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Jorge Batlle SUPLEMENTO ESPECIAL A. SARTOROTTI Martes 25 de octubre de 2016 1927 - 2016

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Jorge Batlle

SUPLEMENTO ESPECIAL

A. SARTOROTTI

Martes 25 de octubre de 2016

1927 - 2016

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2 EL OBSERVADOR Martes 25 de octubre de 2016

Las mil vidas de un profeta inoportunoJorge Batlle, el último de cuatro Batlle presidentes, gobernó durante una de las peores crisis de la historia y representó mejor que nadie la odisea del Uruguay contemporáneo

Nadie como Jorge Batlle Ibáñez, muerto ayer, representó la odisea de Uru-

guay en el siglo XX e inicios del XXI. Él fue testigo privilegiado y actor principal de esa aventura: el cuarto y último de los Batlle presidentes, una extraordinaria saga familiar que Lorenzo Batlle inició en 1868.

Jorge Batlle fue presidente de la República entre 2000 y 2005, durante una de las más graves crisis de la historia nacional. Pero estuvo unido al Estado uruguayo desde mucho antes y también después, como algo natural, y representó como nadie sus miserias y grandezas. “Pertenezco al Estado uruguayo por accesión”, dijo cierta vez.

“Dígame, ¿es normal?”Nació el 25 de octubre de 1927, hijo de Matilde Ibáñez y Luis Batlle Berres, quien fue presi-dente de la República entre 1947 y 1951, integró el Consejo Nacio-nal de Gobierno (Poder Ejecutivo colegiado) entre 1955 y 1959 y lo

presidió en 1955. Por tanto era sobrino nieto de José Batlle y Ordóñez, legendario presidente de Uruguay en dos ocasiones (1903-1907 y 1911-1915) y creador de una era, el “Uruguay batllis-ta”, quien a su vez fue hijo de Lorenzo Batlle, presidente de la República entre 1868 y 1872.

“Cuando nací, mi padre le preguntó muy asustado al médi-co: ‘Dígame, ¿es normal?’”, contó Jorge Batlle al periodista César di Candia, quien lo entrevistó para Búsqueda en 1987.

Tuvo dos hermanos: Luis, pianista, fallecido en mayo de 2016 en Estados Unidos, donde residía desde 1978, y Matilde (“Pona”). Fue aficionado al jazz e hincha de Nacional, de Boca Ju-niors y del Arsenal de Inglaterra.

Vivió en una enorme varie-dad de sitios, de niño y de adul-to, incluso en Argentina y Brasil, donde su familia se refugió tras el golpe de Gabriel Terra, entre 1933 y 1936, y concurrió a las más diversas escuelas. Aprendió a escribir en Rincón del Bonete, en casa de un ingeniero que contri-buía a erigir la central hidroeléc-trica. De vuelta en Montevideo en 1937, retomó sus estudios en el Colegio Alemán y los continuó en el Elbio Fernández. Se recibió de abogado en 1956 aunque no ejerció la profesión.

SUPLEMENTO ESPECIAL

MIGUEL [email protected]

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EL OBSERVADOR Martes 25 de octubre de 2016 3

Batlle falleció ayer de noche, un día antes de cumplir 89 años. Es-taba internado en el centro de cuidados intensivos del Sanatorio Americano, “como consecuencia del grave estado en el que se encontraba internado”, informó ese centro en un comunicado.

El exmandatario sufrió una caída en la ciudad de Tacuarembó el jueves 13 de octubre que le causó un hematoma intracraneal, por el que debió ser operado en el hospital departamental. En la noche del domingo 16 de octubre fue trasladado al Sanatorio

Americano, en donde permaneció en coma en el CTI. Con el paso de los días, el estado de salud del político no mejoró y se mantuvo como un paciente “grave”, indicaban los reportes diarios. El jueves 20, el sanatorio anunció que Batlle tenía un “daño cerebral

En 1957 se casó con Noemí Lamuraglia, una argentina exi-liada en Uruguay con su familia durante los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón. Tuvie-ron dos hijos: Beatriz (1962) y Raúl Lorenzo (1965). Su segunda esposa, la empresaria Mercedes Menafra, contó que Jorge Batlle llegó una hora tarde a la primera cita, en 1987. “Cuando me casé (en 1989), mi suegra me advirtió que debía tener mucha pacien-cia, porque Jorge es un niño grande”.

La era Batlle BerresJorge Batlle siguió la estela de su padre, Luis Batlle Berres, cuando asumió la Presidencia de la Repú-blica el 2 de agosto de 1947, tras la muerte de Tomás Berreta, hasta entonces titular del Poder Ejecu-tivo. Batlle Berres gobernó hasta 1951 y lideró el Consejo Nacional de Gobierno (Poder Ejecutivo co-legiado de nueve miembros) tras ganar las elecciones de 1954.

Fue una experiencia deci-siva en su vida. Batlle Berres, líder de la Lista 15 y gestor del “neobatllismo”, tomó un país en auge y profundizó un modelo económico cerrado y estatista que había comenzado a impo-nerse en 1931.

Ese ciclo, caracterizado por una concepción autárquica, los subsidios a la industria, el afán de sustituir importaciones y el auge histórico de las nacionali-zaciones, el control de precios y el empleo público, entró en crisis hacia 1955. El Partido Nacional ganó las elecciones de 1958 des-pués de casi un siglo en el llano o en coalición.

Jorge Batlle fue electo diputado en esa ocasión, con 31 años. Desde mediados de la década de 1950, fuertemente influenciado por Ludwig Von Mises y Friedrich Hayek, patro-cinó las ideas económicas libe-rales, un giro sorprendente al estatismo y burocratismo que, en diferente grado, impusieron su padre y su tío abuelo, y que caracterizaron al “batllismo” tradicional.

Fue reelecto para la Cáma-ra de Representantes en 1962, cuando otra vez triunfaron los blancos, para el período 1963-1965. También trabajó para el diario Acción y la radio Ariel, dos medios de comunicación que pertenecían a su padre y que dirigiría tras su muerte en 1964, con el joven Julio María Sanguinetti como subdirector y redactores de la talla de Juan Carlos Onetti o Carlos Maggi.

Líder de la Lista 15Miembro de la casta dirigente del Partido Colorado, alternó

con los “jóvenes turcos” que rodearon a Batlle Berres y ten-drían larga actuación posterior: Sanguinetti, Zelmar Michelini, Hugo Batalla, Manuel Flores Mora, Eduardo Paz Aguirre, Glauco Segovia.

