arquitectura popular de burgos parte1
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7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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José Luis García Grinda
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Arquitectura Popular
de
BURGOS
CRÍ T I CA Y
T E O R Í A
D E
LA
A R Q U I T E C T U R A P O P U L AR .
T I P O S Y CARACT E RI Z ACI ÓN
D E
LA
A R Q U I T E C T U R A R U R AL
AUT ÓCT ONA CAST E L L ANO- L E ONE SA:
EL CASO BURGALÉS
o s é L u i s G a r c í a G r i n d a
CO LEGIO OFICIAL DE ARQUITECTOS DE BURGOS
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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© José Luis Garc ía Gr inda
© C O L E G I O O F IC I AL D E
A R Q U I T E C T O S D E B U R G O S
C ol a b or a
E x c m a . DIPUT A C IÓN PR OVINC IA L
D E B U R G O S
Diseño Grá fico: Pedro Ibáñez
I.S.RN .: 84 -505-7747-0
Depósito legal: M-23.143-1988
F o t om e c á n i ca : Ib e r o sc a n
Im p r i m e : G R A F IC IN C Q S. A. E dua r do T or re ja , 8 - F ue n l a b r a da (M adr id )
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í n d i c e
P ág s .
Breve prólogo 11
Introducción 13
Crítica y teoría de la arqui tec tura popular 25
El ma rco territorial 31
La división administrativa 31
Situación y superficie 31
El medio físico 3S
El med io h umano 37
El med io econó mico • 38
El sector agrar io 40
La agr icul tura
41
La g anade r ía 41
La silvicultura 42
ha historia y la evoluc ión de las ac t iv idades t radic ionales 45
Los pr imeros t iempos prehis tór icos
45
La edad de l h ieno y lo s p ueb los ind íg enas 46
La romanización 48
Los siglos
V
al v i i: la g ermanización 49
Los s ig los VIII al x i: reconquis ta y re poblac ión 51
La segunda fase de la repoblación. Los s ig los x i l y x i i i
54
Los siglos XIV y xv: el fin de la edad media 56
El s ig lo XVI: e l comienzo d e la e da d mo derna 58
Los siglos XVII y xvil l : decadencia e i lus tración
61
Siglos XIX y XX: la transformación de la ruralidad 65
La evoluc ión his tóríca de la arqui tec tura popular burgalesa 71
Los pr imeros t iempos prehis tór icos: la cueva habitada 71
La edad de lo s me ta l e s : la cas a cas t r eñ a 71
Dominación romana y germanización: de lo urbano a lo rural 72
De la repoblación medieval a la edad moderna: e l in icio de los t ipos bás icos 74
De l a edad mode rna a nues t r a ép oca : e l de s a r ro l lo de lo s t ip os b ás icos 79
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Págs .
Materiales y técnicas constructivas 8 3
Los mater ia les bás icos: t ierra , m adera y piedra 8 3
Las fábricas de t ierra : el tapia l y el ad obe 8 S
Em plenta s o en t r ama dos de ma dera
8 9
Las fábr icas p é treas 9 0
Suelos , techos y cubier tas 9 4
Cerramientos de huecos 9 6
Los asentamientos 1 0 1
Estruc tura ac tua l del poblamiento bu rgalés 1 0 2
O rígenes y evolución d e los ac tua les núcleos 1 0 9
Emplazamientos 1 1 1
Trazado o forma de la planta 1 1 2
Agrupaciones edificatorias y parcelación 1 1 3
Organización y zonificación funcional 1 1 5
Los modelos básicos arquitectónicos
1 1 7
L a casa d e las Merindades 1 3 7
La com arca 1 3 7
La arquitectura en sus tipos 1 3 9
Las viviendas trogloditas 1 3 9
La c a sa d e en t r a ma do 1 4 1
La c asa de p iedra 1 4 3
La casa m ontañesa 1 4 4
Valles de Valdebezana-Bricia-Manzanedo . ' 1 4 5
Valle de Sotoscueva-Espinosa 1 4 8
Cuenca de Medina 1 5 0
Valle d e Mena 1 5 1
La Losa 1 5 3
Valle de Valdivielso 1 5 3
Valle de Tobal ina 1 5 3
La organizac ión de la casa , ' 1 5 4
Los materiales 1 5 9
L a casa d e la Bureba y la Ribera d e l Ebro 1 6 1
La comarca 1 6 1
La arquitectura en sus tipos 1 6 3
Las viviendas trogloditas 1 6 4
Condado de Treviño 1 6 5
La Ribera del Ebro
1 6 5
La s C a derec ha s 1 6 8
La B ureba-Briviesca 1 6 9
Tirón 1 7 1
Brújula-Oca
1 7 2
La organización de la casa 1 7 5
Los materiales 1 7 9
L a casa d e l Páramo de la Lora • 1 8 1
La comarca
1 8 1
La arquitectura en sus tipos 1 8 2
Valle de Sedaño 1 8 2
La Lora-Urbel 1 8 4
8
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P ág s .
Val le de Valdelucio 185
La organización de la casa 186
Los ma ter iales - 186
La casa de l Páram o del Pisuerga 191
La comarca 191
La arquitectura en sus t ipos 192
La casa de la vega y la g lor ia
193
La casa t roglodita
195
Villadiego 196
Valle del P isuerga 197
Castrojer iz-Sasamón 198
Bajo Arianzón 199
La organización de la casa 199
Los mater iales 200
La casa de l Páram o del Arianzón 205
La comarca
205
La arquitectura en sus t ipos 207
P áramo de Mas a 207
Alfoz de Burgos 208
Juarros-Arianzón 208
C am p o de Muño , 211
La organización de la casa 211
Los mater iales 213
La casa de la Tierra de Lerma 215
La comarca 215
La arquitectura en sus t ipos , 217
Campo-Arianza 217
Cogollos
218
Lerma 218
C ov ar rub ias 218
Val l e de l Es g uev a 221
La organización de la casa 222
Los ma te r i a l e s 224
La casa de la S iena de la Dema nda 225
La comarca 225
La arquitectura en sus t ipos 227
La cas a s e r r ana 227
La cas a ca r r e t e r a 228
Altos Oca-Tirón 229
Alto Arianzón
230
Lara 230
P ed ros o - Va lde lag una 232
Salas 232
C arazo 233
Arauzos 234
P ina re s 234
La organización de la casa 236
Los ma te r i a l e s 238
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Págs .
L a
casa
d e
¡a Ribera
d e l
Duero
2 4 3
La comarca 2 4 3
La arquitec tura en sus t ipos 2 4 4
Tierra de Roa 2 4 5
Gumiel
2 4 5
Aranda 2 4 6
Peña ra nda 2 4 8
Valle del Riaza 2 4 8
La organización de la casa 2 4 9
Los m ater ia les 2 5 1
L a arquitectura complementaria y d e l común 2 5 3
La arquitec tura ag ropecuaria 2 5 3
Refugios y cab anas 2 5 3
B odega s y l a ga res 2 5 5
Palomares ' . 2 6 0
C olmena res 2 6 4
Graneros , pa jares , cuadras y tenadas
2 6 5
Era s 2 6 9
La arquitectura de las instituciones 2 6 9
Igles ias y ermitas 2 7 0
Humilladeros, cruceros y vía crucis 2 7 3
Ayuntamientos y casas d e concejo 2 7 3
Otras edificaciones institucionales 2 7 4
La arquitec tura de l hospedaje 2 7 5
Hospita les y casas de pob res 2 7 6
Ventas y posa da s
2 7 8
La arquitectura lúdica y deportiva 2 8 1
Boleras 2 8 1
Frontones 2 8 2
Otras edificaciones
2 8 2
La arquitectura auxiliar y del común
2 8 4
Fuentes, a b reva deros y l a va deros 2 8 4
Herraderos, fraguas, hornos y afiladeros 2 9 0
Puentes 2 9 2
Otras edificaciones 2 9 3
La arquitec tura de l agua 2 9 4
Molinos , aceñas , ba tanes , tener ías , tener ías 2 9 4
Salmas 2 9 9
Pavimentac ión y elementos d el espacio común 2 9 9
E p í l o g o 3 0 9
G l o s a r i o 3 1 1
Bib l iogra f í a 315
10
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Breve pró logo
EL
TÉRMINO
DE
«ARQUITECTURA POPULAR»
SE
APLICA
HOY DÍA A
AQUELLOS
edificios y construcciones realizados con técnicas primitivas, situados en el medio
rural, y que datan de hace a lgunos años, Esta demoninación es un tanto chocante , pu es
tales edificios, que fueron populares un día, hoy son la antítesis de lo que constituye
el habi ta t natura l de la m ayoría de la población, a sab er , los b loques
en a l tura y las viviendas en régim en de propiedad horizonta l. No cab e d uda
de que ahora e s m ás popula r e l b loque en «H», el hormigón armado, el aluminio,
el terrazo y el ladril lo visto, que la fábrica de mampostería, las vigas
de madera , las baldosas de barro cocido o las te jas cerámicas; mater ia les
éstos que, paradójicamente, se util izan hoy en viviendas de lujo. Es posible que
la arqui tec tura popular de jase de ser lo e l día en que se la denominó de esa forma;
ya que cuando a lgo e s re a lm ente popular , pasa de sape rc ib ido , y ra ram ente
es objeto de estudio.
Habría que preguntarse cuá les son las razones que han despertado e l interés
en los últim os años por la arqui tec tura pop ular o vernácula , y po rqué se ha producido
un aum ento n otable de publ icaciones, tesis y l ibros sob re esta m ateria .
Quizá la razón m ás profunda sea un c ier to hast ío po r la so ciedad tecnológica
y por su expresión urbaníst ica en las grandes c iudades, que resul tan
inhóspi tas y agresivas pa ra sus habi tantes, Prueb a de e llo son las periódicas
huidas de éstos hacia e l campo, en ese invento moderno que es e l f in de semana,
buscand o un contacto con la N aturaleza y la sa tisfacción m ás o menos
completa de instintos atávicos, como la caza o la posesión del territorio
propio. El rechazo a la c iudad, y la unión con e l m edio n atura l , ha dad o lugar
a numerosas filosofías ecologistas, e incluso a partidos políticos «verdes»,
sobre todo en aquel los lugares en los que la opresión urbana es m ás insostenible .
Ante la aglom eración urbana, la arqui tec tura popular surge como un
prodigio de integración en el paisaje; como un fenómeno edificatorio consonante
con su entorno, y como m ater ia lización de la vida de l hom bre en compañía
y diálogo con la Naturaleza,
Las soluciones em pleadas en la arqui tec tura popular; e l repertor io
de superficies y volúmenes formando un tejido biológico, diferente en cada clima,
11
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en cada lugar y en cada comarca; e l ingenio y la capacidad de adaptación
dem ost rado po r sus const ructores, son fuente inagotable d e enseñan zas para
los arquitectos de hoy,
No podem os m enos de m encionar la influencia que c ier tos t ipos y estüos
vernáculos han tenido sobre la arqui tec tura m oderna, que los ha adop tado con
inmejorables resultados; e incluso la repercusión que han tenido en los edificios
ant iguos; recordemos que los órdenes c lásicos repi ten en piedra los de ta l les
constructivos de los primeros edificios en madera.
Por todo lo expuesto, nos ha parecido de l m ayor interés e l t rabajo
realizado por nuest ro com pañero José Luis García G rinda, y nos con sideram os
afortunados porque a lguien d e sus conocimientos y prep aración estudie
de forma tan comp leta y exhaustiva e l tema d e la arqui tec tura popular en la
provincia de Burgos; que de ot ra manera habría sido desconocido
para gran parte de las generaciones actuales y futuras,
El autor del trabajo nos ha distinguido con e l privilegio de su publicación, y por ello
reciba desde aquí nuest ro agradecimiento y la recomendación de seguir
t rabajando en la m isma l ínea que hasta ahora.
Burgos, abril de 1988.
LA
JUNTA DEL COLEGIO DE ARQUITECTOS DE BURGOS
12
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Introducción
LAS PRIMERAS TOMAS DE CONTACTO CON LA ARQUITECTURA POPULAR COMO
tema de estudio las rea l icé como alumno de la Escuela Superior de Arqui tectura
de Madrid a comienzos de la década de los se tenta , en sendos t rabajos escolares
sobre la arqui tec tura d e ladri llo de l Barrio de Tetuán y la arqui tec tura
de la Sierra Po bre d e Guadala jara . C on anter ior idad, y a l par t ic ipar en las-correr ías
de mi padr e y tío E frén, qu e darán lugar a la E spaña dibujada: Asturias y G alicia,
en e l papel de acompañante y t i rador o suje tador de c inta , me había
ya acercado a esta realidad arquitectónica diferencial , con una inicial indiferencia
que se modiñcará con e l t ranscurso de l t iempo,
Como t ema ya e spec ia lmente que r ido , y de spués de habe r adquir ido
un c ier to b agaje a l respecto en un te rr itor io como e l burgalés, a lo largo de unos
diez años a t ravés d e distintos estudios qu e lo tocaban de modo tangencia l
o incluso di recto, l legó e l m omento d e darle forma de tesis , tanto para real izar
una primera recopi lación, que permit ie ra decantar a lgunas ideas y un buen número
de aspectos informativos acumulados, como sal ir a l paso de c ier tas vulgarizaciones
que, en e l campo profesional, así como en gen eral ent re las gentes interesadas,
se vienen repi tiendo sobre la arqui tec tura po pular en nuest ro país. Así pue s,
se desarrol ló la correspondiente tesis do ctora l le ída en e nero de 1987,
y que recibió la calificación de C um L a u d e m ' . En e l la se pre tendió por un lado
una aproxim ación teórica m ediante la cr í tica a d e terminados conceptos, y por ot ro
la realización de una monografía sobre un territorio concreto, el burgalés,
como ba se m ater ia l y documental de la propia cr ít ica , con e l propio interés
de una invest igación e n un á rea virgen de estudios d e esta tem át ica .
La presente publicación es, en definit iva, el reflejo de aquélla, habiéndose aligerado
tanto e l texto como las imágenes gráf icas, ya d e por sí muy abun dantes.
El método de t rabajo seguido ha sido quizá a lgo he terodoxo, p ero p artíamos
de un am plio y previo conocimiento te rr itor ia l , La pr imera tarea acom et ida fue la d e
realizar
un
r epaso
a
la bibliografía existente que p ud iese estud iar la arquitectura p opu lar
burgalesa, así como la recopilación del material gráfico y bibliográfico que
permitiera realizar
la
introducción
al territorio
d e s d e
e l punto
de vista físico, demográfico,
económico e histórico. Apoyándonos en e l lo y en los conocim ientos y m ater ia les
propios se realizó una formulación inicial de los t ipos ya conocidos de la arquitectura
popular burgalesa , en base a la de l imi tación de áreas natura les y comarcales.
Esta primera clasificación t ipológica se hizo, dada la escasez de bibliografía
específ ica , basad a m ás en la morfología de su aspecto exter ior; y en p art icular
en la vivienda se t ranspusieron a lgunos datos de estudios de áreas cercanas con t ipos
m ás o m enos sim i lares.
' Dirigida por Helena Igles ias , con el t r ibunal pres idid o por Jul io Caro B aroja y compu esto por Antonio Bonet Corr ea,
Pedro Navascués Palacios , Alfonso Alvarez Mora
y
Salvador Pérez Arroyo.
13
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Como en toda investigación sob re nuest ra arqui tec tura p opular , e l trabajo de camp o
ha sido la tarea más larga e intensa , desarrol lada en las épocas de buen t iempo.
Se recorr ió e l te rr itor io burg alés a lo largo y ancho, d edicand o una parte importante
del esfuerzo a recoger algunos ejemplos significativos de los t ipos característ icos,
a t ravés de los correspondientes levantamientos. Hemos querido hacer
especia l hincapié en la docum entación planim étrica arqui tec tónica , que en la m ayoría
de los estudios real izados no t iene la precisión o cal idad adec uad a, d ado
su carác ter m arginal . Dichos dibujos t ienen un t ratamiento y escala común, estando
realizados a mano a lzada y dos t intas.
El consiguiente trabajo de campo amplió y modificó los t ipos inicialmente definidos,
produ ciéndose una re la tiva sorpresa , pue s las organizaciones internas de las
edificaciones reside ncia les han sido fuertemente m odificadas, a l hab er
sido t ransformadas, cuando no simplemente suprimidas, la mayoría de las cocinas
t radic ionales, corazón básico d e la casa , susti tuidas por las cocinas d e butano
y por las obras co rrespond ientes a las acom et idas dom icil iar ias de l agua
y
saneam iento,
lo que obl igó a levantar p lanimetr ías, en muchos casos, de casas sin uso o dedicadas
a a lmacenaje diverso.
El aná lisis d e la arqui tec tura en su s di ferentes t ipos se ha dividido en dos p artes
básicas. Por un lado, la casa o rdenad a en los t ipos te rr i tor ia les en base a las com arcas
y subcom arcas, y por ot ro e l conjunto de edif icación no residencia l de carácter y uso
d ive rso que p ued e en cont ra rse en e l medio ru ra l . En la p r ime ra se ded ica
dos p artes co ncre tas a la organización interna y a los di ferentes m ateria les y técnicas
const ruct ivas usados en cada comarca. La segunda, a la que hemos denominado
como arquitectura complementaría y d e l c o m ú n , ha sido anal izada en base
a los distintos t ipos funcionales que aparecen en el conjunto de territorio, dada
la re la t iva repe t i tividad de los mismos, aunque siempre introduciendo a lgunos aspectos
diferenciales locales, como los propios materiales constructivos. Ello se completa
con una visión g eneral de los modelos básicos arquitectónicos, así como
de las técnicas y m ater ia les const ruct ivos em pleados en e l conjunto de la provincia .
Paralelamente se realiza una referencia a la evolución histórica
de la arqui tec tura , y so bre todo una introducción a los asentam ientos, en sus
orígenes, evolución, emplazamientos y morfologías, relacionándolos en sus formas
de agrupación y parce lación con la arqui tec tura , como resumen de una invest igación
parale la que ha anal izado en de ta l le más de un centenar de núcleos.
El capítulo dedicado a la historia y evolución de las actividades tradicionales,
que adquir ió una c ier ta importancia , ha sido e laborado basándonos en una
serie de re ferencias documentales que , procedentes de dist intas fuentes, han sido
recogidas en una bibliograf ía muy diversa , en la que se incluyen a lgunas re lacionadas
con los propios asentamientos y las ac t ividades l igadas di rectam ente
con la arquitectura.
El mater ia l de base para la introducción a l marco te rr itor ia l ha sido obtenido
m ayoritariamente de datos sum inistrados por las publ icaciones y car tograf ías
de organismos o insti tuciones públ icas, com plementados con ot ras pub l icaciones
y e l propio t rabajo de campo.
Finalm ente , se desarrol ló e l capí tulo ded icado a la cr í tica y teoría de la arqui tec tura
popular , em pleando las conclusiones obtenidas d e la m onografía y si rviendo
como contrapunto a lgunos textos e legidos a l e fecto, juntamente con un intento
de aportar una bibliograf ía ampl ia so bre e l conjunto de l ámbi to español , siendo
conscientes de que presentará huecos inevi tables debido a l carácter local
de m uchos trabajos temát icos.
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Tudanca
de Ebio.
17
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Villasur
de H eiieíos.
18
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Tenada,
en
Espinosa
de
Cerveía.
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Tudanca de Ebro.
20
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Quemada.
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Bodegas de
Villegas
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Iglesia rupestre , en Villanueva-Soportüla.
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•• ifev
Pinilla de los
Bariuecos:
casa carretera.
2 4
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Crítica y teoría de la
arqu i tec tura popu lar
LA PRIMERA CUESTIÓN Q UE INEVITABLEMENTE SE PLANTEA
es cuá l es el objeto de es tudio y por tanto qué es la l lamada arqui
tec tura popular Entramos,
pues ,
en e l t ema d e
la
definición, y
si
real
mente el té rmino «popular» es el habitua lmente empleado como
calificativo de la arquitectura, no e s el
único,
ni tampoco el p r imero,
que fue utilizado entre los estudiosos, que, desde el siglo
pasado,
s e
han dedicado a es ta temática .
El té rmino vernáculo apl icado a la a rquitec tura , como el té rmino
folc lore em pleado como conjunto de la t radic ión socia l
y
cul tural de
los pueblos , se ge nera en las is las Bri tánicas en las déc ada s de los
años treinta y cuarenta del siglo
pas ado ,
e l p runero dent ro de l a co
rriente intelectual, a la que se denom inará como precursores del mo
vimiento moderno en la arquitectura. Será, pues, la arquitectura
vernácula, objeto de atención como inspiración, por su génesis cla
ra y s imple y su funcionalismo de la nueva arquitec tura en respuesta
crítica a los p rimeros balbuceo s resultantes de la revolución industrial.
Al
término vernáculo se añadirán
los
de autóctono,
típico,
rural, re
gional, tradicional, po pular, sin arquitectos, etc. Es de cir, adjetivos
o calificativos q ue ligan la arquitectura con la tierra (autóctona), al
lugar o país (vernácula), al cam po y sus l a bores
(rural),
a la transmi
s ión d e costumbres ( t radic ional), a una im agen del ic iosa y pictórica
(típica), perteneciente al pueblo (popular), etc.
Sin
duda es t a última denominación,
la más
a mbigua por
la
diferen
te concepción que t iene la pa labra pueblo, ha s ido la más uti lizada
en nu estro país. Nom bres como Anasagasti , con su lec tura de ingre
so en la Real Academia de Bel las Artes de San Fernando leído en
1929 con e l título d e «Arquitectura popular», o el con curso convoca
do en 1923 por el Ateneo de Madrid con el título de «Arquitectura
popular en las distintas regiones de España», ganado por un texto d e
To rres Balbás que luego se convertiría once años m ás
tarde,
e n u n o
d e
lo s
textos bás icos sobre este tema, son bu ena m uestra del interés
d e l momento por esta arqu itectura y de sde luego d e la amplitud que
ya tenía dicha denominación.
El objeto de nuestro es tudio es c laramente un producto preindus-
t r ia l , a diferencia d e aquel las a rquitec turas pop ulares rec ientes q ue
ha n em plea do e l ementos
y
m ater ia les industr ia les de deshecho, in
serto
en un
medio rura l en el
que,
has ta el siglo pas ado ,
e l
incipiente
fenómeno urbano es taba dom inado por la rura l izac ión de su entor
no, y basado en su producción y evolución en el mecanismo d e la
tradic ión y por
tanto,
l igado a un espacio terr i tor ia l concreta Es por
el lo qu e la denom inación d e arquitec tura rura l t radic ional o autócto
na es la que quizá expresa m ejor el tipo concreto es tudiado, aunque
la tentación d e la simplicidad gram atical del calificativo de pop ular
es muy poderosa y en t al hemos c a ído a men uda Sin em ba rgo una
mínima carac ter ización de es ta arquitec tura , m atizando m uchas de
las afirmaciones qu e sob re ella se realizan, es el m ejor modo de acer
carnos a esta definición.
Una m ayoría de los estudios y textos de arquitec tura popu lar en
Espa ña es t án c onc eb idos de sde una per spec tiva c l ara mente de te r
minista respecto a l
medio
geográf ico do nde se
sitúa,
p resentándose
como
un producto de adaptac ión a l medio f ís ico y a las propias con
diciones de las actividades agrarias, los distintos tipos de arquitec
tura en función de las diferencias geográf icas de sus lugares de
asentamiento en una visión estática y atemporal, reforzando la per-
vivencia d e sus tipos en co ntraste con la futilidad de la llamad a ar
quitectura.
Estas posic iones , en las que exis te un c laro contenido romántico
qu e no s recuerda n el ambiente cultura l decimonónico en que nacie
ron, aun cuando matizadas cada vez más p or la influencia d e antro
pólogos, etnógrafos, historiadores, arqueólogo s y otros especialistas
que tocan de l leno o lateralme nte e l tem a, son un reflejo de las con
dic iones en que se ha desarrol lado la a rquitec tura contemp oránea
en e l
país,
y en e l
rechazo, como
lugar
común,
a un determinado pro
ducto de escasa ca l idad contraponiéndolo a la bel leza funcional y
exp resiva de la arqiiitectura sin arquitectos. Pero también e s reflejo
del carác ter de f rancot iradores
y
de autodidactas que
han
tenido los
estudiosos d e esta materia, en su mayoría arquitectos, y la escasa ba se
previa material y docum enta l que se disponía en relac ión con el me
dio rural.
Uno de los textos imp ortantes por p lantear ya una pr imera visión
gen era l de la vivienda po pular española , como elemen to básico de
dicha arquitec tura , obra d e T orres Balbás, incluye un capítulo inicial
dedic a do a su caracterización y definición p lanteando ya ciertos m a
tices evolutivos y cul tura les a la fuerte dep end encia geográf ica , so
bre todo en sus aspectos físicos, aún cu ando sus postulados teór icos
es tán muy cercanos a aquel las posic iones:
«Las moradas humanas están condicionadas en gran parte por los
facto
res naturales. Puede
ello
afirmarse aún de las
viviendas
ciudadanas, a
25
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 25/161
pesa r d e la facilidad de comunicaciones, del internacionalismo social,
de las modas
y
d e la tendencia al uniformismo que actualmente contri
buye
a
igualarlas en
el mundo
entero, privándolas de
su s
caracteres di
ferenciales; pero donde se comprueba el hecho, con evidencia
inecusable,
es en las viviendas humildes de campos y
aldeas,
obras
que,
como m ás primitivas y elem entales,
están
menos
emancipadas de
la
ser
vidumbre
del m edio
geográfico, que dirige,
no arrastra: la
tierra influye
en el
hombre, pero
éste, a su
vez, reacciona transformando aquélla, mo
dificando
más o
menos profundamente el medio en su provecho
La
ca
sa popular, pues, no es un producto exclusivamente geográfico ni
puramen te humano:
su s
formas llevan impresa la m arca del medio g eo
gráfico
y
del factor humano;
no
de pende sólo de la herencia
o
sólo del
medio, sino de ambos a la vez.
La
arquitectura
doméstica,
e s,
en las sociedades
primitivas,
casi un pro
ducto natural del suelo y del clima, obra colectiva, salida d e la misma
vida, que recurre a los materiales más próximos
y
los emplea apenas
sin transformar Sus progresos civilizadores represe ntan cada vez una
mayor reacción contra
la
naturaleza, liberándose del condicionalismo
ex
tremo a que
estuvo sometida.
Así, ocupan áreas geográficas distintas las
casas de piedra
y
las de
tierra;
veremos inclinarse
más o
menos las cu
biertas según sea región de ab undantes nieves o
de
escasas
lluvias; abrir
se las viviendas por huecos numerosos en los climas templados y
cerrarse
casi
por comp leto
al
exterior
cuando
el clima
es
de fríos extre
mados, reflejando en suma cómo el pode r del m edio geográfico actúa
sobre ellas.
Son
especialmente la casa rural
y
la aislada las que m ues
tran mejor las características de esta dependencia.
Las
condiciones geográficas, naturales
y humanas y las
viviendas
po
pulares
están,
pues,
tan íntimamente
relacionadas
y
trabadas, dependen
en
tal
forma
l as
unas de las
otras,
qu e
no
podrem os analizar las últimas
prescindiendo
de las
primeras.
P or
ello,
el estudio de
las
viviendas
cons
tituye una de
las
partes de
la
ciencia modernam ente llamada geografía
humana, dedicada al estudio de
los
fenómenos geográñcos en
los
cua
les participa la actividad del hombre, grupo complejo de hechos infini
tamente variables
y
variados, englobados en el cuadro de la geografía
física, pero que tienen siempre el carácter, fácilmente discernible, de
afectar más
o
menos directame nte al ser humano...»'.
A s í , pu e s , l a s pa l a b r a s d e T o r r e s Ba l bá s e xpr e sa n l a a d a p t a c ión
de la vivienda popular a las condic iones f ís icas de l lugar , mat izadas
por la ac t ividad humana:
«...
Tales viviendas, profundamente
unidas al
suelo,
al clima y al
paisaje,
moldeadas por estos factores, hállanse en dependencia inmediata del
medio, perfectamente adaptadas a él, siendo verdaderos precipitados
geográficos, resultando de
u na
transformación, e n la que el suelo pro
porciona la primera materia y el hombre la actividad transfor
madora...» 2.
U n a p r im e r a c u e s t ión p l a n t e a d a e s l a re l a c ión d e e s t a a r q u i te c t u
ra con e l m edio f ísico don de se asien ta . El inf lu jo de la c l imato logía
e s u n f a c to r d e u n a c i e r t a t r a sc e n d e n c i a e n c u a n t o a l a o r ga n i z ac ión
d e l a v iv i e n d a , pe r o só l o se pu e d e a p r e c i a r c i e r t a s pe c u l i a r id a d e s
cuando los fac tores c l imát icos t ienen una fuer te d i fe renciación . Es
e v id e n t e q u e e l pa t i o e n l a c a sa m e r id io n a l y m e d i t e r r á n e a n o t i e n e
e l mismo sign if icado qu e e l pa t io de la casa a t lán t ica o de la mes e ta .
Si
e l p r im e r o e s u n e l e m e n t o d e e s t a n c i a
y
t i e n e u n e f ec t o r e g u l a d o r
c l im á t ic o , e l s e gu n d o e s m e r a m e n t e u n e spa c io a u x i l ia r
y
d e t r a ba j o
abier to .
Las var iac iones c l imát icas en n uest ro te r r i to r io au nqu e sign if icat i
va s , a pe n a s t i e n e n r e spu e s t a s d i f e r e n c i a l e s , q u e só l o pa r e c e n su r
gir en modelos evolucionados.
Así
la ubicación de estancias ha bi tables
y en esp ecia l de la cocina en e l n ive l in ferior de los ed ific ios de vi
v i e n d a d e d o s a l t u r a s , s e p r o d u c e e n l o s e j e m pl a r e s m á s r e c i e n t e s
d e l a s c o m a r c a s d e l a R ibe r a d e l D u e r o y d e l P á r a m o d e l P i su e r ga ,
c o m o r e spu e s t a a u n a s m e j o r e s c o n d ic io n e s d e h a b i t a b i l i d a d l o c a
les de la plan ta baja fac i l i tada por la menor pluviometr ía y humedad
del te r reno , así como por la existencia de un pe r íodo est ival más acu
sado e n re lac ión a l resto de l te r ri to rio , Esta d i fe rencia c l imát ica p ue
de expl icar en par te e l empleo de la te ja vana o sin cobi jas en las
c u br i c io n e s d e l a R ibe r a d e l D u e ro , a u n q u e su e x t e n s ión a á r e a s im
por tan tes de Segovia , Ávila y Val ladol id , a lgunas de e l las l igadas a
las est r ibaciones de l Sistema Centra l y por tan to con una mayor plu
viometr ía , pa re ce ind ic ar que e l f actor c l imát ico en su conf iguración
e s r e a lm e n t e s e c u n d a r i a
N o c a be d u d a q u e l o s a spe c t o s d e o r i e n t a c ión , e l c e ga m ie n t o d e
sus paños y muros or ien tados a l septen tr ión , la búsque da d e las o r ien
t a c io n e s m e r id io n a l e s p a r a l a s e s t a n c i a s v iv id e r a s , l a so la n a c o m o
colector so lar y lugar de pro tección en un c l ima húmedo, son f ru to
de la adaptación a las condic iones c l imát icas de l te r r i to r io provin
cia l , apreciándose en a lgunos de ta l les una c lara evolución .
La desapar ic ión , sa lvo a lguna excep ción muy a islada , de la vivienda
troglodi ta que todavía pod em os encontrar en áre as re la t ivamente cer
c a n a s , c o m o e n e l va l le m e d io d e l E br o , se d e b e e n u n a m e d id a im
po r t a n t e a l c l im a h úm e d o y r i gu r o so d e bu e n a pa r t e d e n u e s t r o
ter r i to r io , s in despreciar por supuesto la componente cu l tu ra l de l
de l abandono evolu t ivo que en la mese ta septen tr ional tuvieron este
t ipo de asen tamientos a par t i r de la mitad de la Edad Media . Tam
b ié n se pu e d e n e n c o n t r a r e n a l gu n a s v iv i e n d a s d e l a s c o m a r c a s d e
l a R ibe r a d e l D u e r o y d e l P á r a m o d e l P i su e r ga d o s sa l a s - c o m e d o r
d i f e re n t e s , c o n c e b id a s pa r a u so re spe c t ivo e n é po c a d e ve r a n o e i n
vierno , procurando or ien tación d ife ren te e incorporando la glor ia en
e l espacio u t i l izado en la estac ión f r ía . Esta so lución se produce en
edif ic ios de c ie r to programa y tamaño en t ipos ya c ie r tamente evolu
cionados.
Así , pues, e l in f lu jo c l imát ico sobre la arqui tec tura popular apare
c e m á s e v id e n t e e n l o s m o d e l o s m á s r e c i e n t e s , fr ut o d e l a e x pe r i e n
cia acumulada en un te r r i to r io , en una len ta pero progresiva mejora
d e l a s c o n d ic io n e s d e h a b i t a b il i d a d d e l e spa c io h a b i t a d a U n e j e m
plo sign if ica t ivo de e l lo es e l empleo de la cocina y de la glor ia en
l a a r q u i te c t u r a bu r ga l e sa , e n c u y o s m o d e l o s e s pa c i a l e s y a e vo lu c io
n a d o s e x i s te n c l a r o s m a t i c e s q u e pa r e c e n r e sp o n d e r a l m e n o s e n pa r
t e a l a a d a p t a c ión c l im á t i c a . As í l a s c o c in a s m o n t a ñe sa s y se r r a n a s
su e l e n d i spo n e r d e u n a c a m pa n a a m pl i a q u e h a c e c a s i d e t e c h o g lo
ba l d e l a e s t a n c i a p r o c u r a n d o u n m e j o r c a l e n ta m ie n t o y t a m bié n a h u
m a m ie n t o , a l r e d e d o r d e l h o ga r . L a c o c in a d e l o s pá r a m o s y z o n a s
in t e r m e d ia s , si b i e n e m p l e a u n a c a m pa n a ge n e r o sa , é s t a y a n o t i e n e
e l pe pe l d e t e c h o d e l a e s ta n c i a , s in o q u e c o n ñgu r a p a r c i a l m e n t e e l
e s p a c i a
Y
po r ú lt im o l a c o c in a d e l a s á r e a s d e ve ga e s y a u n pe q u e
ño f o gón , c u y a c a m p a n a se a j u s ta a l p r o p io h o ga r n o pe r m i t i e n d o u n
cobi jo bajo e l la . Si e l modelo más pr imit ivo de cocina que hemos re -
f e r e n c i a d o e s a q u e l q u e t i e n e e l h o ga r c e n t r a l y q u e n o d i spo n e d e
c a m pa n a a l gu n a , e sc a pa n d o e l h u m o a t r a vé s d e la p r o p i a c u b i e r t a ,
la necesid ad de of recer un mejor foco calorí fico en estas úl timas áre as
d e ve g a o pá r a m o ba j o u n id o a l a p r o gr e s iva d e s f o r e s t a c ión d e l a s
mismas, por su pau la t ina especia l ización agrar ia , f ac i l i tó la genera
c ión d e u n m o d e l o d e c o c in a i n t e r m e d io e n t r e a q u e l l o s m o d e l o s y
• la glor ia: la cocina de t rébede , que une la doble función calor í f ica
y d e c o c ión d e l o s a l im e n to s . L a g lo r ia n o e s s in o u n a d e sa gr e g a c ión
de esta doble función t rad ic ional de la cocina o e l hogar , concibién
dose únicamente como e lemento ca le factor , e l iminando la incomo
d id a d d e l h u m o d i r e c t o q u e su po n e n a q u e l l a s c o c in a s . E l é x i to d e
2 6
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 26/161
su extensión, a partir de comienzos del presente siglo, radica tanto
en su mayor como didad como en po der aprovechar m ater ia les com
bustibles menudos, como paja, ramajes, sarmientos
o
mcluso casca
ras de
piñones,
en áreas donde la cobertura arbolada tiene una escasa
o m ínima representac ión en su terri torio
Una m ás direc ta relación de es ta arquitec tura con el m edio f ís ico
pued e es t a b lec er se a través de los mater ia les empleados en su edi
f icac ió n, s iendo uno de los aspectos que la gran mayoría de los tex
tos recogen, aunqu e como en toda o bra humana la evolución es tá
c laramen te presente. El ser una arquitec tura b ásicamente autocons-
t ruida , basada en e l puro esfuerzo familiar y personal dentro de una
economía rura l qu e en la mayoría de las s i tuac iones sólo a lcanzará
para la supervivencia, lleva a la utilización de materiales de cons
trucción qu e sea n fácilmente accesib les, tanto po r situación, facili
dad de trabajo y econom ía. La t iena , la madera y la piedra empleadas
son
las
existentes
en
e l
lugar,
es tablec iéndose
su uso
conforme
a
una
jerarquía de ca l idad y d urabilidad, utilizando los m ater ia les más du
raderos , como la piedra , en una gradación que va de menor en los
edificios
auxiliares y
agropecu arios,
a
mayor en
la
vivienda, tanto en
función de la capacidad económica y posición de sus propietar ios
como d el pa pel funcional y s imbólico d e lo construida
Esta identificación con los m ateriales locales confiere a la arqui
tectura rural tradicional una gran continuidad temporal, aunque sus
t ipos bá sicos evolucionen y cambien, e incluso determinados mate
r ia les de fác il elaborac ión pero m enor durabil idad sean poco a po
co sust ituidos por m ateria les m ás du raderos . Así el reemplazo lento
de la madera , en forma de fábr icas m ixtas de entramado con rel le
no diverso,
por
las
fábricas de piedra , fenómeno que se p roduce d e
un m odo claro en el bajo medievo por influjo a los incend ios masi
vos, v a a s e r uno d e los cam bios que or iginarán m odelos diferencia
dos .
O tras sus ti tuc iones como el tapia l por el adobe, se deb e m ás
a la autonomía constructiva y mayor rapidez de ejecución que per
mite este segu ndo, aligerand o las fábricas a costa d e un inferior ais
lamiento térmico,
parc ia lm ente compensado
con la
prop ia evolución
de la cocina .
Por lo gen era l los mater ia les proced en del entorno próximo y con
frecuencia el color exterior de esta arquitectura en su globalidad será
muy homogéneo
creando,
cuando los materiales no están revestidos,
una imagen del mimetismo con el entorno físico. Este apoyo en los
m ater ia les loca les se descu bre constantemente s i c ruzamos los m a
pas geológicos con los mater ia les p é treos y férreos ut il izados en la
arquitectura ex istente, o con los m apas d e vegetación y los diferen
tes tipos de ma dera , a unque esto último tenga a lgunas desviac iones ,
pue s las desfores tac iones y repoblac iones han a l terado a veces d e
modo local y profundo las carac ter ís t icas dom inantes d e la vegeta
ción autóctona.
No o bstante de nuevo e s prec iso matizar es tas es trechas vincula
c iones con el medio loca l, pues en ocasiones se prod uce el empleo
de materiales foráneos, más frecuentemente cuanto mayores posibi
l idades económ icas tenga el usuario, sobre todo en aque l las áreas
qu e no disponen de una gama amplia de m ateria les adecuado s. Un
c laro e j emplo es l a esc a sez de ma dera en p a r te de los pára mos y
vega s donde
las
roturaciones han acabado prác t icamen te con la
ve
getac ión arbórea , em pleándose la p roc edente de l á r ea s ena na
trans
portada por su famosa carretería. Así el pino s ena no se expa nde por
buena pa r t e de l sur
y
centro bu rgalés en la arqu itectura tradicional,
s iendo de sde luego su uso masivo en edif icac iones des tacadas. En
meno r esca la lo mismo se pued e señalar cuand o exis ten en d eter
minados lugares buenas can teras de piedra , po r ejemplo las cé le
bres de Hontoria de la Cantera, cuyas ca lizas adem ás de em plearse
en los principales edificios y monumentos de la capital burgalesa,
han servid o ya tardíam ente en los siglos xviii y xix para la construc
c ión d e los núcleos d e un entorno amplio.
Si bien es c ierto que en la conformación de los t ipos básicos d e
la arquitectura popular un aspecto significado es el medio físico do nde
se inserta, no es m enos c ierto que los diferentes tipos d e producción,
en relación con las posibi l idades de l medio
físico,
so n otro factor im
portante m odificándose juntamente con las soc ieda des donde s e ha n
ge nera da La vivienda rura l con sus depende ric ias y t ierras anejas
es tá conceb ida como una unidad productiva rec ibiendo denomina
c ión propia , como el caser ío en el Pa ís
Vasco,
el casal en Galicia, el
solar castellano
o
la quintana asturiana, d e tal modo qu e e sta arqui
tec tura po r su especif ic idad es uno de los s ignos cul tura les de un
lugar, una comarca , una región o un pa ís .
D esde luego las dis tintas necesidad es qu e la producción agrop e
cuaria plantean hace que la respuesta sea nítida al ofrecer distintas
estancias o edificaciones específicas p ara los usos no estrictamente
vivideros. Es quizá en es ta temática do nde mejor se ap rec ia la rela
ción racional de forma y función, en esta arquitectura conce bida co
mo un b ien de uso que no de c a mbia Así en l a s á r ea s c la ramente
agranas adquieren relevancia determ inados tipos de edificación es
pecia l izada , como los graneros , los pa lomares , o l a s bodega s , y por
el contrar io en las áreas gan aderas aparecen de modo m asivo, los
es tablos d e g anado lanar , o tenadas. Ño obstante la especialización
qu e hoy m uestra el medio rural burgalés es contradictoria con la mez
cla funcional de dichas edificaciones agropecuarias y los límites no
son tan claros en la arquitectura, como lo son en los tipos de p roduc
ción reflejando una econom ía rural anterior más diversificada, en la
que la autosuficiencia tenía gran pesa
Una segun da cuestión e s la supuesta autonomía de la a rquitec tura
popular, como a m enudo se p resenta para reforzar sus va lores pro
pios,
contraponiéndola
a la
denominada arquitectura culta
o
de é po
ca . La tendencia más habitua l es la de considerar los ejem plares
prototipos de nuestra arquitec tura popular como un producto a tem-
poral reflejo de una sociedad rural estática.
Las
pa labras de T orres
Balbás, insertas en un texto ba stante m atizado, son no obstante una
muestra de dicha posición:
«... En las rurales existen un tipo de casa de tradición secular, que se ha
venido repitiendo desde fechas
remotas,
al cual todas obedecen en ma
yor o menor
grado,
presentando caracteres comunes, lo que no entraña
nunca identidad de ejem plares: materiales idénticos, empleados de la
misma manera, igual disposición y
reparto,
el mismo
aspecto.
Desde ha
ce siglos, cuando un labrador o un menestral de un lugar apartado tiene
que levantar su casa
hace
según
los
procedimientos tradicionales, re
petidos
a
través de innumerables generaciones,.,»^.
Esta visión ciertam ente ahistórica tiene su apoyo natural en su re
lativa lentitud evolutiva y durabilidad limitada. Dicha evolución his
tór ica no es homog énea e n un terr itor io como e l cas tellano- leonés ,
ni tampoco pu eden denom inarse ant iguos los ejem plares que hoy
perviven, pue s en ningún caso t iene m ás a l lá d e seisc ientos años y
en su mayoría no sobrepasan los doscientos, aunque sí calificar de
primitivo alguno d e sus
m odelos.
Podemos com parar dos t ipos exis
tentes en dicho ám bito: la pa l loza o la casa rec tangular de pa ja de
la montaña leonesa , como modelos pr imitivos , y la casa cántabra o
el caserío vasco del septentrión
burgalés ,
como modelos más evolu
cionados.
21
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 27/161
-•y <\ r^
La ac tuac ión de los especialistas:
"¡842.
Este lagar s e hizo
po i Be n i to Nogue ras y Manue l Lore nzo a e spe nsas d e Santos
del Rincón y s u
muger ,
Cándida Hue r ta" . La Se que ra de Haza.
El a is lamiento de las com unidades q ue han prod ucido los mode
los primitivos es la causa de su estancamiento y pervivencia. Ejem
plo c lásico de el lo es la pa l loza , modelo poco evolucionado au nque
sí c laramente diferenciado de la casa cas tref ia con la que habitua l-
mente se equipara .
La
palloza
tiene
mayor
tamaño,
manteniendo una
planta c ircular deformada, lo que hace que ofrezca una es truc tura
sustentante
m ás
compleja que aquel la , incluyendo el ganado ba jo el
mismo techo, aunque separad o por una división interna a m edia a l
tura . La evolución de la casa redonda, sobre todo en ép ocas p re y
protohis tóricas ha s ido uno de los pocos temas evolutivos de casas
tradic ionales que ha s ido es tudiado en el país*.
Por tanto
p arece c laro que hay que introducir en
los tipos
arquitec
tónicos, en es te caso p opu lares, el análisis de su evolución
y
por tan
to los fac tores his tór icos en la medida que sea posible, contando
siempre con la dificul tad del fechado de los ejemp lares exis tentes
y la escasez d e datos disponibles sobre la arquitectura desaparecida.
El
carácter sup uestam ente autónomo de su formación
y
su relación
con la a rquitec tura his tórica conocida , son pu es pa r te d el mismo dis
curso analítico,
au n
cuando se intente normalmente a is lar es ta a rqui
tec tura en sus t ipos básicos«... sobre ¡os que poco o nada inOuyen
lo s estilos históricos..» en pa labras de Garc ía Mercadal- , pues una
de las carac ter íst icas de el la es que e s capaz de interpretar e incor
porar distintos aspectos, sobre todo motivos decorativos, de los mo
delos
cultos,
ayudando
a
la configuración de eleme ntos significativos
d e
su s tipos.
La l lamada casa montañesa es un buen ejemp lo a l res
pecto,
a l par ti r , de una exp eriencia m edieval , los incendios y la ne
cesidad de cor tafuegos , que crea el muro medianero resa l tado,
convir tiéndose en protecc ión de la solana a l sus t ituir a l cu erpo ce
n a d o
volado,
rematándose aquél
con la
m oldura clásica
d e talón,
tant
en forma de ménsula de apoyo como en formación de la cornisa su
perior .
La
expansión de el la en el norte burgalés se es tablece como
solución de cont inuidad del vecino terr itor io cántabro, p enentrando
en zonas donde perviven modelos anter iores con los que no t iene
relac ión direc ta , suponiendo una c lara ruptura del mecanismo d e la
tradic ión. El lo se prod uce en el borde del Páramo d e Masa , don de
existen todavía algunos ejemplares bajo medievales que emplean fá
br icas de m amposter ía y en t ra ma do d e m a dera c on r e ll eno de a do
be y p iedra de toba . Es t e modelo s e ma nt iene c on esc a sa s
modificaciones, incorporando unos tímidos ba lcones volados de ma
dera , has ta que hace dosc ientos años aparece una arquitec tura de
influencia cántabra dominada por la simetría compositiva de sus fa
chadas , que se coronan con la carac ter ís tica solana apoyada en los
extremos d e los muros sa lientes .
Otro proceso parec ido suced e a finales d el siglo pa sa do y comien
zos del presente, en una gran zona de las r iberas y páramo s burga-
leses, donde desde l a Eda d Media s e ha brá p roduc ido una
arquitec tura tamb ién basada en el emp leo mixto de los entramado s
de ma dera
y
la piedra con mod elos escasam ente evolucionados. Lo
nuevos mod elos que ir rum pen t ienen un neto carác ter
urbano,
en e l
empleo de
la
simetría en
su s
fachadas d e s i l ler ía perfec tamen te de s
piezadas, incorporando balcon es verticales
e
incluso nuradores
acns
ta lados a semejanza d e
lo
que se construye en la capital provincial.
Sin emb argo detrá s de el las se s iguen planteando program as y or
ganizaciones s imilares a las anter iores , aunque se g enera l iza el uso
de las sa las y a lcobas como espacios diferenciados , em pleando la
regular idad y la s imetr ía p ara es tablecer sus dis tr ibuciones.
El límite
entre
la s
l lamad as arquitec turas popular
y
culta
en un me
dio rura l como el burgalés es rea lmen te com prometido y confuso
incorporando ambos elem entos a jenos , La casona d e los campesi
nos a c omoda dos o d e lo s hidalgos o cabal leros del lugar , que se di
ferencia del res to de la a rquitec tura res idencia l modesta por la
morfología y tratamiento de sus fachadas, presenta en su organiza
ción interior por lo ge nera l elem entos carac terís t icos d e la casa t ra
dic ional , a pesar de disponer una m ayor generosidad y r egula r ida d
espacial, como las cuadras, pajares, graneros, la cocina tradicional,
el horno
o
la bodega. P or ejemplo en las casonas del Val le de Seda-
no
o
de la Sierra de la Dem anda e s habitua l hal la r , las t radic ionales
chimeneas e ncestada s que coronan la cocina junto con el horno de
pan aneja Otro ejemplo evolutivo de arquitec tura rura l que ad quie
re ora formas
m ás
tradicionales, ora
m ás cultas,
es el m olino
E n
es te
tipo d e ed ificación ex isten u nos claros saltos o cambios tecnológico
en determ inados mom entos , impulsados desd e fuera del ám bito ru
ral,
que luego pue den ser perfec tam ente as imilados y t ransmit idos
en formas que se pued en ya ca lificar de t radic ionales . No ob stante
las últimas formas evolutivas, fábricas de harina suponen ya clara
mente un cambio básico tecnológico, siendo ya un producto prá c t i
camente industr ia l , lo que implica una ruptura con el carác ter
ar tesanal de la tecnología anter iormente empleada.
Otra carac terizac ión que habitua lmente se emp lea es la de su auto
construcción, tercera cuestión que está directamen te relacionada con
la anter ior . En la medida en q ue la edificac ión e s m ás compleja y
28
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evolucionada y la familia dispone de a lgunos ahorros en dinero o en
espec ies , se prod uce con f recuencia la par t ic ipac ión de e specia l is
tas loca les o comarcales, carpinteros, albañiles y canteros sobre to
do, introduciendo elementos a jenos a la propia tradición constructiva
local, influidos por la s construcciones m ás des t a c a da s de la zona, so
bre todo de t ipo rel igioso, en la que a veces par t ic ipan.
Por
tanto,
la autoconstrucción ha d e entenderse, en m odelos evolu
cionados, como una participación directa del futuro habitante en la
organización y diseño interno de la vivienda, ajusfándola plenam en
te a sus ne cesidad es familiares y p osibi l idades económicas , con la
a yuda de peones o m aestros locales en las ta reas m ás complejas, por
ejemplo, cuando se genera l iza el empleo de la piedra , en el labrado
y colocación d e sus p r inc ipa les elementos de s i ller ía . En m.edida in
versa cuanto menos evolucionados
o
toscos son
los
ejemplares , bien
por es tar s i tuados en un área recóndita
o
b ien por d i sponer de una
economía
muy
p rec a na
y pobre,
el proceso constructor es claramente
asumido en su práctica totalidad p or el
usuario,
contando
con
una am
plia colabo ración familiar
y
vecinal,
a modo
de compromiso rec ípro
co de ayuda y pres tación d e servic ios .
En
el Catas tro del m arqués de la Ensenad a es habitua l encontrar,
en una mayoría de los núcleos burgaleses , la exis tencia de un a lba-
ñi l o cantero qu e p ar t ic ipaba normalmente en todas las obras loca
les, La
existencia de
un
importante gremio de a lbañiles en la c iudad
de B urgos, que d i spuso d e ordena nza s p rop ia s ya c onoc ida s en e l
siglo XVI adem ás de mtervenir en las grand es construcciones d e la
c iudad, van a d ejar su impronta direc ta o indirecta a través de la in
f luenc ia en los m aestros locales de un amp lio entorno territorial. Es
te será el principal camino, apoyados en la difusión d e los tratados,
para la pene tración e influencia de la a rquitec tura de época y la apa
r ic ión de e lementos sobre todo de t ipo c lásico, que se m ezclan con
las soluciones tradicionales.
No obstante s in dud a la autoconstrucción es el m ecanismo dom i
nante, con los co rrespondientes m atices apuntados , concibiéndola y
edif icándola básicamente los que van a habitar , dotando a la edif i
cac ión de su propia personal idad como respuesta especíñca a sus
necesidades , aspirac iones
y
posibi lidades. Son como señala T brres
Balbás«...
obras espontáneas en ¡as que, a falta
d e
otros
c o n o c i m i e n
tos, había
q u e
echar mano
d e
la
ingeniosidad, d e
la habilidad
y
del
esfuerza. .»\ pero eso s í basadas en c ier tos saberes bás icos sobre
el a r te de construir que e ran t ransmitidos de ge nerac ión en g enera
c ión. El ban co de carpintero es un s ímbolo ins trumenta l que, en las
áreas boscosas , era imp resc indible en el propio a juar instrumenta l
cas era El método construc tivo basado en las propias fuerzas y re
cursos suponía en muchos casos , el reaprovecham iento y r ec upera
ción de elementos constructivos de otras edificaciones, ofreciendo
a menudo es ta arquitec tura en sus ejem plares una c ier ta imagen d e
«puzzle»,
o
incluso d e arquitectura crece dera, que se ha
ido
ampliando
o reformando conforme las nece sidade s y posibi l idades se han in
crementando o modif icando Este carác ter c rec ede ro no impide que
la arquitectura tenga, a pesar de todo, una unidad basada desde luego
en el empleo de m ateria les y técn icas con structivas muy semejantes.
Un
a spec to que merec e
un
postrer com entar io en es te capítulo, es
el propio m étodo d e la definic ión de t ipos para carac ter izar es ta a r
quitec tura . C reemos necesar io a l respecto rea lizar, a l m enos, a lgu
na prec isión, pues el de seo rec ien te de def inir lo que s e denomina n
como «tipologías», sob re todo en el intento d e impedir la des trucción
de es ta arquitec tura , a través de norm ativas urbanísticas o de propi
ciar prototipos qu e la sustituyan, basá nd ose en am plias delimitacio
nes territoriales de tipo administrativo, está ampliamente extendida
Es evidente que, a l margen de l intento loable d e p reservar es ta ar
quitectura , se p eca de c ier to esquematismo, tanto en la extensión de
lo que pueda n denomina r se c omo t ipos c omo de su p rop ia c onc ep
ción abierta, diversa y evolutiva social y temporalmente
La concepción organizativa de la casa en relación con las edifica
ciones adjetivas, y más aún de la arquitectura auxiliar de uso agro
pecuario, en las formas diferentes que adopta respondieron a las
pecul iaridades d e
los diversos tipos
de producción local. Parece claro
que el tipo o subtipo es más
concreto
territorialmente,
comarca
y sub-
comarca , y también más var iable a l basarse en un proceso d e auto
c o n s t r u c c i ó n a r t e s a n a l , c o n t r a d i c i é n d o s e c o n e l e m p l e o
estandarizador d e los prototipos. Si bien pue den def inirse unos gran
des t ipos básicos , en un terri tor io como el burgalés , en cuanto a su
organización general, la imagen concreta que formalmente muestran
es t remendamente var iada y abier ta . Y a veces el t ipo p ued e def i
nirse cas i por un solo elemento carac ter íst ico, como por ejemplo la
solana acompañada por los muros resa ltados de' la casa m ontañesa ,
a sabien das qu e e s un t ipo l imitado por una tem pora l idad muy con
creta en nuestro territorio, sustituyendo a otros modelos anteriores.
La propia acotación o delimitación territorial es también realmente
difícil pues conviven frecuentemente con otros tipos claramente di
ferenciados produ ciéndose incursiones m inoritarias en territorios d o
minados por otros modelos , en un proceso de constante mixtura .
No obstante no d eb e entend erse es ta cr í tica como rechazo a l aná
lisis tipológico y al intento por tanto de la tipificación d e los m odelos
que ap arecen con c ierta c laridad, tanto funcional como espacial, for
mal o construc t ivamente, pues como po drá a prec iarse a la hora d e
caracterizar la a rquitec tura popular b urgalesa en capítulos poster io
res h a sido la fórmula utilizada a tal efecto.
NOTAS
'
Torres Balbás, L,; iLa vivienda popular en España>, Folklore y costum bres de Espa ña,
Ed. Alberto Martín, Barcelona, 1934, "Ibmo 111 (pp. 148
y
149).
--
2 Tb rres B albás , L.: «La vivienda,..»,
op. c ii ( p
151),
3
Torres Balb ás, L,:
«La vivienda,,,»,
op. cit. ( p
149),
'' García Bellido, A,: dUrbanística d e las grandes c iudades de l mundo ant iguo» ,
CSIC
2'
Edición, Madrid, 1985,
5 García Mer cadal, R: «La Casa p opular e n España», Ed, Espasa C alpe, S,A, 1930
(p,
8),
6 Tb ne s B albás, L,: «La vivienda,,,», o p
cit.
( p 156),
29
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E l m a r co temtor ía l
La división ad ministrativa
LA
ACTUAL DIVISIÓN PROVINCIAL CASTELLANO-LEONESA
HA
adquir ido con el paso de l tiempo una fuerza qu e hace que cada
pro
vincia tenga u na clara entidad territorial. Esta afirmación intenta sa-,
lir al paso d e las críticas habituales
y
prees tablec idas sobre el carác ter
artificial de dichas de limitaciones provinciales constitucionales, que
sin d uda cuando se rea l izaron, hace ya c iento c incuenta
años,
tuvie
ron un c a rác te r d e r ea l ida des sobre e l pa pe l .
De todos m odos en el caso bu rgalés hay una c lara supervivencia
e identificac ión básica teni tor ia l desd e la const itución de l Co ndado
Castellano en el siglo x, que com prendía la prác t ica tota lidad de la
actual provincia de
B urgos,
Sa nta nder - a exc epción de la L ié b a na -
gran p ar te de Vizcaya y Álava y unos pequ eño s bord es d e las pro
vincias de Soria, Falencia y Logroño '. Posteriorme nte se transforma
en el siglo
xi,
al conformarse e l reino de Castilla-León, en la Merin-
dad Mayor de C astilla, que amplía su territorio a la totalidad de Fa
lencia y Valladolid y a los límites territoriales de León y Asturias.
A par t i r del s iglo xvi aparece una nueva d em arcación ut il izada a
efectos fiscales de distribución, repartimientos y servic ios q ue rec i
be la denominación de provincia . La de Burgos comprenderá t res
partes, la provincia propiamente de
Burgos,
l a provincia de Trasmiera
y la provincia de l as Tierras del Cond estable. E l territorio aqu í deli
mitado coincide p rác t icame nte con los ac tua les l ímites provincia les
burg aleses a l que se sum an la prác t ica tota lidad de la provincia de
Santander y cas i la mitad de Logroño, adem ás de dos peq ueñ as zo
nas, los pinares
sorianos
y una par te d e la vega pa lent ina del Fisuer-
ga , a sí
como
la comarca d e Villalpando desag reg ada territorialmente
de es te contorno cont inuo. Dicho territorio
lo
conocem os por el cen
so de 1591-19542.
Esta delimitación prácticamente permanece hasta la configuración
de las nuevas provincias consti tuc ionales , una m uestra de el lo es la
recopilac ión d e la s divisiones territoriales que realiza Floridablanca
a finales del siglo xviii y que quedan recogidas en la publ icac ión co
rrespondien te en forma d e nom enclátor o dicc ionario de todos los
pueblos españoles^. Esta intención recopilatoria, en los finales del
antiguo régimen, tendrá su plasmación cartográfica e n los conocidos
map as terr i tor ia les que rea liza Tomás López en los años 1774 y 1784.
Las
p rime ras divisiones territoriales del siglo
xix
r ec ogen
la s
preten
s iones de Sa nta nder de s ep a ra r se de Burgos en el año 1814, y poste
r iormente en el año 1820 se sol ic i ta por par te d e a lgunos pueblos de
La Rioja que se constituya en provincia independiente. Así en 1822
se del imita una pr imera provincia burgalesa que e s tará l igeramente
recortada respecto d e la ac tua l , en su s límites nororiental y m eridio
nal. Será Javier de Burgos en 1833 el que corregirá d ichos límites y
dará la nueva división peninsular de 49 provincias.
Así, pues , se pue de aprec iar con c ier ta ni tidez que exis te una per-
vivencia desd e épo ca medieval de un terr itor io básico q ue a exc ep
c ión de una porc ión del va l le medio del Ebro y el nor te de la
Co rdillera Cantábrica , es prác t icamen te el mismo d e s d e las p r ime
ras d ivisiones adm inistrativas m edievales du rante casi un
milenio,
a un
cuando c ada una d e el las tenga sus propias carac ter ísücas
y
pec u
liaridades,
Situación
y
superficie
La ac tua l provincia de Burgos se em plaza en el terri tor io peninsu
lar entre los 41° 25' y los 43° 13' de latitud N orte y los 20° 25' y los
4° 25' de longitud oeste de l meridiano de Greenwich. Dentro de la
m eseta septentrional, lo que se ha denom inado como Región del
D ue
ro o R egión C astel lano-Leonesa , en su bo rde nororienta l.
Sus
límites
tenitoriales p or el norte son la antigua provincia de San
tander, hoy Can tabria, y Vizcaya; al este Á lava y Rioja; al sureste y
sur las provincias de Soria y Segovia, y al oeste las d e V alladolid y
Falencia. Su delimitación e s muy sinuosa e irregu lar, sirviendo p ar
c ia lmen te en el nor te y este las divisorias de vertientes y en e l oes t e
el r ío Fisuerga como elem entos na tura les f ronter izos , y teniendo un
enclave, el Con dado d e
T reviño,
en pleno teni tor io alavés, objeto ac
tua l de am plias polémicas
públicas.
C on un a superfic ie de 14.309 k i
lómetros cuadrados , que supone un 2,84 por 100 del total del territorio
es ta ta l , ocupa por su superfic ie el déc imo lugar entre las provincias
españolas de mayor dimensión.
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Partido
d e i
5astójj
d e Laredo, ei
Corregimiento de Villarcayo, el Partido d e Castilla la Vieja e n Burgos
y
el Partido d e Miranda de
Ebro.
Plano de Tomás López.
Madrid,
1774.
32
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,
Partidos de Burgos, Bureva, Castrojeriz, Candemuño, Villadiego, Juarros, Aranda, Los V alles de Sedaño, Valdelaguna,
Bezana,
Jurisdicción
de hará, La Hoz de Brida y la de Arreha. Plano de Tomás López. Madrid, 1784.
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Situación y superficie.
34
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El medio físico
Relieve
En n uestro terr itor io se dis tinguen dos acc iden tes bá s icos orográ-
f icos que forman su
relieve.
Por un lado lo s correspondientes a la
pro
pia configuración de la meseta castellana, pertenecientes al Sistema
Ibérico, y por otro lo s que a jenos a el la son denom inados como Mon
tes de la Dep res ión Vasca, per tenecien do a l Sis tema C antábrico.
El Sistema Ibé rico se introduce en la provincia po r su límite Este,
con la Sierra de la Dem anda, en la que d estaca el Pico de San Mi-
Uán c on 2.132 m etros sobre e l nivel del mar; y la Sierra de Neila, que
enlaza con la Sierra de Urbión en terr itor io so r iana Se ext iende el
Sis tema d e es te a oes te, con los Montes de O ca , que desc ien den en
la depresión d e La B ureba , para luego levantarse de nuevo a una al
tur a d e 1.000 a 1.100
metros,
cont inuándose ya en la provincia de Pa
tencia y dejando a l sur el punto más a l to d e su relieve, la Peña d e
Am aya con 1,365
metros. Como
ramales de e s te s is tema cab en rese
ñarse por el sures te, la Sierra de las Mamblas , Peña de Carazo con
1.458 m. y Peña de C ervera c on 1.381 m etros de altitud so bre el nivel
del m ar.
El Sis tema Cantábrico, se adentra en e l terri tor io burg alés por la
zona de Losa
y
Mena, formando la Sierra Salvada, Sierra de C arbo
nilla y Monte la Peña. Se extiende en el límite norte provincial con
lo s Montes de Ordunte, en contacto con V izcaya , par t ido por el p uer
to de Los
Tamos ,
cont inuando por el n or te de Espinosa de los Mon
teros destacando allí el Pico de Valnera con 1.718 metros y siendo
cortados por diversos pasos de m ontaña -P ort i l las de La Sía y de
Luna da , Puer to de Es ta ca s de T rue ba - ha st a a dent r a rse en l a p ro
vincia de Santander , despu és de ser cor tado d e nuevo por el Puer to
d e l
Escudo Algo más al sur
destaca
la
Siena
d e Tfesla, c on Peña
C orba
con 1.329 metros, que se continúa al este con la Sierra de la Llana
y la Sierra de Pancorbo y para lela a el la la Sierra de Oña y los Mon
tes de O baren es con el Pico Hurrión de 1,458
metros,
donde s e c rea
el conocido desfiladero de Pancorbo, conformando a la Bureba y cons
t i tuyéndose como una conexión en tre los Sis temas Ibér ico y Cantá
brico.
Todas las es tr ibac iones cantábricas crean un rel ieve
accidentado que, si bien no pu ede co m pararse en a lt itud a la m onta
ña leonesa, ofrece fuertes contrastes por la energía de su orografía,
que supera los 80° de pendien te en á rea s r e l at iva mente pe queña s .
Como contrapunto a es te rel ieve var iadísimo p ued e señalarse que
allí se sitúa el territorio m ás bajo de toda la provincia, el Valle de Mena,
en forma de depres ión que en sus puntos más ba jos sup era l igera
mente los 200 metros de altitud.
El res to del terr itor io es tá const ituido p or la propia cu enca sedi
men taria del D uero compuesta por una a lta parame ra con or ienta
c iones suroeste, surcada po r valles no excesivamente p ronunciados ,
que t iene su cont inuación en la depres ión d e la B ureba or ientada y a
al N oroeste e ntre las es tr ibac iones ibér icas y cantábricas .
D e modo resumido podem os decir qu e la provincia de Burgos for
ma p arte d e la cuen ca sedim entar ia de Cast il la la Vieja , con formas
horizontales de elevada altitud media, pues un 72,20 por 100 de
su superñcie se sitúa entre los 600 y 1.000 metros de altitud y un
23,40 po r 100 entre los 1.000 y 2.000
metros,
viéndose afectada de modo
parc ia l en los borde s montañosos de los sis temas Cantábrico e Ibé
r ica Si es tablecemo s una com paración e ntre las a l t itudes burgale
sas y las del conjunto de la Región podem os d ecir que f rente a un
1,90 por 100 de la s t ierras que se s itúan por deb ajo d e los 600 metros
en la región B urgos presenta un 4,4 p or 100; en el intervalo en tre los
600 y 1,000 m etros frente al citado 72,2 p or 100 burgalés se contrapo
ne un 66,5 po r 100 castellano-leonés; y s upe riores a los 1.000 me tros
la región posee un 38,6 por 100, frente al 23,4 burgalesa Es decir,
a pe sar d e su elevada a l ti tud se s itúa por debajo de la global idad
del terr itor io regional, suponiendo no obstante un c laro determinan
te de las condic iones ecológicas del terr i tor io
Geología
El terr i tor io burg alés se pue de dividir en t res conjuntos geológi
cos básicos . Por un lado la zona or iental , comp uesta por las es tr iba
ciones d el Sistema
Ibérico,
por otro la zona
norte,
compuesta por las
es tr ibac iones m eridionales de l Sistema Cantábrico, y por
último
las
zonas sur y oes t e c or respondien tes a l a C uenc a de l D uero y d e p r e
s ión d e la Bureba.
La zona or ienta l presenta m ater ia les pa leozoicos com puestos por
areniscas , conglomerados , esquistos inc luso carbonatos y m ateria
les volcánicos. Hacia el oeste aparecen afloramientos carboníferos
con pequeños yacimientos de carbón en la cuenca del Arianzón y
en la zona de
Juarros.
Hasta el triásico no se deposi tan nuevos m ate
r ia les a l es tar la s ierra parc ia lmente em ergida , en d icho momento
se depositan materiales detríticos, conglomerados, areniscas rojas,
arcillas, do lomías
y
yesos.
El
jurásico t iene carác ter marino con ma
ter ia les como carniolas , margas y ca l izas como el detr í tico a l sur d e
la D e m a n d a. El cretácico inferior e s casi s iem pre cont inenta l con a r
cillas, a reniscas , conglomerados y margas , s iendo abu ndante a l sur
de la Sierra de la Demanda. En el c retác ico superior predominan
los sedimentos de influencia marina, rodean do a l jurásico y cretáci
co infer ior a l sur de la Dem anda. L as deformaciones he rc inianas en
el zócalo pa leozoico provocan una ser ie d e f rac turas qu e conñgu ran
una s e r ie de b loques y escamas en direcc ión es te-oeste plegán dose
el jurás ico para lelamente a el los .
La zona norte e s un á r ea de borde d e pla taforma recu bier ta de u na
espe sa cobertura sedimentar ia y d eformada por movimientos a lpi
nos, predo minando la cobertura mesozoica . El jurás ico e s más esca
so que en la zona or ienta l, presentando los mismos carac teres que
en la
D ema nda.
El
cretácico inferior
es muy
abundante desde
la
Sierra
del Escudo a los Montes de Ordunte y en contac to del m esozoico con
e l nort e de l a C uenc a de l
D uero,
a l nor te de V illadiego Predom ina
el c retác ico superior con ca l izas , margas , en formas de areniscas y
c ong lomera dos, rodea ndo l a c uenc a de Medina de Poma r y pene
trando en el rel leno terc iario d e la B ureba. La cobertura mesozoica
presenta en el noroeste una extensa superf ic ie de cretác ico inferior
que bordea al zócalo del Macizo Asturiano.
La zona sur y oes te es tá s i tuada sobre un zócalo d e rocas Ígneas
y pa lezoico herc iniano, hundiéndose durante el mesozoico y c r ea n
do una sup erficie inclinada. D urante el movimiento alpino las zonas
perifér icas de la meseta se levantan, y el bloque se hu nde configu
rando la cubeta del
Duero.
En los b ordes de l a cuenc a s e depos it an
los mater ia les m ás gruesos , conglomerados , y ocasionalmente are
nas
y
a rc i l las a l sur del Sis tema Cantábrico y rodeand o la Sierra de
la Dem anda en el ol igoceno y m ioceno inferior; y más lejos del bor
de se deposi tan los m ateriales m ás
finos.
En e l mioceno superior, con
forme n os a lejamos d e lo s b o r d e s y la cuenca se colmata , aparece n
m ateriales finos incluso de naturaleza quím ica: abajo arcillas areno
sas, más a r r iba m a rga s y m argas calizas y yesos, finalizando con la
ca liza de los páramos, que será erosionada por la red fluvial en e l
plioceno inferior En el pl ioceno superior se p roduce un rejuveneci
miento
d e lo s relieves con la gén esis de sedimen tos detrí t icos grose-
3 5
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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ros y raf ias , que eros ionados cre arán depós i tos aluviales en los valles
p r inc ip a l e s
La B ureb a p one en con tacto la C uenca de l D ue ro con l a dep re s ió n
del Ebro, s iendo sus mater iales una cont inuación de los de la Cuen
ca de l Due ro C omo h ech os más des t acab le s cab e r e s eñ a r l a p r e
sencia abundante de eoceno y una rev ital ización orogénica durante
el mioceno infer ior que provoca una sedimentación discordante pos
ter iormente I
Los t ipos de suelo que aparecen en un somero anál is is edafológi-
co , bás ico por su importancia e influencia so bre las espe cies veg eta
les que crecen sobre él , es tán formados por com plejos d e suelos rojizo
y pardo s ierozem que alcanzan a más de la mitad de la superf icie
provincial , con una tex tura d e t ipo medio, suelos f rancos, correspon
diend o a las t ier ras par das una tex tura arci llosa bas tante gruesa , cu
ya vocación as ignada es e l cul t ivo ex tens ivo de cereales y pas tos ,
Clima
El cl ima de la provincia burgalesa se caracter iza por la r iguros i
da d d e sus inviernos y duración de los mismos , osci lando la tempe
ratura media del m es más f río en tre
los 1
°C
y 4 °C ,
q u e c o n e s p o n d e n
en g ene ra l a l m es de ene ro* . Los mes es m ás r ig u ros os son lo s de
d ic iemb re , ene ro y f eb r e ro a l canzando f r ecuen temen te l a t em p era
tu r a med ia m ás b a ja p en ins u la r ex cep tuando l a s zonas de m on tañ a ,
con mínimas absolutas en tom o a los -2 0 °C (Ari ja) . Los m eses q ue •
no s ob rep as an lo s 10 ° C , y q ue p ued en s e r cons ide r ados como in
vernales son de noviemb re a abr i l, es decir m edio
año;
teniendo una
pr imavera tardía y fugaz seguida de un verano cor to con temperatu
ras medias en e l mes más caluroso, que suele ser ju l io , en torno a
los 20 ° C . S in emb argo pu ede n alcanzar los valores máximos de otras
provincias in ter iores esp año las (42 °C en Miranda de Ebro) , aunque
son contrarres tados por noch es muy frescas , l legando a alcanzar una
osci lación de has ta 29 °C entre la noche y e l d ía ,
Las precip i taciones q ue s e reg is t ran of recen cas i e l valor cl imáti
co más var iab le tanto en su cuant ía como en su dis t r ibución anual ,
osci lando d es de los 400 mm a los 1 .200 de precip i tación anual , qu e
supera los 800 mm anuales , l ímite cons iderado según Brunnes para
diferenciar la Iber ia húmeda de la seca, incluyendo el nor te burga-
l é s y l as e s t rib ac iones de l a Dem anda . La p rec ip i tac ió n m ed ia d e l
otoño es s imilar a las de la pr imavera, s iendo la es tación más seca
el verano, con los valores má s bajos en la R ibera del D uero y e l Pá
r amo de l P i s ue rg a con menos de 8 5 mm.
La forma de precip i tación se produce de modo relat ivamente f re
cuen te en forma d e nieve, reforzando e l atributo de tierras altas, siendo
la media anual en la capital de la provincia de d iecis ie te
días ,
en q ue
se ha producido precip i tación nival .
C omo r e s umen p odem os dec i r q ue e l c lima dominan te en l a p ro
vincia es d e t ipo med iterráneo cont inentalizado, propio de las t ier ras
inter iores de la Península, qu e se ve modif icado por la al t itud provin
cial y su proximidad al borde m ontañoso, lo que pro duc e un aum en
to de las precip i taciones y una disminución de las temperaturas .
Exce pción a e l lo es la franja sep tentr ional provincial cuyo cl ima cla
r amen te p ued e enc lav ar se en l a Es p añ a At lán ti ca.
Hidrografía
La identificación hab itual de C astilla y León con la cuenca del D uero
es un hecho normalmente admit ido, aun cuando s i se anal iza en de
tal le e l ter r i tor io vemos su per tenencia a o tras cuencas y ver t ientes
hidrográf icas como la cantáb r ica, con los r íos Sella y Care s en León
y C adag ua en B urgos, o la at lánt ica con el r ío Sil y e l Miño en León
y Zamora, o e l Tajo en Sa lamanca y Ávila , o la m editerrá nea con el
r ío Ebro e n B urgos y Sor ia , aun cuand o el 84 por 100 de su ter r i tor io
s e h a l l e en l a p rop ia cuenca de l Due ro
En el caso burgalés una pequeña par te de su ter r i tor io v ier te al
Can tábr ico, e l Val le de Mena, con el río Cada gua, q ue con un supe r
ficie de 250 Km^ supone el 1,8 por 100 del territorio provincial. Pe ro
s in dud a los protagonis tas son el Ebro y e l Du ero El r ío Ebro atrav ie
sa la provincia de es te a oes te , penetran do po r los Páram os de la
L o
r a r eco r r i endo 2 2 0 Km^ en e l l a h as t a l leg a r - de s p ué s d e s e rv i r de
l ím i te con Á la v a - a Miranda de Eb ro a l canzando a s u p as o un cau
dal relativo de 14,5 l /seg/Km^, para luego penetrar en t ier ras r io ja-
nas . Af luentes suyos por la izquierda son los r íos N avas, P andraves
y Nela, des tacando es te ú l t imo, que con nacimiento en la Merindad
de Va ldep o r r e s y un r eco r r ido de 7 5 Km., de s em b oca en e l Eb ro en
T resp ad ern e Por la de rec ha af luyen a él los ríos Rudrón, Oca, Oron-
cillo,
Tirón y Najeri l la , ad em ás d e diversos af luentes . La cuenca del
Ebro alcanza los
5.362,22
Km^ lo que supo ne un 37,58 por 100 de l te
r r i tor io provincial , cant idad muy importante s i comparamos lo que
supone en el conjunto de la región: sólo un 6,80 por 100 de su su
perf icie
El Duero no obs tante s igue cons t i tuyendo la cuen ca m ás importan
te, con sus 8.733,94 Km^ en e l ter r itor io provincial , pero s i compa
ramos sus porcentajes ter r i tor iales con el conjunto reg ional vemos
q ue aq u í c l a r amen te p ie rde p es o , un
61,21
p o r
100
provincial frente
a un
84
p o r
100
regional . Discurre en dirección es te-oes te , s iendo sus
af luentes por la izquierda e l r ío Riaza y arroyo de N avas y por la d e
recha los r íos
Lobos ,
Arandil la , Bañuelos , Gromejón, E sgueva, Aran-
zuela y P isuerga. Aunque es te ú lt imo r ío ape nas se p ued a c ons ide rar
burg alés al serv ir de l ímite provincial mayori tar iamente A es te ú lt i
mo af luyen una ser ie de r íos secund ar ios s ignificativos com o el Ar-
lanza, Arlanzón, Pedroso, Franco, Pico, Vena, U biema, Hormaza, U rbel,
Cogollos , Lucio , Odra, O dr i lla y BruUes. Des tacan entre e l los los dos
pr imeros , Arianza y Arlanzón por su ex tenso recorr ido en nu es tro te
rritorio por la zona central, 135 y 115 kilómetros respectivamente, en
dirección es te-oes te , s irv iendo de r íos madres a toda una ser ie de
afluentes.
Vegetación
La vegetación y e l tap iz vegetal cons t i tuye la manifes tación más di
recta de la cl imatología y de la condiciones edáf icas del suelo y de
la s ituación ecológica de un ter r itor io s iendo una he rencia h is tór ica,
donde importan tanto las condiciones f ís icas como la propia acción
humana. El paisaje cas te l lano- leonés y en nues tro caso e l burgalés
es tá fuer temente influido po r es ta ú lt ima, sob re todo a par t i r de l pro
ceso repoblador cons iguiente a la Reconquis ta , donde las roturacio
nes mas ivas se emprenden sobre un ter r i tor io a colonizar Las
ac t iv idades ag ra r i a s y g anade ras h as t a l a edad m ode rna s e h an r ea
l izado en nues tro ter r i tor io a cos ta del espacio ocupado por las ma
sas vegetales , y es a par t i r de l s ig lo xvi cuando se in icia e l pro ceso
. repoblad or cuyo máximo desarrol lo tenem os en la actual idad, f ruto
de e l los es la ex tens ión que hoy alcanzan los p inares cas te l lanos .
En nues tro ter r i tor io las masas vegetales t ienen un carácter f rag
men ta r io aun cuando a l cancen en de t e rminadas zonas un ca r ác t e r
boscoso, siendo significativo la gran extensión que ocupa el matorral
y los er iales como espacio fores tal desarbolado Los usos del suelo
36
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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s e r e pa r t e n e n n u e s t r o t e r r i t o r i o d e e s t u d i o d e l m o d o s i gu i e n t e ' : l a
superf i c i e cu l t ivada ocupa e l 53 por 100 (756.398 Ha.) . La superf i c i e
fo res t a l a r bo lad a e l 20,8 (296 665 Ha.) . La superf i c i e fo res t a l des ar
bo lad a e l 2 por 100 (27.811 Ha.) , qu e co m pa ra da s con los da tos re gio
n a l e s s o n p r á c t i c a m e n t e s e m e j a n t e s a u m e n t a n d o s ó l o l a s u pe r f i c i e
c u l t i v a d a e n d o s pu n t o s e n e l c a s o bu r ga l é s a c o s t a d e l o s t e r r e n o s
improduct ivos . De l a superf i c i e arbo lada provincia l e l 41 por 100 de
l a misma es t á fo rmada por con i fe ras , de l as cual es l a mayor i t a r i a es
e l pino dlba. (pinus silvestris) (47.301 Ha.) qu e su po ne el 38,6 po r 100
de las coniferas; las frondosas suponen el 59 por 100 (174.249 Ha.) del
r e s t o d e l a s u pe r f i c i e a r bo l a d a y d e e l l a s e s l a e n c i n a (quercus ilex)
l a especie dominan te , 28,3 por 100 de l as f rondosas (49.305 Ha.) . De
es t a superf i c i e arbo lada e l mayor porcen ta j e es t á compues to por mon
t e ba jo (40,4%) que s in duda los res tos de l os bosques caduci fo l ios
au tóctonos , s igu iéndo le e l monte med io y a l t o (38,1%) y s i endo esca
s o e l m o n t e hu e c o o a d e he s a d o ( 2 , 0 % ) .
E l á r bo l m e d i t e r r á n e o p o r e xc e l e n c i a , l a e n c i n a , ti e n e t o d av í a m a n
chas s ign i f i ca t ivas , es t ando conver t ido en su mayor ía en monte ba jo
d e b i d o a l a f u e r t e p r e s i ón hu m a n a e j e r c i d a s o b r e é l , m e z c l á n d o s e
c o n e l r e bo l l o (quercus pyrenaica), qu e t a m b i é n s e p r e s e n t a e n l a s
m i s m a s c o n d i c i o n e s o c u pa n d o l a s á r e a s s i l íc e a s e n l a s z o n a s d e t r a n
s i c ión , y con e l que j igo
(quercus lusitámca).
