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Conocer los propios sentimientos Alfonso Aguiló, Revista "Hacer Familia", V.97 Coleccionable "Educar los sentimientos", capítulo nº 1 Hace ya más de veinticinco siglos, Tales de Mileto afirmaba que la cosa más difícil del mundo es conocerse a uno mismo. Y en el templo de Delfos podía leerse aquella famosa inscripción socrática –gnosei seauton: conócete a ti mismo–, que recuerda una idea parecida. Conocerse bien a uno mismo representa un primer e importante paso para lograr ser artífice de la propia vida, y quizá por eso se ha planteado como un gran reto para el hombre a lo largo de los siglos. La observación de uno mismo permite separarse un poco de nuestra subjetividad, para así vernos con un poco de distancia, como suele hacer el pintor de vez en cuando para observar cómo va quedando su obra. Observarse a uno mismo es como asomar la cabeza por encima de lo que nos está ocurriendo, y así no sumergirnos del todo en el torrente de nuestra vida. De esta manera, podemos tener una mejor conciencia de cómo somos y qué nos pasa. Por ejemplo, es diferente estar fuertemente enfadado, sin más, a estarlo pero dándose uno cuenta de que lo está, es decir, teniendo una conciencia autorreflexiva que nos dice: «Ojo con lo que haces, que estás muy enfadado». Advertir cómo estamos emocionalmente es el primer paso hacia el gobierno de nuestros propios sentimientos. Tomar conciencia de que estamos siendo dominados por sentimientos negativos suele llevarnos a activar de inmediato nuestro intento de sobreponernos. Por esa razón, comprender bien lo que nos pasa tiene un poderoso efecto sobre esos sentimientos perturbadores que nos invaden, y nos brinda la oportunidad de poner esfuerzo por superarlos. Observar el comportamiento propio y ajeno 1

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Conocer los propios sentimientos

Conocer los propios sentimientos

Alfonso Aguil, Revista "Hacer Familia", V.97Coleccionable "Educar los sentimientos", captulo n 1

Hace ya ms de veinticinco siglos, Tales de Mileto afirmaba que la cosa ms difcil del mundo es conocerse a uno mismo. Y en el templo de Delfos poda leerse aquella famosa inscripcin socrtica gnosei seauton: concete a ti mismo, que recuerda una idea parecida. Conocerse bien a uno mismo representa un primer e importante paso para lograr ser artfice de la propia vida, y quiz por eso se ha planteado como un gran reto para el hombre a lo largo de los siglos.

La observacin de uno mismo permite separarse un poco de nuestra subjetividad, para as vernos con un poco de distancia, como suele hacer el pintor de vez en cuando para observar cmo va quedando su obra.

Observarse a uno mismo es como asomar la cabeza por encima de lo que nos est ocurriendo, y as no sumergirnos del todo en el torrente de nuestra vida. De esta manera, podemos tener una mejor conciencia de cmo somos y qu nos pasa. Por ejemplo, es diferente estar fuertemente enfadado, sin ms, a estarlo pero dndose uno cuenta de que lo est, es decir, teniendo una conciencia autorreflexiva que nos dice: Ojo con lo que haces, que ests muy enfadado.

Advertir cmo estamos emocionalmente es el primer paso hacia el gobierno de nuestros propios sentimientos. Tomar conciencia de que estamos siendo dominados por sentimientos negativos suele llevarnos a activar de inmediato nuestro intento de sobreponernos. Por esa razn, comprender bien lo que nos pasa tiene un poderoso efecto sobre esos sentimientos perturbadores que nos invaden, y nos brinda la oportunidad de poner esfuerzo por superarlos.

Observar el comportamiento propio y ajeno

El conocimiento propio constituye un punto clave para la formacin y educacin del carcter. Y podra aadirse que esa autocomprensin de la vida propia saber lo que realmente nos pasa y por qu nos pasa est muy relacionada con nuestra capacidad de comprender bien a los dems. En este sentido, es muy til desarrollar la capacidad de observacin del comportamiento propio y ajeno: la literatura o el cine, por ejemplo, pueden ensear mucho tambin a conocerse a uno mismo y a los dems, cuando sus autores son buenos conocedores del espritu humano y saben reflejar bien el mundo interior de las personas.

Como es natural, no se trata de desarrollar un afn de malsana introspeccin psicolgica, sino de poner los medios necesarios para evitar el riesgo de vivir con uno mismo como con un desconocido. Conocerse bien es un buen modo de combatir la inestabilidad que produce dejarse arrastrar en unas ocasiones por ensoaciones y fantasas (sobrevalorando las propias posibilidades personales en momentos de euforia), y, en otras, quedarse a merced del pesimismo o la indecisin (subestimando esas capacidades cuando vienen circunstancias adversas).

Facetas de la personalidadPara facilitar el propio conocimiento, resulta til analizar los mltiples elementos que interaccionan en nuestra vida y sobre los que debemos actuar en el proceso ordinario de la propia maduracin personal: el propio carcter con todos sus aspectos afectivos, el proyecto de vida profesional, las relaciones familiares y de amistad, la salud, nuestra resistencia fsica y psquica, etc.

Es lgico que, a lo largo de la vida, algunas de esas variadas facetas, pocas o muchas, puedan pasar por momentos de conflicto, ms o menos importantes. Pueden ser cuestiones profesionales (dificultades para obtener o mantener determinado nivel profesional, de entendimiento con sus jefes o compaeros, fracasos debidos a los propios errores o a la superioridad de los competidores, situaciones de paro o de insatisfaccin laboral, etc.); problemas de salud, que limitan de modo transitorio o permanente la propia capacidad, y que pueden ir acompaados de un serio sufrimiento fsico o psquico; problemas en la vida afectiva y la convivencia ordinaria (diferencias de criterio entre los cnyuges, o entre padres e hijos, etc.); o toda la problemtica especfica que puede plantear la madurez, la jubilacin, la ancianidad; etc.

Y de la misma forma que, por ejemplo, una falta concreta de salud, por muy localizada que est en un punto determinado del cuerpo, acaba produciendo de ordinario una sensacin generalizada de malestar en toda la persona, incluso con repercusiones en su carcter o en su relacin con los dems, tambin un problema grave en cualquiera de las otras facetas de la vida por ejemplo, en la vida profesional, o en la familia puede producir un efecto que trascienda esa faceta y provoque otros problemas en cadena: trastornos de carcter, retraimiento o agresividad en la relacin con los dems, o incluso si los problemas son subjetivamente importantes propensin a algunas enfermedades.

Culpas equivocadasEsto hace que, si falta la necesaria madurez y conocimiento propio, algunos problemas de una faceta de la vida se acaben achacando a otra que en realidad no tiene la culpa, o al menos tiene muy poca.

As, una persona puede culpar a su cnyuge o a sus hijos o a sus padres de la frustracin que siente, cuando en realidad ese sentimiento se debe sobre todo a una razn de tipo profesional, o de falta de madurez afectiva; o puede culpar a su situacin profesional de padecer un fuerte sentimiento de insatisfaccin, que en el fondo se debe a la natural prdida de capacidad o de salud que sobreviene con motivo de la edad o de los ciclos naturales de nimo que la vida imprime; o puede achacar a determinados defectos de las personas con que convive lo que en realidad se debe a un enrarecimiento del propio carcter que debiera acometer con toda sinceridad y prontitud.

Aceptar la propia culpaTodos sabemos tambin que la tendencia a proyectar fuera de nosotros la solucin de los problemas que experimentamos (habituarse a echar la culpa a otros de todo lo malo que nos sucede) suele ser una estrategia engaosa y un sntoma de poca madurez. Es cierto que las circunstancias ajenas siempre pueden ayudarnos a resolver y superar nuestros problemas, pero no debemos dimitir ni total ni parcialmente del amplsimo margen de responsabilidad que tenemos sobre nuestra vida, que es propio y exclusivo de cada uno.

Tampoco debe olvidarse que la pereza y la comodidad con todo el lastre interior que pueden llegar a tener en nuestra vida, tratan de imponernos la ley del mnimo esfuerzo. Por eso, cuando sentimos desgana para afrontar una tarea que nos resulta costosa, es preciso identificar claramente su origen y reconocerlo como lo que es: cansancio razonable que exige descanso, o pereza que hemos de superar; pero no interpretar equivocadamente la desgana como carencia de aptitudes, para justificar as nuestra falta de esfuerzo o dispensarnos de nuestras obligaciones.

Resolver los problemasAdems, esos problemas sern de ms o menos importancia, y de solucin ms o menos fcil, y a un plazo mayor o menor. Hemos de buscar posibles modos de resolverlos, al menos hasta donde nos sea posible, pues tampoco podemos ignorar que en ocasiones slo podremos minimizar sus consecuencias negativas y aprender a convivir con ellos (pinsese, por ejemplo, en enfermedades crnicas, fuertes reveses econmicos o profesionales cuya solucin queda fuera de nuestro alcance, problemas serios de relacin con personas que tenemos necesidad de tratar, etc.).

Un profundo y certero conocimiento de un mismo, contrastado por la observacin atenta del propio comportamiento externo y de las reacciones interiores, y enriquecido por el consejo de quienes nos conocen y aprecian, nos permitir identificar con acierto el verdadero origen de las perturbaciones que inevitablemente experimentaremos siempre a lo largo de nuestra vida.

Proceso abiertoEl propio conocimiento es un proceso abierto, que no se termina nunca, pues la vida es esencialmente dinmica, y exige siempre una atencin diligente. Todo lo dicho hasta ahora en este captulo busca resaltar la importancia que para la formacin del carcter y los sentimientos tiene el conocimiento propio, que es puerta de la verdad, y que, cuando falta, hace que no se pueda ser sincero con uno mismo por mucho que se quiera.

Discernir los propios sentimientos

Querer ver qu es lo que nos sucede y quererlo de verdad, con sinceridad plena supone siempre un paso decisivo en el conocimiento propio. Porque encontrar escapatorias cuando no quiere mirar dentro de uno mismo es la cosa ms fcil del mundo. Siempre existen causas exteriores a las que culpar, y por eso hace falta cierta valenta para aceptar que quiz la culpa, o la responsabilidad, es quiz nuestra, o al menos una buena parte de ella.

Esa valenta personal es imprescindible para avanzar con acierto en el camino de la verdad, aunque a veces se trate de un recorrido que puede hacerse muy cuesta arriba. No percibir con ecuanimidad los propios sentimientos supone fcilmente quedar a su merced.

Querer verAunque no los advirtamos expresamente, tambin puede haber sentimientos que fluyen de forma casi inconsciente, y que pueden tener bastante influencia en nuestra forma de percibir las cosas o de reaccionar ante determinados estmulos.

Pinsense, por ejemplo, en el caso de alguien que haya tenido un encuentro desagradable y que luego permanece irritable durante muchas horas, sintindose molesto por el menor motivo y respondiendo de mala manera a la menor insinuacin.

Esa persona puede ser muy poco consciente de su susceptibilidad, e incluso sorprenderse y molestarse de nuevo si alguien se lo hace notar, aunque a los dems resulte bien patente que sus ariscas respuestas se deben a esos sentimientos que brotan en su interior como consecuencia de aquel encuentro desagradable.

