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ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS TEXTO DE Lewis Carroll ILUSTRADO POR Rébecca Dautremer

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Alicia en el Pas de las Maravillas

ALICIAEN EL PAS DE LAS MARAVILLASTEXTO DELewis CarrollILUSTRADO PORRbecca Dautremer

Clasicos del Fondo

ALICIAEN EL PAS DE LAS MARAVILLAS

Primera edicin en francs, 2010Primera edicin en espaol, 2012_____________________________________________________Carroll, LewisAlicia en el Pas de las Maravillas / Lewis Carroll ; trad. de Luis Maristany ; ilus. de Rbecca Dautremer. Mxico : fce, 2012137 p. : ilus. ; 35 28 cm (Colec. Clsicos)Ttulo original: Alices Adventures in Wonderland ISBN 978-607-16-0814-71. Literatura infantil I. Maristany, Luis, tr. II. Dautremer, Rbecca, il. III. Ser. IV. t.LC PZ7 Dewey 808.068 C134a_____________________________________________________Distribucin en Estados Unidos y Amrica Latina excepto BrasilLewis Carroll, Alices Adventures in Wonderland 2010, Hachette Livre / Gautier LanguereauTtulo original: Alice au pays des merveilles Luis Maristany, traduccin cedida por Random House Mondadori, S. A.D. R. 2012, Fondo de Cultura Econmica Carretera Picacho Ajusco 227, Bosques del Pedregal C. P. 14738, Mxico, D. F. www.fondodeculturaeconomica.com Empresa certifi cada iso 9001:2008Coleccin dirigida por Eliana Pasarn Edicin: Clara Stern Rodrguez Diseo: Len Muoz SantiniComentarios y sugerencias:[email protected] Tel.: (55)5449-1871. Fax.: (55)5449-1873Se prohbe la reproduccin parcial o total de esta obra, por cualquier medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos correspondientes.ISBN 978-607-16-0814-7Se termin de imprimir y encuadernar en marzo de 2012 en Impresora y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. V. (iepsa), calzada San Lorenzo 244, Paraje San Juan, C. P. 09830, Mxico, D. F.El tiraje fue de 7 000 ejemplares.Impreso en Mxico Printed in MexicoALICIAEN EL PAS DE LAS MARAVILLAS

TEXTO DE Lewis CarrollILUSTRADO POR Rbecca DautremerTRADUCIDO POR Luis Maristany

Alicia empezaba a estar harta de seguir tanto rato sentada en la orilla, junto a su hermana, sin hacer nada, una o dos veces se haba asomado al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tena ilustraciones ni dilogos, y de qu sirve un libro pens Alicia si no tiene ilustraciones ni dilogos?As que estaba considerando (como mejor poda, pues el intenso calor la haca sentirse muy torpe y adormilada) si la delicia de tejer una guirnalda de margaritas la compensara de la molestia de incorporarse y recoger las fl ores, cuando de pronto un Conejo Blanco de ojos rosados pas velozmente a su lado. Nada extraordinario haba en todo eso, y ni siquiera le pareci nada extrao or que el Conejo se dijera a s mismo:DESCENSO POR LA MADRIGUERACAPTULO I

Dios mo, Dios mo! Qu tarde voy a llegar! (cuando despus pens en el asunto, se sorprendi de que no la hubiera maravillado, pero entonces ya todo le resultaba perfectamente natural); sin embargo, cuando el Conejo, sin ms, se sac un reloj del bolsillo del chaleco, y lo mir y apur el paso, Alicia se levant de un brinco porque de pronto comprendi que jams haba visto un conejo con chaleco y con un reloj en su interior y, ardiendo de curiosidad, corri a campo traviesa detrs de l, justo a tiempo para ver cmo se colaba por una gran madriguera que haba bajo un seto.