E l haya
(fagus silvática)
o c u pa l a m o n t a ña po r e xc e l e n c i a , e n l a z o n a n o r t e d e l a S i e r r a d e
l a D e m a n d a y e n l a s e s t r i ba c i o n e s m á s hú m e d a s y s o m br í a s d e l S i s
t e m a C a n t á b r i c o ; c o n pe qu e ñ í s i m a s m a n c ha s e n e s t a s ú l t i m a s e s t r i
ba c i o n e s a p a r e c e n e l c a s t a ño o e l m a d r o ño , e n l o s s u e l o s m á s f r e s c os
y pro fundos . Pero t an to e l haya como e l robl e es t án somet idos a l a
c o m pe t e n c i a d e l p i n o a l ba r , e s pe c i e a u t óc t o n a qu e o c u pa l a m a yo r
s u pe r f i c i e b o s c o s a p r o v i n c ia l e n e l S is t e m a I bé r i c o , a l s e r u n a m e j o r
c o l o n i z a d o r a po r s u m a yo r c r e c i m i e n t o qu e l a s e s pe c i e s a n t e r i o r e s .
S o n t a m b i é n s i gn if i c at i vo s l o s s a b i n a r e s y e n e b r a l e s l i ga d o s a l a s e s
t r i ba c i o n e s o c c i d e n t a l e s c a l c á r e a s d e l S i s t e m a I bé r i c o , qu e o c u pa n
d o l a s á r e a s m á s á r i d a s , e x t e n d i é n d o s e e n m a n c ha s m i n ú s c u l a s ha s t a
l a R i be r a d e l D u e r o .
E n e l r e s t o d e l a s c o n i f e r a s d e s t a c a e l p i n o r e s i n e r o (pmuspinas-
ter)
o n e g r a l y e n m e n o r m e d i d a e l p i n o l a r i c i o
(pinus laricio)
q u e
j u n t o a l p i n o a l ba r ha n s i d o f r u t o d e r e po b l a c i ón , a u n qu e u n a pa r t e
d e e l l o s s o n r e s t o s d e m a s a s d e o r i ge n a n t e r i o r , ha b i é n d o s e c o l o n i
z a d o a l g u n a s á r e a s d e m a t o r ra l q u e c o r r e s p o n d í a a o t r a s e s p e c i e s
a u t óc t o n a s y a d qu i r i e n d o u n a g r a n i m po r t a n c i a c o m o m a s a a r bó r e a
p r o v i n c i a l. A e l l a s ha y qu e a ñ a d i r l o s bo s qu e s d e p i n o p i ño n e r o , c a
r a c t e r í s t i c o s d e l a s á r e a s a r e n o s a s d e l a r i be r a d e l D u e r o y l a s e s c a
s a s c ho pe r a s , a l a m e d a s y o l m e d a s qu e ho y t o d a v í a pe r s i s t e n l i ga d a s
s o b r e t o d o a l o s c u r s o s d e a gu a y qu e s o n o b j e t o c o n s t a n t e d e t a l a
y r e p o b l a c i ó n ' .
El
medio humano
A l ha b l a r d e l a e v o l u c ión po b l a c i o n a l e n l a Pe n í n s u l a t e n e m o s q u e
t e n e r e n c u e n t a qu e e s r e a l m e n t e a pa r t i r d e l s i g l o xv i c u a n d o a pa
r e c e n l o s p r i m e r o s d a t o s f i a b l e s s o b r e s u c u a n t í a po b l a c i o n a l , qu e
s i n e m ba r go y ha s t a f i n a l e s d e l s i g l o x i x t e n d r á n u n c a r á c t e r n o s i s
t emát i co Con an t e r io r idad sólo t enemos a lgunos da tos pun tual es , exi s
t i e n d o u n a po l é m i c a a b i e r t a s o b r e l a s d i s t i n t a s c i f r a s po b l a c i o n a l e s
h i s t ó r i c a s a n t e r i o r e s a l a E d a d M o d e r n a . J o r d i N a d a l n o s m d i c a e n
s u s e s t u d i o s d e po b l a c i ón e s pa ño l a ' , c o m o l a l l a m a d a d e m o gr a f í a
«an t igua», fuer t emente in f luenciada por l a mor t a l idad ca t as t róf i ca es
pecia lmen te epidémica , comienza a evo lucionar en e l s iglo xvi i i , a l
r e d u c i r s e l a m o r t a l i d a d , pe r o n o c u l m i n a r á ha s t a l o s c o m i e n z o s d e l
s i g lo a c t u a l , c u a n d o l a v a c u n a d e l a v ir u e l a - ha a c a ba d o p o r e n r a i z a r
y e l c ó l e r a m o r bo pa r e c e d e f i n i t i v a m e n t e v e n c i d o , t r a s p r o d u c i r s e
l a úl t ima gran epidemia en e l año 1885.
C o n r e s p e c t o a n u e s t r o t e r ri t o ri o d e e s t u d i o c o n o c e m o s , ya e n é po
c a s h i s t ó r ic a s , e l f u e r t e pa p e l po b l a c i o n a l qu e t u vo e l p r o c e s o r e po
blador a par t i r de l os s iglos vi i i y ix generado por l a Reconqui s t a .
Es t e con t inuo crec imien to poblac ional se rvi rá , a par t i r de l s iglo xin ,
como fondo para re pob lar Al -Andalus . Alcanzando e l cén i t pobla c ional
bu r ga l é s e n e l f i n a l d e l s i g l o xv i , m o m e n t o e n qu e e l e s p l e n d o r d e l
c o m e r c i o l a n e r o c o m i e n z a a d e s v a n e c e r s e . E l d e s c e n s o s e r á e v i d e n t e
duran te e l s iglo xvi l y bi en avanzado e l s iglo xvi l l , de modo para l e lo
a C a s t i l l a y L e ón y a l r e s t o d e l a pe n í n s u l a , c o m e n z a n d o u n a c l a r a
recuperac ión poblac ional a f ina l es de l s iglo xvi i i .
U n a d e l a s p r i m e r a s c i f r a s qu e c o n o c e m o s d a t a d e f i n a l e s d e l s i
glo XVI con u nos 55.000 vecinos pa ra e l ac tua l t e r r i t o r io p rovincia l ,
que apl i ca ndo l a c i fra de c inco miem bros por famil ia -m e d ia supues t a
pa r a l a é po c a - s u po n e u n a c u a n t í a d e 275 . 0 0 0 ha b i t a n t e s . C u r i o s a
mente s i comparamos es t as c i f ras con o t ras de f ina l es de l s iglo xix
o p r i n c i p i o s d e l xx , e s t a s ú l t i m a s s u po n e n u n a u m e n t o po b l a c i o n a l
n o d e m a s i a d o i m p o r t a n t e y s o b r e t o d o , l o d e s t a c a d o e s l a f u e rt e p é r
d i d a d e pa r t i c i pa c i ón e n e l c o n j u n t o d e l a pe n í n s u l a .
D e s d e c o m i e n z o s d e s i g l o ha y u n a c l a r a c o r r i e n t e m i g r a t o r i a ha
c i a l a s n a c i e n t e s y c e r c a n a s i n d u s t r i a s d e l Pa í s Va s c o , qu e e s c o r r e
g i d a po r e l i m po r t a n t e c r e c i m i e n t o v e ge t a t i v o , qu e e s m á x i m o e n e l
año 1930, comenzando un c l aro descenso desde e l año 1960.) . A par
t i r d e e s e a ño s e i n c r e m e n t a d e u n m o d o v e r t i g i n o s o l a e m i g r a c i ón
a l o s g r a n d e s c e n t r o s i n d u s t r ia l e s , s o b r e t o d o e l Pa í s Va sc o , pu e s e n
el año 1975 el 50,1 por 100 de la emigración se dirige a él , 24,4 por
100 a Madrid, y el 12,5 por 100 a Barcelona. El proceso cont inúa cla-
E VO L U C I Ó N H I S T Ó RI CA D E L A P O B L A C I Ó N
Año
Habitantes Habitantes
Burgos España
Habitantes
Región
1591-94
1887
1900
1930
1960
1981
275.000
338.151
338.828
355.299
380.791
363.464
8.485.000
17.534.000
18.616.630
23.564.000
30.582.936
37.746.260
3,24
1,90
1,80
1,50
1,25
0,96
-
2.258.791
2.302.417
2.477.324
2.848.352
2.577.105
-
15,0
14,7
14,3
13,4
14,1
Fuente: Amando de Miguel y Félix Moral'»y elaboración propia.
E VO L U C I Ó N P O B L A C IÓ N CI U D A D E S B U RGA L E S A S
Año
Burgos
Miranda Aranda Total % Provincia
1920
1950
1981
32.301
74.063
156.449
8.615
18.094
36.812
6.462
10.393
27.598
47.378
102.550
220.859
13,9
25,8
60,7
Fuente: INE. Censos de población Provincia de Burgos, 1920,
37
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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Provincia de Burgos.
Malla
poblacional.
ramente en la década sigu ien te , para f renarse en e l año 1981, que
es e l pr imer año desde comienzos de siglo en que se invier te la ten
dencia , de forma mín ima mot ivada por la cr is is económica.
Un fenómeno de t ipo in te rno que t iene gran in f luencia en la d ist r i
bución p oblacional a n ive l provincia l , es e l fuerte crecim ien to de la
capi ta l y de las o t ras dos c iudades indust r ia les; Miranda de Ebro y
A r a n da d e D u e r o
E l
aume nto en su cuant ía tan to global , pero sob re
todo re la t iva en re lac ión con la global idad , ha ce qu e en 1982 las po
b l a c io n e s d e e s t o s tr e s n úc l e o s su po n ga ba s t a n t e m á s d e l a m i ta d
de la población provincia l. Una consecu encia de e l lo ha sido la pér
d id a d e po b l a c ión d e u n a m a y o r í a d e l a s c a be c e r a s c o m a r c a l e s o
vi l las h istór icas, desapareciendo su papel local izador poblacional .
A d e m á s h a su p u e s t o u n va c ia m ie n to ge n e r a l i z a d o d e l m e d io r u r a l
bu r ga l é s . S i b i e n l a d e n s id a d d e po b l a c ión e n e l a ño 1 9 8 1 , e n la pro
vincia , es de 25,4 hab/Km^ algo por debajo de la media regional ,
que se s i túa en 27,3 hab/Km^; si descontam os las t res c iud ade s bur
galesas indust r ia les la densidad poblacional se reduce a 10
hab/Km^, c i f ra cercana a la despoblada provincia de Sor ia , con 9,6
h a b / K m ^ , q u e d a n d o a m ba s m u y po r d e ba j o d e l a m e d ia n a c io n a l
situada en 70,90 hab/Km^.
Otro fac tor es la gran d ispersión de los núcleos de población a lo
largo de su geograf ía que se ve cubier ta por una tupida mal la , espe
cia lmente en la mitad nor te provincia l , que no l legan a a lcanzar la
cifra de
10 0
h a b i t a n t es , p r o c e so q u e e s t á a u m e n t a n d o a l o l a r go d e
e s t o s úl tim o s año s , e n q u e h a n a pa r e c id o m e d io c e n t e n a r d e d e spo
blados y o t ro cen tenar que no t ienen más de d iez habi tan tes. Este
fenómeno queda re f le jado asimismo a n ive l municipal , pudiéndose
c o m pr o ba r q u e d e u n
1,1
p o r
10 0
d e m u n ic ip io s d e
10 0
habi tan tes en
1 9 6 0 , se h a pa sa d o a m á s d e u n 25 po r 10 0 e n 1 9 8 1 , a pe sa r q u e h a n
desaparecido más de c ien municipios en d icho in tervalo a l haber s i
do agrupados a o t ros de mayor en t idad .
El medio económico
Como ind icáb amo s an ter iormente a l t ra tar la d ist ribución pob lacio
n a l , m á s d e l a m i ta d d e l a po b l a c ión bu r ga l e sa se c o n c e n t r a e n l o s
tres núcleos principales, como son Burgos, Aranda y Miranda. En ellos
se encue ntra e l mayor porcen ta je de po tencia l ac tivo de los secto res
indust r ia l , se rvic ios y const rucción , y en e l resto de los núcleos pro
vincia les la gran mayor ía de la poblac ión act iva está enc uad rad a e n
e l sec tor agrar io La evolución de la población act iva ha seguido la
tón ica nacional d isminuyendo e l peso de l sec tor agrar io sust i tu ido
por la industria y
l o s
servic ios, a los que se añ ade e l sec tor de la cons
t rucción . Pero e l proc eso aqu í ha sido mucho má s
lento,
ten iend o to
davía un peso re la t ivamente impor tan te la población agrar ia
bu r ga l e sa , p u e s f r e n te a u n
21
p o r
10 0
nacional tiene, en el año 1975,
un 37,7 por 100, aunq ue haya d isminuido en su porce n ta je de sd e e l
año 1970 casi en su mitad , marc hando en pa ra le lo con su evolución
en e l conjunto d e la región , en la que todavía en las úl t imas en cues
tas de pob lación act iva t iene un
31
por 100, que sólo se ve su pe rada
por Gal ic ia (44%) y Extremadura
I
ESTRUCTURA MU NICIPAL
N . ° h a b i t a n t e s
O a l O O
101 a 500
501 a 1.000
1.001 a 2.000
2.001 a 3.000
3.001 a 5.000
+ d e 5.000
Total
6
351
91
37
9
5
4
503
1 9 6 0
V l u n i c i p .
%
u
69,7
18,0
7,3
17
• 0,9
0,8
100
62
331
57
16
13
3
3
485
1 9 7 0
\ d u n i c i p ,
%
12,7
68,2
11,7
3,2
2,6
0,6
0,6
100
90
274
45
14
9
4
3
439
1 9 7 5
v i u n i c i p , °/
20,5
62,4
10,2
33,1
2,0
0,9
0,6
100
1 9 8 0
M u n i c i p .
%
103 26,3
219 55,8
42 10,7
16 4,1
8 2,0
3 0,8
4 1,0
392 100
Fuente:
INE. C ens o de Pob lac ión Provinc ia de
Burgos,
1960,
1 9 7 0
y
1 9 8 1 ;
y Padrón de Población Provincia de Burgos 1975.
38
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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DISTRIBUCIÓN GENERAL DE LA SUPERFICIE
SUPERFICIE CENSADA PRODUCTIVA
Año
Tbtal
Superficie
Tierras labradas
Superficie
Tierras
n o
labradas
Superficie
Superficie agraria útil
Superficie
1962
1972
1982
1,246.716
1.338.029
1.314.356
613.746
663.549
634,336
49,2
49,6
48,3
632.970
674.480
680.020
50,7
50,4
51,7
665.006
712.082
716.315
53,3
53,2
54,4
Fuente; INE. C enso Agrario Provincia de Burgos, 1962,
1972
y :
RÉ G IM E N DE T E N E N CIA
Superficie
total
Sup agraria
útil
Año
1962
1972
1982
19^
Propiedad
Superficie
920.805
750.131
825.891
358.528
%
73,9
56,1
62,8
50,1
Arrendamiento
Superficie
250.528
350.838
336.445
325.830
«
20,1
26,2
25,6
45,5
Aparcería
Superficie
22.484
15.603
21.041
20.480
%
1,8
1,2
1,6
2,8
Otros
Superficie
52.899
221.451
130.979
11,477
»
4,2
16,5
10,0
16
Fuente: INE. Censo Agrario Provincia de Burgos, 1962,1972 y
T A M A Ñ O DE L A S E X P L O T A CI O N E S
Superficies
Sin t i erra
< I H a .
1 < 5 Ha.
1 < 20 Ha.
20 < 50 Ha.
50 < 150 Ha.
150 < 500 Ha.
500 < 1.000 Ha .
> 1,000 Ha.
Total
1962
N ."
Explotaciones
2.991
11.239
14.764
21.571
9.508
1.698
431
186
126
62.514
«
4,8
18,0
23,6
34,5
15,2
2,7
0,7
0,3
0,2
100
1972
NP Explotaciones
1,468
1,953
9.317
12.287
7.428
3.171
850
218
151
36,843
%
4,0
5,3
25,3
33,3
20,2
8,6
2,3
0,6
0,4
100
Superficies
< I H a .
1 < 5 Ha.
5 < 20 Ha.
20 < 50 Ha.
50 < 100 Ha.
100 < 200 Ha.
> 200 Ha. .
—
1982
N°
Explotaciones
2.033
7.949
9.929
6.173
3,123
1.063
858
—
31.118
%
6,5
25,6
31,9
19,8
10,0
3,4
2,8
—
100
Fuen te: INE. Censo Agrario Provincia de Burgos, 1962,1972 y 1982.
39
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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El
sector
agrario
El proceso ap reciad o en la dis t r ibución de la superf icie en los úl ti
mos v e in t e añ os e s de un c i e r to ab an dono ag ra r io de t i e r r a s q ue h an
p as ado a p e r t ene ce r a l a ca t eg o r ía de t i e r r a s imp roduc tivas , q ue en
g ran p a r t e h an s ido ocup adas p o r u s os u rb anos e in f rae s t ruc tu r a le s ,
y en una pequ eña porción cons ti tuyen tenen os m arginales clarame nte
improduct ivos por sus condiciones ecológicas habiendo s ido aban
donados a s u s ue r t e y condición; y por otro un aumento d e las supe r
f icies no labradas que pasan a in tegrar la superf icie agrar ia ú t i l a l
conver t ir las en prader íos naturales .
La forma de tendencia mayori tar ia de la t ier ra es en propiedad,
es decir , que son t ier ras explotadas directamente por e l propietar io
con título escrito o sin él , s in pago d e renta alguna. Tam bién es s igni
f icat ivo la importancia de l ar rendamiento , o dis frute y explotación me
d ian te e l p ag o d e un cañ ó n o r en ta , en me tá l i co o en e s p ec ie s , y lo
es m ás en la superf icie a grar ia ú t il , es de cir en las t ier ras cu l t ivadas
y prader íos , s iendo mayori tar ia la propiedad en las superf icies fo
res tales , matorral , er iales a pas to , e tc. , es decir e l res to del ter reno
no l ab rado . La ap a rce r í a , o ce s ió n t emp ora l de l a ti e r r a med ian te un
tanto por ciento del producto obtenido en especie o en metál ico, es
claramente poco s ignif icat iva. Y por ú l t imo en los otros reg ímenes
de tenencia se da mayori tar iamente la ces ión, sobre todo de las ma
sas forestales comunales para se r explotadas
y
r ep ob lada s p o r l a ad
minis tración correspondiente . Los porcentajes que se producen
gua rdan un claro parale lo co n el res to de la reg ión, s iendo d e la pro
pie dad infer ior a la media nacional , en torno al 75 p o r 100. Tamb ién
una f o rma d e t enenc ia q ue des t aca e s e l a r rendam ien to t an to s ob re
la región (22%) com o sobre la media nacional
(14%),
l legando en cier tas
com arcas a valores cercano s al porcentaje o btenido respecto a la su
perf icie agrar ia ú ti l, dado el cará cter netam ente agrar io de su super
f ic ie ( C omarcas de T ie r r as de Le rma o P á r amo de l P i s ue rg a ). En e l
l ado op ues to l a comarca con m enos p o rcen ta j e de a r r endamien to e s
la Demanda, con un claro carácter fores tal y ganadero.
La evolución qu e han segu ido las formas d e tenen cia ref le ja e l fe
nóm eno em igrator io suf r ido y la forma de ajus te
y
l o s camb ios de ex
plotación que ha suf r ido e l m edio agran o burg alés . D esde e l año 1962
s e ap r ec ia una d i s minuc ió n de l a p rop iedad y un aumen to de lo s
a r r endamien tos , deb ido a q ue lo s emig ran te s en g en e ra l h an a r r en
dado sus t ier ras abandonadas . La disminución de la superf icie ú t i l
se ve acompaña da de una pequeñ a disminución porcentual del ar ren
damiento , pos ib lemente debido a la venta pos ter ior de par te de los
t e r r enos a r r end ados in ic ia lmen te , aunq ue t amb ién s e h ace a cos t a
de lo s demás r eg ímenes .
Ot r a de l a s ca r ac t e r is t i cas de l a p rop iedad e s su minifundismo, aun
cuando en los ú l t imos veinte años se han reducido a la mitad e l nú
mero d e l a s ex p lo tac iones . Se h a p roduc ido un aum en to de l a s ex
plotaciones , por suma de los de tamaño menor , pues es tas ú l t imas
explotaciones d e c arác ter famil iar no l legaba n a faci li tar un mínimo
nivel de supervivencia, ar re nd ánd ose a los famil iares y vecinos a la
ma rcha de sus dueños . También ha inf luido en la disminución del nú
mero y e l aumento de superf icie , la labor de concentración agrar ia ,
todavía m uy atrasad a, que ha l levado e l IRYDA en los úl t imos año s .
S in embargo todavía la media de una explotación, en 1972, era de
41 p a r ce l as , y de
3 1
p a r c e l a s e n 1982, s iendo la más al ta de la Región
de l D ue ro y una de l a s más a l t a s p en ins u la re s . La s up e rf i c ie med ia
de la parcela, en 1972, era de 0,92 Ha., inferior a la media regioal
en e s e m omen to
(1,02 Ha.) y
el total nacion al
(1,7 Ha.),
l l eg ado en ]
a 1,38 Ha., debajo todavía de la media nacional.
CULTIVOS
A ñ o
1962
1972
1976
1982
A ñ o
1962
1972
1976
1982
Cereal
superficie
320.530
433,886
448.499
512.071
Frutales
süperñae
1.510
1.885
1.696
1.307
72,8
80,3
81,0
90,0
0,3
0,4
0,3
0,2
heguminosai
superficie
44.000
30.865
30.077
9.875
Viñedo
superficie
21.356
16.981 •
15.872
10.483
%
10
5,7
5,4
17
%
4,8
3,1
2,9
19
Patata
superficie
21.456
14.779
15.740
12.035
Otros
superficie
184
3
—
463
4,9
2,7
2,8
2,1
%
4,8
—
—
0,1
Cultivos
Industriales
superficie
15.754
10.325
9.291
10,361
Total
Sup
Cultivos
superficie
440.427
540.477
553.974
568.946
»
3,6
19
17
18
«
100
100
100
100
Forrajes
superficie
13.440
16.571
29.795
10.626
Barbecho
superficie
173.319
123.072
—
65.390
3,4
3,1
5,4
19
28,2
18,5
—
10,3
Hortalizas
superficie
2.197
15,182
2.704
1.947
Total Sup
Labrada
superficie
613.746
663.549
—
634.336
%
0,5
2,8
0,5
0,4
100
100
—
100
Fuente: INE. Censo Agrario Provincia de Burgos, 1962, 1972, 1982 y 1976, datos del M,° de Agricultura.
40
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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La agricultura
La agricultura burgalesa está apoyada básicamente en el cultivo
de los cereales, siguiendo muy lejos otros cultivos como las legumi
nosas, las patatas, la remolacha, las forrajeras y el viñedo y en pro-'
porciones mínimas las hortalizas
y
frutales.
Si
bien todos los cultivos
no cerealistas han visto disminuir su superficie cultivada a nivel pro
vincial, exceptuando
a
la remolacha que sostiene su superficie, el ce
real ha aumentado en los últimos años casi en un 10 por 100 en su
superficie cultivada. Los cultivos que m ás superficie han perdido han
sido las leguminosas, tanto por la variación en los hábitos de consu
mo de productos tradicionales como las lentejas y garbanzos, como
por que en su recolección se requiere mano de obra abundante, al
no estar mecanizado L as patatas, de la que era Burgos la tercera pro
vincia productora hace diez años, han visto disminuir su superficie
en un 50 por 100 desde ese momento, por los problemas que tiene
debido a su conflictiva comercialización. A ello hay que añadir por
último el viñedo, cultivo importantísimo en época medieval y que hoy
está restringido prácticamente a la ribera del Duero
La
producción
frutícola se concentra exclusivamente en la comarca de la Bureba
en el entorno de Oña
y
las hortalizas en las Merindades
y
en la pro
pia Bureba y la Ribera del Ebra
El cereal, a pesar de su aumento, ha visto modificar fuertemente
su estructura de cultivo, pues de una participación mayoritaria del
trigo, que a comienzos de siglo alcanzaba las doscientas mil hectá
reas se ha pasado casi al centenar y medio de miles de hectáreas.
En el año
1955
ello significaba que producía el
70
por
100
de la pro
ducción regional, lo que suponía nada menos que el
38
por
100
de
la producción estatal . Por el contrario se ha ampliado el cultivo de
cebada, que ha ocupado los suelos dedicados al trigo como a otros
cultivos, como la
vid. La
avena
y
el centeno tienen una escasa repre
sentación, estando este último en claro retroceso y manteniéndose
la avena en los últimos años, al ser u n excelente alimento para la ga
nadería. La mayor superficie de cultivo cerealista se produce en la
comarca de La Bureba, que además obtiene la mayor productividad,
seguida de las Tierras de Lerma, el Páramo del Arlanzón
y
la ribera
del Duero
El
parque de maquinaria agraria ha aumentado de forma conside
rable, primero en tractores y luego en estos últimos cinco años en
cosechadoras y pequeña maquinaria como motocultores, motosega-
doras y motoazadas, creciendo esta mecanización paralelamente a
la propia concentración de las explotaciones.
La superficie en regadío es realmente muy pequeña, aunque
ha ido creciendo lentamente a lo largo de los últimos veinte años.
La ganadería
La
ganadería constituye una actividad económica importante en el
conjunto provincial, que complementa a la agricultura. Sin embargo
y debido a las específicas condiciones ecológicas existen ciertos te
rritorios especializados en dicha producción, como la Sierra de la
Demanda, clásica por su ganadería
ovina,
manteniendo hoy una parte
sustancial de la cabana provmcial ovina y la mitad del ganado ca
prino. O las Merindades que tiene unas características ganaderas
similares
a las
de la cornisa cantábrica, teniendo en el ganado vacu
no su principal cabana, que supone casi la mitad de las cabezas de
Año
1962
1972
1982
Año
1962
1972
1982
Bovino
n ° cabezas
88.087
84.253
75.930
Equino
n." cabezas
52.889
17.698
5.134
G A N A D E R Í A
Ovino
n." cabezas
592.120
468.298
390.324
Aves
n°en miles
1.139
1.844
2,422
Caprino
n." cabezas
40.411
23.777
17.404
Colmenas
número
21,025
10.859
Porcmo
n° cabezas
91.221
201.083
225.750
Conejos
n° cabezas
43.517
79.750
15,943
Fuente; INE. Censo Agrario Provincia de Burgos, 1962,1972 y 1982.
la
provincia.
Sin
embargo
si la
ganadería tradicional estaba compuesta
por el ganado ovino, tanto trashumante como sedentario, el caprino
y el bovino, hoy está cobrando importancia otros tipos de ganado no
ligados expresamente a la tierra, como el porcino, las aves y los co
nejos, de producción semindustrial.
El ganado bovino a lo largo de los últimos años ha mantenido su
cabana, basada en una equilibrada producción lechera y cárnica,
pero han perdido importancia las razas autóctonas como la serrana
o la tudanca, que suponían en el año 1962 más de la mitad del gana
do vacuno, a costa de las razas foráneas, como la frisona o la pardo-
alpina. No obstante se mantiene la pequeña explotación familiar en
régimen extensivo de
tipo tradicional,
sobre
todo
en las
zonas
de pas
tos frescos: Las Merindades
y
la Demanda y por el contrario se apre
cia una ganadería en régimen intensivo en las zonas centrales y
merdidionales de la provincia.
El ganado ovino ha visto disminuir su cabana fuertemente a lo lar
go de los últimos años; siendo ya claramente marginal el de tipo tras
humante, y constituyendo la mayoría de la cabana la raza churra,
destinada a la producción de carne y leche, habiéndose convertido
la producción lanera en algo marginal. Ello es debido a la dificultad
del mantenimiento del pastoreo tradicional, motivado por la falta de
pastores, y a la propia contradicción con la agricultura, estando fuer
temente condicionado por el peso de la tradición, lo que ha impedi
do la aparición de nuevas formas de
explotación.
N o obstante todavía
es este sector ganadero el que tiene un mayor peso en el conjunto
estatal
(2,8%),
frente al porcino (2,0%) y el bovino
(1,7%).
El ganado
caprino
e s,
por su número, claramente marginal, aunque se aprecia
dentro de una disminución generalizada, un ligerísimo crecimiento,
manteniendo su cabana. Tanto este ganado como el ovino, pero so
bre todo el primero, han visto disminuir también su cabana por la in
compatibilidad del pastoreo con las extensas áreas forestales
repobladas, que tradicionalmente habían sido de
uso
ganadero com-
patibilizado con el aprovechamiento forestal. Asimismo el ganado equi
no tradicional de algunas áreas concretas del norte burgalés como
en La Losa o el Valle de Mena, donde sus ejemplares eran emplea
dos como sementales para la cría mular, ha visto disminuir su caba
na a números reducidos, aunque relativamente importantes sobre el
41
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 41/161
conjunto estatal. En contraposición con ello, el ganado porcino, las
aves y los
conejos,
han visto ina em enta r se su número sustancialm ente
Este crec imiento del gan ado qu e no n ecesi ta t ierras , y la disminu
c ión d e l ga na do que r equie re t i e r ra s pa s t a b les queda t ambié n r e
f l e j a do al analizar la evolución d e los aprovechamientos de las tierras
no l a b ra da s , en espec ia l sus p ra dera s y p as t iza les na tura les , que se
han red ucido, en los últimos diez
años,
e n m á s d e u n 40 p or 100, a un
cuando la superfic ie des t inada a er ia l a pas tos t iene una par t ic ipa
ción sustancial en el conjunto, tratándose de pastos de menor cali
dad y que no son objeto de cor ta o s iega .
La
silvicultura
A la vez que constituir una característica natural del espacio estu
diado, la vegetac ión arbórea o el bosqu e ha consti tuido un recurso
económico importante en el medio
agrario,
tanto por su empleo p ara
l a s nec es ida des
locales,
en orden a la obtención d e leña , como m a
terial de construcción y artesanía y la recolecc ión de hojas y r a ma s
t iernas para a l imento del g anado como por const ituir a vece s un so
porte para las ac t ividades d e pas toreo o c laramente para servir de
una explotac ión s is temática para la obtención de m adera e em pleo
diverso o de carbón vegeta l . Si bien esta última producción está hoy
en un c laro dec l ive, la producción m adere ra t iene una c ier ta impor
tancia económica provincia l y sobre todo en la comarca d e la De
man da, com arca fores ta l por ex celencia , y en m enor m edida en las
Merindades ,
Ya señalamo s al hablar d e vegetación qu e la superficie forestal ar
bolada suponía algo m ás de l 20 p or 100 del temtorio, y d e ella el monte
medio o a l to, es dec ir el e spacio m aderable supone un 38 por 100
de aquél . De igual modo indicamos cómo las f rondosas o cupan una
mayor superficie con e l 54 p or 100 y las coniferas suponían cerca del
40 p or 100, y de el las las espe cies dominantes eran el pino a lbar , que
supone e l 16 p or 100 de la superf ic ie a rbolada , y la encina que le
supera ligeramente con un 16,6 por 100. Sin embargo, ya indicába
mos cómo és ta forma p ar te, sobre todo, del m onte ba jo y su masiva
tala,
tanto
para am phar la superficie cu ltivada,
como
pa ra em plea rl a
para fabr icar carbó n vegeta l o leña s implemente, ha hecho que ten
ga forma arbust iva por lo que su aprovechamiento maderable es
mínimo.
La es truc tura de la p roduc ción m a derera burga lesa s e ba sa en l a s
coniferas, en la que el pino a lba r supone m ás de l a mi ta d de su p ro
ducción, s iendo el 27 p or 100 d e la producción regional de la misma
espec ie y e l 7 p or 100 de la estatal. Le s igue el pino negra l o res ine
ro aunqu e con p orcentajes relativos men os significativos. Esta espe
c ie a demás es t á en un momento de l i c a do deb ido a que su
potenciación y repoblac ión se rea l izó en b ase a la producción de su
resina, pero la crisis de las colofonias ha supuesto una clara dismi
nución d el res inado y p or tanto un menor interés económico por su
explotación. Hay que reseñar por su valor rela t ivo dado que
sólo
tiene
producción en la R egión, el enebro y la espec ie asociada la sabina ,
que supone e l 13 p o r 100 de la producción regional y esta ta l .
En
las especies f rondosas d es taca , como
a
nivel regional
y
estatal.
PRODUCCIÓN
DE
MADERA POR ESPECIES
Coniferas
y
Frondosas
P i n o a l b a r
P i n o n e g ra l
P ino l ar icio
P i n o p i ñ o n e ro
P i n o i n s i g n e
E n e b r o
Total Coni feras
N o g a l
C h o p o
Haya
R o b l e (Q
robur)
R o b l e
( 0
pétrea)
O t r o s Q u e r c u s
O l m o
Aliso
Fre s n o
C a s t a ñ o
O t ro s
T o t a l F ro n d o s as
Burgos
r rP
50.185
42.474
—
—
4.108
151
96.918
532
23.834
8.229
4.038
—
312
765
—
—
—
95
37.805
%
51,8
43,8
—
—
4,2
0,2
100
1,4
63,0
21,8
10,7
—
0,8
2,0
—
—
—
0,3
100
Región Duero
irf
183.736
537.322
3.622
58.312
4.108
1.151
788.251
921
155.831
11.120
4.188
7.712
15.070
5.571
1.825
586
3.870
5.287
211,981
%
23,3
68,2
0,5 .
7,4 .
0,5
0,1
100
0,4
73,6
5,2
2,0
3,6
7,1
2,6
0,9
0,3
1,8 •
2,5
100
España
m ^
663,570
2.509.112
334.069
231.506
1.044.948
1.151
4.784.356
2.806
484.169
176.820
58.906
23.677
63.650
21.358
42.081
3.412
80.476
34.502
991.858
%
13,9
52,4
7,0
4,8
21,8
0,0
100
0,3
48,8
17,8
5,9
2,4
6,4
2,2
4,3
0,3
8,1 .
3,5
100
Fuente: M° d e Ag ricultura, Anuario de Estadística Agraria, 1976,
4 2
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 42/161
el chopo con un porcenta je d e producción den tro del conjunto de
estas espe cies que se s i túa
a
m edio camino en tre los da tos es ta ta les
(43,8%) y
regionales
(73,6%) y
supone el
15
p or
100
de la producción
de es t a espec ie
a
nivel regional
y
e l
5
p or
100
a nivel estatal.
La
pro
ducción rela tivamente d es tacada en relac ión a la Región y la penín
sula del
haya,
dentro de
la
estructura de producción de
las
frondosos,
es quizá el aspecto m ás reseñable. En tono menor tamb ién hay que
señalar que uno de los t ipos de roble
(quercus robur)
supone el 96
por
100
d e la producción regional y casi el
7
por 100 de la estatal,
a pesa r de su pequeña p roducc ión numé r ic a .
NOTAS
' López Mata, T,: «Geografía del Con dado de C astilla a la mue rte de Ferná n Gonzálezi.
CSIC. Madrid, 1957.
2 González, T.; «Censo de Población d e Castilla en el s iglo
XVIi.
Madrid,
1829.
Martínez
Diez, C : «Génesis histórica de la provincia de Burgos». Ed. Aldecoa, Burgos, 1983.
3 «España dividida en provincias e intendencias y subdividida en partidos, corregimien
tos,
a lca ld ía s mayores , gobiernos po l í t icos y mil i ta res, a s í rea lengos como de órdenes , aba
dengos y señorío. Obra formada por las relaciones originales de los respectivos intendentes
del reyno , a quienes se pidieron por orden de S.M. por el Excmo. Sr. Conde de Florida-
blanca y su Ministerio de Estado en 22 d e Marzo de 1785. Con un Nomenclátor o Diccionario
de todos los pueblos del Reyno, que compone la segunda parte>. II Tomos, Madrid, 1789.
• C a b e r o , V . «El espacio geográfico castellano-leonés». Ed. Ámbito, V alladolid 1982
(P.24).
5 IGME. «Mapa geoló gico de España». Madrid, 1980.
s Ministerio d e Agricultura «Estudio agroclimático d e l a C u en c a d e l Duero». Ma
drid, 1973.
'
ICON A «Inventario forestal de
España».
Madrid, 1979. Mmisterio de Agricultura «Anua
rio de estadística agraria». Madrid, 1979.
8 Ministerio de Agricultura «Mapa forestal de E spaña». Madrid, 1966.
5 Nadal, jordi «La población española». Ed. Ariel. Barce lona, 2. ' Ed. 197 (p. 13,14 y 15).
I» De Miguel, A. y Moral, F.; «La población castellana». Ed. Ámbito, Valladolid, 1984
(p. 124).
" De Miguel, A. y Moral, F .: «La Poblac ión...», op. cit. (p . 77).
4 3
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La his tor ia y la evo lu c ión de las
act iv idad es t rad ic iona les
LA HISTORIA Y MUY E SPECIALMEN TE EN C ASTILLA Y L EÓ N
se ha escr ito m asivamente en relac ión a los g rande s cambios m sti tu-
c ionales
y
los personajes históricos, es dec ir a l papel q ue los seño
res o las c lases dom inantes han jugado en los acontec imientos y el
desarrol lo de la soc iedad en el medio
urbano,
y sólo en la última d é
cada es tá surgiendo una mínima preocup ación p or es tudiar, ana li
za r y escr ibir sobre «la historia» o el desarrollo y evolución social en
el m edio rura l cas tellano- leonés , con una perspect iva y da tos muy
localizados tanto en el t iempo como en el esp acio Julio Caro B aroja
topó ya con esta dificultad a la hora de realizar su estudio sobre la
carac ter izac ión de los pueblos ibér icos y en con creto sob re el cas
tellano'.
Sin em bargo parece impresc indible, s i querem os avanzar en e l co
nocimiento de su arquitectura, intentar realizar una aproximación a
la evolución d e los modos de vida
rurales,
d e tal modo que poda mos
entend er los ya conocidos hechos histór icos junto con la el desarro
l lo de las ac t ividades pop ulares y sus pecul iares relac ionadas con
su habitat. Particularismos regionales
y
territoriales qu e perviven hoy
y cuyos o r ígenes , según opinión no rebat ida de Caro Baroja , hay
que buscar los en la Edad Media y en esp ecia l en la vigorosa f lora
c ión m edieval , a pesar de la tenden cia universa lista que supuso el
cristianismo
Tratamos a continuación p artiendo de fuentes, en su gran m ayoría
bibliográficas y de c a rác te r muy
diverso,
de rea lizar una somera in
troducción a los modos de vida y sobre todo de p roduc c ión de l m e
dio rura l burgalés donde se van a generar y desarrol la r unos
determinados tipos de habitación y arquitectura sin p re t ender en nin
gún caso hacer una his tor ia de el los , em peño que queda por rea li
zar en nuestro pa ís .
Los pr imeros t iempos prehis tór icos
En todo el pr imer gran per íodo de la humanidad, que se ha venido
a d enom inar como paleolí tico, se carac ter iza a los grupos hum anos
como pequ eños grupos sedentar ios de cazadores y recolec tores bá
sicamente, a expensas completamente del entorno natural que les ro
dea , adaptándose a los cambios climáticos y po r tanto a las variaciones
de fauna y
flora
qu e eUo m otiva , prod uciéndose una especia lizac ión
clara en cuanto a los productos objetos d e caza y recolecc ión. Los
t ipos de habitación son s iempre d e carác ter no permanente, y los ha
llazgos rea lizados así lo atestiguan.
Así en nuestro territorio lo s
primeros yacimientos,
en un
clima
m á s
cál ido que el ac tua l, es tudiados son los l lamados achelenses , dentro
del paleolítico inferior, qu e po r los luga res que oc upa n en l a m ese ta
indican un m odo de habitación abierto, y una relac ión direc ta con
accesos fác iles a l agua. N ormalmente se s itúan en r iberas y zonas
bajas como el de Villafría, en las cercanías del río Arianzón en el
munic ipio de Burgos I En todo el pa leolí tico medio, y a m edida qu e
el clima cam bia, se alternan lo s lugares abier tos y cerrado s , bás ica
mente cuevas na tura les , sobre todo en las terrazas fluviales. Ejem
plo d e ellas son las cu evas d e San Pelayo y San Millán o e l Estillín,
en el munic ipio de Hort igüela , y las de Atap uerca l En e l pa leol ít i
co superior, la meseta se ve sometida a un frío riguroso, q u e g e n e
rará la escasez gene ra l de asentamientos en el la , es dec ir se ob ser
va un fuerte despoblamiento, dentro de una d ensidad que se presu
me como mínima previame nte Los yacimientos burgaleses indican
una estancia mayoritaria en cuevas. La Blanca (Oña), abrigo de La
Aceña Q urisdicción de
Lara),
El Caballón
(Oña),
P enches (Barc ina d e
los Montes), Atapuerca , y Pa lomera de Ojo G uareña (Mermdad de
Sotoscueva)^ y sólo se encuentran asentamientos abier tos en los
mom entos templados , aprec iándose una m ayor especia l izac ión en la
depred ación que se m aniñesta a t ravés de los út iles ha llados
y
por
los avances de la técnica de ta llado y lascado d e los mater iales pé
treos a los que se incorpora el hueso
Los fuertes cam bios clim áticos de l cuaternario, sufridos en e l últi
mo per íodo pa leolí tico, van a d eterminar la apar ic ión d e un nuevo
período en la vida hum ana; el neol ít ica Surgirán los pr imeros apro
vechamientos agrar ios y gan aderos y los pr imeros núcleos con un
c a rác te r
m ás
estable,
que condu cirán
en la
e d a d d e l h ie n o
a la
a pa
rición de lo s pr imeros núcleos que podem os denominar como urba
nos. Los yacimientos burgaleses y m ésetenos indican un decl ive de
trogloditismo, aunqu e la s cuevas se sigan utilizando como habitación,
cueva d e Atapuerca, o el abr igo de r ío Lobos (Hontoria d el Pinar) ,
a l ternándose con los asentamientos a l a ire l ibre, como el d e Modú-
bar de la Em paredada^ En nuestro terr itor io el fenómeno neol í tico
t iene una escasa representac ión.
Siendo sólo el fenómeno meg alítico, con un claro ap orte pob lacio-
4 5
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 45/161
nal exógeno, el que t iene una representac ión m ínima, en áre as d e
transic ión, dond e exis ten zonas de r ibera m ás o m enos elevadas, el
Páramo del Pisuerga , la B ureba, Las Loras y Lara serán las zonas don
de hasta ahora se han loca lizado lugares de enterramientos de es ta
cultura: dólmenes de Huidobro, Moradillo de Sedaño, Sedaño Por
quera de Butrón y Cubillejo d e Lara ' . Aunque no hay evidencias de
asentamientos
o
habitación propiamente dichos, lo que parece indi
car una poblac ión no dem asiado se den taria, por los hallazgos reali
zados se pueden def inir como pueblos básicamente ganaderos ,
basados en el ganado cabrio y ovino, con la apar ic ión puntual del
bovino y
d e
los équidos,
existiendo
en el
dolmen d e C ubillejo de
La
ra grabado s d e caballos , con una colonización agrar ia pequ eña b a
sada en el cerea l pues se han encontrado molinos de mano,
perm aneciendo la caza como un elemento todavía im portante en su
alimentación.
En la propia e dad de bronce los ha llazgos se am plían tanto en
úti
les metál icos como cerámicos , con la supuesta l legada d e p ueblos
indoeuropeos qu e producirán un cambio notable deb ido a la asimi
lación de nuevos procedimientos tecnológicos, que permiten mejo
rar el utillaje metálico y como consecuencia las labores de desbro
ce y cultivo
Los tipos d e asentamientos son d iversos produciéndose una c ier ta
continuidad con los anteriores, como e n los d e l tipo cueva de la Ace
ña y Atapuerca, aun cuando p arece que exis te una predilección por
lugares d e fác il defensa , bien en m esas o a ltozanos, como en P an-
c orbo o el Picacho en Santo D omingo de Silos o en
llano,
en c a mpo
abierto, como en E stepar l Tanto la propia carac ter izac ión d e los
asentamientos com o los escasos hallazgos faunísticos en otros luga
res de la meseta parecen indicar la dualidad d e las producciones
ga na dera s
o
agrícolas en función del lugar específico, aun cuando
se constate una mayoría de economía pastoril.
D entro del prim er p eríodo de esa edad , cifrado entre 1.700 a 1.200
años a . C. se da tan los hal lazgos de Santa Ola lla de Bureba de una
espa da de influencia argár ica y la necrópolis d e Vil la lmanzol Se
constata pues en estos dos yacimientos transmisiones culturales con
el sur de
la
península
y
presum iblemente un comercio incipiente ba
sa do en el t rueque d e los productos, De la m agnitud y p resenc ia d e
los hallazgos «metálicos» ya dentro de la segunda fase 1.200 a 700
años a . C , como hachas , puñales, espad as , torques, braza letes e in
cluso navajas, se de tecta la posible existencia de una m etalurgia re
lac ionada con los yacimientos de cobre de la Sierra d e la D emanda,
hallazgos en C astrillo d e la Reina, Silos, Huerta d e Arriba, Coruña
del Conde'" , y en la zona nores te de Pa tencia , en el entorno de
Cervera de Pisuerga -hallazg os en Padilla de
Abajo,
Renedo de Ama-
ya. Humada...". Aun cuando el carácter de los asentamientos no es
enteramente es table, como t enderá a ser lo en la segunda fase d e la
edad del hierro, se ha localizado en yacimientos de la meseta, aun
qu e no precisam ente en nuestro territorio de estudio, algunos restos
o fondos de
cabanas ,
que p ermiten ya hablar de un alojamiento
cons
truido.
L a e d a d d e l hierro y los pueblos indígenas
La m etalurgia d el hierro pe netra claramen te en la meseta como una
influencia del m undo m editerráneo. En un pr imer momento o per ío
do , 700 a 500 a . C , el nuevo m eta l aparece puntualmente pudiéndo
se aprec iar una continuidad dominante d e las producciones en bronce
aun cuando se observan diferencias culturales entre los pueblos asen
tados en la meseta . La tendencia a la ocupación d e lugares elevados
de fácil defensa se manifiesta con claridad. Así se aprec ia en par te
del territorio bu rgalés so bre todo ligado al Sistema Ibérico la apari
ción d e po blados fortificados tipo castro, que buscan emp lazamien
tos de cará cter defensivo como los de P ico del Águila, Mamolar de
la Sierra, Picón de Navas del Pinar, Hortezuelos, Picacho, Peña de
Nuestra Señora y la Yecla en Santo Domingo de
Silos.
La C erc a en
Revenga, Arauzo d e Torre, San Carlos en C ontreras, Salas-Arroyo,
Quintanaraya, Soncarazo en Carazo'l Pero esta tipología se extien
d e a otros asentamientos en los bordes de las vegas como en Castro-
jeriz y R oa. A demás se aprec ian otros tipos de asentamientos en las
áreas llanas de vega como San Martín de Rubiales.
Junto a la dualidad ganade ra-agrícola de los asentamientos se ap re
cia en algunos yacimientos excavados, que corresponden a pueb los
con economía agrícola, la ocupación alternativa del poblado, aban
donándolo a l dejar las t ierras de cult ivo yermas en barbecho y vol
viéndolo a ocupar de nuevo po ster iormente. Frente a l pas toreo del
segundo milenio en base p r inc ipa lmen te a l ganado lanar y cabrío
veremos incrementarse el bovino En todo es te pr imer per íodo as í
como en la edad del bron ce y en los finales d el neolí tico se pue de
deducir la existencia de movimientos poblacionales trashumantes, bus
cando los pastos de verano e invierno en lugares apropiados ' - , y
conforme avance el período se irá haciendo dicha trashumancia con
un carácter más local, al ir estabilizándose los asentamientos, dada
la clara territorialización que van adqu iriendo
los
distintos gru pos
tri
bales del momento
Hacia el siglo
v a.
C se es tablece normalmente el segundo per ío
do de l a eda d de l
hierro,
que se alargará h asta la dominación roma
na peninsular, con dos hitos cronológicos básicos para nuestro
territorio, la derrota d e Num ancia, año
133
a. C, que significa el so
metimiento de los pueblos celtibéricos, y el fin de la guerra cánta
bra el año 19 a. C , por lo qu e afecta a la parte septentrional burgalesa.
Las l lamadas cul turas prerromanas en la últ ima par te de es te per ío
do van a tener una denom inación m ás o menos prec isa a t ravés de
las primeras fuentes escr i tas que descr iben a lgunas pecul iar idades
de es tos pueblos , que serán curiosas para los geógrafos e his tor ia
dores romanos o gr iegos que acom pañaran a la presencia romana,
com pletándose dichas fuentes con los correspon dientes hallazgos ar
queológicos.
La distribución tribal de estos pueblos ha sido estudiada en un c o
nocido t rabajo d e Sánchez-Albornoz" y em pleada como b ase para
el análisis por Caro Baroja de las áreas culturales indígenas, defi
niendo t res áreas bás icas , mediterránea andaluza , con el va lle del
Ebro,
meseta y occidente y can tábrica". La segunda es tá dividida
en las culturas celtibérica, carpetovetónica, vacce a y lusitana y la ter
cera en la ga la ica
y
cantabropirenaica , que son las que nos pued en
interesar a l respecto
Así en nuestro terri tor io pu ede es tablecerse, que de los hasta c in
co
p ueblos cel t ibéricos nom brados por E strabón
o los
cuatro de P to-
lomeo, se es tablecen en la zona meridional los a révacos con núcleos
como Clunia, los vacceos ocupan la zona suroeste y e l límite oriental
apoyados en el valle del P isuerga y la confluencia del valle de l Due
ro, con núcleos como R a ud a - R o a d e D u e r o - y D essobriga . Los p e -
lendones ocupan las t ierras serranas de la cabecera del Duero
asentán dose en la cultura castreña d el Sistema
Ibérico,
en lo que Ta-
racena llamó como la cultura castreña so riana. La zona central la ocu
pan un pueblo menor denominado como turmogos por Pl inio'^ o
4 6
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 46/161
mu rbogos por P tolomeo con los núcleos de D eobrigula y Segisamo
- S a s a m ó n - , q u e a u n qu e no se diferencia de forma clara arqueoló
gicamente parecen tener paren tescos cul turales con los arévacos.
En el nor te se s itúan pue blos indoeuropeos: los cántabros en el no
roeste, con Amaya y en el no res te de sde la Bureba , los autr igones , •
a los que Pl inio a tr ibuye V irovesca -B riv ie sc a- y Tri tium -
Monasterio de Rodilla— y P tolom eo^' Segisamu nclum —Cerezo d e
R iot irón- V indeleia y Salionca pudiend o identificarse a estos últimos
con el grupo de la necrópolis d e Miraveche. No obstante Ptolomeo
señala la existencia de un núcleo Segontia Parámica, situado en las
cercanías de Villarcayo, a la que denomina como várdula , aunque
como señ ala Sánchez-Albornoz pare ce
un
claro error cabiénd olo su
pone r como autr igón,
No
obstante queda la duda d e la relac ión en
tr e
estos
pueb los - c á n ta bros , a u t rigones
y
várdulos—
y
e l hec ho de
que sus
límites
m eridionales con turmogos
y
berones c laramente se
confundan, aplicando en algunas fuentes clásicas e scritas el califi
ca tivo de cántabros como nombre genérico a es te conjunto de pu e
blos del norte, con claras afinidades étnicas y lingüísticas.
Los dos pueblos cel tibér icos que se sitúan en nuestro territorio aré-
vacos y vacceos , muestran en los da tos arqueológicos un indudab le
parentesco cul tura l a los que se p uede n sumar como pueblo cel t i-
ber izado los vecinos septentrionales: turmog os, El modo de su asen
tamiento es de t ipo cas tro, es d ec ir lugares que por configurac ión
física son fácilmente d efendibles, estando p or
lo
gene ra l protegidos
por m ura llas como los de San P edro d e PiniUa T rasmonte", Horte-
zuelos. Picón d e N avas de l Pinar, San Garios en C ontreras, La Yecla
en Santo Domingo d e Silos, Peñalara en Lara, La Muela en C ovarru-
bias , La Cerca en Quintanar, Valdosa de Tejada, Quintanalara y la
Cab eza en Huerta de Abajo, etc. ' I Se da pu es una cont inuación de
los mismos asentamientos de la pr imera e dad de hieno def inidos por
su situación elevada, plataformas pro tegidas por bo rdes escarp ado s,
acant ilados formados por cau ces fluviales en forma de espolón, sin-
c l ina les colgados o en col inas amesetadas , aun cuando es te t ipo co
rresponde más a este segundo período por presentar su asentamiento
una m ayor fac il idad de relac ión con el agro y la defensa d e pasos
y vías de comunicación. Si b ien en genera l lo que s e p roduc e es e l
emp leo d e elementos na tura les reforzados con la m ura lla , en otras
ocasiones existen asentamientos que se han produ cido sob re colinas
o a l tozanos que han s ido am esetados , terraplenando su rel ieve que
luego se refuerza amurallándolo.
No
obstante el hecho
d e.
haber s i
do aprovechadas dichas terrazas para el cult ivo no p ermiten adivi
nar su conformación precisa, como en los castres de Castrovido,
Qumtanarraya
y
Hontoria de l Pinar, a pa rec iendo es t e
tipo
extendido
por las zonas centra les y en la Bureba como en Tardajos '^ Ibr i -
llos^",
Solarana
y
Soto de Bu reba 2'. Se puede decir que am bos t ipos
de asentamientos son sim ilares a los que se pu eden encontrar en otras
par tes de la provincia, correspond ientes a otros pueblos .
Se ha diferenciado muy f recuentemente a l referirse a los cel t íbe
ros y d e modo especia l a los a révacos la existencia d e una jerarquía
de poblamiento: c iudade s
(urbes),
a ldea s o caser íos (vici) y castillos
cam pestres (cas tel la ) que se ha t ra tado d e identificar con t ipos d e
asentamientos conocidos^l Sin em bargo, por lo que conocemos en
nuestro territorio si bien existen diferencias e n los tamaños de los po
blados , aprec iándose un mayor
tamaño
de es tos cas tros en relac ión
con
los
anteriores,
la
indudable permanencia
del
asentamiento,
la
des
trucción de niveles arqueológicos inferiores
y
las pu ntuales excava
ciones hacen que esta clasificación sea un tanto hipotética. Pero sí
pue de decirse que a lgunos poblados a lcanzan un tamaño y organi
zación ciertamente notable, pudiéndose calificar de auténticas ciu
dades ,
como el conocido caso de Num ancia que e ncierra entre su
recinto 22 Ha., con una clara diversificación económica y social.
Las excavaciones de los pob lados arévacos-vacceos manifiestan la
existencia d e un modo d e vida agropecuario, qu e var ía d e modo sus
tancial al adaptarse al
medio,
como se ha indicado ya en la pr imera
e d a d d e l
hierro.
A la producción pastoril hay que añ adir la metalur
gia como industria ya citada y la producción textil d e los famosos «sa-
gum» c a pa s de lana oscura, mencionadas repet idam ente en los
textos.
Así en el año 140 a . C. a l hacer la paz con los romanos los habitantes
de Num ancia y Term ancia, según Appiano, se com prometieron a da r
a d e m á s d e
300
rehenes ,
3.000
p ie l es de buey 8.000 caballos
y 9.000
sayos
o
«sagum».
Lo
que indica su c laro carác ter ganadero, no sólo
basado en el ganado menor y el aprec io romano por el famoso ca
ballo celtibérico que va a ser un símbolo constantemente reflejado
en num erarios
y estelas.
Caro B aroja
nos
señala
como
t iene a lgunas
not icias de q ue ha p erdurado la coshimbre, a t r ibuida por Diodoro
de Sicilia a los celtíberos, de lavarse los dientes y el cuerpo con orín,
que é l def ine como típicamente p as tor iPl
También D iodoro d escr ibió el régimen comunal de los vacceos,
texto sobre el que Joaquín Costa apoyó una de sus obras bás icas ',
Com enta que era costiimbre de este pueblo el reparto y división anu al
de las tierras entre las familias para su cultivo y que una vez cose
chado se g uardaba en graneros com unales, dándose a cada familia
lo
necesar io
y
cas t igándose con pena d e m uerte a quien oculte a lgo
de la cosecha.
Si
bien conf irma el carác ter agrar io d e dicho pueblo,
que s in duda es taba complementado por una cabana ganadera , no
debem os olvidar que la soc iedad de es tos pueblos
iene
una es truc
tura ya claramente estratificada, de
ipo
esclavista,
y
por tanto exigi
r ía matizar cómo y a quién se hace el repar to de t ierras .
Otro pueblo qu e ap arece carac ter izado en los textos c lásicos es
el cántabro que ocupaba la zona noroccidenta l del ac tua l terr itorio
provincial. Estrabón n os señala que e ntre el los el hombre do taba
a la mujer y los hijos eran quienes he redaban , es d ec ir exis tía una
herencia matrilineal, adem ás d e practicar la «covada», fenómeno que
ha perdurado en España en a lgunas zonas concretas hasta el s i
glo xviii y XIX l Ad emá s d e enc argarse de l cultivo d e la tierra la
mujer desp ués d e par ir era sus t ituida en el lecho por el esposo que
era quien rec ibía los cuidados d el postparto, prác tica denom inanda
como covada def inidora , como el res to de las pecul iar idades socia
l es de es t e
pueblo,
de un claro régimen m atriarcal común al conjun
to de los pueb los nor t eños - a s tures , ga la ic os y va sc ones - , En
contraposic ión el pape l del hom bre era según Estrabón ' el de gue
rrero
y
ladrón, reflejando
muy
b ien e l calificativo de pueb lo fiero qu e
se ga nó en
la
la rga gue rra contra
Roma.
Esta primitiva estructura so
cial tenía
también
una
economía productiva
muy
rudimen taria, siguien
do d e nuevo a E sti:abón, pues la alimen tación e ra la bellota m oliéndose
pa ra ha c er pa n que s e c onserva ba dura nte todo e l año, complemen
tando con un escaso cult ivo d e ce rea l y fibras vegeta les , cebada de
la que fabr icaban cerveza, costumbre también conocida en los pue
blos cel t íberos a la que se denom inaba cel ia», a lgo de t rigo y posi
blemente lino, del cual se surtirían junto a las pieles de animales
cazados para hac er sus a tuendos. La ganadería de bería ser rela t i
vamente importante, pues se nos señala en aquel
texto,
qu e el alimento
preferente e ra la carne de cabrío y e l empleo de la m a ntec a de c er
do al no existir aceite.
Se repi te aquí en el territorio cántabro, dentro del m arco burgalés ,
las mismas características de los asentamientos de tipo castro, de-
4 7
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 47/161
biend o señalar un núcleo básico, Amaya, alrede dor del cual existían
otros menores, todos en forma castreña: Ordejón, Humada, Salazar
d e Amaya
y
dos asentamientos en el entorno de R ebol ledo de la
To
rre^'.
Aunque por su s i tuac ión de borde meridional hace^que los
hallazgos arqueológicos pro ducido s en Am aya reflejen una cierta
in
f lue ncia cel t ibér ica , constatando la exis tencia de una par te de la
mu
ra l la c ic lópea que cerraba el castro.
Todo el conjunto de es tos pueblos que ocuparon el ámbito burga-
lés,
tanto los que se denominan como indoeuropeos -cántabros y
p e l e n d o n e s - co m o
lo s
celtibéricos,
y
pueblos
añnes ,
es taban orga
nizados en gentilidades o «gens», grupo intermedio entre el núcleo
familiar
y
la tribu, q ue reu nía a un conjunto d e familias
o no,
empa
rentadas
y
descen dientes de un m ismo antepasado, Con el t iempo
las
gentüidades
se
tienden
a
vincular
a un
asentamiento concreto, p ues
esta organización social es p or supuesto anterior
a
es te per íodo tem
poral concreto, establecién dose vínculos
y
relaciones con individuos
extraños
a la
gens
o
entre grupos similares dentro d e
un
a c uerdo que
se denom ina «hospitium», adqu iriendo
lo s
derec hos de
aquellos.
E s
te relación po co
a poco
s e
va
es tablec iendo en condic iones de desi
gualdad y es el modo habitua l de vincular un grupo socia l a otro o
a
un
g rupo ar is tocrático en grado de d epen dencia económica
y
po
lítica, modificándose incluso su denom inación en un apelativo harto
significativo: «clientela».
La
«devotio» será otro tipo de relac ión dep en
diente adquir iendo incluso carác ter religioso, con una relac ión d e
sumisión total a cambio de la protección material y espiritual en el
que por ejemp lo la mu erte del jefe en com bate, significa, como últi
mo grado d e d epen dencia , el suic idio d e los subditos l igados con
él por dicha relación.
La Romanización
N uestro terr itor io se incorporará de un m odo tardío a l dominio ro
mano, pudiéndose señalar dos m omentos
claves,
para su conquista.
Si
bien ya en el año
218
a. C. s e inicia el proc eso a nivel peninsular,
has ta el
153 a. C. no
comienza la llamada guerra cel t ibér ica que f ina
lizará
con la
ca ída d e N umancia , en el
año 133 a, C.
Tras es te aconte
c imiento, la mayoría d el terri tor io b urgalés y de los pueblos que lo
habitan pasan a formar parte del Imperio Romano en Hispania, in
cluidos en la provincia C iterior. Su de rrota supuso su conversión en
subditos
o
«dediticii», pasando
a
per tenecer
a l Estado Romano los bie
n e s d e
lo s
derrotados , tanto m uebles
o
inmuebles .
Sin
embargo el lo
no significó la propiedad real
o
usufructo de todo el territorio, pu es
una pa r te de los indígenas se qued aron viviendo en los m ismos nú
cleos y t rabajando la misma t ierra , en concepto d e ces ión, aunq ue
quedaban obl igados a pa ga r un impuesto directo y regular del 5 por
100, a demás de los impuestos que establecían para la adm inistración
de la misma el gobernador de la provincia El territorio no rteño,
sobre todo el sec tor noroccidenta l , será dominado a l final de l a gue
rra contra
los
cá ntabros, proc eso final de la conquista m ilitar romana
en la península que reduc irá a los pueblos del
norte.
Este enfrenta-
miento,
que
comienza
el año 29 a.
C , requerirá
la
presencia
de
Augusto
en e l campo d e b atalla, instalando
su
c ampa mento en una de
las
ciu
dad es indígenas turmogas: Segisamo, d urante los años
27
a
24
a . C
No
p udiendo f inal izar dicha campaña p or caer enfermo, será su ge
nera l Agripa , enviado especia lmen te por é l , quien la termine en el
añ o 19
a.
C , sometiendo
a
estos
pueblos . Los
qu e
no
fueron vendidos
como esc lavos pasaron como todos los vencidos a la condic ión de
subditos, siendo obligados
a
abandonar
sus castres
fortificados asen
tándose en los llanos. Hay que rec ordar a l respecto qu e el motivo
de la pr ime ra gu en a cel t ibér ica fue la reconstrucción d e la m ura lla
de Segeda .
En nuestro terr itor io se p ued e decir a t ravés d e los ha l lazgos ar
queológicos, que
en un
pr imer momento
los
cas tros se romanizan en
su mayoría, incluso se
produce
la
ocupación
de antiguos
asentamientos
que fueron ocupados en la pr imera edad de hierro
y
ahora es taban
deshabitados , como los de la Yecla y el P icacho en Santo D omingo
de Silos y El Castillo en Palacios d e la Sierra^", quizá motivado por
la escasa estabilidad p olítica
y la
nece sidad d e aprovechar ant iguas
fortificaciones o amurallamientos, aunque luego se abandonan.
La estructura administrativa que se conforma en el siglo i de nues
tra era, se complejiza cre and o tres escalon es territoriales para faci
litar la adm inistración econónu ca y política de l territorio. Se forman
a partir de los distritos los «conventus» segundo escalón en que se
divide el terri tor io de las provincias , Clunia se rá cabeza de uno d e
ellos.
Un tercer orden es tá consti tuido por una ser ie d e cabezas o
núcleos importantes de
los
qu e dep ende n su terr itor io Estos núcleos
adquirirán
un
claro carácter urbano siendo
los más
romanizados. Plinto
nos señala ' que en el conventus c luniensis hay 67 pueblos y de
ellos den tro de nuestro territorio, entre
los
turmogos ex isten 4 ciuda
de s y menciona a Segisamo, de los autrigones cita
10
c iudades , en
tre eUas Tri tium y V irovesca , de los pelendon es
4
c iudades , de los
cántabros 7 c iudades ,
y
d e
los
a révacos 6 c iudades des tacando Clu
nia.
Estas
c iudades importantes
se van a
asentar apoyadas
en las
vías
construidas por los romanos, para facilitar las comunicaciones del
nuevo territorio conq uistado con el resto de l Im perio
En
nuestro te
rr itorio se conoce ya q ue se usa en época a lto imperial la ca lzada
qu e
unía Astorga con Tarragona. Y sin
duda
el Itinerario
de Antonino
nos
señala
las vías
que se recorr ían;
la vía D e
Italia
in Hispanias (man
siones de Segamun clo, Virovesca, Segesamone), la vía Ab Asturica
per Cantabriam Caesaraugustam (mansiones d e Raudam y Cluniam),
la vía de Hispania in Aquitania, que coincide con la anterior hasta
Virovesca para luego seguir po r V indeleia^^ com pletándose ade
más con otra ser ie d e i tinerar ios menores q ue barr ían el terr itor io
con una clara tendencia de unir la zona minera del territorio astur-
galaico con la capitalidad de la Citerior, camino de los Pirineos.
Conforme avanza la rom anización se apre cia un cam bio de locali-
zación de algunos asentamientos im portantes.
El
ejemplo de Lara es
claro.
Del pr imer asentamiento en forma de cas tro, amphada en se
gunda en la segunda edad del hierro, la ciudad romana es b a jada
al
llana
El
cam bio es a tribuido tanto a la des trucción indígena de la
c iudad como a una mayor explotac ión de su entorno
agrario ^l
E l
mismo
p roc eso pa rec e a p rec ia rse en
Virovesca,
a ba ndona da
su po
sición defensiva al bajar a la vega. También el principal núcleo d e
época romana Cluma habría cambiado d e lugar pue s se a tr ibuye a
la Clunia arévaca el asentamiento del cas tro d el
Alto
de l C uerno en
Q uintanarraya l La es truc tura de las c iudades en la meseta se va
complejizando ya avanzada la romanización disponiendo de estatu
tos diferentes. Así van desd e las colonias de d erecho romano o lati
no,
los municipios , las c iudades preladas y por últ imo las c iudad es
de subditos o «dediticii».
E n
nuesti:o territorio existe
la
colonia
de
C lunia
única existente en la meseta
y
de fundación tardía
y
el m unic ipio de
Lara. En las c iudade s d e subditos pe rdura todavía la organizac ión
tradicional basada en las gentilidades. Así a mediados del siglo ii
perviven
un
número respetable de ellas identificándose generalmen te
con el núcleo d e po blación
y
en nuestro terr itorio b urgalés se cono
cen a través de los textos epigráficos un total de
24
^^.
4 8
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 48/161
D urante el ba jo imperio se
va a
modificar p oco
a poco
la estructu
ra terr i tor ia l, debil i tándose el papel d e las c iudade s como cabe ce
ra s de un territorio y en cambio crecen en importancia los dominios,
o territorios que, con características agropecuarias o
mineras,
se van
a administrar y organizar depen dientes d e sus dueños o adm inistra- '
dores ,
contando con asentamientos propios d e no muy gran ent idad,
que no dep end erán ya de la c iudad, Este proceso influyó en la tar
día m unic ipa lizac ión de las c iudades exis tentes , pues a la po strera
romanización de este territorio se unió la mengua d e importancia de
las c iudades en es te
per íodo.
El s ímbolo d e es te c laro proceso rura-
lizador es la aparición de un buen número d e villas rústicas en la me
seta . En es te per íodo se va a producir un proceso d e concentrac ión
y acaparamiento de la propiedad , co brando importancia los fundis
o
pat rae,
fincas agrope cuarias de las familias pu dientes don de se van
a asentar las villas. La toponimia incluso nos señala el nombre del
señor d el fundus,
como
d e los
núcleos
bu rga leses de
Antuñano
y O r-
ba ne ia (Urba nus )* .
En los siglos iv y v se detec ta en la mesta un crec imiento numéri
c o de l a s
villas,
que l legan a conformarse como grandes ed iñcacio-
nes de complejo programa, donde se produce inc luso utensi l ios
propios
como
cerámica , además d e disponer de elem entos defensi
vos,
como torreones y una pequeña guarnic ión de campesinos-
soldados para la defensa
como
señal del aumento de la inseguridad
que qu eda ref lejada por la presencia de las baugad as y de las in
curs iones d e
lo s
pueblos bárbaros ,
L as
g ra ndes
viUas
conocidas en
Burgos son las d e Arquillo, Sasamón, B años de Valdearado s (Santa
Cruz), Be lbimbre (C erro d e los Frailes), Cardeñajimeno (El Millar),
Salinas d e Rosío y San Martín de Losa (Los C asarejos)^', repartién
dose por g ran par te del terri tor io. Si analizamos con detalle los yaci
mientos de época romana que, d e t ipo vil la , existen en el ámbito
provincial , veremo s que se dis tr ibuyen en el entorno d e c iudades y
poblados importantes , asentándose en áreas d e vegas y siendo
p r ác
ticamente inexistentes en áreas de montaña. Su distribución mcluso
alcanza a á reas norteñas , que pue den inc luirse en el ámbito de la
España atlántica y por ello donde la romanización fue menos inten
sa, como las villas de Salinas de
Rosío,
justificada por el yacimiento
salinero y de San Martín de L osa. Cu riosamente la mayor concentra
ción, en
número,
conocida se produce en el entorno de Lara , de donde
proceden un conjunto importante de estelas funerarias^".
Lentam ente la romanización va a produ cir una transformación de
la economía t radic ional de los pueblos m dígenas , a par t ir d el cam
bio de la es truc tura de p ropiedad d e la tierra productiva agropecu a
r ia me nte . Se de tec ta sobre todo a través del testimo nio de Plinio una
cierta especialización productiva de cada región, siempre dentro de
una gran rela tividad en una economía que apena s a lcanza el nivel
de subsistencia. Cita la producción local de b erzas en Tritium, la re
cogida de hierbas medicmales en C antabria" ', la bondad de los as
nos de la Cel t iber ia p ara su recr ía* y la producción de miel en la
que era importante la t rashumancia de las colmenas que se rea liza
ba a lomos de
muías"".
Marcial en sus poem as sob re su B ílbilis na
tal cita a los p a lomares de es ta guisa ff
es a torre blanca qu e alberga
a v e s d e l
mismo
co lor . y \ Se conforman pues unas ac tividades
agropec uarias que se van perfecc ionando y ad aptándose a las ca
rac ter ís t icas del medio
y
en l a que
las
villas
como
un ida des p roduc
toras van a tener un gran protagonismo, sin duda influidas por el
perfecc ionamiento que a lcanzan las ac t ividades agropecuarias ro
manas , que quedan f ielmente ref lejadas p or los t rabajos y escr i tos
d e los conocidos agrónomos romanos; C atón, Varrón y Columela, aun
que es t e p roc eso s e rá c la ramente m ás
lento
que en l a Espa ña
meri
dional. La recolección y
caza
qu e
tanta
imp ortancia han
temdo
en
estos
pueblos indígenas, reducirá su peso rela tivo, aunque en las es telas ,
por ejemplo, de la zona de Lara, existan rep resentac iones de caba
lleros cazando jab alíes
y venados,
produciéndose posiblemente una
ampliación
de l
terrazgo
a
base de roturac iones impulsadas en
el em
pleo m asivo de colonos y esclavos y en la m ayor utilización d el ara
do t i rado por bu eyes , aun cuando continúa el masivo em pleo d e la
azada de hieno tal como reflejan los hallazgos tardo-romanos de l cas
tro de la Yecla en Santo Donungo de Silos*.
Se aprec ia cómo a p ar t ir de l s iglo iii y conforme abund an las vi
llas, la esclavitud comienza a decaer , aumentando los
libertos,
refle
jado en las es telas , y em pleando a lo la rgo de los siglos iv y v en
mayor cuantía a colonos y asa lar iados temporeros . Hay que t ener en
cuenta que la familia romana es una unidad económica, cultural e
ideológica , de la que forman par te lo s esclavos y en l a medida que
el p roceso de ruralización avance existirá una tend encia hacia la
auto
suficiencia, am pliándose la villa con un bue n número de colonos en
agrupaciones más o menos diferenciadas anejas, y con una produc
c ión agrop ecuaria amp lia '
Los
test imonios arqueológicos nos dan mu estra del desarrollo d e
la artesanía como los canteros qu e realizan los conjuntos d e e stelas
de Lara o los sepulcros en forma de casa de la zona de Poza de la
Sal, con una auténtica poducción local má s o menos ser iada en cuanto
a sus modelos y de la existencia de asociac iones d e trabajadores ar
tesanos , como las de los m adereros d e ensam bla jes de la construc
c ión en la zona de Miranda de Ebro y la de Sasamón, con una
agrupación de l ibertos y esclavos con profesiones d iversas como za
patero, ba tanero, cardador y ferretero' " . Las es telas de la comarca
d e Laxa d e nuevo nos dan referencia de las ac t ividades de los difun
tos, como la del t ras iego de vino o la ñgura femenina que teje con
la espala y la card a*.
Los siglos
V
a l
vii:
la gennanización
A comienzos del siglo v comenzarán a pen etrar en la península los
pueblos germánicos. Este proceso coincide con el ocaso de la ro
manidad y ta l como señalan las propias fuentes visigodas de los s i
glos VI y vil producirá un cierto resurgimiento de los anteriores
valores indíge nas volviendo
a
denom inar se á rea s
qu e
habían perdi
do ya el nombre primitivo, como Celtiberia, Cantabria, Carpeta-
nia ' l Los vis igodos van poco a poco extendiendo su dominio,
pr imero como federados de Roma, y luego a la ca ída d el Imperio,
ac tuando por cuenta propia , dominando pr imero a los pueblos ger
manos y luego acometerán la dif íc il ta rea d e dominar a los pueblos
d e l
norte,
cántabros y vascones. Leovigildo dom ina C antabria, citán
dose a Amaya en el año 574 como c iudad conquis tada, pud iéndose
decir aún a pesar del escaso control que t ienen sobre otros pueblos
del norte, como los vascos , que a p ar t ir d e es te m omento ext iende
su dominio al conjunto peninsular*.
La estructura administrativa territorial visigoda va a significar ini-
cialm ente una con tinuidad de la d el bajo
imperio.
Las
provincias
per
man ecen en su división poniéndose a l f rente de el las un «dux» que
tendrá una autor idad básicamente m ili ta r Será comp letada es ta es
tructura posteriorme nte
con los distritos o «tenituriom »,
en que s e
sub-
dividen
aquellas,
teniendo su centro o c a beza un núcleo significativo
o ciudad, incluyendo un territorio compuesto por las t ierras per tene-
4 9
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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cientes
a la corona, que tenían
una g ran importancia
y por tierras
ecle
siásticas
o
particulares.
A
su frente se situaba el «comes» o «iudex»
que tendrá funciones y atribuciones administrativas, judiciales, fis
ca les
y
m ilitares.
Las villas
que pers is ten, en
un
am biente c laramen
te ruralizador, incluso adq uieren cierta person alidad administrativa,
apl icando la ley y el orden y recaudand o impuestos sus adm inis tra
dores o mayordomos*. Además existían las aldeas y «vicus», o luga
res exentos de dependencia , en que la asamblea de vecinos
«conventus pu blicus vicinorum» era la que decidía sobre las cuestio
nes der ivada s d e la propiedad rura l y cultivos y dem ás a spec tos ge
nera les que afec taban a la comunidad. Una ley de Recesvinto as í lo
refleja^", y San Isidoro recoge la costumbre de los campesinos de
reunirse en las en cruci jadas de los caminos , para t ra tar asuntos de
interés ge neral, «compita», convocándose haciendo sonar trom pas y
bocinas ' ' .
Se produce en la pr imera época una vuelta a c ier tos va lores y tra
diciones indígenas, reflejado en la vuelta a ocupar asentam ientos an
teriores, utilizándose incluso habitaciones e n cueva como la del castro
del P icacho en Santo Domingo d e
Silos,
o los propios yacimientos en
cuevas d el Arlanza, y como en los antiguos castres, como La Yecla,
se encuentran un buen número d e piezas visigodas El propio rey
Wamba se ret i rará de spués d e abdicar , en el año
680,
al mon asterio
d e
San
V icente d e Pampliega ,
sito junto
a la c iudad turmoga de Am-
bisna. Núcleos que debieron tener cierta importancia fueron Auca,
sede del único obispado d e nuestra área , dentro d e la provincia
T a
rraconense , y la ciudad de Amaya, punto fortificado que mira hacia
el norte, ocupado por pueblos siempre levantiscos, Las necrópolis
conocidas d e e sta etapa, en el territorio b urgalés, son las de Avella
nóse d el
Páramo,
P adilla de Abajo e Hinojar de l Rey y confirman junto
con otros hallazgos realizados en la meseta que el asentamiento de
estos nuevos contingentes poblacionales se concentran en la zona cen
tral de la misma,
Exis te una c lara cont inuidad en los métodos de producción agro
pecuarios ya anal izados en época romana, manteniéndose una agri
cul tura básicamente cerea l is ta basad a en el
trigo y
la cebad a en los
pára mos y
vegas,
perma nec iendo e l c a rác te r ga na dero de las zonas
mon tuosas. El hallazgo arqueológ ico en Valdezate d e silos comuna
les qu e se fechan entre los siglos iv al
viii ^
nos señ alan la importan
c ia d el cul tivo d el cerea l en es ta zona m eridional burgalesa y nos
pu ede sugerir la hipótes is de la pervivencia de una explotac ión co
lectiva del terrazgo relacionándola con el comunalismo vaccea Tam
bién se ha llaron en dicha excavación cen cerros correspond ientes a
la ganadería que existió complementando el sector agrario Sí es cierto
que se aprec ia en estas últimas
zonas,
en especia l en el nor te burga
lés, un aumento de las escasas t ierras de cult ivo, roturándose áreas
d e
monte.
En ello tienen una contribución especial los pequeños m o
nasterios de carác ter familiar, como claros colonizadores de l territo
rio, que se i rán asentando sob re todo a partir de la conversión oficial
de la monarquía a la religión católica, realizada por R ecaredo en el
año 587.
En contraposición a l fenómeno de roturac iones y por ser un pro
ceso anterior, Leovigüdo estable ce un a legislación d e protección al
arbolado del cual se obt iene o se aprovecha.su fruto, con una tab la
de multas o «composiciones» que castiga la tala d e árbo les. En pri
mer lugar se s itúa el olivo cuya multa es la máxima - 5 su eld os - y
el manzano - 3 sue ldos - d if erenc ia ndo las grandes encinas y robles
- 2 sue ld os - d e l a s pequeña s - 1 su e ldo - ' '' . E l monte ma ntiene un
carác ter d e esp acio comunal, es tablec iéndose el aprovechamiento
de l
mismo
de l vecino en modo proporc ional
a
la posesión d e
las
tie
rras del lugar. En el caso de m onte de propiedad no comunal nor
malmente se pagaba la déc im a par te del aprovechamiento qu e d e
é l se obtenía '^
La sociedad del momento continúa su carácter esclavista, aunque
los homb res libres aum entan, sin qu e e llo signifique un claro cam
bio.
Estos últimos se dividen en dos grupos sociales claramen te dife
renciad os, qu e recib en la significaüva d enom inación de «potentiores»
y «humiliores». Entre los primeros se en cuen tra la aristocracia ligada
a la corte palatina, los n obles y las capas dirigentes d el clero, todos
ellos grand es propietarios d el terrazgo Entre los segundos se encuen
tran los «privati» o campesinos
libres,
que cuentan con una pequ eña
propiedad, tanto visigodos como hispanorromanos, y diferenciados
de ellos los colonos, libertos, siervos y esclavos*'. Eran m uy n um e
rosos,
entre es tos
últim os,
los s iervos depend ientes d e los es tablec i
mientos religiosos siendo en su mayoría trabajadores de la tierra o
pastores. Entre ellos era m uy frecuente prem iar con la manumisión
a los benem éritos , adjudicándoles una parcela d e t ierra , viñas o una
casa , que según
lo
dispuesto en el concil io de Ageda, celebrado en
el año
506,
no podía se r supe rior su valor a veinte sueldos, e stando
obligados
a
seguir
siendo
t rabajadores d e la
misma tierra,
e so
sí,
en
condición de libertos.
Los
esclavos
lo
e ra n de
dos tipos, unos
ligado s
a
la casa del dueñ o
d e
tipo
doméstico, denominados
como
«idóneos», que estabab an e s
pecialmente vinculados
y
sujetos a él po r su relación directa
y
per
sonal. El segundo tipo estaba formado por los «rústicos», que
trabajaban la tierra
o
cuidaban del ganado como pastores , y por su
propio alejamiento d el
señor, no
es taban
tan
sujetos
como los
pr ime
ros. A buen número de és tos últimos se les adjudicaba una parcela ,
por la cual pagaban renta y rea l izaban pres tac iones especia les , pe
ro su situación se acercaba bastante a los colonos y cultivadore s li
bres depend ientes de l señor , contr ibuyendo a formar una población
campesina homogénea de hecho aunque en s ituaciones de derecho
diferenciadas^'. Este conjunto de gentes, recibirá el denominativo
de «plebes».
Los cam pesinos libre co nservaron la prác tica habitual, ya citada,
exis tente en el ba jo imperio d e en com endarse a un p otente
o
patro
no obteniendo protecc ión a cambio de su de pend encia . Una forma
de encomendación que normalmente prac t icaban
los colonos o
cam
pesinos
sin tierras,
era la obtención
de tierras,
para labrar
y
asentar
se , cedidas por el dueño a cambio de la absoluta f idel idad y
obediencia . Si rompía el vínculo d ebían devolver la tierra, así como
la mitad d e lo obtenido duran te el tiemp o del disfrute de las m ismas.
Ello imposibüitaba en la práctica la ruptura d el vínculo establecién
dose una relación casi similar a la descrita para algunos siervos y
esclavos' ' . La cesión de la tierra fue pues una práctica habitual
desde la concentración de la propiedad existente, siendo la forma
más corriente la denominada como «pecrarium». Se establecía con
los cam pesinos libres fijando un plazo de usufructo de la tierra, que
podía ser roto por el dueño en cualquier momento, pagando aque
llos una renta fija anual o «exenia» del 10 po r 100 de la producción
obtenida , pue s una ley de Recesvinto es tablece la entrega de t ierras
y viñas «predecimos», ademá s de prestaciones
diversas,
que normal
men te consistían en
la
ayuda
a las
ta reas agropecuarias en
las
fincas
explotadas direc tamente a cargo del due ño Esta relac ión se podía
establecer incluso de por vida, pasando de padres a hijos ^'.
