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Álvaro Porto Dapena. El español en contacto con el gallego 1 El español en contacto con el gallego Álvaro Porto Dapena Ponencia no II Congreso internacional de la lengua española (Valladolid, octubre de 2001). Es difícil entrar en la cuestión de la relación entre dos lenguas que conviven —en este caso el español y el gallego— sin caer en ciertos lugares comunes, herir susceptibilidades ajenas y mostrar, por otro lado, las propias convicciones o preferencias políticas e ideológicas. Mi propósito al tocar tan comprometido y espinoso tema es, por supuesto, abordarlo desde el más escrupuloso respeto hacia quienes tengan opiniones y sensibilidades distintas a la mía, así como hacerlo con la máxima serenidad y desapasionamiento, con el propósito a su vez de buscar y —espero— conseguir la mayor objetividad posible. Para empezar quisiera evitar el viejo tópico de ver y presentar en términos bélicos la relación entre español y gallego, lenguas que quiero profundamente y, por lo tanto, no me puedo imaginar en lucha fratricida por la supervivencia, lucha que muchos describen con patético dramatismo al observar que una de ellas, el gallego, lleva por el momento las de perder, batiéndose en retirada, mientras el español o castellano, lengua evidentemente importada e impuesta, trata de eliminar y suplantar precisamente aquello que más nos caracteriza a los gallegos, que es nuestra lengua autóctona. Aparte de la inexactitud de esta especie de metáfora, pues no creo en absoluto que ambas lenguas hayan de ser incompatibles y que, por lo tanto, la permanencia de una tenga que suponer la muerte o desaparición de la otra, lo peor es que para muchos ya no se trata de una simple metáfora, sino de la más pura y dura realidad que hay que asumir e intentar modificar a toda costa, favoreciendo, naturalmente, el gallego. Ya no hay, para ellos, lugar a una convivencia pacífica y armónica, como propone Regueiro Tenreiro (1999), porque buscar un equilibrio entre lengua estatal y lengua autonómica tal como pretende la legislación vigente, sería quimera inalcanzable y de alguna manera equivaldría a claudicar en favor del español y, consiguientemente, del cada vez mayor deterioro del gallego, habida cuenta de que, según esa opinión, está demostrado que una sociedad nunca puede ser bilingüe —puesto que el bilingüismo es una prerrogativa estrictamente individual—, sino diglósica y, por lo tanto, siempre con una clara subordinación de un sistema lingüístico al otro 1 . Vistas así las cosas, parece que lo único que cabría hacer es declararle la más encarnizada guerra al español, esto es, a la lengua invasora. Es evidente que, de existir alguna guerra, ésta no podría nunca producirse entre las lenguas, sino en todo caso entre quienes las hablan o quizás más bien, también en sentido figurado, entre los usuarios y las lenguas mismas, las cuales por supuesto en este caso no tienen ningún mecanismo de defensa. A una lengua, en efecto, se le puede declarar la guerra no usándola, actitud que por cierto hoy se detecta en Galicia, pero en ambas direcciones, esto es, tanto respecto al gallego, con su ampliamente generalizado rechazo social al asociarse con frecuencia su uso con el atraso cultural y económico, como —por parte de ciertos grupos radicales— respecto al castellano, en la creencia de que, renunciando a la lengua del Estado, se contribuirá más y mejor a la dignificación, limpieza y desarrollo de la lengua propia. Para algunos lo que ha dado en llamarse normalización lingüística no debería consistir en otra cosa que en la total suplantación del castellano por

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  • lvaro Porto Dapena. El espaol en contacto con el gallego

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    El espaol en contacto con el gallego

    lvaro Porto Dapena Ponencia no II Congreso internacional de la lengua espaola

    (Valladolid, octubre de 2001).

    Es difcil entrar en la cuestin de la relacin entre dos lenguas que conviven en este caso el espaol y el gallego sin caer en ciertos lugares comunes, herir susceptibilidades ajenas y mostrar, por otro lado, las propias convicciones o preferencias polticas e ideolgicas. Mi propsito al tocar tan comprometido y espinoso tema es, por supuesto, abordarlo desde el ms escrupuloso respeto hacia quienes tengan opiniones y sensibilidades distintas a la ma, as como hacerlo con la mxima serenidad y desapasionamiento, con el propsito a su vez de buscar y espero conseguir la mayor objetividad posible.

    Para empezar quisiera evitar el viejo tpico de ver y presentar en trminos blicos la relacin entre espaol y gallego, lenguas que quiero profundamente y, por lo tanto, no me puedo imaginar en lucha fratricida por la supervivencia, lucha que muchos describen con pattico dramatismo al observar que una de ellas, el gallego, lleva por el momento las de perder, batindose en retirada, mientras el espaol o castellano, lengua evidentemente importada e impuesta, trata de eliminar y suplantar precisamente aquello que ms nos caracteriza a los gallegos, que es nuestra lengua autctona. Aparte de la inexactitud de esta especie de metfora, pues no creo en absoluto que ambas lenguas hayan de ser incompatibles y que, por lo tanto, la permanencia de una tenga que suponer la muerte o desaparicin de la otra, lo peor es que para muchos ya no se trata de una simple metfora, sino de la ms pura y dura realidad que hay que asumir e intentar modificar a toda costa, favoreciendo, naturalmente, el gallego. Ya no hay, para ellos, lugar a una convivencia

    pacfica y armnica, como propone Regueiro Tenreiro (1999), porque buscar un equilibrio entre lengua estatal y lengua autonmica tal como pretende la legislacin vigente, sera quimera inalcanzable y de alguna manera equivaldra a claudicar en favor del espaol y, consiguientemente, del cada vez mayor deterioro del gallego, habida cuenta de que, segn esa opinin, est demostrado que una sociedad nunca puede ser bilinge puesto que el bilingismo es una prerrogativa estrictamente individual, sino diglsica y, por lo tanto, siempre con una clara subordinacin de un sistema lingstico al otro1. Vistas as las cosas, parece que lo nico que cabra hacer es declararle la ms encarnizada guerra al espaol, esto es, a la lengua invasora.

