alejandro romualdo

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Page 1: Alejandro Romualdo

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DOCENTE: Lic. Omar Lucas Muñoz

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I. INTRODUCCIÓN

Alejandro Romualdo Valle Palomino (Trujillo, 19 de diciembre de 1926 –

Lima, 27 de mayo de 2008)

Fue un poeta, dibujante, profesor y periodista peruano. Murió con sus 81

años de edad, el autor del conocido ‘Canto Coral a Túpac Amaru’, su

cadáver fue encontrado tendido sobre el piso de su dormitorio, en medio de

revistas y libros regados a su alrededor. Los familiares, que descubrieron el

cadáver, declararon no creer que el poeta haya muerto como consecuencia

de un suicidio o enfermedad y añadieron creer que pudo ser víctima de un

asalto.

Pertenece a la Generación del 50 y representa a la tendencia social de la

poesía hispanoamericana. Dentro de sus libros destacan La torre de los

alucinados, El movimiento y el sueño, Cuarto mundo y Mapa del paraíso. Su

composición más conocida es Canto coral a Túpac Amaru, que es la

libertad. Pese a que su obra ha tenido poca difusión en el Perú y el mundo,

es uno de los poetas más importantes del siglo XX en América Latina.

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II. BIOGRAFÍA

Su nombre completo fue Alejandro Romualdo Valle Palomino. Nació el 19 de

diciembre de 1926 en Trujillo y murió el 27 de mayo de 2008 en Lima. Poeta

peruano, característico representante de la generación del 50 de la literatura

peruana.

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2.1. ¿Quién fue Alejandro Romualdo?

Estudió literatura en la Universidad, Nacional Mayor de San Marcos y

ganó el Premio Nacional de Poesía en 1949. Estudió también en la

Universidad de Madrid en 1951. Cuando regresó a Lima, se

desempeñó como profesor de varias generaciones de periodistas en

la Universidad de San Martín de Porres además convertido al

compromiso político, al marxismo y a la revolución. Se orientó

entonces a la poesía social, caracterizada por el uso de la palabra

fuerte, de la temática revolucionaria y de la lucha existencial del

hombre. Mario Vargas Llosa, que por esos años era también alumno

en San Marcos, lo recuerda así: «…en un recital que hubo en San

Marcos, en el que participaron varios poetas, Romualdo fue la

estrella, arrancando sobre todo con su efectista Canto coral a Túpac

Amaru, que es libertad ovaciones que convirtieron al salón de San

Marcos poco menos que en un mitin político. Eran los días

del gobierno dictatorial del general Manuel A. Odría, que reprimía

severamente a los apristas y comunistas.

Se dedicó a la docencia y al periodismo. Colaboró en los diarios La

Crónica y La Prensa, y en las revistas Cultura Peruana e Idea. Sus

poesías, artículos y caricaturas, aparecen firmados con su prenombre

de Alejandro Romualdo; también con su apodo de Xanno. Tuvo poca

difusión en el Perú y en el mundo pero es uno de los poetas más

importantes del siglo XX de América Latina.

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En 1976 ganó el premio del Festival OTI con su poema

titulado Quiero salir al sol, musicalizado por Ernesto Pollarolo e

interpretado por Fernando Llosa. Colaboró en la revista de artes y

letras Hueso Húmero (1987, 1990).

La noche del 27 de mayo de 2008, el poeta fue hallado sin vida en su

vivienda del distrito limeño de San Isidro. Se cree que murió víctima

de una afección cardíaca.

Se puede destacar en su biografía, algunas de sus obras más

famosas. Las más importantes son: Cámara lenta de 1950, La torre

de los alucinados de 1951, Desde abajo 1961, Como Dios manda

1967, El movimiento y el sueño de 1971, Poemas de 1975 y Poesía

íntegra del año 1986. No le tocó ser un escritor renombrado en su

época. Sin embargo dejó tras de sí una obra encomiable de gran

significado que puede ser revalorado al día de hoy, como la otra de un

escritor crítico y sensible.

2.2. Vida de Alejandro Romualdo

Fue la de un escritor ecléctico en su labor, Alejandro Romualdo. En

este recogió influencias y las sintetizó de una manera muy personal.

