algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos-freud, s

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  • 7/23/2019 Algunas Consecuencias Psquicas de La Diferencia Anatmica Entre Los Sexos-Freud, S.

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    S. Freud Algunas consecuencias psquicas de la diferencia

    anatmica entre los sexos 1925

    J. Strace! " #ota introductoria.

    En este breve artculo est condensada la primera reformulacin completa

    que hizo Freud de sus concepciones sobre el desarrollo psicolgico de lamujer. Contiene en germen toda su labor posterior en torno de este tema.

    Casi no hay aspecto que no est ya presente en esta obra en forma

    resumida! pero lo notable es que muchos de ellos haban estado al alcance

    de la mano desde largo tiempo atrs! y slo se requera ligarlos entre s.

    Cuando hemos indagado las primeras plasmaciones psquicas de la vida

    se"ual en el ni#o! en general tomamos por objeto al varoncito. $uponamos

    que en el caso de la ni#a todo sera semejante. %o quera aclarrsenos el

    lugar del proceso de desarrollo en que se hallara esa diversidad. &a

    situacin del complejo de Edipo es la primera estacin que discernimos conseguridad en el varoncito. %os resulta fcilmente inteligible porque en ella el

    ni#o retiene el mismo objeto al que ya en el perodo precedente! el de la

    lactancia y crianza! haba investido con su libido todava no genital. 'ambin

    el hecho de que vea al padre como un rival perturbador a quien querra

    eliminar y sustituir se deduce limpiamente de las constelaciones objetivas.

    (hora bien! hay una complicacin que di)culta nuestro esclarecimiento* aun

    en el varoncito! el complejo de Edipo es de sentido doble! activo y pasivo!

    en armona con la disposicin bise"ual. 'ambin l quiere sustituir a la

    madre como objeto de amor del padre+ a esto lo llamamos actitud femenina.

    En lo tocante a la prehistoria del complejo de Edipo en el varoncito! faltamucho para que todo nos resulte claro. ,emos aprendido que hay en ella

    una identi)cacin de naturaleza tierna con el padre! de la que todava est

    ausente el sentido de la rivalidad hacia la madre. -tro elemento de esta

    prehistoria es el quehacer masturbatorio con los genitales! siempre

    presente! en mi opinin+ es el onanismo de la primera infancia! cuya

    sofocacin ms o menos violenta! por parte de las personas encargadas de

    la crianza! activa al complejo de castracin. $uponemos que este onanismo

    es dependiente del complejo de Edipo y signi)ca la descarga de su

    e"citacin se"ual. referimos esta sntesis* el hecho de que el ni#o siga

    mojndose en la cama sera el resultado del onanismo! y el varoncito

    apreciara su sofocacin como una inhibicin de la actividad genital y! por

    tanto! en el sentido de una amenaza de castracin.

    Finalmente! el anlisis nos permite vislumbrar que acaso la accin de espiar

    con las orejas el coito de los progenitores a edad muy temprana d lugar a

    la primera e"citacin se"ual y! por los efectos que trae con posterioridad

    /nachtrglich0! pase a ser el punto de partida para todo el desarrollo se"ual.

    El onanismo! as como las dos actitudes del complejo de Edipo! se anudaran

    despus a esa impresin! subsiguientemente interpretada. Empero! no

    podemos suponer que esas observaciones del coito constituyan un suceso

    regular! y en este punto nos topamos con el problema de las 1fantasas

    primordiales2. Es mucho! pues! lo que permanece ine"plicado respecto de la

    prehistoria del complejo de Edipo incluso en el varoncito.

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    ( ms de los problemas del complejo de Edipo en el varn! el de la ni#a

    esconde otro. 3nicialmente la madre fue para ambos el primer objeto! y no

    nos asombra que el varn lo retenga para el complejo de Edipo. ero! 4cmo

    llega la ni#a a resignarlo y a tomar a cambio el padre por objeto5 'odo

    analista ha tomado conocimiento de mujeres que perseveran con particularintensidad y tenacidad en su ligazn6padre y en el deseo de tener un hijo de

    l! en que esta culmina. $e puede suponer que esta fantasa de deseo fue

    tambin la fuerza pulsional de su onanismo infantil. ero precisamente un

    anlisis de esos casos muestra algo diverso* que el complejo de Edipo tiene

    en ellos una larga prehistoria y es una formacin secundaria.

    En suma* &a zona genital es descubierta en alg7n momento! y no parece

    justi)cado atribuir un contenido psquico a los primeros quehaceres del ni#o

    con ella. (hora bien! el paso siguiente en la fase flica no es el enlace de

    este onanismo con las investiduras de objeto del complejo de Edipo! sino un

    descubrimiento grvido en consecuencias! circunscrito a la ni#a peque#a.Ella nota el pene de un hermano o compa#erito de juegos! pene bien visible!

    y al punto lo discierne como el correspondiente! superior! de su propio

    rgano! peque#o y escondido+ a partir de ah cae vctima de la envidia del

    pene.

