africanc3ada y etnicidad en cuba ralph alpizar

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ÍNDICE Prólogo / XI Agradecimiento / IX Introducción / 1 ¿Cómo hacerlo? / 3 I. Los componentes africanos en la etnohistoria de Cuba: principales dificultades para su estudio / 9 II. Los precursores: la visión del otro desde Europa y Norteamérica / 15 III. Los primeros estudios etnohistóricos durante el siglo xix / 23 El acercamiento lexicográfico de Pichardo / 23 La aproximación geográfica de José María de la Torre / 26 La propuesta geográfica y antropofísica de Poey / 27 Los estudios antropológicos de Dumont / 29 Los tanteos etimológicos de Macías / 37 IV. Nuevas interpretaciones sobre los africanos en Cuba durante los siglos xx y xxi / 39 Las tres aproximaciones de Ortiz / 39 El impulso de Pérez Beato / 41 Grupos y subgrupos clasificados por Lachatañeré / 43 La labor divulgativa de Martín / 48 Acercamiento a los esclavos y horros en La Habana del siglo xvi / 50 Las contribuciones de Deschamps / 51 Valdés Bernal y los grupos etnolingüísticos subsaharianos / 52 Los trabajos de López Valdés / 54

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  • NDICE

    Prlogo / XI Agradecimiento / IX Introduccin / 1

    Cmo hacerlo? / 3 I. Los componentes africanos en la etnohistoria de Cuba: principales

    dificultades para su estudio / 9 II. Los precursores: la visin del otro desde Europa

    y Norteamrica / 15 III. Los primeros estudios etnohistricos durante el siglo xix / 23

    El acercamiento lexicogrfico de Pichardo / 23 La aproximacin geogrfica de Jos Mara de la Torre / 26 La propuesta geogrfica y antropofsica de Poey / 27 Los estudios antropolgicos de Dumont / 29 Los tanteos etimolgicos de Macas / 37

    IV. Nuevas interpretaciones sobre los africanos en Cuba durante los siglos xx y xxi / 39

    Las tres aproximaciones de Ortiz / 39 El impulso de Prez Beato / 41 Grupos y subgrupos clasificados por Lachataer / 43 La labor divulgativa de Martn / 48 Acercamiento a los esclavos y horros en La Habana del siglo xvi / 50 Las contribuciones de Deschamps / 51 Valds Bernal y los grupos etnolingsticos subsaharianos / 52 Los trabajos de Lpez Valds / 54

  • De la Fuente y los esclavos de los siglos xvi y xvn / 56 El estudio muestral de Crem Ramos / 57 Guanche y los componentes tnicos africanos / 59 Nez Jimnez y la prensa peridica colonial / 60 Presencia bant en Santiago de Cuba / 61 Africanos en Ranchuelo / 61 Portuondo Ziga y los cabildos santiagueros / 62 Novoa Betancourt y los esclavos de Holgun / 63 Gmez Guerra y los esclavos de Camajuan / 64 Basso Ortiz y los grupos gang / 65 Moner y los cabildos matanceros / 66

    V. Procedencia de los componentes tnicos africanos en Cuba / 68 Zona I. Entre Cabo Blanco y Cabo Las Palmas / 70

    1.1. Guinea / 70 I. 2. Gang / 71 I. 3. Mandinga / 76 I. . Otros componentes tnicos / 85

    Zona II. Costa de Oro / 95 II.l. Mina / 96 II.. Otros componentes tnicos / 101

    Zona III. Costa de los Esclavos (Ensenada de Benin) / 106 III. 1. Arar / 107 111.2. Carabal / 110 111.3. Lucum / 116 III.. Otros componentes tnicos / 126

    Zona IV. Entre Cabo Lpez y Cabo Negro / 132 IV. 1. Congo / 135 IV. . Otros componentes tnicos / 152

    Zona V. Costa oriental, entre Mombasa y Zitundo / 159 V.l. Macu / 160 V.. Otros componentes tnicos / 161

    VI. Otras reas de Europa y el Norte de frica / 163 VII. Otras reas de Amrica continental e insular / 165

    Conclusiones / 193 Anexos / 197 Denominaciones tnica de africanos en Cuba, segn fuentes de los siglos xvi al xxi / 199

  • Anexo 2 Denominaciones tnicas y etnnimos incluidos por Esteban Pichardo en su Diccionario provincial casi-ra^onado de vo^esy frases cubanas (1836) / 227 Anexo 3 Denominaciones tnicas y etnnimos incluidos por Jos Mara de la Torre en su Compendio de Geografa fsica, poltica y comparada de ta Isla de Cuba (1854) / 228 Anexo 4 Denominaciones tnicas y etnnimos incluidos por Henri Dumont en su Antropologajpatologa comparada de los negros esclavos (1876) / 228 Anexo 5 Denominaciones tnicas y etnnimos incluidos por Jos Miguel Macas en su Diccionario cubano; etimolgico, crtico, ratonado y comprensivo (1888) / 229 Anexo 6 Denominaciones tnicas y etnnimos incluidos por Fernando Ortiz en Los negros brujos (1906) / 230 Anexo 7 Denominaciones tnicas y etnnimos incluidos por Manuel Prez Beato en su artculo Procedencia de los negros de Cuba (1910) / 232 Anexo 8 Denominaciones tnicas y etnnimos incluidos por Fernando Ortz en Los negros esclavos (1916) / 234 Anexo 9 Denominaciones tnicas y etnnimos incluidos por Fernando Ortiz en Glosario de afronegrismos (1924) / 244 Anexo 10 Denominaciones tnicas y etnnimos incluidos por Romlo Lachataer en Tipos tnicos africanos que concurrieron en la amalgama cubana (1939) / 258 Anexo 11 Denominaciones localizadas por Pedro Deschamps Chapeaux en El negro en la economa habanera del siglo xix (1970) / 259 Anexo 12 Denominaciones tnicas y etnnimos identificados por Rafael L. Lpez Valds en Pertenencia tnica de los esclavos de Tiguabos (Guantnamo) entre los aos 1789j 1844 (1986) / 259

  • Anexo 13 Denominaciones tnicas y etnnimos incluidos por Rafael L. Lpez Valds en Notas para el estudio etnohistrico de los esclavos lucum en Cuba (1986) / 263 Anexo 14 Denominacione tnicas y etnnimos identificados por Alejandro de la Fuente Garca en Denominaciones tnicas de los esclavos introducidos en Cuba. Siglo xviY XVII (1986) / 265 Anexo 15 Denominacin tnicas y etnnimos localizados por Zo Crem Ramos en Pesquisaje sobre la procedencia de los esclavos en la jurisdiccin de Cuba entre 1792-1838 (1994) / 266 Anexo 16 Denominaciones tnicas y etnnimos agrupados por Jess Guanche en Componentes tnicos de la nacin cubana (1996) / 268 Anexo 17 Denominaciones tnicas localizadas por Rebeca Caldern, Elsa Almaguer y Milagros Villaln en Bantes en la jurisdiccin de Cuba: consideraciones tipolgicas (2000) / 272 Anexo 18 Denominaciones tnicas localizadas por Silvia Padrn Jomet y Tania Bonachea Macas en (Asentamiento africanos en Ranchuelo (2000) / 274 Anexo 19 Presencia histrica de los componentes africanos en Cuba segn las principales zonas geogrficas de procedencia / 274 Bibliografa / 285

  • AGRADECIMIENTOS

    Al colectivo de la Fundacin Fernando Orti% por su incondicional apoyo; a Efigenia Barroso Mangueira Van-Dnem, de Angola, por su colaboracin; a Enrique Beldarran Cbaple, de La Habana, Cuba; a Luis Belirn, de la Universidad de Alcal, Espaa; Nina S. de Friedemann, de la Pontifia UniversidadJaveriatia de Bogot, Colombia;Sandra Gift, de Trinidady Tobago;MariHareide, dla Comi-sin Nacional Noruega de la UNESCO, Oslo; Blas Jimnez de la Comisin Nacional Dominicana de la UNESCO, Santo Domingo; Oweena Camile Fogarti, de Mxico; Dina V Picotti, de Argentina; Estrella Rey Betancourt, Elise Soumonni, de Benn; Gema Valds, de la Universidad Central de las Villas, Cuba; John Wilberforce Essiah, de Ghana, por el apoyo bibliogrfico. Asimismo, a los amigos y colegas antroplogos Eduardo Archetti, de la Universidad de Oslo, Noruega; Marc Blanchard, de la Universidad Davis, California, los Estados Unidos; Delfn Quedada Domnguez de la Facultad de Antropologa de la Universidad Autnoma de Yucatn, Mxico; y Jos Valero Salas, de Zaragoza, Espaa, por el apoyo informtico. A Sergio Valds Bernaly Mara del Carmen Barcia por sus precisas observaciones y sugerencias.

  • PRLOGO

    Durante muchos aos Jess Guancbe se ha preocupado por estudiar la etnicidad.' Un resultado mayor,y tambin ms afinado, en relacin con esta temtica, es la obra que ahora nos presenta: Africana y etnicidad en Cuba, porque en esta muestra, resumey concluye no solo sus resultados, sino todos los alcanzados hasta elpresente por la etnologa cubana, en un tema tan complejo y actual como es el referido a los componentes tnicos africanos en el Nuevo Mundo.

    Para lograr sus propsitos, el autor inicia un largo viaje, desde los orgenes de estos estudios en Cuba hasta los ms actuales, para llegar, y tambin justificar, una intere-sante propuesta metodolgica. Al final nos entrega la ms amplia relacin de denomi-naciones tnicas de los africanos en Cuba que ha sido elaborada hasta el presente.

    Uno de los aspectos relevantes de esta obra es que brinda, en apretada sntesis, los diversos abordajes de esta temtica. El autor transita por la visin fornea de los otros, presente en los diarios de viajeros. Tambin muestra las distintas referencias en estudios clsicos y dispersos como los realizados por Esteban Pichardo, Jos Mara de la Torre, Felipe Poey, Henry Dumondy Jos Miguel Matas, durante el siglo XIX. Analiza los enjundiosos trabajos de Fernando Orti% Manuel Prez Beato, Rmulo Eachataer, Juan Euis Martn, Mara Teresa de Rojas, Pedro Deschamps Chapeaux, Sergio Valds Bernal, Rafael E Epe^Valdsy Alejandro de la Fuente, en el siglo XX. E incluye, para puntualizar aspectos especficos, algunos estu-dios regionales realizados por diversos autores como Olga Portuondo, Rebeca Calde-rn, Elsa A/maguer y Milagros Villaln o Zo Crem Ramos, entre muchos otros.

    En este extenso recuento, el autor muestra la superficial visin de los viajeros, lgica consecuencia del que solo observa sin profundizar; as diversas miradas de algunos cientficos del siglo XIX, entre las cuales sobresale, a pesar de su percepcin

    1 Son de su autora Procesos etnoculturaks de Cuba (1983), Caidije (1988), Componentes tnicos de ta nacin cubana (1996 y 2008); Espaa en ta savia de Cuba (1999).

    XI

  • J E S S G U A N C H E

    casustica, Y por lo tanto restringida, los estudios de Hetiri Dumont. Para el siglo XX, se destaca su interesante anlisis crtico sobre los aportes realizados desde Fernando Ortiz basta los estudiosos que han abordado el tema reentemente.

    Otro aspecto interesante de este libro, sumamente ventajoso para los especialistas, es sus prolijos anexos. Parte de estos, brindan informacin sobre las proposiones especficas que han realizado, a lo largo de dos siglos, los principales investigadores del tema. De esta manera los estudiosos de la etnidad y tambin aquellos que se aproximan al asunto por simple curiosidad, tienen la posibilidad de encontrar, en un solo volumen, la informacin que corresponde a obras dispersas, algunas de las cuales solo pueden ser consultadas en colecciones especializadas.

