A mis padres, que con su sacrificio y abnegación me enseñaron a amar a MARIA, a mi mujer, Carmen, que con su cariño, comprensión y perdón acrecentó ese amor, y a mis hijos y nietos para que por ellos, siga amándola durante toda mi vida.

A esto Pilatos preguntó: ¿Con que tú eres Rey?

Y Jesús respondió: Así es como dices, yo soy Rey. Yo nací para esto y vine al mundo para dar testimonio de la verdad, todo aquel que pertenece a la verdad escucha mi voz. (Juan, 18-37)

PREGON DE LA SEMANA SANTA DE CEUTA

Por Manuel Lancha Gálvez

Rvmo. e limo. Sr. Vicario de la Diócesis de Ceuta, Excmas. e limas. Autoridades civiles y militares, Dignísimo Consejo de Hermandades y Cofradías, Sr. Presidente, Mesa Permanente, Hermanos Mayores, Excmas. e limas. Sras., hermanos cofrades, pueblo de Ceuta, querida familia.

Desde el momento en que sobre esta humilde persona recayó la enorme responsabilidad de exponer el Pregón de nuestra Semana Santa, en esta nuestra españolísima Ciudad de Ceuta, atormentaron mi mente innumerables ideas, martillearon mi intelecto cientos de personajes y pasajes, encendieron mi corazón pasiones y amores hacia los dos Excelsos Protagonistas del acontecimiento más sublime que han visto y verán los siglos: HIJO y MADRE; CRISTO y MARIA. Con esta amalgama de pensamientos, ideas, frases escritas, borradas, tachadas y vueltas a escribir, está hecho mi Pregón que como es lógico adolecerá de estilo literario, poético, cofrade, religioso en mayor o menor grado, pero sí está inflamado de mi más puro amor a mi CRISTO, a mi "Aurora Temprana", MARIA, nuestra Madre, a mis hermanos cofrades, al pueblo caballa y a esta divina "perla", a Ceuta.

Yo quisiera, hermanos cofrades, hombres y mujeres de Ceuta, que no

dejáseis solo a este pobre pregonero en el deambular por los caminos de Jericó

y Jerusalén, pequeñas Betanias, Vías Dolorosas, Montes de los Olivos,

Torrentes de Cedrón y Gólgotas, en que se van a convertir nuestras

plazas de Africa y de los Reyes, calles de Jáudenes, Colón, Velarde, Amargura, Beatriz de Silva, Camoens, Revellín, Real, Antioco, Brull, carretera del Príncipe.

Yo quisiera, ceutíes de la mejor estirpe y estirpe de la mejor Ceuta, que de la mano de Dios, en el silencio de nuestro recogimiento, con el corazón alejado de lo terreno, los ojos clavados en las cruces, y los oídos abiertos a la música que canta nuestra pena, unido mi corazón al vuestro en la única contemplación de nuestros Crucificados y Dolorosas, avistemos el poema más maravilloso y perfecto, porque en él van a unirse, la pena y el dolor, la luz y el calor, la gracia y la belleza y del que va a surgir el milagro de nuestra Ceuta, el milagro de nuestra Semana Santa.

Yo quisiera, que con el alma limpia y poseída de la gracia, acompa-ñásemos a CRISTO con amor, como por Amor es su sacrificio y su muerte y consolásemos el dolor de la bendita "Reina de los Ángeles y del Cielo". Los unos buscando las puertas y aledaños de las parroquias e iglesias para admirar las salidas o entradas de sus Titulares, donde parece que tiene lugar el milagroso ensanchamiento de los muros de los encajonados laberintos o de las jambas y dinteles de las angostas puertas de los templos, para dar paso al majestuoso trono del Salvador o del alegre palio del bendito "Lucero de la Mañana"; o bien, buscando aquella esquina, aquella callejuela estrecha donde en la oscuridad de la noche sólo el resplandor de los hachones o de la cera de la candelería alumbra el Divino rostro del Redentor y el excelso y hermoso de la "Emperatriz de la Creación"; la altura o balconada desde donde parece que es posible besar la Santa y atormentada faz del CRISTO C AUTIVO, de la FL AGE L ACION, del coronado de espinas HUMILDAD Y PACIENCIA, de NUESTRO PADRE JESUS NAZARENO, JESUS CAIDO, CRISTO de la EXPIRACION, del BUEN FIN, de la BUENA MUERTE y de la VERA CRUZ; la grandeza de los tronos del SAGRADO DESCENDIMIENTO, del CRISTO DE LA PAZ, del SANTO ENTIERRO, o admirar el lento y armonioso CRISTO de la ENCRUCIJADA; desde donde nuestro ardiente corazón deseoso de amparo quisiera estrechar contra el pecho con devoción y dulzura las "tocas" de la VIRGEN de la ESPERANZA, de la AMARGURA, de la CARIDAD, de la PALMA, de las PENAS, de NUESTRA SEÑORA del DESAMPARO, MARIA SANTISIMA de la CONCEPCION, del AMOR, del MAYOR DOLOR, de la PIEDAD, de la SOLEDAD, de las LAGRIMAS. Los otros procesionando en penitencia, oculto su recogimiento y devoción bajo las telas de las capas, túnicas y antifaces, o por los faldones de los pasos; pero todos en íntima comunión, elevando los ojos del alma al cielo, orando, rezando, en constante diálogo con el Divino Maestro.