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All se meti Alicia al instante, tras l, sin pensar ni por un solo momento cmo se las ingeniara para volver a salir.Por un trecho, la madriguera segua recta como un tnel, y luego, de repente, se hunda; tan de repente que Alicia no tuvo ni un instante para pensar en detenerse, sino que se vio cayendo por lo que pareca ser un pozo muy profundo.O el pozo era muy profundo o ella caa muy despacio; el caso es que, conforme iba cayendo, tena tiempo sobrado para mirar alrededor y preguntarse qu ira a suceder despus. Primero trat de mirar abajo y averiguar adnde se diriga, pero estaba demasiado oscuro para ver nada; luego mir las paredes del pozo y advirti que estaban llenas de alacenas y estantes. Vea, aqu y all, mapas y cuadros colgados. Al pasar por uno de los estantes, cogi un tarro con una etiqueta que deca:MERMELADA DE NARANJA

pero qu desencanto: estaba vaco. No quiso soltarlo por miedo a matar a alguien; as que se las arregl para colocarlo, al paso que caa, en uno de los estantes. Bueno pens Alicia, despus de una cada as, ya puedo rodar por las escaleras que sean! Qu valiente van a pensar que soy en casa! No chistara ni aunque me cayera del tejado! (Lo cual era ms que probable.) Abajo, abajo, abajo: Es que nunca iba a terminar de caer?Me pregunto cuntos kilmetros he cado ya dijo en voz alta. Debo de estar llegando al centro de la Tierra. Veamos: eso sera unos seis mil quinientos kilmetros, creo (pues, como ven, Alicia haba aprendido cosas de este tipo en la escuela, y aunque no fuera precisamente la mejor ocasin para exhibir sus conocimientos, ya que no haba nadie que la escuchara, siempre era una buena prctica repetirlo), s, sa ser la distancia pero entonces, en qu latitud o longitud me encuentro? (Alicia no tena ni idea de lo que signifi caban esas palabras, pero al decirlas le sonaban muy hermosas y nobles).Y empez otra vez:Me pregunto si caer atravesando directamente la Tierra Qu divertido sera aparecer entre gente que va patas arriba! Las Antipticas, creo que se llaman (no poco se congratul esta vez de que nadie la escuchara, porque la palabra no le sonaba del todo correcta), pero tendr que preguntar el nombre

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del pas. Por favor, seora, es esto Nueva Zelanda o Australia? (y al decirlo, intent hacer una reverencia Figrense, una reverencia, mientras caa por los aires! Seran capaces de hacerla?). Y qu ignorante me juzgara la seora! No, nunca lo preguntar: tal vez lo vea escrito en algn lado.Abajo, abajo, abajo. No haba otra cosa qu hacer, as que Alicia se puso a hablar de nuevo:Ay, creo que Dina me va a echar mucho de menos esta noche! (Dina era la gata). Espero que se acuerden de su platito de leche a la hora del t. Dina querida, ojal estuvieras aqu abajo conmigo! No hay ratones en el aire, me temo, pero podras atrapar algn murcilago, y eso, ya sabes, es muy parecido a un ratn. Pero, comen murcilagos los gatos? y aqu Alicia empez a adormilarse y a repetir su pregunta como si soara: Comen murcilagos los gatos? Comen murcilagos los gatos? y a veces: Comen los murcilagos gatos?Porque, como no poda dar respuesta a sus preguntas, poco importaba la manera de hacerlas. Sinti que se dorma y haba empezado a soar que iba de la mano con Dina y le preguntaba muy seria: Ahora Dina, dime la verdad, te has comido alguna vez un murcilago?, cuando de pronto bum!, bum!, fue a dar sobre un montn de ramas y hojas secas. El descenso haba concluido.Alicia no se hizo el menor dao y, al instante, de un salto, se incorpor; mir hacia arriba, pero todo estaba oscuro; ante ella se abra otro largo pasadizo y an vio al Conejo Blanco que se internaba apresuradamente. No haba tiempo qu perder: all fue Alicia, como el viento, y lleg a tiempo de orlo decir mientras desapareca por una esquina:Por mis orejas y mis bigotes, qu tarde se me est haciendo!Lo tena casi a un paso, pero cuando ella dobl la esquina, el Conejo ya se haba esfumado. Alicia se encontr en una sala larga y baja, alumbrada por una hilera de lmparas que colgaban del techo.Haba puertas por todos los lados de la sala, pero estaban todas cerradas, y cuando Alicia la hubo recorrido de parte a parte y tanteado una a una sus puertas, se encamin tristemente hacia el centro, pensando cmo se las arreglara para salir.De pronto se encontr ante una mesita de tres patas, toda ella de cristal: no haba otra cosa encima que una diminuta llave de oro, y lo primero que se le ocurri a Alicia fue que la llavecita correspondera a una de las puertas de la sala; pero, ay!, o las cerraduras eran demasiado grandes o la llave era demasiado pequea, el caso es que no abra ninguna. Sin embargo, en un segundo intento, descubri una cortina baja que no haba notado antes, y detrs haba una puer-ALICIA EN EL PAS DE LAS MARAVILLAS