Sentimientos poco conscientesUna buena parte de nuestra vida emocional tarda en aflorar a la superficie. Hay sentimientos que no siempre llegan a cruzar el umbral de la conciencia. Por eso, ganar en conocimiento propio nos permite desplazar la frontera de los sentimientos plenamente conscientes, y supone un poderoso medio para mejorar el carcter.

Una vez que tomamos conciencia de cules son los verdaderos sentimientos que pugnan por salir a la superficie de nuestra conciencia, podemos evaluarlos con mayor acierto, decidir dejar a un lado unos y alentar otros, y as actuar sobre nuestra visin de las cosas y nuestro estado de nimo. No hay que olvidar que en esto es, entre otras cosas, como se manifiesta que somos seres inteligentes.

Dirigir la propia vidaLas personas que tienen un conocimiento ms certero de sus sentimientos suelen dirigir mejor sus vidas, ya que tienen un conocimiento ms real de s mismas. Eso les permite apoyarse en sus puntos fuertes para actuar sobre sus puntos dbiles, y as reforzarlos. Y esa potente luz que ilumina sus vidas les permite desenvolverse con acierto a la hora de tomar decisiones, tanto las ms sencillas de la vida diaria como las ms importantes (con quin casarse, qu modelo de familia y de educacin adoptar, qu camino tomar en la vida profesional, etc.).

Conscientes, pero sin recursos

Hay muchas personas que son plenamente conscientes de su estado emocional negativo, y sin embargo no logran salir de l. Son personas que se sienten desbordadas por sus propios sentimientos. Se dan cuenta de que estn pesimistas, malhumoradas, susceptibles o abatidas, pero se consideran incapaces de escapar de ese estado. Son conscientes de su situacin, pero de un modo vago, y es precisamente su falta de perspectiva sobre esos sentimientos lo que les hace sentirse abrumadas y como perdidas; y por eso piensan que no pueden gobernar su vida emocional y no hacen casi nada eficaz por salir del agujero en que se encuentran.

Hay otras personas que son bastante ms conscientes de lo que les sucede, pero su problema est en que tienden a aceptar pasivamente esos sentimientos. Son proclives a estados de nimo negativos, y se limitan a aceptarlos resignadamente, con una actitud rendida, de dejarse llevar por ellos, y no se esfuerzan por cambiarlos a pesar de lo molesto que les resulta sobrellevarlos.

En cambio, las personas que perciben con verdadera claridad lo que les sucede suelen alcanzar una vida emocional ms desarrollada. Son personas ms autnomas, ms seguras, ms positivas; y cuando caen en un estado de nimo negativo no le dan vueltas obsesivamente, ni lo aceptan de modo pasivo, sino que saben cmo afrontarlo y no tardan en salir de l. Su ecuanimidad en el conocimiento propio les ayuda enormemente a gobernar con eficacia sus sentimientos.

Saber expresar lo que sentimosCuando logramos expresar en palabras lo que sentimos, damos un gran paso hacia el gobierno de nuestros sentimientos. La conciencia emocional es muy intensa en unas personas, mientras que en otras es mucho ms moderada. Hay algunas personas, por ejemplo, que ante una situacin de peligro reaccionan con asombrosa serenidad. Otros, en cambio, pueden quedarse consternados y hundidos durante varios das simplemente porque se les ha extraviado un bolgrafo o porque su equipo ha perdido un partido en la liga de ftbol.

Experimentar sentimientos intensos no es algo negativo. Es cierto que el exceso de sensibilidad emocional puede llevarnos a autnticas tormentas afectivas positivas o negativas, de exaltacin o de depresin, y eso tiene muchos peligros; pero tampoco puede ponerse como ideal la indolencia de quienes apenas experimentan sentimientos intensos ni en las circunstancias ms extremas, porque eso les lleva a ser personas sosas y blandas, montonas.

Es preciso alcanzar un sensato equilibrio que reserve a cada momento los sentimientos ms adecuados.

Incapacidad de reconocer y expresar los sentimientosLos desequilibrios emocionales, tanto por exceso en las tormentas afectivas como por defecto en la indolencia o impasibilidad emocional, muchas veces tiene su origen ltimo en que esas personas no saben expresar bien sus propios sentimientos, y ese inconveniente les ha llevado a educarlos de manera deficiente.

No es que tengan escasa capacidad afectiva, sino que son incapaces de reconocer sus sentimientos y manifestarlos con la suficiente fluidez. Cuando hablan de s mismas, difcilmente logran decir algo distinto de si se sienten bien, mal o muy mal. Les resulta difcil hablar de esas cuestiones, y manejan un vocabulario emocional sumamente reducido.

Traducir los sentimientosNo es que no sientan, es que no logran discernir bien lo que bulle en su interior, y mucho menos traducirlo en palabras. Parecen ignorar el verdadero motivo de fondo de sus problemas. Perciben sus sentimientos como un desconcertante manojo de tensiones, que les hace sentirse bien o mal, pero no logran explicar qu tipo de bien o de mal es el que sienten.

Esa confusin emocional nos hace vislumbrar un poco la grandeza del poder del lenguaje.

Pensar sobre los sentimientosPara poder educar los sentimientos es preciso saber qu sucede en nuestro mundo afectivo, para despus intentar explicarlo, buscar sus causas, sus leyes, sus regularidades, e intentar finalmente sacar alguna idea en limpio para mejorar en la educacin de nuestra afectividad.

Siempre se ha dicho que si no comprendes bien una cosa, lo mejor que puedes hacer es intentar comenzar a explicarla. Por ejemplo, cualquier profesor de matemticas ha experimentado muchas veces la dificultad para hacer comprender a sus alumnos los puntos ms complejos de la asignatura. Son momentos en que uno se encuentra muy limitado, cuando comprueba que no es nada sencillo transmitir conceptos que requieren un considerable grado de familiaridad con la materia y de capacidad de abstraccin. Sin embargo, a medida que avanza el desarrollo de la clase, y se abordan una y otra vez esos conceptos desde perspectivas diferentes, las ideas se van precisando, surgen pequeas o grandes iluminaciones, van cayendo barreras hasta llegar al meollo del problema.

Por eso, una buena forma de avanzar en ese camino de autoconocimiento es pensar, leer y hablar sobre los sentimientos. Al hacerlo, nuestras ideas se van destilando, y sern cada vez ms precisas y certeras.

Cmo hacerlo? Hay infinidad de caminos. En esta ocasin podemos proponernos uno muy sencillo.

Antes hemos hablado de cmo la perdicin de muchas personas consiste en que echan la culpa siempre a otros de todo lo malo que les sucede, y as nunca se plantean seriamente cambiar ellas mismas.

A esa trrida y paralizante costumbre, podramos aadir otra, no menos peligrosa, en la que tambin resulta bastante fcil caer: la tendencia a proyectar en los dems nuestros propios defectos.

En ambos casos, se trata de fenmenos que, como suele suceder con todo lo relativo al conocimiento de las personas, se advierten con ms facilidad en otros que en uno mismo. No es difcil, por ejemplo, ver a una persona muy egosta que se lamenta del egosmo de los dems y dice que nadie le ayuda; o a uno que siempre se est quejando y encima protesta de que otros a veces se quejen; o a un charlatn agotador que protesta de que otro habla demasiado; o al tpico irascible que critica el mal genio de los dems.

Con slo prevenirnos contra estos dos errores que en el fondo son muy parecidos, podemos avanzar mucho en esa importante tarea que es el propio conocimiento. Se trata de procurar ver las cosas buenas de los dems, que siempre hay, y aprender de ellas; y cuando veamos sus defectos, o algo que nos parece a nosotros que son defectos, pensar si no los hay esos mismos tambin en nuestra vida.

Algunos ejemplosPara concretar un poco, puede ser til considerar algunos rasgos de carcter relacionados con la educacin de los sentimientos:

timidez, temor a las relaciones sociales, apocamiento;

irascibilidad, susceptibilidad, tendencia exagerada a sentirse ofendido;

tendencia a rumiar en exceso las preocupaciones, refugiarse en la soledad o en una excesiva reserva;

perfeccionismo, rigidez, insatisfaccin;

falta de capacidad de dar y recibir afecto;

nerviosismo, impulsividad, desconfianza;

pesimismo, tristeza, mal humor;

recurso a la simulacin, la mentira o el engao;

gusto por incordiar, fastidiar o llevar la contraria; tozudez;

exceso de autoindulgencia ante nuestros errores; dificultad para controlarse en la comida, bebida, tabaco, etc.;

tendencia a refugiarse en la ensoacin o la fantasa; dificultad para fijar la atencin o concentrarse;

excesiva tendencia a requerir la atencin de los dems; dependencia emocional;

hablar demasiado, presumir, exagerar, fanfarronear, escuchar poco;

resistencia a aceptar las exigencias ordinarias de la autoridad;

tendencia al capricho, las manas o la extravagancia;

resistencia para aceptar la propia culpa, o sentimientos obsesivos de culpabilidad;

falta de resistencia a la decepcin que conlleva el ordinario acontecer de la vida; no saber perder o no saber ganar;

dificultad para comprender a los dems y hacernos comprender por ellos;

dificultad para trabajar en equipo y armonizarse con los dems; etc.

Mejoraremos procurando conocernos, y conociendo en especial cules son nuestros defectos dominantes. Mejoraremos escuchando de buen grado la crtica constructiva que nos vayan haciendo con cualquier ocasin: y a eso se aprende slo cuando uno es capaz de decirse a s mismo las cosas, cuando es capaz de decirse las verdades a uno mismo.

Controlar los propios sentimientos

Alfonso Aguil, Revista "Hacer Familia", VI.97Coleccionable "Educar los sentimientos", captulo n 2

Hemos recalcado bastante que conocerse bien a uno mismo es una capacidad bsica para poder despus controlar nuestros sentimientos y as adecuarlos a la situacin en que nos encontramos. El dominio propio que ha sido altamente valorado desde los tiempos de Platn nos permite afrontar los contratiempos emocionales que la vida nos depara de continuo, y nos emancipa de la esclavitud de las pasiones.

Aristteles resalt la importancia de alcanzar un equilibrio que llevara a albergar los sentimientos ms apropiados a cada situacin, es decir, los que estn ms en consonancia con las circunstancias de ese momento. Tan equivocado sera acallar las emociones (lo que conducira al embotamiento y la apata), como su expresin desenfrenada (que degenerara con facilidad en arranques de ansiedad o angustia, agitacin desmesurada, arrebatos de clera o estados depresivos).

La capacidad de tranquilizarse a uno mismo, de luchar contra la ansiedad o las preocupaciones inoportunas, de superar la tristeza o la susceptibilidad, son cualidades decisivas en la educacin sentimental de una persona, y decisivas para el resultado de su vida.

Quienes no han desarrollado de modo suficiente esas capacidades tienen que batallar de continuo contra las tensiones desagradables que producen esos sentimientos espontneos, mientras que quienes han logrado un nivel aceptable en el gobierno de esas emociones se recuperan en seguida de los contratiempos que inevitablemente nos trae el acontecer diario de nuestra vida.

