aldeano 04
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CRÓNICACALL CENTERS: UNA LLAMADA DESDE EL INFIERNO
ARTÍCULOUN MUROQUE NI KAFKAHABRÍA IMAGINADO
INTERNETLOS MEMES Y EL HUMORVIRAL ENLA RED
LIBROSLE CLÉZIO:ESCRITURA CONTRA EL OLVIDO
$30 año 0 abril 2011
P O R Q U E A Q U Í N O S T O C Ó I M A G I N A R
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Pocas cosas nos hacen tan felices como el diseño. No
importa si es un libro, una revista, una casa, un jar-
dín o una simple silla. Un objeto bien diseñado irradia
una belleza esencial, pura; evidencia irrefutable de nues-
tra condición más humana: la capacidad de transformar un
objeto funcional, práctico, en un objeto bello. No por nada
los diseñadores —esa tribu extraña con la que los editores
solemos polemizar— son los más fieles consumidores de
ese emporio del diseño llamado Mac.
Así, pues, con el pretexto del Día Mundial del Diseño
—que se celebra el 27 de abril—, en Aldeano hemos querido
rendir homenaje a los diseñadores. Esos tipos que se vuelven
locos con el último gadget que sale al mercado, que aman
el InDesign y sus múltiples aplicaciones, que suelen trabajar
a altas horas de la noche, desafiando el sentido común,
siempre con el deadline encima.
Para hacerlo, concretamos una entrevista con Amarillo
Centro de Diseño, un espacio privilegiado en la ciudad de
Xalapa, México, donde se promueve y difunde el diseño
gráfico en todas sus manifestaciones. En la sección Portafolios
Plásticos, exponemos parte del extenso y vasto trabajo de
Aída Aguilera, Juan Carlos Vázquez y Joan Xavier Vázquez,
los fundadores de este ambicioso proyecto.
Como parte de nuestras crónicas y reportajes incluimos
el trabajo de Ismael “el Cobayo” Flores, quien después de
experimentar en carne propia los avatares de la vida laboral
en un call center, nos hace un recuento minucioso, y por
momentos terrorífico, de su paso por uno de los trabajos
menos atractivos y peor pagados del mercado, una opción
que para muchos jóvenes constituye hoy en día la única
salida frente al desempleo.
Tenemos el gusto de publicar en este número a Mely
Arellano, editora, escritora y periodista poblana, recién
egresada del Programa Prensa y Democracia de la Universidad
Iberoamericana. El texto que nos comparte es de difícil
clasificación. Si la metáfora fuera un género periodístico
no dudaríamos en catalogarlo de esa forma. Mely retoma
la historia de un muro que se levantó ilegalmente en una
zona residencial, para llevarnos de la mano por los laberintos
de la corrupción, el tráfico de influencias, la intolerancia y
el desacato a la ley que aquejan a nuestro país.
El resto ya lo conocen: lo mejor del cine, la música, la
literatura, la gastronomía y el internet, en palabras de los
mejores críticos, como parte de nuestras secciones fijas.
Decía T.S. Eliot que abril es el mes más cruel. En
Aldeano, sin embargo, lo recibimos con alegría y esperanza.
Hace calor en las calles, el sol se planta radiante sobre
nuestras cabezas y nosotros seguimos enfrascados en la
tarea de hacer una revista, nuestra revista.
¿Se puede pedir algo más que eso?
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Director General Alvaro Hernández
alvaro@aldeano.net
Directora de Arte Laura Alvarez
lauralvarez@aldeano.net
Directora de MKT Tania Bueno
tania.bueno@aldeano.net
Edición Marco Menéndez
marco@aldeano.net
Asistente de Edición
Ismael “Cobayo” Flores Ruvalcaba
Fotografía
Miguel Ángel Andrade
Agencia Enfoque
Diseño e ilustraciones
Octavio Rivera Ruiz
Ismael “Cobayo” Flores Ruvalcaba
Ilustración de portada
Amarillo Centro de Diseño
Ventas
L.A.E. Jobita García Hernández
garciajobita@yahoo.com.mx
Colaboradores
Juan Carlos Hernández, Ximena,
Gerardo Arturo Ordorica, Fernando
Montenegro, Alejandro Badillo, Mely
Arellano, Aída Aguilera, Juan Carlos
Vázquez, Joan Xavier Vázquez
Consejo Editorial
Frank Loveland, Alejandro Palma,
Guillermo Espinosa, José Sánchez
Carbó, Sebastián Gatti
Revista Aldeano (año 0, número 4) es una publi-
cación mensual de La Aldea / Consultoría Editorial y
Gráfica, con domicilio 3 sur 4106-7 col. Huexotitla,
Puebla, Pue. Certificado de licitud de contenido:
en trámite. Número de certificado de reserva de
derechos al uso exclusivo del título: en trámite.
Los artículos y el contenido editorial son responsabi-
lidad de sus autores y no reflejan necesariamente el
punto de vista de la publicación o del editor a cargo.
Todos los derechos están reservados. Prohibida la
reproducción parcial de las imágenes y/o textos
sin la autorización previa y por escrito del editor.
.: CRÓNICA
14. Postales desde el infierno (Mi vida como agente de call center)Una crónica sobre la supervivencia en
el peor empleo del mundo.
.: ARTÍCULO
24. El muro de la discordiaLa disputa kafkiana entre vecinos por
una muralla colcada en la vía pública.
.: PORTAFOLIOS PLÁSTICOS
30. Diseñar desde el exilioAmarillo, primer centro de diseño en el
país. Una entrevista con sus integrantes.
.: ABOUT
36 Ureshi (Recuerdos de un shooting en Tokio)César López y la epifanía japonesa.
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.: COLUMNAS
10. Perdonenla tristeza
12. Parejaa la carta
46. Un ágora posmoderno en línea
52. Cualidades rostrales
.: SECCIONES
40. LibrosUn novelista y la lucha
contra la desmemoria.
42. MúsicaEl blues del
doctor House.
44. Cine y DVD’sThe King’s Speech:
el rey plebeyo.
46. InternetLos memes y la
evolución del humor.
48. GastronomíaCasa de Sal:
cocina hedonista.
50. Agenda
Amarillo (Xalapa, 1998)
Amarillo Centro de Estudios Especializados en Diseño AC fue fundado en 1998. Su objetivo principal es crear, fomentar
y difundir el diseño gráfico local, nacional e internacional. Amarillo organiza talleres, cursos, exposiciones, conferencias
y desarrolla proyectos multidisciplinarios donde se exploran las posibilidades técnicas, compositivas y conceptuales del
diseño en diversas disciplinas, como cerámica, instalación, animación, gráfica urbana y arte visual. Se encuentra en la
ciudad de Xalapa, Veracruz.
www.amarilloespacio.com.mx. .:. @amarillocentro .:. amarillocentrografico
AlejandroBadillo (Ciudad de México, 1977)
Es narrador; ha publicado los libros de cuentos: Ella sigue dormida (FETA/Conaculta), Tolvaneras (Secretaría de Cultura de
Puebla) y Vidas volátiles (UAP). Es colaborador habitual de la revista Crítica. Textos suyos han aparecido en revistas como
Punto en Línea de la UNAM, Letralia.com y Tierra Adentro. Actualmente es coordinador del Taller de Creación Literaria
en la Ibero Puebla y cofundador e ideólogo de la cerveza artesanal Gargantúa.
@Alebadilloc
MelyArellano (Guadalajara, 1978)
Roba cucharas, colecciona tortugas, conoce Manhattan y suspira por unos Manolo gracias a la Bradshaw. Transita entre
la literatura y el periodismo, aunque es esto último lo que le permite pagar las cuentas (no por el momento). Adora las
novelas de Jane Austen y Toni Morrison. Admira el trabajo de Leila Guerriero. Es incapaz de recordar nombres de discos
y libros, pero sabe de memoria algunos diálogos de sus películas favoritas. Su disco del mes es Write About Love, de
Belle and Sebastian. Tiene 33 años y en este momento no sabe qué hacer con su vida.
@melyarel
CésarLópez (Puebla, 1977)
Artista plástico poblano, su obra fue seleccionada para la IX Bienal Monterrey 2009 y en el X Encuentro de Arte
Contemporáneo de Puebla, obteniendo en ambos eventos mención honorífica por su trabajo. Ha participado en diversas
exposiciones individuales y colectivas en el Museo Erasto Cortés, el IMACP, la Galería de Arte Moderno y Contemporáneo,
el Centro Integral de Fotografía, y la UIA. Su obra ha sido publicada en diversas revistas y catálogos, como la revista La
Tempestad y FEMSA. Actualmente forma parte del proyecto “Joven fotografía mexicana”, a cargo de Graciela Iturbide, y
se encuentra colaborando en “Tránsitos”, diplomado transdisciplinario del Centro Nacional de las Artes.
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¡Es muy fácil! Estamos en todos los Starbucks, Gloria Jean’s, Punta del Cielo, Profética, Café Zaranda, All Day, Coffee York y en Cholula: Café Vatalá y Cus Cus Cus. Síguenos también en nuestra página de internet:
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¿No sabes dónde encontrar Aldeano?
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Perdonen la tristeza
No quiero parecer nega-
tivo, ni amargado.
Nunca lo he sido. Pero sé que esa
idea quedará flotando en el aire
—o lo que es lo mismo: en el in-
consciente del lector— cuando
termine de leer esta columna.
Es parte de los riesgos de vivir
bajo la dictadura de la felicidad.
Pareciera que cualquier idea que
amenace el statu quo del hombre feliz
está condenada a la marginalidad.
He llevado esta discusión hasta el límite, al
punto de la obsesión, porque detecto algo artificial —casi
diría, plástico— en esa idea de felicidad que me revienta en
la cara cada que enciendo la televisión, que me siento en la
butaca del cine o que reviso los muros de mis contactos en
Facebook. Hay algo que no me creo en las palabras del amigo
que con toda la solemnidad de su adultez recién adquirida,
me suelta un discurso sobre las ventajas del desapego y de
la aniquilación del yo, mientras me recomienda un libro
de filosofía oriental que “le cambió la vida”, al tiempo
que pondera —con un apasionamiento tal que sonrojaría
al propio Buda— los beneficios de la nueva postura que
aprendió a dominar en su clase de yoga.
Perdón, pero no me lo creo.
Y no es que sea un escéptico irredento. Es solamente
que la idea del Nirvana, concebida como la extinción de
los deseos materiales, no tiene cabida en nuestras mentes
occidentales.
Herederos de la tradición filosófica griega, concebimos
la felicidad —a la manera de Platón— como el fin último
de nuestra existencia.
El problema es que a diferencia de Oriente, nuestro
concepto de felicidad no pasa por la erradicación del
sufrimiento, sino por el cultivo de la virtud. En consecuencia,
la felicidad parte siempre de un acto de voluntad, nunca
de abandono.
En otras palabras, nuestro problema no es de geografía,
sino de condicionamiento.
Pero en estos tiempos de capitalismo
y consumo desenfrenado a nadie
parece importarle eso.
Vivimos tan obsesionados con la
idea de la felicidad que desde hace
varios años Coca Cola ha destinado
recursos estratosféricos para la
creación del Instituto Coca Cola de
la Felicidad, una iniciativa que conjuga
a expertos de diversas disciplinas con la
intención de desentrañar la fórmula de la
dicha. No es broma. A la fecha llevan publicados
dos informes y un congreso internacional. Y, por
supuesto, una campaña publicitaria mundial que ha redituado
en ventas millonarias, y cuyo principal promocional puede
verse actualmente en las salas de cine.
Sonríe, nos dicen los medios de comunicación a todas
horas. Sonríe, aunque no te apetezca, y luego ve a decirle
a todos que sonreíste. Publícalo en tu muro (hay toda clase
de emoticones para ello). Sonríe.
Vivir en este siglo y no sentirse feliz es el peor pecado.
La dictadura de la felicidad —el becerro de oro de
nuestros tiempos— ha borrado de un plumazo el carácter
pedagógico y vital del sufrimiento. Ha minimizado la belleza
que durante milenios se otorgó a otros sentimientos humanos
como la nostalgia, la melancolía, la soledad; estados del alma
que alumbraban el camino de los hombres en las épocas
oscuras, y sin los cuales era imposible entender esos breves
y efímeros instantes de alegría absoluta, cuya conquista
—pregúntenle a sus abuelos— era tarea de toda una vida.
