allende che

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LA TERCERA REPORTAJES domingo 30.09.07 34 El vínculo entre el Presidente y el ícono de la revolución Allende y los sobrevivientes de la guerrilla del Che C asi cuatro meses vagaron por la selva de Bolivia, sin ali- mentos y huyendo del fuerte asedio de los militares y de los propios campesinos de la zona que buscaban cobrar los 10 millones de pesos bolivianos que se ofrecía por sus cabezas. Eran los tres guerrilleros cubanos que sobrevivie- ron al combate de la Quebrada del Yuro del 8 de octubre de 1967, donde se capturó y dio muerte al comandante del Ejército de Liberación Nacional de Bolivia (ELN), Ernesto Che Guevara, hace exactamente 40 años. Con el cadáver del revoluciona- rio argentino expuesto como trofeo de guerra por las autoridades bolivia- nas, a sus ex compañeros de armas Dariel Alarcón Ramírez, “Benigno”; Leonardo Tamayo Núñez, “Urbano”, y Harry Villegas Tamayo, “Pombo”, no les quedó más alternativa que tra- tar de regresar cuanto antes a La Habana. El plan de exportar la revo- lución al resto del continente había fracasado, e imposibilitados de salir por Brasil, Perú o Argentina, aún les quedaba una opción: recurrir al anti- guo aliado que el Che tenía en Chile: Salvador Allende. A través de un emisario los fugi- tivos lograron transmitir a Allende su pedido de auxilio. Fue entonces cuando el presidente del Senado y tres veces candidato a la Presidencia puso en marcha un amplio operati- vo para rescatar con vida a los gue- rrilleros. “Es lo menos que puedo hacer en memoria de Guevara”, declararía más tarde Allende cuan- do los tres guerrilleros llegaron sanos y salvos a La Habana. La fracasada aventura del Che en Bolivia tuvo, desde sus inicios, lazos con la izquierda chilena y Salvador Allende. No sólo Beatriz “Tati” Allende, la hija más cercana del man- datario, formó parte del grupo chile- no que apoyó el proyecto de Guevara. También Fidel Castro había planificado que Chile sería la base logística desde donde se le daría apoyo a la iniciativa revolucionaria. Ad portas de cumplirse 40 años de la muerte del comandante Ernesto Guevara en Bolivia -el 8 de octubre de 1967- resurge la historia sobre el activo papel que jugó Salvador Allende, entonces presidente del Senado y tres veces candidato presidencial, para rescatar a los cubanos que combatieron con el Che en la selva boliviana. “El mismo objetivo, con otros medios” Allende conoció al Che en enero de 1959, cuando tres semanas des- pués del triunfo del gobierno revolu- cionario viajó a la isla para ver con sus propios ojos el proceso. El encuentro fue singular. El Che aca- baba de sufrir una de sus habituales crisis de asma y lo recibió en un cuar- to del Cuartel de La Cabaña, postra- do en un catre de campaña y con un inhalador en la mano. Según relataría años más tarde el propio mandatario, Guevara le dijo: “Mire, Allende, yo sé perfectamente quién es usted. Yo le oí en una cam- paña presidencial del ‘52 dos discur- sos: uno muy bueno y uno muy malo. Así que conversemos con confianza”. El guerrillero hacía referencia al famoso viaje en motocicleta que hizo aquel año por Chile y Sudamérica, oportunidad en que presenció la pri- mera candidatura de Allende. Hablaron largo. Tenían mucho en común: ambos provenían de familias acomodadas, habían estudiado Medicina y compartían un ideario político. Sin embargo, entendían de forma diferente la revolución. Ese fue el primero de los cinco encuentros que tuvo Allende con el ícono de la revolución armada. El mandatario que siempre defendió en Chile la vía democrática para que la izquierda lle- gara al poder, no ocultaba su simpatía por los grupos guerrilleros que sur- gían en los otros países del continen- te. De hecho, en 1967 presidiría la Organización Latinoamericana de Solidaridad (Olas) que promovía los procesos revolucionarios en la región. En su primer encuentro, el Che le regaló al político chileno su libro Guerra de Guerrillas, con la dedicato- ria: “A Salvador, que por otros medios busca el mismo objetivo”. Años des- pués, el francés Régis Debray reflexio- naría que en ese momento se pensa- ba que el destino común de ambos sería “la revolución”, pero en reali- dad, era “el suicidio”. Chile, “reserva estratégica” Tras dejar sus cargos políticos en La Habana en noviembre de 1966, y después de una fracasada incursión en el Congo, Guevara instaló un nuevo foco guerrillero en la selvática zona de Ñancahuazú, al sur de Bolivia junto a 47 latinoamericanos. Cuba había elegido ese país por su ubica- ción estratégica en el centro de Sudamérica, con miras a irradiar la revolución al resto del continente, y también, según relata el ex guerrille- Allende conoció al Che en enero de 1959, tres semanas después del triunfo del gobierno revolucionario en Cuba. El Che acababa de sufrir una de sus crisis de asma y lo recibió postrado en un catre de campaña y con un inhalador en la mano. Por Juan Pablo Sallaberry HISTORIA

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Page 1: Allende Che

LA TERCERA REPORTAJES domingo 30.09.0734

El vínculo entre el Presidente y el ícono de la revolución

Allende y lossobrevivientes de la

guerrilla del Che

Casi cuatro mesesvagaron por la selvade Bolivia, sin ali-mentos y huyendodel fuerte asedio delos militares y de lospropios campesinos

de la zona que buscaban cobrar los 10millones de pesos bolivianos que seofrecía por sus cabezas. Eran los tresguerrilleros cubanos que sobrevivie-ron al combate de la Quebrada delYuro del 8 de octubre de 1967,donde se capturó y dio muerte alcomandante del Ejército deLiberación Nacional de Bolivia(ELN), Ernesto Che Guevara, haceexactamente 40 años.

