al acecho

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Teoría - Historia - Política 5 Editorial Al acecho En tres años de gobierno kirchnerista, el universo cultural argentino no ha dejado de repetir una operación ya vista muchas veces en la historia del capitalismo: el pasaje de intelectuales, otrora combativos y críticos, a posiciones abiertamente reaccionarias y, en algunos casos, su incorporación a la administración del Estado. Quienes en los noventa criticaban el ajuste, hoy priorizan la “recuperación”. Quienes renegaban de todo lo que tuvie- ra que ver con el poder, hoy demonizan a quienes lo combaten. Quienes proponían la “resistencia”, hoy forman parte del gobierno que reprime. El fenómeno que condensa este proceso es la transformación del piquetero, de “aquel que lucha por su dignidad”, a “delincuente”. El espectro progresista justifica el cambio con el argumento de que nos encontraríamos ante un régimen “popular”, asustando a los críticos con el fantasma del retorno de “la derecha”. Aquellos que se sienten más ligados al liberalismo, hacen hincapié en la necesidad de mantener el orden social. En definitiva, el elemento decisivo del momento es la confluencia de las formas de la ideología burguesa que antes se hallaban escindidas. Lo cierto es seguimos sumergidos en aquella etapa sobre la que nosotros tanto insistimos: el reflujo relativo. El proceso que llevó al Argentinazo se caracterizó por un crecimiento en la fuerza moral y material de la fracción más dinámica de la clase obrera, el movimiento piquetero. Esto, entre otras cosas, significó que la clase obrera atrajera para su programa a una enorme cantidad de intelectuales. Una vez que la burguesía consigue detener la crisis, logra cierta recomposición política y una recuperación económica, aunque precaria, el proceso revolucionario se “detiene” (en realidad, entra en una nueva fase). La vida (capitalista) parece normalizarse, la pequeño burguesía se aquieta, la burguesía se siente fuerte y los elementos vacilantes y conciliadores abandonan el campo revolucionario. No lograda la transformación esperada, en el mundo intelectual cunde el temor, el arrepentimiento y la “revisión de la teoría”. En vez de revo- lución, se habla de reconstrucción de los lazos sociales (de explotación) y de nacionalidad (burguesa, qué otra). En fin, se exige que los esclavos

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analisis social historico

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  • Teora - Historia - Poltica 5

    Editorial

    Al acecho

    En tres aos de gobierno kirchnerista, el universo cultural argentino no ha dejado de repetir una operacin ya vista muchas veces en la historia del capitalismo: el pasaje de intelectuales, otrora combativos y crticos, a posiciones abiertamente reaccionarias y, en algunos casos, su incorporacin a la administracin del Estado. Quienes en los noventa criticaban el ajuste, hoy priorizan la recuperacin. Quienes renegaban de todo lo que tuvie-ra que ver con el poder, hoy demonizan a quienes lo combaten. Quienes proponan la resistencia, hoy forman parte del gobierno que reprime. El fenmeno que condensa este proceso es la transformacin del piquetero, de aquel que lucha por su dignidad, a delincuente.

    El espectro progresista justifica el cambio con el argumento de que nos encontraramos ante un rgimen popular, asustando a los crticos con el fantasma del retorno de la derecha. Aquellos que se sienten ms ligados al liberalismo, hacen hincapi en la necesidad de mantener el orden social. En definitiva, el elemento decisivo del momento es la confluencia de las formas de la ideologa burguesa que antes se hallaban escindidas.

    Lo cierto es seguimos sumergidos en aquella etapa sobre la que nosotros tanto insistimos: el reflujo relativo. El proceso que llev al Argentinazo se caracteriz por un crecimiento en la fuerza moral y material de la fraccin ms dinmica de la clase obrera, el movimiento piquetero. Esto, entre otras cosas, signific que la clase obrera atrajera para su programa a una enorme cantidad de intelectuales. Una vez que la burguesa consigue detener la crisis, logra cierta recomposicin poltica y una recuperacin econmica, aunque precaria, el proceso revolucionario se detiene (en realidad, entra en una nueva fase). La vida (capitalista) parece normalizarse, la pequeo burguesa se aquieta, la burguesa se siente fuerte y los elementos vacilantes y conciliadores abandonan el campo revolucionario.

    No lograda la transformacin esperada, en el mundo intelectual cunde el temor, el arrepentimiento y la revisin de la teora. En vez de revo-lucin, se habla de reconstruccin de los lazos sociales (de explotacin) y de nacionalidad (burguesa, qu otra). En fin, se exige que los esclavos

    Razn y Revolucin es una publicacin del Centro de Estudios e Investigaciones en Ciencias Sociales

    Consejo Editorial:Eduardo Sartelli (CEICS-UBA-UNLP)Leonardo Grande (CEICS)Marina Kabat (CEICS-CONICET)Fabin Harari (CEICS-UBA)Juan Kornblihtt (CEICS-CONICET)

    Editor Responsable:Fabin Harari (CEICS-UBA)

    Diseo de tapa: Sebastin Cominiello (CEICS)

    Redaccin: Acoyte 1056, 3 G, C.P. 1405.