Cuidó el vocabulario, evocó la estética, recuerda en sus temas

existenciales a César Vallejo, y su visión cósmica nos recuerda al

inolvidable Pablo Neruda. Su libro, Poesía Concreta escrito en 1952,

configura desde ya su actitud crítica ante la realidad social. Romualdo

se expresa con destreza, con formas y estrofas clásicas

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adecuándolas a nuevos y profundos significados. A menudo su

técnica coloquial de la oración recibe nuevos sentidos otorgados por

él en su manejo de la significación. Con el libro Edición Extraordinaria

en 1958, se vale de la poesía como instrumento no solamente de

propaganda política sino también de agitación. Se persigue en esto

una vinculación con sus convicciones marxistas. Sin renunciar a sus

principios, Romualdo acudió a otras manifestaciones estéticas, como

se muestra en Cuarto Mundo escrito en 1972, y en Extensión de la

Palabra de 1974, poema libro en que experimenta elementos gráficos

y visuales y lo acerca de alguna manera a la lírica de Octavio paz. El

crítico César Toro Montalvo definió que Alejandro Romualdo fue una

voz sólida, clamorosa y edificante. Su poesía es como una fibra

descarnada y siempre revolucionaria donde la sentimos humana y

hasta política. Romualdo ha pasado por fases variadas, desde su

poesía post vanguardista en su primera etapa, mediando sólidas

páginas donde es visible la poesía social hasta estratos

experimentales de entorno virtual, que es válida en su opción

dialéctica. La noche del 27 de mayo de 2008, Alejandro Romualdo fue

hallado sin vida en su vivienda del distrito limeño de San Isidro.

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III. OBRAS

La torre de los alucinados (1949). Premio Nacional de Poesía 1949.

Cámara lenta (Lima, 1950)

El cuerpo que tu iluminas (Lima, 1950)

Mar de fondo (Lima, 1951)

España elemental (Lima, 1952)

Poesía concreta (Lima, 1952)

Poesía 1945- 1954 (Lima, 1954), antología que reúne siete poemarios

hasta entonces inéditos, comenzando por La torre de los alucinados.

Edición extraordinaria (Lima, 1958), del que forma parte su

célebre Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad.

Desde abajo (1961) que reproduce las colecciones tituladas Mar de

fondo, España elemental y Poesía concreta.

Como Dios manda (México, 1967)

Cuarto mundo (Buenos Aires, 1970)

Poesía de Alejandro Romualdo (Antología) [La Habana, 1971]

El movimiento y el sueño (Lima, 1971)

En la extensión de la palabra (Lima, 1974)

Poesía íntegra (Lima, 1986)

Mapa del paraíso (Salamanca, 1998)

Ni pan ni circo / Ne pane Ne circo (Siena, 2002)

Antología general de la poesía peruana (1957) en colaboración

con Sebastián Salazar Bondy.

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3.1. Resumen de sus obras más destacadas

3.1.1. Poema Canto Coral A Túpac Amaru

Lo harán volar con dinamita.

En masa, lo cargarán, lo arrastrarán.

A golpes le llenarán de pólvora la boca,

lo volarán: ¡Y no podrán matarlo!

Le pondrán de cabeza.

Arrancarán sus deseos, sus dientes y sus gritos.

Lo patearán a toda furia.

Luego lo sangrarán.¡Y no podrán matarlo!

Coronarán con sangre su cabeza;

sus pómulos, con golpes.

Y con clavos, sus costillas.

Le harán morder el polvo.

Lo golpearán: ¡Y no podrán matarlo!

Le sacarán los sueños y los ojos.

Querrán descuartizarlo grito a grito.

Lo escupirán.

Y a golpe de matanza lo clavarán:

¡y no podrán matarlo!

Lo pondrán en el centro de la plaza,

boca arriba, mirando al infinito.

Le amarrarán los miembros.

A la mala tirarán:¡Y no podrán matarlo!

Querrán volarlo y no podrán volarlo.

Querrán romperlo y no podrán romperlo.

Querrán matarlo y no podrán matarlo.

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Querrán descuartizarlo, triturarlo,

mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.

Querrán volarlo y no podrán volarlo.

Querrán romperlo y no podrán romperlo.

Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Al tercer día de los sufrimientos

cuando se crea todo consumado,

gritando ¡LIBERTAD! sobre la tierra,

ha de volver.¡Y no podrán matarlo!

3.1.2. El cuerpo que tu iluminas

Porque eres como el sol de los ciegos, Poesía,

profunda y terrible luz que adoro diariamente.

Mis ojos se queman como los ojos de las estatuas

mi corazón padece como una vaso de vino un armario.

Tú eres un puente de agonía, un mar animado

de agua viva y palpitante. Tú te alzas y brillas:

yo giro alrededor de ti; alta y pura te miro

como los perros a la luna, como un semáforo para morir.

¡Oh Poesía incesante, mi buitre cotidiano,

me tocó servirte en el reparto de sufrimientos:

como un niño exploraba las tierras pálidas del sol.

¡Oh Poderosa! Yo soy para ti uno de los miembros

de esta numerosa familia sideral

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compuesta de padres e hijos milenarios.

