alberto josé armando era capaz de todo

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Alberto José Armando era capaz de todo. De ganar dinero tanto en el peronismo como en la proscripción, de revolearle un sifón a quien osara criticar a Henry Ford, de liderar una cruzada para cambiar la manera de entender el fútbol en el país, de pensar un proyecto faraónico sin medir consecuencias ni dificultades, de comprar un club para transformarlo en filial y luego hacerlo desaparecer, de inventar los torneos de verano y de generar amores y odios casi en igual medida. Nada era imposible para Armando y así lo demostró a lo largo de sus 78 años de vida. “Se puede no ser campeón, pero por lo menos se deben mostrar tres cosas fundamentales: orden, organización y disciplina. Eso da la satisfacción de haber cumplido con lo más elemental para el quehacer nacional y deportivo”. Esta frase sirve para describir la forma de gestionar de Armando, un dirigente deportivo cuyos objetivos iban más allá de la pelota. A principios de los sesenta, fue el principal impulsor del fenómeno llamado “fútbol espectáculo”, que buscaba dejar atrás la filosofía que había hecho grande al fútbol argentino durante más de cincuenta años para abrazar una idea de show integral, en el que ganar y hacer dinero tenía más valor que el juego en sí mismo. En ese contexto, su figura creció hasta convertirse en la más trascendente de la historia de Boca Juniors. Nació en 1910, en Santa Fe, pero se crió en San Francisco, Córdoba, donde se hizo amigo de Dante Panzeri, quien luego en la gran ciudad se convertiría en uno de sus más acérrimos enemigos. Comenzó en el rubro automotriz apenas quedó huérfano, a los catorce años. Su primer empleo fue de lava-autos, pero cinco años más tarde ya era gerente general de una concesionaria. Alberto Pavone, el dueño de la empresa, advirtió antes que nadie el olfato natural de Armando para los negocios y no lo dejó pasar. Sin Pavone, el protagonista de esta historia jamás podría haber llegado adonde llegó. Porque Armando primero fue un exitoso vendedor de Ford y después fue presidente de Boca. Una

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Alberto J. Armando

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Alberto José Armando era capaz de todo. De ganar dinero tanto en el peronismo

como en la proscripción, de revolearle un sifón a quien osara criticar a Henry Ford, de

liderar una cruzada para cambiar la manera de entender el fútbol en el país, de pensar

un proyecto faraónico sin medir consecuencias ni dificultades, de comprar un club

para transformarlo en filial y luego hacerlo desaparecer, de inventar los torneos de

verano y de generar amores y odios casi en igual medida. Nada era imposible para

Armando y así lo demostró a lo largo de sus 78 años de vida.

“Se puede no ser campeón, pero por lo menos se deben mostrar tres cosas

fundamentales: orden, organización y disciplina. Eso da la satisfacción de haber

cumplido con lo más elemental para el quehacer nacional y deportivo”. Esta frase

sirve para describir la forma de gestionar de Armando, un dirigente deportivo cuyos

objetivos iban más allá de la pelota. A principios de los sesenta, fue el principal

impulsor del fenómeno llamado “fútbol espectáculo”, que buscaba dejar atrás la

filosofía que había hecho grande al fútbol argentino durante más de cincuenta años

para abrazar una idea de show integral, en el que ganar y hacer dinero tenía más

valor que el juego en sí mismo. En ese contexto, su figura creció hasta convertirse en

la más trascendente de la historia de Boca Juniors.

Nació en 1910, en Santa Fe, pero se crió en San Francisco, Córdoba, donde se hizo

amigo de Dante Panzeri, quien luego en la gran ciudad se convertiría en uno de sus

más acérrimos enemigos. Comenzó en el rubro automotriz apenas quedó huérfano, a

los catorce años. Su primer empleo fue de lava-autos, pero cinco años más tarde ya

era gerente general de una concesionaria. Alberto Pavone, el dueño de la empresa,

advirtió antes que nadie el olfato natural de Armando para los negocios y no lo dejó

pasar. Sin Pavone, el protagonista de esta historia jamás podría haber llegado adonde

llegó. Porque Armando primero fue un exitoso vendedor de Ford y después fue

presidente de Boca. Una cosa no habría podido suceder sin la otra. No habría

habido Ciudad Deportiva si antes no había venta de patrulleros.

