acha, omar. memorias generacionales de la violencia política

14
Encrucijadas y obstinaciones en la distinción de historia y memoria: en torno a las prácticas memoriográficas en la Argentina Omar Acha 1 Sumario El objetivo de esta presentación consiste en elaborar algunos conceptos destinados a delinear el escenario argentino de la relación entre prácticas historiográficas y prácticas memoriográficas sobre los años setenta. Sugiero que la noción de memoria generacional es útil para captar las peculiaridades político-intelectuales de quienes en los últimos lustros se abocaron al esclarecimiento y crítica del pasado reciente. Esa memoria generacional atraviesa diversas producciones culturales y hace de la noción de violencia el nudo organizador de la comprensión histórica, a tal punto que el conjunto de estudios producidos parece perfilar una violentología argentina. Para pensar una de las figuras teóricas de la memoria generacional analizaré brevemente los aportes realizados por la ex activista montonera y actual politóloga Pilar Calveiro. Señalaré que la doble inscripción de las posiciones de enunciación de su generación –inserta en los ámbitos universitarios pero a la vez legitimada como actor político-intelectual– reguló la repercusión académica y pública de las reflexiones sobre el pasado reciente. La inclusión de los elementos centrales en los escritos de Calveiro en el panorama de su generación es clave para dar cuenta de una interconexión entre memoria e historia a la sombra de una experiencia compartida. Esbozaré como cierre una reflexión sobre los dilemas planteados por la inminencia de un posible relevo generacional para los debates por venir sobre sobre los “Setenta”. 1 UBA/CONICET. Ponencia presentada en las Jornadas Internacionales: Historia, memoria y patrimonio, Archivo General de la Nación / CEIRCAB – TAREA - Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires, 10-11 de noviembre de 2010. 1

Upload: gonzalezcanosa

Post on 31-Dec-2014

26 views

Category:

Documents


3 download

TRANSCRIPT

Page 1: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

Encrucijadas y obstinaciones en la distinción de historia y memoria: en torno a las prácticas memoriográficas en la Argentina

Omar Acha1

Sumario

El objetivo de esta presentación consiste en elaborar algunos conceptos destinados a

delinear el escenario argentino de la relación entre prácticas historiográficas y prácticas

memoriográficas sobre los años setenta. Sugiero que la noción de memoria generacional

es útil para captar las peculiaridades político-intelectuales de quienes en los últimos

lustros se abocaron al esclarecimiento y crítica del pasado reciente. Esa memoria

generacional atraviesa diversas producciones culturales y hace de la noción de violencia

el nudo organizador de la comprensión histórica, a tal punto que el conjunto de estudios

producidos parece perfilar una violentología argentina. Para pensar una de las figuras

teóricas de la memoria generacional analizaré brevemente los aportes realizados por la ex

activista montonera y actual politóloga Pilar Calveiro. Señalaré que la doble inscripción

de las posiciones de enunciación de su generación –inserta en los ámbitos universitarios

pero a la vez legitimada como actor político-intelectual– reguló la repercusión académica

y pública de las reflexiones sobre el pasado reciente. La inclusión de los elementos

centrales en los escritos de Calveiro en el panorama de su generación es clave para dar

cuenta de una interconexión entre memoria e historia a la sombra de una experiencia

compartida. Esbozaré como cierre una reflexión sobre los dilemas planteados por la

inminencia de un posible relevo generacional para los debates por venir sobre sobre los

“Setenta”.

1 UBA/CONICET. Ponencia presentada en las Jornadas Internacionales: Historia, memoria y patrimonio, Archivo General de la Nación / CEIRCAB – TAREA - Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires, 10-11 de noviembre de 2010.

1

Page 2: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

Temas y problemas de una pertenencia generacional

La distinción entre las prácticas de la memoria social y las de la historiografía ha sido

elaborada por diversos autores desde heterogéneas matrices disciplinares. Sería posible

desplegar un relevamiento de sus acepciones y esquematizar las relaciones entre memoria

e historiografía a lo largo de los siglos, por lo menos desde Herodoto, del mismo modo

que sería factible cartografiar sus matices culturales en América Latina, en el espacio

euratlántico, o incluso en el plano global. Antes que con nociones conceptuales abstractas

y perennes, hallaríamos invenciones alternativas entre narraciones que conjugan una

autoidentificación subjetiva (individual/colectiva) y relatos que demandan una carga de

investigación documentable y argumentativamente justificable. Sólo en precisas

circunstancias, y a la sombra de muy concretas prevenciones, ciertas prácticas narrativas

son clasificadas como ejercicios de la memoria o de la historia. Si adoptáramos una

mayor sensibilidad fenomenológica, los contactos e hibridaciones entre ambas maneras

de tramitar la relación significativa con el pasado se multiplicarían.

