al llegar me esperaba otra larga fila en el control de ... · a pesar de la incertidumbre,...
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Al llegar me esperaba otra larga fila en el control de pasaportes. Curioso
comencé a observar, y observé la manía de quitarse las gafas al llegar al con-
trol. Al principio pensé que sería para facilitar la identificación, pero luego con-
cluí que más bien era un efecto reflejo. ¿Cuántos de los más de diez en mi fila
que repitieron el ritual, saldrían en la foto de su documento sin gafas?, "vanitas
vanitatis".
Regreso aa BBarataria
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Regreso aa BBarataria
EENN EELL IINNTTEERRIIOORR……
A vista de pájaroTierra de esperanza
Una isla con las puertas abiertasUna princesa en harapos
Como en casaIré a Santiago
El profesor universitarioNo es fácil
¿Pero entró Dios en La Habana?Unos días en el campo
Un pueblo de fiestaLas aventuras y desventuras de la operación retorno
Las prostitutas más cultas del mundo¡Viva la revolución!
La seguridadLa batalla de las ideas
Llegó la televisiónEl progreso tecnológico, la computación
Las familias del régimen no viven tan malEl que no firma no pasa
Pasar a mejor vidaAu revoir La Habana
Regreso aa BBarataria
Quijjancho,
Siempre había viajado a Cuba por las noticias, documentales,
reportajes, fotos, libros, viajes de amigos... en la distancia Cuba era la
Isla de mis sueños, esa Isla a la que no sabía si llegaría algún día, y la
imaginaba distante y seductora, remisa y alegre, repleta de tesoros por
explotar. Una Barataria escondida, víctima de las malas artes de un
malvado encantador de los que tiempo ha vienen haciéndonos la vida
imposible trocando gigantes por molinos, malandrines por odres de
vino añejo, flores por espinas...
Entre dimes y diretes no podíamos más que decidirnos a
emprender la aventura, "a la buena de Dios y a la que salga", como ese
gran literato que también recorrió esa Mancha chica, que debe ser la
Alcarria. Sin más afán que resolver nuestras cuitas, y para ello nada
mejor que aceptar el reto del encantador barbado, "ven y verás".
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AA VVIISSTTAA DDEE PPÁÁJJAARROO
Desde el momento en que uno decide viajar a la Isla encantada de Barataria,
uno se pone en manos de la burocracia. En el Consulado es necesario recoger
una autorización, previo pago de 25 euros, de las que sólo reparten treinta
diarias, lo que no cubre ni mínimamente la demanda de grupos de los turistas
que desde hace unos años no paran de viajar en masa a disfrutar de las playas
de la Isla sumergida en el tiempo. Por eso, aunque abren a las diez, las colas,
Cuba en Madrid, empiezan antes de las ocho de la mañana. Como una sesión
preparatoria de cubanismo, aquí también es posible conseguir el visado "por
debajo", a cambio de un pequeño extra de 5 euros, en una agencia de viajes
vecina al Consulado.
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Regreso aa BBarataria
El viaje Madrid - La Habana fue de sueño, con unos breves parénte-
sis para comer la bandeja del avión. En el cocktail de horas y luz de los viajes
transoceánicos, es mejor comportarse como en la marathón y repostar siem-
pre porque la siguiente parada para repostar nunca se sabe cuándo vendrá.
Morfeo venció dudas, incertidumbres, preguntas que de ninguna forma se
podrían resolver en el avión y no sé ni qué películas pusieron.
Al llegar me esperaba otra larga fila en el control de pasaportes.
Curioso comencé a observar, y observé la manía de quitarse las gafas al llegar
al control. Al principio pensé que sería para facilitar la identificación, pero luego
concluí que más bien era un efecto reflejo. ¿Cuántos de los más de diez en mi
fila que repitieron el ritual, saldrían en la foto de su documento sin gafas?, "van-
itas vanitatis".
Mi turno se solventó más bien que mal: desde la cabina se oían pre-
guntas y respuestas, de los puestos de alrededor, pero lo de "Profesión:
Abogado" hizo que el funcionario rápidamente dedujera, "¿de la rama jurídica
no?" Y amparado por la beca roja y el sombrero de Doctor, seguimos camino.
En el aeropuerto los controles se suceden y, después del control de
los pasaportes, una señora revisa el equipaje de mano. Y yo que siempre pre-
sumo de viajar acompañado, por un espíritu bienhechor, que me protege de los
hechizos y conjuros de los enemigos de la caballería, me dirigí decidido hacia
el puesto. Una vez más mi acompañante actuó poniendo delante de mi a un
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niñato cubano que volvía de Canadá cargado de medicinas y un chaleco sal-
vavidas. La señora de la aduana, maternal, le reprochaba jugar con las vidas de
otros, y con el calor de la reprimenda nadie se fijó en mi ordenador, mi agenda
electrónica, los rosarios, los crucifijos, el material escolar... (1-0). Sólo faltaba
la aduana, un control aleatorio después de la cinta de maletas, en el que se
busca material contrarevolucionario, ordenadores, literatura, objetos religiosos,
nada más y nada menos que el 100% del material que llevaban las dos enormes
cajas de cartón, mal embaladas por las prisas, que se deslizaban por la cinta de
equipajes, transparentando su contenido de puro rotas. Pasado este segundo
control me las prometía muy felices, cuando escuché por una megafonía, que
desde mi llegada no había dado señales de vida, "el señol Quijancho, pase por
el mostrador de Información".
Me dirigí decidido a ver si había algún problema, se me ocurrían mil,
pero me informaron de que el mostrador estaba fuera, una vez pasada la adua-
na, y que no tenía de que preocuparme, ¡perfecto! Una vez recogidas las male-
tas que se distribuían aleatoriamente en dos cintas en las que no se veía ningu-
na indicación, me lancé hasta la puerta, urgido por la llamada de megafonía que
no me permitía detenerme en la aduana (2-0). Al llegar no era más que una lla-
mada del Maese Nicolás, de sangre cubana, que había convencido a la
muchacha de que me diera un recado con su teléfono y su dirección. De golpe
pasaba el primer susto, en varías fases, decía “Bye” a la aduana (3-0) y me
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encontraba con las primeras señales de vida de la primera avanzadilla (4-0).
Como mi amo D. Quijote, en su primera noche, Quijancho no podía
ser menos y desde el aeropuerto me dirigí a la venta, donde mi buen amigo el
ventero, después de una grata velada, me nombraría caballero, y me daría su
bendición para recorrer la isla maravillosa de Barataria, a salvo de malos encan-
tamientos. Al llegar, Constanza, su mujer, nos había preparado unos deliciosos
manjares, abundantemente acompañados de lo que por aquí llaman vianda.
Antes intentamos localizar a mi buen amigo el barbero y al Licenciado Carrasco,
que nos acompañarían en el viaje. Llamamos al teléfono que habían dejado en
el aeropuerto donde, sorprendentemente, nos dijeron que no sabían nada de
ellos. A pesar de la incertidumbre, aprovechamos la salida para dar una vuelti-
ta por el Malecón que, viernes noche, bailaba a ritmo de son con orquesta en
directo, y cientos de jóvenes compartiendo botellas de ron; mientras, la tele-
visión repetía por enésima vez el discurso del encantador de las "barbas".
Fidel es un mito, un mito viviente al que nadie se refiere por su nom-
bre, al que se le supone la omnipresencia, la omnipotencia e incluso la
eternidad. Sus discursos son famosos por su extensión y me dispongo a
escuchar: el acto, que se celebra en la clausura del Congreso de la Educación,
debería resultar un análisis de los últimos logros revolucionarios en la materia,
pero a Fidel, que está como en su casa, no parece importarle el asunto y se
entretiene en contar anécdotas históricas, y volver al discurso oficial, que se
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esfuerza en presentar un mundo en ruinas, en el que Educación, Sanidad y
Seguridad son bienes de lujo al alcance de unos pocos, donde economía rima
con crisis y corrupción, y frente al desastre mundial sólo queda un pueblo, el
cubano, a salvo del Apocalipsis, con las necesidades básicas cubiertas. Me
sorprende la distinción que realiza entre el pueblo norteamericano, del que
habla con cariño y admiración, y el odio que manifiesta hacia sus líderes.
Los declara culpables absolutos de la situación de la Isla, presos de
los grupos mafiosos de Miami, a los que acusa de genocidio (un concepto que
ha calado incluso en los ambientes universitarios), como si estos no hubieran
sido elegidos por el pueblo al que tanto admira, quizás la falta de práctica le ha
hecho olvidar que en otros países la elección del gobernante depende de sis-
temas democráticos de elección. Fidel lanza un reto, que me suena a la cam-
paña de promoción del Gobierno Vasco: conozcan la verdad, "ven y veras"... un
reto que voy a tener la oportunidad de recoger durante un mes.
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TTIIEERRRRAA DDEE EESSPPEERRAANNZZAA
Cuba fue descubierta en 1492 por Cristobal Colón que la describió como la "tier-
ra más bonita que nunca vieron los ojos" y desde ese momento se convirtió en
parte de la corona española.
La Guerra de la Independencia comenzó en la década de los 70,
1800, y en ella un grupo de terratenientes dirigidos por Carlos Manuel
Céspedes, que veían peligrar sus grandes posesiones, y un floreciente comer-
cio, apoyado en la mano de obra barata de la esclavitud, se acercaron a los
Estados Unidos para lograr la independencia frente a España. Tras varios inten-
tos sofocados por el ejército Español, en el que jugó un papel esencial el
General Martínez Campos en las conversaciones de Baraguá, el espíritu inde-
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pendentista resurge de la mano de José Martí. A comienzos de los años 90,
tras la muerte de Martí y gracias al apoyo norteamericano, motivado, casual o
dolosamente, por la tragedia del Maine, España concede la independencia y
Cuba se entrega en manos norteamericanas, hecho que se consagra con el
nombramiento de un gobernador norteamericano y con la aprobación de la
Enmienda Platt en el Congreso de Estados Unidos en 1903.