    Resulta evidente que el objetivo esencial de esta obra es mostrar la complejidad de nuestros orgenes culturales. Espaa como una vertiente o Africa como otra son generali^ariones que poco aportan a precisiones especficas. En el segundo caso la complejidad es mayor por la diversidad de grupos y las clasificaciones a que estos han sido reducidos, muchas de estas permeadas por una racialidad begemnica.

    Ea mltipleprocedencia de las etnias africanas es elprincipal aspecto abordado. Para esta cuestin, muy de moda en los estudios africanos actuales, el autor utiliza una bibliografa extensa que evidencia la complejidad del asunto a travs de las posidonesy criterios de los africanistas ms importantes. Para exponer sus criterios escoge, entre otras propuestas elaboradas por africanistas de prestigio, la divisin de ese continente en cinco zonas emisoras, propuestapor Rafael E Valds, a las cuales aade otras dos, que define como de menor trascendenciay significacin histricas, una que incluye el norte de frica y Europa, y otra que abarca las Amricasy el Caribe. En todas y cada una de estas regiones incluye aquellas etnias que llegaron a nuestra Isla.

    Ea propuesta realizada por Jess Guanche en esta obra tiene su fundamento en una base de datos que aglutina los componentes tnicos africanos que han sido locali-zados en Cuba. Para organizar su informacin, utiliza las zonas a que ya hicimos referencia y clasifica las agrupaones que llegaron a Cuba por sus etnnimos (ttulos que designan una comunidad tnica y son aceptados y utilizados por sus integrantes para autodenominarse), sus denominaciones tnicas (ttulos con los que fueron recono-cidas ciertas comunidades tnicas en su contexto histrico y no fueron usadas por los integrantespara autodenominarse)y sus designaciones metatnicas (trminos abaadores

    y genricos, creados por el trfico esclavista y usados por lo tanto en documentos de poca. Incluyen diferentes etnias y por lo general fueron construidos a partir de topnimos o hidrnimos).2

    Ea complejidad de establecer modelos, a partir de tan complicados asuntos, no escapa al autor, quien insiste adems en las diferencias entre los etnnimos que carac-terizan a los grupos que existan antes de la presencia europea, influidos por la distorsin introducida por los diversos colonialismos, con respecto a aquellos que son

    2 Estas definiciones fueron empleadas por Rafael L. Valds en su artculo "Problemas del estudio de los componentes africanos en la historia tnica de Cuba", en Componentes africanos en el etnos cubano, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1985, pp. 50-73.

    XII

  • PRLOGO

    identificados por la filian lingstica actual y con los que se identifican a partir de ciertas invenciones introdudas por los colonizadores, como el del trmino Igboland, por ejemplo.

    Tras los antecedentes y los presupuestos metodolgicos, el autor nos entrega, en el captulo V, la parte ms importante de sus estudios. Esta resume aportes variados que proceden de numerosos estudiosos del tema y sus propias inclusiones.

    YM extensay ordenada informacin que rene Jess Guancbe, en textos y tablas, constituye, desde este momento, un referente obligado para todos los estudiosos del tema afroamericano en general y cubano en especial. Estamos en presencia de un estudio acucioso, que refleja largos aos de bsqueda y dedicacin, y que por lo tanto marca una pauta y tambin un punto de llegada para la etnologa cubana.

    D r a . MARA DEL CARMEN BARCIA ZEQUEIRA

    Universidad de La Habana

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  • INTRODUCCIN

    Las culturas nacionales de Amrica y el Caribe deben una parte signifi-cativa de su formacin histrica al poblamiento de africanos esclaviza-dos durante los siglos xvi al xix. En el caso de Cuba, la presencia africana ha sido mltiple y constante desde los albores de la poca colonial hasta la acelerada intensificacin del trfico clandestino durante el ocaso de la dominacin hispnica en la Isla. Sin embargo, an no queda claro, en relacin con las influencias culturales, la amplia diversidad de denomi-naciones con las que fueron conocidos (comprados, vendidos, alquila-dos, perseguidos) ms de un milln de personas trasladadas a esta parte del Caribe, a las que se les impuso una identidad u otra, disociada casi siempre de su sentido de pertenencia grupal y en muchos casos depen-diente del lugar de captura, del depsito de esclavos, del sitio de embar-que y hasta de las lenguas de los traficantes africanos y europeos.

    El propio tema de la trata de personas esclavizadas desde frica hacia Amrica se aborda desde diferentes perspectivas segn regiones (frica, Amrica y Europa), lenguas y punto de vista metodolgico. Muchos anglohablantes se refieren a la trata esclavista trasatlntica (Transatlantic Slave Trade) con todas las implicaciones interpretativas en lo histrico y sociocultural debido a la trascendencia y actualidad de la lucha contra el racismo, la discriminacin racial y sus secuelas; los francohablantes an hacen referencia a la trata negrera (Trate Ngriere), lo que rememora dramticamente el lxico de los traficantes, indepen-dientemente de la seriedad y rigor de los estudios realizados; autores lusohablantes se refieren al comercio negrero (Comrcio Negreiro), para desentraar las redes establecidas desde el interior del continente africa-no hasta la costa mediante el aprovechamiento de sus ricas fuentes do-cumentales y de la memoria oral. De este lado del Atlntico, es necesario

    1

  • J E S S GL'ANCHE

    reflexionar y enfatizar tambin sobre la trata transamericana y caribea que, paralelamente a la proveniente de frica, se reflej en las ms variadas deno-minaciones de compra-venta, captura y trasiego de africanos y des-cendientes segn los sitios de concentracin, reventa y distribucin de esclavos, desde el sur de los Estados Unidos de Amrica hasta Suramrica, con especial nfasis en el Caribe insular.

    Los componentes tnicos africanos en Cuba han sido denominados de mltiples maneras, casi siempre relacionados con la historia y los avatares del trfico trasadntico, desde la temprana presencia berber al norte de frica hasta la clandestina irrupcin de los maku en frica oriental durante la segunda mitad del siglo xix.

    De los estudios realizados hasta nuestros das, se deriva un conjunto de cuestiones a dilucidar que sirven de motivacin esencial al presente trabajo: Cuntos fueron los componentes tnicos africanos que partici-paron en la formacin del pueblo cubano?, cules fueron las diferen-cias entre sus etnnimos propios y las denominaciones con las que se conocieron como resultado del comercio esclavista trasatlntico y del trfico en las Amricas y el Caribe?, cmo han sido identificados en Cuba segn la diversidad de fuentes que los refieren?, cules son los principales problemas para el conocimiento actual de estos componen-tes tnicos?, cmo se puede sistematizar el conjunto de componentes tnicos africanos en Cuba de acuerdo con el estado actual de conoci-mientos al respecto?

    Para tratar de responder las anteriores cuestiones es necesario realizar una evaluacin crtica de los alcances y limitaciones de las investigaciones sobre los componentes tnicos africanos en Cuba desde la poca colo-nial hasta el presente; valorar la significacin metodolgica y referencial de nuevas fuentes documentales que posibilitan un estudio renovado del tema; elaborar una base de datos digitalizada sobre los componen-tes tnicos africanos en Cuba; y establecer una propuesta actualizada sobre la clasificacin de los componentes africanos en la historia tnica de Cuba.

    El estado actual del conocimiento sobre el tema permite adelantar al menos tres aproximaciones conjeturales:

    1. Las denominaciones tnicas de los africanos en Cuba se relacio-nan mayormente con los topnimos e hidrnimos que desig-nan e identifican los territorios y reas fluviales o martimas de procedencia, respectivamente; en menor medida se correspon-den con los etnnimos y lingnimos, o ambos, segn las per-sonas o grupos reconocidos por su pertenencia o filiacin tnica

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  • INTRODUCCIN

    y/o lingstica; y con la reventa procedente del propio conti-nente americano y las islas del Caribe.

    2. Las denominaciones de los africanos en Cuba han sido identifica-das principalmente a travs de los vocablos transcritos en las len-guas de los pases participantes en el trfico esclavista, ms que en las lenguas africanas vinculadas con el comercio de esclavos.

    3. La posibilidad de identificar y clasificar la inmensa mayora de denominaciones existentes en Cuba se corresponde con la alta capacidad de resistencia y supervivencia de los pueblos africa-nos involucrados en el gran holocausto trasatlntico.

    Cmo hacerlo?

    Retomar el tema de los componentes africanos en la historia tnica de Cuba en el umbral del tercer milenio requiere de un enfoque transdisci-pnario que relacione mtodos y procedimientos de diversas disciplinas tradicionalmente tenidas por particulares o propias de las ciencias socia-les y humanidades, como la antropologa, la demografa, la geografa, historia, lingstica y otras vinculadas de modo directo o tangencial al objeto de estudio. De manera especial la informtica ha creado nuevas posibilidades de procesamiento y anlisis de datos que permiten no solo acceder a los grandes volmenes de informacin existentes,1 sino muy especialmente correlacionar y reanalizar los etnnimos, denomina-ciones tnicas, topnimos, hidrnimos y lingnimos que hasta el pre-sente no han sido identificados y mucho menos clasificados.

    Diversos autores extranjeros han realizado mltiples esfuerzos por sistematizar los etnnimos africanos al sur del Sahara. El belga Van Bulck,2 del Real Instituto Colonial Belga, logra la sistematizacin de etnnimos y lingnimos bant; el checo Ivan Hrbek,3 del Instituto de Estudios Orientales de Praga y autor de mltiples trabajos sobre historia de frica, una amplia inclusin de emnimos africanos y sus variantes denominativas;

    1 Un ejemplo de ello son las versiones de la Enciclopedia Encarta (1998 al 2007 y sus actualizaciones en Internet) de Microsoft, con su instrumento metdico del Organi-zador de investigacin, que permite crear y procesar amplios ficheros y convertirlos en usos mltiples, o la Encarta Africana (1999), de carcter especializado, con un enfoque que incluye la herencia africana en las Amricas y el Caribe.

    2 Ver Orthographie des noms ethniques an Congo Be/ge, Bruxelles, 1953. 3 Ver "A list of African ethnonyms," en African ethnonyms and tapom/ms, The general

    history of Africa, Studies and documents, UNESCO, Pars, 1984, no. 6, pp. 141-186.

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  • J E S S GL'ANCHE

    el acadmico ruso Dimitri A. Olderogue,4 se destaca por el valor metodolgico de sus consideraciones sobre la historia tnica de frica precolonial; el demgrafo ruso Salomn Bruk,5 del Instituto de Etno-grafa Miklujo-Maklai de Mosc, por la estimacin del monto demo-grfico de cada etnia (grupo humano con autodenominacin comn) independientemente de sus territorios de asentamiento; as como el religilogo G. A. Shpanikov,6 quien relaciona los componentes tnicos africanos con las prcticas religiosas tradicionales y otras religiones eclesiales de los perodos colonial y postcolonial.

    De modo habitual diversos autores anglohablantes han volcado su inters hacia el problema de los etnnimos africanos, como las recono-cidas obras de George P. Murdock7 y de Donald George Morrison, Robert Cameron Mitchel, John Naber Paden y Hugh Michael Stevenson.8 Recientemente, el texto de Daniel P. Biebuyck, Susan Kelliher y Linda McRae9 actualiza estos esfuerzos. De manera complementaria, la obra historiogrfica de Hugh Thomas, indaga en mltiples detalles del trfico humano durante ms de cuatro siglos y relaciona el comercio de escla-vos con las denominaciones de sus traficantes y de las vctimas.10 El autor hispanohablante, Ramn Valds," catedrtico de Antropologa Cultural de la Universidad Autnoma de Barcelona incluye un amplio glosario de componentes tnicos africanos distribuidos en siete reas geogrficas del continente:

    1. Los pueblos del frica del Norte y del Sahara; 2. los pueblos del Sudn; 3. los pueblos del frica occidental; 4. los pueblos del frica central; 5. los pueblos del frica oriental;

    4 Ver Etnicheski istorii afriki [Historia, tnica de frica], Editorial Ciencia, Mosc, 1977. 5 Ver las ediciones de "frica" en Nceteme mira. Etnodemograficheskii spravochnik [La

    poblacin del mundo. Guia etnodemogrjicd\, Editorial Ciencia, Mosc, 1981 y 1986, pp. 546-688.