El liderazgo de la Lista 15, sector mayoritario del Partido Colorado entre 1950 y 1962, no le llegó sin combate. Uruguay tenía un Poder Ejecutivo colegiado de nueve miembros, como había propuesto José Batlle y Ordóñez desde 1913, pero Jorge Batlle pretendía un regreso al presi-dencialismo unipersonal. Forzó unas elecciones internas de la Lista 15 que ganó en noviembre de 1965, a poco más de un año de la muerte de su padre. Pero quie-nes no aceptaron al nuevo líder, entre los que se contaban Amíl-car Vasconcellos, Manuel Flores Mora y Alba Roballo, se tiraron

co aplicó un plan antiinflaciona-rio de shock, la “congelación” de precios y salarios, que dio resul-tados inmediatos aunque luego fue desatendido. Ese año Jorge Batlle fue acusado de haberse beneficiado de información confidencial sobre una inminen-te devaluación abrupta del peso uruguayo, en una era de control de cambios, y la compraventa de moneda extranjera. La presunta “infidencia”, invocada durante décadas por sus detractores aun-que nunca probada, fue uno de los grandes lastres que padeció la Lista 15 bajo el liderazgo de Batlle.

Esos años fueron de radica-lización política, con grandes conflictos laborales y el auge de la guerrilla del MLN-Tupa-maros. El gobierno fue cada vez más autoritario y personalista. Su líder, Pacheco Areco, intentó la reelección en 1971 (no lo logró pero la reforma constitucional para permitirlo tuvo una vota-ción muy significativa). Batlle, entonces senador, y Sanguinetti, como ministro de Industria y Comercio entre 1969 y 1971, fueron las primeras espadas de la Lista 15. Los partidos de iz-quierda, hasta entonces insigni-ficantes, tentaron acuerdos que desembocaron en la creación del Frente Amplio.

Jorge Batlle se batió a duelo con sable con Manuel Flores Mora el 11 de noviembre de 1970, según la ley de Duelos que rigió entre 1920 y 1992, por motivos políticos. Se infligieron heridas menores. Por el mismo motivo, veinte días antes Julio Sangui-netti había herido rápidamente a Flores Mora en un brazo con su sable.

Los ataques por izquierda y derecha contra la Lista 15 no menguaron.

En las elecciones nacionales de noviembre de 1971 el Partido Colorado se impuso a los blancos por escaso margen. Juan María Bordaberry, delfín del presi-dente Pacheco Areco, derrotó fácilmente en la interna colo-rada a la fórmula Batlle-Renán Rodríguez.

La Lista 15 participó del gabinete de Bordaberry a partir de 1972, aunque sus tres minis-tros (Sanguinetti en Educación y Cultura, Walter Pintos Risso en Obras Públicas y Francisco Forteza en Economía y Finan-zas) renunciaron en noviembre de ese año luego que la justicia militar encarceló a Jorge Batlle por “ataque a la fuerza moral del Ejército”. Las Fuerzas Armadas y la Policía habían derrotado a la guerrilla de los tupamaros y ya mostraban ambiciones golpis-tas y moralizadoras que Batlle denunció.

por cuenta propia o respaldaron la fórmula Óscar Gestido - Jorge Pacheco Areco en las elecciones nacionales de 1966.

El 27 de noviembre de 1966 se aprobó una nueva Constitución (que, con algunas enmiendas, rige hasta hoy), propuesta por múltiples sectores, con Batlle y Sanguinetti en primera línea. Triunfó el Partido Colorado pero Batlle fue derrotado por Gestido, quien asumió la Presidencia de la República el 1º de marzo de 1967.

Pacheco y los tupamarosLa Lista 15 participó del gabinete de Gestido, quien falleció en diciembre de 1967, y en el de su sucesor, Pacheco Areco. Fueron tiempos de grave crisis económi-ca, al borde de la hiperinflación, y de gran agitación política. En 1968 el gobierno de Pacheco Are-

“Cuando nací, mi padre le preguntó muy asustado al médico: ‘Dígame, ¿es normal?’”, contó Jorge Batlle en 1987lll

Fue electo diputado con 31 años, en 1958, durante las elecciones que ganaron los blancos después de casi un siglo en el llano

SUPLEMENTO ESPECIAL

Murió un día antes de cumplir 89 años

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EL OBSERVADOR Martes 25 de octubre de 20164 SUPLEMENTO ESPECIAL

Dictadura: larga travesía El líder de la 15 se opuso al golpe de Estado que se concretó entre febrero y junio de 1973. Los mi-litares impidieron la salida del diario Acción y, años más tarde, Batlle vendió radio Ariel para pagar las deudas del periódico.

Prohibido, proscrito y sin do-cumentos, pues los militares se los quitaron, jamás dejó de hacer política e integró la dirección clandestina de su partido.

Sobrevivió con la compra-venta de ganado en Brasil. Intentó múltiples negocios rurales –desde la huerta a la crianza de ganado: el campo fue una de sus pasiones– y en más de una ocasión perdió sus bienes materiales. Vivió de hipoteca en hipoteca. La quiebra o la in-solvencia fueron para él estados casi perpetuos: sea por finan-ciar actividades políticas, por realizar malos negocios o por las carreras de caballos.

Fue un “burrero” irredento, tanto que hasta recibió un tiro en un pie en un oscuro incidente en el hipódromo de Maroñas en marzo de 1979.

En 1980 recorrió el país en campaña contra el proyecto constitucional de los militares, que fue rechazado por el 58% de los participantes en el plebiscito del 30 de noviembre.

No pudo competir en las elecciones internas partidarias de noviembre de 1982, cuando Sanguinetti y Enrique Tarigo, la estrella en ascenso, arreba-taron el liderazgo del Partido Colorado a Pacheco Areco. El régimen le devolvió sus derechos políticos (“desproscripción”) en noviembre de 1983, y respaldó el acuerdo del Club Naval de agosto de 1984 entre los militares, el Partido Colorado y el Frente Am-plio, que fijó la ruta de apertura. En las elecciones nacionales de noviembre de ese año, en las que triunfó su partido y la fórmula Sanguinetti-Tarigo, fue electo senador.

El brazo arrancadoEntonces parecía un político decadente, destinado al eclip-se tras las poderosas figuras de Sanguinetti y Tarigo, tras múltiples naufragios políticos y personales.