La Revolución, que tiene un antecedente histórico en el movimiento
Cuba Joven, que se rebeló contra la dictadura de Gerardo Machado en los años
treinta, se fraguó en la universidad. No en vano, Fidel era un joven abogado,
dirigente estudiantil. La fecha de referencia es el 26 de julio de 1953, día del
asalto al cuartel de la Moncada, en Santiago de Cuba. Es una de esas celebra-
ciones de un fracaso que siembra las semillas de la victoria, como el 2 de mayo
en Madrid. Un intento frustrado de acabar con el Dictador Batista, en el que
perecieron asesinados la mayoría de los revolucionarios y que dio lugar al juicio
a Fidel en el que pronunció, esas palabras, tomadas de algún sitio: "La historia
me absolverá", y que él, tras la intervención del Arzobispo Santiago, que le
salvó la vida, se encargó de realizar, no fuera a ser que la historia andará despis-
tada.
En el año 1955 los presos políticos del motín de la Moncada, fueron
amnistiados y deportados a México, donde organizaron la vuelta de la revolu-
ción en un yate, el Granma, financiado por los revolucionarios en Miami, y en
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la misma Habana. Tras el desembarco, el ejército, encabezado por Fidel, el Che
Guevara y Camilo Cienfuegos, subieron a la Sierra Maestra donde establecerían
su cuartel general desde donde el 1 de enero de 1959, entrarían en Santiago,
tras la renuncia del Dictador Fulgencio Batista, propiciada por la presión inter-
nacional. La evolución posterior la desconozco: el abandono de la oposición de
Miami, la ruptura con Estados Unidos y la proclamación de la República
Socialista, con el consiguiente acercamiento a Moscú. Después vendrá la inter-
nacionalización, en Angola, América Latina e incluso Afganistán. Por el camino
Camilo desapareció, pasó a mejor vida, estrellado en el océano, o según los
más maliciosos, descansando en Florida de la Revolución.
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UUNNAA IISSLLAA CCOONN LLAASS PPUUEERRTTAASS AABBIIEERRTTAASS
Dice Nicolás Guillén que algún día habrá un "color cubano" y debe ser verdad.
Un color con un tono muy especial que mezcla a los indios, que moraban en la
isla al mando de Hatuey (que hoy es la cerveza nacional) y cuyos rasgos hoy
sobreviven en algunos mulatos; los "españoles" que llegaron de la mano de
Colón: las oleadas de esclavos que fueron llegando a la isla para cultivar la caña
y que a principios del siglo XX igualaban en número a los blancos, y el contin-
gente de 150.000 chinos que llegaron a finales del siglo XIX.
Además la gente cubana tiene un sabor especial. Para saborearlo
sólo hace falta quitarse el disfraz de turista y, poco a poco, ir descubriendo
nuevas gentes interesantísimas, que participan de una forma u otra en la vida
del país, y están metidos en esta aventura apasionante, utilizando ese don
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cubano de inventar para salir adelante.
El "pueblo", la gente, es culta e inteligente, hijos de un sistema
educativo exigente, con sus buenas dosis de adoctrinamiento político, 15 min-
utos diarios. Quizás por eso sorprende más la falta de confianza de sus diri-
gentes, que no se atreven a presentar alternativas a la hora de votar, o que
siempre que el régimen anda falto de un baño de masas obligan a la población
a firmar un manifiesto de repulsa o a salir a la calle, pasando lista.
Cardenio es médico, amigo de un cuñado de nuestro amigo el bar-
bero y vive en situación privilegiada. Una familia encantadora, permiso para
entrar y salir sin problemas, pero no ahorra comentarios. En "el lecherito" cono-
cemos a Pedro, trabajador en Cayo Coco, en el Hotel Emperador, que desborda
cubanismo, si eso existe, y solícito desde el principio comienza a compartir su
menú de viaje; Estrella que vive del turismo y como muchos otros alquila
habitaciones no oficiales, acoge al viajero con muchísima atención, y es tal la
demanda que acaba repartiendo turistas entre familias amigas de la multi-
propiedad. Por ella nos enteramos de que alquilar habitaciones es otra de las
actividades totalmente ilegal en este país, algo que sólo está permitido a aque-
llas familias que, previo pago de 100 dólares al mes, logran la autorización
gubernativa, sin ésta no es posible ni siquiera acoger a más de dos familiares
al año, salvo autorización pertinente.
A pesar del interés del Gobierno, Cuba es antetodo, un País abierto,
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la gente vive en la calle, sentados a la sombra en el porche, viendo la vida
pasar. Se mezclan las músicas de fondo; música "que diga", al cuerpo y a la
cabeza, para bailal y tarareal. El cubano es sensible, y se deja llevar, la música
y la conversación les hace soñar, lo llaman turismo virtual, les hace viajar solo
cerrando los ojos, dejándose llevar. La gente vive en la calle, y acogen al visi-
tante con agua, para vencer el calor, y café "del malo" (de conseguir) para
regalar el paladar. No sé si por ser de la comunidad, la Iglesia, donde los com-
pañeros pasan a hermanos, desde el principio la gente empieza a conversar, y
te acogen con total confianza. No se dejan dar las gracias, y ante cualquier
agradecimiento responden velozmente como de memoria, No tenga pena.
En Cuba las gentes viven su Juventud a los 80: Enriqueta, celebra su
cumpleaños bailando un son, y casando a su nieta por la iglesia llena de vitali-
dad; los abuelos pedalean enérgicos y muy sonrientes, camiseta y gafas de sol,
puro en boca, quizás ese sea parte del secreto de la eterna juventud.
Aquí no hay tiempo, y "ahorita" son siempre más de veinte minutos
hasta en el diccionario. Las cosas pasan y se van sucediendo unas detrás de
otras, con el único límite de la luz. La gente no suele llevar reloj, y como no
abundan teléfonos ni celulares, -el "no se estrese" es prácticamente obligato-
rio-, los rapidillos se acostumbran a esperar. Las horquillas de tiempo son de
entre una y dos horas, para coger un autobús, un camión, para empezar una
clase, para llegar a almorzar, e incluso en las bodas, los quince minutos de rigor
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pueden llegar hasta la hora y media.
Este carácter acogedor se respira hasta en el modo de hablar,
cualquier muchacha es Mami, que suena requetedulce, cualquier chico es Papi,
y todos somos "mi amol".
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UUNNAA PPRRIINNCCEESSAA EENN HHAARRAAPPOOSS
Alguien describió una vez La Habana como una "Princesa en harapos" y no deja
de tener razón. La Habana vieja, vive del turismo, y de vez en cuando uno choca
con estos lugares para turistas, joyas en proceso de restauración. El tono gen-
eral es apagado, sorprende ver como se decolora, la decadencia es patente, y,
para que negarlo, forma parte de su encanto. Uno, que ha tenido la oportunidad
de visitar ciudades que una vez estuvieron al otro lado del muro como Praga o
Cracovia, se pregunta si algún día será posible restaurar tanta ciudad, algo que
hoy parece un reto más adecuado para gigantes y encantadores. La gente es
la corona de esta princesa, corona que reluce nueva, ajena al desgaste de sus
ropajes. En la ciudad vamos probando el sabor cubano. Desde el principio debe-
mos asumir nuestra condición de turistas y vemos cómo se nos rechaza de los
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transportes públicos, destinados a mejor fin. Los turistas, como nosotros, son
orientados hacia los taxis para turistas, que tarifan en dólares (fullars) y nos
devuelve a nuestra condición de fuente de ingresos de un gobierno que busca
el dólar a toda costa, y ha llegado a poner en circulación una nueva moneda, el
peso convertible, que tiene el valor del dólar y ayuda a acumular dólares a cam-
bio de nada, lo que sin duda aumenta el caos económico y ayuda a que la
economía sea, por definición, sumergida.
A pesar de los intentos de integración es imposible olvidarse de la
condición de turista, incluso para mi amigo el ventero, que después de años se
va haciendo cubano por obligación y por devoción. Ha decidido hacer su vida
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aquí y, a pesar de los pesares, ser padre cubano y resolver inventando como
resuelve cualquiera de por acá. A pesar de sus buenas intenciones tiene prob-
lemas para reivindicarse cubano, quizás aún le falta práctica pero seguro que
es cuestión de tiempo. Así que para su dolor, después de un par de años, sigue
sufriendo el acoso que sufren todos los turistas.
Gines de Pasamonte no hace honor a su nombre pero es el primer
encuentro no preparado con el pueblo cubano, trabaja de jardinero en el Parque
Central, jinetero o no, se acerca con gracias y fuego (como todos) y te va arras-
trando a su terreno, con suavidad, creando lazos. Utiliza el decálogo del perfec-
to jinetero, la excusa, "tienes un cigarrico de ese tan rico, americano, que
asoma por ahí", y así con gracias y fuego, rápidamente trata de encontrar pun-
tos de conexión, ¿España? Granada, Salamanca, Valladolid… como todos,
tiene algún buen amigo por allí que una vez le regaló algo.
Pronto empiezan a advertir contra los peligros que acechan al
inocente turista, sólo en Cuba, frente a algunos cubanos amigos de lo ajeno. El
siguiente paso es tratarte por tu nombre, llamarte amigo y repetir las recomen-
daciones contra los jineteros, uno se asombra de que no se les caiga la cara de
vergüenza. Sorprende su visión crítica, oportuna, sobre los aprovechados, sus
conocimientos de la actualidad, su asombro (y el mío ante la legión de cubanos
que causan furor entre famosos y famosas de nuestro país sólo porque la noche
les confunde), sus palabras ambiguas al hablar del Comandante (al que como
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no se puede citar, como si se tratará de un Dios revolucionario, y basta con un
gesto en la cara como de mesarse las barbas). Poco a poco van creando la his-
toria de su vida, sin preocuparse de las interrupciones, como quitándose impor-
tancia: huérfano de padre, mantiene a su madre enferma, con un hermano
muerto en accidente hace dos años... Te lleva de un lado a otro, sin preocupar-
le abandonar su puesto de trabajo en el parque, hasta que después de una visit-
ica rápida a la Plaza Central te "invita" a un mojito que no se puede rechazar, y
que sin duda le supone una bonificación en su invento de "relaciones públicas"
del Franco (supuestamente el lugar en el que se grabó Fresa y Chocolate, la
penúltima película de Gutiérrez Alea, con un Perugorría que aquí es símbolo
nacional).
