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Lenguaje como ideología R.Hodge y G. Kress Talleres gráficos de Filosofía y Letras Mayo de 2000 Este material se utiliza con fines exclusivamente didácticos

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Lenguaje como ideología

R.Hodge y G. Kress

Talleres gráficos de Filosofía y Letras

Mayo de 2000

Este material se utiliza con fines exclusivamente didácticos

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CAPÍTULO 9. LEYENDO EL PODER

Lenguaje y la guerra del Golfo

Este libro ha sido relacionado con “leer el poder” en dos sentidos. Tratamos de leer trazas y efectos

de poder en el lenguaje y en el discurso, en el texto y en la sintaxis, y en el proceso pretendimos desarrollar un modo de lectura, que es poderoso y productivo, parte de una efectiva estrategia crítica. Los primeros capítulos de este libro han descrito algunos rasgos generales del inglés, junto con significados ideológicos y las funciones que ellos típicamente pueden tener, y de hecho tienen. Nuestras descripciones están enmarcadas en análisis particulares porque estos significados sólo existen en instancias concretas de lenguaje en uso, pero hasta ahora no hemos hecho justicia ala estrategia analítica que requiere y hace mejor uso de descripciones de este tipo. Esta estrategia analítica está basada en supuestos sobre el lenguaje y la sociedad que no hemos desarrollado. En este último capítulo trataremos de hacer algo respecto de estos dos temas.

En una afirmación provocativa, M. Foucault rechaza al lenguaje como modelo para el estudio del discurso:

“Yo creo que el punto de referencia no debería ser el gran modelo de la lengua y los signos sino aquel

de la guerra v la batalla. La historia que nos sostiene y nos determina tiene la forma de una guerra más que la de un lenguaje: relaciones de poder. no relaciones de sentido.”

(Foucault, 1980.) Nuestro libro reconoce la fuerza de la critica de Foucault, pero espera proponer una teoría del

lenguaje que niegue esta dicotomía. Habiendo reconocido el rol del poder en la determinación del sentido, no tenemos que aceptar que poder e historia son sin sentido. Por el contrario, la crítica misma especifica el requisito para una nueva teoría del lenguaje, una que no esté atrapada en la estructura estática y sólida de la lengua saussureana sino que tome como indiscutida la interdependencia entre lenguaje y poder, sentido y proceso social.

Al desarrollar tal teoría necesitamos cuestionar las nociones de poder y los modos en que éste opera en la vida social y en la producción social de sentido. Foucault ha argumentado persuasivamente contra una noción simplificadora del poder que identifica a éste solamente como opresión que opera desde arriba:

“Lo que hace que el poder se sostenga, lo que hace que sea aceptado, es simplemente el hecho de que

no sólo pesa sobre nosotros como una fuerza que dice no, sino que atraviesa y produce cosas, induce placer, forma conocimiento, produce discurso. Necesita ser considerado como una red productiva que corre a través del cuerpo social entero, mucho más que como una instancia negativa cuya función es la represión”

(Foucault, 1980.p. 119) Esta noción polimorfa y perversa del poder lo descubre en cualquier lugar dentro de una formación

social, ligando y cruzando las esferas pública y privada, construyendo cada interacción como “política” en algún sentido. Esto deja el poder organizado del Estado sólo como el juego del más grande jugador en la esfera política, con la sociedad definida como un estado de guerra estacionario. Desde este hobbesiano punto de vista Foucault pregunta:

“¿No es el poder simplemente una forma de dominación guerrera?”(1980, p. 125).

Tenemos un cierto número dé razones para querer seguir la línea de Foucault aquí, usando textos

tomados de una guerra como la base para explorar los resultados del método y examinar los supuestos fundamentales sobre lenguaje y sociedad sobre las cuales descansa. Primero vamos a separar la lengua saussureana del concepto de “lenguaje”, en particular, negando dos de los supuestos más fuertemente sostenidos por Saussure. Para Saussure, la lengua es un sistema estático y unitario. En el proceso discursivo que bordea la guerra, la unidad existe, pero no como efecto automático de una definición de lenguaje. Por el contrario, la unidad es un logro que debe ser ganado y mantenido en y a través del lenguaje, para que la dominación sea efectiva y la resistencia sea movilizada. En una guerra este proceso de construcción de alianzas y oposiciones es más visible, tomando luego mayores proporciones, con una mayor inversión de energías sociales. Entonces, es usual mirar las deformaciones del lenguaje en un estado de guerra para entender cómo el lenguaje opera “normalmente”, en los cambios y negociaciones de un estado de “paz”.

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No es un accidente que el trabajo seminal de Orwell sobre lenguaje y política tenga como origen directo sus reflexiones sobre lenguaje y guerra. 1984 estuvo basada en la continuidad entre la Segunda Guerra mundial y el período de post-guerra, extrayendo también experiencias de Orwell sobre otras guerras, como la de haber sido periodista en la Guerra Civil Española, y la no declarada guerra civil de la Rusia stalinista, de la que supo por segunda mano. Esta corta lista saca a relucir un punto crucial para la teoría de lenguaje y poder que usa la premisa de que paz y guerra son aspectos de un sistema simple. Hay guerras y guerras, paces y paces, y existen secuencias, sintagmas de eventos que constituyen versiones de historia. Batallas ideológicas toman lugar contra el fondo de estas versiones de la historia al mismo tiempo que pretenden transformarla, por razones tácticas inmediatas así como por ventajas a largo plazo, para uso en tiempos de paz así como de guerra.