    6 Ver Religii stran afriki. Spravochnik [Las religiones en los pases de frica. Gua], Editorial Ciencia, Mosc, 1981.

    7 Consultar Africa: lis Peop/es and their Culture History, New York, 1959. 8 Consultar Black Africa. A Comparative Handbook, The Free Press, New York, 1972. 9 Se trata de African Ethnonyms: Index to Art-Producing Peoples of Africa, Simn &

    Schuster, New York: GK Hall, 1996 (en http://www.nextag.com/ frican_Ethnonyms_Reference~960364z2znzmainz6-htm).

    10 Ver La trata de esclavos. Historia del trfico de seres humanos de 1440 a 1870, Editorial Planeta, Barcelona, 1998.

    11 Consultar "Los pueblos africanos", en Las rascas humanas, Pueblos Africanos, Institu-to Gallach, Barcelona, 1997, t. 1, pp. 48-224.

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  • INTRODUCCIN

    6. los pueblos del frica Austral; y 7. los pueblos de Madagascar.

    Todos ellos, a modo de ejemplos, sirven de nuevas fuentes compa-rativas respecto de lo que han realizado los autores cubanos durante ms de un siglo y medio. Otros trabajos recientes como el de Nei Lopes (1993-1995), permite establecer comparaciones sobre la presencia bant en Cuba respecto de Brasil, que fue el mximo receptor de esclavos durante toda la historia del comercio trasatlntico. De manera anloga, las obras de Gonzalo Aguirre Beltrn (1972), Miguel Acosta Saignes (1878), Nina S. de Friedemann (1993) y Carlos Esteban Deive (1996), por ejemplo, facilitan cotejar transcripciones de etnnimos y otras de-nominaciones tnicas en pases como Mxico, Venezuela, Colombia y Santo Domingo, respectivamente.

    En el orden metodolgico se han tomado en consideracin varios factores que interactan:

    1. Los aportes de los precursores del tema mediante la literatura de viajeros en Cuba y los primeros estudios del siglo xix desde varios campos del conocimiento de disciplinas especficas como la geografa, la antropologa fsica y la lingstica. De modo es-pecial se hace referencia a los trabajos que durante el siglo XX e inicios del XXI han tratado de enumerar y sistematizar la mltiple presencia de los componentes tnicos africanos desde otros campos del conocimiento histrico, etnogrfico y demogrfi-co. Todo lo anterior representa una importante acumulacin selectiva de informacin que hace posible relacionar ms de mil etnnimos, denominaciones tnicas y metatnicas con un am-plio conjunto de fuentes, algunas clasificantes (con aciertos y desaciertos) y otras solamente enunciativas. Este factor aborda el tema desde el ngulo receptivo de africanos esclavizados. Para realizar un anlisis y posterior clasificacin de las denominacio-nes, hicimos una relacin alfabtica segn las principales fuentes que hemos estudiado el tema en Cuba (ver el Anexo 1), donde se incluyen 758 entradas de datos que abarcan trminos nicos o variados, anlogos por la transcripcin y la acentuacin, para una amplia muestra de 1 219 denominaciones a partir de 42 fuentes documentales y bibliogrficas.

    2. Las contribuciones internacionales sobre el trfico trasatlntico de esclavos y las variaciones denominativas de los etnnimos en frica hacen posible delimitar, para el estudio de la problem-tica cubana, cinco zonas principales de emisin que se corres-ponden geogrficamente con un grupo de pases actuales. (Ver

    5

  • ]ESS G L A X C H I ;

    en este libro, el mapa titulado Principales Zonas de Procedencia de Africanos Esclavizados Registrado en Cuba durante los si-glos xvi al xix).

    Zona I. Entre Cabo Blanco y Cabo Las Palmas, correspon-diente a las costas e interior de Mauritania, Cabo Verde, Senegal, Mal, Gambia, Guinea-Bissau, Gui-nea, Sierra Leona y Liberia.

    Zona II. Costa de Oro, se corresponde con el rea de Costa de Marfil, Ghana y Burkina Faso.

    Zona III. Costa de los Esclavos, abarca los actuales territo-rios de Togo, Benin, Nigeria, Camern y Guinea Ecuatorial.

    Zona IV. Entre Cabo Lpez y Cabo Negro, que es una parte significativa del rea bant, abarca los territorios de Gabn, Congo, Repblica Democrtica del Con-go y Angola.

    Zona V. Costa oriental, entre Mombasa y Zitundo, en la de-limitacin de los territorios de Tanzania, Mozambi-que y Madagascar.

    El volumen de las denominaciones se ampla con otras reas de Europa y el Norte de frica y otras zonas de las Amricas y el Caribe, que si bien poseen menos significacin estadstica, estn presentes desde el siglo xvj hasta fines del siglo xix. Para comparar los etnnimos africanos con las denominacio-nes con que son conocidos en Cuba, hemos considerado los etnnimos fundamentales segn pases, su vnculo con otras denominaciones segn diversas lenguas de referencia, junto con el nexo con las etnias principales. Esto representa el marco in-formativo para el anlisis de la emisin migratoria forzada.

    El estudio crtico de los dos factores anteriores nos permite clasificar los componentes africanos en Cuba (segn etnnimos, denominaciones tnicas y metatnicas) de acuerdo con las prin-cipales zonas de emisin en frica, las que al mismo tiempo se corresponden con etapas de formacin, auge y decadencia de la trata de esclavos.

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  • PRINCIPALES ZONAS DE PROCEDENCIA DE AFRICANOS ESCLAVIZADOS

    REGISTRADOS EN CUBA DURANTE LOS SIGLOS XVI AL XIX

    I. Entre Cabo Blanco y Cabo Las Palmas II. Costa de Oro

    III. Costa de los Esclavos IV. Entre Cabo Lpez y Cabo Negro V. Costa Oriental, entre Mombasa y Zitundo

    7

  • I. LOS COMPONENTES AFRICANOS EN LA ETNOHISTORIA DE CUBA: PRINCIPALES

    DIFICULTADES PARA SU ESTUDIO

    El anlisis de las diversas fuentes que han servido para identificar la procedencia tnica, geogrfica y lingstica de los componentes africa-nos durante la historia colonial de Cuba, desde los viajeros precursores hasta las clasificaciones ms recientes, nos permite determinar un con-junto de aspectos principales que pueden contribuir a sealar lo extre-madamente complicado del tema y trazar algunos indicios para su mejor conocimiento.

    1. Debemos distinguir, en primer lugar, tres trminos de diferente alcance conceptual pero muy relacionados.

    Los etnnimos, que constituyen los "nombres que sirven para de-signar una comunidad tnica y que son de general aceptacin y uso por sus integrantes para autodenominarse";1 pero entre ellos debe distinguirse el endoetnnimo que es la autodenominacin en la lengua propia del exoetnnimo, el cual resulta de la refe-rencia al etnnimo en otra lengua. Un ejemplo de endoetnnimo puede ser el de fulb, usado por este gran pueblo que habita en varios pases de frica occidental y ejemplos de exoetnnimo^ pueden ser aflu, bafilache, foula, fula, fulanke, filani, fellata, fuulbe, peul, peulh, etc., referidos por otros pueblos vecinos o trans-criptos a partir de lenguas de estirpe grecolatina y rabe.

    1 Rafael Lpez Valds: Componentes africanos en el etnos cubano, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1985, p. 54.

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  • J E S S GL'ANCHE

    Las denominaciones tnicas, que son "los nombres con que fueron conocidas ciertas comunidades tnicas en un contexto histrico determinado, y que no fueron usados con fines de autodeno-minacin, al menos en sus regiones de origen, por los miem-bros de esas sociedades".2 Estas denominaciones son exgenas al etnos3 de referencia y su sonido y significado no siempre coinciden con el sentido que determinado pueblo le otorga a su etnnimo. Tal es el ejemplo de la denominacin takiva, usada por los yoruba para referirse a sus norteos vecinos los nupe.

    Las denominaciones metatnicas son trminos muy abarcadores y genricos que incluyen grupos de pueblos africanos, pero que generalmente designan topnimos e hidrnimos. Si bien delimi-tan territorios o cuencas fluviales, tambin incluyen los etnnimos y las denominaciones tnicas. Tales son los ejemplos del t rmino lucumi respecto de pueblos kwahablantes; del trmino mina res-pecto de muchos pueblos de la llamada Costa de Oro, o del trmino congo (en su estricta acepcin fluvial y territorial) en rela-cin con muchos pueblos banthablantes. Este tipo de deno-minacin genrica, creada por el trfico esclavista y sostenida durante siglos en los documentos oficiales y manuscritos, es la que ms complica el estudio, pues aunque ofrece cierta delimi-tacin espacial operativa se mezclan unas y otras, debido a la propia dinmica histrica del trasiego de mercanca humana.4

    2. Los estudios acerca de la procedencia de los pueblos africanos han estado muy marcados por la relacin gnoseolgica emic/etic3 de los clasificantes (estudiosos), sin tomar plenamente en consideracin el punto de vista de los clasificados (estudiados). La visin del otro, desde el paradigma cultural occidental, ha condicionado la interpretacin y valo-racin de los datos cargados de juicios parciales y tendenciosos. Por otro lado, el avance ms reciente de la africanstica en lo geogrfico,

    2 dem. V . /.,: ,.' : 3 Cuapdo se hace referencia al etnos o etnia se incluye el conjunto del grupo humano

    independientemente de su ubicacin territorial segn los actuales pases. Por ello no se emplea el trmino grupo tnico ni minora tnica, ya que poseen otra significacin conceptual cuanticualitativa. (Ver Jess Guanche: Componentes tnicos de ta nacin cubana, Fundacin Fernando Ortiz, UNSAC, La Habana, 1996, pp. 5-6).

    4 Ver Hugo Thomas: La trata ele esclavos, Historia del trfico de seres humanos de 1440 a 1870, Editorial Planeta, Barcelona, 1998, pp. 330-367 y 666-703.

    5 Articulacin dialctica entre los factores emotivos y conductuales del conocimiento en contextos culturales propios respecto de contextos culturales ajenos. (Ver Gusta-vo Bueno: Nosotros j ellos. Ensayo de reconstruccin de la distincin emic/etic de Pike, Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1990).

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  • L O S COMPONENTES AFRICANOS EN L.\ ETNOHISTOMA DE CUBA: PRINCIPALES DIFICULTADES PARA SL' ESTUDIO

    antropolgico, lingstico y sociocultural permiten nuevas lecturas des-de los lugares y-pueblos de referencia.

    3. Muchos etnnimos, denominaciones tnicas y metatnicas han pa-sado al espaol hablado y escrito a partir de otras lenguas no africanas (rabe, espaol, francs, holands, ingls, portugus...), lo que genera mltiples transcripciones segn las muy diversas interpretaciones fonolgicas. De ah la amplsima variacin de trminos homfonos que aparecen para designar determinado pueblo, lengua o territorio.

    Estos factores han sido tomados en consideracin, tanto para refe-rirnos a los estudios y clasificaciones precedentes, como para valorar el alcance y complejidad de las mltiples denominaciones de los compo-nentes tnicos africanos en la etapa formativa de la cultura cubana.