En este trabajo voy a desarrollar una idea de cómo se relacionan memoria e historiografía

(usualmente referida como “historia”) en un ámbito político-cultural singular de la

Argentina contemporánea. Si bien el asunto convoca a la bibliografía corriente en el

campo general de la teoría histórica (de Paul Ricoeur a Hayden White, de Carlo Ginzburg

a Jan Assmann), pienso que hay configuraciones específicas que remiten a la propia

historia nacional y, en su seno, a las tramas generacionales que estructuran la

construcción, circulación y lectura de textos. Incluso diría que las maneras de discutir el

reiterado entuerto entre la historia y la memoria tiene una estrecha relación con lo

generacional, en la exacta medida en que una misma experiencia compartida afecta la

articulación historia/memoria, determinó hasta ayer el derrotero del correspondiente

entramado de producción intelectual. En todo caso, intentaré mostrar que el enfoque es

relevante para dar cuenta de las figuras que asume en la Argentina actual.

Es claro que no se puede establecer una matriz única y compacta en la producción de

discursos que conjugan prácticas de la historiografía y prácticas de la memoria. Además

de las diferencias disciplinares, hay una multiplicidad de conceptos y puntos de vista que

impiden detectar una sola y meridiana manera de articular dimensiones historiográficas y

2

Page 3: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

memoriográficas. Dentro de ese conjunto imposible de analizar exhaustivamente en una

intervención como ésta, quiero detenerme en un fragmento del mismo que encuentro

significativo para dar cuenta de algunas derivas de la cuestión en la Argentina, con la

esperanza de que las indicaciones realizadas puedan ser de utilidad para pensar dicha

situación, pero también para estimular reflexiones comparativas con las prácticas

conocidas por las y los colegas provenientes de Europa que participan en el presente

coloquio.

Mi argumento principal sostiene, en primer lugar, que el campo de las escrituras ligadas

a la memoria social y a la historiografía en la Argentina está interconectado por flujos que

atraviesan las difusas fronteras de las prácticas sociales. Así las cosas, aunque es

aconsejable mantener y elaborar la distinción entre una memoria atenida a las derivas de

las identificaciones subjetivas, por un lado, y un deber historiográfico de cultivar la

ecuanimidad y pretensión de verdad en la indagación de archivo, por otro lado, en la

construcción textual se observa un continuum entre ambas exigencias. Esto no constituye

un rasgo intrasferible respecto de otras situaciones históricas, aunque sí denota en la

Argentina una vigorosa pertenencia epocal. En efecto, quienes produjeron los principales

textos críticos sobre la memoria de los Setenta tienen una experiencia directa de la época

sobre la que se escribe.

Propongo, en segundo lugar, que en la Argentina (y esto puede ser extendido a otros

países del Cono Sur) suele encontrarse una marca generacional muy acusada en las

mixturas más nítidas entre prácticas memoriográficas e historiográficas, pues los procesos

postdictatoriales favorecieron la constitución de espacios de producción académica

estrechamente ligados a las derivas político-intelectuales de quienes durante los años

precedentes habían participado en la política nacional, generalmente dentro del amplio

abanico de las izquierdas. Tras el fin de las dictaduras, las y los intelectuales, fuera que

retornaron de los exilios externos o internos, al menos en parte, se insertaron y fueron

partícipes de la reconstrucción de la vida universitaria. Prosperó entonces la condición de

doble inscripción de quienes se situaron en el marco académico pero no resignaron sus

intereses político-intelectuales, a pesar de que en general atestiguaron profundas

modificaciones. Entre las incumbencias académicas, a veces de manera sistemática, a

veces de modo paralelo a las obligaciones docentes o de la investigación, se desplegó una

3

Page 4: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

ostensible preocupación por la narración del pasado político reciente. De manera que

hacia 1990 comenzó a percibirse la aparición de textos sobre la historia de los últimos

decenios, cuya escansión llega hasta nuestros días, producido por académicos nacidos

aproximadamente entre 1935 y 1950, es decir, una generación que alcanzó una

participación política plena en las décadas de 1960 y 1970. No es por azar que fuera esa

generación la que revelase una impronta de muy marcada hibridación de memoria e

historia, pues la narración y análisis del pasado fue constitutiva de sus sensibilidades

identitarias, de las figuras de sus experiencias y de la tramitación simbólica de una

derrota política sufrida en un periodo todavía cercano y ante el cual se adoptan actitudes

diversas. De tal manera, la dinámica de las interrelaciones entre memoria e historia

estuvo marcada por una fuerte impronta política y generacional.

