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    SOCiEDAD Y nATUrALEZA En AMriCA LATinA: inCiDEnCiA DE LAS iDEOLOGAS1

    IntroduCCIn

    Ciertas prevenciones estn siempre presentes cuando se tratan los problemas del medio ambiente en Amrica Latina. Marshall Wol-fe2 hace referencia a ellas sealando el nfasis que a menudo se pone en diferenciar la forma como stas se presentan en Amrica Latina respecto a los pases industrializados. Apunta adems que a menudo asiste la sospecha de que relevar el tema es una forma de desviar la atencin de otros problemas ms acuciantes, y que incluso quizs sea un artilugio para evitar el desarrollo del Tercer Mundo. Como parte de las precauciones, aparece tambin el es-fuerzo por re-definir el concepto de medio ambiente, hacindolo ms til para una reafirmacin de las argumentaciones en pro de mejores condiciones de intercambio y asistencia para la regin.

    respecto a la aceptacin del tema, seala que sta sera ms factible en pases de Amrica Latina que tienen procesos de r-

    1 Documento de trabajo, Programa flaCso-Santiago de Chile, n 168, diciembre de 1982. Este trabajo fue escrito a solicitud del Centro internacional de Forma-cin en Ciencias Ambientales para Pases de Habla Espaola (CIfCa).

    2 Marshall Wolfe, Perspectivas del medio ambiente en la palestra poltica, en O. Sunkel y n. Gligo (comp.), Estilos de desarrollo y medio ambiente en la Amrica Latina, Mxico, fCE, 1980.

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    pida urbanizacin e industrializacin, como Mxico, Brasil y Ve-nezuela. Ah los problemas ambientales se intensifican y tienen efectos directos sobre la poblacin. Se requiere adems que sta sea capaz de hacer que sus intereses se consideren.

    Siendo estos hechos reales, la ideologa dominante, referida al modo como se considera la naturaleza y, muy especialmente, al tipo de relacin que se establece entre la sociedad y la naturaleza, influye decididamente sobre la importancia mayor o menor o incluso el desdn con que se puede enfrentar el tema.

    An asumido el problema, las ideologas determinan el modo como se enfrenta, qu es prioritario y qu no lo es, cules son las opciones y alternativas frente a l. El propsito de este ensayo es poner de relieve, aunque todava de manera muy insuficien-te, la forma ideolgica como es pensada la relacin sociedad-naturaleza.

    El proyecto Estilos de Desarrollo y Medio Ambiente en Am-rica Latina, y el seminario del mismo nombre realizado en no-viembre de 1979 en Santiago de Chile, auspiciados por la Comi-sin Econmica para Amrica Latina (CEpal) y el Programa de las naciones Unidas para el Medio Ambiente (pnuma), cuyos trabajos fueron publicados en una seleccin de Osvaldo Sunkel y nicolo Gligo,3 constituyen el mayor y ms logrado esfuerzo para abordar en sus ms distintas facetas el tema en la regin.

    Todos los trabajos all contenidos han influido en este ensayo, y muy especialmente la introduccin de Osvaldo Sunkel y las notas sobre la historia ecolgica de la Amrica Latina de ni-colo Gligo y Jorge Morello.

    Se ha acentuado aqu una visin histrica, porque nos asiste el convencimiento de que es imprescindible para la comprensin de la ideologa respecto a la relacin sociedad-naturaleza. Los pro-blemas referidos al trabajo, la manera como ste es valorado y se constituye en una relacin social, es tema privilegiado en nues-tro enfoque. El trabajo constituye, en la perspectiva adoptada,

    3 Osvaldo Sunkel y nicolo Gligo (comps.), Estilos de desarrollo y medio ambiente en la Amrica Latina, Mxico, fCE, 1980.

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    uno de los modos ms expresivos en que la relacin sociedad-naturaleza tiene lugar. Tambin se ha intentado mostrar las for-mas especficas de constituirse de los sistemas rurales y urbanos y el tipo de relacin campo-ciudad que de ah surgen. Muchas otras indicaciones aparecen en el texto, pero en todos los casos ha predominado ms el afn de insinuar que el de un tratamiento riguroso de los temas.

    Es necesario advertir que se han limitado las consideraciones a lo que se puede llamar Amrica hispana, excluyndose a Brasil y otros pases de la regin, con el fin de evitar generalizaciones histricas demasiado apresuradas.

    Por ltimo, la deuda con la bibliografa utilizada es mucho mayor que lo que la pobreza de las referencias de pie de pgina da cuenta.4 Y claro est que la bibliografa dista mucho de ser completa.

    la ConquIsta: prImEras aCtItudEs E IdEologas

    La formacin de la ideologa referida a las relaciones entre na-turaleza y sociedad surge en un momento tan lejano como es el proceso de conquista del nuevo Mundo. Gran parte de los historiadores insiste en el carcter de saqueo que la Conquista tiene. Puede haber algo de exagerado en tal acepcin, no obstante describe, aunque en parte, algo de la realidad.

    Las guerras europeas, las campaas de Flandes o de italia, ejercieron influencia en la mentalidad de los conquistadores. Muchos de ellos aspiraron a un rpido enriquecimiento, lo cual los llevaba a explotar muchas veces sin tasa ni medida a la poblacin indgena, como tambin la riqueza de las nuevas tie-rras conquistadas.

    El carcter de campaa rpida, victoriosa y enriquecedora se afirmaba en el propsito de regresar a la civilizacin para po-der disfrutar ah del fruto de los trabajos y esfuerzos realizados.

    4 Las notas slo indican la bibliografa. Hay mucho de ellas incorporado al texto sin que se seale de forma pertinente su utilizacin.

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    Es comn que no exista, por lo menos en la intencin, la idea de afincamiento, lo que dio origen a una especial relacin con la naturaleza: es necesario llenarse e irse, lo que implica que no se es de ah, que slo se est de paso.

    En la Amrica hispana el conquistador adquiere ciertos rasgos que transmitir: una avidez por la ganancia rpida, cierto senti-do de transitoriedad y, por ende, una tendencia a la imprevisin.

    Al principio, para la mayora, Amrica es slo el lugar que permitir dar el salto para regresar triunfante al Viejo Continente. Ese objetivo hacerse rico y regresar, que permanece hasta nuestros das en la frase hacerse la Amrica, obliga a forzar el trabajo de los indgenas, a obtener lo mximo posible de la mina o de la tierra, sin detenerse a pensar demasiado si la veta o la tie-rra se agotarn en un futuro prximo.

    Las leyendas de riquezas fabulosas, los soados El Dora-do, donde el oro siempre est ms al norte o ms al sur, son acicate, pero tambin expresin de esa mentalidad. Por lo dems, acta entre los conquistadores el deseo de ser siempre el primero o uno de los primeros; esto es patente en Hernn Cor-ts, en Pedro de Valdivia, Diego de Almagro y tantos otros. Tal afn suscitaba siempre nuevas vocaciones de conquista. nadie se estimaba plenamente satisfecho si no se contaba entre los prin-cipales beneficiados.

    El apoderarse de la riqueza de las indias estaba legitimado, se le consideraba justa compensacin del esfuerzo evangelizador de los espaoles.

    Una leyenda que figura en el Annimo de Yucay, de 1571,5 pone de relieve varias de las legitimaciones ideolgicas de este apoderamiento de riquezas:

    Un padre que tena dos hijas, la una [los espaoles] muy blanca, llena de gracia y donaires no tena necesidad de gran dote, ya que

    5 Carlos Sempat Assadourian, La produccin de la mercanca dinero en la for-macin del mercado interno colonial, en E. Flores Cano (comp.), Ensayos sobre el desarrollo econmico de Mxico y Amrica Latina, 1500-1975, Mxico, fCE, 1979.

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    poco fue menester para que los apstoles y varones apostlicos desposaran estas almas con Jesuchristo por la fe del bautismo. En cambio la otra [los indios], debido a la misma calidad de criatura de Dios, para la bien aventurana capaces deste matrimonio con Jesuchristo, ms eran feos, rsticos, tontos, inviles, lagaosos y era menestar gran dote. Y as [Dios] les dio hasta las montaas de oro y plata, tierras frtiles y deleitosas, porque a este olor ubiese gente que por Dios quisiesen ir a esta predicacin evanglica y les bauti-sasen y quedasen estas almas esposas de Jesuchristo.

    La riqueza era una recompensa puesta por Dios para motivar un ms alto designio: la evangelizacin. Adems, los naturales es-taban cargados de defectos, lo que, como se ver con frecuencia, haca justificable el despojo.

    Pero la conquista pronto empez a implicar necesidad de asentamiento. no obstante, esto ltimo siempre estuvo en tensin con el afn de bsqueda de oro. Por ejemplo, en la expedicin que Pnfilo de narvez hizo en 1542 a la Florida, una de las causas de conflicto entre los expedicionarios era si convendra penetrar en el interior del pas en busca de oro o si sera mejor colonizar la regin costera practicando la agricultura.6

    A pesar de todo, la doctrina oficial era la constitucin de co-lonias de poblamiento. Con esto se intentaba corregir la continua huida de los conquistadores tierra adentro, lo que implicaba una dispersin que pona en peligro la seguridad de los centros prin-cipales de la Conquista. Los riesgos de la Conquista como saqueo son percibidos por algunos, y fray Bartolom de Las Casas es el ms expresivo de ellos. En su Brevsima relacin de la destruccin de las Indias, expresa, por una parte, la conciencia de los proble-mas que se estn constituyendo y, por otra, describe sin retaceos la situacin. La relacin entre el afn de lucro y el exterminio de los indgenas se hace patente:

    6 Jacques Lafaye, Los conquistadores, Mxico, Siglo XXi, 1970.

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    La causa porque han muerto y destruido tanto y tales y tan infinito nmero de nimas los cristianos, ha sido solamente por tener por su fin ltimo el oro y henchirse de riquezas en muy breves das y subir a estados muy altos y sin proporcin de sus personas (con-viene a saber).7

    El afn de lucro y la consiguiente destruccin se acentuaban por la docilidad de los indgenas y la riqueza de la tierra.