    Direccin de correo electrnico: [email protected]

    ISSN 1515-1913Editado en la Ciudad de Buenos Aires. Impreso en Pavn 1625, C.P. 1870

    CEICS: [email protected]

    Prensa y difusin: [email protected]

    Ediciones ryr: [email protected]

    Registro de propiedad en trmite. Todos los artculos firmados corren por exclusiva responsabilidad de los autores.

  • Razn y Revolucin n 156 Teora - Historia - Poltica 7

    glorifiquen a su amo por haberlos salvado del abismo. No faltan quienes, an en el campo de la izquierda, han dado el proceso revolucionario por liquidado. Abundan los decesos, las divisiones y la dispersin.

    Cul es la tarea actual de los intelectuales revolucionarios? En primer lugar, medir la magnitud del torbellino y no dejarse sugestionar por los cantos de sirena. El proceso no se ha cerrado, la crisis no se ha resuelto, la clase obrera no ha agotado sus fuerzas. Nuestro enemigo puede hacer alar-de de no haberse hundido, todava. Sin embargo, el agua sigue subiendo. En segundo lugar, defender las posiciones adquiridas. En concreto, comba-tir los ataques al fenmeno histrico ms importante de la historia argenti-na: el movimiento piquetero. En tercero, sacar un balance de lo recorrido, entender por qu no triunfamos, darnos un proceso de crtica y discusin. No para renegar de lo que hicimos sino para enriquecer nuestra experien-cia. En cuarto, difundir ese conocimiento, contribuir a la educacin a los protagonistas del prximo estallido.

    Los artculos de este nmero intentan examinar los problemas que ha-cen al proceso revolucionario. El dossier se ocupa de realizar un balance sobre los errores que condujeron a la derrota en 1976. Lo complementa, de alguna manera, el debate entre Iigo Carrera, Astarita y Sartelli, sobre la naturaleza de la crisis mundial. La seccin Historia de la clase obrera argentina, recupera el proceso de luchas sindicales y sus lmites objetivos en el artculo de Ianina Harari, un trabajo que levant mucha polmica. Germn Surez, por su parte, nos ofrece un avance de su investigacin sobre los convenios laborales. En l, podemos apreciar cmo las tendencias burguesas se unifican para defender el incremento de la explotacin de los trabajadores. Como revolucionarios, no puede estar ausente el estudio de la revolucin burguesa. El GIRM presenta un trabajo colectivo sobre la participacin de las chacras de los alrededores de Buenos Aires en la Revo-lucin de Mayo. En nuestra seccin Educacin, Romina De Luca examina la estrategia descentralizadora de la burguesa argentina a partir de 1956. Por ltimo, las reseas: Svampa sobre el movimiento piquetero, De Santis sobre el E.R.P. y Tupamaros y el clsico de Anwar Shaik, Valor, acumulacin y crisis, son revisados por miembros de nuestro colectivo.

    Se trata, entonces, de un nmero que busca debatir en el marco de la defensa de las posiciones conquistadas por el movimiento piquetero. Todo aquel que se haya empecinado en la difcil, pero digna, tarea de resistir, de no abdicar, de aferrarse, en fin, de prepararse para los tiempos venideros, tiene un lugar en nuestras pginas.

    Dossier: Las causas de la derrota, marzo 1976

    Introduccin

    A la salida de este nmero, se estarn cumpliendo 30 aos del golpe militar de 1976. El universo intelectual y artstico, sin excepcin, estar pro-nuncindose sobre el tema. Asistiremos a una dura batalla sobre las formas y contenidos de la lucha de clases en el perodo. Cada ncleo ideolgico intentar imponer sus propias conclusiones sobre la experiencia. Habr quienes, con aires de suficiencia, harn caso omiso de la fecha y eludan el debate, con el argumento de que su actividad no esta subordinada a las efemrides.

    Razn y Revolucin pretende ser una publicacin vinculada a los pro-blemas reales. Se propone, por lo tanto, intervenir en la disputa ideolgica all donde se presente. Desde el campo revolucionario, se ha venido traba-jando arduamente y hay mucho para decir como para entregar el terreno al enemigo. Por eso, ante este evento, proponemos un espacio de discusin cientfica. Este dossier rene una serie de trabajos que reflexionan sobre el problema, rigurosamente y con la mirada puesta en las tareas actuales.

    La preocupacin por elaborar un balance de la lucha de clases en el perodo 1969-1976 excede, sin embargo, al actual aniversario. Se remonta a nuestro nmero 3, en 1997. All, en medio de un ciclo contrarrevolucio-nario -y con una clase obrera que an no daba demasiadas seales de vida poltica propia-, intentbamos examinar las perspectivas de una izquierda todava demasiado dbil y marginal. Anticipbamos que el desarrollo del capitalismo en Argentina desembocara, ms tarde o ms temprano, en una crisis social de envergadura. En ese contexto, la izquierda se encontrara con un frtil campo de intervencin. La reflexin sobre la dcada de 1970 tena un doble objetivo: por un lado, destacar la necesidad de una recons-truccin cientfica del perodo frente al escepticismo de los intelectuales burgueses. Por el otro, combatir la teora de los dos demonios, por la va de reivindicar la lucha revolucionaria de la que, no obstante, se deba sacar un balance que permitiera deshacerse del peso intil. Nuestro nmero 8 se edit a fines de 2001, pocas semanas antes del Argentinazo. En el dossier