A veces pienso que deberíamos ser más combativos.
Revindicar sin pudor la sabiduría que se esconde tras la
palabra saudade; ponderar —como ellos hacen con sus
clases de yoga— las propiedades curativas del fado, y
recomendar con vehemencia el último libro de Nietzsche
que también se consigue en los Sanborns.
Pero me temo que a los pregoneros de la falsa felicidad
no les bastaría con eso. Están empecinados en ser felices a
toda costa, cueste lo que cueste. Si por ellos fuera, borrarían
la noche. Pero no pueden.
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Parejaa la carta
Por Ximena
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Cuando cumplí 31 años de vida y seis años sin tener
una relación de pareja que durara más de una no-
che, decidí que era momento de tomar medidas
extremas. Todos me repetían que Morelia no era un buen
lugar para encontrar al hombre adecuado, achacando mi
estado civil a un asunto tan trivial como la geografía. Así
que, tras mudarme al Distrito Federal, me inscribí en un co-
nocido servicio de citas por internet. Si en Morelia no había
hombres para mí, seguramente los habría en el enorme DF.
Sí, estaba desesperada, pero nada perdía con asomarme a
ver quién estaba tan desesperado como yo.
El primer paso consistió en llenar una serie de campos
donde una intenta describirse a sí misma. No fue sencillo,
la descripción puede sonar banal, pretenciosa o poco
inteligente. Después de muchos intentos logré terminar
mi perfil, tratando de mostrarme agradable y amistosa.
Las visitas no se hicieron esperar, pero fue un fracaso total.
La lista de hombres totalmente insípidos era interminable;
llegaban por miles, adornados además con flagrantes
faltas de ortografía. La mayoría enviaba “guiños”,
que son una especie de coqueteo en un click. Si
algún emisor te agrada, puedes corresponderle
con otro guiño. Lo siguiente es enviarse un
mensaje. Pero aquí está la trampa, pues para
enviar mensajes hay que pagar. ¿Pagar? “¡Jamás
pagaría por el amor!”, me repetía mientras borraba
uno por uno los guiños que no se cansaban de
llegar. Pensé que si reducía el grado de amabilidad
en mi perfil los ahuyentaría, pero no fue así. Esto
no estaba funcionando.
Tras mucho meditarlo consulté con una
amiga experimentada en citas por internet.
“¡Claro que tienes que pagar! Si no pagas
serás siempre del montón. Los que pagan son
los que verdaderamente están dispuestos a
encontrar a alguien en serio”, dijo. “¿Ah, sí?”,
respondí, “¡yo sí quiero encontrar a alguien
en serio!”. Acto seguido desembolsé
furiosamente mil pesos por seis meses
de inscripción.
El siguiente consejo de la
experimentada cibernauta no tardó
en llegar: “también debes hacer tus búsquedas mucho
más específicas: elije estatura, complexión, religión, nivel
de estudios, estado civil, si tiene hijos o no, si le gustan los
animales y, claro, el salario”. “Ay, no”, pensé, “¿salario? ¿Qué
clase de bruja materialista crees que soy?”, respondí. “Sí,
salario”, repitió imperturbable. “¿Acaso quieres un hombre
que te ame y te adore, pero que tengas que mantener?”.
La contundencia de su respuesta me llevó a elegir las dos
categorías de salario más altas. Pulsé “buscar” y ahí estaban
cuatro hombres que cumplían con los requisitos especificados.
No se veían mal. Leí sus perfiles con calma mientras imaginaba
las razones por las que estaban ahí, en esa página, buscando
amor. Deseché a tres por faltas de ortografía o porque
sonaban más desesperados que yo. Quedó uno. Se veía
muy amable. Su perfil era interesante, original, y encontré
muchas coincidencias entre nosotros.
Presta, le escribí un correo breve,
saludándolo con sangre ligera; nada
de esos insoportables guiños. No
tardó en responder (por lo visto él
también había pagado inscripción)
y amablemente me sugirió seguir
en contacto. ¡Milagro! Rápidamente
intercambiamos correos electrónicos y
empezamos a escribirnos.
Debo decir que pocas cosas me
causan más placer que intercambiar
mensajes con un desconocido con quien
la amistad está fuera de lugar y sólo hay
cabida para el romance. Esta ocasión no
fue la excepción. Decidimos conocernos en
persona tres semanas después del primer
mensaje. Fue un encuentro tranquilo,
amistoso y muy placentero. Llevamos
las cosas a nuestro ritmo y, por fin, tras
varias citas memorables, pude entablar
una relación de más de una noche con un
hombre. De hecho, este mes cumplimos
un año. Irónicamente, mi hombre (ahora
puedo llamarlo así) radica en Morelia. ¿Pero
quién dijo que la geografía tenía algo que
ver con la química?
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(Mi vida como agente de call center)
Las postales esconden un dejo de crueldad apenas disimulado
por las buenas intenciones. Detrás del consabido Wish
you were here se esconde esa pesada y tácita realidad
innegable: “esto es el paraíso, y tú no estás aquí”. ¿Quién
no ha acariciado esos edenes de bolsillo con nostalgia
de Adán limpiándose el primer sudor de su frente? Basta
mirarlos —siempre distantes, ajenos al tiempo, pretextos de
suspiros— para recordarse un desterrado y envidioso hijo de
Eva que, más allá del valle de lágrimas, alcanza injustamente
a vislumbrar al remitente plácidamente recostado bajo la
fronda espesa de un manzano.
A menos, claro, que se trate de una postal enviada
desde el infierno…
Como un exvoto que retrata un milagro que no se
cumplió, éstas estampas quemadas por el fuego eterno
son más queja que saludo; un lamento de ánima en pena
dirigido a nadie, salvo a quien lo escuche. Los remitentes
de estas postales son almas en desgracia que buscan en
Dante inmortalizar su sufrimiento, no para darle una lección
al mundo —aunque nunca falta el agachón arrepentido—
sino para, desde la profundidad y el hacinamiento de la
Malagobe, mentarle la madre al cielo y recordarles con un
cándido Wish you were here que ellos también son eternos.
Y así como los paraísos han sido expropiados por
las compañías trasnacionales, el infierno ha encontrado
un nicho de mercado exquisito en los outsourcings que,
paradójicamente, le ofrecen servicios a esos edenes del
primer mundo. Las llamas y suplicios de aceite hirviendo han
sido cambiadas por cables de fibra óptica, computadoras
que corren en Windows 95, descansos entre semana y 15
minutos al día para ir al baño. Los demonios han dejado
de serlo y ahora se les llama supervisores, departamento
de calidad, trainers y personal administrativo con prepa
concluida. Nada de trinches y disfraces rojos: ahora los pingos
usan trajes mezcla 95 por ciento nylon y 5 por ciento rayón,
y la infinita lista de pecados que otrora daban entrada a la
casa del sufrimiento se han vuelto uno: no poder conseguir
un mejor empleo.
Texto e ilustraciones Ismael “el Cobayo” Flores Ruvalcaba
aldeano // 16 abril // 2011
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En la universidad nunca faltaron los fanto-
ches que anhelaban, muy a lo Rimbaud, pasar
una “temporada en el infierno”. Los recuerdo
jóvenes de clase media acomodada suspirando
por festines de decadencia bohemia, emulando
la miseria con sus Converse estratégicamente
rotos y su pelo despeinado à la mode. Y si fui
uno de ellos, que dios me perdone.
Mi “temporada” duró apenas tres meses.
Llegué como Dante: perdido, confundido,
arrinconado por fieras y, en resumen, sin saber
en realidad a dónde me metía. Ojalá que en vez
de un escritorio con policías mal encarados me
hubiera encontrado con esa leyenda que busca
prevenir a los incautos: “Oh vosotros los que
entráis, abandonad toda esperanza”. Sí, ojalá
hubiera descubierto el cerrojo roto por Cristo, el
río con balsero, los ejércitos luchando sin sentido
o un piadoso Virgilio que me guiara. Pero lo
único que hallé fueron esas almas en el limbo
sentadas en una eterna espera a ser llamados
al escritorio del segundo piso, suspirantes por
un entrevista que marcara la diferencia entre
seguir penando y sufrir el castigo eterno.
Así comencé mis días como “agente de call
center”; un operador telefónico más en el octavo
círculo dedicado a atender las necesidades de
los clientes norteamericanos de Western Union.
Como muchos, sólo logré durar tres meses
llevando mi exigua resistencia de niño mimado
al límite. Y al igual que a Dante, Rimbaud, y
otros tantos pretenciosos que han descendido
voluntaria o involuntariamente al infierno, la
necesidad de contar las torturas y suplicios que
ahí presencié me obligaron a recurrir a otras voces
que, al igual que yo, cometieron el pecado de no
encontrar un trabajo mejor con el cual subsistir.
Así, me entregué a la búsqueda de dos
de mis antiguos compañeros de celda, Richie
y Édgar, quien antes de entrar a Hellvista
(apodo con el que conocíamos al outsourcing
Telvista) trabajó en otro proveedor de suplicios:
Teletech. A través de Twitter contacté a otros
dos supervivientes, Óscar y Roberto; el primero
exagente del call center de la Cofepris (Comisión
Federal para la Protección contra Riesgos
Sanitarios) y el segundo un proscrito de los
centros telefónicos de AMA, MVS Multivisión
y hoteles Intercontinental.
Con ellos mando estas postales desde el
infierno, esperando que la mentada de madre
al cielo llegue adonde deba llegar, incluso si
es necesario marcar un número 01 800 para
lograrlo.
Éstas son las postales enviadas desde un call
center… que Slim se apiade de nuestras almas.
Éstas son las postales enviadas desde un call center…
que Slim se apiade
de nuestras almas
aldeano // 17abril // 2011
Alguna vez, en los segundos que
mediaban entre llamada y llamada,
le pregunté a Édgar por qué había
terminado aquí, en Hellvista, si an-
tes trabajaba en el Instituto Nacio-
nal de Psiquiatría: “un error en la
Matrix”, contestó con una sonri-
sa torcida de ironía al tiempo que
quitaba el dedo del botón de “mute” en su teléfono. De
alguna manera, muchos de los que hemos terminado en
un call center lo hemos hecho por un error de ese tipo:
un día eres alguien con estudios universitarios, un traba-
jo normal y algo que se asemeja a una “vida propia”, y al
otro te cambias el nombre para que el estadunidense pro-
medio no se sienta ofendido.
En nuestra “ola” —el grupo con quien tuve mi (in)
capacitación— las edades oscilaban entre los 17 y los 21
años. Unos cuantos nos alejábamos del centro de la campana,
pero éramos una minoría que cabía en la palma de la mano.
A diferencia de “los chavos” —sólo había una mujer, Briss,
casi una niña—, nosotros teníamos una carrera, un pasado
laboral y algunos incluso hijos que mantener. Fernando era
egresado de la licenciatura en Teatro, por el INBA; Raúl
había sido profesor de la UNAM; Édgar y yo profesores de
Psicología en la Ibero Santa Fe y Puebla respectivamente.
Pero ninguno de nosotros había ganado tanto dinero como
Richie en su vida anterior.
Cuando lo conocí tenía cuarenta años cumplidos y
muchos problemas para recordar el español. Fue el último
en integrarse a nuestra “ola”, pero el primero en mantener
relaciones cordiales con todos. Tras quince años de vivir
el sueño americano, Richie regresó a la ciudad de México
en busca del empleo que no pudo conseguir en su ahora
segunda casa, el estado de Arizona. Allá —y lo decía no
sin nostalgia— era subgerente en un Pizza Hut, ganaba
32 mil dólares al año, tenía una camioneta y vivía con
su esposa en los suburbios de Phoenix. Sin embargo, al
igual que muchos estadunidenses, perdió su trabajo tras
la recesión económica.
