alfredo landa, tirando una caña en el bar del hotel...

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MADRID: Miguel Yuste, 40. 28037 Madrid. 91 337 82 00. Fax: 91 304 87 66. BARCELONA: Consell de Cent, 341. 08007 Barcelona. 93 401 05 00. Fax: 93 401 06 31. BILBAO: Ibáñez de Bilbao, 28, 6º A. 48009 Bilbao. 94 413 23 00. Fax: 94 413 23 13. SANTIAGO: Rúa Nova, 39, 1º. 15705 Santiago de Compostela. 981 58 99 00. Fax: 981 58 59 21. Pub: 981 58 26 00. SEVILLA: Cardenal Bueno Monreal, s/n, Edificio Columbus. 41013 Sevilla. 95 424 61 00. 95 424 61 10 (pub.). Fax: 95 424 61 24, 95 424 61 16 (pub.). VALENCIA: Poeta Querol, 11, 1º. 46002 Valencia. 96 398 11 50. Fax: 96 351 17 31. ATENCIÓN AL SUSCRIPTOR Y PROMOCIONES: 902 11 91 11. Depósito legal: M-16295-2004. © Diario EL PAÍS, SL. Madrid, 2007. “Todos los derechos reservados. En virtud de lo dispuesto en los artículos 8 y 32.1, párrafo segundo, de la Ley de Propiedad Intelectual, quedan expresamente prohibidas la reproducción, la distribución y la comunicación pública, incluida su modalidad de puesta a disposición, de la totalidad o parte de los contenidos de esta publicación, con fines comerciales en cualquier soporte y por cualquier medio técnico, sin la autorización de Diario EL PAÍS, SL”. Empresa autorizada para resúmenes de prensa: Acceso Group, SL. PORTUGAL. Cont: 1,50 euros (domingo: 2,70 euros ) MARRUECOS. 23 MDH (domingo: 34 MDH) DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DE 2008 En los países anglosajones el de- porte es la base de la educación. El esfuerzo, la audacia, el juego limpio, no dar nunca nada por perdido hasta el final, aceptar la victoria o la derrota con elegan- cia son valores que se desarro- llan primero en el patio de los colegios, se transforman en co- nocimiento en las aulas y de ellos se nutre luego la moral ciu- dadana. En la cultura anglosajo- na el pensamiento se genera a través de la acción. Con esta re- gla crearon su imperio. En la educación latina, en cambio, queda establecido que en el prin- cipio era el verbo, que siempre termina haciéndose carne. Espa- ña ha sido tradicionalmente un país verborreico, tierra propicia para leguleyos, abogados, tribu- nos, predicadores y sacamuelas. Durante el franquismo, un man- do falangista daba la asignatura de formación del espíritu nacio- nal en la escuela. Con soflamas patrióticas, que eran puro flato, llevaba a los alumnos por el im- perio hacia Dios y desde los luce- ros se bajaba después al recreo donde un instructor desganado y fondón dirigía una tabla de gimnasia rudimentaria con un bocadillo de chorizo en la mano. Los charlatanes apenas han cambiado de tarima, pero de for- ma casi milagrosa España ha ge- nerado hoy una floración de campeones del mundo en el de- porte. Mientras este país sigue produciendo, en general, políti- cos, artistas, escritores y científi- cos sin ningún significado en el orden internacional, unos de- portistas de élite no cesan de generar victorias que obligan una y otra vez en cualquier par- te del planeta a tocar el himno e izar en el mástil la bandera espa- ñola, que aquí ha representado lo más rancio y nefasto del pa- triotismo. El éxito mundial en el deporte comienza a ser una cos- tumbre en esta tierra de perde- dores. Los jóvenes han comen- zado a asociar la patria, no con un desfile militar ni con un acto político institucional, sino con la figura de cualquiera de nues- tros campeones subido en lo más alto del podio. En Grecia se solía derribar parte de la mura- lla de una ciudad para que en- trara con todo esplendor el atle- ta que había triunfado en los juegos olímpicos. Pero eso suce- día cuando en el principio era la acción y el verbo no se había convertido todavía en nuestra carne. MANUEL VICENT Con 75 años y tres hijos, jura que no volvería a trabajar ni pidiéndoselo Spielberg, y dice que disfruta levantándose a las 12.00, dando un paseo o yendo al cine, pero, sobre todo, estando en casa con Maite. “El año que viene hacemos las bodas de oro, y no me cansa”. Su “recuerdo imborrable”, una visita en el año 1989, a Figueras, donde vivió a los ocho o nueve años, en la que 40 compañeros de colegio le dieron una comida: “Sorpresa y maravilla”. Perfil Pregunta. Más de 120 películas, y ahora nos propina una biografía. ¿No tenía suficiente? Respuesta. No. Anhelaba tener más comunicación con la gente que me quiere. Y la gente que me quiere es la multitud que me rodea. P. ¿Y la multitud se va a tragar el libro impunemente? R. ¡Pero no lo sabe usted bien! Porque es precioso y ameno. P. ¿Es un strip-tease? R. No, coño. Lo hago totalmen- te vestido. Cuento todo lo que pue- do contar, lo que debo contar. P. Se pasa el libro quejándose de que no ligaba. R. Y es verdad. Yo no he ligado nada. Sólo una vez: mi mujer. Con eso me basta, ¿eh? He sido un po- quico el perseguidor de las sue- cas, y me han apetecido, pero no he querido. La única vez que li- gué me ligó Ingrid Thulin. Me li- gó anímica, ideológicamente. Se enamoró de mí en un rodaje, en Playa de Aro. P. ¿Usted es irresistible en ba- ñador? R. Sí [carcajada]. Yo a mí mis- mo me noto la irresistibilidad. P. Tras colgar los hábitos, ¿no echa de menos la sotana? R. No, porque llegó un momen- to que perdí la ilusión de ponér- mela. P. Dijo que le contó a Jesucris- to lo de su retirada. ¿Él respiró aliviado? R. No me dijo nada. Normal- mente, no me contesta, cosa que me cabrea muchísimo. Yo a Dios le llamo Manolo, porque es boni- to, es un nombre apetecible. P. Siempre ha sido más San- cho que Quijote. ¿Sólo cuestión de centímetros? R. Era Sancho, pero adoraba a Don Quijote. Su forma de encau- zar la vida, de querer el bien de los demás es algo que he sentido muy dentro. Sentí no hacer la se- gunda parte, en la que yo iba a la isla Barataria. P. ¿Cuál es su ínsula Barata- ria? R. Madrid. Hace bien poquico tuve la suerte y la alegría de que Madrid me diera su medalla de oro. Cincuenta años después de mi llegada. Algo habré hecho bien. P. En lugar de DNI lleva un car- né de mus. ¿Qué le dice la policía cuando le detiene? R. No me han detenido nunca. Y, cuando me ven el carné, dicen: “Ah, coño, ¡enhorabuena!”. P. No quiso jugar al mus con el Rey por no ganarle. ¿Usted siem- pre lleva más reyes? R. No. Pero el mus tiene un léxico muy particular. Y tenerle que soltar, en un momento dado, “no seas gilipollas”, resultaba un poco duro. P. ¿El Rey es más de copas o de oros? R. Pues yo creo que alterna. P. ¿Y quién es la sota? R. ¡Joder! Pues la que tiene el basto y lo apoya en el hombro. P. En ETB dicen que el lengua- je más hablado en el País Vasco es el de los tacos. ¿Dónde lo estudió, que lo borda? R. Soy el rey del taco. El mejor. Me he enseñado yo mismo. P. ¿Elabora, o sólo copia? R. Elaboro. Porque el taco no es sólo decirlo. Es el tono. Y el tono yo lo doy como nadie. P. ¿Borraría algo de su biogra- fía, como las españoladas de los años sesenta y setenta? R. ¡Está loca! Ni hablar del pe- luquín. Quizá haga mal, no lo sé. Pero estoy encantado de mi vida. De todo. P. ¿Sigue siendo un Cateto a ba- bor? R. Un chico que quiere el bien de su hermano, que se comporta fenomenalmente, que lucha por ser el mejor, que se enamora de una cieguecica y la consigue… ¡Jo- der! Claro que soy Cateto a babor. P. Pues imagínese Vente a Ale- mania, Pepe en Hollywood. R. Me hubieran dado un oscar. Seguro. P. La Real Academia Española va a aceptar el término landismo. ¿Se han vuelto locos? R. De locos, nada. Han acerta- do y merecen premio. El landismo es un fenómeno sociológico repre- sentado y enarbolado por mí, y del que me siento muy orgulloso. P. Presume de hacer el mejor dry martini del mundo. ¿Se cree James Bond? R. James Bond es un soplagai- tas a mi lado. No tiene ni idea. Él el martini lo hace con vodka, cosa que a mí no me gusta. Tiene que ser con ginebra, y de la buena. P. ¿Y eso de que hasta Al Capo- ne tenía ternura? R. Es verdad. Tiene rasgos de ternura, de cariño. P. Como defraudar a Hacienda. R. Ahí yo le doy un diez… Aun- que yo no he defraudado nunca. Siempre me han cogido, y lo he pagado. P. Tiene fama de ser un poco fachilla. R. ¿A qué le llama usted fachi- lla? Yo soy de derechas. Y uno pue- de ser de derechas sin ser facha. Yo soy un tío cojonudo. Lo tengo a gala, y me lo creo. Y creo que me comporto como buena gente. P. Lo que tiene es el ego muy bien puesto. R. Sí, sí lo tengo. Soy conscien- te de lo que soy y de qué pie cojeo. Pero también de lo que debo y de lo que quiero. ALFREDO LANDA Actor “¡Claro que soy ‘Cateto a babor’! KARMENTXU MARÍN Alfredo Landa, tirando una caña en el bar del hotel donde tiene su tertulia todos los sábados. / álvaro garcía Éxito 8 4 2 5 5 3 6 0 0 1 0 8 6 0 1 4 8 7

