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Actitudes hacia el género y maltrato en la pareja
en internos condenados por delitos de violencia de género:
Avance de resultados.
Laura Mª Huertas Alonso. Universidad de La Laguna. [email protected]
RESUMEN
Trabajo en el que se presentan algunos resultados preliminares del estudio que se está
realizando sobre las actitudes y creencias sobre el género y la violencia de un grupo de 170
internos condenados a penas privativas de libertad por delitos de violencia machista para la
tesis doctoral titulada Actitudes hacia el género y maltrato a la pareja en hombres procesados
por delitos de violencia de género y cuyo objetivo general es analizar las actitudes hacia el
género y la violencia y la interiorización de los roles de género tradicionales de los hombres
que maltratan a su pareja.
Dentro de éste ámbito de estudio se presentan datos relativos al reconocimiento de la
violencia que han ejercido los condenados contra sus parejas o ex parejas, destacando que
admiten principalmente haber ejercido violencia psicológica emocional en mayor medida que
otros tipos de violencia. Así mismo se realiza un breve análisis de las creencias que tienen en
relación al género y los roles sociales atribuidos al hombre y a la mujer donde predominan las
actitudes y creencias sexistas de tipo sutil o benevolente. Y finalmente se expondrán las
creencias que tienen en relación al tratamiento público de la violencia de género, que si bien
admiten que forma parte de un problema que afecta al conjunto de la sociedad también creen
en gran medida que es un problema que se exagera, por ejemplo, desde los medios de
comunicación, por lo que la violencia de género se muestra como un problema sobre
representado en el espacio público.
Palabras clave: género, maltrato, internos, construcciones culturales, relación de pareja.
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INTRODUCCIÓN
La violencia de género en el contexto de una relación de pareja es un problema social que
hasta hace bien poco no formaba parte de la agenda política y el interés social de la población
española. De hecho, la primera ley que reconocía la violencia en el ámbito de la pareja como
una violencia basada en el género no entró en vigor hasta el 28 de enero de 2005 (L.O.
1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de
Género). En ella se entiende éste tipo de violencia “como la manifestación de la
discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre
las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de
quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin
convivencia”.
A lo largo de las últimas décadas ha crecido el interés por estudiar éste tipo de ataques a
los derechos y libertades de la mujer, poniendo el énfasis tanto en víctimas como en agresores
y el contexto que rodea a ambos, con el objetivo primordial de conocer los mecanismos
individuales y sociales que influyen en la presencia y el mantenimiento de la violencia dentro
de una relación de pareja.
Atendiendo a las últimas cifras oficiales publicadas a nivel internacional, en primer lugar
se aportan las que hizo públicas La Organización Mundial de la Salud (OMS). Según éste
organismo, la violencia que se ejerce sobre la mujer está presente en todo el mundo, comporta
un riesgo para su salud, limita su participación en la sociedad y causa un gran sufrimiento. En
su informe sobre las estimaciones mundiales y regionales de la violencia contra la mujer,
publicado en el año 2013 (OMS, 2013) se estima que aproximadamente el 30% de las mujeres
a nivel mundial han sufrido violencia, ya sea física o sexual, alguna vez durante su vida a
manos de sus parejas o ex parejas y que el 38% de los asesinatos de mujeres fueron cometidos
en el contexto de la relación de pareja. Teniendo esto en cuenta, la OMS sitúa éste tipo de
violencia como un problema mundial y generalizado de salud pública añadiendo que el 42%
de las mujeres que han padecido algún tipo de maltrato en la pareja han sufrido lesiones como
resultado de tales comportamientos violentos.
La Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (EuropeanUnion
Agency for Fundamental Rights, 2014), en su informe publicado en 2014 estima que
aproximadamente el 34% de las mujeres mayores de 15 años y residentes en la UE han
sufrido algún tipo de violencia física a manos de su pareja o ex pareja en algún momento de
su vida, siendo las formas más comunes de tal violencia los empujones, bofetadas, tirones del
3
pelo y/o haber sido agarradas de forma violenta. Los episodios de violencia se producían en
un 91% durante la relación de pareja, dándose en el 33% además durante el proceso de
separación o ruptura, y un 16% afirmó que también se dieron durante el periodo posterior a
dicha ruptura. Así mismo se añade que 1 de cada 3 mujeres pertenecientes a los países de la
UE y mayores de 15 años han sufrido violencia física y/o sexual por parte de sus parejas, ex
parejas, u otros agresores como pueden ser el jefe, un pariente o incluso un extraño.
En España, pese a que desde el ámbito institucional se ha intentado intervenir para
disminuir y/o erradicar la violencia que sufre la mujer por parte de su pareja o ex pareja (por
ejemplo a través de la elaboración y puesta en marcha de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de
Diciembre, de Medidas de Protección Integral Contra la Violencia de Género), la realidad
social muestra que sigue siendo un problema actual y complejo. Prueba de ello son los datos
de la macro encuesta de violencia contra la mujer publicada por el Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad en el año 2015 sobre la población femenina residente en España
y mayor de 16 años (muestra de 10.171 mujeres). En dicho informe se analizan cinco tipos de
violencia que se pueden manifestar dentro de una relación de pareja, violencia que puede ser
física, sexual, psicológica de control, psicológica emocional y violencia económica. En dicho
informe se refiere que un 12,5% de las mujeres de 16 años o más residentes en España han
sufrido violencia sexual (8,1%) y/o física (10,4%) por parte de su pareja o ex pareja en algún
momento de su vida, y que un 13% de la población estudiada ha sentido miedo de su pareja o
ex pareja alguna vez. En cuanto a otras formas de manifestación de la violencia, se expone
que al menos el 25,4% de las mujeres mayores de 16 años han sufrido violencia psicológica
de control, 21,9% violencia psicológica emocional y un 10,8% ha sufrido violencia
económica en algún momento de su vida. Así mismo, destaca que 1 de cada 4 chicas de entre
16 y 19 años, y que cuenta con pareja en la actualidad, ha sufrido violencia de control,
porcentaje que va disminuyendo progresivamente a medida que va aumentando la edad de la
mujer.