En 1988, un año antes de las elecciones nacionales, el presidente Sanguinetti optó por Enrique Tarigo como candidato a sucederlo, con lo que rompió la hermandad política que lo había unido a Jorge Batlle por más de tres décadas.

Batlle se mostró muy afecta-do. “Siento como si me hubieran arrancado un brazo”, declaró. Pero contra toda esperanza, cor-to de apoyos internos, resolvió

dar pelea. Forzó la realización de elecciones internas y el 28 de mayo de 1989, tras una campaña homérica, derrotó a Tarigo con el 53,7% de los sufragios contra 40,5%.

Luego, durante seis meses, hizo una campaña hacia las elecciones nacionales entre ex-céntrica y desaforada: frontal, molesto, la antítesis de un de-magogo. Se hizo muy popular su propuesta de vender las reser-vas de oro para pagar la deuda pública uruguaya y así acabar con el exceso de emisión de di-nero y la inflación, que entonces iba rumbo a los tres dígitos.

Al fin perdió la Presidencia ante el blanco Luis Alberto Lacalle, quien lo superó por ocho puntos porcentuales, un margen muy holgado. De nuevo, como en 1965-1966, Jorge Batlle pareció destinado a grandes triunfos internos y a graves derrotas nacionales, como un futbolista brillante que siempre pierde la pelota por hacer una moña de más.

Cada día más solo, en las elecciones de 1994 fue un candidato a la Presidencia casi testimonial. Julio Sanguinetti arrebató el gobierno por estre-cho margen a los blancos y en 1995 inició su segunda presi-dencia con Batlle como senador. En 1996 ambos impulsaron la reforma constitucional que

introdujo la candidatura única por partido y la segunda vuelta o balotaje.

Presidencia y crisis Batlle renunció al Senado en 1998 y, otra vez contra toda es-peranza, en abril de 1999 derro-tó en las internas a Luis Hierro López, favorito de Sanguinetti. Pero esta vez el Partido Colora-do se alineó disciplinadamente tras la fórmula Batlle-Hierro, que en las nacionales de octubre logró el segundo lugar tras el frenteamplista Tabaré Vázquez. Un mes después, tras conseguir el respaldo explícito del Partido Nacional, el enemigo histórico de los Batlle desde 1870, Jorge Batlle ganó el balotaje y la Pre-sidencia de la República en su quinto intento.

Fue un tiempo trágico, en buena medida heredado y ajeno a su responsabilidad, aunque fiel al destino familiar: Lorenzo Batlle gobernó en medio del caos económico-financiero y la guerra civil; José Batlle y Ordóñez contribuyó a la gran recesión y al “default” de 1913-1914; y Luis Batlle Berres dejó el gobierno en el inicio de un largo período de estancamiento y alta inflación.

Apenas asumió, convocó a una amplia Comisión para la Paz que por años investigó lo sucedido con unas 30 personas

desaparecidas en Uruguay du-rante la dictadura de 1973-1985.

Propuso una mayor aper-tura económica y una reforma del Estado, fiel a sus princi-pios liberales, pero enfrentó la resistencia de la izquierda, que en 2003 incluso lo obligó a revocar una ley que permitía que la petrolera ANCAP se aso-ciara con operadores privados. Sin embargo, logró conceder a empresas privadas las operacio-nes del puerto de Montevideo y del aeropuerto de Carrasco, que mejoraron radicalmente sus instalaciones y prestaciones.

Consiguió que la finlandesa Botnia dejara sus proyectos en Argentina y construyera una gigantesca fábrica de celulosa en Fray Bentos, un hecho deci-sivo para la emergente industria forestal uruguaya; aunque ello acarreó un grave conflicto con Argentina que en los hechos se arrastró hasta la asunción de Mauricio Macri a fines de 2015. (En una famosa entrevista con Bloomberg que se divulgó en junio de 2002, Jorge Batlle ha-bía profetizado: “Pero Macri no juega ni en la reserva de Boca, querido. ¿Sabe quién va a ser el próximo presidente de Argen-tina? Carlos Saúl Menem…”. El expresidente Menem ganó la primera vuelta de la elección de 2003 pero luego renunció a pre-sentarse al balotaje ante Néstor

Fue un “burrero” irredento, tanto que hasta recibió un tiro en un pie en un oscuro incidente en el hipódromo de Maroñas en marzo de 1979

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En 1988, un año antes de las elecciones nacionales, el presidente Sanguinetti optó por Enrique Tarigo. “Siento como si me hubieran arrancado un brazo”, declaró Batllelll

En 1989 se hizo muy popular su propuesta de vender las reservas de oro para pagar la deuda pública uruguaya

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EL OBSERVADOR Martes 25 de octubre de 2016 5SUPLEMENTO ESPECIAL

Kirchner para evitar la derrota).La aparición de focos de af-

tosa en 2001 cerró a Uruguay los mercados que pagaban mejor. Brasil devaluó su moneda 60% en enero de 1999. Sus socios del Mercosur quedaron fuera de precio y las exportaciones, que habían sido muy altas en los años de 1990, se derrumbaron. Argentina colapsó en 2001 y Uruguay –que estaba en rece-sión desde 1999– terminó de caer en 2002.

El gobierno uruguayo, que era en esencia una frágil coali-ción, intentó sucesivos ajustes para tapar el agujero en sus cuentas, que creció al compás de la recesión. El producto bruto cayó más de 16% en cuatro años consecutivos, entre 1999 y 2002.

A las corridasLos clientes argentinos de la banca uruguaya, que poseían más de la tercera parte del total de depósitos, iniciaron una “co-rrida” por retiros que provocó un feriado bancario el 30 de ju-lio de 2002, la quiebra de varias instituciones y la reprograma-ción o “corralito” de depósitos en algunas instituciones, entre ellas el Banco de la República.

Por exigencia de sus socios del Partido Nacional, cayeron los titulares de Economía y del Banco Central, Alberto Ben-sión y César Rodríguez Batlle,

quienes fueron sustituidos por Alejandro Atchugarry y Julio de Brun. A la postre este nuevo equipo, de perfil bajo y talante conciliador, se llevaría buena parte del crédito por la salida de la crisis, que –a diferencia del “default” argentino– incluyó un canje voluntario de deuda pública con los acreedores, que en 2003 aceptaron estirar los plazos.

