3. filosofia de la historia. renacimiento
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Parcial Filosofía de la Historia.
Renacimiento: Maquiavelo y Bodin.
En el Renacimiento se abandonó gradualmente la visión teológica y providencialista que domino en la Edad
Media. La novedad de Maquiavelo estuvo en que fue él quien por primera vez y en forma sistemática advierte
que el mundo específicamente humano no es ya ni puede ser el de la ciudad ideal platónica ni el de la ‘civitas
terrestreis’ agustiniana, sino el de la ‘cittá, dello stato,’ es decir el de las primeras formaciones burguesas. La
realidad específicamente humana es la política que es actuación necesaria e inevitable dentro de las nuevas
formaciones de ciudad-estado y el nuevo Estado nacional. Por tanto el destino del hombre consiste en aprender
a comportarse en un mundo en el que las pasiones no son ya los viejos hábitos que el pecado de origen ha
acendrado, sino las que corresponden a las ciudades: la ambición de poder, la competencia, el egoísmo, etc. Se
trata de las pasiones que se debaten en un mudo hecho por el hombre, y lo que el hombre hace se explica por su
historia, por lo que ha hecho. Esa acción y esa historia pueden ser conocidas, y en tal sentido merece
estudiarlas, nace entonces la política y la historia como memoria de las formas del poder. (B17). En este sentido
es que se merece un estudio de la antigüedad, para conocerla admirara e ir más allá (B173), concibió entonces
la historia como una maestra de vida. (D15).
En el Renacimiento también se comenzó a concebir el mundo de lo natural desde una perspectiva diferente,
intentando abandonarse la concepción medieval sobre este aspecto, el objetivo renacentista estaba en gobernarla
y transformarla por mano del hombre. En este sentido Maquiavelo refería a que la Fortuna gobierna la mitad de
los sucesos políticos, pero la otra mitad se halla a merced del hombre de virtú. (B174). Maquiavelo quiere
mostrar como los soberanos pierden el poder o lo ven mermado y como lo conservan No es un predicador, sino
un observador que formula para los demás los resultados de sus comprobaciones y meditaciones. No discurre
sobre un país determinado, sobre un gobierno y sus gobernados. Sus opiniones, son aplicables a todo lugar para
interpretar hechos de todos los tiempos, en función a que la naturaleza humana es siempre la misma. La
constante y universal naturaleza del hombre que implica una pauta uniforme en la historia de las distintas
naciones y civilizaciones. (D16). Esto es debido a que la índole humana es siempre la misma, invariable y por
ella debía de explicarse que los accidentes de una edad de la historia se repiten en otra. Esto lleva a pensar que
la trama de la historia seria siempre la misma, que los procesos se rigen de acurdo a un patrón uniforme. En
efecto, sería entonces la humanidad algo homogéneo con impulsos y deseos o instintitos comunes. (D17). Sin
embargo, Nisbet, menciona que la idea de que se diera en los renacentistas una recurrencia cíclica, que estos
hayan podido leer en los clásicos grecolatinos, no necesariamente significa que para ellos la vuelta de lo mismo,
sino de lo diferente: el mundo antiguo había renacido, a la vez que había sido superado en los tiempos
presentes. (B176). Precisamente lo que se puede hallar en Maquiavelo es que este entendía que el hombre es
capaz por su vitú, en un caso y por su libre albedrío en otro, de superar los poderes de la Fortuna o del destino
(factum) (B177). Ahora bien, si la fe cristiana en el progreso seguía la traza del camino de la salvación, los
hombres del Renacimiento no harán sino trasmutar esa fe en un camino secular. El progreso no es ya un opus
Dei, sino un opus hominis. (B177). El interés por el progreso secular llevaría necesariamente, en la posteridad,
a un entendimiento secular del tiempo y por tanto del devenir histórico del hombre. Maquiavelo escribió obras
de historia propiamente tal, en donde por primera vez se desarrolla un guion que no está escrito por la
Providencia, sino que está formulado por la necesidad política. (B178). En este sentido la necesidad del estudio
histórico podía ofrecer ejemplos provechosos ya que en todos los tiempos el hombre estaría orientado a sus
ambiciones políticas dada su condición humana. Puesto a pensar sobre la historia, Maquiavelo pretende resolver
dos problemas: el de la determinación de los enlaces entre los hechos y el del sentido del proceso histórico total.
