aguilar Ángela, miradas sobre fronteras

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    RESUMEN

    El objetivo de este trabajo se orienta a pensar las fronteras en una localidad periurbana en la queestudiamos transformaciones espaciales, identitarias y relacionales entre grupos sociales. stasson resultado de un largo proceso de cambios socioeconmicos cuyo aspecto ms reciente es laradicacin de sectores de clase media en una zona de caractersticas rurales, radicacin acompa-ada por modicaciones importantes en el modo de vida de los pobladores de la localidad y queresult en la expulsin, hacia la periferia de la ciudad de Salta, de parte de las generaciones msjvenes como efecto de una demanda inmobiliaria creciente.

    Palabras clave: 1. Fronteras, 2. localidad periurbana, 3. transformaciones, 4. identidad, 5. rela-ciones sociales.

    ABSTRACT

    The purpose of this work is to consider the frontiers in a periurban town in which we are stu-dying space, identity and relation transformations among different social groups. These trans-formations arose from a long process of socioeconomic changes whose more recent aspectis the middle class sectors settling in a one with rural characteristics. This settling largelymodied the way of living of the inhabitants of the town and resulted in the younger genera-tions expulsion towards the outskirts of the city of Salta because of the increasing real estatedemand.

    Keywords: 1. Frontiers, 2. periurban town, 3. transformations, 4. identity, 5. social relations.

    *Docente de la Universidad Nacional de Salta, Argentina. Direccin electrnica: [email protected].**Investigador de la Universidad Nacional de Salta, Argentina. Direccin electrnica: [email protected].

    Fecha de recepcin: 30 de mayo de 2008.Fecha de aceptacin: 11 de septiembre de 2008.

    Miradas sobre fronteras

    en un espacio local

    Mara ngela Aguilar*Miguel Costilla**

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    INTRODUCCIN1

    El objetivo de este trabajo se orienta a pensar las fronteras en una localidad periur-

    bana en la que estudiamos transformaciones espaciales, identitarias y relacionalesentre grupos sociales. Tales transformaciones son resultado de un largo proceso decambios socioeconmicos cuyo aspecto ms reciente es la radicacin2de sectoresde clase media en una zona de caractersticas rurales, radicacin acompaada demodicaciones importantes en el modo de vida de los pobladores de la localidad, yque resultaron en la expulsin, hacia la periferia de la ciudad de Salta, de parte de lasgeneraciones ms jvenes como efecto de una demanda inmobiliaria creciente.

    Este proceso puso en contacto a grupos de personas diferentes, locales y ex-traneros, que pasaron a habitar un mismo territorio. Con ello se produo una com-

    pleiacin de la conguracin social, a la ve que se alteraba la relacin entre lalocalidad y la vecina capital. En este espacio, el conicto entre prcticas y proyectosmodica, como resultado de las relaciones de fuera entre grupos sociales, los signi-cados asociados al territorio, lo que podramos decir la imagen de la localidad.

    Vaqueros la localidad en cuestin se conforma, entonces, en un territoriofronterizo en el que las experiencias y las formas de imaginar sus fronteras varany se relacionan con discontinuidades entre personas, posiciones, modos de vida,orgenes y proyectos que coexisten en un espacio ms o menos delimitado, y enun tiempo ms o menos denido.

    El trabao de campo se reali entre 2005 y 2007, y tiene como soporte uncorpus de 45 entrevistas aplicadas a una diversidad de actores. La seleccin se rea-liz tomando en cuenta grados variables de proximidad o distancia respecto delespacio social en cuestin, ya sea por el tiempo de residencia, ya por sus diferentesanclajes y trayectorias. Se parti de una primera distincin preliminar entre nuevosy viejos pobladores, la cual se complejiz a lo largo del proceso de investigacin.3

    Adems, hemos realizado varias instancias de observacin de campo.

    1Este artculo es una versin modicada del presentado en el VICongreso Chileno de Antropologa, 2007.

    2Este trmino se utiliza en el sentido en que varios pases de habla hispana atribuyen a la poblacin esta-blecida en un lugar cuando implica permanencia, coincidente con el primer signicado otorgado por laReal Academia Espaola: echar races, arraigar.3Distinguimos cuatro conuntos principales de actores: pobladores con ms de 20 aos de residencia yque se sienten vaquereos; pobladores que compran su terreno y se instalan en la localidad a partir dela dcada de 1990, cuando comienza el proceso de loteo; pobladores que tuvieron que emigrar expulsa-dos por el proceso sealado pero que mantienen vnculos y desarrollan algunas actividades en Vaqueros;e informantes clave, seleccionados en funcin de la posicin ocupada y el conocimiento sobre el espaciosocial en cuestin.

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    El presente artculo est organizado en cuatro apartados. En el primero se pre-senta el abordaje terico propuesto. En los siguientes, de carcter analtico, se revisatres conuntos de conguraciones sociales y prcticas fronterias, diferentes pero

    interrelacionadas, que forman parte del espacio social local: pen y patrn; propiosy extraneros; vaquereos de raigambre y vaquereos por decisin.

    CONFIGURACIONES: LA PRODUCCIN DE FRONTERAS

    La produccin cientca contempornea sobre fronteras y estudios interestatales4enfatiza la dimensin del contacto, de los lazos que se generan en ese espacioentre entramados socioculturales de diferentes pases, invitando a pensar los pro-cesos polticos fronterizos, desde lo que acontece en ellos, diferencindose de unalarga tradicin centralista que prioriza la mirada sobre los lmites en este tipo dereexiones (Grimson, 2005). En nuestro caso, utilizar la nocin de frontera parapensar un espacio fronterio entre lo rural y lo urbano, mbitos que cierta tradi-cin de la sociologa ha presentado como analticamente disociados,5ha resultadoparticularmente frtil para abordar y construir un objeto de investigacin en elcual lo rural y lo urbano, lo tradicional y lo moderno se solapan y superponen.6

    Por ello, es importante comenar recordando la nocin de conguracin7deNorbert Elas (1996), entendida como aquellos compleos y diversos vnculos deinterdependencia entre las personas, digamos, la apertura inevitable de los agen-tes sociales a un conjunto de nexos, de cadenas de interdependencia de desigualintensidad. Dentro de esta idea de conguracin, en Os estabelecidos e os outsi-ders, Elas y Scotson (2000) llaman la atencin sobre la importancia que el podery la autopercepcin tienen dentro de una conguracin: el caso de Winston Parvacomo caso localiado de una conguracin social. Podemos entender que para

    4Una resea de los mismos y un anlisis que enfatia la compleidad de este tipo de contactos se encuen-

    tra en Grimson (2005).5Particularmente a partir de la tradicional dicotoma comunidad versussociedad que genricamente oponasociedades agrarias preindustriales a sociedades urbanas industriales para comprender la diferencia entrela modernidad y la alteridad de lo moderno. Esta disociacin tambin se reea en algunos pases en losplanes de estudio de carreras como sociologa o antropologa.6Hay otras reexiones que plantean la relatividad de esas divisiones. El concepto rurubano deGiarraca(2002)es un ejemplo, aunque su foco est colocado en otro ngulo de observacin vinculado a los estu-dios sobre nueva ruralidad.7Dependiendo de las traducciones, puede ser sustituido por guracin o composicin.

