accion y libertad la critica de ricoeur al reduccionismo

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Conjectura: Filos. Educ., Caxias do Sul, v. 19, n. 1, p. 15-46, jan./abr. 2014 15 Juan Ignacio Blanco Ilari * Profesor de la Universidad Católica Argentina. Profesor de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Investigador Conicet (Argentina). E-mail: [email protected] Resumen: El problema de la libertad es uno de los más áridos de la filosofía. Paul Ricoeur intenta reconstruir el problema tomando el eje del análisis: la naturaleza dicotómica de los discursos sostenidos sobre la cuestión. De un lado, tenemos la “perspectiva de la tercera persona”. Desde esta mirada, cada acto que realizamos está causalmente determinada. Por el otro lado, tenemos la “perspectiva de la primera persona”, en la que todas nuestras acciones libres parecieran brotar del “yo”. El problema comienza cuando intentamos reconciliar ambas perspectivas. Este trabajo revisará algunos de los argumentos presentados por ambos lados, y el posicionamiento de Ricoeur en el debate. Palabras clave: Acción. Libertad. Reduccionismo. Crítica. Ricoeur. Abstract: The problem of freedom is one of the most arid in the philosophy. Paul Ricoeur attempts to reconstruct the problem by taking the axis of análisis: the dichotomous nature of the speeches held on the question. On one side, we have the third person perspective. In this view, every act we do is causaly determinated. On the other side, we have the first persons perspective, in which all of our free action seems to arise form the “I”. The problems begins when we try to reconcilie both perspective. Paul Ricoeur seeks to show the scope and limits of the possible reconciliation. This paper will review some of the arguments presented by both sides, and Ricoeur’s position in the debate. Keywords: Action. Freedom. Reductionism. Critics. Ricoeur. Juan Ignacio Blanco Ilari * 1 Acción y libertad: la crítica de Ricoeur al reduccionismo Action and freedom: Ricoeur’s critics to reductionism

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Resumen: El problema de la libertad es uno de los más áridos de la filosofía.Paul Ricoeur intenta reconstruir el problema tomando el eje del análisis: lanaturaleza dicotómica de los discursos sostenidos sobre la cuestión. De unlado, tenemos la “perspectiva de la tercera persona”. Desde esta mirada, cadaacto que realizamos está causalmente determinada. Por el otro lado, tenemosla “perspectiva de la primera persona”, en la que todas nuestras acciones libresparecieran brotar del “yo”. El problema comienza cuando intentamos reconciliarambas perspectivas. Este trabajo revisará algunos de los argumentos presentadospor ambos lados, y el posicionamiento de Ricoeur en el debate.

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  • Conjectura: Filos. Educ., Caxias do Sul, v. 19, n. 1, p. 15-46, jan./abr. 2014 1 5

    Juan Ignacio Blanco Ilari

    * Profesor de la Universidad Catlica Argentina. Profesor de la Universidad Nacional de GeneralSarmiento. Investigador Conicet (Argentina). E-mail: [email protected]

    Resumen: El problema de la libertad es uno de los ms ridos de la filosofa.Paul Ricoeur intenta reconstruir el problema tomando el eje del anlisis: lanaturaleza dicotmica de los discursos sostenidos sobre la cuestin. De unlado, tenemos la perspectiva de la tercera persona. Desde esta mirada, cadaacto que realizamos est causalmente determinada. Por el otro lado, tenemosla perspectiva de la primera persona, en la que todas nuestras acciones libresparecieran brotar del yo. El problema comienza cuando intentamos reconciliarambas perspectivas. Este trabajo revisar algunos de los argumentos presentadospor ambos lados, y el posicionamiento de Ricoeur en el debate.

    Palabras clave: Accin. Libertad. Reduccionismo. Crtica. Ricoeur.

    Abstract: The problem of freedom is one of the most arid in the philosophy.Paul Ricoeur attempts to reconstruct the problem by taking the axis of anlisis:the dichotomous nature of the speeches held on the question. On one side, wehave the third person perspective. In this view, every act we do is causalydeterminated. On the other side, we have the first persons perspective, inwhich all of our free action seems to arise form the I. The problems beginswhen we try to reconcilie both perspective. Paul Ricoeur seeks to show thescope and limits of the possible reconciliation. This paper will review some ofthe arguments presented by both sides, and Ricoeurs position in the debate.

    Keywords: Action. Freedom. Reductionism. Critics. Ricoeur.

    Juan Ignacio Blanco Ilari*

    1Accin y libertad: la crticade Ricoeur al reduccionismoAction and freedom: Ricoeurs critics to reductionism

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    Accin y libertad: la crtica de Ricoeur al reduccionismo

    IntroduccinRicoeur es un hermeneuta un tanto dscolo. Se reconoce como

    perteneciente a la filosofa abierta por Heidegger, pero se separa de l enun punto central. No considera a las ciencias como un saber derivado,no digno de atencin para el filsofo. Por el contrario, cree firmementeque la rigurosidad conceptual lo obliga a atender algunos de losargumentos provenientes de los diferentes enfoques y avances en el campodel saber emprico. Una prueba concluyente de esto es que, desde elinicio de sus anlisis ha dado cabida a un dilogo cada vez ms fecundocon las posturas naturalistas-reduccionistas.

    Uno de los lugares en los que mejor se lee esta tendencia dialoguistaes en el campo de la accin y la libertad. Ingresar en esta cuestin es depor s un problema, el problema de saber, con algo de certeza, en quconsiste el problema. La libertad, como cuestin filosfica, tiene unahistoria srdida en nuestra herencia cultural. Ha sido objeto deinnmeras reflexiones y enfoques. La variedad de caminos y aristas quecomponen la problemtica hace difcil el acceso, por ello quiz sea mejorcomenzar poniendo blanco sobre negro y atacar per saltum lo queconsidero es uno de los nudos centrales de la cuestin. Para ello nadamejor que adoptar la tutela de alguno de los destacados autores que sehan volcado a pensar sobre este problema. Segn Tomas Nagel toda lacuestin se juega en la pregunta sobre cmo combinar la perspectivade una persona particular que se halla dentro del mundo con unaconcepcin objetiva de ese mismo mundo, incluidos la persona y supunto de vista. Este es el problema que afronta toda criatura que tieneel impulso y la capacidad de trascender su punto de vista particular yde concebir el mundo como totalidad. (NAGEL, 1991, p. 11).1 Nageladopta una postura agonal en relacin al problema. Somos capaces deadoptar dos perspectivas sobre algunas de nuestras creencias, laperspectiva del participante y la perspectiva del observador (tambindenominadas perspectiva yoica y perspectiva impersonal). Estasperspectivas que co-habitan en nosotros no son fcilmente armonizables.En ocasiones la desavenencia se torna algo ms dramtica, pues lo queuna perspectiva muestra contradice lo que se ve desde la otra. Este puedeser el caso del problema de la libertad.

    1 Esta tensin de perspectivas, Nagel la trabaja en varios registros, uno de los cuales es, precisamente,la accin y la libertad.

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    As, si el dato es el dualismo de perspectivas, y si este dualismoarroja conclusiones contradictorias, entonces las posibilidades desuperacin son, en principio, cuatro.

    a) Podemos adoptar una estrategia jerarquizante y declarar lasverdades objetivas superiores a las seudo-verdades subjetivas. Eneste caso se trata de mostrar que, desde la perspectiva yoica estamosatados a determinadas ilusiones, una de las cuales sera la de lalibertad. El conocimiento objetivo (el de la tercera persona) esel mejor antdoto contra estas ilusiones.

    b) Tambin podemos privilegiar la perspectiva del participante ymostrar que la mirada objetivante, distanciadora, es un agregadosuperpuesto a aquella actitud natural. En este caso, se tratar dehacer ver que la bsqueda de una descripcin impersonal es unmodo de comportarse con las cosas que no puede pretendersuperioridad sobre otros, ya que la relacin originaria del sujetocon el mundo circundante es una relacin de pertenencia. Algode esto, creo, han querido hacer Heidegger por un lado, yWittgenstein por otro.

    c) Podemos intentar atenuar el carcter antinmico de lasperspectivas. En este caso deberamos mostrar que las perspectivasestn llamadas a complementarse. As, la paradoja es slo lasuperficie de la cuestin ya que, cuando indagamos ms afondo,podemos advertir alguna variable de compatibilismo en trminosde mutua complementacin o no interferencia.

    d) Finalmente, podemos renunciar a toda salida ireneica, as comotambin a toda estrategia jerarquizante. En este caso, se tratarde mostrar el carcter estructuralmente insuperable del dualismode perspectivas. Esta postura argumental puede parecer, primafacie, un tanto desalentadora por cuanto se encarga de mantenerel carcter tensional del problema evitando cripto-compatibilismos y seudo-jerarquizaciones.

    Creo que las reflexiones de Ricoeur pueden arrojar algo de luz sobreeste intrincado mapa, aunque, como veremos, su posicin parece oscilarentre las posturas (c) y (d). El reduccionismo que analizaremos en estetrabajo es el representado por la postura (a).

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    Mis pretensiones en este trabajo no son muy ambiciosas. Nopretendo hacer una exposicin detallada de la cartografa antropolgicaricoeuriana (que nos llevara desde su temprana nocin de labilidadhasta el binomio ipse-idem). No est en mis capacidades realizar unaexgesis detallada de la obra de ricoeuriana. Tampoco quiero hacer unaexgesis de la cuestin de la accin y la libertad en Ricoeur. Me limitoa destacar algunos problemas que surgen en torno a la libertad, la acciny la respuesta que da Ricoeur sobre ellos. Intentar sopesar estasrespuestas y ubicarlas en su justo lugar. Quiero administrar el debateentre Ricoeur y el reduccionismo.

