a que llaman golpe de tambor - olver quijano

Upload: arcy-rosmery

Post on 06-Apr-2018

224 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    1/12

    68 // CALLE14 // olumen 4, nmero 5 //julio - diciembre de 2010

    Olver Quijano ValenciaUniersidad del Cauca / [email protected]

    PhD en Estudios Culturales Latinoamericanos en la Universidad Andina Simn Bolvar (Quito, Ecuador), magster

    en Estudios sobre Problemas Polticos Latinoamericanos, especialista en docencia sobre problemas latinoameri-

    canos, y contador pblico con estudios en antropologa. Es profesor titular de la Universidad del Cauca (Colom-bia), y ha sido profesor de pregrado y postgrado en varias universidades colombianas. Es miembro de la Red

    de Intelectuales Latinoamericanos de Economa Social y Solidaria (Riless), del Centro Colombiano de Investi-

    gaciones Contables C-cinco y de Biopoltica (Red de investigadores latinoamericanos); y coordinador del grupo

    de investigacin Contabilidad, sociedad y desarrollo, reconocido y clasificado por Colciencias en la categora

    B. Ha sido autor y coautor de varios libros y ensayos sobre antropologa, poltica, sociedad, desarrollo, teora,

    educacin e investigacin.

    SECCINCENTRAL

    QU LLAMANLOS GOLPESDE TAMBOR?APUNTES SOBRE MSICA,AGENCIA Y RE(Ex)SISTENCIAArtculo de reflexin

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    2/12

    Qu llaman los golpes de tambor? // Oler Quijano valencia // 6

    Msicos jvenes en la fiesta de Nuestra Seora del Trnsito, El Pata, Cauca, 2008. Fotografa: Olver Quijano.

    Resumen

    Los espacios de muerte, las tecnologas del terror y del disciplinamiento, as como de las

    historias oscurecidas, racializadas y colonizadas, han eclipsado histricamente la militancia y alos militantes de la vida, la alegra, las msicas, las fiestas y, por consiguiente, los colores, aromas

    y ritmos de la poca, con sus significaciones y repercusiones sociopolticas. A partir de esta

    premisa, la presente reflexin reivindica las msicas como un mundo desbordante, por el cual

    tambin se tramita la existencia, se agencia la historia y se da cuenta de un cmulo de luchas,

    conexiones y canciones, muestra de cmo la vida tambin en medio de la herida colonial,del trauma colonial se viste de fiesta como paliativo e interpelacin. Las msicas mulatas, en

    cuanto eslabones visibles en la cadena de afectos y vivencias, son un producto sociohistrico, ungrito de emancipacin y resistencia social, una reaccin vitalista en nuestra Amrica multicolor,

    festiva y sentipensante.

    PalabRas claves

    emancipacin, fiesta, herida colonial, interpelacin, msicas, resistencia/agencia

    FoR whom the dRum beats? notes on music, agency and Re(ex)istence

    abstRact

    The spaces of death, the technologies of terror and discipline, as well as obscured, raciallybiased and colonized accounts have historically eclipsed the militancy and the militants of

    life, joy, music, festivities, and, consequently, of the colors, scents and rhythms of an era, with

    all the concomitant sociopolitical significations and repercussions. From this premise, the

    essay revindicates music as an overflowing universe that is also responsible for the carrying

    on of existence, the agency of history, and for giving testimony on a wide range of struggles,

    connections and songs living proof of how life, even among the colonial wound and traumacan dress for the festivities as palliative and interpellation. The mulatto forms of music, as

    visible links in the chain of affections and experiences, are a sociohistorical product, a cry of

    emancipation and social resistance, a vitalistic reaction in our multicolored, festive, feeling and

    thinking America.

    Key woRds

    colonial wound, emancipation, festivity, interpellation, mulatto music, resistance/agency

    quest-ce quaPPellent les couPs de tambouR? esquisses suR musique, agence, Rsistance

    (et Rexistence)

    Rsum

    Les espaces de mort, les technologies de la terreur et de la disciplination, ainsi que des

    histoires obscurcies, racialises et colonises, ont clips historiquement la militance et aux

    militants de la vie, la joie, les musiques, les ftes et, par consquent, les couleurs, les armes et

    rythmes de lpoque, avec ses significations et rpercussions sociopolitiques. partir de cette

    prmisse, la prsente rflexion revendique les musiques comme un monde dbordant, traverslequel on fait suivre son cours lexistence, on agence lhistoire et on rend compte dun tas de

    luttes, connexions et chansons, une dmonstration de la manire dont la vie aussi au milieu de

    la blessure coloniale, du traumatisme colonial shabille de fte comme un palliatif et une

    interpellation. Les musiques multres, en tant que chanons visibles dans la chane daffections

    et expriences, sont un produit sociohistorique, un cri dmancipation et rsistance sociale, uneraction vitaliste en notre Amrique multicolore, joyeuse et sentipensante.

    mots-cls

    blessure coloniale, mancipation, fte, interpellation, musiques, rsistance/agence

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    3/12

    70 // CALLE14 // olumen 4, nmero 5 //julio - diciembre de 2010

    que chamam os golPes de tamboR? aPontes sobRe msica, agncia e Re(ex)istncia

    Resumo

    Os espaos de morte, as tecnologias do terror e do disciplinamento, assim como das histrias

    escurecidas, racionalizadas e colonizadas, tm eclipsado historicamente a militncia e aos

    militantes da vida, a alegria, as msicas, as festas e, por conseguinte, as cores, aromas e ritmos

    da poca, com seus significados e repercusses scio-polticas. A partir desta premissa, a

    presente reflexo reivindica as msicas como um mundo desbordante, pelo qual tambm se

    tramita a existncia, se agenda a histria e se toma conhecimento de um cmulo de lutas,

    conexes e canes, mostra de como a vida tambm em meio da ferida colonial, do traumacolonial se veste de festa como paliativo e interpelao. As msicas mulatas, em quanto

    elos visveis na cadeia de afetos e vivncias, so um produto scio-histrico, um grito de

    emancipao e resistncia social, uma reao vital em nossa Amrica multicolor, festiva e com

    sentido pensante.