En relación a las consecuencias padecidas por la mujer tras la violencia sufrida en el
ámbito de la pareja en España, destaca que un 42,1% ha sufrido lesiones a lo largo de su vida,
coincidiendo dicha cifra con los datos publicados por la OMS en su informe del año 2013,
lesiones de tipo moderado (cortes, rasguños, moretones, etc.) y de tipo grave (quemaduras,
fracturas óseas, etc.). Así mismo destaca que el 78,2% de las mujeres que han sufrido
violencia por parte de sus parejas o ex parejas les ha afectado negativamente a su bienestar
físico o mental. Pero, pese a que éste tipo de violencia está cada vez más rechazado
socialmente, los datos revelan que un 23,38% de las mujeres que sufren o han sufrido
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violencia por parte de sus parejas o ex parejas no han finalizado la relación con sus agresores
por dicho motivo, lo que invita a pensar en la necesidad de seguir concienciando sobre el
grave problema social de la violencia de género. De hecho, los datos de la macroencuesta
relativos a la motivación de las mujeres que han sufrido violencia para no denunciar a sus
parejas o ex parejas exponen que un 44,6% en que éstas no conceden la suficiente
importancia a la violencia sufrida, un 26,6% no denuncia por miedo y un 21,1% no lo hace
por vergüenza.
Ahora bien, analizando éste tipo de violencia desde una perspectiva jurídico-penitenciaria,
las estadísticas publicadas por el Ministerio de Sanidad, Servicios sociales e Igualdad y por el
Ministerio del interior, muestran un leve descenso de víctimas mortales en España en los
últimos años, pasando de 73 mujeres fallecidas a manos de sus parejas o ex parejas en el año
2010 a 54 en el año 2014, aunque ha habido un repunte de mujeres fallecidas a manos de sus
parejas o ex parejas en el último año, situándose la cifra en 60 mujeres y todo parece indicar
que, desgraciadamente, en el 2016 el número de mujeres fallecidas por violencia de género
aumentará ya que a última cifra publicada1 contempla el fallecimiento de 16 mujeres, más tres
casos que aún siguen en investigación.
Con respecto al número de denuncias por violencia de género se percibía la tendencia de
un descenso progresivo en los últimos años. Sin embargo, en 2014 aumentaron ligeramente
las denuncias por éste tipo de violencia y la cifra del primer semestre de 2015 induce a pensar
que seguirá en torno a las 125.000 al término de ese mismo año.
GRÁFICO 1
DENUNCIAS POR VIOLENCIA DE GÉNERO EN ESPAÑA 2007-20152
Fuente: elaboración propia a partir de los datos publicados por el Consejo General del Poder Judicial.
1 Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, datos actualizados a fecha de 20 de abril de 2016. 2 Datos correspondientes al segundo trimestre de 2015.
126,293
142,125135,540 134,105 134,002
128,543 124,894 126,742
62,316
2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
5
Finalmente, en cuanto a la población reclusa en las prisiones españolas por delitos de
violencia de género se advierte que la cifra de hombres condenados por éste tipo de violencia
se mantiene desde que comenzó el tratamiento de datos de forma específica en el año 2012. A
fecha de 31 de Marzo de 2016 el número de internos hombres condenados por delitos de
violencia de género fue de 3.852, lo que supone un 7,97% del total de la población
penitenciaria masculina que se encuentra cumpliendo condena en los centros penitenciarios.
GRÁFICO 2
INTERNOS CONDENADOS POR DELITOS DE VIOLENCIA DE GÉNERO EN LAS
PRISIONES ESPAÑOLAS 2012-20163
Fuente: elaboración propia a partir de datos publicados por el Ministerio del Interior.
Por todo ello la violencia que sufren las mujeres por parte de sus parejas o ex parejas,
lejos de resolverse, se presenta como un problema enquistado en las sociedades a nivel
mundial, sociedades que no han sabido o no han podido llevar a cabo los cambios necesarios
para erradicar la injusticia de sufrir violencia dentro de una relación de pareja por el mero
hecho de ser mujer.
En este sentido, los estudios que se han publicado en las últimas décadas han centrado el
interés en la búsqueda de factores explicativos y hechos causales que orienten hacia dónde
dirigir las intervenciones para poder modificar comportamientos violentos y con ello reducir
la presencia de la violencia machista en la sociedad. Entre ellos pueden diferenciarse tres
planteamientos o líneas donde dirigir el foco de atención en el estudio de la violencia en la
relación de pareja: uno centrado en el contexto familiar donde se desarrolla el maltrato, el
segundo centrado en estudiar los factores individuales que conducen a perpetrar violencia de
3 Datos a fecha de 31 de Marzo de 2016.
3,882
3,9303,938
3,8413,852
2012 2013 2014 2015 2016
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género en un contexto de pareja, y un tercer enfoque de tipo cultural que estudia la violencia
de género en un contexto más amplio, analizando cuestiones como la presencia de machismo,
las tolerancia hacia la violencia sobre la mujer, los roles de género y/o la desigualdad de poder
entre los géneros, entre otras.
El primer enfoque explicaría la violencia de género dentro de una relación de pareja
teniendo en cuenta el contexto familiar (presencia de problemas comunicacionales, historial
de maltrato, conflictividad relacional, etc.). Algunos estudios analizan los factores de riesgo
que pueden aparecer dentro de las relaciones familiares, sin embargo, no existe unanimidad a
la hora de relacionar el entorno familiar con las causas o motivaciones para cometer actos
violentos contra la pareja, mujer. En éste sentido, Fernández y Echeburúa (1997) no
encontraron relación causa-efecto entre haber sido víctima de maltrato en la infancia y ser
agresor de género en la vida adulta. Sin embargo Rey (2002) observó como factor de riesgo la
historia personal de maltrato del agresor ya que, en el estudio que llevó a cabo, el 47% de la
muestra había sufrido algún tipo de maltrato en la infancia. Así mismo, Menéndez, Pérez y
Lorence (2013) también apuntan como factor de riesgo la historia de violencia del agresor en
su familia de origen.
