alamillos rocío - práctica supersticiosa

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HECHICERÍA EN EL SIGLO XVIII: EL ESPACIO Y LA PRÁCTICA SUPERSTICIOSA* ROCÍO ALAMILLOS ÁLVAREZ | UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA RESUMEN La hechicería fue una práctica marginal y alternativa que coexistió con la ortodoxia religiosa. Aunque desde el cuerpo eclesiástico se realizaron verdaderos esfuerzos por reprimir este com- portamiento herético, es cierto que la transgresión mágica convivía de una manera cotidiana con el resto de comportamientos disciplinados. A través de las alegaciones fiscales analizaremos la figura de ciertos encausados por la Inquisición en Andalucía en el siglo XVIII que en sus activi- dades cotidianas de negotio llevaron a cabo prácticas supersticiosas de dudosa legitimidad. Me- diante el análisis de casos se pone de manifiesto la existencia de una constante tensión entre el espacio público y privado en el que se insertan. Las prácticas realizadas en la esfera pública pri- vatizan su significado y lo contrario. La capacidades de lo sobrenatural y la tendencia al pecado del hombre no distinguieron entre clases sociales, poder económico, ocupación o religión. PALABRAS CLAVE Hechicería, superstición, vida cotidiana, espacio público y privado, Inquisición, Andalucía. ABSTRACT Sorcery was a marginal and alternative practice that coexisted with religious orthodoxy. Although from the church body is made real efforts to suppress this behavior heretical, it is true that the magical transgression lived daily with other disciplined behavior. Through fiscal alle- gations will analyze the figure of certain defendants by the Inquisition in Andalusia in the eighteenth century that in their daily activities of negotio conducted superstitious practices of dubious legitimacy. The analysis of cases shows the existence of a constant tension between public and private space in which they operate. The practices in the public sphere privatize its meaning and the opposite. The capabilities of the supernatural and the inclination of man to sin, did not distinguish between social classes, economic power, occupation or religion. KEYWORDS Sorcery, superstition, daily life, public and private space, Inquisition, Andalusia. [ 163 ] * Archivo Histórico Nacional (AHN)

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  • HECHICERA EN EL SIGLO XVIII: EL ESPACIO Y LA PRCTICA SUPERSTICIOSA*

    ROCO ALAMILLOS LVAREZ | UNIVERSIDAD DE CRDOBA

    RESUMEN

    La hechicera fue una prctica marginal y alternativa que coexisti con la ortodoxia religiosa.Aunque desde el cuerpo eclesistico se realizaron verdaderos esfuerzos por reprimir este com-portamiento hertico, es cierto que la transgresin mgica conviva de una manera cotidiana conel resto de comportamientos disciplinados. A travs de las alegaciones fiscales analizaremos lafigura de ciertos encausados por la Inquisicin en Andaluca en el siglo XVIII que en sus activi-dades cotidianas de negotio llevaron a cabo prcticas supersticiosas de dudosa legitimidad. Me-diante el anlisis de casos se pone de manifiesto la existencia de una constante tensin entre elespacio pblico y privado en el que se insertan. Las prcticas realizadas en la esfera pblica pri-vatizan su significado y lo contrario. La capacidades de lo sobrenatural y la tendencia al pecadodel hombre no distinguieron entre clases sociales, poder econmico, ocupacin o religin.

    PALABRAS CLAVE

    Hechicera, supersticin, vida cotidiana, espacio pblico y privado, Inquisicin, Andaluca.

    ABSTRACT

    Sorcery was a marginal and alternative practice that coexisted with religious orthodoxy.Although from the church body is made real efforts to suppress this behavior heretical, it is truethat the magical transgression lived daily with other disciplined behavior. Through fiscal alle-gations will analyze the figure of certain defendants by the Inquisition in Andalusia in theeighteenth century that in their daily activities of negotio conducted superstitious practices ofdubious legitimacy. The analysis of cases shows the existence of a constant tension betweenpublic and private space in which they operate. The practices in the public sphere privatize itsmeaning and the opposite. The capabilities of the supernatural and the inclination of man tosin, did not distinguish between social classes, economic power, occupation or religion.

    KEYWORDS

    Sorcery, superstition, daily life, public and private space, Inquisition, Andalusia.