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    este autor los lmites de una conguracin pueden analiarse a partir de la densi-dad del lazo que une a unos y otros; el afuera est vinculado al desdibujamientode relaciones de poder.

    Es en ese contexto que colocamos la nocin antropolgica de frontera (porejemplo, Hannerz,2001; Barth, 1976, 2005) para indicar los efectos de separacintensiva o de convergencia conictiva en la relacin de grupos de agentes en lalocalidad que estudiamos. La nocin de conguracin, entonces, desde esta pers-pectiva, se relaciona indisociablemente con la de frontera,8tanto por aquello quesepara (sean espacios, agentes o prcticas) como por lo que articula en tensin. Asu vez, remite tambin a la nocin de identidad, en tanto que la construccin de laimagen de un nosotros requiere, por necesidad, la de un otro diferente perocon cierto grado de proximidad.

    De acuerdo con ello, hablaremos de prcticas fronterizas para referirnos a losfenmenos (enfatiados, por eemplo, por Simmel) de que cualquier trama rela-cional, cualquier relacin de interaccin, incluye la cooperacin y el conicto, laproximidad junto con la distancia, la indiferencia y el inters como componentesdialcticamente presentes. Sntesis que dicho autor eemplica en el tipo socialdel extranjero,9y cuyo extremo es la negacin en el otro de cualidades humanas.Entonces los lmites que construyen las prcticas fronterizas son sociales, sonconsecuencia y expresin del tipo y grado de intensidad de los lazos sociales.10

    En otros trminos, las prcticas fronterizas construyen diferencias, en tantomodos de relacionarse con el otro, de regular los contactos sociales, de actuar en

    8Todava ms si se piensa en que todo tipo de coexistencia de hombres corresponde a una determinadaconformacin del espacio, donde los respectivos hombres, si no juntos, al menos en unidades parciales,conviven o pueden convivir efectivamente. As pues, la expresin de una unidad social en el espacio, eltipo de su conformacin del espacio es la representacin de su especicidad palpable en sentido literal,visible (Elas, 1996:62).9El concepto de extranjero se utiliza en el sentido que Simmel le otorga: No es el que viene hoy yse va maana sino el que viene hoy y se queda maana. Es aquel que, aunque no se haya asentadocompletamente, se ha ado dentro de un determinado crculo espacial o de un crculo cuya delimitacin

    es anloga a la espacial pero su posicin dentro de l depende esencialmente de que no pertenece al desde siempre, de que trae al crculo cualidades que no proceden, ni pueden proceder del crculo(Simmel, 1939:273-274). La unin de la proximidad y la distancia que est presente en toda relacinhumana se organiza, en el fenmeno del extranjero, de un modo que puede ser formulado de manerasucinta dicindose que, en esta relacin, la distancia signica que l, que est prximo, est distante; y lacondicin del extranero signica que l, que tambin est distante, en verdad est prximo... (Simmel,1983:182).10Simmel nos dir que mientras ms interiormente est unida una sociedad, ms claros y delimitadossern sus lmites.

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    relacin con el otro, de percibirlo, etctera. Las prcticas fronterias separanpero la separacin no es ausencia de relacin sino una de las maneras posiblesde relacin entre agentes. Las prcticas fronterizas construyen identidad en tan-

    to la separacin es solidaria de la complementariedad entre las construccionessimblicas del otro y del s mismo, de la alteridad y de la identidad. De acuerdocon esto, separar/separarse del otro es tambin construirlo/construirse de unamanera especca, seleccionar ciertos elementos signicativos en el otro y en els mismo.

    Habra que ser ms precisos, las prcticas fronterizas separan y construyenidentidad al interior de una conguracin, en un momento histrico dado. Lasprcticas fronterizas remiten a una centripetalidad sociolgica y no espacialque da coherencia, unidad e identidad a un espacio, construyendo sus lmites, sin queello signique aislamiento, sino como modalidad de ingreso, de contacto, a vecescomo barrera tcita o institucionalizada, modalidad de ingreso y contacto que esdinmica y objeto de lucha. En este sentido, recuerda la nocin del lmite de uncampo en Bourdieu, para quien las fronteras del campo rara vez toman la formade las fronteras jurdicas, aunque siempre conllevan barreras de ingreso tcitas oinstitucionalizadas. Los lmites del campo se encuentran donde terminan los efec-tos del campo (Bourdieu y Wacquant, 1995:67).

    Las prcticas fronterizas como espacializacin de la intensidad relacional delas construcciones identitarias aparecen, por eemplo, bao la gura del lugar.Desde una mirada antropolgica siguiendo a Marc Auge, el lugar es un espa-cio de identidad (construida a partir de relaciones de coexistencia), es un espaciorelacional y es un espacio histrico. Como formante de la identidad, el lugar esestar en casa. El signo de que se est en casa es dado por la capacidad de ha-cerse entender sin demasiados problemas, cuando se logra seguir las razones delos interlocutores sin necesidad de largas explicaciones, guiados por el habitusola conciencia prctica. Podemos entender que el estar en casa es equivalente allugar propio, a tener un lugar.

    Sin embargo, el encuentro entre agentes bien puede modicar las condicionesdel estar en casa. Sera necesario, entonces, colocar el lugar identitario, rela-cional e histrico, en relacin con la nocin de espacio social de Bourdieu y sunfasis en las relaciones de poder. As, en el caso que nos ocupa, los nativos noreconocen el pleno derecho de esos nuevos integrantes que generan incomodidad.Los recin llegados, que vinieron para quedarse, comienzan a construir ese lugarcomo propio y a sentirse como en casa, pero la casa ya estaba habitada y no fueroninvitados.

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    La nocin de prctica fronteria se reere, entonces, a fenmenos relacionalesque construyen diferencias a travs de maneras especcas de acercamiento y dis-tanciamiento, y que denen de manera cultural y prctica, es decir, en la representa-

    cin, pero tambin en el comportamiento, distancias y cercanas sociales. Para de-cirlo en trminos de Bourdieu, las prcticas fronterizas corresponden a clases reales

    opuestas, por tanto, a las clases en el papel construidas por el observador, queexigen como condicin de posibilidad precisamente una similitud de condicionesy condicionamientos sociales (sin que haya una determinacin por esa similitud decondiciones y condicionamientos) (1997:22ss). Sin embargo, la existencia de estasclases en la realidadno va a la par de su movilizacin poltica, y esto lo veremos msadelante. La diferencia, o mejor dicho, la concienciade la diferencia, se encuentra enla lucha cotidiana de clases o de grupos, es decir, en la experiencia.

    Hemos enfatizado el hecho de que estas interrelaciones se sitan en el mar-co de conguraciones ms amplias y de un proceso de transformaciones ma-croestructurales. En seguida volveremos sobre ello. Pero ms all, estas prcticasfronterizas, estas interrelaciones dinmicas de convergencia y separacin aparecencomo organizaciones complejas de efectos sociales y culturales.

    Seleccionamos para este trabao tres conuntos conguracionales, alrededorde los cuales se tejen prcticas fronterizas. Las categoras analticas propuestas encada uno de los conjuntos enfatizan los rasgos de las posiciones ms visibles ycontrapuestas en la trama relacional, sin por ello desconocer su mayor compleji-dad. A su vez, la distincin analtica de estos conjuntos no debe opacar su estrechainterdependencia. Comenzamos con una descripcin por dems sucinta de laconguracin que estamos estudiando, y de los procesos macroestructurales enlos que se inserta.

