agua sin pan - vargas llosa 1999 buchinger

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  • 7/24/2019 AGUA SIN PAN - Vargas Llosa 1999 BUCHINGER

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    Por MARIO VARGAS LLOSA

    Agua Sin PanHace catorce aos que Mario Vargas Llosa religiosamente se internavoluntariamente en la clnica Buchinger para someterse a estrictoayuno de tres semanas. Purifica y vitaliza, asegura el autor en notaque le abrir el apetito.En el verano de Marbella, cuando, procedentes de todo el mundo, millaresde turistas caen sobre este pedazo de la Costa del Sol decididos a cometertodos los excesos y desafueros que el bolsillo es capaz de pagar y el cuerpode resistir -drogas, sexo, alcohol, juego, deportes, gula, msica y hastahomeopata- un centenar de pervertidos trepa una de las boscosas faldasdeLa Concha, para sepultarse por dos o tres semanas en la Clnica Buchinger,

    a ayunar. Yo soy uno de ellos. Lo hago hace catorce aos y lo seguirhaciendo hasta que me muera o la Clnica cierre sus puertas a los escritores(por culpa de Manuel Vzquez Montalbn pudo ocurrir).El resultado de ello es que mi idea de Marbella es, por decir lo menos,irreal: un tranquilo retiro de costumbres monacales, donde se bebe muchaagua, se hace ejercicio, se acuesta uno temprano y se levanta al alba, ydonde ni siquiera con el pensamiento resulta cmodo pecar. En lasmaanas, a la hora en que el mnibus de la Clnica lleva a los "pacientes" -as se nos llama, pero sera ms adecuado voluntarios, catecmenos oespritus- al paseo por la playa con que se inicia el da, desde la ventanillasuelo divisar las lnguidas y bostezantes siluetas que vomitan las

    discotecasdel Marbella Club o El Puente Romano y mi fantasa se caldea tratando deadivinar las interesantsimas cosas que deben pasar en los antros nocturnosmarbelleros, y que yo me pierdo, entregado como estoy a la purificacincorporal (o sea: despachar botella tras botella de Solan de Cabras, sudar lagota gorda y hacer la pila).Como el ayuno es una prctica comn en todas las religiones, se lo asociacon quehaceres msticos y espirituales, pero, en verdad, es la ms materialde las experiencias a que pueda ser sometido el cuerpo humano, y una delas ms beneficiosas. As lo descubri el mtico Doctor Buchinger, creadordel "mtodo", un mdico alemn que, afectado por la artrosis, descubri

    que, imponer al organismo una cuarentena de alimentos dentro de ciertascondiciones, poda tener notables y mltiples efectos teraputicos (a l locur de la artrosis, por ejemplo). No hay la menor brujera ni tampocosupersticin puritana disimulada tras esto, sino una realidad cientfica, alalcance del sentido comn. Privado de alimentos, esa maravilla decreatividad que es nuestro cuerpo, se defiende, eliminando aquello que lesobra o lo perjudica, y nutrindose de todas las reservas que atesora. Esecambio de metabolismo provocado por el ayuno limpia y renueva elorganismo de una manera que es difcil explicar, si no se ha tenido laexperiencia. Yo la he vivido ya catorce veces y siempre, luego de los

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    veintin das en la Buchinger sometido a la dieta de agua sin pan, he tenidola sensacin de un renacimiento fsico.El peor error que se puede cometer es ir a la Clnica pensando slo en

    adelgazar. Si uno no come, adelgaza, desde luego, pero lo probable es que,al poco tiempo de volver al mundo -al siglo pecador lleno de manjaresapetecibles- recupere y acaso aumente la grasa perdida. Lo importante delayuno es la desintoxicacin y el descanso que significa para el organismo, yla leccin prctica que de l se deriva, de que una cierta disciplinaperfectamente llevadera respecto a ese cuerpo tan usado y abusado en lavida cotidiana, es algo que este cuerpo agradece, recargndose de brospara enfrentar las futuras exigencias. El ayuno, adems, tiene la virtud desacar a la luz lo que ya anda mal y est todava escondido, sin manifestarsea travs de sntomas.A todo aquel que ayuna le preguntan si no siente mucha hambre, si supobre estmago no chirra de desesperacin por no comer. Y lospreguntones ponen una cara de incredulidad total cuando se les respondeque no, que el hambre es un estado psicolgico, inseparable de ladigestin,y que, cuando sta desaparece por la falta de alimento, desaparecetambinaquel efecto o servidumbre de la alimentacin. Naturalmente, si en plenoayuno el ayunante va a pasearse frente a las terrazas de Puerto Bansdonde una voraz muchedumbre da cuenta de paellas, chanquetes, doradasa la sal, alegres mariscos y perfumados arroces al curry, es difcil que esosaromas corruptores no le provoquen lo que un clebre bolero de Leo Marinidescriba como "ansiedad, angustia y desesperacin". (Hace algunos aos,una francesa ayunante irrumpi en la sala, a la hora del caldo, y publicitas su sacrilegio: "El ser humano ha nacido para comer. Lo que estamoshaciendo aqu es inhumano. Acabo de dar cuenta de un filete a la planchacon un vaso de vino y soy inmensamente feliz!").Otra pregunta inevitable suele ser si el estado de extrema debilidad queproduce aquella huelga de hambre no tiene al pobre ayunante tumbado enuna cama sin nimos ni para respirar. Tampoco suelen creerme cuandoaseguro que ocurre exactamente al revs. Que una de las mssorprendentes consecuencias del ayuno, una vez pasados los dos primerosdas -los de la transicin, los de las sales, los nicos molestos- es la energaque genera, la formidable disposicin del organismo a hacer cosas,empezando por los ejercicios y deportes. Esto es, por otra parte, unaspectoclave e indispensable del "mtodo". De nada sirve ayunar si la privacin dealimentos no va acompaada de un intenso programa de ejercicios -natacin, aerobics, yoga, gimnasia china, sueca o acutica, largascaminatas en la playa y la montaa, o bicicleta- que induzca y facilite aquelcambio de metabolismo que lleva al organismo a `alimentarse' de todo loque tiene de ms, o a eliminarlo por inservible. A esto contribuyen tambinlos masajes. Pero, como, a raz de ello el hgado trabaja el doble o el triple