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Page 1: Alfredo Landa, tirando una caña en el bar del hotel …blogs.elpais.com/files/entrevistas-de-el-país-a-alfredo... · 2013-05-09 · de colegio le dieron una comida: “Sorpresa

MADRID: Miguel Yuste, 40. 28037 Madrid.91 337 82 00. Fax: 91 304 87 66.

BARCELONA: Consell de Cent, 341. 08007Barcelona. 93 401 05 00. Fax: 93 401 06 31.BILBAO: Ibáñez de Bilbao, 28, 6º A. 48009Bilbao. 94 413 23 00. Fax: 94 413 23 13.SANTIAGO: Rúa Nova, 39, 1º. 15705Santiago de Compostela. 981 58 99 00.Fax: 981 58 59 21. Pub: 981 58 26 00.

SEVILLA: Cardenal Bueno Monreal, s/n,Edificio Columbus. 41013 Sevilla.95 424 61 00. 95 424 61 10 (pub.).Fax: 95 424 61 24, 95 424 61 16 (pub.).VALENCIA: Poeta Querol, 11, 1º. 46002Valencia. 96 398 11 50. Fax: 96 351 17 31.ATENCIÓN AL SUSCRIPTORY PROMOCIONES:902 11 91 11.

Depósito legal: M-16295-2004.© Diario EL PAÍS, SL. Madrid, 2007.“Todos los derechos reservados.En virtud de lo dispuesto en los artículos8 y 32.1, párrafo segundo, de la Ley dePropiedad Intelectual, quedan expresamenteprohibidas la reproducción, la distribución yla comunicación pública, incluida sumodalidad de puesta a disposición,

de la totalidad o parte de los contenidosde esta publicación, con fines comercialesen cualquier soporte y por cualquier mediotécnico, sin la autorización de DiarioEL PAÍS, SL”. Empresa autorizada pararesúmenes de prensa: Acceso Group, SL.PORTUGAL. Cont: 1,50 euros(domingo: 2,70 euros )MARRUECOS. 23 MDH (domingo: 34 MDH)

DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DE 2008

En los países anglosajones el de-porte es la base de la educación.El esfuerzo, la audacia, el juegolimpio, no dar nunca nada porperdido hasta el final, aceptar lavictoria o la derrota con elegan-cia son valores que se desarro-llan primero en el patio de loscolegios, se transforman en co-nocimiento en las aulas y deellos se nutre luego lamoral ciu-dadana. En la cultura anglosajo-na el pensamiento se genera através de la acción. Con esta re-gla crearon su imperio. En laeducación latina, en cambio,queda establecido que en el prin-cipio era el verbo, que siempretermina haciéndose carne. Espa-ña ha sido tradicionalmente unpaís verborreico, tierra propiciapara leguleyos, abogados, tribu-nos, predicadores y sacamuelas.Durante el franquismo, unman-do falangista daba la asignaturade formación del espíritu nacio-nal en la escuela. Con soflamaspatrióticas, que eran puro flato,llevaba a los alumnos por el im-perio hacia Dios y desde los luce-ros se bajaba después al recreodonde un instructor desganadoy fondón dirigía una tabla degimnasia rudimentaria con unbocadillo de chorizo en la mano.Los charlatanes apenas hancambiado de tarima, pero de for-ma casi milagrosa España ha ge-nerado hoy una floración decampeones del mundo en el de-porte. Mientras este país sigueproduciendo, en general, políti-cos, artistas, escritores y científi-cos sin ningún significado en elorden internacional, unos de-portistas de élite no cesan degenerar victorias que obliganuna y otra vez en cualquier par-te del planeta a tocar el himno eizar en el mástil la bandera espa-ñola, que aquí ha representadolo más rancio y nefasto del pa-triotismo. El éxito mundial en eldeporte comienza a ser una cos-tumbre en esta tierra de perde-dores. Los jóvenes han comen-zado a asociar la patria, no conun desfile militar ni con un actopolítico institucional, sino conla figura de cualquiera de nues-tros campeones subido en lomás alto del podio. En Grecia sesolía derribar parte de la mura-lla de una ciudad para que en-trara con todo esplendor el atle-ta que había triunfado en losjuegos olímpicos. Pero eso suce-día cuando en el principio era laacción y el verbo no se habíaconvertido todavía en nuestracarne.