    Es evidente que, de existir alguna guerra, sta no podra nunca producirse entre las lenguas, sino en todo caso entre quienes las hablan o quizs ms bien, tambin en sentido

    figurado, entre los usuarios y las lenguas mismas, las cuales por supuesto en este caso no tienen ningn mecanismo de defensa. A una lengua, en efecto, se le puede declarar la guerra no usndola, actitud que por cierto hoy se detecta en Galicia, pero en ambas direcciones, esto es, tanto respecto al gallego, con su ampliamente generalizado rechazo social al asociarse con frecuencia su uso con el atraso cultural y econmico, como por parte de ciertos grupos radicales respecto al castellano, en la creencia de que, renunciando a la lengua del Estado, se contribuir ms y mejor a la dignificacin, limpieza y desarrollo de la lengua propia. Para algunos lo que ha dado en llamarse normalizacin lingstica no debera consistir en otra cosa que en la total suplantacin del castellano por

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    el gallego en todos los rdenes y niveles de la vida social, sin importar, curiosamente, el

    consiguiente empobrecimiento cultural que supondra la prdida del conocimiento de una de las lenguas ms habladas del mundo. Sera de todas maneras poco objetivo por mi parte sostener que en Galicia no existe ningn conflicto lingstico; el conflicto existe, pero, obviamente, no es achacable a las lenguas en s mismas, sino en todo caso a ciertas actitudes y prejuicios de los propios usuarios, que es precisamente contra lo que conviene luchar: una actitud negativa hacia el gallego no se puede combatir con a su vez idntica actitud hacia el castellano, as como tampoco una actitud positiva hacia el espaol no tiene por qu conllevar una actitud negativa hacia el gallego y viceversa. Estoy convencido de que hoy la inmensa mayora de los gallegos somos partidarios, segn nos garantiza nuestro Estatuto de autonoma, de la necesidad de conocer y emplear las dos lenguas oficiales de la Comunidad, el espaol y el gallego2; el primero por ser una lengua universal, que no solamente sirve para caracterizarnos como espaoles, y el segundo por constituir quizs

    aquello que representa nuestra mejor sea de identidad gallega. 1. Espaol o castellano? La tan trada y llevada normalizacin lingstica, que cada uno entiende un poco segn sus conveniencias y aspiraciones, creo que tiene como principal objetivo la superacin del conflicto entre las dos lenguas, conflicto que, por cierto, se plantea, aunque slo aparentemente, ya en la propia denominacin de la lengua del Estado, lengua que nuestra Constitucin rehsa llamar, como es hoy ms comn, espaol, utilizando en su lugar la denominacin ms arcaica de castellano, con la intencin, claro est, de evitar el conflicto que supone oponer espaol a gallego, cataln o vascuence, que tambin son lenguas espaolas, sin haber tenido en cuenta que, como bien demostr G. Salvador (1987) y mucho

    antes A. Alonso (1943), la palabra espaol posee un valor muy distinto utilizada como denominacin de la lengua general de Espaa que como simple adjetivo indicador de una relacin con nuestro pas. Si as no fuera, qu sentido tendra hablar del espaol argentino o del espaol de Espaa, por ejemplo? Y, evidentemente, conviene observar que en el caso del gallego tambin existe un gallego exterior, esto es, un gallego que no es gallego, entendido este adjetivo en el sentido de perteneciente o relativo a Galicia.

    En el caso concreto de mi comunidad autnoma hay que notar que, tradicionalmente, el aparente conflicto se ha venido solucionando en el mismo sentido de nuestra Constitucin de 1978, esto es, utilizando como denominacin preferida la de castellano, sobre todo en aquellos contextos en que aparece nombrado el gallego. Lo corriente todava hoy es decir, por ejemplo, que en Galicia se habla castellano y gallego, o que el castellano es una lengua

    ms extendida que el gallego. Entendidas, sin embargo, nuestras lenguas como sendas materias de estudio en los distintos niveles de la enseanza, existe la tendencia a utilizar el trmino exclusivo de lengua frente al de gallego para las respectivas asignaturas, de modo que un profesor de lengua es el que da clase exclusivamente de espaol, al lado del profesor de gallego. La denominacin de espaol o lengua espaola se est extendiendo, sin embargo, cada da ms, entre intelectuales y, sobre todo, en crculos de ideologa nacionalista. Y ello, naturalmente, por razones muy distintas: en el primer caso porque, en una interpretacin

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    correcta de la palabra espaol(a), sta se toma como indicadora de una lengua histrica

    que, habiendo tenido su origen en Castilla, se extendi no slo por la Pennsula Ibrica, sino por otras partes del mundo, como es el caso de Hispanoamrica, y tal denominacin, por otro lado, sirve muy bien para caracterizar nuestro idioma frente a otras lenguas de gran extensin geogrfica como el ingls, ruso, chino, alemn, etc. La preferencia, sin embargo, por parte de nacionalistas obedece, por el contrario, a la misma razn por la que, en general los no nacionalistas tachados peyorativamente por aqullos de espaolistas prefieren en general la denominacin de castellano, es decir, porque espaol contrasta plenamente con gallego, palabras que, segn los primeros, ponen ms claramente de manifiesto la existencia de dos naciones diferentes. Por supuesto, desde mi punto de vista, castellano y espaol, aunque con algunas connotaciones especiales, son absolutamente sinnimos y, como tales, los voy a utilizar

    aqu a lo largo de esta breve exposicin.

    2. Igualdad de gallego y espaol ante la ley Castellano o espaol y gallego son iguales ante la ley. En concordancia con el art. 3 de la Constitucin de 1978, segn el cual, por una parte el castellano es la lengua espaola oficial del Estado y, por consiguiente, todos los espaoles tienen el deber de conocerla y el derecho de usarla y, por otra, las dems lenguas espaolas sern asimismo oficiales en las respectivas comunidades autnomas, el Estatuto gallego de 1980 establece en su art. 5 que Galicia posee dos idiomas oficiales, el castellano y el gallego, sin preferencia alguna por ninguno de los dos, aun cuando se declara la intencin de potenciar el uso del gallego en todos los mbitos de la vida pblica, cultural e informativa, hay que sobreentender que con

    la intencin de igualar en este aspecto gallego y espaol. El Estatuto se vio desarrollado ms tarde en la Ley de normalizacin lingstica de 1983, por la cual se regula el uso y enseanza de la lengua gallega en condiciones bastante favorables en comparacin con el espaol, sin duda debido al estado de abandono y dejadez a que aquella haba llegado, a causa de las desfavorables polticas en materia lingstica llevadas a cabo desde el siglo XV hasta prcticamente nuestros das. As pues, gallego y castellano son iguales ante la ley, lo que significa que ambas lenguas cosa que por otra parte parece lgica gozan de la misma valoracin y reconocimiento por parte de los poderes pblicos: en teora todo el mundo tiene derecho y obligacin de conocerlas y utilizarlas en cualquier momento o circunstancia. No obstante quiz, como he dicho, para compensar la poca atencin prestada por la Administracin en pocas

    anteriores sta adopta como idioma exclusivo, tanto en el mbito local como autonmico, el gallego, lengua en la que se vienen redactando las leyes, normas y en general cualquier tipo de escrito o documento de carcter pblico. Naturalmente, se est todava lejos de alcanzar los objetivos propuestos en todas estas disposiciones legales, porque, como es bien sabido, las lenguas no se establecen ni se regulan por decretos ni leyes emanadas del poder poltico o administrativo. stos en todo caso sirven nicamente para establecer el marco adecuado y favorecer determinados comportamientos lingsticos, y en este sentido hay que decir que el influjo de la