Pretende descubrir cuál es el destino de los pueblos, las religiones, las civilizaciones, pretende hallar una
explicación del hecho de que unos surjan y otros declinen. (D19). Se comienza entonces la negación de un
ordenamiento dado por la Providencia. Surgiría entonces el concepto de Fortuna que implicaría o se
identificaría con la oportunidad la ocasión y con un correspondiente sentido de la responsabilidad y la elección
humana, la cual desempeña un papel de gran importancia -respecto de los medievales- en el flujo de los
acontecimientos. (B184).
En Maquiavelo se verá que su concepción de la historia está íntimamente ligada al Estado y el ejercicio de la
política. De este modo se pregunta cuál debe ser la virtus que deben ejecutar los principies, y que puede hacer
este frente a la Fortuna y cuál debe ser la relación entre esto conceptos para lograr confinar, expandir, o
mantener un principado. (B186-187). Benavides expone que no hay ni filosofía ni teología alguna de la historia,
en el sentido d un desarrollo de la historia en alguna dirección derivada de algún principio metafísico o de la
revelación cristina. El método y el tono empleados son rabiosamente empíricos: Maquiavelo consigna lo que
hay. Ni siquiera su teoría de los ciclos históricos cuenta con un respaldo metafísico. No habría tampoco un
sentido histórico alguno: los hombres son iguales en todos los tiempos por doquier, y lo que ha ido eficaz para
los antiguos valdrá seguramente para los modernos (B190). La historia de Maquiavelo será la experiencia de un
hombre que veía como, periclitada la sociedad feudal, rotos los viejos vínculos familiares, comunales y
religioso, un nuevo tipo de sociedad se afianzaba en torno a las nuevas y complejas formas de vida en común
que eran las ciudades ‘burguesas’ y, sobre ellas, los nacientes Estados nacionales. Por ello el plano político es el
plano histórico por excelencia. Los cambios históricos son, en consecuencia, trasformaciones o procesos de
transformación del ordenamiento jurídico-político del Estado. Si la historia es el registro de las formas de poder
político, toda trascendencia le ha sido sustraída en favor de la inmanencia terrena: el hombre se realiza en la
tierra y sus fines no pueden estar más que en la tierra. La historia es la memoria de los hechos políticos de los
hombres y su dinamismos es la expresión de la tendencia predominante como tal, que es voluntad de dominio.
De las fases inestables de la vida histórica nacen las faces estables y equilibradas, y de ese modo aquellas
adquieren significación. El motor de las mutaciones históricas es el carácter natural del hombre, que permanece
constante a pesar de las diferencias de tiempo y lugar. (B193).
Ahora bien, esta historia hecha toda ella de voluntades, de una virtú que es pura energía y dinamismo, ha de
enfrentarse constantemente con el muro de la necesidad, que para Maquiavelo, aparece bajo los rasgos de la
Fortuna. Lo que el historiador percibe es la lucha entre ella y la virtú, es decir, entre la humana voluntad y las
fuerzas ciegas de la necesidad. (B194). Dado que en la historiografía de Maquiavelo se entremezclan el
discurso político y el del historiador, es de esperar que tanto en la selección de fuentes que utiliza como en su
modo de utilizarlas su método historiográfico resulte profundamente afectado. Su historia es, por ello, una
historia valorativa: los periodos, los personajes, formaciones históricas que aparecen en ellos reviven una
calificación de acuerdo con los patrones absolutos que su teoría política ha establecido. (B195). Sin embargo se
separa radicalmente de la crónica medieval al instaurar su teoría política en el corpus de los datos históricos.
Por eso la suya es ya una historia moderna: el material empírico se somete a la teoría. Ello tiene como
contrapartida que la selección de fuentes sea parcial y no se ajuste a criterios de fiabilidad. Es una historia al
servicio del ideal político y nada más. (B195).