Yo soy para ti la noche: Tú me enciendes,

ardo en el vientre universal,

rabio con las olas y las nubes,

escribo al girasol que me ama diariamente deslumbrado.

Yo te devuelvo, amor mío, como un espejo desierto

en cuyas entrañas están las cenizas de donde Tú renaces.

Yo te devuelvo amor, mi vientre se renueva sin cesar.

Tú te ocultas y muerdes, entonces, como una ola gloriosa, llena de dulzura

y vigor.

¡Oh Poesía, mi rayo divino y cruel, clava tu pico,

devora el fuego que me abate, apaga esta zarza inmortal!

He aquí mi cuerpo, roído por las estrellas,

pálido y silencioso como un dios que ha cesado

y que Tú arrastras, borrándolo, como el mar o la muerte.

3.1.3. Ni pan ni circo

Primera edición peruana de un libro que salió hace 3

años en Italia, en una versión bilingüe. Alejandro

Romualdo, y lo demuestra una vez más con este Ni pan

ni circo, es un poeta heterogéneo, versátil, capaz de

experimentar con el montaje de los versos y el lenguaje

y ser comprometido, pero también capaz de ser puro, en

el mejor sentido del término. Ni pan ni circo consta de

cinco secciones con temperaturas líricas y temáticas

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distintas, que recogen y sintetizan, de alguna manera,

las mayores virtudes del poeta, como su capacidad para

hacer de la dicción clásica y del ímpetu político, cargado

de denuncia, una sola cosa. Aquí unos versos más que

pertinentes para el momento: "Escucha, Oh

Magnanimus, al esclavo / que ayer sostuvo tu corona / y

hoy te murmura a la oreja / piadosamente: / 'Proteged a

los leones, proteged a los leones.

3.1.4. La poesía comprometida de Alejandro Romualdo

SEMBLANZA

En el primer libro de Alejandro Romualdo, La torre de los

alucinados, aparte de la presencia de Eielson puede

advertirse la de Rilke; sin embargo, ese texto ya era

profundamente original y tiene como especial

característica la reminiscencia de una infancia feliz; ese

mundo invocado y embellecido por la palabra de

Romualdo tiene connotaciones religiosas. El lenguaje

utilizado es a ratos edulcorado, pero en ocasiones

muestra ya esa tendencia a evidenciar la realidad que

caracterizaría a su poesía posterior.Después, en

contacto con algunos poetas españoles como Alonso,

Aleixandre, Bousoño y especialmente Otero, la poesía

de Romualdo se transforma y se torna materialista. En

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los años 50/52, la poesía de Romualdo se distinguirá

todavía por una preocupación de orden religioso; la

divinidad aparece hermanada con el hombre, y más aún,

inventada por él. Después, en el poemario España

elemental, el tema es el dolor por el sufrimiento del

pueblo español. Formalmente, la poesía de Romualdo

recurre al ritmo acezante a través de cesuras

encabalgamientos sorpresivos; en ocasiones recurre a

formas tradicionales como el soneto; en otros casos,

dentro del soneto, realiza las operaciones mencionadas:

encabalgamientos, cesuras, aliteraciones. El recurso

formal más importante de Romualdo es lo que Bousoño

llama la ruptura del sistema y es realizado más en el

plano semántico que en el sintáctico. Toda esta primera

fase de la poesía de Romualdo culmina con Cámara

lenta (1950) y El cuerpo que tú iluminas (1951).Una

segunda fase de la producción de Romualdo es la que

se inicia con Edición extraordinaria (1958), donde el

poeta recurre al lenguaje periodístico, de la frase hecha,

impactante, directa. Algunos críticos escogieron los

poemas menos logrados del libro para llamar la atención

sobre cómo la poesía social peruana había caído en lo

que llamaban "un callejón sin salida". No se percataban

de que no es el procedimiento el que hay que mirar sino

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el logro del poema. Basta decir al lector de hoy que el

"Canto coral a Túpac Amaru", tan celebrado, pertenece a

este poemario. De otro lado, Romualdo, al utilizar

técnicas periodísticas para escribir poemas, está

haciendo lo mismo que en esos años empezaban a

hacer Nicanor Parra en Chile y Ernesto Cardenal en

Nicaragua. La poesía posterior de Romualdo recoge sus

virtudes iniciales, pero está hecha con una mano de más

experiencia y oficio, un buen ejemplo es el libro Cuarto

mundo. Otro tipo de poesía que ha ido ganando el

interés de Romualdo es la espacial, en la que ha

conseguido hermosos logros. Así, este poeta

considerado con justicia como el más representativo de

la tendencia social, es decir, aristotélico, realista,

comprometido, muestra sus coincidencias en las

búsquedas con poetas finalmente tan diferentes como

Sologuren y Eielson.

