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Construcción de la memoria: análisis de la confesión de un represor Mariana Achugar Revista Iberoamericana de Discurso y Sociedad Vol. 1 Lenguaje en contexto desde una perspectiva crítica y multidisciplinaria 1999 Este material se utiliza con fines exclusivamente didácticos

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Construcción de la memoria: análisis de la confesión de un

represor

Mariana Achugar

Revista Iberoamericana de Discurso y Sociedad

Vol. 1

Lenguaje en contexto desde una perspectiva crítica y

multidisciplinaria

1999

Este material se utiliza con fines exclusivamente didácticos

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CONSTRUCCIÓN DE LA MEMEORIA: ANÁLISIS DE LA CONFESIÓN DE UN REPRESOR*

MARIANA ACHUGAR UNIVERSITY OF CALIFORNIA, DAVIS

RESUMEN

Este trabajo presenta un análisis crítico del discurso de la carta de confesión de un capitán de navío

retirado uruguayo. El texto fue producido en el contexto de discusiones sobre el papel de los militares en las violaciones de los derechos humanos durante la última dictadura (1973-1985). Este análisis es una aplicación del modelo sistémico funcional al Análisis Crítico del Discurso siguiendo a Fairclough (1989, 1992) y Martín Rojo y Whíttaker (1999), entre otros. El trabajo describe, interpreta y propone explicaciones del texto en el contexto de una práctica discursiva específica, la construcción de la memoria.

El estilo testimonial del texto permite caracterizar el género de la confesión, Además, este análisis revela cómo se reduce la responsabilidad y cómo los acontecimientos históricos son objetivados para construir una memoria histórica. Las opciones de procesos verbales y pronombres personales son dos de los recursos léxico-gramaticales que muestran cómo el confesor atribuye responsabilidades. Mediante el uso de procesos verbales que no requieren un agente, tales como “recuerdo” y “reconozco”, el confesor evade responsabilidad sobre los hechos históricos narrados.

La investigación de prácticas discursivas mediante las que la memoria es construida muestra cómo ciertas versiones de acontecimientos históricos se naturalizan y son aceptadas como la ‘historia oficial’. Las estrategias discursivas empleadas para la presentación de actores sociales y acontecimientos nos indican el papel que desempeña el discurso en la construcción de la memoria.

PALABRAS CLAVE

Análisis Crítico del Discurso/gramática sistémica funcional/construcción de la

memoria/responsabilidad/género testimonial

0. INTRODUCCIÓN

[...] cuando decimos que un pueblo “recuerda”, en realidad decimos primero que un pasado fue activamente transmitido a las generaciones contemporáneas a través de lo que en otro lugar llamé “los canales y receptáculos de la memoria” y que Fierre Nora llama con acierto “los lugares de la memoria”, y que después ese pasado transmitido se recibió como cargado de un sentido propio. En consecuencia, un pueblo “olvida” cuando la generación poseedora del pasado no lo transmite a la siguiente, o cuando ésta rechaza lo que recibió o cesa de transmitirlo a su vez, lo que viene a ser lo mismo. La ruptura en la transmisión puede producirse bruscamente o al término de un proceso de erosión que ha abarcado varias generaciones. Pero el principio sigue siendo el mismo: un pueblo jamás puede “olvidar” lo que antes no recibió.

Yosef Hayim Yerushalmi (1982) ¿Cómo se transmite la memoria de un pasado traumático? ¿Quién decide qué es lo qué se recuerda,

la víctima o el represor? La construcción de la memoria colectiva de una comunidad no está sólo influida por el pasado sino también por la situación del presente (Halbwachs, 1992). Se invoca el pasado para satisfacer agendas políticas del presente (Zerubavel, 1995). En el casa de períodos históricos traumáticos, como una dictadura o una guerra civil, las construcciones colectivas del pasado de una comunidad no son uniformes. El estudio de casos de memorias contestadas nos ofrece la oportunidad de comprender las prácticas simbólicas y sociales mediante las cuales la memoria es construida y transformada a través del tiempo.

En el caso de Uruguay la cuestión sobre cómo recordar el período traumático de la dictadura (1973-1985) es todavía parte del debate político y cultural, en el que distintos grupos compiten por tomar parte en la decisión de cómo este período será recordado por las futuras generaciones. La historia oficial es la presentada por los militares y apoyada por los grupos en poder, quienes sostienen que los hechos ocurridos en el período inmediatamente anterior y durante la dictadura deben ser interpretados en el contexto de un

* Agradezco especialmente los comentarios y sugerencias de Luisa Martín Rojo y de los otros editores de Discurso y Sociedad, así como los aportes de Cecilia Colombi y Teresa Oteiza-Silva. Los errores que quedan son míos.

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‘estado de guerra interno’. Esta visión hegemónica es desafiada y contradicha por los ‘perdedores’ de esta ‘guerra interna’ (presos políticos y familiares de detenidos desaparecidos, entre otros).

En este estudio se investigan las prácticas discursivas mediante las cuales un miembro de una colectividad específica, las Fuerzas Armadas uruguayas, reconstruye un período traumático de la historia contemporánea uruguaya y cómo esta construcción es utilizada para asignar responsabilidades. Desde una perspectiva sociosemiótica del lenguaje, específicamente siguiendo el modelo de la Gramática Sistémica Funcional (Halliday, 1994) como herramienta para el análisis discursivo, se exploran las relaciones entre las prácticas discursivas y eventos sociohistóricos con una perspectiva crítica (Fairclough 1989,1992; Martín Rojo y Whittaker, 1999). Considerando que la memoria está ligada a la identidad colectiva e individual, el análisis de los marcos de autopresentación de quien escribe el texto dará una perspectiva sobre su identidad y su posición ideológica.1

El objetivo de este estudio es mostrar cómo el discurso ideológico es usado en la producción y reproducción de una memoria que perpetúa una versión sociohistórica que excluye la interpretación de los Otros.2 Lo que se recuerda y lo que se olvida en la construcción de la memoria colectiva depende de quién selecciona el material para la construcción de ese pasado. Se exploran tres aspectos discursivos para investigar este tema:

- cómo se manipula el género testimonial a fin de construir una memoria histórica que favorezca la

imagen del confesor; - cómo se asigna y/o evade la responsabilidad a través de estrategias discursivas; -qué papel tiene el discurso en la construcción de la memoria colectiva. Estos temas se investigan a través del trabajo dividido en cinco partes: O) introducción al estudio, 1)

descripción del modelo analítico, 2) marco sociohistórico en el que se produjo e interpreta el texto, 3) análisis del texto y, por último, 4) conclusiones del estudio.

El objetivo final es ir más allá de descripciones del discurso y presentar interpretaciones de cómo ciertas prácticas lingüísticas se relacionan con ciertos procesos socioculturales (Fairclough, 1992). 1. MODELO DE ANÁLISIS DEL DISCURSO

Una perspectiva sociosemiótica del lenguaje considera a éste como una práctica social e

históricamente situada. Tal concepción implica reconocer la relación dialéctica entre el lenguaje y otros aspectos del contexto sociocultural. El análisis de eventos discursivos como prácticas sociales requiere un modelo teórico del lenguaje que permita una descripción de la multifuncionalidad del lenguaje. El modelo sistémico funcional provee las herramientas necesarias para explorar las relaciones entre las prácticas discursivas y los acontecimientos sociales que las circundan.

Al encararse el lenguaje como discurso y práctica social, el análisis no termina en la descripción del texto y de los procesos de producción e interpretación, sino que también incluye el análisis de la relación entre estos procesos, el texto y las condiciones sociales del contexto (Fairclough, 1989). Un análisis crítico del discurso incluye una etapa de descripción, una de interpretación y por último otra de explicación. En la etapa de descripción nos basaremos en el modelo sistémico funcional (Halliday, 1994).