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    * Archivo Histrico Nacional (AHN)

  • El ejercicio de la hechicera fue una prctica ampliamente difundida. La so-ciedad moderna convivi con un modo alternativo de resolucin de los pro-blemas y conductas que contrariaban la vida del da a da. El Santo Oficio tratde desarraigar tal praxis popular e imponer un pensamiento moral ortodoxa-mente definido, sin embargo la realidad es que la religin se vivi de una ma-nera supersticiosa. Esa intimidad de pensamiento y prctica que intent serarrebatada encontr nuevos espacios y formas de salir a la luz. Un claro ejem-plo de ello fueron las continuas reincidencias en los mismos delitos una vezque ya haban sido penados por el Santo Oficio en alguna ocasin. Ms allde los intentos de riguroso disciplinamiento, pareciera necesario, por tanto,poner en duda el xito de la reforma de la religin cotidiana, como bien ma-nifest Henry Kamen1. La negociacin entre el respeto de la norma y su trans-gresin llev a la Espaa del siglo XVIII a la coexistencia de numerosas formasy conductas que relacionaban las orientaciones religiosas y las desviaciones in-disciplinarias. Las abundantes solicitaciones, la continua blasfemia, la falsifica-cin de cdulas y certificados o las variadas formas de insumisin religiosa sonslo algunos ejemplos de estos comportamientos de insubordinacin.2 Este fe-nmeno que sita en el pensamiento, las afectividades y las conductas la ten-sin entre lo pblico/privado y entre la norma/transgresin, tuvo una especialrelevancia en la esfera mgica.

    Result especialmente difcil para los tratadistas de la poca establecer dife-rencias entre una magia pura y una religiosidad supersticiosa. La dificultad es-tribaba en la inagotable casustica de difcil tipificacin que los adentraba en unjuego dialctico que acababa desembocando finalmente en el binomio: Dios oDemonio. De esta manera, la realidad de la magia se traduca en un pragmatismopor parte de los jueces inquisidores y confesores, que ayudados de algunas pe-queas pautas o directrices, acababan atendiendo a sus propios juicios. La varie-dad de manifestaciones supersticiosas se encontraron por doquier. Este prohibidosaber fue tan goloso que no respet ni clases sociales, ni dinero, ni poltica, nireligiosidad. Los espacios que cobijaron tales prcticas fueron tan amplios y sim-blicos como las personalidades que se encontraban detrs de cada suerte. Esnecesario pues, un estudio sobre el ejercicio de lo mgico atendiendo al binomiohombre de Estado- hombre particular, centrndonos especialmente en aquellaspersonalidades reprimidas por desarrollar su habilidad sobrenatural en el tiempodel negotio.

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    1 KAMEN, 1998: 407.2 MORENO MARTNEZ, 2010: 271.

  • EL ESPACIO EN LA PRCTICA SUPERSTICIOSA

    Es mucho lo que se ha escrito sobre lo pblico/privado. Aris reflexion sobreuna doble definicin especificando que pblico poda entenderse como todoaquel mbito donde tena competencia el Estado, frente a lo privado, que seraaquello que queda sustrado del mismo, identificndose en este caso con el espaciodomstico consignado como un lugar ajeno a las obligaciones estatales y guber-nativas3.

    En esta primera reflexin, Philippe Aris denomin a esta dicotoma hombrede Estado- hombre particular.4 Un hombre de Estado era entendido como cualquierindividuo en su faceta de servicio al bien de la comunidad o del Estado, es decir,en sus servicios pblicos prestados, frente al hombre particular que era aquella fa-ceta del mismo que quedaba sustrada del aparato gubernativo5. La faceta de hom-bre de Estado la posea un miembro de la nobleza, del cuerpo eclesistico, de laCorte, del ejrcito o de la justicia, pero tambin un mercader, un agricultor o untabernero. Este matiz de hombre de Estado que plasm Aris ya se haba recogidoen el siglo XVII en El Tesoro de la Lengua afirmando la existencia de distintos es-tados en un individuo: el estado de religioso, caballero, oficial, labrador etc. cadauno en el estado que le corresponde tiene su modo de vivir (de acuerdo a su ocu-pacin) y sus lmites6.