    Por la insaciable codicia y ambicin que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan feli-ces y tan ricas, y las gentes tan humildes, tan pacientes y tan fciles el sujetarlas a las cuales no han tenido ms respeto ni de ellas han hecho ms cuenta ni estima (hablo con verdad por lo que s y he visto todo el dicho tiempo), no digo que de bestias (porque plugiera a Dios que como a bestias los hubieran tratado y estimado) pero como a menos que estiercol de las plazas.8

    La relacin que la sociedad y la economa indgena prehispni-ca haban establecido con la naturaleza, fue alterada por los espa-oles. Aunque en un principio stos vivieran de la produccin de los indgenas, por la va de exigir ms, empezaron a transformar la relacin que se mantena. El propio Las Casas seala:

    [] comenzando los cristianos a tomar las mujeres e hijas de los indios para servirse y usar mal de ellas, y comerles sus comidas que de sus sudores y trabajos salan, no contentndose con lo que los indios les daban de su grado, conforme a la facultad que cada uno tena, que siempre es poca, porque no suelen tener ms de lo que ordinariamente han de menester y hacen con poco trabajo, y lo que basta para tres casas de a diez personas cada una, para un mes, come un cristiano y destruye en un da, y otras muchas fuerzas y

    7 Bartolom de Las Casas, Brevsima relacin de la destruccin de las Indias, San-tiago de Chile, nascimento, 1972.

    8 Ibid.

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    violencia y vejacin que les hacan, comenzaron a entender los in-dios que aquellos hombres no deban de haber venido del cielo.9

    Salvo en el caso de las civilizaciones indgenas ms desarro-lladas, como las del Per o Mxico, los indgenas, por lo general, tenan una economa de consumo reducido. El consumo de los espaoles era las ms de las veces excesivo para la economa in-dgena, y termin en muchas ocasiones destruyndola.

    Lo sealado y anatematizado por Las Casas obviamente no era compartido por los encomenderos. Con otros ojos se vea la conquista de las riquezas y de las tierras, como tambin la domi-nacin de las indgenas.

    Lpez de Gmara,10 quien narra la conquista de Mxico por Corts y hace referencia a la conquista americana en general, es quien expresa el punto de vista de los encomenderos. Las haza-as de los conquistadores y la evangelizacin llevada a cabo son los elementos de la legitimacin:

    Tanta tierra como llevo dicho, han descubierto, andado y converti-do nuestros espaoles en sesenta aos de conquista. nunca jams rey ni gente anduvo y domin tanto en tan breve tiempo como la nuestra, ni ha hecho ni merecido lo que ella, as en armas y nave-gacin, como en la predicacin del Santo Evangelio y conversin de idlatras, por lo cual son los espaoles dignsimos de alabanza en todas las partes del mundo. Bendito sea Dios, que les dio tal gracia y poder!

    Haber apartado a los indios del pecado era otra de las legiti-maciones; por lo dems, su condicin de pecadores no los haca merecedores de las riquezas que pudieran tener.

    9 Ibid.10 Francisco Lpez de Gmara, Historia general de las Indias, Barcelona, iberia,

    1965.

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    Buena loa y gloria es de nuestros reyes y hombres de Espaa, que hayan hecho a los indios tomar y tener un Dios, una fe y un bau-tismo, y haberles quitado la idolatra, los sacrificios de hombres, el comer carne humana, la sodoma y otros grandes y malos pecados, que nuestro buen Dios, mucho aborrece y castiga. Les han quitado tambin la muchedumbre de mujeres, vieja costumbre y deleite en aquellos hombres carnales.

    Junto con quitarles tan horrendos pecados introdujeron mejores usos y costumbres, lo que tambin legitima la apropia-cin de sus riquezas:

    Les han mostrado las letras [en otra parte, llevado por el entusias-mo, seala: les han enseado latn y ciencias], pues sin ellas los hombres son como animales, y el uso del hierro que tan necesario es al hombre, as mismo les han enseado muchas buenas costum-bres, artes y polica para pasar mejor la vida. Todo lo cual, y hasta cada cosa por s, vale, sin duda ninguna, mucho ms que la pluma, ni las perlas, ni la plata ni el oro que les han tomado, sobre todo porque no se servan de estos metales en moneda, que es su propio uso y provecho.

    La relacin de despojo pasaba por una forma de explotacin de los indgenas, y sta requera de legitimacin. Por lo dems, era el trabajo indgena el que haca posible la apropiacin de la naturaleza. incluso cuando se seala que es ms lo que los espa-oles han obtenido por su propia industria que lo que han qui-tado a los naturales, no se puede eludir el efecto que ha tenido la explotacin de los mismos:

    Aunque hubiese sido mejor no haberles quitado nada, sino conten-tarse con lo que sacaban [los espaoles] de las minas, ros y sepul-tura. Lo de menos es el oro y la plata [tomadas de los indios], pues pasan de sesenta millones [los obtenidos de otra forma] ni las perlas ni esmeraldas que han sacado de debajo de la tierra y el agua, en comparacin de lo cual es muy poco el oro y la plata que los indios

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    tenan. El mal que hay en ello es haber hecho trabajar demasiado a los indios, en las minas, en pesquera de perlas y en las cargas.

    Es de inters que para Lpez de Gmara lo que expone son hechos y no intentos de justificacin. Como seala: Yo escri-bo solo y brevemente la conquista de indias, quien quisiera ver la justificacin de ella, lea al doctor Seplveda, cronista del Em-perador, que la escribi en latn doctsimamente. Y as quedar satisfecho del todo.

    La relacin con el nuevo Mundo es por tanto una relacin de conquista, y este hecho estableci la ideologa que vincula a la sociedad conquistadora con la naturaleza que se le ofrece. Como se ha tratado de mostrar, esta relacin entre sociedad y naturaleza est mediada por el sometimiento y conquista de los indgenas.

    En la exhortacin que el mismo Lpez de Gmara atribuye a Corts, para motivar a sus soldados a la aventura de la conquista de Mxico, se ponen de relieve los aspectos sealados:

    Si llegamos [a Mxico], como espero en Dios nuestro Seor, no slo ganaremos para nuestro Emperador y rey natural rica tierra, grandes reinos, infinitos vasallos, sino tambin para nosotros mis-mos, muchas riquezas, oro, plata, piedras, perlas y otros haberes; y aparte esto, la mayor honra y prez que hasta nuestros tiempos, no digo nuestra nacin, sino ninguna otra gan; porque cuanto mayor rey es ste tras del que andamos [Moctezuma], cuanta ms ancha tierra, cuanto ms enemigos, tanto es mayor nuestra gloria y no habis odo decir que cuanto ms moros, ms ganancia?11

    La comprensin de las ideologas respecto a la relacin socie-dad-naturaleza pasa por el anlisis de las modalidades de la accin econmica, preferentemente agricultura y minera, por el tipo de relacin con la mano de obra indgena, como tambin por el tipo de relacin que se establece entre ciudad y campo.

    Las tendencias principales que a menudo se sealan respecto al conjunto de la economa colonial se refieren principalmente a:

    11 Ibid.

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    1. Su carcter de extrovertida dirigida al exterior, lo que ya implica una forma de valorizacin de la riqueza natural; se considera importante lo que afuera es tenido por tal.

    2. Su carcter destructivo este rasgo est ligado a la ante-rior nocin de saqueo, que proviene de la conquista; en tal perspectiva un recurso se emplea hasta agotarlo.

    Como es obvio, la economa colonial hispanoamericana es enormemente variada, pero estos dos rasgos estn siempre pre-sentes.

    Puede sealarse adems otro factor que ayuda a comprender el comportamiento econmico de los colonizadores, y por consi-guiente la relacin sociedad-naturaleza que ese comportamiento implica. De hecho, pareca existir una oferta ilimitada de recur-sos naturales; en cambio, la demanda no tena el mismo carcter.

    Pese al carcter ilimitado de los recursos, la tendencia a la apropiacin de los mismos fue bastante extendida; dicha apro-piacin constitua una forma de atesoramiento.12

    Se ha sealado el afn de enriquecimiento de los conquista-dores con la expectativa del regreso al Viejo Continente, y como este afn se contrapona a la idea de asentamiento o poblacin; pero aun en los que permanecieron en el nuevo Mundo se man-tuvieron estndares europeos que trataron de reproducir. Esto implicaba traer de la metrpoli manufacturas y otros productos apreciados y, a su vez, para obtenerlos, dar importancia en la pro-duccin a lo que es apetecido en la metrpoli. Tal circunstancia explica en parte la importancia atribuida al oro y la plata, como adems el valor que muy pronto se otorga a los cultivos tropica-les. Algunos se introdujeron en Amrica, como la caa de azcar, que a poco andar alcanzara un enorme despliegue, o se intensi-ficaran cultivos autctonos, como el del cacao que dejar de ser solamente mexicano y el del ail.

    12 Marcello Carmagnani, Elementos caractersticos del sistema econmico Lati-no Americano, siglos XVi-XViii, en E. Flores Cana (comp.), Ensayos sobre el desarrollo, op. cit.

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    Tales actividades tuvieron por consecuencia un desarrollo de la economa de plantacin y de su peculiar sistema de trabajo y produccin, llegndose as a una significativa transformacin de la naturaleza. La economa de plantacin y de exportacin logr un rpido desarrollo. Su demanda estaba en el mercado interna-cional, lo que tuvo por consecuencia que se descuidara lo que no fuera este rubro. Algunas interpretaciones sealan que esto explica el hecho de que la agricultura de subsistencia hubiera cado en el abandono.13

    La orientacin de la economa hacia el exterior se acentu en el siglo XViii, a lo que contribuy el acrecentado inters espaol y europeo en general por Amrica como mercado consumidor. Esto refuerza an ms la propensin a constituir una economa exportadora de productos tales como tabaco, cacao, azcar, cue-ros, etc., que se dirigen a la metrpoli o a Europa.

    Selese de paso que este incremento de la relacin de inter-cambio con el exterior tiene por consecuencia desarticular mu-chos de los intercambios establecidos entre las distintas regiones americanas.

    Varias veces se ha hecho mencin a la relacin con los indge-nas, y no debe olvidarse que esta poblacin pareca a ojos de los colonizadores un recurso natural. De especial importancia fue-ron aquellos grupos indgenas que con anterioridad a la Conquis-ta tenan alguna forma ms o menos desarrollada de organizacin social. Este hecho los haca utilizables para el tipo de economa que se trataba de implementar. Tal propsito queda en evidencia en la cdula transcrita por Solrzano y Pereyra,14 donde se seala:

    Primeramente ordeno y mando, que se hagan los repartimientos de los indios necesarios para librar los campos, criar los ganados, bene-ficiar las minas de oro, plata y azogue, y los obrajes de lana y algodn, pues de su labor resulta la comn utilidad de todos estos reynos.

    13 Sergio Bag, Economa de la sociedad colonial, Buenos Aires, El Ateneo, 1949.14 Citado por Jos Luis romero, El pensamiento poltico de la derecha latinoame-

    ricana, Buenos Aires, Paids, 1970.

