acaso los dos eramos follaje
Post on 06-Mar-2016
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POR el cielo que pasa volando sobre el río he perdido mis ojos.Sus miradas me siguen desde lejos y me pesan los párpados vacíos.
Ante mis ojos quietos en el umbral del mundo van creciendo jardines.
Jardines
ME gusta en estas tardes, alejada del tiempo trasladarme a mi pueblo.Recorrer las veredas de sus cuadras pe- [queñas y los domingos tibios.Sus jardines silvestres, sus ventanas sus verjas, aquella plaza simple junto a la iglesia simple y el camino de tierra que lleva al cementerio.A veces —alejada del tiempo— corro al encuentro de sus días.Miro brillar las horas detenidas sobre la frente de los niños y las voces de trébol
Mi pueblo
deslizándose lentas hasta el río por las melenas sueltas de los sauces.
¡Oh caminos, caminos que se han ido llevándose las tardes de mi pueblo! Me gusta recorrerlos —alejada del tiem [po-en los días de octubre, cuando el cielo se pinta con formas distraídas y el aire se ilumina de verdes y rosados.
ERA en la época de los trigos,
cuando los frutos y las abejas
paseaban entre los árboles
como por un parque enorme
que rodeara al universo.
Nos gustaba entonces
alejarnos de la casa
para mirarla perdida entre los álamos,
amar el agua
con frescura de espejo en nuestros cuerpos
y el sol,
que persistía antiguo
entre las piedras.
El verano
La dicha de tu voz
se abría lentamente,
quedándose en el aire
suspendida como liana
o como un ave transparente que cruzara
[mi cielo.
Regresábamos tarde
con un cansancio extraño,
con un nombre distinto,
con el alma agrandada
envolviéndolo todo,
tu voz, los pasos, los grillos.
RECUERDAS?
Era en la vieja casa,
la de los patios rojos de ladrillos.
Tú tenías allá lejos, las manos transparen-
[tes
y a veces,
eras luna en tus juegos.
La noche bajaba hasta tu ventana
como enorme mariposa enojada
y los árboles,
hablaban con el cielo muy despacio
como si temieran asustarla.
¿Recuerdas?
Tú tenías los brazos largos
clavado en el aire, como columnas
y tus manos,
eran de oro en tus juegos.
Los juegos
Por las tardes, jugabas con las flores
y eras polen de plata
que subía hasta el cielo.
Entonces te veías
estrella en tus juegos.
Ibas vestida de hojas y de vientos,
de caléndulas blancas
y corales,
a veces eras sauce muriendo
a veces eras rosa y retoño.
Allá en la vieja casa,
la de los patios rojos de ladrillos.
VOY hacia ti porque eres frescura como las arenas de la costa o como los pétalos de una flor mojada.
Porque eres como la lluvia: Cantas en mi soledad.
Como la lluvia…
QUE sola me has dejado con tu muerte! He quedado perdida en un bosque de cardos y laureles, con el alma cercada por puñales de lágrimas y la risa evadida hasta las altas torres de tu vuelo.¡Oh vertiente de ayer cristalizada la víspera del gozo! ¿En qué comarcas vives sin que se puedan acariciar tus manos? ¿En qué distante templo de neblinas refugias tu inexistencia relativa?
Poema para una ausencia
Yo te imagino a veces andando por el campo de la mano conmigo, de la mano con todos nuestros muertos, que pronuncian tu nombre sin olvido, y lo repito entonces, penetrante hasta el viento, solitario, tu nombre ya sin dueño.
A veces te imagino recuperada forma, en una encrucijada de recuerdos.De cristal, tu presencia desvaída,
endurecida, inmóvil en mi río de llantos y de ruegos, y se agranda en mi cielo la verdad sin medidas de tu ausencia.¡No he de volver a verte! Lo dice la impiedad de tu cuarto inhabilitado, el otoño, a través de jardines sin consuelo, y la estéril salina de mis lágrimas.¡No he de volver a verte!
Es en vano que busque, con mi creciente angustia
por lejanos horizontes sin murallas, por las hojas desprendidas, por el aire de Mayo que se asoma a los árboles.
Tendrás la frente húmeda con espuma de noches y el oído distante a mis llamados, pero siempre, intocable mensajero de constelaciones [insomnes irás por detrás mío recobrando mi sombra, irás delante mío agrisando mis horas de llanuras y llanuras.
a J. A. G. P.
QUISIERA todo igual cuando yo llegue: la primer golondrina, el viento leve, el ciprés de mis juegos inmortales y la temprana ofrenda de panales.Aquel aromo de follaje austero, el aire cristalino, verdadero y hasta el portón con su habitual crujido en la aldaba de bronce desteñido.
La vuelta
Todo ha de estar igual a mi regreso: las prolongadas tardes, del cerezo, las quintas con azahares, las glicinas, algún vellón, prendido en las espinas de los cardos silvestres o zarzales y el zumbar del insecto en los rosales.
Todo quisiera igual nada cambiado.El cerco de retamas tan dorado, la canilla del huerto mal cerrada insistiendo en la tierra ya enlodada, el galpón de las viejas herramientas y el aire todo perfumado a menta.
HUBIERA querido antes encontrarte.Hace muchas distancias ya lejanas, cuando sólo las risas me rodeaban y los campos corrían a mi encuentro.Cuando ni tú ni yo nos parecíamos a la mujer y el hombre verdaderos porque acaso, los dos éramos follaje.
Encontrarte en silencio sin que tú percibieras mi presencia, convertida en las horas
Del verdadero nombre
que atraviesan tus días y en las lánguidas rondas de tus sueños.Hubiera querido darte un nombre que se remontara como un álamo hasta el cielo vacío!Que tuviera la forma de una nube y la fuerza del viento, que llenara las noches de estrellas y las manos de flores.
¡Dónde estará ese nombre que yo quise ponerte!Acaso entre los juncos de otra orilla en las alas del ave o en el tiempo…..
Hubiera querido entonces encontrarte!Yo te habría llamado desde un río de músicas con ese nombre inmenso para perdernos en el paisaje verde y profundísimo de las tardes sin horas.
Adiós puentes, playas preferidas y flores hechas con hojas silvestres, adiós, adolescencia cristalina.Voy a quedarme sola en el espacio con un nombre que tiene la forma de la vida.
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