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    D E L F O N D O D E C U L T U R A E C O N M I C A A G O S T O 2 0 1 4

    Si 1914 fue un annus mirabilis para la literatura en lengua espaola,la cosecha 1934 no se queda atrs: es, como con rmar el lector, sabrosa y embriagante

    AdemsGONZLEZ GORTZARPIENSA Y CREA

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    Jos Carreo CarlnDI R EC TO R G EN ER AL D EL FCE

    Toms Granados SalinasDI R EC TO R D E L A GACE TA

    Javier LedesmaJ EFE D E R EDACCI N

    Ricardo Nudelman, Martha Cant,Adriana Konzevik, Susana Lpez, Alejandra VzquezCO N S E J O ED ITO RIAL

    Len Muoz SantiniARTE Y D IS E O

    Andrea Garca FloresFO R MACI N

    Ernesto Ramrez MoralesVERS I N PAR A I NTER N E T

    Alma MezaA SIS TENTE ED ITO RIAL

    Impresora y EncuadernadoraProgreso, sa de cvI M PR E S I N

    EDITORIAL

    Suscrbase enwww.fondodeculturaeconomica.com/editorial/laGaceta/[email protected]/LaGacetadelFCE

    La Gaceta del Fondo de Cultura Econmica es una publicacin mensual editada por el Fondo de Cultura Econmica, con domicilio en Carretera Picacho-Ajusco 227, Bosques del Pedregal, 14738, Tlalpan, Distrito Federal, Mxico. Editor responsable: Toms Granados Salinas. Certi cado de licitud de ttulo 8635 y de licitud de contenido 6080, expedidos por la Comisin Cali cadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas el 15 de julio de 1995. La Gaceta del Fondo de Cultura Econmica es un nombre registrado en el Instituto Nacional del Derecho de Autor, con el nmero 04-2001-112210102100, el 22 de noviembre de 2001. Registro Postal, Publicacin Peridica: pp09-0206. Distribuida por el propio Fondo de Cultura Econmica. ISSN: 0185-3716

    I LUS TR ACI N D E P O RTADA : LE N M U OZ SANTI N I

    524

    E l ao que corre nos ha permitido recordar un annus mirabilis para la literatura en lengua espaola, pues entre el pasado enero y el prximo diciembre habremos conmemorado un siglo del nacimiento de autores como Octavio Paz, Efran Huerta, Jos Revueltas, Julio Cortzar, Adolfo Bioy Casares: una camada tan literariamente rica hace de 1914 un hito calendrico irrepetible. Pero 1934, ao en que se constituy el Fondo de Cultura Econmica, no se queda tan atrs. Este nmero de La Gaceta es una galera de autores de la casa y de la revista que antecedi a la editorial que en 2014 tambin cumplieron o cumplirn 80 aos. La cosecha 1934 es, como con rmarn nuestros lectores, sabrosa y embriagante.

    Presentados en orden cronolgico por su fecha de nacimiento, arrancamos con Hugo Gutirrez Vega (20 de febrero), hoy director de La Jornada Semanal, cuya poesa completa ha encontrado cobijo en el Fondo; seguimos con Jos de la Colina (29 de marzo), que con De libertades fantasmas o de la literatura como juego mereci el premio Villaurrutia hace apenas unos meses; Fredric Jameson (14 de abril), por su parte, ha sido publicado en aos recientes por nuestra lial argentina; el editor Mart Soler (31 de julio) es ahora parte de los autores de la coleccin Poesa, donde acaba de aparecer Variaciones de voz y cuerpo; el siempre difcil de asir Gerardo Deniz (14 de agosto) conversa en seguida con quien est preparando la suma de su prosa; nalmente, un asiduo lector de Isabel Fraire (8 de diciembre) recorre sus temas e intenciones literarias. Y hemos tomado un fragmento del texto introductorio de Respuestas propias, el volumen que presenta los ocho artculos ms in uyentes, uno por dcada, publicados en El Trimestre Econmico, revista que se ech a andar en la primavera de 1934, incluso el Capitel participa de esta celebracin, pues el de este mes est dedicado a Gabriel Zaid (24 de enero).

    Remata nuestra entrega el texto que Federico lvarez prepar en torno a Arquitectura: pensamiento y creacin, libro que rene las conferencias que dict Fernando Gonzlez Gortzar en el marco de la Ctedra Extraordinaria Federico Mariscal.W

    Cosecha 1934El ahuehuete

    Hugo Gutirrez VegaL U I S T O V A R

    Jos de la Colina J O S L U I S M A R T N E Z S .

    Fredric JamesonJ O S F E R N N D E Z V E G A

    Mart Soler S A N D R A L I C O N A

    Gerardo DenizF E R N A N D O F E R N N D E Z

    Isabel Fraire D I O N I C I O M O R A L E S

    El Trimestre EconmicoG U S T A V O A . D E L N G E L Y G R A C I E L A M R Q U E Z

    CAPITELNOVEDADESGonzlez Gortzar, arquitecto:teora y prctica F E D E R I C O L V A R E Z

    A G O S T O D E 2 0 1 4

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    EDITORIAL

    Cosecha 1934

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    POESA

    As como los naturalistas de otros siglos se lanzaban por el mundo y hacan dibujos de las maravillas que hallaban en su travesas, Alberto Blanco

    poeta viajero esboza sus asombros por medio de su palabra; muy pronto podr leerse ya su Libro de las plantas; para este nmero, dedicado a nuestros autores octogenarios,

    quisimos abrir con uno de los poemas de ese libro: uno que retrata a un ser que comparte con muchos atributos con aqullos

    Este viejoespritu del aguatiene los pensamientosms poderosos de su especie.

    Sabe de los otrosespritus elementalesy de sus antiguas leyendasen las corrientes subterrneas.

    Ojo por ojoel ahuehuete llevadel descuido de los hombreslas cuentas perfectamente claras;

    Hoja por hojacon cada rama juegacon la lluvia y los vientoscomo si fuera suya la eternidad.W

    El ahuehueteA L B E R T O B L A N C O

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    DOSSIER

    Pase el lector a catar estos caldos: un poeta de formacin humanista y apetitos universales, un hilarante narrador autodidacta que ha practicado el periodismo,

    un crtico literario que desde el marxismo descree de lo posmoderno, un editor que ha ido acumulando metforas, un modesto corrector que sabe reinventar

    la potica de todo un pas, una hacedora de versos que viaja y vive

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    Ocho dcadas:permanencia y transformacin

    L U I S T O V A R

    SEMBLANZA

    Diplomtico, periodista, acadmico, poltico, revolucionario sin prisas, hombre universal y generoso,

    pero sobre todo poeta, Hugo Gutirrez Vega tiene una dilatada relacin con el Fondo: ha traducido obras y publicado aqu un original estudio sobre la comunicacin; en nuestro catlogo ocupa un lugar destacado

    el volumen que condensa los versos que escribi a lo largo de casi medio siglo

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    COSECHA 1934

    OCHO DCADAS: PERMANENCIA Y TRANSFORMACIN

    I maginar el pas como debi ser en 1934: sin pretender una exhaustividad impo-sible y circunscribiendo la enumera-cin al mbito del soporte fsico para la palabra escrita, apntese algo de lo mucho que no haba entonces: compu-tadoras y telfonos mviles; internet, Twitter, Facebook y redes sociales en general; e-books, nubes cibernticas para almacenamiento de toda suerte de obras; libreras en lnea; fotocopiadoras e impresoras auto-mticas; procesos editoriales automatizados En una palabra, no exista nada de todo aquello que hoy, con mayor o menor pertinencia, suele agruparse bajo el concepto de lo virtual.

    Lo que s haba, en cambio, y no necesariamente en cantidad mucho mayor a la actual, eran libreras de cemento y de madera, con libros de papel y tinta que es como decir de carne y hueso y que, a contra-pelo de lo que puedan pronosticar los respectivos agoreros, siguen y seguirn existiendo , pero sobre todo haba un intangible de muchas caras: quiz la primera y ms notable de las facetas de dicho intan-gible era, o tal vez valga ms decir fue, el ritmo al que sucedan las cosas. Con toda seguridad, el signi ca-do de palabras como rapidez, prisa, lentitud y calma, no es exactamente el mismo para dos po-cas separadas ochenta aos una de la otra.

    Es obvio pero conviene recordarlo: cualquier tiem-po pasado slo puede ser visto en perspectiva la del presente, como mnimo , y es dicha posibilidad la que permite asociar acontecimientos de distinto or-den o naturaleza, precisamente debido a su condi-cin de coetneos. Desde luego, y ms all de la coin-cidencia cronolgica, los motivos que pueden inducir al ejercicio de tal asociacin son in nitos.

    En este caso el parangn es mltiple, lo mismo que sus causas: en 1934 nacieron, en Guadalajara y en la Ciudad de Mxico, respectivamente, Hugo Gutirrez Vega y el Fondo de Cultura Econmica, de modo que en este 2014 ambos estn cumpliendo sus primeras ocho dcadas de vida. Desde el punto de vista del pre-sente, esa correspondencia en la edad es slo la pri-mera de muchas otras, entre las cuales cabe y baste con apuntar que ambos iniciaron sus pasos en el mundo precisamente en un contexto como el bosque-jado en las primeras lneas: no virtual sino por completo real y tangible, compuesto de objetos con-cretos libros y libreras, por ejemplo , mundo por cierto in nitamente menos rpido, o mejor dicho me-nos apresurado que el del tiempo actual, y de ninguna manera reido, como lo est el nuestro, con las nocio-nes hoy irre exivamente denostadas de calma y pau-sa, mismas que, para el caso de la escritura y la edi-cin de libros, desde luego no pueden ser considera-das defectos sino todo lo contrario.

    Posiblemente imbuido de ese espritu, propicio a la concepcin y la escritura minuciosa de la propia obra ms que al ansia de verla publicada, Gutirrez Vega dio a la imprenta su primer libro el poemario Buscado amor a los treinta y un aos, es decir, a una edad que muchos consideran, como por necesi-dad pero equvocamente, avanzada o tarda. Ms all de la impertinencia de ese prejuicio, derrumba-do por el derecho absoluto de arrancar un opus cuan-do su autor lo decida soberanamente como caso extremo baste citar al incontestable Jos Sarama-go , cualquier idea de tardanza debera quedar abo-lida si se toma en cuenta todo lo otro que por esa po-ca, es decir en 1965, constitua el quehacer cotidiano de Gutirrez Vega, adems de la escritura: el servicio diplomtico en funciones de consejero cultural, a la sazn en la ciudad de Roma , y tanto de manera previa como posterior a la carrera en el servicio ex-terior, la imparticin de ctedra en las universidades de Quertaro y Nacional Autnoma de Mxico. A-dase que antes del citado ao Hugo dirigi la seccin juvenil de un partido poltico nacional cuyo accionar alguna vez mereci sin ambages el cali cativo de opositor nunca tanto como en el tiempo cercano al de sus fundadores, quienes por cierto fueron los que invitaron a Gutirrez Vega a abandonar las las partidistas, por considerar las posturas del susodi-cho bastante ms a la izquierda de lo que resultaba aceptable para ellos .