3.1.5. Se me quitaron totalmente todo

Si me quitaran totalmente todo

si, por ejemplo, me quitaran el saludo

de los pájaros, o de los buenos días

del sol sobre la tierra

me quedaría

aún

una palabra. Aún me quedaría una palabra

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donde apoyar la voz.

Si me quitaran las palabras

o la lengua

hablaría con el corazón

en la mano,

o con las manos en el corazón.

Si quitaran una pierna

bailaría en un pie.

Si me quitaran un ojo

lloraría en uno ojo.

Si me quitaran un brazo

me quedaría el otro,

para saludar a mis hermanos,

para sembrar los surcos de la tierra,

para escribir todas las playas del mundo, con tu nombre

amor mío.

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IV. CRÓNICA

1. Y dijo el poeta: “Neruda es carnudo, Vallejo huesudo” aquella noche

en La Noche y todos callamos. Alejandro Romualdo había llegado al

bar La Noche del Centro de Lima –quedaba frente al Queirolo en el Jr.

Camaná como una aparición arrastrado por el ímpetu de la también

poeta Alessandra Tenorio. Ella era jefa de las actividades del antro y

había organizado ese verano del 20o3 el ciclo “Vida y literatura:

Generación del 50 Homenaje a Alejandro Romualdo”. Y Romualdo,

quien murió tiempo después, era intratable para las entrevistas. Los

que lo conocíamos, nos quedamos más que sorprendidos. Ahí estaba

Romualdo, con su traje azul y su camisa a cuadros, de bigotes a

charro mexicano y su sabiduría. Ahí estaba y luego se ausentó para

siempre. De esa vez es la foto donde aparecemos con los poetas

Marco Martos, Washington Delgado y los jóvenes Alessandra y Víctor

Ruiz Velazco. A Romualdo se lo vio un par de veces más en público.

Luego, se fue incendiando en su fuego. Todos los fuegos.

Alejandro Romualdo Valle  había nacido en Trujillo en 1926 y ya en

1949 gana el Premio Nacional de Poesía “José Santos Chocano” con

La torre de los alucinados, libro que publicara dos años después.

Precoz, fue heredero de poetas contrastados como Rainer María

Rilke, Jorge Eduardo Eielson, José María Eguren y su caro César

Vallejo. Con los poetas Gustavo Valcárcel y Juan Gonzalo Rose en

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los 50 atraviesan la trocha de la llamada poesía social y son

apestados, malditos y expulsados del parnaso regio de la poesía

nacional. Romualdo vivió intensamente los primeros años de la

década del 50 cuando fue becado por el Instituto de Cultura Hispánica

y viajó a España y estuvo en la Italia de aquellos años donde se

consolidaba el cine del neorrealismo y e igual como ocurrió con Paco

Bendezú, se enamoró de actrices como Gina Lollobrigida, Sophia

Loren, Silvana Mangano, Anna Magnani. Es decir, se hizo de un

respaldo cárnico talentoso. De aquellos años felices son los hallazgos

de Blas de Otero, de la ironía que vidrian, del desarraigo y la pasión

de vivir. Cuando volvió al Perú le dieron con la horma de su zapato.

Romualdo fue poeta intenso y de carácter enérgico. El crítico Alberto

Escobar decía que sus verso, templados y enriquecidos, se tornaban

militantes. Que su gesto vital, enérgico, le insuflaba un dinamismo que

fluía del encabalgamiento y la enumeración, recursos a los que

sumaba la ruptura de sintagmas lexicalizados, y el atrevimientos

desenvuelto —y aquí ingresa la impronta de Quevedo— con el que

reinstala en la lengua, una frescura que punza en la realidad y la

recrea. Que su ritmo interior y la visión unitaria, inspirados en la

herencia de Poemas Humanos, consiguen en esta poesía los mejores

ecos de la revuelta estilística que impulsó Vallejo. Fue después, a

finales de los 60 que Romualdo incursiona en una poesía distinta,

más acorde con los tiempos, recogiendo los aportes de autores como

Ernesto Cardenal, Nicanor Parra y Octavio Paz.