La espiral de la preocupacin

La preocupacin es un fenmeno natural en todas las personas, y sin duda muy til para muchas cosas. El problema es que, sino se mantiene dentro de unos lmites razonables, puede desarrollarse hasta extremos dainos y hacer que la mente se obsesione y comience a dar vueltas y ms vueltas, una y otra vez, a una serie interminable de preocupaciones concatenadas.

No es que la preocupacin sea negativa de por s. Como han sealado Lizabeth Roemer y Thomas Borkovec, de la Universidad de Pennsylvania, la preocupacin resulta imprescindible para la reflexin constructiva, y sirve para alertar ante un peligro potencial y facilitarnos la bsqueda de soluciones. La preocupacin es, por tanto, esencial para la supervivencia y la dignidad del hombre.

Ruido de fondo emocionalSin embargo, cuando la preocupacin se hace crnica y reiterativa, cuando se repite continuamente sin aportar ninguna solucin positiva, entonces produce un constante ruido de fondo emocional: parece no proceder de ninguna parte, es incontrolable, genera un murmullo constante de ansiedad, se muestra impermeable al razonamiento y encierra a la persona preocupada en una actitud rgida en torno al asunto que le preocupa.

Cuando el crculo vicioso de la preocupacin se intensifica y persiste, ensombrece el hilo argumental de la mente y puede conducir, en los casos ms graves, a trastornos nerviosos de diverso gnero: fobias (cuando la ansiedad se fija en una intensa aversin hacia situaciones o personas), obsesiones (cuando se centra en impedir algn posible desastre o alcanzar un objetivo), o crisis de pnico (ante un riesgo fsico, o al tener que aparecer en pblico, etc.).

Otros ejemplos tpicos son los casos de personas aprensivas (ms o menos obsesionadas por su salud); de personas ms o menos obsesionadas por el orden o la limpieza, o por su imagen, o por su peso o su forma fsica; o de personas que sufren insomnio como consecuencia de pensamientos intrusivos o preocupaciones no bien abordadas; etc.

Velocidad de vrtigoLo comn a todas estas situaciones es la falta de control sobre la espiral de la preocupacin. Esa espiral suele comenzar por un relato interno, que luego va saltando de un tema a otro, a una velocidad que puede llegar a ser vertiginosa. Cuando la preocupacin se hace crnica, esas personas no pueden dejar de estar preocupadas y no consiguen relajarse. Y en lugar de buscar una posible salida a ese ciclo de ideas reiterativas, se limitan a dar vueltas y ms vueltas en torno a ellas, profundizando as el surco del pensamiento que les inquieta.

Esa especie de adiccin mental se debe quiz a que mientras la persona est inmersa en esos pensamientos recurrentes, escapa de su sensacin subjetiva de ansiedad: cede a la tentacin de perderse en una interminable secuencia de preocupaciones, en las que se refugia, y que le envuelven en una especie de neblina que le narcotiza. El hecho es que esa especie de adiccin se produce si no logra salir del crculo vicioso en el que la preocupacin tiende a introducirnos.

Tambin aqu es importante conocerse bien a uno mismo, para detectar el fenmeno y cortar con esa tendencia desde sus inicios.

Cuando una persona se encuentra metida de lleno en esa espiral de la preocupacin, ha de procurar adoptar una actitud crtica hacia lo que constituye el origen de su preocupacin, y preguntarse bsicamente tres cosas:

Cul es la probabilidad real de que eso suceda?

Qu es razonable que haga yo para evitarlo?

De qu me est sirviendo darle vueltas de esta manera?

As, con una mezcla de atencin y de sano escepticismo, se puede ir frenando la ansiedad y salir poco a poco del crculo vicioso en que tiende a aprisionarnos.

El control de la tristezaEs cierto que puede haber momentos en que la tristeza sea la reaccin ms natural y adecuada: por ejemplo, ante el fallecimiento de un ser querido, o ante alguna otra prdida irreparable. En esos casos, la tristeza proporciona una especie de refugio reflexivo, de duelo necesario para asumir esa prdida y ponderar su significado.

Sin embargo, la tristeza comn, esa melancola que lleva a las personas a estar abatidas, a aislarse de los dems y hundirse bajo el peso de la soledad o el desamparo, es quiz el sentimiento de que la gente ms desea despojarse.

Grado de obsesinUno de los principales determinantes de la duracin y la intensidad de un estado de tristeza es el grado de obsesin que se tenga ante la causa que la ha producido. Preocuparse ms de lo debido por esa causa, slo hace que la tristeza se agudice y se prolongue ms an. Aislarse, dar vueltas a lo mal que nos sentimos, o pensar en los nuevos males que nos pueden sobrevenir, suelen ser tambin excelentes maneras de prolongar ese estado.

De modo anlogo a lo que decamos al hablar sobre el enfado o sobre la espiral de la preocupacin, la mejor terapia contra la tristeza es reflexionar sobre sus causas, para as buscar remedio en la medida que podamos. Se trata de aprender a abordar los pensamientos que se esconden en el mismo ncleo de lo que nos entristece, cuestionar su validez y considerar alternativas ms positivas.

Luchar contra la tristezaTambin la distraccin es una buena forma de alejar esas ideas recurrentes, sobre todo cuando esos pensamientos ms o menos depresivos tienen un carcter automtico e irrumpen en la mente de modo inesperado, sin una causa directa clara. De todas formas, es preciso hacer esto con medida, pues el recurso inmoderado a la distraccin suele ser perjudicial: por ejemplo, los telespectadores empedernidos y en menor nmero, tambin los lectores empedernidos suelen concluir sus maratonianas sesiones con un mayor sentimiento de tristeza y de frustracin que al comenzar.

Otro modo de variar el estado de nimo es actuar sobre las asociaciones de ideas que se producen en nuestra mente. Como ha sealado Richard Wenzlaff, de la Universidad de Texas, las personas contamos con un gran repertorio de pensamientos negativos que acuden a nuestra mente con mayor facilidad cuando estamos con un bajo estado de nimo.

Las personas ms proclives a la tristeza suelen haber establecido fuertes lazos asociativos entre esos pensamientos y las cosas que les suceden en la vida ordinaria: tienden a distraerse asociando esos pensamientos, saltando de uno a otro, con lo que slo consiguen ahondar el surco de su tristeza o su tendencia a enjuiciar las cosas de modo negativo. Cortar esas cadenas de negros pensamientos es una de las formas ms eficaces de salir del crculo vicioso de la tristeza.

Otro punto de vistaHay otras muchas formas de abordar la tristeza. Por ejemplo, esforzarnos por ver las cosas desde una ptica diferente, ms positiva: quiz eludir los engaosos pensamientos autocompasivos, vislumbrar lo positivo que puede haber detrs de lo que vemos tan negativo, pensar que muchas otras personas conllevan bien situaciones que son objetivamente mucho peores, etc.

Tambin puede resultar eficaz acometer pequeas tareas pendientes (algunos trabajos domsticos, por ejemplo, y mejor si suponen preocupacin por los dems), que nos distraigan y adems nos hagan gozar de la satisfaccin del deber cumplido. En este sentido, pensar en los dems es, con mucho, la mejor terapia, pues la tristeza se alimenta con frecuencia de preocupaciones que giran en torno al egosmo, y el hecho de ayudar a los dems algo recomendable para cualquier persona, est triste o alegre tiene el benfico efecto, entre otros muchos, de contribuir a que nos desembaracemos un poco de nuestro egosmo.

El proceso del enfado

Supongamos el ejemplo es de Daniel Goleman que otro conductor se aproxima peligrosamente a nosotros en medio del intenso trfico de la circulacin urbana, y su maniobra nos obliga a dar un golpe de volante y un fuerte frenazo para lograr esquivarlo. Cul es nuestra reaccin?

Es posible que nuestro primer pensamiento sea: Este imbcil, casi choca conmigo. No sabe por dnde va!. Y quiz vaya seguido de otros pensamientos ms duros y hostiles, que pueden transformarse en frases, gestos o incluso en gritos. Y como resultado de ese pequeo incidente, sufrimos una fuerte descarga de adrenalina, una crispacin y un mal humor que puede durarnos unos pocos minutos..., a no ser que explote nuestra rabia y hagamos algo que dispare nuestro mal genio y las cosas pasen a ser ms serias.

Comparemos ahora esa reaccin con otra ms serena, o con un poco de sentido del humor: Vaya, parece que no me ha visto. Se ve que lleva prisa, parece que va a apagar un fuego. Este estilo de reaccin atempera nuestro primer pensamiento de clera mediante la comprensin o el buen humor, y detiene la escalada del enfado.

No siempre es malo enfadarseEl enfado no tiene por qu ser malo siempre. Alguna vez convendr exteriorizar nuestra indignacin para remarcar una actitud de reprobacin que consideramos conveniente mostrar, pero la mayora de las veces el problema es que la rabia escapa a nuestro control. Como escribi Benjamin Franklin, siempre hay razones para estar enfadados, pero esas razones rara vez son buenas.

Como ha sealado Diane Tice, el enfado es un estado de nimo que tiende a ser persistente y difcil de controlar. Produce un monlogo interior que si no se sabe controlar busca con insistencia argumentos para justificar el hecho de haberlo descargado sobre alguien. El enfado tiende a ser energetizante e incluso euforizante.

Descargar el enfadoMuchas personas piensan que a veces es mejor descargar el enfado que quedrselo dentro, y es cierto que a veces puede ser as, pero es dudoso que esa terapia sea eficaz de modo general, porque creer que descargar el enfado tiene efectos liberadores es sumamente peligroso.

Lo normal es que la catarsis el hecho de dar rienda suelta a nuestro enfado, aunque al principio parezca proporcionar un cierto alivio o satisfaccin, haga poco o nada por mitigar los efectos del enojo. Es verdad que hay excepciones, y a veces resulta necesario expresar con rotundidad el enfado, e incluso puede resultar sumamente pedaggico (por ejemplo, para restaurar la autoridad, o para mostrar la gravedad de una situacin); sin embargo, dada la naturaleza altamente inflamable de la ira, eso es bastante ms difcil de hacer que de decir: mantenerse dentro de los lmites razonables de un enfado es algo que a pocas personas resulta posible.

Las ms de las veces casi todas, descargar el enfado nos lleva a decir y hacer cosas de las que si somos sinceros con nosotros mismos nos habremos arrepentido al poco tiempo. En los momentos de enfado se piensan, se dicen y se hacen cosas que producen heridas que no tienen arreglo, o resulta muy difcil.

Descargar el enfado puede llevarnos a decir o hacer cosas que resultan totalmente contraproducentes. Y esto es as porque uno de los mayores peligros del enfado es la facilidad con que puede llegar a un nivel en que se produce un verdadero golpe de estado al gobierno de nuestra persona.