    Desde ya que no pretendo mostrar que Ricoeur ha dicho la ltimapalabra sobre esta cuestin. Me conformo con desmalezar un poco algunossenderos para que otro lo transite con mayor claridad.

    La descripcin impersonal y la desaparicin del sujetoLa estrategia general adoptada por la mirada reduccionista consiste

    en pararse por entero en la perspectiva de la tercera persona (tambinllamada perspectiva impersonal) para la descripcin y explicacin dedeterminados fenmenos. La ventaja de esta estrategia, alegan, es quenos permite advertir algunas cosas que, desde la perspectiva de la primerapersona (yoica) nos estn vedadas, y que juegan un papel muyimportante (casi diramos determinante) en la produccin del fenmenoa explicar.

    Esta es la premisa de la que parten los anlisis filosficosreduccionistas que se insertan en el programa cientfico-natural.Prestigiosos representantes de esta lnea filosfica sostienen que elsentido comn (aquel sentido del que se nutren los participantes eninteracciones sociales) no puede ser tomado como parmetro para lasolidez o no de una hiptesis filosfica, aunque reconocen que el filsofodebe tomar aquel sentido al menos como punto de partida. Dennettafirma: Lo que el sentido comn nos dice no es suficiente. No slo dejasin resolver demasiados problemas apremiantes, sino que se entrega confrecuencia a intuiciones persuasivas que se contradicen. (DENNETT,1991, p. 17), y un poco ms adelante: No hay reglas que rijan lamanera en que nosotros, los tericos, debemos apelar al sentido comn.De un modo u otro debemos partir de la base del sentido comn siesperamos ser comprendidos o comprendernos. (Idem). Esta situacin

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    lo lleva a tomar una decisin tctica consistente en confesar de entradasu filiacin terica, tomar al mundo tal como lo percibe la tercerapersona, esta mirada impersonal es la que adoptan, entre otras, lasciencias fsicas.

    As, si estamos abocados a la explicacin de la accin (y de toda lared conceptual que la articula) debemos mirar desde afuera lo quesucede para ganar en completitud, coherencia y consistencia. No hacefalta ser un eximio cientfico para acordar con esto. Todos tenemos amano reconocer esta supremaca epistmica de la mirada objetivante.La posibilidad de que la perspectiva yoica se engae es algomedianamente natural. Yo puedo creer que hago algo por tal motivo, yluego constatar que, en realidad, dicha accin haba estado motivadapor otras cosas que yo, mientras actuaba, ignoraba. La forma dedesentraar el engao es adoptando la perspectiva de la tercera personainclusive sobre mis propias acciones. Entonces, si lo que nos interesa esla verdad, debemos aceptar que esta est ms disponible desde la miradacrtica, impersonal. Pero para ello, afirman los adherentes a esta estrategia,debemos tener la suficiente valenta para reconocer que muchas cosasque nos parecen esenciales desde la mirada yoica son una ilusin; nosiempre es fcil este acto de reconocimiento.

    Tomemos como ejemplo, para ilustrar lo que estoy diciendo, losexperimentos realizados por Benjamin Libet en la dcada del 70. Se lepide a una persona que tome una decisin y ejecute la accin mientrasse observa el funcionamiento de su cerebro. Lo que puede notarse esque la decisin (que, desde luego, antecede a la accin) est precedida(temporalmente) por procesos inconcientes observados en las reasprimarias y asociativas de la corteza cerebral.2 Lo que sucede es queestos procesos neuronales determinan los estados concientes que, luego,producen decisiones y acciones.3 Si aceptamos que la relacin causal es

    2 Tomo la referencia a los experimentos de Libet de Habermas, in Habermas (2006, p. 162).3 Habermas, entre otros (por ejemplo Ricoeur) critica el esquema general de los argumentos

    basados en este tipo de experimentos. La razn que aduce siempre me ha llamado la atencin;supone que lo que se mide y observa en condiciones artificiales no puede ser trasladado, nisiquiera mutatis mutandi, al mbito extra-laboratorio, ya que, como sabemos, las condiciones deexperimentabilidad distorsionan la actitud del sujeto observado, pues sabe que est siendotesteado y este saber condiciona fuertemente las experiencias producidas en ese contexto. Esdecir, los fenmenos observados en condiciones artificiales no son los mismos que los observadosen condiciones naturales. Todo esto quedara superado si logrsemos establecer condiciones deobservacin de largo alcance, es decir, si pudiramos observar lo que pasa en el cerebro de unapersona que se desenvuelve en condiciones naturales. Para ello necesitara que el observado se

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    transitiva, entonces si el cerebro causa la conciencia, y la concienciacausa la accin, se sigue que el cerebro causa la accin.

    Esto no es nuevo en la literatura filosfica sobre el tema. El esquemageneral de la explicacin de Libet afirma que todo lo que sucede en laconciencia est antecedido y posibilitado por procesos inconcientes (eneste caso se tratara de un inconciente neuronal); en este sentido(entindase bien, slo en este sentido) el cientfico est en la mismarbita explicativa que el freudismo, que el estructuralismo, entre otros:la conciencia es un producto de lo inconciente.

    Si lo que intenta demostrar el experimento de Liebet es que nuestrosprocesos concientes tienen una base fsico-neuronal, entonces hamalgastado su tiempo, ya que prcticamente nadie negara esta verdadde perogrullo. El verdadero problema comienza cuando la miradaobjetivante hace desaparecer del cuadro algo con lo que, los que moramosen la actitud yoica, estamos tan familiarizados que no estamos dispuestosa tolerar su prdida as sin ms. En efecto, una de las cosas que desapareceen este tipo de explicaciones es el yo! (qu sera de la perspectivayoica sin el yo?). Cuando vemos las decisiones y las acciones ms decerca, nos percatamos que las mismas son producidas por determinadosantecedentes, y que entre stos no figura el yo, no al menos como elsentido comn parece entenderlo.

    Muchos autores ingresan en el problema de la libertad por suderivado jurdico-moral. Supongamos el siguiente caso: una persona esacusada por un delito, se demuestra que su cerebro se hallaba seriamentedaado (por un tumor) al momento de realizar el acto. Las zonas daadasson las que se corresponden con la agresividad/impulsividad. En estecaso diramos que la causa de la accin fue el dao cerebral. Estamossuponiendo que el soporte fsico (en ese estado) fue el responsable (sise me permite la catacresis). Al decir esto no podemos estar queriendodecir que el sujeto es responsable nicamente cuando su accin no estprovocada por sus estados cerebrales, porque siempre sus estadosemocionales, dxicos y actitudinales estn causados por ese rgano. Enconclusin, si exculpamos al pobre enfermo, debemos hacerlo, sobre las

    olvide de que esta siendo observado. Los avances tecnolgicos permiten monitorear el cerebrodurante perodos largos de tiempo, perodos en los que el observado desarrolla sus tareascotidianas a tal punto que se olvida de que esta siendo monitoreado. Es decir, se puede observarlo que pasa en el cerebro de una persona que vive en su medio natural.

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    mismas bases, en cualquier caso. El ms estricto planteamientoneurocientfico es reduccionista-eliminacionista con respecto al problema dela libertad.

    El argumento reduccionista tiene el aura de muchos argumentosfilosficos que, como bien explica Danto, consiste en imaginar paresde cosas a cada lado de una lnea entre los cuales no se puede detectarninguna diferencia externa, forzando as una decisin sobre si hay,despus de todo, una lnea, o sobre qu supuestos se traza, ya que lo quese encuentra a cada lado no puede ser diferenciado. (DANTO, 1999,p. 230). Por ejemplo, a un lado de la lnea coloco el motor semnticode Dennett, y del otro una persona normal y corriente. Luego, les pongodeterminados estmulos semnticos para que ellos los discriminen. Siambos realizan las mismas respuestas, entonces no estara legitimadopara decir que uno entiende y el otro no. Los programas de investigacinen inteligencia artificial corren en esta direccin. Se trata de demostrarempricamente (mediante la elaboracin de maquinas reales oimaginarias) que los procesos cognitivos que realiza la persona puedenser realizados por otra entidad que no sea una persona, por lo que aquelloque cremos durante siglos era lo propium del hombre ya no lo es, a noser que estemos dispuestos a llamar persona a esta otra entidad.

    En el caso especfico de la accin libre, lo que la mirada centrfugaopera es, en palabras de Ricoeur, una explicacin de la accin en trminosde las respuestas a las preguntas qu? y por qu?; esta es la reduccinprimigenia. (RICOEUR, 1996, p. 42 y ss). A partir de aqu, lo queentendemos por accin se dilucida por medio de la naturaleza del/losantecedente/s de la accin. Uno de los representantes ms robustos deesta lnea es Donald Davidson. Intentar compendiar las ideas msimportantes de este autor es una empresa temeraria que me arriesgar arealizar no sin antes pedir al lector algo de indulgencia.4

    4 Hago esto porque Davidson es el autor elegido por Ricoeur como el representante de la escuelareduccionista, basada en la mirada de la tercera persona. Hay que aclarar que la cuestin delreduccionismo en Davidson es por dems peliaguda. El ha aclarado que no es un reduccionista,pero algunos han advertido que, ms all de cmo se autocomprenda, sus argumentos pertenecena aquel club. Podemos acordar, para no generar disputas, que Davidson adopta la miradaobjetivante sobre la accin, la intencin y la libertad; aunque en un punto intentar mostrar laconvergencia entre esa mirada y la mirada del participante. Veremos ms adelante a qu costo serealiza esta convergencia.

