alÉrgenos del huevo: digestiÓn gastrointestinal, inmunorreactividad y mecanismos de...
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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID
FACULTAD DE CIENCIAS
Departamento de Química Física Aplicada
ALÉRGENOS DEL HUEVO: DIGESTIÓN
GASTROINTESTINAL, INMUNORREACTIVIDAD Y
MECANISMOS DE DESENSIBILIZACIÓN
GUSTAVO MARTOS SEVILLA
INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS DE LA ALIMENTACIÓN (CSIC‐UAM)
Madrid, 2012
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID
FACULTAD DE CIENCIAS
Departamento de Química Física Aplicada
ALÉRGENOS DEL HUEVO: DIGESTIÓN
GASTROINTESTINAL, INMUNORREACTIVIDAD Y
MECANISMOS DE DESENSIBILIZACIÓN
Memoria presentada por:
Gustavo Martos Sevilla
Para optar al grado de
DOCTOR EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA DE LOS ALIMENTOS
CIAL Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación
Trabajo realizado bajo la dirección de:
Dra. Rosina López‐Alonso Fandiño
Dra. Elena Molina Hernández
CIAL Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación
ROSINA LÓPEZ‐ALONSO FANDIÑO, PROFESORA DE INVESTIGACIÓN DEL CSIC, Y ELENA
MOLINA HERNÁNDEZ, CIENTÍFICA TITULAR DEL CSIC, DEL INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN
EN CIENCIAS DE LA ALIMENTACIÓN
INFORMAN:
Que el presente trabajo titulado “Alérgenos del huevo: digestión gastrointestinal,
inmunorreactividad y mecanismos de desensibilización” y que constituye la Memoria que
presenta el licenciado en Bioquímica Gustavo Martos Sevilla para optar al grado de Doctor,
se ha realizado bajo su dirección en el Departamento de Bioactividad y Análisis de
Alimentos del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL, CSIC‐UAM).
Y para que conste firmamos el presente informe a 9 de enero de 2012.
Fdo.: Rosina López‐Alonso Fandiño Fdo.: Elena Molina Hernández
AGRADECIMIENTOS
La realización de esta tesis comenzó en el Instituto de Fermentaciones Industriales
(IFI, CSIC) y ha culminado en el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación
(CIAL, CSIC‐UAM). Se ha llevado a cabo bajo la dirección de las doctoras Rosina López y
Elena Molina, a quienes quiero mostrar mi agradecimiento por su tutela, por sus consejos
siempre acertados y por brindarme excelentes oportunidades para mejorar mis aptitudes
científicas.
Part of this thesis has been carried out in the department of pediatrics at the
Mount Sinai School of Medicine in New York. I am truly thankful to doctors Anna Nowak‐
Wegrzyn and Cecilia Berin, who gave me the opportunity to work in their labs and
brilliantly guided me throughout the progression of my work.
Quiero expresar mi agradecimiento a las doctoras Mercedes Ramos, Lourdes Amigo
y María Victoria Moreno, por acogerme gratamente desde el principio y poner a mi
disposición todas las facilidades que han permitido realizar el presente trabajo.
Mi reconocimiento a la doctora Susana Santoyo por darme su confianza y haber
aceptado la tutoría de esta tesis.
Asimismo, agradezco su colaboración a la doctora Elena Alonso de la sección de
Alergia del Hospital Materno Infantil Gregorio Marañón, quien ha hecho posible una gran
parte de los inmunoensayos llevados a cabo en este trabajo.
Deseo expresar mi gratitud a la doctora Mercedes Salaices por permitirme trabajar
en el departamento de farmacología de la Universidad Autónoma de Madrid y a la doctora
Marta Miguel, por iniciarme en las técnicas de cultivos celulares.
Durante la realización de esta tesis he tenido la suerte de compartir, tanto en
Madrid como en Nueva York, maravillos momentos con multitud de compañeros, muchos
de los cuales se han convertido en buenos amigos. A todos ellos quiero darles las gracias
por su amistad y su ayuda incondicional; sin todos los episodios vividos ajenos al
laboratorio, nada de esto tendría sentido.
Agradezco al Consejo Superior de Investigaciones Científicas la financiación recibida
a través de una beca de iniciación a la investigación y una beca JAE‐predoc para la
realización de la presente tesis doctoral.
Por último, me complace expresar mi gratitud a mi familia, y a mis amigos, que han
estado cerca en todo momento y me han dedicado inestimables consejos.
ÍNDICE
RESUMEN 1
LISTA DE ABREVIATURAS 5
OBJETIVO Y PLAN DE TRABAJO 7
1. INTRODUCCIÓN 11
1.1. Alergia a los alimentos 13
1.1.1. Visión general 13
1.1.2. Mecanismo inmunológico de la alergia 15
1.1.3. Aproximaciones terapéuticas 22
1.2. Características de los alérgenos alimentarios 23
1.2.1 Epítopos 25
1.2.2 Abundancia en el alimento 26
1.2.3 Estabilidad y resistencia a la digestión gastrointestinal 26
1.2.4 Influencia de la matriz y el procesado 29
1.3. La alergia al huevo 32
1.3.1. Tolerancia al huevo e inmunoterapia oral 33
1.3.2 Los alérgenos del huevo 34
1.4. Digestión gastrointestinal in vitro 38
1.4.1. Modelos de digestión fisiológicamente relevantes 40
1.4.2. Modelos de absorción intestinal 44
2. RESULTADOS 47
2.1. Egg white ovalbumin digestion mimicking physiological conditions 49
2.2. Susceptibility of lysozyme to in‐vitro digestion and immunoreactivity
of its digests 61
2.3. In‐vitro gastrointestinal digestion of hen egg white proteins: immunoreactivity
and influence of the yolk 71
2.4. Identification of an IgE reactive peptide in hen egg riboflavin binding protein
subjected to simulated gastrointestinal digestion 103
2.5. Mechanisms underlying differential food allergy response to heated egg 129
2.6. Oral immunotherapy induces local protective mechanisms in the
gastrointestinal mucosa 141
3. DISCUSIÓN GENERAL 173
3.1 Digestibilidad de alérgenos del huevo y su influencia en la reactividad
frente a IgE 176
3.2. Interpretación bioquímica de la reducida alergenicidad de los alérgenos del
huevo calentados 184
3.3. Desensibilización mediante inmunoterapia oral 187
4. CONCLUSIONES 189
5. BIBLIOGRAFÍA 195
Resumen
1
RESUMEN
La alergia al huevo es una de las causas más frecuentes de hipersensibilidad inmediata a los
alimentos en los países industrializados, sobre todo durante la infancia. La ubicuidad del huevo en
los alimentos supone un gran riesgo de ingestión accidental para las personas alérgicas, que deben
llevar una dieta muy restringida. No se conocen las características que convierten a una proteína
alimentaria en un alérgeno, aunque la capacidad para resistir la degradación gastrointestinal es una
propiedad frecuente que permite que los alérgenos puedan ser reconocidos por el sistema
inmunitario y desencadenar los síntomas clínicos en individuos susceptibles.
En la presente tesis, se estudia la digestibilidad de distintos alérgenos del huevo empleando
un modelo in vitro de digestión gastrointestinal fisiológicamente relevante, puesto que tiene en
cuenta las condiciones específicas presentes a lo largo del sistema digestivo, tales como acidez,
concentración de enzimas digestivas y surfactantes. De esta forma, se ha podido observar que el
pH gástrico tiene un efecto determinante en la estructura de los alérgenos ovalbúmina (OVA) y
lisozima (LYS), influyendo en su digestibilidad enzimática. Ambos resisten parcialmente la
degradación por pepsina al pH típico del estómago adulto en condiciones de ayuno, pero a pHs
ligeramente superiores, como los existentes en niños o personas con la función gástrica alterada, la
proteolisis es más restringida. Se ha comprobado que los surfactantes naturales, sales biliares y
fosfatidilcolina, interaccionan con OVA y LYS durante el proceso digestivo, favoreciendo la hidrólisis
enzimática del primero y dificultando la del segundo, que además pierde solubilidad a causa de las
sales biliares. Estos datos aportan una función adicional a la bilis, que además de facilitar la
digestión de grasas podría incrementar la susceptibilidad de ciertas proteínas al ataque enzimático,
aunque en otros casos puede producir efectos inesperados, como la precipitación proteica.
Igualmente interesante ha sido advertir que la concurrencia de otros componentes de la matriz del
alimento, estudiando la digestibilidad de la clara y la yema conjuntamente, evita la precipitación de
la LYS por las sales biliares y podría conducir a que a una mayor proporción de esta proteína
alcanzase la parte inferior del intestino.
La búsqueda de nuevas proteínas minoritarias potencialmente alergénicas representa un
desafío complicado puesto que el huevo es un fluido biológico muy complejo, pero a su vez resulta
importante, en vista de que incluso minúsculas cantidades de alérgeno pueden provocar síntomas
graves en personas sensibilizadas. En este trabajo se han identificado de forma tentativa dos
proteínas minoritarias en la clara de huevo, ovoinhibidor y clusterina, capaces de reaccionar con la
Resumen
2
inmunoglobulina E (IgE) del suero de individuos alérgicos. Asimismo, hemos estudiado la
digestibilidad e inmunorreactividad de otra proteína minoritaria, la proteína transportadora de
riboflavina, cuya degradación enzimática conduce a la formación de dos péptidos resistentes,
pertenecientes a la región Leu41 ‐ Trp84 de la secuencia de la proteína, que contienen epítopos de
unión a IgE.
El tratamiento térmico a que se someten las proteínas del huevo en ciertos alimentos
conlleva la pérdida de su alergenicidad en muchos casos. Con objeto de avanzar en la comprensión
de este fenómeno hemos estudiado también la digestibilidad e inmunorreactividad in vivo de los
dos alérgenos principales, OVA y ovomucoide (OM), tratados térmicamente. Éstos perdieron su
capacidad de producir síntomas en ratones sensibilizados, siendo el mecanismo responsable la
combinación de una mayor susceptibilidad de la OVA calentada a la digestión y una menor
absorción y capacidad de activación de basófilos de las proteínas tratadas térmicamente.
Por último, se ha profundizado en la base inmunológica de la inmunoterapia oral, la
aproximación empleada con más frecuencia en ensayos clínicos para el tratamiento de pacientes
alérgicos al huevo. Se administró oralmente inmunoterapia con clara de huevo u OM calentado a
ratones sensibilizados para evaluar su efectividad y los cambios generados en el sistema
inmunitario. Confirmamos que la inmunoterapia es efectiva para inducir la desensibilización
temporal pero no la tolerancia en el modelo murino ensayado. No hallamos supresión de la
activación de basófilos y mastocitos periféricos en ratones que habían recibido la inmunoterapia,
aunque eran asintomáticos, lo que sugiere que el mecanismo de desensibilización se localiza en la
mucosa gastrointestinal y podría estar relacionado con la reducción observada en la expresión de
varios genes del epitelio intestinal. Asimismo, pudimos comprobar que la inmunoterapia con OM
calentado es igualmente eficaz, postulándose el uso de alérgenos calentados no reactivos como
una aproximación válida y más segura para la inmunoterapia oral en humanos, a veces
desaconsejada por la alta incidencia de reacciones adversas.