    PalavRas-chave

    emancipao, ferida colonial, festa, interpelao, msicas, resistncia/agncia

    imata KaianaKu bombo uajtachiyKuna? KilKai uyachiyKunamanda, maachiyPa iKuti (sujPa)

    Kaugsaiuanta

    PisiachisKa

    Chi uauy suyukuna, chi manchaipa rurachiskakuna chipa uyakungapauan, imata chasallata

    tutayachiska kati rimaskakunata, runa kikintaruraska yuyachiypa kichuska kutijpi, kankunami

    uchullayachiska kati rimaskapi chi katichiypa chi kaugsaypa katichijkunamanda, chi

    asiriypa, chi uyachiykuna, chi mingaikuna uan, chasaltata, chi tindukuna, asnaipakuna chi

    katisuyupi muyuriypakunauan, kikinpa kauachiypa kunaua y sugmayusuchispa yuyaikaugsay

    yuyairimaipakunauanta. Kai yuyaimandata, kaipi yuyariska churachimi chi uyachiykunata imasa sujachka atun alpamanda, chi chasaltata rurachiypa chi kaugsaita, maachimi kati rimaita kauarimi suj

    achka makaikunauan, uatachiskakuna takiykunauan, kauachimi imasata chi kaugsay chasallata

    chajpillapi chipa kuchuchiska yuyaipa kichuska kutijpi, chipa unguchiska yuyaipa kichuska

    kutijpi churarimi mingaipa imasa ambiypasina tapuchiypauanta. Chi mulata uyachiykuna,

    maituku uatachiykuna kauaska uatachiypa munaikuna kaugsaikunauanta, kankuna suj rurariskayuyay kaugsay kati rimaskapi, suj kapariy kacharichiska sinchi samai yuyay kaugsaiuanta, suj sinchi

    samai kaugsachiska nukanchipa Tawantisuyu tindukunapi, mingachiska samai yuyachiska.

    RimaiKuna niy

    kacharichiska, mingai, kuchuchiska yuyaipa kichuska kutijpi, sinchi samai/maachiypa, tapuchiy,

    uyachiykuna

    Recibido el 15 de abril de 2010Aceptado el 30 de mayo de 2010

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    4/12

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    5/12

    72 // CALLE14 // olumen 4, nmero 5 //julio - diciembre de 2010

    se moviliza entre teoras, procesos y canciones, reper-torios y msicas para la fiesta de la vida.

    En este horizonte analtico, si bien es cierto que uno de

    los pilares centrales de la empresa colonial eurocn-

    trica fue el silenciamiento, no puede afirmarse de modosuficiente que ste no constituy tambin una formade agencia/resistencia, inicialmente de las poblaciones

    indgenas y luego de los mestizos y negros; pues, sin

    duda, la historia no slo se configura a partir de las

    voces y los gritos, sino tambin desde los susurros, los

    silencios y los fantasmas.

    En esta misma direccin, no es exclusivamente laherida colonial desde donde se da cuenta de la

    prctica colonial en todo su devenir histrico y se

    piensa decolonialmente, en cuanto son tambin el

    canto y la danza actos de liberacin del africano contrala barbarie (Zapata Olivella, 1997: 74), y la utilizacin

    de las letras y las artes un medio de lucha contra elracismo (Dubois, citado en Zapata Olivella, 1997). As, el

    orden de la (geo)poltica no puede ser exclusivo de los

    humanos y de su racionalismo, de las tcticas y estra-

    tegias, de las mquinas de guerra, etctera, es tambin

    competencia de lo divino, lo mtico, lo sacro, lo festivo,

    lo fantasmtico.

    A pesar de los insistentes estereotipos promovidos por

    cierta opinin sobre los pobladores del trpico y delCaribe, la que habla de hombres y mujeres faroleros,

    dicharacheros, salseros, bailadores, magos del swing,

    bacanes genticos (Montao, 1999: 6-8), desenfrena-

    dos, bebedores, enamorados, escandalosos, diablicos,

    erticos, sexuados y un largo etctera, es preciso supe-rar esta calificacin, que no slo constituye una errada

    caracterizacin, sino que, a su vez, se inscribe en el yatradicional racismo que soslaya el vitalismo existencial

    y la singularidad cultural, en los que la msica, la danza,

    las formas de amar, los ritmos y sabores, configuran la

    historia mediante la simbiosis de la triada cuerpo, alma

    e historia.

