo de doctrina cristiana que
pusieron en grave riesgo la libertad e incluso la
vida de Juan de Valdés. Uno de ellos fue su
provocadora contradicción entre lo que
cataloga como “libertad evangélica” y “justicia
farisaica”. El significado de “libertad evangélica”
es tema de debate. Para Marcelino Menéndez y
Pelayo no cabe duda alguna, indica la adhesión
temprana a la herejía luterana. No todos opinan
igual. Qué exactamente conlleva el concepto de
“justicia farisaica” también es asunto complejo
a dilucidarse, pero es evidente que el fariseísmo
al que se refiere Valdés no radica en las
sinagogas o el templo de la Judea del siglo
primero, sino en los monasterios y las
parroquias de la España del siglo decimosexto.
Era difícil pasar por alto la crítica de Valdés a lo
que llama “una cristiandad más ceremoniática
que verdadera”. Escribir eso en un tiempo en
que Carlos V no podrá y su hijo Felipe II no
querrá detener el auge represivo de la
Inquisición, conllevaba un riesgo muy grave.
Muestra innegable del poder de la Inquisición
es que una de las figuras más eminentes de la
iglesia católica española, Bartolomé de
Carranza, nombrado en 1558 arzobispo de
Toledo y por ende principal prelado eclesiástico
de España, pasó los últimos años de su vida en
diversas mazmorras de la Inquisición.
Juan de Valdés se refugia en Italia donde
incansablemente se mantendrá activo hasta su
muerte: (1) escribiendo múltiples textos que
pretenden propiciar la renovación de la cultura
y la lengua españolas; (2) propugnando una
visión reformadora de la fe cristiana y la iglesia;
(3) traduciendo secciones de la Biblia, como
acotación a la inconclusa versión castellana de
las sagradas escrituras; y (4) convocando un
coloquio continuo con un buen número de
discípulos que preservarán sus ideales
renovadores y reformistas. Su Diálogo de
Doctrina Cristiana será incluido en el infame
“Índice de libros prohibidos de la Inquisición
española”, emitido en 1551.
He recalcado el nombre de Juan de Valdés,
porque es el que aparece en la entrada de la
biblioteca. Pero en el interior hay una placa,
donada por la clase graduanda del Seminario
Evangélico de 1965, que es más inclusiva y dice
así: “Este edificio ha sido erigido a la memoria
de Juan de Valdés, Francisco de Enzinas,
Constantino Ponce de La Fuente, Juan Pérez de
Pineda, Casiodoro de Reina y Cipriano de
Valera, españoles a quienes Jesucristo tomó por
testigos en el siglo XVI.” Algunos de éstos (Pérez
de Pineda, Enzinas, Reina, Valera) fueron
quemados en efigie en solemnes autos de fe,
uno (de La Fuente) su cadáver fue exhumado y
carbonizado, y otro (Valdés) se refugió en el
extranjero tras su primer mal rato con los
inquisidores. Todos ellos, por consiguiente,
experimentaron en carne propia lo que es ser
perseguido y execrado.
Todos ellos también y por eso se les honra en
esta biblioteca, fueron incansables estudiosos y
escritores. De eso se trata una biblioteca y una
institución académica como el Seminario
Evangélico de Puerto Rico. Del respeto a la
creatividad intelectual y teológica acumulada
por siglos y reflejada en los incontables libros
albergados en este edificio y de la
determinación de contribuir a esa tradición
mediante nuestras propias letras y voces. De
leer, ciertamente, pero también y sobre todo de
investigar, escribir, enriquecer la creatividad
intelectual y teológica nacional.
Fue, por tanto, un gran acierto nombrar la
biblioteca del Seminario Evangélico de Puerto
Rico Juan de Valdés. Constituyó un homenaje
genuino y muy merecido a quienes enfrentaron
la ardua y arriesgada tarea de pugnar por la
renovación del entendimiento y la reforma de la
iglesia en la España del Siglo de Oro.