En relación al segundo planteamiento de análisis de la violencia en la relación de pareja,
los estudios se han centrado en el análisis de las causas de las conductas violentas en el
hombre agresor, atribuyendo explicaciones individuales al fenómeno. Los trabajos han
focalizado el análisis en el estudio de la presencia de trastornos mentales (de personalidad y/o
de pensamiento) en los agresores y la existencia de consumo de sustancias que pudieran
explicar las conductas violentas que se ejercen sobre la mujer, entre otras variables
explicativas (Fernández y Echeburúa, 1997, 2005 y 2008; Echeburúa, Amor y Corral, 2009;
Echauri, Fernández, Martínez y Azcárate, 2011; Chérrez y Alás, 2014). Desde esta
perspectiva de estudio se considera que no necesariamente hay una única característica
presente en el individuo que determine que es, o puede ser un agresor de género, y se
entiende la posibilidad de una multicausalidad pero siempre centrada en los factores
individuales que presenta el hombre que maltrata a su pareja, entre las que se encuentran: que
tenga concepciones machistas, la adicción a alguna sustancia o sustancias, la presencia de
trastornos mentales (antisocial, paranoide, narcisista) o que el individuo sea inestable
emocionalmente (Fernández, 2009).En base a estas ideas, algunos autores han planteado la
existencia de distintos perfiles de agresores aunque, una vez más, no existe unanimidad a la
hora de tipificar a los hombres que maltratan a sus parejas. Algunos investigadores establecen
5 tipos de agresores de género: neurótico, psicótico, fásico, de renuncia tardía y el agresor con
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presencia de alcohol y drogas (Castellano, Lachica, Molina y Villanueva, 2004). Por su parte,
Cuhna y Abrunhosa (2013) establecen 3 tipos: antisociales, no patológicos y perturbados.
En definitiva, lo que subyace del análisis de los agresores de género desde ésta perspectiva
es la heterogeneidad que muestran y la dificultad de explicar el fenómeno de la violencia de
género atendiendo casi exclusivamente a los factores individuales presentes en los agresores.
Así mismo cabe mencionar que realizar el estudio y análisis de la violencia machista desde
éste enfoque podría favorecer la perduración de mitos que acompañan al fenómeno de la
violencia de género. En éste sentido algunos autores consideran inadecuado explicar la
violencia de género en relación al consumo de sustancias, como por ejemplo el alcohol,
puesto que ayudan a negar la existencia de la violencia de género y a justificar la
responsabilidad de los agresores (Bosch y Ferrer, 2012) aunque sí puede considerarse que el
consumo de alcohol pueda comportar un factor de riesgo en los episodios de maltrato en la
pareja (Matud, Marrero, Caballeira, Moraza y Aguilera, 2003).
Con respecto al tercer enfoque, éste no se centra exclusivamente en el individuo que
ejerce violencia de género para dar una explicación al problema de la violencia en el ámbito
de la pareja. Se trata de un enfoque de tipo sociocultural en el que los estudios plantean la
relación causal entre la violencia machista y las construcciones culturales sobre los roles de
género y las diferencias de poder entre hombres y mujeres. Así mismo, estudia el fenómeno
atendiendo no sólo a las características individuales del agresor sino también situándolo en un
contexto social y cultural que genera y reproduce conductas machistas y/o violentas dentro de
la pareja. Para desarrollar esta idea, se focalizan las causas de la violencia de género en la
asimetría presente en las relaciones de género (Arrigoni, Jiménez, Navarro, Mendoza, 2013),
asimetría derivada de los roles que tradicionalmente han ejercido tanto hombres como
mujeres basados en una concepción sexista y que distribuyen de forma desigual el poder en la
sociedad donde la mujer se ha subordinado históricamente a la figura del hombre (Ferrer y
Bosch, 2000; Casique y Ferreira, 2006; Ferrer, Bosch, Ramis y Navarro, 2006; Peixoto y
Mauricio, 2008; Lorente; 2009; Expósito, 2011). Desde esta perspectiva la violencia de
género se explicaría en relación al papel que desempeñan tanto los hombres (control y
dominación) como las mujeres (sumisión) en la sociedad, papeles que han sido aprendidos
culturalmente y que dan lugar a estereotipos que favorecen y estructuran una sociedad
desigual entre los géneros (Expósito, 2011). Dentro de éste contexto, autoras como Ferrer y
Bosch (2000) introducen la misoginia como elemento común en los agresores, aversión hacia
la mujer capaz de generar y mantener la violencia machista.
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En síntesis, lo que se analiza desde este tercer enfoque son las construcciones culturales
acerca de la función de la mujer y del hombre en la sociedad y el papel que juegan éstos en la
aparición y mantenimiento de la violencia de género en las relaciones de pareja. Sin embargo,
esta última perspectiva es la menos estudiada e incluso, como apuntan Menéndez, Pérez y
Lorence (2013) existe una carencia de estudios empíricos que estudien las actitudes
personales y sociales hacia la mujer y la igualdad de género en los agresores de pareja. La
OMS (2013) añade que existen evidencias sobre los factores que explican la variación de la
violencia de género a nivel global, señalando en primer lugar la situación económica y en
segundo lugar los factores socioculturales que permiten una cultura de violencia hacia la
mujer. Así mismo plantean la necesidad de estudiar las normas sociales y culturales acerca de
la masculinidad y las relaciones de poder entre los géneros en relación a la violencia que se da
en las relaciones de pareja.
En definitiva, conocer la relevancia de los patrones de socialización de género y la
relación de éstos con la aparición de conductas violentas dentro del ámbito de una relación de
pareja comporta el principal fundamento del presente trabajo, que forma parte de una
investigación más amplia4. A su vez ese conocimiento es fundamental no sólo para prevenir la
violencia de género, sino también para desarrollar y/o adaptar los programas de intervención
que se llevan a cabo con los agresores en contextos como el que nos ocupa: los centros
penitenciarios.
MÉTODO
Participantes
La muestra está formada por 170 hombres internados en distintos centros penitenciarios
de la comunidad Autónoma de Canarias que se encontraban cumpliendo condena de privación
de libertad por delitos de violencia de género en el momento en que se realizaron el pase de
pruebas. La participación de los mismos se realizó de forma voluntaria una vez explicada la
finalidad y metodología del presente estudio, dejando constancia de ello a través de la firma
del consentimiento informado y quedando a disposición de los Centros Penitenciarios copia
del mismo. La tasa de participación fue del 80,57% de los hombres invitados a participar en la
investigación y la tasa de renuncia a formar parte de la investigación fue del 19,43%.
4 Proyecto de Tesis Doctoral enmarcado en el doctorado de estudios interdisciplinares de género de la
Universidad de La Laguna y que lleva el mismo título del presente trabajo.
