África, 14 km al sur de europa - junta de andalucía€¦ · análisis de los flujos migratorios...

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  • frica, 14 km al Sur de europaanlisis de los flujos migratorios

    entre el Norte de frica y el Sur de andaluca

  • Sevilla 2008

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    s (1)

    La Consejera de Gobernacin, consciente del valor aadido que para una sociedad libre y moderna tienen los trabajos de investigacin y divulga-cin de materias como las que esta obra trata, promueve un conjunto de ayudas para posibilitar la publicacin de cualquier texto que se considere de inters para la comunidad, pero no comparte necesariamente las opi-niones o juicios de valor que los autores plasmen en sus obras.

    Proyecto cofinanciado con fondos de la Unin EuropeaFondo Social Europeo

    Edita: Junta de Andaluca.Consejera de Gobernacin.Direccin General de Coordinacinde Polticas Migratorias

    Gema Gonzlez Ferrera y Jos Manuel Vera Borja de la presente edicin: Junta de Andaluca

    Diseo grfico, Estudio Manuel OrtizMaquetacin, Yokasta BezImpresin y encuadernacin, Egondi Artes Grficas

    Dep. Legal: SE7517-2008ISBN: 978-84-691-3528-0Impreso en Espaa

  • EQUIPO DE INVESTIGACIN

    Direccin y coordinacin: Gema Gonzlez Ferrera y Jos Manuel Vera Borja

    Direccin en Cdiz:Gema Gonzlez Ferrera. Dra. en CC Polticas y Sociologa. Catedrtica E.U. Sociologa. UCA.

    Jos Manuel Vera Borja. Lcdo. en CC Polticas y Sociologa. Jefe del Servicio de Estudios y Planificacin de

    la Excma. Diputacin Provincial de Cdiz.

    Equipo investigador en Cdiz:Gema Astorga Daza, Lcda. en Sociologa. Becaria. UCA.

    Carmen Gonzlez Ferreras, Lcda. en Psicologa. Doctora en Medicina y Ciruga. Profesora Titular E.U.

    Psicologa. UCA.

    Carmen Jan Gonzlez, Lcda. en Geografa e Historia. Master en Inmigracin. Becaria. UCA.

    Rafael Lorente Ibez, Lcdo. en Sociologa. Becario. UCA.

    Michel Remi Njiki, Lcdo. en Derecho Pblico y DEA en Derecho de Extranjera en la UE. Becario. UCA.

    M Jos Rodrguez Mesa, Doctora en Derecho. Profesora Titular. UCA.

    M Teresa Rodrguez-Rubio Vzquez, Lcda. en Filologa rabe. Becaria. UCA.

    Gonzalo Snchez Gardey, Dr. en CC Econmicas y Empresariales. Profesor. Organizacin de Empresas. UCA.

    Rosario Vereda Tapia, Lcda. en Geografa e Historia. Becaria. UCA.

    Direccin en Sevilla:Jos Mora Galiana, Dr. en Filosofa. Profesor UPO (Sevilla), IESMAL (Instituto de Estudios Sociales para el Mediterrneo, Amrica Latina y frica).

    Equipo de investigacin IESMAL, en Sevilla:Otman Ghannami, Historiador y Director-educador de jvenes de la calle de Tetun (Marruecos).

    Michel nge Ibl Kambir, Ingeniero agrnomo, Lcdo. en Ciencias Morales y DEA en Pensamiento

    Poltico.

    lvaro Rodrguez Camacho, Lcdo. en Humanidades y en Filosofa. Profesor de Filosofa en IES.

    Direccin en el Norte de Marruecos: Jamal Benamar, Catedrtico. Doctor en Comunicacin e Informtica. Universidad Abdelmalek Essadi.

    Marruecos.

    Equipo investigador en el Norte de Marruecos: Laila Hilal, Experta en Comunicacin. Escuela Universitaria de Turismo de Tnger, I.S.I.T.T. Marruecos.

    Amal Benhamman, Doctorando en Derecho Internacional. Universidad Abdelmalek Essadi.

    Mohamed Yahia, Catedrtico. Doctor en Derecho Administrativo. Universidad Abdelmalek Essadi.

    Francisco Alberto Vallejo Pea, Doctor en Sociologa. Universidad de Mlaga.

    Brahim Kirmi, Doctor en Sociologa. Univ. Abdelmalek Essadi.

    frica, 14 km al Sur de europaanlisis de los flujos migratorios entre el Norte de frica y el Sur de andaluca

  • La investigacin social constituye una herramienta imprescindible en la planificacin, ejecucin y evaluacin de polticas pblicas. Investigacin e intervencin constituyen un binomio indisoluble para llevar a cabo actuaciones pblicas de forma eficaz.

    La inmigracin, tal y como la conocemos actualmente, se caracteriza por ser un fenmeno altamente complejo y cambiante, que est produciendo profundas transformaciones en la sociedad andaluza.

    El papel de la investigacin social es especialmente relevante en un rea como la de los movimientos migratorios, donde son mltiples las variables que los motivan, estructuran y condicionan, como ml-tiples son tambin los factores que intervienen en la adecuada integracin de las personas migrantes en la sociedad de acogida.

    Este papel preeminente de la investigacin social ha quedado reflejado en el II Plan Integral para la Inmigracin en Andaluca, 2006-2009, donde constituye una de las reas especficas de intervencin y que tiene un carcter transversal respecto a todas las dems reas de intervencin recogidas en dicho Plan.

    La presente Coleccin Materiales ha nacido con el objeto de recopilar datos, artculos y trabajos en general, de diferente ndole y naturaleza acerca del fenmeno migratorio. Con ello se pone a disposicin de investigadores, agentes sociales y pblico en general, una coleccin de bibliografa y materiales de di-versa procedencia, cuyo fin ltimo, adems de la divulgacin de conocimientos, es servir de instrumento de trabajo tanto a las tareas de investigacin como a las de intervencin social.

    frica, 14 km. al Sur de Europa, es un trabajo desarrollado por la Universidad de Cdiz, a travs de la Direccin General de Servicios y Accin Solidaria e incluido dentro del proyecto OMEPEI (Observatorio

  • de las Migraciones en el Estrecho y Prevencin de Efectos Indeseados) enmarcado en el Programa Opera-tivo Espaa-Marruecos y financiado a travs de la iniciativa comunitaria INTERREG III-A.

    El proyecto OMEPEI, ha llevado a cabo diversas actuaciones en las provincias de Mlaga y Cdiz, as como en diferentes localidades transfronterizas del Norte de Marruecos, con el fin de prevenir los efectos indeseados que produce la inmigracin ilegal y facilitar al mismo tiempo alternativas de futuro a potenciales inmigrantes, as como vas de integracin a aquellos que actualmente residen en nuestra comunidad. Dentro de las activi-dades previstas en dicho proyecto se encuentra el trabajo contenido en este libro.

    La informacin aportada acerca de los flujos migratorios, entre el Norte de frica y Andaluca, parte de tres fuentes de informacin:

    - Visiones y anlisis de la inmigracin reciente en Andaluca elaborados sobre fuentes secundarias.- Extractos de entrevistas en profundidad a personas migrantes y otros informantes privilegiados.- Propuestas concretas para promover un cambio social en este sentido.

    Esta variedad de fuentes de informacin ofrece una gran riqueza de visiones y perspectivas para abor-dar una cuestin tan compleja como son los movimientos migratorios en nuestra comunidad autnoma, y en un contexto internacional de globalizacin econmica. Asimismo, facilita material que puede resultar de gran utilidad para la reflexin y el debate, no slo para profesionales de la investigacin, o de la inter-vencin social, sino para cualquier persona interesada. El asunto es una cuestin que, adems de rigurosa-mente actual, supone uno de los grandes desafos que habrn de afrontar las sociedades del siglo XXI.

    Roco Palacios de HaroDirectora General de Coordinacin de Polticas Migratorias

  • Caminos de alta fiesta

    A dn y Eva eran negros?En frica empez el viaje humano en el mundo. Desde all emprendieron nuestros abuelos la conquista del planeta. Los diversos caminos fundaron los diversos

    destinos, y el sol se ocup del reparto de los colores.

    Ahora las mujeres y los hombres, arcoiris de la tierra, tenemos ms

    colores que el arcoiris del cielo; pero somos todos africanos emi-

    grados. Hasta los blancos blanqusimos vienen del frica.

    Quiz nos negamos a recordar nuestro origen comn porque el

    racismo produce amnesia, o porque nos resulta imposible creer

    que en aquellos tiempos remotos el mundo entero era nuestro

    reino, inmenso mapa sin fronteras, y nuestras piernas eran el nico

    pasaporte exigido.

    Eduardo Galeano. Espejos

  • PRLOGO A siete millas y media de la justicia social ....................................................................................................................................................................................... 11

    INTRODUCCIN ........................................................................................................................................................................................................................................................................ 15

    Metodologa de la investigacin ................................................................................................................................................................................................................................... 18

    VISIONES y ANLISIS DE LA INMIGRACIN RECIENTE EN ANDALUCA ELAbORADOS

    SObRE fUENTES SECUNDARIAS ............................................................................................................................................................................................................................. 19

    Las migraciones en la frontera sur de Europa .................................................................................................................................................................................................. 20

    Dos continentes vecinos en el proceso de globalizacin .......................................................................................................................................................................... 31

    Migraciones y poblacin en Europa, Espaa y Andaluca ........................................................................................................................................................................ 47

    Situacin jurdica de los inmigrantes ........................................................................................................................................................................................................................ 64

    La inmigracin regular e irregular en el mercado laboral de Andaluca ....................................................................................................................................... 87

    Los trabajadores extranjeros en el sistema de Seguridad Social ........................................................................................................................................................... 99

    Una sanidad para todos .................................................................................................................................................................................................................................................... 107

    Una escuela multicultural y multirracial ............................................................................................................................................................................................................. 117

    La vivienda de los inmigrantes y el nuevo paisaje urbano. .................................................................................................................................................................. 145

    Integracin frente a xenofobia: cmo los vemos, cmo nos ven ..................................................................................................................................................... 153

    ALGUNAS REALIDADES DE LA INMIGRACIN EN SUS PROPIAS VOCES .......................................................................................................... 167

    Consideraciones sobre los flujos migratorios .................................................................................................................................................................................................. 168

    Caractersticas de las personas migrantes ............................................................................................................................................................................................................ 182