Interrogantes
Pero, yo no sería quien soy sin suscitar, para
concluir esta alocución, al menos dos
interrogantes. La primera proviene de mi
constante interés en realzar la creatividad
teológica nacional. Domingo Marrero Navarro
escribió sus textos más brillantes – Los
fundamentos de la libertad, Meditaciones de la
pasión y El centauro – siendo profesor del
Seminario Evangélico. Hoy el edificio que
alberga la Facultad de Estudios Generales del
Recinto de Río Piedras de la Universidad de
Puerto Rico lleva su nombre. ¿Qué lugar de este
bendito recinto le honra? ¿Y la memoria de
Ángel Mergal Llera, dónde se preserva en esta
institución?
Una segunda cuestión no parece haberse
considerado en el 1965, por ser entonces el
Seminario Evangélico una institución casi
exclusivamente masculina, pero es hoy
ineludible. Me parece evidente que Juan de
Valdés no logra superar la visión tradicional de
la familia, asentada sobre la hegemonía del
hombre y la sumisión de la mujer. Al discutir en
su Diálogo de doctrina cristiana el
mandamiento bíblico “honrarás a tu padre y a
tu madre” asevera: “… pertenece a este
mandamiento enseñar en qué manera las
mujeres deben ser sujetas a sus maridos… lo
cual enseña bien el apóstol trayendo en una
epístola suya un ejemplo de Sara [I Pedro 3:1-
6].” Es una perspectiva patriarcal y
androcéntrica, compartida por todos los
interlocutores del Diálogo, varones los tres.
Además, la placa de los reformadores españoles
del siglo dieciséis antes mencionada no
contiene el nombre de ninguna mujer. Ni una
sola. Y ciertamente las hubo. Algunas incluso
pagaron el precio máximo, la hoguera, entre
ellas la monja Francisca de Chaves, quemada
como hereje en la plaza de San Francisco,
Sevilla, el 22 de diciembre de 1560. Una mujer
íntegra, valiente e indómita en sus creencias y
principios religiosos y éticos.
Con esas dos interrogantes les dejo. Muchas
gracias por tan cordial invitación a recordar y
honrar esta biblioteca que durante cincuenta
años ha representado tanto en mi vida y en la
de muchos de los aquí presentes.
Entrevistas Como parte de las actividades realizadas
durante la semana de celebración del 50
aniversario de la Biblioteca Juan de Valdés, se le
brindó reconocimiento a las personas que
laboraron como directores/as y
bibliotecarios/as. Nos dimos a la tarea de
entrevistarlas, les pedimos que nos contaran
acerca de su aportación a la Biblioteca durante
sus años de servicio en el Seminario Evangélico.
No están presentes en esta entrevista el Prof.
Héctor Rubén Sánchez y la Prof. Sonia Arrillaga,
a quienes no tuvimos la oportunidad de
contactar. De igual forma, reconocemos sus
años de servicio y dedicación en la Biblioteca
Juan de Valdés.
Jeanene Coleson
Entre 1990 y 1996, además del trabajo diario de
catalogación, referencia, adquisiciones y otras
tareas, comenzamos y adelantamos el proceso
de poner el catálogo en línea con la ayuda de
unos voluntarios de apellido Hanson. En ese
entonces había una colección en el sótano
clasificada con el Sistema Union (Union
Theological Seminary en Nueva York) que
reclasificamos y añadimos al catálogo para
facilitar su uso. Terminamos una gran parte de
la retroconversión. Seguimos organizando la
colección de documentos puertorriqueños.
Encontré que la mayoría de las obras de autores
puertorriqueños estaban en la colección de
circulación, así que comenzamos una colección
aparte y añadimos nuevos libros. La mayoría de
los libros en dicha colección están en una
bibliografía anotada que hice como proyecto
para un curso final de la maestría en religión
que terminé durante los 6 años allí.
Gracias por sus esfuerzos para celebrar los
labores de los bibliotecarios. Creo que no es
algo muy común.
Entiendo que proveer tantos recursos al público
que muchos no pueden costear es una obra
grande en el mundo. ¡Qué Dios sigua
ayudándoles en este quehacer de aprendizaje e
información!