Por último, en tercer lugar, las circunstancias de una configuración generacional en el

campo fundacional de discursos sobre la memoria condujeron a la impostación de la

Violencia como el nudo de la realidad histórica analizada. Lo que fue la experiencia

específica de sectores comprometidos, generalmente de la clase media universitaria e

intelectual, asociada a las izquierdas revolucionarias, devino experiencia histórica válida

para captar el tema de una “época”. De allí la primacía de la problemática de la violencia,

transformada en signo de un periodo histórico sumamente complejo, y la devaluación de

otras miradas, no necesariamente separadas de implicaciones de memoria e historia, para

la historia reciente argentina. Pienso en la habilitada por una historia social y político-

cultural de las clases populares, sólo parcial y complejamente vinculadas con la

militarización de la estrategia revolucionaria.

Las restricciones de tiempo me impiden abordar los diferentes aspectos que asume la

costura generacional que enhebró la primera fase los estudios académicos sobre la

memoria y la historia argentina reciente. Creo que una posibilidad para tornar accesible el

tema consiste en concentrar las referencias en las elaboraciones de un trabajo reconocible

y situable, que aquí decidí enfocar en escritos contemporáneos de la intelectual argentina

Pilar Calveiro.2 Doctora en Ciencias Políticas e investigadora de la Universidad Nacional

2 Ciertamente, podía haber elegido otro conjunto de textos que mostrarían un mismo calado generacional (pienso en algunos trabajos de Oscar Terán, de Oscar del Barco y de Hugo Vezzetti, entre otros posibles e igualmente significativos), aunque cada cual revelaría inflexiones existenciales y posiciones políticas distintas. El rasgo fundamental que los vincularía sería, sin embargo, el mismo que atraviesa la producción

4

Page 5: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

Autónoma de México, Calveiro forjó en los últimos años una serie de textos relativos a la

violencia política y la represión dictatorial que la constituyen en una referencia para el

campo de la historia reciente en la Argentina. Ex activista y actual investigadora

universitaria, Calveiro muestra con peculiaridades una de las figuras posibles de la

tramitación generacional de la memoria e historia de una época.

La “memoria política” en las dialécticas históricas de la violencia

Los trabajos de Pilar Calveiro sobre la historia argentina reciente expresan una estampa

específica de la situación generacional sin la cual, me parece, es difícil desentrañar las

afinidades entre prácticas memoriográficas y prácticas historiográficas (o más

ampliamente de la investigación social) en la Argentina.

El caso de Calveiro recalca la implicación existencial y política con los hechos

analizados. Aunque Calveiro escribe casi siempre en tercera persona, la experiencia

personal constituye un aspecto decisivo de las condiciones de su enunciación y establece

un inconfundible “pacto de lectura”. Quien lee un texto de Calveiro es advertido desde el

principio que enfrentará un escrito de alguien que vivió aquello que se relata, aunque sea

de manera parcial y situada. Más aún, la autora postula que la memoria de aquellos años

constituye una “marca” en el “cuerpo”, una cicatriz que conserva su fuerza indicial de las

prácticas de aprisionamiento, interrogación y tortura en los campos de concentración

argentinos. Detenida “desaparecida” durante los primeros años de la dictadura militar y

luego exiliada, Calveiro subraya ese tegumento corporal de la memoria, de la experiencia

vivida. Esa “experiencia particular” (2005b, 5), sin embargo, no se refugia en una

intuición solitaria. Calveiro elude la pretensión de definir subjetivamente la experiencia

política de su época juvenil como una vivencia intransferible, aunque sí afirma el anclaje

corporal e incluso sensorial, de las marcas de experiencia. Esto no entrañaría una

de Calveiro, a saber, la primacía asignada a la violencia como rasgo epocal. Por lo tanto, junto a las divergencias sustanciales en torno a las perspectivas políticas, considero que existe un acuerdo implícito sobre el tema fundamental en debate. Es ese acuerdo nunca consensuado el que expresa la cobertura generacional de autorías diversas, pues sólo excepcionalmente una trama generacional se hace explícita. Entonces surgen los manifiestos y las proclamas. (Sobre la pertinencia de la clave generacional para la historia intelectual y política, aunque para el caso francés, ver Sirinelli, 1988; Winock, 1989)

5

Page 6: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

reducción de la memoria a una operación simplificadora y centrada en sí misma, ni

anularía la complejidad e incluso la hondura crítica del análisis.