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CCOOMMOO EENN CCAASSAA
Tras abandonar La Habana llegamos a Bahiamo, la que sería nuestra casa
durante las próximas semanas, después de un viaje inolvidable en tren, el
famoso "lecherito" que recorre la Isla de punta a punta, parando en cada puer-
ta, y que tarda una media de veinticuatro horas en recorrer 725 kilómetros. Si
incluyéramos el tren entre los índices de identificación de un país, Cuba no sal-
dría muy mal parado, va con su filosofía de vida: es lento, tranquilo, y avanza
sin prisas, deteniéndose a conversar, mira, espera... Quizás se podrían mejorar
sus compartimentos, con asientos de plástico que se te pegan a la ropa, o las
personas que tienen que hacer el viaje de pie, o la falta de aire acondicionado...
aunque el ingenio cubano lo suple con creces, haciendo turnos de asiento o cre-
ando corrientes a través de puertas y ventanas.
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Al llegar, el pueblo nos ha recibido con una ovación, en la Iglesia,
después de la Misa. La verdad es que ha sido una experiencia gratificante asi-
stir por primera vez a la Santa Misa en Cuba, la gente reza con atención, con
devoción, escuchando la palabra de Dios, con ganas de obedecerla. Desde el
primer momento todo el mundo nos trata como si fueramos de la familia, se
nota especialmente la condición de la iglesia como Comunidad, y quizás por
eso nos empiezan a distribuir el trabajo del mes, se nos rifan con toda confian-
za... que cosa más lógica, ahí estamos para ayudar, para lo que haga falta.
Esta alegría vital, esta juventud, este optimismo que tiene la gente
en su vida diaría contrasta con una resignación que ya forma parte del alma de
los cubanos, sean cuales sean las opiniones políticas de unos y otros, todos
coinciden en presentar a Cuba como el País de la desesperanza, "aguantar" es
la palabra clave, son ya 46 años y no cabe otra… hablar, responder… para qué.
Quizás sea algo buscado, la pasividad del comunismo, que hace que nunca
pase nada, algo que Vaclav Havel describe magistralmente en "El poder de los
sin poder". Por eso, entre el tono habitual de desesperanza, sorprende ver la
vitalidad de la gente de la Iglesia, la ilusión, la alegría, el cariño en el trato
mutuo, la fraternidad… En muchas ocasiones me han recordado a lo que
debieron ser los primeros cristianos, unidos de verdad, compartiendo alegrías
y tristezas, sufriendo persecución. He de confesar que me ha emocionado asi-
stir a la Santa Misa.
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El clima contrasta con la tensión que se respira en cualquier reunión
entre cubanos, parece como si el miedo a la denuncia provocara un clima de
desconfianza hasta de los socios más íntimos, de los hermanos, que aunque
nunca buscarían algo malo podrían tener mil motivos para temer por su seguri-
dad personal.
Como la política impregna la vida del país, y todo el mundo ha
recibido una sólida formación marxista, les gusta estar al día de los asuntos de
política internacional: cambios de gobierno, ministros, anecdotario presiden-
cial… Hoy se comenta, no sin ironía la muerte de un exdictador en Dominicana,
y algunos no pueden esconder la mediasonrisa.
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IIRRÉÉ AA SSAANNTTIIAAGGOO
Por fin comenzaba mi "misión", una misión desconcertantemente real, y por ello
más apasionante. A través de uno de esos foros profesionales de Internet,
había conocido una oferta de la Universidad de Oriente (Santiago de Cuba), "se
busca profesor de Derecho Constitucional dispuesto a impartir seminario de
loquesea, cuandosea, pagándose todos los gastos". No podía sonar mejor,
enseñar en la Universidad Cubana, me parecía una oportunidad inmejorable,
aunque supusiera tirar de mi maltrecho bolsillo. El tema, "Nuevas tecnologías y
democracia" resultó interesante al personal de la Universidad, mis condiciones,
conexión a Internet, factibles. Ý allí estaba yo, deseando conocer a mis alum-
nos y empezar con las clases. Cuando me decidí a visitar la isla pensaba que
los 75 kilómetros que separan Bahiamo de Santiago, no serían un obstáculo
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para recorrerlos a diario. Esto me permitiría bajar a Santiago para mis trabajos
en la Universidad y compartir con mis amigos, que se quedarían en Bahiamo
trabajando, la aventura cubana. Nada más lejos de la realidad, y hoy puedo
decir que en las tres semanas que visité la isla, no repetí, ni un solo día, medio
de transporte. Es tal la dificultad, que la universidad decidió ponerme un guía,
un Sancho de último curso de Derecho que vive en Bahiamo, para que me ayu-
dara a orientarme durante los primeros días.
Viajar por la Isla es un auténtico infierno. El transporte público
escasea, un billete de tren o de autobús hay que comprarlo con semanas de
antelación y en el día a día, o ante cualquier emergencia solo cabe inventar. Sea
cual sea tu destino, siempre toca madrugar para estar a la seis de la mañana
en la estación, un lugar en el que, alrededor de los autobuses, se inventan
medios de transporte sin horario ni itinerario, que anuncia por la zona un señor
que suele ser una institución. Al de aquí le llaman "robotico" y anda por la zona
gritando "a Guantánamo 20 pesos, 20 a Guantánamo...".
El primer día hemos tenido suerte y en menos de media hora salía un
pisicorre por 30 pesos (1 euro y medio). El pisicorre es una especie de coche
familiar, modelo antiguo de 1956, enorme y con una parte trasera con dos ban-
cos laterales, como los Land Rover, en el que caben hasta nueve personas. El
camino, 120 kilómetros, se hace en dos horas y pico. La primera vez sorprende,
sobre todo al pasar el punto de control que se encuentra a la entrada de cada
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ciudad. En estos puestos la policía suele parar a estos carros para ver si van de
legal o transportan algún tipo de mercancía. Al aproximarnos, todos cambian la
cara, esconden cosas en la bolsa... el conductor aprieta el claxon, saluda con-
fiado... Esta vez pasamos sin que nos paren. Todos respiran más tranquilos.
Al llegar, primera sorpresa: en la sala en la que iba a tener lugar nues-
tra primera reunión, una de las más grandes de la ciudad, no había sido posible
encontrar bebida para la recepción que nos tenían preparada y sin nada que
tomar, la gente comentaba la situación a palo seco, hasta que explotó la músi-
ca y al ritmo del son, todos empezaron a bailar, olvidando el combustible nece-
sario. El baile es otro don natural del cubano y el extranjero, para no hacer el
ridículo, comienza a mirar asombrado, tratando de aprender, comenta la
situación, las excelencias de unas y otras... El guía, que no ha salido bailón, y
yo, aprovechamos la confusión para declararnos rápidamente en retirada,
aunque ésta duró más de cuatro horas, y emprender el regreso a nuestra casa.
La primera etapa era encontrar un coche de caballos que nos llevara
a la estación, y ahí empezó la batalla. Al pie de la calle de la Universidad, sale
una calle que baja hacia la estación, por la que sorprendentemente sólo bajan
coches de caballos. Los carros no abundan, quizás por la hora, y la gente, que
arrastra bolsas y niños, espera nerviosa a un lado de la carretera la aparición
de los carros que a gritos van anunciando su destino. La gente se subía al carro
a la carrera, y no reparaban en empujar, meter el codo, gritar… Al principio me
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daba reparo entrar en la batalla, pero pasaba el tiempo y seguía llegando
gente… y yo perdiendo carros, muerto de sed, chorreando. No nos quedó mas
remedio que entrar al juego, intentando cruzar la calle para subir al carro antes
de que dieran la vuelta, pero tampoco hubo suerte. Hasta una hora después,
cuando un carro que había jurado no volver a viajar, se decidió a hacer un
trayecto más. Después de casi una hora la primera fase, la más sencilla, esta-
ba solucionada.
Al llegar a la estación, un lugar del que salen camiones, pisicorres y
algún autobús, nos enteramos de que ya no iba a "salir" nada para Bahiamo.
Eran las dos y cuarto, y el robotico del lugar, un tío más joven y espabilao, nos
recomendó cariñosamente que cogiéramos un taxi si queríamos dormir en
nuestra casa. La experiencia del guía rechazó la oferta y efectivamente en
menos de diez minutos se anunciaba un camión, al que empezó a subirse gente
que salía de los rincones de la estación hasta llegar a treinta personas (menos
mal que no había nadie). Empezamos el viaje, en la parte de atrás de un camión
que mas bien parecía de ganado, al descubierto, y rodeados de gente, empa-
pados en sudor pero lo mejor estaba por llegar.
La gente en el camión se entretiene conversando, y no deja de gritar
al conductor, un auténtico loco al volante, de vez en cuando. En las conversa-
ciones impera ese tono cansino, derrotista, agotado, como una música de
fondo, una banda sonora de la vida cubana. Sorprende ver la edad de los que
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hablan, que no han cumplido los treinta y ya están hablando de resignación, de
la necesidad de aguantar, de la imposibilidad de hacer nada más que sobrevivir.
Una vez abandonada la ciudad, cuando estábamos al descubierto, comenzó a
llover, como llueve en Cuba, con muchas ganas... llegamos a casa alrededor de
las cinco, empapados y sin comer.
Al día siguiente se demostró que no hay experiencia que valga, y que
cada viaje es una aventura distinta y singular... Esta vez queríamos visitar la
zona norte y salimos de madrugada, a las 6.30, hacia la estación, con algo de
miedo ante lo desconocido y muchísimo sueño... Al llegar ¡¡¡BINGO!!!, encon-
tramos un Pisicorre, que nos dice que sale un momentico y que regresa en min-
utos... diez, veinte, treinta... voy confirmando que aquí no existe el tiempo. Al
final después de más de una hora de espera llegaba un Pisicorre distinto que
tomamos al vuelo. Lástima que a mitad de camino decidiera bocharse (pin-
charse) y hayamos tenido que echar una mano para cambiar la rueda de
repuesto que milagrosamente llevaba. Además, ésta vez no tuvimos suerte en
el punto de control, y no solo nos pararon, sino que además me registraron la
mochila; gracias a Dios, después del empacho intelectual que le produjo ver
tanto libro, nos dejaron seguir adelante. Hemos llegado a las diez y, después de
desayunar zapote con churro, hemos comenzado nuestra visita.