    -posicin en la conducta de ambos se"os* cuando el varoncito ve por

    primera vez la regin genital de la ni#a! se muestra irresoluto+ no ve nada! o

    desmiente su percepcin. $lo ms tarde! despus que cobr in8uencia

    sobre l una amenaza de castracin! aquella observacin se le volver

    signi)cativa. 9e ese encuentro resultarn dos reacciones que pueden )jarse

    y luego! separadas o juntas! determinarn duraderamente su relacin con lamujer* horror frente a la criatura mutilada! o menosprecio triunfalista hacia

    ella.

    %ada de eso ocurre a la ni#a peque#a. En el acto se forma su juicio y su

    decisin. ,a visto eso! sabe que no lo tiene! y quiere tenerlo. En este lugar

    se bifurca el llamado complejo de masculinidadde la mujer! que si no lo

    supera puede di)cultar el desarrollo hacia la feminidad. &a esperanza de

    recibir alguna vez un pene puede conservarse hasta pocas

    inverosmilmente tardas. - bien sobreviene el proceso que llamo

    desmentida! que en la vida anmica infantil no es ni raro ni muy peligroso!

    pero que en el adulto llevara a una psicosis. &a ni#ita se reh7sa a aceptar elhecho de su castracin! se a)rma y acaricia la conviccin de que empero

    posee un pene! y se ve compelida a comportarse como si fuera un varn.

    &as consecuencias psquicas de la envidia del pene son m7ltiples y de vasto

    alcance. Con la admisin de su herida narcisista! se establece en la mujer

    /como cicatriz0 un sentimiento de inferioridad. $uperado el primer intento

    de e"plicar su falta de pene como castigo personal y tras aprehender la

    universalidad de este carcter se"ual! empieza a compartir el menosprecio

    del varn por ese se"o mutilado en un punto decisivo y! al menos en este

    juicio! se mantiene en paridad con el varn. (unque la envidia del pene

    haya renunciado a su objeto genuino! no cesa de e"istir* pervive en el rasgode carcter de los celos! con leve desplazamiento.

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    :na tercera consecuencia de la envidia del pene parece ser el a8ojamiento

    de los vnculos tiernos con el objeto6madre. &a madre! que ech al mundo a

    la ni#a con una dotacin tan insu)ciente! es responsabilizada por esa falta

    de pene. ,ay otro efecto de la envidia del pene! el ms importante. ;o tena

    la impresin de que en general la mujer soporta peor la masturbacin y se

    revuelve contra ella. Es que las reacciones de los individuos de ambos se"osson mezcla de rasgos masculinos y femeninos. %o obstante! sigue

    pareciendo que la naturaleza de la mujer est ms alejada de la

    masturbacin. $e puede aducir esto* al menos la masturbacin en el cltoris

    sera una prctica masculina! y el despliegue de la feminidad tendra por

    condicin la remocin de la se"ualidad clitordea. 'ras la envidia del pene

    sobreviene a la ni#a una intensa corriente opuesta al onanismo. Esta mocin

    es un preanuncio de la oleada represiva que en la pubertad eliminar en

    gran parte de la se"ualidad masculina para dejar espacio al desarrollo de la

    feminidad.

    %o puedo e"plicarme esta sublevacin de la ni#a peque#a contra elonanismo flico si no es mediante el supuesto de que alg7n factor

    concurrente le vuelve acerbo el placer que le dispensara esa prctica.

    (caso no haga falta buscar muy lejos ese factor+ podra ser la afrenta

    narcisista enlazada con la envidia del pene! el aviso de que a pesar de todo

    no puede habrselas en este punto von el varn y sera mejor abandonar la

    competencia con l. (s! el conocimiento de la diferencia anatmica entre

    los se"os esfuerza a la ni#a peque#a a alejarse de la masculinidad y del

    onanismo masculino! y a encaminarse por nuevas vas que llevan al

    despliegue de la feminidad.

    ,asta ese momento no estuvo en juego el complejo de Edipo! ni habadesempe#ado papel alguno. ero ahora la libido de la ni#a se desliza /a lo

    largo de la ecuacin simblica pene

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    En el varn el complejo de Edipo no es simplemente reprimido+ zozobra

    formalmente bajo el choque de la amenaza de castracin. $us investiduras

    libidinosas son resignadas! dese"ualizadas y en parte sublimadas+ sus

    objetos son incorporados al yo! donde forman el n7cleo del supery y

    prestan a esta neoformacin sus propiedades caractersticas. En el caso

    normal /ideal0! ya no subsiste tampoco en lo inconsciente el complejo deEdipo! el supery ha devenido su heredero.

    En la ni#a falta el motivo para la demolicin del complejo de Edipo. &a

    castracin ya ha producido antes su efecto! y consisti en esforzar a la ni#a

    a la situacin del complejo de Edipo. or eso este 7ltimo escapa al destino

    que le est deparado en el varn+ puede ser abandonado poco a poco!

    tramitado por represin! o sus efectos penetrar mucho en la vida anmica

    que es normal para la mujer. El supery nunca deviene tan implacable! tan

    impersonal! tan independiente de sus orgenes afectivos como lo e"igimos

    en el caso del varn. Concederemos de buen grado que tambin la mayora

    de los varones se quedan muy a la zaga del ideal masculino! y que todos losindividuos humanos! a consecuencia de su disposicin bise"ual! y de la

    herencia cruzada! re7nen en s caracteres masculinos y femeninos! de

    suerte que la masculinidad y feminidad puras siguen siendo construcciones

    tericas de contenido incierto.