“Yo acá [en México] era laboratorista clínico, trabajaba
en el Seguro Social”, me confiesa en el comedor del sexto
piso antes de entrar a su turno, “y regresé a México por la
misma razón que me fui: la crisis. Con la recesión de Estados
Unidos los trabajos se cayeron por completo, empezaron
a correr gente con cualquier pretexto. Yo tenía un trabajo
estable, muy bueno. Por querer salir adelante me checaron
mi background… porque yo era asistente de mánager en
un Pizza Hut y quería ser mánager. Pero tenía un historial
de deportaciones en aquellos tiempos (ahora tengo mis
papeles), pero a ellos, a Pizza Hut, no le gustó que yo haya
sido deportado dos veces y pensaban que podría haber
sido un criminal y perdí… salí de trabajar… y durante seis
meses no pude encontrar trabajo… La situación está tan
difícil allá que dije: ‘me voy a ir un ratito a México’, porque
estar así era muy desesperante, el estrés dentro de la familia
se puso muy fuerte”.
En Telvista, Richie gana 24 mil dólares al año menos
que allá. Su nuevo empleo es más estresante, restrictivo
y desgastante. “Me urge recuperar esos 24 mil dólares”,
dice bromista, “una de mis sobrinas me dijo que aquí
necesitaban personas que hablaran inglés y, bueno, acá
me tienes, viendo a ver si llego a supervisor o trainer y a
ver si en vez de ganar 600 dólares gano 650 al mes. Ja.
Más que nada es eso”.
aldeano // 18 abril // 2011
cró
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“Miren jóvenes, no les voy a mentir”, es
el abogado general de Hellvista quien
habla, “si los orangutanes pudieran
contestar teléfonos, nosotros los con-
trataríamos”. Y ninguno de nosotros
lo dudó, ni siquiera los más simiescos.
Había transcurrido casi un mes desde
nuestra entrada al training e incluso
los más recalcitrantemente crédulos
se sabían engañados. Nada tenía que
ver la realidad con la “gran oportuni-
dad laboral” que nos habían pintado
en las entrevistas.
“Llegó el día de firmar contrato”,
recuerda Édgar sentado en una
cervecería del centro de Coyoacán,
“y Tony, el entrevistador, nos dijo:
‘deben sentirse orgullosos de estar
en esta campaña, es la campaña con
los más elevados niveles de calidad en
la compañía. Las pruebas de sangre
fueron para determinar si están en
drogas. Su nivel de inglés es de los más
altos. Les hicimos pruebas psicológicas
y analizamos su firma. ¡Y ustedes son
material Western Union!’. Después,
de la forma más enredada posible,
nos explicó el sistema de pagos, casi
con animaciones y gráficas de pastel.
Entonces supe que había tocado
fondo, un fondo distinto que no era
ni de drogas o alcohol, ni siquiera de
huevonería. Era un fondo distinto, de
persona productiva. Lo cual duele”.
En Hellvista el sueldo quincenal
ronda los 2 mil 500 pesos más el
porcentaje de bono obtenido en el
mes pasado y 350 pesos que eran
depositados en una tarjeta de vales de
despensa. Aunque el contrato marcaba
que el operador trabajaría sólo cuatro
horas al día (de lunes a viernes), los
horarios eran, en realidad, de ocho
horas diarias, laborando seis días a
la semana con un día de descanso
entre semana y sin goce de días festivos
(a menos, claro, que se llegara a un
“acuerdo interno”). ¿Cómo nos hacían
cumplir la jornada de ocho horas si no
estaba en el contrato? La respuesta está
en el bono. Si un empleado cumplía
a cabalidad los requerimientos que
establecía la empresa, podía ganar hasta
3 mil pesos extras (¿han oído hablar
de “las siete tareas de Hércules”?), lo
cual convertía un sueldo de McJob en
uno de burócrata promedio. Entonces,
aunque sólo se está obligado a cumplir
cuatro horas diarias, el temor a perder
el bono por una falta o un retardo nos
mantenía a todos en el redil: Do it for
the bonus!
Las opacidades legales en
los contratos y los pagos no son
característica única de Telvista. En otros
call centers la situación es la misma.
Roberto tuvo siempre problemas con
el mentado bono y las llamadas —y
temidas— métricas del grupo hotelero
Intercontinental: “obtener el bono era
imposible. La venta de reservaciones era
fácil, pero era difícil cumplir con todo
lo que pedían”. Además el contrato no
era un acuerdo legal, sino una franca
amenaza. Al recordarlo su rostro se
escinde: su mirada transmite odio, pero
su boca se curvea en una sonrisa: “se
las idearon para joder. Comenzaron
a haber cambios abruptos de horario
y horas extras. Se apegaban a su
contratito y te hacían ir. Si llegabas
tarde te suspendían, y después de
suspenderte te acumulaban las horas
que no tomaste por llegar tarde y haber
sido suspendido, ¡y tenías entonces
que pagarlas! Te digo, se las idearon
para joderte”. Para jodernos, Roberto,
para jodernos…
aldeano // 19abril // 2011
Cada llamada comenzaba así: “Hi, this is
Allen. How can I assist you today?”. Una y
otra vez durante toda la jornada, y a veces
incluso al contestar el teléfono en casa.
Es difícil no optar por la alienación como
mecanismo de supervivencia en la línea
de ensamblaje. Y, sin embargo, incluso en
el infierno se hacen amigos; nada nos acerca más a otros
seres humanos que la desgracia compartida.
El ambiente en los call centers tiene mucho de sobriedad
de fábrica, pero también hay una especie de jovialidad
contenida que continuamente está chispeando, como
chiribitas en una siderúrgica. Bromas, gritos, peleas de
gallos, excentricidades y cat fights suceden todo el tiempo,
como pequeños géiseres liberando tensión aquí y allá. Óscar,
en el call center de la Cofepris, cedido en modalidad de
outsourcing a CAPTA, el centro de atención telefónica de
Grupos Salinas, recuerda a un compañero en especial. Antes
de narrármelo se toma su tiempo observando la noche
estrellada, como extrañando algo que no está presente en
el café de San Ángel donde sucede la entrevista: “ahí te
exigían que fueras con ropa de vestir, no muy formal, pero
presentable. Los viernes tú ibas vestido como tú quisieras.
Un chavo de lunes a jueves venía vestido como niño, pero
los viernes iba como niña, porque era travesti. Eso se me
hacía padre y chistoso a la vez, porque para todos ya era
de lo más normal”.
Dicho ambiente, mitad trabajo mitad prolongación de
la prepa —o en palabras de Édgar, del kínder—, se debe
en gran parte a la enorme cantidad de jóvenes menores
de treinta años que engrosan las filas (y las carteras de
los dueños) de los call centers. Aunque la mayoría son
estudiantes, también hay otros con alma pura de nini y
personas de la tercera edad. Óscar recuerda con agrado
bienintencionado que en CAPTA había una población
considerable de ancianos y amas de casa trabajando en
la campaña de Iusacell. Roberto, por su parte, es menos
condescendiente con las “mamis”, quienes abusaban de
las grietas en los estándares de calidad para trabajar menos
y llevarse el tan ansiado bono. Pero también este egresado
de Ciencias Políticas observó algo interesante: “detecté que
los primeros lugares en métricas eran señoras, madres de
familia ya mayores que tenían que mantener sus casas. Y
chavas muy independientes; madres solteras o divorciadas.
Chavas que no estaban interesadas en tener novio, muy
aferradas a no tener dependencias”.
En Hellvista, y específicamente en la campaña de
Western Union, existía otra población muy peculiar: los
hommies. Se trataba de mexicanos que habían emigrado
desde hacía muchos años a Estados Unidos, o incluso
nacido allá, pero que, al igual que Richie, habían regresado
a nuestro país debido a la recesión económica. La mayoría
de ellos ocupaba los primeros lugares en métricas, seguidos
por los “veteranos”, aquellos que de alguna manera casi
sobrenatural llevaban hasta cinco años trabajando ahí, casi
inmunes a la quemazón del fuego eterno.
Mis respetos para ellos, merecen el corazón
púrpura de los McJobs.
aldeano // 20 abril // 2011
cró
nic
a
“Ustedes se han tragado esa mamada
de que el cliente siempre tiene la razón,
¿verdad?”, ahora tiene la palabra un
finísimo trainer regordete con ínfulas
de pastor protestante, “¡pues son
mamadas! Los clientes son los últimos
en saber lo que quieren. Nuestro trabajo
es hacerles creer que lo que les damos
es lo que quieren. ¿O qué, no han visto
que Disney hace eso?”. Triste, pero
cierto. Los call centers operan bajo
tres ramos: ventas (Intercontinetal),
servicio al cliente (Western Union, AMA,
Cofepris), y tech support (TeleTech, MVS
Multivisión), y cada ramo es peor que el
otro. Pero hay una constante: el cliente
—el motivo de ser de dichos centros
telefónicos— es su peor enemigo.
Por regla general, el 50 por ciento
de las personas que llaman a un contact
center no tienen sino una idea vaga de
para qué lo hacen. Tienen un deseo
insatisfecho y buscan materializarlo
por teléfono, aun cuando en más de
la mitad de los casos sea imposible
para el operador. En Western Union
era común recibir llamadas dirigidas
a la competencia: MoneyGram. En
Cofepris, Óscar cuenta que recibía
desde llamadas para pedir una pizza
hasta para meter una denuncia contra
Sears por no respetar una supuesta
promoción en la compra de un Wii.
Y cuando alguna de las peticiones
irracionales del cliente es rechazada,
los gritos, reclamos y mentadas de
madre no se hacen esperar. El temple
del operador de call center se pone a
prueba todos los días.
“¿Los clientes? Eran gente grosera
y racista”, recuerda Édgar sorbiendo
un trago de cerveza. “Yo no tenía
problemas con ello. Si llegaban a
detectar que no era estadunidense
por lo general soltaban un comentario
racista. Si me hacían enojar yo se
los regresaba. Y ya, ni siquiera me
alteraba mucho, se me hacía casi casi
como el highlight de mi día. Un día
completamente gris y plano como
pocas cosas. Era lo que le ponía sabor...
qué triste ¿no?”.
Tal vez quien más problemas tuvo
en este aspecto fue Óscar, quien a
pesar de haberse aprendido leyes y
regulaciones sanitarias al derecho y al
revés tenía que lidiar con la prepotencia
e ignorancia de los usuarios del servicio,
a quienes —no pocas veces— tuvo
que guiar desde cómo encender la
computadora para llenar un formulario
en Excel.
“Yo sí me enojaba. Me enganchaba
cuando intentaban pendejearme. Era
una competencia hasta yo demostrarles
su error. Es una tontería, lo sé, pero no
me gusta que me pendejeen sin razón;
si me equivoco, sí, pendejéame todo lo
que quieras, pero si no lo he cometido
y estoy siendo amable y razonable en el
trato, no me voy a dejar. La gente que
se ponía loca era la que no hacía las
cosas a tiempo, la que dejaba todo a
última hora y que quería todo peladito
y en la boca”. Soportarlas es el pan
de cada día, el sudor en la frente y un
motivo más para volverse misántropo.
aldeano // 21abril // 2011
VTO eran las siglas que todo operador quería escuchar:
Voluntary Time Off. Cuando en los conmutadores se reciben
“pocas” llamadas, los supervisores suelen otorgarle un
“tiempo libre” (sin paga, por supuesto) a los operadores.
Una bendición pírrica para el alma de un telefonista. A una
hora de salida o prácticamente al inicio de su jornada, el
operador puede salir al mundo y experimentar lo que los
sabios orientales llaman Nirvana o, lo que es lo mismo, un
día sin tomar llamadas. “Me llevaba bien con mi supervisor
de Teletech”, comenta Édgar tras recibir una llamada de su
novia. “Cuando pasaba por mi lugar y me decía ‘Édgar, te
pasaste de tu tiempo de lunch’ o cualquier otra tontería,
yo le respondía ‘a ver, Juan, no quiero que pases por aquí a
menos que vengas a decirme: Édgar, VTO’”. Y es entendible.