En forma menos drstica, aunque quiz no siempre menos intensa, es algo que nos sucede a todos con cierta frecuencia. Basta pensar en las veces en que uno puede haber perdido el control de s mismo al enfadarse con su cnyuge, su hijo, un compaero de trabajo, el conductor de otro vehculo, o quien sea. En esos momentos se pueden decir y hacer cosas que, consideradas poco tiempo despus, vemos que fueron completamente desproporcionadas y contraproducentes.

Expresar abiertamente el enfado?Por esa razn, lo normal es que expresar abiertamente el enfado sea una de las peores maneras de tratarlo, puesto que los arranques de ira incrementan la excitacin emocional y prolongan su duracin. Es mucho ms eficaz tratar de calmarse.

Y esto es no simplemente reprimirlo, sino buscar una salida. No se trata de enterrarlo sin ms, ni de dejarse arrastrar por l, sino de procurar tranquilizarse y buscar una solucin del modo ms positivo que sea posible.

Es cierto que no es fcil tranquilizarse cuando a uno le han enfadado, pero hay modos ms o menos eficaces de intentarlo, que iremos viendo.

Socavar las convicciones del enfadoPor ejemplo, la cadena de pensamientos hostiles que alimenta el enfado nos proporciona una clave para ver cmo podemos calmarlo.

En primer lugar, debemos tratar de socavar las convicciones que alimentan el enfado, porque, de lo contrario, cuantas ms vueltas demos a los motivos que justifican nuestro enojo ms justificaciones encontraremos para seguir enfadados o enfadarnos an ms. Los pensamientos hostiles obsesivos son como la lea que alimenta el fuego de la ira, un fuego que slo podremos extinguir contemplando las cosas desde una perspectiva diferente. Por eso, uno de los remedios ms poderosos para acabar con el enfado consiste en volver a encuadrar la situacin en un marco ms positivo.

Llegar a tiempo

El momento la escalada del enfado en que intervenimos es decisivo: cuanto antes lo hagamos, mayores probabilidades de atajarlo tendremos. El enfado puede apagarse en sus primeros chispazos, antes de que se aviven las llamas, si damos con un pensamiento eficaz que logre contenerlo antes de exteriorizarlo.

Se trata de buscar alguna explicacin que nos ayude a reconsiderar las cosas, o que satisfaga de alguna manera nuestra perplejidad inicial. Por ejemplo, pensar que la persona que nos ha molestado est cansada, o sometida a unas tensiones que la estn desquiciando, o que es vctima de su mal carcter y no sabe medir bien sus palabras; o recordar que ya otras veces nos hemos enfadado en situaciones parecidas y despus lo hemos lamentado a los pocos minutos; etc.

Poner tierra por medioAlejarse un poco de la causa del enfado tambin ser generalmente positivo, al menos hasta que la primera reaccin de enfado se haya disipado. Por ejemplo, en el caso de una discusin, conviene que la persona agraviada se separe de la causante de su enojo, y procure centrar su atencin sobre otros asuntos y as frenar la escalada de pensamientos hostiles hacia ella.

El poder de la distraccin

Aunque parezca un remedio muy simple, distraerse es un excelente recurso para desactivar el enfado, puesto que es difcil seguir enfadado cuando uno est enfrascado en otras cosas o se lo est pasando bien.

A unas personas les ayuda quedarse a solas mientras tiene lugar ese proceso de enfriamiento, o dar un paseo, o hacer deporte. Sin embargo, sera intil si emplean ese tiempo en seguir alimentando la cadena de pensamientos irritantes, ya que seran nuevos estmulos para sucesivos brotes de enfado.

El poder que la distraccin tiene contra el enfado consiste en poner fin a esa cadena de pensamientos irritantes. Por eso, apartar lo ms posible el pensamiento que causa el enfado y fijar la mente en otras cosas (leer, charlar, ver una buena pelcula, o lo que sea), puede resultar muy eficaz.

El origen y la escalada del enfado

Segn unos estudios de Dolf Zillmann, en la Universidad de Alabama, el enfado suele tener su origen en la sensacin de hallarse amenazado. Una amenaza que puede ser fsica o psicolgica sentirse menospreciado, frustrado, etc., y que llega a producir una descarga corporal de catecolaminas, ms o menos intensa segn la magnitud del enfado, y que cumple la funcin de generar un acceso puntual y rpido de la energa necesaria para la lucha o para la huida.

Difusa hipersensibilidadParalelamente, se produce una descarga de adrenalina en nuestro sistema nervioso, que provoca una excitacin generalizada que puede perdurar minutos, horas, o incluso das, manteniendo una difusa hipersensibilidad que predispone a nuevas excitaciones. Esto hace que las personas suelan estar ms predispuestas a enfadarse una vez que ya han sido provocadas, estn ligeramente excitadas o se encuentren ms cansadas.

De este modo, despus de un largo da de trabajo, una persona se sentir especialmente predispuesta a enfadarse en su casa por las razones ms insignificantes el ruido o del desorden de los nios, o cualquier pequea contrariedad, aun siendo motivos que en otras circunstancias no tendran entidad suficiente para provocar esas reacciones.

Nuevas irritacionesEl enfado suscita una excitacin que tiene a disiparse lentamente. Si durante esa etapa de paulatina desactivacin del enfado se presenta una nueva provocacin lo cual es fcil que suceda, debido a la hipersensibilidad propia de esos momentos, se producir una segunda descarga, antes de que la anterior se haya disipado. Como es natural, este proceso puede repetirse, y cada descarga cabalga a lomos de las anteriores, incrementando la escalada del enfado. Cualquier pensamiento perturbador que se produzca durante ese proceso provocar una irritacin mucho ms intensa que si se hubiera producido fuera de l.

Una vez envuelto en esa dinmica del enfado, si no se pone un serio esfuerzo por salir de ella, ir aumentando la temperatura emocional hasta desembocar fcilmente en un estallido de ira.

Conciencia del enfadoSi una persona no se acostumbra a darse cuenta de que en determinado momento est siendo absorbido por ese remolino del enfado (o se da cuenta pero no pone el esfuerzo necesario para eludirlo), se sentir entonces incapaz de perdonar, sus razonamientos girarn primero en torno al agravio y al resentimiento, y despus en torno a la represalia y el rencor, sin llegar a valorar bien las consecuencias de sus palabras o sus actos. Y ese alto nivel de excitacin alimentar un sentimiento de agresividad, que puede llevar a respuestas de carcter primario e incluso brutal.

Para atajar ese proceso, lo ms eficaz es tener un buen conocimiento de uno mismo, de manera que sepamos bien cules son los tipos de pensamientos a los que somos ms sensibles, para estar atentos a los primeros sntomas del enfado.

Aprender a motivarse

Alfonso Aguil, Revista "Hacer Familia", VII-VIII.97Coleccionable "Educar los sentimientos", captulo n 3

En cualquier mbito profesional, es fcil observar cmo hay personas que sobresalen por su constancia y dedicacin al trabajo, y esto hace que superen a otros compaeros que poseen un coeficiente intelectual bastante ms alto. Por qu sucede esto? Por qu unos mantienen ese esfuerzo durante aos y otros no lo logran, aunque tambin lo deseen?

Casi todas las personas desearan llegar a una cota profesional ms alta, y la mayora de ellas tienen capacidades naturales suficientes para lograrlo. Por qu unos logran transformar esa meta a largo plazo en una motivacin diaria que les hace vencer las inercias de la vida, y otros, en cambio, no lo logran?

Por qu unos nios estudian con constancia sin que parezca costarles mucho, y otros, por el contrario, no hay manera de que aguanten ms de unos minutos delante de los libros, aunque se les castigue o se les hable con claridad, serenamente, de las negativas consecuencias que su pereza va a traerles?

Parece claro que hablamos de algo que no es cuestin de coeficiente intelectual, pues es fcil observar que no coinciden las personas ms esforzadas con las de mayor coeficiente intelectual: hay personas inteligentsimas que son muy perezosas, y hay personas de muy pocas luces que muestran una constancia admirable. Por qu?

Hay toda una serie de factores emocionales que refuerzan el entusiasmo y la tenacidad de esas personas frente a los contratiempos normales de la vida. Hay un algo que les hace sentirse motivados, que les permite obtener satisfaccin donde otros no encuentran o no ponen ninguna ilusin; o, al menos, un algo que les permite aplazar esa satisfaccin.

La motivacin implica siempre un aplazamiento, supone esforzarse ahora con el fin de lograr ms adelante un objetivo que consideramos valioso. Algo muy relacionado con lo que algunos han llamado capacidad de demorar la gratificacin.

La capacidad de demorar la gratificacin abre la puerta a otras muchas capacidades de enorme trascendencia para la vida, pues las personas con un buen dominio sobre sus impulsos sern siempre personas mucho ms equilibradas, eficaces y serenas.

Nos planteamos: qu motivos podemos tener en la vida ordinaria para luchar con constancia cada da en esa tarea de conocer y controlar nuestros propios sentimientos? La clave es encontrar cada da motivos por los que hacer las cosas.

El sentimiento de la propia eficacia

La fe de una persona en sus propias capacidades tiene un sorprendente efecto multiplicador sobre esas mismas capacidades. Quienes se sienten eficaces se recuperan ms rpido de los fracasos, no se preocupan ms de la cuenta por el hecho de que las cosas puedan salir mal, sino que las hacen lo mejor que pueden y buscando el modo de hacerlas mejor la siguiente vez.

El sentimiento de la propia eficacia tiene un gran valor estimulante. Va acompaado de un sentimiento de seguridad, que estimula la accin.

Puede parecer, a primera vista, un sentimiento un poco altivo, un poco orgulloso. Y es cierto que puede vivirse en su versin arrogante o altanera, envuelta en una actitud de cierto desprecio, o incluso de clera o de temeridad; y es verdad que hay personas que parece que slo disfrutan si consiguen dominar a los dems, y que a esas personas el sentimiento de la propia eficacia puede llevarles a comportamientos hostiles o agresivos; pero no son sas las actitudes a las que me refera.

Afortunadamente, la bsqueda del sentimiento de la propia eficacia no tiene por qu conducir a un deseo de dominacin de los dems. Tiene otras versiones ms constructivas: hace al sujeto sentirse dueo de s mismo, poseedor de habilidades y destrezas, capaz de controlar su comportamiento, dotado de facultades creadoras irrepetibles.

Como ha explicado Jos Antonio Marina, los sentimientos hacia nosotros mismos, el modo de evaluar nuestra eficacia personal, nuestra capacidad para realizar tareas o enfrentarnos con problemas, no son un sentimiento ms, sino que intervienen como ingrediente decisivo en mltiples sentimientos personales, sobre todo en los se refieren a nuestra relacin con los dems.

La propia valoracinLas personas tenemos una profunda capacidad de dirigir nuestra conducta. Anticipamos consecuencias, nos proponemos metas, y hacemos valoraciones sobre nosotros mismos, valoraciones que a veces pueden ser un poco autodestructivas. Por eso, entre los distintos aspectos del conocimiento de uno mismo, tiene una considerable influencia en la vida diaria la opinin que cada uno tenga de su eficacia personal.