El “Fútbol espectáculo” fue una respuesta al fracaso de Suecia. Tras la derrota 6-1 de la Selección nacional ante Checoslovaquia, en la Copa del Mundo 1958, los cimientos del fútbol argentino temblaron. Entonces, los dos clubes más grandes del país presentaron novedosas ideas que crecieron con naturalidad. Armando y su colega riverplatense Antonio Liberti decidieron contratar futbolistas y entrenadores extranjeros, que trajeron nuevas formas de trabajo. El juego pasó a ser mucho más físico y el triunfo se convirtió en el bien más importante, quizás en el único. Esa fue una de las razones que enemistó a Armando con su viejo amigo Panzeri. La otra es

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mucho más simple y personal: Armando no le prestó dinero a un compañero del periodista y éste le hizo la cruz. De hecho, en una ocasión, el dirigente de Boca irrumpió en pleno programa de su ex amigo y lo insultó al aire, aunque después se arrepintió… porque allí también estaba Ernesto Lazzati, una gloria de Boca.

Fue presidente de Boca dos años entre 1954 y 1955, luego volvió a trabajar en su

concesionario y en 1960 fue reelecto para permanecer hasta 1980 en el cargo. Su

campaña también fue de vanguardia y hasta tuvo su propio tango que sirvió como

jingle publicitario: “Un grito de justicia a la hinchada más bravía con este tango que

dedico de todo corazón”, decía la letra. En sus más de veinte años de gestión, Boca

ganó ocho títulos locales, la Copa Argentina de 1969, dos Copas Libertadores y una

Copa Intercontinental. Sólo por eso –y sin tener en cuenta la estafa de la Ciudad

Deportiva– es considerado como el mejor presidente de la historia del club. Él estaría

de acuerdo con esa sentencia.

Armando era autoritario y sabía cómo hacer valer su poder, con demagogia y mano

dura. Boca vivió de la manera que él quiso y siempre gobernó siguiendo sólo sus

instintos y sus ideas. Fue uno de los principales responsables de que el clásico

argentino se transformara en Superclásico. Es cierto que River y Boca siempre fueron

los más grandes, pero Armando fue clave para que dejara de ser sólo un partido

importante para convertirse en un hecho popular sin parangón. De hecho, apenas

llegó el brasileño Paulo Valentim le dijo: “De los demás olvídese. Usted sólo hágale

goles a River”.

En 1962 lideró otra empresa que nadie había ni siquiera imaginado: convirtió a un club

del ascenso en filial de Boca. Pagó 7 millones de pesos por las instalaciones y

dependencias de Arsenal de Llavallol, que cambió su escudo y sus colores para estar

en sintonía con su nuevo “dueño”. El equipo tuvo algunas buenas actuaciones y

disputó un reclasificatorio por el ascenso a la B, pero desapareció muy poco tiempo

después, en 1968. Es decir que Boca lo compró, le sacó algunos jugadores y lo tiró a

la basura.

Uno de los futbolistas que jugó en Arsenal fue Ángel Clemente Rojas. Armando lo

conoció en un partido entre los combinados de las divisiones de aficionados de

Argentina y Uruguay. Rojitas la rompió y apenas terminó el encuentro, el presidente

se acercó y le dijo: “Pibe, quiero que venga a jugar a Boca”, a lo que el delegado del

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club de Llavallol contestó: “Don Alberto, el pibe no tiene que ir porque ya es de Boca,

está a préstamo en Arsenal”. Años después, fue el encargado de comunicarle al

jugador que lo estaban buscando de Real Madrid. Seguramente se sorprendió cuando

Rojas le dijo que no quería irse. Él ya lo había vendido y tuvo que tirar atrás la

transferencia.

u relación con la política nacional fue tan cambiante como la propia realidad del país.

Su poder resistió en la democracia y en la dictadura con la misma fortaleza. En su

juventud se autodenominaba como “justicialista pero no de Perón”, al igual que el

General solía decir que era “de Boca pero no de Armando”. Tras el golpe cívico-militar

de marzo de 1976, Carlos Lacoste se reunió con él para “sugerirle” que pidiera la

renuncia de toda la cúpula de la AFA. Armando llevó el mensaje sin chistar pero David

Bracuto rechazó el pedido, aunque poco después se fue sin hacer demasiado ruido.

Sus decisiones futbolísticas también fueron poco ortodoxas en muchas ocasiones.