    En lo que se refiere a los quehaceres del hombre particular, el interior del es-pacio domstico representaba el mejor refugio estatal que antes hemos mencio-nado. Durante el siglo XVI y XVII exista una prctica de sociabilidad annimadonde las reducidas comunidades generaban una opinin pblica de importanciatal, que todo comportamiento o afectividad deba realizarse de acuerdo a la apa-riencia, el buen hacer y la aceptacin pblica7. Aris lo recogi en su obra comoel respeto al honor 8. Sin embargo, las nuevas formas de religin del siglo XVI yXVII impulsaron una piedad interior, el retiro, la bsqueda de la soledad o el exa-men de conciencia. A ello se sum en el siglo XVIII una densificacin demogrficaen los ncleos de poblacin que propici un mayor grado de anonimato y quepermiti que el hogar se constituyese como el medio idneo donde resguardarse.

    Por su parte, la segunda perspectiva que plante Aris estuvo enfocada hacialas formas de sociabilidad. Entendi por pblico aquellos espacios destinados aunas vivencias colectivas, frente a las experiencias de lo privado que quedaban

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    HECHICERA EN EL SIGLO XVIII: EL ESPACIO Y LA PRCTICA SUPERSTICIOSA

    3 ARIS, 1989, T.3.4 Ibdem: 17.5 CHARTIER, 9, (2002): 63-73.6 COVARRUBIAS, 1987: 561.7 MORANT DEUSA y BOLUFER PERUGA, 19, (Salamanca, 1998).8 ARIS, 1989, T.3: 9.

  • relegadas a ciertas convivencias elegidas, el cultivo de unas amistades en lugar deotras e incluso la bsqueda de la soledad o las relaciones dentro del ncleo fami-liar9. Tras este sugerente debate se aport una tercera consideracin sobre lo p-blico/privado. El mbito domstico, efectivamente, poda considerarse una salva-guardia frente a las imposiciones estatales, no obstante, tambin poda ejercer elefecto contrario. El ncleo familiar estaba organizado en torno a una serie de nor-mas ticas, morales, religiosas y familiares. Ello poda convertir en un calvario loque en primera apariencia pareciera una salvacin. Las limitaciones al cultivo deciertas amistades, la obligacin del recato o del matrimonio eran algunas de lasimposiciones familiares que deban acatarse. Por tanto, se poda entender as lopblico como aquella subordinacin impuesta, frente a una privatizacin repre-sentada en la bsqueda de la soledad, el cultivo de la piedad interior o la sustrac-cin de las imposiciones paterno-filiares10.

    Todas estas dimensiones del espacio pblico y privado alojaron y contextuali-zaron las prcticas mgicas. Exista una continua tensin entre ambos mbitos ma-nifestada de formas diversas. La realidad de lo ntimo no se construa de una ma-nera lineal sino como una sustraccin al mismo tiempo de aquellas dimensionesprivatizadas.

    Pero no slo estas consideraciones se han realizado sobre lo pblico y lo pri-vado. La historiografa ha recogido otras interesantes reevaluaciones, especialmentela que deriva de la obra de Reinhart Koselleck11. Con la ruptura religiosa se produjotambin una ruptura de la unidad poltica, entendida hasta entonces como un con-junto de individuos que configuraban una comunidad, sbditos del rey. Con dicharuptura en el seno del cristianismo, el individuo pas a concebir su conciencia es-piritual con un papel ms singular y privado. Se produjo el ya comentado procesode la conciencia, bsqueda de la ntima piedad o la soledad como medio de cultivode los valores morales y religiosos. Este proceso de transformacin afect a la es-fera poltica ya que Koselleck puso de manifiesto la existencia en el hombre de suesfera pblica en el momento en que ejerca su oficio, y su esfera privada en tantoque comenz a desarrollar su piedad y singularidad religiosa12. Cada individuo for-maba parte de esa dicotoma que Montaigne denomin la piel y la camisa13.

    La divisin entre los valores propios internos y las obligaciones de lo pblicodebilit el carcter impositivo del estado en tanto que las nuevas formas de socia-bilidad del siglo XVIII ejercieron sobre el gobierno juicios crticos desde una esfera

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    9 Ibdem: 11-13.10 CHARTIER, 2007: 13-26.11 KOSELLECK, 2007. 12 CHARTIER, 2002: 67.13 MONTAIGNE, 1984.

