¡aguas con el clima!

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¡ Aguas con el Clima! Por Gabriela Monroy Seguramente han escuchado en más de una ocasión el importante papel que el clima laboral juega en la productividad en una organización. Esta aseveración en cierta sin duda, pero las recientes experiencias que he tenido con dos empresas han puesto de manifiesto una paradoja que quiero compartirles. Una de estas corporaciones solicitó una asesoría para conocer el estado de su clima organizacional. El resultado fue que su clima era cálido, amigable, estrecho y entrañable. Los empleados de línea mantenían una excelente relación con sus superiores y según se ascendía en la pirámide institucional esto se reiteraba y confirmaba una y otra vez. Directivos, ejecutivos y personal de línea formaban un sólido equipo, que además de mostrarse orgulloso de sí mismo, exhibían una gran lealtad hacia la compañía, sin embargo, y esto es lo que más llamó la atención, este buen clima conspiraba en contra del logro de los objetivos estratégicos de la corporación. ¿ Cómo puede suceder esto? La respuesta se encontraba en que la relación era tan íntima y satisfactoria que el personal mantenía el foco en conservar ese “tono” y no deseaba presionar demasiado a sus colaboradores para que éstos realizaran sus funciones alcanzando las metas planteadas. En este caso, la relación personal entre los miembros de la empresa ocupaba el primer lugar de modo que todos compartían el paradigma de que cada quien hiciera lo que pudiese porque exigir podría lastimar el vínculo interpersonal del que tanto disfrutaban todos. En el otro extremo hemos trabajado recientemente con una empresa que a simple vista sin necesidad de llevar a cabo un estudio concienzudo al respecto tenía un clima de agresividad pasiva, mutua desconfianza, poca lealtad, temor y opresión. El personal de menor jerarquía visualizaba a sus superiores como oponentes y no podían integrar ningún equipo de trabajo, ni siquiera entre iguales. El costo en esta corporación también era alto. Los niveles inferiores mantenían conductas de agresión constante en contra de sus superiores, pero que por

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Page 1: ¡Aguas con el clima!

¡ Aguas con el Clima!

Por Gabriela Monroy

Seguramente han escuchado en más de una ocasión el importante papel que el

clima laboral juega en la productividad en una organización. Esta aseveración en

cierta sin duda, pero las recientes experiencias que he tenido con dos empresas

han puesto de manifiesto una paradoja que quiero compartirles.

Una de estas corporaciones solicitó una asesoría para conocer el estado de su

clima organizacional. El resultado fue que su clima era cálido, amigable, estrecho

y entrañable. Los empleados de línea mantenían una excelente relación con sus

superiores y según se ascendía en la pirámide institucional esto se reiteraba y

confirmaba una y otra vez. Directivos, ejecutivos y personal de línea formaban un

sólido equipo, que además de mostrarse orgulloso de sí mismo, exhibían una gran

lealtad hacia la compañía, sin embargo, y esto es lo que más llamó la atención,

este buen clima conspiraba en contra del logro de los objetivos estratégicos de la

corporación. ¿ Cómo puede suceder esto?

La respuesta se encontraba en que la relación era tan íntima y satisfactoria que el

personal mantenía el foco en conservar ese “tono” y no deseaba presionar

demasiado a sus colaboradores para que éstos realizaran sus funciones

alcanzando las metas planteadas. En este caso, la relación personal entre los

miembros de la empresa ocupaba el primer lugar de modo que todos compartían

el paradigma de que cada quien hiciera lo que pudiese porque exigir podría

lastimar el vínculo interpersonal del que tanto disfrutaban todos.

En el otro extremo hemos trabajado recientemente con una empresa que a simple

vista – sin necesidad de llevar a cabo un estudio concienzudo al respecto – tenía

un clima de agresividad pasiva, mutua desconfianza, poca lealtad, temor y

opresión. El personal de menor jerarquía visualizaba a sus superiores como

oponentes y no podían integrar ningún equipo de trabajo, ni siquiera entre iguales.

El costo en esta corporación también era alto. Los niveles inferiores mantenían

conductas de agresión constante en contra de sus superiores, pero que por

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“suaves” son difíciles de categorizar como tales; un ejemplo era el poco cuidado y

respeto que mostraban por sus instalaciones.

Pos su parte, los superiores se comportaban con sus subordinados como

capataces de principios de siglo. La rotación mostraba cifras alarmantes.

Profundizando en la problemática de este mal clima, un factor que parecía tener

gran incidencia, era la falta de un plan de carrera y vida bien trazado que

permitiera a las personas que ingresaban concebir e imaginar un desarrollo

profesional en esa empresa, de modo que la motivación era prácticamente

inexistente y en cambio prevalecía la sensación de que uno llegaba ahí porque no

había encontrado otra cosa mejor y que podría quedarse ahí hasta que no fuese

despedido, casi siempre sin saber exactamente por qué.

En este ambiente pesado y turbio la falta de claridad en las reglas de evaluación,

que facilita por otra parte el manejo discrecional del poder, también mermaba

directamente la productividad de los empleados.

Como casi siempre sucede en las organizaciones, el personal operativo tenía una

gran visión sobre su problemática e incluso manifestaba muchas y variadas

soluciones a estos problemas, sin embargo, su sensación era de completo

desaliento ya que a pesar de oírlos nadie parecía realmente escucharlos y sus

propuestas caían en la nada, en tierra estéril.

La comunicación corporativa jugaba también su rol en este ciclón empresarial:

nadie parecía dispuesto a acercarse ni hacer los esfuerzos que realmente se

requieren para poder entenderse los unos a los otros. El resultado de este mal

clima, por si fuese poco, no pesaban demasiado a la alta administración ya que la

empresa arrojaba interesantes dividendos. Tristemente, nadie había calculado los

costos de la no calidad y ninguno de los directivos parecía estar dispuesto a

pensar que en sus manos estaba la expansión y florecimiento de su empresa si se

arreglaban los problemas internos.

Curiosamente esto sucede con demasiada frecuencia: pudiendo crecer mucho

más allá de donde se encuentran, la miopía administrativa condena a las

corporaciones a permanecer en un nivel, simplemente, porque es un

planteamiento que atreven a hacerse.

Page 3: ¡Aguas con el clima!

Cuidado entonces con su clima organizacional. De vez en cuando, es necesario

tomar su temperatura y adentrarse – de lleno – en sus factores escondidos y

remediarlos. El clima adecuado puede ser punta de lanza para ser más

competitivos, mientras que un clima desastroso puede determinar la muerte de

una empresa.