Nuestra inteligencia resulta estimulada o entorpecida por esos sentimientos, que componen un campo de fuerzas animadoras o depresivas, constructivas o destructivas entre las que ha de abrirse paso un comportamiento inteligente. Y digo abrirse paso porque hay una clara diferencia entre disponer de una determinada capacidad y ser capaz de utilizarla. Por esa razn, diversas personas con recursos bastante similares o bien una misma persona en distintas ocasiones pueden mostrar un rendimiento muy diferente.

J.L.Collins investig extensamente este fenmeno. Seleccion unos cuantos nios con una autoeficacia percibida alta o baja dentro de un mismo nivel de habilidad matemtica. Entreg a los nios un nmero determinado de problemas, y comprob que los que tenan un alto sentimiento de eficacia descartaron con mayor rapidez las estrategias de resolucin incorrectas, solucionaron un mayor nmero de problemas, volvieron a insistir sobre los problemas no solucionados y los abordaron con mayor profundidad.

La eficacia en el rendimiento requiere una continua improvisacin de habilidades que permitan dominar las circunstancias cambiantes del entorno, tantas veces ambiguas, impredecibles y estresantes. El sujeto responde a ellas con sentimientos distintos, que le llevarn a la retirada o a la constancia, dependiendo de la ansiedad que le produzcan y de su capacidad para soportarla.

Acciones condicionadasLa gente teme y por tanto tiende a evitar aquellas situaciones que considera por encima de sus capacidades, y elige aqullas en las que se siente capaz de manejarse. La idea que tenemos de nosotros mismos condiciona en gran parte nuestras acciones, y tambin el tono vital pesimista u optimista con el que elegimos o confirmamos nuestras expectativas.

Por ejemplo, aquellos que se consideran poco afortunados en el trato con los dems, o se minusvaloran en su capacidad de ganarse la amistad de otros, o en sus posibilidades de cara al noviazgo, tienden a exagerar la gravedad tanto de sus propias deficiencias como de las dificultades que les presenta el entorno. Y esa autopercepcin de ineficacia o incapacidad suele ir acompaada de un aumento del miedo anticipatorio, que tiende a su vez a facilitar el fracaso. Por el contrario, cuando el sentimiento de propia eficacia es alto, el miedo al fracaso disminuye, y con l las posibilidades reales de fracasar.

La imagen refleja

La imagen que cada uno tiene de s mismo vuelvo a glosar a Jos Antonio Marina es en gran parte reflejo de lo que los dems piensan sobre nosotros; o, mejor dicho, la imagen que cada uno tiene de s mismo es en gran parte reflejo de lo que creemos que los dems piensan sobre nosotros.

No puede olvidarse que la imagen que alguien tiene de s mismo es una componente real de su personalidad, y que regula en buena parte el acceso a su propia energa interior. Y en muchos casos, no slo permite el acceso a esa energa, sino que incluso crea esa energa.

Energa interiorPuede parecer sorprendente que la imagen de uno mismo crear energa interior, pero es un fenmeno que puede observarse con claridad, por ejemplo, en los deportes. Los entrenadores saben bien que en determinadas situaciones anmicas, sus atletas rinden menos. Cuando una persona sufre un fracaso, o se encuentra ante un ambiente hostil, es fcil que se encuentre desanimado, desvitalizado, falto de energa.

Cuando un equipo de ftbol juega ante su aficin, y sta le anima con calor, los jugadores se crecen de una forma sorprendente. Tambin lo experimentan los corredores de fondo, o los ciclistas: puedes estar al lmite de tu resistencia por el cansancio de una carrera muy larga, pero una aclamacin del pblico al doblar una curva parece ponerte alas en los pies.

Valor variableNuestra energa interior no es un valor constante, sino que depende mucho de lo que pensemos sobre nosotros. Si me considero incapaz de hacer algo, me resultar extraordinariamente costoso hacerlo, si es que llego a hacerlo. Adems, la ruta del desnimo tiene tambin su poder de seduccin, pues el derrotismo y el victimismo se presentan para muchas personas como algo realmente tentador.

El efecto de la propia imagen en la energa interior de cada uno es algo decisivo. Y en esto tambin se adquiere hbito: el tono vital optimista o pesimista, el sesgo favorable o desfavorable con el que vemos nuestra realidad personal, tambin es algo que en buena parte se aprende, algo en lo que cualquier persona puede adquirir un hbito positivo o negativo.

Narcisismo?Pensar en la propia imagen no tiene por qu ser narcisista. El error del narcisismo es fijar la atencin final en nuestra imagen. O sea, en el momento de elegir entre uno mismo y su doble, preferir a este ltimo, es decir, a la imagen.

El narcisista sufre por no amarse: no se ama a s mismo sino a su imagen, a su representacin. Y sa es la causa de sus angustias: una atencin exagerada a su imagen y, como consecuencia, una falta de identificacin y afianzamiento en s mismo, que le hace esclavo de su imagen.

Optimismo: el gran motivador

Matt Biondi, estrella del equipo de natacin de Estados Unidos en las Olimpiadas de 1988, abrigaba muchas esperanzas de igualar la hazaa de Mark Spitz en 1972: ganar siete medallas de oro.

Sin embargo, Biondi qued un en tercer puesto en la primera de las pruebas, los 200 metros libres; y en la siguiente carrera, los 100 metros mariposa, fue de nuevo relegado a un segundo puesto en el sprint final.

Los comentaristas deportivos predijeron que aquellos fracasos desanimaran a Biondi, que haba partido como favorito en ambas pruebas. Sin embargo, y contra todo pronstico, su reaccin no fue de hundimiento sino de superacin, pues gan la medalla de oro en las cinco restantes carreras.

El optimismo es una actitud que impide caer en la apata, la desesperacin o la tristeza ante las diversidades. Como ha sealado Martin Seligman, de la Universidad de Pennsylvania, el optimismo (un optimismo realista, se entiende, porque el optimismo ingenuo puede ser desastroso) influye en la forma en que las personas se explican a s mismas sus xitos y sus fracasos.

Los optimistas tienden a considerar que sus fracasos se deben a algo que puede cambiarse, y gracias a eso tienen ms fcil que a la siguiente ocasin les salgan mejor las cosas. Los pesimistas, en cambio, atribuyen sus fracasos a obstculos que se ven incapaces de modificar.

Distintas actitudesEsa distinta forma de explicar los fracasos tiene unas consecuencias muy profundas en el modo de enfrentarse a la normal decepcin del ordinario acontecer de la vida.

Por ejemplo, ante un suspenso, o ante el paro laboral, los optimistas tienden a responder de forma activa y esperanzada, buscando ayuda y consejo, procurando remover los obstculos; los pesimistas, por el contrario, enseguida consideran esos contratiempos como algo irremediable y reaccionan pensando que casi nada pueden hacer para que las cosas mejoren, y entonces no hacen casi nada: para el pesimista, las adversidades casi siempre se deben a algn dficit personal insuperable o a la confabulacin del egosmo y la maldad de los dems.

Ante las adversidadesLo que conduce al xito acadmico aseguraba Seligman al trmino de sus investigaciones es una mezcla de talento intelectual y capacidad de perseverar ante el fracaso. La cuestin clave es si uno seguir adelante cuando las cosas resulten frustrantes, pues para un determinado nivel de inteligencia, el logro real no depende tanto del talento como de la capacidad de seguir adelante a pesar de los fracasos.

Las ventajas de la esperanza y el optimismo se extienden a todos los mbitos de la vida. Toda persona pasa por momentos difciles, la cuestin clave es cmo los abordamos. Los pesimistas piensan que fracasarn, y con esa disposicin es bastante habitual que se cumplan sus negras previsiones y confirmen su pesimismo. Los optimistas confan en que sabrn manejarse y superar las dificultades; cuando no resulta as, saben encajarlo, y cuando s resulta, fortalecen su sensacin de autoeficacia, una aptitud que lleva a sacar mayor partido a los propios talentos y habilidades.

Estilos pesimistas y estilos optimistas

Todas las personas sufrimos fracasos que momentneamente nos sumergen en una situacin de impotencia o desmoralizacin. Por qu unas personas salen pronto de esa situacin mientras que otras quedan encerradas en ella como en una trampa?

Cada persona tiene un estilo para explicar y afrontar los sucesos que le afectan. Hay estilos pesimistas y estilos optimistas.

Los estilos pesimistas tienden a explicar los sucesos desagradables con razones de tipo personal (es culpa ma), con carcter permanente (siempre va a ser as) y proyectndolo de modo expansivo sobre el futuro (esto va a arruinar mi vida completamente). Con esa actitud, el fracaso no es ya slo un resultado del pasado, o un acontecimiento del presente, sino que se convierte en una negra anticipacin del futuro: Todo va a ser as, por mi culpa, y para siempre.

Los estilos optimistas son totalmente opuestos: hay cosas que no dependen de m, las malas situaciones no van a durar siempre, ni ocupan toda la vida, sino slo una parcela de ella.

Para pasar de un estilo pesimista a uno optimista es preciso, sobre todo, cambiar el modo de pensar, el estilo con el que se explican las cosas que nos afectan, y la atribucin de causas a lo que nos sucede.

Aunque puede haber y pienso que la hay una determinacin gentica de esa propensin optimista o pesimista, influye de modo decisivo el aprendizaje personal, y desde edades muy tempranas.

A los siete aos es probable que un nio haya aprendido ya su modo de explicar los sucesos. Antes de esa edad, los nios suelen ser siempre optimistas, razn por la que hasta entonces nunca hay depresiones ni suicidios. Ha habido nios de cinco aos que han cometido incluso asesinatos, pero nunca han actuado contra su propia vida.

Adquisicin de un estiloLas causas que determinan el modo en que el nio interpreta las cosas en esos aos estn, sobre todo, en el modo en que ven a sus padres explicar cada cosa que sucede. Un nio oye continuamente comentarios sobre los acontecimientos de la vida diaria. Sus antenas estn siempre desplegadas, y siente un inagotable inters por encontrar explicaciones a las cosas. Busca con insistencia los porqus. El pesimismo u optimismo de los padres y hermanos es recibido por el nio como si fuera la propia estructura de la realidad.

El aprendizaje de la decepcin

Otro elemento que influye decisivamente es el modo en que los adultos los padres, otros familiares, profesores, etc. critican el comportamiento de los nios. Los nios se fijan mucho, y no slo el contenido de la reprimenda, sino tambin su forma, es decir, al modo en que se plantean.

Por ejemplo, se fijan casi inconscientemente en si la reprensin suele basarse en causas permanentes o en cuestiones coyunturales. Si a un nio o una nia se le dice: Has dicho una mentira, No ests prestando atencin, Esta evaluacin has estudiado poco las matemticas, o frases semejantes, las recibir como observaciones basadas en descuidos ocasionales y especficos que puede superar. En cambio, si se le dice habitualmente: Eres un mentiroso, Siempre ests distrada, Eres muy malo para las matemticas, etc., el nio o la nia lo entendern como algo permanente en ellos y muy difcil de evitar.