    Desde entonces y hasta la fecha, sa ha sido la principal constante en la vida y la obra de Hugo: la puesta en prctica de una peculiar habilidad para ejercer ms de un o cio de manera constante, ya sea sucesiva o simultneamente, si bien para cualquiera es claro que la piedra de toque de esa multiplicidad

    ha sido la escritura en general y la poesa en espec -co. As pues, puede sonar a lugar comn para el m-bito literario, pero eso no le quita verdad al aserto: antes que cualquier otra cosa, y tambin despus de todas ellas, Gutirrez Vega es poeta. En consecuen-cia, poemarios son sus dos siguientes ttulos, Desde Inglaterra, aparecido seis aos despus de su pera prima, en 1971, y Resistencia de particulares, publica-do tres aos despus del poemario ingls huguia-no, en 1974.

    Fue precisamente hace cuatro dcadas, que es como decir al exacto medioda del trayecto hasta hoy recorrido en el reloj tanto por Gutirrez Vega como por el fce, que el Fondo se hizo cargo del primero de los cuatro volmenes que hasta el momento le ha pu-blicado: curiosamente, no se trata de un poemario sino de Informacin y sociedad, un ensayo sobre teo-ra de la comunicacin preparado por su autor con el conocimiento y la autoridad conferidos, adems de por su labor docente, por los ttulos acadmicos con los que ya contaba entonces, entre los cuales deben mencionarse aqu, por su pertinencia relativa, sus estudios sobre sociologa de la comunicacin efec-tuados en Londres. Aclaracin: me re ero a libros escritos por Gutirrez Vega, pues ste no es el primer contacto entre el autor y el Fondo que deriv en una publicacin: un ao antes, 1973, bajo el sello del fce apareci La poesa de W.B. Yeats, de Louis McNeice, traducido por Hugo en colaboracin con Juan Jos Utrilla y Sergio Ren Madero.

    De Informacin y sociedad destacan dos aspectos en particular: primero, que las tesis del ensayo, plan-teadas hace cuatro dcadas, ofrecieron una perspec-tiva entonces vanguardista respecto del papel, en efecto preponderante y potencialmente riesgoso o nocivo de los medios masivos de comunicacin, debi-do entre otras cosas a la naturaleza expansionista y la vocacin hegemnica de stos, asociada a la bs-queda, por parte de los medios, de consolidaciones econmicas y de poder antes que la intencin de fun-gir como entidades sociales, tiles no slo ni princi-palmente para s mismas sino para la sociedad en la cual se insertan y a la que deben su existencia, aun-que rara vez empaten su prctica con el inters p-blico. Por eso mismo, el segundo aspecto destacable del ensayo es evidente: las ideas contenidas en Infor-macin y sociedad no han perdido vigencia sino, por el contrario, en estos ltimos tiempos han cobrado una actualidad que apabulla.

    Los ires y venires de Gutirrez Vega entre Mxico y el mundo continuaron, de la mano del o cio diplo-mtico, a lo largo de los aos siguientes, lo que moti-v la multiplicidad aludida: las dcadas de los aos setenta, ochenta e incluso los noventa del siglo pasa-do vieron a Hugo, en diferentes momentos, como consejero cultural, embajador o cnsul general en pases como Inglaterra, Espaa, Estados Unidos, Grecia, Irn, la extinta Unin Sovitica, Brasil y Puerto Rico; pero tambin como maestro de tiempo completo en las facultades de Filosofa y Letras y de Ciencias Polticas de la unam; pero tambin como director de Difusin Cultural de esa universidad, de La Casa del Lago y de la Revista de la Universidad de Mxico.

    En un momento determinado de ese intenso y di-verso itinerario, concretamente en 1987, la coleccin Letras Mexicanas del Fondo incluy el volumen re-copilatorio Las peregrinaciones del deseo: poesa 1965-1986, pertinente desde varios pun-tos de vista, comenzando desde luego por la relevancia de la labor potica de Guti-rrez Vega, que entre otras distinciones contaba, trece aos antes de la publica-cin de este ttulo, con el Premio Nacional de Poesa Aguascalientes, as como por el hecho de que los veintin aos transcurri-dos desde Buscado amor vieron salir de la pluma de Hugo, adems de los ya mencio-nados Desde Inglaterra y Resistencia de particulares, sus siguientes siete poema-rios: Cuando el placer termine y Cantos de Plasencia, ambos en 1977; Poemas para el perro de la carnicera, en 1979; Meridiano 8-0, en 1982; Cantos de Tomelloso y otros poemas, en 1984, as como Georgetown blues y Andar en Brasil, ambos en 1986.

    Debi transcurrir poco ms de una d-cada siendo exactos, doce aos , para que los nombres del Fondo de Cultura Econmica y de Hugo Gutirrez Vega vol-vieran a reunirse en una portada: lo hicie-

    ron en la Antologa personal (1998), que un ao des-pus se reedit en colaboracin con la Universidad de Guadalajara. En el nter, Hugo continuaba hacien-do justicia a la palabra clave de su obra potica; en otras palabras, segua peregrinando y extrayendo de sus itinerarios y estadas el material literario, tem-tico y espiritual de sus poemarios, como queda claro con la simple lectura de sus ttulos: ah estn, evi-dentsimos, Inglaterra, Espaa y Brasil, entre otros.

    Con posterioridad a la publicacin de la Antologa personal, Hugo escribi, a lo largo de los siguientes ocho aos, una triloga que, en opinin de diversos crticos literarios, as como colegas de letras de nues-tro autor, constituye la porcin ms luminosa, o la cumbre si se quiere, de un corpus potico no poco abundante en luminosidad y altura, precisamente: se habla de Los soles griegos, de 1989; Cantos del des-potado de Morea, de 1993, y de Una estacin en Amor-gs, de 1996. Citada por muchos nombrando sola-mente al primero de los tres ttulos pero re rindose en realidad a los tres poemarios, la triloga helnica de Gutirrez Vega es parte del volumen Peregrinacio-nes: poesa, 1965-2001, aparecido en 2002, en el cual se incluyen los poemas no recopilados o ltimos poe-mas, desde luego escritos con posterioridad al ao de edicin del ltimo de los soles griegos. Previamente a la publicacin de su poesa reunida, el fce edit Can-tar de las cosas leves, del poeta Joaqun Antonio Pe-alosa, en 2000, una antologa seleccionada por Gu-tirrez Vega.

    De permanencia y transformacin habla este muy apretado recuento bibliogr co, circunscrito a la re-lacin entre el Hugo autor y el Fondo editor: perma-nencia en el ms lato de los sentidos, patente en las ocho dcadas de vigencia que, con ellos, celebramos los lectores. Permanencia tambin por cuanto hace a la continuidad de uno y otro en sus indispensables y respectivas funciones, el primero como generador de ideas, sensaciones y emociones que eso, entre cien mil cosas ms, es la poesa , y el segundo como transmisor de las mismas a travs de la edicin libre-ra. Permanencia, a n de cuentas, referida a una feliz porfa: la que consiste en orientar las labores de to-dos los das hacia la luz emanada de la cultura, un poco un mucho, un todo a la manera de los gira-soles. Transformacin, en el otro anco, que atien-de a los cambios que es dable atestiguar a lo largo de casi un siglo: del Fondo de Cultura Econmica, que no ha dejado de modi car sus procesos en funcin de las necesidades que cada nueva poca le ha plan-teado, y de la voz potica de Hugo, que ha venido abrevando de in nidad de fuentes y, a partir de las diferencias entre unas y otras, ha variado las formas en funcin de los contenidos, igualmente distintos unos de otros.

    El espacio disponible aqu es insu ciente para en-trar en pormenores analticos, as fuesen mnimos en profundidad y breves en exposicin, respecto de la poesa de Gutirrez Vega. Por fortuna lo cual de todos modos no signi ca que ya se haya conclui-do es una tarea ya emprendida por autores como Carlos Monsivis, Marco Antonio Campos y Juan Domingo Argelles, por mencionar slo a tres.

    A manera de conclusin, el que suscribe estas l-neas quiere cerrarlas de este modo: es un tristsimo lugar comn pero conviene recordar que ms fcil y ms rpido gana fama y respeto cualquier analfabeta funcional que aparezca por televisin el nmero su -

    ciente de veces, que alguien con treinta y seis libros publicados sin contar antolo-gas , poeta traducido al ingls, francs, italiano, portugus, griego, turco, neerlan-ds, rabe, serbo-croata y hngaro; que cuenta con dos doctorados honoris causa y ha obtenido, adems del ya citado Premio Aguascalientes en 1975, el Iberoamerica-no de Poesa Ramn Lpez Velarde en 2001, el nacional Xavier Villaurrutia en 2002, el de Poetas del Mundo Latino en 2009; tres de periodismo cultural: el na-cional de Periodismo en Difusin Cultural de 1999, el Fernando Bentez de la fil en 2010 y el Carlos Septin Garca en 2012; as como el muy tardamente entregado Na-cional de Ciencias y Artes en el rea de li-teratura en el pasado 2013.W

    Luis Tovar es jefe de redaccin de La Jornada Semanal, donde escribe la columna Cinexcusas.

    PEREGRINACIONESPoesa 1965-2001

    H U G O G U T I R R E Z

    V E G A

    letr as mexicanas

    1 ed. 2002; 564 pp.968 166 798 0

    $ 215

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    Jos de la Colina o con la literatura hasta el cuello

    J O S L U I S M A R T N E Z S .

    SEMBLANZA

    Seguimos de plcemes por el premio Villaurrutia concedido a Pepe de la Colina

    por un libro de ensayos que predica lo que estudia: la literatura como juego. Los ensayos ah reunidos

    sintetizan el nimo con que este precoz narrador ha ejercido su o cio desde hace ms de seis dcadas: con humor y la falsa sencillez del escritor experto,

    con pinceladas culteranas y giros populares, con alegra y curiosidad nunca saciada

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    COSECHA 1934

    JOS DE LA COLINA O CON LA LITERATURA HASTA EL CUELLO

    E l Premio Xavier Villaurrutia 2013 hizo justicia a la obra de Jos de la Colina, uno de los ms destacados integrantes de la Generacin de Medio Si-glo. Naci en Santander, Es-paa, el 29 de marzo de 1934, pero desde los siete aos vive en Mxico. Aqu ha desarro-llado toda su obra literaria y por eso se considera un escritor mexicano, aunque algunos sigan llamndolo espaol.

    De libertades fantasmas o de la literatura como jue-go, publicado por el Fondo de Cultura Econmica, es el libro por el que De la Colina obtuvo el galardn con el que tambin han sido distinguidos, entre otros, Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes y Jos Emilio Pacheco. En el acta correspondiente, el jura-do formado por Myriam Moscona, Brbara Jacobs y Vicente Leero subray el ingenio y la brillantez de los breves ensayos reunidos en este volumen, as como la extraordinaria prosa del autor: densa y transparente al mismo tiempo, su escritura tiene la exquisitez de uir en el goce de malicia entre sus tex-tos personalsimos de onda melanclica festiva. De la Colina no conversa en tono pedante y, pese a su erudicin, jams se jacta de ella.

    De libertades fantasmas convoca las obsesiones y devociones de Jos de la Colina: el arte de Sherezada, las paradojas, las adivinanzas, las ancdotas; los nombres de Buuel, Gmez de la Serna, Cervantes, y tantas cosas ms que no son sino celebracin de la vida y la literatura. En una nota que lleva por ttulo Al lector (si lo hay), De la Colina advierte que siem-pre dese leer un libro que fuese como una charla entre amigos y hablara de aquellos asuntos y aspec-tos literarios marginales o poco serios o general-mente considerados menores o de juego. Como ese libro no exista, decidi hacerlo.

    Una conversacin entre amigos: eso es lo que logra este libro con los lectores, inevitables cmplices de la imaginacin, la nostalgia, la sabidura y, sin duda, el buen humor de un autor que tiene la virtud de en-contrar tesoros en las cosas pequeas de la vida y que desde nio decidi su vocacin.