Batlle logró del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, un préstamo directo por US$ 1.500 millones, lo que forzó la asistencia de un hasta enton-ces renuente Fondo Monetario Internacional. El dinero puesto sobre la mesa acabó con la “co-rrida” bancaria.

La economía uruguaya comenzó a recuperarse en 2003, ayudada por el auge internacio-nal de las materias primas, en un sólido proceso expansivo que se extendió hasta 2015 inclusive.

La “crisis de 2002”, que en realidad fue más prolongada, fue la mayor de Uruguay desde la Gran Depresión de los años de 1930. Muchas empresas quebra-ron, el desempleo anual llegó a un promedio de 17% y las clases medias y bajas se desplomaron. Unos 150 mil uruguayos emigra-ron entre 2000 y 2008.

“We are fantastic”Con perspectiva de largo plazo,

algunos analistas rescatan as-pectos del gobierno de Batlle en un tiempo imposible, y acotan su grado de responsabilidad. Pero el presidente también agravó la crisis por sus acciones impulsivas, y por su tendencia a opinar sobre todos los temas, en una suerte de incontinencia verbal.

En abril de 2002, luego que el caudillo Fidel Castro lo insultara, rompió relaciones diplomáticas con Cuba. Man-tuvo una relación amistosa con el caudillo venezolano Hugo Chávez, aunque criticó sus pla-nes y propuestas. “(El proyecto de Comunidad Sudamericana de Naciones) es una comunidad de pobres que no se pueden comunicar entre sí”, sostuvo.

El 6 de agosto de 2002, en medio de una gran depresión anímica nacional, dijo públi-camente a Paul O’Neill, secre-tario del Tesoro (ministro de Economía) de Estados Unidos, quien visitaba Uruguay: “We are fantastic”.

En una entrevista de la agen-cia Bloomberg, que fue divul-gada a inicios de junio de 2002, cuando creyó que hablaba en privado sostuvo que los argen-tinos, o su clase política, eran “una manga de ladrones del primero al último”. El 4 de julio concurrió a la Casa Rosada, en Buenos Aires, y ante el presiden-

te Eduardo Duhalde y cámaras de televisión, pidió disculpas mientras enjugaba sus lágrimas.

Quince años antes le había contado a César di Candia: “Yo (en televisión) salgo como soy, no muy agraciado. Lo que me pasa a mí es que no sé disimular, ni me preocupa disimular. Si estoy enojado, salgo enojado, y si estoy triste, salgo triste. Se me nota todo. La familia Batlle es una familia emotiva y llorona y eso también se me nota… Soy terriblemente imprudente, pero ya no tengo arreglo. Soy dema-siado franco. Creo en lo que digo y me tiro al agua”.

El finLas elecciones de octubre de 2004 pusieron de manifiesto el desmoronamiento del Partido Colorado (que recogió un ínfimo 10,3% de los sufragios) y cerra-ron el ciclo de los Batlle. Tam-bién abrieron un largo período de gobiernos del Frente Amplio, una nueva propuesta de centro-izquierda que se agregó al juego político uruguayo después de casi dos siglos de colorados, blancos, “fusionistas” o dicta-duras militares.

Jorge Batlle logró una banca en el Senado, que fue ocupada por Isaac Alfie, su último minis-tro de Economía. También re-chazó la embajada en Washing-ton que le ofreció el presidente electo, Tabaré Vázquez.

“Yo aspiraba a mucho más, aspiraba a cambiar el Uru-guay, y no lo conseguí”, dijo a la agencia EFE poco antes de dejar la Presidencia. “Fui como un goalkeeper: desde que entré (en marzo de 2000) hasta el 2003 me la pasé atajando goles”.

En los últimos años de su vida se lo vio en asuntos personales, en hipódromos de cualquier parte, incluso de los suburbios de París, o paseando por las calles de Montevideo, cumpliendo trámites en oficinas públicas o en bancos, con un paso juvenil y el saludo fácil. “Muchos jóvenes me piden libros –contó– y se los presto”. Siguió tratando con cualquiera que mostrara interés y opinó sobre muchas cosas, con la in-clemencia de siempre: “Tabaré Vázquez tiene un gran problema con José Mujica”; Si seguimos discutiendo la integración económica, “en 10 años tenemos que mudarnos de planeta”; “Oja-lá no haya petróleo en Uruguay”.

“No soy discriminador. Yo me caliento, no me enojo, y ahora me caliento menos”, dijo en octubre de 2015 a un portal de internet (eltelescopio.com.uy). “Estoy bastante sano y tengo 88 años, voy para 100”. l

Apenas asumió la Presidencia convocó a una amplia Comisión para la Paz que por años investigó lo sucedido con unas 30 personas desaparecidas en Uruguay durante la dictaduralll

Consiguió que la finlandesa Botnia dejara sus proyectos en Argentina y construyera una gigantesca fábrica de celulosa en Fray Bentos, un hecho decisivo para la emergente industria forestal uruguayalll

P. LA ROSA

Duelo oficial El gobierno decretó para hoy duelo oficial con honores, bandera a media asta en edificios estatales, sedes diplomáticas, cuarteles, fortalezas, bases aéreas y buques de guerra. “El go-bierno destaca la defensa de los valores democráticos del ex mandatario y legislador de amplia trayectoria, así como su compromiso por el país”, afirmó en un comunicado la Presidencia.

Velatorio y sepelio Desde la hora 8 de hoy se realizará el velatorio en el salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. A la hora 15 partirá el cortejo –que pasará por la sede del Partido Colorado– hacia el Cementerio Central, donde será enterrado.

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SUPLEMENTO ESPECIAL6 EL OBSERVADOR Martes 25 de octubre de 2016

G. ZAMORA

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EL OBSERVADOR Martes 25 de octubre de 2016 7SUPLEMENTO ESPECIAL

M. CERCHIARI M. SKRYCKY

AFP

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SUPLEMENTO ESPECIAL8 EL OBSERVADOR Martes 25 de octubre de 2016

Cambió el batllismoEl líder histórico de la Lista 15 combatió el estatismo y abrazó el liberalismo

Ningún apellido marcó tanto la historia de Uruguay en el siglo XX como el

de Batlle. José Batlle y Ordóñez (hijo del expresidente Lorenzo Batlle) creó el Estado urugua-yo tal cual lo conocemos y la corriente política más asociada al poder durante décadas: el batllismo. Su sobrino predilec-to, Luis Batlle Berres, tomó su legado y como líder político ava-sallante fue el símbolo de una era: estatismo, sustitución de importaciones, proteccionismo.