    En el mbito clasificatorio relacionado con la antropologa sociocultural, ya hace varias dcadas que Edmund R. Leach6 adverta sobre el peligro de subordinar la complejidad de la realidad objeto de estudio al modelo empleado para clasificar. Por ello considera la clasifi-cacin como un procedimiento puramente ad hoc [y reconoce] que cual-quier clasificacin til hoy da, ser probablemente un frustrante obstculo dentro de diez o quince aos, cuando los intereses Jel investigador ha-yan cambiado.7 Claro que el valor relativo de la clasificacin como procedimiento no puede depender solo de los intereses del investiga-dor, sino conjuntamente del grado de los conocimientos adquiridos en determinados campos y de los propios mtodos empleados.

    A lo anterior debemos aadir cmo ha sido tratado el tema de los etnnimos y las denominaciones tnicas en frica. Una reflexin crtica de Kwame Anthony Appiad8 enjuicia la divulgada opinin de suponer que todos los etnos, grupos tnicos y minoras tnicas contemporneos de frica son descendientes de diversas "tribus". Si bien este proceso se desarroll durante la poca precolonial entre los pequeos estados akan en el actual suioeste de Ghana y al sudeste de Costa de Marfil, la inmen-sa mayora de los pueblos africanos tienen etnognesis muy complejas y cambiantes y no dependen necesariamente de la tribu como estructura social bsica. De ah que resulta improcedente hablar de los etnos con-temporneos como si fueran "tribus" o derivaciones de estas.

    Durante la poca precolonial, las identidades tribales no eran siquiera la estructura de organizacin social ms importante. Muchos pueblos reconocan su pertenencia a clanes y linajes, y estos se subdividan en

    6 Ver "Problemas de clasificacin en antropologa social" , en Jos R. Llobera (comp.): ha antropologa como ciencia, Barcelona, 1975, pp. 311-315.

    7 Ibdem, p. 313. 8 Etbnicity and ldentity in Africa: An Interpretation, en el sitio web: http://www.

    africana.com/Articles/tt_417.htm

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  • (RSL'S GUANCHF.

    familias ampliadas. La propia estructura y organizacin espacial de las viviendas de una comunidad ha sido un fiel reflejo de los vnculos y la identidad familiar y cinica.

    Paralelamente, hay que considerar, al interior de muchas comunida-des tnicas, el sentido de pertenencia a grupos de edades y de gnero. Los miembros de un grupo etario se encuentran juntos en diversas ac-tividades sociales y sus roles de edad y gnero cambian segn su madu-racin en el ciclo vital y respecto de su ascendencia de linaje. Estos nexos y su sentido de pertenencia condicionan la autodenominacin tnica o etnnimo de un grupo en su propia lengua, independientemen-te de las relaciones con los pueblos vecinos.

    Sin embargo, a partir de la poca colonial la situacin cambia por completo. Por ello: "Es a menudo til no enfocar tanto la historia de un grupo de personas y sus descendientes como la historia de un nombre particular o etnnimo. Muchos etnnimos africanos contemporneos son producto de la interaccin entre las ideas de los oficiales coloniales y los antroplogos, por una parte, y por otro de la preexistencia de maneras de clasificar a los pueblos de frica y a otras muchas socieda-des precoloniales".9

    De este modo, los etnnimos africanos se manifiestan en los siguien-tes niveles:

    1. I^os que caracterizan a los estados precoloniales. Los etnnimos actuales ms fciles de identificar se relacionan con aquellos pueblos ya constitui-dos mucho antes de la presencia europea a travs de la costa atlntica, tales como los achanti (asante) en frica occidental, los buganda en frica oriental y los zul y swazi en Sudfrica. "Cuando los antroplogos y los oficiales europeos llegaron a frica, estaban convencidos que esas personas vivan en tribus. Algunos de los primeros exploradores europeos se refirieron a los gobernantes de los estados precoloniales como reyes, y a los achanti, los buganda o los zul como reinos o pases. Pero a principios del siglo xx, cuando estos fueron incorpora-dos al Imperio Britnico, fue normal referirse a sus gobernantes como jefes y a sus ciudadanos como miembros de tribus".10

    Esta distorsin desde el paradigma colonial europeo trastroc el sen-tido de identidad a partir de las diferentes reglas de dominacin im-puestas, todo lo cual tambin se reflej en las denominaciones en Amrica.

    2. Los que caracterizan grupos culturales. Muchos etnnimos actuales iden-tifican grupos relacionados por la lengua y por un conjunto de tradicio-

    ' dem. ln dem.

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  • L O S COMPONENTES AFRICANOS EN LA ETNOHISTORIA DE CUBA: PRINCIPALES DIFICULTADES PARA SU ESTUDIO

    nes culturales comunes, aunque no tienen vnculos de pertenencia a de-terminada unidad poltica. Tal es el trmino bant (bantu), el cual cons-tituye una denominacin etnolingstica que abarca cientos de grupos de frica centro-oriental y del sur. Es un trmino profundamente etnocntrico, pues en la mayora de estas lenguas significa persona, gente (en singular muntu) por lo que incluye un fuerte sentido de identidad y a la vez de distincin respecto de lo que no es bant.

    Los elementos comunes de estas lengua,s provienen del "protobant", la ms antigua lengua hablada por los pueblos africanos melanodermos del rea central, cuyos descendientes emigraron durante siglos al sur y al este. Esto no significa que todos los hablantes actuales de alguna de las lenguas bant tengan necesariamente una descendencia comn, pues las dinmicas migratorias y los cruces culturales son procesos mucho ms complejos y cambiantes.

    De manera anloga, el trmino akan en frica occidental se refiere a varios pueblos en Ghana y Costa de Marfil, como los achanti, adansi, fanti, agni, anyi, akwapim, anufo y gonja. Los hablantes de las lenguas kwa de los pueblos akan se entienden entre s y la mayora domina dos o ms dialectos principales. Otros rasgos culturales refuerzan el sentido de identidad comn, como el reconocimiento de la descendencia matrilineal.

    Otro ejemplo es el del papel identitario de la lengua y del islam entre los haus y los dyula en frica occidental. Los lazos histricos y cultura-les de ambos pueblos mediante el comercio transahariano propiciaron la formacin y el desarrollo del estado precolonial haus de Kano al norte de Nigeria y el dyula de Kong al norte de Costa de Marfil. Hoy da las lenguas haus y dyula siguen siendo los medios de comunicacin oral habituales en el comercio.

    3. Los que fueron creados a partir de la poca colonial. Aunque muchos etnnimos se derivan de palabras africanas, algunos de ellos fueron empleados para designar un grupo de pueblos diferentes que han vivi-do y an viven en una misma regin. Tal es el trmino ingls Igboland (la tierra de los ibo) que abarc el rea sudoriental de la actual Nigeria. Estos pueblos, como los propios ibo y los ibibio, idjo, ekoi y otros, hablan lenguas relacionadas, pero no se entienden entre s; a la vez que poseen diferentes niveles de organizacin social, desde consejos de an-cianos en comunidades pequeas hasta sistemas polticos centralizados.

    Sus lderes religiosos tenan la responsabilidad de conducir los rituales y ocuparse de la salud y las cosechas, pero no eran identificados con la lgica occidental de un jefe poltico. Sin embargo, la administracin co-lonial trat a los sacerdotes como jefes y les exigi que asumieran car-gos polticos. Por este camino homogeneizante: "El poder britnico

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    tambin empez a considerar a todas las personas que hablaron las lenguas relacionadas de esta regin como hablantes de dialectos dife-rentes de un [supuesto] idioma llamado Igbo".11

    4. Los quefueron inventados desde la visin del otro. Otros etnnimos, que de hecho surgieron como denominaciones tnicas totalmente exgenas, agruparon a personas sin un origen comn. El trmino coromanti fue referido a los esclavos africanos que durante los siglos xvri y XVIII eran vendidos para ser llevados hacia Amrica en los mercados de la costa occidental correspondiente a la actual Ghana. La mayora de estos es-clavos eran capturados y trasladados desde diferentes regiones, sin em-bargo, el comercio impuso una falsa identidad "tribal".12

    Algo semejante ha sucedido con el trmino bosquimano (busbman, hombre del bosque), empleado en Angola, Botswana, Namibia y Sudfrica para designar a un heterogneo grupo de personas con ras-gos fsicos muy parecidos y hablantes de las lenguas khoisan, pero que tampoco se entienden entre s. Tales son las minoras koroca de la costa sudoccidental de Angola, los naron, auen kung y haikum del desierto de Kalahari (Botswana y Namibia). En Sudfrica se emplea para cualquier persona no considerada bantuoide (melanodermo) o europoide (leucodermo), por lo que tambin posee una connotacin "racial". Esta ltima caracterstica es la ms cercana a la problemtica de los compo-nentes africanos en Cuba, pues la inmensa mayora de las variaciones denominativas est impregnada por la visin del otro.

    i

    11 dem. 12 Se conoce que hacia 1675 los esclavos coromanti, akanhablantes, participaron en

    rebeliones de Barbados.

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  • II. LOS PRECURSORES DE LOS ESTUDIOS ETNOHISTRICOS: LA VISIN DEL OTRO DESDE

    EUROPA Y NORTEAMRICA

    La imagen real o tergiversada del africano de los diversos viajeros y viajeras durante el siglo xix no solo sirve de antecedente a los estudios que desde muy temprano se han realizado, sino que paralelamente brin-dan puntos de vista cercanos al inters de observacin que luego ha sistematizado la antropologa cultural.

    La observacin directa e indirecta realizada por viajeros y viajeras europeos y estadounidenses sobre la esclavitud moderna y la vida coti-diana de los esclavos est muy marcada por la experiencia adquirida en sus lugares de procedencia. Algunos la ven como rechazo a una etapa superada por ingleses y franceses. Otros, como referencia comparativa con el recalcitrante sur de los Estados Unidos de Amrica o como hecho "natural" de la historia humana.

    En las "Cartas habaneras"del ingls Francis Robert Jameson, encon-tramos ya en 1820 el reconocimiento de la diversidad de africanos que, en condicin de esclavos, laboran en la Isla, as como sus modos de agrupamiento:

    Las diferentes naciones a que pertenecen los negros en frica son sealadas en las colonias tanto por los dueos como por los escla-vos; los primeros, considerndolos caracterizados diversamente de acuerdo con las cualidades que encuentran en ellos, y los lti-mos, agrupndose con verdadero espritu nacionalista en las aso-ciaciones autorizadas por sus dueos. Cada tribu o pueblo tiene un rey elegido entre ellos, al que si bien no pueden colocar en un trono con toda la gloria de Shanti, visten con toda la grandeza salvaje en los das de fiesta en que se les permite reunirse. En estas ceremo-

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  • J E S S GUANCHF.

    nias (que tienen lugar generalmente todos los domingos y das de esta) se renen numerosos esclavos para rendir homenaje con una especie de alegra solemne, que hace dudar si tiene por objeto ridiculizar o rememorar su condicin de antao. El gonggong (al que se ha dado el nombre cristiano de diablit), las cornetas y toda clase de instrumentos inarmnicos, son tocados por una banda ruido-sa, acompaados de palmadas, gritos y golpes en todo cuanto para hacer ruido tengan a la mano, mientras todo el grupo baila con una furia manitica hasta caer exhaustos.1

    La visin prejuiciada de la msica africana y su canto antifonal salta a la vista, debido al obvio desconocimiento de sus caractersticas diferen-ciales respecto de la msica europea. Jameson, sin embargo, no detalla an posibles denominaciones de acuerdo con la procedencia territorial u origen tnico. Aos ms tarde, el presbtero norteamericano Abiel Abbot (1770-1828) describe en sus Cartas (1828) varias referencias acerca de las denominaciones dadas a los africanos segn sus lugares de proce-dencia, as como de determinadas caractersticas fsicas y del carcter que contribuan a condicionar las relaciones comerciales, debido a las preferencias o rechazos de unos y otros:

    En el transcurso del da escuch una conversacin entre varios colonos y por ella supe que los negros de frica poseen una carac-terstica especial que corresponde a sus lugares de origen. Los "Garroballe"1 son orgullosos; los "Mandingos" (mandingas) son exce-lentes trabajadores, corpulentos, capaces y contentos, y numero-sos: los "Gangars" (gangs) ladrones y propensos a fugarse, aunque de buen corazn y ms numerosos. Los Congos son de pequea estatura. Los Ashanttes (ashantis) son aqu muy escasos, porque son muy poderosos en su pas. El Fantee (fanti) es vengativo y muy dado a escaparse. Los que proceden de la Costa de Oro son po-derosos. Los Ebros (ibos o ebos), son menos negros que los otros y tienen el pelo menos rizado.3

    Las anteriores caractersticas van condicionando estereotipos que pro-pician o limitan la importacin desde frica y la propia compra-venta en la Isla. Este autor, por su condicin de ministro protestante enfermo, se mantuvo a cierta distancia de la vida en los barracones de esclavos. La

    1 Francis Robert Jameson: "Cartas habaneras", en Juan Prez de la Riva: La isla de Cuba vista por tos extranjeros, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1981, p. 34.