Esta vez la vida ha podido más y ante la imposibilidad de encontrar
un medio de transporte, hemos "decidido" quedarnos a dormir aquí, a la tercera
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va la vencida y tampoco es cuestión de ir tentando a la suerte. Estabamos
deseando "retirarnos" al hotel pero la operación ha llevado más de dos horas:
solicitud oficial, autorización de Relaciones Internacionales, Certificado de
gerencia, visto bueno del gerente del hotel, cartas, firmas… todo para con-
seguir una habitación para el estudiante que me acompañaba. Al llegar al hotel,
más problemas: no está previsto que los cubanos pernocten en hoteles para
extranjeros, de lo que se pagan en divisas y tienen "canales" (de televisión
extranjera), otra vez hemos tenido que conseguir una serie interminable de per-
misos y conversaciones… hasta no tener más alternativa que terminar como
Axel Folly en "Superdetective en Hollywood", organizando el escándalo: "había
pensado titular mi artículo Michael Jackson en la cumbre del mundo, ahora lo
titularé... siempre que no venga al Hotel Beverly Pam donde NO ADMITEN
NEGROS". Axel Folly nunca falla y al fin conseguimos también habitación para
el guía.
Esto es una prueba evidente de que la revolución, que llegó predican-
do la igualdad frente al sistema de privilegios injustos, desgraciadamente ha
caído en su propia trampa. En la Isla hay dos tipos de personas: los nacionales,
que suelen recibir su sueldo en pesos y no tienen acceso a determinadas tien-
das, instalaciones, e incluso a zonas enteras del país como Cayo Coco y Cayo
Guillermo, y el yuma (extranjero) al que se le permite cualquier cosa, siempre
que lo pueda pagar.
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EELL PPRROOFFEESSOORR UUNNIIVVEERRSSIITTAARRIIOO
Con motivo de mis clases tuve la ocasión de compartir mesa y botella con bas-
tantes profesores universitarios. Sorprendía ver como muchos de ellos, agre-
sivos hasta la mala educación, durante mis clases, atacando inmisericordes mi
versión capitalista del Estado, venían uno a uno, cuando nadie les veía para
pedir perdón, por su comportamiento. Todos lo justificaban en la necesidad de
aparentar, de ser el más revolucionario ante los "observadores" que el régimen
distribuía por las aulas. Algunos, que cogieron más confianza, comenzaron a
lamentar la terrible esquizofrenia que provoca dedicarse al descubrimiento de
la verdad para un jefe al que no le interesa, un jefe al que sólo se le puede decir
lo que quiere oír. Esto provoca una doble vida intelectual, en la que la diferen-
cia entre lo que se sabe y lo que se cuenta, o escribe, es cada día mayor, y esa
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Regreso aa BBarataria
división también va rompiendo el alma.
Al Bachiller Carrasco lo conocimos por casualidad, visitando la
Universidad, y en la tertulia que se organizó se destacó como uno de los más
críticos ante occidente, el capitalismo, el imperialismo yankee... por eso me
sorprendió que nos invitara a cenar. Se acercó como a escondidas y al llegar a
su casa nos dimos cuenta de que éramos los únicos invitados. Enseguida nos
contó la sensación de libertad que le producía hablar sin la presencia de
cubanos, no es desconfianza, nos aclaraba, es la prudencia de no ponerles en
una situación de peligro porque por muy amigos que puedan ser, socios, her-
manos, ninguno podrá resistirse a la presión, cuando hagan depender su puesto
de trabajo, o los estudios de su hermana, de un poco de información. Sansón,
que así es como se llama, va ganando confianza y enseguida se muestra deses-
perado. No es para menos en una persona cuya vida es, en principio, la búsque-
da de la verdad y no encuentra más que dificultades en su trabajo para tener
que callar, además, cuando consigue llegar a la verdad. Se sabe vigilado,
perseguido, advertido, pero no quiere abandonar el país, quiere vivir y morir
donde nació, resolver a base de jugar con las placas de vivienda y arriesgar su
carrera con permutas ilegales, siempre al borde del sistema, aunque le cueste
la vida.
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NNOO EESS FFÁÁCCIILL
De todos modos la vida en Cuba no es fácil para nadie, y son cientos las situa-
ciones que hacen a los cubanos recurrir a diario a esta expresión. El precio de
la gasolina, la comida, coger cualquier medio de transporte… vivir en Cuba es
una aventura continua.
Los medios de transporte son una muestra evidente del fun-
cionamiento del país, no hay horarios, ni distinción entre los diferentes medios
de transporte. Aquí viajar "a la buena de dios y a la que salga" es la única man-
era. Como los medios de transporte públicos solo funcionan por las mañanas,
a partir de las dos el transporte empieza a dejar de circular y viajar se va hacien-
do, con el paso de las horas, cada vez mas difícil... las carreteras se llenan de
gente dispuesta a utilizar cualquier medio para llegar a su casa y a las diez, y a
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Regreso aa BBarataria
las once de la noche en las salidas de la ciudad sorprende ver como la gente
se agolpa esperando un improbable golpe de suerte que les lleve a sus
casas,¿habrá alguien esperándolos?
El medio habitual de transporte es el camión, con un remolque con
bancos de madera en el que cabrían sentados alrededor de quince personas y
en los que habitualmente viajan más de treinta, sudando, de píe, durante horas
y horas, esperando que el cielo retenga la lluvia diaria un poco más. Además
conseguir encontrarlos es otra aventura así que nosotros tras haber pasado ya
una noche en los hoteles de Santiago decidimos regresar a casa; en la estación
esta vez no parecía que pudiéramos encontrar ningún transporte colectivo, así
que formamos un grupo dispar, una cubana casada con un italiano que había
vuelto de visita; una pareja de novios amartelados en luna de miel, nuestro
guía... dos de nosotros y sí, también el conductor. En total siete en un
Moscovitz, modelo SEAT 124, del año 1971, de segunda, tercera o cuarta
mano. El conductor era un señor mayor, que cambiaba de gafas de ver aleato-
riamente, como si necesitara unas para ver de cerca y otras para ver de lejos,
o como si, superando a Woody Allen, se fuera enfocando y desenfocando.
Había enseñado contabilidad en una escuela agraria durante más de treinta
años, pero había sido jubilado y a base de kilómetros lograba conseguir para
comer. El coche era un enorme puzzle en el que se notaba cada pieza, avanza-
ba lento pero seguro hasta que de vez en cuando, normalmente cada cincuen-
Regreso aa BBarataria
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ta kilómetros, se negaba a seguir avanzando. El conductor no se alteraba, tira-
ba de su bolsa de repuestos y cambiaba las bujías, por otras de segunda mano,
para volver a poner la primera, era como ir dandoles descanso y milagrosa-
mente el sistema funcionaba. Comer tampoco es fácil, y día a día, hay que salir
a buscar algo "por debajo" para dar un poco de sabor al arroz de la bodega (la
cartilla de racionamiento a la que tiene derecho todo cubano, en la que cada
mes desaparece algún ingrediente que dejó de ser básico), alguna vianda, un
pollo, o café "del malo" (de conseguir) que es ya una deliciosa marca registra-
da. El "no te estresses" podría formar parte del escudo de la República. Como
he dicho antes, nadie tiene prisa para nada, y todo necesita una, dos o tres
autorizaciones distintas. Aquí esa frase magistral de John Ford, "no hay dificul-
tades, sólo oportunidades", adquiere vida. Por eso las personas buscan difer-
entes maneras de sobrevivir, inventan para conseguir dinero "de verdad", el
dólar americano que permite acceder a ese segundo mercado paralelo, que si
bien tampoco es abundante, ofrece nuevas posibilidades.
En el inventar todos son iguales, da igual que hayan sido policías,
militares, maestros o profesores de universidad, todos tratan de ofrecer sus
servicios al turista. Unos se ofrecen como conductores, con coches viejos, que
reparan a mano, inventando piezas, y consiguiendo milagrosamente que sigan
circulando, otros como improvisados guías turisticos inventando historias con
el don de cautivar que tienen los cubanos en la palabra.
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PPEERROO ¿¿EENNTTRRÓÓ DDIIOOSS EENN LLAA HHAABBAANNAA??
Al llegar a casa, donde nos esperaban con cierta impaciencia después de un
día sin tener noticias de nosotros, las invitaciones se acumulaban. En Cuba
tomar (beber) es una forma de vida. Dos o tres amigos se reúnen alrededor de
una botella de ron, y poco a poco van dando cuenta. Aquí el ron se toma solo
y sin hielo, y cualquier añadido, aunque sea unas gotitas de limón se considera
una auténtica barbaridad. A veces se acompaña con unas cortezas de cerdo
naturales, en las que se distinguen aún los pelos chamuscados. Alrededor de la
mesa la conversación surge espontanea, los cubanos lo llaman "turismo virtu-
al", y por eso son muy buenos conversadores, preguntan con interés, hacen
algún comentario, hasta que no pueden resistirse a aportar "su experiencia" y
comentan con calor, como si hubieran estado allí, "viajes" anteriores alrededor
Regreso aa BBarataria
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de otra botella de ron. Aunque al principio prefieren escuchar, pronto comien-
zan a comparar y, según van cogiendo confianza, sobre todo cuando no hay
ningún otro cubano alrededor, sueltan la lengua y te cuentan su vida, sus
miedos, sus esperanzas.
Un día nos invitaron a comer en la casa del sacristán, excelente
cocinero que, como si estuviéramos en Francia, improvisó un delicioso pato a
la naranja. Tras unos aperitivos de calentamiento se comenzó a desahogar: La
situación de la Iglesia en Cuba ha pasado por distintas fases, pero a mitad de
los años sesenta, cuando Fidel decidió acercarse definitivamente al sistema
comunista, la situación de los católicos fue de auténtica persecución. Las his-
torias que cuentan las personas que las sufrieron, ponen los pelos de punta, y
aunque lo hacen con toda naturalidad, quitando cualquier impresión de excep-
cionalidad o heroísmo, uno no puede evitar verse delante de un auténtico héroe,
un revolucionario, un "mártir", una persona que ha dado su vida, su honor, su
tranquilidad, su comodidad… por sus ideas, por su conciencia, por su libertad,
por su religión, y una vez más pone en duda ese modelo que consagra la pre-
sunta neutralidad de algunos modelos de Estado laico y que termina provocan-
do trato discriminatorio o incluso persecución. Pero Pérez el cura era un chico
de familia bien, del norte de Cienfuegos. No hay duda que es una persona edu-
cada, de una tremenda sensibilidad, a la que aun se le notan los "modos del
vividor" (si esto es posible en Cuba): comida caliente, tabaco rubio, buen Ron…
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Regreso aa BBarataria
Al cumplir los catorce años, Pero, que tenía dos grandes defectos para ser edu-
cado por el sistema comunista, ser católico y negro, fue enviado a un campo
para casos sociales, en los que convivían católicos, maleantes, homosexu-
ales… y otras gentes de mal vivir. Un lugar en el que, como continuamente se
encargaban de recordarles, se encontraban los desechos de la sociedad, todos
aquellos que no podían ser de ninguna utilidad para el régimen. Allí eran trata-
dos como lo que presuntamente eran, basura, lo que a un chico de buena famil-
ia, no le suele venir muy bien. Sin posibilidad de lavarse en semanas, sin agua,
ni jabón, los que aun pretendían conservar la dignidad escapaban cuando, bien
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Regreso aa BBarataria
entrada la noche, terminaba la jornada laboral. Corrían hasta el río, a más de
dos horas caminando, y cuando llegaban de vuelta a la tienda de campaña,
pasadas las tres de la mañana, sólo podían cambiarse y esperar a las cuatro
para levantarse y empezar su jornada de trabajo. Jornadas de más de quince
horas en las que eran obligados a batir records diarios en la recogida de azúcar,
o productos similares…
Otros como Roque fueron obligados a renunciar a sus estudios.