    En el caso de la msica, como ya lo advirtiera ngel

    Quintero (1999: 35), sta representa una forma en

    que las personas interactan con su mundo; un intentode ejercer cierto control sobre su materialidad, sobre

    su biologa, resignificando colectivamente uno de los

    elementos consustanciales a la existencia. Tiene por lo

    tanto una funcin decisiva en la configuracin simblicade lo social. Agrega este socilogo: esta importancia

    le imprime a la msica repercusiones fundamentales de

    tipo poltico; en el sentido amplio de la poltica, como

    imposiciones y resistencias, solidaridades y conflictos

    por el ejercicio y la distribucin del poder (1999: 34).

    Fotografa de la serie El color de la dispora, Edizn Len y Juan Garca.

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    6/12

    Qu llaman los golpes de tambor? // Oler Quijano valencia // 7

    La msica, al lado de la danza, el arte, los tabes, los

    cantos, constituye un elemento transgresor por donde

    tambin se mueve la gramtica de decolonizacin.

    2

    Lleno estaba todo del grito pampero del tambor ydel trinar dolido de la marimba negra y del roncar de

    patada de los bongs.

    Enrique Gil, Yunga

    Marimbas, cununos, bongoes, tambores, guass, bailes

    de negros en fiestas santas y en parrandas permitidas,

    brujas que abrazando roban el alma, cabildos de

    negros y mulatos, danzas secretas, juegos de diversa

    ndole, tambores prohibidos, demonios de la resisten-cia, palenques y cimarrones, fandangos de mulatos,

    mulatos disfrazados de mujer y cantantes chirimas,

    representan algunas de las ms significativas mues-tras culturales de las poblaciones negra y mulata en

    el Nuevo Reino de Granada, que son compartidas con

    otros sectores sociales (Daz, 2002: 1), propios de unamultiplicidad de expresiones que se presentan como

    constantes histricas, y constituyen armas de singular

    importancia en los procesos de agencia histrica y

    lucha por la liberacin y el re-conocimiento. Es desde

    estas prcticas que la vida, en medio de la racializa-

    cin, la colonizacin y el sufrimiento, se pinta tambin

    de msica, colores y proyectos de libertad, en los quela msica narra las historias a modo de peticin de

    humanidad:

    Soy de la tierra de la esperanza,

    llevo la sangre del que no reconoce dueos.

    Soy fuego y luna, agua y memoriade amaneceres siempre alumbrando

    nuestra historia.

    Raz de sueos es el Caribe,

    donde el sol no tiene dueo

    y la esperanza sobrevive. (Blades, 1991)

    Sin duda, como ya lo planteara ngel Quintero

    (2004: 20), la msica constituye una de las principa-

    les maneras en que los hombres y mujeres expresan

    su relacin con el mundo y sus relaciones entre ellos,

    relaciones de tensin, regocijo, impugnacin, solida-

    ridad, esperanza, angustia y rebelda, msica cons-tituida en territorio de la cotidianidad y documento

    histrico. En esta perspectiva,

    (...) la msica como arma de defensa, solidaridad y

    rebelda frente a la dispersin forzada de la gente

    afro ha sido documentada y analizada muchas

    veces. Desde los primeros momentos de su llegadaa Amrica, los negros han utilizado el tam tam de

    los tambores como medio de comunicacin, ora

    con sus dioses y ancestros, ora con sus hermanos y

    hermanas de la esclavitud. (Handelsman, 2005: 107)

    Ciertamente, como lo expresa Michael Handelsman,en la literatura muchos autores han considerado esta

    expresin y tradicin como parte de las distintas

    formas de resistencia y agencia de las comunidades

    afro ante el sufrimiento, destacando el poder liberador

    de la msica como parte de su actividad creativa, siem-

    pre al margen de los dictados del amo.

    La msica no aparece nicamente en la literatura que

    habla de la vivencia afro, pues aunque tal texto no

    slo constituye un acto esttico sino una experienciasocial, y por tanto cumple una funcin en la compren-

    sin del mundo evidentemente la historia muestra la

    msica como parte de la rebelda, de los actos crea-dores y de la geografa de resistencia. Su tratamiento

    se presenta entre despectivo e interpelador, pues el

    impulso del arte folklrico, entre otros a travs de la

    danza, las piezas y cantos de marimba ejecutados por

    negros, era calificado como manifestaciones de salva-

    jismo, bailes pblicos inmorales y sexualidad ardiente.

    En una revisin tangencial a algunos apartados de lanovela Juyungo de Adalberto Ortiz (2004), encontramos

    pasajes en tal sentido, como los siguientes:

    () para todos los habitantes del lugar, los das

    de fiesta y los domingos constituan siempre un

    motivo de intranquilidad y sobresaltos, porquedesde el proyectado carretero de Quinind, salan

    los negros, hartos de sus faenas cotidianas, con

    los rostros sudorosos y alegres, anhelantes de

    diversiones. Beban hasta vaciarse las cantinas y

    enamoraban a viva fuerza, armando fenomenales

    escndalos, que ponan en peligro la virginidad de

    las plidas doncellas y el honor de sus maridos.(Ortiz, 2004: 132)

    () la multitud olvidaba sus preocupaciones,

    emborrachndose con gritos. Bailes de marimba,

    donde el humo del tabaco y el olor de puro Palma

    se mezclaban con el sudor de los sobacos de lasnegras, que se retorcan al comps de una cade-

    rona. (Ortiz, 2004: 189)

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    7/12

    74 // CALLE14 // olumen 4, nmero 5 //julio - diciembre de 2010

    Tambor y ms tambor, resonando con tanto afn.

