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Protocolo de investigaciónPrograma de Doctorado en Desarrollo Rural/ UAM-X
Fermín Ledesma Domínguez.fer.ledesma.d@gmail.com
Chiapas, México31 de Mayo, 2019
PROYECTO ANTERIOR: Narrativas de resistencia y proyectos extractivos: La defensa del territorio desde las ontologías zoques en el norte de Chiapas
TITULO NUEVO TENTATIVO: El pueblo zoque en movimiento. Construcción, transformaciones y prácticas sociales de la lucha contra los proyectos extractivos en Chiapas.
ENSAYO
Los dilemas de los abordajes metodológicos desde la investigación comprometida.
El presente ensayo es un primer esbozo para entrar en discusión y profundizar
sobre los abordajes éticos-políticos y epistémicos de la investigación militante y
comprometida para quienes nos adscribimos a un grupo étnico y a una lucha
social, a la vez que, realizamos una investigación de corte científico ajustado a
ciertos cánones de objetividad y neutralidad que se legitiman y universalizan en el
campo de la academia. ¿Para quién y para qué investigar?¿Cómo abordar
metodológicamente el estudio de las luchas sociales?. Son preguntas que trataran
de problematizarse en este documento.
Re-definiendo el problema de investigaciónEn primera debo referir que esta investigación pretende comprender y explicar el
surgimiento de la lucha del pueblo zoque del norte de Chiapas contra los
proyectos extractivos, a partir de su perfomatividad y de la puesta en marcha de
políticas prefigurativas como prácticas sociales y proyecto antagónico que
confronta la política energética del Estado Mexicano
Las preguntas que guiarán la investigación son: ¿cómo y por qué se organiza la
lucha de los zoques del norte de Chiapas?; ¿Qué elementos performativos usan
los zoques para proyectar la lucha? ¿Qué políticas prefigurativas se ponen en
marcha como práctica social durante la lucha? y ¿Qué cambios produce la lucha
en la vida cotidiana de los zoques?
El referente empírico es el Movimiento Indígena del Pueblo Creyente Zoque en
Defensa de la Vida y el Territorio (ZODEVITE), una organización emergente de
base comunitaria, indígena y eclesiástica creada bajo la estructura organizativa de
la pastoral social de la iglesia católica en la parroquia de Ixtacomitán, Chiapas el
31 de mayo de 2017 con la finalidad de hacer frente a la ronda petrolera 2.2 que
pretendía licitar 84,500 hectáreas de 10 municipios del norte de Chiapas.
El ZODEVITE se conformó con las estructuras territoriales aglutinadas en la
pastoral social de las parroquias de Magdalena (Francisco León), Nuestra Señora
de la Asunción (Chapultenango y Pichucalco) y la Santisima Trinidad (Ixtacomitán
y Pichucalco), pero con el tiempo ha sumado otros actores (mestizos, mujeres,
jóvenes, sacerdotes, líderes religiosos, profesionistas universitarios, autoridades
ejidales y líderes de organizaciones campesinas) que tienen como característica la
adscripción étnica y su vínculo con la tierra y el territorio zoque, de tal suerte que
hay un cúmulo de actores que dinamizan al movimiento.
Desde 2016, los actores – predominantemente zoques y católicos- han ido
construyendo el movimiento mediante la puesta en marcha de narrativas y
creencias como repertorios políticos que motivan las acciones directas y las
identidades dentro del movimiento. En ese sentido, esta lucha social ha puesto en
escena la reconfiguración de la reapropiación del territorio de manera simbólica y
material a partir de que los actores participantes comienzan a hablar de su
identidad zoque, de su territorio ancestral, incluso, del sentido de comunidad
indígena despojada el proceso de colonización, es decir, el movimiento crea la
posibilidad de recrear y reflexionar la memoria histórica y el sentimiento de
agravio. Las asambleas del ZODEVITE han sido el espacio para construir esos
sentimientos.
El estudio es pertinente en la medida que es necesario entender las formas
objetivas y subjetivas en que el capital construye lógicas territoriales y des-
territoriales para incorporar las áreas marginales a la producción mundial de
bienes primarios, y por otro, las tramas comunitarias que estos generan en el
espacio mediante rupturas, tensiones y conflictos que se confrontan dentro del
territorio a partir de la llegada de los proyectos extractivos, el cual es posible
observarlo como un campo social dinámico donde los actores despliegan
relaciones asimétricas de poder, definen y reafirman sus lealtades étnicas,
construyen narrativas para dotar de sentido político al movimiento, se manifiesta
los intereses colectivos e individuales y se generan experiencias política que
posibilitan la transformación del territorio como espacio contra-geográfico.
Para comprender la compleja dinámica territorial que motiva la aparición de la
lucha de los zoques, la investigación tiene énfasis en el análisis espacial del
territorio, en particular sobre 3 municipios del norte de Chiapas donde el
movimiento tiene mayor presencia. De manera concreta el estudio tiene un recorte
temporal de 4 años divididos en dos periodos que van de 2016-2018, y 2019-2020,
fechas claves dada la transición del gobierno mexicano que permitirían entender
los cambios, las continuidades y puntos de quiebres de las luchas eco-territoriales
en México. No obstante se hace una revisión de la producción del espacio a partir
de 1994, considerado un periodo de quiebre por la aparición del Ejército Zapatista
de Liberación Nacional que marcó la emergencia del tema indígena en la agenda
nacional.
Así, en el primer periodo se estudia, las políticas del Estado y las inercias trazadas
por las luchas socio-ambientales en el marco de un gobierno neoliberal, mientras
que en el segundo, se analiza el giro que adquieren las luchas durante el ascenso
de un gobierno progresista de centro-izquierda en el país.