tecita de unos cuarenta centmetros de altura. Prob la llavecita de oro en la cerradura y, con gran alegra, vio que encajaba!Alicia abri la puerta y descubri que conduca a un estrecho pasadizo, no mucho mayor que una ratonera. Se arrodill y, a travs del corredor, vio el ms hermoso jardn que jams hayan visto. Qu ganas tena de dejar la sombra sala y deambular por entre aquellos lechos de rutilantes fl ores y aquellas frescas fuentes!, pero ni siquiera le entraba la cabeza por el hueco de la puerta; y en caso de que pasara pens Alicia de poco me servira sin los hombros. Ah, cmo me gustara plegarme como un telescopio! Creo que podra, si supiera cmo empezar. Porque, ya ven, le haban ocurrido ltimamente tantas cosas extraordinarias que Alicia empezaba a pensar que muy pocas eran realmente imposibles.Era intil quedarse all plantada ante la puertecita, as que volvi a la mesa, con cierta esperanza de hallar encima otra llave o, al menos, un libro con las instrucciones para poder plegarse como un telescopio. Esta vez encontr una botellita (que por cierto no estaba aqu antes, se dijo Alicia); tena atada alrededor del cuello una etiqueta de papel, en maysculas bellamente impresas, con la palabra:BBEME

Bien estaba eso de decir bbeme; pero una nia tan precavida como Alicia no iba a bebrselo sin ms. No se dijo, primero habra que ver si indica o no veneno, porque haba ledo varias historias muy bonitas de nios que fueron quemados vivos o devorados por bestias salvajes y dems cosas desagradables, y todo por negarse a recordar los sencillos preceptos que amistosamente les haban inculcado. Por ejemplo: que un atizador al rojo vivo quema si se lo sostiene por mucho rato; o que si uno se hace un corte muy profundo con un cuchillo en el dedo, por regla general sangra, y que (eso Alicia no lo haba olvidado) si uno bebe mucho de una botella que dice veneno, lo ms probable es que, tarde o temprano, haga dao.Sin embargo, en el frasco no deca veneno, as que Alicia se atrevi a probarlo y, como tena un sabor muy rico (de hecho saba a una mezcla de tarta de cerezas, natillas, pia, pavo asado, caramelo y crujientes tostadas de pan con mantequilla), se lo bebi de un trago.11

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Que sensacin ms curiosa! dijo Alicia. Creo que me estoy plegando como un telescopio!Y as era, en efecto: ahora slo meda veinticinco centmetros de altura, y se le ilumin el rostro al pensar que ahora tena la estatura adecuada para pasar por la puertecita que le conducira al hermoso jardn. No obstante, esper unos minutos para ver si segua achicndose; se senta un poco nerviosa por ello, pues podra acabar desapareciendo del todo pens, como una vela, y qu sera de m entonces? Trat de imaginarse qu aspecto tiene la llama al apagarse, porque no poda recordar haber visto nunca una cosa semejante.Al cabo de un rato, viendo que nada nuevo le ocurra, decidi entrar de inmediato en el jardn; pero, ay, pobre Alicia!, cuando lleg a la puerta, se dio cuenta de que haba olvidado la llavecita de oro y, al volver a la mesa por ella, advirti que no poda alcanzarla: la vea perfectamente a travs del cristal, e intent trepar por una de las patas de la mesa, pero era demasiado resbaladiza y, agotada de su tentativa, la pobrecita se sent y se puso a llorar.Eh, de nada sirve llorar as! se dijo Alicia con bastante entereza. Te aconsejo que pares ahora mismo!Sola darse muy buenos consejos (aunque pocas veces los pusiera en prctica) y a veces se reprenda con tal severidad que hasta le saltaban las lgrimas. Y an recordaba que en una ocasin trat de darse una cachetada por hacer trampa al jugar consigo misma en una partida de croquet; porque esta curiosa nia era muy afi cionada a fi ngir que era dos personas. Pero ahora es intil pretender ser dos personas! pens Alicia. Si apenas ha quedado de m lo sufi ciente para contar una persona entera!Poco despus descubri una cajita de cristal que haba bajo la mesa: la abri y hall en ella un minsculo pastelito sobre el que se lea, bellamente impresa con pasas, la palabra:CMEME