Tras un par de meses tomando hasta 180 llamadas por día,
cualquiera vende su alma por el privilegio de pasar cinco
minutos sin clientes furiosos o ineptos (a veces con ambas
cualidades) al otro lado de la línea. Esta mala costumbre de
aspirar a un remanso de paz ha llevado a los operadores a
desarrollar complejos mecanismos de supervivencia, como
desconectar el equipo, apretar una secuencia de botones en
él o, incluso, tapar el reloj de la computadora con una hoja
de papel para no ser conscientes de cómo el tiempo (y su
vida) transcurre en el infierno. Las empresas, conscientes de
ello, han ideado maneras para alentar el trabajo y relajar el
ambiente, aunque por lo general terminan siendo fórmulas
para el desastre.
Édgar continúa: “en Teletech una supervisora traída
de Costa Rica introdujo las innovaciones de ‘día de pijama’,
‘día de bermudas’ y el ‘fun squad’… el escuadrón de la
diversión. Se organizaban juegos donde los que tenían
mejores métricas participan por premios, como un Ypod
(sí, Y-P-O-D), un VTO, que tu supervisor tome tus llamadas
por media hora y estupideces así. La gente no se motivaba,
pero yo encontré una nueva manera de hacerme menso
organizando los juegos. Fue una época divertida hasta
que lo quitaron porque se desperdiciaba mucho el tiempo
y bajaba el servicio”.
Roberto, por su parte, en Intercontinental, desarrolló
la “maña” de trabajar menos excediéndose en los “tiempos
libres”, motivado más por el descontento con las condiciones
de su trabajo que por la mera ansia de improductividad.
Jugando con su vaso desechable, y como apenado, acepta:
“sí, eran mañas, pero la mía era válida. Siempre tuve el
conocimiento de causa de que estaban ganando mucho
dinero a expensas de explotarnos”. Y no sé por qué, sus
palabras flotando en un centro comercial de Villa Coapa me
hicieron recordar a Spivak y sus estudios sobre el subalterno…
aldeano // 22 abril // 2011
cró
nic
a
“¿Y qué se siente tardarse más de quince minutos en el
baño?”, preguntó sardónico Édgar la primera vez que nos
vimos tras mi renuncia a Hellvista. Eran las once de la noche
y caminábamos rumbo a la estación de metro Allende.
En el trayecto contabilizamos cuántos de nuestra “ola”
habíamos renunciado; de los veinte que integrábamos el
grupo, sólo tres quedaban en piso. Y tras la salida de Édgar
un mes después, sólo quedaron Briss y Richie, los polos
más alejados en edad.
Tarde o temprano llega el día en que, desde que te
levantas, sabes que no podrás tomar una llamada más;
que has llegado al límite, que dentro de ti hay un humano
que respira debajo del zombie en que te has convertido.
A algunos les llega antes de los cuatro meses, el promedio
de vida de un agente. A otros tras un par de años, como
en el caso de Roberto, Édgar y Óscar. Y, sin embargo, para
todos, la experiencia de abandonar el infierno y regresar
al consabido valle de lágrimas es simple y llanamente
orgásmica. Incluso si eres despedido.
Después de una larga lucha con su supervisora y
el gerente de la campaña, Roberto fue despedido de
Intercontinental sin un fundamento legal. Conocedor como
es de las leyes, acudió a la Junta de Conciliación y Arbitraje,
donde la empresa y él llegaron a un acuerdo económico.
A pesar de que su jefe narró a los demás operadores una
versión distinta, Roberto tuvo su pequeña venganza cuando
informó a los demás empleados lo que había sucedido. “Fue
como un manifiesto del partido comunista”, bromea, “no
está bien agachar la cabeza. Tienen que ser congruentes
con sus reglas y respetuosos de la ley. Y les dije, ‘que no
los amenacen, yo le gané a la empresa, y ustedes también
pueden’. Pero desafortunadamente, los empleados son
tiranofílicos”.
“Fue felicidad”, así describe Óscar el día que
renunció. “Tomé la decisión dos meses antes para avisar a
mi supervisora, no quería irme como las chachas. Estaba
harto, cansado… no era lo mío. No podía ascender a otro
puesto porque era la mano derecha de mi jefa y ya me
desesperaban demasiado los usuarios”. Como en todo,
incluso en el infierno algo se aprende. “Me llevé muchas
experiencias positivas y muchas negativas. Descubrí que
soy un químico de laboratorio, no un burócrata. Y desde
entonces trabajo en mi tesis y me estoy preparando para
entrar al doctorado en el Cinvestav”.
Tal vez sea esa la única ventaja de pasar una temporada
en el infierno. Tras renunciar, como un ser vuelto a nacer,
la vida se ve desde una óptica distinta. Más bajo uno no
puede caer. “El día que renuncié a Hellvista fui muy feliz.
Salí, me fui a comprar discos a Mix Up, me fui al cine. Y
ya, de regreso a mi casa me compré un six pack. Fue una
pequeña victoria… ‘un pequeño paso para un operador
de call center, pero un gran paso para mi humanidad’”.
Wewish you
werehere…
Elcartónde telefonis
tas
rep
orta
jea
rtícu
lo
24
aldeano // 25abril // 2011
Imagine que un día sale de su
casa sólo para descubrir que en el tranquilo fracciona-
miento donde vive, ése con amplias áreas verdes y donde
“se respira el mejor aire de la ciudad”, alguien ha puesto
una reja convirtiendo su calle en una cerrada y dejándo-
le, por lo tanto, una sola vía de salida. Su primer impulso
sería preguntar a su vecino de enfrente, quien también se
ha visto afectado.
Él sabe lo mismo que usted: nada. Imagine la sorpresa
de ambos, los minutos de silencio parados frente a la reja,
mientras hacen suposiciones sobre su aparición.
La respuesta llega tarde o temprano: hubo un
acuerdo entre 45 familias para poner la reja como medida
de seguridad. Un acuerdo sobre el que a usted nadie le
preguntó. Tampoco a su desconcertado vecino. ¿Le parecería
una arbitrariedad? Digamos que sí.
Figúrese entonces que usted decide pedir que la retiren.
Sin cuestionar las razones por las que la colocaron, considera
que si quieren ponerla, deben hacerlo en otro lado, sin afectar
la entrada de su calle, y así lo plantea. Sus “considerados
vecinos” —supongamos— se niegan. Es más: de inmediato
cierran cualquier posibilidad de negociación.
Ahora viene el quid del asunto: imagine que decide
acudir a las autoridades. De entrada, es previsible que iría
confiado en su capacidad para mediar en un conflicto de
este tipo, sobre todo —pensaría— porque se trata de de
un espacio público.
Haga de cuenta que algunos meses después, y luego
de haber tenido que contratar —y pagar— un abogado para
resolver el asunto, su queja en el ayuntamiento encuentra
respuesta y la reja es retirada. En este punto, y pese al tiempo
invertido, es previsible que usted sienta cierto orgullo por la
Desde 2004 una muralla de piedra y cemento se levanta ilegalmente sobre la vía pública.
Siete años, tres presidentes municipales, dos quejas ante Derechos Humanos, y varias
órdenes de demolición dictadas por un juez forman parte del expediente legal de un caso
que volvería loco al propio Kafka.
Por Mely Arellano .:. Fotos Agencia Enfoque
aldeano // 26 abril // 2011
artíc
ulo
actitud del municipio. Una sonrisa se
dibuja en su rostro al salir de su casa
y ver, nuevamente, el otro lado de la
calle con tránsito libre.
Usted no lo sabe, pero puede
que quizá sea demasiado pronto para
cantar victoria.
Imagine que no han pasado ni
dos meses y sus vecinos —quienes han
decidido hacer uso de todos los medios
a su alcance para cerrar la calle—
reciben un permiso del ayuntamiento
para instalar nuevamente la reja.
Imagine que la guerra entre
vecinos se desata, que los abogados
de ambos bandos se enfrascan en un
pleito legal hasta que las autoridades
ordenan quitar la segunda reja.
Para ese momento es posible
que piense que finalmente la justicia
se ha impuesto. Usted ha actuado
como buen ciudadano. Ha acudido
a las instancias correspondientes y ha
obtenido respuesta. Eso sí: usted está
solo. Su vecino, el otro afectado, ha
cedido, luego de algunas amenazas.
Es un hombre mayor, es comprensible.
Qué bien que se siente por usted mismo
y por él.
Ahora imagine que ha pasado
más de un año y justo cuando está a
punto de archivar el asunto en el olvido,
un día sale de su casa y al final de la
calle descubre una muralla de piedras,
de unos dos metros de alto, rematada
con una malla ciclónica de púas.
El vía crucis para solicitar su
demolición incluye haber acudido a las
siguientes instancias: Ayuntamiento,
Contraloría (para quejarse por la
omisión de los funcionarios del
Ayuntamiento), Comisión Estatal
de Derechos Humanos, Comisión
Nacional de Derechos Humanos
(para quejarse por la omisión de
los funcionarios de la Comisión
Estatal), Congreso del Estado (para
quejarse por la omisión del propio
Ayuntamiento), además de continuar
un juic io administrat ivo hasta
—¿exageremos?— obtener el fallo
a favor de un Tribunal Colegiado.
A siete años de aquella primera
reja, dos años y nueve meses después
de la “construcción” de la muralla,
dos administraciones municipales
completas y 233 hojas de expediente;
usted sólo imagine...
Cada una de las enormes piedras
que conforman la improvisada “muralla” podría ser una de las
233 hojas
acumuladas en un enorme expediente
aldeano // 27abril // 2011
Si esta historia le parece —lite-
ralmente— inimaginable, debería
escucharla en voz del doctor Jorge
Espinosa Ávila. O lea con detalle la
historia descrita a continuación.
Cronología kafkianade un muroTodos los muros levantados por el hom-
bre terminan adquiriendo un signifi-
cado mucho más amplio que el de su
origen práctico: dividir y aislar. Cien-
tos de historias se tejen alrededor de
ellos, las hay felices y trágicas, simples
y complicadas, corta y largas. La que
exponemos a continuación aún no tie-
ne final, pero hasta ahora no ha sido
simple, ni corta.
Inició en agosto de 2004, cuando
“apareció” una reja en la intersección de
las calles Encinos y Zodiaco en La Calera,
dividiendo así los fraccionamientos El
Mirador y Bosques de La Calera, que
hasta entonces estaban unidos por
un circuito. Dos fueron los afectados
directamente: el psiquiatra Jorge
Espinosa Ávila y el ingeniero Ismael
Ortiz, cuyas propiedades se ubican en
la calle Encinos.
La reja de ocho metros lineales (el
ancho de la calle) se mandó a colocar
—dicen— por razones de seguridad,
a partir del consenso de 45 familias
avencindadas en Bosques de La Calera,
aunque sin previo aviso a sus vecinos
de El Mirador.
Levantar un muro o colocar una
reja no es una conducta inédita; en
varias colonias de la ciudad es común
ver rejas que “privatizan” las calles.
En la ciudad de Tijuana la
conformación de “islas urbanas”
delimitadas por muros, alambradas,
rejas o bardas que han proliferado a
lo largo de los últimos años, son un
claro ejemplo de cómo los niveles de
inseguridad incentivan la privatización
del espacio público, incluso por encima
de la ley.
Pero Puebla no es Tijuana. Y el
fraccionamiento La Calera no es en
modo alguno un campo de guerra.
De hecho, en 2006 fue considerada
una de las cinco colonias con menor
índice de delitos en Puebla, situación
que de acuerdo con las autoridades
municipales es todavía vigente.
Aun así, poniendo como pretexto
la inseguridad, algunos vecinos de
esta colonia colocaron una reja sin
autorización de las autoridades
municipales.
Pronto vinieron los reclamos, las
acusaciones mutuas y los desacuerdos.
Cuatro meses después, tras varios
intentos fallidos de diálogo, Jorge
Espinosa Ávila denunció el hecho ante
el ayuntamiento, entonces encabezado
por el alcalde Luis Paredes.
En abril de 2005, ocho meses
después de su colocación, la reja fue
retirada por las autoridades.
La respuesta no se hizo esperar.