MANUEL

VICENT

Con 75 años y tres hijos, juraque no volvería a trabajar nipidiéndoselo Spielberg, y diceque disfruta levantándose alas 12.00, dando un paseo oyendo al cine, pero, sobre todo,estando en casa con Maite.“El año que viene hacemos lasbodas de oro, y no me cansa”.Su “recuerdo imborrable”, unavisita en el año 1989, a Figueras,donde vivió a los ocho o nueveaños, en la que 40 compañerosde colegio le dieron unacomida: “Sorpresa y maravilla”.

PerfilPregunta.Más de 120 películas, yahora nos propina una biografía.¿No tenía suficiente?

Respuesta.No. Anhelaba tenermás comunicación con la genteque me quiere. Y la gente queme quiere es la multitud que merodea.

P. ¿Y la multitud se va a tragarel libro impunemente?

R. ¡Pero no lo sabe usted bien!Porque es precioso y ameno.

P. ¿Es un strip-tease?R.No, coño. Lo hago totalmen-

te vestido. Cuento todo lo que pue-do contar, lo que debo contar.

P. Se pasa el libro quejándosede que no ligaba.

R. Y es verdad. Yo no he ligadonada. Sólo una vez:mimujer. Conesome basta, ¿eh? He sido un po-quico el perseguidor de las sue-cas, y me han apetecido, pero nohe querido. La única vez que li-gué me ligó Ingrid Thulin. Me li-gó anímica, ideológicamente. Seenamoró de mí en un rodaje, enPlaya de Aro.

P. ¿Usted es irresistible en ba-ñador?

R. Sí [carcajada]. Yo a mí mis-mo me noto la irresistibilidad.

P. Tras colgar los hábitos, ¿noecha de menos la sotana?

R.No, porque llegóunmomen-to que perdí la ilusión de ponér-mela.

P.Dijo que le contó a Jesucris-to lo de su retirada. ¿Él respiróaliviado?

R.No me dijo nada. Normal-

mente, no me contesta, cosa queme cabrea muchísimo. Yo a Diosle llamo Manolo, porque es boni-to, es un nombre apetecible.

P. Siempre ha sido más San-cho que Quijote. ¿Sólo cuestiónde centímetros?

R. Era Sancho, pero adoraba aDon Quijote. Su forma de encau-zar la vida, de querer el bien delos demás es algo que he sentidomuy dentro. Sentí no hacer la se-gunda parte, en la que yo iba a laisla Barataria.

P. ¿Cuál es su ínsula Barata-ria?

R.Madrid. Hace bien poquicotuve la suerte y la alegría de queMadrid me diera su medalla deoro. Cincuenta años después demi llegada. Algohabréhechobien.

P. En lugar deDNI llevaun car-né de mus. ¿Qué le dice la policíacuando le detiene?

R.Nome han detenido nunca.Y, cuando me ven el carné, dicen:“Ah, coño, ¡enhorabuena!”.

P.No quiso jugar almus con elRey por no ganarle. ¿Usted siem-pre lleva más reyes?

R.No. Pero el mus tiene unléxico muy particular. Y tenerleque soltar, en un momento dado,“no seas gilipollas”, resultaba unpoco duro.

P. ¿El Rey esmás de copas o deoros?

R. Pues yo creo que alterna.P. ¿Y quién es la sota?R. ¡Joder! Pues la que tiene el

basto y lo apoya en el hombro.P.EnETB dicen que el lengua-

jemás hablado en el País Vasco es

el de los tacos. ¿Dónde lo estudió,que lo borda?

R. Soy el rey del taco. Elmejor.Me he enseñado yo mismo.

P. ¿Elabora, o sólo copia?R. Elaboro. Porque el taco no

es sólo decirlo. Es el tono. Y eltono yo lo doy como nadie.

P. ¿Borraría algo de su biogra-fía, como las españoladas de losaños sesenta y setenta?

R. ¡Está loca! Ni hablar del pe-luquín. Quizá haga mal, no lo sé.Pero estoy encantado de mi vida.De todo.

P. ¿Sigue siendounCateto a ba-bor?

R. Un chico que quiere el biende su hermano, que se comportafenomenalmente, que lucha porser el mejor, que se enamora deuna cieguecica y la consigue… ¡Jo-der! Claro que soy Cateto a babor.

P. Pues imagínese Vente a Ale-mania, Pepe en Hollywood.

R.Me hubieran dado un oscar.Seguro.

P. La Real Academia Españolava a aceptar el término landismo.¿Se han vuelto locos?

R. De locos, nada. Han acerta-do ymerecen premio. El landismoesun fenómeno sociológico repre-sentado y enarbolado por mí, ydel queme siento muy orgulloso.

P. Presume de hacer el mejordry martini del mundo. ¿Se creeJames Bond?

R. James Bond es un soplagai-tas a mi lado. No tiene ni idea. Élelmartini lo hace con vodka, cosaque a mí no me gusta. Tiene queser con ginebra, y de la buena.

P. ¿Y eso de que hasta Al Capo-ne tenía ternura?

R. Es verdad. Tiene rasgos deternura, de cariño.

P.Comodefraudar aHacienda.R. Ahí yo le doy un diez… Aun-

que yo no he defraudado nunca.Siempre me han cogido, y lo hepagado.

P. Tiene fama de ser un pocofachilla.

R. ¿A qué le llama usted fachi-lla? Yo soy dederechas. Yunopue-de ser de derechas sin ser facha.Yo soy un tío cojonudo. Lo tengoa gala, yme lo creo. Y creo quemecomporto como buena gente.

P. Lo que tiene es el ego muybien puesto.

R. Sí, sí lo tengo. Soy conscien-te de lo que soy y de qué pie cojeo.Pero también de lo que debo y delo que quiero.

ALFREDO LANDA Actor

“¡Claro que soy ‘Cateto a babor’!KARMENTXU MARÍN

Alfredo Landa, tirando una caña en el bar del hotel donde tiene su tertulia todos los sábados. / álvaro garcía

Éxito

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V oces autorizadas habían alertado al incauto ante la perspectiva de una cita con Alfredo Landa, hipotético

monstruo del averno. “¡Uff ff , Landa, vete con cuidado!”. “A ver cómo tiene el día” o “prepárate” eran algunos de los avi-sos a navegantes. Y no tenían razón, o la tenían sólo a medias, porque, una vez enfi lada la proa, el acorazado Landa, todo un carácter, navega solo, con prisa, sin pausa y sin freno, apabullante como un cíclope bajito y cabreado, sí, aunque en el fondo no lo está, sólo lo parece, y la cosa desemboca casi en lo entrañable.