La guerra civil española, por ejemplo, fue una experiencia que radicalizó una generación en Gran Bretaña en oposición al fascismo de Franco. La Segunda Guerra Mundial trazó el mapa de esta estructura como un modo diferente de guerra, anulando la memoria de la “Gran Guerra” al convertirla en la “Primera Guerra Mundial”, incorporando el idealismo de la guerra contra el fascismo de la Guerra Civil Española y movilizando en la construcción de la última Guerra justa. De este modo, operó como parte del conjunto de Grandes Narrativas que justificaron el rol de los mayores poderes en el orden internacional por las siguientes décadas.

Desde 1945 ha habido muchos estallidos de conflictos que podrían ser llamados guerras, pero en G. Bretaña y América un único lugar fue ocupado por la Guerra de Vietnam. Esta fue una de las muchas guerras cuyo origen estaban fundados en las tensiones del poscolonialismo. Lo que la hizo significativa fueron sus efectos sobre la construcción de la Gran Narración imperialista. Vietnam vino a significar la Guerra Injusta, la guerra que no debería haber sido peleada, donde la superioridad tecnológica del lado del poder colonizador marchaba con la inferioridad “moral” y la derrota militar. Un factor crucial en este evento ideológico fue el rol de la tecnología de información. La cobertura de guerra de los medios expuso las estrategias discursivas de los gobiernos y las burocracias militares en todos los países europeos, representándolas como obsoletas en un golpe.

Es en este contexto que estamos interesados en la “Guerra del Golfo”, que fue formalmente declarada el 15 de junio de 1991, y que perduró sólo una pocas semanas antes de que la inmensa superioridad de la coalición liderada por América lograra una aplastante victoria sobre el ejército de Irak que había ocupado Kuwait seis meses antes. Militarmente puede no ser la más interesante de las guerras, pero ideológicamente hablando es una instancia ejemplar. El presidente G. Bush proclamó el triunfo ideológico de las fuerzas Americanas en sus palabras del 18 de marzo a un grupo de soldados que regresaban del Golfo:

“Ustedes saben, todos ustedes ayudaron no sólo a liberar Kuwait, ustedes ayudaron a este país a

liberarse a si mismo de viejos fantasmas y dudas. Cuando ustedes partieron aún estaba de moda cuestionar la decencia de América, el coraje de América, la solución de América, y ninguno, ninguno en el mundo duda más acerca de nosotros.”

(CNN, 18 de marzo de 1991)

Este discurso es una instancia bastante típica de la estrategia retórica del Presidente Bush, según

nuestro punto de vista, para hacer algunas observaciones más generales. El Presidente Bush atrae la atención hacia el doble sentido de la guerra, y los dos niveles en los cuales debe ser librada, La guerra militar en el Golfo, librada con tecnología inmensamente superior y un ejército mejor entrenado, necesitó el soporte de una ofensiva ideológica que tuvo que ser igualmente superior, orientada a una extensa audiencia, en cantidad de coaliciones, dentro y fuera de América. Los dos niveles fueron interdependientes, en la medida en que el éxito ideológico fue necesario para que la guerra fuera emprendida en primer lugar, a la inversa, una derrota militar hubiera sido difícil (pero no imposible) de recuperar por medio de estratagemas ideológicas. Pero hasta cierto punto, los niveles operaban separadamente, ya que no todas las formas de victoria militar serian igualmente usadas ideológicamente.

Algunos de los factores que obligaron la actuación de Bush pueden ser vistos desde la comparación de las dos palabras “decencia” y “coraje”. Lo que es interesante aquí es si usar equipos removedores de tierra para enterrar vivos miles de soldados que no podían escapar puede ser llamado propiamente como “decente” o “con coraje”. Lo que sucede es que las cualidades en cuestión son diferentes tipos de virtud, uno significa las virtudes de la paz, el otro, las virtudes apropiadas para la guerra, con “decencia”, se está dando prioridad a las virtudes de la paz. Hay buenas razones para esta ligera contradicción. El presidente Bush está dirigiéndose a soldados que vuelven, en una cadena que va a ser oída a través de América y que será emitida a los hogares de los ciudadanos de países aliados, una audiencia que contiene considerablemente más civiles

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que soldados, que necesita que se reafirme que ésta era una guerra justa en el momento en que su éxito no estaba más en duda. Hay un riesgo en este discurso: el énfasis en el coraje, la decencia y la resolución “de América? puede alienar ala audiencia del mundo que también estaba escuchando esta cadena. Pero Bush elige tomar este riesgo, consciente de que sólo los ciudadanos americanos votan en las elecciones americanas.

Dejemos de lado juicios sobre el éxito de este discurso particular, y concentrémonos en las consideraciones que están detrás de él, porque estas consideraciones son de aplicación general. La estrategia retórica de Bush no fue contradictoria por accidente. Por el contrario, su interés total era dirigir la contradicción que provenía de diferentes intereses y que él estaba tratando de satisfacer. Cualquiera que tratara de persuadir a los otros de una acción común que no es obviamente de interés para cada uno necesitará reconocer a ambos y resolver la diferencia. Para los representantes de una organización política el requisito es particularmente agudo. El poder de un actor político radica necesariamente en el consentimiento y soporte de muchos individuos, su sentido de solidaridad con las aspiraciones y métodos del líder del grupo.