    Jos de la Colina lleg a Mxico en 1941. Su familia viva exiliada en Santo Domingo, Repblica Domini-cana, cuando el dictador Lenidas Trujillo, informa-do de los conocimientos que tena su padre en la ma-teria, pretendi nombrarlo director de la imprenta o cial para llevarle cultura al pueblo, es decir, los li-bros que el propio Trujillo escriba sobre espiritismo.

    Impresor anarcosindicalista, capitn del ejrcito republicano durante la Guerra Civil espaola, Jena-ro de la Colina se neg a formar parte de la corte del autcrata dominicano, quien le ofreca notables pri-vilegios, entre ellos un sueldo esplndido y el dere-cho de picaporte a su o cina. Ante los deseos de Tru-jillo, le dijo a su esposa:

    Concha, haz las maletas, nos vamos a la Argen-tina o a Mxico. Yo no he salido de un hijo de puta [Francisco Franco] para caer con otro.

    La familia abandon de prisa Dominicana ante las inminentes represalias de Trujillo, a quien nadie le negaba nada impunemente.

    La familia lleg al barrio de La Merced en 1941. Jos de la Colina ya saba leer: le haba enseado su padre con los tipos de madera que utiliza-ba en su taller. En Santo Domingo ley su primer libro Platero y yo y comenz a escribir para prolongar la historia del bu-rrito blanco imaginada por Juan Ramn Jimnez. La muerte de Platero lo haba hecho llorar y la pregunta insistente del narrador: Platero, t nos ves, verdad?, creyendo que el burrito estaba en el cielo, lo conmova profundamente. En esos cuentos, l formaba parte de la trama, de las nuevas aventuras de Platero. sa fue su primera experiencia con la escritura, una manera de vencer a la muerte.

    Jos de la Colina estudi la primaria en el Colegio Madrid, con maestros que recuer-da con admiracin y cario; sos fueron sus nicos aos de escuela. Le gustaba juntarse con los nios de La Merced, vagar por ese rumbo, ir al cine, leer y escribir.

    Un da fue a comer a su casa Antonio Ro-bles, tambin exiliado y compaero de su

    padre en los Talleres Gr cos de la Nacin, en donde ste era responsable de ediciones de la sep y gozaba de la con anza de Martn Luis Guzmn, director de la empresa. Antonio Robles ( rmaba Antoniorrobles) era un escritor humorista, autor de cuentos para nios y articulista de Digenes, revista dirigida por Carlos Len, periodista, cronista taurino y dialoguista de al-gunas pelculas de Cantin as. Ese da, su padre le dijo:

    Mustrale a Antonio las cosas que escribes.Eran crnicas sobre vida nocturna en la ciudad,

    relatos sentimentales inventados por un adolescente sin ninguna experiencia sobre la noche y sus secre-tos, pero lleno de lecturas y fantasas.

    Son muy buenos le dijo Robles . Por qu no los llevas a Digenes, yo te recomiendo, y as te ganas un dinerito?

    Los llev, le gustaron a Carlos Len y comenz a publicarlos. Tena quince aos cuando comenz a ga-narse su dinerito con la actividad con la que conti-na hacindolo a los ochenta.

    Andariego, inquieto, De la Colina encontr en la ac-tuacin otra manera de ganar dinero. Estuvo a punto de participar con Luis Buuel en Los olvidados, pero se impuso lo que l llama racismo al revs: era dema-siado blanco para interpretar a un nio mexicano. Trabaj en la xeq, donde se inici como guionista, luego pas a la xex y nalmente a Cine Verdad, el le-gendario noticiario de Manuel Barbachano Ponce en el que tambin colaboraron Ral Renn y Jos Emi-lio Pacheco.

    El cine, la literatura, la escritura, las tertulias, los largos recorridos por las calles de la ciudad forma-ban parte del mundo de Jos de la Colina. En los cin-cuenta comenz a publicar en el suplemento cultural del peridico El Nacional, dirigido por el poeta espa-ol Juan Rejano, quien al leer sus textos le deca:

    Esto lo escribe tu padre, verdad?Escriba comentarios de libros, de pelculas, cuen-

    tos en los que era evidente la in uencia de William Saroyan, algo que no pas inadvertido para sus pri-meros crticos.

    En 1955, en el nmero 19 de la coleccin Los Presen-tes, fundada y dirigida por Juan Jos Arreola, De la Colina public Cuentos para vencer a la muerte, que siempre ha deseado borrar de su bibliografa. En el prlogo, audaz y arrogante, expresa la voluntad de escribir como se respira. Que no se sientan la pluma y el papel. Que no se sientan las palabras. Escribir sin interrupcin. Que el corazn quede descansado, vaco de afn. Que el corazn quede abierto para el afn del da siguiente.

    En el suplemento Mxico en la Cultura del peridi-co Novedades (11 de septiembre de 1955), en la crtica del libro, Emmanuel Carballo expresa: Es ste el primer libro de Jos de la Colina. En l lo encontra-mos de cuerpo entero: descontando los in ujos, el li-bro posee como cualidad primera, la espontaneidad, el tono personal. Del primero al ltimo, los cuentos respiran la misma atmsfera, estn inscritos en el mismo mundo. Los une la actitud del autor frente a la vida y a los hombres.

    Carballo habla de las limitaciones y los alcances del joven escritor y hace notar su liacin con Wi-lliam Saroyan. Como Saroyan expresa De la Co-lina contempla el mundo con ingenuidad, de all su irreductible posicin optimista. Encuentra el placer,

    como el norteamericano, en las cosas aparentemente nimias, aun en las situaciones ms difciles que vivan sus personajes. Como las de Saroyan, sus criaturas se evaden de la realidad fsica a una especie de realidad ensoada. Carballo destaca las posibilida-des de De la Colina como cuentis-ta y asegura: le falta, nicamen-te, acabar de dominar el o cio.

    Cuatro aos ms tarde, De la Colina era un escritor maduro y su siguiente libro, Ven, caballo gris, publicado en la coleccin Ficcin de la Universidad Vera-cruzana, fue recibido con entu-siasmo por los principales crti-cos. En la revista La Palabra y el Hombre (1959, nm. 12), Jos Emilio Pacheco, luego de un breve comentario sobre las in-consistencias de Cuentos para

    vencer a la muerte, dice: Ven, caballo gris posee uni-dad, coherencia, aliento vivo. De la Colina sabe ver el mundo, sabe escribir como muy pocos jvenes. Su li-bro es importante, necesario para el cuadro sinpti-co de la nueva ccin que se hace en Mxico.

    Tambin Carlos Valds, autor de Ausencias (Los Presentes, 1955), declar su entusiasmo por el nuevo libro de Jos de la Colina y en la Revista de la Univer-sidad de Mxico (octubre de 1959) escribi: Un mag-n co libro de cuentos. Colina ha alcanzado la madu-rez. Nos demuestra su dominio en los varios elemen-tos de la creacin, sobre todo en el lenguaje. Emplea gran variedad de giros: clsicos espaoles, populares mexicanos, y de otros pases hispanoamericanos, con perfecta naturalidad. Y concluye: La belleza la armona parece ser su tica y su esttica.

    Jos de la Colina tena 25 aos cuando public Ven, caballo gris. Desde entonces, en cada nuevo libro ha reiterado los prodigios de su escritura, el dominio del o cio literario que lo ha llevado a incursionar en los ms variados gneros, excepto en la novela.

    Cuando en 1962 apareci La lucha con la pantera (Universidad Veracruzana), las crticas coincidieron en destacar el virtuosismo y la notable capacidad na-rrativa de su autor, tambin su voluntad o necesi-dad de crear neologismos. A los 28 aos, De la Coli-na era un veterano empeado en construir y descri-bir un mundo propio.

    Sobre este libro, Gustavo Sinz escribi en Mxico en la Cultura (25 de noviembre de 1962): "La lucha con la pantera incluye ocho cuentos de extraordina-ria calidad, cuyo tema central es siempre un proble-ma amoroso. No dudamos en a rmar que ste es el mejor libro de un autor mexicano publicado durante 1962. Aunque Colina narra siempre un instante, de-sarrolla una escena y evita casi siempre las ancdo-tas largas y complicadas, sus narraciones poseen la fuerza del escritor autntico, y re ejan un mundo y unas emociones, complicadsimas situaciones crea-das con pasin, lucidez y un lenguaje excelente. Un libro esplndido".

    Un libro de un escritor mexicano, como bien dijo el autor de Obsesivos das circulares.

    En 2004, para celebrar los 70 aos de Jos de la Coli-na, apareci Traer a cuento. Narrativa (1959-2003). En la contraportada se lee: Al editar esta casi com-pleta recoleccin, el Fondo de Cultura Econmica le hace justicia a una de las imaginaciones literarias ms rigurosas de Mxico. El volumen incluye Ven, caballo gris, La lucha con la pantera, El espritu santo, Tren de historias, El lbum de Lilith, Entonces y Muer-tes ejemplares. En el prlogo, Adolfo Castan co-menta: La idea de la prosa en De la Colina es com-pleja: es lrica y es prosaica, es cmica y es juguetona, elegante y sencilla como un juego infantil en el que siempre se dice la verdad del arte.

    Los relatos y los cuentos de Jos de la Colina estn entre los mejores de la lengua espaola; los aos lo han vuelto ms ldico y jovial, ms dispuesto al asombro y, por supuesto, ms sabio sabidura que sin asomo de petulancia comparte con sus lectores .

    Jos de la Colina es un hombre insobornable que, le-jos de la torre de mar l, ha vivido de y para la escritu-ra. En una autoentrevista incluida en De libertades fantasmas o de la literatura como juego, al responder a

    su otro yo hace el inventario de su vida como escritor:

    Desde los quince aos y en publicacio-nes peridicas de todo tipo he escrito cuen-tos, ensayos, crnicas, reseas de libros, solapas de libros, artculos sobre cine, guio-nes radiofnicos, algunos argumentos ci-nematogr cos, algunas pginas autobio-gr cas, algunos espordicos diarios, una biografa de mi gata Polvorilla, etc. Soy uno de los escritores ms cuantiosos de mi ge-neracin, slo que me vampiriz el perio-dismo. Hemingway deca que ejercer el pe-riodismo es bueno para un escritor, siem-pre que acierte a dejarlo a tiempo. Y yo todava estoy metido en l hasta el cuello.

    Y seguir, porque esa vocacin cuan-tiosa no slo ilumina al periodismo me-xicano sino que nutre y alienta su obra literaria.W

    Jos Luis Martnez es director de Laberinto, suplemento cultural de Milenio.

    DE LIBERTADES FANTASMAS O DE LA LITERATURA

    COMO JUEGO

    J O S D E L A C O L I N A

    Letr as mexicanas1ed., 2013; 304 pp.

    978 607 16 1643 2$185

    TRAER A CUENTO Narrativa

    (1959-2003)

    J O S D E L A C O L I N A

    Letr as mexicanas 1 ed., 2012; 348 pp.