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    Del carcter que tena el trabajo de los indgenas queda cla-ra constancia en la frase incluida y que sigue: Y presupuesta la repugnancia que muestran los indios al trabajo, no se puede ex-cusar el compelerles.

    soCIEdad y naturalEza: la mInEra

    La minera de metales preciosos siempre tuvo, durante la Colo-nia, una significacin de primer rango. Era tal, que se consideraba que aquellos lugares que carecan de ellos, como fue el caso del Paraguay, el ro de la Plata y en cierta medida Chile, eran pro-vincias pobres. Las minas, al decir de la poca, sern nervio y substancia principal de la vida econmica. Por esto las minas de oro y plata fueron el factor decisivo en la configuracin de la economa indiana. Y lo fueron de singular importancia en los inicios; entre 1551 y 1570 el oro y la plata constituan entre un 90 y 93 por ciento del valor total de las exportaciones.

    Esto dara al conjunto de la economa un carcter metalista y mercantil-exportador. A su vez, condicionara, a travs de la economa, la imagen que de la naturaleza como recurso se tena; as mismo, condicionara el sentido que a este recurso se otorga.

    Los propios colonizadores tienen clara conciencia de esto. En carta del licenciado Castro al rey (Lima, 1567) se apunta lo que sigue:

    [] es menester que aya comercio de este reyno con esos reynos, porque nos traigan ac lo que emos menester de esas partes, y esto claro est que no traern de all a trueco de mayz y papas y ag y camotes que ac se cogen, ni a trueque del trigo ni del ganado que ac ay, sino a trueque de oro y plata.15

    A menudo se ha sealado la importancia de la hacienda en la formacin de una mentalidad e ideologa seorial. Convendra

    15 Citado por Carlos Sempat Assadourian, La produccin de la mercanca dinero en la formacin del mercado interno colonial, op. cit.

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    emprender un anlisis detallado del real de minas, puesto que all hay una particular formacin de un peculiar tipo de ideologa.

    El funcionamiento de las grandes minas, como las de Zacate-cas, Guanajuato, Potos y otras, requera de grandes inversiones de capital y de trabajo. Por lo dems, la minera planteaba pro-blemas tcnicos para la obtencin del mineral; smese a eso que tambin era necesario solucionar tcnicamente los problemas provocados por la creciente profundidad, las frecuentes inun-daciones y otros factores.

    Los requerimientos de capital, como se ha dicho, eran bastante grandes, e implicaban la puesta en marcha de un sistema capi-talista que inclua crditos, tcnicas, abastecimientos, comerciali-zacin y muchos otros rubros. Este sistema encuentra tambin expresin en el mbito institucional: como es sabido, la explota-cin minera dio origen desde la Colonia a una legislacin minera que incluso perdur durante largos aos de la vida independiente.

    La significacin de la produccin minera excede en su im-pacto el mbito del nuevo Mundo. La creciente produccin de metal americano fue, como es sabido, la causa principal de la revolucin de precios en Europa en los siglos XVi y XVii, lo que a su vez constituy uno de los factores fundamentales del surgi-miento del capitalismo moderno.

    Sin embargo, conviene tomar algunos recaudos respecto a una generalizacin apresurada. La actividad minera durante la Colo-nia mostraba una enorme disparidad en cuanto a su capacidad de produccin. Humboldt seala que de la mina de la Valencia-na proceda casi la cuarta parte de la plata producida en nueva Espaa (Mxico actual), y que el 95 por ciento de las minas en actividad rendan menos de un centsimo de la produccin total.

    Pero es cierto que, por lo menos en el caso de las ms impor-tantes, la actividad minera dio origen a un tipo de organizacin social. Alrededor de las minas se constituyeron asentamientos humanos bastante numerosos que hicieron surgir nuevos mer-cados consumidores. En torno a ellas cuando las condiciones naturales lo hacan posible, como en Mxico, se crearon explo-taciones agrcolas y ganaderas que procuraban el abastecimiento

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    de las minas. En otras condiciones, como las del altiplano andino, de clima extremadamente riguroso y suelo poco apto para los cultivos, el asentamiento minero da origen a un activo trfico a partir de zonas agrcolas y ganaderas muy lejanas.

    Lo que se quiere poner en relieve es que la actividad minera redefine la funcin de otras actividades, y es a partir de ah que constituye una relacin sociedad-naturaleza muy particular, en donde el rasgo capitalista en contraste con el rasgo seo-rial de las haciendas adquiere una dimensin importante y poco estudiada.

    De sumo inters es el papel que la minera juega en la forma-cin de grupos sociales. Muchas fortunas se generaron en la mi-nera, y stas constituiran un sector significativo de la clase alta, influyendo en parte considerable en la ideologa del conjunto.

    Los impactos capitalistas de la minera sobre otros sectores deben ser resaltados. El aumento de dinero circulante, a lo que dio origen la minera, implic mayor demanda de mercaderas. Por otra parte, influy considerablemente en aumentar el valor de la tierra; esto, inducido por el hecho de que en la sociedad hispanoamericana la adquisicin de tierras era muy a menudo la nica forma de inversin.

    Debido a este proceso se produjo un maridaje entre los secto-res mineros y agrarios, lo que tuvo como resultado que se trans-formaran los mineros en seores va la tierra, y los seores en burgueses. La penetracin de ideologas capitalistas en la relacin sociedad-naturaleza se vera favorecida por este hecho; aunque tambin lo inverso es vlido.

    Sobre las relaciones entre desarrollo capitalista y minera, C.H. Haring, seala: A mediados del siglo XViii haba tres bancos de plata, bancos particulares que se especializaban en prstamos a mineros y operaban en la ciudad de Mxico, y comerciantes y otros capitalistas privados, los llamados aviadores, aportaban otro tanto.16

    Como se ha dicho, la economa minera incide bastante en la organizacin jurdica e institucional de la sociedad colonial.

    16 C.H. Haring, El imperio hispnico en Amrica, Buenos Aires, Peuser, 1958.

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    Las ordenanzas de minera son de muy amplio alcance, y hacen referencia no slo a los procedimientos para la adjudicacin y explotacin de minas, sino adems a la organizacin fiscal y jur-dica de la actividad. Se sealan tambin los modos en que debe constituirse el gremio minero; la reglamentacin del trabajo en las minas; la manera por la cual debe regirse el comercio de me-tales preciosos; la forma de operacin de los bancos y del crdito en general. Contienen tambin instrucciones tcnicas para los ingenieros de minas y se seala el rgimen de privilegios que se concede a la cofrada de los mineros.

    Ya en el perodo de la Conquista exista un peligro cierto de extincin de comunidades agrcolas autctonas. La poltica colo-nial, con las ordenanzas sobre reducciones y municipios de indios, intent rehacer unidades econmicas agrarias. El resultado fue que se alter la relacin sociedad-naturaleza existente en las co-munidades prehispnicas, puesto que las comunidades pasaron a tener otro significado y contenido cultural.

    Las formas de trabajo y las costumbres indgenas se modifi-caron por la introduccin de especies y tcnicas agrcolas y gana-deras de origen europeo. Adems, las comunidades empezaron a participar en las nuevas corrientes de trfico y comercio creadas por los espaoles. Todo esto, como es obvio, introdujo cambios en la relacin sociedad-naturaleza y en la forma de concebirla.

    Hecho importante fue el surgimiento de una economa ga-nadera. Para ello se prestaban las inmensas tierras de pasto, casi vrgenes, cuya extensin abarcaba desde Mxico hasta la pampa argentina. En ellas tuvo lugar un impresionante desarrollo de ganado vacuno, caballar y lanar.

    La ganadera terminara por imponer un particular carcter a ciertas regiones de Amrica, y an ms, dara origen a un tipo humano el gaucho, el llanero, el ranchero, para citar algunos. Es tal su importancia, que en algunos casos, ya a finales del si-glo XVii, la ganadera se ha convertido en produccin nica de ciertas regiones. Junto al rpido crecimiento de la ganadera, el desarrollo de la agricultura fue relativamente ms lento. En mu-

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    chos casos, los espaoles dejaron la produccin agrcola en ma-nos de los indios.

    En lo que al agro se refiere, la relacin sociedad-naturaleza, est mediada por la presencia indgena. Las valorizaciones ne-gativas respecto a quienes ejecutan el trabajo agrcola los in-dios ejercen fuerte influencia en la formacin de la ideologa respecto a la relacin sociedad-naturaleza. La cultura de los gru-pos dominadores coloniales sera fuertemente marcada por este hecho desde sus orgenes.

    El agricultor blanco no es un fenmeno de importancia sino hasta el siglo XVii. La produccin agrcola, muy especialmente en los inicios, la recibieron los espaoles como tributo, lo que es tambin muy significativo en la formacin de la ideologa re-ferida a la relacin sociedad-naturaleza.

    La institucin original que haca posible est relacin media-da fue la encomienda. no obstante, debe tenerse en cuenta que aunque logr mantenerse algunas veces por tres o cuatro vidas, no pudo constituirse como una institucin a perpetuidad. inclu-so las formas de trabajo forzoso de los indios empezaron a ser prohibidas entre 1601 y 1633, por lo que el cuatequil y las mitas agrcolas (formas de trabajo obligado) iniciaron su desaparicin, aunque sta fue ms lenta que las leyes que las prohiban.

    Junto a las prohibiciones del trabajo forzado, debe tenerse en cuenta el fenmeno de la progresiva disminucin de la poblacin indgena, lo que oblig a los hacendados a polticas de atraccin y retencin de mano de obra.

    En el caso de las plantaciones, y principalmente en las azu-careras, el problema fue resuelto de manera drstica con la in-troduccin de la esclavitud, principalmente de africanos. Como puede inferirse, la introduccin de la esclavitud incorpor en las zonas donde tuvo mayor preeminencia una nueva dimen-sin en la ideologa de la sociedad dominante respecto a la rela-cin sociedad-naturaleza.

    En lo que se refiere al tema sociedad-naturaleza, conviene de-tenerse un tanto en el modo de formacin de la gran propiedad rural la hacienda, puesto que tendra una gran incidencia.

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    En su origen, la propiedad de las tierras de los indios corres-ponda en ltima instancia a la Corona de Castilla. Esto, tanto porque as se desprenda de la teora como por derecho de con-quista. Era slo por gracia o concesin real que personas privadas podan adquirir ttulo de propiedad. no obstante, tambin estaba concedido a los jefes de expediciones de conquista el distribuir tierras de extensin determinada a s mismos y a los compaeros de la empresa. Del mismo modo, los cabildos tuvieron derecho a asignar tierras y lotes en las ciudades a nombre de la comuni-dad. Ms tarde se concedi una autorizacin similar respecto a las tierras municipales, a virreyes y a gobernadores, de acuerdo con los cabildos.