El final del siglo vii, despu és de un largo per íodo de es tabil idad,
se carac ter iza por la apar ic ión de una cr is is económica , denotada
50
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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por la pérd ida de valor de la mo neda acuñ ada , en la que influye la
aparición generalizada de la peste bubónica^". Esta situación de
crisis económica coincidirá con la política motivada por el proble
ma d e sucesión de la corona visigoda, dan do origen a la invasión ára
be en e l a ño
711,
Los siglos
V IH
a l
x i.
Reconquista
y
repoblación
La conquis ta qu e sucedió a la invasión l legó ensegu ida a la m ese
ta, pues Tariq toma Clunia y Amaya en el año 712, d e s p u é s d e q ue
en esta última plaza fuerte se refugiaran los visigodos huidos del sur
Auca, Sasamón y otros núcleos importantes resultarían posteriormente
conquis tados. Pero sm duda el paso d e las c iudades y forta lezas a
manos m usulmanas , comportaría inic ia lmente la perm anencia de a l
menos pa r t e de
su
po blación, som etiéndola tributariamente.
Las
con
tinuas incursiones
o
«razzias», que los mu sulmanes realizan hacia el
norte como las que comenzaron
a
realizar
los
m onarcas del nac iente
reino astur, producirán una quiebra total del poblamiento primitivo
de la me seta norte Las crónicas del m omento rela tan como Alfon
so
I
y Fruela , desp ués d e rea l izar una ser ie d e incurs iones sobre el
amplio terr itor io qu e se ext iende d esde la cordi llera cantábrica a l
Sistema C entral, trasladaron al norte la pob lación cristiana.
Sin
d u d a
ha sido
Sánchez-Albornoz
el que
desarrolló
la idea de l
despoblamien
to de la cuenca del Duero'^ abr iendo una polémica que ha dado
lugar a matizaciones diversas.
El proceso repoblador que seguirá a la reconquis ta del terri tor io,
se inic iará a m ediados
y
finales d el siglo viii y tend rá una larga du
rac ión, pud iendo decir qu e e s tará terminado en el terr i tor io burga-
lés a finales del siglo xiii y comienzos del siglo xiv, con una
significativa fundación la de la ciudad de B nviesca, por fuero dad o
por doña Blanca de Portugal en
1313,
p roc ura ndo da r
un nuevo
asen
tamiento y desarrollo a la antigua pob lación, mod ificando su locali-
zación anterior *l
En el territorio d el norte b urgalés, la C astilla primitiva, se cue nta
ya con el reconocimiento a la «presura» o apropiación del espacio
colonizado por el repoblador en los remos d e Alfonso
I
y Fruela. Se
conocen presuras tan famosas como las del abad Vítulo en el Valle
de Mena en el s iglo
viii, o
las del obispo Juan a l fundar el obispado
de Valpuesta en el año
804.
Prec isamente en un documento que el
abad Vítulo y su herm ano redactan en el año 800, se menciona en
Taranco de Mena, viñas, pomaradas, casas e incluso
molinos,
c omo
mu estra ya de un es tablec imiento m ás
o
m enos consol idado. Dichas
presuras adoptaron
dos formas. Por un
lado la apropiación individua
l izada del terrazgo den tro de una economía m ixta basad a en el
culti
vo
d e l
cerea l , las huertas
anejas
a la
vivienda
y los
aprovechamientos
del b osque, tanto ganad eros como d e otro tipo. Al respecto hay que
tener en cuenta , que la socied ad castellana se está configurando con
cier to nivel de espon taneidad socia l , pue s f rente a la soc iedad m ás
jerarquizada y es truc turada d e la zona as tur-leonesa , aquí son más
abun dantes las iniciativas que p ued en ser calificadas como pr ivadas
frente a las repoblac iones impulsadas por los po deres rea les y de
la nobleza de una m anera m ás of ic ia l
o
institucional.
Y
en s e p n d o
lugar o tra forma
m ás
amplia, de cará cter familiar
o
social, apropián
dose de forma común grupos de personas de la t ierra , y como es
lógico ocupando una mayor superficie;
o
también quienes necesi tan
tener
el
reconocimiento d e
la
utilización del
monte,
según
partes,
para
desanoU ar su economía básicamente ganade ra aunque exis tan apre-
Bajorreheves altomedievales.
Padilla d e Aniba.
siones realizadas de
modo
individual destinad as
al
cultivo d e
los pro
ductos de autoconsumo indispensables .
El sal to a l sur de la cordi llera cantábrica y en especia l el del ca
ñón de l
Ebro,
en nuestro terri tor io, se produce ya a par t i r de media
dos del siglo
ix,
sobre todo a finales de dicho s iglo y comienzo de l
siguiente duran te el reinado de Alfonso
III. Es
conocido
a tal
r espec
to el papel qu e los conde s
o
jefes loca les jugaron en dicho proceso
repoblador , es tablec iendo pr imero una l ínea defensiva apoyada en
Amaya, Briviesca
y
Miranda , y poster iorm ente ocupando las t ierras
entre el Arlanza
y
Arlanzón, fundándose Burgos en el año
884. A
c o
mienzos del s iglo x se internan los repob ladores de la Bureba y la
cuenca de Miranda hacia el va lle medio de l Ebro, en bu sca de te-
n e n o s
m ás fértiles, y
posiblemente alaveses se establecen
en las
áreas
pastoriles del Oja
y
d e l
Alto
T irón, pue s la toponimia vasca d e algu
nos
núcleos
así lo revelan:
Uzquiza, Urrez -d eno m inado
como
U rrezti
en los docum entos de los siglos x y xi- , etc . Se rebasa también en
este mom ento el r ío D uero, repoblándose Clunia , Roa y Haza en el
añ o
912, Los
colonizadores de es te espacio, cuenca d el
D uero,
serán
tanto
lo s
hom bres del norte como
lo s
m ozárabes del
sur,
aunque aquí
es tos úl timos parecen tener una menor p ar tic ipac ión n umérica que
en el territorio
leonés ,
detec tado esto último p or
la
escasa toponimia
y la menor presencia en la a rquitec tura d e elem entos de dicha tra
dición. Por el con trario la toponimia nos refleja la presen cia abun
dante de núcleos que
con la
pa labra bascones
y
derivados: B ascones,
Basconcülos, Villabascones, Bascuñana, Bascuñuelos, etc., repartidos
por una gran par te del terri tor io, señalando el or igen n orteño de sus
pob la dores, pu es
no
pare ce dis tinguirse ya en es te momento el gru
po é tnico cántabro o cantábrico como un terr itor io concreta
Los
colonizadores de es te espacio cas tel lano, son grup os escasa
mente jerarquizados que desfores tan y rozan, posiblemente en co
mún, cultivando ya d e modo individual
o
familiar el escaso espacio
colonizado
y
construyendo sus casas
y
edificaciones diversas gene
ra lmente de modo comunitar io. Paula t inamente el espacio se va
conformando, la azada es sustituida por el
arado, con
un a
mayor pro
ducción cerea l is ta y complementada con peq ueñ as huertas anejas
a la vivienda
y
una g anadería que t iene un peso rela tivo en función
de las condic iones ecológicas del lugar y que aprovecha d e modo
comunal los pastos y montes. Las toponimias de los lugares burgale-
ses aluden, como fase final de la sociedad gentilicia der ivándose
de las comunidades de l ina je de época vis igoda , m ayori ta r iamente
5 1
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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Alfonso
1 .
B ib l ioteca de la catedral de Sant iago de Com poste la.
a indicadores de accidentes o e lem entos geográf icos , denotando que
la acción humana sobre e l nuevo espacio y sus real idad es f ísicas son
más importantes que la herencia o la composición jerarquizada del
g rup o ^ Los e jemplos en es te sent ido son numerosos , ex is ten un
buen número de núcleos que t ienen apelat ivos que les cali fican, aun
que son más s ignif icat ivos los que der ivan de e lementos naturales
com o «peña»— Pefiacoba (Peña
cabra) ,
P eñ a lb a de C as t ro y P eñ a lb a
de Manzanedo (Peña alba o b lanca) , Peñahorada (Peña horadada) ,
Peñaranda, Sobrepeña, Quintanilla Entrepeñas, Pinilla de los Moros,
de los Barruecos , o Trasmonte , o «cueva» - L a Cueva d e R oa, Cueva
de Juarros , Cuevas de Amaya, Cuevas de San Clemente , Covarru-
bias.
Los que se der ivan de la palab ra «fuente» -Font ioso, Fuentebu-
reba, Fuentecén, Fuentelcésped, Fuentenebro, Fuentespina, Jaramillo
de l a Fu en te - , o aq ue llo s q ue r ecog en e s p ec ie s a rb ó reas como « re
bollo,
hayedo, pino o fresno» —Las Rebolledas, Rebolledo de la To
n e , Rebolledillo, Ahedo d e B utrón, Pino d e B ureba, Fresno de Riotirón,
Fresno d e R odilla , Fresneña, Fresn eda de la S ierra T irón, Fresni l lo
de D ue ñas - , o de esp ecies cul t ivadas como «vides» -Q uintana vides ,
Quintanil la de las Viñas , La Vid, La Vid de Bureba, R ába no s- , e tc.
El resul tado de es te modo d e repoblación , en e l s ig lo x , es la con-
ñguración de un poblamiento basado en asentamientos homólogos:
las aldeas , que só lo se ven salp icadas en cier tos lugares es tratég i
cos p o r r ep ob lac iones r ea l e s o conda le s .
Conforme avanza e l s ig lo x , y a t ravés de los documentos q ue so
bre todo nos proporcionan los monas ter ios y sus act iv idades , se ap re
c ia q ue l a s comun idades a ldeanas ap a r ecen e s t r a t i f i cadas
socialmente , con la m ención diferencial de sus miem bros como «mi-
nimus» y «maximus» o infanzones y villanos, que forman part e d e la
asam blea vecina l o «concilio», revelando una forma de je rarquización
basa da en las cabez as de familia, la edad o e l l inaje En la car ta d e
inmunidad, fechada en el año 955 y atribuida a Fernán González aun
que se ha corregido la fecha en 1012 pensando en una falsificación
de la época ^ dada a los vecinos de los concejos de Berveia (Ber-
beja) ,
Varrio (despoblado de Barrio) y Sancti Satumini (San Zador-
nil), s i tos en e l nores te provincial , se m enciona a los mismos como
«barones e t muheres , séniores e t iuvenes , máx imos e t mínimos, tolos
una pari ter qui sum us habi tantes v i l lanos e t infanzones . . .»^^ .
Parale lamente a es te proceso de es trat i f icación de la comunidad
ru ra l s e p roduce l a en t rada d e dep e ndenc ia de l p o de r f euda l, t anto
en forma de señore s locales, como d e m onasterios, con los consiguien
tes fenómenos de res is tencia y conf l ictos que e l lo conl leva' I Ade
más d e las formas de d epend encia jur ídica es tab lecidas por los fueros
y la más f recuente , de las de behetr ía o dependencia l ibre e leg ida
de un benefactor , era habitual e l proceso d e lenta absorción de los
bien es famil iares por par te d e los señores . Es ta úl tima forma de p e
ne t rac ió n en l a comun idad, s e b as ab a en J a donac ió n de p rop ieda
de s por m iembros de la misma y en la prol iferación, formando par te
de una p a r en te l a como coh e rede ros , adq u i r iendo p rop iedade s ún i
cas o las par tes d e un b ien indiv isa Otros mecanismo s eran los «re-
novos» o créditos a al to in terés , que s ignif icaban al no pod er pag ar
la pérdida del bien hipotecado, y la «caloña» por homicidio y robo,
en l a cua l p as an p ip o ra do s lo s b ienes q ue s e e s t ab l ezcan a l señ o r
que tenga dominio sobre dicha jur isdicción. En es ta dinám ica la pro
pieda d colect iva tendía a redu cirse al ampliarse e l ámbito de la pro
piedad individual o familiar al constituirse los solares, huertas y
here dad es , y también fue objeto de d epe nde ncia feudal tanto a t ra
vés de la par t icipación e n los «rat ios» o suer te s de cier tos e lemen tos
product ivos codiciados , l legando al caso de aprop iarse p lenam ente
de los ex is tentes, as í como de la par t icipación en e l usufructo de los
pas tos y leñas del monte
En el año 945 el monas ter io de San Miguel de P edroso amplió su
patrimonio, al conc ede r le F ernán González e l monas terio de San Pe
dro de Espinosa, adem ás de atorgar le la comu nidad de pastos, leña,
apr iscos y cuanto produc e e l monte con E spinosa (Espinosa de los
Montes) San Vicente y Herrera (Eterna). Y los dos últimos núcleos
junto al de Fre sneda p asan a de pend er , e se mismo año, del monas
ter io de San Millán, o torgando el con de el usufructo en c omun idad
del monte y reservando una de hesa exclus iva para e l m onas ter io don
de los vecinos no pued en entrar con sus ganados^' . Y de nuevo otro
cur ioso documento en e l dominio de San Pedro de Cárdena, revela
l a imp or t anc ia g anade ra de lo s g r andes s eñ o re s , en e s t e cas o de l
mon as ter io En él se conoce e l ju icio entre los infanzones por tavoces
de los núcleos de Villa Planio, (Villallano), Villa de Valle (Villlalval),
C ardenu ela (C ardeñuela Riopico) y Villa de Dona E ilo , en e l val le
del r ío P ico, con los hombres de Orbanel ia de P icos (Orbaneja de
Riopico) propiedad del monas ter io , sobre comunidad de pas tos de
estos últimos en el territorio de aqu éllos, realizado en 1073, l l eg ando
al acuerdo de permit ir d icho usufructo a dem ás de otras dispos icio
nes sobre derechos , comiendo al l í mismo una vaca de las que pa
cían en e l d isputado ter reno para dar por zanjado el p le i to^ ' . O el
má s primitivo del año 869, donde e l conde D iego concede a l monas
ter io de San Fel ices de Oca e l aprovechamiento de los montes de
Oca, sañalando los térmmos dond e pued e es tab lecerse apr iscos para
el ganad o lanar , porcino y boyal '" . La conces ión se amplía a a spec
tos r e s eñ ab le s como can te r as y m ade ra como c l a ro s e l emen tos p a r a
empleo en cons trucción, por e jemplo en la conces ión de Sancho I I
52
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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al obispo d e
Burgos,
en e l
año 1068,
a demás de
los
pastos en
los mon
tes rea les de Oca , Pineda , Río Cabrones y Quintanar",
También podem os c i tar el ejemplo de las sa linas más im portantes
del terr i tor io burgalés , como objeto aprec iado de los poderes me- .
dievales al constituir la sal un eleme nto im prescindible p ara la con
servación d e los a limentos y para su em pleo con la ganadería . Así
a lo largo del siglo x las veces o «rationes» de los pozos llamados d e
Doña Gotina y Don Fontino van pasan do a poder del monaster io de
San Pedro de C árdena , desde los a ños 959 a 984, donde s e menc io
na n en más de doc e d oc umen tos 'I Lo m ismo sucede con el l lama
do Pozo C uende que es c onc edido por e l c onde Sa nc ho a Sa n
Salvador de Ofia al fundarle en 1012'I
Otro elemento en pugna constante es el
m olino,
uno d e los elementos
que se ext iende en es tos mom entos como ejemplo de la tecnología
medieval , En un plei to docum entado en 1044 entre U rrez y Kaprera
y el abad de San Julián d e B ezares o del Monte, se nom bra a dos
molinos sitos en U nezti (Urrez) y Villa-Ferreros (Villasur d e Herre
ros) y apoyados en las aguas del r ío Arlanzón. En el acuerdo en el
que participa dicho m onasterio, al pe rten ece rle varias «vices» o ve
c e s d e
los m olinos,
consigue de
los
habitantes de dichos lugares que
se encarguen del m antenimiento y reparac ión de los molinos , pie
dras y canales a modo de sem a pres tada a l mo naster io". Pero qui
zá sea más s igniñcat ivo del proceso de apropiac ión del agua la
relac ión entre el monasterio d e Cá rdena y V illabascones (Castaña
res). En el año 955 compra el monasterio la propiedad d e las aguas
del río Arlanzón al concejo d e la a ldea en su sec tor y posteriormen
te en el 958 llegan a un acuerdo p ara dar una par te para regar huer
tas y sus necesidad es , tasada en la cant idad que pasa por el agujero
de l a p iedra de
molino,
d e l tamaño de una
mano,
y a cambio se pres
tará el trabajo para l impiar el cauce de la presa mayor de d onde se
toma el ag ua '^ El caso de confl ic to entre los vecinos d e Olmos y el
monasterio de Santa María de Rezmondo, en 1073, e s claro al respecto,
p u e s los a ldeanos habían construido un molino comunal en el río P i-
suerg a, y los monjes, al construir sus molinos y presa aguas arriba,
dejaron s in agua a aquél. Aquéllos pe dían al m onasterio y su posee
dor , un caudal de s iete pa lmos en razón de fuero y heredad, p ero
el agua quedó totalmente en poder del monasterio™.
Es muy f recuente ya en las donaciones d el s iglo
x y
principios del
siglo
XI
que s e desc r iba una s p rop ieda des
y
usufructos
muy
diferen
c iados en el medio rural, que indique el tipo de aprovechamiento que
existe en los diferentes lugares . Por ejemplo en la donación p or dos
nob les a las iglesias en Baños de Valdearados , rea l izada en 1048, se
citan«. . . edif icios, t ienas, huertas, frutales y dehesa pasable» y a de
m ás «...y los molinos situados en e l río q u e llaman Bañuelos y con
los montes y fuentes y las hierbas pasables» . Siendo frecuente la
donación de prop iedades m uebles e inmu ebles junto a los colonos
o collazos que los cultivan. Así en la donación a San Pedro de C a rde-
ña , en
1041,
por dos nobles , donan sus here dad es y colonos en t ie
rras, viñas,
huertas,
molinos,
pra do s en P am pliega, Castrillo, Arauzo,
Tardajos, Fren osisa y Villalbilla™.
Las cartas o fueros vecinales otorgados, en el períod o cond al, a al
d e a s o pequ eñas com unidades , regulan las relac iones de los labra
dores con su señor y las prestaciones y tributos q u e d e b e d a r al señor
o a l conde o rey de m odo especia l cuando el p r imero susti tuye a l
segundo en administrar justicia y percibir las caloñas o multas co
rrespondientes a los deli tos perpe trados.
En
la m edida que avanzan los s iglos
x y x i, y
la frontera del D uero
ha dejado de ser lo, los agr icul tores y gan aderos de las comunida
des d e a ldea es tán ya c laramente e n la órbi ta de las depend encias
feudales, aun cuando el carác ter de hom bres l ibres les d iferencie
de los
siervos,
estando sometido el cultivo d e la tierra p or ellos rotu
rada , a l pago de t ributos o foro a l señor d el qu e d epen de, diferen
c iándose la propiedad de uso de la de dominio.
La forma de prestación hacia el señ or se fija a t ravés de las sernas
o t rabajos obl iga torios en las tierras de é l , como los que se
fijan
en
la car ta vecina l dada a Cueva C ardiel y V illalmo ndar, por García VI
de N avarra en
1052,
a l ser donados los núcleos a Santa María de Ná-
jera. Son cuatro las sernas, fijando los momentos del trabajo de la
t ierra cuando deb en ser pres tados: a rar , sembrar , sega r y t r il la r y
por contra deben ser a l imentados con pan, carne y vino ' '. E inclu
so
pued en s e r a mpl ia dos a
seis,
en el caso del fuero dado a V illaes-
pasa y Rucepos por el abad de San Pedro de Arlanza , en 1089,
deb iendo a dem ás una
vez al año
transportar el pan
y
e l
vino
d e l
m o
nasterio y otro t ransporte anual de sa l desd e las sa linas de Anana
por media s
par tes ,
queda ndo r educ idos
a
c a mbios de
otros
tributos
anter iores".
La agricultura en es te p r imer per íodo d e la repoblac ión t iende a
hacerse es table, implantándose a
finales
d e l mismo el s is tema de ro
tación bianual en el cultivo del cerea l , aunque las rozas contmuas per
mitían dar un mayor descanso a la tierra dejándola en barbecho . Se
adivinan dos espacios agrarios diferenciado s qu e van a evolucionar
de forma d iferente. Por un lado las a lde as d e las montañas burgale
sa s y d e la s ierra , donde las viviendas umfamiliares disponen d e par
celas cerrad as anejas de s t inadas a huer to y cerea l , dando lugar a
los que se denom inará el solar cas tel lano, que se pu ede identificar
con la quintana asturiana. El espacio más im portante está constituido
por el bosqu e de aprovechamiento común y el espacio agr ícola de
la comunidad, gen erado a par ti r de las rozas de aquél
o
la incorpo
rac ión de t ierras aband onadas. Mantiene su carác ter colec t ivo aun
qu e
su
aprovechamiento sea
individual. Es pues una
economía basada
en el aprovechamiento del
monte y
con una agricultura complemen
taria al aprovechamiento ganadero
y
silvícola.
A lo
largo d el siglo
xi
se aprec ia una tendencia a la dispersión de la a ldea en un ida des m e
nores qu e recibe n la denom inación familiar, como las casale s galai
cos, el solar castellano y el caserío vasco. El proceso continúa, y a
m edida que aumenta la pres ión demográf ica van sa l iendo de la ór
bita comunitaria, creándose unas fórmulas de sucesión que defien
den la transmisión íntegra de la unidad de explotación a un solo
heredero^' ,
En nuestro territorio los resul tados d e dicho proceso d e dispers ión
son evidentes en áre as muy concretas como el valle de Mena, la zo
na de Bricia y el Cond ado de
Treviño.
Por el contrario e n la propia
meseta , páramo s y vegas se pro duc e una clara com pactación'. De un
momento inic ia l donde se m ezcla la edif icac ión de las casas con los
cultivos individuales, mayoritariamente cereal, poco a poco s e va edi
f ican do sobre el las , quedando tan sólo pequeño s espacios cult iva
bles sobre todo dedic a dos a
huertos,
constituyendo e xternam ente un
espacio agrar io más es table, en el que la vid y el ce rea l son los dos
cult ivos básicos , y un bosque cada vez más reducido por las rotura
ciones. La gan adería m antiene un equilibr io dif íc il b asándo se en el
aprovechamiento d e los cultivos segado s y de l barbecho, a l reducir
su anter ior espacio de pas toreo.
Ya
en el siglo
xil los
huer tos
y
espa
c ios cul tivados van desaparec ien do de los núcleos, produciéndo se
una cierta especialización del terreno según el tipo de cultivo: ce
rea l o vid básicamente, es tablec iéndose las hojas d e cult ivo y el
barbecho.
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7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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La segunda fase d e la repoblación. Los siglos xii y xiii
A finales del siglo xi y ya en el siglo xii se va a producir una modi
ficación de la organización territorial al fomentarse por decisiones
de la corona la repoblación, c reac ión y fomento de ciertas villas, al
consolidarse la frontera sur, que constituyan un as cabe zas adm inis
trat ivas y com erciales de un terr itor io dond e se incluyen una ser ie
de a ldeas , Al sur del D uero ap arecerá como modelo básico las lla
mad as comu nidades de V illa y T ierra , rec ibiendo la vil la c abec era
y el concejo un am plio territorio, establecien do lo s m odos de pobla-
miento a t ravés d e los fueros que les dotan de amplia autonomía en
relac ión a los señores feudales , dado el carác ter d e rea lengo q ue
tienen estas tierras a ba ndona da s . La l lamada r ibera de l Duero s e in
cluirá en este tipo de repoblac ión s iendo cabe ceras
la s
villas d e
Roa
y Aza ' . Al norte del D uero también se ap rec ia dicho fenómeno a l
conce der una ser ie d e fueros a núcleos concretos , sobre todo por
Alfonso
VII,
como B urgos
(1103),
Belorado
(1116),
Briviesca
(1123),
Vi
lladiego
(1134),
Lara
(1135),
Santo Dommgo d e Silos
(1135),
Los Balba-
ses (1135), Pancorbo (1147), Lerma (1148), Cerezo de Riotirón (1151),
Miranda
(1099 ó 1177),
Medma de Pomar
(1181),
La P uebla de Argan-
zón
(1191),
Frías
(1202),
Santa Gadea del Cid
(1254);
l a nube de a ldea s
y unos potentes monaster ios con una red de posesiones amplísimas
-O ñ a, Cárden a , Arian za- dif icultó la pretendida jerarquizac ión te
rritorial.
En l a mi t a d de l s ig lo x a medida que s e c onsol ida e l
Camino de Santiago en su traz ado definitivo, e l llamado Francés, van
potenciánd ose ciertos núcleos allí asentados: Burgos, Belorado, C as-
trojenz, dispomendo éste último del pr imer fuero propiamente dicho
dado en Castilla, año 974, es tablec iéndose la misma protecc ión pa
ra los judíos que los cristianos, lo qu e de tecta la existencia ya de un
grupo de comerciantes y artesanos. Se cita también e l establecimiento
de un mercado por Fernán González entre el año 970 y 975 en Belo
rado *^ y en el fuero dado por Alfonso I el Bata llador se es tablece
el mercado semanal
el
lunes
y una
feria anual por
San
Miguel
y
pues
tos
p ermanentes de venta
y
reparación
a lo
la rgo d el Camino de San
t i ago ' \
lo q ue p lenamente señala el carác ter com erc ia l del núcleo.
Este proceso d e creación o t ransformación de c iertos núcleos más
urbanos , va para lelo a l desarrol lo de una capa socia l dedicad a a l
comercio
y
a r tesanía de la que nacerán las burguesías
locales,
aun
que es tos núcleos tengan un m arcado carác ter rura l, l igados plena
mente
al agro
do nde se insertan.
Poco a poco
e n
ellos
s e
van
también
destacando capas socia les que dir igirán los concejos, surgidos de
la llamad a ca ballería villana u homb res buenos que van a ser usus-
fructuarios de las razzias de Al-Andalus,
La relativa estabilización y el alejamiento d e la frontera sur, a fin a
l es de l siglo xi, con la conquista de T oledo favorece el desarrollo in
terno del territorio castellano, apreciándose que se acentúa la
feudalización a partir de l reinado de Alfonso VI, con la c reac ión y
engrandecimiento de
los
m onasterios, Oña, C árdena , Arianza, Silos,
Las Huelgas, etc. O del obispado burgalés y de la nobleza loca l y
com arcal. Los llamados fueros reforzarán en m uchos casos los vín
culos de dependenc ia de la s comunidades de aldea intentando apro
piarse del excedente económico que la es tabi l idad provoca ,
quedando vinculados plenamente
al
territorio d e realeng o
o a los dis
tintos señoríos eclesiásticos o laicos.
Se aprec ia una m ejora puntual de las condiciones de
los
poblado
res d el lugar, para es timular su repoblac ión incluso reduciéndo se
pres tac iones
o
t r ibutos anteriores , Por ejemplo en el qu e se da a
Vi
lladiego en 1134, quedan abol idos los denominados malos fueros d e
mañería, fonsandera, anubda, tributo y nuncio ^ En el fuero de
Fresnillo de las
Dueñas ,
dad o por Alfonso
VI
e n
1095,
para disponer
d e
la s
hereda des ,
en caso
de a ba ndono de l lugar, se exige
un per ío
do de vec inda d de un a ño
y
en todo caso serán vendidos a los hom
bres del lugar y sus a ldeas '^. La l iber tad d e pesca es otra conce
s ión que se rea liza en el fuero de Belorado d e
1116,
en el río Tirón,
adem ás de la construcción d e
molinos,
y también en el fuero de Vi-
Ualbilla, en
1135
en el río Arianzón '' ,
o
la no imposición
o
participa
c ión rea l en la elecc ión del juez y del merino concej il que apare ce
por pr imera vez en el terri tor io cas tel lano como en Pancorbo en e l
fuero de 1147*". P or contraposic ión perm anecen las sernas o pres
tac iones a los señores , como en la ampliación de inmunidad de Vi-
Ualbilla, en 1190, que se establecen en dos mensuales en las
hereda de s de l m ona ster io de C árdena y cada año deb en t ranspor
tar vino de es tas heredad es a l monaster io y la m adera de sus bos
ques a las casas de los monjes , debiendo cada vecino ir con un
buey' ' . También existen ciertos privilegios que los otorgantes de los
fueros se reservan, como por ejemplo el m onopolio d el horno en el
caso del fuero de Belorado, en el que se f ija para su uso un abono
de una hogaza cada t reinta que se hagan*.
En la agricultura se introducirá a partir de l siglo xil, poco a poco,
ciertas mejoras en los cultivos diversificándolos. Además se d etecta
que, en las á reas cerea l is tas burgalesas , es cada vez m ás a bunda nte
el empleo de los bueyes en la labor e incluso se c ita que comienza
a aparecer el ganado cabal lar como sustitutivo de aquél , aunque ap e
nas exis tan da tos a l respecto. Todo el lo parec e motivar el aumento
d e la s rozas en las á r ea s de vega s y
páramos.
En los doc umentos de
la época, siglo xii y xiii es m uy frecuente la mención e specífica de
las viñas,
en una amplísima extensión fuera claramen te d e su habitat
climático, como por ejem plo en Pinilla de los B arruecos en la Sierra
de l a Dem a nda ' I O B uñuelos de l R udrón en e l Pára mo d e la Lo
ra ' I Aparece también c i tados los l inares aunque todavía de un m o
do escaso, como en el caso de la donación a l monasterio de Bujedo
de C a ndepa jares en
1190
y s i tos en la a ldea d e Moriana ' aunque
luego en épocas
má s
rec ientes es
un cultivo
existente
y
c i tado en una
mayoría de los lugares burgaleses ,
o
la mención a la fruta abu ndan
te en el entorno de l va lle del E bro, rec iben la denom inación de P u-
mario el núcleo de Medina en 1202, lo que indica la abundancia de
dicho producto en el nor te burg alés '^
El fenómeno más destacado es el incremento de la ganadería so
bre todo a partir de la conquista de l valle del G uadalquivir en e l si
glo xiii. El aum ento sustancial d el e spacio territorial a repoblar, unido
al esfuerzo realizado al norte del D uero en e l siglo anterior, motivó
la existencia de grandes extensiones d eshabitadas , a l no existir sufi
cientes efectivos po blacionales p ara po blarios. Se cita en e l reparti
miento de la ciudad de Sevilla a burgaleses proceden tes de diversos
lugares como
Frías,
Valderrama o Medina de P omar O como los mo
zárabes de Gumiel de Hizán que poblaron Lora del Río El lo motivó
la existencia de amplios espacios p as toreables en t ierras d el va l le
del G uadiana y Extremadura, que adem ás ofrecían la posibilidad d e
disponer de pas tos invernales . Ello provocó el aumento del ganado
sobre todo trashumante, y ya en 1273 por decreto de Alfonso X se
organiza
la
Mesta, aunqu e a finales de l siglo anter ior se ap rec ia una
intensificación de la producción pecu aria, con conflictos entre
los lí
mites
terr itor ia les de los grand es concejos
a l
sur del
D uero,
citándo
se a comienzos del siglo xill en todos estos conflictos las vías
pec ua r ia s
o
cañadas. Pero los grandes benef ic iar ios de es te proce
s
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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Detalle d el alfarje d el c laustro d e Santo Domingo d e
Silos.
Siglo XIV.
so, en nu estro territorio fueron, en una p rimera instancia, los gran
des monasterios, a ios que se unirán posteriormente el obispado, los
nobles y los cabal leros concej i les . Eran los pr inc ipa les señores de
una gran par te d el terri tor io elevado, donde se s i tuaban excelentes
pastos de
verano,
ligado s al Sistema
Ibérico, como
la Sierra d e la
D e
mand a. No es casual que Sancho IV otorgue en
1287
a Oña, el nú
cleo de Pineda de la Sierra , de cuyo a l to
valle,
comienza una d e las
cañad as rea les que conforma el ramal burgalés de la cañada sego-
viana, y da libertad d e tránsito y franquicia a
15.000
c a beza s de ga
nado de l lugar por todo e l reino, privilegio que será confirmado por
la corona a lo la rgo del tiempo, años 1325,1508,1726 y 1816 1 O que
San Pedro de Arlanza entre en po sesión de los lugares d e Q uinta -
nar, San L eonardo, Hontoria del Pinar, R evenga, C anicosa y R e p m i e l
en 1213 por permuta con Alfonso VIII , sitos en la Sierra d e la De
manda. Aunque en este c a so a demás del monte pastoreab le, partici
pa el m onaster io en el repar to vecina l de la leña y m adera d e sus
famosos pinares , elemento e mp leado habitua lmen te en la construc
c ión, como e xpresa una conf irmación po sterior que se con serva en
el archivo de l municipio d e Q uintanar de la Sierra: £ ansí m i s m o p u e
d e n c o r t a r leña en los montes d e la dicha villa d e Qumtanar cuando
lo s vezinos o moradores dalla lo cortaren tanto como dos vezinos d e
la dicha villa
e a n s i m i s m o p u e d e n c o r t a r
guando diesen corta e
r re -
partieren pinos
e r rob les , e l
dicho abat
e
monjes guando
e l
dicho
concejo
d iese la
corta tanto como
d o s
vezinos
de la
dicha villa...»
Conforme avanza el siglo xill, se aprecia un proceso en que los
grandes
concejos
van adquiriendo
poder
gracias
a
los privilegios rea
les,
y a unque e l poder m onac al
y
ec les iás t ico e s importante pa rece
redu cirse La concesión del Fuero Real en 1255 a núcleos como Bur
gos, B riviesca y Miranda, confirma lo dicho, ampliándose en privile
gios a los cabal leros
villanos,
es tando exentos de la mayor par te d e
los
tributos,
otorgando a l concejo la l ibre explotac ión de sus m ontes
y dehe sas , pudiendo nom brar guardas para su vigilancia ''. Se p ue
de señalar como puntualmente se imponen condic iones a los seño
res de lugares donados por la corona , que cor tan par te de sus
anter iores pr ivi legios , como en e l fuero de Cañizar de Am aya, dado
en
1257,
al donarlo Alfonso X al monasterio de San Felices. En él se
prohibe al nuevo señor comprar
tierras,
casas o
molinos,
ni tener
bue
yes d e
arado,
dando la exención d e la fonsadera a los moradores de l
lugar, adem ás de f ija r qu e no pod rán imponer sernas '*.
Los m erc ados locales semanales de productos agropecuarios , que
ya aparece n en a lgunos fueros del s iglo xil en las villas principales,
como los de Belorado, Miranda de Ebro, Medina de Pomar, Frías y
Pancorbo van a extenderse a lo largo d el siglo xiii a un buen núme
ro d e
villas,
para d ar sa l ida a los e xcedentes productivos agropecua
rios lo cual indica el aumento de la productividad. Las ferias anuales
citadas en el siglo
xii
en Belorado, permiten el comerc io d e produc
tos
regionales
y
foráneos e indican la exis tencia de una capa de co
m erc iantes s igniñcativa y un aum ento del consumo. No obstante se
van a fomentar en los núcleos principales ya
más
ta rdíamente, pue s
en a lgunos lugares se e s tablecen en el s iglo xiv.
A
Miranda d e E bro le concede Alfonso X, e n
1254,
una feria anual
con ocho días de durac ión de celeb rar a par t i r del pr imer domingo
de m ayo' '. A Poza de la Sal será ya , en 1371, cuando Enrique
11
le
conceda
un
m ercado semanal
a
celebrar
el
sábado
y dos
ferias anua
les,
una en mayo y otra en sept iembre
1°°.
A la c iudad de B urgos ,
que se va
a
convertir en el cen tro com ercial
y
adm inistrativo
más im
portante de Castilla al norte del Duero, s e l e c onc ede e l derec ho a
merc a do en 1240 p or F ernando III. En 1339 Alfonso XI le co nced e
la celebrac ión d e una feria anual por San Juan que, con una dura
c ión de quince días, será sustituida en importancia por la famosa fe
r ia de Medina d el Cam po'" '.
Poco a poco en es tas villas se va a desarrol la r y asentar un artesa
nado
diverso,
en e l que a demás de los artífices de las obras de cons
trucción, como canteros, albañiles, yeseros, carpinteros, he nero s, e tc,
existe ya una cierta diversidad de oficios. Por ejemplo se conocen
los zapateros de Frías enfrentados en un pleito en el siglo xin, por
mojar sus cueros en un caz del m olino que per tenecía a l convento
de Santa María de Vadillo"'^ así como la existencia en la villa de
batanes d e tejidos de l ina También en Covarrubias se c i ta en 1309
una a c eña c on dos
p iedras ,
una para m oler grano y otra para enfur
tir lan a'°l Y d e ép ocas anter iores suenan las ferrer ías del Valle de
Mena o las que existieron en n úcleos que le d ieron su apelativo, co
mo Barbadillo de Herreros o V illasur de Herreros. Y es s in du da Bur
gos como importante centro com ercia l donde se conocen un mayor
número
y tipo
d e ar tesanos ,
los que
trabajan el textil: tejedores, tinto
reros,
tundidores, o confeccionaban las piezas de vestir: jubeteros,
alfayates, calceteros, boneteros,
raanteros,
etc.,
los
que trabajaban la
importante industria d el
cuero:
zu rradores, pellejeros, curtidores, za-
nad ores, zapateros, chapine ros, odrero s, boteros... , o los que traba
jan la metalurgia: herreros, espaderos, lanceros, cuchilleros,
caldereros, cerrajeros, o los que trabajan en la construcción en otros
oficios artísticos y producciones menores.
Los
aprovechamientos de pastos, pesquerías, molinos, materiales
de construcción,
etc.
siguen
siendo los motivos más
frecuentes
reco
gidos en los pleitos. Así en el concierto realizado en 1261, entre el
concejo d e T orregal indo y los pobladores d e sus a ldeas con el m o
naster io de Santa María de Bujedo d e Juarros , se acuerda que los
hom bres del m onaster io pued an cortar pas tos de la dehesa m ayor,
el soto y la vega , además d e pod er arrancar piedras m olares para
las construcciones del ab ad, los del lugar se com prometen adem ás
a m oler el grano sólo en el molino d el señor , pagando la correspon
diente m aquila , y a cambio d e todo ello les c on c ede l a exenc ión de l
portazgo en Aza y todo su término ^
También se p ued e ref lejar los conflictos entre la villa y las a ldeas ,
c omo en e l a c uerdo d e 1295 en tre Roa y sus a ldeas , sobre la cons
trucción de la cerca , m odo de vendimiar y pas tos de las vides . Se
acuerda que se p ague por t rabajar en la cerca , la vendimia se co
menzará en los pa gos cuando lo disponga el concejo, pudiendo ven-
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Mujeres
l lorando,
del sepulcro gótico
d e
Sáiz
d e Carvúlo, d e
M a h a m u d .
Museo
d e
Arte
d e
Cataluña.
dimiarse las viñas fuera de los pagos a voluntad de los dueños,
permitiendo a los pobres que si es de m enester que vendimien cuando
quieran. Pero quizá el aspecto de mayor interés sea la regulación d el
pasto de las viñas una vez vendimiadas«... Otro s i, tengo por b ien ,
e m a n d o , q u e después q u e todas ¡as vinnas fueren vendimiadas d e
¡a V ie l la , e de las A l d e a s , que puedan pastar con su s ganados lo s
d e las A l d e a s , cada uno en la su ia , e que le non p r e n d a n , nin ¡es fa
gan mal
n i n g u n o
por
eU o , e
si en ¡os
d e
¡a dicha VieUa
pac ieren , qu e
¡ e s p e c h e n
aqueüa penna
q u e
siempre
u saron . . . s ^ " ^ .
El tipo de relac iones de dep ende ncia se divers if ican, a l tender a
disociarse el carác ter de los señoríos , diferenciándose ya a par t i r
de l siglo xiii dos claros
tipos:
los dom inicales y los jurisdiccionales.
Poco a poco se va produciendo un cambio en la producción de la
t ierra , gene rando excede ntes com ercia l izables
como
refleja la ce le
brac ión de mercados.
La
viña había sido un cultivo prefere nte inclu
so con anterioridad, por su facilidad comercial al ser fácilmente
a lmacenable, En este contexto las prestaciones pe rsonales van a dis
minuir y por contra, se va a generalizar los pagos por usufructo de
la
ierra: censos y
anendam ientos
en condiciones bastante duras. Tam
bién en es te per íodo se detec ta una mayor presencia de los cam pe
sinos acom odados en las t ierras de rea lengo, pues disponen en el las
de una menor dependencia , contrarres tada por el pago de los im
puestos,
Los siglos XIV y
x v:
e l fin d e la edad media
El siglo XIV es tá carac terizado en C asti lla por un c laro retroceso
demográfico, s iendo numerosos los tes timonios qu e hablan d e d es
poblados
y
m ortandad, producida por la extensión de la
peste,
den
tro del contexto de cierto trasvase poblacional hacia el sur, Sin
emb argo y como m uestras finales del proceso repoblado r anter ior ,
todavía se producen a comienzos del siglo xiv la concesión de fue
ro s o cartas mun icipales, como el de Briviesca en 1313, o la carta da
d a a Vadocondes , en 1306, por Fernando
IV,
donde r ec ibe es t e luga r
bajo su guarda y protección, como único lugar cas tellano d e b ehe
tr ía a l sur del Duero, prometiendo no enajenar la y l ibrándola de la
jurisdicción del anterior señor: Santo Domingo de Silos'". De todos
modos es tos escasos intentos son sin duda las bocanadas d e un pro
ceso repo blador cercenad o, pues la descr ipc ión d e la s ituac ión d e
crisis es constante en
los textos
de la época.
La
situación económica
es de una c lara penuria en las capas socia les más ba jas , debido a
la mengua de la productividad agrar ia en la que inciden a demás de
fenómenos a tmosféricos , las constantes epidem ias que menguan la
poblac ión. En las Co rtes , celebrad as en B urgos en 1345, relatan así
el momento a t ravés de las quejas de los representantes d e los con
cejos
«en
e s te
año
en
questamos
f u e m u y
grant mortandat
e n
ganados e otro s i ¡a simienga muy tardía por el m u y fuerte tem
que ha fecho d e muy g r a n d e s nieves e d e grandes ye ios , en man
que ¡as c a r n e s son muy en carecydas e ¡os o m e s non ¡aspueden
e e¡pan ¡as carnes encarecen d e cada cada
d ía» ' ' " ' ' .
Las guerr
vieron también una fuerte influencia en todo este período de crisis,
que r ec a yó d e modo especia l en los cam pesinos. En este sentido hay
quejas constantes a l respecto, como las que rela tan los mo radores
d e
Santo Domingo
d e
Silos,
e n
1306,
que jándose de ha ber
sido
corri
d os
y
robados en la guerra que por a l lí
pasó,
por pa r te d e don Die
go López d e Haro™.
La pres ión señoria l se refuerza en es te per íodo de cr isis y hace
que nazcan agrupaciones de defensa contra los poderosos , adem ás
de l pa pe l que c umplen los propios concejos, como son las Herman
d a d e s .
La G eneral Herma nda d se c rea en l a s C or tes c e l ebra da s en
Burgos en 1315, agrupando a un buen número de concejos , y ser ía
suprimida más adelante por Alfonso
XI,
despu és d e m últ iples pre
s iones y quejas sobre los grandes señores y la corona. Aunque en
nuestro territorio
no
se cono ce que e xistiera movimientos
y
protestas
tan potentes
y
agres ivas como ocurr ieron en otros lugares del norte
peninsular o de la propia meseta .
No se aprec ia en el s iglo xiv var iac iones sus tancia les respecto a
las ac t ividades agrar ias de los s iglos xil y xii i, dado el pe r íodo de
crisis que se
vive,
m anteniéndose los c e rea les y el viñedo como cul
tivos principales. Se sigue practicand o el sistema d e año y
vez,
em
pleando el a rado de tipo romano y el buey como animal d e tiro bás ic
Los a rr iendos abundan manteniendo condic iones muy similares. No
obstante siguen todavía muy extendidos los tributos y derech os feu
dales,
como las
semas ,
la m artiniega, la infurción o el
yantar.
Por ejem
plo los vecinos de San Adrián, vasallos de San Cristóbal de Ibeas,
tienen qu e p aga r hacia 1390, por infurción, o censo por la tierra y
solar, 13 dineros y una ga l lina , el propietar io de una yunta de bueyes
paga m edia fanega de trigo y media en c eba da y e l que no lo p o s e
la mitad™.
Como contraposición a la crisis de la agricultura, d ebid a a la falta
de brazos y a la pres ión feudal, se aprec ia un aumento d e la gana
dería lanar, sobre todo la trashumante, pero también de la estante,
que cont inuará en el s iglo s iguiente. Con un e spectacular aum ento
del comercio de la lana, dirigido fundamentalmente hacia el exte
r ior Burgos será el centro d e recolecc ión d el producto para dirigir
lo hacia los puer tos cantábricos , habiéndose es tablec ido en 1443, en
la c iudad, una univers idad de m ercadere s como lugar de concer ta-
c ión de la lana . La importancia d e los me rcaderes burgalese s que
frecuentaban los ricos centros comercia les de Flandes , se detec ta
des de la mitad del s iglo
xiii,
e incluso uno de el los Andrés Pérez de
Castrojeriz o btend rá en el siglo
xiv
el t ítulo de m ercader d el rey da
do por el rey de Ingla terra E duardo II"",
El honrado C oncejo d e la Mesta irá reforzando su dominio alcan
zando a finales del siglo
xv y
comienzos de l siglo
xvi,
a t ravés de cé
dulas rea les
una
situación privilegiada. En
1494
s e l es c onc ede en t r e
otras cosas
que,
pasar ían a pode r de la Mesta las reses m ostrencas
o s in dueño a ll í donde se encontrasen, la posesión de las dehesas
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y pastos normalmente aprovechados por los ganados , la par t ic ipa
c ión en las multas impuestas a los agr icul tores qu e roturasen caña
das o araran f incas , Los lugares bás icos de donde par t ían las
pr inc ipa les cañadas rea les en nuestro territorio, son en la Siena: N eila,
Val le d e Valdelaguna , Huerta de Arr iba , B arbadillo d e Herreros y
Pineda de la Sierra , la rdánd ose 33 jornadas o dormidas desde a l l í
has ta a lcanzar las deh esas extremeñas , con sa l ida a pr inc ipios de
octubre desp ués d e habe r aprovechado los pas tos de verano, El r e
torno se rea l izaba a comienzos de mayo lardándo se m enos tiempo
-2 1 jornadas— desp ués d e hab er invernado, Pero en esos desplaza
mientos existieron conflictos diversos como con los señores locales
de Lerma, punto de do rmida y vado del Arlanza , donde los Sando-
val,
señores d e la vil la , cobraban cuatro rea les por el paso d e cad a
c a beza de
ganado
lanar. E n
1498 el
Concejo d e
la Mesta le puso
pleito
para que se el iminara dicho t r ibuto, que fue ganado por los ga
na deros " ' .
O tra organización que se con stituye a finales del siglo, y que ten
drán una importante presencia par te d e la s ierra burgalesa, es la C a
bana Real de Carreteros , que agrupaba a todos los carreteros
ded icados a l t ransporte público y en par t icular d e la rga dis tancia.
Aunque se conocen que, ya a par t i r de comienzos del s iglo xiv, los
carreteros hacían via jes sob re todo desd e los lavaderos de lana de
Segovia a
Burgos ^
y existen ya regulac iones en las leyes de Toro
d e
1442
y
1462
da das por Juan
11
y En rique
IV ,
determinando có
mo
s e ha n de toma r
y
pa ga r
a
las carretas
y
ordenando a los conce
jos que se abran y cuiden los caminos por donde suelen pasar en
su término. Será en 1497 cuand o se instituya la Caban a, autorizando
a los c a r r e t e ros que pueda n a nda r por todos los té rminos d e los pue
blos. Le segu irán hasta 1499 varias disposiciones más , que c omple
tan los pr ivüegios de la asociac ión, con cedidos sobre todo por los
servic ios p res tados en los sitios d e Baza y G ranada , Básicamente los
privilegios son los s iguientes; t ienen l iber tad de recorr idos , p ueden
paga r impuestos de portazgo y arance les en el camino y s i no s e l e
m uestra el a racel no t ienen que pagar , los concejos t ienen qu e ab rir
y r epa ra r los caminos a su costa , pued en cortar madera de los m on
tes para reparar sus carretas , los bueyes suel tos que l leven no pa
gan impuestos y pueden pacer con sus bueyes en los té rminos
permit idos a los
vecinos.
Las t res asociac iones d e carreteros
B urgos-
Soria, Cuenca y Ávila se sitúan terri toria lm ente en áreas dond e exis
te una zona boscosa mad erable d e importancia . En concreto en
nues
tro
terri tono en el área de
pinares,
abarcando
los
núcleos de P alacios
de la Sierra, Vilviestre del Pinar, Quintanar de la Sierra, Regumiel
de la Sierra, Canicosa d e la Sierra, Hontoria de l Pinar, N avas de l
P i
nar
y
Aldea del Pinar, s iendo conocida su exis tencia con el nom bre
d e
Junta y
Hermandad de C arreteros Burgos-Soria
o
Herma ndad d e
C arreteros Serranos.
El
t ransporte bás ico que rea l izaba e ra el de la
m adera de sus bosques para la construcción y la lana de la s ierra ,
primero a los lavaderos de lana establecidos en Burgos y luego a otros
lavaderos autor izados po r el Consulado burgalés como Vinuesa, Be-
lorado y Nájera .
En el s iglo xv se produce una recuperac ión económ ica y jerarqui
zada y para lela a el la aum enta la demograf ía y la dem a nda de p ro
ductos agropecuarios , Al a ba ndono de t i e rr a s despob la da s l e s igue
un p roc eso ro tura dor que r ec u pera e l espa c io a gra rio a ba ndona do.
Así por ejemplo el concejo de Los Balbases adquiere, en censo o
arrendamiento en
1431,
la a ldea deshab itada de E spinosa a l monas
terio de San Salvador del Moral, para ampliar su espacio culti
vable 1 El a rrendamiento obtenido por los concejos o los hida lgos
locales de las prop iedade s mon ásticas es
lo
m ás frecuente en el te
rritorio burgalés.
El desarrol lo ar tesanal continúa el p roceso em prendido en el s i
glo XIII y pue den c i ta rse a lgunos lugares qu e a lcanza una c ier ta en
tidad. Frías tiene una significativa producción textil basada en la
elaborac ión del l lamado lino m orisco, dando ocupación a ocho
moli
nos batan eros, fabricándo se sayales, alforjas, bayetas, med ias y cal
cetines en el siglo xv. Allí se instalará una de las primeras fábricas
de p apel en su a ldea de Tobera , por Miguel de
Zamora ^
Se cono
cen en la vi lla los barr ios m edievales d e Pla ter ías y Herrer ías , que
reflejan también e l asentamiento
y la
ocupación d e
sus
habitantes
d e
notando un a organización
ya gremial. Otro
núcleo conocido también
por sus cur t idos y text iles es Belorado, en el q ue ya d esd e su fuero
del s iglo xil se había permit ido la l ibre construcción de molinos , O
la indu stria textil de t ipo loca l de Pradoluengo, V illadiego o los curti
dos de P oza, etc. Es dec ir en un buen número de m ediana s y peque
ñas villas existía ya una artesanía d e ca rácte r local y comarcal , que
tenía un c ierto desarrol lo, ya conocido en p er íodos anter iores ,
El
camp esinado b urgalés está claramen te estratificado
a
finales del
siglo XIV, sob re todo en su relación con la tierra, pue s no es lo mis
mo un s imple jornalero que el labrador asentado en un solar con
he
red ade s diversas , Sin em bargo e n nuestro terr itorio, la p resencia
num érica de l jorna lero o peón agrario, a l contrar io qu e en el sur, es
claramente insignificante, dominando el pequeño labrador, que fre
cuentem ente t iene que t rabajar fuera de su heredad . Una modal i
dad intermedia es la del yegüero, que trabaja tierras ajenas por tiempo
l imitado, rec ibiendo del señor los animales de labor. Es te t ipo ca e
en d ecade ncia a par t i r del s iglo xiv, a medida que se g enera l iza el
a nenda miento . La denominación de yegüero indica que la sustitución
del ganado de labor bovino por el cabal lar y el mular ha cobrado
una im portancia significativa, de sde que se inició en el siglo xii en
Castilla.
Los conflictos loca les entre las alde as y las villas traslucen los pri
vi legios de los concejos encabe zados por los hida lgos de l lugar. La
sentencia dada en 1487 por el mayordomo de Luis de Velasco, Juan
Fernández d e V illa rea l, es tablece que la a ldea d e Tosantos durante
los s e is p r imeros meses d e c a da a ño no p uede c ompra r más v ino
que el de Belorado, ba jo pena de seisc ientos maravedíes , además
d e p e r d e r e l
vino,
y que durante los seis últ imos m eses de l año no
pued an tener taberna púbhca , aunque s í tomar vino de fuea para uso
particular "^ En ella qu eda reflejado que el dom inio de l señor, Luis
de Velasco, es d e tipo jur isdiccional, habiendo pasado a é l desp ués
de ser de rea lenga También es rela t ivamente f recuente que en la
relac ión vi l la -a ldea se es tablezcan pugnas sobre el territorio del co
mún, en relac ión con los aprovechamientos que corresponden a c a
da núcleo. Esto suced erá con f recuencia más ad elante sobre todo
por las
interpretaciones
de las
concesiones
diversas sobre dichos
mon
tes,
s iendo un hecho rea lm ente común los plei tos que l legan hasta
nuestros días sobre lugares de pas to
La propia legis lac ión dad a en la segunda mitad de l s iglo xv para
la defensa
y
protección d e
los
pa lomares
-1465
p or
Enrique IV y
1489
por los Reyes C atól ico s- nos señala un conf licto exis tente en el me
dio a gra rio expresa do de l modo siguiente«.. . y m uchas personas in
justamente e individualmente tiran con ballesta a la s palomas de los
d ichos palomares y l o s m a t a n , a s í con las d i c h a s ballestas como con
redes , alzaderas y otras armadijas...» I No hay que olvidar la reper
cusión qu e t ienen dichas aves sobre unos cult ivos de ce rea les que
57
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no t ienen una product ividad a lta, y por otra par te que la propiedad
de los pa lomares es tá en manos de las c lases dominantes .
También en es te mom ento se conocen ya c ier tas formas de as is
tencia social como las arcas d e miser icordia o l imosnas, qu e se uni
rán a la autént ica red de hospita les, a lbergue rías y c a sa s de pobres
existentes que, de sde el comienzo d e la repoblac ión se van a i r fun
d a n d o a lo la rgo y ancho de l terri tor io burgalés , a los que se unirán
los pósitos que se extenderán sobre todo a par t i r del s iglo xvi. Sin
emba rgo así como m uchos hospita les van a tener un c laro p ape l se
ñorial, dependiendo de ellos territorios y vasallos, e incluso existi
rán ho spitales en el Camino de Santiago que diferencien socialm ente
a quién a t ienden - c a ba l l e ro s o vi l lanos- , las a rcas d e m isericordia
t endrán un carác ter de socorro a las personas
pob r es ,
ba sa do en e l
espirita de la caridad cristiana. En 1431 será P edro Fernández de
Ve-
lasco,
señor de una par te im portante del terr itor io b urgalés , quien
funde, con
11.560
f lorines de oro y la aprobación del p apa E ugenio
IV,
diversas arcas instalándolas en
las
igles ias de Medina de Pomar,
Briviesca, V illadiego,
Salas
d e
los Infantes,
Belorado, Grisaleña
y
Huer
t a de
Yuso.
Se es tablece su funcionamiento pres tando cant idades o
grano s in ningún interés y po r un plazo no superior a un año, eso s í
sobre prendas y garant ías seguras . Se reintegraba la cuar ta par te
en el pr imer cuatr imestre y era forzoso la venta de las prend as p ara
la res t i tuc ión de la deuda ' ".
El siglo xv ¡ :
e l
comienzo
d e
la
e d a d
moderna
El proceso de recuperac ión dem ográfica y económica indicado en
el siglo
XVI,
ref lejándose en los crec imientos de las pr inc ipa les vi
l las burgalesas , de modo especia l en
Burgos,
que desborda rá su re
c into murado para extend erse a l otro lado del Arlanzón en el barr io
de La Vega, al perm anece r su p apel d e centra l izar el comerc io la
nar cas tel lano hacia los puestos cantábricos .
La gan adería t rashumante va a seguir rec ibiendo regu lac iones fa
vorables a sus intereses , en el pr imer terc io del
siglo.
Así en 1503 los
Reyes Católicos regulan la com pra de hierba para evitar la acapara-
c ión, prohibiendo com prar hierbas para arrend arías o revenderías
y permitiendo sólo comprar la que necesiten y un tercio
más .
En 1507
se p rohibe por orden r ea l a los labradores tomar en arrendamiento
más t ierras de las que pudiera cul tivar , como m edida para p roteger
que no fal ten los pas tos de las t ierras
incultas.
El llamado privilegio
de posesión de la Mesta conf irmado por C aríos I en 1525 es c laro
en cuanto a la consol idación del d erecho de fac to so bre los pas tos
»si algunos
g a n a d e r o s
pacieran
en
cualquier deiiesa o pasto
d e i n
v e r n a d e r o ,
en
p a z y
no
se le s
fuere contradicho hasta
e l
primer co n
ce jo , o en e l
mismo concejo
q u e se
hiciere
en
las
s ie rras ,
ganen la
posesión
d e
ella los dichos ganados en lo
q u e
cada cabeza hubiere
menester y un tercio más*™.
Pero también se ap rec ia qu e la gana
der ía s e ve pres ionada por la am pliac ión d e la roturac ión, sob re to
do p or la venta y arrendam iento de ba ldíos y terrenos com unales.
Las pragm áticas de 1552, publicadas en Alcalá de Henares cinco años
más
tarde,
reflejan clarame nte este pro ceso intentando atajarío: « C a
pítulo I... Que ninguno s ea osado d e arrendar dehesa n o teniendo
ganado y como l o ha d e arrendar ten iéndo lo , y que es obligado a
hacer» . . . «Capítulo
11 .
Que las dehesas que eran pastos c o m u n e s p a
ra ganado vacuno y ovejuno y se han rompido se tornen a reduzir
a pasto como lo eran antes» ' °.
En el último
terc io de s iglo de pro duce
un
c a mbio de
la
tendencia .
ref lejada de nuevo en una d epres ión en la que intervienen fac tores
diversos , como las extensas epidem ias de pes te, que en nuestro te
rri tor io se produ cen en los años
1565
y
1599,
a demás d e l a c r i si s de
subsistencia debido a una clara insuficiencia productiva agraria en
relación
a la
c r ec ien te dem a nda ,
pues la
ampliación d e
las
á r e a s d e
cultivo se han realizado sobre tierras de escasa calidad. Así, por ejem
plo, el concejo d e Miranda de cide en 1599 ir a com prar t rigo a la
Bu reba por q ue falta en la villa, aun siendo junto con el vino chacolí
una de las producciones básicas de su r ibera '^' .
La ganadería t rashumante ve reco rtados l igeramente sus pr ivi le
gios, deb ido a l a pugna que s e p roduc e en t r e v il la s ga na dera s y vi
ñas agrar ias Felipe 11 es tablecerá en 1585 que el derecho d e posesión
no será gratuito, marcando, en caso de que no exista acuerdo, una
fórmula de conciliación. Y antes en 1566 había prohibido a los gana
deros ribereños y estantes, arrendar los pastos a la Mesta'^^. Este
apoyo a la ganad ería es tante, demu estra el p eso que t iene, íntima
mente imbricada con la mayor ac tividad agrar ia . La der ro ta de m ie-
se s o a per tura de hereda de s que permi te l a en t ra da de l ga na do una
vez recolec tado el f ruto es una prác t ica habitua l en es te m omento,
s iendo la oveja animal con-natura l con el s istema d e barbech o que
permite el sistema bianual de cultivo de «año y vez».
Francis B rumont ha explotado de un modo sistemático
las
Re lac io
n e s man dadas hacer por Fel ipe II, en nuestro territorio, y nos descr i
be los t ipos de cult ivo que se prod ucen en é l . El tr igo e s el ce rea l
más cul tivado suponiendo las dos terceras p ar tes de la cosecha de
grano, le s igue la cebad a con p orcenta jes
diversos,
entre una cuar ta
par te has ta un cuarenta por c iento, el centeno se cul t iva sólo en las
áreas de montaña y s ierra con porcenta jes muy bajos entre el 5 y
10 p or 100 y la avena sólo apa rece en los va l les del norte bu rgalés
l legando a un 10 p or 100 de la producción cerealista'^l El cultivo de
la vid aunque muy extendido en todo el territorio, se intensifica en
las vegas y Uanos especia lm ente en la r ibera de l
Duero,
abandonán
dose las plantac iones peo r s i tuadas por la c l imatología dura de los
lugares .
Así los
viticultores de la zona de Aranda consiguen en 1535
del C onsejo de Cast il la el derecho a que se p rohiba el pas to en las
viñas,
t ipo de pas toreo que como ya hemos señalado era una prác t i
ca común en es te momento
La
importancia d e
la vid
en l a r ibera de l
Duero
viene m otivada por
la
d e m a n d a d e
vino
que genera
la
expan
sión de la c iudad de Burgos. Así se c onoc e que l a m edia a nual d e
producción de la villa arandina, sin sus aldeas , durante el último cuarto
de siglo se sitúa en 354.000 cántaras que suponen unos 57.000 hecto
litros'^\ cifra realmente importante. Por contra su producción cerea
l is ta es mínima p ues constantemente el concejo t iene que comp rar
grano, como se refleja en varias previsiones reale s de los años 1507,
1558 y
1580,
d onde se da l icencia para enviar una per sona pa ra c om
prar grano para el granero de la vil la , que e n el úl timo año c i tado
a sc iende a 2.000 fanegas de trigo'^^ La fecha del comienzo de la
vendimia era acordada por el concejo del lugar , dando los «verede
ros» la noticia de el la en otras pob la c iones pa ra que pudie ran a c udi r
jornaleros a las labores de la recolecc ión. Así en el año 1565 por la
pes t e los verederos de Aranda lo pregonan en po blac iones rela t iva
mente alejadas como Roa, Pinilla Trasmonte y Solarana, en Burgos,
y Peñafiel, Cuéllar y Fuentidueña fuera de ella '^^
A p esar de es ta especial izac ión agrar ia terr itor ia l , es tán presen
tes otros cultivos diversificados y de dicado s a l autoconsumo, s iendo
la hort ícola una producción básica a l respecto, en la que las habas
t ienen gran importancia , pudiendo def inirse la huer ta como despe n
sa de los pequeños l a b ra dores y de los pob res , mientras que los r i -
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eos y nobles
eran grandes consumidores de carnes
de carnero,
aves,
pa n y
vino,
y l as ga c ha s o puc hes de c eba da c on verdura s e ra n la
comida
más
frecuente en
los
pr imeros.
El lino
er a un cultivo familiar,
complementado en la zona meridional burgalesa po r el
cáñamo,
des
tacando la merindad d e V illadiego por su producción m ás especia
l izada de l ino Éste era em pleado como f ibra vegeta l para confec
c ionar prendas de vest ir y su lavado previo en las aguas , como mu
c hos de los aprovechamientos d e los
ríos,
eran motivo d e
pleitos,
co
mo el producido en 1551 en la Sierra de la D ema nda, entre los vecinos
de Mamolar que lo lavaban en las charcas cercana s a l r ío de la Se
quera ver tiendo las aguas sucias é l , lo cual motiva las protes tas d e
los de Pinil la d e los B arruecos , que usan las aguas pa ra regar y da r
de be be r a los animales' '. La fruta es abu ndan te en la zona septen
trional, tanto en las propias m ontañas burgalesas como en e l á r ea de
las Cad erechas , es tando m uy extendida la a rr ier ía , que t ransporta
los excedentes frutícolas fundamentalmente hacia Burgos y Bilbao.
Así
se cita en
1597
a C antabrana:
«ei dho lugar
e s p e q u e ñ o d e d o c e
a
catorce
F
todos ellos
y
la
m a s
arrieros
y
traxyneros los
cua les
andan
d e
una parte
e
traen frutos
e
otras
carguer í as» . Se citan tam
bién en ese
momento
lugares
como
Bentetrea,
con siete arrieros,
Qum-
tanaopio con qumce
arrieros,
Tferminón co n tre s
arrieros,
Tamaño con
ocho arr ieros ,
etc.
'^,
La Junta y Hermandad de C arreteros serranos se consolida a lo
largo de es te s iglo, pues se conoce una cédula dada en 1591 a los
diez pueblos d e la Hermandad, autor izando a los carreteros a que
pued an sol tar
a
p a c e r
sus
bueyes
y
m uías por
los
luga res por donde
pasen'^'.
Y
s iguen exis tiendo roces con los pueblos m esteños veci
nos,
sobre
todo
por e l pa so de
los
rebaños de N eila
y
e l
Valle
d e C a
nales por
los
té rminos d e C anicosa , Regumiel
y
Quintanar Como el
que nació en 1566, cuando prendieron a los rebaños de Juan Már
quez de
Prado,
hida lgo ganad ero de
N eila,
que pretendían pasar por
una antigua cañada que unía la zona con la villa de «Santisteban y
d e ésta a tierra d e A y l l ó m ^ ^ " . El plei to duró s iete años y d e é l se d e
duce que las cañadas ant iguas habían desap arec ido en la com arca
de Pinares por el empuje de la explotac ión d el bosque. El pinar des
de luego es un aprovechamiento muy tentador , como se dedu ce d e
la petición d e los vecinos de La Gallega, en
1551,
d e hacer una cor ta
en el d e Pini lla de los Barruecos , ademá s de que p uedan pastar l i
brem ente en sus té rminos, pretensión qu e se les fue negada '^'. La
leña y el carbon eo s iguen s iendo otros aprovechamientos de interés
que incluso sobrep asan el á rea loca l, como se c i ta en un documento
d e 1561, en que se señala que los vecinos de Arlanzón venden leña
y carbón a la c iudad de Burgos ' l
En las vi llas continúan desarrol lándose las ac t ividades ar tesana-
les ya descritas en el siglo anterior, y podemos citar a la industria
texti l a r tesanal d e Pradoluengo, que, con un carác te r local , abaste
c ía de m odestos productos
a su
entorna
Así
en
1598
existen cincuen
ta
y
dos vecinos que se de dican
a
la fabricación de textiles diversos
de lana, sobre todo bayetas, lienzos, servilletas y sayales, y alguno s
text iles de cáñamo y l ina Ya en 1568 se hacía mención a un pisano
ba tán dedic a do a
la
elaboración d e textiles ' l En la Sierra d e la D e
ma nda , en espec ia l en e l á r ea de p ina res s e desa r ro l la a demás de
la fabricación y reparac ión d e sus carretas , empleando los tiempos
invernales no aptos para los via jes de t ransportes , una ar tesanía de
rec ipientes de madera como gam ellas, artesas, artesones, etc. , cons
truyéndose hornos a is lados d e los núcleos para su tostado, que lue
go venden en sus desplazamientos. Es decir ex isten ya una var iedad
de productos ar tesanales que se dis t ribuyen en ámbitos más o m e
nos reducidos , con la única excepción de la lana, d es t inada masiva
mente a la exportac ión, procediendo a l esquilo en los pueblos
serranos p ara luego l levar los a los lavaderos. Como curiosidad véa
se la cláusula que fijaba los contratos de «obligación y venta de lana»
rea lizado entre el m ercader , que adelantaba incluso los costos del
pastoreo, y el dueño del rebaño en la Sierra d e la D emanda:«. .. d e
m i g a n a d o , hierro y señal, y d e l esquillo d e este presente año 157
y
de
buena
l a n a , b l a n c a ,
ína,
m e r i n a , e x t r e m e ñ a ,
sin roña ni cadil
n i íeltro ni percámino n i añ ino , n i bastos n i bas tazo , n i bastar da
quitada y e r b a , cola y copete y menudos sucios y no barrido con
e s
c o b a ,
agujeta
l a b a d a ,
esquilada en día
c laro ,
enjuto
y
no moxado
a l to ,
so l ido ,
pesadas en peso
d e cruz,
arroba a arroba con
pesas s
l ladas , pero
corriente
y
tener abierta la ventana del encerradero
d
ganado al tiempo
d e l
esquilo
d e
manera que
e l
dicho ganado no
re
ciba detrimento
n i e s te
apretado»
'^l
Las sa l inas burgalesas qu edan incorporadas a la corona por man
dato de Fel ipe 11 en 1564, permitiendo a los particulares y pueblos
que se s irvan de donde más les plazca , Se es tablece una ser ie de
depósitos o alfolíes pa ra su distribución , en las principales villas
(Me
dina, Sedaño,
Frías,
Miranda, Briviesca, Belorado, Villadiego, Burgos,
Castrojeriz, Lerma, Salas, Santo D omingo de Silos, Aranda, Huerta
del Rey Roa, Villahoz, Pampliega, Peñaranda, Penches, Puentedura,
Qumtanarruz, etc.). Las de Salinillas de Bureba estaban en los dos
tercios d e
los 30 pozos y 145 eras ,
en pro piedad del concejo,
y el otro
terc io de par t iculares , debiendo pagar el concejo
50
c e l emines de
sa l a l m arqués de Poza y
9
fanegas,
4
gallinas
y 100 mrs.
a la duque
sa de Frías . Permanecen pues , antes de su incorporac ión a la coro
na unos derech os de t ipo feudal sobre es te prec iado producto Las
de Poza eran las más im portantes, con 1.906 e ras o cristalizadores y
produc en en este siglo 20.000 fanegas de sa l anuales , construyéndo
se por orden de Fel ipe II un gran depósi to d e sa l con capacidad d e
26.000 fane gas '^l
El sistema de relaciones sociales es idéntico al reflejado en el si
glo anterior. Perviven la gran mayoría de los señoríos eclesiásticos
y su propiedad es tá c laramente es tabi lizada
y
refleja una cierta dis
pers ión, consol idándose los grandes señoríos nobilia rios a los que
se suman una ser ie de señoríos loca les . Los nobles en su mayoría
viven en la s villas
o
ciudad es, suponiendo porcen tajes significativos
de población. En Briviesca son un
12
por
100
de su poblac ión'*, en
parte importante con algún oficio de la tierra, Un aspecto diferencial
del norte burgalés es la masiva presencia de hida lgos asentados en
su mayoría en a ldeas , l igados a la t ierra y que rec iben el nombre
de hida lgo labrado r o hida lgo d e a barcas . Los ref ranes exis tentes
a l respecto son muy gráficos: «Hidalguía d e la m o n t a ñ a , d o s n u e c es
y una castaña» o «Espinosa d e los M o n t e r o s , muchas torres y poc
d ineros .»
La propiedad cam pesina sigue manteniendo las mismas dependen
cias de t ipo feudal, aunqu e son ya raras las depe nde ncias p ersona
les, y más frecuente el dominio rea l del campesino aunque tenga que
pagar una renta o c ensa Por ejemplo en el plei to entre el Monaste
rio de Rioseco y los vecinos de C ernégu la, en 15II al no querer
satis
facer
las rentas,
se les condena
a
éstos
a
pres tar
tres
sernas anuales ,
una para b arbechar , otra para sem brar y otra para regar , l levando
cada uno un par d e bu eyes y el que tenga sólo uno se juntará con
otro p ara h acer una «huebra», adem ás de
un
obrero para se gar Ade
más para edificar casa hará fal ta p ermiso del abad. La propiedad
d e
los términos
co n
mon tes,
p rados , pas tos
y
a b reva deros
es del m o
naster io, aunque los vecinos han p robado s in d ocumentos tener un
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la rgo uso del pas to en los té rminos , inc luidos dentro d e los mojones
«con montes e prados e pastos e
b e b e r
las aguas corrientes
e e s tan
tes,
cortando las ensinas e rompiendo los e x idos» . El m onaster io ade
más podrá pa s t a r de d ía y de noche el lugar de Q uintana Cabarrosa
y los vecinos con sus ganados d e V aldohondo po drán pastar en la
dehesilla de Quintanajuar en el interior del espacio amojonado-^'.
Otro tipo de p restación es al qu e es tán o bl igados San Andrés d e Mon-
tearados, Moradillo de Sedaño, Santa Coloma del Rudrón hacia Las
Huelgas en
1511 «quel dicho concejo
y
todos los
b e c m o s d e l
an
d e
p e s c a r cada año un dya para servyr a la señora abadesa d e l dicho
m o n a s t e r i o , s u s e ñ o r a ,
para
e l
dya
d e
San
Bernardo . . .»^ ' ^ . De todos
modos parec e q ue exis te ya una par te s ignif ica tiva de campesinos
que t ienen la p l ena p rop ieda d sobre la tierra, llegando en la B ureba
a ser propietarios un 50 p or 100 d e los campesinos , con una m edia
de explotac ión en torno a la s 15 ó 20 fanegas (4 a 5 ha.), El campesino
más a c omoda do de Pa ncorbo , Jua n Gómez t iene un p a r d e bueyes
y otro de muías para arar, una bur ra y t res yeguas para el t ransporte
y
t rabajos menudo s, c ría de
24
vacas
y un toro, 250
c a beza s de
ovino,
dos cerdos , s iembra 40 fanegas (10 ha.) recolec tando 330 fanegas de
c erea les y viñas cosechando 16 hectolitros. Un c a mpes ino m edio de
la misma
localidad,
Juan Guerrero, tiene dos muías y un
pollino,
siem
bra 30 fanegas y rec og e 100'fanegas de grano, un cerdo y tiene vi
ñas de las que recoge 60 cántaros de vino, unos 9,6 hectolitros'^' .
Lo más f recuente en los contra tos d e cult ivo o plantac ión es q ue
el
dueño,
en genera l de
tipo
eclesiástico, de
las
tierras
a
cultivar po r
usufructo durante unos ochenta años o u na o dos
vides .
Al comienzo
en un per íodo de seis a doce años , que se denominan años l ibres ,
sólo se paga el diezmo, luego una renta anual en grano o metál ico.
O tra forma es la l lamada c r ía de m ajuelos» en que el bracero se com
prom ete a plantar y cul tivar vides durante unos seis años , dando a
cambio al propietario un tanto por obrada. O tra fórmula conocida en
este mom ento permite un acceso parc ia l a la propiedad que se de
nomina como «de a medias». En é l a l cabo d e c inco años tendrá el
cul tivador la mitad del terreno, pero de be pagar durante es e per ío
do un r en ta ' * . Se p roduc e a vec es que e l a r r enda dor no es un
miem bro individual s ino un concejo, como por ejemplo Salduengo
en 1596, a l que el monaster io d e O ña arr ienda 700 fanegas de t ierra
cada nueve años , con tal que las redis tr ibuya en tre los vecinos ' " .
Posiblemente es tos aprovechamientos darán lugar, por donación g e
nera da por el uso común d e el los durante la rgo t iempo, a la confor
mación del terrazgo propio que presentan a lgunos concejos , como
pu ed e ser el de Tardajos , que en sus cuentas de
1580,
hace relac ión
de t ierras propias d edicad as a l cult ivo de t rigo, viñas, hierba para
pasto y linares, y cultivadas por los vecinos'^^ que suponen una
parte sustancial del terreno cultivable de sus términos.
Los concejos, a los que ya a finales d el siglo pasado, en 1480, los
Reyes Católicos ordenaron que construyeran su casa propia, bajo pe na
en c a so de
no
hacer lo d e p erde r sus oficios
y justicias,
a pa rec en c o
mo ins t ituc iones plenamente consol idadas y controladas por la no
bleza y ol igarquías loca les . Sin em bargo en los núcleos m enores
todavía se conoce que se ce lebraban concejos abier tos , dond e ele
gían a los hom bres buenos
o
a los regidores . Es tas reuniones se ce
lebran en lugares abier tos por merindad es m enores o va lles como
la de Valdivielso ba jo la encina de Q uecedo, la de Sotoscueva en la
exp la na da de l a Peña de l a C onc ha, la d e la C erc a en e l c ementer io
de N ues tr a Señora de l a C erc a o la de R ioser ía en el cem enter io d e
la Magdalena. Su hacienda es taba consti tuida por prop iedad es d e
terrazgo y por inmuebles que pres taban servic ios a la com unidad
u otros tipos de aprovechamientos , que serán normalmente arrenda
dos a un tercero para que los explotase, Por ejemplo el concejo La
Vid t iene 25 faneas que se s iembran, el de Barr io de Díaz Ruiz:
«... flo
iene
o tros prop ios
sino
e s
quatro fanegas de
t f d e s e m b r a d
ra y q u e la siembran un año trigo y otro zebada» ' l La si embra
estos pagos se realiza por los vecinos como prestación comunitaria
al concejo, como se indica en
1586
en Aguilar de Bureba.
«¡Esta e re
d a d la siembran los becmos de l dho lugar gastando en ella vein
y ocho huebras
y
que desto
e l
consejo no paga cosa alguna los d
q u e la siembra mas d e tan solamente seis cantaros d e vino y ot
catorce cantaros
d e
bino
en lo
escabar
y
sallar segar trillar
y b
d a r y e n l o s enzenar e n c a s a » ^ ^ \ En el concejo de Vil la rcayo ad e
más d e
tierras,
s e a nenda ba n los
ejidos,
e l homo y los
molinos.
Siendo
el principal ingreso en 1563, el d e estos últimos' '. Medina d e Po
mar tenía , en el s iglo xvi, rentas de la zapatería , herrer ía m ercer ía
y carnicer ía '*, Poza de la Sal tenía adem ás d e los molinos , pesca
dería y carnicer ía , con un rebaño de carneros del concejo y un mu
la tero que t ra ía el pescad o d e L aredo
y Bilbao.
Disponía a dem ás d e
un azoquejo o a lmacén d onde se guardan productos de los merca
deres que a c uden a los dos m erc ados s ema na les y la alhónd iga, fun
dada en 1578, aunque funcionaba anteriormente el pósito, pues en
1557,
se conocen prés tamos d e g rano hechos por el concejo a fami
lias para «sembrar lo s barb echos» ' ' ' ' ^ Otros bienes propios o de
concejo que norm almente exist ían en es te m omento eran la taberna ,
la fragua , el m esón, la t ienda o la abacer ía , don de se venden pro
ductos foráneos como pesc a do y acei te, etc ., adem ás d e aprovecha
mientos diversos de pas tos o pesca , q ue eran arrendad os a l mejor
postor. Además su hacienda disponía de una ser ie de impuestos so
bre ac t ividades , que se sum aban a los de la corona y a los diezmos
eclesiásticos.
Los concejos rec iben ordenanzas de la corona o de sus señores
regulando aspectos de las ac tividades loca les, o las elaboran el los
mismos.
Son sin duda una página muy gráfica de cómo se tratan ciertos
aspectos d e' la vida loca l sobre los que existen problem as y confl ic
tos, siendo lo más frecuente qu e se refieran, en los pequeños núcleos,
a los aprovechamientos comunales del monte y a la ganade ría . En
1550 se dan ordenanzas adaptadas a t ravés de una cédula rea l
d e
1518,
para la protecc ión y conservación d e los montes , ademá s
de ordenar que se p lanten otros nuevos en lugares apropiados p ara
a livio de los pueblos y abr igo d e los ganados , poniéndose g uardas
qu e
los vigilasen. En
la que se da
a
B años de Valdearados , se prohi
be la corta y recolecc ión de árboles , ramas y mad eras s in l icencia
del concejo en
los
m ontes de l a s C a beza s
y
Abajo, que son d e
«enz i -
na , rob le , enebro pudio y p ino» , a teniéndose a su uso y aprovech
miento
«según
s e
acostumbra
a
dar»
señalánd ose las multas que s
han de pon er en caso de t rasgres ión. Además se ordena «que cada
un vezmo y morador deste dicho lugar que tenga vyñas tierras a
possesiones
e n
que pueda
p o n e r y
plantar arboles sea obligado
p o n e r y plantar en cada un año d e nuevo diez arboles o posturas
cinco que sean
d e
salze
y
las otras cinco
d e
lo
q u e
cada uno qu i
re y le p á r e s e m e los cuales s e han d e p o n e r y plantar hasta en fi
d e l m e s d e
margo
d e
cada año sopeña al
q u e
asy no lo cumplie
p a g u e d e pena para e l dicho concejo cient maravedís» '*. En l a q
se otorga a B elorado el m ismo año y cuyo texto es muy parec ido, e l
árbol a plantar es el rob le y los m ontes y dehesa s veda da s y a guar
dar son las de Alucio, Bado y La Muñeca '*. O tras órde nes y provi-
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s iones rea les nos hablan d e los aprovechamientos d e la pesca , como
los de la c iudad de Burgos que p rotegen los derechos d e los veci
nos a disfrutarlos incluso en contra el
concejo.
E n 1552 s e ordena que
*...
nadie use en ¡os
ríos c e b o s d e
cal
v iva , venenos , be leño ,
torbisco
ni gordolobo ni otra cosa alguna
q u e p u e d a
dañar a la pesca ni
infi
c i o n a r
las
aguas» , c l a q u e e n
1551
s e M a :
«Que la justicia
d e
la
c iu
dad no impida que los
v e c i n o s p es q u e n
con caña todo
e l
tiempo
de l
a ñ o ,
y s i por
esta causa
se le s
hubiere tomado alguna
p r e n d a ,
se
le s
restituya
s in
costa alguna» ' °.
Las ordenanzas aprobadas en 1590 por el concejo de V aldeajos de
la Lora, dentro d e la jurisdicción d e la villa y Honor de Sedaño re
formando unas anteriores, regulan la guarda y pas to del ganado d el
lugar: ovejas, lechone s, yeg uas,
bueyes,
ánsares, etc., así como el apro
vechamiento d e leña . Exis te la obl igac ión de tener guarda que vigi
le los
ganados ,
adem ás de una c lara referencia al páramo
alto:
Lora,
donde se l leva a l ganado loca l a pas tar en e l buen
tiempo ,
a modo
de trashumancia local, aunque ya mdicamos que d e es te entorno na
c ía la única cañada rea l q ue hoy se con oce en la mitad norte provin
c ial . Además se señala la obl iga toriedad de par t ic ipar de todos los
vecinos en
las labores ,
de «facendera», com unes de l lugar,
y
en con
creto las de hacer pozos y abrevaderos para servir a l ganado' ' ' .