Este proyecto se compone de 3 ejes de análisis concretos 1) La producción del
espacio desde una perspectiva histórica de larga duración del territorio zoque en la
que se muestra los agravios y los sentimientos de injusticias creadas a lo largo del
tiempo; 2) La trayectoria de la acción colectiva del ZODEVITE, sus tramas
comunitarias y las contradicciones del movimiento a partir de las movilizaciones y
las asambleas, como lugares centrales donde se tejen los sentidos políticos y
culturales de la lucha que permiten visualizar las posiciones, los intereses, los
horizontes colectivos y comunitarios en construcción y los nuevos actores en el
campo de las luchas eco-territoriales y 3) las transformaciones de las relaciones
sociales, las pugnas cotidianas, las negociaciones y la reorganización del territorio
como discurso y prácticas producidas en tres ejidos zoques (Chapultenango,
Ixtacomitán y Francisco León), a partir de la experiencia de la lucha contra la
ronda petrolera.
Algunas otras interrogantes que se resolverán a lo largo de la investigación tienen
que ver con las siguientes cuestiones: ¿Cómo se despliegan los proyectos
extractivos en el norte de Chiapas para incorporar el territorio zoque a los circuitos
de la economía global?, ¿qué transformaciones simbólicas, materiales y políticas
como puntos de inflexión detonaron la movilización de los zoques del ZODEVITE
en la defensa de su territorio?, ¿Qué relaciones sociales de la vida cotidiana
entran en confrontación y se transforman en el espacio comunitario a partir del
movimiento contra el proyecto extractivo de la ronda petrolera?.
¿Quién son los zoques de Chiapas?
Como grupo cultural, los zoques tienen una cuenta larga de construcción y apropiación del territorio en el sur de México. Desde hace más de 3,000 años, habitan principalmente los estados de Veracruz, Tabasco, Oaxaca y Chiapas, en una vasta zona de Mesoamérica que Gareth Lowe (1998:84) definió como el área cultural zoque, integrada por dos grandes áreas: la parte núclear se encontraba en la costa del Golfo de México y una sub-area Olmeca estaría formada por Tabasco y Chiapas que en algún momento se extendió hacia Guatemala y El Salvador.
Los resultados arqueológicos revelan que los zoques constituyen en realidad la “cultura madre” antes que los Olmecas (Pye y Clark, 2006: 209). La característica que permite establecer una frontera cultural con otras culturas mesoamericanas es que los zoques desarrollaron cacicazgos, simples y avanzados, cuyos pueblos tuvieron la costumbre
de utilizar, casi exclusivamente, cerámica de cocina en forma de tecomates (Pye y Clark, 2006: 208-209) que con el devenir de los años formaron diversos pueblos con sus respectivas culturas (Villa Rojas, 1975) bajo la familia lingüística mixe-zoque-popoluca junto a los mixes de Oaxaca y los Popolucas de Veracruz.
Desde el siglo XVI hasta principios del XX, los zoques fueron sometidos al sistema de reproducción de la hacienda colonial, tiempo durante el cual padecieron trabajos forzados, hambrunas y epidemias, hechos que diezmaron la población, principalmente en Magdalenas Coalpitán (Hoy, Francisco León). Actualmente, algunos autores han establecido que los zoques de Chiapas pueden ser ubicados bajo cuatro criterios demográficos, tomando como punto de partido lo establecido por Villasana: 1) municipios tradicionalmente zoques, 2) municipios con asentamientos reubicados por la erupción del volcán y 3) municipios con población zoque disminuida (Villasana, 2009:321). La primera estaría constituida por los pueblos de la vertiente del Golfo de México asentados en las estribaciones de Chapultenango, Ostuacán y la Sierra de Pantepec, que en su conjunto constituyen el corazón zoque, es decir, el territorio histórico de Chiapas; una segunda area pertenece a los nuevos asentamientos creados a partir de la erupción del volcán chichonal fuera del corazón zoque; la tercera corresponde a la población asentada en la vertiente de la depresión Central Chiapaneca, donde se encuentra la capital del estado Tuxtla Gutiérrrez y finalmente el cuarto criterio, por poblaciòn migrante dispersa en Guadalajara, Estados Unidos y la Ciudad de México (Domínguez, 2013).
La mayor población hablante se concentra básicamente en 13 municipios del noroccidente de Chiapas donde pueden distinguirse con suma facilidad –más allá de la lengua- experiencias vividas y compartidas; cosmovisión, sistemas normativos y modos de organización donde las apropiaciones simbólicas y materiales del
territorio cobran una dimensión identitaria del ser zoque. Según las creencias locales, los cerros tienen dueños y los ríos nombres en zoques.
TABLA 1.- Población del territorio histórico zoque, 2010
No. MunicipioPoblación total
Población hablante de lengua indígena
Mayores de 3 años
Monolingües%
hablantes
1 Chapultenango 7,827 5,317 94 67.9%2 Coapilla 8,012 1,193 8 14.9%3 Copainalá 20,637 1,681 8 8.1%4 Francisco León 8,146 4,846 110 59.5%5 Ixtacomitán 10,613 2,269 2 21.4%6 Jitotol 20,800 12,339 2,235 59.3%7 Ocotepec 12,604 10,582 3,181 84.0%8 Ostuacán 17,022 616 2 3.6%9 Pantepec 12,110 4,548 40 37.6%10 Rayón 9,911 2,496 43 25.2%11 Tapalapa 4,099 3,661 304 89.3%12 Tapilula 12,018 958 3 8.0%13 Tecpatán 44,427 7,772 116 17.5%
Total 188,226 58,278 6,146 31%Fuente: INEGI, 2010/ Elaboración propia
Un suceso relativamente reciente que está presente en la memoria colectiva como un hecho traumático es la erupción del Volcán Chichonal en 1982, que motivó cambios en el espacio tradicional zoque de Chapultenango y Francisco León al desplazarse miles de familias hacia nuevos asentamientos en Veracruz, Campeche, Jalisco y otras áreas de Chiapas como la Selva Lacandona.
