adios muchachos

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Sergio Ramirez (p 262)

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  • ADIS MUCHACHOS

    y los organismos de masas, surgidos tambin de la costi-lla de la revolucin, federaciones sindicales, gremios de pro-ductores agropecuarios, de profesionales y tcnicos, asociacio-nes de campesinos, de mujeres, de jvenes, buscaron tambin su independencia como forma de ganar legitimidad y pasaron a elegir a sus dirigentes en lugar de seguir aceptando que les fueran nombrados de dedo, desde arriba.

    Las primeras semanas despus de la transferencia de poder fueron cruciales para advertir cul futuro nos espera-ba. El FSLN no estaba preparado, como un todo, a asumir su papel de partido de oposicin dentro del sistema democrti-co porque no haba sido diseado para eso. Su estructura vertical era inspiracin de los manuales leninistas, de las im-posiciones de la guerra y del caudillismo, nuestra ms vieja herencia cultural.

    Se celebr por entonces una Asamblea de Cuadros en El Crucero, en la sierra de Managua, precisamente para dis-cutir el futuro del FSLN como partido. Henry Ruiz (Modesto) y Luis Carrin, miembros de la Direccin Nacional, y Dora Mara Tllez y yo, entre otros muchos, encabezamos una posicin que entonces logr amplia mayora: tomar distan-cia de la piata y pedir cuentas a los responsables de malver-saciones; asegurar el funcionamiento del FSLN como un par-tido democrtico; y abandonar todo uso de la violencia. Pero esas resoluciones nunca se ejecutaron.

    La insistencia en la violencia afect profundamente al FSLN. El fin de la guerra haba despertado un estado anmico nuevo en la sociedad, que se entreg sin reservas a consumar la reconciliacin. Como ya dije, la guerra haba desgarrado al pas de arriba abajo, dividiendo a todos los estratos socia-les y a la familia, que en Nicaragua sigue siendo la institu-cin primordial.

    Volvan miles de refugiados a travs de las fronteras de Honduras y Costa Rica, volvan los expatriados de Miami, los desmovilizados de ambos bandos regresaban a sus hoga-res, yen las comarcas campesinas y en las ciudades se senta-

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  • LAS FAUCES DE SATURNO

    ban juntos a la mesa los jefes militares de la contra y del Ejrcito. Dos hermanas, Rosa y Marta Pasos, hijas del doc-tor Luis Pasos Argello, uno de los renombrados juristas del pas, haban sido una, vocera del Ejrcito en Managua, la otra, vocera del Directorio de la contra en Miami. Ahora se encontraban tambin. La tolerancia, la recuperacin de los afectos era algo que el pas disfrutaba, y en esa atmsfera los llamados a la violencia callejera resultaban extraos, salvo para los ms fieles a la ortodoxia.

    Tras asimilar el trauma de la derrota haba llegado a sen-tirme aliviado. Sala del gobierno y no tena ningn cargo en el partido, as que hice planes para reemprender mi vida de es-critor y empec por aceptar una invitacin de la Universidad de Oviedo para participar en un ciclo sobre creacin literaria.

    Pero de acuerdo con la Constitucin, como candidato perdedor a la vicepresidencia haba sido electo diputado su-plente de Daniel ante la Asamblea Nacional, que como can-didato derrotado a la presidencia reciba el asiento en propie-dad. La decisin de la Direccin Nacional del FSLN fue que Daniel se quedara a la cabeza del partido, y yo asumiera el asiento y pasara a ser jefe de la bancada sandinista. Y los pa-peles que de esta manera nos toc asumir ayudaron a marcar la separacin de criterios, y ms tarde la divisin de posicio-nes entre los dos.