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TABLA 1
INTERNOS PARTICIPANTES POR CENTRO
Participantes
CP Las Palmas I 75
CP Las Palmas II 44
CP Tenerife II 51
Los criterios de selección de la muestra se basaron principalmente en el tipo delictivo por
el que están cumpliendo condena en prisión, incluyendo por tanto todos los hechos tipificados
en el Código Penal como delitos de violencia de género, tipos penales agravados al ser la
víctima la pareja o ex pareja del agresor; y el resto de delitos que no están agravados pero que
la víctima también había tenido una relación de pareja con su agresor (delitos de
homicidio/asesinato consumados o en grado de tentativa y delitos de índole sexual) y que el
código Penal no los contempla expresamente como delitos de violencia de género.
TABLA 2
DELITOS DE LA ACTUAL CONDENA5
Porcentaje
Malos tratos continuados de VG (173.2 CP) 22,4
Quebrantamiento de Orden de alejamiento VG (468.2 CP) 41,1
Amenazas VG (171.4 CP) 12,4
Tentativa de homicidio/asesinato (138 y ss. CP) 5,8
Homicidio/asesinato consumado (138 y ss. CP) 2,4
Coacciones VG (172. ter. 2) 2,4
Agresión sexual (Art. 168 y ss.) 2,9
Lesiones VG (148.4 CP) 10,6
La amplia mayoría de la población estudiada contaba en su historial penal con más de un
delito cometido (el 77,06%). Dentro de éste grupo de internos con varios delitos destaca que
el 45,5% de ellos habían cometido otros delitos de violencia de género, bien dentro de la
misma condena que estaban cumpliendo o bien en condenas anteriores que ya habían
cumplido.
5 Se incluye el artículo donde se encuentra tipificado el delito conforme a la Ley Orgánica 1/2015 de 30 de
marzo, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal.
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TABLA 3
HISTORIAL DE DELITOS Porcentaje
Otros delitos de VG 45,5
Contra el patrimonio 22,45
Contra la salud pública 10,7
Contra la vida y/o la integridad física o psicológica 8,54
Contra la seguridad del tráfico 5,35
Otros 7,46
Para la elección de la muestra sólo se tuvo en consideración el tipo delictivo (hombres
internados en prisión por delitos de violencia de género) y que se encontraran condenados y
cumpliendo dicha condena en el momento en que se realizó el pase de pruebas por lo que los
internos que se encontraban en situación preventiva a la espera de la realización del juicio no
fueron incluidos en el estudio. La edad de los participantes osciló entre los 21 y los 68 años,
situándose la media etaria en los 41 años.
TABLA 4
RANGOS DE EDAD
Con respecto al origen de los internos que colaboraron en el estudio, la amplia mayoría
eran hombres españoles (el 85%) siendo el restante 15% hombres de procedencia extranjera,
siendo Italia y Senegal los dos países mayoritarios de origen detrás de España.
21,2%
30,6% 29,4%
14,1%
4,7%
21-30 31-40 41-50 51-60 61 y más años
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GRÁFICO 3
NACIONALIDAD
TABLA 5
ESTADO CIVIL
Porcentaje
Sin pareja 31,2
En pareja 23,5
Casado 15,8
Separado/divorciado 25,3
En trámites de separación/divorcio 2,4
Viudo 1,8
TABLA 6
NIVEL EDUCATIVO Y OCUPACIONAL Nivel Educativo Porcentaje
No sabe leer ni escribir 2,3
Abandono escolar 31,8
Estudios primarios 18,8
Estudios secundarios sin finalizar 19,4
Estudios secundarios completos 11,8
Formación Profesional 10,6
Universitarios 5,3
España85%
Comunitarios UE6%
África3%
América6%
12
Tipo de profesión Porcentaje
Trabajo manual no cualificado 41,8
Trabajo manual cualificado 44,0
Trabajo no manual 10,6
Profesiones técnicas (Nivel Universitario) 2,4
Jubilados/pensionistas 1,2
Ocupación Porcentaje
Desempleado 51,8
Activo 37,7
Pensionista/ jubilado 5,8
Autónomo 4,1
Excedencia 0,6
INSTRUMENTOS
La información relativa a variables de tipo socio demográficas y delictivo-penitenciarias
se han obtenido a través de una entrevista semiestructurada diseñada expresamente para ésta
investigación y configurada en base a seis áreas temáticas. En la primera de ellas se recoge la
información de los internos de los centros penitenciarios visitados relativa a los aspectos
sociodemográficos: edad, nacionalidad, estado civil actual y relaciones de pareja anteriores,
nivel educativo y situación laboral previa a la entrada en prisión, confesión religiosa y
finalmente si tenían hijos/as, preguntando también por el género y la edad en el caso de tener
descendencia. En la segunda área temática se trata la situación penal y penitenciaria de los
internos: tiempo de entrada en prisión, historial de delitos cometidos, número de entradas en
prisión y año en el que se cometió el primer delito. En el tercer y cuarto bloque se solicita la
situación familiar actual del interno y la información relativa a la salud del mismo,
respectivamente. Finalmente, las dos últimas áreas temáticas se centran en estudiar el historial
de maltrato, en primer lugar en relación a la pareja o ex pareja (la víctima del delito o delitos
por los que está cumpliendo condena) y en segundo lugar si hubo o no historial de maltrato en
la familia de origen.
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Para la evaluación de las actitudes hacia el género y su posible relación con el maltrato en
el ámbito de la pareja de los internos de los centros penitenciarios condenados por delitos de
violencia de género se han utilizado las siguientes escalas:
Cuestionario de Actitudes Hacia el Género y la Violencia (CAGV, Díaz-Aguado y
Martínez, 2001). Cuestionario tipo likert de siete puntos formado por 47 ítems relacionados
con afirmaciones sexistas y actitudes que favorecen la violencia. Entre ellos se encuentran 28
ítems con afirmaciones sexistas y el uso de la violencia, 8 sobre la relación entre lo biológico
y el sexismo, 8 acerca del problema de la violencia en el ámbito familiar como esfera privada
y finalmente, 3 ítems sobre el rol de la mujer en el ámbito profesional.
Sexismo Moderno (MS, Swim, Aikin, Hall y Hunter, 1995).Cuestionario tipo likert de
cinco puntos (desde totalmente de acuerdo a totalmente en desacuerdo) formado por 13 ítems
que evalúan la presencia de un tipo de sexismo encubierto o sutil. Para ello se proponen
afirmaciones acerca de creencias sobre el sexismo tradicional (6 ítems) y afirmaciones sobre
nuevas formas de sexismo a través del análisis del papel de la mujer en el ámbito público (7
ítems).