La
colaboración en tre concejos se realiza de
un modo muy
ocasio
nal, como
para organizar batidas
a los
lobos en
la
zona de l borde de
los
páram os a l tos burgaleses .
Así se
c onoc e que en
1577
se convoca
ro n
un
conjunto de p ueblos en P esadas provenientes del Páramo de
Masa , Los Altos , Las Cade rechas y de Poza para concer tar con un
lobero que arme cepos o ba l les tas contra los lobos. Esta s i tuac ión
deb e r epe ti rs e , pues en 1584 se convoca otra reunión en Poza, entre
los concejos d e C astil de Lences, Abajas, Cem égula, Q uintanaloma,
Moradil lo de Sedaño, Huéspeda , Madrid de las C aderechas , Q uin-
tanaopio y Salas de Bureba , junto a l de Poza, para ordenar la caza
de los lobos que se hará en los té rminos de Escobados y P adrones
y en las demás par tes donde se acordó, conviniendo que se haga
caza de corr ida o al ojeo ' 'I Este tipo de caza al ojeo se realizaba en
un frente amplio de veinte o treinta kilóme tros y se iba cerrando ha
c ia un para je d onde es taban apostados los cazadores , donde po día
estar construida una lobera.
Los aspectos religiosos en el medio rural están y estaban íntima
men te imbricados con las ac t ividades
rurales.
El patronazgo y culto
de de te rmina dos santos es tá prec isamen te determinado por
ello,
s o
bre todo a t ravés de las rogativas y la bendic ión anual de campos,
qu e
solían
repetirse en
caso de temporales o sequías
pertinaces. Hasta
ha c e poc o en
muchos
pu eb los burga leses
a
par t i r del día de la C ruz
de Mayo o del «Mayo» se iniciaba el toque de campanas «a nublo»
y se leía en la igles ia todos los domingos la b endic ión de los cam
pos,
que duraban hasta la f ies ta de la C ruz de Sept iembre o de la
Recolección. Las bendic iones y rogativas se realizaban con un cier
to aparato litúrgico cuando existía alguna situación esp ecial: plaga,
a mena za d e nublos o tormentas, incendio, etc. Y d onde exis tía se em
pleab a el conjuradero, des de donde se conjuraba el evento, en el
que era implícito la prese ncia de malos espíritus, a los que se reali
zaban los correspondientes exorcismos y conjuros. Conocem os al res
pecto ya la existencia de conjuradores oficiales como el de Poza , que
era el cura d e Molina en 1569''' y sabem os qu e allí existía una ga
rita en la iglesia, como conjuradero, que luego sustituyó el actual ar
co con juradero construido en 1694.
Los siglos XVII y x viii: decadencia e ilustración
D urante el siglo xvn se acen túa la crisis que se iniciaba en el últi
mo per íodo de l siglo anterior La depres ión g enera l izada , dentro del
proceso d e regres ión económica y política qu e c aracteriza a la caí
da d el Im perio hispánico, se refleja en el territorio castellano, y en
concreto burgalés , en una c lara reducción poblac ional , que se es ti
ma en t r e e l 30 y 50 p or 100 respecto a la cuant ía del s iglo xv i ' El
descenso afectó tanto a
las
c iudade s
como
a l medio rura l, pero
tuvo
una m ayor inc idencia en el
medio
urbano castellano
y
burgalés
pro
vocando la ruralización d e sus villas y ciudad es. La ciudad de Bur
gos reducirá su población de 20.000 habitantes en el anterior si
glo XVI, a menos de la mitad en el xvii, a l perd er importancia como
centro comercia l exportador , deb ido a la sublevación d e los Pa íses
Bajos y al conflicto con Ing laterra, su s principales clientes, despla
zándo se el com ercio lanero hacia SeviUa y el Med iterráne a Influyó
también en ello, las importantes epidem ias que se producen tanto e n
el per íodo de t ransic ión de am bos
siglos,
como e n la mitad de l xvii,
años 1647-51, y en m enor m edida en nuestro terr itorio en el úl timo
cuarto de siglo, años
1677-1685.
El m iedo al contagio e s una constan
te, que queda reflejada mediante la prohibición de lavar las ropas
d e los enfermos en el lavadero público de Poza de la
Sal,
en las
pro
pias ordenanzas municipales dadas en 1679'^^
Paralelo a la
decaden cia demográfica
se produce un
descenso
brus
co en la producción d e
trigo,
en los comienzos de l siglo
xvii,
que s e
rec upera de
modo
cíclico
y
puntual desp ués de sucesivas ca ídas en
los años
20 y 70. El
abandono de las t ierras cuhivables se
ve
reduci
do por la reconversión de una par te d e el las en viñedos , que se ex
pa nden por las á r ea s de vega y llano, sobre todo en nuestro caso en
la r ibera de l D uero
Este incremento adem ás de ser producto d e la escasez de la ma
no de obra a l ser un cult ivo poco dem andador de el la , se a tr ibuye
al cambio de dieta a limentaria entre los labradores y t rabajadores
modestos , como remplazo de la ca rne Al respecto hay referencias
f ina le s del s iglo anterior
y
comienzos de és te en las Cortes cas tella
nas,
por ejemplo en 1595 cuando señala
«...el
vino
e s e l
alma
d e
los
t raba jadores . . .» ' ' ^ , o
en el texto de V alverde Arrieta deno minado co
mo El Despertador
La segunda mitad del siglo
xvii
supuso u na m odificación en la evo
lución demográfica, iniciándose una cierta recuperación que se in
tensifica de modo sustancial en los prime ros cincuenta añ os del si
glo XVIII. La se gu nda m itad d e e ste último continuará su aumento po
blac ional aunque d e un modo más suave Los da tos que nos
sum inis
t ra el Catas tro del Marqués de la En senada , en 1750, y e l C enso de
Godoy, en 1785, dan un incremento p ara la región castellano-leonesa
d e un cuar to de millón de habitantes, superand o incluso las cifras po -
blacionales del siglo
xvi.
Este proceso sucede básicamente en los
núcleos m enores , es dec ir en e l mundo plenam ente rura l , mientras
que en las c iudades cas tel lanas , como B urgos , sólo se a lcanza más
o menos la mitad que tuvieron en el siglo
xvii,
aunque también hay
que señalar que es el m edio rura l burgalés el qu e sufrió poblac io-
nalmen te m enos la crisis del siglo xviii, y por tanto pre senta ba u na
mayor capacidad de reacción.
Las t ierras abando nadas en el s iglo xvii pudie ron s e r r ec upera da s
con el aumento de la producción agropecuaria , que c orre p ara lela
a la evolución dem ográfica. En una etapa inicial del siglo xviii siguió
el incremento d e los viñedos y d e los cerea les para pienso y legumi
nosas,
q ue junto con la abundancia del pas to y del barbec ho pud ie-
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El esquileo, cuadro
d e
Marcehano Santa Mana.
ron faci l i tar e l incremento que exper imenta la cabana ganadera. El
ganado trashumante vuelve a alcanzar cotas significativas en la mi
tad del s ig lo , que algunos autores creen super ior incluso a las
del XVI. La creación e nuevos lavaderos de lana en los núcleos ga
naderos t rashumantes burgaleses , como en Pineda d e la S ierra
o
Nei-
la, autorizado por el Consulado húrgales en 1706 en el lugar de la
Viviruela parecen subrayar este fenómeno, a la vez que significa una
p érd ida de p o de r de l a s g r ande s v il la s b u rg a le s as q ue m onop o li za
ban has ta ahora dicha act iv idad.
Los cultivos a mediados del siglo xviii reflejan un predominio de
los cereale s en la to tal idad de l ter ri torio húrgales . En el nor te domi
nan el t r igo, la ceba da, e l centeno y las habas cul t ivándose en m e
nor m edida la avena, los titos, yeros, arrejos, rices y otras legum inosas
como garbanzos y hor tal izas diversas , y aparecien do ya e l maíz , ci
tado en todo el nor te provincial en e l Catas tro de Ensen ada. El l ino,
el cáñamo y los árboles frutales completan la producción agraria. Apa
reen ya con cier ta cons tancia en las respues tas da das en e l Catas tro
las referencias a las rotaciones de cultivos, en función de la calidad
de la tierra. Por ejemplo en Villarcayo se señala * hay ie rras rigales
queproducen
tres
años
cont inuados
E l
primero
üigo, e l segundo abas
y e l t ercero cebada y e l cuarto queda de descanso. .» En las zonas
de v eg a y p á r am os e l maíz des ap arece y ap a r ece con in t ensidad en
la Ribera del D uero la vid , que es un cul tivo que l lega a sup oner en
las t ier ras de Roa y Aranda el 40 por 100 del tenazg o, e incluso en
algunos núcleos es el cultivo mayoritario como en Gumiel del Mer
cado, La Nava de Roa o La Horra, según los datos del Catas tro de
E nsen ada en 1752' '. La ordenan za de 1782, que dio C arlos III a los
cosecheros de v ino de Aranda de Duero, nos mues tra algo más de
este fenómeno de cultivo masivo pues intenta evitar que se convier
tan los t r igales en v iñedos , adem ás d e alguna cur ios idad com o evi
tar que se p ise la uva de la rebusca, que puede es tar en malas
condiciones y por tanto puede per judicar al res to , en los lagares .
En la producción agrar ia se em plea ca da vez en mayor me dida e l
abona do con es t iércol y la rotación de cul tivos de cerea l y legumi
nosas . El arado romano s igue s iendo omnipresente , t i rado por ani
males de t iro, muías, bueyes y yeguas . La gana der ía es tante completa
la producción agrar ia de las áreas de vega y l lano teniendo núme
ros significativos. Así en R oa se con oce a través del, ya tanta s vec es
citado. Catastro de 1752, que se aprovechan los pastos comu nales lle
vando el ganado de los vecinos , que paguen una iguala al pas tor" ' .
Du ran te e l p r imer p e r íodo en q ue e l de s cens o p ob lac iona l e s l a
cons tante , los ar rendatar ios de t ier ras van exig iendo y cons iguiendo
unas condiciones m ás favorables, en su relación con el seño r L as ame
nazas de abandono de la t ier ra , e l re t raso en e l pago eran modos
corr ientes , incluso cons iguen el adelanto d e s imientes o d ine ro p a r a
real izar la s iembra. Las subas tas públicas quedan f recuentemente
desie rtas y normalm-ente el antiguo a rrenda tario utiliza esta situación
para volver a hace rse cargo d e la t ien a con la cons iguiente rebaja
o incluso con la condonación de deudas anter iores . El dueño ante
es ta dinámica, abandona uno o dos años las t ier ras para hacer pre
s ión o emplea jornaleros para cul tivar los, s iendo muy f recuente en
contrarse en la documentación monástica el reflejo de esta dinámica.
Así e l poderoso otrora monas ter io d e Santa María de N ájera dec ide
en 1637, al no pode r arre nda r la renta de su poses ión d e Fuentebu-
reb a, e n 90 fanegas de trigo, cultivario el propio m onasterio,«... que
por acer dos años q ue no arrendaron. . . las heredades de queva car-
de l se arr ienden en los que fuere jus to y se pudiere . .» '*.
La bajada de las rentas, favoreció la expans ión agrar ia q ue se ex
per imenta en la segunda par te del s ig lo xvii , pero e l cambio de la
tendenc ia pob lacional en e l s ig lo xviii y e l aumento claro de la de
manda de t ier ras , genera en seguida de nuevo la subida. La sal ida
a ello era la roturación d e tierras, sobre
todo
las más apetecib les eran
las de pas to , que debid o al abono animal ofrecían a cor to p lazo unas
mayores perspect ivas de producción.
La Mesta mantiene una pug na, duran te es tos do s s ig los , por su pr i
macía en e l uso del suelo pas tab le , y ve como en 1761 se concede
por e l Consejo de Cas t i lla a los concejos e l derec ho d e usar sus tér
minos comunales en contra del d erecho a la posesión o uso que te
nía. Sin embargo el poder mesteño consigue al final del siglo, 1796,
volver a los acu erdos de 1633, dond e se concedieron a la Mesta e l
dere cho d e f ijar las ex tens iones de las t ier ras que podían ser rotura
das a cos ta de las áreas no cul t ivadas , bás icamente pas toreables .
Se conocen una ser ie de demandas de roturación de t ier ras por
los concejos cas te l lanos sob re la t ier ra d e propioo. En nues tro ter r i
torio dichas roturaciones se real izan en los páram os y vegas , des ta
cando como una excepción la pet ición de roturación de los e j idos
de Salas de los Infantes, en 1765. En su mayoría se producen en la
segu nda mitad de siglo, con los cer ea les com o cultivo a imp oner aun
que también se ci ta a la v id
y
a los árbo les frutales.
E l
repar to se rea
lizó, en los casos en que se aprobó y c oncretó la roturación, por suertes
o quiñones igualitarios som etidos a ce nso enfitéutico, como en Hinies-
t ra , Fuentelcesp ed, San Pedro d el Monte , La Aguilera, Salas de los
Infantes, Z ufieda, R evilla V allegera, V aldezate, Castrojeriz y Q uinta-
nar de Rioja'*'. Pero la baja calidad del suelo roturado en estas pe
t iciones , como en todo el proceso d e expans ión ag rar ia diecioche s
ca, motivó una esca sa p roduct iv idad a la que contr ibuye la es tatici -
dad de las técnicas de cul t iva La contradicción entre e l aumento d e
la población y la re lativa baja produc ción agrar ia m otiva una clara
cr is is de subs is tencia. La renovadora a unque t ímida pol í t ica agrar ia
i lus trada in tentó of recer remedios , mediante e l repar to de los bal
díos
y
t ier ras de cult ivo propios de
los
pueblos entre los vecinos que
dispusie ran d e m edios d e cultivo, en un famoso Real dec reto d e 1770,
en e l que se l iberalizó los arrendamientos p udiendo desalojar a los
renteros al concluir e l per íodo del contrato de arrendam iento , aun
que se hacía referencia al respecto a las cos tumbres del lugar . Así
se conoce alguna pecul iar idad en la provincia burgalesa, como la
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que a finales d el siglo xviii existía en Tb rregalindo y en el arcipres-
tazgo de Aza, que com prendía los núcleos de Fuentenebro, Aza , La
Sequ era, Adrada, F uentecén, Hontangas, V aldezate, Moradillo, Bo
yales y T orregalindo Allí se apl icaban las suer tes o quiñon es vitali
cios a las tierras novales de «óranos» y fallecido el poseedor, el primero -
que entraba en el la y le daba un azadonazo le sust ituía en la pose
sión. En T orregalindo se observaba la costumbre de dar una porción
de tierra al forastero avecindado, que era expulsado si era desidio
so, holgazán o no cultivaba«... a ley de
bien labrador...»
' l Todo es
te método de repar to por suer tes de
las
tierras
y
suelos comunes
<de
propios», como p rados, era s
o
t ierras de
cu ltivo,
se sigue n utilizando
tanto en el siglo xix, como incluso en el nue stro en el que el usufructo
mantenido a
lo
largo de l tiemp o les ha convertido, en p roceso s irre
gulares y confusos, en propietarios.
Otro de los aspectos qu e impulsará los gobiernos i lus trados el fo
mento d e las llamadas «industrias po pulares», como m étodo para re
convertir parte d e la población ag raria en artesana o industrial. Estas
industrias eran rea lme nte un p rocesado ar tesanal ap enas evolucio
nado y concentrado, que procuraba a veces productos c laramente
desa jus tados con la escasa d eman da agrar ia , En nuestro terri tor io
conocemos algunos intentos privados, como la pujante fábrica d e cur
tidos que Antonio Tomé es tablece en Melgar de Fernamental en
1771.
El año siguiente se instala en Aranda d e D uero una fábrica de agu ar
diente para des t ila r los ca ldos d e la vega , que no subsist irá por la
falta de leña como com bustible ' l Lucas Sobrón instala en la ciudad
de Burgos una fábrica de loza que logra surtir por el ajuste de cali
dad y prec ios al vecindario local así como a su entorno rural'^'. La
corona directamente
realizó algunas acciones
encam inadas
a
fomentar
determ inadas producciones qu e tenían interés de es tado, como la
fábrica d e be tunes de Q uintanar de la Sierra, fundada en
1778' =,
y
cuyo producto se des t inaba a l ca lafa teado de las embarcaciones , o
la mejora de las sal inas de Poza de la Sal , donde se construyen en
1778 el edificio d ond e vive el jefe d e las salinas de Castilla la Vieja
y los a lmacen es de Trascastro y la Magdalena , es tos úl timos ya en
el reinado de Carlos
IV,
con una capacidad respectiva de 65.000 y
125.000 fanegas '*^ que asegu ran po der a lmacenar la producción de
todo un año.
Frente a los intentos febriles de nueva implantación, se puede ci
tar el caso de Pradoluengo, que s igue manteniendo
y
desarrol lando
incluso
su
producción
textil
d e
tipo
rural
y
m odesto,
no
viéndose ape
nas afectada por la crisis general del siglo xvii. A finales de él se
aprec ia un cambio de la producción abandonand o la de lino y cáña
mo pa ra de dic a r se a la lana, Ello parece indicar que ambos produc
tos tejidos textiles se convierten básicamente en una producción
familiar p ara autoconsumo. Se conoce en el C ondado de Treviño la
exis tencia concentrada d e tejedores loca les de lino en Pangua , T re
viño y Franco, a los que s e en t r ega ba una vez procesado en la casa:
m ediante el «enriado», «tranqueado», espa dad o e
hilado,
quienes de
volvían e l
lienzo,
contra pago de un canon, que luego en casa se ela
boraba y cosía convirtiéndolo en sábanas, camisas o m anteles ' '. E n
el siglo XVIII el C atas tro de Ensenada , rea lizado en 1752 en Prado-
luengo, nos indica qu e exis ten en el núcleo adem ás d e nueve moli
nos har ineros , c inco ba tanes de una rueda , cuatro t intes de dos
c a ldera s y seis tintes de u na ca ldera. Son noventa y nueve los fabri
cantes y tejedores y noventa y cuatro los cardadores , que se dedi
can a dicha producción, d e un total de novecientos ochenta y do s
habitantes.
En
la zona norte de la provincia, se conocen á reas especia l izadas
en la a rr ier ía , como el Val le de Mena, donde existen según las res
puestas del Catastro de 1752,134 arrieros con
291
caba llerías. Hay
que señ alar que el Valle de Mena es un c laro corredor de comuni
caciones entre
la
meseta
y
el País
Vasco y
que por é l t ranscurre una
vía romana y el pr imer ramal del camino de peregrinos q ue discu
rr ió por
C astilla. Otra zona
conocida en
siglos
anter iores por
su
arrie
r ía , es las Caderechas , t ransic ión entre el cañón del Ebro y la
depres ión de la Bureba , Es decir , en gran par te d e la mitad norte
provincial y en especia l en las áreas en q ue los culüvos son más es
casos por las cond iciones bioclimáticas, se extendió como opción de
vida el t ransporte basado en el t radic ional t ras lado de la lana cas te
llana a los puertos cantábricos, El hom bre será el a rr iero y la mujer
qued ará a cargo de la agr icultura y de la casa , La carreter ía serra
na seguirá en aug e hasta bien avanzado el siglo
xviii,
y se seguía con
el t radic ional repar to de leña y m a d e ra o pinos, e incluso recibirán
los pu eblos - C anico sa , Regumiel, Vilviestre, Q uintanar y P a l a c i o s -
privilegios reales en 1792 que conñrman dichos repar tos . Las orde
nanzas municipales reflejan, como en la de Vilviestre de 1750, que
se cor ta madera en dic iembre para la reparac ión de las carretas
«...
Otrosí hordenawos que el procurador que
e s
o fuere tenga
ob l i
gación
d e
ir quatro días a rentas
e n e l m e s d e
diziembre para v en
d e r m a d e r a s
para edifizio
d e
carretas a los sitios aqostumbrados
y
ponerlos
e n e l
libro
d e
dicho
añ o . . .»^^ \ Era pue s el invierno el mo
mento en que e l c a r r e t e ro s e qued a ba en e l hoga r y des t ina ba e l
t iempo en rep arar y construir las can elas y sus aperos . Las Juntas
loca les de la Hermandad de cada lugar son las que rea l izaban el
repar to de mercancías y rutas y cada carretero de jaba un tanto por
buey y carreta para g astos administrativos. N ormalm ente una carre
ter ía com pleta e ra la que rea lizaba un trayecto o viaje y es taba cons
t ituida p or 25 ó 30 carretas , es tando a l cargo de el la el m ayoral y
disponía d e ape radores , pas teros, ayudantes de ape radores , gaña
nes , y ayudantes de gañán, que tenían una c lara jerarquía en su or
ganización y funciones.
La corta de pinos se conoce ya desde el s iglo xvi c omo medio de
obtención de
dinero,
mediante subasta , para la hacienda d el conce
ja Y en el s iglo xvii se conoce a lgo más el repar to d e pinos: matas
sueltas, pmos
verdes,
secos y desanaigados , con cediéndose una mata
por c a da vec ino a dem ás de otros pinos verdes y
secos .
En 1792 Car
lo s
IV
con cede a Quintanar un pr ivi legio especia l para qu e pued an
ser cor tados 2.500
pinos
por entresaca p ara repar to
a los
vecinos de l
lugar'^' . Este privilegio parece corresponder con el comienzo de la
decad encia d e la carreter ía , debido
a la
falta de comp etitividad que
se agudiza en el s iglo xix. En toda la econom ía carretera la mujer
t iene una gran importancia pues es la que cult iva la t ierra , guarda
el
ganado,
corta los pinos y cuida de la casa a l es tar los maridos fue
ra en sus viajes.
La
estructura señorial sigue manteniendo similares características
que en el s iglo
xvi,
aunque cad a vez más los señoríos son de carác
ter loca l y la prese ncia en la vida rura l es cada vez m ás s imbólica .
Todavía en un buen número de núcleos las propieda des señoria les
son sign ificativas o deben pa ga r rentas relativamente im portantes por
el usufructo de la propiedad. El ejemplo d e T ardajos es c lariñcador
según los da tos de 1749 del C atastro de Ensen ada. En é l se señala
que los vecinos del barr io de San P edro t ienen como p rop ieda d c o
m ún 273 fanegas de t ierras y que el Hospital del Rey del q ue e s se
ñor, tiene 500 fanegas y 50 viñas. En el b arrio de Santa María los
vecinos t ienen como prop iedad 580 fanegas pero t ienen q ue pagar
anualmente al a rzobispado d e
Burgos,
su señor, 158 fanegas de t rigo
63
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 63/161
y 170 rea les. Los datos de l ca tast ro de la Ensen ada conf i rman e l pre
d o m in io d e l o s pe q u e ño s l a b r a d o r e s . L os j o r n a le r o s e s t á n p r e se n t e s
en núm eros no muy a l tos, s i lo comp aramo s con la zona sur pen insu
lar en la que l lega a a lcanzar e l 86 por 100 de l to ta l de la población
agraria activa. Para Burgos sólo supone un 12,6 por 100 de un total
de 67,676 personas, población agr íco la ac t iva ' " . E l pequeño labra
d o r n o o bs t a n te t e n d r á , po r su pe r m a n e n t e e c o n o m ía e n a pu r o s q u e
comple tar su t rabajo propio con un jo rnal o ar r iendo.
E l pa pe l d e l o s co n c e j o s e s c l a r a m e n t e p r e po t e n t e e n l a v id a d e
l o s n úc l e o s , pu d i e n d o se ña l a r q u e t i e n e n u n a h a c i e n d a r e a l m e n t e
a m pl i a y q u e l o s se rv i c io s d e su p r o p i e d a d y q u e a r r i e n d a n so n ya
bastan te am pl ios: carn icer ías , mol ino , batán , casa-mesó n , horno , ta
bern a , pes cade r ía , zapater ía , t iendas, fragua, te je ra , panad er ía , e tc .,
a d e m á s d e o t ro s se r vi c io s m e n o r e s d e l o s q u e n o o b t e n ía a r r i e n d a
Aprovechamientos muy comu nes son la pesque r ía de los ríos que nor
malmente se ar r iendan como en Quin tanar :«. . .
anendaron e l río M i
guel de
R i oxa
y Manuel Chicote , vec inosdeQuintanar,porSOreales
y media
cántara
de vina
Con l a
condic ión de q ue han de pescar di
chos señores con redes de marca y mano como es costumbre , s in
que puedan hazer venajes , cavar terrenos, terminando e l
trato
para
primeros de oc tubre Condiz iones: que la libra de t ruchas para los
vecinos es a prezio de catorce quartos y siendo para la vil la a 10 guar
ios dando e l v ino correspondiente En las demás condiz iones se s i
guen las costumbres ant iguas entendiéndose gue e l pozo San
Juan,
el prado y las presas se reservan pa ra esta vila y sus desem pe-
ños.y^ .
O t r o s a r r i e n d o s fi j aba n l a s c a n t id a d e s a pe r c ib i r po r su
t rabajo como los her re ros en T ardajos.«.. .
Los labradores han de dar
al herrero por cada labranza media fanega de t r igo y e l henero ha
de calzar las rejas y echar puntas y templarlas sm derechos; por tem
plar las azadi l las y azadas para todos los vec inos no ha de l levar c o
sa alguna, p or hacer armel las nuevas para los arados y remendarlos ,
no ha de l levar cosa alguna, ni tampoco por hacer los c lavos para
los arados, por hacer una reja nueva cuatro reales , por hacer unos
gabi lanes nuevos cuatro cuartos y por pegarlos y echar cruz na
da..J^' '\ A e s t o s se r vi c io s d e l o s p r o p io s , q u e pu e d e n se r t a m bié n
propiedad comunal u t i l izados por los vecinos por veces o suer tes ,
h a y q u e a ña d i r t i e r r a s p r o p i a s q u e se a r r i e n d a n a l o s ve c in o s o q u e
l a s c ul tiva n a m o d o d e f a c e n d e r a a l c o n c e j a L o s ser v i c io s a pa r e c e n
r e gu l a d o s a ve c e s p a r a e j e r c e r su u so e n f o rm a d e m o n o po l io a l o s
vecinos, como los molinos de Poza , o incluso e l emp leo d e de term i
nad os produ ctos como e l yeso que se p roh ibe su venta a los foraste
ros, en la o rdenanza de 1679 " \ q u e p a r e c e r e fl e ja r l a e sc a se z d e
d i c h o s se r v ic io s y p r o d u c t o s y su g r a n d e m a n d a o n e c e s id a d . T a m
bién es frecuente la f ijación de otros trabajos
o
facenderas por e l con
cejo,
e n o b r a s o se r v ic io s re a l i z a d o s pa r a l a c o m u n id a d q u e d e ba n
pres tar todos los vecinos, como e l acu erdo qu e rea l iza e l conce jo d e
Villarcayo en
1668,
pa r a q u e c a d a ve c in o t ra j e ra se i s c a r r o s d e p i e
d r a pa r a l a c o n s t r u c c ión d e l a p r e sa d e l r í o N e l a " ^
L o s p ro p io s c o n c e j o s e s t a b l e c e n c o n t ra t o s c o n pe r so n a s d ive r sa s
para rea l izar labores. Así en e l l ibro de Cuentas de l Concejo de Vi-
l lahizán de T reviño de 1707, se c i tan a los cog ede ros de pajas, ja ra i -
zes y t ro jeros, los gua rdas d e las viñas y de l campo d e las cabal le r ías ,
e l barbero y e l doctor , a los que se pagan sa lar ios. En 1738 se c i tan
contra tos a justados a pastores, her reros, her rador de bueyes, maes
t ro , f armacéut ico , médica tabernero , guarda de las viñas y de l
c a m p o " ^
L a s r e gu l a c io n e s q u e r e c o ge n l a s o r d e n a n z a s m u n ic ipa l e s so n c a
da vez más preciss y var iadas, re f le jando como aspectos de la vida
local , que c laramente re f le jan los modos de vida de sus gen tes. Así
en la o rdena nza de 1712 de Vil larcayo" ' se fi ja q ue todo vecino de
l a vi ll a d e be se m br a r po r l o m e n o s d o s f a n e ga s d e
« todo pan cada
año»
y de no semb rar lo se le exclu irá de vecino ,
o
la mul ta de
4 8
m a
ravedíes p or d ía y 500 por c ada t res a los que d is pers en los monto
nes de est iérco l en ca l les y plazas, re f le jando c laramente la
impor tancia de las escasas t ie r ras dest inadas a l cereal y e l in ten to
de ser au tosuf ic ien tes así como la impor tancia de la ganader ía ma
yor , a l se r est iérco l problema. Otro aspecto de la misma ordenanza
se ña l a l a o b l i ga t o ri e d a d d e c a d a ve c in o d e p l a n t a r t r e s á r bo l e s e n
los o teros o e j idos cada añ a El lo es una constan te en todo e l ámbito
ter r i to r ia l , pues a pesar de ser una zona donde e l monte a l to t iene
una re la t iva presen tación , su em pleo , tan to para la const rucción , co
mo sobre todo como combust ible casero , ha sido impor tan t ís imo en
u n m e d io d o n d e l a s ba j a s t e m pe r a t u r a s so n d o m in a n t e s e n u n a pa r
t e im po r t a n t e d e l a ña L a o r d e n a n z a d e l a c iu d a d d e Bu r go s d a d a
en 1747, permit ía la plan tación d e cho pos en los e j idos d e l conce jo ,
con l icencia de é l , la cual expresaba e l número de á rbo les, e l lugar ,
la d istancia en t re los pies , con trayendo la obl igación
«según costum
bre s iempre obsenada»
de vend er los á rbo les a cuat ro rea les e l que
para obras públ icas de la c iudad y a se is rea les para ed if ic ios par t i
cu lares, s in inclu ir la rama y e l desmo che " I Las ordenanza s de l
c o n c e j o d e P in e d a d e l a S i e n a d a d a s e n 1728^ " , q u e pe r t e n e c e a
la Hermandad de los Montes de Oca, t ienen un desar ro l lo re la t iva
mente extenso l legando a ochenta capí tu los, que en su mayor par te
se dedican a la explo tación de l monte de ta l lando incluso la pro tec
c ión a e spe c i e s a r bór e a s d e t e r m in a d a s , c o m o e l a c e bo y d e l ga n a
d a E n e l l a s c a be d e s t a c a r l o s igu i e n t e :
«... 24.
Que se hagan labores para apostar
y
limpiar
lo s
montes... dis
pongan hazer
dos días
d e
lavor con todos los vezinos y avilantes
de este
pueblo.
... 27, Para edifizios donde se pu ede cortar. Que cuando se ofreziere
el que algún vezino construya o repare casa o tinada, pueda con lo c o
rrespondiente para ello, en todos los términos y m ontes que son fuera
de
la s
señales que
van
puestas
y
e n
todos los montes
d e
Ayas,
con que
primero prezeda
la
licencia
y
consentimiento de este Concejo
Y
hazien-
dolo sin ella,
s e
le
haga
cargo
d el
monte
que co rtare según
la
pena que
va puesta y la que se expresa...
... 28 . Para hazer puertas y
angarillas.
Q ue vajo d e la misma compren
sión, se de permiso para cortar pies de roble
o
aya para qualesquiera
que nezecitare hazer puertas, angarillas de otro ministerio de esta
calidad...
... 33. Sobre azebedos. Acordamos qu e por lo muy importante que es
a
este
Concejo
la
conservación del
monte
de azebos, se cuide
y
guarde
con el mayor
rigor
y
procure
su
aumento.
Y
reservamos de que
en tiem
po
alguno
y sm
el consentimiento de este Conzejo
y
lizencia de
la
justi-
zia, se pueda por persona alguna hazer azebo dentro de todo lo que
comprenhenden
los dos pagos de
Cam polarriba
y
Reoyo, p ara
que
con
servados se puedan socorrer en ellos
a los vezinos
de este Concejo en
tiempos
calamitosos,
dejando con libertad los demás azebos qu e ay e n
lo restante
d e
estos términos
para
que se
pueda
usar de
ellos,
salvo
que
no se poden con instrumento alguno vajo de la pena que se dirá...
...
52.
Sobre ejidos. Mandamos que los dos ejidos que tiene señalados
este Conzejo de inmemorial tiempo a esta
parte,
que llaman C ampola-
• rriba
y
Reoyo, se gua rden d e los ganados menudos en todo el tiempo
de l
año,
de manera que se consiga el fin de poder mantener cómoda
mente las cavallerías d e trabajo que tienen los vezinos, especialmente
en los tiempos de
primavera,
estio y
otoña
No
obstante que
los
ganados
vacunos an de pode r entrar en dichos ejidos de sde el día primero de
nobiembre asta el de primero de m arzo y pasado dicho día se an d e guar-
64
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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dar.
Y
se prendare en ello alguno de los referidos bacunos pague de
pena
6
maravedís;
y en
quanto
al ganado
de lana
y cabrio tengan la mis
ma pena que en los demás pastos de Pagos
y
Dehesas, observando la
misma
calidad
qu e
queda prevenida para quando fuere atajados.
Y
d e
jamos al arvitrio
de los
Justizias que si en los me ses rigurosos
de imbier-
no pudieren lo s ganaderos la entrada de sus ganados en dichos ejidos
por razón de algún mal temporal, se lo pueda conceder, pero encarga
mos se a con limitación...
...
57.
Sobre el riega
Mandamos
de conformidad del estilo que
ha
te
nido este Conzejo, se destine uno de los días de primeros d e junio de
cada
un año con lavor
de comunidad para ec har agua de forma que sin
perjuizio de
lo s
molinos, pueda venir la nezesaria para el cauce del
R i-
guero para el govierno del pueblo.
Y
en tiempo que las aguas estubie-
ren apuradas, se guarde el estilo de poder usar de ellas, aunque sea
con daño de
los
molinos, los días lunes
y
martes de cada semana, para
que sirva al veneficio de huertos y linares...
... 6 2. Para
quando algún vezmo
fabrique
casa. Que
cuando acaeziere
el
lo
q ue
Dios no
permita, se queme alguna casa
o
pad ezca otra ruina,
de vecino
o
avilante de este p ueblo, se
estos
se esforzasen
a
volberla
a
reedificar
o
reparar,
además
de socorrérsele por
este
Conzejo
en
quanto
le fuere posible, a de se r obligado cada vecino y avilante a ayud arle pa
ra conduzir los materiales un día entero, con su persona o la de algún
criado
y
la yubada
o
cavallería que tubiere, que an d e trabajar
lo
que
prudentemente pudiesen
y
en el m inisterio que el dueño de la obra les
destinase, quien a de ser obligado a darles un refresco al tiempo del
medio
día
y no otra cosa. Y
encargamos
a la Justizia que en
ob servanzia
de este aquerdo prozeda con rigor contra los que fueren remisos...»
Y por t í l t imo en la o rdenanza de Honor o Jur isd icción de Seda-
n o ' " ,
dada para todos los conce jos de la ju r isd icción por e l cor re
gidor de Sedaño en 1792, se s igue pro tegiendo e l arbo lado , regulando
y aco tando incluso e l pastoreo d e gana do cab r ío como dest ructor de l
mismo.
«... Que nadie corte de los montes árbol alguno ni aun siendo dueño
sin permiso de la Justicia ni los talen ni los quemen o descortezen...
... que el ganado cabrio
no
hande por montes donde haia arboles, qu
les pueden hacer daño ni sembrados, encargando a los corregidores,
justicia, el señalamiento de parajes en que
no
p ueda entrar el ganado,
po r
lo
mismo mando a todos los Concejos que en virtud d e dicha Real
Orden dentro de
un mes
cada concejo señale el coto donde puede pa-
zer el gana do cabrio sin dañar a semb rados y árboles...»
Y a se ña l á ba m o s c óm o se h a b í a n f u n d a d o a l o l a r go d e l o s s i
glos
XV
y
XVI
d iversas inst ituciones de t ipo rura l , como las arca s o los
pósi tos, extendiéndose en e l s iglo xvi l los pr imeros por un buen n i í -
mero de n irc leos, ahora de pequeño tamaño, como e l de Vil lah izán
d e T r e v iño , q u e se c o n o c e y a e n
1627,
insta lado en e l hospi ta l de l lu
ga r ' " . O e l arca d e t res l laves en Q uin tanar de la Sier ra en 1670, en
l a q u e l o s ve c in o s e m pe ña ba n o d e j a ba n e n d e pós i t o o b j e t o s m á s
o m e n o s va l ioso s , pa r a r e spo n d e r a d é b i t o s o c o m o ga r a n t í a d e pa
gos, y s i no acudían en la f echa f i jada , se daba un plazo de t res d ías
y d e sp u é s s e l le va a ve n d e r a B u r go s ' l U n a c o s t u m br e d e so c o r r o
m u t u a li s ta ba s t a n t e e x t e n d id a e n e s t e m o m e n t o y q u e po s ib l e m e n t e
exist ie ra en la Edad Media , es «la minada», que amparaba la pérd i
da o inu t i l ización de los an imales de labor , que es conocida en mu
c h o s m íd e o s d e l a p r o v in c i a , s e c i t a c o m o m u y c o r r i e n t e e n l a s
M e r in d a d e s y e n la Bu r e ba y e l Co n d a d o d e T r e v iño E n c a so d e t e
ner los an im ales inu ti lizados temporalm ente los socios de socono , rea
l izaban por tumo d e yunta y yuntero la s l a bo r e s d e s i e m br a y a c a r r e o
Si e l an imal que da ba inválido lo vendía la d i rec t iva d e la asociación ,
c o m p l e t a n d o l a a po r t a c ión l o s a so c i a d o s p r e v ia t a sa c ión d e l a pa r e
ja . Si mor ía se procedía de igual
modo.
Tam bién exist ie ron los soco
r r o s m u t u o s c o n t ra i n c e n d io s c o n u n a d i r e c tiva e l e g id a a n u a l m e n t e
que rea l izaba la tasación de los ed if ic ios y su revisión temporal ; y
en caso de sin iest ro se d ist r ibu ía en t re los socios la apor tación de
l a c u o t a c o r r e spo n d ie n t e a c a d a t a sa c ión q u e c o r r e spo n d ie r a a l a
r e pa r a c ión e x i s t ie n d o a d e m á s l a o b l iga c ión d e l a p r e s t a c ión o b l iga
tor ia a l sofoco de l incendio según la mayor o menor d istancia .
Siglos
XIX
y xx : la transfomación de la ruralidad
El siglo XIX está marcado en e l medio rura l por var ios procesos que
su po n d r á n u n a t ra n s f or m a c ión s ip i f i c a t iva d e su s a n t i gu a s e s t ru c t u
ras.
L a s r e l a c io n e s d e d e p e n d e n c i a f e u d a l e s t a b l e c id a s e n l o s se ño
ríos,
que ya eran f lu idas y f lexibles en e l s iglo xvi l l desaparecerán
con la supresión d e los pr ivi legios de
1836,
y d e los señ or íos en 1837.
A s í c o m o l a Me s t a y la H e r m a n d a d d e C a r r e t e r o s . D e sa pa r e c e l e -
galmente la superest ructura feudal que había permanecido hasta este
momento , pues estas organizacions profesionales p erdu rarán , s in pr i
vi legios eso sí , hasta f inales de l xix y comienzos de l xx, La car re te
r ía burga lesa todavía exist irá hasta comienzos de l s iglo ac tual , aunque
e n c l a r a r e c e s ión po r l a m a y o r c o m pe t e n c i a y e l e s t a b l e c im ie n t o y
extensión de l f e r rocar r i l que supo ndrá ya su defin i tiva cond ena. Por
e jemplo en Quin tanar s i en
1753
exist ían 374 car re tas , éstas queda
rán reducidas a 125 en 1811 y a 73 en
1899
" I
A par t i r de l pr im er te rc io de l s iglo xix se pro duc e un constan te pe
ro limitado crecimien to de la població n de Cast i l la la Vie ja , aunque
s i e m pr e p o r d e ba j o d e l a m e d ia n a c io n a l , r e d u c i e n d o su pa r t i c ipa
ción en el conjunto, pues de ser un 9,05 por 100 en 1797, pasa a ser
un 7,63 en 1860 a un 7,37 en
1877
" \ a pe s a r d e l a re c u pe r a c ió n d e
la cr is is poblacional de f inales de l s iglo xvi i i y comienzos de l xix.
La desamor t ización
y
conversión de b ald íos, montes públ icos
y
b i e
n e s d e p r o p io s e n p r o p i e d a d in d iv id u a l , q u e se d e sa r r o l l a bá s i c a
mente en t re los años 1856 a 1895, supondrá ampl iar las est ructuras
d e l m e r c a d o e n l a a g r i c u l tu r a y su p r o p i e d a d . L a s c o m p r a s d e l o s
p r e d io s su b a s t a d o s se e f e c t u a r á n m a s iva m e n t e po r se c t o r e s so c ia
l e s a c o m o d a d o s y a d in e r a d o s , t a n t o d e p r o c e d e n c i a u r ba n a y bu r
gu e sa , c o m o l a b r a d o r e s a c o m o d a d o s . E l l o n o im pid e pa r a q u e u n
pe q u e ño g r u po d e pe q u e ño s p r o p i e t a r io s y a r re n d a t a r io s , c o n la fa
c i l id a d d e l o s l a r go s p l az o s d e pa go y d e l a c o y u nt u r a ven t a jo sa d e
l o s p r e c io s a g r a r io s e n a lz a , u n id o a q u e e n l o s n úc l e o s m e n o r e s l a
su ba s t a se h a r á e n e l l uga r , pu d i e r a n a c c e d e r a d i c h a s p r o p i e d a d e s .
P e r o t a m bié n a l d e s a p a r e c e r a l gu n o s a p r o ve c h a m ie n t o s c o m u n a l e s
y l i be r a l iz a r se l o s c o n tr a t o s a g r a r io s , m u c h o s p e q u e ñ o s c a m p e s in o s
q u e d a r o n e n p r e c a r i a L a a n ti gu a o r ga n i za c ión c o l e c tiva d e l o s n ú
c l e o s q u e h a l l e ga d o h a s t a e s t a m i t a d d e l s i g l o xix va a d e sa p a r e
cer , sobre todo las t ie r ras cu l t ivables y gran par te de los servic ios
serán en su to ta l idad pr ivat izados, acen tuándose e l ind ividual ismo.
N o e s e x t r a ño q u e e x i s t ie r a u n a c l a r a o po s i c ión d e l a s ve n t a s d e l o s
bienes de propios, como en e l caso de la viUa de Roa, que en 1866
sus vecinos se oponen , en un escr i to d ir igido a l juez de pr imera ins
t a n c ia y d e l e g a d o pa r a l a ve n ta d e b i e n e s n a c io n a l e s , a la su ba s t a
d e u n m o n t e;
«Los que suscnben vecinos de esta vil la, a VI. con el
más profundo respeto hacen presente . Q ue para e l día
7
del actual
es tá señalado e l remate de l monte de es ta poblac ión y causándose
numerosos perjuicios al vecindario particularmente a las clases
po
bres con la venta de una propiedad común en que l ibra su subsis
tencia y abrigo en el inbierno en que se carece de jornales se sirva
admitir la protesta que hacen de la
enajenación...n " I
65
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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La matanza en Pínula
d e
los Barruecos.
También piden en 1862 qu e se exceptúe de la desamort izac ión los
Concejos de Pinil la T rasmonte
y
Cil leruelo de Arr iba , una t ierra de
la bor de 200 fanegas , que se d ividirán en hazas o quiñones sor tea
dos entre los vecinos de ocho en ocho años'^^.
La presencia de t ierras cul t ivables
y
p ra dos c omo b ienes de p ro
pios de
los
concejos,
es una
constante extendida
en todo
el territorio
burg alés, hasta m ediados d el siglo xix, aun
hoy
es p osible encontrar
algunos ejemplos en que ha pervivido, como en los pagos d e San Juan
en Q uintanar de la Sierra repar t idos en suer tes a los vecinos de la
villa, e n Baños de Valdearados en que la mitad de su secano es m u
nicipal, sorteándose periódicamente entre los
ve cinos'^'.
Las tierras
concejiles con aprovechamiento vecinal podían se r bien d elimitadas
en zonas de monte que eran roturados y repar tidos , para luego de
volver las a l aprovechamiento común del monte desp ués de haber
las cultivado y agotado como en Hacinas. O con aprovechamientos
mixtos y de per tenencia m ancomunada en tre varios concejos, como
el terreno com partido entre Huerta de A rriba, Huerta de Abajo, Tol-
baños d e Arr iba y Tolbaños de Abajo, que es tá compuesto de dos
parte s, una concejil y otra mixta dond e se a l ternan los cultivos d e ve
cinos (un solo
año),
co n los pas tos y rastrojeras (dos años) de aprove
chamiento común. Otro muy parec ido es el terreno mancomunado
entre B ezares
y
Barbadil lo d e Herreros , repar tiendo en su er tes una
parte entre
los vecinos
de t res en t res sementeras;
los
pas tos del bar
becho y ras trojera las a rrienda el Concejo para su hacie nda ' ". En
estos
dos últimos
casos los terrenos se repar t ieron entre
los
vecinos
por temor
a
que fueran desamort izados. Otros ejemplos desap arec i
dos a finales del siglo xix se sitúan en el Páram o d el Arlanzón, co
mo Rabé o
en
las Tierras
d e
Lerma, como
C illeruelo de
Abajo,
d o n d e
existían tierras de cultivo a suertes"' .
El impulso desamortizador generará una clara disminución, en Cas
tilla y León, de la superficie no cultivada, mo ntes, pastos y p ra dera s ,
que pa sa de 4.930 m iles de Ha. en
1860,
a 4.701 en 1890 y en contra
posición la superficie agrícola pasa de 3.704 miles d e Ha. en 1860,
a 3.932 en 1890. Esta disminución se lleva a cab o roturando m ontes
público s q ue pasa n de 1.925 m iles de Ha. en 1860, a 1.754 en 1890.
En B urgos ha disminuido, en el per íodo
1860-1925,
un 12 por 100 pa
sa ndo de
262
a
230
m iles de Ha. '" .
Sin
em bargo la c r is is del f in d el
siglo
XX
ha c e que de nuevo se a ba ndonen
las
tierras cultivables, pa
ra luego recup erarse debido a la expansión agrar ia motivada por la
influencia de la primera guerra mundial.
En los
cultivos,
en el conjunto region al, poco a poco el trigo va per
diendo par tic ipac ión, aunque s igue s iendo m ayori ta rio, pasando de
ser el 56,4 p or 100 de la superfic ie semb rada en
1891,
al 52,8 p or 100
en 1930; por contra las leguminosas aumentan d e 2,9 p or 100 a 4,8'^',
produciéndose un c laro camb io en la a l imentac ión, a la que no es
ajena la extensión a lo largo de l siglo xix de l cultivo d e la patata. El
viñedo en el tenitorio burgalés después d e una cifra eleva da, en
1890,
de 266 miles de Ha., se redu ce a 172 en 1910, debido a la filoxera,
que supuso en la zona burgalesa más vitícola, como la R ibera del
Due
ro, un c laro retroceso con un pape l secundario en una agricul tura
que se e special iza en el cerea l , fbdavía , no obstante, se pue de rese
ñar la producción vitícola en el siglo xix e n zonas
norteñas,
e so sí con
carác ter m argina l . Madoz nos señala que se p roduce vino chacol í
en diversos lugares del Valle de Mena, como en Entrambasaguas ,
Ordejón
o
San P elayo
O
como los propios de Angosto en la cuenca
de Medina poseen
<i24 fanegas
de
t ie rra , 13.000 cepas
de v iñedo ,
rios
a r te fac tos
para beneficiarla
uva . . .»,
o
lo s
dos
lagares d e San
F
lices en el Valle de
Sedaño
" I
Se introducirán lentamente los cultivos d e forrajes y plantas indus
triales como la rem olacha, esta última a par t ir de la guerra
civil,
em
pezando a funcionar la azucarera de Aranda en
1942,
y desaparecerán
los cañamares y los l inares . La modif icación de los tipos de arado
contribuirán en gran m edida a l aum ento d e la product ividad. Hasta
finales d el siglo xix y principios del XX no a pa rec e e l a r ado d e ver
t edera y en nue stro territorio casi coincide e n los años 20 al introdu
cirse más ampliamente, con el braván que lo hará en la década
siguiente, que necesi taba dos yuntas y por tanto es un ins trumento
para labrado res acomo dados y curiosamente cas i será el t ractor el
que,
a par t i r de los años
50,
sustituya directamente a la mayoría de
arados d e t ipo romano que ha perdu rado en nu estro terri tor io, aun
qu e
otros útiles
mecanizados
como
la segadora
y la
trilladora habían
hecho aparic ión a comienzos de s igla
La ganadería t rashumante retroced e c laramente, a l habe r perdi
do sus privilegios sobre e l uso d e los
pastos,
l legando a ser una ac ti
vidad secundaria en las zonas ganaderas t radic ionales , unas a l ser
sustituidas p or la ganade ría lanar estante como en la Sierra d e la D e
manda. Inc luso en a lgunos núcleos como N eila la ganadería ha s ido
sustituida ya en es te s iglo por la explotac ión de la madera del pinar .
En otra zona c lás ica de la ganade ría t rashumante en el antiguo Ho
nor de Sedaño, la ganadería ha pasad o a un segundo
plano,
sustitu
yéndola la agricultura de secano Pero todavía se pue den citar lugares
6 6
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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de la s ierra como Huerta d e Arr iba y Barbadillo de Herreros , que
en 1983 t ienen unas 20.000 c a beza s d e ga na do t ra shuma nte No obs
tante no existe todavía, hasta cub rir el pr imer tercio de e s te
siglo,
cam
bios sus tancia les en el m edio rura l burgalés q ue s igue manteniendo,
a pesa r de exist ir exceden tes que se com ercia l izan, un carác ter de
econom ía autosuficiente El D iccionario de Madoz nos suministra una
buen a imagen d e el lo, pues es muy f recuente la presencia d e ar te
sanos con productos de ámbito local como
lo s
telares
o
tejedores de
tejidos de lana,
lino
y
cáñamo,
en un buen número de pequeñ os nú
cleos (ms de sesenta) como en el de Castr i l lo de Murcia en que
indica: é
tejedores
d e
lienzos comunes
y
estameñas
q ue
consumen
en e lpueb lo»^^ \
Si a ello unimos las citas a la existencia de
batanes,
m ayoritariame nte
ded icados a la fabricac ión y prep arac ión de dichos tej idos nos ha
remos idea de los ámbitos d e producción texti l del momento. La
pre
sencia se extendió a toda una pléyade de núcleos m enores y mayores
(La Aceña, Aranda, Arlanzón, Barbadillo de Herreros, Barbadillo de l
Pez,
Buezo,
Santa C oloma d el R udrón, Cuzcurr ita de
juarros ,
R oa d e
D uero, Fresned a d e la Sierra
Tirón,
Frías, Garganchó n, Montanas, Las
Hormazas, Hornillos de l
C amino,
Huerta d el Rey, Lodoso, Melgar de
Fernam ental, Moncalvillo de la Sierra, Ped resa d e A rcellares, Pine-
dillo,
Pradoluengo , Puras de V illafranca, Q uintanarraya, Tortoles de
Esgueva, Torregalmdo y Vizcaínos), adem ás d e las fábr icas d e pa
ños,
sombreros
y
tintes en n úcleos más urb anos (C atrojeriz, Melgar
de Fernamental , Pampliega, P radoluengo y Tortoles de Esgueva)" ' .
La ar tesanía d e los cur t idos es tá p resente también en dicho mo
mento en un buen número de núcleos burgaleses , en forma de tene
rías o fábricas (Aranda de
Duero,
Arauzo d e
Miel,
Belorado, B urgos,
Covarrubias, Tbbera, Huerta del Rey, Lerma, Melgar de Fernamen
tal, Miranda d e E bro, Poza de la Sal y Santo Dom ingo de
Silos) ^
r e
par t idas por toda la geog rafía provincial. O tra serie de produ cciones
de carác ter más especia l izado se s i túan con c ier ta loca l idad, como
las nueve ferrerías o fábricas de hierro en el Valle de Mena (Agüe
ra, Bo rtedo, Guijarro, Nava de Mena y
Ungo),
y la fábrica d e he rra
duras de Berberana , la de agujas de Sant ibáñez Zarzaguda , la
fabricación de car ros , carretas
y
ape ros (Bezana , Cabezón d e
la
Sie
rra, Ceniceros, Cilleruelo de Bezana, Peñacoba y Quintanilla Santa
Gadea) , qu e sust ituyen a los t radic ionales de la carreter ía serrana ,
aparec iendo otros muchos que se dedican a la carretería, asentados
sobre todo
en el no rte provincial (Arnedo, Arreba, C abezón d e la
Sie
rra, Higón, L andrabe s, Prádan os de Bu reba, Quintanilla Santa Gadea
y Redondo) , las fábr icas de cera (C adiñanos y Huerta del Rey), la
ceniza para e l blanqueo de la ropa , de Ce niceros , la fabricac ión d e
tri llos de Madrid de la Cad erechas y de P eñacoba , la fabr icac ión
de mater ia l de m adera para cubas (Castri llo de Murcia y O becuri) ,
las fábricas de aceite de linaza (Frías, Medina de Pomar y Santibá
ñez Z arzaguda)
o
de eneb ro d e Arauzo de Miel , la fábr ica de m ate
r ia l de res ina de Hontoria del P inar , la fabricación de aguardiente
d e malísima calidad» en la Ribera del D uero (La Aguilera, Fuentes-
pina, Gum iel de Hizán, Sotillo d e la R ibera y V alcavado de Roa)'*.
En el las y en los núcleos m ayores se va introduciendo poco a poco
procedimientos m ás industriales modificando su carácter artesanal,
así ya se c i tan a lgunas industr ias como la fábr ica de p apel ins ta lada
en B urgos con 120 operar ios o la de t ri turac ión de t rapo en Castaña
res ins ta lada en 1844, o la fábr ica d e har inas de Valdenoceda , como
alternativa a los
molinos
harineros tradicionales qu e con su s siete
pie
dra s puede dem oler
50.000
fanegas de t r igo ' '' , desaparec iendo una
mayoría d e las producciones ar tesanales o sem iar tesanales con la
masiva introducción d e los produ ctos industrializados, en la mitad d e
nuestro
siglo
y aquel los que se mantienen hoy tienen un ca rácte r cla
ramente marginal.
La tradicional industria d el vino que emplea ba los lagares y las an
t iguas bodegas en la clásica com arca vitícola d e la Ribera, serán
sus
t i tuidas a par t i r del fomento de las coopera t ivas de productores
vitícolas que se es tablecen en los años 50 y 60 de es te
siglo.
Asimis
mo la política agraria autárquica d e la postgue rra fomentará y regu
lará determinados cultivos, como con la fundación del Servicio
Nacional del Trigo, con una clara tendencia hacia los monocultivos
que van a sus ti tuir poco a poco a una agricul tura que todavía se ba
saba en gran par te en esos mom entos en la concepción d e autosuf i
ciencia de l agricultor, aunque con unos m a yores exc edentes que en
los siglos anteriores.
Todo
es te p roceso de reconvers ión d el medio rura l , y d e s us
méto
dos d e producción va para lelo, en su desarrollo, a la propia indus-
t rial izac ióln d e los centros urbanos de los años 60, los que m otivará
el desalojo masivo d e l mismo, genera ndo
un
c laro proceso d e rotura
de la cultura tradicional rural , especia lmente dramático en un me
dio rura l f rancamente despo blado como el burgalés .
NOTAS
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(vol.
II p. 94).
2 Ca ro B aroja, J.: «Los pueblos...»,
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Delib es, G,, Ferná ndez Manzano: ,„«La prehistoria,,.», o p.
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' Del ibes , C , Fernández Manzano: ,,,«La prehistoria,..», o p.
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'° Abasó lo, J. A. y G arcía R ozas, R,: «Carta arqueoló gica,,,», op .
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(pp, 10,39,56 y 57),
" De libes, G,, Ferná ndez Manzano: ...«La prehistoria...»,
o p.
a l (pp. 78 y 80).
'2 Abasó lo, ], A. y G arcía R ozas, R,: «Carta arque ológica...»,
o p.
al (pp,
11 ,
3 , 32, 33,
37,38 ,
45, 46, 60, 61, 63, 84, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 91, 94),
'^ Maluquer de Montes, ] ,: «Historia social y económica. La prehistoria española», Ed,
Confederación española de Cajas de Ahorros, Madrid, 1975, (pp, 97 y 98),
''• Sánchez Albornoz, C,: «Divisiones tribale s y admmistrativas del solar del reino de As
turias en la época romana» B.R.A.H. 95,1929
(pp ,
315-395) y «Orígenes d e la nación e spaño-
6 7
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 67/161
l a . E s t u d i o s c r í t i c o s s o b r e l a h i s t o r i a d e l r e i n o d e A s t u r i a s » . T o m o I , U n i v e r s i d a d d e O v i e d o ,
1 9 72 ( p p . 5 1- 1 00 ) . Í d e m . i V a s c o s y n a v a r r o s e n s u p r i m e r a h i s t or i a » . E d . d e l C e n t r o , M a d r i d ,
1 9 7 6 ( p p . 1 5 - 4 0 ) .
i s C a r o B a r o j a , ] . : « L o s p u e b l o s. . .» , o p . d f . { p . 9 8 ) .
' 6 N a t u r a l i s H i s t o r i a e 1 1 1 , 2 6.
A b a s ó l o , J. A . : « C o m u n i c a c i o n e s d e l a é p o c a r o m a n a e n l a p r o v i n c i a d e B u r g o s » . E d .
D i p u t a c i ó n P r o v m c i a l d e B u r g o s , 1 9 7 5 ( p p . 1 7 3 y 1 74 ) .
A b a s ó l o , J . A . y G a r c í a R o z a s , R . : « C a r t a a r q u e o l ó g i c a . . .» ,
o p . c i t.
( p p . 1 1 y 1 2 ). S a c r i s
t á n d e L a m a , ] . D . y R u i z V é l e z , I .: « L a E d a d d e H i e r r o » , H i s t o r i a d e B u r g o s
1.
C a j a d e A h o
r r o s M u m c i p a l d e B u r g o s , 1 9 8 5 ( p p . 1 8 1 -2 2 0 )
'^ A b a s ó l o , ] . A . y R u i z V é l e z , U . : « C a r t a a r q u e o l ó g i c a d e l a p r o v i n c i a d e B u r g o s . P a r t i
d o J u d i c i a l d e B u r g o s » . E d . D i p u t a c i ó n P r o v i n c i a l d e B u r g o s , 1 9 7 7 ( p . 4 8 ) ,
2 A b a s ó l o , J, A . : « C a r t a a r q u e o l ó g i c a d e l a p r o v i n c i a d e B u r g o s . P a r t i d o J u d i c ia l d e B e -
l o r a d o y M i r a n d a d e E b r o » . B u r g o s , 1 9 7 4 ( p . 1 7) .
2 ' G u t i é r r e z B e h e m e r i d , M . A . : « C a r t a a r q u e o l ó g i c a d e l a p r o v i n c i a d e B u r g o s . P a r t i d o
J u d i c i a l d e B r i v i e s c a » . V a l l a d o l i d , 1 9 7 8 ( p . 7 4 ) .
22 C a r o B a r o j a , J . : « L o s p u e b l o s .. . » , o p . c i t ( p p . 1 5 5 - 1 5 7 ) .
2 3 C a r o B a r o j a , J . : « L o s p u e b l o s .. . » ,
o p . c i t .
( p . 1 6 5 ) .
2 1 C o s t a , J. : « C o l e c t i v i sm o a g r a r i o e n E s p a f t a » . 2 T o m o s . E d . G u a r a . Z a r a g o z a , 1 9 8 3 , r e e
d i c i ó n d e 1 8 9 8 .
2 5 N a t u r a l i s H i s t o r i a e I I I , ( p p . 1 7 y 1 8 ) .
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s e t a N o r t e » , H i s t o r ia d e C a s t i ll a y L e ó n , T o m o 2 , E d . Á m b i t o , V a l l a d o h d , 1 9 8 5
( p p .
1 8- 2 1 ) . A b a
s ó l o , J . A . : « É p o c a r o m a n a » , H i s t o n a d e B u r g o s I . C a j a d e A h o r r o s M u n i c i p a l d e B u r g o s , 1 9 8 5
( p p .
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ta l ,
P .:
« C l u n i a c a b e z a d e u n c o n v e n t o j u r í d i c o d e l a H i s p a n i a C i t e r i o r T a r r a c o n e n s e » , H i s t o
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8
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 68/161
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12 3 B r u m o n t , F . : « C a m p o y c a m p e s i n o s d e C a s t i l l a la V i e j a e n t i e m p o s d e F e l i p e
I I » ,
E d .
S i g l o V e i n t r a n o . M a d r i d , 1 9 8 4 ( p p . 1 2 y 1 3 ) .
12 ^ H u e t z d e L e m p s , A . : « V i g n o b l e s e t v i n s d u n o r d - o u e s t d e L ' E s p a g n e » , B u r d e o s , 1 9 6 7 ,
T o m o 11 ( p p . 3 7 9 , 3 8 0 y 6 4 5 ) .
12 5
I g l e s i a B e r z o s a , J . y V i l l a h o z G a r c í a A . « V i ñ e d o , v m o y b o d e g a s e n l a h i s t o r i a d e A r a n -
d a d e D u e r o » . B u r g o s , 1 9 8 2 , ( p . 2 3 ) .
12 S
I g l e s i a B e r z o s a , ] . y V i l l a h o z G a r c í a , A . « V i ñ e d o . . . » ,
o p . c i t .
( p . 5 3 ) .
1 2 ' M o r a l , ] . T . « P i m l l a d e l o s B a r r u e c o s » , B u r g o s , 1 9 7 5 ( p . 6 1 ) .
12 8 B r u m o n t , F . . C a m p o . . . » , o p c i t ( p . 1 6 6 y 1 6 7 ) .
1 29 G i l A b a d , P . « Q m n t a n a r d e l a S i e r r a , u n p u e b l o b u r g a l é s d e l a c o m a r c a d e P i n a r e s » .
D i p u t a c i ó n P r o v i n c i a l , B u r g o s , 1 9 8 0 ( p . 1 31 ) .
12 « V a l d i v i e s o A u s í n , B . « N e i l a u n a l l a m a d a a l t u r i s m o » . B u r g o s , 1 9 8 0 ( p p . 1 2 8 y 1 2 9 ) .
13 1 M o r a l , ] . T . « P r n i l l a .. . ., o p c i t . ( p p . Z 1 2 8 y 1 2 9 ).
13 2 M o r a l , ] . T . « P r n i l la . .. » , o p c i t . ( p p . 5 9 y 6 1 ) ,
1 33 O j e d a S a n M i g u e l , R . « C r e c i m i e n t o y s u b s i s t e n c i a d e l c e n t r o t e x t i l b u r g a l é s ( s i g l o s
x v i -x i x ) P r a d o l u e n g o » . E l p a s a d o h i s t ó r i c o d e C a s t i l l a y L e ó n , V o l . 2 . B u r g o s , 1 9 8 3 ( p . 4 8 1 ) .
i3 < V a l d i v i e s o A u s í n , B . « N e i l a . .. » , o p c i t . ( p . 2 3 2 ) .
13 5 B r u m o n t , F . . C a m p o . . . » , o p c i t . ( p p . 1 3 8 a 1 4 0 ),
13 6
B r u m o n t , F . « C a m p o . . . » ,
o p c i t .
( p p . 2 2 3 y 2 2 4 ) .
1 3 ' P é r e z E m b i d W a m b a ,
] . :
. V i o l e n c i a s y l u c h a s c a m p e s i n a s e n e l m a r c o d e l o s d o m i n i o s
c i s t e r c i e n s e s c a s t e l l a n o s y l e o n e s e s d e l a E d a d M e d i a » .
E l p a s a d o h i s t ó r i c o d e C a s t i l l a L e ó n .
V o l , I , B u r g o s , 1 9 8 3 ( p . 1 7 0 y 1 7 1 ) .
1 3 ' C i d a d P é r e z , ] . « S a n A n d r é s d e M o n t e a r a d o s , p u e b l o m i l e n a r i o » . B u r g o s , 1 9 7 8
( p p . 1 8 3 a 1 8 8 ) .
13S B r u m o n t , F , « C a m p o , , , » , o p c i t ( p p . 9 6 , 9 7 y 1 1 4 ) .
B r u m o n t , F . « C a m p o . . .» , o p . c i t ( p p , 1 8 a 2 0 ) ,
B r u m o n t , F , « C a m p o , , , » , o p . c i t . ( p , 9 5 ) ,
H e n e r a N o g a l , A , « E l C o n c e j o d e l a v i l l a d e T a r d a j o s » , B u r g o s , 1 9 8 0 ( p . 7 2 ) .
B r u m o n t , F , « C a m p o , . , » , o p . c i t ( p , 1 2 7 ) ,
B r u m o n t , F , « C a m p o , . . » , o p . c i t ( p p . 1 2 7 y 1 2 8 ) ,
L ó p e z R o j o , M . « V i U a r c a y o , c a p i t a l d e l a s s i e t e m e r i n d a d e s d e C a s t i l l a V i e ja » . V i l la r -
( p p , 6 4 a 6 6 ) ,
C a d i ñ a n o s , 1 , : « F r í a s y M e d i n a , , , » , o p c i t ( p , 1 0 1 ) ,
M a r t í n e z A r c h a g a , F , ; « P o z a d e l a S a l , ,, » ,
o p c i t
( p p , 1 0 1 a 1 0 5 ) ,
i ' '8 C a l v o M a d r i d , T , : « L a v i ll a d e B a ñ o s , e n l a r i b e r a a r a n d i n a » . C a j a d e A h o r r o s M u n i
c i p a l , B u r g o s , 1 9 8 1 ( p p , 6 0 a 6 7 ),
i< 9 B l a n c o G a r c í a , F , : « B e l o r a d o , , ,» , o p c i t . ( p , 1 0 1 ,
13 I b á ñ e z P é r e z , A , C : « A r q u i t e c tu r a c i v il d e l s ig l o x v i e n B u r g o s » , C a j a d e A h o r r o s M u
n i c i p a l , B u r g o s , 1 9 7 7 ( p , 3 5 ) ,
13 1 C i d a d P é r e z , ] . : « L a L o r a , s u s a l r e d e d o r e s » . B u r g o s , 1 9 8 5 ( p . 1 6 1 a 1 6 8 ) .
1 32 M a r t í n e z A r c h a g a , F , : « P o z a d e l a S a l . .. » ,
o p c i t
( p . 9 4 ) .
1 53 M a r t í n e z A r c h a g a , F . : « P o z a d e l a S a l . .. » , o p c i t ( p . 1 5 1 ) .
1 5 ' ' G u t i é r r e z N i e t o ,
] .
L . ; « D e l a e x p a n s i ó n a l a d e c a d e n c i a e c o n ó m i c a d e C a s t i l l a y L e ó n .
M a n i f e s t a c i o n e s . E l a r b i tr i s m o a g r a r i s t a » . E l p a s a d o h i s t ó r i c o d e C a s t i l l a y L e ó n . V o l . 2 , B u r
g o s , 1 9 8 3 ( p . 1 4 ) .
13 3 M a r t í n e z A r c h a g a , F . : « P o z a d e l a S a l . . , » , o p . c i t ( p . 2 2 3 ) .
155 D o m í n g u e z O r t iz , A . : « E l A n t i g u o R é g i m e n : L o s R e y e s C a t ó l i c o s y l o s A u s t ri a s» . A h a n -
z a E d i t o r i a l , M a d r i d , 1 9 7 3 ( p . 1 6 3 ) .
157 C a t a s t r o d e M a r q u é s d e l a E n s e n a d a , P r e s u p u e s t o s G e n e r a l e s . A r c h i v o P r o v i n c i a l .
14
1 4 1
1 4 2
1 4 3
1 4 4
1 4 5
cayo,
1 4 6
1 4 7
1 53 I g l e s i a B e r z o s a , ] . y V i l l a h o z G a r c í a A . : « V i ñ e d o . , , » ,
o p . c i t .
( p p , 4 1 a 5 1 ) , A , H , N , C o n
s e j o s s u p r i m i d o s l e g . 2 8 8 6 8 .
15 9 C a t a s t r o d e l M a r q u é s d e l a E n s e n a d a , P r e s u p u e s t o s G e n e r a l e s . A r c h i v o P r o v m c i a l .
16 0 B r u m o n t , F . : « C a m p o . . . » , o p c i t ( p . 3 2 y 3 3 ) . A . H . N . C l e r o h b . 5 8 7 3 ,
'6 1 S á n c h e z S a l a z a r , F , : « D e m a n d a d e t i e r r a s y r o t u r a c i o n e s l e g a l i z a d a s e n la r e g i ó n
c a s t e l l a n o - l e o n e s a d u r a n t e e l s i g l o x vi i i » E l p a s a d o h i s t ó r i c o d e C a s i l l a y L e ó n , V o l , 2 B u r
g o s , 1 9 8 3 ( p p . 4 0 1 a 4 0 8 ) .
16 2 L o p e r r a e z C o r v a l á n , ] . : « D e s c r i p c i ó n h i s t ó r i c a .. . » , o p . c i t . T o m o II (p . 2 1 1 ) .
16 3 L o p e r r a e z C o r v a l á n , ] . : « D e s c r i p c i ó n h i s tó r i c a .. . » , o p . c i t T o m o
11
( p . 1 7 7 ) .
13 * I g l e s i a s R o u c o , L . S . : « A r q u i t e c t u r a y u r b a n i s m o d e B u r g o s b a j o e l r e f o r m i s m o i l u s
t r a d o ( 1 7 9 7 - 1 9 1 3 ) » . C a j a d e A h o r r o s M u n i c i p a l , B u r g o s 1 9 7 8
( p .
2 2 ) . A G S . J u n t a d e C o m e r c i o
y M o n e d a , l e g . 1 7 9 -9 ,
1 5 5 M a d o z , P , : « D i c c i o n a r io G e o g r á f i c o , H i s t ó r i c o - E s t a d í s t i c o d e E s p a ñ a y s u s p o s e s i o n e s
e n u l t r a m a r » . T o m o X I I I , M a d r i d , 1 8 4 5 -1 8 5 0 ,
1 66 M a r t í n e z A r c h a g a , F , : « P o z a d e l a S a l , ,, » , o p . c i t ( p p , 5 7 y 5 8 ) ,
15 7
E s t a v i U o , D , ; « E l C o n d a d o d e
T r e v i ñ o » .
C a j a d e A h o r r o s M u n i c i p a l , V i c t o r i a ,
1 9 8 0
( p .
2 8 3 ) ,
1 5 8 O r d e n a n z a s M u n i c i p a l e s , A r c h i v o M u n i c i p a l d e V i l v i e s t r e d e l P m a r .
1 63 G i l A b a d , P , : « Q u i n t a n a r d e l a S i e r r a , ,, » ,
o p . c i t
( p , 7 1 ) ,
1™ M o h n e r o H e r n a n d o , F , : « L a T i e n a d e R o a : L a c r i s i s d e u n a c o m a r c a v i t í c o l a t r a d i c i o
n a l » . U n i v e r s i d a d d e V a l l a d o l i d , 1 9 7 9 ( p p . 9 6 y 9 7 ) .
i ' i A n e s , G . : « E l A n t i g u o R é g i m e n : L o s B o r b o n e s « H i s t o r ia d e E s p a ñ a A l f a g u a r a , I V .
A l i a n z a E d i t o r i a l . M a d r i d , 1 9 7 5 ( p . 9 6 ) .
i '2 A r c h i v o M u n i c i p a l d e Q m n t a n a r d e l a S i e r r a .
i '3 A r c h i v o M u n i c i p a l d e T a r d a j o s .
"* A r c h i v o M u n i c i p a l d e P o z a d e l a S a l .
i '5 A r c h i v o M u n i c i p a l d e V i U a r c a y o .
17 6 C i d a d P é r e z ,
] . ,
C i d a d M u ñ o z , S . y M m g u e z F o r r e s ,
] .
M . : « V i l l a h iz á n d e T r e v i ñ o » . B u r
g o s , 1 9 7 9 ( p p . 7 3 - 7 5 ) .
A r c h i v o M u n i c i p a l d e V i U a r c a y o .
C o s t a , ] . : « C o l e c t i v i s m o . . . » , o p . c i t T o m o I I ( p . 3 5 ) .
B a l l e s t e r o s , F . : « C a t á l o g o d e d o c u m e n t o s . . . » , o p . c i t ( p p . 7 4 a 9 2 ) .
A r c h i v o M u n i c i p a l d e S e d a ñ o .
C i d a d P é r e z , ] . y o t r o s : « V i l l a h i z á n . . . » ,
o p . c i t
( p . 6 5 ) .
'8 2 G i l A b a d , P . : . Q u i n t a n a r d e l a S i e n a . . . » , o p c i t ( p , 1 3 6 ) .
'8 3 G i l A b a d , P , : « Q u i n t a n a r d e la S i e n a , . , » , o p c i t ( p . 1 5 7 ) .
'8 < A r t o l a , M . : « L a b u r g u e s í a r e v o l u c i o n a r i a ( 1 8 0 8 - 1 8 7 4 ) » . H i s t o r i a d e E s p a ñ a A l f a g u a r a ,
V . A h a n z a E d i t o r i a l , M a d r i d , 1 9 7 8 ( p . 6 9 ) .
'8 5 M o l i n e r o H e r n a n d o , F . : «L a t i e r r a d e R o a . . .» , o p . c i t ( p . 3 1 1 ) .
'8 6 C o s t a , ] . : « C o l e c t i v is m o . . . » , o p . c i t ( p . 1 2 9 ) .
' 8 ' C a l v o M a d r i d , T . : « L a v i l l a d e B a ñ o s . . . . ,
o p c i t
( p . 7 6 ) .
'8 8 C o s t a , ] . : « C o l e c t i v is m o . . . » , o p . a i . ( p p . 1 1 2 , 1 1 3 y 1 1 4 ) .
'8 3 C o s t a , ] . : « C o l e c t i v is m o . . . » , o p c i t ( p . 1 4 1 ) .
'9 0 S a n z F e r n á n d e z , J .: « E s t r u c t u r a , d e s a r r o l l o a g r a r i o y f o r m a c i ó n d e l m e r c a d o r e g i o
n a l . S i g l o s
XIX
y x x ». E l p a s a d o h i s t ó r i c o d e C a s t i l l a y L e ó n . V o l . 3 , B u r g o s 1 9 8 3 ( p . 2 4 y 2 9 ) .
'9 1 S a n z F e r n á n d e z , ] . : « E s t r u c t u r a . . . » ,
o p . c i t
( p . 3 3 ) .
19 2
M a d o z , P . : . D i c c i o n a r i o G e o g r á f i c o . .. » ,
o p c i t
T o m o X I I I ( p . 3 1 4 , 3 2 4 , 4 0 0 , 4 1 0 y 4 2 0 ) .
19 3 M a d o z , P . : « D i c c i o n a r i o G e o g r á f i c o . . . » , o p . c i t T o m o X I I I ( p . 2 8 3 ) .
1 9 ' M a d o z , P . : « D i c c i o n a r i o G e o g r á f i c o . . .» , o p c i t T o m o X I I I ( p p . 3 2 , 5 1 , 6 0 , 6 7 , 8 1 , 1 0 0 ,
1 7 9 , 2 9 2 , 3 0 4 , 3 1 2 , 3 2 5 , 3 2 6 , 3 3 2 , 3 3 8 , 3 4 0 , 3 4 5 , 3 6 1 , 3 7 3 , 3 8 5 , 4 0 4 , 4 0 8 , 4 1 0 , 4 1 7 , 4 1 9 , 4 2 4 , 4 6 7 ,
4 6 8 y 5 0 8 ) .
19 5
M a d o z , P . : « D i c c i o n a n o G e o g r á f i c o . . . . , o p c i t T o m o X I I I ( p p , 5 1 , 8 1 , 1 7 9 , 3 0 2 , 3 2 7 , 3 4 5 ,
3 6 0 , 3 7 3 ,
3 8 2 , 4 1 5 y 4 5 9 ) ,
19 6 M a d o z , P , : « D i c c i o n a r i o G e o g r á f i c o , , , . , o p c i t T o m o X I I I ( p p . 3 3 , 3 5 , 5 3 ,
2 6 0 , 2 8 5 ,
3 2 6 , 3 2 8 , 3 3 4 , 3 3 9 , 3 4 5 , 3 6 4 , 3 7 1 , 3 9 3 , 4 1 0 , 4 5 3 , 4 6 1 y 4 7 4 ) .
19 7
M a d o z , P . : « D i c c i o n a r i o G e o g r á f i c o . . . . , o p . c i t T o m o X I I I ( p p . 1 79 y 4 7 5 ) .
1 7 7
1 7 8
1 7 9
1 8 0
1 8 1
9
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 69/161
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 70/161
L a evolución his tór ica de la arquitec tura
popular burga lesa
Los primeros t iempos prehistóricos:
la cueva h abi tada
'
LAS
COMUNIDADES PALEOLÍTICAS BURGALESAS, COMO
LAS
del conjunto de la Península, utilizaron para su habitación cuevas y
abrigos na tura les, con carác ter
no
permanente, aunque p or la super
posic ión de es tra tos pa rece indicar un retorno contante a dichos lu
gar es . Las
cuevas burgalesas de
San Pelayo y E l
Estillín (Hortigüela),
La
B lanca
(Oña), La Aceña, El
Caballón
(Oña),
Pen ches (Barcinas de
lo s Montes), Atapuerca, Pa lomar de Ojo Guareña (Merindad d e So -
toscueva), Amaya, etc., así pa recen indicar lo pudiendo señalar su uti
lización interior lo que presupon e el conocimiento de la i luminación,
habiendo s ido detec tado el uso de grasas animales en lucernas en
algunos es tra tos mag daleniense s ' . También de be indicarse la exis
tencia de yacimientos al aire libre, como en Villafría, Burgos, Pala
c ios de la Sierra , etc . Pero con seguridad no conocemos s i hubo
asentamientos en
los
m ismos,
a unque
si
exis tieron debieron tener
un
carác ter elementa l con em pleo de ramajes para la confección de los
refugios.
El neolítico e n nuestro territorio no t iene apenas presencia en for
ma de asentamiento comprobado, aunque p or los ha llazgos pare ce
que continua la utilización d e cuevas
y
abr igos como habitación. Del
fenómeno megal ít ico, a pesar de tener c ier ta presencia en la s zonas
de Lara, Val le d e Sedaño y la B ureba , con a lgunos enterramientos ,
no ha sido localizado asentam iento
alguno,
lo que pa rec e s eña la r e l
carác ter no sedentar io y provisional del m isma
Los hallazgos de la cul tura campaniforme empiezan a indicar un
modo d e asentamiento que b usca lugares de fác il defensa , como El
Picacho en Santo D omingo d e Silos o El C astillo en Castrojeriz, exis
t iendo en es te último la presencia de es tancias también en cueva. Sin
duda la vivienda no pasa de ser una cabana provis ional de ramas
y barro,
a unque ha brá que espera r
a
é poc a s pos te riores pa ra p oder
disponer de da tos
m ás
prec isos
y
abundan tes que permitan
una ma
yor concrec ión a l respecto.
La edad
d e
los metales: la casa castreña
De la pr imera etapa más pr imit iva , que correspon dería a l primer
per íodo de
la
e d a d d e l
bronce,
entre
lo s años 1.700 a
1.200
a. C.,
a pe
na s tenemos la referencia de un asentamiento en la m eseta en el que
se reconocen fondos de cabana , en el poblado d e Tolmos en Cara-
c ena
(Soria).
Su
forma de planta es rec tangular con las esquinas re
dondeadas , construyéndose s us pa red es c on un en t ra ma do vegetal
recubier to de barro y sujetándose la cubierta a do s aguas con pos
t es de ma dera centrales I Tanto en es ta etapa como en la segunda
parte de la edad del bronce, entre los años 1.200 a
700
a. C, existe
una mayor var iedad de asentamientos aunque se s igan usando las
cuevas (Atapuerca, La
Aceña),
los asentam ientos en llano (Estepar),
o
en lugares elevados de fác il defensa (Pancorbo) aunque hemos de
recurrir
a
yacimientos
muy
concretos
lo
que pue de desvir tuar
la ima
gen ofrecida.
El yacimiento de El B errueco (Salamanca) es el que p ued e ejem
plif icar los modelos de asentamientos de es te segundo per íodo d el
bronce, caracterizados por tener todavía un cará cter provisional aun
que se aprec ia una c lara tendencia a la sedentar izac ión. Las caba
nas excavadas son de planta rec tangular m ás o menos deformada,
con d imensiones entre cuatro y siete
metros.
Las p a redes es t án
cons
t i tuidas por un zócalo de piedra de unos 40 cm. de ancho como
apoyo de ramajes cogidos con barro y cubier ta seguram ente a dos
aguas . El
suelo es tá const ituido po r barro endurec ido, s i tuándose en
el centro de la única es tancia, el hogar del imitado por una fosa l
Conforme
avanzamos
en
la
e d a d d e l
hierro
se confirma, una diver
sificación en cuanto a los materiales em plead os en su construcción,
teniendo una íntima relación con la s posibi l idades que ofrece el m e
dio, aparec iendo una d e las carac ter íst icas de la a rquitec tura t radi
c ional , cua l e s el emp leo d e los m ater ia les loca les .
El po blado de Soto de Medinilla (Valladolid) prese ntab a e n su fa
se
m ás antigua,
qu e corresponde a l fina l del
bronce, unas
chozas cir
culares de adob e d e un diámetro en torno a los seis
metros,
que en
niveles superiores refuerzan sus pared es con un cerco d e es tacas .