Todas esas ideas combatió, desde joven, Jorge Batlle, el hijo mayor de Luis que se convirtió, a fines del siglo XX, en el cuarto presidente de la dinastía. Tanto es así que cuando asumió el liderazgo de la Lista 15, muchos dirigentes prefirieron irse, al ver que impulsaba –y redactaba– la reforma constitucional que ter-minó con el gobierno colegiado en el año 1967, una idea típica-mente batllista. Jorge Batlle no dudaba en defender ideas liberales y de apertura al mundo, en un país cerrado, afecto a un Estado paternalista y fuertes caudillos siempre dispuestos a ayudar con algún trámite en una oficina pública.

La primera y la segundaJorge Batlle vivió la política desde siempre. Tenía 5 años cuando su familia debió exi-liarse en Argentina tras el golpe de Estado de Gabriel Terra. Su padre asumió la Presidencia en 1947 (Jorge tenía 19 años) tras la muerte de Tomás Berreta y hasta 1951, cuando se reinstauró el régimen colegiado que presidió en 1955. Fue su colaborador cer-cano. En 1958, con 31 años, fue electo diputado por la Lista 15. Al morir su padre en 1964, asumió el liderazgo de la Lista 15.

Entonces promovió la reforma constitucional aprobada en las elecciones de 1966 (fue candida-to por primera vez) y comenzó a defender ideas liberales que podrían generar escozor en

FEDERICO SIERRAtwitter.com/fede193

batllistas clásicos. “Me enfrenté a la orientación ideológica populis-ta que el señor Luis Batlle Berres representaba como hombre de su tiempo”, diría en 1989, en una entrevista con La República.

Golpeado por el episodio llamado “la infidencia” (una acusación de beneficiarse en una devaluación que nunca se comprobó y siempre negó), fue candidato por segunda vez en 1971. En la dictadura, fue deteni-do varias veces y proscrito. Eso lo dejó afuera de las internas de 1982. En 1984, el candidato fue Julio María Sanguinetti.

La tercera y la cuartaEn 1989 fue por su tercer intento. Sanguinetti se inclinó por su vicepresidente, Enrique Tarigo, Batlle sintió que “le arranca-ron el brazo”, pero convocó a la “rebelión de indios contra los caciques”, y ganó la interna. La presidencia parecía cerca, pero Batlle dejó claro que no cambiaría su estilo de decir las cosas claras, aunque le costara la elección. Su propuesta de refor-mar la seguridad social, vender

reservas de oro para pagar la deuda externa y su oposición a la reforma constitucional que proponía ajustar las jubilaciones a los aumentos de los salarios públicos generaron polémica. Los blancos ganaron por casi 170 mil votos.

Con una Lista 15 débil, volvió a presentarse en 1994 con el eslogan “te canta la justa”. Sanguinetti fue otra vez electo, pero los “jorgistas” siempre destacaron que los votos de su líder fueron claves.

La quinta, la vencidaCinco años después, en su quinto intento y con el apoyo de los blancos en el estreno del balotaje, Batlle llegó a la Presidencia. Sus primeros meses fueron vertigino-sos. Sorprendió con apariciones en lugares públicos, y actitudes que buscaban “desacralizar el poder”. Abrió el diálogo a la izquierda y creó la Comisión para la Paz, para buscar datos sobre los desaparecidos en dictadura. Ese año, el 2000, gozó de una popularidad enorme.

Pero el impulso reformista chocó con una cruda realidad.

Aftosa, corrida bancaria, cierre de bancos, saqueos, la recorda-da frase sobre los argentinos y posteriores disculpas pautaron la peor crisis económica y finan-ciera de la historia. Los blancos lo dejaron solo y su popularidad se fue al piso. El referéndum que anuló la ley de ANCAP le puso la tapa definitiva a sus intenciones. El Partido Colorado tuvo la peor votación de su historia en 2004.

Sin embargo, la salida de la crisis –que incluyó su gestión directa para lograr ayuda de Estados Unidos para reabrir los bancos y un canje de deuda exitoso– muestra que Batlle dejó al país saliendo de la tormenta. Tras cuatro años en picada, la economía uruguaya creció 0,8% en 2003 y 5% en 2004 e inició un ciclo histórico que continuó en los gobiernos del FA. Quienes escriban la historia juzgarán su gobierno. Más allá de eso, Batlle mantuvo la costumbre de defen-der sus ideas donde sea, tanto ante un micrófono como con cualquier persona que se le acer-que, siempre dejando en claro su especial gusto por la polémica.

“El Uruguay entero aún le debe al presidente Jorge Batlle el reconocimiento al que se hizo merecedor por la forma en que, con vacilaciones y errores, pero con mucha imaginación y fortaleza de ánimo, manejó la terrible crisis del 2002, hasta entregar a su sucesor un país ordenado y en crecimiento” Lincoln MaizteguiESCRITO EN AGOSTO DE 2012

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MercadosAunque su presidencia estuvo marcada por la crisis, Batlle no escatimó en esfuerzos para abrir mercados para los productos uruguayos. Firmó un TLC con México y golpeó las puertas de Estados Unidos, China y la Unión Europea.

“Estas circunstancias son las que nos han tocado en suerte y las que debimos enfrentar con vigor y convicción”Jorge Batlle2 DE MARZO DE 2002

SUPLEMENTO ESPECIAL

Sin querer, Jorge Batlle sal-vó a la izquierda y al Fren-te Amplio. Y lo hizo dos

veces. La primera fue cuando le ganó las elecciones a Tabaré Vázquez en la segunda vuelta de noviembre de 1999.

Porque si Vázquez hubiese sido presidente, el Frente Amplio habría vivido desde el gobierno

la inevitable debacle financiera, económica y social de 2002 –pre-cedida por la crisis de la aftosa–, y el castigo electoral posterior habría sido tremendo, posible-mente similar al que recibió el Partido Colorado en 2004 y en las siguientes instancias electorales.

Y una primera experiencia de gobierno con un derrumbe como

el de 2002, por más de que no fue-ra exclusiva responsabilidad del partido gobernante –tampoco lo fue de Batlle, aunque muchos quieran verlo así– habría sido de-vastadora para el Frente Amplio.