El modelo hallidiano se interesa en mostrar cómo la forma se relaciona con el uso del lenguaje. Para este modelo, el lenguaje y el contexto son sistemas semióticos interrelacionados. El lenguaje construye y es a su vez construido por el contexto social (Martin, 1997).

Dentro de este modelo un texto es un producto cultural y como tal está cargado de significados históricos y sociales del grupo en el que fue producido. Un texto es el producto de su entorno y, al mismo tiempo, funciona en él. Halliday (1982) define texto como “[...] un proceso continuo de elección semántica. Texto es significado y significado es opción, una corriente continua de selecciones, cada cual en su entorno paradigmático de lo que pudo haberse significado (pero que no se significó)...” (179). El rasgo esencial del texto es la interacción entre éste y su contexto de producción. Los significados sociales son intercambiados entre los miembros de una comunidad en forma de textos.

Esta relación entre el texto y el contexto es modelada como una serie de múltiples niveles con múltiples funciones. La organización del lenguaje y el contexto se divide en metafunciones: ideacional, interpersonal y textual. La metafunción ideacional se relaciona con la representación, la interpersonal se relaciona con la interacción y la textual con el flujo de información. Estas metafunciones se realizan en el lenguaje mediante sistemas de estructura gramatical: la transitividad, el modo y el tema.

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La transitividad es una de las maneras en que la metafunción ideacional se realiza en el discurso. Es una de las formas en que la acción social es representada. Halliday (1994) sostiene que los verbos representan procesos que requieren participantes específicos para llevarlos a cabo. Estos procesos verbales se clasifican en: materiales, mentales, verbales, relacionales, existenciales y de comportamiento. Los procesos materiales requieren un agente participante; los mentales, un experimentante; los verbales, un hablante; los existenciales tienen como participante un existente; los de comportamiento necesitan un actuante y en los relacionales los participantes pueden ser poseedores, portadores o valor.

El modo establece la relación entre la persona que produce el texto y la persona que interactúa con él. También refleja la relación entre los participantes y el texto. Este sistema modal incluye patrones de: tipo de estructura de cláusula usada, modalidad (probabilidad, frecuencia y obligación o necesidad) y, por último, la actitud del texto con respecto a su contenido (Eggins, 1.994).

El tema es lo que describe la configuración estructural de la cláusula como mensaje en el cual el evento comunicativo está organizado a través de la opción temática. La cláusula se divide en dos componentes funcionales: Tema (punto de partida del mensaje) y Reina (el resto de la cláusula que generalmente contiene la información nueva).

Otro de los recursos lingüísticos que proveen información sobre el significado interpersonal de un texto es el sistema de appraisal [lenguaje evaluativo].”In Systemic Functional Linguistics Appraisal is a set of systems which give language users choice in tercos of how they appraise, grade and give value to social experience.” (Coffin,1997:205).* Estos recursos iluminan las relaciones de poder a través del lenguaje evaluativo, los verbos modales, los adjuntos modales y la repetición e intensificación entre otros recursos léxico-gramaticales. El análisis del sistema evaluativo del lenguaje contribuye a la comprensión de las interpretaciones de textos y de la posición del lector. La evaluación en el lenguaje puede realizarse por medio de juicios explícitos o también de manera indirecta por medio de la evocación de evaluaciones o de referencias a significados ideacionales existentes en la cultura de producción del texto.

En el presente trabajo se analiza cómo se realizan los significados experienciales e interpersonales en el texto. El significado experiencia) refleja la perspectiva sobre la ‘realidad’ y se realiza mediante el sistema gramatical de transitividad. El significado interpersonal refleja la interacción entre los participantes en el texto. Esta información se refleja en el sistema gramatical de modalidad.

Este análisis se propone investigar cómo se construye en el texto la ‘realidad’ sociohistórica y cómo se presenta el escritor en relación con los demás participantes en los acontecimientos narrados en su carta confesional. La manera como los sujetos sociales son posicionados permite develar la ideología presentada en el texto. 2. CONTEXTO SOCIOHISTÓRICO

El texto analizado es una carta al editor del diario uruguayo El País del 5 de mayo de 1996,3 escrita

por el capitán de navío (retirado) Jorge Tróccoli, quien fue un oficial activo durante la última dictadura uruguaya (1973-1985).El capitán ha sido acusado de violaciones a los derechos humanos y colaboración con los escuadrones de la muerte de la Argentina durante el período dictatorial. El de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura es un tema complejo y aún no resuelto que forma parte del debate político actual.

La transición de la dictadura a la democracia se caracterizó por la apasionada discusión sobre cómo abordar los temas de las violaciones a los derechos humanos y otros crímenes cometidos durante el periodo dictatorial. Uruguay optó por no enjuiciar a los militares responsables por los crímenes cometidos durante ese período (Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado [1986], ratificada por el plebiscito popular de 1992). Esta decisión controversia] ha teñido los procesos democratizadores y ha mantenido este tema en el tapete de las discusiones políticas. Los grupos de ciudadanos afectados por las violaciones a los derechos humanos todavía continúan luchando por el derecho a enjuiciar y castigar a los militares responsables por estos crímenes. Los militares como institución se han mantenido en silencio y han evitado tratar el tema de las violaciones de los derechos humanos en público. Sin embargo, algunos integrantes del cuerpo militar no se han mantenido en silencio. La confesión analizada en este trabajo es un ejemplo de los pocos casos en que oficiales militares han contado su versión de la historia a título individual.

* En la lingüística sistémico-funcional el lenguaje evaluativo [appraisal] es un conjunto de sistemas que dan a los usuarios del lenguaje la opción en términos de cómo evalúan, gradúan y atribuyen valor a la experiencia social (traducción mía).

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Esta confesión fue hecha recientemente, y a la luz de los hechos ocurridos con respecto a la posible extradición y juicio del general Pinochet el texto adquiere mayor relevancia. La importancia del texto radica en ser un ejemplo de la narrativa personal de un militar en la que se asignan responsabilidades sobre los hechos ocurridos durante la dictadura.

Este texto pertenece al género4 testimonial. Los testimonios se caracterizan por ser recuentos de experiencias personales que dan una versión de los acontecimientos desde la perspectiva de alguien que tuvo una experiencia directa con ellos. Los que dan testimonio asignan responsabilidades a otros y asumen responsabilidades propias. Las confesiones son un tipo especial dentro del género testimonial: en este tipo de texto el autor es el que asume la mayor parte de la responsabilidad por los hechos representados en él. Sin embargo, este género también puede ser manipulado para evadir responsabilidades, y es eso precisamente lo que ocurre en el texto analizado.

El autor, además de presentarse a sí mismo en relación con los hechos, describe y evalúa los acontecimientos históricos que sirven de marco a sus actuaciones. En el texto de Tróccoli se combinan los géneros testimonial e histórico. La construcción de una crónica histórica sirve para reforzar versiones hegemónicas del pasado en cuestión. El texto presenta un recuento de los hechos acompañado de una argumentación a favor de la versión ‘oficial’ de la historia. La argumentación del autor atribuye a las diferentes perspectivas distintos grados de significado y relevancia. La práctica discursiva central para la historia es la interpretación y la construcción de experiencia social usando formas textuales y recursos lingüísticos pertenecientes a la narrativa, explicación o argumentación como modos de posicionarse y persuadir al lector a. aceptar la interpretación como ‘verdad’ o ‘hecho’ (Coffin, 1997). La utilización de este recurso retórico permite al autor construir una versión de la historia que parece ser consecuencia lógica de los acontecimientos presentados antes.