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    La tesis nodal de Davidson, desarrollada en su artculo de 1963(Acciones, razones y causas), dice que la razn primaria de una accines su causa. (DAVIDSON, 1995, p. 18). La razn primaria, a su vez, esentendida como un conyunto compuesto por una actitud favorable(que puede ser un deseo) y una creencia; todo esto enmarcado bajouna descripcin de la accin. Esto ltimo es importante habida cuentade que Davidson intenta superar la teora separatista de losneowittgensteinianos usufructuando el enfoque pluridescripcionalelaborado por Anscombe.5 Entonces:

    R es una razn primaria de que un agente realice la accin A a tenor dela descripcin d si y slo si R consiste en a1) una actitud favorable delagente hacia las acciones con una determinada propiedad, a2) unacreencia del agente de que A, bajo la descripcin d, tiene esa propiedad;b) la razn primera de la accin es su causa. (NAISHTAT, 2005, p. 128).

    De esta manera, Davidson pretende salvar el hiato que separa laperspectiva de la tercera persona y la perspectiva yoica acudiendo a otraseparacin, en este caso entre el nivel descriptivo en el que interviene lacategorizacin del suceso en trminos de deseos y creencias del agente(perspectiva del participante), y el nivel ontolgico-extensional propiode la perspectiva de la tercera persona (observador). Cuando nos referimosa la subclase de eventos que denominamos acciones, dice el argumento,estos niveles deben encontrarse en algn punto, ya que si este punto noexistiera tendramos un serio inconveniente para adscribir la accin/suceso al agente. Ahora bien, este punto de encuentro queda garantizadopor lo que Danto llam accin bsica, es decir, una accin que hacemossimple y directamente y no como resultado de una accin anterior.6

    5 Elizabeth Anscombe haba establecido la multiplicidad de descripciones de la que la accin sehace acreedora. Davidson ilustra esto con el siguiente ejemplo: S pulsa el interruptor, S enciendela luz, S alerta al ladrn, etc. Estas diferentes descripciones tienen el mismo referente extensional,aunque la accin sea intencional solo bajo una descripcin (under a description). Le preguntamosal actor qu es lo que entenda hacer y l nos dar la descripcin que necesitamos para establecerla intencionalidad de la accin, aunque la misma sea susceptible de otras descripciones. Laintencionalidad es una propiedad intensional mientras que la causacin es extensional. Notengo margen para desarrollar esto aqu.

    6 Sobre el concepto de accin bsica cfr. (DANTO, A. Basic Action, American PhilosophicalQuaterly, Pittsburgh, v. 2, n. 2, p. 141-143, 1965).

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    Siempre es posible dar una descripcin de lo que sucede que no vaya ms allde lo que el agente deseaba y crea hacer, y esta descripcin refiere a unaaccin bsica. Por ejemplo, Juan movi el dedo, puls el interruptor,movi molculas de aire, alert al ladrn. La primera de estasdescripciones es reconocida por Juan como algo que l hizo, aunque elresto no (inclusive el interruptor se podra haber activado por otrascausas, v.g. el viento). He aqu el peaje que tiene que pagar la teoradavisoniana: la armona entre las descripciones se da slo si el participanteacepta que lo nico que l hace es mover su cuerpo.7

    Entre otras cosas, la pluridescripcionalidad de la accin le permitea Davidson circunscribir la imposibilidad de hallar leyes, que conectenrazones primarias con acciones, al mbito intensional propio de lasdescripciones de las acciones intencionales.

    En efecto, cuando afirmamos que A caus B podemos estarqueriendo decir dos cosas. Por un lado, que hay una ley que contiene lospredicados utilizados en las descripciones A y B; por otro, que la relacinentre A y B es una instancia de una ley general establecida en algunasde las descripciones verdaderas de A y B.

    Podramos, de esta manera, dar dos interpretaciones de la causalidadhumena. Para ambas, los enunciados causales singulares implican leyes.Pero segn la primera interpretacin, la ley se enmarca dentro de ladescripcin dada tanto de A como de B; en la segunda interpretacinesto no es necesario, porque podemos decir que tanto A como B puedenser descritos de varias maneras, en una de las cuales podemos advertirdicha ley. El resultado de esto es que, an cuando no podamos dar conel enunciado legaliforme en ciertas descripciones, eso no obsta a quedichas leyes aparezcan en otro nivel de descripcin.

    Supongamos que A es una forma de describir determinado suceso,entonces debe existir otra descripcin del mismo suceso, pongamos porcaso a; y supongamos que en el caso de B sucede lo mismo, es decir,tendramos otra descripcin del mismo suceso en trminos de b. Ahorabien, la ausencia de ley puede deberse a las caractersticas del nivel

    7 La existencia de una descripcin bsica de la accin en trminos de movimientos del cuerpopropio asegura para Davidson, en el ascenso que supone la secuencia descriptiva cuando sta esorientada desde el acontecimiento en un sentido contextual amplio a su expresin ms estrechay menos contextual, un punto de parada, una suerte de punto fijo de la accin. (NAISHTAT,2005, p. 131).

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    descriptivo en el que nos manejamos (en este caso, descripciones entrminos de A y B), por lo que ella quedara superada cuando cambiamosde nivel. En otras palabras, no hay una ley causal que una A y B, pero shay dicha ley en la unin de a y b. Entonces, para decir que la raznprimaria de una accin es su causa, no es menester dar con la ley queasocie la razn y la accin; no al menos mientras nos mantengamos enel nivel descriptivo que utiliza dichos trminos. Lo que s se requiere esla existencia de una ley causal en determinado nivel descripcional, ycuya identidad extensional con el nivel descripcional que emplea trminoscomo razones y acciones sea susceptible de verificacin emprica.

    Las leyes cuya existencia se requiere si las razones son causas de lasacciones no tratan con los mismos conceptos con los que deben tratarlas racionalizaciones, de ello podemos estar seguros. Si las causas de unaclase de sucesos (acciones) caen dentro de una clase determinada(razones) y si hay una ley para respaldar cada enunciado causal singular,de ello no se sigue que haya ley alguna que conecte los sucesosclasificados como razones con los sucesos clasificados como acciones;las clasificaciones pueden ser incluso neurolgicas, qumicas o fsicas.(DAVIDSON, 1995, p. 34).

    Ahora bien, es verdadero que cada estado mental superviene8 a unestado fsico, por lo que, si pasamos de las descripciones intencionales alos estados neuronales (como hace Libet en sus experimentos), entonceshay leyes que vinculen estados neuronales con hechos. As, la falta deleyes se da slo en un nivel descripcional, si pasamos del lenguajementalista al lenguaje fisicalista esta falta queda saldada. Lo nico quetenemos que aceptar es que, a cada estado mental le corresponde unestado fsico-neuronal.

    La ltima objecin a la que responde Davidson en su trabajo seminaltiene tambin gran relevancia para la confrontacin con Ricoeur. En

    8 Un fenmeno a superviene a un fenmeno b cuando a depende por completo de b, de talmodo que cualquier cambio en la propiedad a debe correlacionarse con un cambio en lapropiedad b. Mucho se ha hablado de la superveniencia en filosofa de la mente. Para unainteligente exposicin de la superveniencia, cfr: KIM, JNIOR., Epiphenomenal andSupervenient Causation, in (FRENCH, P. A.; UEHLING, Jr. T.; WETTSTEIN, H. K. (Comp.).Causation and Causal Theories. Minnepolis: University of Minnesota Press, 1984. MidwestStudies in Philosophy, v. 9, p. 257-270, 1984.

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    Juan Ignacio Blanco Ilari

    esta ocasin, el autor hace frente a la incomodidad que genera, en muchosfilsofos, la idea de que los sucesos que describimos como acciones tienencomo causas otros sucesos que describimos como razones primarias.Muchos de aquellos filsofos aceptan que las acciones implicanmovimientos corporales y que los movimientos corporales tienen causas,pero niegan que las acciones tengan causas. La incomodidad queexperimentan tiene que ver, dice Davidson, con la idea de que, puestaslas cosas en trminos de relaciones causales entre razones primarias yacciones, el agente de la accin quedara relegado a ser un simpleespectador, una pobre vctima de todo lo que sucede en l. La respuestade Davidson a esto es llamativa. El pasaje merece ser citado en formacompleta:

    Por qu demonios una causa habra de convertir una accin en unmero acontecimiento y a una persona en una pobre vctima?, es acasoporque tendemos a suponer, por lo menos en el campo de la accin,que una causa exige un causante y la accin un agente? Entonces,insistimos en preguntar: si mi accin es causada, qu la caus?, si fuiyo entonces se cae en el absurdo de una regresin infinita; si no fui yo,soy una vctima. Pero estas opciones obviamente no son exhaustivas.Algunas causas no tienen agentes. Entre estas causas sin agentes estnlos estados y lo cambios de los estados en las personas, que, por sertanto razones como causas, convierten ciertos sucesos en acciones librese intencionales. (Ibid., p. 36).

    Antes de ingresar en las rplicas de Ricoeur a la mirada objetivistadebemos hacer algunas aclaraciones importantes. En primer lugar hayque decir que la postura distanciadora no tiene pretensiones uniformes.Si bien podramos llamar reduccionista al programa general de lasciencias empricas, lo cierto es que el reduccionismo es multifactico. Siesto es as, entonces debemos identificar bien sobre qu tipo dereduccionismo se dirige cada uno de los contra-argumentos.