Resumen
3
SUMMARY
Egg allergy is a major cause of food hypersensitivity in western countries, especially
among children. Allergic patients are put on a restricted egg‐free diet but they are still at
high risk of accidental exposures. Features that make a food protein an allergen are
unknown, although resistance to gastrointestinal digestion is a commonly shared property
that enables allergens to be recognized by the immune system and trigger an allergic
response in susceptible individuals.
In the present thesis, egg allergens digestibility has been studied by using a
physiologically relevant digestion model that takes into account the specific conditions
found along the gastrointestinal track, such as acidity, concentration of digestive enzymes
and surfactants. Thus, the pH has been found to influence ovalbumin (OVA) and lysozyme
(LYS) structure, affecting their digestibility by enzymes. Both allergens resisted partially
digestion at a gastric pH typical of an adult fasted state, but proteolysis was more limited
at higher pH values, similar to those found in children or in adults with impaired gastric
function. The natural surfactants phosphatidylcholine and bile salts were capable of
interacting with OVA and LYS during the digestion process, favouring hydrolysis of the
former and protecting the latter, which became insolubilized by bile salts. These data
suggest an additional role for the bile in the duodenum, not only facilitating lipolysis but
also increasing the susceptibility of certain proteins to enzyme degradation, although it
could also induce unexpected precipitation of other proteins. Interestingly, when studying
egg white and yolk digestion, LYS precipitation was abrogated in the presence of the yolk
matrix, which could result in a higher proportion of protein reaching the lower intestine in
vivo.
Egg is a complex biological fluid and the search for potential minor allergens is a
difficult but important task, since minute amounts of allergen are usually enough to
provoke an allergic reaction in sensitized individuals. In this work, two low‐abundance
proteins were tentatively identified in egg white, ovoinhibitor and clusterin, which were
able to react with immunoglobulin E (IgE) present in the serum from egg‐allergic patients.
Furthermore, we studied the digestibility and immunoreactivity of another minor protein,
Resumen
4
riboflavin binding protein, whose enzymatic degradation led to the appearance of two
resistant peptides containing IgE‐binding epitopes within the region Leu41 – Trp84 of the
protein sequence.
Thermal treatment of egg proteins frequently results in the loss of their
allergenicity. In order to further understand this phenomenon, we investigated heat‐
treated OVA and ovomucoid (OM) digestibility and immunoreactivity in vivo. Both were
unable to evoke symptoms in sensitized mice, being the mechanism responsible a
combination of an increased susceptibility of heated OVA to hydrolysis and an impaired
absorption and reduced basophil activation capacity of the heat‐treated proteins.
Finally, this thesis dealt with the immune basis of oral immunotherapy, a widely
used approach for treating egg‐allergic patients in clinical trials. Sensitized mice were orally
administered egg white or heated OM as immunotherapy to investigate the immunological
changes induced and their effectiveness. Temporal desensitization but not tolerance was
successfully achieved. Suppression of basophil activation or of peripheral mast cells did not
occur in treated mice despite being asymptomatic, which points to a local desensitization
mechanism within the gastrointestinal mucosa that could be associated with the observed
downregulation of several intestinal epithelial genes. Moreover, we confirmed the efficacy
of heated OM to produce desensitization, postulating the use of heated, non‐reactive
allergens as a valid and safer strategy for oral immunotherapy in humans, sometimes
discouraged because of the risk of adverse reactions.
5
LISTA DE ABREVIATURAS
α‐La: α‐lactalbúmina.
β‐Lg : β‐lactoglobulina.
Caco‐2: Células de adenocarcinoma de colon humano.
ELISA: Ensayo de inmunoabsorción ligado a enzima.
FcεRI: Receptor de alta afinidad para IgE.
IFN‐λ: Interferón gamma.
IgA: Inmunoglobulina A.
IgE: Inmunoglobulina E.
IgM: Inmunoglobulina M.
IL‐10: Interleuquina 10.
IL‐13: Interleuquina 13.
IL‐4: Interleuquina 4.
LYS: Lisozima.
OM: Ovomucoide.
OVA: Ovalbúmina.
OVT: Ovotransferrina.
PC: Fosfatidilcolina.
RBfP: Proteína transportadora de riboflavina.
SGF: Fluido gástrico simulado.
TCR: Receptor de la célula T.
TGF‐β: Factor de crecimiento transformante beta.
Objetivo y plan de trabajo
7
OBJETIVO Y PLAN DE TRABAJO
La alergia al huevo es la segunda causa más frecuente de reacciones adversas a los
alimentos, afectando a un 1.3% de los niños de corta edad. Aún no se conocen las
características que convierten a una proteína en alergénica, pero se acepta que la
capacidad para sobrevivir a las condiciones del sistema gastrointestinal es un elemento
clave tanto en la sensibilización como en el desencadenamiento de los síntomas alérgicos.
En un estudio pionero1 se estimó la resistencia a la digestión con pepsina (fluido gástrico
simulado, SGF) de varias proteínas alergénicas, empleando un ensayo originalmente
ideado para evaluar la biodisponibilidad de aminoácidos. Se encontró que los principales
alérgenos del cacahuete, soja, huevo y leche eran más estables que otras proteínas
vegetales no alergénicas. Posteriormente, diversos autores confirmaron la mayor
estabilidad relativa de los alérgenos aunque los tiempos de resistencia en SGF no siempre
coincidían.2 Por otra parte, muchas proteínas no alergénicas eran también estables en SGF
u originaban fragmentos peptídicos resistentes durante más de 60 minutos.3 Esta
divergencia de resultados puede atribuirse, al menos en parte, a la variabilidad en las
condiciones empleadas por los distintos laboratorios, referentes al pH, las relaciones
enzima / proteína o los métodos de detección, a menudo más orientadas a evaluar la
seguridad alimentaria de una cierta proteína que a reflejar las condiciones encontradas in
vivo. Además, estudios más recientes han demostrado la importancia de considerar
también la complejidad de los medios de digestión estomacal y duodenal, la participación
de otras enzimas digestivas o la interacción con otros componentes, como lípidos y
sustancias tensioactivas naturales. Bajo este nuevo panorama, los alérgenos del huevo, a
pesar de su importancia, permanecen como proteínas no suficientemente estudiadas,
desconociéndose los factores que influyen en su digestión gastrointestinal en condiciones
fisiológicamente relevantes, así como la repercusión de la digestión en su alergenicidad
final.
El huevo constituye un fluido biológico muy complejo cuyo proteoma está siendo
objeto constante de estudio en los últimos años. La descripción del último alérgeno (Gal d
6) data de 2010 y fue hallado en la yema.4 Por tanto, es probable que existan proteínas,
Objetivo y plan de trabajo
8
aún desconocidas, que contribuyan al carácter alergénico del huevo. Además, es necesaria
la búsqueda de alérgenos potenciales no descritos entre el amplio repertorio de proteínas,
muchas de ellas minoritarias, presentes en la clara de huevo o en la yema. Por otro lado, es
conocido que el tratamiento térmico a que se someten las proteínas del huevo en ciertos
alimentos conlleva la pérdida o disminución de su alergenicidad. De hecho,
aproximadamente un 70 % de los niños alérgicos al huevo toleran la ingestión del alimento
en forma calentada. La explicación a este hecho habitualmente se fundamenta en la
pérdida de epítopos conformacionales como consecuencia del tratamiento térmico de los
alérgenos, pero podrían existir mecanismos adicionales todavía desconocidos. Igualmente,
se ignora la trascendencia concreta de dicho calentamiento en su digestibilidad, absorción
e inducción de la respuesta inmunitaria.
A pesar de no existir un tratamiento para curar la alergia, la inmunoterapia oral es
la aproximación más ensayada con objeto de restablecer la tolerancia. Aunque no es una
práctica habitual por la alta incidencia de reacciones adversas, diversos estudios clínicos
han logrado con éxito desensibilizar pacientes alérgicos al huevo. No obstante, el
mantenimiento de la tolerancia suele ser temporal y requiere una ingesta continuada del
alimento para evitar la recidiva. Por otro lado, la inclusión del huevo calentado en la dieta
de personas alérgicas suele ser tolerada y a menudo es beneficiosa para la resolución de
los síntomas. Por tanto, la demostración de la eficacia de los alérgenos tratados
térmicamente para desensibilizar a pacientes alérgicos podría derivar en una alternativa
más segura a los protocolos actuales de inmunoterapia oral que emplean el alimento
nativo. El avance en la comprensión de los mecanismos implicados en la insensibilización
temporal a un cierto alérgeno es clave para implementar terapias más eficaces y entender
el equilibrio entre tolerancia e hipersensibilidad.
El objetivo del presente trabajo ha consistido en estudiar la repercusión de la
digestión gastrointestinal, simulada en condiciones fisiológicamente relevantes, en la
inmunorreactividad de los alérgenos del huevo, así como en la búsqueda de alérgenos
potenciales no descritos entre las proteínas minoritarias. Además, se ha pretendido
investigar las causas de la reducida alergenicidad del huevo calentado y el mecanismo de
desensibilización que tiene lugar durante la inmunoterapia oral.
Objetivo y plan de trabajo
9
Para llevar a cabo este objetivo se ha desarrollado el siguiente plan de trabajo:
- Selección y puesta a punto de un modelo relevante de digestión
gastrointestinal. Análisis de la digestibilidad e inmunorreactividad de los
alérgenos OVA y LYS: influencia del pH, de la relación enzima:sustrato y de
los surfactantes fosfatidilcolina y sales biliares.
- Análisis de la digestibilidad e inmunorreactividad de la clara de huevo
completa e influencia de la yema.
- Búsqueda de alérgenos potenciales no descritos entre las proteínas
minoritarias del huevo.
- Evaluación de la alergenicidad de OVA y OM calentados en un modelo
animal de anafilaxis. Ensayos in vitro de la digestibilidad, absorción y
capacidad de activación del sistema inmunitario de dichos alérgenos.
- Estudio del mecanismo de desensibilización inducido mediante
inmunoterapia oral. Eficacia de la inmunoterapia con OM calentado.