Después de la llegada de decenas de extranjeros en el marco del “fútbol espectáculo”,

cumplió su sueño y contrató a José Sanfilippo, el gran goleador de la década del

sesenta. Pagó una fortuna por el ex San Lorenzo, quien tras algunas buenas

actuaciones y una interesante cantidad de goles se enfrentó con el jefe técnico Adolfo

Pedernera y con el entrenador Aristóbulo Deambrosi, a quien le pegó una piña tras un

partido. Armando respaldó a los DT y transfirió a Sanfilippo a Nacional de Uruguay.

Aquella no fue su única determinación polémica, porque al poco tiempo sorprendió al

mundo al contratar a Alfredo Di Stéfano, un emblema riverplatense.

En 1962, Boca se coronó campeón tras aquel penal histórico que le atajó Antonio

Roma a Delem. Tras los festejos, el club hizo público algo que generó una gran

controversia en la época: la dirigencia le regaló a cada integrante del plantel un Ford

Falcon cero kilómetro. Aquel era un premio gigantesco que no tenía precedentes. De

hecho, tras enterarse del incentivo que habían tenido sus rivales, un jugador de River

afirmó: “Perdimos el campeonato por no tener plata. Si a mí me ofrecen un Falcon por

ganar un partido, dejo todo en la cancha”.

Armando hizo un convenio de intercambio de futbolistas con el Príncipe Rainiero de

Mónaco en persona; en 1978 afirmó que Diego Maradona iba a jugar en Boca; le pagó

dos veces un premio a Carlos Salinas porque éste le mintió que había perdido el

dinero en el avión y llevó con orgullo el mote de “el Henry Ford argentino”. Tuvo luces

y sombras. El proyecto de la Ciudad Deportiva puede verse como el sueño de un

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idealista o como una enorme estafa. Los extremos se ven con claridad en la vida de

este personaje.

 A fines de los setenta, Boca venía de ganar dos Copas Libertadores e iba en busca

de la tercera contra Olimpia. Lo que pasó lo explica mejor Osvaldo Domínguez Dibb,

presidente del club paraguayo: “En el primer partido final de la Libertadores 1979 le

ganamos a Boca Juniors en Paraguay por 2 a 0 (goles de Miguel Piazza y Osvaldo

Aquino). Antes de la revancha en la Argentina, el presidente de Boca, Alberto J.

Armando, en el hotel me abrió un maletín que tenía 40 mil dólares. Para esa época

era un dineral. Quería que Olimpia perdiera para jugar un tercer y decisivo partido en

Montevideo. Le dije: `Compadre, Olimpia va a jugar a muerte, no acepta ni una transa

fuera de lo deportivo y rechazamos su ofrecimiento, porque mi país necesita gloria y

no plata´. Jugamos la revancha, empatamos 0-0 y dimos la vuelta olímpica en el

mismo estadio de La Bombonera”.

Armando tuvo el mérito de saber cuándo innovar y cuándo aceptar el orden

establecido. Tenía la inteligencia y el empuje para hacer revoluciones, pero el poder y

el dinero muchas veces le nublaron esas capacidades. Se dice que es el autor de la

frase “Boca es la mitad más uno” y ese es uno de los motivos por los cuales aún hoy

el hincha de Boca lo ve como un símbolo del club, aunque no haya jugado ni un

minuto con la camiseta azul y amarilla.

Silvio Marzolini fue uno de los mejores laterales izquierdos del futbol argentino, reconocido en todo el planeta. Su gran despliegue y su muy buena capacidad para la marca lo llevaron a ser considerado el mejor jugador en su puesto en los Mundiales de Chile 1962 e Inglaterra 1966. Rubio, pintón, elegante; pero que a la hora de poner no escondía la pierna. En realidad no escondía nada. Fenómeno de calidad y entrega.Nació el 4 de octubre de 1940 en Barracas, allí empezó a forjar su estirpe de figura y su personalidad ganadora que luego lo llevarían a los más alto. El club que vio sus primeros pasos fue Deportivo Italiano, pero su debut como profesional fue en Ferro Carril Oeste justamente ante Boca. Luego de 23 partidos disputados en Ferro en 1959, fue transferido junto a Antonio Roma a Boca Juniors por 600.000 pesos y los pases de 6 jugadores (entre ellos, Sergio De Gioia, Juan Barberis y Osvaldo Biaggio).