Unas semanas más tarde, por
razones desconocidas, el ayuntamiento
se echó para atrás y le concedió permiso
al representante legal de la Asociación
de Colonos del Fraccionamiento
artíc
ulo
Bosques de La Calera, el exdiputado
local Óscar Roberto Hidalgo Villafañe,
para poner nuevamente la reja bajo
ciertas condiciones, como mantenerla
abierta de seis de la mañana a nueve de
la noche y garantizar que después de esa
hora hubiera personal que permitiera el
paso controlado a vecinos y visitantes.
Ante el incumplimiento de las mismas,
la Sindicatura ordenó nuevamente el
retiro de la reja en mayo de 2006.
Para esas fechas, la Comisión
Estatal de Derechos Humanos ya
había emitido una recomendación al
entonces presidente municipal, Enrique
Doger Guerrero, al considerar que con
la reja se impedía el libre tránsito en
una vialidad pública en agravio de los
derechos de los afectados.
Entre agosto de 2006 y febrero de
2007 fue confirmada la resolución de
la Sindicatura en juicio de amparo, así
como por el Tercer Tribunal Colegiado
en Materia Administrativa, lo que derivó
en una orden para que la reja fuera
retirada de nueva cuenta.
Uno pensaría que frente a la
determinación legal, el tema estaba
cerrado. Pero no.
En junio de 2008, en lugar de reja
Lo que en teoría debería ser un procedimiento sencillo, se ha convertido en un relato
kafkiano“apareció” una montonera de piedras
a la que se le vació cemento con una
mezcaldora, de modo que se formó una
muralla irregular de aproximadamente
dos metros de altura y cuya cima fue
rematada con malla ciclónica y púas.
Hace casi doscientos años, cuando
Karl von Clausewitz afirmó que la guerra
era la continuidad de la política por
otros medios, nunca imaginó que sus
palabras serían tomadas al pie de la letra
por los vecinos de una zona residencial
acomodada de la provincia mexicana.
Y es que para efectos prácticos,
los vecinos impusieron su ley. Se
rebelaron.
En marzo de 2010 se emitió una
orden de demolición que no pudo
cumplirse debido a que los residentes
de Bosques de La Calera entraron por
la colonia El Mirador para impedir con
sus autos el paso del traxcavo.
Ante la cerrazón de los involucrados,
entraron al quite los abogados.
En este punto el proceso legal
comenzó a complicarse por una serie
de subterfugios legales (exquisiteces
lingüísticas y semánticas) sobre si la zona
de La Calera estaba o no municipalizada
y, por lo tanto, si era responsabilidad o no
del gobierno municipal —encabezado
en ese entonces por Blanca Alcalá
Ruiz— legislar en torno a la presunta
ilegalidad del muro.
En el proceso, la presidenta
municipal poblana salió raspada,
ya que se interpuso un juicio de
responsabilidades por omisión en
su contra, así como una queja ante
la Comisión Estatal de Derechos
Humanos, que debido a la inacción de
la dependencia llegó hasta la Comisión
Nacional de Derechos Humanos.
El tiempo pasó y el muro se
mantuvo firme.
Siete años después…Y así llegamos hasta 2011.
Después de una mala praxis de
la juez del Cuarto Distrito en Materia
Administrativa y un fallo a favor del
Tribunal Colegiado emitido el pasado
10 de marzo, existe una orden —apa-
rentemente— definitiva: el “muro de
La Calera” debe ser demolido.
El nuevo gobierno municipal
encabezado por Eduardo Rivera ya
está enterado del fallo y el director
de Asuntos Jurídicos de la Secretaría
de Obras del ayuntamiento, Luciano
Osorio, ya estudia el grueso expediente.
Pese a lo anterior, el doctor
Jorge Espinosa, quien ha estado al
frente de los vecinos que reclaman
la desaparición del muro se muestra
incrédulo y desconfiado: “hasta no
ver, no creer”, reflexiona.
Y tiene razón. Siete años, 233
hojas de expediente, cinco órdenes de
demolición, innumerables connatos de
broncas y amenazas después, la muralla
de piedra sigue ahí. Intocable.
aldeano // 29abril // 2011
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orta
jep
orta
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lás
tico
s
30
Con el fin de celebrar el Día Internacional del
Diseño Gráfico, Aldeano viajó a Xalapa para
conocer Amarillo Centro de Diseño, el primero en
su tipo en México.
Sus integrantes —Aída Aguilera, Juan Carlos Vázquez y Joan Xavier Vázquez— nos comparten una manera de mirar el mundo y descubrir la belleza.
desde el exilio
PorMarco
Menéndez
po
rtafo
lios
plá
stic
os
1 Un domingo 14 de agos-
to de 1853, a las cuatro de la tarde Flaubert comenzó a
escribir a Louise Colet; en un momento de la carta aludió
a su amistad con Leconte de Lisle, y expresó: “Los aman-
tes de lo bello somos todos unos proscritos. ¡Y qué alegría
cuando se encuentra uno a un compatriota en esta tierra
de exilio”. Lo hacía para dejar clara su distancia con una
modernidad voraz y vertiginosa, pero también con sus se-
mejantes, bandidos todos frente al tiempo.
No es coincidencia que Amarillo eche mano de esta
máxima y la convierta en su declaración de principios. En
1998 dio inicio el primer proyecto de esta naturaleza en el
país, y el triunfo se hizo real en la apertura de un espacio para
difundir la importancia del diseño gráfico, en los alcances
que ello conlleva, en la nada despreciable victoria frente a la
apatía y la incertidumbre. Querer que las cosas devengan en
una forma mejor no es salvar el mundo; para ellos diseñar
es una forma de imaginar cambios posibles y buscar que
se realicen, pero para lograrlo debe dominar la voluntad.
Tal vez a esto se refiera Flaubert —y Lezama— cuando
en el exilio habita el plural del amante, y quizás no quiera
decir otra cosa la alegría de mirar la lejanía junto a otros.
Probablemente ser amante de lo bello explique la superación
de la dificultad. Pero creo que a eso hacía alusión Aída
Aguilera cuando caminando por las calles de Xalapa me
confió que nada grande puede hacerse en soledad. Y yo
lo tomé como una invitación.
aldeano // 34 abril // 2011
po
rtafo
lios
plá
stic
os 2 Cuando en la República el des-
gastado Platón condenaba a la poesía al exilio, lo hacía con
la intención de evitar la corrupción de los jóvenes de la polis,
que perdían el interés en la cosa pública para entregarse
a los placeres de la belleza y a la imitación del mundo,
entorpeciendo la búsqueda de la verdad. Despedidos de la
ciudad entre flores, celebraciones y guirnaldas, los amantes
de lo bello debían ser desterrados.
Afortunadamente, la utopía platónica del gobierno
de los filósofos nunca pudo realizarse, pero estos seres
que confiaban su poiesis a descubrir lo bello, encontraron
consuelo entre su gremio.
“Sólo pocos aman la belleza”, me dice Aída.
De ahí que en ese exilio ella, Juan Carlos Vázquez
Padilla, Joan Xavier Vázquez hayan dado vida, a partir de
la amistad entre desterrados, a ese espacio para difundir
el diseño gráfico mexicano y extranjero, generando redes
entre distintos sectores. En el Centro de Diseño se imparten
talleres, sirve de estudio, es galería y también tienda con venta
de productos exclusivos. Ese espacio es Amarillo, pero lo es
más “por Van Gogh, por los carteles amarillos, por el otoño,
por el coche, por la casa, porque la persona que he amado
y me ha apoyado siempre, me dijo que yo era amarilla”,
hila Aída Aguilera Rocha mientras bordeamos un río en las
fronteras de Zoncuantla. Yume, su fiel compañía canina,
nos conduce de regreso, y volvemos todos con amigos.
El amor, el compromiso y la constancia con los que
Amarillo lleva a cabo su labor, y la voluntad de hacer que
las cosas sucedan, son parte de este espacio que no sólo
brinda la oportunidad de aprender al lado de diseñadores
consagrados, también se preocupa por impulsar a los
talentos en ciernes, ayudando a su formación y acercándolos
a actividades que por cuestiones económicas o geográficas
no suelen acontecer en provincia.
Diseñar es una forma de imaginar cambios posibles y buscar que se realicen, pero para lograrlo debe dominar la
voluntad
aldeano // 35abril // 2011
3 Amar lo bello.Los límites a los que se enfrenta el exilio son fuente de
aventuras, viajes y descubrimientos (Ulises), pero también son
evocación de lo lejano (Camus, ¿Adán?). O quizás hallando
y propiciando la belleza —pero qué estoy diciendo— no
se extrañe el terruño. Por eso en sus últimas horas Cioran
se enfurecía ante cualquiera que lo visitara e intentara
hablarle en rumano; no quería recordar nada que tuviera
relación con la tierra que tanto detestaba. Pero incluso
el proscrito fue vencido por el olvido y el Alzheimer, mas
nunca abandonó a Bach.
Nosotros, menos dispuestos a su humor, aunque
sin dejar de ser desterrados —sonaba Johnny Cash—,
tomábamos té y nuestras perras jugaban en el jardín.
“Podría quedarme a vivir aquí”, le dije a Aída después de
todo lo que me había sido ofrecido en gesto de amistad,
y tras ver sólo dos días del trabajo que Amarillo realiza, le
pregunté por la mayor satisfacción para su labor; me dijo
que la exposición retrospectiva con más de 200 carteles del
maestro Antonio Pérez Ñiko, para festejar su 50 aniversario
como profesional, además de la oportunidad de haber
recibido a Yuko Shimizu, una gran ilustradora de Nueva York.
Amarillo. Amar lo bello. La amistad y el trabajo en la
ausencia de límites del exilio. Sin duda ello obliga a ejercitar
la conciencia, conduciendo a la búsqueda de maneras para
aportar al diseño gráfico y, en consecuencia, generar un
entorno más propicio para todos, no sólo para los proscritos.
Aunque sólo unos cuantos, pocos, amen la belleza.
rep
orta
jea
bo
ut
36
Ureshi es un proyecto que realicé hace tres
años en un viaje a Japón. En ese entonces
apenas empezaba a tomar fotos con una in-
tención temática.
Viajar es un tema recurrente en el arte
contemporáneo. La idea de los aeropuertos
como máxima catedral de los “no
lugares” y el nomadismo como
estilo de vida —transitando
por un lugar de donde no
eres— ha sido tratado de
manera exhaustiva.
Para mí, desde hace
mucho tiempo viajar a
Japón representaba un
sueño: viajar al futuro,
conocer cómo viven los
Supersónicos y de paso
atestiguar el devenir cotidiano de
una sociedad que no tiene nada que ver con
Occidente. Representaba también —al menos
en mi imaginario— llegar a un lugar donde todo
es complicado, por el idioma, las diferencias
culturales, el dinero, etcétera.
Me di cuenta que no era ni tan caro y ni
tan difícil comunicarme.
Me di cuenta del estilo de vida que me
gustaría experimentar: vivir en torno a la
creación para simplemente existir.
Ureshi surgió como un experimento visual
en el cual, por medio de unas impresiones
de brazos y piernas, quiero hablar de cómo
somos iguales: lo que hay en la mano derecha
lo tenemos en la izquierda.
Aún recuerdo el domingo que realicé este
shoot, en pleno Tokio, asumiendo el papel de
un extranjero que se deja llevar por el gusto
de hacer y crear foto, haciendo a un lado el
idioma y el miedo a la negación o el rechazo.
En algún momento me dije: “caray, tardé
treinta años para llegar aquí, para
sentirme simplemente completo,
satisfecho”; y en esa reflexión
descubrí que el arte es justo
eso: una forma de vivir,
una actitud ante la vida y,
finalmente, una forma de
entender las cosas.
Ese domingo lo
recuerdo como uno de
los días más bonitos que he
vivido.
Ya pasaron tres años y ahora me
encuentro justo en ese momento de magia en
el que revivo lo que un día, cerca de Shibuya,
experimenté, pero ahora en mi contexto, en mi
ciudad, siendo nómada en ella y en mi realidad.
En los últimos días, sin embargo, algo
dentro de mí se siente profundamente triste
y desconsolado: en estos momentos la mano
izquierda no la está pasando bien, las cosas no
se ven como las recuerdo. Espero pronto que la
esperanza y la armonía llegue hasta ese lugar
que me inspiró.