  • privatizada. En la segunda mitad del siglo XVIII apareci una nocin apoyada enlos conceptos de sociedad civil y opinin pblica entendidas como la libre aso-ciacin de los sectores cultos de la sociedad, materializado en las logias, clubes,cafs etc. que se transformaron en los principales jueces crticos de la autoridadestatal. Este tipo de reuniones es lo que Habermas denomin esfera pblica bur-guesa14. Estos lugares de concentracin estaban protegidos por el secreto y la li-bertad civil15. En ellos, los individuos comunicaban sus pensamientos racionalesrespecto de la autoridad gubernamental reproducindose como una nueva con-ciencia de la poltica. Con ello se atestigu que no exista ningn campo de dis-cusin prohibido al razonamiento pblico. La racionalidad privada se volva juezde lo pblico. Se instauraba as el reino de la crtica16.

    Partiendo de este uso pblico de la razn por personas privadas, desplegandouna crtica que se apoder de las doctrinas e instituciones, la relacin pblico/pri-vado poda interpretarse de varias formas. Enmanuel Kant reflexion acerca de es-tos acontecimientos en Qu es la Ilustracin?17. En ella acababa concluyendo queel carcter de pblico o privado se remita al uso del entendimiento. Con ello pusode manifiesto que el individuo, desarrollando una funcin pblica poda hacer unuso privado de su razn para otros fines que no fuesen los del bien comn. Estesentido se opona a su consideracin sobre lo pblico, fundamentado en dos prin-cipios. Por una parte lo pblico era aquello que le corresponda a una sociedaduniversal, que no estuviese contextualizado en ningn territorio determinado. Conello estaba haciendo clara referencia a la Humanidad o la esfera de lo universal18.Un grupo religioso o poltico, una nacin, la iglesia etc. estaban determinados oligados a las particularidades de una nacin o de un colectivo social, por esa razn,al no entenderse de manera universal, no podan ser considerados como elementosde lo pblico19.

    En segunda instancia afirmaba que el uso del entendimiento privado era aquelque realizaba el individuo dentro de una dominacin concreta y con intereses par-ticulares, mientras que el uso pblico era aquel juicio que realizaba en calidad desabio o experto en su dominacin. Tal reflexin deba dirigirse a una comunidaduniversal que no estuviese identificada con una ideologa, jerarqua estamental,

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    HECHICERA EN EL SIGLO XVIII: EL ESPACIO Y LA PRCTICA SUPERSTICIOSA

    14 HABERMAS, 1990.15 BOLUFER PERUGA, 19, (Salamanca, 1998): 88.16 Nada ilustra mejor las reuniones realizadas en estos salones que la carta que le escribi el abate Ga-

    liani despus de enviarlo obligadamente a Npoles en 1769, al barn d Holbach recogida en: CHARTIER,19, (Salamanca, 1998): 70-71.

    17 KANT, 1964: 58-67.18 CHARTIER, 19, (Salamanca, 1998): 75.19 CHARTIER, 9, (2002): 68.

  • orden social etc.20 y por tanto que participase de la universalidad21. Todo individuopoda hacer libre uso de su entendimiento para doctamente hacer pblico un co-nocimiento sobre la materia concreta de la que fuese experto22. Para ilustrar mejorsus ideas Kant utiliz algunos smiles, entre ellos la de la figura de un eclesisticoque en calidad de experto religioso poda emitir juicios pblicos en tanto que losllevasen a cabo con un carcter universal. Un agricultor poda realizar reflexionespblicas y de orden universal en tanto que docto en materia del campo. Kant llega considerar que esta capacidad no slo era una libertad sino incluso una misinpara con la humanidad23.

    La diferencia entre la concepcin habermasiana y kantiana radic en que Ha-bermas ampli el colectivo que poda establecer opiniones pblicas desde la pri-vacidad de su persona, mientras que Kant afirm que slo podan emplear un usopblico de la razn aquellos que fuesen doctos en la materia. De la misma manera,Habermas defenda que la opinin pblica se configuraba a partir de la palabraviva, la conversacin, el debate24, mientras que este aspecto no era contempladoen paradigma kantiano.

    Partiendo de toda esta reevaluacin del mbito pblico y privado, es cierto queexistieron importantes manifestaciones del uso de estas dotes mgicas alternativasentre el conjunto social. Todo hombre, sin distincin de gnero ni clase, presentabauna vertiente pblica en su vida que se corresponda con sus responsabilidadessociales, y una vertiente privada, donde sus actos, pensamientos, discusiones etc.respondan a intereses y deseos propios, alejados del dominio del poder poltico.A travs de las prcticas mgicas esos deseos usurparon el valor pblico del indi-viduo en el momento del negotio. Ms all de la Corte una parcela de personali-dades pblicas en la que sera demasiado ambicioso introducirse sin la intencinde hacerlo de una manera profunda ser la figura del clrigo y la del soldado laque aqu atraiga nuestra atencin, haciendo uso del binomio hombre de Estado-hombre particular y uso de la razn pblica-uso de la razn privada.