Introducción
13
1.1. Alergia a los alimentos
1.1.1. Visión general
Las alergias o hipersensibilidades a los alimentos se definen como respuestas
inmunitarias adversas a ciertas proteínas alimentarias o alérgenos. Esta caracterización las
diferencia de otras muchas reacciones adversas de etiología no inmunológica (Fig. 1). Por
ejemplo, encontramos las debidas a desórdenes metabólicos (p.ej. intolerancia a la lactosa,
galactosemia, etc.), las causadas por el consumo de componentes activos
farmacológicamente (p.ej. cafeína) o incluso reacciones no reproducibles de origen
psicosomático. Existen, además, reacciones adversas consecuencia de la ingestión de
ciertos componentes tóxicos presentes de modo natural en el alimento (p.ej. en setas o en
peces escómbridos). También son frecuentes las intoxicaciones alimentarias por
microorganismos patógenos que proliferan en alimentos conservados o manipulados
inadecuadamente (toxiinfecciones).
Reacciones adversas a los alimentos
No tóxicas Tóxicas
Mediadas por el Sistema Inmunitario(ALERGIAS)
No mediadas por el Sistema Inmunitario
Intolerancias Farmacológicas Psicosomáticas
Fig. 1. Clasificación de las reacciones adversas a los alimentos en función del mecanismo patogénico.
Cada vez más estudios apuntan hacia un incremento de los casos de alergias
alimentarias en las últimas décadas, sobre todo en los países desarrollados.5, 6 Entre el 3 y
el 8% de los niños, y entre el 1 y el 3% de los adultos presenta algún tipo de alergia
alimentaria.7 Los alérgenos varían dependiendo de la localización geográfica y la dieta
local. Por ejemplo, la prevalencia de la alergia a frutos secos en EEUU y Canadá está
entorno al 1%, mientras que en Singapur y las Filipinas ronda el 0.3%. Y al contrario, los
Introducción
14
niños alérgicos al marisco en Canadá suponen alrededor de un 0.5% mientras que alcanzan
el 4% en las Filipinas y Singapur.8 En niños de corta edad, las alergias más comunes son a la
leche de vaca (2.5%), huevo (1.3%), cacahuete (0.8%), trigo (0.4%), soja (0.4%), frutos secos
(0.2%), pescado (0.1%) y marisco (0.1%). Alrededor del 80% de las alergias a la leche,
huevo, soja y trigo se resuelven con la edad, de modo que la población adulta presenta
mayoritariamente hipersensibilidad al marisco (2%), cacahuetes (0.6%), frutos secos (0.5%)
y pescado (0.4%).9
En condiciones fisiológicas normales, los antígenos de la dieta son reconocidos por
el sistema inmunitario de la mucosa gastrointestinal que genera un estado activo de
inhibición o de tolerancia hacia ese antígeno. Cuando no se induce dicho estado
inmunológico o éste se pierde, se produce la sensibilización al alimento en cuestión. La
predisposición genética junto a elementos externos tales como la edad de introducción del
alimento, la ruta de exposición (digestiva, cutánea o respiratoria), la lactancia materna, la
composición de la dieta, la microflora e infecciones intestinales, la presencia de sustancias
que alteran el sistema digestivo o potenciadoras de la respuesta inmunitaria, serían los
principales factores implicados en la aparición del desorden alérgico.10 Diversos estudios
epidemiológicos han señalado, por ejemplo, que el consumo reducido de ácidos
poliinsaturados ω‐3, la deficiencia en vitamina D, la introducción tardía de alimentos
potencialmente alergénicos o la obesidad, estarían asociados con un mayor riesgo de
sensibilización.11 No obstante, aún quedan por esclarecer los mecanismos de asociación de
tales observaciones con el fenómeno alérgico.
También sustentada en estudios epidemiológicos, y con el propósito de explicar el
incremento de las alergias en las sociedades occidentales, se ha postulado la hipótesis de
la higiene. En esencia, dicha idea sugiere que los hábitos introducidos en las sociedades
modernas han privado a los niños de los estímulos inmunológicos necesarios para una
adecuada maduración del sistema inmunitario.12 Cambios en la higiene, la dieta y las
prácticas médicas habrían alterado el patrón de exposición a los microorganismos y, en
particular, la composición de la microbiota intestinal. De hecho, las interacciones microbio‐
Introducción
15
hospedador son reconocidas actualmente como un suceso clave en la modulación de la
respuesta inmunitaria.13
Los trastornos clínicos asociados a las alergias alimentarias pueden afectar a una
amplia variedad de sistemas orgánicos.14 Se pueden manifestar en la piel, como eczema o
urticaria; en la piel y mucosa como angioedema; en el tracto respiratorio como edema
laríngeo u obstrucción bronquial y posible sibilancia; sistémicamente como anafilaxia, y en
el tracto digestivo, desde la boca (síndrome de alergia oral) al ano (proctitis o eczema
perianal). La mayoría de los síntomas son inespecíficos, como náuseas, vómitos, diarrea o
estreñimiento.
La percepción de padecer algún tipo de alergia alimentaria es generalmente muy
superior a la incidencia real de este desorden. El diagnóstico es, por tanto, un primer paso
clave para descartar otro tipo de reacciones adversas o patologías. En la práctica clínica,
éste se basa en el examen exhaustivo del historial clínico, tests cutáneos selectivos o
determinaciones in vitro de inmunoglobulina E específica del alimento (si se sospecha que
media dicho anticuerpo), dieta de exclusión apropiada y estudios de provocación con el
alimento camuflado (provocación doble ciega).14 Una vez diagnosticada, la única terapia
probada es la privación estricta del alimento. Los pacientes han de ser educados para
evitar posibles ingestiones accidentales de alérgenos y para saber actuar en caso de una
reacción anafiláctica. Las personas con alergias múltiples, especialmente niños, se
encuentran en riesgo de sufrir deficiencias nutricionales importantes como consecuencia
de sus dietas restringidas. Solo en el caso de lactantes es posible recurrir a fórmulas
hipoalergénicas de proteínas de leche de vaca extensamente hidrolizadas o de mezclas de
aminoácidos individuales. Por otro lado, son múltiples las aproximaciones terapéuticas que
se están explorando encaminadas a restablecer la tolerancia oral al alimento que serán
comentadas más adelante en el texto.
1.1.2. Mecanismo inmunológico de la alergia
El sistema inmunitario de la mucosa intestinal ha evolucionado para identificar
posibles amenazas en un entorno complejo y variado como es el intestino. La barrera
Introducción
16
epitelial intestinal se encuentra continuamente expuesta a multitud de proteínas
alimentarias, bacterias comensales y microorganismos patógenos contra los que debe
luchar. Existen principalmente dos mecanismos homeostáticos que preservan la integridad
de esta barrera: la exclusión inmunitaria por inmunoglobulina A (IgA) y la supresión de
respuestas proinflamatorias (Fig. 2).10 El primer mecanismo controla la colonización
epitelial de microorganismos e inhibe la penetración de agentes potencialmente
peligrosos. Esta acción la llevan a cabo las células plasmáticas residentes en la lámina
propia del subepitelio mediante la secreción de IgA (e IgM) al mucus intestinal. Dichos
anticuerpos dificultan la adhesión de microorganismos y activan el aclaramiento de
antígenos. Su producción se induce cuando antígenos particulados o microorganismos
patógenos son captados por las células M (micropliegues) presentes en las placas de Peyer
y entran en contacto con las células inmunitarias. El segundo mecanismo evita la
hipersensibilidad, tanto local como periférica, hacia antígenos inofensivos. Así, antígenos
solubles inocuos, como por ejemplo proteínas alimentarias, y microorganismos
comensales, atraviesan la barrera intestinal y son reconocidos por el sistema inmunitario,
desarrollándose la llamada tolerancia oral.
Fig. 2. Representación de los dos mecanismos homeostáticos principales que preservan la integridad de la
barrera epitelial intestinal. Tomado de Brandtzaeg.10
La inducción apropiada de estos mecanismos de homeostasis depende de estímulos
exógenos, siendo la etapa neonatal (4 primeras semanas de vida) especialmente crítica
para llegar a tal fin. Tanto la barrera de exclusión mediada por IgA como la red de
Introducción
17
inmunorregulación requieren un proceso adaptativo. Dicho proceso es muy eficaz en vista
de que, aproximadamente, 100 kg de proteínas15 pasan a través del intestino de un adulto
cada año sin causar reacciones adversas. Sin embargo, un fallo en estos mecanismos puede
conducir a la pérdida de tolerancia oral y a la aparición de la alergia.
Se especula que cualquier circunstancia capaz de alterar la barrera epitelial, no solo
a nivel intestinal, sino también cutáneo o respiratorio, podría ser determinante en la
sensibilización a un cierto alimento, sobre todo cuando no se ha establecido previamente
tolerancia oral. Por ejemplo, la alergia al cacahuete se ha asociado al uso de cremas
infantiles que contienen aceite de cacahuete en niños afectados de dermatitis atópica,
enfermedad que ocasiona descamación de la piel.16 La evasión de la tolerancia oral puede
ocurrir también vía respiratoria, como en el síndrome de alergia oral. En este caso, una
sensibilización vía respiratoria frente al polen de abedul, que contiene una proteína
homóloga a la proteína Mal d 1 de las manzanas, ocasiona picazón (prurito oral) en
pacientes que ingieren manzanas crudas.17
No obstante, la ruta gastrointestinal es la vía de sensibilización más común en los
casos de alergia alimentaria. Después de sobrevivir en mayor o menor medida a la acidez
del estómago, las enzimas digestivas y a la microflora intestinal, los antígenos alimentarios
entran en contacto con la barrera epitelial. En este momento, un fallo en los mecanismos
homeostáticos antes descritos que regulan la integridad de esta barrera, desencadena una
serie de eventos que conducen a la sensibilización. Así como la etapa neonatal es crítica
para la correcta inducción de estos mecanismos, la infancia (entre 1 y 5 años de edad) es
también crítica para la potencial evasión de éstos. La mayor incidencia de las alergias
alimentarias en los primeros años de vida se ha achacado a factores como la menor acidez
estomacal, menor concentración de enzimas digestivas, microflora intestinal incompleta,
menor cantidad de mucina (constituyente principal del mucus) o una permeabilidad
epitelial aumentada. De hecho, estudios donde se neutraliza el pH estomacal demuestran
un mayor riesgo de sensibilización,18 e igualmente ocurre cuando, induciendo situaciones
de estrés, se perturban las uniones íntimas entre las células epiteliales, aumentando la
permeabilidad intestinal.19 Dichas circunstancias podrían contribuir a que mayor cantidad
Introducción
18
de antígeno inmunológicamente activo confronte la pared intestinal y desencadene una
respuesta inadecuada de las células inmunitarias, llevando finalmente a la sensibilización.
En el fenómeno alérgico se pueden considerar dos fases diferenciadas: la fase de
sensibilización, en la que el individuo susceptible desarrolla la predisposición inmunitaria a
reaccionar contra la proteína alimentaria; y la fase de provocación, donde una sucesiva
exposición al alérgeno desencadena los síntomas clínicos. En ambos casos, el acceso del
antígeno a la lámina propia del subepitelio intestinal es un episodio común y primario.