No estamos tan lejos, no es otro planeta,
está justo a la esquina de nuestra casa, me
gustaría comer sushi en el Tsukiji Market y
pensar que no ha pasado nada.
Ureshi(Recuerdos de un shooting en Tokio)
Por César López
Ya pasaron
tres años y ahora me encuentro justo
en ese momento de magia en el que revivo lo que experimenté un domingo soleado,
muy cerca de oShibuya.
ab
ou
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Ureshi / 喜び / joy / alegría / 現実 / reality / realidad / 今 / now / ahora
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En El africano, Le Clézio se vuelca en el género biográfico a
partir de una estratagema de uso corriente en la literatura:
contar a través del otro.
La casa pierdeJuan VilloroCuentoAlfaguara
Opina Villoro que en los
cuentos el escritor es
un inventor de mundos.
Protagonizados por
perdedores gloriosos y solitarios
que entienden el mundo a partir
de códigos y éticas estrictamente
personales, La casa pierde ofrece
insólitas visiones de la intrincada
trama de causas y efectos que
solemos llamar vida. Entre otros
misterios, estos cuentos
abordan a un boxeador
que manda a la lona
a sus adversarios a
fuerza de resistencia, un
hombre enamorado de
la duplicada magia de
unas gemelas, un apostador de
hipódromo que finge fabulosas
ganancias para financiar una
amistad y un escritor cuya obra
surgió de una pluma ajena.
SolarIan McEwanNovelaAnagrama
Michael Beard es un
físico que recibió el
Nobel y desde entonces
vive en sus laureles.
Tiene ahora cincuenta y pocos
años y su matrimonio con Patrice
está tocando a su fin. Quizá el
dolor de Beard se deba a que
desde hace años es el director de
un instituto para la investigación
de las energías renovables que es
poco más que un artilugio
político. Entre los becarios
del instituto se encuentra
Tom Aldous, que tiene
proyectos más ambiciosos.
Cuando Tom conoce a
Patrice, la combinación de
adulterio en las clases ilustradas y
esperpento científico deviene una
comedia de enredos, negra en
el más puro estilo Hitchcock, con
cadáver incluido.
para contarla de Gabriel García Már-
quez, hay una amplia franja de auto-
res que, con resultados disímiles, han
abordado su biografía como fuente
para su literatura.
En El africano JeanMarie Gustave
Le Clézio (Niza, 1940), premio Nobel
de Literatura 2008, apuesta por el
bosquejo breve que se desdobla en
múltiples escenarios y preguntas. El
libro ofrece una poética condensada,
llena de ramificaciones que establecen
interrogantes, arenas movedizas donde
se desplaza la pluma del autor. Le Clézio,
más que abordar de manera lineal su
biografía, de cotejar con minucia datos
y fechas, nos cuenta de él a través de
su padre; evoca la imagen distante, a
ratos borrosa, de un médico militar
en África trabajando para el gobierno
inglés, alejado de su familia por largas
temporadas. El autoexilio del padre en
otro continente es fruto del azar, pero
también de una renuncia que no es
capaz de explicar y que acompaña con
objetos rescatados en sus andanzas,
como cacharros que le sirven para
cocinar o pequeñas estatuillas de
madera que atesora como fetiches. La
rígida disciplina en su vida, la crítica de
una visión colonial sobre el continente,
el desencanto final, incluso la forma
Por Alejandro Badillo[reseña del mes]
Los libros de memorias suelen ser un
terreno peligroso para el escritor, pues
pueden prestarse a ejercicios compla-
cientes, textos en los que no hay una
búsqueda por dialogar con el pasado.
De la brevedad de El libro de mi ma-
dre de Albert Cohen a la desmesu-
ra —en todos los sentidos— de Vivir
de preparar los alimentos lo transforman,
lentamente, en un africano. Años después,
cuando la familia se reúne con el padre en
un pueblo de Nigeria, Le Clézio se enfrenta a
un personaje desconocido, en una continua
penumbra, devastado por la experiencia de
lidiar con decenas de enfermos en una zona
amplísima, donde no hay médicos a muchos
kilómetros a la redonda, armado sólo con un
equipo básico: escalpelos, jeringas, vendas;
todo en una época ajena a los antibióticos
y otras bondades de la medicina moderna.
Para Le Clézio el recuerdo de África dista mucho de la experiencia
romántica de los viajeros que replican sin pudor la imagen del turista,
del explorador que tiene entre las manos el boleto de regreso a casa.
El pueblo de Ogoja, en Nigeria, representa para Le Clézio la única
referencia a un lapso de su vida, el continuo forcejeo con su pasado,
con su padre, pero también con su lugar en el mundo, elementos que
reconstruye en párrafos densos y febriles.
En El africano se percibe una lucha con la memoria, transmitida en
un lenguaje que no cuenta de primera intención, sino que se sumerge en
una especie de reescritura, salvando fragmentos, imágenes que reviven
oleadas de insectos, la humedad nocturna de la selva, la conciencia del
cuerpo en medio del agobio, en un entorno a veces hostil, donde resalta
la diferencia con los cuerpos africanos, casi desnudos, evocando figuras
de arcilla bajo el sol. El clima abrumador de África es reflejado en una
prosa que privilegia lo sensorial, complementada con fotografías del
padre de Le Clézio que aportan una referencia interesante a la obra.
El africano es un ejemplo de las posibilidades ilimitadas de la
biografía, el cruce de géneros y el rescate de una vida que se transforma
en una experiencia perturbadora y estética: condición fundamental de
la literatura.
Platón políticoGiorgio ColliFilosofía Sexto Piso
El Platón político que nos
ofrece Giorgio Colli, uno
de los filósofos italianos
más relevantes del siglo
XX, es su primer trabajo
con ambiciones teóricas.
Lo escribe en 1937, con
sólo veinte años de
edad y constituye uno
de los tres pilares que
sostendrán su tesis
doctoral, Pollicità
ellenica e Platone,
presentada dos
años después. El
autor deja claro que
sólo entendiendo
las fases sucesivas del
desarrollo espiritual de
Platón que, desde luego,
están estrechamente
vinculadas con su
experiencia social, política
y filosófica, es posible
comprender los
giros teóricos
que van desde
el idealismo
optimista de la
República hasta
el frío realismo
de las Leyes, transcurso
que no refleja sino una
inmensa decepción hacia
la política y, en última
instancia, hacia el hombre.
MÚSICA[In
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Durante décadas se pensó que para interpre-
tar blues se requerían tres cosas: ser pobre,
ser negro y haber nacido en Nueva Orleans.
Con los años, ante la proliferación de bluse-
ros blancos, los amantes del género se vie-
ron obligados a desprenderse poco a poco
de sus prejuicios.
Pues bien, el último resquicio de duda
frente a la universalidad del blues se derrumbó
hace unos días, cuando el sello Warner anunció
el lanzamiento del disco debut de Hugh
Laurie, el protagonista de la serie televisiva
Dr. House, quien ha decidido canalizar su
pasión por el blues de Nueva Orleans y sus
alrededores en un álbum de covers donde
incluye piezas de los grandes intérpretes del
género: Louis Armstrong, Memphis Slim, Bessie
Smith y James Broker, entre otras leyendas
homenajeadas por el actor. El álbum que lleva
por nombre Let Them Talk sale a la venta el
próximo 9 de mayo.
La cosa suena surrealista.
Keren Ann no ha parado. Nació
en Cesárea, cerca de Tel Aviv, y
se crió en Holanda para después
trasladarse a Francia. En este país
empezó a interesarse por la música
y formó parte de dos grupos (KAB y
Shelby) sin mucho éxito hasta que
decidió ir por su cuenta e iniciar su
carrera en solitario.
Eso ocurrió hace once años y
Keren Ann se ha ido convirtiendo
en uno de los referentes de la
música francesa, mostrando
influencias de la chanson, el folk y
el pop calmado. El francés lo dejó
para sus primeros discos; su última
producción, titulada 101, está
íntegramente cantada en inglés.
En este trabajo, Keren se quita
la careta de chica buena y nos
muestra todo su carácter y armas
tanto en sus temas (“My Name
Is Trouble”) como en su portada,
haciendo de éste el mejor álbum
de su carrera.
“Strange weather…”
The StrokesAngles
Keren Ann101
Hugh Laurie, el popular actor de la serie televisiva
Dr. House, cuelga la bata y se sube a los escenarios.
Este mes lanza al mercado Let Them Talk, un álbum
de covers que recopila las piezas legendarias del
blues de Nueva Orleans.
[reseña del mes] Por Alvaro Hernández
Primero porque hablar
de Hugh Laur ie es hablar
inevitablemente de House. Es
uno de esos extraños casos en
los que el personaje se comió al
actor. Algo parecido a lo que le
sucedió a James Gandolfini con
el personaje de Tony Soprano, o
a Fred Savage con el inolvidable
Kevin Arnold de The Wonder Years.
Para los 81 millones de
televidentes que siguen, capítulo
a capítulo, la serie televisiva, será
Gregory House y no Hugh Laurie
quien interprete piezas míticas del
repertorio blusero. Uno lo puede
imaginar perfectamente sentado
frente al piano, tronándose los
dedos, con el bastón recargado
sobre sus piernas. Y se hace agua
la boca porque será inevitable
recordar que los mejores capítulos
de Dr. House han sido aquellos
donde la guitarra o el piano
acompañan los momentos íntimos,
reflexivos del personaje.
¿Pero será suficiente con eso?
Hugh Laurie —el actor—
advierte a sus seguidores: “No
nací en Alabama en 1890. Puede
que ya se hayan dado cuenta.
No me he alimentado a base de
granos, cosechado para un patrón,
o montado en un vagón de tren.
Ninguna gitana le vaticinó algo
alguna vez a mi madre cuando
nací, y hasta donde sé no hay
ningún perro demoniaco en mi
camino. Dejen que este disco
muestre lo que en realidad
soy: un inglés de clase media,
transgrediendo abiertamente las
melodías y la música del mítico
sur americano”.
Y para muestra ha colgado
un video donde se escucha la pieza
“You Don’t Know My Mind” de
Lead Belly, y en donde la voz
del doctor House es fácilmente
reconocible.
Si bien existen reservas con
respecto al recibimiento que
tendrá este material por parte
de los conocedores, lo cierto es
que Warner se ha lanzado con
todo en este proyecto. La idea
es capitalizar los 18 millones de
admiradores que el actor tiene
en Facebook, las 300 millones
de visitas que acumula a la fecha
Youtube y los más de 81 millones
de televidentes que lo siguen con
devoción en todo el mundo.
“It ’s not lupus”, dir ía
convencido el doctor Gregory House
si se diera a la tarea de diagnosticar
la enfermedad de Hugh Laurie. “It’s
just music, that’s all”.
Cinco años ha sido el
tiempo que ha necesitado
The Strokes para
sacar su cuarto disco
de estudio. Después
de First Impressions
Of Earth, los Strokes
decidieron embarcarse
en otros proyectos: Julian
Casablancas, Albert
Hammond Jr., Little Joy
o Nickel Eye han sido las
puertas de escape que
han utilizado para seguir
creciendo en sus carreras
en solitario. Todos esos
bandazos han tenido más
repercusión de lo que
se esperaba en Angles.
Este álbum sigue siendo
“made in Strokes” con
esas guitarras crudas, pero
en esta ocasión el disco
parece estar partido en
dos: una parte hecha por
Julian Casablancas y otra
por todos. Demasiadas
expectativas para un
disco así. Muchos nos lo
imaginábamos a pesar de
lo que decía su cantante
en alguna entrevista:
“estamos tardando tanto
porque queremos hacer
un disco mejor que Is This
It”. Eso, Julian, nunca va a
suceder y lo sabes.
“Life is simple
in the moonlight…”
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CINE Y DVD’s[t
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Anna And The KingPaís: Estados UnidosAño: 1999Dirección: Andy Tennant
Anna Leonowens, una institutriz
inglesa y viuda, llega a Siam para
educar a los hijos del rey Mongkut.