Extractivismo interno en el norte de Chiapas
Desde hace cinco siglos, sobre la zona norte de Chiapas se viene configurando el sistema-mundo como espacio de enclave territorial para
el aprovechamiento y saqueo de los recursos naturales, construida sobre la base de una larga historia de agravios, exterminio, despojo y desigualdad territorial en la medida que el capitalismo ha penetrado las zonas rurales e indígenas del mundo. Actualmente esta porción de tierras es vista como área estratégica de reserva desde la perspectiva geopolítica del extractivismo exportador global.
Proyectos extractivos en el área zoque de Chiapas
Fuente: Geocomunes, 2017.
En la lógica del pacto territorial y el extractivismo interno operado desde el Estado comenzaron a desarrollarse el resto de los proyectos nacionales que se expandieron sobre el trópico húmedo del sureste mexicano en el marco de la división internacional del trabajo o como bien dice Tudela (1989) en realidad comenzó la modernización forzada
del trópico húmedo que comprendió la conquista y conversión de las tierras del sureste mexicano en regiones petroleras y ganaderas.
Así, la ganadería - como el primer megaproyecto moderno impulsada por el Estado –encontró en las tierras de Veracruz, Tabasco, Campeche y el norte de Chiapas espacios idóneos para producir carne a bajo costo. La ganadería ha tenido un impacto profundo en la deforestación de selvas del sur. Tan sólo durante la década de 1940 a 1950, los estados de Tabasco, Campeche y Yucatán devastaron más de un millón de hectáreas de tierras boscosas (Villafuerte, 1997). El caso es que hoy, la tendencia del territorio zoque de Chiapas (100 mil has) son tierras ganaderas, lo que ha dado pie por un lado a la concentración de la tierra y por otro, la minifundización y la conversión de campesinos asalariados en jornaleros “pica campo” como parte del proceso de desmantelamiento de la estructura agraria, es decir, la separación de los campesinos de sus medios de producción. La tendencia a la ganaderización de las tierras se mantiene constante.
El segundo proyecto extractivo se basa en la gestión del agua a gran escala. Las construcciones de 3 presas sobre las aguas del Rio Grijalva inundaron más de 30 mil hectáreas de tierras agrícolas. Así la construcción de la presa Malpaso inundó tierras de Ocozocuaulta y Tecpatán en 1958; la presa Chicoasén afecto tierras de Osumacinta y Chicoasén en 1974 y finalmente la presa Peñitas ubicada en Ostuacán también afectó tierras en 1983. Con ello desaparecieron vestigios arqueológicos como Malpasito y Quechula y pueblos enteros como Osumacinta. Además, generaron el desplazamiento de la población local y la alteración de la biodiversidad de los 5 municipios involucrados. Durante este lapso, en total 4,064 familias fueron desplazadas del territorio (Ibarra García, 2015). Actualmente, el embalse de las presas sirve para que la empresa transnacional Acuagranjas explote a gran escala la pesca de Tilapia para su exportación, desplazando de este
modo a los pescadores ribereños y el mercado local. Actualmente se encuentra en marcha sobre el mismo Río Grijalva la construcción de la presa Chicoasén II sobre 200 hectáreas pese a la oposición y resistencia de los ejidatarios.
El tercer proyecto es la explotación petrolera que lleva más de un siglo en el área, interrumpido solamente durante el periodo de la revolución mexicana. En 1901, Maximino Alcalá descubrió en la finca Guadalupe ubicada en Tectuapán Pichucalco un “criadero de petróleo”. Ello bastó para que el 14 de agosto de 1907, la compañía Anglo Mexicana, Oil Fields Ltd obtuviera los derechos de explotación hasta la nacionalización del petróleo durante el cardenismo. Para la década de 1970, la explotación del petróleo se trasladó a manos del Estado en los municipios de Juárez, Ostuacán, Reforma y Sunuapa con la instalación inicial de 17 pozos de gas; para 1984 se había instalado un complejo petroquímico - Cactus – en el municipio de Reforma como centro de acopio y transformación de gas. Desde ese tiempo, la relación de la paraestatal Petróleos Mexicanos (PEMEX) con los campesinos mestizos ha sido conflictiva por las acusaciones de contaminación de manantiales de ríos y lluvia ácida sobre los campos agrícolas y ganaderos del norte de Chiapas.
En el marco de la reforma energética aprobada en 2013, el gobierno plantea la ampliación de las zonas de exploración y extracción de hidrocarburos con inversión extranjera por un monto de 300 millones de dólares hacia el área zoque, en particular sobre las tierras de Ixtacomitán, Chapultenango y Francisco León, donde se encuentran grandes depósitos de aceite y gas convencionales.