    De hecho, se dio en los comienzos posesin de tierras sin ttulo legtimo. Fueron las ordenanzas sobre composicin de tierras las que permitieron legalizar la propiedad. Esto se prest a grandes abusos y el resultado fue aumentar el poder de los que ya eran poderosos, puesto que era necesario pagar al erario para benefi-ciarse de la legitimacin de la propiedad. Los pequeos propie-tarios agrcolas quedaron indefensos y fueron perjudicados; lo mismo sucedi con las comunidades indgenas.

    La gran propiedad cristaliz en la hacienda, cuyo podero al-canz su mximo a fines del siglo XVii. Como es sabido, la pro-piedad de la tierra pas a constituirse en una de las posesiones ms importantes de la sociedad colonial. Pero con la particula-ridad de que la tierra era trabajada por quienes no tenan acceso a su propiedad.

    Ya se ha dicho que las fortunas hechas en actividades distintas a las agrarias minera o comercio se invertan en propiedad de tierras. La posesin de stas se convirti en el mayor indica-dor de prestigio en la sociedad colonial, tiendo de esta forma la relacin sociedad-naturaleza.

    Adems, la propiedad de tierras se constituy en uno de los factores importantes para el ejercicio de los derechos polticos en la sociedad colonial. La posesin de tierras fue la base del po-der, del prestigio y de la riqueza. Marc toda la mentalidad de la Colonia y permaneci por mucho tiempo ms.

  • 320

    La hacienda se constituy con una concepcin seorial, que por otra parte no era ajena a Espaa y a otros pases europeos en el siglo XVi. En todos los casos se trataba de grandes superficies cultivadas por un campesinado que desde todo punto de vista era, humana y socialmente, discriminado.

    El propsito de los grandes propietarios fue tratar de evitar, por todos los medios, la desintegracin de la hacienda. El me-canismo ms usual fue limitar la sucesin al hijo mayor o al pa-riente ms cercano; incluso, a travs de la ley de primogenitura o mayorazgo, la hacienda se constituy en varios casos como un bien inalienable.

    Pero si la hacienda tuvo un carcter seorial, no por eso deja-ran de manifestarse, vinculadas a ella, ciertas acciones de corte capitalista. Valga lo ya dicho respecto a las inversiones mineras, pero tambin hay que destacar el papel importante que a este respecto jug la iglesia. sta actu de modo muy principal en la hipoteca de tierras y en los prstamos de capital agrcola.

    Mencin especial merecen los jesuitas. Seguramente, sus pro-piedades no eran mayores en nmero o en extensin que las de cualquier otra congregacin religiosa, pero ellos no slo pre-tendan acumular tierras, sino tambin hacerlas producir. Las haciendas de la Compaa se caracterizaron por ser modelos de explotacin y administracin.

    La catstrofe demogrfica del siglo XVii influy de modo im-portante en la formacin de la hacienda. Dicho sea de paso, uno de sus efectos fue la expansin de la ganadera del ovino, que se extendi desde Mxico hasta el noroeste de Argentina; de he-cho, constituy una respuesta a la disminucin de trabajadores.

    Como se puede colegir, no bastaba el derrumbe demogrfico para provocar la desaparicin de las comunidades indgenas de las que en gran medida los espaoles se provean y constituir en su reemplazo la hacienda. Fue necesario el surgimiento de mercados de un relativo tamao para que la hacienda funcionara.

    A diferencia de la comunidad indgena, que de preferencia produca para s misma y tributaba a un seor, la hacienda era una organizacin orientada hacia consumidores ajenos a ella.

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    La funcin del sector agrcola, y especialmente de la hacienda era, dentro del orden colonial, proporcionar alimentos, tejidos y bestias de carga a bajo precio para ciudades y minas. Tambin es de consideracin el papel que jugaba la exportacin, incluso a ultramar, de algunos productos de hacienda.

    La hacienda hizo posible consolidar un poder que era a la vez econmico derivado de la posibilidad de vender sus productos, de su condicin de fuente privilegiada de inversin, etc., social puesto que constitua una forma de dominacin para quienes trabajaban en la hacienda y poltico, dado que muchas veces los dueos de hacienda alcanzaban jurisdiccin sobre sus territorios y, a menudo, sobre amplios territorios vecinos. Era el poder sobre la tierra el que otorgaba ese poder ms vasto.

    Conviene dejar en claro la diferencia entre encomenderos y hacendados. Los primeros derivaban su poder de privilegios con-cedidos por el rey, mercedes y encomiendas. Los hacendados basaban su rango slo en el dinero. La propia palabra hacienda significaba en un principio capital lquido; ms tarde se aplic al conjunto de bienes muebles e inmuebles, y termin por dar nom-bre a la gran propiedad rural que surgi en el siglo XVii.

    Para el tema de la relacin entre sociedad y naturaleza son de importancia los lazos que se establecen entre el campo y la ciu-dad. Cierto es que la hacienda constituye un mundo rural, como en alguna medida las comunidades indgenas lo constituyeron. Pero si esto es verdad para los indgenas y para los trabajadores de las haciendas, no lo es tanto para los hacendados.

    Una de las obligaciones para el otorgamiento inicial de la pro-piedad de las haciendas fue que el propietario deba tambin resi-dir en la ciudad en cuyo trmino est la tierra. Pero la vinculacin a la ciudad no era slo obligacin, sino que adems se ajustaba a la propia conveniencia del hacendado.

    Los negocios, de los que el hacendado participaba, tenan lugar en la ciudad; pero algo muy importante era la posibilidad del ejercicio de los derechos polticos. stos estaban ligados a la condicin de vecino, y se adquiran cuando se tena casa en la ciudad. Los cargos polticos municipales regidor o alcalde,

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    o los provinciales corregidores y alcalde mayor, se ejercan en las ciudades y, dems est decirlo, acrecentaban el prestigio y radio de accin del hacendado. Los hacendados ms ricos tenan casa en la capital, adems de tenerla en ciudades de provincias.

    La vida rural, pese a todo, cobraba importancia frente a las ciudades; de hecho, durante el siglo XVii, y en estrecha relacin con el surgimiento de la hacienda, tuvo lugar un proceso de mo-vilizacin demogrfica que se dirigi de la ciudad al campo.

    Sin que dejaran de mantenerse las relaciones que ya seala-mos, la hacienda empez a adquirir el significado de un poder de los grandes propietarios frente a la gran ciudad, que siempre fue el punto de apoyo del Estado y la Corona.

    la CIudad

    Al intentar el anlisis de las ideologas respecto a la relacin entre sociedad y naturaleza en Amrica Latina, siempre es conveniente referirse al papel que se le otorga a la ciudad. incluso puede ha-blarse, quizs, de una visin negativa de la naturaleza, derivada de una sobrevaloracin de lo urbano.

    En gran medida la tendencia al predominio urbano tiene lugar desde la Conquista, y se afirma que es prolongacin de la tradi-cin urbana peninsular de la Edad Media.

    En la formacin de las ciudades aparecen intereses estratgico-militares vinculados a la idea de controlar puntos vitales de las zonas conquistadas. no menores son las claras motivaciones eco-nmicas que le dan origen: minas, tierras frtiles, centros comer-ciales, fuertes u otros motivos de la misma ndole. Pero siempre conviene tener presente que la ciudad lugar de asiento de las instituciones de la Corona es tambin el medio de hacer valer los derechos frente a ella.

    La ciudad constituye el modo de integrarse en comunidades polticas y sociales que hacen posible la representacin. En suma, la ciudad es poder, y esto constituye su privilegio y es la fuente de su prestigio frente a otras formas de vida y organizacin social.

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    La importancia de la ciudad queda de manifiesto en el hecho de que las primeras formas de estratificacin de la sociedad colo-nial surgen desde su seno. Conviene resaltar lo apuntado, pues-to que una imagen un tanto falsa nos lleva en Amrica Latina a privilegiar el carcter rural de la sociedad tradicional. Segn Cspedes del Castillo,17 las formas iniciales de estratificacin so-cial, preponderantemente urbanas, pueden describirse del modo siguiente:

    1. Los conquistadores, que ocupan el primer rango social por sus hazaas guerreras, cuyo valor reconocen y acatan los dems.

    2. Los primeros pobladores, de escasos o nulos mritos gue-rreros, pero que han fundado ciudades e iniciado la colonizacin, ganando tambin tierras para su rey.

    3. Los vecinos, gente llegada ms tarde, pero que obtienen casa y patrimonio en la ciudad donde habitan.

    4. Los simples moradores, ltimos en llegar, gente sencilla que no alcanza posicin destacada y se ganan la vida como mi-neros, pequeos comerciantes, artesanos o granjeros, sin llegar a constituir un grupo importante hasta fines del siglo XVii, y que aspiran siempre a incorporarse a la categora anterior.

    Claro est que tambin se incorpora a la ciudad un nmero importante de indgenas, sobre todo aquellos no ligados a las co-munidades agrarias autctonas, que quedan al servicio directo de los conquistadores y colonizadores.

    Para nuestra preocupacin forma en que se concibe la re-lacin sociedad-naturaleza es clave destacar la idea que se tiene de la ciudad como formadora de la sociedad. La poltica de re-ducciones, o de incorporacin de los indios a pueblos, no tuvo el xito esperado, pero su formulacin es indicativa del papel que

    17 Cspedes del Castillo, La sociedad colonial de Amrica Hispana, siglo XVi y XVii, en J. Vicens Vives (dir.), Historia social y econmica de Espaa y Amrica, Barcelona, Teide, 1955.

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    a la ciudad se asigna en la constitucin de la nueva sociedad y en la imposicin del orden.

    Miguel rojas-Mix,18 en un libro referido al tema, cita una c-dula real (Cdula de 1565 al licenciado Castro, gobernador de las provincias del Per):

    El rey, licenciado de Castro del nuestro Consejo de las indias y pre-sidente de la nuestra audiencia real que reside en la ciudad de los reyes, de las provincias del Per: A nos se ha hecho relacin, que en esa tierra no ay el cuydado que conviene en mandar lo que por nos est ordenado y mandado, sobre que los indios naturales de essa tierra se recojan a vivir en pueblos y con buena poltica y orden: de lo cual se siguen muchos inconvenientes: y porque como teneis entendido esto es cosa muy conveniente y necessaria el aumento de los dichos pueblos e indios, e para que sean mejor instruidos y enseados en las cosas de nuestra Santa F Catlica y ley evanglica, e que no anden derramados ni ausentados por los montes vivien-do bestialmente y adorando en sus dolos. Vos encargo e mando que tengais particular cuidado con que se cumplan y executen las cedulas que por nos estan dadas sobre los suso dicho, y procureys y deys orden que los dichos indios se recoxan a vivir en pueblos polticamente para que se puedan comunicar mejor los unos con los otros, y tengan manera de vivir: en lo cual dems de cumplir vos con la obligacin que a ello teneis me terne de vos, por muy servido, y de como ansi se haze y cumple me dareis aviso.