    2 Posiblemente se trata de una trascripcin fontica hecha por el autor de la palabra caraba/i (Nota de ta edicin citada).

    3 Abiel Abbot: Cartas, Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1965.

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  • LOS PRECURSORAS DE LOS ESTUDIOS ETNOHISTRICOS: JA VISIN DEI. OTRO DESDE KUROPA Y NORTEAMRICA

    referencia que seala acerca de los fanti, por ejemplo, la detalla poste-riormente y la relaciona con las conductas suicidas de los carabal frente a su desesperada situacin social, en la visita que efecta a un ingenio azucarero de Camarioca (Matanzas) el 4 de marzo de 1828, con una dotacin de 170 esclavos.

    La importancia de una bobea diseada en este plan fue sugerida por la conducta feroz y desesperada de un negro Fantee de esta hacien-da, dos aos atrs. Este hombre se haba encolerizado por motivo del castigo impuesto a su esposa por un capataz negro de su pro-pia nacin, y tram vengarse, para lo cual asegur con cuerda la puerta del que l consideraba su enemigo y dio candela a la bobea por dos lugares. Al primer negro que escap del edificio lo mat a pualadas, confundindolo con su enemigo, pero dndose cuen-ta de su error, atac al capataz cuando ste sali despus, quien trat de parar sus golpes con su ltigo, pero una cuchillada le cort la yugular. El desesperado negro se cort inmediatamente la gar-ganta y, para estar seguro de morir, se enterr en el pecho su pro-pio pual. Al resear una tragedia tan sangrienta y singular, debemos destacar la idea que en muchos de los negros es muy poderosa, y es que esperan al morir volver a su patria nativa. Esta creencia es tan fuerte en los Carrobalees [carabal] que el suicidio es frecuente entre ellos. En una hacienda, ocho de estos hombres descarriados fue-ron encontrados ahorcados, en una misma noche. El Sr. W., conje-turando que esta nocin haba influido en las mentes del asesino y de los suicidas, hizo reunir a los negros de la plantacin, y con las ruinas humeantes todava del bobea, la mitad del cual haba sido destruida, redujo su cadver a cenizas y las dispers a todos los vientos, para aterrorizar a los supervivientes y desalentar a los fu-turos suicidas.4

    Abbot no hace comentario alguno sobre la medida represiva del "Sr. W", que, obviamente, resulta ms brutal que la vieja idea de re-gresar al lugar de origen mediante otra concepcin de la vida y la muerte.

    La distincin cualitativa que observa posteriormente en los compo-nentes tnicos africanos le permite discernir en aspectos esenciales de su organologa tradicional, como el cordfono bamb de los congo, an-logo al birimbao de Brasil, y un peculiar idifono de los mandinga, semejante a la actual marmbula, tal como se conoce en Cuba.3

    4 Ibdem, p. 77. 5 Ibdem, pp. 359-360.

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  • JSS G U A N C H E

    Casi tres lustros ms tarde, en sus Notas sobre Cuba (1841-1843), el mdico norteamericano John G. Wurdemann (1810-1849) refiere el ni-vel de estima hacia los lucum que tienen los compradores de esclavos, su tendencia al suicidio, la presencia de jerarquas intratnicas, sus seme-janzas con los carabal y sus diferencias respecto de los gang, mandin-ga, congo y otros grupos, as como una evidente subestimacin de sus capacidades de insubordinacin y rebelin.

    Cuando son trados por el negrero, se los desembarca en la costa, cerca de las plantaciones para las que el cargamento humano ha sido comprado de antemano; o bien se los remite por tierra a La Habana, donde son divididos conforme a sus diferentes tribus, cuyo valor difiere en correspondencia con sus capacidades fsicas o mentales. Por ejemplo, los lucumes son gallardos hombres atlticos, y, cuando no los preocupan sus mayorales, excelentes trabajadores, pues superan en inteligencia a todos los otros negros. Son, sin embargo, audaces y testarudos si se les trata sin juicio; y como han estado en su pas al frente de las tribus belicosas, si ya han llegado a la edad viril cuando son trados a la costa, se inclinan mucho a resistir la opresin indebida de sus amos. Son muy propensos a suicidarse, pues creen como todos los africanos que despus de la muerte son retransportados a su pas natal. Uno de mis amigos, quien haba comprado ocho recin trados de la costa, encontr poco despus un motivo para castigar ligera-mente a uno de ellos. El castigo del ltigo se aplica al culpable tendido boca abajo, y cuando se orden al negro que se colocara en esa posicin, los otros siete se tendieron con l e insistieron en ser tambin castigados. La peticin, empero, no fue concedida; pero se les dijo que, si alguna vez lo requeran, el castigo sera infligido. Contino la narracin con las palabras de mi amigo, aun-que no puedo dar grfica descripcin de la escena que sigui. "El muchacho fue castigado dijo antes del almuerzo, y no haca mucho que me haba sentado a la mesa cuando vino el contramayoral (un mayoral negro) a la puerta y me dijo que fuera a donde esta-ban los negros, porque estaban muy excitados y cantaban y baila-ban. De inmediato tom mis pistolas, y montado a caballo fui con l al lugar. Los ocho negros, cada uno con una cuerda atada al cuello, al vernos, se dispersaron en diferentes direcciones, buscan-do rboles en que ahorcarse. Ayudados por los otros esclavos, todos nos apresuramos a ir tras ellos, pero dos consiguieron ma-tarse; los dems, como les cortamos la cuerda antes que la vida se les extinguiera, se recuperaron. Se llam al capitn del partido para que hiciera su reconocimiento de los cadveres, a los cuales exami-n con minuciosidad para ver si poda descubrir alguna marca de

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  • LOS PRECURSORAS DE LOS ESTUDIOS ETNOHISTRICOS: JA VISIN DEI. OTRO DESDE KUROPA Y NORTEAMRICA

    ltigo; pero, por fortuna para m, no encontr una sola; de lo contrario, yo habra tenido que pagar una creciente cuenta. Los otros rehusaron de trabajar, y yo pregunt al capitn que si yo los casdgaba y ellos se suicidaban despus, se me acusara del resul-tado; l me respondi que sin duda lo que sera si l encontraba la ms pequea seal de lesin en sus cuerpos. Mis vecinos me ofre-cieron entonces llevarse uno cada uno para sus casas, pero ellos no consintieron en ser separados y yo no saba qu hacer; cuando de pronto determin correr el riesgo de violar la ley y castigu a los seis. Ellos marcharon a trabajar enseguida; ahora estn en la cua-drilla y son los que mejor se portan de todos mis negros. Los carabales son como los lucumes, de genio vivo, y requieren ser vigilados; sus vecinos, los lalas, son similares a ellos, y ambos se entremezclan por lo general con los primeros. A consecuencia de las propensiones belicosas de estas tribus, son hechos prisioneros en frica y vendidos a los negreros. Los gangas y los mandingas son los ms dciles y confiables. Los congos son estpidos, gran-des aficionados a la bebida y los placeres sensuales; los longos son difciles de ensear, pero son activos; los maguas son tan salvajes como los congos; los qisis son como los mandingas, y muy busca-dos por su honradez; los brichs y los minas se parecen un tanto a los lucumes, pero tienen marcas diferentes; mientras los bibs son nota-bles por su animada disposicin. Estas diferentes tribus se distin-guen por sus cortes y tatuajes peculiares en sus caras y cuerpos, o por su estatura y costumbres, pues algunas estn libres de marcas. Traen de frica consigo toda su animosidad original de unos con-tra otros, y en muchos casos han sido hechos prisioneros por otra tribu y as transportados a Cuba, y es a menudo tarea difcil para el mayoral decidir correctamente entre las mutuas acusaciones que ante l se hacen y distinguir entre lo verdadero y lo falso. Estos celos mutuos, tambin, impedirn siempre que la combinacin de un nmero grande de ellos para propsitos de insurreccin perma-nezca largo tiempo secreta, y con su presente poblacin esclava Cuba no necesita temer nunca un levantamiento simultneo.6

    De este modo Wurdemann trata de caracterizar y comparar doce grupos africanos de manera muy epitelial, atendiendo a determinadas actitudes, capacidades laborales y aspectos externos. Sin embargo, su errnea valoracin neutraliza toda posibilidad de rebelin.

    A mediados del propio siglo, la viajera sueca Fredrika Bremer

    6 John G. Wurdemann: Notas sobre Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1989, pp. 306-309.

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  • J I SLS GL'AXCHH

    (1801-1865), de formacin liberal y progresista, tambin refiere en sus Cartas desde Cuba (1851) una de sus varias vivencias y reiteradas visitas a los barracones de esclavos. En este caso, es la dotacin del ingenio Ariadna, en Matanzas:

    Mi anfitrin, el seor Chartrain, es un francs vivo, charlatn y corts, que posee gran agudeza y sagacidad, y tengo que agrade-cerle muchas informaciones valiosas sobre, por ejemplo, las dis-tintas tribus africanas, su carcter, su vida y su estructura social en la costa, de donde procede la mayora de los esclavos. Por lo general, es all donde los jefes de tribus africanas los venden, segn acuer-dos con los tratantes blancos. El seor Chartrain ha estado en la regin, por lo cual es una fuente digna de crdito. Gracias a l he aprendido tambin a diferenciar las diversas tribus, segn sus ras-gos caractersticos y las maneras de tatuarse. As, he aprendido a conocer a los del Congo, llamados "los franceses de frica"; un pueblo animoso, alegre, pero frivolo. Los negros del Congo tie-nen el rostro con la nariz hundida hacia dentro, bocas anchas, dien-tes soberbios, labios gruesos, pmulos altos; tienen cuerpos robustos y anchos, pero son de poca estatura. Los negros de Gangs estn bastante prximos a los del Congo. En cambio, los lucumes y mandingas, las ms nobles de las tribus costeras, son altos, con rasgos atractivos, con frecuencia notablemente regulares y aun fi-nos, y son de carcter serio. De la tribu de los mandinga salen por lo general los sacerdotes y los adivinos negros. Los lucumes son un pueblo orgulloso y guerrero; al principio de su esclavitud, son difciles de manejar. Aman la libertad y son fcilmente irritables; pero si se les trata bien y con justicia (la justicia que pueden recibir cuando se les mantiene como esclavos!), en pocos aos se convier-ten en los mejores trabajadores y en los ms dignos de confianza en las plantaciones. Los carabales son tambin un buen pueblo, aunque ms perezosos y descuidados. Entre ellos he visto algunos ejemplares magnficos. Tienen las narices planas y los rostros ms anchos que los lucumes, y su carcter es menos serio. Todos los negros aqu estn tatuados en el rostro; algunos en torno a los ojos; otros, en los pmulos, etctera, de acuerdo con la nacin a que pertenecen. La mayora, tambin los hombres, usa collares de cuen-tas rojas o azules; las rojas son semillas de un rbol existente en la isla, las cuales tienen un brillante color rojo coral.7 Tanto los hom-

    7 Se refiere a la peona (Abrusprecatorius Lin.), cuyas "semillas, preciosas, color rojo de coral con un punto negro, se emplean para hacer collares y adornos. [...] Esta planta se conoce, adems, por los nombres de jequirity, peona de Santo Toms, perona y pepusa". (Ver Juan Toms Roig: Diccionario botnico de nombres vulgares cubanos, Edito-ra del Consejo Nacional de Universidades, La Habana, 1965).