    Quiz el reduccionismo ms duro sea el eliminacionista o cuasi-eliminacionista. La estrategia general de este tipo de reduccionismoconsiste en mostrar que muchas de las ideas que pueblan la psicologapopular son meras ilusiones. Si bien es verdad que nuestro lenguajementalista (espiritualista) es muy rico en recursos retricos, lo cierto esque, desde un punto de vista epistmico riguroso, muchas de estas cosasno tienen correlato en la realidad.

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    Accin y libertad: la crtica de Ricoeur al reduccionismo

    Otra posibilidad es adherir al epifenomenismo. La idea del yo ylibertad (entre otras), dice esta lnea de investigacin, son recursoslingsticos engaosos, ya que nos hacen creer que, dentro de la maquinafsico/corporal hay una entidad distinguible y simple que es el yo; ytambin nos hacen creer que algunos eventos que suceden en el mundobrotan de una facultad misteriosa que llamamos la voluntad. Pero,cuando miramos ms de cerca las cosas (o ms de lejos segn la metforade la distanciacin!), vemos que estas realidades no tienen verdadera eficaciacausal. Toda la conceptografa que la psicologa popular utiliza para darcuenta de la accin libre (el yo, el dar y recibir razones en la esferapblica intersubjetiva, la deliberacin, la decisin, el motivo, etc.) escomo la espuma de una ola, son grumos de grasa en la sopa de la vidaconciente (Habermas). Aqu no se va tan lejos como para quitar delmobiliario del mundo al yo, la voluntad, etc., sino que se procura mostrarque ellos no causan las acciones, y por lo tanto, no tienen relevanciaexplicativa.

    Frente a estas estrategias reduccionistas hay dos vas de escape. Una,ms general, pone en entredicho el alcance de la ontologa que subyaceal epifenomenalismo. Para aceptar esta postura, dice el contra-argumento,es necesario previamente aceptar que la realidad que tiene eficacia causales aquella que puede ser expresada en enunciados empricamenteconstatables. Esta estrategia opera en forma separatista: establece ladiferencia entre diversos juegos lingsticos. Si cada juego tiene consus reglas constitutivas y manifiesta diversas formas de vida, entonceses improcedente pretender reducir el discurso con sentido a una deestas formas. Es improcedente porque cualquier intento de traduccindejar en el camino un resto semntico importante.

    Pero hay un argumento ms daino. En este caso se trata de mostrarque, si aceptamos el esquema explicativo funcionalista de lasneurociencias, no podemos dar cuenta de la funcin biolgica quecumple esa regin de superficie que llamamos armazn mentalista. Elatractivo de este argumento es que se despliega dentro de los mrgenesdel juego de las neurociencias (y en general del enfoque emprico-biolgico). Searle elabora una objecin contundente. Segn l,

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    en el estadio actual de nuestro conocimiento, la objecin principalpara aceptar el epifenomenismo es que va contra todo lo que sabemosde la evolucin. Los procesos desarrollados por la racionalidad concienteson una parte tan importante y, sobre todo, una parte biolgicamentetan costosa de nuestra vida que constituira una completa anomala dela evolucin el hecho de que un fenotipo de semejante envergadura nodesempeara ningn papel funcional en la vida y supervivencia delorganismo. (SEARLE, 2005, p. 74-75).

    Una salida decorosa, aunque ya conocida, es afirmar que todos loscontenidos concientes son ilusiones necesarias para que el cerebro realicelos procesos complejos que realiza. Mantenemos su estatuto de ilusiny le asignamos un lugar en el engranaje causal-funcional.9 El nicoproblema es que no sabemos cmo demostrar esto, pues las categorassemnticas de los contenidos proposicionales no se presentan comoestados observables. As, salimos de un misterio proponiendo otro msgrande (obscurum per obscuris), esto es, el que un inobservable ingrese enuna cadena causal observable.

    Sin embargo, el esquema explicativo de la tercera persona siguesiendo algo muy cercano al sentido comn. Cuando nos preguntan porqu hicimos lo que hicimos, solemos referirnos a nuestra razn primaria.Ella explica la accin porque ella la causa.

    Veamos ahora las objeciones de Ricoeur.

    La perspectiva del participante: de la accin al agenteFrente a las diversas intentonas reduccionistas en el campo de la

    accin libre, se han levantado, bsicamente, dos tipos de argumentos.Uno consiste en mostrar que el armazn conceptual que utilizan losparticipantes en sus interacciones es intraducible al esquema conceptualcausalista propio de las ciencias empricas. Por este lado, lo que se intentademostrar es que las razones con las que justificamos nuestras accionesno pueden ser ledas en trminos de relacionas causales. Se trata, como

    9 Algo de esto intenta Roth (2003, p. 397).

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    dijimos, de la ya clsica estrategia separatista, sustentada en la diferenciacategorial de los respectivos juegos lingsticos. Una cosa es hablar dedeseos, creencias, temores y esperanzas; y otra muy distintas es hablardel cerebro y el rea de broca.

    Creo que si bien esta lnea tiene sus argumentos, se trata de unacrtica dbil que no ataca el corazn del problema. Ricoeur advierteque, lo que se ve en el mapa de la discusin, es que las teoras disociadorasno se sostienen fenomenolgicamente, y en el fondo, contienen lospresupuestos para ser subsumidas en una teora more Davidson.10

    La lnea ms dura de la crtica muestra que ambas teoras compartenla misma premisa de fondo. Para ambas, se trata siempre de ver culesson los mejores candidatos para colocar como los antecedentes de laaccin, es decir, se trata de que un conjunto de cosas (neuronas orazones y deseos) da lugar a la accin. En ambos casos se define la accinlibre en trminos de la respuesta a la pregunta por qu? Las divergenciasentre estos enfoques comienzan cuando intentamos ver cules son losmejores candidatos para responder esta pregunta (neuronas?, razones?).El nfasis puesto en los antecedentes de la accin arrastra el argumentohacia la devaluacin, casi el borrado dira Ricoeur, de un elemento central,que interviene en forma ineludible e inexorable en la experiencia de laaccin libre: el yo-agente. Si ponemos todas nuestras energas endiscriminar el tipo de antecedente que produce la accin libre,arribaremos a la desaparicin del fenmeno a explicar. Es decir, de unconjunto de hechos fsicos y psquicos interrelacionados de determinadamanera no extraeremos nunca la experiencia del actuar.11

    10 Mais cette opposition en premire instante entre faire arriver intentionnellment et arrivercausalmente peut tre affaiblie par une ontologie de levnement quelconque, comme celle deDonald Davidson. (RICOEUR, 2004, p. 160-161).

    11 La relacin de la decisin con los motivos contiene una trampa, e incluso una invitacin atraicionar la libertad. (RICOEUR, 1986, p. 79). Esto es lo que afirma Nagel: La accin tiene unaspecto interno irreductible propio, al igual que los dems fenmenos psicolgicos, hay unasimetra mental caracterstica entre el conocimiento de las propias acciones y el de las acciones delos dems, pero la accin no es algo ms que se halle aislado o se combine con un movimientofsico: no es una sensacin, ni un sentimiento, ni una creencia, ni una intencin o deseo. Si ennuestra paleta slo incluimos estas cosas adems de los hechos fsicos, en nuestra pintura delmundo no aparecer la accin. (NAGEL, 1996, p. 161).

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    Para los hombres actuantes, que la accin depende del agente esuna verdad intuitiva que forma parte de la definicin misma de accinlibre. En trminos ricoeurianos, lo que ha quedado distendido en losesquemas explicativos anteriores es la relacin de mutua imbricacinentre accin y agente que podemos definir como la capacit de lagentlui-mme se dsigner comme celui qui fait ou a fait. Elle relie le quoiet le comment au qui. Ce lien hgmonique [...] parat renvoyer unfait primitif . (RICOEUR, 2004, p. 162). Por hecho primitivo entendemosuna condicin necesaria e irreductible para determinada experiencia.

    La interrelacin accin-agente es rastreada por Ricoeur en el LibroIII de la tica a Nicmaco. Aristteles fue uno de los primeros pensadoresque articul esta interconexin, y lo que all dijo no ha variado demasiadoen nuestra experiencia. Un primer distingo del estagirita consiste enadvertir que hay cosas que se realizan de buen grado y hay cosas que serealizan a pesar de uno. A las primeras las llamamos voluntarias y a lassegundas involuntarias. Una segunda demarcacin propone aislar lasacciones que expresan una eleccin preferencial fruto de la deliberacin.Ahora bien, pregunta Ricoeur:

    Cmo expresar, sobre esta base, la relacin de la accin con el agente?La expresin ms abreviada de esta relacin radica en una frmula quehace del agente el principio (aitia o tambin arch) de sus acciones,pero en un sentido del arch que permite decir que las acciones depende(preposicin epi) del mismo (autos) agente. (RICOEUR, 1996, p. 77).12

    Esta primera aproximacin muestra que la juncin de la accin alagente est expresada por la combinacin entre un concepto genricode principio (aitia), (principio que es causa (arch)), uno de losdecticos de la familia del s (autos) y una preposicin (epi): el principiode la accin est en el mismo agente. La causa de la accin es el agentemismo. Depende de l el hacerla o no.13 Al decir que la causa de la accin

    12 Ricoeur refiere el siguiente pasaje de Aristteles: As, cuando un hombre acta, ha demencionarse tanto lo voluntario como lo involuntario, porque el principio del movimientoimprimido a los miembros instrumentales est en el mismo que las ejecuta, pero si el principiode ellas est en l, tambin radica en l el hacerlas o no. (ARISTTELES, 1993, p. 179).