    El destino migratorio ...........................................................................................................................................................................................................................................................189

    Inmigracin en Andaluca .............................................................................................................................................................................................................................................. 195

    ndice

  • Integracin social .................................................................................................................................................................................................................................................................. 202

    Alternativas, soluciones, desafos ................................................................................................................................................................................................................................ 208

    ALGUNAS PROPUESTAS PARA DEbATE ....................................................................................................................................................................................................... 217

    Migraciones Norte Sur. Andaluca en la encrucijada ................................................................................................................................................................................ 218

    La frontera sur de Europa. Entre la represin y la cooperacin ........................................................................................................................................................ 221

    Inmigracin regular e irregular en el mercado laboral de Andaluca ........................................................................................................................................... 224

    Una sanidad para todos, ms all de los papeles ............................................................................................................................................................................................ 226

    Una escuela multicultural y multirracial ............................................................................................................................................................................................................. 228

    Las viviendas de los inmigrantes y el nuevo paisaje urbano ................................................................................................................................................................ 231

    Integracin frente a xenofobia: cmo los vemos, cmo nos ven ..................................................................................................................................................... 233

    ANEXOS ............................................................................................................................................................................................................................................................................................. 237

    A. Cuestionarios utilizados ........................................................................................................................................................................................................................................................ 238

    b. Listado de personas entrevistadas ........................................................................................................................................................................................................................ 249

    bIbLIOGRAfA ............................................................................................................................................................................................................................................................................ 254

  • 11

    PrlogoA siete millas y media de la justicia social

    E ntre San fernando, donde en 1810 comenzaron los debates para la primera Constitucin de Es-paa, y Cdiz, donde concluyeron dos aos despus, apenas hay 14 kilmetros de distancia: es un alegre istmo en donde de antiguo crecieron blancas montaas de sal y un dilogo de cante entre La Isla y Puerta Tierra.

    Esa es, justo, la misma distancia que media entre el punto ms meridional de la costa andaluza y el ms septentrional del litoral marroqu. y lo que en el primer caso se traduce a travs del comps de las alegras, si el segundo llevase banda sonora probablemente sonara a seguiriya o a una de esas salmodias de las nubas andaluses que conservan heroicas orquestas populares de Tetun o de Tnger, alabada sea la memoria de los maestros Chekara y Tensamani. Ese ritmo sucesivo vendra bien para acunar la larga secuencia de sueos, de aventuras personales y tambin de muerte que entraa el cruce de la frontera sur de Europa.

    Ese es el oscuro objeto de anlisis de frica, 14 kilmetros al sur de Europa, un ensayo interdisci-plinar realizado por la Universidad de Cdiz a instancias de la Direccin General de Accin Social y So-lidaria que dirige Mercedes Dobarco. Ensayo que ahora publica la Direccin General de Coordinacin de Polticas Migratorias de la Consejera de Gobernacin de la Junta de Andaluca como un anlisis de los flujos migratorios entre el Norte de frica y el Sur de Andaluca.

    y aunque su materia cientfica es mucho ms concreta y reciente, el rastro de dicho fenmeno ten-dra que remontarse a la Prehistoria y una de las ms slidas teoras sobre poblamiento nos habla de que los primeros homnidos llegaron a Europa hace 1,8 millones de aos y procedan de frica. En una etapa posterior, ya son los viejos alfabetos los que nos hablan del largo viaje de los fenicios desde lo que hoy es el Lbano hasta lo que hoy es Espaa, una misma geografa de las migraciones que tambin explicar en gran medida los contraluces de Al Andalus o una de las rutas seguidas por el pueblo gitano en su xodo desde La India, a travs de Egipto y finalmente la Andaluca de quinientos aos atrs.

    No seran migraciones voluntarias, sin embargo, las que trajeron a miles de africanos hasta las lonjas de compraventa de esclavos de Sevilla o de Cdiz, hombres y mujeres que una vez libertos contribuiran

  • 12

    FRICA, 14 KILMETROS AL SUR DE EUROPA

    a la fundacin de ciudades como Gibralen en Huelva o cofradas tan veteranas como la de los Negritos en la Semana Santa de la capital de Andaluca. Durante el siglo XIX, esa misma encrucijada sirvi como puente martimo para el retorno de los judos histricamente desterrados en los actuales Marruecos y Argelia hasta Sefarad, a travs de Gibraltar o de Cdiz.

    Tambin hubo migraciones desde la orilla norte a la orilla sur de ese mismo Estrecho: como la que protago-nizaron miles de espaoles fugitivos de la guerra civil de 1936 o de la represin que prosigui ms all de 1939 y a quienes Juanito Valderrama dedicara el estreno en Tnger de su conocido cantable El emigrante.

    Tras la independencia marroqu de 1956, muchos de aquellos espaoles de la otra orilla volvieron a cruzar el Estrecho con sus enseres o capitales -grandes o exiguos, a la medida de cada fortuna- para un lento retorno a la Pennsula que, peridicamente, celebra reencuentros nostlgicos con su pasado tangerino, tetuan o rifeo. Durante los llamados aos de plomo, numerosos disidentes marroques encontraron refugio en Espaa, bien como destino final o como paso previo a su exilio en francia.

    Sin embargo, ms all de la ocasional presencia espaola de estudiantes marroques o de ricos de cuna de dicho pas, desde los aos 70 crecer la presencia de sus temporeros en las campaas agrcolas y, una dcada ms tarde, al pairo de los convenios pesqueros, en la flota del arrastre o del palangre que tuvo su base en el sur de Andaluca. Tambin fue el Estrecho un cruce de caminos fundamental para el retorno estival de los RME (acrnimo de Residentes Marroques en el Extranjero), que volvan por vacaciones desde los grandes centros fabriles de francia, blgica, Holanda, Alemania e Italia. Durante varios das, las explanadas portuarias de Algeciras, Mlaga o Almera servan como un lento filtro para cientos de miles de personas entre las que no faltaron muertes por deshidratacin, cargas de antidisturbios, penosos campos de concentracin o abusos comerciales en los precios de vveres de primera necesidad. Al menos hasta que, prcticamente concluida la dcada de los 80, no se organizara con sentido comn la Operacin Paso del Estrecho que alivi el problema con el uso de la lgica ms elemental, al incrementar el nmero de rotaciones martimas.

    Conforme Espaa fue recobrando sus libertades polticas y consolidando su economa en el contexto de la Unin Europea, empez a convertirse en un destino atractivo para los migrantes marroques, una figura social cuyo nmero se incrementara en la medida que ira aumentando exponencialmente el diferencial entre la pobreza y la riqueza de cada una de las dos orillas del Mediterrneo. El imaginario de la huida hacia el paraso europeo atraera por igual a hombres, nios y mujeres marroques que cifraban en la travesa del Estrecho sus mayores sueos de porvenir bonancible, su triunfo en la vida, su ansiada condicin de hroes locales.

    Alentados por esa tentacin, a finales de los aos 80 empezara a incrementarse el cruce clandestino del Estrecho con un largo saldo de muertes sin cuento las primeras se registraron en el otoo de 1988, pronto har veinte aos que se multiplicara a medida que el blindaje de la costa europea con el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), terminara desviando buena parte de dichos flujos hacia la costa atlntica de frica rumbo a las Islas Canarias, ya a comienzos del siglo XXI.

    A pesar de los pesares, mediante pateras, gomas hinchables o cayucos, frica sigue huyendo de s misma, del rastro del colonialismo occidental o de la enorme avaricia de algunos de sus gobernantes: ya no slo prueban esta aventura forzosa los marroques sino, desde los aos 90, muchos otros africanos lle-

  • 13

    PRLOGO

    gados de las hambrunas de los Grandes Lagos o de las guerras endmicas al sur del Shara o de la miseria tangible de un continente harto de misericordia.

    La otra gran puerta de entrada para la inmigracin irregular a Espaa son los puntos fronterizos de La Jonquera y Hendaya, por donde llegan desde francia numerosos inmigrantes del Este, sobre todo rumanos y blgaros. Otra va de entrada para muchos inmigrantes procedentes de Amrica Latina y de pases del Este es la lnea frrea que enlaza Pars con Madrid. O qu decir del paso de Calais, entre francia y Gran bretaa, donde, a lo largo del ao 2000, fueron sorprendidos 25.000 inmigrantes clandestinos, muchos ms que en toda la costa de Andaluca, con 15.000 detenciones como saldo de ese ao.

    En el ao 2001, la represin de la inmigracin clandestina haba cambiado su curso. Una ofensiva diplomtica espaola, en distintos pases pretenda, sobre el papel, canalizar los flujos migratorios con todas las de la ley y repatriar a sus pases de origen a todos los inmigrantes irregulares y no slo a los marroques. Supuesto harto difcil si se tiene en cuenta que la mayora de los pases africanos carece de representacin diplomtica en Espaa y que, en caso de conseguir el desplazamiento de una delegacin consular, los procesos de reconocimiento de sus ciudadanos no eran siempre felices ni eficientes. En 2006 y ante el sensacionalismo con que los medios de comunicacin trataron la arribada de cayucos a las costas canarias, el primer Gobierno de Jos Luis Rodrguez Zapatero tuvo que precipitar la puesta en prctica del llamado Plan frica con que se pretendan reparar tales defectos.

    La ruta canaria de las migraciones por va naval es, por ello, mucho ms reciente que la del Estrecho. La primera embarcacin clandestina fue avistada en 1994: eran dos pescadores marroques que, simple-mente, se alejaron demasiado de la costa y llegaron al sur de fuerteventura. El ritmo de travesas fue aumentando progresivamente en aos sucesivos: en 1995 se localizaron ocho pateras, con veintinueve detenciones; siete y veintisiete detenidos fue el saldo de 1996 y, en 1997, ya se not un ligero aumento con veintitrs embarcaciones y sus ciento doce pasajeros. Las cifras se dispararon en 1998, con sesenta y siete pateras y trescientos noventa y nueve desesperados que fueron interceptados por la benemrita. Al ao siguiente, hubo ms de dos mil detenciones por estancia ilegal. Hoy por hoy, se calcula que no menos de 30.000 inmigrantes intentan cruzar por ese paso. Estas pateras procedan, inicialmente de El Aain, pero a medida que los controles y acuerdos internacionales fueron mayores, zarparan de Mau-ritania y Senegal.