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  • L O S PRECURSORAS DE LOS ESTUDIOS ETNOHISTRICOS: JA VISIN DEI. OTRO DESDE KUROPA Y NORTEAMRICA

    bres como las mujeres llevan, en su mayora, telas de algodn a cuadros en torno a la cabeza. Hay aqu tambin un negro de la tribu ful: un hombre pequeo, con rasgos finos y pelo largo, negro y brillante, lo cual parece que es caracterstico de este grupo. Estas son las razas principales y los caracteres que he conocido aqu.8

    Ms adelante, en su visita al ingenio Santa Amelia en Matanzas, reitera la propensin de los lucum al suicidio ante la crudeza de la esclavitud. Asimismo se refiere al nivel civilizatorio alcanzado en sus reas de pro-cedencia, su espiritualidad, la simblica dieta para el viaje, los tributos ms preciados y el afn de regresar con sus ancestros.

    Esta plantacin es mucho mayor que la que visit en Limonar, y una gran parte de los esclavos unos doscientos en total acaba de llegar de frica y tiene un aspecto mucho ms salvaje que los que yo vi en Ariadna. Se les explota aqu tambin mucho ms duramente en el trabajo, porque de veinticuatro horas tienen slo cuatro y media de descanso, es decir, para comer y dormir, y esto durante seis o siete meses al ao! El resto del ao "la estacin muerta", como la llaman, los esclavos pueden dormir durante toda la noche. Bien es verdad que tambin ahora cuentan con una noche a la semana para dormir, y parece que les dan unas horas de descanso, un domingo s y otro no, por la maana. Es extraordi-nario que los seres humanos puedan soportar vivir de esta manera. Y, con todo, veo aqu negros corpulentos, que han estado en la plantacin veinte o treinta aos! Cuando los negros se han acos-tumbrado al trabajo y a la vida en la plantacin, parece que los soportan bien. Pero, durante los primeros aos, cuando llegan, independientes y salvajes desde frica, adaptarse les parece difcil, y muchos tratan de librarse de la esclavitud suicidndose. Esto sucede a menudo entre los lucumes, que parecen pertenecer a una de las razas ms nobles de frica, y no hace mucho tiempo que encontraron a once lucumes ahorcados en las ramas de una mata de gusima (...) un rbol con ramas largas y horizontales. Todos se haban atado el almuerzo en una faja alrededor de la cintura, por-que los africanos creen que el que muere aqu resucita inmediata-mente a una nueva vida en su tierra natal. Por ello, muchas esclavas colocan alrededor del cadver de los suicidas el chai o el pauelo que les es ms querido: porque creen que as llegarn hasta sus parientes, en el suelo nativo, y les llevar un saludo de su parte. Se

    8 Fredrica Bremen: Cartas desde Cuba, Editorial de Arte y Literatura, La Habana, 1980, pp. 80-81.

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  • J E S S GL'ANCHE

    han visto cadveres de esclavos cubiertos de centenares de pren-das de esta clase. Me dicen aqu que slo la severidad da resultados cuando hay que tratar esclavos; que stos siempre tienen que sentir el ltigo sobre s; que son un pueblo ingrato; que en la rebelin del ao 1846 fueron los amos ms tolerantes los que primero fueron asesinados con sus familias y que los severos fueron llevados por sus propios esclavos a los bosques, para ocultarlos de los rebeldes; me dicen que para ser amado de los esclavos hay que ser temido. Yo no lo creo. Tal cosa no est en la naturaleza de los hombres.9

    Fredrika Bremer fue una firme antiesclavista, que dio a conocer a la opinin pblica de su poca los horrores de la esclavitud, la prdida de la condicin humana. Para ello recorri desde los ftidos barracones hasta los cabildos de africanos libres y sus descendientes en las ciudades. Sus observaciones in situ permiten discernir las caractersticas de un ca-bildo lucum habanero, respecto de otro gang o congo, con sus pecu-liaridades.10

    Estas vivencias tamizadas por el paradigma cultural de occidente, independientemente de sus valoraciones, aportan datos de sumo inte-rs, que contribuyen a confrontarlos con los estudios que se inician tam-bin desde la primera mitad del siglo xix.

    9 Ibdem, pp. 100-101. Ibdem, pp. 153-158.

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  • III. LOS PRIMEROS ESTUDIOS ETNOHISTRICOS DURANTE EL SIGLO XIX

    i

    EL ACERCAMIENTO LEXICOGRFICO DE PICHARDO

    Los estudios acerca de los componentes tnicos africanos en Cuba se inician durante la primera mitad del siglo xix. El gegrafo y lexicgrafo Esteban Pichardo y Tapia (1799-1879) publica en 1836 su Diccionario provincial casi-ra^onado de vo^esj frases cubanas, y lo actualiza y aumenta en nuevas ediciones de 1849,1862 y 1875. En l aparecen veinte denomina-ciones tnicas de africanos en un primer acercamiento al tema e intenta agruparlos segn las "comarcas"1 de procedencia. (Ver el Anexo 2). As incluye, por orden alfabtico y sin hacer referencias a fuentes previas, entre los carabal a los "bib, briche, baya, elugo, suaba" (140);2 entre los congo a los "congo-real, loango, musundi" (179); entre los ganga a los longob, man, quis (275); y entre los mandinga a los "fula, yola, yolof, sicuato" (405). Este agrupamiento primario no abarca subdivi-siones, conocidas posteriormente, de otras denominaciones muy gen-ricas y amplias como los "lucum o ucum" (380) y los "mina" (428).

    Debido a la temprana relacin entre las denominaciones tnicas con los topnimos africanos de procedencia, Pichardo realiza algunos co-mentarios asociados con la gran distancia geogrfica del trfico esclavista trasadntico. Tal es la frase "Venir o ser de Angola" (53) y el referido al

    1 Este es el vocablo que regularmente emplea para referirse a los territorios de origen. 2 Todas las referencias de las pginas (entre parntesis) corresponden a la edicin de

    1976. (Ver la bibliografa).

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  • Jnss GUANCHF.

    vocablo "Quimbmbaras", que es una referencia cruzada del etnnimo "bmbara" (78). Lo identifica como:

    Lugar mui [sic] lejano, all en lo ms remoto. As se dice, Vive en las Quimbmbaras; se fue a las Quimbmbaras. Muchos pronuncian Quimbamba o Quimbmbulas, pero es una corrupcin de la Voz topogrfica Africana Bmbara, aquella comarca ms all del Senegambia, con que se compara y pondera felizmente en esta Isla una cosa o lugar mui remoto o desconocido.3

    Aunque la ubicacin geogrfica es correcta, se confunde el etnnimo (bambara o banmana, bamana, bamananke)4 con el topnimo. Parale-lamente, el autor reproduce algunas opiniones de la poca, que reflejan determinados juicios y prejuicios sobre grupos de africanos en Cuba segn la procedencia geogrfica y tnica. Cuando se refiere a Angola tambin lo asocia con la idea "con que se esplica [sic] la ignorancia, rusticidad o sencillez de algunas personas" (53), lo que trasciende su origen africano. De los arar seala que son "conocidos por su rostro ms rayado que los dems" (58). Los brcamo "son los que en sus festivales usan armnicos de madera y tambores" (103). Los carabal "aunque de carcter soberbio e indmito, son trabajadores" (140). Los congo "si bien son apreciados por su lealtad, no tanto por su servicio perezoso" (179). Observa que entre los gang es "proverbial la aficin [...] al arroz tan abundante en su pas; y por esto se dice come arroz como Gang" (275). Los lucum o ucum "se aprecian por trabajado-res [...]; mas al principio son propensos a ahorcarse" (380); mientras de los mina seala que "tristsima son sus canciones mortuorias" (428).

    Estas opiniones, que tambin se observan en otras fuentes de la po-ca, generaron estereotipos sobre el carcter, las escarificaciones, la msi-ca, la capacidad laboral, la lealtad, las costumbres alimentarias, el suicidio y los ritos funerarios, que tendieron a simplificar la visin de las culturas africanas en su compleja diversidad; pero en su poca condicionaron las relaciones de compra-venta de esclavos y la estimacin o no para que determinada fuerza de trabajo fuera adquirida en las actividades do-msticas o fuera destinada en masa a la plantacin.

    Las preferencias por uno u otro tipo de esclavo variaron en su decursar histrico, muy especialmente los destinados a la plantacin azucarera y

    3 Esteban Pichardo y Tapia: Diccionario provincial casi-ra^onado de vo^es y frases cubanas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1976.

    4 Ver Denise Paulme: Las esculturas del Africa negra, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1974, p. 41; Ivan Hrbek: "A list of African ethnonyms", en African Ethnonyms and loponymis, The General History of Africa. Studies and Documents, 6, UNESCO, Pars, 1974, p. 145.

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  • LOS PRIMEROS ESTUDIOS ETX'OHISTRICOS DURANTE El. SIGI.O XIX

    de acuerdo con los accesos a mercados seguros y confiables. Un estu-dio al respecto seala que

    Utilizando el cdigo de referencia de los hacendados cubanos po-demos sealar que hacia la primera mitad del siglo XVIII la naciente sacarocracia criolla senta un especial rechazo por el tipo de negro que se vean obligados a comprar a los ingleses suministradores exclusivos de la Isla, ya que los mejores esclavos quedaban en las Sugar Islands y a Cuba entregaban el remanente constituido por los congos "...en todos los vicios corrompidos, los carabales que se ahorcan y huyen, los mandingas y los bambaras". Un siglo ms tarde, bajo el predominio de los negreros espaoles, la pobla-cin africana en los ingenios cubanos estaba agrupada as:

    ORIGEN DE LOS ESCLAVOS DE INGENIOS CUBANOS DCADAS DE 1850 Y 1860

    Etnnimos3 Por ciento del total Lucum 34,52 Carabal 17,37 Congo 16,17 Ganga 11,45 Mina 3,93 Bib o Viv 2,82 Otros 13,18

    A mediados del siglo xix los congos eran catalogados de menos fuertes y aun menos apropiados para el trabajo azucarero que los lucumes y mandingas. Los lucumes eran estimados como los ms aptos para las labores del ingenio, pero se les atribua una especial fiereza, con tenden-cia al suicidio y a la resistencia activa a amos y mayorales. Congos, lucumes y mandingas se entendan entre s, aunque era fcil identificarlos por sus particulares inflexiones del lenguaje. Hacia la dcada de 1840 comenza-ron a arribar a la Isla nuevos pueblos africanos como consecuencia del traslado de factoras esclavistas hacia la costa oriental de frica. Les llamaron, genricamente, mo^ambiques. Inicialmente, estos negros fueron vistos con cierto escepticismo por los productores.6

    Esta variedad de puntos de vista, marcada por el rendimiento eco-nmico, influy en la formacin de criterios selectivos o de rechazo sobre determinados individuos por su origen, pero tambin abrieron el

    5 Como puede observarse, estas denominaciones no son en todos los casos etnnimos, sino que transcribimos la terminologa usada por la fuente.