En contraste con otras nociones de revivencia o reactualización –este lugar crucial en la

filosofía de la historiografía hasta Collingwood y Gadamer–, sostiene lo siguiente:

“Cuando decimos que al recordar revivimos, se puede pensar en que volvemos a vivir,

desde nuestro cuerpo, la experiencia que está allí inscrita pero también que el acto de

recordar nos da la posibilidad de volver a vivir. Al reencontrar el sentido del pasado, éste

se abre, actualizando a su vez la posibilidad misma de sentido en el presente” (2005a,

20). Habría entonces una apertura al presente. Esta no es, empero, una cualidad del

recuerdo, ni se regula automáticamente.

La conexión de la cuerda intertemporal sigue las peripecias de una “memoria política”, el

concepto central en Calveiro. La memoria política tiene dos rasgos definitorios. En

primer término, la singulariza la restitución del “sentido de las prácticas políticas

pasadas”. Calveiro supone así, en contraste con otras aproximaciones que subrayan la

dimensión alucinatoria e imaginaria de la praxis política radicalizada, el trasfondo

estratégico dirimido en la tensión entre la política emancipatoria y el militarismo que la

redujo a la acción instrumental. Como dice en una entrevista: “Para mí recordar la

militancia de los años ‘70 es recordar la posibilidad del proyecto político” (2005c).

En segundo término, la “memoria política” apremia un seguimiento de las

reverberaciones actuales de la experiencia social pasada. De allí que se instaure un puente

entre las experiencias individuales a las colectivas y, sin solución de continuidad, entre

las lógicas de la violencia pretéritas y presentes. Este momento esencial de la

argumentación es facilitado por la afirmación de Calveiro sobre la inclusión de la realidad

política argentina y latinoamericana de la década de 1970 en “procesos generales”, o en

un “contexto mundial” determinado por la Guerra Fría, de la cual la Guerra Sucia

latinoamericana sería una forma subsidiaria. El “fenómeno extranacional”, proveería las

“claves decisivas” para entender la historia nacional reciente (2005a, 188). La conexión

mundial se explica, en consecuencia, tanto por la imposición de una dicotomía

comunismo/anticomunismo que organizó las lógicas represivas en todo el subcontinente

latinoamericano, como por la centralidad asignada (de modo similar en las guerrillas

como en los aparatos antisubversivos) al estado y a la violencia militar. Fue así como

6

Page 7: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

todos los “proyectos de cambios” fueron clasificados por la política exterior

norteamericana como formas más o menos solapadas de revolución comunista e

intervención soviética, y por lo tanto sujetos a la lógica contrainsurgente de la Guerra

Fría. El Plan Cóndor de la represión militar común a Sudamérica sería una expresión

localizada de la geopolítica norteamericana o más ampliamente “occidental”.

No puede dejar de notarse aquí la fuerza con que la interpretación de la memoria y la

historia es traccionada hacia una explicación típica del “revisionismo” argentino en que la

presión externa (en este caso, norteamericana) marca el paso de la historia interna. Esto

no implica, naturalmente, ocluir la relevancia continental y mundial que tuvo la represión

y la coordinación de la ola dictatorial de las décadas del sesenta al ochenta en casi toda

América Latina. El problema reside en hallar en esa presión real las “claves decisivas”,

en palabras de Calveiro, de una historia que, sin duda, no puede ser pensada y

representada al margen de la confrontación mundial de la Guerra Fría.

Al introducir la inflexión “política” de la memoria se le imprime, siempre según Calveiro,

una cuota de “responsabilidad” y “esperanza”, que neutraliza cualquier tentación de la

mera repetición narcisista o traumática. La responsabilidad compele a desarrollar las

implicaciones de los agentes reflexivos con su pasado –sin evadir, entonces, las deudas

con aquella época– y la esperanza demanda una “iluminación crítica” en el presente para

imaginar presentes y futuros nuevos. En suma, “el sentido de la memoria política es

aportar al cauce de las apuestas del presente y el futuro, sin pretender que podríamos

desconocer las experiencias que llevamos inscritas como sujetos y como sociedad”

(2005b, 7).