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    Administracin a propsito de la normalizacin lingstica de Galicia ha hecho ciertamente

    mucho, aunque, por otro lado, falta todava un gran camino por recorrer. No cabe duda de que en Galicia se est efectuando, merced a la nueva situacin poltica, un muy interesante cambio en el terreno lingstico: el gallego ha dejado de ser, como hasta hace bien pocos aos, una lengua exclusiva de campesinos y marineros, o de unos cuantos intelectuales preocupados por la creacin literaria en lengua verncula, para convertirse, por otro lado, en la lengua de la Administracin local y autonmica, as como de los polticos y, cada da ms, de los medios de comunicacin. Pero a su vez esto no supone, a mi juicio, ninguna merma para el espaol, lengua que sigue gozando de un muy fuerte prestigio en todos los mbitos sociales.

    3. Aspectos sociolingsticos

    Desgraciadamente, no son muchos los estudios sociolingsticos sobre Galicia. Los pocos que se han hecho son todava parciales y tienen como objetivo describir el grado de difusin y uso del gallego. En este sentido hay que destacar los trabajos realizados sobre todo por M. Fernndez y G. Rojo, as como el esfuerzo de la Xunta y de la Real Academia Galega por disponer de un mapa sociolingstico de Galicia. No se ha hecho, sin embargo, absolutamente nada en torno al espaol, debido sin duda a que se ha dado por supuesto que la lengua oficial del Estado gozaba de muy buena salud, frente al gallego, lengua sin duda amenazada cuya revitalizacin era y sigue siendo objetivo primordial y preferente tanto por parte de la intelectualidad gallega como de las fuerzas polticas. No hay que olvidar, en efecto, que desde los Reyes Catlicos hasta prcticamente la Constitucin de 1978 la lengua gallega ha permanecido reducida al mbito exclusivamente oral al menos hasta el siglo XIX, en que se produce un resurgimiento literario,

    identificndose las ms de las veces con las clases menos favorecidas, campesinas y marineras. Segn las encuestas llevadas a cabo para el Mapa sociolingstico de Galicia, en la actualidad sabe hablar gallego el 87% de la poblacin, lo lee un 50% y lo escribe tan slo un 35%. Ya se sabe que lo entiende prcticamente el 100%, dada la proximidad con el castellano, que a su vez es tambin entendido por idntico porcentaje de personas, situacin que nos corrobora por cierto la ltima encuesta realizada por el CIS en 1998, segn la cual entiende el castellano un 99,8%, y el gallego, un 98,9%3. En lo que se refiere, por otro lado, al nmero de usuarios del espaol, es de suponer que, contando, naturalmente, los que no lo emplean habitualmente, debe de alcanzar igual o superior porcentaje al de quienes pueden hablar gallego, y, por supuesto, el dominio de la lectura y escritura de la lengua del Estado

    ha de alcanzar un porcentaje necesariamente superior al del gallego, puesto que el espaol ha sido para la inmensa mayora de los hablantes la lengua en que han sido alfabetizados. Y as, efectivamente, nos lo corrobora la misma encuesta del CIS, segn la cual habla espaol el 97,4%, lo lee el 94,4% y lo escribe el 92,5%. Dado que la comprensin de ambos idiomas es, en general, comn a todos los gallegos, podemos colegir que stos son todos potencialmente bilinges, aun cuando lo sean tan slo propiamente, esto es, de una forma activa aquellos que utilizan normalmente las dos lenguas considero que al menos un 50% de los habitantes de Galicia, entre los que habra que distinguir por una parte los que las usan indiferentemente, esto es, que son bilinges en el sentido ms estricto de la

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    palabra, hasta, por otro lado, aquellos que, respondiendo a una situacin claramente

    diglsica, tienen el espaol como lengua alta o principal, esto es, para la comunicacin ms formal, en tanto que el gallego representa la lengua baja o, como suele decirse, la lengua de andar por casa.

    Esta ltima postura, mantenida a lo largo de varios siglos y fomentada por una poltica centralista y uniformadora de tantos y tantos aos, prevalece todava hoy muy enraizada en el sentir del comn de los gallegos, sobre todo entre las capas menos favorecidas de la sociedad, donde todava hablar la lengua del pas es sntoma de ignorancia, zafiedad y atraso, frente al castellano, que es la forma de expresarse la gente fina, esto es, cultivada y de buena posicin social y econmica. As las cosas, no es extrao que una madre de una aldea, acostumbrada a hablar en gallego con sus parientes, amigos y vecinos, prefiera, sin embargo, ensear como primera lengua el castellano a su hijo, aun cuando esta lengua sea

    la que usa con personas extraas o de ms elevada posicin social. El proceso de desgalleguizacin y consiguiente castellanizacin parece as un proceso prcticamente imparable, que lleva a las predicciones ms pesimistas en relacin con la conservacin del gallego4; no obstante, segn un estudio de M. Fernndez (1983) sobre el ritmo de desgalleguizacin en los ltimos cincuenta aos, pese a que sta contina lo hace a un ritmo cada vez ms lento. Sin duda el proceso de regalleguizacin impulsado sobre todo a partir de la Ley de normalizacin lingstica est constituyendo un indiscutible freno al de desgalleguizacin. Pero conviene no olvidar que los mayores pasos que se estn dando en este sentido se producen ms bien entre hablantes que han tenido como lengua inicial el espaol y no el gallego. Es cierto que los medios de comunicacin, especialmente la TVG y RG, que tienen