    El intento de fijar a los indgenas en pueblos de indios o en reducciones no logra alcanzar las metas esperadas, puesto que, para tal efecto, a menudo se destinaron lugares poco apropiados, malsanos o pobres; el abastecimiento de los pueblos era tambin deficiente, y la actividad econmica que podan emprender dista-ba de ser suficiente. Todo esto tuvo como resultado un aumento de la presencia de los indgenas en las ciudades, donde llegaron a formar una verdadera plebe urbana. S, como repetidas veces

    18 Miguel rojas-Mix, La plaza mayor, Barcelona, Muchnik, 1978.

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    se ha apuntado, a finales del siglo XVii se da un movimiento de-mogrfico desde la ciudad hacia el campo, no obstante, para el conjunto del periodo colonial la pauta es de un desequilibrio entre ciudad y campo, siendo este desequilibrio favorable a la ciudad. El caso de Buenos Aires es ejemplar en el ro de la Plata, pero tambin lo es el caso de Venezuela, y muchos otros.

    La sociedad rural aparece dividida entre seores blancos y labradores indgenas y, aunque esto poco a poco cambia, la vida rural sigue siendo de extraordinaria rudeza para poder consti-tuirse en polo de atraccin.

    Como seala T. Halperin, aun los indigentes de la ciudad de Buenos Aires slo participan en las actividades agrcolas cuan-do son obligados a ello por la fuerza.19 Muchos han puesto de relieve la existencia de una marcada diferencia entre la coloniza-cin inglesa en Amrica y la colonizacin espaola. En el primer caso, la ciudad creci para poder satisfacer las necesidades de los habitantes de la campaa. En cambio, en las colonias espaolas, la poblacin del agro aument para satisfacer las necesidades de las ciudades.

    En suma, la sociedad colonial gener una aristocracia terrate-niente, pero las rentas que generaba el agro eran absorbidas por ciudades cuya magnificencia impresionaba a los extranjeros, de lo cual los comentarios de Humboldt son una muestra.

    la formaCIn naCIonal y la IdEologa burguEsa

    la transformacin de la economa

    En la historia universal, el siglo XiX es considerado por antono-masia como el siglo burgus; la nueva ideologa, que es ideo-loga del capitalismo, implica una nueva forma de concebir la re-lacin entre sociedad y naturaleza. De algn modo esta ideologa penetr en Amrica Latina, pero adaptndose.

    19 Tulio Halperin D., Historia contempornea de Amrica Latina, Madrid, Alianza, 1969.

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    Los problemas de la situacin y transformacin del agro sern uno de los determinantes del muy particular modo burgus lati-noamericano. De cumplir con el modelo europeo, la revolucin burguesa en el agro habra implicado alcanzar tres objetivos:20

    1. la tierra tena que convertirse en til, ser poseda por los pro-pietarios privados, con plena libertad para comprarla y venderla.

    2. tena que pasar a ser propiedad de una clase de hombres dispuestos a desarrollar sus productivos recursos para el merca-do, guiados por la razn, es decir, conocedores de sus intereses y de su provecho.

    3. la gran masa de la poblacin rural tena que ser transfor-mada, al menos en parte, en jornaleros libres que sirvieran al cre-ciente sector no agrcola de la economa.

    Como veremos, procesos distintos se dieron en Amrica Lati-na. Si en el mundo europeo tuvo lugar un ascenso de la burgue-sa urbana, el fenmeno de la independencia en Amrica Latina signific, por lo menos en los inicios, un acrecentamiento del poder de los terratenientes y una prdida de influencia de los sectores urbanos.

    Veamos que en el perodo colonial, sin olvidar el poder de los hacendados, en la relacin ciudad-campo este ltimo apare-ca subordinado. La revolucin de la independencia afect fuer-temente a los grupos urbanos, que fueron golpeados tanto por los patriotas como por los realistas. Las demandas de dinero de ambos bandos se satisfacan mediante la confiscacin directa a quienes lo posean en forma lquida; stos eran, preferentemente, la burguesa urbana. Por otra parte, los hacendados haban adqui-rido poder militar, puesto que en la guerra movilizaron a sus pro-pios peones para la formacin de ejrcitos que ellos mandaron; y, como es obvio, el poder militar se transform en poder poltico.

    Por otra parte, terminada la guerra, era necesario restablecer rpidamente la economa, y el agro presentaba desde este pun-

    20 Eric Hobsbawm, Las revoluciones burguesas, Madrid, Guadarrama, 1964.

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    to de vista grandes ventajas. Por motivos de necesidad se estaba compelido a mantener o restituir el poder de los terratenientes. Es as como, por ejemplo, Artigas, el caudillo de la repblica Oriental del Uruguay, muy rpidamente puso en vigencia una orden que seala que todos los habitantes no propietarios de la campaa tenan la obligacin de llevar prueba de estar asalaria-dos por un propietario.

    Adems, el orden agrario se reafirm, porque, como en el caso de Venezuela, muchos jefes militares revolucionarios se transfor-maron en hacendados, y en el ejemplo citado seran ellos los que pronto proporcionaran dirigentes de la repblica conservadora.

    Otro instrumento de poder de los hacendados fue, con poste-rioridad a la guerra, la mantencin y creacin de milicias rurales que aseguraban el orden y que adems eran factor importante en la constitucin del poder poltico nacional que se formaba.

    Sin embargo, el poder de los terratenientes difcilmente poda ser articulado en forma total, es decir, constituir un slido siste-ma nacional. El resultado fue que la ciudad empez a desvincu-larse del campo, y si bien el sistema latifundista con todas sus implicaciones se reforz, de algn modo dio origen a cierto parroquialismo tanto econmico corno poltico.

    Durante el proceso de la revolucin burguesa europea, la transformacin agraria haba significado afectar a las grandes propiedades de la nobleza. Tal sentido tena la abdicacin de los mayorazgos y dems prohibiciones de venta o dispersin. Se tra-taba de introducir alguna forma de competencia econmica en el agro; incluso se pensaba en la incorporacin de un nuevo tipo de empresario agrcola, lo que se haca posible mediante la quie-bra econmica de los tradicionales. En muchos casos, similar criterio se intent aplicar a las tierras eclesisticas, que al estar administradas por la iglesia se las supona orientadas por criterios no-econmicos; era, por consiguiente, necesario incorporarlas al mercado y a la explotacin nacional.

    Del mismo modo, tierras y bosques de propiedad comunal tenan que ser accesibles a la actividad individual.

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    En suma, la revolucin agraria se propona la disminucin de la nobleza territorial y la formacin de un grupo de empresarios agrcolas nacionales.

    Por paradoja, en Amrica Latina estas orientaciones fueron asumidas y aprovechadas en gran parte por los mismos hacenda-dos, aunque, claro est, no dejaron de formarse grupos nuevos.

    Las ms afectadas fueron las tierras eclesisticas y las de las comunidades indgenas. Es de inters citar la ley mexicana de desamortizacin del 25 de junio de 1856. Jess Silva Herzog21 la resume del modo siguiente:

    1. Prohibicin de que las corporaciones religiosas y civiles po-seyeran bienes races, con excepcin de aquellos indispensables al desarrollo de sus funciones.

    2. Las propiedades del clero deban adjudicarse a los arrenda-tarios, calculando su valor por la renta al 6% anual.

    3. En caso de que los arrendatarios se negaran a adquirir ta-les inmuebles, stos quedaran sujetos a denuncio, recibiendo el denunciante la octava parte de su valor.

    4. El clero poda emplear el producto de la venta de sus fin-cas rsticas y urbanas en acciones de empresas industriales y agrcolas.

    Con relacin a los resultados de estas polticas que no es-tuvieron circunscritas a Mxico, sino que fueron bastante comu-nes en Amrica Latina, es difcil hablar de la formacin de una nueva clase empresarial agraria.

    Los arrendatarios eran de escasos recursos y no se adjudica-ron las fincas del clero. En cambio, no faltaron denunciantes. stos, a menudo, eran los propietarios de extensos terrenos que lograron ampliar an ms sus ya vastos dominios con los bienes de mano muerta.

    Los otros grandes afectados fueron las comunidades indge-nas, cuyas propiedades corrieron la misma suerte que las ecle-sisticas, y aun peor.

    21 Jess Silva Herzog, Breve historia de la Revolucin Mexicana, Mxico, fCE, 1960.

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    A partir de la disolucin de las comunidades se constituy una fuerza de trabajo numerosa que pas a engrosar el peonaje de las haciendas. El precio del trabajo cay y el proceso de acumulacin adquiri un enorme empuje.

    Pero si no haba una nueva clase de empresarios agrcolas, la vieja, ms enriquecida por la desamortizacin, adquiri cier-to impulso. La compraventa de bienes liberados hizo posible la acumulacin de capital, y con ello la posibilidad de emprender mayores empresas y obtener mayores ganancias. El mercado de tierras se acrecent.

    A lo dicho se suman otras reformas liberales, especialmente la abolicin de impuestos locales, lo que favoreci la circulacin de mercancas. Concretamente, con las leyes de desamortizacin y las reformas liberales se dio una expansin de la demanda de productos agrcolas tanto por el mercado externo, como tambin por parte de los mercados locales.

    Adquiere particular importancia la nueva vinculacin de la economa latinoamericana con la economa mundial, especial-mente con inglaterra, a partir de la segunda mitad del siglo XiX. Las economas metropolitanas tienen especial inters en produc-tos alimenticios, y a travs de su demanda introducen cambios que repercuten en la relacin de la sociedad con la naturaleza.

    Con el empuje de la demanda se trata de producir ms, y poco a poco se registra una especializacin en las producciones, que se transforman en monoproducciones destinadas a la exportacin.

    no obstante, a pesar de ciertas caractersticas comunes, hay diferencias notables entre los pases exportadores, ya sea que se trate de exportadores de productos agrcolas tropicales o de exportadores de productos agrcolas de clima templado.22 Los primeros cubren un amplio espectro de pases: Colombia, Ecua-dor, Amrica Central, el Caribe y ciertas regiones de Mxico y Venezuela. Es de inters sealar que la exportacin de estos pases se lleva a cabo en competencia con otras reas coloniales depen-

    22 Celso Furtado, La economa latinoamericana, Santiago de Chile, Editorial Uni-versitaria, 1969.

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    dientes de Europa y con la regin sur de Estados Unidos, lo que debilita sus posiciones en el comercio internacional.

    En el caso de muchos productos tropicales, inglaterra res-pecto a los pases americanos juega un papel menor en produc-tos de clima templado. En el primer caso, estaba abastecida por sus propias colonias, caracterizadas por mano de obra abundante y bajos salarios.