1.1.2.1. Entrada del antígeno
La principal ruta de entrada de los antígenos solubles es la ruta transcelular, si bien
no se descarta que en el desorden alérgico también pueda ocurrir una relajación de las
uniones íntimas entre enterocitos favoreciendo el transporte paracelular, que
generalmente está restringido a pequeños solutos (<600 Da) e iones.20 La ruta transcelular
implica primordialmente a los enterocitos, aunque también existen mecanismos de
captura directa del antígeno por células dendríticas subepiteliales21 y de transporte a
través de las células M que recubren las placas de Peyer, sobre todo en el caso de
antígenos particulados. Estos dos mecanismos adicionales son fundamentalmente no
degradativos, mientras que el transporte enterocítico implica la degradación de más del
90% del antígeno transportado.22
A pesar de que la absorción intestinal del alérgeno intacto es posible, la mayor
parte de éste sufre la degradación por las enzimas digestivas y las enzimas lisosómicas
durante el transporte a través del enterocito. Los péptidos que finalmente alcanzan la
lámina propia han sido exocitados por los enterocitos en su forma libre o unidos a
vesículas que presentan el complejo principal de histocompatibilidad tipo II (MHC‐II).23
También se ha descrito un mecanismo adicional por el que los enterocitos podrían
transportar el antígeno intacto unido a la inmunoglobulina E,24 que cobra importancia en
la fase de provocación.
Introducción
19
1.1.2.2. Sensibilización intestinal
El lugar donde se inducen todas las respuestas inmunitarias del intestino es el tejido
linfoide intestinal, que está constituido por las placas de Peyer, el apéndice y algunos otros
folículos linfoides aislados. Las células dendríticas, u otras células presentadoras de
antígeno, capturan el antígeno que ha alcanzado la lámina propia, por cualquiera de los
mecanismos antes descritos, y migran a los folículos linfoides (Fig. 3). Allí, el antígeno
procesado es expuesto a las células T vírgenes (linfocitos T) unido al complejo MHC‐II,
originando su diferenciación a células Th1, Th2, Th17 o T reguladoras (Treg).25 Esta
activación de las células T puede también producirse en los nódulos linfáticos mesentéricos
cuando las células dendríticas que han capturado el antígeno migran a ellos para realizar la
presentación del antígeno. La diferenciación hacia uno u otro tipo de célula depende de
distintas señales estimulantes (todavía desconocidas) en el dominio de la célula dendrítica,
como citoquinas (proteínas reguladoras celulares) y moléculas derivadas de
microorganismos. Por otro lado, las células B también tienen la capacidad de reconocer el
antígeno, procesarlo y exponerlo en su superficie unido al complejo MHC‐II. El encuentro
del antígeno provoca la proliferación de clones de células B específicas del antígeno
reconocido.
El suceso clave en la alergia alimentaria consiste en la proliferación preeminente de
células Th2 tras una primera ingestión del alérgeno.25 En los folículos linfoides, dichas
células interaccionan con las células B que exponen el antígeno unido al complejo MHC‐II,
induciéndose la producción de citoquinas Th2, mayoritariamente IL‐4 e IL‐13, que
ocasionan la diferenciación de las células B a células plasmáticas productoras de
inmunoglobulinas E (IgE) específicas. La diferenciación completa ocurre tras la migración
de las células B a los nódulos linfáticos mesentéricos, de donde pasan a la circulación
sanguínea para su extravasación final a la mucosa intestinal principalmente (Fig. 3). Los
anticuerpos IgE producidos por las células plasmáticas se unirán al receptor FcεRI de
mastocitos residentes en la lámina propia y a los receptores de basófilos que circulan en la
sangre.
Introducción
20
1.1.2.3. Fase de provocación
En una posterior ingestión del alérgeno alimentario, éste accederá a la lámina
propia intestinal conservando más o menos integridad estructural, dependiendo de su
susceptibilidad enzimática y la ruta de transporte seguida. Allí, el antígeno se unirá a través
de algunas regiones de su estructura (epítopos) a como mínimo dos anticuerpos IgE
anclados sobre la superficie de mastocitos (Fig. 3),26 induciendo la desgranulación y
liberación masiva de mediadores (tales como histamina, citoquinas y proteasas) que
conducen a una variedad de síntomas cutáneos, gastrointestinales, respiratorios o
sistémicos (anafilaxia). Al contacto con el antígeno, también se activan las células efectoras
Th2, liberando citoquinas responsables del reclutamiento y activación de otras células
como eosinófilos y basófilos.
1.1.2.4. Tolerancia oral
En condiciones fisiológicas, existen principalmente tres mecanismos tolerogénicos,
basados en la antes mencionada supresión de respuestas proinflamatorias: anergia,
delección e inhibición de células T efectoras.27 La anergia consiste en la inactivación de la
célula T cuando encuentra el antígeno pero faltan señales coestimulatorias, como ocurre
en ausencia de gérmenes. La delección es un mecanismo de apoptosis que se induce
cuando la presentación del antígeno tiene lugar en presencia de ligandos inhibidores. Estos
dos mecanismos operan a altas dosis de antígeno.
Cuando la dosis del antígeno es baja, se induce la proliferación de células Treg
antígeno‐específicas, bien localmente en la mucosa o periféricamente en los nódulos
linfáticos o en el hígado.28 Este subtipo celular inhibe a las células T efectoras mediante
citoquinas supresoras como IL‐10 y TGF‐β. Así, las células Treg inhiben la activación y
liberación de citoquinas de todos los subtipos de células T efectoras y son importantes
para mantener el equilibrio Th1/Th2,10 que se encuentra singularmente polarizado en la
dirección Th2 en los individuos alérgicos.
Introducción
21
NLM
Mastocitos
Alérgeno
IgA
Microbios
BARRERA EPITELIAL
LÁMINA PROPIA
PLACA DE PEYER
LUMEN INTESTINAL
Eosinófilos Basófilos
1
2
CIRCULACIÓN SANGUÍNEA
Zona efectora(Mucosa intestinal)
Zona de inducción(Tejido linfoide intestinal)
Fig. 3. Representación de los acontecimientos celulares y moleculares que conducen a la sensibilización y respuesta alérgica. 1) Fase de sensibilización: Las células
dendríticas (DC) que han capturado el antígeno lo presentan a las células Th vírgenes provocando su diferenciación a Th2. Éstas interaccionan con las células B en las
placas de Peyer u otros folículos linfáticos induciendo su diferenciación a células plasmáticas que migran a través de los nódulos linfáticos mesentéricos (NLM) a la sangre y
de ahí a la mucosa intestinal para producir IgE específica que se une a los receptores de mastocitos. 2) Fase de provocación: El alérgeno que vuelve a atravesar la barrera
epitelial interacciona con mastocitos produciendo su desgranulación y con células Th2 efectoras que liberan citoquinas que atraen a otras células efectoras como eosinófilos
y basófilos. Adaptado de Brandtzaeg.10
Introducción
22
Un fallo en estos mecanismos de tolerancia, junto con la presencia de factores que
promueven la diferenciación Th2, desencadenan los acontecimientos que llevan a la
sensibilización y posterior respuesta alérgica.29
1.1.3. Aproximaciones terapéuticas
La gestión clínica actual de la alergia alimentaria se limita a la prescripción de una
dieta estricta libre del alimento pernicioso, consejo nutricional y tratamientos de
emergencia en caso de reacción adversa. Aunque los primeros intentos para desensibilizar
pacientes con alergia a los alimentos datan de hace más de 100 años, no existe hasta el
momento ninguna terapia aceptada que haya demostrado acelerar el desarrollo de
tolerancia oral o proteger eficazmente contra exposiciones accidentales. Ello es en gran
parte debido a que, dada la potencial severidad de los síntomas adversos en los pacientes
alérgicos a los alimentos, la relación beneficio/riesgo desaconseja la aplicación de la
inmunoterapia en muchos casos. Además, pese a que distintos protocolos de
inmunoterapia han logrado cierto éxito, los resultados de desensibilización suelen ser
temporales y requieren una ingesta continuada del alimento para evitar la reaparición de la
hipersensibilidad.
Los pacientes con alergia alimentaria se pueden dividir en tres fenotipos básicos:
alergia transitoria, alergia persistente y síndrome de alergia oral (en personas alérgicas al
polen).30 Parece que cada una de estas formas de alergia mediada por IgE es el resultado de
un mecanismo inmunológico diferente y por tanto podría requerir distintas aproximaciones
inmunoterapéuticas.
Los casos de alergia transitoria, aquellos que se resuelven hacia los 6‐8 años de
edad, son los que mejor responden a la terapia, aunque a menudo se arguye que estos
pacientes no necesitarían tratamiento. No obstante, los beneficios potenciales de una
terapia implican acelerar el desarrollo de tolerancia, mejorando su calidad de vida y
nutrición. La alergia persistente, sin embargo, representa un desafío mayor. Estos pacientes
suelen responder peor a la terapia, bien no desensibilizándose, necesitando un tratamiento
más prolongado o presentando reacciones adversas más graves durante el proceso.
Introducción
23
En la actualidad, se están explorando numerosas estrategias terapéuticas dirigidas a
los alimentos que más frecuentemente producen reacciones anafilácticas mediadas por IgE
(cacahuetes, frutos secos y marisco) o que afectan en gran medida a los niños (leche y
huevo). Las aproximaciones son tanto alérgeno‐específicas, como no específicas. Entre las
primeras se encuentran la inmunoterapia oral,31, 32 sublingual33 y epicutánea,34 en las que se
administran, por distintas vías, cantidades crecientes de proteínas nativas para potenciar la
respuesta inmunitaria. También en modelos murinos se han ensayado inmunoterapias con
proteínas recombinantes35 (modificadas para presentar reducida capacidad de unir IgE) o
conjuntamente con Escherichia coli inactivada por calor.36 Asimismo, se han empleado
dietas con alimentos calentados, como leche37 o huevo,38 que permiten una aproximación
más segura al desarrollo de tolerancia, ya que el calentamiento generalmente disminuye la
alergenicidad de estos alimentos. Respecto a las estrategias inespecíficas, se ha investigado
el uso de anticuerpos monoclonales frente a IgE humana,39 que podría aumentar la dosis
requerida para sufrir una reacción alérgica, o la medicina tradicional china,40 cuya eficacia
ha sido demostrada en ratones y se está actualmente ensayando en humanos. También se
han ensayado citoquinas,41 bacterias o agentes víricos inmunomoduladores,42 o
suplementos de prebióticos y probióticos.43, 44
1.2. Características de los alérgenos alimentarios
A pesar de la enorme diversidad de la dieta humana, son pocos los alimentos
responsables de la mayoría de las alergias alimentarias. En los niños, por ejemplo, el 80% de
los casos se deben a la leche, al huevo y a los cacahuetes. Los datos actuales evidencian que
las proteínas con actividad alergénica no se encuentran distribuidas al azar entre las miles
de familias proteicas conocidas, sino que se restringen a solo unas pocas. Radauer y col.45
identificaron un total de 29 familias proteicas diferentes que incluían más de un alérgeno
alimentario. A pesar de este reducido número de familias, las estructuras y funciones que
presentan los distintos alérgenos son dispares y no permiten establecer un nexo común.