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Bueno, lo comer dijo Alicia. Si me hace ms grande, podr tomar la llave, y si me hace ms pequea, podr colarme por debajo de la puerta; as, de un modo u otro, entrar en el jardn!Comi un poquitn y se pregunt con ansiedad: por dnde?, por dnde?, ponindose la mano encima de la cabeza para averiguar si era hacia arriba o hacia abajo; y no poco se sorprendi al ver que conservaba la misma estatura. En realidad, esto es lo que suele ocurrir cuando uno come pastel, pero tan habituada estaba Alicia a que slo le ocurrieran cosas extraordinarias, que le pareci de lo ms soso y estpido que la vida siguiera con su curso normal.As que, manos a la obra, pronto acab con el pastel.

15EN UN MAR DE LGRIMASCAPTULO II

Ms que recurioso, requetecurioso! exclam Alicia (tan sorprendida estaba en aquel momento que se olvid por completo de hablar con entera correccin). Qu estirn! Ni que fuera el telescopio ms grande del mundo! Adis, pies! (porque al mirarlos le pareci que los perda de vista, de tanto que se alejaban). Ay, mis pobres piececitos, quin les pondr ahora los zapatos y los calcetines! Estoy segura de que yo no! Demasiado lejos estar como para ocuparme de ustedes; tendrn que arreglrselas solitos, lo mejor que puedan pero debo ser amable con ellos pens Alicia o se van a negar a caminar por donde yo quiera ir! Les regalar un par de botas nuevas todas las Navidades.Y sigui discurriendo cmo se las arreglara. Tendr que ser por correo! pens. Qu divertido enviar regalos a los mismsimos pies de una! Y qu extraas van a resultar las direcciones!Sr. D. Pie Derecho de AliciaFelpudo de la chimenea Junto al guardafuegos (con carios de Alicia).Ay, Dios mo, qu disparates digo!Fue entonces cuando su cabeza choc contra el techo de la sala; de hecho, tena ahora algo ms de dos metros y medio de altura; tom al instante la llavecita y se precipit hacia la puerta del jardn.Pobre Alicia! Apenas si, tumbada de costado, poda mirar el jardn con un

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solo ojo; pero acceder a l era ms que imposible: se sent y otra vez prorrumpi en llanto.Vergenza debera darte llorar de esta manera! se dijo Alicia. Una nia tan grande! (bien poda hablar as). Basta ya, te lo ordeno!Pero sigui llorando litros y litros de lgrimas, como si nada, hasta formar alrededor un gran charco de unos diez centmetros de profundidad, que cubri la mitad de la habitacin.Al cabo de un rato, oy a la distancia un leve sonar de pasos, y se sec rpidamente los ojos para ver quin vena. Era el Conejo Blanco, que regresaba muy elegantemente vestido, con guantes blancos de cabritilla en una mano y un gran abanico en la otra. Vena dando apurados saltitos y murmuraba para s:Ay, la Duquesa, la Duquesa! Qu furiosa se va a poner si la hago esperar!Alicia se senta tan desesperada que estaba decidida a pedir ayuda a quien fuera; as que, cuando el Conejo estuvo cerca, empez a decirle con voz tmida y baja:Por favor, seorPero el Conejo, del susto, dej caer los guantes y el abanico, y se escurri en la oscuridad lo ms deprisa que pudo.Alicia recogi el abanico y los guantes y, como haca mucho calor en la sala, se puso a abanicarse todo el tiempo mientras hablaba.Dos mo, Dios mo! Qu extrao es todo hoy! Y ayer, en cambio, era todo normal! Habr cambiado durante la noche? Vamos a ver: era yo la misma al levantarme esta maana? Casi creo recordar que me senta un poco distinta. Pero si no soy la misma, la pregunta siguiente es: quin diablos soy? Ah; se es el gran enigma! y se puso a pensar en todas las nias, amigas de su misma edad, para ver si se haba transformado en alguna de ellas.No soy Ada, estoy segura de que no dijo, porque lleva largos rizos en el pelo, y el mo en cambio no tiene rizos; y estoy segura de que tampoco soy Mabel, porque yo s un montn de cosas, y ella ella sabe poqusimas! Adems, ella es ella, y yo soy yo y Ay, Dios mo, qu enrevesado es todo esto! A ver si s todas las cosas que saba antes. Veamos, cuatro por cinco, doce, y cuatro por seis, trece y cuatro por siete Ay, Dios mo, a este paso nunca llegar a veinte! Pero la tabla de multiplicar no signifi ca nada; probemos con la geografa. Londres es la capital de Pars, Pars la capital de Roma, Roma No, todo eso est mal, seguro! Debo haberme transformado en Mabel! Probar a recitar Ay, el pobre inocente!Y cruz las manos sobre el regazo, como si estuviera diciendo la leccin, y ALICIA EN EL PAS DE LAS MARAVILLAS