    Nada, sin embargo, impeda eso que la alta poltica denomina efecto llamada y que los cooperantes y misioneros en frica suelen llamar, en cambio, efecto huida. No era la mayor o menor permisividad de las leyes lo que atraa a miles de personas llegadas de todo norte o, mejor dicho, de todo sur. Eran las garantas salariales, los derechos sindicales, la educacin, las pelculas, la televisin va satlite, los coches que conducan los emigrantes con papeles, las compras a plazos, los centros sanitarios... en fin, ese cierto confort que si hoy peligra en Europa no es precisamente por la abundancia de emigrantes sino por la insaciable ambicin de las poderosas trasnacionales y de unos gobiernos convertidos en tteres de los intereses bancarios o patronales. El canto europeo de las sirenas llegaba, a menudo, a impensables provin-cias concretas del mapa marroqu, como beni Mellal, o a simples adolescentes que cruzaban el charco pensando que en Europa podran trabajar como ya lo hacan en su pas de origen y que, ms temprano

  • 14

    FRICA, 14 KILMETROS AL SUR DE EUROPA

    que tarde, volveran a casa convertidos en los hroes que haban contribuido a sacar a sus padres y her-manos de la espiral de la miseria.

    Todo ello ocurra en un tiempo en el que las nuevas pautas de la globalizacin intentaron auspiciar el surgi-miento de una clase media slida en Marruecos, mediante la deslocalizacin empresarial que haba funcionado relativamente bien en Espaa, Portugal, Grecia o Italia, medio siglo atrs. No fue este el caso: la apertura de centros fabriles de patente europea en los polgonos industriales de Tnger o Casablanca no redund en un aumento sustancial del PIb o de la renta media marroqu. Antes al contrario, no se buscaba tanto la prosperi-dad de sus trabajadores y, por lo tanto, la apertura de nuevos mercados, sino abaratar los precios de fbrica para hacer ms competitivas a las empresas. As que, antes que un aumento del poder adquisitivo de esos empleados, las largas horas de trabajo y la contratacin masiva de mujeres, conllev una clara desestructuracin familiar de resultados impredecibles en el futuro.

    frente a todo ello, la posicin poltica de Europa viene siendo especialmente mezquina. La supresin de fronteras internas en base al acuerdo de Schengen no propici sin embargo que al menos los pases firmantes del mismo se dotaran de una legislacin comn en materia de extranjera.

    El manifiesto incumplimiento de buena parte de los acuerdos de Tampere de 1999 -sobre la supuesta creacin de un espacio de libertad, seguridad y justicia en Europa- supuso un nuevo escaln en una espiral de insensateces que, una dcada ms tarde, hace presumir que la Unin Europea mantiene en la actualidad una bolsa prxima a siete millones de indocumentados.

    As las cosas, en Espaa, a los extranjeros indocumentados se les empapelaba so pena de expulsin real o simplemente burocrtica por haber infringido el apartado a) del artculo 53 de la nueva Ley de Extranjera 8/2000, al encontrarse irregularmente en territorio espaol, por no haber obtenido o tener caducada ms de tres meses la prrroga de estancia, la autorizacin de residencia o documentos anlo-gos, cuando fueren exigibles. En 2008, la Unin Europea ha aprobado una directiva que propicia las expulsiones masivas de trabajadores indocumentados. Qu precio tendremos que pagar por ello? Esa pregunta no es capciosa ni se refiere tan slo al coste en transportes, dietas policiales o subvenciones a los distintos pases de procedencia para que readmitan a sus nacionales expulsados del Edn. Todo ello entra-a tambin un gasto moral. y varias preguntas: cmo, cundo, por cunto y desde donde, sustituiremos a los inmigrantes que pretendemos expulsar y que, sin embargo, desempean trabajos incluso en la sombra que muchos europeos desprecian por su riesgo, por su dureza o por sus bajos salarios?

    Quiz por nuestro propio sistema de medidas, da la sensacin de que 14 kilmetros suponen una dis-tancia mucho menor que la de 7,56 millas, aunque ambas sean equivalentes. Ojal este libro y este ttulo, auspiciado por la Direccin General de Coordinacin de Polticas Migratorias (Consejera de Goberna-cin) que se basan en el trabajo sociolgico de Gema Gonzlez ferrera y de Jos Manuel Vera borja, de la mano de la Direccin General de Servicios y de Accin Solidaria de la Universidad de Cdiz, que dirige Mercedes Dobarco- sepan acercarnos hacia esa meta comn de la justicia, sin cuya presencia suele ser im-posible el sueo de la utopa y que con frecuencia alienta las peores pesadillas.

    Juan Jos Tllez Rubio

  • Introduccin

  • 17

    L as pateras siguen llegando. y muchos de sus ocupantes ya no llegarn nunca. La tragedia contina. Andaluca Sur es una parte del escena-rio donde se desarrolla el conflicto Norte Sur, en la frontera de la U. E. con frica. Sin embargo, el asentamiento de los inmigrantes en el territorio es pequeo, es menor que la media espaola y con mayor diversi-dad de tipos de inmigrantes: econmicos, heliocntricos1, de salud Una importante contribucin al crecimiento econmico, una aceptacin global de su presencia, una apuesta por su integracin social en trminos igualitarios y unas actitudes compartidas acerca de que se reconozca a los inmigrantes el derecho a la reunificacin familiar, la nacionalidad y la participacin en la vida poltica. Disfrutan de los servicios sociales en condiciones de igualdad, vinien-do las limitaciones de su condicin de clase, ms de que de la de inmigrantes. Sin embargo, hay seales de que la xenofobia y el racismo crecen, sobre todo en los pueblos o barrios donde se produce una concentracin de inmigrantes, que en Andaluca Sur an no se ha producido.

    Este estudio es una foto fija de un proceso continuo, de una pelcula. Los datos, como en toda investigacin social, son contingentes y provisionales. Quizs an sea pronto para hablar de tendencias. Se han examinado fuen-tes secundarias existentes y se ha dado voz a quienes ordinariamente no la tienen, permitindoles explicar por qu vienen y a qu. Posiblemente, en ese discurso que suma sus voces estn algunas de las verdades del barquero que no acaban de tener respuesta a pesar del sustancial cambio de rumbo de la poltica migratoria operada a partir de 2004. Sin embargo, los resultados, aun aplicando las mejores polticas y en el mejor contexto internacional posible, no sern visibles ms que a medio y largo plazo, pues se trata de uno de los mayores desafos de la historia moderna. Un desafo que exige actores continentales y foros mundiales, porque se es su espacio, su territorio.

    1. Se define como inmigracin heliocntri-ca, aquella que es motivada por la bsqueda de sol y mejores condiciones climticas.

  • 18

    FRICA, 14 KILMETROS AL SUR DE EUROPA

    Las cosas son lo que son y lo que potencialmente pueden ser. En esa medida es un reto, que puede confirmar o reforzar predicciones o actuar como revulsivo que evite precisamente esas derivas, por ejemplo, con el aumento de la xenofobia y el racismo.

    Metodologa de la investigacin

    El estudio ha sido diseado como una aproximacin al conocimiento de los movimientos migratorios recien-tes procedentes del continente africano a travs del Estrecho de Gibraltar, para tratar de conocer las tendencias y los problemas relacionados con la insercin social de estos colectivos en las provincias del sur de Andaluca (Sevilla, Huelva, Cdiz y Mlaga), que se han denominado, a efectos de este trabajo, Andaluca Sur.

    Para ello se han desarrollado dos investigaciones paralelas y complementarias. De una parte, el anlisis de fuentes secundarias, sobre todo de tipo cuantitativo, que permite tener una visin general del fenmeno migratorio, percibir los diversos aspectos que lo configuran y las opiniones y valoracin de los problemas o desafos que necesariamente implica la incorporacin de tanta poblacin de origen diverso y variada cultura. Con este material se ha realizado un diagnstico de esta realidad desde un nivel macro en el que se explican y producen las tendencias, conflictos o procesos en el que cobran sentido los sucesos en que se traduce y donde se visualizan los inmigrantes intentando llegar o instalados en barrios y ciudades de la Comunidad. Se han evaluado desde el marco poltico definido en la Cumbre de barcelona, las caracters-ticas de Andaluca Sur como frontera sur de Europa frente a frica: los aspectos poblacionales, jurdicos, su insercin en el mercado laboral y en la Seguridad Social, la insercin en la sanidad pblica o en el sistema educativo andaluz, los problemas para acceder a la vivienda o la percepcin mutua sobre los procesos de in-tegracin, incluida la medicin de los ndices de xenofobia y racismo de la poblacin espaola y andaluza.

    La otra parte del estudio se ha realizado con una metodologa cualitativa. Se han realizado en total 81 entre-vistas en profundidad e historias de vida a expertos en el tema (38 entrevistas: 22 en Andaluca y 13 en el norte de Marruecos) y a inmigrantes en situaciones migratorias y con caractersticas personales diversas (varones y mujeres, diversas edades, oriundos de Marruecos, Mal, Argelia, Costa de Marfil, Camern, Liberia, Nigeria, Guinea Conakry, Senegal). Se han recogido las voces de inmigrantes adultos residentes desde hace aos en Andaluca Sur, integrados en sus barrios y ciudades, hasta jvenes recin llegados residiendo en instituciones de acogida (21 entrevistas). Tambin a algunos de los que esperan en la otra orilla, que han intentado llegar y no lo han conseguido an, pero no abandonan un proyecto que da sentido a su vida, as como a personas que habiendo venido han vuelto, ya sea porque no les fue bien, ya sea porque fueron devueltos (22 entrevistas).

    El objetivo es dar la voz a los propios inmigrantes o sus representantes y a miembros de organiza-ciones que trabajan con ellos, para conseguir su integracin social en Andaluca. Con los discursos de estas personas hemos elaborado un nico pero muy variado discurso que, ms all de los matices que han introducido los entrevistados, configuran un texto coherente y lgico que refleja el punto de vista de los otros, dndoles la palabra sin reinterpretarla, salvando expresiones originales para que se pueda escuchar su voz ms autntica.

