“aprendiendo a cuidar mi salud” - perueduca.pe · tenía personajes de dibujos animados. ¡ahí...

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1era EdiciónTiraje: 1,600Impreso en: Heralmol S.R.L.Calle Castrovirreyna 174, Breña – Lima, PerúLima, mayo de 2013ISBN: 978-612-46397-1-5

“Aprendiendo a cuidar mi salud”

Primera edición Lima, mayo de 2013Autor: Javier Arévalo PiedraIllustración tapa e interiores: Jorge Antonio Palomino Portal

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2013-06085Copyright propiedad de Rimac Seguros y ReasegurosCalle Las Begonias 475, piso 3, San Isidro - Lima, Perú

Durante el recreo, los hermanos Tito y Lucía vieron volar a una mariposa que se posó en lo alto de un árbol. Las ramas del árbol hacían posible llegar al hermoso insecto. Dos chicos de tercer grado intentaron subir para atraparla, pero renunciaron porque sus brazos no tenían fuerza para subir a la rama más alta. Un tercer chico lo intentó y lo logró sin problema.

Mira como trepó. Es fuerte y no tiene miedo.

Avanzando despacio sobre la rama, se acercó a la mariposa. Cuando la tuvo a su alcance dio una palmada y la mariposa voló.

Uy, pero está muy alto, se puede caer.

Cuando el niño bajó, una niña de trenzas con lazo rojo le preguntó por qué no la había atrapado. El niño le contestó que le gustaba mucho más verlas volar. Luego se fue. Los hermanos se miraron asombrados. Era un súper héroe para ellos. Un niño dijo con voz muy fuerte: ¡Él es así porque su lonchera es mágica!

¿Cuál es el señor que vino, abuelo?

Al cabo de un minuto, apareció con un álbum de fotos de tapa verde. El pequeño. En la foto

está también el papá de ustedes, cuando era chiquito, ¿lo ven?

Durante la noche, Tito soñó que conocía el secreto de la lonchera, y que cuando comía los alimentos mágicos se volvía tan fuerte como su súper héroe favorito.

-Tiene la edad de su padre, pero los señores Humo envejecen muy rápido.-Mi papá tiene también un poco de humo en la cabeza. ¿Eso es malo? -preguntó Tito.

Ah, pero entonces tu amigo es más joven que tú.

Al día siguiente, camino al colegio, Tito y Lucía tramaron un plan. Antes de empezar las clases, verían dónde se sienta el niño súper poderoso y luego, en el primer recreo, entrarían al salón de clases, sin que nadie los viera, abrirían la lonchera y conocerían el misterioso contenido.

Cuando el poderoso niño llegó al colegio, lo siguieron sin que se diera cuenta. Por una ventana vieron que dejaba su lonchera debajo de su asiento. La lonchera se veía igual a todas: era de plástico y tenía personajes de dibujos animados.

¡Ahí está el niñosúper poderoso!

Escóndete para que no nos vea.

Luego de dos horas, cuando todos salieron al primer recreo, los hermanos se escabulleron al salón de tercero y agachados llegaron hasta la lonchera. Entonces decidieron abrirla, pero cuando iban a hacerlo, alguien los sorprendió.

¿Lonchera mágica?

Entonces Lucía le contó lo que habían oído y al final del relato, la profesora no pudo evitar reírse.

¿Qué hacen? Si estaban pensando en tomar lo que no es suyo

van a tener muchos problemas.

No íbamos a agarrar nada, profesora. Solo queríamos conocer la

lonchera mágica.

-Esperen un momento -dijo la maestra. Al cabo de unos segundos, volvió con el dueño de la lonchera. Le preguntó si le molestaba abrirla y enseñar lo que había dentro. El niño, con una sonrisa, dijo que no.Dentro de la lonchera había una pera, un platanito, un huevo duro, un pancito integral y un vaso de plástico con limonada. -Pero esto no es mágico -dijo Lucía.-Pues no -dijo la profesora -pero al comer así, el efecto mágico es la fuerza y salud que te dan los alimentos que hay en ella. La lonchera saludable tiene fruta, agua y proteínas.

-¿Solo eso profesora?-preguntó Tito.-Además, nuestro amigo es un deportista, hace gimnasia por las tardes en el estadio municipal. Todos

pueden y deben hacerlo.

¿Será mi amigo?

Era sábado por la mañana, y Tito y Lucía estaban muy aburridos viendo un documental sobre pigmeos en África. Derrepente sonó el timbre y los niños corrieron para asomarse primeros que el abuelo por el “ojo mágico”.

Claro, es muy bueno para los músculos.

¿Pero tenemos que comer huevo duro?

En el colegio todos deben tener una lonchera mágica súper poderosa. ¿Me ayudan? Haremos una charla

con los padres.¿Quién es?