En este texto puede observarse el uso de estrategias discursivas para construir una memoria histórica que favorece la posición del autor y al grupo al que éste pertenece. 3.ANÁLISIS DEL TEXTO

El análisis textual se basa en el estudio de los significados ideacionales e interpersonales realizados a

través del modo y la transitividad (Halliday, 1994), el lenguaje evaluativo (Martin, 1997; Coffin, 1997), los marcos de presentación (Goffman, 1974; Morgan, 1997) y el estudio de la autorreferencia (Wilson, 1990). Estas áreas de enfoque han sido seleccionadas porque permiten explorar las formas en que la experiencia y las relaciones interpersonales se realizan en el texto. La manera como la experiencia es representada tiene suma importancia en el estudio de la construcción de la memoria. Qué se recuerda, quién lo recuerda y en qué circunstancias son elementos importantes al considerar el análisis de la construcción de la memoria como práctica social. El significado interpersonal es relevante al considerar los papeles de los actores sociales y los acontecimientos narrados. Cómo este militar se presenta a sí mismo y cómo atribuye responsabilidades por los acontecimientos narrados en el texto nos permitirá explorar la posición ideológica que se respalda en él.

3.1. REGISTRO

El contexto de situación está relacionado con la lengua producida en él. El contexto de la situación se

caracteriza por tres variables el modelo sistémico funcional. Estas tres variables: campo, tenor y medio de la situación influyen en las opciones del lenguaje que se produce en ella. El resultado de la combinación de estas selecciones es reconocido por la comunidad como un registro particular (Martín Rojo y Whittaker, 1999). Las selecciones de opciones lingüísticas de la situación están relacionadas a su vez con metafunciones del lenguaje: la ideacional/experiencial, la interpersonal y la textual.

Aspectos característicos de la situación predicen las posibles realizaciones lingüísticas: áreas de las que se selecciona el léxico, relaciones de papeles y la manera como éstos son expresados, así como la forma en que el mensaje está estructurado (Martín Rojo y Whittaker, 1999). El campo es la actividad socialmente reconocida que se lleva a cabo, el asunto del que se habla (el tipo de acción social). El tenor es la relación que se construye en el texto entre el autor del texto y sus receptores. Y el medio es el papel del lenguaje en la interacción, es decir, la organización simbólica (Martín Rojo y Whittaker, 1999).

Los componentes de la situación tienden a determinar la selección de opciones a nivel léxico-gramatical. El campo se vincula con el significado experiencial, el tenor con el interpersonal y el medio con el textual. La relación sistemática entre el lenguaje y su entorno vincula la situación del texto, el sistema

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lingüístico y el sistema social. “El concepto de registro es el concepto mediador necesario que nos permite establecer la continuidad entre un texto y su entorno sociosemántico.” (Halliday, 1994:190).

En el caso de la carta escrita por Tróccoli el campo –la experiencia descripta–, está constituido por temas referentes a las violaciones de los derechos humanos durante el período de la dictadura y a la responsabilidad militar en estos actos. Además se incluye –indirectamente– información de carácter más personal acerca de la participación directa de Tróccoli en los sucesos. El autor utiliza una alegoría5 relacionada con la Inquisición para presentar su confesión.

(1) Finalmente Fray Tomás de Torquemada pasó a la historia, aunque no lo hizo por sus dotes espirituales, por cierto, la historia lo recuerda y lo recordará como un mediocre fraile que obtuvo una posición administrativa gracias a un pariente que era cardenal, pero por sobre todas las cosas, lo recuerda como el Gran Inquisidor. El recuerdo de Torquemada perdura en la memoria de los pueblos como el fraile que, en aras de mantener un puesto más allá de su mediocridad, mandó a la hoguera a miles de personas. Y he dicho mandó, porque no creo que tuviera valor para quemar personalmente a nadie, y si lo hizo, seguro que el condenado estaba atado. En esa curiosa aptitud que tiene la cultura para replicar sus personajes, Torquemada vuelve a aparecer en nuestra época, y en nuestro país. Los intereses de Torquemada son los mismos que antes: mantener un nivel más allá de su mediocridad. Y para ello me acusó de brujería. El tópico se realiza a nivel discursivo-semántico a través de cadenas léxicas y la conjunción. La

cadena léxica principal es la relacionada con la responsabilidad sobre los actos: Torquemada>Gran Inquisidor>fraile mediocre (responsable de culpabilizar al escritor) Brujo>represor>aprendiz de brujo>brujo profesional (responsable de violaciones de derechos humanos) El lenguaje usado no es técnico, pero la utilización de referencias históricas y palabras que evocan

momentos y personajes específicos sirven para hacer al texto poco accesible a personas no familiarizadas con esos referentes.

(2) Los uruguayos, como en la Guerra Grande, como en 1897 y 1904, una vez más nos odiamos, nos matamos, y nos torturamos unos a otros. El autor despliega su conocimiento sobre historia universal y nacional por medio de referencias a

acontecimientos y personajes. Este manejo de tales referentes permite al autor establecer su autoridad sobre el campo histórico al que se refiere.

El campo se expresa a nivel léxico-gramatical a través del sistema gramatical de transitividad. La transitividad según Halliday se refiere a la opción de procesos (grupos verbales) y participantes (grupos nominales). El sistema de transitividad construye el mundo de la experiencia en un conjunto manejable de procesos. En el texto de Tróccoli la mayoría de los procesos que utiliza el autor para referirse a sí mismo son mentales:

(3) “recuerdo”, “asumo”, “confieso”, “reconozco”, “me enteré” Los procesos mentales se refieren a la experiencia interior, pero incluyen la reduplicación, el

registro, la reacción y la reflexión sobre la experiencia exterior. Por lo tanto la selección de este tipo de procesos permite al autor comentar acerca de los eventos y al mismo tiempo presentarlos. Los procesos mentales requieren dos participantes: el experimentante y el fenómeno. Estos no son agentes, su participación no requiere asumir responsabilidades.

(4) Recuerdo el miedo que pasé cuando con 14 marineros armados tuve que apuntar a una

multitud de obreros que, si ganaban la huelga, iba a representar un aumento para mi escaso sueldo, así eran las cosas. Esta separación del actor y los procesos se logra también a través de la utilización de la construcción

pasiva refleja en la que tampoco se marca el agente.

(5) Recuerdo que en esa huelga se empezaron a tejer ciertos hilos, muy tenues, para poder asumir lo menos dolorosamente posible, la violencia del momento.

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También utiliza otras construcciones impersonales, lo cual da una sensación de distancia y falta de

compromiso.

(6) Hubiera sido más inhumano, moralmente erróneo, mandarlos a la cárcel. Otro recurso que logra la despersonalización y abstracción de los hechos es el uso de

nominalizaciones en las cuales épocas, procesos y circunstancias se transforman en grupos nominales permitiendo un distanciamiento mayor entre los hechos y sus actores.

(7) Después vino el ataque del enemigo, ya hacia tiempo que las hostilidades habían comenzado,

para ser más precisos, creo que fue en 1961. Pero fue en el 72 que mataron a amigos míos. Las relaciones entre codificador y descodificador del texto se expresan en el tenor. Un análisis

sociosemiótico del texto nos permite ver cómo se sitúan los participantes con respecto a su pertenencia a grupos determinados o a los hechos presentados. El grado de poder, contacto y afectividad entre los participantes se realiza léxico-gramaticalmente a través de la modalización. La organización del mensaje como interacción nos brinda información sobre el carácter del intercambio y el grado de probabilidad e inclinación que el que presenta la información atribuye a las proposiciones. En el texto de Tróccoli se encuentra un alto grado de poder expresado en el uso de la modulación y del modo imperativo.

(8) Comprendo a quienes quisieron matarme, yo también quería hacerlo. (9) Pero por favor, por la propia dignidad del combatiente, no los llamen más desaparecidos,

todos sabemos que murieron defendiendo lo suyo. Honremos su recuerdo con el homenaje del guerrero, reo usemos más su nombre y respetemos su memoria, sea donde sea que se encuentre su cuerpo. A los que dicen que “nunca empuñaron un arma”, pero que hacían relevarnientos para atentados, oficiaban de correos o “estaban navegando”, les pido por favor que no se escuden en eufemismos, que no se avergüencen de haber combatido como podían y desde donde estaban en ese momento. Sin embargo, Tróccoli también marca un grado de cercanía y afectividad con el lector al interpelar a

su audiencia como alguien que comparte sus experiencias. El uso de anécdotas personales es otro recurso que utiliza el escritor para marcar su proximidad con el lector.