    FRONTERAS I: EL PEN Y EL PATRN

    Originalmente y hasta ya avanzado el siglo XX, gran parte del territorio del muni-cipio corresponda a una sola nca11destinada a la produccin agropecuaria. Losrelatos en varias entrevistas realizadas a pobladores que residen desde la primeramitad del siglo pasado dan cuenta del predominio de relaciones sociales basadasen la servidumbre con vnculos fuertemente jerarquizados no slo en lo laboral

    11El rastreo en archivos permite suponer que habra correspondido a una merced real (investigacin dearchivo realiada por Ana Mara Gallardo, integrante del equipo de investigacin).

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    sino en lo social en sentido amplio. La proteccin contra los riesgos sociales quecubra solamente lo relacionado con comida y techo estaba garantiada poreste vnculo personalizado y marcadamente desigual en trminos de poder. El po-

    der del patrn12se conjugaba con la dbil presencia de representantes de institu-ciones estatales, como el comisario o el juez de paz, cuyas fronteras con el espaciode la nca eran extremadamente difusas.

    En las dcadas de 1930 y 1940, la llegada de varias familias de origen europeo,particularmente espaoles, que arrendaron tierras para cultivo de verduras, prime-ro, y tabaco, despus,13junto con la llegada del peronismo al poder en 1946,14mar-can un primer, aunque lento, movimiento de transformacin en las caractersticasde la estructura productiva. junto a ello se diversican los vnculos relacionalesen trminos de poder, ya no hay slo un patrn, ahora son varios con un estilode gestin menos servil, no ajeno al proceso de salarizacin que, aunque dbil,comenz a extenderse a zonas rurales con la legislacin y las prcticas socialessindicales generadas durante el primer gobierno de Pern. En ese perodo haytambin arrendatarios de origen criollo. En estos casos son ellos los que trabajanla tierra, sin contratacin de mano de obra.

    La radicacin de los pequeos y medianos arrendatarios de origen europeomarc un cambio en la estructura productiva de la zona, en la ocupacin y visibi-lizacin del espacio y en los vnculos relacionales de los pobladores de esa poca.La referencia a esas familias reconocidas como importantes es frecuente enlos relatos de antiguos pobladores.

    Complementariamente, despus de la dcada de 1960 se registra otro movi-miento de poblacin asociado con la fuerza de trabajo que comenz a incorporar-se a la produccin tabacalera. Si bien se trataba de migracin golondrina, muchosde ellos se instalaron de manera denitiva, asentndose precariamente dentro delpredio de las ncas en calidad de piseros.15Con posterioridad varios de ellos ac-cedieron a la compra en el primer loteo, dando origen a lo que hoy es la zona msdensamente poblada e identicada como el centro de Vaqueros.

    Este largo proceso puede considerarse, en trminos de modicaciones dentrode una continuidad: el de unidades de produccin agrcolas capitalistas incipientes

    12En realidad, quienes cumplan ese papel eran los administradores.13Las primeras plantaciones de tabaco se fundaron entre 1945 y 1948.14Que, entre otras cosas, habra expropiado parte de la nca, lo que oblig a la venta de las tierrasarrendadas por este sector de medianos productores.15Se les llamaba piseros a aquellos a quienes el patrn ceda en prstamo una parcela de tierra dentrode la nca. Podan tener animales y una huerta para subsistencia.

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    con una racionalizacin parcial del trabajo, del espacio y del tiempo. En relacin conello, tanto la memoria como la observacin de las haciendas revelan la presencia deconjuntos de unidades domsticas dentro de la unidad de produccin. A esto hay

    que agregar los acuerdos de pisos, que suponan el acceso a los recursos dentro delas haciendas. Tambin la memoria reere el carcter exible de las restricciones ala circulacin dentro de los terrenos de las haciendas: caminos y sendas cruzabanlos terrenos sin que hubiera (o sin que se recuerden) restricciones de ningn tipo.

    Tal ve no resulte demasiado aventurado decir que, si la organiacin de laproduccin capitalista signica, como indica David Harvey (1998:251ss) la pul-

    veriacin del espacio a travs del tiempo (es decir, la continua reorganiacin yautonomizacin del espacio de produccin, de circulacin y de consumo en rela-cin con un ritmo acelerado de acumulacin), la produccin agrcola en Vaqueros,al mantenerse relativamente dentro de pautas personalizadas de organizacin deltrabao (al igual que en otros lados de la provincia de Salta) supuso diversas articu-laciones entre el espacio de produccin econmica y las diversas dimensiones deltiempo social: biogrca, familiar, societal. En ese sentido, las unidades de pro -duccin agrcola especialiaron relaciones sociales. En efecto, el momento de lacosecha aparece en la memoria como la ocasin para los juegos infantiles; para laformacin de pareas; el paso a la adulte (o meor, el momento en que se empieaa construir la independencia) es sancionado por el ingreso en el trabao agrcola.

    Inseparable de lo anterior, las unidades de produccin espacialian las rela-ciones marcadamente asimtricas entre patrn/encargado (unto con sus familias)y los trabaadores (y sus familias). As, pues, si la produccin agrcola rene a losagentes en las unidades de produccin (lo que signica que los rene y los dis-tribuye) tambin los territorializaen el sentido de que los coloca como blancos deestrategias que los controlan en tanto que personas espacializadas. Esta expresinde las erarquas sociales en el espacio (Elas, 1996) puede observarse en el tama-o, la calidad y la diferenciacin de ambientes de las viviendas (por eemplo, eltamao del casco de las haciendas versusel tamao de las viviendas de los patronesarrendatarios frente al tamao de las viviendas de los trabaadores), por los usos(viviendas ocupadas por los patrones slo estacionalmente, viviendas privadasde los arrendatarios en las que se detiene el trabajo cotidiano, viviendas de lostrabaadores en las que el trabao se prolonga) que, entre otros aspectos, muestranel carcter asimtrico de la relacin entre posiciones.

    Pero adems de esta espacializacin de las jerarquas tambin se encuentra suactuacin corporal. Precisamente las prcticas fronterias en esta conguracin sonactuadas como respeto que separa y pone en relacin el conunto de posiciones

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    asimtricas, dndoles a todas un mismo tono, un mismo aspecto. En ese sentido, lagura del respeto es utiliada en los relatos para clasicar las relaciones familia-res, las relaciones entre generaciones, adems de las relaciones laborales (unto con

    los acuerdos de uso de la tierra que formaban parte de esas relaciones).Hay algunos componentes que nos parecen importantes en esta gura del

    respeto. En primer trmino, el carcter asimtrico de la relacin: el respeto rene ypor lo tanto conrma fuertes diferencias de poder que no pueden ser tematiadasen la misma relacin, sea la relacin entre patrn y pen, sea la relacin entre j-

    venes y mayores. En segundo trmino, la consideracin (o condescendencia entrminos de Bourdieu) entendida como un reconocimiento positivo de la existen-cia del inferior en poder: visible tanto en los acuerdos laborales y de uso de la tierrapero tambin en la importancia social conferida al saludo.16En tercer trmino, lasentrevistas muestran el vnculo estrecho entre esta gura y el trabao agrcola, msespeccamente al carcter esforado, sufriente, sacricado, del trabao agrcola,pero necesario para ser reconocido y respetado como trabajador y como personaen esa conguracin en tanto que implica obligaciones morales recprocas.