Con el cadáver del revoluciona-rio argentino expuesto como trofeode guerra por las autoridades bolivia-nas, a sus ex compañeros de armasDariel Alarcón Ramírez, “Benigno”;Leonardo Tamayo Núñez, “Urbano”,y Harry Villegas Tamayo, “Pombo”,no les quedó más alternativa que tra-tar de regresar cuanto antes a LaHabana. El plan de exportar la revo-lución al resto del continente habíafracasado, e imposibilitados de salirpor Brasil, Perú o Argentina, aún lesquedaba una opción: recurrir al anti-guo aliado que el Che tenía en Chile:Salvador Allende.

A través de un emisario los fugi-tivos lograron transmitir a Allendesu pedido de auxilio. Fue entoncescuando el presidente del Senado ytres veces candidato a la Presidencia

puso en marcha un amplio operati-vo para rescatar con vida a los gue-rrilleros. “Es lo menos que puedohacer en memoria de Guevara”,declararía más tarde Allende cuan-do los tres guerrilleros llegaronsanos y salvos a La Habana.

La fracasada aventura del Che enBolivia tuvo, desde sus inicios, lazoscon la izquierda chilena y SalvadorAllende. No sólo Beatriz “Tati”Allende, la hija más cercana del man-datario, formó parte del grupo chile-no que apoyó el proyecto deGuevara. También Fidel Castro habíaplanificado que Chile sería la baselogística desde donde se le daríaapoyo a la iniciativa revolucionaria.

Ad portas de cumplirse 40 años de la muertedel comandante Ernesto Guevara en Bolivia-el 8 de octubre de 1967- resurge la historiasobre el activo papel que jugó SalvadorAllende, entonces presidente del Senado y tresveces candidato presidencial, para rescatar alos cubanos que combatieron con el Che en laselva boliviana.

“El mismo objetivo, conotros medios”

Allende conoció al Che en enerode 1959, cuando tres semanas des-pués del triunfo del gobierno revolu-cionario viajó a la isla para ver consus propios ojos el proceso. Elencuentro fue singular. El Che aca-baba de sufrir una de sus habitualescrisis de asma y lo recibió en un cuar-to del Cuartel de La Cabaña, postra-do en un catre de campaña y con uninhalador en la mano.

Según relataría años más tarde elpropio mandatario, Guevara le dijo:“Mire, Allende, yo sé perfectamentequién es usted. Yo le oí en una cam-paña presidencial del ‘52 dos discur-sos: uno muy bueno y uno muy malo.Así que conversemos con confianza”.El guerrillero hacía referencia alfamoso viaje en motocicleta que hizoaquel año por Chile y Sudamérica,oportunidad en que presenció la pri-mera candidatura de Allende.

Hablaron largo. Tenían mucho encomún: ambos provenían de familiasacomodadas, habían estudiadoMedicina y compartían un ideariopolítico. Sin embargo, entendían deforma diferente la revolución. Ese fueel primero de los cinco encuentrosque tuvo Allende con el ícono de larevolución armada. El mandatarioque siempre defendió en Chile la víademocrática para que la izquierda lle-gara al poder, no ocultaba su simpatíapor los grupos guerrilleros que sur-gían en los otros países del continen-te. De hecho, en 1967 presidiría laOrganización Latinoamericana deSolidaridad (Olas) que promovía losprocesos revolucionarios en la región.

En su primer encuentro, el Che leregaló al político chileno su libroGuerra de Guerrillas, con la dedicato-ria: “A Salvador, que por otros mediosbusca el mismo objetivo”. Años des-

pués, el francés Régis Debray reflexio-naría que en ese momento se pensa-ba que el destino común de ambossería “la revolución”, pero en reali-dad, era “el suicidio”.

Chile, “reservaestratégica”

Tras dejar sus cargos políticos enLa Habana en noviembre de 1966, ydespués de una fracasada incursiónen el Congo, Guevara instaló unnuevo foco guerrillero en la selváticazona de Ñancahuazú, al sur de Boliviajunto a 47 latinoamericanos. Cubahabía elegido ese país por su ubica-ción estratégica en el centro deSudamérica, con miras a irradiar larevolución al resto del continente, ytambién, según relata el ex guerrille-

Allende conoció al Che en enero de 1959, tres semanas despuésdel triunfo del gobierno revolucionario en Cuba. El Cheacababa de sufrir una de sus crisis de asma y lo recibió postradoen un catre de campaña y con un inhalador en la mano.

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