Roque abandonó su carrera de Derecho en segundo año, para dedicarse a tar-
eas mecánicas, y como Dios escribe derecho con renglones torcidos, hoy Juan
es un magnífico ingeniero y un mejor Obispo. Hoy cuarenta años después,
favorecida por la visita del Papa, a la que en la isla muchos califican de
Operación Magistral de imagen, la situación de la iglesia ha mejorado notable-
mente. Los sacramentos se administran a la luz pública, en los pueblos los
católicos se reúnen a celebrar la Santa misa… Hace unos días contaban cómo
unos jóvenes de unos dieciochos años, que se encuentran estudiando en las
Becas (fincas rurales en las que los jóvenes pasan sus dos últimos años de
colegio, conviviendo juntos) habían pedido que les mandarán a Jesús
Sacramentado para poder celebrar el Corpus Christi, y allí en la beca, uno de
los modelos emblemáticos de una educación estatal que se había empeñado en
sacar a Dios de la vida de los hombres, cuarenta años después se había cele-
brado la fiesta de la Eucaristía.
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UUNNOOSS DDÍÍAASS EENN EELL CCAAMMPPOO
Baracoa es un lugar de postal, espléndido, "esplendoroso", como dice la exu-
berancia cubana. Allí en el campo, cerca del río hemos pasado cuatro días con
los jóvenes de la comunidad, viviendo como guajiros (campesinos cubanos).
Tiene algo de paraíso, con sus campos verdes, su riachuelo, sus pozas, y las
vacas, que en Cuba se parecen un poco a criaturas sagradas, pastando. En
Cuba comer carne de res es un placer prohibido, matar una vaca, comerciar con
su carne, es probablemente el delito más penado, con más de quince años de
carcel, y el más perseguido, incluso en las series policiacas de televisión de
producción cubana, el "caso de la carne de res" suele ser el capítulo estrella.
Aún así el hambre suele tirar más y en las fiestas, y sobre todo cuando hay visi-
ta, en las casas se consigue algo de carne de vaca, aunque sea para adornar.
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Regreso aa BBarataria
Preguntar por su origen o por su precio es de mal gusto.
Allí coincidimos con un grupo de jóvenes, en el que abundan las chi-
cas, entre quince y dieciocho años, católicos, que una vez al año acuden a
estas convivencias para pasar unos días de oración y mejorar su formación.
Podríamos decir que son miembros de la generación de los "castigados sin
leche", los que fueron niños durante el periodo especial, desde el año 91, y
vieron como la leche les era retirada de su alimentación al cumplir los siete
años. Son niñas que no ocultan su "edad del pavo", universal a todas las cul-
turas, y de vez en cuando se quedan mirando y suspiran, pero sorprende ver su
cultura dialéctica, el saber decir y el saber pensar, su capacidad de reflexión.
Cuando empiezan a hablar descubres lo distinto que es educarse en una cultura
en la que ser católico no es normal, es necesario crecer en la fe, fortalecerla,
saber dar "razón de la esperanza", y en labios de una niña de 16 años, de las
que se esperan palabras como GAP, Ralph Laurent o Tommy Hilfiger, sorprende
oír ideas, razones, argumentos…
Se observa como la fe es una fe arraigada, que ha madurado en la
persecución y ha obligado a los católicos desde pequeños a dar razón de su
esperanza. Quizás por eso se trata de una fe madura, razonada, pero a la vez
llena de piedad, una fe viva, del día a día, que rebela que ser católico, en Cuba
y en cualquier lugar del mundo, supone ir contraconrriente, vivir de forma difer-
ente, ser signo de contradicción... pero a ellos no se les puede olvidar.
Regreso aa BBarataria
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La comunidad católica es consciente de la importancia y se vuelca
con las convivencias, las familias ceden sus fincas, algunas sorprendente-
mente grandes para la revolución, con sus reses, gallinas y caballos y con un
señor al frente, que se pasea a todas horas con el torso descubierto y sombrero
de paja.
El pueblo entero se moviliza para acoger a los jóvenes de la diócesis
y ayudar a los organizadores a superar la cadena de obstáculos con la que el
gobierno trata de impedir la celebración de reuniones de este tipo. Hay una
anécdota curiosa que refleja muy biene este espíritu de servicio. Entre las
condiciones que el gobierno establece para autorizar las convivencias se
encuentra la de dar de comer carne a los asistentes durante los días que dura
la convivencia, algo absolutamente inaudito en el menú diario, incluso semanal,
de cualquier familia cubana. Al problema de conseguir comprar la carne a un
precio desorbitado se añade el de mantenerla por dos, tres o cuatro días. Por
eso recurrimos a la comunidad de católicos del pueblo, en concreto a
Altisidora, a la que le mandamos los tres paquetes de carne con uno de los tra-
bajadores del obispado. Horas más tarde nos dirigimos a su casa para recoger
la nevera de viaje en la que habíamos enviado la carne, para poder utilizarla al
día siguiente. Tras una calurosa acogida, un vaso de agua, cafe del malo... y
sorprendidos de que no hiciera referencia a la carne, preguntamos, Altisidora
¿ha tenido algún problema para guardar toda la carne? ¿Altisidora? ¿la carne?,
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Regreso aa BBarataria
si yo me llamo Aldonza, Aldonza Lorenzo, y aquí nadie ha traido nada... Nuestra
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guía Dulcinea, una monja dominicana muy peleona, insistía, "pero si yo la he
llamado Samira toda la vida" "¿seguro que no tiene la carne?", y rápidamente
empezamos a indagar, "¿Existe alguna Altisidora? ¿dónde vive?" y nos dirigimos
a su casa, dispuestos a inventar. Al llegar nos recibió cariñosa y sorprendida,
"Han traido un montón de carne, y aunque no lo he entendido muy bien, porque
no tengo nevera, ya la he ido distribuyendo entre los vecinos". El calor y la
capacidad de inventar habían vuelto a triunfar, ¿para qué estropearlo?, así que
con un sencillo "sabíamos que podíamos confiar en ti", volvimos a la finca,
escondiendo la risa, pero edificados.
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UUNN PPUUEEBBLLOO DDEE FFIIEESSTTAA
En Cuba los rumores son más de fiar que Granma o Radio Reloj, y una vez más,
lo que empezó como rumor parece que se va haciendo realidad. En las grandes
ciudades se ha decretado un parón entre el día 19 y el 31. Carnavales, la fies-
ta del 26 de julio, sorprende ver la celebración, y, aunque es cierto que el
cubano es un pueblo amigo de la fiesta, no se deja de apreciar la desgana a tra-
bajar, la falta de ilusión, " si al final se va a cobrar lo mismo", la desesperanza
como ritmo lento que marca la vida del pueblo cubano.
Para celebrar el 26 de julio, día del intento de toma del cuartel de la
Moncada, el pueblo se ha vestido de gala. Abundan lemas y cadenetas, fotos
de Fidel, algunos sacan los sillones a la calle, adornan las puertas con flores,
alfombras naturales, hay incluso murales temáticos… todo en un intento de
Regreso aa BBarataria
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ser un poco mejor que la casa anterior, que el Cdr vecino, en un intento de lle-
gar a ser más y mejor revolucionario. Este año 2002 ha sido declarado el año
de los Prisioneros, los hijos de Cuba, los Cinco Hijos de la Patria, que fueron
detenidos por espías en los Estados Unidos tras el derribo de dos aviones de
hermanos al rescate. Sus fotos y el lema ¡Volverán! es uno de los temas con-
stantes de carteles y pintadas. La prensa local informa a diario de sus activi-
dades, reproduce cartas, conversaciones telefónicas, reflejo de unos principios
procesales básicos contrasta con los presos políticos del régimen cubano que
permanecen incomunicados, sin que sus familias sepan dónde se encuentran
ni cual es su estado de salud... "Ven y verás".
Otro tema recurrente este año son las muestras de apoyo al sistema,
"¡Comunismo o muerte! o ¡Cuba siempre será un Baraguá!". Con ocasión del
Proyecto Varela y la reforma constitucional que ha consagrado el "Comunismo
eterno", Fidel y George W. han intercambiado venablos y acusaciones, que
siempre es más barato que intercambiar misiles. En este ambiente de
crispación Bush dijo, en referencia al último referendum obligatorio de Fidel,
que sólo aceptaría la "legitimidad de las balsas", un nuevo Mariel en el que la
Isla se rodeara de barcos, a los que los cubanos pudieran subir libremente para
abandonar la isla. Hasta aquí "palabras", pero como detrás de cada una de
estas historias hay fotos de familia. Un cubano recién llegado a los States que
había dejado a sus seres queridos en la isla entendió más de la cuenta, o quizás
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Regreso aa BBarataria
entendió simplemente lo que oyó, sin entrar a valorar el quién y el cuándo, y
decidió alquilar un barco y dirigirse a la Isla para que sus familiares pudieran ser
los primeros en elegir libremente, y antes de llegar fue apresado por la marina
cubana, y es que al final a las palabras se las lleva el viento; y si alguien se las
cree... pues peor para él.
A pesar del día a día, en Santiago el sábado ha empezado el
Carnaval, que antaño rivalizaba con Río por ser el mejor carnaval del mundo.