Y en el silencio de la noche, cuando las cornetas y timbales callan, enmudecen las cuerdas y se apaga suavemente el repiqueteo del tambor, en algún rincón, en alguna calleja o desde alguna enrejada y florida ventana, la oración se hace quejido; el quejido de un alma rota por el dolor, que canta y a la vez llora, que quisiera secar las lágrimas de la MADRE y empapar en sus notas la sangre del HIJO-DIOS; el más bello cante que por martinete, siguiriya gitana o quebrada soleá, emperadora del cante, se hace oración en esta tierra de MARIA SANTISIMA:

Con mi saeta al cantar al CRISTO de los gitanos siempre con sangre en las manos siempre por desenclavar. Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda buscando escaleras para subir a la Cruz. Cantar de la tierra mía que echa flores a JESUS de la agonía que es la cruz de mis mayores. Con mi saeta al cantar no quiero cantar ni puedo a ese JESUS del madero sino al que anduvo en la mar.

Yo quisiera, soberanos cofrades de Ceuta, jurado excelso, que vais a

juzgar, espero que con benevolencia, la plegaria-pregón de este vuestro pregonero, que esta Semana Santa, Semana Mayor, sea un constante encuentro, vivo y ardiente con CRISTO y su MADRE. Habrá quien no quiera verlo y comprenderlo así, que cierre su corazón a la sublime verdad; yo le pediría con todo mi cariño, que traspase el dintel del Santuario, que suba el escabel, que prenda sus ojos del inmaculado y dulcísimo rostro de la SEÑORA, que frente a frente y con descaro, pero con devoción y humildad, haga suyos los hermosos versos de su himno y oración:

Mira a tu hijo y hasta el Trono Empíreo ve como sube y en tropel se bate, besos del viento que la tierra orea, cenizas santas que en el suelo yacen,

lamento triste de galerna impía, espuma en flor que se volvió a los mares, dolor del pecho que contigo llora y ardores de la voz que te llama MADRE.

Porque eso es lo que tu eres, Señora, nuestra MADRE, MADRE africana, española, caballa y marinera.

Huele a Semana Santa; Ceuta ya es olor y sabor. Domingo de Ramos, los primeros nazarenos; su rostro es alegre, dichoso, triunfal, porque su dulce JESUS entra triunfalmente en la Ciudad Santa. ¡¡Hossana, bendito sea el Rey que viene en el nombre del Señor!!. La "Pollinica" con el Divino Redentor sobre sus lomos, luce radiante su lento caminar. O'os entre tristes y jubilosos los del hermoso rostro de la VIRGEN de la PALMA. Luces ya MADRE sobre tu virginal pecho el signo del martirio y clavado en él, el puñal de Simeón, porque sabes que días más tarde el fruto de tus inmaculadas entrañas saldrá de esta misma ciudad, para ser clavado en la cruz, para ser elevado en el madero.

JESUS tiene prisa en celebrar la Pascua; sus más íntimos amigos le acompañan; es jueves, pues al día siguiente, viernes, el cordero inmolado será el propio HIJO de DIOS. Después de una apasionada resistencia, pero llena de amor y veneración de Pedro, lava los pies a los Apóstoles, convierte el pan y el vino en sus Divinas Carne y Sangre, el traidor Judas se ausenta, nos da un nuevo mandamiento de amor fraterno, se levantan, salen y...se despide de su MADRE que le espera. ¿Qué se dicen?.

Los dos más dulces esposos los dos más tiernos amantes los mejores MADRE e HIJO porque son CRISTO y su MADRE. HIJO, le dice la VIRGEN, ¡ay si pudiera escusarse esta llorosa partida que las entrañas me parte! A morir vais HIJO mío, por el hombre que creaste que ofensas hechas a DIOS sólo DIOS las satisface. Dejadme, dulce JESUS que mil veces os abrace porque me dais fortaleza que a tantos dolores baste. Para llevaros a Egipto, hubo quién me acompañase, mas para quedar sin VOS, ¿quién queréis que me acompañe?

Aunque un ángel me dejáis

no es posible consolarme que ausencia de un HIJO DIOS no puede suplir un ángel. Ya siento vuestros azotes porque vuestra tierna carne como es hecha de la mía hace que también me alcance. Vuestra cruz llevo en mis hombros y no hay pasar adelante porque os imagino en ella y aunque soy vuestra, soy madre. Mirando CRISTO en MARIA las lágrimas venerables a la Emperatriz del Cielo responde palabras tales: Dulcísima MADRE mía, VOS y YO dolor tan grande dos veces le padecemos porque le tenemos antes. MADRE, YO voy a morir porque ya mi ETERNO PADRE tiene dada esta sentencia contra MI que soy su imagen. Para morir he nacido, EL me mandó que bajase de sus entrañas paternas a las vuestras virginales. Con humildad y obediencia hasta la muerte ha de hallarme: la cruz me espera, Señora, que DIOS os consuele, abrazadme

Mudos los dos, hablándose ya sólo con el pensamiento, se echan en brazos uno del otro, y, en silencio se separan luego; ELLA le sigue con los ojos hasta perderle de vista. Y se queda sola.

¡Cofrade, hermano de luz, diputado, costalero, contraguía, capataz!... contempla...

Contempla a CRISTO y MARIA, alma, en tantas soledades, que ELLA se queda sin HIJO y EL sin MADRE se parte.

Llega y dile: VIRGEN PURA ¿quieres que yo te acompañe?

que si tu te quedas con ELLA el cielo puede envidiarte.