Las pa red es es t án hecha s de dos hojas de adob e colocados a sardi
nel y también su suelo es de ado bes colocados en c írculo dejando
un espa c io c ent r a l pa ra e l hoga r Al rededor de é l y adosado a l m u
ro se s i túa un banco corr ido, que como todo el inter ior se pinta de
blanco y rojo. La cubier ta debía ser cónica em pleando m ater ia les
vegeta les , posiblem ente cañas por su cercanía al río. Enre la s vivien
das se excavaron un a se r ie de peq ueñ as construcciones rec tangula-
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CA A.'S D E N U M A N C I A
TRANSCRIPCIÓN l=»LANO MEUDA
re s
y
cuadradas de
adobe,
con el
suelo
d e
madera ,
que por
los
restos
de grano hallados , se cree que eran graneros ,
Su
em plazamiento en
forma de plataforma, defendida por el río y en la que s e de tec tó una
mural la de poste y
adobe ,
refleja su atención hacia la protección. En
su última fase aparece un vestíbulo abierto delantero de planta tra
pezoidal a modo de es tancia d e protecc ión y a lmacenamiento I
Este t ipo de asentamientos de las vegas y páramos cerea l is tas de
la meseta superior también se encue ntra ident if icado en las pobla
c iones burgalesas de Roa de D uero y Castrojeriz, en em plazamien
tos c laramente cás trenos. En el pr imero se excavó una vivienda
circular de 4,5 m etros d e diámetro, const ituida por es tacas de made
ra asentadas en una zanja con barro E n el segundo aparec ieron mu
ros rec tos de adobe , que como en la Mota de Medina del Campo
conforman
ya
viviendas rectangulares, eso
sí con las
e squinas redon
deadas^. C abe c itar también la excavación de una vivienda c ircu
lar de grandes dimensiones en el cas tro de Lara que corresponde
a l a p r imera ed a d de h ie r ro ' , que puede ha c er pensa r en un uso
colectivo
o
en un a lojamiento común bajo un mismo techo de perso
nas y anim ales dom ésticos, con una clara identificación con la mor
fología básica de las pallozas astur-galaico-leonesas.
Las chozas c irculares ex cavadas en
El
Picacho de Santo Domingo
d e
Silos,
con
unos
diám etros var iables entre
8 y 3 metros,
disponien
do unos muros de
60
cm. de e spe sor ' y los posibles fondos de ca
bana c irculares de unos 6 cm. de diámetro, que se aprec ian en el
inexcavado castro d el Picón de Navas en Hontoria de l P inar' , hacen
ver que también en nuestro terri tor io, a l menos en un pr imer per ío
do de l a eda d de l hierro, existió la vivienda circular, qu e en las cul
turas prerromanas quedó reducida a la zona peninsular noroccidental.
En los dos primeros casos adem ás se em plea la piedra en los zóca
los, diferenciándose con el uso exclusivo de la t ierra en forma de ba-
no , adobe o tapial de las áreas de vega, como en Roa, donde aparecen
peque ños s ilos y semisótanos am pliando el espacio único'".
Conforme avanza la ed ad del hierro los asentamientos van confor
mán dose en emplazamientos defensivos t ipo cas treño en nuestro te
rritorio La vivienda tiene ya una planta rectangular como modelo
único, presentando en los e scasos yacimientos excavados una única
estancia. En el cas tro de Lara se excavaron t res casas rec tangulares
con los muros constituidos p or ad obe s apoyados en un zócalo de m am
poster ía , y los hog ares en el centro de la es tancia rehundidos en el
pavimento O tros cas tres no excavados que denotan plantas de ca
sas rectangu lares por las alineaciones su perficiales, son las de Son-
carazo en Carazo
La
Muela en Co varrubias, San C arlos en Co ntreras,
Salas de los Infantes; en este último se aprecia una vivienda de
8
X
4 m. de dimensión, etc . " .
La evolución, o mejor la transformación, de la vivienda de planta
c ircular encuadrada en es te per íodo e s plenamente coincidente con
la evolución d e la vivienda primitiva que señalan textos re cie nte s'I
La planta c ircular se ofrece como una morfología no adaptada para
su crecimiento, pue s a las dificultades estructurales para conformar
una vivienda de mayor amplitud al cre cer su diámetro, que son difí
c ilmente soluc ionables para es te nivel de tecnología , se añade su r i
gidez en cuanto a las posibilidades de crecimiento evolutivo. Al
contrario, la planta rectangular p ue de am pliarse
m ás
fácilmente
a lo
largo,
no implicando el destrozo de la unidad primitiva y por tanto
presenta una mayor facilidad y economía constructiva.
Dominación romana y germanización:
de lo urbano a lo rural
De la vivienda indígena en los pr imeros mom entos de la presen
c ia romana en la Península disponemos d el repet ido texto de Vitru-
vio, que en el pr imer capítulo del segundo l ibro dedica a «la v id
d e
l os
h o m b r e s prímitivos y d e l o s principios d e
la
humanidad,
como d e l origen d e
lo s
edificios y de sus progresos» . Al escribir
bre dicha evolución señala que la fase m ás elementa l se construía
a b a s e d e chozas y
cabanas ,
con m aderas ver t icales y ramas cub ier
tas de limo o barro o m aderas entramadas rel lenas de
barro,
cubrien-
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do los espacios con
ramas ,
c a ña s y hojarascas, Ello lo d e d u c e d e lo
observado en diversos lugares en tre el los la P enínsula:«... Podemos
e x p l i c a m o s , q u e
esto pasó así en
sus or í genes ,
como hemos
d icho ,
porque
h o y
mismo lo vemos en algunas
n a c i o n e s ,
como
e n C a l í a , e n
H i s p a n i a ,
en
Lusitania
y
en Aquitania cuyos
ed i f ic ios ,
aún
s e
siguen
c u b r i e n d o c o n
chillas
y bá lagos . . . ("scandulis robus te is , an t cha-
ment¡s" ). . .» ' ' \
Se conoce ya en la meseta cas tellana una m ayor complej idad de
la vivienda d e los pueblos indígenas, En la ciudad ce ltibérica de Tier-
m es
(Soria),
se loca lizan viviendas d e dos a l turas que es tán parc ia l
men te excavadas en la roca, disponiendo d e una es tancia delantera
mayor exterior y una menor en cueva al interior, en la planta baja,
y dos es tancias sobre aquél las , comun icadas por una esca lera que
se a poya en e l
lateral.
Se aprec ian, en la roca excavada, la ape r tura
de los orificios para insertar las maderas o viguetas que constituyen
el forjado, así como las excavaciones destinadas a silos".
La influencia que supuso la cultura romana en la evolución de la
arquitectura,
es
clara
a través
d e
las
excavaciones arqueológicas, que
ha aportado un conocimiento amplio de la vivienda señorial, a tra
vé s de
las
m últiples
villas
que en una gran parte constituyeron casas-
pa lac ios de t ipo rura l, que se m ultiplican en el ba jo imperio Ejem
p los de c a sa s más m odestas en la meseta les conocemos a t ravés de
Numancia .
Si
en una pr imera fase
las
viviendas ind ígenas están
cons
t ituidas por dos es tancias a las que se añ ade una cueva para bode
ga, con muros de marapostería y a dobe y cubrición de ramas y barro,
en una s egunda f ase a pa rec en ya v iv ienda s en é poc a roma na que
mu estran un m ayor desarrol lo con la incorporac ión d el pa t io como
elem ento significativo Sin em bargo el patio constituye bien un claro
recinto trasero a modo de corra l que rod ea el rec into d e la casa , en
la que se ap rec ia un pasi llo, o zaguán distribuidor, constante en los
mod elos excavados. O bien dispone de un atrio o patio porticado, que
se pu ede identificar como un per is ti lo, pero que no cumple la fun
c ión d e organizac ión de es tancias habitables , como ocurre con la or
ganizac ión c lás ica de la vivienda romana adaptada a un c l ima
m editerráneo, s ino que enlaza la zona de vivienda con la zona t rase
ra seguramente dedicada a usos agropecuarios , cuadras y a l
m a c e n e s ' I
La
edificac ión d e épo ca romana d e N umancia emplea s imilar tipo
de construcción en sus muros ver t ica les que la cel t ibér ica , mam pos-
ter ía cogida con barro, que a veces se t rabaja a l exterior para con
formar piezas más regu lares y se incorpora la cubric ión cerámica ,
«tegula», y los estucos, prime ro en interiores y luego también al ex
terior.
La romanización d e la m eseta incorporará dichos cambios de tec
nología construc t iva , que también se t raduce n en la am phación de
vanos y espacios motivados por un m ejor conocimiento constructivo,
pero no se rá tan profundo el cambio en la organizac ión de la vivien
da tradicional, pues todavía en el bajo imperio perm anecen, por ejem
plo e n Tiermes o en el cas tro de La Yecla en Santo Domingo de Silos,
viviendas sem irrupestres '^ aunque dicha loca lizac ión también res
p o n d e
a
la vue lta
a las
t radic iones indígenas
y a
la clara ruralización
que corresponde a es te per íodo tardorromano.
Como conteaposición a ello podemos citar la vivienda o casa-palacio
de Clunia , que con sus cuatro pa t ios centra les en forma de cruz y
su gran desarrol lo correspond e a un m odelo d e g ra n p rogra ma p er
fectamente identificable con ottos modelos de c a sa s
romanas.
Sin em
bargo se ap rec ia en é l una c ier ta adaptac ión a l c lima a l organizar
unos recorr idos con pasil los protegidos que escapan de los c i tados
0 »6 A - B 4 , L A ,C O D E C U U N I A
pat ios". No obstante su organizac ión m ás parec e resp ond er a un t i
po arquitec tónico em pleado como un s ímbolo de romanidad en co
rresponde ncia con la ca tegoría social de su d ueño La construcción
emplea
un muro
d e sillarejo
con
pilastras de sillería
embutidas a modo
de cadenas de refuerzo y posiblemente sobre é l se levantaba una
fábrica d e ado be y entramado de m adera . Se aprec ian también
zo
nas excavadas con pavimento de mortero
y
sobre
ellos
la planta prin
c ipa l. Los solados , además d e m osaico, emp leaba ba ldosas en las
estancias de la planta principal.
Las vil las romanas , es tudiadas en sus t ipologías h ispanas en una
publicac ión rec iente", of rec ían unas organizac iones complejas ,
conce bidas como edificac ión autosuf ic iente y en la que no s iempre
estaba presente el per is ti lo como espac io cen tral de la organización,
s ino q ue a menudo se organizaba en diversas edificaciones concen
tradas , como en Baños de V aldearados , que diferenciando los usos
de vivienda principal, sirvientes y agropecuarios.
El capítulo IX del libro 6,° de los
Diez Libros
d e
Arquitectura
d e
Vitruvio es tá ded icado a la disposición de la casa d e cam po, o villa,
que se m uestra
como
aque lla organización compleja q ue reflejan los
ejemplos excavados. Habla de su tamaño y de las cuadras y es ta
blos,
de la organizac ión y carac ter ís t icas de sus elementos básicos:
la cocina, las salas de baños, los cilleros, la almazara, la despensa
d e
aceite, la
bodega ,
las
cuadras para
bueyes, los
apriscos p ara ovejas
y cabras , las cu adras para cabal los , los graneros , pa jares , a lmace
nes , pane ras , tahonas y molinos de pan ' I T ambién nos indica que
en las c iud ades p r inc ipa les , y cita a Roma naturalmente, ex iste la ten
dencia a l c recimiento de las construcciones en a ltura , para ofrecer
una m ayor ocupación:«... levantando s o b r e pilastras d e piedra y m u
ros d e mampostería pisos a l tos , con enmaderamientos continuos que
aumentarán con gran utilidad lo s aposen tos . .»" ' .
Del conocimiento de la tecnología constructiva romana nos da re
ferencia exp resa V itruvio, tanto en lo que respecta a la c imentac ión,
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Noria o rueda de agua. L ibro Pseudo Juanelo Turrieio.
Bibl io teca N acional de Madrid.
d in te l e s y a r cos de des ca rg a , en luc ido y p av imen tac ió n como a l a s
cub ie r t a s , f áb ri cas de m amp os te r í a y b ó v edas , q ue en ocas iones s e
recog erán en métodos t radicionales ex tendidos en la arquitectura po
pular , Y también me rece la pena refle jar en pa labras de l nusmo autor
e l conocimien to q ue en d ich a ép oc a s e t en ía de l a s r uedas , aceñ as
y molinos de ag ua que tanta impo rtancia van a tene r en nues tro ter r i
tor io en época pos ter ior:
«...
En torno a su
frente se fijan
unas paletas
que,
cuando son
impelidas
por el ímpetu de la corriente del
río,
hacen girar las ruedas, y así, sa
cando el agua d e los arcaduces, la hacen ascender sin necesidad d e
la intervención de hombres, y por el solo em puje de la co rriente del río
suministran el agua que para el uso sea menester
De la
misma manera se mueven
los
molinos de agua, que son en todo
semejantes, excepto que tienen en
uno
d e
los
extremos del eje
un tam
bor dentado que
colocado verticalmente gira
con la rueda. En
conexión
con este tambor hay otro mayor, asimismo dentado y dispuesto horizon-
talmente, que forma cuerpo con la rueda . Así los dientes del tambor que
está embutido en el eje, empujando los dientes del tambor horizontal,
hacen girar la muela. En esta máquina, una tolva que está colgada sumi
nistra trigo a las muelas y por efecto de esta misma rotación se va
m o
viendo la harina...»^'.
O tros tex tos clás icos nos hablan ya de otras edif icaciones agro pe
cuar ias auxil iares , que ya ex is t ían en ese momento en la Península.
C omo lo s p a lom ares a l o s q ue h ace r e f e r enc ia Marc ia l en uno d e
sus ep igram as al hablar de su Bílb il is natal l P lin to nos indica las
p ecu l i a r idades de lo s s i l o s como a lmacenes de g r ano
^l
O Var ró n
nos menc iona ya al hórreo s in mdica r su local ización en e l ter r itor io
peninsular^'.
La vuel ta o e l mantenimiento de la cul tura indígena, que supuso
la época tardorromana en la meseta cas te l lana y la invas ión de los
pue blos germ ánicos , tuvo ref le jo en e l re torno a ocupar asentam ien
tos anter iores . Las v iv iendas sem irrupes tres de L a Yecla en Santo Do
ming o de S i lo s da t adas y a en ép oca de l b a jo I mp er io s e m an t i enen
en ép oca v i s ig oda
^l Y
cons tan temen te en m uch as de l a s cuev as o
ab r ig os ocup ados an te r io rmen te como, p o r e j emp lo, l o s q ue s e en
cuen t r an en e l en to rno de l m onas t er io de S an P ed ro d e Ar lanza s e
han real izado hal lazgos mater iales de época v is igoda.
Las referencias que real izó San Is idoro en sus Et imologías s ob re
a lg unas ed i f icac iones nos p ued e s e rv i r como una de l a s e s cas as r e
f e r enc ias q ue t enemos de e s t e mom en to As í s e r e f i e re a l o s cas a l e s
o cas a r e s como m ans ió n ag re s t e h ec h a de m ade ra , a l a s ti e r r a s vas -
conas do nde l a s cas as s e cons t ruyen d e p ied ra s in mor te ro , cub r ién
dose con arci l la s in coc er o t ier ra ap ison ada ^ T odo lo cual sug iere
a pesar de las claras reminiscencias indígenas , la evolución que de
bió seguir la cons trucción en m adera y p iedra, conf irmada por la pre
sencia d e un ins trumental importante en las excavaciones , que ref le ja
sobre todo el t rabajo amplio de la pr imera.
De la repoblación medieval a la edad
m o d e r n a :
E l inicio de los tipos básicos
La rotura poblacional que produjo la conquis ta árabe de la Penín
s u la en l a mes e ta cas t e l l ana , aunq ue m a t i zada en
lo s
t é rminos p r ec i
sos,
obl igó a una ocupa ción ter r i tor ial pos ter ior y cons iguiente rep o
blación, que en su desarrol lo en e l ter r i tor io burgalés apenas se
ser
v irá de los asentamientos anter iores salvo en casos excepcionales o
para ins talación de puntos de v ig i lancia o defensa.
El lo naturalmente implica la des trucción f ís ica de la arquitectura
anter ior pues s i hubiera ex is t ido se hubiera al menos parcialmente
r ecup e rado , aunq ue l a e s cas a du rab i l idad de s u s ma te r i a l e s con t ri
buyó a e l la Así pues se generó todo un proceso cons tructor en los
nuevos asentamientos en los que conf luyeron las t radiciones y cono
cimientos apor tados por los diferentes grupos de pobladores de pro
cedencia diversa: ant iguos v is igodos que huyeron en los pr imeros
momen tos , morado res de l s u r o mozá rab es q ue s e i r án inco rp o ran
do hacia e l nor te los indígenas t ramontanos , cántabros y vascones ,
en los que e l proce so latmizador había tenido una mfluencia esca sa.
De l p r imer p e r íodo p ob lado r , donde s e con f ig u ran p oco a p oco
las aldeas como asentamientos homólogos , só lo se disponen de al
gunos datos ais lados a los que se pue den añad ir algunas ref lex iones
sobre alguna perv ivencia de modelos homólogos en Cas t i l la y León.
Elementos s ignif icat ivos de es te momento son las cons trucciones
trogloditas que han l legado has ta nosotros , en forma de ig les ias , ere
mitorios y necrópol is rupes tres , como res tos de los pob ladores o asen
tamientos a los que serv ían y dentro d e una cronología qu e las s i túa
entre los sig los vi ii a l x . Es te fenómeno rupe s tre surge, apoyado pr in
cipalmente en e l cañón del cauce f luvial del r ío Ebro, a par t i r del
siglo VIII, primero en íntima relación con el hundimiento del reino vi
s igodo y la invas ión árabe, que provocarán una emigración de gen
tes del in ter ior hacia es tas zonas de más dif íci l acces ib i l idad. Se
amp liará duran te e l s ig lo ix y x , ya en re lación con el pro ceso repo
b lado r , ten iendo una e s p ec ia l in t ens idad t amb ién en e l á r ea s e r r a
na , deb ido a s e r una zona r e l a t iv amen te r ecó nd i t a a p es a r de s u
me ridional idad. Se pue den ci tar en e l nor te los eremitor ios de Cil la-
per iata. P erros , Fresnedo, d el Horno y Tía Is idora en Montejo de Br i-
cia , de los Moros en Manzanedo, San Ped ro en Ages , la Mosquita en
Incinil las, San Pedro en T ár tales de Cil la , Santa Ana en Of ia, e l P ópi-
lo en Herrán, San Mames en Obarenes , las Cuevas en Encío , entre
otros '. Pero quizá las más e spec tacu lares por su gran desarrol lo
sean la de San Miguel en Pres i l las de Br icia , que forma par te de un
conjunto , que, se ubica en la zona de V alderr ibe ya dentro de Ca nta
br ia; la ig les ia de las Cobas dentro del conjunto de habitación ru
pes tre s i tuado entre Laño y Albama, o la ig les ia excavada junto al
monas t e r io de Hene ra , ce r cano a Miranda de Eb ro^ l
Tanto la ig les ia de las Cobas , como San Miguel forman par te de
un p ob lamien to rup es t r e o s emi r rup es t r e , más ev iden te en e l p r imer
caso pues ex is te un buen conjunto de cuevas excavadas . En Pres i-
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UlJbC'r;3a
ÍCROPO...Í ce 11
eoíoo >aun<;os.
l ias de Bricia las oqu edad es se ampliaban con construcciones exte
r iores señaladas por las m uescas rea lizadas en la piedra para as iento
d e muros y pies d erechos de madera , es tablec iéndose un amplio con
junto de habitaciones.
La
diferencia e ntre estas construcciones rup estres qu e amplían las
oque dade s exis tentes en la roca picándola , con otras construcciones
rupestres
no
naturales citadas de
tipo
celtibérico, es qu e en
estos
ca
sos
se alcanza
unas
dim ensiones supe riores
tanto
en la conformación
de espacios como en la conformación d e b óvedas y nervios de re
fuerzo d e las mismas ta l ladas en la roca , que dem uestran una m ayor
perfecc ión en la labra de la piedra .
También e s prec iso c i ta r las igles ias semirrupestres d e la Sierra
de la Dem anda burgalesa , que son cabeza de imp ortantes necrópo
l is de tumbas antropomorfas excavadas en la roca , como las d e Cu-
yacabras en Q uintanar de la Sierra y Revenga. En ellas se refleja el
em pleo de s i ller ía y sillarejo y p ies derec hos de ma dera pa ra a poyo
de la cubrición. A su lado se s i tuaban los poblados p or a lgunas se
ñales de postes y ca jeados en la roca de los a r r a nques de
muro,
aun
que a l no haber excavado y es tar cubier ta de espacios de t ierra
vegeta l no es po sible es tablecer conclusiones respe cto a la confor
mación de su arquitectura^'.
Para com pletar la imagen de la arquitectura tradicional de este m o
mento, con habitac iones no rupestres , deb em os recu rr ir a la pervi-
vencia de las viviendas con cubier ta d e pa ja de la m ontaña leonesa ,
entre las qu e hay que incluir a la propia palloza en su límite norocci-
dental, constituyendo el mayor conjunto de viviendas con techo ve
getal que todavía se conserva en España. Un breve análisis de dichas
edif icac iones con p lantas rec tangulares y cubier ta a d os y cuatro
aguas d e colmo, nos pued e sugerir cómo eran en n uestro terr itorio.
La organización interna está caracterizada por la mínima compartí-
mentac ión inter ior , en la que se dis t inguen los espacios d e animales
y personas , aunque como en la pa lloza a m enudo no tengan un ce
rramiento continuo hasta el
tejado.
El espacio des t inado a
las
perso-
Iglesia rupestre
d e
San
Miguel
Presillas
d e
Alfoz de B ricia).
Br ic ia
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ñas pu ede como m ucho dividirse en dos es tancias , una dest inada a
cocina dond e se come y se descansa y otra dedicada a alcoba y des
pensa , em pleando como en la pa lloza también los «escaños» d e la
cocina
como
s i tios de dormir para par te d e los m iembros de la uni
dad familiar.
Constructivamente
se
distingue
una
estructura de m adera compuesta
por p ies derech os que enlazan con las vigas y cabríos que forman
la cubier ta . El cerramiento d e piedra , m ampostería por lo genera l ,
un añadido q ue arrios tra los elementos ver t ica les de made ra , aun
que también e s posible encontrar soluc ines con carreras que t ras
miten la carga direc ta a los m uros. La pa ja o colmo de centeno e s
la cubrición d e esta viviendas, a las que se incorporan otra edifica
ciones auxiliares.
La pervivencia en el terr itor io leonés , sobre todo ha s ido debido
al mayor aislamiento pu es en e l burgalés son muy conocidas las gran
des vías romanas y d espué s los caminos medievales tanto en direc
ción E-0 como N-S.
Junto a las cubier tas de pa ja seguramente exist ieron las de tabla
de made ra , del mismo modo que se extendieron por las zonas vas-
conas d el norte pen insular , y d e las cuales son todavía bue na m ues
tra d e ello el empleo en algunas construcciones de la montaña navana.
Valle de E rro Aezkoa, Salazar y Roncal y en la baja N avarra en Zu-
beroa con la denominación de «oholatx»^".
Las montañas burgalesas septentr ionales e ibér icas son las áreas
dond e presumiblemente p udieron exis ti r construcciones comp letas
de m a dera. Hoy todavía se rec uerdan en el área serrana ibér ica las
caban as pas tor i les de ramajes, y se pu ede encontrar a lgún ejemplo
de refugio de s imilar construcción en P ineda d e la Sierra . O una an
tigua construcción residencial en Quintanar de la Sierra, dentro de
la zona pinar iega , donde la madera es el elem ento básico, incluso
em pleado en forma d e tabla y tablones en la constitución d e los ce
rramientos de fachada.
También es necesar io refer irse a las construcciones m ozárabes y
prerrománicas tanto d e tipo religioso como m ilitar (San Félix d e O ca,
San V icente del
Valle,
Santa Centola en
Siero,
Santa Cecilia en Santi-
báñez de l
Val,
Santa María de l R etrotillo, San Julián de Lara, la T orre
de Doña U rraca en C ovarrubias) en las c ua les des t ac a e l em pleo d e
la piedra e n forma de sillería
y
sillarejo, qu e revelan una cierta rela
ción
con la
arquitectura visigoda
culta,
aunque t ienen una
mayor tos
quedad. Se conocen en es te pr imer té rmino, los molinos , que se
comienzan a citar en el siglo
ix
en concreto en T aranco de Mena en
el año
800, y
que en
los
siglos siguientes tend rán
un
amplio desarro
llo en el territorio provincial.
El segundo per íodo de repoblac ión medieval , que se desarrol ló
a p artir de finales del siglo xi y comienzos del xii con el evidente in
tento real de concentrar a la población, mediante la creación y fo
mento d e las vi llas medievales , va a marcar una diferencia de las
viviendas de és tas con respecto a las de las a ldeas . La vivienda en
estos núcleos semiurbanos va a tener un c laro condic ionante en el
tamaño de su parcela , q ue la obl igará a adaptarse a ella. La constan
te de l es trecho parcelar io se conoce tanto en las vil las burgalesas
que d i sponen d e un trazado r egula r que c or responde a un plan pre
fijado como en la P uebla d e Arganzón, Villasana o R edecilla del Ca
mino,
como en aquel las otras que no lo presentan e inc luso se
conservan en a lgunos núcleos m enores o a ldeas , como Q uintanil la
San García, Ages o Fresno d e R iotirón. Si bien en los fueros burgale-
ses conservados no ap arece referencia a la regulac ión del tamaño
parcelario, cosa que s í ocurre en otros lugares como el navarro de
Laguardía en su fuero dado en 1165, la similitud y repet i t ividad d en
tro de unos c iertos m árgenes d e d ichos tamaños parcelar ios señ ala
una c ier ta costumbre o norma habitua l exis tente a l resp ecto
El crecimiento en altura, que obligó a las edificaciones condicio
nadas por ese parcelar io, hizo que el desarrol lo y empleo
de soluciones de muros a l igerados compuestos por entramado de
mad era rel leno de fábr ica , fuese una constante d e e s te per íodo re
poblador , que poco a poco se fue ex tendiendo a la gran mayoría de
edificaciones del ámbito rural burgalés.
Las soluciones de en tramado de m adera , denominado aquí como
«emplenta»
o
«implenta», facilitarán la ejecución de los cuerpos vola
dos como una solución simp le y económica, estructural
y
d inera ña -
mente
Conocemos su empleo
e n
la
arquitectura romana
como
fórmula
habitual, e incluso fue com batido en el siglo iv d. C. por los prefec
tos de la ciudad de Roma, para evitar su vuelo sobre la vía públi
ca^'.Se conoce también su em pleo en las casas conservadas d e la
vía del Balcone e n P ompeya .
La
madera
como
material de construcción alcanza
un alto
desanol lo
en es ta ép oca medieval y de el lo son m uestra constante las conce
s iones de aprovechamientos de l bosque
y su
ma dera
tanto
para leña
como para construcción, como señala por ejemplo la concesión que
da Alfonso V il en 1142 a los habitantes de San Miguel de P edroso de
cortarla en los Montes de O ca^l O la propia referencia que a l res
pecto se rea l iza en el fuero de Miranda de Ebro dad o po r Alfonso
VI e n
1099«...
y que corten leña o m a d e r a s , y ¡o lleven para
quem
y para hacer casas . ,
j ^ .
La importancia que alcanzaron los cu erpos volados en una-c iudad
como
B urgos,
llevará e n 1532 a realizar a Carlos I una provisión que
ordena que no se hagan «salidizos» que excedan de la t i ran tez e igu
dad de la calle», ni tampoco se permita reparar o rehacer los ya
cons
t ruidos para q ue
«las calles
q u e d e n m á s
anchas
e igua¡es»^ \
A la propia evolución constructiva que se adaptará a los materia
les de edificación dispo nibles a
nivel
local
hay
que añadir la organi
zativa. La consolidación de la repoblación en el territorio burgalés
permit irá un as ac t ividades agropecuarias diferenciadas en función
d e las posibilidade s biocliraáticas del
medio,
a las cuales hemos he
cho referenc ia en el anterior capítulo. Así la organización d e la vi
vienda y sobre todo la edificación aneja de tipo agropecuario, va
necesar iamente a conformarse de acuerdo con las diferencias po-
ductivas y cul tura les de cada zona burgalesa . No sólo van a se r las
nuevas diferencias funcionales, q ue se van a genera r de tipos d e pro
ducción diferenciadas , s ino aquel las otras que los grupos de repo
bladores d e p rocedencia diversa van a aportar .
A pesar de la gran influencia no rteña de los pobladores , no deb e
descar tarse las influencias meridionales, que au nque e scasas son re -
señables , sobre todo en las áreas de la R ibera del D uero y el Pára
mo de l Pisuerga, tanto a t ravés de los elemen tos incorporados en la
arquitec tura cul ta, en la que los ar tesonados m udejares es tán p re
sentes , como d e otros deta lles meno res que aparecen en la a rqui
tectura tradicional
rural.
En este último caso cabe señalar los trabajos
de l a s ca beza s de l a s
vigas,
c a nes y caneci l los de m adera en forma
de quilla de or igen mudejar, que todavía puede n encontrarse hoy
en algunas edificaciones. Y s in dud a la extensión que a lcanzará la
cubier ta d e teja cerámica a finales de es te per íodo t iene también ex
pl icac ión en la comunicación norte-sur , en la que es tán p resentes ya
desd e el s iglo xi a lar ifes m oriscos que aunque no muy numerosos ,
trabajan
ya
en el territorio burg alés,
como
e n
la
construcción d el
m o
nasterio d e Silos o más adelante en el de Las Huelgas.
76
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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La influencia de Al-Andalus también s e expresa en la apar ic ión de
los m olinos de rued a vertical que van a sustituir a los de rueda hori
zontal, a partir d el siglo x en Castilla, de modo progresivo sobre to
do en los núcleos urbanos y pr inc ipa les r íos a l ser m ás ef icaces*.
Conocidos por el nom bre de «aceñas», o «azena» e n
árabe,
podemos
encontrar citas documentales abundantes en el siglo xiii en nuestro
ámbito territorial. En 1285 Sancho IV o rdena a l monaster io de Cova-
rrubias que devuelva la mitad de un molino y una aceña a Martín Díaz
de Burgos '. O la concesión po r el m ismo m onaster io en 1309 pa ra
ret irar una aceñ a y reconstruirla en otro lugar, con dos pied ras, una
para moler grano y otra para enfur ti r lana*. El propio nombre del
pueb lo de La Aceña de Lara, citado en el siglo xiii como «molino del
agua» es m uestra de su presencia en
un medio
c laramente
rural.
P e
ro sin dud a su existencia
ya
es anter ior pues en el fuero de Miranda
d e
Ebro
da do en
1099
por Alfonso
VI
s e
los
cita
como
elementos
exis
tentes d entro d el territorio
concedido:«... con solares
y
con h e r e d a
des ,
y con huer tos y v iñedos , y con á rbo les , agu as y r ío s , y con wohnos
y aceñas , y con p e s q u e r a s , prados y pas tos , y con dehesas y repre
sas ,
y con montes y fuen tes , y con s ie rras . .»^ ' ^ . O c omo e l ementos
que pu eden ins ta lar los pobladores l ibremente dentro de sus térmi
nos: «... r u e d a s , m o l i n o s, pesqueras o reguera s . .»*" .
La organización interna de la vivienda va a comp lejizarse con ten
dencia crec iente
a
c rear e spacios especia lizados
en
relación
con
a c
t ividades o a lmacenamientos agrope cuarios , La compartimentación
de los espacios propiamente vivideros pa rece reflejar hac ia su es-
pecialización y aunque al principio la diferenciación básica estará
entre e l espacio centra l y principal: la cocma o el hogar, y las habita
ciones o espacios indiferenciados para dormir, estar, trabajar o al
macenar , m ás adelante se confirmará con la apar ic ión d e las sa las
y las a lcobas o cámaras .
La existencia relativamente ab undante de ciertas edificaciones ag ra
r ias se detec ta a t ravés de las c i tas que rec iben en la documenta
ción del momento. Así en 1213 se cita a un pa lomar en una huerta en
donación a la catedral de Burgos^'. En 1356 en compra realizada
por el concejo de Belorado se c i tan bodegas^^ que se conocen en
el siglo anterior, al citar la que poseía en la villa Alfonso X en una
donación rea l izada a dicho lugar en la que se inc luyen viñedos '^
La imagen que ofrece de e l las Gabriel Alonso de Herrera a comien
zos del siglo xvi, refleja fielmente una situación que no ha variado
apen as d esd e la mitad d e e s te per íodo hasta el s iglo ac tua l . En su
Agricultura General
ded ica la a tención a elem entos como las eras
o los
trojes
y los silos, los
lagares
y
bod egas , los cerramientos de las
hered ades , las colmenas , a los es tablos d e ganado ovino, los pa lo
mares los gallineros
y
los es tablos de g anado d e cerda , ganado va
cuno y.de labora l
Ya en es te per íodo e s posible reseñar a lgunos ejemplos d e edifi
cac ión que han perd urado hasta hoy, aunque con las consiguientes
transform aciones. Sin em bargo la continuidad d e las soluciones pri
mitivas de entram ado h asta finales d el siglo pasa do y comienzos de
éste hacen que sea har to dif íc il es tablece r su fechado rea l s iendo
posible hacer lo con un cierto ajuste en aqu ellos casos en que incor
poran elementos decorativos de ép oca, como los tratamientos d e
hue
cos. Es por ello que la datación del siglo
xiii,
para la conocida casa
de doña Sancha en C ovarrubias, resulta , a pesar d e una c ierta una
nimidad en los escri tores loca les , s iempre dudosa . Sin em bargo s i
comparamos su arquitectura con el resto d e la edificación po rticada
aneja que p resentan elementos de los s iglos xv y
xvi,
podemos a se
gurar por su primitivismo una mayor antigüedad, a pesar de la in-
Los entramados de m a d e r a , dominadores de arquitectura popular
medieval europea y b u r g a l e s a . Dibujo de Vioilet le D u c ,
fDictionaire raisone...»
corporac ión de un ba lcón con cerra jer ía poster ior E sta casa es un
claro ejemplo de la emplanta m edieval evolucionada,
a
pesa r
del tra
bajo tosco de la madera , a l incorporar elementos de arrios tramiento
También podem os encontrar a lgunos ejemplos de casas m edieva
les, rea l izadas en fábr icas d e p iedra s i tuadas sobre todo en la zona
septentr ional de las Merindades. La casa gót ica de Herrán pue de
recordar , en su extensión en a l tura , la imagen d e los toneon es de
fensivos y plantea la relación e influencia de la arquitectura culta en
el medio rura l , de la cual , a par ti r de es te m omento d e finales d e
la
e d a d
m edia,
com ienzan
a
existir ejemplos qu e perviven. También
en e s ta soluc ión de fachada , rea l izada
en
p iedra de
toba ,
se aprec ia
el deseo de señalar un tímido cuerpo
volado,
rematado por debajo
con moldura de cuar to de bocel , como rec uerdo de los cuerpos
vo
lados de entramado.
La dicotomía e ntre los entramados y las fábricas de piedra y la sus
t itución de los primeros por aquél los , va a suc eder en el último p e
r íodo d e la edad media d ebido a l m iedo a la f recuencia y extensión
de los incendios , en concreto en la zona burgalesa norteña , dentro
de un proceso gen era lizado que se aprec ia en todo el nor te penin
sular, La ordenanza d e la villa de San Sebastián d e
1489,
fomenta la
construcción en p iedra d e su edif icac ión ' Pero también es te ma
yor empleo de la piedra en el nor te provincia l es tá c laram ente rela
cionado con
la
existencia
del
labrador-hida lgo que de a lguna m anera
en su casa quiere represe ntar su hida lguía , volcando sus desvelos
7 7
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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Casa gótica
d e
Henán (Valle
d e
Tobalina) .
Casa con muro cortafuegos. Santa Gadea
d e l
Cid.
Casa
d e
doña Sancha. Covarrubias
C£>VARR\ja¡^^St
Casa d e los siglos XIII-XIV d e la
Borgoña.
Dibujo d e V ioUet
le Duc. iDictionaire raisone...».
7 8
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en mos t r a r una imag en ex te rna des t acada , en l a q ue in t e rv iene e l
emp leo de ma te r i a l e s de may or cos t e y r e l ev anc ia s oc ia l .
Fruto también de es ta preocupación por los incendios , favorecidos
p o r e l emp leo mas iv o de l a made ra , e s e l emp leo de muros p o r t a -
f ueg os de p ied ra , q ue s a l en d e l a línea de l a fach ada p a r a p ro t eg e r
lo s cue rp os v o lados y de lo s cua le s ex is t en un b ue n nú mero de e j em
plos en los núcleos de la mitad nor te provmcial , como en una casa
de S an ta G adea de l C id , r ematado p o r t r e s mo ldu ras de cua r to de
b oce l s uces iv amen te v o ladas . Es te t ema s e ex t i ende inc lu s o a l ám
b i to eu rop e o có mo p on e de manf ie s to e l e j emp la r med iv a l r ecog ido
por VioUet le Duc.
De la
edad moderna
a
nuestra
é p o c a : E l
desarrollo
de
lo s
tipos básicos
Las inf luencias d e la arquitectura cul ta en la arquitectura rural , so
b re todo a t r av és de l a r e s idenc ia de lo s l ab r ado res y g a nade ros aco
modados , q ue s e h ab ía de t ec t ado a f ina l e s de l a Edad Med ida , s e
van a in tens if icar en todo es te per íodo, apareciendo la casona rural
como una t ipología p lenam ente ident if icable , en la que e l racional is
mo composit ivo se señala en la s imetr ía de sus fachadas que incor
pora, en composiciones s implif icadas , e lementos decorat ivos de
ép oca , r enacen t i s t a s y b a r rocos . Es t e tip o s e s i tú a a med io camino
entre e l palac io rural o urbano, q ue ha sus t itu ido a la torre o al cas t i
l lo señor ial , y la arquitectura t radicional del habitante modes to del
med io ru r a l ,
En e s t e p ro ces o d e inco rp o rac ió n de o t ro s e l emen tos cu l tu r a le s ,
en es te caso arquitectónicos , y por tanto en e l desarrol lo de la pro
pia conformación d e los diferentes modelos que se van caracter izando
en las diferentes áre as com arcales , t iene una gran imp ortancia la
exis
t enc ia de a r t e s anos e s p ec ia l i zados en l a cons t rucc ió n .
En el me dio rural serán los carp interos , a lbañües y yeseros los que
normalmente dir igen la cons trucción de las edif icaciones , levantan
do l a emp len ta y da ndo lo s en luc idos. Los can te ros s ó lo ap a r e ce r án
ocas iona lmen te y s on au tén t i camen te m aes t ro s q ue p roy ec tan , con
tratan y dir igen a los of iciales , aprendices y obreros que e jecutan
la obra. La mayoría de és tos en e l ter r i tor io burgalés son de proce
denc ia cán tab ra o vas ca aunq ue t amb ién s e conocen un nú c leo im
p o r t an te de a r t e s anos de l a s Mer indades q ue s e des p lazan f ue ra de
su lugar de or igen a t rabajar en gran par te de la provincia. Así por
e j emp lo Madoz nos señ a la q u e en C o l ina«... generalmente se ocu
pan sus naturales en el oficio de
canteros,
sal iendo a trabajar a t ie
rras de
B urgos. . .», en Cor tes donde exis ten«. . .
oficiales de cantería
que van a trabajar a Burgos. .» en e l p a r t ido de S edañ o s eñ a la q ue
existen«... of ic io de can teros que ejercen mucí ios de sus m oradores,
especialmente los del Val le de Zam anzas y Hoz de Aneba. . .»*^.
N orma lmente se cono cen ya en e l s ig lo xvi es tos of icios especial i
zados c i t ándos e lo s y es e ros de Oñ a y B r iv ie s ca" , t en iendo lo s a lb a
ñ ü es y y es e ros una o rg an izac ió n g r emia l q ue ex aminab a p o r t r e s
«veedores» o albañües exper tos prohib iendo ejercer al no examina
do , como ind ican l a s o rdenanzas de a lb añ ü es y y es e ros de l a c iudad
de Burgos dadas en 1529^*. És tas velaban por la cal idad de las
obr as y de los mater iales , v is i tando las pr im eras y los luga res de fa
b r i cac ió n - h o rn os d e l ad ri l lo y t e j a - d os v eedo res a lb añ ü es y ot ro
te jero. Las v is i tas las real izaban tanto en la propia ciudad como en
su entorno rural amplio , dond e cons truían otros ar t íf ices no incluidos
en e l g r emio , como as í l o s eñ a la la o rdenanza de
«... 23. Que salgan dos beces al año a bisitar la comarca. O trosi horde-
namos e mandamos que por quanto en los alrededores e jurisdiciones
desta ciudad se hacen muchas obras, asi de yglesias, casa s de mayoraz
gos y otras de clérigos e labradores, las qu ales obras, por no aver quien
las vea ni rexistre, hacen los oficiales, quienes las toman hac er lo que
se quieren, y ansí los dueños quieren llevar B eedores e maestros que
las
bean es
a
mucha
costa; por tanto
declaramos que
lo s
maestros B ee
dores,
que por nosotros fuesen nombrados por exam inadores y alarifes,
salgan por la com arca y jurisdición a bisitar tales obras, esi fueren bue
nas e bien hechas, tengan dichos dos Beedores dos reales de derechos
paga deros por mitad uno por el dueño de la obra y otro por el oñcial
o m aestro que hiciere la labor siendo examinada Mas si fueren hechos
.en contra destas Hordenanzas y del buen edificar sean castigados los
quales hiecieron conforme a lo capitulado y arriva dicho, y e l dueño de
la obra p a p e a los dichos Be edores por su travaxo, e por avonable su
labor conforme
como
fuese
su
obra, de manera que
no
suba
lo
que lle
varen
dichos Beedo res de quinientos
maravedís,
ni baxen lo
qu e
le s
die
ren de ocho
reales,
y esto fuera de las penas que condenam os e pagaren
los maestros, e la salida e besita sea dos beces cada
año,
sino fueren
llamados por algunas personas para ello» '.
Otros of icios que se ci tan en es ta ordenanza son los «retexadores
y tapiadores», comp le t ando l a g ama d e e s p ec ia l i s t a s q ue op e ran en
el medio rural .
También en los núcleos menores ex is t ían ar t í f ices , que real izaban
las ob ras más s ip ü ica t iv as de l l ug a r y p od ían p a r t i c ip a r b ien d i r ec
t amen te o b ien a t r av és de s u s ap r end ic es u o f i c ia l e s o p eo nes en
las obras que real izaban los vecinos del lugar . Era tam bién f recuen
t e e l s ub con t ra to p o r p a r t e d e un mae s t ro de m ay or ca t eg o r ía a o t ro s
canteros , como el que real izan los de Retuer ta , García Ruiz de Azo
y J uan G u t ié r r ez de P oza , p a r a r ea l i za r l a s p a r ed es d e m amp os te r í a
q ue t en ían con t r a tado lo s maes t ro s de A rap ue ro P ed ro y Dieg o de
Peragul lano en 1543^°. A la vez se pueden encontrar e jemplos res i
denc iales qu e m ues tran una clara inf luencia cul ta en su organización,
sobre todo ex ter ior , y donde
junto
a una m ay or amp l itud mte rna
y
o r
ganización más racionalizada se incorporan elementos ge nerad os des
de la propia cul tura rural , s iendo la cocina y e l horno p iezas que
rep i t en en s u o rg an izació n lo s t ip os de l a s cas as m ás modes tas de
l a zona o com arca .
La evolución de la arquitectura e s quizá más am plia en e l nor te pro
v inc ial p o r l o y a comen tado , ap a r ec iend o p o r e j emp lo l a s o l ana en
tre los resal tos de los ant iguos muros cor tafuegos como sus t i tu to de
los cuerpos volados , para conformar e l e lemento caracter ís t ico ex
t e r io r de l a l l amada cas a cán tab ra
o
m on tañ es a , p a r a lueg o y a a p a r
t i r de la segunda mitad del s ig lo x ix t ransformarse dicho balcón en
g a le r í a ac r i s t a lada , f enó meno q ue e s comú n en toda la com arca d e
Las Mer indades .
O t r as ev o luc iones s on menos d r á s t i cas , p o r e j emp lo en l a s c as as
ca r r e t e r as , t i p o q ue nace r á como r e s p ues t a a l a neces idad de aco
g e r a un b uen nú mero de ca r r e t a s a f ina l e s de l a edad med ia . De
los e j emp la r e s d ond e s u ca r ac t e r í s ti co p o rch e de lan te ro e s t á cons ti
tu ido p o r p ie s de r ech os de made ra , s e p as an a lo s p o rch es ce r r a
dos p o r f áb r ica y r ematados p o r un a r co de s ü le r ía , q ue ap a r ec e en
par te de eUas en e l s ig lo xvii l.
El nr ismo proceso d e sus ti tución de la made ra por p ied ra se ha dad o
en e l con jun to de l a S ie r r a de l a D emand a p ues inclu so en l a s zonas
b os cos as y m ade re r as l a s cas as de mam p os te r ía s on h oy l a cons truc
ción mayori tar ia. Se t ienen ci tas documentales de la importancia de
la madera en e l s ig lo xvi , como se señala en un p lei to entre La Ga
l lega y P iniUa de los Barruecos , en
1551,
e l q ue r e r l o s p r imeros h a -
79
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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^ í»f/ i t i / / / ta / íJS¿/¿ta ' ^yz^MÍ i i ^¿ix tÑ¡ .oJ '¿" i í ^ r ' i ' y ^ 'á '& '^ ' - ' ^ ' ^ AérJr.
tk>
I
ti
i i
sj ikí
1
V — ^ / - - — — — '
Casa en la calle de la C a l e r a , en
Burgos , ¡842 .
(Archivo del Ayuntamiento de Burgos.)
cer cor tas en los pinares de los segundos, y la sentencia favorable
a estos últimos señala que
<(...
p o r q u e d e l dicho pinar liacen c a s a s
d e l
pueblo
y la s reparan . . .»^ \
En el propio Catas tro de Ensenada ,
en'1753, se señala por ejemplo q ue exis ten on ce carpinteros y un al-
bañil en el pueb lo m ás importante d e los pinares bu rgaleses , Quin-
tanar d e la Sierra'^ indicando todavía en este m omento la importan
c ia de la construcción en m adera .
Todavía e n 1778 se indica a l refer irse a las edificaciones serranas
que:«... Generalmente la fábrica y construcción d e las casas e s b a
ja , grosera y d e m u y poca dura c ión . . .; sobre todo en lo s pinares que
quitando dos o t res varas q u e construyen d e piedra y barro lo
res
tante de la fabrica e x te r ior e in ter ior e s de madera , de lo q u e p r o v i e
n e e l que haya con frecuencia incendios considerables y otros daños
q u e atrasaron y ruinaron mucho a lo s pueb los . . .i>^ \ Será a par t ir del
s iglo pasado e incluso en la pr im era mitad d e és te cu ando el proce
so de susti tuc ión de dicho mater ia l por la piedra se culmine.
En l a s vega s y en m enor medida en los pára mos burga leses , don
de la piedra escasea , continúa hasta bien avanzado e l siglo xix el em
pleo de l entramado de mad era , que sólo había r iva lizado en a lgunas
zonas con el tapia l, y el cual ya en el s iglo pasado es un m odo de
hacer prác t icam ente m arginal , dominando el adob e como mater ia l
y fábr ica dominante. En su organizac ión la ant igua cocina d e ho gar
va a ser sus ti tuida por la cocina de t rébe de, an teceden te de la glo
r ia , extendiéndose es ta últ ima p or gran p ar te de la geografía b urga
lesa a partir de la transición del actual siglo y el anterior. Es decir
s e puede a prec ia r
como,
en los comienzos de es te per íodo tempo ra l
y como culminación d e la e dad media , los tipos carac ter ís ticos que
hoy c onocemos de c a da c oma rc a o área burgalesa es tán ya configu
rados en sus rasgos básicos ,
Sólo en ocasiones muy excepcionales se em plea m asivamente la
pied ra en las áreas d e vega dest inada a edif icac iones d e persona
jes acom odados, pu diéndose expl icar también la sust ituc ión de los
entramados po r las fábr icas d e adob e reforzadas con ladr il lo o el
ladr il lo a secas , por el temor a incendios . Las ordenanzas d e los a l -
bañiles
y
yeseros de
Burgos,
c i tadas , dedica una espe cia l a tención
a es te temor
y
en especia l a la construcción de las chim eneas como
lugar do nde s e or iginan la mayoría de
ellos.
Por ejem plo las d e 1595
ordena n
que«... dichos albañiles cubran
m u y b i e n d e
yelsso las m a
deras en que s e arman las dichas c h i m e n e a s , d e suerte que p o r no
q u e d a r vien cubiertas n o subzeda algún yn zend io . . .»^ ' '
y o bl iga
que sean
visitadas las
dichas obras por
los «Vedores»
para que se
cum
pla lo es tablec ida Las ordenanzas de 1609 t ienen inc luso un m ayor
detalle y condic iones al respecto *... que ningún maestro aga c h i m
neas de emplenta po r la falda y cañón asta lo alto d e el te xado , y q
p o r la parte d e la pared de lo hueco d e la chimenea suba un tabiq
d e ladrillo dado p o r Uanilla por d e lan te . . s ^ \
Ya hemos s eña la do c ómo a
finales
de la ed ad m edia la organiza
ción de la vivienda rural se especializa y se complejiza, tanto en la
conformación de los espacios d e t ipo agropecuario y auxil iares , co
mo en la propia organizac ión de la vivienda. En la c iudad de B urgos
el proceso, como en las vil las más urbanas , se prod uce más rápido,
en 1536, Pedro de T respa derne a lquil a a Jaquez pintor, pa r t e de una
vivienda , c i tándose la sa la y la cámara ó a lcoba , como es tancias vi
videras específ icas qu e se i rán extendiendo a buena p a r t e de l a s vi
viendas del medio rural. Otro alquiler, en 1582, se realiza sobre la
sa la y e l por t a l con su bodega , en una c a sa en e l m erc ado m enor
bu rgalés", expres ión d e la importancia del vino en una é poc a y de l
carác ter rura l de gran par te de las edif icac iones de la c iudad ca
pitalina.
Todavía a mediados del s iglo pasado se pueden encontrar cons
trucciones tem pora les
con techo
de pa ja ,
como
la s
cabanas ,
sitas en
las seles
o
pas tos de verano en las zonas elevadas d e las m ontañas
que limitan
las
Merindades con C antabria ,
y
normalmente utilizados
por los pasiegos , en lugares como Agüera , Ahedo de las Pueblas ,
Baranda, Barcedo, Busnela, etcétera^. Hoy estas construcciones en
su conformación primitiva, tal y como se pu ede encontrar todavía en
las b ra ña s l eonesa s y asturianas, se han modificado sustituyendo las
cubier tas de colmo por teja cerám ica . De igual modo, las construc
ciones tempora les , caban as y t ena da s de los ganade ros serranos tu
vieron, hasta comienzos de siglo, cubiertas de ramajes y tablas, tal
y como hemos podido r ec oger de l a b ios de per sona s de eda d a va n
zada en la com arca. Un ejemplo d e el lo es la referencia que rea l iza
Madoz en el s iglo pasad o de Iglesiapinta , barr io d e San Millán de
Lara, en el que refiriéndo se a sus vecinos señala:«... viven e n u n a s
malas
cabañas i>^\
entendiéndose edif icac iones con cubier ta vege
ta l y de construcción elem enta l.
En
todo es te proceso, adem ás de la priva t izac ión d e una p ar te d e
los antiguos servicios comun ales,
como
pa r t e de l
patrimonio
del con
cejo,
va n
a
de sapare cer una ser ie d e edif icac iones auxilia res tan ca
rac ter ís t icas como las neveras , que conocemos todavía en el s i
glo
XVIII
en núcleos como Vülarcayo c i tada en el C atastro de E nse
nada^" o de Poza de la Sal , que se c i ta en 1745 en un acuerdo del
concejo p ara reparar ía : «...en atención a estar sus m e r c e d e s
infor
madas d e que la nevera d e este pueblo necesita reparar y
reteja
para que no se malogre ni pierda la nieve que en ella está recog i
acordaron q u e a costa d e los bienes d e esta República s e repare
componga dicha nevera d e todo lo necesar io , d e manera q u e p u
m a n t e n e r y c o n s e r v a r d i c h a n i e v e p a r a l o s t i em p o s , c o sa s y
personas. . i>' ' \
O tras m uchas de es tas edif icac iones que fueron comunes , han per
dido su sentido funcional, al haber sido sustituidos por otros méto
dos e instrumentos , es tando en t rance d e d esap arece r f ís icamente.
Del senci llo molino har inero se pasará a la fábr ica de har inas , en la
que se incorporará el conjunto de m áquinas que cr iban, c iernen y
tamizan hasta hacer p erfectame nte regu lar el producto d e la m olienda.
Y
a p r inc ipios del
siglo
ac tua l se incorporará la fábrica d e
luz,
c omo
80
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
http://slidepdf.com/reader/full/arquitectura-popular-de-burgos-parte1 80/161
aprovechamient6' 'hidroeléctrico en los azudes de los molinos tradi
cionales.
Los cambios qu e inevitablemente se van a producir a
finales
de l
siglo XIX y principios del actual y, como reflejo la nueva vivienda ur
ba na burguesa y l o s m ateriales industriales, unido a la privatización
de ciertos servicios comunales, va a generar un mayor individualis
mo social, que inevitablemente se va a reflejar en la edificación ru
ral ,
incorporando imág enes s implif icadas de las nuevas corr ientes
arquitectónicas del siglo XX; miradores , ba lcones con cerra jer ía de
hierro fundido, com posiciones rígidas d e fachada, con la simetría co
mo lugar común, mayores tamaños de huecos, facilitados por la fa
bricación industrial
d el
vidrio, materiales como el cemento
o
el ladrillo
prensado que sustituyen a la cal o al ladriUo de tejar. Pero curiosa
men te la organizac ión interna de la vivienda mantendrá básicamen
te las organizaciones tradicionales anteriores, aun cuando la planta
ofrezca cierta regularidad compositiva con una tendencia racionali-
zadora que también se aprec ia en soluc iones del s iglo
xvill.
Incluso
se pu ede encontrar modelos de casas del s iglo x ix en la ciudad de
Burgos, qu e todavía incorporan e n s u planta e l tradicional homo anejo
a l a cocina,
como
en la ca lle de L a C alera , fechada en 1842, marcan
do la influencia rural en las viviendas m á s mo destas, de una c iudad
caracterizada por una arquitectura mayoritariamente urbana.
L as mayores transformaciones no obstante se van a g e n e r a r a par
t ir de los años 60, tanto por la introducción m asiva de n uevas técni
cas y m ater ia les que compiten a nivel económico y cul tura l con los
tradicionales, como por la masificación en la introducción de las ti
pologías edif ica torias ge nerad as p or el movimiento moderno, en un
proc eso c la ramente de gene ra da
A
el lo se unen
lo s
cambios produ
cidos por la m ecanizac ión agrar ia y los nuevos modos productivos
semi-industriales, que requ ieren nuevos contenedores .
A
la
ve z l a u r
banización d e los núcleos rurales perm ite la transformación d e l a e s
tancia fundamental de la vivienda: la cocina, al introducir el agua
corr iente, a la que ya se había incorporado en e l s iglo pasado la co
cina económica o de leña , que en los sesenta se sus t ituirá por la de
butano, como clara influencia de los nuevos consumos energéticos
urbanos.
N O T A S
'
M a l u q u e r d e M o n t e s , ] . : « H i s t o ri a S o c i a l
y
E c o n ó m i c a : L a p r e h i s t o r i a e s p a ñ o l a i , E d .
C o n f e d e r a c i ó n E s p a ñ o l a d e C a j a s d e A h o r r o s , M a d r i d , 1 9 7S (p . 2 7 ).
2 H i s t o r i a d e C a s t i l l a y L e ó n T o m o 1 . E d , Á m b i t o , V a l l a d o l i d , 1 9 8 5 ( p , 6 1) .
3 H i s t o r i a d e C a s t i l l a y L e ó n T o m o 1 . o p . c i t . ( p . 6 8 ) ,
' P a l o l , P , d e : « L a s e x c a v a c i o n e s d e l p o b l a d o c é l t i c o d e E l S o t o d e M e d i n i l l a ' V B . S . E s
t u d i o s d e A r t e y A r q u e o l o g í a , V a l l a d o l i d , X X I V , 1 95 8 ( p p . 1 8 2 y 8 3 ) .
5 S a c r i s t á n d e L a m a , ] . D . y R u i z V é l e z , I. : « L a E d a d d e l H i e r r o » . H i s t o r i a d e B u r g o s . T .
I . E d a d A n t i g u a . C a j a d e A h o r r o s M u n i c i p a l d e B u r g o s , 1 9 8 5 ( p . 19 3 ) .
^ D e l i b e s , C , F e r n á n d e z M a n z a n o , R o m e r o C a r m c e r o , F . y M a r t ín V a l l s , R . «L a p r e h i s
t o r ia e n e l V a l l e d e l D u e r c » . H i s to r i a d e C a s t il l a y L e ó n . T o m o I . E d . Á m b i t o , V a l l a d o l i d , 1 9 8 5
( p . 9 4 ) .
'
M o n t e v e r d e , L . : « L o s C a s t r e s d e L a r a ( B u r g o s ) , Z e p h y r u s I X , 2 , 1 9 5 8 ( p . 19 1 ).
8 A b a s ó l o , J. A . y G a r c í a R o z a s , R .: « C a r t a a r q u e o l ó g i c a d e l a p r o v i n c ia d e B u r g o s . P a r
t i d o j u d i c i a l d e L a r a d e l o s I n f a n t es » . D i p u t a c i ó n P r o v i n c i a l , B u r g o s , 1 9 8 0 ( p . 8 7 ) .
' A b a s ó l o , ] . A . y G a r c í a R o z a s , R . : « C a r t a a r q u e o l ó g i c a . . . » , o p . c i l . ( p . 5 1 ) .
' ° S a c r i s t á n d e l a m a , ] . D .
y
R u i z V é l e z . : « L a E d a d . . . » o p . d / . ( p . 2 4 ) .
"
A b a s ó l o , J . A .
y
G a r c í a R o z a s , R . : « C a r t a a r q u e o l ó g i c a . . . » ,
o p . c i t .
( p . 6 1 ) .
' 2 S c h o e n a u e r , N . : « 6 . 00 0 a ñ o s d e h a b i t a t . D e l o s p o b l a d o s p r i m i t i v o s a l a s v i v i e n d a s u r
b a n a s d e l a s c u l t u r a s d e o r i e n t e y o c c i d e n t e » . E d . G u s t a v o G i l i. B a r c e l o n a , 1 9 8 4 ( p . 1 0 9 ).
' 3 V i t r u v i o , M . L . : « L o s d i e z l i b r o s d e a r q u i t e c t u r a » . T r a d . A g u s t í n B l á z q u e z . E d . I b e r i a ,
B a r c e l o n a , 1 9 8 2 ( p . 3 6 ) ( L i b r o 2 . ° , 1 p . 4 ) .
" O r t e g o , T .: « T i e r m e s ( c i u d a d r u p e s t r e c e l ti b é r i c o - r o m a n a ) » . M . ° d e C u i t a r a , M a d r i d ,
1 9 8 0 ( p p . 2 6 y 2 7 ) .
15 B a l il , A . : « C a s a y u r b a n i s m o e n l a E s p a ñ a A n t ig u a » . T o m o I V .
S t u d i a A r c h e o l o g i c a
2 8 .
V a l l a d o l i d , 1 9 7 4 ( p p . 1 2 a 1 4 ) .
'^
A b a s ó l o , J. A .
y
G a r c í a R o z a s , R .: « C a r t a a r q u e o l ó g i c a . . . » o p . c i t . ( p . 9 0 ) .
"
T a r a c e n a , B . : « E l p a l a c i o r o m a n o d e C l u n ia » . A r c h i v o E s p a ñ o l d e A r q u e o l o g í a , X I X
1 9 4 6 ( p . 2 9 ) .
" F e r n á n d e z C a s t r o , M a r í a , C : « V i ll a s r o m a n a s e n E s p a ñ a » , M a d r i d , 1 9 82 .
" V i t r u v i o , M . L . : « L o s d i e z l i b r o s . . . » o p . c i t . ( p p . 1 5 4 a 1 5 6 ) .
2 ° V i t r u v i o , M . L . : « L o s d i e z l i b r o s . . . »
o p . c i t .
( p . 5 5 ) .
2 1 V i t r u v i o , M . L . : « L o s d i e z l i b r o s . .. » o p . o í . ( p p . 2 6 8 y 2 6 9 ) .
2 2 M a r c i a l « E p i g r a m a s » . X I I ( p . 3 1 ) .
2 3 P l i n t o « N a t u r a l i s H i s t o r i a » . X V I I I ( p . 3 0 6 ) .
2 '' V a r r o n « R e r u m r u s t i c a r u m » . I I I , 1 ( p . 1 2 0) .
2 5 G o n z á l e z S a l a s , S . : « E l C a s t r o d e la Y e c l a e n S a n t o D o m i n g o d e S i l o s ( B u r g o s ) » . I n f o r
m e s
y
M e m o r i a s , 7 , 1 9 4 5 .
2 6 S . I s i d o r a s , E t y m . X V . 9 , 1 2 .
2 ' R u b i o M a r c o s , E .: « E r e m i t a s e n e l n o r t e d e B u r g o s » . K a i t e , e s t u d i o d e e s p e o l o l o g í a b u r
g a l e s a . 2 C a j a d e A h o r o s M u n i c i p a l , B u r g o s , 1 9 8 1 ( p p . 7 7 - 13 9 ) .
2 8 G a r c í a G r i n d a , ] . L . : « B u r g o s e d i f ic a d o » . C O A M 1 9 8 4 ( p p . 7 1 -7 8 ) .
2 ' G a r c í a G r i n d a , J . L . : « B u r g o s . .. » , o p . c it ( p p . 1 6 1 - 1 6 4 ) .
2
P e ñ a S a n t i a g o , L . P . : « A r t e p o p u l a r v a s c o » . E d . T x e r t o a . S a n S e b a s t i á n , 5 . ' E d i c i ó n ,
1 9 8 5 ( p . 3 2 ) .
3 '
C a r o B a r o j a , ] . : « L a c a s a n a v a r r a » . T o m o 1. C a j a d e A h o r r o s d e N a v a r r a . P a m p l o n a
1 9 8 2 ( p . 1 1 9 ) .
2 2 D y e r , T h . H . : « P ó m p e l a , i ts h i s t o r y , b u i l d i n g , a n d a n t i q u i t i e s » . L o n d o n , 1 8 7 5 ( p . 4 7 3 ) .
» S e r r a n o , L . : « C a r t u l a r i o d e S a n M i l lá n d e l a C o g o U a » . M a d r i d , 1 9 3 0 ( p . 3 1 3 , d o c . 3 1 0 ) ,
2 ' C a n t e r a B u r g o s , F .: « F u e r o d e M i r a n d a d e E b r o » . D i p u t a c i ó n P r o v i n c i a l. B u r g o s , 1 9 80
( p .
6 8 ) .
25 I b á ñ e z P é r e z , A . C : « A r q u i t e c tu r a c i v il d e l s i g l o x v i e n B u r g o s » . C a j a d e A h o r r o s M u
n i c i p a l . B u r g o s , 1 9 7 7 ( p . 3 1) .
2 6 G l i c k , T . F . : « I s l a m i c a n d C h r i s t i a n S p a i n i n t h e E a r l y M i d d l e A g e s » . P r i n c e t o n , N . ] .
1 9 7 9 c a p . 7 ) .
^
S e n a n o , L . : « C a r t u l a r i o d e l I n f a n t a d o d e C o v a r r a b i a s » . V a l l a d o l i d , 1 9 0 7 ( p . 1 3 0 ).
^ S e r r a n o , L . : « C a r t u l a r i o d e l In f a n t a d o . .. » , o p . c i t . ( p p . 1 5 2 y 1 5 3 ) .
2 9 C a n t e r a B u r g o s , F . : « F u e r o d e M i r a n d a . . . »
o p . c i t .
( p . 6 5 ) ,
'"' C a n t e r a B u r g o s , F .: « F u e r o d e M i r a n d a , , ,» o p . c i t . ( p , 7 2 ) ,
< ' R u i z , T . F .: . S o c i e d a d
y
p o d e r r e a l e n C a s t i l l a » . E d . A r i e l . B a r c e l o n a , 1 9 8 1 ( p . 6 7 ) .
« B l a n c o G a r c í a , F . : « B e l o r a d o e n la E d a d M e d i a » . M a d r i d , 1 9 7 3 ( p . 6 9 ) .
^ 2 B l a n c o G a r c í a , F . : « B e l o r a d o . . .» .
o p c i t
( p . 1 9 ) .
''''
H e r r e r a , G . A . d e : « A g r i c u l tu r a G e n e r a l » . 1 5 1 3 . E d i c i ó n c r í t i c a d e E l o y T e r r ó n . M i n i s
t e r i o d e A g r i c u l t a r a , M a d r i d , 1 9 8 1 .
* C a r o B a r o j a , ] . : « L o s p u e b l o s d e l N o r t e » . E d . T x e r t o a , S a n S e b a s t i á n , 1 9 7 7 ( p . 2 4 9 ) o
E c h e g a r a y , C . d e « I n v e s t ig a c i o n e s h i s t ó r i c a s r e f e r e n t e s a G u i p ú z c o a » . S a n S e b a s t i á n , 1 8 93
( p . 3 3 5 ) .
••6 M a d o z , P . : « D i c c io n a r i o G e o g r á f i c o H i s t ó r i c o E s t a d í s t i c o d e E s p a ñ a y s u s p o s e s i o n e s
e n u l t r a m a r » . M a d r i d , I 8 4 5 - I 8 5 0 . E d . F a c s í m i l , T o m o B u r g o s , E . Á m b i t o . V a l l a d o l i d , 1 9 8 4 ( p p .
3 0 3 ,
3 0 5 y 4 5 8 ) .
"
B r u m o n t , F .: « C a m p o y c a m p e s i n o s d e C a s t i ll a l a V i e j a e n t i e m p o s d e F e h p e II ». E d .
S i g l o V e i n t i u n o , M a d r i d , 1 9 84 ( p . 1 79 ) .
••8 I b á ñ e z P é r e z , A . C : « A r q u i t ec t a r a .. . » o p . c it ( p p . 4 1 6 - 4 1 9 ) .
I b á ñ e z P é r e z , A . C : « A r q u i t e c t a r a. . .»
o p . c it
( p . 4 3 5 ) .
I b á ñ e z P é r e z , A . C : « A r q u i t e c t u ra . . .» o p . c it ( p . 7 9 ) .
M o r a l , ] . T . : « P i n i l la d e l o s B a r r u e c o s » . B u r g o s , 1 9 7 5 ( p . 60 ) .
G i l A b a d , P . : « Q u i n t a n a r d e l a S i e r r a . U n p u e b l o b u r g a l é s d e l a c o m a r c a d e p i n a r e s » .
D i p u t a c i ó n P r o v i n c i a l , B u r g o s , 1 9 8 0 ( p . 3 6 8 ) .
L o p e r r a e z C o r v a l á n , ] . : « H i s t o ri a d e l o b i s p a d o d e O s m a » . 1 7 7 8 ( p . 2) .
I b á ñ e z P é r e z , A . C : « A r q u i t e c t u ra c i v il .. .» ,
o p . ci t
( p . 4 2 5 ) .
I b á ñ e z P é r e z , A . C : « A r q u i t e c t u ra c i v il .. .» , o p . ci t ( p . 4 3 1 ) .
I b á ñ e z P é r e z , A . C : « A r q u i t e c t u r a c iv i l. .. » ,
o p c i t
( p . 1 3 6 ) .
I b á ñ e z P é r e z , A . C : « A r q u i t e c t u r a c iv i l. .. » , o p . ci t ( p . 1 4 1 ) .
M a d o z , P . : « D i c c i on a r i o G e o g r á f i c o . . .» ,
o p . c i t .
( p p . 3 3 , 3 5 , 6 7 , 81
y
2 6 3 ) .
M a d o z , P . : « D i c c io n a r i o G e o g r á f i c o . . .» , o p . c it ( p . 3 5 2 ) .
L ó p e z R o j o , M . : « V i U a r c a y o , c a p i t a l d e l a s s i e t e m e r i n d a d e s d e C a s t i l l a V i ej a » . V i l la r -
c a y o , 1 9 8 2 ( p . 1 0 1 ) .
51 M a r t í n e z A r c h a g a , F . : « P o z a d e l a S a l y l o s p o z a n c o s e n l a h i s t o r i a d e E s p a ñ a » . B u r
g o s , 1 9 8 4 , ( p . 1 0 7 ) .
81
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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Mater ia les
y
técnicas co ns truc t ivas
DE MODO INEVITABLE HAY QUE REFERENCIAR A LOS MATE-
nale s y técnicas construc t ivas em pleadas en el quehacer de la a r
quitectura rural autóctona burgalesa, a sabiendas que modos de cons
truir como el tapia l, el adob e o los entramados d e m adera u otros
tipos,
d e uso
común
desde el
comienzo
d e la
historia
en
nuestro mundo
cultural, han sido ya objeto de atención en la tratadística de todas
las
é poc a s
y en la
g ran mayoría de
los
t rabajos que se han dedicado
a es tudiar la a rquitec tura p opular en nu estro
país.
E ste com entario,
pues ,
se hace desd e el convencimiento en la inevitabil idad de la re
pet ic ión de dichas técnicas construc tivas , por lo que a m enudo se
recurr irá a busc a r el a poyo de textos e imágenes c onoc ida s que r e
fle jen la gran difusión y conocimiento que han tenido hasta este siglo.
Lo s materiales básicos: t ierra , m adera
y
p iedra
En toda la evolución de la arquitectura tradicional ru ral hasta fina
les de l s iglo xix, se han e m pleado los mater ia les bás icos que sumi
nistraba directamente el territorio, con una clara tendencia a
incorporar materiales más duraderos y nobles conforme evolucionaba.
Es c laro también qu e dichas sus t ituc iones , en cad a caso concreto,
se realizaban en función de la categoría social y económica del usuario
y s iempre, has ta el desarrol lo del t ransporte carretero a par t ir de l
siglo XV, en función de los mater iales exis tentes en un entorno pró
ximo.
Sólo aquel los labradores d e una posic ión desahog ada podían
perm it irse el lujo d e d isponer d e m ater ia les algo lejanos d e su lugar
de or igen.
Por
ello
es qu e una visión comp arativa de los m ateriales utilizados
en la edificación, como la pie dra
y
tierra, con el mapa geológico, o
inc luso el m apa forestal con el t ipo de mad era , a pe sar de la modifi
cac ión d e e spec ies por roturac ión y nuevas repoblac iones , e s con
pequeñ ís im as var iac iones p lenamente coincidente.
Así en las
vegas
y
páramos don de se ha perdido por erosión la ca
p a d e calizas pontienses y donde la desforestación ha sido abundante,
como en la Ribera del Duero, o el Páramo del P isuerga , la t ierra , en
forma d e adob es y tapia les para consti tuc ión de muros res is tentes ,
es el m ateria l predominante Pero s in duda , por su fac il idad como
mater ia l ligante, la t ierra sob re todo en forma de barro o adob e en
fábricas simples o
mixtas,
tanto e n muros exteriores com o en divisio
nes internas, es un material extendido al conjunto provincial.
También
la
tierra
es
emplea da
en la
cocción de productos cerámi
cos para la construcción como las tejas curvas, ladrillos de tejar o
las ba ldosas de barro. Pero la ca l idad arc i l losa que dichos produc
tos requieren hizo que las tejeras normalm ente exis t ieran en aque
l los lugares que dispusieran de e sa c lase d e t ierra . Así por ejemplo
se conoce la tejera del concejo de Tardajos en el siglo xviii, como
uno d e los muchos núcleos menores que disponían de el la para ser
vicio de los vecinos, fijando el precio de 100 tejas por 10 reales, la
fanega de ca l viva a 20 cuartos y a la de ca l m uerta a 10 cu ar tos ' .
En el siglo xix Madoz, sólo nos cita la existencia de hornos d e alfa
rero,
que normalmente fabr icaban productos para la construcción,
en Belorado, Burgos y Castrojeriz, señalando en es te últ imo que en
los seis horno s se fabrican«... te jas , ladiiHos y yeso...» \ limitándose
su producción artesanal en la tejera local. Hoy no se conoce más que
los meros lugares donde es tuvieron, por la denom inación d el té rmi
no «la tejera».
La madera es tá presente tanto en la formación de elementos es
tructurales, muros resistentes d e en tramado, forjados, vigas, cubier
tas o elementos ver t ica les puntuales , como en solados de pisos
entablados y enra ma do y enlatado de cubiertas, carpinterías, inclu
so en divisiones interiores no res istentes , en forma de encestados o
en
tablones .
Es dec i r un intenso empleo como mater ía l que es abun
dante en áreas boscosas , como las Merindades o la Sierra de la
D emanda, y más restr ingido en las área s de vega y páramo desar
bolados.
Dependiendo de c a da lugar y comarca y d e la s e spec ies a rbórea s
existentes el m aterial utilizado varía. Normalmente se usa ban las ma
dera s de rob le y pmo albar, y en menor medida la
encina , como
m a-
ter ía les para entramado s
y
elemen tos básicos es truc tura les , pues su
extensión era
muy
importante
E l
haya se incorpora en piezas impor
tantes de viguería en las Merindades y en zonas de la Sierra de la
D e m a n d a
y
b ordes bosc osos de l pára mo
norte,
sustituyéndola el ol
mo en zonas m eridionales . En las T ierras de Lerma y pa r t e de la Sie
r r a de l a Dema nda t ambié n a pa rec e l a ma dera d e enebro y sabina,
que incluso refuerza fábricas de m amp ostería y a dobe en plantas ba
jas por su durabilidad y resistencia a la putrefacción.
En las zonas de vega se em plea masivamente el
chopo,
como ma
dera d e peo r cahdad pero cas i única , en elementos es truc tura les y
r ipia d e la cubier ta , extendiéndose a zonas del páramo p ara cabios
y viguería menor
8 3
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l^^^^^''^^fe'^^-=^^^"4*^V'¾^«^-^W^¾t¾g-¾,¾lW¿^37¾t^ll¾^,í¾,¡
La madera constiluyente de los e n t r a m a d o s . Ejemplar de finales
del siglo XIII. Dibujo de VioUet le
D u c .
tDictionaire
raisone. . .».
O tras m aderas como el no gal , el olmo o el cas taño t ienen un em
pleo más reducido, aparec iendo el último e n las zonas septentriona
les d e la provincia y en casa s de una c ier ta ent idad, El nogal , como
m adera cara , sólo se em plea en elem entos ornamenta les , y el olmo
adem ás d e am plias funciones es truc tura les se e m pleará, junto con
e l rob le y e l
pino,
en la confección de carpinterías exter iors , sobre
todo de
paso,
queda ndo pa ra
los otros dos las
carpin terías interiores.
Es decir se da una sabia mezcla de ut il ización d e la m adera , en
función de sus cual idades y d e su existencia y posibi l idades d e apro
vechamiento, s iemp re en consonancia con la rea l idad loca l, No obs
tante a l exis ti r una zona boscosa n etamente m aderera , como son los
pinares bu rgaleses , que exportan su ma dera ma s ivamente desd e e l
siglo XV con su famosa carreter ía , hace que el la pue da se r em plea
da en l a s á r ea s de vega y páramo donde no ex i st e ma dera de una
cier ta ca l idad, aunqu e se
limite,
según la época , a per sona s de una s
c ier tas posibi l idades económ icas . Serán prec isamente las pr inc ipa
les vi llas del centro y sur burgalés las que de man den dicha made
ra, en especial la capital. Así es frecuente encontrar contratos de
transporte de m adera hacia
allí, como
el que realizan Martín Ibáñez
vecino de Q uintanar
y
carretero
y Juan
de Salamanca
vecino
d e Bur
gos, en 1541 en q ue l levará el pr imero a dicha
ciud ad«...
treynta
cuar
tones d e a quince pies d e bara en
largo. . . ;
e quarenta quaitones d e
a t ie ze p ies de bara en larga . , cien sesenes de tabla d e chilla d e
m a r c a . . ; a cien sesenes de azquiade de marco . . ; e duzientas bigas
d e
a
da sp¡es . . ; e
mas quynze tablones
d e
a
d iez p ies ,
para
e sca le
ras. . ,
tabla qual ha
d e s e r
buena
d e l
marco
q u e
Bebo
a d e x o , e
vista
e
contento
d e l
oficial
q u e
tubiere cargo
d e
la obra
de vos
dicho Juan
de Sa lamanca . . .»^ .
También de las Merindades su m adera se desplaza hacia el Pára
mo de l P isuerga y la B ureba, y por ejemplo Madoz c ita a Hoz de
Arreba a orilas del
Ebro,
dentro del Valle de Sedaño como lugar don
de una d e sus ac tividades básicas es la cor ta de m adera , como uno
de los diversos núcleos del n orte que se d edican a dicha industr iad
Otros m ateriales vegetales utilizados son los ramajes como sustitu-
tivos del entablado de las cubier tas , en áreas donde el monte m a d e
rable no exis te o no es abundante. O tra forma es e l encestado que
t iene una c ier ta t radic ión en áre as de montaña , como base de la for
mación d e tabiquerías inter iores e inc luso para cerram ientos de en
tramados revestidos, como para la constitución de las chimeneas
serranas trococónicas. También servirán
como
protecc ión de tapias
de t ierra em pleándose sobre todo los sarmientos de vides , y como
cubric ión de cobertizos en las c i tadas área s d e vega. La pa ja ade
más de em plearse para rea lizar la masa que consti tuye los ado bes ,
complementa la cama para apoyar
la
teja m ezclada con
los
ramajes,
y a veces cogida con barro como sustituto de la tabla chilla
o
ripia.
La pied ra es el terce r m aterial básico utilizado según su
tipo,
tanto
en constitución d e fábricas puras d e dicho material, em pleado e n ci
mentación y muros resistentes, bien como r e l leno de en t ra ma dos d e
m adera o como m ateria l l igante una vez cocido y molido, en forma
de p iedra s de c a l o yeso También se pued e en contrar en la consti
tución de los pavimentos de la planta baja e n forma de rollo o canto
rodado o incluso en losados, en la consti tuc ión de hogares de coci
na, etc.
Otro
m aterial
como
subproducto de é l , se pue de co nsiderar
a la arena, bien
como
p roducto de la e ros ión - a r en a d e r í o -
o
b ien
de su m a c ha queo - a r en a de c a nte ra — emplea da s pa ra a c ompa ña r
los ligantes en la formación de morteros.
El
m ateria l pé treo usado e s, como en
los otros
materiales, normal
mente el qu e proporc iona la geología d e
los
diferentes
lugares ,
des
de la piedra menuda
o
tosca normalmente ob tenida directam ente del
terreno, a las p iedra s l a b ra da s como resul tado obtenido de una can
tera, aunque la composición
y
morfología del m aterial pétreo explo
tado
pue de proporcionar,
por
ejemp lo p or exfoliación,
material
directo
sin labra p osterior En las áreas donde la piedra es relativamente abun
dante, la m ayoría d el terri tor io burgalés a excepción d e las vegas y
param eras en las que la erosión ha suprimido las capas pé treas su
periores, ha sido habitual la existencia de canteras o lugares de ex
plotación de uso vecinal. En el Diccionario de Madoz se señala la
exis tencia de más d e c ien lugares burgaleses que po seían canteras
en sus términos, indicándose diferentes
ipos
de p iedra s como la ca
liza de Castroceniza, P eñacoba, Q uintanilla Sob resierra, Revillago-
dos, Río de L osa, o Villoviado o la arenisca de Qumtanilla Sotoscueva,
Salazar de B ureba, o Estacas de Trueb a, Incluso se indica la existen
c ia en a lgunos lugares de canteras dond e se obt ienen diferentes t i
pos de piedra como en Par iza , con canteras d e p iedra f ranca , quija
o losa I El lo expl ica el dis tinto empleo de la piedra en un lugar, je
rarquizándola en función del tipo de construcción y fábrica y de la
posición económica del usuario.
Sin dud a los dos t ipos básicos d e toda la pied ra a nivel burgalés ,
son la caliza y la arenisca. La p r imera que a pa rec e en l a s coma rc a s
burgalesas en forma de p iedra com pacta y masiva de fácil labra, clá
s ica de las zons del páramo medio y a l to y de borde s de montaña ,
bien como piezas menudas en zonas de paramera erosionada y
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7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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zonas de vegas ,
o
en bloques de piedra d e toba , conocida por su li
gereza debido a la mult itud de poros que la conforman, presentán
dose en ant iguas zonas de configuración e inund ación marina dando
nom bre f recuentemente a lugares y área s como el Val le de T obali -
na. Tob era, Tobar, Toba d e V aldivielso o Villanueva-Tobera. La toba
se em plea por su l igereza y su fácil trabajo, pue s es cortad a en can
tera con un serrucho p or su blandura , lo que perm ite confeccionar
piezas muy d elgadas , permit iendo su colocación como rel leno d e los
entramados d e m adera . También es posible encontrar la como a l ige
rante de la par te sup erior de las bóvedas d e cañón como en la igle
s ia románica de San Pedro de Tejada ,
Quizás la cantera más famosa de piedra ca l iza a nivel
burgalés sea la de Hontoria de la Cantera , cuya piedra se ha em
pleado en la m ayoría de las pr inc ipa les construcciones d e todas las
é poc a s en la capital, como en su ca tedra l, dado que permite una
mag
níf ica labra para temas escul tór icos y ornamenta les . O tras canteras
conocidas de pied ra caliza, que se han venido emplea ndo desde
épo
ca m edieval, para aba stece r a la edificación de la capital, en forma
de p iedra menuda
o
tosca son las de Villagonzalo-Pedernales, Car-
c edo y C a rdeña di jo
La arenisca es la piedra carac ter ís tica d e la s ierra burgalesa em
pleada en forma de fábr icas diversas , desd e la s i l ler ía a la piedra
tosca . También aparecen en extensiones menores en o tras zonas c o
mo las Merindades , la Bureba , la R ibera de l
D uero,
los Páramos de
la Lora. Sin dud a es ta piedra e s la que presenta una mayor variedad
cromática desde tonos dorados en la Ribera del
D uero,
a g r ises ver
dosos d e la s ierra, que adopta a veces la forma de cuarzarenitas y
conglomerados , pasando por o cres y l legando hasta el color rojizo
de la llamada p iedra d e Juarros o arenisca de l Buntsandstein, que
confiere a la edificación un aspecto rea lmente singular. Una cantera
conocida de es te t ipo de p iedra es la de Atapuerca , que abastec ía
también a la c iudad d e B urgos para construcciones de t ipo no de
m asiado fino, pue no permite una labra muy p rec isa .