Aquí también se ha notado lo del periodo especial, por lo que tras unos años de
decadencia parece que el carnaval renace con fuerza. La ciudad se transforma
y todo el mundo va caminando con una botella de plástico cortada, para ir repo-
stando en los cientos de puestos de cerveza dispensada (a granel) que se dis-
tribuyen por la ciudad. Los santiagueros, con fama de calientes, de juerguistas,
inventan sistemas para llevar la botella, como si de un móvil se tratara, y acu-
den así, botella en ristre, a la tienda, a la iglesia, al trabajo. Todo vale en la sem-
ana de carnaval.
La ciudad baila en la calle, la gente tiene el ritmo dentro y comienza
a moverse al escuchar cualquier ruido, incluso un vaso al caer. Entre la cerveza
dispensada surge la conversación y pronto se empiezan a hacer "cuentos"
(chistes cubanos), en los que se insiste en los atributos del cubano, o se adap-
tan a la situación los chistes tradicionales, esos que es posible oir en cualquier
idioma, en cualquier lugar.
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AAVVEENNTTUURRAASS YY DDEESSVVEENNTTUURRAASS DDEE LLAA OOPPEERRAACCIIOONN RREETTOORRNNOO
Finales de julio, Cuba está de fiesta y nosotros, después de un tropiezo con la
policía revolucionaria, teníamos que empezar a regresar. Antes decía que Fidel,
había acuñado un lema: "Ven y verás", y durante tres semanas no hemos hecho
otra cosa. Como no estaba previsto un viaje de una semana, y el tropiezo ini-
cial en la habana nos había dejado totalmente pelados, nosotros también ten-
dríamos que racionar la plata durante los siete días que teníamos por delante,
quizás podríamos hacer propio aquello que cantaba Alejandro Sanz, "Total,
sobra el dinero".
No comprendo el turismo del "Todo incluido", en el que se evita el
roce con la población y cada vez soy más partidario de ese principio que dice
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Regreso aa BBarataria
que una población se descubre en "sus autobuses, sus supermercados y sus
cementerios". Así que una vez que el gobierno cubano ha decidido prescindir
de nuestros servicios, nos disponemos a conocer la "otra Cuba", esa que cono-
cen sólo los turistas.
Pio XII describía Cuba, una vez, como una patria "hermosa como un
jardín espléndido, anclado en un mar encantador, donde el cielo es siempre
azul, donde la tierra casi espontáneamente brinda entre sus risas sus frutos dul-
ces y aromáticos", y es verdad; desde que salimos de casa, empezamos a des-
cubrir ese paraíso natural.
El alquiler del coche no estuvo exento de problemas, pegas, buroc-
racia, medias verdades y algún aprovechado de por medio. Al final no salió del
todo mal, después de cuatro horas de espera, salimos de la oficina con un
coche bastante más grande al mismo precio. Así que salimos tarde, alrededor
de las siete, y desde el principio empezamos a romper recomendaciones, con-
duciendo de noche, a cierta velocidad...
Morón (Tierra Caliente) iba a ser nuestra primera parada, a pocos
kilómetros de Cayo Coco, nos parecía que podía ser un lugar asequible donde
encontrar para dormir. Paramos a comer algo, a eso de las once de la noche,
seguros de que pronto nos abordaría alguien ofreciendo de todo, y pronto
empezaríamos a desesperar a los cubanos, con nuestra economía de guerra. La
sorpresa llegó al vernos abordados por tres niñas, Emerencia, Antonomasia y
Regreso aa BBarataria
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Casildea, que no pasaban de los quince años y al instante comenzaron a
recitarnos la lista de precios de habitaciones, con o sin "polvo"; se las ve exper-
imentadas, expertas en turismo sexual y desde el principio se dan cuenta de
que no somos su tipo, pero se quedan allí, sin saber por qué, e incluso nos ayu-
dan a buscar habitaciones "sin polvo", pero nadie se atreve a acoger "por deba-
jo" a cuatro yumas que no tienen mucho con que pagar, así que al final, desahu-
ciados a la una y media de la mañana, nos lanzamos a atravesar el pedraplen,
una carreterita de dos carriles y 80 kilómetros construida por el pueblo cubano
al grito de "tira tierra, sin mirar atrás", que es la única forma de paso entre la
Isla y los Cayos.
Los Cayos Coco y Guillermo son los de las fotos de agencia de turis-
mo. Dos islas con pocos hoteles y grandes playas, en la que sólo pueden entrar
turistas. Por la noche parecen desiertos, sólo algunas moles que denuncian la
existencia de cuatro o cinco hoteles all included, el hogar del turista.
A la entrada un punto de control que impide la entrada a las islas a
toda persona que no sea extranjero o trabajador del complejo, una forma
curiosa de decir ¡Prohibido el paso a los cubanos! Por eso, te piden el pas-
aporte, y no tienen inconveniente en dejar claro que nuestro guía, cubano, no
iba a poder pasar. No se puede decir que la policía cubana sea corrupta o fácil
de sobornar, se podría decir que incluso superan el nivel del cubano que en gen-
eral a cambio de unos dólares hace la vista gorda en museos, monumentos…y
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Regreso aa BBarataria
por eso es necesario apelar al corazón más que a la cabeza, y después de un
par de sonrisas, renunciar al objetivo. Se nos va pegando el modo de vida del
cubano. Inventar y resolver están a la orden del día y a pesar de que sobran tru-
cos, el cubano es más bien pasivo, haciendo gala del famoso, quizás tópico,
carácter caribeño.
Nuestra economía, como la del país, no estaba para grandes exce-
sos, ni siquiera para pequeños, y tras constatar que no había ningún sitio donde
dormir, ni donde pasar la noche, fuera de los grandes hoteles, tuvimos que per-
noctar en el coche. Aparcamos en un saliente de la carretera, apagamos las
luces y al instante empezamos a escuchar un ruido ensordecedor, como una
nube de mosquitos, que sobrevolaban el coche amenazando con taladrar el
techo, puede parecer exagerado, y efectivamente era exagerado, pero la hora,
el cansancio... así que nos cerramos herméticamente y establecimos unos
turnos de aire acondicionado, para intentar aguantar el sofocante calor. Durante
dos o tres horas el sistema funcionó hasta que se agotó la batería, con los
primeros rayos del sol, por lo que decidimos dirigirnos a la playa más cercana
a intentar dormir un rato.
Llegamos, como por casualidad, a las playas de los anuncios, islas
de arena fina, palmeras y agua multicolor azul y verde perla, cristalina. Rodeado
de hoteles all included, con playa particular, llegamos a la playa pública, Playa
Isabel, que estaba completamente desierta; los turistas aborregados no aban-
Regreso aa BBarataria
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donan su playa, ni para descubrir otras mejores. Allí ante la ausencia de públi-
co, varios empleados del gobierno nos permitieron disfrutar de las instala-
ciones, un catamarán en el que nos llevaron a la isla en la que solía veranear el
dictador Fulgencio Batista. Allí pudimos disfrutar de un maravilloso paseo
buceando entre el coral (vacaciones en el mar a cuenta del gobierno revolu-
cionario).
Después de un mes íbamos adquiriendo cierta cubanía, que
aprovechábamos para entrar en los museos, o para espantar a los infinitos bus-
cavidas que, como íbamos a descubrir al final de nuestro viaje, pululan alrede-
dor de los turistas. Por eso los trabajadores rápidamente nos acogieron como
hermanos, invitándonos a Ron, y a comer unos pescados recién cogidos.
Pegando la hebra, acabamos "tomando" con negros y pescadores en una isla
desierta, -¿no debe ser bastante parecida la felicidad?-. Descubriendo, una vez
más, lo ridículo que resulta el racismo, que se ceba en la jodedera del negro,
porque uno, aunque se pase el día borracho y no tenga donde dormir, al menos
es blanco. Una vez más las desigualdades sociales al descubierto. Por un lado
los blancos, que presumen de ser la elite del país, y los negros que suelen ser
tratados de ladrones, vagos y un poco tontos, aun más si vienen de las provin-
cias de Oriente.
La verdad es que costaba creer que siguiéramos en Cuba,
estábamos en un mundo irreal, artificial, o quizás lo irreal, lo artificial era todo
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Regreso aa BBarataria
lo que habíamos vivido durante nuestra estancia. Lo que resultaba increíble es
que estuvieramos hablando del mismo país: hambre o buffet libre.
Ahora nos tocaba tratar de aprovecharlo, así que pasamos la tarde
de hotel en hotel, comprobando la calidad de playas, piscinas, jacuzzi y bar. En
Cayo Coco nadie pregunta a los yumas, que son dueños y señores del lugar.
Tanto que llegamos a pensar que eramos clientes de hotel, participamos en las
competiciones deportivas, en los juegos de campamento que montan los ani-
madores para los niños de cuarenta, todo incluido. Al llegar la noche nos dis-
pusimos a cenar, como uno más. Nos dirigimos a nuestra casa, el coche y nos
acicalamos con esmero: pantalones de pinzas, camisa de manga larga para
ocultar la inexistente pulsera... unos pimpollos. Al volver al hotel no hubo prob-
Regreso aa BBarataria
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lemas la gente nos conocía, habíamos pasado allí la tarde, tras cargar los platos
en el buffet libre, le pedimos al maitre una mesa, que nos preparó al instante,
todo iba funcionando a las mil maravillas, no lo podíamos creer. Hasta que en
medio de la cena empezamos a notar a nuestro alrededor un ambiente extraño,
llamadas telefónicas, miradas extrañas, hasta que el maitre se acercó educado
y mosqueado a preguntar.
-¿son ustedes clientes del hotel?
Estabamos vendidos sólo nos quedaba actuar con dignidad:
- claro que no, pero ¿no se puede cenar en este hotel?.
- Sí claro, pero ustedes no han pagado.
Lo importante era aguantar
- Es el primer hotel del mundo en el que hay que pagar antes de cenar. ¿Puedo
hablar con el encargado?
Y allí me dirigí, tras animar a mis compañeros a consumir a toda
velocidad, por lo que pudiera pasar. Al llegar el responsable, un chico joven, me
comprendió "cínicamente", para empezar su juego. Nuestra colada era evi-
dente, y él se limitaría a no observar a cambio de 25 dólares por cabeza.