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Romualdo fue un comunista cabal. Ahí su militancia en el PC. Dice el

poeta Ricardo Falla quien lo acompañó en sus últimos días, que los

poetas de la generación del 50, tuvieron como situación a la dictadura

obrerista, caracterizada por el antiaprismo y anticomunismo, por la

persecución policial, encarcelamiento  o deportación a los opositores,

por la censura de libros y quema a los que consideraba subversivos,

la prohibición  de circulación de la prensa democrática, por el cierre

de espacios de discusión como fue el receso para el dictado de clases

de la Universidad Mayor de San Marcos, incluyendo la deportación de

su Rector, el Dr. Luis Alberto Sánchez, la casi nula actividad sindical,

etc. Así, se prohibió la circulación por todo el territorio nacional de los

7 ensayos de J.C. Mariátegui, la Antología de César Vallejo que

editara Xavier Abril en Buenos Aires en 1942, el Antiimperialismo y el

apra de Haya de la Torre, etc. Y, en el plano internacional por el inicio

de la guerra fría, con la guerra de Corea como telón de fondo, cuyo

significado en el Perú, fue la aplicación de la política izquierdista, que

consistía en “cerrar” todos los espacios al “pensamiento marxista” y

“apro comunista”.  Así pues, los poetas del cincuenta, no obstante,

reivindicaron como paradigma a César Vallejo, asumieron como

propuesta filosófica las tesis del “compromiso existencial” o las  del

marxismo.

Eran jodidos esos tiempos. Romualdo fue muy amigo de mi padre,

relación que venía por línea de Sandro Mariátegui, gran editor de la

obra mariateguiana y que también lo publicó a Romualdo en la

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editorial Minerva. El poeta lo frecuentaba en la pequeña librería del

viejo en el Parque Universitario. Yo lo recuerdo joven, caminando

entre los árboles, en esa Lima de los sesenta, y a los gritos

explicando de la estética del realismo social, de sus asertos en poesía

y política. Alcanzo a escucharlo decir que la URSS ganaría la carrera

espacial y que Fellini era un genio. Eran los años que llegaron ya –

aunque de manera caleta—los libros marxista de imprentas soviéticas

y chinas. Maravilloso olor de la revista Pekín informa, de incendiarias

proclamas y su incomparable perfume a arroz. Y luego en los chifas

de la calle Capón, con soperas gigantes y pisco y además vinos

sauternes.

Y la casa es celeste. Está a media cuadra del Olivar de San Isidro y

tiene una puerta negra de metal casi como ingresar al cielo. La casa

en la primera cuadra de la calle Ernesto Plascencia, al 152, en el

distrito de San Isidro. Ha pasado una punta de años. Romualdo vive

refugiado porque un hada persecutoria lo ha poseído. No quiere

hablar con nadie. Encerrado voluntario, ahora pinta. Antes los hizo

con el seudónimo de Xano. En los 90 trabajamos juntos en el diario

Pagina Libre de Guillermo Thorndike, él, como ilustrador. El “gringo”

también ilustre habitante del panteón nacional, lo admiraba. La revista

Martín, luego, le dedicó un número especial al poeta. Y de aquella vez

es el alborotó que formó su presencia. Algún periodista dijo: “es el

Salinger peruano” y lo único que había leído era su Canto coral a

Túpac Amaru, de cual Romualdo, medio como que se avergonzaba.

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La casa era celeste pálido como el cielo. Ahí lo encontraron muerto un

27 de mayo de 2008. Solo, independizado.

Y dijo el poeta: “Neruda es carnudo, Vallejo huesudo” aquella noche

en La Noche y todos callamos. Y decía que Neruda y su Residencia

en la tierra era ejemplar y eso que es un denso poema. Pero que

Vallejo es más importante. Que Neruda se movía en un lenguaje

corriente, cotidiano pero que Vallejo crea un lenguaje poético. La

creación total del lenguaje. Por ello, contaba, Picasso, que era muy

sabio, le hizo tres retratos –y ninguno a Neruda—e igual que pintó a

Eluard y a Breton. Yo no lo vi más. Todavía está en mi memoria

aquella lectura de poemas de Romualdo. Imponente y rotundo. No

hubo muchos espectadores, la poesía no tiene masas, tiene

contundencia.  Romualdo, luego de 20 publicaría en el 2006 su libro

Ni pan ni circo. Pocos se han detenido en el análisis de toda su obra

compleja. Quizá así sigue vive, intenso, provocador y eterno.

2. “La aparición de la poesía social, ocurre en un momento en que

existían palabras poéticas y palabras no poéticas, temas poéticos y

no poéticos. En ese momento es importante para la evolución de la

poesía, para el descubrimiento de la realidad, para la incorporación de

mayores perspectivas dentro del quehacer artístico. Es decir, (se trata

de) ensanchar los límites estrechos a que lo habían reducido este

dominio aristocratizante en el cual no se podía tratar determinados

temas sino (que los otros) de por sí, a priori, ya eran poéticos. El

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olmo, los reyes, la rosa, eran poéticos antes de hablar de ellos. Eran

los temas de cajón. Cualquiera que hablara de la alcachofa caía en lo

prosaico”. Lo cual significaba la búsqueda de un nuevo lenguaje,

propio y no importado, que incluyera en la poesía la considerada

habla popular, o fabla salvaje al decir de Vallejo –sin ninguna

intención peyorativa. Es poco más o menos lo que pretenden algunos

escritores actuales, sin caer en regionalismos de costeños, andinos o

amazónicos: que traten a la literatura desde su punto de vista, dando

por agotados temas que aún siguen vigentes y son padecidos en el

Perú y en gran parte del tercer mundo. Los poetas pueden hablar

ahora de Chachapoyas, de Abancay o de Ayacucho. En aquel

momento utilizar esas palabras era caer en el provincialismo. Había

que hablar de grandes capitales para ser poetas universales.

