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Vida, obra y lugar de los “chirrincheros” Por: Alejandro Gaviria González El sol caía con fuerza en el municipio de Caldas la mañana del viernes 16 de noviembre. Mañana atípica en el municipio, donde el frio es característico desde la puesta del sol sobre el primer municipio del Sur del Valle de Aburrá. Un encuentro poco informal que dio inicio con el comprar de cuatro buñuelos y cuatro gaseosas, permitió ultimar detalles para el encuentro con unos peculiares personajes que vemos en el diario vivir de Caldas. Dispuestos a compartir y conocer más de ellos, los llamados “chirrincheros”, como son conocidos en su natal Caldas, nos dividimos en dos grupos. Dos compañeros se encargarían de saber más sobre ellos, el por qué y el cómo llegaron a lo que hoy disfrutan con gran entusiasmo. Y no se arrepienten. Otros dos tenían el trabajo de dialogar con autoridades, clínicas, mentales y de seguridad, aparte de conocer esos lugares donde los encuentran en su pasar los habitantes del pueblo.

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Page 1: Alejo

Vida, obra y lugar de los “chirrincheros”

Por: Alejandro Gaviria González

El sol caía con fuerza en el municipio de Caldas la mañana del viernes 16 de

noviembre. Mañana atípica en el municipio, donde el frio es característico

desde la puesta del sol sobre el primer municipio del Sur del Valle de Aburrá.

Un encuentro poco informal que dio inicio con el comprar de cuatro buñuelos y

cuatro gaseosas, permitió ultimar detalles para el encuentro con unos

peculiares personajes que vemos en el diario vivir de Caldas.

Dispuestos a compartir y conocer más de ellos, los llamados “chirrincheros”,

como son conocidos en su natal Caldas, nos dividimos en dos grupos. Dos

compañeros se encargarían de saber más sobre ellos, el por qué y el cómo

llegaron a lo que hoy disfrutan con gran entusiasmo. Y no se arrepienten. Otros

dos tenían el trabajo de dialogar con autoridades, clínicas, mentales y de

seguridad, aparte de conocer esos lugares donde los encuentran en su pasar

los habitantes del pueblo.

Divididos en dos grupos sólo quedaba cuadrar hora y lugar de reencuentro, que

estaría acompañado de un buen almuerzo. Eran las 10:30 a.m., a las 12:15

p.m., en el Parque Santander (parque principal) se dio el punto de encuentro.

Ya dispuestos al inicio del trabajo nos dirigimos a las oficinas donde se

encuentra ubicada la Alcaldía Municipal, lugar donde al preguntar por los

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diferentes estamentos reguladores, seguridad y salud, nos remitieron

inmediatamente a la Secretaría de Salud municipal, donde nos explicaron un

poco sobre el cuadro clínico y familiar que tenían estos hombres, algunas

mujeres, obteniendo información valiosa para afrontar estos “peculiares”

personajes.

El “chirrinchi” es una mezcla de alcohol antiséptico mezclado con alguna

bebida gaseosa, por lo tanto el “chirrinchero” es alguien que consume estas

bebidas constantemente, volviéndose adicto o alcohólico.

En el encuentro de todo el grupo, dos de ellos se encontraban con un grupo de

cinco “chirrincheros”, cada uno contando diferentes experiencias, personales,

familiares y de amistad. Unas tristes, sobre todo las familiares, algunos por

abandono, la ausencia de un amor, otros por simple gusto y otros porque no

encuentran otra cosa qué hacer que tomar día a día, no importándoles.

Estos hombres aparte de compartir el gusto por éste trago un poco nocivo para

la salud, encuentran entre ellos una amistad, diferentes gustos que a través de

las charlas que cada día sostienen van encontrando familiaridades que los

hace buscarse, no sólo para compartir bebida, también hay historias que como

buenos amigos se cuentan.

El día viernes culminó al conocer estos personajes, que a pesar de tener un

fuerte problema de alcoholismo, viven felices con lo que son, y lo que hacen.

El regreso fue el martes 27 de noviembre, esta vez el recorrido fue más

extenso, aunque el encuentro fue en el mismo punto, el Parque Santander. De

allí partimos hacia el Parque de la Locería, otro lugar reconocido por la

constante visita de los “chirrincheros”, y claro, allá encontramos algunos, pero

cada uno aparte.

Terminado el recorrido en aquel parque, la ruta nos llevaba al Parque del

Carrusel, previo a la llegada a él, hay un pequeño parquecito, denominado el

del “Punkero”, pues en las noches hay un bar de éste género cerca al parque.

Allí a eso de las 10:30 a.m., dos hombres se encontraban en un charla amena

y con su “peculiar” bebida, una de tantas que los distingue a ellos como

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“chirrincheros”. En un embase de Manzana Postobón tenían la muy bien

conocida chicha, ésta, hecha de panela y cascara de manzana fermentadas.

Allí nos recibieron con mucho entusiasmo, contando historias como lo hacían

los que ya el viernes anterior habíamos visto en el Parque Principal.

Como particularidad de estos grupos, encontramos su necesidad de hacer

entre ellos la conocida “vaca”, que es recolectar dinero entre todos para

comprar su licor, o con nosotros pedirnos dinero o el trago. El viernes en el

Parque Santander les dimos aguardiente norteño, y el martes chicha, pasando

por un momento de ser simples conocedores de su vida, a alimentadores de su

alcoholismo.