"Judas, ¿con un beso entregas al HIJO del HOMBRE?". "Amigo, ¿a qué has venido?". Comienza la Pasión de CRISTO; en su agonía y tristeza de muerte, ve las atrocidades del género humano, del hombre que EL creó para que le sirviera y amara, y que ahora en su ignominia y soberbia, destroza la fe, la caridad, la vida. Tanto es su tormento que la sangre que brota de su frente como sudor ardiente, empapa las rocas que le sirven de reclinatorio: el DIOS del Universo, pide la liberación de la cruz, pero la obediencia al PADRE le fortalece, le conforta. Ya no es el CRISTO de las bodas de Canaá, ni el CRISTO que restituye la vista a los ciegos, el habla a los mudos, la salud a los enfermos y paralíticos, que vuelve a la vida al hijo de la viuda de Naín o a Lázaro, el CRISTO del triunfo en Jerusalén; ahora es JESUS CAUTIVO; el autor de la libertad, atado, apaleado, insultado y escupido, es empujado hacia la ciudad. Le llaman Medinaceli, el Rescatado; sí, el rescatado por el amor de sus morados cofrades, por el fervor de su pueblo caballa que por tortuoso y empinado camino, le bajan desde su "monte de los olivos", donde "almas blancas" que por "blasón llevan la cruz", que con la fe puesta en CRISTO, esperanza en la MADRE, y caridad en los hombres, transforman la tristeza en alegría, la fealdad en belleza, hasta esta "avanzada en el estrecho", hasta este "puente al África tendido", donde será flagelado, coronado de espinas, muerto en cruz, pero también resucitado.

Porqué te ataron las manos si te brillan de pureza, porqué pusieron espinas sobre tu Santa Cabeza. Soga que aprieta tus pulsos cortando la libertad si me volviera cuchillo te la volvería a dar. De tus manos brota sangre de tu corazón la pena tu alma pide perdón para el que puso cadenas. Me considero culpable de esa soga que te oprime mi alma pide perdón CRISTO de MEDINACELI.

Ver a JESUS flagelado por las calles de esta villa sangrando de esquina a esquina y al duro mármol atado es sentirse enamorado de la Pasión Redentora y meditar de hora en hora como la Flagelación labraba la salvación de la carne pecadora.

MARIA que oye la algarabía, el alboroto, sale de casa en compañía de

María Magdalena y de Juan. Ve a su HIJO empujado e insultado; siente sobre sus purísimas carnes los latigazos; se le desgarran las entrañas como las tiras de Carne Sagrada se desprenden del cuerpo del SEÑOR. MARIA SANTISIMA DE LA CARIDAD: "CARI" para los que constantemente te contemplan y te alaban; CARIDAD, porque amas, CARIDAD, porque perdonas, MADRE de bellísima cara rosada, ¿es posible que nos ames tanto?.

El pánico y el terror de Pilatos al pueblo, dejan solo a JESUS. La cohorte de soldados le sienta y sobre sus hombros le echan una clámide de color púrpura o grana, vieja y sucia; le clavan a golpes una corona de espinas en forma de guirnalda o casquete, y le ponen en sus Sagradas manos una caña a modo de cetro.

"CRISTO de los estudiantes" te llaman Señor; pues bien: Estudiantes, contemplad a vuestro CRISTO, el SANTISIMO CRISTO de la HUMILDAD Y PACIENCIA; está sentado con tanta gravedad y serena elegancia como si de verdad le coronaran Rey. No hubo en el mundo rey ni emperador que vistiera la púrpura con tanta alegría y aceptase tan a gusto el cetro y la corona, como el SEÑOR de la HUMILDAD Y PACIENCIA lo hizo con aquel trapo viejo, las espinas y la caña.

Cofrades que vestís el color celeste de la pureza y cubrís la faz con el del

dolor y la alegría, ¿pensáis en la amargura de vuestra Dolorosa?; costaleros, que sobre vuestros doloridos hombros habéis mecido con dulzura, hasta esa bellísima entrada en la Casa de Hermandad a vuestra MADRE, ¿qué dolor no

debe atenazaros el alma cuando cargais con toda la pena humana?; VIRGENCITA de las PENAS:

¡Oh cuán triste, oh cuán aflita

se vio la MADRE bendita de tantos tormentos llena, cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del HIJO amado la pena! ¡Oh MADRE, fuente de amor, hazme sentir tu dolor, para que llore contigo! y por mi CRISTO amado más viva en EL que conmigo. Hazme contigo llorar y de veras lastimar de tus penas mientras vivo; porque acompañar deseo en la cruz, donde le veo tu corazón compasivo. Virgen de vírgenes santas llore yo con ansias tantas que el llanto dulce me sea: porque su Pasión y Muerte tenga mi alma la suerte que siempre tus penas vea.

JESUS NAZARENUS REX JUDEORUM, reza la tablilla. JESUS,

Nazareno y Rey. A este Rey le cargan con el madero; los tirones de los soldados de la cuerda atada a su cuello y el peso de la cruz, hacen caer a CRISTO; el palo se clava en su Divina carne y abre aún más las sangrantes heridas. Aunque mira a un lado y a otro no hay nadie que diga conocerle, ni nadie que le ayude, ni nadie que salga en su defensa. Pero se consuela al ver a su MADRE; se conforta con el fervor de sus morados nazarenos.

La SANTISIMA VIRGEN que sigue a JESUS desde el patio del pretorio, busca un lugar con la esperanza de ver pasar a su HIJO. Casi muerta de angustia al verle entre lágrimas, que como manantiales de agua serena brotan de sus puros ojos, no puede emitir ni una palabra.

