a julio caro baroja
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A Julio Caro Baroja Como testimonio de admiración y agradecimiento
INDICE
Introducción: _Un pueblo de la sierra_ reeditado. Honorio M. VeJuco ti
Prólogo, E. E. Evans-Pritchard ........... ...... ... ...... .............................. ,.. 21
Prefacio a la primera edición ( 1954) ..... _ .................. _........... ................ 24
Prd"acto a la segunda edición (1971).................................................... 27
1. II.
m. IV. V.
VI. VII.
VIII. IX. X.
XI. XII .
XUl. XIV.
El pueblo: 1. los limites de la comunidad ..........................•.. El pueb!~: 2. ~ comunidad r el mundo ........•......... ............. Ocupaclon y nqueu: 1. Agncuhura ..................................... .
~fua;~:ld~~~~~~.~:.~~~.~~~~~~.:. .. ~:~~~~~::::::::::::::::::::::: Los snos: 1. El noviazgo. Los vaJores del bombre .....•......... Los sexos: 2. El matrimonio y la familia .. ............................. . Los uxos: 3. Los valores de la mujer .................................. .. Estructun política ................................................................. . Amistad y autoridad ............................................................ .. Ley y moralidad: 1. Los apodos y el CJUO ............................ ..
Ley y monJidad : 2. Bandoleros y gitanos ............... .. .......... .. Ley Y moralidad: 3. Lo sobrenatural .................................... . COnclusi6n ...... ..................................................................... ..
39 50 68 80 95 IIJ 125 t38 148 161 180 1% 206 218
Apéndice: el presente y el pasado .............................................. ......... 226
Epílogo (1988)................. .............. ...................................................... 238
Indice analítico............... ................... .......................... .......... .............. 257
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Introducción
.UN PUEBLO DE LA SIERRA., REEDITADO
El lector advenid inmediatamente que este libro tiene más introducciones de las acostumbradas, algo que suele caracterizar ~ las reediciones de los clásicos. Tal vez sea desmesurado hablar de clásicos en la antropología española. cuando aún no ha pasado medio siglo desde los primeros trabajos propiamente tales. pero este libro. Un pueblo de la sierra, al menos puede ser constderado como la primera monografía de antropología social sobre una comunidad española. Es también una de las primeras en lo que luego se Uamó la antropología del Mediterráneo I Y. además. una de las primeras monografías an-
I En 1949. Evans-Pritclmd había publicado su 71H .5.uuui of CyrnWc., Odord. Clarendon tres .. También en 1949 apam:e la obra de 1. T. SanderS. B,JktUI Vm.~" l.exington. Kenwcky University Prtss. P. Stirling estaba realizando su invellti~aa6n de campo en esas feclw. La publicó, sin embargo más tarde, en I96S, A T"rltísh Vil"'gl , Londres. Weidenfeld &: Nicholson. Otras publicaciones de la época:). CJid. SocUJ Snwa"".,,¿ C,JuwJ CJMngtin .. Ll btUllu Vi1iItgl, Nueva York, t9SS, Wenner Gren¡ H . Ammar, GTOUIing"p i1I .. lgy,u- Viil..gt, Londres, Routledge &t Kegan Paul, etc. En Améric.a los estudios sobre comwUdades campesinas fueron iniciados por R. Redfidd. en 1930: T~ztlJ", A MlXic.tut VilLagl" A Study o[ FoUt Lije, Chicago University Pre5s. H.1y cierta coincidencia en el modo de tirular todas esw monografías. Sin embargo. el ~ndo libro de SlInden sobre Greci.1. publicado en 1960, lleva por título R .. i1Ibow i1I lh, Roc"" Tht Peop/t o{ R,mu Cruce, Cambridge, Harvard University Press. La revisión que hiz.o]' Onu de la antropología del Medite-
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12 HODorio M. Veluco Maillo
tropológicas sobre poblaciones europns 2. La investigación de cam ~
po tuvo lugar entre 1949 y 1952. Se publicó por primera va en t9S<J " tiempo de postguerra en España aún, pero también tiempo de postguerra en Europa y América.