La segunda vez que Batlle salvó a la izquierda fue cuando tomó la decisión de afrontar la salida de la crisis sin romper con los mercados ni con los organismos internacio-nales de crédito. Fue la opción más impopular y tuvo un costo social altísimo (la pobreza alcanzó a un tercio de la población), pero le per-mitió al país recuperarse rápida-

mente y despegarse del error que cometió Argentina, que hasta el día de hoy paga las consecuencias.

Su decisión de honrar los com-promisos asumidos por el país y de rescatar al sistema financiero arrastrado por el corralito banca-rio argentino permitió a Uruguay recibir ayuda internacional, en particular de EEUU, con cuyo presidente, George W. Bush, Bat-lle tenía una relación cercana.

Y fueron también esas decisio-nes las que permitieron a Batlle entregar en 2005 una economía en crecimiento y con un déficit fis-

cal controlado, a un Vázquez que había capitalizado en las urnas el descontento social de la crisis.

Desde ese punto de partida, el Frente Amplio pudo poner en práctica las políticas de sa-neamiento del quiebre social en los años siguientes, imposibles de realizar con una economía en bancarrota y sin crédito. Y el resto de la historia es conoci-da: una década de crecimiento sin precedentes que permitió a la izquierda, esa a la que Batlle salvó, seguir todavía al frente de la conducción del país. l

Batlle salvó a la izquierda

ANÁLISIS

ÁLVARO IRIGOITÍA

Le tocó bailar con la más fea

VICTORIA

A los 72 años y luego de varios intentos por llegar a la Presidencia, el colorado Jorge Batlle (hijo del pre-sidente Luis Batlle Berres) ganó el balotaje contra Tabaré Vázquez en noviem-bre de 1999, y asumió el 1° de marzo de 2000.

MEMORIA

En agosto de 2000, el presidente Batlle instaló la Comisión para la Paz con el objetivo de “sellar la paz” entre los uruguayos, al tiempo que intentó ubicar restos de detenidos desapa-recidos durante la dictadura cívico militar (1973-1985).

AFTOSA

En 2001 apareció fiebre aftosa en el ganado, lo que determinó el cierre de las fronteras departamentales y la decisión de sacrificar a animales y empezar con la vacunación.

“LADRONES”

Batlle viajó en junio de 2002 a Buenos Aires para pedirle disculpas al presidente Eduardo Duhalde, por haber dicho en una entrevista con la cadena Bloom-berg que los argentinos son una “manga de ladrones del primero al último”. En el encuentro, el mandata-rio uruguayo lagrimeó frente a cámaras.

CORRIDA

En 2002, Batlle debió ape-lar a dos ajustes fiscales, una devaluación y enfren-tó una corrida bancaria que duró seis meses e incluyó la quiebra de cua-tro bancos. El desempleo trepó a casi 20%.

SEÑALES

El 20 de junio de 2002, el primer día en que Uruguay abandonó el sistema de banda de flotación del dólar, la cotización subió 30%. En junio cayó

10,1% el Producto Interno Bruto con respecto al mismo período de 2001.

SALVATAJE

En julio, cuando Uruguay estaba con la soga al cuello, sin recursos para afrontar el pago de los depósitos y sus cuentas con proveedores estatales, el depar-tamento del Tesoro de Estados Unidos asistió en forma directa a Uruguay.

SAQUEOS

El jueves 1° de agosto de 2002 el gobierno dispuso limitar el retiro de depósitos a plazo fijo en dólares de la banca pública. Ese día se produje-ron saqueos a varios comer-cios y supermercados.

ANCAP

La ley que autorizó la asocia-ción de ANCAP con privados quedó derogada en 2003 con el 62,21% de los votos emitidos en el referéndum, un guarismo muy superior al esperado por analistas.

2002

1999 2000

2001

2002

2002 20042002

2002

twitter.com/AIrigoitia

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SUPLEMENTO ESPECIAL10 EL OBSERVADOR Martes 25 de octubre de 2016

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“Nació soñando con el porvenir y cayó en esa misma lucha, predicando”

En mi comienzo está mi final. En mi final está mi principio”. La frase de

T. S. Elliot parece pensada para la larga vida de este campeón de la libertad que hoy despedimos. Nació soñando con el porvenir y cayó en esa misma lucha, predi-cando. En su comienzo estaba su final. En él estaba su principio, la razón de su vida, a la que dedicó la peripecia de 88 años vividos con inusual intensidad.

Cuarto de los Batlle que llegaron a la Presidencia de la República, fue Jorge, sin embargo, siempre dueño de sí mismo. No lo ataba la historia, ni lo condicionaban intereses; no lo arrastraba la gritería y nunca temió afrontar la impopularidad por sostener una idea de la que estaba convencido. Su linaje lo sentía como responsabilidad, no como mérito, y todo lo que alcanzó fue por su prolongado esfuerzo.

Siempre oteó el porvenir y lan-zó ideas novedosas, sin pensar en aplausos o deslizarse a caídas de-magógicas. Promovió la reforma constitucional del 1967 cuando sentía crujir las instituciones y pensó que se requería fortalecer la gobernabilidad democrática. Reconfiguró la doctrina batllista con un aliento liberal, que sin desvirtuar sus esencias, la adap-tó a estos tiempos de apertura y competencia comercial.

Enfrentó el desborde militar cuando, aún bajo la normalidad institucional, se insinuaba ya su quiebra. Sufrió la prisión y la proscripción. Mantuvo vivo al partido en esos años difíciles, integrando con Amílcar Vas-concellos y Raumar Jude un triunvirato clandestino. Luchó con denuedo en el plebiscito de 1980, pese a las restricciones que nos imponía la dictadura. Y lue-go de la elección interna de 1982, nos acompañó a Tarigo y a mí en el esfuerzo de llevar adelante el “cambio en paz”, del que fue

sostén fundamental.Los traspiés políticos nun-

ca lo resintieron ni le hicieron dudar de su lucha. Siempre convencido de lo que hacía, cada vez que le tocó caer, se levantó al día siguiente para continuar su prédica. Disputó cuatro veces la Presidencia sin éxito y en su quinta oportunidad la alcanzó. Tuvo entonces que soportar el drama de una crisis econó-mica que vino de afuera y que enfrentó con profundo sentido de responsabilidad, evitando el default en que había caído Argentina. Los que muchos entonces no entendieron, o no quisieron entender, reconocen hoy que el honrado gobierno que presidió preservó al país de una larga agonía, al punto que, un año después de esa crisis, el país estaba creciendo nuevamente. Y así lo entregó, en paz y libertad, a un presidente de otro partido.