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    cribando las reservas, el "mtodo" lo desagravia, veinte minutos cada da,con una bolsita de agua caliente a la hora de la obligatoria siesta.Otra de las consecuencias del ayuno es el poco sueo que el organismo

    requiere para recuperarse. No slo se duerme menos; adems, se duermetan ligero -casi sin llegar a perder la conciencia- que uno tiene la falsasensacin de permanecer en estado de vigilia; no es as, pero la levedaddelsueo es tan extrema que algunos piden pastillas para alcanzar la prdidatotal de conciencia que asocian con la idea de dormir. No saben lo quepierden: esa engaosa duermevela, que Andr Breton consideraba elestadosurrealista ideal, a m me ha servido muchsimo, porque en esas horas desueo a medias, he hecho y deshecho el mundo muchas veces, escritoartculos, dramas y novelas. En las tres semanas anuales en la Clnica yocontino mi trabajo, aunque es importante sealar que, contrariamente a loque ocurre con el cuerpo, el ayuno resiente algo la vida intelectual, porque,mientras dura, se empobrecen la concentracin y la memoria. Por eso, losque no pueden dejar de trabajar nunca, como me ocurre a m, debenarreglrselas para, en esos das, hacer un trabajo ms mecnico quecreativo.Cuando hablo de ayuno, hay que entender de slidos, no de lquidos. Otroaspecto esencial del "mtodo" es el agua que hay que beber, todo el santoda: por lo menos dos litros, pero, de preferencia, cuatro o ms. La Clnicaest constelada de servicios, claro est, porque una ocupacin central de lavida de los catecmenos es ingerir lquidos y hacer pip. Adems de agua,en las noches, se puede tomar un caldo -un lquido coloreado sera unamejor definicin- o un pequeo jugo de frutas, o media taza y medio vasode ambos, los que quieren hacerse la ilusin de estar cenando en serio.Adems, a media maana y a media tarde, una infusin. Con tanto lquido,es inevitable sentirse un poco batracio a partir del cuarto o quinto da yviviren el quien vive, esperando que en cualquier momento le broten alvoluntario escamas o aletas.Qu clase de gente frecuenta la Clnica? Cuando empec a ir, la mayoraera extranjera; muchos alemanes, algunos franceses, muy pocosespaoles.Ahora, por lo menos la mitad de los ayunantes son espaoles, y entre losextranjeros hay un abanico creciente de nacionalidades: brasileos,italianos, rusos, egipcios, sauditas, mexicanos. (El hombre ms gordo quehe visto en mi vida lo vi all: un prncipe kuwait, que, al llegar yo a laClnica, llevaba en ella seis meses: pesaba 160 kilos y ya le haban bajadocincuenta. Era una bolita con patitas, que rodaba). No he coincidido conmuchos escritores; era un habitual Max Frisch, y pasaron por ella en algnmomento Jaime Gil de Biedma, Juan Mars, Beatriz de Moura y algunoms.

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    Tambin, Manolo Vzquez Montalbn, que no debe volver, si ama supellejo.Dicen que nunca habl con nadie; que escriba maana, tarde y noche, y

    que hasta a los paseos por la montaa llevaba su mquina porttil. Publicluego una novela policial situada en una clnica de ayuno en Marbella queresulta ser un escondrijo de nazis: a la familia Buchinger, medio juda,maldita la gracia que le hizo.Cuando dije que ayunaba tres semanas, exager. De los veintin das, seayuna slo diecisiete. Los cuatro ltimos son de recuperacin. Hay quereacostumbrar al estmago a recibir alimentos, con sopitas, ensaladas yrecetas ligeras que, en condiciones normales, pareceran sin dudainsuficientes o execrables. Despus de dos semanas y media de dieta deagua parecen manjares superlativos, delicias gastronmicas. Nadie sabe lorico, lo maravilloso, lo exquisito que es comer hasta que ayuna. Elinolvidable padre Arvalo, infalible ayunante, lo expresaba as: "Despus dela Buchinger yo entro a los restaurantes como un seminarista a un burdel".La comida es un tema obsesivo en la Clnica. Los espritus recuerdan lasgrandes comilonas, intercambian recetas, direcciones de restaurantes,elucubran los mens del futuro yantar, se preparan fogosos y felices paravolver a pecar. (Comprensiva ante las debilidades humanas, la Clnicaofrece, entre los entretenimientos y recreos de los enflaquecidos, clases decocina vegetariana!).__________ Mario Vargas Llosa, 1999. Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados aDiario El Pas, SA, 1999.