Escala de Abuso Físico, Psicológico y Sexual (APCM-M). Se trata de la versión para el
maltratador del APCM (Matud 1999). Se trata de un cuestionario tipo likert de cinco puntos,
que oscila desde nunca a casi siempre, y está formado por 57 ítems que abarcan diferentes
conductas violentas. De las conductas descritas 2 ítems hacen referencia a violencia
económica, 15 a maltrato físico, 4 a violencia sexual y 36 ítems a violencia psicológica. En
cuanto a la valoración de la escala, a mayor puntuación obtenida mayor será la presencia de
conductas violentas o de maltrato a la mujer en la relación de pareja.
Procedimiento
Los datos obtenidos para el presente estudio fueron recogidos a través del pase de escalas
a los internos que voluntariamente decidieron participar en el mismo junto con la realización
de una entrevista individual al término de la correcta cumplimentación de los cuestionarios.
Para realizar dichas labores se obtuvo el permiso preceptivo tanto de la Secretaría General de
Instituciones Penitenciarias como de los centros penitenciarios participantes: Dirección del
Centro Penitenciario de Las Palmas I, Centro Penitenciario de Las Palmas II y Centro
Penitenciario Tenerife II.
En cuanto a la realización de las entrevistas a los internos, éstas fueron realizadas por la
responsable del presente estudio, Graduada en Trabajo Social, maestría en Criminología
14
Aplicada a la Ejecución de las Penas y maestría en Intervención Social, codificando la
información verbalizada por los entrevistados debido a la imposibilidad de grabar las
entrevistas con audio en un contexto penitenciario, marcado por el exhaustivo respeto a la
privacidad y anonimidad de los usuarios de este tipo de instituciones.
RESULTADOS
Los datos que a continuación se exponen han sido realizados mediante el programa
estadístico Statistical Package for the Social Sciences, SPSS versión 22.0 para Windows.
La información obtenida a través del pase de pruebas se presenta de forma estructurada en
tres áreas de estudio: las acciones violentas que los internos reconocen haber cometido
durante la relación de pareja, las creencias que tienen en relación al género, y la
representación pública de la violencia de género conforme a las convicciones de los hombres
internos por delitos de esta índole.
I. VIOLENCIA EN LA RELACIÓN DE PAREJA.
Los siguientes resultados se han obtenido a través de la selección de algunos ítems de la
escala de abuso físico, psicológico y sexual (APCM-M, Matud, versión para el maltratador),
destacando algunas conductas relacionadas con los distintos tipos de violencia de género que
se pueden dar en una relación de pareja.
TABLA 7
VIOLENCIA FÍSICA No Sí
Le empuja o le aparta violentamente 68,2 31,8
Le pega o pellizca en el cuerpo y/o los brazos 86,5 13,5
Le tira al suelo, le da patadas y/o la pisa 97,6 2,4
Le pincha o golpea con objetos punzantes 97,6 2,4
En la muestra de internos condenados por delitos de violencia de género existe
notablemente la presencia de conductas violentas hacia su pareja, relación en la que se
cometieron los delitos por los que se estaba cumpliendo condena de privación de libertad en
el momento de realizarse el pase de pruebas. Al menos el 31,8% de los internos participantes
reconocieron haber empujado violentamente a la víctima durante la relación que mantuvieron
con ella. Sin embargo, pese a que el 25,9% de la muestra había cometido delitos de lesiones,
15
el porcentaje de ellos que reconocen haber cometido actos de violencia física es mucho menor
(véase por ejemplo que tan solo el 13,5% admite haber pegado a su pareja).
TABLA 8
VIOLENCIA ECONÓMICA No Sí
Usa su dinero o toma decisiones económicas importantes sin consultarle 77,6 22,4
No quiere que estudie o haga actividades que le promocionen 95,3 4,7
No le deja trabajar fuera de casa 94,1 5,9
En cuanto a la violencia económica se reconoce no haber contado con la pareja para tomar
decisiones importantes en al menos el 22,4%, sin embargo se encuentra que entre un 4-6% de
la muestra limitó la participación de la mujer en el campo profesional y educativo.
TABLA 9
VIOLENCIA PSICOLÓGICA EMOCIONAL No Sí
Le insulta o hiere delante de otras personas 55,3 44,7
Saca algo del pasado para herirla 64,7 35,3
Le grita y chilla 30 70
No le habla o actúa como si no existiese 45,9 54,1
El tipo de violencia que más reconocen haber cometido los internos condenados por
delitos de violencia de género son los tipos de violencia psicológica: violencia de control y
violencia emocional. El 54,1% admite haber ignorado a su pareja, el 44,7% le ha insultado
incluso de una forma pública y el 70% admite haber gritado en algún momento de la relación
a su pareja.
TABLA 10
VIOLENCIA PSICOLÓGICA DE CONTROL No Sí
Le controla el tiempo y le hace explicarle dónde fue 67,1 32,9
No quiere que salga con amigas 74,7 25,3
Le acusa de tener una aventura con otra persona 68,2 31,8
Interfiere en su relación con otros miembros de la familia 78,2 21,8
No le permite salir de casa cuando quiere hacerlo 90,6 9,4
16
En cuanto a la violencia de control destaca que casi el 33% de la muestra le había llegado
a controlar el tiempo a su pareja, llegando a prohibirle la libre circulación (9,4%) y la salida
con amistades (25,3%) e interfiriendo en las relaciones con la familia de origen de la víctima
en al menos el 21,8% de los internos participantes. Así mismo, 3 de cada 10 hombres admiten
haber acusado a su pareja de serle infiel y sin embargo el 54,7% reconoce ser siempre fiel en
las relaciones de pareja.
TABLA 11
VIOLENCIA SEXUAL No Sí
La fuerza físicamente a tener relaciones sexuales 97,1 2,9
Le hace daño cuando tienen relaciones sexuales 95,9 4,1
Le exige tener relaciones sexuales, lo desee ella o no 96,5 3,5
La violencia sexual tan sólo está presente en el 4,11% de la muestra estudiada y como se
observa en la tabla anterior, los comportamientos violentos de ésta índole también son
reconocidos por el 3-4% de los internos participantes.