El cuarto proyecto extractivo es la minería, al igual que el petróleo data del siglo XIX en el área. En 1879, los hermanos Zepeda descubrieron vetas de oro, plata y cobre en el rio Los Pinos de La finca La Zacualpa en Solosuchiapa- a partir del cual una compañía inglesa comenzó a
explotarlas hacia 1884 aunque tiempo después fue cerrada, pero a partir de 2006, compañías canadienses como Linear Gold Corporation o Brigus Gold Corporation, Kinross y su filial mexicana KG Minera Ixhuatán, Minera Frisco, Cangold Limited y Apollo Gold Corporation se establecieron en Tapilula en el marco del Proyecto Ixhuatán. Oficialmente un total de 5 concesiones mineras se han otorgado sobre más de 70 mil hectáreas en los municipios zoques de Pantepec, Tapilula, Ixhuatan, Copainalá y Coapilla, aunque por ambigüedades y opacidad de la información gubernamental el número de superficie concesionada podría elevarse a 181 mil hectáreas distribuidos en 12 de los 13 municipios zoques.
Tanto la minería como las presas hidroeléctricas han generado procesos de desplazamientos reconcentración de la población, efectos devastadores en términos ambientales y conflictos socio-ambientales. En 2006, familias enteras de San Isidro las Banderas Pantepec fueron llevados a Ixhuatán tras el hundimiento de una porción del pueblo; el deslizamiento de tierras y “el tapón del Grijalva” dio paso a la creación de Nuevo Juan Grijalva en Ostuacán en 2007, una aldea “modelo” de “ciudades rurales sustentables” para reordenar el territorio.
El quinto proyecto extractivo también tiene su lógica en la instalación de un complejo geo-termoeléctrico en fase de “prospección”. Desde 2010, la Comisión Federal de Electricidad realiza trabajos prospectivos en el cráter del Volcán Chichonal para instalar una planta geotérmica como generador de energía alternativa sobre las tierras de los campesinos de Chapultenango y Ostuacán, pese al litigio agrario entre zoques de Rayón y Chapultenango. Entre la población local el proyecto geotérmico se oferta como sinónimo de progreso y desarrollo dada la promesa gubernamental de abrir caminos y mejorar la infraestructura de escuelas, alumbrado y vivienda.
Finalmente, el sexto proyecto extractivo se inserta dentro de la economía verde, bajo el discurso de la gobernanza ambiental. Entre 1982 y 2002 se decretaron como Área Natural Protegida (ANP) 101 mil hectáreas de tierras de la Selva El Ocote ubicado en Ocozocuautla y Tecpatán, donde 3 comunidades zoques quedaron inmersas dentro del polígono de conservación; en 2006 se decretó como reserva estatal un total de 201 hectáreas de Tzama Cumy Puny en las montañas de niebla de Tapalapa, lo cual dio paso a la introducción del Programa de Servicios Ambientales (PSA). Ambos proyectos se insertan en la lógica del megaproyecto ambiental que busca integrar la Gran Selva Zoque con la Selva Lacandona, la Península de Yucatán y el Petén Guatemalteco considerado en el plan del Corredor Biológico Mesoamericano, un proyecto que involucra desde las selvas de Panamá hasta México, fondeado con recursos del Banco Mundial.
Contagiada por la multifuncionalidad del medio rural, la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas promueve desde 2012 la creación de un geoparque en el Volcán para convertir el cono volcánico en un espacio para el turismo y la ciencia. La avanzada de este proyecto es la instalación del centro ecoturístico comunitario “Mujer de fuego” que opera en las faldas del volcán en Chapultenango desde abril de 2016.
El despliegue performativo de la lucha del pueblo zoque
Los diversos estudios antropológicos e históricos construyeron la idea de que los
zoques eran un grupo étnico “dócil” y “pacífico” de lenta aculturación a partir de
que no tomaron participación en grandes rebeliones armadas, movilizaciones
agrarias y luchas políticas a gran escala como ocurrieron con otros grupos étnicos
de Chiapas, sino que más bien fueron incorporados al modelo del proyecto
nacional posrevolucionario (Villasana, 2002; Ortiz, 2012).
Sin embargo, a partir del 22 de junio de 2017 hubo un punto de quiebre en la
historia reciente de los zoques de Chiapas. Ese día, un sinnúmero de vehículos
partieron de Chapultenango, Ixtacomitán y Francisco León rumbo a Tuxtla
Gutiérrez, la capital del estado. Antes del mediodía, tres columnas de
aproximadamente 6 mil hombres y mujeres zoques estaban formadas sobre la
Pochota dispuestas a “peregrinar” durante 9 kilómetros hasta llegar al palacio de
gobierno ubicado en el centro de la ciudad, bajo un sol incandescente de 38
grados centígrados. Al frente de la marcha, tres sacerdotes de la iglesia católica
abanderaban el contingente con estandartes religiosos, mientras de fondo, música
tradicional de tambor y carrizo acompañaba a la multitud. En el pliego petitorio, los
zoques exigían al gobierno federal detener la licitación de la ronda petrolera que
pretendía concesionar 84,500 hectáreas de tierras de 10 municipios del norte de
Chiapas.
Los zoques se identificaron como integrantes del ZODEVITE creado ex professo
en la parroquia de Ixtacomitán el 31 de mayo de 2017 para contener el plan de
extracción de hidrocarburos decretado por el gobierno federal. La gran mayoría
provenía de 6 municipios del norte de Chiapas: Ixtacomitán, Francisco León,
Chapultenango, Tecpatán, Copainalá y Tapalapa, municipios históricamente
zoques. La “peregrinación” pretendía demostrar contundencia, fuerza,
organización y visibilidad de sus demandas y problemas territoriales.
Ante la presión ejercida por la movilización- ese mismo 22 de junio- , la Comisión
Nacional de Hidrocarburos (CNH) en transmisión vía internet anunció la
suspensión del proceso de licitación por considerar que no se había llevado la
consulta a la totalidad de las comunidades indígenas afectadas por el proyecto. El
anunció de la CNH cayó como una esperanza para los movimientos sociales que
defienden el territorio de cualquier proyecto extractivo que pretenden ocupar
tierras campesinas e indígenas sin consentimiento de los pueblos.