    Para m fue una experiencia nueva y compleja. Entre los diputados electos haba jefes guerrilleros y viejos cuadros sandinistas de los que se llamaban histricos, muchos de ellos difciles de llevar; otros de gran figuracin en el gobier-no, que antes de la derrota no tenan en mente ocupar sus escaos y arecan, igual que yo, de experiencia parlamenta-ria; y aun otros de la anterior legislatura, fieles al comandan-te Carlos Nez, miembro de la Direccin Nacional del FSLN y hasta entonces presidente de la Asamblea, encima de quien yo apareca de pronto colocado. Por suerte, entre los electos estaba mi hermano Rogelio, mejor poltico que yo y capaz de congeniar con todo el mundo.

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    Lo primero fue establecer reglas democrticas en la to-ma de decisiones -empezando por mi propio cargo, que fue sometido a votacin-, y elegimos una directiva, con Dora Mara Tllez como vicejefa. Discutamos los temas de la agenda parlamentaria hasta la saciedad, antes de votar la posicin a asumir en el plenario, y todos los acercamientos, acuerdos y alianzas tambin eran discutidos y votados.

    Dentro del FSLN era un procedimiento nuevo, porque slo se conoca la regla vertical; y el hecho de que por pri-mera vez en la historia del pas la Asamblea Nacional pasara a ser el centro de gravedad poltica le dio a la bancada, y a sus actuaciones, un peso propio, alejndose del aparato del partido que bajo la direccin de Daniel se haba lanzado a las calles a desafiar el sistema que, mientras tanto, nosotros cultivbamos dentro del recinto parlamentario.

    Porque de pronto nos encontrbamos en el saln de se-siones, al otro lado del pasillo, con los lderes de la contra llegados de Miami, que ahora eran diputados, y con los anti-sandinistas recalcitrantes que slo queran vernos desapare-cer. Pero abrimos el dilogo, y de esa convivencia naci un clima poltico diferente para Nicaragua.

    El gobierno se vio desde el primer da sin una mayora parlamentaria. Violeta Chamorro no perteneca a ningn partido, y su candidatura haba sido objeto de muchas dispu-tas dentro de la coalicin de la UNO, donde otra vez estaban desde los viejos comunistas hasta los conservadores del pasa-do. Esa coalicin, ya frgil de por s, se rompi tras la firma del Protocolo de Transicin, y se cre desde el primer da una alianza mayoritaria entre los diputados que se quedaron respaldando al gobierho y nosotros.

    Pero a medio periodo habramos de entrar en una alian-za distinta, con el otro sector de diputados de la UNO, para lograr la reforma de la Constitucin Poltica, ya entonces en contra de la voluntad del gobierno, y del propio FSLN, y en medio de una severa, crisis institucional que involucr a to-dos los poderes del Estado.

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  • LAS FAUCES DE SATURi':O

    Las reformas constitucionales, promulgadas al fin en 1985, impusieron la prohibicin a la reeleccin presidencial sucesiva, a la sucesin del presidente por sus parientes ms cercanos y a que un pariente del presidente pueda ser jefe del Ejrcito. Liquidaban as la vieja tradicin autoritaria del pas, basada en los gobiernos familiares, y que la Constitu-cin de 1987, la nuestra, haba dejado intacta.

    La disputa por las reformas termin de poner fin a la alianza que se haba abierto entre Antonio Lacayo, Hum-berto Ortega y yo, desde el gobierno, el Ejrcito y la Asam-blea Nacional. Esa alianza, que desbord el marco del FSLN y actu no pocas veces en contra de los criterios de la Direc-cin Nacional, dio frutos mientras los tres pudimos mante-nernos unidos alrededor de la bsqueda de la democratiza-cin, la estabilidad y el fortalecimiento de las instituciones. Facilit el desarme de la contra y la transformacin del Ejrcito, que pas a tener un carcter nacional, sin apellidos partidarios, y le dio un marco institucional a la Polica Na-cional. Y por ltimo, sirvi para buscar solucin a los pro-blemas de la propiedad, que seguan siendo mltiples, y para ordenar el proceso de privatizacin, a pesar de todos los abusos que en ambos casos se cometieron.