    13 En este caso, principio (arch) y causa (aitia) remiten a la misma experiencia: La contrainteest loccasion dopposer le caractre extrieur (par rapport lagent) du principe (arch),nomm aussi la cause (aitia), de l`action faite par contrainte. Par contraste, laction faite de pleingr est celle dont le principe est lintrieur du sujet et, de plus, au pouvoir du sujet de la faireou de ne pas la faire. (RICOEUR, 2004, p. 141).

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    es el agente estamos diciendo que no es algo en el agente. La idea de un yo-agente atado a la accin libre implica, al menos en cierto sentido, unaimposibilidad de descomponer al agente en sus contenidos. Cuando nosautoadscribimos una accin libre decimos que fuimos nosotros losautores y no nuestras creencias y deseos (ni nuestros mapas neuronalesy sinapsis).

    Entonces, segn Ricoeur, la relacin entre la accin y el agente sloqueda debidamente articulada cuando unimos la nocin de principiocon uno de los trminos que responden a la pregunta quin?: Unprincipio que es s, un s que es principio, he ah el destacado rasgo de larelacin buscada. (RICOEUR, 1996, p. 79).

    Lo que quiere subrayar Ricoeur es que en nuestra experienciacotidiana de la libertad est implicada una nocin del yo irreductible.La realcin es tan estrecha que la suerte que corre una tiene efectos en elotro. Si no hay tal sujeto, no hay libertad.

    Si nos abocamos al anlisis de las acciones libres (aunque no slo delas acciones) veremos que la libertad est indisolublemente unida al yoas entendido. La accin, o el pensamiento, es libre cuando soy yo quienla hace y lo piensa; yo y no otro en mi lugar.

    Los ejemplos pueden ayudarnos a develar lo que est implicado enesta idea. Supongamos que a una persona, que est bajo los efectos de lahipnosis, se le dice que al despertar sentir un fuerte deseo de abrir laventana y que, entonces, abrir la ventana. El hipnotisado despierta,siente un gran deseo de abrir la ventana y la abre. Diramos que fuelibre de hacer lo que hizo? Si el deseo que lo movi fue inducido desdeel exterior contra su voluntad, entonces, no diramos que fue libre. Laaccin provino de otro (el hipnotisador) y no de s-mismo.

    Pareciera que por esta va estamos reingresando en un concepto desujeto (ipse en la cartografa ricoeuriana) fuerte, pues se trata de unanocin irreductible. Cuando, en el trato diario, adscribimos acciones apersonas (bajo el supuesto de que esta ha actuado libremente) estamospresuponiendo que la causa de la accin, o mejor, el principio de laaccin fue el mismo agente. Al hacer esto establecemos una separacincategorial entre el agente y los contenidos del agente. Desde luego que ladeliberacin y la resolucin motivada racionalmente son parte integrantede nuestra experiencia de la libertad. Una accin compulsiva o habitualno sera rubricada por nosotros como libre. Pero, cualquier alusin a

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    razones, motivos y creencias no puede pretender saltar por detrs delsujeto. Si hay una linea continua entre estos contenidos y la accin,entonces lo que desaparece del cuadro es el yo (ipse). Esta es la estrategiareduccionista que Ricoeur quiere superar. La rplica ricoeuriana mostrarque una ontologa de los hechos, sean estos de naturaleza fsica, psquicao social, est condenada a ocultar la problemtica del agente en tantoposeedor de su accin; y, al hacer esto provoca una desaparicin de laaccin misma.14 En efecto, la movida reduccionista procede haciendodesaparecer al sujeto en beneficio de una relacin entre acontecimientosimpersonales. (Idem). Dado este paso, estamos frente a una reduccindel fenmeno o a su eliminacin?

    Lo que Ricoeur dice en este punto puede aclararse con la ayuda delos anlisis de Searle sobre el problema de la libertad. Searle afirma que,lo que viene requerido por nuestra experiencia de la libertad es elfenmeno de la brecha (gap). La brecha es aquel rasgo de laintencionalidad consciente por el que los contenidos intencionales delos estados mentales no se experimentan por el agente como algo queestablece condiciones causalmente suficientes para decisiones y acciones.(SEARLE, 2000, p. 84). Es interesante el ejemplo que trae Searle parademostrar este fenmeno:

    La demostracin ms simple de lo que estoy describiendo como loselementos causales y volicionales de la brecha est en el siguienteexperimento de pensamiento. Wilder Penfield encontr que alestimular el crtex motor de sus pacientes con un microelectrodopoda causar movimientos corporales. Cuando se les preguntaba,los pacientes decan invariablemente: Yo no hice eso. Lo hizo usted.(Ibid., p. 85).15

    14 La desaparicin de la referencia a personas [...] no es una cosa fortuita y debera ponernosalerta. La cuestin planteada es sta: una ontologa de los acontecimientos, fundada sobre elmodo de anlisis lgico de las frases de accin conducida con el rigor y sutileza que es precisoreconocer en Davidson, no est condenada a ocultar la problemtica del agente en cuantoposeedor de su accin? (RICOEUR, 1996, p. 72).

    15 El experimento citado por Searle se encuentra en Penfield (1975, p. 76-77).

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    Una de las virtudes de este ejemplo es que juega en el mismo terrenoque los ejemplos ampliamente citados por las posturas emprico-reduccionistas. Cuando uno acude a casos para demostrar determinadatesis, debe tener cuidado al momento de interpretar lo que el caso estmostrando, y debe procurar atender aquellos casos que muestran cosasdiferentes. Cuando tesis contrarias se apoyan por igual en casos, laapelacin a los mismos se hace ociosa.

    Searle remata su argumentacin con una declaracin que, a muchos,les puede parecer una provocacin. Si, desde el punto de vista vivencial,la libertad implica el fenmeno de la brecha, entonces, una de lascondiciones experienciales para que haya libertad es la existencia de unyo sustancial: Con la mayor de las reticencias he tenido que llegar ala conclusin de que no podemos dar sentido al fenmeno de la brecha,del razonamiento, de la accin humana y de la racionalidad en generalsin una nocin substancial, esto es, no humeana, del yo. (Ibid., p. 87).

    Una vez asumido en fenmeno de la brecha, estamos en condicionesde hacer ingresar a Kant en el debate. El anlisis de Ricoeur delargumento kantiano tiene dos movimientos: un primer movimientodisyuntivo, en el que se afirma el carcter necesariamente antagnico dela causalidad primitiva del agente en relacin con otros tipos de causas,y un segundo movimiento, ahora conjuntivo, en el que Ricoeur buscarcoordinar de manera sinrgica, segn sus propias palabras, la causalidadprimitiva del agente con las dems formas de causalidad: Entonces, yslo entonces, ser reconocido el hecho primitivo de lo que habra quellamar, no slo poder-hacer, sino iniciativa en el sentido ms propio deltrmino. (RICOEUR, 1996, p. 92). Es importante tener en cuenta que elxito en uno de los movimientos no supone tener xito en el otro.

    El argumento disyuntivo de la antinomia kantiana de la libertad ydel determinismo se ofrece a travs de lo que el autor denominaespontaneidad absoluta de las causas, que es, ni ms ni menos, lacapacidad de comenzar por s mismo (von Selbst) una serie de fenmenosque se desarrollar segn leyes de la naturaleza.16

    16 La causalidad segn leyes de la naturaleza no es la nica de donde los fenmenos del mundopueden ser todos deducidos. Es necesario admitir adems, para la explicacin de los mismos,una causalidad por libertad. (KANT, 1987, p. 212).

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    Como sabemos, el argumento kantiano hace base en la separacinentre lo emprico y lo trascendental. Es en cuanto comienzo de unaserie causal como la libertad hace su aparicin en el campo de la accin.En trminos de la antinomia kantiana, la idea de comienzo implica unadetencin en el movimiento del pensamiento que se remonta de causaen causa, siempre hacia una causa anterior. Segn una de sus acepciones,espontneo significa que toda bsqueda de antecedentes es impertinente,precisamente porque, o establece una conexin lineal (sin saltos), yentonces estamos dentro del mundo fenomnico; o no lo hace, y entonceshay un salto (brecha) entre lo que sucedi antes de la accin y laaccin. Si se da esto ltimo, entonces consignar antecedentes no tieneninguna ingerencia productiva en orden a la comprensin. Decir que laespontaneidad de la libertad es absoluta no es un simple pleonasmo,sino que muestra el carcter nico de este tipo de causalidad.17

    Chisholm ha extremando, pero no violentando, el argumento paramostrar la peculiaridad de este tipo de causalidad. Este autor aseguraque, si es verdad que tenemos la capacidad de actuar libremente,entonces we have a prerogative which some would attribute Only toGod: each of us, when we act, is a prime mover unmoved. In doingwhat we do, we cause certain events to happen, and nothing, or no one,causes us to cause those events to happen. (WATSON, 1982, p. 32).