La modulación “política” de la memoria, es decir, la transformación estratégica del

recuerdo epocal colectivo, es lo que impide el devenir-locura de una experiencia que de

otro modo se hundiría en el sinsentido. “Los sobrevivientes, los militantes, los actores

políticos principales de entonces”, dice Calveiro, “tienen que retomar la palabra, una

palabra crítica que dé cuenta de los sentidos y los sinsentidos de lo actuado. Mientras eso

no ocurra, buena parte de la memoria se replegará a los espacios privados y eludirá la

dimensión política que le correspondió a aquella práctica” (2005a, 21). El argumento de

Calveiro llega incluso más lejos al instituir a la política como contención de las

derivaciones indeseadas de las prácticas, tanto las militares como las memoriográficas. La

7

Page 8: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

muestra más clara de esa ausencia de política explicaría la perseverancia en los errores

formidables del líder montonero, Mario Eduardo Firmenich, como de las dificultades del

presente para comprender el pasado. Es así que en Firmenich habría un obstáculo político

tanto en el pasado, en su actuación como dirigente de la guerrilla peronista (cuya ausencia

de política la condenó a la destrucción), como en el presente de su obstinación en la

defensa acrítica de su responsabilidad. El problema de Firmenich, entonces, sería político,

o más bien, de falta de política. En el pasado: “Lo militar y lo organizativo asfixiaron la

comprensión y la práctica políticas, tirando por la borda buena parte del trabajo previo”

(2005a, 23); y en el presente lo mismo dañaría las interpretaciones de lo pretérito: “De

igual manera, en el mundo actual, tenemos un déficit político que dificulta la

comprensión de lo que pasó” (Ibidem).

Otro elemento decisivo de la argumentación de Calveiro es la fluidez del lazo entre

memoria e historia. Es habitual encontrar en sus escritos expresiones como la siguiente:

“En este texto pretendo realizar un ejercicio de memoria, no una historia, sobre las

circunstancias que llevaron al momento de mayor violencia política en la Argentina (…)

y el papel que les cupo en ellas a las organizaciones armadas” (2005a, 12; una expresión

similar en 2005b, 5). No obstante, el uso de la tercera persona y la transición inmediata al

“contexto” y a los “procesos generales” conducen a una “historización” que abandona las

circunvalaciones del recuerdo personal y sus tramitaciones intertemporales para

inscribirse en una historia mundial que adquiere una prestancia universal, tanto en sus

dimensiones geográficas (que transitan de la militancia política a la guerrilla, y del cuerpo

agredido a la confrontación de las grandes potencias hemisféricas) como en las

temporales (donde el pasado, el presente y el futuro atañen a un entramado común

organizado alrededor de la violencia). He aquí la definición de la operación de

historización: “Historizar es una forma de unir lo que fue con lo que es, en este caso,

reconocer las violencias pasadas en las presentes, las ‘violencias en democracia’, como el

gatillo fácil o el asesinato de militantes sociales. Pero también es romper esas

continuidades para indagar en las diferencias” (2005a, 19-20). Debemos detenernos

brevemente sobre el calibre asignado a las diferencias históricas.

El anhelo de una activación política de la memoria es lo que abre, y a la vez delimita, la

convocatoria de Calveiro a construir una memoria política: “la comprensión de los

8

Page 9: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

movimientos guerrilleros de los años 70, como acto de memoria, no se puede alcanzar en

un momento ni con una sola mirada. Reclama un debate –que de hecho ya ha empezado–

en el que confluyan distintos puntos de vista, y del que este texto pretende ser parte. Creo

que nos obliga, por un lado, a rehistorizar ese pasado para rescatar el sentido político que

tuvo entonces para sus protagonistas, pero al mismo tiempo, nos convoca a abrirlo como

nueva fuente de sentido, en relación con la necesaria recuperación de la política en el

mundo presente” (2005a, 24). El modo de reactualizar la política tiene una meta explícita

ya en Poder y desaparición (Calveiro, 1998), a saber, que “las formas del poder” han

mutado pero en lo profundo se han mantenido. ¿Estamos antes “formas” radicalmente

diferentes, que por ende conservan una sustancia o un contenido? Calveiro responde: “sí

y no” (1998, 169). En los tiempos del neoliberalismo, de la destrucción del estado de

bienestar y de la industria, del pleno empleo y de la escuela pública, se expresaría un

rostro novedoso de lo que califica como la pervivencia de un “poder desaparecedor”

(Ibidem).

Por lo tanto, no sorprende que Calveiro presente su análisis como el segmento de “una

larga historia de violencia y autoritarismo”, vigente en la vida política argentina desde el

siglo XIX y perdurable tanto con las lógicas violentas impuestas por las Fuerzas

Armadas, sobre todo después de 1955, como por las organizaciones revolucionarias de

impronta guevarista que, si bien no pueden ser estrictamente calificada de “terroristas”,

sufrieron de antemano una derrota política a la militar porque se vieron arrastradas a una

confrontación de aparatos de aniquilamiento. El ciclo no se agotó con la hecatombe

dictatorial, ni la cesura democrática y la implantación del estado de derecho después de