    La influencia del polo dinmico de la economa mundial (inglaterra) fue menor, lo cual tuvo bastante incidencia, incluso a nivel de las ideologas. El papel dinmico lo jug Estados Unidos y, en cierta medida, los pases continentales europeos.

    Los factores sealados contribuyeron a que los productos tropicales no fueran un factor de desarrollo tan espectacular como lo fueron los productos de clima templado. Los precios permanecieron bajo la influencia de los salarios reducidos de las regiones coloniales en que tradicionalmente se producan. En muchos casos, sus caractersticas no exigieron la construccin de una infraestructura de gran importancia. Adems, slo en pocas ocasiones dieron origen a modificaciones tecnolgicas re-levantes.

    Lo que se lleva dicho no debe hacer pensar que todo permane-ci igual; el cultivo del caf, por ejemplo, signific muy a menudo una nueva organizacin de la propiedad, e incluso un nuevo tipo de propietario de las tierras.

    Es de destacar que la nueva insercin en el mercado interna-cional tuvo un impacto mucho ms considerable en la transforma-cin de la relacin sociedad-naturaleza en los pases productores de clima templado. Los dos casos de mayor importancia son los de Argentina y Uruguay.

    La produccin agrcola exportable no competa con la pro-duccin colonial, sino con la propia interna de los pases en r-pida industrializacin, y era claramente insuficiente. El recurso competitivo, no obstante, fue el de la posibilidad de uso extensivo de la tierra, que por lo dems era de buena calidad. Esto permiti desde el comienzo ndices muy elevados de rentabilidad.

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    El carcter extensivo de la agricultura, y el considerable vo-lumen de carga que gener, dieron lugar a la formacin de un importante sistema de transporte. Esto a su vez implicara la uni-ficacin del mercado interno alrededor de los grandes puertos de exportacin.

    En suma, por el hecho de que competan con la produccin interna de las naciones de ms alto nivel de desarrollo, o con re-giones de reciente poblamiento europeo (Australia, por ejemplo), cuyo nivel de vida era alto, se integraron a un sector productivo de la economa mundial que se singularizaba por un permanente avance tecnolgico.

    Los pases exportadores de productos de clima templado tu-vieron elevadas tasas de crecimiento en la fase de expansin de su comercio externo.

    rpida absorcin de tecnologa e insercin capitalista ms favorable, como es deducible, tendieron a modificar la ideologa de la relacin sociedad-naturaleza, asumiendo con fuerza esta ltima el carcter de factor productivo.

    no obstante, en cualquiera de los dos casos reseados, pro-duccin tropical o de clima templado, una serie de efectos negati-vos son posibles de apuntar. La expansin de la monoproduccin afect las condiciones de vida de ciertas poblaciones campesinas dedicadas a una agricultura ms diversificada. Con mucha fre-cuencia se dieron procesos de deforestacin y uso no rotativo de campos, lo que favoreci la erosin y el rpido empobrecimiento de los suelos. Ciertos espectaculares avances productivos podan generar grandes riquezas y atraer poblaciones para trabajar en esa actividad, pero no eran infrecuentes las rpidas cadas que arrastraban a estas mismas poblaciones a la miseria.

    Fenmenos similares a los reseados para la economa agrcola de exportacin pueden describirse en las economas extractivas, en donde el guano peruano o el salitre chileno proporcionan los ejemplos clsicos.

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    particularidades de la ideologa burguesa en amrica latina

    Si algo caracteriza la ideologa de las clases dominantes en el siglo XiX latinoamericano es el particular entremezclamiento de la ideologa seorial y de la ideologa burguesa. La forma de incorporacin al mercado mundial en este perodo signific un cambio que beneficiaba a los poseedores de los medios de pro-duccin, y esto, en la mayor parte de los casos, significaba la tie-rra en primer lugar.

    Gran nmero de terratenientes particip del cambio y se adap-t a las nuevas condiciones, aunque tal adaptacin se dio de pre-ferencia en el plano econmico. Es as como se modific la or-ganizacin de las haciendas, se incorporaron nuevas tcnicas de produccin e incluso algunas tradiciones fueron abandonadas.

    Mas, como advierte Jos Luis romero,23 a pesar de los cam-bios intentaron mantener una concepcin del mundo, un sistema de valores, una concepcin de la poltica. El esfuerzo de cambio y el esfuerzo de mantencin resultaban a menudo contradictorios.

    Como se ha pretendido mostrar, la concepcin de la socie-dad el orden y el poder en la misma se refleja en cierto tipo de relacin con la naturaleza y en una idea de sta. A la vez, lo inverso es tambin cierto. La nueva visin de la naturaleza, im-plcita en la insercin en el mercado mundial capitalista, deba de tener efectos.

    Lo importante es cmo los grupos dominantes resolvieron esta tensin entre la ideologa seorial algunos de cuyos rasgos de desprenden de las pginas anteriores y los requerimientos de la nueva ideologa burguesa capitalista.

    La posicin frente a la esclavitud, que se plantea en los inicios de la vida independiente, muestra la complejidad de lo que se apunta. Jos Luis romero transcribe la siguiente cita del colom-biano Salvador Camacho roldn:

    23 J.L. romero, El pensamiento poltico de la derecha latinoamericana, op. cit.

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    Los esclavos, se deca, son una propiedad de los amos, y el legisla-dor no tiene derecho para suprimirla, porque el derecho de pro-piedad es anterior y superior a la ley: la propiedad es un dogma de las sociedades civilizadas. Si la raza negra no est sometida al trabajo forzado, se entregar a la ociosidad y los crmenes. no se podrn cultivar las haciendas por falta de trabajadores. La suerte de esa raza ser mucho ms desgraciada en la libertad, porque no tendr quien la vista y la mantenga: ser una crueldad emanciparla.

    Son varios los temas que se entrecruzan. Uno, el derecho de propiedad, tan enaltecido por la nueva ideologa burguesa, pero que aqu sirve para justificar la falta de libertad.

    Por otra parte, varios de los prejuicios que desde la Conquis-ta se aplicaron a los indgenas, se aplican aqu a los negros: son ociosos y criminales por naturaleza y slo por la fuerza es posible que trabajen.

    Por lo dems, como en el caso de los indios, su sometimien-to redunda en su propio beneficio. Aunque tambin est claro que el funcionamiento de la economa corre peligro si no se les obliga a trabajar.

    El fortalecimiento de una nocin capitalista de la tierra trajo consigo contradictorias manifestaciones respecto a la ideologa que rega las relaciones sociales. El problema indgena, a este res-pecto, sigue siendo un punto importante.

    Ya se hizo referencia a cmo las reformas liberales significa-ron la destruccin de las comunidades indgenas. Los naturales fueron despojados de sus tierras y obligados a trabajar para los hacendados. Adems fueron integrados, contra su voluntad, a una nueva economa monetaria y sometidos a nuevas formas de dominio poltico.

    La transformacin capitalista del agro planteaba el problema, en algunos casos, de la formacin de una mano de obra realmente pagada en dinero. Pero nadie quera peones asalariados, que fuera de ser muy caros, podan ser demasiado independientes. Esto l-timo contrariaba la mentalidad seorial de los hacendados, cuyo

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    poder estaba estrechamente relacionado con el sometimiento de sus trabajadores.

    Una de las formas de resolver el problema fue echar mano de la antigua prctica de los corregidores de la Colonia. La funcin de stos haba sido entregar abastecimientos a los indgenas, fi-jando precios y cantidades. Tal funcin fue asumida por los ha-cendados, que por ese mecanismo transformaron a los peones en peones endeudados. El sometimiento y disciplina de la mano de obra se obtuvo por ese medio.

    Este hibridismo entre mentalidad seorial y nuevas ideas bur-guesas no slo introduca confusiones en la ideologa de las clases dominantes, sino que adems se manifestaba en contradictorias demandas respecto a los subordinados. Es as como se aspiraba a que los campesinos se comportaran en el trabajo de acuerdo con las nuevas normas capitalistas; que fueran eficaces, que tuvieran una actitud racional frente al trabajo, que incorporaran destre-za; y al mismo tiempo, que sus exigencias en cuanto a salarios y otras recompensas, fueran bajas; que aceptaran mansamente una disciplina a menudo arbitraria y que distaba ella misma de ser ra-cional, y as por delante.

    La forma de constituir las relaciones de trabajo es muy de-mostrativa de la relacin que se establece entre sociedad y natu-raleza. En una concepcin que concibe la triada capital-trabajo-naturaleza, le corresponde al trabajo el papel de mediacin entre los otros dos trminos.

    En la concepcin capitalista clsica, el trabajo tiene un valor, y como tal debe pagarse. Bastante lejos de la idea del trabajador libre se estuvo en Amrica Latina. Por ejemplo, en Guatemala, con el auge del caf, se hizo sentir cierta falta de mano de obra para las cosechas. El mecanismo utilizado fue desenterrar ciertos mandatos coloniales y establecer las llamadas habilitaciones. stas hacan posible que las autoridades locales obligaran a los indgenas a trabajar mediante un escaso salario o gratuitamente, bajo mil pretextos distintos: pago de deudas inexistentes, deli-tos con pago pecuniario, o innumerables otros. De tal forma se proceda al reclutamiento forzoso de campesinos indgenas para

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    trabajar en la recoleccin de la cosecha cafetalera.24 En el caso de Uruguay, fue el propio Estado, durante el gobierno de Latorre, quien rompi la resistencia de la poblacin campesina al alam-brado de los campos. Lo que de hecho signific el trabajo obliga-torio en las estancias. En la zona andina, no todos los comuneros lograron ser transformados en asalariados rurales; a menudo las comunidades se mantuvieron, pero muchas de ellas en tierras que pasaron a ser de grandes propietarios individuales. All las comunidades podan hacer uso de algunas tierras para cultivos de subsistencia, a cambio de prestaciones de trabajo para el cultivo de las tierras del terrateniente. En el caso de Chile, fenmenos similares a la llamada segunda servidumbre de Europa Oriental, dieron origen a los inquilinos, que tambin tenan la obligacin de prestar servicios y trabajo a los terratenientes. Esta institucin se fortaleci en el siglo XiX.25

    Tampoco estuvieron ausentes en Amrica Latina ciertas for-mas encubiertas de trata, como fue el caso de los coolies chinos.26 stos fueron introducidos en Per desde 1854, cuando el general Castilla suprimi el tributo indgena y aboli la esclavitud. Los chinos reclutados eran llevados a El Callao, donde eran vendidos a los agricultores con un contrato puramente formal de ocho aos. Los dadores de trabajo deban vestirlos, alojarlos y pagarles un sol (moneda de plata) semanal de salario. El precio de un chino era de 300 a 400 soles. El nmero de chinos llegados entre 1860 y 1874 fue, segn algunos clculos, de 74.952. En la travesa mu-rieron 7.677. Tambin fue fuerte la presencia de chinos en Cuba, donde se calcula que entre 1853 y 1874 haban entrado cerca de 125.000. Su precio variaba entre 100 y 400 dlares por cabeza.