    todas sus emisiones en gallego, as como la inclusin del gallego en los planes de enseanza primaria y secundaria, estn sin duda favoreciendo el mantenimiento del gallego en el medio rural; pero tengo la impresin de que ese influjo es mucho menor que en otros niveles culturalmente ms elevados por ejemplo en la Universidad y en el medio urbano en general, donde la castellanizacin es, lgicamente, ms intensa. Es, efectivamente, en estas capas ms desarrolladas culturalmente en las que se est verificando un proceso de regalleguizacin ms intensa y donde, precisamente, las actitudes frente al gallego son ahora mucho ms positivas que hace unos cuantos aos. Prueba de lo que estoy diciendo es que la modalidad de gallego relativamente estandarizada que se ensea en los colegios, se transmite a travs de los medios de comunicacin y es, en general, utilizada por hablantes de gallego cultos, en la prctica no est influyendo para nada en la forma de hablar tradicional de aldeas y pequeos pueblos. Pero, como digo, en las ciudades y zonas

    aledaas de su influencia cada vez se habla ms esta especie de coin galaica (a veces galaico-portuguesa o hispano-galaica), que con sus virtudes y defectos parece que est en vas de erigirse en norma lingstica, en detrimento, desde luego, de las hablas populares, de carcter particular y localista, pero sin duda muchos ms lozanas, naturales y espontneas, a veces incluso utilizadas literariamente.

    No voy a entrar aqu, como es lgico, en los problemas hoy planteados en torno a la fijacin de una norma oral y escrita del gallego, cuestin que, como es sabido, mantiene divididos a los estudiosos en reintegracionistas o lusistas, partidarios de un acercamiento, sobre todo

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    en el terreno grfico y lxico, del gallego al portugus, y aislacionistas, que se inclinan ms

    bien por una ortografa tradicional semejante a la castellana, fijada por la Academia Galega y defendida por la Xunta. Lo que en todo caso me interesa subrayar es el alto grado de castellanizacin que, sobre todo en el aspecto fnico, suele presentar este gallego de libro en relacin con el popular, especialmente en boca de hablantes que han tenido el castellano como lengua inicial: suele utilizarse, por ejemplo, el sistema voclico castellano de cinco vocales, en lugar de las siete tradicionales del gallego, se realiza como s (predorso-alveolar) la prepalatal fricativa sorda, llegndose incluso a veces a la realizacin de la -n velar intervoclica de unha como alveolar lo mismo que en espaol. Entre locutores de radio y televisin no es infrecuente observar una entonacin neutra o ms propiamente castellana que nada tiene que ver con el caracterstico acento gallego, etc. Qu duda cabe de que en personas que hablan as debe valorarse como hacemos con un extranjero el esfuerzo por expresarse en la lengua autonmica, as como, sobre todo, su actitud positiva hacia

    sta; pero mucho me temo que, por su posicin social de prestigio, tales personas puedan ser imitadas en el futuro, fijndose as un tipo de gallego bastante artificial y, desde luego, en mi opinin muy poco recomendable. As como, en general, existe en Galicia una consciente y expresa voluntad por hablar bien o lo mejor posible el espaol, no ocurre lo mismo con el gallego, para el que en general todo vale sin que ello produzca el ms mnimo complejo ni trauma en quien sabe que est realizando mal la lengua: a un nio se le corrige, por ejemplo, cuando, expresndose en castellano, comete algn desliz que suene a galleguismo, y desde luego cualquiera que utilice la lengua del Estado con abundancia de elementos gallegos puede provocar fcilmente la hilaridad de sus oyentes. No ocurre lo mismo, sin embargo, cuando, hablando gallego, se utilizan consciente o inconscientemente palabras o elementos claramente

    castellanos, porque sorprendentemente para muchos esto significara hablar bien, mientras que, por el contrario, el uso correcto del gallego equivaldra a hablar mal. Yo mismo muchas veces hablando con la gente me veo obligado a utilizar conscientemente ciertos castellanismos, en lugar de una palabra o expresin ms genuinamente gallega, para que mi modo de hablar no resulte extrao ni chocante a mis interlocutores. Es curioso a este respecto sealar que el castellano extremadamente agallegado recibe en Galicia el nombre peyorativo de castrapo; pero no existe para el caso del gallego muy castellanizado un trmino equivalente. Yo creo, sin embargo, que sera conveniente inventar una denominacin especfica propondra galdrapo para esa mezcla de gallego y castellano que cada da ms escuchamos a travs de los medios de comunicacin de Galicia. Recuerdo que hace ya unos cuantos aos, para incitar al uso de la lengua autonmica, se repiti hasta la saciedad aquel famoso eslogan de Falemos galego; parece que quienes difundan tan sana

    consigna se contentaban con que la gente simplemente intentara hablar en la lengua de Rosala, aunque lo hiciera mal; pero creo que hoy ya no podemos ni debemos contentarnos con eso: hay que conseguir que la gente hable gallego, pero que lo haga bien, y, por lo tanto, que hablar bien el gallego sea, como en el caso del castellano, signo de distincin y cultura. Ello traera, lgicamente, consigo una dignificacin y verdadera igualacin del gallego con respecto al castellano.

    4. La cuestin de los topnimos

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    Pienso que un objetivo fundamental de la Ley de normalizacin lingstica ha de ser,

    precisamente se: no slo conseguir que el gallego se hable ms y, desde luego, mejor, sino que, como consecuencia de esto, los hablantes tengan y sientan por su lengua verncula una alta estima y positiva valoracin, igualando de esa forma el gallego con el castellano. Es evidente, por otro lado, que ste, en la larga convivencia con el primero y siempre en superioridad de condiciones, ha influido intensamente sobre l, producindole daos que convendra asimismo reparar en lo posible, desechando castellanismos y sustituyndolos por elementos ms genuinamente gallegos. Es de todas formas sta una labor que, aunque no siempre se ha hecho bien, ya fue emprendida, mucho antes del advenimiento de la democracia en Espaa, por las varias generaciones de escritores en gallego que se han venido sucediendo a partir del siglo XIX, lo que dio lugar al nacimiento de una variedad literaria, que, por alcanzar la mxima diferenciacin respecto del castellano, pretenda el enxebrismo, esto es, la puesta en circulacin de formas castizas o ms

    genuinamente gallegas, formas que, cuando no se podan rescatar de alguna habla local en que todava subsistieran, se llegaban incluso a inventar por aplicacin de las leyes de evolucin o correspondencia fontica con el castellano, surgiendo as lo que ha dado en llamarse superenxebrismos5 del tipo cadeirdego catedrtico o primaveira primavera, palabras que, evidentemente, nunca haban existido en gallego y muchas de las cuales han alcanzado hoy una relativamente amplia difusin sobre todo en el registro escrito. Hay que notar, sin embargo, que este procedimiento de inventar palabras mediante la aplicacin de equivalencias fonticas no es cosa exclusiva de escritores, sino de la generalidad de los hablantes, lo que explica galleguizaciones como conexo (cast. conejo) por coello, o reduxo (cast. redujo) por reduceu, etc. y lo mismo, en castellano, las siempre ridiculizadas formas aceche por aceite interpretada como palabra gallega, o peloro (gall. pelouro pedrusco), atribuidas al castrapo.