¡VIRGEN DE LA ESPERANZA, Santa y Bendita entre todas las mujeres!. ¿Porqué saliste a la calle y te mezclaste entre aquella gente cruel y enloquecida?. Es verdad, el amor a tu HIJO. Pero ¿porque quisiste añadir dolor a tu dolor buscando su encuentro?. Quisiste consolarle, quisiste acompañarle hasta el final, hasta su muerte; ¡No, MADRE, hasta la tuya!.

La tarde se torna triste y cuando el sonido de las trompetas y el batir de los tambores rasguen su sordidez, y la voz ronca y viril de tus legionarios eleven su canto, que es oración, hasta los confines del cielo, con su pensamiento puesto en gloriosa muerte y en el amor de una pura y bella mujer, yo, tu pregonero, te imploro, Tesorera de todas las gracias, Soberana y Refugio, Estrella del paraíso, Faro de esperanza, que seas su guía en el tenebroso mar de sus vidas, fortaleza de su libertad, riqueza de sus miserias, medicina de sus llagas, alivio de sus dolores, libertad de sus cadenas, esperanza de su salvación; y tú, legionario de rostro sereno y altivo, dile conmigo. MADRE...

Aparta de tus ojos la nube perfumada que el resplandor nos vela que tu semblante da y tiéndenos, MARIA, tu natural mirada donde la paz, la vida y el páramo está. Tú, bálsamo de mirra, Tú, cáliz de pureza: Tú, flor del paraíso y de los astros luz, escudo sé y amparo de la mortal flaqueza por la Divina Sangre del que murió en la cruz. Tú eres, ¡oh MARIA! mi faro de Esperanza que brilla en la vida junto al revuelto mar y hacia tu luz bendita resplandeciente avanza el náufrago que anhela en el Edén gozar. Impela ¡oh MADRE augusta! tu soplo soberano la destrozada vela de mi infeliz batel; enséñale su rumbo con compasiva mano no dejes que se pierda mi corazón en él.

La tarde se torna triste y cuando el sonido de las trompetas y el batir de los tambores rasguen su sordidez, y la voz ronca y viril de tus legionarios eleven su canto, que es oración, hasta los confines del cielo, con su pensamiento puesto en gloriosa muerte y en el amor de una pura y bella mujer, yo, tu pregonero, te imploro, Tesorera de todas las gracias, Soberana y Refugio, Estrella del paraíso, Faro de esperanza, que seas su guía en el tenebroso mar de sus vidas, fortaleza de su libertad, riqueza de sus miserias, medicina de sus llagas, alivio de sus dolores, libertad de sus cadenas, esperanza de su salvación; y tú, legionario de rostro sereno y altivo, dile conmigo. MADRE...

Aparta de tus ojos la nube perfumada que el resplandor nos vela que tu semblante da y tiéndenos, MARIA, tu natural mirada donde la paz, la vida y el páramo está. Tú, bálsamo de mirra, Tú, cáliz de pureza: Tú, flor del paraíso y de los astros luz, escudo sé y amparo de la mortal flaqueza por la Divina Sangre del que murió en la cruz. Tú eres, ¡oh MARIA! mi faro de Esperanza que brilla en la vida junto al revuelto mar y hacia tu luz bendita resplandeciente avanza el náufrago que anhela en el Edén gozar. Impela ¡oh MADRE augusta! tu soplo soberano la destrozada vela de mi infeliz batel; enséñale su rumbo con compasiva mano no dejes que se pierda mi corazón en él.

Las fuerzas del Señor se debilitan por momentos. Al salir de la Puerta

de los Jueces, ya fuera de la ciudad, cae por segunda vez; y luego otra; temen que no pueda llegar al Gólgota. Así a un hombre llamado Simón, natural de Cirene, ciudad africana, le obligan a llevar el madero. ¡Qué suerte la de Simón que pudo llevar una carga tan preciosa!. Como vosotros costaleros del SANTO CRISTO, JESUS CAIDO. El Salvador se detiene un momento y cuenta la tradición que una mujer de nombre Berenice, que algunos piensan que era la misma hemorroisa, le seca la cara con un pañuelo blanco, grande y doblado. Si la fortaleza del Redentor se va perdiendo, la amargura de la MADRE, se incrementa, la ahoga. En el tránsito hacia el Calvario, la VIRGEN se conforta en sus recuerdos con JESUS, con sus alegrías, con sus tristezas, con sus amarguras. VIRGEN de la AMARGURA, ¿me dejas ir junto a TI?. Soy tu hijo, soy tu cofrade:

Que lejos, MADRE, la cuna y tus gozos de Belén: No, mi Niño. No, no hay quién de mis brazos te desuna, y rayos tibios de luna entre las pajas de miel le acariciaban la piel sin despertarle. ¡Qué larga es la distancia y qué amarga de JESUS muerto a ENMANUEL! ¿Donde está ya el mediodía luminoso en que Gabriel, desde el marco del dintel te saludó, AVE MARIA?

VIRGEN ya de la agonía, tu HIJO es el que cruza ahí. Déjame hacer junto a ti ese augusto itinerario. Para ir al Monte Calvario cítame en Getsemaní.