  • Visiones y anlisis de la inmigracin reciente en Andaluca elaborados

    sobre fuentes secundarias

  • 20

    FRICA, 14 KILMETROS AL SUR DE EUROPA

    La frontera sur de Europa

    P ermtasenos introducir este estudio sobre la emigracin africana hacia el sur de Andaluca con las sabias palabras de un periodista, recientemente fallecido y premio Prncipe de Asturias, Kapuscinsky: Cuando vemos imgenes de las pateras, con 20 40 personas en su interior, empezamos a hablar de inmigracin, y los polticos proponen medidas para combatirla o re-gularla. Un da leemos una noticia sobre la llegada a Italia de un barco con kurdos; otro, el hallazgo de asiticos encerrados en un camin en Inglaterra; otro, de africanos saltando la valla de Melilla... Pero se trata de pequeas noticias separadas que no explican nada. Se nos presentan fuera de contexto porque el verdadero contexto es la miseria [...] Cuando exista el teln de acero estbamos aislados. Apenas conocamos algo del otro lado. Todo nos llegaba distorsionado. No sabamos siquiera si vivamos bien o mal porque no haba nada distinto con lo que nos pudiramos comparar. La diferencia hoy es que la te-levisin por satlite ha llevado las imgenes de nuestra vida a los rincones de frica, y esas imgenes son las que han permitido a los africanos tomar conciencia de su verdadera situacin, de su pobreza extrema. Cuando se declararon las independencias de India y Pakistn (y despus las de la mayora de los pases africanos), se produjo una gran euforia, una esperanza de que la misma independencia era la solucin a los problemas. Se cre el Movimiento de los No Alineados para confrontar a Occidente, pero 20 aos despus, en 1972, tuvieron que admitir su fracaso, que el mundo desarrollado no estaba dispuesto a aten-der sus aspiraciones. Ahora, la tctica es otra. ya no se trata de buscar la confrontacin, esta vez el objetivo es intentar la penetracin. No es una accin organizada, slo el dbil que busca la igualdad cruzando el mar y los desiertos, jugndose la existencia, para saltar la nueva frontera que separa la muerte segura de la posibilidad de vida. y los periodistas no estamos informando del contexto, de que los ricos son cada vez ms ricos y los pobres cada vez ms pobres. Occidente ha creado unas condiciones de desigualdad tales que la nica salida de los pobres es jugarse todo para alcanzar ese mundo donde estn acumulados

    Las migraciones en la frontera sur de Europa

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    VISIONES Y ANLISIS DE LA INMIGRACIN RECIENTE EN ANDALUCA ELABORADAS SOBRE FUENTES SECUNDARIAS

    los bienes y el bienestar, y es muy hipcrita decirles que ahora ya no pueden cruzar. Es un problema que tiene una solucin muy difcil.

    El texto ilustra con una claridad pasmosa y una economa de medios propia de su maestra, una realidad compleja que supone un gran desafo en todas las escalas espaciales, desde el mundo globalizado, a la U. E., Espaa o Andaluca, ya que es, en efecto, el fenmeno social emergente ms significativo e importante de las ltimas dcadas. y Espaa, por su posicin geogrfica, por su vinculacin cultural y lingstica a Amrica y, sobre todo, por el enorme empuje del crecimiento econmico sostenido durante ms de quince aos (que es el verdadero efecto llamada sobre las depauperadas economas del Sur), ha sido el pas europeo de mayor crecimiento poblacional provocado por la llegada de inmigrantes de todos los continentes. En Espa-a haba a mediados de los aos 80 del siglo XX un cuarto de milln de extranjeros; a principios del nuevo siglo eran algo menos de un milln los inmigrantes empadronados (920.000) y en el Padrn de 2007 hay 4,5 millones, con casi dos millones de altas en la Seguridad Social y absorbiendo tres de cada cuatro nuevos empleos (datos de la EPA del primer trimestre de 2007).

    En apenas 15 aos, los inmigrantes han pasado de ser una minora casi invisible, social y econmica-mente, a convertirse en una realidad de primer orden, que puede ser visualizada en su dimensin econ-mica con una sola cifra: uno de cada diez empleos de Andaluca lo desempea un inmigrante. Andaluca es, en estos momentos, destino a medio y largo plazo de una gran cantidad de emigrantes que se han asentado en ella hasta convertirla en la tercera Comunidad espaola en volumen de poblacin extranjera. Pero es y seguir siendo tambin tierra de paso, una estacin en el camino de muchos africanos hacia el resto de Espaa y de la U. E.

    Esto es as porque la actual globalizacin econmica incentiva los movimientos migratorios hasta alcanzar una intensidad nunca antes conocida, no tanto por la proporcin de migrantes internacionales que proporcionalmente es equivalente a la de la gran migracin de principios del sigo XX, alrededor del 3% de la poblacin, sino por el volumen: ahora tambin representan aproximadamente ese porcentaje, pero suman ms de 191 millones de personas desplazadas. La diferencia es que ahora vienen del Sur. La OCDE calcul un crecimiento anual para 2005 de los inmigrantes permanentes en los pases industria-lizados del 10% anual. Una situacin que se visualiza especialmente en las fronteras que separan pases o continentes entre los que existe un fuerte diferencial de riqueza. Este es el caso de Andaluca, que se convierte en frontera norte-sur, entre frica y el continente europeo, aadiendo a los desafos derivados de la rpida incorporacin de estos colectivos, los generados por la llegada de personas en condiciones de alto riesgo a travs del Estrecho de Gibraltar y, ms recientemente, por las rutas al sur del Shara hacia las Islas Canarias.

    As pues, una de las claves del fenmeno migratorio en el territorio que, a efectos acadmicos, se ha dado en denominar Andaluca Sur, es el hecho de que es la segunda frontera mundial en importancia entre el desarrollo de los pases del Norte y el subdesarrollo y la pobreza del Sur. Dndose el agravante de que el diferencial de renta entre ambas orillas es el mayor del mundo, an sin considerar que los pases del Magreb son los de mayor renta del continente africano. El escaln de renta entre las dos orillas es casi el doble del que se da entre EE. UU. y Mxico (1/4) y es sideral comparado con el frica Subsahariana (media aprox.

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    1/20), donde la mayora de la poblacin vive con menos de dos dlares/da y donde est ubicada la mayora de los pases con menores expectativas de desarrollo a corto y medio plazo.

    Segn Iigo Mor (2007), la economa canaria es equivalente a la de doce pases del frica Occiden-tal y casi equivale a la de Marruecos. Pero el verdadero problema es que la mayora de estos pases, a pesar de contar con ingentes cantidades de riqueza, ha retrocedido durante los ltimos veinticinco aos, de forma que solo en 2003 se recuper el nivel econmico existente en 1980. Esta destruccin de riqueza y despilfarro de una exigua minora contrasta con el crecimiento exponencial de la economa espaola en estos aos. Adems, la poblacin de estos doce pases se ha duplicado, con lo que el nivel de vida ha descendido, la gente es ms pobre que hace veinte aos y la mayora de los que han prosperado lo han hecho con la emigracin. Sus remesas, que ya representan un 3% del PIb, superan a las del turismo o la inversin extranjera, de forma que estos flujos monetarios se han convertido de hecho en el sustitutivo de un estado de bienestar que de hecho no existe, a pesar de que pagan un alto precio por el envo de remesas a estos pases: un 10% del dinero girado a los familiares, muchsimo ms caro que lo que les cuesta a otros inmigrantes, como los latinoamericanos: alrededor del 2%.

    y mientras esto ocurre, los pases desarrollados incumplen con sus compromisos con este continente. Los famosos objetivos de la Cumbre del Milenio no van camino de cumplirse en el 2015, como se haba pactado, y los principales perjudicados estn en el rea Subsahariana. El informe de la ONU acerca del incumplimiento de los objetivos es pesimista, a pesar de que algunas de las estadsticas que maneja han sido criticadas por ONG como Ayuda en Accin, precisamente por lo contrario. Si se pretenda reducir en 2007 las dos terceras partes de la tasa de mortalidad infantil entre 1990 y 2017, la tasa para el frica Subsahariana tan slo se ha reducido en 19 puntos (de 185 a 166). El sida, otro de los objetivos, cabalga descontrolado en estos pases, ya que en ellos est la mayora de los nuevos infectados y, adems, la pobre-za extrema (menos de un dlar al da) apenas ha bajado 5,5 puntos en 17 aos. Mientras, la solidaridad de los pases desarrollados no avanza; incluso, como denuncia el informe, disminuye. Slo cinco pases mantienen su compromiso de destinar el 0,7% a la cooperacin.

    Esta situacin convierte a Europa y Andaluca en tierra de promisin, arrastrando a miles de personas a la aventura de llegar al precio que sea. El Estrecho y Canarias se han convertido as en una fosa en la que estn enterradas miles de vctimas. Slo en el ao 2006, la Asociacin Pro Derechos Humanos de Andalu-ca ha contabilizado 1.167 muertes, pero calcula, con base en distintas fuentes, que la cifra estara alrededor de las 7.000. La muerte de los inmigrantes en cayucos y pateras se ha asimilado socialmente como una especie de efecto indeseado de un control de fronteras necesario. Sin embargo, el precio en sufrimiento y vidas no puede ser asumido como consecuencia de una eleccin libre, ni aceptada, por tanto, como efecto colateral de una legtima poltica de control.