    Podramos decir que el trabajo honra y ello porque, al decir de Calhoun, pensarla identidad en trminos de honor no slo enfatiza la reputacin, la opinin de losotros, sino tambin una manera particular de evaluarse a uno mismo. Enfatiza la ob-servancia de modelos loables (1999:103). Pero tambin, y ms ampliamente, enfatialas experiencias de sufrimiento, sobre todo fsico, en la niez o en la juventud, que sereeren al proceso de incorporacin del respeto. En este ltimo sentido, el respeto esindisociable del valor social de la violencia como comportamiento legtimo.

    Pero, adems, es importante tomar nota de que los usos, recorridos y las res-tricciones de usos y recorridos son gestionados en trminos de esta organizacinrelacional clasicada como respeto. Puesto que las posiciones en la congura-

    16Al respecto, el siguiente fragmento de una entrevista es ejemplar: A nosotros nos han criado los padrescon el respeto a la persona mayor, a la persona mayor y [pausa] a todos as. Y, digamos, algunos, se sentanmal porque decan: Miralo, cmo saluda el fulano. Y no, y eran costumbres, que haba un chico que

    vena, se sacaba el sombrero, iba, y se paraba, y le deca Buenas tardes, seora, Mir, cmo saludaba elchico decamos. Eso no existe ahora, no existe, yo lo digo por mi hijo, yo estoy diciendo de la juventudque yo he vivido a la juventud que tengo [ahora], porque tengo yo mis nietos, tengo bisnietos ya, que lajuventud toda cambiada, bueno, como todo cambia, no? As [...], as que el respeto que haba antes era[...] nico. Y, igual que a nosotros, los padres, como digo yo, si usted va a decir: Pap, quiere que vayaa tal lado?. Si le deca s va, y si no, se tena que quedar. Hay muchas cosas, as lo mismo que cuandoa usted estaba crecida, ya era grande, estaba de novia, el novio tena que venir y hablar con el pap, si elpap estaba consciente llegaba el pretendiente a la casa, sino a volar [risas], y el pretendiente estaba comoustedes, ve, como ustedes dos, y la mam ac, el pap all (doa Antonia, 75 aos).

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    cin han sido creadas como complementarias a lo largo de un proceso social, elacceso al espacio, el uso, los trayectos se construyen, por ejemplo, bajo la categorade pedir permiso, de paso, de ocupacin de pisos, entre otras, categoras que

    muestran dos fenmenos. El primero, que entronca con lo que decamos antesacerca del respeto como gura clasicatoria, es que en una conguracin conposiciones tan desiguales la distancia es redoblada a travs de la cercana personal;el segundo es que las restricciones en el uso y los trayectos del espacio, en tantogestionadas personalmente, no pueden aparecen como restricciones.

    No sorprender, entonces, que uno de los puntos del malestar, con poste-rioridad al arribo de las clases medias urbanas a la localidad, sea precisamente larestriccin que los nuevos pobladores han colocado en los trayectos a travs delespacio, al cercar sus terrenos de tal manera que ya no se pueda pedir permisopara transitarlos.

    FRONTERAS II: PROPIOS Y EXTRANJEROS

    Las crisis de las producciones agrcolas, el agotamiento de los suelos, cierra en ladcada de 1990 con los loteos, y la radicacin de los nuevos pobladores. Porltimo, y de acuerdo con la metfora de Harvey (1998), el tiempo pulveria ellugar a travs de un proceso de subdivisin, loteo e incremento del precio de latierra junto con la disminucin en la demanda de mano de obra. Como resultadode ello, a la migracin de los sectores medios y medios/altos a Vaqueros corres-ponde un desplazamiento de poblacin en sentido contrario: de Vaqueros hacialos asentamientos17sobre la otra margen del ro Vaqueros, en el municipio ca-pital.18

    As, pues, la conguracin se altera y se genera un conunto de prcticas fronte-rias relativas a la identidad, la identicacin y la relacin entre grupos sociales dis-continuos. No se trata aqu, y ste es un punto importante, de una simple diferenciaentre propios y extraos, sino de la construccin social de su discontinuidad.

    17Se dio el nombre de asentamientos, particularmente en Salta en la dcada de 1990, a la modalidad deocupacin organiada de tierras scales o privadas por ciertos sectores de poblacin, venes en general;excluidos del mercado de trabajo o insertos de forma muy inestable que luego reclaman al Estado elderecho a la compra a precios accesibles. Por lo tanto, est asociado a la idea de precariedad tanto en lascondiciones habitacionales y de servicios urbanos como del ttulo dominial.18En tierras que se ocupan y luego son regularizadas por un programa provincial denominado FamiliaPropietaria.

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    Bourdieu nos ha acostumbrado a no pensar las clases sociales en trminossustanciales, sino en trminos de propiedades relacionales, y de la construccinsocial de esas propiedades relacionales en trminos de una visin del mundo que

    es inseparablemente una divisin del mundo social. Ahora bien, en Vaqueros, enun contexto de demanda inmobiliaria creciente y de incremento del precio de latierra, por supuesto que gran parte del malestar gira alrededor de las condicionesobetivas del cambio de manos del territorio; de all, por eemplo, la clasica-cin de cholos19con auto, gente de la universidad o ricos que aparece enalgunas entrevistas. Sin embargo, no es ese lenguaje en el que expresa la divisindel mundo social. Ms bien la importancia de las relaciones cara a cara sitan elenclasamiento, en trminos de comportamientos en interaccin, a partir de loscuales se realizan inferencias acerca de las actitudes de un conjunto, actitudes quea su vez son naturalizadas dentro de marcos morales.

    Citemos dos entrevistas en donde se muestran claramente las categoras queoperan como diacrticos de estos conjuntos sociales y que, por tanto, slo sonaplicables a los miembros ms visibles de estos conjuntos:

    Entrevistador: Para usted, quines son vaquereos?bueno los vaquereos son las personas ya sean grandes o chicos, ha visto, que son

    respetuosos, no se meten con nadie y si uno necesita y pide ayuda el vaquereo te lada, porque no es una persona egosta ni mezquina, es atento. As son los vaquereos de

    todo tamao. Ah, y tambin somos desconados y ms de los de afuera [...] [Se re]E: Entonces, quines seran vaquereos y quines no, aunque vivan en Vaqueros?y es fcil los de este lado (con los braos separa a Vaqueros en el medio) son los

    vaquereos y de ste los extraos.E: Pero, quines son los extraos?y los extraos son los extraos [se re] esos nuevos que vienen a vivir a Vaqueros,

    pero no hablan con nadie, pasan con su auto, noms (juana, 50 aos).

    En este extracto podemos observar que la entrevistada, una antigua poblado-ra, inicia con una descripcin de quines son y cmo son los vaquereos como

    personas, atribuyndoles algunas cualidades enunciadas positivamente como la deser respetuosos20y otras de manera negativa como: no es persona egosta,

    19El mote de cholo en Salta en el uso cotidiano tiene una carga despectiva usado tanto por los sectoresprximos a las lites locales como por los sectores populares para referirse al otro. En este caso,cholo no es el mestio o el indio occidentaliado sino que remite a la clase media acomodada20Que, como dijimos, puede entenderse como una forma de expresar relaciones atravesadas por prcticasde dominacin simblica.