    Bamboleo tras bamboleo Quimbando haciendoesguinces la negra y la zamba, alzaron los brazos,llegaron al banco agitadas, calientes al tacto

    fecundo. Quebrando cintura y caderas, hurtando,

    llamando a los hombres. Sudaron del rimbombar del

    gran bombo, el cununeo de los conunos. Y apareci

    el diablo, mi verej demonio. Y el tuntuneo de la

    marimba de chonta se prolonga y se enchumbaenfundar en la yunga. Marimba sobre marimba.

    Tambor y ms tambor y ms tambor y ms tambor;

    tambor, tambor, tambor, tambor, tambor, tambor.

    (Ortiz, 2004: 287)

    Estos acercamientos reflejan una visin sobre el mundo

    afro con cierta intencin estereotipada, propia delfantasma racista del pasado, hoy reconfigurado en

    numerosos juicios raciales que asocian las huellas de

    africana con desbordes en el mundo de la rumba, la

    borrachera y el sexo abierto; manosean las esencias,

    virtudes y, en general, las visiones sobre el mundo;

    a la vez que desconocen las luchas polticas que

    histricamente instala la msica, la relacin del texto

    musical y el contexto sociohistrico, y las formas enque se interpela la historia de exclusiones padecida porlas comunidades afrodescendientes.

    Las preguntas que quedan por resolver en este campo

    particular aluden entonces a: cul es el universo

    sonoro de dichas expresiones musicales?, qu razn

    tiene cada toque? O, como se denomina esta germinalreflexin, qu llama el golpe del tambor?, pues frica

    no slo est en la msica, y an estando en ella, no

    representa exclusivamente diversin, gozo y entreteni-

    miento, al integrar esa urdimbre sociopoltica y cultural

    que mezcla filosofa, resistencias, ritmos y sonidosen los cuales se escucha algo ms que el percutir de

    tambores ancestrales.

    As sin desconocer la coexistencia de conflictos,

    tensiones, plasticidad, agencia y fiesta, no pueden

    separarse la poltica y la vida cotidiana, ni pasar por

    alto la experiencia colonial que no olvida, pero que

    tampoco se queda pasiva. Por ejemplo, cantar no est

    Tambor 3. Fotografa: Olver Quijano Valencia.

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    8/12

    Qu llaman los golpes de tambor? // Oler Quijano valencia // 7

    disociado de la reflexin ni del trabajo intelectivo, y

    mucho menos de las formas de asediar al poder. De tal

    forma que como lo planteara Cornejo (1973: 75) para

    el caso de Esmeraldas (Ecuador) estas comunida-des no son concentraciones voluntarias de negros ni

    la cueva donde danzan desenfrenadamente los siete

    pecados capitales.

    Otra faceta del tratamiento de la msica hace refe-

    rencia a ella como manifestacin poltica y prcticade interpelacin. Segn Juan Garca (2003: 6), en el

    caso de Ecuador, son muchos los activistas del pueblo

    afroecuatoriano que se resisten a ser identificados slo

    con la msica y el baile de la marimba y con mucha

    razn insisten en que los negros de Esmeraldas, no

    somos slo msica de marimba, somos mucho ms

    que eso. Somos un pueblo culturalmente diferente,con todo lo que eso significa. Esta postura no intenta

    desconocer la soberana gozosa y el espritu vitalista

    del pueblo afro, sino que ante todo pretende mostrarla capacidad de movilizacin del pensamiento y de la

    fuerza imaginativa e irreverente en favor de la liberacin

    y de la prdida de sujecin histrica.

    De esta manera, en innumerables textos encontramos

    alusiones y gritos que expresan escenas de vida coti-

    diana. As, por ejemplo, David Snchez Juliao (2005: 66)

    nos dice: en medio de las faenas, los peones cantaron

    y cantaron a las proezas del quehacer, a los maltratos

    del patrn, a los sinsabores y las alegras de la viday al amor por la hembra, unas veces cariosa y otras

    desdeosa, relato que destaca el valor del canto como

    documento de contenido sociopoltico, existencial y

    constitutivo de la memoria de estos pueblos.

    Otras alusiones nos plantean los roles cruciales de lamsica, la danza y la creacin, manifestaciones por las

    cuales tambin se tramita el mundo de las reivindica-

    ciones, y desde las cuales se exhorta a la transgresin

    y al ejercicio de resistencia no ortodoxa, a pesar de su

    pirotecnia roja y detonante. Las siguientes son algu-

    nas muestras en tal sentido:

    (...) los espacios ldicos como el juego y el baile,

    o las mismas actividades sacras, constituyeron

    ocasiones para traspasar en el ritmo fugaz pero

    circular del tiempo, las fronteras sociales y cultu-

    rales e, incluso, para burlar en los espacios ms

    recnditos e incluso pblicos, las disposicionesjurdicas que prohiban o regulaban determinadas

    manifestaciones culturales. (Daz, 2002: 10)

    (...) la raza negra aclimatada en su destierro, es

    eminentemente poeta y, sobre todo, msica y

    cantora; sus voces son maravillosas en elastici-

    dad, expansin y armona. Un negro que toca unamarimba entre las selvas de las costas del mar,

    tiene la seguridad de que las fieras y las culebras le

    entonan escuchando estticas; el canto del trapi-

    che modulado a media noche al son de las masasque chirran, ha parado ms de una vez el azote del

    spero seor. (Davidson, citado en Daz, 2002: 36)

    Gritos de esta naturaleza se mantienen en expresio-

    nes musicales caribeas, donde el ritmo representa

    otro trmite de la vida, en medio de la angustia y la

    esperanza: una peticin de humanidad que al modo de

    Bobby Cap reza:

    Me encerraron con siete llaves

    y all les solt la Bomba,

    me trataron con siete candadosy all solt un rumbn.