Esta solidaridad o aceptación puede ser creada sólo a través de formas de discurso (lenguaje en su más amplio sentido, incluyendo todos los sistemas semióticos). La base para esta aceptación (capaz de coexistir con resentimiento, resistencia y otras actitudes y acciones hostiles o antagonistas) se encuentra en un repertorio de representaciones de lo social que nosotros llamamos formas ideológicas. Pero hay una característica de estas formas que la actuación del presidente Bush nos lleva a enfatizar.

La ideología, lejos de ser una consistente y simple, pero parcial visión de la realidad, normalmente aparece “completa” con su propia negación, en un conjunto profundamente contradictorio de versiones de realidad cuyas contradicciones son intrínsecas a su función. Llamaremos a este conjunto un complejo ideológico.

Hay dos componentes que contribuyen al carácter contradictorio de los complejos ideológicos. Un componente representa el mundo en un modo que desdibuja diferencias, antagonismos, conflictos

de intereses. Llamamos a ésta la función solidaridad, o forma-S. El otro componente expresa el interés del grupo contra los otros, es decir. exacerba la diferencia, la

hostilidad, la superioridad. Llamamos a esto la función poder, o forma-P. Las dos formas interactúan promiscuamente de manera compleja en las actuaciones retóricas, pero su

distinción es útil para el análisis. Este discurso sintetiza la narrativa de la Guerra que el presidente deseó confirmar y al mismo tiempo

indica su lugar y función en una secuencia narrativa que fue también un conjunto de textos rivales en una relación inestable de intertextualidad. La Guerra del Golfo es proclamada como el exorcismo definitivo de los fantasmas de Viet Nam. que habían sido fortalecidos por las derrotas de la política internacional norteamericana en Irán y Nicaragua. Esta narrativa es modulada de diferentes maneras en los diversos países. Para Francia, Algeria no es parte de la Gran Narrativa Americana, y para Gran Bretaña, la Guerra de las Malvinas hizo a la Guerra del Golfo redundante.

En tres años, la Guerra del Golfo probablemente no parecerá tan importante o exitosa como una nueva Gran Narrativa de guerra. Pero los eventos y procesos discursivos que la rodean serán aún lo suficientemente típicos.

En términos metodológicos, será necesario para los objetivos analíticos del trabajo dar cuenta de los procesos discursivos en un marco más amplio que el utilizado en trabajos anteriores.

Para los analistas interesados en este objeto híbrido dual, el lenguaje en la política o la política en el discurso, es necesario insistir en que el significado no existe fuera de procesos discursivos y semióticos. Es construido por varios participantes en textos que circulan en alguna forma material en varios espacios sociales, donde cada situación y texto es un sitio donde se intersectan numerosas historias. Los significados se realizan en formas lingüísticas de todas clases.

Desde este punto de vista, el poder (el poder social, tal como es analizado por sociólogos y cientistas políticos) es una relación entre personas, no una relación entre textos o significados. Pero es siempre una relación mediada, y no puede existir sin el sistema significante que la constituye. Por lo tanto es posible decir que el poder es sólo un efecto del discurso, si “discurso” tiene un sentido general equivalente a “semiosis” (el proceso de construcción y circulación de signos). Por esta razón, las operaciones de poder sólo pueden ser estudiadas vía textos.

Los cientistas políticos trabajan exclusivamente con “contenidos” de los textos. Cazando “la verdad”

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Lenguaje como ideología presenta un abordaje a la lectura, una estrategia hermenéutica. En un aspecto importante su teoría del lenguaje surge de esta estrategia como precondición y descubrimiento. La estrategia parece caracterizada por la sospecha endémica, una duda crítica sobre lo que el texto significa y una certeza de que algo diferente “real” permanece escondido.

Todas las contiendas ideológicas mayores parecen necesariamente ser mantenidas en palabras, a través de textos que circulan de diversas maneras.

La propaganda. por ejemplo, típicamente opera con dos estrategias: manipulación de la verdad y manipulación de la orientación a la realidad.

Para ilustrar una aproximación al estudio del lenguaje, tomaremos una lista de vocabulario del diario “The Guardian”

Perros malos y Englishmen Nosotros tenemos Ellos tienen Ejército, Armada y Fuerza Aérea Una máquina de guerra Pautas de información Censores Informes de prensa Propaganda Nosotros Ellos Obtenemos Destruyen Suprimimos Destruyen Neutralizamos o descabezamos Matan Decapitamos Matan Nuestros chicos son... Los de ellos son... Profesionales “Lavados de cerebro” Corazones de León Tigres de papel Cautos Cobardes Seguros de si mismos Desesperados Héroes Arrinconados Temerarios Carne de cañón Nuestros chicos son... Los de ellos son Jóvenes caballeros de los cielos Bastardos de Bagdad Leales Ciegamente obedientes Ratas del desierto Perros malos Resueltos Despiadados Bravos Fanáticos Nuestros misiles causan: Sus misiles causan: Daños colaterales Víctimas civiles George Bush es: Sassam Hussein es: Paz consigo mismo Demente Resuelto Desafiante Un hombre de estado Un diabólico tirano Seguro Un monstruo excéntrico

La lista nos permite recrear rasgos sintácticos y son estos rasgos, más que las palabras en si, los que

“hacen” el trabajo ideológico. Hay dos rasgos sintácticos principales: Uno es el conjunto de sintagmas relacionales: “nuestros

chicos son/ellos son” “G. Bush es/ Husseim es”. Estos sintagmas contienen abiertamente las descripciones más parciales.