Landa da cita en el bar de un hotelito madrileño, imperceptible y muy años setenta. Es su cuartel general, su santua-rio pagano y su salón de tertulias los sába-dos al mediodía, según se mira al fondo a la derecha de la barra, y algún vinito cae, porque arreglar el mundo se hace pesado.

Landa fabricó el landismo hace cosa de 40 años y sigue fascinado con él, como muchos españoles, da lo mismo que unos lo confi esen y otros no. Pero se va. Can-sado –y algo desencantado– de una vida de cine, está dispuesto a pegarse ahora la vida padre. Y marido. Y abuelo. El noble

36 EL PAÍS SEMANAL

Lo deja. Tras más de 120 películas, se va. Insiste: no quiere saber ya nada de trabajar. Se marcha a disfrutar de la vida, su mujer y sus nietos. De despedida, el Goya de honor.Por Borja Hermoso. Fotografía de Jordi Socías

AlfredoLANDA

“Yo me sé cabrear muy bien”

I. GOYAS. LA ENTREVISTA

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arte de no hacer nada y tirarse el rollo; en fi n. Quedan lejos, pero tan cerca, salvaja-das cañís y raciales como Cateto a babor, No desearás al vecino del quinto, Un curita

cañón o Vente a Alemania, Pepe. Tam-bién personajes de altura cinematográ-fi ca como el sobrecogedor Paco el Bajo de Los santos inocentes, de Camus (premio de interpretación en Cannes junto a Paco Rabal); el Germán Areta de El Crack, de Garci, o el Sancho Panza que compuso para Manuel Gutiérrez Aragón. Por todo ello –por todo– recibirá el domingo que viene el Goya de honor de la Academia del Cine, en una gala de la que Alfredo Landa puede salir con dos cabezones bajo el brazo, ya que también opta al Goya al mejor actor por el que, asegura, será su último papel en el cine, Luz de domingo, de su antes amado y ahora denostado José Luis Garci. Llegan al fi n las buenas noti-cias para Alfredo Landa, últimamente acosado por otras noticias mucho peores en forma de problemas de salud, no sólo en carne propia, sino también en la de su esposa y confi dente, Maite.

Tuvo Alfredo Landa la desfachatez de

nacer el 3 del 3 del 33 a las tres de la tarde,

y vive en el número 3 de su calle, a la sazón

Comandante Franco, y hasta hace nada

tenía tres nietos, uno de ellos de tres años,

llamado también Alfredo Landa. Qué

cosas tiene usted. Pues sí, mira tú qué cosas con el dichoso tres. Y otro de mis nietos se llama Jerónimo, qué majico es. Se puso como loco el día que le dije que a su abuelo le habían concedido el Goya de honor y que además le habían nominado a mejor actor del año, y que además iba a ganar los dos premios.

Anda que no va usted sobrado de con-

fi anza. ¡Que sí, hombre, que sí, que voy a ganar los dos, aunque le joda a Garci!

Eso, la que ha montado usted con su

cabreo con Garci. ¿Pero no eran ustedes

íntimos? Éramos, éramos, pero se acabó. Cosas.

Hombre, será un mal rollo pasajero. No, se acabó para siempre. Y mira que José Luis ha estado en casa, yo en la suya, me ha llorado en el hombro y yo a él y todo eso, pero se acabó. A mí no se me hacen estas cosas. [A la pregunta de cuál fue el motivo concreto del desencuentro, Alfredo Landa contesta con una larguí-sima, personal e intransferible explica-ción plagada de pelos y señales, expli-cación que no se publica aquí porque así lo ruega el interesado].

38 EL PAÍS SEMANAL

ALFREDO LANDA

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mucho al cine –dos o tres veces por semana, seguro– y en ningún momento he sentido envidia. Qué raro. Soy más raro que la pera. Hombre, yo vi la peli esa alemana de La vida de los otros y vi a ese actor que estaba del carajo de la vela de bien, pero nada, nada de envidia.

¿Qué cosas descubre uno tras tomar la

decisión de dejarlo? Pues una de las cosas importantes que yo descubrí fue que, en

realidad, había circunscrito toda mi vida al cine. Oye, que llevo 47 años casado con Maite, más otros cuatro de noviazgo como aquel que dice. Eso es mucho arroz. Y ahora vamos a disfrutar. Y de los nietos, claro.

Pero hay toreros que se cortan la coleta

y luego acaban renaciendo como el ave

fénix. No será usted de ésos, ¿no? ¡Que nooo, que nooo! Mira, hay gente que me plantea eso y, vale, yo lo admito. Pero es que se olvidan de una cosa: yo soy navarro. Un tío serio. Y si digo una cosa, la digo y la hago. Soy un tío de principios.

Anda, ésa es una de las cosas que más dice

la gente que tiene pero que en realidad

menos abunda: los principios. Bueno, vale, pues para mí son fundamentales. Y no hay que decirlos; hay que tenerlos y hacerlos.

O sea, que en el caso hipotético de que

gane los dos ‘goyas’... ¡Que no, que hipoté-tico no, que me los van a dar!

Digo que ni en ese caso se replantearía la

retirada, ¿no? No, nada, ¡mecagüendiez, si sería la retirada ideal! Mira, un día, hablando con Jesucristo –porque yo suelo hablar mucho con él a título de

“oye, tú, joder, lo esto y lo otro”–, le dije que ya sabía que iban a venirme con ofer-tas y cosas si ganaba el Goya. Pero, nada, no hay nada que hacer. Ya pueden venir, ya. Bueno, ya he tenido ofrecimientos, ¿eh? Pero nada, nada.

Ahora se dedica a la vida contemplativa.

¿En qué consiste no hacer nada? En nada. En no levantarse antes de las doce. En irse al frigorífi co, prepararse un gin-tonic

Hombre, visto desde fuera, impresiona.

Ciento veinte películas a las espaldas. Ah, no sé, no me he puesto yo nunca en la piel de los de fuera, sólo en mi piel. Hombre, yo comprendo que, según la forma de ser que uno tenga, la visión de la vida y tal, pueda impresionar. Pero a mí no, nada.

¿Cabe o cabrá alguna dosis de arrepen-

timiento? ¿Ha empezado ya el camino

hacia la nostalgia? ¿¡Quééé diiices!? Mira, esa decisión yo la tomé en el mes de marzo, pero la tenía pensada desde las navidades ante-riores. Y me lo pensé mucho, le di muchas vuel-tas a la cabeza, y calibré mucho lo que entrañaba la decisión de retirarme. De no hacer ni una película más, de decir adiós, de empezar a verlo todo desde fuera, con cariño, pero desde fuera. Y al cabo de muchos días de pensar me dije: “¡Lo tengo claro!”. Y cogí a Maite, mi mujer, y le dije: “Siéntate, que tenemos un temita importante”. Porque Maite es mi 50%, mi proyección, mi pensamiento, mi modo de estar y de hacer...

¿Su prolongación? ¿Y usted la suya? Sí. Totalmente.