    Chisholm retoma la clsica diferenciacin entre dos tipos decausalidades: la causalidad transente, que rige los fenmenos de lanaturaleza, y la causalidad inmanente, propia del reino de la prxis, dela accin. Cuando un hecho/evento causa algn otro hecho/evento,entonces tenemos una instancia del primer tipo de causalidad. Perocuando un agente, en tanto distinto de los hechos/eventos (sean mentaleso fsicos), causa un hecho/evento, entonces estamos en presencia delsegundo tipo. La causalidad inmanente es una causalidad primitiva,irreductible. Si buscamos qu es lo que hace que un agente haga lo quehace, entonces lo que obtendremos es un caso de causalidad transente.Chisholm muestra la diferencia entre estos dos tipos de causa retomandoel ejemplo de Aristteles: As, el palo mueve la piedra, y es movido porla mano, la que es movida por el hombre. (ARISTTELES, 1995, 256a,

    17 La idea de un comienzo absoluto es la que resulta verdaderamente desconcertante, ya que unaserie sucesiva que se desarrolle en el mundo slo puede tener un primer comienzo en sentidorelativo, ya que este comienzo siempre va precedido de un estado anterior de las cosas. (ARENDT,2002, p. 263).

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    p. 6-8). La relacin entre el palo y la piedra es un ejemplo de causalidadtransente; el movimiento del palo causa el movimiento de la piedra.Tambin el movimiento de la mano causa (causalidad transente) elmovimiento del palo. Pero la cosa no termina aqu. Sabemos, por nuestrosconocimientos de fisiologa, que hay otros eventos que causan elmovimiento de la mano. Hasta aqu, la causalidad segn leyes de lanaturaleza, la que, segn la anttesis kantiana, es la nica habilitadapara explicar lo que sucede. Entonces, desde este punto de vista, nonecesitamos introducir ningn agente en la cadena. Pero, aunque no lonecesitemos,

    we may say that the hand was moved by the man, but we may also saythat the motion of the hand was caused by the motion of certainmuscles; and we may say that the motion of the muscles was caused bycertain events that took place within the brain. But some event, andpresumably one of those that took place within the brain, was causedby agent and not by any other events. (WATSON, 1982, p. 29).

    Con esta ltima frase hemos llegado al paroxismo del argumentode la causalidad agente, entendido el agente como un punto sinextensin, algo distinto de todos sus contendidos. Por este lado, laalusin a razones y/o causas es improcedente. Slo cabra aludir a lacausa de la accin en terminos de la causalidad agente, tal como laexpone Chisholm.

    Hay una lnea argumental que une, en este contexto, a Ricoeur,Searle y Chisholm. Pero esta lnea no est ayuna de inconvenientes.Uno de los ms importantes es que, si aceptamos este argumento, nosquedamos sin recursos conceptuales para poder distinguir la accin libredel azar. Ricoeur sale al paso de esta posibilidad subrayando la necesidadde unir esta linea con aquella que pone en relacin la accin con losmotivos, siempre teniendo en cuenta, como dijimos ut supra, la tentacinque implica detenerse demasiado en los motivos. Otra de las dificultadestiene que ver con la naturaleza del sujeto (agente) de la accin. Si estesujeto no puede ser identificado con ninguno de sus contenidos (ni conel conjunto), entonces se parece demasiado al sujeto puntual. Siseguimos el camino de la accin libre nos veremos prximos al sujetocartesiano (en algunas de sus variantes), tal como le ocurri a Searle.

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    Pero Ricoeur nos ha dicho que su intencin es alejarse lo ms posible deeste sujeto puntual, fantasmal (Ryle).18

    Ricoeur cita en ms de una ocasin la frase de Leibniz para mostrarel tipo de relacin que hay entre los motivos y la decisin: Los motivospueden explicarnos las acciones, pero esto no quiere decir que ladeterminen en el sentido de causar acciones. Pensamos en Leibniz:inclinar sin determinar. (RICOEUR, 1981, p. 43) Qu hay entre lainclinacin hacia la accin x y la decisin y/o ejecucin efectiva dex?: el agente entendido como ipse.

    En su anlisis fenomenolgico de la voluntad, Ricoeur remarca lastres caractersticas esenciales que intervienen en toda decisin: decidires (a) proyectar una posibilidad prctica que depende de mi, (2)imputarme a m mismo como autor responsable, y (3) motivar miproyecto por razones y mviles que historializan valores susceptiblede legitimarlo (RICOEUR, 1986, p. 96).19 El punto ms problemtico esel de la mutua convergencia entre la segunda caracterstica, que alude ala causalidad agente, y la tercera, que invita a ver la accin en continuidadcon la motivacin.

    Volvamos a la senda kantiana. Quiz la razn ms fuerte para aceptarla existencia de esta causalidad libre sea no slo que sta es requeridamerced a la incapacidad de la causalidad segn leyes de la naturalezapara explicar los fenmenos del mundo, sino adems que lo es paraasegurar la integridad de una serie causal. Este es el argumentopositivo (conjuntivo) que extrae Ricoeur de las reflexiones de Kant.

    Sin un comienzo absoluto la serie de causas no estara completa;necesitamos un comienzo que garantice la integridad de la serie. En laObservacin que sigue a la Prueba de la Tesis, distingue Kant dos

    18 En ms de una ocasin Ricoeur ha declarado su intencin de mantenerse a igual distancia de latradicin cartesiana (cogito) y de la tradicin Hume-Nietzsche (anti-cogito). Para nombrar eselugar intermedio ha utilizado la frmula cogito quebrado, o la otra, ms freudiana, decogito-herido. (Cfr. RICOEUR, 1996, Introduccin).

    19 Naishtat muestra que este punto ciego entre las motivaciones y la decisin es lo que daverdadero sentido a la decisin. Si el mundo fuera azaroso o plenamente determinado, entoncesno habra lugar para la decisin. La decisin exhibe la irreductibilidad de la causalidadagente a cualquier suma de eventos. Este poder implica simultneamente la negacin de la seriecausal infinita y la negacin del caos. Diremos que los estados del mundo pueden condicionare influenciar la decisin, pero nunca determinarla. Ninguna suma de influencias es igual a unacausa, y la decisin presupone, como condicin de posibilidad, una causalidad donde el agentesea quien inaugure la serie. (NUDLER, 1996, p. 344).

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    clases de comienzos, un comienzo del mundo y un comienzo en el mundo.Este ltimo es el de la libertad. La distincin requiere una aclaracin sopena de verse expuesta a un daoso malentendido, pues no haba llamadoanteriormente absoluto al comienzo de la accin, y no es lo absolutono-relativo por definicin? Pero ahora lo que era absoluto se hatransmutado en relativo, ya que el comienzo en el mundo es precisamenteun comienzo relativo, relativo a un comienzo anterior, el comienzodel mundo.

    La respuesta a esto consiste en distinguir primero temporal yprimero causal. El comienzo es absoluto en consideracin a una serieparticular de acontecimientos, la libertad no es ms que un comienzorelativo en consideracin a todo el transcurso del mundo. Kant precisa:No hablamos aqu de un comienzo absolutamente primero desde elpunto de vista temporal, sino desde un punto de vista causal. Sigue elejemplo del hombre que se levanta de su asiento

    de modo plenamente libre y sin experimentar la influencianecesariamente determinante de las causas naturales. [...] Esta distincinentre comienzo del mundo y comienzo en el mundo es esencial para lanocin de comienzo prctico tomada desde el punto de vista de lafuncin de integracin. El comienzo prctico in medias res no ejerce sufuncin de totalidad ms que sobre series determinadas de causas quel contribuye a distinguir de otras series iniciadas por otros comienzos.(RICOEUR, 1996, p. 95-96).

    Lejos de calmar los nimos, los argumentos de Ricoeur conducen auna paradoja. El agente es principio de la accin libre (que slo por estopuede decir que es suya), pero este principio est impulsado por motivos.Cuando indagamos las razones por las cuales alguien hace algo hay unmomento en que la cadena de razones (y de las preguntas por las razones)se detiene en un punto.

    No es que la investigacin sea interrumpida arbitrariamente, sino quelas respuestas que ponen fin a la encuesta son consideradas suficientespor quien las da, y aceptables como tales por quien las recibe. Quinha hecho esto? Se pregunta. Fulano, se responde. El agente se revela ascomo una causa extraa, puesto que su mencin pone fin a la bsquedade la causa, bsqueda que se prosigue en otra lnea, de la motivacin.

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    De esta forma, lo antittico de que habla Kant penetra en la teora dela accin en el punto de articulacin de la capacidad de hacer y de lasrazones de actuar. (Idem).20

    En toda decisin intervienen la determinacin por motivos y ladeterminacin por s mismo, el reduccionismo ha dado todo a laprimera y ha olvidado la segunda.

    Para un pensamiento formado en la llamada escuela de la sospecha,cuya tesis central denuncia la mentira de la autotransparencia de laconciencia, la relacin entre los motivos y la capacidad del agente nopuede ser menos que paradjica. Por un lado, la bsqueda del autor esuna bsqueda terminable, se detiene en la identificacin del agentedesignado generalmente por su nombre propio. Cuando yo asumo laautora de una accin, pongo fin a la pesquisa: ego sum qui fecit (y noalgo en m que me determin/inclin a hacer lo que hice). Pero, cuandoingresamos en la indagacin de los motivos, el agente desaparecenuevamente en la red cada vez ms grande de las influencias internas yexternas que mueven al sujeto a hacer lo que hace. Ahora la afirmacintrueca en pregunta: ego sum qui fecit? Por el lado de las motivaciones,entonces la bsqueda es interminable. Aqu es donde aparece elproblema: cmo unir el anlisis terminable con el anlisis interminable?(RICOEUR, 2008, p. 79). La situacin es verdaderamente problemtica,pues si indagamos los motivos el agente pareciera difuminarse en labruma cada vez ms oscura de sus condicionantes; pero si nos decidimosa detener en algn punto esta indagacin para que emerja con fuerza elquin de la accin, corremos el riesgo de separar al sujeto de sus elementosconstitutivos, y de esta manera estamos en las proximidades del sujetopuntual, del fantasma en la mquina. Ricoeur expresa esto parafraseando aFreud: podramos decir del yo lo que algunos dicen del padre; que hay, ono suficiente, o demasiado. (RICOEUR, 1996, p. XV).