Pagamos inmediatamente, obteniendo la preciada pulsera con la que después
de cenar, tomamos unas copas para preparar una nueva noche toledana, otra
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Regreso aa BBarataria
vez en el coche pero esta vez bajo la lluvia. No hay nada más peligroso que una
barra libre, cuando no hay lugar donde dormir, y copa a copa nos amaneció en
el Meliá. A la mañana siguiente, temprano, después de un bañito en Playa
Flamingo, nos dirigimos a Trinidad.
Trinidad, tiene nombre de Isla pirata y sus habitantes parecen dignos
herederos de sus tradiciones y costumbres. Desde la entrada de la ciudad se
lanzan al abordaje del turista, todos, grandes y pequeños, guapas y feas, bus-
can el color del "Fular", y te ofrecen alojamiento, cena caliente, productos típi-
cos o compañía. Conserva el aire de ciudad colonial, abundan las moscas y los
cazadores, casi mejor cazadoras, de turistas. En la puerta de las casas de alquil-
er se acumulan los buscavidas. A mi me ha conquistado una niña de once años,
inteligencia despierta, mirada clara y una sonrisa triste que parte el corazón. Se
acerca ofreciendo collares a precio de mercado, acaba haciendo una buena
venta, tan buena que no tiene mercancía suficiente, pero prefiere callar, y uno,
confiado no se molesta en contar, hasta que por la noche, al guardar la "mer-
cancía" descubre que faltan seis collares. Al día siguiente la niña vuelve a estar
en la puerta de la casa, ofreciendo nuevas mercancías y advertida del "error" no
duda en reconocer la trampa, sencillamente, "no tenía más", y reponer los col-
lares que faltan, de premio recibe unas pastillas de jabón, preciadísimo obse-
quio. Allí, en Trinidad, encontramos al Padre José Luis, from Vallekas, que es de
estas personas que se esfuerzan por coger el acento del lugar y no dejan de
Regreso aa BBarataria
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resultar un poco "curiosos". Un sacerdote de Madrid que trabaja de voluntario,
echa una mano, cada verano y es queridísimo en el pueblo y sus alrededores.
La cena fue una nueva edición de "lo jodido que es ser pobre".
Pateamos la ciudad, en busca de precios competitivos, causando la sorpresa,
la risa y el cabreo de los buscavidas que acechan en cada esquina ofreciéndote
vivienda, comida, souvenirs, sin dejarte respirar. Nuestra economía de guerra
no nos permitía ceder un ápice en nuestras pretensiones y no cosechamos más
que calabazas, para acabar cenando en la casa en la que dormíamos, pagando
mucho más de lo que nos venían ofreciendo... esta es la tragedia del pobre, que
muchas veces acaba pagando más.
A la mañana siguiente, y después de una visita rápida de
reconocimiento, antes de salir para Varadero, nos remojamos en la Playa del
Lanzón, que nos pareció sucia, mal cuidada, -quizás fuera solamente un prob-
lema de gestión de expectativas-. Desde allí partimos, destino Varadero, última
estación antes de llegar a La Habana para regresar a casa.
Varadero, es una inmensa explotación turística, un nuevo Miami, al
borde de la Isla en la que sólo se admiten divisas, dólares o euros, da igual. Son
17 kilómetros de playa en la que los hoteles se suceden sin solución de con-
tinuidad, y en la que sólo un trozo pequeño, al principio, se reserva para los
cubanos. Así que allí nos apuntamos como uno más, mientras nos disponemos
a desayunar. Es como volver a Cuba después de dos días de estancia en otro
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Regreso aa BBarataria
lugar, la camarera se nos acerca quince minutos después de sentarnos a
desayunar, nos acerca la carta y nos pregunta qué tal, al empezar a pedir,
vemos como va comentando cada plato, sin apuntar, sin memorizar, sacando
otros temas, dándonos conversación, hasta que muertos de hambre le pedimos
que tome nota, entonces vuelve al bar, toma una libreta, vuelve y pregunta -
¿qué quieren tomar?-, "pa que las -prisas".
Esa noche durante la cena se nos acercan un par de cubanos que
hablan con descaro, de forma descarnada de sus relaciones, sus matrimonios,
sus amantes, y uno se plantea si fueron el son, o el sol, o el mal ejemplo los
que hicieron del cubano una "máquina sexual".
La vida renace en el contraste, y "lejos del mundanal ruido" tumba-
dos en playas semidesiertas, en las que sólo se oye hablar en inglés, alemán,
o un castellano "muy de Madrid", uno trata de recopilar los últimos "grandes
éxitos" de la revolución cubana. Se me vienen a la cabeza algunos de los últi-
mos discursos escuchados a Fidel.
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LLAASS PPRROOSSTTIITTUUTTAASS MMÁÁSS CCUULLTTAASS DDEELL MMUUNNDDOO
Fidel presume de haber llegado a un punto de equilibrio poblacional en el que
sin fomentar programas de control de la natalidad, los cubanos y cubanas han
aprendido a ponerse el condón, un logro más de la educación revolucionaria.
Pese a eso la sociedad se encuentra en estado de descomposición. El turismo
está rompiendo la sociedad cubana, que quizás siempre anduvo rota, la crisis
de la familia es espectacular, lo normal es encontrar parejas con hijos de dis-
tintos matrimonios, todos se refieren a su mujer o a una de sus exmujeres…
pronto los árboles genealógicos tendrán forma de laberinto. Es algo normal que
se observa a simple vista y así me lo comentaba un turista italiano con el que
coincidí en la casa en la que estaba durmiendo, había que oirle su discurso
parecía incluso reaccionario, familias rotas, divorcios, aborto… Quizás por eso
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Regreso aa BBarataria
mi amargura fue mayor cuando saliendo de mi habitación por la mañana tem-
prano, observé como acompañaba por la puerta de atrás a una jovencita, mula-
ta, algo que se repitió por la tarde con otra, distinta.
El turismo sexual es una de las actividades que más dinero deja en
el país y Fidel es el proxeneta. Una vez, en uno de sus discursos eternos, lo
resumía así: "en Cuba hay prostitutas, sí, pero son las prostitutas más cultas
del mundo".
Como se ve, el amor aquí tampoco es fácil, algunos lo describen
como ese gran desconocido y aunque se busque insistentemente, se pregunte
por él, no hay quien dé noticias del amor. Sorprendentemente en cada avión de
vuelta a España se encuentran una o dos cubanas enamoradísimas, como iba
ser de otra manera, de una vida mejor. Por eso es frecuente que estés donde
estés se te acerquen cubanas que buscan resolver su vida, o un par de días, o,
al menos, una noche para toda su familia, que con frecuencia se reúne en torno
al primo, o al "enamorado", que no para de pagar con la esperanza de quedarse
a solas con su "amol" nocturno.
El natural ardiente de los cubanos, Candela, hace que el sexo sea
deporte nacional y por eso no sorprende que un sistema de aborto financiado,
garantizado y casi obligatorio, se considere otro logro más de la revolución. Por
eso hablan con naturalidad de "quitarse a una niña", y no pueden reprimir las
lágrimas cuando se dan cuenta de lo que dicen.
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¡¡¡¡¡¡VVIIVVAA LLAA RREEVVOOLLUUCCIIÓÓNN!!!!!!
La política se respira en las calles y no es extraño ver como los niños embe-
bidos de espíritu patriótico, salen a la calle a gritar -¡Viva Fidel!-. A falta de val-
las publicitarias, las ciudades se decoran a base de pinturas en las paredes,
banderas, dibujos de sus héroes y frases de exaltación del espíritu nacional.
Todo es política a mano, o en mural, con lemas, anuncios o en camisetas, en
clave de humor o en tono sangriento. Todos los días en la escuela hay diez min-
utos de reflexión política, todas las semanas en primetime, sábado a las 18.30,
Tribuna Abierta, actividades políticas de homenaje al gobierno y crítica a los
Estados Unidos, comentando sucesos, datos… sorprende ver a los niños entre
ocho y doce años uniformados y pronunciando discursos, escritos por no se
quién, que desbordan odio a los americano y veneración a su líder.
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Regreso aa BBarataria
Lemas como "Cuba siempre será un Baraguá"; "contra el imperialis-
mo; un Cdr en cada cuadra"; "del esfuerzo a la victoria"; "Viva el Socialismo,
Patria o muerte, venceremos"; "Como Javier Sotomayor, siempre más alto";
"Todo cubano debe saber disparar, y disparar bien"; "hacia la victoria
siempre"… La historia se empeña en exaltar la guerra de la independencia y la
época de la revolución y está llena de héroes, mártires y un padre de la patria:
José Martí.
El espíritu nacional se agrupa en torno a los símbolos: el cuartel de
la Moncada, el 26 de julio, Fidel.. y el país se levanta sobre heroísmos, héroes
de la historia, héroes de la Revolución, héroes del día a día, que han hecho de
vivir un heroísmo: sin comida, sin dinero, sin libertad… solamente con la vida.
Y a mí se me viene a la cabeza esa frase de Bertold Brecht, "¡Ay de las naciones
que deben tener héroes!". A pesar de esto, desbordan generosidad, dignidad y
buen humor y cuentan chistes como aquel en el que en un cementerio se
encuentran una calavera norteamericana, una española y una cubana. La
norteamericana que lleva veinte años enterrada, luce brillante, con pelo y
carne, la española, un poco decolorada, ha perdido el pelo pero se conserva
bien pasados cinco años; cuando preguntan a la cubana, que no conserva color,
ni carne ninguna, cuantos años lleva allí, responde recién llegué, no ven que soy
el enterrador. O ese otro en el que tres gusanos descubren sus trucos para
comer pastel, la primera norteamericana se introduce en el pastel, que ensegui-
Regreso aa BBarataria
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da es botado (tirado fuera), para que la mosca lo pueda disfrutar por entero; en
España, la mosca se mete en el pastel y puede disfrutar al menos de la zona
próxima que es cortada y retirada. La mosca cubana escucha sorprendida y
dice, si yo hiciera eso en mi país, primero se comerían el pastel y luego la
mosca.
Es tanto el ímpetu revolucionario, que uno no tiene más remedio que
investigar sus logros, y no para de mirar y preguntar. Lo primero que sorprende
es el abandono, la falta de esperanza que se ha esparcido en un pueblo de nat-
ural emprendedor, alegre, vivo. Todo el mundo habla con una mezcla de miedo
y resignación, como si en esta vida no les quedara más que esperar, como
decía una divertida película cubana, "la vida es silbar".