¿La persona que ha limado el diamante

en bruto, con perdón, que iba dentro de

Alfredo Landa? Pues sí, porque si hay dia-mante, es verdad que es bien bruto. Bueno, pues nos tomamos un pelotazo y se lo expliqué. Le dije que acababa de rodar Luz de domingo, de Garci, y que, aunque no había tenido problemas con nadie, había sido para mí una experien-cia incómoda por cómo se habían hecho ciertas cosas y por la trayectoria que había tomado la película. Película en la que, por cierto, yo estoy fenomenal, por-que es uno de mis dos o tres mejores papeles, pero que a mí no me gusta cómo quedó. Y le dije a Maite que eso me había hecho pensar mucho. Y que la conclu-sión era que me iba a retirar. Bueno, que nos íbamos a retirar. Pero que necesitaba consultárselo. Ella me miró y me con-testó: “Olé”. Me dijo eso la tía. Y se quedó zanjado el tema.

Ya, pero repito: ¿ha asomado la nostal-

gia? Absolutamente nada. Y eso que la posible nostalgia fue una de las cosas que más calibré al tomar la decisión. Yo sé que voy a perder muchas cosas de las que ayudan a vivir la vida, pero eso no es lo importante. Es cojonudo, porque yo voy

Bueno, ¿y qué hará si gana los dos ‘goyas’?

Invitaré a todo el mundo a casa a tomar dry martini, porque no sé si sabe la gente que yo hago el mejor dry martini del mundo. Lo tengo todo escondidito en un cajón de la nevera que sólo puedo tocar yo. La ginebra, las copas, el vaso mezcla-dor, todo. Dejo huella con el dry martini, dejo huella.

Así que Alfredo Landa, natural de Pam-

plona, hijo de guardia civil, criado en San

Sebastián, emigrado a Madrid, inventor

del ‘landismo’... Pues sí. Hombre, yo a San Sebastián la respeto y la quiero mucho, allí paseé la pubertad y esas cosillas, pero, este... ¡Yo soy navarro, ante todo y por encima de todo, navarro! Y que no me toquen el magro con el tema. Ser navarro marca nivel. Yo hace poco dije en una entrevista que nada de que Euskadi anexionara Navarra. ¡En todo caso, que Navarra anexionara Euskadi! Bueno, pues recibí muchas llamadas de familiares, y sobre todo la de mi primo Javier, que me soltó: “¡Oye, Alfredo, te llamo porque me has puesto a cien, y porque tienes unos cojones como el caballo de Santiago!”.

Por cierto, perdón; la primera pregunta

de esta entrevista tendría que haber sido

‘¿qué tal esa salud?’. Y yo te hubiera con-testado: ¡Maravillosa! Todo en orden. Muy bien. [Dibuja con las manos un gesto definitivo de que todo está resuelto].

También su mujer estaba delicada. ¿Cómo

se encuentra ahora? Estupendamente, fenomenal. Un milagro. Si estaba casi muerta…

Bueno, es de suponer que el médico le

habrá quitado a Alfredo Landa lo del ‘dry

martini’. ¡Nada de eso! Mira: Augusto, mi médico, me dijo que comiera y bebiera lo que quisiera; hombre, con medida, como todo en esta vida. Me pidió que procu-rara no pasarme con la bebida destilada, eso sí. Normal. Pero tomo, tomo, ¿eh?, aunque no abuso. Hombre, cuando hay que celebrar algún evento gordo y tal... Por ejemplo, cuando gane los dos goyas caerá alguno, claro.

De lo que sí se ha retirado es del cine. O eso

dice. ¿Nos lo creemos? Nos lo creemos, nos lo creemos.

Pues se ha tirado casi medio siglo haciendo

películas, y eso... Quítale lo del casi.

Y eso acojona. No.

39EL PAÍS SEMANAL

“GARCI Y YO ÉRAMOS ÍNTIMOS, PERO SE ACABÓ. SE ACABÓ PARA SIEMPRE”

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y tumbarse en la terraza a leer el perió-dico. En eso.

En ocasiones, en la vida, se diluye la emo-

ción de las cosas como azucarillo en el café.

¿Es su caso con esto del cine? Sí que es, sí.

¿Por qué? Porque llegó un momento en el que me di cuenta de que la pasión que yo tenía ya no era pasión. Todo el mundo tiene un hobby: unos coleccionan sellos, otros monedas, otros mariposas... Pero, en mi caso, mi hobby ha sido mi profe-sión. A veces me he puesto a considerar mi vida y me he preguntado: “Y si no hubieses sido actor, ¿qué coño habrías sido?”. Y me he contestado: “¡Habrías sido un gilipollas!”. Porque no tengo otras pasiones, ni las he tenido. Pero ahora se me ha ido esa pasión, pero no me importa.

A lo mejor habría sido algo serio, como

abogado, como quería su madre, en vez

de eso tan desprestigiado de cómico. Je, je, je, pues a lo mejor. Oye, que yo hice pri-mero de Derecho, ¿eh?

¿Cómo recuerda su juventud donostia-

rra, la época del Teatro Español Univer-

sitario y todo aquello? Pues como si fuera ayer. Recuerdo el TEU y cómo ensayábamos en un desván destartalado del antiguo Instituto Peñafl orida, lo que hoy es el Centro Cultural Koldo Mitxe-lena de San Sebastián. Y recuerdo cómo un día, volviendo de noche a casa des-pués del ensayo, empecé a repetirme sin parar: “Yo tengo que ser cómico, yo tengo que ser cómico”. Tenía 16 años, pero ya lo tenía muy claro. También me acuerdo de la sección de teatro de las juventudes de Acción Católica, que diri-gía Alberto Aróstegui. Y fue él el que me propuso debutar, en una obrita de Muñoz Seca que se titulaba Señor Tres-

sols. Yo le dije que ni hablar, que no sabría hacer aquello. Pero al fi nal fui y lo hice. Y tuve un éxito de cojones. Me aplaudieron tres mutis por el foro. Enton-ces sentí como un destello y supe que iba a ser actor. Tiene cojones.

Debió de parecerse a eso que Mick Jagger

y otras estrellas del rock han llamado “el

orgasmo del directo”. Pues debe de ser, sí. ¡Je, je, el orgasmo! Fue la leche.

Y eso que, repito, su madre no quería ni

oír hablar de cómicos. ¡Pero si hasta hizo en Pamplona una reunión familiar con mi tío Serafín y mi tía Felipa para decir-les que Alfredico se quería meter a actor!

Y, claro, le dijeron que no me dejara, que qué iba a decir la gente. Pero yo le avisé a mi madre: “Mamá, si no me dejas irme, me quedo y acabo la carrera de Derecho, pero si a los 40 años soy un infeliz, te voy a echar la culpa a ti”. Y ahí se acabó la discusión, me dijo: “Vete”. Tardé una semana en meterme en el Expreso a Madrid, con 7.000 pelas que tenía aho-rradas y una carta de recomendación

para presentarme ante Modesto Higuera, que era el director del Teatro Nacional de Cámara, porque yo había ganado el premio nacional al mejor actor en el TEU de San Sebastián.