Entre estas funciones se encuentran la hidrólisis de polisacáridos, la unión y transporte de
ligandos, el almacenamiento de reserva o la estructuración del citoesqueleto, entre otras
(Tabla 1).
Introducción
24
Tabla 1. Función de las principales familias proteicas a que pertenecen los alérgenos alimentarios. Adaptada
de Hoffmann-Sommergruber y Mills.46
Asimismo, el hecho de poseer similitud de secuencia con alérgenos conocidos ha
permitido explicar la reactividad cruzada de algunas proteínas presentes en alimentos
distintos (por ejemplo manzana, pera o cereza en el síndrome de alergia oral). Sin embargo,
hasta la fecha no se ha encontrado ninguna propiedad de las proteínas alergénicas que se
pueda considerar como causa principal de la alergia. Por otra parte, no solo las propiedades
estructurales o funcionales intrínsecas de estas proteínas, sino también factores adicionales
Introducción
25
como la abundancia en el alimento, o su estabilidad frente al procesado y la digestión
gastrointestinal, pueden contribuir a su alergenicidad final.
1.2.1. Epítopos
Todos los alérgenos alimentarios presentan en su estructura regiones que son
reconocidas por el sistema inmunitario y determinan su potencial alergénico. Dichas
regiones se denominan epítopos, y pueden ser lineales o conformacionales (Fig. 4). Los
primeros dependen exclusivamente de la secuencia primaria de la proteína, por lo que su
ruptura solo puede producirse por hidrólisis enzimática. Los segundos comprenden
aminoácidos que se disponen espacialmente conformando un lugar de afinidad para la
interacción con el sistema inmunitario. Por tanto, como dependen de la estructura
secundaria y terciaria de la proteína, son más susceptibles de perderse por
desnaturalización o hidrólisis enzimática.
Lineal
Conformacional
Figura 4. Representación esquemática de los epítopos lineales y conformacionales.
Existen epítopos reconocidos por los receptores de las células B y otros reconocidos
por los receptores de las células T (TCR). Los primeros determinan la producción de
inmunoglobulina E específica de esa región del alérgeno mientras que los segundos
intervienen en la activación de las células T, tanto en la etapa de sensibilización como en la
de provocación (Fig. 3). Los epítopos distinguidos por la célula B, también denominados
epítopos de unión a IgE, constituyen por tanto la región de la proteína reconocida por la IgE
anclada al receptor FcεRI de mastocitos y basófilos y que provoca su desgranulación. Huby y
Introducción
26
col.47 afirmaron que un alérgeno debe contener al menos dos epítopos de unión a IgE, de
como mínimo 15 residuos de longitud cada uno, para poder activar a los mastocitos y
basófilos.
1.2.2. Abundancia en el alimento
La mayoría de los alérgenos son constituyentes proteicos mayoritarios en sus
respectivos alimentos, como ocurre en la leche, huevos, frutos secos, soja o trigo. Una
posible explicación a este hecho podría ser la mayor probabilidad de que grandes fracciones
intactas de la proteína sobrevivan a la degradación gastrointestinal y atraviesen la barrera
intestinal, sobrestimulando al sistema inmunitario. Sin embargo, hay algunas excepciones a
esta regla, como es el caso del principal alérgeno del bacalao (Gad c 1), con una abundancia
muy pequeña en el músculo del pez.
1.2.3. Estabilidad y resistencia a la digestión gastrointestinal
La resistencia a la digestión es una característica muy extendida en los alérgenos
alimentarios, ya que cuanto más tiempo permanezca intacto el alérgeno, mayor proporción
de éste podrá ser absorbido por el tracto gastrointestinal y provocar la respuesta alérgica.
En realidad, el alérgeno será capaz de provocar una reacción alérgica mientras conserve
integridad estructural suficiente como para mantener sus epítopos reconocibles por la IgE
humana. Se ha demostrado que situaciones en las que el proceso digestivo se ve
comprometido, como ocurre a pH estomacal elevado en pacientes medicados con
antiácidos, existe un mayor riesgo de sensibilización a determinados alimentos.48 Además,
otros estudios han mostrado que la encapsulación de proteínas de la dieta, evitando su
degradación durante el tránsito gastrointestinal, puede inducir alergia en ratones49 e incluso
eliminar la tolerancia previamente adquirida.50
Un método clásico de evaluar la resistencia a la digestión ha sido el modelo in vitro
de tratamiento con pepsina a pH ácido. Los principales alérgenos del cacahuete, soja,
mostaza, huevo y leche fueron evaluados respecto a su estabilidad frente a la digestión y
comparados con proteínas de alimentos no alergénicos.1 Todos los alérgenos resultaron ser
Introducción
27
considerablemente más resistentes a la pepsina. Otros autores demostraron que algunas
modificaciones químicas que alteraban la estabilidad de alérgenos de trigo o leche
conducían a una mayor susceptibilidad a la digestión por pepsina y a la pérdida de su
alergenicidad. 51, 52
Merece la pena destacar que aunque la resistencia a la digestión es una
característica muy extendida entre los alérgenos alimentarios, existen multitud de
excepciones en las que proteínas lábiles a las enzimas digestivas mantienen su
alergenicidad. Éste es el caso, por ejemplo, de los llamados alérgenos incompletos,
incapaces de sensibilizar a un individuo pero sí de ocasionar una respuesta alérgica debido a
la homología de secuencia que presentan con otros alérgenos que sí sensibilizan. Así ocurre
en el ya mencionado síndrome de alergia oral, en el que las proteínas de la manzana (Mal d
1), pera (Pyr c 1), albaricoque (Pru ar 1) y cereza (Pru av 1) son homólogas al alérgeno
completo Bet v 1 del polen. Dichas proteínas, lábiles a la pepsina, son capaces de producir
una reacción adversa solo si ha existido una sensibilización cruzada previa con el alérgeno
del polen.
Diversos factores, tanto intrínsecos como extrínsecos, tienen una influencia
reconocida en la estabilidad y susceptibilidad enzimática final de los alérgenos alimentarios
(Fig. 5). Características estructurales como puentes disulfuro, una estructura cuaternaria
compacta o la unión de azúcares u otros ligandos han sido asociadas a una mayor
estabilidad proteica. Además, componentes de la matriz del alimento en combinación con el
procesado al que se somete antes de consumirlo, pueden tener un impacto decisivo en la
digestibilidad e inmunorreactividad final de los alérgenos.
Introducción
28
Matriz (emulsiones con lípidos, interacción con polisacáridos...)Procesado
Fragmentos peptídicos
Enzimas digestivas
Puentes disulfuroGlicosilaciónEstructura cuaternariaUnión de ligandos
Figura 5. Representación de algunas de las características y factores implicados alergenicidad final de las proteínas alimentarias.
Una de las características estructurales claramente relacionada con la estabilidad
son los puentes disulfuro. En general, tanto los puentes disulfuro intra‐ como
intercatenarios restringen la estructura tridimensional de modo que la distorsión por
agentes químicos o por calor es limitada y a menudo reversible.53 Además, las aspartil‐
proteasas como la pepsina requieren un cierto grado de flexibilidad en sus sustratos, ya que
acomodan al menos 7 residuos aminoacídicos contiguos que deben hallarse en una
conformación desplegada a lo largo del sitio activo del enzima.54 Por tanto, la compactación
y rigidez que aportan los puentes disulfuro dificulta frecuentemente la degradación
enzimática. Por ejemplo, las 2S albúminas de la mostaza o de la nuez de brasil,
pertenecientes a la familia de las prolaminas, presentan estructuras compactas debido a 4
puentes disulfuro y exhiben alta resistencia al calor, pHs extremos y proteolisis.55, 56 Las
proteínas vegetales de transferencia de lípidos no específicas (nsLTP), altamente resistentes
a la acción enzimática, también forman una estructura compacta en forma de barril,
constituido por 4 hélices alfa estabilizadas por 4 puentes disulfuro.57
La estructura cuaternaria puede ser un aspecto estructural importante, dificultando
la accesibilidad de las enzimas proteolíticas a los epítopos de la proteína. Tal es el caso del
Introducción
29
alérgeno del cacahuete Ara h 1, que forma homotrímeros y, junto con su estructura
globular compacta, resulta especialmente estable al ataque por proteasas.58
Muchas proteínas extracelulares (incluyendo muchos alérgenos alimentarios) sufren
glicosilaciones a su paso por el retículo endoplasmático. Se ha descrito la existencia de IgE
específica frente a carbohidratos del alérgeno del tomate Lyc e 2, capaz de inducir la
liberación de histamina por basófilos.59 Asimismo, en el alérgeno del huevo ovomucoide,
altamente glicosilado, los carbohidratos aportan una estabilidad adicional frente a la
desnaturalización térmica e hidrólisis por tripsina.60
Un número considerable de alérgenos tienen la capacidad de unir ligandos, desde
iones metálicos a lípidos. Esta propiedad funcional puede reducir la movilidad del esqueleto
polipeptídico, aumentando tanto la estabilidad térmica como la resistencia a la proteolisis,
ya que muchas enzimas digestivas requieren sustratos flexibles. Proteínas como la β‐
lactoglobulina (βLg) o la proteína de transferencia de lípidos del maíz, poseen un bolsillo
hidrofóbico para la unión de lípidos, aumentando su estabilidad térmica al hallarse
ocupado.61, 62 Otras proteínas, como las parvalbúminas del músculo de muchos peces,
sufren un cambio conformacional importante al perder el calcio unido a dos dominios
específicos de la proteína, de modo que desaparecen varios epítopos de unión a IgE.63
1.2.4. Influencia de la matriz y el procesado
Los alérgenos alimentarios se encuentran inmersos en una matriz de diversos
compuestos, tales como lípidos, carbohidratos u otras proteínas, formando estructuras
complejas dentro del alimento. Si a esto sumamos que muchos alimentos son procesados
tecnológicamente (calentamientos, altas presiones, glicaciones, etc.), resulta que los
constituyentes individuales se reestructuran en forma de dispersiones coloidales,
emulsiones, fases amorfas o cristalinas, o geles inducidos por el calor, el enfriamiento y la
aplicación de fuerzas de cizalla. Por tanto, las propiedades físico‐químicas de las proteínas
pueden verse alteradas significativamente, cambiando la forma en que son degradadas
Introducción
30
durante la digestión fisiológica, absorbidas a través del tracto gastrointestinal y/o
presentadas al sistema inmunitario del intestino.
Los tipos de modificaciones que sufren las proteínas como consecuencia del
procesado comprenden la desnaturalización, la formación de agregados y las
modificaciones químicas.