Otro es un pequeño conjunto de sintagmas accionales, que funcionan de modo diferente, contrastando eufemismos (sobre “nosotros”) con afirmaciones directas (sobre “ellos”). Los miembros de estos pares no son transformaciones sintácticas, más bien son elecciones alternativas de un conjunto paradigmático. Aquí la elección tiene efectos similares a las transformaciones. En estos accionales, los

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términos bajo la columna “ellos” la opción no marcada; la verdad acerca de lo que “ellos” “hacen” revela la verdad sobre “nosotros”. El efecto de los eufemismos es conciliar lo que estamos haciendo con el hecho de que es un acto destructivo contra otras personas. El efecto del eufemismo entonces es el de una S-ideología, representando el enemigo como no realmente el enemigo, y la guerra como no efectivamente una guerra.

Esta imagen es la opuesta a la imagen de hostilidad abierta construida a través de las formas de P-ideología. Así funcionan los complejos ideológicos, la contradicción se resuelve porque también existe en cada “tipo”.

Los dos modelos básicos (relacionales y accionases) representan dos tipos de traza discursiva. Los relacionales representan actos de clasificación y juicios mientras los accionales representan eventos. Por esto, los accionales juegan un papel en la construcción de la realidad cuya magnitud no guarda proporción con la cantidad de veces que aparecen en el texto. El amplio número de relacionales señala una intensa actividad de reclasificación del problemático pero incuestionado modelo de la realidad, recuperándolo para sus propósitos ideológicos. Queda claro entonces que no es solamente el contenido de las frases, ni su cantidad los que construye el efecto ideológico. Se presume que este efecto funciona a partir de una combinación de repetición y discreción, y que este modo de funcionamiento es crucial para los efectos ideológicos que ocurren a través del lenguaje y de medios análogos.

Leyendo lecturas

El significado no existe a menos que haya gente que lo haga existir, en un proceso donde aquellos

que reciben los textos (lectores, oyentes) comprometidos en una actividad que produce sus clases distintivas de significado, sin la cual ningún texto tiene algún efecto social.

Esta proposición elemental sobre el lenguaje y el significado social tiene importantes consecuencias para las estrategias hermenéuticas.

En las últimas décadas muchos abordajes han orientado su atención hacia los significados construidos por el lector, y vemos este movimiento como indispensable para cualquier hermenéutica social adecuada. Pero sigue siendo tan importante no olvidar a los emisores de los mensajes como tampoco a sus receptores.

En cualquier nivel, cualquier elemento en el proceso de comunicación tiene una doble orientación hacia producción y recepción, en la producción social de significado que es siempre de coautoría por muchos participantes y es leído por muchos menos. En el momento de la emisión de una pieza de texto, durante la proyección de los modos en los cuales este nuevo texto será leído por sus lectores, el emisor es también un lector de varios componentes intertextuales previos.

Los significados de los lectores son sólo son conocidos a través de los textos que ellos construyen en condiciones y contextos específicos, en respuesta al texto designado. Los significados de los escritores son las trazas y efectos de previos e innumerables actos de lectura, realizados sólo a través del texto, producidos nuevamente en contextos específicos.

En esta sección se tratan algunas de las diferentes estrategias que son usuales en las lecturas de recepción de textos, recurriendo a algunos de los significados que entran a jugar como textos que circulan en varias arenas sociales.

Eligiendo como corpus 27 textos producidos en una clase de inglés como segunda lengua, (el ejercicio consistía en resumir el artículo tratado anteriormente en no más de 80 líneas).

Un modo de leer este trabajo es transformarlos en el resultado de una encuesta sobre la guerra. De este modo, los textos pueden clasificarse fácilmente en tres categorías: pro-guerra(marcados por la crítica explícita pro-guerra); antiguerra (marcados por la crítica explícita a las instancias pro-guerra del artículo) y neutral (resúmenes no marcados por intrusiones o juicios explícitos acerca de la guerra).

Así. encontrando los marcadores lingüísticos de cada clase de posición como un modo razonablemente regular de apropiación de significados desde el texto original, con modos característicos de procesamiento que predisponen hacia lecturas específicas y usos de textos comunes. Este tipo de análisis intenta establecer un contexto explicatorio para las variaciones de interpretación que pueden darse en “diferentes votaciones” o diferentes tiempos.

Entre las características de los “textos críticos”: encontramos relacionales elaborados dando el punto de vista inconfundible del escritor, se da también una elaboración del componente modalidad por el uso de palabras como “parece”. “implica” y marcas de citas (con discusión acerca del status dudoso de lo que fue citado). Hay pocas instancias de apelación a otra fuente de “verdad”.

En los textos “pro-guerra”. El uso de los relacionales no es tan elaborado como en los “críticos” y es utilizado para contener juicios negativos. Los juicios son realizados a través de adjetivos, por lo que el hecho

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de que se ha hecho un juicio no se despliega en el texto. Emplean una forma mínima de modalidad, usando el “past tense” para repetir las narrativas en formas no problemáticas. En algunos casos, mantienen un lazo con el texto de origen a partir del uso de palabras como “horror”, “destrucción”, etc.