    HOMBRES DE ESTADO INVOLUCRADOS EN ACTOS SUPERSTICIOSOS

    Sacerdotes, presbteros, curas parroquiales o cannigos, son algunas de las fi-guras que constituan el cuerpo eclesistico. Educados en el dogma y reconocida

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    20 CHARTIER, 19, (Salamanca, 1998): 75.21 CHARTIER, 2007: 13-26.22 SCHMIDT, 1996.23 KANT, 1964: 60-61.24 CHARTIER, 9, (2002): 69.

  • la capacidad de adoctrinar, absolver el pecado y redirigir la conducta, no fueronpocos los miembros que traicionaron a la comunidad cristiana con sus vicios yapetencias. Estos preciados miembros de la Iglesia eran utilizados por el Santo Ofi-cio a modo de silenciosos delatores y confidentes in fide debido a su cercana conlos feligreses, sin embargo, como humanos que eran, tambin padecan de ambi-cin, la debilidad de la carne o el gusto por el poder25. Las fuentes inquisitorialesnos han legado numerosas sumarias donde miembros del orden eclesistico fueronencausados por su comportamiento descarriado.

    Generalmente, las ocasiones en que se abri sumaria en el siglo XVIII a sacerdo-tes y presbteros, al menos en los distritos inquisitoriales de Granada, Crdoba y Se-villa, fueron por acusacin de saca-tesoros. En la documentacin se manifiesta unadoble casustica: bien que el propio sacerdote fuese el ejecutor de las acciones su-persticiosas para hallar un tesoro, bien que el artfice fuese una persona laica, peroque el presbtero tomase parte en el asunto. Tambin podemos encontrar otros casos,aunque en menor proporcin, donde los clrigos solicitaron la ayuda de la hechicerapara curarse de alguna enfermedad o incluso por atesorar escritos de carcter su-persticioso (fuese en forma de libros o en cualquier otro formato). Toda esta variedadde manifestaciones qued reflejada en los tribunales inquisitoriales andaluces, sinaadir la documentacin generada por los tribunales eclesisticos diocesanos26.

    Personajes en su faceta de hombre de Estado tambin transgredieron el lmitedel deber para caer en la banalidad del placer, el deleite o la desesperacin. En 1733el Inquisidor fiscal del tribunal de Sevilla abri una sumaria contra Don Jos Hinojosa,un presbtero de 44 aos, msico de catedral de Sevilla, acusndolo de sacatesorospor medios supersticiosos y sospechas de idolatra. Este presbtero mezclaba ele-mentos sagrados en sus prcticas adivinatorias para extraer tesoros, lo cual empeo-raba la situacin. Dos testigos formales declararon en contra de don Jos Hinojosa,ambos, por haber sido cmplices de dichas ceremonias. El propio presbtero confes:

    () espontneo y sin estar prevenido del mismo delito de sacatesoros, con mezclade cosas sagradas diciendo haber ido una noche a buscar un tesoro con diferentescmplices, llevando unas varillas de higuera y avellano, sal y hueso de difunto paramedir el sitio donde se haba de cavar, y una vela bendita que dio este reo ()27.

    A esta declaracin aadi el primer testigo, Blas Prez Corts, de 37 aos, que:

    () una negra llamada Juana Pico, de estar convenida con este reo para la sacade un tesoro, dando quejas a este reo por haberlo ocultado faltando a su amistad yconfianza ()28.

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    HECHICERA EN EL SIGLO XVIII: EL ESPACIO Y LA PRCTICA SUPERSTICIOSA

    25 LVAREZ SANTAL, BUX I REY y RODRGUEZ BECERRA, (coords.), 2003: 13 y ss.26 SANTAYANA BUSTILLO, 1979: 151.27 Alegacin Fiscal, A.H.N, Inquisicin, legajo 3736, exp, 173.28 Ibdem.

  • El presbtero Jos Hinojosa tena toda una estrategia planificada donde contabacon una ayudante y dos cmplices. Era ste, por tanto, el promotor de toda la ac-cin, y no un alma engaada y manipulada para tales fines. Otro de los casos enlos que el presbtero fue quien estimul la accin lo encontramos en la sumariaabierta29 por el inquisidor fiscal de Sevilla contra Alonso Rodrguez, tambin porsacatesoros. A sus 70 aos, y sin decaer en modo alguno su vicio hacia el oro ylas alhajas, acab delatando su participacin en los hechos.