La marcha del 22 de junio significó para el movimiento una victoria momentánea e
implicó un punto de partida, lo cual, permitió a los zoques irrumpir en el escenario
de los movimientos en defensa del territorio, mediada por la participación de la
iglesia católica a través de la pastoral social coordinada por el Padre Marcelo
Pérez Pére. La movilización del pueblo zoque no fue espontánea, sino que remite
a un conjunto de hechos ocurridos meses atrás.
El 24 de agosto de 2016, la Secretaría de Energía publicó en el diario oficial de la
federación la licitación pública internacional CNH-R02-L02/2016 denominada
ronda 2.2 para instalar 12 pozos petroleros sobre 84,500 hectáreas de tierras
ejidales y pequeñas propiedades de 10 municipios del norte de Chiapas, tierras
habitadas históricamente por los zoques.
La licitación se dividió en dos bloques; el bloque 10 afectaría a 42,600 hectáreas
en los municipios de Tecpatán y Francisco León y el bloque 11 sobre 41, 900
hectáreas Pichucalco, Ixtacomitán, Ixtapangajoya, Ostuacán, Chapultenango,
Sunuapa, Solosuchiapa, Amatán y Francisco León. El anunció comenzó a
materializarse los primeros días de septiembre 2016 en la cabecera municipal de
Tecpatán, Pichucalco e Ixtacomitán con reuniones a modo con autoridades
ejidales y agentes rurales. En realidad quienes fueron consultadas solo fueron las
autoridades ejidales y los agentes municipales – estructuras corporativas
controladas por el Estado – dando por sentado que las comunidades habían sido
consultadas y otorgadas los consentimientos de la instalación de los pozos
petroleros en términos del convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT). Días después se supo que bajo engaños, firmaron diversos
documentos para la aprobación de “proyectos de desarrollo” entre ellas, la ronda
2.2 en la presidencia municipal de Tecpatán el 9 de septiembre de 2016.
Estos hechos motivaron que un grupo de personas de Tecpatán, principalmente,
mujeres, protestaran en la sede del cabildo municipal para manifestar su
inconformidad contra el Presidente Municipal Armando Pastrana Jiménez. De
manera paralela, el Movimiento de Pueblos Originarios en Resistencia (MOPOR)
comenzó a celebrar reuniones con las autoridades ejidales para informar sobre los
efectos de la apertura de pozos petroleros. A ello se sumó que el 20 de noviembre
de 2016, los ejidatarios de Tecpatán marcharan sobre las principales calles de la
cabecera municipal portando escopetas y una bandera mexicana como elementos
simbólicos en defensa de la tierra. Ese día en realidad recordaban la revolución
mexicana, pero dada la coyuntura de la ronda petrolera los discursos adquirieron
un matiz de defensa del territorio y la no entrega de las tierras a empresas
extranjeras.
No obstante la creciente oposición, la Secretaría de Energía, la Comisión Nacional
para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y el gobierno del estado continuaron
con las consultas “previas, libres e informadas” a los zoques del ejido San Miguel
Las Sardinas en Francisco León e Ixtacomitán, encontrándose con una fuerte
oposición. Para enero de 2017, las reuniones contra la ronda 2.2 se ampliaron
hacia Chapultenango e Ixtacomitán, un municipio con alto grado de población
zoque, enclavados en las cercanías con las planicies tabasqueñas.
La ampliación del movimiento hacia otros municipios fue posible a los servidores
de la iglesia católica de la Pastoral Social de la parroquia de María Magdalena, en
particular del Padre Marcelo Pérez Pérez, un sacerdote tsotsil de San Andrés
Larráinzar, vinculado al Movimiento Indígena de Defensa de la Vida y el Territorio
(MODEVITE) y responsable de la Pastoral Social en la Diócesis de San Cristóbal
de las Casas, quien ofició misas a los feligreses de las parroquias de Francisco
León, Chapultenango e Ixtacomitán para llevar el mensaje de resistencia a las
comunidades zoques, en muchas de las cuales, recurrió a la comparación bíblica
de la historia de Moisés y su lucha en defensa del pueblo de Egipto.
Paralelamente el Centro de Lengua y Cultura Zoque había realizado talleres de
análisis y reflexiones en las parroquias de Tecpatán e Ixtacomitán desde el mes
de octubre 2016.
Finalmente después de varias reuniones informativas, el 31 de mayo de 2017, en
la parroquia de la Santísima Trinidad de Ixtacomitán, los zoques decidieron
conformar el ZODEVITE promovida directamente por la Pastoral Social de la
iglesia católica tomando como bandera la encíclica laudatto si, del Papa Francisco,
con el fin de visibilizar las demandas del movimiento y defender “la casa común “.
Así fue como los zoques acordaron realizar la peregrinación hacia Tuxtla Gutiérrez
el 22 de junio. El ZODEVITE se estructuró con 16 coordinadores de 4 parroquias
(Ixtacomitán, Chapultenango, Francisco León y Tecpatán) y como guías a los
sacerdotes de las parroquias citadas, excepto, Tecpatán. Muchos de los
coordinadores son profesores, líderes religiosos y autoridades ejidales, quienes
coordinas las asambleas y las reuniones.