    Porque la rumba estaba conmigo

    para aliviarme de las penascon su hermanita la plena

    y su primo el guaguanc...1

    Como dira Zapata Olivella (1983: 8, 13): voces tambo-

    res, voz creadora palabra que ser canto encendido,

    fuego que crepita, meloda que despierte vuestro odo.

    3

    Ata mi negra vibracin al mismo ombligo del mundo.

    Aim Csaire

    Dame tu trueno!

    Oricha fecundo,

    Madre del pensamiento

    la danza

    el canto

    la msica

    prstame tu ritmo,palabra batiente,

    acomoda aqu tu voz tambor

    tu ritmo, tu lengua!

    Manuel Zapata Olivella, Chang, el gran putas

    1 En 1962, el sonero Ismael Rivera fue castigado con una

    pena de cuatro aos en un programa carcelario de rehabilitacin.

    Esta situacin motiv a Bobby Cap, quien le compuso el tema Las

    tumbas, que llegara a convertirse en el himno de los reclusos de

    Amrica Latina, as como de otros procesos.

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    9/12

    76 // CALLE14 // olumen 4, nmero 5 //julio - diciembre de 2010

    Estas apreciaciones hablan de msica colmada de

    historia, en la que no slo se reflejan el dolor de la

    esclavitud y el sufrimiento ulterior, sino tambin el valor

    de procesos por la liberacin, el re-conocimiento, lareafirmacin y la alegra de vivir, y son muestra de cmo

    la genealoga del pensamiento y la vida afro no es una

    condena, ni un exceso carnavalesco.

    En esta mirada es imposible escapar al lugar que ha

    jugado el ritmo en la historia de las comunidades negrasque parafraseando a Jaime Arocha (2001: 13) para el

    Choc colombiano no slo constituye un inventario

    de marginalidades y carencias. Es de erotismo, pero

    sobre todo, de las alegras rebeldes y palenqueras,

    alegras en las que msica, ritmos, sensualidad y caden-

    cia no slo mueven el cuerpo, sino tambin la cabeza,

    el pensar. Sobre este tpico son muchos los trabajosorientados a mostrar el rol del ritmo en la configuracin

    histrica.

    Uno de estos esfuerzos2 enfatiza en la relacin de

    la vida cotidiana, la poltica y el ritmo, a partir de la

    experiencia de las nanas, su ritmo, la fuerza subver-siva de sus sueos callados, la memoria y el cimarro-

    naje ancestral. El libro, constituido por varios relatos,

    deja ver la localizacin del ritmo en cada nana. As,

    por ejemplo, Secundina tena el ritmo en el sembrar,

    Wbaldina en las nalgas, Bella Paz en la boca, Olegaria

    en el corazn, Divina en los ojos, Ismenia en la anga-

    rilla, Maximina en el cltoris, Acento en el cruzao dela pierna, Estebada en la espalda, Amira en las pier-

    nas, Delfa en la voz, y Valentina, entre otras, tena el

    ritmo en el pensar y por tanto estara contrapuesta a

    gobiernos dictatoriales y medidas gubernamentales

    contrarias a la dignidad del Choc colombiano. Ritmo,

    msica y resistencia se enlazan en la manifestacincontra la desmembracin del Choc, en la que en

    lugar de pancartas cada manifestante enarbolaba una

    botella de champaa y esa hermosa cualidad de mi

    raza negra, de cantar siempre, dio paso espontneo al

    himno, o a la marcha:

    Y en cada coraznhaced un batalln

    marchad, marchad, marchad.

    (Posso, 2001: 158)

    Y el relato contina, afirmando:

    2 Me refiero al vibrante libro de Amalia L Posso Figueroa (2001)

    publicado por Ediciones Brevedad, en Bogot, que se ocupa del ritmo

    en varias de sus nanas del pacfico colombiano.

    De todos los ritmos, el ms lento es el ritmo negro;

    se permite pausas, pero luego empieza con ms

    mpetu a pelear por lo que considera justo; as

    lo pelearon, decididamente, beligerantemente,dignamente. Ganaron. Y no desmembraron al

    Choc! (Posso, 2001: 159)

    Valentina pens, recordando lo que contaba sumam de ella y lo que ella a sus ocho aos haba

    empezado a trajinar. Pens, pens mucho, hastaque la pensadera se le meti muy adentro hacin-

    dola envalentonar, por su raza, por su oro, por sus

    gentes, por su tierra chica, por su tierra grande,

    por algo la nana Valentina tena el ritmo en el

    pensar. (Posso, 2001: 166)3

    Estas apreciaciones y testimonios acerca de la rela-cin entre el ritmo, la msica y la rebelin indican

    un lugar distinto al tradicional, que asocia ritmo a

    cuerpo, cuerpo a erotismo, erotismo a exceso degenitalidad y msica a divertimento, y no a vitalismo

    existencial y evidencia sociopoltica. Esta relacin ha

    estado presente en las distintas etapas histricas delas comunidades campesinas, indgenas, urbanas y

    especialmente afrocaribeas, en las que antes del

    verbo fue el tambor, el ritmo y el movimiento, y donde

    en medio de situaciones problemticas de encuen-

    tros entre migrantes de diversas lenguas, la msica

    y el baile antecedieron a los primeros discursos

    (Quintero, 1999: 14).