¿Y? Llegué a la altura de Alsasua y todavía estaba llorando. Adiós a mis padres, adiós a mis amigos, adiós a San Sebastián.

¿Y después de los adioses y las lágrimas?

Llegué a Madrid, salí de la estación de Príncipe Pío con las piernas que no me tenían, miré a un lado, miré a otro y me dije a mí mismo: “Y ahora, ¿por dónde le meto yo mano al melón?”. Hablamos del año 58; échale cojones al asunto, ¿eh?

Y con la carta de recomendación, ¿qué

pasó? Ah, pues eso, que le llamé a Higuera y no me hizo ni puto caso, claro. Lógico.

Hombre, es que era usted un pobre diablo.

Ni más ni menos que un pobre diablo.

Y a los cuatro años, el pobre diablo ya

estaba rodando con Forqué ‘Atraco a las

tres’. Pues sí. El 18 de octubre de 1962, yo debuté en el cine con Atraco a las tres.

¿Qué le debe a José María Forqué?

¡Hombreeeeee! Mucho, mucho, mucho. Forqué y Pedro Masó se habían fi jado en mí el año anterior en el Teatro María Guerrero, donde yo estaba haciendo Eloísa está debajo de un almendro, con dirección de José Luis Alonso. Masó le preguntó a Forqué: “Oye, ¿quién coño es el bajito ese, que no le conozco de nada?”. Y Forqué cogió el programa y le dijo: “Uno que se llama Alfredo Landa”. Y Masó: “Llámale y que venga al despa-cho”. Y tres días después me soltó Pedro Masó: “Bueno, usted va a empezar en el cine por la puerta grande”. Y me pagó 10.000 pesetas por tres semanas de con-trato. Cuando acabamos el rodaje de Atraco a las tres le dije la verdad: “Oye, Pedro, ¿sabes que si en vez de pagarme esas 10.000 pelas me las hubieras pedido, yo te las habría pagado por estar en la película?”.

Y ahí empezó la pasión de sus pasiones: la

comedia. Por supuesto.

Pero también ha hecho cosas serias, pape-

les graves... Sí, pero la comedia, ¡ay!

¿Qué tiene esa chica que no tengan las

demás? Pues esa chica tiene una mirada que no la tiene nadie. Es el género mejor,

40 EL PAÍS SEMANAL

ALFREDO LANDA

Historia de

ese señor bajito

Alfredo Landa (Pamplona, 1933)

debutó en el cine por la puerta grande

con 29 años gracias al ojo del tán-

dem José María Forqué/Pedro Masó.

‘Atraco a las tres’ fue el arranque de

una ristra de más de 120 películas

donde se mezcla la inconfundible figura

del ligón de playa reprimido y chuleta

con no pocas muestras de alta capaci-

dad interpretativa (‘Los santos inocen-

tes’ es su cumbre, junto a otras mues-

tras de cine ‘serio’ con Garci, Cuerda,

Martín Patino o Gutiérrez Aragón).

Pero había sido el teatro, muchos

años antes, el que le había abierto las

complicadas puertas del éxito. Landa,

hijo de guardia civil, contravino pronto

la estricta filosofía familiar, que exigía

un abogado en casa, y se enroló en las

filas de los cómicos; primero, en la

rama donostiarra del Teatro Español

Universitario (TEU), y luego, ya en

Madrid, “metiéndole mano al melón”.

Foto

gra

fía

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mado España? Yo, mal, francamente mal. No por mí, que no tengo queja, sino por cómo se comporta la gente, cómo van algunos por la vida.

Un país ‘muy putilla’, que diría Santiago

Segura. Sí, puede que sí, puede que valga la expresión. ¡Ah, Santiago Segura, sí, hombre! Bueno, yo a éste le vi en una película que estaba francamente cojo-nudo, espera, una de…

Álex de la Iglesia. ¡Eso, Álex de la Iglesia! Este…

‘El día de la Bestia’. El día de la

Bestia, ¡buenísima! Vale, bueno, pues muy bien. Pero luego le vi en el programa ese de televisión que hizo, Sabías a lo que

venías o algo así. Y muy mal. A mí me llamó para que fuera. ¿Te imaginas? Yo, en un programa que se titula Sabías a lo

que venías. ¡Antes monja! ¡Pero si a mí me da asco la telebasura esa! Habría que pro-hibirla, que si el tomate, que si tal y que si cual, y es mucho más fácil acabar con ella que lo que quiere dar a entender el Gobierno, ¿eh? Se prohíbe y punto. No, Santiago Segura es un tío listo, ¿eh?, pero yo te digo una cosa: visto aquello que hizo en la tele, te puedo decir que ése ya no hará nada. Se acabó. Una pena. ¿Tiene remedio la cosa esa del comporta-

miento medio de los españoles? Hombre, claro que tiene. Ese remedio está metido en un frasquico, y yo lo tengo. Hay que llenarlo todos los días, pero la gente no lo llena. ¿Sabes qué hay dentro? Una cosa que se llama respeto. Hoy en día, en este país no hay ni gota de respeto, mecagüen la leche. Y es complicado. No sé, a lo mejor hay que crear para nuestros críos un instituto donde se enseñe la asignatura Respeto.

Se habla sin parar del orgullo, el

altruismo y la nobleza del ‘Quijote’, pero

¿no cree que a este país le ha influido

mucho más la picaresca del ‘Lazarillo’?

¡Eso aquí no lo ha captado ni Cristo! Pero, desgraciadamente, el sentido del bien que lleva dentro el Quijote no lo ha asumido aquí ni Cristo. Somos un país sin solución.

Un país maravilloso, por otra parte... Sí, bueno, sí, pero muy por otra parte, ¿eh? �

paso de los años la cosa ha cambiado, y hoy se habla de él como un fenómeno de sociedad, sí, y se habla con simpatía.

Admitamos que era un cine más que pri-

mario, pero a lo mejor hablaba de un

montón de fantasmas que el españolito

de a pie mantenía escondidos. ¡Pues, hombre, claro! ¿Lo dudas? Muchos des-potricaban contra aquellas películas por-que en el fondo les daba rabia no ser ellos el ligoncete que se llevaba de calle a las suecas, cómo te lo contaría yo. Bueno, pues hoy mucha gente se me acerca y me dice al oído: “Tú sí que has vivido, ¡qué cabrón!”.

En los sesenta y los setenta, ¿se vivía el

rodaje de una película igual o parecido

a hoy o era muy distinto? Bah, nada que ver, era muy distinto, había como otra soltura en todo. No sé, era otra cosa.

Pero ¿por qué exactamente? Explíquelo

para que la gente no diga que es usted un

nostálgico. ¡A mí qué cojones me importa, ya pueden decir misa! No, lo que quiero decir es que yo viví mi juventud de una forma totalmente distinta a como se vive hoy, sin ninguna duda. Con otra proyec-ción, con otras metas, otras ideas, otra inquietud. Mira, yo, de joven, en San Sebastián, cuando todo el mundo se iba a bailar a las fiestas de Rentería o de Her-nani, yo ensayaba funciones de teatro sin parar, pensando en si un día la podríamos representar. Pero no era un empollón, ¿eh? Es que lo disfrutaba, era mi vida.