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LLAA SSEEGGUURRIIDDAADD
Frente a esta situación de fomento del turismo sexual, los grandes delitos son
vender carne de res, castigado con más de veinte años de cárcel, alquilar una
habitación en la casa para poder comer caliente, o hacer viajes en coche,
dando "botella" (taxi ilegal), para ganar algún peso. Frente a esto al hablar de la
policia se pueden destacar dos cosas: lo primero que hay un montón, una pare-
ja en cada esquina, lo que da una sensación de seguridad que responde a la
realidad y es una de las armas propagandísticas internas del régimen frente a
países en los que niños matan a niños, maridos maltratan a sus mujeres, se
producen robos y atracos en las calles…; lo segundo que están al servicio del
Estado y se descubre en sus argumentos y modos de actuar esa convicción de
los reclutas, o los cadetes de academia. "Espíritu militar" creo que lo llamaban.
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LLAA BBAATTAALLLLAA DDEE LLAASS IIDDEEAASS
Desde hace un tiempo el gobierno cubano ha puesto en marcha el Proyecto
Libertad, que pretende convertir en diez años a Cuba en el país más culto del
mundo.
Aunque no hay muchos libros los pocos que hay se pueden encon-
trar a precio de saldo y es posible encontrar auténticas joyas, de mala edición,
pero a muy buen precio. Las librerías aun no están acostumbradas al turista.
Cinco personas atienden una tienda en la que raramente entra alguien, no está
el pueblo cubano para gastar un peso en cultura, por eso cuando entra alguien
se muestran obsequiosos, más si el que entra es extranjero. Parece que ganan
algo, ofrecen novedades, comentan los libros, e incluso se regañan entre ellos
cuando consideran que el servicio no es todo lo rápido que se podría esperar.
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Sin embargo en la universidad la falta de libros es la auténtica trage-
dia. No es extraño encontrar personas tremendamente especializadas en temas
absolutamente marginales, por la sencilla razón, de que una vez cayó en sus
manos un libro sobre esa materia. Esas carencias de una formación básica bien
estructurada se notan a las primeras de cambio, en cualquier conversación.
Aun así aun quedan profesores que conservan la ilusión y esa curiosidad int-
electual, requisito indispensable para dedicarse a las labores de docencia e
investigación.
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LLLLEEGGÓÓ LLAA TTEELLEEVVIISSIIÓÓNN
Y en esta batalla por la información, la difusión de la televisión ha convertido a
esta en un nuevo aparato de la propaganda. Dicen que tras el periodo especial,
las relaciones entre los vecinos comenzaron a mejorar, y esos miedos a la
delación, a la vigilancia fueron menguando. En los últimos tiempos un nuevo
peligro se ciñe sobre los CDR y los centros de trabajo: la televisión. Los televi-
sores, chinos, ensamblados en Cuba, son de marca PANDA, y pronto han sido
rebautizados por la población (Producto Altamente Nocivo de Desintegración
de la Amistad)
Los niños empiezan a gastar sus horas muertas, muchas, y la lec-
tura, antigua solución, se va quedando atrás… La gente comenta con especial
emoción los programas extranjeros, novelas mexicanas, colombianas, vene-
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Regreso aa BBarataria
zolanas, alguna serie española, los muñecos, el humor argentino… una nueva
versión de pan y circo para entretener a un pueblo sufriente, que no debe darse
cuenta de su situación. Quien piensa pierde y aquí es mucho mejor estar
entretenido que empezar a pensar, algo que demuestra el elevadísimo índice de
suicidios que tiene la isla.
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EELL PPRROOGGRREESSOO TTEECCNNOOLLÓÓGGIICCOO,, LLAA CCOOMMPPUUTTAACCIIÓÓNN
Es frecuente en toda Cuba, del campo a las ciudades, llegando hasta la habana,
los cortes de luz y agua. Aun así Fidel anuncia en sus discursos que Cuba se
encuentra a la cabeza de la educación y, lo que no deja de ser sorprendente, a
la cabeza de la computación.
La infraestructura del país también se quedó paralizada en el año 59,
eso que llaman autopistas, sin pintura ni más señalizaciones que los puestos de
control, no plantean problemas, allí donde las hay, ante la ausencia casi total
de coches. Los celulares son un bien escasísimo y solo tienen cobertura en La
Habana y Varadero. Los transportes solo tienen un horario, el de la incertidum-
bre, las personas se acumulan en la entrada y la salida de la ciudad, con inten-
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Regreso aa BBarataria
ción de viajar hasta altas horas de la noche, y utilizan todos los trucos,
enseñando dólares o piernas a lo Claude Colbert...
Pese a esto, el gobierno cubano logra estar bien posicionado en
todos y cada uno de los famosos índices de desarrollo, como si conociéndolos
centraran todos sus esfuerzos en cubrir estos objetivos, olvidando el auténtico
desarrollo. En esta línea el lema "una escuela, un computador" no deja de sor-
prender, ya que es posible encontrar computadoras en escuelas sin luz o con
un sólo alumno, que no sabe ni encender el ordenador... todo sea por mejorar
en el ranking.
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LLAASS FFAAMMIILLIIAASS DDEELL RRÉÉGGIIMMEENNNNOO VVIIVVEENN TTAANN MMAALL
La situación económica deja mucho que desear. La dolarización y la situacion
de dependencia de las inversiones extranjeras ponen más a la vista las tremen-
das desigualdades que se viven en Cuba. Hay dos clases separadas por un
auténtico abismo, las que tienen dolares, procedentes de familares que viven
fuera de la isla, las que tienen negocios legales o no, que les permiten ingresar
dólares. En el otro lado se encuentran todos aquellos que no tienen posibilidad
de obtener dolares, y malviven de la cartilla, intentando conseguir un puñado
de pesos con los que no hay forma de obtener un mínimo de comida, vestidos,
medicinas o cualquier otra cosa que haga falta para sobrevivir.
Muchos son los que siguen culpando a los Estados Unidos de esta
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Regreso aa BBarataria
situación, algo paradójico cuando deben de proceder de Estados Unidos un
buen porcentaje de los ingresos. En la isla no está claro cuánta culpa corre-
sponde a los norteamericanos, y cuánta a los españoles, pero lo que todos
comparten son los efectos nocivos que han producido los continuos cambios
de política económica que ha dado el gobierno. Por la Isla circula un chiste que
el día después de que Estados Unidos decida levantar el bloqueo Granma titu-
lará "Nueva maniobra subersiva de los Estados Unidos".
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PPAASSAARR AA MMEEJJOORR VVIIDDAA
Por eso no se puede evitar un cierto tono de amargura al hablar de aquellos que
ya no están. Pasaron a mejor vida, es la forma de referirse a aquellos que deci-
dieron abandonar casa y familia en busca de la libertad. A los que se embar-
caron en la innombrable terminal 5 del aeropuerto José Martí, una terminal en
la que no se permiten las despedidas, de la que no hay fotos y que se utiliza
exclusivamente para los aviones que desplazaran a los veinte mil "agraciados"
por la lotería anual de la oficina de intereses norteamericana, hacia una nueva
vida. Esto va rompiendo más y más las familias; una película actual "Video de
Familia" describe magistralmente la situación.
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EELL QQUUEE NNOO FFIIRRMMAA NNOO PPAASSAA
Otros deciden quedarse aquí y, desde dentro, intentan ir construyendo un país
mejor. Para ello han iniciado una recogida de firmas para pedir al régimen una
serie de cambios políticos que faciliten el tránsito a la democracia y el respeto
a los derechos humanos. Lo han denominado Proyecto Varela, en memoria del
joven sacerdote cubano que a finales del siglo pasado defendió los derechos de
los cubanos. Más de diez mil personas han firmado la solicitud, con nombres y
apellidos, desafiando al régimen, como diciéndole aquí estoy. Ante semejante
reto, el genio de las barbas ha reaccionado encolerizado convocando un refer-
endum para declarar irreformable el carácter comunista de la revolución. Aquí
el voto es público e inspirado, inspirado por todos aquellos que a diario pasan
por la casa de los "despistados" que olvidaron firmar recordándoles la cantidad
Regreso aa BBarataria
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de problemas que les puede producir semejante olvido. Así no sorprende la
práctica unanimidad obtenida por el referendum, un auténtico éxito reafirmado
por un Congreso entregado a los pies de Fidel; como alguién escribió en el
asiento del Congresista Silvio Rodríguez, "no sabíamos que el unicornio azul se
hubiera vuelto rojo".
En los debates, las apelaciones a la verdad son corrientísimas, y ya
sea la historia, o el futuro, aunque al final todos terminarán dando la razón a la
revolución. Por eso sorprende ver el tratamiento informativo que adopta la pren-
sa, la radio o la televisión. La información, o la desinformación son una autén-
tica obsesión, por eso el acceso a Internet está vedado a los cubanos (como
las playas para turistas: los Cayos, Varadero…). Algunos privilegiados tienen
acceso al correo electrónico a través de un servidor especial, Echelon versión
cubana; las llamadas telefónicas son grabadas sistemáticamente, tanto que,
algunos reuniendo cintas y cintas de sus conversaciones, podrían editar sus
grandes éxitos.
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««AAUU RREEVVOOIIRR»» LLAA HHAABBAANNAA
-¡¡Basta ya!!- No se si el efecto del sol o algún misterioso bálsamo como el de
Fierabrás, me ha hecho caer en un mar de pesadillas, una tempestad, de bru-
jas, enanos y gigantes. Caraculiambro, Brocabruno, Pandafilando o la bruja
Urganda la Desconocida, envenenan los sueños de la mayoría de los cubanos,
al servicio del encantador barbado. No hay pueblo más indefenso que aquel que
no puede soñar, mirar al futuro sin miedo a las pesadillas. Este vive siempre
asustado por el qué vendrá y cae irremisiblemente en un letargo que permite al
que sepa aprovecharse gobernar sin oposición. Los sueños se ahogan en la
pesadumbre.
Yo no quiero llevarme este recuerdo, quiero olvidarme de este mal
sueño. Después de un mes en la Isla de Barataria el tiempo se acaba, no quiero
Regreso aa BBarataria
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decir adiós, sólo hasta la vista pero me despido de las playas de Varadero, y
dejo la Habana, deseando que vuelva a ser esa ciudad donde los sueños
aprendían a nadar, sólo así el futuro del pueblo cubano estará asegurado.