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    no es mequina. El uso de la tercera persona no tiene aqu como funcin ex-cluirla de ese conjunto social sino ofrecer un retrato distanciado del mismo. Encambio, cuando en su relato remite a la presencia de los nuevos habitantes, de los

    otros, apela al nosotros para dear en evidencia cul es su lugar de inclusin.A la par, le sirve para dea fuera a los extraos, a los extranjeros, en la medidaque su presencia incomoda. Acontece que no son tan extraos como quisieran, ya quesu proximidad puede llegar a transformarlos en vaquereos y, por ende, en unoms, en algn sentido. El conicto est presente porque de hecho ya entraron enrelacin, cosa que por ahora parecen resistir.

    El sentimiento de rechazo que se cuela en la entrevista, pero tambin, aunqueelptico, en otros puntos de encuentro del espacio local, entendemos que remite tan-to a diferencias en estilos de vida que se han hecho cuerpo y que se expresan en laactitud indolente reservada e insensible con la que Simmel describe al individuometropolitano, que podemos leer en el reclamo de no hablan con nadie, comotambin a las fronteras trazadas por la distancia social que resuena en el comentario:pasan con su auto noms. En trminos identitarios no son parte del nosotros, nocomparten los valores morales de ese nosotros que los distingue. Es de notar que unode los aspectos acusatorios es que no hablan con nadie; en otros trminos, hay unaausencia de reconocimiento que se acerca al insulto (Cardoso de Olivera, 2004).

    Ahora una clasicacin del lado de los nuevos pobladores:

    la gente de ac, no, no, no quiere compartir. Por ejemplo, la vez pasada yo hice micumpleaos, invit una gente para que participara y no, no vinieron. Me pidierondisculpa todo pero, as, reacios, es como si nosotros furamos unos intrusos [inme-diatamente] pero la gente me trata muy bien a m (ceramista, 43 aos).

    La gente de ac, por eemplo tens los del frente, escuchme, viven hace 70 aosac en Vaqueros. Pero con esa gente por ejemplo pods conversar, te pods conectar,con todos los dems no te pods conectar.

    Entrevistador: Claro, es muy difcil.Es imposible, es imposible [...] yo soy una persona que me gusta comunicarme con

    la gente, estar con esa gente, no siento que son ni peor que yo, ni menos que yo, ni

    nada, para m son como una persona normal, pero ellos no te ven igual [...] Cuando yopuse el restaurante, en sus campaas polticas ella21invitaba a la gente para que vengaac, pero la gente no quera venir ac porque ste era el lugar de los cholos. Vos sabsque decan: ah van los cholos y no haba manera, y no te pods integrar.

    E: Por qu crees que pasa eso?

    21Se reere a la candidata a intendenta.

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    Porque ellos sienten que lo que les hemos hecho, es que les hemos venido a inva-dir este lugar, que nosotros le hemos venido a quitar lo que era de ellos [...] Ademsnosotros hemos ido haciendo mejoras en el pueblo, que a ellos no les interesa, no les

    interesa la mejora, no les interesa vivir mejor, no les interesa trabajar mejor. Entonceses como que quieren vivir en el tiempo, quedarse en el tiempo y seguir con la vida queellos han tenido siempre (duea de restaurante, 53 aos).

    En estos relatos la experiencia de extranjera est presente. Para este sector de lapoblacin, Vaqueros es un lugar propio por opcin, pero en la eleccin del lugar para

    vivir poco tuvo que ver la comunidad preexistente. Las citas precedentes expresan laambigedad entre el deseo de integrarse, de aproximar las distancias invitando a losnativos a participar, unto a la imposibilidad de hacerlo vinculada al estilo de vida y

    valores de esos otros: la gente de ac, que no son permeables a los cambios.El modo en que se reeren a los locales devela marcadas diferencias de poder,con la consecuente carga moral entre conjuntos que en la proximidad reconocen ladistancia. El nosotros, ms difuso en estos casos, enfatiza, sin embargo, la posicin dequien habla desde un lugar autorreferencial, social y moral, que se insina en la necesi-dad de destacar que esa gente [...] son comouna persona normal. Mientras en el casoanterior el uso del cholo tiene por obeto hacer evidente la actitud crtica y despre-ciativa hacia los otros, stos usan un lenguae cuidado que, sin embargo, transmiteun sentimiento en el que se entremezclan la autopercepcin de superioridad moral

    con la amplitud de horizontes que le permite reconocer al otro diferente. Se intentaintegrarlos, pero es difcil y buscan explicarlo a travs de su apego a la tradicin, ala lentitud de sus prcticas que no se adecuan al ritmo del progreso. Ello implica unatensin con los otros, quienes son del lugar y los consideran intrusos.

    Sin embargo, no en todos los casos parecen sentirse interpelados, particu-larmente porque la conguracin social de referencia es otra aun a pesar delas prcticas reexivas de distanciarse y, por ende, del debilitamiento de laos.Empero, en ocasiones se sienten locales, unos ms que otros, desarrollandoprcticas o discursos que implican un ejercicio de minimizacin de la extranjera

    (por eemplo, el trueque22

    o la puesta en valor de lo nativo).23

    22Algunos de los recin llegados impulsaron, durante la crisis de 2001, un club de trueque con unafuerte impronta participativa. Sin embargo, lo que se entenda por participacin como la utilidad que sele asignaba variaba entre unos y otros.23Particularmente entre los artesanos recin llegados que van generando, por eemplo, a travs de loscarteles, un estilo vaquereo, o mejor dicho, incorporan a Vaqueros dentro de lo que es socialmentereconocido en Salta, como un estilo artesanal. De inmediato volveremos sobre esta cuestin.

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    Podemos plantear que mientras ms intensamente corporeizada sea la actitudindolente, de reserva, menor ser la receptividad a la interpelacin de los nativos.En trminos simblicos y de relaciones de sociabilidad, desarrollan una actitud

    de reserva y de distancia propia del ser urbano y que es leda habitualmente porlos nativos como indiferencia y frialdad de quienes se sienten superiores y desco-nocen al otro que es el habitante histrico del lugar. En realidad, el extranjero sedelata, aparece como inapropiado porque desconoce los cdigos de reconoci-miento recproco.

    En la conguracin que estudiamos, stas son marcas de malestar que or-ganizan el sentido, si se quiere, la direccin de los distanciamientos entre ambosconuntos, la intensidad de las fronteras (nuevamente los agentes ms visibilia-dos de estos conuntos). Estas categoras muestran dnde se sitan las discon-tinuidades ms visibles entre conuntos sociales: el saludo, el nivel de vida (loscholos con auto), la apertura (son cerrados), el mantener valores asociados altradicionalismo,24la prdida de valores.25Cada una de ellas muestra una carga mo-ral, que va de los anmicos recin llegados a los nativos tradicionalistas y, en esesentido, las construcciones identitarias parecen replicar la dicotoma clsica de lasociologa entre tradicin y modernidad.