También se pued en c i ta r
otros tipos
de p iedra de c a rác te r
más
lo
cal,
como la piedra negra de ofita d e Poza de la Sal empleada por
su du reza en la constitución d e pavimentos. La p iedra de yeso crista
l izado aparec e en áre as concretas
como
en la depres ión d e la Bure
ba y en su zona meridional, a l ser el único m ateria l pé treo d e dichas
áreas , const ituyendo piezas regulares po r el fáci l cor te de la piedra
creando, en la edificación q ue la em plea, brillos que ofrecen una im,a-
gen especia l , m atizados por la m asa gr is de las impurezas que la
acompañan. Madoz nos indica como en Q uintanavides, pueblo d e esta
zona, exis ten canteras d e jaspe que se usan s in pul ir I Otros pro
ductos pé treos ya mencionados son las piedras de ca l y yeso em plea
da s pa ra la fabricación d e dichos aglom erantes, usadas para unir los
elementos d e las fábr icas y como protección inter ior y exter ior de
las
mismas;
la c al se utiliza como conglomerante de algunas fábricas
de mam postería y s i llería y en tendidos de fachada , revocos y estu
cados ,
y el yeso como as iento d e «las cítaras» o tabiques de ladr il lo
inter iores y exter iores , y en tendidos de los mismos y de los entra
mados, adem ás d e la consti tuc ión de bovedil las en a lgunos tipos d e
forjados
y
del propio rel leno d e entramado
como
m aterial
único,
aun
que se pro duce una am bivalencia de
ambos
p roductos l igantes
muy
a menudo en exter iores .
Madoz nos señala más d e veint ic inco lugares en la geografía b ur
galesa qu e disponían d e dicho tipo de can teras a mediados d el si
glo XIX.
E
incluso hace hincapié en alguna de ellas, al constituir su
industr ia pr inc ipa l como en Ages , en qu e señ ala que
*... los n a t u r a
l e s s e o c u p a n d e l a estracción de l yeso que abunda e n e l ter
mina. .» ' ' .
El hierro que se empleará en elementos puntuales de refuerzo o
sujeción sólo se extenderá en la construcción t radic ional a par t i r del
siglo xvill en n uestro territorio. Anteriormen te el uso es m uy puntual
y reducido a labores de refuerzo de huecos y sus mecanismos y c o
mo sujeción de piezas espe cia les d e s i ller ía . El mater ia l se t rabaja
sólo en zonas muy con cretas en el terri tor io bu rgalés , a lgunos luga
res de l a S ie r ra de l a Dema nda , en pueb los que la ha n da do su
topo
nimia como Barbadillos de Herreros o Villasur de Herreros y sobre
todo e n e l Valle de Mena como continuación d e la tradición vizcaína,
por lo que e ra com plementado con el que proced ía del P a ís Vasco,
como m ateria l bás ico que era t rabajado por el he rrero loca l has ta
darie la forma prec isa .
Las fábricas
d e
t ierra:
e l
tapial
y e l
adobe
Sin
d u d a
las
fábr icas de t ierra
son la
técnica constructiva emplea
da en n uestro territorio que tiene una mayor antigüedad. A la cita obli
ga da a su
empleo,
en el pr imer poblado neoKtico conocido y excavado
como e l d e
Jericó,
hay que añadir su conocimiento en la meseta cas
tellana a t ravés de los hal lazgos arqueológicos como el de Soto de
Medinilla, qu e em pleó ya el ado be.
El tapial es citado p or Plinio indicando qu e tanto en Hispania como
en África, se hacían muros de t ierra , que eran hechos rel lenando con
el la espacios comprendidos entre dos paredes de tablas , por el lo
estos muros s e moldea ba n más que se construían y así los denominó
como ( ( p a ñ e t e s forwacei» o muros de
molde,
a f irmando que eran más
f i í e r t es que c ua lquie r c em ento l
La fábr ica d e tapia l se ha em pleado en el terr itor io b urgalés en
las zonas de vega y páram o: la B ureba , Páramos de la Lora, Arlan-
zón y Pisuerga , Tierras de Lerma y Ribera del Duero, y s i endo p rác
ticamente inexistentes en las Merindad es y la Sierra de la Dem anda,
los escasos ejem plares de arquitec tura que lo em plean s eña la n que
es un técnica que aun que tuvo un c laro auge en otras épocas , pues
incluso se pue de señalar su uso en una ant igua torre defensiva me
dieval en Z uñeda , quedó c laramente en desu so inc luso a par t i r del
s iglo pasado. También Vil lanueva señala en su momento -s i
glo XVIII- qu e en la capital de la nac ión también ha qu edado en d e
suso sustituyéndose por otras
técnicas ;
c . se ha abandonado este gé
nero d e o b r a s , sin q u e para e llo pueda h a b e r habido más razón q u e
la d e o c u p á r m e n o s sitio que los déb i le s y peligrosos entramados de
madera
q u e
ahora
se hacen. . .»\
Sin
du da es ta a firmación también es ap l icable a l medio rura l bur
galés ,
pero s in em bargo pa rece m ás bien sust ituido por
las
fábricas
de a dobe , por la l ex ib i l ida d en su confección que permite i r prefa-
br icando piezas con anter ior idad a la propia confección de la edif i
cac ión en ra tos en que el campesino queda l ibre, a lmacenándose
despué s de su s ec a d a Incluso en e l Pára mo de l P i suerga borde de
la Tierra d e Cam pos, donde todavía exis te un uso masivo de dicha
construcción, si bien pu eden encontrarse muestras con cierta frecuen
cia su presencia no es tan densa como en su comarca vecina , aun
que mantenga dicho terr i tor io básicamente rasgos geográf icos y
físicos muy similares.
El texto
d e V illanueva que rec ientemen te ha s ido reeditado
—Arte
de A lbañ i le r í a - es s in du da un m agníf ico ref lejo de los modos de
construir t radic ionales apl icables en su gran m ayoría a l medio rura l
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El barro como material dommante Tapia (Villadiego)
La fabricación d e l
tapial.
Lámina d e l nArt de Bát in,
d e
Rondelet.
bu r ga l é s . S e ña l a l a s c a r a c t e r í st i c a s qu e h a d e t e n e r l a t i e r ra p a r a c o n s
t r u i r pa r e d e s o t a p i a s , qu e d e b e s e r a r c i ll o s a , c o m pa c t a , pe ga j o s a ,
y e s t a r l i b r e d e p i e d r a y s e r po c o a r e n o s a ' " . Y s in d u d a l a e x t e n s i ón
d e l a d e s c r i pc i ón d e l m o d o d e e m p l e a r e l t a p i a l r e f l e j a ya u n i n t e
r é s q u e r e n a c e r á r e c i e n t e m e n t e c o n l a ll a m a d a c o n s t r u c c ió n a l te r
nat iva o «blanda», de d ic an do un cap í tu lo en t e ro , e l qu in to : •.
«-De l as tapias de t i e r ra - Para const ru ir t apias de t i e r ra es prec i so
hacer los cajones con dos tableros que se l laman tapiales.. . de siete ó
nueve pies de largo, y dos y medio ó tres de al to Las tablas han de t ene
dedo y med io a dos de grueso , aseguradas con sus bar ro t es , c l avados .
al exterior
Armarse y colócanse á los gruesos que se q uiere por m edio de dos
cárceles, ó digamos aros, compuestos cada uno de cuatro piezas, que
las dos se llaman ag ujas..., y las otras dos costales,... y las agujas son al
gunas veces de hierro. Cuando las tapias se hacen sin machos interme
dios, se ponen a las extrem idades de los tableros otros de su al tura, y
de l ancho que han de t ener las tapias, asegurándose en un canal ó gár
gol que se forma con dos listones clavados en los tableros, de modo que
se viene á
hacer
un
cajón. Fabricándose
las tapias entre machos por dis
tancia entre uno
y
el otro el largo de
los
tableros, se escusan
las
tablas
d e las cabezeras, pues con los tableros y machos se forma el cajón. D es
pués d e excavar el cimiento, s e deb e Uebe l lenar de mam postería ú otra
materia; y si no l leva cimiento, y se colocan las tapias al haz de t ierra,
como cuando se hacen simples pa r e d e s ó cercas de un terreno, se igua
lará el s i tio que deb e ocupar la tapia dejándole á nivel lo mas que se
pueda, y perfectamente l lana Las agujas deben tener sus ahugeros y
clavos en ellos: se colocarán atravesadas á lo ancho d e la tapia, y se pon
drán
los clavos
e n
los
ahugeros
á tal
distancia qu e quitado el grueso de
los costales y el de
lo s
tableros ó
tapiales, dejan
el vacío
correspondien
te
al grueso que
se quiera dar á la tapia. Coloqúense despué s
sobre
l as
agujas por un lado y otro los tapiales de canto, y á plomo, y metiendo
las cabeceras en los gárgoles, para que determinen el largo y grueso
del cajón póng anse los costales , y m étanse por su extremo inferior en
las agujas de abajo, y queda rán firmes, s in pod er escap ar hacia fuera
por la sujeción de los clavos. Átense por arriba en la misma forma con
las otras agujas, sujetando y obl igando á los costales , por m edio d e un
garrote
dado con una lia ú otra
cuerda
en la
parte superior,
á que se
ajus
ten y aprieten los tapiales , según al grueso d e la pared; y descúbranse
los agujeros de las agujas superiores, donde se colocarán sus clavijas
ó clavos, que los mantengan en tanto que se t rabaje y m acice la tapia.
Colocados los tapiales de la manera exp l icada comenzarán los peo
nes á
echar dentro espuertas de
la
tierra
que
se tendrá
preparada:
esta
tierra se debe escoger, si es posible, que sea fuerte, gredosa, unida, sin
cantos, y con poco cascajo y arena. C onforme se va cavando, si está se
ca, se rocía un poco; y deshaciendo los terrones, recorriéndola y des
menuzándola, se am ontona para que conserve el jugo: se ha de cu idar
d e qu e no esté muy húmeda, porque si lo estuviese, encogerían m ucho
las tapias, y formarían ren dijas y aberturas entre una y otra. En esta dis
posición se va echando dentro de los tapiales á tongadas ó c a pa s d e
p o
co mas
de medio pie de alto; entonces el oficial
ó
peón intel igente, que
deb e estar dentro d el cajón, pisa, aprieta
y
m aciza
esta
tierra
con un p i
són algo
pesado,
qu e t iene su plano inferior punt iagudo.. El pisón y los
pies del trabajador van macizando la tongada por un lado, y sobre la que
ya queda apre t ada y maciza, los demás peones echan otra tongada
nue
va de l a misma altura, continuando el que está dentro de los tapiales en
macizada como la primera; y así sucesivamente se va l lenando el cajón
hasta completar la altura de los tapiáis. Llenos éstos y enrasados, se suel
tan los garrotes, se sacarán los clavos, se desharán los tapiales, y se co
locarán
mas
adelante para formar
otra tapia como la rematada.
E ntonces
se escusa
el uno
d e
los
tableros cabezales, porque
los dos
extremos de
los
tapiales se arriman
y
ajustan á la tapia ya concluida, y en
lo
demás
se obra como en la antecedente; advirt iendo que en la cabeza y grueso
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Fí> 27
r< ¿2á-
Tipos de fábncas de tapial. Grabado del "Arte de Albañileria»,
de Villanueva.
Encofrado para
l a
formación
de l
tapial. Grabado
del
lArte de Albañilería», d e
Villanueva.
de la tapia acabada , y dond e se le ha de unir la que se va á hacer, se
deb e abrir de arriba abajo con la piquetilla una caja..., pa ra que la tie
rra de la nueva tapia se entrelace con la de la ya hecha. En lo demás
se sigue como la anterior, y se continúa toda la línea hasta el cab o
Si se ofreciese formar algún ángulo, coloqúense los tapiales contra el
extremo de la tapia ya formada, con la dirección del ángulo qu e se de
be formar, escusando uno de los cabezales, y conteniendo los tapiales
con unos codalillos atravesados de largo por el grueso de la tapia, los
que se van quitando conforme se maciza el cajón.
Acabada la primera hilada de tapias, se hace la segunda en la misma
conformidad, colocando las agujas bajas so bre el grueso de las tapias
hechas; teniendo presente qu e el medio de la tapia de arriba d ebe caer
sobre la junta de d os tapias de abajo, y lo mismo se deb e ha cer con los
ángulos, porque de este modo las paredes quedan con mucha mas for
taleza, y no forman abertura tan fácilmente.
Cuando los cajones ó tapias de tierra se hacen entre machos ó rafas
de cascote, piedra ó ladrillo, yeso ó cal, se obra d e la misma suerte; en
tonces los machos forman las cab ecera s y ángulos, y sirven de gobier
no y trabazón á la pared . Ajústanse y sujétanse los tapiales fuertemente
contra ellos con los garrotes que se les dan, y en lo restante no hay dife
rencia de lo ya dicha..»
Nor m a l m e n t e l o s hue c os s e e nc o f r a n t a m b i é n e n t odo e s t e p r oc e
so int roduc iendo cargaderos a base de v igue tas de madera en e l pro
pio encofrado para que fragüen conjuntamente .
C o m o b a s a m e n t o d e los muros de tapia l , como también d e las fá
b r i c a s de a do b e , s e sue l e n e m p l e a r un zó c a l o a n t ihum e da d p r o t e c
t o r , c ons t i t u i do g e ne r a l m e n t e p o r m a m p os t e r í a c og i da c on b a r r o o
inc luso fábr ica d e ladril lo d e te jar , aun que es to últ imo sólo pu ed e
e nc on t r a r s e d e m odo e x c e p c i ona l , e n e l t e r ri t o ri o b u r g a l é s . Pu e de n
emplear se también soluc iones s ingula res como e l empleo de l tapia l ,
e n t ong a da s de l g a da s i n t e r c a l a da s c on o t r os m a t e r i a l e s , c om o e l l a
dril lo o e l a dob e .
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Fábrica mix ta
d e
tapial, adobe
y
lajas
d e
piedra. Mahamud.
Entramado con relleno
d e
cascote
y
yeso Burgos.
Peí3ABAMQ\ DE DUEfts
Tabique
d e
emplenta. Grabado
d e l
lArte
d e
Albañilería»,
de Villanueva.
Entramado visto con relleno d e adobe.
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El adob e s e h ay a p r e s en te en l a to t a lidad de l a s á r eas com arca l e s
y s ub com arca le s b u rg a le s as , t an to como p a r t e in t eg ran te de f ábr i
cas m ix tas , s ob re todo como e l r e l l eno de l en t r amado de made ra ,
como cons t i tuy en te b ás ico de f áb r icas . És t as e s tán p r e s en te s en mo
do muy ab undan te e n l a R ib e r a de l D ue ro y e l P á r amo de l P i s ue rg a
y en menor m ed ida en o t r a s á r eas d e v eg a y p á r amo b u rg a le s e s . Ya
hemos indicado cómo el adobe ha s ido e l sus t i tu to f recuente del ta
p ia l e inc lu so de lo s en t r amados y ap a r ece en una g r an p a r t e d e ed i
f i cac iones como r emate de s u cue rp o s up e r io r s i endo e l ma te r i a l
dominante en las edif icaciones
auxiliares:
es tab los y pajares . Es ta am
pli tud de su uso es tá motivado por la faci l idad de fabr icación y la
f lex ib i l idad de su colocación como mater ial de pequeño tamaño, te
n iendo v en taj a s ob re e l lad r i ll o p o r no r ep r e s en ta r cos t e ene rg é t i co
a lg uno en á r eas donde l a made ra e s cas ea .
De nuev o p odem os r ecu r r i r a Vi l lanueva p a r a ex p l i ca r s u p roces o
de e l ab o rac ió n :
«Con la tierra arcillosa bien remojada y batida se forman dentro de
unos marcos o gradillas, unos cuerpos regulares llamados adobes, que
sirven para construir pared es
y
tabiques
a
poca
costa, ya
sea uniéndo
los con mezcla de cal y arena, o con barro solo, que e s lo más común.
Para
hacer
estos adobes se
debe buscar
una
tierra
muy
pegajosa
y gro
sera, y se d ebe amasar muy bien, mezclándola con un poco de estiércol
o paja para que tenga más
unión.
Después de bien amasada, se echa
en unos marcos o gradillas de la medida que se quiere dar a los ado
bes, y
extendiéndolo
dentro de ellos sobre un plano
espolvoreado
hasta
llenarlos, se enrasan y quita lo que sobre con un rase ra Hecho lo cual,
se levanta
la gradilla, y
queda formado de adobe,
y
para que se despe
guen con facilidad, expolvorean con polvo o ceniza la gredilla antes de
echar el barra..»'^
Los marcos o g r ed i l l a s r ec ib en denom inac iones loca l e s , como l a
de manca le r a en l a R ib e r a de l Due ro
El gran número de fábr icas d e ad obe e xis tentes en e l teni tor io bur-
g a lés , p e rmi t e ap r ec ia r có mo s e s o luc ionan l a s e s q u inas y b o rdes
de las fábr icas que son f recuentemente reforzados por otros mate
r i a l e s , como p ie s de r ec h os d e m ade ra cog idos a aq ué l lo s con b a r ro ,
o esquin as de s i l ler ía o de ladr i llo de te jar , en la que se b usca inser
t ando a l t e rna tiv amen te p iezas de may or y menor t amañ o o c r e ando
redientes en la fábr ica de esquina de ladr i l lo lograr una mayor t ra
b azó n con aq ué l .
La f o rmac ió n d e lo s h uecos t amb ién s up one unos p un tos déb i l e s ,
en lo s q ue e l ca rg ade ro p u ede s e r de m ade ra o inc lu so con f o rmar
un au tén t ico r e ce r ca do con tinuo , de j am b as y d in te l , b ien en mad e
ra o en fábr ica de ladr i l lo , como fórmulas más habituales , c olocan do
en e l p r imer cas o l a ca rp in te r í a ap oy ada en e s to s e l emen tos de m a
de ra q ue h acen de con t r ace r co .
Las f áb ri cas de t i ena g ene ra lmen te ap a r ece n p ro t eg idas , p a r a evi
tar su eros ión por las inclemen cias del t iempo, por reves t imientos d e
barro , cal o yeso, por lo que a veces no se dis t ingue ex ter iormente
la propia cons t i tución in terna de los muros .
Emplentas o entramados de madera
Las l lamada s emp lentas o implentas son una fábr ica mixta que em
p lea un en t r amado d e m ade ra m ás o menos comp lejo y q ue s e re l l e
na con mater ial d iverso.
Ya h emos s eñ a lado có mo e s t e modo de cons tru ir , q ue s e conoce
des de ép oca romana e inc lu s o con mode los e l emen ta l e s en ép ocas
an te r io r e s, s e emp lea de modo mas ivo en l a edad m ed ia en nues t ro
terr i tor io , ex tendiéndose a todas las áreas del mismo, cont inuando
su cons trucción has ta f inales del s ig lo pasado.
Norm almen te s e em p laza s ob re un zó ca lo o b as amen to d e f áb ri ca ,
que alcanza la to tal idad de la p lanta baja. Es te zócalo puede ser un
elemento to talmente diferente o disponer de e lementos ver t icales de
madera inser tos en
é l,
a modo d e cont inuidad es trucUiral del e lem ento
super ior .
En cons t rucc iones aux i li a r e s e l en t r amado p ue de a l canza r a l a
to
t a l idad d e l a p l an ta a ex cep c ió n d e un p eq u eñ o b as amen to an tihu
medad, que evita la degradación y pudr ición infer ior de la fábr ica.
No s ó lo s e e mp lea en l a cons t it uc ió n de f ach adas ex te r io r e s o me
dianeras , s ino in ternamente , que e jercen tanto de muros de carga
c o
mo div is iones in ter iores, cons t i tuyendo una es tructura t r id imens ional
a modo de jaula. El propio Vitruvio nos expl ica cómo debían real i
zarse los reves t idos de enlucido en los entramados:
«... Si los en lucidos hubieran de hacerse sobre tabiques de entrama
do,
necesariamente
se
producirán
en ellos
hendiduras
o
grietas
a lo lar
go de las mad eras verticales y de los travesanos, porque, cuando se los
recubre
de tierra,
necesariamente absorven
la humedad, y
luego,
al se
carse, se contraen y producen en ellos grietas. Para que esto no suceda
se observará
la
regla siguiente: cuando
todo el
tabique se
haya
trillado,
se aprestará una
fila
de caña s largas que se sujetarán en toda su longi
tud
a las
maderas con
clavos
de cabeza ancha; luego se extenderá una
nueva capa de b arro y se clavará otra segunda fila de cañas en sentido
contrario a las anteriores; y encima se aplican el enlucido de arena y
estuco d e marmol.,.»'I
Tanto es te método de las tab l i l las , como sobre todo las ramas en
t r e l azadas a modo de ences t ado e s un p roced imien to q ue h a s ido
em pleado, en ex ter iores e in ter iores de las áreas húmed as de las Me-
r i n d a d e s
y
l a S ie r r a de l a D emanda , p ud ién dos e loca l i zar en a lg uno
de lo s p ocos e j em p la r e s q u e r e s t an a l lí con en t r am ados ex te r io r e s .
En el conjunto provincial se pueden encontrar entramados diver
sos, desde aquel los que presentan «tramones» o p ies derechos ver t i
cale s muy juntos , entre las v igas «implentas» que se apo yan o s irven
de apoyo a las cabezas de las v iguetas de los for jados , s in ningún
tipo de arr ios tramiento o tornapuntas , o aquel los en que los t ramo-
nes se co r tan por «puentes» o e lem entos hor izontales y ap are cen los
arr iostramientos o tornapuntas , a aquel los en que los t ramo nes se cor
tan por «puentes» o e lem entos hor izontales con arr ios tramientos s is
temáticos , formando incluso cruce s de San Andrés . S in du da e n dicha
conformación interviene
tanto
el t ipo de m adera, su tosquedad y cor ta
como e l r e l l eno emp leado en e l en t r amado .
Los r e l l enos p ueden i r de s d e l a s p iezas de s i l le r ía de lg ada de p ie
d ra d e tob a , o de o t ro s tip os o cas co te s d e t amañ o m enudo , cog idas
con barro , yeso o cal , los ci tados en ces ta dos o tab l i l las cubier tos de
mortero , e l adobe, e l ladr il lo de te jar . Incluso es tá muy extendido en
toda la zona del Alto Tirón, par te de la Bureba y e l Páramo del Ar-
lanzón el re l leno só lo de pas ta de yeso, que se emplea con encofra
dos s u j e to s a l a s ma de ras . Es t e t ip o s e r eco noce p r inc ip a lmen te p o r
la señal repet i t iva que ha dejado el encofrado en e l propio yeso
El tex to de V il lanueva de nuevo nos pu ed e i lus trar conf irmando lo
ya dicho
«...Construyense
de todos los materiales conocidos, como adob es, pie
dra, ladrilla cascote, derribo d e otras viejas, cañas y zarzas con m ezcla
de barro, de cal y arena, y de ye sa con entramad os de madera... se lla
man cítaras o tabiques, según sus gruesos. Los gruesos más com unes sue
len ser un
pie,
tres cuartos, medio y un cuarto, y se llaman cítaras cuando
tiene un pie o tres cuartos de gruesa..»".
89
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• •^ -cr
^ "
Entramado visto con relleno d e piedra.
Fuentelcésped.
. ? i * , -
Entramado
d e
madera con relleno
de
adobe sobre zócalo
antihumedad. Quintanilla d e l Agua.
Los huecos en el entramado se conf iguran es tablec iendo un mar
c o de ma dera p revio, a ba se de puentes y tr amones que ha c en de
dintel y jambas respect ivamente, pud iéndose encontrar nuevos
hue
cos abiertos en el antiguo entramado, que por la relativa facilidad
de ejecución, deb ido a la flexibilidad de l sistema, es realme nte fre
cuente.
El entramado a menudo aparece revest ido de mortero de barro,
ca l
o
yeso p ara facilitar
la
protecc ión de la fábrica picando la m ade
ra con una azuela para que la pas ta ag arre en el la .
L a
gran m ayoría
d e
lo s
e j emplos que podemos
hoy
encontrar
han
perdido dicha
pro
tección, que en la edificación auxiliar no s iempre se
empleó.
Deter-
mm a das ma dera s como la sabina o el enebro genera lmente se d ejan
vistas por su buen comportamiento al exterior.
En los entramado s con rel leno de ladri llo de tejar , como en el de
piezas regulares res is tentes a la intemperie, no se recub re aunqu e
se bu squen soluciones diversas para
la
protección de la madera de
jando resaltado la fábrica d e
ladrillo,
apl icando pasta sobre e l entra
ma do
o
incluslo revistiéndolo con ladrillo, colocado verticalmen te a
modo de c ha pa do.
Las soluciones d e entram ado favorecieron la ejecución de los cuer
pos volados cerrados , cuyo vuelo es tá resuel to por p rolongación d e
las viguetas o vigas de los forjados, reforzándose con piezas de m a
dera dob les o triples sucesivamente
volados,
por tornapuntas de ma
dera o por ménsulas de piedra . Los soporta les más ant iguos es tán
generalmente resueltos
con este m étodo,
estando
constituidos los apo
yos ver t ica les por pies derecho s de made ra , que se as ientan en un
ba sa mento o da do m ás o menos regular de pied ra y sobre los que
se constituye una viga que sirve de apoyo a la viguería d el forjado
formando el techo del soportal. Con frecuencia la luz de la viga se
corta, adem ás d e facilitar un m ejor apoyo en e l final de cada pieza,
con unas zapatas también d e m adera sob re los pies derecho s. Esta
misma solución d e los pies derecho s se em plea en el inter ior de la
edificac ión en planta ba ja , cuando se necesi te disponer d e un espa
c io diáfano como pue de ser un gran es tablo
o
cuadra, sustituyendo
al muro de fábrica, y em pleando como as iento de aquel los , peque
ñas basas d e p iedra m ás menos ir regulares , que eviten el contac to
c on un sue lo en e l que puede es ta r p resente l a humeda d.
Las fábricas pétreas
Com pletan las fábr icas d e p iedra el conjunto de fábr icas em plea
das en la a rquitec tura popular burgalesa . En ella se emp lea de sde
piedra menuda tosca , piezas de mayor tamaño l igeramente de sbas
tadas , a
piezas ya de sillarejo m ás
o
menos regular
o
sillería p erfec-
tamene labrada.
Lo
dom inante en la a rquitec tura b urgalesa e s la mam poster ía pre
sente en todas las comarcas burgalesas , aunque su em pleo sea c la -
9 0
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t - ' Y t _»- . ' , r iimiMiM. •
Fábrica
d e
m ampue s to y súlaiejo en hiladas
Rutena
Fábrica de sil lería con dintel doble
d e
descarga. U bierna.
l a m e n t e m e n o r e n la s á r e a s d e ve ga y pá r a m o ba jo : P á r a m o d e l
P i su e r ga
y
R ibe r a
d e l
D uero .
Las fábr icas de si l lare jo y sil le ría apa rece n siem pre con me nor f re
c u e n c i a , c om o c o r r e spo n d e a un tipo d e un mayor coste económ ico ,
pe r o a u n a s í s e h a c e n p r e se n t e s d e un mod o significativo e n á r e a s
c o m o e n las Mer indade s, e l Páramo de l Ar lanzón y e n m e n o r m e d i
d a la Sier ra d e la D e m a n d a . E n l a p r i m e r a l a p r e s e n c i a s e d e b e a
l a a bu n d a n c i a d e l a s c a sa s so l a r i e ga s d e los l lamad os h idalgos d e
abarcas; en la segunda se debe sobre todo a l magníf ico mater ia l pé
t reo presen te ; ca l iza d e fácil labra. Y en l a z o n a se r r a n a a bu n d a la
mam poster ía y e l s i l lare jo d e tamaño m edio , e incluso con piezas gran
d e s p e r o e sc a sa m e n t e t r a ba j a d a s , a u n q u e p o r su c a r á c t e r p r i sm á t i
c o p r e se n t a u n a fácil trabazón, e n l a q u e l o s l igan tes s e u sa n
se c u n d a r i a m e n t e e incluso en l a mayoría d e las ed if icaciones auxi
l iares s e co loca e n seco .
Por lo gen era l las f ábr icas d e mamposter ía se asien tan con mor te
ro
d e
ba r r o o c a l y a re n a , r e se r vá n d o se
e l
p r im e r o
a
las edificacio
nes auxi l iares, aunque e n muchas ed if icaciones residencia les
pr imit ivas se hace también presen te en núcleos re la t ivamente a is la
dos. Las fábr icas e n se c o s e r e se r va n p r á c t i c a m e n t e a la s edifica
ciones auxi l iares. Estos tres t ipo de fábr ica d e pie dra tosca las señ ala
y descr ibe asimismo Vil lanueva:
«...
La
piedra
tosca,
que se halla sobre la superficie de la tierra,
o
e n
;.;. canteras someras y fáciles, en las subterráneas, y que tiene i gu ra rre
gular, es de mucho uso para hacer m uros y pared es. Hacense de tre s
maneras; una sin mezcla alguna, que llamamos de piedra
seca;
otra con
mezcla de barro y otra con mezcla de cal y arena...»'^
So br e l a m a m po s t e rí a d e p i e d r a e n se c o se ña l a q u e e n las piezas
«... se ha de escoger el paramento que sea más lineal y acomodado
a la dirección de la pared , y el hecho de mejor asiento
Si
las piedras
fuesen
tan
crecidas
que sobre
pujen
el grueso de la pared, de
cualquier
modo
que se coloquen debe rá reducirse
con la
piqueta
a un tamaño
que
corresponda al grueso de la pared...»
N o o bs t a n t e e n o c a s io n e s , so br e t o d o e n m e d ia n e r í a s
o
muros la te
r a l e s s e a p r e c i a q u e d i c h a s p i e z a s so br e sa l e n d e l a línea d e la p a
r e d a c t u a n d o c o m o p i e z a s d e a tado de l muro . A este t ipo d e p i e z a s
se re f ie re más ade lan te :
«... lla ma sen
llaves unas
piedras que
se
colocan
de m odo que su
largo
atraviese de parte a p arte la pared, sirviendo para atarla y contenerla
a fin d e que su peso no la desmorone y arruine..»
La t rabazón d e las piezas e s pu e s u n a spe c t o bá s i c o e n estos mu
ros, q u e po se e n u n c i e r to e spe so r c o m o t a m bié n l o e s e n las fábr i
c a s d e s i l le r ía; a dob e o ladrillo.
De e ste modo sig ue insist iendo e l mismo texto en e l d icho m aclado
d e la s piezas:
«...
en la colocación de las demás p iedras y ripios se debe tener por
regla constante que si por un lado de la pared
o
punta de una piedra
9 1
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^ K o - n * ^ ^
?. •••-
fe.. _
^r_
^'.•¿-•'-¿S t'-i._
Piotección
y fechado.
Camcosa
de
la
Sierra.
La imagmación
de
los ca nteros norteños.
Nidágui la (Val le d e
Sedaño) .
V I L L O R O B E
a t izón -l lam ase t izón la cola o punta de una piedra qu e se introduce
en el grueso d e la pared— por la otra se ponga d e paramento o a cuchi
llo,
esto
es ,
q ue
su
m ayor largo siga
la
dirección d e
la
pared ,
con lo
cual
van formando de todas ellas una especie de d i en t es que los atan y unen
mas con otros...»
16
G enera lm en te en l a s fáb r i cas de m amp os te r ía s e em p lean l a s p ie
za s d e mayor tamaño e n las zonas bajas , además d e e leg ir algunas
p iezas más r eg u la r e s y mayores p ara ut i lizar las e n los puntos dé bi
les de las fábr icas , esquinas y formación de hu ecos y jamb as , acom
pañán dolas con dinte les de m adera. Pero es muy f recuente q ue tanto
huecos como esquinas se conformen con p iezas d e s i l lería o s i l lare jo .
Efl e l cas o d e los huecos y al coincidir e n ver tical huec os d e d o s
plantas , s e e m p l e a la solución d e confeccionar un conjunto d e p ie
zas de s i l ler ía d e abajo a ar r iba, de tal modo que s e ev iten es fuerzos
s ob re la s p iezas d e d inte les y alféizares.
Las fábr icas d e p ied ra to s ca e n numeros as ocas iones s e revisten
con mortero , buscando una mayor es tanqueidad
y
es tab i l idad
d e l a
propia fábr ica, y por lo gene ral se dejan v istos los e lementos pr inci
pale s de s i ller ía , dm teles , jambas , al féizares, e squinazos , e tc. Es te t i
po-se general iza sobre todo e n l a s Mer indades , y p o r e l contrar io
en el área serran a es men or su ex tens ión remit iéndose a algunas edi
ficaciones d e l siglo anterior y actual.
La
mezcla de las fábricas de p iedra, em plead as en la p lanta
o
p lan
tas inferiores y por e jemplo e l en tr amado o la fábr ica d e a d o b e e n
l a s s up e r io r e s
o
en la zona d e desván, o incluso rem it iéndose la p ie-
9 2
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• ^m ^ ^ M ^ m
La c i güe ña , simbolismo
popular.
Ciruelos de C e rv e ra .
El reloj
d e
sol
i n t e grado .
Landraves (Valle
de Va l de be zana ) .
dra exclusivamente
a
la fachada pr inc ipa l es un fenómeno prác t ica
men te habitua l en
las
soluc iones que se pu eden encontrar
a lo
la rgo
del territorio provincial, confirmando la tremenda capacidad de asi
milación e interpretación que tiene el constructor rural,
La si l ler ía emp leada d e m odo unitar io se reserva , genera lme nte
para edific ios res iden cia les de lab radores acomodados, c lér igos o
hidalgos locales, y en e lla se refleja la aparición d el oficial
o
m a es
tro
q ue
ha bebido en la
llamada arquitectura
culta,
introduciendo d en
tro de unos modelos de casas o casonas bas tante repet i t ivas y
hom ogéneas elementos decora t ivos diversos de acuerdo con
las po
s ibi lidades m ater ia les concretas. Por lo gen era l se em plea el muro
de t res hojas , aunque s implificando cas i a uno de dos , es d ec ir una
cara exter ior labrada con piezas perfec tame nte regulares , con jun
tas perfec tamente dispuestas y otra cara interna en la que se colo
can a lgunas piezas med ianas pero cuya regular idad f ina l, ayudad a
previamente por los
muros,
se reserva al revestimiento
final,
Así p u e s
uno de los temas básicos de dichos muros de más de una hoja es
la trabazón o unión de el las que se consigue disponiendo d e un t ra
tamiento diferencial e irregular de la cara posterior de los sillares,
que perm ita un fácil enlace con la mam postería tosca interna colma-
tada con
m ortero,
coadyuvando algunas piezas que d esd e el interior
que se colocan a m odo de l laves .
Vitruvio nos aporta la cita precisa en este sentido:
«,., Además, van
interponiendo
de vez en cuando, pero
seguida
en
e l
sentido de la anchura de la pared de un
frente
al otro, piedras que abra
zan sus dos paramentos.., merced a lo cual traban y aseguran la
solidez...»".
Sin dud a en es tas fábr icas , como sob re todo en las de s il la rejo y
también en las de mam poster ía , la resolución d e los huecos , dinte
les,
jambas y alféizares, cobran una especial importancia. Así, por
ejemplo, es f recuente encontrar soluc iones de dinteles en huecos de
acceso de t ipo adovelado, que resuelvan el problema de la f isura-
c ión d el gran dintel de una pieza . En p iedra ca liza exis ten soluc io
nes de dovelas con redientes o f orma s r edondea d a s que s e enc ajan
las unas con las otras o una forma más simple c on doveles de pequ e
ño tamaño con formas romb oidales deformadas. En piedra arenisca
es m ás f recuente encontrar dinteles de una rela tiva longitud, pero
eso sí, d e gran canto Sin embargo, debe añadirse la solución del dintel
sobrepuesto de de scarga , que apoyando en los dos borde s extremos
deja un a junta l ibre en tre ambos.
Las inscripciones en los dinteles pé treos también e s una constante
sobre todo en los huecos de acceso p r inc ipa les . En el las se señala
el año d e edificac ión e incluso el nombre del propietar io, pero tam
bién se puede encontrar una cruz o una jaculatoria: «Ave María», a
modo de bendic ión de la casa a l que entra en el la , como un c laro
exorcismo para evitar que pene tren en e l interior los malos espír i
tus.
Este signo se pued e encon trar en una gran par te de la a rquitec
tura rura l peninsular , bien como un aspecto añadido, por ejemplo
pintado en las carpinterías,
o
como
un
elemento m ás de la a rquitec
tura, inc luido en piezas construc tivas , como pue den ser las c ruces
de cuarzo blanco sobre
las
fábr icas d e pizarra oscura d e
los
núcleos
de la sierra de Ayllón.
La im aginación y pericia d el cantero se refleja tanto en e l tallado
de es tas inscripc iones como en otros m otivos decora t ivos d iversos
9 3
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J P a m J X
F ^ / ó J ) .
Tipos de forjados y tejas Grabado del Arte de A lbañ i le i í a ; de V i l lanueva ,
que s e incorporan en
jambas,
dinteles y alféizares En
Burgos,
s e pue
den m os tr ar desd e
motivos
c laramente geom étricos de t radic ión
po
pular, m otivos anim ales d e tipo simbólico, motivos antropomórficos,
interpretac ión d e t ra tamientos de molduración de proced encia cul
ta, etc.
S u e l o s , techos y cubiertas
Los
suelos d e p lanta ba ja
más
elem enta les se const ituyen so bre el
propio terreno,
qu e
si es rocoso
se labra
y
adapta
y si es
terreno are
noso se compacta l imitándose a disponer de una capa de mortero
d e
barro. En
establos
y
cuadras
ni
s iquiera se añad e es te
último com
ponen te manteniendo el terreno original, eso sí regularizándolo m e
diante p icado y rel leno.
Pavimentos más e l a borados pueden a pa rec e r en los zaguanes , so
bre todo compuestos por enrol lados o inc luso enlosados m ás o m e
nos i r regulares , e incluso pu eden aparec er es tancias auxil ia res que
se les dota de un basamento d e m ortero bruñido más o menos hori
zontal, apoyado so bre un encachado de piedra . Estos pavimentos apa
recen resa ltados del nivel del terreno q ue se ha conservado en el
res to d e dicha planta ba ja . También puede n aparec er es tancias ha
bitables en dicho nivel inferior en el que se instalan solados d e bal
dosa de
barro,
convenientemente sobrepuesto sob re el
terreno.
Esta
es la
solución
más
corriente para la formación d e
las glorias, al
echar
sobre un tablero de ladri llo el pavimento para formar por debajo la
correspondiente canalización.
Los forjados son los elem entos b ásicos constitutivos de los techo s
de la planta ba ja y suelo y techo, en su caso, de las superiores . La
consti tuc ión d e los mismos es tá en c lara d epen dencia de la exis ten
c ia de mater ia les idóneos
locales,
pudiendo distinguir algunos tipos
en función de las gran des á reas territoriales. En las áreas d e monta
ña y aquel las dond e la madera es relat ivamene abundante se em
plean tablas o tablones c lavados direc tamente sobre las vigas y
viguetas de l forjado, como suelo y techo visto. Ello exige una cierta
regular idad en las tablas , tanto en espesor como en forma y por
tanto el emp leo de e species arbóreas de sarrol ladas y abundantes .
Se emplea el roble y el pino a lbar como m aderas básicas , a las que
se-pu ede añadir como made ras ya de c ier ta pres tancia el castaño
y en menor m edida el haya. El cas taño d esd e luego hay que loca li
zarlo sólo en determinadas casas o casonas solar iegas del norte pro
vincial, y el haya, aunque no muy utilizado para tal menester, se
expa nde por todas las zonas m ontañosas incluida la sierra burgalesa.
C ua ndo
la
m a dera em plea da en l a t ab la es
muy
irregular, tanto en
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d e s p i e c e s como en grosor y de escasa ca l idad, sobre el la se as ien
ta un pa v imento independ ien te que puede s e r de mor te ro de ba r ro
o cal fratasado, de baldosa de barro o incluso ladrillo.
En otros tipos de forjados, que s iem pre em plea la viguería d e m a
dera , la a lbañilería ayudada por la m adera completa los espacios
entre la s
viguetas.
Así se p ueden encontrar rellenos de yeso co n cas
cote menudo enrasados po r su par te infer ior con las
viguetas,
al ha
ber em pleado un encofrado infer ior qu e es ret i rado poster iormente
al fraguar y sobre é l se coloca genera lmente un solado de ba ldosa
de barra Este tipo es muy f recuente en la Bureba donde el yeso es
abundante y normalmente exige una escasa dis tancia entre las vi
guetas.
En otras áreas como los Páramos del P isuerga y Arlanzón y la Ri
bera del Duero, se ut il izan las bovedillas de yesones conformadas
con el ga lápago, encofrado ar ticulado que permite adaptar su cur
vatura a las diferentes distancias entre viguetas. Sobre dichas bove
dillas se sitúan sim ilares
tipos
d e solados que en el anter ior m odelo.
En los techos se emp lea f recuentemente tanto en el
último
t ipo de
forjado descr ito, como en aquel los en que los remates d e m adera y
rel leno son muy ir regulares , para a lcanzar unos m ejores acab ados ,
los falsos
techos
de escayola aplicados sobre tablillas de m adera cla
vados so bre la viguería, Como un tipo de falso techo de mayor cali
dad se usan unos moldurados de yeso con dibujos diversos que se
colocan entre las viguetas de m adera . Este t ipo lo hem os encontra
do con c ier ta f recuencia en edif icac iones del P áramo del P isuerga
extendiéndose su uso a toda la Tierra d e Cam pos,
Todas es ta soluc iones de entrevigados rel lenos con pasta son d es
critos d e nuevo por V illanueva:
•.., Primero, los que forjan con
cascote y yeso, llenando todo
el
vacío
entre madero y
madero,
d e suerte que por amba formen piso y por abajo
techo,
segundo las que se forjan de bo vedilla, que por arriba forman pi
so, y por abajo quedan descubiertas, así ellas como la s
maderas.
Y el
tercero,
las que tienen bovedillas para el
piso,
y por abajo un tabiquillo
o enlistonado para formar cielo raso..»".
Los
enlace s del forjado sobre
los
distintos muros de fábrica se rea
l izan sobre durmientes, ca rreras o im plentas que transmiten la s car
gas a
ellos,
a la vez que hacen d e e nlace horizontal a
modo
de zunchos
de a t a da
En la formación de las cubier tas s iem pre inc linadas, se conocen
los tres tipos m ás sencil los rea l izadas en m adera - a la molinera, par
y picadero y par e hilera— con m ezclas y soluc iones diversas adap
tadas e incorporándose muy tardíamente, y sólo para soluciones de
cierto tamaño o des t inadas a almacenamiento, los cuchillos o cerchas
de ma dera .
D esde luego influye también, en la selecc ión del tipo de cubier ta ,
la forma de la misma y su número d e ver t ientes , la épo ca de cons
trucción, el uso d e la edificación y la organización bá sica estructural
sobre la que se apoya. Así para p equeñ as edificac iones de tipo auxi
l ia r se procura em plear el tipo m ás elementa l de cubier ta , a la
moli
nera, con los muros laterales como apoyo d e las correas y cabios que
constituyen el único componen te estruchiral d e la cub ierta apoyan
do so bre el la la tabla - la ta , chil la o r i p i a - o ramajes sob re los que
se as ienta la cubrición. También p ued e encontrarse es ta s imple cu
bier ta en a lgunas casas de planta es trecha , aunque por lo genera l
en es te
tipo,
que conforma su s cu bier tas a dos aguas , se em plea pa
ra la cumbrera una viga transversal y
otras
intermedias paralelas que
cortan la luz, apoyando so bre el las las correas o viguetas , a modo
de solución similar a la de la cubier ta a p ar y picadero, aunque aquí
las vigas tienen una clara función de atado de los muros laterales,
generalmente constituidos en las soluciones de or igen m edieval por
ent ra ma do de ma dera .
Sin du da la cubier ta a p ar y picadero, es e l sistema m ás frecuente
emp leado, en la que la cum brera se sujeta por
muros
o por una cru
jía a base de pies derechos, o incluso apoyado s sobre una viga trans
versa l que hace de t irante a modo d e s is tema mixta Esta soluc ión
de pies derec hos, virotillos o en anos que t ransmiten la s carg as verti-
ca lmente donde se dispone de un muro o un punto res is tente dond e
apoyan, es una prác t ica corr iente em pleada tanto en cubier tas a dos
aguas ,
como a t res o cuatro
La cubier ta a par e hi lera , en que la cum brera es aguantada po r
los pares , es tando es tos unidos por un t i rante, es menos em pleada ,
quizá po rque para las reparac iones la tendencia es convertir, des
cargándola por pies derechos , a la cum brera en el elemento básico
res is tente
En las cubiertas a cuatro aguas se busca s iempre unos apoyos cen
trales o simétricos, que ayudan a la conformación de la cubierta, sien
do muy frecuente
dado
los empujes de
vigas y cabios
hacia el exterior,
en los cuatro lados de la edificación, la aparición de tirantes de
mad era t r iangulando las esquinas , en soluc iones ya evolucionadas
de a tada Esta disposic ión es muy em pleada ya en las casas y caso
nas diec iochescas d e planta rec tangular cercana a la cuadrada , que
se ext ienden por todo el ám bito provincial. En estos tipos arquitectó
nicos d e mayor tamaño es donde s e pueden enc ontrar algunos ejem
plos diferentes, por ejemplo, de sem icerchas con tornapuntas, aunque
siempre dotadas de gran s implic idad.
La cubrición actual de toda la arquitectura rural en la provincia,
a exc epc ión d e algunos pequeños refugios o
cabanas ,
es la teja cur
va cerám ica , que aunque presente d iferentes dimensiones según las
zonas,
y sob re todo dis tinguiendo las tejas para las cumbreras y l i-
mahoyas de un m ayor tamaño o tejones , que l legan a ten er m ás de
26 cm. de ancho y a lgo m ás de 60 de la rgo, no t ienen la c lara dife
renciación, que todavía se conserva en el sur peninsular, de la teja
canal y la cobija, como claro indicio de l influjo de la mayor romani
zación.
Sobre la tabla genera lm ente se as ienta con barro aunque también
se usa la paja, l as mimbres
o
pequeñ os ramajes para que no resbale
sobre la tablazón.
En la Ribera del
Duero
es habitual encontrar lo s tejados compues
tos, al m enos en las vertientes meridionales, por sólo teja a canal, eso
sí p e g a d a s unas a otras, para conseguir el mínimo tamaño d e la junta
entre cada canal y canal , cerrando la junta con mortero Sin embar
go e n la s edificaciones aux iliares y en a lgunas viviendas no se recu
rre a dicho procedimiento, dejando a la buena colocación de las
canales la imperm eabilidad d e la cubier ta . Y aunqu e los na tura les
del lugar nos señalan que no p enetra el agua en dichas cubier tas ,
ya Villanueva al hablar d e dicha solución nos señala su precar iedad,
que se apoya en la menor pluviometría de la comarca:
«... En algunos países, como
e n
Castilla
la
Vieja,
s e
cubren l as casas
y algunas iglesias de un orden de tejas , y todas sentad as como canales,
unidas las hiladas unas con otras todo lo que pe rmiten, y sobre los bor
de s y preciso s vanos que dejan, las nievan (como dicen) con cal, hacien
do sobre el las con la mezcla un lomo que em barac e la entrada del agua.
Es te modo e s de menor coste pero no tan seguro, porqu e con los yelos
se destruyen los colmos de m ezcla, y se introduce el agua por los vacies
que quedan en t re cana l y canal...»'I
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De todos modos los bordes de es tos tejados as í como cu mb reras
se sujetan con cobijas cogidas con m ortero, e inc luso pu ede apre
c iarse como c ier tas ver t ientes se cubren enteramente con cobijas ,
a l comprobar q ue el agua ba te a ll í con más f recuencia deb ido a los
vientos dom inantes . Una breve referencia hay que rea lizar a las es
casas m uestras de cubric ión no cerámica , como los ramajes y barro
que pueden utilizar los refugios diversos y algunos cobertizos ane
jos a la vivienda. O la propia piedra d e a lgunos refugios de pas tor
y guardaviñas. R ecordar al respecto que p uede mostrarse algún ejem
plo d e cubrición no cerámica en ed ificación singular, como la d e
pie
dra del ábside de la abadía de San Quirce, que t iene una c lara
continuidad en
las
cubric iones de piedra d e
un
gran
número
d e fuen
tes,
protegidas por bóveda de
cañón. Las
cubriciones vege tales tam
bién se emplean para protección de
las tapias de
a dobe
o tapial como
sustituto de las albardillas de ladrillo o teja.
No de be olvidarse los consabidos tejaroces , como protecc ión de
la s puer ta s de a c c eso a espacios t raseros o huer tas cerradas por ta
pias,
na tura lmente cubier tas con teja, que va sujetada p or una pe
queña es truc tura d e m adera a dos aguas , que se apoya-en la tapia .
Las tejas colocadas a canal y voladas sucesivamente en hiladas con
trapeadas , pu eden conformar también los aleros en las á r ea s donde
la made ra es un m ater ia l
escaso.
R ealizan tam bién la m isma función
las hiladas de ladrillo voladas entre las que se sitúa comúnmente una
colocada a diente de
perro.
Pero s in embargo la mayoría de los a le
ros
están constituidos
por piezas
d e
m a dera ,
que puede n aprovechar
en su constitución las piezas de la cubierta, cabios,
o
incluso el vola
do del forjado superior, volando horizontalmente las viguetas del
mismo.
Una d e las soluc iones m ás habitua les es indepe ndizar dicho ele
mento de
la
propia composic ión d e
las
piezas d e la cub ierta, situan
do los canes de m adera a la dis tancia elegida bien inser tados en la
prop ia fábrica y sujetos a las durm ientes o c a r r e ra s de l muro, o b ien
unidas a l par o correa como una pieza independiente y con diferen
te inclinación que recibe la denominación de retén. La diferente in
c l inac ión d e los a leros viene a resolver el encuentro d e la forma de
la es truc tura d e la cubier ta con el ancho d e l muro y la nece sar ia con
t inuidad de la cubric ión, que crean una l igera curvatura o refreno
en e l f inal del p erfi l angulado d e la cubier ta , que adem ás evita el
deslizamiento de la cubrición si se acumula nieve sobre ella.
En ocasiones el a lero sólo se pue de const ituir , como en los tes te
ros,
po r
el volado
puntual de
las vigas, lo
que ob liga,
si
se quiere dis
pone r d e una c ier ta protecc ión, a apoyar sobre el las otras piezas
m enores para lelas
a la
fachada q ue perm itan
constituirlo. Esto es una
solución habitua l en a lgunos tipos de casas qu e d isponen su facha
da pr inc ipa l para lela a las líneas de p endiente de los fa ldones de
la cubier ta, como e n a lgunos caser íos del norte y algunas viviendas
serranas .
Como remate d e las construcciones en p iedra pue den encontrar
se a leros también del m ismo mater ia l , como losas , canes d e cuar to
de bocel que sost ienen una cornisa de p iedra con m oldura de c a be
te.
O
e n
las
soluciones
más
corr ientes
en
casonas solar iegas
la
corni
sa moldurada en forma de escocia llamada vulgarmente «papo de
paloma».
En
es te
tipo
de edificac iones también se pued en encontrar
g r a n d e s
aleros
constituidos
por canes bellamente
trabajados
que na
cen bien de este tipo de comisa o bien del propio a rranque del mura
La forma de las piezas de m adera d e los a leros es rea lmente va
r iada , pudiendo par t i r desd e un s imple achaflanamiento del bo rde
de l a s p ieza s esc ua dra da s o e n
rollizo,
a una m oldurac ión m ás com
plicada en la que b rille la imaginación d el artesano en e l trabajo im
primida. Pero sobre todo se produce sobre la cabeza o perf i l del
canecillo, adaptando al mismo la forma d e la m olduración clásica co
mo la escocia. La senci lla ser ie de can es de a lero del núcleo de Santo
Domingo d e Silos pued e ser un ejemplo indica tivo a l respec ta
Cerramientos d e h u e c o s
Un aspecto importante en la imagen de la a rquitec tura po pular es
la conñguración que ofrecen los cerramientos de huecos tanto para
lograr la protecc ión d e los mismos a t ravés de petos o rejas como
de la propia carpintería que los hermetiza.
Los t ipos de rejas que apa recen protegiendo los huecos d e venti
lación e iluminación, sobre todo de planta baja, no ofrecen una es
pecia l especific idad, pr imando en su elaborac ión la s imp lic idad de
los
modelos
más antiguos,
deb ido
a
la rela t iva pequen ez d e los hue
cos en dicho nivel. Sólo ofrecen una m ayor imp ortancia e n e l caso
de las casas
o
casonas des tacadas que incorporan modelos de épo
ca simplificados.
Sin emba rgo en los pe tos de ba lcones o
solanas,
se ofrece una va
r i eda d de
tipos más amp lia,
en la que pued e diferenciarse
los
petos
o barandil las d e m adera , torneada , en cuadradillo, o recortada en
tabla, de
los
m etálicos, tanto forjados
como,
ya
a
cabal lo del
siglo
a c
tual y el anterior, de hierro fundida
Sin dud a en los m odelos más t radic ionales , inser tos en á reas don
de a bunda l a m a dera , ex is te una t endenc ia a l empleo de d icho ma
ter ia l . En las Merindades es muy f recuente el uso de barrotes
torneados y de remate d el peto con forma. Los m odelos m is s enc i
l los de m adera se ext ienden por el resto de las áreas com arcales ,
aunque ello no quiere dec ir que no se pued an encontrar también a l-
pnos ejemplos a is lados de petos con elementos torneados.
En los elemen tos de carpintería se pu ede encontrar a lguna espe
c if ic idad, p ero s in em bargo como el res to de los elementos anter io
res s iguen p autas habitua les en el conjunto de la a rquitec tura rura l
autóc tona peninsular Las carpinterías de los huecas de acceso d e
la edificación varían en función de su tamaño y destina
Las
puer tas
de acceso a la vivienda s i disponen d e un hueco amplio, que com
partan con el acceso por ejemplo d e carretas y aperos , suelen dis
poner de una g ran hoja o inc luso de dos , que a su vez presenta una
parte cen tral o la tera l que se ab re para el paso de p ersonas , dejan
do fija el resto qu e actúa como un gran
cerco,
abr iéndose sólo cuan
do se necesi ta acced er con elementos de gran tamaña Si e l huec o
es de m enor
tamaño,
se d ispone para e l acceso d e una sola hoja, aun
que también e s relat ivamente f recuente que tenga una par te supe
r ior s iempre centrada , que se deja abier ta en el buen t iempo p ara
ventilación de la planta baja. En las Merindades es ta par te sup erior
alcanza en num erosas ocasiones a la totalidad d e la mitad de la hoja,
como m odelo común a la a rquitec tura d e la cornisa cantábrica aun
que es ta soluc ión pu ede encontrarse de modo puntual en gran par te
del territorio Como a l terna t iva a el lo se pue de encontrar a lguna so
brepuerta o cancilla que pe rmite disponer del cerramiento d e la
m i
tad del hueco presc indiendo de la puer ta pr inc ipa l . Es te tipo se ha
local izado prác t icamente en todas las com arcas burgalesas , repar
t iéndose de modo prác t icamente homólogo
Los
g ra ndes huec os de a lma c enes
y
pa jares, que requieren la en
trada de
los
carros
y car retas ,
se disponen gen era lmente en
dos ho
jas
verticales
que
se abaten hacia cada lado
Los
bocarones
o
huecos
9 6
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Fuentenebio.
Tipos
de
alero
e n
Santo Domingo
de Silos.
9 7
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Acceso a huerta . Rupelo (ViUaespasa).
ViUamay oT
d e l Río.
s c ^ . - ^ s ^ ' - ^ ^ ? ? ^ ' ' * ^ ^ " ^ ^ ^ :
Pueita con canalla . Ahedo d e l
Butrón (Los
Altos).
Balcón d e tabla recortada. Navas d e l Pinar
(Hontona d e l
Pinar).
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Hueco de e s tab lo . Re tuer ta .
V I L L O R O & E
Bocarón d e un
pajar.
Q u m t a n a v i d e s .
m enores para ecceso exter ior de la paja, qu e suelen es tar en la fa
chada en la planta superior , se c ierran gene ra lmente con una sola
hoja de m adera c laveteada , t ipo también que se em plea para acce
so a los
pajares,
cuadras o establos y ade m ás edificaciones auxiliares,
Quizá el único hueco s ingular en la a rquitec tura agrop ecuaria sea
e l de las bodega s , por r equer i r una ventilación p erm anen te solucio
nada a t ravés de el la , bien creando una par te superior a modo de
celosía , o bien const ituyendo la puer ta con el mero armazón d e la
puerta claveteada sin los tablones que lo recubren, cuidando que los
huecos qu e se conforman no sean excesivamente grande s , a fin d e
impedir el
acceso.
Un modelo d e c er r amiento en c e losía de ma dera
se pue de encontrar en ocasiones como protección bien temporal bien
superpuesto a la del propio
hueco,
en es tablos o cu adra s para facili
ta r la vent ilac ión de los mismos s in que sa lgan los animales ence
rrados.
En las puer tas de acceso a la vivienda se pueden encontrar dos
m odalidades en cuanto a su construcción. Por un lado, las puer tas
c laveteadas , que es tán conf iguradas p or un potente armazón de ma
dera sobre e l que s e clava unos generosos
clavos,
que o frecen al e x
ter ior su cabeza más o m enos t rabajada , sujetando las tablas o ta
blones de forma gene ra lm ente ver t ica l y con los bordes biselados
o incluso moldurados. La decoración de es ta puer tas se basa por tanto
en la distribución d e tablas en el trabajo de los clavos y d e los herra
jes d el l lamador y bocal laves.
El otro tipo es la puer ta entrepañad a , en la que se inser ta en el a r
mazón los en t r epa ños que pueden d i sponer de c a se tones más o m e-
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nos trabajados. N o obstante por su mayor dificultad d e ejecución e ste
t ipo de puer ta se d es t ina so bre todo a huecos inter iores des t inando
e l
otro tipo
-c laveteado— a exteriores, aun
cuando
pueda p resenta r
también en ocasiones para o frecer un c ierto tratamiento diferencial
a lgunos t rozos superiores entrepañado s.
Otros detalles
qu e
generalmente
se
p ueden encontrar
en las
puer tas
es e l agujero inferior
o
ga tera , que perm ite el acceso l ibre a dichos
animales en todo mom ento O casionalmente también se pue de loca
l izar en a lgunas ocasiones una p equeñ a m iri lla superior , ya señala
da, aunque con distinta funcionalidad.
Los
huecos de p uer tas , sobre todo a par t ir de finales del s iglo pa
sado,
em plean hojas verticales
de
menor
tamaño,
siendo
muy
frecuen
te que el hueco tenga dos, predominando los entrepaños qu e ofrecen
unos tratam ientos decorativos, tallando la ma dera al es ti lo de la épo
ca, con motivos geométricos y florales.
La carpintería e n hu ecos d e vent ilac ión de espacios vivideros , en
las soluc iones más pr imitivas que perduran, e m pleaba superf ic ies
vidr iadas m ínimas o inc luso ninguna, con lo que el hueco rea l para
i luminación que dejaba era ínfimo, es tando cerrado por una p eque
ña contraventana c iega de m adera . En es tas soluc iones se emp lea
ba indistintamente
los
tipos claveteados
y
de casetones
o
entrepaños ,
aunque es te últ imo era más propic io e n las edif icac iones d e m ayor
pres tancia , po r su mayor costo
La
mayor
disponibi l idad de vidr io supuso que la madera perd iera
cuant ía y que lo ganara aquél , con soluciones en las que se t iende
a partir con listones el hu eco b ásico
a
vidriar, que coforma la propia-
carpintería . En los huecos de ba lcones , también se aprec ia d ichas
morfologías , aunqu e se pue de encontrar , en los huecos muy a l tos ,
una par te superior
fija
que se acr is ta la parc ialmente, para cor tar el
tamaño de las hojas.
Las m aderas bás icas em pleadas en carpinterías , son la de roble
y la d e
pino,
sobre todo albar, sutituyéndola en ocasiones otros
tipos,
c omo e l o lmo emplea do en puer t a s de a c c eso , u o t ra s ma dera s de
inferior calidad y durabilidad.
El
em pleo de la madera l lega inc luso
a
la elaborac ión de cerrojos
con m ecanismos completos y l laves de dicho mater ial , como en un
ejemplo que por su primitivismo y rareza e s de a lto interés etnográ
f ico, es tando loca l izado en los núcleos de la s zonas de Lara, Carazo,
y Salas dentro de la Sierra de la D em anda. . . ::,-.. ,
NOTAS
'
Hen era Nogal, A.:
«El
concejo de la villa de Tardajos». Caja d e Abo nos Municipal. Bur
gos ,
1980
(p. 111).
2 Madoz, P.: iDicciona rio Geográfico Histórico Estadístico de Esp aña y sus posesiones
en u ltram ar.. Madrid, 1845-1850. Ed. Facsímil, Tomo B urgos. Ed. Á mbito, Valladolid, 1984
(p. 292).
3 Ibáfiez Pére z, A. C : «Arquitectura civil del siglo
XVI
en Burgos>. Caja de Ahorros Mu
nicipal, Burgos 1977 (>. 44)).
''
Madoz, P.; «Diccionario Geográfico.. . , op. cit. (p. 61).
5 Madoz, P.: «Diccionario Geográfico.. .»,
op. cit.
(p. 406).
6 Madoz, P.: «Diccionario Geográfico.. .»,
op. cit.
(p. 424).
' Madoz, P.: «Diccionario Geográfico.. .», op. cit. (p. 33).
8 Plinio «Naturalis Histo ria. XXXV (p. 164).
'
Villanueva,
] .
de: «Arte de Albafiilería». Reedición. Ed. Nacional. Madrid,
1984 (p .
55).
'"
Villanueva, J. de : «Arte de.. . . , op. cit. (pp. 54
y
55).
"
Villanueva, J. de: «Arte de.. . . ,
op. cit.
(pp. 71-77).
' ' Villanueva, J. de : «Arte de.. . . , o p. c it (pp. 55 y 56).
'3 Vitrubio, M. L.: «Los diez libros d e arq uitectura.. (L 7-CIII) Trad. Agustín B lázquez, Ed.
Iberia , B arcelona, 1982 (p. 179).
'*
Villanueva, J. de:
'3 Villanueva, J. de:
:
«Arte d e.. . . ,
o p.
c it (p. 101).
:
«Arte d e.. . . ,
op. cit.
(p. 77).
I* Villanueva, J. de: «Arte de.. . . ,
o p.
c it (pp. 78-80).
"
Vitrub io, M. L.: «Los diez lib ros....,
o p. ci t
(p. 51).
" Villan ueva, J. de : «Arte...., o p. ci t (p. 105).
19 Villanueva, J. de: «Arte de...»,
op. cit.
(p. 114).
1 0 0
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L o s
asentamientos
UN A S PE C T O QU E F R E C UE N T E M E NT E S E OLVIDA A L HA B LA R
de la a rqui tec tura rura l t r adic iona l e s e l t ipo de agrupac ión super ior
que o f r e c e n a que l l o s e l e m e n t os a na l i z a dos , E s de c i r l a c ue s ti ó n e s
e n que m e d i da l a fo rm a y e l m od o de o r g a n i z a r s e e n un a se n t a m i e n
to t iene re lac ión con la propia configurac ión d e su a rqui tec tura y que
inf luenc ias o condic ionantes r ec íprocos ofrecen. S in duda e l mayor
problema a la hora e intenta r ca rac te r iza r y e s tudia r los dis t intos t i
p os d e nú c l e os e n e l á m b i t o b u r g a l é s e s su g r a n nú m e r o a c t ua l , m á s
d e 1.200. De e l los todos t ienen hoy menos de c inco mi l habi tantes ,
a excep c ión d e los t r e s núc leos pr inc ipa les don de ha exis t ido un c ie r to
desar rol lo indust r ia l . Burgos , Aranda y Miranda . Como una pr imera
g r a n d i v is i ó n s e p u e de n e s t a b l e c e r t r e s e s c a l one s m á s o m e nos c l a
ros en su cuant ía o ca tegor ía po blac iona l . E l e sca lón s up eno r
lo
c ons
t it uyen l o s nú c l e os de m a yor t a m a ñ o qu e sup e r a n , p o r l o g e ne r a l , e l
m i l l ar de ha b i t a n t e s c ons ti t uye ndo una s c a b e c e r a s t e r r i t o r ia l e s m á s
o m e no s c l a r a s , e n un te r r it o r io c uyo p ob l a m i e n t o e s t á e s c a sa m e n t e
je ra rquizado, y que a la vez han s ido, también por lo genera l , v i l las
m e d i e v a l e s y c a b e c e r a s h i s t ó r i c a s de l a s que de p e nd í a un p e que ñ o
t e r ri t o r io -m e r i n da d o a l foz - E s t os nú c l e os a p e sa r de su r u r a l i da d
p r e se n t a n un c i e r t o c a r á c t e r u r b a no .
Un a vis ión de es to núc leo s pr inc ip a les nos la suminis t r a una de las
p r i m e r a s r e s e ñ a s e s t a d í s t i c a s de que d i sp on e m os a n i ve l p rov i nc ia l ,
a finales del siglo xvi. M l o s nú c l e os que su p e r a n l o s dosc i e n t os v e
cinos , a p r ox i m a da m e n t e m i l ha b i t a n t e s , son l o s s i g u ie n t e s :
Un esca lón inte rmedio es tá const i tuido por núc leos menores de mi l
habi tantes y que son super iores , en ge nera l , a los dosc ientos c incuen ta
ha b i t a n t e s . E n una p a r t e son nú c l e os que ha n s i do v il la s m e d i e v a l e s
y c a b e c e r a s de a l foz , que no ha n c onse r v a do d i c ho p a p e l p r e e m i
ne n t e de c a b e c e r a , y sob r e t odo nú c l e os r u r a l e s o a l de a s que t i e
nen un c ie r to tamaño.
E l e sca lón infe r ior e s tá const i tuido por una pléyade de núc leos ya
m e nor e s de do sc i e n t os c i nc ue n t a ha b i t a n t e s y que son , e n su m a yo
r í a , p e que ñ a s v i l l a s o a u t é n t i c a s a l de a s o c a se r i os , que no ha n a l
c a n z a d o o m a n t e n i d o a q u e l m í n i m o d e s a r r o l l o p o b l a c i o n a l
c ons t i t uye ndo nú c l e os c l a r a m e n t e r u r a l e s .
Manue l Te rán rea l iza una c las i f icac ión re fe r ida a l poblamiento de
l a m e se t a no r t e que a un que c on un p l a n t e a m i e n t o m á s g e ne r a l y una
c i fras más generosas r e f le ja bas tante b ien nuest ro aná l i s i s . Así se
ñ a l a que l a s v i ll a s s i g ue n a l a c i uda d c om o e n t i da d e s de p ob l a c i ó n
de m e nor v o l um e n , y c uyo v o l um e n num é r i c o e s t a b l e c e e n t r e d i e z
mi l y do s mi l habi tantes . Es tos núc leo s his tór icamen te «tuvieron el ca
rácter de centros comerciales, aunque en la evolución posterior el
carácter rural ha acabado por predominar.. La ruralización se ha
agudizado en las villas y grandes aldeas, como consecuencia de la
degrada ción del tradicional trabajo de artesanía...»' . E l segundo es
c a l ó n l o e s t a b l e c e e n t r e d os m i l y qu i n i e n t os ha b i t a n te s , don de l a
CENSO DE 1591-94
Población
Númeio de vecinos
B ur g os
A r a n d a
Cast roje r iz
B e l o r a do
Br iviesca
R oa
Gumie l de Hizán
E sp i nosa de l o s M ont e r os
Melgar
S a n t a M a r í a de l C a m p o
M i r a nda de E b r o
C ov a r r ub i a s
P a n c o r b o
Vi l lasandino
M e di na de Pom a r
Fr ías
Vi l ladiego
L e r m a
V a d o c o n d e s
L os B a l b a se s
T or t o l e s
Poza
2.66S
1.223
833
643
573
5 3 1
4 3 7
4 3 6
4 2 6
4 2 5
3 4 7
3 2
3 2
3 5
2 7 7
2 5
2 3 7
2 2 4
2 1 2
2 1
Fuente: Transcrito del C enso de Población de Castilla en el siglo xvi de To
más González, Madrid, 1829.
101
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distinción entre villas, pueblos y grande s a ld eas es m ás dif icul tosa ,
pudiendo seña lar unos núcleos mayores a modo de c a beza s c oma r
cales , y que en nuestro terr itor io c laramen te hemo s incorporado a l
pr imer gran grupo; un segundo compuesto d e núcleos que con ca
rác ter c laramente rura l son cabezas de té rmino, de tamaño más o
meno s grande; y como esca lón infer ior *... Nos e n c o n t r a m o s , p u e s ,
ya en presencia d e una forma d e poblamiento francamente rural, có
ma la a ldea . . .»\
a la que se a tr ibuye una poblac ión inferior a ocho
cientos habitantes de la que dependen anejos y caser íos como
a grupa c iones men ores .
Estructura actual del poblamiento húrgales
Cu alquiera q ue conozca a lgo el m edio rura l provincia l, ha podido
perc ibir c laramen te contras tadas en tre sí dos á r ea s en sus ex tr emos
norte y sur , las Merindades y la R ibera del D uero, en lo que se re
f iere a l tipo de p oblamiento ac tua l de cad a una d e el las .
En el norte de la provincia, se sitúa el territorio que recibe, nor
malmente y d e m odo genérico, la denominación de las Merindades.
En é l se ap rec ia un poblamiento carac ter izado por una m ult itud de
pequeños núcleos , a ldeas y lugares que con es truc tura concentra
da se ha l lan rela t ivamen te próximos entre sí , def iniendo un m odelo
de poblamiento terri tor ia l con carac ter ís t icas, m ás o menos cerca
nas ,
a l m odelo c lás ico de poblamiento rura l de la cornisa cantábrica.
En el Valle de Mena se pue de hablar de caser íos , con núcleos o
agrupaciones de escasa ent idad y carác ter semidisperso o claramen
te d i sper so , donde en ocasiones e s difíci l definir dón de acaba o em
pieza cada uno d e el los es tablec iéndose un modelo idént ico a l de
la cornisa cantábrica
y
de modo espec ia l, a l á r ea que c on é l c onec
ta, el País Vasco, en su parte vizcaína.
También se puede hablar de una c ier ta diferenciac ión entre los
val les d el norte y noreste (Espinosa d e los Monteros, Alfoz de Santa
Ga dea , Alfoz de Bricia
y
Merindad de Sotoscueva)
y
el res to d e las
Merindades. E n es tos va l les el t ipo mayori ta r io de los núcleos exis
tentes t ienen un carác ter semidisperso, c reando pequeñas agrupa
c iones y manteniendo una escasa dis tancia entre el las , con unos
mo delos que suponen una transic ión entre los del Valle de Mena y
el res to.
Como sucede en la cornisa cantábrica en es te modelo disperso.
aparecen a lgunos núcleos que c laramente des tacan sobre el res to
e je rc iendo un pa pe l de c a b ec era s y que , en genera l , responden a
las vil las me dievales fundadas para concentrar y controlar a la po
blac ión, como pue den ser V illasana de Mena o Medina de Pom ar.
La otra comarca
o
área qu e apare ce como ant í tes is de aquél la es
la l lamada Ribera del Duero. En el la se aprec ia un modelo pobla-
c ional rura l basado en núcleos de mayor tamaño
y
con unas d istan
c ias superiores entre
ellos.
Las cabeceras comarcales t radic ionales
apenas des tacan en su tamaño del res to (Roa , Peñaranda de Due
ro), a excepción de Aranda de D uero por su rec iente de sarrol lo in
dustr ia l y su posic ión es tra tégica como nudo de comun icaciones.
El resto de la provincia prese nta un mo delo de t ransic ión entre e s
t a s dos á rea s o c oma rc a s, p redomina ndo en é l un g ra n número de
núcleos de esc asa ent idad y con dis tancias entre el los no ex cesiva
mente gran des , es tablec iendo un suave cambio hacia el sur de las
Merindades , que se m arca , de modo a lgo más pronunciado, a l l le
gar a l a s T ie r r as de Lerma y el bajo Arianzón. En es te espacio inter
medio, las cabeceras son más ní t idas que en la propia Ribera
(Villadiego, Castrojeriz, Lerma, B elorado, etc.) en relación con la en
tidad poblacional y física del resto de los núcleos.
Pueden adem ás señalarse áreas diferenciadas dentro de es te gran
espacio cen tra l a nivel provincia l. Ejemplo d e área con núcleos de
un tamaño rela t ivamen te importante es la com arca de Pinares , y e n
el caso opuesto, con pequ eños núcleos escasam ente d is tantes es el
área del antiguo Alfoz de Lara , ambos apo yadas en las es tr ibac io
nes y en torno a la Sierra de la D emanda d onde , a su vez, aparec e
una g ra n á rea despob la da , s i e rr a s de San Mülán y de N eila , que co-
nesp ond en a l a s m a yores a lt it udes p rovmc ia les .
Una visión cuantitativa y gráfica de la malla poblac ional, nos pue
de a yuda r a l r espec to , Así por e j emplo e s c ua tro vec es m ás densa
en las Merindades , 15 núcleos cada 100 Km , que en la Ribera d el
Duero, 4 núcleos cada 100 Km , como caso s más ex tremos. Tenien
do la pr imera de media cada núcleo T habitantes, frente a los 368
de l a s egunda , r es ta ndo e l munic ip io d e A randa de Duero que d e
sequil ibrar ía c laramente el recuento. Modelo cercano a es te últ imo
p u e d e n s e r las T ie r r a s de Lerma y en m enor medida e l Pára mo de l
Pisuerga; y comarcas intermedias la Bureba y el Páramo del Arian
zón. Estas dos úl timas, como los Páramos de la Lora, no su pera la
media de sus núcleos los 150 habitantes , res tando por supuesto el
municipio de la capital.
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Pancorbo.
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^ ^ B
•WO
200m
Vülafranca
-
Aío;7tes de Oca.
Aranda
de Duero.
Frías.
Castrojenz.
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Puentedey.
Belorado.
Espinosa de los Monteros
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Olmillos
de Sasamón.
Bnviesca.
-» 0 ZOOin
Los Balbases.
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V a l l e s d e P a l e n z u e l a .
B e r z o s a d e B u r e t a .
S a n t a C o l o m a d e l R u d r ó n .
JaramiUo
d e l a F u e n t e .
C u e v a C a r d ie L
I g l e s i a p i n t a .
« o a o o m
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Redecilla
del Camino.
Hornillos
del Camino.
•K»
ÍOOm
108
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Orígenes y evolución d e l o s actuales núcleos
Aunque se conozcan anteced entes an ter iores en a lgunos núcleos
provincia les , en especia l de asentamientos indígenas de época pre
rromana, más ta rde romanizados y que tendrán una c ier ta cont inui
d ad en épocas posteriores no se puede es tablecer en general ninguna
relación física de los núcleos med ievales y d e los anter iores asenta
mientos, e inc luso aún cuando conserven la m isma o pa rec ida deno
minación, han sido abandon ados los antiguos asentamientos, bajando
a las l a dera s y fondos de
valles,
manteniendo en las posic iones d es
tacadas d e los cas tres elementos defensivos como castillos y torres.
No obstante, exis ten a lgunas excepciones donde se m antiene el
mis
mo
asentamiento como el caso d e R oa , antigua Rauda,
o
de Lerma.
En ellos sólo
se m antiene
como único
elemento referencia l
el
propio
límite físico de l
castro.
Sasamón e s
otro
núcleo que se as ienta sob re
la antigua ciudad
y
campamento
romano, y
aunq ue alguno s historia
dores quieran ver el ant iguo cardu del campamento romano en el
actual
t razado,
en n uestra opinión e s
un
aspecto
más
que discutible,
según se deduce del es tudio del núcleo.
Pu ede af irmarse pu es , s in lugar a dud as , que una m ayoría de los
núcleos burgaleses, tienen sus or ígenes en la eda d media , especia l
mente en todo el per íodo que aba rca de sde los comienzos de la re
poblac ión de época condal , as í como la inmedia tamente previa
rea l izada po r los m onarcas asturianos, hasta la aparición y desarro
l lo de la vida urbana ya avanzada dicha época.
Se puede es t a b lec er t r es per íodos
claros. Un
p r imero a ba rc a ndo
los siglos VH al x,
en que se inicia el proceso repoblado r, consiguien
te a la conq uista
y
a su reflujo. E ste p er íodo es tá carac ter izado por
unas masivas repob lac iones de asentamientos, pr imero teniendo co
mo l ímite la f rontera del E bro, con aportac iones d iversas , tanto de
población no rteña, como por el refugio de población hispanovisigo-
da e indígena que huye del avance musulmán. Se c i tan ya a f ina les
del siglo viii poblaciones de mozárabes en los lugares de Bisjueces,
To rres , la C erca , Salazar y Val le de Á ngulo.
Poco a poco se repueb la la m eseta hasta t raspasar los val les del
Arlanzón y Arlanza hasta el d el D uero, conforme se consolida el con
dado cas tel lano.
Los tipos
de asentamientos que se es tablecen son de pequ eña en
tidad y carác ter netamente rural: la a ldea , agrupados en torno a p e
queños m onasterios familiares e iglesias y defendidos por num erosos
puntos fortificados, torreones o castillos, que se van estableciendo
en los lug ares es tra tégicos y d e los cuales se conserva la referencia
de los más impo rtantes.
El poblamiento ofrece una re d d e asentamientos homólogos , cuya
ima gen p uede perc ib ir s e hoy con c lar idad en las Merindades , don
d e a p e n a s
ha
sufrido variación,
a
excepción d e la c reac ión d e a lgu
nas
villas
pu ntuales.
La
a ldea es tá consti tuida por unidad es bá sicas ,
casa
o
solar, don de se con struye la vivienda unifamiliar junto a las
parcelas cercad as de huerto
y
c e rea l
o
p ra dera s
y
enc er ra deros s e
gún el área geográf ica .
A f inales de es te pr imer per íodo se conoce ya la existencia d e un
primer fuero, el de Castrojeriz, que preten de consolidar la pobla
c ión asentada en un punto defensivo importante, como un prime r in
tento d e creac ión d e un núcleo de ent idad superior . De la misma
época da ta la fundación d el Infantado de Co varrubias , que preten
de concentrar la dispersa pob lación exis tente y a la vez fortificar un
paso natural, el valle del Arianza.
Un segund o per íodo e s el com prendido e ntre los s iglos xi al xi ii .
En él se inicia una clara jerarquización de l poblam iento, con la fun
dación d e numerosas villas como c a bec era s de un tenitorio, que aq uí
sa lvo a lgunas excepcione s no es m uy amplio, a los que se dota de
un fuero en que se pr ivilegia a los pob ladores . En su mayor par te
las villas se ubican sobre un asentamiento anterior, una aldea, un
m o
nasterio o una fortificación.
Este per íodo es tá carac ter izado po r un fuerte incremento p obla-
c ional , tanto por aumento de la tasa d e vida , por m ejora de las con
dic iones a l imentar ias y de seguridad, como por la apar ic ión de
pob laciones foráne as, francos, judíos, y la continuación del flujo d e
población sur-norte, que se a pre cia por la aparición significativa d e
temas arquitectónicos con influencia árab e-m udéjar, tanto en la ar
quitectura culta sobre
todo
religiosa,
como en la
propia arquitectura
tradicional de ciertas zonas como el bajo Arianzón, la Vega del Pi-
suerga , las Tierras de Lerma y la Ribera del Duero.
Otro
aspecto des tacado de
la
é poc a
es
el asentamiento d e
los
gran
des monasterios, que constituyen centros importantes de poder eco
nómico y político generando incluso poblaciones —Santo Domingo
d e Silos, Oña , Vi l eña - , y dependiendo de ellos un territorio, con sus
núcleos rurales , relativame nte
amplio.
O tro hecho importante y q u e
genera los primeros asentamientos con vida urbana , donde el comer
c io e s un aspecto decis ivo, es el Camino de Peregrinos o d e Santia
go , que se consol ida en los siglos xi al xii, barr iendo la provincia d e
este a
oeste.
Junto a él se van establecien do h ospitales, hospede rías,
iglesias, monasterios, santuarios, se cre an centros de comercio, y co
mo s igno de el lo es la aparic ión de los llamad os «fueros d e los fran
cos»,
da dos a p oblac iones sitas en el Camino d e Santiago o «francés».
Los pr im eros son los de Jaca (año 1063) y Estella (año 1090), aunque
para nuestro teni tor io es bás ico el fuero d e Logroño (año
1095).
Ade
más d e mejorar las condic iones d e vida de los vi llanos o labrado
res,
eximiéndoles de ciertos censos y
tributos,
se es tablecen en ellos
condic iones favorables para e l com erc io igualando también los d e
rechos d e la poblac ión foránea con los loca les . Es te t ipo d e fuero
en
nuestro
territorio se da
a
núcleos
sitos
e n
los dos
ramales bás icos
d e l
C amino, como
Miranda d e
E b r o ,
B elorado
o
la Puebla d e Argan-
zón, e incluso a núcleos fuera d e él
como
Medina de P omar
o
Frías.
La mayoría de las villas que recibirán fuero constituirán los núcleos
que se des tacan por su m ayor tamaño y c ier tos aspectos urbanos ,
dentro de un terr itor io c larame nte rura l izado.
Tam bién se pu ede reseñar la concesión de pr ivi legios m enores ,
car tas de inmunidad, a c ier tas a ldeas , que curiosamente hoy pre
sentan un aspecto de n úcleo rura l de e scasa ent idad, no habiendo
sufr ido aparentemente grandes t ransformaciones desde entonces .