El choque de culturas enfrenta al rey
y la docente en fuertes discusiones
sobre lo que deben o no aprender
los príncipes. Sin embargo, el amor
zanja las diferencias. Paralelamente,
y como parte casi central del relato,
el rey (con la ayuda de la institutriz)
deberá enfrentar una conspiración
por parte del embajador británico, El
filme es un remake del clásico The
King And I, comedia musical que en
1956 protagonizaron Yul Brynner y
Deborah Kerr.
All The King’s MenPaís: Estados UnidosAño: 2006Dirección: Steven Zaillian
All The King’s Men cuenta la
historia del ascenso al poder de un
idealista en el mundo de la política
de Luisiana, y de la corrupción que
lo conduce hasta su perdición. Es
una compleja introspección sobre
la naturaleza humana, el poder, la
corrupción, el idealismo, el amor
y la traición, enmarcada en el
mundo de la política. Esta aclamada
exploración estuvo inspirada en la
carrera del gobernador de Luisiana,
Huey P. Long, y en otros políticos
demagogos. El fino tratamiento capta
la esencia de la novela de Warren y
le infunde elementos clásicos.
En Las palabras y las cosas Foucault propone releer el juego de Bor-
ges en Otras inquisiciones. Un juego infantil, si se quiere, pero a
través del cual podemos mirar la manera en la que organizamos
el mundo; cómo lo soñamos y edificamos, pero también cómo
somos capaces de destruirlo: todo a través de ese susurro lla-
mado lenguaje. Sin él viviríamos en un mundo que nos resul-
taría totalmente ajeno. Sabemos, desde ahí, la trascendencia
que tienen los discursos en nuestra vida: el científico, el ar-
tístico y el político; el de un rey y el de un mendigo que gri-
ta disparates en el zócalo. Ahí articulamos nuestro universo.
Por eso esta película parece tocar un lugar medular de
nuestras vidas: nos recuerda que nos las estamos inventando.
El duque de York, o Bertie (Colin Firth), es el hermano
menor del legítimo heredero al trono de Inglaterra, el príncipe
David. La renuncia de éste al puesto de su padre (debido a su
inminente matrimonio con una plebeya) obliga al primero a aceptar
un privilegio del que desea escapar a toda costa. La razón —que se
antoja llena de morbo— es simple: su condición de tartamudo. Como
en casi todos los casos, su tartamudeo es una deficiencia adquirida en la
niñez; y esto sólo puede advertirlo un deschavetado terapeuta de la voz,
La cinta que recibió el premio de la Academia evidencia la
densidad del lenguaje en el tejido de nuestras vidas y en la
historia de los países. Cuando los individuos y las naciones no
pueden escucharse a sí mismos, entonces tartamudean.
[reseña del mes] Por Fernando Montenegro
The LastEmperorPaís: Francia, Reino Unido,Italia, ChinaAño: 1987Dirección: BernardoBertolucci
Basada en la historia de Puyi,
el último emperador de China,
la película narra su ascenso
al trono después de haber
sido arrebatado de los brazos
de su madre cuando apenas
tenía tres años. Adorado por
millones de súbditos como
a una divinidad encarnada,
gobierna desde la Ciudad
Prohibida hasta que las
f u e r z a s r e p u b l i c a n a s ,
deseosas de abolir la corte
imperial, lo encierran entre
sus murallas, haciéndolo
abdicar y convirtiéndolo
duran te un t iempo en
títere de los líderes de la
ocupación japonesa en
Manchuria. Con la llegada
de la revolución comunista,
Puyi es encarcelado para
“limpiar” su mente de todo
pensamiento capitalista. El
intenso drama histórico, la
fotografía y dirección de
Bernardo Bertolucci hicieron
merecedora a esta cinta de
nueve estatuallias Oscar y
tres Golden Globe.
Lionel Logue (Goeffry
Rush). Entre el futuro
rey y el terapeuta
surge una relación
capaz de transgredir
las barreras de la clase social, del
decoro e, incluso, de la amistad.
A partir de un texto de
Shakespeare y una sonata de Mozart,
el doctor Logue descubre que las
deficiencias en la voz de su paciente
se originan en el propio miedo a
escucharse. No tener voz le impide
contarse su propia historia y, como
rey, contar la historia de su pueblo. Ya
lo advierte el propio Bertie al asumir
su cargo: “la nación cree que cuando
hablo, hablo por ellos”. El hecho
de que el rey no pueda articular su
discurso significa que el país no era
capaz de escucharse a sí mismo.
Detalle mayúsculo si consideramos
el momento histórico en el que se
desarrolla esta cinta: el inicio de la
Segunda Guerra Mundial.
Sin duda esta situación le impone
un ambiente dramático a la película;
uno que, sin embargo, no renuncia
a la inevitable comicidad que resulta
de volver a escuchar trabalenguas y
ejercicios de dicción.
Deviene en risa, sin
duda, ver al rey de
Inglaterra petrificado
frente a la brutal
elocuencia de su enemigo, diciendo
(sin dejar de admirar la proyección):
“cualquier cosa que esté diciendo la
está diciendo muy bien”.
A pesar de que la película
sea, en rigor, un drama histórico, el
peso del film recae sobre la relación
entre los dos personajes principales,
una relación que no puede ser sino
compleja, en la que podemos ver
cómo el rey quisiera ser plebeyo y
el plebeyo quisiera ser rey. Donde
toda la verdad se juega en cómo se
dicen las cosas, en el hecho de que
incluso (sobre todo) para ser un rey
es necesario convertirse en actor.
The King’s Speech termina
siendo una película que ha merecido
la atención recibida antes y después
de los premios que consiguió. Sólo
puedo lamentar un final quizá
excesivamente radiante (están a
punto de entrar a una guerra) y
la débil actuación de un personaje
clave, David (Guy Pearce).
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INTERNET
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Por Juan Carlos Hernández
En 1976, Richard
Dawkins describió el
concepto de “meme”
como contraparte del concepto
de gen: una unidad de informa-
ción contagiosa que se propaga
de mente a mente y que afecta la
conducta del infectado. Así descri-
bía a la unidad de evolución cul-
tural, mucho más eficiente para
reproducirse que su contraparte
biológica. Algunos ejemplos: la
religión, la publicidad, las cancio-
nes, el humor. Este último encon-
tró un nicho perfecto en internet,
en donde ha potenciado sus ca-
racterísticas intrínsecas y ha ad-
quirido algunas nuevas. Parecie-
ra que el humor oral posee una
evolución más biológica, es de-
cir, es altamente conservado y su
tasa de cambio es lenta, se mide
en generaciones; en cambio, los
“memes” de internet se transfor-
man con la inmediatez que ofre-
ce el medio.
En este foro mundial, el humor
se construye comunitariamente y
las mejores ideas son seleccionadas
en una democracia participativa
perfecta en su imperfección. El
potencial anonimato de la red
también permite que se cultive un
humor más ácido, no complaciente,
más honesto, más irreverente
y pol ít icamente incorrecto;
en conclusión, se vuelve un
referente social muy efectivo que
responde rápidamente al contexto
sociocultural de donde surge. Pero
más allá de cualquier intento
de validarlo sociológicamente,
el resultado de este proceso es
brillante.
El humor de los “memes”
es muy intuitivo, de ahí que todos
podamos participar, aunque a veces es necesario
poseer cierto bagaje de cultura popular y,
especialmente, de aquella generada en internet;
no siempre es sencillo estar actualizados porque
su tasa de cambio es vertiginosa. El doble filo
de la inmediatez nunca es tan amenazante
como en la red.
Pero no podemos quejarnos, en absoluto,
porque esta abrumadora era informática nos
ofrece la única posibilidad real de arañar la
juventud eterna si conseguimos maravillarnos
con el viaje; ésta ya no sólo estará definida
por la inestabilidad laboral, la ausencia de
compromisos sentimentales refrendados ante
la ley, ni la continuamente aplazada paternidad
o maternidad, según sea el caso.
¿De qué estamos hablando exactamente?
En seguida algunos ejemplos recientes que
pueden rastrearse con facilidad:
Rageguy comenzó siendo cualquiera
de nosotros cuando estallamos de furia ante
las pequeñas dificultades de la vida, pero
la popularidad de este cómic ha escalado y
ahora ya explica toda la gama de nuestra furia.
Cereal Guy pontifica desde su plato sobre cómo
siempre había tenido la razón. El Sad Keanu
no puede terminar con su sándwich ni con
su pena, es más, la contagia. Los más viejos
seguramente recuerdan el interminable, hasta
el hartazgo, cabezazo de Zidane a Materazzi;
o la literalmente infinita variación de LOLcats.
También están el Socially Awkward Penguin o
el Foul Bachelor Frog.
Quizá los hispanohablantes entiendan
mejor de qué estamos hablando con el “meme”
Señoras que... el cual se ha hecho sumamente
popular en Twitter y Facebook cada que el
usuario desea hacer pública una queja sobre
el comportamiento del prójimo.
En el humor es muy claro cómo la
inteligencia colectiva supera a cualquier
inteligencia individual. Vaticino ese día en el
que recordaremos con nostalgia esos chistes
orales que se cuentan en las fiestas y que sólo
unos pocos dominan, porque no sobrevivirán al
internet, o bueno, serán sólo “fósiles vivientes”.
La vertiginosa difusión y posterior
adopción de “memes” —frases hechas,
chistes locales, bromas recurrentes— en internet, es
una evidencia más de cómo la inteligencia colectiva
supera a cualquier inteligencia individual.
Cualquiera que haya intentado ingenuamente entablar una discu-
sión en algún foro, o tan sólo expresar un punto de vista que difie-
ra del consenso, se habrá enfrentado sin duda a una andanada de
insultos, estupideces o palabrería pura, en el mejor de los casos.
Sigue siendo una afrenta a nuestra cortedad de miras que alguien
se atreva a pensar distinto.
Por suerte, estamos hablando de internet, en donde todo
cabe, incluso aquellos marginados capaces de intercambiar ideas
sin insultos, manteniendo una mínima línea argumental y honrando
esa lógica elemental que enseñan en la secundaria.
Ese sitio fabuloso existe. Reddit (www.reddit.com) es un foro
marginal, casi subversivo, en donde se da cabida a las expresiones
más sensatas, más estridentes, o más intrascendentes de la red.
Esta comunidad está regulada por moderadores que establecen los
parámetros mínimos de convivencia, pero
no van más allá; el resto de la interacción
depende de los usuarios, quienes han
sido capaces de crear un espacio en
donde la inteligencia se cultiva con
esmero. Más allá de ser un foro de
discusión, Reddit es un filtro de los
mejores contenidos de internet,
un punto de encuentro para
las personal idades más
difíciles, una comunidad en donde
compartes experiencias, críticas o ideas. Aquí los
comunes conjuran la tragedia.
El todo cabe en sus partes más brillantesHay un cierto desprecio por el blog en los medios escritos institu-
cionalizados; se le ve con simpatía y condescendencia como a un
hermanito muy menor, un eterno adolescente al que graciosamente
le conceden la existencia junto a las faldas de sus largos manteles,
tan solemnes ellos. Quienes han explorado las posibilidades de este
“puberto” —quien casi siempre justifica su mala fama, sin duda—
ya disfrutan con malicia y cierto secretismo todas sus dimensiones.
Cinécdoque (www.cinecdoque.wordpress.com) se regodea en
su nombre, y con toda la manga que le concede el formato blog,
desgrana las películas cuadro por cuadro, una obsesión a la vez. Aquí
no hay críticas de manual, una película puede valerles tan sólo por
el acierto de una secuencia, desechando sin cargos de conciencia
el resto. Tienen tanto espacio que pueden discurrir sobre una sola
línea de diálogo en párrafos enteros; hay un sentido poético muy
fuerte en su análisis, el amor que los mueve es conmovedor, nada
fuera del cine parece ya tener sentido.
Por Juan Carlos Hernández
Un ágora posmoderno
en línea
Con licencia para navegar
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El derroche es marca del virtuoso. Y el desbordamiento de
energía da pie al hambre.
Característica de los seres de buena inclinación es el
exceso, la prodigalidad, el ansia de saciarse y no poder.