    En Argentina, Uruguay, y en menor medida en Chile, se dio un importante fenmeno de migracin europea de trabajadores.

    24 Edelberto Torres rivas, Procesos y estructura de una sociedad dependiente: Cen-troamrica, Santiago de Chile, Prensa Latinoamericana, 1969.

    25 Mario Gngora, Origen de los inquilinos de Chile central, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1960.

    26 Gustavo Beyhaut, Amrica Centrale e Meridionale, en Storia Universale Fel-trinelli, vol. 23, Miln, Feltrinelli Editori, 1968.

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    Es as como en Argentina tuvo lugar la llamada emigracin golon-drina, preferentemente de sicilianos, que levantaban la cosecha en italia en el verano boreal y en la pampa en el verano austral. La presencia de esta emigracin cambiara las relaciones sociales y adems, por su forma de trabajo, la relacin con la naturaleza.

    la presencia extranjera en la conduccin econmica

    El XiX es un siglo de acelerado crecimiento econmico a escala mundial, y particularmente de gran desarrollo del trfico comer-cial. El coeficiente del comercio exterior de Gran Bretaa entre 1805 y 1819 era de 8,5%, entre 1910 y 1913 haba alcanzado al 29,4%. ritmo tambin creciente adquirieron en Amrica Latina las exportaciones de productos primarios. Conviene recordar que el desarrollo de estas exportaciones se hizo muchas veces a expensas de las actividades econmicas de subsistencia.

    La vinculacin con el exterior signific en ciertos aspectos al-gunos grados de modernizacin y de secularizacin. En especial, la organizacin jurdica de la sociedad empez a ser ms acorde con los nuevos tiempos. Estas modificaciones implicaban la in-tegracin del territorio nacional, para lo cual eran necesarios ca-minos y ferrocarriles. Pero, tambin muy principalmente, el fin de las guerras civiles y, en muchos casos, la ocupacin, incluso militar, de las tierras que an estaba en manos de indgenas. Todo era necesario para constituir un Estado, una nacin y una econo-ma nacional integrada al mercado internacional.

    Pero no slo de procesos de integracin en la economa inter-nacional se trata. Muchas actividades primarias, principalmente la minera, que requieren de considerables capitales, pasaron al dominio de la economa metropolitana. Fenmeno similar suce-di con las actividades vinculadas a transporte y comercializa-cin, lo que hizo mayor la presencia extranjera en la economa latinoamericana.

    Por esa va se introdujo una nueva modificacin en la relacin entre sociedad y naturaleza. La ideologa a ese respecto, sobre todo de las clases dominantes, se vera modificada.

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    La presencia extranjera directa produjo cierto debilitamiento de las clases altas, y particularmente de los terratenientes. El ver-dadero espritu capitalista qued en manos de los extranjeros, y la clase alta desarroll y fortaleci cierto carcter parasitario.

    Los capitalistas extranjeros se afincaron en la exportacin y en la importacin, y principalmente en el sistema bancario. En esta aceptacin de la penetracin extranjera se dieron innumera-bles casos de corrupcin; el ejemplo del salitre chileno es clsico. Pero las clases altas vean beneficios inmediatos que justificaban su apertura. Haba, gracias a los nuevos capitales, una indudable expansin de la produccin.

    El propio capital de los grupos locales se incrementaba sin necesidad de inversiones importantes, por el proceso de valori-zacin de las tierras. La danza de los millones gener una clase alta parasitaria, de consumo conspicuo y ausentista.

    La ideologa burguesa tpica27 conceba la historia de la huma-nidad como un permanente avance ms que como un retroceso o un movimiento ondulante alrededor de cierto nivel. La bur-guesa tena confianza en el conocimiento cientfico del hombre y poda ver cmo el control sobre la naturaleza aumentaba da a da. Crea en la aplicacin de la razn y que el individuo poda perfeccionarse por la aplicacin de la misma.

    Esta ideologa se expandi en Amrica Latina con el reforza-miento de las relaciones con las sociedades industrializadas del siglo XiX. Pero si muchas veces se comparti la ideologa, por el papel que las clases altas empezaron a jugar, o al que fueron relegadas, ella se entremezcl de un modo extrao con las con-ductas reales.

    La recepcin de la tecnologa fue un hecho interesante. En muchos casos, a la penetracin de capital extranjero correspondi una rpida expansin de conocimientos tcnicos transmisibles, relacionados con las formas de produccin. Este proceso empez a ser visible a partir de la segunda mitad del siglo XiX.

    27 Eric Hobsbawm, Las revoluciones burguesas, op.cit.

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    Se dieron ciertas innovaciones tcnicas radicales que se re-flejaron en innovaciones positivas del ambiente, pero otras, ex-cesivamente ligadas al desarrollo de las exportaciones, tuvieron consecuencias muy discutibles. Por lo dems, y como paradoja, el deslumbramiento por la tecnologa, y en especial por las mqui-nas, reforz el antiguo desprecio de las clases altas por el trabajo.

    Pocas veces la expansin tecnolgica se tradujo en la creacin de centros industriales; se aplic de preferencia a las necesida-des del incremento comercial, puertos, vas de comunicacin y especialmente ferrocarriles. Tambin es cierto que muchos de los aspectos de la tecnificacin se incorporaron al mejoramiento de las ciudades. Lo ltimo tuvo consecuencias: por esa va se ensan-ch nuevamente la distancia entre ciudad y campo. Se constituy una vida urbana que rechazaba la vida del campo, y una ideologa contrapuesta a esta ltima.

    La oposicin entre ciudad como expresin de la civiliza-cin y el campo como expresin de la barbarie vena de antiguo. Quizs si su ms ntida expresin aparece en Facundo, de Domingo F. Sarmiento,28 quien, al tratar de explicar al caudillo rosas, pone de relieve aunque con tintas muy fuertes la ima-gen que el ciudadano tiene del hombre formado en la campaa. De paso muestra una forma ideolgica de concebir la relacin sociedad-naturaleza, donde esta ltima aparece como generado-ra de barbarie.

    Dnde pues ha estudiado este hombre [rosas] el plan de inno-vaciones que introduce en su gobierno, en desprecio del sentido comn, de la tradicin, de la conciencia y de la prctica inmemorial de los pueblos civilizados? Dios me perdone si me equivoco, pero esta idea me domina hace tiempo: en la estancia de ganados, en que ha pasado toda su vida y en la inquisicin, en cuya tradicin ha si-do educado. Las fiestas de las parroquias son una imitacin de las hierras del ganado, a que acuden todos los vecinos; la cinta colora-

    28 Citado por Jos Luis romero, El pensamiento poltico de la derecha latinoame-ricana, op. cit.

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    da que clava a cada hombre, mujer o nio, es la marca con que el propietario reconoce su ganado; el degello a cuchillo, erigido en medio de ejecucin pblica, viene de la costumbre de degollar las reses que tiene todo hombre en la campaa; la prisin sucesiva de centenares de ciudadanos sin motivo conocido y por aos enteros, es el rodeo con que se dociliza el ganado encerrndolo diariamente en el corral; los azotes por las calles, la mazorca, las matanzas or-denadas, son otros tantos medios de domar la ciudad, dejarla al fin como al ganado ms manso y ordenado que se conoce. Esta proli-jidad y arreglo ha distinguido en su vida privada a D. Juan Manuel rosas, cuyas estancias eran citadas como el modelo de la disciplina de los peones, y la mansedumbre del ganado. Si esta explicacin parece monstruosa y absurda, denme otra, mustrenme la razn porque coinciden de un modo tan espantoso, su manejo de una estancia, sus prcticas y administracin, con el gobierno, prcticas y administracin de rosas. Hasta su respeto de entonces por la propiedad, es efecto de que el gaucho gobernador es propietario!

    la ideologa del desarrollo y la industrializacin

    Al promediar la primera mitad del siglo XX se constituy como un hecho significativo en muchos pases de la regin la presen-cia de los sectores medios, quienes jugaron un papel poltico, social e ideolgico de importancia. Tambin en varios casos no fue despreciable la presencia de sectores populares, e incluso de una clase obrera organizada.

    Ambos fenmenos estuvieron estrechamente ligados al pro-ceso de urbanizacin, que adquiri un ritmo acelerado y, como muchos han sealado, distorsionado.

    El crecimiento econmico, o el desarrollo, se constituy en el tema bsico. La aspiracin por casi todos compartida era la de una expansin incesante de la unidad productiva de que se tratara. Tal ideologa influira, como es obvio, en la forma de concebir la relacin entre sociedad y naturaleza. En particular, de esta lti-ma la naturaleza se tratara de obtener el mximo provecho

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    posible. El problema con la sociedad es cmo organizarla para la consecucin de tal fin.

    El desarrollo es entendido como un proceso de moderniza-cin y en l se producen formas de desintegracin y reintegracin del orden social. Surgieron nuevos sistemas de estratificacin y se busc la formacin de valores adecuados al propsito de de-sarrollo.

    Para que ste se diera era necesario un nuevo ethos del traba-jo, pero tambin un marco legal y un sistema administrativo en que ste se desenvolviera. En esa perspectiva, el tema del Estado pas a ser crucial.

    Una ideologa del desarrollo implica el predominio de las aspiraciones econmicas, las que se traducen en demandas por un nivel de vida ms elevado y en demandas de consumo cada vez mayores.

    La aspiracin al desarrollo requiri constituir una responsabi-lidad tanto individual como colectiva para lograrlo. De ah que, en la formacin de esa responsabilidad, se le otorgara un papel de preeminencia a la educacin, la que se pretenda fuera portadora de la ideologa del desarrollo.

    Pero no slo el sistema educacional era importante: los ejem-plos sociales tambin lo eran. Se pretendi constituir grupos, co-mo los empresarios, que no eran slo motores del desarrollo, si-no que deban ser, adems, ejemplos de conducta. Por otra parte, haba que desarraigar comportamientos y orientaciones valorati-vas que se consideraban negativas para el propsito desarrollista.

    Muchos conceban el desarrollo como un proceso que iba desde la sociedad tradicional a la sociedad moderna. Los problemas que a los pases latinoamericanos tocaba resolver eran los de la transicin entre estos tipos de sociedad, puesto que las orientaciones bsicas de una y otra aparecan como conflictivas. La primera forma de sociedad consagraba lo existente, su legiti-midad derivaba de lo que siempre haba sido. En vez de eso, la sociedad moderna tena que institucionalizar la nocin de cambio; su legitimacin derivaba de la aceptacin de la posibili-dad constante de innovacin.