¿Cree que antes se vivía mejor? Pues sí, creo que se vivía distinto, que se vivía mejor, sí. Yo es que... ¡Yo es que he sido muy feliz, mecagüen la leche! Nunca he renegado de las cosas, y lo he pasado de cojones. Y sigo.

Nunca formó compañía teatral ni tuvo

anhelos de dirigir una película. ¿Por qué?

Fácil: porque siempre he pensado que “zapatero, a tus zapatos”. Lo tuyo, hazlo

bien, y no te metas en otros jaleos. Que otros lo han hecho, y en fi n... Y en cuanto a lo de la compañía, pues no, porque no he tenido yo la sufi ciente mala baba para ser empresario: habría formado una compañía cojonuda, les habría pagado a todos lo que se hubieran merecido... y me habría estrellado.

Alfredo Landa, producto cien por cien

‘typical spanish’, ¿cómo ve a este país lla-

el más importante, también el más difícil. Yo estrené 40.

Fue usted siempre el perfecto cabreado. Sí, es verdad, qué le vamos a hacer. Un día, en una boda en Barcelona, Luis Aguilé, a quien habían contratado para cantar, me soltó: “Eres el actor que mejor se cabrea en el mundo”. Y le dije que tenía razón. Porque es que yo me cabreo muy bien.

En el cine, se entiende... En el cine. Bueno, si me tocan un poquito el magro, en la vida también. Yo me he cabreado muy poco. Una vez me cabreé con un director de cine que, si me dejan, esta entrevista la hubiéramos hecho en Alcalá Meco.

Porque Landa gasta fama de mala leche,

eso sí. Eso sí. Y no es del todo mentira, la puedo tener, ¿eh? Yo me sé cabrear muy bien.

Incluso en los papeles más dramáticos

acababa Alfredo Landa inyectando come-

dia. Caso de Paco el Bajo de ‘Los santos

inocentes’. Es que es lo más bonito del mundo. Sacar de un drama la ternura y la risa es lo más hermoso de esta profesión. Y ternura la tenemos todos, ¿eh?, hasta Al Capone.

Pero eso de la ‘vis cómica’, ¿se tiene o se

aprende? Se nace. Uno nace cómico, y punto. Y lo demás son sólo buenos inten-tos. Por ejemplo, Paco Martínez Soria nació cómico. Yo fui siempre un fan suyo, qué gracia tenía el cabrón. Y no salió nunca de España. Bueno, sólo cuando se largó a México a hacer Anacleto se divorcia.

Pues no deja de ser valiente, en este país,

reconocerse ‘fan’ de Martínez Soria. Ni

siquiera del Alfredo Landa –ligoncete–

en Torremolinos... Jooooder, claro que no. Es que yo estoy orgulloso y defi endo todo lo que he sido, pero he hecho algu-nas cosas que... ¡Joder, qué cosas he hecho!

Usted perpetró, por ejemplo, el ‘landismo’,

fenómeno personal e intransferiblemente

español. ¿Asume o lamenta? Yo no creé esa palabra, pero estoy agradecidísimo al tío que la creó. No sé quién es, pero tiene toda mi admiración y todo mi cariño. Lo asumo, lo asumo.

El ‘landismo’ pasó de hecho cinematográ-

fi co a fenómeno sociológico, ¿no cree? No tengas ninguna duda sobre eso. El lan-

dismo ha marcado. Y aunque muchos se han referido a él peyorativamente, con el

“EL SENTIDO DEL BIEN QUE LLEVA EL ‘QUIJOTE’ AQUÍ NO LO HA ASUMIDO NADIE”

41EL PAÍS SEMANAL

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EL PAÍS, viernes 6 de abril de 2007 CULTURA / 37

ISABEL LAFONT, Madrid

Alfredo Landa (Pam-plona, 1933) dice quese retira. Que hastael mismísimo StevenSpielberg se iría con

el rabo entre las piernas si le ofre-ciera un papel. Que todo tiene unprincipio y un final y no va ahacer “como los toreros, que di-cen que se van y al año o dosaños vuelven”. Aún está por es-trenar la que, previsiblemente, se-rá su última película, Luz de do-mingo, dirigida por José LuisGarci.

Landa iba para abogado peroempezó a hacer teatro universita-rio en San Sebastián y se engan-chó. Más tarde, ya en Madrid,alternó el doblaje con el escena-rio y participó en películas comoEl verdugo (Luis García Berlan-ga) La niña de luto (Manuel Sum-mers) y De cuerpo presente (Anto-nio Eceiza).

Y entonces llegó el landismo.Desde mediados de los sesenta,encadenó protagonismo en pelí-culas como La ciudad no es paramí, Las que tienen que servir, Ven-te a Alemania, Pepe, No desearásal vecino del quinto, París bien va-le una moza, Dormir y ligar, todoes empezar, Cuando el cuerno sue-na, o Manolo la nuit. Las críticasmás cáusticas llovieron sobre elactor. Sobre todo durante la tran-sición política, cuando ese cine sereveló una rémora, casi vergonzo-sa, para un país que trataba deses-peradamente de desprenderse desu pasado.

Aunque aquellas películas tie-nen mucho de retrato social deuna época, la del desarrollismo ylos primeros setenta, la que vio elnacimiento de una clase mediaque, una vez conseguidos el seis-cientos y el frigorífico, se diocuenta de que aún tenía pendien-te otra conquista de la moderni-dad: la sexual. Pero sacudirse deencima tres décadas de nacional-catolicismo no fue tan fácil. Poreso, los personajes de Landa erantipos que, a la hora de la verdad,no se atrevían a ligarse a las sue-cas del primer boom del turismoespañol. Demasiado peso aún dela moral de novia de toda la vida,boda por la Iglesia, y familia, aser posible numerosa.

Juan Antonio Bardem rescatóa Landa del landismo en El puen-te (1976). A partir de entonces, elactor fue mucho más selectivocon sus trabajos y la década delos ochenta lo revalidó como elgran actor que nunca dejó de ser,con interpretaciones antológicascomo el detective Areta de Elcrack, de José Luis Garci, o elPaco el Bajo de Los santos inocen-tes, de Mario Camus, con el queganó el premio de interpretaciónmasculina en Cannes, en 1984,junto con Francisco Rabal.

Pregunta. ¿Con qué películasde su carrera se queda?

Respuesta. ¡Con todas! Deunas se aprende más que deotras. De los fracasos se aprendemás que de los éxitos. Los éxitoste dejan en una nube vaporosa.¡Qué bien, qué maravilla, soy es-tupendo! Y no ves lo malo tam-bién en lo bueno. De las malasdices: “¡Qué horror! No tenía quehaber aparecido ni en los títulosde crédito. ¿Por qué?”. Entoncesrazonas todo eso y aprendes mu-cho. Yo estoy encantado y maravi-llado de mis 133 películas.