CRISTO es clavado en la cruz; es levantado en el madero. Desde allí, desde lo alto nos ve, nos mira. Pero este CRISTO, este JESUS de la VERA CRUZ, quiere, desea que sus cofrades le acompañen en la "vía dolorosa" de nuestra ciudad; que este pueblo que vibra de amor en esta Semana Santa, le venere y adore en el camino al Calvario, camino de Jáudenes silenciosa, Amargura oscura, bulliciosas O'Donnell y Revellín. Quiere sentir la alegría, antes de morir, de contemplar nuestros ojos amorosos clavados en su Divino Rostro.

La MADRE eleva sus celestiales fuentes hacia JESUS en actitud suplicante. MADRE, tu no quedas desamparada...

Cuando el SEÑOR miró a su MADRE, y dijo en cruz de compasión interna puesto: Mujer, presente tienes a tu hijo, señalando al discípulo modesto; y a Juan, que en CRISTO el alma y rostro fijo

tenía, y el alma y corazón dispuesto

a su obediencia, dijo: esa es ahora

tu MADRE, MADRE ya quien fue SEÑORA.

"PADRE, en tus manos encomiendo mi espíritu": y dando un fuerte grito expiró. El sol se apaga, la tierra se cubre de tinieblas y tiembla, se rasga el

velo del Templo, los infiernos se estremecen. Tan terrible es la majestuosidad del momento que el centurión Abenadar, el que más tarde ya convertido, acompaña al Apóstol Santiago a España, y se cree que posteriormente trae su cuerpo, exclama: "Verdaderamente este era el HIJO de DIOS".

Cofrades del SANTISIMO CRISTO de la EXPIRACION; este CRISTO al que amáis con veneración cristalina deberá ser el consuelo de vuestros sufrimientos, ejemplo de vuestra vida, capitán de vuestra lucha contra el mal, vuestro guía, vuestra esperanza, como amor deberá ser vuestra MADRE, MARIA SANTISIMA del AMOR. Pero a esta MADRE del AMOR aún le faltaba un hondo y afilado puñal; los bellos ojos de la VIRGEN del AMOR están puestos en su HIJO; no la consuela el cariño de su nuevo hijo, Juan, pendiente junto a ella; sólo ve la mofa, las afrentas, los baldones al HOMBRE-DIOS en la cruz y entre ladrones. La mirada' horrorizada de MARIA contempla como la lanza de Cassio, Longinos una vez bautizado, abre el costado de JESUS; pero la sangre y el agua que fluye de su herida son fuente de amor en esa vuestra Dolorosa.

Esto miraba y de esto se dolía, de amor herida y en dolor suspensa: ¡gran dolor y amor grande de MARIA, inmenso afán y caridad inmensa! Quien tanto amaba ¡cuánto sentiría en su amado y su HIJO tal ofensa y siendo el HIJO de DIOS, y ella tan MADRE, y del HIJO que acá no tuvo padre! Amor de hijo es el amor más vivo y si es el único el hijo, es más interno, y si es hermoso y bueno, es excesivo: pues ¿qué será el del HIJO tal y eterno? Y el dolor de su mal es compasivo más, cuanto el gozo de su bien más tierno y más fuerte el amor. ¡Ay, VIRGEN PURA! ¡Cuál fue tu compasión y tu ternura!

El pueblo de Ceuta se arremolina ante la parroquia de los Remedios

para presenciar el incomparable "encierro". La destreza de costaleros y capataces, hace inenarrable el momento y acontecimiento; las enrojecidas palmas del pueblo ceutí presente rompen con sus aplausos la silenciosa, oscura y triste noche del Viernes Santo. Lágrimas incontenidas y ocultas por los antifaces, brotan de los ojos de los nazarenos, que en esa noche y en ese instante, como nunca, contemplan con emoción y orgullo cofrade ese excelso "encierro", esa inigualable entrada en el templo, del trono del CRISTO de la

BUENA MUERTE y del paso-palio de NUESTRA SEÑORA del MAYOR DOLOR. Nazarenos, cofrades de esta Real Cofradía; el pueblo de Ceuta y yo, vuestro

humilde pregonero, os pedimos con el corazón emocionado por la grandeza del momento y nuestra alma llena de amor, con los brazos y manos tendidos hacia el rostro de vuestra Dolorosa, en actitud de plegaria, que juntos

consolemos su inmenso sufrimiento.

Dame tu mano, MARIA, la de las tocas moradas. Clávame tus siete espadas en esta carne baldía. Quiero ir contigo en la impía tarde negra y amarilla. Aquí en mi torpe mejilla quiero ver si se retrata esa lividez de plata, esa lágrima que brilla. Déjame que te restañe ese llanto cristalino, y a la vera del camino permite que te acompañe. Deja que en lágrimas bañe la orla negra de tu manto a los pies del árbol santo donde tu fruto se mustia capitana de la angustia: no quiero que sufras tanto.

Y así, asidos de la mano, nos acompañe en ese tremendo trance final de

nuestra vida, donde el Divino Juez será vuestro CRISTO de la BUENA MUERTE;

Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio, porque me inflame y me encienda, y contigo me defienda en el día de juicio. Haz que me ampare la muerte de CRISTO cuando en tan fuerte trance mi vida y alma estén;

porque cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma a su eterna gloria. Amén.