    Pero si se tienen en cuenta otros aspectos se ver que puede ser problemticoubicar a cualquier agente claramente del lado tradicional o del lado moderno deaquella oposicin. En efecto, una marca tan visible como el tipo y estilo de cartelescolocados en su inicio por un grupo de artesanos indicadores del circuito turstico

    vinculado a las artesanas, muestra que la tradicin puede ser un objeto de bsque-da para los recin llegados. Ese tipo de carteles fue produciendo un estilo vaque-reo, al ser apropiado, tanto por el municipio local a travs de la sealizacin deparadas de colectivo, del centro comunitario o del museo, como por comerciantesque incorporan lo que va transformndose en marca registrada. Pero adems esnotable que en su construccin de s mismos los viejos pobladores no se remitan

    24Al respecto de la tradicin, dice uno de los nuevos pobladores: Y s, ellos son muy respetuosos de sustradiciones, por ejemplo se prestan los caballos, se van al monte, y bueno muy religiosos, bueno no ssi religiosos, pero por ejemplo ahora se han ido al nevado de Castilla, a traer una Virgencita. Es toda lagente, los vaquerenses no invitan.25Al respecto de la prdida de valores, dice otro entrevistado, rerindose a los robos: no son los chicosde Vaqueros sino son chicos del asentamiento y los chicos de aquel lado (seala el norte) los de las casanuevas ves? sos andan hasta drogados, el otro da fui a misa y temprano haba chicos drogndose, ellostodos rubios bien vestidos, antes eso no se vea porque los chicos de aqu eran sanos, ni saban qu eraeso entiendes, y ahora parece la ciudad.

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    a la cultura sino a las relaciones sociales. En seguida veremos que estos fenmenosson consistentes con las prcticas de produccin del lugar propio.

    FRONTERAS III: VAQUEREOS DE RAIGAMBREY VAQUEREOS POR DECISIN

    Las fronteras identitarias se insertan en un conunto de prcticas reexivas deseleccin y caracterizacin, de memoria y de narracin vinculadas con la espaciali-zacin que realizan ambos conjuntos de agentes.26En otros trminos, la identidady la alteridad se articulan con la construccin del lugar propio, es decir, no slo elsentido del lugar sino tambin inseparablemente los derechos sobre el lugar. Yal menos en esta conguracin, esto produce comunidades.

    En la mayor parte de los nuevos pobladores entrevistados hay un nfasis,dado por la repeticin de ciertas prcticas como las tareas del jardn, el cuidadode los animales domsticos o la proteccin de las especies locales. Las actividadescotidianas, entonces, devienen expresivas, ceremonialeso rituales en el marco de laconstruccin de un distanciamiento con la sociedad saltea. Esta construccinde una organizacin retrica que opera un distanciamiento de las condiciones ycondicionamientos de la vida moderna, coloca los relatos de los nuevos pobla-dores en estrecha proximidad con las observaciones de Turner (1988) acerca delrito como espacio productor de una communitas, espacio simblico en el que lasreglas sociales, las jerarquas y los condicionamientos, en este caso inmanentes ala experiencia moderna, son puestos simblicamente en suspenso en contextosdenidos; en el que se crean simetras, homogeneidades, participaciones emocio-nales que contrastan con la experiencia de la societas.

    En efecto, nos encontramos aqu con que estos proyectos reexivos, insepa-rables de la decisin de habitar en Vaqueros, que pueden ser considerados comola produccin ritual de una convivencia emocional, con los cercanos y con la na-turaleza, es decir, con el espacio devenido en lugar precisamente por efecto de esaconvivencia emocional. La construccin de esta communitasse desarrolla en las en-trevistas como una potica de la naturalea, de la autenticidad cultural (y de all laproduccin de la tradicin, sobre todo entre los artesanos), a veces de la soledad y

    26Es importante recalcar que los conjuntos de agentes a los cuales remitimos y que en este ejercicioanaltico intentamos caracterizar, presentan internamente matices que los hacen ms heterogneos de loque aqu los presentamos.

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    el aislamiento, en el que la experiencia natural comporta tonalidades religiosas, talescomo el desarrollo espiritual y el abandono del materialismo del dinero, o tonali-dades ticas, como el crecimiento personal, la armona o el equilibrio. Suerte de unio

    mstica27entre la naturaleza, la cultura y los agentes, experiencias difciles de explicitar,desencadenadas por el hecho de situarse en un espacio que no est organizado entrminos de los tiempos acelerados modernos.

    Utopa de construir la vida fuera o por lo menos tomando distancia dela sociedad. De acuerdo con ello, se podra seguir a Turner y considerar que eltraslado a Vaqueros, dentro de estos estilos de vida reexivos a los que hacamosreferencia, es un proceso liminar, en la medida en que los agentes se colocanfuera o a distancia de los aspectos institucionales para evaluarlos. Tambinconforman una communitasrefexivaen el sentido en que la construccin de esoslazos no completamente racionales, vivenciales y existenciales es resultado de unaconstruccin esforzada e intencional.

    Por supuesto, estos proyectos reexivos tienen condicionantes estructuralesdenidas (Lash, 1997). Podramos decir que la produccin de una demanda inmo-biliaria ms o menos socialmente consistente, formada por intelectuales, profesio-nales, artesanos, comerciantes forma parte de la gnesis social de las preferencias(Bourdieu, 1997) que orienta a esos mismos compradores hacia Vaqueros; losefectos son construidos reexivamente por los propios agentes: por eemplo, Va-queros es un barrio universitario.28

    En ese sentido, es interesante que en el relato de la decisin de instalarse enVaqueros, el precio de los terrenos suponga un contraste hacia arriba con lalocalidad de San Lorenzo.29En efecto, tener una casa en San Lorenzo forma par-

    27Curiosamente nos encontramos aqu, al igual que en la experiencia mstica de los siglos XVIy XVII, conun discurso sobre un ausente, con la desaparicin progresiva del objeto de amor, realizado desde un lugarde retiro (De Certeau, 1993).28Dice un entrevistado, profesor de la universidad, de 40 aos: Digamos cundo, cuando obviamentese empe a congurar un proyecto de vida conunto, hubo que empear a pensar dnde. Y la verdadque a los dos nos atraa un lugar estilo Vaqueros, es decir, amplio, con mucho verde, fuera de lo que es

    la ciudad. La opcin de Vaqueros fue porque combinaba un par de condiciones o requisitos que eran:un costo no tan elevado como puede ser San Lorenzo [...] y cierta proximidad en cuanto a la distanciay al acceso. Proximidad sobre todo teniendo en cuenta que parte, gran parte de nuestra actividad seconcentraba en la universidad [...] Entonces, se empe a buscar [...] Por otro lado te coneso que sihaba algo que no gustaba de Vaqueros era que tambin ya se haba instalado la idea de que Vaqueros eracasi un barrio universitario, sobre todo la parte de abajo de Vaqueros, prxima al puente. Pero bueno, estelugar, de alguna manera, te despegaba (risas), digamos que reuna todas las caractersticas.29Localidad que, hasta avanzado el siglo XX, fue lugar de residencia veraniega de la lite local. En lasltimas dcadas, junto con Vaqueros, fue incorporada al proceso de expansin de la ciudad capital.