(10) Comprendo a quienes aún sufren, yo también lo hago. (11) Un día, después que todo pasó, conocí a una persona excelente, con un don de gentes y un

humanismo como pocos. Le decíamos “Carlos Rama”, no importa por qué, es sólo para los que lo remocen. La perspectiva del escritor sobre los hechos que presenta se marca en el texto mediante la

modalización. La modalízacíón representa el grado de probabilidad y validez que el escritor asigna a las propuestas. Presentar la información como si ésta no indicara una perspectiva particular es una de las maneras más efectivas de expresar objetividad. Tróccoli modaliza los acontecimientos que presenta mediante el uso de expresiones impersonales y otras que indican más subjetividad.

(12) En 1973 vino el golpe militar, yo asumo haber adherido al golpe ilusionado por la increíble

mentira que resultaron ser los famosos comunicados 4 y 7, seguramente la juventud actual no sabe de qué hablo, pero si los comunicados mencionados salen ahora, seguro que adhieren todos los jóvenes, en masa, como lo hice yo. Sin embargo, la mayoría de las proposiciones que presenta Tróccoli aparecen sin modalizar, lo que

indica que el autor está seguro de la ‘veracidad’ de los hechos que aparecen en el texto.

(13) la historia lo recuerda y lo recordará..., los intereses de Torquemada son los mismos..., Esta es “la verdad” que reclama Torquemada. Tróccoli es quien. cuenta la historia de lo ocurrido, el texto interactúa y responde a otros textos que

presentan visiones opuestas de los hechos. La evocación de otros discursos en el propio discurso (intertextualidad) representa un diálogo con una audiencia que ha estado expuesta a los reclamos de justicia. El discurso de la ‘contra-memoria’ que cuestiona la hegemonía de la ‘historia oficial’ está presente en el discurso de Tróccoli.

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(14) Lo que les pido encarecidamente es que no escuchen aTorquemada, él no quiere esto, él no quiere que nuestros hijos jueguen juntos ni que ustedes y yo empecemos un diálogo, aunque sea con caras de malo. Si seguimos escuchando y aplaudiendo la hoguera de Torquemada, seguro habrá otra guerra, él se nutre de ello. Si así fuera, no voy a participar, sepánlo frailes y brujos, estoy cansado. Las referencias al Otro, Torquemada, marcan la intertextualidad de este texto con el discurso

presente en el contexto sociohistórico en que la carta fue producida. Pero al ser Tróccoli quien controla qué aparece y qué no aparece en el texto, es él quien tiene más poder sobre la interacción entre los participantes mencionados en el texto. El escritor los presenta como miembros pertenecientes a tres grupos: su grupo, el grupo de los interlocutores y el grupo al Otro, al que Tróccoli juzga.6 Esta separación de los participantes habilita al escritor a establecer conexiones de diferente grado de solidaridad entre los distintos grupos. La separación de sus interlocutores con respecto del Otro permite a Tróccoli establecer un cierto tipo de empatía o conexión afectiva con el lector. La rabia y frustración que la narración de los hechos produce son desplazadas al Otro, al que juzga.

Estas relaciones y percepciones de los diferentes participantes como ‘aliados’ o ‘enemigos’ se marcan también en la selección de procesos y participantes en el texto.7 Un estudio de la transitividad nos muestra que la mayoría de los procesos atribuidos a Torquemada y a los Otros son materiales; por otro lado Tróccoli se presenta básicamente como participante de procesos mentales. La marcada diferencia en el tipo de procesos asignados a los otros participantes indica la intención por parte del autor de poner la responsabilidad afuera. Tróccoli casi no se presenta como agente o actor de ningún proceso, por lo tanto limita el grado de responsabilidad que el lector puede asignarle por los hechos narrados.

Cuadro 1: Transitividad en el texto de acuerdo con su distribución por participantes material mental verbal relacional existencial comportamiento TOTAL Tróccoli+ otros

8 9 5 0 0 2 24

Otros 17 13 6 12 1 2 51 tercera persona

19

13

4

37

4

1

78

Tróccoli 19 42 11 14 2 2 90 TOTAL 63 77 26 63 7 7 243

De acuerdo con Hill y Zepeda (1993), en los recuentos (acanalas) de experiencias. personales, los

hablantes tratan de construir representaciones favorables de sí mismos y tratan de mitigar las representaciones de experiencias que tienden a dañar esa construcción. En el caso de este confesor lo que mitiga su responsabilidad no es tanto la manipulación de los hechos históricos como la distribución de papeles y el ‘ocultamiento’ (mediante uso de procesos verbales que no requieren un agente) de las acciones que marcan su participación directa en estos acontecimientos. De un total de 63 procesos materiales en los que se marca la agencia, Tróccoli sólo asume responsabilidad directa por 19 de ellos.

(15) En 1967 me recibí, contento de ser guardiamarina..., me hice brujo profesional...

Esta última frase es la única en la que indirectamente asume haber estado involucrado en algo ‘malo’

o negativo. También asume responsabilidad parcial al incluirse junto con otros (8 procesos materiales) como responsable.

(16) [...] nos matamos, y nos torturamos unos a otros.

En este caso, cuando habla directamente de los hechos de los que se le acusa, no asume

responsabilidad individual por ellos. Es decir que aparece como agente de 27/63 procesos materiales, y si consideramos que este texto es supuestamente una confesión, la cifra parece muy baja.

A Tróccoli se le acusa de haber participado directamente en operativos que causaron la muerte y desaparición de ciudadanos uruguayos; en su carta “asume” haber participado en una guerra y haber tratado inhumanamente a sus enemigos. Utiliza el verbo asumir, que describe un proceso mental, para referirse a los acontecimientos relacionados con las acusaciones hechas en su contra; de esta manera pasa a ser un experimentante de los hechos, no su agente. Sólo se presenta como agente en relación con estos acontecimientos cuando niega su participación en ellos.

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(17) No maté a nadie, ni sé nada del tema desaparecidos... La asignación del papel de experimentante, las estructuras sintácticas que eliminan la expresión de

agentividad y el uso de procesos relacionales que lo muestran como ‘producto’ del contexto sociohistórico sirven como estrategias para eliminar o disminuir su responsabilidad por los hechos imputados.

El análisis del potencial de significado disponible para el escritor demuestra cómo la forma en que Tróccoli recurre a ese potencial, al presentar la interacción entre los participantes en su texto, está determinada por su ideología. Los sujetos sociales son ubicados de acuerdo con eI grado de responsabilidad que el autor les atribuye. “Representations include or exclude social actors to suit their interests and purposes in relation to the readers for whom they are intended.” (van Leeuwen, 1996:38).* La manera como se elige representar socialmente estos acontecimientos históricos es una forma de controlar las creencias que la comunidad tiene sobre los hechos mismos y a su vez evaluar las que tiene sobre los actores sociales involucrados en los acontecimientos del período reconstruido. 3.2. MARCOS DE AUTOPRESENTACIÓN

[...] la identidad personal es explicada en términos de lo recordado o de lo recordable, es decir, en términos de memoria. (Eduardo Rabossi, 1989) Los escritores proyectan su autoimagen a los lectores/receptores del texto. Los marcos de

presentación son modelos multidimensionales ricos en componentes y asociaciones lingüísticas y culturales. La utilización de estos marcos de presentación permite producir presuposiciones e implicancias sin necesidad de explicitud o responsabilización, tokens of appraisal [símbolos de valor] (Morgan, 1997). Uno de los recursos léxico-gramaticales empleados en la creación de estos marcos de autopresentación es el lenguaje evaluativo. Éste aparece en el texto a nivel léxico-gramatical en la selección del léxico valorativo, de los verbos modales, adjuntos modales, pre/posnumeración, intensificación, repetición y caracterizaciones de modo y manera. Un estudio de este lenguaje sirve para expandir el análisis del significado interpersonal y darnos más información acerca de las relaciones de poder expresadas en el texto.