    () las testificaciones que resultan contra este reo son 7, las 4 formales y las 3de odas, de autor y cmplices con otros para sacar tesoros. Y en el estado de ha-llarse prevenido este reo con las 3 testificaciones formales, se delat receloso, yasegn se le confirma el estrsele formando sumaria por el Santo Oficio, por vocesque corran de ello en el pueblo. Y es de notar que el reo en su declaracin est endesacuerdo en parte. No obstante decir todos 4 testigos que fue el reo el promovedorpara la saca del tesoro, engaado [ste] de un berberisco ()30.

    () niega ese hecho y el de haber entrado a la parte en el tesoro y que sloconcurri por instancias que le hicieron los pretendientes a hablar a dicho moriscopara que certificase si era o no cierto lo que ofreca, y evitar los engaase31.

    Alonso Rodrguez trat de maquillar la versin de la acusacin atribuyendo re-alizar un buen fin: mediar entre los verdaderos interesados para evitar que les es-tafasen. Tras la valoracin de su caso, finalmente este anciano clrigo no recibigrandes censuras por su supuesta planificacin de la estafa para lucrarse de tesorosescondidos.

    Otro caso interesante fue el de un clrigo que en Crdoba, en 1718, sumidoen su ltima enfermedad enfermedad que por otro lado se conceba era en-viada por voluntad divina ante la ineficacia de la medicina acudi a las dotesde curanderismo.

    () Isabel Snchez Villaln, de 18 aos, dijo haba servido de criada al pres-btero Don Martn Lpez Merino, que muri ao de 716, y en su ltima enfermedadllamaron para su curacin a la reo, que vino desde la villa de Gargantiel con mu-cho cuidado, y silencio, porque no la vieren. Que toc al enfermo con su manola cabeza y le unt el vientre diciendo Martn yo te curo en el nombre del Padre,y del Hijo, y del Espritu Santo, que hizo algunas santiguaciones profiriendo unaspalabras secretas. Que esta reo dijo a la declarante callase pues que no entendade ello. Que asegur haban hecho mal al enfermo en un poco de agua, y choco-late, que ya no tena remedio la enfermedad y que le hubiera sanado si la hubiesenllamado quince das antes. Que la inst porque prosiguiese la cura pero se resisti

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    29 No queda especificado el ao concreto de la apertura de la sumaria. Tan slo se hace referencia aque ocurri en el siglo XVIII.

    30 Alegacin Fiscal, A.H.N, Inquisicin, legajo 3733, exp. 339.31 Ibdem.

  • diciendo no haba remedio, y que morira el enfermo en tal da antes de las diezde la noche, y que de facto se verific el da, y an casi la hora, porque muri en-tre diez y once de la noche32.

    Tanto en el testimonio de Isabel Snchez Villaln, su criada, como en el de suhijo, Juan Lpez Gutierra, tambin criado del presbtero, no se expres claramentesi la decisin de utilizar medios mgicos provino de la propia Isabel viendo la in-minente muerte del clrigo, o en cambio, parti del propio presbtero. Tampocoqued recogido en los testimonios el tipo de enfermedad que posea. No obstanteparece una evidencia que ante la inmediata negativa de curacin de la hechicera,Don Martn Lpez Merino deba encontrarse en muy mal estado. Sea como fuerey atendiendo a los hechos, el presbtero recibi un unto de la hechicera junto conunas santiguaciones y unas palabras secretas. Aunque no sirvi de mucho porquela muerte le lleg pasados unos das, este religioso tambin se intent beneficiarde los alternativos y pecaminosos usos medicinales.

    Por su parte, los miembros del cuerpo eclesistico no fueron las nicas perso-nalidades que en tiempo que podran considerarse hombre de Estado, en tantoque desempeaban un servicio, osaron tener un encuentro con los caminos ilcitos.Grandes nobles, corregidores, miembros de la milicia y otros cargos civiles se be-neficiaron igualmente de estos poderes de lo extraordinario. Entre las alegacionesfiscales pertenecientes al Tribunal Inquisitorial de Sevilla se encontr la descripcinde una sumaria abierta el 14 de noviembre de 1742 contra ngela Jimnez, gitana,por posesin de ciertos escritos de dudosa intencionalidad.