Entonces, estos poetas pueden ahora hablar de botellas, de alcohol, y

ya no asustan a nadie porque precisamente tuvo que abrirse esa

brecha de otro lenguaje” / Alejandro Romuldo:  “La generación del 50

en la literatura peruana del siglo XX”, Pág. 280. Elsa Cajas.

3. “Alejandro Romualdo se desempeñó como profesor de literatura y

estética en centros universitarios del Perú y del extranjero, como la 

Universidad Nacional de Educación “La Cantuta”, Universidad de San

Martín de Porres, Escuela Nacional de Bellas Artes, Universidad

Nacional Autónoma de México, Universidad de La Habana,

Universidad de Siena, Universidad de Barcelona, Universidad La

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Sorbona de París, y una breve estancia en su alma mater, San

Marcos de Lima. Romualdo no sólo se distinguió como poeta, sino

que bajo el impulso de su ser moral afincó su quehacer social y

artístico en la ética de la solidaridad. Así, lo hemos visto tomando

partido por la causa de los pobres, los explotados y excluidos. Este

quehacer, el de luchador social vinculado al pensamiento y la acción

de José Carlos Mariátegui y César Vallejo, le significó ceñudas

persecuciones, cargamontones de calumnias tanto del sector

tradicional como del stalinistas, detenciones policiales, exilio y

marginación. Sólo la mezquindad propia de un medio atravesado por

la crisis moral como es la que vive desde hace un buen tiempo la

sociedad peruana, explica que Alejandro Romualdo todavía no tenga

el reconocimiento que merece su alta poesía y jerarquía intelectual”.

Ricardo Falla / Un cuerpo de poesía y arte.

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V. OIPINIONES DE LOS CRÍTICOS

A. Alejandro Romualdo es una voz sólida, estentórea y edificante. Su

poesía es fibra descarnada y siempre revolucionaria que lo sentimos

humana y hasta política. Romualdo es un poeta que ha pasado por

fases variadas: desde su poesía postvanguardista en su primera

etapa, mediando páginas sólidas y ser el exponente visible de la

poesía “social”, hasta las inclinaciones experimentales de entorno

“visual” que no ha logrado ser su cultor, en tanto es válida su opción

dialéctica.

César Toro Montalvo

B. Marcada por la actitud ecléctica del autor, la obra de Alejandro

Romualdo recoge distintas influencias y las sintetiza en una fórmula

muy personal: el cuidado del vocabulario evoca la estética del

modernismo, en tanto la atención a los temas existenciales proviene

de César Vallejo; su visión a menudo cósmica de la naturaleza

recuerda la poesía de Pablo Neruda.

C. Alejandro Romualdo… es un poeta plural, fecundo, dinámico. Su

verso se mueve entre la endecha y la proclama: comenzó líricamente

romántico; se transformó en románticamente oratorio y revolucionario;

alcanza ahora una controlada violencia, más cateador que cursor,

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busca el ser tanto como el estar. Ha abdicado de su existencialismo

del segundo instante; actúa cautamente entre las adversas deidades

que se disputan su albedrío.

Luis Alberto Sánchez, 1975.

D. Según la opinión del crítico Antonio Melis, que prologa la edición de

Poesía íntegra, la obra poética completa de Alejandro Romualdo, en

un momento de crisis y cambio este texto representa la asimilación

creativa de la lección vallejiana. Romualdo intuye la solución para una

poesía política que no sea celebración del presente o lamentación

sobre el pasado, sino proyección utópica hacia el provenir.

E. Según opinión de Arturo Andrés Roig, la lectura de los

documentos del levantamiento muestra dos facetas en el

pensamiento y la acción de José Gabriel Condorcanqui Noguera. Por

un lado, los documentos exponen, de manera minuciosa, la injusta

explotación a que está sometida la población indígena, sobre todo en

las minas y en los obrajes textiles. Por otro lado, propone la primera

gran utopía de la unidad continental, la idea de una Sudamérica; lo

hace a través de un texto solemne.