Yo.

¿Pero quién es usted?

Soy el que está en la puerta.

Los niños del salón C esperaban que aparecieran títeres en el pequeño escenario, pero en lugar de muñecos se presentaron dos manos enguantadas de blanco. El fondo era oscuro, como cuando te metes en un closet y cierras la puerta, y las manos parecían flotar en el aire.

Unas horas después, terminaron las clases. Tito vio una camioneta que decía “Manos Mágicas” y corrió a verla. Dentro estaba el señor del mameluco junto a un joven que iba al volante.

El joven se quedó mirando a Tito. Luego sacó de una maleta una bolsa negra y se la dio. Enseguida, el auto partió.

¿Qué es?

Tito le dijo al abuelo que ahora él podría hacer una función especial a sus amigos para sorprenderlos y para enseñarles que comer con las manos limpias, hasta puede convertirte en mago.

Son dos mangas negras y unos guantes blancos. Ya entiendo como se hace el truco. Los brazos desaparecen con el

fondo oscuro.

¿Cómo vuelan esas manos?, ¿cuál será

el truco?

Tito pensó que esas manos eran movidas por un mecanismo secreto.Los niños rieron cuando las manos, que aparecían y desaparecíanuna manzana, fueron interrumpidas por un perrito que le jalaba los guantes.

De pronto, entró al salón un señor vestido con un mameluco, empujando una carretilla cubierta con panes. Habían sanguchitos de queso, pollo y palta. El señor del mameluco dijo: “Niños, ya saben

qué hacer” y el salón entero se puso de pie y salió por la puerta,

siguiendo al señor del mameluco. Pero Tito se quedó mirando la caja, pensativo, y como sin darse cuenta, iba a tomar un sánguche, cuando de pronto le gritaron:

Todos tus compañeros fueron a lavarse las manos para comer

¿no escuchaste sobre los peligros de no hacerlo?

¿Con esas manos vas a agarrar la comida?

Es que no tengo otras.

-No -dijo Tito. -Cuando era chico comía sin lavarme las manos y me enfermaba del estómago -dijo la mano.-¿Tienes cuerpo?-Claro que tengo, pero lo dejo en casa cuando salgo a trabajar. Tito se mostró extrañado.-¿Y el estómago lo dejaste en casa para venir a trabajar?-Así es -dijo la mano.Tito decidió entonces dar unos pasos, rodeó la

caja y encontró una gran tela negra gruesa que en medio tenía una abertura. Se preguntó que encontraría si la abriera. ¿Unas manos volando?

¿Dónde estás?

Detrás de ti. Tito abrió la tela, pero adentro no había nadie, ni la mano. Sin embargo, la voz siguió hablándole.-Esta es una caja mágica, –le dijo la voz -regresa a tu asiento que tus amigos ya vienen y vamos a hablar de la importancia de lavarse las manos.

Recuerden que hay muchos niños desnutridos por comer sin lavarse las

manos ya que esto los enferma y les da diarreas continuas que no les permiten

aprovechar lo que comen.

Los niños llegaron y todos comieron sánguches.

El señor del mameluco les recordó que había niños muy enfermos porque incluso sus padres no se lavaban las manos cuando les preparaban los alimentos y esto les producía enfermedades estomacales y otras dolencias. El hombre del mameluco hizo que levantaran la mano derecha y prometieran que siempre se lavarían las manos antes de comer.Cuando terminó la función, los niños salieron al patio a jugar. Luego, cuando volvieron al salón, la caja negra ya no estaba.

Unas horas después, terminaron las clases. Tito vio una camioneta que decía “Manos Mágicas” y corrió a verla. Dentro estaba el señor del mameluco junto a un joven que iba al volante.

El joven se quedó mirando a Tito. Luego sacó de una maleta una bolsa negra y se la dio. Enseguida, el auto partió.

Los niños del salón C esperaban que aparecieran títeres en el pequeño escenario, pero en lugar de muñecos se presentaron dos manos enguantadas de blanco. El fondo era oscuro, como cuando te metes en un closet y cierras la puerta, y las manos parecían flotar en el aire.

¿Cómo vuelan esas manos?, ¿cuál será

el truco?

Tito pensó que esas manos eran movidas por un mecanismo secreto.Los niños rieron cuando las manos, que aparecían y desaparecíanuna manzana, fueron interrumpidas por un perrito que le jalaba los guantes.

¿Qué es?

Tito le dijo al abuelo que ahora él podría hacer una función especial a sus amigos para sorprenderlos y para enseñarles que comer con las manos limpias, hasta puede convertirte en mago.

Son dos mangas negras y unos guantes blancos. Ya entiendo como se hace el truco. Los brazos desaparecen con el

fondo oscuro.