Como los que s e da n a C ueva C a rd ie l , en
1052,
o a San Zadornil, en
1012^
am bos núcleos d e ínfimo
tamaño,
pero que m uestran hoy una
estruc tura rela t ivamente concentrada de c laro or igen m edieval.
El fortalecimiento d e las villas sobre todo en la mitad meridional,
quizá por h aber tenido un c ier to desarrol lo s i las comparamos con
las septentr ionales , va a gene rar la desaparic ión de buen número
de a ldea s , lo que pu ede ex pl icar la diferencia aprec iada hoy en los
modelos de poblamiento de las diferentes com arcas. Un ejemplo pu e
de ser ilustrativo: a Covarrubias se le concede un fuero en 1148, y
poc o despué s queda rán des ie r ta s las c e rc a na s a ldea s de C erezue-
los, Mezerrexolo, Rendonda, Mamblas y D urguilla al acudir a poblarla
sus habitantes
La c reac ión de la viUa t iene por tanto la pretensión de concentrar
la dispersa población rural del m omento, p ara facilitar su control p o
l ít ico y crear polos económicos , mediante el es tablecimiento d e lu-
1 0 9
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gares de comercio y mercado qu e permita a l señor perc ibir las co
rrespondientes rentas a t ravés de los t r ibutos per t inentes . También
es de d es tacar que los fueros serán renovados y ampliados en mu
chos
casos ,
siendo indicio de las dificultades que presentaban la gran
mayoría de es tas pequ eñas vi llas para consol idarse.
En las a ldeas se aprec ia una c ier ta dispers ión de la misma, con
la formación d e unidade s peque ñas en base a los solares y caseríos,
que en una e t a pa posterior, y limitadas a ciertas zonas d e l norte bur-
galés,
acabarán sa liendo de dichas agrupaciones , por la pres ión d e
mográf ica , ya como unidades c laramente individualizadas. En las
área s de vega s y pára mos d e l a mese ta e l p roc eso es c l ara mente
diferente aprec iándo se una c lara com pactac ión, sa l iendo fuera d e
la es truc tura de los núcleos los espacios de cult ivo, aunque todavía
pued an enco ntrarse ejemplos, en áre as de t ransic ión sob re
todo
ha
c ia la s ierra , de núcleos de es truc tura esponjosa dond e se inc luyen
huertas y praderíos como espacios anejos a la casa .
El último p eríodo m edieval qu e a barc a los siglos xiv y XV, se ca
rac teriza por un c laro es tancamiento repo blador en nu estro terr i to
rio.
En el lo inf luyen ya var ias causas , entre las que destaca la
exis tencia de una red tupida de poblamiento que ha l legado a l tope
de las po sibi lidades d e explotac ión que d ispone el m edio, con los
s istemas y técnicas product ivas d el m omento. Así como la necesi
dad d e efec t ivos poblac ionales para repo blar el va l le del G uadal
quivir debido a la expuls ión de los mudejares sublevados y la
moj íanda d de l a s ep idemias de pes t e negra .
Todo el lo se ve reflejado en la disminución drás t ica de la conce
sión de fueros, así como de la c reac ión o fomento d e villas o núcleos
urbanos en nuestro terr i tor io. No obstante se pued en c i ta r casos co
nocidos como Briviesca, dond e se busca un lugar más idóneo pa ra
es tablece r una ya exis tente poblac ión en m ejores condic iones a la
que d a nuevo fuero en 1313, o el d ado a V adocondes , en 1306, se
aprec ia la desaparic ión de n úcleos m enores en la zona meridional,
especia lmente en las vegas y páramo s ba jos , adem ás del es tanca
miento de los núcleos de la zona norte provincia l. Todavía pue den
citarse en es te últ imo per íodo a lgunos pr ivi legios a núcleos meno
re s
o a un
hospital
como
e l de
San Antonio
Ab ad en V illafranca Mon
tes de O ca , señor del lugar, en 1385, para consol idar su rec iente
es tablec imiento, en e l Camino de Santiago, pero rea lmente son ya
intentos muy aislados y puntuales.
En épo ca m oderna , s iglos xvi a l xviii , apen as se descu bren nue
vos asentamientos, salvo pequeñas agrupaciones des t inadas a luga
res de recreo de c ier tos señores , como el caser ío de Ventosi l la
r es idenc ia de l duque de Lerma , o e l pob la do de Va lverde c rea do
en e l siglo
xviii,
como centro de u na explotación agrope cuaria , con
el palacio del señor como centro de la organización. Sólo quizá ca
be des t a c a r la aparición en la zona
norte,
en e specia l el va lle de
Me
na, a finales del siglo
xviii,
de ed ificaciones d es t inadas a l recreo y
descanso, def iniendo una c ier ta especia l izac ión de dicha área que
se confirmará a finales d el siglo xix y comienzos de l actual.
Sin em bargo se aprec ia una consolidación y despegue d e c ie r ta s
villas
m edieva les, que c rec en r eba sa ndo
sus límites
mu rados inicia
les,
y que consti tuirán los pr inc ipa les n úcleos ac tua les . En el los se
produ cen t ransformaciones u rbanís ticas importantes, a l ampliar sus
cascos , conformando sus espacios públicos o plazas, consol idando
los barr ios o arrabales extramu ros , o incluso am pliando el rec into
cerrado por la muralla con formas nuevas de fortificación como el
abaluartamiento que se aprec ia en Medina de Pom ar en el plano de
Co ello, o supe rando los antiguos límites físicos existentes, como los
ríos extendiéndose a l otro l a do de sus r iberas , como en la propia ca
pi ta l con el barr io d e la Vega , o en Co varrubias con el a rrabal de
San Roque.
Sin du da el ejemp lo d e transformación más significativo por la im
portancia d e su ac tuación global izada es el caso de la vil la d e Ler
ma, sobre cuya vi lla medieval se opera una fuer te t ransformación
en toda la zona superior del casco, asentando un conjunto
arquitectónico-urbanístico en el que las piezas espaciales y arqui
tectónicas singu lares son las protagonistas. La intervención realiza
da en el siglo xvill configura un conjunto m onástico-palacial m aclado
con el res to de l casco m edieval que no resultó t ransformado,
Es pu es el m omento, sobre todo en el s iglo
xvill,
dond e se consoli
dan y c recen par te d e las ant iguas vi llas m edievales y d e las ant i
gua s dependien tes de e l l a s , l iberándose poc o a poc o de su
jur isdicc ión terr itor ia l . Es te p roceso se ex t iende p or gran par te del
territorio bu rgalés, aunque condicionado por e l mantenimiento en
al
gunas zonas del ant iguo m odelo de es truc tura d e asentamientos . Se
notará especia lmente en las ant iguas a ldeas d e la R ibera de l D uero,
Tierras de Lerma, y par te de los Páramos d el P isuerga y Arianzón,
la Bureba y la zona pinar iega d e la Sierra d e la D emanda.
En época contemporánea , s iglos xix y
xx,
se as iste a una ser ie de
fenómenos diversos . Por un lado se crean las travesías, tramo s o en
sanch es ligados a los nuevos viarios y el ensanchamiento d e los ca
minos, que se producen en una p ar te de los núcleos en el s iglo xix
y comienzos del ac tua l , con la conformación de la red m oderna d e
1 1 0
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carreteras . Por otro la aparición de un do ble proceso ya en la segun
da m itad de este siglo, que va a modificar sustancialme nte un bu en
número de los núcleos provinciales: abandono de los núcleos rura
les de m enor ent idad y peor comunicados o en áreas m arginales y
con m enores posibi l idades de explotación agropecu aria, c reándo
se num erosos despoblados rec ientes; y por contra la aparic ión de
los
en sanches rec ientes en
las
cabe ceras comarcales o núcleos prin
cipales, donde se introducen
nuevos tipos
edif ica tor ios - blo qu es de
vivienda y ch alé s- y un fuerte e indiscriminado crec imiento d e la
segu nda residen cia en forma de vivienda unifamiliar en toda la pro
vincia, apareciendo incluso contradictoriame nte en núcleos que han
visto redu cida su población
a un
nivel ínfima
Los
nuevos crecimien
tos suelen tende r a o cupar ant iguos espacios comunales o de pro
pios que han s ido objeto de repar to
o
apropiación entre los vecinos
del lugar, como los ejidos o las antiguas zonas de eras.
Fenómenos s ingulares son la consolidación d e p ar te d e las zonas
septentr ionales como área de res idencia de temporada , relac iona
da especia lmente con
B ilbao,
en la que ap arecen los primeros cha
lés a finales del s iglo pasado y pr inc ipios de es te Así como a lgunas
transformaciones urbanas de interés, como la configuración de al
gunos espacios , bien motivados por des trucciones , gu erras
o
incen
dios o por deseo de mejoras urbanís t icas . Un ejemplo de el lo es
Huerta del Rey donde se crea un paseo - sa ló n, a raíz de un impor
tante incendio que sufre destruyendo parte de su primitivo tejida
Los únicos nuevos núcleos en es te m omento son peq ueñas agru
paciones l igadas a cruces de carreteras , o estacioes de ferrocarril,
explotaciones
mineras, o
de segunda res idencia ,
y
sobre
todo los nú
cleos d e colonización agraria, como por ejemplo
La Vid
en
la
R ibera
d e l D u e r a
Emplazamientos
La m orfología del em plazamiento elegido pu ede suponer eviden
temente un condicionamiento al trazado y organización del núcleo
y a su propia arquitec tura . Es por el lo que un repaso a los tipos de
emplazamientos
m ás
frecuentes, tanto en su relación con elem entos
geográficos, como en cuanto a su morfología local puede ser de in
terés ,
como aspecto previo al análisis de la m orfología y estructura
de los núcleos.
U na m ayoría de los núcleos se sitúan junto a un río de mayor o m e
nor tamaña Las razones son m últiples, de sde la existencia de un va
do o pa so de l río, al hecho de servir como límite fácil de l núcleo y
su defensa, el propio servicio d e ag ua para usos múltiples, regadío,
saneamiento, etc. , la existencia de una vega fértil junto al río, la
búsqueda de s i tuac iones más o menos resguardadas en el propio
valle, etc.
Otro tipo d e em plazamiento significativo es
la
situación en entrada
a desf iladeros, más o menos pronunciados , con casos muy conoci
do s
como P ancorbo, en el que
es
ne cesario vigilar
un
importante pa
so y
com unicación histórica, o casos de tipo menor como Rioparaíso,
en e l que s e busc ó
un
lugar abr igado en un área de elevada a lt itud.
En
otros casos la posic ión se es tablece en relac ión a dos desf ilade
ros,
aun cuando sean lugares de paso secundario como el paso de
La Y ecla
o
el desfiladero del Mataviejas respecto a Santo D omingo
d e
Silos. Otros
casos
má s
puntuales han b uscado el asentamiento en
el
propio
desfiladero
o cañón, como Ura,
Orbaneja
d el Castillo, o Santa
Coloma del R udrón.
Otra situación
no
f recuente pero reseñable
es la
posic ión respecto
a un paso d e montaña o p uerto, como Incinillas, V illafranca-Montes
de Oca, Masa, etc. , como apoyo a los transeúntes del viaria
• La situación local y su m orfología, sin em bargo, no s ofrecen otro
t ipo d e acercamiento a l em plazamiento, Genera lmente en un núme
ro
importante d e núcleos suelen asentarse en
la s
par tes ba jas de los
valles,
buscando una s i tuac ión a media o ba ja ladera
o
en platafor
m as
l uv ia l e s m ás o menos llanas,
en búsqueda de una m ejor protec
c ión. A ellos hay que añadir los s i tuados en las lade ras d e lomas
y cenos ,
que cuando
no son
des tacados
y
tienen
un a suave
pendiente
pued en ocuparlos en su
totalidad.
En cerros des tacados por su fuer
te y larga pendiente es realmen te excepcional la ocupación en la cum
bre, que se deja al castillo o torreón, existiendo excepciones a ello,
como en los casos de Frías , Lerma o Medina d e P omar, aunque en
estas ocasiones existe un a plataforma en su cumbre, en forma de
«acró
polis» que facilita su ocupación.
Las
lade ras ocu padas sue len bu scar el fácil soleamiento, evitando
siempre la or ientac ión septentr ional, y e s c laro el proceso de desa
lojo d e las cum bres y ba jada a las laderas , para luego ir ocupando
parte d el fondo del valle Frías en su fuero del siglo xiii señala unas
mayores ventajas a los ocupantes de la Muela en relación al resto
d e
los
habitantes de
la s
zonas bajas, para contrarrestar
la
tendencia
a bajar hacia la vega.
El
emplazamiento en forma de e spolón conformado por
do s
vagua
das convergentes
qu e
m arcan una plataforma alarg ada con
un
esca
lón m ás
o
menos pronunciado, favoreciendo la seguridad
y
defensa
del asentamiento, es relat ivamente c orr iente D esde núcleos como
Aranda del Duero con un r ío c iertamente importante y un af luente
menor ,
a
núcleos
como
V illadiego con dos cau ces
menores ,
que ha
cen casi de foso,
o
en San Z adomil en un espolón rela t ivamente es
c a r p a d a En otros casos e l espolón es tá conformado por un mea ndro
del río y una pequeña vaguada , como en el caso de V adocondes con
el río Duero como protagonista.
Pero rea lmente la posic ión en una lad era ba ja o en el fondo de un
pequeño vaUe o depres ión f recuentemente se repi te en núcleos de
peque ña ent idad, en busca de una mayor relac ión con su espacio
agrario, abandonan do
los
condicionantes de defensa d e
las
villas
me
dievales. C on
carácter
muy
puntual, pu eden aparece r emplazamientos
en terreno l lano que no consti tuyan fondo de valle, pues debido a
la
elevad a altitud m edia provincial, se huye d e la ubicación
en
zonas
llanas de m eseta o
páramo,
descubiertas y desprotegidas de
los
vien
tos fríos del norte.
Algunos
casos ofrecen asentam ientos singulares,
como
la platafor
ma rocosa horadada d el r ío de Puentedey, a modo de pu ente na tu
ral.
La singular estructuración de Tubilla del Agua, donde precisa
mente el agu a e s protagonista , a l es tar recorr ida por
varios
arroyos,
o el propio nacimiento del manantia l en O rbaneja del C asti llo en el
propio núcleo configurando e l espacio principal del misma O tra ca
racterística d e algunos núcleos e s prec isamen te el empleo de a lgún
arroyo o esgueva que se canaliza para servir de saneamiento hacién
dole transcurrir por él , como en Pineda de la Sierra o en La Pueb la
de Arganzón.
En
ocasiones el lugar del asentamiento presen ta
un a
superficie
on
dulada
o
compuesta por var ias laderas de pequeñ os a l tozanos con
orientación d iversa, como en Castrillo d e la R eina,
o
Itero del C asti
lla E llo obliga a cierta ocupación y zonificación buscan do la mayo
ría de los edificios residenciales las zonas más bajas y mejor
orientadas y protegidas.
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Puentedey (Menndad de
Va ldepo ires ) .
Orbaneja del Castillo (Valle de
Sedaño) .
Aspecto esencia l es el grado o m agnitud que t iene la pen diente
del lugar d e asentamiento. En genera l , s i bien se suele huir de las
fuertes pendientes, en los casos en que es
así,
obliga a la propia mor
fología d el núcleo a ad aptarse a la misma, crean do los viarios bási
cos con una c lara tendencia hacia el para lel ismo con las curvas de
nivel, evitando la m áxima pen diente y sólo aparec iendo c ier tos via
rios ortogonales secundarios que los enlazan, requiriendo el empleo
de e sc a le ra s y p or tanto un uso exclusivamente peatonal o como m u
cho animal, como e n P arapliega, C astrojeriz, Frías, etc. También en
estas s ituaciones , los espacios públicos apa recen en p eque ñas pla
taformas o esca lones que se adaptan a la ladera .
Trazado o forma
d e
la planta
Un
prim er aspe cto a tratar en la morfología
y
es truc tura d e
los
nú
cleos,
es el t ipo de forma d e la planta o t razado que ofrecen. Res
pecto a ello se p u e d e d e s d e luego realizar una primera gran distinción
o división analítica.
Por un lado aquel los núcleos que poseen una par te o la tota lidad
de su planta as imilable en su t razado a los m odelos his tóricos que
aparecen en la evolución urbana , y que inc luso pu ede presentarse
en forma d e t raza ordenada , ofrec iendo una imagen de regular idad
más o menos p l ena .
Por otro lado aque l los núcleos que muestran un trazado c laramen
te no ordena do o q ue tampoco es ident ificable con los m odelos his
tóricos urbanísticos, teniendo un cará cter
más o
m enos orgánico, en
el qu e la adaptac ión a l asentamiento
o territorio
s e ha c e de
un
modo
más l ibre y abier ta
El pr imer grupo d e núcleos es tá formado en su gran mayoría por
núcleos que presentan elementos
o
morfologías, claramente identifi-
c a b les c on modelos de é poc a m edieval . Está por tanto formado por
vil las medievales que presentan un t razado m ás o m e n o s r e p l a r o
una morfología más irregular con la ronda d e m uralla como cíngulo,
como por núcleos menores o a ldeas que ofrecen un c laro carác ter
concentrado e inc luso pued en tener su propia cerca o d i sponer d e
una es truc tura parcelar ia o un trazado de neta influencia medieval.
Sin du da el elemento b ásico de la vil la m edieval es la mura lla o
cerca , como límite d e segu ridad militar, adm inistrativo y económico,
que pue de c er ra r un te jido más o m enos concentrado, o con impor
tantes espacios l ibres interiores, a lbergando en su rec into á reas d e
cult ivo o d e p osible pas to para los ganados. E ste c íngulo se va am
pliando a m edida que se desarrol la el
núcleo,
inc luyendo arrab ales
y
ensa nc hes de l
mismo,
aun que en cada caso se rea l iza de
modo
d i
versa N úcleos en los que se pu eden aprec iar diversos rec intos cre
cederos , son los de Medina de Pomar, Belorado, o Villadiego En
Vil ladiego la gran plaza m ayor se c rea como un espacio exter ior a l
pr imer rec into am urallado, des tinado a l m ercado, que luego q ued a
incorporado en el segundo, como la gran mayor pa r t e de los amplios
espa c ios urba nos que a pa rec en en los núcleos m edievales . Una cla
ra excepción de villa no am urallada es E spinosa de los Monteros, con
un núcleo no compacto y sa lpicado d e elem entos res idencia les for
t if icados, qu e c laramente de be inc luirse en los modelos de planta
orgánica.
Además d e la igles ia aparecen otros elementos característicos co
mo la torre o el castillo que junto con el monasterio completan los
s ímbolos de los pod eres exis tentes . La torre o cas ti llo pu ede es tar
integrado en la propia ce rca, en posición externa, a ella o incluso e s
ta r dentro con c ier to carác ter centra l. A el los deben añadirse otros
elementos como conventos, monasterios, hospitales, etc., que en mu
chos casos determinan e incluso conforman claramen te los núcleos,
aunque también hay que decir qu e a l ser , los pr imeros , elemen tos
de cierto
tamaño
se suelen s i tuar de forma extema
al recinto
murado.
Pero la cerca
o
m uralla
no
es privativa de la villa como muy a m e
nudo se ha señalado, pudiendo mencionar a lgunas a ldeas que tam
bién la poseen como Arroyuelo, Berzosa de Bureba , Cañizar de
Amaya, Tubilla del Agua o Valles de Palenzuela.
La m orfología de las plantas de los núcleos no regu lares con ron
da de mura l la , adoptan formas co ncentradas como la c ircular más
o m enos deformada, como en Presencio, O lmil los de Sasamón o, el
pr imer rec into de Lerma y de V alles de Pa lenzuela , y der ivadas d e
el la como la arriñonada o inc luso a lmend rada. También es posible
encontrar barrios diferenciados y separados con sus propias cercas ,
como en los dos barr ios a ca da lado d el r ío en Miranda de Ebro, o
en Los Balbases apoyados en dos ce rros cercanos.
Plantas más o menos regulares , en forma rec tangular con viar ios
princ ipa les para lelos y secun darios or togonales a
aquéllos,
denomi
nados como cantones , pue den encontrarse en núcleos como en Vi-
Uasana de Mena, Fresno de Riotirón, Briviesca, con sus viarios
ligeramente oblicuos,
o
en forma lineal, como
Treviño; o
rentangula-
1 1 2
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res con proa en los extremos como R edecilla del C amino y La P ue
bla de Arganzón, o plantas ligeramente deformes como la trapezoidal
del Arroyuelo o de forma a lmend rada como los de Ameyugo, Santa
G a d e a d e l Cid, Villafruela, Poza de la Sal, Medina de Pomar
o
C illa-
per la ta . Tbdas ellas , a excepción de Fresno de Riotirón, se conoce
que tuvieron o t ienen m ura lla o cerca .
Y también
es
posible encon trar núcleos amurallados
con un
carácter
lineal, m ás
o
m enos deformados o en forma de huso como Castroje-
riz, Pa nc orbo u O ña.
Quizás los modelos más regu lares sean los de La Puebla d e Ar
ganzón, Villasana de Mena, R edecilla del Cam ino y Fresno d e Rioti
rón, presentando un eje pr inc ipa l centra l , marcando su dimensión
mayor, que puede se r único o disponer de otros do s paralelos de modo
s imétr ico. Estos núcleos pu eden com pararse a los modelos regula
res que a pa rec en en l a s po las y pueb la s c rea da s a l o tro la do de l a
com isa cantábrica , o inc luso con a lgún núcleo cercano a el las como
el riojano G rañón. Son en rea l idad modelos
lineales,
con un eje bás i
co que ha s ido o no desarrollado, con otros para lelos , s iguiendo un
camino histórico de épo ca. Este viario histórico pu ed e s er e l llama
do C amino de Peregrinos Francés en Redecil la del
Camino,
o el ra
mal del C amino d e Sant iago proced ente de Vitor ia en La Pueb la de
Arganzón, el antiguo camino medieval entre C erezo de Riotirón
y Be-
lorado que fue también d el C amino d e Sant iago en el s iglo
XI,
en e l
c a so d e F resno de
R iotirón,
o el conocido
camino
m edieval del Valle
de Mena en V illasana de Mena.
Los modelos c irculares , a rriñonados o a lmend rados , sa lvo a lguna
excepción, no disponen d e un t razado m ás o menos regular , sindo
más producto d e c ier ta deformación o complementac ión de un ini
c ia l trazado l inea l más o m enos m arcado, p ara fac i li ta r la c reac ión
de un l ímite continuo m urado s in esqu inas o qu iebros bruscos. Las
pue rtas de mura l la suelen ser elementos
claves,
d e lo s cuales nacen
los viarios principales a modo de continuación de los antiguos cami
nos de acceso, teniendo f recuentemente un viar io p r inc ipa l qu e s i
gue el camino más importante rec ibiendo el nombre de ca l le rea l
o m ayor C uando el lo no es as í , los viar ios convergen creando con
f luencias qu e han s ido f recuentemente aprovechadas para gen erar
espacios públicos o plazas . La creac ión de arrabales que vuelven
a ser incorporados en la nueva cerca o mura l la e s otra constante de
estos núcleos , dando lugar a nuevas formas más o menos redon
dea da s .
En las a ldea s qu e s e pueden denomina r como m edievales , los mo
delos m ás habitua les son los de t ipo l inea l c reados a lo la rgo de un
camino principal. Los ejem plos son diversos: Hornillos de l C amino,
Salazar de
Amaya,
Ura , Hontanas, B entetrea , pudiendo como en es
te último caso tene r viarios oblicuos a él, qu e com plejizan el tejido.
Aunque
tampoco son desprec iables los
modelos
concentrados en for
ma más
o menos
irregular
como
Cueva
C ardiel,
Valdazo, Bajauri, Tu-
danca de Ebro o Quintanaseca . Sin embargo en muchos de es tos
pequ eños núcleos es rea lm ente dif íc il rea l izar en muchos casos una
clara relación entre la morfología concentrada
y
su épo ca histórica,
pudiend o en m uchos casos incluir lo en el segund o grupo como un
mod elo no regulado u orgánico.
En es te segundo grupo qu e com prende la gran mayoría de lo s nú
cleos nítidamente ru rales e incluso otros que han tenido un c ier to de
sarrol lo con carác ter urbano, como el ya c i tado de Espinosa de los
Monteros o el d e la Villa de Sedaño. Estos núcleos con un t razado
que hemos denominado como orgánico, por no presen tar correspon
dencia con los modelos his tór icos conocidos , puede n s in em bargo.
como as í lo conocemos docum enta lmente de la gran m ayoría de los
núcleos b urgaleses , hab er tenido un nacimiento u or igen m edieval .
Una gran divis ión d e el los que se pue de rea lizar es , por un lado
aquel los núcleos qu e t ienen un t razado concentrado y por tanto un
límite y forma m ás o menos
nítidos.
Y por otro aquel los núcleos que
presentan un carác ter disperso o sem idisperso con num erosos es
pacios
no
edificables d e
uso
agropecuario
—huertas,
p ra deños ,
etc.—
insertos en su t rama y no p resenta ndo por lo ge neral un límite y for
ma c laras .
En los pr imeros se pu ede es tablecer semejanzas con f iguras y for
mas geo m étricas, siendo en realidad un modelo que continúa las mor
fologías ya mencionadas en los núcleos amurallados: circular
deformada, a rr iñonada o a lmendrada. A el los se pue den añadir los
mod elos l inea les y en
huso,
o aquel los que s e conñguran apoyados
en viarios convergentes
o
que s e c ruza n en un espa c io más
o
menos
amplio en genera l
central,
c reando formas
diversas, como
en
«Y»
(ÍDt,
«H» o
tentacular O tra carac ter ís t ica qu e pu ede n prese ntar es tos nú
cleos es la exis tencia de barr ios diferenciados que adop tan formas
propias e inc luso puede n tene r una disposic ión d ispersa en uno d e
ellos, contras tando con el res to de los barr ios concentrados.
Los
núcleos
d e es truc tura dispersa
o
semidispersa pueden p resen
tar pequ eñas agrupaciones , inc luso c larame nte sepa radas en forma
de b arr ios con denom inaciones
propias ,
como en los c inco de Seda-
no. También pu ede t ra tarse de una es truc tura c laramente esponja
da en que l a s ed i f i c a c iones c rea n pequeña s a grupa c iones que
aparec en sa lpicadas entre las f incas agrar ias , bien p or incorporar
espacios d e huerta ocupando un lugar centra l como en Z alduendo,
o p r a d e r as y camp os d e cult ivo cercado s como en Valmala , o huer-
t a sy p ra dos como e n Jaramillo de l a
Fuente.
Siendo esta s formas las
más ha b iüía les en pa r t e de los núc leos s en a nos y del norte húrga
les. No obs ta n te t a mbién a p a rec en pequeña s a grupa c iones en for
ma d e caseríos m ás o menos agrupados en pequeños barrios y a ldeas
en lug ares como el Val le de Mena y el Con dado d e Treviño.
Agrupaciones edif icator ias
y
parcelación
Uno de los aspectos más t rascendenta les de la conformación de
los núcleos en relac ión con la a rquitec tura es el modo de agrupa
c ión y la es truc tura p arcelar ia correspondiente. D entro d e los mo
delos de agrupación edif ica tor ia se pueden señalar dos t ipos
c laramen te diferenciados. Un p r imer tipo dispone d e una manzana
c e n a d a d e tamaño mediano, con una superfic ie m edia a lrededor de
3.000 m ^ que a grupa a pa rc e la s donde sus espa c ios l ib res son im
portantes. Son corrales anejos a la propia vivienda de l agricultor E ste
t ipo se s itúa d e modo específ ico en los núcleos las comarcas agra
r ias de la Ribera del Duero y el Páramo del Pisuerga .
El segundo
tipo
e s un modelo de agrupación que em plea una
ma n
zana de menor tamaño,
cuya
me dia superficial se sitúa en
tomo
a los
1.000 m^ en la que se ag m pan de modo m ás concentrado la edifi
cación, no exis tiendo genera lm ente espacios l ibres
o patios
t raseros
a la edif icac ión. Esta manzana correspon de a los núcleos ganad e
ros, en los que se crean p eque ñas agm paciones edif ica tor ias , sepa
rando la vivienda d e las zonas de es tablo o tenadas que se hayan
inser tar en la es tmctura del
núcleo.
La extensión d el mismo r ec or re
la Sierra de la Dem anda, par te de a lgunos núcleos del Páramo de l
Arianzón y d e la Bureba en áreas de t ransic ión a la s ierra .
El tamaño parcelario también refleja esta diferenciación, con una
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m ^ t
<•
9 -y ip ip tp^-
Las Merindades: Opio (Valle de Mena).
Aldea
me die v a l :
Quintanaseca (Frías).
Las Meridandes: Salazar
(Vülarcayo de Menndad de Ca stilla la Vie ja).
Páramo del Pisuerga: Villasandino.
og-fflaiS
Bureba-Ribera del Ebro: B entetrea.
C S 1 0 2 0
yo AO
5 0 m
Sierra de la Demanda : Barbadillo del Pez.
114
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Vi l lad iego: Plaza Mayor.
mayor superficie m edia en
las
áreas agrar ias
citadas,
con cifras
m e
dias en torno a los 200 m ^ y c laramente inferior en las áreas gana
deras que rondan los 100 m i
Otra tendencia c lara , adem ás d e la diferenciac ión dimensional es
la sim plicidad de ag rupación de la edificación en los n úcleos gana
deros ,
en g enera l en hi lera s imple o do ble para sus exiguas m anza
nas,
con acercamiento a las figuras rectangulares, que responden muy
f recuentemente a l modo de ocupación
y
edificación d el antiguo es
pacio comunal. En el caso de los núcleos agrarios citados, es claro
un mayor desorden agrupativo, con m anzanas y formas de parcela
no regulares , obtenidas a t ravés de las divisiones de herencia , las
comp ras que unen
o
sep aran d e parcelas , etc ., en
un
proceso c lara
mente d e ac tuación m dividual de cada propietar io
Un tercer tipo c laramente diferenciado d e los dos
básicos,
qu e
c o
r respond e a los núcleos de las Merindades , es tá carac ter izado p or
la relativa presencia de edificaciones semidispersas o incluso aisla
das ,
que no l legan a conformar agrupaciones o m anzanas , como en
el V alle de Mena. Pero s i el lo no s e puede ex tender p l enamente a l
conjunto de es ta com arca, s í se pu ede afirmar que aquí las manza
nas carecen d e sentido pues
las
agrupaciones
son
rea lmen te peque
ñas ,
conformándose en b ase a la individual idad de la casa , con un
pequeño c or ra l
o
patio dond e se sitúan algunas edificaciones auxi
l iares.
Su tamaño p arcelar io medio se s i túa curiosam ente en tre los
extremos citados, en torno a los 150 m^ como
fiel
eflejo de su ca
rác ter mixto agropecuaria El tamaño medio d e la agrupación se s i
túa en torno a los 700 m i s iendo el tamaño m edio m enor de todas
las comarcas burgalesas . Es pu es un m odelo muy s imilar a l de los
núcleos d e la cornisa cantábrica, ex tendiéndose también a l Conda
do de Treviño en a lgunos núcleos.
Los datos
num éricos , que hemos empleado
como
referencia se han
hallado como media de un total d e un centenar de
núcleos,
seleccio
nados en todas las áreas com arcales bu rgalesas , en un es tudio pa
ra lelo del qu e se han extraído I
Organización
y
zonificación funcional
Aunque la característica general en la organización funcional de
la gran mayoría de los núcleos rura les es su carác ter d e m ezcla o
mult ifuncional idad, en una buen a par te d e el los aparece n espacios
o zonas espe ciales que a dquieren una especialización en su función,
al no ser p osible agreg ar dichas ac t ividades a la propia unidad res i
dencial, por incompatibilidad espacial, bien por
tamaiío,
bien por uso
o incluso por imposibilidad constructiva.
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Así
aparecen áreas agropecuarias especializadas destinadas
a
eras,
pa lomares , bode gas , lagares , pa jares , es tablos , tenadas , etc . Otros
espacios especializados
son,
sin duda, determinados espacios públi
co s o plazas interiores o ex ter iores a l
núcleo,
que pueden t ener una
act ividad predom inante e inc luso permanente, pudiendo disponer
de instalaciones fijas al respecto. Actividades como e l com ercio, o
actividades p úblicas d e
recreo,
depo rtivas, representativas, e tc, sue
len se r una constante en
ellos.
Pero lo m ás f recuente en e s te tipo de
espacios es la existencia de un a mu ltiplicidad de usos permanentes ,
carac ter izado por la presen cia d e edif ic ios que los generan, como
la iglesia, el ayuntamiento, los pequeños comercios del lugar y en
ocasiones, la bolera o el frontón e incluso la fuente con su ab revad e
ro, a g rega ndo un uso m ás a l espa c io . A el los se añade con carác ter
temp oral la utilización como espac io d e ocio en las fiestas patrona
les o para la ins ta lac ión de los mercados semanales e inc luso de
la feria.
En la apar ic ión d e los dis tintos espacios agropecuarios se produ
ce u na fácil lectura en cuanto a la actividad principal de l
núcleo,
pues
en los agrar ios suelen d isponer de áreas d e eras con a lgunos pa lo
mares , y c e rc a de
ellos
las
zonas
de pa jares y
cuadras .
Las b o d e g a s
y lagares su elen ocu par d e m odo indistinto ciertos altozanos
sitos
en
el propio núcleo o en sus inmediac iones , buscando una c ier ta pro
fundidad y protecc ión d e la bod ega con la menor excavación.
Un aspecto reseñ able es que en es tos núcleos agrar ios la propia
unidad parcelar ia res idencia l suele ordenar las edificaciones agro
pecuarias, en ella situada, orientándose a los viarios secundarios.
Apreciándose al transcurrir por una calle secundaria o trasera la pre
sencia de num erosos edificios destinados a almacene s, pajares y cua
dras,
con sus gran des po rtones.
En
núcleos ganad eros, también existen áreas diferenciadas con
te
nadas , establos
y
pajares, dando estos últimos también
a las
e ra s que
igualmente están presen tes
en
ellas.
Una
característica propia de estos
núcleos es la desagregación del casco d e los grandes contenedo
res de ganado lanar que habitua lmente exis ten junto a l a s á r ea s de
pastoreo y m ajadas.
Ya
hem os señalado también cómo los espacios
públicos pr inc ipa les son también g enerad ores de un t ipo de espe-
cialización funcional ligada a actividades institucionales, rep resen
tativas, religiosas, com erciales o d e
ocio,
co nstituyendo e l corazón vital
de los
núcleos,
en que el soporta l es un elemento muy f recuente. El
t ra tamiento de los soporta les p ued e a lcanzar un gran desarrol lo co
mo en el ejemplo singular de la plaza mayor de Villadiego, dispo
niendo inc luso de una gran profundidad en a lgún tramo con doble
cruj ía , p ensado c laramen te como un amplio espacio cubierto, que
pue de ser a l terna t ivo a l espacio no cubier to para emplazar el mer
cado en caso de inc lemen cias meteorológicas .
En ocasiones el pórtico de la iglesia se incorpora en el conjunto
del t ramo port icado de la plaza ampliándolo, como en la pequ eña
plaza m ayor de Trevif io, o p ued e ser el único espacio cubier to de
pequeñ os n úcleos rura les , como en Jaramillo de la Fuente, Pineda
de la Sierra, Valdazo, Reb olledo d e la
Torre,
etc ; haciendo las veces
dichos pórticos de lugar de reunión tradicional de los concejos, co
mo el caso del p ór tico de la igles ia de Miñón, donde se hacía la reu
nión de todas las Merindades , antes de pasar la capita l idad a
Villarcaya En otras ocasiones será la casa de concejo u otros edifi
cios diversos como hospitales quienes
presenten el
único
espacio por
t i c a do de l
núcleo como
en
Sasamón,
Presencio,
Villahoz, Frías,
Sedaño,
Fuentelcésped
o
Pam pliega .
O
incluso la calle principal
o
un t ramo
de el la cont inúa el pór tico, como en Vil ladiego, o p uede es tar pre
sente en calles relativamen te au xiliares como
en el
caso d e Santo
Do
mingo de Silos.
En
otras ocasiones , el espacio público t iene una carac ter ís tica d e
servic io público, como en el caso d e O rbaneja del Casti llo, donde
la fuente-manantial , hace las veces de beb ede ro y lavadero a la vez
de lugar de es tancia . El caso de Iglesiapinta e s quizá m uy s ingular
pues el núcleo se ordena a lred edor de un único gran espacio cen
tral,
a donde da n toda s las edificaciones y que s irve de lugar de t ra
bajo - era— y lugar de
fiesta
y estancia a la vez, En Orón se incorpo
ra a un espacio similar la iglesia al que aporta su pórt ico como lugar
protegido.
NOTAS
'
Terá n, M. de: iGeogiafía de E spaña y Portugal>. Tomo IV, Ed. Montanei y Simón, Bar
celona, 1958 (p. 247),
2 Teián, M, de: «Geografía,, ,»,
op. cit.
(p, 247).
3 Martínez Diez, G,; <Fueros locales en el territorio de la provincia de B urgos», Caja d e
Ahorros Municipal, Burgos, 1982 (pp, 15
y
30),
1 García Grinda, J, L,: «Burgos edificado., COAM, 1984, (p, 281),
5 García Grinda, J, L, y otros: «Estudio de las tipologías de los núcleos y arqu itectura po
pular de
la
provincia de Burgos», Inédito, Diputación Provincial de Burgos, 1983,
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L o s
m odelos bás icos arqui tec tónicos
SI BIEN A
TRAVÉS
DE LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA AR-
quitec tura pop ular burgalesa hemos podido conocer a lgunos t ipos
arquitec tónicos que han perd urado a
lo
la rgo del
tiempo,
serán los
tipos mayoritarios los que ofrecen un a imagen más habitual y carac-
terizadora de dicha arquitectura.
Sobre los modelos básicos exis tentes en la meseta cas tel lano-
leonesa parece que exis te un cierto acuerdo
entre
los estudiosos que
han
tocado dicho tema,
a unque sobre su aplicación concreta a un te
r r itor io más loca lizado como el b urgalés , no s iempre se produ ce.
Así Torres Balbás diferencia dentro de la vivienda de la España
a nda , en la m eseta , tres tipos basados en sus materiales de construc
c ión: la casa de barro d e la Tierra de Cam pos, la casa cas tellana de
ladri llo y la casa cas tel lana con entramado de m adera , añadiendo
otro material, la mam postería, pero que no se identifica con un tipo
concreto. Además establece una división tipológica la vivienda de
la C astilla ce ntral y llana y la de la serranía pe riférica como una adap
tación a las diferentes condiciones geográficas' .
Feduchi aunque no realiza un análisis sistemático se refiere a la casa
de p iedra d e la meseta septentr ional, como la casa montañesa que
pose e una enorme influencia en el septentr ión b urgalés , la casa de
piedra d e la Bureba, la casa de entramado d e m adera y la casa se
rrana, y dentro d e esta última, como variedad en el territorio burga
lés, la casa pinariega^.
Flores , dentro de la meseta
norte,
señala pr imero la prolongación
de los tipos norteños en su f ranja norte, que en el caso burgalés lo
remite
a
la influencia d e la casa santand erina,
y
la segunda gran di
visión la realiza en base al empleo de diferentes materiales construc
tivos: los pueblos de barro, el uso del ladr il lo, las casas de piedra
y de ba r ro y p iedra y l a s c asa s de en t ra ma do de ma dera . A e l la s
hay que añadir la l igada a l Sis tema Ibér ico: la casa pinar iega I
C aro Baroja realiza una división d e la casa rural castellana en do s
tipos,
la casa de la s ierra y la casa d el llano o m ejor vega. La pr ime
ra prop ia de la cultura pastoril y la segund a como u n tipo c laramen
te agrario. También distingue las influencias norteñas cántabras y
vascas en el nor te burgalés , señalando además la casa de piedra ,
l a s de en t r ama do de ma dera y l a s c a sa s de l a zona de B e lorado y
la casa pinar iega qu e relac iona con la casa vasca ' .
Ya hemos señalado al refer im os a los núcleos cómo
ellos,
en cuan
to a su organizac ión genera l y sobre todo en cuanto a la agrupación
edificatoria y parcelación, definen tres tipos diferenciados que, co
mo
veremos ,
r esponden p lenamente a los
tipos
arquitectónicos b ási
cos.
A ellos se pu ede añadir el modelo propio de vil la medieval,
donde la parcelación repetitiva y estrecha, con un a ncho de p a rc e la
entre
3 y
5
m. y una
longitud entre 15
y 30 m.,
condiciona c laramente
a la edificación pudiend o,
no
obstante
a
p esar d e su gran especif ic i
dad, presentar var iac iones o adaptac iones de los otros t ipos arqui
tectónicos.
En
los núcleos que no respo nden prec isamente a dichos modelos
históricos, la agrupación edificatoria puede conformarse en tres di
ferentes tipos. Por un lado la tipología de núcleo agrar io d e las ve
gas, sobre todo asentado en las com arcas de la Ribera del Duero y
el Páramo d el Pisuerga , par te del P áramo del Arlanzón, Tierras d e
Lerma y la Bureba , que es tá carac ter izado por grandes manzanas
cerrad as con un buen número de espacios l ibres en las parcelas , a
modo d e corra les anejos a la unidad res idencia l .
La
a rquitec tura res idencia l que corresponde
a
estos núcleos se or
ganiza en torno a un gran corra l , como espacio de t rabajo, a lm ace
na miento y a l a vez es ta b lo y que en é poc a s de buen t i emp o se
convierte en espacio d e es tancia . Por un lado se diferencia el edifi
cio
propiam ente residencial, que sigue manteniendo usos agropecua
rios, y por otro una ser ie d e edif icac iones m enores adosad as a é l o
separada s , s itas a lrededor del corra l . Se puede decir que es te tipo
de c a sa se ext iende po r toda la meseta castellano-leonesa en sus ve
gas y páram os ba jos .
La
vivienda presenta estancias habitables generalmente
en la
planta
baja, a diferencia de los otros t ipos básicos , s iem pre c laro qu e ten
gan d e más de un nivel. En el nivel inferior s e dispone frecuentemente
la cocina y so bre todo la glor ia ins ta lada ba jo la es tancia que hace
las vec es de comedor y es tar Se d ebe s eña lar que en la B ureba aun
que esta organización tamb ién
existe,
en g enera l ofrece
ya un
m o d e
lo diferencial en cuanto a su organización, a modo de transición en tre
las t ipologías norteñas y las d e las vegas y páram os.
La planta baja se com pleta con las cuadras de ganado de labor ,
incorporando a veces el lagar y la b odega , aunque és ta si existe suele
estar excavada en un sótano bajo la planta baja. En la planta supe
r ior se suelen ins talar las habitac iones o sa las y a lcobas y a veces
la ant igua cocina , a la que acompañan es tancias de a lmacenaje, so
bre todo dest inadas a l grano y pa jar, des t inando el desván a com-
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p le t a r e l almacenaje agrar io , sobre todo d e útiles y trastos diversos,
pue s en e l medio rura l e l reciclaje d e út iles y recip ientes ha s ido una
cons tante has ta la apar ición d e plástico y l o s nuevos hábitos d e
consumo.
Sin du da la g lor ia e s un s ímbolo e n es ta arquitectura, aun cu ando,
como s eñ a la r emos e n e l propio anál is is d e las t ipologías ter r i toria
les , e s u n e le m e n t o q u e a p a r e c e a f inales del s ig lo pas ado y s ob re
todo
a
l o la rg o de l ac tua l , ex t end iéndos e p o r
e l
P á r amo de l P i s ue r-
ga, como cont inuación d e l a T ie r r a d e C a m p o s , y p o r la R ib e r a d e l
D u e r o y en menor m ed ida p o r lo s p á r amo s a l to s y cen t r a l e s y l a de
p re s ió n d e la B u reb a ,
Los es tudiosos l a cons ideran como una der ivación del h ipocaus to
romano, pero en real id ad con los datos que d isponem os para la to ta
l idad d e las t ier ras de la mitad de la m eseta sep tentnonal , t ien as bur
g a le s as , p a l en t inas y l eones as , p odemos dec i r q ue e s un e l emen to
mo derno den t ro d e l a arquitectura popular , a l d iferenciar la calefac
c ió n de l a cocc ión , a s p ec to s b á s icos de l h og ar t r ad ic iona l. C omo an
t eceden te p r ev io d e l cua l q uedan y a p ocos e j emp la r e s , a m o d o d e
t ransición entre e l hogar más pr imitivo en es tas á reas e scasa s en com
bus t ib les leñosos qu e contaba con una pequ eña c am pana, es tá la l la
mada coc ina d e «t réb ede», e s p ec ie d e p eq ueñ a g lo r ia q ue t amb ién
h ac ía
d e
cocina. Valga pues es tos breves comentar ios que luego ex
tende rem os como aclaración hacia e l or igen popular de la g lor ia , e le
men to h oy p r e s en te e n la gran mayoría d e la a rq u i t ec tu r a p op u la r
de e s t e mode lo b ás ica
L a s p a l a b r a s d e Tb r r e s B a lb ás r ea l izan una des c r ip c ió n d e la glo
ri a q ue co inc iden p l enamen te con lo s numeros os e j emp la r e s q ue he
mos podido conocer e incluso hacer funcionar:
«... Consiste la "gloria" en un banco o plataforma de fábrica, elevado
un metro aproximadamente sob re el piso de la habitación en qu e está,
al que se sube por una escalerilla, y ocupando una mitad de ella o toda
su área. En el primer
caso,
en el escalón que forman, está e l
hogar,
en
hueco;
en el segundo, éste se abre en la habitación
inmediata.
Del ho
gar parte un conducto recto que cruza bajo el piso de la "gloria" suele
ser de baldosas, sentadas también con barro El hogar es un hueco de
un metro cuad rado y de unos setenta centímetros de profundidad, cuya
boca se cierra con una chapa encajonada en corredera. En el humero
y casi al nivel del pavimento, hay cortafuegos que cierra herméticamente
Llámase enrojar a la operación de ence nderla, y consiste en m eterse
en el hueco del hogar con un buen saco de paja de trigo o de legum
bres
secas y
después de encender
un a
pequeña porción
en la boca,
ir
arrojando el resto a puñados bien
esparcidos,
como
sembrando,
sobre
la paja encendida; de tal modo consigúese quemarla toda sin que se con
suma, formando un gran brasero que dura muchas horas. Una vez con
seguido este brasero, s e cierra la boca del hogar con la chapa y el
humero con el cortafuegos, y la paja va ardiendo muy lentamen te El pri
mer día que se enciende llega muy poco calor a las baldosas, pero a
los pocos de rep etir esta operación todo el suelo se calienta y conserva
el calor adm irablemente En verano la "gloria" es fresca, hay bajo los
pies una c orriente de aire muy activa...»I
E l e j emp lo
d e
Padil la
d e
Arr iba recoge dicha organización,
c o n
e l co r r a l t r a s e ro q ue d i s p one de en t r ada indep end ien te y co f o rman -
do u n cober t izo que permite proteger e l carro .bajo él . En e l co r r a l
se sitúa la pila d e lavar y e l pozo, a d e m á s d e las cochiqu eras , e l ga
llinero y sobre e l los e l pajar En la p lanta baja d es tac a la ex is tencia
de e s t anc ias d ia r i a s des t inadas a h ab i t ac iones con o r i en tac iones en
f rentadas , q u e reflejan s u u s o específ ico según la é p o c a d e l año,
exis t iendo e l comedor e s t a r d e invierno, con la gloria, y e l d e vera
no, adem ás de una s amp l ia s cuad ras com un icadas con e l e s p ac io d is -
CASA CALLE HOSPITAL
PADILLA OC ARRIBA
ESCALA 1;100 JLNO 1 9 8 3
t r ibuidor
y
portal:
e l
zag uán
q u e a s u v e z
e s t ab l ece t amb ién
la
comunicación ver t ical a t ravés d e la e s ca l e r a y c o n e l pat io-corral
t r a s e r a
A modo de comp lemen to d e e s t e t ip o de a rq u i t ec tu r a de l a s v eg as
y los p á r amos b a jo s, d eb e n añ ad i r s e a lg unos e l emen tos de a rq u i t ec
tura d e t ip o ag rop ecuar ia q u e p ued en o rg an iza r s e d e modo inde
p e n d i e n t e d e la casa, pero que s in duda ref le jan d e un modo muy
gráfico la arquitectura específ ica d e es tas área s . Se t rata d e los pa
l o m a r e s
que ,
aunq ue h ab i tua lmen te e s t án p r e s en te s e incluso incor
p o r a d o s a la propia edif icación res idencial e n t odas l a s á r eas
comarcales , só lo alcanzan un carácter y desarrol lo propio , conf igu
rándose como una edif icación específ ica cuando los cul t ivos d e c e
real adquie ren una cier ta importancia, como en es tas áreas agrar ias .
G ene ra lmen te ap a r ecen des ag re g ado s de l a edi fi cac ión r e s idenc ia l
y loca li zados en los b o rdes de lo s nú cleos , en una p a r ce l a ce r cad a ,
q u e p u e d e e s t a r d e s t i n a d a a huer ta y a frutales.
D es de lueg o como y a ve r emos más ade lan te d e modo m onográf i
co, no l legan a a l canza r e l desarrol lo d e lo s g r andes p a lom ares d e
Tierra d e C am p os , p ues a l lí g ene ra lmen te d i s p onen e n una p lanta
cuadrada, circular o pol igonal , t res muros concéntr icos que confor
man el palomar , crean do o no un pat io in terna ver t iendo respe ct iva
mente hacia den tro o hacia fuera y disponiendo de un gran desarrol lo
lineal, e n d ich os muros p a r a la inserción e n e l los d e l a s o r ev acas o
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FROMISTA RO.LENC1A
O LM J iT A .
SUPEmOR
«.ZADO
LATERAL
PALOMAR
DE TEOOOSIO CARRACHQM j^
PLAMTA BAJA
1 1 9
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nidos.
Así pued e verse en los ejemplos pa lent inos de Población de
Cam pos y Frómista.
En
el territorio húrgales, en ge neral, sólo cuentan con
un muro
e x
ter ior do nde se a lojan las orevacas, aunque s í dispone d e d os nive
les,
con un forjado intermedio q ue facilita la vida en el interior del
ganado avícola.
A ellos hay que sumar las bod egas con el acompañamiento de los
lagares , que f recuentemente se disponen en ag rupaciones específ i
cas en lugares apropiados a l efecto de la excavación. En genera l no
alcanzan el desarrol lo que a lgunas bod egas de las áreas vi tícolas
l eonesa s y zamoranas, como pu ede verse en el ejemplo ampliamen
te repet ido de Ardoncino levantado por Gustavo Fernández Balbue-
na, pero su amplia extensión refleja que el viñedo ha tenido sin duda
una m ayor imp lantación territorial que en la actualidad, con solucio
nes muy s imilares a las que podem os encontrar en otros lugares de
la meseta , como las bode gas d e Frómista en Falencia , donde a ve
ces disponen d e un pe queño lagar incorporado en el propio interior
de la misma
así como un
peque ño recinto
a modo
de m erendero, don
de m uy f recuentemente se crea una chimenea , y de un lugar para
la prensa del vino en el caso d e no exis ti r el lagar.
Un segundo tipo
bás ico se produce
en los núcleos
ganaderos. Mues
tran un a m orfología carac terizada por las pequ eñas manzanas , con
agrupaciones
muy simples y sin patios
interiores, aunqu e
a veces
están
huertos y praderíos agregados a la edificación, teniendo un claro ca
rácter anejo a diferencia del carácter estructural de los patios-conales
de los núcleos
agrar ios .
Otra constante es la diferenciación de la vi
vienda y de las cuadras y pa jares o tenadas , formando agrupacio
nes , inc luso dentro d e los núcleos , c laramente separad as según su
uso. Este tipo aba rca la Sierra de la Dem anda, el Alto Tirón, una par
te de la B ureba, de las T ierras de Lerma y d e los Páramos del Arlan-
zón y Masa.
La arquitectura d e estos núcleos presenta f recuentemente una ima
gen unitaria, que no refleja con claridad en su aspe cto exterior la d i
vis ión parcelar ia , sobre todo por la cont inuidad que ofrece en
num erosas ocasiones la cubierta. Esta conformación unitaria del he
cho edif ica tor io es de bido a que la construcción se rea lizó de modo
común
y
simultáneo so bre
un suelo
de propiedad comunal
o
del con
cejo,
que se adjudica según las nece sidades de los vecinos.
La
a rquitec tura en una m ayoría d e e s te t ipo d e núcleos , que
no
e n
todos,
es la que podem os denom inar como serrana , a l es tar l igada
a las es tr ibac iones burgalesas del Sis tema Ib ér ica Lo m ás carac te
rístico de esta arquitectura, a modo d e signo de identidad, es la lla
mada chimenea serrana o pinar iega , de campana encestada
troncocónica , que cu bre gran p ar te de la cocina. La extensión de es
te t ipo desborda c laramente el propio área serrana y desde luego
el área p inar iega como ya hemos expuesto en otras ocasiones ex
tendiéndose por las Tierras de Lerma, el Páramo del Arianzón y los
Páramos d e la Lora , en las t ierras burgalesas y en las es tr ibac iones
serranas sor ianas y r iojanas .
La casa f recuentemente es de una sola planta en la que la co cina .
cobra una importancia trascendental en este territorio montañoso, a
la que se incorporan las sa las y a lcobas y la cuadra de l ganado m a
yor y de l a bor
Cuando se organiza en dos a l turas la cocina n ormalmente se s itúa
en e l nivel superior , como una tenden cia na tura l en un c l ima húme
do d e separar las es tancias vivideras del nivel inferior A la cocina
suele i r anejo a l horno
La edif icación res idencia l se completa con una p eque ña edifica
ción auxiliar aneja
a
ella e incluso claramen te individualizada: el ca-
sito,
que s irve de a lmacenamiento de lefia, ape ros , carreta , etc. Las
cuadras
y
pa jares p uede n es tar s itos en la t rasera d e la edificac ión
res idencia l , pero con un carác ter y tratamiento claram ente diferen
c iado respecto a aquélla, o s egregándose ya en unidades c laramen
te separadas ceando agrupaciones propias . El lo se expl ica por el
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H:
HORNO
CU/^ORA
= 1 _ F =
COCINA
cJ.
S A L A
PORTAL
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[COC.NA|
i I I I I ' 1
C U A D R A
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S A U A
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P O R T A L n S A L A
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"
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C A S A S P I N A R I E G A S D E S O R I A
TRANSCAIPCION PLAMO SARCIA MERCACVKU
PL AN T A PtawERA PLANTA BAJA
d e s t i n o d e s u s c u a d r a s p a r a e l a bu n d a n t e ga n a d o l a n a r , q u e c l a r a
mente resu l ta incompat ible e n u n espacio inser to e n l a ed if icación
r e s id e n c i a l .
Ga r c í a M e r c a d a l n o s d a u n a d e sc r ipc ión d e t a l l a d a d e la q u e d e
n o m in a c a sa p in a r i e ga so r ia n a , d e idén t ica morfo logía a la que lla
mam os en nuest ro te r r ito r io casa ser ra na , pu es su ámbito rebas a muy
a m pl i a m e n t e e l á r e a
d e
p in a r e s ,
e
i n cl u so pu e d e d e c i r se q u e e x i s t e
u n a c a sa p r o p i a m e n t e p in a r i e ga c o m o d e sv ia c ión d e a q u é l l a q u e e s
la casa car re te ra , por lo que evi taremos d icha iden t i f icación con e l
p in a r. L a s pa l a b r a s d e Ga r c í a M e r c a d a l ' q u e r e su m e n o t r a s d e J o
sé T u d e l a r e c o g id a s e n ar t ícu los d e los años 20 e n u n per iód ico lo
cal , a sí c o m o la s p l a n ta s r e c o g id a s p o r é l e n l a provincia sor iana
c o m p a r a d a s c o n l a c a sa bu r ga l e sa d e C ast r il lo d e la Re in a pe r m i t e
ve r q u e l o s m o d e l o s so n p l e n a m e n t e c o in c id e n t e s .
L a c o c in a c o n su c a r a c te r í s t ic a c h im e n e a t r o n c o c ón ic a e n c e s t a d a
e n la c a sa se r r a n a , a pa r e c e p l e n a m e n t e r e f l e j a d a e n e s ta d e sc r ip
ción e n é l tan tas veces c i tado texto d e Torres Balbás:
«... la cocina es siem pre lo m ás esencial y típico de la casa rural, su
núcleo,
y
precisamente
lo más
original de esta vivienda
pinariega:
una
cocina redonda,
cilindrica
o
cuadrada
en la
base
y cónica
en
su
remate,
de marcada procedencia pastoril,
ya
que su forma
y
hasta
su s
materia
le s
- e l
seto,
que es un
encestado
d e
ramas enlucido
d e
barro
y
encalado— recuerdan los chozos de los merineros, que son a su vez tra
dición de la primitiva cabana . A dos metros y m edio del suelo, colócan-
se en los rincones unos cargad eros, que convierten la planta cuadrada
en octogonal, levantándose sob re ellos la campana, cónica, que cu bre
totalmente la cocina; no tiene más luz que la que entra por la parte su pe
rior de la chimenea, a través de su copete de tablas.
El ingreso a estas cocinas qued a siempre cortado por un tabique que
hace d e biombo y sirve, al mismo tiempo qu e para evitar la entrada di
recta del aire, de apoyo al hogar. En ellas suele estar el horno; la pere-
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C . P IK 1 03 A O E C E R V C F ^ A
•Chimenea
de Anso.
Dibujo
de Á . ÁUanegm.
C H I M E N E A S E R R A N A MARZO1983
C A S T R I L L O D E L A R E I N A ( B U R GO S )
E9C AU A - t :20
1 2 2
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zosa, mesa plegab le a la pared ; el
burro,
o soporte giratorio para tener
la caldera, los escaños, etcétera. La construcción de las chimeneas se
hace del encestado de bardas, ya antes mencionado, recubierto exte-
riormente de un escamado d e trozos de teja, rematando con un cop ete
calado de m adera.
La orientación de la casa, su planta y distribución d e luces, respon
den a una sabia disposición, con el fin de evitar los vientos fríos y apro
vechar las partes cálidas, cocma, homo y cuadras, como defensa y abrigo
para los dormitorios, que siemp re se orientan a mediodía, por delante
de
aquellas
dependencias.
El
hogar calienta
por un lado, a los
dormito
rios y por el otro, a la cuadra.
No es raro ver algunos detalles cuidados, como rejas, bocallaves, pi
caportes y chatones que señalan la existencia de extinguidas ferrerías,
y m aderas labradas en
canes,
zapatas, casetones y balaustres, aunque
no con profusión.
Ese entramado de cesta se forma por colondas (palos verticales), en
trelazados con cestería de ramas
lex ib les
bardas y bardones) de ene
bro o
d e
sabina, Las cubiertas son a cuatro aguas en las c asas
aisladas,
y de muy poca
pendiente.
Las fachadas oriéntanse a mediodía; en e l muro
norte,
azotado por e l frío
cierzo,
tan sólo se a bre una ventana, por la que
se entra el heno.
La
puerta principal
suele
ser en arco
o
adintelada, siendo esta
última
disposición la m ás
típica.
El dintel presenta la originalidad de ser do
ble,
haciendo oficio de arco de descarga , y va ornado con grabado s de
anagramas religiosos o inscripciones referentes a la fecha de la cons
trucción y a su dueñ o En una extensa zona de la provincia d e Soria enlá-
zanse y contornéanse con cal los huecos de la fachada...»',
S in emb arg o t amb ién p uede n encon t r a r s e mode los p a r ec idos de
ch imene as t r oncocó n icas de fo rmadas , como l a s de l p i r ineo nav ar ro
y arago nés , apoy adas igualm ente en «cuatro v igas de las cua les par
t en en p eq ueñ os in t e rv a lo s p os t e s de lg ado s h ac ia e l b o rd e s up e r io r.
Las cor tas dis tancias entre los pos tes las cons t i tuyen t renzadas , de
r amaje o de
boj,
igual a las de una ces ta , p ero reforzados y protegi
dos con t rabajo de albañiler ía o arci l la . . .»1
Y aunq ue s u r em ate ex t e r io r sea c l a r amen te d i f e r en te a aq ué l l a ,
su morfología bás ica es muy s imilar recordando el carácter de casa
de mon taña de amb as . E l d ib u jo d e l a ch imenea de
Ansó,
de A. AUa-
negui , recogido en e l Proyecto de casa del P ir ineo es claramente i lus
trativo al respecto.
Los úl t imos e jemplares de es te t ipo de chimenea en Navarra los
p odem os encon t r a r en lo s v a ll e s de Ur r au l
Alto,
R oncal y Salazar , en
pue blos com o Lanz, Echa leaz y Lezaeta, as í como otros núcleos ara
g ones e s conoc idos com o Ans ó o Hecho .
P e ro q u izá lo q ue p ue de comp le t a r c l a r amen te l a imag en de l a chi
menea ences tada, en la edif icación res idencial , es e l edif icio ais la
do des t inado a g uarda de l g ana do l ana r : la t enada , t e inado o t e ine ,
q ue s e de s ag reg a de l ed i fi c io r e s idenc ia l e inc lu s o de l nú c leo p a r a
as en ta r s e en l a s zonas de p as to más
o
menos a l e j adas d e aq ué l . Tam
bién en num erosas ocas iones se adosan
m ás
de una tenada, pa ra con
formar agrupaciones de ipo ineal, reflejando idéntico procedimiento
y ca r ác t e r comun i t a rio q ue y a h em os s eñ a lado p a r a a lg unas ed i f ica
c iones r e s idenc ia l e s .
Aunque tam bién exis ta una cier ta ampli tud en los mater iales y téc
n icas cons t ruc t ivas de l a a rq u i tec tu r a g ana de ra y más e s p ec ia lmen
t e s e r r ana , la p ied ra en f o rma de mam p os te rí a , acomp a ñ ada p o r e l
emp leo g ene ros o de l a m ade ra , en e s t ruc tu r as in t e r io r e s y o tro s e l e
mentos cons truct ivos , es lo más des tac ado. Tam bién hay que seña lar
e l emp leo de lo s en t r amados de m ade ra , s ob re todo en l a s zonas de
t r ans ic ió n s e r r ana des t inadas a ed i f i cac iones aux ih a r e s , cuad ra s y
pajares .
Por ú lt imo un ter cer t ipo bás ico lo cons t i tuyen los núcleos nor teños
b u rg a le s e s q ue e s tán ca r ac t e r i zados p o r la p r e s enc ia de p eq ue ñ as
man zanas sem iabier tas , que a vece s ni s iquiera es pos ib le cal i ficar
les como tales , a l dominar en su te j ido la indiv idual idad de la casa.
La e s truc tu r a de e l l a s p a r t e de l a p rop ia concep c ió n de l a cas a , co
mo s imp le s ag rup ac iones d e é s t a , a l con tr a r io q ue en e l mode lo d e
l as veg as y los p á r amos en q ue l a s p a r ce l as p a r ec en adap ta r s e a un
l ímite de la m anzana conf igurado por los viar ios , a l no dispone r de
lo s e s p ac io s ag ra r io s o h e r eda d ane jos a e l la .
La casa se organiza en base al edif icio res idencial , añadiéndole
algunas edif icaciones auxil iares que t ienden a conformar un corral
de p eq ueñ o o m ed iano tamañ o , q ue p u ede e s t a r ce r r ado comp le t a
men te con ay uda de una ce r ca o m an tene r s e como un e s p ac io ab ie r to
pero protegid o por un cerram iento móvil . En la unidad parcela r ia se
as ientan todas las edificaciones auxil iares agropecu ar ias , que en ge
ne ra l no se des ag reg an ind ep end ien tem en te de l a cas a , como r e fl e
jo de una ex p lo tac ió n de p eq ueñ o t amañ o en l a q ue conv iv en
p roducc iones ag ra r i a s y g anade ras .
La arquitectura as í organizada es una cont inuación de las t ipolo
gías de la cornisa cantábr ica, tanto cántabras como vascas , aunque
quizá la pr imera tenga una m ayor ex tens ión ter r i tor ial y una m ayor
unidad formal , en la que la solana apoyada y protegida por los sa
l ientes de los muros laterales es su pr incipal e lemento caracter ís t i
co . El caser ío vasco también ha ce ap ar ición en forma c oncreta y con
cier tas var ied ade s específ icas en e l Val le de Mena
y
en e l C on dado
de T reviño La organización in terna de es tas t ipologías propias d e la
Esp aña húm eda o al tánt ica, ref le jan en e l edif icio res idencial , un uso
pr ivat ivo de la p lanta super ior o pr incipal para es tancias v iv ideras ,
reservádose la p lanta baja o infer ior para usos agropecuar ios , cua
dras, a lmacenes b odeg as , e t c , dond e des t aca e l z ag uán q ue adq u ie r e
una cier ta dimens ión, como espacio dis t r ibuidor y refugio d e c ier tas
act iv idades agrar ias . La cocina se dispone, pues , como la es tancia
viv idera m ás especial izada y s ingular , s ita en la p lanta supe r ior y d es
tacando en e l la su gran campana t roncopiramidal , junto a la cual se
disponen los escaño s , que en la zona or iental nor teña recibe n la de
nominació n de cap one ras , b ancos de mad e ra q ue p e rmi t en acomo
darse e incluso adormilarse junto al fuego del hogar .
Pero lo más s ignif icat ivo e s la p léya de de e lem entos o edif icacio
nes aux i l i a r e s q ue acomp añ an a l ed i fi c io r e s idenc ia l , q ue p odem os
encontrar en cualquier e jemplo de arquitectura rural nor teña.
P o r e jemp lo l a cas e r í a d e P inos de l a a ld ea d e Ve ig as en e l occ i
dente as tur iano, además del hórreo as tur iano que se apoya sobre un
p eq u eñ a cap i l la y de l cab azo , d i sp one d e un cob e r t izo - p a ja r y de
un grane ro con el horno anejo , como edif icaciones aux il iares adjet i
vas.
O tro mod elo má s sencf l lo tam bién en e l l ímite as turgalaico dis
pone de otras edif icaciones auxil iares en número y desarrol lo menor ,
un cabazo un cober t izo-pajar , es tando ad em ás aneja a la edif icación
otra cuadra. S i se com paran con un mod elo burgalé s nor teño incluso
s i tuado en un área cul tural y geográf ica ale jada de aquél la , ya cas i
en un entorno influido por e l áre a vasca como la ca sa d e V illano, ve
mos como el edif icio res ide ncial se disp one
junto
a las edif icaciones
auxüiares des t inadas a cuadras y cober t izos , e l horno, y e l granero
tamb ién a i s l ado en una s o luc ió n q ue r ecue rd a l a de l a cas e r í a de
Pinos. Además s e añ aden e l h e r r ade ro y s u s e s p ac io s l ib r e s ag ra
rios, como su era y huer tas anejas , a la edificación pr incipal , que tam
bién ap arece n en aquel los e jemplos as turianos , como mues tra de una
clara tendencia hacia la autosuf icienca de la propia casa,
Los ma te r ia l e s b ás icos emp leado s en l a cas a d e l no r t e b u rg a lés .
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PLANTA PRINCIP U
ZADO PBINClPAl-
CASA CUfiO DE L E I R A S
TARA MUN Dl [ASTURIAS) SEP-ntMBBi B*
PLANTA BAJA
PLANTA PRNCPAU
C A S A B A R R I O D EL CAÑO AS06T0 loBS
VILL ANO VA LLE DE LOSA fSURGOS)
CA SA DE PINOS SEPYíEMBR e*
VEI5AS TARAM UNDl (ASTURIAS)
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en un territorio que une su carácter atlántico a sus perfiles montuo- Así es tos t res m odelos básicos reflejan de modo c laro las diferen-
sos, no en ba lde rec ibe la denominación de la montaña burgalesa , tes condic iones geográf icas y bioclimáticas y la adaptac ión de la vi-
es la piedra en forma de fábr icas diversas acomp añada por la ma- da del lugareño en especia l en sus s is temas product ivos a dichos
dera usada de modo masivo en sus inter iores , pues no hay que
olyi-
condicionan tes físicos, a los que na tura lmente hay que añadir los as -
dar la im portancia d e la prod ucción silvícola de esta p arte pecio s históricos y culturales, que han incidido en la formación de
septentrional de la provincia burg alesa. dichos tipos fundam entales.
NOTAS
' To rres B albás, L.: «La vivienda...»,
op. cit.
(p. 387). ' Torres Balbás, L.: «La vivienda popular en Espaflai. Folklore y costumbres de España.
^ García Grinda, | . L.: «Arquitecturas autóctonas burg alesas ligadas al Sistema Ibérico i. Tomo 111, Ed. Alberto Martín, Barcelona, 1946 (pp. 173 y siguientes),
R. Es cue la de Madrid, 4-5 abril-junio 1984 (pp. 67-79), ^ Fed uch i, L,: «Itinerarios d e arquitectura popular». L a meseta s epten tr iona l . Tomo 1,
' García Mercadal, F.: «La casa popular en España». Ed. Espasa-Calp e, 1930 (pp. 82-86). Ed. Blume, Barcelona, 1974 (pp. 22 y siguientes).
'
To rre s Balbá s, L.: «La vivienda...», op. cit. (pp.
415
y
416).
Ta racena ,
B.
y Tudela ,
]. :
«So-
^
Flores, C .: «Arquitectura popular española». La Meseta Norte. Tomo 111, Ed. Aguilar, Ma
na. Guía turística de la ciudad y su provincia». Soria, 1928 (pp. 12 y 13). drid , 1973.
' AUanegui Buniel, G. ] .: «Arquitectura popular de Aragón». Ed. Librería General, Zara- ' Caro Baroja, ] .: «Los pueblos d e E spaña». Tomo II , Ed. Istmo, Madrid, 1975 (pp. 89 y si-
goza, 1979 (pp. 56 y 57). guientes).
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EremitoTÍo lupestie de San Miguel Presil las de Biicia .
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Tap i a .
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Cubierta con te jas a canal. Fu entenebro.
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Batda, en Linares de Brida.
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Espinosa del Camino.
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Pineda de la Siena.
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Zarcera de una bodega. Baños de Valdearados.
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Cenojo de madera. Mortigüela.
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La casa de las M er índad es
La comarca
Las Merinda des se sitúan en el norte de la provincia limitando con
C antabria, V izcaya y Álava y a l sur con las comarcas burgalesas d e
los Páramos de l a Lora y la B ureba-Ribera del
Ebro,
con una superfi
c ie de 2,483,9 Km que supone un 19,8 por 100 del total provincial,
s iendo la com arca de mayor tamaño d e las ocho provincia les .
COMARCA
DE LAS
MERINDA DES - COMPOSICIÓN
S u b c o m a r c a s
Valle de Mena
La Losa
Valle de Sotoscueva-
Espinosa
Valles d e Valdebezana-
Bricia-Manzanedo
Valle de Valdivielso
Valle de Tobalma
M u n i c i p i o s
Valle de Mena
Berberana, Junta de Traslaloma,
Junta d e Villalba de Losa, Jurisdic
ción de San Zadornil, Valle de
Losa.
Espinosa de los Monteros, Me-
rindad de Montija, Valle de So-
toscueva.
Alfoz de Bricia, Alfoz de Santa
Gad ea, Arija, Merindad d e V alde-
porres . Valle de Manzanedo, Valle
de Valdebezana , Val le de Za-
manzas.
Merindad de Valdivielso
Cillaperiata, Frías, Partido de la
Sierra d e Tobal ina , Trespaderne ,
Valle d e Tobalina,
El
relieve está dominado
po r
pequeños valles de acusada pendiente
que se van conctenando en direcc ión a l cañón del Ebro, conforma
dos por las es tr ibac iones d e los montes de la depres ión vasca den
tro de l sistema cantábrico: Sierra Salvada, Sierra C arbonilla, Montes
de Peña , Montes de O rdunte, Sierra de Arcena , Sierra de Pancorbo,
Sierra de
la
Tesla, Montes O barenes , Sierra de
la
Llana
y los
bordes
escarpado s del cañón del Ebra El fuerte rel ieve genera l sólo se ve
amort iguado d e modo puntual en la zona de l a Losa , pequeña m ese
ta elevada con pendiente or ientada hacia el Sur, pasando de a lt itu
des c erc a na s a los 200 met ros de l Valle de Mena a los m ás de 1,700
del P ico Valnera en el nor te de Espinosa de los Monteros,
Estos val les es tán surcados por numerosos
ríos
q u e son tributarios
del E bra sólo exis te la excepción del va l le d e Mena con los
ríos
O r
dunte, Cadagua, Arciniega
y
Ayega, afluentes d el N ervión, perten e
c iendo a la ver t iente cantábrica .
El pr inc ipa l a fluente del E bro es el N ela que junto a l Trueba , a su
vez afluente
suyo,
c rean un val le centra l donde se as ientan Medina
d e Pomar
y
V illarcayo, Otros afluentes directos del Eb ro son
los
r íos
Nava, Purón, Molina y Jerea,
La co m arca tiene influencias geo lógicas encon tradas, constituyen
do el borde de una plataforma recubier ta de una espe sa capa sedi
me ntaria que fue deformada por los
movimientos alpinos.
El cretácico
inferior p resenta m ateriales
como arcillas,
a reniscas , conglomerados
y margas. En el c retác ico superior predominan los sedimentos de
influencia m arina con calizas de
tipo
toba , ma rga s, e t c , que rodea n
sobre todo la cuenca del Nela y Trueba. La depres ión de Medina
de Pomar rec ibe m ater ia les del terc iar io, a l ternanánd ose cap as d e
m argas , a reniscas
y
conglom erados , junto con una sucesión de mar
gas,
ca l izas y areniscas , dominando los conglom erados y teniendo
f ina lmente un leve m anto cuaternar io de cantos rodad os en todo el
curso ba jo del r ío N ela.
El c lima de la comarca c laramente se incluye en la E spaña húme
da , es tablec iendo una t ransición entre la zona can tábrica t ramonta
na y la propia meseta, con inviernos largos, fríos y húmedos,
pr imaveras y otoños húmedos y veranos cortos y suaves con fuertes
tormentas. Las mayores prec ipi tac iones se producen en los
Valles
d e
Sotoscueva, Montija y Mena y l as má s escasas en los de Valdivielso
y Manzanedo. El observatorio d e O rdunte (Valle d e Mena) nos da
1.461 mra. de p recipitación anual. Arija da 856 mm. anuales , va lor que
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L A £ > M E R I N D A D E T S
puede considerarse como medio de la comarca y V illarcayo, un punto
central, 736 mm. anuales.
La vegetación está caracterizada por la presencia de especies a t lán
t icas y m editerráneas , const ituidas por bo sques d e hayas en las zo
nas altas y bosqu es de m ontes bajo de quej igo y encinas en las zonas
bajas del entorno del
Ebro y
c uenc a de
Medina,
qu e se a l ternan con
roble y manchas de rebol lo en las zonas más elevadas , matizando
el carác ter cantábrico m eridional de es te terr i tor io A demás exis te
una importante zona d e pino a lbar a cabal lo del va l le d e Losa y la
Merindad de Cuesta Urr ía .
La poblac ión tota l de la com arca es d e
28.145
habitantes en 1981,
habiendo sufr ido el m ismo proceso migra tor io que el conjunto de la
provmcia . Desd e
1950
ha perd ido más de l
40
p or
100
de sus efec ti
vos poblac ionales . La cercanía de Santander y sobre todo d e Bilbao
ha supuesto una em igración clara y cercana , con un flujo nverso cons
tante en épocas de descanso y vacaciones ,
El tipo de poblam.iento existente es significativo: una multitud d e
núc leos de pequeñ a d imens ión c on una media de 73 habitantes. La
malla poblacional es por tanto muy densa, pues por cada 100 Km^
hay 15 núcleos. Este poblamiento en determmadas áreas . Val le de
Mena, se convier te en semidisperso o c laram ente disperso, en bas e
a caser íos , lo que conf iere una c lara ident idad con el poblamiento
c a ntábr ic a Sin em bargo, los núcleos t ienen en su m ayoría un carác
ter concen trado lo qu e d a a l poblamiento un c laro matiz diferencia l
con respecto a la España a t lánt ica , determinado por el modo de r ea
lizarse la repoblación medieval a lo largo de los siglos viii al xi.
La sup erficie no labrada supera con creces a la labrada , cas i seis
veces , y de es ta pr imera una m ayoría es tá des t inada a arbolado qu e
casi dupl ica a la segunda, en segund o lugar el er ia l a pas tos y en
tercer lugar a p ra dera s y pastizales naturales. Es pues una c om a rca
con un repar to bas tante equil ibrado en tre los sec tores agr ícola , ga
nadero y silvícola, aunque esté en minoría la agricultura, en cuanto
a ocupación y des t ino del suelo
Si comp aramos el tamaño de las parcelas correspondientes a las
t ierras labradas podem os aprec iar que son cas i inexis tentes las par
celas por encima d e 100 Ha., acercán do se al minifundio d e la Espa
ña atlántica.
La agricultura m antiene el predom inio d el cerea l en la es truc tura
de p roduc c ión d es t ac a ndo a dem ás
la
patata, los forrajes
y
las ho rta
lizas.
El cultivo de la patata se realiza de forma masiva en La Losa,
suponiendo en 33,4 p or 100 d el total provincial, y cuyas característi
cas a t lánt icas dan otra prueba más de carác ter norteño de la geo
graf ía de las montañas burgalesas .
Otra pecul iar idad comarcal es el peso de la ganadería . Destaca
sobre todo el número importante d el ganado
vacuno,
que supone e l
35
p or
100
del total provincial, así
como
el equino, que a lcanza el
41
por
100
del total, con un área tradicional como La Losa en su cría,
además del caprino, y de las colmenas.
La silvicultura tiene una importancia significativa e n la com arca,
Del total de superf ic ie a rb olada , un
39
p or
100
e s
monte
m a dera b le ,
un
31
por
100
es m onte abier to o adehesad o y el res tante es m onte
l eñoso o ba jo De l a s espec ies m a dera b les la domina nte es e l pmo
silvestre o albar, le sigue el haya, y el pino negral.
1 3 8
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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PLANTA NIVEL ACCESO
VE L SUPERIOR
EREMITORIO RUPESTRE DE SAM MISOEL OUNO
I M »
PRESILLAS DE BRiClA A L Z O Z DE BRICIA (BURGOS)
La a rquitectura en sus tipos
La arquitectura de la cas a t r ad ic iona l dom inan te en las Merinda-
de s cons t i tuye una prolongación de las arquitecturas nor teñas , en con
creto de la cas a mon tañ es a o cán tab ra y del caser ío vasca Junto a
es tos t ipos pers is ten u na ser ie de arquitectura p opular m ás pr imit iva
o men os evolucionada, con un claro or igen e inf luencia de ép oca m e
dieval , d iferenciándose claramente de aquel las o tras en s u s mode
los prototípicos,
Es adem ás la com arca que , a n ivel provincial , of rece u na arquitec
tura popular de mayor calidad, tanto cuantitativa como cualitativamen
te, en sus asp ecto s constructivos y estéticos. Sólo rivaliza con ella otra
área diferenciada con rotundidad del res to del ámbito provincial : El
C o n d a d o de T reviño.
Las p a l ab ras de P ío Baroja so bre las c a s a s del nor te de E s p a ñ a
ci tadas ya por Torres B albás ' son igualmente vál idas pa ra real izar
una mínima i lus tración al r e s p ec to :
«... Al
pasar en el tren
o
en el coche por las provincias del Norte, ¿no
habéis visto casas solitarias que sin saber porqué os daban envidia? Pa
rece que allí dentro se de be vivir
bien,
se adivina una existencia dulce
y apacible; las ventanas con cortinas hablan de interiores casi monásti
cos,
de grandes habitaciones amuebladas con arcas
y
cómodas de no
gal, de inmensas camas de madera, de una existencia tranquila,
sosegada, cuyas horas pasan lentas, me didas por el viejo reloj de alta
caja que lanza en la noche su sonoro tic, tac...»
La casa del nor te burgalesa ref le ja e l mimo y cuidado que en e l la
ha pues to su habitante cons t ituyendo un s ímbolo d e la pos ición y apa
r iencia del dueño , con una clara in tención expres iva. No hay que ol
v idar la importancia que ha tenido la h idalguía de la mon tañ a
b u rg a le s a , c l a r amen te en ra izada en lo ru r a l como h ida lg o l ab r ado r
o hidalgo «de abarcas» y la numerosa presencia de cas as o cas onas
s o la r i eg as q ue mu es t r an s us b l as ones
en la
fachada pr incipal .
Esa
imagen extrover t ida de la montaña burgalesa fuer temente con la so
b r i e d a d y aus t e r idad de la casa t radicional de l os camp es inos b u r -
galeses de los páramos y vegas, mostrando su particular idiosincrasia.
Las viviendas trogloditas
Los t ipos res idenciale s m ás pr imitivos que han l legad o has ta noso
tros son, como en g ran p a r t e de l r e s to de l as comarca s b u rg a le s as ,
las v iv iendas t rogloditas en cuevas y abr igos naturales que han s ido
ampliados con excavación, aunque hoy ya no se encuen t r en en uso.
El fenómeno troglodita
en la
comarca of rece
su
mayor ex tens ión
y d e n s i d a d a lo la rg o de l r eco r r ido encañ onado q ue r ea li za e l Eb ro
en dirección oes te-es te Dicho fenómeno, en sus formas más recien
tes, data de la p r imera ép oca o mom en to de la r ep ob lac ió n med ie
val real izada durante los siglos vii al ix . De es tos asentamientos , lo
má s conocido y s ignificativo son los l lamad os erem itor ios , autént icas
p r imeras ig l e si a s de la repoblación.