CRISTO de la ENCRUCIJADA, CRISTO en el trono más preciado que puede tenerse; CRISTO, sobre el hombro de la creatura que TU creaste; quién pudiera ser tu costalero para abrazar tu cruz, para sentir sobre la mejilla el santo leño de tu martirio, para besar con pasión el madero de la salvación de nuestras encrucijadas vidas. CRISTO, que en solemne Vía-Crucis procesionas por las oscuras y empobrecidas callejuelas donde naciste; porque ahí fue tu alumbramiento; en las encrucijadas de las almas atormentadas, de los corazones sangrantes por el dolor de la incomprensión y de la pobreza, en las ánimas de la soledad y del abandono. CRISTO, velado y amado en preciosa capilla por la mujer del defensor de la ley y el orden; mujer, que a semejanza de aquellas que intervienen en la Pasión de CRISTO, pone lo mejor de su sentimiento. Ellas simbolizan a todas las que con amor siguen y se ensamblan en la vida del cofrade: mujeres, que ya nos aman desde su puro claustro materno, que nos alimentan después con el néctar de su propia vida, que nos enseñaron a rezar, que encauzaron nuestras alegrías, nuestro dolor, nuestras vidas, que inculcaron el fervor a nuestro CRISTO. Mujer, que engalanas la Vía de la Pasión con tu elegante mantilla española: Mujer, enamorada de tu CRISTO...

CRISTO de la ENCRUCIJADA. Bendito DIOS de los caminos ¿cuál es la ruta a seguir para encontrarme contigo?

Para ver como TU MADRE sin pecado concebida quiso ocultarte su llanto cubriendo su rostro un manto al dolor de tus heridas. Caminando ibas descalzo con tus pies llenos de llagas sin más palio que una cruz,

la "cruz de la encrucijada". Y entre espinas, hiel y clavos, Y con TU sangre derramada Y cuatro caminos formaste, Y cuatro "vereas" marcadas. CRISTO de la ENCRUCIJADA, clavado sobre un madero

te llevan sobre sus hombros tres hermanos costaleros. Y a la voz de un capataz Y resonando como un trueno Y hace a la noche callar, Y saliendo de una garganta Y en cante por soleá una saeta que rompe y hace al corazón temblar.

CRISTO de la ENCRUCIJADA, ostentas por MADRE a la Rosa de Jericó más pura y hermosa que de las manos del Creador ha podido nacer: MARIA SANTISIMA de las LAGRIMAS.

Costaleros, capataz, que prometéis a nuestra Reina y Señora en la "salve costalera", alumbrada por el ardiente amor a nuestra MADRE y la pluma de nuestro Hermano Mayor, que os acoja y guarde bajo su manto, que os

purifique de los pecados, que con humildad pedís la bendición para todo el pueblo fiel, que rogáis intercesión ante su HIJO por las almas de nuestros

hermanos cofrades que duermen el sueño de la paz, y que prometéis llevarla sobre vuestros hombros con fervor y recogimiento, sed fieles a vuestras

promesas; que desde esa casi milagrosa salida por el angosto callejón de Sousa Rodríguez, donde vuestra incomparable destreza produce el efecto de que las dimensiones de espacio y volumen desaparecen, se confunden, se hacen

etéreas, hasta la majestuosa entrada, ya de madrugada, por la puerta de esta Santa Iglesia Catedral, estas promesas sean vuestra guía y vuestro rumbo; que

en ese emocionado encuentro con su HIJO ya muerto en la cruz, en esa encrucijada de caminos que tanto El amó y ama, sea principio de un anhelo de servirla y quererla más que nunca y cuando las notas de su incomparable

marcha procesional llenen los ámbitos de la primaveral noche ceutí, por las oscuras, estrechas y silenciosas calles Velarde y Amargura o bulliciosas y

amplias O'Donnell y Revellín, y la emoción os embargue el alma y parece que os estruja el corazón, elevar los ojos del espíritu, clavarlos en la inmaculada blancura del rostro de nuestra VIRGEN y asiros con amor a las lágrimas que

embellecen su semblante, como asideros fueron de nuestro insigne poeta y hermano cofrade.

Hace algún tiempo se le solicitó un poema para nuestra MADRE y él pidió estudiar su archivo. La respuesta fue rápida y sencilla: "Póstrate ante su imagen, obsérvala con amor y veneración, y en sus lágrimas encontrarás la

fuente de inspiración que tanto anhelas". Así nacieron los versos que conjugan el más bello canto a la MADRE.

¡Bellos ojos! que con lágrimas nacieron MARIA SANTISIMA de las LAGRIMAS para sufrir te eligieron. Para ser MADRE de un HOMBRE por el que tanto lloraste caminando tras de EL sin que pudieras hablarle, mirarle, o darle un beso de madre. Y EL, tu HIJO, Y por salvarnos del pecado en su caminar sufrido siempre te veía llorando. ¡MARIA SANTISIMA de las LAGRIMAS! ¿dónde escondes el pañuelo empapado con la sangre del HIJO que te dio el cielo? ¡Ay MADRE ! Santa y Bendita seca tus ojos, mujer, no llores tanto de amor que las espinas en las rosas las defienden del dolor. si su frente eligieron para colmarlas de ellas es porque nunca supieron que el dolor de las espinas fue su corona más bella.

Todas las cosas lloran la muerte del SEÑOR. Ocurrieron a su muerte

tantos portentos y maravillosos prodigios que quedaba bien clara la fuerza que hasta después de muerto quiso tener escondida. Aquella oscuridad que duraba desde el mediodía desapareció al morir el SEÑOR y el día se quedó de nuevo claro. El sol descubría otra vez, potente y alto, el maravilloso cuerpo de JESUS muerto, del CRISTO de la PAZ. MARIA SANTISIMA de la PIEDAD, rodeada de su nuevo hijo Juan, de sus amigas, las mujeres que seguían a JESUS en aquellos años, José de Arimatea y Nicodemo, ya con su Divino HIJO en sus brazos, sólo siente ternura, dolor y amor. Amor al "dulce madero", a la "salvadora cruz", que los dulcísimos ojos de su purísima alma contemplan ya sola.