Aceite
Agua
Desplegamiento parcial
Proteína nativa
Agregados solubles estables Macroagregados y geles a altas
concentraciones proteicas
Adsorción a interfases
Calentamiento
Asociación
Altas presiones
Emulsificación
Figura 6. Mecanismos de desplegamiento y desnaturalización de proteínas como consecuencia del procesado. Tomado de Mills y col.64
La estructura terciaria e incluso secundaria de las proteínas nativas puede verse
alterada como consecuencia del calentamiento, el tratamiento con altas presiones, o la
adsorción a interfases aire‐agua en las espumas, como el merengue o aceite‐agua en
mayonesas, u otras salsas. El desplegamiento de la proteína puede ir acompañado de
cambios en la hidrofobicidad superficial debido a la exposición de residuos que previamente
se hallaban ocultos en el interior de la molécula. En consecuencia, y puesto que las
proteínas se encuentran a altas concentraciones en muchos alimentos, éstas tienden a
formar grandes agregados macromoleculares y redes poliméricas o geles.65 Factores como
la actividad de agua, el pH, la fuerza iónica, la temperatura o la presencia de otros
ingredientes, como grasas o azúcares, determinan el patrón y la cinética de
Introducción
31
desnaturalización y formación de agregados proteicos. Estas alteraciones en la estructura
proteica pueden afectar a la estabilidad frente a las enzimas digestivas.
Muchas proteínas alimentarias se encuentran formando parte de emulsiones. En
estos sistemas, las proteínas, en función de su capacidad emulgente, sufren un
desplegamiento para exponer sus regiones hidrofóbicas y favorecer las interacciones con
los lípidos en la interfase aceite‐agua. Se ha descrito, por ejemplo, que la adsorción de los
alérgenos de la leche βLg y β‐caseína a la interfase aceite‐agua altera su susceptibilidad a la
digestión gastrointestinal,66 aunque es importante también el papel que juegan los
surfactantes naturales, como las sales biliares, en este modelo. Por otra parte, el alérgeno
α‐lactalbúmina (αLa) adopta una estructura desplegada de molten globule a pH ácido que le
permite, merced al aumento de hidrofobicidad superficial, insertarse en las vesículas de
fosfatidilcolina, un fosfolípido abundante en la leche, quedando protegido parcialmente de
la digestión por pepsina.67
Los alérgenos homólogos al alérgeno del polen Bet v 1, como Pru av 1 de la cereza,
parecen presentar únicamente epítopos conformacionales.68 En este caso, el calentamiento
produce la desnaturalización y pérdida de dichos epítopos y, en consecuencia, reduce la
capacidad de producir reacciones alérgicas en individuos sensibilizados. Por otro lado,
existen alérgenos cuya alergenicidad no se ve alterada por el tratamiento térmico. Las
caseínas o las prolaminas del trigo poseen una estructura no globular, denominada
reomórfica, caracterizada por distintas estructuras secundarias en equilibrio unas con otras,
de forma que con el calentamiento no presentan la transición cooperativa entre el estado
nativo y desplegado típicamente observada en proteínas globulares más ordenadas. Esta
propiedad las hace poseedoras de muchos epítopos lineales termoestables, razón por la
cual su capacidad de unión a IgE no se ve alterada por el calentamiento.69, 70
Además de las alteraciones estructurales inducidas por la desnaturalización o
desplegamiento, existen procesos que originan modificaciones químicas en las proteínas
alimentarias. La modificación química más común es la glicación no enzimática por reacción
de Maillard. En presencia de azúcares no reductores, y a temperatura y actividad de agua
apropiadas, los grupos amino libres de las proteínas reaccionan con los grupos aldehído o
Introducción
32
cetona de los azúcares originando un amplio rango de aductos denominados compuestos
de Amadori. La reacción de Maillard puede afectar a la alergenicidad de las proteínas
alimentarias. Así por ejemplo, los alérgenos del cacahuete Ara h 1 y Ara h 2, glicados por
reacción de Maillard, reaccionan entre ellos formando agregados de alto peso molecular
que son más resistentes a la digestión gástrica y unen más eficazmente IgE del suero de
pacientes alérgicos.71 Igualmente, el alérgeno de la leche βLg glicado con distintos
carbohidratos también presenta una menor degradación enzimática y por tanto conserva
mayor capacidad de unir IgE.72 Las proteínas del huevo ovalbúmina y ovomucoide son otro
ejemplo de la influencia de la glicación en la digestibilidad e inmunorreactividad de los
alérgenos alimentarios.73
1.3. La alergia al huevo
Entre un 0.5 y un 2.5 % de la población presenta alergia al huevo7. La edad media de
aparición de la enfermedad se sitúa entorno a los 10 meses, coincidiendo en muchos casos
con la introducción de la clara en la dieta por primera vez. En raras ocasiones, se producen
reacciones adversas sin ingestión previa del alimento, lo que podría achacarse a la
sensibilización vía uterina o a través de la leche materna. En adultos, se han descrito casos
de sensibilización a través de las vías respiratorias, consecuencia de la inhalación de
ovoproductos en polvo por trabajadores de la industria panadera o confitera.
Las reacciones alérgicas al huevo son principalmente cutáneas y aparecen
normalmente en los primeros 30 minutos tras la toma o contacto con el alimento. Existe
una importante asociación entre la alergia al huevo y la dermatitis atópica. Dos tercios de
los casos de dermatitis atópica ocurren en niños y adolescentes alérgicos al huevo,74 que
además cursan una dermatitis más grave y persistente. También son frecuentes los
síntomas respiratorios (asma, rinoconjuntivitis, etc.) o gastrointestinales (diarrea, vómitos,
dolor abdominal, etc.). Raramente se producen reacciones anafilácticas al huevo, siendo
éste responsable de menos del 10% de los casos de anafilaxia en niños.75
Introducción
33
El tratamiento de la alergia al huevo se fundamenta en una dieta estricta libre de
alimentos que puedan contener huevo. En la infancia se lleva a cabo un seguimiento del
crecimiento para asegurar que no exista una deficiencia nutricional. Tanto los padres como
los niños reciben un plan de actuación de emergencia en caso de ingestión accidental y a
menudo se suministra un autoinyector de adrenalina a aquellos pacientes con riesgo de
anafilaxia.
1.3.1. Tolerancia al huevo e inmunoterapia oral
El desarrollo de tolerancia con la edad es un fenómeno común, tanto que alrededor
de la mitad de los niños alérgicos superan el desorden a los 10 años, y entre el 80 y el 95%
tras cumplir los 18 años de edad.76
Numerosos estudios han confirmado la mayor tasa de tolerancia de ovoproductos
calentados en pacientes alérgicos al huevo.77, 78 Este hecho se atribuye al efecto del
calentamiento sobre la estructura terciaria de las proteínas. Así, los epítopos
conformacionales, que dependen de dicha estructura, pueden perderse como consecuencia
de la desnaturalización inducida por calor. En dicha circunstancia, el reconocimiento del
alérgeno por los anticuerpos IgE específicos solo tendría lugar hacia los epítopos lineales,
que únicamente dependen de la secuencia primaria de la proteína. Un estudio de Jarvinen y
col.79 mostró que los pacientes con alergia persistente al huevo reconocían un mayor
número de epítopos lineales en el ovomucoide que los pacientes que desarrollaron
tolerancia. Otros autores han sugerido que el consumo regular de huevo tratado
térmicamente puede influir decisivamente en el curso natural de la enfermedad,
favoreciendo la aparición de tolerancia.80 Adicionalmente a la pérdida de epítopos
conformacionales, existen otras explicaciones posibles a la mayor tolerancia de alimentos
calentados. En el caso de los alérgenos de la leche, por ejemplo, el tratamiento térmico
produce la agregación de αLa y βLg, impidiendo su absorción a través de los enterocitos
intestinales.81
A pesar del frecuente desarrollo de tolerancia con la edad y la baja incidencia de
alergia al huevo calentado, los casos de individuos que presentan reacciones adversas al
Introducción
34
huevo ocupan el segundo puesto entre los episodios clínicos de alergia. Estos pacientes han
de someterse a dietas restrictivas que presentan varios inconvenientes. Por un lado, son
únicamente preventivas y difíciles de cumplir debido a los posibles consumos accidentales,
no tienen ningún efecto sobre el curso natural de la enfermedad y, además, pueden
conllevar deficiencias nutricionales en niños y rebajar los niveles de alérgeno necesarios
para producir síntomas clínicos, agravando así las consecuencias de ingestiones
inadvertidas. Por ello, se han intentado múltiples estrategias terapéuticas, principalmente la
inmunoterapia oral. Pese a que actualmente se desaconseja su práctica de rutina en la
clínica debido a la alta incidencia de reacciones adversas,82 varios investigadores han
logrado distintos grados de éxito. Así, Patriarca y col.32 llevaron a cabo un protocolo
estandarizado de inmunoterapia oral en 13 pacientes alérgicos al huevo de edades
comprendidas entre 3 y 55 años. Once de ellos se desensibilizaron tras un periodo de 3‐8
meses. Posteriormente, Buchanan y col.83 administraron un protocolo de inmunoterapia
oral durante 24 meses a 7 niños alérgicos, 4 de los cuales acabaron tolerando 10g de huevo
en la prueba de provocación, y los otros 3 aumentaron significativamente su límite de
tolerancia. Si bien estas terapias solo inducen una desensibilización temporal, producen
beneficios evidentes al aumentar en muchos casos la dosis necesaria para sufrir una
reacción alérgica, y están especialmente aconsejadas en pacientes con alergia persistente,
que no han desarrollado tolerancia con la edad.
1.3.2. Los alérgenos del huevo
Los principales alérgenos del huevo se encuentran fundamentalmente en la clara y
son proteínas muy abundantes en ésta: ovomucoide (Gal d 1), ovalbúmina (Gal d 2),
lisozima (Gal d 3) y ovotransferrina (Gal d 4). Hasta la fecha también han sido descritos dos
alérgenos en la yema: α‐livetina (Gal d 5) y la proteína YGP‐42 (Gal d 6).
1.3.2.1 Ovomucoide
El Ovomucoide (OM o Gal d 1) es una glicoproteína de 28 kDa y punto isoeléctrico
4.1 que representa el 11% (p/p) de las proteínas de la clara. Su secuencia está constituida
por 186 aminoácidos y posee 9 puentes disulfuro intramoleculares y aproximadamente un
Introducción
35
25% de carbohidratos. La molécula tiene actividad inhibidora de tripsina y está formada por
tres dominios homólogos en tándem. Diversos autores han estudiado los epítopos
reconocidos por IgE mediante ensayos de unión del suero de pacientes alérgicos a péptidos
derivados de la proteína.84 De esta forma, se han descrito diferentes epítopos en los tres
dominios del alérgeno, siendo los epítopos lineales del tercer dominio los
inmunodominantes.85 También se ha señalado que los epítopos de unión a IgE contienen
preferentemente residuos hidrofóbicos críticos para la interacción con dicha
inmunoglobulina.86 Por otro lado, obteniendo linfocitos T de pacientes alérgicos al huevo,
Holen y col.87 caracterizaron 10 epítopos de unión al receptor de la célula T, de los cuales 6
también eran reconocidos por la IgE del suero. En la figura 7 se representan los epítopos IgE
y TCR encontrados por distintos autores.