    968 16 7306 9$193

  • 1 0 A G O S T O D E 2 0 1 4

    Un realista utpico:Jameson y la crtica histrica

    del presenteJ O S F E R N N D E Z V E G A

    SEMBLANZA

    En Fredric Jameson confluyen un marxismo vivaz, una til suspicacia ante los postulados

    del posmodernismo y la pasin profunda por las artes, en particular por la literatura. El crtico

    estadunidense, del que hemos publicado Marxismo tardo. Adorno y la persistencia de la dialctica

    y Representar El capital. Una lectura del tomo I, es una voz atpica en su pas y un original

    explorador de lo literario

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    COSECHA 1934

    UN REALISTA UTPICO: JAMESON Y LA CRTICA HISTRICA DEL PRESENTE

    D iez aos despus de su li-bro sobre Jean-Paul Sar-tre, de 1961, originado en una tesis doctoral dirigida en Yale por Eric Auerbach, gran llogo alemn exi-liado del nazismo, Fredric Jameson public El mar-xismo y la forma, nunca traducido, donde anticip en passant que las transformaciones del capitalismo de posguerra ya estaban impactando de lleno en las subjetividades y generando grandes efectos en la produccin cultural. Esas intuiciones se volvieron ms tarde argumentos en su obra ms clebre, Pos-modernismo. La lgica cultural del capitalismo tardo, que apareci en 1991, cuando unas profundas trans-formaciones sociales e histricas, artsticas y tecno-lgicas, ya estaban a la vista de todos. Ese libro con-solid al autor como el crtico cultural ms radical del presente. Casi veinticinco aos despus, las vi-sionarias conceptualizaciones y reveladoras des-cripciones que aport Jameson mantienen su vigen-cia; su obra contina siendo una referencia central.

    Se suele repetir que nuestro mundo se mueve a ve-locidades vertiginosas; en l nada consigue durar. Bajo semejante dinmica, seguir hablando de pos-modernismo, caso que haya sido correcto adoptar la nocin alguna vez, puede sonar incongruente. El tr-mino se viene utilizando desde hace varias dcadas. Cuntos cambios ocurrieron en el plano cultural o poltico desde 1979, cuando Jean-Franois Lyotard logr imponer esa palabra en la agenda mundial a travs de un breve e in uyente ensayo? Su interven-cin fue irritante para muchos, entre ellos para Jr-gen Habermas, quien se opona a descartar el legado de la modernidad y abandonar sus promesas de emancipacin, an incumplidas, en manos de una propuesta que consideraba slo neoconservadora.

    RELATOS DEL CAPITALISMO TARDOLa historia de la palabra posmoderno reconoce ante-cedentes incluso ms remotos. Perry Anderson ex-plic que el espaol Federico de Ons la acu en los aos treinta para referirse a un declive del moder-nismo, la corriente potica impulsada por Rubn Daro. Desde entonces ha sufrido una variada evolu-cin que involucr a historiadores, poetas y pensa-dores de tres continentes hasta que, a comienzos de los setenta, logr asentarse con sorprendente xito en la crtica arquitectnica.

    Surgido de los debates estticos, el trmino fue ampli cado por Lyotard hasta convertirse en la des-cripcin de una mutacin integral. Posmodernismo designaba una sociedad postindustrial y fragmenta-ria que haba perdido toda con anza en las narrati-vas abarcadoras provenientes de la ciencia o de la historia y, espec camente, en el relato marxista de la revolucin. De modo paradjico, fue un reconoci-do marxista como Jameson quien acabara escri-biendo el libro ms ambicioso sobre el tema. En l se explica que la explosin tecnolgica y la hegemona de las nanzas, los servicios y los medios de comuni-cacin haban fundado un paisaje social cuyos efec-tos alteraban no slo el entero espectro de las artes, sino tambin las identidades personales y las perspectivas polticas heredadas de los modernos. Jameson declar que nos ha-bamos acostumbrado a considerar ms factible el n del mundo que el n del capi-talismo. Los terrores ecolgicos haban desplazado a los anhelos revolucionarios. En cuanto a la cultura, ella se haba vuelto otra rama de la economa. Sin embargo, y al mismo tiempo, la cultura se volva una segunda naturaleza para los seres huma-nos a nivel global. Una cultura colonizada, sin duda, pero de la que el capitalismo ya no poda prescindir porque constitua el alma de sus productos de consumo. En una castica carga en profundidad, Jame-son concluy que el posmodernismo era en realidad un gran relato que postulaba el n de todos los grandes relatos anteriores.

    La actualidad de su estudio sobre el posmodernismo quiz encuentra una ex-plicacin en el mtodo modernista que aplica. ste es otro paradjico logro de Ja-meson. Precisamente cuando el histori-cismo empezaba a ofrecer tmidos signos de declive en todas las ramas de las huma-

    nidades y las ciencias sociales, Jameson, ya en 1981, lanz una contraofensiva bajo el lema hay que his-torizar siempre. Para sus re exiones sobre la poca posmoderna alrededor del tipo de personalidades que generaba y, ante todo, sobre su esttica se res-pald en el pionero trabajo del dirigente y terico belga Ernst Mandel titulado El capitalismo tardo, en el que se analizaban las alteraciones sufridas por la for-macin social que se haba consolidado durante la Segunda Posguerra. Ese periodo se conoci como la poca de oro del capitalismo. Se caracteriz por un crecimiento sostenido y la mejora general de las condiciones de vida, el pleno empleo y la seguridad so-cial brindada por el Estado, pero encontr un brusco freno a su prosperidad hacia 1973 con el estallido de la llamada crisis del petrleo, apenas despus de que apareciera la visionaria obra de Mandel en 1972.

    CARTOGRAFASAl comienzo de su carrera, Jameson se hizo un lugar entre los ms prominentes crticos literarios de su generacin. Pronto, sin embargo, desbord esa cate-gora para integrar en sus trabajos a la teora polti-ca, la losofa y al panorama entero de las artes con-temporneas, desde la plstica hasta el cine, sin olvi-dar la arquitectura, la ms pblica de todas ellas, la ms ligada (junto con la industria cinematogr ca) a la economa, y a partir de la cual el viejo trmino posmodernismo haba vuelto a adquirir relieve para proyectarse luego como el trmino decisivo en la conceptualizacin de toda una poca. La re exin de Jameson sobre esa nocin, pues se trata de histori-zar, comenz con una conferencia en el museo Whit-ney de Nueva York (1982) y sigui, como anuncio de su gran libro, con un artculo aparecido en 1984 en la New Left Review, donde ofreci una primera carto-grafa de lo posmoderno.

    En ese artculo Jameson se re ri a la predomi-nancia del pastiche como un rasgo dominante de la visualidad posmoderna. Se trataba de otra conse-cuencia de la crisis del discurso histrico, pues el pastiche, con su leve irona, apelaba al pasado, pero consista en una parodia inexpresiva antes que sub-versiva. Cules eran otros rasgos fundamentales de lo posmoderno en la posterior visin de Jameson? La hegemona de la economa sobre la cultura se volvi fundamental. Para Adorno, la gravitacin del dinero sobre la esttica amenazaba la autonoma del arte, un principio esencial de la esttica heredada de los modernos. Junto con Sartre, Adorno constituye otra de las grandes in uencias recibidas por Jameson, pero en este punto las concepciones de cada uno to-man caminos separados. Segn Jameson, ya no re-sulta posible pensar las formas artsticas por fuera de la economa. Ningn dogmatismo terico obliga a esta conclusin, sino la propia realidad de un capita-lismo desbocado. La omnipresencia del capital tam-bin produca enormes efectos sobre la psicologa individual; de hecho, seran devastadores para el su-jeto que imagin la modernidad. sta era otra carac-terstica crucial de lo posmoderno: la aparente muerte no slo los ca del sujeto, acaparado por su implantado deseo de consumo total y crecien-temente desprovisto de capacidad afectiva, sin me-moria y sin vnculos con la historia.

    El trmino posmodernismo logr una expansin tal que poda aplicarse a cual-quier aspecto de la produccin artstica. En otras palabras, no exista una resisten-cia esttica mencionable contra l; todo se someta a lo que Adorno haba denomina-do industria cultural. Por lo dems, lo visual posmoderno haba destronado al modernismo centrado en lo verbal. Y un desplazamiento paralelo se haba veri ca-do en la academia. Ningn estudioso de lo contemporneo se concentraba ahora en un estilo o una rama del arte, porque casi ningn escritor o artista lo haca en su trabajo. Las prcticas culturales no slo haban perdido su antigua, orgullosa (y muy a menudo ilusoria) autonoma res-pecto de la economa, haban quebrado asimismo las tradicionales barreras que separaban a sus distintas disciplinas.

    Por otro lado, el posmodernismo se vol-vi una construccin cultural apta para todos. La distincin entre alta y baja cultu-ra nunca haba sido muy clara, pero en nuestro tiempo se disip. Tras el imperio del realismo, el modernismo esttico, cuyo

    gran abogado terico fue Adorno (Jameson le dedic un libro memorable cuyo ttulo jugaba, amargo o ir-nico, con el de Mandel: El marxismo tardo o la per-sistencia de la dialctica), no vea otra lnea de defen-sa frente a la colonizacin creciente de la industria cultural que el refugio en cierto elitismo. En cambio, el posmodernismo, segn se lo pre era cali car, era popular, populista o vulgar. Lo que sin duda no pre-tenda era plantear un desafo al orden dado; ms bien lo expresaba y lo reproduca. Ello lo volvi fcil-mente asimilable entre el pblico; de hecho, a rma Jameson, se convirti en el rostro simblico de la globalizacin: a veces moralista, siempre deudor del mercado y complaciente con los cada vez ms pode-rosos medios de masas.

    ESTILOSLa posicin que ocupa Jameson en el contexto esta-dunidense resulta muy peculiar. Su re exin no slo fue in uida por corrientes de pensamiento euro-peas, sino que su atencin crtica se dirige a produc-ciones provenientes de todo el mundo y su ambicin terica escapa a las usuales limitaciones que impo-nen los medios universitarios. No slo su radicalidad poltica, sino tambin su complejo estilo literario han despertado rechazos en su pas. En contraste, el terico ingls Terry Eagleton escribi que Jameson era uno de los ms soberbios estilistas crticos en una era que en gran medida carece de estilo. Sus textos, prosigue Eagleton, renen la inmediatez sensorial y la re exin conceptual en una monta-a rusa sintctica.

    Ese estilo tan personal constituye tambin un modo de resistencia modernista contra la nueva su-per cialidad posmoderna. Puede considerarse una modesta utopa poltica en medio de un ambiente cul-tural hundido en el puro presente y sometido a la es-tandarizacin. Cierta manera de entender la moder-nidad puede erigirse en una plataforma para enfren-tar lo posmoderno, pero a condicin de no guardar ninguna nostlgica pretensin de un regreso al pasa-do. Esta actitud se pone de mani esto tambin en las consideraciones que a lo largo de varias dcadas el au-tor le consagr al realismo, una de las corrientes lite-rarias ms expuestas al repudio (Adorno fue un mo-dernista muy hostil a ella). Jameson hizo una original revisin de la tradicin realista en su libro ms re-ciente, The Antinomies of Realism [Las antinomias del realismo] (de 2013 y an no traducido), donde estudia a algunos grandes novelistas del siglo xix e intenta captar la esencia de sus distintas narrativas. Por lo ge-neral, el realismo ha sido de nido a partir de fciles contraposiciones con el naturalismo en el que decay, el modernismo que lo enfrent o la pica que lo prece-di. Pero Jameson quiere evitar ese habitual recurso y aspira a caracterizarlo a partir de sus cualidades in-trnsecas. El realismo hereda algo del viejo relato y activa la temporalidad perdida en el posmodernismo, totalmente volcado hacia la espacialidad (algo com-probable en la invasin de todos los espacios de la vida cotidiana por la msica, que pone en cuestin la tem-poralidad que la determinaba en cuanto que arte).