Tróccoli utiliza varios marcos de presentación para ubicarse a sí mismo en el texto: el oficial naval, el brujo/represor y el ser humano/víctima. El movimiento de un marco a otro en el texto se logra a través de transferencias metonímicas que asocian rasgos de un marco con el próximo. A pesar de que algunos de estos marcos son incompatibles n contradictorios, ya desde el título de la carta “Yo asumo... Yo acuso”8 aparece la ambivalencia. El escritor nos anuncia que se presentará en el papel de acusado y en el de acusador.

El oficial naval. En este marco de presentación el autor se ubica como un profesional. Su papel en la sociedad está determinado por su ocupación.

(18) [...] cuando entré a la Escuela Naval, me mostró una escuela vacía,... (19) En 1967 me recibí, contento de ser guardiamarina, lleno de ilusiones que hablaban de mares,

barcos y viajes. (20) Y voy a hablar como integrante de las Fuerzas Armadas que era en ese momento.

La búsqueda de rasgos de inclusión nos permite ver cómo se sitúa Tróccoli con respecto a su pertenencia al grupo de los militares, en este caso la Marina. Los elementos léxicos relacionados con la marina tales como “marineros”, “guardiamarina”, “Escuela Naval”, “compañeros”, “ilusiones de mares y viajes” marcan la pertenencia al grupo. La descripción de este marco ocurre mientras se caracteriza la situación previa al comienzo de la dictadura. El lenguaje evaluativo en este marco presenta al escritor como miembro de un grupo que decide por él y lo pone en situación de confrontación con el resto de la sociedad.

(21)Yo asumo ser el producto de una sociedad que hace ya treinta y tres años, cuando entré a la

Escuela Naval, me mostró una escuela vacía, donde sus integrantes estaban en ese momento ocupando la UTE por una huelga. Yo veía, desde mis quince arios, llegar a mis futuros compañeros con la cara destrozada por las quemaduras de las trampas “cazabobos” que se ponían en las calderas. Ese fue el comienzo de mi carrera. En 1967 me recibí, contento de ser guardiamarina, lleno de ilusiones que hablaban de mares, barcos y viajes. [...] Recuerdo el miedo que pasé cuando con 14 marineros armados tuve que apuntar a una multitud de obreros que, si ganaban la huelga, iba a representar un aumento para mi escaso sueldo, así eran las cosas.

* Las representaciones incluyen o excluyen actores sociales con el fin de satisfacer sus intereses y propósitos en relación con los lectores a quienes estas representaciones son dirigidas. (traducción mía).

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Tróccoli se presenta como un miembro activo del grupo, pero a la vez marca su sumisión a la voluntad del grupo. A medida que comienza a referirse al período dictatorial Tróccoli pasa al marco de presentación del brujo/represor.

Brujo/represor. El paso del marco profesional al más místico u ‘oculto’ implica la transformación del oficial naval ‘profesional’ en un personaje de carácter más ilegal y fuera de lo reconocido/aceptado por la sociedad. El vocabulario relacionado con este marco de presentación incluye términos como: “adoré al Diablo”, “aquelarre”, “aprendiz de brujo”, “brujo profesional” y “brujería”. La repetición del léxico relacionado con la ‘brujería’ sirve para evaluar y ampliar la magnitud del cambio desde un grupo que es parte de la sociedad a otro que actúa fuera de ella.

(22) [...] pero después, en 1974, me hice brujo profesional, pasé a integrar las fuerzas de combate

contra la guerrilla, ésta es mí gran confesión... (23) Yo asumo haber combatido a la guerrilla con todas las fuerzas y recursos a mi disposición,

asumo haber hecho cosas de las cuales no me siento orgulloso, ni me sentí entonces. Asumo haber participado en una guerra, así lo entendía en ese momento. En este marco se aprecia el modo como el participante realizó los hechos requeridos por su grupo de

pertenencia y el grado en que lo hizo. Desde este marco de presentación el escritor se mueve hacia la imagen de ser humano/víctima.

Ser humano/víctima. Es el marco en el que Tróccoli se sitúa en el momento de escribir la carta. El es la víctima de Torquemada, el inquisidor que quiere castigarlo por su pasada participación en la ‘brujería’. Algunos de los ítems léxicos que representan este marco son: “estoy solo”, “camaradas”, “enemigos”, “no soy hipócrita”, “injusticia”. Los acontecimientos que contextualizan esta autopresentación son parte de su acusación y su pedido de reconciliación.

(24) [...] estoy cansado. Quiero una vida nueva. (25) No maté a nadie, ni sé nada del tema desaparecidos, pero no por altruismo humanitario, sino

porque (afortunadamente) no me tocó vivir esa situación. Pero no soy un hipócrita, reconozco que las Fuerzas Armadas a las que pertenecí, lo saben y lo hicieron. Por lo tanto, como un integrante más, asumo también los muertos y desaparecidos. Tróccoli intensifica su falta de responsabilidad por los hechos mediante el uso de adverbios de

manera y grado. Sus características de honorable ‘ser humano’ y ‘víctima’ son asumir la culpa y las acciones de otros. La repetición de la palabra “asumo” marca la carga afectiva y el juicio con que se valoran los hechos presentados. El asumir implica responsabilidad por los hechos en contraste con la previa negación de ésta.

El escritor se presenta con un alto grado de involucración afectiva, utilizando el modo imperativo con carácter exhortativo a la acción. Su propuesta incluye a todos y solicita la apreciación de los hechos como algo terminado que no debe ser revisado.

(26) Honremos su recuerdo con el homenaje del guerrero, no usemos más su nombre y respetemos su

memoria, sea donde sea que se encuentre su cuerpo. Estos marcos de autopresentación operan en el contexto de una situación planteada como una

inquisición en proceso. Tróccoli acepta haber sido un “brujo”, pero marca el paso del tiempo y el cambio de situación histórica y social. ¿Por qué apela a la alegoría de la Inquisición para contextualizar su confesión? ¿Será más fácil para el lector perdonar a alguien juzgado por un jurado ‘irracional’? La evocación de la Inquisición trae consigo una carga afectiva relacionada con la injusticia que esta institución representa.

El confesor presenta parte de la información indirectamente mediante la narrativa ficticia de la Inquisición, utilizando lo que van Leeuwen llama simbolización de actores sociales. Un actor social o grupo ficticio aparece en lugar de actores o grupos en prácticas sociales no ficticias (van Leeuwen, 1996). Este recurso produce una distancia que permite la conexión de las connotaciones negativas que tiene esta práctica social mítica -la Inquisición- con prácticas y actores sociales actuales, las organizaciones de derechos humanos.