    Un importante conjunto de palabras que en Galicia han recibido quizs un mayor y desde luego ms pertinaz influjo sobre todo en su fontica por parte del castellano es el representado por la toponimia. Los nombres de lugar, que en esta comunidad autnoma poseen una especial importancia y riqueza debido a la tpica dispersin de la poblacin, han sido castellanizados en un alto porcentaje, castellanizacin que, aun siendo achacable en muchos casos a los propios nativos, ha sido sobre todo la Administracin, representada muchas veces por funcionarios no gallegos, la que la llev a cabo oficializando nombres que resultaron ser autnticas aberraciones lingsticas y dndose a veces la absurda situacin de existir dos o tres nombres distintos para un mismo lugar, utilizados a su vez en diferentes circunstancias: pensemos en Ferrol, que es como llaman y han llamado siempre los ferrolanos a su ciudad, junto a la forma oficializada El Ferrol o, en la etapa franquista, El

    Ferrol del Caudillo. Pero hay aberraciones como Torres del Este (en gallego Torres do Este torres de Honesto), Mesn del viento (en gallego Mesn do Bento, aunque escrito normalmente con v, mesn de Benito), Nio del guila (en gallego Niodguia nido del guila), La Barquera (en gallego Abarqueira abarquera, de abarca) y cosas por el estilo.

    Precisamente, para subsanar todos estos entuertos e inconvenientes, la Ley de Normalizacin Lingstica establece en su art. 10 la restitucin de las formas gallegas de los topnimos como nicas oficiales, circunstancia que no ha dejado de crear conflictos y polmicas, como es el caso de La Corua, topnimo que mantiene enfrentado al alcalde,

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    partidario de la forma castellana, con el artculo la, con los partidarios de la forma gallega,

    A Corua, que cada da se va extendiendo ms. Ello determina, por otra parte, que en la prensa diaria, escrita en espaol, sea ya normal leer Ourense, Vilagarca de Arousa, As Pontes, O Carballio en vez de las formas Orense, Villagarca de Arosa, Puentes, Carballino, que responden a una fontica castellanizante. El problema, sin embargo, subsiste, porque muchas veces los mismos partidarios de la galleguizacin no se ponen de acuerdo a la hora de fijar la forma definitiva del topnimo. Sin ir ms lejos, el mismo nombre Galicia lo reconstruyen algunos bajo la forma Galiza, utilizada anteriormente por algunos autores, como Castelao6. Y el problema llega al colmo del desbarajuste cuando, a su vez, el topnimo se halla implicado en los desacuerdos grficos entre reintegracionistas, que escriben por ejemplo A Corunha, y aislacionistas, que prefieren la grafa A Corua, con , que por cierto suena a Espaa.

    Desde mi punto de vista, la cuestin de la toponimia es algo que, tanto en Galicia como en el resto de las comunidades autnomas con lengua propia, se ha desmadrado y est pidiendo, por ello, una profunda y serena revisin. Aunque lo que voy a decir no entra quiz todava dentro de lo que, al menos desde el punto de vista de la poltica autonmica, se califica como polticamente correcto, pienso que deberan mantenerse como oficiales no slo las formas de los topnimos en la lengua autctona, sino tambin las correspondientes a la lengua general de Espaa cuando presenten una fisonoma diferente, hayan sido consagradas suficientemente por el uso y, desde luego, no constituyan, como los casos extremos que he mencionado, ninguna aberracin de tipo lingstico. Desde luego, no hay razn para que, hablando espaol, haya que decir A Corua, Ourense, Pontedeume, que son formas, desde luego, ineludibles en gallego, en lugar de La Corua, Orense y Puentedeume,

    que, dado su indiscutible y frecuente uso, deberan ser respetadas en castellano. No hay que olvidar que un topnimo puede presentar, segn la lengua de que se trate, una conformacin fontica diferente y, por lo tanto, ser perfectamente legtimo usar en cada lengua la forma correspondiente; as como no tendra sentido escribir y menos pronunciar de acuerdo con la fontica del lugar en espaol New York, London, Holand o Bordeaux, en lugar de Nueva York, Londres, Holanda y Burdeos, tampoco lo tiene pretender imponer la forma autctona de los topnimos gallegos y catalanes o vascos a la lengua del Estado. Adems de lo artificial que resulta imponer una forma no usual, y sin pensar en el caso extremo de que el topnimo posea en su forma autctona fonemas inexistente en espaol (as, Sanxenxo, Xove, Freixeiro, con prepalatal fricativa), no cabe duda de que sera imposible repetir la pronunciacin exacta, aun en los casos en que no exista ms que una sola forma idnticamente escrita para ambas lenguas: sin duda nadie est obligado a

    pronunciar Barcelona como lo hacen los catalanes, por ejemplo. Como apunte final quisiera decir que quienes defienden con mayor ardor la fijacin, tambin en castellano, de los topnimos gallegos en su forma grfica y fontica autctonas, no suelen ser coherentes en sus reivindicaciones cuando, hablando en gallego, utilizan para topnimos ajenos formas galleguizadas que por cierto nunca se utilizaron y, por lo tanto, no estn consagradas por el uso tales como A Rioxa por La Rioja, Baraxas (que en todo caso debera ser Barallas)7 por Barajas, Osca por Huesca y cosas por el estilo. Y no es que est en contra de estas galleguizaciones, que, aunque sean artificiales, resultan

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    perfectamente viables y, lgicamente, correctas, como a su vez insisto debern serlo, hablando en castellano, La Corua, Sanjenjo o Santiago pronunciado con diptongo y no con hiato como es lo habitual en Galicia.