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    te de los estilos de vida enclasados como altos o dominantes en la sociedadsaltea. Desde el punto de vista de los esquemas de clasicacin y apreciacinde los nuevos pobladores, Vaqueros y San Loreno estn prximos, salvo el

    precio. Para los agentes, esta proximidad signica lugares con verde, cerca dela naturalea y con amplios terrenos. Pero esa proximidad, es tambin un posi-cionamiento social en tanto que supone un conjunto de propiedades enclasantes,equivalentes salvo el precio, es decir, erarquiadas por efecto del precio de losterrenos, por la demanda capaz de mantener ese precio y dar una consistenciasocial a la ocupacin del espacio. En otros trminos, ese contraste es una marcade la trayectoria social ascendente que implica la decisin de mudarse a Vaqueros.

    Trayectoria ascendente y, sin embargo, distante del estilo de vida alto asociadoa San Lorenzo.

    Respecto de los viejos pobladores, las entrevistas sugieren que el tiempo vi-vido en la localidad produce races; pero estas races no se hunden en el suelo, enel territorio, sino en el sentimiento.30Dos aspectos parecen importantes a efectosde valorar esta construccin de la identidad a travs de las races sentimentales.En primer trmino, lo que decamos anteriormente acerca del origen de los va-quereos, muchos de ellos hijos de trabajadores migrantes. En segundo trmino,que el acceso a la tierra y la construccin de la vivienda son sucesos relativamenterecientes para la mayor parte de los viejos pobladores.

    La aparcera, el arrendamiento o el acuerdo de ocupacin de pisos, en la an-terior conguracin, an lugares como propios dentro de un territorio, al menosen el sentido en que los agentes pueden reemplazar un patrn por otro, un empleopor otro, dentro de un circuito estacional o pueden buscar otro acuerdo de ocu-pacin con otro patrn. En efecto, las entrevistas abundan en detalles de trasladosfrecuentes dentro de la localidad o entre localidades vecinas. Pero ms all de lorelativo o reciente que sea la apropiacin del lugar habitado, el suelo rme en elque se hunden las races es (o fue) la espacialiacin de la conguracin que lespermita apropiarse de un lugar o, por lo menos, las relaciones sociales que po-sibilitaban el desplaamiento dentro de un territorio. El suelo rme en el que sehunden las races tendr que ver con la incorporacin de sentimientos similares

    30En efecto, en un encuentro en la municipalidad sobre la memoria de Vaqueros, uno de los participantesfundamenta su propuesta de darle la palabra en primer lugar a una vecina, de la siguiente manera: Yo ledara primero por antigedad y por seora, y por respeto, a doa Antonia. Sabe por qu? Por dos cosas:porque doa Antonia viene de padre vaquereo y ella es vaquerea de raz [...] O sea que tiene las racesclavadas en lo ms profundo del sentimiento vaquereo.

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    por efecto de haber residido en la localidad mucho o poco tiempo. En ese sentidotomamos prestada una nocin de Marcel Detienne (2005) para hablar en lo quesigue de vaquereos de raigambre.

    Los vaquereos de raigambre referirn sus construcciones identitarias al con-unto de signicados compartidos y, por tanto, tambin construirn una comuni-dad, slo que sta no es resultado de un proyecto o estilo de vida. Y ello porqueese sentido no es electivo, no precisa ser buscado o trabajosamente construido.Los vaquereos de raigambre son arrojadosa ese sentido, o en otros trminos elsentido de la comunidad depender de prcticas bsicas compartidas (Lash, 1997).Pero tambin es necesario tener en cuenta que la comunidad articulada en proce-sos identitarios es una comunidad de la que se habla (Bauman, 2003), es decir,una comunidad historizada, puesta en riesgo por la presencia de extraos.

    Otro aspecto que surge de las entrevistas es, como vimos, la caracterizacin de lascondiciones de trabajo y de respeto en trminos de castigo y sufrimiento.31Esta cons-truccin retrica, cuyo centro parece ser el sufrimiento, recuerda la nocin antropo-lgica de sacricio.32De acuerdo con ella, los relatos en las situaciones de entrevistasconforman al vaquereo de raigambrecomo aquel que llev una vida sacricada. El

    vaquereo es trabaador/respetuoso/sacricado: creemos que se puede aceptar queesta carga de sentido encuentra o encontraba su lugar moral en la denegacin simb-lica de las relaciones asimtricas, entre pen y patrn, y entre generaciones. Es decir,se vinculaba con el trabajo como al interior del conjunto de relaciones de explotacinque permitan el acceso al uso de la tierra (ocupacin de pisos).

    Como observa Bourdieu (1991), categoras semeantes transguran las rela-ciones de dominacin y explotacin. Cuando son aplicadas a la donacin msall de las posibilidades de devolucin, colocan a quien las recibe en posicin deobligado en tanto trazan una continuidad solidaria entre semejantes y la cohesinal interior de una jerarqua.

    31Son frecuentes las referencias a se trabaaba desde chico, la animaliacin en el trabao [trababamos]casi en cuatro patas, la adetivacin de las tareas como duras, la relacin con el clima como castigo,

    el respeto a los padres en trminos de castigos corporales, etctera.32Para la antropologa, el sacricio es un tipo de comportamiento ritual en el que un obeto es consagradodestruyndolo o consumindolo. A travs de ese consumo/destruccin el obeto no es meramentegastado sino que produce una relacin con una divinidad o ms ampliamente, como ha indicado Miller(1999) construye una trascendencia, una expansin simblica del espacio-tiempo. De acuerdo con ello,los relatos en las situaciones de entrevistas conforman al vaquereo de raigambre como aquel que llevuna vida sacricada. En esos actos, experiencias, acontecimientos de sacricio, el sufrimiento (e inclusola violencia) opera conriendo a la vida de todos los das y a las situaciones extraordinarias un exceso desentido, a travs del cual la vida sale de s misma y adquiere trascendencia.

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    Una parfrasis adecuada de ello sera: Me he sacricado por mis hios, por mifamilia..., y eseporlleva el proyecto de trascendencia, de una expansin simblicadel tiempo en tanto est orientado siempre hacia el futuro. Pero a la vez, ese exce-

    so de sentido se desarrolla en el marco de un conjunto de relaciones sociales caraa cara que son inseparables del espacio social en el que estos agentes han vividoy que conforman para ellos el lugar en el que han habitado. De acuerdo con ello,aquel exceso de sentido se convencionaliza y es transferido al espacio social, a Va-queros como conjunto de relaciones sociales vividas por los agentes. La expansinsimblica del tiempo deviene en expansin simblica del lugar: Me he sacricadopor Vaqueros.

    Esta construccin de los vaquereos de raigambre se aleja un poco de al-gunas de las formas clsicas de pensar la comunidad. Frente a la amenaza de lastransformaciones sociales no es la solidaridad lo que parece ms importante en laconstruccin identitaria. Antes bien, esta manera de construir a Vaqueros y colo-carse en su construccin parece consistente con algunas propuestas de la losofapoltica italiana.

    En efecto, Roberto Esposito (2003), en su anlisis etimolgico de la comuni-dad, ha propuesto un conjunto de nociones importantes que parecen pertinentespara remarcar algunas caractersticas de la construccin identitaria de los vaque-reos de raigambre. Este autor ha indicado que el munus formantede la communitasen la tradicin clsica es el don que se da porque se debe dary no se puede no dar[...]No implica de ningn modo la estabilidad de una posesin y mucho menos laestabilidad adquisitiva de una ganancia, sino prdida, sustraccin y cesin: es unaprenda o un tributo que se paga obligatoriamente.