Entre ambos grupos hay diferencias de patrones sintácticos. En el caso de los “anti-guerra” hay un uso consistente de transactivas, aun en enunciados que no se referían a la sección final del texto origen. Es decir, resituaron la S-ideología en un marco de P-ideología

Lectura generalizada

No hay una lectura singular que el análisis debe descubrir y formalizar. Por el contrario, el análisis

establece un número de caminos a lo largo de los cuales diferentes lecturas pueden correr, senderos que obligan pero no determinan lecturas.

Se pretende dar cuenta de cómo significados diferentes pueden ser distribuidos entre diferentes posiciones de lectura. El análisis no sólo muestra las diferentes lecturas que son posibles, también muestra los caminos que los relacionan.

El objeto básico en el análisis social del significado es un proceso, no un producto. Por lo tanto, la unidad mínima de análisis no es una forma simple o un texto aislado, sino una lectura de una secuencia en contexto, conteniendo formas o textos previas o posteriores. Una instancia simple no es suficiente.

Textos agrietados

Los textos son constantemente reciclados, apareciendo en sucesiones sin fin de textos-sobre-textos,

lecturas de lecturas de lecturas de lecturas. Para entender este proceso es necesario leer los textos como escrituras de escrituras de escrituras, en series abiertas de transacciones, desarrollando una arqueología de cada texto que lo relacionen con su historia y su futuro.

El texto (cualquier texto) deja de ser una unidad autoevidente pero aparece como un sitio relativamente accidental que marca el lugar en el que una serie de procesos discursivos aparecen colisionados.

A continuación se analizará una noticia de Radio Nacional de Australia de 38 segundos Locutor: Las fuerzas aliadas dicen que el bombardeo a Irak y Kuwait está ahora en una nueva fase. Inicialmente el énfasis fue sobre blancos específicos, tales como puentes e instalaciones de petróleo. Ahora un escuadrón de EEUU ha hablado de ataques contra lo que él describe como blancos de oportunidad, o, como él lo puso, tomar cualquier cosa que se mueve. Una de los pilotos del escuadrón -el mayor Thomas Galwraith- describe el cambio en el énfasis. Galwraith: Salimos allí. trabajamos en cierta área, ah, a la noche, y perseguimos cualquiera de los blancos que podemos en nuestra área. Atacamos los blancos que observamos en el campo, blancos de oportunidad, móviles. Este texto debería observarse como una instancia típica del género “radio: Boletín (de guerra)”. El

texto, como emisión tienen dos voces, Galwraith y el locutor éstas están unidas en un texto casi sin costuras, unidos por paralelos de significado. En nuestros esfuerzos por atribuir significados a las fuentes, necesitamos reconocer al menos esta doble agencia en la construcción de los textos.

Como instancia del análisis transformacional, tomaremos la palabra “móviles” usada por Galwraith. Si ésta apareciera así en el habla original, podríamos tratarla como una nominalización que sigue los patrones normales del español. Podríamos , entonces, reconstruirla hipotéticamente como una secuencia transactivas X mueve Y. Cualquier cosa que mueve algo: móviles. O bien, como una secuencia no transactiva: X se mueve. Móvil. Las lexicalizaciones naturalizan una secuencia transformacional. Distraen la atención de su proceso de construcción y de las secuencias previas, haciéndolas relativamente inconscientes. Además, indica que la transformación es aceptada por un grupo, que va más allá del producto de un individuo. Hay una “novedad” respecto del uso de esta palabra, la ambigüedad respecto de si móvil es el agente o el objeto de la acción. Esta palabra parece referirse a lo que es movido (camiones, autos, etc) por algún conductor humano y su singularidad proviene del equívoco con las distinciones de la categoría primaria entre agente y objeto, humano y no humano. La elección metodológica es clara y desconcertante: una ambigüedad inicial pareciera ser sistémica y varios textos no pueden eliminar la ambigüedad, porque siempre podrían existir otros textos que den pie a conclusiones alternativas. Otro aspecto critico del texto a analizar es la traza del proceso de clasificación . En esta instancia, la palabra blancos es el foco de un proceso de clasificación extensivo. Esta palabra aparece cinco veces en el breve texto y sirve para darle algo de cohesión, en tanto está utilizado en

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tres contextos discursivos diferentes: preámbulo, cita indirecta y cita completa. Es semánticamente crucial, puesto que es la entrada al lenguaje de la principal actividad de guerra que está siendo descripta.

La recontextualización es un tipo de clasificación poderoso, ya que ataca el marco discursivo mismo, no sólo el contenido representacional.

La construcción “fuerzas aliadas”, en tanto movimiento lingüístico-ideológico, como el acto fundacional en la construcción discursiva de la guerra. Este establece la unidad esencial de las “fuerzas aliadas”, unidad que es validada por la propiedad de producir emisiones aparentemente indiscutibles.

Un análisis de contenido al que se le agregue el número total de los tipos de nominalizaciones usadas en un texto o en un cuerpo de textos o conjuntos de discursos no podría, dar cuenta del significado social del texto o de su forma discursiva si se le atribuyen regularidades al texto o al discurso postulando una “posición unitaria” o un tipo único de texto.

Esto no quiere decir que la generalización no sea útil. Por el contrario, la generalización es indispensable como parte indispensable del análisis de cualquier instancia individual. Pero lo que es generalizado debe ser comprendido como una estructura de contradicciones y un sistema de inflexiones con múltiples puntos de origen.