empez a recitar; pero la voz sonaba ronca y extraa, y las palabras no eran las mismas que solan ser:Ay, el pobre inocente cocodrilo, cmo aprovecha su brillante cola y derrama las aguas de ola en ola por sus bellas escamas en el Nilo!Qu alegre ests cuando muestras los dientes, con qu celeridad abres tus garras y a los peces saludas y desgarras. Se cuelan por tus fauces sonrientes!Seguro que sta no es la letra exacta dijo la pobre Alicia, y se le volvieron a llenar los ojos de lgrimas mientras prosegua. Al fi nal resultar que soy Mabel y voy a tener que ir a vivir a su casucha, y para colmo casi sin juguetes, y ay!, tener siempre lecciones que aprender! No, eso s que no: si soy Mabel, me quedar aqu abajo! De nada les va a servir que se pongan cabeza abajo y me digan: Anda, nia, sube! Me quedar mirndolos y les dir: Quin soy yo, primero? Contstenme, y luego, si me gusta ser esa persona, subir, si no, me quedar aqu abajo hasta que sea otra Pero, Dios mo! exclam Alicia, estallando en lgrimas. Si al menos aparecieran cabeza abajo! Estoy cansadsima de estar aqu tan sola!Al decir esto, se mir las manos y se sorprendi al ver que se haba puesto uno de los guantecillos blancos del Conejo mientras hablaba. Cmo he podido hacerlo? pens. Debo de estar achicndome otra vez. Se levant y fue a la mes a para medirse respecto a ella; segn sus clculos, meda ahora unos sesent a centmetros de altura y segua encogindose rpidamente. Pronto advirti que la causa de ello era el abanico que tena en la mano, y lo arroj al instante, justo a tiempo para no seguir decreciendo hasta su total extincin.Me libr por poco! dijo Alicia, bastante asustada por tan sbita transformacin, pero muy contenta al verse an viva. Y ahora, al jardn!Y corri a toda prisa hacia la puertecita; pero, ay!, sta volva a estar cerrada y la llavecita de oro haba quedado, como antes, sobre la mesa de cristal, y las cosas van de mal en peor pens la pobre nia, pues nunca, nunca fui tan pequea como ahora! Realmente horroroso!19