Desde el anunció la ronda petrolera 2.2 en agosto de 2016, los zoques
comenzaron a celebrar un sinnúmero de asambleas para discutir las ventajas o
desventajas del proyecto, de tal suerte que se han construidos espacios políticos y
públicos de toma de decisión, construcción del poder comunitario en la lógica del
liderazgo horizontal y dialógico que destruye las ideas jerárquicas de las
asambleas corporativizadas controladas por la autoridad, el gobierno o el partido
político en turno, más bien, las asambleas se convierten en espacios plurales y
diversos, donde confluyen católicos, mestizos, profesionistas, campesinos con
tierras o sin tierras, ganaderos, profesores y sacerdotes, no exentos de conflictos y
confrontaciones.
Las asambleas se programan un mes en una parroquia y el siguiente en el ejido
más distante de la zona, de tal suerte que el movimiento recorre el territorio para
articular sus redes y mostrar su posición política para marcar su frontera. Así, las
asambleas del ZODEVITE son móviles y descentradas en tanto que las reuniones
son programadas en diferentes lugares del territorio. Otra característica es la
capacidad auto-gestiva de la asamblea puesto que son auto-convocadas, es decir,
sin la mediación de la autoridad gubernamental, eclesiástica o partido político más
que la autoridad ejidal o comunitaria. El caso emblemático fue la asamblea masiva
llevada a cabo en la cabecera municipal de Francisco León el 24 de marzo de
2017, dónde 3 mil zoques de 40 pueblos en una especie de democracia directa
votaron de manera simbólica en contra de la llegada de los proyectos extractivos
Este carácter auto-gestivo permite que los zoques controlen las temáticas, los
discursos y las decisiones políticas como una forma de construir el carácter
autonómico del movimiento.
Es común que en las asambleas se escuchen diferentes narrativas que crean
significados culturales y políticos del movimiento, principalmente relatos sobre
Piogba Chuwe (vieja que arde) y Nasakobajk, este último vocablo zoque para
referirse a la madre tierra. En noviembre de 2016, una mujer zoque de avanzada
edad contó ante una veintena de hombres y mujeres reunidas en el Ex convento
de Tecpatán, cómo los “gringos” caminaban por la noche por las afueras del
pueblo con linternas apagadas y en medio de la noche, buscando azufre,
minerales y petróleo con unos aparatos que portaban en las manos.
En otra ocasión, una mujer de Chapultenango narró que la erupción del volcán
Chichonal en 1982 fue provocada por los ingenieros que abrían unos pozos en el
cráter del volcán, lo que generó enojo de la Piogba chuwe y de esta manera no
pudieron llevarse el petróleo, pero después el volcán hizo erupción, luego vino la
tragedia y el éxodo de miles de familias zoques.
Ella [la Piogba chuwe] no permitió que exploraran el volcán, entonces, estamos viendo que nos deja una reseña [enseñanza]; que nos dice que nos debemos levantar para defender, no solo el volcán sino a nivel de territorio, de nuestro estado, nuestro país (Taller en la casa ejidal de Chapultenango, 11 de noviembre, 2017).
Como hemos visto, los relatos con mayor carga discursiva son los que aluden a
Piogba Chuwe (Mujer que quema), guardiana y dueña del volcán Chichonal,
misma que ahora aparece, no para anunciar una tragedia, sino para defender la
tierra. En ese sentido, las narrativas, los relatos y los discursos son elementos
que se van produciendo dentro del movimiento, mismos que sirven para
territorializar la lucha como sentido político y cultural. En el caso zoque, los relatos
de la Piogba chuwe tiene una fuerte carga simbólica, los cuales evidencian el
despliegue de los lenguajes de valoración o como discursos de transición que
propone Escobar desde el senti-pensar la tierra (2014: 45).
En muchos de estos discursos, las alternativas tienen que ser necesariamente anti-capitalistas pero no solamente esto: tienen que afirmar la vida en todas sus dimensiones, como lo sugieren las formas de existencia de las comunidades y pueblos campesinos e indígenas del sur global (Escobar, 2014:47).
En la perspectiva de Joan Martínez-Alier (2011) las “narrativas” constituyen los
lenguajes de valoración que los sujetos crean para imaginar, revalorar y defender
el territorio frente al proceso de globalización excluyente. En el fondo, estas
narrativas constituyen ontologías que operan como mecanismo de defensa del
territorio y argumentos político-culturales de la lucha.
La lucha zoque no está exenta de contradicciones, conflictos y puntos de quiebre
que marcan ciclos y trayectorias del movimiento, entre ellas, podemos citar los
cambios de adscripción de los sacerdotes de las parroquias de Ixtacomitán,
Francisco León y Chapultenango; las elecciones municipales; la campaña
presidencial de Marichuy, y el ascenso de Andrés Manuel López Obrador a la
Presidencia de la República de México, entre otros, los cuales dinamizan las
posiciones políticas de los actores y desincentivan la movilización colectiva.
Después del 1 de julio de 2018 – día de las elecciones- muchos militantes del
ZODEVITE de Francisco León y simpatizantes de MORENA, explicaron que la
lucha había llegado a su fin en virtud de que el nuevo gobierno tenía una posición
clara de cancelar los proyectos extractivos, en particular, el fracking en las zonas
de extracción petrolera; además, públicamente la nueva alcaldesa de Pancho
León se comprometió a no permitir el ingreso de las compañías extractivas al
municipio. Las dos razones eran suficientes para retirarse del movimiento o al
menos, participar menos en la movilización. Sin embargo, cuando visitamos el
ejido Río Negro, los ejidatarios estaban divididos por estas posiciones.