1983 implicaron un desplazamiento fundamental del lugar de la violencia en las prácticas

sociales. Lo que ocurrió fue una mutación de sus figuras, aunque no esencialmente de sus

consecuencias destructivas. En primer lugar porque, en América Latina, la “pacificación”

política de las “democracias” (las comillas son de Calveiro) se asentó sobre la represión;

en segundo lugar, porque la exclusión social de nuestras sociedades neoliberales (o

postneoliberales) implican una “violencia sorda”; en tercer lugar porque se promueve la

represión irrestricta al construir a los marginados como “delincuentes”. Más aún, según la

autora nos hallamos en un escenario mundial en que una “política global” de carácter

brutal es replicada por una “resistencia” también atenida al uso de la fuerza, “nos guste o

9

Page 10: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

no”, dice Calveiro. No obstante, existirían aperturas novedosas, como las del zapatismo

en México o del movimiento altermundialista, exploratorias nuevos caminos en que

retoñan a la vez la política y la ética (2005b, 19).

Las perspectivas enunciadas por Calveiro instituyen a la violencia como el hilo conductor

de la historia argentina. Sorprende poco, entonces, que también sea la columna vertebral

de su reflexión sobre la memoria, pues también había configurado el riel sobre el que se

desplazaron, según la autora, las prácticas políticas de los años setenta. Como otras

posiciones en el debate sobre la historia reciente, Calveiro bordea la definición de una

violentología argentina, noción que me parece adecuada en términos comparativos con la

conocida especialidad disciplinar de la investigación política e histórica en Colombia o en

los estudios colombianistas. El “poder” se transmuta en violencia y se expande en el eje

horizontal de la globalidad y en el vertical de toda la historia nacional, hasta asumir, con

la venia de una cierta lectura de Walter Benjamin y Giogio Agamben, la fundación

misma y la trastienda del derecho en las sociedades modernas (Calveiro, 2008).

Ahora bien, esta representación de la violencia como matriz epocal e histórica, subjetiva

y objetiva, configura un cierto compromiso entre los espacios de experiencia y los

horizontes de expectativa. No emerge de una práctica desapasionada y neutra de

indagación del proceso histórico nacional o global. Surge como interrogación y respuesta

de una experiencia generacional y propone una perspectiva específica para una

problemática que es colectiva. Es una marca ideológica que atenaza las preocupaciones

de una generación política en la izquierda intelectual y académica argentina. Porque

debemos reconocer que hasta hace muy poco el debate sobre la memoria y la historia

reciente en la Argentina fue un patrimonio casi exclusivo de las izquierdas y sobre todo

de sus franjas intelectuales.

Perspectivas de una problematización generacional

El breve análisis aquí propuesto se refirió a un corpus textual específico perteneciente a

una serie de estudios de la memoria y de la historia que compone un abanico de

interpretaciones irreductibles a una argumentación sin fisuras. El enfoque de Calveiro es

10

Page 11: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

tan singular como comparable con otras aproximaciones. El rasgo compartido con otras

estrategias interpretativas reside en el lugar preponderante asignado a la violencia política

como trama fundamental de la política revolucionaria de la década de 1970. Incluso para

quienes no comparten la dialéctica entre responsabilidad y esperanza explícita en la

fórmula de la “memoria política” en Calveiro, se puede hallar el mismo tema, la

omnipresencia de la violencia (entre otras referencias: Del Barco [2005], De Santos

[2006], Hilb y Lutzky [1984], Kaufman [2007], Ollier [1986], Pozzi [2006], Romero

[2003], Terán [2006], Vezzetti [2002, 2009]). Son otras las opciones que

desproblematizan la violencia o le otorgan una condición de elemento sistémico más o

menos velado (Izaguirre y colaboradores, 2009; Marín, 2003). Así las cosas, en la

constitución del campo de consensos y divergencias en torno a la relación epocal entre

violencia y política en la historia argentina reciente se puede hallar una memoria

generacional. En el mismo registro se puede situar el reclamo coral sobre la necesidad de

reinstituir la dimensión ética en la construcción de toda estrategia de izquierda

democrática, aunque no necesariamente antirrevolucionaria.

No se me escapan las vicisitudes del concepto de generación, desde Ortega (1923) a

Mannheim (1928) hasta nuestros días. Faute de mieux, es el que habilita captar la

pregnancia de una experiencia común, aunque no por eso unívoca, y las distintas

tramitaciones desde los marcos académicos en la era de la democracia liberal.

Una generación política e intelectual como la que ha producido una serie consistente de

intervenciones interpretativas sobre la memoria y la historia reciente argentinas no se

define por la década de nacimiento (si bien una argumentación de este tipo tendría alguna

relevancia), sino por el problema sobre el que se edifica una preocupación compartida. Y

ese problema, muy propio de la llamada “transición democrática” de los Ochenta y los

tiempos posteriores, fue la relación entre violencia y democracia, una cuestión urgente en

el periodo post-dictatorial.