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En Boca Juniors, club en el que obtuvo sus éxitos más resonantes, jugó 366 partidos, marcó 9 goles y cosechó 5 títulos -campeonato 1962, 64 y 65, Nacional 1969 y 70- y se ganó el calor popular de la hinchada del club de la ribera. Su perfección en la marca, su claridad a la hora de salir con pelota dominada, su excelente cabezazo y su conocimiento perfecto del la banda izquierda depositaron a este espectacular jugador entre los más grandes de la historia del futbol mundial. Es el tercer jugador con mayor presencia con la camiseta azul y oro, primero se encuentra Roberto Mouzo (396 partidos) y Hugo Orlando Gatti (381) ocupa el segundo lugar. Empero hay un lugar que nadie podrá quitarle, el que se ganó como imprescindible a través de su larga y prolífica carrera.Su altísimo nivel despertó el interés de varios y poderosos clubes de Europa. Pero a pesar de las grandes sumas de dinero y los insistentes ofrecimientos, su talento y su brillantez siguieron reluciendo en el futbol local. La Selección Nacional disfrutó de su presencia desde 1960 hasta 1969. En su muy buen pasó con la celeste y blanca disputó 28 partidos y convirtió un gol. Representó a nuestro país en dos Mundiales: Chile 62 e Inglaterra 66. Su juego deslumbró a la prensa internacional, que vio en él la perfección del numero 3.En 1972 dijo adiós a su vida como futbolista profesional. Igualmente, siguió relacionado al futbol, ya que incursionó como director técnico. Su primer paso fue breve: dirigió la primera de All Boys desde 1975 a 1976. En 1981 Boca nuevamente le abrió las puertas y el no defraudó. Consiguió el campeonato con aquel recordado equipo que integraba Maradona, Brindisi, Gatti, Perotti, Córdoba, Mouzo y Trobbiani. Años más tarde retornó al club y tuvo su segunda etapa como entrenador xeneize. Esta vez sin los laureles conseguidos en su primera incursión. Su relación con el futbol fue más allá de los campos de juego. Se dedicó al periodismo, comentó partidos en audiciones radiales y formó parte de programas de televisión. También fue asesor en la Secretaría de Deportes en la gestión de Hugo Porta. En su último trabajo como técnico mostró su enorme veta de maestro: cumplió un soberbio trabajo como orientador de las divisiones inferiores del Club Atlético Banfield.Silvio Marzolini será recordado como un jugador sin defectos, difícil de pasar y con una gran proyección ofensiva. Cuando en los libros del futbol se hable del número tres ideal, será como difícil, casi imposible, que no aparezca entre sus páginas en primerísimo lugar el nombre de este excelente jugador.Selección Nacional 1960/1969:Partidos: 28.Goles: 1. 

Lo llamaron "El Beethoven del Futbol" un volante con gran habilidad "El Beto" Menendez era el tipo de numero 10 con sensibilidad para meter "la asistencia venenosa" con ventaja para el compañero presto a la definicion ante el arco rival.

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En 1965 en un partido definitorio con River en la Bombonera el Beto con remate preciso , vence a Amadeo Carrizo y le da el titulo a Boca Juniors en 1965, faltaban solo 3 minutos para el fin del partido.El picaro y habilidoso Menendez habia surgido en River, casi un pecado de juventud para los hinchas xeneizes.Inteligente, para atemperar las cosas hizo una trancision de un año en Huracan, para luego pasar a Boca Juniors en 1962.Los años que siguieron en Boca Juniors fueron gloriosos y en todos los campeonatos 1962/1964 y 1965 Menendez fue pieza fundamental como enlace para alimentar a los delanteros xeneizes , todos cracks: Valentim/ Pianetti /Angel Clemente Rojas/ Sanfilippo / Motoneta Nardiello / el paraguayo Ferreyra/"El Tanque" Alfredo Rojas.Ademas era un volante con gol marcando en toda su trayectoria en Boca 25 goles8 goles en 1962  / 4 goles en 1963 /3 goles en 1964 /7 goles en 1965 /2 gol en 1966/ y 1 en 1967.Es un jugador no muy valorado en la importancia y gravitacion que tuvo en esos años de gloria azul y oro, supongo que debido a su origen en la vereda enemiga de Nuñez, pero el Beto Menendez con la azul y oro en el pecho la rompio y si vemos sus GOLES , que hay que decir de sus "ASISTENCIAS DE GOL" en esos años dorados de Boca.UN FENOMENO UNICO DEL FUTBOL ARGENTNO SER CAMPEON TRES VECES EN RIVER /1956-1957-1958/.Y TRES VECES EN BOCA JUNIORS   1962-1964-1965 .Pero como el mismo admitio:

"LA AZUL Y ORO ME QUEDABA MEJOR"