F. La torre de los alucinados, que mereció el Premio Nacional en 1949,

ganó la inmediata consagración de su autor, quien se adhería al culto

del vocablo sugerentemente calificado, para construir una

transrealidad de origen rilkeano. Cantaba Romualdo, entonces, a

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personajes y objetos rescatados de la infancia, y contemplaba con

melancólico desencanto la remodelación de ese mundo, una vez

expuesto a los ojos del adulto. En el meollo de aquel libro, preñado de

imágenes lujosas, fluía una visión del tiempo como factor recursivo,

que escondía los primeros afectos, y se anunciaba como poder

oscuro, ingobernable, la fuerza del amor. Los libros ulteriores: Cámara

lenta (1950) y El Cuerpo que tú iluminas (1950-51) señalan una rápida

evolución en la técnica e ideales estéticos. Su lenguaje enjoyado,

deslumbrante, se acerca a una belleza próxima a la sencillez de la

revelación, y factura una palabra que pretende sorprender la entraña

de la realidad a través de su diversa y contradictoria apariencia. El

poeta cincela sus palabras, pero esta vez para cancelar el esplendor

de colecciones anteriores; su meta es interna, persigue el

adensamiento de la lengua total; concibe el poema como unidad

ajustada, de arquitectura estricta, y por ello apela a formas

tradicionales de la poesía española, e inserta en ellas una

problemática que cuenta de su inicial asombro al descubrir el mundo y

los seres que lo moran. España Elemental (1952) en la línea de los

poemarios dedicados al pueblo español, exalta su presencia histórica

en una instancia intemporal, es decir, en la suma de los valores

humanos. Se ha operado ya un cambio decisivo en la actitud, las

motivaciones y el instrumental de la poesía de Romualdo; el influjo de

Vallejo lo guía en su osada búsqueda de efectos rítmicos, de

contrastes repentinos, de disonancias expresivas, pero sobre todo en

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la construcción de las correlaciones y su control semántico y sonoro.

La infancia, la melancolía del solitario, el descubrimiento del amor, la

desposesión a que nos somete el tiempo, han sido preteridos; en

modo igual abandona Romualdo la atmósfera mágica, su afecto por el

signo exótico y la vaga melodía que articulaba la secuencia de su

desvarío fantástico. Un afán de absoluta verdad, una búsqueda de

fundamentos que expliquen la hazaña y la tragedia del hombre,

empieza a acuciarlo. Poesía concreta (1952-54) inaugura un período

cuya poética está expuesta en "A otra Cosa".

Alberto Escobar

G. Critica Personal. A mí el poemario Canto Coral A Túpac Amaru me

muestra la fuerza del pueblo peruano ante los españoles y como una

persona no se da por vencida cuando tiene una meta fija o quiere

quejarse ante los abusos de una autoridad mayor.

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VI. CONCLUSIÓN

Hasta hace poco, la obra de Alejandro Romualdo me era desconocida.

Había escuchado de él, pero no mucho. Señas del tipo: nació en Trujillo, en

1949 ganó el Premio Nacional de Poesía, Alex Valle fue su padre, y en algún

momento vivió exiliado en México. No eran datos suficientes para escribir

una nota periodística sobre él, claro está, pero acepté el encargo de

componer una breve nota acerca de su trabajo.

Debo mencionar que durante una semana busqué en vano sus libros. Una y

otra vez consulté sobre él y muy pocos lo recordaban vagamente. «¿Es

peruano?, me preguntó un librero distraído. He sentido algo de tristeza por

este olvido, ya que no creo que lo merezca. Por fin, en la biblioteca De San

Marcos conseguí leer cuatro de sus poemarios, y fueron suficientes para

dejarme con la sensación de que descubría a un poeta intenso.

Su libro La torre de los alucinados es notable por la ejecución y el vuelo

imaginativo de sus versos. Basta citar unos cuantos para probarlo:

La infancia nos llena la cabeza de luciérnagas,

de polvo las rodillas y los ojos nos cubre

dulcemente. La infancia nos llena las manos

de globos y limosnas, la boca de pitos y azucenas

y nos cubre las espaldas con sus plumas de cigüeña.

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O estos otros:

¡Oh la tarde en su capa colorada

un estoque de luna me perfila

para hundir en mi sueño la estocada!

Aquí la obra de Romualdo es romántica, de formas clásicas, como la de

Rilke, con una inclinación hacia lo onírico que recuerda, a veces, a la de

Eguren. Sin embargo, es de índole robusta y sensual, rasgos que la

distinguen y se dejarán ver con mayor claridad en los libros siguientes. Por

ejemplo, en El cuerpo que tú iluminas, donde, refiriéndose a la poesía, dice:

Yo te devuelvo, amor mío, como un espejo desierto

en cuyas entrañas están las cenizas de donde Tú renaces.

Yo te devuelvo amor, mi vientre se renueva sin cesar.