Lenguaje, sistema, significado

Independientemente de lo que pueda ser dicho acerca de sus atributos, la existencia del lenguaje

como un objeto coherente, cognoscible, no está en duda. Este supuesto, sin embargo, está lejos de ser neutral o inocente. Ha servido como premisa fundacional para la disciplina lingüística, cuyo propósito es estudiar este objeto, por lo que la sola autoevidencia de la categoría “lenguaje” da una legitimidad natural similar a la disciplina.

Pero la palabra “discurso” refiere a algo de este mismo fenómeno en un modo que permite diferentes posibilidades para el estudio del campo. Las formas del análisis del discurso tratan con instituciones sociales, no respetan los limites de la “lengua” o las lenguas nacionales como el inglés, el francés, el español, etc. El doblete lenguaje-lingüística entonces, no se refiere a un hecho elemental “lenguaje”, asociado natural e inevitablemente con la disciplina que lo toma por objeto. Por el contrario, funciona como un poderoso mecanismo ideológico que hacen que ciertas formas del análisis parezcan naturales y centrales y excluye o margina otras.

No queremos decir con esto que “lenguaje” sea un concepto inválido. Por el contrario, esta palabra remite a un cuerpo de conocimientos que son un componente esencial de la vida cotidiana Nuestro caso es que sólo el “lenguaje” en este sentido presenta regularidades masivas pero también contradicciones sistemáticas, y sus formas están ampliamente distribuidas pero no igualmente compartidas por toda la comunidad de usuarios. Existe, en realidad, un objeto, “el lenguaje”, que necesita ser comprendido y debería haber una teoría que tratara de explicarlo.

Hacia un análisis crítico del discurso: una teoría prospectiva del lenguaje

Los llamados hechos de discurso (p.e. posicionamiento de los hablantes y tópicos, circulación de

significados y textos) son inseparables de lo que han sido llamados hechos de lenguaje (p.e. fonología, sintaxis, semántica y gramática), y ambos son indispensables para el trazado de los procesos y formas ideológicas. Por lo tanto, nuestro tipo de lingüística debe jugar un rol básico en el estudio del significado social, pero debe ser una lingüística de las formas corrientes, construida a partir de una comprensión diferente del lenguaje como hecho social. En particular, es necesario reteorizar los conceptos claves alrededor de los cuales se ha constituido el campo de la lingüística: “gramática”, “sintaxis” y “semántica”.

Este problema teórico tiene dimensiones prácticas importantes. El análisis crítico del discurso usa el análisis sintáctico como parte de su estrategia interpretativa; pero éste acarrea nuevos problemas para algunas personas que desean usar el análisis crítico. ¿Dónde puede un aspirante a analista crítico del discurso buscar descripciones de formas sintácticas y rasgos de significado útiles? ¿Los provee alguna teoría lingüística o gramatical? ¿Son algunas gramáticas mejores que otras para estos fines? A menos que se resuelvan estos problemas, el acceso al análisis crítico del discurso está bastante restringido a aquellos que, por mecanismos misteriosos, saben qué es lo “usable” de cada gramática.

Hay dos modos de encarar la tarea de la redefinición: identificar las premisas claves que deben ser cuestionadas y cambiadas o delinear la configuración de la nueva teoría del lenguaje.

Identificamos como premisas claves a revisar las que siguen:

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– que el estudio del lenguaje es diferente del estudio de la sociedad (estructuras sociales, procesos, actores),

– que la estructura es independiente de la función, del proceso y del uso; – que la sintaxis es independiente del significado y – que las reglas en el lenguaje son independientes de las operaciones de poder en la acción de la

vida social a partir de la actuación de los usuarios de una lengua particular como sujetos sociales. Por medio de la negación de estas premisas se pueden proyectar algunas premisas de la nueva teoría. Intentaremos delinear esta nueva teoría en sus propios términos: La primera premisa define la

diferencia con las otras teorías que consideran irreductiblemente, al lenguaje como práctica social. La segunda, provee la base de la reorganización del objeto del análisis lingüístico que se necesita para desarrollar una teoría social de la sintaxis y la gramática que pueda ser usada en el análisis textual. Esta premisa es una nueva forma de la naturaleza del signo lingüístico.

La primera premisa afirma que el lenguaje es una práctica social que es una entre las muchas prácticas sociales de representación y significación. De aquí se sigue que el estudio del lenguaje es irreductiblemente dual, trazado sobre teorías semióticas y sociales, teorías de fuerzas y relaciones sociales y teorías de sistemas de representación y significación.

En tanto el lenguaje es una práctica social material, consiste en conductas y textos, textos que son trazas de acciones sociales y semióticas y conductas que no son sólo conocidas a través de textos sino que son ellas mismas especies de textos. De estos datos primarios se infieren (por los analistas como por los participantes) el conjunto de reglas, sistemas y significados que son producidos por los participantes. Esto se opone directamente a los supuestos fundamentales de la lingüística tradicional, en la que hay un objeto, el “lenguaje” que se identifica especialmente con las regularidades sintácticas y fonológicas, que es un hecho social que existe en su unidad y coherencia. Suponemos, por el contrario, que las regularidades son siempre contingentes y provisionales.