    El que hasta hace muy poco no se haya desarrollado una poltica de cupos adecuada u otras polticas disuasorias o alternativas ha hecho que el acceso desde el continente africano se haya convertido en una va casi exclusivamente clandestina para la llegada de forma irregular a Europa. Sin embargo, no es a travs de las pateras y cayucos con lo que se ha formado la bolsa de irregulares que existe actualmente en Espaa. El nmero de los que han accedido as, por muchos que sean los que no fueron detectados o

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    2. Casi todas las teoras que intentan explicar las desigualdades entre el norte y el sur, el cen-tro y la periferia... (la teora del imperialismo, la del sistema-mundo, la de la dependencia...) estn de acuerdo en que el desequilibrio de riqueza tiene sus orgenes en el colonialismo (Giddens, 1994: 576). No hay un consenso generalizado sobre que los pases ricos lo sean como consecuencia de la explotacin (para muchos autores, los recursos de los que se apropiaron fueron secundarios en compara-cin con los procesos de crecimiento indus-trial generados dentro de ellos) pero s en que los pases pobres lo son por esa circunstancia. [...] Antes de la 1 Guerra Mundial los poderes coloniales europeos controlaban directa o indirectamente casi el 85% del planeta. Este colonialismo fue especialmente etnocntrico (Harrison, 1984; Calhoun, Light y Keller 2000). Los conquistadores de la antigedad se haban mezclado con los habitantes locales y haban adoptado muchas de sus costumbres, pero los europeos, convencidos de que su religin, len-gua y costumbres eran innatamente superio-res a las de los no europeos, les adoctrinaron y les hicieron interiorizar como vergonzantes su cultura y su procedencia tnica (Gonzlez Ferrera, 2004). Las metrpolis destruyeron las economas de subsistencia de los pases colonizados, sustituyendo los cultivos tradi-cionales por monocultivos que interesaban a los colonizadores y que en gran parte siguen en manos de empresas occidentales que con-trolan los precios: Con frecuencia, los precios que se pagan por las cosechas se deciden, no en funcin de la ley de la oferta y la demanda, sino como resultado de los movimientos finan-cieros y burstiles de estas transnacionales. En los aos 70, los flujos de mercancas dirigan los tipos de cambio y la flotacin de las mone-das tena un papel vlido. Desde los 90 son los flujos de capital los que orientan los tipos de cambio (Gonzlez Ferrera, op.cit.).3. Como el propio Banco Mundial reconoci en la cumbre de Johannesburgo en 2002, aceptando las tesis de ONG y organizaciones humanitarias que venan denunciando des-de tiempo atrs que las reglas del comercio internacional estaban hundiendo a amplias regiones del mundo no desarrollado.4. Pocas son naciones (un pueblo con una historia y una cultura comunes). Esto resulta especialmente evidente en frica. Las fron-teras de los actuales pases africanos fueron trazadas por potencias coloniales sin apenas prestar atencin a la distribucin de los pue-blos y los recursos. Algunos pases se ven des-garrados por guerras civiles porque enemigos tradicionales fueron reunidos en un mismo pas (Calhoun, Light y Keller, 2000, 490).

    detenidos, es una cifra y porcentaje mnimo en comparacin con los que entran por fronteras terrestres o por los aeropuertos. Pero lo arriesgado de su aventura hace de ello un espectculo y por tanto un negocio, con amplsima repercusin en los medios.

    El anlisis de la inmigracin clandestina pone de manifiesto que son las desigualdades econmicas y sociales, y la ausencia de cooperacin en-tre Europa y los pases de origen de los inmigrantes los factores clave en el incremento de los flujos migratorios. Las causas son complejas y se retroa-limentan: miseria por efecto de la colonizacin2, imposibilidad de que sus productos agrarios puedan competir con los subvencionados en el mun-do desarrollado3, elevado crecimiento demogrfico, sequas, desertizacin, destruccin medioambiental, hambrunas, nepotismo y corrupcin de los gobiernos, ineficiencia en la ayuda al desarrollo, procesos de urbanizacin fuera de control, dbil articulacin de la sociedad civil, retroceso en tr-minos de calidad de vida, inseguridad jurdica, violencia, guerras...4

    A esto se suma la prdida de sus recursos humanos ms valiosos: quie-nes emigran son abrumadoramente las personas con ms capacidad em-prendedora y, con mucha frecuencia, gente con altos niveles de formacin en los que el Estado ha hecho una fuerte inversin y cuya ausencia su-pone, en ocasiones, un verdadero desastre social. El ejemplo ms signifi-cativo son los mdicos y sanitarios que, atrados por los medios y salarios europeos, abandonan en tropel frica que slo posee 2,3 profesionales por cada 1.000 habitantes.

    As que cada vez son ms los pases que se suman a la nueva cultura de la emigracin, por mimetismo y gracias a las nuevas tecnologas de la co-municacin, produciendo una especie de onda que se propaga imparable por frica. El momento actual se caracteriza por este hecho y por el des-plazamiento de parte de los flujos migratorios de origen africano desde el Estrecho de Gibraltar a las Islas Canarias, aunque siguen llegando migran-tes, en mayor medida, a las provincias de Andaluca oriental ms alejadas del Estrecho, e incluso a otras regiones espaolas del Mediterrneo. Este cambio viene condicionado principalmente por la progresiva instauracin del SIVE (Servicio Integrado de Vigilancia Exterior), el aumento del con-trol de los flujos procedentes del Magreb, concretamente de Marruecos, y, en especial, el blindaje de las fronteras de Ceuta y Melilla.

    En este sentido, no se puede olvidar que, a pesar del incremento de la inmigracin clandestina durante los cinco primeros meses del ao 2006 en la ruta de Canarias, en el Estrecho de Gibraltar el nmero de inmi-

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    grantes detenidos entre los meses de enero a junio de 2006 era ya superior al total de detenidos durante todo el ao 2005. Para todo el ao 2006 los detenidos superaron los 47.000, de los cuales el 70% entr por Canarias, un 15% por el Estrecho y otro 15% fue detenido en tierras o mares africanos por los Go-biernos o el frontex. En total, cuadruplican los detenidos en 2005.

    Los flujos migratorios procedentes del Norte de frica que llegan a Espaa a travs del Estrecho tie-nen una entidad propia, al margen de la ruta de Canarias. As pues, no se trata tanto de rutas alternativas, como de rutas complementarias.

    La extensin del SIVE y el aumento en su grado de eficiencia ha provocado la bsqueda de nuevas rutas, cada vez ms largas y peligrosas y, por tanto, con una mayor presencia de las mafias. Una delincuencia creciente muy difcil de combatir, ya que opera fuera del territorio espaol, donde, con la legislacin vigen-te, no es posible combatirla mientras no se reforme el artculo 23 de la Ley Orgnica del Poder Judicial.

    La progresiva implementacin del SIVE en todo el sur espaol y la mejora de su eficacia ha coincidido en el tiempo con la extensin progresiva a todo el frica Subsahariana de la cultura de la emigracin, convertida en un recurso ordinario frente a la miseria y la falta de expectativas de bienestar, con lo que las cifras de inmigrantes han continuado creciendo, aunque muy recientemente (2007) a menor ritmo.

    Las dos caractersticas ms destacadas de las tendencias migratorias son la progresiva feminizacin de la inmigracin africana y la disminucin de la edad con que se emigra. Esto conduce a la prctica cada vez ms extendida de enviar a Espaa a menores, sobre todo marroques, como una estrategia o instru-mento para lograr salir adelante toda la familia. Los centros de acogida de Andaluca se colapsan con estos nios, cada vez ms jvenes que, en los bajos de los camiones, como polizones, saltando vallas o ms recientemente en pateras fletadas y pagadas por sus familiares llegan a nuestras costas, en la conviccin de las inmensas dificultades que conlleva la repatriacin de menores si se cumplen escrupulosamente las leyes al respecto. Sobre todo, si no se cuenta con la decidida voluntad de colaboracin de la otra parte, como ha venido sucediendo hasta ahora. La cuestin es que entre ellos ha prendido el mito de la emigra-cin como la salida de la miseria ms atractiva y brillante y como la mejor esperanza de futuro, de forma que hay en la aventura una cierta mitologa que la hace difcilmente controlable. Como seala el informe Menores Extranjeros no Acompaados, aparte del enorme diferencial de renta y el fuerte desempleo juvenil, estn detrs las grandes cifras de nios no escolarizados, los altos niveles de absentismo y fracaso escolar y el abandono temprano de la escuela para incorporarse al mundo del trabajo antes de la edad legal (15 aos en Marruecos).

    Una de las claves del acceso a travs de Andaluca Sur, aparte del progresivo despliegue del SIVE y el aumento en eficacia, es, sin duda, la repatriacin de los retenidos. En la inmensa mayora de los casos, no existe un convenio de repatriacin o no funciona adecuadamente, haciendo imposible unas repa-triaciones que seran disuasorias. Slo a partir de 2005 han comenzado a normalizarse las repatriaciones con Marruecos y los acuerdos con pases subsaharianos se estn extendiendo progresivamente (Senegal, Mauritania, Mal, Gambia...) en el marco de acuerdos de ayuda econmica y apoyo con la contrapres-tacin de su colaboracin en el control de fronteras y aceptacin de la repatriacin de inmigrantes irregulares.

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    Como frontera sur de Europa, ni la poltica de control de fronteras, ni la de cooperacin al desarrollo tienen sentido en el contexto de Andaluca o Espaa. Slo lo tienen en la dimensin de la U. E. Entre otras razones, porque muchos de los que vienen no tienen intencin de quedarse aqu, siendo Andaluca y Espaa para muchos una estacin de paso hacia otros pases de Europa. El momento actual se caracte-riza por la toma de conciencia del resto de pases de la U. E. de la dimensin continental del fenmeno, que implica que el desafo debe ser asumido conjuntamente, para lo que se han dado los primeros pasos a travs de programas de vigilancia y control conjunto de las fronteras, preferentemente la del Sur. Pero, a pesar del gran aumento de los recursos propios (SIVE) y comunes (frontex), las pateras y cayucos siguen llegando. En cambio, poco se avanza en el terreno de una poltica migratoria comn, ya que pesa an demasiado la visin de la inmigracin como algo nacional y porque la prioridad es an la poltica de fronteras, frente a una verdadera poltica migratoria. Los estados nacionales se resisten a la nueva lgica que la globalizacin econmica y el comienzo de la del trabajo, impone sobre la soberana y el espacio de las polticas pblicas nacionales.

    La integracin de los inmigrantes en Andaluca

    Los muchos problemas (que deben ser entendidos como desafos para la sociedad y los Gobiernos), que la rpida llegada de tantas personas de culturas distintas han producido, han sido resueltos de manera razo-nable teniendo en cuenta su complejidad. Apenas se comienza ahora a saber cmo se est produciendo la incorporacin de estos colectivos, aunque es cierto que hasta el presente los conflictos que han tenido una trascendencia pblica han sido pocos (el ms conocido y grave, el de El Ejido). Pero en trminos globales, el balance de disfunciones y conflictos es pequeo en relacin al tamao y rapidez del proceso. Numero-sos estudios confirman la aceptacin y valoracin positiva que la mayora de la poblacin andaluza tiene hacia los inmigrantes. Lo cual no es bice para que se detecten sentimientos de xenofobia y racismo que, por no ser polticamente correctos, son ms sutiles y difciles de medir.

    La integracin en el sistema escolar o el sanitario ha supuesto un esfuerzo que los respectivos sistemas pbli-cos han asumido sin problemas estructurales. No quiere decir que no se den problemas como la normalizacin total del acceso a la salud, el acceso en condiciones de igualdad a un empleo o una vivienda o la distribucin proporcional de los inmigrantes en edad escolar entre los centros pblicos y concertados. frente a desafos como estos es donde se mide la voluntad de integracin social de las administraciones y los gobiernos.