Desde entonces, ni un día dejó de predicar, de hablar, de lanzar ideas, de provocar el debate. A nadie dejaba indife-rente. Su imaginación bullía y se estimulaba en la controversia.

Fue un colorado convencido. Admiraba la audacia política y, sobre todo, el valor humano de Fructuoso Rivera. Sentía al gobierno de la Defensa, como la configuración de la ideología li-beral y humanista que el Partido le impregnó al país. Se inclinaba ante la magnitud de Don Pepe y sentía su continuidad en la obra

de su padre. Esa visión histórica se asentaba en una constante curiosidad, en la búsqueda de documentos, de libros antiguos, que arrojaran alguna nueva luz. Vivía en el futuro, pero buscan-do raíces en el pasado.

Soñaba un Uruguay con altu-ra y universalidad. Le indignaba la demagogia. Le entristecía la mediocridad. Admiraba la Argentina de Alberdi y el Brasil de los “gaúchos”, pero quería un país que no se alejara del empuje norteamericano y la sabiduría británica. Conversador fecun-do e interminable, podía pasar horas con un académico como otro tanto con un chacarero al que por casualidad encontraba al costado de un camino. Cuidó siempre amorosamente de sus hijos como respetó y quiso a las dos grandes señoras con las que dividió su vida.

Convivimos con él sesenta y dos años, desde aquel lejano día en que detrás de Don Luis en-tramos a la 15 para dar nuestras primeras batallas periodísticas en Canelones. En ese largo periplo, vivimos horas de gloria y de infortunio, momentos de mancomunidad y también de competencia, siempre en la bús-queda de los mismos ideales.

Sentimos que con él se va también parte de nuestra propia vida. Dejándonos, sin embar-go, ese legado de patriotismo y grandeza que, aun en la contro-versia, le hacía admirable.

Recuerdos que dejó el político y el amigo

Jorge Batlle, una lección de grandeza

JULIO MARÍA SANGUINETTIExpresidente de la República

CARLOS RAMELA Exintegrante de la Comisión para la Paz

“Batlle fue un hombre por el que siento especial cariño y admiración. Hizo muchas cosas desde el gobierno y desde el llano siendo un referente lleno

de ideas nuevas. Es una falta que nos va a hacer mucha falta. Es una ausencia que nos va a costar mucho superar. Hasta la forma de morir nos muestra cómo fue su vida: recorriendo el país, con su agenda llena, preocupado por los problemas de la gente. Hasta el último aliento estuvo interesado particu-larmente por el futuro de los más jóvenes”.

ISAAC ALFIE Exministro de Economía colorado

“Era un optimista por naturaleza. Solo su op-timismo le permitió hacer lo que hizo y poder

sobrellevar lo que tuvo que sobrellevar en las adversidades. Fue un republicano por antonomasia y todo el mundo sabe lo que fue su inteligencia”.

LEONARDO COSTAProsecretario de la Presidencia de Batlle

“En los años de 1980, Batlle formó a una genera-ción política que se llamó ‘del piyama rojo’ por-que nos recibía en su casa vestido con una prenda

de ese color. Nos daba libros para que leyéramos y constituyó un impulso libertario y de apertura para mucha gente joven que se fue formando con él a la salida de la dictadura. Tuvo una gran generosidad intelectual enseñando y abriendo oportunidades y lo demostró cuando llegó al gobierno y nos llevó a formar parte de él. Siempre escuchando otras opinio-nes aunque finalmente decidía lo que a él le parecía más ade-cuado. También le dio la oportunidad de formarse a gente de otros partidos, como Mario Bergara. A Jorge le debemos la fortaleza que tuvo en el 2002 cuando se enfrentó a la crisis y en el 2003 cuando se enfrentó al Fondo Monetario Interna-cional. Salió adelante siempre con una gran sonrisa. Como decía su madre, él estaba casado con la política. Él vivía con la política, no de la política”.

JORGE BARRERA Exdiputado colorado y hombre de confianza de Batlle

“Es una parte importante de mi vida. Me acompa-ñó en mi actividad política en el liceo, en la facul-tad y en el Parlamento. Nos hizo enamorar de la

lectura, de la filosofía, y del conocimiento como herramienta de la sociedad. Pasamos momentos difíciles en los que, a veces, nos acompañamos sin decir palabra, y pese a que nos conocemos desde hace 48 años, siempre nos tratamos de usted. Batlle es un hombre honesto en lo intelectual y en lo material que ha formado y guiado a toda una generación. Es exigente, incluso más con los que más quiere pero tiene un gran corazón. Como decía Churchil, tiene la ironía propia de los hombres inteligentes”.

N. SCAFIEZZO

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11EL OBSERVADOR Martes 25 de octubre de 2016

“¿Hola? Habla Batlle”

El presidente que se ocupaba de todo

Llamaba para charlar de política y terminaba opinando sobre casi todas las cosas

Estaba siempre pendiente de todos los detalles

Últimamente lla-maba por teléfono a cualquier hora y para hablar de cualquier cosa.

“Hola, habla Batllle. ¿Qué cuenta? Dígame una cosa…”, interrogaba el expresidente pero en realidad no le interesaba demasiado conocer la opinión del periodista. Solo quería monologar sobre cuestiones que empezaban con la reciente declaración de un diputado y terminaban sumergidas en un submarino de la segunda guerra mundial.

Jorge Batlle era categórico y casi no admitía réplicas. Acaso algún comentario al margen de su interlocutor que le daba pie para seguir hablando. “Escuche, ese tipo es muy, muy burro. Es infinitamente burro”, opinaba

Hola, ¿señorita Marcela? Habla el presidente”. La frase me dejó en blanco por unos se-

gundos. Era un día de fines de oc-tubre de 2004 y yo tenía 20 años. Ese fin de semana se realizaban las elecciones presidenciales en Uruguay, Jorge Batlle estaba ter-minando su mandato y yo cursaba el tercer año de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad de Montevideo.

LEONARDO PEREYRAtwitter.com/LeoPereyra5

MARCELA MASEDAtwitter.com/MarcelaMaseda

veces se quedaba a charlar un rato con los periodistas a la salida del edificio Libertad pero no admitía ninguna conver-sación mano a mano. “No, qué fuentes ni fuentes. Ponga que yo digo que…”, y largaba la parra-fada en voz bien alta para que lo escucharan en varios metros a la redonda. Opinaba de todo. De genética –uno lo escuchaba y le parecía que sabía mucho– y de música –uno se daba cuenta de que andaba flojo de oído–.