    El munuses la obligacin que se ha contrado con el otro y requiere una ade-cuada desobligacin. La gratitud que exige nueva donacin. Munis, en este senti-do [...] es quien maniesta su propia gracia [...] dando algo que no puede conservarpara s. Y de lo cual, por lo tanto, no es por entero dueo (Esposito, 2003:28).Entonces, el munusbien podra ser el respeto o el trabajo sufrido acompaado derespeto. La construccin identitaria del cum munusparece referirse entonces a unconjunto de obligaciones en las que el respeto es para los agentes una parfrasisadecuada, y elMunis es el agente a la vez trabajador y respetuoso.

    En ese sentido, la comunidad entendida como solidaridad y signicados com-partidos se encuentra en el marco de relaciones sociales practicadas y comprendi-das en trminos de respeto, sufrimiento y honra u honor. A partir de esto podemosinterpretar una de las dimensiones de la tensin en la relacin entre vaquereos deraigambre y vaquereos por decisin en trminos de la ausencia del don, percibida

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    por una de las partes como un insulto. La falta de saludo, desde la perspectiva delos vaquereos de raigambre es un acto de desconsideracin. Recprocamente laresistencia a participar, a compartir en las actividades generadas dentro de algunos

    de los proyectos de comunitasrefexiva(club de trueque, asociacin vecinal) parecegenerar un sentimiento similar pero debilitado por el carcter indolente(Simmel)del urbanita. Citando a Cardoso de Olivera: aquel que niega el don en los casosabordados [...] simplemente desconoce la identidad del interlocutor (Cardoso deOlivera, 2004:28).

    Esto es, la falta de reconocimiento o los actos de desconsideracin, caracte-rsticos de la percepcin del insulto en los dos casos en uno, la falta de saludo;en el otro, ser reacios a compartir, a participar podran ser aprehendidos comosituaciones en las cuales la ausencia de don es percibida como la negacin del es-tatus o el rechazo de la identidad del interlocutor.33

    REFLEXIONES FINALES

    Hemos intentado mostrar cmo un espacio social puede ser ledo como espaciode frontera. Particularmente cuando, en el marco de procesos de transformacio-nes macroestructurales, agentes sociales antes independientes estructuran tramasrelacionales de interdependencia, las que deben ser analizadas a la luz de posicio-nes, trayectorias, vnculos relacionales y marcos morales preexistentes.

    En 1957, Karl Polanyi, en La gran transformacin(2003), propona la nocin demercanca cticia (elementos que no son mercancas de acuerdo con su denicinemprica pero que circulan como tales) y la aplicaba a la tierra. Podramos ir msall de Polanyi e indicar que, en Vaqueros, son las cciones acerca de la tierra(es decir, las construcciones de sentido que transforman la tierra en lugar) lasque impulsan la pulverizacin contempornea del espacio a travs del tiempo; per-miten construir prcticas y sentidos en tensin respecto del espacio, y nalmenteexpresar el malestar por esa tensin, articulando un lenguaje de disputa. En otraspalabras, son las cciones sobre el lugar las que transforman a Vaqueros, en unespacio fronterizo, espacio en el que convergen diferentes construcciones sobre

    33La idea de negacin del don en este contexto es bastante diferente de la nocin de reciprocidad negativa,tal como fue elaborada por Shalins en su discusin sobre los intercambios primitivos (1965:139-236),ya que sta centra la atencin en situaciones en que por lo menos una de las partes est motivada por laganancia o ventaa utilitaria, e intenta apropiarse de algo sin dar nada a cambio (Shalins, 1965:148).

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    el lugar; permiten a cada conjunto social trazar fronteras entre el s mismo y elextrao en tanto que estas cciones son las que permiten especialiar al otro y el smismo, tienen que ver con la construccin de una biografa, de una identidad.

    Colocamos nuestra conclusin en el marco de Polanyi para enfatizar que sibien las prcticas y sentidos que hemos descrito estn impregnadas de las trans-formaciones debidas al carcter mercantil que toma la tierra, no signica que estnoriginadas slo por el mercado, o por las relaciones de accesibilidad o distanciaque grupos de agentes tienen con el mercado (en nuestro caso inmobiliario). Msbien, prcticas y sentidos colocados en la sola relacin con las transformacionesestructurales aparecen como incomprensibles.

    De acuerdo con lo anterior, construimos un objeto en el que las experienciasdel lugar puedan mostrar a la ve las posiciones de los agentes (y por tanto laspropiedades de conguraciones sociales sucesivas), los puntos en los que se tra-zan fronteras, los lenguajes de disputa, los modos de distanciamiento que son ala vez formas de acercamiento. Sacamos, pues, provecho de las observaciones yacitadas de Marc Aug acerca del triple signicado del lugar: identitario, relacionale histrico.

    Con lo anterior como marco, hemos visto que la ampliacin del mercadoinmobiliario en Vaqueros depende de las lgicas de consumo del espacio dentrode un estilo de vida articulado en trminos de una communitas refexiva. Nos encon-tramos aqu frente a una ccin que mercantilia en tanto conforma una demandasocialmente consistente que da lugar a un espacio con propiedades sociales sis-temticas, es decir, el municipio de Vaqueros como barrio universitario al quealuda uno de nuestros entrevistados.

    Frente a esta ccin nos encontramos con las cciones que intentan des-mercantilizar, o que intentan evitar una mercantilizacin. Para los vaquereos deraigambre, la tierra no puede ser un bien adquirible que formase parte de un estilode vida que concretara un proyecto de vida, sino que es inseparable de las ex-periencias en un espacio social y de las relaciones sociales inmanentes a esas expe-riencias, y en ese sentido su ccin se articulaba como los derechos, no urdicossino morales, obtenidos por una vida de sacricios en el lugar. Pero tambin paralos vaquereos por decisin el lugar era una construccin moral, pero de una mo-ralidad electiva nacida de la reexividad de sus proyectos vitales, y que encontrabaal derecho y al mercado de su parte.

    Pero as planteadas las cosas, es en los trminos del lenguaje del lugar en elque la tensin se expresa y da paso a fronteras morales en las que se vislumbrano la realidad de la tensin, sino ms bien el punto en que sta puede ser en -

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    tendida al interior de cada colectivo, es decir, no slo comprendida sino tambincomunicada.

    En el caso que nos ocupa, las prcticas de condescendencia y la gura del

    respeto, del trabaador respetuoso y sacricado que corporeia los laos estre-chos y marcadamente asimtricos en trminos de poder entre peones y patrones,

    velando, parcialmente, esa asimetra, se actualia en la nueva conguracin entrevaquereos por eleccin y vaquereos de raigambre cuyos lazos, aunque asim-tricos, son ms dbiles, pero no ya ocultando o minimizando diferencias sinopara construir diferencias, para separar al otro, al intruso que, como los jvenes,desconocen los cdigos de convivencia del lugar. La gura del respeto actualiadase crua y entra en conicto con la actitud indolente de aquel que aprendi a hacercuerpo el ritmo de vida urbano, el anonimato y la indiferencia.

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