    3 Desde esta alusin al ritmo Valentina describe y ridiculiza la

    frialdad de los monos gringos que llegaron en 1918 al Choc para

    iniciar la expoliacin del oro, la explotacin del negro y la devasta-

    cin de los paisajes biofsicos. Valentina dira que desde lo racional,

    pragmtico y funcional de Occidente, ellos bailan despacito y sin

    gracia, muy tiesos; hacen unas muecas que quieren ser risas; eso no

    es baile sino formacin; parecen palos de chonta pero sin corteza.

    Las mujeres monas no mueven la nalga, y a los hombres no les brilla

    el ojo igualito al picaflor; es tal la sonsera, que vistos de lejos son

    como los bloques de agua, fros, lelos y transparentes, que guarda-

    ban en el cuarto de paredes altas y sin ventanas de su grandotote

    comedor. Las gringas monas tienen las carnes sueltas, las tetas en

    desorden y las nalgas rambadas, anchas y pandiadas como de batea

    para lavar oro de aluvin; los gringos tienen las manos blandas, el

    pecho enjuto, el culo chupingo y se adivina una picha sin ningn

    grosor ni color, ni mucho menos sabor; es un corrinche de blancos

    monos pasmados, sin alegra y sin risa. Se les nota que cualquier

    intento de pichada slo dara polvos tristes, dentro de sus lindas

    casas, rodeadas del alambre que asla la arrechera que produce el

    ardor y de cuartos de paredes fras que congelan la pasin ().

    Y empezaron a trasladar la tristeza de sus polvos tristes a lo largo

    y ancho del ro, buscando y apandando su tesoro para volverlo oro

    triste y contagiar de esa tristeza a toditico lo que estaba a su alre-

    dedor (Posso, 2001: 162-163).

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    10/12

    Qu llaman los golpes de tambor? // Oler Quijano valencia // 7

    En el conjunto de las msicas mulatas o afrocaribeas

    puede apreciarse desarrollos libertarios, por una parte,

    como reacciones ante concepciones y prcticas de lo

    sensual, lo bello, lo racional y lo esttico establecidaspor la modernidad; y por otra, como posicionamiento

    de las sonoridades desafiantes y polirrtmicas, muchas

    veces asistemticas, que establecen estas msicas,

    en cuanto ritmos desafiantes, que ponen en tensinlo conventual y seorial, para postular e imponer la

    discontinuidad, la fluidez, las descargas y, en sntesis,la libertad y espontaneidad, en un intento por cantar

    alegremente las penas, las (des)esperanzas y los sueos.

    En tal sentido, eljazz afronorteamericano, el bolero

    y la rumba afrocaribeos, el tango afroconosureo,

    el bossa nova afrobrasileo, y ms recientemente elreggae, el latin jazz, el reggaetn, y en especial la salsa,se constituyen en esos nuevos-viejos paliativos contra

    la existencia precaria, la soledad, el desamor y hasta

    la decepcin poltico/ideolgica; evidencian cmo lasociedad pas de ser monocromtica a constituirse

    como multicolor, donde lo polifnico, lo diverso, los

    collages, los palimpsestos y, en general, la hibridacin,manifiestan una conversin que muestra al mundo en

    su recomposicin sociocultural desde la msica. De

    esta manera la salsa, por ejemplo, se presenta como

    manifestacin de resistencia cultural, mantenimiento

    de la memoria histrica y de redefiniciones locales del

    espacio-tiempo lineal de la modernidad.

    En general, en un principio las msicas mulatas son

    tomadas como carentes, insuficientes, paganas,

    perversas, arrtmicas, posicin desde la cual es absolu-

    tamente imposible pensar su reivindicacin, mxime si

    su gnesis y su posicionamiento se instalan en espacios

    marginales4 donde sus pobladores parecen proclivesal paganismo, la indecencia y la turbulencia sexual,

    como si Dios y su institucionalidad terrenal hubiesen

    concedido licencia y concesiones a la sensualidad. En

    este sentido, la salsa incide en el prohijamiento de otras

    conductas y otras percepciones de la esttica corporal,

    4 Sobre el particular, debe recordarse que la salsa apareci,

    como movimiento expresivo, a finales de los sesenta en el contexto

    de una intensa emigracin caribea a Estados Unidos, en una especie

    de migracin colonial de la periferia a los centros hegemnicos de la

    economa global, despus de que tal expresin se concibiera como

    una msica bsicamente comunal un rumbn de esquina, cuyo

    desplazamiento se inscriba en un evidente nomadismo caminante

    (Quintero, 2003: 1, 5) que se instal en otras latitudes, siempre con la

    cabeza y el corazn puestos en la tierra de la esperanza, en la tierra

    de la sabrosura.

    en espacios catalogados no slo como territorios del

    goce, sino como ambientes donde

    (...) la rebelin y el lenguaje son parte del continuode la cultura afroamericana, y a ellos se aade

    la identidad, esplndidamente persistente de las

    conductas rtmicas, los movimientos corpreos,

    la esttica del cuerpo, la gramtica de la msica yde la danza (). La polifona musical fue enrique-

    cida an ms por la imaginacin bailable... el bailecomo representacin y el baile como celebracin

    se volvieron indistinguibles el uno del otro. Y a lo

    largo de toda esta continuidad, el propio cuerpo

    alcanz una sensacin de realidad, belleza y movi-

    miento, ausentes de los mandamientos restrictivos

    de la cultura catlica, criolla, mestiza, del cuerpo.