Era incapaz de llamar o de hacer llamar a un medio de comunicación para que no saliera alguna noticia que lo perjudicaba.

Cuando dejó la Presidencia pudo volver a dedicarle más tiempo a la lectura. Leía mu-cho y le encantaban Felisberto Hernández y Jorge Luis Borges, y eso propiciaba el diálogo.

Le encantaba esta anécdota que no se sabía si era cierta o si la había inventado: “Felisberto de-cía que era vegetariano y un día

un amigo lo encontró comiéndo-se un asado bien jugoso.

–Pero, Felisberto, ¿vos no sos vegetariano? –le preguntó.

–También –le contestó Felis-berto.”

Y otra vez lanzaba una carca-jada que parecía no tener final.

“Sí, habla Batlle. ¿Lo des-perté? Qué tormenta, se vuela todo. Escuche, ¿sabe lo que estoy leyendo? Ah, ¿nunca lo leyó? Ah, no, es una maravilla”, empezaba diseccionando a un autor fran-cés y terminaba comentando que había estado 15 días en París al precio de lo que costaba una semana en Punta del Este.

Le encantaban las carreras de caballos y mojar el pan en el jugo de la ensalada de lechuga y tomate.

Dicen que en los últimos mi-nutos de conciencia también se estuvo riendo y que sus palabras finales fueron para un amigo. “Flaco, mirá que hermosa no-che”, dijo Batlle a sus 88 años. Y enseguida se fue. Para qué más.

Todo arrancó unas semanas antes, cuando se preparaba en la facultad una cobertura real del día de la votación. Sería como en un canal de verdad. Móviles siguien-do a los candidatos, entrevistas, analistas y la transmisión de una noche electoral que conduciría-mos con Ignacio Chans –actual editor de Referí de El Observador– que por ese año estaba terminan-do su carrera.

El entusiasmo de “salir a la cancha” se palpitó durante días y lo tomamos muy en serio. A mí me tocó seguir a Batlle, pero, en tiempos donde Twitter y Facebo-ok no eran ni siquiera una idea, encontrar el dato de dónde votaba el presidente se me hizo difícil.

Faltaban dos días y no lo tenía, hasta que mi madre –una mujer práctica y perseverante– me dijo que llamara a la residencia presidencial de Suárez y Reyes y preguntara allí. Descreída, le con-testé que seguramente tendrían cosas más importantes que hacer que atender a una estudiante de comunicación.

Error. Mi madre hizo oídos sordos y llamó a Suárez. Logró ha-blar con la secretaria de Batlle a la que le explicó la situación. Ella se comprometió a conseguir el dato y devolver la llamada.

Y así lo hizo. Atendí el teléfono y la voz de una mujer me pidió que esperara, que me iban a hablar y allí me pasó con Batlle, que me

preguntó en qué año de la carrera estaba y qué íbamos a hacer du-rante la cobertura.

No recuerdo mis respuestas, pero sí las explicaciones de él. Me dijo que votaría en el club San Martín y que llegaría a la hora 8 “en punto” y aclaró que estaría en el circuito pocos minutos.

“¿Usted desde dónde va salir? ¿Va a ir en ómnibus o en coche?”, me preguntó y a continuación me explicó cómo llegar al lugar y las líneas de ómnibus que me servían.

El día de la votación llegué al club San Martín a las 7.30 con mi padre, que ese día ofició de chofer.

Batlle llegó a las 8 en punto como prometió.

Se fue luego de votar, en medio de un lío tremendo que se armó en las escaleras del club entre el notero del programa Caiga quien caiga (CQC) y la guardia del presidente.

Ocho años después, ya como periodista, lo entrevisté para el es-pecial que preparaba El Observador por los 10 años de la crisis. No reco-daba su llamada y tampoco enten-día mi sorpresa por el gesto que tuvo conmigo años atrás. “Señorita, un presidente tiene que ocuparse de todo. De todo”, dijo.

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“Me duele la muerte de este amigo. Batlle, un presidente con coraje. Mi padre diría: genio y figura hasta la sepultura” Jorge LarrañagaSENADOR DEL PARTIDO NACIONAL, EN SU CUENTA DE TWITTER

SUPLEMENTO ESPECIAL

de algún colega. O elogiaba a otro porque “escuche, el tipo de eso sabe, ¿o me va a decir que no?”, preguntaba sin esperar respuesta. Si uno coincidía

celebraba con un “está clava-do” y largaba la carcajada. Una carcajada larga y fuerte como de científico loco.

Cuando era presidente, a

D. BATTISTE

A. SARTOROTTI

“QEPD Presidente Batlle. Vaya nuestro abrazo a su familia, amigos y al Partido Colorado”Luis Lacalle PouSENADOR DEL PARTIDO NACIONAL, EN SU CUENTA DE TWITTER

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“¡Qué fácil fue el primer gobierno del doctor Vázquez! Lo recibió todo acondicionado para poder trabajar sin dificultades” (2015)

“We are fantastic” (2002)

“En el himno uruguayo repetimos 16 veces, sabremos cumplir. La única fuerza que tiene Uruguay es que siempre ha cumplido y siempre ha tratado de vivir dentro de las normas y respetarlas” (2012)

“La crisis financiera fue la que determinó en Uruguay que en la elección de 2004 por 1% de votos ganara el Frente Amplio” (2016)

“Este gobierno es el más derechista que he visto en mi vida, porque jode a los que menos tienen” (2012 )

“Digo las cosas que me salen del estómago sin pensar si van a hacerme daño” (2015)

“Me enfrenté a la orientación ideológica populista que el señor Luis Batlle Berres representaba como hombre de su tiempo” (1989)

“A lo largo de mi vida he tratado de hablar siempre sin medir ventajas o desventajas” (2000)

“En el 2001, la situación argentina era de los argentinos con los problemas argentinos. Una manga de ladrones, del primero hasta el último” (2002)

“En la vida vale más el ‘ser’ que el ‘tener’, representado el ‘ser’ por los valores morales, éticos y de conducta, que se aprenden antes que en ningún otro lugar en el regazo de la madre, en el seno de la familia, y también en la escuela” (2000)

Lengua filosaJORGE BATLLE, EL POLÍTICO QUE CANTABA “LA JUSTA”, NUNCA TUVO PELOS EN LA LENGUA

A. SARTOROTTI