Sobre Apolo, Dioniso. Sobre el pan… el ajo, el tomate
y las especias.
Pero dice un francés que “la prodigalidad sin sustento
ético es inaceptable”. Y tiene razón. Esa sustancia es el
placer. La única de las medidas. La alegre vara de los vivos.
La que ordena libre obediencia al lechón, el jabalí, el oso,
la serpiente, la res, el cordero, el conejo y las aves, pero
también al zumo frutal y a la madurez del vegetal, al vino
Calidad
excelente
Precio
lo vale
Ambiente
a gusto
Servicio
amigable
Limpieza
impecable
Por El saciado Pantagruel
GASTRONOMÍA
Casade Sal:cocina hedonista
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aldeano // 49abril // 2011
La ZanahoriaEsmeralda 5 Oriente 206, Centro; avenida
Juárez 2104 B y C
México es un país afortunado cuando se trata de productos de la tierra. Durante todo el año se siembran y cosechan frutas, verduras y hortalizas cuya frescura no sólo sustituye los conservadores, sino también ofrece bondades para la salud. La Zanahoria Esmeralda es el lugar tradicional para los detractores de la carne, el pescado y las aves. Más de un cuarto de siglo respaldan la calidad de este lugar donde la hamburguesa de soya es un verde manjar.
Saladett Avenida Juárez 1918 D; 39
Oriente y 16 Sur, El Mirador
Dicen los amantes del bienestar que un menú vegetariano es la manera más eficaz para alcanzar la salud y el equilibrio. Sin embargo, Saladett no es un restaurante verde, más bien es un concepto que ofrece platillos bien balanceados y lo mejor, deliciosos. Su comida rápida y casual privilegia las sopas, ensaladas, sándwiches y bagels, aparte de tacos, snacks y smoothies. Si no, compruébalo con la Veggie Soup o el Veggie Deli.
Greenme Circuito Juan Pablo II 1751,
La Noria
El flamante lugar es una opción insoslayable para quienes prefieren los placeres vegetarianos. Además de restaurante con una amplia oferta de platillos verdes, Greenme también comercializa pan artesanal, productos locales y de temporada, orgánicos y, por si fuera poco, atienden pedidos especiales. Esta dedicación a la salud es muestra de que las pequeñas acciones generan grandes cambios.
A los vegetarianos
con amor
y al licor. Estar aquí es prodigio, es vital desbordar nuestra
energía en el mundo.
Por fortuna existe un lugar propicio para el festín,
donde el derroche tiene su recompensa, donde a partir de
la necesidad de exceso se propicia el equilibrio. Cabe en él
la enseñanza de la sal: abrir el apetito.
Ese sitio cumple la lección y honra nuestra venida, y no
es extraño que se ubique sobre la misma calle en la que nos
recibe la luz al nacer; ahí se redime el cuerpo: Casa de Sal.
Ahí se privilegia la calidad, cantidad, abundancia,
exotismo y duración de los olores, el alma de los alimentos.
Ello se traduce en exquisitez. Por eso lo dionisiaco triunfa más
cuando reúne a las ánimas y nos
recuerda los sabores con los que
crecimos, pues esa es la materia
que compone el menú.
La prodigalidad es una
virtud porque se opone al que
atesora y nunca gasta. Por unos
ducados se niega la maravilla
de existir y de comer, que es lo
que nos sostiene, aparte del pneuma. Ese ama la muerte y
convertirse en asceta o en burgués es lo mejor que podría
sucederle. “Embriagáos”, les instaba Baudelaire. Pero éste
no es el espacio para ocuparnos de las medianías. Casa
de Sal tampoco es el lugar para el que quiere ahorrarse su
voluntad. Entregarse a los olores y sabores de sus platillos
exige acentuar los aromas, los ambientes, los sentidos, con
el fin ético de incorporar al paladar nuevas experiencias.
Y entonces, como orando para regodearme
nuevamente, la memoria reagrupa fuerzas para disfrutar
de lo que unos hermanos preparan con amor y con la
certeza de haber realizado un sueño. Casa de Sal: carpaccio
de salmón ahumado, de res y pimienta negra, terrina de
pato y pistache, vegetales asados y queso de aro, sopa
tailandesa, potaje de maíz, risotto de tres cebollas, atún
sellado, salmón asado, lomo de cerdo y tocino, pollito de
leche al curry, corazón de filete, costilla de res braseada, el
buen vino mexicano, el ron de Guatemala.
Los productos del suelo local, la suma de ciudades y
sazones, los aromas que nos dieron ser, transustancian en
la cocina urbana que siempre quisiste probar.
Y allanar el camino a la sabiduría del hedonista: “the
road of excess leads to the palace of wisdom”, decía Blake. aldeano // 49
abril // 2011
Casa de SalCocina urbana
5 Poniente 704 B
Centro Histórico
Puebla
www.casadesal.blogspot.com
Twitter: @casa_de_sal
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AGENDA
MÚSICALunes 11 de abril
• Deftones
20:30 Palacio de los Deportes
Miércoles 13 de abril
• Jazz Band UPAEP
19:30 Capilla del Arte
• Ópera Prima Rock - Tributo a Queen
20:15 Auditorio Siglo XXI
• Stabat Mater, Coro UPAEP
14:00 Universidad del Valle de Puebla
Jueves 14 de abril
• Moenia
21:30 BullDog Café
• Cuarto Blanco
21:30 El Breve Espacio Arte, Café & Bar
Viernes 15 de abril
• Anatëma - Tributo a Nightwish
16:30 Complejo Cultural Universitario
Sábado 23 de abril
• Temporada de Ópera 2010-2011:
Capriccio, Strauss
16:00 Complejo Cultural Universitario
Jueves 28 de abril
• Gondwana
20:00 Rockutla Rock House & Bar
Jueves 5 de mayo 2011
• Lady Gaga
20:30 Foro Sol, ciudad de México
Viernes 06 de mayo
• Dildo
20:00 Rockutla Rock House & Bar
Martes 10 de mayo
• Alberto Vázquez
21:00 Auditorio Siglo XXI
Viernes 15 de abril
• Fernando Delgadillo
21:00 Sala Forum
Sábado 14 de mayo
• Temporada de Ópera 2010-2011: Die
Walküre, Wagner
11:00 Complejo Cultural Universitario
• Grandiosas: Dulce, Rocío Banquells y
María Conchita Alonso
20:30 Auditorio Siglo XXI
TEATROSábado 2 de abril
• Valentina y la sombra del diablo
12:00 Centro para las Artes TETIEM AC
Lunes 11 de abril
• El silencio grita más fuerte
19:00 Teatro de la Ciudad
Martes 5, 12, 19 y 26 de Abril
• Casi cien años de soledad
19:00 Teatro Aira AC Escena Alternativa
Jueves 14 de abril
• Dos amores y un bicho
20:00 Teatro Melpómene
Sábado 16 de abril
• Caballos de Menorca
18:00 Zócalo de la ciudad
TALLERES, CURSOS Y CONFERENCIASMartes 12 de abril
• Taller: Almíbar Casero
10:00 Jardín Etnobotánico Francisco
Peláez R.
Jueves 14 de abril
• INDEX 2011: Congreso de Diseño de
Información Visual
9:00 Universidad de las Américas UDLAP
Sábado 16 de abril
• Química para todos
11:00 Unidades habitacionales - Arca
La Margarita
Jueves 19 de mayo
• Revisión historiográfica de las
conmemoraciones del Bicentenario y
Centenario
18:00 Museo Nacional de los
Ferrocarriles Mexicanos
Jueves 26 de mayo
• La Fotografía en la Revolución
18:00 Museo Nacional de los
Ferrocarriles Mexicanos
DEPORTESSábado 16 de abril
• Carrera Ciclista en Santa Ana Necoxtla
2011
9:00 Santa Ana Necoxtla Epatlán, Puebla
(frente de la Presidencia)
FESTIVAL INTERNACIONAL PALAFOXIANOSábado 16 de abril
• Ceremonia Protocolaría Fundación
de Puebla
10:00 Zócalo de la ciudad
• Ceremonia de InauguraciónLugar:
19:30 Zócalo de la ciudad
• Concierto del Quinteto de Alientos
Municipal
11:00 Zócalo de la ciudad
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Cualidadesrostrales
A más de una década de
su promulgación, la ley
decretada en un lejano
país genera, al mismo tiempo,
zozobra y felicidad en sus habi-
tantes. Tomada en su momen-
to como un renovador concep-
to de las relaciones humanas, fue
recibida con algarabía en casi todos
los sectores, en especial entre los que se-
rían beneficiados por las denominadas “apti-
tudes rostrales”:
Dicha ley en su apartado 7, inciso b señala al calce:
“Según se ha descubierto, la infelicidad general surge
de la impotencia profesional. La mayoría de las personas
no pueden trabajar en lo que más quieren. Por lo tanto,
decretamos esta ley que promete devolver, si no la alegría
a los ciudadanos, la paz mental, al tiempo que promoverá
el conformismo y la mediocridad como valores, siendo así
que nadie será mejor que nadie por su talento, sino por sus
cualidades rostrales, término que determina las aptitudes
profesionales del individuo según su rostro”.
Gracias a una carta de mi primo lejano Carlitos
Abdullah, habitante de aquel país, me enteré de estos
sucesos que transformaron el orden social en esas lejanas
tierras. Él, librero de corazón, tuvo que abandonar los
pasillos de libros y anaqueles para emigrar a una provincia
soleada donde se le habilitó para servir cocos y bebidas
refrescantes a los turistas según lo predestinaba su rostro
moreno de barman tropical. Si bien al principio extrañó el
polvo, las solapas y los lomos, ahora lleva una confortable
y respetable vida.
Lo sobresaliente de esta medida es que ahora nadie
se ufana de sus títulos académicos, pues las universidades
se transformaron en meros centros de capacitación rostral.
Ahora ya nadie pone en sus tarjetas de presentación falsos
títulos nobiliarios, ni mucho menos ostenta largas y aburridas
hojas de vida, ya que con sólo analizar el rostro la ocupación
se vuelve evidente.
Aunque yo sigo insistiendo que mi primo tiene cara
de reparador de semáforos, lo cierto es que este mapa
rostral es casi infalible y suele atinar
con las preferencias generales del
individuo. Tu rostro es lo que eres
y en cada uno de tus poros habita
la totalidad del ser.
Esta ley que durante años
apoyó el gobierno se ha traducido
en un adelanto socioeconómico sin
precedentes. Mi primo es más feliz que
nunca y vive decentemente con sus cuatro
hijos, entre los cuales tuvo la fortuna de engendrar
uno con rostro de subsecretario general de impuestos, con
lo que la familia ascenderá brutalmente en la pirámide
económica de aquel país, que vive una prosperidad sin
antecedente. Este orgullo de la familia contrasta con la
tristeza que les dio su hija Maura, cuyo rostro inicial de
primera dama, con los cambios naturales de la adolescencia
y la aparición sorpresiva del acné se transformó en un rostro
de promotora cultural de provincia, lo que en aquel lugar
se considera mucho peor que la prostitución y el remiendo
de calzado.
Maura, sin embargo, tiene la suerte de poseer un lunar
muy pegado a los labios. Esto es una especie de comodín
que le permite abandonar su futura profesión y dedicarse a
actividades de rostro indefinidas entre las cuales destacan:
fabricante de canicas, animadora de hotel, y esoterista de
tiempo parcial.
Otro de los casos interesantes que mi primo Carlitos
Abdullah relata es el de los deformes, leprosos y cacarizos,
quienes son sujetos a una evaluación del daño general y
son confinados a trabajos de poca relevancia en la cadena
productiva, como la poesía, la cetrería y el almidonado de
carpetas viejas.
Cuando le envié mi foto reciente, me comentó que si
yo fuera residente de ese país tendría muchas oportunidades,
pues con mis rasgos podría llegar muy lejos, como asistente
“junior” en escalafón de multinivel, que si bien es un trabajo
muy cansado, la paga es buena y se permite, después de 25
años, una jubilación con el grado rostral inmediato superior,
opción profesional que ante el retraso en mis pagos como
escritor desaforado, estoy tomando muy en cuenta.
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