44 - revista de la universidad de méxico · 2014-02-22 · de los errores graciela de garay,la...

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La contagiosa percepción de Tomás re­vuelve la normalidad en todas las esferasde la vida del pueblo . Este pueblo, tanimagina tivo en cuanto a sus estructurassociales de organ ización auto-gestionada,no ha sabido renovar el amor. Las relacio­nes de amor parecen adecuarse y fundirsecon el ted io de lo establecido . La madre deMarisa , la comp añera de Tomás, llega aconfesar a su hija esta desolante y tan realobservación en cuanto a su propia pareja:"Nuestra solidaridad nacía de nuestra so­ledad". La pareja-refugio, núcleo prisio­nero de la falta de comprensión mutua, serepite entre las nuevas generaciones, pro­ducto del cambio estructural. Su prácticaamorosa es casi totalmente discursiva.

El amor no puede desposeerse de la re­lación de fuerza que implica la destruccióndel otro para la afirmación de uno mismo .El cambio se realiza a través del dolor y dela destrucci ón, de la desunificación que li­bera la creati vidad de las individualida­des.

María Lu isa Puga plantea implícita­mente la relación dialéctica entre cambio

.estructural y superestructural. La socie­dad cambia de nombre, de definición, deestructuras, de org anización, de historia,pero ¿qué pa sa con las relaciones huma­nas?, ¿qué pa sa cuando se trata de llenarun marco social incluso cuando éste secrea idealmente para facilitar un óptimodesarrollo de lo humano? La historia re­gistra los cambios de caparazones soci alespero también debe existir otra historia-quizá sea la que preo cupa a Tomás­que invente nuevas categorías de análisissusceptibles de abarcar la cotidianeidad, ­la vida misma, la que se palpa y transfor­ma en profundidad las relaciones entre losseres humanos.

María Lui sa Puga llega a ofrecernos unreflejo aproximado de nuestra sorpren­dente capacidad por explorar nuevas orga­nizaciones sociales por inventar sus másdetallados y refinados módulos, pero tam­bién de nuestra incapacidad de pensar lavida desde otro ángulo, desde otra profun­didad , diría yo, cuyos motores sean el odioo el amor.

Iidentidad. Investigación, vivisección siem­pre y en raza propia, buceo en el charcoabismal de la condición mesti za, tal ycomo lo conocemos, es decir sometida a lapresión innumerable, únic a pero ubicua,de la colonización, el desprecio, la ver­güenza y otras formas no menos cerebralesdel "pensamiento" . La obra tiende unpuente directo entre México y Kenya.Puente que es también telescopio, diferidoespejo de aumento con que el confuso me­xicano podría entender mejor -romper­la rutilante maraña que lo promete intelec­tual y moderno, a la indudable altura deun progreso que degrada todo lo que no sele parezca, aseado, decente, geométrico,puntual. Algo más que una lectura -parael lector: un doloroso escribir con losojos- Las posibilidades del odio es una he­rida, una desnaturalización -atropelladay vívida y poderosamente concentrada ylúcida- de todas aquellas coartadas, con­formidades, convicciones e inadvertenciasde que está tejida la somnolencia escolari­zada del olvidadizo mestizo. Cuentan Lasposibilidades del odio varias historias. To­das, una. 0, si se quiere, esa historia en laque se van imbricando otras que , natural­mente y como sin querer, contienen -co­mo se contiene un grito- la misma indeci­ble historia, el mismo todo lo que se digaserá poco. Los personajes son los invaria­bles de siempre: las máscaras blancas con­tr a las pieles negras, las epidermis blan­queadas por el respeto , la escuela y el cali­ginoso y lóbrego amáos los unos a losotros.

Lo que asombra en la obra de MaríaLuisa Puga son, precisamente, las posibili­dades literarias del odio, prístino manan­tial de la emancipación: es la exuberanciaconcisa, la severidad parlanchina de suspersonajes, la soberanía indiscutible conla que se cambia y nos cambia la piel, pe­ro , sobre todo, es el poder plástico y reali­zador de sus ideas e intenciones. No habla

Marí a Luisa Puga del odio: aunque propi­cie - y cuánto- el nuestro, da futuro yproyecto a ese odio que, semilla, tánto ytan bien sabe sembrar. Futuro y proyectonuestros, ab iertos, compartibles , porquela obra dista de clausuramos panfletaria­mente el conocimiento. Al contra rio: vamidiendo y contraponiend o al hombrecon la idea , al esp acio colonizado j coloni­zable con el tiempo institucio na l que nosllena y sacude hasta disociar ser y esta r . EnLas posibilidades del odio cad a idea es másbien un cuerpo alerta, empecinado, unmiembro de aquella infinita síntesi s conec­tiva que "si la revolución... "

LA ARQUITECTURADE LOS ERRORES

Graciela de Gar ay , La obradeCarlosObregónSantaci­lia.I.N.B.A ., Méxi co, 1979, 120pp.