La centralidad de la violencia devino un concepto articulador del pensamiento de la

memoria y de la historia para toda una generación marcada en los Setenta por opciones

políticas radicales y ciertos orígenes de clase. Avanzó sobre la explicación de una época,

se expandió sobre sus antecedentes y consecuencias, constituyéndose en clave

hermenéutica del debate sobre qué alcance asignarle a “1983”, esto es, a la democracia

11

Page 12: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

liberal y al estado de derecho en la historia y memoria nacionales. La relación con la

noción matriz de violencia fue diferente en cada caso. Pero lo compartido por dicha

generación fue la primacía de la violencia en su relación con la política. Las posturas al

respecto fueron variadas, e incluso llegaron a oponerse. Mas compartieron por eso mismo

un terreno de confrontación que compuso un lenguaje común. He allí el nudo que agita

las cuerdas de las prácticas de la memoria y de la historia, al menos hasta que se produzca

un relevo generacional que no se realizará, podemos preverlo, inexorablemente.

En Calveiro, memoria e historia se amarran en una relación íntima y ambivalente, donde

la experiencia vivida es reinterpretada gracias a una “historización” que moldea una

memoria política. Las fórmulas del enganche de la memoria con la historia son distintas

en otros integrantes de su generación, que insisten quizá en la vertiente analítica o

historiográfica, pero también en la testimonial o confesional. Cualesquiera fueran los

rasgos dominantes de la composición entre lógicas de la memoria y de la historia, como

sea que se articularen los recuerdos del pasado y las apuestas del presente, la generación

que desarrolló con mayor profundidad la reflexión sobre la temática de la violencia

política en el pasado relativamente reciente constituyó un suelo de interpretaciones. Sobre

ellas se construyó el trabajo de las nuevas hornadas de investigadores e investigadoras

(no creo que aún alcancen la apostura y ambición de una nueva generación intelectual, si

este adjetivo es cargado en toda su plenitud).

En efecto, la circulación de un conjunto de textos relativos al pasado reciente fue decisiva

para la edificación de las más recientes investigaciones sobre la historia nacional y el

balance crítico en torno a los años de radicalización política. ¿Cómo explicar esta

“influencia”?

La generación de Pilar Calveiro no produjo sus escritos en un espacio libres de estrías y

fronteras institucionales. Atravesó las barreras de las huellas no académicas de su

producción primera para constituirse en “Bibliografía” de trabajos universitarios

relativamente disciplinados. Lo mismo sucedió con otras intervenciones, citadas en la

bibliografía y bien conocidas en el ambiente intelectual argentino, que desde el zócalo del

ensayo crítico se difundieron como sostenes interpretativos de estudios académicos. El

pasaje no debería sorprender, porque la generación que se lanzó a enunciar sus posiciones

lo hacía en la vereda de sus anclajes institucionales, con su autoridad y legitimidad,

12

Page 13: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

capacidad de inducción interpretativa, reclutamiento de pulsiones renovadas y

reproducción conceptual. Entonces, se transmitió una preocupación generacional y

grupal, vigorosamente articulada por pertenencias de clase, en la cual el provilegio

otorgado a la deriva de las organizaciones armadas tendió a ocluir otras historias, otros

actores y otras memorias. Al permear el campo de la historiografía, todavía hoy

condiciona también la investigación y el presente de quienes se esfuerzan por indagar la

experiencia setentista, tanto en sus referentes pretéritos como en sus reverberaciones

contemporáneas. No obstante, trabajos recientes tallan entradas de investigación hacia

otras narraciones (por ejemplo, Basualdo, 2010; Lorenz, 2010).

Si la argumentación que insiste en el calado generacional de los estrechos enlaces entre

historia y memoria es pertinente (e insisto que podía haber tomado una “muestra”

bastante diferente que los textos de Calveiro para arribar a un constelaciones temáticas

afines, aunque quizá con otras derivaciones), entonces un debate posible es el de los

condicionamientos intransferibles que imprimieron trazos indelebles en el campo de la

reflexión y la escritura sobre la memoria y la historia de los setenta, y por lo tanto, el de

las nuevas condiciones que regularán, y quizá ya gobiernan, el quehacer investigador y

eventualmente crítico de las (posibles) nuevas generaciones. El tema no es menor y

plantea dilemas importantes para quienes hoy se encuentran ante la perspectiva de una

transmisión intelectual y académica. Si el paso a las nuevas hornadas es inevitable,

¿cuáles serán sus problemas? ¿Cómo incidirán sus puntos de vista en la refiguración del

campo de estudios? ¿Qué efectos tendrá la previsible escisión entre experiencia, historia y

rememoración, inimaginable para quienes nacieron en los setenta o los ochenta?