TABLA 12
JUSTIFICACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LA MUJER No Sí
Le acusa de causar la conducta violenta 63,5 36,5
Le echa la culpa cuando está alterado, aunque no tenga que ver con ella 76,4 23,6
Se enfada mucho si ella se muestra en desacuerdo con sus puntos de
vista 61,8 38,2
Una vez expuestas las conductas violentas reconocidas por la muestra resulta necesario
observar si existe algún tipo de justificación por parte de éstos a realizar dichas acciones. En
este sentido el 36,5% de los internos manifestó que la violencia surgía como respuesta al
comportamiento de la mujer, acusando a la víctima de haber causado la conducta violenta que
ella misma sufrió y con ello culpabilizándola de la propia violencia que sufría. Sin embargo,
cuando se pregunta concretamente por la violencia física, tan sólo el 8,8% expone que la
mujer provoca a su pareja, y como consecuencia de esa provocación el hombre le agrede,
datos que se pueden observar en la tabla 13 y cuyos resultados han sido obtenidos a través del
cuestionario de actitudes hacia el género y la violencia (CAGV, Díaz-Aguado y Martínez,
17
2011). Así mismo destaca que el 38,2% muestra una actitud de enfado si su pareja no está de
acuerdo con sus postulados.
TABLA 13
CULPABILIZACIÓN DE LA CONDUCTA VIOLENTA EN LA MUJER
En
desacuerdo
Ni de acuerdo ni en
desacuerdo De
acuerdo
Cuando una mujer es agredida por su marido algo habrá hecho ella para provocarlo 82,4 8,8 8,8
II. CREENCIAS HACIA EL GÉNERO.
A continuación se muestran los resultados extraídos de algunos ítems del cuestionario de
actitudes hacia el género y la violencia (CAGV, Díaz-Aguado y Martínez, 2001) sobre las
actitudes y creencias sobre el género que tienen los internos condenados por delitos cometidos
en el ámbito de la pareja.
TABLA 14
CREENCIAS Y ACTITUDES HACIA EL GÉNERO
En desacuerdo
Ni de acuerdo ni
en desacuerdo De acuerdo
El hecho de que en muchas empresas las mujeres cobren un menor salario que los hombres en el mismo puesto de trabajo probablemente se debe a que los hombres rinden más 82,3 7,1 10,6
Los hombres suelen conducir mejor que las mujeres 75,2 11,2 13,6
Lo más importante para una mujer es tener hijos 63,5 12,9 23,6
Por naturaleza, la mujer está más capacitada para cuidar un bebe 24,1 11,2 64,7
Es bueno que las niñas jueguen con muñecas pero no los niños 45,9 26,5 27,6
La mujer que parece débil es más atractiva 86,4 9,4 4,2
El trabajo de la mujer fuera de casa es un elemento básico de su desarrollo como persona 22,4 5,3 72,3
Para tener una buena relación de pareja puede ser deseable que la mujer sea a veces sumisa 80 9,4 10,6
La mayoría de las violaciones se podrían haber evitado si las víctimas hubieran vestido de forma menos provocadora o no hubieran ido por zonas y horas peligrosas 67,6 21,2 11,2
18
La prevención del embarazo es responsabilidad de las chicas 65,9 10,6 23,5
Los hombres deberían trabajar en las tareas domésticas el mismo tiempo que las mujeres 12,4 9,4 78,2
Las creencias en relación al género de la población estudiada difieren según el tipo de
creencias sexistas. Ello se observa al comparar creencias relacionadas con el sexismo
benevolente y creencias de sexismo hostil. En relación a las primeras, son ligeramente
superiores las creencias en relación las características especiales de las mujeres con respecto a
la maternidad (el 64,7% cree que están más capacitadas para cuidar de un bebé, 24,6% que
las mujeres son más completas cuando son madres y el 23,6% que opina que lo más
importante en la vida de una mujer es tener hijos). Sin embargo, en afirmaciones relacionadas
con el sexismo hostil el porcentaje de hombres que mantienen esas afirmaciones es menor: el
10,6% cree que los hombres rinden más en el trabajo, 10,6% prefiere la sumisión de la mujer
para llevar una buena relación de pareja, el 13,6% que el hombre conduce mejor que la mujer
y el 4,2% expone que la mujer de apariencia débil es más atractiva. Sin embargo, se
encuentran algunas afirmaciones cuyos resultados destacan sobre el resto. Es el caso de que
los niños jueguen con muñecas (le parece adecuado al 45,9%); que las mujeres podrían evitar
una agresión sexual cambiando su vestimenta o evitando determinados lugares (la rechaza el
67,6%) o el trabajo doméstico de los hombres el mismo número de horas que el que realizan
las mujeres (están de acuerdo el 78,2% de la muestra, sin embargo el 45,9% no hacía un
reparto justo de las tareas del hogar durante la relación de pareja con la víctima).
III. LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL ESPACIO PÚBLICO.
Los datos que a continuación se exponen se han extraído de algunos ítems del cuestionario
de actitudes hacia el género y la violencia (CAGV, Díaz-Aguado y Martínez, 2001) y el
cuestionario de sexismo moderno (MS, Swim, Aikin, Hall y Hunter, 1995).