    Deca Augusto Comte que la Sociologa, la ciencia a la que dio nombre en 1823, debera ocuparse de conocer, comprender y explicar los hechos sociales para as poder prever lo que ocurrir y poder ac-tuar en consecuencia. Este objetivo, el de adelantarse a los hechos para describir escenarios futuros sigue siendo el norte y la justificacin de buena parte de los estudios sociolgicos.

    En un fenmeno tan complejo y reciente como son las migraciones actuales, en Andaluca resulta prematuro saber cmo se va a producir este proceso a medio o largo plazo. Aqu est llegando apenas la primera oleada, que an est instalndose. Qu pasar con ellos cuando un nuevo ciclo econmico

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    recesivo expulse del mercado de trabajo a muchos de ellos? Cul ser el modelo de integracin social dominante entre los distintos colectivos, tan diferentes y variados en sus culturas de procedencia? Cmo se integrarn las segundas y terceras generaciones?

    De la Europa que recibi inmigrantes antes que nosotros nos llegan noticias preocupantes de pro-cesos de integracin fracasados o con graves riesgos, cuando se haban dado por exitosos. Quizs los coches ardiendo en los suburbios de francia sean la imagen que mejor refleja esta idea. y hay que recordar que es precisamente francia la que ms en serio se tom la tarea de integrarlos en su propia cultura. En Inglaterra, donde se opt por un modelo multicultural, se enfrentan a la dura realidad de que una parte de las segundas y terceras generaciones se sienten ms identificadas con el origen tnico o la religin que con el pas donde han nacido y viven. Esto puede tener fuertes consecuencias que ponen en cuestin el modelo.

    Por otra parte, se intentan reforzar los sentimientos de integracin (y ganar sus votos) incorporn-dolos a los gobiernos. Ha ocurrido de forma espectacular en francia y ms recientemente en Holanda. En el fondo subyace la emergencia de movimientos xenfobos y racistas que se convierten progresi-vamente en seas de identidad de partidos de extrema derecha.

    En la U. E. corren vientos que hablan de la necesidad de un replanteamiento del fenmeno, admitida mayoritariamente la necesidad de mano de obra barata y abundante para mantenerse en la carrera por la competitividad global. Recientemente, el Premio Nbel de Economa, Joseph Stiglitz, refirindose a la inmigracin afirmaba que dependemos de ella. As que se elige el reforzamiento de las fronteras para disminuir la llegada de inmigrantes en situacin irregular y se avanza en la lucha contra la contratacin de irregulares en la economa sumergida (con la previsin de sanciones econmicas y penales a los que empleen sin papeles), pero con menor o mayor nfasis y diferentes estrategias, se opta por una inmigracin selectiva, en funcin de los huecos del mercado laboral y la previsin de necesidades de las respectivas estructuras econmicas nacionales. Todos apuestan por la integracin social de los inmigrantes. Como prueba, el reciente manual de integracin de inmigrantes, reeditado por la U. E., donde por cierto, se valora positivamente determinadas actuaciones del Gobierno espaol en esta direccin, como el progra-ma de contrataciones en origen y la creacin del fondo para la inmigracin que, desde el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, llega a travs de las Comunidades Autnomas hasta los ayuntamientos.

    Es preciso tomar las experiencias que se estn produciendo como material de investigacin que permita prever escenarios indeseados, optando por modelos de integracin que generen las menores disfunciones y costes sociales posibles. Sin embargo, gran parte de los problemas a que se enfrentan los inmigrantes no vienen derivados de su condicin especfica, sino de la clase o estatus social, de ser per-sonas con pocos ingresos al borde de la precariedad laboral. En ese sentido, comparten las situaciones de marginacin y exclusin de esa otra parte de la sociedad formada por los autctonos pertenecientes a minoras marginales o excluidas. No se detecta ms segregacin hacia un inmigrante que hacia un andaluz pobre de etnia gitana. En este sentido, entendemos que es correcto el haber optado por unos servicios pblicos y en concreto unos servicios sociales universales, sin caer en la equivocacin de mon-tar organismos paralelos especficos.

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    Aunque no hay datos ni modelos suficientes para prever la evolucin del proceso migratorio africano hacia Andaluca, todos los indicios y el sentido comn apuntan a que el proceso est empezando y por tanto la corriente migratoria seguir intentando llegar a pesar de que cada da el riesgo y, en definitiva, el precio a pagar por el sueo o la esperanza de alcanzar una vida mejor sea mayor.

    Los inmigrantes instalados en Andaluca en la dcada de los aos 80 del siglo XX eran, la inmensa mayora, de origen europeo. Este escenario ha cambiado radicalmente con la eclosin en los 90 del proceso migratorio hacia Espaa y Andaluca. Han llegado de todos los continentes, pases, razas y reli-giones. Por su cantidad, composicin y origen el panorama no es ciertamente el mismo. Sin embargo, en Andaluca, y sobre todo en las provincias del sur, se ha mantenido un equilibrio entre la inmigracin econmica y la que algunos autores denominan heliocntrica, compuesta por ciudadanos de pases ricos, la mayora de la U. E., que eligen Andaluca como lugar para el retiro o para instalarse.

    Para los inmigrantes econmicos de origen africano la nica va de acceso legal ha sido la poltica de cupos, y su fracaso es ms que evidente. De hecho, ha sido la poltica de regularizaciones generada por la economa sumergida la que ha marcado el desarrollo del fenmeno migratorio. Un mecanismo que ha funcionado por presin: cuando la presencia de irregulares ha llegado a determinado punto, el Gobierno correspondiente ha procedido a regularizar a una parte. A los regularizados les sigue el proceso de reagrupacin familiar; slo en los tres ltimos aos ha llegado por esta va casi un cuarto de milln de familiares directos de los inmigrantes asentados en Espaa.

    Esto por lo que se refiere a las cifras oficiales, que slo son una parte del total. Respecto a su evalua-cin no caben estimaciones cientficas, solo hiptesis ms o menos plausibles. Cuntos inmigrantes de verdad residen en Espaa o en Andaluca? Nunca lo sabremos hasta que las administraciones no tomen conciencia de la necesidad de controlar, mediante recursos estadsticos, los flujos migratorios. Un solo ejemplo: el Gobierno de Ecuador calcula que hay en Espaa 700.000, de los que slo 250.000 tienen papeles, y aunque estas cifras han sido matizadas por el Gobierno espaol, se admite que hay un porcen-taje significativo de ecuatorianos en situacin irregular.

    Se dispone, gracias al Padrn de 2007 de datos recientes que permiten vislumbrar el panorama siempre cambiante de la inmigracin en Espaa y Andaluca. Sabemos as que somos ya 45,1 millones quienes habi-tamos Espaa, gracias a los casi 4,5 millones de extranjeros que ya viven en este pas y que representan uno de cada diez habitantes. Creciendo ms deprisa que el resto de la U. E., se ha producido un reequilibrio de los de origen comunitario gracias a la incorporacin de bulgaria y Rumana a la Unin, colocndose la U. E. por delante de Amrica Latina como primer continente de origen de los inmigrantes, y haciendo de los rumanos (524.995) la segunda comunidad, por detrs de los marroques (576.344).

    Se estima que de los cerca de 1.500.000 de inmigrantes irregulares de antes de la regularizacin, han quedado unos 400.000 en la actualidad.

    Andaluca, por su parte, supera por primera vez la barrera de los 8.000.000 de habitantes, de los que 527.000 son extranjeros, representando el 6,6% de la poblacin. Casi uno de cada dos inmigrantes cen-sados en Andaluca es de origen comunitario (47,8%), con mayora de ingleses y rumanos. Argentina y Ecuador son las nacionalidades ms importantes de las de origen latinoamericano, la segunda comunidad

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    de Andaluca (23%). Los africanos son uno de cada cinco extranjeros que residen en Andaluca. La in-mensa mayora son marroques (85.400 de 105.400: el 81%), dos de cada tres, varones.

    La composicin de la comunidad de inmigrantes asentados en Andaluca tiene que ver con la proxi-midad del continente africano? En qu medida la situacin de Andaluca Sur como puerta de Europa o como frontera entre el desarrollo y la riqueza y el subdesarrollo y la pobreza determina las caractersticas de las migraciones en Andaluca? Nuestra conclusin es que no afecta demasiado en cuanto al asenta-miento de los inmigrantes a medio y largo plazo, que viene determinado por razones de oportunidad, sobre todo laboral, alrededor de las cuales se tejen las redes de cooperacin, de los de la misma naciona-lidad, etnia, zona, pueblo o familia. En Andaluca, hoy la cuanta de los inmigrantes est en relacin a las oportunidades laborales que ofrece, actualmente muchas.

    La importancia de las pateras y cayucos en el monto de los flujos migratorios es pequea. Las estimaciones oscilan entre un 5-10%. Sin embargo, la alta siniestralidad, la espectacularidad y la pica del camino, centrali-zan y desvan la atencin de los caminos y medios de transporte por donde entran la inmensa mayora de los inmigrantes, convirtindose en un espectculo muy productivo en trminos de audiencia.

    Aunque los flujos que la atraviesan son mayores que los que se asientan, Andaluca se ha convertido en un destino de singular importancia. Siendo como son migraciones de ciclo largo, personas que vie-nen o han venido con nimo de quedarse y con un proyecto migratorio familiar (vase al respecto el crecimiento exponencial de los expedientes de reagrupacin familiar), estamos ante uno de los mayores desafos de integracin social para esta Comunidad.

    Nada parece indicar un cambio de la tendencia en el progresivo aumento de la llegada de inmigran-tes a Andaluca. Al menos mientras el actual ciclo de crecimiento econmico no d signos de debilita-miento. Las cifras macroeconmicas de la regin apuntan, al contrario, hacia un crecimiento diferencial respecto a la media espaola y europea, sustancial y progresivo. En ese marco slo cabe contemplar la hiptesis de un aumento sustantivo de los inmigrantes, ya que sigue habiendo huecos laborales en una economa en plena expansin.