    20 Otro pasaje nos ayudar a comprender lo que est implicado en esta idea: Se nombra a lapersona como sujeto indivisible (la persona ha hecho tal cosa y no su mano) y como sujetoidntico (el que ha hecho tal cosa es el mismo que ha hecho tal otra), y como sujeto pre-identificable (el que hizo eso ayer es el mismo que hoy lo justifica). (RICOEUR, 1981, p. 61).Lo que hay que remarcar es que lo mismo que nos hace decir sin dificultad que ha sido l y nosu mano el agente de la accin, es lo que debera llevarnos a decir (ahora quiz con un poco msde reticencia) que tampoco ha sido su creencia, ni su deseo, ni su clase social, ni su posicineconmica, ni sus esperanzas, ni su cerebro, ni su frrea educacin prusiana, ni su pertenencia a lareligin catlica, etc.

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    Vemos que la estrategia no-reduccionista que adopta la hermenuticaricoeurina consiste en sealar el lmite de la explicacin reduccionista.Dicho lmite estriba en la desaparicin, el borrado, del sujeto en elesquema explicativo; pero esto no puede hacerse, dice el argumento,salva veritate. Se trata de reconocer que

    las personas no son slo sustancias con estados internos o externos [...]sino seres activos, cuyo actuar se caracteriza, primero, por estar encontextos intersubjetivos y, segundo, por tener la posibilidad deautodeterminarse dentro de estos contextos. Como activos, somos loque hacemos y queremos. Y aqu hay una relacin consigo mismodiferente de la epistmica. (TUGENDHAT, 1993, p. 25).

    En otras palabras, lo que los argumentos ricoeurianos intentandemostrar es la imposibilidad de traducir lo que nosotros entendemospor accin libre en trminos de sucesos que causan sucesos. Pero, y estohay que subrayarlo, este tipo de articulacin nada dice a quienes sostienenun reduccionismo eliminativo. Describirle minuciosamente la ilusin aquien la denuncia no puede catalogarse de contra-argumento.

    Libertad e iniciativa: la otra cara del fenmeno de la brechaUna de las lneas crticas contra las posturas reduccionistas,

    decamos, seala la heterogeneidad lgica de la relacin que une, porun lado, las acciones con las razones y/o motivos, y por otro, losacontecimientos con sus causas. La accin no sucede sino que es lo quehace suceder: La accin no es un acontecimiento, es decir, algo quesucede; entre hacer y suceder est la diferencia de dos juegos de lenguaje;lo que sucede es un acontecimiento en tanto que observable (psquico ofisiolgico). (RICOEUR, 1981, p. 30).

    Ahora bien, Ricoeur adhiere al argumento separatista (motivos causas), pero le seala dos debilidades. En primer lugar, distinguir dosjuegos del lenguaje heterogneos no nos permite comprender los casosde discurso mixto (pulsiones, emociones, disposiciones). (RICOEUR, 1996,p. 48-49). Por lo tanto, la especificidad de la accin libre no puede sercorrectamente dimensionada si nos quedamos en la escisin decompetencias categoriales. No alcanza con decir que lo que hace queuna accin sea libre es que est antecedida y movida por las razones,

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    que se imponen luego de una correcta deliberacin, a no ser queacentuemos el lugar del agente en la red nocional de la accin.21

    Algunos sostienen que aquello que hace que las acciones sean libreses su conexin interna con razones. Si esto fuera as, entonces, o el sujeto(ipse) interviene en el hacer suceder, o no interviene. Si no interviene,entonces estamos en la misma situacin que antes: de una razn sederiva la accin (causalidad transente, fenomnica). Esto supondratambin la obliteracin de la vivencia segn la cual, no son mis mejoresrazones, sino yo quien ejecuta la accin. Este es un punto importante, yde difcil conceptualizacin. Habermas, por tomar un ejemplo, se debateentre la necesidad de no arrastrar la libertad hacia la situacincorporeizada por el asno de Buridn, al tiempo que intenta mostrar quecualquier razn para la accin obtenida por una correcta deliberacin esinsuficiente para generar la accin, pues necesitamos la intervencinde otra variable para que la accin sea verdaderamente libre: En laautora responsable no slo entra la motivacin por razones, sino latoma, fundada, de una iniciativa, que el agente se atribuye a s mismo:slo esto hace del actor un autor. (HABERMAS, 2006, p. 168). Ricoeurseala que esto se advierte claramente cuando ponemos en el centro dela escena la dimensin temporal en el anlisis de la accin libre. Enefecto, segn nuestro autor, buena parte del xito de la posturareduccionista se debe a que adopta como horizonte temporal de su anlisislas acciones pasadas. En efecto, es difcil saber qu es una accin an norealizada. Davidson toma como uso central de la intencin el usoadverbial (x hizo A intencionadamente) bajo el presupuesto de que eluso prospectivo puede ser ledo en trminos del uso retrospectivo. Pero,cuando miramos nuestras acciones pasadas, sucede lo mismo que cuandomiramos las acciones de otros; solemos dar cuenta de lo que hicimos

    21 La primitividad de la adscripcin y la irreductibilidad de la nocin de agente hacen juego.Todos los trminos de la red convergen aqu: accin, intencin, motivacin, por ltimo agente:a) La accin es de m, depende de m; est en el poder del agente; b) por otra parte, la intencinse comprende como intencin de alguien; decidir es decidirse a; c) por ltimo, el motivoremite tambin a la nocin de agente: qu es lo que ha llevado a A a hacer X?, cul es la raznde que yo?, por qu yo? (Ibid., p. 59). En cuanto al motivo, entendido como intencinretrospectiva, Ricoeur seala la misma necesidad de subrayar el lugar del agente, entendido stecomo algo irreductible a sus contenidos: La pertenencia al agente forma parte de la significacindel motivo tanto como su vnculo lgico con la propia accin de la que es causa; uno se preguntalegtimamente: por qu A ha hecho x? Qu condujo a A a hacer x? Mencionar el motivoes tambin mencionar al agente. (RICOEUR, 1996, p. 84).

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    aludiendo a nuestras razones/motivos/circunstancias, etc. y esto coadyuvacon la desaparicin del papel activo del agente.22

    Precisamente una lectura cognitivo-continuista nos invitara a verla accin como derivada del motivo-razn. Esta lectura conspira, segnRicoeur, contra un punto esencial de la relacin accin-agente, puesLa causalidad del agente no puede extenderse al pasado porque el pasadono tiene potencialidad. (RICOEUR, 1981, p. 102). Entonces, el hechode hacer pie argumentativamente en las acciones ya realizadas puedeanticipar el tenor de nuestras conclusiones. Se da aqu una petitio principiisoterrada: se quiere demostrar que la accin es describible, sin residuo,desde la perspectiva de la tercera persona Para ello se acude a las accionespasadas, las que, por definicin, se miran desde la perspectiva l (en elsentido de que, cuando miramos ya no actuamos).

    El pasado es necesario, ni siquiera Dios puede hacer que lo que fueno haya sido. Arendt ha anticipado la trampa que se esconde en esterecurso epistmico. Contemplado retrospectivamente, un acto realizadocon libertad pierde su aire de contingencia, debido al impacto de ser yaun acto cumplido, de haber devenido parte inseparable de la realidaden que vivimos. (ARENDT, 2002, p. 264).

    Se trata, en ltima instancia, de cmo tasamos el papel del presenteen el campo de la accin. En efecto, el presente puede presentarse oracomo trnsito ora como origen. Es decir, se trata de ver la estructuracontinuidad-discontinudad que cruza al presente de la accin libre.El presente puede ser estructurado en trminos de un flujo cargado depasado y vido de porvenir. Inminencia, reciencia, protensin, retencin,constituyen relaciones intencionales interiores al presente. (RICOEUR,2000, p. 243). As, el presente es representado como un puente por elque transitan algunas de las cosas pasadas hacia algunas de las cosasfuturas. Esta dimensin es funcional a todo esquema que vea en la accin

    22 Uno de los autores reduccionistas ms destacados realiza esta movida argumental para intentardemostrar que nuestras decisiones tambin provienen de sucesos que podemos catalogar comodeseos y creencias. Segn l, para advertir correctamente esto, y no dejarnos engaar por laexperiencia en primera persona, debemos volcarnos hacia el pasado: Slo mientras estamostomando una decisin puede ser difcil considerar esta decisin como un evento, cuandoreflexionamos acerca de nuestras decisiones pasadas, o sobre las decisiones de otras personas,est claro que las decisiones son eventos [...]. Por supuesto, las decisiones son eventos de un tipoespecial, pero creo que sus cualidades distintivas podran reconocerse y explicarse en un esquemaimpersonal. (PARFIT, 2004, p. 144).

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    libre un modo en que las cosas de antes se proyectan sobre las cosas dedespus. Pero hay otra categora del presente que no se deja atrapar enla lectura lineal. Se trata del presente entendido como un punto, uncorte en el continumm temporal. El instante marca el carcter deincidencia del ahora, lo que se podra llamar su efecto de irrupcin y deruptura. (idem).