19
TABLA 15
LA MUJER EN EL ESPACIO PÚBLICO (CAGV)
En desacuerdo
Ni de acuerdo ni
en desacuerdo
De acuerdo
El problema de la violencia contra las mujeres por parte de sus maridos o compañeros afecta al conjunto de la sociedad 19,4 10,6 79
Se debería utilizar dinero público para promover una mayor presencia de las mujeres en la política 37,1 21,2 41,7
Actualmente se está concediendo una importancia excesiva a las mujeres maltratadas 31,2 12,9 55,9
La violencia que se produce dentro de la casa es un asunto de familia y no debe salir de ahí 81,2 7,1 11,7
TABLA 16
LA MUJER EN EL ESPACIO PÚBLICO (MS)
En desacuerdo
Ni de acuerdo ni
en desacuerdo
De acuerdo
Es raro ver que a las mujeres se les trata de forma sexista en la televisión 47,6 20 32,4
La sociedad ha alcanzado un punto donde hombres y mujeres tienen las mismas oportunidades para el logro 33,5 14,7 51,8
Es fácil de entender porqué en España las agrupaciones de mujeres siguen aún preocupadas por las limitaciones sociales de oportunidades que tiene la mujer 22,4 31,8 45,8
En los últimos años, el gobierno y los medios de comunicación han mostrado mayor preocupación por el tratamiento de las mujeres que lo que justifican las experiencias reales de las mujeres 13,5 12,9 73,6
La percepción de la violencia de género en el espacio público por hombres que se
encuentran cumpliendo condena en prisión por éste tipo de conductas es notoria en la medida
en que el 79% admite que ésta forma parte de un problema que afecta al conjunto de la
sociedad y tan sólo el 11,7% lo percibe como un problema de familia que no debe salir de ese
contexto. Ahora bien, centrando el foco en el tratamiento público que se hace sobre la
violencia de género, el 73,6% percibe una sobrerrepresentación del problema de la violencia
hacia las mujeres en los medios de comunicación y por parte de instituciones de carácter
público y el 55,9% cree que se le otorga una importancia excesiva a las mujeres que son
víctimas de maltrato en las relaciones de pareja. Así mismo, se observa que el 37,1%
aceptaría utilizar dinero público para promover una mayor presencia de las mujeres en la
20
política y el 45,8% acepta favorablemente la lucha de las asociaciones que trabajan en favor
de los derechos de las mujeres y la participación social de éstas.
CONCLUSIONES
A tenor de los resultados de las últimas investigaciones, tanto a nivel nacional como en el
espacio internacional, sobre la presencia de la violencia de género en las sociedades (OMS,
2013;EuropeanUnion Agency for Fundamental Rights, 2014, Ministerio de Sanidad, Servicios
Sociales e Igualdad, 2015) se hace imprescindible seguir trabajando en el conocimiento de los
factores, tanto individuales como sociales, que influyen en la aparición y reproducción de la
violencia machista en el contexto de una relación de pareja, que es el ámbito de estudio que
nos ocupa.
Como se apuntaba al inicio, los resultados expuestos en el presente trabajo son una
muestra de una investigación más amplia que tiene como objetivo principal estudiar las
actitudes y creencias hacia el género por parte de hombres condenados por delitos de
violencia de género y la relación de éstas con la mayor o menor propensión a cometer delitos
de violencia de género en el ámbito de la pareja para, posteriormente, comparar la
información obtenida del grupo de condenados con una muestra de hombres de la sociedad en
general que nunca han sido condenados ni denunciados por delitos de ésta índole. Con ello lo
que se pretende es poder detectar si existe algún tipo de relación causal entre las
construcciones culturales acerca del papel del hombre y el de la mujer en la sociedad y una
mayor o menor propensión a cometer actos violentos hacia la pareja. Ahora bien, es necesario
tener en cuenta la escasez de estudios empíricos con los que comparar los datos, tanto del
presente trabajo como los del estudio en los que se enmarca (Menéndez, Pérez y Lorence,
2013) si bien la OMS (2013) pone de manifiesto la relación existente entre las construcciones
culturales acerca de la masculinidad y la feminidad y las relaciones de poder entre los géneros
vinculado a la presencia o ausencia de conductas violentas en las relaciones de pareja.
La presente investigación se nutre de una muestra de 170 internos condenados por delitos
de violencia de género en la que se estudian las actitudes y creencias hacia el género, contexto
en que hay que tener en cuenta los hándicaps que rodean a los trabajos científicos que se
realizan con población penitenciaria. A la posible presencia de la deseabilidad social que
disminuye en cierta medida la veracidad de las respuestas, principalmente debido a la
obligatoriedad de exponer a cada interno de manera pormenorizada los detalles del estudio en
21
el que va a participar previo al consentimiento informado, se une el estigma carcelario (Boira,
Carvajosa yMarcuello, 2013) de los que participan en estudios sobre violencia de género
(tipos delictivos con concepciones muy negativas entre el colectivo de presos de las cárceles
españolas). Estas dos cuestiones pueden influir, por tanto, en la falta de veracidad de los datos
por lo que resulta necesario tenerlo en cuenta a la hora de interpretar y contrastar la
información. En éste sentido destaca la falta de relación entre las conductas violentas que
reconocen haber cometido los internos hacia sus parejas o ex parejas con las condenas que
realmente están cumpliendo en prisión. En este sentido, el 33% de la muestra estaba
cumpliendo delitos relacionados con violencia física (delitos de lesiones y malos tratos
continuados) y tan sólo el 13,5% reconocía haber pegado a su pareja en algún momento de su
relación. Por tanto se puede concluir la tendencia a minimizar el reconocimiento de las
conductas violentas que se realizan en un contexto de pareja, fundamentado en la objetividad
de las condenas firmes que han impuesto desde el ámbito judicial a los internos de los centros
penitenciarios.
Sin embargo, pese a las limitaciones anteriormente planteadas, sí se pueden obtener
algunas conclusiones relevantes para el estudio de la violencia de género. En primer lugar se
puede reafirmar la idea de la heterogeneidad presente en las características sociodemográficas
de los hombres que maltratan a las mujeres. Analizando variables de tipo socio demográficas
se encuentran hombres cumpliendo condenas por delitos de violencia de género con
características muy diversas. En el rango de edad se pueden encontrar chicos jóvenes desde
los 21 años de edad hasta hombres en edad de jubilación (68 años).En el nivel educativo se
distribuyen entre los distintos rangos, quizás destacando que el 34,1% no llegó a finalizar los
estudios primarios pero encontrando entre los agresores a hombres con niveles educativos
superiores e incluso universitarios. En el tipo ocupacional se distribuyen casi uniformemente
entre profesiones cualificadas (44,0%) y no cualificadas (41,8%), encontrándose el 51,8% en
desempleo en el momento de cometer el hecho delictivo frente al 41,8% que estaba activo
laboral. En cuanto a la nacionalidad, mayoritariamente son hombres españoles (el 85%) los
que son denunciados en España por cometer delitos de violencia de género. Y finalmente, en
relación al estado civil, los datos tampoco arrojan elementos determinantes para establecer un
perfil: en el momento en que se realizaron las entrevistas el 31,2% está soltero, el 23,5% tenía
pareja y el 15,8% estaba casado (el 18,8% de la muestra manifestaba seguir con la relación de
pareja con la víctima aún estando cumpliendo condena y con medidas de alejamiento) y el
25,3% se encontraba separado o divorciado en el momento de cometer el delito. Todo ello
refuerza la idea ampliamente aceptada de que no hay un único perfil de agresor, lo que hace
22
mucho más complejo estudiar el problema de la violencia de género (Boira, López y Tomás,
2010; Boira, Carvajosa y Marcuello, 2013; Cuhna y Abrunhosa, 2013).