    (Fuentes, 2000: 287-288)

    Es en este contexto que se entiende la advertencia

    de Fanon (1973: 112) cuando expresaba: y esta razatitube bajo el peso de un elemento fundamental: cul

    es? el ritmo!. Ciertamente, las msicas mulatas se

    conforman alrededor de los principios y los dictadosde la libertad y la espontaneidad (Quintero, 1999: 312),

    paradjicamente en medio de la dependencia y el auto-

    ritarismo. En el caso concreto de la salsa, esta premisa

    se aprecia no slo en los contenidos o letras compro-

    metidas o militantes, las que denuncian y anuncian, sino

    igualmente en los ritmos donde lo emotivo y espont-

    neo se imponen sobre lo racionalizador-sistematizadory elaborado. Algunos soneros lo expresaran, entre otras

    maneras, como en los siguientes ejemplos.

    En Muvete, cancin de alto corte poltico, Rubn

    Blades hace una impugnacin al racismo y apela por un

    futuro distinto:

    () va nuestra cancin como saludo,

    pa los que defienden su derecho a la libertad

    y usan la verdad como su escudo. (...)

    Muvete, muvete!

    pa acabar el racismo que hay aqu y all.

    Muvete, muvete!,

    lo cantan los nios y mam y pap. (...)

    Muvete, muvete!,

    por nuestro futuro y el de Amrica.(Blades, 1985)

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    11/12

    78 // CALLE14 // olumen 4, nmero 5 //julio - diciembre de 2010

    En Caras Lindas, de autora del gran Tite Curet Alonso,

    Ismael Rivera canta toda una impugnacin al racismo y

    a la esttica dominantes:

    Las caras lindas de mi raza prieta

    tienen de llanto, de pena y dolor

    son las verdades, que la vida reta

    pero que llevan dentro mucho amor.

    Somos la melaza que rela melaza que llora,

    somos la melaza que ama

    y en cada beso

    es conmovedora.

    Por eso vivo orgulloso de su colorido

    somos betn amable, de clara poesatienen su ritmo, tienen meloda

    las caras lindas de mi gente negra. (Rivera, 1978)

    La defensa del Caribe contra la consuetudinaria inter-

    vencin norteamericana se presenta con Blades en su

    cancin Tiburn:

    Tiburn, qu buscas en la orilla, tiburn?

    Qu buscas en la arena?

    Tiburn, qu buscas en la orilla, tiburn?

    Lo tuyo es mar afuera

    Tiburn, qu buscas en la orilla, tiburn?

    Qu buscas en la orilla?Tiburn, qu buscas en la orilla, tiburn?

    Ay, t nunca te llenas!

    Tiburn, qu buscas en la orilla, tiburn?

    Cuidao con la ballena

    Tiburn, qu buscas en la orilla, tiburn?

    Respeta mi bandera.

    Palo pa que aprenda que aqu s hay honor

    Pa que vea que en el Caribe no se duerme el

    camarn

    Si lo ven que viene, palo al tiburn!

    Vamo a darle duro sin vacilacin

    Si lo ven que viene, palo al tiburn!En la unin est la fuerza y nuestra salvacin

    Si lo ven que viene, palo al tiburn!

    Si lo tuyo es mar afuera, qu buscas aqu?, sos

    ladrn

    Si lo ven que viene, palo al tiburn!

    Hay que dar la cara y darla con valor.(Blades y Coln, 1981)

    Otras expresiones relacionadas con el desarrollo liber-

    tario salsero se encuentran en una produccin de Eddie

    Palmieri vinculada a los procesos libertarios incubados

    en el cimarronaje. Se trata del tema Vmonos palmonte, una expresin de irreverencia e insurgencia

    asociada a la raza, y descarga que combina sabor,

    dolor y libertad.

    Estos son algunos ejemplos de msica mulata que en

    especial desde la salsa, la salsa consciente (consisalsa),la salsa social evidencian el trnsito del baile y el

    ritmo a las letras con compromiso, mostrando cmo

    este gnero no es slo rumba, diversin y entreteni-

    miento, sino una postura poltica y vital, un espacio

    para denunciar, anunciar, preguntar, un abrazo, un grito,

    una peticin de humanidad, una crnica hecha ritmo y

    pregn. La salsa como sensualidad, cadencia, descargay sentido, no slo mueve el cuerpo, sino tambin la

    cabeza, el pensamiento.