    5. El espaol en Galicia: caractersticas fnicas

    Quisiera ocuparme ahora de las caractersticas ms sobresalientes que la lengua espaola presenta en la comunidad gallega, cuestin de la que se han ocupado diversos autores, desde en cierto modo el mismo P. Feijoo, en el siglo XVIII, hasta, en nuestros das, X. Alonso Montero y Constantino Garca, entre otros8. Conocido es de todo el mundo y, desde luego, ms fuera que dentro de Galicia la peculiar manera que los gallegos tenemos de pronunciar y, sobre todo, de entonar el espaol, lo que da lugar al caracterstico acento gallego. Se debe ste, como es obvio, a influjo, en el nivel fnico, de la lengua autctona, cuya entonacin y realizacin de fonemas sigue siendo prcticamente la misma al pronunciar el espaol. El influjo no hace falta decirlo se produce tambin en los otros niveles lingsticos, esto es, en el gramatical y, sobre todo, el lxico. Conviene, sin embargo, deshacernos de algunos tpicos, como, por ejemplo, la tendencia a creer que todos los gallegos tenemos el mismo acento y, en general, que utilizamos de manera muy similar la lengua de Cervantes. Como es lgico, existen muchos grados de galleguizacin del castellano del mismo modo que tambin existen muchos grados de castellanizacin del gallego, por lo que resulta imposible hablar de un espaol de Galicia homogneo, como si de una nica variedad lingstica se tratase. Podemos, en todo caso, pensar que nos hallamos ante un dialecto integrado por toda una serie de variedades, geogrfica y

    diastrticamente distribuidas.

    Como ya seal anteriormente, existe en Galicia una clara voluntad de correccin por parte de los hablantes al expresarse en castellano cosa que normalmente no ocurre al utilizar el gallego, circunstancia que nos lleva a afirmar que por lo general la gente no es consciente del influjo del gallego sobre su peculiar manera de realizar el espaol. Aunque, a decir verdad, tambin aqu hay que sealar grados: en el plano lxico, por ejemplo, no siempre el hablante es absolutamente inconsciente de los galleguismos que usa, cuando, por el contrario, a veces echa mano de ellos para buscar, por ejemplo, una mayor expresividad o, simplemente, porque desconoce la palabra adecuada en castellano; pero la

    inconsciencia alcanza sin duda su grado mximo en el nivel fnico, tendiendo en este caso a identificar el sistema fonolgico del espaol con el del gallego. Y de manera muy parecida ocurre en el plano gramatical, por ejemplo a la hora de utilizar las formas verbales o ciertos giros y expresiones exclusivas de la lengua autctona.

    En el nivel fnico, como caractersticas del espaol hablado en Galicia, cabe destacar en primer lugar la adopcin del sistema voclico propio del gallego, lengua que, como es

  • lvaro Porto Dapena. El espaol en contacto con el gallego

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    sabido, conserva las siete vocales del latn vulgar occidental, al distinguir, con valor

    fonolgico, entre cerrada y abierta en las series de abertura media tanto anterior (/e/, /?/) como posterior (/o/, /?/). Y as, en el castellano de Galicia, hay palabras homgrafas que, segn su diferente pronunciacin, tienen sentido diferente, de modo que, por ejemplo:

    te

    sosa

    pronunciado [te] infusin pronunciado [t?] letra t o pronombre personal

    pronunciado [sosa] producto qumico pronunciado [s?sa] sin sal

    Es curioso sealar que esta situacin, que hasta hace relativamente pocos aos era

    prcticamente general en la realizacin del castellano de Galicia, incluso en boca de quienes lo hablaban de forma exclusiva y como lengua inicial, hoy ha cambiado sobre todo en las ciudades, donde incluso los que, por regalleguizacin, utilizan el gallego, adoptan, por el contrario, en ste el sistema voclico castellano de cinco vocales, generalmente con una e y o neutras esto es, ni abiertas ni cerradas que, cuando se corresponden con una vocal abierta del gallego, da la impresin de que es cerrada, y viceversa, cuando tratan de realizar una cerrada, parece abierta. Desde luego, en lo que a m se me alcanza, la utilizacin del sistema de siete vocales en el castellano de Galicia era todava prcticamente general en los aos sesenta, por lo que los hablantes de mi generacin, educados en espaol y con ste como primera lengua, no tienen hoy ninguna dificultad en distinguir entre cose, imperativo de coser (con o cerrada) y cose, presente de indicativo del mismo verbo (con o abierta). Frente a ellos, sin embargo, observo que, en general, los estudiantes universitarios de las

    ltimas generaciones, con el castellano como primera lengua, pero que cursaron estudios de gallego tanto en primaria como en bachillerato, presentan serias dificultades para distinguir entre abierta y cerrada tanto en e como en o. Siguiendo con el plano fonolgico, otro caso de no coincidencia entre espaol y gallego es el representado por la serie de consonantes velares, que en el segundo se reducen a un par de fonemas, concretamente /k/, coincidente con el espaol, y /g/, que, al menos tericamente, se corresponder con las realizaciones de /g/ y /x/ castellanos. Pues bien, la realizacin como fricativa o aspirada sorda, propia sobre todo del gallego occidental, da lugar al conocido fenmeno de la geada, de modo que muchos hablantes incluso expresndose en castellano dirn jato por gato, rejar por regar, ajua por agua, aljo por algo, etc. Ahora bien, dado que la geada es un fenmeno rstico que ha venido recibiendo la condena prcticamente unnime de los gramticos gallegos, no slo es comnmente evitada por los

    gallegohablantes, sino tambin por stos cuando se expresan en castellano. As pues, la adopcin en ste de semejante pronunciacin, que implica por cierto la desfonologizacin de la oposicin espaola g/x, es propia de un castellano rstico, de personas que no se expresan normalmente en la lengua del Estado y, evidentemente, con un nivel cultural muy bajo. Digamos que un espaol con geada no pasara de ser considerado ms que una muestra del despectivamente denominado castrapo. Y lo mismo, naturalmente, hay que decir de la gueada, que, aunque menos frecuente, no consiste en otra cosa que en la utilizacin de [g] por ultracorreccin, como Gos por Jos, guefe por jefe, debago por debajo,

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    y, naturalmente, cnyugue, que, inexplicablemente, se detecta incluso fuera de Galicia, por

    cnyuge. Al lado de la geada, que supone, como acabamos de ver, la desfonologizacin de la oposicin g/x en castellano, hay que tener en cuenta asimismo el fenmeno del seseo, propio tambin, aunque con menos extensin, de la zona ms occidental de Galicia y que, usado en castellano, implica la desfonoligizacin de la oposicin s/q. Como es obvio, la utilizacin del seseo en el castellano de Galicia, es propia tan slo de la Ras Bajas y, por supuesto, de hablantes relativamente incultos.