Romero menciona que la historia no es sino el registro de la experiencia humana en materia de vida política
o, lo que es lo mismo, de las formas de comportamiento del hombre como ser animado por una irreprimible
voluntad de dominio. Es entonces ejemplo y experiencia, y enseña a conocer los mecanismos por medio de los
cuales obra el hombre. En consecuencia, resulta de su examen una posibilidad de acción dirigida y determinada
por su consejo: de aquí que la historia desemboque permanentemente en una sistemática del obrar político,
tema que constantemente tienta a Maquiavelo, haciéndolo sentirse descubridor del metro histórico en las
ciencias políticas…si la vida histórica es para él, por sobre todo, vida política, su normativa política es un saber
para la vida misma; la experiencia histórica no es, pues una mera técnica al servicio de una actividad entre otras
posibles, sino que es experiencia vital, que encierra todas las dimensiones de la vida, cristalizadas en este plano
superior y específicamente humano que es el plano político. El saber histórico es, antes que nada, un saber vital,
imprescindible e irrenunciable, inherente al hombre y atado indisolublemente a su más específica actividad,
que es el cumplimento de su voluntad de dominio, manifestada en su obrar político. (B196).
El pensamiento de Maquiavelo entonces se sumerge precisamente en la necesidad de entender el
desenvolvimiento político, inseparable de su teoría del Estado como producto del desarrollo histórico y a la vez
sujeto de las leyes que gobiernan el mundo natural. (D19). Estaba en él presente la idea, entonces, de que una
inexorable legalidad imperaba en el mundo del hombre y en el mundo físico. En esta lógica es que se proponía
descubrir el discurrir de los principios que rigen la sucesión de hechos. (D20). De esta manera es ley propia del
destino de los hombres el indefinido sucederse de distintas civilizaciones. En remplazo de la concepción
cristiana que sostenía la progresión de la vida humana hacia el advenimiento del reino de Dios. Maquiavelo
sustenta en lo fundamental la concepción cíclica del pensamiento antiguo. Piensa que ‘los hombres siempre
nacerán, vivirá, y morirá, en un mismo orden’. Para el historiador florentino ‘todas las cosas del mundo, en todo
tiempo, se corresponden con los tiempos antiguos’. Por eso mismo cabía que el pasado se presentara como
modelo para el presente. (D22).
Bodin: Poseía un pronunciado interés por lograr un método preciso para la historia, en donde reclamaba que
el historiador fuese veraz, que no se sometiera a prejuicios y a sus preferencias propias. No ignoraba que es
problema de solución harto difícil el de encontrar un criterio objetivo de verdad en el ámbito de las historia. De
este modo trabaja el problema de la utilidad del saber histórico, el de los factores de la historia; el papel de los
gobiernos en la historia, la concepción cíclica de la historia y el problema del progreso. (D34-35). Dice en su
trabajo Método ‘gracias a la historia el presente se explica fácilmente, se penetra en el futuro y se adquiere
indicaciones muy ciertas sobre la que se conviene buscar o rehuir’ y definía a la historia como la narración
exacta de las acciones pasadas. (D36). A su vez distingue entre tres tipos de historia: La humana, la natural y de
religión. Conocer la historia humana es comprenderla y esto significa percibir, definir los actores
predominantes de la determinación de los acontecimientos históricos. En la concepción de la historia de Bodin,
tres factores fueron favorables al advenimiento de una idea de progreso: el rechazo de la teoría de la
degeneración humana; la afirmación de que el tiempo es en las ciencias y en las artes, superior al de la
antigüedad clásica, la concepción de una historia universal común a todos los pueblos de la tierra. (D43). A su
vez jamás habría una repetición de la historia dado que acá tiempo histórico humano es único y hace a su
tiempo, no surgirían nuevamente los hombres particulares y por tanto las cosas generales (como el Estado)
jamás serian iguales. En él se revela una filosofía de la historia y de la política, pero según Benavides no es un
historiador. Su concepción de la historia se detienen en la idea humanista de utilidad, pero igualmente entendía
que la historia no era puramente una narración u obra literaria, sino que debería de investigar las causas, como a
su vez el objeto de la historia era las civilizaciones y la civilización, es decir lo general y lo particular. Así
también como una historia que debía de ser universal, en el sentido más completo. (B201).
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