Pero lo principal surgirá de las actitudes de las nuevas generaciones, que adeudan a sus

precedentes la propuesta de posiciones sobre un tema fundamental como es el de la

violencia política. Cuando se menta la cuestión generacional no se alude sólo al corte. Se

invoca también una cierta continuidad y aprendizaje, así fuera que se realice pagando la

aduana de una distancia.

En mi opinión, estas son algunas de las principales preguntas que nos plantea la actual

encrucijada argentina de la relación entre historia y memoria.

13

Page 14: Acha, Omar. Memorias generacionales de la violencia política

Bibliografía citada Basualdo, Victoria (2010), Labor and Structural Change: Shop-Floor Organization and Militancy in Argentine Industrial Factories (1943-1983), tesis doctoral, Universidad de Columbia. Calveiro, Pilar (1998), Poder y desaparición. Los campos de concentración en la Argentina, Buenos Aires, Colihue. --. (2005a), Política y/o violencia, Buenos Aires, Norma. --. (2005b), “Antiguos y nuevos sentidos de la violencia política”, en Lucha Armada en la Argentina, año 1, nº 4. --. (2005c), “Hay que romper el disimulo de la militancia”, entrevista, en Página 12, 2 de octubre, suplemento Radar. --. (2006a), “Los usos políticos de la memoria”, en Gerardo Caetano, comp., Sujetos sociales y nuevas formas de protesta en la historia reciente de América Latina, Buenos Aires, CLACSO. --. (2006b), “Testimonio y memoria en el relato histórico”, en Acta Poética, vol. 27, nº 2. --. (2008), “Acerca de la difícil relación entre violencia y resistencia”, en Margarita López Maya, Nicolás Iñigo Carrera y Pilar Calveiro, eds., Luchas contrahegemónicas y cambios políticos recientes de América Latina, Buenos Aires, CLACSO. de Santos, Blas (2006), La fidelidad del olvido. Notas para el psicoanálisis de la subjetividad militante, Buenos Aires, El Cielo por Asalto. Del Barco, Oscar (2005), “Carta”, en http://www.elinterpretador.com.ar/ensayos_articulos_entrevistas-numero15-junio2005.htm. Hilb, Claudia y Daniel Lutzky (1984), La nueva izquierda argentina, 1960-1980. Política y violencia, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. Izaguirre, Inés, y colaboradores (2009), Lucha de clases, guerra civil y genocidio en la Argentina, 1973-1983, Buenos Aires, Eudeba. Kaufman, Alejandro (2007), “Izquierda, violencia y memoria”, en Pensamiento de los Confines, nº 20. Lorenz, Federico Guillermo (2010), “Algo parecido a la felicidad”: Una historia de lucha y represión de la clase trabajadora durante la década del setenta (1973-1978), tesis doctoral, Universidad de General Sarmiento/IDES. Mannheim, Karl (1928), “El problema de las generaciones”, en Revista Española de Investigaciones Sociológicas, n° 62, 1993. Marín, Juan Carlos (2003), Los hechos armados. Argentina 1973-1976. La acumulación primitiva del genocidio, Buenos Aires, La Rosa Blindada/PICASO. Ollier, María Matilde (1986), El fenómeno insurreccional y la cultura política (1969-1973), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. Ortega y Gasset, José (1923), “La idea de las generaciones”, en El tema de nuestro tiempo, en Obras completas. Tomo III, Madrid, Revista de Occidente, 1946. Pozzi, Pablo (2006), “Para continuar con la polémica sobre la lucha armada”, en Lucha Armada en la Argentina, año 2, nº 5. Romero, Luis Alberto (2003), “La violencia en la historia argentina reciente: un estado de la cuestión”, en Historizar el pasado vivo, en http://historizarelpasadovivo.cl/es_contenido.php. Sirinelli, Jean-François (1988), Génération intellectuelle. Khâgneux et normaliens dans l’entre-deux-guerres, París, Fayard. Terán, Oscar (2006), “Década del 70: violencia de las ideas”, en Lucha Armada en la Argentina, año 2, nº 5. Vezzetti, Hugo (2002), Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina, Buenos Aires, Siglo Veintiuno. --. (2009), Sobre la violencia revolucionaria. Memorias y olvidos, Buenos Aires, Siglo Veintiuno. Winock, Michel (1989), “Les générations intellectuelles”, en Vingtième Siècle, n° 22, abril-junio.

14