En España, La guerra civil interrumpió el desarrollo de incipientes centros de investigación. Algunos ~ exiliaron. otros retOmaron tras la guerra, con dificultades. investigaciones emprendidas. Los que quedaron se mantuvieron fieles a las corrientes difusionisw (amparadas por Ortega y todavía tenidas como novedosas antes de la guerra). Etnógrafos. folkloristas y lexicógrafos habían fundado en 19-44 la RevistA de Dialectologúz y Tradiciones Pop"lAres. La Asociación de Etnología y Folklore logn reconocimiento fonnaJ precisamente en t 952. Mantuvieron como área exclusiva de trabajo el territorio nacional. Mientras tanto, en Inglaterra y Esudos Unidos hahía cobrado auge el funcionalismo, iniciado en el periodo de entre guerras, y con él un nuevo modo metodológico, el trabajo de campo. La antropología social británica y la antropología cultunl americana se forJaron entonces. Habían adoptado como objno preferente de estudio las .sociedades primitivas •. (La etnología y el folklore que se hacían en muchas naciones europeas, bajo Jos viejos paradigmas evolucionistas y difusionistaS y limitadas como área de interés a sus propios territorios. quedaron irremediablemente distanciadas de eUas.) Los
1TÍne<:l, en donde puede halluse abundante bibJiognfia, también lJn-a por tirulo Propk o[ me MeJutTT"ne.n: An Esuy in Comp.r.,;w A~ , Londres. 19n, lienley. (Traducción c;andlana: An~ de t..s wcil!J.Jis me4ill!TTw~ , &rulona. 1983, Ed. Anagrama, pero sin bihlioinfía.)
1 Se reoon«e la obn <k C. M. Armsberg y S. T. Kimball, F-uJy.,.d Commlllnay in/rel.utd como la pionera. Fue reeditada en 1968 por Harvard Univenity Pre$$.
Aunque publicada más tarde la de C. G. Chapman es umlKm de los años lleinta, MJoo.: A Stilúm Vi/J.gt, Cambrid~ 1971, Schenkman. Los primeros tnbajos de]. A. Bames;¡parecen en 19S-4,.CJass and rornmitees in a Norwepan islaod pUish~, en HIIImocn Relthons, 7, pp. J9· S8. Durante los añ<H cincuenu te pubJiea.o las obns de E. C. Banfjdd, TIJe Mo,..J Buis o[ " B.cJt..yd Society, Nueva York, 19S8, Free Press; R. Frankenber¡, Villagt on tht 8onkr: A Soa.J St...Jy 01 Religion, PoIiJia lUld Foorb4Il;"'. Nonh W.Jt-s Comm-mt" Londres, 1957, Cobeo at Wm, y D. Lemer, Tbe PMW.g of Tr~ SoMty, Nueva York, Free Prc:ss. En España sipÍft'On a cUn pueblo de la sierra~ las monografías de M. Kenny, JI S,..msb T"fdh1: T_ tUtd CoIIIttry in c.stik, Londres, 1960, Coben I!c West; C. Lison, Bebrionu de los c.b • . lkroJ: A Sociolof{iaJ St,.Jy 0[" Sp.ni.sh T ourn. Odord,. 1966, CIarmdon Pn:n; S. Tu Freeman, Ntigh1xm.- TIJe Soci.J Cotttr4Ct i1'I (l CutiJj.,. H-Jtt. Chicago, 1970, Chi· c;¡go Univen.iry Prl!$$; W. A. Doudus, lk<lth in Mrnilag • . Soa.J SiJ!Ufie-.« o{ FIII ' nerJ Rír...L in. Sp.utuh &sqw \Tm.gt, Seank, 1970, WashingtOn Unlversil)' hess., (tenera.
1 Tht Ptop/e of tht Sit",.", Londres, Weidenfeld and Nicbolson.. La setunda edi· ción aparece en 1971, Chic:ago, ChicaV' Universily Press. Se hizo un,¡ rná'ucci6n es· pañola, pero <k la primera edición, baJO el título -los hombres de la sierno. Ed. Gri· )ilIbo, Barcelona en 1971. El libro se ha Inducido umbien ilI italiano y ilI japonn.
Introducción 13
discípulos de Malinowski tr2bajaron especialmente en Africa y algunos en Asia y Oceanía. Los de Boas y Kroeber, entre los «mdios_ de Norteamérica y en las comunidades de campesinos indígenas de la América Central y del Sur, algunos también en Oceanía. Unos y otros. tras largas estancias entre los pueblos estudiados, publicaron monografías en las que se exponía su vida social, su cultura, traundo de mostrarla como un todo estructurado. A fmes de Jos años cuarenta, RedfieJd en Chicago y. sobre todo, Evans-Pritchard en Qxford reformularon el funcionalismo liberándole de simplicidades 4 y alentaron a alumnos suyos a dirigj.-se a nuevas zonas de estudio. Europa y el Mediterráneo comienzan a aparecer como tierra de conquista antropológica.