Lyda E. Alvarado Cardona
El trabajo que realicé en la Biblioteca desde
agosto 1987 hasta mayo 2011, por casi 25 años
fue muy especial. Comencé como secretaria,
luego más tarde como bibliotecaria auxiliar. El
servir a todos los seminaristas, personas de
otras instituciones, universidades e
historiadores. Fue un placer.
Ver como la biblioteca fue incursionando de los
servicios manuales a los servicios
computarizados. Se comenzó con una
computadora con la pantalla color verde. Hasta
tener hoy un centro de computadoras. Uno de
los mayores retos de la Biblioteca fue trabajar
en la entrada de catalogación en líneas. ¡Creo
que nos convertimos en expertas!
El tener a cargo asignar las tareas a los
estudiantes asistentes y preparar sus nóminas.
El trabajar la reserva de los diferentes cursos, en
especial las clases del Prof. Ediberto López y
luego trabajar los informes de los mismos. El
realizar la rutina diaria: prender todos los aires,
buscar los periódicos y colocar los mismos,
cambiar los fecheros, buscar en el buzón de
libros, hacer las estadísticas diarias de préstamo
de libros, colocar el papel en la fotocopiadora,
y al final de mes preparar un informe general de
todos los libros recibidos, donados y
catalogados.
El poder ser canal de bendición a otros/as a
través del servicio que di a la Biblioteca Juan de
Valdés fue un verdadero placer, además de
servir, ser amiga y consejera. Fue un privilegio
de verdad.
Maricarmen Laureano
Desarrollar un mayor dinamismo en la
Biblioteca al convertir su Sala de Referencia en
un lugar de conferencias de diversos temas.
Dar a conocer el Archivo Histórico del
Protestantismo en PR al compartir su riqueza
con otras universidades y agencias.
Actualización y catalogación de una gran
cantidad de recursos bibliográficos.
Incluir en el curso de Investigaciones
Bibliográficas espacios para la reflexión, los que
se convirtieron para los estudiantes en refrigerio
en medio de la experiencia de iniciar sus
estudios en el Seminario Evangélico.
Velma Leticia Sosa Orozco
Al pensar en mi aportación desde que comencé
a trabajar en la biblioteca el 8 de marzo de
1997, creo que son varias. Quizás las más
importantes fueron en las áreas de
catalogación, exhibiciones y relación con
colegas de otras instituciones. En el área de
catalogación puedo mencionar: la re-
catalogación de gran parte de la colección
UNION que estuvo ubicada en el primer piso.
Esta fue la primera colección de libros que tuvo
la biblioteca y que fue clasificada según el
sistema del Seminario UNION (si mal no
recuerdo en Nueva York); llegué a trabajar 100
libros diarios. En esta colección se encontraron
muchos libros de gran valor por su contenido y
antigüedad. También en el área de catalogación
y clasificación de libros, tuve la oportunidad de
trabajar con miles de libros que estuvieron sin
ser catalogados en el segundo piso, y que eran
muy necesarios para los estudiantes y
profesores.
En cuanto a exhibiciones organicé varias en
diversas temáticas para la semana de la
biblioteca y actividades especiales.
Finalmente, tuve la gran oportunidad de
capacitar a estudiantes de la entonces llamada
Escuela Graduada de Bibliotecología, en cuanto
a las colecciones especializadas en religión.
También colaboré en la capacitación y asesoría
de bibliotecarios de instituciones colegas.
Saludo Saludos a todos y
todas ustedes en
esta ocasión del
medio siglo de la
Biblioteca Juan de
Valdés. Medio
siglo es bastante,
¿verdad? Hace cincuenta años y también
cincuenta libras menos y 50,000 canas menos,
pero ahí vamos.