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3.3. USO DE PRONOMBRES PERSONALES COMO MARCA DE RESPONSABILIDAD Las relaciones sociales y las actitudes también son marcadas mediante el uso de la opción

pronominal. La manera como los pronombres son seleccionados y distribuidos se puede analizar para comprender las razones políticas y personales que motivaron la opción (Wilson, 1990). El compromiso y la involucración del hablante se manifiestan mediante el uso de pronombres personales. Según Wilson (1990), la selección pronominal varía en términos del contexto así como del individuo. Si existe una opción pronominal en un contexto dado,”[...] any actual selection may be seen as carrying, potentially, an ideological loading within the framework of a specific presentation”. (Wilson, 1990: 61)* Para Wilson las áreas donde las distintas manifestaciones ideológicas se manifestarían a través de la selección pronominal son las siguientes:

1) autorreferencia (cómo el/la productora del texto se presenta a sí mismo/a); 2) relaciones de contraste (cómo el sistema pronominal se emplea para comparar y contrastar a

otros); 3) referencia al Otro (el uso de pronombres para referirse a individuos o grupos que no cumplen el

papel de productor o intérprete del texto). El aspecto del significado que nos marca la responsabilidad es la agentividad/agencia (Hill e Irvine,

1992). La práctica social de hacer moralmente responsables por sus acciones a los miembros de una comunidad utiliza recursos lingüísticos para llevarse a cabo. Además de los elementos léxico-gramaticales mencionados anteriormente, podemos analizar marcas lingüísticas de responsabilidad en la selección del uso del pronombre personal de primera persona singular, yo. El uso de este pronombre en una confesión puede darnos más datos sobre el grado de responsabilidad que el autor de la confesión está dispuesto a aceptar. El confesor usa el pronombre personal de primera persona singular, yo, para referirse a sí mismo cuando hace afirmaciones por las que acepta total responsabilidad.

(27)Yo asumo como individuo y como producto de una época... (28) Yo acuso.

En español la presencia de este pronombre, yo, no es requerida gramaticalmente; su aparición está relacionada con factores pragmáticos y semánticos. Estudios sobre su aparición en el español hablado (Bentivoglio, 1998; Silva-Corvalán, 1977) han mostrado que el cambio de referencia y el tipo de verbos son las variables lingüísticas que más contribuyen a la presencia del pronombre yo. Para poder relacionar la atribución de responsabilidad con la selección pronominal se hizo un análisis del tipo de verbos que aparecen junto con ese pronombre (véase el cuadro 2 de pág. 24).

En la confesión de Tróccoli, yo aparece principalmente con verbos que representan procesos mentales, en los que yo hace referencia a un experimentante y no a un agente. El total de apariciones del pronombre yo es muy limitado: sólo 18 veces en un total de 2.005 palabras. Los casos de aparición por cambio de referencia no representan una motivación ideológica o personal del confesor, sino un requisito pragmático. El grado de involucración personal del confesor es casi no marcado por el uso de pronombres personales en este texto (sólo hay 7/18 apariciones de yo debidas a la opción personal del autor). CUADRO 2: Uso del pronombre personal “yo” material mental verbal relacional existencial comportamiento TOTAL Yo (# total)

5 10 1 1 0 1 18

Yo (cambio de referencia

3 5 2 1 0 0 11

Verbos conjugados en primera persona singular: 90 Usos de “yo”: 18 Usos de “yo” por cambio de referencia: 11

* Cualquier selección puede ser vista como portadora, potencialmente, de una carga ideológica dentro del marco de una presentación específica. (traducción mía).

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Por otro lado, el uso de pronombres personales para referirse a los Otros tampoco es significativo. Los Otros son referidos indirectamente mediante expresiones impersonales o por su nombre propio (real o ficticio). Para distribuir la carga de responsabilidad el confesor utiliza el nosotros inclusivo y crea una tercera persona no identificada o ficticia (Torquemada), además de un grupo de los Otros. 4. CONCLUSIONES

El nivel ideológico en el que se inscribe la carta de Tróccoli representa una perspectiva histórica

particular. El escritor brinda una interpretación de los hechos desde la perspectiva de los que estaban en el poder durante los acontecimientos, los militares. La responsabilidad de los militares por esos acontecimientos es cuestionada en el texto. Tróccoli refuerza la ideología dominante controlando la información y decidiendo cuánto se negocia en la construcción de la memoria colectiva de este período. Hay ‘secretos’ que el escritor no quiere divulgar.

(29) No me pregunten detalles dolorosos”

El grupo en el poder actualmente no está interesado en cuestionar el pasado, para ellos estos

acontecimientos deben ser olvidados.

(30) Esta es la realidad que día a día se está construyendo, ésta es la lectura que debemos hacer de nuestra cotidianidad, en cada uno de esos eventos, nos estamos recuperando. No lo haremos seguramente, a través del mediocre (una vez más) discurso de Torquemada que pretende congelarnos en un pasado de dolor... De esta manera Tróccoli naturaliza la visión ‘oficial’ de los hechos como si fuera parte del sentido

común (Fairclough, 1989). Durante el primer gobierno posterior a la dictadura se promulgó una ley que prohíbe la investigación de los crímenes cometidos durante la dictadura y el pedido de justicia (Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, 1986). El texto de Tróccoli apoya esta perspectiva que da por terminado el debate de cómo recordar el pasado y a su vez amenaza con las posibles consecuencias de seguir urgando en él.

(31) Si seguimos escuchando y aplaudiendo la hoguera de Torquemada, seguro habrá otra guerra...

En esta cláusula se deja clara la diferencia de poder que todavía existe en la sociedad uruguaya. Los

militares, aunque no son parte del gobierno, mantienen el poder sobre la sociedad mediante el mecanismo del miedo. Ellos tienen el poder de regresarnos al período de “guerra interna”.

El recuento de los hechos históricos en la carta de Tróccoli no modifica los acontecimientos ocurridos durante la dictadura. Su manipulación de la memoria colectiva del pasado histórico se realiza por medio de la resignificación de los hechos (Perelli y Rial, 1986). Lo que cambia es la interpretación que el autor les da a los hechos, no los hechos mismos. Aunque se debe recalcar que el texto no brinda información nueva sobre ese período histórico, en esta ‘confesión.’ el autor solamente se refiere a hechos que ya son parte del debate político. Cuando se refiere a acontecimientos que todavía son material contestado en la memoria sobre la dictadura, como el tema de los desaparecidos, el hecho de que admita las desapariciones es una manera de validar la memoria de los Otros.

Pero este reconocimiento de los hechos ocurridos durante el período dictatorial no va seguido de una responsabilización por esos hechos. Por medio de la tematización y la nominalización se marca su carácter de inevitable y el poder de la sociedad de determinar la vida de un individuo.

(32) La sociedad se encargó de moldearme.

El contexto situacional es caracterizado como caótico, marcado por huelgas, disturbios y

enfrentamientos entre grupos sociales. Al mismo tiempo se describe la moralidad de ese período como regida por la ética de un ‘estado de guerra’.

(33) [...] la situación de guerra... los valores y normas que imperaban en esa situación estaban

pautados y determinados por esa violencia.

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Tróccoli trata de manipular la valoración de los hechos para expropiar la memoria colectiva del período y beneficiarse construyendo una visión de los hechos en la que a su papel como participante se le asigna una responsabilidad limitada. Mediante la creación de un tercer grupo o actor,”Torquemada”, el que trata de revisar la versión oficial del período dictatorial, el autor proyecta a un tercero la agencia y así diluye su responsabilidad por los hechos ocurridos durante la dictadura.

El objetivo del texto sería entonces crear una autopresentación tolerable del confesor (para lo que utiliza estrategias discursivas) y al mismo tiempo legitimar el discurso oficial sobre el período mediante el recurso a la objetividad (referencias históricas, comparaciones y focalización en los eventos no en los participantes).

Las confesiones como género tienen el potencial de contribuir a la reconciliación de víctimas y represores. El reconocimiento público de los hechos ocurridos durante la dictadura permite la construcción de una memoria social del período compartida por todos los miembros de la comunidad. Sin embargo, la falta de responsabilización por los hechos y la justificación de éstos mediante una ética situacional Ie quita la posibilidad reconciliadora a la confesión. A pesar de invocar una voluntad reconciliadora en su confesión, Tróccoli no muestra arrepentimiento o voluntad de hacerse cargo personalmente de los actos de represión ocurridos en el período de la dictadura.

La memoria es una forma de conocimiento que se objetiviza (Pereilí,1986). Por esto se lucha en el texto. La lucha de poderes ejemplificada permite tener una idea de cómo la sociedad uruguaya está tratando de resolver los fragmentos de una memoria que no permite a los ciudadanos sentirse parte de una misma comunidad.