    Ya en el nivel fnico ms concreto, esto es, en el puramente fontico cabe situar otros fenmenos tpicos del espaol de Galicia debidos a influjo del gallego. Me limitar a sealar unos cuantos que me parecen ms sobresalientes, al menos a odos de hispanohablantes no

    gallegos:

    a. En relacin con el vocalismo hay que notar en primer lugar la tendencia a cerrar excesivamente la vocal tona o en posicin final absoluta, pronunciacin que, para

    un castellano, correspondera al campo de dispersin de /u/, circunstancia que lo lleva a interpretarla como u; en realidad, fonticamente, se trata de una u abierta, que en Galicia se siente, sin embargo, como realizacin de /o/ cerrada.

    b. Algo semejante hay que decir de la o y e tonas, que por influjo de una e tnicas se cierran especialmente, de modo que muchos hablantes, incluso en castellano, tienden a decir frigurfico por frigorfico, custumbre por costumbre, dicir por decir, viscula por vescula, etc. Como esta pronunciacin se considera a veces un tanto

    rstica, se produce, sobre todo hablando castellano, el fenmeno contrario, consistente en abrir excesivamente dicha vocal; as, mientras se considera propia de paletos la pronunciacin de Corua con una o muy cerrada (por influjo de la acentuada), las personas cultas prefieren generalmente el uso de la o abierta.

    c. Evidentemente, en la pronunciacin rstica y vulgar se dan por lo general los mismos fenmenos que en idntico registro de otras zonas de fuera de Galicia, relativos sobre todo a la vacilacin en el timbre de vocales inacentuadas o a la pronunciacin relajada y prdida de pretnicas y postnicas.

    d. Como es bien sabido, muy caracterstica del espaol hablado en Galicia es la prdida de ciertas consonantes implosivas, pronunciacin que, mientras en el resto de Espaa se siente, salvo excepciones, como caracterstica vulgar, en este caso es

    utilizada incluso por personas cultas, de modo que, tambin entre stas, es frecuente or reto por recto, sumarino por submarino, astenerse por abstenerse, retil por reptil, etc. Todo lo ms a veces puede orse una consonante muy relajada y, desde luego, mucho menos perceptible que en la pronunciacin no gallega.

    e. Finalmente, otra caracterstica digna de researse es la correspondiente a la pronunciacin de la -n final absoluta, que tanto en gallego como en castellano presenta siempre carcter velar lo mismo que ocurre, por ejemplo, en andaluz, aunque sin la fuerte nasalizacin de la vocal anterior que a veces se detecta en este

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    ltimo caso. Esto quiere decir que as como el archifonema del espaol estndar

    tiene como realizacin prototpica esto es, no influida por la consonante siguiente una n alveolar, el hablado en Galicia presenta la -n velar, que adems en gallego, donde posee idntica realizacin, aparece tambin en posicin intervoclica con valor fonolgico, o lo que es lo mismo, como representante de un fonema independiente de /n/, /m/ y //.

    Por supuesto todas estas caractersticas unidas a la especial y peculiar entonacin de que, tambin por influjo del gallego, es objeto el espaol hablado en Galicia, configuran el caracterstico acento, cuya valoracin por cierto tanto dentro como, sobre todo, fuera de Galicia merecera todo un estudio sociolingstico que, obviamente, est por hacer. La identificacin en general de este acento tanto en la literatura espaola escrita como oral con personajes ridculos, insignificantes, de escasas luces, torpes e incultos y de una

    ingenuidad rayana con el retraso mental han llevado a ver este acento como sntoma y hasta expresin de esos mismos defectos, lo que explica que todava hoy un joven gallego con marcado acento de su tierra tenga serias dificultades si no est dispuesto a desertar lingsticamente para abrirse camino en el mundo de la televisin, del teatro o de la radio. Me pregunto por qu en el contexto peninsular el acento gallego ha de despertar sentimientos tan distintos en comparacin, por ejemplo, con el andaluz, identificado ms bien con el gracejo, la desenvoltura y lo ingenioso. Son, ciertamente, tpicos; pero que, por desgracia, todava funcionan y... hacen dao.

    6. Caractersticas gramaticales Desde el punto de vista gramatical el espaol hablado en Galicia presenta tambin algunas

    peculiaridades debidas asimismo a interferencias con el gallego, peculiaridades que, desde el punto de vista morfolgico, ataen casi exclusivamente al cambio de gnero en algunos sustantivos, al uso del sufijo diminutivo -io, al sistema verbal y poco ms, y, desde el punto de vista sintctico, se refieren a ciertas construcciones y clichs tomados, lgicamente, de la lengua autctona. Excusado es decir que en gallego existen multitud de sustantivos cuyos equivalentes castellanos poseen un gnero distinto, lo que lleva fcilmente a la confusin, la cual, evidentemente, presenta muy diversos grados segn el nivel cultural del hablante. As, sustantivos como puente, leche, sal, cal, ubre presentan esta peculiaridad, lo que lleva a algunos hablantes a decir la puente, el leche, el cal o el ubre de la vaca. Cabe destacar especialmente la interpretacin generalizada de doble como neutro, en lugar de masculino,

    en, por ejemplo, Su marido tiene lo doble de aos que ella. Aunque el sufijo diminutivo -io no posee en gallego ningn contenido tanto de carcter denotativo como expresivo que no tenga en castellano el equivalente -ito, la fuerza expresiva de aqul es indudablemente mucho mayor que la de ste para un

    gallegohablante, lo que le lleva a utilizarlo a veces cuando se expresa en espaol. Como es lgico, el uso es especialmente frecuente en el lenguaje afectivo, muy especialmente entre las mujeres, de modo que, con frecuencia, pueden orse expresiones como: Ay, hijia, no te preocupes!

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    El pobrio no poda con su alma.

    Calienta aqu las manias. No hace falta subrayar que se usa con preferencia en nombres propios de persona e incluso de lugar: Pepio, Josefia, Ferrolio.

    Los demostrativos este y ese presentan a veces las formas de plural estes y eses, propias del gallego, cuyo uso, en principio restringido al castellano de personas de baja cultura, se encuentra, sin embargo, de vez en cuando en los exmenes de alumnos de bachillerato e incluso universitarios y, es cierto que anormalmente, puede orse entre personas de formacin universitaria. Por otro lado, a propsito del demostrativo aquel, cabe destacar el frecuente uso de la expresin de aquella (

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    cantase. As:

    No creo que viniera (por haya venido). No crea que muriera (por hubiera muerto) su amigo. Quera que lo acompaase. Un vulgarismo frecuente, sin duda favorecido por el gallego, es el uso de formas como dijistes, vinistes, ostes, propio, lgicamente, de las clases populares, entre las cuales se detecta tambin espordicamente la utilizacin del infinitivo personal, en contextos del tipo: Celebramos el patrn para estarmos todos juntos. Este ltimo uso, no obstante, ya se considerara dentro del mbito del castrapo, al igual que la sustitucin del morfo -mos de primera persona por la variante -nos en formas como decanos por decamos, venanos por venamos, estbanos por estbamos del imperfecto de indicativo (y tambin en el condicional: estaranos, vendranos).