    No menos relevante, el realismo abre el espacio de la afectividad congelada por lo posmoderno. Para Ja-meson, las obras literarias son formas sociales en cuyo interior se esconde una voz poltica que es preci-so liberar mediante el trabajo de la crtica. A dicha voz la llam inconsciente poltico y constituye la fuente de la ideologa del texto, nunca explcita en la letra. El realismo ha sido despreciado como la expresin del mundo burgus, del capitalismo industrial y de la mera denuncia social costumbrista; o bien rechazado por su complaciente adaptacin al gusto estandariza-do de las audiencias masivas (las viejas y nuevas pel-culas de Hollywood o la perenne vigencia de la novela histrica, incluso en una cultura como la nuestra, in-diferente a la historia). En su libro sobre el tema, Ja-meson busca desbordar, antes que negar, esos enfo-ques habituales. El realismo, a rma, tambin puede conectarse con las antiguas tradiciones de la narra-cin colectiva y abrir el espacio novelesco a las sensi-bilidades individuales. Llegar a proyectarse, me-diante una total recon guracin respecto de sus an-tecedentes histricos, como un rival del mundo artstico posmoderno?W

    Jos Fernndez Vega es investigador del argentino Consejo Nacional de Investigaciones Cient cas y Tcnicas. Su ltimo libro se titula Formas dominantes (Buenos Aires, 2013).

    MARXISMO TARDOAdorno

    y la persistencia de la dialctica

    F R E D R I C J A M E S O N

    FilosofaTraduccin de Mara

    Julia de Ruschi1 ed., 2010; 380 pp.

    978 950 55 7848 1$300

  • 1 2 A G O S T O D E 2 0 1 4

    Mart Soler, ms de 60 aos trabajando

    para el lectorS A N D R A L I C O N A

    SEMBLANZA

    Mart Soler ha sido ms que testigo de la historia del Fondo.Colaborador de la casa desde su juventud ya corrigiendo textos,

    ya cuidando ediciones, ya planeando colecciones , contribuy a la consolidacin del mtico Departamento Tcnico.

    Sali despus de Or la, con quien trabaj varias dcadas en Siglo XXI, y hoy est revisando los detalles

    de nuestro catlogo histrico

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    COSECHA 1934

    MART SOLER, MS DE 60 AOS TRABAJANDO PARA EL LECTOR

    M art Soler Vias (Gav, Barcelona, 1934) es un hombre de pocas pa-labras, tmido, intro-vertido, de silencios largos y hasta tacitur-nos, pero capaz al mismo tiempo de ex-presar sus ms nti-mos recuerdos casi como en un desahogo. Mediano de estatura y de complexin recia, como fundido en acero, no puede negar su origen cataln, que ya no conserva en el acento, pero s en sus pobladas cejas y su barbuda apariencia. Hace 67 aos lleg a Mxico, como miles de exiliados espaoles, huyendo de los horrores de la Guerra Civil, y el pasado 30 de julio cumpli 80 aos, los mismos que celebrar en septiembre prximo el Fondo de Cultura Econmica, donde se form como editor de libros al cobijo de personajes como Arnaldo Or la, Joaqun Dez-Canedo, Al Chumacero y el li-notipista holands Alexandre Alphonse Marius Stols, un tipgrafo a la vieja usanza y de mente clsica.

    Soler Vias sali de Espaa a los 13 aos porque su padre, Josep Soler Vidal, era comunista psuque-ro (a liado al psuc, antiguo partido poltico cataln de ideologa comunista) y haba sido activista cultu-ral en el Ateneo Enciclopdico de Grcia y pionero de la Universidad Popular. En 1939 la familia huy ha-cia Francia, pero en la frontera los separaron. Su pa-dre vino a Mxico y Mart, su madre y su hermana volvieron a una Barcelona devastada, en ruinas. In-tentamos refugiarnos en Francia, pero no fue posi-ble, as que regresamos a Barcelona y por un milagro la Falange no pudo entrar a la biblioteca de mi padre; quin sabe qu pas, pero la biblioteca se salv de la requisa. Se llevaron todo, pero los libros estaban ah, mi to los conserv; la casa era de mis abuelos, as que nadie ms intervino. Yo era un nio muy intro-vertido y por lo tanto me refugi en la lectura, aun-que no tengo ni idea de cundo aprend a leer, quiz a los cuatro o cinco aos. Me le todos los libros, prin-cipalmente haba historia y literatura; luego segu con la biblioteca del pueblo, as que cuando llegu a Mxico vena atiborrado de lecturas.

    Fue hasta 1947 cuando la familia Soler Vias pudo reunirse en Mxico, donde ms tarde naci el her-mano pequeo del clan. Antes, Mart viva escon-dindose de la Falange porque stos trataban de cap-tar a todos los muchachos para engrosar sus las prcticamente era obligatorio formar parte de este partido poltico . Tambin hua de la iglesia catlica porque no estaba bautizado, sus padres no eran cre-yentes y desde luego en el rgimen de Franco el no contar con el sagrado sacramento no slo era peca-do, sino tambin era polticamente mal visto, repre-sentaba un delito, que por fortuna no tuvo conse-cuencias graves.

    Sobre el primer recuerdo de su llegada a Mxico, dice que es espantoso porque no los dejaban entrar al pas, los detuvieron en el aeropuerto internacio-nal. Vena en avin desde La Habana, a donde haban llegado en barco procedentes de Bilbao: Nos metie-ron en una sala y result que haba un seor en mi-gracin que quera una propina. Era un funcionario que ni siquiera era mexicano, era cataln como noso-tros y amigo de mi padre; creo que lleg en nuestra misma circunstancia, pero supongo que ya era un re-fugiado naturalizado mexicano para poder trabajar en migracin del aeropuerto. Al nal nos dejaron en-trar, yo tena como 13 aos y pasamos nuestra pri-mera noche en el hotel Emporio porque mi padre viva en Puebla, as que partimos de la Ciudad de Mxico al da siguiente.

    En Puebla continu sus estudios en una institucin de nombre peculiar: Escuela Secundaria Socialista Venustiano Carran-za, donde slo pas algunas materias, as que cuando lleg a la Ciudad de Mxico, al ao siguiente, volvi a empezar en prime-ro de secundaria en la Academia Hispa-nomexicana. El tercero ya no lo estudi ah porque su padre estaba muy mal eco-nmicamente y tuvo que ponerse a traba-jar, as que ingres a una escuela pblica nocturna, la Secundaria por Cooperacin nm. 2. Su inclinacin por el diseo gr -co lo llev a estudiar arquitectura en la unam, pero pronto desisti de la carrera.

    El o cio de editor lo iniciara tambin de la mano de su padre, que era corrector

    de pruebas e impresor y que en una poca trabaj en los Talleres Gr cos de la Nacin: Muy pronto co-menc a ayudarlo corrigiendo pruebas sa fue mi primera experiencia , sobre todo para la Editorial Grijalbo, donde haba un viejo socialista, refugiado espaol, Ramn Lamoneda, que fue quien me ense- el o cio de la edicin, ms que mi padre. A partir de entonces trabaj para distintas editoriales como freelance y para algn taller de imprenta, sobre todo con los hermanos Gali, que tenan la Impresora Gal-ve, y ms tarde en la Editorial Pax Mxico. Empeza-ban mis pininos como editor.

    El maestro Mart, como se le conoce cariosa-mente, se sum a las las del Fondo de Cultura Eco-nmica la editorial fundada por Daniel Coso Ville-gas en 1934, hacia nales de los aos cincuenta, cuando apenas contaba con 25 aos. Ah se encontr con quienes seran sus dos grandes maestros, Joa-qun Dez-Canedo y Al Chumacero, pero tambin con compaeros entraables como Juan Almela (Gerardo Deniz), que tena a su cargo los libros de lingstica, literatura, estudios literarios y tambin de carcter cient co; el lsofo Jasmin Reuter, Lau-ro Jos Zavala, que era antroplogo, y Elsa Cecilia Frost, que tena a su cargo la gerencia editorial y con quien ms tarde iniciara una relacin personal que se tradujo en 42 aos de matrimonio y tres hijos: Pa-blo, Jaime y Ana, hasta la muerte de la acadmica y traductora mexicana en 2005.

    En aquellos aos el Fondo de Cultura Econmica era un deicomiso del Banco de Mxico, cuya junta de gobierno era presidida por el secretario de Ha-cienda. Prcticamente era una editorial sin ms liga con el gobierno que esa rea administrativa que de-penda de Hacienda y el Banco de Mxico. Por lo tan-to, como se vio despus, el Fondo poda publicar lo que quisiera y pag las consecuencias de esa libertad en 1965, en el gobierno de Gustavo Daz Ordaz, cuan-do se dio a conocer Escucha yanqui de C. Wright Mills, en ese momento un libro muy controvertido, y ms tarde Los hijos de Snchez de Oscar Lewis. Lo que aprend es que los polticos van y vienen, pero si la obra es buena, permanece. Y la prueba es que hoy reeditamos a Lewis.

    Me toc vivir toda esa polmica. No les gust aquel apoyo a Cuba y menos an que publicramos tambin esa antropologa de la pobreza de Lewis sobre una familia mexicana muy pobre. Una obra se-minal. En ese momento fueron varios los compae-ros separados de la editorial, entre ellos mi esposa Elsa Cecilia, Jasmin Reuter y Al Chumacero, desde luego. Dez-Canedo ya haba fundado Joaqun Mor-tiz. Yo me qued un tiempo porque como la gerencia editorial haba quedado descabezada, buscaron de alguna manera mi apoyo; Salvador Azuela nombr un gerente y yo qued como segundo. Ante esta si-tuacin ped un aumento de sueldo, desde luego, y como no me lo dieron me fui tambin. Arnaldo Or la ya haba fundado Siglo XXI y me ofreci la gerencia editorial, as que me fui con ellos. Era 1966 y me que-d hasta 1993.

    En 2003, Mart se reincorpor al Fondo de Cultu-ra Econmica. Tres aos despus, en 2006, el gobier-no mexicano le otorg la ms alta distincin que se le puede ofrecer a un extranjero, la Condecoracin del guila Azteca, por su contribucin al desarrollo cultural del pas. Recientemente ha fungido en la editorial como coordinador de las actividades con-memorativas del centenario de los nacimientos de Octavio Paz, Efran Huerta y Jos Revueltas.

    De sus aos en el mundo editorial, Mart Soler no slo guarda buenos recuerdos en torno a escritores y amigos, sino que tambin tie-ne en el armario de la memoria un cajn especial para los libros que le toc editar, como aquel Tratado de economa agrcola de Edmundo Flores, uno de los primeros que pasaron por sus manos en el Fondo y al que le tiene un especial cario porque el original estuvo al cuidado directo de Au-gusto Monterroso y del propio autor, a quien Tito ayud a redactar el texto: as se convirti en un libro de economa con pinceladas de literatura.