Déjenme contarles un poquito acerca de la
Biblioteca Juan de Valdés. Yo llegué al
Seminario en el año 1961, y se acababa de
construir el edificio nuevo de dormitorio ―
nuevo en aquella época que ya para ustedes es
cosa vieja ― y mudamos a todos los
estudiantes. Todos se mudaron del [antiguo]
dormitorio. Lo que era entonces el dormitorio
de los varones es lo que es ahora el salón de
lectura de la biblioteca. Ese salón de lectura
estuvo vacío como por un año en lo que se
hacían los planos, consultas y demás. Ahí tenía
yo mi oficina, en el salón de lectura, casi donde
está ahora la entrada a la izquierda. De modo
que todos los libros que ustedes ahora
pobrecitos tienen que leerse se escribieron allí,
en el Seminario, en la biblioteca.
Se tumbaron las paredes intermedias y se hizo
el salón de lectura y detrás se hizo la torre
donde están los libros. Esa torre originalmente
era de ladrillo. Por esas razones ustedes ven
que la entrada aún es de ladrillo porque
pusieron los ladrillos para darle unidad al
edificio, juntando la entrada con la torre.
Desafortunadamente el agua se colaba y se le
dieron no sé cuántas manos de silicón y al fin
hubo que empañetar; pero originalmente la
biblioteca era toda de ladrillo.
Un solo cuento: la mudanza. Mudamos toda la
biblioteca (de donde está ahora la oficina de la
Presidenta) a la nueva biblioteca; todo en un
día. Me pasé no sé cuántos días midiendo lo
largo de los libros, sacando cuenta de qué
secciones crecían para entonces decidir qué
libros iban a ir en cada estante, etcétera,
etcétera. Hicimos todo un plan: lo marcamos
todo, hicimos unas cajas donde se iba a colocar
una fila entera de libros, hicimos una cadena
humana y empezamos a mandar libros para
allá.
Todo iba fantásticamente bien hasta que tres
estudiantes, cuyos nombres no voy a decir
porque son ahora pastores respetables
jubilados decidieron que era la hora de irse a
tomar el café y dejaron los libros en el piso,
donde antes era el “parqueo”. Y se fueron a
tomar el café y se formó un tapón de Bayamón,
y tuvimos que salir corriendo a dirigir el
tránsito, porque no había manera. Los libros
empezaron a amontonarse y había que seguirlo
todo en orden.
En todo caso, fue una cosa maravillosa y una
experiencia tremenda. Bueno, la biblioteca se
ganó un premio de arquitectura y ha sido un
lugar fantástico que ha servido, como ustedes
saben, ya a varias generaciones de estudiantes,
profesores donde todavía hoy dan deseos a
cada rato de ir porque sé que allí hay cosas que
yo no tengo y que necesito usar.
Le agradezco mucho al Seminario los años que
pude pasar por allá con ustedes y a los
estudiantes que estaban entonces y los que han
venido después. Les deseo toda clase de
bendiciones y otros cincuenta años más de
producción tan bella y tan importante como la
de los últimos cincuenta años del Seminario.
Muchas bendiciones a todos. Hasta pronto.
Transcripción del saludo de Justo González en
ocasión del 50 Aniversario de la Biblioteca Juan
de Valdés
AGRADECIMIENTOS
Consejo de Estudiantes SEPR.
Personal Administrativo y Personal de Asuntos Académicos del SEPR.
Nuestra Presidenta Dra. Doris García y el Decano Dr. Francisco Goitia.
La Iglesia Discípulos de Cristo de Puerto Rico por la restauración externa de la Biblioteca.
Personal de mantenimiento por ayudar en la restauración interna y pintura.
Facultad Regular y Adjunta del SEPR.
Asociación de Graduados y Graduadas del SEPR.
Sarah González.
Estrella Baerga.
Rvda. Marysol Díaz, Capellana SEPR.
Estudiantes del SEPR.
Estudiantes Asistentes de Biblioteca.
Miguel Dros.
Carmen Patxot.
Yahaira Centeno.
Roberto Nieves.
Sínodo Presbiteriano Borinquén.
Raúl Santiago - Rivera
Gustavo Quintero - Casadiego
Estudiantes de la Universidad Politécnica.
Oscar Santana.
Manuel Quijano. ...a todos y todas quienes de alguna manera nos han ayudado y que se nos han escapado su nombre muchas, muchas gracias. Dios les bendiga.
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