Por otro lado, el ingreso del programa Sembrando Vida ha generado
confrontaciones y rupturas dentro del ZODEVITE. El 10 de noviembre de 2018, la
coordinación citó a una reunión urgente en la casa ejidal de Chapultenango para
analizar la aceptación o rechazo del proyecto porque “están dividiendo a las
comunidades del ZODEVITE” entre quienes aceptan y rechazan el programa de
siembra de árboles. De esta manera, existe un antes y un después dentro del
movimiento a partir de la llegada del gobierno de izquierda de corte progresista.
Los dilemas de la investigación comprometida
Dada mi adscripción étnica a los zoques y mi participación como militante dentro
del ZODEVITE, el abordaje tiene algunos dilemas éticos-políticos que entran en
tensión dentro de la investigación que valida y legitima el conocimiento científico
moderno.
Por ahora, el presente estudio plantea el enfoque cualitativo con el uso de técnicas
e instrumentos tradicionales de la investigación, sobre todo de corte etnográfico
(entrevistas, observaciones, diario de campo) como una primera aproximación al
área de estudio. En ese sentido, el trabajo de campo que se plantea es la
etnografía desde “adentro” de los movimientos sociales (Rappaport, 2015: 327-
346; Leyva, 2015:36-102) y el análisis espacial, la interpretación de narrativas
locales; grupos focales aplicado mediante talleres participativos-reflexivos.
En la investigación y el documento se privilegiará la experiencia o narrativa de los
actores locales del ZODEVITE sobre los conocimientos del territorio zoque de
Chiapas, y la propia experiencia vivida y compartida desde el movimiento social.
Una herramienta clave para comprender la trayectoria es la participación dentro de
las asambleas, por tanto, la “escucha” será un elemento clave para profundizar
como herramienta de aproximación a las narrativas locales, los lenguajes de
valoración construidos y las proyecciones del horizonte del propio movimiento.
Para la construcción del objeto de estudio se realizará una separación temporal.
Una primera tiene relación con la revisión histórica a los procesos políticos y
económicos ocurridos en el área zoque a partir de 1950 hasta 1982 como marco
para comprender las construcciones sociales y económicas de la larga duración
sobre el área de estudio. Para ello se recurrirá a los documentos del Archivo
General de la Nación, Archivo Histórico de Chiapas, Archivo del Registro Agrario
Nacional y al Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de las Casas y de
Tuxtla Gutiérrez y a fuentes secundarias mediante una revisión documental de los
procesos religiosos dentro del territorio.
Para entender el proceso contemporáneo se analizará las políticas, programas y
planes gubernamentales ejercidos sobre el territorio a partir de 1950 hasta 2018, a
la vez que mediante entrevistas de corte etnográfico se profundizará en las
relaciones de los habitantes zoques con el Estado-Gobierno y la forma en que
reinventan y configuran los nuevos imaginarios y los discursos sobre el territorio.
Para ampliar las narrativas de los sujetos locales se pretende usar herramientas
participativas como cartografías sociales para comprender los cambios culturales
de apropiación del territorio.
La observación a las movilizaciones sociales contra los mega-proyectos y visitas a
las localidades seleccionadas permitirán comprender la acción colectiva de los
sujetos y las relaciones con los mega-proyectos establecidos en el área. También
se plantea el uso de la etnografía virtual para dar seguimiento a las percepciones
e imaginarios construidos por jóvenes respecto al movimiento de defensa del
territorio zoque desde 2016.
Para el estudio de las áreas de Chapultenango, Ixtacomitán y Francisco León se
explorará la aplicación la investigación acción participación dado la participación
de los sujetos y el investigador en el proceso de resistencia contra los proyectos
de hidrocarburos que actualmente organizan las comunidades y ejidos de los
municipios antes referidos, particularmente en los ejidos Viejo Lindavista de
Ixtacomitán, la cabecera municipal de Chapultenango y La Sardina de Francisco
León. Se trabajará con diferentes grupos focales para conocer sus narrativas,
particularmente mujeres, ejidatarios y ancianos militantes del ZODEVITE. En
particular se recurrirá a C. Kurtz (2012) a partir del uso de storytelling (narrativas)
como técnica para la recolección e interpretación de datos.
Primer dilema
¿Para qué y para quién investigar?. ¿Participar u observar? Uno de los dilemas
recurrentes de esta investigación es la posición del investigador en el campo
mismo, a partir del relato siguiente:
Desde octubre de 2016 participo directamente en la organización del movimiento a
partir de que el sacerdote de Tecpatán me llamó para que expusiera a las
autoridades ejidales la información sobre el proceso de licitación petrolera de la
ronda 2.2, que afectaría el municipio. En realidad, mucha de la información sobre
la amenaza de los proyectos extractivos la tenía recolectada para un capítulo de la
tesis de maestría en la Universidad Autónoma Chapingo desde el 2012. Sentí un
alivió cuando toda esa información fue puesta al servicio de la gente que estaba
reunida en el convento de Tecpatán. A partir de ahí comencé a involucrarme en la
organización de la resistencia, generando información de utilidad para ellos.
Así, con el correr del tiempo mi participación ha sido más directa traspasando solo
aquella idea de solo generar información para las bases eclesiales y los
coordinadores del movimiento. A través del Centro de Lengua y Cultura Zoque –
como el paraguas que me permite tener una representación dentro del movimiento
– he podido coordinar las asambleas generales del ZODEVITE cuando la
asamblea así lo decide, co-organizar, brigadear en algunos ejidos, conformar
comités de defensa del territorio, representar a la organización en encuentros y
foros, generar actas de asambleas, discutir los pronunciamientos públicos del
movimiento y su difusión mediante las conferencias de prensa, vaya, mi
participación tiene una relación próxima de primera mano con los coordinadores y
liderazgos que se han construido dentro del movimiento.