    Este editor no olvida tampoco los bue-nos ratos que pas con Luis Cernuda, mano a mano en la imprenta, editando el original de La realidad y el deseo; o con Pa-blo Neruda, poniendo en pgina su Canto general, con las pinturas e ilustraciones de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros

    para la edicin, en los Talleres Gr cos de la Nacin. Y cmo disfrut discutiendo la tipografa con el dise-ador andaluz Miguel Prieto y con otro grande, alumno suyo, Vicente Rojo. Tuve acceso a muchos manuscritos. La regin ms transparente se acababa de publicar justo cuando yo entr a trabajar al Fon-do, as que no tuve acceso a ella, pero s a La muerte de Artemio Cruz; ese libro lo revis yo, la edicin es-tuvo a mi cargo. Octavio Paz ya era un personaje cer-cano a la editorial: Libertad bajo palabra haca tiem-po que se haba publicado, pero no tuve mayor rela-cin con l. Paz era ms genial que generoso; por ejemplo, para fundar Siglo XXI Homero Aridjis, Jos Emilio Pacheco, Al Chumacero y l nos regalaron una antologa magn ca. Al pedirle permiso para re-editarla, y tal vez hacer alguna correccin, me solt: Creo, Mart, que se ha vendido mucho y no me la han pagado. Repuse enseguida: Octavio, por favor, dime qu quieres y te pago. Contest que ya se haba pe-leado con todos y que dejara el texto como estaba. A m Paz me convenca ms como poeta. En cambio, Alejo Carpentier tambin era buena gente.

    Aunque los padres y el hermano menor de Mart Soler decidieron volver a Espaa, l se qued en nuestro pas por motivos familiares, porque tanto l como su hermana estaban casados con mexicanos: Tena muchos amigos del exilio pero tambin mexi-canos dentro del medio del libro, por ejemplo Anto-nio Tirado o Carlos de Gortari, entre otros, con los que conviv y fuimos muy cercanos. O espaoles como Jos de la Colina, gente universitaria que ha-ban sido compaeros mos en la secundaria, mis maestros de la Normal, como la gran Cinosura Cons-tantino, una mujer a la que adoraba, a cuya casa ba-mos con mucha frecuencia y con quien tenamos un vnculo muy estrecho.

    Aunque tiene publicados dos libros de poesa, de juventud, y recientemente el Fondo dio a conocer su poemario Variaciones de voz y cuerpo, la relacin de Mart con los libros ha sido principalmente a travs de la edicin y la lectura. Recuerda con especial cari-o su pasin por la obra de Julio Verne y las discusio-nes que tena con sus amigos adolescentes, quienes preferan los libros de Emilio Salgari. Su gusto por la poesa ha sido tambin uno de sus soportes esencia-les para vencer la timidez. De hecho, Soler Vias em-pez a escribir versos porque le cuesta mucho traba-jo hacer ms de una cuartilla. Desde siempre tuvo problemas con la expresin oral, as que se ha obliga-do a practicar diversas tareas para hablar en pblico sin di cultad.

    Una de ellas ha sido recitar poesa en voz alta fren-te a muchas personas; otra, convertirse en profesor y dar clases sobre el o cio de la edicin. Felipe Garri-do me invit por primera vez a una institucin priva-da, para que les hablara [a los alumnos] de correc-cin de pruebas. A partir de ah he dado clases en al-gunas reas del Instituto Nacional de Bellas Artes, he impartido la materia de tipografa en la carrera de diseo gr co de la Universidad Iberoamericana y tambin en la Universidad Autnoma Metropolita-na, as que de una forma u otra he combatido mi aversin a hablar en pblico.

    A los 80 aos, Mart Soler llega todos los das al Fondo muy temprano, manejando su propio auto, dispuesto a realizar la labor que lo ha acompaado por ms de seis dcadas: la edicin, y lo hace pensan-do en los lectores. Uno de los aspectos en que se puede reconocer a un buen editor es en su anonima-to. Una manera de que un editor salga a la luz de for-ma evidente es que sus libros no estn bien cuidados no hay que darle muchas vueltas : en todos los li-bros siempre habr un error que sealar; Joaqun Dez-Canedo era experto en encontrarlos a golpe de primera vista. Sin embargo, tanto el editor como el escritor y el diseador siempre tienen que trabajar con el mismo empeo y compromiso, para un solo cliente: el lector. W

    Sandra Licona, periodista, tiene a su cargo el rea de prensa del FCE.

    VARIACIONES DE VOZ Y CUERPO

    M A R T S O L E R

    Poesa1 ed., 2014; 124 pp.

    978 607 16 1955 6$135

  • 1 4 A G O S T O D E 2 0 1 4

    Hay pocos ejemplos de una personalidad tan resuelta y voluntariamente escindida como

    el de Juan Almela el atinado traductor y corrector y Gerardo Deniz el escritor desmadroso, insolente,

    erudito sin ostentacin . En esta charla con uno de sus lectores ms eles, recuerda su relacin con el Fondo,

    salpicada por ancdotas graciosas y patticas, y deja entrever las di cultades propias del o cio

    durante la segunda mitad del siglo XX

    Almela / Deniz:mi vida con el Fondo

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    ALMELA / DENIZ: MI VIDA CON EL FONDO

    A la mayora de los antiguos compaeros del corrector de pruebas y traductor Juan Almela en el Fondo de Cultura Econmica les habra costado creer que en agosto de 2014, cuando la institucin y l celebra-ran 80 aos, sera entre-vistado para La Gaceta no precisamente por las dos pocas en que trabaj para el Departamento Tcnico de la editorial o por los li-bros que cuid y tradujo, sino por la enorme relevan-cia que alcanz su obra potica, de la que muchos de ellos ni siquiera oyeron hablar. El talante hetero-doxo de quien rm todos sus libros con el seudni-mo de Gerardo Deniz, que por un lado ha levantado un notable edi cio potico reunido en Erdera, edi-tado por el propio Fondo en 2005 y por el otro ha hecho una crtica acerba de las ms diversas ideas e instituciones (la literatura y la academia, la univer-sidad, el psicoanlisis, el marxismo, el culto desme-dido por ciertos autores, el exilio republicano), se re- eja tambin en esta entrevista en la que el viejo em-pleado y autor del Fondo habla libremente sobre los recuerdos que lo ligan a esa casa editorial.

    Cules fueron las circunstancias que se dieron para que entraras a trabajar al Fondo la primera vez?No tiene n contar esa historia. Tiene todo su porqu, pero no tiene objeto el remontarse a aos enteros, per-sonas y gentes Pienso que hay un par de datos que hay que dar por sentados desde el principio. El prime-ro es que yo estaba ante todo al cabo de la calle de los mundillos de las editoriales y las imprentas. Todo eso me era familiar de toda la vida. Y segundo, mi historia previa con el Fondo, que tambin es larga y complica-da. Por eso quisiera partir del da de enero de 1958 en que por primera vez estuvo puesto en el reloj marca-dor de la puerta una tarjeta con mi nombre. Yo estaba buscando trabajo porque no daba una. El mundo no quera mi qumica y todo eso; entonces, pues necesita-ba urgentemente algo jo y en el Fondo lo encontr.

    Cmo era la atmsfera del Fondo a fines de los aos cincuenta?Pues era simptica en general, sobre todo si prescin-da uno de unos cuantos detalles. Cosa fcil, pues es-taba uno a gusto. Y haba su ciente gente interesan-te y simptica. Aceptable, en n.

    Por qu fue tan breve tu primer paso por el Fondo?No fue tan breve tampoco; deb estar un par de aos la primera tanda.

    Y a qu te dedicabas, cul era tu trabajo espec co?Pues mi trabajo era sacar un libro adelante, comen-zando por revisar la traduccin, salvo contadsimos casos que no lo ameritaban, y de ah ya luego leer y controlar las pruebas de imprenta hasta el nal, cuan-do llegaba el desagradable episodio de escribir la sola-pa para anunciar la obra en el forro. Fueron tantas ve-ces las que tuvimos que hacerlo todos con Breviarios y Breviarios y Breviarios, que ya recitbamos a coro la muletilla de la propaganda general de la coleccin.

    Y en esa primera etapa, cuidaste algn libro memorable?Cmo no. El primer libro, inesperadamente porque no le daba yo un centavo y me result interesante, se llamaba La psicologa social en la industria y luego, ipso facto, llegaron otros Lleg otro breviario lla-mado La trama de la vida, de ecologa, que entonces no era un tema tan palpitante como ahora desgracia-damente, y luego otros y otros que eran interesantes como Las grandes realizaciones en psicologa experi-mental. Luego ya cayeron las grandes obras de loso-fa de Santayana, Los reinos del ser por ejemplo, que era muy interesante Escriba muy bien el hispano-gringo aquel. As, todo iba muy bien. Lo que meti la cizaa en el orden intelectual ms o menos de todo esto fue la maldita economa, que a todos nos joroba-ba, que ninguno de nosotros entenda, y cuyos repre-sentantes eran una turba de malhechores que no sa-ban ingls, aun cuando se hubiesen doctorado en Oxford o en Harvard.

    No hubo un solo libro de ese tema que resultara interesante?De libros de economa, hubo uno que me sirvi de transicin porque era la biografa de un gran econo-

    mista, que fue Keynes, uno de los economistas clave del siglo xx, pero pues era un hombre muy culto, que escribi tambin un tratado sobre probabilidad y co-sas por el estilo y perteneca a un crculo intelectual londinense muy interesante al que perteneca, qu s yo, Virginia Woolf por ejemplo, y otros, y ese ambiente universitario de altos vuelos, y todo eso era muy inte-resante a pesar de las cadas en economa del seor Keynes, que en realidad fue lo que lo hizo inmortal.

    Quin era tu jefe en el Departamento Tcnico?Joaqun Dez-Canedo, que ya es difcil ponerle su -jos porque ya era el (ahora decimos) padre, porque anda por ah un hijo, pero en realidad era el hijo por-que el padre era el viejo amigo de Alfonso Reyes en Espaa. No trabaj en el Fondo ese Dez-Canedo ini-cial pero bautiz la Capilla Alfonsina y otras hierbas, y es el introductor de Alfonso Reyes en el Fondo. El Fondo fue creado por Coso Villegas, personaje su-mamente difcil de de nir; yo ni siquiera lo vi, y al cual parece que Or la [director del Fondo entre 1948 y 1965] le jug una mala pasada y lo despach de la direccin para quedarse l.

    Cules fueron los primeros libros que tradujiste para el Fondo?Para el Fondo traduje dos que eran del fsico Ga-mow, a quien le dio por ser chistoso: invent un per-sonaje, siempre escribiendo en ingls, ya emigrado a Estados Unidos (l era ruso de nacimiento; le cost mucho escapar del paraso sovitico, pero lo logr). Fue un fsico destacado, que adems tuvo la punta-da de inventar al seor Tompkins, un personaje gringo medio que le sirve para tirar al blanco contra la ignorancia. El primer libro que se tradujo en el Fondo de la serie del seor Tompkins lo hizo alguien ms con el pompossimo ttulo de La investigacin del tomo, pero de los que ya me encargu yo uno se llamaba El seor Tompkins aprende los hechos de la vida, y el otro El pas de las maravillas, que hablaba de la relatividad.

    Se mantuvieron mucho tiempo en el catlogo?No lo s. Yo, desde luego, no los quise volver a ver y tuve que volverlos a ver para una reedicin conjunta de libros de Gamow que hizo el Fondo hace ya, no sa-bra, veinte aos o veintids o veintinueve Eran una cosa de divulgacin totalmente prescindible para cualquiera que tuviera una formacin cient ca escolar.

    Por qu te fuiste del Fondo la primera vez?Sal a mediados del ao sesenta porque ya no sopor-taba un libro muy complicado de psicologa, pero que yo quera hacer bien. Estaba traducido con los pies, cosa muy normal en los libros del Fondo en su prime-ra versin, y le dije a Dez-Canedo que si me daba presupuesto para comprar una docena de libros y me dejaba un mes que dedicase yo el tiempo de trabajo a estudiar esos libros, que podra revisarlo con decoro. Pero como se no es el plan de un negocio, pues en-tonces [ah] se qued la cosa. No aguantaba yo aquel libro ininteligible aunque no era de economa, ya era pedagoga y complicadsimo, un libraco muy grande.