P. ¿Cuál fue su aprendizaje co-mo actor?

R. He sido autodidacta total.Yo era miembro de una Juventudde Acción Católica en San Sebas-tián porque era un sitio donde sehacía teatro, se proyectaban pelí-culas de cine, se jugaba al cine, al

balonmano… El que luego fuegran amigo mío, AlbertoAróstegui, era el que se hacía car-go del teatro y me convenció parahacer un papel de catalán en unaobra de Muñoz Seca. No era pro-tagonista, pero el día del estreno,en la primera escena, lo debí dehacer tan bien que me aplaudie-ron el mutis. Y eso es como laabeja, que parece que te acariciapero te deja el aguijón. Saliendo,noté como un destello y dije: “Es-to es lo mío. Yo tengo que sercómico”. Luego fundé el TeatroEspañol Universitario (TEU) deSan Sebastián con mi amigo Al-berto. Y estrené 40 comedias,¿eh? Ése fue mi aprendizaje.

P. ¿Ni una clase de interpreta-ción en todos estos años?

R. Nada. Ver, ver, ver. Yo lo

veía todo. Todas las funcionesque ponían en San Sebastián. Siestaban tres días, los tres días lasveía yo.

P. ¿Por qué dejó de hacer tea-tro?

R. Porque me cazó el cine.¡Bendito sea Dios, eh! Porque elteatro es mucho más esclavo. Mu-cho más bonito para el actor,más directo, pero tiene más incon-venientes… hacer todos los díaslo mismo dos veces. Yo he sidomuy comodón toda la vida.

P. ¿Siente predilección por al-guno de sus papeles?

R. ¡To-dos! Todos tienen algo.De los malos he aprendido másque de los buenos. De los bue-nos... ¡Es que hacer Los santosinocentes es mucho más fácil quehacer El vecino del quinto!

P. Explíquelo.R. ¡Hombre! En Los santos

inocentes no hace falta más quedejarse llevar por el sentimiento.Hace falta sentir. Pero siendo sen-sible y sintiendo te dejas llevar ysale eso. Lo otro… ¡No te vas adejar llevar por El vecino del quin-to! ¡No, hombre, no! ¡Hay quefabricarlo, y eso cuesta!

P. Es más difícil hacer come-dia que drama…

R. ¡Pero mucho más difícil!¿Dónde va a parar? Arrancaruna carcajada… ya no digo unacarcajada, ¡una sonrisa! Es comoun médico, hay muchos médicos,pero el del corazón debe ser espe-cialista. Para ser gracioso, paraser un actor cómico, hace faltaesa especialización. Entonces sedecía que había que tener vis có-

mica, y eso es patrimonio de po-ca gente. Yo era un vehementefan de un actor que se llamabaRafael Somoza y admiraba pro-fundamente a Paco Martínez So-ria. Mucha gente dirá: “Bueno,Paco...”. Pero es que era un actor¡pro-di-gio-so! ¿Y gracia? ¡Teníapara dar y vender! Hoy no hayactores así. Paco Martínez Soriase empeñó durante una parte desu vida: “Tú eres mi sucesor, yote formo compañía”. Y yo: “Queno, que no, Paco, que yo tengootras miras, no digo que sean me-jores o peores, pero yo no quierovivir toda mi vida encima de unescenario”. A los ochenta y tan-tos años seguía subiéndose a unescenario dos veces al día. ¡Esta-ba loco!

P. Defina usted el landismo.R. El landismo es algo práctica-

mente inalcanzable, porque yo to-davía no conozco un rodriguismoni un martinismo ni un jimenezis-mo. Haber creado, ahí está, unfenómeno sociológico... ¡Ojo!¡Viene en el Espasa! ¡Joder, haberconseguido eso! Muchos lo hantomado en el término peyorativo.Yo estoy orgullosísimo. Es algoque lleva uno como bandera. Yosoy el que ha creado el landismo,que era una forma de comportar-se, de andar por la vida. El landis-mo es sinónimo de limpieza, fíja-te. Yo era un español medio, queentonces era un tío pequeño, baji-to, rechoncho, cabreado y queademás se quejaba de que iba a lacama poquísimo. Pero yo empla-zo a que alguien vea una películamía y diga: “¡Qué asco!”. No. To-do era sonrisa. La gente podíapensar: “Éste es un reprimido, pe-ro me cae bien”. Eso siempre hasido una constante en mi vida ar-tística.

P. Ha dicho que se retira. Eso,¿va a misa?

R. ¡Pero cómo que si va a mi-sa! Va en serio, en serio. Eso quehacen en general muchos toreros,me retiro y al año o a los dosaños vuelven... No, no. Me hacostado mucho decidirme, ¿eh?Yo terminé la película que estabahaciendo en Oviedo con Garci ya finales de noviembre tuve unmomento de reflexión. Me puse apensar en eso, en que esto tieneque tener un fin. No se puedeuno dejarse arrastrar y prolon-gar, dilatar… Yo he visto a mu-cha gente deteriorada. Un día vien un programa de televisión aalguien a quien yo admiraba mu-cho. Y le vi mal. Le vi que faltabaya… Bueno, que sobraba el pasode los años. Y me cacé diciéndolea la televisión: “Retírate hombre,retírate”. Y yo me volví y me dije:“Bueno, y tú, ¿qué? Tú dices ale-gremente a este señor retírate, re-tírate…”. Y me miré yo al espejoy me dije: “Pues tengo que pen-sarlo”.

P. ¿Cómo ha cambiado la pro-fesión, para lo bueno y para lomalo? ¿Cómo ve a los actores deahora?

R. Antes, la formación general-mente pasaba por el teatro por-que no había televisión. ¡Qué ma-la escuela es la tele! ¡Sólo la te-le...! Yo me pongo a ver la tele yno me entero de la mitad. ¡No lesentiendo! ¡No saben hablar! Hoyha desaparecido la pausa, un ar-ma maravillosa, que permite do-minar el ritmo de una frase. Hayque saber dar poca importancia aaquellas cosas en una frase queno tienen demasiada importan-cia, hacer la pausa, y meter—que eso es lo difícil— lo que túquieres. ¡Jolín! ¡Eso es una goza-da para un actor! Y hoy no sa-ben. ¿Por qué? Una de las causases que en televisión es todo ritmo,y confunden el ritmo con correr.

ALFREDO LANDA / Actor

“Haber creado el ‘landismo’ esalgo que llevo como bandera”

“En ‘Los santos inocentes’, te dejasllevar y te sale. Lo otro... ¡No te vas adejar llevar por ‘El vecino del quinto’!Hay que fabricarlo, y eso cuesta”

Alfredo Landa, durante la entrevista. / GORKA LEJARCEGI

“Yo emplazo a que alguien vea unapelícula mía y diga: ‘¡Qué asco!’. No.La gente podía pensar: ‘Éste es unreprimido, pero me cae bien”

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