Otro elemento importante en la formacin de esos estilos optimistas o pesimistas es el modo en que los nios van superando las primeras crisis de entidad que se presentan en su vida. Si las superan bien, se enfrentarn de manera mucho ms optimista a las siguientes. En cambio, los nios que han vivido situaciones crticas mal resueltas o cronificadas tienden a anticipar fracasos semejantes ms adelante.

El sentimiento de fracaso o de decepcin mal asumido tiene una caracterstica determinante: la idea de fracaso se mantiene fija en la memoria, parpadeando como un seuelo perturbador; y en vez de proporcionar una experiencia aleccionadora, se apodera de la mente una idea negativa y dolorosa sobre uno mismo o los dems.

La solucin es, entre otras, aprender a hacer las paces con uno mismo. En muchos casos, con slo aceptar serenamente el error se esfuman los fantasmas del fracaso y puede llegarse a muchas enseanzas tiles. Cuando una persona logra transformar el fruto del dolor en una herramienta que forja su persona y la templa, hace entonces un descubrimiento tremendamente liberador.

Como ha sealado Jos Antonio Marina, hay dos tipos de razonamientos peligrosos a la hora de afrontar un fracaso. El primero es ste: Si procuro hacer bien las cosas, me ir bien. Como lo cierto es que me va mal, no lo estoy haciendo bien. Conclusin: depresin y culpabilidad.

Y el segundo es anlogo: Si procuro hacer bien las cosas, me ir bien. Estoy haciendo bien las cosas, pero me va mal. Luego el mundo es injusto. Conclusin: clera o indignacin. Una de las claves de una buena educacin sentimental es ensear a asumir el fracaso.

Capacidad de concentracin

Cuando una persona atraviesa una crisis importante en su vida (por ejemplo, ante problemas familiares o profesionales graves, o ante enfermedades serias), experimenta en su propia carne lo difcil que resulta mantener la atencin en las rutinas habituales del trabajo o el estudio.

De la misma manera, cualquier persona que haya padecido una depresin sabe tambin cmo, en esa situacin, los pensamientos autocompasivos, la desesperacin, la sensacin de impotencia o desaliento, son tan intensos que dificultan seriamente cualquier otra actividad.

Cuando la situacin emocional dificulta la concentracin, disminuye notablemente nuestra capacidad de mantener en la mente toda la informacin relevante para la tarea que llevamos a cabo, y no logramos pensar con claridad.

El oasis de la concentracinEn el extremo opuesto de esa dificultad para fijar la atencin, est lo que podramos llamar concentracin: un estado en el que la atencin se absorbe por completo y se focaliza tanto que se cie casi slo a la estrecha franja de percepcin relacionada con la tarea que estamos llevando a cabo. Es un estado de olvido de uno mismo, lo opuesto a la preocupacin obsesiva, pues en vez de perdernos en el desasosiego, nos encontramos absortos en lo que hacemos.

Como ha sealado Daniel Goleman, la concentracin nos hace entrar en una especie de oasis en el que, una vez en l, con poco esfuerzo de voluntad mantenemos un alto rendimiento. Nos encontramos entregados a una tarea, sin pensamientos intrusivos que nos distraigan. Es un estado en el que hasta el trabajo ms duro puede resultarnos entretenido, en vez de extenuante y agotador.

Valor educativoEse oasis del que hablamos produce un efecto gratificante que tiene importantes consecuencias en la educacin, por ejemplo, de los nios o los adolescentes.

Muchos de ellos pasan muchas horas aburrindose en actividades tales como ver la televisin, que apenas ponen a prueba sus habilidades. Si logramos que descubran la satisfaccin que produce entregarse a una tarea que estimule su capacidad y les haga sentirse comprometidos con algo que les pone a prueba y les lleva a desarrollar nuevas reas de su talento, entonces habrn entrado en el ciclo de la motivacin.

Si, por el contrario, no logran habituarse a concentrar su atencin en tareas que supongan un desarrollo exigente de sus capacidades, quedar muy limitado el alcance de las tareas intelectuales de las que disfrutarn en el futuro, pues les resultarn desproporcionadamente ridas e ingratas.

Fortalecer la atencinEs preciso encontrar tareas y habilidades que fortalezcan su capacidad de concentrarse y de proponerse objetivos: tareas en las que vea que rinde, en las que se sienta seguro, satisfecho, estimulado. Despus, hay que ir ampliando y canalizando esas aptitudes hacia otros fines quiz menos atractivos a corto plazo (y ensear a controlar los impulsos, demorar la gratificacin y regular los estados de nimo, etc.), pero para lograrlo es importante que antes sepan fijar la atencin eficazmente.

A modo de conclusin de este captulo, podramos decir que hay estilos educativos que dificultan o favorecen la motivacin. El mundo emocional de cada uno dificulta o favorece su capacidad de pensar, de planificar, de resolver problemas, de mantener con constancia unos objetivos. Y la educacin de ese marco emocional establece el lmite de la capacidad de rendir los talentos de cada uno.

El valor de la esperanza

Segn cuenta la conocida leyenda griega, los dioses, celosos de la belleza de Pandora, una princesa de la antigua Grecia, le regalaron una misteriosa caja, advirtindole que jams deba abrirla. Pero un da, la curiosidad y la tentacin pudieron ms que ella y finalmente abri la tapa para ver su contenido, liberando as en el mundo todas las grandes aflicciones que hoy existen. Pudo cerrar la tapa justo a tiempo de evitar que se escapara de ella tambin la esperanza, que es el nico valor que hace soportables las miserias de la vida.

Y no parece que les faltara razn a los hombres de la antigua Grecia cuando valoraban en tanto la esperanza. La esperanza no es un simple consuelo a la afliccin, sino que desempea un papel esencial en la motivacin, factor clave en multitud de aspectos de la vida, como el rendimiento escolar o laboral, las relaciones humanas, y otros muchos.

La esperanza no es una especie de ilusin ingenua de que todo ir bien. Se trata ms bien de tener fe en que uno puede, con las ayudas exteriores que sean precisas, superar las dificultades que se le presentan y alcanzar determinados objetivos, que adems sern muy diferentes segn las personas.

Altas expectativasEst claro que no todo el mundo tiene las mismas expectativas (sera terrible que todos aspirramos exactamente a lo mismo), ni las vivencia en el mismo grado de intensidad. Y est claro que hay gente ilusa y gente muy parada: se trata de nuevo de encontrar un equilibrio sensato entre ambos extremos equivocados.

De todas formas, como la vida de nuestra poca es ms proclive a la desesperanza, quiz conviene alentar ms las expectativas nuestras y de los dems, eludir los planteamientos derrotistas, desbloquear los enfoques victimistas, otear el horizonte de los grandes empeos y dirigirse hacia ellos con conviccin.

Distinto nivel de expectativas, distinto rendimientoSobre la relacin entre el rendimiento acadmico y el nivel de expectativas, el investigador norteamericano C.R. Snyder llev a cabo recientemente en la Universidad de Kansas un estudio sobre una amplia muestra de estudiantes universitarios. Entre otras, les haca la siguiente pregunta: Qu haras si acabaras de saber que has suspendido un examen parcial en el que esperabas sacar un notable?.

Quienes tenan un alto nivel de expectativas contestaron que estudiaran ms, y expusieron las medidas que tomaran para sobreponerse a ese traspis acadmico. Otros, cuyo nivel de expectativas era mucho ms moderado, pensaron tambin en diversas soluciones posibles, pero parecan poco confiados en lograrlo. Por ltimo, los que tenan menor nivel de expectativas hablaron de que les desalentara y probablemente no se presentaran al examen final.

Snyder comprob una vez ms que el principal factor responsable del distinto rendimiento acadmico de estudiantes con similar aptitud intelectual parece ser su nivel de expectativas. Los estudiantes con un alto nivel de expectativas se proponen objetivos elevados y suelen arreglrselas para alcanzarlos.

Reconocer los sentimientos ajenos

Alfonso Aguil, Revista "Hacer Familia", IX.97Coleccionable "Educar los sentimientos", captulo n 4

Hay personas que sufren de una especial falta de intuicin ante los sentimientos de los dems. Pueden, por ejemplo, hablar animadamente durante tiempo y tiempo, sin darse cuenta de que estn resultando pesados, o que su interlocutor tiene prisa y lleva diez minutos haciendo ademn de querer concluir la conversacin, o que el tema no le interesa nada en absoluto.

A lo mejor intentan dirigir unas palabras que les parecen de amigable y cordial crtica constructiva a su cnyuge, a un hijo, a un amigo, y no se dan cuenta de que, en la situacin de su interlocutor en ese momento concreto, slo estn logrando herirle.

O irrumpen sin consideracin en las conversaciones de los dems, cambian de tema sin pensar en el inters de los otros, o hacen bromas inoportunas y se toman confianzas que molestan o causan desconcierto.

O quiz intentan animar a una persona que se encuentra abatida despus de un disgusto o un enfado, y le dicen unas palabras que quieren ser de acercamiento pero, por lo que dicen o por el tono que emplean, su intento resulta contraproducente.

Esas personas, que parecen entrar en la vida de los dems como un caballo en una cacharrera, no suelen ser as por mala voluntad, sino porque, como decamos, les falta sensibilidad ante los sentimientos ajenos.Y como ha sealado Daniel Goleman, esto sucede porque las personas no expresamos verbalmente la mayora de nuestros sentimientos, sino que emitimos continuos mensajes emocionales no verbales, como los gestos, la expresin de la cara o de las manos, la postura, el tono de voz que empleamos, o incluso los silencios, tantas veces tan elocuentes. Es como un amplio conjunto de emisiones multimedia, con muchos mbitos diferentes, muchos registros y muy diversos medios de transmisin, que ilustran y enriquecen las simples palabras.

Esas personas de las que hablbamos, tan inoportunas, son as porque apenas han desarrollado su capacidad de captar esos mensajes no verbales: se han quedado por decirlo as sordas a esas otras emisiones que todos irradiamos de modo continuo.

Y lo notamos tambin en nosotros, en nuestra propia relacin con otras personas, cuando quiz a posteriori advertimos que nos ha faltado intuicin; o que quiz no nos hemos percatado de que alguien sin decirlo expresamente haba querido darnos a entender algo; o caemos en la cuenta de que, sin querer, hemos ofendido a una persona, o hemos sido poco considerados ante sus sentimientos.

Es entonces cuando advertimos nuestra falta de empata, nuestra sordera ante las notas y acordes emocionales que todas las personas emiten, unas veces de modo ms directo y otras ms sutilmente, ms entre lneas. Pero caer en la cuenta de que hemos cometido esos errores es una excelente forma de mejorar esa capacidad de reconocer los sentimientos ajenos. No hay que olvidar que se trata de una capacidad que resulta decisiva para la vida de cualquier persona, pues que afecta a un espectro muy amplio de necesidades vitales del hombre: es fundamental para la buena marcha de un matrimonio, para la educacin de los hijos, para hacer equipo en cualquier tarea profesional, para ejercer la autoridad, para tener amigos..., en fin, para casi todo.