POR XAVIER GUZMÁN URBIOLA

El estudio de Graciela de G aray La obrade Carlos Obregón Santacilia, de recienteaparición, es un libro mu y llamativo parael interesado en la arquitectura con tempo­ránea mexicana, pues la historia - ya seamonográfica centrada en alg ún autor, elestudio de alguna corrient e o cualquierotro enfoque- es un terreno tristementedescuidado hoy .

y digo llamativo porque un estu dio so­bre la obra de Obregón Santacilia es un ex­celente pretexto que puede servir com o in­troducción al estudio de la arqu itecturamexicana del siglo XX , pues en la obra deeste arquitecto, tal vez más que en ningunaotra, podemos ver la evolución que lamarcó: desde la arquitectura ecléctica defin de siglo (remodelación de la Secretarí ade Relaciones Exteriores, tr ab ajo del queObregón Santacilia decía qu e " todavía enaquellos tiempos se discutía el número deLuis que debería de ser el edi ficio") hasta

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LAS POSIBILIDADESDEPUGA

María Luisa Puga, Las posibilidadesdel odio. México,1978, Siglo XXI.

POR ADOLFO CASTAÑÓN

Las posibilidades del odio de María LuisaPUga es, como tantos textos, un testimo­nio, aunque también sea un signo o unamáquina , catapulta repentina capaz dearroja r al nacional con la X en la frente aesa guerr a civil psicológica cuyo olvido ososlayamiento constituye, para decirlo conelegancia académica, la historia de nuestra

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la arquitectura moderna e internaciona l(proyecto para la Huasteca Petroleum elIMSS de Reforma e infin id ad de trabajosque rea!izó hasta 1960) pas ando antes porla a rq ulte.ctura ,nacionalista colonial (es­c~ela Benito Juarez,que fue su tesis profe­sional ), y por la ornamentación deco (Sa­lubridad en Lieja y Reforma , Monumentoa la Re volución, etc.).Co~ lo anterio r lo que se intenta lograr

también, es most rar las inq uietudesesté ti­cas de un gru po socia l en el poder, asíc? mo los re trocesos, avances y contradic­cienes de la economía y gobierno mexica­110 de entr e guerras, que en un momentopr etende.rá una imagen populista; y éstopor medi o de los d~stintos proyectos y gé­ner.o.s de cons trucc iones de Obregón San­tac ilia , La arquitectura y la ornamenta­ció n entendidas como fenómenos exterio­rizadores q ue por tanto sonveh ículo de sig­nificado .

A hora bien, el libro , si bien mantiene unstandard a lo la rgo de sus páginas con unab.uen ~ narración, descripciones, inferen­eras, In~erpretaci o nes , datos, etc., no porello deja mos de encontrar infinidad deaciertos y ,e~rores ais lados que resaltan; ypara demento del libro algunos erroresson garrafales . Dejando aparte minuciaseruditas -co mo, si Correos es "de est iloVenec iano" o Pla teresco español según lac?ncepción del propio Boar i- qui ero de­cir pnrnero que en los capítulos referentesal Nacionalismo, Reg ionalismo modernoy al Art Deco (III y IV) se nota en la auto­ra una gran confusión ent re lo que podría­mo s di stinguir po r estas tres maneras or­namentales . In finidad de ed ificios de la é­poca (192~- 1940) de incontables ingenie­ros y arq uitectos poseen est a a m biva lenciadeco y nacio nalis ta. No sé si exista un na­c!onal!smo muy deco o un deco muy na­c~onah~ta, pero lo cierto es que el ar te me­xicano Infl uyó muc hís imo a los a rtis tas eu ­ropeos y norteamerica nos de entre las gue­rras que ya estaban predi spuestos a los ar­caísmos y a la exótica. As í que ambos estílosse am a lgaman y co nfun den . Además, ene~os_ años ni arquitecto s, ingenieros odise ñado res pensaban en hacer un edificioen determinado estilo , sino entonces erangustos; los no m bres y la clasificación no­sotros la he mos inve nta do y por lo tanto anosotros toda dist inguirlo, entenderlo, se­para r lo , etc., para ordenar y completar una'hi s.to ria de los estilos' que continuamosnecios en hacer. Así, no me parece unerror de G raciela de Garay mencionar aSalubridad como un ejemplo nacionalistay a. I.a vez deco, pero entonces ¿por quéom itir den tro del dec o el edificio de Revo­lució n y Martí de Juan Segura ya que lomencionó?; lo que sí me parece muy equi­vocado y co nfuso en la au tora es el asimilarlas casa s de T lacopa c que Santacili a seconst ~uyó, la cas a de Gral. Calles , la deG o.n.zal ez Robles, la de Lui s Obregón San ­tacilia , etc., qu e son mu y ca mpi ranas yqu e la a uto ra llam ada " regio nalistas mo­dern as", a ejemplos como Salubridadqu eri endo marcar una continuidad entr~

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ambos por su ca rácte r nac ionaf úni cam en­te, cu ando que bast a ver las fo tografíaspara quedar convencidos de que no tienennada que. ver.