    El actual monto de inmigrantes en Andaluca supone un 6,6% (en 2001 era el 3,9%) de la poblacin total, un 3% menos que la media espaola. Apenas son visibles en el tejido social. Slo en determinadas zonas de algunas provincias, cuyo tpico puede ser El Ejido, se hace muy patente su presencia. En cual-quier caso, Andaluca se configura progresivamente como una sociedad multicultural y multirracial que cambiar sustantivamente la estructura social, aunque cabe aventurar que su fuerte identidad y carcter cultural integrador producir una sociedad con alto grado de integracin social.

    El derecho a emigrar

    La situacin actual de los pases africanos no hace viable una poltica de apertura de fronteras. En la medida en que ello, aunque deseable, en la actualidad es imposible, se requiere una poltica de control de los flujos migratorios que, sin crear problemas de integracin en la sociedad de recepcin, y sobre todo, sin abocar a

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    VISIONES Y ANLISIS DE LA INMIGRACIN RECIENTE EN ANDALUCA ELABORADAS SOBRE FUENTES SECUNDARIAS

    los inmigrantes a situaciones de clandestinidad y o marginalidad, permita, en la medida de lo posible, una inmigracin controlada, profundizando en una nueva poltica migratoria distinta de la poltica de fronteras que, basada en la cooperacin, permita flujos controlados de inmigrantes, con contratos en origen, que den salida a una demanda que, de otra forma, se ver obligada a la emigracin clandestina e irregular.

    No es fcil conciliar el derecho de la gente a circular libremente y el de los Estados y Gobiernos a tutelar sus fronteras. En opinin de Jorge bustamante, relator de la O. N. U. para los Derechos Humanos, Espaa es uno de los pases en los que la conciliacin entre esas dos realidades es ms evidente. Este juicio se refiere al camino emprendido recientemente en Espaa hacia una nueva poltica migratoria, en direccin a la cual se han dado algunos pasos significativos, como el proceso de regularizacin de los inmigrantes en situacin irregular ligado a la normalizacin de la actividad econmica antes sumergida o los contratos en origen. y el denominado Plan frica, que supone, con todas las limitaciones que se quiera, un nuevo enfo-que de la inmigracin que se intenta trasladar a Europa, donde vientos polticos conservadores amenazan con polticas policiales y de inmigracin selectiva, como respuesta al tremendo desafo de la globalizacin econmica. La reedicin en francia del discurso sobre la exigencia a los inmigrantes de que acrediten el conocimiento de la lengua y de los valores franceses que en su da fue rechazado por la opinin pblica europea cuando lo propuso Austria, seala que el problema est ah.

    En Espaa, es verdad que algunas cosas empiezan a cambiar para bien de la mano de las nuevas po-lticas migratorias. Con los datos del INE de 2007, se confirma que, por primera vez, crecen ms los inmigrantes regulares que los irregulares. La regularizacin de 600.000 inmigrantes en 2005 ha hecho emerger a una parte de la economa sumergida, que es el autntico efecto llamada. Integrar mediante el trabajo regularizado parece la frmula ms inteligente y beneficiosa para las partes. Algo que otros pases de la U. E., que en su da criticaron el proceso, han reconocido y que les ha llevado a solicitar asesora-miento para realizar procesos parecidos en sus pases (Holanda, Alemania). Una normalizacin que acabar imponindose mientras las economas industrializadas necesiten de esta mano de obra, algo cada vez ms claro en un mundo globalizado. Nadie duda de que en EE. UU. se acabar regularizando a los ms de 12 millones de inmigrantes en situacin irregular, probablemente porque a la larga es la medida ms econmica posible y porque tiene una nada despreciable trascendencia electoral.

    Ni los ms de siete millones de empleos creados desde 1996, ni los casi dos millones de extranjeros afiliados a la Seguridad Social han impedido que la actividad y ocupacin crezcan y el paro contine bajando (8%).

    La puesta en marcha del Plan frica (camino del prometido 0,7%), los contratos temporales en ori-gen, los convenios de repatriacin con el frica Subsahariana y los recientes acuerdos para formar en origen mediante Escuelas Taller y Casas de Oficio, suponen un cambio de rumbo de la poltica migrato-ria. Es el comienzo, pero es muy esperanzador. Por ejemplo, el reciente acuerdo de Espaa con Senegal ha permitido la contratacin en origen de 165 pescadores, de un total de 700 previstos en un plan que pretende llegar hasta los 4.000 inmigrantes seleccionados y formados en origen, dando preferencia a los 5.000 senegaleses repatriados en los ltimos meses.

    Sin embargo, estos procesos no se detendrn o ralentizarn, al menos, hasta que se cuente con la voluntad decidida de los Gobiernos de todos los pases emigrantes de controlar los flujos migratorios,

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    lo cual slo puede darse en el marco del codesarrollo, que permita la creacin de riqueza y empleo en estos pases y comprometa la voluntad de los Gobiernos con las ayudas al desarrollo. Una poltica que para ser eficaz en el objetivo propuesto debera llegar a ser una reedicin del Plan Marshall que sac a Europa de la posguerra. Aunque avanza la idea de su ineludible necesidad, compartida por los ciudadanos y los Gobiernos de los pases ricos, una tras otra, las cumbres del G-8 acaban en promesas incumplidas, desde el compromiso de Greneagles en 2005 al de Heiligendamm en mayo de 2007. Juan Goytisolo denunciaba que los pases del G-8 slo han cumplido con el 3% de sus compromisos con los ocho pases ms pobres. y la liberalizacin comercial que beneficiara a los pases subdesarrollados o en vas de desarrollo no acaba de producirse por el afn proteccionista de los pases y bloques ms desarrollados, que hacen fracasar los posibles acuerdos, como sucedi en la Cumbre de Doha.

    Poco a poco va calando en el mundo la idea de que emigrar es un derecho ms que acabar siendo recogido por la O. N. U., donde se asume que la emigracin Sur Norte, es un fenmeno imparable y se propone como estrategia la ordenacin de los flujos mediante la cooperacin y el dilogo Norte Sur. El reciente foro sobre Migraciones y Desarrollo, celebrado en bruselas en 2007, preconiza una actitud inteligente frente al fenmeno, para convertirlo en un proceso que beneficie econmica y socialmente a las dos partes, desarrollando estrategias que permitan, por ejemplo, convertir en riqueza las inmensas cantidades que en concepto de remesas fluyen hacia los pases en desarrollo (264.000 millones de dlares en 2006 en el mundo y 6.250 millones de euros desde Espaa) y que a largo plazo permita un aminoramiento de las inmensas diferencias econmicas Norte Sur, que son en definitiva la causa eficiente de las migraciones.

    Este proyecto debe tener como marco el espacio euromediterrneo, que a travs del Instituto Eu-ropeo del Mediterrneo lleva doce aos embarcado en proyectos a largo plazo, como la modernizacin de las administraciones, la enseanza, la sanidad, la creacin de redes, etc. Un proceso que cuenta con el apoyo necesario de la U. E. para un proyecto tan ambicioso. Por ello, resultan preocupantes los plan-teamientos del nuevo presidente de la repblica francesa para construir un nuevo espacio mediterrneo contando tan slo con los pases ribereos y de espaldas a la U. E., un proyecto cuyo principal y quizs nico beneficiario sera francia.

    Es posible, que como afirma el Secretario General de la O. N. U., ban Ki-Moon, la globalizacin est entrando en una nueva etapa que, tras la liberalizacin del trfico de capitales y bienes, se adentre en un nueva era de la movilidad, en la que la emigracin internacional sea reconocida como un derecho humano ms.

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    Una perspectiva histrica

    L os movimientos migratorios de los seres humanos se han producido siempre, desde las ms primi-tivas sociedades hasta la actualidad. Pero en estos momentos se estn produciendo de una forma mucho ms rpida, con unas caractersticas nuevas, afectando a grandes contingentes de poblacin que se desplazan de las zonas rurales a la ciudad; de las regiones ms pobres de un pas a sus capitales; de los pases pobres de la periferia al centro desarrollado de un mundo globalizado, siempre del sur al norte y ahora tambin del este de Europa al oeste. Previsiblemente, estos movimientos continuarn intensifi-cndose durante el siglo XXI.

    Pero no siempre ha sido as. Si hacemos un pequeo viaje por la historia de las migraciones vemos cmo durante siglos ha sido la europea la civilizacin ms expansionista de la humanidad. Ningn pue-blo como el europeo ha estado inmerso en un constante proceso migratorio, cuyo resultado ha sido la presencia del hombre blanco en todos los rincones del planeta. Durante la Edad Moderna da comienzo una larga etapa de expansin hacia frica, Asia y fundamentalmente Amrica. Europa se reparte los mares y las posesiones de ultramar en Asia, Oceana y Amrica y a finales del siglo XIX las naciones imperiales se reparten frica.

    Australia y Nueva Zelanda son tambin pobladas por europeos y a principios del siglo XX hay tanta poblacin europea en estos pases y en Amrica que se comienza a hablar de las Nuevas Eu-ropas.

    Durante el siglo XIX y hasta la depresin de los aos treinta del siglo emigraron ms de 60 millones de europeos, y no solo fueron protagonistas de sus propios movimientos de poblacin, sino que, adems, fueron responsables del traslado forzoso de 15 millones de esclavos africanos al continente americano. Gran bretaa, tras la abolicin de la esclavitud, transport a unos 30 millones de personas desde el sub-continente indio hasta sus colonias americanas, africanas y ocenicas (blanco, 1998).

    Dos continentes vecinos en el proceso de globalizacin

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    Los movimientos migratorios en el mbito mediterrneo

    En este contexto de expansionismo europeo, los pases rabes e islmicos de la orilla sur del Mediterr-neo quedaron convertidos en la poca contempornea en colonias o protectorados de las principales potencias europeas (francia en el Magreb e Inglaterra en Egipto y Prximo Oriente).

    Espaa consigui estar entre los pases que deban repartirse frica, aunque en una situacin mucho ms limitada que otras potencias. En la Conferencia de Algeciras de 1906 se legitima la proteccin europea sobre Marruecos y finalmente el Protectorado Espaol de Marruecos fue instaurado en 1912.

    La experiencia colonial espaola en Marruecos tuvo un impacto muy limitado tanto para la me-trpoli como para la zona bajo influencia espaola que pronto qued supeditada a los intereses y ne-cesidades del resto del pas que, bajo el Protectorado francs, conoci un mayor desarrollo (Nogu, J. y Villanova, 1999). francia supo permanecer a travs de la lengua, las instituciones, etc. en la parte de Marruecos que le correspondi y, aprovechando la dejadez en que caen las relaciones de Espaa con Marruecos despus de 1956 (fecha en que la Unin Nacional desaloja de Marruecos a la potencia co-lonial), extiende su rea de influencia al norte.