    La alianza se rompi no slo por la cerrada oposicin de Antonio Lacayo a las reformas constitucionales, que por ser yerno de Violeta vedaban su propia candidatura presidencial. Tuvo que ver tambin la insistencia de Humberto Ortega de quedarse como jefe del Ejrcito de manera indefinida, cuan-do choc con Violeta, que al fin le impuso su salida; y tuvo que ver la ruptura dentro del FSLN, de la que yo era actor.

    Yo haba entrado a formar parte de la Direccin Nacio-nal del FSLN a raz del Primer Congreso celebrado en julio de 1991. Entonces se dio un intenso d-ebate alrededor de la forma de eleccin, que quienes buscbamos desde entonces la renovacin interna propusimos fuera individual, y no por plancha. La plancha significaba que la vieja Direccin Na-cional del FSLN poda ser reelecta en bloque, sin necesidad

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  • AD(S .\1 U:l "UfOS

    de que cada uno de sus miembros tuviera que ser votado por separado; y fue lo que se impuso.

    Al fin entr yo en la plancha nica, tras muchos force-jeos, junto con Ren Nez, fiel a la vieja guardia y todo el tiempo secretario de la Direccin Nacional, quien repona a su hermano Carlos, muerto poco antes; y entre los dos com-pletamos el nmero sagrado de nueve, porque Humberto Or-tega ya no se present.

    La mayor oposicin a mi ingreso vino del lado de Da-niel. No slo porque estbamos ya en campos adversos, sino' porque en l segua pesando el criterio ideolgico de que aqulla deba seguir siendo una Direccin Nacional com-puesta de manera exclusiva por los sobrevivientes de las ca-tacumbas, entre los que yo no estaba.

    La fidelidad ideolgica a un mundo que ya no exista se-gua siendo una obsesin de la vieja guardia. Naci entonces la tendencia renovadora dentro del FSLN, encabezada por m, y como contraparte la tendencia ortodoxa, encabezada por Daniel. l busc la convocatoria de un Congreso Extraordi-nario para dilucidar la disputa; y en ese congreso, que tuvo lugar en mayo de 1994, fuimos derrotados por la maquinaria burocrtica y result defenestrado de la Direccin Nacional.

    No tardara en perder mi cargo de jefe de la bancada sandinista, que Daniel reclam para s, y muy pronto me vi puesto bajo las bateras que el partido reservaba para sus peo-res enemigos. El padre Mi6TUel de Escoto, ahora un ortodoxo encendido, compareci cinco das seguidos en la Radio Ya para cubrirme de vituperios escogidos. Despus, por la mis-ma radio empezaron a atacar con insidia de pandilleros a mi hija .Mara, como cont al principio. Era una conspiracin ur-dida desde la sombra por los mismos c;ompaeros de mi vida.

    Haba llegado la hora de decir adis. El mismo da que Radio Ya se ensaaba a toda hora con Mara, llam a una con-ferencia de prensa en mis oficinas del barrio Las Palmas, y en presencia de Tulita y de mis tres hijos, que haban venido otra vez a acompaarme, anunci mi renuncia a las filas del FSLN.

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  • LASFAUCESDFSATUR~O

    Tambin todo aquello pareca irreal. Sentado frente a un enjambre de micrfonos a la mesa de sesiones donde la bancada sandinista haba llevado adelante todos sus debates, tena a mis espaldas el retrato de Sandino pintado por el maes-tro Arnoldo Guilln.

    Ligeramente inclinado, el rostro afilado bajo el ala del sombrero Stetson, Sandino empua en ese retrato un fuete con pomo de plata, y bajo la solapa del saco asoman las cabe-zas de un juego de lapicero y estilogrfica. Era como si hubie-ra estado all, otra vez, para despedirme. O para recibirme.

    No puedo decir que no me sintiera conmovido. Por el recuerdo del pasado, por todo lo que quedaba detrs de m. y por los agravios, ahora que Saturno me alzaba desde el suelo para meterme entre sus fauces.

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