    Siguiendo con los usos del verbo, hay que sealar tambin la existencia de ciertas perfrasis desconocidas en el espaol estndar, como, por ejemplo, dar + participio (de carcter terminativo), tener + participio (frecuentativa), estar a + infinitivo (con sentido progresivo o indicando inminencia), en expresiones como Tiene tanto trabajo que no da hecho. (no da abasto) Ya te tengo dicho que no hagas eso. (te lo he dicho muchas veces) Felisa est a venir. (est a punto de venir) En relacin con las partculas cabe destacar, finalmente, el uso de luego con valor consecutivo o continuativo, presente sobre todo en la expresin y luego?, portadora de un sinfn de matices9, junto con el de las preposiciones sobre todo en casos de rgimen verbal. Pueden darse varios casos. Se usa distinta preposicin que en castellano normativo en

    quedar de + infinitivo: Qued de venir temprano. (en lugar de en) Se elimina la preposicin en otros casos, como en ir (a) + infinitivo: Voy trabajar toda esta semana en la biblioteca. O, tambin, se utiliza preposicin en contextos que no admite el estndar: Este ao el Deportivo qued de segundo en la Liga. No se dan de cuenta que la vida es muy complicada. Es tpica la expresin para el ao en vez de para el ao que viene o para el prximo ao:

    Mi to de Montevideo vendr para el ao.

    7. Consideraciones en torno al lxico

    Es, no obstante, en el nivel lxico donde se producen las mayores interferencias entre gallego y espaol, y, obviamente, tambin en las dos direcciones: por una parte el gallego ha recibido un enorme aporte de palabras castellanas a veces conviven los dos vocablos, gallego y espaol, aunque con especializacin semntica10, pero a su vez tambin, aunque en menor medida, el castellano de Galicia presenta un relativamente amplio

    vocabulario de galleguismos, de los que por cierto la mayor parte de las veces no son conscientes los hablantes y, cuando lo son, su adopcin responde a necesidades expresivas o a desconocimiento de la palabra castellana correspondiente. Evidentemente, el grado de galleguizacin lxica no es ni mucho menos uniforme, pues depende del lugar y, sobre todo,

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    del nivel cultural de los hablantes y, como es natural, corresponde sobre todo a palabras

    relacionadas con realidades y aspectos de la vida ms especficamente gallegos. El DRAE por cierto recoge parte de este vocabulario, aunque sin duda est pidiendo una profunda revisin en este aspecto. As como en relacin con los castellanismos del gallego el pueblo no los suele adaptar fonticamente, sino que los reproduce con los mismos fonemas aunque stos no existan en la lengua autctona, no ocurre lo mismo con los galleguismos del castellano, que, por el contrario, pasan con frecuencia por esa adaptacin fontica (y morfolgica), de modo que tenemos, por ejemplo, silvera (

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    quitar y, al contrario, quitar por sacar; pito adems del significado castellano puede ser

    tambin polluelo de gallina y agilla que cae de la nariz, esgarrar echar las flemas, pocillo tazn pequeo, etc. He aqu apenas una pequesima muestra de vocabulario que, por las obvias limitaciones de espacio, no puedo ampliar ahora. Es, desde luego, una lstima que nadie hasta este momento se haya preocupado por recogerlo en un diccionario especial de tipo contrastivo en el que apareciesen no slo las palabras, inexistentes en el espaol del resto del mundo hispnico, de procedencia claramente gallega, sino tambin aqullas que, existiendo en la lengua de Estado, presentan sea o no por influjo del gallego algn significado especial o, por lo menos, un uso diferente. Y ya con referencia no slo al lxico, sino a los otros aspectos diferenciadores del castellano de Galicia, pienso que es hora de que esta variedad merezca, en general, una mayor atencin por parte de la dialectologa espaola, centrada

    ms bien en las variedades correspondientes a regiones no bilinges.

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    715-735.

    Notas:

    1. Ver, por ejemplo, M. P. Garca Negro (1991), p. 92 y ss.

    2. Y as, en una encuesta del CIS realizada en octubre de 1998, a la pregunta 32 acerca de cmo debera

    impartirse la enseanza bsica en Galicia, ms del 50% contestan que la mitad en castellano y la otra

    mitad en gallego, y slo un 6,5 y 7,2%, respectivamente, sostienen que debera utilizarse

    exclusivamente el castellano o el gallego.

    3. Los datos, sin embargo, de esta encuesta son ms optimistas en cuanto al conocimiento y utilizacin

    del gallego; segn ella lo habla el 89,2%, lo lee el 68,4% y lo escribe el 52,9%.

    4. Pensemos, por ejemplo, en X. Alonso Montero (1973).

    5. Cfr. X. Alonso Montero (1966), p. 323 y ss.

    6. Este mismo verano saltaba a la prensa la noticia de que un grupo de intelectuales gallegos haba

    solicitado la oficializacin de la forma Galiza, argumentando que sta aparece en escritos medievales.

    De prosperar tal peticin, no pasara de ser una restitucin que hoy se sentira como artificial, dada la

    inexistencia de semejante forma en el habla espontnea; por otro lado se podra contraargumentar

    que tambin en escritos medievales aparece la grafa Galicia, que desde luego no es ningn

    castellanismo.

    7. Tambin Texas, pronunciado con prepalatal fricativa, que debera ser Tellas.

    8. Me refiero sobre todo a M. Rabanal (1957), Alonso Montero (1966), C. Garca (1986), C. Garca y M.

    Blanco (1998), as como Acn Villa (1996), y N. Vzquez Veiga y C. Fernndez Bernrdez (1996),

    entre otros. Con anterioridad se ocuparon de la cuestin, por ejemplo, E. lvarez Gimnez (1870) y A.

    Cotarelo Valledor (1927).

    9. Vase el trabajo de Vzquez Veiga y Fernndez Bernrdez (1996).

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    10. Es el caso, por ejemplo, de moa muela de afilar y muela muela de la dentadura, pa pala del horno

    de hacer pan y pala pala en general, castieiro castao como rbol y castao madera de castao,

    etc.