¿Cómo y por qué se convierte Europa y el Mediterrineo en ·área de interés para una ciencia social hasta entonces e:r.clusiV2Zllente dedicada a descubrir, describir y tratar de entender la diferencia cultural (los {)ueblos «primitivos_} en zonas colonizadas por Occidente? Hay vanas respuestas s, pero en todo caso estudios como Un puebla de la sierra red.imensionaron el objeto de una ciencia social, sospechosamente reducido a «sociedades primitivas o salvajes_, pero realizado por investigadores que perteneceD a una sociedad avanzada. La antropología debería tomar como objeto de estudio a toda sociedad humana, o no seria tal. Cuando, algunos años después. se planteó lo que en la antropología social y cultur.U se llamó «una crisis de objeto. (porque se creía haber agotado ya el estudio de «sociedades primitivas_), estudios como éste revelaron que tal crisis era en realidad fals •.
Estudios como éste, además de animar a distintos investigadores norteamericanos e indeses a dirigirse a Europa para hacer sus trabajos de campo. contri6uyeron al desarrollo de la antropología en una forma en principio no prevista por aqueUos que pensaban que el objeto de estudio eran «sociedades primitivas., pues alentaron a antropólogos «nativos_ a hacer investigaciones sobre comunidades en su propio país. Las consecuencias de ello se están empezando a vislumbrar ahora. Importa conocer quién hace la ciencia social y a quién destina sus conoctmientos. Las respuestas a tales preguntas ayudan a entender en pane cómo se construyen las ciencias sociales .
• De Eva¡u-Pritchard mas que hablar de rd"onnulacióo dd funeionalismo podria hablarse de reacción frente a él, como se mueslu en la obra sobre los Sanussi'l m " Mue« L«ture de 19SO. En $U Histon.lkl ~J4.miel'lto AIIrropoliJgico (M;r,dri • 1987, Ed. Cátedra) se encontrarin algurw de SU$ OpiniODH sobre la obra de Malinowski y Itadcliffe·Browo.
s Véase J. Oaris (o. (.) y J. W. Cole. .. Anthropology comes part-way borne: commUDity srudies in Europe ~, en Ann. Rro. Al'Itbn'pol., 1977,6. pp. }49·379.
" Honorio M. Velasco Maillo
El lector encontrará más adelante aspectoS de la biografía de lu ~
lian Pin-Rivers expuestos por" E. E. Evans-Pritchard. su maestro. Se destaCa en ellos la vinculación de su familia y la de él mismo a Oxford. Hay Otros aspectos más estrictamente relacionados con este libro que aporta el propio autor en la introducción y en el epílogo. y con ayuda de Julio Caro Baroja 6 se pueden recordar Otros. En 1949 vino también a España George M. Foster. Había pasado ya una larga temponda en Tuntzuntzan entre 19+4 y 1946. Pero, discípulo de Kroeber. no estaba en España pan. repetir el mismo tipo de investigación sino para rastrear rasgos cultun.les transplantados a América. Julio Caro era, a la sazón. director del Museo del pueblo español y ambos emprendieron un viaje por Andalucía. Foster sabía de la presencia de Julian Pitt-Rivers en Grazalema, pues se habían ronocido en SeviUa el año antuior. y allí se presentaron. Caro Baroja y Pitt-Rivers han mantenido desde entonces una amistad que aún continúa. Precisamente este libro está dedicado a julio Caro y éste ha escrito que -eso supuso r supone una de las mayores recom~nsas en mi VIda profesional •. Tal encuentro no es que fuera decISivo para la realización del estudio, pero es significativo como encuentro en el campo, de los dos modos metodológicos de hacer antropología en la época. Uno, un viaje con la intención de acopiar extensivamente datos en distintas localidades de un área. otro, una estancia prolongada en una pequeña comunidad con la intención de conocerla y describirla intensivamente. ~I relato de viaje de julio Caro puede deducirse que Andalucía tenía aún para viajeros europeos una cierta imagen romántica. Pitt-Rivers se deshizo pronto de ella y el libro en ocasiones debe leerse teniendo en cuenta que lectores ingleses de entonces imaginaban Andalucía así. Y que además Andalucía era parte de la España de Franco.
Pero habría que señalar que, para un anuopólogo, una investigación de campo es algo nuclear en su biognfía. Lo que es cieno de otros muchos científicos, lo es más para un antropólogo, que no simplemente pasa un tiempo de su vida dedicado al estudio de un pueblo, sino que tal estudio le implica hasta el punto en que, para poder llevarlo a cabo, ha de integrarse en ese pueblo, en esa comunidad, como uno más. Lo que le obliga a apren~er de nuevo cómo comportarse, cómo vivir. Quien conoce a juli:dl Pitt-Rivers sabe que tiene una especial capacidad para convivir con la gente, pan. comprender su fonna de vida. Las gentes entre las que estudian los antropólogos siempre dejan en ellos algunas huellas. Una de eUas, muy elemental
~ Julio Caro Baraja. LoJ &.roj., Madrid, 1972 Y I98S, Tauros, pp. 421 , 422, 427, 4341 471-488.
l uro Raroja, o. e., p. 434.
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