    Cmo se llamaba?Teoras del aprendizaje.

    De quin era?No me acuerdo ya.

    Al nal, se public?S, claro, con todas las barbaridades.

    En qu ao regresaste a trabajar al Fondo?Regres en 65 o algo as.

    Por qu regresaste?Porque desapareci mi trabajo previo del Centro de Documentacin. Logr su di-rector que lo aniquilaran y desapareci aqullo, lo cual fue para m un golpe terri-ble del lado intelectual porque dej de te-ner la revista cient ca a mi alcance, que era mi alimento principal desde haca ya aos, y me qued otando un tanto hasta que me llam Al Chumacero diciendo que cundo volva y tal. Volv cuando el Fondo entraba a la etapa ms grotesca de su his-

    toria, que fue la que cubri el sexenio de Daz Ordaz y en la cual tuvimos como director a don Salvador Azuela, que convirti a la editorial en una cosa ver-daderamente de risa, que dara para un libro entero, pero un libro cmico.

    Por qu fue tan negativa esa etapa?No, no fue negativa, fue ridcula. Porque nadie, em-pezando por el director Azuela, hasta el ltimo bueno, el ltimo no porque seguan ah los mismos: los que sobrevivieron a las expulsiones en busca de comunistas, porque la idea que le metieron en la ca-beza a Azuela es que en el Fondo de Cultura no po-das abrir un cajn sin encontrar un lingote de oro de Mosc, lo cual era mentira porque muchos defectos tena Or la, y soy el primero y aun el nico a veces en reconocerlos, pero en las cuentas el funcionamiento del Fondo era perfectamente limpio. Azuela meti una cantidad ilimitada de achichincles, gente absurda, exburcratas, en n, hasta que todo fue irse Daz Or-daz del poder y rpidamente se fue Azuela con todo su circo y nos pusieron a Carrillo Flores, Antonio, que haba sido ministro de Hacienda y era una perso-na muy agradable de trato pero tena tantos compro-misos, tantas obligaciones, desde la onu hasta no s qu, que el Fondo entr en una etapa de semidesinte-gracin, con directores mltiples Aqu fue especial-mente pernicioso un seor que meti creo que Carri-llo Flores si no, pues que la historia me corrija que era un seor Hegewisch que divida los libros en de administracin de empresa y libros para exqui-sitos. Los libros para exquisitos eran todo lo que fuese historia, ciencia, lo que fuera, y no merecan mayor atencin.

    Y en esa segunda etapa te encontraste con libros que te interesaran?En la segunda etapa, que es la de Azuela, no se publi-caron ms que refritos de cosas de tiempos de Or -la Y pues, qu s yo, siempre sala alguna cosa, el li-bro sobre Maximiliano y Carlota, de Conte Corti, por ejemplo. Adems, yo personalmente tena tam-bin mis altibajos y mis problemas, y todo se traba y es di cilsimo de resolver en cundo, qu fecha y co-sas as.

    Cul es el director del Fondo con el que mejor te llevaste?No, yo no tena mayor cosa que ver con directores, eran demasiado para m. Adems me di cuenta de que no se iba a ninguna parte con ellos. A los pocos das de ingresar yo por vez primera en el Fondo, si-guiendo sus admoniciones, le suger a Or la que se publicara un libro. Sonri amablemente, pero nunca se public. Y hete aqu que, no s, veinte aos, veinti-cinco despus, fue publicado por el Fondo.

    Qu libro era se?El budismo, de Edward Conze.

    Y esa vez, por qu te fuiste de la editorial?Qu decirte... Porque, por eso: porque ya no era el Fondo.

    Y te fuiste a otro centro de investigacinS. Era de una cosa que al principio pareca muy bri-llante y que se estanc y amol en un dos por tres, como todo.

    Ya haba aparecido tu primer libro, Adrede?S. Apareci en el setenta. Lo nico que re-cuerdo con precisin es que el nico que saba que exista era [Jaime] Garca Terrs [ligado al Fondo desde los aos setenta, y su director entre 1983 y 1988], y lo saba por su cuenta, pero nada ms. El resto de la gente, mis compaeros de entonces, al-gunos sobrevivientes de viejas pocas hasta ms viejos que yo, no tenan ni idea de ese vicio secreto mo.

    Hiciste buena amistad con Al Chumacero?S, pero muy poca porque tena demasia-dos amigos y dems. Eso s, siempre fue sumamente cordial. Recuerdo una vez muy agradable, un n de ao, cuando lo corri Azuela por comunista, que estuvi-mos mos en su casa unos cuantos y nos pasamos la tarde bebiendo y platicando.

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    ERDERA

    G E R A R D O D E N I Z

    Letr as mexicanas

    1 ed., 2005; 727 pp. 968 16 7631 9

    $285

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    IEn alguna ocasin Gabriel Zaid escribi palabras ms, palabras menos que una generacin literaria que contara con ms de diez poetas resultaba bastante sospechosa; as es que, con cierto rubor frente a la pro-puesta de Zaid, mencionar a trece poetas para referir-me a los que, en un periodo de diez aos, pertenecen a la generacin de Isabel Fraire Juan Bauelos, Ga-briel Zaid, Marco Antonio Montes de Oca, Jos Carlos Becerra, Jaime Labastida, scar Oliva, Abigael Bohr-quez, Carmen Alardn, Jos Emilio Pacheco, Jaime Augusto Shelley, Guillermo Fernndez, Homero Arid-jis , nacida en la Ciudad de Mxico en 1934, pero que se inici en la poesa de manera, digamos ms cons-ciente de la vocacin que no la abandonar nunca, en la ciudad de Monterrey, Nuevo Len, a donde se fue a vi-vir de nia o de adolescente. Por qu referirse con cier-ta arbitrariedad a un periodo de diez aos? Porque sa-bemos que los historiadores de la literatura, los inves-tigadores, los crticos, al referirse a la clasi cacin de generacin, se inclinan por delimitarla entre diez, vein-te y hasta treinta aos.

    Es en la Sultana del Norte donde Isabel Fraire ini-cia su brillante carrera como poeta, crtica y traducto-ra. Empez publicando sus primeros cuentos y poemas en peridicos escolares de la localidad, cursando des-pus sus estudios profesionales en la Facultad de Filo-sofa y Letras, de la unam, en la que tambin imparti clases de literatura, adems de completar su prepara-cin artstica estudiando danza, msica y pintura. En Monterrey conoci y trat a varios escritores cuya obra literaria es conocida y reconocida, como Zaid, Alardn, Jorge Cant de la Garza, Andrs Huerta y Rita Mura; es aqu donde la revista Katharsis edita sus primeros poemas en el ao de 1958. A partir de los aos sesenta Fraire ya est instalada en la Ciudad de Mxico y se in-corpora a la Revista Mexicana de Literatura, entonces dirigida por Carlos Fuentes y Emmanuel Carballo, como poeta, crtica, y en el consejo de redaccin.

    Es de hacer notar que, a partir de las colaboraciones en la revista dirigida por Fuentes y Carballo, Isabel Fraire es ya leda y admirada en esos aos tanto por sus poemas, que aparecan tambin en suplementos culturales y otras publicaciones, como por su crtica li-teraria, en lecturas novedosas, audaces y sin concesio-nes como lo hiciera magistralmente Gabriel Zaid . Tambin en esta dcada se dan a la publicidad sus tra-ducciones de poetas importantes de la lengua inglesa recordemos que los padres de Isabel eran mexicano y estadunidense que en ese tiempo, como ahora, eran ledos con voracidad y traducidos en Hispanoamrica esencialmente por poetas: Ezra Pound, T. S. Eliot, Wa-

    llace Stevens, E. E. Cummings, W. H. Auden, William Carlos Williams, reunidos en Seis poetas de lengua in-glesa (1976). Acerca de sus traducciones, ella a rma que debido a su origen, a estar en medio de las dos cul-turas, se le facilit la traduccin, por la comprensin profunda de los modismos lingsticos.

    En 1975, con la seleccin y traduccin de Thomas Hoeksema, se publicaron sus poemas de manera bilin-ge en una edicin de Mundus Artium Press en Athens, Ohio. En 1977 obtuvo la beca de la Fundacin Guggenheim con la que escribi su libro Poemas en el regazo de la muerte, por el que se hizo acreedora en 1978 al premio Xavier Villaurrutia. Fraire colabor en la Revista de la Universidad, Proceso, Revista de Bellas Artes, Pjaro Cascabel y el suplemento Sbado, de Uno-masuno, en el que tuvo una columna semanal de 1977 a 1981. Poeta errante, podramos llamarle, vivi en los Estados Unidos, Inglaterra, Espaa, Holanda, El Sal-vador, Francia, Nicaragua y hace unos aos se reinte-gr al panorama de la literatura de su pas, jando su residencia en la Ciudad de Mxico.

    IILa mayora de los lectores de Isabel Fraire no tuvieron la oportunidad de conocer sus primeros poemas, pu-blicados en Katharsis, en Monterrey. Por ello, a la edi-cin de su primer libro en la Ciudad de Mxico, Slo esta luz (1969), casi a la edad de Cristo, despert una se-rie de crticas y comentarios extraordinarios que ha-blaban con unanimidad del talento de una nueva poe-ta mexicana ms adelante veremos por qu . En su poesa reunida, Kaleidoscopio insomne (fce, 2004), nuestra poeta incluye los Primeros poemas a los que me re ero, como punto de partida para entrar a un espln-dido universo personal que la coloca entre las mejores y ms originales poetas del siglo xx.

    Antes de entrar en materia con su obra potica, no estara de ms citar unas frases que con respecto a su creacin ha declarado Isabel Fraire en algunos medios de comunicacin: La poesa es una expresin vincula-da a cada aspecto de la vida; No hay temas pequeos; Soy poeta porque desde joven he necesitado un medio sencillo, directo y expresivo que me permita plasmar mis ideas, pasiones, desazones, lo mismo en un auto-bs, que en la servilleta de la mesa de un caf; Cuan-do miro hacia atrs me sorprendo por las imgenes, como si contemplara muchos cuadros colmados de re-covecos y tramas; La poltica me apasiona, cada da leo el peridico de principio a n; La poesa da voz al alma humana; A lo largo de los aos no han cam-biado mucho los temas que me interesan; ah estn el amor, las ancdotas de viaje, el arte, la poltica, la fa-

    milia, tengo incluso poemas sobre mi abuelo gambusi-no que viaj a Alaska durante la ebre del oro.

    Estas frases nos ayudarn, o quiz puedan distraer-nos, en la necesaria intromisin de un lector atento para la mejor comprensin de su poesa comunin , o para protestar por las preguntas sin respuestas que con espritu crtico nos servirn para cuestionar nues-tra propia existencia.

    AH EST EL AMORAh est el amor, dice Fraire. Y sus Primeros poemas, claro, como los de casi todo poeta, son amorosos. En su expresin primeriza del amor se conjugan las in-quietudes pasionales propias de una edad temprana con un lenguaje claro, simple en el mejor sentido de la palabra entregado, plasmado en versos largos en su mayora, y en el que a veces aparece la musicalidad de ciertas formas clsicas, como el endecaslabo. Jus-to es reconocer que se nota la diferencia entre unos y otros poemas en los que Isabel pugna por dejar atrs un ritmo antiguo para llegar y lo logra a la mo-dernidad. Poesa de aqu y ahora, de aspiraciones suti-les en la posesin del alma y del cuerpo de la persona amada, de deseos ocultos que al nombrarlos, a travs de su palabra potica que no es la misma en otras circunstancias alcanzan un deslumbramiento en-traable hacia un encuentro compartido. Hay que de-jar muy claro que su lenguaje se va haciendo ms pro-positivo conforme se avanza en la lectura de los poe-mas, en los que ya se vislumbra algo de la magia, de la entonacin, del desencadenamiento de rumores anti-guos para llegar, experiencia de vida, a un preciso do-minio tcnico y una abierta confabulacin potica que nos hace pensar en la belleza de la forma y en la verdad del alma a travs de la poesa y soar con ellas, como en su libro Slo esta luz.