Un texto (lenguaje en uso) es siempre el producto de participantes socialmente situados, operando con grados de elección relativa en situaciones en las que la conducta discursiva es determinada en diferentes grados por estructuraciones específicas de poder dominación, que van desde la igualdad (dimensión de solidaridad) a la desigualdad (dimensión de poder). Diferentes usuarios del lenguaje tienen diferentes orientaciones y accesos a conjuntos dados de significados que constituyen un “lenguaje”, y posicionamientos diferentes en una situación dada pueden dar lugar a diferencias de orientación y acceso. Esto es, los usuarios del lenguaje como individuos socialmente ubicados no tienen acceso al “sistema del lenguaje” como tal, sino que tienen un acceso parcial y selectivo a configuraciones particulares que juntas constituyen un conjunto abierto correspondiente a lo que es llamado, como acto social, un “lenguaje”. El conjunto de opciones accesible difiere por los diferentes tipos de participantes y de relaciones, y por lo tanto, el sistema relevante también difiere caso a caso, en la medida en que el sistema es más que la organización del conjunto de opciones. Por esta razón, no es posible aceptar de un modo no problemático la noción de “sistema lingüístico” como un núcleo coherente de rasgos comunes más un conjunto de variantes permitidas. Del mismo modo se torna difícil aceptar la noción de regla lingüística como una obligación cuya fuerza proviene del lenguaje mismo y no de la sociedad.

Respecto de la segunda premisa, la redefinición debe apuntar a la naturaleza del signo lingüístico como fenómeno semiótico y hecho social simultáneamente. Esta es la clave para una teoría de la gramática efectiva.

Nuestra redefinición parte de la proposición sobre la naturaleza del signo lingüístico de Saussure cuando éste afirma que hay una clase de relación típica en todos los “lenguajes naturales” entre significantes (formas) y significados (“meanings”), y que esta relación es arbitraría. Es nuestra intención insistir en el hecho de que la noción de “convencionalidad” no es sinónima ni paralela a la de “arbitrariedad”.

La cuestión es ver qué se sigue de esta afirmación: En primer lugar, permite la separación de cualquier forma del estudio de los significados. En segundo lugar, la sintaxis aparece como un conjunto de reglas para combinar elementos significativos usando elementos que no necesariamente tienen significado por si mismos (orden de palabras, clases de palabras).

En lugar de considerar al signo lingüístico es siempre un “signo inmotivado”, partimos de la observación de que el lenguaje consiste en diferentes clases de signos, todos ellos responden a fuerzas sociales y a consideraciones semióticas, siempre “motivados”, si bien en diferentes grados y de diferentes maneras. Como premisa básica para el análisis critico del discurso y para todas las formas de análisis relacionadas con las funciones sociales del discurso podemos afirmar que el signo lingüístico es siempre un conjunto motivado de forma y significado.

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Para resumir entonces, existe un continuo entre signos “convencionales” y “motivados”, o en otras palabras, entre signos relativamente opacos y signos relativamente transparentes. Todos los signos lingüísticos son el resultado de procesos sociales y por lo tanto son conjunciones motivadas de significados y significantes. Estos procesos tienen lugar necesariamente en el tiempo por lo que este tipo de vínculo siempre está afectado por la historia, ya sea la microhistoria de una interacción o las historias más amplias de varias instituciones. La distinción que hacemos entre diacrónico y sincrónico es, de esta manera, relativa. Usamos diacrónico para referirnos a las instancias donde es la longitud de la cadena la que causa problemas de interpretación, y sincrónico para las instancias donde la deformación está más directamente producida por una situación específica designada con el fin de excluir a los participantes potenciales. La opacidad de los signos es un fenómeno relevante en el lenguaje, pero el grado de opacidad no es un hecho intrínseco respecto del signo, sino una relación con una clase de usuario que tendrá una orientación y un acceso específico hacia las tendencias opacadoras de la historia y el poder. La opacidad de los signos y textos varía continuamente, de manera que este aspecto se convierte en un significado social altamente significativo en cada momento de la producción lingüística.

En términos de este esquema, la sintaxis ocupa un lugar importante pero no privilegiado entre el conjunto de signos que forman el lenguaje. La sintaxis no es un conjunto homogéneo de signos, ni es lógicamente anterior a cualquier otro conjunto de signos.

Los signos de la sintaxis son siempre significados sociales ideológicamente flexionados, con un núcleo común para un grupo especificado y un espectro de diferencias movilizadas por diferentes grupos o para diferentes propósitos. Estos significados son ideológicos en dos sentidos: como representaciones de existencia social y como huellas o movilizaciones de posicionamientos y actividades discursivas. En esta perspectiva hay conjunto de signos que son parte de un repertorio semiótico mayor, incluyendo palabras, sonidos, formas gráficas y muchos otros elementos y prácticas significantes, y conjuntos de reglas, constreñimientos y obligaciones que se realizan en patrones de repetición u omisión entre cualquier conjunto de elementos de conjuntos significantes en cualquier código.

Pensando en como agrupar los signos del lenguaje de modo más conveniente para ser usados por los lingüistas críticos o los ACD, el modelo más apropiado sería un lexicón más que una gramática Un lexicón semiótico incluiría signos sintácticos junto con otras clases de signos (patrones de entonación, patrones de sonido, etc.). Como un lexicón convencional podría tener múltiples puntos de entrada permitiendo múltiples sistemas de relaciones entre los elementos constituyentes, más que un único esquema lógico que es la forma ideal de una gramática convencional. Si la sintaxis se trata de esta manera, como parte del repertorio de significados de un lenguaje, deja el camino abierto para que una teoría de la gramática sea una teoría general y completamente histórica de los orígenes y funciones sociales de todas las formas y procesos del lenguaje, y de todas las reglas y regularidades del discurso.