    Ricoeur recuerda que el presente ya no es una categora del ver,sino del obrar y del padecer. Un verbo lo expresa mejor que todos lossustantivos, incluido el de presencia: el verbo comenzar; comenzar esdar a las cosas un curso nuevo, a partir de una iniciativa que anunciauna sucesin y as abre una duracin. (RICOEUR, 1996a, p. 974).23

    Por el lado temporal reaparece, con nuevas variables conceptuales,el problema del dualismo de perspectivas. Diversa es [...] la mismaactitud cuando observamos lo que acontece y cuando hacemos que algoacontezca. No podemos ser a la vez observadores y agentes. [...]. Enotros trminos si el mundo es la totalidad de lo que es el caso, el hacerno se deja incluir en esa totalidad; mejor: el hacer hace que la realidadno sea totalizable. (Ibid., p. 975). (Ricoeur, 2000, p. 241 y ss). Estoslo se advierte con claridad cuando vemos al presente como corte, nocomo puente.

    Si tomamos la dimensin temporal de la accin libre, entoncesadvertiremos otro modo de expresarse la tensin que supone el papeldel agente. El milagro de la accin, como lo llama Arendt, quedadebidamente acreditado cuando reconocemos la dimensinacontecimental (evenemmentiel) del hacer suceder. Segn esta dimensin,la accin puede ser algo nuevo slo si no se le busca una conexin conel pasado, ni causal ni motivacional. La paradoja de la accin libreadquiere toda su estatura cuando vemos el escndalo que supone para elpensamiento proponer el paso de la nada a algo. La brecha, elpunto ciego alude a esta nada. Esto slo puede ser advertido cuandoreconocemos al presente como iniciativa.

    23 Von Wright ha elaborado un argumento parecido sobre el presente como categora del obrar yno del observar. Todo intento, dice el autor, de coordinar la mirada objetiva con la experienciayoica choca con este lmite. El autor afirma que el hecho de poder levantar el brazo, por ejemplo,no se opone a la posibilidad de que est actuando en m una condicin causalmente suficienteresponsable de la accin. Lo que s queda excluido es el hecho de que yo, a un tiempo, levante elbrazo y observe como la causa levanta el brazo. Pues advertir la intervencin de la causa implicadejar que ella levante el brazo, y dejar que ella lo haga es incompatible con levantar el brazo porm mismo. Se trata de un punto lgico. Cuando estoy observando, dejo que ocurran cosas.Cuando estoy actuando hago que ocurra. (WRIGHT, 1987, p. 153-154).

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    Desde este lugar, la crtica se hace ms rotunda. Ya no trata demostrar que los antecedentes de la accin deben ser ledos en trminosde razones, deliberaciones, simbolizaciones sociales, etc., y no entrminos de neuronas, sinapsis y sistema nervioso central. Segn la crtica,ambos contendientes comparte el presupuesto de fondo segn el cual,la accin tiene antecedentes, y hay que clarificar estos antecedentes paraclarificar la accin. Es este presupuesto el que queda jaqueado por unanueva lectura sobre el presente de la accin.

    ConclusinEl debate que he intentado recrear puede ser compendiado, como

    dije en la introduccin, como la mutua exclusin que, sobre el problemade la libertad, tienen la mirada impersonal (objetivante, distanciadora)y la perspectiva del participante, del actor. La situacin se torna msparadjica cuando advertimos que esta dualidad de perspectivasantitticas puede ser adoptada por la misma persona. Yo puedo vermecomo un l, aunque este cambio de perspectivas tenga sus lmites. Sime paro en la perspectiva de la tercera persona, entonces advierto que laaccin no es sino el producto de determinados antecedentes (unproblema puede ser la naturaleza de estos antecedentes, es decir, si sonanatmicos, fisiolgicos, sociales, culturales, econmicos, histricos, ouna suma de todos ellos, etc.). El yo queda progresivamentedespotenciado a medida que la mirada objetivante se distancia cada vezms de la experiencia yoica.

    La forma ms sencilla de producir este efecto consiste en pensar en laposibilidad de que todas las acciones estn determinadas causalmente;pero no es la nica forma. La fuente esencial del problema es unavisin en que las personas y sus acciones forman parte del orden de lanaturaleza, sea que ste se encuentre determinado causalmente o no.Forzndola un poco, esta concepcin despierta la sensacin de que nosomos agentes en absoluto y no nos cabe responsabilidad por lo quehacemos. La visin interna del agente se rebela contra este juicio. (NAGEL,1996, p. 160).24

    24 Cursivas mas.

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    Pero la visin interna del agente suele incurrir en ilusiones y engaos.Podemos equivocarnos sobre nosotros mismos. Yo cre durante muchotiempo que haba elegido libremente la carrera que eleg. Pero luego deun minucioso anlisis reconoc que estaba muy condicionado pormandatos paternos. Para lograr este descubrimiento tuve que verme desdeotro lugar, tuve que narrar una historia en donde yo era el personajeprincipal, pero en tanto narrador adopt la mirada de la tercera persona.As pude ver muchas cosas sobre m que en ese momento operaban amis espaldas. Uno podra acudir al argumento de la sobredeterminacincausal para dejar a todos conformes. Pero es necesario admitir laposibilidad del error no slo sobre mis disposiciones caracterolgicas,sino tambin sobre los mviles de mis acciones. La pretendidaautotransparencia cartesiana ha sido un sueo que dur relativamentepoco. Luego de las advertencias de los maestros de las sospecha sabemosque ce que je suis est incommesurable ce que je sais. (RICOEUR, 1947,p. 49).

    Ahora bien, para advertir la mentira de la conciencia hay que ponera distancia la esfera de la viviencia inmediata. Este distanciamiento esla matriz del pensamiento crtico. Ricoeur ya no pertenece a la inocentepostura que hace primar la autocomprensin del sujeto de la accin. Eneste sentido, ya no puede tomar al sujeto que experimenta su hacercomo hacer libre como la autoridad epistmica mxima. Pero tampocodebemos ceder a la hybris opuesta, la que nos llevara a una distanciacintan descontrolada que, en el fondo, ya no habla nuestro lenguaje, ya nose refiere a lo que nosotros, participantes en interacciones simblico-sociales, nos referimos.

    Movido por la necesidad de evitar esta doble desmesura, Ricoeurdecide enmarcarse en lo que podramos llamar un dualismo de lospuntos de vista (o dualismo de perspectivas). Segn esta postura, algunascosas que vemos desde la primera persona (desde la vivencia, desde laexperiencia que tenemos en tanto participantes) son intraducibles, ypor lo tanto, irreductibles a la perspectiva objetivante de la tercera persona.La tesis inicial de la que parte nuestro autor es que los discursossostenidos en uno y otro mbito proceden de dos perspectivasheterogneas, es decir, no reducible la una a la otra, ni derivable una deotra. En un discurso se habla de neuronas, de un sistema neuronal, enotro se habla de conocimiento, de accin y sentimiento. (RICOEUR;CHANGEUX, 1999, p. 22). A partir de aqu, toda tarea meta-crtica

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    consistir en vigilar permanentemente este dualismo, su alcance y suslmites.

    Si esto es as, entonces el esquema procedimental de Ricoeur seregir no tanto por la solucin del problema sino por la necesidad demantener el carcter esencialmente dicotmico (antinmico) de lacuestin.25 Su mirada se asemeja ms a la de un abogado que se encargade desacreditar la postura del fiscal ms que de proponer una hiptesissustantiva sobre lo que verdaderamente acaece. Tal vez esta mirada seaun tanto desalentadora, pero es la que asegura que, cualquier intento desolucin sea medianamente consistente y no se base en un error deprincipio: el error de reducir lo irreductible. An si aceptamos, conDennett, que no hay reglas que nos indiquen cmo debemos apelar alsentido comn, hay, segn Ricoeur, algunos caminos prometedores enesta direccin. Una forma de controlar la actividad crtica es mantener ladistanciacin que ella opera a resguardo de la experiencia. Es decir, podemosestablecer algunos lineamientos bsicos que toda actividad crtica, quetenga pretensiones de ilustrar al sentido comn, debe respetar so penade producir, en el esfuerzo distanciador, un cambio en el denotatum. Enotras palabras, se trata de encaminar un distanciamiento mesuradoque no se distancie demasiado. En otro contexto Ricoeur seala algo deesta estrategia. Se tratara, dice el autor, de elaborar una lgicatrascendental del fenmeno de la libertad. Por lgica trascendentalentiende El establecimiento de las condiciones de posibilidad de unaesfera de objetividad en general; la tarea de una lgica semejante esdesprender por va regresiva las nociones presupuestas por la constitucinde un tipo de experiencia y de un tipo correspondiente de realidad.(RICOEUR, 2009, p. 49). Espero haber demostrado que la nocin desujeto-agente es una de estas nociones que constituyen nuestra experienciade la libertad, y que cualquier intento de analizar esa experiencia debetomarla como centro indelegable del anlisis.

    25 Debo reconocer que esta mirada dicotmica est algo matizada en Ricoeur. En ms de unaocasin, Ricoeur se ha mostrado proclive a mostrar la mezcla de registros en los que se muevenuestra comprensin de la accin. Por ejemplo, las nociones de pulsin, afecto y disposicin(hbito) se presentan como trminos mixtos, a medio camino entre el enfoque causal y elmotivacional (racional). Ahora bien, no se advierte de qu manera este lenguaje mixto puedeevitar lo que el mismo autor dice que hay que evitar; esto es, las amalgamas semnticas queunen (mezclan?) trminos pertenecientes a diferentes regiones categoriales.

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    Accin y libertad: la crtica de Ricoeur al reduccionismo

    Submetido em 10 de outubro de 2013.Aprovado em 31 de outubro de 2013.

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