Sola con sola la cruz, los tiernos ojos en ella y en sus virginales manos, clavos y espinas sangrientas; vueltos dos fuentes sus ojos que derraman vivas perlas, llorando muerta su vida dice así una viva muerta: ¡Ay cruz, que en mi soledad, como amiga verdadera sola a la sola acompañas; sola a la sola consuelas! Dame tus brazos, cruz, abraza a esta MADRE tierna, que a falta de los de DIOS sólo los tuyos suplieran. Quiero abrazarte, cruz mía: pero ¿qué sangre es aquesta? que pues sin fuego hiere, sin duda es mi sangre mesma. ¡Ay sangre de mis entrañas, vertida por tantas puertas, pues de mis venas saliste, volved a entrar en mis venas! ¡Ay sangre que vertió DIOS! ¡Ay sangre que DIOS desea, pues con esta sangre cobra DIOS de DIOS todas sus deudas!

José de Arimatea pide a Pilatos el cuerpo de JESUS para enterrarlo. El y Nicodemo, que trae consigo los ungüentos, mirra y áloe, unas cien libras, necesarias para lavar y ungir el Sagrado Cuerpo, "descienden" a JESUS. Todo es silencio en el Calvario; sólo el roce de las cuerdas, el arrastrar de la escalera, los golpes del martillo y el rasgar de las tenazas para arrancar los clavos que oprimen los brazos y pies del SEÑOR al "dulce madero" se dejan oir juntamente con los sollozos de las santas mujeres que acompañan a MARIA. Lo envuelven en una sábana nueva y lo depositan en los brazos y regazo de su MADRE. Todo es silencio, como silencio y veneración es vuestro caminar, cofrades del SEÑOR del BUEN FIN, por ese laberinto de calles, Antíoco, Méndez Núñez o Agustina de Aragón, camino del Sepulcro, donde sólo el resplandor de la luciérnaga de la noche alumbra el Inerte y Sagrado Cuerpo del Redentor y el angustiado pero sereno rostro de la MADRE, MARIA SANTISIMA de la CONCEPCION. Silencio, sin cornetas, timbales o tambores;

sólo la voz del capataz, el "pateo" de los costaleros y el tintinear de una campanilla que señala el inicio o término de una "chicotá", rompen la quietud de la noche. Y muy dentro, en el silencio de nuestra alma podemos oir la dulce conversación entre los dos venerables ancianos y la VIRGEN MADRE.

Hincáronse de rodillas los venerables ancianos, a la MADRE muerta en CRISTO y a CRISTO muerto en sus brazos. Dadnos, le dicen, Señora, dadnos el Difunto Santo, que ni en la tierra ni en el cielo hay ojos para miraros. Tomad, responde MARIA, MADRE suya y mar de llanto, el cuerpo que entre los hombres pasó mayores trabajos. Escondedle en el sepulcro, porque le persiguen tantos que aún allí no está seguro de que vuelvan a buscarlo. Tomad y enterradle, Amor; las piedras sabrán guardarlo mejor que el pecho del hombre que le vendió como ingrato.

En el huerto había un sepulcro nuevo donde nadie había sido depositado todavía, cavado en la misma roca y pusieron allí a JESUS. No deja de ser misterioso y significativo, porque así como nació de una mujer virgen, de la VIRGEN MARIA, también volvió a un seno virgen, a una roca excavada, nueva y no usada, porque de ella había de nacer otra vez resucitado como de una madre virgen. Fue enterrado deprisa, no había tiempo para llamar a los amigos, a los discípulos; atardecía y comenzaba el día de la Preparación de los judíos. Viernes Santo, viernes triste, oscuro, negro, como negras son las túnicas de los

nazarenos del SANTO ENTIERRO. CRISTO YACENTE recorre las calles de nuestra Ceuta, entre las miradas compungidas de sus hijos; el católico pueblo ceutí, ama a CRISTO, venera a CRISTO, siente angustia en su corazón; pero si

por un momento pudiésemos asomarnos a su urna, quedaríamos admirados al contemplar su feliz semblante. Y es natural que esté feliz, porque su lecho

sepulcral no es la dura y fría piedra de la cueva de José; su lecho son los

lozanos brazos de la bella mujer caballa que le portan y mecen con tanto mimo

como si sobre sus hombros llevasen la cuna del recién nacido en Belén y no el Santo Sepulcro del SANTO entre los SANTOS. Es feliz porque al contemplar

su lindo y limpio semblante ve en ellas a la nueva mujer ceutí, a las nuevas Marías Magdalenas y Salomés, espejo puro de aquellas que desde Galilea le acompañaron hasta el sepulcro.

MARIA desfallecida de angustia, se retira con Juan a la ciudad antes de caer la noche; y queda sola en casa de José; queda en soledad.