Es clara que la investigación pasada de la maestria ha sido puesto al servicio del
movimiento, incluso, en septiembre de 2018 el libro “Las tierras zoques de
Chiapas. Territorio, extractivismo y resistencia indígena” fue presentado ante la
asamblea general como una devolución del conocimiento a los pueblos zoques.
Al menos, esto ha permitido en algunos lectores del libro un proceso de
reconocimiento y autor-reflexión de su propia historia.
Con toda esta narración, es evidente que el autor tiene una posición política dentro
del movimiento del cual no puede desprenderse por el compromiso con los
participantes y por la herencia cultural que arrastra. El dilema surge cuando la
propia investigación exige un cierto distanciamiento en la relación investigador-
objeto/sujetos con el fin de alcanzar un estadío objetivo y neutral para captar los
momentos críticos del suceso, en ese caso, de la lucha social. Pertenecer o auto-
adscribirse al movimiento puede generar que algunos puntos ciegos de la lucha no
sean revelados en la investigación.
Segundo dilema
¿Usar los conocimientos universalizantes situados en el campo de las teorías
induce a construir, representar y narrar el objeto y los sujetos de estudio de una
forma?.¿Cómo superar las herramientas metodológicas que dispone el
conocimiento universal?.
Se podrá cuestionar la objetividad de esta investigación dado que la posición
política y ética del autor se inscribe en una mirada subjetiva que proviene por mi
afinidad y simpatía al propio movimiento, entonces, más que una mirada objetiva
que gusta en la academia, esta investigación puede ser acusada de ser panfletario
de un movimiento. Entonces, el primer rasgo de la investigación científica es
despojar al investigador de sus emociones y simpatías para construir un yo
narrativo neutral y objetivo. Es bien sabido que esa neutralidad no existe porque
cada uno impregna su subjetividad en el texto mismo a partir de sus constructos
culturales y la relación con el fenómeno social que investiga.
Sin embargo, para construir esa “objetividad” exigida por la academia, mi
pretensión es ir hilvanando una investigación orientada a evidenciar las
desigualdades territoriales y los agravios contra la población zoque mediante
narraciones y relatos de los propios zoques, de tal forma que sean los propios
actores/sujetos quienes impregnen sus sentimientos de injusticia en el texto.
La contradicción en esta investigación surge cuando la investigación se asume
como decolonial en el sentido político, pero de manera epistémica usa
conocimientos acumulados por las ciencias sociales, que pasa por la validación
del campo académico. Así este estudio se pretende construir desde la teoría de
los marcos de acción colectiva y la ecología política como el conjunto de
conocimientos acumulados y válidos que permiten interpretar y explicar las luchas
sociales vinculadas al territorio y la naturaleza en un contexto de crisis. Usar sus
conceptos y categorías no deja escapatoria a ceñirnos a sus constructos.
El argumento a favor es que tanto la ecología política como la geografía crítica
provienen de una genealogía crítica-marxista y latinoamericana que supone un
horizonte distinto a la academia eurocéntrica, de tal suerte que sirven para explicar
la configuración espacial del territorio en sus diferentes usos y apropiación por
parte de los sujetos locales, el Estado y las empresas transnacionales, así como la
aparición de los conflictos de distribución ecológica y las relaciones de poder que
se tejen entre la vida cotidiana y el mundo global desde el territorio zoque:
La ecología política construye su campo de estudio y de acción en el encuentro y a contracorriente de diversas disciplinas, pensamientos, éticas, comportamientos y movimientos sociales. Allí colindan, confluyen y se confunden las ramificaciones ambientales y ecológicas de nuevas disciplinas: La economía ecológica, el derecho ambiental, la sociología política, la antropología de las relaciones cultura-naturaleza, la ética política (Leff, 2006:22)
Para entender la inserción de los territorios indígenas a los circuitos del capital se
utilizan las perspectivas teóricas del sistema-mundo de Immanuel Wallerstein
(2014), la teoría del capitalismo global de William I. Robinson (2013) y la teoría de
la producción del espacio de Lefebvre (2013), en conjunción con los aportes de la
geografía crítica de Raffestin (2011); Milton Santos (1980); David Harvey (2003);
Rogerio Haesbaert, (2013); C. Albaladejo, 2013 y Bernardo Mançano, s/d), que
permiten explicar las dinámicas territoriales subyacentes en el área zoque.
Por ahora, las herramientas metodológicas que usan frecuentemente las
investigaciones que se asumen como decoloniales continúan siendo constructos
teóricos que provienen de las ciencias sociales como el método etnográfico, la
acción-participación, la investigaciones de co-labor, algunas de las cuales ha sido
catalogadas como extractivistas del conocimiento porque subordinan a los
participantes en el proyecto o porque las teorías han sido validadas por
académicos blancos de universidades occidentales, entonces, ¿dónde está lo
decolonial del conocimiento?. ¿Qué opciones teóricas alternativas existen para
construir nuevos marcos interpretativos de la realidad, en particular de las luchas
sociales?.
Sin duda, usar las mismas herramientas con las que se ha construido el
conocimiento científicamente validado nos pueden llevar a caer en contradicciones
y revelar las ambigüedades de los métodos decoloniales, en particular sobre los
investigaciones de los movimientos sociales. Se corre el riesgo de que esta
investigación sea pues una investigación de corte extractivista, no por su posición
política, sino por la construcción epistémica de su marcos teóricos. El reto es
superar a la academia extractivista caracterizada por la neutralidad, la objetividad
como rasgos del conocimiento válido y objetivo, por tanto, es necesario crear
nuevas herramientas que posibiliten la comprensión de la realidad de otra manera.
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