Ahora bien, entrando directamente en el tratamiento de las diferentes conductas violentas
que se pueden producir dentro del contexto de pareja, los internos condenados reconocen en
mayor medida haber realizado conductas de violencia psicológica emocional (44,7% insultó a
su pareja delante de otras personas, el 70% gritó o chilló a su pareja, y el 54,1% dejó de
hablarle o actuó como si ella no existiese) y en segundo lugar conductas de violencia
psicológica de control (el 32,9% le llegó a controlar el tiempo y le obligaba a darle
explicaciones sobre sus salidas, el 31,8% le acusaba de serle infiel y al 25,3% manifestó no
querer que su pareja saliera con amigas).Estos datos coinciden con la macroencuesta sobre
violencia contra la mujer del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (2015), al
ser los dos tipos de violencia que más presencia han tenido conforme a las opiniones de las
víctimas. Sin embargo resulta preocupante que el 36,5% de la muestra acuse a la mujer de
causar la conducta de la que posteriormente es víctima, llegando incluso a admitir el 8,8% de
internos que la mujer provoca la agresión con su comportamiento.
En el análisis de las actitudes y creencias en relación al género, los datos obtenidos sí
pueden arrojar patrones mentales acerca de las concepciones sobre el género del grupo de
internos condenados por delitos de violencia en el ámbito de la pareja. Las concepciones de
índole sexista están notablemente presentes en la muestra estudiada sobre todo en formas de
sexismo benevolente, más sutil y más complejo de detectar y condenaren una relación de
pareja. Por ejemplo, los internos participantes le otorgan un gran protagonismo al rol de
madre que pueden ejercer las mujeres. En éste sentido el 64,7% expone que la mujer por
naturaleza está más capacitada que un hombre para atender y cuidar a un bebé, el 24,6% cree
que una mujer es más completa cuando es madre y el 23,6% opina que lo más importante en
la vida de una mujer es tener hijos. Con ello refuerzan la idea de que la mujer posee unas
características especiales y diferentes a la de los hombres, otorgadas de manera intrínseca por
la naturaleza, que les relega a un segundo plano cuando se trata de tareas relacionadas con la
maternidad/paternidad o simplemente les complementan las características que sí poseen los
hombres (la protección a la mujer y la familia, por ejemplo).
Ahora bien, centrándonos en el sexismo sustentado en el patriarcado, en la desigualdad de
poder entre hombres y mujeres y en la asimetría social de ambos géneros, los datos muestran
en mucha menos medida la afirmación de actitudes y creencias en base a éste tipo de sexismo.
En éste sentido la muestra estudiada admite en un 10,6% que los hombres rinden más en su
puesto de trabajo que las mujeres, que la incorporación de la mujer al mundo laboral no ha
23
empeorado la calidad de vida familiar (85,3%), que las mujeres que parecen débiles no son
más atractivas (86,4%) o que el 78,2% admita que los hombres deben trabajar en las tareas
domésticas el mismo tiempo que las mujeres (aunque si bien es cierto que el 45,9% de los
internos participantes no hacía un reparto equitativo de las tareas del hogar durante la relación
de pareja con la víctima). Sin embargo aún reproducen concepciones machistas, por ejemplo
tan sólo el 45,9% le parece adecuado que los niños jueguen con muñecas o que el 23,5%
piense que las mujeres se deprimen con mayor frecuencia que los hombres. En éste sentido
también destaca la creencia de la sumisión de la mujer al hombre, idea apoyada en el 42,3%
de los internos que manifiesta que no está bien que una mujer contradiga a su pareja en
público o que el 10,6% crea que la mujer debe ser a veces sumisa para tener una buena
relación de pareja. En síntesis, pese a que aún no se pueden comparar los datos de la muestra
de agresores con los datos de la población en general, sí se observa la presencia de creencias y
actitudes machistas en el colectivo de internos condenados por delitos de violencia de género.
Finalmente, el último elemento de análisis del presente trabajo lo comporta el estudio de
la violencia de género en el espacio público. Quizás sea este campo de análisis el que muestre
de forma más clara las concepciones erróneas que tienen los internos en relación al problema
de la violencia de género. Para el 73,6% de ellos, en los últimos años se ha exagerado el
problema de la violencia de género, tanto por parte de los medios de comunicación como por
parte de las instituciones públicas, en éste caso El Gobierno de España. Así mismo el 55,9%
cree que se le concede una importancia excesiva a las mujeres que son víctimas de éste tipo de
maltrato, aunque ciertamente el 79% cree que la violencia de género forma parte de un
problema a nivel social y no sólo perteneciente al espacio privado de las familias que lo
sufren. Sin embargo, queda constancia de que los internos no perciben mayoritariamente un
problema de desigualdad social entre los géneros en la sociedad española, el 51,8% cree que
la sociedad ha alcanzado la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, el 45,8%
entiende la lucha por la igualdad de las asociaciones de mujeres y el 47,6% cree que se trata
de forma sexista a las mujeres en la televisión.
Por todo lo anteriormente expuesto se concluye que en el estudio de la violencia de
género, y más concretamente en el ámbito de la pareja, no sólo es necesario conocer a las
víctimas y a los agresores, ni los elementos externos e internos que influyen en la presencia
del maltrato de género (trastornos mentales, consumo de sustancias, etc.) sino también
estudiar el contexto social y cultural en que se producen éste tipo de ataques a los derechos y
libertades de las mujeres, resulta fundamental indagar sobre todas estas cuestiones para
determinar en qué campos se debe trabajar, por ejemplo a nivel preventivo (en la educación
24
social), pero también a nivel intervencionista, en los programas de tratamiento que se llevan a
cabo con víctimas y especialmente agresores (como en el caso del Programa de Intervención
Para Agresores, PRIA 2010, diseñado para intervenir con éste tipo de agresores dentro de las
prisiones españolas), máxime cuando una de las finalidades constitucionales de la pena
privativa de libertad es la reeducación y reinserción social de los presos (art. 25.2 de la
Constitución Española).
25
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