¿Será mi amigo?

Era sábado por la mañana, y Tito y Lucía estaban muy aburridos viendo un documental sobre pigmeos en África. De repente sonó el timbre y los niños corrieron para asomarse primeros que el abuelo por el “ojo mágico”.

¿Quién es?

Yo.

¿Pero quién es usted?

Soy el que está en la puerta.

Luego de dos horas, cuando todos salieron al primer recreo, los hermanos se escabulleron al salón de tercero y agachados llegaron hasta la lonchera. Entonces decidieron abrirla, pero cuando iban a hacerlo, alguien los sorprendió.

¿Lonchera mágica?

Entonces Lucía le contó lo que habían oído y al final del relato, la profesora no pudo evitar reírse.

¿Qué hacen? Si estaban pensando en tomar lo que no es suyo

van a tener muchos problemas.

No íbamos a agarrar nada, profesora. Sólo queríamos conocer la

lonchera mágica.

-Eso lo sabemos.-Y si saben quién soy ¿para qué me lo preguntan? –dijo el hombre. Iban a hacer otra pregunta cuando llegó el abuelo y miró por el “ojo mágico”.-Es mi amigo, los está bromeando. Viene a jugar dominó.-Pero está rodeado de humo -dijo Lucía.-¡Shhh!, no lo digan en voz alta. Lo haré pasar al patio para que el humo no los moleste.

¿Tú crees que se ahogue en su nube?

A lo mejor le sirve para ahogar a los demás.

¿Será peligroso para el abuelo?

Durante todo el tiempo que el abuelo jugó dominó, los niños habían espiado por una ventana. Dos horas después, el señor Humo se marchó.-A ver, ¿qué mala educación es esa de vigilarme? -dijo el abuelo, cuando estuvieron solos.-Es que tu amigo es raro -explicó Lucía.-Los señores Humo son más comunes de lo que parece. ¿No vieron nunca a uno? -preguntó el abuelo.-¿Son un familión? -preguntó Lucía.-Lastimosamente -contestó el abuelo.-¿Por qué lastimosamente, abuelo? –preguntó Tito.-Pues porque ser un señor Humo produce daños en la salud. Mi amigo es hijo de un señor y de una señora Humo, por eso él es así. Les mostraré algo. El abuelo se dirigió rápidamente a su dormitorio.

¿Cuál es el señor que vino, abuelo?

Al cabo de un minuto, apareció con un álbum de fotos de tapa verde. El pequeño. En la foto

está también el papá de ustedes, cuando era chiquito, ¿lo ven?

-Tiene la edad de su padre, pero los señores Humo envejecen muy rápido.-Mi papá tiene también un poco de humo en la cabeza. ¿Eso es malo? -preguntó Tito.

Ah, pero entonces tu amigo es más joven que tú.

Durante el recreo, los hermanos Tito y Lucía vieron volar a una mariposa que se posó en lo alto de un árbol. Las ramas del árbol hacían posible llegar al hermoso insecto. Dos chicos de tercer grado intentaron subir para atraparla, pero renunciaron porque sus brazos no tenían fuerza para subir a la rama más alta. Un tercer chico lo intentó y lo logró sin problema.

Mira como trepó. Es fuerte y no tiene miedo.

-Sí, ser un señor Humo produce problemas de salud. Cuando el humo entra a los pulmones no deja espacio para el oxígeno. Las arterias se tapan con una especie de barro. Ustedes saben que tenemos venas y arterias por donde corre nuestra sangre. Si se tapan, estamos en problemas. El corazón se esfuerza demasiado porque la sangre no puede correr. -¿Por qué nacen así los señores Humo? preguntó Lucía.-No nacen así -se apuró en explicar el abuelo-, se aprende. Lo bueno es que se puede dejar de serlo, si se quiere. Yo, por ejemplo, fui un señor Humo. En la foto, ¿ven el humo en mi cabeza? y su papá ya comenzaba a tener humo sobre la suya. Yo me enfermaba mucho. En esta otra foto estoy con su papá, su mamá y ustedes de chiquitos. Yo soy el señor Humo. Un día su madre me dijo que no podría entrar a la casa si seguía andando con toda esa nube gris. -¿Y qué hiciste? -preguntó Tito.

Avanzando despacio sobre la rama, se acercó a la mariposa. Cuando la tuvo a su alcance dio una palmada y la mariposa voló.

Uy, pero está muy alto, se puede caer.

Felizmente tomaste esa decisión.

Dejé el cigarrillo y con el tiempo comencé a sentirme

mejor. Dejé de fumar porque quería gozar de la vida y divertirme con mis nietos.

Lucía y Tito abrazaron al abuelo.

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