    LA POESA DA VOZ AL ALMA HUMANA La poesa da voz al alma humana, asegura Isabel Fraire. Y el alma humana se transparenta en los poe-mas de Slo esta luz (1969). Con un epgrafe revelador de Jos Gorostiza, de Muerte sin n, la poeta, despus de diez aos de escribir, trabajar y publicar el que se convertira en su primer libro en forma entre todos los recovecos y caminos que nos atrapan y zarandean con un aliento potico extraordinario que nos enfren-ta a la conciencia de uno mismo nos deja un verso es-truendoso que nos hace detener la mirada y el pensa-miento para interrogar a nuestra existencia, despus de sucumbir ante la seduccin y la sed de amor consu-mada por la libertad y el encantamiento: El mundo/ ha quedado vaco/hay solamente luz. Nos hemos

    Escueta y slida, la obra potica de Isabel Fraire responde a su deseo de explorar emociones y lugares, de descubrir misterios aunque queden sin resolver. Su a cin por las letras, en nuestro idioma o en ingls, la han llevado a traducir y a comentar lo hecho por sus colegas. Por derecho

    propio, Fraire pertenece a una generacin inusualmente bien dotada de voces lricas

    Isabel Fraire en sus ochenta aos

    D I O N I C I O M O R A L E S

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    ISABEL FRAIRE EN SUS OCHENTA AOS

    puesto a pensar cmo quedara el mundo si se vacia-ra? Me aventuro a decir que si eso sucediera, lo ms lgico sera pensar lo contrario, es decir, que todo se vera oscuro. Pero en la concepcin los ca, reli-giosa, potica Fraire recurre a su optimismo en la bsqueda y el encuentro de la luz, sin dejar de lado la memoria de una conciencia lcida o extraviada, a se-gn . En este libro se recurre a la celebracin del amor, a la alegra mgica que slo quien lo ha vivido ha derramado. Es una voz. Es el canto sinfnico de un universo personal tan acendrado del que se despren-den unas notas multiplicadas en el viento y que van tomando la forma humana de quien las escucha con todos los sentidos para hacerlas suyas. La vigilia y el sueo entrelazados, sin olvidar soledosos enigmas que se acentan a la ms leve mirada.

    LA POESA: EXPRESIN VINCULADA DE LA VIDA Isabel Fraire despliega parte de esos aspectos de la vida a los que est vinculada su poesa en su libro Encuentros casuales originalmente publicado en in-gls , rendiciones largamente meditadas empezando, claro, por el amor: Anda el amor suelto por las calles/ disperso en las miradas/sin encontrar un sitio. La luz aqu ya es otra. La mirada es ms severa en ms de un sentido, comparndola con la visin de antao, pues la vida trans gura vivencias y los signi cados de las pala-bras de su palabra cambian el espacio interior y el entorno en que fructi can o desaparecen sus apasio-namientos y desazones. La realidad asoma sus mani-festaciones en la otra manera de existir en los ojos de Fraire, que han preparado el terreno para mirarla ja-mente y no olvidar su existencia. En imgenes convo-cadas sin miramientos o restricciones por invadir un mundo entraablemente personal, aparecen la msica de la que ella es fantica , la casa, los amigos, la muerte, los momentos que por instantes la llevan a re- ejarse en las preguntas, en las respuestas, en la duda, en el desasimiento que revolotea en medio de una di-cha vencida o lejana. Las palabras es decir la poesa son el nico testimonio de aquellas y de estas horas porque ellas astillaran la verdadera piel del da.

    MUCHOS CUADROS COLMADOS DE RECOVECOS Y TRAMAS Juan Garca Ponce, en el prlogo a la edicin de los poemas de Fraire en el nmero 82 de la serie Material de Lectura, de la unam, escribe: La poesa de Isabel Fraire tiene un indispensable y sorprendente carc-ter espacial En estos poemas esparcidos en el espa-cio, alados, evanescentes, huidizos, en los que todo se rene y todo parece dirigirse a una inevitable disper-sin para encontrar en esta inesperada contradiccin, su verdadera y ms cerrada forma, las palabras no slo se oyen nos obligan a verlas en el espacio del poema. Esta descripcin de Garca Ponce, original y audaz, sigue siendo tambin vlida para los poemas de su libro Poemas en el regazo de la muerte (1977) y para otros ms; la poeta, en su afn desestabilizador para llamarle de alguna manera en el nacimiento del poema, como en un juego para nios, acomoda las palabras alternndolas con los silencios entre uno y otro verso y, sobre todo, con los vacos que le conceden al lector un respiro momentneo, para al -nal sorprenderlo, ahorcndolo o perdonndole la vida. Dicen los eruditos que fondo es forma pero en estos poemas la forma participa para la de nicin del fondo. En los materiales de este libro, Isa-bel Fraire abre su abanico de intertextua-lidades al iniciar algunos poemas como epgrafes de los poetas en lengua inglesa traducidos por ella. No sera tan cierto ha-blar de in uencias aqu, casi a la mitad de su vida, cuando ella ha perpetrado ya su manera, su estilo de poetizar, pero s decir que ciertos murmullos conceptuales han dejado su eco, que Fraire asimila y trasciende. Su mirada, siempre atenta a los acontecimientos cotidianos y a los excep-cionales desentraamientos que no todos los mortales alcanzan a vislumbrar, se abre como nunca al mundo y sus poemas son un festn de visiones que desencadenan el co-nocimiento y la pasin por lugares, objetos, nombres, ciudades, pintores, que el lector disfruta a travs de la modulacin de las ideas y de las palabras, a travs de un canto personal que en su propuesta potica ama-ciza diferentes instancias vivenciales de distintos estados de nimos: la alegra, el

    sarcasmo, el dolor, cierta amargura, y aunque se est prximo, segn Isabel, al regazo de la muerte, no niega el salvador optimismo por la vida.

    NO HAY TEMAS PEQUEOS: LAS ANCDOTAS DE VIAJEEn su libro Irse para volver, Fraire invita al lector a participar en un reencuentro, o a un recuento, con al-gunos temas manejados por ella con anterioridad. Es la visin de su mundo que puede ser la nuestra, aun sin haberla vivido, o vivido de otra manera: Chicago, Londres, Washington, Nueva York, Nicaragua, la Ciu-dad de Mxico no se crea que nuestra poeta diserta interminable sobre estas ciudades y su historia; al contrario, en la mayora de los casos, ella las llama vi-etas: es breve, parca, pero profundamente intensa a la hora de describir escribir situaciones que, de al-guna manera, hablan de la personalidad, del origen del sitio escogido y de su mirada, que viene a ser un re-ceptculo de la memoria. No faltan la crtica, el asom-bro, el placer, el descontento, la evasin, la entre-ga. As nos enteramos de que en Londres vivieron En-gels, Freud, Katherine Mans eld y tambin George Orwell, que venda libros, que tiene un parque sonm-bulo y neblinoso; en Nueva York a veces la soledad es insoportable en un cuarto de hotel; en la estacin del metro se esceni ca una historia negra de drogas y rompimiento familiar; en Chicago socarronamente nos cuenta el manejo de una caseta de cobro. Mencin aparte para m merecen las vietas de Nicaragua y la Ciudad de Mxico. En Nicaragua, donde ella estu-vo cubriendo los das de la revolucin y la cada de So-moza, es la mirada pasional de una simpatizante que describe con certeza y humildad los acontecimientos, los que vertidos a la poesa, a su poesa, nos dan una idea de la magni cencia de la llegada de la libertad. En la Ciudad de Mxico Isabel Fraire realiza un re-corrido, un poco a la manera de Efran Huerta, por San Jernimo, la Roma Sur, el Centro Histrico, Cha-pultepec, la Diana Cazadora, pero con su estilo muy particular de nombrar y con sus visiones caleidosc-picas que la hacen ser distinta de otros poetas que tambin han abordado estos temas.

    LA POLTICA ME APASIONA Si en el ttulo de su libro En el regazo de la muerte po-demos entender, en una lectura y en una interpreta-cin conservadora, una especie de proteccin hacia determinados acontecimientos y no nos importa que sea la muerte quien lo haga para no llegar toda-va a sus terrenos tan temidos, en Atando cabos, como se puede deducir de su nombre, se piensa en un reco-rrido cinematogr co de principio a n de toda una vida, o de toda la vida, acumulada en la memoria. Es la hora del balance. La hora de ajustar los clavos para la cruz. La hora de confrontarse en un espejo cncavo y que ningn resplandor permita la huida. Puede ser la ltima entrega entre las sombras, o una salida vic-toriosa hacia la luz, porque la misma muerte no inte-rrumpe la vida/ ni la victoria trae la paz. ste es el libro, me atrevera a decir, ms desgarrador que escri-bi Isabel Fraire. El solo inicio de un poema: Hay una tristeza terrible en mis adentros./ Una tristeza de paja, de mierda y de culebras nos corta la respi-racin y nos prepara en mala hora para el dolor de este mismo poema y de los que vendrn, que litera-riamente hablando, en fondo y forma, en forma y fon-do, alcanzan cumbres poticas muy altas. Aunque

    ste es un dolor muy personal, es tanta su fuerza devastadora por cantar a lo griego las sinrazones de la vida que se lleva hacia regiones oscuras o mejores, quin lo sabe a ciencia cierta a David su hijo mayor , que tambin carga con la cruz del movi-miento del 68, en el que particip de una manera directa, y deja constancia, histri-ca y potica, con altura, de uno de los acon-tecimientos ms lamentables en la histo-ria de nuestro pas.

    Para terminar, enlazar dos poemas bre-ves de Isabel Fraire y parodiar una frase muy conocida y mencionada entre los fot-grafos: estas palabras dicen ms que mil imgenes: Escribir/cientos de veces/el mismo poema/con palabras diferentes/ se es el destino del poeta. Eso explica/la unidad de la obra/ su constancia temtica/ el eterno retorno.W

    Dionicio Morales, adems de poeta, es ensayista y crtico literario y de arte.

    KALEIDOSCOPIO INSOMNE

    Poesa reunida

    I S A B E L F R A I R E

    Letr as mexicanas

    1 ed., 2004; 341 pp. 968 16 7193 7

    $179

    E V I E N E D E L A P G I N A 1 5

    Cmo empez tu relacin con el Fondo como autor?Porque Garca Terrs siempre me deca que si tena algo que darles para el Fondo. Despus, a fuerza de repetirlo, ya pareca que no haba peligro cuando, zas!, hete aqu que me lo encuentro por la escalera, cuando ya no estaba yo jo en el Fondo, y me pregun-ta: Y cundo nos va usted a dar algo? Le contest: Aqu lo traigo. [Era Gatuperio; se public en 1978.]

    Cmo te ha tratado el Fondo como autor?Bien. Es decir, para pasarme un papel ms o menos frecuentemente diciendo que no se venda nada Y ya. En realidad cuando me sirvi algo econmi-camente fue cuando sali Erdera, y entonces ya de plano no ten