E l e r emi to r io más des t acado y s ingular quizá sea el de Pres i l las
de B r icia, centro d e un poblamiento , que e n un s imple reconocimiento
d e c a m p o se aprecia fáci lmente , y que pa rec e tuvo una re lat iva im
por tancia a juzgar por
lo
recon ocido por nosotros . Las v iv iendas apro
vechan cuevas o abr igos naturales no muy profundos , que han s ido
ag randado s med ian te e l p icado de l a r oca a r en i s ca , amp l iándos e h a
ci a
el
ex ter ior por cons trucciones apoyadas en es tructura
de
m a d e
ra y m ú re le s de p ied ra , tal y como p a r ecen ind ica r l a s s eñ a le s de
apoyos de p ie s de r ech o s y rozas para los muros real izad as en la ro
ca del suelo. Tam bién en las rocas ver t icales , que con formaban par
te de las es tancias , se aprecian las señales de la inserción de las v igas
o e l emen tos de madera que cons t i tu ir ían los te jados , pos ib lemente
con una cob e r tu r a v eg e ta l de ram as y paja, ta l y co m o s e p u e d e e n
contrar todavía en g r an p a r t e de la montaña leonesa.
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4^.
1 W' 1
/ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ H
MR
^ 1
" f =iii i-uM ÉÉtó ^ - j , .^
Vil lasana
de
Mena (Val le
de Mena) .
Arroyuelo (Trespaderne) .
San Mart ín del Don (Val le de Tobalma) .
Cubi l la (Part ido d e la Sierra d e
Toba l ina) .
El erem itor io d e Pres i l las d e Bricia, San Miguel, ofrece u n a con
formación de bas í l ica en t res naves o espacios diferenciados por me
d io d e dos p i las tras o s op o r t e s p é t r eos q u e h an q ueda do s i tuados
en e l cen t ro , de s p u és d e com p le t a r e l p i cado y ex cavac ió n de l a r o
ca. Una escalera lateral , también tal lada, d e acces o a una platafor
ma s up e r io r a m o d o d e coro y q ue p a r ece q ue e s tuv o ce r r ada con
e lemen tos d e m ade ra p o r l a s s eñ a le s q ue h a de j ado e n la r oca . Al
exter ior s e observa una gran hornacina cuya función podr ía s e r la
de al tar ex ter ior o humil ladero. A la vuelta d e l roq uedo , dond e s e
halla e l eremitorio, s e encuen t r a un h ab i t áculo d e p rop o rc iones n o
muy amp l ias, q ue h ac ía l a s v eces d e v iv ienda de l erem ita o re l ig io
so encargado del serv icio de la ig les ia , apreciándose en su in ter ior
a l acenas t a l l adas en l a s p a r ed es y o t ro s r ecep tácu los d iv e r s os r eb a
jados en e l suelo , que har ían uno las veces d e hogar
y
otros de alma
cenamiento diverso.
La única v iv ienda t roglodita local izada en es ta com arca qu e ha s i -
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SANTA O L A U A
do u sada hasta hace
unos veinte años,
se halla precisam ente m uy cer
ca d e es te poblanuento, en Linares de B ric ia . Todavía , a pesar del
hundimiento de par te de la roca , se aprec ia el espacio d e la cocina
c on l a s eña l de l hoga r y l a s a lida de humos hec ha en e l t ec ho d e
la cueva, conservando hoy el horno de cocer en su interior.
La casa d e en t ramado
Entre las viviendas tradicionales hoy existentes en la comarca, las
de una mayor antigüedad pue den fecharse en los s iglos XIV y XV. En
genera l , presentan una fábr ica
mixta,
c ompues ta por en t r ama do de
m adera con rel lenos diversos .
Ya hemos señalado que es te t ipo construc t ivo -el entramado o
e m p l e n t a - a d q u i e re su mayor desarrol lo en la edad media , aunque
su empleo se extenderá en el t iempo hasta bien avanzado el s i
gl o XX e n a com arca , por lo que se ref iere a su em pleo en lo s edifi
c ios propiamente res idencia les . Apare ce ut il izado tanto en núcleos
de c laro or igen medieval, t ipo vi lla, que muestran gran par te d e su
estruc tura urbana de la época , como
Frías,
Cillaperlata o V illasana
de Mena. En es te último ap arecen los c lás icos cuerpos volados ce
rrados , apoyando sobre el vuelo d e la s viguetas de m a dera , que por
su pequ eña secc ión se ven obl igados a reforzarse po r tornapuntas ,
siendo el relleno de ladrillo tejar.
La m orfología de a lgunas de es tas es truc turas urbaníst icas m edie
vales dispone de una parcelac ión es trecha y reducida que condi
c iona el d esarrol lo en planta d e la edif icac ión, por lo que, cuando
exis ten program as m ás
o
m e n o s
amp lios,
la casa se d esarrol la hacia
arr iba supe rando el número habitua l de dos plantas, como en la vi
lla m edieval de
Frías,
donde adem ás por el fuer te desnivel exis tente
ofrece un borde del casco, la l lamada Muela, con una c lara imagen
de casas colgad as sobre la for tísima p endiente.
Los ejemplos se suceden también en núcleos diversos de cará c ter
rura l, dond e el carác ter d el entramado ad quiere m orfologías y loca-
lizaciones diversas, admitiéndose una continuación de este tipo en
é poc a m oderna , a unque son ya esc a sos lo s ejem plares que todavía
perduran. Su em pleo en los edif ic ios res idencia les en consti tuc ión
de fachadas , genera lme nte se rea l iza sólo en las p lantas superiores ,
aun cuando en el resto de la estrucüira vertical interna ap arezca, eso
sí, protegiendo con basas de piedra , m ás
o menos
regulares , lo s
apo
yos d e los p ies derec hos de m a dera . E s rea lmente a is lado su uso en
la planta ba ja inc luso como m eros pies de rechos reforzando esqui
nas
o huecos ,
s iempre preservados de la humedad d el
suelo
por apo
yos pé treos . La ut il ización en más d e una planta en núcleos rura les
es también poco corriente, aunque sí podemos encon trar algunos ca
sos en que el desván se ha convertido ya en una planta vividera, do nde
también se emplea el entramado.
La concordancia entre la apar ic ión d e los cuerpos volados cerra
dos y el empleo del entramado es una constante, aunque aparezca
como un mero resa l to d e la fachada , como en Arroyuelo, a m o d o d e
pro tec c ión d e l a puer t a de a c c eso que puede c onvert ir se en un pe
queño soporta l . O en un ejemplo d e construcción comunitar ia qu e
conforma
e l
único espacio público m ínimam ente organizado, de Tar-
ta les de los Montes donde oc upa su centro la fuente pública, La cons
trucción d el soportal ha necesi tado e l acuerdo de los lugareños y una
cierta cooperación en su edificación p or la continuidad de las estruc
turas port icadas y de la propia cub ier ta . N o es ex traño
pues ,
q u e e n
el propio espacio port icado se emplace el potro o herradero.
Los cuerpos volados más habitua les , que no sean m eros resa l tes
d e a la fachada , em plean como apoyo e l vuelo d e la s vigas de l forja
do que pu eden es tar t rabajados en sus cabezas a modo de quilla o
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Tome (Vilarcayo de Meríndad de Castilla la V ie ja ) .
Presillas de Bricia (Alfoz de Br ic ia ) .
diamante, tratamiento de m fluencia m udejar como ya señaló T orres
Balbás, o disponer de unas do bles vigas en forma de ménsulas su
cesivamente voladas, que sirven de apoyo a las viguetas paralelas
a la fachada, pu diendo aparec er junto a la doble viga de borde , el
resalto del muro la tera l rematado en una ménsula triple en forma de
cuarto d e caña o bocel , que g enerará una nueva imagen mod él ica
a la que nos refer iremos más ade lante.
A veces estos ejemplos de entramado pued en p resentar , en los nú
cleos
rurales,
determ inados elemen tos arquitec tónicos de t ipo com
positivo
o
decorat ivo, que p uede n ayudar a l fechado de a lgunas de
estas soluciones en el final y transición de la Edad Media a la Mo
derna .
La
c a sa de
San
Martín de l
Don,
do nde una ventana
con
su al
féizar blasonad o
nos
d a
el contrapunto
datable d e época renacen tista.
La técnica del entramado, aparece en todas las subcomarcas d e
las Merindades, recorriendo d esd e su extremo no roriental, en el Valle
de Mena, hasta zonas más occidentales, el Alfoz de Bricia, pasan do
po r la zona más meridional como e l Valle de Valdivielso, aun cuand o
los ejemplos más num erosos exis ten en la Cuenca de Medina y el
Valle de Tobalina, quizá por ser las áreas qu e presentan unas am
plias vegas, y por
tanto,
disponen de la fac il idad de em plear y ha
cer e l rel leno m ás habitua l del mismo, el ado be
En ge nera l el empleo de es tos cerramientos a l igerados faci li ta ron
la co nstrucción y ayudaron a es tablece r una es truc tura más abier ta
y flexible, en la que se p uede n abrir huecos inic ialmente no p revis
tos. En la comarca ya hemos indicado que pueden encontrarse de
modo excepcional elemen tos vert ica les de m adera en las
plantas,
a
modo de continuación del entram ado sup erior e insertos en la fábri
c a de p iedra. Ello recue rda el m étodo de construcción de las casas
primitivas con tejado vegetal, de las que q ued a todavía un buen nú
mero en la m ontaña leonesa . En ellas primero se levanta la estructu
ra básica que sop ortaba el tejado, cerrándo se posteriormente con
los muros de fábr ica de mamposter ía inser tando en dichas fábr i
cas los pies derechos , y rea l izándose la correspondiente cubrición
de paja.
Normalmente, al
no
ser una técnica de uso rec iente, por h aber s i
do
sustituidos masivamente por fábrica de pied ra
en
morfologías
di
versas,
los
ejemp lares de en tram ado m uestran una cierta simplicidad
y
primitivismo constructivo, siendo poco frecuente el
uso
de los e l e
mentos de arriostramiento, como cruces de San Andrés , que sólo se
pued en en contrar de modo puntual. Además de los soportes de es
quina y del em pleo d e las vigas implentas o g ra ndes c a r r e ra s que
sirven d e apoyo y remate a los
paños ,
s e c ompone e l en t ra ma do de
elementos verticales o traraones, disponiéndose a distancias relati
vamente pequeñ as y bas tante hom ogéneas , que a veces se cor tan
para crear huecos con puentes o piezas horizontales que constituyen
las jambas y a lfé izares . El t ipo de madera em pleada suele ser de
calidad y bue na res is tencia , roble sobre
todo,
por lo que f recuente
mente ap arece vis ta , aunque en e s te clima húmedo exista la tenden
cia a recubrir y revestir dicha fábrica.
El rel leno de l entramado se hace de m ater ia les
diversos,
sobre to
do de pequeño
tamaño,
p redomina ndo e l a dobe c o loc a do a soga o
a rosca , que suele s iempre revestirse para proteger lo d el a taque de l
agua.
El
ladrillo de tejar
le
sustituye
como
m aterial
más
es table
y no
ble que no prec isa necesar iam ente de dicha protecc ión, como en
la casa de Cubil la . Otro elemento em pleado en el rel leno e s la pie
dra , bien en forma de losas más o menos regulares , bien en for
ma de s i l la res , como en San Mart ín del Don, de piedra de toba ,
que por su ligereza facilita la constitución y el cerramiento de los
cuerpos volados , o de mamposter ía menuda cogida con mortero
o de mam puesto en seco, como en el hast ia l de Pres i llas de B ric ia .
También es p osible encontrar el cerramiento de encestado, consti
tuido p or ramas entretejidas y luego recubierto con
m ortero,
que suele
em plearse más habitua lmente en paños o tabiques ver t ica les de di
visión interior El ejemplo d e D osante lo m uestra sin revestir, en e ste
caso empleado como cubric ión sup erior de un cob ertizo que facilita
la aireación y secado de los productos vegeta les allí guardados. Es-
1 4 2
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Dosan t e (Menndad de
Valdeporres) .
Espinosa d e ¡os Monteros.
Q uintana del Rojo (Val le de Manzanedo) . Espinosa de los Monteros.
te ú lt imo nos s irve para señala r qu e es te t ipo o modo cons tructivo ha
perman ecido, en mayor medida, en los edif icios auxil iares anejos que
en
lo s
edif icios de v ivienda propiamente , como c uadra s
y
p a ja r e s q ue
p ued en o f r ecer t amb ién s im i l ar g ama d e ce r r amien tos . A v eces lo s
p a ja r e s s e ab r en com p le t amene de jando s ó lo e l en t ramado y a lg u
nas tab las auxil iares para permit ir e l secado de la paja al l í a lmace
nada , q ue t i ene q ue g uarda r s e a v eces a lg o h ú medo , deb ido a l a
cl imatología de la comarca.
La
casa de piedra
La sus ti tuc ió n de l en t r amado de mad e ra p o r f áb r i cas de p ied ra de
morfología diversa, se produc e m as ivamente a f inales de la edad m e
d ia en e s t a com arca . Todavía s e p ued en m os t ra r a lg unos e j emp los
b a jomed iev a le s dond e domina l a p ied ra , como en Her rán , dond e s e
señala incluso con resal to de la p lanta segunda que es tá to talmente
cons t i tu ida en p ie dra, en e s te caso de t ipo l igero como la toba, seña
l ando e l v ue lo una m o ldu ra d e un cua r to de cañ a En e l in te r io r de
dicha ca sa se con servan unas p inturas murales gót icas, que son real
men te s ing u la r e s en e s t e t ip o de cons t rucc ió n de cas a ru r a l aco
m o d a d a .
Realmente , dentro de las casas de los h idalgos labradores m ás aco
modado s de l a mon tañ a b u rg a le s a , p odem os encon t r a r t oda una
evo
luc ió n de l a cas a s o l a r i eg a , de s de e j emp los q ue todav ía p r e s en tan
un claro carácter for t i f icado como las casas fuer tes de Espinosa de
los Monteros , donde se ha añadido a la ant igua un por tón o por tada
de acces o a l p romed io de ép oca r enacen t i s t a , o Quecedo , donde
la to r r e q ue p od r ía s e r denom inada de l h omena je , q ue co ns e rv a s us
matacan es y a lmenado , a modo de p eq ueñ o cas t il lo , s e amp l ía con
un edificio palacial , con cub os en las esquinas d e m odo s imilar a la
torre , es tando el conjunto cerc ado p or la con espon diente c erca, dan
do cobijo a las edif icaciones auxil iares .
Las casonas de época renacent is ta son algo re lat ivamente común,
dom inando ya en e l las las fábr icas d e s i l lería en una mayoría de sus
fachadas o al menos en la pr incipal , incorporando elementos orna
men ta l e s en s u s h uecos y en e l t ra t amiento de s u s f ach adas q ue p e r
miten una fácil ident if icación, a las que se aña den las ed if icaciones
auxil iares que t ienden a conf igurar un espacio o corral delantero ,
en donde contras ta las fábr icas del edif icio pr incipal con los alpen-
dre s auxil iares delanteros . O la más t radicional de Q uintana del Rojo,
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dond e sólo des taca en sus fachadas p é treas el senci llo arco d e ac
ceso y la m oldurac ión de un pequeño
hueco,
y acompañándola con
una edificación auxiliar cre a un espacio de lantero parc ia lmen te cer
cado por una tapia baja de piedra ,
como
ejemplo significativo de la
organizac ión del m odelo b ásico de la casa norteña o de la m ontaña
burgalesa .
Los
m odelos de casonas siguen extendiéndose
a lo
la rgo d e
los si
glos XVII y xviii por toda la com arca constituyendo, sin du da, un a d e
las arquitecturas re siden ciales significativas de
ella,
que en a lgunas
zonas llegan a ser su arquitectura identiñcativa, como en el núcleo
de Salazar , donde se pu eden encontrar casonas del s iglo xviii que
todavía conservan un cierto desarrollo vertical, que recuerda a las
torres medievales que dieron lugar en esta comarca al primitivo nom
bre de Al-Quila o tierra de castillos.
Este t ipo de arquitec tura represen ta una c lara m ezcla d e la a rqui
tec tura c iudadana y culta con la más t radic ional y rura l , que dada
la importancia q ue t iene aquí
ha
e jercido un indud able influjo en el
resto d e la arquitectura m ás m odesta. Incluso al analizar su organi
zación interna, se podrá apreciar cómo incorporan elementos y pie
zas de s imilar disposic ión que los empleados en el res to de la
arquitec tura rura l , como las cocinas y depe nden cias d e t ipo agro
pecuario, existiendo eso sí, la clara diferencia d e un m ayor empleo
de mater iales de mejor ca lidad
y
tratamiento
y
una mayor generosi
dad en la espacialidad interior.
Pero
sin
duda , la vivienda de entramado
ha
venido
a
ser sustituida
por otros t ipos m ás evolucionados que también emp lean la p iedra
y con una clara identificación como m odelos rurales tradicionales,
que constituyen tipos relativamene más diferenciados entre sí que
aquella. Entre ellos destacan la casa cá ntabra y el caserío
vasco,
te
niendo
la
primera una extensión considerable d esde el occidente has
ta el centro de la comarca, y entre amb as se m ezcla una t ipología
más propiamen te cas tel lana que también t iene unos c iertos m atices
según cada subcom arca, qued ando reducido el caser ío de inf luen
cia vasca al nororiental Valle d e Mena.
La casa montañesa
El t ipo denom inado como la casa m ontañesa o cántabra , es tá ca
racterizado por el balcón corrido o solana, realizado en m adera, si
tuado en
la última
planta
y
protegido por
el saliente
d e l
muro o
muros
laterales que vuelan a la par que é l , a modo de resa ltos pé treos del
paño d e la fábr ica de la fachada , es tando rematados en su par te in
ferior
con una
m oldura
a modo
de m énsula
qu e
adopta genera lmen
te la forma de talón.
En
su pa rte superior, estos muros suelen es tar rematados por unas
molduras toscas pero de perfiles clásicos, sirviendo de apoyo a la
viga de borde como sujecc ión de
los
can es que conf iguran el a lero
La
viga en su desarrol lo apoya en pies derecho s
y
zapatas que par
ten del bo rde de la solana volada
y
que sirven d e sujección a la ba
randilla de mad era , compuesta por b a laustres torneados o tablas
recortadas en una gama d e t rabajo y ta lla rea lmen te amplia.
La solana aparece abierta siempre hacia la mejor orientación, el
mediodía , buscando el sol, quedando c laramente el res to de sus fa
chad as convertidas en auténticas
traseras,
en las que se procura que
los huecos
sean
los mínimos
imprescindibles
y
preservándo se s iem
pre de la orientación
norte,
dejando esa fachada , en el caso de q ue
exista , lo más cerrad a y c iega posible.
La concepción del muro d e fábrica lateral a modo de cortafuegos
se desarrolla
y
ext iende a
finales
d e
la
eda d m edia.
A
la propia
pro
tección contra incendios, en es te caso de acompañamiento d e la so
lana, se añad e la protección d e los vientos fríos y la visual, adem ás
de servir a veces como apoyo es truc tura l de la viga de borde que
soporta las viguetas que constituyen el forjado del b alcón.
Este tipo se ext iende en esta parte
de la
provincia burgalesa
a
partir
d e los siglos xvii y
xviii,
aunque claramente su mayor difusión, al me
nos en la forma d e los modelos ac tualmente conocidos y conserva
dos,
c onesponde
al
siglo
xix y al
primer tercio
d el
presen te También
Torres Balbas no s señala que, en Cantabria, dicho
tipo«...
semejante
a como hoy lo vemos, no pa rece ser anterior a l s iglo xvi , época en
qu e hubo
un
incremento grand e d e población
y
riqueza
en la
región...»
para luego continuar«... la m ayoría de los ejem plares de es tas casas
que hoy existen son de los siglos xvn y xviii...»^.
A lo
dicho debe añadirse lo que afirma García Mercadal siguien
do a otros autores loca les^ sobre el or igen d e los muros la tera les
construidos a modo de cortafuegos que con espon de su aparición en
el arte popular montañés a finales del siglo xv y comienzos del
XVI aunque relaciona el modelo que conocemos con la influencia de
la arquitec tura he nerian a y el hecho qu e fuera cántabro Juan de
Herrera ' .
Sobre
el
or igen de
la
formación d e
la
solana
y
d e
los muros
latera
les,
por los da tos que disponemos incluso con ejemplos concretos
en nuestro terr itorio, aunque podemos posiblemente adelantar a co
mienzos del s iglo xv el empleo m ás o menos genera l izado de los
muros la tera les resa l tados , de bem os relac ionarlos con el acompa
ñamiento y protecc ión de los cuerpos volados cen ado s rea l izados
en entramado de madera .
La solana nace pue s en sustitución d el cerramiento de entramado,
aun cuando
los pies
derec hos
y
la propia estructura sustentante son,
en realidad, los tramos y vigas implentas de l entramado, pasand o sim
plemente los muros la tera les que los protegían a tener un tratamien
to
d ecorativo diferente
En
ellos se cambian
las
ménsulas m edievales
voladas sucesivamente, de un cuar to d e caña
o
bocel , por una m ol-
duración m ás c lás ica , que se repi te en su rem ate superior a modo
de capitel.
Dicho análisis evolutivo es muy eviden te si com paramos alguno s
ejemplos de cuerpos volados que aparecen, aunque sea de modo
tímido, p rotegidos por un pequ eño resa lto de los muros
laterales,
co
mo en la casa de E spinosa de los Monteros, que se pu ede fechar por
su
ventana gótica
y
algunos detalles ornamentales
más, como un mo
delo de comienzo del siglo xvi, en que ya los resa l tes de los m uros
laterales están, incluso, concebidos en su remate superior para ser
vir
a
la constitución d e
un
mayor
vuelo
d el a lero del que es habitua l,
para procurar la protecc ión sobre la fábr ica d el cuerpo
volado,
e in
cluso, sobre la socarrena o porta lón d e ac ceso Y cur iosamente en
él se ins ta la ya un pequeño ba lcón con indic io d e
lo
que será poste
riormente la solana.
En
el ejemplo d e Almendres , el vuelo del cuerpo cerrad o e s más
decidido que en el anter ior , enrasándose con los resa l tes de los m u
ros. N ótese también, cómo uno d e estos últimos llega hasta el suelo,
aunque parece producto de
un
refuerzo posterior,
lo
q ue
nos
p u e d e
servir como referencia también de a lguna de las formas en qu e los
encontraremos en otros ejemplos poster iores ya con solana , donde
aparecen c laramente resa l tados de abajo a arr iba am bos muros la
terales.
1 4 4
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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A::ner.a:es Jv í enndad d e Valdmelso).
ViHabascones
d e
Bezana (Vaüe
d e Vaidebezana).
Valderías (Alfoz d e Biic ia).
Dosante (Menndad
d e
Valdepones).
La
cubierta
m ás
primitiva de la casa m ontañesa se realiza a sopan
das,
presentando una configurac ión a dos aguas , con la cum brera
para lela a la fachada pr inc ipa l , a la que añade el gran elero sobre
la
solana,
organizado de
modo
independiente d e aquel la
y cuyo
gran
vuelo evita la entrada de agua en la solana, pu es el piso d e tabla pue
de deter iorarse por ello. Los muros resa l tados y los pies de rechos
contribuyen a la sustentación d e la viga de apoyo d e las viguetas que
conforman aquél.
M e s d e Valdebezana-Bricia-Manzanedo
Los ejemplos más ní t idos y num erosos d e la casa montañesa los
encontramos en es ta zona compuesta por los Valles de V aidebezana
y Manzanedo, el Alfoz d e Bricia y la zona de Arija, qu e se configuran
a modo de cont inuación de la geograf ía de la vecina Cantabria .
D esde ejemplos donde
la
vivienda aislada
se
d iferencia por su
m a
yor altura, como en V alderías, respecto a la edificación auxiliar de
1 4 5
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• ^ ^
1 '
iiTií M T Í Ti i i i ^ M
f
1
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^J -
f ^ ^ l
Manzane do (Va l le d e Manzane do) . San Migue l d e Cornezuelo (Valle d e M anzane do) .
Mumlla (Va l le de Valdebezana).
Le v a (Me nndad d e Valdepories).
Población de Aireba (Valle d e M anzane do) .
Calle jones (Valle de Zamanzas).
1 4 6
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t ipo agropecuario, en la que ap arece un gran espacio abier to a
m o
do d e gran portalón que s irve de protecc ión tanto d e las labores ca
seras que se quieran rea l izar a l descubier to como de los carros , a
aquel los d onde se integra en la propia edif icación res idencial como
soportal. No hay que olvidar que en es ta zona tenía una cierta impor
tancia la carretería y qu e Madoz, en el siglo
pasado,
nos señala que
en Bezana existía
la «construcción
d e c a r r o s
para
la s
labores del c a m -
p o »\
o que en Arreba las dos pr inc ipa les ocupaciones eran la
«ca
rretería y corte d e m a d e r a s » ^
En las agrupaciones d e m ás de una vivienda , los m uros aparecen
resa l tados respecto a la fachada , cum püendo c laram ente su pape l
de cortafuegos y separando la solana de cada casa , ac tuando como
muro bás ico de carga , ayudando a c r ea r la socarrena ba jo la solana
que p ued e l legar a ser un gran espacio diáfano que da acceso a la
zona t rasera de cuadra y a la esca lera de acceso.
También pued e en contrarse a lguna solución en que las solanas se
enlazan, sin que exista muro resa l tado separado r , produciéndose un
esca lón sa lvado po r una esca lera peque ña debido a l dis tinto nivel
de las dos solanas .
Los t ratamientos d e las solanas en es te m odelo adquieren y ofre
ce n una serie de morfologías que quizá m erezcan un comentario más
extensa La d isposición o no en su fachada principal viene claramente
marcada por la climatología de la comarca, más que por constituir
el elemento d e mayor prestancia social en cuanto a la riqueza de sus
tratamientos, pudiendo estar orientada hacia el corral
trasero,
c omo
en el caso d e D osante,
o
conformarse en e squina en dos or ientac io
nes favorables. Las soluciones más tradicionales refuerzan el ca
rác ter pr inc ipa l de la fachada , disponiéndola a l mediodía , bien
en el lado mayor de la planta , con la cumbrera de la cubier ta
para lela a el la , o bien conformando la cubier ta a cuatro aguas.
La solana genera lmente se dispone conformando un solo nivel en la
última planta habitable aunque pu ede ocurr ir que incorpore también
los huecos d el d esván adquir iendo una c ier ta a l tura como en Leva,
en un edificio que ya tiene cuatro
plantas,
solución realm ente singu
lar para una aldea, o como en Munilla, ya en un solución más fre
cuente, donde se aprecia el edificio auxiliar lateral con su portalón
para el carro y el pa jar ce rrado con e l bocarón sobre é l . En el los
se puede a prec iar cómo la simetría compositiva de su fachada prin
cipal es una constante, en esta arquitectura. Nótese también, como
otra constante, la protecc ión a las cabezas de las vigas del suelo de
la solana , con una tabla recortada superpu esta , a la que se dota de
formas diferentes de dentados, o simplemente constituyendo una ban
da continua.
También dichos ejemplos anteriores
nos
permiten descubrir cómo
el espacio de la solana pu ede volar completamente respe cto a la lí
nea d e fachada, o jugar con un c ierto retranqueo d e su l ínea de ce-
namiento. Esto se consigue básicamente es tablec iendo una fábr ica
a l igerada en forma de entramado, que no se aprec ia en su forma
ción por estar revestida y pintada.
Dentro de es te número variado d e soluc iones, pued en encontrar
se a lgunos qu e t ienen c ier tas pecul iaridades
muy
diferenciadas qu e
se esc a pa n de
la
gene ra l idad, a l conformar el suelo de
la
solana
co
mo un elem ento pé treo, como en San Miguel de Cornezuelo, en un
ejemplo dond e el muro resa ltado dispone por su gran vuelo un es
calón intermedia En este ejemplo la agrupación se realiza con o rien
tac iones diferentes de las solanas aunque lo más f recuente es la
Campiña (Alfoz de B i ic ia ) .
Presillas de Bncia (Alfoz de Bn c ia ) .
Hornillayuso (Meiindad de
So toscueva ) .
1 4 7
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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agrupación l inea l , c reando una gran unidad en su arquitectura , de
b ido a la tipología repetitiva, aunque la casa p resenta su propia p er
sonalidad individual en el tratamiento diferenciado y específico de
cada unidad, A e l las se añaden las pequeñ as edif icac iones auxil ia
res que adquieren un carácter secund ario confundiéndose junto con
los propios cerramientos de las heredades.
No d eb e o lvidarse, sin em bargo, cómo es te t ipo de casa montañe
sa es s in duda un modelo evolucionado que p ued e en contrarse con
viviendo con otros tipos antiguos, incluso en la misma unidad de
agrupación, como en Torres de Arr iba, don de la casa con solana se
adosa a una casa con entramado de m adera y rel leno d e ladrillo q u e
no obstante, sigue ofreciendo su muro cortafuegos lateral.
Sin em bargo, también p ued e mo strarse aquí en es tos va lles, otros
tipos diferenciados
dentro,
d e la misma organización básica d e la vi
vienda. La más abun dante y que conformará el modelo propiamen
te burgalés de la casa de las Merindades , es la casa con solana o
balcón, en la que no exis te la protecc ión del
muro
lateral.
El
ba lcón
o solana de m ayor o menor dimensión, ya no se presenta s iempre
corrido
a lo
la rgo d e
la
respectiva fachada, bien
como un
retranqueo
de la planta superior ,
o p u e d e ,
incluso, volar l igeramente reservan
do sólo el grosor de los muros tes teros , o simplemente d isponerse
como un añadido a l cuerpo com pleto d e la misma, donde la protec
ción lateral de la solana se sustituye por un entablado vertical o un
múre te de a dobe .
Algunas var iac iones de la casa m ontañesa pued en recordar p or
su imagen a la del caser ío v asca El lo ocurre cuando la solana y a c
c eso de la casa se sitúa en un
testero,
o e n uno d e los l a dos menores
de su planta rec tangular , disponiendo la cum brera de modo or togo
nal a la fachada , como en Población de Arreba.
El modelo
bás ico de
la
casa
a
par t ir de m ediados del
siglo
pa sa do
va a transformar la solana o e l balcón, acristalándolos, bien en una
solución
mixta
d ond e la solana todavía se con serva
junto
c on
los m u
ros resa ltados , como en C ampino, o b ien el iminando c laramente ya
aquellos y transformá ndose en un m irador vertical acristalado, aun
que también protegido ba jo el a lero del tes tero, como en Pres i llas
de Bricia. En los modelos m ás urbanos , junto a l m irador ap arece la
galer ía acr is ta lada , como en la plaza mayor d e Sencil lo, o en a lgu
nos edificios multinesidenciales del mismo lugar realizados en nuestro
siglo.
Sirvan
estos últimos
ejemplos
como
culminaciones d e
la
ser ie
evo
lut iva que inic iábamos con los cuerpos volados cerrados , pasando
por la solana que pued e incorporar o no los resal tos de los muros
laterales, al acristalamiento de balcones y solana, y la conformación
final de miradores y galerías acristaladas continuas, y como en es t a
caden a se van poco a poco introduciendo conceptos composit ivos
como la simetría o la proporc ión de
huecos ,
adem ás de m oldurac io-
n e s o interpretac iones decora t ivas d e m odelos c lás icos o de é poc a ,
q u e va n l u y e n d o e incorporándose a esta arquitectura. Existe pue s,
un recorr ido var iado y rico que m uestra la es trecha relac ión d e es ta
arquitec tura con e l medio y su c laro carác te d entro del espír i tu de
la modernidad, sin que exista en ningún caso una ruptura traumática
tipológica. Es quizá por
ello,
q u e en esta zona a pena s se produce sus
tituciones de la arquitectura tradicional reacondicionando internamen
te
sus espacios,
en
lo que
también influye, indudablemente,
la
bonda d
del hecho construc tivo y d e sus m ater ia les .
HorniHalastra (Menndad de So toscueva ) .
Cornejo (Menndad de So toscueva ) .
Valle d e Sotoscueva-Espinosa
En esta zona d e la comarca , que en su parte septentrional linda con
Cantabria ocupando ya un lugar central, todavía continúa con gran
importancia la casa montañesa, aunque la casa con balcón propia
m ente burg alesa tiene una m ayor influencia qu e en los valles occi
dentales.
En rea l idad, lo dicho ya en d ichos valles, hay que repet ir lo aquí.
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Espinosa
de
¡os M onteros .
""' '11 É
1
flMTi
M
Céspedes (V i l larcayo
de
Mei indad
d e
Castil la la Vieja).
ViHaicayo (ViH aicayo de Menndad d e Cast i lla la Vieja) .
Vúlatoml (Medina de Pomar)
Araduenga (Val le
d e
Mena).
a u n c u a n d o l a s so l u c io n e s d e ba l c o n e s y so l a n a s n o te n ga n l a var i e
d a d q u e e n a q u é l l o s . Aq u í se pu e d e n e n c o n t r a r a l gu n o s e j e m pl o s
d e so l a n a s d o b l e s e n p l a n t a p r im e r a y se gu n d a , e n m o d e l o s d e c a
sa s m á s i n f lu e n c i a d a s po r l o s m o d e l o s u r ba n o s , a u n q u e s iga n c o n
servando su organización tradicional, con su conal y sus edificaciones
auxi l iares, como en Horni llayusa Se aprecia n también , como oc urre
e n g r a n pa r t e d e l a s á r e a s d e m o n t aña d o n d e l a c o o pe r a c ión ve ci
nal está a l o rden de l d ía , como se ed if ican a la vez más de un ed ifi
c io per fectamente regular izados o simétricos y pa r e a d o s , a p a r e c i e n d o
las cor respondien tes so lanas cor r idas aunque estén d ivid idas por un
tabique in te rmedio
y
la cubier ta cont inua, como una constan te en este
modo de const rucción .
L a c a so n a d e Co r n e jo , pu e d e e j e m pli fi c a r y a e l m o d e l o m á s p r o
p i a m e n t e b u r ga l é s d e l a c a sa n o r t e ña . L a f a c h a d a p r in c ipa l, a p e sa r
d e su g r a n e sc u d o ba r r o c o e n u n a f á b r ic a d e m a m pu e s t o y s i l le r ía ,
e s r e a l m e n t e so br i a y so br e t o d o m u y c e r r a d a , c o n u n o s h u e c o s pe -
149
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Araduenga (Valle de M e n a ) .
Santiago de Tudela (Valle de Mena)
queños, que po r la carpintería doble d e los superiores señala su orien
tación ex puesta. El balcón e n el lateral, orientado al corral y huerta,
ofrece el contras te d e vibración plagado d e m acetas y c on e l huec o
de mayor
tamaño,
es tando protegido por un gran a lera Es pues el
balcón o solana el pr inc ipa l elemen to de es ta arquitec tura pudiendo
encontrar a lgún ejemplo de t ra tamiento que destaca por el cuidado
de su labra , demostrando la fama d e carpinteros que tenían a lgunos
pueb los de las Merindades. El ejemplo d el ba lcón s i to en la ca l le
mayor de Hornillalastra es suficientemente expresivo al r espec ta Su
gran vuelo permite es tablecer una c lara protecc ión sobre la puer ta
de acceso y a la vez sobre e l poyo que se s itúa junto a el la .
En otras ocasiones, la solana se convier te en una pieza c laramente
auxihar,
en el nivel
del desván con acceso de sde es tancias de a lma
cenaje, des tinándola a espacio de secado o donde se colocan, las
colmenas.
La mixtura de mod elos rura les y urbanos se pued en aprec iar en
núcleos
como
Espinosa de
los
Monteros, dond e ap arecen
junto a
las
solanas las ga ler ías y m iradores acr is ta lados , emp leados bien con
un t ra tamiento m ás t radic ional, o ya en formas mo dernas , como en
el chalé ,
o
los edificios de vecinos, donde los miradores refuerzan
la composic ión ver tica l de las fachadas, y en los que se d em uestra
el gusto por el t ra tamiento y labra de las carpinterías .
Cuenca d e Medina
Este área ocupa el centro geográf ico de la comarca
y
como ta l en
el la se produce la inf luencia , ya muy a temperada , de los tipos de l a
casa m ontañesa, y e n casos muy excepcionales de l caserío vasco sien
do el t ipo m ayori ta rio la casa norteña burgalesa , con su ba lcón o
solana.
En a lgunos núcleos que conservan su antigua.estructura u rbanísti
ca medieval claramente identificable, y ello es realmente muy sin
gular en el nor te burgalés , pueden encontrarse un conjunto de
arquitec tura p é trea más prim itiva y en la que la solana apenas h ace
acto d e apar ic ión y cuando lo hace es d e un m odo muy t ímido en
soluciones de pe queño desarrol la aunque también influidos por el
tamaño es trecho d el ancho de parcela . La imagen de la ca l le Real
del núcleo m edieval de Mijanjos p ue de ser significativo al respecto ,
aun cuando la mayoría de las edificaciones responden a modelos de
época moderna o contemporánea.
En el modelo b ásico de es ta zona, su ba lcón o solana ab arca un
cierto d e s a n o l b , al disponer genera lmente sus fachadas mayores con
orientación norte-sur, lo que garantiza siempre una larga fachada a
mediodía donde pu ede ins ta larse Sigue la casa m anteniendo, por lo
general, su carácter individualizado agregando a la edificación prin
cipal otras edificaciones auxiliares, conformando
un
corral
no
dema
s ia do g ra nde que pued e es t ar or i en ta do en l a zona de la n te ra c omo
acceso de la
casa, o
bien en
la zona
t rasera de
la misma. La
cubier ta
suele buscar una disposición que garantiza la protección fácil de la
solana con el volado del a lero y en g enera l , se dispone a dos o a
cuatro aguas.
En gen era l las solanas se disponen l igeramente voladas de la fa
chada retranqueándo se a trás para ganar espacio respecto
a la
línea
de la planta inferior. Menos frecuente son las solanas como meras
superposiciones
sobre el paño continuo
d e
la
fachada,
como el
ejem
p lo d e
V illatomil,
que continua la solana también en
el nivel
de l des
ván, a l menos en una par te que no se cerró.
También podemos encontrar algún ejemplo d e casa montañesa, con
muros resaltados, e incluso d e soluciones sim ilares a los caseríos
vas
cos,
en que la solana apare ce en el tes tero d e la edificac ión sobre
la puer ta pr inc ipa l, es tando p rotegida por e l vuelo d e la cub ier ta ,
con su cum brera or togonal a aquel la .
En los núcleos más urbanos vuelven a ap arecer las soluc iones de
miradores y g a ler ías acr is ta ladas una superfic ie mo dulada y cont i
nua, como la de Villarcaya o incluso un tratamiento de solanas suce
s ivamente voladas y parc ia lmente cerradas , como en Medina de
Pomar, dond e la a rquitec tura rec iente se incorpora con un a mayor
faci lidad a es te t ipa a no ser por c iertos mater ia les foráneos em
pleados.
Quizá también s ea nec esa r io ha c er de nuevo una breve referencia
aquí a la abundante presencia , en c iertos núcleos c laramente rura
les, de casonas solariegas , que pueden re cordar , a pesar d e su fac
tura ya moderna , a los ant iguos torreones m edievales señoria les en
una clara intención simbólica.
1 5 0
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Ciella (Valle de M e n a ) .
Oirantia (Valle de
M e n a ) .
Aiaduenga (Valle de
M e n a ) .
Baió (Valle de Losa)
Val le
d e
M e n a
D entro de los tipos influenciados por la arquitectura vasca, clara
mente c abe diferenciar el V alle de Mena, como par te integrante a
nivel geográf ico d e la propia vertiente cantábrica, en el nores te pro
vincial.
Hemos señalado con anter ioridad qu e en el va lle aparece como
tipos más
p rimitivos
los
en t r a ma dos de
ma dera . El
caser ío de l Val le
de Mena es
pues , como
la casa mon tañesa,
un
mod elo evolucionado
más rec iente que aquel los
otros,
aunque su reducido ám bito de ex
tensión no perm ite m ostrar unos ejemplos que perm itan enlazar des
de un t ronco común dichos t ipos , aunque los ejemplos diversos
m ostrados en la reciente pu blicación de Caro B aroja, La Casa N a v a -
rra \
as í lo pue den a test iguar s in ninguna duda.
El
caserío,
que es una cont inuación lógica del qu e exis te en el en
torno d e la cercana villa vizcaína de Valmaseda, adopta forma d e
edi
ficación aislada, constituyendo una unidad edificatoria de un cierto
volumen en la que se integran la mayoría de es tancias y d e p e n d e n
cias auxiliares completadas con alguna edificación auxiliar que se
agrega al edificio principal.
Los grande s caser íos que podem os encontrar en el Pa ís
Vasco,
m-
c luso agrupand o en una misma unidad dos viviendas gemelas, aquí
no
aparecen
prácticamente,
teniendo
sus
caseríos
un tamaño
pequeño
o medio y quizá el pape l de aqu el los ha sido sustituido po r la casona
cúbica con tejado a cuatro aguas , como un m odelo de amplia t radi
c ión burgalesa y que aquí también es tá presente en abundancia .
La fachada del caserío se organiza generalmente en un
testero,
pro
tegido por el gran vuelo de la cubierta que m uestra sus dos vertien
tes a l es truc turar la cumbrera or togonalmente a aquel la . En los
modelos más humildes y senci llos , la cub ier ta vuela sobre las cab e
zas de var ias vigas, que a su vez soportan unos cabios para lelos a
la fachada , preservando la entrada a la casa , como en el ejem plo
de Araduenga , dond e la edificac ión auxil ia r dispone también d e un
cier to vuelo sobre su porta lón, s irviendo de acogida a l carro
La elementalidad de la anterior solución puede complejizarse al
go más cuando aparece un ba lcón ya en la fachada , lo que r equie re
que la protecc ión de la cubier ta sea m ayor, y las vigas a veces se
ayudan con tornapuntas. O l legar a una solución en que ya la gran
fachada muestra su ba lcón centrado, como eje d e s imetr ía de la mis
ma. También puede ap arecer la solana corrida, siem pre como un ele
mento sup erpue sto a la fachada, y por tanto com pletamente volado,
en la úl tima planta pud iendo mantener o no e l pequeño ba lc ón de
bajo,
e incluso pu ede tener también los resa ltos de los muros latera
les, como en Sant iago de Tudela , lo que evidentemente se puede
1 5 1
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••WB'
Vil lano (Val le de Losa) .
Va l l ehermoso (Mermdad de Valdmelso) .
r
•WtÉ
Mambhga (Va l l e de
Losa) .
Panizares (Mermdad de Valdmelso)
r e l ac ionar con e j emp los mos t r ados d e l a cas a mon tañ es a p l an teán
d o s e u n a c i e rt a com un idad e n am b os t ip os. .
En e s t a s s o luc iones donde ap a r ece la solana, suele re lacionarse ,
a lg unos p ie s de r e ch os q u e ap oy an a s u v ez en l a s cab ez as d e las vi
g a s
q u e
conforman
e l
suelo
d e l a
solana.
Ot ro s t ip os de cas e r ío q ue e s p os ib l e encon t r ar , r ecue rd an y a o t ro s
mod e los menos e s p ec í f icos d e cas a no r teñ a , de s d e aq ue l l a e n q u e
e l s op o rt a l ap a r e ce b ien p a r a con f ig u ra r u n amp l io e s p ac io d e e s
tancia y p ro tecc ió n de lan te r a , com o en Vivanco, e n e l cua l n o h a y
que olv idar e l asentamiento d e l núcleo e n u n a v í a importante q u e
c ruzab a e l val le uniendo las t ier ra s cas te l lana s con las vascas . O y a
el clás ico t ratamiento des t inado a la protección d e l ca rro , q ue ap a
r ece in t eg rado deb a jo
d e
las es tancias habitab les en un lateral , o in
c lu s o como s oca r r ena cen t r a l .
E n la
mayoría
d e
es tos t ipos es tá
p r e s en te e l b a l có n , de m enor o m ay or tamañ o , cub r iéndos e y a e l ed i
ficio
a
t r e s
o
cuatro aguas .
1 5 2
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También es posible encontrar a lgún ejemp lar con la esca lera de
acceso exenta,
o
pa t ín, como el de Araduenga s imilar a a lgunos
mo
delos de casas n orteñas as turgala icas . Es tos m odelos, con el p or ta
lón, el sopo rtal,
o
el acceso ex terior cubierto, reflejan en cierto m odo
la necesidad de protecc ión del carro
y
de l pajero,
y no
hay que olvi
dar la gran importancia que tuvo en el va l le la a rr ier ía , a la que se
dedicaron una gran par te de
su s vecinos,
reflejada en el Catastro d el
ma rqué s de l a Ensena da ,
Si
bien
los
ejemplos de caser ío aquí mostrados son s in duda de un
tra tamiento más sencillo o popular que los que se pued en conocer
a t ravés de las publ icaciones rea l izadas sobre el caser ío vasco co
mo la que realizó Baeschlin* en el primer tercio de siglo, cuyos
ejemp lares pued en a pesar de su carác ter autóctono c las if icarse y
relac ionarse con la Uamada culta, también se pu ede encontrar aquí
edificaciones que p resentan una mixtura entre formas cultas
y
tradi
cionales.
Un
m odelo que c laramen te se diferencia de
los
anteriores,
es la casona d el hida lgo- labrador, qu e t iene aquí
como
en la mayor
parte d e las Merindades , un gran peso numérico. Su planta m ás o
menos c ua dra da
o
rec tangular, d e gran p rograma, cubier ta a cuatro
aguas , la incorporac ión de elementos c lás icos en la ornamentación
de sus fachadas , a l menos en la pr inc ipa l, en la que p uede incorpo
rarse el blasón adem ás d e otros elementos de t ipo t radic ional. Las
solanas pueden disponerse en dos plantas , como en O rrant ia , don
de de nuevo apare ce la protecc ión del m uro la tera l, o en el nivel
de la planta del desván.
Los
m odelos de chalés de finales
y
principales de siglo siguen m an
teniendo la tradición de la casona tradicional, aun cuando incorpo
ran imág enes d e la nueva arquitec tura . En todos es tos ejemplos se
s igue manteniendo el carác ter de individualidad que muestra la or
ganización del caserío.
La Losa
Un
área q ue m uestra una ident idad bastante def inida en contras te
con el conjunto de la comarca , es la que denominamos como
La Lo
sa . La tipología arquitectónica allí dom inante es tá c laramente condi
c ionada por ' la a l t i tud elevada y el duro c l ima que se produce,
comp arativamente habland o con el m icroclima m ás suave d e q u e g o
zan los núcleos en el res to d e las otras subcomarcas , asentados en
el fondo d e
los
protegidos
valles. La
horizontalidad dominante de su
a l tiplanic ie ha ce que sea el terr itor io d e las Me rindades que tenga
una actividad agraria
m ás
específica e im portante, teniendo la pata
ta y el c erea l im portantes extensiones de cult ivo, a la que se suma
una ganadería diferenciada , d onde el ganado cabal lar tuvo gran
im
portancia.
La vivienda a parec e como un volumen cúbico muy cerrado don
de apare ce una peq ueña solana en la últ ima planta , rehundida res
pecto a la línea de fachada, como defensa del fuerte cierzo que azota
esta altiplanicie. Este tipo es una var iac ión d e la que hemos denomi
nado como casa bu rgalesa norteña , que se hace aquí c laramente do
minante
y
que se extiende hacia
el
este
en
t ienas alavesas
y
en menor
me dida por el mediodía en el Valle de Tobalina
y
la Ribera del E bro.
La solana s in duda se s igue conformando como el elemento
singular de es tas arquitec turas norteñas , a lcanzando a lgún desa
rrollo relativamente importante, desarroUándose en dos facha
das,
buscando las or ientac iones a mediodía y naciente. También
pueden encontrarse modelos que se empiezan a relac ionar con
la morfología d el caserío
vasco,
c omo e l de
Baró,
que m arca el cha
f lán de la cubier ta que conforma la cum brera or togonal a la facha
da,
o
c laramen te ya con la cubier ta a dos aguas sobre el la .
Sin
d u d a
se nota que la zona es una transición entre la lindante provincia de
Álava y la a rquitec tura de las Merindades , señalándo se ejemplos s i
milares a los mostrados en el Valle de Mena, como e n
V illano,
e n q u e
la solana se conforma corrida a lo la rgo de la fachada ba jo el vuelo
de las vert ientes de la cubier ta ,
o
la presencia de un gran soporta l
en
la
t rasera de la casa des t inada
a
pa jar-cuadra , con m odelos idén
t icos a los que vamos a pod er encon trar en el Cond ado de Treviña
Es
decir, junto
a
m odelos que
no
presentan unas edificaciones auxi
l ia res muy desarrol ladas , podem os encontrar ya ejemplos que dis
ponen de grandes edif ic ios auxil ia res que ref lejan la mayor
producción agrar ia
y
el aumento de la parcelac ión en es ta área , co
mo
el pa jar-cuadra d e Mambliga , que crean peq ueño s
o
m edianos
corra les .
En
el los se pued e aprec iar cómo se reserva para su cons
trucción
la
fábrica de entramado que pued e ser cerrada , inc luso, con
tablones de m adera . Señalar también q ue en es ta edif icación auxi
liar, se encue ntra frecuentemente el
homo,
que se ha sacado del edi
ficio residen cial.
Valle d e Valdivielso
Si existe un
área de
las
Merindades donde claramente
hay
una clara
y
constante presencia de la casona
como
edificación significativa, sin
duda es el e spléndido V alle de V aldivielso En é l la casona es quizá
su arquitectura rural más significativa, p ero su m orfología m antiene
las mismas constantes que e n la mayoría de la provincia, su carác ter
de edificación aislada d e p lanta rectangular y cubierta a cuatro aguas,
dond e el em pleo d e la s i l ler ía e s inc luso dominante.
Por su carác ter d e t ransic ión y de contac to con el P áramo a lto y
su posición central en el límite de la com arca, las influencias d e las
tipologías norteñas son c laramen te meno res que en el resto de eUas.
Aparecen junto a casas ya muy cerradas , d onde sus huecos son ya
de escaso tamaño y donde no exis ten los ba lcones y solanas, como
en Panizares , con un modelo m uy s imilar a los que encontrarem os
en
los
páramos cerea l is tas , otros modelos de casa m ontañesa con
su
tradicional solana protegida por el muro lateral, como en Valleher-
moso a ña dido
a una
caída fuerte
o
la pequ eña solana rehundida ca
rac terís tica d e la casa burgalesa norteña .
Es
d ec ir , toda una mezcla
de influencias encontradas en
las
qu e
no
Uegan
a
des t a c a r de modo
especia l ninguna de eUas.
Sólo cab e señ alar la presencia d e a lgunos t ipos de casas con pa
t ín, o esca lera de acceso exter ior , hgados a l camino m edieval que
sube a l pára mo en e l núc leo de
E l
Almiñé, pudiendo aparec er tam
bién una solana de c ierto desarroUo que com pleta quizá
la
ga ma bá
s ica de dicho elemento a lo largo y ancho d e las Merindades.
Valle d e Tobalina
El Valle de Tobalina, límite sureste de la com arca, m antiene tam
bién un c arácte r d e transición com o en el valle d e V aldivielso, aun
que su contac to con la zona norte d e la B ureba
y
la Ribera del E bro,
en
las
qu e se conserva
un
cierto relieve m ontañoso
y
la propia
conti
nuación del V alle, hace m enos pronunciado dicho carác ter .
El
tipo dom inante en el la es el d e la casa con solana tipo burgalés .
1 5 3
7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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Leciñana de Tobalma (Valle
de Toba l ina ) .
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Montejo de San Miguel (Valle
de Toba l ina ) ,
Herrán (Valle de Toba lm a) . C i l laper la ta .
bien como elemen tos corr idos a lo la rgo de la fachada y volados con
los modelos que predominan en el corazón de la comarca , como en
Leciñana de To balina, O b ien c on las solanas d e m e n o r tamaño y r e
hundidas respecto a la fachada, como cont inuación d e la casa de La
Losa , en un modelo ya c laramente más cerrada
Este carác ter más cerrado de la edificac ión es el que predom ina
en c ier tos núcleos s ituados en lugares más elevados y con unas ca
racterísticas tipológicas más primitivas, en la que se mezclan los e n
tramados
de
m a dera,
como
en Herrán, aprec iándose en es te ejemplo
cómo exis te en p ar te de la zona más m eridional de la comarca , una
tendencia
a
la concentrac ión de la organizac ión de
los núcleos.
Ello
ha c e que
a menudo
la edificación auxiliar esté subsum ida
como
d e
pendencias o añadidos integrados en la edif icac ión res idencia l .
Sin em bargo, la solana es quizá de nuevo el elemen to significativo
de la edif icación, qu e se incorpora en edif icac iones que t ienen ya
una c lara influencia culta, como en el ejemplo d e la casa p aread a
de Montejo de San Miguel, dond e la solana t iene el carác ter d e co
rredor corr ido const ituido po r unos pórt icos de m adera q ue dispo
nen de arcos rebajados.
Como modelos más s ingulares en es ta comarca se pued en encon
trar algún ejemplo aislado de edificación con soportales en los nú
cleos más
urbanos ,
como e n Frías, donde s e c e l ebra ba , a la entrada
del barr io de La Muela , el mercado sem anal , disponiendo d e dicho
reduc ido espa c io p ro teg ida E s de des t a c a r en e l em pleo de l a p ie
dra de toba, caliza de pequeñísimos oqu edades conformados por una
multitud de microorganismo s calcificados, qu e la confieren una gran
ligereza.
Y p or último una, aunqu e repetitiva, referencia a las casonas sola
r iegas en un ejemplo rea lizado a comienzos del s iglo pasado y qu e
t iene una imagen c laramente anter ior , que inc luso pued e recorda r
a a lgunos ejemplos de cason as que se han conformado a par t i r de
torres desmochadas. Es en es te caso una casona urbana e incorpo
rada como una unidad a un parcelar io medieval, eso s í enfrentada
al espacio pr inc ipa l del núcleo de Cil laperla ta . La sencillez de su
composición refleja, sin embargo, una cierta intencionalidad, pues
dentro de la as imetr ía que la carac ter iza se con trapean los ba lc ones
para comp ensar los vanos con el m acizo de l muro,
La organización d e la casa
La organizac ión d e la casa en es ta com arca es bas tante ní tida , con
un edificación unitaria o n o, que se edifica sob re la heredad. El ed i
f ic io pr inc ipa l es el des t inado a vivienda y anejo a é l apa recen una
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ser ie d e edif icac iones adjetivas d edicad as a usos agropecuarios y
auxiliares, que suelen ayudar a la conformación d e un espacio serai-
c er r a do a modo d e c or ra l.
Estas edificaciones auxiliares bien pueden sumarse a la edifica
ción residencial en forma de claro añadido, que se refuerza con los
tratamientos de materiales que señalan dicho carácter diferencial,
bien ag regados ba jo la propia cubier ta del edif ic io pr inc ipa l pero
claramente separado de él funcionalmente, o bien como ed ificacio
nes a is ladas que pueden adosarse a la tapia que c ierra la heredad,
o conformar el las mismas dicho l ímite disponiendo de acceso inde
pendiente. Todas es tas relac iones de la edificac ión auxil ia r pu eden
incluso presentarse en una misma casa o edificio.
Las edificac iones aux iüares suelen se r d es t inadas a cuadras , pa
jar,
horno,
leñera, protección del
potro,
cobertizo de carros
y
apare
jos,
etc . Es dec ir, todo un conjunto de elementos que completan un
equipamiento variado y propio para el trabajo y la producción agro
pecuaria . Los ejemplos a l respecto pue den ser múltiples , desde el
pequeñ o pa jar-cuadra , que d ispone de un acceso superior exter ior
rea lizado en e sca lera de piedra , con cobertizo para protecc ión de
carros y
apeos ,
despojado de la vivienda y que s i rve de c er r a mien
to a la heredad ; el cobert izo con pa jar y cuadras anejo, que s irve
de p orta lón independiente para los carros en la zona delantera d e
la casa , pasando p or los pa jares-cuadra de un c ier to de sarrol lo ya
ci tados en La Losa, que disponen de su cerram iento y su organiza
ción rela tivamente independiente d e la propia vivienda, a las peque
ñas edif icac iones de t ipo auxiliar que se em plean como a lmacen es
o cobertizos, o como
leñeras ,
grane ros e incluso los hornos exentos,
Con carác ter excepcional puede encontrarse a lguna edif icac ión
desag regad a de las viviendas, aunque s ita en el propio núcleo, co
mo «las bardas». Este t ipo ap arece en aquel las
zonas,
sobre todo a l
oes te, donde la abundancia de ganado cabrío es notable hoy toda
vía.
La
c lara separac ión se es tablece po r
la
moles tia que supone di
cho ganado,
respecto
a su
integración en
la
propia heredad.
La
ba rda
se con cibe en es te caso como cuad ra para dicho ganado, contene
dor p ara el cebo y cobertizo para el carro qu e lo l leva hasta a ll í.
El edificio de vivienda dispone en planta baja siempre un amplio
zaguán, que pu ede tener un espacio anter ior abier to, denominado
como porta lón, socarrena , etc . Del zaguán n ace la esca lera que ac
ced e a las plantas superiores , s ituándose junto a é l a uno o ambos
lados a lgunas es tancias des t inadas a t rojes , bodeg a , leñera o alma
cenaje de útiles
diversos.
En la zona t rasera de la planta , con acceso
de sde el propio zaguán, se dispone la zona de cuadras .
En la planta principal se sitúan las estancias vivideras con la coci
na como pieza fundamental, a la que a c ompa ña la despensa y a
m e
nudo la
recocina,
como
espacio d e trabajo anejo
a
aquella.
La
cocina
di spone d e
un
hogar
y
sobre é l una cam pana piramidal de
un
cierto
tamaño
y
a ambos lados los escaños
o
capo neras rea l izados en m a
dera y que pueden incorporar la mesa plegable.
Las cocinas más ant iguas no disponían de campana, s ino que su
humo ventilaba a t ravés del techo que conformaba el suelo d el de s
vá n o sob rado a t ravés de un c ier to calado, ac tuando como secad e
ro de productos , con una t ipología que hoy prác ticamente aquí no
se conserva y de la que pued en ser un ejemplo las casas l igadas a
la par te d el s istema centra l , como la casa vera ta^ la casa a lberca-
na'° o los numerosos ejemplos de casas as tur-ga la icas en a ldeas re
cónditas.
El resto de la habitac iones , bien pu eden presentar una c ier ta es-
pecialización con una sala principal utilizada también de comedor
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y otras sa las menores com unicadas con las a lcobas , como un e spa
c io reducido en donde cabe jus tamente las camas venti lando a me
nudo a través de la sala. Las habitaciones principales, suelen estar
orientadas a la fachada principal.
La solana o ba lcón corr ido de m enor
tamaño,
es un elemento m uy
frecuente, dand o a él las habitaciones vivideras y en ocasion es tie
nen acceso a t ravés del sobrado o desván. Ya hemos com entado su
función de colector solar, don de se tien de la ropa y se airean diver
sos productos agropecuarios, como mazorcas, pimientos, cebollas,
ajos,
la m atanza, etc. El de sván se convier te en e l t ras tero y a lmace
naje diverso de la casa, sirviendo tanto como pajar, g ranero o alma
cén de diversos productos agropecuarios y úti les diversos .
Las viviendas presentan a veces t res o más
niveles,
aunque lo más
frecuente se a las dos plantas más el desván. E ste último p u e d e p r e
sentar sus huecos p rotegidos por la solana, pud iéndose ins ta lar en
el la colmenas o inc luso, un pequ eño pa lomar.
El desarrol lo de la casa pu ede es tar condic ionado por la parcela
ción m edieval,
como Frías,
tendiendo
a
desarrollarse
en
vertical, con
más de t r es
niveles.
El infer ior es tá des t inado a bo dega , en un lugar
dond e hasta comienzos del ac tua l siglo el viñedo tuvo una cierta im
portancia desaparec iend o
por la
filoxera.
La
organización refleja
una
planta ba ja des t inada a usos agropecuarios , y los superiores a es
tancias habitables.
Un sencillo ejemplo d e casa m ontañesa la ha recogido Feduchi , en
Espinosa de los Monteros. El gran zaguán, la esca lera centrada en
el lateral de la planta, la bode ga
y
a lma c enes
diversos,
se s itúan en
la planta baja. En la superior se disponen la cocina con la desp ensa
aneja, las salas y las alcobas, dan do la sala y alcoba más importan
tes a la solana que se dispone en su fachada pr inc ipa l . Repite pues
el esquem a señalado anteriormente como el prototipo, situándo se e n
su t rasera el corra l , con acceso des de la casa y no sabem os s i con
alguna edificac ión auxiüar m enor, aunque el lo es m uy posible
El ejemplo d e la casa d e la Plaza en Concejero, e s un c laro expo
nente
del modelo
de entramado con
soportal de
origen m edieval, que
incluso m antiene la puer ta de acceso apuntada gót ica , aun cuando
155
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PLAMTA PR IMER A
E N T R E P L A N T A
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P L A N T A B A J A
S E C r i O l L C N G lT U O M A L
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7/17/2019 Arquitectura Popular de Burgos Parte1
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ALZADO PR1>ÍC1P)M.
se prod uce una m ixtura con la fábr ica d e piedra , em pleada en la fa
chada que d a a l soporta l y en la par te t rasera . Casa d e arr ieros y
carreteros carac ter íst ica de es ta zona norte El gran zaguán se dis
pone como un gran espacio de doble a l tura , en do nde exis te una en-
treplanta abier ta des t inada a pa jar , quedan do bajo é l protegidos los
animales de tiro, bueyes, y
m ulos,
en una zona y las c a ne la s en la otra.
La
vivienda se desan olla sobre
estos niveles
inferiores, disponiendo
de acceso p or la fachada t rasera , a l aprovechar el desnivel del te
rreno donde es tá asentada la edif icac ión. Adem ás dispone también
de acceso por la esca lera que arranca del espacio de cuadra , con
un descan sillo p ara facilitar el acce so al pajar
sito
en la entreplanta.
Un
porche apoyado en p ies derechos d e m adera , que cont inúa con
otras edificaciones conforma el ámbito de entrada.
En la planta vividera des taca la centralidad de la cocina, solo ilu
minada por una c laraboya y que ha visto sustituir la antigua cam pa
na , pr imero por la cocina económica y más t a rde por l a de
gas.
Una
solana o balcón co rrido se sitúa en la fachada principal, disponien
do p ar te d e las es tancias vivideras hacia el la . Es pues un ejemplo
de casa en hi lera que no muestra el carác ter individual de la here
dad del norte burgalés .
El caser ío del Valle d e Mena desarrol la un programa m uy s imilar
a l de la casa cántabra , aun cuando el d esarrollo d e la zona propia
mente vividera a veces se suele es truc turar en base a un largo pasi
l lo que hace de eje d e la edificac ión, s i tuándose a ambos lados las
estancias. La cocina dispone d e un tamaño relativamente amplio que
pue de ser dividida en cocina y recocina , con el c lás ico m ueble don
de se incorpora el escaño y la mesa plegab le que se denomina co
mo «íTxixilu», y que actúa, al presentar un alto respaldo como
protecc ión d e las corr ientes de a ire La sa la y a lcobas pr inc ipa les
suelen da r a la fachada pr inc ipa l con acceso a la solana y a l ba lcón
o la trasera, reflejando un mayor desarrollo espacial previsto para
la zona res idencia l que en otras zonas.
Cuando la casa no a lcanza dicho desarrol lo, la zona de cuadras y
pajar s iguen ocupando una par te importante de la vivienda, inc luso
de la planta pr inc ipa l , aunque en ge nera l s igue s i tuándose la cua
dra en la ba ja y el pa jar en la cámara
o
desván, disponiendo d e la
correspondiente tabla
o
pa jera que perm ite l legar cebo
o
paja
a
las
cuadras .
Quizá el ejemplo más ilustrativo d e las casas mo stradas, como sím
bolo del septentrión
burgalés ,
sea la del Barrio del
Caño,
en Vil lano
En el la apare ce un edificio p r inc ipa l, el res idencia l , y una ser ie d e
edificacione auxilia res que completa la unidad d el solar.
La
edifica
c ión auxilia r está com puesta por un pequeñ o edif ic io separado de
la casa , permit iendo el acceso entre el las a la huer ta , des t inada a
horno y granero con los trojes constituidos por unos compartimien
tos de ma dera .
El vuelo
del a lero en la cabecera p ermite el a lmace
namiento suplementar io de leña . Un segundo edificio de s t inado a
corral d e ovejas, con su pajar en planta alta y un potro o her ra dero
en la baja, se sitúa enfrente, configurando un espacio de paso públic
El edificio re sidencial e stá claram ente dividido en
dos zonas,
un
delantera que a lberga la res idencia y otra t rasera que, a pesar de
la continuidad d el edificio, tiene carác ter auxiliar, estando comuni
cadas ambas solamente en planta ba ja . El la se organiza con un za
guán centra l, de do nde arranca la esca lera que ac ced e a la planta
principal. A am bos lados se disponen es tancias des t inadas a a lma
cenaje
diverso,
y en la zona trasera se sitúa una pequeña c ua dra qu
comunica con la cuadra p r inc ipa l s i ta en la segunda par te d el edifi
cio, disponiendo esta última d e salida a un corra l la tera l cercado co
una tapia de mam poster ía , que t iene a su vez su propio acce so
En la
planta superior
se
organizan
las
estancias vivideras en
la pr
m era par te d e la dif icación, con un dis t ribuidor centra l a modo d e
pasillo, situándose en el lado mejor orientado hacia la huerta la prin
cipal habitación, que hace de sala
dorm itorio,
y la cocina con su re
cocina aneja. Al otro lado del distribuidor se disponen tres
habitaciones que cumplen, funciones de alcoba o de almacenaje auxi
har. La única es tancia s in i luminación es una pe queñ a desp ensa s ita
entre ambos bloques de es tancias .
La cocina tiene un hogar con suelo de p iedra y cam pana t roncop
ramidal sobre ella, situándose a a mbos l ados l a s c a ponera s a demás
de las correspondientes a lacenas. La recocina es el espacio de t ra
bajo donde se encuentra la a r tesa , la pi la de piedra y el cenicero
donde s e de ja l a ropa a r emojo pa ra su b la nquea
En la segunda zona del edificio, en este mismo nivel, se dispone
el pa jar, con una esca lera que le p ermite com unicar con la cuadra .
Dispone de entrada direc ta desd e su la tera l, donde se encuentra
la
era , a l adaptarse el edif ic io a la pendiente del terreno, y que es a
1 5 7
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PLANTA TERCERA
PLAMTA SEGUNDA
PLAMTA PRIMERA
PUAfvITA BAOA
CASONA DE CRISANTES Y NOVALES AGOSTO M S
CONCEJ ERO VALLE OE MENA (BURGOS)
la vez un espacio semipúblico al tener servidumbre d e
paso,
a unque
cuente con las consiguientes cancelas de m aderas para qu e permi
ten cerrar la El pa jar dispone de una zona de en t ra da donde s e sue
le alojar el
carro,
c on
un
bocarón de sde
la
huerta
y
una segunda
zona
sepa ra da
por
tablas, destinada
al
almacenamiento
de la
paja,
Bajo cub ierta se dispone el desván , continuando la división de las
dos zonas,
que contribuye
a
reforzar
la
estructura de
cubierta. Su
uso
está des t inado a a lmacenaje
diverso, tanto
de p roduc tos
y trastos di
versos , con una zona d e granero,
o
m ejor como a lmacén de p a ta tas ,
produ cto clásico en la zona, pu diendo ampliarse como pajar al tener
una pajara común.
Quizá la única diferencia significativa con los otros tipos e s, que aquí
no existe el estragal o la socarrena como espacio p rotegido a modo
de porta l, y el horno exento que en el
resto,
si
existe,
se suele dispo
ner anejo
a la
cocina, aunque
en
muchas a ldeas
se
dispuso
de un
homo comunal
que
suplía este servicio propio..
Un
últ imo ejemplo que se acompaña es el d e la casona
o
e l c a se
río, de
época barroca y con una concepción
de
edificación exenta
en su gran heredad , de C risantes
y Novales
en C oncejero, en el
V a
lle
d e
Mena. Dentro
d e
su organización racional y culta,
especia lmente
en el tratamiento
de
fachadas
y
en la organizac ión del p r imer t ramo
d e su esca lera , se disponen las c lás icas dep end encias t radic iona
les.
En planta ba ja d es taca un porche corr ido con t res a rcadas
de
medio
punto,
que da n a c c eso
al
gran zaguán
y a la c ua dra . En la
edi
ficación lateral se dispone una zona de bodega y a lmacenamiento
diverso con acceso ind epend iente del sop ortal. En sus plantas pri
mera y segunda se encuen tran las es tancias habitables con una or
ganización d e sala y
alcobas ,
dando la pr imera a la fachada principal
con una superf ic ie rea lmente g enerosa . A la fachada t rasera dan las
a lcobas de los sirvientes y en el edificio anejo se sitúa, en planta pri
mera , la cocina y la antigua recocina con su desp ensa , que ha s ido
modificada ya con una organización actual, desapareciendo la coci
na de c a mpa na e introduciendo un baño.
La planta bajo cu bierta
se
destina
a
pajar y almacenaje
de
útiles
diversos, estando com unicada la zona lateral con el nivel de la plan
ta segunda al t ener un nivel
menos .
En aquél la se aprec ia la pa jera ,
gran conducto que l lega hasta
la
planta baja, alojada en e l hueco
de
la escalera.
Aunque comparativamente
la
zona habitable
es
más ampha y ge
nerosa, con una división social en la que s e ap recia la zona de s eño
res y sirvientes, la organización b ásica repite similares esquema s que
las viviendas
t radic ionales , habiendo separado en
otra zona
d e
la he
r eda d pa r te de las edificaciones auxiliares agropecuarias.
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Los materiales
Los m ateriales de construcción utilizados son relativam ente varia
dos ,
m adera , piedra , t ierra , etc . La piedra s in du da e s el elemento
básico que carac ter iza la edificac ión de las Merindades en su as
pecto exterior, aun cuando ya hemos referenciado la presencia mar
ginal de las fábricas de entramado d e m adera con rel leno diverso,
repi t iéndose la relac ión entre la piedra usada y el m aterial geológi
co pé treo básico del lugar .
Característica por su morfología la losa de piedra caliza de color
gr isáceo se emplea de modo masivo en la comarca a la que le da
nombre: La Losa , extendiéndose a una p ar te del Valle de Mena. Se
usa en forma de mam poster ía m enuda q ue contras ta con los refuer
zos de piezas mayores a modo de s i l ler ía en esquinas de hu ecos y
formación de
muros. El
ejemplo d e
la
tapia de
Villano,
es
muy
explí
cito,
aun cuando es tán colocadas las piezas a huesa
En una par te d e los ejemplos , es tas fábr icas de mam poster ía pe
queña es tán revestidas , bien s implemente tapando los huecos que
deja la pieza pé trea , a modo d e rejuntado basto, o bien completa
m ente enfoscado con tratamiento decorativo o simplemente pintado.
La cal iza apa rece en c ier tas áreas en forma de la s ingular piedra
de toba , tanto en
sillares,
como en forma d e m ampostería o como re
l leno de l en t r a ma do d e m a dera . La facilidad d e su extracción, el he
c ho de que pued a s e r c or ta da c on un s e r ruc ho c ua ndo es t á r ec ié n
sacada de la cantera y su l igereza , hace que sea un mater ial idea l
para elementos que requieren poco peso y una cierta adaptabilidad.
El Valle de Tbbalina indica con la expresividad de su toponimia la
exis tencia abundan te d e dicho m ateria l. La caliza también adopta la
forma d e fábr ica d e s i l ler ía masiva , como en los ejemplos de casas
y c a sona s de l
Valle
d e V aldivielso, recorriend o e n su colocación una
gama que va desd e el gr is blanquecino, pasando por el ceniza
y
e l
gr is per ia , a l dorado y tonos menos suaves manchados de óxido.
La piedra arenisca compite con aquél la y quizá t iene una mayor
presenc ia . Se emp lea en forma diversa , tanto en mam poster ía como
en
sillería. La mayor
extensión d e
este
material
se
p roduc e en
el
á r ea
de los Va lles de V a ldebeza na -B r ic ia - Ma nza nedo y Valles de So-
toscueva -Espinosa— El color de la piedra t iene unas tonal idades
más fuer tes que la piedra ca l iza , desd e colores suaves y dora dos a
colores rojizos y oc res oscuros que, aunque, no alcanza la fuerza cro
mática de la conocida piedra d e
Juarros,
se asemejan a el la bas tan
te, teniendo sobre todo ton alidades am arillentas. La m ezcla del mismo
mater ia l con colores y tonos diferentes se prod uce en a lgunos casos
quedan do resa l tado su color en ocasiones por contras te con el re
juntado de las juntas, o el encalado de las fábr icas .
La ma dera es un material de em pleo abu ndante, con utilización g e
nerosa en elem entos es truc tura les , tanto en esc ua d r ía s de las piezas
c om en su
número.
El roble es la m adera por excelencia de los ele
mentos es truc tura les , amp liándose su empleo en en ta b la dos de sue
lo y carpinter ía . El haya aparece como elemento de refuerzo en
elementos s ingulares, vigas de gran des luces o pies de rechos. Más
ocasionalmente se da la utilización de l
castaño,
sobre todo e n las c a-
Villaño (Valle
d e 'Losa).
sa s de c a mpes inos o ganaderos acom odados, como un símbolo de
mayor calidad. En la casona de Concejero, ya c itada , se emp lea
co
mo solado de pisos , en tablones de gran tamaño, lo que le da una
gran sensación de conformidad. Y sobre
todo,
des taca el t rabajo co
mo las solanas , ba lcones y a lgunos a leros , aunque los tra tamientos
no adquieren, salvo en las edificaciones más singulares, el tratamient
tan r ico d e otras áreas norteñas .
Sin em bargo, son conocidos a lgunos lugares cuyos habitantes te
nían fama por de dicarse
a
labores d e carpinter ía ,
como los
d e l
Val
de Manzanedo, que es taban especia l izados
en la
construcción d e ca
rros
y
aperos, com o cita Madoz al referirse al propio V alle de Man
zanedo
o
de Valdebezana. Pero sobre todo destacan las labores d e
cantería, con clara influencia d e los canteros vascos y cántabros, aun
que exis tiera una c ier ta especia l izac ión en c ier tos lugares cuyos ha
bitantes se dedicaban especia lmente a el lo. Madoz nos c i ta los
canteros de Colinas, Vale de Manzanedo, Hoz de A r reba y Val le d e
Zamanzas".
Las t ierras en forma de ad obe y como aglom erante de piezas de
mam postería son emplead as masivamente en rel lenos de entrama
do , tanto en exteriores como interiores. Aunque en estos últimos es
muy f recuente los tabiques de encestado revest ido d e barro o yeso
e incluso, los formados por tablas o tablones a m odo de divis iones
verticales de tipo ligero, tanto en estancias hab itables como e n cua
dras y pa jares .
Los suelos suelen ser en planta ba ja d e canto rodado o enlosados
sobre todo en el zaguán, dejando en las cuad ras , el terreno s imple
mente c ompa c tado o r egular iza do c on una ba se de enc a c ha do de
p iedra sobre é l. En las superiores el solado es de entablado de ma
dera , que q ued a convertido en la cocina, al menos en la zona de l ho
gar , en un enlosada El entablado también se em plea como b a s e d e
apoyo a la teja de la cubier ta reflejando prec isamente la abundan
cia del mater ia l maderera
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NOTAS 6 Madoz, P, .Dicc ionano ,. . . , op. al (p. 62).
' Ca ro Baraja, J. «La casa navarra». Ed. Caja de Abon os de N avarra. Pam plona, 1982.
' Torres Balbás ,
L.
iLa vivienda popu lar en Espafia>. Folklore y Co stum bres de Esp aña. Cuatro tomos.
Ca rre ras y Cand i, F. Ed. Alberto Martín, 3." Ed. 1946. Tomo II (p. 296). * Baeschlm, A. «La arquitec tura del case río vascoi. Barcelon a, 1930. Reed ición. Ed. Li-
2 To rres B albás, L. «La vivienda...»,
op. cit.
(p. 302). bre ría Villar. Bilbao , 1980.
3 Ortiz de la Torre , E. iLa Montaña artística». Santand er, 1929. ' Cha ñes, R. y Vicente, X. «La arquitec tura popular de la Vera de Các eres». M.° de la
< G arcía Mercada l, F. iLa casa popular en España». Ed. Espa sa-C alpe, 1930 (p. 25). Vivienda. Madrid, 1973 .
5 Madoz, P. «Diccionario Geográfico estadistico-histórico de Españ a y sus posesio nes de '" González Iglesias, L. iLa casa albercana ». Ed. Univers idad de Salamanca, 1945. Ree -
ultramar». Madrid 1845-1850. Edición Facsímil. Tomo Burgos, Ed. Ámbito, Valladolid, dición, 1982.
1984 (p. 84). " Madoz, P.: iDiccio nario...»,
op. cit.
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La casa de la Bure ta
y la R ibera del Ebro
La comarca
LA BUREBA Y LA RIBERA DEL EBRO SE SITÚAN EN EL NOR-
este de la provincia, limitando por e l este con Álava y Rioja, por el
sur con la Sierra de la Demanda, por el oes te con el Páramo del
Arlanzón y el Páramo de Masa y por el nor te con las Merindades ,
con una superf ic ie d e 1.040,9 Km ^ que supone e l 13,5 po r 100 pro
vincia l. D ispone ad em ás d e la isla terr i tor ia l del C ondado de Trevi-
ño en plena provincia a lavesa .
Este terr itor io es una depres ión entre las e s tr ibac iones cantábri
cas e ibér icas , con una basculac ión c laramente or ientada hacia el
Valle de l
Ebro.
El relieve central está cortado por tres valles que di
viden e ste territorio que no t iene grande s elementos geográf icos . El
norte es tá def inido por la Sierra de Oña, con los puntos más eleva
dos del tenitorio, 1.200 ra. , en cuyas últimas estribaciones hacia el
oes te se apoya la comarca de las Caderechas , con las pendientes
más fuer tes d e la com arca. .
El rel ieve m ontuoso s igue hacia el es te con los montes O barenes ,
cor tados por el his tór ico desf i ladero de Pancorbo dand o paso al Va
l le del Ebro, donde se s i túa Miranda de Ebro. Aquí se encuentran
los puntos más ba jos d el rel ieve com arcal , entre los 500 y 400 m. d e
altitud. Su borde sur vuelve a elevarse hasta sob repasar l igeramen
te los mil metros de altitud, con los Montes de Oca.
La práctica totalidad de l territorio vierte hacia la c uenc a de l Ebro
y sólo un peq ueño r ío, el R ioseras , vier te en la d el D uero, s iendo
af luente del U bierna . El r ío m ás importante es el
Ebro,
aun cuando
su recorr ido por la com arca es
mínimo.
A él afluyen los
ríos
Zadorra ,
Tirón, Oroncillo y O ca.
La comarca t iene un rel leno m asivo terc iario y en meno r propor
ción cuaternaria
Dos
penetrac iones d el c retác ico
con
calizas,
s e pro
ducen, una d esde los Páramos d e La L ora, y otra en el entorno de
Quintanavides
y los
Rublacedos.
Los
mater ia les de
los
macizos per i
féricos se dir igen hacia el interior de la cue nca gruesos en
lo s
bor
des:
conglomerados, areniscas
y
m argas.
Y progresivamente
son más
finos:
arcillas arenosas y margas yesosas, alternando con arcillas, y
superiormente margas calizas, arcillas y yesos, con la caliza de los
pára mos como último nivel. Sin d u d a e l mayor espacio es tá cubier to
por arcillas y m argas yesíferas. Sobre estos depósitos se sitúa el cua
ternar io con a luviones de tamaño d iversa
C abe también c i tar el fenómeno de la chimen ea diapír ica d e Poza
de l a
Sal,
donde a pa rec en arcillas abigarradas
con
yeso
y sal
común,
dando lugar a las conocidas sa l inas , acompañando de rocas diabá-
sicas:
ofitas de color griz negruzca
El c lima aunque c laramen te raeseteño y continental
tiene
una sua-
vizac ión, debido a su menor a lt itud, que se nota especia lmente en
el Valle d e l Ebro
y una
mayor dureza en
los
bord es montañosos. La
prec ipi tac iones son mayores en es tos
últimos.
Oña nos da 600 mm
anuales de prec ipitac ión como transic ión en tre las Merindades
y
la
meseta .
En
Miranda de Ebro disminuye claramente,
484 mm.,
co n
un
régimen muy ir regular .
La comarca es tá carac ter izada por la de sforestación, con un a zona
centra l ocupada tota lmente po r los cultivos y aparec iendo sólo la ve
getación en las zonas de b orde. Destacan el rebol lo que se apoya
en las á r ea s de los valles de l Tirón y O ca, como vege tación autócto
na , y una importante m ancha de pino negra l que se ext iende sobre
todo por las Caderechas.
La población
total
de la B ureba y R ibera de l Ebro es de
58.800
ha
bitantes en
1984,
d e
los
que un
63
p or
100
se concentran en Miranda
de Ebro, lo que ha acrecentado e l proceso de despoblac ión en los
núcleos m enores d e la comarca .
En
el la se produce
un
fenómeno p oblacional que caracteriza
a
una
gran par te de la provincia , con una m ulti tud d e núcleos de pequeñ o
tamaño
(209
en 1982), q u e
a
excepción del Condado
d e
Treviño tien
una tipología concentrada.
La
m edia de habitantes por
núcleo,
des
contando Miranda, es de
114
hab itantes.
Predomina la superf ic ie de cult ivos que es cas i t res veces la su
perficie arbolada
y
ocho veces la superfic ie de prados
y
pastizales
natura les , s iendo una comarca em inentemente agr ícola .
E l
régimen
de tenencia es m uy s imilar
a
la m edia provincial , quedando por en
c ima l igeramente la propiedad respecto a l a rrendamiento
La agr icul tura presenta un a c lara dominancia d e los c e rea les
des
tacando l igeramente la ceb ada sobre e l t r iga El viñedo es mínimo
aunque tradicionalmente
ha
tenido cierta im portancia dando nombre
incluso a núcleos de la comarca
como
La Vid de B ureba o Q uintana-
vides.
Tam bién destacan los fonajes y sobre todo los frutales qu e su
ponen e l
64
po r
100
d e la superficie total provincial destinada a este
cultivo, con una subcom arca como Las C aderech as produ ctora de
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U A B U R E B A - E B R O
o Z 4 e 8 -lOKm.
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