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BIBLIOGRAFÍA

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ANEXO

YO ASUMO...YO ACUSO Finalmente Fray Tomás de Torquemada pasó a la historia, aunque no lo hizo por sus dotes

espirituales, por cierto, la historia lo recuerda y lo recordará como un mediocre fraile que obtuvo una posición administrativa gracias a un pariente que era cardenal, pero por sobre todas cosas, lo recuerda como el Gran Inquisidor.

El recuerdo de Torquemada perdura en la memoria de los pueblos como el fraile que, en aras de mantener un puesto más allá de su mediocridad, mandó a la hoguera a miles de personas.

Y he dicho mandó, porque no creo que tuviera valor para quemar personalmente a nadie, y si lo hizo, seguro que el condenado estaba atado.

En esa curiosa aptitud que tiene la cultura para replicar sus personajes, Torquemada vuelve a aparecer en nuestra época y en nuestro país. Los intereses de Torquemada son los mismos que antes: mantener un nivel más allá de su mediocridad. Y para ello me acusó de brujería.

Sí, Torquemada, confieso, fui brujo y adoré al Diablo, comulgué con la violencia, de eso hace veinte años. Yo lo asumo.

Yo asumo ser el producto de una sociedad que hace ya treinta y tres años, cuando entré a la Escuela Naval, me mostró una escuela vacía, donde sus integrantes estaban en ese momento ocupando la UTE por una huelga.

Yo veía, desde mis quince años, llegar a mis futuros compañeros con la cara destrozada por las quemaduras de las trampas “cazabobos” que se ponían en las calderas. Ese fue el comienzo de mi carrera.

En 1967 me recibí, contento de ser guardiamarina, lleno de ilusiones que hablaban de mares, barcos y viajes. Pero una vez más la sociedad, se encargó de modelarme: en 1968 estuve en la UTE y en la ANCAP, por huelgas y disturbios.

Recuerdo el miedo que pasé cuando con 14 marineros armados tuve que apuntar a una multitud de obreros que, si ganaban la huelga, iba a representar un aumento para mi escaso sueldo, así eran las cosas.

Fue en esos días cuando empecé a ver a parientes y amigos del lado hacia donde apuntaban mis armas, y nos miramos a los ojos sin comprender, en el tenso silencio que existía en ese momento.

En 1969 fue la huelga bancaria, y yo escuchaba decir que la huelga era hecha por banqueros para evitar pagar antigüedad, lo decían mis propios jefes.

Recuerdo que en esa huelga se empezaron a tejer ciertos hilos, muy tenues, para poder asumir lo menos dolorosamente posible, la violencia del momento. Seguramente, algunos trabajadores del Banco Pan de Azúcar Sucursal Centro, recordarán que en ese momento pudimos hablar y tratarnos como seres humanos.

Pero de todas formas, asumo haber sido un “represor” de las huelgas sindicales cuando tenía 21 años. Aprendiz de brujo.

Después vino el ataque del enemigo, ya hacía tiempo que las hostilidades habían comenzado, para ser más precisos, creo que fue en 1961. Pero fue en el 72 que mataron a amigos míos.

En 1973 vino el golpe militar, yo asumo haber adherido al golpe ilusionado por la increíble mentira que resultaron ser los famosos comunicados 4 y 7, seguramente la juventud actual no sabe de qué hablo, pero si los comunicados mencionados salen ahora, seguro que adhieren todos los jóvenes, en masa, como lo hice yo.

Ya era brujo desde entonces, para unos y para otros, pero después, en 1974, me hice brujo profesional, pasé a integrar las fuerzas de combate, contra la guerrilla, ésta es mi gran confesión, la que Torquemada espera anhelante, “en aras de la verdad”. Y voy a hablar como integrante de las Fuerzas Arrasadas que era en ese momento.

Si a las Fuerzas Armadas no les gusta lo que digo, que me desmientan, no les voy a responder. Comprendo que la “alta política” y “la imagen de la institución”, y otros eufemismos le impidan

pronunciarse, yo estoy solo, nadie me impide nada y no tengo más defensa que mi verdad. Yo asumo haber combatido a la guerrilla con todas las fuerzas y recursos a mi disposición, asumo

haber hecho cosas de las cuales no me siento orgulloso, ni me sentí entonces. Asumo haber participado en una guerra, así lo entendía en ese momento. Después de todo, la situación de guerra, es la mayor parte de las veces un estatuto jurídico, y la humanidad se ha visto envuelta en la violencia, con muertos y heridos, sin que una guerra haya sido declarada.

Asumo, por lo tanto, haber estado sumergido en la violencia, solamente ahora, desde esta perspectiva, puedo comprender los valores y normas que imperaban en esa situación y que estaban pautados y determinados por esa violencia.

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Yo asumo el haberme comprometido, nunca pude permanecer al margen, soy y seré brujo o fraile, pero nunca inquisidor. Y asumo haber tratado inhumanamente a mis enemigos, pero sin odio, como debe actuar un profesional de la violencia. No me pregunten detalles dolorosos. Pero todo eso lo puedo ver ahora, antes era imposible.

Ellos y yo sabemos, que cuando fue necesario, muchos quedaron libres, aun cuando la justicia los reclamaba.

Hubiera sido más inhumano, y moralmente erróneo, mandarlos a la cárcel. Como todo uruguayo, tuve parientes y amigos presos, incluso un profesor que admiraba, me miré con unos y otros cuando ellos estaban en la cárcel, no podía comprender la situación, eran el enemigo, pero cuando el enemigo tiene cara e identidad, cuando lo conocemos íntimamente, es difícil odiarlo.

Yo asumo haber vivido todo eso, pero no puedo juzgar con mis valores y circunstancias actuales la conducta de una época. Torquemada sí que puede, es su trabajo.

Esta es “la verdad” que reclama Torquemada. Por lo tanto, esto no es un canto de arrepentimiento ni una confesión, es solamente la expresión de un dolor, por lo que fue, por lo que tuve que vivir junto con muchos otros, camaradas y enemigos. Los uruguayos, como en la Guerra Grande, como en 1897 y 1904, una vez más nos odiamos, nos matamos, y nos torturamos unos a otros.

Por favor, nunca más. No maté a nadie, ni sé nada del tema desaparecidos, pero no por un altruismo humanitario, sino

porque (afortunadamente) no me tocó vivir esa situación. Pero no soy un hipócrita, reconozco que las Fuerzas Armadas a las que pertenecí, lo saben y lo hicieron. Por lo tanto, como un integrante más, asumo también los muertos y desaparecidos.

Pero por favor, por la propia dignidad del combatiente, no los llamen más desaparecidos, todos sabemos que murieron defendiendo lo suyo. Honremos su recuerdo con el homenaje del guerrero, no usemos más su nombre y respetemos su memoria, sea donde sea que se encuentre su cuerpo. A los que dicen que “llamea empuñaron un arma”, pero que hacían relevamientos para atentados, oficiaban de correos o “estaban navegando”, les pido por favor que no se escuden en eufemismos, que no se avergüencen de haber combatido como podían y desde donde estaban en ese momento.

A los que querían esta actitud por parte de las Fuerzas Armadas, ya lo tienen, a los que quieran más aun, sólo estarían buscando el odio, el escarnio y la venganza. La realidad, esa construcción que hacemos día tras día, y sobre la cual somos por lo tanto, responsables, merece otra lectura.

Un día, después que todo pasó, conocí a una persona excelente, con un don de gentes y humanismo como pocos. Le decíamos “Carlos Rama”, no importa por qué, es sólo para los que lo conocen.

Me enteré que había sido tupamaro, pero para entonces nos habíamos hecho amigos.”Un día juré matar a todos los tipos como vos”, le dije. “Yo juré lo mismo”, me respondió, y nos abrazamos.