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Al decir esto, resbal y al instante, plaf!, se hundi en agua salada hasta la barbilla. Lo primero que pens fue que, de algn modo, haba cado al mar, en cuyo caso puedo regresar en tren (Alicia, que haba ido una sola vez a la playa, haba llegado a la precipitada conclusin de que, fuera cual fuera el punto de la costa inglesa en que uno se encontrara, siempre podra hallar casetas mviles para baarse en el mar, nios cavando en la arena con palas de madera, luego una hilera de hoteles y, al fi nal, una estacin de ferrocarril). Sin embargo, pronto comprendi que estaba en el propio mar de lgrimas que haba derramado cuando sobrepasaba los dos metros y medio de altura.Ojal no hubiera llorado tanto! dijo Alicia, mientras nadaba de un lado a otro y trataba de encontrar la salida. Supongo que ahora como castigo me ahogar en mis propias lgrimas! Esto s que es extrao! Pero hoy todo es tan extraoEn ese momento oy cerca un chapoteo en el agua y se acerc a nado para averiguar qu era. Al principio pens que sera una morsa o un hipoptamo, pero luego, al recordar lo pequea que era ahora, comprendi que slo se trataba de un ratn que haba resbalado como ella.Vale la pena pens Alicia dirigir la palabra a este ratn? Aqu abajo es todo tan extraordinario que no me extraara que el ratn pudiera hablar; en todo caso, nada se pierde intentndolo. As que comenz:Oh, Ratn!, sabes el modo de salir de este lago? Estoy fatigadsima de tanto nadar, oh, Ratn!Alicia pens que sta era la forma ms adecuada de dirigirse a un ratn: nunca lo haba hecho, pero recordaba haber visto en la gramtica latina de su hermano: Un ratn / de un ratn / a un ratn / para un ratn / oh, ratn! El Ratn la mir con aire inquisitivo; a Alicia le pareci que le guiaba un ojillo, pero nada dijo.A lo mejor no entiende mi lengua pens Alicia. Ser un ratn francs, llegado con Guillermo el Conquistador? (porque, pese a conocer tantos hechos de historia, Alicia no tena muy claro cundo haban sucedido). As que volvi a empezar:O est ma chatte? que era la primera frase de su libro de francs.El Ratn dio un repentino salto, y todo l se estremeci de espanto.Ay, perdn! exclam Alicia enseguida, temerosa de haber herido los sentimientos del pobre animal. Se me olvid que no te gustan los gatos.Que no me gustan los gatos! grit el Ratn, con voz chillona y llena de clera. Te gustaran a ti si estuvieras en mi lugar?22

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Bueno, posiblemente no dijo Alicia en tono conciliador: no te enfades por eso. Pero me gustara poder presentarte a nuestra gata Dina. Creo que no te desagradaran tanto los gatos si la vieras. Es tan tranquila y amable! prosigui Alicia, ms bien para sus adentros, mientras nadaba con indolencia por el charco; y sentada junto al fuego, ronronea que es una delicia, y se lame las patas y se lava la cara... y es tan dulce y suave que da gusto mecerla y tan estupenda cazando ratones! Ay, perdn! exclam de nuevo Alicia, porque esta vez el Ratn se puso todo erizado y, ella estaba segura, con cara de realmente ofendido. Mejor ser no hablar ms de ella si no te gusta. Mejor ser, sin duda! grit el Ratn, que estaba temblando hasta la mismsima punta de la cola. Voy a querer yo hablar de semejante tema! Nuestra familia odia siempre a los gatos: sucios, bajos, rastreros! Que no oiga esa palabra otra vez!De veras que no! dijo Alicia, con mucha prisa por cambiar de conversacin. Te gustan eres afi cionado a los perros? el Ratn no contest, y as Alicia continu ansiosamente: Cerca de casa hay un perro precioso. Me gustara mostrrtelo! Un pequeo terrier, de ojos brillantes, y con un pelo marrn tan largo y rizado! Y cuando le arrojas cosas, las va a buscar, y se endereza para pedir la cena, y un montn de cosas ms... que no puedo recordar ni la mitad... y pertenece a un granjero, y l dice que es tan til que vale un dineral! Dice que mata todas las ratas y... Ay, Dios mo! exclam muy afl igida Alicia. Temo haberte ofendido otra vez!En efecto, el Ratn se alejaba de ella, nadando con todas sus fuerzas, removiendo violentamente a su paso todo el charco.Alicia lo llam suavemente:Mi querido Ratn! Vuelve y no hablaremos ms de gatos ni de perros, si no te gustan!Cuando el Ratn oy eso, dio la vuelta y regres nadando lentamente hacia ella: tena la cara plida (de clera, pens Alicia) y le dijo, en voz baja y temblorosa:24ALICIA EN EL PAS DE LAS MARAVILLAS

Vamos a la orilla y te contar mi historia, y comprenders por qu detesto a los gatos y a los perros.Ya era hora de irse, pues el charco se estaba llenando de pjaros y animales que haban cado dentro: haba un Pato y un Dodo, un Loro, un Aguilucho y otras varias criaturas extraas. Toda la comitiva Alicia al frente se encamin nadando hacia la orilla.

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