Segundo: si alguien lee el ca pítulo sobreel Art Deco (IV) y antes ha leído el fo lletodel Insti~uto Me xicano Norteamericanode RelaclOne~ ~,ulturales , que se imprimiópara la exposicion que Felipe G arc ía Bera­za promovió en 1977, verá que G ra ciela deGaray se ha limitado a repetir condensa­damente lo que dicen los autores de los a r­tículos del folleto. ¿Y por qué cita Gracielade Garay los art ículos por separado? Casi~I fin al de este capítulo dice la autora:9uede en.tonces dicho, que el Art Decó

(SIC) CO?stltuyó el primer paso hacia la _modernidad .y hacia el intern acio na lismosostenido.por los ar'!uitectos mex icanos y,en especial , Obregon Santacilia , contrauna rígida tradición Colonia l." (el sub­rrayado es mío) ; la primera afirmac ión meparece una verdad a med ias, respecto a laseg unda n? sé cómo entender la, pero si la~utora quiere decir que Obregón Santaci­ha es el principal a rquitecto del deco o suafirmación tan ambigua de que fue el pilarsostenedor de esta posición frente a un a rí­gid a tradición colonia l o que su obra es lamejor o la má s representativa del deco enMéxico, no es~oy. ?e acuerdo pues me pa­rece una ~p~~claclOn apresurada y parcial.y esta OpInlOn, no es ~o l~ mía, pues hay yaun co~senso y este se inclina a considera r eltraba~o del maestro Ju an Segura comola mejor muestra del deco en México. Perome d~ mied~ señalar campeones. .. ¿YFrancisco Jose Serrano, y Gómez Echeve­rría, y Francisco de la Lama, y R. Gómez,y Barragán, etc?

Tercero: transcribo un párrafo en que laautora nos presenta el panorama nacionalen la segunda mitad de los veintes : "En1927, la situación se ha hecho más ten sa yel gobierno invierte 33 centavos de cada

peso en. su ejé.rci to . Los burócratas se pa­s~n va nas quincen as sin cobrar y la acti­vidad comercial dism inuye en todo el país.La lucha de clases se torna incont rolable y lavio lencia aparece cada vez con m ás fre­cuenc ia par a reso lverlos conflictos la bo ­rales " (el sub rayado es mío). No sé q uéen tiende Graciela de G aray por el térmi no" lucha de clases" en este párrafo q ue re­sulta amarillista y bast an te obsc uro . ¿Có­mo pu ede la lucha de clases torn a rse in­contro la ble?, ¿cu ando la violencia aparececada vez .con más frecuencia para so lucio­nar co nflictos laborales es po r que la luchade clases se tornó incon trola ble? La luch ade clases es todo pr oceso, dia rio , aú n el co ­rner, medi ante el cual el trab ajad or 'l ucha 'por que le paguen la plusvalí a y en estam~dida h,ace red~ci r la ga na ncia de su pa­tron , y solo en ciertas circuns tanc ias estadiari a luch a que es la vid a se torna vio len­ta para conseguir ese mism o fin. Así que,hasta cua ndo un tr ab ajad or se hace tont oen el .~año para no regresar a trab aj ar es,tambi én, lucha de clases. ¿Se puede pen sa ren un a lucha de clases inco ntrola ble? o¿dónde ha visto Graciela de Garay ~nacontrolad a?

.Ya bie~ aparte de lo anterior y pa ra te r­min ar quiero dec ir que q uizá el m ás im­portante méri to de este tr ab ajo sea el ha­?er logra?? conde nsa r, uni fica r una gra ninformaci ón y br indar una imagen sobrela obra del Arq .Obregón Sa ntacil ia , tr ab a-

- jo qu e no existía . Y esto qu e se dice tan rápi­do ,no. es ta rea fácil. ¿Cuan to tie mpo pa­sa ra Sin que ten gamos un estudio simi larso bre Segura , Serr an o, Gómez Ec heve­rr ía, Barr agán o Arnal y tan tos otros q uese ~e eS,ca pa n ahora? y más aún: ¿se har ánalgun ~ I~? .. Pero, este fresco de O bregónSantacilia creo que q uedó también opaca­do, pues si se intentó recons truir esta" imagen" ¿por qu é no haber hecho el tra­bajo más vivo, más anecd ótic o? y prueb ade ello es qu e no se hace en todo el trabajorungun a re fe ren cia al enfrentamientoPani-Santacili a que tiene importan tís imasimplicaciones.

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