En otro momento de mi vida, mucho más reciente, me entero que los padres del mejor amigo de mi hijo habían sido tupamaros, y de los pesados. Mi hijo me lo dijo con cierto temor por mi opinión. “Los amigos son amigos, no metas lo que hicimos nosotros en 11 amistad de ustedes”, le dije. Tiempo después, ambos amigos andaban en malos pasos, cosas de muchachos, pero ambos matrimonios nos reunimos, brujos y frailes, tratando de ponernos de acuerdo sobre qué hacer con nuestros hijos, con la nueva sociedad.

Y muchos casos más. Con otros, tímidos saludos a la distancia en fiestas y reuniones, manteniendo la cara de malo, para “no aflojar tan pronto”, o simplemente el saber y no preguntar.

Esta es la realidad que día a día se está construyendo, ésta es la lectura que debemos hacer de nuestra cotidianidad, en cada uno de esos eventos, nos estamos recuperando. No lo haremos seguramente, a través del mediocre (una vez más) discurso de Torquemada que pretende congelarnos en un pasado de dolor, tal vez buscando la reacción de quien no supo trasmutar su odio, para una vez más alimentarse de los cadáveres, de la carroña, y así seguir manteniendo su posición de Gran Inquisidor (o Gran Mediocre, si prefieren)... y así poder seguir ganando dinero. Como todo mediocre, como expresa el viejo dicho, “ni murió ni fue guerrero”.

Ya no me queda más odio, solamente una gran desilusión de una juventud en gran parte perdida, de la injusticia de noches de ausencia de mi familia, de tener que ocultarles y mentirles para su tranquilidad, de noches de aquelarre y días de temor, mientras otros cimentaban pacientemente su futuro político o su ascenso a general, brigadier o almirante. Ya no sé ni a dónde pertenezco.

Una palabra para quien fue el enemigo, no importa a qué fracción pertenecía. Ya no odio, incluso siento respeto por los que asumieron su condición de combatientes. Muchas veces me siento más cerca de ellos que de algunos de mis camaradas, no políticamente por cierto, no me queda lugar para la política en mi desengaño, sino como seres humanos que tuvieron el valor de pelear y morir por aquello en lo que creían, por haber soportado la muerte de amigos, la cárcel, la tortura, y asumirlo como cosa de guerra, como pasó en todas las guerras, a todos los soldados, como me pasó a mí.

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Mi condición de militar, y fui profesionalmente buena, me permite apreciar y juzgar su lucha. Yo hubiera peleado igual, y casi ganan, aun en inferioridad de medios. Si en algo se puede dignificar el aquelarre, digamos que fue una guerra sucia, pero no menos heroica que otras, de un lado y otro. Por lo tanto, sólo a vuestro juicio voy a prestar verdadero valor, aun cuando alguno pueda estar impregnado de odio, sabré comprenderlo.

Lo que les pido encarecidamente es que no escuchen a Torquemada, él no quiere esto, él no quiere que nuestros hijos jueguen juntos ni que ustedes y yo empecemos un diálogo, aunque sea con caras de malo. Si seguimos escuchando y aplaudiendo la hoguera de Torquemada, seguro habrá otra guerra, él se nutre de ello.

Si así fuera, no voy a participar, sépanlo frailes y brujos, estoy cansado. Quiero una vida nueva. Yo asumo, como individuo y como producto de una época, de una sociedad, de generaciones

pasadas, pero en el fondo, aunque no quiera expresarlo, también yo acuso. Acuso a las generaciones que crearon al enemigo y me modelaron en la violencia. Acuso a los mediocres, que desaparecieron en su momento, para resurgir con su dedo acusador

apuntando hacia unos y otros. Acuso a quienes escudados en pretextos jurídicos no quieren reconocer que la situación de violencia

vivida era, para nosotros, una guerra. Acuso a quienes son incapaces de comprender que no se puede juzgar un pasado con los valores y

normas que hoy imperan. Acuso a quienes no son capaces de dignificar la lucha, única forma de asumir un pasado, y continúan

abriendo heridas para comerciar con el dolor, Comprendo a quienes aún sufren, yo también lo hago. Comprendo a quienes no pueden enjugar su

odio, son humanos, necesitan tiempo. Comprendo a quienes quisieron matarme, yo también quería hacerlo. Yo he asumido y he acusado, asuman ustedes ahora. No voy a hablar más sobre esto. Duele.

Jorge Tróccoli C.1. 1.075.555

Capitán de navío (retirado) LA AUTORA

Mariana Achugar es instructora de español como lengua extranjera en UC, Davis, y profesora

adjunta del programa de maestría en enseñanza de lenguas extranjeras en SIT, Vermont, donde enseña Lingüística aplicada y Cultura Iberoamericana. Actualmente está trabajando en su tesis de doctorado, The Construction of Memory ín Urnguayan Military Discourse (1973-1999).

1 Ideología se utiliza en este caso siguiendo la definición de van Dijk (1998): las ideologías son bases axiomáticas en las que se basan el conocimiento y las actitudes de grupos sociales. Ideología es un in-group self-schema [autoesquema mental de pertenencia grupal]. 2 Los Otros en este caso representan a los miembros de la comunidad uruguaya que tienen una memoria contraria a la del discurso hegemónico. 3 Ver Anexo. 4 El género se define como proceso social con un fin definido que se realiza en etapas. Los géneros se realizan generalmente en más de una etapa y tienen un público preconcebido. (Martín, 1997). 5 El término alegoría en este caso se refiere a la técnica de personificación, mediante la cual cualidades abstractas reciben forma humana. Una alegoría puede ser concebida como una metáfora extendida a un sistema estructurado. En este caso la alegoría presenta a través de la imagen de la Inquisición un significado parcialmente cubierto detrás del literal. Este segundo significado relaciona las ideas de búsqueda de justicia y ajusticiamiento de los militares con la personalidad de Torquemada, juez de la Inquisición. Se hace una analogía entre la situación política referida a las violaciones de DDHH durante la dictadura y la Inquisición. 6 En su estudio sobre el caso Waldheim en Austria, Ruth Wodak identifica entre las estrategias argumentativas que sirven para transmitir evaluaciones y asignar responsabilidades y culpas varias estrategias de justificación. Entre las de justificación que enumera presenta como uno de las más comunes la división del mundo en una dicotomía y el contraste entre ‘nosotros’ y ‘ellos’. Otra de las estrategias justificativas que menciona es citar a otros como portadores de opiniones prejuiciosas, disavowal of guilt [desautorización de culpa]. Luego menciona el uso de un scapegoat [chivo

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expiatorio], en este texto seria Torquemada, quien permite al hablante proyectar la agresión y la culpa al Otro. Y por último menciona la reversión de los papeles de víctima y victimario, por la cual las víctimas son presentadas como responsables de los ataques a los que fueron sometidos. Véase: Das Ausland and Anti-semitic Discourse: The Discursive Construction of the Other, por Ruth Wodak en Riggins, S. H. (ed.), The Language and Politics of Exclusion. Others in Discourse (1997). 7 El análisis de la transitividad fue realizado separando el texto en cláusulas y considerando sólo los procesos (grupos verbales) al nivel de rango más alto. Los verbos performativos se consideraron como verbos materiales y las perífrasis verbales se consideraron como modalizaciones (la partícula con más contenido semántico fue usada para determinar el tipo de proceso). 8 Ya desde el título de su carta Tróccoli se va encuadrando en el papel de víctima: “Yo asumo...Yo acuso” hace referencia directa al caso Dreyfus sobre el que Emile Zola escribió en 1898 bajo el título Yo acuso. Dreyfus era un militar francés acusado injustamente de traición a la patria, luego de cumplir una larga pena, fue declarado inocente. Este caso produjo enormes polémicas en la Francia de fines de siglo, como ocurre en la actualidad con la construcción del papel de los militares durante la época de la última dictadura uruguaya (1973-1985).

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