Epítopos IgESecuencia primaria Ovomucoide
Epítopos célula T
Secuencia primaria Ovomucoide
Figura 7. Representación esquemática de los epítopos del ovomucoide reconocidos por IgE y por la célula T, descritos por distintos autores. Tomado de Mine y Yang.88
El ovomucoide se caracteriza por su alta estabilidad térmica y resistencia a otras
formas de desnaturalización, propiedad que se atribuye a la presencia de los 9 puentes
disulfuro de su molécula. De hecho, la reducción de los enlaces disulfuro conlleva un
aumento de su digestibilidad por pepsina y una reducción de su alergenicidad.89 El
tratamiento con enzimas digestivas en condiciones fisiológicas también produce una
disminución de la capacidad de unión a IgE, aunque ésta persiste incluso cuando la proteína
ha sido pretratada térmicamente o glicada por reacción de Maillard.73
Introducción
36
1.3.2.2 Ovalbúmina
La ovalbúmina (OVA o Gal d 2) es la más abundante de las proteínas del huevo (54%
de las proteínas de la clara) y la más alergénica junto al ovomucoide. Es una
fosfoglicoproteína de 45 kDa perteneciente a la superfamilia de las serpinas, pero que a
diferencia de éstas no tiene actividad inhibidora de proteasas. Su secuencia tiene 385
aminoácidos y prácticamente toda su cadena polipeptídica presenta motivos de estructura
secundaria definidos (hélice alfa y lámina beta). Presenta un puente disulfuro accesible al
disolvente y cuatro grupos sulfhidrilo libres en el interior de la molécula.
En la figura 8 se muestran los epítopos de unión a IgE y célula T encontrados por
distintos grupos. La composición fisicoquímica de las regiones alergénicas es
mayoritariamente hidrofóbica, siendo este tipo de residuos y también los cargados, críticos
en la unión a IgE. Las principales estructuras secundarias que contienen los epítopos son
láminas beta y giros beta.
Secuencia primaria Ovoalbúmina
Secuencia primaria Ovoalbúmina
Epítopos IgE
Epítopos célula T
Figura 8. Representación esquemática de los epítopos de la ovalbúmina reconocidos por IgE y por la célula T, descritos por distintos autores. Tomado de Mine y Yang.88
La OVA se ha revelado resistente a la digestión por pepsina a pH 1.2 durante más de
60 minutos.1 Otro estudio ha mostrado que el alérgeno es bastante estable en fluido
Introducción
37
gástrico simulado y en fluido intestinal simulado.90 Por otro lado, la OVA es una proteína
lábil al calor, que induce su desnaturalización. Varios estudios han demostrado una
disminución del reconocimiento de IgE cuando la proteína es calentada a temperaturas
superiores a 90 oC.91 Además, el tratamiento térmico aumenta su susceptibilidad a la
proteolisis y su capacidad final de unión a IgE.73
1.3.2.3 Ovotransferrina
La ovotransferrina (OVT o Gal d 3) es una glicoproteína de 686 aminoácidos, con
masa molecular de 77 kDa y punto isoeléctrico entre 5.6 y 6.2. Su estructura es
monomérica, con 15 puentes disulfuro. Presenta una abundancia del 12% de las proteínas
de la clara, siendo ésta la concentración más alta de cualquier transferrina encontrada in
vivo. Tiene actividad transportadora de hierro y bacteriostática gracias a su capacidad de
unir dicho metal. También se le han atribuido efectos inmunomoduladores y antioxidantes.
Aún no se han caracterizado los epítopos responsables de la alergia aunque se ha
documentado la existencia de reactividad cruzada entre la OVT y componentes de la yema
del huevo.92 Presenta epítopos tanto lineales como conformacionales y es lábil al calor, ya
que su antigenicidad se ve reducida con el tratamiento térmico a 95 oC durante 15
minutos.91
1.3.2.4 Lisozima
La lisozima (LYS o Gal d 4) es también una glicoproteína, de masa molecular 14.3 kDa
y punto isoeléctrico 11. Constituye únicamente un 3.4% del contenido proteico total de la
clara de huevo. Presenta cuatro enlaces disulfuro en su molécula y es bien conocida por su
actividad bacteriolítica frente a organismos procariotas.
Hasta la fecha, no se han descrito los epítopos de unión a IgE o a la célula T, aunque
un estudio identificó respuestas T‐específicas frente a lisozima en células mononucleares de
sangre periférica (PBMCs) de pacientes alérgicos al huevo.93
La LYS es estable en el rango de pH 3.5 a 5, presentando una temperatura de
desnaturalización entorno a 80 oC. A pHs inferiores su estabilidad disminuye rápidamente.
Introducción
38
Se ha descrito que el alérgeno es resistente a la digestión por pepsina y proteinasa K a 37 oC
durante 60 minutos.94
1.3.2.5 Alérgenos de la yema
Si bien en un principio se pensaba que la yema estaba libre de componentes
alergénicos, han sido numerosos los estudios que describen reactividad de la yema frente a
IgE de pacientes alérgicos. El alérgeno de la yema más veces referido es la α‐livetina (Gal d
5) o albúmina sérica de pollo. Se trata de una proteína presente en la fracción plasmática
soluble de la yema, que produce síntomas alérgicos tras su ingestión por individuos
previamente sensibilizados a las plumas de ave (síndrome ave‐huevo). Tiene una masa
molecular de 66 kDa y presenta 17 puentes disulfuro y un grupo sulfhidrilo libre que puede
dar lugar a dímeros. Constituye menos del 10% de las proteínas de la yema y se ha descrito
reactividad cruzada con la OVT. Es un alérgeno lábil térmicamente, pues su capacidad de
unión a IgE se ve reducida más de un 80% al calentarlo a 90 oC durante 30 minutos.95
Recientemente se ha identificado otro alérgeno presente en el plasma de la yema, la
glicoproteína YGP‐42 (Gal d 6), un fragmento C‐terminal de la proteína Vitelogenina I.4 Se
trata de una proteína de 31.4 kDa resistente al calor pero lábil a la digestión por pepsina.
1.4. Digestión gastrointestinal in vitro
El cuerpo humano ha desarrollado un sistema complejo de digestión del alimento
para obtener de él todos los nutrientes necesarios. En primer lugar, ocurre la masticación
en la cavidad bucal, donde el alimento se mezcla con la saliva que contiene la enzima
amilasa, que hidroliza glucógeno y almidón. A continuación, tras el paso por el esófago, las
proteínas contenidas en el bolo alimenticio llegan al lumen gástrico. Aquí en el estómago, se
segrega ácido clorhídrico y proteasas (pepsinas), que pasan a ser activas gracias al pH ácido.
Las pepsinas presentan un amplio espectro de especificidad, cortando preferentemente por
los residuos de fenilalanina, tirosina y leucina. En el estómago existe fosfatidilcolina, un
fosfolípido que, junto al mucus, forma una capa que protege a la mucosa gástrica del pH
extremo y las enzimas digestivas.
Introducción
39
Después del paso por el estómago, las proteínas y los péptidos remanentes
presentes en el quimo son vertidos al duodeno del intestino delgado, donde se exponen a
una gran variedad de proteasas producidas y secretadas por el páncreas, tales como
tripsina, quimotripsina y carboxipeptidasas, y enzimas de la superficie apical del epitelio
intestinal. Estas enzimas requieren un pH más alcalino, propio del intestino, para actuar.
También entran en juego las sales biliares, que son sintetizadas en el hígado, concentradas y
almacenadas en la vesícula biliar y liberadas en la bilis al duodeno para emulsionar las
grasas y facilitar su absorción. En la bilis también hay fosfatidilcolina, sintetizada de forma
natural en el hígado. La lipasa y su cofactor colipasa son sintetizadas en el páncreas y
secretadas también al duodeno para procesar lípidos de la dieta y convertirlos en
compuestos más simples y fácilmente absorbibles por el intestino. Por último, las proteínas
y péptidos persistentes son absorbidos por los enterocitos, donde podrán sufrir un último
proceso de degradación intracelular antes de alcanzar la lámina propia.
Aunque clásicamente se pensaba que solo di‐ o tripéptidos podían llegar a la
submucosa intestinal, hoy en día se conoce que pueden penetrar a la capa serosa péptidos
inmunológicamente activos vía enterocitos, células dendríticas, células M en las placas de
Peyer y/o difusión paracelular.96 Así, aunque la mayoría de las proteínas son absorbidas
como péptidos o completamente degradadas en aminoácidos, una pequeña porción puede
atravesar intacta el epitelio e incluso alcanzar la circulación sanguínea. Se ha podido
detectar, por ejemplo, la βLg bovina a una concentración entre 0.1 y 3 ng/mL en sangre a
partir de los 30 minutos del consumo de 1.2 L de leche de vaca.97 También para la OVA se
han descrito cantidades de hasta 10 ng/mL en suero 2 horas después de la ingestión de
huevo.98 La cantidad de proteína intacta que llega a la circulación puede incluso verse
aumentada bajo ciertas condiciones de enfermedad o en el período perinatal con un
sistema digestivo inmaduro.
Ya se ha mencionado que la estabilidad estructural es una característica muy
extendida entre los alérgenos alimentarios. Esta propiedad asegura que el alérgeno
sobrevive al paso por el sistema digestivo conservando integridad estructural suficiente
como para ser absorbido por el intestino y sensibilizar al sistema inmunitario de la mucosa.
Introducción
40
La alta estabilidad también permite que una forma inmunológicamente activa del alérgeno
pueda alcanzar a las células efectoras y desencadenar, por tanto, la respuesta alérgica en
individuos sensibilizados.
Con objeto de entender la fase de provocación de la respuesta alérgica, es importante
estudiar las proteínas nativas y los fragmentos (y agregados) producidos durante la
digestión para evaluar si mantienen su alergenicidad durante el tránsito gastrointestinal. En
1996, Astwood y col.1 fueron capaces de distinguir proteínas alergénicas de no alergénicas
mediante un estudio de digestión empleando fluido gástrico simulado (SGF) que contenía la
enzima pepsina. Otros autores observaron que la digestión en SGF de varios alérgenos del
pescado reducía la capacidad de unión a IgE hasta 10000 veces y la liberación de
histamina.99
Sin embargo, estudios posteriores han arrojado dudas acerca del uso de la resistencia
a la pepsina como criterio para predecir la alergenicidad, ya que se ha visto que muchas
proteínas alergénicas no son más resistentes que otras no alergénicas.3, 100 La estabilidad
aparente de una proteína puede variar dependiendo de las condiciones experimentales
utilizadas (pH, relación pepsina‐proteína, pureza y métodos de detección). De hecho, la
susceptibilidad a la digestión de un mismo alérgeno puede variar sustancialmente de unos
estudios a otros. Además, la consideración de componentes de la matriz del alimento en el
modelo de digestión puede cambiar drásticamente el resultado de la misma. Por ello, se
han desarrollado modelos más complejos que la pepsinolisis, generalmente multifásicos,
que tratan de considerar muchos de los factores relevantes en la digestión fisiológica.