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    Uno de los objetivos importantes en la ideologa del desarro-llo era el de maximizar la eficiencia en la produccin de bienes y servicios. Por consiguiente, la sociedad deba obtener de la na-turaleza el mximo que sta pudiera producir.

    El desarrollo econmico se transformaba de hecho en un va-lor social, pero adems los logros que ste implicaba empezaron a institucionalizarse, y el logro de ciertas metas econmicas pas a convertirse en smbolo de estatus. El acceso a ciertos consu-mos proporcionados por el desarrollo tcnico y la vida urbana se constituy en smbolo de la vida moderna. Fcil es inferir lo que esto significa como ideologa respecto de la relacin sociedad-naturaleza.

    Se pretenda una racionalizacin creciente de la vida social y el desarrollo y la modernizacin eran las expresiones ms aca-badas de ese objetivo. La racionalizacin iba de la mano con el desarrollo de la ciencia y el tipo de actitudes y valores que esto implica. La ciencia, y muy principalmente la tecnologa, eran fac-tores fundamentales del cambio.

    Se sumaba a la aspiracin del desarrollo una ideologa nacio-nalista, no en el sentido estrecho de la palabra, sino como voca-cin de autonoma, tanto en las opciones econmicas como en las polticas y sociales. Esta opcin nacional se expresaba, prin-cipalmente en el caso de los pases poseedores de minerales o de economa de plantacin, como un intento de recuperar recursos naturales para la nacin, para desarrollarlos de acuerdo con el inters de la economa nacional, desligndolos de la explotacin extranjera.

    La naturaleza, y los recursos naturales en especial, pasaron a cobrar en esta perspectiva un nuevo sentido. incluso el futuro de la nacin se conceba estrechamente ligado a la capacidad de recuperar y disponer de una riqueza natural, la que se empez a pensar como patrimonio nacional.

    Tales ideologas contrastaban con las que fundaban la concep-cin imperialista.29 Para las potencias de ese carcter, la naturaleza

    29 Osvaldo Sunkel, introduccin, en Estilos de desarrollo y medio ambiente en la Amrica Latina, op. cit.

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    apareca como ilimitada, puesto que su explotacin no quedaba encerrada en el marco de la nacin. no era un problema agotar recursos no renovables, ya que otros territorios y pases se cons-tituan en nuevas fuentes.

    Por otra parte, como muchos han sealado, el pas centro para el caso de Amrica Latina, en este perodo los Estados Unidos haba generado un estilo de desarrollo y de implemen-tacin tecnolgica extensivo en el uso de los recursos, especial-mente la tierra, e intensivo en la utilizacin de capital y de energa. Con la poltica imperialista, tal patrn se trasladaba a la forma de la accin econmica en los pases de la periferia.

    Como varios autores han puesto de relieve, los resultados afec-taron el medio ambiente, dado el agotamiento de las reservas de muchos recursos no renovables. En el caso de las plantaciones, por la tala masiva de bosques, destruccin de economas agrcolas diversificadas, uso abusivo de las tierras y muchos otros efectos.

    La implantacin de enclaves mineros o agrcolas, tpicos de ciertas formas de accin econmica imperialista, afectaron la dis-tribucin regional de la poblacin, como tambin influyeron en el desequilibrio urbano-rural.

    Los afanes para una poltica de desarrollo tuvieron como re-sultado ciertos grados de crecimiento y de indudable moderni-zacin, estrechamente ligados al proceso de industrializacin concomitante. Pero en muchos casos la industrializacin tuvo rasgos exageradamente imitativos respecto de los pases centra-les, reproducindose por esta va patrones de produccin que correspondan a otras necesidades. Conjuntamente se difundie-ron pautas y normas de consumo tambin imitadas del centro.

    retomando las dimensiones de lo que comnmente se llama ideologa desarrollista, y muy especialmente las formulaciones de la CEpal, en lo que atae a la relacin naturaleza-sociedad, con-viene subrayar algunos puntos.30

    30 Vase Octavio rodrguez, La teora del subdesarrollo de la cepal, Mxico, Siglo XXi, 1980.

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    En este pensamiento era permanente la insistencia en la ne-cesidad de industrializacin, se postulaba que tal proceso tena carcter de ineludible para el desarrollo. En las formulaciones del doctor Prebisch, originalmente, como en las del conjunto de la CEpal, no existi un prejuicio antiagrario, como algunos qui-sieron ver; sin embargo, se sealaba que era necesario corregir los bajos niveles de productividad de ese sector.

    Se caracterizaba al conjunto de la economa latinoamericana por su heterogeneidad estructural, o coexistencia de atraso y desa-rrollo entre sectores, y a veces en el interior mismo de los sectores.

    Otro rasgo significativo era la distorsionada distribucin del ingreso, cuyas desigualdades eran demasiado acentuadas. Todos estos factores incidan sobre la tasa de acumulacin, haciendo poco dinmico el desarrollo latinoamericano. Adems, las dispa-ridades sociales tendan a agravarse y los beneficios de la econo-ma se concentraban en algunos pocos, excluyendo a la mayora.

    Muchas de estas ideas sistematizaban experiencias y proble-mas puestos de relieve por la relativamente espontnea indus-trializacin que haba tenido lugar como respuesta a la depresin de 1929, y que se haba acentuado durante la Segunda Guerra Mundial. no obstante, estas ideas nunca dejaron de ser polmi-cas, dado que ideas opuestas, de cuo liberal, propugnaban en distintos momentos volver a patrones de desarrollo basados en las ventajas comparativas, la especializacin y en regulaciones econmicas prximas a las del libre cambio.

    En el pensamiento de la CEpal, una fuerte preocupacin esta-ba dada por la nocin del retraso tcnico. Se postulaba que centro y periferia se constituyeron histricamente como resultado de la forma en que el progreso tcnico se propaga en la economa mun-dial. En los centros, se afirmaba, hay un perodo relativamente breve de propagacin a la totalidad del aparato productivo de los mtodos indirectos de produccin que en algn sector se generan. En cambio, en la periferia se parte con un atraso inicial y, por las modalidades de la estructura, especialmente las derivadas de la economa de exportacin y economa interna, las nuevas tcnicas tienden a implantarse casi exclusivamente en los sectores expor-

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    tadores. La economa interna queda fuertemente rezagada en su desarrollo tcnico y se establecen fuertes diferencias de produc-tividad del trabajo entre sector externo e interno.

    Si bien es cierto que existe preocupacin por el retraso tecno-lgico, hay conciencia de que no se trata slo de copiar o imitar tecnologas. Las tecnologas importadas se dice resultan las ms de las veces inadecuadas para las condiciones de atraso ge-neral y tienden a ser ahorradoras de mano de obra, en situacio-nes en que en la mayor parte de los pases latinoamericanos hay sobreabundancia relativa de la misma.

    La eleccin de tecnologa ahorradora de mano de obra, a pesar de que implica mayor densidad de capital, resultaba adecuada para el inters de los empresarios privados, puesto que reducen costos de mano de obra, compensndose as la mayor inversin en tecnologa. Hay por tanto una oposicin entre inters social e inters privado en la eleccin de tecnologa.

    La discusin respecto del problema tecnolgico no estuvo directamente ligada a sus efectos sobre la naturaleza, pero s de algn modo hace referencia a la relacin sociedad-naturaleza. Como hemos visto, el trabajo es la forma especfica de mediacin entre sociedad y naturaleza.

    La tecnologa altera el modo de realizacin del trabajo y su forma social de constituirse. Por tanto, tiene implicaciones en la concepcin de la relacin sealada.

    Como se ha dicho, la ideologa de la industrializacin no era necesariamente antiagraria, pero no por eso se dejaban de sea-lar los problemas que ese sector presentaba. En muchos pases, la insercin en el sistema econmico mundial se haba dado pre-ferentemente por la exportacin de productos primarios de tipo agrario. Es as como se reorient el empleo de la tierra hacia la produccin mercantil, utilizndose de preferencia tcnicas de produccin de carcter extensivo.

    Con respecto a la economa agrcola interna, sta estaba mar-cada por las conocidas deficiencias de la relacin latifundio-mi-nifundio. El latifundio, debido a la enorme cantidad de tierras que concentraba, con dificultad lograba la plena utilizacin de

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    las mismas, puesto que se requera gran cantidad de capital para explotarlas.

    Por otra parte, el latifundio implic una particular concepcin de la relacin sociedad-naturaleza. Para los propietarios, que dis-ponan de rentas ms o menos grandes, resultaba a veces deseable mantener tierras improductivas, puesto que esto incluso poda actuar como defensa contra la inflacin. Pero adems la cantidad de tierras de las que se era dueo ms que la capacidad produc-tiva era el indicador de prestigio social. La posesin de tierras era el gran ttulo de prestigio. Los empresarios agrcolas dista-ban de ser realmente empresarios, y no estaban o no se sentan muy afectados por la subutilizacin de los recursos productivos.

    no obstante, a pesar de la subutilizacin de la tierra, el lati-fundio no fue ajeno a las tecnologas agrcolas. Aunque la mano de obra era abundante, su contratacin implicaba un costo, y los propietarios se sentan tentados a reemplazar o sustituir este costo por capital.

    El minifundio era, y es, la contracara del latifundio; a diferen-cia de ste, significaba la dispersin de la propiedad de la tierra. Generalmente los procedimientos de cultivo, en los minifundios, eran muy rudimentarios, debido a las dificultades para lograr cierto nivel de acumulacin.

    El minifundio cumple muchas veces slo funciones de sub-sistencia; la productividad de la mano de obra se mantiene ba-ja. Hay escasa disponibilidad de tierras por unidad familiar. El minifundio se ha mostrado incapaz de retener el crecimiento vegetativo de la poblacin que habita y trabaja en l, por lo cual ha influido en el fenmeno de expulsin de poblacin del sec-tor agrario, que ha pasado a engrosar muchas veces los llamados grupos marginales urbanos.

    De modo, entonces, que la ideologa desarrollista logr plan-tear, especialmente en referencia a la situacin agraria, la deficien-te relacin sociedad-naturaleza, que el par latifundio-minifundio significaba.

    Por otra parte, cada vez se toma mayor conciencia de que la industrializacin, para poder llevarse realmente a cabo, implica

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    una serie de reformas estructurales, puesto que eran los rasgos existentes de la estructura econmica y social los que impedan la transformacin del sistema socioeconmico en su conjunto.

    Los cambios que se queran deban llevarse a cabo de forma deliberada, la sociedad tena que transformarse, y aunque no fue-ra muy explcito, era necesario revisar las relaciones existentes entre sociedad y naturaleza.

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