    Digamos, a manera de in-conclusin, que la historia

    da cuenta del mundo colonial de muerte, y paradji-

    camente de procesos donde el extrao encanto de lamsica el golpe del tambor moviliza los cuerpos,

    los sueos y las rebeldas al ritmo de marimbas, cunu-

    nos, tambores bat, guass, tamboras, pianos, trom-

    bones, trompetas, timbales, bongoes, tumbadoras,

    flautas, saxofones, violines, y un conjunto de voces

    que hablan de sueos, esperanzas, tragedias de barrio,

    amores y desamores, poltica y fiesta, en medio delexotismo y erotismo del mapal, bullerengue, makerule,

    alabaos, fandangos, merecumb, son montuno, danzn,

    bomba, guajira, guaracha, plena, guaguanc, chacha-

    ch, mambo, pachanga, bugal, jala jala y, entre otros

    ritmos, de la salsa como fenmeno abarcador de estas

    expresiones.5

    En efecto, eso son los golpes de tambor, las msicas

    mulatas, una expresin contrapuesta al orden y rgi-

    men disciplinario occidental, que condena y reprime la

    sensualidad corporal e impide el despertar de los senti-

    dos. Estas msicas constituyen tambin un escape, una

    fuga al peso de la realidad, una exhortacin a (re)pensarel presente-futuro, una fuga armada de ritmos, baile y

    fiesta, y una convocatoria abierta y permanente al amor.

    5 Esta es la referencia que hace Juan Montao Escobar (1999)

    en su libroAs se compone un son , en el cual, mediante un lengua-

    je rtmico, musical y percusivo, da cuenta de dolores, amores y

    desamores, sueos, racismos, pobreza, luchas, militancias, conflictos

    y un sinnmero de cimarronas historias atravesadas por la msica,

    como ltimo suspiro de los dioses antes de convertirse en polvo

    elemental.

  • 8/2/2019 A Que Llaman Golpe de Tambor - Olver Quijano

    12/12

    Qu llaman los golpes de tambor? // Oler Quijano valencia // 7

    Esta amalgama y convergencia de ritmos, desenfreno,

    rituales, ritos de paso, tensiones, cantos de vida coti-

    diana, fiesta, elasticidad, ebriedad, rebelda, sensualismo,

    identidad, celebracin del sabor, descargas calien-tes, erudicin, academia, soneos, gritos, simbolismos,

    denuncios y anuncios, abrazos salsabrazos, amores

    y desamores, baile, pregones, hechizos, seducciones, y

    un largo etctera, dan cuenta del poder de la msica encuanto eslabn visible en la cadena de afectos y viven-

    cias como testimonio y reaccin vitalista en nuestraAmrica multicolor, festiva y sentipensante. Evidente

    resulta entonces la consideracin de la relacin entre

    msica, poltica y literatura, pero en especial el nfasis al

    presentar la msica como producto sociohistrico y grito

    de emancipacin y resistencia social.

    Rfr

    Arocha, Jaime (2001). Alegras cimarronas (a manerade prlogo), en Amalia L Posso Figueroa, Vean v, mis

    nanas negras. Bogot: Brevedad.

    Cornejo, Justino (1973). Los que tenemos de Mandinga.

    Guayaquil: Gregorio.

    Blades, Rubn (1985). Muvete, en Escenas (LP).

    Nueva York: Elektra Records.

    (1991). Raz de sueos, en Caminando (LP).Miami: Sony Music.

    Blades, Rubn y Willie Coln (1981). Tiburn, en

    Canciones del solar de los aburridos (LP). Nueva York:

    Fania Records.

    Daz Daz, Rafael Antonio (2002). De bailes deshones-

    tos, comedias y otros fandangos. Las culturas negra

    y mulata en la Nueva Granada: un escenario de inves-

    tigacin. Bogot: Pontificia Universidad Javeriana.

    Disponible en .

    Fanon, Franz (1973). Piel negra, mscaras blancas.

    Buenos Aires: Abraxas.

    (1999). Los condenados de la tierra. Bogot:

    Fondo de Cultura Econmica.

    Fuentes, Carlos (2000). El espejo enterrado. Mxico:

    Taurus y Alfaguara.

    Garca Salazar, Juan (comp.) (2003). Historia de vida:

    Pap Roncn. Quito: Universidad Andina Simn Bolvar

    (UASB).

    Gil, Enrique (1933). Yunga. Cuentos. Santiago: Zigzag.

    Handelsman, Michael (2001). Lo afro y la plurinacionali-

    dad. El caso ecuatoriano visto desde su literatura. Quito:Abya Yala.

    (2005). Leyendo la globalizacin desde la mitad

    del mundo. Identidad y resistencias en el Ecuador.

    Quito: El Conejo.

    Len, Edizon y Juan Garca (2006). El color de la dis-

    pora (fotografas del Fondo documental afroandino).

    Quito: UASB.

    Montao Escobar, Juan (1999).As se compone un son.

    Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana.

    Posso Figueroa, Amalia L (2001). Vean v, mis nanas

    negras. Bogot: Brevedad.

    Ortiz, Adalberto (2004). Juyungo. Quito: Libresa.

    Quintero Rivera, ngel (1999). Salsa, sabor y control.

    Sociologa de la msica tropical. Mxico: Siglo XXI.

    (2003). Salsa, identidad y globalizacin.Redefiniciones caribeas a la geografa y el tiempo, en

    Revista Transcultural de Msica, N 6.

    (2004). Salsa y democracia. Prcticas musi-

    cales y visiones sociales en la Amrica mulata, en

    Iconos, N 18.

    Rivera, Ismael (1978). Caras lindas, en Esto s es lo

    mo (LP). Nueva York: Tico Records.

    Snchez Juliao, David (2005). El diablo tuvo la culpa,

    en Revista Diners (Quito), N 65.

    Zapata Olivella, Manuel (1983). Chang. El gran putas.

    Bogot: Oveja Negra.

    (1997). La rebelin de los genes. El mestizaje

    americano en la sociedad futura. Bogot: Altamir.