Tú te ocultas y muerdes, entonces, como una ola gloriosa,

llena de dulzura y vigor.

Y más adelante:

He aquí mi cuerpo, roído por las estrellas,

pálido y silencioso como un dios que ha cesado

y que Tú arrastras, borrándolo, como el mar o la muerte.

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Como se aparecía, Romualdo tuvo desde temprano, en una época dominada

por la sombra inmensa de Vallejo, el coraje de marcar un rumbo de lobo

solitario. Ahora bien, como todo hombre tuvo un eje que, asimismo, fue su

fuerza motriz: el propio cuerpo. Ese fue el nutriente de su trabajo. Partiendo

de lo sensorial, edificó su arte. Desde un cuerpo que percibe, que

experimenta los hechos y los muda en palabras que se alejan del último

sufrimiento o del primer gozo, pero que jamás pierden el vínculo que las une,

como a través de un cordón umbilical, con todo lo humano y lo terrestre.

No es trivial anotarlo. Jamás fue un poeta inconcreto ni profesó la pureza,

aunque abunde en alegorías. Aun cuando habla de sueños, tiene un

propósito y traza objetos y personajes. Que con los años Romualdo se

inclinase hacia la inquietud social no fue, pues, una ruptura con su poética

originaria, sino un paso lógico en su derrotero. Podía hablar de cisnes y

rosas, pero su punto de partida siempre fue una vivencia entrañable del

avatar de nuestro mundo físico.

Por eso mismo no fue un militante vulgar ni resentido. Como Albert Camus,

entendió que la belleza es la mayor de las rebeldías en una sociedad sin

ternura ni compasión. Ese fue el meollo de su compromiso. Y su utopía, si

bien nacida desde la atormentada experiencia de la injusticia, fue la vieja y

noble utopía de la hermandad y el amor entre los seres humanos.

Acaso estos versos del libro Edición extraordinaria lo expliquen mejor:

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Si me quitaran una pierna

bailaría en un pie.

Si me quitaran un ojo

lloraría en un ojo.

Si me quitaran un brazo

me quedaría el otro,

para saludar a mis hermanos,

para sembrar los surcos de la tierra,

para escribir todas las playas del mundo con tu nombre,

/amor mío.

O los siguientes (que recuerdan un poquito a los que escribió Lorca en

Nueva York), hurtados a la mala de Cuarto mundo:

AQUÍ YACE SAM BROWN. Aquí descansa su rueda pálida,

la que hacía girar sencillamente bajo sus pies como

un planeta o una ola.

Lejos de su infancia silvestre, de la fiebre sexual, del

tambor y de la danza hirviente.

Lejos. Dejó su infancia de leopardos y grullas y flores exóticas.

Aquí yace, más frío que la luna, más triste que el vino,

derramado y oscuro como un vaso de miel para todas las

moscas de la destrucción.

Una familia de arlequines le reza. Los astros del circo lloran

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y se apagan…

(…)

Pidamos que la muerte no nos deje decir nada.

Pidamos que la muerte nos separe, nos desgaje suavemente.

Pidamos que nos haga desaparecer como un ilusionista.

Roguemos porque la muerte llegue como el extraño que nos pregunta por la hora.

Porque Sam Brown ya no se mueve.

Porque aquí yace Sam Brown como un girasol ciego.

Pienso en un dato curioso: los investigadores afirman que los sueños nos

ayudan a prevenir la locura, ya que tanta sensatez en la vigilia es, en

muchos aspectos, antinatural. De un modo semejante puedo decir que el

equivalente culto de nuestros sueños es la poesía, que a un tiempo exige

inteligencia y resucita en cada cuerpo lo que de más primitivo tiene, para

marcarlo con pasión, tristeza o benevolencia. Esto, sin duda, lo consigue

Romualdo en divresas parcelas de su quehacer estético. Y es un alto mérito

que muy pocos artistas tienen el privilegio de alcanzar.

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VII. BIBLIOGRAFÍA

Sánchez, Luis Alberto: La literatura peruana. Derrotero para una

historia cultural del Perú, tomo V, pp. 1581-1582. Cuarta edición y

definitiva. Lima, P. L. Villanueva Editor, 1975.

Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera

Edición. Tomo 17, VAC/ZUZ. Lima, PEISA, 2001.ISBN 9972-40-166-9

Toro Montalvo, César: Manual de Literatura Peruana, Tomo II, p.

1452. A.F.A. Editores Importadores S.A. Tercera edición, corregida y

aumentada, 2012. Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional

del Perú Nº 2012-03529.

Vargas Llosa, Mario: El pez en el agua. Memorias. Editorial Seix

Barral, S. A., 1993. ISBN 84-322-0679-2

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VIII. ANEXOS