    6 Manuel Moreno Fraginals: E/ ingenio. Complejo econmico social cubano de! at(car.; 3t., Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1978, t. II, pp. 9-10.

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  • J E S S GL'ANCHE

    camino hacia las distinciones fsicas que aportaran nuevos estudios so-bre las caractersticas de los seres humanos.

    LA APROXIMACIN GEOGRFICA DE JOS MARA DE LA TORRE

    El gegrafo cubano Jos Mara de la Torre (1815-1873) publica en 1854 su Compendio de geografa fsica, poltica, estadstica y comparada de la Isla de Cttba^ en la que incluye un breve captulo sobre "Etnografa". En este caracteriza "Las razas de habitantes que pueblan esta Isla", con criterios propios de la poca, entre los que an se confunden y entrechocan las nociones de raza, etnia y ubicacin territorial. Las clasifica como "caucsica" para referirse a los procedentes de Europa; "africana o etiope" [sic.] para los esclavos africanos y descendientes criollos; "cobriza o americana", en la que incluye tanto a los descendientes de aborgenes cubanos asen-tados en El Caney, Santa Rosa, Tiguabos, Ti-arriba y Jiguan, como a los yucatecos mayas; la "monglica o mongola", referida a los chinos; y a la "mezcla de estas distintas razas", para distinguir los mulatos (blanco y negro) de los chinos (mulato y negro).8 Esta relacin no parte de un orden histrico, cronolgico ni cuantitativo, sino esencialmente poltico, ya que lo inicia por Europa, colonizadora y portadora del poder.

    En relacin con la procedencia de los africanos, que en su poca denomina "Raza africana o etiope", emplea un criterio de distribucin geogrfica que va desde la parte ms occidental de frica Subsahariana hacia el este. En su clasificacin bordea toda la costa adntica hacia el sur, hasta llegar a la parte oriental del continente. A partir del referido criterio, incluye siete denominaciones principales que van de oeste a este:

    1. Los mandinga, son ubicados en Senegambia y los divide en "mandingaspropios,yolofesy fulaces". Seala que "estos son los ms inteligentes, tal vez por alcanzar la civilizacin arbiga, pues la mayor parte ha venido hasta sabiendo escribir, y con varias in-dustrias que los hace ser ms estimados". Este criterio se rela-

    7 Para entonces Jos Mara de la Torre era una figura muy respetada y reconocida, pues se destacaba como miembro de Mrito de la Real Sociedad Econmica de La Haba-na; miembro de la Sociedad Geogrfica de Pars; de la Real Academia de Historia; Catedrtico propietario de Geografa de la Universidad de La Habana, y Secretario de la Inspeccin de Estudios de las Islas de Cuba y Puerto Rico.

    8 Para evitar equivocaciones aclara: "Dndose tambin el nombre de chino al colono asitico, resultar en lo adelante alguna confusin. En los procedimientos judiciales se distinguen estos por asiticos". (Ver p. 54 del Compendio de geografa...).

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  • L O S PRIMEROS ESTUDIOS ETX'OHISTRICOS DURANTE El. SIGI.O XIX

    ciona estrechamente con la idea civizatoria dependiente del al-fabeto y muy especialmente de los vnculos con la cultura islmica.

    2. Los "ganges", a quienes ubica en la costa del cabo de Palmas al sur de la cordillera de Kong. Distingue las denominaciones de "longov, man,fir, kis,fe, gola, &c".

    3. Los "minar, en la Costa de Oro. 4. Los "lucumes", que si bien fueron "trados de la Costa de los

    Esclavos", segn dice, "parece que proceden del Sudn". Como la literatura de viajeros, reitera que "constituyen el mayor nme-ro y se distinguen por rayas marcadas en los cachetes; son fuer-tes para el trabajo pero indmitos y propensos al suicidio (ahorcarse)".

    5. Los "carabales", son ubicados en el reino de Benin o en la costa del Calabar y distingue a los "carabal suamo, bib, bricano, bras, 8cc. Tienen los dientes cortados en forma de lanza".

    6. Los congo, "son de la lnea equinoccial [sic.] Congo"; y distin-gue las denominaciones de "congos-reales [los de Angola], motembos, musundi, mondongos, mombasas, mayombe, &c".

    7. Los "macuaeP [sic.] de Mozambique. (Ver el Anexo 3).9

    Aunque el autor no se propone un estudio exhaustivo de este tpico, la ubicacin general es correcta y representa un favorable antecedente que sirve de fuente para otros trabajos posteriores.

    LA PROPUESTA GEOGRFICA Y ANTROPOFSICA DE POEY

    Al ao siguiente (1855) el sabio cubano Felipe Poey Aloy (1799-1891) publica su Geografa fsica y poltica de la isla de Cuba, que alcanz diecinueve ediciones durante la segunda mitad del siglo xix. Tras describir las ca-ractersticas generales de la Isla, dedica un breve captulo a "Poblacin, etnografa", donde seala que: "La raza africana desciende de las naciones siguientes: mandingas, procedentes de la Seneganbia; gangas y minas, de la Guinea superior; lucumes y carabales, trados del Sudn; congos, de la Guinea superior [posible errata para referirse a la guinea ecuatorial]; macuaes, de la parte interior de Mozambique".10

    ' Jos Mara de la Torre y Torre: Compendio de geografa fsica, poltica, estadstica y compa-rada de la Isla de Cuba, Imprenta de M. Solar, La Habana, 1854.

    10 Felipe Poey Alo}': Geografafsica y poltica de la Isla de Cuba, Imprenta Soler, Habana, 1855.

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  • J E S S GUANCHF.

    De este modo incluye y reconoce las siete denominaciones referidas por De la Torre, que ubica en diversas reas de procedencia y ofrece, segn los datos suministrados por el propio Jos Mara de la Torre, unos 558 000 habitantes considerados como "de color"; de ellos 177 000 li-bres y 381 000 esclavos. Poey no explica por qu agrupa a los gang y los mina, y a los lucum y carabal en un mismo territorio, aunque el criterio que adopta es ms bien geogrfico que tnico.

    En 1861 escribe acerca de la "Unidad de la especie humana",11 y cuando se refiere a la poblacin del continente africano distingue:

    Ya sabemos que todos los Africanos no son de raza etipica: no lo son los de Egipto, la Nubia y la Abisinia, ni los de Berbera, ni los de Marruecos ni los que cruzan el Sahara gran Desierto. Toman-do por guia Balli, digo que son etipicos los habitantes del Bahr-el-Abiad, afluente occidental del Nilo, donde est el reino de Kordofn. Este autor no cuenta en la Nigricia, la Cimbebasia, la Hotentocia ni la Cafera; ni tampoco el Mozambique de donde han venido la isla de Cuba en otros tiempos tantos negros, entre ellos los Macu, ni las costas de Zanquezar, de Ajan y de Abel. Nos avenimos con Balli en limitar la Regin de los negros, sin contar el centro meridional de frica, al Sudn, la Senegambia, la Guinea superior y la Guinea inferior. Los habitantes de estas regio-nes son verdaderos negros; pero veamos en que se difieren del tipo dado por Cuvier.12 No se crea que los que viven en las mese-tas elevadas tengan la fisonoma desgraciada de los que habitan el litoral, las montaas de Sierra Leona, en la Guinea Superior; tienen un color ms bien trigueo que negro, as son los de Kordofn en Bahr-el-Abiad, y la mayor parte de los del Sudn. Tres naciones se dividen la Senegambia: los Mandingas, los Yolofas y los Feletas Pulos. Los Mandingas son mahometanos, gastan turbante y tienen una civilizacin algo adelantada; son activos traficantes en oro y marfil. Los Yolofas son muy negros, de pelo retorcido y lanudo; pero son grandes, bien proporcionados, nariz prominente y labios no abultados. Los Feletas segn otros autores pertenecen a la raza caucsica.13

    11 Felipe Poey Aloy: Obras, Ediciones Imagen Contempornea, La Habana, 1999, t. 6, pp. 503-519.

    12 Se refiere al anatomista comparativo francs Georges Cuvier (1769-1832), especia-lizado en la reconstruccin de fsiles y en la educacin superior. Su gran obra, El reino animal (1817), sirvi para respaldar el sistema de clasificacin que se impuso en la historia natural de Gran Bretaa y Francia hasta la publicacin en 1859 del volumen Origen de as especies de Charles Darwin.

    13 Felipe Poey Aloy: Obras, ed. cit., pp. 509-510.

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  • L O S PRIMEROS ESTUDIOS ETX'OHISTRICOS DURANTE EL. SIGI.O XIX

    Este punto de vista resalta la diversidad fsico-biolgica de los pue-blos africanos al sur del Sahara, en un momento histrico en que la trata clandestina en Cuba estaba al orden del da, subraya la unidad esencial de la especie humana y discute sobre las clasificaciones en boga.

    LOS ESTUDIOS ANTROPOLGICOS DE DUMONT

    El mdico francs Henri Dumont (1824-1880) llega a Cuba en 1864 procedente de Mxico. Este precursor de la antropologa fsica en la Isla "viene comisionado por el gobierno francs y elegido por la Facul-tad de Medicina de Pars como profesor aventajado para estudiar la fiebre amarilla en estas regiones".14 Las investigaciones con africanos y descendientes las realiz en la actual provincia Matanzas, en los ingenios azucareros La Granja y Conteo, de Crdenas; Los Atrevidos en Coln; La Rude, cerca de Coliseo; y La Paz en Matanzas.

    En 1866 Dumont ya prepara su obra sobre Antropologa y patologa comparada de los negros esclavos, que en 1876 enva desde Puerto Rico a La Habana para un concurso de la Academia de Ciencias. Los diferentes grupos africanos que relaciona son acopiados por Esteban Pichardo en un mapa que permaneci indito. Estos grupos, denominados genri-camente como "naciones",15 son mandinga, gang, mina, lucum, carabal, congo, macu y mozambique. Ubicados en una trayectoria de oeste a este de frica al sur del Sahara, esta clasificacin constituye un nuevo acercamiento desde la geografa a partir de las observaciones realizadas in situ. (Ver el Anexo 4).

    En 1915-1916 Fernando Ortiz publica algunas partes en la Revista bimestre Cubana (tomos X y XI) y en 1922 lo incluye en la Coleccin Cubana de Libros y Documentos Inditos o Raros (tomo 2).

    A diferencia de lo que Pichardo ordena alfabticamente en su Diccio-nario..., Dumont incluye nuevas denominaciones no registradas con an-terioridad a partir de siete reas geogrficas. Estas son:

    Io En la parte Norte se encuentran los mandirgas, que se subdividen en: a) mandingas propiamente dichos; b) mandingasyolofes, y c) mandingas julaces. Los pueblos que forman esta regin pueden ser llama-

    14 Manuel Rivero de la Calle: "Henry Dumont precursor de los estudios antropolgicos en Cuba", en Islas, Las Villas, enero-abril de 1981, no. 68, p. 141.

    15 El uso y abuso indiscriminado del trmino "nacin" para designar comunidades tnicas del ms variado nivel de organizacin y desarrollo ha generado mltiples confusiones, pues aqu ya no se trata de un simple topnimo como en Pichardo, sino de un nivel de organizacin socioeconmica muy complejo que no existe entre las bandas, tribus y jefaturas. (Ver Juan Frigol: "Tipologa cultural", en Las rayas humanas, Instituto Gallach, Barcelona, 1977, pp. 840-928).