VIRGEN de la SOLEDAD, rendido en gozos vanos en las rosas de tus manos se ha muerto mi libertad. Cruzadas con humildad en tu pecho sin aliento la mañana del portento, tus manos fueron SEÑORA, la primer cruz redentora: la cruz del sometimiento. Como TU te sometiste, someterme yo querría: para ir haciendo mi "vía" con sol claro o noche triste. Ejemplo claro nos diste cuando, en la noche deicida, tú soledad dolorida por los senderos mostrabas: tocas de luto llevabas, ojos de paloma herida. La Fruta de nuestro bien fue de tu llanto regada: refugio fueron y almohada tus rodillas de su sién. Otra vez como en Belén, tu falda cuna le hacía, y sobre EL tu amor volvía a las angustias primeras... SEÑORA: si Tu quisieras contigo le lloraría.

Muy de mañana, a las primeras luces del alba, María la de Magdala, corre al sepulcro de su "dulce" amor; entra en él y lo encuentra vacío, sólo: su alma se atormenta, tiembla; sale y ve una figura a quién cree el hortelano que cuida el huerto: "Señor si tu lo has cogido dime donde lo has puesto". La mayestática figura se vuelve y con dulcísima voz le dice: "María"; sólo sabe caer a los pies de JESUS y con un jubiloso balbuceo exclama: "Rabbí", "Maestro".

CRISTO ha resucitado. La ciudad de los dos mares, que había iniciado

su Semana Mayor con la entrada triunfal de JESUS en Jerusalén, va a concluirla con su excelsa y universal Resurrección. CRISTO recorre en júbilo las calles de Ceuta; ya no hay túnicas, capas ni antifaces; sólo rostros dichosos, ojos ardientes por el triunfo de la vida sobre la muerte en el día más glorioso de la Cristiandad. La ciudad desde el Monte Hacho hasta el Fuerte Anyera, desde la bahía norte a la sur, se viste de gala, luminosa, clara, transparente.

VIRGEN MADRE, aparta el dolor y la amargura de tu angelical rostro, pues...

...cuando esté con más razón, Señora tu alma triste, oscuro el aposento, antecediendo al paso de la aurora el sol te nacerá de tu contento: y con su luz, a quien el cielo adora, herirá tu bello rostro macilento, y llenará esta cuadra de mil rayos, de rosas, flores, primaveras, mayos. Vendrá tu HIJO de ángeles cercado y santas almas en su luz ardiendo su cuerpo ceñirán resucitado con regocijo grande y dulce estruendo: al HIJO que miraste ensangrentado le verás fuentes de placer vertiendo. Dirate: ¡Oh MADRE!, y tu dirasle: ¡Oh HIJO! Tú en EL, y EL en tu rostro, el rostro fijo. Sus manos cogerás ¡Oh VIRGEN PURA! y apretándolas en tus manos bellas, y así admirado de su hermosura tu hermosura mirarás en ellas: de su costado beberás dulzura, y beberás de amor vivas centellas; y verás en su alegre y linda cara sol, luna, estrellas, cielo, lumbre clara.

Finaliza nuestra Semana Santa. La ciudad, "la perla", recobra su normal ritmo y vida. Las cofradías desmontan sus pasos; los Titulares pasan a ocupar los altares en los templos y parroquias donde los fieles, donde sus fieles les honran con su veneración; los palios, bambalinas, candelería, candelabros, varas, faroles, cruz de guía, bandera, simpecado y estandarte, son colocados amorosamente y con todo cuidado en las vitrinas de la Casa de Hermandad. El cofrade, en el silencio del templo, delante de su CRISTO y de su MADRE, con los ojos cerrados y con el recuerdo emocionado y embriagado aún de los momentos pasados, sueña... soñamos:

Soñamos con el más bello paso que ni los mejores artistas, imagineros,

bordadores y orfebres puedan imaginar, construir y confeccionar; el paso-

palio para nuestra MADRE, nuestra ABOGADA y MAESTRA, CELESTIAL

PRINCESA, RISA del CIELO, HERMOSA PALOMA, LUNA de la NOCHE,

AURORA TEMPRANA, SOL de MEDIODIA, LUCERO que SALE DELANTE

del SOL; montado con el "palio" de nuestra alma limpia, los "respiraderos" de

nuestro ardiente corazón; arropada en el "manto" de nuestro cariño y

alumbrado su purísimo rostro con la "candelería" del fuego de nuestro amor;

recogida por los "varales" de nuestra perseverancia, humildad, nobleza,

entrega, paciencia, oración, fidelidad, esperanza, caridad, fe, ternura, pureza.

La procesionamos en cortas y alegres "chicotás" y al final, con el alma

embebida de amor, apoyamos nuestros recios o delicados hombros en las

"trabajaderas" de nuestro quehacer cotidiano y a la voz del DIVINO

CAPATAZ y al golpe del "llamador", izamos a nuestra MADRE en tan

majestuosa "levantá" que hasta los ejércitos celestiales, de los que ella es Reina

y Señora, queden perplejos:

¡¡ATENTOS COST ALEROS!! ¡¡ESTAMOS!! ¡¡AL CIELO CON ELLA!! ¡¡AL CIELO!!

Que así sea. Muchas gracias.

La edición de este Pregón ha sido gentilmente patrocinada

por la Delegación del Gobierno en Ceuta, merecedora por ello de la gratitud

y reconocimiento de todas las Hermandades y Cofradías.

Los beneficios que puedan obtenerse en su venta irán destinados

a obras asistenciales del Consejo de Hermandades y Cofradías

de la Ciudad de Ceuta.

CONSEJO DE HERMANDADES Y COFRADIAS DE LA CIUDAD DE CEUTA

SECCIÓN DE HERMANDADES PENITENCIALES