    () la causa de su prisin, segn le dijo el comisario, era por unos papeles quese le haban hallado en su casa y que esos lo que poda decir tocante a ellos era queviniendo la reo de Cdiz para Vejer seis das antes de todos santos del ao de 1742,encontr unos soldados que haba all de guardia, viniendo cuando estaban ms al-borotados. Vio en el suelo una carta la que cogi y guard la reo hasta que viniendoa su casa vio que en ella haba aquellos papeles, que crey ser listas de soldados; losque les pidi a esta reo un hijo pequeo para ir a la escuela; los que le quit despusa dicho hijo una pariente de la reo y los meti en una almohada, donde la reo metialguna lana sin hacer caso de dichos papeles, ni creer pudieren contener malicia al-guna. Y que pasados como diez o doce das fue la justicia a registrar su casa y halla-ron en la almohada dichos papeles y los recogi dicha justicia y que no saba a quinse le pudo caer la cartera porque eran muchos los soldados33.

    ngela Jimnez no tuvo miedo al realizar su acusacin. Defendi, convencida,que algn soldado mientras prestaba sus servicios al reino llevaba consigo tan re-celados papeles. En las custodiadas cuartillas quedaban recogidas interesantes in-

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    HECHICERA EN EL SIGLO XVIII: EL ESPACIO Y LA PRCTICA SUPERSTICIOSA

    32 Alegacin Fiscal, A.H.N, Inquisicin, legajo 3723, exp. 3.33 Alegacin Fiscal, A.H.N, Inquisicin, legajo 3733, exp. 344.

  • formaciones como modos de hacer pactos con el demonio34, el uso de invoca-ciones a algunos santos para hacer las hechiceras y supersticiones y oracionesdiablicas35. Ante tal riqueza de atractivos saberes prohibidos, la duda de que lareal poseedora fuese la propia ngela Jimnez y no un fiel soldado, servidor desu patria, se acentu an ms al ser conocida su condicin de gitana.

    Otro curioso expediente fue el abierto de Don Salvador Ortz, que es su propioapellido, alias Don Lus de Rojas y Guzmn, alias Don Julio de Rojas y Guzmn,alias, Don Lucas de Lopalada y Zenn, alias Don Julio Gonzlez de Aranda, aliasDon Arturo de Flores y Guzmn36 que, como reincidente que fue en su desviacinde sacatesoros, estuvo preso en numerosas crceles de todo el reino, entre ellas,la de Orn, Murcia, el Pen y Melilla. Finalmente lo haban remitido a Ceuta paraser nuevamente juzgado. Penado por sacatesoros en numerosas ocasiones, la rein-cidencia de este sospechoso de vehementi lleg hasta tal extremo que incluso es-tando encarcelado, continuaba estafando a todo el crdulo ambicioso que se lecruzaba en su camino37. Este astuto buscavidas fue capaz de estafar desde la dis-tancia y en un contexto de reducida movilidad. Para lograr su objetivo utiliz lacorrespondencia, hacindose llamar con un nombre diferente en cada ocasin. Talsera la afluencia de su continuada ocupacin (no se menciona) que las autoridadesdebieron reparar en ello y de ah que:

    () por orden de aquel gobernador no se permitira a este reo tintero, papel niplumas. Era tal su habilidad que con los instrumentos de pintar en que era diestrono cesaba de dispararse cartas solicitando engaar para el logro de sus estafas conel cebo de descubridor de tesoros. Y que con permiso de algn gobernador habarecogido algunos que le venan y pona el reo en el correo, las que remiti, que to-das se redactan a decir con diferentes supuestos apellidos ()38.

    Este curioso caso tramitado por el tribunal sevillano en el ao 1738 contra Sal-vador Ortiz, carmelita descalzo, se entrecruz con los sucesos testificados contraMiguel Garca Villanueva, a quin se le abri sumaria en el distrito inquisitorial deCrdoba tambin por sacatesoros unos aos ms tarde, en 1747. En esta ocasin,Miguel Garca dijo ser capitn de la infantera. Durante la primera audiencia ordi-naria narr los hechos ms relevantes de su vida. Una vida itinerante le llev aacabar buscando refugio en casa de un conocido suyo en Sevilla, Diego de Arosta,que tena un hermano. Los tres decidieron robar a un hombre llamado Julio deAlabn, pero al arrestarlo lo llevaron al presidio de Dram. Estando en la crcel

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    34 Ibdem.35 Ibdem.36 Alegacin Fiscal, A.H.N, Inquisicin, legajo 3736, exp. 186.37 Ibdem.38 Ibdem.