1.4.1. Modelos de digestión fisiológicamente relevantes
La adquisición de datos acerca de la composición de los fluidos presentes a lo largo del
tracto gastrointestinal humano, tanto en situación pre‐ como postprandial, ha servido de
base para el desarrollo de modelos in vitro que recreen las condiciones encontradas in vivo.
Los modelos estáticos bifásicos son la elección más frecuente, ya que permiten un fácil
seguimiento del proceso digestivo y reproducen la composición diferencial que existe en los
Introducción
41
medios estomacal e intestinal (Fig. 9). Este tipo de modelos se usan preferentemente para
el estudio de alimentos simples o nutrientes aislados, así como de proteínas alergénicas
concretas. En rasgos generales, incluyen la homogenización del alimento, acidificación con
ácido clorhídrico, adición de enzimas gástricas seguida de incubación durante un periodo
variable de residencia simulada en el estómago, neutralización con bicarbonato o hidróxido
sódico y adición de enzimas pancreáticas y sales biliares mientras se agita a 37 oC. Se
emplea la tasa de desaparición de un componente o la de aparición de otro como medida
de la progresión de las reacciones digestivas.
Figura 9. Representación esquemática de un modelo bifásico de digestión gastroduodenal.
La hidrólisis de proteínas es despreciable en la boca pero adquiere gran relevancia en
el estómago y en el intestino. Estas dos regiones difieren respecto al pH, la concentración
de surfactantes y la cantidad y tipo de enzimas, por lo que son simuladas de forma
secuencial en los modelos de digestión. No obstante, la variabilidad de estos parámetros
entre los modelos utilizados por distintos autores origina a menudo resultados de
digestibilidad contradictorios. Por ejemplo, Fu y col.100 observaron que a pH 1.2 y una
Introducción
42
relación pepsina/proteína de 13 (p/p), los alérgenos OVA y OM se degradaban en 5 y 0 min,
respectivamente, mientras que otros autores describieron una estabilidad de 60 min de la
OVA cuando la relación enzima/ sustrato bajaba a 3 (p/p)101 o de 8 min en el caso del OM
cuando la relación era de 19 (p/p).1 Por tanto, se hace necesario establecer unas
condiciones que se asemejen lo más posible a las encontradas fisiológicamente, de modo
que los resultados de digestibilidad reflejen lo que ocurre in vivo.
En el caso de la pepsina, no es fácil elegir una relación pepsina/proteína óptima
puesto que varía enormemente dependiendo del individuo y el menú ingerido.102 No
obstante, se estima que la concentración de proteína generalmente excede a la de enzima,
por lo que las relaciones enzima/alérgeno usadas tradicionalmente en los protocolos de
digestión in vitro serían órdenes de magnitud superiores a las halladas in vivo.103 Además, se
ha descrito que altas concentraciones de NaCl incrementan la actividad enzimática de la
pepsina y su espectro de especificidad,104 por lo que es conveniente emplear una
concentración fisiológica de esta sal, que se ha sugerido estar entorno a 35 mM.105
Como ya se ha comentado, el pH estomacal también puede influir decisivamente en la
digestibilidad de las proteínas de la dieta. Por ejemplo, la proteína de la leche αLa, que es
digerida rápidamente por pepsina a pH 2, se torna muy resistente a pH 4.106 El pH gástrico
en individuos sanos se encuentra por debajo de 3 en condiciones de ayuno, con un rango
intercuartílico de pH de 1.4 a 2.1. Por tanto, un medio de disolución adecuado para simular
las condiciones gástricas preprandiales debe tener un pH entre 1.5 y 2.105 Este valor
aumenta tras la ingesta dependiendo de la composición y tamaño del menú ingerido, pero
vuelve progresivamente a valores más ácidos. En el intestino, la secreción de bicarbonato
por el páncreas neutraliza el ácido procedente del estómago, de forma que los valores de
pH duodenal oscilan entorno a 6.5.
Se ha demostrado que la presencia, en concentraciones fisiológicas, de surfactantes
en los medios de digestión, puede afectar a la digestibilidad de los alérgenos. La
fosfatidilcolina es un componente lipídico fundamental de la mucosa gástrica y puede ser
sintetizado por ésta bajo ciertas condiciones. También está presente en diversos alimentos,
Introducción
43
como en el huevo o la leche. Moreno y col.67 emplearon un modelo de digestión in vitro que
incluía cantidades fisiológicas de este fosfolípido para el estudio del alérgeno de la leche
αLa, observando que dicha proteína era capaz de insertarse en las vesículas del fosfolípido,
quedando menos accesible para la acción enzimática. Otros autores también mostraron que
la fosfatidilcolina protegía de la degradación a la βLg.66 Por otro lado, las sales biliares
secretadas al duodeno pueden desorber de la interfase proteínas emulsionadas,107
afectando a su concentración en solución y su disponibilidad para el ataque enzimático. Por
tanto, la inclusión de ambos surfactantes en los modelos de digestión se hace necesaria
para la adecuada recreación de lo que sucede in vivo.
La presencia de fases lipídicas en el medio de digestión puede tener un efecto crucial
en la degradación enzimática de alérgenos y ha sido considerada en diversos estudios.
Burnett y col.108 estudiaron el comportamiento de una serie de alérgenos proteicos en
emulsiones modelo bajo condiciones gástricas y duodenales. Varios alérgenos mayoritarios
eran capaces de adsorberse a emulsiones gástricas y después desorberse bajo condiciones
duodenales. Dado que las proteínas adsorbidas a una emulsión pueden ser menos
susceptibles a la pepsinolisis que las que se encuentran libres en solución, este fenómeno
facilitaría la llegada de alérgenos emulsionados al intestino, donde las condiciones del
medio, tales como la presencia de sales biliares, promoverían su liberación. Además,
experimentos de espectroscopía de fluorescencia han demostrado que las proteínas
adsorbidas a interfases aceite:agua se pueden encontrar parcialmente desnaturalizadas y
hallarse, en cierta medida, apartadas del entorno acuoso y menos disponibles para la
hidrólisis enzimática.109
Si se examinan los efluentes del íleo humano tras la ingesta, se aprecia que el
alimento se encuentra lejos de haber sido digerido completamente. A menudo es posible
identificar qué es lo que esa persona ha comido. El grado de absorción de un nutriente, la
velocidad y el lugar del tracto gastrointestinal donde esto ocurre, no solo depende del
ambiente luminal, sino también de las características físicas del alimento. Estos hechos
cobran especial importancia en alimentos estructurados más complejos, para los que es
posible el empleo de modelos dinámicos, que incorporan las fuerzas mecánicas y los
cambios temporales de las condiciones luminales que tienen lugar in vivo.110
Introducción
44
1.4.2. Modelos de absorción intestinal
La superficie de la mucosa del tracto intestinal contiene una única capa de células
epiteliales. La mayor parte del epitelio consiste en enterocitos alineados que sellan la
entrada paracelular de posibles proteínas y péptidos antigénicos mediante uniones íntimas.
El transporte de macromoléculas a través de estas uniones es, por tanto, poco frecuente,
siendo preferente la vía transcelular. Dicha ruta es mayoritariamente degradativa, aunque
se ha descrito también el transporte de proteínas intactas.111
Diversos estudios in vivo han demostrado la absorción gastrointestinal de varios
alérgenos alimentarios, tales como la albúmina sérica bovina,112 ovalbúmina,113 Gly m Bd
30k de la soja114 y proteínas del cacahuete.96 Sin embargo, los estudios in vivo conllevan la
dificultad de tener que suministrar altas dosis de alérgeno purificado para evaluar su
transporte y tasa de absorción. Por este motivo, a menudo se recurre a modelos in vitro
empleando líneas celulares que se asemejan al epitelio intestinal humano. Uno de los
modelos más ampliamente utilizados son las células de adenocarcinoma de colon humano,
Caco‐2. Esta línea celular, a pesar de provenir del colon, sufre un proceso espontáneo de
diferenciación en cultivo hacia células columnares polarizadas análogas a los enterocitos del
intestino (Fig. 10). En concreto, presentan microvellosidades bien desarrolladas115 y
excretan enzimas del borde del cepillo intestinal.116 En los ensayos de transporte, las células
Caco‐2 se cultivan en filtros porosos, donde su diferenciación conduce a la formación de
una monocapa funcionalmente polarizada de células que separa dos compartimentos
extracelulares muy distintos: el apical y el basolateral. La información de permeabilidad
obtenida de este modelo presenta una buena correlación con la absorción intestinal en
humanos.117
Sin embargo, el modelo de células Caco‐2 tiene varias limitaciones derivadas de su
origen colónico. Por un lado, forman monocapas altamente compactas con baja
permeabilidad paracelular para compuestos hidrofílicos y presentan baja absorción de
compuestos que requieren transporte transcelular activo mediado por receptor.118 Además,
las monocapas solo están compuestas por células columnares absortivas (enterocitos),
mientras que el intestino humano presenta un conglomerado de células en el que además
Introducción
45
de enterocitos hay células enteroendocrinas, células de Paneth, células M o células
caliciformes.
Compartimento apical
Compartimento basolateral
Monocapa Caco‐2
Filtro poroso
Basolateral
Apical
Antígenos
Célula M
Enterocito
Figura 10. Representación de las células epiteliales que conforman la barrera intestinal (arriba) y soporte poroso para cultivar las células enterocíticas Caco-2, que crecen formando una monocapa que separa el compartimento apical del basolateral (abajo).
Las células caliciformes constituyen el 10% de las células del intestino delgado y son,
después de los enterocitos, las más abundantes. Tienen una función secretora de mucus,
que actúa como una barrera adicional a la entrada de nutrientes o de antígenos. Estas
células pueden imitarse in vitro empleando líneas celulares secretoras de mucus, como la
HT29‐MTX, una subpoblación de las células HT29 de adenocarcinoma de colon humano
seleccionadas mediante resistencia a metotrexato (MTX). Se han desarrollado modelos de
cocultivos de Caco‐2 y HT29‐MTX que forman monocapas con uniones íntimas entre ambos
tipos de células y generan una capa de mucus, asemejándose a las condiciones fisiológicas.
Este modelo se ha usado principalmente en estudios de biodisponibilidad de fármacos y
nutrientes. Mahler y col.119 observaron que la absorción de hierro ferroso, en forma hemo o
formando parte de la ferritina era menor en cocultivos que en cultivos puros de células