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  • J E S S G L A N C M I :

    dos los normandos de la raza negra, pues comparados con los pueblos limtrofes de su frontera, tienen una gran superioridad sobre ellos.

    2o Los gangas estn situados ms al Sud y al Este que los mandingas. [...] Las provincias subordinadas son: Fongova, Mani, Fire, Kisi, Fe, Gola,16

    3o Al Sudeste de los gangas est enclavada la nacin de los Minas}1 4o Ms al Este se hallan los lucums, cjue con los congos, forman la

    poblacin ms abundante de los ingenios de la Isla.18 Se subdi-viden en lucums, acbantis,fantis, arars, naturales de Dabomej, etc.19

    5o Al Este y al Sud se encuentran los negros carabals que se divi-den en carabal suamo, bibi, brichi, batan, benin, etc.

    6o Al Sud de stos los congos, que se dividen en congos boangos o reales, de Angola, congos motembos, muyiwibos, mondongos, mombasas, bombomas, mayumbas, cabindas, etc.20

    7" Todas las naciones precedentes estn situadas sobre la costa occidental del frica; la oriental comprende el territorio de los macus y mo^ambiques^ que tienen a su frente las islas de Zanzbar y Madagascar.22

    Los propsitos comparativos del trabajo de Dumont le permiten realizar observaciones de los sujetos previamente clasificados y caracterizarlos segn sus semejanzas y diferencias. En el primer grupo, acerca de las cualidades de los mandinga seala:

    Nosotros hemos podido observar un nmero suficiente de mandingas, para poder afirmar que se distinguen especialmente

    16 Dumont aade los topnimos de fire, fe y gola, que no incluye Pichardo. 17 Se refiere a San Jorge Elmina, fundado por los portugueses en 1482, en la antigua

    Costa de Oro, actual Repblica de Ghana. 18 Si bien esto pudo ser vlido para una observacin en varios ingenios de Matanzas a

    mediados del siglo xix, no es adecuado generalizar para toda la Isla, pues la compo-sicin tnica vara de un lugar a otro y de un perodo a otro.

    19 Aqu la denominacin de lucum es sumamente amplia, pues tambin incluye a los grupos tnicos achanti y fanti (posteriormente clasificados tambin como mina) y a los que identifica como arar.

    21 Independientemente de las transcripciones que realiza Dumont, tambin incorpora nuevas denominaciones (boango, motembo, muzumbo, mondongo, mombasa, bomboma, mayumba, cabinda) que Pichardo desconoce. En ello le aventaja, sin duda, no solo por los estudios sobre Africa, sino por el trabajo de campo en Cuba y las mediciones antropomtricas que efecta.

    21 En esta ubicacin Dumont repite la denominacin de los macu y su ubicacin geogrfica mayoritaria en el actual territorio de Mozambique.

    22 Henri Dumont: Antropologa y patologa comparada de los negros esclavos, 1876, La Haba-na, 1922.

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  • L O S PRIMEROS ESTUDIOS ETX'OHISTRICOS DURANTE El. SIGI.O XIX

    por su gran talla, fuerza muscular y mirada inteligente y simptica a la vez. Los administradores de los ingenios proclaman altamente la ama-bilidad y la fidelidad de los mandingas hacia su patrn y para cuantos le rodean y consideran. Sin embargo, ellos son fieros y decididos y siempre se han mostrado rebeldes y poco adeptos a los abusos y exigencias de algunos mayordomos. La servidumbre, que para ellos carece de las labores domsticas que la dulcifican, les ofende, y para obtener su antiguo rgimen, voluntariamente se sublevan.23

    Utiliza como ejemplo a la esclava Aicheta, bautizada en Cuba como Mara, de veintids aos, de pelo rojizo y corto. Junto con la medicin antropomtrica de rigor, observa escarificaciones epiteliales que deno-mina "tatuajes" y las describe del siguiente modo:

    Son numerosos los dibujos ornamentales. La piel de la frente est surcada por rayas verticales. La central, de 0,10 [cm] de longitud, atraviesa la frente en toda su extensin y desciende hasta la punta de la nariz. Las lneas restantes, mucho ms pequeas, estn sepa-radas por un espacio de 0,01. En las mejillas, entre el prpado y el ala nasal correspondiente, presenta tres rayas negras, verticales, de 0,02 de longitud. En el mentn, cinco lneas en igual disposi-cin. En la comisura de los labios, tres rayas figurando un abanico abierto. Sobre el epigastrio tiene una serie de lneas que integran un dibujo complicadsimo, de muy difcil descripcin.24

    Este tipo de marca sobre la piel sirve de referencia comparativa con otras que observa en diversos sujetos estudiados.

    La caracterizacin de los pueblos denominados ganga, en el segundo grupo, se encuentra muy influida por las tesis del determinismo geogr-fico de la Antropogeografa de Friedrich Ratzel (1844-1904)25 y su ulterior presencia en las ideas del difusionismo, cuando sentencia:

    Los negros gangas, antropolgicamente, son inferiores a los mandingas; ya hemos visto que, geogrficamente, stos estn si-

    21 Ibdem, p. 12. 24 Ibdem, p. 24. 25 Este gegrafo alemn fue fundador de la moderna geografa poltica, que se basa en

    el estudio de la influencia del medio fsico en la poltica. Primero se dedic al periodismo y, como corresponsal del Kolnische Zeitung, viaj por Europa (1869) y, ms tarde, por Cuba, Mxico y los Estados Unidos (1872-1875), pases que le causaron una gran impresin y lo motivaron a dedicarse al estudio de la geografa humana. En sus obras Antropogeografa (2 volmenes, 1882-1891) y Geografa Poltica (1897) sea-l el condicionamiento de las actividades humanas respecto del medio fsico. Sent las bases del determinismo geogrfico que tuvo en Cari Ritter (1779-1859) otro de sus ms claros representantes. Sus teoras tuvieron una gran influencia en los estudios antropolgicos y etnogrficos de finales del siglo XIX y principios del xx.

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  • JI.ss GIANCHK

    tuados sobre aqullos. En efecto, los gangas estn comprendidos entre los 10 de longitud. Su territorio se extiende por la costa, comprendiendo desde el cabo llamado "De las Palmas" hasta el pie de las elevadas montaas, cuya cadena atraviesa del Oeste al Este el pas de los mandingas. Esta aproximacin de los gangs a los mandingas no carece de importancia, pues influye en la condi-cin intelectual y moral de aqullos, sobre todo en sus caractersti-cas patolgicas. Se puede admitir, sin recelo ni esfuerzo alguno, la existencia de dos variedades de gangs: una, representada por los negros moradores del litoral, y otra, por los hombres del interior y de las montaas.26

    Independientemente de la interpretacin en extremo parcial y propia de la poca, la observacin es vlida en cuanto a la distincin de pue-blos costeros como los cono,11 respecto de los que habitan en reas mon-taosas como los quisi,28

    En el presente caso emplea de ejemplo a Fernando, albail de unos cincuenta y cinco aos, de constitucin fsica delgada. Observa la ausen-cia de marcas corporales y considera que "su constitucin raqutica, como la de muchos gangs, se debe al frecuente abuso de bebidas alcohlicas, que le lleva a la embriaguez y le expone a las desgastadoras indisposicio-nes que acarrean tales excesos".29

    En relacin con el tercer grupo caracteriza a los africanos mina del siguiente modo:

    Los naturales de Mina merecen, por sus singulares cualidades fsi-cas, una mencin especial, sobre todo por los rasgos que ofrece su fisonoma. La talla es ms pequea que en los lucums; pero este carcter no basta para distinguirlos. Los negros minas se caracteri-zan por su frente poco desarrollada y ms fugitiva que en los otros africanos, por la excesiva prominencia de la parte inferior del ros-tro, por el ngulo externo de los labios superiores, casi invisible, por la acentuacin del mentn y el desarrollo de la mandbula. Cuanto a la parte moral, los minas son delicados, impresionables, cobardes en las enfermedades, especialmente en las que determinan constantes variaciones de la temperatura, que [...] les hace exagerar

    36 Ibdem, pp. 17-18. 27 Identificados tambin como kono, konno, koso, kondo, en Sierra Leona, y como

    kpelle en Guinea y Liberia. (Ver Ivan Hrbek: "A list of African ethnonyms", en 'African ethnonyms and toponyms..., UNESCO, Pars, 1984, p. 163).

    28 Identificados tambin como kisi, kissi, gii, gisi, assi, den, gizi, gizima en Guinea, Liberia y Sierra Leona. (Ver Ivan Hrbek: ob. cit., p. 162).

    29 Henri Dumont: ob. cit., p. 20.

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  • L O S PRIMEROS ESTUDIOS ETNOHISTR1COS DURANTE EL. SIGLO XIX

    en grado sumo su dolencia y si existen sus dolores. Los padecimien-tos ms comunes entre ellos son: la anemia y los flujos intestinales.30

    El anterior criterio lo apoya en el estudio antropomtrico del esclavo Eugenio, de cincuenta aos, uno de tantos desembarcados clandestina-mente por el puerto pinareo de Baha Honda, quien posee adems determinadas escarificaciones o cortaduras sobre la piel, seala que en "la apfisis cigomtica de cada lado se observan cinco rayas verticales, de 0,02 [cm.] de extensin. En el epigastrio, separadas por una distancia de un centmetro, presenta seis lneas de 0,02 de longitud. En las extre-midades, tiene dos lneas divergentes, de 0,04 de extensin";31 lo que permite distinguir este tipo de marca de origen de las que observa entre otros africanos y africanas.

    En relacin con el cuarto grupo, dedicado a la amplia clasificacin de los lucum, Dumont seala:

    Los lucums se distinguen de los dems negros por la altura de su crneo, por sus sienes largas y abombadas, por la complexin vigo-rosa de su espalda, por la disposicin de sus msculos, cuyo desa-rrollo los capacita para las ms rudas labores; pero esta singular complexin anatmica no impide que muchos de ellos presenten ante un minucioso examen mdico, todos los caracteres casi cons-tantes de una anemia bastante acusada. Adems, se les reconoce por los surcos rectilneos u ondulados, negros o cubiertos de una mate-ria colorante, que les cubre la parte mediana de la frente, en direc-cin vertical, las mejillas, los brazos y en muchas ocasiones hasta el busto. Con frecuencia no hay que hacer excepcin para las extremi-dades inferiores, pues se observa ms de un lucum llevando sobre sus piernas numerosas rayas verticales, en disposicin paralela.32

    Al mismo tiempo, denota la ausencia de marcas epiteliales entre los que denomina lucums pops33 y lo explica por el contacto que ellos han tenido con los ingleses y holandeses durante el comercio costero de esclavos. Sin embargo entre los que denomina lucums tapos,34 al sur de

    30 Ibdcm, p. 29. 11 Ibdem, p. 31. 32 Ibdem, pp. 21-22. 33 Posteriormente identificados como fon (Rafael Lpez Valds: "Notas para el estudio

    etnohistrico de los esclavos lucum de Cuba", en Anales del Caribe, La Habana, 1986, p. 74) y con otras denominaciones como fongbe, djedji, fo, fogni, en Benin y Togo. (Ver Ivan Hrbek: ob. cit., p. 153).

    34 Posteriormente identificados como nupe (Rafael Lpez Valds: ob. cit.) y con otras denominaciones como nupechizi, nupesizi, agabi, abawa, en Nigeria (Ivan Hrbek: ob. cit., p. 175).

    33

  • J E S S G U A N C H E

    los achanti y sobre el litoral, conservan la costumbre en los ltimos tiempos de la trata.

    Tambin identifica como lucum a los de Juda o Jud33 y narra sus cultos ofioltricos e incluye hasta los lucum achan