El lenguaje, las formas lingüísticas y los procesos vistos de esta manera como el producto de prácticas sociales son sólo una de las muchas maneras semióticas a través de las cuales los significados sociales son codificados.

Por eso es esencial para los lingüistas y para la lingüística ver al lenguaje como uno de estos muchos modos e intentar entender el lugar social y cultural del lenguaje entre otros modos de producción de significado en una instancia específica, en una cultura y en una sociedad como un todo, así como también empezar a comprender y describir las interdependencias entre ellos.

Esta concepción es la que ha dado origen al trabajo en Semiótica Social, un intento de comenzar a describir otros modos comunicativos y sus interrelaciones e interdependencias.

Análisis critico del discurso

Queremos concluir este capitulo con un resumen de algunos principios que esperamos que hagan que

la teoría contenida en este libro sea más fácil de aplicar en la práctica.

*El lenguaje es un conjunto de sistemas parciales de elecciones y reglas Se encuentran muchas regularidades en el fenómeno del lenguaje, conjunto de sistemas que

organizan o constriñen la elección, y estas selecciones son parte del significado social. Pero el conjunto de elecciones no forma un sistema único, comprehensivo y coherente, equivalente a “la lengua” y el significado de los componentes o subsistemas particulares es siempre relativo al tipo de usuario en ocasiones específicas. El análisis que identifica una regla o regularidad particular siempre necesita especificar quién usa la regla o la regularidad y bajo qué circunstancias (contexto, posición, género discursivo, etc).

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*Los significados subyacentes están al mismo tiempo dentro y fuera de un texto La gente produce significado en contraste con un conjunto de conocimientos tomados como ciertos

que son partes del significado de cualquier texto, un constreñimiento de todo acto discursivo. Como son tomados como ciertos, normalmente no son explicitados en un texto dado, pero si ellos están efectivamente en un texto normalmente dejarán sus huellas. Tales conocimientos previos comúnmente estarán ampliamente distribuidos, de manera que no se requiere una amplia muestra para demostrar que existen, pero son difusos y poco claros, de manera que sus formas específicas son generalmente difíciles de articular. El análisis de los significados subyacentes siempre necesita salir de un texto dado hacia otras localizaciones del conocimiento relevante pero también necesita identificar los sitios donde el conjunto de los significados subyacentes puede ser visto.

*La ideología tiene una doble clara

La ideología mediatiza y naturaliza las contradicciones y normalmente aparece como compleja,

como un conjunto de elementos o versiones contradictorias de la realidad física y social. El análisis ideológico está incompleto hasta que localiza las contradicciones estructurales que operan en la práctica, en beneficio de un conjunto dado de intereses.

*La ideología se inscribe en la práctica social

Las formas ideológicas son estructuras de significado inseparables de un conjunto de prácticas que

son, ellas mismas, clases de significados. El análisis ideológico del discurso debe dar cuenta de las ideologías inscriptas en las prácticas discursivas. *El “contexto” está estructurado como un texto

Las diversas dimensiones del contexto pueden ser analizadas como una serie de acciones y

relaciones que acarrean importantes significados sociales, los significados ideológicos del discurso en si. El análisis debe dar cuenta de los eventos discursivos como una acción social, que son una parte indispensable del significado social de cada texto. *La interpretación es una lucha

Lectores, oyentes, espectadores, tienen relaciones diferentes entre ellos y con los productores de un

texto dado, de modo que los significados que ellos producen no son completamente predecibles a partir de una lectura dada del texto, o a partir de las intenciones de los autores. El análisis debe dar cuenta, al mismo tiempo, de la indeterminación radical de los significados y de los significados específicos producidos por agentes discursivos dados en los procesos de circulación que rodean a un evento discursivo dado. *La historia es significado

Múltiples historias, de diferentes escalas y de diferentes localizaciones y orígenes, típicamente se

intersectan en textos y eventos discursivos particulares. Estas historias involucran sistemas diferentes de intertextualidad, diferentes políticas, diferentes tecnologías, son estas historias, y los procesos que registran lo que constituye el significado social efectivo de una forma o texto dado. A pesar de que estas historias son muy variadas para ser todas incluidas en un análisis, algún marco de las historias relevantes debe ser parte de todo análisis. *La verdad está siempre en riesgo

La verdad se construye y reconstruye en cada discurso pero ningún discurso contiene garantías de su

propia verdad. El análisis debe notar los diversos reclamos de verdad y también mirar fuera del texto, fuera del discurso, hacia otros textos y otros discursos que vehiculan otras versiones de la verdad que está en disputa. Para ACD, la “verdad” siempre importa, y siempre está abierta a la disputa.

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*Sintaxis es significado La sintaxis vehicula significados del mismo modo que otros significantes del lenguaje. De esta

manera los significados de la sintaxis son sociales e ideológicos, dependiente de los factores que constriñen a otros significantes: códigos diferentes, situaciones diferentes, participantes diferentes, historias diferentes. Los significados vehiculados por la sintaxis son relevantes en toda clase de texto, comunicando supuestos previos y huellas de procesos discursivos de una forma inusualmente completa.

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