    Tras la II Guerra Mundial comienza el proceso descolonizador; los movimientos de poblacin entre los pases europeos y sus colonias se invierten como resultado de un nuevo fenmeno de inmigracin intercontinental. Europa, una vez recuperada de la guerra, necesita mano de obra para su revitalizada economa y se convierte en destino (desde los aos 50, pero sobre todo en las dos ltimas dcadas del siglo pasado) de un importante contingente de poblacin, que se desplaza desde las antiguas colonias a sus respectivas ex-metrpolis.

    Este fenmeno se ha desarrollado ms tempranamente en la Europa occidental y central (donde ha convivido con la inmigracin de portugueses, espaoles o italianos), y de una forma ms acentuada a partir de los aos ochenta, hasta transformar a los pases mediterrneos, hasta entonces emisores, en re-ceptores de inmigracin. Las fortsimas diferencias entre las orillas del Mediterrneo han producido un fuerte empuje migratorio desde el sur hacia el norte.

    El efecto llamada de Europa sobre frica

    La inmigracin laboral actual viene determinada por factores directamente ligados a la colonizacin, a la descolonizacin, al proceso de globalizacin y a las diferencias econmicas, cada vez ms acentuadas, entre ambos continentes. Pero los problemas estructurales que padecen los pases del continente africano tambin responden a la gestin ineficaz y corrupta de gobiernos y regmenes que tras la descolonizacin han bloqueado cualquier intento de reforma poltica o econmica, favoreciendo la precarizacin cre-ciente de sus ciudadanos para salvaguardar los grandes privilegios de una minora todopoderosa (Nez Villaverde, 2002). Tambin debemos mencionar el apoyo explcito y econmico que desde los pases centrales se brinda para sostener a regmenes que favorecen esta situacin, en pases que son emisores de

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    emigracin aunque deberan considerarse ricos por sus materias primas altamente valoradas, explotadas por compaas extranjeras al margen o en contra de los intereses de la poblacin de estos pases.

    El Mediterrneo en la actualidad es una zona de conflictos sociales y de grandes contradicciones determinados en buena medida por el desequili-brio econmico que existe entre las dos riberas pues, aunque los motivos de los emigrantes no sean slo econmicos, existe una fuerte relacin entre expectativas econmicas y emigracin (Mor, 2003). Desgraciadamente, las expectativas econmicas del Magreb5 y de frica en general, no son nada halageas, pues previsiblemente estas economas se degradarn an ms en los prximos aos. Recordemos que frica es el nico continente cada ao ms pobre. La relacin de renta per cpita entre la zona euro y el fri-ca Subsahariana era de 7,8 en 1975 y de 15,2 en 2004; el PIb de Espaa multiplica por 15 el de Marruecos (APDHA, 2006). El frica Subsahariana, segn el ndice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, es la nica regin del mundo en la que todos los indicadores de bienestar caen: espe-ranza de vida, ingresos per cpita, nivel de educacin, elevacin de la tasa de mortalidad infantil, etc.

    El bajo desarrollo econmico de los vecinos del sur, unido a los cambios en las pirmides de poblacin (constituyndose en las clsicas de transicin), hacen prever mayor paro y ms emigracin. Un estudio del banco Mun-dial6 en los pases MEDA7 estima que entre 2002 y 2012 se tendran que crear 47 millones de empleos, slo para emplear a los jvenes que accedern al mercado laboral. Si adems se quiere reducir el paro a la mitad, se necesi-taran 6,5 millones de empleos adicionales. Esto significa que durante estos 10 aos la creacin de empleo en estos pases debera crecer casi un 60%. Estas cifras son hoy por hoy inalcanzables por lo que el nmero de candi-datos a la emigracin seguir creciendo irremediablemente.

    En resumen, los diferenciales demogrficos entre las dos orillas, las di-ferencias entre las estructuras de edad (los menores de 20 aos representan casi el 50% de la poblacin rabe del Mediterrneo), y el bajo potencial de generacin de empleo, no harn sino aumentar el deseo de emigrar entre los jvenes de la orilla sur.

    A ello hay que aadir la existencia de zonas que se han visto trans-formadas en emisoras de emigracin debido a la mundializacin de la economa y a la ruptura de los sistemas de organizacin local entre gru-pos humanos o poblaciones (que mantenan estructuras tradicionales de organizacin social y econmica: tierras comunales, sistemas de intercam-

    5. A excepcin de Marruecos, cuya econo-ma puede despegar en los prximos aos y cuyo Gobierno prevea un crecimiento del PIB del 7,7% para 2006. Segn estas esti-maciones, de mantener este ritmo, el PIB del pas podra duplicarse en los prximos 15 aos. Marruecos esta vendiendo las virtudes del pas para la inversin extran-jera y para el outsourcing o atraer la externalizacin de parte de los procesos de produccin de las transnacionales ms importantes. Noticia publicada en El Pas Negocios 19 de noviembre de 2006.6. Keller. y Nabli, (2002) cit. por Mor (2003). 7. El reglamento MEDA es el instrumento principal de la cooperacin econmica y financiera de la Asociacin Euromediterr-nea. A travs de los fondos MEDA se gestio-na la ayuda financiera y tcnica a los doce pases asociados de las orillas sur y este del Mediterrneo: Argelia, Chipre, Egipto, Israel, Jordania, Lbano, Malta, Marruecos, Siria, Autoridad Palestina, Tnez y Turqua. Ac-tualmente, tanto Chipre como Malta, han pa-sado a ser miembros de la Unin Europea.

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    bio...). Ello ha supuesto la desaparicin del equilibrio de estas sociedades que han visto cmo desaparecan sus hbitats y sus formas de produccin ancestrales8, y que son empujadas hacia el mundo urbano en sus respecti-vos pases como paso previo a la emigracin exterior.

    Por otro lado, existe entre la poblacin de estos territorios un sentimien-to de decepcin sobre la capacidad de las estructuras polticas y econmicas de sus pases para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Estas personas desencantadas constituyen un grupo de poblacin que hoy supone el principal sostn de los diferentes movimientos islamistas. El islamismo ra-dical florece all donde se localiza la pobreza y la marginacin, pero tambin entre los jvenes con estudios universitarios de pases como Marruecos9, que igualmente viven situaciones de decepcin y desencanto en sociedades don-de es difcil su insercin laboral, y entre los cuales estn prosperando posturas fundamentalistas fomentadas por algunos medios de comunicacin. Para lle-gar al mayor nmero posible de jvenes se emplean diferentes medios, desde canales de televisin, (a travs de telepredicadores y otros programas), hasta DVD con prdicas radicales distribuidos por todo el mundo rabe y pginas web con contenido similar, que estn calando de forma significativa entre los jvenes en un proceso de bsqueda de identidad de los pueblos islmicos frente a la cultura occidental (Gonzlez ferrera, 2006). A otros, la desespera-cin les obliga a abandonarlo todo y buscar en otro sitio una vida mejor.

    La globalizacin y los nuevos actores econmicos

    El proceso de globalizacin ha permitido la creacin de grandes espacios socioeconmicos de mbito transnacional. Dichos espacios se caracterizan por disponer de un centro altamente desarrollado expor-tador de tecnologa, de capitales, de bienes de equipo y de turistas, e importador de materias primas, productos energticos, productos agroalimentarios, bienes de consumo y mano de obra barata (Segura i Mas, 2002) ya sea a travs de la inmigracin o a travs de la deslocalizacin de empresas.

    En torno a este centro se disponen una serie de pases dependientes de l que constituyen una perife-ria menos desarrollada, importadora de tecnologa, capitales, turistas y bienes de consumo, (circunstancia que es aprovechada para deslocalizar la industria del norte al sur), y exportadora de materias primas, pro-ductos energticos, productos agroalimentarios, bienes de consumo y mano de obra barata.

    Las relaciones socioeconmicas internacionales quedan as establecidas en un nuevo orden mun-dial con tres grandes zonas estratgicas. La aparicin de EE. UU. como primera potencia mundial y su liderazgo en el panorama internacional desplaz el centro neurlgico internacional hacia el Atlntico norte. En la actualidad, el Pacfico ha ido convirtindose en escenario privilegiado de las relaciones in-

    8. En frica, por ejemplo, el cultivo masivo de productos demandados por los pases centrales, como el algodn, o la destruc-cin de tierras de cultivo por compaas petrolferas, dejan sin sustento a grandes grupos humanos.9. Por ejemplo, nueve jvenes de Tetun (del mismo arrabal que uno de los autores del 11-M y cuatro de los implicados en el mismo atentado que se suicidaron en Legans) desaparecen de su entorno familiar y viajan a Irak para cometer actos suicidas. Varios de ellos eran universitarios. Noticia publicada en El Pas, 15 de noviembre de 2006.

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    ternacionales, tras la creciente presencia en la escena econmica mundial de los pases asiticos: en primer lugar Japn, y el singular despegue de la segunda zona estratgica, la asitica.

    En estas circunstancias, y frente a la configuracin en la escena mun-dial de dos grandes zonas estratgicas, la americana y la asitica, la Comu-nidad, aunque reforzada por la realizacin del mercado nico, no podr resistir la competencia sin una ampliacin de la propia zona econmica y de mercado10. Para la construccin de una zona estratgica ms amplia, Europa debe dirigir su atencin a los pases del este y a la cuenca medi-terrnea. Como consecuencia de esta poltica, en la actualidad, la Unin Europea engloba a 27 pases, la mayor parte del continente, tras seis pro-cesos de ampliacin.

    En este mismo sentido se pronuncia la Comisin Europea en la comu-nicacin La Europa ampliada Vecindad: un nuevo marco de relaciones con nuestros vecinos del Este y del Sur (COM, 2003), donde se reconoce que la capacidad de la Unin para proporcionar seguridad, estabilidad y desarrollo sostenible a sus ciudadanos ya no podr distinguirse de su inte-rs en una estrecha cooperacin con sus vecinos [...] la interdependencia poltica y econmica con los vecinos de la Unin es ya una realidad.

    La construccin del espacio Euromediterrneo

    El Mediterrneo es considerado un espacio geopoltico y comercial de vital importancia para la c