Desde la primera infancia

Esa capacidad de reconocer los sentimientos ajenos, ese discernimiento que tanto facilita establecer una buena comunicacin con los dems, tiene unas races que se retrotraen hasta la primera infancia. Ya en los primeros aos, algunos nios se muestran agudamente conscientes de los sentimientos de los dems, y otros, por el contrario, parecen ignorarlos por completo.

Esas diferencias se deben, en gran parte, a la educacin. Es importante, por ejemplo, que al nio se le haya hecho tomar conciencia del dolor o la alegra que su conducta supone para otras personas, es decir, hacerle caer en la cuenta de las repercusiones que sus palabras o sus hechos tienen en los sentimientos de los dems.

Para lograrlo, hay que prestar atencin a la reaccin del nio ante el sufrimiento o la satisfaccin ajena, y hacrselo notar, con la correspondiente enseanza, en tono cordial siempre que sea posible. Por ejemplo, en vez de referirse simplemente a que ha hecho una travesura o una cosa buena, ser mejor decirle Has hecho mal, y mira que triste has puesto a tu hermana, o Pap est muy contento de lo bien que te has portado, de modo que repare tambin en los sentimientos que los dems tendrn en ese momento como consecuencia de lo que l ha hecho.

Procesos de imitacinDe todas formas, no es slo cuestin de educacin. Por ejemplo, a veces pueden ser bastante distintos dos hermanos que han sido educados casi igual, pues hay en juego muchos otros factores, y hay que contar un amplio margen de otras causas relacionadas con el temperamento con el que cada uno nace, con las decisiones personales que poco a poco ejercitando su incipiente sentido de la libertad el nio comienza a tomar, etc.

De todas formas, la educacin es un factor de gran peso, y por eso es frecuente que durante los primeros aos y tambin despus los hermanos se parezcan bastante en cuanto a su educacin sentimental. Y aunque la educacin no sea el nico factor, es el factor sobre el que los padres ms pueden actuar. Esa educacin de los sentimientos se transmite por cauces muy diversos. Como siempre, lo primero es lo que los nios ven. En la educacin de los sentimientos tienen un gran protagonismo los procesos de imitacin, que pueden llegar a ser muy sutiles en la vida cotidiana.

Basta pensar, por ejemplo, en la facilidad con que se producen transferencias de estado de nimo entre las personas, pues tanto la alegra como la tristeza, el buen o mal humor, la apacibilidad o el enfado, son estados de nimo notablemente contagiosos.

O, por sealar otro ejemplo, piensa en cmo se transmite de padres a hijos la capacidad de reconocer el dolor ajeno y de brindar ayuda a quien lo necesita. Es un estilo emocional que los nios van aprendiendo con enorme naturalidad, casi como decamos antes por impregnacin.

Exigencia personalEs verdad que hay nios muy egostas e insensibles con padres de gran corazn, y el motivo es claro: el modelo es importante, pero no lo es todo. Adems de presentarles un modelo (en el ejemplo que estbamos, de padres sensibles a las necesidades de los dems), tambin hace falta sensibilizarles frente a esos valores (hacerles descubrir esas necesidades en los dems, y sealarles el atractivo de un estilo de vida basado en la generosidad), pero despus y esto es decisivo hay que educarles en un clima de exigencia personal, pues si no hay autoexigencia, tarde o temprano la pereza y el egosmo acaban por ahogar esos tiernos brotes de sentimientos positivos.

Es importante subrayar esto, pues el cario potencia el aprendizaje, pero no puede sustituirlo, y sin un poco de disciplina difcilmente llegarn a aprender la mayora de las cosas que consideramos importantes en la vida.

Sintona con padres y educadoresEn la educacin de los sentimientos, es importante la sintona del nio con los padres y dems educadores:

que haya un clima distendido, de buena comunicacin;

que en la familia sea fcil crear momentos de ms intimidad, en los que puedan aflorar con confianza los sentimientos de cada uno y as ser compartidos y educados;

que no haya un excesivo pudor a la hora de manifestar los propios sentimientos (se han hecho, por ejemplo, numerosos estudios sobre el efecto positivo de manifestar el afecto a los nios mediante la mirada, un beso, una palmada, un abrazo, etc.);

que haya facilidad para expresar a los dems con lealtad y cario lo que de ellos nos ha disgustado; etc.

Cuando en la familia falta esa sintona frente a algn tipo de sentimientos (por ejemplo, de misericordia ante el sufrimiento de los dems, o de deseo de superacin ante una dificultad prolongada, o de alegra ante el xito de los dems), en la medida en que esos sentimientos no se fomentan, o incluso se dificultan o se desprestigian, el nio tiende a no manifestarlos y, poco a poco, a sentirlos cada vez menos: se van desdibujando y desaparecen poco a poco de su repertorio emocional.

Este fenmeno se presenta con dolorosa claridad en los casos ms extremos, como son los de droga y delincuencia juvenil, pues la experiencia constata que casi todos los que caen en esos trgicos errores suelen haber experimentado serias carencias emocionales en su infancia o adolescencia.

Habilidades sociales y relaciones humanas

La falta de autocontrol o de capacidad de reconocer los sentimientos de los dems conducen a la ineptitud y la torpeza en las relaciones humanas. Por eso, hasta las personas intelectualmente ms brillantes pueden fracasar en su relacin con los dems, y resultar arrogantes, insensibles, e incluso odiosas.

Hay toda una serie de habilidades sociales que nos permiten relacionarnos con los dems, motivarles, inspirarles simpata, persuadirles de una idea, tranquilizarles, etc. A su vez, la carencia de esas habilidades nos lleva con facilidad a desalentarles, inspirarles antipata, despertar su defensividad y ponerles en contra de lo que hacemos o decimos, inquietarles, enfadarles, etc.

Se trata de un aprendizaje que, como hemos dicho, comienza desde una edad muy temprana, y que puede consistir tanto en contener las emociones (por ejemplo, para dominar su desilusin ante un regalo bienintencionado pero que ha defraudado las expectativas del nio), como en estimularlas (por ejemplo, procurando poner y manifestar inters en una corts conversacin de compromiso que de por s no le resulta interesante).

Proceso de modeladoEso no es esconder los verdaderos sentimientos y sustituirlos por otros que no se tienen, y que por tanto son falsos, o al menos artificiales. No se trata de eso, pues lo que debe buscarse no es el falseamiento de los sentimientos, sino el automodelado del propio estilo emocional.

Si una persona advierte, por ejemplo, que est siendo dominada por sentimientos de envidia, o de egosmo, lo que debe hacer es procurar contener esos sentimientos negativos, al tiempo que procura estimular los sentimientos positivos correspondientes: de esa manera, con el tiempo stos acabarn imponindose stos sobre aqullos, y transformando positivamente la propia vida emocional.

Es un proceso de modelado en el que el nio aprende lo que ha de hacer viendo lo que hacen los dems, y ensayando en s mismo diversas actitudes ante cada una de las situaciones que le toca vivir. Es importante que el nio aprenda a conocerse bien, ya que cuanto ms sensibles seamos a nuestros propios sentimientos, ms fcil nos resultar advertir y comprender cules son los sentimientos de los dems.

Las habilidades sociales y de relacin

Unas personas logran establecer enseguida un contacto personal con quienes tratan, y a otras, en cambio, les cuesta muchsimo. Cuando analizamos a qu se debe esa diferencia, observamos que se trata de una cuestin muy sutil, de unas cualidades humanas que a veces tienen unas caractersticas bastante misteriosas. Puede estar en la forma de saludar, en el tono de voz, en el interesarse por un detalle personal, en la mirada que despierta un sentimiento de cercana y de conexin, que hace al interlocutor sentirse bienvenido y valorado, o en otras muchas cosas.

Adems, esas personas tan sociables, con las que resulta agradable estar porque su destreza emocional nos hace sentirnos bien a su lado, tienen una vala muy especial, pues son personas que pueden desarrollar una capacidad extraordinaria de ayudar a los dems. Son las personas a las que nos dirigimos cuando necesitamos un consejo, unas palabras de consuelo o un rato de conversacin, y son especialmente estimables por sus posibilidades de transformar a quienes tratan.

Aprendizaje emocionalComo hemos dicho, esa capacidad de comunicacin, de establecer contacto personal, est muy relacionada con la capacidad de reconocer los sentimientos ajenos.

Se trata de un proceso silencioso y constante que va decantndose en nuestro interior con la vida diaria. Cada uno vamos grabando y registrando en nuestro interior, de forma ms o menos consciente, los sentimientos que observamos en los dems, y vamos asociando cada uno de esos sentimientos a unas determinadas expresiones faciales, tonos de voz, tipos de reacciones, etc., que tambin observamos simultneamente.

Y a medida que avanzamos en ese aprendizaje emocional, cada vez logramos interpretar mejor a raz de esos sntomas emocionales que hemos ido registrando los sentimientos que embargan a una persona, y vamos sabiendo mejor cmo comportarnos ante ellos, e incluso cmo prever esos sentimientos. Esto ltimo es especialmente importante, pues podemos saber con bastante exactitud, por ejemplo, cundo una persona est a punto de enfadarse, o, mejor, qu es lo que a esa persona le puede molestar, y qu es lo que puede tranquilizarla.

Ajustar el tonoPor el contrario, las personas que no desarrollan esa habilidad para captar y transmitir emociones suelen tener problemas, pues despiertan fcilmente la incomodidad de los dems. Y lo ms doloroso para ellos es que precisamente por su incapacidad para reconocer los sentimientos de los dems no logran entender bien por qu los otros se molestan.

Por esa razn, saber ajustar el tono emocional de una conversacin, por ejemplo, es una habilidad extraordinariamente importante en las relaciones humanas, y signo de un control inteligente y profundo de la propia vida emocional. Es una habilidad que algunos poseen en alto grado de modo innato (igual que otros nacen ms dotados para determinados deportes, o para el ritmo musical, o con para actuar en pblico), pero son habilidades que cualquiera puede desarrollar poco a poco, con esfuerzo, motivacin y conocimiento propio.

Las personas ms dotadas para las relaciones humanas son aqullas que observan los sentimientos de los dems, saben reconocerlos saben preverlos y saben estimularlos positivamente.

Camaleones sociales

Hay personas con gran xito social, muy populares, pero que estn insatisfechas por dentro, puesto que las habilidades sociales no deben ser un fin en s mismas, sino un medio para hacer el bien, a uno mismo y a los dems. Si una persona busca ese xito en sus relaciones humanas quebrantando los valores morales o traicionando sus principios, podr ser un experto en causar buena impresin (en expresin de Mark Snyder, un autntico camalen social), pero fracasar rotundamente en su vida personal.

Algunas personas caen en ese error como consecuencia de un deseo excesivo a veces patolgico de ser querido y apreciado por todos. Ese deseo les lleva a aparentar de continuo lo que no son, y, en esa enfermiza carrera por ganarse el afecto de los dems, caen en una especie de mercantilismo emocional. Son personas que pueden llegar a tener una imagen excelente, pero unas relaciones personales muy inestables y poco gratificantes.