  • real de Murcia, esperando lo trasladasen al presidio de Dram conoci a fray Sal-vador Ortiz. Toda una casualidad les hizo compartir prisin nuevamente en Dram.Por sucesos no especificados, Miguel Garca Villanueva fue trasladado a la prisinde Murcia donde acabara reencontrndose de nuevo con el religioso. El carmelitaSalvador Ortiz comenz a servirse de Miguel Garca Villanueva para que le escri-biese sus cosas, entre ellas el modo de hechizar y sacar tesoros. Recordemos, queen la alegacin fiscal anterior se especificaba que Salvador Ortiz era experto enorganizar la estafa por la saca de tesoros39. La amistad y confianza entre ambosreos fue ya ms que evidente. Contextualizada por tanto la manera en que estesupuesto teniente de la infantera y este carmelita descalzo se conocieron y enta-blaron relacin en la crcel:

    En segunda Audiencia Ordinaria de 6 de Mayo de 1747 dijo que estando en Me-lilla, dicho religioso comunic al reo el modo para los enredos y engaos con pre-texto de sacar tesoro y quitar el dinero a los que se dejaban engaar como sucedien Melilla, con unos sujetos de Granada a quienes engaaron con dichos enredosel reo y dicho religioso ()40.

    En 1747 el Santo Oficio dej constancia explcita de la confesin Garca Villa-nueva. En ella asumi que estando preso en la crcel de Melilla haba mantenidosus enredos en conjuncin con Salvador Ortiz que tena gran experiencia en lo di-cho. La habilidad para continuar realizando labores mgicas desde la crcel obliga desarrollar el ingenio entre los presos, pero ello no supuso su desaparicin, msan cuando varios de los instruidos en el arte coincidan en el tiempo y el espacio.

    EN SNTESIS

    A lo largo de la Edad Moderna la iglesia otorg carta de posibilidad a la magiay aunque la conden por diablica, admiti su eficacia considerando que existaun respaldo demonaco detrs. Solicitada pero al mismo tiempo rechazada, laprctica supersticiosa siempre anduvo en la dbil frontera entre la res pblica yprivada. Fue utilizada como recurso para aflojar tensiones y por ello hay quin ladenomina el arte de la fuga. Sin embargo, ms all de constituir la vlvula de es-cape de los conflictos sociales, existi una vinculacin con el mbito religiosoque hizo al Santo Oficio cuestionarse en qu medida este tipo de supersticin eraun fenmeno contrario a la fe. Apelando a esa continua tensin entre lo pblicoy lo privado, la fe cristiana perteneca al gnero de la comunicacin de los prin-cipios de una comunidad religiosa, y por tanto, a la esfera pblica, aunque, por

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    39 Alegacin Fiscal, A.H.N, Inquisicin, legajo 3731, exp. 3140 Ibdem.

  • otra parte, el correcto cultivo de la fe religiosa se llevaba a cabo en la individua-lidad del espritu. As podemos percibir en la cotidianeidad de la magia un en-frentamiento entre fe-paganismo; pblico-privado; doctrina-transgresin; conflictosocial-solucin supersticiosa; poder civil-poder mgico o poder religioso-podermgico. Estos binomios son las dos caras de una realidad coetnea. Dicha realidadno slo afect a la masa popular empobrecida y humilde. Tanto nobles como re-ligiosos e incluso la Corte gust del uso de la supersticin como medio de disiparsus desesperanzas. Como hemos podido manifestar a lo largo de estas pginas,fueron numerosas las ocasiones en que los individuos, durante su tiempo de ser-vicio al estado realizaron actividades particulares que no participaban de sus obli-gaciones pblicas. Esta intromisin de lo pblico en lo privado y la privatizacindel mbito pblico quedaron patente en las prcticas ms cotidianas de la socie-dad moderna. Ser la supersticin una ms de la esferas en que se llev a caboel complejo proceso dialctico. Los arduos intentos inquisitoriales de reconducira los descarriados y los mecanismos que estos pusieron en marcha constituyeronprecisamente un engranaje imprescindible para poder atender a este juego detensiones irregulares.

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