Una buena convivencia

Hay personas cuya torpeza en sus relaciones humanas proviene, simplemente, de haber recibido una escasa educacin en todo lo referente a las normas de comportamiento social. Y cuando advierten esas carencias, puede invadirles un considerable miedo a saber manejarse con soltura ante los dems sin cometer errores que les parece que seran extraordinariamente ridculos.

La falta de habilidades sociales suele generar una cierta ansiedad en quien la padece, al advertir su propia torpeza y comprobar que su falta de manejo va produciendo perturbaciones a su alrededor. Son personas a las que en su momento habra que haber enseado y seguramente an estn a tiempo de aprender cuestiones bastante elementales para la buena convivencia diaria. Por ejemplo, quiz deben aprender a:

hablar con los dems sin apartar la mirada;

iniciar o mantener con soltura una conversacin circunstancial;

saber decir que no, o dar por terminada una conversacin o una llamada telefnica que se alarga demasiado;

advertir que su interlocutor lleva tiempo emitiendo discretas seales de su deseo de cambiar de tema, o de terminar la conversacin o la visita;

no hacer preguntas molestas o inoportunas;

no invadir el espacio personal de los dems (no acercarse fsicamente demasiado al hablar, o entrar en temas o lugares que requieren andarse con mucha ms prudencia y respeto);

no emplear un tono paternalista, o de reconvencin inoportuna, de hostilidad o de superioridad (todos ellos despiertan automticamente incomodidad o defensividad en el interlocutor); etc.

pedir perdn cuando sea necesario;

dar las gracias, o pedir las cosas "por favor"; etc.

Mensajes acertadosHay que aprender a acertar con los mensajes emocionales que emitimos de continuo. A veces, por ejemplo, una simple expresin de la cara que resulte desafortunada, o un tono de voz que se interprete de forma negativa, puede hacer que los dems reaccionan de forma distinta a lo que esperbamos, y nos sentiremos frustrados ante esos efectos indeseados de nuestro comportamiento.

Por eso resulta decisivo aprender a situarse en relacin a cada persona, sabiendo que cada uno puede tener una forma de ser muy distinta a la nuestra. No basta con tratar a los dems como queremos que nos traten a nosotros, hay que tratarles como querramos que nos trataran si furamos como ellos.

En otros pasesEs algo que sucede, por ejemplo, con la idiosincrasia de cada pas o cada regin. Hay modos de decir o de tratarse que en un lugar pueden resultar muy normales, pero en otros resultaran chocantes. En unos lugares es habitual tratarse enseguida con mucha confianza, pero en otros lo normal es ir ms despacio; y lo que en unos sitios puede ser una muestra de franqueza, en otros puede parecer agresivo o provocador.

Tambin hay que tener presente que la gente de determinados lugares suele ser ms sensible, y se tratan entre s con mucha delicadeza, empleando un tono de voz ms suave y dicindose las cosas de modo menos directo. Si alguien ajeno no acta as, aparecer ante ellos como una persona seca y cortante. En cambio, en otros sitios, ese mismo modo de ser resultara extrao, o podra interpretarse incluso como amaneramiento o falta de carcter. De nuevo aparece, como siempre, la importancia de hacerse cargo de quin se tiene delante.

Aprendizaje por "impregnacin"

Una extensa investigacin realizada hace unos aos por Robert Rosenthal, de la Universidad de Harvard, puso de manifiesto la importancia que tiene esa capacidad de reconocer esos mensajes emocionales no verbales. Quienes manifiestan un buen nivel de discernimiento ante esos mensajes suelen ser personas mejor dotadas para las relaciones humanas, ms sociables, de mayor facilidad para la amistad, emocionalmente ms estables y con un mejor rendimiento acadmico (para un mismo coeficiente intelectual).

De ese estudio, llevado a cabo sobre unas 7.000 personas de 19 pases distintos y que abarc una amplia gama de sentimientos, se desprendieron algunas otras conclusiones interesantes. Por ejemplo, la escasa relacin entre la empata y el coeficiente intelectual; esto es algo que quiz hemos comprobado muchas veces: todos conocemos, por ejemplo, personas inteligentsimas pero con un bajo talento social y absolutamente negadas para reconocer los sentimientos de los dems; y, al contrario, personas de modesto coeficiente intelectual que se manejan de maravilla en el mundo de las relaciones humanas.

Otra conclusin de aquella investigacin se refiere a cmo una gran parte de las veces las personas captamos esos mensajes no verbales de una forma casi inconsciente, y los registramos en nuestra memoria sin saber bien qu son, y respondemos a ellos sin apenas reflexin. Por ejemplo, ante determinada actitud de otra persona, reaccionamos con afecto y simpata, o, por el contrario, con recelo o desconfianza, y todo ello de modo casi automtico, sin que sepamos explicar bien por qu.

Todos estamos muy influidos por hbitos emocionales, que en bastantes casos hemos ido aprendiendo inadvertidamente, casi sin darnos cuenta, observando a quienes nos rodean, en un proceso natural que casi podramos llamar de impregnacin.

Necesidad de ser aceptado

El miedo a no ser aceptado es uno de los principales factores que retraen a un nio a la hora de aproximarse a un grupo de compaeros de clase que estn enfrascados en un juego. Se trata de una inquietud que produce en l un cierto grado de ansiedad, que habitualmente potencia su falta de habilidades sociales y aumenta el riesgo de que acte con torpeza cuando se acerque al grupo si finalmente se atreve e intente incorporarse a l aparentando una total naturalidad.

Es se un momento crtico, en el que esa falta de soltura y de habilidad social se hace patente con toda su crudeza. Como apunta Daniel Goleman, resulta tan ilustrativo como doloroso ver a un nio dar vueltas en torno a un grupo de compaeros que estn jugando y que no le permiten participar. Adems, los nios pequeos suelen ser cruelmente sinceros en los juicios que llevan implcitos tales rechazos.

La ansiedad que siente el nio rechazado, o que teme ser rechazado, no es muy distinta de la que experimenta el adolescente que se encuentra aislado en medio de una conversacin de un grupo de amigos, y no sabe bien cmo o cundo intervenir. O la del que est en una fiesta, o en una discoteca, y quiz sufre una profunda soledad, pese a estar rodeado de quienes parecen ser sus amigos ntimos. O la que siente un adulto en una comida o una reunin en la que no logra situarse y entablar una conversacin fluida con nadie.

Marco de referenciaSi observamos cmo acta un nio que sabe manejarse bien, veremos que quiz el recin llegado comienza observando durante un tiempo qu es lo que ocurre, antes de poner en marcha una estrategia de aproximacin. Su xito depende de su capacidad para comprender el marco de referencia del grupo y saber qu cosas sern aceptadas y cules estaran fuera de lugar.

Un error muy habitual es pretender tomar protagonismo demasiado pronto. Eso es lo que sucede a los nios ms torpes, que enseguida dan sus opiniones o muestran su desacuerdo, cuando an no han sido suficientemente aceptados por el grupo, y entonces son rechazados o ignorados.

Observar a los demsLos nios ms hbiles observan antes al grupo, para comprender bien lo que est ocurriendo, y luego hacen algo para facilitar su aceptacin, esperando a confirmar esa aceptacin por el grupo antes de tomar la iniciativa de dar sus opiniones o proponer un plan. Antes de expresar sus ideas o sus preferencias, procura que los dems expresen las suyas: as, al tener en cuenta los deseos de los dems, les resulta ms fcil no perder la conexin con ellos.

En cambio, el nio que fracasa en sus relaciones sociales en el aula o en otros mbitos sufre de una manera que a muchos adultos les resulta difcil comprender (o recordar). Pero la cuestin clave no es eso, sino el riesgo de que esa frustracin reduzca seriamente sus posibilidades futuras en cuanto a las relaciones humanas y condicione negativamente el desarrollo de su estilo sentimental. Por otra parte, tampoco hay que olvidar que todo esto repercute con facilidad tambin en su rendimiento acadmico. Por eso, lo que la familia y la escuela puedan hacer para fomentar el talento social de los nios resultar de indudable trascendencia de cara a su futuro.

El desarrollo emocional

Alfonso Aguil, Revista "Hacer Familia", X.97Coleccionable "Educar los sentimientos", captulo n 5

Alguna vez se ha dicho que al nacer somos como una pizarra en blanco que la experiencia de la vida va llenando de informacin. Sin embargo, nacemos sabiendo ya muchas cosas, sabiendo hacer muchas cosas y sabiendo distinguir muchas cosas. El recin nacido posee bastantes ms habilidades de lo que parece. Los nios de muy pocos das saben imitar los movimientos de su madre y son particularmente sensibles a sonidos con la frecuencia de la voz humana. A partir de los dos meses, los ojos de su madre son objeto continuo de su atencin, y tambin por esa misma edad distinguen ya si una persona trata de comunicarse con ellos.

Las madres suelen hablar con el nio desde el primer momento, cuando se lo entregan despus del parto. No creen que el nio les comprenda tan pronto, pero le hablan. Como ha sealado Jos Antonio Marina, el nio se interesa por el lenguaje desde muy pronto, aunque al principio no lo entienda, y por eso es corriente, por ejemplo, que gire la cabeza cuando se le habla. El nio nace dispuesto a interesarse por lo interesante, y en esas palabras de sus padres va buscando sus primeras fuentes.

Su vida nos parece a primera vista muy sencilla, casi reducida a comer y dormir. Pero si lo pensamos ms despacio, en realidad va asimilando cada da un enorme cmulo de novedades. Vive en una interaccin permanente con todo lo que le rodea. En los primeros dieciocho meses hay un enorme crecimiento sinptico, y se produce el enlace entre las estructuras corticales y subcorticales del cerebro, lo que permite un enorme desarrollo de su afectividad y su inteligencia, en la que se van integrando cientos de experiencias diarias.

El aprendizaje va modelando su cerebro, en el que hay mucho de biologa pero tambin mucho de informacin y de experiencias personales. Se van formando unos hbitos relacionados con el estilo con que interpreta lo que observa en s mismo y a su alrededor, y tambin un repertorio de habilidades afectivas, perceptivas y motoras, que irn poco a poco incorporndose al ncleo de su personalidad.

A los dos meses, el nio ya es capaz de dirigir la atencin, experimenta sorpresa o furia, la sonrisa que quiz antes era ms automtica, y que se mantena a veces incluso durante el sueo se va haciendo ms personal, ms dirigida a alguien en particular, y ya reconoce la sonrisa de su madre.

Tambin hacia el segundo mes, el nio comienza a dominar la tensin. En su vida hay muchos acontecimientos estremecedores para l: tiene hambre, fro, calor, gases, angustia por la ausencia de su madre, etc. Se ve sometido a unas situaciones muy diversas y tiene que aprender a soportar esa tensin. La educacin porque a esas edades puede y debe haber ya una educacin ayudar o estorbar en esa tarea de aprender a dominar sus sentimientos. Si las personas que le atienden saben guiarle, ir ampliando con rapidez su capacidad de asimilar emocionalmente esos sucesos novedosos que van apareciendo en su vida. La sonrisa y el buen humor de quienes le rodean sern de gran ayuda, y pronto el nio comenzar a sonrer ante situaciones que an